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ERYTHEIA

REVISTA DE ESTUDIOS BIZANTINOS Y NEOGRIEGOS

41 - 2020

SEPARATA
ÍNDICE

M.a Belén BONED FERNÁNDEZ, El tratado alquímico De lapide philosophorum


de Comario. Edición y estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Dirk KRAUSMÜLLER, On the Interrelation Between Vitae B, C and A of
Athanasius the Athonite . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Michel BALIVET, Au-delà de Philomélion-Aksehir . : une « Bulgarie » du Taurus ?
Un problème de toponymie turco-byzantine au temps de la première croisade 107
Jannis NIEHOFF-PANAGIOTIDIS, The Pañcatantra (Kal īlah wa-Dimna) and
Greek Literature . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Πέτρος ΧΑΤΖΗΔΑΚΗΣ, Διακειμενικά κλασικά στοιχεία στον Απόκοπο του
Mπεργαδή: Η άφιξη στον Άδη (στχ. 67-170) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
José M. FLORISTÁN, Clero griego ante el Santo Oficio (II): Manuel Accidas
(1542) e Hilarión Cuculis (1699) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
José M. FLORISTÁN, Nicolás Litardo Paleólogo. Pruebas de nobleza para su
ingreso en la Orden de Montesa (1590) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Luis GIL FERNÁNDEZ, Apostillas a la biografía de Antonio Sherley . . . . . . . . . 201
Luis GIL FERNÁNDEZ, Cautivos y galeotes también reclamaban . . . . . . . . . . . 211
Σωτηρία ΜΑΤΤA, Η ρητορική ύλη της Τέχνης Ρητορικής του Φραγκίσκου Σκούφου . . 225
Theodora GRIGORIADOU, Ο της απάτης απαλλαγείς ή Το Κριτικόν (Iasi, 1754):
primera traducción al griego moderno de la Primera parte de El Criticón
de Baltasar Gracián . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Guillermo MARÍN CASAL, Dimitrios Catardsís (ca. 1730-1807): semblanza de
un romeo ilustrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Manuel GONZÁLEZ RINCÓN, El relato Pan de Stratis Mirivilis y la trilogía de
la ocupación alemana. La novela Pan de Knut Hamsun como modelo de
la obra homónima de Mirivilis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Manolis SERGIS, Towards the urform of a Greek folk theatre dromenon at
Naxos island . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385
Μ. Γ. ΒΑΡΒΟΥΝΗΣ, Οι σύγχρονες λαογραφικές σπουδές στην Ελλάδα και ο
κλάδος της «Θρησκευτικής Λαογραφίας» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
Recibido: 06.07.2019
Aceptado: 17.12.2019

Dimitrios Catardsís (ca. 1730-1807):


semblanza de un romeo ilustrado
Guillermo MARÍN CASAL
IES Arcipreste de Hita (Madrid)-Universidad Complutense de Madrid
guillermomarincasal@yahoo.es

RESUMEN: En el presente trabajo se pretende esbozar una semblanza y


hacer una valoración de la figura de Dimitrios Catardsís como pionero
defensor del empleo del romaico (griego vernáculo) como lengua vehicular de
la cultura, en su ambicioso proyecto educativo enciclopedista y vernacula-
rista adaptado a la tradición ortodoxa de la Iglesia oriental.
PALABRAS CLAVE: Romeo, romaico (griego vernáculo), paideia, enciclo-
pedismo, ortodoxia, Catardsís.
ABSTRACT: This dissertation aims to outline and value the figure of
Dimitrios Katartzis as pioneer supporter of the Romaic (vernacular greek)
language use for cultural and educative purposes, in his ambitious encyclo-
pedist and vernacularist educative project referred to the Orthodox tradition
of the Eastern Church.
KEYWORDS: Romios, Romaic (vernacular greek), paideia, encyclopedism,
Orthodoxy, Katartzis.

1.- ESBOZO BIOGRÁFICO1

Pocos son los datos que brindan las fuentes historiográficas griegas y ru-
manas sobre la vida de Dimitrios Catardsís (Δημήτριος Καταρτζῆς)2, aunque sí lo
1
Sobre la figura y la obra de D. Catardsís son imprescindibles y fundamentales las investigaciones de
Dimarás (20028: 177-243) y Kitromilidis (20003: 202-220).
2
Para citar y escribir en español los nombres de autores griegos modernos, seguimos el modelo de
transcripción (fonética) –que no transliteración (grafemática)– del griego moderno de P. Bádenas de

ISSN 0213-1986 273 Erytheia 41 (2020) 273-316


Guillermo MARÍN CASAL

suficientes como para esbozar a grandes rasgos su trayectoria en la corte del


principado de Valaquia3, vasallo de la Sublime Puerta. Más elocuentes son, sin
embargo, sus propios testimonios autobiográficos, los cuales nos permiten
esbozar una semblanza más nítida de su bagaje intelectual.
Sabemos por las fuentes griegas que su apellido familiar era Panayiotakis
(Παναγιωτάκης), mientras que estas mismas fuentes refieren dos variantes de su
apellido patronímico, Fotiadis (Φωτιάδης) y Fotakis (Φωτάκης). Las fuentes
rumanas, en cambio, lo mencionan con el nombre Dumitru Fotache, traducción
de Dimitrios Fotakis. Independientemente de sus apellidos originarios, Dimi-
trios Panayiotakis Fotakis ha pasado a la historia de las letras neogriegas con el
apellido Catardsís (Καταρτζῆς), la adaptación griega del apellido rumano de su
esposa, la noble valaca Luxandra Catargiu.
Dimitrios nació en Constantinopla en torno al año 1730 dentro de una familia
vinculada a las élites fanariotas. Su padre Fotios (Φώτιος) era el médico personal del
fanariota Constantino Mavrocordatos (Κωνσταντῖνος Μαυροκορδάτος, 1711-1769)4.

la Peña (1984), salvo el dígrafo <τζ> que transcribimos por <ds> para reproducir en español, en la
medida de lo posible, la africada alveolar sonora griega [d̑z] (Καταρτζῆς [katardzís] > Catardsís), y
los dígrafos <γι> [j(i)] y <γε> [je] que transcribimos respectivamente por <yi> [ji] y <ye> [je] (Γεωργίου
[jeorjíu] > Yeoryíu); obviamente los dígrafos <λλ> [l], <νν> [n] o <ββ> [v] los transcribimos
respectivamente por <l> [l], <n> [n] y <v> [v] (Σαββίδης [savíδis] > Savidis, Ἰωάννινα [ioánina] >
Ioánina, Γραμματάς [γramatás] > Gramatás). En la inmensa mayoría de los casos transcribimos tanto
nombre de pila como apellido del autor (Ἀδαμάντιος Κοραῆς [aδamándjos koraís] > Adamandios
Coraís), salvo en el caso de nombres de clérigos o jerarcas eclesiásticos o dignatarios fanariotas que
preferimos traducirlos al castellano (Κύριλλος Λούκαρις > Cirilo Lúcaris, Νικόλαος Μαυροκορδάτος
> Nicolás Mavrocordatos). De todos modos, para evitar cualquier asomo de duda, adjuntamos entre
paréntesis el nombre original griego cuando lo referimos por primera vez. Sería muy deseable que
hubiera una transcripción (fonética) española homogénea de los antropónimos y topónimos
neogriegos que reproduzca la realidad fonética del griego moderno conforme a las convenciones
ortográficas y grafemáticas del español, teniendo en cuenta el desconocimiento del alfabeto griego
y su pronunciación moderna por parte de la inmensa mayoría de los hispanohablantes. De este modo
se evitarían dobletes grafemáticos, como Kazantzakis [kaθantθάkis] y Casandsakis [kasandzákis]
del original griego Καζαντζάκης [kazandzákis]. Esta misma propuesta la realizan para el italiano
C. Carpinato - O. Tribulato 2014: 219-220.
3
Tanto Valaquia como Moldavia se liberaron del dominio húngaro y se constituyeron como prin-
cipados independientes a mediados del siglo XIV, pero un siglo más tarde fueron derrotados por los
otomanos y se convirtieron en Estados vasallos del Imperio Otomano, que servían de frontera al
oeste (Transilvania) con el Imperio Austrohúngaro. Desde comienzos del siglo XVII los vaivodas
(gobernadores) de ambos principados fueron designados por la Sublime Puerta.
4
Gran dragomán de la Sublime Puerta y vaivoda de Moldavia en cuatro ocasiones (1733-1735, 1741-
1743, 1748-1749 y 1769) y de Valaquia en seis (1730, 1731-1733, 1735-1741, 1744-1748, 1756-1758 y
1761-1763). Vid. lámina I.

274
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

En la capital otomana cursó estudios en la Academia del Patriarcado Ecuménico de


la mano de maestros a los que recuerda con familiaridad y admiración5: el gramático
Ananías de Antíparos (Ἀνανίας Ἀντιπάριος)6, su «muy querido maestro»7 Nicólaos
Velarás (Νικόλαος Βελαρᾶς)8 y el protosincelo del Patriarcado Ecuménico de
Constantinopla Doroteo de Lesbos (Δωρόθεος Λέσβιος)9. Las fuentes también
incluyen entre sus maestros al monje Néofito Causocalivita (Νεόφυτος Καυσοκαλυ-
βίτης, 1689-1784)10, Alejandro de Tirnavo (Ἀλέξανδρος Τυρναβίτης, 1711-1761)11 y el
médico Ceodorakis (Θεoδωράκης)12, a los que conoció una vez ya trasladado a
Bucarest.
En sus años como alumno en la Academia Patriarcal de Constantinopla Ca-
tardsís adquirió un profundo conocimiento de la gramática del griego antiguo y
de los preceptos lingüísticos del aticismo que, junto al escolasticismo de la
filosofía aristotélica, constituían las dos principales materias de estudio de la
conservadora educación greco-ortodoxa de la época. La gramática y el estudio
de la lengua en general serán también sus principales inquietudes académicas en
la madurez de su vida. Aparte del griego antiguo, Catardsís conocía con solven-
cia turco-otomano, árabe, persa, latín, francés y valaco (rumano). Aprendió
francés gracias al volumen de Elements de la philosophie moderne (Ámsterdam 1752)
de Pierre Massuet (1698-1776), que le regaló el diplomático holandés de origen

5
Catardsís 1999: 7-8.
6
Profesor en la Academia Patriarcal de Constantinopla entre 1752 y 1760 y autor del tratado grama-
tical de griego antiguo Sobre las partículas (Venecia 1764), cf. Legrand, Bibliographie XVIII: II, 28-29,
nº. 610, y Catardsís 1999: 155.
7
Catardsís 1999: 86.
8
Editor de una antología de poemas encomiásticos (Leipzig 1777) dirigida al vaivoda de Valaquia
(1774-1782) Alejandro Ipsilandis (Ἀλέξανδρος Ὑψηλάντης, 1726-1807), cf. Legrand, Bibliographie
XVIII: II, 250-251, nº. 898.
9
Director de la Academia Patriarcal a intervalos desde 1726. Fue autor de un tratado Sobre la descom-
posición (Περì σήψεως), cf. Catardsís 1999: 48, 198, 315.
10
Profesor en las escuelas del monte Atos, Quíos y Adrianópolis (Edirne), Bucarest (Valaquia) y Braşov
(Transilvania), cf. Catardsís 1999: 156, 159-160. Entre sus obras destaca su Comentario introductorio al
cuarto libro de la Gramática de Teodoro [Gaza] (Bucarest 1768), cf. Legrand, Bibliographie XVIII: II, 77-
80, nº. 680.
11
Profesor en la escuela de su ciudad natal Tirnavo (Tesalia) y Bucarest (Valaquia), cf. Catardsís 1999:
33 y 86.
12
Es el mismo médico conservador y retrógrado con el que Josefo Misiódax (Ἰώσηπος Μοισιόδαξ, 1725-
1800) mantuvo una disputa a su paso por la ciudad transilvana de Braşov en 1777, y al que Adamandios
Coraís (Ἀδαμάντιος Κοραῆς, 1748-1833) le dedica palabras de elogio por su pericia gramatical en su
edición de los Discursos y epístolas de Isócrates (París 1807: I, XXXI), cf. Anguelu 1976: 159-173 y
Dimarás 20028: 195 y 491.

275
Guillermo MARÍN CASAL

francés Karol Boscamp-Lasopolski (†1794) durante su estancia en Constanti-


nopla como representante diplomático de Polonia y espía de Rusia y Prusia en
la década de 1760. Poco más sabemos de la vida de Catardsís en Constantinopla,
salvo la noticia de que se vio envuelto en las persecuciones y detenciones que
sucedieron a la muerte en 1765 de un poderoso banquero fanariota llamado
Stavrakis (Σταυράκης), con el que Catardsís mantuvo contacto entre 1761 y 176513.
A partir de 1769 lo encontramos afincado en Bucarest, capital de Valaquia,
donde desarrolló una larga y prestigiosa carrera cortesana como jurista y
dignatario hasta el final de sus días en 1807. Ocupó diferentes cargos de la corte
del principado valaco: copero de la corte (παχάρνικος, paharnic)14 en 1769, gran
logoteta (μεγάλος λογοθέτης, mare logofăt)15 entre 1770 y 177316, copero de la corte
de nuevo en 177717, y gran clucer (μεγάλος κλουτζιάρης, mare clucer)18 entre 1779 y
179219. Su matrimonio con la joven noble valaca Luxandra Catargiu20 hubo de
tener lugar en Bucarest entre 1770 y 177521. Fruto del mismo fue el nacimiento de
su hijo Ştefan Catargiu (Στέφανος Καταρτζῆς)22, cuya educación y formación fue
una de las inquietudes constantes que se rastrean a lo largo de los escritos de su

13
Dimarás 20028: 189.
14
Cortesano de los principados de Moldavia y Valaquia desde finales del siglo XIV.
15
Canciller, máximo responsable del sistema judicial, así como de la recaudación de tributos.
16
Gracias al apoyo de Rusia durante la guerra ruso-turca por el dominio del sur de la actual Ucrania y
la península de Crimea (1768-1774).
17
Con este título firma un epigrama panegírico que compuso en griego arcaizante con ocasión de la
inauguración del kiosco otomano que erigió en las orillas del lago de Herestrau de Bucarest el
fanariota Alejandro Ipsilandis (1726-1807) durante su vaivodato de Valaquia entre 1774 y 1782. Vid.
lámina II.
18
Responsable de los almacenes reales y del erario público en las cortes de Moldavia y Valaquia.
19
Catardsís fue uno de los promotores del programa de reformas legales, educativas, recaudatorias y
militares que promovió en Valaquia Alejandro Ipsilandis durante su vaivodato de Valaquia entre
1774 y 1782.
20
Era más joven que su esposo y al igual que él hablaba francés, según cuenta Mijaíl Perdicaris (Μιχαὴλ
Περδικάρης, 1766-1828) en un epigrama satírico fechado en torno a 1800, cf. Dimarás 20028: 179-180.
Este vínculo con la lengua y la cultura francesas también lo encontramos en su nieto Barbu Catargiu
que cursó estudios universitarios en París.
21
Dimarás 20028: 190-191.
22
Como su padre, recibió el título de copero (παχάρνικος, paharnic) de la corte. Fue uno de los 186
suscriptores que financiaron la edición de 240 ejemplares de los dos volúmenes de la Enciclopedia
Helénica (Βιβλιοθήκης Ἑλληνικῆς βιβλία δύο, Venecia 1807) de Antimo Gaza (Ἄνθιμος Γαζῆς, 1758-1828),
cf. Iliú 1975: 130-1. No debe confundirse con el boyardo moldavo Ştefan Catargiu (1789-1866), del
linaje de los Catargiu que se afincó en Moldavia a partir de 1633.

