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ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

HANS KÜNG

ESTRUCTURAS
DE LA
COLECCION

ECCLE5IA
x
IGLESIA

EDITORIAL ESTELA, S. A.
Av. [osé Antonio, 563, pral.

BARCELONA
Titulo original: STRUKTUREN DER KIRCHE
Editor: VERLAG HERDER, FRIBURGO DE BRI~GOV¡A

Traductor: PEDRO DARNELL

© EDITORIAL ESTELA, S. A. A KARL RAHNER


Primera edición: enero de 1965.
con motivo de su sesenta antucr-
Reservados todos los derechos para
serio y en reconocimiento por su
los países de lengua castellana.
trabajo teológico.
H. K.

NIHIL oB5TAT: El Censor, Dr. Antonio Briva, pbro.


IMPRIMATUR: t Gregorio, Arzobispo de Barcelona
Barcelona, 5 de enero de 1965

BIBLOGRAF, S. A.• Paseo de Carlos 1, 136. ~ Barcelona - 13


PAULO VI

Hermanos, ¿de dónde arranca nuestro viaje? ¿Qué ruta pretende


recorrer si ponemos la atención, más que en las indicaciones prácti-
cas, hace un momento recordadas, en las normas divinas a las que debe
obedecer? ¿Y qué meta, Hermanos, deberá fijarse nuestro itinerario,
de modo que se asiente, sí, sobre el plano de la historia terrena, en el
tiempo y en el modo de esta nuestra vida presente, pero que se oriente
también al límite final y supremo que estamos seguros no puede
faltar al término de nuestra peregrinación?
Estas tres preguntas, sencillísimas y capitales, tienen, como bien
sabemos, una sola respuesta, que aquí, en esta hora, debemos darnos
a nosotros mismos, y anunciarla al mundo que nos rodea; ¡Cristo!
Cristo, nuestro principio; Cristo, nuestra vida y nuestro guía; Cristo,
nuestra esperanza y nuestro término.
Que preste este Concilio plena atención a la relación múltiple y
única, firme y estimulante, misteriosa y clarísima, que nos apremia
y nos hace dichosos, entre nosotros y Jesús bendito, entre esta santa y
viva Iglesia, que somos nosotros, y Cristo, del cual venimos, por el
cual vivimos y al cual vamos. Que no se cierna sobre esta reunión
otra luz que la de Cristo, luz del mundo; que ninguna otra verdad
atraiga nuestros ánimos fuera de las palabras del Señor, único Maes-
tro; que ninguna otra aspiración nos anime, si no es el deseo de serIe
absolutamente fieles: que ninguna otra esperanza nos sostenga, sino
aquella que conforta, mediante su palabra, nuestra angustiosa debili-
dad: «y he aquí que Yo estoy con vosotros todos los días hasta la
consumación de los siglos». (Mt. 28, 20).
No hay por qué extrañarse si después de veinte siglos de cristia-
nismo y del gran desarrollo histórico y geográfico de la Iglesia católica
y de las confesiones religiosas que llevan el nombre de Cristo y se
honran con el de Iglesias, que el concepto verdadero, profundo y com-
pleto de la Iglesia, como Cristo la fundó y los Apóstoles la comenzaron
a construir, tiene todavía necesidad de ser anunciada con más exacti-
tud. La Iglesia es misterio, es decir, realidad penetrada por la divina
presencia, y por eso siempre capaz de nuevas y más profundas inves-
tigaciones. *
ADVERTENCIA
• Extracto del discurso de apertura a la segunda sesión del Concilio Vaticano ll,
29 de septiembre de 1963, Anuario Petrus (Paulo VI) 1, 1963 (Barcelona, Estela, 1964). El autor emplea repetidamente en este libro el adjetivo verbindlich, o la
expresión eine verbindliche Theologie. Este adjetivo no es fácil traducirlo al
castellano, tanto más cuanto que en el contexto adopta matices diversos. El
autor expresa la idea fundamental cuando dice que la teología depende de la
revelación de Dios en Jesucristo (pág. 19). Es el lazo obligado a la única fuente
que representa la idea central expresada por este adjetivo. La teología está
ligada a la Revelación. De este lazo se desprende una «obligación», un
«motivo», que «obliga» a la teología a un método riguroso en la elección
de su objeto y en la exposición de sus proposiciones. Por tanto, según los
casos, nos enfrentaremos a una teo!ogia «apremiante», «obligatoria», «moti-
vada», «rigurosa», «estricta», Estos calificativos no significan que la teología
cree obligaciones, ejerza coacciones, ni que sea severa en sus apremios; en
resumen, lo que encaramos no son las consecuencias morales de las proposi-
ciones teológicas, sino los imperativos de la Escritura que le impone su objeto
y su método, que constituye los motivos que la constriñen a hablar de una
cuestión determinada y a hablar de ella sólo de acuerdo con la Palabra de Dios.
En el capítulo m figura la palabra alemana Representation a menudo
empleada en este capitulo y en el resto del libro. Traduciremos esta palabra
por su correspondiente castellana «representación», Hay que entenderla en un
sentido extremadamente fuerte de una nueva actualización de la realidad
encarada.

Abreviaturas
CC Corpus Christianorum seu nova Patrum collectio, Turnhout-
París, 1953 y sigo
CR Corpus Reformatorum (Braunschweig), Berlín, 1834 y sigo
Leipzig, 1906 y sigo
CSEL Corpus Scriptorum Ecclcsiasticorum Latinorum, Viena, 1866
y sigo
DENZ. H. DENzmcER, El Magisterio de la Iglesia, Manual de los
simbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en ma-
12 ESTRUCTURAS DE LA I(;LESIA

tena de fe y costumbres, versión de Daniel RUIZ BUENO,


Barcelona, Herder, 3.' reimpresión, 1963.
MANSI J. D. MANsr, Sacrorum conciliorum nova et amplissima eol-
lectio, 31 vol., Florencia-Venecia, 1757-1798; reimpresión y
continuación editorial por L. Petit y J. B. Martin, en 60 vo-
lúmenes, París, 1899-1927.
PG Patrologia Graeca, ed. J. P. Migne, 161 vol., París, 1857-
1866.
PL Patrologia Latina, ed. J. P. Migne, 217 vol y 4 vol. de
PRÓLOGO
índices, París, 1878- 1890.
RGG Religión in Gcschichtc und Gegenwart, Tubinga, 3." ed.,
1958 y sigo Esta reflexión sobre las estructuras de la Iglesia la provocó el
\VA M. LVTHER, Werke, Kritischc Gescimtausgdbe (,,\Veimarer anuncio de un concilio ecuménico. El anuncio de un concilio por
Ausgabe»), 1883 Y sigo medio del papa Juan XXIII, fue quizá la mayor sorpresa p'row-
cada a la Iglesia, desde su interior, en el siglo actual. Siglos atrás,
el anuncio de un concilio no hubiera prcoocado una sorpresa pa1'e-
cida, ya que antig"ugmente se convocaban concilios con [recuencia,
Durante los últimos decenios se dirigieron muchas peticiones a la
Iglesia, pero nadie había pensado seriamente en con-JOCa1' un con-
cilio ecuménico. Fuera de la Iglesia católica, y debido a Hinschius,
se había extendido la idea de que la centralización de la Iglesia
católica había alcanzado su apogeo con motvvo del Primer Conciiio
Vaticano y que éste sería el último concilio católico, toda vez que
el poder absoluto, concedido al Papa, hacia en el fondo superfluo un
concilio. Incluso dentro de la Iglesia católica ya no se creia dema-
siado en los concilios ecuménicos: concretomenie, ya no se contaba
con ellos. En los manuales católicos de teología dogmática, Se des-
arrollaban cada vez más los tratados sobre el rapa, mientras pyogre-
siuamenie se reducían los tratados sobre los concilios. E incluso
algunos momuales, incluyendo las eclesiologías más Í1np01'tantes,
los eliminaban totalmente. Ni en la vida ni en la teología de la Igle-
sia se hablaba va de los concilios.
¿No signiji;aba ésto que, tanto en la teología como en la vida,
no se apreciaba ya de una manera suficiente, e incluso se ignoraban,
unas estructuras de la Iglesia católica que eran necesarias? Des-
pués del Vaticano I, ¿no ha despertado en nosotros el anuncio de
un concilio nuevas reflexiones sobre la Iglesia Ji sus estmcturas?
N uestro estudio no lleua por título «La estructura de la Iglesia»,
título qtie consideraríamos pretencioso; no piensa proporcumar tina
descripción COMPLETA de la constitución de la Iglesia católica.
Trata sobre "Estvucturas de la Iglesia"; intenta dar una descripción
limitada de determinados trazos esenciales de la Iglesia católica.
Pretende cportar luz sobre las estructtiras. sobre la contextura »iu«
14 ESTRUCTURAS DE LA IGUSIA PRÓLOGO 15

de la Iglesia} a fin de volver a descubrir de esta manera elemen- fe hacia el reino de Dios. Se ha meditado de nuevo la UNIDAD
tos y relaciones centrales sobre los cuales se basa su constitución. de la Iglesia ante todo como una unidad interior de fe y de amor
D~s~e luego} este procedimiento no es fácil. El pu)fesor de dog- en el Espíritu Santo, que unifica :JI obsequia a la Iglesia con la
manca no puede llevar él solo a buen fin esta labor. Se ve obli- concordia y la libertad a un tiempo. Se ha meditado de nuevo la CA-
ga~o a buscar datos en los trabajos de sus colegas en exégesis} his- TOLICIDAD de la Iglesia como una catolicidad en la diversidad
tona de l~ Iglesia y derecho canónico} datos que por otra parte no de las Iglesias y de las opiniones particulares, de los ritos, las len-
le es P?stble comprobarlos todos detalladamente. Sin embargo} in- guas y los pueblos} de los ministerios y los dones espirituales. Se
cluso St su trabajo se hace más fatigoso} es precisamente gracias a ha pensado nuevamente la SANTIDAD de la Iglesia como una
ello como gana en amplitud JI p1'ofundidad. santidad que} transportada P01' hombres pecadores en frágiles vasos,
No era posible tratar todos los problemas con la misma ex ten" exige una incesante renovación conforme al Evangelio. Se ha re-
sión. En un trabajo eclesiológico que nace en un país de lengua flexionado otra tiez sobre la APOSTOLICIDAD de la Iglesia C01110
alemana y dado el estado actual del diálogo ecuménico, debe acep- una apostolicidad de la comunidad total y de sus ministerios en
tarse como cosa sabida que un trabaio de esta índole teno a en cuenta espíritu de imitación de Cristo. ¿Es necesario añadir todavía algo
en particular la teología evangélica'. Por consiguiente ~~ ha fijado} más para demostrar que todo esto tiene una enorme imporumcia
ante todo} el centro de interés sobre la estructura de la relación entre pa1'a el mundo cristiano de Oriente y de Occidente?
Iglesia. y ministerio, entre concilio y Papa. De ello se si¡;ue que El nuevo Decreto sobre la Iglesia hará brillar} sin duda, con un
las aspiraciones más importantes de la Iglesia y de la teología orien- nuevo resplandor las aniiguos estructuras de la Iglesia. Será una
tal se toman también en consideración, incluso si no se discute so- respuesta a varias preguntas; y quedarán en el aire, seguramente}
bre teología oriental de una [orma directa. otras extremadamente importantes. Este libro quiere contribuir}
La línea de conducta que caracteriza el desarrollo del Concilio ante todo} a que se comprendan mejor las respuestas que ha dado el
Vaticano JI} discurre en un intrép'ido realismo, una sinceridad sin Concilio y} luego} a aclarar las cuestiones que el Concilio ha dejado
exclusivismos y un afecto leal hacia la Iglesia. Representa una ale- abiertas. En las conferencias que di en Roma a raíz de la primera
.,?1'ía el poder decir que las proposiciones esenciales de este libro se sesión del Concilio y que he publicado en un volumen titulado
han visto confirmadas hasta ahora por las discusiones conciliares. Kirche im Konzil (Iglesia en el Concilio), vueluen a hallarse algu-
Constantemente se ha incidido sobre las siguientes proposiciones: nas de las tesis eclesiológicas que la presente obra expone deta-
LA IGLESIA debe considerarse como el pueblo de Dios} la comu- lladamente; las justifica desde el punto de vista exegético} histó-
1údad de los creyentes; toda la eclesiología debe construirse partien- rico y dogmático} y las presenta en sus diversas consecuencias. Es
do de estos princip·ios. Los LA I COS no son sólo un apéndice de la euidenie que un concilio no puede} en el plazo de algunos meses}
Iglesia, sino que son Iglesia. EL MJNISTERIO no es 1m dominio resolver todos los difíciles y complicados problemas exegéticas} his-
sobre la Iglesia, sino un servicio prestado co11'/.O comunidad en la fe. tóricos y dogmát1:cos que Se plantean a la ecleseolooui hov en día
Los OBISPOS - como colegio de pastores - tienen una labor :y (por ejemplo, respecto a la sucesión apostólica; rel~ción entre p1'i-
un servicio en la dirección del conjunto de la Iglesia. EL MINIS- mado e Iglesia; relación entre el Concilio de Constanza 11 el Primer
TERIO DE PEDRO, r¡11e Juan XXIII representa en el concilio Concilio Vaticano; intepreiacum. exacta de la infalibilidad) etc.).
con toda la humildad y la amabilidad del servus servorum Dei, En los mios sucesivos} los teólogos tend1'án, sin duda clguna, mu-
no es un poder absoluto sobre la Iglesia} sino - en unión con el chísimo trabajo. b

colegio de Pastores - 1m generoso servicio de amar, de afirmación Los debates que han tenido lugar hasta ahora durante el curso
('n la fe y de preocupocién pastOTal hacia los hermanos en la Jglesia. de la segunda sesión del Concilio sobre el esquema JJDe Ecciesia",
Por eso se ha hecho hincapié, contra cualquier clericalismo pater- hacen resaltar los problemas de que trata este libro.
naiisui, sobre la fraternidad de todos los cristianos bajo el único M11chas cosas que se han dicho en el Concilio confirman las p'ers-
Señor; se ha insistido) contra cualquier jUTÍdismo legalista} en la pectivas señaladas en nuestTa obra} la cual esperamos destile el
comunión profunda de fe y amor en la libertad de los hijos de Dios; mismo espíritu que el discurso mediante el cual inauguraba esta
contra cualquier triunfalismo ilusorio, se ha recalcado la debilidad sesión el papa Paulo VI, discurso que superó todas nuestTaS espe-
y culpabilidad de la Iglesia que, como pueblo de Dios, camina en la ranzas.
16 ESTRUCTURAS DE tA IGLESIA

Me C1'eo obligado a dar las gracias por sus inestimables suge-


rencws a 11HS colegas de la Facultad de Teología católica de la Uni-
ve1'Sidad de Tubinga, particularmente al profesor Dr. Karl August
Fink y al profesor Dr. Karl Hermann Schelkle, que releyeron el
manuscrito, en parte o en su totalidad. A lo largo de este trabajo
me ayudaron infatigablemente mis ayudantes y colaboradores, padre
[oseph. van, Dijk, O. P.; Walter Kasper, doctor en teología; la se-
iiorüa Christa Hembel, licenciada en teología, y la señorita Odette CAPÍTULO PRIMERO
Zurmiihle. Debo un agradecimiento particular al profesor Dr. Ed-
mund Schlink, D. D., Heidelberg, que, en su calidad de observador
del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania en el Concilio
Vaticano JI, se había interesado de un modo particular P01' los pro- cl.Ina teología del concilio ecuménico?
blemas planteados en este libro; se impuso la inmensa tarea de
leer el manuscrito y me proporcioné »arias 'V excelentes indicacio-
nes. Pero, sobre todo, estoy pTOfundamente agradecido al editor de Para la ec1esiología, el concilio ecumemco es un prisma. En el
Quaestiones disputatae, profesor Dr. Karl Rahner) S. 1., [nsbruch, prisma de tres caras, la luz blanca, visible e invisible revela la ri-
N o e~onom,izó esiuerzos para ayudar al autor con sus preciosos queza de su espectro polícromo, su naturaleza íntima. En el concilio
consejos, ecuménico, la Santa Iglesia, visible e invisible, manifiesta a los ojos
. N o puedo olvidar hacer constar mi gran satisfacción por las edi- de la fe la multiforme imagen de su misterioso ser. Sus estructuras,
nones francesas de mis obras: de esta manera puedo aoradecer en de lentas tensiones y sus compuestos dinámicos, se convierten a
parte) a la esforzada teología francesa, el recuerdo que bconserv; de un tiempo en perceptibles a la vista y, proyectados como sobre una
mis años de estudio en el Instituto Católico de París) pizarra, fácilmente analizables por la teología. Quien reflexiona
sobre el concilio ecuménico reflexiona sobre la Iglesia, ya sea cons-
Roma, 31 octubre 1963 ciente o inconscientemente. En las páginas siguientes, la reflexión
Hans Küng sobre el concilio se orienta de una manera expresa hacia una refle-
xión sobre la Iglesia y sus estructuras: la teología del Concilio
ecuménico en función de la eclesiología e inversamente. Quien H:-
flexiona sobre el concilio ecuménico reflexiona sobre la Iglesia;
esta frase no es pura y simplemente reversible. Es posible refle-
xionar sobre la Iglesia y, sin embargo, dejar al concilio ecuménico
totalmente fuera de su óptica fundamental. Existe en eso una causa
actual de orden histórico: en la vida y la teología de la Iglesia,
después del Primer Concilio Vaticano, el concilio ecuménico había
pasado casi totalmente al último plano. Pero hay también en eso
una causa profunda de orden teológico: corresponde a la relación
esencial Iglesia-Concilio.
Ante todo hay que responder a la dificultad fundamental que se
impone previamente a cualquier reflexión teológica sobre la natu-
raleza del concilio ecuménico. Una reflexión teológica sobre el con-
cilio ecuménico, por tanto una teología del concilio ecuménico, ¿ pero
existe efectivamente? ¿ Contiene realmente la teología un motivo
que obligue a hablar del concilio ecuménico?
El DERECHO CANÓNICO incluye verdaderamente un motivo que
obliga a hablar de él; los cánones 222-229 del Codex iuris canonici
18 FSTRl'CTU<'AS DE U\. IGLESIA ¿ TJKA TEOLO(;L~ DEL COKCII,JO ECt'l\lI'.::\ICO? 19

tratan Del Concilio Euménico l. LA HISTORL\ DE LA IGLESIA cuenta la TEor,OCÍA ¿ cuenta con algún motivo que obligue a hablar del
también innegablemente con un motivo oue obliga a hablar del con- concilio ecuménico? Por teología no entendemos, desde luego, una
cilio: la historia de los Concilios de Hefele consta de once volú- teología sin relación con la Biblia, que trate, SIN VERDADERA NE-
menes, y la A mplissima collecuo de Mansi, recopilación de los orí- CESlIJAD, de lo que es posible e imposible, y que puede, por tanto,
genes para la historia de los concilios, consta de sesenta 2. Pero naturalmente, hablar del concilio ecuménico. Aquí se trata de la
teología cristiana que sabe que depende de la revelación de Dios en
l. CE,.. sobre este extremo los comenranos del Código de Derecho Canónico: Jesucristo y que, DEBIDO A ELLO, cuenta con un motivo Ql'E OBUGA
A. Toso, Com mcntaria minora (Roma, 1923) Il, 16-25; M. CaNTE A CORONHA, lnstitutiones a hablar. ¿ Son posibles, por tanto, a propósito del concilio ecumé-
luris Canonu» (Turín, 1928) l, 368-372; F. X. WERNZ-P. Vm,l., ¡lIS Canomcu n: (Roma3,
1943) n, 522-540; E. Elcmw",,-K. MORSDORF, Lchrbucli des Kirchrnrcchts (Poder- nico, propuestas ESTRICTAMENTE nOGl\f\TICAS y TEOLÓGICAMENTE
hornü, 1949) l, 328-330; A. VERMEERsCH-I. CREUSEN, Epitome lurls Canonicl (París", OBLIGATORIAS?
1949) 1, 292-294; E. F. RECATII.LD, Lnstitutiones luris Canonici (Santandcrt, 1951) i. 280- Sería demasiado fácil y, finalmente, contrario a la teología de-
282; C. HOLRiicK, Har.dimch des Kirclicnrechts (lnsbruck-Vicoa, 1951) 1. 294-297; S. SI-
1'os-L. Gúos, Enchiridio» Iuris Canoniei (Romnñ, 1954) 156-159; ). A. ABBO·).-D. H.,,,-
ducir una «teología del concilio ecuménico», sencillamente de l~s
"''-'. Thc Saered Canons (San 1.uís2 . 1957) 1, 288-291. Ver. también. N. h'NC . .~rt. Con- actuales disposiciones de! Codex iuris canonici, o incluso deducir
elle, en Dictionnaire de Droii Canonique (Par is, \942) Ill , 1268-130\. Tr.iduccór- rastrli.ma una «teología del concilio ecuménico», sencillamente de un Concilio
del Código de Derecho Canónico, por 1.. M'Cl'I::'.EZ. S. A10'-'50 , O. p. v M. CIBRERns como el de Trente o como el Vaticano Primero. El hecho de que
(Madrid, B. A. C., 1945).
este procedimiento se haya seguido casi sin interrupción en los
2. Sobre Historia de los concilios, además ele ~:lS obras referentes a C1C1:.1 concilio
en particular, véase: C. J. v. HEFELE-H. LECLERCQ, Hiuoirc des concllcs les do- manuales escolares, no 10 hace más válido. En una teología del con-
rnments origillaux. Tomo I-XI (París, 1907 ; El concilio los Aporta- cilio ecuménico, no puede sólo tratarse de describir 10 que ha sido
ción a la historia de la uida conciliar de la (Madrid. 19621; Die ó/(ull1[- en los tiempos pasados y lo que es actualmente el concilio ecumé-
»ischc» Konzilc der Chrisicnheit, cdirado por MARGULL (Stottgnn. 1961); para lIDJ
nico, sino que una teología del concilio ecuménico debería acometer
breve orientación práctica: H. )mIN, Breuc de los concilios (Barcelono. Herder,
19(3).; inestimables observaciones sobre la historia de los concilios por H. FLn-IR~I!',::\N, la :?'i'\l'1'1~é\LEll\. del concilio ecuménico sin descuidar su historia.
Das OkJJtmcnische Konril une! scinc historischen en Gcschichtc íl1. Wisscnscha]t Para determinar la posición del problema, digamos, ante todo,
und Untcrricht. Zeitsrhri]t des Verbandcs der Dcntschlands 12 (1961) que no es posible imaginar a un canonista que reflexionara a partir
672-695. jos correspondientes nrticulos sobre: los concilios en gCllcr;ll, en:
lJI. 779-810. arto cle J. M. SCHEEBEN i. Br.. 1884); Dictionnaire
SÓLO del Derecho canónico actual, ni a un historiador de la If.l:lesia
/11' Catlw!ique Ill , 636-676. art. de J. FORGI" 1923); Lexil(oll fiir Th.eo- que reflexionara a partir SÓLO de la historia de Jet Igleia. He ahí
logi,' und VI, 182-188, arto d: L. MomER V E. SCH"EITlJ'R (Frciburg i. 13r., 1934); ',]f.l:O cue debe hacer reflexionar a un : un canonista quc re-
i.cxilton Thcologlc «nd Kirctie, 2.0 cd. V] , 525-532. art. de H. )EDlN H. L.\IS fl~xionara partiendo tan sólo eJc1 actual derecho canónico y un
(Freiburg Br.. 1961); Catliolicisnie lJ, 1439-1444. arr. de Y. CONC'IR G. (Pa-
rís. 1950); Realelloyl¡lopádie [lir imd XIX. 262-277,
historiador de la . (1\1C reflexionara partiendo tan sólo de la
art. de A. HAlICK (Leipzig, 1907); und Gcgenu.art, 3." cd. 1lI. historia de los concilios, dificii mr-nte podría comprender el aspecto
1800-1806, art. de H. D. ALTENDORl )' 1959); Kir- esencial de concilio eCnmélJlCo. Difícilmente encDntrarÍamos un
1\, 934-942, arto de G. DlcEL 1958). canon del sobre el concilio ecuménico que no nudiera discutir
Como clásic« de documentos: J. D. 1\1.'\:\"51, Sacrortnn concilionon nora ct (/mt)li;~
un historiador de la Iglesia; en talo cual concilio ecuménico trans-
sima collcctio, Tom. ¡·XXXI (Florencia-Venecia, 1757-98): nueva edición contim¡a~ión
por L. PETa y ). B. JvL\RTIN en 60 vol. (París, 1899- 1927). ,\fiadir a ello colecciones currieron las cosas de un modo dist i nto , y, sin embargo, se trató de
en parte exhaustivas, de las Actas de cada concilio en particular (especialmente los un auténtico concilio ecuménico. ¿ No Se ha modificado todo en los
de tieso. Colcedonia, Constantinop.a JI, Constanza, Basileo··Ferrara-Florcncia, Trente v concilios a través de su historia? No ya tan sólo el lugar donde se
Vaticano 1). Las colecciones lTl:1S antiguas de los concilios están indicadas en el Lexil(o;z
[úr Theologic ",ld Kin1Jc, t» cd. VI. 534-536 Y en C¡ltholiei,"'e 1I, \444 sigo Luego, celebran las sesiones v todo e! aparato exterior del mismo, sino
entre los manuales sobre Historia de la Iglesia en generol. véase especialmente: ). LaRTz, incluso la persona v la función de quien conVOC1 V preside, el con-
Historia de la Iglesia desde la perspectiva de la Historia de las Ideas (Madrid, Cuadarra- junto de los narticiuantes V el obi-to de las deliberaciones, el siste-
rna, 1961); BIHLMEYER-TüCHLE, Ktrchcngcschiclite, 3 vol. (Paderbornt", 1952); FUCHE rna de los debates y la necesidad de una aprobación expresa 3 Si el
\' MARTIK, Histoirc de l'ÉgliJe, lO111. l-XXIV (París. 1946 y sig.), existe la traducción
castellana de Jos dos primeros volúmenes (Buenos Aires, Dcsclée de Brouwcr , 1952 Y
1953). Finalmente sobre la Historia de los Papas, en estrecha relación con la Historia de Zcit. Tom I-IV (Munich>, 1933); F. X. SEI'l'EET, Gcschichtc del' Piipstc, Tom. I-VI
los Concilios, 1.. van PASTOR, Htstona de los papas desde ¡mes de la Edad Media, tomo (Munichs, 1954).
I-XXXIX (Barcelona, Gustavo Gili, 1948 Y sig.); ). SCH\!mu", Papstgeschichtc der ncuesten 3. Sobre el lugar de los cOflcilios el1 la histo"a dd derccho v de los iflstiluciofles
eclesiásticas. véase 'P. ]-]1>:SCHIl'S, Svstcm des l(atlzolisciJen Kirchen,.e¿lrts. Kirchcnrecht J1l.
20 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ rNA TEOLOGÍA DEL COl'CIl,IO ECl'MÉNICO? 21
canonista cita el primer canon del Codex iuriscononici sobre el con- Naturalmente, el canonista puede replicar y especificar. Con. ~e­
cilio ecuménico, canon fundamental y quizá el que arrastra más lación a las funciones del Papa y del Emperador en los concilios
consecuencias: «Can. 222. - § 1. No puede haber Concilio Ecumé- podrá replicar quizá, gracias a una sutil distinción sobre jormaliter-
nico si no ha sido convocado por el Romano Pontífice. - § 2. Per- maierialiier, o sobre imPJicite-explicite} intentando escamotear de
tenece al mismo Romano Pontífice presidir por sí o por otros el esta manera modo doomaiico todas las dificultades del primer mi-
Concilio Ecuménico, determinar y señalar las cosas que en él han lenario 5. Pero con tc;'da seguridad, el historiador de la Iglesia no
de tratarse y el orden a seguir, así como trasladar, suspender, di- se dará por satisfecho, en absoluto, de estas distinciones a priori.
solver el Concilo y confirmar sus decretos», el historiador de la Igle- Se trata de un hecho absolutamente histórico: el Emperador, y
sia no negará que ataña a la situación jurídica actual, sino que afirma- sólo el Emperador, en su calidad de árbitro del Imperi?, convoc~ el
rá tranquilamente que NO fue así en los primeros concilios ecuménicos primer Concilio ecuménico de Nicea, así como también los SIete
de la antigüedad cristiana, a pesar de tratarse, sin embargo, de con- concilios ecuménicos siguientes. (Por eso os hago saber, queridos
cilios fundamentales y reconocidos como ecuménicos por la totalidad hermanos, que es mi deseo que os reunáis todos con prontitu~ en la
de las confesiones cristianas de Occidente y Oriente; que NO fue susodicha villa (es decir, en Nicea}» 6. Y de nuevo en el discurso
precisamente el Papa quien convocó estos concilios, indicó el objeto de Constantino al Sínodo: «Cuando, contra cualquier previsión, me
de las deliberaciones, quien trasladó, aplazó o dio por finalizados enteré de vuestras disensiones, me di cuenta de que cuanto había
estos concilios; que, además, ni él ni sus legados ostentaron siem- oído decir era grave y os hice reunir sin demora, ya que desea-
pre la presidencia, y, finalmente, se discutió el hecho de la aproba- ba con mi ayuda poner remedio a esta situ~ción» 7. Nada dice la
ción expresa del Papa. Y de recurrir a la historia, podría quizá tradición respecto a un acuerdo expreso o Incluso a. un ~andato
citar, como antecedente histórico en el canon 222, algunas frases en- tácito del Papa. Nadie pidió al Papa este mandato, 111 nadie lo es-
tresacadas del artículo «Concilio» del Lexikon !ür Theologie und peró de él. A semejanza de los demás patriarcas y obispos, el Papa
Kircne, donde se dice sobre los primeros concilios ecuménicos: «Te- recibió la convocatoria, pura y simplemente como. una orden del
niendo en cuenta las estrechas relaciones entre el Estado y la Igle- Emperador 8. Incluso los obispos tenían plena conciencia del hecho
sia, se trataba sobre asuntos que interesaban directamente al Esta-
do y al Imperio (Sínodos imperiales). Fueron convocados, aplaza- acht asten allgenzeinen Svnodcn , en: FUNK Kirchengeschichtliche Ablzandlunge1l und Un
dos o trasladados por el emperador; su disposición exterior depen- tersuchungcn (Paderborn, 1897) 1, 39-121; Zur Frage nach der Berufung del' allgemeinen
día del emperador y sus delegados; sus decisiones tenían fuerza Synoden des Altertums, en: FUNK. Kirchengeschichtliche Abhandlungen un d Untersuchungm
de ley por confirmación imperial; igualmente su aplicación quedaba (Paderborn, 1907) I1I, 143- I49, 406-439; J. FORGET, Le "óle des papes dans la conuocation
des huit premicrs canales, en: Mélan¿:.es MoeUer {Lovaina , 1914) l, .179-191; E. SCHwARn,
garantizada por el Estado. Tanto los Sínodos como los Papas re-
über die Rcichseonrilic n con Theodosius bis [ustinian, en; Zciiscliriít del' Sa~tg1ly-St¡ftllng
conocieron estos derechos» 4. fiir Rechtsgeschichte. Kanonist . Abt . 1I (1921) 208-253; V. GRl"(EL, Le S,ege de Romc
et le concite de N lcéc: conuocation et présidcnce, en Echos d' Orient (1925) 411-423;
325-666 (Berlín. 1883); U. Sn¡TZ, Gcschichte des Kirchcnrechts == Kirchenrecht 1, en: P. DVOR"IK, De auctorttate civilii in conciliis oecumenicis , en: Acta conucntus VI Vclehra-
Enzy/(lopiidte der Rechtswissenschaft, cd. por HOLTzENDoRFF-KoHLER (Munich-Lcipzig, 1914) densis (Olmütz: 1933) 156-167; Emperors , Popes and General Conncils, en: Dumbarton
V, 293·294 Y 340-343; A. M. KOENIGER, Grundriss einer Geschichte des katholischen Kt~­ Oaks Papers 6 (Cambridge, Ma.ssachusetls,. 1951) 1-23;. J. A. EIsn.E, D,e Rcchtsstellung
chenrechts (Colonia, 1919) 44-47; B. KURTSCHElD, Historia Iuris Canonici, Historia insti- des Papstes im Vcrlidltrus zu den allgemcincn Konzzlzen. (Emsdetten , 1938); A. _MICHE~,
tutorum ab Ecclesiae fundatione usque ad Gratianum (Roma, 1941.2 1951) 44-46 Y 150-154; Die Kaisermaclit in del' Ostl(Í1'che (843-1204), en: Ostlrirchliche Studien 2 (19)3) 1-3),
1. ZEIGER; Historia luris Canonici. Vol. 11: De historia institutorum canonicorurn (Roma, 89-109; 3 (1954) 128, 133-163; 4 (1955) 1,42, 221-260; 5 (1956) 1-32.
1947) 50-52, 111-118; H. E. PEINE, Kirchliche Rechtsgeschichte (Weirnar, 1950) 1, 46-48, 5. Cfr. también las distinciones que se prefiere evitar hoy en día por escrúpulo de
93-95, 271-273, 380-407; W. M. PLOCHL, Geschichte des Kirchenrechts (Viena, 1953-59) historiador, pero que sc empleaba antes en estos casos: per se - per alios; potestate
1,5556, 134-136, 297,11, 102·111. propria - potestate delegata; coactive - erhortauoe ; auctorttauve - opitulativc .
4. L. MOHLER, Art. Konzil, en: Lexilron ftir Theologie und Kirche (Freiburg i. Br., . 6. No se conservó la propia carta de convocatoria, pero sí la que hizo trasladar a
1934) VI, 183. Cfr. Y. CaNGAR, Art. Concile, en: Catholicisme (París, 1949) 11, 1439; Nícea al Sínodo convocado primeramente en Ancira. Esta cana la retradujo al gnego
P. M. GOEMANS, Het algemeen concilie in de vierde ecueo (Nimega, 1945); P. TH. c;A- E. SCHW.\RTZ, partiendo de la -traducción siria. Citado por F. X. Fl"C'K. Kirchengeschicbtlichr
MELOT, Los Concilios Ecuménicos de los siglos IV y V en: El concilio y los conCIlIOS Abhandl"ngen un d Unte1"Suchungen (Paderborn, 1907) I1I, 149.
(Madrid, Paulinas, 1962) 71-101. Sobre la posición jurídica del Papa en el seno del 7. EUSEBIO, Vita Constantini I1I, 12; PG 20, 1068.
Concilio, véase especialmente F. X. FUNK, Dcr romische Stuhl und die aUgemeinen Svno- 8. H. JEDIN, Breve historia de los concilios (Barcelona, Herder, 1;63) ,19: «L~ cues-
den des chrislichen Altertums , en: Tübinger Theologische Quartalschrijt 64 (1882) 561-602; tión que, a partir de la Reforma, tan VIvamente se ha discutido en ros últimos ncrnpos
Die Beruf'l11g der okumcnischen Synoden des Altertums. Die piipstliche Bes!iitigung del'
entre el teólogo dogmático Scheeben y el historiador de la IgleSIa, Funk , a saber, 51 los
22 ESTRFC1TRM3 DE LA IGLESIA ¿UNA TEOl,OGÍA DEL CONCILIO ECl:MÉNlCO? 23

de que en e~ta circunstancia se trataba de un acto de Jurisdicción por siempre, según las tendencias teológicas), se cuentan 22, 21, 20,
parte del Emperador mismo : «Luego que la gracia de Dios y de 19 concilios e ingluso menos. Que el lVlagistnio de la Iglesia de
nuestro Emperador Constantino, amado de Dios, nos hubo convo- Denzinger no tiene autoridad alguna en materia histórica, casi no
cado a todos, e! importante y santo Sínodo se ha reunido en Ni- es necesario hacerlo observar.
cea» 9. Tampoco se necesitó luego una aprobación expresa de las Acerca de estos asuntos, la opinión de los teólogos católicos de
decisiones del Concilio (lo cual es, sin embargo, algo muy distinto hoy en día es que la Iglesia católica podría, en resumidas cuentas,
a una simple aceptación, a un simple asentimiento) 10. En resu- prescindir de los concilios ecuménicos, es decir, que los concilios
men, el historiador de la Iglesia responderá a todas las distincio- ecuménicos no forman parte de la esencia de la Iglesia católica.
nes a priori explicando que todos estos hechos, que tienen su razón QHa1J1'uis conuenicnua et Htilitas conciliorum negari non possu, io-
de ser, no m?verán ni un milímetro los duros y pesados bloques de nien eOrU1J1 necessitas uel praeceptmn Christi uel ordinaiio apesto-
los hechos históricos, y que todo transcurrirá casi como si lo que lorwni proban: nequcumt, uieoque consilia IURIS ECCLESJASTICl
no debe ser, tampoco puede haber sido n. deben! 12. Pero si podemos de esta manera poner en tela de
l.!ocari
Testigo de esta discusión entre el derecho v la historia el teó- juicio, no sóJo el aspecto histórico concreto de los concilios ecumé-
logo se encuentra bastante desconcertado. La" historia anÚgua de nicos, sino incluso la NECESIDAD DE SU EXISTENCIA en la Iglesia, no
los concilios y el derecho conciliar moderno, parecen contradecirse podrá existir, en todo caso en ESTE plano, ninguna teología moti-
mutuamente. ¿ Hacia dónde volverse cuando uno se pregunta cómo vada del concilio ecuménico. Esto no excluye que las disposiciones
es posible una teología del concilio ecuménico? La teología no apa- del Codeo: iuris canonici sobre el concilio ecuménico PUEDAN con-
recerá, sin embc:rgo, en un cruce de caminos, como otro Hércules que tener una teología justificada; esto hay que probarlo. Pero en todo
hubiera de escoger entre e! vicio y la virtud. El derecho conciliar caso no puede presumirse. Por Jo tanto, no se puede deducir pura
y la historia de los concilios se felicitarían con razón mutuamente y simplemente de! Codeo: actual una teología justificada 13
por una discriminación parecida, discriminación, en realidad, sim-
plista. El teólogo deberá más bien ahondar a fin de encontrar tierra 12. B. KURTSCBEID, Historia 11flÚ canonici (Roma 1941 21951') 44 ~ cfr. iguo.lmcntc
1

F. X. WER"Z - P. VIl"'L, lus 'Canonicum (Roma], 1943) Il, 524, 529 sig.; S. SIPOS - L. G,íJ.OS.
firme. Esta discusión le habrá servido de lección y le habrá aseve- Enchindion l uris Canoma (Rorna", 1954) 157; W. M. !'L(jeHL, Gcschichte des Kir-
radc, ante todo, en forma sobria y objetiva, de lo que tiene un alcan- chenrechu (Viena. 1953) l , 55; N. IV"G, Art. Concllc, en: Dlctionnairc de Drou Cano-
ce incalculable, o sea, que SOBJU; EL Pl,ANO DE I,A DISCUSIÓN, SE (París, 1942) IIl, 1209. Sobre el concilio ecuménico, efr. según los diferentes tr.r-
PUEDE, EN VERDAD, AFIRMAR PROPOSICIONES JURÍDICAS DE HECHO Y de cclcsiología : M J. SCHElR"", Handbuch der 1(atho/isdlen GCSlI1li'
mclt« Sclzriften (Frcibur~ i Br.. 1948) IlI, 242-261; Art. Concil, en:
EN LA PR!\CnCA, PERO NO PROPOSICIONES OBLIGADAS DE TEOI,OC;Í.\ (Freiburg i. Bl'.". 1884) III, 779-810 J. Hm;IueH, Dogmatischc Theologic (Maguncia, 21882!
DOGMA'rrCA. Y además, que Jos aspectos históricos del concilio ecu- JI. 459-526: Ch. PtSCH, Propacdcnticae [Id sacram Theo1ogiam (Freibuf¡:
ménico son extremadamente variados. Y aun todavía, que diversos i. BI'.5, 1915) r, 310-326: B. !tIRn!'''"", Lclirbuch del' Do "m atil; (Freiburi,8. !932) ir. 157
autores introducen diferencias esenciales entre los concilios ecurné- 159; L. BU.LOT, De Ecclcsia Cliristi (Roma>, 1927) 718-723 F. DIEK\"!', Katliolischc
Vogmuti1( (Munstcrl}. 1958) 1, 69-71 (en latín: Thcologiae Munuale, París.
nicos de la antigüedad o los de la época moderna v los (Sínodos 1933-34. t. 1. 73-75. trad. A. M. Hoffmann): H. FUnER, Ap%gctica (Padcrborn".
generales» romanos del siglo XII (j f23, 1139, 117'9), que ni sus 1923) n, 256-260; T. Z,\PELENA, De Ecclesia (Roma, 1954) n, 175-184; J. S.'L.\VERRI.
promotores ni sus contemporáneos consideraron como concilios ecu- S"cr~c Th eoloviac Sunirnu (Madrid, 1955) 1. 682-685; Ch. ¡O[RKIT, L'Église dn Verb
ménicos y que la baja Edad Media, juntamente con el primer Con- lncarné (Brujas", 1955) 1, 536-541.
13. Cfr. Y. CaNGAR, Art. Concite, en: Catholicisme (París, 1950), 11, 1439 sig.:
cilio de Lvon de 1245, no contó tampoco entre los concilios ecu- «Las proposiciones gue se encuentran en los manuales y en los tratados De Ecrlcsia pro-
ménicos. Y aún todavía, que no existe una lista oficial de los ponen una teologÍa del concilio que sigue exactamente las dcrerminacioncs actuales del
concilios ecumÉnicos reconocidos, y que, por lo tanto (es decir, casi Derecho Canónico. Se afirma, particularmente. que un concilio es tan ~ólo ecuménico
si lo ha convocado, presidido y aprobado el Papa. Esto es perfectamente legitimo e in-
emperadores al convocar los antiguos conciJios contaban de antemano con la aprobación duso necesario si se trata de decir lo que debe ser un concilio para qu~ sea ecuménico
o incluso con el encargo de los obispos de Roma. en realidad parece haber quedado re- en cl estado actual de la disciplina. Pero la historia demuestra que estas normas no
suelta n~gativamente.}) <- pueden aplicarse exactamente a muchos concilios antiguos. particularmente a los prime-
9. Carta sinodal a los egipcios, en AT\\'AS1O, De Dccretis Nie. S)'II.; SÓCRATES, His- ros concilios ecuménicos, ninguno de los cuales fue convocado por el Papa y algunos de
tona Eccl. 1, 9; pág. 67, 77. los cuales no estuvieron prcsid.dos ni por él ni por sus legados (parece que este es el
10. Cfr. las notas 4 v 8 de este capítulo. caso del de Nicca) y cuya aprobación por el Papa no parece que siempre se haya consi-
JI. Estas cuestiones se tratad n rn.is adelante con. más detalle: cfr. cap VII~ 6. derado necesaria, por lo menos antes del siglo v y bajo la forma de un acto pontificio
24 ESTRUC1'l;R~S DE LA It;LESIA

De no querer, por tanto, permanecer pura y simplemente al


nivel de un tratado jurídico o histórico sobre los concilios ecuméni-
cos ni renunciar a una teología propiamente dicha del concilio ecu-
ménico, será necesario encontrar un punto de partida auténticamen-
te teológico del concilio ecuménico. Este punto de partida, cuya
importancia es decisiva, debe proporcionárnoslo la eclesiología. Aho-
ra hay que prepararla, en un segundo capítulo, con la debida con- CAPÍTULO II
sideración. Al mismo tiempo, se mostrará como el punto de partida
auténticamente teológico para presentar las estructuras esenciales
de la Iglesia.
La Iglesia es un concilio ecuménico convocado
(osí por ciemplo Niceo).. En todo ello no existe nada sorprendente ni inquietante. Efecti· por Dios
varnentc ; los concilios no forman parte de la estructura esencial de b Iglesi;}J como
por ejemplo los sacramentos () la primacfa de Pedro. Son de institución eclesiástica. a
lo sumo de institución apostólica y dependen del poder canónico de la Iglesia y no es-
trictamente del "derecho divino" .» véase también R. AljBERT~ Qu'est-ce qu'i:» conale? Mientras que, en griego eclesiástico, la palabra :Jovo~(j~ adoptó su
en: Qu'attendo1Js'l!oUS du concite? (Estudios pastorales 1. Bruselas-París, 1960) 21: "Fue
poco a poco que se puso " punto el tipo moderno de concilio ecuménico {al como se
sentido técnico más tarde (la Historia eclesiástica de Eusebio 10 prue-
desmalló en el Concilio del Vaticano de i870 y fijado en el Código del Derecho Canónico ba hacia la época de Dionisia de Alejandría) 1, la latina conciluom,
en 1917. Nadie puede decir que esta formulación sea la última v que no surjan en el en el sentido eclesiástico, se encuentra por vez primera alrededor del
futuro otras rnodalidades.» año 200, utilizada por el gran creador del latín de la Iglesia Ter-
tuliano 2.
Para nuestra finalidad, un hecho sorprend_e: conciliumi JI ecclesia
tienen la misma raíz lingüística; no se trata de una apariencia:
Con-cilucm, proviene de con-ccl-vum, o de con-calare 3. Calare es un
vocablo técnico religioso para «evocan, CONVOCAR; por tanto conci-
lium significa REUNIÓN. Incluso los diccionarios etimológicos, al tra-
tar la palabra concilium indican expresamente que se vea la palabra
:Jop:h¡C(j~ o EXX/'I¡G~u.. El latín calo corresponde por tanto al griego
m)Jú, que en los Evangelios tiene a menudo el sentido de llamada;
pero en los Sinópticos, y sobre todo en san Pablo, encontramos ya el
sentido específicamente teológico de vocación, t-S decir, de CONVOCA-
C1óK 4. Si damos una ojeada a m/\(ú en el vocabulario del Nuevo Tes-

1. EC;SEBlO, Hist . cccl., VII, 7, 5; PG. 20, 651.


2. TERTCUANO, De ieiunio, n, 6·7; ce 2, 1272; efe. De p"dicitia. 10, 12; CC 2,
1301; V más adelante en CIPRIANO, Ep. 75, 4; PL. 3, 1205 sigo
3. ·Cfe. ERKOUT ·MEiLLET, Dictionn:,¡,.e Jitymologique de la langue latine (Paríss, 1959);
WALDE·HoFMANN, Latcinischcs etymologisches Wortcrbuch (Hcidelberg-. 1938).
4. Además de los diccionarios del Nuevo Testamento (F. ZOREl.L, W. BAUER) )' las
obras de teología bíblica del Nuevo Testamento (M. MEINERTZ, [. BONSIRVEN, F. PRAY,
A. WIKENHAUSER, R. Bn.Ti\I.'\?\l\', E, STAUFFIR) son de un interés particular los siguientes
artículos sobre léxico: K. L. SCHMJDT, Art. xa),iwetc., en: Theologisches Worterbuc]:
zum NT (Stuttgart, 1938) Il, 488·505; E. NWHXUSLER, Art. Berufung, en Lexikon fú,.
Theologie und Kirche (Freiburg i. Br.3 , 1958) II, 280·283; G. MOLIN, Art. Berujung, en
Bibcltlieologischcs Worterburc/z, ed. por J. B. BAUER (Graz, 1959) 66·72. Véase también
E. ECH, Die Berufungstheologie des Apostels Paulus (Disscrt. Heidelberg, 1939) H.
H. ROWLEY, Thc Biblical Doctrine of Election (Londres. 1950); P. j. DAUlOSER,
26 E::'Tln:Cl'URAS DE U\ IGl,ESIA L:N CONCItro ECUMÉNICO COKVOCADO 1'01" uios 2í
tamento, he aquí lo que encontramos: DIOS en persona es el %iJiJJ)": po; llamados en un solo cuerpo (Col. 3, 15), UN solo cuerpo y 171\
es Él, quien gracias a una eterna y graciosa elección, llama .Y con- solo espíritu (Ej. 4, 4). De esta manera el conjunto de los cristianos
voca (Rom. 8, 30; 9, 12,24; 1 Coro 1,9; t, 15, Ií; ca.
1,6, 15; forman « linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo de su
5,8; 1 Tes. 2, 12; 4, t , 5,24; JI Tes. 2, 14; TI Tim. 1,9; Heb. 5, patrimonio, para que proclaméis las grandezas de Aquél que de las
4; 1 Pe. 1, 15; 2,9; 5, 10; JI Pe. 1,3). Llama y convoca a la SALVA- tinieblas os llamó a su admirable luz; los que un tiempo no érais
CIÓN; a la salvación por el Espíritu que santifica y por la fe en la pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios) (l Pe. 2, 9 Y s.). Por lo tanto
verdad (JI Tes. 2, 13); llama y convoca a la pasión (I Pe. 2, 21), a la todos los cristianos tienen participación en la Iglesia al ministerio
paz (I Cal'. 7, 15), a la paz de Cristo (Col. 3, 15), a la libertad real, sacerdotal y profético de Cristo.
(Gál. 5, 13), a la santidad (T Tes. 4, í), a la esperanza única al Lo que precede impone, por tanto, un modo de comprender la
final de la llamada (Ej. 4, 4), a la herencia de la bendición (I Pe. 3, palabra SI. - XI~YIO'fl.Es sabido que esta palabra, en el Nuevo Testa-
9), a la promesa de la herencia eterna (Heb. 9, 15), a la vida eterna mento (para no hablar de su sentido profano), tiene un sentido tan
(I Tim. 6, 12), a la admirable luz de Dios (I Pe. 2, 9), a la gloria múltiple como rico en profundas armonías religiosas, y puede in~hcar
eterna de Dios en Cristo (T Pe. 5, 10), a participar con su hijo igualmente la gran comunidad de los hombres de la Nueva A lianza
Jesucristo (l Coro 1, 9), al festín de bodas del Cordero (A p. 19, 9). salvados por Cristo, como las comunidades cristianas locales, las co-
Dios llama y convoca también por gracia; Él, el Dios de toda gracia munidades cristianas familiares y, especialmente, las comunidades
([ PI'. 5, 10), llama y convoca en CRISTO; no en virtud de obras sino reunidas para el servicio de Dios 6. Pero en todos estos diversos sen-
por gracia del que llama (Rom. 9, 11), en virtud de su poder y de tidos, ec-clesia significa la comunidad del nuevo pueblo de Dios al
su perfección, por su gracia (TI Pe. 1,3; Gál. 1, 15), por la gracia que se ha convocado y el cual se ha reunido. Aquí, el É~ ha perdido
de Cristo (Gál. 1, 6), con vocación santa, no según nuestras obras, casi por completo su propio significado etimológico. El punto de
sino según su propia determinación y según la gracia dada a nosotros partida de la reflexión ha sido sobre todo el Antiguo Testamento;
en Cristo Jesús antes de los tiempos eternos, y que se manifestó Exxh¡Olfl se empleó en la versión de los Seten~a para traducir el vo-
ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, (Il Tim, cablo clave del Antiguo Testamento qahal es decir qahl -Yahvall. Pero
1,9; cfr. Heb, 9, 15; 1 Pe. 5, 10). Este llamamiento de Dios que cuando los judíos, debido a su incredulidad, hubieron rechazado la
se nos manifiesta en el Evangelio de la muerte y de la resurrección piedra angular, las jóvenes comunidades primitivas hubieron de con-
d(é Jesucristo no es, por 10 tanto, tan sólo una palabra que explica siderarse como el verdadero pueblo de Dios del final de los tiempos,
nuestra salvación en Jesucristo, ni tampoco una palabra que sólo la como el verdadero pueblo de la Alianza que se reunió Dios en Israel.
proclama, sino una palabra que la realiza y actualiza; Jesucristo, que El pueblo de la Alianza, llamado y reunido por la palabra del Evan-
se exaltó a] rango de Señor, actúa por el poder de su Espíritu en su aelio de Jesucristo, acogía entonces la legítima sucesión del pueblo
palabra que llama y convoca para la redención de todos los que creen b .. >-1"\. . 1..1
de Dios secún el Antiguo . estamento. Ve esta manera, segun el
en r~¡.
testimonio de los Hechos de los Apóstoles, la primitiva comunidad
Sobre el verbo «convocar» habría que aclarar lo que puede confir- de Jerusalén fue la primera llamada ccclesia; coincidía en ella la
marse por el substantivo xi.1¡GI~, que es también un vocablo especí- comunidad particular y la comunidad total, la I¡.;lesia local y la .Igle-
ficamente teológico 5 ; se trata aún de la llamada por. Dios en Cristo: sia universal. Pero muy pronto se trató también de la ecclesia de
de (da soberana Vocación de Dios en Cristo J esús» (Flp', 3, 14; cfr. Judea, de Galilea y de Samaria; finalmente se habló de ecclf:siai
Rom. 11, 29 ; J Cor, 1, 26 ; t, 20 ; Ej. 1, 18; 4, 1, 4 ; JI Tes. 1, 11 ;
en. pl.u~al. Cada ecclesia particular e~'a una image~l d~ l,a comun~~~d
TI r-« 1,9; Heb. 3,1; JI Pe. 1, 10). Por eso los cristianos son sen- prnmtiva, cada una representaba a la ecclesia universal. San .PaDio
cillamente los «llamados» (cfr. Rom. 1, 6, t . 8, 28; [ Cm'. 1, 2, 24 ; emplea la palabra ecclesia para indicar, sobre todo, las comunidades
Jds. 1 ; Ap. lí, 14). Cada individuo es llamado, pero no como indi-
viduo; es llamado como miembro del único pueblo, del único cuer-
6. Además de los diccionarios y de las obras sobre teología del NT citados en la
nota 4 de este cap., cfr. A. MÉDEBIELLE. Art. Église, en: Dicuonnaire de la Bible , Stlpplé·
u?ld Erwühlung bei den Svnoptlbern (Munich, 1954); H. SCHLIER, Der Ruf Goues , en: mcnt (París, 1934) Il, 487·691; K. L. ScmlJDT. Art Exxkr¡oio. en : Theologuches, W01-
Geist und Lcbcn 28 (1955) 241·247; S.-J. D'ARC, Le mvstere de la uocution , en: La VI' terbnch zum NT (Stuttgart, 1938) III, 502-539; H. BAAG, Art. Kirche, en: Blbell~:rzI(011
Spirituelle, 38 (1956) 167-186; W. BIEDER, Die Berufung tm Neuen Testament (Zurich, 1961). (Einsicdeln, 1951), 920·929; V. W ARNACH: Art. ,K¡~che, en: Bibeltheologischcs ,varter-
5. Cfr. nota 4 de este capítulo. buch (Graz , 1959) 432·459, así como la bibliografía indicada en esas obras.
28 ESTRUCTURAS DE l,A IGl,ESIA UN CONCIl,IO ECUMÉNICO CONVOCADO POR DIOS 29

locales (en particular las comunidades reunidas para el serVICIO vicio del ministerio apostólico; la comunidad del pueblo de la Alian-
divino), y emplea muy a menudo la palabra en plural; pero espe- za que le une a Dios por Cristo en el Espíritu Santo 8.
cialmente las Epístolas de la cautividad hablan de la ecclesia en
el sentido de la Iglesia universal, de una manera totalmente nueva 8. La Iglesia, corno comunidad de fieles reunidos, ha ido, poco a poco, cediendo
y profunda 7. demasiado el paso, en la historia de la teología, a la Iglesia como institución. Sin em-
bargo, no se ha olvidado nunca ni en la patrística, ni en la escolástica, ni dur~nte lo
Lo que son en pequeño las comunidades e Iglesias particulares, época de la contrarreforma. Veamos, a este respecto, algunas pruebas caractensucas :
equivale a lo que son en grande la comunidad y la Iglesia univer- 1.0 PATRISTICA: la simple explicación etimológica de la palabra «ekklesia» tenía gue
dirigir a Jos Padres en esa dirección: «La palabra ekl(lesia es muy concreta en su acep·
sales. La comunidad del pueblo de Dios, según el Nuevo Testa- ción, ya que convoca y reúne a todos los hombres» (CIRILO DE JERUSALÉN, Cat. bapt.
mento, sacada del mundo por el llamamiento de Días en el Evan- XVIII, 24; PG 33, 1044). Los Padres apostólicos hablaban ya de la Iglesia como «el nú-
gelio, convocada y reunida alrededor de Cristo y en Cristo; es al mero de los elegidos»),los «santos por vocación», «el pueblo nuevo», <da cuarta raza»
propio tiempo el m.ysieno» de la obra salvífica de Dios cerca de los (después de la de los bárbaros, los griegos y Jos judíos) etc. De una manera más deter-
minante entre los Padres gue les siguieron; así, HU'OUTO: «la santa reunión de quienes
hombres, mysterion. que exaltan las Epístolas de la cautividad, el viven en la justicia» (in Dan. comrnent, 1, 17, 7; ed. Bonwetscht , 28); CLEMENTE DE
mysierum de Cristo y el pleroma de Cristo, su cuerpo que se edifica ALE)Al'iDRÍA: «la asamblea de los escogidos» (Stromata VII, 5; PG. 9, 437); ORÍGENES:
en el bautismo, la Eucaristía, la fe, la caridad y la Pasión, su esposa, «coetus populi christiani» (in Ez. hom , 1, 11; PG. 13, 677), «credcntium plebs» (in Ex.
120m. IX, 3; PG. 12, 365), «coetus omnium sanctorurn» (in Canto lib. 1, 1; PG. 13, 84);
aún a la expectativa, pero, sin embargo, ya prometida, y el templo AGUSTÍN: «eongregatio societasque homtnum ... in qua fraterna caritas opcratur» (de fide
del Espíritu Santo. Por tanto l,A ECCl,ESIA UNIVERSAl, ES l,A REUNIÓN el symb. 9. 21; PL. 40, 193), «unioersa societas sanetorum atque fidelium\> (ep. 98, 5;
MISTÉRICA DE l,OS FlEtES DE CRISTO. Es, para utilizar ahora otro PI" 33, 362), «christiana societas» (contra lineras Pctiliani lI, 39, 94; PL. 43, 293) «socie-
vocabulario, El, GRAN CONCIUO DE LOS FInES Ql'E DIOS MISMO HA tas crcdentium» (de bapt. VII, 53, 102; PL. 43, 243) «societas sanctorum» (in Jo tracto 26,
17; PI" 35, 1614), «catholicae Eeclesiae cornrnunio» (e{J-. 93 1, 3; PL. 33, 323; efr. ep. 112,
CONVOCADO I'OR MEDIO DE CRISTO EN El, ESPÍRITU. Para este conci- 3; PL. 33, 428), «christianac fidei communio nostra» (ep. 87, 1; PL. 33, 297). 2.0 EDAD
lium son precisas dos cosas: la llamada de Dios convocando desde MEDIA: A partir de la «definición» de ISIDORO DE SEVJLLA: «Ecclesia uocatur oroprie, prop-
lo alto y la comunidad de los hombres. convocados desde abajo; la ter quod omnes ad se vocet, et in unum congreget» (de ccclesiasticis officiis 1, 1; PL. 83,
739 sig.; efr. Etymol. VIII, 1, 7 sig.; PL. 82, 295), la tradición alcanza hasta RABANo
institución por Dios (instiWtio Dei) de la asamblea (institución MAURO, REMIGIO DE AUXERRE, PLACIDIO monje, BUENAVENTURA, DURANDO DE MENDE (efr. H.
que se lleva a cabo mediante la palabra, el sacramento y el minis- DE LUBAc, Catolicismo, aspectos sociales del dogma (Barcelona, Estela, 1963), 47-48,
terio), y la comunidad (que vive totalmente por la gracia de Dios n. 521. Constantemente se hace referencia a la raíz de la palabra ecclesia (= conoccaiur,
en la fe y la caridad) de los hombres reunidos (communio fidelium). La d~finición de la Iglesia que se utilizaba más a menudo en la teología y la ciencia canónica
de la Edad Media era: congregatio fidelium, o societas fidelium, o aún, adunauo , col/ectio,
Un conciliicn: de esta clase es, por lo tanto, a la vez, un acontecimiento coilegium, coetus , corpus, communio , populus , unitas , uniuersitas .. [idelium , christuinorutn ,
que afecta a las personas y una realidad institucional. No se trata cttholicorum (efr. 13. TIERNJ'Y, Foundaiions of tlic Conciliar Thcory (Cambridge, 1955);
sólo de una suma atomística de individuos creyentes v menos to- Y. CaNGAR, Jalones para una teología del laicado (Barcelona, Estela, 1963) 44-76. Hemos de
da vía un conjunto sobrenatural de funcionari~s que °disponen de remitir al lector de una manera expresa a santo TO~L(s DE AQUINO, que, en diversas ocasio-
nes habla de la Iglesia como congregatio [idclium, A propósito del artículo del Símbolo:
«gracias) y rigen a los hombres. Este concilucm. es la comunidad «Sanctam Ecclcsiam catholicam», nos da la siguiente explicación : «Circa quod saendum
que no cesa de ser convocada graciosamente y constituida por el et quod Eeclesia est idem quod congregatiQ. Unde Ecciesia sancta est idem quod congrega-
anuncio de la palabra, la celebración de los sacramentos y el ser- tio fidelium ct quilibet christtanus est sicut membrum ipsius Ecclcsiac» (Expos. in Symb.
aré. 9; cfr. c. Gent. IV, 78; S. th. 1, g, 117 a. 2 obi. 1; III, q. 8 a. 4 ad 2; De Ver.
g. 29 a. 4. obi. 8; Comp. theoí. 1, 147; in [ Coro e. 12, lect, 3; in Heb. C. 3, leet. 1).
3.° CONTRARREFORMA: Incluso cuando la expresión «congregatio fidelium» se tornó
7. Sobre la teología bíblica de la efr. las obras católicas recientes gue indica- equívoca a causa de su interpretación herética, nunca renunció la Iglesia católica a esta
mas: A. WIKENHAUSER, Die Kirche der mystische Leib Christi nach dem Apaste! definición tradicional muy importante. Sólo el testimonio del catecismo de Trento es
Paulus (Münster, 1937,2 1940); L. CfRFAUX. La Iglesia en san Pablo (Bilbao, Desclée de suficiente para probarlo. Éste hace derivar a propósito ecclesia de cuocatio, y pone a un
Brouwer , 1963); ti. SCHLlER-V. WARNACI-I, Die Kirchc im Ephcscrbrie] (Münster, 1949); tiempo en evidencia la relación entre ecclesia y conaltum: «Ac quoniam ecclesiae uocem
Th. SOIRON, Die Kirche als der Leib Christi (Düsseldorf, 1951); E. SAURAS, El cuerpo Latini a Grasas mutuati post divulgatum evanveliurn ad res sacras transtulerunt: quom
misttco de Cristo (Madrid, BAC, 1952); M. VILLAIN-j. DE BACIOCCHI, La uocation de ,'im habeat hoc uocabulum , apericndum esto Significat autem ecc/esia euocationem ; ve-
l'Église (París, 1954); F. MussNER, Christus, das Al! und die Kirche (Tréveris , 1955); mm scnptores postea usurparunt pro concilio et concione» La Iglesia, según la Sagrada
H. SCHUER, Die Zeit del' Kirche (Freiburg i. Br., 1956. 31962), trad. castellana, El tiem- Escritura está conjuntamente descrita de la siguiente forma: «Communi ucro deinde sa-
po de le Iglesia (Madrid, Taurus, en prensa); j. BONSIRVEN, Le Regne de Dieu (París. crarum Scnpturarurn eonsuetudeni haec uox ad rem publicam Christianam , fide/iumque
1957); R. SCHNACKENBURG, Gottes Herrschoit und Reich (Freiburg i. Br. z, 1961).. tanium congregationes significandas usurpa"a est; qui scilicet ad luccm uerttatis et Dei
30 ESTRUCTURAS DE LA ll;LESIA

