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Insumo

El próximo 29 de julio se cumplen 50 años de uno de los hechos mas aberrantes de nuestra
historia, de los muchos que tenemos, la “noche de los bastones largos” en la que la dictadura
ordena por primera vez la represión dentro de una universidad. Comienza en ese momento la
mas importante fuga de docentes y científicos al extranjero que duró hasta hace muy poco.

Podríamos decir que comienza también la decadencia y abandono deliberado del que fuera un
sistema educativo admirable; con algunos altibajos es una constante hasta nuestros días.

Este aniversario es una buena oportunidad para repasar nuestra relación y valoración del
conocimiento.

Lugar común si lo hay es la educación, las referencias son permanentes en toda la dirigencia,
en las campañas electorales y en cuanta conversación referida a las deudas que aún
conservamos.

También permanente es el abandono y las malas políticas que han venido destruyendo la
educación pública. No puede encontrarse otra razón para que durante mas de cuatro décadas
de desidia aun siga siendo una prioridad, cabe preguntarse si no es un objetivo deliberado de
las elites.

La relación que nuestros gobernantes con el conocimiento han sido prácticamente nulas.

No hay asesores científicos poblando nuestras legislaturas.

Ningún candidato a visitado las universidades o los centros de investigación en campaña.

No han hablado con los jóvenes becarios.

Es legítimo preguntarse si tienen presente la calidad de nuestra ciencia y las veces que se la
intentado destruir por dictaduras, las elites conservadoras locales y por mandato extranjero.
Recordar la destrucción durante el menemismo de todo lo que el desarrollo nuclear propio
había conseguido, las minas de uranio, las plantas purificadoras, la planta de agua pesada, el
proyecto Cóndor y tantos otros ejemplos.

Somos el único país en desarrollo cuya universidad pública a dado tres premios Nobel en
ciencias, Bernardo Houssay, Federico Leloir y Cesar Milstein.

Ahora se ha impuesto hablar de educación de calidad, aun tenemos muchos bolsones que han
resistido todas las políticas y son un orgullo ¿son tenidos en cuenta? Y lo que es mas grave
¿son consultados?

¿Quién piensa nuestro futuro? Los que con sus decisiones construyen el mañana ¿adónde se
inspiran?
El fin del “viento a favor” por el alto valor de las materias primas es una muestra contundente
que confiar la economía a los productos primarios no es garantía de nada, es mas, es un grueso
error.

Estamos en la era del conocimiento, va a ser el insumo vital y estratégico de cualquier país que
aspire a un desarrollo integral y no quedar sujeto a los vaivenes de los mercados.

Una lección difícil de aprender para un país con gran riqueza en el agro, siendo esto tanto una
bendición como obstáculo que hemos arrastrado por su gravitación en la política,
fundamentalmente colocando o apoyando gobiernos desinteresados en el desarrollo
científico tecnológico, como diría Mario Bunge, quizás nuestro mas grande pensador, físico y
filosofo argentino, la producción depende mas de las lluvias que del ingenio.

Burdamente podríamos decir que un kilo de tecnología vale mas que una tonelada del algún
producto primario.

En el 2014 Facebook compró WhatsApp en 22.000 millones de dólares, una aplicación para
comunicarse, si tomamos un precio promedio de 10 mil dólares la hectárea podríamos
comprar mas de 2 millones; un ejemplo contundente.

El conocimiento, el desarrollo científico tecnológico ya a es la fuente de los mejores negocios,


los mas rentables; para esto necesitamos una educación de excelencia, que priorice la
creatividad y la innovación, flexible para adaptarse a los vertiginosos cambios del mundo.

Podemos pensar si somos capaces de encarar esto con instituciones del siglo diecinueve.

Para terminar Mario Bunge es docente en Canadá, multipremiado por las mas prestigiosas
universidades del mundo, huyo de Argentina en 1966 después de la “ noche de los bastones
largos”

"Todos los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento y solamente serán exitosos
los pueblos que entiendan cómo generar conocimientos y cómo protegerlos, cómo buscar
jóvenes que tengan capacidad de hacerlo y asegurarse de que se queden en el país. Los otros
países se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, minas, con una historia fantástica;
pero probablemente no se quedarán ni con las mismas banderas ni con las mismas fronteras,
ni mucho menos con un éxito económico". Albert Einstein

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