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Dimitrios Catardsís (ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

padre23. Nieto de Dimitrios Catardsís fue Barbu Catargiu (1807-1862), quien


llegó a ser el primer primer ministro de la Rumanía independiente y unificada en
186224.

2.- EL “SILENCIO” DE SU OBRA MANUSCRITA

Salvo el epigrama arcaizante «al kiosco en Herestrau» dedicado al vaivoda


Alejandro Ipsilandis25, ninguno de los escritos de Catardsís llegaron a ver la luz
de la imprenta en vida del autor. Pocos años después de su fallecimiento en
Bucarest en 1807, cuando la publicación de la revista Hermes Erudito (Ἑρμῆς ὁ
Λόγιος, Viena 1811-1821) recrudeció y polarizó el debate ideológico sobre la
identidad nacional y lingüística de los griegos modernos entre los intelectuales
de la diáspora griega, el gramático purista Neófitos Ducas (Νεόφυτος Δούκας,
1760-1845) publicó en la tercera edición de su Gramática Terpsitea abreviada (18123:
53-84) la controversia lingüística que mantuvieron por carta Catardsís y Lambros
Fotiadis (Λάμπρος Φωτιάδης, 1752-1805)26 a propósito del uso del griego
vernáculo y su cultivo con fines educativos y académicos27. Esta correspondencia
y el epigrama mencionado eran los únicos textos impresos que teníamos de
Dimitrios Catardsís, hasta que C. Dimarás publicara en 1970 la edición de todas
sus obras manuscritas28.

23
En 1783 Catardsís está enseñando a su hijo francés, cf. Catardsís 1999: 36 y 39. Menciona su nombre
Stéfanos (Στέφανος) en diversos pasajes de su Gramática de la lengua romaica (1788).
24
Dimarás 20028: 191. Cursó estudios elementales en la escuela griega Măgureanu de Bucarest y
Filosofía y Letras en París (1825-1834). Líder del partido conservador, fue asesinado seis meses más
tarde de su nombramiento como primer ministro.
25
Τερπιχαρής μ᾿ ἐδόμησε σοφός τ᾿ ἐν πᾶσι δυνάστης· / φεύγετ᾿ ἄρ᾿ ὅσσ᾿ ἀρχῆς ἀμφίπονοι μελέται / καί μ᾿
εἴσελθε μόνη τοῦ εὖ δρᾶν δεῦρο ταχεῖα / καὶ γὰρ προσφυὴς ἦσθα σὺ ὧδε μόνη, cf. Velarás 1777: 36 y
Catardsís 1999: 436.
26
Profesor de gramática griega antigua oriundo de Ioánina. Lo encontramos desde 1776 afincado en
Bucarest, donde dirigió la Academia Principesca de Bucarest entre 1792 y 1805. Discípulos suyos
fueron algunas de las figuras relevantes de la cultura griega, rumana y búlgara del siglo XIX: Neófitos
Ducas, Azanasios Jristópulos (Ἀθανάσιος Χριστόπουλος, 1772-1847), Miguel Jristaris (Μιχαὴλ
Χριστάρις, 1773-1851), Dinicu Golescu (1777-1830) o Nikola Pikolo (Νικόλαος Πίκκολος, 1792-1865).
27
Fue reimpresa con algunos errores por Sazas (1870: 154-176), y algunos fragmentos por Triandafilidis
(19932: 435-443). Dimarás (1999: 431-434) ofrece una edición de las dos cartas de Catardsís.
28
Citamos la reimpresión de la edición de Dimarás (1999).

277
Guillermo MARÍN CASAL

La transmisión manuscrita de las obras de Catardsís no ha sido, desde luego,


muy afortunada29. La mayoría de ellas se han transmitido gracias a un único
manuscrito y otras no han aparecido hasta el día de hoy. Todos los manuscritos
conservados, algunos autógrafos, presentan enmiendas y correcciones del propio
autor para una eventual publicación, que desafortunadamente nunca llegó a
tener lugar. Más allá de las dificultades reales que podría encontrar Catardsís a
la hora de acceder a una imprenta dentro del ámbito otomano, como él mismo
reconoce30, el principal motivo del silencio editorial de sus obras no es sino el
recelo y las suspicacias de modernización y “democratización” de la educación
y la cultura que despertaron sus tesis pedagógicas y lingüísticas en la intelligentsia
greco-ortodoxa y las élites fanariotas instauradas en las cortes respectivas de
Bucarest (Valaquia) y de Iasi (Moldavia)31.
Su innovador proyecto educativo y cultural, de clara inspiración ilustrada,
aspiraba a divulgar en el ámbito greco-ortodoxo el compendio total de las ciencias,
las letras y las artes que constituyen el conocimiento humano, adaptando a la secular
tradición cultural y religiosa greco-ortodoxa el modelo racionalista y enciclopedista
ilustrado que inauguró la Cyclopaedia o Universal Dictionary of Arts and Sciences
(Londres 1728) de Ephraim Chambers (1680-1740), perfeccionó la Encyclopédie (París
1751-1772) de Denis Diderot (1713-1784) y Jean le Rond d’Alembert (1717-1783) y
continuó la Encyclopédie méthodique (París 1782-1832) de Charles-Joseph Panckoucke
(1736-1798), por la que Catardsís sentía auténtica admiración32.
Como él mismo se percata, condición sine qua non para la aplicación de su
innovadora propuesta educativa enciclopedista es el empleo y el cultivo de la
lengua vernácula o “nativa” (φυσικὴ γλῶσσα)33 como lengua vehicular en el ám-
bito educativo, académico, científico y filosófico, que facilitaría el acceso y la
divulgación del conocimiento a todos sus compatriotas y correligionarios. Sin
embargo, el uso de la lengua vernácula para fines educativos y académicos no

29
C. Dimarás (1999: 439-445, 452-463) ofrece los detalles de la transmisión textual de los escritos de
Catardsís.
30
«No tenemos imprenta por la desgracia de nuestra nación», cf. Catardsís 1999: 38.
31
Kitromilidis 20003: 206.
32
«La Enciclopedia Metódica [...] es el arca y el compendio de nuestra sabiduría humana, las nuevas
pirámides en las que se albergan nuestros conocimientos humanos actuales. La empresa más osada,
la obra más exhaustiva que los hombres han osado hacer desde que los romeos proyectaran en época
de Constantino Porfirogénito [...] una obra semejante [...], los Digesta historica», cf. Catardsís 1999:
36-37.
33
Catardsís 1999: 8, 39, 66, 201, 314, 319, 322-323.

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Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

cumplía los requisitos lingüísticos convencionales de la jerarquía intelectual y


eclesiástica que, continuando la milenaria tradición greco-ortodoxa, establecía
el griego antiguo, con un mayor o menor grado de aticismo, como única variedad
lingüística válida para la difusión y el aprendizaje de cualquier conocimiento
científico, filosófico o teológico34. Este fue el mayor obstáculo que tuvo que
salvar Catardsís en su firme convicción de modernizar la conservadora cultura
greco-ortodoxa, que a finales del siglo XVIII permanecía prácticamente ajena a
los avances científicos y educativos de la Era Moderna.
Catardsís fía la consecución de su ambiciosa propuesta educativa a la
benevolencia de los diversos vaivodas fanariotas que gobernaban Valaquia por
designación de la Sublime Puerta35. En ellos parece encontrar cierta receptividad
para promover los principios ideológicos del despotismo ilustrado que se había
instaurado en la mayoría de las monarquías europeas occidentales del siglo XVIII.
Sin embargo, el proyecto educativo enciclopedista y vernacularista de Catardsís
constituía una completa revolución cultural desde el punto de vista no sólo
lingüístico y científico, sino también ideológico, pese a sus esfuerzos por
adaptarlo y armonizarlo con los principios dogmáticos de la ortodoxia cristiana.
Ni la forma lingüística vernácula ni la concepción enciclopedista ni la inspiración
ilustrada de los escritos en que desarrolló su proyecto educativo Catardsís, se
ajustaban a las exigencias lingüísticas arcaístas de las élites fanariotas y
eclesiásticas ni a sus orientaciones ideológicas toda vez más conservadoras, tras
el estallido de la revolución francesa en 1789.
A partir de 1791 Catardsís abandona su propósito inicial de escribir en su
lengua vernácula y adopta para sus escritos una variedad lingüística arcaizante,
a la que denomina «lengua selecta» (αἱρετὴ γλῶσσα), «con el propósito de benefi-
ciar a la nación, siendo indiferente el modo [lingüístico] en que sea»36. Con este

34
«A estos queridos sabios hago apelación por el juicio improvisado que hacen algunos ahora por no
gustarles el modo en que escribo igual que hablamos, y el modo que sigo para mejorar nuestra
lengua», cf. Catardsís 1999: 210.
35
«Recomiendo esta obra a los sabios y a los poderosos de nuestra nación, que la lleven a efecto y verán
el beneficio en común que han visto tantas y tantas naciones de Europa a partir del cultivo de sus
lenguas y del estudio de las artes y de las ciencias en sus lenguas, [...] corresponde a los sabios y a los
poderosos promoverlo. [...] Queda, pues, que cada cual muestre su buena disposición a que esta obra
se realice cuanto antes, para que los frutos maduren más rápido», cf. Catardsís 1999: 22.
36
Catardsís 1999: 332. El arcaísta y conservador P. Codricás (1818a: XXXIII) achaca sesgadamente este
cambio de rumbo lingüístico de Catardsís a la lengua vernácula que emplean sus discípulos Gregorio
Constandás (Γρηγόριος Κωνσταντᾶς, 1758-1844) y Daniel Filipidis (Δανιὴλ Φιλιππίδης, ca. 1750-1833)
en su Geografía Moderna (Viena 1791).

279
Guillermo MARÍN CASAL

giro purista el constantinopolitano pretende satisfacer las exigencias arcaístas de


la intelligentsia greco-ortodoxa y las élites fanariotas, aquellos «queridos sabios»
a los que «no les gusta» y critican «a la ligera» el modo en que escribe romaico, tal
y como lo hablan37, aunque no renuncia en absoluto a sus convicciones vernacu-
laristas. Con todo, ni aun adaptándose a las exigencias puristas y arcaizantes de
las clases dominantes logra publicar ninguno de sus escritos. La resignación fue
para Catardsís la única forma y manera de preservar la reputación y el prestigio38
de su dilatada y respetada trayectoria como jurista y dignatario en la corte
fanariota de Bucarest. Cualquier asomo de duda o cuestionamiento de la
tradición cultural y lingüística de la ortodoxia a los ojos de los más conservadores
de la élite fanariota o la jerarquía eclesiástica constantinopolitana podría haberle
defenestrado de su respetado estatus social39. En este sentido podemos
interpretar el silencio editorial de sus escritos como una forma de censura
autoimpuesta ante la presión de las élites sociales, religiosas e intelectuales
greco-ortodoxas del Rum millet otomano.

3.- ESCRITOS ROMAICOS (1783-1791)

Catardsís comienza a escribir en su lengua vernácula, a la que denomina


«romaico refinado»40, el 17 de enero de 1783. Para aquel entonces el constan-
tinopolitano había alcanzado la plena madurez, con más de 50 años y un
reputado cursus honorum en la corte de los vaivodas fanariotas en Bucarest. Tras
un largo proceso de recepción, asimilación y maduración de las ideas ilustradas
de los enciclopedistas franceses, Catardsís da finalmente el paso y se lanza a la
consecución de su ambicioso proyecto educativo enciclopedista y vernacu-
larista.
Entre 1783 y 1791 escribe en romaico un total de 12 ensayos y tratados
gramaticales, pedagógicos y filosóficos, en los que desarrolla su iniciativa
educativa y mejora su estilo y expresión escrita del romaico (griego vernácu-
37
Catardsís 1999: 210.
38
El poeta constantinopolitano Aléxandros Calfoglu (Ἀλέξανδρος Καλφόγλου, 1725-1795) en la crítica
satírica de su Versificación moral (Leipzig 1870: 60-61) exceptúa a Catardsís, al que describe como «un
jurista anciano, justo, un hombre sabio, juez de las ciencias, el único faro de Valaquia», cf. Dimarás
20028: 182.
39
Kitromilidis 20003: 220.
40
Catardsís 1999: 197.