TODOS los hombres del mundo están convocados a este conciliuwi,


por la graciosa voluntad de Dios que no se olvida de llamar a nadie,
sino que quiere que se salven todos los hombres. Todos los hombres
del mundo están llamados a este conciiium para recibir la graciosa
elección de Dios en la decisión de la fe y para encontrarse agrupa-
dos en un solo Espíritu, reunidos por el lazo de la caridad, por el
CAPÍTl~LO III
poder-de la palabra y de los sacramentos, bajo el régimen apostó-
lico: «todos» vosotros «uno sois en Cristo [esús» (Gál. 3, 28). El
gracioso llamamiento de Dios a este conciliurn es universal, es ecu-
ménico: dirigido a la üIKOUMnm. En este concilium, se supera la El concilio ecuménico convocado por los hombres
oposición RELIGIOSA, fundamental a los ojos de junios, entre es una representación del concilio ecuménico
el pueblo elegido y los gentiles pecadores, ya que Dios «llamó tam-
bién no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles)) convocado por Dios
iRo-«. 9, 24; cfr. 1 COl'. 7, 18). En este concilio, se supera la opo-
sición SOCIAl" fundamental a Jos oios de los GENTILES, entre los hom-
bres libres y los siervos (1 COI'. 7, 20-24). El Espíritu Santo será El concilio ecumemco convocado por Jos hombres es una repre-
esparcido sobre TODOS ellos (A ci. 2). Por toda la tierra, en toda sentación del concilio ecuménico convocado por Dios. Esta proposi-
la OIKOUMENE será predicado este Evangelio para que sirva de tes- ción tiene dos aspectos: uno negativo y crítico, otro positivo y cons-
timonio a todas las naciones (Mi. 24, 14), Y hasta los confines de la tructivo; el concilio ecuménico convocado por los hombres es so-
OIKOUMENE se difundió su voz (Ro111. 10, 18). Por 10 que podemos LAMENTE, pero es REALMENTE, una representación del concilio ecu-
decir: LA IGI,ESLI ES REALMEN'l'E El, CO,:\C1L10 ECUMl~N1CO QUE DIOS ménico convocado por Dios.
:lHSMO HA CO:\\'OCADO. Y¡ p.qá¡eYi mi rí:íiC( aU'·¡rJ0rJ: rJlxGup.2'i'.i.Y¡.
¿ Cuál es, pues, el punto ele partida auténticamente teológico L ES SóLO UNA REPRESENTACIóN
ele una teología del concilio ecuménico? Todas las estructuras de
la Iglesia deben entenderse a partir ele la proposición que acabamos El concilio ecuménico convocado por Jos hombres NO ES PURA Y
de exponer brevemente: la Iglesia es un concil io ecuménico con- SIMPLEMRNTE LA IGLESB. sino tan sólo una representación, una ex-
vocado por Dios. Ahora debemos explica] esta proposición y con- presión, U11:~ de la Iglesia. Esto significa dos cosas:
frontarla con 10 que se clenomina, por ]0 común, concilio ecuménico, es a) La Ip'lesia es F:"gNCIAI,MENTE U11 concilio ecuménico convo-
decir, con el concilio ecuménico convocado por los HOMBl~ES. ¿ Qué cado por Dios. La Iglesia no ceja en presentarse y realizarse como
relación guardan entre sí, un "ncj]ío ecuménico convocado por los el concilio de los hombres que creen en Cristo, convocado por Dios
HOMBRES y un concilio ecuménico convocado por DIOS, es decir, a través de Cristo en el Espíritu, y esto gracias al anuncio de la
la Iglesia? Esto podemos resumirlo en una frase que serviría de palabra y la celebración de los sacramentos de acuerdo con la orden
segundo principio a una teología del concilio ecuménico. de Cristo, gracias al ministerio apostólico, por la confesión de la
fe común, por obra de 1:1 caridad que une a todos los hombres y
Dar la expectativa llena de esperanza en el retorno del Señor. La
llotit~am per. uocau sunt, uf, reicctis ignorantiae et. crrorum tcnebris , Dcum 1HrWIl Iglesia se actualiza con más intensidad en el servicio de Dios:
el uitncrn pIe el sanctc colant illiquc e,t' tato carde insrruiant ; atque uf nnico verbo
J J
audición en común de la palabra de Dios v celebración en común
hace res tota absoluatur, "Ecclesia'", ut ait S. "cst populus fidelis per um-
¡'('¡SIl'" orbe", dispersus'' » (Cat. Trid. e, \0, 2).
de la Comunión. La palabra del Señor obliga a la Iglesia a ESTA
Y es de este modo que en el Schema constuutionis sccundac de ccclcsia Clirrsti secan-
expresión de sí misma. Como concilio ecuménico, convocado nor
dum reuercndissimorum patrurn animadversiones reformatlim (MAXSI, 53, 308,317) del Dios, la Iglesia no está por naturaJe;p oblinada a otra manifes-
primer Concilio del Vaticano) el capítulo segundo lleva por título: «Ecclesiam a Chnsto tación de su naturaleza. es decir, a 11n& manifestación de sí misma
institutarn esse coct um jidelium». en un concilio ecuménico convocado por los HOMBRES, para una
32 ESTRUCTURA.S DE LA IGLESIA rN CONCILIO CONVOCADO POR LOS HO:V1BRES 33
deliberación v decisión en común, para la organización y el des- veces de una forma extraordinaria el cuadro institucional de su
arrollo de 1;Iglesia. Ninguna palabra, ni de Cristo ni de. los Ialesia, o incluso lo han abandonado totalmente, la Iglesia católica
Apóstoles, le obliga a ello. Por lo tanto, la Iglesia puede. sub.slstlr
incluso sin concilios convocados por los hombres 1: la historia de
1; ha curtido en favor de su propia seguridad, y en determinados
puntos 10 ha provisto de múltiples suplementos desconcertantes y
la Iglesia lo confirma. Durante los tres prim,eros siglo~, que fue.ron engañosos que, a menudo, sirven más para sorprender desagrada-
decisivos, y durante mucho más tiempo todavía en los siglos slg~len­ blemente al observador no católico, que para ofrecerle un cuadro
tes la Izlesia vivió de hecho sin concilios ecuménicos. El primer capaz de incitarle a una seria reflexión.
concilio :cuménico que tuvo lugar se debe, no a la iniciativa de la
jerarquía, sino a la del Estado pagano en la persona. ~el Emperad?r,
todavía pagano, y revestido del título, de la función y de la 111- 2. SE TRATA REALMENTE DE UNA REPRESENTACIÓN
fluencia de un Pontifex maximus pagano.
b) La naturaleza de la Iglesia, concilio ecuménico convocado El concilio ecuménico convocado por los hombres es REALMENTE
por Dios, no implica la EXISTENCIA de un concilio ecuménico con- una representación del concilio ecuménico convocado por Dios. La
vocado por los hombres; y menos todavía una DETERMINADA FORMA primera relación que en la literatura cristiana nos habla de los con-
PARTICUl,AR de concilio convocado por los hombres, dado que, por cilios ecuménicos confirma ya, de una forma perfectamente clara,
otra parte, existe una verdadera repr:sentaóón de la Igl;sia e~l s,u este concepto del concilio. Dice Tertuliano: Aguntur praeterea per
esencia permanente. Habrá que estudiar a fondo lo que esto sigrn- Graecias illa certis in locis concilia ex uniuersis ecclesiis, per quae
fica concretamente. El concilio ecuménico convocado por los hom- et aitiora quaeque in C01n1J1,'Une tractantur) etipsa repvaesenuuio
bres puede manifestar y representar a la Iglesia bajo .formas h!s- totius nominis ChTistiani magna ueneraiume celelnatur, Et hoc
tóricas muy variadas. Lo que puede variar, según confirma la hIS- quam dignum fide auspicante congl'egari undique ad Christum !
toria, es sobre todo la persona y la función de quien convoca y. de Vide) quam bonum et quam Ítícundum habitare fratres in tm1l1n!
quien preside, las personas que pa.rticipan y el objeto ~e las dehb;- « ... en los países griegos, en determinados sitios, tienen lugar estos
raciones, el reglamento y la necesidad de una aprob~Cl.on expresa . concilios de todas las Iglesias; se tratan en común asuntos tan
Precisamente, en consideración al retorno de los cristianos separa-
importantes que la misma representación de toda la cristiandad se
dos a la Unidad y de eventuales negociaciones con vistas a una
celebra con gran veneración. j Y cuán conveniente es reunirse alre-
unión en un ulterior concilio, no debería en absoluto escudarse en
dedor de Cristo bajo los auspicios de la fe! i Mira cuán bueno y
el derecho y ceremonial actual para hacer surgir cuestiones dog-
agradable es que vivan juntos hermanos que están en todo d:::
máticas 3. La labor del derecho actual consiste más en examinar acuerdo!» 4.
lo que debe o no debe imponerse REALMENTE, es decir, SEGÚN El,
Incluso en la Sagrada Escritura desempeña un papel impor-
EVANGELIO DE JESUCRISTO. Para el concilio y para el retorno a la
tante el principio de la representación. La totalidad de la historia
Unidad la distinción a deducir del Evangelio de Jesucristo, entre
de la salvación se desarrolla según el principio de la representación.
ius divinum y ius 1¡,umanti1'n, debería tener, precisamente, una
Desde el momento de la creación, aparece ya el hombre como re-
importancia capital. En general ne:>. se ~endrá basta~t~ en cue?t~ est~
presentante de la creación entera; luego, el pueblo de Israel, como
consideración, ni desde el punto d: VISt~ del concilio ec,umemco 1;1
desde el punto de vista de la Iglesia. Mlentr~~ las Iglesias e.vange- representante de la humanidad entera; más adelante, el «Resto» de
licas, según nos parece a nosotros los católicos, han relajado a Israel, como representante de la totalidad del pueblo d~ Israel; ?
finalmente, Cristo, como representante del «Resto». En el Anti-
gua Testamento se realiza, }lor tanto, la representación de tal manera
1. Cfr. capítulo 1. que se lleva a cabo una reducción progresiva del múltiplo de uno en
2. Cfr. capítulo 1. . . •.
dirección a Cristo. Lo contrario sucede en el Nuevo Testamento'
3. Así, por ejemplo, es importante saber hoy en día que los Onenta1es_ crsmancos par·
ticipaban a un concilio de unión como el de Flore.noa en calidad d: companeros ,e Igualdad representación por extensión progresiva de uno a varios. Por la
de derechos. Cfr. J. GILL, El acuerdo greco·latzno en el Concilio de Florencia, en: .P gracia de Aquél que solo, por todos, sufrió la muerte y resucitó
concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 221 Y slg.; para la documentación
cfr. J. GILL, The Council of Florcnce (Cambridge, 1959). 4. TERTlil.W;O, De pucnitentia, 13, 6, 7; CC. n, 1272.
UN CONCILIO CONVOCADO POIl LOS I:!O}\lBRES 3J"
34 gSTl<.UCITRAS DE LA IGU;SIA
sea una cosa importante - de una manera INDIVIDUAl" PAR1'ICULAR,
de entre los muertos, la pluralidad debe ahora representar al Único.
Los Apóstoles deben representar a Cristo para la Iglesia, la Iglesia sino - y la totalidad no es sencillamente «mayor» que una parte -
para la humanidad, en la perspectiva escatológica de la humanidad de una forma universal, es decir ECUMÉNICA.
Si por concilio ecuménico convocado por los hombres, se entiende
rescatada en el futuro reino de Dios y de la creación rescatada;
aq ui la REPRESENTACIÓN ecuménica por excelencia de la Iglesia, es
cielos y tierra nuevos 5. He aquí llegado el momento de buscar el
modo cómo, en nuestro tiempo de expectativa, puede una reunión en el sentido general de «manifestación», no en el sentido particu-
lar de «suplencia» (tenencia, delegación); este último concepto del
dada de creyentes representar a la misma Iglesia; cómo puede el
concilio ecuménico, convocado por Jos h0111 bres, representar el con- concilio ecuménico es un concepto de la «representación» tal como
cilio ecuménico convocado por Dios. En cuanto se reúnen dos o tres se formó solamente en la Edad Media bajo la influencia del derecho
en su nombre, el mismo Señor se encuentra, por medio de su Espí- natural y tal como se impuso en el período conciliar. Para que la
ritu, entre ellos. La comunidad con Cristo en el Espíritu queda Iglesia esté «representada. por el concilio ecuménico convocado por
ya actualizada en una reunión tan redncida; la Iglesia misma lo los hombres, es necesario que los Padres reunidos MANIFIESTEN en
declara. A decir verdad, esta reunión reducida no es pura y sim- cierto modo una personificación de su Iglesia; bajo qué forma, es
plemente la Iglesia; la Iglesia es el TODO, la totalidad del pueblo lo que examrnaremos de una manera concreta. Es cierto que sólo el
de Dios, del cuerpo de Cristo, del templo del Espíritu Santo. Pero poder del Señor presente en el Espíritu Santo permite a los Padres,
esta reducida reunión manifiesta ya a la Iglesia, hace presente, reunidos en el concilio ecuménico convocado por los hombres, repre-
actualiza, REPIlESENTA a la Iglesia, porque en ella está presente la sentar, en este sentido, a la Iglesia. Esto es tan válido para un con-
totalidad de Cristo. Si esto sucede con esta pequeña reunión i cuán- ciliuan ecuménico de Iglesias locales como para un concilium de
to más cierto será de la gran reunión, que no sólo tiene tras ella dos o tres .personas. Sin embargo, como ya hemos dicho, es sólo
algunos individuos, sino de una manera clara - yeso no es sólo bajo condición de tener tras ellos a la Iglesia de toda la Oikoumene,
una distinción cuantitativa, sino una diferencia cualitativa - , el q~l~ los Padres de un concilio pueden, por el poder del Señor, ma-
todo, la Oihowmene, el pueblo de Dios 'de toda la tierra habitada. nitestar a la Iglesia, no sólo de una manera individual, sino de
Según Atanasia, el gran campeón de la ortodoxia con motivo del una manera verdaderamente ECUMÉ:t\lCA y universal.
primer concilio ecuménico, el Concilio de Nicea aventaja a todos Vemos, por tanto, al propio tiempo, que no puede existir conci-
Jos sínodos «(ya que, si comparamos el número, los Padres reunidos lio ecuménico convocado por los HOMBRES sin la «participación» de
en Nicea aventajan a los Padres reunidos por un sínodo particular DIOS. Por otra parte, hay que añadir que el concilio ecuménico
(':(J)V xcc:a i'-É(Jo~), de la misma manera que el todo aventaja a una convocado por DIOS, que es la Iglesia, tampoco puede tener lugar
parte» ü. sin la «participación» de los HOMBRES. Pero, en la propia Iglesia,
Por este concilio de toda la Oikoumene convocado por los h0111- en sentido estricto, sólo Dios convoca, mientras que, en el concilio
bres por medio de una deliberación y una decisión común, para la convocado por los hombres, es el hombre - aunque no lo haga
organización y el desarrollo de la Iglesia, el concilium de la Iglesia sin Dios. () bien, para hablar en lenguaje escolástico; En la con-
convocado por el mismo Dios está representado, no a decir verdad vocación de la Iglesia, Dios es causa principalis; el hombre sólo
de la forma más intensiva, como en el servicio divino común, ni puede ser causa instrumenta lis. En el caso de un concilio ecuménico
tampoco a la manera demasiado general de la reunión de los indivi- convocado por los hombres, la causa principalis es el hombre, aun-
duos cristianos, sino de una manera excelente: en este concilium, que causa secunda actuando bajo la providentia Dei, causa prima.
la representación de la Iglesia se lleva a cabo, no sólo - aunque ya Goemans, en su agudo estudio histórico sobre el concilio ecumé-
nico en el siglo IV, lo expuso en forma convincente; la representa-
5. Véase O. CULO!A"". Ko¡¡igshernc!wjt Christi Iilld Kirche irn Ncuen Testameni ción de la Iglesia universal es el signo distintivo de los concilios
(Zollikon-Zürich, 1941) 35 Y sig.; Christ el le lemps. Temps el Histoire dans le Chrlstia-
ecuménicos 7. Ahí reside el fundamento permanente de su autori-
nisme primitij (Neuchátel, 1947) 99·101.
6. ATANASlO, Ep. conIra Ananos , ad honoratissimos in Airica episcopos 2; PG. 26,
1032. La misma idea se vuelve a encontrar en san AGUSTÍN. Véase a este respecto F. Ho- 7. M. COIMANS, Het algemeen Concilie in de uicrdc ccuu/ (Nimega-Utrech, 1945),
FMA"", Die Bedeutung der Kotizilien jür die kirch/iclie Lehrenlwick/ung nach dem heiligen
en el mismo sentido Y. CaNGAR, Bulletin d'EccléJiologie (1939-1945), en: Reuue des
Augustintls, en: Kirche 1'11 Oberlieferung. cd. por J. Betz y H. Fries (Friburgo-Basilea- Scienccs phi/os. el théol . 31 (1947) 287-291, incluido en Saintc Église (París, Cerf, 1963),
Viena, 1960), 85 sigo 583-586. trad. castellana. Santa Iglesia (Barcelona, Estela, en prensa).
36 1.'N CONCIllO CO);VOCADO POR LOS I-lmmKES 37

dad particular en la Iglesia antigua. Esto se deduce, la mayoría Según Agustín, también el concilio ecuménico aventaja al concilio
de las veces, de la importancia limitada de los sínodos particulares. provincial, no debido a consideraciones de derecho constitucional de
En este caso, la denominación es significativa por sí misma. Tan la Iglesia, sino porque el concilio provincial representa una sola pro-
sólo con ocasión de Jos concilios generales encontramos expresiones vincia, mientras que el concilio ecuménico representa a todo el
como «el sínodo magno, santo y ecuménico» • «el sínodo católico» 9 universo católico. Los concilios ecuménicos «representan el uniuersi
y por 10 general una solemnidad en los títulos que en vano se bus- orbis ouctoriuis (De bapt. 2, 4, 5); sus decisiones son la expresión
ca para los concilios particulares 10. de la uniuersolis ecclesiae consensio (De bopt: 7, 53, 102). Por eso
Durante el primer milenio no se elaboró ningún tratado de la son una manifestación de la voluntad de toda la Iglesia (( ontra
Iglesia, ni tampoco ningún tratado sobre el concilio ecuménico. Cresc. 1, 33, 39), que, como inspirada por Dios, se parece mucho
Se vivía la Iglesia, se vivía el concilio ecuménico; las herejías del a una revelación (De bapt. 6, 39, 76))) 17.
primer milenio apuntaban menos a la Iglesia que a la doctrina tri- La Edad Media concentró la atención de Occidente sobre las
nitaria y a la cristología; la constitución terrestre de la Iglesia estructuras jurídicas de la Iglesia. Bajo la influencia de la mentali-
no se encontraba todavía en el primer plano de la conciencia ecle- dad corporativa se lleva a cabo una importante transformación en
sial. No obstante, de la misma manera que los Padres no cesaban la manera de concebir la representación; insistiremos sobre este
de aludir a los rasgos esenciales que definen a la Iglesia, 10 mismo particular; pero lo que ahora nos interesa, ante todo, es el simple
hacían en cuanto a los del concilio ecuménico que, en la persona hecho de que los sínodos generales de la Edad Media se considera-
de los Padres reunidos, representaba a la totalidad de la Iglesia. Los ron ellos mismos representantes de la Iglesia en la medida en que,
testimonios son numerosos, sobre todo en 10 que se refiere al primer
en definitiva, aspiraban a la ecumenicidad. Por lo menos cabe apli-
concilio ecuménico. Atanasio hace resaltar expresamente la dife- carlo al IV Concilio de Letrán, que representa a la Iglesia de una
rencia entre una representación particular y una representación
manera nueva, ya que no se trató sencillamente de un sínodo epis-
ecuménica: «Si el Sínodo ECL:MÉNICO tuvo efectivamente lugar en
copal, sino de una asamblea representativa de los «estados» espi-
Nicea, donde 318 obispos se reunieron para tratar sobre la fe contra
rituales y temporales de la cristiandad. Aunque los decretistas
la impiedad arriana, 10 hicieron a fin de qne, bajo pretexto de la
de aquella época no hayan procedido a un análisis concreto del con-
fe, no se reunieran (sínodos) PARTICULARES ... tste (el de Nicea)
colmó toda la OIKOUMENElJ 11. En la misma carta, habla de los Padres cepto de representación, este concilio, el más importante de la
del concilio como de aquellos «que se reunieron en Nicea de toda Edad Media, influyó en gran manera en su calidad de concilio
nuestra Oikoumene» 12 Además, Febadio de Agen: Quid egistis, o modelo, en la formación de la «teoría concilian y sobre la manera
beatae memorice -Jiri, qui ex omnibus orbis lmrlibu.s. Nicaeam con- cómo concibe ésta la representación; la representación ya no se
gregati 13. Hilario : Ex ommitnis orbis j)artibus in uriurn. tuhrolaru. Ni- considerará, en el siglo XIV) como una simple personificación, sino
caeamoue concurruni 14. Sulpicio Severo: Synodus apud Nicaeam también como una delegación 18. Llega entonces la época en que, en
ex tolo orbe contrahiiur 15 Mario Victorino : Cumin Nicaea . los Decretos conciliares, se recalcará expresamente la representación
[idc coniirmata per 300 piures ebiscopos, A riomitas excludentes, in de la Iglesia universal. Los concilios ecuménicos de Constanza y de
t]ua svnodo istorum uiroru.m Ecclesioe toiius orbis lumina [ueruni 16. Basilea, emplean a menudo la fórmula hoy famosa: umiuersalem
Ecclesiam repraesenuins, en la que se mezclan muchos elementos
8. Cfr. J. B. PITRA, Analecta Sacra Spicilegio Solcsmcnst (París, 1883) IV, 224, 451.
que no están necesariamente ligados al concepto de la representa-
9. A1'ANA51O, Apología contra Arianos 25; PG. 25, 289. ción de la Iglesia. No obstante, todos los católicos están perfecta-
10. M. GOEMANS, Hct aigemeen Concilie in de uierde ecuur (Nimeua-Utrcch. 1945) 34. mente de acuerdo en lo que el concilio de aquellos tiempos presentó
! 1. ATA:\'ASlO) Ep. contra Arianos , ad honoratisstmos in cpiscopos 2; PG. a la aprobación de los Hussitas y de los \Viclefitas: «Asimismo, si
26, 1032.
12. ATA?\'.\SIO¡ Ep. contra Arianos, ad honoratissimos in Africa cpiscopos 1; PG.
26, 1029. 17. F. HOFMANN, Die Bedeulu-ng der Koneilien IÜI' die í(i"d,zic/ze Lehl'entwic/(llIl1g
13. FEBADlo DE ACEN, Liber conIra Arianos 6; PL. 20, 17. nach dem heiligen Auguslinus, en: Kirche und Uberlieíerung, ed. por J. Betz y I-!.
14. I-!)LARI0, Fragmenta Historica 2, 26; CSEL 65, 149. Fries (Friburgo-Basilea-Viena, 1960) 86.
15. SULPICIO SnERo, Chronicorum , 2, 35; 1'1. 20, 149, 18. Cfr. B. TIERNEY, The Foundations 01 the Conciliar Theory (Cambridge, 1955)
16, MARIO VIC1ORINO, Ad ucrsus Arium I, 28; PL. 8, 1061. 47 Y sigo
38 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
TjN CONCILIO CONVOCADO POR 1,OS HOMBRES 39
terio de] Papa y no del concilio ecuménico. Pero también se habló,
cree mantiene V afirma que cualquier concilio uinversal, y también
el d~ Constanza, representa a la Iglesia universal» 19.
marginalmente, del concilio ecuménico en cuanto a representac.l~n
de la Iglesia universal. Igual.mente se habl~ e!1tonces. del concllJ.o
En el Concilio de Trento Se llegó a discutir duramente, no sobre
ecuménico como de la Ecclesia coadunaui. 1 reinta Obl.Sp?S napoli-
la sustancia, sino sobre la fórmula uniuersalem. Ecclesiam rcl.?racsen-
tanos habían declarado, por mediación del cardenal Riario Sf.orza,
ians, lo que trató con mucha precisión H. Jedin 20. Cuando mon-
que sería necesario hablar del magisterio d~ctrinal.de la Iglesl~. en
señor Braccio Martelli de Fiésole, en una de las primeras sesiones,
estado disperso, igual que del de la Iglesia reunida eI! concJ1l?:
obtuvo que se designara al concilio como una representación de la
... 1JideTi necessarium esse ut eiuim. agatuT de magtsteno ecclesiae
Iglesia universal y que se incluyera en el Decreto l.a fÓD1;ula. U111-
uevsalem Ecclesiam repraesenums, casi todos los obispos le dieron
iusn dispersae, tU111 in concilium cong:ega~ae 25. y
cu~ndo el relator
de la Comisión de la Fe, Monseñor Zinelli, se V10 obhga~o a. glosar
su conformidad. Los legados del Papa no protestaron la legitimid.~d
en forma que hiciese ley la suprema jurisdicción ecl~~lást¡ca del
de la fórmula, sino su oportunidad. El cardenal del Monte dIJO
concilio ecuménico, empleó la fórmula de represe.ntaCl.on: ~onc~­
que «él mismo no discute, naturalmente, que ésta (la presente Asam-
dinius lubenter et nos in concilio ecumenico stve m eptS~OplS
blea) represente a la Iglesia universal, sino que sea prudente, en
coniunctim cum suo capite sUpYema1n inesse el plenam eCclesws~~­
la presente sesión en que se encuentran presen~es apenas tres do~e­
cam potesiatem in fideles omne.s: uti.que ecclesuie cum SUD capiie
nas de obispos emplear esta fórmula pretenciosa que provocana,
coniunctae optime haec cong1'Utt. J,r;;-ttU1' ep'LscoP~ cnng1'egatl CU111
preci~amente, los ataq~;s e ironía incluso de lo~ .adve~sari~s)) 21. capite in concilio ecmnenieo,. qtW in casu TOT AM E,CCLE5IAM
Se hizo observar también, que el concepto «ecumerncc» incluía ya
REPRAE5ENTANT, aut dispersi, sed cum suo cae~te'T quo casu
la representación' de la Iglesia universal. Casi un tercio de los Pa-
sunt ipsa ecclesia, ve1'e plenam potestetcm. haben: . Y el papa
dres con voto insistieron a fin de que se introdujera la fórmula de
Juan XXIII habla del Concilio Vaticano ~I ~omo de la represen-
representación, en cuanto el concilio contó con. un may?r n~mero
tación del pueblo cristiano: «la grande numone del popolo cris-
de participantes 22. Por diversos motivos no se cejó en pedir la mtro- tiano» 27.
ducción de la fórmula 23. Los legados se precupaban de una manera
Éste es, por lo tanto, el hecho patente que se dest~c~ sobre el
visible de que pudiera volver a despertar el espíritu conciliar de Ba-
fondo lejano de la historia conciliar : el.,conCJ11O ecn.n:emco c~nvo­
silea. Y, sin embargo, nunca osaron ellos mismos opon~rse a. que el
cado por los hombres es la representación del concilio ecumernco
concilio ecuménico pretendiera representar a la Iglesia universal.
convocado por Dios, esté o no designado por una fórmula, y sea
El presidente del Concilio, cardenal del Monte, se d~claró incluso
cual sea esta fórmula. El concilio ecuménico convocado por los hom-
dispuesto a someter al concilio un canon del .siguiente ord~n:
bres representa, ocupa el lugar de la Ecciesia una, sancta, catho-
«Quienquiera que diga que el concilio general, 1egítJmamen~e re;m:do,
lica et abostotica, y refleja por .10 mismo ~as es.~rueturas esenciales
no representa a la Iglesia universal, sea an~tema. No. hubiera
de la Iglesia. Habrá que exammar a cont¡:l~aclO~, detal1~d~mente,
podido obrar de otro modo sin ater:tar a la m~sma ~utondad del
lo que esto significa en lo que atañe al mirnsterio eclesiástico. De
concilio del cual asumía la presidencia'; la negativa a incluir en los
momento hay que afirmar solamente, de una manera totalmente
Decretos de Trento la fórmula de Constanza, sólo se explica por
general, lo q~e s i g u e : . "
el temor del conciliarismo, del que hace tiempo hemos reconocido que
Las IgleSiaS particulares dispersadas por toda la Oileoumene y
constituía un impedimento para convocar un concilio en tiempo opor-
tan distintas entre sí; estas Iglesias que pertenecen a todos los
tuno y que supusiese un estorbo constante para Jos legados en la
paÍse~ y c?ntinentes, razas" lenguas,Y cu1.turas, de ~oda~ las clases
dirección del concilio» 24.
y nacionalidades, de todos los ntos, hturgias, teologias y formas de
En el Primer Concilio Vaticano, se trató, ante todo, del rninis-
25 MANsr. 51. 823. .
19. DENZ, 657 (efr. DENZ, 658). 26. MANSL 52, 1109; monseñor de la Tour d' Auvergne, había propuesto añadir al
20. H. JEDIN, Geschichie des Konztls van Trient, vol. JI: Die aste Tricntcr Tu-
capitulo sobre' la infalibilidad, un capitulo sobre el concilio ecuménico «Ecclcsiam U1!l'
gungsperiode 1545(47 (Freiburg, 1957).
ocrsalcm rcpracscntans» (MANSI, 51, 816). . . . .
21. H. JEDlN, ibid. n, 18.
27. A estudiantes universitarios en Europa del As", JI del Afnca (6 de abril de 1959),
22. H. JEDIN, ibid. n, 19.
en L'Osseroatorc Roma del 8 de abril de 1959, trad. castellana en Anuario Petrus
23. H. JEDlN, ibid. u, 21, 32, n. 222 y sig., 260, 295 Y sig., 334.
(Juan XXIII) 1, 1959, primera parte (Barcelona, ViJamala, 1961) 173.
24. H. JEDI", ibid. u, 295 y SIgo
40 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA UN CONCILIO CONVOCADO POR 1,05 HOl\IBlZES 41

piedad y derecho, hacen presente, por su reunión, la UNIDAD visible y sin embargo, actualmente, en la tradición de la Iglesia no se
e invisible de la Iglesia universal en cuanto acontecimiento particu- llama solamente ariO') al concilium ecuménico convocado por Dios,
lar, concreto: i es la representación de la Ecclesia UNA! sino también al concilium ecuménico convocado por los hombres.
Pero, precisamente porque esta Asamblea está convocada y lla- No obstante, debemos recordar, no sólo que el atributo «santo»
mada de los países y continentes más diversos, de las más diversas fue muy pocas veces aplicado a la Iglesia en los primeros tiempos,
razas, lenguas y culturas, clases y nacionalidades muy diferentes, sino también que desde sus primeras aplicaciones, el sentido no
ritos, liturgias y teologías las más variadas, de formas de piedad fue en absoluto la santidad moral de los miembros, sino la rela-
y derecho los más diversos; precisamente porque esta Asamblea es ción de la Iglesia a Dios (santa en el sentido de celeste) y sobre
un acontecimiento concreto de la unidad de las Iglesias PARTICU- todo al Espíritu Santo (santa en el sentido de espintual); además,
LARES, diferentes, dispares, independientes, con sus propios proble- recordemos que la pregunta inicial del rito bautismal en la Tradi-
mas y dificultades, sus propias necesidades, deseos y exigencias, ción Apostólica no decía simplemente: «¿ Crees en la santa Igle-
eS totalmente evidente que la catolicidad mundial se actualiza en sia ?» sino muy concretamente: «¿ Crees en el Espíritu Santo EN
forma contingente al propio tiempo que el acontecimiento conciliar la santa Iglesia por la resurrección de la carne ?» 29.
de esta unidad, la catolicidad mundial en su pluralismo litúrgico, La Iglesia, compuesta por hombres y pecadores, debe llamarse
teológico, jurídico y cultural: i es la representación de la Ecclesia santa por la presencia del Espíritu Santo.
CATHOLICA! Por tanto, si el concilio ecuménico convocado por los hombres
El concilio ecuménico convocado por los hombres es, por lo tanto. puede representar la santidad del concilio ecuménico convocado por
como una representación de la Ecclesia una et caiholica. Pero, ¿]o Dios, sólo en virtud de este Espíritu santificante vive y actúa
es también de la Ecclesia sancta? Esto va no es tan evidente. La como el Espíritu de Jesucristo en la Iglesia; y de acuerdo con
historia que un concilio ecuménico pudiera a priori tener lugar entre la promesa de Jesús, permanecerá siempre en la Iglesia (¡n. 14,
una asamblea de hombres particularmente santos (es decir, dignos 16 y s.), El os enseñará todas las cosas y os recordará todas las
de ser proclamados santos), por tanto copla un concilium sanciorum, cosas que os dije yo (l4, 26). Pues no hablará de sí mismo, sino
El concilio ecuménico convocado por los hombres es más bien, tam- 10 que oyere eso hablará y os anunciará lo por venir (16, 13 y s.).
bién en ésto, la copia fiel del concilio ecuménico convocado por Dios:
Por lo tanto, el Espíritu Santo, de acuerdo con la promesa de
en ambos casos se trata de una convocación que se dirige a los
Jesús, actúa en la Iglesia y también en el acontecimiento de su re-
HOMBRES. Por consiguiente se trata siempre de un concilium que
presentación particular: en el concilio ecuménico convocado por los
no está exento de lo que es humano, muy humano y pecaminoso.
hombres. En cuanto representación de singular excelencia, es decir
Cuanto existe en la Iglesia de negativas y cansancios, mediocridad
ecuménica, de la Iglesia, el concilio ecuménico convocado por los
y mala voluntad, desviaciones involuntarias y trastornos culpables;
hombres en cuanto representación particular del concilio ecuménico
todo ello puede existir también en el concilio ecuménico convocado
convocado por Dios extrae su singular AUTORIDAD ecuménica. De
por los hombres y existe siempre, como 10 confirma la historia 23.
ahí proviene que puede asarse la aplicación del Y -- totalmente
28. Sobre la estimación de! carácter humano y pecador de la Iglesia compuesta por extraordinario - , que, según los Hechos, 15, 28, se permitió en el
hombres y por pecadores, véase H. KÜNG, Rechtfertigung. Die Lehre Karl Barths und
cine l(atholische Besinnung (Einsiedeln, 1957, 31960) 240-242 (trad. castellana en prepa-
Decreto del concilo apostólico y que iluminó también los ulteriores
ración por Editorial Estela, Barcelona); El concilio y la unión de los cristianos (Santiago concilios ecuménicos y sus decisiones: «El Espíritu Santo y :\OS-
de Chile, Herder, 1962) 20-46; igualmente F. PlLGRAM, Physiologie del' Kirchc (Maguncia, OTROS hemos decidido ... )
1860. 21931); CH. JOURNET, L'Église du Verbe lncarné, 2 vol. (Brujas, 1941. 1951) Cuando, EN EL ESPÍRr'fU SANTO, se reúne el concilio ecuménico
r, XIII y sig.; JI, 395 Y sig.; especialmente JI, 893-934; K. RAH"ER, Die Kirche del'
Sünder (Freiburg, 1948) sobre todo 14 y sig.; Y. CaNGAR, Falsas y verdaderas reformas en
convocado por los hombres, hay representación de la Ecclesia SANC-
la Iglesia (Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1953) 45-95 (cfr. igualmente los auto- TA! ¿ Y de la Ecc1esia apostolica? Habrá que tratar este asunto
res citados por Cangar: E. MERscH, DOM VONIER, K. ADAM, PINARD DE LA BOULLAYE. detalladamente más adelante. Pero antes habrá que examinar una
J. BERNHART, P. COUTURIER, H. RAHNER). H. de LUBAC en: Catolicismo, aspectos sociales cuestión de capital importancia.
del dogma (Barcelona, Estela, 1963) 35 Y sig., y, de una manera notable con ejemplos
muy numerosos, H. URS VON BALTHASAR en: Casta mcrctrix, en Sponsa Verbi. Ensayos
Teológicos II (Madrid, Guadarrama), muestran cuán vigorosamente se atrevían a hablar 29. P. NAUl'lN, fe crois a l'Esprit Saint dans la Suinte Église pour la résurrection de
los Padres del carácter humano y pecador de la Iglesia. la chair, Étude sur l' histoire el la thtologie du symbole (París, t 947).
CAPÍTULO IV

¿Representación auténtica o no auténtica?

