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CONSTITUCIÓN ES EL 

CONJUNTO DE PRINCIPIOS, NORMAS Y REGLAS QUE


PRETENDEN ESTABLECER LA FORMA DE UN ESTADO DE DERECHO, ASÍ
COMO ORGANIZAR ESE MISMO ESTADO, DELIMITÁNDOLO, A TRAVÉS DE SUS
PROPIAS INSTITUCIONES DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y
ESTABLECIENDO PROCEDIMIENTOS Y SANCIONES PARA QUE EL MISMO
ESTADO NO INCUMPLA CON LAS NORMAS ESTABLECIDAS EN DICHA
CONSTITUCIÓN.
LA CONSTITUCIÓN ES LA CARTA MAGNA, PORQUE ES LA QUE RIGE TODO EL
ORDENAMIENTO JURÍDICO DE UN ESTADO, ES DECIR NO EXISTE NINGUNA
LEY ORDINARIA QUE PUEDA ESTAR POR ENCIMA DE ELLA, ES POR ESTO
QUE ES LLAMADA LEY SUPREMA.
NINGÚN ORGANISMO, ENTE, FUNCIONARIO DEL ESTADO, LEY, DECRETO-LEY
O ACTO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA PUEDE IR EN CONTRA DE LO
ESTABLECIDO EN LA CONSTITUCIÓN DE UN ESTADO.
LA CARTA MAGNA BUSCA PROTEGER LOS DERECHOS E INTERESES DE
TODOS LOS CIUDADANOS EN RELACIÓN AL ACTUAR DEL PROPIO ESTADO.

La Constitución Política del Perú es también conocida como la “Carta Magna”. Es la


ley fundamental sobre la que se rige el derecho, la justicia y las normas del país.
Asimismo, determina la estructura y organización del Estado peruano.
La constitución política, también llamada Carta magna o Carta Fundamental, es la ley
máxima y suprema de un país o estado. En ella se especifican los principales
derechos y deberes de sus participantes, y define la estructura y organización del
Estado.
¿Pero qué es una Constitución?
La Constitución es una institución jurídica que limita el ejercicio del poder por
medio del Derecho, que reconoce y consagra derechos fundamentales
estableciendo los mecanismos de tutela y protección de los mismos. La
Constitución no es más que el reflejo del acuerdo social en un momento
histórico determinado sobre un mínimo o básico. Un acuerdo sobre lo
fundamental.
Si bien la Constitución es una norma jurídica, del ordenamiento jurídico de cualquier
Estado, es la principal y se diferencia del resto que forma parte del sistema en cuanto
a su contenido y generación. Todas las demás normas deben su validez a la
Constitución, es la llamada supremacía constitucional, de manera que cualquier ley
que contradiga uno de sus preceptos es inaplicable para un caso concreto, e inclusive,
puede llegar a expulsarse del ordenamiento jurídico si el Tribunal Constitucional no
encuentra una interpretación conforme a través de la inconstitucionalidad de las
normas.
En cuanto a su contenido, dice relación con el ejercicio y limitación del poder, con los
poderes del Estado y su separación, con la soberanía, sea nacional o popular, la
supremacía constitucional, elección de los gobernantes y duración en los cargos, con
los órganos de control o fiscalización, sobre su creación o modificación y con el
reconocimiento y consagración de los derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana, los que constituyen un límite al ejercicio del poder del Estado. Sin
embargo, el desarrollo y complementación de cada uno de sus contenidos le
corresponde al legislador.
Pero no debemos engañarnos, las Constituciones no hacen milagros, no tienen esa
virtud y mucho menos esa finalidad. Los problemas de injusticia social y de falta de
equidad que presentamos como sociedad chilena no se resolverán a través de una
nueva Constitución, pero sin lugar a dudas permitirá materializar cambios estructurales
sustanciales que contribuyan a su resolución, como por ejemplo, empoderar al Estado
con un rol más social en reemplazo del subsidiario actual.
La Constitución es tan política como jurídica, pero el contenido de este último aspecto
debe ser cuidadosamente estricto, es decir, aquello que sea justiciable, que ante su
inobservancia o incumplimiento cualquiera pueda reclamarlo ante los tribunales de
justicia. Podemos generar o crear la mejor constitución pero si no se puede
materializar durante su vigencia, no será más que un montón de hojas de papel.
Nos habremos hecho de un problema mayor cuando los ciudadanos le exijan al
Estado el cumplimiento de los compromisos en el ámbito social, y éste no tenga la
capacidad para hacer frente a dichas demandas, la sociedad se sentirá frustrada y
nuevamente serán los tribunales de justicia los llamados a materializar la justicia
social, pero sólo para el caso en particular que les toque conocer, y así, en treinta o
cuarenta años podríamos estar reviviendo sucesos como los que nos ha tocado vivir
en estos días. En otras palabras, transformar en derechos constitucionales las
legítimas demandas sociales no va a permitir su concreción y efectividad. Las políticas
sociales se hacen a través de las leyes, no a través de las Constituciones, es una
tarea que corresponde al legislador no al constituyente.
Debemos tener presente que las sociedades van evolucionando y junto con ello sus
necesidades, luego, plasmar todos los derechos en una Constitución implica un riesgo
dado que a diferencia de la ley, además de su supremacía se caracterizan por una
cierta rigidez y estabilidad. No se redactan Constituciones todos los días. Hoy
podemos observar como normas jurídicas antes de su entrada en vigencia se analiza
su modificación, así en la práctica tenemos reformas de las reformas. Luego
podríamos dar origen a una Constitución que en poco tiempo más, se encuentre muy
desconectada de la sociedad, entonces el traje no será a la medida, será solo un
disfraz.
Ahora bien, como sociedad debemos tener presente que vivir en un Estado de
Derecho implica que cualquier cambio que se quiera realizar, en estas materias, la vía
es siempre institucional. (12 de noviembre 2019)

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