280
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

lo)41. Cuatro de ellos no se han conservado en ningún manuscrito y sólo los


conocemos por las menciones de su propio autor: Teoría sobre la pronunciación
antigua y original42, Versificación43, Poética44 y Sintaxis metódica de la gramática
helénica45. Gracias a la edición de C. Dimarás (1999) de los escasos manuscritos,
conocemos el bloque fundamental de los escritos romaicos que constituyen
su innovadora propuesta educativa enciclopedista y vernacularista: Ensayo sobre
la lengua romaica (1783), Ensayo sobre la educación de los niños romeos y valacos (1783),
Consejo a los jóvenes (1783), traducción romaica de La science du gouvernement de
Réal du Curban (1784-1786), Encomio del filósofo (1785-1786), Discurso sobre la
formación de maestros en romaico (1786), Conócete a ti mismo (1787), Gramática de la
lengua romaica (1788).
Todas estas obras están escritas en romaico de acuerdo con las tesis
lingüísticas que expone en su Ensayo sobre la lengua romaica (1783) a fin de
establecerla como lengua vehicular de su programa educativo enciclopedista, en
particular, y de la educación greco-ortodoxa, en general. El romaico de
Catardsís es la lengua griega vernácula de finales del siglo XVIII con algunos
rasgos dialectales fonéticos septentrionales, tales como la síncopa de las vocales
átonas [e], [i] e [u] en interior de palabra o el cierre de la vocal [o] en [u], y una
cantidad ingente de extranjerismos (italianismos, galicismos, turquismos) a
nivel léxico46.

41
«[El romaico] es susceptible de mejora hasta el infinito. De igual modo mis escritos presentan
diferencias entre sí a mejor entre el primero y el último de ellos [...]. Esto se hizo en pocos años
desde que comencé (17 de enero de 1783) propiamente a escribir, o mejor dicho, que comencé a
aprender a escribir romaico refinado», cf. Catardsís 1999: 197.
42
Θεωρία ἀπάνου στὴν ἀρχαία καὶ γνήσια προφορά, cf. Catardsís 1999: 22, 49, 182, 184, 393.
43
Στιχουργία, cf. Catardsís 1999: 186, 319, 395, 396.
44
Ποιητικά, cf. Catardsís 1999: 22, 319.
45
Μεθοδικὸν Συντακτικὸν τῆς Ἑλληνικῆς Γραμματικῆς, cf. Catardsís 1999: 156, 317, 332, 431. Es la última
obra romaica de Catardsís, pero también la primera gramática griega moderna de griego antiguo.
Hasta entonces todas las gramáticas de griego antiguo habían sido escritas en esa misma lengua, por
lo que su aprendizaje era «un círculo vicioso», cf. Dimarás 20028: 210.
46
Análisis exhaustivo de ella ofrecemos en un capítulo de la tesis doctoral que estamos desarrollando.

281
Guillermo MARÍN CASAL

3.1. Ensayo sobre la lengua romaica (1783)47


Constituye el manifiesto lingüístico de su ambicioso programa educativo48,
con el que Catardsís pretende dar sustento teórico al cultivo escrito del romaico,
para así convertirlo en el instrumento lingüístico para la divulgación de los
conocimientos del saber humano y, en última instancia, legitimarlo como lengua
vehicular de la cultura y la educación de la nación romaica49, que en los pre-
supuestos de Catardsís engloba al conjunto de los cristianos ortodoxos de habla
griega súbditos del Imperio Otomano e implícitamente de la República
Veneciana. El Ensayo sobre la lengua romaica es el primer tratado lingüístico griego
plenamente moderno, en el que Catardsís expone una serie de teorías lingüís-
ticas muy avanzadas para su tiempo50, que bien podríamos calificar como
vanguardistas dentro de la milenaria tradición gramatical griega. Catardsís
introduce los principios teóricos racionalistas de la Gramática general y razonada
de Port-Royal (París 1660)51 de Claude Lancelot (ca. 1615-1695) y Antoine Arnauld
(1612-1694), que conoce a través del lema «grammaire» de la Enciclopedia (VII,
841-847, París 1757), redactado por los gramáticos franceses Nicolas Beauzée
(1717-1789) y Jacques-Philippe-Augustin Douchet.
Partiendo de estas premisas teóricas, Catardsís reconoce el principio
universal del cambio lingüístico, así como la dimensión diacrónica y sincrónica
de la lengua griega52. Distingue meridiana y categóricamente el griego moderno
vernáculo, al que denomina romaico, del griego antiguo, al que denomina

47
Su título completo es Ensayo sobre por qué la lengua romaica, cuando se escribe tal cual se habla, tiene melodía
en su prosa, ritmo en su poesía y pasión y persuasión en su retórica; y por qué esta, igual que la lengua helénica,
es absolutamente mejor que todas las lenguas; y por qué su cultivo y la redacción de libros en ella es la educación
general e integral de la nación (Σχέδιο ὅτ᾿ ἡ ῥωμαίκια γλῶσσα, ὅταν καθὼς λαλιέται καὶ γράφετ᾿, ἔχει στὰ
λογογραφικά της τὴ μελῳδία, καὶ στὰ ποιητικά της ῥυθμό, καὶ τὸ πάθος καὶ τὴν πειθὼ στὰ ῥητορικά
της. Ὅτι τέτοια εἶναι σὰν τὴν ἑλληνική, κατὰ πάντα καλίτερα ἀπ᾿ ὅλαις ταῖς γλώσσαις. Κι ὅτ᾿ ἡ
καλλιέργιά της, κ᾿ ἡ συγγραφὴ βιβλίων σ᾿ αὐτήνα, εἶναι γενικὴ καὶ ὁλικὴ ἀγωγὴ τοῦ ἔθνους). La obra,
fechada el 17 de enero de 1783, se transmite, junto con el Ensayo de la educación de los niños romeos y
valacos, y el prólogo «Saludos a los lectores de los presentes ensayos» (Τοῖς τὰ παρόντα ἀναγινώσκουσι
σχέδια εὖ πράττειν), en el manuscrito autógrafo del códice griego 1162 de la Academia Rumana, cf.
Dimarás 1999: 439. Edición del texto manuscrito en Dimarás 1999: 10-24.
48
Dimarás 20028: 203 y Mackridge 2009: 94.
49
«Educación integral de la nación y progreso común», cf. Catardsís 1999: 24.
50
Mackridge 2009: 96.
51
Grammaire générale et raisonnée contenant les fondements de l’art de parler, expliqués d’une manière claire et
naturelle, les raisons de ce qui est commun à toutes les langues et des principales différences qui s’y rencontrent,
et plusieurs remarques nouvelles sur la langue française, París: Pierre Le Petit, 1660.
52
«El uso es el legislador, o mejor dicho, el tirano de las lenguas», cf. Catardsís 1999: 12.

282
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

helénico53, sostiene que la lengua romaica es una lengua derivada del helénico54,
de la que difiere en su pronunciación, prosodia, morfología, sintaxis y léxico, tal
y como las lenguas romances difieren del latín. Según Catardsís, las variaciones
«cualitativas y cuantitativas» del romaico son tan legítimas como las del resto de
«miembros legítimos del conjunto global del helénico»55: es decir, los dialectos
antiguos literarios eolio, dorio, jónico y ático, y la koiné helenística. Por ello llega
a afirmar anacrónicamente que el romaico es el «sexto dialecto» helénico56. El
constantinopolitano distorsiona premeditadamente la evolución histórica de la
lengua griega con objeto de legitimar el cultivo escrito y literario del romaico.
Aparte de las diferencias diacrónicas entre romaico (griego moderno) y
helénico (griego antiguo), observa también divergencias dialectales dentro del
romaico a nivel sincrónico. Sostiene que la variedad dialectal constantinopo-
litana es la más representativa del romaico (griego vernáculo) de su tiempo,
puesto que Constantinopla es la metrópoli de la nación romaica y la capital del
Estado otomano en la que se integra57. El registro escrito que adopta y cultiva
Catardsís intenta reproducir en todo momento la pronunciación constanti-
nopolitana a través de la ortografía historicista, para reflejar en la medida de lo
posible la evolución diacrónica del helénico (griego antiguo) al romaico (griego
moderno).
Catardsís arremete contra el purismo lingüístico de sus contemporáneos y
predecesores que consideran el griego vernáculo (romaico) una lengua “de-
gradada” debido a la supuesta “corrupción” del griego antiguo (helénico), como
consecuencia de un supuesto declive histórico y cultural. Critica este prejuicio
purista y arcaísta que induce a sus contemporáneos a repudiar el griego ver-
náculo y a corregirlo de acuerdo con los preceptos gramaticales y estilísticos del
aticismo. Denuncia esta corrección artificiosa del romaico (griego vernáculo),

53
Esta distinción entre romaico (griego vernáculo) y helénico (griego antiguo) es común en otros
autores griegos modernos de época otomana, como Nicólaos Sofianós (Νικόλαος Σοφιανός, ca. 1500-
ca. 1550), Cirilo Lúcaris (Κύριλλος Λούκαρις, 1572-1638), Elías Miniatis (Ἠλίας Μηνιάτης, 1669-1714),
Timoteo Kiriacópulos (Τιμόθεος Κυριακόπουλος), Vikendios Damodós (Βικέντιος Δαμοδός, 1700-
1754), cf. Marín Casal 2014.
54
«Y a partir del helénico y en lugar del helénico se formó el romaico que ahora hablamos», cf.
Catardsís 1999: 12.
55
Catardsís 1999: 12.
56
«Tengo razón en ver el romaico igual que el helénico, pero transformado, y no es del todo disparatado
considerarlo como su sexto dialecto», cf. Catardsís 1999: 17.
57
Catardsís 1999: 20.

283
Guillermo MARÍN CASAL

puesto que da lugar a un registro lingüístico artificial contra natura que Catardsís
denomina «lengua mediobárbara», una variedad lingüística híbrida que no se
corresponde ni con el helénico (griego antiguo) ni con el romaico (griego
vernáculo)58. Con todo, dada la carestía de términos abstractos, científicos y
técnicos en romaico, el constantinopolitano admite el enriquecimiento del
griego vernáculo no sólo mediante helenismos tomados del acervo léxico del
griego antiguo, sino también de extranjerismos tomados fundamentalmente del
francés y del italiano, pero adaptándolos siempre mediante la analogía a la
morfología romaica59.
Pese a la modernidad y el racionalismo de sus presupuestos teóricos lingüís-
ticos, Catardsís no logra desprenderse por completo de los prejuicios lingüísticos
del neoclasicismo de la Europa ilustrada del siglo XVIII y de la secular tradición
gramatical griega. Sostiene que el romaico como heredero legítimo del helénico
(griego antiguo) conserva las virtudes y cualidades prosódicas “heredadas” de
éste60, razón por la cual, según él, el romaico presenta una prosodia y eufonía
superior a la del resto de lenguas modernas61. A partir de esta consideración
Catardsís elabora una teoría sui generis sobre una supuesta correlación entre el
acento de intensidad y la duración silábica en griego vernáculo, toda vez que la
distinción prosódica entre sílabas largas y breves había desaparecido de la lengua
griega hacía siglos.
Síntesis de todas sus consideraciones teóricas sobre la naturaleza comunicativa
de la lengua y del uso lingüístico como manifestación de la norma gramatical, así
como también de sus elucubraciones prosódicas son los ocho principios teóricos de
la lengua romaica que formula: los cuatros primeros establecen el uso común de
los hablantes como principio regulador de la pronunciación y la escritura de las
vocales, los diptongos, las consonantes y las palabras, así como su flexión62; los otros

58
Catardsís 1999: 11-12.
59
Catardsís 1999: 13-14.
60
«La prosa romaica es, no obstante, poética en comparación con las demás lenguas, rasgo este de su
inimitable y divina madre, la lengua helénica», cf. Catardsís 1999: 17.
61
«He encontrado muchas otras razones de superioridad de la lengua romaica en su propia estructura,
con las que supera a todas las demás lenguas, incluido el árabe», cf. Catardsís 1999: 11. «El romaico,
gracias a Dios, no está en la situación en que estaba el francés cuando se hizo su primera academia.
La naturaleza única de nuestra lengua le da una distinción única y superioridad sobre aquella», cf.
Catardsís 1999: 21.
62
«I. Toda vocal, diptongo y consonante se pronuncia y se escribe conforme a la misma fuerza que
le ha dado el uso común durante muchos años. [...] II. Toda sílaba se pronuncia conforme a la
cantidad que le ha dado el uso común. [...] III. Toda palabra se pronuncia tal y como ha

284
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

cuatro siguientes exponen sus elucubraciones teóricas sobre una pretendida


superioridad prosódica del romaico63. Con su formulación Catardsís pretende
legitimar entre sus contemporáneos romeos y la intelligentsia greco-ortodoxa el uso
escrito del romaico para fines educativos, académicos y científicos. Para ello
propone la elaboración de una gramática descriptiva y un diccionario de la lengua
romaica como el de la Academia Francesa, en aras de la difusión de la «educación
general e integral de la nación»64.

3.2. Ensayo de la educación de los niños romeos y valacos (1783)65


Constituye el manifiesto pedagógico del proyecto educativo de Catardsís,
como también el primer tratado griego moderno de pedagogía. El constanti-
nopolitano expone en él los diecisiete axiomas vertebradores de su teoría
pedagógica66 basada en el principio cognitivo «nihil est in intellectu quod
prius non fuerit in sensu», que Pierre Gassendi y John Locke67 toman del
aforismo atribuido a Aristóteles «οὐδὲν ἐν τῷ νῷ, ὃ μὴ πρότερον ἐν τῇ αἰσθή-
σει» que cita el propio Catardsís68. Según nuestro autor constantinopolitano,
la educación y crianza del niño debe hacerse conforme al desarrollo natural
del mismo, de modo que el niño primero adquiere ideas básicas a través de los

predominado en el uso al que estamos habituados a pronunciar, la cual se escribe también de


igual forma. [...] IV. Toda palabra se acentúa tal y como estamos comúnmente habituados. [...]
De estos cuatro principios se deduce que tanto las partes flexivas de la oración deben flexionarse
conforme a la peculiaridad de la lengua [...] y como han predominado a decirse comúnmente», cf.
Catardsís 1999: 18-19.
63
«V. Toda palabra que acaba en vocal tiene una consonante seguida en la siguiente palabra. [...] VI.
Toda palabra que acaba en consonante tiene una vocal seguida en la palabra siguiente. [...] VII. Las
sílabas varían [...], algunas son largas y otras breves. [...] VIII. Los acentos [...] tienen correspondencia
primero entre sí, después con respecto a la cantidad de las sílabas y por último con respecto a las
vocales consecutivas al final de una palabra y al comienzo de otra. [...] Ponemos este límite de cuatro
sílabas consecutivas donde puede recaer el acento romaico. [...]. Esta es la perfección del lenguaje
romaico», cf. Catardsís 1999: 19-20.
64
Catardsís 1999: 24.
65
Su título completo es Ensayo de la educación de los niños romeos y valacos que debe hacerse racionalmente en
las escuelas públicas y privadas (Σχέδιο τῆς ἀγωγῆς τῶν παιδιῶν Ῥωμῃῶν καὶ Βλάχων, ποὺ πρέπει νὰ
γένεται μετὰ λόγου στὰ κοινὰ καὶ σπητικὰ σκολειά). El texto se conserva en una única copia autógrafa
transmitida en el manuscrito griego 1162 de la Academia Rumana, cuya edición ofrece Dimarás
(1999: 24-41).
66
Catardsís 1999: 26-29.
67
La idea se popularizó en la obra de J. Locke, An Essay concerning Human Understanding, London 1690,
cf. Kitromilidis 20003: 556, n. 75.
68
Catardsís 1999: 98.