Para el concilio ecumenico convocado por los hombres, la repre-


sentación de la Ecclesia una, sancta> caiholica, es no sólo un don
sino un deber, un deber difícil. Los concilios ecuménicos no fueron
siempre tan sólo asambleas periódicas de toda la Iglesia, reunidas
en épocas pacíficas y tranquilas, sin problemas; al contrario, se trató
siempre de asambleas de la Iglesia reunida en tiempos turbulentos
V de amenazas interiores V exteriores. Cuando la conciencia de la
Iglesia se sentía amenazada por las herejías o por empeños que ince-
santemente imponía la historia y que exigían una decisión de toda
la Iglesia, en aquellos momentos sonaba la hora del concilio. En
aquellos tiempos de turbación, tormentas y crisis, resulta impor-
tantísimo saber si la representación de la Ecclesia tma, sancta,
catholica no será «acontecimiento» sino sólo aproximadamente, o
bien absoluto, o sea verdaderamente AUTÉNTICO a los ojos de los
hombres que se encuentran en el interior y en el exterior de esta
Ecclesia.
Eso es válido para el concilio ecuménico convocado por Dios.
A. los hombres que indagan, dudan o se interrogan en lo concreto,
no basta con presentarles a la Iglesia de una manera ABSTRACTA,
con sus estructuras, como una «bandera levantada para las nacio-
nes» l. No basta con presentar de una manera abstracta las «notas»
(notae) de la Iglesia, su unidad, su santidad, su catolicidad y su
apostolicidad , en primer lugar como necesarias para la verdadera Igle-
sia de Cristo y luego como datos en lo tocante a la Iglesia católica de
hoy. De una manera abstracta significa abstracción hecha de cuanto
cubre esta «bandera levantada» en la realidad concreta de la vida en
el interior de la Iglesia o fuera de ella, y oscurece y altera la unidad,
la santidad, la catolicidad y la apostolicidad; abstracción hecha
también de todo cuanto puede, de una manera muy concreta, con-
vertir en NO AUTÉNTICA a la Iglesia, su unidad, su santidad, su cato-
1. Concilium Vaticanum, Const. de fide catholica, cap. 3 DH"', 1794.
44 ESTRUCTVRAS DE l.A IGU¡SIA ¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 45
licidad y su apostolicidad , de tal forma que el que el «obsequio de chos a la Iglesia, pero al propio tiempo DEBERES que hay que cum-
nuestra fe fuera conforme a la razón» 2, según se exige, no se plir en vistas a su finalidad escatológica» 4.
haga concretamente imposible o muy difícil para el hombre con- «Para que el mundo crea», es también necesario que en el con-
creto en una situación concreta. El cardenal Newman ha demos- cilio ecuménico convocado por los hombres, la unidad, la santidad,
trado, de una manera muy clara, que la Iglesia que no es DEI. la catolicidad y la apostolicidad del concilio ecuménico convocado
mundo tiene, debido a estar EN El. mundo un semblante sombrío por Dios se manifiesten y representen AUTÉNTICAMENTE a los ojos
que proviene del mundo, y que este semblante está vuelto hacia de los hombres en el interior y en el exterior de la Iglesia. La
el exterior: «La Iglesia, lejos de encontrarse de hecho y derecho amarga frase de Gregario Nacianzeno, obispo y doctor de la Iglesia,
separada del mundo malo, se encuentra EN El. mundo. La Iglesia que cita Martín Lutero en su obra Von den Konziliis und Kirchen 4b,
es un cuerpo que se compone de miembros que est8.n reunidos debería servirnos, aún hoy en día, de advertencia y admonición:
en el mundo y al propio tiempo comprometidos en un proceso «Para decir la verdad, creo que habría que huir de cualquier con-
de separación progresiva respecto al mundo. El poder del mundo, cilio de los obispos, ya que jamás he comprobado que un concilio
desgraciadamente, se extiende sobre la Iglesia, porque la Iglesia tuviera un final feliz, ni tampoco que pusiera término a los abusos ... ,
vino al mundo para salvar al mundo. Todos los cristianos se siempre he constatado, en cambio, ambición y lucha por los ho-
encuentran en el mundo y pertenecen al mundo, en la medida en nores ... » 5.
que ejerce sobre ellos su imperio el pecado, e incluso los mejores
de entre nosotros no se encuentran exentos de pecado. Ahora bien.
1. ECCLESIA UNA
aunque en la idea que nos hacemos de uno y de otro, en sus prin-
cipios y en sus perspectivas de futuro, la Iglesia sea una cosa dis-
La representación de la Ecclesia UNA no sería auténtica si el
tinta al mundo, la Iglesia, de hecho, pertenece actualmente al
concilio convocado por los hombres fuera sólo una manifestación
mundo y no está separada de él ; ya que la gracia de Dios no tiene
exterior de unidad, quizá magnífica e impresionante, algo así como
influencia, sino en parte, incluso sobre "los hombres religiosos, y lo
un congreso bien organizado de un partido totalitario en el que
mejor que puede decirse de nosotros es que disponemos de dos
los organizadores se proponen a priori reducir al mínimo cualquier
semblantes, uno de luz y otro de sombras, y que este último está
libre iniciativa, mediante diferentes métodos y pequeños procedi-
vuelto hacia el exterior. De esta manera somos unos para otros un
mientos de plan y de acción, y en el que el asentimiento ciego v
poco del mundo, aunque no seamos del mundo» 3
entusiasta hacia las directrices de los jefes es el signo ele su 'fid~­
«Que el mundo crea» (In. 17, 21) depende por entero de la Edad. La representación de la Ecclesia wnll es AUTÉNTICA, cuando
AUTENTICIDAD con la que, en conformidad con la orden del Señor,
la unidad en el seno del concilio ecuménico es una verdadera
presentará la Iglesia su unidad, su santidad, su catolicidad y su unidad interior de la fe y del amor; o sea, una unidad en el
apostolicidad. Auténtica no significa sin sombra, lo cual es imposi- Espíritu Santo, fuente de unidad, la cual se realiza en la unani
ble en una Iglesia de hombres y de hombres pecadores, pero sí con midad de la libre decisión de todos, de tal forma que por el con-
una luz tan brillante y tan fuerte, que la oscuridad parezca secun- cilio se expresa la verdadera tradición de la Iglesia universal, el
daria y accesoria; por tanto, no como la propia naturaleza, sino sensus Ecclesiae, y que se otorgue a la Iglesia la paz en la libertad
como el semblante oscuro del ser luminoso de la Iglesia durante el y no querellas y división. '
tiempo de esta peregrinación. «Unidad, santidad, catolicidad y apos- La unidad de la Iglesia no es un poder natural; es el error na-
tolicidad son los rasgos esenciales y definitivos de la Iglesia, y los turalista de reducirla a las cosas exteriores (lengua y derecho ecle-
cuatro sólo se realizan imperfectamente en la tierra. Son dones he- siásticos, administración, etc.) 6. La unidad de la Iglesia es, en
4. J. L. WITTE, Die Kctlrolizttat , cn : Crcgorianum 47 (1961) 235.
2. tu« Dan, 1790. 4b . lit LUTERO, Van den Konziliis und Kirchen, WA 50, 604.
3. J. H.
NEWMAN, Parochial and Plain Sermons VII, 3, 35/40, citado por NEWMAN-
5. GREGaRIO DE NACIANZO, Ep. 130 ad Procopium; PG 37, 225.
KARRER, Die Kirche (Einsiedeln 1946) 1I, 319. El texto original se encuentra' en Sclection 6. Sobre la problemática reciente de la unidad de la Iglesia, véase H. VOl.K, Einhcit
adaptad lo ihe scasons of the ecelesiastical year [rom the Parochial and Plain Sermon5 ~Jls theologisches Probiem, cn : Miinc/u.ner theologische Zeitschrüt 12 (\ 96\) 1-\3, particu-
of [ohn Henrv Nctoman (Londres 21882) 397. tar mcnte 11-13: del mismo autor : Die El11hezl del' Kirrhe un die Spallzmg del' Chris-
46 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 47
primer lugar, un poder ESPIRITUAL: «La unidad del ESPÍRITU me- los hombres consiste en representar no sólo la unidad exterior,
diante ese lazo que es la paz. Sólo hay un cuerpo y un espíritu, sino la más íntima unidad espiritual, unidad de la Iglesia en el Es-
como h,1.Y sólo una esperanza al final de la llamada que habéis ~e­ píritu, y representarla de una manera auténtica. En el concilio debe
cibido ; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo DlOS expresarse el consensus Ecclesiae, es decir, el acuerdo de la Iglesia
y Padre de todos, que está por encima de todos, por todos y en universal en la percepción, inteligencia y expresión de los proble-
todos» (Ej. 4, 3-6). O bien la unidad de la Iglesia según san Pablo, mas. Este acuerdo sobre la percepción, inteligencia y expresión de
tal como la describió ampliamente Heinrich Schlier: ((Esta uni~a~ los problemas, en el concilio ecuménico convocado por los hombres,
es el resultado y, por tanto, también el reflejo de la unidad umh- se expresa por la UNIDAD y la CONCORDIA más estrecha posible 9
cante de Dios en Jesucristo por el Espíritu Santo. Descansa en el en las decisiones conciliares. El concilio ecuménico no es un parla-
ser y la voluntad salvífica de Dios. Pero se desarrolla gracias a mento democrático, en el cual se trata sólo de encontrar una mayoría
los medios y a los dones de salvación que Dios pone en obra en numérica cualquiera (quizá obtenida tras grandes esfuerzos) en
Jesucristo por el Espíritu Santo y que también fluyen de la unidad favor o en contra de una decisión. El concilio ecuménico es más
esencial; gracias a la única palabra y al sacramento, principio de bien la representación de la Iglesia y de su unidad, que sólo se
unidad; gracias al único ministerio que conserva y favorece la expresa auténticamente en la unanimidad de las decisiones obradas
unidad, al único carisma que la vivifica y nutre. De esta forma por el Espíritu. No es en la «fracción» mayor, sino en la unidad
la unidad de la Iglesia se revela como una unidad concreta e de todos donde descubre el Espíritu Santo su presencia.
histórica y no sólo ideal, actual V no s610 futura, constituida y no La Iglesia primitiva era muy consciente de la importancia de
sólo por establecer, unidad del único pueblo de Dios que es el único la unanimidad en las decisiones conciliares. En las Actas de los
cuerpo de Cristo y el templo del Espíritu Santo. Se la percibe y sínodos, no existe nota alguna que se repita más a menudo y con
conserva en la experiencia de la fe y de su confesión, de la esperan- más insistencia que la unanimidad. Siempre se indica que [as de-
za y del amor, 10 último pero no lo mínimo de la humildad. Con- cisiones fueron tomadas por todos los asistentes: omnesuno censen-
siderando la experiencia que se hace 'de ella, es una unidad de su, de consensu. communi, quid decreuimus -comrnun: consiuo, de
corazón» 7. communi conlaiione, uniuersi iudiccoimus 10. No se trata de una
Es importante que la unión espiritual interior en la Iglesia fórmula vacía de sentido; la frecuencia de S1.1 testimonio postula la
se manifieste también exteriormente; una manifestación de esta realidad de lo que expresa. «Ya que ésto es la verdadera doctrina,
clase no es una alienación. «Pero la tendencia legítima a hacer tal como la transmitieron los Padres y es el signo de los verdaderos
sensible Japropia unidad interior, fundada sobrenaturalmente, no doctores: que todos se pongan de acuerdo y no disientan ni entre
debe conducir a otorgar a la expresión exterior y natural de la uni- ellos ni con los Padres» ",
dad de la Iglesia la misma importancia que a sus principios espi- Desde luego que, por desgracia, no siempre sucedió así. La
rituales. Sería confundir el signo de unidad con el principio de uni- historia de los sínodos da fe de diversos intentos por parte de las
dad. Cabe el peligro de cierto naturalismo si se duda de la fuer- autoridades seculares o de uno de los partidos enfrentados, para
za unificadora de Jos principios espirituales y se exige la mayor obtener por la fuerza una decisión, apoyándose en medios políticos
cantidad posible de signos de unidad, como si la unidad de la o sospechosos. Una unanimidad forzada de esta clase no es, para
Iglesia dependiera de ello. Puede que, en este aspecto, sea necesario los Padres, una verdadera unanimidad, y dichos sínodos no son au-
un examen para evitar considerar y dar como principio de unida'! ténticos sínodos. Por este motivo la carta sinodal dirigida por
lo que sólo es una manifestación sujeta a variaciones» 8.
La tarea, difícil y noble, del concilio ecuménico convocado po. 9. Decimos «la mayor.. posible», puesto que de otro modo, un concilio se encon-
rraría, o bien condenado a no tomar ninguna decisión, como la Dieta polaca de antaño)
o bien esta unanimidad forzada de los «parlamentos» totalitarios podría macar la unidad
tcnhei: (Munster i. W., 1961); los dos artículos (en alemán) [u eran reproducidos en expresada en una libertad responsable y haría que el concilio fuera menos auténtico
una recopilación de Vol k titulada Gott alles in allem (Maguncia, 1961). que nunca.
7. H. SCHLIER, Die Einhei: da Kirche nach dcm Apostel Paulus , en: M. ROESLE, \0. M. GOEMANS, Het algemecn concilie in de oierde eeuto (Nimcga-Utrech) 23,
O. Cm.LMANN, Begengnung der Christen (Stuttgart-Frandurt a. M., 1959) 1\2 Y sigo \57-158. 181, 238. En griego encontramos expresiones como las siguientes: áp.oi,OFT'I,
8. H. VOLK, Die Einheit da Kirchr un d die Spaltung der Christenheit (Münster -rlÓOVOstV, op.oepluvdv, crU\lcpW'.IEtV; ~ ÜU\lepw')[a; ~ GÚVOOO~ óp.0CPW'IOÜOCC xo~v~ rVÚ)l'-r¡-
i. W, 1961) 25. ) 1. ATANASIO. Epistola de decretis Nicaenac synodi 4; PG. 25, 429.
¿REPRESE~nACJÓN AUTÉNTICA O NO? 49
48 ESTRUCTURAS DE lA IGlESJA
católica cuando afirma: «La ley conciliar no es la de la mayoría
Atanasio al sínodo de Alejandría del año 338, rechaza el sínodo sino la de la unanimidad. Naturalmente, en los concilios se vota
que tuvo lugar en Tiro el año 335: ((y ¿ qué fue entonces este porque no se ha encontrado otro medio para expresar el pensamien-
sínodo de obispos? ¿ Se trataba de una asamblea que se apoyaba to, exactamente igual que no se ha encontrado otro medio para saber
en la verdad?¿ No nos eran hostiles la mayoría?.. ¿ Cómo quisie- los conocimientos de un alumno sino examinándolo. Pero el voto,
ron celebrar un sínodo contra nosotros semejantes hombres? Y so- en un concilio, es sólo un medio para desembocar en la unanimidad,
bre todo, ¿ cómo se atrevieron a llamar sínodo a eso; presidiendo logrando, a través de una mayoría, hacer que resalte el verdadero
un oficial civil, estando presente un observador y acompañándonos, PENSAMIENTO y líNEA DE CONDUCTA de la Iglesia en función de tal,
en lugar de los diáconos de la Iglesia, un secretario? Éste se puso que quizá algunos no reconocen todavía, pero que, resaltada y declara-
a hablar, los presentes se callaron, o mejor dicho hicieron coro al da por lo que es, se convertirá en ley para todos. De esta manera
oficial civi}» lib. A veces, por el contrario, queda salvaguardado el El CONCIlIO NO ES LA SUMA DE LOS VOTOS PARTICUlARES SINO I.A
derecho a una libre expresión: (e. •• St~perest ut de hac ipsa 're sin- TOTALIDAD DE LA CONCIENCIA DE LA IGLESIA QUE HA ENCONTRADO
gtdi quid seniuimus profeT'a111US nemineni iudicantes aut a iure SU EXPRESIÓN. Su ideal es, igual que en los primeros tiempos, el in
communicatumis aliouem. si áiuerswm senseiit amouemes» 12. Por lo unurn conuenire (S. Cipriano, episi, 55, 6, 1), la comunión. Cuando
tanto se exige un acuerdo, pero un acuerdo resultado de una discu- los obispos firman las decisiones, Consensi et subscnpsi, no quieren
sión libre. ((Sea esto dicho para manifestar la fe sobre la cual todos decir tanto: «he consentido», como: «formo parte del consensus,
estamos de acuerdo y no sin examen ciertamente, sino después de ingreso en la unanimidad» 16.
haber intercambiado nuestras opiniones sobre el particular» 13. La unanimidad en el seno de un concilio se obtiene rara vez
Sin duda, Constantino expresa su criterio sobre el propio con- sin dificultad. La mayoría de las veces debe conquistarse tras fuer-
cilio de Nicea cuando escribe que, en la decisión unánime del con- te lucha, por medio de múltiples discusiones y conversaciones, tras
cilio, actúa el juicio de Dios, el Espíritu Santo: «Trescientos obis- serias deliberaciones y convenios provocados a menudo antes del con-
pos o más, admirables por su sabiduría e inteligencia, afirmaron cilio, durante el concilio o incluso después -del concilio. La razón
una sola y misma fe, que sólo ella concuerda con la verdad perfecta no es sólo que, en un concilio que reúne a los hombres, lo humano
de la ley divina ... Recibamos por tanto el juicio que expresa el Pan- y lo demasiado humano quoi copita tot sensus puede hacer difícil
tocrator... Efectivamente, lo que han considerado saludable tres- el con-sensus Ecclesiae. En el concilio convocado por los hombres,
cientos obispos no difiere del juicio de Dios, precisamente porque igual que en el convocado por Dios, más allá de los caracteres, las
el Espíritu Santo mora en la razón de hombres tan eminentes y conductas y las actividades, juegan los antagonismos de las escuelas
manifiesta la voluntad de Dios. Por esta razón, nadie dude ... )) 14 teológicas, de las tradiciones nacionales y de Jos ministerios ecle-
Es lo mismo que expresan las aclamaciones al uso en los antiguos siásticos persiguiendo intereses divergentes. En la ya larga histo-
concilios, según los testimonios de que se dispone, limitados para ria de los concilios, cuántos dissensus teológicos, filosóficos, geográ-
Éfeso, pero abundantes para Calcedonia y los ulteriores concilios 15. ficos, culturales, políticos, psicológicos entre alejandrinos y antio-
El padre Y. Congal' prosigue la antigua tradición de la Iglesia quenas, orientales y occidentales, entre Roma y Bizancio, entre
pontificios e imperiales, curialistas y obispos, italianos y alemanes,
entre dominicos y franciscanos, tomistas y escotistas, galicanos y
1lb. ATAN.llJO, contra Arianos 8; PG. 25, 261-264.
í 2. C¡PRIANO, epucoporum de haercticis baptiznndis, CSEL llJ/J, 435-436.
ultramontanos ... Sólo el universal y constante sentire IN Ecclesiosn
13. EUSEBIO, Epistola ad Cacsancnses 8; PG. 20, 1541. (así redacta san Ignacio de Loyola la célebre frase, más profunda y
14. SÓCHATES, Hist. Ecc!. J, 9; PG 67, 85. más justa que sentire CUM Ecclesia) , que no es compatible ni con
15. P. TH. CAMELOT, Los Concilios ecuménicos de los siglo.' IV y V, en: El concilio
y los concilios (Madrid, Paulillas, 1962) 93, n. 88: "Esta presencia, esta inspiración del 16. Y. CO"iGAR, Les conciles dans la vie de l'Église, en Injormauons catholiqucs in-
Espíritu Santo en el concilio se manifiesta en las aclamaciones ruidosas y repetidas" con ternauonalcs de 15 d, febrero de 1959, 20, incluido en Sainte Eglise (París, Cerf, 1963),
las que los obispos proclaman su fe, aclamando a Celestino, Cirilo o León, Teodosio o 311. trad. castellana. Santa Iglesia (Barcelona, Estela, en prensa); sobre el significado
Marciano; aparecen como una manifestación del Espíritu que está en ellos. Cuanto más de lo unanimidad en los concilios antenicenos, cfr. H. MAROT, Concilios antenicenos y
fuertes y unánimes son estos gritos) más se cree en la presencia y en la acción del concilios ecuménicos, en: El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 41 Y sig.;
Santo." Cfr. TH. KLAUSER, Art. AI(klamation, en: Reatiexieon túr Antil(e und P. Th. CAMELOT, Los concilios ecuménicos de los siglos IV y V, loco cit., 71 y sig.;
Christrntum (Stuttgart, 1950) 1, 216·233, sobre todo 225-227; Y. CaNGAR, Conclusión, H. S. ALIVISATOS, Los concilios ecuménicos V, VI, VII )' Vlll, loe, ci~., 143 Y sig,
en: El umcilio )' los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 335 Y sigo
4
50 ESTRUCTlJRAS DE LA IGI,ESIA
¿ REPlZESENTACIÓN AVrÉNTICA O NO? 51
un sentire CONTRA Ecclesiam que niega a la Iglesia, ni con un
sentiré SUPRA Ecclesiam; de un absolutismo totalitario, conduce Pío IV afirmó, tratando cuestiones dogmáticas importantes: « sólo
cada vez, contra toda resistencia, al unánime con-sensus Ecclesiae. desea definir lo que se decida con el consentimiento unánime de
La unanimidad del con-sensus Ecclesia« no siempre se alcanzó los Padres». Durante el primer Concilio Vaticano, numerosos obis-
con toda la perfección, la pureza y - por lo tanto - la autenticidad pos (entre los cuales se hallaba el competente historiador de los
deseables. Naturalmente, teniendo en cuenta el asnecto humano del concilios, Hefele, de Tubinga) citaron esta disposición y protes-
concilio, nadie alcanzará la unanimidad matemática de votos. Ya en taron enérgicamente contra una enmienda del reglamento que sólo
~l primer concilio ecuménico, dos obispos negaron su firma. Pero exigía una simple mayoría 19. Consideraban tan importante este
incluso la conformidad moral apetecida fuera a menudo regateada por punto que declararon que en el caso de no concederse, «su conciencia
camarillas caprichosas y revoltosas en las cuales grupos disidentes se sentiría ~nonadada por un insoportable peso, y que deberían temer
causaron un grave perjuicio a la unanimidad e hicieron nacer de esta que se pusiera en tela de juicio el carácter del concilio y su minada
m~nera el peligro de cisma. «En una comunidad se llega a descu- autoridad, como si ello hiciese echar de menos la libertad». Y cosa
bnr la verdad a través del diálogo de dos interlocutores, mediante significativa, el asunto no se decidió hasta la interrupción' pre-
un torneo intelectual. Como dondequiera que las personas luchan matura del concilio. No puede ahora tratarse de atacar la Ievitimi-
mutuamente por la verdad, también en los concilios se paga tributo dad de las decisiones vaticanas. Ya que el acuerdo moral, que en
a ~o humano, y a lo demasiadamente humano: 10 primero lo quiere caso necesario puede obtenerse por medio de la abstención y por el
D1OS, 10 segundo únicamente 10 permite. Se podrá pensar lo que se consentimiento ulterior 20, aunque tardíamente, se obtuvo finalmen-
quiera sobre los métodos de Cirilo en Éfeso o sobre los de Inocen- te sobre la cuestión de la infalibilidad 21.
cia IV en el segundo (¿ primero r) concilio de Lyon, pero no por . ~ero de la misma manera que nn juicio sereno y objetivo puede
eso habrá que poner en tela de juicio la legitimidad de los resultados dificilmente aprobar todos los métodos de Cirilo en el Concilio de
Éreso, de la misma manera un juicio sereno y objetivo puede apro-
de ambos concilios. El tributo de humanidad que pagan los conci-
lios es el tributo que debe satisfacer la- Iglesia visible por su visi- bar difícilmente todos los métodos de los infalibilistas contra la
bilidad en medio de los hombres» J7. mino~ía (limitación del derecho de presentación al Papa, minoría
excluida totalmente de la Comisión de la Fe, exceso anormal de
No se minimizarán los peligros, señalados aquí, que amenazan a
la representación italiana 22, parcialidad ah-avente de Pío IX con-
la unanimidad. Por esta razón, no sólo en los concilios primitivos
sino en los sínodos generales de la Edad Media) se hizo un esfuer- gación general de 1a~; cuatro naciones y si el artículo era aceptado en forma universal, se
zo para obtener la unanimidad en el acuerdo moral de los votos. sometería a la siguiente sesión del concilio con el fin de aprobarlo.»
En el concilio ecuménico de Constanza, a fin de imposibilitar la 19. BUTLER-LANG, Das Vatikanische Konzil (Munich, 31933) 200 v Slg.
formación de una mayoría italiana, no sólo se votó por naciones en 20. No hay que decir por tanto que las decisiones del concilio sól~ se hicieron obli-
g~t?rias gr3ci~s a esta adhesión ulterior, ya que los propios obispos que la otorgaron, lo
lugar de votar particularmente, sino que se exigió además la con- hicieron precIsamente porque ya tenían estas decisiones como obligatorias. Hay que decir
formidad de las naciones 18. En cuanto al Concilio de Trento , que los votantes tienen el deber moral de adherirse celosamente a que se realice. a ser
posible, esta unanimidad moral. .
21. R. AUBERT Le pontificat de Pie IX, vol. 21 de l'Histoire de l'Église de FUCHE
17. H. JEDIN, Breve historia de los concilios (Barcelona, Herder, 1963) 171. y MARTrN (París, 1952) 36J: «Incluso si el procedimiento seguido en el concilio hubiese
18. C. J. VaN HUELE, Conciliengeschichtc (Freiburg i. Br. 2, 1874) VII, 83; "El mISmo sido, il~g,:d:. ~~mo algll1:o,s. creían, ~~b~a que recon~cer, por lo menos, que la afirmación
día, 17 de febrero, se planteó otra cuestión de la misma importancia, a saber, si se va. de la infalibilidad pontificia se ratificó en la prop¡a Roma por una notable fracción del
taria por individuo o por nación. Los prelados y doctores italianos representaban aproxi epISCopado y que añadiendo las adhesiones individuales que se sucedieron luego, se iba
rnadamente la mitad de los votos: a fin de hacer desaparecer esta ventaja se adoptó la rápidamente hacia la unanimidad moral."
votación por nación, a pesar del deseo del Papa y de la disciplina practicada hasta 22.. R. AUBERT, Le pontificat de Pie IX, ibid., pág. 324: «A pesar de la indiscutible
entonces. Todos los miembros de la Asamblea se repartieron en cuatro naciones: italianos ccumenicidad de la Asamblea, el lugar ocupado por Jos italianos consrituía una anomalía
alemanes, incluyendo los polacos, franceses e ingleses. Se escogía un determinado númer~ que se planteó, a menudo. Era el resultado de circunstancias históricas que habían rnulti-
de diputados para cada nación, clérigos o laicos, con procuradores y notarios. A la cabeza plicado las Diócesis en la Italia meridional y central y proporcionado a los italianos un
de los diputados de cada nación se colocó a un presidente renovable todos los meses lugar preponderante en la Cuna. No sólo formaban el 40 % del episcopado europeo, sino
Las naciones debían reunirse por separado a fin de examinar las cuestiones sometidas al que los dos temas de los consultores y todos los secretarios eran italianos; así y como
concilio y comunicarse mutuamente sus decisiones a fin de disipar las eventuales dificul, todo, los presldent~s de, coml:lOnes. Sobre las. 48 personas que debían desempeñar algím
tades. Una vez se hubieran puesto de acuerdo sobre un punto, se reuniría una congre. cargo en el concilio, solo cinco eran extranjeros. Consciente de este inconveniente el
Papa había designado al sabio canonista e historiador austriaco Fcssler como secretario
52 ESTRUCTURAS m: LA ICLESJA ¿ REPRESENTACIÓN AVrÉNTlCA o NO í 53
trastando con su imparciabilidad afirmada al principio 23, etcétera), también el peligro del cisma. En el primer Concilio Vaticano, pudo
El acuerdo moral se comprende que no es una norma PRECISA circunscribirse el lamentable cisma que resultó del hecho de la in-
(igual que, por ejemplo, la certitudo moraiis, concepto sin el ~ual falibilidad, gracias al sentido eclesial de los obispos de la minoría.
no existiría la teología moral); es decir, que se pueda determinar Podríamos plantear la cuestión de si ese cisma no hubiera podido
y utilizar de una manera MATEl\t~TICA y que sea POSITIVA. En todo evitarse por medio de unos procedimientos menos partidistas y un
caso no es posible afirmar que el acuerdo moral cese ante un deter- poco más comprensivos y unánimes. ((... la unanimidad debe lograr-
minado número de votos negativos. No obstante, existirá ahí, por se tarde o temprano. De no lograrse, sería señal de que el concilio
lo menos, un criterio NEGATIVO de la mayor importancia. No se no representaba plenamente a la Iglesia ecuménica. La unidad, la
podrá afirmar, es cierto (por lo menos dado el actual estado de la comunión, se atribuyen siempre al Espíritu Santo (cfr. ya a san
constitución de la Iglesia), que la oposición de una minoría (quizá Pablo u cs-, 13, 13: la Koinonia). Para comprender la profunda
relativamente elevada) pueda poner en tela de juicio la fuerza JU- naturaleza de los concilios, es indispensable contar con el Espíritu
RÍDICA de las decisiones conciliares. Pero con esta consideración Santo como Personaje decisivo. Los propios concilios se proclaman
jurídica y marginal no se resuelve totalmente la cuestión. Se hace siempre «reunidos en el Espíritu Santo», presididos invisiblemente
necesario, efectivamente, responder a la siguiente pregunta: ¿ Qué por Cristo (a Veces se ha representado esta presencia por medio de
deberes MORALES tienen los Padres sobre esta materia? Y por una imagen de Cristo o, mejor todavía, por medio de las Sagradas
eso es importante el acuerdo moral. Este principio permite en Escrituras abiertas sobre el altar). Se ha invocado incansablemente
todo caso afirmar que, en un caso determinado, no se puede hablar, el texto de san Mateo (18, 20) prometiendo la presencia del Señor
desde luego, con entero conocimiento, de un acuerdo 24. Eso puede en la Iglesia en la unanimidad de la reunión fraterna» 26. Debe
ser, según las circunstancias, de una importancia decisiva. Se trata, volverse siempre a convertir en realidad 10 que ha expresado el
no obstante, de que el concilio llegue también a expresar AUTÉN- primer testimonio cristiano sobre los concilios de la Iglesia: «... ipsa
TICAMENTE la unidad y la unanimidad de la Iglesia. No es este el repraesenuuio iotius nominis chrisiiani 1nagna veneraiione celebra-
caso cuando la mayoría numérica anexiona, contra su expresa vo- tur, Et hoc üuam. dignum fide ausbicante - congregari undique ad
luntad, una minoría existente de Iglesias particulares (lo que es Christum ! Vide quam bonwm et quam iucundum habitare [ratrcs
totalmente distinto a una secta herética o cismática que de hecho es- in umum i» 27.
taba excomulgada antes del concilio y de todas maneras debe ser
excluida), y de este hecho pone en tela de juicio el auténtico con-
sensus Ecclesiae. En un caso como este se decretaría que, según 2. ECCLESIA CATHOLICA
la reola de Pío IV empleada a menudo con éxito en Trente, la ma-
yoría'" renunciaría, para bien de la unidad y de la unaminidad .de la La Ecclesia CAl'HOUCA no estaría AUTÉNTICAMENTE representada
Iglesia, a forzar a la minoría 25. Sólo de esta manera puede evitarse en el concilio ecuménico convocado por los hombres, si no pudieran
decir una palabra todas las Iglesias particulares con su historia
del concilio y al cardenal de Reisach como primer presidente. Desgraciadamente este y sus tradiciones, con sus problemas y sus necesidades, sus críticas
último falleció pocos días después de la apertura del concilio y todas las presidencias las
ejercieron desde entonces igualmente los italianos.,,» y sus deseos, sus desiderata y exigencias, o si una determinada
23. Véase BUTLER-LANG, Das Vatikanische Konzil (Munich, 31933) 391-395.
24. He aquí un ejemplo banal: Ka es posible determinar de una manera matemá- miembros y por la importancia de las Diócesis que representaban: prácticamente la to-
tica y de una forma totalmente positiva, a partIr de qué cabello que cae de la cabeza talidad de Austria-Hungrío, cuya influencia continuaba siendo notable en Roma, una
se produce o no la calvicie. Pero en todo caso es posible hacerlo ~egat1vamente cuando, gran parte del episcopado francés, las sedes importantes de Alemania, varios arzobispados
en un caso determinado, ya no es posible hablar de una cabellera, SIDO que debe hablarse importantes de América )' de Italia y tres patriarcas orientales. En estas condiciones ¿no
de una calvicie. se podía esperar que Pío IX seguiría el ejemplo de Pío IV, quien había dodo instrucciones
25. R. AUBERT habla de la «minoría» que, durante el primer concilio Vaticano se a sus legados a Trento con el fin de retirar los proposiciones que plantearan cuestiones
pronunció primeramente contra una discusión conciliar sobre la infalibilidad y por el cnojosas?» (Le pontificat de Pie IX. París, 1952, pág. 332 Y sig.).
mantenimiento del statu qua: «Los cinco documentos recogieron 136 Ílrmas. y los que 26. Y. CaNGAR, Les conciles dans la vie de I'Église, en: Injormations catholiques
animaban la oposición se dieron por muy satisfechos con este resultado. EVIdentemente intcrnationalcs de 15 de febrero de 1959, 21, incluido en Sainte Église (París. Cerf. 1963)
se trataba de una minoria, sobre lo cual no cabían dudas, pero que representaba el 20 % 311-312, trad. castellana, Santa Iglesia (Barcelona, Estela, en prensa).
del concilio y se imponía a la atención por la notoriedad científica dc varios de sus 27. TERTULIANO, De paenitentia, 13 6-7; CC 11, 1272.
54 ES'l'RUCTURAS DE I,A IGLESIA
¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 55
Iglesia particular quisiera imponer a las otras a cualquier precio, No obstante, la variedad católica no es sólo un DON DE DIOS,
de una manera totalitaria, la tradición, la piedad, la teología, el sino, al propio tiempo y precisamente por ello, un DEBER PARA LA
derecho propios a ella. La Ecclesia catholica está AUTENTICAMENTE
IGLESIA. No basta con no descuidar o incluso con no ahogar esta
representada cuando, POR UNA PARTE, todas las Iglesias particula-
variedad católica ( ya sea por medios ilegítimos o incluso por medios
res pueden integrar lo que les es propio en cuanto a la decisión de
legítimos), debe más bien (por todos los medios legítimos) conser-
la universalidad conciliar y cuando la unidad del concilio y de sus
varse, protegerse o, mejor dicho, debe por todos los medios FAVO-
decisiones incluye de una manera útil la variedad de las opiniones
RECERSE Y DESARROLLARSE en el interior de la unidad católica. «Por lo
individuales en una koinonia auténticamente bíblica. Ésta no con-
tanto, esta pluralidad no es sólo una condición previa que luego la
siste sencillamente en la alineación centralizadora de todos los indi-
unidad colmará y hará cesar, sino algo que DEBE permanecer y, debe
viduos sobre un centro visible administrativo, sino ante todo en la
buscarse. y esto, teniendo en cnenta que la Iglesia no. es solo la
communui fraterna DE I,OS UNOS EN LOS OTROS en el Espíritu del
reunión de numerosos miembros, numéricamente distintos. Los
Señor glorificado a causa de la Iglesia. Cuando POR OTRA PARTE, el miembros deben ser cualitativamente diferentes, y, naturalmente,
concilio piensa en todos y en cada uno, no sólo en quienes se hallan
no sólo por caracteres propios sin consecuencia para la co:nunidad,
representados en el concilio, sino también en qu.i~nes, por culpa de sino por caracteres que tengan una importancia en la IgleSIa y para
la Ecclesia catholica, no toman parte en el concilio, a pesar de que la Iglesia. La Iglesia no debe estar constituida únicamente 1?or una
se trate, quizá, incluso de cristianos bautizados. . . numerosa cantidad de miembros, sino por miembros cuaJ¡tatlvam~n­
La variedad en la Iglesia no es un mal fatal. El mismo DIOS te diferentes. Esta variedad no es sólo ficticia y provisional, S1110
no es una unidad monolítica, sino la Trinidad viviente. Además, que DEBE existir; por tanto es algo que hay q:Ie conservar y pro-
quiso crear no A UNA SOLA CRIATURA, sino una maravillosa variedad mover. Este pluralismo legítimo que debe existir (y por tanto q.ue
de criaturas que se encuentran contenidas en Crist? (Col. 1, 16 y so). debe realizarse) no puede actualmente ser sólo válido para los 111-
En orden a su realización en la plenitud de los tleu:pos, de reca:pl-
tu1ar en Cristo todas las cosas (Ej. 1,'10). Por medio de la Igles.la,
lica liturgias orientales con sus lenguas propIas, nos rcctractamos concretando que no
la multiforme sabiduría de Dios (Ej. 3, 10). Para que sea DIOS hemos querido hablar, desde luego, más que del" con)unt~ de:? Iglesia latina, Pero
todo en todas las cosas (I Cor. 15, 28). En la Iglesia hay UN SOLO precisamente esta manera tan natural de hablar de toda la IgleSIa , sin tener en cuenta
Espíritu, pero muchos dones; UNA SOLA palab~a de Dios, pero la diversidad que existe efectivamente en 18 verdadera Ig]es,i~ universal, indica ,c!Jramente
muchas lenguas; UN SOLO cuerpo, pero muchos 1?lembros; UN SO~O que nos falta el sentido de los horizontes propiamente católicos y. que. csponrancaruente,
olvidarnos que la Iglesia universal debe ser capaz de contener la diversidad y las variadas
pueblo de Dios, pero muchas naciones. L~ variedad en la Iglesia riquezas de todos los pueblos, para que estos pueblos puedan encontrarse en esta. IgleslJ,
es un don de Dios. Ecclesia ciTCumdata¡Jarletate (cfr. Sal. 44, ~O) : verdaderamente en su casa... Si a todos los cristianos que durante SIglos han Ido por
desde la Edad Media, se entienden de una manera muy superficial su propio camino, que han modelado su forma parricular de culto y de práctica religiosa,
que han proporcionado una formulación de la Verdad religIOsa que corre:ponde al U111-
estas palabras de la varietas de las vir~udes,. d.e. los sacrar;tento;s, verso espiritual en el cual vivían, queremos imponerles ahora ;1Uestro catolicismo OCCIdental
de los grados de la jerarquía. La I?lesla prrmrtiva e"?tendJa mas tal como lo hemos formado hasta las melodías del canto lirúrpico, el InCIenSO, la forma
profundamente esta palabra de la variedad de las IgleSias, pueblos, y el color de las vestiduras litúrgicas l etc... ~ como si se tratara de las únicas f?rmas
Titos, lenguas particulares 28. legítimas del catolicismo, les cerramos el camino que conduce a la verdadera Iglesia de
Cristo fuera de la cual no existe salvación. Quizá lograremos convertir al catolicismo a
algun~s individuos. pero deberemos renunciar a volver a traer hacia la Unidad, a las
28. W. DE VRIES, Wegbereitung zur Einheit der Christen aus ostkirchlichcr Sic;'t comunidades separadas, Deberíamos preguntarnos más pronto qué es esencia,! para la
{Recklinghausen, 1961) 5-7: «Por paradójico que pueda parecer, el mayor obsrácul? sobre Unidad de la Iglesia, cuáles son los puntos sobre los cuales de~en estar necesariamente de
el camino de la reunión es iustarncntc la unificación llevada hasta el extremo en ia Iglc acuerdo quienes dicen pertenecer a la IgleSIa de Cristo, y que es lo accesorto v adorno
sia católica occidental; o mejor dicho, menos esta unificación en sí. misma - puede ser no csencial.» Sobre la catolicidad de la IgleSIa, efe H. l1l' LVBAc, Catolicismo, aspectos so-
válida para la Iglesia en un medio cultural uniforme - que 110 .el Ideal que nos hemos claies del dogma (Barcelona, Estela, 1963) 36-40, 204-219; Y. DE MO'ITCHE~IL, Aspectos
hecho de la unidad a partir de una situación dada: la del cat?hClSmO oCC1dent~l. Pe?:a. de la Iglesia (Madrid, Fax, 1957) 69-81; Y. CaNGAR, Ensayos sobre el nustcrto de la
mas, efectivamcnre , demasiado a menudo, con trasponer este Ideal a lo IgleSIa católica Igíesia (Barcelona, Estela, 1961) 111-120; H. FRIES, Aspektc. der Ktrchc /¡eute, en:
del mundo entero. Por ejemplo: nos hacernos un ideal válido para el conjunto, de la Ktrche und Überlieterung, ed. por J. Betz y H. Fnes (Friburgo-Basilea-Viena, 1960)
Iglesia, de una misma forma de misa, cantada en lo posible ~on las mismas melodías del 228-310, especialmente 299-301: j. L. WITTE,. Die Katholiziidt der Kirche. Eme, neuc
mismo canto llano. O bien se habla, como cosa sabida, del latín como de la lengua de la l ntcrprctation nach alter Tradiuon, en: Greyorianum 42 (1961) 193-241 (en l~s. pag 194
Iglesia católica. Y si se opone la objcción de que sin embargo existen en la Iglesia cató- v sigo encontrará el lector una bibliografía completa \' reciente sobre la catolicidad),
56 ESTRUCTURAS DE I,A IGl,ESIA ¿ REPRESENTACIÓ¡'¡ AUTAK'l'ICA O :\0) 57
dividuos de la Iglesia, sino que vale también, sin duda, para uniones ortodoxa de Oriente y la cristiandad evangélica de Occidente, con
más importantes, para Iglesias locales, provinciales, nacionales, todos sus numerosos valores cristianos de fe, de piedad, de teolo-
tanto más cuanto éstas tienen como tales una «vocación» a la luz gía, etc., no puede considerarse pura y simplemente como ilegítima
del Evangelio» 29. (como por otra parte puede juzgársela siempre, debido a las defi-
Hoy en día, en este momento histórico, la formulación de una ciencias doctrinales o institucionales de ese cristianismo) ; por con-
auténtica catolicidad se ha hecho particularmente urgente. siguiente, sería obra, no sólo de una política eclesiástica insensata,
1. El despertar nacional de los pueblos de Asia y de África, sino también de una teología falsa, querer exigir, por un retorno a
y el fracaso ~ recalcado con alegría por muchos no cristianos- la unidad de los cristianos ortodoxos y evangélicos, un abandono de
de la misión cristiana en China, en la India y en el Japón, así como cuanto tiene de cristianismo válido y que, en gran parte, proviene
también en parte en África entre los musulmanes 30, hace creer en de un profundo conocimiento de las Escrituras y de la antigua
la imposibilidad de que estos pueblos se conviertan jamás a la uni- Tradición, y querer pretender que la Iglesia católica no estaría
dad de una Iglesia occidental y latina, de dirección centralizada; abierta a un enriquecimiento de esta clase 32.
incluso la civilización occidental que se prepara y que en ningún d1ay que reconocer ahora lo que significa la' manifestación de
caso será una cultura occidental romano-latina, no borrará pura y la catolicidad en el mundo actual v tener el valor de la metanoui
simplemente las particularidades raciales, culturales, religiosas, sino y de la comprensión de lo que toda'vía falta. Con respecto al objeto
que en parte las acentuará todavía más (la mayor aproximación de la catolicidad (la Iglesia y la humanidad como comunidad con-
de las culturas exige la toma de conciencia de las diferencias, y, creta de hombres), he aquí cuál parece ser el imperativo del
hasta el momento, no ha conducido a la unidad de la lengua mun- momento: 1. La Iglesia debe manifestarse como la Iglesia verda-
0

dial, cosa significativa) 31, deramente universal, que incluye misteriosamente otras «Iglesias:
2. Desencadenada por la división de las Iglesias y desarrollada cristianas y se abre ampliamente a todos los hombres; no debe pa-
en el transcurso de varios siglos, la formación de una cristiandad recer exclusiva y cerrada en un ghetto, 2. o La Iglesia debe manifes-
autónoma, fuera de la Iglesia católica organizada, en la cristiandad tarse como la Iglesia que respeta todas 1as lenguas, tradiciones V
experiencias espirituales marcadas siempre por un carácter propio,
según la diversidad de los pueblos. Este es el objeto propio de la ca-
29. K. RAII"ER Y J. RATZINGER, Episl(opat ulld Primat . Quaestiones dtsputatac 11
(Friburgo-Basi]ea-Viena, 1961), 97 Y sig., trad. castellana Episcopado y Primado (Barcelona,
tolicidad a que aspira la Iglesia, que no es una Iglesia de (calmas»
Hcr der, en. prensa). sino una Iglesia de hombres concretos compuestos de cuerpo v
30. Podemos encontrar este regocijo, por ejemplo en el artículo de la Gran Enciclo- alma» 33. -
pedia Soviética (1958) sobre las Misiones. No hay que dejarse impresionar por el número La labor noble v difícil del concilio ecuménico convocado por
de convertidos, ya que comparados al de no bautizados es irrisorio, sino que debe leerse los hombres consiste en representar la verdadera catolicidad del
serenamente Jo que escribe el indio K. M. PANIKK,'R en su conocido libro: Asien und die
Herrschaii des WesteiJs (Zurich, 1955). "Tanto en Europa como en América, los provee- concilio ecuménico convocado por Dios, que es Jo. Iglesia (que sin
dores de fondos se iban dando cuenta lentamente de que el rendimiento de las misiones embargo cede un lugar a la multiplicidad, tanto en el interior como
era claramente insuficiente. No pudieron dejar de aceptar que el ataque a las religiones en el exterior) y representarla auténticamente. La propia denomi-
orientales no había aportado nada» (pág. 402). «Por una ironía de! destino, fue en
China, donde las condiciones parecían más favorables y donde los esfuerzos se multipli- 32. W. DE VRIES cuenta un ejemplo concreto: "Es cuestión de preguntarse si la re-
caron, donde el fracaso fue más estrepitoso. En la India existe la Iglesia como ha exis- vuelta de una gran parte de los pueblos germánicos contra Roma no fue motivada en
[ido desde la época de Cristo, pero los misioneros se ocupan casi exclusivamente de la parte por la unidad demasiado estricta que se les imfuso en materia Inúrgica. De todas
enseñanza y la higiene. En cualquier otra parte, en el Japón, Siam , Birmania, el resurgir maneras, al separarse de Roma, adoptaron formas ]¡turglcas proplas, urilizando la lengua
de los nacionalisn1os v el renacimiento de las religiones orientales les ha privado práctica- del pueblo. Si hay que allanar el camino para logr~r la reunión colectiva de estas comuni-
mente de cualquier oportunidad» (pág. 406). Cfr. al respecto, H. KÜNG, Tlzeologisclze dades separadas ¿se podrá hacer caso omiso, sencillamente, de todo eso? Si se cons.dera que
Neuol'ie¡¡tierztngen in der Weltmisston, en: Pnestcr und Mission (Aquisgrán, 1960), 111-130. 18 diversidad en las cosas litúrgicas tiene su fundamento en el carácter proplO de los
3l. H. VOLK, Die Einheit der Klrchc und die Spaltung de" Christenheit (Muns- diferentes pueblos, y si se saca de ello todas las conclusiones, hay que esperar a ver
ter i. W., 1961) 10. "La fuerza de arrastre del testimonio de la Iglesia puede sernos un día reconocido y aprobado cuanto se ha desarrollado en esos pueblos, de conformidad
hoy indiferente, tanto más cuanto no es excesiva. A despecho de éxitos importantes en con su indiosincrasia, incluso si este desarrollo se ha realizado fuera de la Iglesia católica.»
algunos países de misión, a despecho de! trabajo y los sacrificios de los misioneros, el (op. cit., pág. 12 Y sig.).
número de los católicos mundiales ha aumentado, desde el 1880 a 1958, sólo alrc- 33. J. 1. WlTTE, Die Kaiholizuat, Einc ncue lnterpretation nacli alter Trtulition ,
dedal' de un 0,14 %.Jl en: Gre."Ol'lnlZim 42 (1961) 239.
¿ REPRESEl\'TACIÓ:';' AUTl~NTICA O NO? 59
58 ESTRUCTURAS DE tA IGLESIA

de Egipto, de Libia, del Ponto y de Capadocia; las de nuestros


nacion de concilio ecuménico revela la ambición y la labor de un alrededores y las Iglesias de Oriente, excepto un reducido número
concilio de esta clase, que consiste en manifestar auténticamente que eran arrianas ... Toda la Oikowmene persiste en la fe apostóli-
la «ecumenicidad» de la Iglesia católica. «Ecuménica» (= que se ca» 37. El papa Liberio hace observar también: Cm1'/. consiiierii
refiere a la tierra habitada, al globo terrestre) y «católica. (uni-
omnes in expositum fidei quae inter tantos episcopos apud Nicaecm
versal, universalmente extendida o universalmente válida) están praesente sanciae memorice patre t.uo confirmata est, universos con-
por su sentido original y su uso cristiano, estrechamente entron~ sensisse 38.
cadas. En particular, concilio «ecuménico» e Iglesia «católicas se
A buen seguro, este reconocimiento de los concilios ecuménicos
corresponden perfectamente durante el primer milenio. En este
por las Iglesias particulares no debe entenderse como una especie
contexto, ecuménico significa: «que pertenece a la Iglesia consi-
de referendum a posteriori, recayendo sobre las decisiones concilia-
derada como un todo o que la representa», por donde, igualmente
res. Además, el carácter obligatorio de las decisiones conciliares no
«que es válida para la Iglesia universal» 34. '
puede entenderse como dependiente de im'e del asentimiento de
Desde el primer Concilio ecuménico de Nicea, el reconocimiento
de un concilio, por las Iglesias particulares de la Ecclesia catholica, todo el pueblo fiel, y por tanto no se puede negar a los concilios ecuo
tenía suma importancia. El campeón de Nicea, Atanasia, no cesó ménicos el derecho a tomar decisiones que obliguen en materia de
junto con otros, en oponer 34b este hecho de la catolicidad a los ad: fe, como 10 ha afirmado la doctrina sobornost que se remonta a A1e-
versarías: «A ésta (la fe de Nicea) toda la Oikoumene le ha otorgado xiei Khomiakov (t 1860) y está representada por muchos teólozos
su conformidad, y ahora, cuando tienen lugar numerosos sínodos, eslavos (en particular por Sergiei Bulgakov t
1944) 39. b

todos, los de Dalrnacia, de Dardania, de Macedonia, de1 Epiro, de Por otro lado se hace difícil negar que, en particular en los con-
Grecia, de Creta y de otras islas ... de todo Egipto y de Libia y la cilios ecuménicos del primer milenio, reconocidos por todas las con,
mayoría de las de Arabia, 10 recuerdan V confiesan» 35. «Ésta (la fesiones cristianas, 10 cual era decisivo para la ecumenicidad de]
fe de Nicea) fue reconocida y proclamada sin adornos) por todas concilio, no se trataba de facto de un acto jurídico determinado (de
partes a través de toda la Iglesia» 36. ,«Sabe, por tanto, oh Augusto quien convocaba o aprobaba), sino del reconocimiento general (sólo
amado de Dios, que esto está anunciado desde toda la eternidad, por una parte mucho más tardía) por la Iglesia universal. Así dice
que los Padres que se han reunido en Nicea han confesado precisa- H. Jedin: «Hasta fines del primer milenario no es la intención ni
mente esta fe y que todas las Iglesias desparramadas por el mundo la voluntad de reunir tal concilio) expresada por el convocante la
entero le han prestado su conformidad; las Iglesias de España, de que determina el carácter de ecumenicidad de un concilio. Tam-
Bretaña, de las Galias, las Iglesias de toda Italia, de Da1macia, poco el reconocimiento de las decisiones por el Papa en aquel perío-
de Dacia, de Misia, de Macedonia, de Grecia entera y de África, de do tuvo desde un principio el carácter de aprobación forma], como
Cerdeña, de Chipre, de Creta, de Panfilia, de Licia, de Isauria, 10 tuvo claramente en los concilios ecuménicos posteriores. Preci-
samente el reconocimiento de estos veinte concilios como ecumé-
34. Sobre el sentido complejo de la palabra "ecuménico» y «católico», véase W 0\. nicos no remonta a un acto legislativo pontificio que los abarque
VISSER'T HOOFT, The Meaning of Ecumcnical (Londres, 1953); -le! mis.no autor, Art. a todos, S1110 que se ha ido afirmando en la ciencia y en la prácti-
«ol(umeni,ch»), en: RGG IV, 1569 Y sigo (Tübingen, 1960); E. KINr'U, De1 Ccbvauch
des Eegriffs «okumenisch im alteren Luthertum , en: Kerygma und Dogma 1, (1955)
ca eclesiásticas» 40. Y H. E. Feine: «Se invitó oficialmente) ante
180·207; E. FASCHER, Okumeni,ch un d I(at;'oli,c;', Zur Geschichie zweier, hcute "id
gebrauchter Eegriffe. en: Theologische Literatursatung 85 (1960) 7·20; J. L. WITTE, 37. ATANASIO, Ep. ad [ouianum lm pcrutorcm, 2· PG. 26. 816 Y slg
Die Kath olieitdt der Kirchc , en: Gregorianum 42 (1961) 224·225; H. VAN DER L1NDE. 38. LIBERIO, Ep ad Constantium lmperatorcm 6: PL. 8, 1354.
Wat is oecumenisch? Een onderzoclt naar de betekenis van der aroorden oecumene en 39. Cfr. p. JOHANNES CHRYSOSTOMUS, Das ol(umenische Konzll und die Orthodoxle, en:
oecumenisch (Roermond-Maaseik , 1961). Una Sancta 14 (1959) 177-1~6; ,P. Lrsxovrc, JI Concilio ecumenico nel pensiero teologico
34b. Este es ya el caso de los concilios antenicenos: «Un primer punto sobre el deglt Ortodossi, en: La Ciuilta Cauolica 111 (1960) 140·152: B. SCHULTZE, Die Glau-
que insisten nuestros textos, es el gran número de obispos presentes a estos concilios. bcnsuielt del' orthodoxen Kirche (Salzburgo, 1961) 149·153.
Puede decirse que, para toda la tradición, antenicénica, un concilio posee tanta mayor 40. H: JEDIN, Breve hi.storia de los concilios (Barcelona, Herder, 1963) 10·11. Para
autoridad cuanto más numerosos han sido sus participantes." H. MAROT, Concilios ante- los conClbos. antcrucenos, vease H. MAROT, Concilios antentccnos y concilios ecuménicos,
nicenos y concilios ecuménicos, en: El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 60. en: El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 62: «De esta unanimidad en el
35. ATANASIO, Ep, contra Arianos, ad honoratissimos in Africa episcopos 1: pG. 26, seno de un concilio, o de varios concilios entre si en lo concerniente a la celebración
1029. fácilmente se pasa a la adhesión dada por el r~sto de los obispos de una región y hasta
36. ATANAsIa, Ep, ad Iouianum lm peratorem, 1: pG. 26, 816, por toda la cristiandad. Hay entre las dos nociones como una cierta suavidad, y así se
60 tSTRUCTURAS DE tA IGtESIA ¿ REPRESE~TACIÓN AU'\'tNTICA O 1\0? 61

todo, a los metropolitanos que trajeron consigo a la mayor parte ecumemcos, no pudieron mantenerse a este nivel. Es el caso del sí-
de los votantes que pudieron. Todos los obispos 'J sus represen- nodo imperial de Sárdica, Éíeso II (449), del segundo sínodo HJ
tantes tuvieron derecho a voto 'J, asimismo, el derecho a firmar Trullo, así como también los sínodos generales de Occidente en
las conclusiones; de todas maneras, la presencia de los Patriar- Arlés el año 314 'J en Roma el 341.
cas o de sus representantes tuvieron derecho a voto 'J también de- No obstante, los siete primeros concilios ecuménicos obtuvieron,
recho a firmar las conclusiones; no obstante, la presencia de los por lo menos con el tiempo, haciendo abstracción de algunos grupos
Patriarcas o de sus representantes era indispensable"; su voz pesaba heréticos, el reconocimiento de toda la Ecclesia catholica, de toda
en forma decisiva. El obispo de Roma se hizo representar regular- la Oikoumene cristiana de Oriente v de Occidente 43. La ecumenici-
mente por legados, pero sólo en el Concilio de Calcedonia, el año 451 dad de estos concilios del primer milenio, resplandece de esta forma
(León el Grande), pudieron asumir un papel director; no obstante, hasta nuestros días con una autenticidad ininterrumpida. Desgra-
se negaron entonces a firmar las Actas, debido a la oposición al ciadamente no puede decirse otro tanto de ninguno de los concilios
célebre canon 28. La antigüedad desconoce confirmaciones pontifi- ecuménicos del segundo milenio. Los concilios de la Edad Media,
cias de las decisiones conciliares. La confirmación imperial les al menos por una parte, ni se organizaron ni se desarrollaron como
prestaba fuerza de ley para todo el Imperio y, para su ejecución, ecuménicos (por ejemplo, los sínodos de Letrán de 1123,1139,1179).
contaba con el apoyo del brazo secular. Sin embargo, la aceptación Hoy en día, se les señala nuevamente como sínodos generales pon-
o denegación ulteriores, por la conciencia universal de la Iglesia, tificios, a fin de distinguirlos de los concilios ecuménicos de la an-
decidía sobre la ecumenicidad eclesiástica» 41. tigüedad. Los adjetivos generaLis y uni-uersalis fueron aplicados a
Concilios, que al ser convocados no se consideraron como ecumé- los sínodos, repetidamente, durante la Edad Media 44, En todo caso,
nicos, pudieron serlo posteriormente. Así sucedió con el segundo los concilios ecuménicos del segundo milenio sólo fueron recono-
concilio ecuménico (Constantinopla, 381) al que le fue aplicado por cidos como tales por la Iglesia de Occidente. Las uniones de
vez primera el adjetivo ecuménico, y que no había sido convocado Lyon (1274) y Florencia (1439 ó 1442) son episodios sin resonancia.
como ecuménico. Transcurrió, sin participación alguna por parte Durante la época moderna, después de la Reforma, esta situación
del Papa, como un sínodo general de Oriente, y en la Iglesia occi- se agravó todavía en forma inquietante. Los dos concilios ecumé-
dental sólo contó entre los concilios ecuménicos a partir de Gre- nicos de la época moderna (Trente y Vaticano 1) no fueron recono-
gario I, es decir, a partir del sínodo de Letrán del año 649. Igual- cidos por todos, incluso en el interior de la cristiandad occidental.
mente, el quinto concilio ecuménico (Constantinopla, 553), que Jus- Por lo tanto 110S encontramos hoy ante el siguiente lamentable es-
tiniano convocó contra la voluntad del papa Vigilia, sólo fue reco-
nocido en Occidente a partir del siglo VII. El imperio franco dudó 43. L:Is dificultades que surgen en 18 explicación del proceso de aceptación 110 deben
descstimarsc. H. ¡WIN, en su Breve historia de los concilios (Barcelona, Herder, 1963),
igualmente en reconocer el séptimo concilio ecuménico, etc. Por
afirma: «Aunque no existe todavía ninguna investigación científica detallada de cómo
lo tanto, con motivo el P. Th. Camelot dice refiriéndose al se- llegaron a ser recibidos por lo Iglesia tales concilios.. .» (pág. 11). Sobre este particular,
gundo concilio ecuménico: «Es una especie de CONSENSUS de la E. 5C1-]1,1:-;rK hace observar atinadamcnte : «Con independencia de esto, el problema de 18
Iglesia que reconoció, post [aciwm, este carácter a un concilio que aceptación es, en generai, uno de los problemas históricos, metódicos y canónicos más
no era ecuménico, ni en la intención ni de hecho» 42. Los cánones difíciles. Si se echa una ojeada al conjunto de la historia conciliar, se constata que 13
aceptación ha sufrido tantos cambios como el concilio. Ya que la aceptación es una no-
de los más reducidos sínodos de Oriente, como los de Ancira el ción correlativa a la de la autoridad conciliar. Es cierto que en los concilios ecuménicos
año 314, Neocesárea (Ponto) hacia el 320, Antioquía (¿ 329?), Gan- di.: la antigua Iglesia, la noción de aceptación en el Derecho imperial, no coincidía COD
I

gres (Paflagonia) el año 342 y Laodicea (Frigia) hacia el 350, ei cumplimiento de hecho de la aceptación de la Iglesia, y que por eso se produjeron profun-
vieron reconocida progresivamente su importancia por Occidente. das modificaciones en las decisiones canónicas imperiales, modificaciones que los emperadores
aportaron al ratificar o proclamar las decisiones sinodales. En el Derecho imperial, los
Pero, también a la inversa, concilios que se convocaron como Decretos del concilio eran válidos para todas las IgJesias en virtud de este acto del Em-
perador. Pero de hecho, la mayoría de estos Decretos no penetraron en la vida de la
plantea el problema de la aprobación, por Jo menos implícita, de las decisiones de un Iglesia y hubieron de ser modificados después y reemplazados por Decretos conciliares
concilio por las demás crisric ndades o ciertas sedes más importanres.» ulteriores» 61\umcnische Konzilien einst und hcuie , en: De!" 1{ommende Christus una
41. H. E. PEINE, Kirchliche Rcchisgeschichte (Wcimar, 1950) 1, 94. die l\irchlichen Traditlonen (Cottingen, 1961) 247 Y sigo
42. P. Th. CA;IELOT, Los concilios ecuménicos en los siglos iv y v, en: El concilio 44. Cfr. Y. CaNGAR, Conclusión, en: El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas,
y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 101. 1962) 366.
62 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 63
tado de hecho: el Concilio Vaticano 1I, anunciado como ecumernco, larga, larga hasta hacerse intolerable. Pero lo que hoy se Impone
será secundado a penas por la mitad de la Oikou.mene cristiana. La es ponerla en camino. Gracias al gesto indicativo, mediante el cual
otra mitad dice que la ecumenicidad de este concilio será sólo pre- Juan XXIII ha ORIENTADO el Concilio Vaticano II hacia el retorno
tendida: la mitad de la Oikoumene no es la Oihowmene. En realidad a la Unidad, no sólo ha despertado grandes esperanzas, sino que
este concilio no es ecuménico, sino un concilio católico-romano. Así, ha acrecentado en gran manera la autenticidad ecuménica de este
incluso en el interior del movimiento ecuménico protestante, se ha concilio. Sin embargo, es preciso que este concilio proporcione una
evitado de intento la palabra «católico», prefiriendo a ella la de «ecu- contribución decisiva a la maduración de la autenticidad ecuménica,
ménico» a fin de no despertar ninguna asociación de ideas con la intentando suplir, en el óptimo sentido del vocablo, la Oikoumene,
Iglesia católica-romana, y ésto, aunque en sí «católico» (entendido no representándola POR COMPLETO, hacer valer en el concilio y satis-
sólo de una manera estática sino dinámica, no sólo como un dato tran- facer los justos y saludables deseos, tanto prácticos corno teológicos
quilizador, sino como una labor astringente) coincide con el sentido de la Oikoumene COMPLE'l'A, en una renovación en el interior de la
actual de la palabra «ecuménico» (que expresa la conciencia de la catolicidad que realizará en forma progresiva los justificados deseos
unidad de la cristiandad y el deseo que se siente). de los ortod.oxos, de los evangélicos, de los anglicanos e, incluso,
Por más que tengan que decir de la ecumenicidad y la catolicidad de las Igleslas libres.
internas de estos concilios católico-romanos de la época moderna La autenticidad ecuménica del concilio convocado por los hom-
- esta cuestión encuentra prácticamente su solución en la misma bres depende, por tanto, del desarrollo de la catolicidad de la Iglesia
respuesta dada al problema, más amplio, de la única verdadera Igle- representada en el concilio. La Iglesia católica, que incluye la ca-
sia y de las relaciones entre cristianos católicos y no católicos- tolicidad en su mismo nombre, nada perderá con el desarrollo de
los católicos deberán mirar con toda seriedad esta triste realidad. la catolicidad. Antes al contrario, la Iglesia católica no adquirirá
Por más que se diga de la ecumenicidad interna de estos concilios una verdadera autenticidad sino tomando conciencia clara de las
católico-romanos, y por muy fundadas que sean las razones para objeciones que se alzan contra ella, tornándolas sin objeto V sin
sostener de derecho sus pretensiones ecuménicas, esta ecumenicidad influencia y absorbiéndolas en una catolicidad renovada y' des-
no es, por lo menos entre la cristiandad, aceptada GENERALMENTE arrollada 45.
como AUTÉNTICA. La otra mitad de la cristiandad la desaprueba. Igualmente, las Iglesias orientales ya unidas a la Iglesia cató-
Por auténtica ecumenicidad no se entiende sólo la posibilidad ob- lica, ponen a prueba en un concilio el deseo de la Iglesia católica
jeti va (autenticidad in se ei de iure) de reconocer a la Iglesia ca- por desarrollar su catolicidad y fortificar su autenticidad ecuméni-
tólica como a la verdadera Iglesia de Cristo y su pretensión objeti- ca. ¿ Se escuchará a esas Iglesias orientales y se las tomará más
vamente justificada de la ecurnenicidad, la suya y la del concilio. en serio que durante el Concilio Vaticano Primero? ¿ Como una
Lo que está aquí en el candelero es la autenticidad concreta de jacto. forma plenamente legítima de catolicidad, O BIEN sólo como una
Ahora bien, ésta no está conseguida hasta que la ecumenicidad forma marginal (¿ provisionalmente?) tolerada, como un apéndice
del concilio católico no es objeto de la fe de todos los cristianos y de la Iglesia latina «propiamente hablando»? 40 ¿ Corno Iglesias
no puede incluso decirse que pudiera existir culpabilidad por des- 45. CEr. Y. DE MONrcHEUIL, Aspectos de la IgleJ!a (Madrid; Fax, 1957) 70. «Al
conocer esta ecumenicidad. Pero precisamente esta ecumenicidad, llamarse católica la IgleSIa proclama que no acepta su situación de hecho como definitixa,
de hecho, tiene la mayor importancia para los hombres que no pero que se esfuerza por cambiarla, y que todos sus miembros tienen el deber de trabajar a
tenecen a nuestra Iglesia, y un concilio debe tender a ella con todas una con ella en tal sentido. Decir que la Iglesia es católica vale tanto como decir que
sus fuerzas. es universal por .SU'propIa escncra ; que la vida que. encierra )' de la que es portadora
tiende a una difusión asumsrno universal ; que fue fundada para la humanidad entera,
En esta situación, esta ecumenicidad de hecho, total y autén- )' que por consiguiente, en tanto no coincida con ella. redoblará su empeño para superar
tica, del concilio no puede manifestarse mediante argumentos teó- lo hasta ahora realizado y para ganar lo aún no coriseguido.»
ricos, sino que sólo puede serlo por el retorno a la Unidad de los 46. PATRIARCA MÁXIMOS IV DE ANTlOQUÍA, Dcr katllOlische Orient und die christliche
cristianos separados. Sólo podrá obtenerse en caso de que un con- Einhclt. Ursere Ben:fullg als Werkzeng der Einig~ng, en: Una Sancta 16 (1961) 3:
"Para muchos eclesiásticos menos simplistas, la Iglesia oriental católica o como se deno-
cilio futuro vuelva a convertirse en la representación de esta Oikou- min~ más a menudo «los ritos orientales» sólo representan una concesión por parte de
mene TOTAL v vuelva a encontrar de esta manera el asentimiento la Santa Sede romana en favor de la fuerza de unas tradiciones ascentrales entre los
de toda la O~koU1nene. Antes de conseguirlo, la espera puede ser orientales, una condescendencia, un privilegio, una excepción. No pudiendo convertir a
64 ESTRUCTUF.\S DE Ij, IGtESIA
¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 65
miembros de la única Iglesia, con los mismos derechos y su propio
que nunca se produjo hasta ah.or.a, en este ya .cercano final del s~­
estatuto disfrutando de una relativa autonomía (con teologías, li-
cundo milenio? Uno de los mmistros más eminentes de la Iglesia
turgias,' espiritualidades, formas de piedad y constituciones ~ife­
~atólica el patriarca Melquita de Antioquía, Máximos IV Saigh,
rentes), O BIEN sólo como formas rituales (ritos) extrañas y piezas
afirma; «Debemos convencernos de que el cristianismo no podrá
de Museo arcaicas? 47 ¿ Como los representantes importantes (y a
jamás satisfacer su misión ~n el mundo si.n0 es, no sólo de
menudo desagradablemente desconocidos por ambas. parte~). de sus
derecho sino de hecho, católico ; es decir, universal. Si para ser
Iglesias hermanas orientales, separadas de la Iglesia católica (P?r
católico debe renunciar a su liturgia, a su jerarquía, a su pa-
su culpa), o BIEN sólo como una «quin~a columna» de la Iglesia
trística, a su himnografía, a su arte, a su lengua, a su cultura,
católica camuflada mediante «ritos» onentales en el seno de la
a su patrimonio espiritual por entero, para ad?ptar el rito, el p~n­
Iglesia' Oriental? 48 ¿ Sal'uis privilegiis omnib:"s et iu~ibus eoruni
sarniento filosófico y teológico, la poesía religiosa, la lengua litúr-
(como se prometió solemnemente a los Patriarcas onentales con
gica, la cultura y la espiritualidad de un determinado gru1?o, aun-
motivo de la Unión de Florencia) 49 un modelo para un retorno fu-
que fuese el mejor, la Iglesia no es ya el gran don de DlOS a la
turo a la Unidad (incluso con los cristianos evangélicos), O BIEN
humanidad entera, sino una facción, por numerosa que sea, una
sólo los depositarios de una latinidad cuyo juego dominaría toda
la catolicidad ? 50. institución humana ligada a los intereses de un grupo. No es ya
la verdadera Iglesia de Cristo. Resistiendo por tanto a la corn~nte
¿ Logrará un futuro co?cilio representar, me~iante, pa.1abras y
actos, a la Ecclesia catholica, de una manera mas autentica de 10 de latinización de nuestras instituciones, no defendemos mezquinos
intereses de sacristía o de tradicionalismo caduco; tenemos con-
ciencia de defender los intereses vitales de la Iglesia apostólica, de
jos orientales en totalmente "católicos") es decir, en latinos, se tolera con bastante des-
treza (jue sean católicos sin dejar de ser orientales; o sea, en católicos de segundo orden.»
permanecer fieles a una misión, una vocación que no podemos tra~­
47. PATRiARCA MÁxBlOs IV, ap. cit. 6: "Los fautores del uniatisrno sólo respetaron cionar sin renevar de nosotros mismos y S111 desfigurar el mensaje
a Oriente sus ritos; han intentado arrebatarle ro mejor que poseía, para ~resentarle o de Cristo ante ~uestros hermanos» 51. Y 10 gue ya decía antes Má-
imponerle lo que poseía Occidente, quizá no tan bueno. El Occidente ,catohco, en. su ximos IV, no es sólo válido para los cristianos orientales: «Habría
conjunto. no se ha dado bastante cuenta de que Oriente contaba, además de sus ntos
que empezar por convertir el Occidente latino .al catolicismo, a la
litúrgicos, con otras riquezas espirituales) artísticas, teológicas e institucionales gU,e debían
salvaguardarse en beneflcio de toda la Iglesia. Además, ha trabajado para destruir cuanto universalidad del mensaje de Cristo... La uniformidad no puede
no s~ le parecía, y hay que confesar que ha tenido bastante ~xito entre la, mayor parte conciliarse con la universalidad católica» 52.
de las comunidades orientales católicas; fuera de sus rrtos ltturglcos (i Y aun 1) nada se
parece más a Occidente que este Oriente unido. Ahora bie~,., este modelo de unión.
!lO sirve como es fácil comprenderlo para facilitar nuestra rmsion.»
48. Cfr. MÁXIMOS IV, op, cit., 5 JI. Was totr in den Augen unserer orthodoxen 3. ECCLE8IA SANCTA
Briidcr des Ostcns darstellen.
49. J. GILL, The Council 01 Florencc (Cambridge, ¡959) 414-415. La Ecclesia SANCTA NO estaría A1JTÉNTICAMENTE representada si,
50. PATRIARCA )VIÁXIMOS IV, op. ca., 9: "Con el mismo empeño que ha trabajado
la Iglesia romana a fin de conservar los "ritos orientales'.', sus funcionarios y sus. repr:-
en el concilio ecuménico convocado por los hombres, intereses par-
sentantes se han encarnizado para vaciar nuestras Iglesias orientales de su patnmomo tidistas V una diplomacia eclesiástica suplantaban lo que es propia-
propio, de sus instituciones canónicas, de su organización. tra~icional, para darle, una mente espiritual; si unos intereses políticos tuvieran primacía
configuración latina. Para citar sólo el ejemplo de la codificación del Derecho Canónico sobre la Revelación, los derechos humanos sobre el Evangelio de
oriental, realizado cn Roma, debemos hacer constar con pena, que a pesar de un aparato
crítico irnpresionanr- y de una term.inología inspirada en l~s. fu:;1tcs or~e~tales, a r.esar,
Jesucristo, el mantenimiento del statu qua y una .política oportu,-
también, de una labor muy meritoria, el fondo de la codificación connnua desgraCl~da­ nista sobre la renovación de la Iglesia, La Ecclesia sancta estará
mente muy latinizante. Esto no siempre ha sido culpa de los técnicos que han intervenido, AUTÉNTICAMENTE representada, si el concilio cumple la voluntad del
sino del espíritu que reina en el ambiente donde se ha realizado. Para este ambiente, Padre one está en los cielos, si escucha a Jesucristo hablando a la
el ideal supremo consiste en un acercamiento, lo más estrecho posible,. con el Derecbo
de la Iglesia latina, tanto en su forma como en su fondo. Las msntucroncs pr~plas de Iglesia "a través de las Sagradas Escrituras, si se abre al Espíritu
Oriente, como por ejemplo la institución Patriarcal, se toleran como una e,xeepoon ~ se
reducen a sus más estrictos límites; ésto si no se las pnva de sentido de¡andolas practl- 51. PATRIARCA MÁXIMOS IV, op. cit., 10.
camcnte neutralizadas por el efecto de una centralización administrativa exagerada.» 52. Citado por W. DE VRIES, Wegbereitung zur Einheit del' Christen aus osilcirchlicner
Si,h! (Rccklinghausen, 1961) 6.
ESTEUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 67
66

Santo que sopla donde quiere, incluso fuera de un ministerio de- El Espíritu Santo no es un espíritu cualquiera, encerrado ,en la
terminado. Iglesia e identificado en cierto modo a ella y del que pueda dl,SJ?O-
ner; no, sopla donde quiere (¡n. 3, 8). Pero tampoco es un espJrl~u
El capítulo precedente nos ha enseñado que no se puede com-
del mundo, «absoluto», que flota en libe.rtad y desarrolla su propl,a
prender la santidad del concilio ecuménico convocado por los hom-
dialéctica; no, es e! «Espíritu de Jesucnsto)). (Flp. 1, 19): El Espí-
bres, más que partiendo del Espíritu Santo. La IGLE~IA no es s.a~ta
ritu Santo no anuncia nada nuevo a la Iglesia ; le anuncia la pala-
gracias a la moralidad de hombres pecadores, santidad adquirida
bra de Cristo: «Mas cuando viniera Él, el Espíritu de verdad os
de sí y por sí misma. Es santa porque está LLAMADA en el Espíritu
guiará en el camino de Ja verdad integral, pues ,no, ha b1ará de .sí
de Jesucristo a la comunión de Dios. Sus santos -- y TOD~S sus
mismo sino lo que oyere, eso hablará, y os anunciara lo por v~11lr.
miembros deben ser santos - no se han hecho santos ellos mlSm?s.
Él me' glorificará, porque recibirá de 10 mío 1. os 10 anunciará.
Se les LLAMA santos: xA.r¡l:Qt aTlOl (Rom. 1, 7; 1 COl'. 1, 2). Debido
Todo cuanto tiene el Padre, mío es; por eso dije que recibe de lo
a que Cristo la llama en Iglesia, la reúne y la mantiene en el Espí-
mío y os lo anunciará» (¡n. 16, 13-15). «Él.. os enseñará todas las
ritu Santo esta comunidad reunida es «santa» y permanece «santa» ;
cosas y os recordará todas las cosas que os dije yoi (¡n. 14, 26). Le
esta Iglesia que vive en conflicto con el mundo, perseguida por él,
recordará el Evangelio de Jesucristo. El Espíritu de verdad q,ue
sirviéndole, no obstante, con el anuncio del Evangelio y las obras
Cristo envía cerca del Padre dará testimonio de Cristo a la Iglesia,
de caridad; el pueblo santo de Dios, separado del mundo, coloca~o
a fin de que la Iglesia dé también testimonio de Cristo (¡n. 15,
aparte, distinguido, el pueblo de la herencia, pa~a. quien anuncra
26 Y s.). En tanto que ella es el concilium reunido en el Espíritu
las maravillas de quien le ha llamado desde las tinieblas a su ad-
Santo, la Iglesia rinde testimonio de Cristo y de su Evangelio por
mirable luz (I Pe. 2, 9), el templo que habita el Espíritu Santo medio de la palabra .v del ejemplo; haciendo esto es y se reconoce
(I C01'. 3, 16 y s.; Ef. 2, 21 y s.). La Iglesia santa, por. t~~to, como SANTA.
debido a la obra del santificador que no cesa de crear y de vivificar La labor noble v difícil del concilio ecuménico convocado por
a la Iglesia, la mantiene ~ ilumina, la ~uía y sa.ntifica; la Iglesia, los hombres consiste" en representar la santidad del concilio ecumé-
como concilium oecumemC1,¡,m convocado por DlOS. «En cuanto él
nico convocado por Dios, que es la Iglesia, santidad que desca~sa
nosotros, debemos dar siempre gracias a Dios acerca de vosotros, en el Espíritu de Jesucristo, y representarla de una manera auten-
hermanos amados del Señor, por cuanto os escogió Dios como tica. Lo que se dice y decide en el concilio ecuménico convocado
primicias para la salud mediante la santificación del Espíritu y por los hombres debe, según testimonio de los Hechos de los Após-
la re en la verdad para lo cual os llamó también por medio de nues- toles sobre el concilio apostólico, expresar el deseo, no sólo de los
tro Evangelio a fin de que fueseis adquisición gloriosa del Señor Padres reunidos sino también y en primer lugar, del Espíritu
Nuestro jesucristo» (JI Tes. 2, 13-14). , , -... rÓ»

Santo: «Nos ha parecido bien a nosotros y al Espíritu :::;anto))


r-.