285
Guillermo MARÍN CASAL

sentidos y poco a poco va desarrollando conceptos y conocimientos pro-


gresivamente más complejos. Como en el caso de la gramática y de la lengua,
la fuente de las ideas y tesis pedagógicas de Catardsís proceden del lema
«Collège» de la Enciclopedia (III, 632-638, París 1757) redactado por
d’Alembert, Antoine-Gaspard Boucher d’Argis (1708-1791), Edme-François
Mallet (1713-1755) y Nicolas Lenglet Du Fresnoy (1674-1755)69.
En este ensayo Catardsís propone un modelo educativo de corte enciclo-
pedista e ilustrado en el que los idiomas vernáculos nativos de los alumnos sean
las lenguas vehiculares de todas las disciplinas del currículo académico70, por lo
que estima imprescindible la redacción de manuales y gramáticas vernáculas y la
traducción del Thesaurus Linguae Graecae (Ginebra 1572) de Henri Estienne
( ca. 1530-1598) y del Dictionnaire historique portatif (París 1755) de Jean-Baptiste
Ladvocat (1709-1765)71. Dado que sostiene que «ninguna de las naciones civili-
zadas e independientes aprende únicamente su lengua nativa», Catardsís
considera imprescindible que los niños romeos aprendan turco-otomano y los
niños valacos romeo (griego moderno), y recomienda el aprendizaje del francés,
puesto que es «la lengua viva y cultivada y también con un uso más generalizado
que todas las actuales»72. Pese a que el aprendizaje del helénico (griego antiguo)
y del latín lo reserva a eruditos y sabios, recomienda su aprendizaje siempre y
cuando «aprendieran alguna otra lengua viva»73, de modo que propone que haya
al menos un profesor que enseñe helénico y otro latín siguiendo un método
comunicativo74. El objetivo último de su propuesta y programa de «educación
integral de la nación» es hacer de los niños romeos y valacos «buenos alumnos y
por tanto buenos ciudadanos» que contribuyan activamente al progreso y la
felicidad de ambas naciones, en la línea del ideario del despotismo ilustrado que
intentará promover en vano entre los dirigentes fanariotas de Valaquia75.

69
Kitromilidis 20003: 204-205.
70
«La escuela debe tener las dos lenguas vivas predominantes, romaico y valaco, [...] para la gramática,
la poesía, la retórica, para la lógica, para las matemáticas, la astronomía, las ciencias experimentales,
ética, historia, geografía, dogmática, para la Sagrada Escritura, para la historia eclesiástica, para la
música», cf. Catardsís 1999: 37.
71
Catardsís 1999: 36.
72
Catardsís 1999: 35, 39.
73
Catardsís 1999: 36.
74
Catardsís 1999: 37.
75
Catardsís 1999: 38.

286
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

Por otro lado, en el Ensayo sobre la educación Catardsís despliega una crítica
certera y aguda contra el escolasticismo estéril y el inmovilismo de la educación
greco-ortodoxa de su tiempo, cuyas principales materias de estudio se reducen
a la gramática griega antigua, la lógica y el escolasticismo neoaristotélicos.
Reprueba los métodos memorísticos76 y repetitivos77 de enseñanza y aprendizaje
del griego antiguo. Catardsís se lamenta del tiempo que pierden los alumnos
obligados a la repetición anodina de paradigmas morfológicos en su aprendizaje
estéril y superficial del griego antiguo78. Arremete de nuevo contra el purismo y
arcaísmo lingüístico, así como contra la lengua híbrida «mediobárbara» que
emplean en las pocas escuelas greco-ortodoxas de su tiempo79. Se lamenta
fundamentalmente del esfuerzo inútil al que someten al alumno, que al final de
tantos años de estudio no sabe bien helénico (griego antiguo), «heleniza
absurdamente el romaico» y, peor aún, «no ha aprendido nada en el mundo y del
lugar en que se encuentra, en el siglo y la época que vive»80.

3.3. Consejo a los jóvenes (1783)81


Este ensayo de Catardsís evoca deliberadamente la homilía de Basilio de
Cesarea (ca. 330-379) Cómo deben leerse los libros de los paganos, en el que el padre

76
«Ponen al niño con la gramática, y le ordenan que la memorice sin explicársela siquiera; y para memorizarla,
se la analizan todos los días y en eso pasan entre uno y dos años, y entonces el niño sabe de “pe a pa” la
morfología de la gramática, pero sin significado, sin sentido, sin cabeza», cf. Catardsís 1999: 30.
77
«Sólo para los verbos en dual, que el joven [estudiante] no encuentra en toda su vida tantos, ahora a
su tierna edad para la conjugación de un solo verbo, τύπτω y τύπτομαι, pronuncia 150 palabras al día,
las cuales en 20 días al mes hacen tres mil y al año 36 mil, casi las mismas que una Gramática de
Láscaris», cf. Catardsís 1999: 32, n. 1.
78
«Pues es inútil que se arrastren años y edades en la gramática, a razón de que aprendan la lengua
[griega antigua]», cf. Catardsís 1999: 34.
79
«Pero no le explican [al niño] el helénico en la lengua que sabe y que ha aprendido de su madre, sino
transformando el romaico en sus letras, sílabas, palabras, pronunciación y prosodia, declinación,
conjugación, sintaxis y expresión, alejando de este modo todo lo posible el idioma de la lengua
romaica y acercándolo a la helénica, y formando una tercera lengua que llaman mediobárbara si no
bárbara», cf. Catardsís 1999: 31.
80
«Emplea hasta la saciedad el helénico que no conoce con exactitud o el romaico que heleniza
absurdamente. [...] Siempre habla en helénico, sin embargo, un hombre de bien apenas le entiende
y un analfabeto nada en absoluto; luego su oficio será profesor, puesto que eso aprendió y no sabe
otra cosa, porque no ha aprendido nada en el mundo y del lugar en que se encuentra, en el siglo y la
época que vive», cf. Catardsís 1999: 34-35.
81
Consejo a los jóvenes: cómo beneficiarse y no tener perjuicio de los libros occidentales y turcos, y cuál es
propiamente su estudio (Συμβουλὴ στοὺς νέους πῶς νὰ ὠφελιοῦνται καὶ νὰ μὴ βλάπτουνται ἀπτὰ βιβλία
τὰ φράγκικα καὶ τὰ τούρκικα, καὶ ποιὰ ᾿ναι ἡ καθ᾿ αὑτό τους σπουδή). Se conserva en el códice atonita

287
Guillermo MARÍN CASAL

capadocio exhorta a los jóvenes cristianos a que hagan una lectura edificante y
moralizante de la literatura griega clásica (pagana), conforme a los principios
morales y religiosos de la doctrina cristiana. Catardsís recurre a este paralelismo
y a la figura de Basilio de Cesarea82 para defender y legitimar la lectura de los
ilustrados franceses, como Voltaire, Rousseau o Montesquieu, ante los recelos
y sospechas de la jerarquía eclesiástica ortodoxa y de los sectores más conser-
vadores de las élites fanariotas83.
La obra constituye un paso más en su proyecto de reforma educativa y
cultural de la conservadora sociedad ortodoxa de los Balcanes otomanos, que a
su juicio debe ya abrirse al conocimiento y las ideas de la Ilustración. En ella
Catardsís propone una síntesis en lengua vernácula romaica de las enseñanzas de
la «filosofía francesa» (ilustrada) y de los dogmas de la doctrina ortodoxa
aderezada con la herencia literaria y filosófica de la Grecia clásica84. Muestra de
ello son las lecturas que recomienda a los jóvenes romeos: Aristóteles, los padres
de la Iglesia Basilio de Cesarea, Gregorio Nazianzeno y Juan Crisóstomo, y las
obras francesas Encyclopédie méthodique (París 1782-1832) de C.-J. Panckoucke,
Histoire du Bas-Empire en commençant à Constantin le Grand (París 1757-1811) de
Charles le Beau (1701-1778), Histoire ecclésiastique (París 1691-1721) de Claude
Fleury (1640-1723), Dictionnaire historique portatif (París 1752) de Jean-Baptiste
Ladvocat, y Dictionnaire de l’Académie française (París 1687).
Antes de proseguir con su proyecto educativo, considera imprescindible
precisar la identidad nacional de los romeos, ante el arcaísmo semántico e
ideológico de algunos de sus coetáneos que recuperan deliberadamente el térmi-
no Ἕλληνες, ‘helenos’, para designarse a sí mismos85, que Catardsís considera

2319 (Ἐσφιγμένου 306) con correcciones autógrafas de Catardsís y la omisión del apóstrofo en las
elisiones vocálicas, escrito en 1783, cf. Dimarás 1999: 440, 448. Edición de la obra en Dimarás 1999:
42-71.
82
Catardsís 1999: 60.
83
Dimarás 20028: 204-205.
84
Catardsís (1999: 63) define el propósito de su proyecto educativo: «teniendo por objeto de su afán
de estudio la filosofía francesa, que incluye la helénica y la filosofía actual de Europa, y la elocuencia
helénica y la doctrina cristiana en helénico, para unir todo eso en una única lengua, el romaico, y
llegar a ser sabio tanto en lo divino como en lo humano, elocuente y docto en su lengua, cosa digna
de alabanza suma para él [cualquier joven romeo] y cosa muy provechosa y honrosa para toda nuestra
nación».
85
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII comienza a fraguarse un cambio semántico deliberado
en la palabra Ἕλλην, ‘heleno’, que de significar pagano pasa a ser utilizada, ya a comienzos del siglo
XIX, como gentilicio para designar a los cristianos ortodoxos de habla griega (independientemente

288
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

no sólo inapropiado, sino «indigno de un romeo cristiano»86. Por ello define en


los siguientes términos la identidad nacional, política, religiosa e histórica de
sus correligionarios y connacionales «romeos cristianos» (gr. Οὐροὺμ χιριστιγιάν
< tur. Urum hiristiyian):
«Al decir cristiano romeo, me refiero a un ciudadano de una nación cuyas
dos designaciones [cristiano y romeo] indican que él es miembro de una
comunidad civil de la cual recibe su nombre. Pues al tener leyes civiles conocidas
y normas eclesiásticas manifiestas, esta le hace de un determinado modo,
diferente de cualquier [...] otro Estado con otra religión»87.

Aunque admite que los romeos no constituyen una nación-estado indepen-


diente como las occidentales (europeas), sí sostiene que la nación de los romeos
sí es una comunidad que disfruta de una jurisdicción política, civil y religiosa
autónoma (Rum millet) dentro del multiétnico y supranacional Imperio Oto-
mano:
«Reconozco que en esta época nosotros no somos una nación que forme en
sí un Estado, sino que estamos dentro de otro más poderoso. Por eso [...] nos
reprochan algunos occidentales que nosotros no tenemos patria. Y en efecto, tal
vez no participamos en todos los asuntos de la administración del Estado de
nuestros soberanos, aunque tampoco somos completamente ajenos a él.
Conque también constituimos una nación en la que nuestros dirigentes
eclesiásticos con la administración superior nos unen unos a otros. Estos
también son nuestros dirigentes civiles [...] Hay tantos en nuestra nación que
tienen cargos, patriarcas, jerarcas y señores con patentes reales, [...] algunos
llevan caftán, como son el patriarca ecuménico y el gran dragomán»88.

A su juicio, “helenos” (Ἕλληνες, griegos antiguos paganos) y “romeos”


(Ῥωμῃοί, griegos modernos cristianos ortodoxos) designan dos realidades histó-
ricas, étnicas, nacionales, lingüísticas, religiosas y culturales categóricamente

del origen étnico) del sureste de Europa; cf. Bádenas de la Peña 2017: 449-458. Este fenómeno
comienza a observarse en autores contemporáneos de Catardsís, como Y. Fatseas (1760: I, ς’, ζ’, θ’,
ιγ’) o J. Misiódax (1781: VIII, 3, 188), cf. Myrogiannis 2012: 99-114.
86
«Pero esta exagerada tendencia a la lengua y cultura helénica que siguen varios de nuestros eruditos,
de suerte que tienen por honra propia autodenominarse helenos, es algo indigno para un romeo
cristiano», cf. Catardsís 1999: 49.
87
Catardsís 1999: 44.
88
Catardsís 1999: 44. Catardsís es uno de los intelectuales griegos que primero emplea el término
ἔθνος, ‘nación’, con un valor étnico moderno, frente al término tradicional γένος, ‘raza’, que
designaba a la comunidad greco-ortodoxa, el millet romeo. Catardsís emplea indistintamente ambos

289
Guillermo MARÍN CASAL

diferentes. Para Catardsís, los «helenos (Ἕλληνες) libres e independientes [...]


pasaron a llamarse romanos (Ῥωμαῖοι)»89 y los “romeos” (Ῥωμῃοί) son «descen-
dientes de los dos mencionados»90. Ambas identidades, helénica y romaica, son,
pues, fruto del devenir histórico y constituyen, por tanto, identidades nacionales
completamente diferentes, con manifestaciones lingüísticas, étnicas, culturales
y religiosas diferentes. Para el intelectual constantinopolitano los romeos
constituyen una identidad étnica, lingüística, cultural y religiosa nacional e
histórica desde la fundación de Constantinopla (330) que ha perdurado tras la
conquista otomana (1453).
Elabora un sucinto, pero elocuente esbozo histórico sobre la designación y
autodesignación de los griegos, en el que examina los usos de los distintos etnó-
nimos (gentilicios) con que han sido llamados los griegos, bien por otros pueblos,
bien por ellos mismos, a lo largo de la historia. Catardsís distingue categórica y
diacrónicamente entre Ἕλληνες, ‘helenos’ (griegos antiguos paganos), Ῥωμαῖοι,
Ῥωμάνοι, ‘romanos’ (bizantinos, griegos tardoantiguos y medievales cristianos
ortodoxos), Ῥοῦμ / Οὐρῦμ, ‘rumí’91, Ῥωμῃοί [sic], ‘romeos’ (griegos modernos

términos para referirse al concepto de nación, cf. Kitromilidis 20003: 216 y Myrogiannis 2012: 99-
104.
89
Aquí “romano” tiene el sentido de “bizantino”. En efecto, los habitantes del Imperio llamado Bi-
zantino, cristianos ortodoxos de habla griega, siempre se identificaron y se autodesignaron con el
gentilicio Ῥωμαῖοι, ‘romanos’, como súbditos que eran del Imperio Romano de Oriente. Son escasos
los ejemplos de autodesignación mediante el gentilicio Ἕλληνες, ‘helenos’: los encontramos,
primero, tras la toma de Constantinopla por la IV Cruzada (1204), y luego en la antesala de la caída
definitiva de Constantinopla en 1453, normalmente limitados a contextos en los que se persigue una
identificación deliberada con los prestigiosos y gloriosos helenos (antiguos). Los términos bizantino
y Bizancio empleados hoy día, en realidad, son esencialmente anacrónicos, pues remiten a una
realidad histórica anterior a la fundación de Constantinopla (330) y a la división del Imperio Romano
(395). La acuñación en latín de los términos byzantinus y Byzantium se la debemos al humanista alemán
luterano Hieronymus Wolf (1516-1580), quien publicó la editio princeps de algunos historiadores
griegos medievales (Zonaras, Coniates, Gregorás, Calcocondilas) en su Corpus historiae byzantinae
(Frankfurt 1557). El término byzantinus y Byzantium se difundió posteriormente a raíz de los trabajos
de historiadores y filólogos franceses como Charles Du Cange (1610-1688), Philipe Labbe (1607-
1667) y Charles Le Beau (1701-1778).
90
Catardsís 1999: 14.
91
Urum es alomorfo de rum, con una vocal protética u- que se añade en las lenguas túrquicas a las
palabras con r- inicial. En turco-otomano rum / urum significa propiamente ‘cristiano’, préstamo del
árabe rûm, cuyo étimo originario es el gr. ant. Ῥωμαῖος, ‘romano’. En castellano antiguo tenemos
rumí, ‘cristiano’, del árabe andalusí, cf. la «Cava Rumía» de El Quijote. Actualmente urum / rum es la
denominación que reciben los griegos que habitan en el sur de Ucrania, en el mar de Azov y Georgia,

290
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

cristianos ortodoxos). Junto a ellos emplea de forma global y atemporal el


gentilicio Γραῖκοι, ‘griegos’92:
«Así que nosotros en un primer momento nos llamamos “griegos” (Γραικοί)
[...] y con este nombre nos conocieron los pueblos occidentales. Después
nosotros lo cambiamos y tomamos el nombre de “helenos” (Ἕλληνες). [...] Los
orientales que, como parece, nos conocieron entonces por primera vez, nos
llamaban “yunan” (Γιουνανί), es decir, jonios (Ἴωνες). Después de Cristo, una
vez que aceptamos nuestra fe, nos denominamos “cristianos” y llamamos
“helenos” a los idólatras, una denominación religiosa. Tras esto, cuando Cons-
tantino el Grande traslada la corte a Constantinopla, nos denominamos
“romanos” (Ῥωμαῖοι) y así nos llamaban todos los pueblos del mundo y hemos
seguido siempre llamando a los idólatras con el nombre de “helenos”. Después
que los lombardos se impusieron en Italia, por desprecio llamamos a los
habitantes de Roma “lombardos” y en respuesta ellos nos llamaban “griegos”
con el sentido de “helenos” y con la excusa de que ya no somos romanos, [...] en
el resto de Europa se ha impuesto esa denominación. Y sólo los habitantes de
la antigua Roma han seguido allí llamándose “romani” (Ῥωμάνοι), es decir,
romanos. Con todo y con eso los pueblos orientales nos llaman siempre “rumí”
(Ῥοῦμ) o “urum” (Οὐροῦμ). Nosotros lo conservamos y con una pequeña
variación en la pronunciación nos llamamos “romeos” (Ῥωμῃοί). [...] Pero aparte
de los eruditos que he dicho, ahora toda nuestra nación, cuando dice heleno,
quiere decir idólatra»93.

Catardsís censura el arcaísmo anacrónico de los autodenominados “helenos”


porque no guarda «ninguna relación con su siglo, con su nación ni consigo mis-
mos» y evidencia un desprecio hacia la lengua, la cultura y la nación romaica
contemporánea94. Para el constantinopolitano la admiración y el celo por el
helenismo antiguo en su conjunto no comporta en sí una identidad helénica. En
su opinión, el estudio de la lengua y la cultura griegas antiguas ha de estar siem-
pre supeditada al dogma ortodoxo de los romeos, para evitar cualquier confusión
de identidad95.
Otro de los temas fundamentales de Consejo a los jóvenes es la crítica a la
educación greco-ortodoxa de su tiempo. Catardsís denuncia la falta de medios

que hablan una lengua túrquica. En definitiva, en turco-otomano urum / rum es un gentilicio religioso,
no étnico, que designa a todos los súbditos otomanos cristianos ortodoxos.
92
Hay traslación del acento por influencia del it. greci y del fr. grec (< lat. graecus < Γραικός).
93
Catardsís 1999: 49-50.
94
Catardsís 1999: 47-48.
95
Catardsís 1999: 50.

291
Guillermo MARÍN CASAL

existente en los pocos centros educativos griegos que hay en los dominios
otomanos y los principados danubianos96. Arremete contra los maestros porque
imparten materias anacrónicas, inadecuadas y ajenas a las necesidades reales de
los alumnos y, sobre todo, por despreciar la lengua vernácula tachándola de
“bárbara”, llevados por ese mismo fervor “helenista” que distorsiona la identidad
real de los romeos. Ello lleva a los alumnos a abandonar los estudios y renegar de
su lengua romaica vernácula como de la nación romaica a la que pertenecen, en
definitiva, de su propia identidad97.
El remedio que propone Catardsís para este marasmo educativo y cultural
es el cultivo de la lengua vernácula romaica, que supondrá a su vez el enrique-
cimiento de la cultura romaica. Sólo entonces los romeos podrán enorgullecerse
de ser descendientes de los antiguos helenos98. Al respecto cabe señalar que
Catardsís introduce dos ideas que serán fundamentales durante las dos primeras
décadas del siglo XIX en la conformación de la ideología nacionalista neohelénica
y la controversia sobre cuál es la lengua de la nación griega (¿griego antiguo o
griego vernáculo?): la vinculación entre nación y lengua nativa o vernácula, de
una parte, y de otra, la conciencia de que los romeos (griegos modernos) son
legítimos herederos de los helenos (griegos antiguos).
Tras la crítica a la anticuada educación greco-ortodoxa, Catardsís insiste en
su propuesta de reforma educativa ilustrada, apuntalando sus tres pilares básicos:
el cultivo literario y académico del romaico (griego vernáculo) a través de la
gramática, la poética y la retórica, el aprendizaje de lenguas extranjeras y el
estudio de las lenguas clásicas. Para Catardsís, la primera necesidad educativa
de sus compatriotas romeos no es solamente conocer bien la lengua que hablan,
sino también saber escribirla99. Proclama que ya «es y debe ser el momento de
que el romaico comience a cultivarse»100, luego el objetivo principal de la
educación de los romeos ha de ser, según sostiene, la «gramática, la poesía y la
retórica romaica», para que escriban en su lengua vernácula sobre temas nece-
sarios y útiles, conforme a su condición de cristianos101. Es por ello por lo que
propone como modelos de composición poética los epigramas tetrásticos de

96
Catardsís 1999: 64.
97
Catardsís 1999: 58-59.
98
Catardsís 1999: 50.
99
Catardsís 1999: 59.
100
Catardsís 1999: 57.
101
Catardsís 1999: 62-63.

292
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

Gregorio Nazianzeno (329-389) y la traducción del Pentateuco en hexámetros


homéricos de Apolinar de Alejandría (mediados del siglo IV)102, desaconsejando
los modelos poéticos árabes y persas103.
Extiende su exhortación a profesores y maestros, a los que anima a que escri-
ban en romaico o, incluso, en otras variedades dialectales, como el chipriota o
el cretense, diferentes del romaico constantinopolitano que propone Catardsís.
Según él, lo fundamental es que escriban en su lengua o dialecto nativo, bajo las
premisas pedagógicas de precisión, comprensión y racionalismo. Dada la escasez
de diccionarios romaicos104, recomienda también la elaboración de diccionarios
y gramáticas no sólo de griego vernáculo, sino también de griego antiguo, latín
y lenguas modernas105. Respecto del griego clásico y del latín, Catardsís subraya
que su conocimiento es imprescindible, por una parte, para la lectura de los
padres de la Iglesia, y por otra, para el embellecimiento y enriquecimiento del
griego vernáculo106. Para la divulgación de la literatura griega antigua (helénica)
propone su traducción al romaico107, mientras que reclama el aprendizaje del
latín por su condición de lengua culta que se ha enriquecido a partir del griego
clásico y también aporta erudición108.
En cuanto al aprendizaje de lenguas, Catardsís recomienda primero el
francés por ser la lingua franca del conocimiento enciclopédico y de la difusión
de las ideas ilustradas, y a continuación el turco-otomano por ser la lengua de sus
soberanos109. Como bien sabe, el conocimiento de la lengua de la Sublime Puerta
es la llave para mejorar las condiciones de vida de muchos de los súbditos romeos
e, incluso, ascender a un estatus social privilegiado dentro del Imperio Otomano

102
Catardsís 1999: 68.
103
Catardsís 1999: 62.
104
Sólo menciona el Tesoro tetralingüe de base enciclopédica (Θησαυρὸς τῆς ἐγκυκλοπαιδικῆς βάσεως
τετράγλωσσος... Thesaurus encyclopaedicae basis quadrilinguis..., Venetiis 1659) de Gerásimo Vlajos
(Γεράσιμος Βλάχος, 1607-1685), cf. Legrand, Bibliographie XVII: II, 115, nº. 434 y el Diccionario
tetralingüe helénico, romaico, latino e italiano (Dictionarium quatuor linguarum, graecae scilicet literales [sic],
graecae vulgaris, latinae atque italicae… Λεξικὸν τετράγλωσσον, περιέχον δηλαδὴ τὰς τέσσαρας ταύτας
διαλέκτους, ἑλληνικήν, πεζὴν ἤτοι ἁπλῆν ῥωμαϊκήν, λατινικὴν καὶ ἰταλικήν, Venecia 1757) de Yeoryios
Constandinu (Γεώργιος Κωνσταντίνου, ca. 1720-ca. 1790), cf. Legrand, Bibliographie XVIII: I, 472-
473, nº. 503.
105
Catardsís 1999: 63, 65-66.
106
Catardsís 1999: 59.
107
Catardsís 1999: 66.
108
Catardsís 1999: 66-67.
109
Catardsís 1999: 60, 64.

293
Guillermo MARÍN CASAL

–en su caso, le abrió las puertas de su carrera como dignatario y jurista en la corte
de los vaivodas fanariotas de Bucarest–. Para su aprendizaje recomienda un
modelo y método de «carácter epistolar», que les permita saber «escribir y leer
una carta y entender un firmán»110.

3.4. Traducción de La science du gouvernement de Réal de Curban (1784-1786)


Se trata de un encargo del fanariota Miguel Sutsos I (Μιχαὴλ Aʹ Σοῦτσος,
1730-1803)111 durante su vaivodato de Valaquia entre 1783 y 1786. En ese tiempo
Catardsís tradujo los dos primeros volúmenes112 de La science du gouvernement,
ouvrage de morale, de droit et de politique (8 vols, París 1762-1764) de Gaspard Réal
de Curban (1682-1752), en la que se tratan exhaustivamente los principios
políticos e ideológicos del despotismo ilustrado para formar «buenos cristianos,
buenas personas, buenos padres, buenos hombres, buenos hijos y, sobre todo,
buenos dirigentes y buenos súbditos»113.
En el prólogo Catardsís reproduce con mínimas variaciones textuales los
principios de la lengua romaica114 que ya había expuesto en su Ensayo de la lengua
romaica e insiste en sus tesis vernacularistas, reformulando y ampliando sus teo-
rías lingüísticas y gramaticales. Se lamenta amargamente de carecer de modelos,
referencias e instrumentos para poder abordar su doble propósito:
«Por un lado, escribir elocuentemente la lengua que hablamos todos desde
pequeños, tal como hacen actualmente ingleses, franceses y todas las demás
naciones bien civilizadas de Europa y tal como hicieron primero los helenos,
romanos y romeos; y por otro, traducir del francés al romaico y que la traducción
tenga el mismo fundamento y claridad en correspondencia con el texto»115.

110
Catardsís 1999: 62.
111
Gran dragomán de la sublime Puerta (1782-1783) y vaivoda de Valaquia (1783-1786, 1791-1792 y 1801-
1802) y de Moldavia (1793-1795).
112
El primero (1784) de los volúmenes se conserva en el códice 16 de la localidad de Miliés del Pelión
(Μηλιές Πηλίου), propiedad probablemente de uno de los dos discípulos de Catardsís oriundos de
aquella localidad, Gregorio Constandás o su primo Daniel Filipidis. El segundo volumen (1786) se
conserva en el códice 3 de la biblioteca pública de Andros de mano desconocida y en el manuscrito
autógrafo de Catardsís de la Sociedad de Historia de Grecia, cf. Dimarás 1999: 441. Edición del
prólogo de la obra en Dimarás 1999: 311-329. Índices de ambos volúmenes en Dimarás 1999: 417-426.
113
Catardsís 1999: 328. En su dedicatoria al vaivoda Miguel Sutsos, Catardsís le ruega que ponga en
práctica los principios teóricos del despotismo ilustrado en el principado de Valaquia, cf.
Kitromilidis 20003: 217-218.
114
Catardsís 1999: 319-321.
115
Catardsís 1999: 316.