El espíritu que guía a la Iglesia no debe ser jamás un espíritu (Act. 15, 28).
humano, por prudente, penetrante, práctico y ~lexible .que sea. Ver sólo en los concilios unas asambleas deliberativas es un
Es necesario que el espíritu que guíe a la Iglesia sea SIempre el punto de vista administrativo y puramente externo. Se olvida, pre-
Espíritu de Jesucristo. Naturalmente, el espíritu de los hombres cisamente, que los concilios ecuménicos son una representaSIón de
puede substituir al Espíritu de J esucristo. Sucedo ent.onces que al- la Ecclesia sancta. Tienen un CARAcTER expresamente LITURGICO.
gunos pensamientos humanos se toman como mspiraciones del Es-
«En la Iglesia primitiva, los sínodos resultaron, según la historia,
píritu Santo, algunas voces humanas, por sus. voces: P~ede enton- de la asamblea de las comunidades locales, es decir, de la asamblea
ces ocurrir, y ocurre siempre, que uno cualquiera, inspirado, «(j.lu- litúrgica. Del mismo modo que la asamblea litúrgica y el culto que
mi nados , cree referirse al Espíritu Santo, mientras no escucha sino se celebraba fueron el centro a partir del cual se desarrolló la orga-
su propio espíritu. Incluso para este ministro de la Iglesia - la ten-
nización de los ministerios, lo mismo sucedió también para el des-
tación es para él de una inminencia especialmente peligrosa - , se arrollo del sínodo. Nacieron de la asociación, en las deliberaciones
hace posible que tome sus sentimientos, sus deseos y sus órdenes
de la comunidad local, miembros dirigentes de otras ~omunidades.
por los de! Espíritu Santo. Aquí y en todas partes se sugiere el
Pero incluso con el acrecentamiento del número de miembros pro-
discernimiento de los espíritus en la Iglesia, la oláxfJlOl~ 1':VEUIJ.ál:(I)'l
cedentes de Iglesias locales diferentes, se mantuvo el CARÁCTER
(l C01'. 12, 10).
68 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ REPRESENTACIÓr;; AUTÉNTICA O "O? 69

LITÚRGICO de la asamblea. Todas las deliberaciones se introducían por la consideración cada vez más extendida según la cual los cua-
en la liturgia, nacían de ella y en ella se ordenaban. La oración al tro primeros concilios correspondían a los cuatro evangelios 62. El
Espíritu Santo y la seguridad de su dirección determinaban las de- primer testimonio de esta tradición es el Decreto atribuido al papa
liberaciones y las decisiones del sínodo, igual que ordinariamente Gelasio 1 (492-496): De recipiendis et non recipiendis libris, donde
las oraciones, lecturas y doxología de la acción litúrgica» 53. se dice en el capítulo IV: Sancta id est Romana ecclesia post, illas
Por 10 tanto, ya los concilios primitivos se sabían reunidos en el -oeieris vel novi iestamenti, qu,as yegulariter suscipimus, eiiam has
Espíritu Santo. Ya el concilio de Éfeso prohibe otra fórmula de suscipi non prohibe: scripturas, id est: sanctam synodum Nicaenam ...
fe que la «definida por los Santos Padres reunidos con el Espíritu Ephesinam... Calchedonensem 63. El año 519, el papa Hormisdas
Santo en Nicea» 54. Pero muchas fórmulas van todavía más allá V añadió, según el uso oriental, el concilio de Constantinopla del año
hacen concluir en una «inspiración» de los concilios por el Espíritu 381 (no participó ningún occidental), después que, desde el 516,
Santo 55. Teodosio, jefe de los monjes palestinenses fieles a Calcedonia, pro-
Ya antes de Nicea: placui! nobis Spiritu Sancto suggerente clamó: «Si alguno no acepta los cuatro concilios como los cuatro
(Concilio de Cartago) 56, placuii ergo proesenie Spiritu Soneto et Evangelios, sea anaterna.» [ustiniano admitió el canon de los cua-
angelis eius (Concilio de ArJés del año 314) 57. Esto es válido espe- tro concilios, no sólo en su confesión de fe, sino incluso en su legis-
cialmente para el concilio de Nicea, según el cual: «10 que se ha lación. Gregario el Grande continuaba, por lo tanto, una tradición
decidido por trescientos obispos santos debe ser considerado única extendida desde hacía mucho tiempo, al afirmar en diversas fórmulas
y solamente como una decisión del Hijo de Dios» 58. Son espe- que se parecen: Sicui sancti Evangelii quaituor libros, sic quaiiuov
cialmente importantes las advertencias de Cirilo de Alejandría en concilia suscipere el, venerari me jateor 64. Gracias, sobre todo, a
favor de la inspiración de los concilios. Según él, en Nicea, «los Isidoro de Sevilla, esta tradición Se prolongó durante la Edad Media
Padres formularon la definición de la fe pura bajo la inspiración y, de hecho, tanto acerca de diversos sínodos como para diferentes
de la verdad del Espíritu Santo... ; de acuerdo con la palabra de] papas (León IX, Gregario VII) canonistas (ya en el Decreto de
Salvador, fue el Espíritu Santo quien-habló por su boca» 59. Y León Graciano) y teólogos (Abelardo, Hugo de San Víctor, Pedro Lom-
el Grande: « ... regulae sanctionum ... in synodo Nicaena ad toiius bardo, pero no entre los escolásticos), igualmente para los reforma-
ecclesiae regimen spiritu Dei insiruente sunt condiiae» 00; (L .. illc dores como para los teólogos católicos de la época tridentina, los
Nicaenorum canomm~ per spiritumvere sanctum ordinaui, 61. Ya cuatro primeros concilios adquirieron un innegable rango. Sólo des-
hemos indicado que es en este contexto donde debemos considerar pués desapareció prácticamente esta tradición en la teología católica,
las aclamaciones hechas en los concilios y que, como manifesta- a excepción del galicanismo.
ciones divinas entre los Padres reunidos, anunciaban la presencia ¿ Cuál es el sentido de estas declaraciones? No nos detendremos
del Espíritu Santo; por ese motivo su número y su intensidad con detalles sobre la tradición de la primacía de los cuatro primeros
se anotaron de una manera concreta en los protocolos. El con- concilios; haciendo abstracción del sentido «místico» que la anti-
cepto de inspiración de los concilios fue, a continuación, apoyado güedad y la Edad Media quisieron ver en este número cuatro, aun-
que tenga tantas raíces bíblicas como profanas, el significado de la
53. E. SClTLINK, 6icurnenische Koneilien cinst und heutc , en su recopilación: Del' doctrina es el siguiente: no se pueden excluir o despreciar los otros
kommende Christus und die kil'ehliehen Traditionen (Góttingen, 1961) 244. concilios ulteriores; pero los cuatro primeros concilios ecuménicos
54. DENZ, 125. (entre ellos el de Nicea, que tiene un relieve único), definieron la
55. Sobre este particular ha reunido un material copioso, 1-1. BACHT, Sind d;e
Lchcrcntscheidungcn der Konzilren inspinert", en: Catholica 13 fe católica de una manera fundamental y decisiva; y por esa razón
(159) 128·139. ofrecen a los demás concilios una norma muy definida. En estos
56. CJI'Pl\\O, Epistola svnodica ad Cornehum Papam, 54; PL. 3, 887. concilios existe una jerarquía y no todos pesan por un igual; esto
57. J. D. MA"SJ, Sacrorum conciltorum nova et aniptissima colleetio 2, 469.
58. MAl\SJ, 2, 991.
59. CJJULO DE ALE]ANnRÍA, Ad monaclios Aegypti, el'. 1; PG 77, 16. 62. Esta tradición la ha estudiado a fondo Y. CONGAl'. La Primacía de los cuatro
60. LEaN EL GRA"DE, Ad Marcianum Augustum, el'. 104, 3; PL 54, 995. primeros concilios ecuménicos, cn : El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962)
6 l. LEó" EL GRANDE, Ad Anatolium Episcopum , el'. 106, 2; PL 54, 1003; se en- 105·140.
cuentran otros en H. Sind die Leh"entscheidungen de" ol(umenisehcn 63. Citado por Y. CO"GAR, loe. at., J05.
Koncilien inspiriert?, en: 13 (1959) 130 Y sigo 64. Cfr. Y CO"G,IR, loe. cit., 106.108; I-I. BACHT, al'. cir.. 132 )' sigo
70 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ REPRESENTACIÓN ACT[~NTICA O NO? 71
es muy importante para la unión con Oriente 65. Pero, ¿ qué hay Dei, sed CONTINET uerlncm. Dei» 68. Igualmente Franzelin: «Licr;t
que retener sobre la «inspiración» de los concilios? Refiriéndose a p raeier scripiuras alía exsieni documenta ecclesiastica, quae et 'uer-
las investigaciones de G. Bardy y de ]. de Ghellinck, H. Bacht lncm Dei contineni et edita sun: sub assisteniia Spiritus Sancti 1'1'1'0-
llama la atención sobre el hecho de que, en las fuentes antiguas, la rem infallibiliter praecaventis, non tomen ideo praeier scrioiuras
«inspiración» no se atribuye sólo a los concilios sino también a los alia sun: monurnenta inspirata» 69.
Padres, ya sea por esos mismos Padres Ipor Clemente de Roma y La cosa está clara, los concilios ecuménicos no están por tanto
el Pastor de Hermas hasta Gregario el Grande), o más todavía de «inspirados» por el Espíritu, sino solamente «asistidos» por el Es-
unos a otros (por ejemplo Gregario de Nisa a Basilio, Agustín a Je- píritu. Incluso las declaraciones de los concilios ecuménicos no son,
rónimo, a su vez los teólogos medievales a AlSustín y a Gregario el en su propio significado, palabra de Dios, pero ATESTIGUAN indirec-
Grande, etc.). Se intentaba por todos los medios armonizar entre sí tamente, como palabra HUMANA (bajo la asistencia del Espíritu),
los enunciados contradictorios de los Padres. Pero la inspiración y la la Revelación de Dios. Los concilios ecuménicos no están, por lo
infalibilidad se atribuveron incluso a los emperadores. Todo ello tanto, TAMPOCO POR ENCIMA de la Sagrada Escritura, sino que preci-
indica, sin embargo, al propio tiempo, la POI,IVALENCIA de este con- samente, en su papel explicativo e interpretativo, están SOMETIDOS
cepto de la inspiración que va desempeña un papel importante en A LA SAGRADA ESCRITURA. Según definición del Vaticano: lo que
la filosofía religiosa greco-helenística y en la historia de las religio- es válido para el Papa, también lo es para los concilios ecumé-
nes. Por lo tanto, hay que distinguir totalmente: «Si para la I¡;lesia nicos: no pueden revelar una nueva verdad, sino sólo guardar y
prirnitva y antigua unas formas CUAI.ESQCIERA de la causalidad divi- exponer fielmente la Revelación transmitida por los Apóstoles:
na eran suficientes para que se hablara de «inspiración», al progresar «Pues no fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo
la reflexión teológica ha aprendido a hacer distinciones concretas para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino
y no habla ya de inspiración propiamente dicha sino allí donde hay para que, con su asistencia, santamente custodiaran y fielmente ex-
que atribuir a Dios la calidad de autor primero y verdadero» 66. pusieran la revelación transmitida por los Apóstoles o depósito de
Hoy día se distingue particularmente la infalibilidad de la ins- la fe» 70. En la Iglesia católica, ni qué decir tiene que la Sagrada
piración; la primera se concede «con la AYUDA del Espíritu Santo» Escritura - condensada en la predicación de la Iglesia primitiva
tanto a las proposiciones humanas como a las definiciones concilia- penetrada por el Espíritu Santo que es su fuerza actuante - no
res o pontificias; la segunda se concede «bajo LA INSPIRACIÓN del debe ser interpretada por el creyente como un libro caído del cielo,
Espíritu Santo» TJNICAMENTE a la palabra de Dios en la Sagrada con una certeza espiritual aislada y soberana; sino tan sólo como
Escritura.
La palabra de Dios, en su sentido propio, la palabra de Dios ins- 68. T. Z,\PELENA, De Ecclcsia Christi (Roma, 1954 ) Il, 274; efr. P. VA" LEEUIVE",
credcndi, en; Genade en Kerlr (Utrcch-Anrwerpcn , 1953) 341 Y sigo
pirada, atestiguada en y por la palabra humana, penetrada por el J. B. FRANZELI", Tractatus de divina Traduione et Scriptura (Roma-, 1875) 364;
Espíritu que es la fuerza actuante, es, por tanto, r:JNICAMENTE la Sa- cfr. A. DENEFFE, Der Traditionsbegriff (Münster, 1931) 161; C. H. B,lm¡CART',ER, Tra-
grada Escritura. Precisamente el primer Concilio Vaticano con- dition et magistire, en; Rcchcrclics de Seienee religieuse 41 (1953) 171-185. Véase G. DE
cretó las bases de la primacía de la Escritura: La Iglesia cree en BROGUE, Note sur la primauté de l'crgument d'Écnturc en théolo2ie, en: L. BOUIER,
Du Protestantismo a l'Église (París, 1954) 247: "De ahí el lug;" ,Jrivilegiado que ha
la santidad y canonicidad de los escritos del Antiguo y Nuevo Tes- tenido siempre la Escritura en la enseñanza de la Iglesia. Ya que todos los Doctores
tamento «no porque, compuesto por la sola industria humana, hayan cristianos tienen como misión fundamental transmitir el mensaje divino en toda su pu-
sido luego aprobados por ella; ni solamente porque contengan la re- reza. y si la Escritura es, en suma, el único medio posible para ir a extraer inmediata
velación sin error; sino porque ESCRITOS POR INSPIRACIÓN DEL Esrf- mente este mensaje a la misma palabra de este Dios que es su fuente ¿cómo dejaría de ser
su primordial preocupación remontarse siempre a esta fuente. en la medida de lo posible
RITU SANTO, TIEKEN A DIOS POR AUTOR, Y como tales han sido en-
y referirse por lo tanto y ante todo a los testimonios de la Escritura' Así el papa León XIII
tregados a la misma Iglesia» 67. T. Zapalena, dice: <tScript1,[ra active (¡ a quien nadie osará acusar de haber desconocido la importancia del Magisterio cele-
est [armaliter verbum Dei; iradtio active non EST [ormaliier uerinom siástico!) pudo decir que el recurso a la Escritura debe ser como el "alma" de toda la
teología; y añade: "esta ha sido, en todas las épocas, la doctrina de todos los padres V
de los teólogos más famosos, doctrina que apoyaron con sus ejemplos. Se preocuparon en
65. Cfr. Y. CONGAR, loe, cit., 131·140.
establecer y afirmar ante todo, sobre los libros santos, todas las verdades que son objeto de
66. H. BAcHT, op. cit., 137. fe V las que se desprenden de ella" (Encíclica Prouidcntissimns Deus';»
67. DENz, 1787. 70. DENz, 1836.
72 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
¿ EEPRESENTAUÓK AUTC,TICA O NO? 73
un libro de la Iglesia, constituido por y para la Iglesia; por 10
tanto es lógico que la Escritura y la Iglesia no deben separarse todo el magisterio eclesial, no tienen NINGUKA autonomía con rela-
sino que, según el Concilio de Trente, Escritura y Tradición deben Clan a la, reglas objetivas de la fe, a saber, la divina Revelación
aceptarse «con igual afecto de piedad e igual reverencia» 71. No hecha por los profetas, por Jesucristo, por los apóstoles, Revela-
obstante, es evidente al propio tiempo (incluso si, por desgracia, ción de la que las Sagradas Escrituras son testimonio escrito ;1b-
no siempre ha sido 10 bastante claro para la conciencia ni tomado solutamente normativo» 7:1.
en serio) que la Sagrada Escritura es la norma NORMANS) mientras Los antiguos concilios muestran precisamente, de una forma to-
que las definiciones de los concilios son también norma) pero sólo talmente clara, que los concilios, en sus definiciones, quieren pura
nonna NORMATA y sólo pueden ser normas dirigidas por la Sagrada y simr:lemente anunciar e interpretar el Evangelio de Jesucristo, su
Escritura. De esta manera está claro que la doctrina de un concilio, mensaje condensado y transmitido en la Escritura. y precisamente,
en tanto que dirigida por la Escritura, es una norma para la exacta esta FAMILIARIDAD de los cuatro primeros concilios CON LA ESCRITU-
RA, familiaridad conscientemente buscada, puede ser el último mo-
comprensión de la Escritura entre los cristianos.
De la misma manera que la predicación de la Iglesia primitiva tivo quc permita considerarlos como «inspirados» - analógicamen-
se ha condensado y cristalizado en el testimonio de la Sagrada te: sicu: sanct« euangelii quaituor libros -. Su predicación es santa
critura, inspirada por el Espíritu, igualmente, por otra parte, la porgue es un reflejo de la palabra de Dios, de la que dan fe. En
predicación eclesiástica ulterior, en su conjunto, ~así como la inter- nombre de Cristo y de su palabra, los concilios nueden reivindicar
pretación llevada a cabo por los concilios ecuménicos giran v gravi- respeto y obediencia: Socerdouim iudicium ita debe: haberi, ac si
tan alrededr»: de la Sagrada Escritura, a la que está confiado el ipse Drminus resulens iudlÚt. nihil enim licet his ali1td -oel
contenido ÍNTEGRO de la Revelación cristiana, por lo menos funda- aliud iudicore. nisi quod Christi magisterio sunt edocti 74 El santo
mental e implícitamente n «Sin duda alguna, los concilios, como concilio y la Sagrada Escritura son, por 10 tanto, solidarías.
El concilio debe, por 10 tanto, atestiguar la doctrina de la Escri-
71. DENZ, 783. tura, la doctrina que «Cristo dio, anunciaron los Apóstoles y que
72. 'léanse Jos trabajos de R. GEISEL~I.,\~·!\cJ D~s !\Ii.BverJt¿¡ndnú über das Tlerhültil-ú los Padres, reunión de toda nuestra Oihoumene en Nicea, transmi-
IIO!l Schrt]: und Traditlon unii seine ObawinduIIg in del' katholischen Thcologie, en:
tieron » 75. Los Padres de Nicea «escribieron de una forma tan per-
Una Sancta I1 (1956) 131-150; Das Konzil VOn Trient ¿¡her das Verhalinis da heiligen
Scliri]: und dcr nicht geschricbcnen Traditionen , Sein Mii3verstiindnis in dcr nachtridenti- tinente que, quienquiera que con espíritu recto tome sus escritos entre
nischcn TI2eologic und die Oberwindung dieses ¡'1i,6verstiindnisses, en : Die mundlichc sus manos, descubrirá la veneración hacia Cristo predicada en la
Oherlieferung, edito por M. Schmaus (Munich, 1957) 125-206; La Tradición, en: Panorama Sagrada Escritura» 76 «(Es evidente para todos que esta es la fe
dc la teología actual, publicado por j. Fciner , j. Tríitsch y F. Bockle (Madrid, Guada- verdadera y sincera hacia el Señor, conocida y reconocida a partir
rrarna, 1961) 91-141; Arr. Depositum fidei, en: Lcxikon túr Theolooi« und Kirche (Frci-
burg, 1959) !JI, 236-238; Die lebendioe Oberliefmt!lg als Norm des chrtstlichen Glaubens .
de la Sagrada Escritura» 77. Los Padres «respiran la Sagrada Es-
Die apostoltsche Tradiiion in dcr Form der l¡ireMic!zen VerkúndiguIIg -- das Formalprinzip
des Katholizismus dargestellt im Geiste dcr Tradltionslchrc van [oh . Eu. Kuhn (Freiburg Tradition nach H. Netuman (Friburpo-Basilea-Vicna, 1961), y de W. KAsPEH, Die Lchrc
1. El'. 1959); Schriit-Tradition-Kirche. Ein Problcm, en: Begegllung del' "DIl del' in del' Romischen Schule (Diss. Tiibingen, 1961, Frciburg i. Br. 1962).
Chrtsten , edito por M. Rocsle V O. Cullrnann (Stuttgart-Frankfurt-, 1960) 131-159. En H, LENNERZ .y J. BAÜMER han formulado objeciones contra la manera cómo interpreta el
el mismo orden de ideas se podía ya leer E. Onrrcurs, Écrtture et tradition apostolicue Decreto de Trente Geisclrnann. Éste alude a ello: "De todas maneras no existe motivo alguno
"U concile de Trente, en: Recherchcs de Science religieuse 36 (1949) 271-299; para modificar la opinión expresada en este estudio. Lo demostraremos luego." (loe. cit.,
H. HOLSTElN. La tradition d'ap,-i:s le concite de Trente, en: Rechcrchcs de Scicncc 142). Y. CONGAR contestó a H. Lennerz desde el punto de vista histórico en Tradición y
gieusc 47 i959) 367-390; E. STAKH1ElER, Das Konzil con Trtcnt übel' die Tradition. Tradiciones, 2 vol. (San Sebasrián, Dinar, 1954); y K. RAHNER lo hizo desde el punto de
Zu enter von H. Holstein, en: Cathollca 14 (1960) 34-55; Y. CaNGAR. vista .sistet;1ático en Virginitas in partu, Ein Beitrag zum Problem del' Dogmenent-wicl(!zl1lg
Tradiiions apostoliqacs non éaites ct suffisana de l'Écnturc , en: lstina 6 (1959) 279-306; nnd ubaize/emng, en: Kirche und (Festschrift j. Gciselmann, Friburgo-Easi!ea-
Tradición JI Tradiciones, 2 vol. (San Sebastián, Dinor, 1964); A favor d~ la suficiencia Viena, 1960) 601~605. Un estudio más completo de Geiselmann apareció en la colección
de la Sagrada Escritura en cuanto a su contenido, GEISELMANN cita los autores siguientes «Quaestiones disputataew 18, bajo el título: 'Die Heilige Schrijt u~d die Tradtuon, 1962.
en su trabajo Scliriít-Tradition-Kischc (pág. 154 Y sig.): del siglo XIX DOBlL\YER-SENESTREY. 73. Y. CONGAR, Conclusión, en: El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 341.
J. A. MOHLER, J. H. NEW~fAN) JON. Ev, vox KrT-L\'j en nuestros días, A. DENEFFT. 74. EMPERADOR CONSTANTINO 1; PL. 8, 488.
K. RAHNER, O. KA"RER, P. A. LlÉCÉ, M. CHENU, j. DANIÉLOU, H. STo JOHN, S. EULLOUGH. 75. ATANASro, Epístola contra Arianos , ad honoratissimos in Africa episcopos J; PG, 26,
O. SH1MELROTH, J. RATZINGER, A. M. DUBARLE. Podrían añadirse entre otros H. JEOI';-, 102~.
yt, SCH;\fAUS, J. P. LENGSfELD, L. SCHEFFCZi'X. Véase también a este respecto Jos
TERNUS, 76. ATANASIO, Epistolc de svnodis Armnni in Italia, el Selcuciae in lsauri«, ce.lebr'llis 6;
importantes trabajos de G. ElEMER, Übe,-lieferul1g und Offenbanwg. Die Lehrc VOI1 de! PO. 26, 689.
77. ATA'J."lO, Epistola ad 100'ianltm lmpcratorem 1; PO. 26, 816.
74 ESTR UCTURAS DE l,A IGLESIA ¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O Ka? 75
critura» 78. hablaron secunduni scrijJ'turas 79, establecieron la con- los Padres de Trento fue todavía propuesto como modelo 85. Todo
fesión de fe sacris uoluminilrus pertracti 80, y, por lo tanto, afirman cuanto decidan v enseñen los Padres en un concilio sea sacris uolu-
quia hoc accepimus a prophetis, hoc nobis EiJangelia locsuta suni, minibus pertracti.
hoc apostoli tradiderun», hoc marivres passione conjessi sunt 81.
Pero la Sagrada Escritura no debe ser una norma primordial
Incluso en los posteriores concilios, Se comprendió la importan- sólo para las decisiones dogmáticas, sino para la actividad total del
cia decisiva de la palabra de Dios para la vida cotidiana de la Asam- concilio ecuménico. No basta con exponer solamente la Sagrada
blea, para las discusiones y definiciones. En todo caso, en muchos Escritura ante el concilio. Lo importante es saber si el Evangelio
concilios ecuménicos la Sagrada Escritura, solemnemente entrorn- tendrá en el concilio tan sólo «una presencia honorífica», sin duda
zada a la vista de 'toda la Asamblea eclesiástica, advertía a los noble, pero sin influencia práctica (como sucede a menudo que al
Padres del concilio que debían centrar sobre ella sus pensamientos, ex presidente en activo, en razón a su edad, se le «promueva» ¡ a
palabras y actos conciliares. ~o. se trata de. unas fantasías ciel:tí- la presidencia de honor!), o bien, si en esta Asamblea será e! guía
ficas ni de unas tendencias políticas cualesquiera, no son unas fIl?- que da verdaderamente el tono y rige hasta. en los detalles porque
sofúmena o una teologúmena cualesquiera, no se trata de unas tesis no se cesará de procurar escuchar la voz prmntiva - i Y no siem-
o unos sistemas de escuela cualesquiera, no se trata de unas tradi- pre cómoda! - del Evangelio y de tomarla en serio, durante un
ciones cualesquiera propias de una nación, de una universidad o. de nuevo período, en el trabajo preparatorio de las comisiones, en la
una orden religiosa que, en todo caso, deben llevarse la palma," SIno elección (tan importante) de los relatores, en la ordenación y direc-
la palabra de Dios en la Sagrada Escntura del Antiguo y el N~evo ción de! trabajo, en la forma y método de las discusiones, en las
Testamento. ¿ Podemos decir de los Padres dé' TODOS los concilios definiciones y las conclusiones. j Todo esto debe «respirar la Sa-
lo que decía Atanasia de los Padres de Nicea: «Respiran la Sagra- grada Escritura» ! Entonces es cuando será verdaderamente auténtico.
da Escritura»? 82. No podemos olvidar que la FAMIUARIDAD de los U n concilio representará, por tanto, auténticamente la santi~ad
concilios CON tA ESCRITURA ha variado mucho de uno a otro. Exis- de la Iglesia, si las cuestiones, tanto importantes como secundanas,
tió una enorme diferencia entre Nicsa. donde la interpretación de se tratan evangélicamente, de conformidad con e! Evangelio. Para
la Escritura fue primordial y los concilios posteriores a Calcedonia,
representar de una manera auténtica la santidad de la Iglesia, el
en el cual lo que interesaba muy a menudo era ver quién podría
marco exterior, la actitud interna y las decisiones conciliares deben
inventar la mayor cantidad posible de citas patrísticas con tal de
estar en el concilio de acuerdo con el Evangelio, estar marcadas
probar su punto de vista 83. Durante el segundo milenio, la prime- " .
por el Evangelio. j Entonces será auténtico ~I concilio I Hay que
ra sesión de Trente se distingue por haber hecho la mayor abstrac- ver en esto, con claridad, los peligros que amenazan y las tareas
ción posible de las opiniones discutidas en las escuelas, restringien-
que unos cristianos serios deben llevar a cabo.
do la terminología escolástica y esforzándose para hablar en un
lenguaje bíblico 84. En el primer Concilio Vaticano, el trabajo de A) MARCO EXTERIOR. - Una Asamblea a la que incumbe la
tarea noble v difícil de representar la santidad de la Iglesia corre
78. ATA:'iASIO, Epistola contra Arianos, ad honoratissimos in Africa episcopos 4;
PG, 26, 1036, siempre el riesgo - en lugar de representar en todo a la Iglesia y
79. AMBROSIO. De fide ad Gratianum Augustum libre quinque 1, 18; 1'1. 16, 555-556, su santidad - de representar además a sí misma, de mirarse a sí
80. FEBADIO DE ACEN, Liber contra Arlanos 6; 1'1. 20, 17.
81. FEBWIO DE ACEN, Liber contra Arianos 22; 1'1. 20, 30.
85. Entre las numerosas críticas que se alzaron contra el primer esquema De fide
82. ATANASIa, Epistoia contra Arianos, ad honoratisstmos in Africa episcopos 4;
cathollca, se oyó la de monseñor CONNOLLY, arzobispo de Halifax: "Atacó el esquema
PO. 26, 1036.
de una manera harto violenta tanto en su forma como en su fondo. A diferencia de rodos
83. Según CH, MOELLER las dos características principales de la teología,. a partir los concilios precedentes y, en especial, al de Trento, se trata "de omni scibili in re
del siglo IV, son: «.,.la utilización de los Florilegios patrísticos, que corre pareja con la dogmatica" y unas especulaciones teológicas se convierten en dogmas de fe ;cucstionc~
desaparición del argumento escrituraría; la creciente dialéctica, pronto francamente arrs- que están reconocidas como discutibles entre las escuelas teológicas, se resuelven en un
totélica en cienos sectores..;» Le chalcédonisme et le néo-chalcédonisme en Orient de 451
sentido unilateral. Los teólogos de Trento saldrían de sus tumbas para decir: "i Ved
a la fin du Vl siecle, en: Das Konzii uon Chal/cedon, edit, por A. Grillmcier y H. Bacht cómo lo hicimos nosotros!". Que este esquema ni se corrija ni se recomponga, sino que
(Würzburg, 1959) 1, 650. se entierre respetuosamente (cum honore sepeliendum). Que la Comisión de la Fe lo
84. Cfr. a este respecto H. jWIN, Ge.rchichte des Konzils uon Trtent (Freiburg reforme totalmente.» Este texto se encuentra en C. BUTLER-H, LANG, Das Vati/(anische
i. Be (957) n. Konzil (Munich, 1933) 150,
76 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
¿ LZEP RESI;:\TTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 77

misma, de hacerse valer a sí misma, de manifestarse a sí misma afirmación de sus derechos y de su poder absoluto, un legalismo
«representativamente». Pero el concilio ecuménico convocado por los farisaico, juicios expresados sobre los demás, con arrogancia v sin
hombres no debe manifestarse a sí mismo, sino manifestar al con- amor, hacen r:o auténtico,. a los ojo.s de los hombres que se inspiran
cilio ecuménico convocado por Dios. N o se trata de un «brillante» en el Evangelio, el concilio que quiere representar a la Iglesia v su
santidad 87. .
congreso de príncipes seculares «representativoss ; no se trata de
un aC01~t~cimiento «religioso» sensacional ni de un espectáculo para
la televisión y las revistas ilustradas. No tiene que imponer al mun-
e) DECISIONES CONCILIARES. - Una Asamblea que tiene la
do sino representar a la Iglesia, en la imitación a Cristo v a los n.oble y difí~il misión de representar la santidad de la Iglesia corre
Apóstoles, por la modestia, la discreción y la humildad. El"esplen- siempre el nesgo de no ,representar a esa Iglesia sino en palabras,
pero no en actos, de discutir, de distinguir v de no hacer nada
dor, la fastuosidad, la pompa, convierten en no auténtico, a los ojos
decisivo. Ahora bien, el concilio ecuménico convocado por los hom-
de. los hombres que se inspiran en el Evangelio, el concilio que
quiere representar a la Iglesia y su santidad 86. bres debe representar el concilio ecuménico convocado por Dios en
p~labras y en actos, .y. éstos no a medias tintas, sino totalmente.
B) ACTITUD INTERNA. - Una Asamblea que tiene la tarea No se trata de un !t11t1n de partido, donde 10 principal consistiría
noble y.difícil de representar la santidad de la Iglesia, corre siem- en hacer proclamaciones y aplaudir al jefe. Tampoco se trata de
pre el nesgo de representar a la Iglesia como un fin en sí misma, una reunión de accionistas, en la que éstos hacen valer sólo sus de-
en lugar de representar, en todos los terrenos, la santidad que tiene rechos de una forma puramente formal, dejando por lo demás la
t?~al direcció~. efectiva, ~e los negocios al consejo de administra-
a Dios por principio y fin, de representar su esplendor y gloria,
ClOl1. El concilio ecumemco debe representar a la Ig-lesia no sólo
su proplO esplendor y gloria, su grandeza, su poderío, su organi-
formalmente, ~ino de una manera activa y con total r~spon~abilidad.
zación, su verdad '. Ahora bien, el concilio ecuménico convocado por
l~s hombres no tiene que representar a la Ecclesia triump'hans
Debe con~nbU1r por su p.arte,. a hacer auténtica a la Iglesia ante el
S1110 a la Ecclesia mititans, y aun a ésta 'no como un poder soberano.
mundo. Y esta labor eXIge siempre, pero de una manera especial
No se trata de un desfile de báculos ni de una demostración de poder en la hora actual, una transformación que afecte a la historia del
clerical. No quiere dominar, sino servir; servir en la humilde imi- mundo, acciones renovadoras - opportune importune --: acciones
tación del Señor que debe proponer a los hombres; servir con es- audaces a la luz del Evangelio de Jesucristo. Unas proclamaciones
y unas declamaciones sin acciones) unas medidas administrativas sin
píritu de penitencia, sin sentir vergüenza de confesar sus faltas
públicamente, sobre aquellos puntos en que la Iglesia podía el; ref?rmas de fondo, hacen 1:10 auténtico, a los ojos de los hombres que
principio cometerlas o las ha cometido efectivamente. La Iglesia no se inspiran en el Evangelio, el concilio que quiere representar a 18
Iglesia y su santidad 88.
se encuentra ahí para sí misma, sino para servir al mundo a través
de Cristo, en el Espíritu, para el Padre. La Iglesia es un camino , -,87. (fA l¿ifcren~~ia de 10 (~~,e algunos p~dieraIl pensar) un concilio general no repre
no una finalidad. Se encuentra totalmente en busca de la Basilei~ senta para .a Iglesia una OC~S10n para manifestar su poder de una manera espectacular)
de Dios que va a venir. Un concilio que alaba a la Iglesia en lugar mostrand~ al m:l~do la t~talJdad de su Estado Mayor a fin de engañar con sus realiza-
de al Señor, no representa la santidad de la Iglesia. Una demos- cienes. Un concilio ecumeruco es, por el contrano, y ante todo, un acto de humildad,
donde, con la única preocupación de una rigurosa fidelidad a las consionas de su Señor
tración de poder espiritual, una autojustificación orgullosa, una la Iglesia se interroga periódicamente, bajo la luz del Espíritu Santo, b hasta qué punto
sus miembros, sea cual sea el grado de la Jerarquía a la que pertenezcan, han perdido
86. "Podemos tener la seguridad de que la prensa, tan callada por ahora sobre el poqUItO a poco de ,v1sra una u, otra de éstas, peligro tanto más sútil, cuanto no se expone
concilio, incluso la prensa católica, multiplicará las fotos y los reportajes. La radio v a trarcionar el esp][)tu a travcs de un respeto extenor por la letra: se trata de que 1;,
la T.V .• también formará? parte del grupo. ¿Pero; a qué vie~e este interé; por los aspectos Iglesia se pregun~e, con toda lealtad, si no bay algo - no desde luego en su naturaleza
extenor~s y - con perdón por la frase -, folkloncos ¡ iSera algo magnifico ver a todos profunda, pero SI e~ su conducta concreta - que sea preciso corregir a fin de aparecer
esos obispos con sus mitras y sus capas... y al Papa sobre su Silla Gestatoria avanzando nU~\'~llnent~ ,SlD equ~voco como un "estandarte en las naciones" y de ahuyentar cualquier
para ina~gurar el XXI Concilio ecuménico! E~ Jerusalén, ni Pedro ni. Pablo disponían espintu cnuco o simplemente de duda a los que le reprochan tan a menudo cue
111 de mitra 111 de capa y Slll embargo fue allí donde la Iglesia se sallo definitivamen'" por su comportamiento exterior baga de pantalla a la difusión del Evangelio." R. AUBE~'.T,
del Judaísmo para abrirse a los gentiles. Lo importante no se verá: la médula del Ca -. Qu'est.ce qu'un Concite, en:. Qu'uucmlons-nous du Concile? (Bruselas.Pa~ís, 1960) 12 Y sigo
cilio es la evangelización del mundo y la unidad de la Iglesia» QU'attendo nsnoll ~ 88. En el Primer Concilio Vaticano, se presentaron una cantidad infinita de pro-
Concite? Auant-propos (Bruselas-París, 1960) 7. s Gil puestcs de reforma (300 columnas in-folio). Pero no se colmó ni una sola esperanza de
¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 79
78 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
forma FUNDAMENTAL, que renuncia al cumplimiento de un QUANTUM
Tres ejemplos (escogidos totalmente al azar) a fin de indicar, de de oración determinado y concede al sacerdote que tiene una carga
una manera un poco más concreta, lo que significa o no en la actual pastoral UN TIEMPO de oración definido para cada día, un libro de
situación, esta acción a la luz del Evangelio: oración apropiado, en su lengua materna, con la lectura cursiva de
1. Se puede, a modo de renovación de la misa, machacar lo ex- la totalidad de la Sagrada Escritura.
terior, o BIEN se puede, en cuanto a la Cena de Cristo y en el canon 3. Se puede, a modo de reforma del derecho canonico confor-
(aunque murmurado de cara a la pared), inspirar en la frase: marse con multiplicar, disminuir o modificar párrafos, o BIEN puede
«Cuantas veces comiérais este pan y bebierais este cáliz, ANUNCIA- inspirarse en los lamentos del Señor: «Lían cargas pesadas e inso-
RÉIS la muerte del Señor hasta que venga» (I COI'. 11, 26), y sacar portables y las cargan sobre las espaldas de los hombres, mas ellos
de este texto el valor de volver a dar a la Iglesia la oración eucarísti- ni con el dedo las quieren mover» (Mt. 23) 4), Y extraer de ESTA
ca de estilo sencillo e inmediatamente inteligible y que comporta el QUEJA el valor de garantizar en la Iglesia de Dios un mínimo de
memorial de la Cena anunciada en alta voz. prescripciones y un máximo de libertad (a los obispos, sacerdotes y
2. Se puede llevar a cabo la reforma del breviario, adoptando laicos) .
medidas también totalmente secundarias, como hemos podido com-
probarlo a veces (reforma de rúbricas en lugar de una reforma en ¿ Representación auténtica o no auténtica de la Iglesia? Esta es
la oración del sacerdote), O BIEN, se puede inspirar esto en las pala- la cuestión que decide EL ÉXITO O EL FRACASO profundo de un
bras del Señor: «En vuestras oraciones, no charléis neciamente como concilio ecuménico. No vaya a decirse que un concilio ecuménico no
los gentiles quienes se imaginan que con mucha palabrería serán pueda fracasar. Desde luego, no ha existido ningún concilio ecumé-
escuchados» (Mt. 6, 7) Y sacar DE ESTA FRASE el valor para una re- nico qne no haya obtenido algún resultado beneficioso, sensible u
oculto, directo o indirecto. Pero 10 mismo puede, sean cuales sean
reforma. Se habían preparado 46 esquemas sobre la disciplina eclesiástica y sobre las sus resultados benificiosos, fracasar un concilio. en su CONJUNTO, es
Ordenes; sólo se discutieron 4, i Y no se aceptó' ni uno solo! Y esto a pesar de decir, con respecto a los fines para los cuales se había convocado. La
haber discutido desde el 8 de enero hasta el 24 de febrero, a pesar de que se refor- asistencia del Espíritu Santo, prometida a la Iglesia, no preserva ne-
maron los Decretos y se volvieron a discutir durante e. mes ce mayo. Los importantes
cesariamente a un concilio del fracaso. Existe una diferencia entre el
trabajos preparatorios de la tercera y cuarta Comisión para las Ordenes, para los Iglesias
orientales y para las MISiones, ni tan siquiera se discutieron. El fracaso de los esfuerzos concilio ecuménico convocado por Dios y el concilio ecuménico con-
conciliares de reforma no se debió sólo a la falta de tiempo, como es natural. A este vocado por los hombres. La Convocación DIVINA del concilio provee,
fracaso se juntaron dos motivos: 1.° El trabajo preparatorio se había llevado a cabo gratuitamente y a priori, a que el concilio ecuménico, que es la Igle-
con celo, pero de una manera unilateral: no era representativo, en el seno de la Iglesia sia, no pueda, en su conjunto y sólo de esta manera, fracasar DE
conjuntamente, de todas las regiones ni de todos los criterios de los que los obispos
NINGÚN MODO. La convocación HUMANA no puede proveer a priori a
eran en aquel momento la expresión. 2° En lugar de concentrarse sobre lo esencial, a
la luz del Evangelio, se hizo sobre pequeñas cuestiones de segundo orden y se perdieron que el concilio humano constituya un fracaso. Las definiciones
en un bosque de detalles. El arzobispo de París, monseñor DARBOY, declaró en ia dis- doctrinales, buenas en sí mismas, que pueda promulgar un concilio,
cusión: «Desde hace 40 días nos dedicamos a cuestiones de detalle que se han presentado 11\0 bastan tampoco para conducir a un concilio en su conjunto hacia
sin orden ni concierto. ¿Cuáles eran, por tanto, los males que había que curar y cuáles
los remedios que debían aplicarse? Los obispos habían esperado que les dieran un
un resultado profundo. Haciendo abstracción total de la eventualidad
resumen del trabajo pres isro para el concilio, no bajo la forma vacía de una verbosidad según la cual unas definiciones, incluso buenas y verdaderas en sí
retórica, sino en forma de un breve resumen al que pudieran referirse constantemente mismas (y que como definiciones no son pura y simplemente
y sobre el cual dirigir todos StIS esfuerzos. Si se hubiesen planteado primeramente los idénticas al contenido que llevan al nivel de la conciencia reflexiva),
principios, las cuestiones de detalle y las cosas de menor importancia hubieran caído por
su propio peso. Pero vamos de un sitio a otro a través de una hojarasca de detalles )
puedan no ser oportunas, o pasar al lado de las exigencias más im-
también a través de los «placita: sin valor y sin consistencia de las escuelas. Discutimos portantes de la Iglesia (que exigiría quizá otras definiciones), hay
muy gravemente cuestiones que incumben a los canonistas y trabajamos sobre puerilidades que mantener como principio la siguiente afirmación: es una conse-
(puerilia) de todas clases. Muchos habían temido que el Concilio d,l Vaticano se atreviera cuencia del carácter esencialmente HUMANO del concilio ecuménico
a preocuparse de cosas más importantes que las que podría soportar una sociedad enferma.
Pan no abusar del interés y de la esperanza de todos, confieso que temo que parezca
- que se realiza en el concilio ecuménico convocado por los hombres
poco maduro el concilio para la labor que ha asumido al criterio de quienes forman la de una forma totalmente distinta que en el concilio ecuménico con-
opinión pública, esta reina del mundo.» Según BUTI.ER-LANG. Das Vatil(anische Kanzil vocado por Dios - que el éxito profundo de este concilio no se en-
(Munich-', 1933) 175 Y sigo
80 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ REPRESENTACIÓN AUTÉNTICA O NO? 81

cncntre asegurado a priori por la convocación humana de un concilio.


Puede tener lugar un concilio ecuménico y, sin embargo - a pesar 4. ECCLESIA APOSTOLICA
de su imponente solemnidad exterior y a pesar de todas las procla-
maciones y sus anatemas - , pasar al lado de unas exigencias más El . ;on~i1io ecumén.ico convocado por los hombres es la repre-
importantes para su época y para la Iglesia. sentacióri ae la Ecclesia una, sancta, catholica. ¿ Lo es también de
Que esta posibilidad no es meramente hipotética, lo demuestra la Ecclesia apostolica? Es necesario entrar en una problemática que
el quinto concilio de Letrán (1512-1517). «A pesar de todas las dudas constituía ya el telón de fondo en la cuestión de la representación
y de todas las vacilaciones que cabían, muy legítimamente, contra de la Ecclesia una, sancta, caiholica, puesto que, en resumen,
tal concilio, fue saludado con entusiasmo como la aurora de una nueva cada nota de la Iglesia, comprendida en toda su profundidad
época y, aún más, como el principio de la reforma de la Iglesia» 8ab. (neo-~estamentaria), exige e incluye a las otras. ¿ Cómo podría la
En su discurso de apertura, el general de los Agustinos, Egidio Iglesia UNA ser verdaderamente UNA, de no concedérsele al mismo
de Viterbo, expuso que la reforma de la Iglesia era la principal tarea tiemp0.1~ extensión de la catolicidad, la energía de la santidad y la
de la Asamblea eclesiástica. Los dos venecianos, Tommaso Gius- apostolicidad de su origen? ¿ Cómo podría la Iglesia CATÓLICA, ser
tiniani y Vincenzo Quirini, ingresados hacía poco en la Orden de verdaderamente CATÓLICA de no concedérsele al mismo tiempo la
los Camaldulenses, presentaron un plan de reforma de gran enver- reunión de la unidad, el desinterés de la santidad y el dinamismo
gadura «el más general y, al propio tiempo, el más radical de todos de la apostolicidad? ¿ Cómo podría la Iglesia SANTA, ser verdade-
los programas de reforma desde que tuvieron lugar los concilios» 89 : ramente SANTA, de no concedérsele al mismo tiempo el armazón
Se convocó el concilio ecuménico, se anunció su finalidad de una de la unidad, la magnanimidad de la catolicidad y el arraigamiento
forma magnífica; se reunió, se pronunciaron definiciones contra el en la apostolicidad? Y finalmente, U-é1TIO podría la Iglesia APOSTÓ-
averroísmo 00, se habló mucho de reformas, y a pesar de todo ter- L.ICA ser ~erdaderamente APOSTÓLICA!, de no concedérsele la colegia-
minó con un lamentable fiasco: «Sin exagerar, hay que decir que lidad de la unidad, la multitud de la catolicidad y el Espíritu de
el programa de reforma de los dos Camaldulenses ocupó a la Iglesia la santidad? .
más de un siglo. El Concilio de Trento, las reformas litúrvicas de . Los. caracteres propios de la Iglesia no son unas etiquetas está-
Pío V, la .Biblia sixtina, la fundación de la Congregación pro- De ticas, sino que van pasando de una manera dinámica unas en otras,
en ca.da punto, como las diferentes dimensiones de una sola y misma
pa.ganda f~de se encuentran en la línea que habían indicado. Pero
el Papa a quien escribieron y el concilio reunido bajo sus ojos, Iglesia (en una circumincessio y una circuminsessio de una natu-
fueron incapaces de entrar en los lúcidos y, al propio tiempo, profé- raleza particular). Su problemática, pese a todos los matices di-
ve~sos. es única. y si para la representación de la Ecclesia apos-
ticos puntos de. vista, de estos venecianos animosos. El Papa y el
concilio decepcionaron las esperanzas que se habían puesto en tolica nacen ahí dificultades especiales, no difieren de aquellas,
ellos) 91. El fracaso de este concilio ecuménico, que estuvo cele- quizá más veladas pero no menos reales, que se han presentado
brando sesiones durante años, fue catastrófico para la Iglesia: seis ya para la Ecclesia una, sancta, caiholica. Ahora hemos de remon-
meses después de su clausura, estallaba la reforma luterana .. tarnos y evocar el recuerdo de Martín Lutero.

88b. 11. ¡EDIN, Gcschichte des Konzils van Trieni, Vol. 1: Da Kamp] utn Konzil
(Frciburg i. Br., 21951) 90.
89. H. ¡EDIN, loe. cit., 103.
90. K. RAHNER, Para una teología del Concilio (Madrid, Taurus, 1962) 38: «Sospecho
q~e no solamente Lutero, sino también cristianos católicos, pensaron que el quinto Con-
C1l1O Latcrano hubiese tenido problemas propiamente más importantes. j' oue dció sin
I '
soiucionar, 'jue 1a def irucion
.. , d e iai 'inmortalidad natural del alma humana,
. , por , muy
verdadera que esta proposición sea. Los pocos neoaristotélicos reprobados entonces no
eran el peligro que amenazab; a la Iglesi~ sobre todo, Los prelados de aquel Concilio
hubiesen tenido que buscar mas cerca de 51 rrusrnos.»
91. H. ¡mI"', loe. cii., 104,
CAPÍTuLO V

Iglesia, concilio y laicos

1. EL DESEO DE LUTERO

La historia entera de Lutero estuvo enlazada al concilio ecumé-


nico; lo veremos después más claramente en otro contexto 1. In-
mediatamente después de la redacción de las tesis sobre las indul-
gencias 2, Lutero, en su querella con el dominico Prierias en 1518,

1. Véase cap. VI, 1·2. Sobre la noción del concilio scgún Lutero y los reformadores,
cfr. [. KOLDE, Luthers Stellung zu Concll und Kirche bis zum Wormser Reiehstag 1521
(Gütersloh, 1876); K. H. STECK, Der «Locus de Svnodis» in der lutherischen Dogmatice,
en: Theologische Aufsatze, Karl Barth zum 50. GeburtsJag (Munich , 1936) 338-352;
H. ¡EDJN, Cesehiehte des Konzils uon Trien: (Freiburg i. Br. 21951) I, 135-175 Y en otros
sitios; F. HÜBNER, Das Konzd als Leitbild für Ol¡umenisehe Konjerenzen, en: Gedenhs-
chri]: für D. Wemer Elert (Berlín, 1955) 387-399; E. KINDER, Der Gebrauch des Begriffs
«iikumenisehl} im alteren Luthertuin , en: Kerygma und Dogma I (1955) 180·207;
R. SruPPERICH, Kirche und Synode bei Melanchthon, en: Gedenkschrift für D. Wemer
Elert (Berlín, 1955) 199·210: Die Rciormatoren und das TridenlÍnum, en: Archiu für
Rejorrnationsgeschichtc 47 (1956) 20-63; E. BIZER, Die Wittenberger Theologen und das
Konzil 1537, en: Archiv für Reformationsgescllichte 47 (1956) 77.101; F. W. KANTZEN'
BACH, Das Ringen um die Einheit der Kirche.im [ahrhundert der Reformation (Stuttgart,
1957); P. Mnxnor.n, Del' evangelische Christ und das Konzil (Friburgo-Basilea-Viena, 1961);
Das Konsil tm [ahrhundert der Rejormation, en: Die O1¡umenischen Konzile del' Chrts-
tcnheit, ed. por H. I. Margull (Stuttgart, 1961) 201-233; M. SE1LS, Das okumenische
Konzil in del' luthcrischen Theologie. en: Die okumenisehen Konzile der Christcnheit ,
ed. por H. I. Margull (Stuttgart, 1961) 333-372; I. 1. LEUBA, Das ol(tlmenisehe Konzil
in der reformierten Theologie, en: Die okumenischen Konzile der Christenhcit, ed. por
H. ¡. Margull (Stuttgart, 1961) 373-392; [. PELIKAN, Luthers Stellung zu den Kirchen-
i¡onzilien, en: K. E. SKYDSGAARD, Konzil und Evangelium (Góttingen, 1962) 40-62.
2. E. ISERLOH, Luthers Thesenansehlag, Tatsache oder Legende?, en: Trierer Theo-
logische Zeitsehrift 70 (1961) 303-312: "Por lo tanto, hasta la muerte de Lutero, las
íuentcs, sin embargo numerosas, no señalan ninguna colocación del cartel de tesis. Según
estas fuentes, el reformador mandó estas tesis el 31 de octubre a monseñor Albrechr,
arzobispo de Maguncia, y poco tiempo después las hizo conocer igualmente a sus colegas
de Wittenberg y otros lugares. fetos las entregaron a otros. Las tesis, manuscritas e
impresas, tuvieron en pocas semanas tan rápida y amplia difusión que nadie, ni el
propio Lutero, hubiera podido preverlo. No sólo no se trata de una colocación del cartel de
tesis, sino que distintos hechos prueban que es inverosimil e incluso la excluyen. En
todo caso, no tuvo en absoluto ninguna repercusión en la conciencia de los contemporáneos"
84 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 85

ha.bía ya lanzado críticas aceradas contra el Papado: E¡(o. e.c~lesiam nistas» alzaron tres muros para protegerse contra una reforma de
virtualite1' non scio nisi in Christo , Fcp"raesentatlve non mSl tn con- la Iglesia: contra el deseo de reforma expresado por el poder secu-
cilio 3 V Et expectemus uieroue vn hac re senieniiam et determina- lar, afirman la superioridad del poder espiritual; contra las exi-
tionem- ecdesiae seu concilii\ En el curso del proceso que, en el ¡zencías reformadoras de la Escritura, afirman que la exégesis de la
intervalo le fue incoado, Lutero, después de la conversación habida Escritura queda reservada sólo al Papa; contra el peligro de un con-
en Augsburgo con el cardenal Cayetano y qu~ publicó s, el 16 o el.22 cilio, afirman que está prohibido un concilio de no convocarlo el
de octubre de 1518, apeló de un Papa mal informado a otro mejor Papa: «Si se les amenaza con un concilio, inventan la historia de
informado)) 6. Pero, para su seguridad, ratificó a partir del 28 de que un concilio sólo puede convocarlo el Papa» lS.
noviembre, ante notario y testigos, la apelación que había interpuesto En este capítulo sólo nos interesa el tercer punto. ¿ Qué respon-
al Papa en el concilio y que, contra su voluntad, fue inmediatamente de a ello Lutero? Ante todo, extrae el argumento de la historia de
uublicada: 1dcirco a praefato Sanctissimo domino nosiro Leone non los concilios: según A et. 15, 6, no es Pedro, sino todos los Após-
;·cct.e consulto... ad futururn conciliurn legitime ac in loco iuio, ad toles y los Ancianos quienes convocaron ya el concilio apostólico;
qliCm ego uel procuyator per me deputandus libere adire po~e!o v.el tampoco fUe el Papa quien convocó el celebérrimo Concilio de Nicea
poteYit, et ad illurn uel ad illos, ad quem seu quos de :ure, pnvlleg1O, y otros muchos concilios ulteriores. Y los concilios convocados por
consuetudine uel alias mihi provocare et appellare licet, provoco et los papas no han tenido, en definitiva, demasiado éxito 16. En la
appello 7... Dos años después, amenazado de excomunión por la actual miseria de la cristiandad, convendría preguntarse si, cuando
bula Exsurge Domine, Lutero renovó esta apelación 8 se prende fuego en la ciudad, hay que cruzarse de brazos y dejar
Desde el 18 de diciembre de 1519 9 , en carta dirigida por Lutero que arda lo que puede arder; y ello sólo debido a que nadie posee
a Spalatin, apareció la idea del sacerdocio de los laicos, inspirada en autoridad de burgomaestre o, precisamente, porque el fuego ha pren-
1 Pe. 2, 5-9. Esta idea fundamental de la ec1esiología luterana se pre- dido en casa del burgomaestre. ¿ No tiene por el contrario cada
sentó al concilio ecuménico en la obra «A la nobleza cristiana de la ciudadano el deber de animar v reunir a los demás? Con más motivo
nación alemana para una reforma de la- condición cristiana» 10 que, debe realizarse para la ciudad espiritual de -Cristo cuando se alza
junto con la De eaptivitate babyloniea ecclesiae pYaeludium 11 y el un fuego de escándalo, ya sea a propósito de la dirección pontificia
tratado «Sobre la libertad cristiana» 12, cuenta entre los escritos que de la Iglesia o de cualquier otra cosa 17.
se considera entre las tres obras principales de la Reforma, apareci- De donde la respuesta teológica de Lutero que invoca al sacerdo-
das el año 1520. En este escrito, "Lutero explana un programa serio cio común de los fieles «Por este motivo, donde lo demande una si-
para un concilio de reforma: las quejas contra el Papa, Jos carde- tuación difícil y cuando exista desacuerdo entre el Papa y la cris-
nales y la curia 13, luego las proposiciones de reforma, muy con- tiandad, el primero que sea capaz de ello debe, como miembro fiel
cretas y que constan de veintiocho puntos 14. Pero previamente trata del cuerpo entero, velar para que reúna un concilio justo y libre.
sobre cuestiones teológicas fundamentales. Según él, los «Roma- Los más capaces son quienes detentan el poder civil, puesto que son,
(pág. 311 Y sig.). El estudio de Iserloh se apoya particularmente sobre H. VOLZ, Martin como nosotros, cristianos, sacerdotes, eclesiásticos y disponen del
Luthers Thesenanschlay und dessen ForgeschicJ¡ie (Weimar, 1959). poder sobre todas las cosas. Deben dar libre curso a su ministerio
3. M. LUTHER, Werke, Kritische Gesamiausgabe (Weimar, 1883 y sig.) J, 656. En la V actuar (en consecuencia) ellos que han obtenido de Dios la
continuación de la exposición, las referencias a esta edición se indican mediante la
abreviación WA.
dirección de todos, ahí donde se hace necesario y útil que inter-
4. WA, 1, 658. vengan» 18.
5. Acta Augustana 1518; WA, 2, 6-26. ¿ Qué puede responder la teología católica a esta posición adop-
6. WA 2, 28-33. tada por Lutero? Sobre la cuestión de la CONVOCACIÓN de los con-
7. W.'o. 2, 39 y sigo
8. WA, 7, 75-82. cilios, hemos ya formulado en el primer capítulo una opinión de
9. WA, Correspondencia 1, 595. conjunto; volveremos a insistir más adelante. De momento, y ante
10. WA, 6, 404-469.
11. WA, 6, 497-573. 15. WA, 6, 406.
12. WA, 7, 20·38. 16. WA, 6, 413.
13. WA, 6, 415-427. 17. WA, 6, 413.
14. WA, 6,427·469. 1&. WA, 6, 413.
ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 87
86
todo, nos interesa la siguiente cuestión: ¿ Qué dice la teología cató- bien como asambleas nacidas por una aspiración a la unidad y un
lica sobre la participación de los laicos al concilio ecuménico según intercambio activo entre las antiguas comunidades, que reunían las
la historia y los principios? ' autb~idades de muchas de entre ellas a fin de deliberar y estatuir so-
b~e 1O.s asuntos comunes (A. Hauck). En todo caso, a juicio de los
historiadores, será difícil admitir que estos sínodos estaban origi-
2. LOS LAICOS EN LA HISTORIA DE LOS CONCILIOS nariamente compuestos sólo por obispos. Con respecto 'a los sínodos
más antiguos que conocemos y que se reunieron durante la segunda
A) La historia confirma una gran variedad en la composición mitad del siglo II en Asia Menor contra los Montanistas, Euscbio
de las asambleas conciliares. Es evidente que el propio CONCILIO nos proporciona un testimonio anónimo formulado de una manera
ApOSTÓLICO no .se compuso de sólo los Apóstoles. Muy al contrario , totalmente notable. «Este espíritu imprudente enseñaba a difamar a
, - -

toda la Iglesia esparcida bajo el cielo, a la verdadera Iglesia católica,


les toco en suerte un Importante papel a los Ancianos y a la comu-
nidad. Es verdad que la carta apostólica dirigida a los cristianos de modo que. el espíritu de falsa profecía la deshonraba e impedía
de Antioquía sólo habla de los «Apóstoles y Ancianos» (A et. 15, que se aproximara a ella. Pero los fieles de Asia se reunieron con
23). No obstante, el informe pone de relieve de una manera expresa frecuencia y en diversos lugares de Asia, para examinar las nuevas
10 que sigue: 1.° La comunidad, los Apóstoles y los Ancianos, re- doctnnas y condenar la herejía... de forma que fue eliminada de
cibieron a los enviados de Antioquía y pidieron que les pusieran la Iglesia y excluida de la comunidad» 21.
al corriente (15, 4). 2.° Los Apóstoles, los Ancianos y toda la co- A través del tiempo, los obispos se situaron casi exclusivamente
mundidad DECIDIERON escoger de entre ellos algunos hombres y en- en lugar
. . .
preferente.
"
Pero, a mediados del .
sizlo
b
III, en los sínodos
viarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé (15, 22). La propia pa- provinciales de África, que relata el obispo Cipriano, la comunidad
labra EOQXc') (decidir) 19, que se emplea en la carta apostólica a pro- desempeñaba todavía un papel importante. La regla de Cipriano en
pósito sólo de los Apóstoles y de los Ancianos, habla también de toda cuanto a la conducta de su Iglesia es importante: nihil sine consi-
la comunidad en el informe de conclusión (15, 22) 20. Nada auto- tio vestro et sine consensu plebis mea privatim senteniui gerere.
riza a creer que 15, 22 pudiera ser un informe falso; al contrario, como lo manifestó en una carta a sus sacerdotes y diáconos: «Res-
es evidente que, en la carta apostólica (15, 23; efr. 16, 4), queda pecto a la comunicación que me han remitido nuestros hermanos
incluida la comunidad en los «Apóstoles y los Ancianos». No hay en el sacerdocio, Donato, Fortunato, Novato y Gordio, no puedo
que distinguir en este texto el moderno concepto entre (clerecía')) daros una respuesta yo solo; ya que, igual que al principio de mi
y «laicado». episcopado, he decidido no hacer nada sin vuestro consejo y sin la
Pero el concilio apostólico no es un modelo tan exacto de los conformidad del pueblo, y no según mis puntos de vista personales.
primeros concilios ecuménicos como los SíNODOS REGIONALES DE LOS Pero si regreso por la gracia de Dios, entonces trataremos juntos
SICLOS II y III, de los que ya nos informa Tertuliano. Se puede ex- de todo cuanto ha sucedido o puede suceder, según lo reclame la
plicar, como de costumbre, el origen de estos sínodos, ya sea como situación de una y otra parte» 22. Y. Cangar hace observar que,
asambleas comunitarias ampliadas (R. Sohm), ya como asambleas por lo menos en la fase informativa y deliberativa, era necesario
plagiadas sobre el conciliwm provinciale civil (E. Friedberg), ya interesar a toda la comunidad 23, incluso si la cooperación no siempre
como asambleas promovidas por las necesidades de la Iglesia, a fin era tan intensa; particularmente para la readmisión de los lapsi en
de ponerse de acuerdo sobre asuntos difíciles (K. v. Schwartz), o la comunidad eclesiástica, una sententia, un iudicium del pueblo
no están fuera de lugar, según opina Cipriano : «acturi et apud nos