294
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

Menciona los escasos precedentes de cultivo literario en prosa que ha


encontrado en lengua romaica116: el Epítome de historia sacroprofana (Venecia
1677)117 de Nicólaos Platipodis (Νικόλαος Πλατυπόδης, 1602-1676, patriarca de
Jerusalén con el nombre de Nectario), el Manual sobre ciertas dudas y respuestas o
sobre el examen y confirmación de ciertos dogmas necesarios de la Iglesia (Monasterio de
Snagov de Rumanía 1697)118 de Ioanis Cariofilis (Ἰωάννης Καρυοφύλλης, 1589-
1692), la Introducción a la geografía y a la esfera (París 1716)119 de Crisanto Notarás
(Χρύσανθος Νοταρᾶς, ca. 1663-1731), las Prédicas en la Grande y Santa Cuaresma
(Venecia 1716)120 de Elías Miniatis (Ἠλίας Μηνιάτης, 1669-1714), la Guía cierta de
la vida moral cristiana (Padua 1774)121 de Ioanis Lítinos (Ἰωάννης Λίτινος), El diván
o la disputa del sabio con el mundo o el juicio del alma con el cuerpo (Iasi 1698)122 de
Dimitrie Cantemir (1673-1723) y una Tematografía y un fragmento sobre el estilo
de Tucídides inéditos, de su maestro Doroteo de Lesbos.
Aunque elogia sus esfuerzos por cultivar en prosa la lengua vernácula
adoptando una «sintaxis supuestamente romaica en su expresión», critica que
empleen «en mayor o menor medida declinaciones y conjugaciones helénicas en
los nombres y en los verbos, incluso participios con casos y tiempos». Censura
la «anarquía literaria» y los «títulos demagógicos y populistas» de «lengua sencilla,
común, prosa y lengua de los helenos de ahora» de algunos libros y autores que
«anuncian en sus proemios que son para el provecho común, el bien común»,

116
Catardsís 1999: 315. Aunque aquí no mencione ni a Vikendios Damodós ni a Josefo Misiódax, sí lo
hace en cambio en el «Nuevo diagrama o distribución de los libros didácticos [...] en las ciencias y
artes» de su obra más importante Conócete a ti mismo (1787), cf. Catardsís 1999: 152, 155, 157, 159, 164.
Sobre el papel pionero de V. Damodós en el empleo del griego vernáculo en el ámbito científico,
filosófico y académico, cf. Marín Casal 2014.
117
Ἐπιτομὴ τῆς Ἱεροκοσμικῆς Ἱστορίας..., Ἐνετίῃσιν: παρὰ Νικολάῳ τῷ Γλυκεῖ, 1677, cf. Legrand,
Bibliographie XVII: II, 337-339, nº. 537. La obra tuvo hasta 5 reediciones hasta comienzos del siglo XIX.
118
Ἐγχειρίδιον περί τινων ἀποριῶν καὶ λύσεων ἢ περὶ ἐξετάσεως καὶ ἐπιβεβαιώσεως ἀναγκαίων τινῶν τῆς
Ἐκκλησίας δογμάτων..., ἐν τῇ μονῇ τοῦ Συναγώβου [Monasterio de Snagov] 1697, cf. Legrand, Biblio-
graphie XVII: III, 45-50, nº. 673.
119
Εἰσαγωγὴ εἰς τὰ γεωγραφικὰ καὶ σφαιρικά... Introductio ad geographiam..., ἐν Παρισίοις 1716, cf. Legrand,
Bibliographie XVIII: I, 137-140, nº. 107; 2ª ed. Ἐνετίησι παρ᾿ Ἀντωνίῳ τῷ Βόρτολι, 1718, cf. Legrand,
Bibliographie XVIII: I, 151-152.
120
Διδαχαὶ εἰς τὴν Ἁγίαν καὶ Μεγάλην Τεσσαρακοστήν, Ἐνετίησι παρὰ Ἀντωνίῳ τῷ Βόρτολι, 1716, cf.
Papadópulos 1984: I, 314, nº. 4237.
121
Ἀσφαλὴς Ὀδηγία τῆς κατὰ Χριστὸν ἠθικῆς ζωῆς..., ἐν Παταβίῳ τοῖς τοῦ φροντιστηρίου τύποις, 1774, cf.
Legrand, Bibliographie XVIII: II, 194, nº. 806.
122
Κριτήριον ἢ Διάλεξις τοῦ σοφοῦ μὲ τὸν κόσμον ἢ Κρίσις τῆς ψυχῆς μὲ τὸ σῶμα..., ἐν τῇ πόλει Ἰασίου διὰ
μόχθου Ἀθανασίου Ἱερομονάχου καὶ Διονυσίου μοναχοῦ, 1698, cf. Legrand, Bibliographie XVII: III, 59-
60, nº. 682.

295
Guillermo MARÍN CASAL

pero en sus obras emplean un registro lingüístico «violento, tosco y contra natura»
con «una morfología prácticamente helénica y una sintaxis romaica incorrecta
e inusitada». A su juicio, «todos en general tienen intención únicamente de hele-
nizar el romaico y siguen a pie juntillas la declinación y la conjugación helénicas,
con participios temporales y casos, con muchos infinitivos helénicos y todas las
conjugaciones»123. Reprueba con cierto sarcasmo estas prácticas lingüísticas
arcaístas y puristas de sus coetáneos:
«¿Nosotros, por favor, de qué vamos a presumir? ¿Acaso de no pronunciar
deliberadamente ninguna palabra en su locución nativa, la actual que está en uso
y esplendor? [...] ¿De no estimar como arcaísmo pretender retrotraer una lengua
entera dos mil o como poco setecientos años atrás y mezclarla con la nuestra?»124.

Siguiendo los postulados racionalistas de la Gramática general y razonada de


Port-Royal, defiende «que el romaico, al ser una lengua viva, tiene de forma
natural gramática, aunque no la haya escrito nadie antes, [...] diferente de la
helénica, de la cual deriva»125. Sostiene firme y categóricamente que «el romaico
es, sin duda, en sí una lengua independiente y diferente del helénico, con sus
propios principios y elementos, sus propias virtudes y defectos». Según Catard-
sís, ambas lenguas, helénico (griego antiguo) y romaico (griego vernáculo) se
diferencian «del mismo modo que también son dos lenguas diferentes el latín y
el francés»126. Define la lengua romaica como «la lengua [nativa] constantino-
politana que hablan los constantinopolitanos», con todas las particularidades
(léxico, prosodia, pronunciación, flexión, morfología, sintaxis) que la consti-
tuyen y la diferencian de otras lenguas127. Reconoce, por tanto, que «en todas
partes hay muchísimos dialectos en sus diferentes provincias y regiones». Sin
embargo, la «lengua normalizada de cada territorio» es la «lengua de su metrópoli
y de sus academias», en la que «aprenden a hablar y escribir». De este modo,
justifica la «prioridad que tienen todos los ciudadanos de la metrópoli de cada
nación». Además, según sostiene, los constantinopolitanos «tienen buena estima
por su lengua» y cuando la hablan, no «la estropean tanto y [...] la degradan menos
que los estudiosos de las provincias»128.
123
Catardsís 1999: 315, 323.
124
Catardsís 1999: 323.
125
Catardsís 1999: 317.
126
Catardsís 1999: 318.
127
Catardsís 1999: 314.
128
Catardsís 1999: 323, 325.

296
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

Aparte de sus tesis vernacularistas, Catardsís realiza una serie de considera-


ciones sociolingüísticas particularmente interesantes y modernas para su tiempo
y su contexto sobre las «diferencias en el caudal léxico dadas según las necesida-
des y las situaciones» comunicativas en los registros lingüísticos de la población
rural, la población urbana, los dirigentes políticos y los académicos o eruditos129,
que sin embargo no impiden en absoluto la comunicación en la misma lengua
común (i.e. estándar), porque tiene «la misma pronunciación, prosodia, decli-
nación y formación en las partes de la oración, y [...] sintaxis»130.
Hacia el final del prólogo trata el método y los modelos que ha seguido en
su traducción del francés131: la versión en griego clásico del De senectute de
Cicerón y en latín de algunos pasajes de Aristófanes a cargo de Teodoro Gaza
(Θεόδωρος Γαζῆς, ca. 1398-ca. 1475), y la versión en francés de algunos pasajes de
Tácito realizada por d’Alembert. Define y expone con ejemplos las líneas
maestras de su práctica de traducción, con la esperanza de que sirva de modelo
para otras futuras traducciones en romaico dentro de su programa educativo
enciclopedista, y «adquirir más libros en romaico con ideas meditadas actuales,
[...] para que se ilumine nuestra nación y el progreso sea común del mismo modo
en que ha sido en las demás naciones»132.

3.5. Encomio del filósofo (1785-1786)133


Se trata de un opúsculo, compuesto entre 1785 y 1786, de carácter didáctico
y moralizante en el que se ofrece el retrato moral de los arquetipos del filósofo,

129
Resulta muy llamativo cómo Catardsís acuña distintos extranjerismos para ilustrar sus ideas con
los ejemplos de Valaquia, Francia y Turquía. Así, del rumano acuña τζαράνος ‘campesino’ (< ţăran),
ὀρασάνος ‘hombre de ciudad’ (< orăşean), μπογιάρης ‘boyardo’ (< boier); del italiano, τζιταντῖνος
‘citadino’ (< cittadino); del francés, κουρτεζᾶνος ‘cortesano’ (< courtisan); y del turco-otomano,
τζιφτζής ‘campesino’ (< çiftçi), σεχρής ‘de la ciudad’ (< şehri), ῥιντζάλι ‘palaciego’ (< rical) y
μουντερίσης ‘profesor de teología’ (< müderris).
130
Catardsís 1999: 321.
131
Catardsís 1999: 326-329. Cf. Kejayioglu 1998.
132
Catardsís 1999: 327.
133
Su título completo es Encomio del filósofo, bienaventuranza del ortodoxo, vituperio del ateo, tortura del
supersticioso (Ἐγκώμιο τοῦ φιλόσοφου, μακαρισμὸς τοῦ ὀρθόδοξου, ψόγος τοῦ ἄθεου, ταλάνισμα τοῦ
δεισιδαίμων [sic]). El texto manuscrito se transmite en el códice griego 1162 de la Academia Rumana,
que presenta la mano autógrafa de Catardsís y otra mano desconocida fechada el 7 de marzo de de
1792, y en el códice de Patmos 654, más antiguo que el anterior. Edición de la obra ofrece C. Dimarás
(1999: 72-93). La obra fue vertida posteriormente en griego cazarévusa por N. Logadis (1830) y D.
Stamatiadis (1858).

297
Guillermo MARÍN CASAL

del cristiano ortodoxo, del supersticioso y del ateo, y la vinculación que existe
entre «filosofía saludable» y los dogmas de la ortodoxia, por un lado, y por otro,
entre el ateísmo y la superstición. Catardsís propone a los filósofos, teólogos y
cristianos virtuosos como modelo ideal de comportamiento, como el espejo en
el que los jóvenes romeos han de mirarse. La obra constituye en sí un ejemplo
retórico y literario en lengua romaica de las tesis vernacularistas de su propuesta
educativa ilustrada.

3.6. Conócete a ti mismo (1787)134


Se trata, sin lugar a dudas, de la obra más ambiciosa de Catardsís. En ella
aborda y expone metódica y exhaustivamente su proyecto educativo y cultural,
cuyos dos fundamentos exponenciales son, como ya hemos indicado, el fomento
del cultivo literario, académico y científico de la lengua vernácula romaica, de
una parte, y de otra, la adaptación a la educación y a la cultura greco-ortodoxa
de finales del siglo XVIII del modelo enciclopedista de Diderot y d’Alembert135.
En ella Catardsís retoma todas las ideas, teorías y tesis lingüísticas, educativas,
políticas e ideológicas que había planteado en sus escritos anteriores, para darles
aquí su última y definitiva formulación.
El eje en torno al cual Catardsís desarrolla su ensayo educativo y enci-
clopedista es el «systême figuré des connoisances humaines» que Diderot y
d’Alembert desarrollaron en forma de árbol en la Enciclopedia a partir de la
taxonomía del conocimiento humano que Francis Bacon (1651-1626) concibió
en su Instauratio Magna (Oxford 1605)136. Catardsís tradujo el «systême figuré des
connoisances humaines» de los enciclopedistas por la fórmula συστηματικὸ
Διάγραμμα τῆς ἀνθρωπινῆς ἢ θείας σοφίας, ‘esquema sistemático del conoci-

134
Su título completo es Discurso exhortativo al conócete a ti mismo y a la pedagogía común de la nación, o el
sabio, el medio ignorante, el ignorante (Λόγος προτρεπτικὸς στὸ γνῶθι σαυτὸν καὶ στὴν κοινὴ παιδαγωγία
τοῦ ἔθνους, ἢ σοφός, ἡμιμαθής, ἀμαθής), bajo el epígrafe Sexto dialecto helénico o romaico elaborado e
inspirado (Ἕκτη διάλεκτος ἑλληνικὴ ἢ ῥωμαῖκα ἔντεχνα καὶ μεμουσωμένα). C. Dimarás (1999: 94-
203) ofrece la edición crítica del texto que transmite la única copia manuscrita conservada, en el
códice griego 1162 de la Academia Rumana. Aunque la primera redacción de la obra tiene lugar en
1787, Catardsís continúa revisando la obra posteriormente, incluso después de 1791 cuando desiste
finalmente de escribir en romaico.
135
Muestra del enciclopedismo de la obra es su subtítulo Introducción filosófica a todos los conocimientos
divinos y humanos (Εἰσαγωγὴ φιλοσοφικὴ εἰς ὅλαις τῇς θείαις καὶ ἀνθρώπιναις μάθησες), cf. Catardsís
1999: 185.
136
Vid. lámina III.