19. Cfr. W. hAUER Worterbuch zu den Schriitcn des Neuen Testamcnts (Berlín 51958) 366. 21. EUSEBIO, Historia Ecclesiastica V, 16, 9; PG. 20, 468. He aquí Jo que dice
20. A. WIKENHAUSER, Die Apostelgeschichte (Ratisbona, 31956) 142: «La proposición H. MAROT, respecto a este pasaje, en Concilios antenicenos y concilios ecuménicos, en;
de Santiago se aprueba por decisión de los ancianos con el beneplácito de toda la' comu- El concilio y los concilios (Madrid. Paulinas, 1962) 25: «Este texto nos revela que los
nidad." E. HAENcHEN, Die Apostelgcscluchtc (Góttingen 12 1959) 392: «EGO~E no significa laicos, conjuntamente con los obispos, tienen parte en estas asambleas."
en este caso - como en Le. 1, 3 - una determinación de orden privado, sino una 22. C¡PRIANO, Ep. ad presbvteros et diaconas, S, 4; PL. 4, 240.
decisión pública que crea un derecho válido-sagrado. No es sólo la jerarquía (Apóstoles 23. Cfr. C¡PRlANO, Ep. ad presbyteros et diaconas, 28, 3; PL. 4, 309: «tractanda .. non
y ancianos) quien toma parte en esta decisión, sino también toda la comunidad llamada tantum cum co!Jegis meis, sed cum plebe ipsa unioersa».
a su lado. la cual .- es cierto - no se cita de nuevo al principio del libro.»
88 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 89
et apud coniessores ipsos et apud plebem unioersam causam sua1n») , debe firmar con las personas acusadas, que hay que firmar ante
«examinabuntur singula praesentibus et iudicantibus uobis», «(:on- toda la comunidad con el fin de que luego no exista ya sobre este
latione consiliorum cum episcopis, presb)'teris, diaconis, confessori- particular ninguna querella ni discusión. En nombre de Dios, en
bus pariter ac siantibus laicis [acto» 24. segundo lugar en nombre de los obispos, y en tercero en nombre de los
Por consiguiente, en África del Norte (y lo mismo en Asia Me- sacerdotes y de la comunidad, repetiré nuevamente mi opinión sobre
nor y en Siria), bajo la influencia de la eclesiología de Cipriano, e9k asunto ... )) 28. A menudo las conclusiones se dirigían a otras
la reunión de los obispos decidía por medio de un veredicto común Iglesias. Eusebio habla de una discusión parecida en presencia de
en presencia de los sacerdotes, diáconos y de toda la comunidad; la comunidad, bajo el obispo de Alejandría, Dionisia el Grande,
todos los obispos firmaban las cartas conciliares (redactadas en plu- discípulo de Orígenes 29. Esta era la situación de los sínodos durante
ral) a título de expedidores. Pero en Roma y también en Egipto, el siglo III.
quien decidía - a veces en presencia de la comunidad - era ante
todo el obispo de Roma o de Alejandría; los otros obispos (a quie- B) EN LA ERA DE LOS GRANDES CONCILIOS, que comienza durante
nes consideraban como formando más que un colegio deliberativo) el siglo IV, los concilios son, ante todo, sínodos de obispos 30. No
firmaban en general las cartas conciliares (redactadas en singular), obstante, no por eJlo se excluye a otros cristianos. En el sínodo de
pero no a título de expedidores (o quizá para demostrar claramente su Elvira (305), están presentes y firman, después de los obispos, algu-
dependencia con respecto al obispo de Roma). Entre los allegados a nos sacerdotes; también se encuentran presentes unos diáconos v
Orígenes, existe un tercer tipo de reunión, según el cual no es el sacerdotes, pero no firman. Unos diáconos y otros clérigos inf~­
obispo, sino los teólogos especialistas quienes ocupan el lugar cen- riores toman parte en el sínodo de Arlés el año 314, y firman pro-
tral - a veces en presencia de la comunidad 25. Eusebio ya nos ha- bablemente en lugar de los obispos ausentes. En el primer Concilio
bla de diversos sínodos de Arabia y también de Palestina y Grecia, Ecuménico de Nicea, el joven diácono Atanasia desempeña un papel
en los cuales el sabio sacerdote Orígenes, tomó partido en asuntos decisivo en las discusiones; el partido arriano recurre a la ayuda
teológicos que se discutían. Hace poco tiempo se encontraron los de los filósofos paganos que incluso pueden intervenir en las discu-
protocolos de un concilio de esta clase: el papiro de Tura 26. siones; sin embargo los laicos no toman la palabra cuando se trata
Este protocolo explica, de una manera extremadamente viva, la dis- de la decisión propiamente dicha 31. Aquí, igual que en los concilios
cusión en presencia de la comunidad. Se discutió seriamente sobre ecuménicos posteriores, hay que prestar mucha atención al pape]
la exégesis exacta de un texto escriturario; no se buscó sencilla- de los emperadores. Recordemos el papel preponderante que desem-
mente desaprobar ni exc1uir a los demás, sino convencerlos y peñó durante el primer concilio ecuménico el laico Constantino (to-
persuadidos. «En presencia de varios obispos y de toda la comu- davía pagano) ; ordenó a los obispos, en buena y debida forma, que
nidad, Orígenes se esfuerza por deshacer la confusión teológica de llevaran a cabo este concilio, decidió el número y calidad de los
uno de los miembros presentes, seguramente el obispo de una de las miembros, el lugar y objeto de la deliberación, preparó la comisión,
comunidades situadas también sin duda en Arabia» 27. Se esfuerza intervmo personalmente en la marcha del mismo, impuso la acepta-
por llegar a conclusiones decisivas, bajo la indicación de Orígenes: ción de la fórmula de Nicea, la hizo reconocer como jurídicamente
«Se escribe con frecuencia que es necesario firmar, que el obispo obligatoria, impuso sanciones a quienes negaron su firma, publicó
él mismo la decisión sobre la Pascua; obligó a los obispos a que la
24. Citado por Y. COKGAR, Jalones para una teología del laicado (Barcelona, Estela, observaran; finalmente, asumió ampliamente los gastos del concilio.
1963) 294, n. 62; se encontrarán todavía otros ejemplos. En los concilios ecuménicos ulteriores, los emperadores desem-
25. Sobre estos tres tipos de concilios así como para lo que sigue, véase G. KRETSCHMAR, peñaron también un papel importante. Por supuesto, los emperado-
Die Koncile del' aben Kirche, en: Die ii/(umenisehen Konzile de" Christenhcit , ed. por res cristianos estaban revestidos de un carácter sagrado y ejercían
H. J. Margull (Stuttgart, 1961) 21-25.
26. Entretien d'Origene avee Héraclide et les évéques ses colligues sur le Púe, le 28. Citado por G. KRETSCHMAR, op. ai., 26.
Fils et l'éme , ed, por J. Schercr (El Cairo, 1949); en inglés: Alexandrian Chrisuanitv, 29. Cfr. G. KRETSCHMAR, op. cii., 28.
ed. por J. E. 1. Oulton y H. Chadwick (LCC 2) 1954; G. KRETSCHMAR se refiere a ello. 30. G. TAKGL, Die Tcilneh mcr an den allgcmcincn Konzilien des Mittelalters (Wei-
loe. cit., 25-27; sobre la interpretación del texto, efr. G. KRETSCHMAR, en: Zaitschriii mar, 1922) 2-12.
túr Theologic und Kirehe 50 (1953) 258-279. 31. Véase D. SroNE, The Christian Church (Londres, 31915) 333-348 (citado por
27. G. KRETSCHMAR, op. cit., 25. Y. CaNGAR, op. cit.. 294).
90 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 91

nes ejercen funciones de representantes» 34. A propósito de los


funciones litúrgicas, pero de hecho formaban, entre los clérigos
concilios ecuménicos de la antigüedad cristiana, no se puede, por
propiamente dichos y con sus funcionarios, 10 que aún quedaba del
Jo tanto hablar de sínodos EXCLUSIVAMENTE episcopales. Tampoco
sacerdocio común del pueblo de la Iglesia que había hecho aeta de
puede silenciarse un concilio ecuménico presidido por una mujer:
presencia en el concilio apostólico y en los precedentes sín.odos. En la
lista de firmantes del sexto concilio ecuménico (Constantinopla 681),
el séptimo concilio ecuménico (Nicea 787) fue convocado y pre-
sidido en parte por la emperatriz Irene (cosa que encontró cen-
es notable la firma del Emperador: «Nos Constantino (Pogonato),
surabl e Cariomagno).
en Cristo nuestro Dios rey y emperador de los romanos, nos hem~s
,
enterado y otorgado nuestra conformidad» 12 . E n el octavo conc:'1 :0
ecuménico (Constantinopla 869), las firmas del emperador Basilio e) Con la formación de la sociedad MEDIEVAL, desp~és de las
invasiones de los bárbaros, y el estrecho lazo de la Iglesia co~ las
y de sus hijos Constantino y León siguen inmediatamente a ~as de
comunidades civiles en todas sus categorías, los laICOS adquieren
los legados pontificios y de los representantes de los tres Patnarcas
orientales. «Al lado de los representantes del clero subalterno, los mayor influencia en los concilios. Ya en un sínodo r0n;Iano del
del poder secular ejercieron a menudo una influencia considerable año 444. bajo León el Grande, se nos confirma la presencia de los
laicos: 'Residentibus itaque mecum episcopis ac presbytens ac in
sobre el desarrollo de los concilios. Independientemente de la con-
eundem consessum Christianis viris ac nobilius congregatis ..: 35.
vocación de los concilios por el Emperador, tal como la conoce~os
En un sínodo romano del año 495, figuran nominalmente en la lista
a través de varias cartas de convocatoria, lo que demuestra su m-
dos laicos 36. La posición de los laicos, al principio del siglo v~, era
fl uencia, especialmente sobre el conjunto de los participantes, es
muy poderosa en los sínodos romanos en tiempos de Teodonco el
esta carta de Teodosio II a propósito de Barsumas; en ese caso
Grande, quien convocó e influyó mucho so~re numerosos sínodos 37.
impuso simplemente un participante provisto de amplios poder~s
También participan laicos en los sínodos hispanos y francos de los
y surgido de una condición social que no había desempeñado todavía
siglos VIII y IX. La disposición concreta de los sinodos 'parbculares
papel alguno en el concilio. Que el emperador pudo no ~ólo. par- es 111UY variada; sin embargo, al hablar de esos ('~onolIos, no cabe
ticipar en un concilio, sino intervenir además y a veces eJerCl.e:1do indicar una igualdad entre los derechos de los laICOS y los de los
su influencia, lo demuestran las Actas del sexto y octavo concilios, obispos 38. .
donde, entre las firmas, figura la del Emperador 33. .
Hay que destacar la influencia de los reyes de la a~ta. Edad Media
El Concilio ecuménico de Nicea sirvió de modelo a los ulteriores sobre los sínodos. Autoritaria, aunque totalmente distinta a la de
concilios ecuménicos de la antigüedad cristiana. La situación evolu- Teodorico en su tiempo, Carlomagno convocó en el año 799 un gran
cionó sobre todo en dos puntos: se amplió el círculo de represe.n- sínodo romano que contó también con muchos laicos francos y ron;a-
tantes (los representantes de los obispos no fueron sólo otros obis- nos; vemos va ahí una representación oficial de todas las catego~las
pos, sino cada día más los sacerdotes, diáconos, subdiácono~,. lecto- de cristianos~ Lo presidió, 10 dirigió, juzgó al papa León III quien,
res e incluso, una vez, un notario), y a partir de], sexto concilio ecu- para justificarse, hubo de prestar un juramento impuesto 39. Un
rnénico (~onstantinopl~ 681) el monaquismo, cc:bra cada. ~ez may~r acontecimiento parecido tuvo lugar el año 823. De hecho, la influen-
importancia. Se ha dicho, hablando del séptnno C.o~;¡]lO ecum~­ cia franca sobre los sínodos romanos se ejerció de una manera per-
nico (Nicea 787): «De la misma manera que, por decisión del conci- manente durante la primera mitad del siglo IX; especialmente en
lio, participan también unos monjes en la votación. sobre la verdad los sínodos romanos del 847-855) intervino el emperador Luis II
de las proposiciones de fe de la carta del papa Adnano (ha llegado
hasta nosotros el nombre de algunos de ellos), igualmente, ~n la 34. G. TANGL, op. cit., 6. .
suscripción del decreto de fe del concilio, se encuentran 131 firmas 35. LEÓN EL GRANDE, Sermo de teiunio decimi menSIS, PL. 54, \78.
de monjes y la de un presbítero (que probablemente pertenecía tam- 36. MANsr, 8, 179. d I
bién al estado monástico). Sin embargo er: las firmas de la c1ausu.ra 37. G. TANGL, op. cit., 43·51; hay que tener también en cuenta la influencia e
de las decisiones del concilio no intervienen monjes, salvo quie- senado romano.
38. Cfr. Y. CaNGAR, Jalones para una teología del laicado (Barcelona, Estela, 1963)
294 Y sigo
32. MANsr, 1J, 656.
39. E. AMANN, L'époque carolingienne (Fliche y Martín, Histoire de I'Église, vol. 6)
33. G. TANGL, Die Teilnehmer an den allgemeinen Konzilien des Mittelalters (Wei-
(f"ris, 1947) 153·\65.
mar, \922) \ 1.
IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 93
92 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
manera, Pedro Damián, quien al principio había saludado el pon-
varias veces en las negociaciones, e incluso impuso el pronuncia- tificado de Gregario VI con manifestaciones de alegría verdadera-
miento del fallo. No se manifestó una reacción pontificia hasta el mente excesivas y una alegre esperanza, el año 1052 alababa toda-
reinado del papa Nicolás 1 por apelación a las falsificaciones del vía a Enrique III en su Liber gratissimus, como a «aquel que,
pseudo Isidoro que aparecían entonces. En el scecium. obscurwr: después de Dios, nos ha arrancado de la cólera del dragón insaciable
del papado, durante la época de Otón el Grande, reformador de la y, con la espada del poder divino, ha cortado todas las cabezas de
Iglesia, todos los sínodos importantes tienen lugar ante la presen- la hidra policéfa1a de la herejía simoníaca» 43.
cia del Emperador. La posición de los laicos, en estos sínodos, es Bajo el reinado de los siguientes papas alemanes (particularmen-
de toda evidencia mucho más fuerte. En el sínodo romano del año te de León IX y Víctor II), tuvieron Iuvar muchos sínodos refor-
963, que tuvo lugar en la iglesia de San Pedro, Otón, con la par- madores tanto en Italia como en el extranjero, y en los cuales hay
ticipación del clero y del pueblo 40, depuso al vicioso Juan XII e que hacer notar una gran participación laica. He aquí cómo se nos
hizo elegir, bajo el nombre de León VIII, a un excelente laico (!) -Je1ata el consentimiento de los laicos para la canonización del obispo
llamado León; más adelante, en el sínodo del año 964, obtuvo la Gerardo de Toul en el sínodo romano de 1050: Ad quod cuncu
abdicación del antipapa Benedicto 41. Los sínodos romanos del tiempo iam Mchiepiscopi quam episcop«, tom abbates quam clerici et loici,
de Otón 1 tienen una gran significación para el porvenir. «En la quorum uirorumque macvui iniererat muitiiudo, quasi uno ore e/a-
evolución que conduce desde los antiguos sínodos romanos al conci- mauerumi 44. Los laicos tuvieron también una importante participa-
lio general de la Edad Media, no puede silenciarse el papel desem- ción en los sínodos de los papas siguientes, Nicolás II y Alejan-
peñado por la representación, claramente más amplia, del clero dro II (especialmente en el sur de Italia). Los laicos toman parte
inferior, de la nobleza y de la burguesía romanas, de los señores todavía en los grandes sínodos de Gregario VII. Éste, en 1083, fue
alemanes así como por la participación, nueva entonces, de los prín- Quien pensó antes que nadie en un sínodo donde estuviera representa-
cipes italianos del sur. Otón 1 restableció, con mucha más firmeza da toda la cristiandad, tanto el clero como el laicado. Pero este pro-
y eficacia, un sínodo parecido al que Carlornagno tenía pensado» 4~. yecto fracasó al estallar la histórica lucha entre- el Papado y el Im-
Al igual que los tres Otones, ejercieron una influencia decisiva en perio, con motivo de la querella de las Investiduras 45. Por primera
los sínodos romanos (que a veces se celebraron fuera de Roma), vez, los abades son considerados por Gregario como invitados de
Enrique II y Contado n. derecho 46.
Después de una nueva decadencia del papado, bajo Benedicto IX, Víctor III, sucesor de Gregario, fue elegido en el sínodo de
Enrique Ill, en 1046, puso fin a las turbulencias del papado en Capua del año 1087, en el cual ejercieron una gran influencia tanto
los célebres sínodos de Sutri y Roma, haciendo abdicar a los tres los romanos como Jos normandos (particularmente la influencia de
papas rivales y haciendo elegir a un papa alemán, Clemente II ; su duque Roger) 47. Una nueva evolución tuvo lugar bajo el su-
con ello hizo posible el desarrollo de la reforma pontificia. «Las cesor de Víctor, el francés Urbano II. En el sínodo de Melfi, el
sesiones de Sutri y de Roma mostraron, en diciembre de 1046, el año 1089, se observó una amplia participación de normandos. Pero
nuevo apogeo del imperio alemán en su influencia sobre la Iglesia y el Papa amplió por todos lados el círculo de los participantes en
en su poder frente a Roma y al papado. El Emperador alemán es los sínodos, como resulta del sínodo de P1asencia de 1095; cuando,
quien convoca y dirige los sínodos, y quien, como en otros tiempo por otra parte, el cronista Berno1do cuenta más de 30.000 laicos
Carlomagno, juzga y depone a los papas. En aquel tiempo encontré, al lado de 4.000 clérigos, debe exagerar seguramente, pero no
aún, generalmente, aprobación y acuerdo para sus graves intervencio- deja de ser cierto que el concilio tuvo lugar al aire libre. En este
nes incluso en los medios eclesiásticos rigoristas; no obstante, aun- concilio estuvo presente, además de Matilde de Toscana, la em-
que esporádicamente, no faltó la oposición; por ejemplo, por parte peratriz Práxedes, que se acusó a sí misma y acusó sobre todo
del obispo Wazón de Lieja y del autor del tratado De ordinado pontí- 43. F. X. SEPPELT, op. cu., 418; cfr. BEFELE, op. cit., IV, 706·715.
fice, que consideraba ilegal la abdicación de Gregario VI. De esta 44. MANsr 19, 770; cfr. HEFELE, op. cit., IV, 747.
45. G. TANGL, op. cit., 165·169.
40. G. TANGL, op. cit., 109 Y sigo 46. G. TANGL, op, cit., 155 Y sig.
41. Cfr. F. X. SEPPELT, Geschichte der Papstc (Munich, 21955) JI, 368·371; C. J. vox 47. C. J. vox BEFELE, Conciliengeschichte (Freibur a i. Br., 1886) V, 189 Y sig.; G.
BEFELE, Conciliengeschichtc (Freiburg i. Br., 21879) IV, 609·616. TANGL, op. cit., 169. . b

42. G. TANGL, op. cit; 114 Y sigo


94 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 95

a Enrique IV. También pudo verse una delegación enviada por «La convocación, por Calixto II, del sínodo de Letrán del año
Alejo, emperador de Bizancio 48. Todavía más importante es el 1123, cor,no concilio "g~neral" representó apenas un paso más en
concilio convocado por Urbano Ir en Clermont, el año 1095. En los este camino. Ya que quiso, de esta manera, colocarlo en el mismo
anteriores sínodos, habían sido invitados, con carácter particular plano que los antiguos sínodos ecuménicos; ahora bien, esto se
príncipes que sostenían cordiales relaciones con el Papa o que te~ llevó a cabo y no sin dificultad, más adelante, y sólo muy poco
nian que justificarse. «Entonces, por vez primera, se pidió una par- a poco. El sínodo de Constanza situaba sólo tres nuevos concilios
ticipación general del laicado. Una aceptación tan amplia de toda la sobre el mismo plano que los ocho antiguos: el sínodo de Letrán
cristiandad correspondía al proyecto de cruzada de Urbano n. El en 1215, el de Lyon en 1274 y el de Viena en 1311» 54. Los sínodos
alcance de la cruzada era de una importancia general para toda la generales de los años 1123, 1139 Y 1179, convocados por los papas Ca-
cristiandad, y este proyecto daba lugar, por tanto, a sostener conci- lixto H, Inocencia II y Alejandro III no constituyeron por lo tanto
lios de gran estilo que representarían, por lo menos, la mayor parte un tipo de concilio diferente al de los más importantes sínodos de
de Occidente» 49. finales de siglo. Sólo adquieren relieve porque entre ellos desapare-
Con ocasión del concilio, el Papa llama ya al de Clerrnont con- cían totalmente los sínodos romanos (reemplazados por los consis-
cilium generale 50. No obstante, este cancilla nunca se ha c~ntado torios) y porque los sínodos no romanos cesan progresivamente en
entre los concilios .ecuménicos, y concilium generare sólo significa, razón a las circunstancias políticas.
en este caso, lo mismo que para los sínodos que le precedieron en Faltan las listas de los participantes a los dos primeros síno-
Occidente, un sínodo que engloba territorios más gra~des, más vas- dos generales pontificios del año 1123 y 1139, (en el primer con-
tos. Vemos al propio tiempo cómo una línea continua nos conduce cilio de Letrán, según Gerhoh de Reichersberg que se encontraba
a los grandes sínodos pontificios de Letrán, del siglo XII, los cuales, presente, asistió una delegación enviada por el emperador Enri-
hoy en día, se entienden por lo general como concilios ecuménicos. que V) 55. Al tercer concilio de Letrán, además de los participantes
El círculo de los participantes (clérigos y laicos), así como los tra- del clero, se nos «nombran también numerosos representantes de
bajos, se habían ido ampliando constantemente en estos sínodos los poderes seculares, entre los cuales las comisiones, también semi-
clencales, de los Caballeros de san Juan y de la Orden del Temple
ponticios en su estricto sentido, que, en razón de la situación
que, a causa de sus rivalidades, habían sido enviadas al concilio
política, se celebraban con frecuencia fuera de Roma. El sínodo
con los obispos orientales. Los anales de Enrique II explican tam-
propio de la diócesis de Roma, cedía cada vez más el paso al consis-
tono, que despachaba los asuntos pontificios corrientes. bién nuntii [ere omnium imperatorum, regum, principum toiius
. Después del de Clermont, los tres concilios que tuvieron lugar
chistianitatis se encontraban presentes y si bien se trata de una
cláusula que es una llave maestra, debemos, sin embargo, llegar a
b.a]o Pasc~aln en Guastalla, el año 1106 (con una amplia participa-
la conclusión de que la participación de los poderes seculares en el
ción de laICOS), en Letrán el año 1112 (wm abbatibus et innume1'abili
concilio fue muy amplia. No podemos decir con toda certeza si estas
multit~dine tam clericorum quam laicorum) 51 y en 1116 (donde por
vez pnmera en una carta de invitación se insiste conscientemente Órdenes de caballería fueron invitadas o no como los clérigos. En-
sobre el valor ejemplar de los antiguos concilios, aunque quizá no tre los laicos participantes, encontramos también a una delegación
s~a ~obre los conci.lios ec~ménicos) 52, representan unas etapas prin-
de valdenses, con su fundador a la cabeza, presentando al concilio
sus artículos de fe» 56.
cipaies en el camino hacia los grandes sínodos de Letrán. Final-
mente, bajo ~alixto Ir, el año 1119, tuvo lugar el concilio de Reims, C?n el cuarto concilio de Letrán en 1215, quiso Inocencia lII,
muy concurndo, en el que por vez primera participó el rey de consciente y formalmente, proseguir la tradición de los antizuos
Francia, Luis VI 53. co.ncilios ecuménicos. La cristiandad, igual los clérigos que'" los
laICOS, debía estar representada en el concilio. Así encontramos a los
48. HEFELE, op. cit., V, 215 Y sig.; G. TANGL, op. cit., 172 Y sigo
49. G. TA"'GL. op. cit., 177. .54. A.. H~ucK, Art, Synoden , en: Rcalencvklopiidic für protestantische Theologie und
50. BEFELE, op. cii., V, 220. Kirchc (Leipzig; 31907) XIX, 271; efr. H. jEDIN, Breve historia de los concilios (Barce-
51. G. TANGL, op. cii., 189. lona, Herder, 1963) segunda parte, 51·80.
52. G. TANGL, op. cit., 191. 55. G. TANGL, op. cit., 205.
53. HErELE, op. cit., Y, 350. 56. G. TANGL, op. at., 218 Y sigo
96 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA 1GU' SL'l , COKCII,IO y LAICOS 97
embajadores del emperador Federico Ir, de los reyes de Francia, ra en la historia de los concilios ecuménicos, se escogieron los
Inglaterra, Hungría, Bizancio, Jerusalén, Chipre y Aragón; ade- obispos que había que invitar; se encontró sólo un número reduci-
más, a los representantes de las ciudades, en particular de las repú- do, sobre todo franceses. Entre Jos laicos, estuvieron presentes los
blicas comunales de la parte superior de Italia, y un numeroso grupo embajadores de los reyes de Francia, Inglaterra .Y Aragón 61.
de señores laicos 57. «Este carácter compuesto, clérigos y laicos,
marcó especialmente las tres grandes sesiones públicas que sólo D) EJ concilio ecuménico, debido al CISMA DE OCCIDENTE, y
fueron, en su esencia, unas sesiones ostentosas, mientras que el bajo la forma de un sínodo general pontificio de la Edad Media, se
trabajo, propiamente hablando, las discusiones y el establecimiento vio comprometido. En cuanto la postura del Papa se vio quebrantada
de cánones conciliares y la discusión de centenares de casos litigio- por el cisma pontificio, el concilio se consideró, de una manera nueva,
sos presentados al Papa, debió incumbir a un número naturalmente la representación regular de la Iglesia universal. Esto reforzó, na-
más restringido, pero que se dedicó a ello por entero y de una ma- turalmente, la posición del laicado en el concilio. Para terminar
nera competente, empezando por los cardenales. Sobre la composi- con el cisma, los cardenales convocaron en el año 1409 un concilio
ción de estas sesiones mixtas no se nos ha transmitido nada muv ecuménico en Pisa. Junto a los cardenales, se hallaron presentes
concreto. Debía quedar a la decisión del Papa indicar, según su crite- patriarcas, obispos, abades y superiores de distintas órdenes: (( EJ
rio, la amplitud de la participación según los puntos a tratar. En Gran Maestre de Rodas con dieciséis comendadores, el prior general
todo caso no cabe duda de que el elemento clerical debió constituir de los Caballeros del Santo Sepulcro, el procurador general de los
la parte más importante» 58. CabaJ1eros Teutónicos, Jos diputados de las universidades de París,
Los tres concilios ecuménicos siguientes continuaron en la línea Toulouse, Orleans, Angers, Montpellier, Bolonia, Florencia, Cra-
del cuarto concilio de Letrán. El primer concilio de Lyon, el año covia, Viena (Austria), Praga, Colonia, Oxford y Cambridge; los
1245, bajo Inocencia IV: Por motivos políticos (el concilio tuvo apoderados de más de cien capítulos catedralicios y más de tres-
lugar contra Federico Ir y condujo a su destitución), la participación cientos doctores en teología v derecho canónico y, finalmente, los
no tuvo ni de lejos la amplitud de la del último concilio de Letrán. embajadores de casi todos lo~ reyes, príncipes' y repúblicas de Oc-
También aparecieron muchos laicos: «Según dice Mateo de París, cidente» 62. Desde luego no fue en Pisa donde se logró hacer cesar el
asistían al concilio prelados de casi toda la cristiandad o bien esta- cisma; antes al contrario, en lugar de dos papas, fueron tres los
ban representados en él. También asistían los embajadores del Em- que quisieron gobernar a la Iglesia.
perador y de diversos príncipes» 59. El segundo concilio de Lyon, La unidad de la Iglesia la consiguió sólo el CONCILIO ecuménico
en 1274, bajo Gregario X (cruzadas, unión con los griegos, regla- de CONSTANZA. Este concilio es el único, en la historia de la Iglesia,
mento del conclave) : Además del rey Jaime 1 de Aragón, estuvieron al que incumbió rehacer la unidad de la Iglesia (occidemaku<tl1do
presentes: «Los representantes de las dos órdenes militares, Temple menos), y esto no sólo de una manera provisional (como el segundo
y San Juan; además, los embajadores de los reyes de Francia, concilio de Lyon y más tarde el de Florencia), sino de una manera
Alemania, Inglaterra y Sicilia y los delegados de muchos otros duradera. Para nuestro propósito, este concilio reclama por eso
príncipes, señores, capítulos e iglesias)) 60. El concilio ecuménico toda nuestra atención. Fueron extraordinariamente numerosos los
de Viena, en 1311-1312, bajo Clemente V (supresión de la Orden miembros que asistieron, tanto del clero como del laicado : «Cuan-
del Temple, querella de los franciscanos sobre la pobreza, decretos do el concilio estuvo al pleno, pudieron contarse tres patriarcas,
de reforma) : bajo la presión de Felipe el Hermoso, y por vez prime- veintinueve cardenales, treinta y tres arzobispos, alrededor de ciento
cincuenta obispos, más de cien abades, alrededor de cincuenta pre-
57. Referente a la discusión sobre el idioma del concilio, también puede ser intere- bostes y más de trescientos doctores, Todos los clérigos iban acom-
sante hoy día hacer notar lo que sigue: En el cuarto Concilio de Letrán , a fin de que
los laicos lo entendieran, Ximénez, arzobispo de Toledo, después de haber pronunciado
pañados de un servicio a menudo muy numeroso, alrededor de
su discurso en larín, repitió los principales argumentos en cinco idiomas: francés, ale- dieciocho mil personas (el arzobispo de Maguncia, por ejemplo,
mán, inglés, vasco y español. «Garcías Loaisa declara que, desde el tiempo de los Após- llevó consigo cerca de quinientas personas ... ). Los más notables
tates, no se había visto semejante milagro de don de lenguas" (HEnLE, op. cit., V, 875).
58. G. T"'NGL, op. cit., 232.
61. J. LECLERcQ, Art. Concite de Vie1212e, en: Dictionnairc de Tbcéologie catholiquc
59. HEFELE, op. cit., V, 1106.
(París, 1960) 15, 2974.
60. HEFELE, op. cit., VI, 133.
62. HEFELE, op. cit., VI, 994.
98 ESTRUCTURAS DE LA IGI,ESIA IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 99

entre los laicos fueron, además de Segismundo, Luis elector del Se votó - como ya se ha dicho 65 - no por individuo, sino. por
Palatinado (más tarde protector del concilio), Rodolfo elector de nación, malogrando de esta manera a la mayoría italiana. Esta
Sajonia, Federico margrave de Brandeburgo, los duques de Ba- manera de proceder, observada en Constanza, se agravó en el con-
viera, Austria, Sajonia, Schleswig, Mecklenburgo, Lorena, Teck cilio ecuménico de Basilea. «El concilio de Basilea era, todavía en
(el último vástago de esta Casa, Luis, era en aquel entonces patriarca mayor grado qne el de Constanza, una asamblea de procuradores y
de Aquilea y se hizo representar en el concilio por medio de un doctores. En una votación del 3 de diciembre de 1436 se hallaron
delegado), además los embajadores de los reyes de Francia, Ingla- 3 cardenales, 19 obispos y 29 abades frente a otros 303 conciliares;
terra, Escocia, Polonia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Nápoles, Si- los obispos formaban, por tanto, mucho menos de la décima parte
cilia y, más tarde, los de los reyes de España y Manuel Paleólogo, de la asistencia. Quienquiera que se incorporara al concilio, poseía
emperador de Constantinopla. Además, asistieron una cantidad derecho de voto y podía ser elegido para alguna de las cuatro comi-
casi innumerable de condes y caballeros, llegados a Constanza por siones: de cuestiones generales, de la fe, de la reforma y de la
cuenta propia o en el séquito de los más distinguidos príncipes» 63. paz» 66. La cláusula más importante del reglamento de Basilea era
Ahora bien, 10 que tiene una extraordinaria importancia es que la siguiente: "Todos los miembros, sea cual sea su rango, se re-
a este concilio ecuménico, que tuvo por privilegio singular instau- partirán en cuatro DIPUTACIONES correspondientes a los cuatro te-
rar la unidad de la Iglesia, tuvieron derecho a voto, no sólo los más principales del concilio, a saber, en la Deputatio fidei, paeis,
teólogos y canonistas, sino también los laicos más renombrados. reiormauonis y en la Depldatio communis. Cada diputación tendrá
El papa Juan XXIII, según la línea de Pisa, había traído consi- un número igual de personas de cada una de las naciones (italiana,
go a un gran número de prelados de Italia y nombrado además francesa, alemana y española), así como de todas las dignidades,
muchas otras personas, como en una especie de hornada de Pares, para que cada Diputación cuente con cardenales, obispos, abades,
de tal manera que tuvo a su lado a la mayoría de los prelados. magistá, doctores, etc. (debido a ello y en razón a su mayoría, el
(Cuando llegó el momento de examinar la cuestión del derecho a clero subalterno obtuvo la superioridad)» 67.
voto en el concilio, sus partidarios, invocando la práctica de pre- En 1437, Eugenio IV trasladó el concilío a Ferrara, donde se
cedentes asambleas, sólo quisieron conceder este derecho a los obis- debatió el asunto de saber si había que tratar por naciones o por
pos y abades. Pero esta propuesta levantó una tumultuosa oposi- Diputaciones (Comisiones). Se acordó «repartir todos los miembros
ción: d' Ailly particularmente, en una disertación especial, demostró en tres "estados": a) cardenales, arzobispos y obispos; b) abades
que la disciplina de los antiguos concilios había variado sobre este Ji prelados; e) doctores, etc., y se declaró que para ser válida la de-
punto y que sería totalmente injusto que un obispo titular, que no cisión tomada por uno de los estados, eran necesarios los dos tercios
tenía a su cargo tan sólo un alma, fuera equiparado al arzobispo de de los votos de dicho estado» 68. Cercanos al trono del Papa, el em-
Maguncia, por ejemplo. Pedía que los doctores en teología y en
ambos derechos tuvieran un voto decisivo, sobre todo los primeros, Chrisuano, sed multo maior quam unius episcopi, vel abbatis el solum titulati.
que predicaban y enseñaban y cuyo juicio pesaba más que el de un Et anttauitus hace doctorurn auctorttas non erat introducta Pe!" m odum studiorum
ignorante prelado titular. La ausencia de los doctores en los anti- cJuae hodíe auctoritate ecclcsiae obseruatur de cu non' sit. mentia in antiouis
I

guos concilios se debía a que en aquel tiempo no existían; pero comrnunibus: sed in Concilio Pisano, et Romano eorum auctorttas alles,;tur, el
in deffinitiva sentcntia se subscribunt, Quare eos in simili excluderc per praesens Conalium ,
en el concilio de Pisa y en el de Roma del año 1412, los doctores quod uf dictum Pisani continuatiuurn I nom solum esset absurdum , sed dicti Pisani Con:
tuvieron voto. Finalmente reivindicó el derecho a voto para los reyes cilii quodam modo reprobatioum ....idem dtcitur de regibtis ct principibus, aut eorum amba-
y príncipes cristianos y sus enviados. El cardenal Fillastre hizo xiatoribus , et de procuratoribus ahscntium praelatorum , et capitulorum, el etiam sicut
circular una memoria parecida, pero de tono más vehemente toda- patet ex bulla domini nostrt Papae, qua mandat pt'aesens Concilium , et maximc ex
vía, y esta opinión terminó por prevalecen) 64 canonías impedlmcnus eausantibus ad huiusm odi locum , el tempus Concilii personaliter
adcsse nequiucrint; tune iUi qui sic impediti [uerint , aliquos SUD nomine Deum umentcs
sctentia el rcrum ex pcrientia praeditos, ae sufficienti 'mandato suffultos mittcre non
63. HUELE, op. cit., VII, 91.
postponant, vices corum qui miscrant, in dicto Concilio tmpleturos» (MANSI, 27. 561).
64. HUEl.E, op. cit., VII, 82 Y sig.; no se trata sólo, por tanto, de un voto cónsul-
tivo, sino de un voto deliberativo o decisivo de Jos teólogos y de los dirigentes laicos. 65. Véase cap. IV, 1.
Cfr. la moción del cardenal d'Ailly : «... non sunt excludendi a Vafe deffinitiva sacrae 66. H. JEDI"!, Breve historia de los concilios (Barcelona, Herder, 1963) 97·98.
Theologiac doctores, ae juris canonict , ct civilis; quibus, et m axirne theologicis , datur 67. HUELE, op, cit., Vil, 494.
auctoritas praedicandi et docendi uhique terrarum , quac non es! pari.« anctorrtas in populo 68. HIPELE, op. cii., VII, 664.
100 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 101

perador alemán - a pesar de que Segismunddo hBa?ía f~lle(cido un Presidencia, Cervini, que fue papa más tarde bajo el nombre de
mes antes de la apertura - y el emperador e izancro que es- Marcelo Ir, tampoco era sacerdote cuando fUe nombrado cardenal» 72.
tuvo presente en la persona de Juan VIII Paleólogo) contaron con Pero contrariamente a los concilios del siglo xv, el derecho
tronos de honor más elevados que los de todos los cardenales, a voto estuvo estrictamente limitado: los representantes de las
obispos Y prela,dos. ~or m~tivos financieros, el concilio hubo de corporaciones eclesiásticas, de las universidades y ~e los capítulos
trasladarse a Florencia el ano 1439. catedralicios, no conservaron - como tampoco los laICOS - su dere ..
cho a voto. «Así como en Roma estaban decididos a poner fin a la
E) El radicalismo de Basilea, particularmente durante su últi- ampliación de! derecho a voto, siguiendo el ejemplo de los concilios
ma fase, los éxitos conciliares y políticos del Papa y de sus car- reformadores del siglo xv, igualmente era apremiante el deseo de la
denales y, finalmente, la Swmma de Ecclesi~, del cardenal T,orque- Curia por ver a los generales de las órdenes mendicantes y de
mada, dieron paso a un período de restauración cuya expreslOr: fue la Guardia Pontificia, miembros con pleno derecho en e! concilio
el QUINTO CONCILIO DE LETRÁN (1512-1517) convocado por julio II sin excluir totalmente a los abades que estaban expresamente men-
(en contestación al concilio antipapal de. ~isa d.e 15! 1.', frecue?tado cionados en la bula de convocacióm 73. Los abades presentes con-
especialmente por franceses). Es~~ conClllo. ~e. 1l1SCnblO consciente- servaron un voto colectivo a título de representantes de su Congre-
mente en la línea de los concilios pontIfICIOS de la al~a Edad gación. Ya no se votó por nación, sino por individuo.
Media. Lo presidió el Papa y estuvo compuesto casi exclusivamente
Durante el PRIMER CONCILIO VATICANO, el círculo de participan-
por obispos italianos. No logró impedir la Reforma. .
tes se delimitó de la misma manera: se invitó a todos los obispos,
Incluso en el CONCILIO DE TRENTO, desempeñaron los laICOS su con voto deliberativo (pero no a los doctores en teología y en derec?o
papel, aun si bien ya no lo hicieron como en la época d.el C;oncili.o canónico ni a los laicos) y además los obispos titulares, los superic-
de Constanza. Ya en la bula del papa Paulo III Ad Dcminici gregrs res de las órdenes y los presidentes de las congre~aciones monásti-
cutam (1536) convocando un concilio en Mantua, además de todos cas 74. Al principio, se pensó en invitar a los. embajadores de los po-
los obispos, abades y otros prelados, el emperador, los reyes y otros deres cristianos, pero por razones políticas este proyecto pronto
príncipes fueron invitados a comparecer, personalmente o al ~enos tracasó. A excepción de las solemnidades litúrgicas, el acceso a las
a diputar a sus enviados 69. Y esto es válido tanto para la primera deliberaciones estaba estrictamente prohibido a los laicos. Un «se-
convocatoria en Trente lnitio nosiri huius pontificatus (1542) 70,
como finalmente para la convocatoria definitiva Laetare Jerusalevn . . inobser-
creto de concilio» , recomendado formalmente, pero de hecho
vado. debía impedir también que el clero y el pueblo siguieran, aun-
(1544) 71. «Todavía en el Concilio de Tre.n~o asistie:on los .enviados que fuese de lejos, las deliberaciones en calidad de auditores 75.
de los príncipes a las sesiones del concilio y pudIeron eJe,r~er su i Cuánta diferencia entre el primer Concilio Vaticano y el concilio
influencia sobre las negociaciones en las cuestiones dogl!1atIcas o ecuménico de Constanza! j Cuánta diferencia, sobre todo, entre el
de derecho canónico. Lo llevaron a cabo tanto por medio de un primer Concilio Vaticano V los primeros sínodos con la presencia y
particular (e.! representante ~e Venecia quie.~ elab.or~ ~l canon sobre la participación del pueblo'! j Cuánta diferencia entre el primer Con-
el matrimomo), como en conjunto (en la sesión veintidós) en su pro- cilio Vaticano y el (concilio apostólico»! La frase de P. Fransen es
testa contra la lentitud en cuanto a la reforma de la Iglesia. Suce- totalmente justa cuando dice refiriéndose al primer Concilio Vatica-
dió incluso que un laico, el conde L. de Nogarola, predicó a los no: NGKCA, EN TODA LA HISTORIA DE LA IGLESIA, HABÍA SIDO TA~
Padres del concilio la víspera de Navidad. El secretario del con- RESTRINGIDA LA PARTICIPAOÓN DE LOS LAICOS 76. Y las razones que es-
cilio Angelo Massarelli, protonotario apostólico, era laico. Fue con- grime Fransen para explicar este hecho son muy concretas: «Las
sagr~do obispo durante el concilio. U no de lo~ presidentes del con-
cilio, el cardenal Reginald Pole, no era sacerdote. Su colega en la 72. P. FRANSEN, Das Konzil und die Laien, en: Orientíerung 25 (1961) 3.
73. H. ¡EDlN, Geschiehte des Konzils uon Trient (Freiburg i. Br., 1957) Il, 14.
69. Concilium Tridentinum . Dlariorum , Actorum, Epistularum, Tractatuum nova Col- 74. C. BUTLER-l-l. LANG, Das Vatikanische Konzil (Munich, 31933) 78-79.
íectio. Ed. Gcorresiana (Freiburg i. Br., 190\ y sig; citada desde ahora en adelante con 75. Sobre la «inhábil táctica del silencio» que tanto perjudicó al concilio y que,
la abreviación CT) IV, 2-6. con el tiempo, se abandonó de hecho, véase R. Al.'BERT, Le pontiiicat de Pie lX (FEche
70.a, IV, 226-231. y Martín, Histoire de l'Église, vol. 21) (París, 1952) 346 Y sigo
71. ct, IV, 385-388. o 76. P. FRAl'sEN, Das Konzil und die Laien, en: Orientierung 25 (1961) 3.
IGI,ESIA, CONCIl,IO y LAICOS 103
102 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

perfección, o bien (como Hegel) al modo de un proceso dialéctico,


antiguas estructuras religiosas y sociales, que hicieron posible la co-
abri~n.dose pa~? en f~rma as~endente a través del fértil juego de las
laboración de los responsables del laicado, habían caducado, y no se
oposiciones, Ni la pnmera m la segunda de estas teorías evolutivas
contaba todavía con nuevas instituciones que permitieran asociar al
son 10 bastante cristianas. Ni una ni otra toman bastante en serio
laicado a los trabajos del concilio en calidad de «estado» propiamente
lo bueno y 10 pecaminoso que existe en la Iglesia y en su historia.
dicho en la Iglesia. Además, era la primera vez que se planteaba la
Después de haberse defendido mucho tiempo contra la idea de una
cuestión de esta forma. Por añadidura, una teología demasiado cle-
evolución en la Iglesia, se corre a menudo 'el riesgo actual de justi-
rical de la Iglesia paralizó todos los intentos en esta dirección. Esta
ficar, con la ayuda del concepto evolutivo, TODO lo que evoluciona
fue la consecuencia desgraciada de las controversias contra los pro-
en. la Iglesia: COI?o.si sólo existiera floración y no también agosta-
testantes y el laicismo de aquel tiempo. El escándalo suscitado, erró-
miento ; cnrrquecrmiento y no empobrecimiento' adquisición v no
neo totalmente, debido a un artículo de J. H. Newman en The
pérdida; formación y no deformación; progresión y no regresión:
Ramble« el año 1859, sobre la consulta a los fieles en materia de fe
en SUl~~, como en cualquier evolución humana, hay 10 humano, lo
(((On Consulting the Faithful in Matters of Faith»}, nos deja adivi-
demas¡a~o humano y el pecado. A cuanto evoluciona en la Iglesia
nar ante qué dificultades teológicas y prácticas se encontraron en-
se le aplica la alrXxptOl~ T:VEUf-lá,(j)v (I Coro 12, 10), el discernimiento
tonces. La época no estaba todavía madura» 77.
de espíritu en el cristiano adulto que no se nutre ya de leche sino de
alimentos sólidos, y en virtud de la costumbre tiene los sentidos
3. LA REPRESENTACIÓN ACTUAL DEL LAICADO ejercitados para el discernimiento del bien y del mal (Beb. 5, 12-
13). «Probadlo todo y quedaos con 10 bueno. Absteneos hasta de la
La diversidad de los hechos constatados por la historia de la Igle- apariencia de mal» (I Tes. 5, 21). La regla que sirve para compro-
sia es notoria. ¿ Qué se deduce de estos hechos de la tradición ecle- bar, no es el statu qua de la Iglesia, sino el Evangelio de Jesucristo.
siástica? Se cuidará, por tanto, precisamente en la cuestión de la participación
de los laicos a los concilios, de partir simplemente de un statu quo
A) Los laicos PUEDEN tomar parte en los concilios. En otros (consi.derado tácitamente como el summum de la actual evolución),
términos, no existe ius divínmn que excluya a los laicos de la parti- para intentar aún demostrar que este statu quo sería iuris divini
cipación a los concilios ecuménicos. Sean cuales sean los principios aunque la diversidad de formas que demuestra toda la evolución
en que se funde esta participación y sea cual sea el reglamento ju- histórica enseña de una manera evidente que aquí nos encontramos
rídico, una cosa es cierta: la historia de los concilios es el testimonio en el terreno delius humanum, Sólo bajo la condición de atre-
impresionante de la variedad de las formas de participación al conci- verse a ver la variedad que demuestra la evolución (10 que desde
lio por parte de los laicos. Y lo que refuerza este testimonio es, ade- luego no causará daño alguno a la Iglesia), evitaremos violen-
más de los informes de los primeros concilios de la Iglesia en los tar la verdad de la evolución histórica con distinciones formales
siglos Ir y III, la atestación de los Hechos de los Apóstoles sobre el anacrónicas y postulados a priori 78 •
pap~l que desempeña la comunidad entera en el «concilio apostólico»
y que manifiesta una unidad orgánica entre ministerio y comunidad. 78. En oposición al conccpto de Scheeben sobre lo relación entre concilio v laicado
significativa para numerosos manuales de dogmática, L. SCHEFFCZYK formula c~n razón'
Precisamente el modelo que proponen los Hechos demuestra hasta la. siguiente crítica en Die Lehranscf¡~uungen Matthias. Joseph Scheebens übe,.' das ókume:
la evidencia el error que significaría hacer del Concilio Vaticano nisrhe Konzil , en: Tubmger Theologzsehe Quartalschrlit 141 (1961) 171 Y sig.: «Scheebcn
Primero el ideal perfectamente logrado de lo que debe ser un con- ha llegado aquí a un concepto reciamente «jerárquico» del concilio que, por otra parte,
cilio, cuando es, sin lugar a dudas, 10 que más se aparta de aquel se manifestaba Igualmeme d:;de los pr;m.eros tIempos y que desemboca en afirmar que
el concilio es la representaclOn de la urnca IgleSIa docente. Esta declaración formulada
modelo. Este ejemplo demuestra claramente hasta qué punto sería sin restricción alguna, obliga a lamentar por .10 menos la ausencia de los matices obligados;
simple y 'radicalmente falso asimilar el desarrollo histórico en la ya que no es posible discutir que en el concilio, los ObISPOS, atestigüen también la fe de su
Iglesia a un progreso incesante hacia el ideal, hacia una perfección Iglcsi,a y a travé; de ello representen a los creyentes; desde luego, esta representación no se
cada vez más cumplida; entender este progreso (como el A ufklii- efectúa de la misma manera que en el Parlamento, pero tiene su origen en el ministerio
episcopal. Hablar de una representación de la única Iglesia docente carece de fundamento
1'unpJ al modo de un movimiento ascendente en línea recta hacia la
cuando el episcopado, en su mayoría, se encuentra reunido en concilio. Un concilio de
esta clase ya no es tan sólo una representación de la Iglesia docente, sino la propia Iglesia
77. P. FRAKSE", loe. eit, 3 Y sigo
104 ESTRt'CTURAS DE LA IGLESIA IGLESIA, COKCILIO y LAICOS 105

E) El fundamento del poder que poseen los laicos para partici- como Cuerpo de Cristo, Pío X, fomentando la piedad eucarística y
par en un concilio es el SACERDOCIO COMÚN de todos los fieles. La sobre todo por medio de su decreto sobre la comunión, introdujo
doctrina del sacerdocio común es una de las verdades fundamentales un movimiento por el que los laicos fueron llevados de nuevo y cada
de la eclesiología católica. Cuanto hemos dicho hasta ahora ha esta- vez con más energía al espacio sagrado. Los papas Pío XI y
blecido que nosotros, los católicos, creemos que todos los cristianos Pío XII, sobre todo e! último con sus encíclicas lvIystiei Corporis
están convocados al concilio ecuménico convocado por Dios, que están y Mediator Dei, han fomentado de múltiples modos la participación
convocados a título de «raza elegida, sacerdocio real) pueblo santo» de los laicos en e! culto. La ciencia teológica, en especial la liturgia
(I Pe. 2, 9) 79. Cuando su intervención en el problema conciliar, con y la dogmática, han explicado con éxito los problemas surgidos de
motivo de apelar al sacerdocio común de los fieles, Lutero apuntó ello. Cada vez aparece más claro el puesto que e! laico ocupa en la
por tanto a un punto auténticamente católico. Pero al propio tiempo Iglesia, aunque todavía hay que aclarar algunas cosas» 8C.
había puesto el dedo sobre un punto muy vulnerable, desde hacía En su discurso del 20 de febrero de 1946, dirigido a los nuevos
largo tiempo, en la Iglesia de su época. No podemos silenciar e! he- cardenales, decía Pío XII: «Los fieles, y más concretamente los
cho de que, precisamente durante la Edad Media, en tiempos de la seglares, se encuentran en la línea más avanzada de la vida de la
Reforma e incluso después, esta verdad fundamental se había olvida- Iglesia; por ellos la Iglesia es e! principio vital de la sociedad hu-
do hasta un punto que a menudo asusta, y que la ec1esiología se re- mana. Por eso ellos, especialmente ellos, deben tener un convenci-
ducía con frecuencia a la jerarquía. Esto provenía del hecho de que miento cada vez más claro, no sólo de que pertenecen a la Iglesia,
ya los primeros tratados sistemáticos De ecclesia (Jacobo de Viter- sino de que son la Iglesia, es decir, la comunidad de los fieles en
bo, De regimene christiano; Egidio Romano, De ecctesiasiica po- la tierra bajo la dirección del jefe común, el Papa, y de los obis-
testate; Juan de París, De potestate regia et papali) habían apare- pos en comunión con él. Ellos son la Iglesia») 81. Y todavía más claro
cido con ocasión de la querella entre Bonifacio VIII y Felipe el Her- durante e! segundo congreso del laicado en 1957: «Sería desconocer
moso y tratan casi exclusivamente de la autoridad eclesiástica. Es- la verdadera naturaleza de la Iglesia y su carácter social el distin-
tas tendencias se acusaron en la lucha secular contra el galicanismo, guir en ella un elemento puramente activo: -las autoridades ecle-
el conciliarismo, el protestantismo, el jansenismo y el liberalismo. siásticas, y, por otra parte, un elemento puramente pasivo: los se-
« Amenazó una trayectoria de evolución, en la que el laico no ha- glares. Todos los miembros de la Iglesia, como dijimos en la En-
bría sido considerado como esencialmente perteneciente a la totali- cíclica 1\!Iystiei Corporis Cbrist», están llamados a colaborar en la
dad de la Iglesia, en que la Iglesia habría sido sentida y entendida edificación y perfeccionamiento de! Cuerpo místico de Jesucristo.
cada vez más como una Iglesia de clérigos. Por eso el laico en mu- Todos son personas libres y deben ser, por tanto, activas ... )) 82.
chas ocasiones no se ha sentido responsable más que en corta me- Tanto en la práctica como en la teología, queda muchísimo por
dida de la Iglesia total. Sin embargo, sería una exageración afirmar hacer hasta conceder al sacerdocio de los laicos la importancia
que los laicos no tuvieron voz alguna en la Iglesia moderna. Después que se le debe. La obra más completa y que traza verdadera-
que la escuela teológica de Tubinga volvió a interpretar la Iglesia mente el camino para una teología del laicado es la de Yves CaNGAR
[alones para una teología del laieado que valoriza, tanto a nivel de
docente. La expresión "representación de la totalidad de la Iglesia" por ei concilio no los principios como en la aplicación práctica, la misión sacerdotal,
puede, por tanto, aplicarse exclusivamente a la Iglesia docente. Parece como si Scheeben real y profética 83.
hubiese sólo llegado a un "no" sin discutir el problema positivamente y ello, debido a
haber tomado una posición apologética en aquella época, contra los defensores extremos
de una constitución democrática y colegial de la Iglesia, que veían sólo en los obispos 80. M. SCHMAUS, Teología dogmática (Madrid, Rialp, 1962) IV, 700.
en concilio a los representantes y los testigos de la fe de su Iglesia. Podemos también 81. Acta Apostolicae Sedis 38(1946) 149. trad. castellana, Colección de encíclicas y
afirmar con certeza que no discutió el hecho históricamente probado de la participación documentos pontificios (Madrid, Acción Católica Española, 1962) t. I, 226.
de los laicos a los antiguos concilios y que no penetró en la problemática teológica que 82. Acta Apostolicae Sedis 49 (1957) 925 Y sig.; trad. castellana, Anuario Petrus
se planteaba. En este punto también se dio por satisfecho con una breve réplica según (Pío Xll) 11, 1957 (Barcelona, Estela, 1958) 173.
la cual una eventual convocatoria de los laicos no significa que se les convirtiera en 83. Y. CONGAR, Jalones para una teología del laicado (Barcelona, Estela, 1963). Acerca
miembros del concilio. De esta manera no se llegó nunca a integrar, propiamente ha- de la teología del laicado, cfr. las obras católicas recientes que anotamos a renglón seguido:
blando, el hecho conciliar en ei organismo de conjunto de la Iglesia, aunque Schccben J. M. ACONSO, Santo Tomás y el llamado sacerdocio de los fieles, en: XIII Semana
inició, por 10 menos, el camino a este intenro.» Española de Teologla (Madrid, 1954) 132-169; F. X. ARNOLD, Die Stellung des Laien in
79. Clr. especialmente el cap. 11. del' Kirche, en: Una Sancta 9 (1954) 8-26; Kirche und Laicntum, en: Theologiichc
106 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA IGLESIA, CONCILIO Y LAICOS 107
El concilio ecuménico convocado por los hombres es la represen_ dia formaba una unidad político-religiosa provista de dos brazos:
tación del concilio ecuménico convocado por Dios, que e~ la Iglesia. el poder espiritual y el poder secular, que no pueden, por tanto,
Es la representación de TODA la Iglesia, la representación de TODo asimilarse, pura y simplemente, a los conceptos modernos de la Igle-
el pueblo real y sacerdotal de Dios; por tanto debemos decir: Nin- sia (unidad religiosa) y Estado (unidad política). El poder espiritual
gún principio estricta~e.nte te~ló&ico ni ~o.gm~~ico puede 1?onerse y el poder secular, aunque separados en las esferas de sus poderes
en evidencia para prohibir a pnon la participación de los laICOS en terrestres, surgían de las mismas raíces. En esta simbiosis de Jos
el concilio ecuménico convocado por los hombres 84. poderes, el Papa y los obispos adquirieron un carácter político, igual
que, recíprocamente, los emperadores, los reyes y los príncipes ad-
C) Hemos fundamentado la posibilidad de nna participacióll quirieron un carácter sagrado (recuérdese la situación casi sacerdotal
de los laicos al concilio '- apoyándonos en los Hechos de los Após- de los emperadores y los reyes en la liturgia). Al propio tiempo era
toles y en los primeros concilios de la Iglesia - sobre el sacerdocio posible, en caso necesario, que un poder asumiera las funciones del
común de los fieles; al hacerlo hemos omitido
. otras motivaciones ,"
otro (intervención de los papas en asuntos políticos en caso de ausen-
corrientes antaño (y, por otra parte, no S111 conexion con el sacer- cia de las autoridades temporales e, inversamente, intervenciones
docio común). de las autoridades temporales en caso de ausencia del Papa y los
Muchas motivaciones antiguas, particularmente las que atañen obispos, por ejemplo, en relación con la reforma de la Iglesia: ius
los derechos de los príncipes cristianos, eran peculiares de su tiem- TejoTmandi). En ese caso se trataba, por una parte, del uso exclusivo
po. Ello proviene, probablemente, del carácter sagrado de que esta- de derechos válidos entonces (y reconocidos por ambas partes), inclu-
ban revestidos los emperadores bizantinos y al que estaba unido un so si, como es natural, resultaban de ello usurpaciones y abusos
ius in sacra. Esto es también válido para los emperadores y reyes - i por ambas partes! - (por otra parte los príncipes respetaron
de la Edad Media (de una manera particularmente pronunciada en generalmente las fronteras de los dogmas y los iUTa divina). En el
Carlomagno), cuyas intervenciones en los asuntos eclesiásticos de cuadro de nuestra búsqueda, no nos incumbe ju?gar esas condiciones
las Iglesias locales no pueden compararse más que a las intervencio- medievales que en parte subsisten todavía después de la Reforma.
nes pontificias ulteriores. El COTPUS chTistianoTurn de la Edad Me- Lo importante para nosotros es que, en el caso de ESTOS derechos,
Se trata, tanto por un lado como por el otro, de iara humana, que,
Quarralschri]: 134 (1954) 263-289; H. URS vox BALTH,\SAR, Del' Laie und die Kirchc, en: hoy en día, después de la ruptura de la unidad político-religiosa de
Viele Amter, ein Geist, ed. por H. Nüsse (Einsiedeln, 1954), y también en: Sponsa Vcrbi, la Edad Media entre Tegnum y sacerdotium, no pueden tener ya la
Ensayos teológicos JI (Madrid, Guadarrama, 1964); G, PHIUPS, Misión de los seglares en
la Iglesia (San Sebastián, Dinar, 1958); M. DE LA BEDOYERE, The Lavman in thc Cliurch misma urgencia que antes (en nuestros días, por lo menos en princi-
(Londres, 1955); K, RAHNER,Sobre el apostolado de los seglares, en: Escritos de teología pio, el Estado es laico y la Iglesia espiritual). Por tanto, fue por
(Madrid, Taurus , 1961) 11; Consagración del seglar a la pastoral, cn: Escritos de teolo- derecho humano y no divino por 10 que reivindicaron los príncipes de-
gía (Madrid, Taurus, 1961) I1I; O. SEMMELROTH - 1. HOFMANN, Der Late in der Kirche rechos particulares en los concilios; fue por derecho humano y no
(Tréveris, 1955); R. SPIAZZI, El laieado en la Iglesia (Barcelona, Herder); A. Sus-
TAR, El laico en la Iglesia, en: Panorama de la teología actual, editado por J. FEINER- por derecho divino por 10 que las autoridades eclesiásticas, para de-
J. TRÜTSCH - F. BÓCKLE (Madrid, Guadarrama, 1961), 641-673; K. H. SCHELKLE, Jiinger- fenderse de las intromisiones del poder temporal, prohibieron pura
schait urul Apostelamt (Freiburg, 21961), trad. castellana, Apóstoles y discípulos (Barcelo- y simplemente la participación de los laicos 85.
na, Herder, en prensa); R. TUCCI, Recenti pubblicazioni sul «l.aici nella Chiesa», en:
Civi/tiJ Cattolica 109 (1958) 179-190; Problcmi di apostolato e di spintualita dei laici, ibid. D) La postura adoptada por Lutero estuvo también condicionada
398-406; K. JUHÁSZ, Laien irn Dienst der Seelsorge (Münster, 1960); H. HEIMERL, Kirche, por su época. Involucró su petición de ayuda al sacerdocio común
Klcrus und Laien (Viena, 1961); Y. CONGAR, Art. Laic, en: Lexileon fiir Thcologic u"d
Kirchc (Freiburg i. Br. 1961) VI, 733-740. con la petición de ayudar a los príncipes: « U no de los eminentes es-
84. Sobre la cuestión de la relación concilio-laicos, cfr. la bibliografía señalada al pecialistas de Lutero y al propio tiempo profundo conocedor del con-
principio de! capítulo 1 (Comentarios del Codex luns Canonici, obras sobre la historia junto de la Edad Media (Boehmer) dice, respecto al régimen teocrá-
de los concilios y sobre el lugar que ocupan los concilios en la historia de! Derecho
Canónico y de la constitución de la Iglesia). ie puede añadir a ellas en especial: G. TANGI...
Die Tcilnchmer an den allgemeinen Konzilien des Mittelalters (Weimar, 1922); Y. CaN- 85. Cfr. sobre este particular J. HASHAGEN, Staat und Kirche vor der Rcjormation,
GAR, Jalones para una teología del laicado (Barcelona, Estela, 1963) 288-297; P. FRANSEN. Ein« Untersuchung del' uorrejormatorischcn Bedeutung des Laicncinjlusses in del' Kirchn
Das Konzil U" die Laten, en: Orientiemng 25 (1961) 1-5; H. KRÜGER, Laien auf den: (Essen, 1931), e Y. CaNGAR, Jalones para una teología del laicado (Barcelona, Estela,
1963) 292-303, así como también le bibliografía quc consta en dichas obras.
Konzil", cn: Franlií urter Heitc 15 (1960) 29-36.
108 ESTRUCTURAS DE tA IGLESIA 109

tico soberano del tiempo de la Reforma: "No es un testimonio del división de la Iglesia entre jefes V doctores activos y súbditos y audi-
pensamiento de los reformadores, sino ... un producto del derecho po- tores pasivos. Por consiguiente nada tiene de extraño que la teología
lítico de la Iglesia que data de principios de la Edad Media y fecun- de la Contrarreforma no haya aportado ninguna aclaración teológica
dado por las viejas ideas germánicas sobre la Iglesia nacjónal." Se a una participación activa de los laicos en la Iglesia y el concilio 88.
afirman, por tanto y de manera irrebatible, les inviolables lazos con La frase que ya hemos citado, pronunciada por Pío XII, se impone
la alta Edad Media. Por 10 menos en sus rasgos esenciales ahora: «Seria desconocer la verdadera naturaleza de la Iglesia y
teóricos y prácticos, el régimen teocrático soberano de los luterano~ su carácter social el distinguir en ella un elemento puramente acti-
era una herencia totalmente medieval. "La Iglesia nacional es va una va: las autoridades eclesiásticas, y, por aira parte, un elemento
creación de la Edad Media" ; ésto puede afirmarse sin dudar: Como puramente pasivo: los seglares. Todos los miembros de la Iglesia,
tal, nada tiene que ver con las innovaciones de la Reforma. Aparece como dijimos en la Encíclica Mvstici Corporis Chrisii, están lla-
más bien, con sus evidentes características medievales, como un mados a colaborar en la edificaci6n y perfeccionamiento del Cuerpo
cuerpo absolutamente extraño en el seno de estas innovaciones» 86. místico de Jesucristo. Todos son personas libres y deben ser, por
En la cuestión del gobierno exterior de la Iglesia, Lutero, par- tanto, activas ... )) 89.
tiendo del sacerdocio común de los fieles) se volvió más y más hacia E) ¿ DE QUÉ MANERA participarán los laicos en el concilio? Sobre
el régimen teocrático soberano. «Se ha demostrado de manera evi- este punto todavía la historia nos ayudará a la reflexión. Hubo con-
dente e irrefutable remontándose a las fuentes, que Lutero hasta cilios en los cuales los laicos estuvieron representados DIRECTAMEN-
1525, entendía esta competencia (de la autoridad temporal) en Un TE e INMEDIATAMENTE, y otros en los que estuvieron representados
sentido esencialmente negativo, en el sentido de una represión de INDIRECTAMENTE y MEDIATAMENTE, es decir, por medio de ministros
las órdenes de la antigua Iglesia. Se ha intentado también definir eclesiásticos. No es posible declarar legítima sólo la primera forma.
de una manera totalmente negativa al concepto original de Lutero Hay que hacer observar que los propios reformadores, no sólo han
sobre la participación eclesiástica a la autoridad, en su sentido más aceptado como concilios legítimos los cuatro primeros concilios ecu-
general, de explicar la participación «inmediata» exclusivamente a ménicos, aunque fueran en gran parte tan sólo sínodos episcopales
partir de raíces puramente profanas y de reducir la participación sin representación directa de los laicos (excepto el Emperador), sino
«mediata» al mínimo. Pero, por muy negativas que hayan podido ser que los tuvieron también en gran estima. Incluso en el Primer Con-
las convicciones personales e íntimas de Lutero sobre este punto, cilio Vaticano hay que reconocer la representación indirecta y me-
por muy vivas que fuesen las torturas que le atormentaron por su diata.
particular repulsión hacia las usurpaciones del poder temporal en el Pero no es necesario explicar el por qué hoy en día, en amplios
interior de la Iglesia, una cosa es cierta: a fin de cuentas DO movi- sectores de la Iglesia) se espera no sólo una representación indirecta,
lizó las energías de que disponía ampliamente, en relación con sus sino una representación directa y mediata de los laicos. La «hora
convicciones, a fin de ayudar a su realización práctica. «La erec- de los laicos» mencionada a menudo - el acceso del laicado a una
ción de comunidades de sentido evangélico traía aparejado ya en cooperación activa en la liturgia y el apostolado es uno de los signos
Lutero una notable regresión de sus posiciones personales. No duró más prometedores de la Iglesia de nuestro siglo - , no debe, incluso
esto mucho; sólo hasta que volvió a la idea de "que la autoridad cris- en lo que se refiere al concilio ecuménico, permanecer corno un sim-
tiana debe preocuparse por la salvación del alma de sus súbditos") ple slogan que en el mejor de los casos significaría sólo nuevos de-
por donde hay que entender, ante todo, las autoridades comunales y beres, sin nuevos derechos correlativos. En consecuencia, dice un
también las autoridades territoriales» 87. laico competente: «... la "dulce invitación" dirigida a las comunida-
La postura teológica de la Contrarreforma se encuentra también
condicionada por su época, en la medida en que al lado de esos argu- 88. En la línea de los tratados ec!esioJógicos de Torquemada y de Cayctano, cfr. M.
mentos legítimos, por una parte contra las usurpaciones del poder CANO, De locis theologicis. De auctoritate conciliorum (Padua, 1762) 133- Do; R. BELAR-
MINO. De conciliis, Opera omnta (París, 1870) Il, 217-22; F. SUÁREZ. Disputatio Xl. De
temporal sobre los concilios y, por otra parte, contra un concepto en- conciliis, Opera omnia (París, 1858) XI!, 323-327; L. THOMASSIN, Dissertationum in con-
teramente democrático y parlamentario del concilio, exageraba la cilio generalia el particularia tornus singularis (Colonia, 1784); C. PASSAGLIA, De conciliis
oecumenicis (ed. H. SGHAUF) (Roma, 1961) 20-22 Y 80-106.
86. J. HASHAGEN, 0r. cii., 558 Y sigo 89. Acta Apostolicae Sedis 49 (1957) 925 Y sig., Anuario Petrus (Píe; XII) 11, 1957
87. J. HASHAGE", op. cit., 562 Y sig. (Barcelona, Estela. 1958) 173.
IGLESIA, COKCILIO y LAICOS 111
110 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
la Iglesia y del concilio, los principales periodistas católicos recla-
des separadas de la Iglesia difícilmente será comprendida y aceptada, man una cooperación positiva y abierta del concilio con la prensa 94.
mientras EN la Iglesia no se conceda finalmente a los laicos un deter- P. Fransen propone como instituciones que podrían hacer posible
minado número de puestos (si no aún el voto), por 10 menos en las una cooperación de los laicos: el secretariado mundial para el apos-
COMISIONES CONCILIARES dispuestas para tratar de los asuntos que, tolado de los laicos, la Academia Pontificia de Ciencias, las grandes
por su naturaleza, deben ser defendidos por un laico. Un protestan- organizaciones internacionales y nacionales católicas y, sobre todo,
te sacará sin duda la conclusión, con alguna razón, de que le será di- las universidades católicas 95. Durante el concilio, igual que durante
fícil hacer valer sus legítimos deseos en una Iglesia, que incluso a sus su preparación, se hace posible una cooperación en las comisiones
miembros laicos, no les concede el derecho a voz en sus deliberacio- que atañen especialmente a los laicos. Pero aquí hay que plantearse
nes preparatorias, y los exhorta, antes al contrario, a hacerse repre- la cuestión de saber si la cooperación de los laicos no sería todavía
sentar por "laicos importantes" que son eclesiásticos» 90. Y el teólo- posible en un sentido más estricto.
go de oficio, confirma : «El concilio debe ser libre, en el sentido de
G) ¿ En el concilio tienen, los laicos, un voto que decide
que debe ser, en primer lugar, una asamblea de cristianos, una señal
(voto deliberativo, decisivo, definitivo), o sólo un voto que aconse-
de actividad salvífica de Dios en Jesucristo. No debe, por un abuso,
ja (voto de consulta)? Esta cuestión va unida al problema del lugar
convertirse en un museo de gloria y de poder humanos, Debe reunir
de los ministerios eclesiásticos en el concilio, cuestión que pronto
a sus miembros en el Espíritu Santo y de acuerdo cgJ1las leyes del
atacaremos. En el marco de este trabajo sería sin duda ir demasiado
Espíritu (según el modelo de Act. 15). Debe ser una asamblea
lejos entrar en el problema, ahora en juego, del poder de jurisdic-
fraterna que no excluye a ningún hombre que pertenezca a Cristo.
ción (relación entre poder de orden y poder pastoral o poder doctrinal)
Las murallas humanas que separan deben ser derruidas. Sacerdote
y quizá desbaratar la problemática del canon 118, según el cual sólo
y pueblo pertenecen al concilio, clero y laicado, cada uno con su total
los clérigos pueden detentar el poder de orden y de jurisdicción (dis-
medida en Cristo» 91.
tinción entre los clérigos y los laicos, por ht tonsura, etc.) Pero,
F) ¿ Cuáles son las POSIBILIDADES CONCRETAS de una participa- para nuestra finalidad, hay que hacer observar 10 siguiente: 1.° Hay
ción de los laicos? Tal como lo expone P. Fransen, en lugar de las incluso canonistas que conceden que, de hecho, no sólo el derecho an-
instituciones y estructuras religiosas y sociales antiguas, que habían tiguo sino también el actual, conserva una jurisdicción a los laicos
hecho posible una cooperación de los laicos, se necesitan nuevas ins- (hombres y mujeres), sin transformar, sin embargo, a esos laicos en
tituciones para hacer posible hoy todavía una cooperación de los clérigos, y que el canon 118, relativo a la jurisdicción, no es, por
laicos 92. Con derecho V razón en este contexto, Fransen llama tanto, concreto 96. 2.° La historia del derecho nos enseña hasta qué
ante todo la atención sobre la cooperación de los laicos EK MA-
TERIA DE INFORMACIONES. Precisamente sobre este punto hay que 94. Cfr. O. B. RorGELr, Die "Nach,ichtenpolitiÁ:¡' des Konrils , en su libro: Was
crtoartcn U'ir vom Konzil? (Osnabruck, 1961) 46-54. RoegcJe cita también este extracto
aprovechar la experiencia negativa del Primer Concilio Vaticano: de las conclusiones generales del sexto Congreso mundial de la Prensa católica que tuvo
«La orden prohibiendo las informaciones sobre las negociaciones del lugar en Santander en julio de 1960 y donde estaban representadas 26 naciones: "Los 400
Concilio Vaticano tuvo muchas consecuencias. Ayudó a las argucias participantes... decidieron dar gran resonancia J la preparación del Concilio. Expresan
su deseo de obtener sobre el Concilio una información concorde a las exigencias prácticas dc
de los especuladores y reforzó tanto a los adversarios de Roma como
los medios modernos de comunicación, a fin de poder preparar de una manera eficaz a
a los observadores, atentos a los acontecimientos, en la duda de que la opinión pública sobre este importante acontecimiento de la Iglesia)) (pág. 54).
estos tapujos disimularían los objetivos y las maquinaciones de una 95. P. FRANSEN, Das Konztl un d die Laien, en: Orientierung 25 (1961) 4: «El hecho
determinada tendencia. La posibilidad de una información objetiva de que diversas Facultades de Teología alemanas austríacas no recibieran, por lo menos
y prudente sobre el concilio se había descartado a pyiori. Esta me- al principio, ninguna invitación para presentar sus demandas, afectó profundamente a
todos aquellos que esperaban del Concilio un enfoque más abierto a la dimensión mundial
dida abría también ampliamente a los periodistas la posibilidad de y, por tanto, a la dimensión católica.»
informaciones fantasiosas» 93. Por tanto, hoy en día, en interés de 96. A. SZENTlRMAt, Jurisdi!(tion [ur Laien", en: Tübinger Thcolooische Quartalsch,ijt
140 (1960) 423.126; sobre el lugar de los laicos en el Derecho eclesiástico, efr. igualmente
90. F. MtssERSCHMlD, cn: Wa,t und Wahrheit 16 (1916) 635. K. MORsnoRF, Die Stellung de, Laien in da Klrche, en: Reuue de droit canonique 10-11
91. W. GRUBER, en: Wart und Wah,heit 16 (1961) 596. (1960-61) 214-234; B. PA!';ZRAM, Die Tcilnohme der Laien atn Pnesteromt , Lelirami und
92. P. FRASEN, Das Konzil und die Laicn , en: Oricnticruny 25 (1961) 3 Y sigo Hirtcnamt u» Rahmen des geltende" Kirchcnrechis , en : Oberrheinischcs Pastoralblatt 62
93. V. CONzEMn;s. «Romischc Brieje VD'" Konzil», en: Túbinger Theologische Quar· (1961) 65-72.
!diJe/nijt 140 (1960) 427.
IGLESIA, CONCILIO Y tAlCOS 113
í 12 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

misma manera que en determinados países, el jefe de! Estado re-


punto la participación de los laicos al poder pastoral pudo ser ínti- quiere a importantes personalidades de la vida pública para la cá-
ma : no sólo en el concilio y por mediación de los príncipes, sino tam- mara alta a título de senadores, lores, etc.) 99. En nuestros días se
bién en el ejercicio de la autoridad eclesiástica por medio de laicos hace más fácil una representación laica) ya que la formación teo-
en los asuntos administrativos y judiciales y, sobre todo, por el dere~ lóvica de muchos laicos comprometidos es hoy tan profunda como
cho del pueblo en la elección episcopal (y la elección pontificia) en la"de muchos clérigos. Pero al mismo tiempo se ha hecho más exi-
e~ ~entido d,e un consentimien.to y una aprobación ~el célebre prin- gente; pocas cuestiones existen en la Iglesia que no tengan suma
cipio de Lean e! Grande: Qut praejuturus est omnilius ab omnibus importancia, incluso para los laicos, y, sobre todo, las que se refieren
eligatur !), cosas que se han mantenido más o menos bajo una forma al dogma 100.
limitada hasta nuestro siglo, en las Iglesias de Oriente 97.
Respecto a los miembros del concilio, el derecho actualmente en JI) No podemos ya ahora esquivar una última cuestión: el con-
vigor afirma que los obispos no son en absoluto los únicos a disfru- cilio ecuménico convocado por Dios, que es la Iglesia, ¿ está por
tar de voto deliberativo en e! concilio. Personas que no son obispos lo tanto verdaderamente representado en un concilio convocado por
poseen también voto deliberativo: los cardenales-presbíteros, los car- los hombres, fundado sobre el sacerdocio común de los fieles? Nues-
denales-diáconos, diversos superiores de órdenes (canon 223). Es tra respuesta relativa al lugar de los laicos en el concilio ecuménico
perfectamente posible ampliar todavía a los laicos e! círculo de los convocado por los hombres es esencialmente incompleta y, hasta
invitados con voto deliberativo (sean cuales sean la base y la formu- cierto punto, anfibológica, mientras no se haya respondido a esta
lación jurídica de tal ampliación) 98. pregunta. Como hemos intentado resueltamente comprender de una
Pero sea cual sea el reglamento jurídico, el derecho a un voto manera profunda el deseo expresado por Lutero en cuanto a una re-
deliberativo debe teológicamente estar fundado, en definitiva, por presentación de la Iglesia fundada sobre el sacerdocio común, debe-
lo que hasta aquí llevamos dicho, sobre la representación, deseada mos, con la misma resolución, plantearle a nuestra vez a Lutero la
del sacerdocio común en e! concilio, sobre el testimonio de los Hechos cuestión de saber si la representación de la Iglesia de Jesucristo está
de los Apóstoles referentes a la participación del pueblo en el «con- fundada sobre el único motivo del sacerdocio común. Se trata ahora
cilio apostólico» y sobre la tradición de la Iglesia que nos da distintas del problema que hasta entonces habíamos aplazado, e! problema
pruebas de una participación de los laicos en los concilios. Hasta este de la representación de la Ecclesia apostolica. Al propio tiempo
momento nadie ha podido demostrar, de una manera conveniente, vamos a tratar de las dificultades que, como ya habíamos dicho 10\
que se pueda rehusar a los laicos un voto (co-) deliberativo, no sólo se presentaban, aunque quizá de una forma más velada, pero no
por motivos de derecho canónico, sino por motivos de derecho por ello menos real, en los problemas de la representación de la
DIVINO. Incluso las dificultades de orden práctico que se esgrimen Ecclesia tma, sancta, catholica.
contra una representación laica, hay que resolverlas fácilmente,
con buena voluntad. La elección debería, equitativamente, tomar en 99. Sobre este particular debemos hacer notar que R. LOMBARDI propuso una repre-
consideración a las Iglesias territoriales particulares y reflejar la sentación de los laicos al grado más elevado, correspondiendo al Colegio de Cardenales: "un
Scnato laico dell'Umanirá», Para un mundo nuevo (Barcelona, Balmes, 1952) 331.
catolicidad de la Iglesia. Debería englobar, por una parte, notables
100. Es interesante comprobar hasta qué punto son paralelos los deseos formulados
representantes de las asociaciones eclesial es de los laicos, y por otra por el clero y los laicos en la encuesta: Was erwarten Sie uom Koneil?; en: Wort und
parte personalidades eminentes de la vida de la Iglesia (sin nada Wahrheit 16 (1961) 569-718. En lo que se refiere a los deseos de los laicos en cuanto al
que ver con las asociaciones) susceptibles de representar al laicado Concilio Vaticano 1I, cfr. entre otros: Anregungen und Hoffnungen für das Zweite
católico, por ejemplo: hombres de ciencia, escritores, pedagogos, Vatikanische Konzil, en: Wort und Wahrheit 15 (1960) 245 Y sig., 325 y sigo y 405 Y
siguientes; O. B. ROEGELE, WaS cru/arten wir vom Konzil? Gedanken eines Laien
médicos, teólogos laicos, etc. (o según los puntos de vista, de la (Osnabrück, 1961); V. SCHURR, R. BAuMANN, M. Dmx, A. LISSNER, Konbretc Wünsche
an das Konzll (Kevelaer, 1961); P. BOURGl', Que pense-t-on , qu'ottend-on du Concile?
97. Y. CaNGAR, [alones para una teología del Laicado (Barcelona, Estela, 1963) 286-320. (une enquéte), en: Qu'attendons-nous du Conalc? (Bruselas-París, 1960) 57·74.
98. Incluso el cardenal ). de TORQUEMADA anota lo que sigue: "Non negamus temen 101. Cfr. capítulo IV, 3.
quin papa cocans aliquas personas notabiles inferioris status ad concilium universale: utputa
praelatos minores aut alias personas doctas: posset illas gratiose honorare dando eis auc-
toritatem ut etiam habeant vocem diffinitivam cum episcopis, sicut forte [actum est cum
abbatibus» Summa de Ecclesia (Venecia, 1561) 289 Y sigo
CAPÍTULO VI

Concilio y ministerios

1. ¿QUIÉN ES LA IGLESIA APOSTóLICA?

¿ De qué forma el concilio ecuménico convocado por los hombres


es la representación de la Ecclesia APOSTOLICA? La solución depende
de las siguientes preguntas: ¿ De qué manera es Ecclesia apostulica
la propia Iglesia? ¿ De qué manera es la Iglesia la primitiva Igle-
sia de origen apostólico? Por imponente que sea su unidad, por
amplia que sea su catolicidad, por extraordinaria que sea su san-
tidad, una Iglesia que no fuera la primitiva Iglesia, que se remon-
ta a los Apóstoles, sería sin duda alguna .una sociedad pía, pero
no la Iglesia de Jesucristo.
/!) Años ha, se echó en cara a Lutero haber fundado una
NUEVA Iglesia y, debido a ello, haberse salido de la santa Iglesia
apostólica. En su libro Wider Hans Worst (1541) '. dirigido contra
el duque católico Enrique de Brunswick-Wolfenbüttel, Lutero se
defiende apasionadamente contra este reproche que le llegaba al
rondo del alma: «Los papistas dicen: Sí, nosotros hemos perma-
necido en la primitiva Iglesia, la Iglesia de antaño, desde el tiempo
de los Apóstoles, por lo tanto somos los justos, surgidos de la
primitiva Iglesia y hemos permanecido justos hasta ahora. Pero
vosotros os habéis separado de nosotros y habéis fundado, contra nos-
otros, una nueva Iglesia. Respuesta: ¿ Y si probara que somos
nosotros quienes hemos permanecido en la verdadera Iglesia primiti-
va ; sí, que somos la verdadera Iglesia de antaño y que sois vosotros
quienes habéis renegado de la primitiva Iglesia, que habéis fundado
una Iglesia nueva contra la Iglesia primitiva? Dejad que hable» 2.
Esta cuestión nos introduce inmediatamente de lleno en la con-
troversia entre protestantes y católicos, diferencia que, como pode-
mos comprobar aquí, se basa en la forma teórica y práctica de
\. WA 51, 469·572.
2. WA 51, 478 Y sigo
116 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 117

comprender la verdadera Iglesia. Ahora bien, precisamente este es- y 10 instituyó Cristo y tal como lo han practicado hasta ahora los
crito donde Lutero se justifica, muestra hasta la evidencia que este Apóstoles y toda la cristiandad 6.
problema de la verdadera Iglesia apostólica no es tan sólo un pro- »4. Utilizamos la predicación y la palabra de Dios con pureza
blema de argumentación teológica abstracta ni de sutil apologética. y largueza, la aprendemos con fervor y la utilizamos sin añadir
Se trata más bien de un problema de autenticidad concreta que no ninguna doctrina nueva, personal, humana, tal como lo ordenó Cris-
puede separarse de la historia concreta de la Iglesia. No sin mo- to y tal como 10 hicieron los Apóstoles y toda la cristiandad 7.
tivo mezcla Lutero a sus argumentos teológicos una descripción »5. Conservamos el símbolo de los Apóstoles, la antigua fe de
precisa de los orígenes de la Reforma. Y el lector católico de hoy
la Iglesia primitiva en todos sus puntos y, al igual que ella, 10 cree-
en día no dejará de informarse sin rubor 3 de la forma como fue trai- mos, cantamos, confesamos, sin introducir ni añadir nada nuevo B.
cionada en aquel tiempo la Iglesia apostólica, por todos aquellos
que tomaron parte en el tráfico político y financiero sobre las indul- »6. Rezamos las mismas plegarias que la Iglesia primitiva, el
gencias, sobre el nombramiento a la sede episcopal de Maguncia mismo "Padre Nuestro", no imaginamos nada nuevo ni distinto,
cantamos los mismos salmos, alabamos y damos gracias al Señor
y sobre la iglesia de san Pedro, ya que desde hacía tiempo se sabía
que en la Iglesia se había traicionado el ESPÍRITU de los Apóstoles. con la boca y el corazón unidos, como 10 enseñó Cristo, como 10 hi-
cieron los Apóstoles y la misma Iglesia primitiva, y como se nos
Nos es imposible entrar en detalles de ese problema sombrío; en
ha ordenado seguir el ejemplo 9 .••
todo caso, incluso hoy en día, la Iglesia católica no está dispuesta
a declararse culpable. Para nuestro intento se hace, sin embargo, »7. Sostenemos y enseñamos, con la primitiva Iglesia, que hay
necesario afirmar que la apostolicidad de la Iglesia, debe, ella tam- que honrar al poder civil, que no hay que maldecirlo, ni obligar al
bién, manifestarse AUTENTICAMENTE, es decir, «no con persuasivas prójimo a besar los pies al Papa ID.
palabras de sabiduría, sino con demostración de Espíritu y de fuer- »8. Alabamos y honramos el matrimonio como una institución
za» (I Coro 2, 4). . y una ordenación divina, bendito y feliz, a -fin de que el cuerpo dé
Para elucidar como teólogo la cuestión de saber cuál es verdade- frutos y contra el abuso de la carne ¡ y no 10 hemos modificado 11.
ramente la primitiva Iglesia apostólica, Lutero sigue dos series de »9. Soportamos, tal como dijo san Pedro, los mismos sufrimien-
argumentos. En la primera serie, procede positivamente y prueba tos que nuestros hermanos terrenos; se nos persigue, estrangula,
que su Iglesia contiene lo que es esencial a la primitiva Iglesia se nos ahoga y ahorca por todas partes, se nos infligen todos los
apostólica fundada por Cristo. Según Lutero, nadie puede negar: suplicios, por amor a la palabra de Dios. Y nosotros hacemos igual
que la Iglesia primitiva 12.
« l. Nosotros, igual que los papistas, precedemos del santo bau-
)J1 O. A cambio, no derramamos sangre, no matamos, ahorca-
tismo ... el mismo Bautismo primitivo que instituyó Cristo y con el
mos ni nos vengamos, como hubiéramos hecho gustosamente muy
que fueron bautizados los Apóstoles y la Iglesia primitiva y luego, a menudo y hubiéramos podido hacer. Pero al igual que hicieron
hasta hoy día, todos los cristianos 4 ... Cristo, los Apóstoles y la primitiva Iglesia) sufrimos, soportamos
»2. Nuestro Sacramento del Altar es exactamente semejante y rezamos por ellos, incluso públicamente en las iglesias, con leta-
al que instituyó Cristo, que utilizaron luego los Apóstoles y toda nías y oraciones; cosas todas que hizo y enseñó Cristo nuestro sEÑOR
la cristiandad, y comemos y bebemos en la misma mesa que toda la y también la primitiva Iglesia. Nos atenemos a todos los usos de la
cristiandad primitiva y recibimos el mismo y primitivo sacramento, Iglesia primitiva» 13.
y no hemos ni innovado, ni transformado 5 ...
6. WA 51, 480.
»3. Poseemos las llaves auténticas y primitivas y nos servimos 7. WA 51, 481.
de ellas sólo para atar o desatar el pecado, tal como lo mandó Dios 8. WA SI, 482.
9. WA 51, 482.
3. WA 51, 537-544; cfr. J. LORTZ, Die Reiormation in Deutschland (Freiburg i. Br., 10. WA 51, 482.
31948) 1, 193·263. 11. WA 51, 483.
4. WA 51, 479. 12. WA 51, 484.
5. WA 51, 480. 13. WA 51, 485.
CONCILIO Y MINISTERIOS 119
118 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
negar, en efecto, que desde la Reforma de Lutero, no se haya mo-
En la segunda serie de argumentos, Lutero procede negativa- dificado la situación de diversas maneras, igual en el mundo cató-
mente y prueba que la nueva Iglesia católica se ha separado de la lico que en el mundo evangélico. Hoy en día ya no se puede alabar
Iglesia primitiva apostólica fundada por Cristo. En la Iglesia ca- sólo en la Iglesia evangélica lo que alababa Lutero; ya no es sólo
tólica se han introducido innumerables innovaciones: «.. .libros en en la Iglesia católica donde se puede criticar lo que criticaba Lutero.
cantidad ilimitada, novedades y hallazgos repletos de orgullo de los Ni los católicos ni los evangélicos deberían creerse dispensados de
que nada supieron ni la Iglesia primitiva ni los Apóstoles» 14. alinearse sin cesar en la Iglesia apostólica. Ni la llamada a la tra-
Lutero cita a título de ejemplo: satisfacción por las obras; indul- dición católica ni la llamada a la Reforma evangélica, dispensan
gencias, agua bendita, peregrinaciones, cofradías, innovaciones re- de renovarse incesantemente en la realización de lo que es esencial
ferentes al sacramento del altar (pensado como sacrificio sacerdotal, cuando se quiere ser apostólico: EL ACUERDO REAL CON EL MENSAJE
como obra de obediencia, comunión bajo una sola especie), poder de APOSTÓLICO.
las llaves en las cosas temporales (destitución de reyes y príncipes), El concilio ecuménico convocado por los hombres es la repre-
corrupción en la predicación mediante órdenes humanas, estableci- sentación de la Eeclesia apostolica cuando está REALMENTE DE
miento de un jefe corporal en el reino espiritual de Cristo, jefe que ACUERDO con la Eeclesia apostouca 17. El acuerdo real de un concilio
se hace llamar «santidad» y «Dios en la tierra», superstición en con la Ecclesia apostólica es verdaderamente el don del Espíritu
el culto de los santos (canonizaciones, días de ayuno, días feriados), Santo prometido a la Iglesia, de una promesa cierta e inviolable;
declaraciones según las cuales el estado matrimonial impediría de- pero es al propio tiempo labor y objeto de extremo cuidado por
terminados actos de culto, espada temporal y guerras con fines ecle- parte de la propia Iglesia. La labor difícil del concilio ecuménico
siásticos, purgatorio, reliquias ... 15. Y Lutero no se cansa de repetir: convocado por los hombres, consiste, por tanto, en manifestar DE
«(¿ Quién os 10 ha ordenado 7 ¿Y dónde está escrito? ¿Dónde encon- UNA MANERA AUTÉNTICA este acuerdo, no sólo en sus formas exterio-
traréis, en la primitiva Iglesia, el derecho a fundar un Bautismo res, sino en su contenido interior. La unidad, la santidad y la ca-
y una santidad tan novedosos 7 ¿ Quién e,s el hereje, el perjuro y tolicidad no son la unidad, la santidad y la catolicidad de la Iglesia
la nueva Iglesia 7» 16. de Jesucristo si no reposan sobre la base sobre la cual quiso Cristo
Lo que dice Lutero, presa a menudo de una fuerte emoción po- fundar su Iglesia: sobre los Apóstoles (cfr. Mt. 16, 18; Ef. 2,
lémica, hay que tomarlo sin duda muy en serio. ¿ Qué hará, enton- 20; Ap. 21, 14), que son los testigos oculares del Señor resuci-
ces, el teólogo católico 7 En cuanto a la primera serie de argumen- tado, y, como tales, los heraldos de su mensaje, enviados inmedia-
tos, se alegrará sinceramente de 10 que nos une, a pesar de todas tamente por Él mismo con todos los poderes, y los guías de s:-r
las divergencias; eS más que 10 que nos separa. En cuanto a la se- rebaño. Escuchamos al Señor glorificado únicamente en el testi-
gunda serie de argumentos, hará 10 siguiente: a) examinar con monio apostólico. Por esta razón el testimonio apostólico tiene, en
valentía cuanto dice, como lo ordena el ~óstol I Tes. 5, 21 ; b) la- la Iglesia y hacia ella, un valor normativo único, permanente e
mentar francamente, criticar y combatir cuanto separa de la Iglesia irremplazable. Por esta razón, para una Iglesia que se desea apos-
apostólica (por ejemplo toda clase de prácticas y de superstición) ; tólica y para un concilio que busca representar a la Iglesia apostó-
lica, no se exige tan sólo una sucesión puramente histórica, sino
e) exponer a plena luz cuanto debe atribuirse a una determinada
una sucesión en su cabal sentido: en el Espíritu de los Apóstoles,
época y no debe cargarse a la cuenta de la esencia de la Iglesia
en la fe en su evangelio y en la obediencia a su ejemplo obligatorio.
(por ejemplo, el poder directo de la Iglesia sobre los asuntos tem-
porales y las destituciones de reyes y príncipes); d) defender, ma-
B) Pero entonces, ¿ cuándo está concretamente un concilio en
tizando mucho, 10 que sea interpretación auténtica, evolución y des-
acuerdo real con los Apóstoles 7 Lutero responde: Cuando está de
arrollo de lo que nos ha transmitido la Iglesia apostólica.
ACUERDO CON LA SAGRADA ESCRITURA, que nos ha transmitido la
1\0 obstante, guardando las debidas proporciones, todo eso es Iglesia apostólica, y a cuya autoridad deben someterse la Iglesia
válido hoy en día para los propios teólogos evangélicos. No podemos y el concilio.

14. WA 51, 498. 17. Con ello no se quiere dar una descripción adecuada de la apostolicidad de un
15. WA 51, 487-497. concilio ecuménico} sino subrayar una condición necesaria de esta apostolicidad.
16. WA 51, 488.
CONCILIO \ MIl\'ISTERIOS 121
120 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
Transcurren casi treinta años entre el origen de la Reforma y
Para Lutero todo el mal que hay en la Iglesia católica proviene la apertura de un concilio. Durante todos esos años de interminables
de que la palabra humana se sitúa al mismo nivel que la palabra discusiones, Lutero mantiene con firmeza que el concilio no está
de Dios: ( ... para ellos, viene a ser lo mismo la doctrina humana y por encima de la Escritura, sino que le está sometido. Esto era. lo
la palabra de Dios» 18. En todos aquellos casos en que existen inno- que pensaba en el fondo, cuando no cesaba de desear un «concilio
vaciones creadas por la Iglesia católica no se trata de la palabra libre y cristiano» : libre frente al Papa y sometido sólo a la Escri-
de Dios sino de invenciones humanas: (Dejad que, una tras otra, tura. El concilio debe fallar las cuestiones en litigio - en este caso
consideremos las novedades aparecidas en la nueva Iglesia del Papa. Lutero aceptaba sinceramente un concilio - , pero debe depender
Vemes entonces que son totalmente extrañas a la palabra de Dios, en todo de la Sagrada Escritura - en este caso Lutero discut.ía la
es decir al camino, la verdad y la vida, que sólo han sido ideadas autonomía absoluta del concilio. Esta es también la nota dominan-
por la superstición o por la arbitrariedad de los hombres o la ma- te de su tratado teológico De potestate concilii (1536) 29, así c.omo
lignidad del Papa)) 19. de su panfleto Van den Konziuis und Kirchen 30. En estos escritos,
La Iglesia sometida ala Palabra es, junto con el sacerdocio común Lutero ha tomado partido sobre la cuestión del concilio, sin duda
de los fieles, el requerimiento principal de la teología conciliar de de una forma muy 'polémica pero también muy detallada. Sin en:-
Lutero 20. Desde el año 1512, con ocasión del sínodo regional del bargo, todos sus escritos están impregnados de un profundo. peSJ-
obispado de Brandeburgo en Ziesar, Lutero había explicado al pre- mismo. Después que, todavía en el año 1537, y desde luego S111 es-
boste de Leitzkau 2\ durante un sermón, que la principal tarea de peranzas en una reconciliación, hubo compuesto Lutero los artículos
un concilio era asumir la predicación del Evangelio; de no hacer de Esma1calda 31 para proponerlos en un concilio en Mantua, enterró
eso el concilio, era inútil que se reuniera 22. La importancia de la en su obra Van den Koneiliis wnd Kirchen, del año 1539, la espe-
palabra de Dios para el concilio se expresó en términos enérgicos ranza que fundaba en el concilio. Se siente profundamente decep-
al originarse la crisis reformadora, tanto en la querella con Prierias, cionado y duda de que, después de tres traslados del concili.o y corn-
el año 1518 2 \ como en la polémica con Eck, el año 1519 : la Sa~ra.da urobada la persistente oposición a la reforma de la Iglesia, desee
Escritura es uerincm Dei injallibile, concil'ium uero creat1na lStlUS ~erdaderamente el Papa un concilio serio: « Perfectamente, si he-
1Jerbi 24. Después de 10 cual, escribe al elector Federico: es prefe- mos de desesperar del concilio, pongámonos entonces en manos del
rible «hacer caso a un laico que se ajuste a la Escritura, que al verdadero juez, nuestro Dios misericordioso» 32.
Papa V al concilio sin Escritura» 25. Después de la querella con Mientr;s como va hemos visto, Lutero, en su anterior obra:
Prierias, a la tesis según la cual el concilio está sometido a la Es- ;J la nablcz~ crisiuino., toma como punto de partida el sacerdocio
critura, se enlaza la otra tesis, según la cual los concilios pueden común de los fieles, parte ahora de la importancia fundamental de
equivocarse 26, añadiendo el agravante, desde la polémica de Leipzig, la Sagrada Escritura. Habiendo estudiado a fondo los tres volúme-
de que los concilios, de hecho, se han equivocado 21. Al decir esto, nes dé la colección de los concilios que acababa de publicar Peter
Lutero no quiere situarse por eJlcima de los concilios, sino al propio Crabbe 33, Lutero amplió su trabajo con extensas notas históricas.
Cristo hablando a través de la/ Sagrada Escritura: « ... no me coloco A. 10 largo de la primera parte J\ Lutero intenta presentar los lími-
por encima de los doctores y de los concilios; coloco a Cristo por tes históricos de los concilios y lo que Se opone a ellos en la tradición,
encima de todos los doctores y concilios» 28. V demostrar cuán numerosas son las disposiciones conciliares que no

JI}. WA 51, 509.


se han observado, empezando por el concilio apostólico y la absti-
nencia de sangre y carne de animales ahogados. Que la Escritura
19. WA 51, 515.
20. Véase la bibLografía mencionada en el capítulo V, 1, nota 1. sea el único fundamento permanente: «Yen resumidas cuentas,
21. WA 1, 10·17.
29. WA 391, 181·197.
22. WA 1, 13.
30. WA 50, 509·653.
23. W Al, 656, 658. 665. 685.
31. WA 50, 192·254.
24. WA 2, 288.
32. ¡tA 50, 623.
2" ¡'VA (E) 2, 468, 472.
33. P. CRABEE) Conciliorum omnium tam generalium quam particularium, quae iam
26. WAl, 656, 685. inde ab apostolis in hunc usque diem cclcbrata, vol. I·]JI (Colonia, 1551).
27. WA 2, 303, 308. 34. WA 50, 509·547.
28. WA 6, 581.
122 ESTI!.UCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 123

puedes colocarlos juntos a ambos, a los Padres y a los concilios' hombres se afirma? .se vicia según su relación con la Sagrada Es-
no podrás extraer íntegramente la doctrina de la fe cristianas aunqu- cntura: «y no quisiera creer tampoco en el propio concilio sino
te pasaras t~da la eterni~ad. Y de no. haber habido la acción y el decir: "fueron los hombres". Y el evangelista san Juan ~ san
apoyo de la Sagrada Escritura, no hubiera - por obra de los Padres Pablo, Pedro y los otros Apóstoles, permanecieron firmes y cons-
y los concilios - subsistido mucho tiempo la Iglesia. Verdadera- tituyen nuestra mejor base y defensa. Ya que a ellos fue concedida
mente ¿ de dónde sacan los Padres y los concilios 10 que enseñan y públisa:nente entregada la revelación por el cielo y la mediación
o 10 que debaten ?)) 35 del Espm~u Santo, y de ellos han heredado las Iglesias antes de
En la segunda parte 36, Lutero toma como modelos los cuatro este COnCJllO, de ellos, también, heredó el propio concilio» 40. Esta re-
antiguos «principales coriciliosa : los verdaderos concilios ni inven- lación del concilio con la Sagrada Escritura, la afirmaba todavía
tan ni aportan nada nuevo, sino que defienden «en calidad de juez Lutero cuando asentaba sus últimas ideas sobre el concilio, en la
soberano y de obispo supremo sometido a Cristo, la antigua fe y obra apasionadamente polémica Wider das Papstthum zu Rom, vom
las obras primitivas y buenas ... según la Sagrada Escritura, excep- Teufel gestiftet, de 1545 41 , en la cual reclama una vez más un
to que debido a que su tiempo les obligue, deban además debatir concilio libre, cristiano, alemán: «Quiero decir libre, es decir, libre
cuestiones temporales, efímeras, variables; 10 cual debe hacerse como 10 es la Escritura, es decir, el Espíritu Santo» 42. Entiende
igualmente, fuera de los concilios, en todas las parroquias y escue- también por «cristiano», que deben «tratarse asuntos cristianos, y
las» 37. Inmediatamente después de la palabra de Dios, corresponde eso por mediación de personas cristianas, de acuerdo con la Escri-
al concilio en la Iglesia la suprema AUTORIDAD judicial: «Por tanto tura» 43. Lutero no tuvo oportunidad durante su vida de ver un
un concilio no es otra cosa que un consistorio, un tribunal, un tribu- concilio de esta clase, libre, cristiano, «alemán» (con ello quiso
nal de apelación o algo parecido, donde los jueces, después de haber decir que tuviera lugar en un país alemán). Antes de que pudiera
escuchado las partes, pronuncian la sentencia, con gra-n humildad y dirigir este escrito a los obispos reunidos en Trente hacia finales
pleno derecho. Efectivamente, nuestro ministerio consiste en anate- del año, murió Lutero sin esperanza de un concilio ni de la restau-
mizar, condenar, pero no según nuestro criterio, nuestra voluntad o ración de la unidad. -
un derecho inventado de nuevo, sino según el derecho primitivo, que Otros reformadores compartían también con Lutero esta forma
todo el reino acepta como justo. Por tanto un concilio no puede con- de concebir la Escritura como norma de los concilios. Para Me-
denar a un hereje según su capricho, sino según el derecho del rei- lanchton, discípulo de Lutero, esto es evidente. Desde su tesis para
no, es decir, según la Sagrada Escritura y según (los Padres conci- obtener el grado de Baccaloureus biblicus, en 1519 defiende la tesis:
liares) confiesan 10 que es de justicia para la santa Iglesia. Un de- Conciliorum aucioritas cst infra scnpturae auioriiatem 44. En los di-
recho, un reino y una justicia) de esta clase son realmente de temer versos juicios que hubo de elaborar en adelante para los princpes,
bajo pena de una reprobación/eterna. Ya que este derecho es la pa- en relación con la participación de los protestantes al concilio, de-
labra de Dios, el reino es la Iglesia de Dios, el juez es al propio fendió lógicamente este concepto. La ortodoxia luterana por entero
tiempo el ministro y el servidor de estos dos poderes» 38. Igualmentt sigue esta misma línea 45. De todas formas es notable que las con-
compara Lutero el concilio a la Dieta del Imperio, por la única razón
40. WA 50, 552.
de que la Dieta del Imperio, institución efímera, sigue un derecho 41. WA 54, 211.
efímero. «Pero en este reinado de la Iglesia, la verdad es la siguien- 42. WA 54, 211.
te: "la palabra de Dios permanece eternamente"; según ella de- 43. WA 54, 212.
bemos juzgar, sin transformar la palabra de Dios ni los artículos 44. PH. MELANcHToN, Wake 1, 24, ed. R. Stupperich (Gutersloh, 1951).
de fe, ni añadir nada» 39. 45. En la época de la muerte de Meianchron, los principios fundamentales de la reo-
logia luterana sobre el concilio parecían ser claros; ni los Loci theologici de Martin
El carácter apostólico del concilio ecuménico convocado por los Chemnitz (Frankfurt a. M., 1591), ni los de Matthias Hafenreffer (Tübingcn, 1609), ni el
Compendiu?, de Leonhard Hutter (Wittenbcrg, 1610) o sus Loei (Wittenberg, 1619),
35. WA 50, 546 Y sigo m Jos Loci de [ohann Gerhard (Jena, 1610-25) no proporcionan una doctrina elaborada
36. WA 50, 547.624. sobre el concilio. A decir verdad, los acontecimientos de Trento obligaron a una con-
37. WA 50, 606. frontación, pero se trató sólo de! tratado detallado contenido en las Disputationcs de
38. WA 50, 615 Y sigo Belarmino (Ingolstadt, 1586.93) que sacudió los espíritus y dio origen a una amplia biblio-
39. WA 50, 617. ele controversia: [oharines Lampadius 1616, Heinrich Hoepíner 1620, Paul Rober 1631,
124 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
CONCILIO V MINISTERIOS 125

sim examinari;. idque in eum modum. ui concilii definitio pondus


fes iones l~teranas, sin dejar .de re~erirse a los concilios de la primi.
s,~u:'t Jwbea!, ~~tqu..e instar praeiudicii, neq;te, iamen examen, quod
tiva Jglesl~, .no. se pronun?len S111 embargo sobre la teología del
concino (;11 siquiera los preámbulos a la confesión de Augsburgo y
a,XI, tmpedwt "Y respecto a este procedimiento Calvino se re-
mite a san. Agus~ín: U iiruivn eum omnes servQ1·e~t. quem praescri-
a los Artlcu~os de Esmalcalda). Otra cosa sucede con las confesiones
bit. AU.fl:ustmus libro aduersus Moximinicm teriio. Nam quum hunc
de la. Iglesia l{EFORMADA (Confesión escocesa de 1560, Conjessio
h.aereiicum. de synodorum decretis litigantem breuiier vult compes-
he~ve~tca postenor 1561, Artículo Irlandés de 1615, etc.). Adoptan
p~aetl~amente el concepto de CAL VINO sobre el Concilio. Para Cal.
cere: nec ego, inquit, nicaenam synodum iibi, nec tu mihi arimi-
VIno, Igual. que para Lutero,. ~a autoridad incondicionada de la Sa- nensem debes t~11.1quam praeiudica~urus obucere; nec e¡;o huius auto-
grada Escntura sobre el concilio es de una importancia fundamental ritate, nec tu 17l1us deiineris: scnpturarum aut01'itatibus, non quo-
En la lnstitutio, ya en la introducción al capítulo De concitii« eorum~ rumque propriis) sed quae utrisque sunt communes, res cum re)
que auctoritaie, dice: Quod hic rigidior sum futurus, non ideo esse causa cum causa, ratio cum raiione certet. Sic fieret ut concilus sua
quod vetusta concilia rninoris faciam quarn decet. Veneror enim essei qua¿ esse debet maiesias; inierini iamem superiore loco emi-
ea ex animo, stwqu.e in honore ai!yd omnes esse cupio. Sed hic est nerei scripiura, ne quid esset quod non illius reculoe subucereiur",
aliquis modus: ut nihil scilicet Chrisio derooeiu«, Porro hoc est La ortodoxia reformada siguió a Cal vino en su doctrina sobre el con-
Christi ius, ut conciuis omnilnis praesideat, nec socium habeat ho- cilio; los principales dogmáticos reformados (G. Bucanus, F. Bur-
minem in ista dignitate. Tun~ .autem demurn. pTaesidere dico, ubi mannus, J. H. Heideggerus, A. Polanus, F. Turretinus, J. A. Tu-
totu:m consessum .verbo et SPW1tu suo moderatu« 46. ¿ Quiere esto rr~tinus, A, '\Valaeus, S. Werenfelsius, J. \Vollebius, etc.) tratan am-
decir que los concilios carecen de toda autoridad? No diio Calvino : plIamente. del Locus de Conciliis o de synodis 49; para todos ellos
Quid ergo? inouies, nullane ¿;ritin definiendo condilio;um autori- resulta evidente que la Sagrada Escritura es la única norma para las
tas? . Imo vera: neque enim hic omnia concilia dammcnda, aut discusiones concil iares 50.
omnsurn acta rescindenda, et (quod dicitur) una litura ESSE indu-
cenda disputo. At cogis tomen, mquies, 'omnia in ordinem; ut cui- 4i. CR 30, 861 Y sigo
48. CR 30, 862.
libet ~n medio positum sit recipere vel repudiare quod statuerini 49. Cfr. por la tradición calvinista: ). L. LEOBA, Das okumenische K011zil in del'
concilia. Mm11ne uero; SED ENIM quoties conólii alicuius decre- reiormierten Theologie, en: Die 0kumenischen Konzile del' Christenheii (edir. por H.
tu:rn profertur, expendi primum diligenter velim quo tempere ha- J. Margull, Stuttgart, 1961) 3i6-386.
?ttum S1t, qua de causa habitum et 'qiu: consilio, quoles hominis 50. Sobre la autoridad de la Escritura en la teología rcjormada, LWBA, afirma en
resumen 10 .siguiente: "Desde el punto de vista teológico, las decisiones y definiciones
tnterfuaint; deinde illud ipsu.m de quoe agitur ad scripturae arnus- de un concilio no tienen fundamentalmente autoridad sino en la medida en que concuer-
dan con la Sagrada. Escritura. La autoridad está, por tanto, indisolublemente unida a
la Confessio Caiholica de [ohann (~hard 1634-37 y, en lo que se refiere al deseo de un lo legItImIdad. Una mterpretación de la S3grada Escritura, como resultado de unas con-
concilio de unión con los evangéli'1Os, en primer lugar Georg Calixt. En la segunda versaciones recíprocas entre los representantes del mayor número posible de Iglesias, tiene
mitad del siglo XVII, el debate, cada vez más extenso, sobre la problemática del conci- mucho más peso que la interpretación de un creyente aislado o de una sola Iglesia local.
lio, dio por resultado que la doctrina sobre el concilio, en adelante elaborada de una Por esta razón todos los profesores de dogmática afirman, más o menos detalladamente,
manera sistemática, se insertó, a título de capítulo doctrinal, en la doctrina luterana que cada fiel tiene el deber de obedecer los juicios del concilio. Además, los reformadm
del concilio; así en Friedrich Konig, Abraham Calov, )ohann Andreas Quenstedt. )ohonn franceses, especialmente, distinguen tres especies de definiciones conciliares:
Wilhelm Baier. En todos ellos se pone muy en relj(\'( el carácter normativo de la Escri- a) En materia de fe, los concilios deben considerarse, no como jueces propiamente
tura. Pero con la decadencia de la ortodoxia durante el siglo XVllr, s' desmorona entonces habla.ndo, sino como simples testigos y expertos. No tienen que establecer la verdadera
también la teología del concilio. Esto lo atestiguan las «dogmática'>, de johann Franz doctrIna que ya está establecida en la Sagrada Eseritura; pero, con la ayuda de la
Budde, Franz Volkmar Reinhard, KarJ von Hase hasta julius August Ludwig Wegscheider. doctrina ya establecida, tienen que desenmascarar los errores.
Durante el siglo XIX no se produjo tampoco ninguna renovación de la teología ~onciliar;
b) Contrariamente, deben afirmarse como legisladores en materia de disciplina y
la invitación, expresada con poca fortuna, dirigida a los protestantes. no arrastró consi~o
de jerarquía eclesiástica. En estos terrenos, sus decisiones deben por tanto ser obedecidas
ninguna reflexión teológica profunda sobre la naturaleza del concilio. Solamente Wern'~r
por los fIeles, porque se trata de cosas que no pueden poner en tela de juicio la salvación.
Elert, en 1927, intentó establecer un puente entre el concilio y la conferencia mundial de
Fe ~ Constitución en Lausana. Todo ese historial está expuesto por M. SErLS, Das O1(u- e) Los concilios son, propiamente hablando, jueces en relaci6n con quienes, de una
memsche Konztl In der luthenschen Theologie, en: Die o/(umenischen Konúle der manera manifiesta, enseñan y viven en oposición con la palabra de Dios. El derecho de
Christenheit, ed. por H. j. Margull (Stuttgart, 1961) 339-359. censura y de excomunión les pertenecen. A diferencia de los independientes, se sostiene
que, en las dos últimas funciones susodichas, ejercen los concilios un derecho que posee
46. ). CALVINO, Opera quae supersunt omnia. Corpus refonnatonlm (Brunswick, 1834;
valor jurídico" (opus cit., 381 Y sig.).
se C1torá en lo sucesivo bajo la sigla CR) 30, 858.
126 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 127