298
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

miento humano y divino’, introduciendo el adjetivo “divino” inexistente en el


original francés137. La obra, tras un breve exordio, se estructura en siete unidades
claramente diferenciadas.
La primera de ellas es una caracterización moralista de los arquetipos del
“sabio”, del “medio ignorante” y del “ignorante” de acuerdo con los parámetros
de la cultura greco-ortodoxa de finales del siglo XVIII138. A todos aquellos que
aspiran a la categoría de sabio, Catardsís les exhorta a que pongan fin a una serie
“malos hábitos” «que perjudican a toda la nación». Para ello expone a modo de
consejo, de nuevo, las tres principales tesis de su proyecto educativo: i) romaico
(griego vernáculo) y helénico (griego antiguo) son lenguas diferentes; ii) los
romeos (cristianos ortodoxos) y los antiguos helenos (paganos) son dos naciones
e identidades históricas diferentes en todas sus manifestaciones (lengua,
religión, política, costumbres, cultura); iii) la divulgación enciclopedista del
conocimiento humano ha de realizarse en «lengua común» romaica139.
La segunda parte de la obra es un preámbulo teórico, en el que esboza una
serie de precisiones teóricas pedagógicas y lingüísticas y realiza una crítica de la
educación y la cultura (παιδεία) greco-ortodoxa de su tiempo. Expone, en primer
lugar, su teoría pedagógica sobre el conocimiento y el aprendizaje, según la cual
las ideas, los conceptos que los individuos abstraen de la realidad material se
gravan y «se imprimen» en su lengua vernácula140.
Reconoce que todas las naciones civilizadas tienen una lengua común escrita
que puede presentar variedades dialectales, sobre todo, en el habla, que compar-
ten una misma naturaleza con la lengua común nacional. Para Catardsís este
carácter nativo y natural de las hablas dialectales de Constantinopla, Rumelia,
Asia Menor e islas legitima, precisamente, su empleo141. En cambio, cuando los
romeos escriben en lengua helénica (griego antiguo), al no ser su lengua nativa,
realizan una especie de traducción desde el romaico en un proceso lento que da
como resultado un registro lingüístico artificial y forzado que entorpece «el
habla, la escritura y el intelecto». A ojos de Catardsís, esa es precisamente la
principal razón por la que se han escrito tan pocos libros desde la toma de

137
Vid. lámina IV.
138
Catardsís 1999: 94-109.
139
Catardsís 1999: 104-106.
140
Catardsís 1999: 109-127.
141
Catardsís 1999: 110-111.

299
Guillermo MARÍN CASAL

Constantinopla142. No obstante, según él, el helénico (griego antiguo) debe seguir


siendo objeto de estudio, porque su conocimiento es materia de erudición de la
cultura antigua y tiene la virtualidad de enriquecer la lengua romaica vernácula.
Pero su estudio no debe implicar el menoscabo del cultivo del romaico, como en
las naciones europeas occidentales, donde conocen bien el latín y cultivan
literariamente sus lenguas vernáculas en el ámbito científico y académico143.
A continuación, Catardsís insiste en la función social y la obligación moral
de los eruditos a la hora de divulgar el conocimiento de las ciencias modernas
entre sus compatriotas, aduciendo como ejemplo los avances de la geografía
gracias a las misiones exploradoras de los siglos XVII y XVIII144. Para ello propone
a sus connacionales romeos el aprendizaje de lenguas extrajeras y de las ciencias
modernas de acuerdo con el «esquema sistemático del conocimiento», pero
salvaguardando en todo momento los dogmas de la ortodoxia145. Su paradigma
es el del «filósofo cristiano»146 que atienda al fin último de «ser un buen ciudadano
de su comunidad»147. Por ello deben aprender tanto las ciencias y las artes de los
europeos modernos y de los griegos antiguos (Homero, Platón, Tucídides,
Jenofonte, Heródoto, Demóstenes, Luciano y Libanio), como la doctrina de los
Padres de la Iglesia (Atanasio de Alejandría, Basilio de Cesarea, Gregorio
Nazianzeno, Juan Crisóstomo e Isidoro de Sevilla)148.
A continuación, Catardsís critica severamente el estudio obsesivo de la
gramática griega antigua de carácter marcadamente aticista, el escolasticismo
estéril con el que abordan el estudio de la filosofía aristotélica y la escasez de
manuales didácticos científicos y filosóficos escritos en griego desde la toma de
Constantinopla. Se lamenta de que la gramática sea la única ciencia o arte que
cultivan con afán sus eruditos contemporáneos y de que el estudio de los
escoliastas haya sustituido las obras originales de Aristóteles y los filósofos
antiguos, por los que los occidentales declaran una profunda admiración149. Por
último, Catardsís sintetiza a modo de recapitulación el argumento principal de
su propuesta educativa enciclopedista: los romeos deben dominar el helénico

142
Catardsís 1999: 111-112.
143
Catardsís 1999: 112-113.
144
Catardsís 1999: 114-116.
145
Catardsís 1999: 116-117.
146
Catardsís 1999: 118.
147
Catardsís 1999: 119.
148
Catardsís 1999: 120-121.
149
Catardsís 1999: 121-122, 124.

300
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

(griego antiguo) y el francés para verter el conocimiento que atesoran en ma-


nuales didácticos concisos y claros escritos en romaico, y de este modo cumplir
el propósito ulterior de llegar a ser «un romeo virtuoso, piadoso, sabio y docto»
y «servir con la pluma más común a su nación sobre cualquier materia»150.
La tercera parte del Conócete a ti mismo es una descripción prolija y minuciosa
de las disciplinas, ciencias y artes que componen el «esquema sistemático de los
conocimientos humanos o divinos» (traducción del «systême figuré des connoi-
sances humaines») de la Enciclopedia151. En relación con las tesis lingüísticas de
Catardsís, resulta particularmente interesante y relevante la definición y descrip-
ción gramática como «arte de comunicar las ideas» que trata específicamente «el
instrumento del lenguaje» y se divide en «gramática general» y «gramática parti-
cular»152. Aquí Catardsís revela de nuevo la influencia de los principios teóricos
de la Gramática general y razonada de Port-Royal (París 1660) que, como hemos
indicado, conoció a través del lema «grammaire» de la Enciclopedia153.
A continuación traduce al romaico el «esquema metódico» de las disciplinas
y ramas del conocimiento que estableció el enciclopedista Johann Heinrich
Samuel Formey (1711-1797), conforme a las tres actividades del intelecto humano:
memoria, intelecto e imaginación154. Tras ello expone una extensa bibliografía de
más de seiscientos títulos distribuidos y ordenados conforme al «esquema
metódico» de Formey, que titula «distribución de nuestros libros didácticos [...]
en las ciencias y las artes»155. Este repertorio bibliográfico incluye obras tanto
impresas como manuscritas en helénico (griego antiguo) y en romaico (griego
vernáculo), y constituye uno de los retratos más fieles de la cultura greco-
ortodoxa a finales del siglo XVIII156.
La siguiente unidad estructural del Conócete a ti mismo lleva por título «dis-
tribución de libros didácticos helénicos y redacción de libros romaicos». En ella
Catardsís realiza un diagnóstico de las carencias y las necesidades educativas de
la cultura greco-ortodoxa157 y vuelve a plantear de nuevo, en tono exhortativo, las

150
Catardsís 1999: 124-125.
151
Catardsís 1999: 127-138.
152
Catardsís 1999: 132.
153
Cf. N. Beauzée y J.-Ph.-A. Douchet, Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des
métiers, VII (París 1757), 841-847.
154
Catardsís 1999: 138-145.
155
Catardsís 1999: 145-167.
156
Dimarás 20028: 209.
157
Catardsís 1999: 168-192.

301
Guillermo MARÍN CASAL

ideas fundamentales de su proyecto educativo vernacularista y enciclopedista,


así como la divulgación de las ciencias y las artes a través de manuales didácticos
escritos en lengua vernácula romaica a partir de fuentes antiguas (gre-
corromanas) y modernas (francesas)158. Asimismo, recalca con vehemencia la
imperiosa necesidad de componer una gramática exclusivamente romaica y una
gramática helénica (de griego antiguo) escrita en romaico y adaptada a dos
niveles, uno inicial (prosa clásica ática y helenística) y otro avanzado (poesía en
eolio, dorio y jonio)159, así como la elaboración de un diccionario romaico que
incluya «sinónimos de verbos y nombres, significado y uso de las palabras y
ejemplos de la expresión oral», un diccionario helénico (griego antiguo) en
romaico (griego vernáculo), también con dos niveles de aprendizaje160, y por
último, la redacción de un tratado de retórica romaica según el modelo de las
retóricas francesas e italianas161.
En el epílogo final Catardsís se dirige a «maestros escolares y particulares»
para que se sumen a su proyecto cultural enciclopedista y vernacularista162. Hace
un llamamiento público a la elaboración colectiva de una enciclopedia en lengua
romaica siguiendo el método y paradigma de la Encyclopédie méthodique (París
1782-1832) de C.-J. Panckoucke y exhorta a sus coetáneos a que abandonen la
lengua híbrida «romaica helenizada» o «helénica romaizada», en la que componen
sus «antologías, epístolas, versos y encomios» y «lastran a sus alumnos durante
toda la vida»163. A continuación realiza un alegato en defensa del «romaico que
hablamos todos», al que «la recta razón dará prioridad», y exige su función «como
lengua nativa (i.e. vernácula) de la nación y como un instrumento único de su
educación», es decir, como lengua vehicular de la educación y de la cultura, y
manifestación de la nación romaica164. Vuelve a recomendar el aprendizaje
mediante gramáticas y diccionarios de lenguas extranjeras, tales como el helénico
(griego antiguo) «como fuente de la primera sabiduría», el latín y hebreo como

158
Catardsís 1999: 169-173.
159
Catardsís 1999: 181.
160
Catardsís 1999: 182-183. Al respecto, señala el diccionario inédito de griego antiguo de Ioanis Forneos
(Ἰωάννης Φορναῖος) como el mejor de «cuantos libros ha habido desde la caída de Constantinopla
en adelante». Se trata de una traducción al griego vernáculo, parcial e inédita, del Thesaurus linguae
graecae (París 1572) del humanista francés Henricus Stephanus (Henri Estienne, 1528-1598).
161
Catardsís 1999: 185.
162
Catardsís 1999: 192-203.
163
Catardsís 1999: 194-195.
164
Catardsís 1999: 196-197.

302
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

fuente de erudición, el francés como lengua internacional de la cultura y del


conocimiento, el italiano como lingua franca del comercio en el Levante
mediterráneo, y el turco-otomano por ser «la lengua predominante en el Impe-
rio» Otomano165. Por último, antes de concluir, Catardsís exhorta a la aristocracia
fanariota y a la incipiente burguesía greco-ortodoxa a la creación de fundaciones
filantrópicas y bibliotecas públicas y a la edición de libros impresos166.

3.7. Discurso sobre la formación de maestros en romaico (1786)167


El opúsculo, aunque redactado antes del Conócete a ti mismo, fue concebido
como un epílogo del mismo, en el que Catardsís concreta su plan para la for-
mación lingüística y científica de los maestros168. Comienza con un alegato por
el optimismo y por la fe en el progreso del individuo a través del conocimiento
y la mejora de las condiciones de vida de la sociedad en su conjunto, porque a su
juicio «el progreso común es la plenitud de cada uno de nosotros».
Una vez más Catardsís critica el oscurantismo y el atraso cultural de los
romeos desde la caída de Constantinopla y propone los mismos remedios que
había expuesto prolijamente en el Conócete a ti mismo169. Reitera su exhortación
a la aristocracia fanariota y a la incipiente burguesía greco-ortodoxa a que
contribuyan al desarrollo de su proyecto educativo enciclopedista y vernacu-
larista a través de donaciones y fundaciones filantrópicas, en las que mecenas y
benefactores cristianos ortodoxos financien la formación de los docentes me-
diante becas, la edición de libros impresos, la creación y mantenimiento de
escuelas, bibliotecas, instrumentos de filosofía, jardines botánicos, observatorios
astronómicos y laboratorios170. Arenga a sus connacionales romeos a que cola-

165
Catardsís 1999: 200-202.
166
Catardsís 1999: 202-203.
167
Su título íntegro es Discurso exhortativo a formar maestros en romaico en cada ciencia, arte liberal o lengua
extranjera necesaria (Λόγος προτρεπτικὸς στὸ νὰ κάμουμε δασκάλους στὰ ῥωμαῖκα, σὲ κάθ᾿ ἐπιστήμ᾿ ἢ
ἐλευθέρια τέχν᾿ ἢ ἀναγκαία ξενικὴ γλῶσσα). El texto manuscrito se conserva en el códice 1162 de la
Academia Rumana cuya portada reza «Demetrio Panayiotakis, gran logoteta del ilustre señorío de
Valaquia, Sexto dialecto helénico o romaico refinado y cultivado, novena y octava obra, editada por el
diácono Gregorio Dimitreo». El manuscrito pertenecía muy probablemente a Gregorio Constandás,
discípulo de Catardsís, quien seguramente habría tenido intención de publicar la obra, cf. Dimarás
1999: 439. Edición de la obra en Dimarás 1999: 204-214.
168
Dimarás 20028: 207-208.
169
Catardsís 1999: 204-206.
170
Catardsís 1999: 206-208.

303
Guillermo MARÍN CASAL

boren en la difusión de “las luces” del conocimiento en todos los rincones de la


cristiandad oriental, para «la consolidación de la ortodoxia, la virtud y la felicidad
de común de todos»171.