Según lo que hemos visto hasta este momento, el conjunto de la Pero t?do ello es sólo una parte de la verdad. Nada se opone aquí
teología reformada opina que la apostolicidad de la Iglesia consiste a la autoridad de la palabra de Dios incluso sobre los concilios. Pero
en un acuerdo real con los Apóstoles y que este acuerdo real está - por eso es necesario ahora expresar la pregunta del teólogo ca-
concretamente regulado por la Sagrada Escritura. ¿ Puede prestar tólico dirigida a Lutero - ¿ qué se hizo ahora de la autoridad so-
su conformidad a este punto el teólogo católico? Hemos visto, en un metida a la de la palabra de Dios? TODOS los cristianos están so-
capítulo anterior 51, que, también según el concepto católico, el con- metidos a la palabra; ¿ quiere esto decir que la autoridad sometida
cilio no se halla situado por encima sino por debajo de la Sagrada a la palabra sea la MISMA en todos los cristianos? ¿ Igual la del obispo
Escritura. Sin embargo, hay que considerar ahora con exactitud la que la del individuo cristiano, igual la del concilio ecuménico que
controversia teológica. ¿ Qué significa esta frase según lo que antes la de la asamblea parroquial? ¿ No existe entonces ninguna auto-
hemos desarrollado? Significa lo siguiente: Contrariamente a todas ridad DISTINTA sometida a la palabra de Dios? Y caso de existir
las declaraciones doctrinales de la Iglesia, incluso las más solemnes, una ¿ a qué se debe que sea precisamente distinta?
y conforme a la definición vaticana, SÓLO la Sagrada Escritura - co- O bien, para plantear el problema en otros términos: Sin duda
mo resumen del Kerigma apostólico - penetrada por el Espíritu que alguna, sólo es la verdadera Iglesia apostólica, aquella que está
actúa en ella, es una palabra de Dios inspirada (de la que es autor realmente de acuerdo con los Apóstoles, sucediéndoles según su
el mismo Dios). Por tanto, incluso las definiciones conciliares no espíritu. Sin duda alguna sólo es la verdadera Iglesia apostólica,
son, en el sentido propio del vocablo, palabra de Dios. Las definicio- la que está de acuerdo con el testimonio que nos han trasmitido
nes conciliares son palabra HUMANA que, con la asistencia (assistentia, los Apóstoles, sucediéndoles en la fe y la confesión apostólica.
no inspil'atio) del Espíritu Santo ATESTIGUA (testatul', affirmat, con- No obstante, y esto es importantísimo para nosotros, ¿ es suficien-
[irwuu , coniinet »erlncm. Dei, NON EST verbum Dé), como palabra te esta sucesión en el espíritu apostólico, en la fe y en la confesión
HUMANA, de la revelación de Dios. Las definiciones conciliares no ap?stólica? ¿ O q~izá, precis.amente en razón del testimonio apos-
pueden anunciar nuevas revelaciones, sino tan sólo interpretar de tólico de la Escntura, se impone ahora otra cosa: la sucesión
una manera nueva la primitiva revelación. Es precisamente por- en el MINISTERIO apostólico? No se trata seguramente de un mi-
que están al servicio de esta explicación y de esta interpretación, nisterio eclesiástico de soberanía o autoglorificación, sino de un
por lo que los propios concilios ecuménicos no están por encima sino
por debajo de la Sagrada Escritura. De ello se sigue que la Sagrada en prensa) Heilige Schriii und Wort Gottcs, en: Tübinger Theol. Quartclschriit 138 (1958) 257-
274; J. LEvIE, La Biblia, palabra humanal y mensaje de Dios (Bilbao, Desclée de Brouwer);
Escritura es la primera norma para el concilio. Norma primera tanto
H. SCHL1ER, TVorr Catres. Eine neutcstamentliche Besinnung (Würzburg, 1958). Desde el punto
para las decisiones del concilio como para el espíritu de cualquier de vista patrístico, diversos trabajos franceses, especialmente H. DE LUBAC, Histoire et Esprit.
actividad conciliar: trabajos preparatorios, elección de los temas a L'inrelligence de l'Écriture dapres Origene (París, 1950): Del' geistliche Sinn der Scriit (Einsie-
tratar, orden del día y dirección de las sesiones, naturaleza y modo deln, 1952); e. MONDÉSERT, Clément d'Alexandrie. Introduction a I'étude de sa pensé» reli-
gieuse a partir de l'Écriture (París, 1944); M. PONTET, L'exegesc de saint Augustin prédicateur
en las discusiones, declaraciones y conclusiones. El marco exterior
(París, 1944); cfr. también los diversos trabajos patrísticos de H. URS VaN BALTHASAR sobre
del concilio, la conducta interna, las decisiones conciliares: todo esto Orígenes, Gregario de Nisa, Máximo el Confesor y la excelente recopilación Origene,
debe «respirar la Sagrada Escritura» de acuerdo con la frase de Esprit et Feu (París, 1959 y sig.), así como también R. GOGLER, Das TVesen des biblischen
Atanasia. En todo ello, por 10 tanto, podemos estar de acuerdo TV Ql':es nach Origenes (Tesis,..Munich, 1953). Desde el punto de vista de la teología
con Lutero y los reformadores; así, todo esto es necesario decir- medieval : Th. SOIRON, Heilige Theologze (Rarisbona, 1935; sobre Buenaventura);
E. ElLERS, Cotr~s TVort. Eine Theologie del' Predigt nach Bonauentura (Freiburg, 1941);
lo con más claridad y rrectitud que antaño, ya que hoy en día se Z. ALS.zEGBY, Die Theologie des TVortes Gottes bei den mittelelterlichen Theolooen, en;
han aclarado muchas cosas en la controversia teológica, y los propios Grcgorianum 39 (1958) 685-705. Desde el punto de vista de la teología pastoral: J. A.
evangélicos ven con más claridad la importancia de la tradición JV'lGMANN, Die Frohb~t;ehaft und unscre Claubensverküudigung (Ratisbona, 1936);
eclesiástica 52. P. X. ARNOLD, Al serVICIO de la fe (Barcelona, Herder, 1960); Mensaje de fe y comuni-
dad cristiana (Estella, Verbo Divino). Presenta síntesis; D. BARSOTTI, La Parole de
Dieu dans le Mvsicre chréticn (París, 1954); la obra colectiva La parole de Dieu en
51. Cfr. IV, 3.
lésus-Chrlst (Cahiers de l'actualité regieuse 15, París, 1961); O. SEMMELROTH, TVirken-
52. Además de la bibliografía citada en IV, 3, sobre la Escritura y la Tradición,
des WO'·!. Zur Theologie der Vakündigung (Frankfurt a. M., 1962). Cfr. también mi
cfr. el número creciente de trabajos católicos sobre la teología de la palabra. Desde el
ar.tíc~lo: Karl Barths Lehre uom TVor! Gottes als Prage.an die katholische Theologie, en:
punto de vista de la exégesis, por ejemplo K. H. SCHELKLE, Das Worr Catres in del'
Einsich: und Glaube, cd. por J. Ratzinger y H. Fnes. Festschrift G. Sóhngen (Frei-
Kirche, en: Tübinger Theol. Quartalschriii 133 (1953) 278-293; [üngerschaft urui Apos-
burg i. Br., 1962). '
telamt (Freiburg i. Br. 21961) 58·84, trad. cas., Apóstoles Ji discípulos (Barcelona, Herder.
128 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 129

ministerio de servicio, de servicio precisamente en el espíritu apos- sacerdote consagrado por un obispo, podrían escoger uno de entre
tólico, para la conservación, la defensa y la extensión de la fe ellos y confiarle el ministerio de bautizar, de celebrar misa, de
apostólica y de la confesión apostólica. Pero se trata de un ministe- absolver y de predicar: (•..sería realmente sacerdote, como si lo
rio que no es sencillamente un funcionarismo eclesiástico humana- hubieran consagrado los obispos y todos los papass'", Finalmen-
mente delegado, sino de un ministerio que, debido a la vocación, la te, sería éste el sistema como desde los primitivos tiempos se ha-
bendición y la misión apostólicas que le provienen del Espíritu, brían elegido, por el pueblo, obispos (como Agustín, Ambrosio,
es, como autoridad distinta, una autoridad establecida y justi- Cipriano) y sacerdotes; y sólo mucho más tarde habrían sido nom-
ficada desde LO ALTO, en el interior de la comunidad real y sacerdotal. brados por otros obispos.
Acerca del concilio ecuménico, ¿ es suficiente Con que CUALES- Por lo mismo que los propios poderes temporales están bautiza-
QUIERA miembros llegados de las diversas Iglesias particulares, se dos y poseen la misma fe y el mismo Evangelio, son, por tanto,
reúnan en un concilio sometido a la palabra de Dios, para que sacerdotes y obispos, y debe ser tomado en serio su ministerio como
quede asegurada la representación ecuménica universal de la Iglesia, un ministerio de la comunidad cristiana. (Ya que, al estar ya con-
precisamente como Ecclesia apostolica? ¿ Qué autoridad podría tener sagrado sacerdote, obispo y Papa, y aunque este cargo no venga
en la Iglesia un concilio de esa clase, de individuos sin mandato? a cada uno particularmente, quien ha nacido del bautismo puede
¿ Tendría incluso una autoridad especial? ¿ Qué sucede entonces en decir de sí mismo que es capaz de ejercer un ministerio semejante.
la teología luterana con la autoridad del concilio ecnménico some- Efectivamente, puesto que todos somos sacerdotes con el mismo
tido a la Escritura? ¿ Se trata de una autoridad particular, o se derecho, nadie debe distinguirse de los otros y tener la osadía, sin
trata sólo de la suma matemática de la autoridad de cada uno de nuestra conformidad y elección, de hacer aquello para 10 cual todos
sus miembros tomados individualmente? tenemos poder. Puesto que lo que es común, nadie debe atribuírselo
He aquí resumida, la cuestión de que se trata ahora: ¿ Qué sin la voluntad y la decisión comunes. Y si sucediera que alguien
mantiene Lutero del ministerio eclesiástico y de la sucesión en el fuese elegido para tales ministerios y depuesto luego por haber
ministerio eclesiástico? ¿ Qué mantiene, -particularrnente, del lugar abusado de ellos, volvería a ser lo que antes' era. Por eso, el estado
del ministerio eclesiástico en un concilio ecuménico? sacerdotal no debe ser, entre la cristiandad, otra cosa que una fun-
ción; mientras la persona ocupa el ministerio, está al frente; en
cuanto se le destituye, es un aldeano o un ciudadano como los
2. SIGNIFICADO DEL MINISTERIO demás. Ahora bien, en verdad, nadie es nunca sacerdote desde que
está destituido. Pero ellos han inventado caracteres indelebles y
A) En su libro: A la nobleza cristiana, especialmente impor- claman, diciendo, que un sacerdote destituido es, no obstante, algo
tante para la teología conciliar, Lutero, como ya hemos vis~o 53, muy distinto a un simple laico» 56.
arranca del sacerdocio común de los fieles. Nada tiene que objetar ¿ Qué diferencia hay entonces entre sacerdotes y laicos? No una
a ello el católico. ¿ Pero qué dice Lutero del ministerio? Según él, diferencia de estado, sino la diferencia del ministerio, de la obliga-
todos los fieles de Cristo tienen el MISMO PODER llegado de 10 alto 54. ción, del trabajo para el cual han sido nombrados. De la misma ma-
La consagración por el obispo significa, por lo tanto, que alguno nera que el estado secular, de igual manera que el zapatero, el herre-
será separado de la comunidad y para la comunidad y ~ue estará ro o el agricultor, quienes están todos, gracias al bautismo, consa-
encargado por los otros de ejercer ese poder. Igual que dl.ez herma- grados sacerdotes y obispos, tienen su ministerio y su trabajo, para
nos, todos ellos príncipes y herederos igualmente legítimos, que ser útiles a los demás, de la misma manera también, aquellos a
escogen uno de entre ellos para administrar la herencia en su lugar; quienes ahora llamamos religiosos, sacerdotes, obispos o papas, tie-
todos son reyes y tienen el mismo poder, no obstante uno sólo con- nen un trabajo y un ministerio: <do que les diferencia de los demás
tará con el mandato de los otros para administrar. Se sigue de ello, cristianos y los hace más dignos que ellos, es que tienen el encargo
según Lutero, que .si-un grupo de laicos, piadosos cristi~nos, ~e e}1- de la palabra de Dios y de los sacramentos» 57.
contraran prisioneros en un desierto y entre ellos no hubiera ningun
55, WA 6, 408.
53 Cfr. v, 1. 56, WA 6, 408.
5~ WA 6,407, 57, WA 6, 409.
130 ESTInJCTURAS DE l,A IGI,ESIA
CONCII,IO y MINISTERIOS 131
Lutero expuso pensamientos parecidos en sus escritos polémicos:
Van dem Papstum zu Rom wider den hochberühmten Romonisten traria, priva a la vez a los obispos, doctos y concilios del derecho y
zu Leipzig 58 ' y Wider den falseh J;enannten geistliehen S tand .des del poder de juzgar sobre la doctrina, y los concede a cada cristiano
Papst uwd iler Bischoie, en 1522 59 , donde descubría sin mrramien- y a todos los cristianos, como bienes comunes. Como dice Juan:
«Mis ovejas conocen mi VOZ)) Item: «Mis ovejas no siguen al extra-
tos los inconvenientes, y ponía al descubierto, criticándolo áspera-
ño, huyen ante él, ya que no conocen su VOZ)) Item: «Todos cuantos
mente, todo el funcionamiento del «estado espiritual», tan poco es-
han llegado son ladrones y bandidos. Pero las ovejas no los escu-
piritual. Es particularmente instructiva, junto al De instituendis
chan» 63. Obispos, Papa, doctos y todos y cada uno, tienen derecho
ministris Eeclesiae del 1523 6°, la obra aparecida el mismo año:
a enseñar, pero las ovejas han de juzgar si enseñan la palabra de
«Oue una asamblea o una comunidad cristiana tienen el derecho v el
Cristo o la de un extraño. Pero la palabra de Dios no debe dar su
pZ"der para juzgar cualquier doctrina y nombrar doctores, il1V~stir
brazo a torcer a los obispos y a los concilios: «Por esta razón deja-
y destituir, teniendo como principio y base la Sagrada Escritura» 61 mos a los obispos y los concilios en libertad para decidir y decre-
En este punto Lutero saca las consecuencias de su obra A la no- tar 10 que quieran, pero allí donde nos encontramos ante la palabra
bleza cristiana, intentando establecer algunos principios para la de Dios somos nosotros y no ellos los depositarios, aparte de cual-
constitución de una comunidad que, por otra parte, se podrá formar quier consideración de justicia o de injusticia, y deben cedernos el
libremente. Según Lutero, sólo existe comunidad cristiana allí don- paso y obedecer nuestra palabra» 64. Lutero confirma este punto
de se predica el Evangelio puro; por eso no se puede hablar de de vista con diversos textos de la Escritura.
cristianos y de comunidades cristianas a propósito de los obispos, De ello se siguen dos principios: 1.° Una comunidad cristiana
de los monasterios y de los claustros. Para juzgar la doctrina, in- en posesión del Evangelio, no tiene tan sólo el derecho y el poder,
vestir y destituir a los doctores y a los pastores, no hay que guiarse sino también el deber de evitar y destituir a los obispos, etc., que
según las proposiciones humanas, por antiguas que sean: sino úni- enseñan o gobiernan de una manera contraria a la palabra de Dios.
camente según la palabra de Dios. 2.° Debido a que una comunidad cristiana no puede existir sin la
El que puedan juzgar la doctrina tan sólo los obispos, los doctos palabra de Dios y, por consiguiente, sin doctores y predicadores,
y los concilios, es una proposición humana: «Las palabras y debe llamar e instituir de entre sus miembros a personas capaces,
enseñanzas de los hombres han decidido y establecido que debía ya que todos han recibido la unción sacerdotal.
dejarse tan sólo a los obispos, a los doctos y a los concilios el Pero ¿ puede alguien predicar sin ser LLAJl.fADO? Ante la presen-
cuidado de juzgar sobre la doctrina. Lo que han decidido debe con- cia de los no cristianos, todos los cristianos están llamados y consa-
siderarse por todos como cosa justa y artículo de fe, como 10 prueba grados a la predicación (cfr. A et. 6, 7; 8, 5; 18, 25); esta misma
10 que a diario y de una manera suficiente profesáis sobre los dere- actitud es legítima allí donde, entre Jos cristianos, se haga sentir
chos espirituales del Papa» 62. Pero contra esto se alza la palabra la necesidad. No obstante, entre los cristianos, nadie debe normal-
de Cristo: «Ya que inmediatamente Cristo plantea la verdad con- mente imponerse; debe ser llamado por la comunidad a recibir el
ministerio y a predicar y enseñar en lugar y por mandato de los
5~. WA 6, 285-324, demás 65.
59, WA 10, Il, 105-158, Ahora bien, sobre este punto, la gran dificultad se deriva de
60. WA 12, 169-196; I';,tsiguiente citación es particularmente característica de 13 po- la Sagrada Escritura: ¿ No ordenó Pablo a Timoteo y a Tito (cfr.
sición de Lutero WA 12, 1~9: Verum liaec om nia de iure com muni Christianorum dixi.. Aet. 14, 23), que fueran ellos, y no la comunidad, quienes insti-
11lUj. Nam cum omnium Chrisuanorum hace sint omnia probauimus¡ cornmunia , null¡
heet in mcdium autoritatc el sibi soli, quod omnium esto
tuyesen a los sacerdotes, y, al hacer esto, no exigió una sucesión
sane id turis et exequere, ubi similc habcut. Vcru.m hoa ,on,'I))IIJ1ZO en el ministerio apostólico? Entoces, ¿ no tiene ningún valor la pro-
iuns cagá, lit U17US, auto qu.otquot conimunitati , eligalltur uc] acceptl'ntllr, posición: «Hay que obtener permisos y órdenes de los obispos, aba-
cice el nomine ominum, uictn liabcnt, cxrquantur officia ista publice , JJ-e des y otros prelados que ocupan el lugar de Jos Apóstoles ?» 66. Lu-
sil coníusio in pop"la et Babylon quaedam jiat in Ecclesia , sed omnia
ordincm [iant , ut Aposrolus docuit. Aliud cnim est ius publice excqui, aliud iure in
63. WA 11, 409.
ncccssitate ntr: publice cxcqui non licet, nisi C01JSenSll ttniucrsttatt: seu Ecclesiac. ln
64. WA 11, 409 Ji sig..
ncccssitate utaiur qutcunque uoluent
65, WA 12, 189; cfr. nota 8 de este capítulo,
61. ¡VA 11,408-416 . 66 WA 11,413,
62. WA 11, 409,
CONCILIO Y MINISTERIOS 133
132 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
pió desde la disolución de la dieta de Spira en 1526. Esta evolución
tero responde: Podría ser así, caso que los obispos y los abades no partió de abajo, como en otros tiempos lo deseó Lutero 70, sino de
fueran realmente buenos sucesores de los Apóstoles, pero incluso arriba; no de las comunidades autónomas, sino de los príncipes tem-
en este caso (además del de la necesidad), sería necesario que la porales usando de su poder 71. Por un lado, las comunidades conver-
comunidad eligiera y llamara: «Si nuestros obispos, abades, etc., tidas en evangélicas, no pudieron asumir ellas mismas su organiza-
ocuparan el lugar de los Apóstoles, tal como se vanaglorian, la epi- ción: se corrió el riesgo del desorden general (edesórdenes, bandas,
nión unánime seria la de dejarles actuar, cosa que hicieron Tito, agitación») 72. Por otro lado, debido a motivos político-religiosos,
Timoteo, Pablo y Bernabé cuando instituyeron sacerdotes, etc. Pero, nadie se creía llamado a este ministerio episcopal de vigilancia: «y
como están sentados en lugar del diablo y son como lobos, y rehusan de esta manera, por la inefable gracia de Dios y por su misericordia,
enseñar y admitir el Evangelio, la tarea de extender la predicación ha vuelto para nosotros sobre la tierra el Evangelio, o quizá incluso
entre los cristianos y de velar sobre sus almas les corresponde 10 no hizo sino aparecer por vez primera, y por ahí vimos cuán lasti-
mismo como si se trata de turcos o judíos» 67. mosa es la cristiandad turbada, dividida, desgarrada, y hubiéramos
Se trata, por tanto, de una situación de urgencia, a la que hay deseado ver restablecido, por ser altamente necesario, los propios
que hacer frente sin los sucesores de los Apóstoles: «Mas como derechos episcopales y su ministerio de visita; pero, porque nin-
en estos tiempos reina la miseria y no hay ni un solo obispo que guno de nosotros siente vocación hacia ello, o tiene una orden expresa
nombre predicadores según el Evangelio, los ejemplos de Tito y para hacerlo, y porque san Pedro no quiere que nadie haga nada
Timoteo no son válidos en este caso. Pero, confirme o no confirme para la cristiandad a menos de estar seguro que procede de Dios,
Tito su nombramiento, hay que elegir alguien entre la comunidad por eso nadie se ha atrevido a distinguirse de los demás» 73. No
i a la buena de Dios! Ya que de esta manera hubiera obrado y hubie- quedaba por hacer sino remitirse al príncipe temporal: «¿ Qué
ran debido obrar aquellos a quienes nombró Tito, de no haber querido había de suceder puesto que no queríamos ni estar unidos, ni ser
Tito confirmar su nombramiento o de no haber habido nadie que in- iguales unos a otros ?» 74. Según Lutero, el príncipe temporal debía
vistiera nuevos sacerdotes. Además, esta .época es totalmente diferen- ejercer esta función de disciplina eclesiástica, no ya como un dere-
te a la de Tito, en que gobernaban los Apóstoles y en que querían cho soberano o un poder de coacción, sino como un deber de caridad
contar con predicadores justos. Pero hoy en día nuestros obispos cristiana: .una urgencia extraordinaria y una obra de amor. ¿ Pero
sólo quieren lobos orgullosos o ladrones» 68. Por tanto, la disposición quién hubiera podido darse cuenta de que todas las distinciones ha-
de urgencia propuesta por Lutero el año 1523 hay que tenerla e11 bían alterado las fronteras y que, aunque Lutero se opusiera con sus
cuenta prescindiendo de los obispos; Lutero no va más allá del nom-
bramiento de 1<6 sacerdotes y diáconos; no trata de la Iglesia uni-
70. Cfr. por ejemplo WA Cartas 3. 373 Y sig.; 4, 158.
versal sino de la comunidad local. En ésta deposita toda su con- 71. S. GRUNDMANN: «La actitud dilatoria de Carlos V, frente a la Reforma; la pro·
fianza. secuci6n de soluciones de compromiso, que comenzaron con la dimisión imperial de
Pero el mismo año todavía, Lutero hubo de intervenir contra los Spira, en 1526, con miras a triunfar de la división religiosa que conmovía hasta los
iluminados (Karlstadt, Müntzer, etc.), quienes, como él, se ampara- fundamentos de los principios constitucionales del antiguo imperio e introducía la federali-
zación del derecho alemán de la Iglesia de Estado; los signos premonitorios del ilumi-
ban en la autoridad del Espíritu Santo y la Sagrada Escritura, pero nismo, de la iconoclastia y del anabaptismo que manifestaban, de una manera muy amena-
sacando consecuencias radicales para la reforma de la Iglesia. Para zadora, los peligros surgidos de una espiritualización radical de la constitución de la
la represión, Lutero apeló al poder secular; de ahí surgieron igual- Iglesia; la pasión de los aldeanos con la disoluci6n de cualquier clase de disciplina, así
mente, en nombre de la libertad del cristiano, las lamentables re- como también, en el interior de la Iglesia. la falta de fuerzas adaptadas a una nueva
organización estable de la Iglesia; todo esto, dada la abolici6n de la jerarquía eclc-
vueltas aldeanas. No por casualidad Lutero, el año 1528, en su siástica tradicional, cuyo centro y cabeza era el papado, obligó a un estrecho apoyo en
preámbulo a «La enseñanza de los visitadores a los pastores del las autoridades civiles; éstas tenían en su mano la suerte de la Reforma en Ale~ania.
electorado de Sajonia» 69, de Melanchton, hubo de sancionar en nOI11- en cuanto Estados de Imperio detentando, simplemente, su poder político en los territo-
bre de la teología una nueva evolución en la organización eclesiásti- rios» Are. Kirchenoeriassung (VI), en: Religion in Gcscluchte und Geocnioort (Tubingen ,
3.' ed., 1959) 1Il, 1571.
ca, evolución cuyo final fUe lamentable, y que políticamente, irrurn- 72. WA 26, 200.
n. WA 26, 197.
67. WA 11, 413. 74. WA 26. 201.
6&. WA 11,414.
69. WA 26, 195·201.
CONCILIO Y MlNISTERlOS 135
134 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
menos espiritual posible) y rechazo del espíritu apostólico y de la
principios teológicos, gracias a ello ~e había abier~o la puerta al vida y del trabajo apostólico en la Iglesia y, por tanto, rechazo de
régimen de las Iglesias de Estado? SlD que sea posible, en el ~ar­ una seria reforma de la Iglesia. Así se presentaron las cosas, por
ca de nuestro libro, estudiar el problema en su total complejidad lo menos según su criterio, desde el punto de vista de Luter~. .
histórica y sistemática, debemos estudiar de una manera más in- En este terrible dilema existencial planteado a la conciencia
mediata los principios teológicos de esta evolución. desgarrada de un cristiano, ninguna distinción teológica, ningún
argumento apologético le pareció socorrido. La situación era urgen-
E) Esta evolución DE LA COMl7NlDAD HACIA r.os PRÍNCIPES TEM- te. Lutero no cesa de repetir que la necesidad es ley. Y Lutero se
PORALES, no fue fortuita. El recurso a los príncipes temporales co- decidió por el espíritu apostólico y la vida y el trabajo apostólicos,
rría parejo con LA OPOSICIÓN DE LOS OBISPOS a la reforma luterana. contra el ministerio apostólico. Al hacer esto, creía seriamente que
Desde luego, existían entonces serios motivos para rehusar la eoop~­ esta elección sería sólo una elección de hecho, pero no de principio,
rae ión a la reforma luterana. Si queremos comprender a la Iglesia sólo una elección transitoria y no definitiva y que, con el tiempo,
de aquel tiempo, hay que decir que la negativa a la infalibil~d~d acabarían los obispos por renovarse en el espíritu apostólico y en la
de los concilios ecuménicos v la duda fundamental acerca del mirns- vida y el trabajo apostólico, y que, lobos ahora, se convertirían en los
terio de Pedro, eran muy importantes. Ahora bien, la historia de la pastores de sus ganados y en auténticos sucesores de los Apóstoles en
Reforma nos enseña que los obispos (y el Papa), en su mayoría, no la predicación del Evangelio y en su carga pastoral. Esto ~a lo había
se opusieron sólo a la reforma luterana sino a cualquier seria reforma dicho después de la aparición de su obra A la nobleza cristiana, llena
de la Iglesia, en la teoría y en la práctica, en la cabeza y en los de proposiciones en favor, no de la supresión del episcopado, sino de
miembros. Y ellos, los grandes príncipes de este mundo, no se opusie- su reforma y afianzamiento; lo repitió en su escrito de 1523: « Que
ron especialmente por motivos teológicos, sino por motivos humanos,
una asamblea o una comunidad cristiana tiene el derecho y el po-
demasiado humanos. Lo que interesaba, ante todo, era conservar per- der... » 76 e igualmente en el preámbulo a las instrucciones de los
sonalmente el poder y la gloria políticos y religiosos. No se supo ver, visitadores, el año 1528 77 .
por un lado, los inconvenientes que dimanarían de estructuras falsa.s
Este pensamiento penetró luego en los escritos confesionales
y, por otro, faltó humildad desinteresada, fuerza moral y deseo efI-
que reclaman una separación del episcopado con el bnpenunr con el J
ciente de conversión; en suma, a los obispos les faltó en gran me-
poder secular, pero se expresan claramente en favor de un concepto
dida una VIDA APOSTÓLICA personal y sincera en la imitación de
episcopal de la Iglesia. En la Confesión de Augsburgo de 1530,
Cristo y, por consiguiente, un serio TRABAJO APOSTÓLICO EN LA
IGLESIA, expresándose por medio del anuncio de la palabra y la dIS- Mclanchton, quien tenía a Lutero 7~ de su parte, frente a/ las obje-
tribución de los sacramentos, por una actividad pastoral y mi- ciones de diversos luteranos (particularmente de los prmcipes y
sionera 75.
76. WA 11, 413.
Profundamente convencido de la necesidad de la reforma ecle-
77. WA 26, 197.
siástica a la luz del Evangelio, reforma inminente desde hacía si- 78. La distinción entre ministros (es decir, titulares) y ejercicio del ministerio, tco-
glos y finalmente a punto de realizarse, Lutero se encontró, en Ióricamente
b
elaborada ya en la Resolutio Lutheriana super propositione sua decima tcriia
razón de esta oposición de los obispos a esa reforma, ante una elec- de potestate papae de 1519 (WA 2, 183-240) es reanudada por Lutero en 1530 en su "Exhor-
ción que no se hubiera presentado de la misma manera de haber tación al clero reunido en Augsburgo» y añade que, a condición de que el Evangelio pueda
predicarse libremente, podría incluso aceptarse el ministerio episcopal (WA 30 II, 341 Y sig.).
adoptado los obispos una acti.tud, verdaderamente apostólica. Esta Esto 10 confirma también su correspondencia, durante las negociaciones de Augsburgo: "Es
elección se planteaba de la siguiente forma: o la reforma de la cierto que si quisieran soportar nuestra doctrina y no perseguirnos ya, no perjudi~~:lfíam?5
Iglesia sin los obispos, o BIEN ninguna reforma. En otros términos: en absoluto su jurisdicción o su dignidad o Jo que designan con un nombre parecido. \ a
o sucesión de los Apóstoles (y por tanto de Cristo) en el espíritu que no deseamos en verdad, ni ser obispo ni cardenal, sino tan sólo buenos cristianos cuyo
deber es ser pobres (Mt. 5, 27 Y Le. 4, 28), (WA Cartas 5, 595). Quienes, corno las gentes
apostólico, en la vida y el trabajo apostólico y, por consiguiente, de Nurernberg, se oponen a la restitución de la Jurisdicción episcopal propuesta por Me,.
una seria reforma de la Iglesia a la luz del Evangelio, O BIEN su- lanchton, son, según Lutero, los "débiles en la fe",,: [urisdictionem cplscopis redditam ,pSi
cesión en el MINISTERIO apostólico (vivido entonces de la manera 170n satis intelligunt, nec attcndunt arcumstantias adieaas. Atque utinam eplseop'. e~m accc-
pissen: sub istis conditionibus (W A Cartas 5, 618). Igualmente en las negoCIaCIOnes de
75. J. LORTZ, Die Refo,.,nation in Deutschland, tomos 1- 11 (Freiburg i. Br., 3.' compromiso del año 1531, Lutero toma partido en el mismo sentido (WA Cartas 6, J 13).
edición, 1949).
ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 137
136
de las ciudades del Imperio), afirmó solemnemente el «derecho divi- mantenida que SI todos vivimos bajo una sola cabeza, Cristo V si
no» del episcopado: Cum. igitur de iurisdicttone episcoporum quaeri- los obispos, iguales todos por el ministerio, aunque desigual~s- se-
tUf, discerni debet imperium ab ecclesiastica iurisdiciume. Proinde gún sus dones, permanecen asiduamente unidos en el acuerdo de
seeundum evangelium seu, ut loqwuniu«, de iure divino haec iuris- su doctrina, de la fe y de los sacramentos, de las oraciones y de
dietio competii episeopis ut episcopis, hoc est his, quibus est e0111- las obras de caridad, etc.» 83. -

missmn minisierium uerbi et sacramentorum, remitiere peccaui, Las numerosas declaraciones de Lutero, de Melanchton y de los
reiieere docirinom ab evangelio dissentientem et impios, quorum demás wittenburgueses, sobre la cuestión episcopal, después de los
nota est impietas, excludere a communume ecclesiae, sine vi huma- artículos de Esmalcalda, permanecen en la misma línea hasta la
na, sed verbo. Hie necessario et de iure di-uino debent eis ecclesiae muerte de Lutero 84. Son particularmente importantes las consul-
praestare oboedieniiam, iuxta illud: Qui vos audit, me awdit 80. La tas para las negociaciones de compromiso en esa época 85. Entre
Apología de la Confesión de Augsburgo va de una manera expresa ellas, la REFORMA DE WITTENBERG el año 1545 86, elaborada un
a favor del concepto episcopal de la Iglesia (no obstante, con los año antes de la muerte de Lutero para los príncipes electores o nara
arados que están establecidos sólo humana auctoritate): A rticulum la Dieta, por Melanchton y rubricada por Lutero, Bugenhagen,
XIV in quo dicimus nemini ni si rite »ocoto concedendam essc Cruciger, Majar y Melanchton, ocupan, por su importancia y exac-
administraticmem sacramentorwm et verbi in ecclesia, ita recuriuru, titud, un lugar absolutamente destacado como común testamento
si tomen utamuy ordinatione canonica. H ae de re in hoc con-uentu supremo acerca de este problema 87.
saepe testati sumus, non summa voluntateeupere conservare poli- El ministerio episcopal está considerado en la perspectiva del
tiam eeclesiasticam et gradus in ecclesui, factos etiam humana aue- santo ministerio instituido por Dios, evocado continuamente (de
toritate. Seimus enim bono et utili consilio a patribus ecclesuisu- donde procede también el servicio de los sacramentos) y el cual es
cam disciplinam hoc modo, uf ueieres canones describunt, eonstitu- ejercido por los obispos, los párrocos, sacerdotes y pastores: «Por
tam esse ", Más adelante se habla incluso de un libenter: Porro hie este motivo hay que distinguir el santo ministerio, concedido en
iterum »olumus testatum, nos libente« 'eonseTvaturos esse eccle- todos los tiempos por Dios a la Iglesia, y que, por la gracia, se
siasticam et canonicam politiam, si modo episcop! desinant in nos- perpetúa a sí mismo, y la dignidad episcopal unida a la grandeza
tras ecclesias saeinre. Haec nosira voluntas ei eoram Deo et apud del lugar, de la persona y de los sacramentos» 88. Por un motivo
omnes gentes ad omnen posteruoiem. excusabit nos, ne nobis impu-
tari possit, guod episcoporum ouctoriias labejaetatur, ubi legel'int 83. Artículos de Esmalcalda, 2. a parte, art. 4; para la relación entre la Confesión de
atque audierin; nomines, nos iniustam saevitiam episcoporum de- Augsburgo y los Artículos de Esmalcalda sobre la cuestión del obispo, efe. F. HAuPT,
Der Episcopat der dcutschen Rejormation (Franckfurt a. M., 1866) 11, 4·58.
precantes nihtl aequi impetrare potuisse 82. Y esta posición funda- 84. Cfr. F. HAHPT, Del' Episcopat del' deutschen Reformation (Frankfurt a. M.,
mental se mantuvo cada vez que se puso en tela de juicio de una 1863) 1, 46·57.
forma vehemente la primacía del Papa, incluso en los artículos de 85. Por ejemplo, a favor de las negociaciones de Ratisbona de 1541, escribía Me-
Esmalcalda: (Así, la Iglesia no puede estar mejor gobernada y lanchton, con el asentimiento de Lutero, en su contraproyecto: «Ut autem omnia ordinem
[trrent in Ecclesia luxta Patlli regulam , et ut Pastores inter se magis divineti esscnt , et
onus gtlbemationis plures inter se partirentur, oc alii aliorum curam susciperent et dis-
79. Ph. MELA1':CHTON a Lutero el 29-8·1530 (W A Cartas 5, 598): Valde reprehendimur
sidia seu schtsmata uitarentur , accessit utilis ordinario, ut ex multis presbyteris eligeretur
a nostris , quod iurisdictionem reddimus episcopis. Nam vulgus assuefactum libertati, et
Epzscopus qui regeret Ecclesiam docendo Evangelio et retinenda disciplina, et praeesset ipsis
semel excusso iugo episcoporum aegre patitur sibi rursus imponi illa uetcra onera. Et
presbvteris, Piures deinde gradus faeti sunt , videlicet archlepiscopi, et supra hos Patriar-
max/me oderunt illam dominacionem cioitates imperii. De doctrina rcligionis nihil la-
chae., Romanus, Antiochenus et Alexandrinus . Hae ordinatione, si hi, aui praesunt, faciant
borant , taniurn de regno et libertate sunt solliciti.
officium suum , utiles sunt ad retinendam unitatem Ecclesiae, hoc est: ad Sy"odos Convo
80. Confessio Auguslana XXVIII, 20·22 (Los escritos confesionales de la Iglesia evan·
can~os, ad eOllstituenda les;itima doctrinae iudicia, ad emendationem vitiorum late gras-
gélica-luterana se citan y se citarán en lo sucesivo según la edición de la Comisión de
santlum, USUl'amm, ac allOrum scandalol'Um, ad emendationem legum, ad punielldos
la Iglesia Evangélica de Alemania, Giittingen, 4." ed., 1959). Cfe. para ja cuestión com-
autores scandalorum. Sed hi praesides serviant vocationi suae, doceant, inspician! doctri-
pleta F. HAUPT, Del' Episcopal der deutsehen Reformation, o bien: Artículo 28 de la
llam et mores Ecclesiarum, quibus praesunt, corrigallt errores et I,itia. exeretant illdicia
Confesión de Augsburgo. Tomos 1·11 (Frankfurt a. M., 1863-66); P. BRUNNER, Vom Ecclesiastican (CR 4, 368 Y siglo
Amt des Eischofs, en: Sehriften des Theologischen Konvenls Atlgsbul'gisehen Bekenntnisses 9 86. CR 5, 578-606.
(Berlín, 1955) 5-77.
87. Cfr. especialmente CR 5, 595·603.
81. Apología XIV, 1. 88. CR 5, 595.
82. Apología XIV, 5.
138 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA COl\CILIO y Mll\lSTEIUOS 139

de necesidad práctica, el ministerio episcopal está absorbido por el la fe» 90. Por ahí se manifiesta el único camino que permita restau-
ministerio común: «Hablamos generalmente del santo ministerio, rar 1a u uidad de la Iglesia: «y no existe otro camino para la con-
es decir, de todos los pastores de almas que, en la enseñanza v la cordia y para la unidad cristianas sino que los obispos siembren la
administración de los sacramentos, ejercen justamente su fun~ión, verdadera doctrina y una práctica cristiana de los sacramentos, V
cada uno en su lugar. Prosigamos: entre estos pastores, es preciso que entonces les estemos sometidos como a prelados, lo cual no~
sin embargo que exista una jerarquía; no todos poseen los mismos comprometemos a hacen) 91.
dones, no todos pueden ser jueces de los complicados artículos de Desde este punto de vista ¿ cuáles son las tareas de un ministerio
la doctrina; no todos pueden organizar y presidir los tribunales. episcopal renovado según la palabra de Dios? La consulta enumera
Y, debido a que en nuestra natural miseria, existen siempre toda las seis siguientes funciones que resumen, en parte, lo que se ha
suerte de debilidades, es necesario que haya algunos lugares y dicho de distintas formas en los escritos confesionales, en los escri-
personas privilegiados, cerca de quienes sepamos que podemos pedir tos privados y en las consultas de los reformadores:
consejo, item, que ejerzan una vigilancia sobre los demás. Y por
1. Servicio de la predicación y del culto: «desempeñar exac-
tanto .es necesario proveer esos mismos lugares con personas y me-
tamente, por sí mismos o por mediación de otras personas, su minis-
dios ~ta1 clase que exista una jerarquía permanente, tanto como
terio, y hacer ceremonias justas y cristianas. Así los obispos de-
pueda preverla la prudencia de los hombres. Así los obispos deben
ben mandar, a sus fundaciones y sus Diócesis, a hombres culti-
estar un grado por encima de los demás sacerdotes y debe coníiár-
vados, temerosos de Dios, para enseñar fielmente. Pueden, también,
seles una oficialidad constituida y necesitan muchas personas para
buscar prebendas si la intención es buena y cristiana; y deben
la Ordinaiio, para la instrucción de los ordenandos, para la visita,
reprimir los abusos en las ceremonias» 92.
seles una oficialidad constituida, y necesitan muchas personas para
los sínodos y los concilios, como lo comprobamos en Atanasia, Ba- 2. Instrucción, probación y ordenación de los sacerdotes: «Or-
silio, Ambrosio y Agustín, quienes tuvieron mucho trabajo para denar con seriedad y justicia, es decir, tras un examen y una ense-
conservar a sus Iglesias y a las Iglesias 'extranjeras en la verdadera ñanza convenientes. Los obispos saben perfectamente que, desde
doctrina, contra toda clase de herejías. Para esa labor, hubieron hace largo tiempo, la ordenación se ha considerado como la única
de utilizar y delegar a muchas personas. Por tanto, si se destruyera labor que tienen los obispos propia y particularmente, incontesta-
la actual forma de episcopado, se seguiría de ello una barbarie y blemente no sin motivos: no sólo para realzar su condición, sino
una desolación que nadie sabría cómo acabaría; ya que los pode- sobre todo para que se consagren cuidadosamente al examen y a la
rosos y los príncipes de este mundo, están sobrecargados con otros enseñanza, para que se admitan, no a personas incapaces, sino tan
quehaceres y pocos cuidan de la Iglesia o prestan atención a su sólo a personas capacitadas, como 10 dice san Pablo, 1 Twn. 5: "A
doctri na» 89. nadie impongas las manos de ligero", etc. »93.
«Respuesta: No nos gusta el desorden y deseamos de todo cora-
3. Visita de los pastores: «vigilar constantemente a los pasto-
zón que los obispos y las personas que participan en su gobierno
res y predicadores, a fin de que enseñen y gobiernen correctamen-
acepten llevar a cabo su labor episcopal; y nos comprometemos en
este caso a obedecer, si dejan de perseguir a la doctrina cristiana y te. Con este fin, sobre todo, se practica, desde hace tiempo, la
no son ni tiranos ni asesinos para nuestros pobres sacerdotes, sino visitauo, y en 10 sucesivo es iuuy necesaria» 94.
que cuidan de sembrar la verdadera doctrina del Evangelio, y si 4. Tribunal de la Iglesia y excomunión: «presidir el tribunal
administran cristianamente los sacramentos y ayudan a mantener de la Iglesia como 10 enseñó Cristo: Mt. 18, Y Pablo: 1 Tim. 5, es
decir, de tal forma, que la excomunión castigue la doctrina falsa
89. CR S, 597 Y sig.; contra C. G. BRETSCHNEIDER, en este caso están de acuerdo
F. I-lAl'PT, De,' Episcopal der deutschen Reformation (Frankfurt a. M., 1863) I, 52 Y sig.,
90. CR S, 598.
y P. BRuNNER, Vom Ami des Bischofs (Berlín, 1955) 56 Y sig., pora decir que aquí no
91. CR 5, 598.
se trata de obicctiones aducrsariorum I sino de pensamientos formulados con suma pre-
92. CR 5, 601.
caución y en forma anónima contra los "potentados y príncipes civiles» por Melanchton
93. CR S, 601; cfr. 584·586.
y los propios reformadores, que los han expresado a menudo en otras partes e incluso
insertado en la «Respuesta» adjunta de modo inmediato. 94. CR 5, 601.
140 ESTRt1CTURAS DE LA IGUSIA
CONCILIO Y MINISTERIOS 141
y los vicios, manteniendo la doctrina verdadera y las buenas cos-
rumbres» 95, titución imperial (o sea: en la Alemania del centro y del sudoeste).
se esquivaron los NOMBRES de obispo y episcopado, reemplazando
5. Convocación de sínodos: «A menudo es muy necesario re- estos nombres de origen griego por sus correspondientes latinos:
unir sínodos y no es fácil saber cuándo hay que reunirlos y de qué super-attendens (super-intendens) Y de esta manera se mantuvo
J

manera hay que dirigirlos. Ya que tampoco es conveniente que se el MINISTERIO en la medida en que se le atribuyeron en conjunto al
provoque en la plaza pública a espíritus rebeldes y orgullosos, in- superintendente los mismos poderes y funciones que a los obispos
trigantes capaces de provocar turbación y facciones» 96. evangélicos de la Alemania del norte. Las superintendencias episco-
6. Vigilancia de la enseñanza: «Los obispos deben, en su ca- pales se introdujeron en Brunswick-Wolfenbütel y Luneburgo, en
lidad de vigilantes de la doctrina, poner un especial cuidado en que Pomerania y en Hesse; en otros lugares, precisamente en Wit-
las universidades y escuelas locales estén bien dirigidas y adminis- tenberg V en el electorado de Sajonia, con gran desolación por parte
de Lutero, la superintendencia pronto fue suplantada por un régi-
tradas; ya que hoy en día, igual que antaño, las universidades son
men consistorial, es decir, que el ministerio episcopal evangélico
los primeros capítulos y colegios, cusiodes docirmae, encargadas de
se confió a una autoridad judicial (en principio los consistorios eran
mantener la doctrina cristiana, y deben ser testigos de los orígenes
simplemente tribunales eclesiásticos): ordenanza consistorial del
de la doctrina que transmiten a las Iglesias» 97,
electorado de Sajonia en 1542.
La «Reforma de Wittenberg». Mirémosla como testigo último En resumen, puede decirse que los reformadores luteranos y
y general de la Reforma, Ahora bien, estos testimonios de la Refor- sus Iglesias fueron favorables al ministerio apostólico y, particu-
ma en favor del ministerio episcopal están confirmados, de hecho, larmente al ministerio episcopal (no a sus indignos detentares) y
por la disciplina eclesiástica en las Iglesias luteranas del tiempo que admitieron, tanto en principio como de hecho, su mantenimien-
de la Reforma S8. La Reforma, con la expresa conservación del con- to y su renovación. La Reforma hubiera evolucionado de otro modo
cepto episcopal, fue introducida en los dos obispados prusianos de si los obispos (y el Papa) se hubieran comportado de un modo dis-
Samland y de Pomesanien, el año 1525;' en Suecia el año 1527; en tinto, APOSTÓLICAMENTE, por lo menos después de la extensión de
Dinamarca, en Noruega, en Schleswig, Holstein y en Islandia a la Reforma luterana y si se hubieran decidido a realizar una seria
partir del año 1534, en Pomerania en 1535, en la Marca de Brande- reforma de la Iglesia 99. Esto hay que afirmarlo, aün concediendo
burgo en 1539-1540, en Schwerin en 1540, en Naumburgo en 1542, en
Merseburgo en 1544 y, de un modo pasajero desde 1542 a 1547 en la 99. Sobre la conducta de los obispos alemanes del tiempo de la Reforma J. LORTz,
Die Reforma/ion in Deutschland (Freiburg i. Br., 3" ed 1948) afirma: "Entre los
propia Colonia (con el arzobispo evangélico Hermann von Wied). can6nigos y los obispos, la noción de sacerdote y todavía más el ideal sacerdotal y entre
El propio Lutero, el año 1525, saludó con júbilo al primer obispo los obispos la idea de pastoral habían desaparecido en tal medida gue sobrepasa lo ima-
evangélico: Georg van Polentz (Samland) e igualmente, más adelan- ginable. El señor gue está en posesión del poder y 10 utiliza para hacer su voluntad y
gozar de la vida, era propiamente hablando la idea conforme a la cual vivía el alto clero.
te, el año 1540, al obispo de Brandeburgo, Mathias van Jagow (se Hasta la explotación del dominio eclesiástico y clerical en provecho de las cosas más ha-
trataron de ilustres excepciones: « i Dios nos depare todavía otros bituales de las finanzas seculares. Una vez más, este concepto de principio tiene mucho
obispos semejantes !») Lutero en persona había consagrado final- más peso y es más peligroso que la vida escandalosa, por ejemplo, de un individuo.
mente a dos obispos; en 1542 a Nikolaus van Amsdorf como obispo Estos príncipes-obispos no eran incluso tan s610 príncipes-obispos que al propio tiempo
eran príncipes, duques, condes; de manera predominante eran únicamente señores»
de Naumburgo, y, en 1545, al príncipe Jorge de Anhalt como (1, 82 Y sig.). «No son jefes. Todo 10 esencial gue se ha producido durante estos primeros
obispo de Merseburgo, a fin de mantener de esta manera en los obis- años es fruto de su silencio y apatía. Su actitud ante la Bula de excomunión lo demos-
pados el ministerio episcopal. Allí donde no pudieron llevarse a cabo trará claramente. Conocemos el retrato, generalmente auténtico, de los hijos de nobles
y de príncipes, a quienes se confiaba el poder episcopal. La característica es, como mi-
estas diversas posibilidades debido a la oposición del Emperador y nimo, la debilidad religiosa, cuando no la peor duplicidad. Ni Ven el peligro, ni se
de los obispos y a causa de las dificultades provinentes de la cons- preocupan por reconocerlo, ni estarían dispuestos a sostener, aungue sólo fuera para
prestarles un socorro material, a quienes se atreven a hacer frente a la tormenta de una
95. CR 5, 602; efr. 603-605. manera total y generosa. Cuando un excelente obispo (conoceremos a algunos de ellos)
96. CR 5, 602, como Gabriel de Eichstatt reconoce seriamente en el luteranismo un azote de Dios, es
97. CR S, 602,
a título de castigo por la inercia de los obispos: "He conversado sobre ello en Augsburgo
con tal o cual obispo; pero nada les impresiona ni les llega al corazori':» (1, 259).
98. Para lo gue sigue cfr. el resumen en F. HAUPT, Del' Episcopal de,' dcutschen
«Cuando se trataba de obispos alemanes o escandinavos, por lo general se encontraban
Rciormation (Frankfurt a. M., 1863) 1, 57-117.
142 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CO:\TCIUO y Mll\ISTERIOS 143

la debida atención a las dificultades doctrinales promovidas desde mo y por la fe animada por el Espíritu, todos los hombres se con-
un principio (pero que no percibieron los príncipes de la Iglesia im- vierten en miembros, en su totalidad, del Cuerpo de Cristo, parti-
buidos por el espíritu mundano) y que exigían, con urgencia, por cipantes del sacerdocio real de Cristo, nacidos, elegidos, santifica-
parte de los católicos, una completa renovación de la doctrina sobre dos y consagrados sacerdotes: la raza elegida, el sacerdocio real,
la Iglesia, harto descuidada. La conducta tan poco apostólica de los el pueblo santo que antes no obtuvo misericordia, pero que ahora
obispos, durante decenios e incluso siglos, fue uno de los motivos obtiene misericordia (I Pe. 2, 9 Y s.). Este sacerdocio común se hace
esenciales de la Reforma luterana. La conducta tan poco apostólica activo en el servicio de la palabra de Dios que todos los cristianos
de los obispos, después de la Reforma luterana fue uno de los prin- tienen el deber de anunciar en su medio de vida y en la Iglesia
cipales motivos que hicieron modificar la Reforma, no en favor (como (]n. 6, 45; Aet. 2, 17; I Pe. 2, 9), luego en la celebración de los
era la primitiva intención de Lutero) sino en detrimento del minis- sacramentos, entre los cuales son fundamentales el Bautismo, prin-
terio apostólico. Debido a la conducta tan poco apostólica de los cipio de vida para todos los cristianos (Mt. 28, 19 y s.; Me. 16,
obispos, antes y después de la reforma luterana, el ministerio apos- 15 Y s.) Y la participación activa a la liturgia de la cena eucarística
tólico sufrió una enorme pérdida de crédito, una enorme pérdida (l e». 11,23-25; Mt. 26, 26-29; Me. 14,22-25; Le. 22, 19 y s.).
de autenticidad. De esta manera, cuando debido a las comunidades En el interior de este sacerdocio común, que consiste en servir al
sufrió Lutero serias dificultades en la reforma de la Iglesia, a causa único cuerpo de la Iglesia y al mundo, el ministerio espiritual espe-
de los movimientos de los iluminados que estallaron violentamente cífico sólo puede entenderse como un SERVICIO (ministeriurn) par-
y cuando buscó ayuda, se encontró rechazado, no hacia el ministerio ticular: como un servicio sacerdotal particular con un poder espe-
apostólico, que en su conjunto se negaba a cualquier reforma de la cial para los actos públicos de la Iglesia.
Iglesia, sino a los príncipes seculares y a su poder temporal. ¡Y Después de la clericalización de la Iglesia medieval, el sacerdo-
qué poco faltó para que debido a la ausencia de un obispo verda- cio común de los fieles se le apareció nuevamente a Lutero como
deramente apostólico, un «obispo por necesidad» se convirtiera en una gran intuición. Pero ésta, a pesar de su real esplendor, ¿ no
un SU1n1l1US cpiscopus ; . le hubiera, no obstante, cegado, cegado hasta "tal punto que 110 supo
¿ Pero no será, a pesar de todo, unilateral esta consideración? ver la realidad TOTAL del ministerio apostólico en el interior de los
¿ No se apoya todo entonces sino en la negativa de los obispos? ¿ No rasgos estructurales de la Iglesia) Piénsese, por ejemplo, en el
se apoya también, al mismo tiempo, sobre la negativa de Lutero? texto ya citado del gran manifiesto de Lutero A la nobleza cristiana,
En su concepto de la Iglesia, ¿ se tomó Lutero bastante en serio donde «el poder parigual» 100 de todos los fieles de Cristo está
el elemento estructural, precisamente del ministerio apostólico? expuesto de tal manera que uno se pregunta si un ministerio ins-
tituido por Cristo no sería superfluo. De hecho, aquí Lutero funda
C) El hecho de que Lutero se ponga en manos de los príncipes el ministerio sobre principios no teológicos.vsino sociológicos: para
seculares se explica igualmente por su MENOSPRECIO AL MINISTERIO que reine el orden en la comunidad. Y la ordenación sacerdotal no
ESPIRITUAL. Volvamos a afirmarlo una vez más: la teología cató- significa luego nada más que la cesión de los derechos del conjunto
lica se expresa con convicción en favor del sacerdocio común de los a uno solo: para cortar por 10 sano a un conflicto entre los miem-
fieles : Por la palabra del Evangelio, por el sacramento del Bautis- bros y para hacer posible una vida comunitaria ordenada, El ejem-
plo de los diez hijos del rey, con derechos iguales y que los ceden
desarmados, tanto religiosa como contra h nueva doctrina. Mucsrr.u: sólo
interés pala conservar su PQtnmomo pero no para las miles de almas que les CSt:U1
a uno de entre ellos, ilustra claramente este concepto del ministe-
confiadas A esta actitud se oponía con dureza el sentido dcl sacrificio entre los in rio del que hay que preguntarse si está conforme con el Nuevo
novadorcs: "Sólo el arzobispo depuesto de Colonia, von Wicd, ha invertido más dinero Testamento. El ministerio eclesiástico parece aquí ser sólo un man-
y en dos años. quc en 25 todos los obispos alemanes juntos. Y sin embargo los dato de la comunidad. ¿ Pero no priva de su sentido, tamaña demo-
obispos perderán sus bienes terrenos" (Cochl ius) . .La queja de Cochláus dirige a todos
los "pastores dormidos" un juicio que escuchamos también por parte de Eck, del duque
cratización, al ministerio apostólico? 101.
Jorge, de Carafa y muchos otros. El cardenal de Maguncia, el prohombre de la
de Alemania, nada hizo, hasta el ario 1524, por propia iniciativa. contra la 100. WA 6. 407.
conflagración. Cuando, mucho más adelante, la Reforma dci Electorado de Brandeburgo 101. Cfr., junto a todas las diferencias, la similitud en el concepto del ministerio
alcanzó a sus Diócesis de Magdeburgo v Halbcrstadr, las abandonó a los innovadores en Lutero y en MARSILlO DE PumA, Defensor pacis (cd . Kusch. Darrnsradr, 1958) Il.
sin librar batalla ni interesarse por ellas» (1, 348 Y sig .). o. XV. 594,615.
144 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CO':-;CIUO y MmISTEIUOS 145

Sería sin duda injusto ver sólo a Lutero a través de estas afir- alguno puede hacer de él un sacerdote. Pero si ha nacido sacerdote
maciones. Sería despreciar el papel, importante como hemos visto, por el Bautismo, se sigue el ministerio y lo distingue de los otros
desempeñado por el TUTE VaCA TUS 102 en Lutero v en los escri- cristianos. Ya que es necesario que, de entre la multitud de los cris-
tos confesionales luteranos 103, Esta vocación al ministerio, según tianos, se aísle a algunos, encargados de ponerse a la cabeza de los
el concepto de los escritos confesionales luteranos, descansa sobre demás, a quienes Dios concede para ello dones y carismas particula-
un rus DIVINU~f, no sólo sobre una disposición eclesiástica, sino, tal res que capacitan para ejercer su ministerio ... Y a que, aunque todos
como el anuncio del Evangelio y la administración de los sacramen- seamos sacerdotes, no podemos ni debemos por ello predicar, enseñar
tos, sobre una institución de CRISTO IlJ4. Pero el propio Lutero, o dirigir» 1D6. Peter Brunner resume las funciones de este misterio es-
por ~j~mplo, en el escr~t.o especialmente i~:l1portante para nuestro pecífico de la siguiente forma, según los escritos confesionales lute-
proposito : «De los concilios y de las Iglesias», hace descansar so- ranos 107: 1.0 Anunciar el Evangelio y enseñar la palabra de Dios en
br.e .~a institución de CRISTO l.a n~c.esidad de una vocación y de una el exterior y en el interior, en misión v en el interior de la comuni-
mrsion particulares para el eJercICIO OFICIAL del servicio específica- dad. 2. 0 Bautizar, 3. 0 • Perdonar los pecados mediante la absolución.
mente sacerdotal (en el servicio de la palabra y de los sacramentos) : 4. 0 Hacer y distribuir la cena en la comunidad. 5. 0 Excluir de la
(En quinto lugar, la señal exterior de la Iglesia es estar ordenada comunidad eclesiástica (excomulgar) a aquellos cuya impiedad es ma-
por servidores ya sea que los llame, ya que tenga ministerios que nifiesta, por ejemplo, debido a vicios notorios, y reintegrar, mediante
deba. asignar. Ya que es necesario contar con obispos, pastores o la absolución, a aquellos que hacen penitencia. 6. 0 Juzgar las doctri-
predicadores que, públicamente o en particular, den, distribuyan y nas y rechazar aquellas que son contrarias al Evangelio. 7.° Sostener
practiquen los cuatro sacramentos o instrumentos de salvación su- a quienes están designados 108.
sodichos (predicación, Bautismo, sacramento del altar absolución \ Debido a ese rus -DIVINUM, los jefes de la Iglesia pueden exigir
por medio y en nombre de la Iglesia, o mejor dicho p~r institució;~ obediencia y establecer disposiciones humanas. El único ministerio
de Cristo, como decía san Pablo (Ef. 4); "Dedi: dona hamini bus" , pastoral instituido por Cristo puede designarse mediante distintos
Hal' concedido algunos de sus dones a 10"S Apóstoles profetas , evan- nombres: obispo o sacerdote o pastor. Un desarrollo de este único
. . J
gel1~tas, doctores, gobernantes, etc. Ya que la multitud, en su ministerio instituido por Cristo es, por otra parte, posible: no obs-
conjunto, no puede desemp~ñar esta labor, sino que es preciso que tante dichos desarrollos son, según Lutero, de derecho humano,
uno mande y. que se le deJ~ !TIandar. Ya que, ¿ qué sucedería, por según testimonio de la historia de la Iglesia 109. Es posible un des-
otr.a. parte, SI cada uno quisiera hablar o administrar y si nadie arrollo por un reparto de las tareas, tanto al nivel inferior - en el
quisiera obedecer al otro? Es necesario que uno mande y oue se servicio de determinadas ayudas mutuas - , como al nivel superior
le deje predicar, bautizar, absolver v administrar los sacramentos - en un ministerio episcopal de rango más elevado - . Pueden
y los demás deben darse por satisfe¿hos y prestar su conformidad. por tanto existir en la Iglesia obispos que sean jefes pastores, pero
Donde tú veas que las cosas suceden así, ten por cierto que se trata únicamente 10 son por institución eclesiástica de derecho humano,
del verdadero pueblo de Dios y del santo pueblo cristiano» 105. puesto que ejercen iU1'O divino su minisieriwm, al igual que todos
La vocación realiza una distinción, fundada sobre el rus DIVI- los demás pastores designados. Ya hemos visto cuáles pueden ser
NUM, entre el sacerdocio común y aquellos que presiden la Iglesia: las tareas particulares de un supremo pastoreo episcopal 110 .
« En la cristiandad, las cosas se suceden de esta manera: cada uno
106. WA 41, 209 Y sigo
debe, en primer lugar, ser cristiano y haber nacido sacerdote antes 107. Conjcssio Augusta1la V; XIV; XXVJJJ, 5; 20 Y <ig.; Apolagla XXVIII, 13;
de convertirse en predicador u obispo. Y ningún papa ni hombre Artículos de rsmalcalda 3" parte, arto 4; Tractatus de potestate papae 60; 65.
¡08. P. BRUNNER, Vom AmI des Bischofs (Schriften des rheologischen Konvents
102. Particularmente CA XIV; Apol. XIV, 1 Y 5. Augsburgischen Bekenntnisses. Berlín, 1955) 26.
103. P. BRUNNER, Vom Amt des Bischofs (Berlín, 1955) 15-24, concede con motivo 109. Lutero citaba desde 1519 la carta de Jerónimo a Evagrio, en la cual se defiende
importancia a este hecho. la igualdad original y fundamental del sacerdote y del obispo (WA 2, 228-230). Lutero
. 104. Esto lo ha. puesto de ~elieve .W. O. MCNTER, Die ,Gestalt der Kirche «nach got- consideraba esta carta de tanta importancia que la editó él mismo en 1538 con un ore-
tlichen Recht». E",~ theologlegeschzchtllch-dogmattsche Untcrsuchuny zu den rcjor- íacio de su propia mano (WA 50, 339-343). '
matorischcn Bel(emztlZzssclmften (Benrage zur Evangelischen Theologie, tomo 5. Munich, ¡ \0. No se puede dudar de que el tus divinum del ministerio eclesiástico en las
1941), particularmente 27-65. . teologías luterana y católica no signifique en primer lugar esto mismo. Lutero habla de
1!15 WA 50, 632 Y sigo una «institución de Cristo» y designa al ministerio de una manera expresa como