3.8. Gramática de la lengua romaica (1788)172


Es, junto con la gramática de Nicólaos Sofianós (Νικόλαος Σοφιανός, ca.
1535-1540), el único tratado gramatical de griego moderno vernáculo escrito por
un hablante nativo y dirigido a otros hablantes nativos, entre 1453 y 1821173. La
obra se abre con un proemio en el que Catardsís revisa y reformula sus tesis ver-
nacularistas ya expuestas en el Ensayo sobre la lengua griega (1783) y en el prólogo
de su traducción de La science du gouvernement de Gaspard de Réal de Curban (1784).
Insiste en la distinción categórica entre la lengua primigenia helénica (griego
antiguo) y la lengua derivada romaica (griego vernáculo), al que califica como
«sexto dialecto helénico» por sus «alteraciones cuantitativas y cualitativas» con
respecto a lengua “madre” helénica. Propone la analogía y el uso lingüístico como
principios rectores de la gramática y del cultivo escrito de la lengua vernácula
romaica, que identifica con el «habla particular» de Constantinopla en virtud de
su estatus como «metrópoli de la nación»174.
La gramática se estructura en tres partes diferenciadas: etimológica,
explicativa y sintáctica. En la primera de ellas expone «los términos elementales
del arte de la gramática según su orden natural y las formas que tienen las ocho
partes de la oración», mientras que en la segunda proporciona sus respectivas
definiciones y ejemplos175. La última parte de su Gramática, dedicada a la sintaxis,
desgraciadamente no se transmite en el manuscrito mútilo nº. 191 del Museo
Bizantino de Atenas que conserva la obra.

171
Catardsís 1999: 211.
172
Su título original es Γραμματικὴ τῆς ῥωμαίκιας γλώσσας. La obra se conserva parcialmente en el
manuscrito mútilo nº. 191 del Museo Bizantino de Atenas, salido de la mano del monje Dionisio
Paparrusis (Διονύσιος Παπαρρούσης, 1760-1838), que no transmite el texto de la segunda parte de la
Gramática. Edición crítica del texto conservado proporciona C. Dimárás (1999: 217-261).
173
Existen, por supuesto, otras gramáticas neogriegas anteriores escritas también por hablantes nativos,
como las de M. Critópulos (1627), R. Nikiforu (ca. 1627), S. Portius (1638) y C. Spanós (1749). Pero
todas ellas están dirigidas a helenistas occidentales o a los monjes católicos misioneros en el Levante
mediterráneo.
174
Catardsís 1999: 217-218.
175
Catardsís 1999: 221.

304
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

4.- ESCRITOS EN «LENGUA SELECTA» (1791-1796)

Tras su renuncia al cultivo del romaico para cumplir los cánones lingüísticos
arcaístas de la intelligentisa y la jerarquía greco-ortodoxa, Catardsís escribió entre
1791 y 1796 una serie de obras en «lengua selecta» (αἱρετὴ γλῶσσα), esto es, una
variedad lingüística arcaizante más alejada del griego vernáculo, sobre todo a
nivel morfológico. De este periodo nos han llegado copias manuscritas del Arte
judicial (1793)176 y de la paráfrasis arcaizante de su ensayo Conócete a ti mismo
(1796)177.
El Arte judicial es un tratado jurídico escrito en «lengua selecta», en el que
Catardsís, desde su experiencia como jurista en Valaquia, examina y describe
los diversos agentes y elementos que componen cualquier proceso judicial. Se
trata de un encargo del fanariota Alejandro Murusis (Ἀλέξανδρος Μουρούζης,
1750/1760-1816)178 dentro del programa de reformas legales que acomete en su
primer vaivodato de Valaquia entre 1793 y 1796.
Tenemos noticia de otras dos obras de este periodo, de las que sin embargo
no se ha conservado ninguna copia manuscrita: una Gramática de la lengua selecta
(Γραμματικὴ αἱρετή) que menciona el propio Catardsís en su dedicatoria
encomiástica al vaivoda fanariota Alejandro Murusis, que precede al proemio
de la paráfrasis en «lengua selecta» del Conócete a ti mismo (1796)179, y la traducción
en «lengua selecta» del Diccionario de la Academia Francesa que le encargó el
fanariota Miguel Sutsos durante su segundo vaivodato de Valaquia (1791-1795)180.
En el proemio de la paráfrasis en «lengua selecta» de su Conócete a ti mismo (1796)

176
Su original es Δικανικὴ Τέχνη. El texto se transmite hasta en tres copias manuscritas: el códice griego
155 y el códice griego 993 de la Academia Rumana, y el códice 29 del Liceo griego Sografos
(Ζωγράφος, Özel Zoğrafyon Rum Lisesi) de la comunidad griega de Stavrodromi (Σταυροδρόμι,
Beyoğlu) en Estambul. Los dos primeros presentan mayor homogeneidad entre sí, con anotaciones
y enmiendas iguales, a diferencia del tercero, que ofrece un estadio de elaboración menos completo.
Por las sensibles diferencias de contenido entre los códices de Bucarest y de Beyoğlu, C. Dimarás
(1999: 262-307) ofrece la edición paralela de ambas tradiciones manuscritas.
177
La única copia manuscrita presenta los mismos contenidos que la versión romaica del códice 1161 de
la Academia Rumana, pero con algunas enmiendas y adendas; cf. Dimarás 1999: 442-445.
178
Gran dragomán de la Sublime Puerta (1790-1792), vaivoda de Valaquia (1793-1796, 1799-1801) y de
Moldavia (1792-1793, 1802-1806). Vid. lamina V.
179
Catardsís 1999: 332.
180
Según P. Codricás (1818b: 59-60), Catardsís aún no había concluido la obra cuando Miguel Sutsos
abandonó Valaquia (1795), y la retomó en el segundo vaivodato de Alejandro Murusis (1799-1801),
pero sin concluirla.

305
Guillermo MARÍN CASAL

Catardsís insiste en sus convicciones vernacularistas181 y manifiesta que el


empleo de la «lengua selecta» es una concesión al purismo y arcaísmo lingüístico
de las élites greco-ortodoxas. Es por ello por lo que “traduce”182 su obra con la
esperanza de que vea la luz de la imprenta en algún momento183. Desgracia-
damente, como en el caso de sus escritos romaicos, ninguna de sus obras fue
publicada entonces.

5.- VALORACIÓN DE LA FIGURA DE CATARDSÍS

Una vez recorrido este periplo por los escritos conservados de Catardsís en
los que desarrolla pormenorizada y extensamente las tesis vernacularistas y
enciclopedistas de su proyecto de modernización de la paideia (educación y
cultura) greco-ortodoxa, los apelativos de romeo e ilustrado son, desde luego, los
que mejor definen el carácter y el pensamiento del jurista y magistrado
constantinopolitano. Los principios teóricos del despotismo ilustrado y del
enciclopedismo francés, así como su identidad romaica vertebran todo su
proyecto educativo-cultural y se rastrean sin dificultad a lo largo de todas sus
obras. Catardsís precisa el gentilicio romeo desde una perspectiva étnica, religio-
sa, histórica y lingüística, definiéndolo como cristiano ortodoxo de habla griega
vernácula.
Catardsís pertenece a la misma generación de otros intelectuales neogriegos
coetáneos, como Josefo Misiódax (Ἰώσηπος Μοισιόδαξ, 1725-1800), Eugenio
Vúlgaris (Εὐγένιος Βούλγαρης, 1716-1806) o Nicéforo Ceotokis (Νικηφόρος

181
Catardsís 1999: 331-335.
182
Un análisis lingüístico pormenorizado y comparativo entre el romaico vernáculo y la «lengua selecta»
de Catardsís sería muy interesante e ilustrativo para la valorar la distinción categórica entre romaico
(griego moderno) y helénico (griego antiguo), y la supuesta continuidad lingüística de la lengua griega
desde el período micénico (1500 a.C.) hasta hoy día. Aquí nos conformamos con señalar algunos de
los rasgos arcaístas que caracterizan la «lengua selecta» de Catardsís: sustitución del vocabulario
vernáculo y de extranjerismos por helenismos (arcaísmo léxico), empleo ocasional del dativo, formas
antiguas nominales, pronominales, verbales, preposiciones y adverbios antiguos (arcaísmo
morfológico), ortografía conservadora y omisión de las elisiones vocálicas que registraba
sistemáticamente en romaico (arcaísmo ortográfico), y la ordenación de los elementos del sintagma
nominal, que tiende a seguir la del griego clásico, aunque a nivel oracional se asemeja en buena
medida a la sintaxis vernácula.
183
Según Dimarás (20028: 181, 190), su discípulo Gregorio Constandás tenía planes de publicar la obra
en Viena.

306
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

Θεοτόκης, 1731-1800), que entraron en contacto con los avances culturales y


educativos de la Ilustración europea occidental e intentaron difundirlos, con
mayor o menor éxito, en el ámbito greco-ortodoxo de los dominios otomanos y
venecianos. Sin embargo, de todos ellos Dimitrios Catardsís es, sin lugar a dudas,
el caso que mejor encarna el paradigma de recepción y asimilación del ideario
ilustrado y enciclopedista francés en el ámbito greco-ortodoxo del Rum millet
otomano y de los principados tributarios de Moldavia y Valaquia, adaptándolo
a las necesidades doctrinales y los requerimientos dogmáticos ortodoxos de la
Iglesia de Constantinopla. Sin embargo, todos sus ensayos y tratados grama-
ticales y jurídicos quedaron inéditos, pese a que en un último intento adoptó la
lengua «selecta» arcaizante, sin renunciar a sus convicciones vernacularistas, con
objeto de satisfacer formalmente las exigencias lingüísticas puristas de las élites
aristocráticas y eclesiásticas del Fanar. Tampoco se puso en práctica el proyecto
educativo enciclopedista y vernacularista que preconizó y desarrolló en sus
obras, y las huellas de su “magisterio” tan sólo se rastrean parcialmente en
algunos de los intelectuales e ideólogos de la generación siguiente, como Rigas
de Velestino (Ῥήγας Βελεστινλῆς, 1757-1798), Gregorio Constandás (Γρηγόριος
Κωνσταντᾶς, 1758-1844), Daniel Filipidis (Δανιὴλ Φιλιππίδης, ca. 1750-1833) o
Azanasios Jristópulos (Ἀθανάσιος Χριστόπουλος, 1772-1847).
Como ya hemos señalado, el silencio y la resignación fueron la única solu-
ción para preservar su reputación y su prestigio en la corte de los vaivodas
fanariotas de Bucarest, que podrían haber financiado, sin lugar a dudas, si no
el conjunto de todas sus obras, sí al menos las más relevantes. Sin embargo, ni
la lengua vernácula elegida ni el enciclopedismo francés exhibido por Catardsís
ni el espíritu ilustrado ni los ecos de modernidad que recorren sus obras
gustaron, desde luego, a la intelligentsia greco-ortodoxa afincada en Bucarest.
Prueba de ello es la disputa epistolar que mantuvo con Lambros Fotiadis,
profesor de gramática griega clásica y director de la Academia Principesca de
Bucarest184. Que ninguno de los ensayos ni de los tratados de su ambicioso
proyecto educativo-cultural enciclopedista y vernacularista viera la luz de la
imprenta ha de interpretarse como un caso de censura implícita y tácita,
causada por la controversia que habían generado en el seno de los círculos
intelectuales greco-ortodoxos de Bucarest tanto sus presupuestos lingüísticos
como sus orientaciones ideológicas.

184
Ducas 18123: 53-84.

307
Guillermo MARÍN CASAL

Dado el desarrollo posterior en la diáspora greco-ortodoxa de las orienta-


ciones y tendencias ideológicas de la llamada Ilustración neogriega en cuestiones
identitarias como la lengua (γλῶσσα), la cultura (παιδεία) y la nación (ἔθνος /
γένος), el malogrado proyecto educativo-cultural enciclopedista y vernacularista
de Dimitrios Catardsís constituye, desde luego, una oportunidad perdida de
modernización cultural en el ámbito ortodoxo y de normalización lingüística
del griego vernáculo (romaico) a finales del siglo XVIII185. Entre la redacción de
la Gramática de la lengua romaica (Bucarest 1788) de Catardsís y la publicación de
la primera edición de Mi viaje de Yianis Psijaris (Atenas 1888)186, la novela que
inaugura por fin la literatura neogriega vernácula y moderna en el sentido pleno
de la palabra, transcurre exactamente un siglo. Un siglo en el que intelectuales,
poetas y literatos neogriegos intentaron consensuar, sin mucho éxito, una koiné
lingüística literaria nacional que cumpliera con sus necesidades comunicativas,
identitarias, ideológicas, literarias y culturales. Hubo de transcurrir práctica-
mente otro siglo hasta la normalización lingüística en la Grecia actual, tras la
abolición de la cazarévusa con la caída de la dictadura de la Junta de los coroneles
en 1976 y la sustitución oficial del sistema grafemático politónico por el
monotónico en 1982187. Sin duda el “silencio” de la obra manuscrita de Catardsís
supuso una oportunidad perdida en la historia de la lengua y las letras neogriegas,
sólo comparable al caso de Nicólaos Sofianós (Νικόλαος Σοφιανός, ca. 1550), cuya
gramática de griego vernáculo dirigida a grecohablantes quedó también inédita
a mediados del siglo XVI por la censura tácita e implícita la jerarquía y la
intelligentsia greco-ortodoxa188.

185
Cf. Mackridge 2009.
186
Cf. Psijaris 1888.
187
Decreto-ley 207/1982 aprobado por el gobierno presidido por Andreas Papandréu (Ανδρέας
Παπανδρέου, 1919-1996).
188
Cf. Meletiadis 2006.

308
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

LÁMINA I. Constantino Mavrocordatos


(1711-1769).
Grabado (1763) de G. F. Schmidt.

LÁMINA II. Alejandro Ipsilandis (1726-1807).


Reproducción de N. Iorga (1930).

309
Guillermo MARÍN CASAL

LÁMINA III. D. Diderot-J. R. d’Alembert, «Systême figuré des connoissances


humaines», Discours préliminaire de l’Encyclopédie (París 1751).

310
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

LÁMINA IV. D. Catardsís, «Esquema sistemático del conocimiento humano y divino»,


ms. 1162 de la Academia Rumana (Bucarest 1786), en C. Dimarás 1999.

311
Guillermo MARÍN CASAL

LÁMINA V. Alejandro Murusis (1750/1760-1816).


Pintura al óleo en el Museo Histórico Nacional de Atenas.

312
Dimitrios Catardsís ( ca. 1730-1807): semblanza de un romeo ilustrado

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Guillermo MARÍN CASAL

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