10
CONCILIO Y MINISTERIOS 147
146 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
tico luterano, concebido y constituido en demasía como un funcio-
Apreciando en su justo valor las afirmaciones positivas de Lu- narismo ?
tero y de los escritos confesionales sobre la institución divina y las Contra la usurpación de las autoridades principales (aule) so-
funciones del ministerio eclesiástico, sobre su autoridad y la obedien- bre el ministerio eclesiástico, escribía entonces Lutero desde Dresde
cia que se le debe ¿ se puede hablar de una pura y simple elimina- esa amarga frase: Que Satanás permanezca Satanás y que de la
ción del ministerio? Y, no obstante, son estas afirmaciones positi- misma manera que, bajo la autoridad del Papa, la Iglesia se ha en-
vas las que menos sorprenden; en la medida en que son positivas, trometido en el Estado, se entrometa ahora el Estado en la Iglesia
están de acuerdo con el concepto neotestamentario del ministerio. - que es el mayor peligro - : si enim futurum esi, ut aule velint
Sorprende más la rapidez con que se ha llegado, de hecho, al lute- gubernare ecclesias pro sua cupiditate, nullam dabit deus benedic-
ranismo. i Hasta tal punto han tenido escaso alcance estas afirma- tionem et fient novissima peiora prioribus, quia, quod fit absque
ciones! Hemos visto cómo el propio Lutero hubo de comprobar muy fide, non est bonum, Quod autem absque vocatione fit, haud Dubie
de cerca cómo, en el centro de la Reforma, en Wittenberg, se su- absque fide fit et dissoluitur. A ut igitU1' ipsi fiant pastores, praedi-
plantó a la superintendencia episcopal por la autoridad jurídica del cent, baptisse-ü, visitent egroios, communicent et omnia ecclesiastica
Consistorio. Muchas frases dolidas han llegado hasta nosotros de- taciant, A ut desinant vocaciones confundere, suas aulas cureni, Ec-
bido a ello, pero se vio impotente para contrarrestar esta evolución. clesia relinquant his, qui ad eas vocati sunt qui racumem deo reddent.
Fue responsable de ella, no sólo la influencia de los consejos princi- Non est ferendum, ut alii faciant. Et nos ratione reddenda grave-
pescos, sino también - como lo relata F. Haupt 111 - el hecho de mur. Distincta uolumus officia ecclesiae et aule, aut deserere
que la orden de visita del año 1527 (establecida bajo la presión de utrunque. Sathan pergit esse Sathan. Sub PajJa miscuit ecclesiam
las circunstancias, después de los disturbios de los iluminados y los politiae, sub nosiro temporevultmiscere po/itiam ecclesiae 112. Se
campesinos) no logró dominar en las comunidades el desorden y la encuentran frecuentes lamentaciones respecto al Consistorio de Wit-
indisciplina introducidos por la Reforma. Por reacción, la disciplina tenberg, incluso en la carta que escribió Lutero, un año antes de su
eclesiástica hubo de ser salvada por las autoridades judiciales laicas muerte, al príncipe elector Juan Federico (18 de enero de 1545) 113.
(en el Consistorio de Wittenberg se sentaban seis juristas y dos Mucho menos todavía pudo detenerse esta evolución después de
teólogos), sus órdenes y sus sanciones. ¿ Fue por casualidad? ¿ Fue la muerte de Lutero. El reglamento instituido por decisión de la
por casualidad que el Consistorio, al que Lutero, al principio (1539) Dieta de Spira (1526) fue definitivo para la paz de Augsburgo
no quería confiar sino los litigios jurídicos y los asuntos financie- (1555): Cabe a los Estados del Imperio el derecho de determinar la
ros y al que quería rehusar cualquier derecho de intervención en confesión de los territorios y el ius rejormandi. Costó mucho tra-
las tareas pastorales de la visita eclesiástica, obtuvo ya en todos los bajo que los príncipes y los magistrados dejaran de extender in-
terrenos, después de la Orden consistorial del 1542, el derecho de cesantemente su influencia sobre la Iglesia. Mientras que en los
vigilancia sobre la predicación, la enseñanza y las costumbres de los territorios donde reinaba entonces todavía el concepto episcopal,
pastores, igual que sobre la disciplina general de la Iglesia? ¿ O los obispos evangélicos, en general, no podían ser elegidos sólo por
quizá se manifiesta aquí la debilidad interior del ministerio eclesiás- los príncipes, éstos designaban libre y regularmente a los super-
intendentes y a los juristas del Consistorio. Los funcionarios ecle-
«donum De;', (WA 50, 632 Y sig.). Habría que preguntarse y burcar de una manera siásticos, nombrados por los príncipes y las autoridades, fueron
concreta lo que significa esta expresión en el marco de la estructura general de la cayendo cada vez más en una dependencia total y totalmente indig-
eclesiología luterana. El Concilio de Trento declara, "Si alguno dijere que en la Iglesia
Católica no existe una jerarquía, instituida por ordenación divina, que consta de obispos,
na. La emocionante profecía de Melanchton, del año 1530, que
presbíteros y ministros, sea anatema» (Denz, 966). Habría que preguntarse ahora y previendo que una tiranía más insoportable aún que la que imponía
buscar de forma concreta lo que significa instituida por ordenación divina. ¿Se refiere el Papa, sería el resultado de la negativa a restaurar el episcopado,
la ordenación divina pura y simplerncnre a la jerarquia en general, como parece dedu- esta profecía se realizó: « Utinam uiinam possim non quidem domi-
cirse del propio texto, ° bien se refiere al mismo tiempo a la institución de los minis-
nationem confirmare, sed administrationem restituere Episcoporwm.
terios particulares en su calidad de particulares y a sus límites respectivos, lo cual no
parcee deducirse del propio texto? De afirmarse la segunda alternativa, ¿cómo debería Video enim, qualem simas habituTi Ecclesiam, dissoluta 1tOAlcElO:
interpretarse una semejante proposición a la luz de la exégesis actual? ¿Y cómo con-
cordaria entonces Denz. 966 y Denz. 962 y 9651 Todos estos cánones i tienen un carác- 112. WA Cartas, 10, 436.
ter estrictamente doctrinal o bien tienen, en parte, solamente un carácter disciplinar I 113. WA Cartas, 11, 22-25; otros testimonios en F. H'UPT, op. (ir, 1, 107 Y sigo
111. F. HAUPT, Dcr Eptscopat der dcutschen Reiormation (Frankíurr a. M., 1863) I, 105.
148 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 149

ecclesiasiica. Video bosiea multo intolerabiliorem futuram t)/ranni- lo menos una «soberanía feudal eclesiástica»? ¿ O quizá Karl Hall
dem, qucm aniea unquam juitlJ 114. quien afirma que, según Lutero, la autonomía de la Iglesia en rela-
Hacia finales del siglo XVI, el sistema colegial del Consisto- ción con el Estado debería prohibirse, y que incluso Lutero habría
rio, que no concedía a los obispos y superintendentes, en su dado una forma concreta de constitución eclesiástica? De ahí pro-
conjunto" influencia personal alguna en la dirección de la Iglesia, vienen, en el interior de la única Iglesia luterana, las irreductibles
adquirió prácticamente el monopolio en los territorios luteranos con.tradicciones que atañen precisamente al ministerio: poder ju-
de Alemania. Y en el lugar de los obispos, el príncipe laico, con- rídico externo esencial o no a la Iglesia; necesidad del ministerio
siderado por Lutero como un «obispo de urgencia», pero que de- eclesiástico fundado sobre motivos teológicos o simplemente socio-
tentaba entonces los derechos de sumus episcopus, se convirtió lógicos; institución del ministerio por Cristo o por la Iglesia; exi-
durante cuatrocientos años y de una manera cada vez más ma- gencia o no exigencia del ministerio episcopal en la Iglesia; minis-
nifiesta en praecipuum membrwm Ecclesiae. Lo que al principio terio episcopal de iure divino, o de iure humano; el ministerio epis-
estaba fundado todavía sobre el principio episcopal (transmisión de copal concebido como el de los verdaderos obispos, o simples pasto-
derechos episcopales a los príncipes), se atribuyó cada vez más. res; el deseo de un episcopado evangélico nacido de la conciencia de
pura y simplemente - a partir del siglo XVII - al poder civil la Reforma, o simplemente de las circunstancias políticas; el minis-
ordinario del príncipe. Bajo el absolutismo tardío y el A uflda- terio eclesiástico fundado -- propiamente hablando - sobre la elec-
runq-, alcanzó su apogeo la influencia del príncipe en el interior de ción, o bien sobre la ordenación; la ordenación considerada como una
la Iglesia. La Iglesia se integró profundamente a la estructura del legitimación por parte de los superiores (confirmación de la voca-
Estado. El régimen de la Iglesia nacional subsistió durante el si- ción), o bien como una «consagración» (momento esencial de la pro-
glo XIX, a pesar de ciertas atenuaciones. y el título episcopal pia vocación); la ordenación exigida iure divino, o bien sólo lure
nnevamente introducido por Federico I de Prusia V Federico Gui- humano; el «rito» de la ordenación entendido como una ceremonia
llermo III, en forma puramente formal. ' Ecclesiae, o bien como un sacramentum Ecclesiae; el que disfruta
y de nuevo hemos de preguntarnos ahora con insistencia: ¿ Fue del ministerio investido por Dios o por la comunidad ... El teólogo
fortuito todo esto? ¿ De dónde procede entonces, en el interior de católico deberá cargarse de paciencia si quiere agotar el laberinto
la Iglesia luterana, la «miseria de la constitución», objeto de tantas de opiniones contradictorias 116, sobre todo porque se mezcla a me-
quejas? ¿ Por qué, en la interpretación de la Confesión de Augs- nudo una crítica superficial de la doctrina católica del ministerio
burgo, existe una «oposición espantosa y verdaderamente caótica y de la constitución de la Iglesia, como si por ejemplo la Iglesia
respecto al sentido y al contenido de nuestro artículo 28» (Del poder luterana se presentara de hecho como la Iglesia del sacerdocio
de los obispos)? 115. Según unos, sólo trata de los pastores, según común 117, y la Iglesia católica como una Iglesia clerical 118, u otros
otros, de los obispos (en el sentido propio del vocablo), según otros, prejuicios simplistas parecidos.
de los príncipes, y según otros todavía, del derecho de la comunidad Pero, atendida la historia del ministerio eclesiástico de la Igle-
a disponer de sí misma... ¿ Cómo es posible que se proclamen DEL
(1NICO y MISMO LUTERO, tanto los representantes de una Iglesia 116. No es necesario decir que no puede ser el tema de este capítulo exponer en su
totalidad, histórica y sistemáticamente, el concepto luterano (y después el concepto cató-
de pastores como los de una Iglesia episcopal; tanto los represen- lico) de! ministerio.
tantes de una Iglesia de organización democrática como los perte- 117. Al contrario, E. SOMMERLATH, Amt urui Allgemeines Pricstcrtum (Schriften des
necientes a una Iglesia presbiteriana o a un episcopado principes- Theologischen Konvents Augsburgischen Bekenntnisses. Fascícn!o 5, Berlín, 1953) 40, dice:
ca? ¿ Quién - propiamente hablando - es el verdadero luterano: "Podemos atrevernos a decir que e! sacerdocio común no se realiza tan poco en ninguna
Iglesia como en la Iglesia de la Reforma luterana.»
el ortodoxo con su sistema ministerial, o Thomasius con su sistema 118. Al contrario, H. ASMussEN, Warum noch luthcrischc Kirchc? (Stuttgart, 1949) 188:
territorial, o Pfaff con su sistema colegial? ¿ O quizá Rudolf Sohm "Hasta qué punto, en el ambiente evangélico, vemos las cosas de manera errónea, resulta
que afirma que, según Lutero, la constitución de la Iglesia debe evidente por e! hecho de que según una opinión que entre nosotros tiene valor de dogma,
realizarse, no por la Iglesia, sino por la autoridad pública, y admi- la Iglesia católica es la Iglesia sacerdotal, mientras nosotros dejamos paso a los laicos.
De hecho, en la Iglesia católica. como lo prueba la historia. se abre con naturalidad un
te, si no un «poder eclesiástico» o un <Cfégimen eclesiástico», por
puesto al trabajo influyente de los laicos. trabajo para el cual los laicos se muestran muy
activos. Desde luego. existen regiones donde los laicos son tan poco activos como en
114. CR 2, 334.
muchas regiones evangélicas.»)
liS. F. HAUP1', op. cit. 1, 32.
CONCILIO Y MINISTERIOS 151
150 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
¿ no son, en relación con los otros, de una inferioridad sorprenden-
sia luterana, nos vemos obligados a plantear otras preguntas. Todo
te? 122. Más adelante (por ejemplo durante el siglo XIX) las ten-
e~to. - es decir, ].a el~minación del ministerio, primero por los mo-
dencias democratizantes ¿ no jugaron la carta de ampararse en la
vimientos de los iluminados protestantes y después por la burocra-
autoridad de Lutero y de sus primeras (!) intuiciones reformadoras
cia de la Iglesia de Estado, repetimos - ¿ hubiera ocurrido todo
(en oposición a una parte de los escritos confesionales de Lutero)?
ello de la misma forma, de haber fundado Lutero el ministerio
e~lesiástico, q~e deseaba lealmente, sobre sólidos principios teoló-
¿ Es verdaderamente tan difícil tomar una idea marginal de Lutero
para convertirla en la línea dominante? ¿ Es exagerado afirmar
glCOS? Resumiendo : ¿ Tenía Lutero un sentido teológico de lo que
que desde entonces, y durante mucho tiempo, ya no se sabía en
es un ministerio ESPIRITUAL? ¿ En qué basarse para fundar el mi-
n!ste~~o ecl~si~stic~ sobre principios de teología (y no sólo de orga-
absoluto, en el interior de la Iglesia luterana, cuál era el concepto
nizacion práctica) S1 -recordemos la llamada A la nobleza cristiana- sobre el ministerio, auténticamente conforme a los escritos confesio-
todos los cristianos poseen un «poder igual» y son «sacerdotes con nales luteranos, y que se dejaron dominar ampliamente por los con-
el mismo derecho» y si todos los cristianos son desde el Bautismo ceptos de' los iluminados? 123.
y !:\racias a él, consagrados, no sólo «sacerdotes», sino también En todo caso no se ha profundizado sino sólo interpretado, en el
«obispos y papas)) ? 119. ¿ No se encuentran en los escritos del joven sentido más reducido posible, muchos conceptos concernientes al
Lutero, textos que dejan entender que el ministerio eclesiástico de- ministerio del que los reformadores carecían todavía. Para citar
pende pura y simplemente de la comunidad y consideran al minis- sólo un ejemplo muy conocido: Según Melanchton, esos ritos deben
tro como un simple funcionario de la comunidad (por amor a una llamarse sacramentos, a los que se aplican, según el Nuevo Testa-
disciplina formal)? ¿ Fue entonces sin ningún motivo lógico que mento, un mandatum Dei y una promissic gratiae 124. ¿ Pero no es
el colega de Lutero, Karlstadt, quien compartió sus primeros con- esto también válido para el ministerio espiritual que lleva a cabo
ceptos, renunció a la sotana como signo del ministerio que tenía su servicio de anunciar la palabra y distribuir los sacramentos?
confiado y vistió una blusa de aldeano y contrajo luego matrimo-
nio para celebrar de esta manera, en calidad de «laico» la misa (i sin lind Saleramcni" 1525). No parece ser que Lutero, a través de las reformas radicales y
el canon!) públicamente y por vez primera, en la Iglesia del cas- luego también a través de la guerra de los campesinos (1525) en la cual no pudo intervenir
como mediador y adquirió una profunda desconfianza con respecto a los hombres en general,
tillo de \Vittenberg, por la Navidad del año 1521? Los iluminados, se abriera a la idea de una jerarquía que está en contradicción con la libertad de los
que rechazaban el ministerio en cuanto institución divina, y no hijos de Dios, que preconizaba.»
querrían ver limitadas las manifestaciones del Espíritu en la Igle- 122. Por el lado luterano, afirman una dualidad, por ejemplo: W. ECERT, Morphologie
sia ¿ no podían, con razón, escudarse en ciertas manifestaciones de ~es Luthcrtums (Munich, 1931) 1, 299; M. DOERNE, Lutherisches P[arramt (Leipzig, 1937)
J Y SIg.; E. SOMMERLATH, op, ClI., 50.
Lutero, además de las ideas medievales de las que dependían? 120. 123. Es significativo que, según el informe mencionado de W. Maurer, informe que
Y los disturbios de los iluminados y de los campesinos ¿ no demostra- pone a la luz crudamente la dependencia de los iluminados de la Reforma en cuanto
ron a Lutero el peligro de! empleo de un excesivo principio comu- al iluminismo medieval, la discusión de la asamblea teológica de la Confesión de Augs-
nitario (Thomas Müntzer hará suyas de una vez para siempre y burgo haya probado con toda claridad no obstante "que se encuentran en el joven Lutero
al pie de la letra las ideas de Lutero, e! «padre timorato» y exigirá conceptos que hubieran podido abrir el camino al iluminismo (pero esto hace pensar
quizá que precisamente Lutero i jamás llegará a eso 1). Desde Karlsradt hasta los antino-
de una manera revolucionaria: «Los laicos deben convertirse en mistas. todos apelaban a Lutero. De no haber tenido estas disposiciones el joven Lutero,
prelados y pastores»}? 121. Los textos «democráticos» de Lutero hubiera podido triunfar más rápidamente de Latamos y de Jos antinornistas que le como
prendían mejor que Melanchton» (Schriften des Theologischen Konvents Augsburgischen
119. WA 6,407 Y sigo Bckenntnisscs. fascículo 6., Berlín, 1952) 89. Desde luego, Lutero superó esos conceptos, a
120. Cfr. W. MAURER, Luthcr und die Schuuirmcr (Seheiften des Theologischen Kon. la luz de sus experiencias, mediante sólidas decisiones. ¿Por completo? Esta es la pre-
vcnrs Augsburgischen Bekenntnisses fascículo 6., Berlín, 1952). gunta que se plantea el católico. Lo que se ha dicho del iluminismo, en esta discusión,
121. E. WOLF, aet. Luthcr, en: Evangelisches Kirchenlexikon (Giittingen, 1958) 1I propende a. mostrar la verdadera debilidad del propio Lutero. «¿Pero cómo es posible
1172: «Lutero ha visto, en el espiritualismo y el misticismo bíblicos de los "iluminados'" que el IlUmInISmO triunfara de hecho de Lutero? Quizá en gran parte es responsable la
sobre todo de Müntzee, quienes, de hecho solamente en pacte, extraían argumento d~ forma como dirigió el combate contra la Iglesia romana. En el combate contra Roma.
sus propias proposiciones, el mismo "entusiasmo" que en "Roma" (yen la Reforma de no se tomaron en serio situaciones de hecho esenciales, debido a encontrarse éstas en 1;
los humanistas): el edificio de la autonomía humana en el interior de la obra salvífica Iglesia católica romana. Por ahí mismo corre la Iglesia los riesgos opuestos, y no nos
de Dios, la desobediencia, contraria a la dependencia para con el Espíritu Santo, a la damos cuenta que nos encontrarnos rodeados» (op. cit., 89).
palabra exterior de la predicación (UWider die himmlischen Prophcten 1'011 den Bildern 124. Apología XIII, 3.
CO~CIUO y MINISTERIOS 153
152 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
ción, no s6lo prueba que existe un carisma del ministerio, sin.o que
De hecho, Melanchton no tiene dificultad alguna en llamar sacra- lo CONfIERE, legitimando de esta manera al ministro a los OJos de
mentos a este otdo tomado en el sentido siguiente ( y no en el senti- la comunidad. (I Tim. 4, 14): «No mires con negligencia la gracia
do de un sacerdocio sacrificial levítico): ... non gravatim "JOcave- que hay en ti, la cual te fue dada a causa de las profecías con la im-
rimtts ordinem. sacramentum. N am ministerium "uerbi habet man- posici6n de las manos del colegio presbiteral.» (TI Tim, 1, 6):
datum Dei et habet magnificas promissumes... Si ovdo hoc modo «Por esta causa te amonesto que reavives la gracia de Dios, que
intelligatuy, neque imposuionen: mam¡um "JOcare sacmmentum: gra- está en ti por la imposición de mis manos.»
vemur 125. ¿ Por qué entonces han permanecido estas afirmaciones ¿ No se olvida algo ESENCIAL en la ordenaci6n, cuando se olvida
sin influencia sobre la Apología de la Confesión de Angsburgo? este carisma del ministerio, esta comunicación particular del Es-
¿ Por qué se ha afirmado tan rápidamente que ningún elemento sa- píritu? ¿ Cuando se toma en serio este ca~isma del ministerio, es
cramental se anexionaba a la ordenación? ¿ Y qué ha sucedido con posible, con Bugenhagen - aprobada públicamente por Lutero-
la autoridad fundada sobre esta ordenaci6n? ¿ No se dice, en esa considerar la ordenación como un simple ingreso en el cargo, y
misma Apología, que los ministros de la Iglesia, cuando predican reiterarla cada vez que se ingresa en un nuevo puesto ministerial?
v distribuyen los sacramentos, representan al propio Cristo?.. quia S610 a partir del 1535 13V, parece distinguir Lutero, en cierto modo,
;'epraesentant Christi personam. propter »ocationem ecclesiae, non entre ordenación e ingreso en el desempeño del cargo, de tal forma
rep1'aesentant propias personas, ut test,atur Christus: Qui cuas audit, que la ordenaci6n ya no necesita reiterarse para ese ingreso en el
me audito Cum verbt¡m Chrisii, mm Sacramenta porrigunt, Christi cargo o con ocasión de un ulterior cambio de ministerio. Cuando se
»u:e et loco porri¡;;ttnt. Id docet nos illa vox Christi, ne indignitate toma en serio este carisma del ministerio en el ordenado - a quien
ministrorum affendamuT 126. Aquí se admiten pensamientos como luego puede exhortarse a recordarlo - ¿ puede afirmarse todavía,
los que se expresan en TI Cor. 5, 18-20. ¿ Por qué raz6n se han tan sencillamente como lo hizo Lutero en su polémica contra los
tenido tan poco en cuenta? «pretendidos charocteves indelibiles» 131, que un hombre a quien se
Pero he aquí ahora las preguntas que parecen estar en la base de separa del ministerio vuelve a convertirse en un simple laico, igual
todas las demás: En el concepto de su ministerio, ¿ sigue realmen- que cualquier empleado privado de su empleo? m ¿ No es precisa-
te Lutero el Nuevo Testamento? Desde luego, lleva muchos rasgos mente en raz6n de este carisma por lo que el cristiano se convierte en
esenciales del Nuevo Testamento, pero ¿ sigue PLENAMENTE el Nue- un instrumento particular y en un servidor de Dios? La diferencia
vo Testamento? Ya hemos visto que Lutero indica en su obra: entre el sacerdocio común y el sacerdocio propiamente dicho ¿ estriba
«Oue una asamblea o una comunidad cristiana tiene el derecho v el s6lo verdaderamente en la función y la actividad del ministro?
pZ'der... de nombrar, instituir y destituir a los doctores» (1523) 127
que Tito, Timoteo, Pablo y Bernabé instituyeron sacerdotes y cita 130. Cfr. WA 38, 401-433.
a menudo, precisamente, los textos clásicos de las epístolas pasto- J3i. WA, 6, 408.
132. Para 1 Tim . 4, 14 Y 11 Ttm . 1, 6, E. SCI-IWE1ZER, Cemeindc und Gcmcindeord..
rales sobre la ordenaci6n. ¿ Pero podía Lutero, ver en esta orde-
mmg im Neucn Testarncnt (Zürich, 1959) 190 Y sig., hace observar que no se trata aquí
nación neotestamentaria algo más que una delegaci6n exterior al sólo de una «instalación» (habilitación a un ministerio concreto en la comunidad local):
ministerio, una confirmación oficial y la entrada en vigor de una «Ya que, en los dos textos, se recuerda el carisma, que ha sido conferido por la im-
vocación (ejercida ya en un círculo restringido)? posición de manos al que se habilita. Se hace difícil pensar que, porque se presume que
Es un hecho muy importante que, según parece 128, Lutero no Timotco y Tito debían regresar al lado del Apóstol, una vez terminada le labor que
en aquel momento llevaban a cabo cerca de, las comunidades, hubiera pensado el
introdujera hasta el año 1542, la BENDICIÓN en la confirmación de autor de este carisma limitarlo sólo a la duración y exactamente al caso particular de
los poderes 129. Pero Lutero ha olvidado totalmente que la frase este ministerio. Históricamente hablando puede, en su época, habcr practicado la impo-
pronunciada en el curso de la imposición de manos y de la bendi- sición de manos del prcsbyterium sólo para un servicio en la comunidad local; pero en
todo caso, el autor de las Epístolas pastorales dice más que eso., En las Epístolas pasto-
rales, a propósito de la institución, se incide en la comunicación del Espíritu que, en
125. Apologia XI1I, 11-12. la ordenación judaica e incluso si ésta desempeñaba sin duda un papel durante la época
126. Apologia VIl, 28. del Nuevo Testamento, no representaba en todo caso un elemento central." Crf, E. LOHSE,
127. WA 11, 413 Y sig. art. Ordination (1I: im N. T.) en: Die Religion in Geschichte und Gegenwart (Tübin-
128. Cfr. P. BRuNNER, Vam Amt des Bischafs (Schriftcn des Theologisehen Konvcnts gen, 3." ed. 1960) IV, 1672 Y sig.; Die Ordination im Spiitjudel1tum und im Ncuen Tes-
Augsburgisehen Bekenntnisses. Fascículo 9., Berlín, 1955) 15. tament (Giittingen, 1951).
129. WA 53, 257.
CONCIlIO Y MINISTERIOS 155
154 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
la designación de "obispo" al principio, la cual no le fue recono-
¿ No estriba, al mismo tiempo, en esta diferencia, no a decir verdad cida hasta 1933. Hasta este año no se instituyeron obispos en
de condici6n sociológica, sino más bien del carisma particular todas partes. Debido a ello, el "príncipe director" que rigió el
conferido por Dios en la ordenaci6n? ¿ Y este carisma particular, Estado tuvo cierta importancia, pero no en todos sitios ni de
no tiene también alguna conexi6n con una autoridad particular?, una manera general» 133.
por tanto ¿ se trata verdaderamente, no de un ES!APO ~spiritual, De la misma manera que el rechazo de los obispos, en tiempos
sino concretamente de un MINISTERIO y de un mimsterio ESPIRI· de la Reforma, coincidió con la depreciación y, finalmente, el recha-
TUAL? ¿ No hubiera sido distinta la historia del ministerio luterano, zo práctico del ministerio episcopal en la Iglesia evangélica; de la
de haberse prestado mayor atención a este aspecto, tanto en la misma manera (a despecho de todos los rechazos de los obispos po-
práctica como en la teoría? ¿ No hubiera podido considerarse su líticos) el mantenimiento de algunos obispos evangélicos, en tiem-
función de una manera muy distinta no s6lo para el mantenimiento pos de lucha entre la Iglesia y el nacional-socialismo (Wurm,
de la apostolicidad de la Iglesia, sino precisamente también para el Meiser), tuvo su importancia para la revalorización del ministerio
mantenimiento de la UNIDAD de la Iglesia, que no puede conservarse episcopal en la conciencia de la Iglesia y para la conservación o
sin el ministerio fundado sobre una base teo16gica? No obstante la introducción de este ministerio desde el año 1945. Así, en la
no quedan así las cosas. Durante los últimos decenios se han abier- Alemania de hoy (salvo Renania-Westfalia y Hesse-Nassau, que
to paso, efectivamente, unas evoluciones plet6ricas de promesas. están muy influenciadas por la tradición reformada), está por 10
general nuevamente admitido el ministerio episcopal. Incluso se en-
cuentra entre las comunidades fraternas sin organización jerárqui-
3. NUEVOS DATOS ca. Sólo los reformados desautorizan por principio el episcopado,
aunque existan también obispos reformados, por ejemplo en Hun-
A) En 1918, los trastornos políticos abolieron la Iglesia de gría. Debido a esta razón, el episcopado no entra en la constitución
los príncipes y de los magistrados. Debido a eU?, l~,Iglesia ~;'ar:gélica de la Iglesia evangélica de Alemania, que incluye los reformados,
de Alemania tuvo libre acceso para una organizacion eclesiástica del pero entra en la constitución de la Iglesia evangélica luterana ale-
ministerio episcopal. Sin embargo, hasta pasado cierto tiemp? no mana. Según las actuales constituciones, son de la incumbencia
se avanzó hacia una noción más clara de la teología del obispo. de las funciones regulares de los obispos: «Ordenación, introduc-
«Con la abolición del summus episcopus principesco, que había ción de prebostes y deanes, vigilancia de la pureza de la doctrina,
funcionado como "obispo de urgencia" durante 400 años, a pesar pastoral cerca de los pastores, derecho de visita, derecho de predi-
de su carácter provisional afirmado por los reformadores, todo cación en todas las comunidades, prescripciones por medio de "car-
cambió en 1918. No obstante, el episcopado soberano no se re- tas pastorales", prescripci6n de días extraordinarios de peniten~ia
emplazó por un episcopado ordinario, ni de una manera general o fiesta, cooperaci6n para la introducci6n de obispos en las Iglesias
ni inmediatamente. Antes del año 1933, no había "obispos provin-
ciales" sino en algunas Iglesias luteranas (Mecklenburgo-Schwe- 133. H. LIERMANN, arto Bischo] (IlI: im evo Kirchenrecht), en: Religion in Ges-
rin, el Estado libre de Sajonia, Brunswick, Hannover, Schleswig- chichte und Gegenwart (Tübingen, 3.' ed. 1957) 1, 1306. Para la historia y la teología
Holstein) y en la Iglesia unida de Nassau, que había ya contado en del ministerio episcopal evangélico en los tiempos que siguieron a la Reforma, efr. P.
SCHOEN, Der deutsche evangelische Bischof naeh den evangelischen Kirchenuerjassungen,
otros tiempos (1817-1876) cuando representaba una excepción entre en: Vcno-Arch , 30 (Berlín, 1925) 403-431; W. ELERT, Da bischoilichc Charaltter der
las izlesias provinciales alemanas, con un obispo provincial. En par· Supenntendcntur-Vcrjassung, en: Luthertum 46 (1935) 353-367; H. LIERMANN, Das cuan-
ticular , el sínodo de la Unión de la antigua Prusia rechazó la in- cclischc Bischolsamt in Deutschland seit 1933, en: Zeitschrift für evangelúches Kirchcn-
troducción del ministerio episcopal en diversos escrutinios dramáti- ~echt 3 (1953 (54) 1-29; E. BENz, Bischojsamt und apostolische Sukzession im deutschen
Protestantismus (Stuttgart, )953); E. SOMMERLATH, Amt und allgemeines Pnestertum
cos, con, reiteradas veces, una débil mayoría. El título de "obi~po (Schriften des Theologischen Konvents Augsburgischen Bekenntnisses. fascículo 5., Berlín,
provincial" unido a la idea de Iglesia provin~ial. ha permaneCl.do 1953): P. BRuNNER, Vom Amt des Bischofs (ibid fascículo 9., Berlín, 1955); W. MAURER,
por ]0 general; no obstante, aparece hoy en dia, incluso la desig- Da! synodale evangelische Bischofsamt (ibid. fascículo 10., Berlín, 1955); J. I-lW~ACH, Die
nación de "obispo" (Oldenburgo). Después del 1918, el "presi- Or dination zum Amt der Kirche (Berlín, 1956) Erkliirung des okumemschen Ausschusses der
J!ELKD zur Frage der apostolischen Sukzession uom 26. 11., 1957, en: Euangclisch-
dente de la Iglesia" bávara, recibió, en la constitución eclesiástica Lutherischc Kirchenzeitung Nr. 5 (Berlín, 1958); E. SCHLINK, Die apostolische Sulizession
de 1920, una posición fuertemente estructurada de pastor jefe, sin
CO:-JCILIO y MINISTERIOS
156 ESTRUCTURAS DE I,A IGLESIA

vecinas, presidencia sobre los mandos superiores de la Iglesia» 134. é;, ~a ((deca~encia católica», por lo menos en su faceta más caracte-
ristica, empieza con la Edad Media. El protestantismo ulterior no
No queda. duda alguna de que el ministerio episcopal ha logrado
importapCla, de una manera general, en las confesiones cristianas. se conside.ra ya,~.e acuerd? sin? con,~a Iglesia del primer siglo: la
((decad~ncla catol1ca): empieza inmediatamente después del cansen-
Este ministerio es hoy en día una realidad, sea o no sea en la su-
sus quinquesaecularis, o más bien, después del giro constantinia-
cesión a?ostólica históri.ca, entre los (atóli~os, los viejos católicos,
no. A. von Barnack, a principios del sizlo actual hace terminar la
los ortodoxos, los anglicanos y' los metodistas, como también en
Iglesia apostólica con el primer siglo: ""la «decadencia católica» es
numeros~s. Iglesias independientes (Filipinas, África). Pero incluso
un hecho que sobrevino durante el siglo II con la irrupción del es-
e? las mlSlO?eS donde no e.xiste obi~p?, n~ció, debido a las exigen-
pírit~ griego en la cristiandad apostólica de los orígenes: «El
cias de la VIda de la Iglesia, un mimsterro que corresponde al del
despllegu~ del helenismo, del espíritu griego y el hecho de que
obispo, pero bajo otro nombre. No hay que olvidar la tendencia de
las jóvenes Iglesias de Asia y de África hacia una constitución de se le asoClara. el ~vang;lio rep:'esenta el acon~ecimiento más impor-
t~n~e en la historia de la Iglesia durante el SIglo II; Y este aconte-
forrna episcopaliana (por ejemplo: la Unión de la India del Sur
la Conferencia luterana panafricana de Marangu en 1955, la Iglesi~ cnniento, fundamentalmente realizado se prosigue durante los si-
.. 136
g l os SIgUIentes» . Por tanto, desde 'el siglo II comprobamos «la
luterana de Nueva Guinea y los movimientos de unión en la India
del Norte, Ceilán y Nigeria) 135. evol~ción de la religión cristiana hacia el catoÜcismo» 137. De ahí
proviene que, desde entonces y en los siguientes decenios se hable
A pesar de todas las diferencias, podemos comprobar una nueva
prenda y una .señ.al de creciente acuerdo entre los cristianos separa- ::uch?l' de pec:.a~o helenístico-católico, lo, cual después d~l. r:eríodo
rlos, en los siguientes hechos: la evolución de la historia de la
apostólico, senala el pnnClplO del penodo del «precatolicismo».
. desde la primera guerra mundial, ha puesto de manifiesto Durante ~~~e mi~mo. p.erío~o precatólico, nace el concepto típica-
n~ente cat.ol1~o del mll1l~teno: ((La lucha con el gnosticismo obli-
la importancia del ministerio eclesiástico y, precisamente del mi-
nisterio episcopal, incluso fuera de la Iglesia católica, ~ esto de
go a la Iglesia a proporcionar a su doctrina formas y leyes nrecisas
8.sí com? a su culto y a su disciplina, ya-rechazar de s: seno ~
t manera novedosa. Para nuestro objeto, la consecuencia debería
quienquiera que rehusara someterse a ellas. Si a la Iglesia de la
,su propio : Lo que es de una especial importancia
doctrina y de la ley se la señala como "católica" es porque se inició
F~"~ "~ "¡!leSla, C01110 concilio ecuménico convocado por Dios es
entonces en la lucha contra el gnosticismo» 138
. , . también de una particular importancia para el concilio
Pero a fuerza de hacer remontar en el tiempo la (decadencia
ecurnemco convocado por los hombres, que quiere representar la
católica)), ¿ no habíamos llegado ya af Nuevo Testamento? Según
Iglesia. El ministerio eclesiástico debe ser tomado en serio incluso
Harnack las f~onteras entre los escntos neotestamentarios y post-
por el concilio ecuménico convocado por los hombres.
neotestamentarios ¿ no se habían desdibujado? Es un mérito par-
E) L~ teología del ministerio recibe hoy día impulsos decisivos ticular de la escuela de Bultmann, haber expresado con toda la clari-
de LA EX'EGESIS :'JEOTESTAMENTARIA. Debido a ello se dibuja una dad deseable el problema que se le plantea aquí: la «decadencia
évolución extraordinariamente importante para la inteligencia de católica» empieza antes todavía; el «precatolicismo» se encuentra
b apostolicidad de la Iglesia. ¿ Dónde se empezó, según el concep- ya en ~l propio ,Nuev~ ~~sta~e:lto. Para me~ir. es~e progr~so,. basta
t.o protestante, a desertar de la Iglesia anostólica : dónde empieza comparar tan solo el JmCIO eritreo sobre la disciplina eclesiástica de
la «decadencia católica»? Es sorprendente' comprobar cómo, bajo la las Epístolas pastorales en la «Teología del Nuevo Testamento»
presión de datos de la investigación histórica, este momento no de Paul Feine 139 y en la «Teologia del Nuevo Testamento» de Ru-
ha cesado de desplazarse hacia el pasado. Lutero se consideraba dolf Bultmann 140.
todavía conforme con la antigua Iglesia del primer milenio: para 136. A. VON HARNACH,Das Wesen des Christeniums (Leipzig, 1900) 125.
]37. A. vox HARNACH,op at., 112.
en SU libro colectivo: Da t~ommende Christus und die !(irchlichen Tradittoncn (Cottin- 138. A. VON HARNACH, op. di., 129.
gen. 196i) i 60-195. . 139. P. FE1NE, Theologie des Neuen Testaments (Leipzig, T» cd. ]936) 319-325.
]34. P. BInJNNER, JIt. Bischoi, en: Lexil.on für Thcologie und Kirchc (Frciburg 140. R. BULTMANN, Theologie des Neuen Testaments (Tübingen, 3." ed. 1958) 452-463;
i. Er., 2.a ed. ]958) Il, 5 0 6 . · b
cfr. W. SCHMITHALS, arto Pastoralbrie]e, en: Die Religion in Gcschichte und Gegcnurart
]35. Cfr. S. C. NElI.L, art. Bischoj (IV: In dem jungen Kirchen), en: Religion (Tübingen, 3a ed. 1961) V, 144·148.
in Geschichte U/id Gegel1t1Jart (Tübingen, ]957) 1, 1309·1311.
CONCILIO Y MINISTERIOS 159
158 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
depositurn jidei. Aunque poco agradable, pero totalmente conforme
En su obra sobre ministerio y comunidad en el Nuevo Testa- a la realidad, debe hablarse de un "espíritu ministerial"» 142
mento 141, Ernst Kásernann nos proporciona un informe completo Por enviado apostólico (Tito, Timoteo) no se entiende, por tanto,
de la problemática, notable para nuestro modo de ver. Pone en re- de hecho, según Kásemann, nada más que al OBISPO MON!\RQUICO.
lieve, de una manera claramente antitética, las diferencias de dis- «(SU labor consiste en proseguir el ministerio apostólico en los
ciplina eclesiástica tal como aparecen por un lado en las Epístolas tiempos post-apostólicos. En otros términos, ocupa en la sucesión
de san Pablo y, por otro, en las Epístolas pastorales y en san Lucas apostólica exactamente el lugar del rabino en la sucesión de Moisés
(Hechos de los ApóstoLes). La disciplina comunitaria de carácter y de Josué, mantiene la tradición doctrinal y la jurisprudencia, y
precatólico, tanto de las Epístolas pastorales como de san Lucas, se administra iure divino es decir, en virtud de la autoridad que le
J

contrapone a las comunidades paulinas de carácter carismático. concede la comunicación del Espíritu en la ordenación. De esta ma-
En las EpÍSTOLAS PASTORALES, según Kásernann, la comunidad nera se ha formado e! concepto de ministerio tal como se ha concre-
aparece penosamente obligada a la defensiva, sobre todo debido a tado a continuación. Por lo menos de hecho existe una distinción
las herejías gnósticas. La resistencia se dirige a partir de un entre clérigos y laicos. Un principio de tradición y de legitimi-
centro único: los delegados apostólicos y el presbyterium que está dad asegura a la disciplina general de la comunidad, como fun-
unido a este centro. En las Epístolas de san PABLO, jamás se cita damento inexpresado pero perfectamente conocido, la autoridad del
el PRESBYTERIUM, a pesar de que hubiese sido el único método autén- ministerio institucional, que se rodea de organismos desarrollados
tico para combatir la herejía. Incluso no hubo, entre las comuni- en el presbiterado, el diaconado y la institución de las viudas» 143.
dades paulinas, un jYresbyterium semejante a aquel que, probable- Esta revolución fue necesaria porque sólo de esta manera se puede
mente, se organizó en las comunidades de que hablan las Epístolas hacer frente al terrible peligro de! iluminismo gnóstico.
pastorales. La ordenación provino, también, seguramente, de la Puede decirse sobre la Iglesia, tal como la presentan los HECHOS
tradición judea-cristiana (I is«. 4, 14; 5, 22; JI Tim. 1, 6) en DE LOS APÓSTOLES, exactamente lo mismo que de la que hablan las
las comunidades paulinas : «Tiene, por tanto, el mismo sentido que Epístolas pastorales. También ahí encontramos por todas partes:
en el judaísmo, es decir, que es comunicación del Espíritu y habi- obispos, presbíteros, ordenación, igual que el principio de tradición
V de legitimidad. «Por lo que nos podemos dar cuenta, Lucas pro-
litación para administrar el depositum jidei de 1 Tim. 6, 20, ahí
pagó, pro primera vez, la teoría¡ del precatolicismo sobre la ~radición
donde hay que buscar, precisamente, la tradición doctrinal.de Pablo.
Esto significa, sin embargo, que un ministerio que Se enge frente
y la legitimidad. Y lo hizo, sin duda, no alegremente, Slll~) pa.ra
defender a la Iglesia de los peligros que la amenazaban. El historia-
al resto de la comunidad se ha convertido en distribuidor, en su
dar no puede añadir nada a esto: la teoría de que se trata aquí se
recto sentido, del Espíritu; y e! concepto cristiano primitivo, según
ha revelado como el medio de combate más eficaz contra el entu-
el cual cada cristiano recibe el Espíritu en el Bautismo, pasa al se- siasmo y ha evitado al joven cristianismo caer en el iluminismo. La
gundo plano, y de hecho desaparece. Por lo mismo, es evidente que introducción de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES en el Canon de la
esto no es compatible con la doctrina carismática de Pablo. La he- Escritura debe interpretarse como un acto de agradecimiento mere-
rencia judaica suplanta a la herencia paulina, por lo menos en un cido, por parte de la Iglesia» 144. Entonces no debe sorprender que,
punto céntrico del mensaje. Por lo tanto la palabra carisma, que ya según Kásemann, el escrito probablemente más tardío del can;)J1
no aparece sino en 1 Tim. 4, 14 Y II Tim. 1, 6, resulta muy escla- neotestamentario, la segunda Epístola de Pedro, lleve la señal del
recedora en relación a las afirmaciones sobre la ordenación. Indica precatolicismo: «La 2: Epístola d~ Pedro es, del principio. al fin,
e! mandato de ordenación y la autorización para administrar el un documento de concepto precatólico, y, por tanto, el escnto m.as
problemático del canon» 145. Ha y que entender 1! 20 como la afir-
141. E. KiisEMANN, Amt und Gemeinde im Ncuen Testamcnt, en: Exegetischc 142. E. KASEMANN, op. cit., l. 128 Y sigo
Versuehe und Besinnungen (Góttingen, 1960) 1, 109-134. Pero efr. también Ph. VIELHAUER, 143. E. KXSEMANN. op. cit., 1, 129; efr. también para 1 Tim. 6, 11-16, el informe
Dcr Paulintsmus der Apostelgeschiehte, en: Evangelisehe Theologie JO (1950/51) 1-15; de Kasemann : Das Formular ciner ncutestarnentlichen Ordinationspiiranese, op, ca., 1,
G. HARBSMEIER, U11St1'C Pr-edigt im Spiegel der Apostelgcschichte, en: Evongelisehe Theo- 101- J08.
logie 10 (1950/51) 352-368; W. MARXSEN, Der «Prúhkatholizismus» im Ncuen Tcstamcnt 144. E. KXSEMANN, op, cit., 1, 132. .
(Neukirchen, 1958); H. BRAUN, Hebt die heutige neutcstamenlich-excgctische Forschung 145. E. KiisEMANN, Eine Apologie der urchristlichen Esehatologie. op. at., 1, 135.
den Kanon auf? (Fuldaer Heíre 12. Berlín, 1960).
COl\'CIUü y MINISTERIOS 161
160 ESTRUCTURAS DE LA IGlóESIA

totalmente clásico, impedir cualquier exégesis y cualquier interpre-


mación más característica de toda la Epístola; significa 10 siguien-
tación de la Escritura no autorizadas. La ordenación equivale aquí
te: «Una exégesis personal, presentada por un individuo, n? pro-
a la expresión de un principio de legitimidad y de sucesión. Total:
puesta ni autorizada por el ministerio doctrinal de la Iglesia, no
la frontera del cristianismo primitivo está ya franqueada y esta-
está permitida» 146. • • .
blecido el precatolicismo» 150. Y he aquí ahora la consecuencia,
Pues bien, para el teólogo católico, todas estas aflrmaclOn,es
repleta de sentido: «La época, durante la cual se podía oponer al
(en su contenido positivo) no son nuevas, Lo qU,e es nuevo para el,
catolicismo el conjunto de la Escritura, podría ser perfectamente
es que están planteadas por un teólogo EYANGE~I~O, y plantea~as
un pasado sin posible retorno, Con el principio, que ha l~ama~o
con tanta claridad, De hecho, la exégesis católica ha entendido
principio formal, el protestantismo ya no puede hoy trabajar S111
siempre los textos escriturarios de q~e tratamos .aquí, en e.ste sen-
poner en juego la autenticidad de su análisis histórico, El canon
tido (abstracción hecha de ciertas formulas sutiles de Kasemann
del Nuevo Testamento no se encuentra entre el judaísmo y el
y de su .relación con ,los importantes textos p,aulinos). Y la exége-
precatolicismo, sino que ofrece en sí mismo un lugar y una base,
sis católica no ha dejado de llamar la atención sobre la necesidad
tanto al judaísmo como al precatolicismo» 151.
de tomar totalmente en serio la interpretación de estos textos pre- Para los teólogos evangélicos el dilema resulta evidente: o deben
católicos, De hecho, en la exég<:sis evangélica, se tuvieron muchas
aceptar el precatolicismo como un momento del Nuevo Testamento
veces como inexistentes 147 o se minimizaron en su interpretación 148
y situarse, por 10 tanto, en principio, en el camino del «catolicismo
Kásernann, sin embargo, ve claramente el total si~nificado de evolucionado» o no aceptar el precato1icismo como un momento del
estos textos, y al propio tiempo ve, de una manera animosa y'pe- Nuevo Testamento y corregir el canon en forma adecuada. Resulta
netrante, el problema irritante que se plantea de este hecho, Al ~ma1 muy aleccionador comparar el resultado de. Kásemann con. el de
de la disertación sobre la segunda Epístola de san Pedro, escnbe: otro discípulo eminente de Bultmann, con quien, en su trabajo exe-
« • Qué se bol hecho del canon en el que se sitúa la segunda Epístola
crétíco se encuentra Kásemann en situación de diálogo casi siempre
d~ ~Pedro, como el testimo~io más claro del precatolicismo?» 149. h
mudo, aunque a veces franco, -
En su artículo «El Canon del Nuevo /I'estamento, ¿ es el funda- Heinrich Schlier escogió el primer camino, Su investigación so-
mento de la unidad de la Iglesia ?», menciona en primer lugar, una
bre la jerarquía de la Iglesia, según las Epístolas 1?asto~a.1es,. le
vez más los hechos decisivos: « Aqui (en la segunda Epístola de condujo el afio 1948, en su contribución al Festschnft F nednc~
Pedro) ~1 Espíritu ya no actúa incluso a través de la transmisión, Gogarten, al siguiente resultado, bastante de acuerdo con la pOSI-
sino q~le se agota en la tradición:,Debido"a e~l~, el ~i!J.Íste.ri,~, doc- ción de Kásemann relativa al ministerio: «L" La jerarquía "de la
trinal de la Iglesia está en posesión del espíritu mirnsterral , de Iglesia de Dios vivo, de la columna y de la flecha de la ':;r~a~"
la misma manera que en las Epístolas pastorales y en los Hechos (1, 3, 16) "de la casa" de Dios iu, 2,. ?O) descansa sobre el mims-
de los Apóstoles; la segunda Epístola de Pedro puede, como algo terio". La "autoridad", el poder espiritual, reposa entre las manos
de ciertos poseedores del ministerio, quienes están, llamados, inve~­
146. E. KAmlANN, op. cit., I, 153 Y sigo
147. Un significativo ejemplo nos lo proporciona P. FEINE, quien, a lo largo de su tidos de una crracia del ministerio V están establecidos en un serví-
Teología del Nuevo Testamento, no sólo no explica, sino que ni tan siquiera menciona cio; enseñan \ gobiernan a la Ig-1esia y tsansmiten el min!sterio
los tres textos clásicos citados arriba respecto a la ordenación en las Epístolas pastorales. mediante la imposición de manos [ordenación}. En esto reside el
y en lo que se refiere a II Pe., dice E. KASEMANN: «Casi podríamos llamar sintomático principio del ministerio, 2. 0 Este "ministerio" tiene su origen ~n
el hecho de que, haciendo abstracción del examen obligatorio de este texto en los co-
mentarios, la mayoría de veces se silencia nuestra Epístola» (op. ai., I, 135). .. , la llamada v el establecimiento del Apóstol al servicio del Evangelio
148. Así, la prohibición de 1:l "interpretación personal» en 1 Pe. 1, 20 slgl11fea solo por Jesucri~t.o., Se ~ransmite y propaga por dsn~ción a otros del ca-
segun R. KNOPF: "Con reverencia, con discreción y moderación, deben por tanto abordar risma del mimsterio (y de la poradosis apostólica) que va desde el
lo; cristianos las profecías del Antiguo Testamento», y según G. WOHLENBERG y A. apóstol al discípulo y de éste ~ los presbíteros-~bispos locales, El
SCHLATTER: la profecía extrae su explicación y su cumplimiento de la historia (según
E, KASEMAKN, op. cit., I, 152 Y sig.); también aporta un ejemplo W. FÜRs'r, Kirche principio de sucesión es predominante. 3.° El mirnsterio se compone
oda Gnosis? Hetnrich Schliers Absage an den Protestantismus (Munich, 1961) 36: «De
esta manera quizá no se sigan las Pastorales en su concepto, sin ninguna duda "católico", 150. E. K.~sEMANN, Begründet dcr neutestamentliche Kanon die Einhei: der Klrchc",
del ministerio y de la tradición, pero se prestará oídos a la exigencia de la palabra a o!, at, 1, 220 Y sigo
la que debe dar satisfacción una cristiandad que subsiste tranquila en semejantes desarrollos." 151. E. KXmIAKN, op. at., I. 221 Y sigo
149. E. KXSEM.'NN, op. cu, I, 157.
11
CONCILIO Y MINISTERIOS 163
162 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
Iclesia fue el Nuevo Testamento tal como se ofrece a una exé-
a~sis histórica libre de prejuicios» 154. Y la recopilación de estos
de diversos grados. Aparece en la función del discípulo, la ~ual ~rtículos exegéticos, aparecidos el mismo año, artículos que casi
se extiende a un determinado dominio sobre la Iglesia; este d.isci-
todos databan de la época en que era protestante, debe plantear al
pulo, al propio tiempo, es el delegado apostólico. Este ministerio
lector «una sola pregunta: ¿ las lecciones que he sacado aquí del
vuelve a encontrarse en el servicio de varios "administradores" en
Nuevo Testamento son exactas, y, por tanto, no es católico el Nuevo
la Iglesia local, ya se trate de ancianos o de obispos. Luego viene
Testamento - para decirlo brevemente - , no son apostólicos Jos
el servicio de los diáconos y de las "viudas" que ejercen, ambos,
principios católicos ?» 155. ./ ' .
funciones de ayuda, de socorro. En su gradación, el m.ini~t~rio tien- Ernst Kásemann escoglO el segundo cammo. EXIge, resuelta-
de hacia una cima monárquica. Transparenta el princrpio de la mente, el «discernimiento de los espíritus» 156. i El discernimiento
primacía» 152. En 1955, después de su conversión, Schlier escr~b(
de los espíritus en el interior del Nuevo Testamento! (Habrá que
- y para ello se refiere 153 no sól.o a las Epístolas pastorales, SIDO
hacer cuidado al parentesco y a la distinción entre la letra y el es-
también a la Epístola a los EfesIOS y en particular a las grandes
píritu. Lo que hace valer Pablo ~n. JI COL 3, e~ lo q~e atañe al
epístolas paulinas (especialmente 1 Cor.) - : :cEl Nuev~, Testa- Antiguo Testamento, no debe limitarse al Antiguo 1 estamento,
mento obligó a que me preguntara le~tamente SI la confesión lute-
sino que también es válido para el ca~on del Nuevo Tes~a~.ento)) 157.
rana y, ante todo, esta nueva fe evangeh~a, que difiere de ella sensi-
O bien, bajo otra fórmula: «No asirnos tampoco defmJtI~alIlent.e
blemente, estaban de acuerdo con su testrmorno, y, progresivamente,
a Dios en el canon del Nuevo Testamento. Porque los JUdlOS esti-
he logrado la certeza de que la Iglesia que tiene a la. vista ~s la man que esta actitud es contraria a la ley, Pablo habla del canon
Iglesia católica romana. Por lo tanto fue, Sl cabe ~eclrlo así, ~n del Antiguo Testamento como de la letra que mata. Mientras no
caminar auténticamente protestante el que me condujo a la Iglesla,
comprendamos de otra manera el Nuevo Testamento, será obj~to
un caminar que está previsto precisamente. en los escritos con-
de la misma reprobación. Tomado en su sentido puramente ObVIO,
fesionales luteranos incluso, desde luego, si uno no lo espera-
el canon ya no es incluso palabra de Dios» !58.
ba. Debo, además, 'mencionar una cosa : lo que me condujo a la ¿ Dónde va a parar Kásemann ? Quiere encontrar el c(Evangelio))
en el canon. Porque el canon no es palabra de Dios sino en la me-
152. H. ScHLIER. Die Zeit del' Kirche. Exegetische Auísatzc U1Jd Vortl'áge (Frciburg
1. EL 1953. 31962) í46, trad. castellana, El tiempo de la Iglesia (Madrid, Taurus, en dida en que se convierte en «Evangelio». La Escritura hay que
prensa). Para u r ! informe más amplio) !1-. Schlier escrib,ió ~;ás t~rde en,,~.u adv,~rt~nC1a
hna! del libro: "La situación de conflicto que opone las Iglesias confesionales a la 154. H. SCIIl.IER. Kur:e Rechenschaft, en: Belienntnis zur Katholischcn Kirchc,
Iglesia habí« situado a todos los teólogos interesados frente al problema del. gobIerno publicado por K. Hardt (Würzburg, 1955, 4." ed.. 1956) 176. Y sigo ... .
de la Izlesia. La teoría sinodal y presbiteral, ampliamente extendida en los medios evan- 155. H. SCHI.IER, Die Zeit da Kirchc. Excgetische Auisdtzc und Vortragc (Frtlburg
gélico~;""'y la teoría histórica,. 3 menudo asociada a la primer~) ~e la constitución car.l~­ i. Br., 3." (d. 1962) 308, trad. castellana, El tiempo de la Iglesia (Madrid, Taurus , en
mática de la primitiva 19le5la, parecían en verdad ~orrespond.er innegablemente al les;" prensa). W. FÜRST dice J propósito de ésto (Kirchc oder Gnosis? Heinrich Schliers Absag¿'
rnonio apostóiico del Nuevo Testamento. Pero no solo la practica; sino, en una \1510n an den Protestantism us, Munich, 1961), 30: «Nos encontramos dificultados por. el hecho
más exacta, el propio Nuevo Testamento elevaba una eVlden,tc prott~tació~, .E.l ~~e\:o de que Schlier puede, con perfecto derecho, extraer su principio del ministerio de las
Testamento conoce el principio de la delegación formal que incluye el pnnClplO ue la Epístolas pastorales y que, en estas Epistolas, el concepco de kerigrna, en cuanto he-
sucesión. Conoce el principio de la potestas eclesiástica y, sobre todo, del derecho cele- rencia apostólica formulada y trnnsminda, es el hecho dominante. Schlicr (soma que
sástico. Y estos principios fueron actuantes en la 19lesia desde el origen. Hasta, el punto 1;1:1 Epístolas pastorales no habrían logrado más que "Ilevar a la conciencia" lc~ que
donde estos principios obligan a una clara toma de conClci;Cla, porque el ~postol, 'jue encuentra ya en la primera Epístola a los Corintios sobre este asunto.)). Ya ,bemos señalado
los había reunido todos Juntos en su rnuustcrio y los habla defendido. cenia dejar la que Flirst. que no habla nunca, COSa extruia, de la "pequeña JuStlf,C;¡ClOnJJ de Schhe,r,
Iglesia a sus sucesores, es decir en las citadas Epístolas pastorales,. he Intentado. encontr~r recurre contra él a una interpretación minirnizantc de los textos en cuest1ó~. La cuesnon
de nuevo en el Nuevo Testamento y explicar un poco estos pnncrplO5 y el pnnClplO do de Schlier permanece fundamentalmente vál'da, incluso cuando se admite, como por
la tradición que se les refieren. Desde el punto de vista del mét.odo,. es lnteresant~. como ejemplo Kasemann, en el plano crítico, las diversas interpretaciones exegéticas de Schlicr
probar que he podido apoyarme sobre las explicacio.nes. de la antigua escuela liberal, (cfr. E. KiisEM"'¡¡';' , Das lnterprctauonsproblern des Ephcscrbnc]s , en: Theologlsclr: Ll;.e-
la cual, ingenuamente, se oponía en nombre de. la historia al eO;ltenldo de las EplstO!as taturzeitung 86 (1961) 1·8; efr. igualmente las recensiones de H. Conzelmann y U. VI'lI-
pastorales, porque los consideraba productos de lo edad post,lpostoll;a, mientras que una ckens mencionadas por Fúrst, op. cit., 6).
interpretación evangélica conservadora, como, por ejemplo, la de S.chlatter, c,ndulzaba las 156. E. KiisEMANN, Begründet der ncutestamcntliche Kanon die Eiuhcit dcr Kirchc",
proposiciones ncorestamcntarias. Pero, bajo este aspecto, la pnmera Epístola a los en: Exegetische Versuche und Besinnun gen (Góttingen, 1960) l, 221.
Corintios tenía mucha más importoocia para mí» (op, at., 312). 157. E. KiisEMAN:-I, op cit., 1, 221.
153. Ctr. los otros artículos del volumen colectivo de Schlicr y, en particular. lo advcr 158. E. KiisOLI"", op. ca., l, 222 Y sigo
tcncia final del libro, op. cit. (Freiburg i. Br., 31962) 308·314.
164 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 165

entenderla partiendo de su medio real, a partir del mensaje de la ¿ Qué hay que decir de este segundo camino? No podemos pura
que es el resumen: a partir del «Evangelio». ¿ y qué es el «Evan- y simplemente impugnar, a pesar de varias diferencias de detalle,
gelio»? Sólo puede decidirlo aquel que cree, a quien conduce el la constatación exegética sobre la cual se apoya Kasemann, tanto
Espíritu y está a la escucha de la Escritura. «La Biblia no es ni por el fondo como por los aspectos particulares relativos al proble-
palabra de Dios en el sentido objetivo, ni el sistema de una doctri- ma del ministerio y de la comunidad 161. 1.° Hay una gran variedad
na de fe, sino el resumen de la historia de la evangelización de la en el Kerigma neotestamentario; está fundada, por una parte, so-
primitiva cristiandad. La Iglesia, que 10 ha canonizado, afirma, sin bre el carácter propio de los escritores del Nuevo Testamento y
embargo, que, incluso de esta forma, es portadora del Evangelio. de la tradición que utilizaron, y, por otra parte, sobre las diferentes
y afirma esto, porque encara el contenido histórico, que aquí posiciones teológicas de los propios escritores; 2.° una extraordina-
se manifiesta, sólo en la perspectiva de la justificación del pecador, ria cantidad de posiciones teológicas que se acumulan sobre el
y sólo puede afirmarlo en esta dimensión. Pero porque su afirma- Nuevo Testamento en la cristiandad primitiva; se adivina fácil-
ción es testimonio y confesión de fe, nos llama a que nos insertemos mente, por una parte a causa del carácter totalmente fragmentario
también nosotros mismos, con nuestra propia historia, en el suceso de nuestro conocimiento de la historia y de la evangelización de la
de la justificación del pecador. Por ahí nos vemos forzados a deci- primitiva cristiandad y, por otra parte, a causa del carácter notoria-
dir, no sólo si queremos a no aceptar esta última, sino, igualmente, mente oral de la mayoría de las afirmaciones del Nuevo Testamento
si, gracias a una confesión de fe semejante, se entiende correcta- que están expresadas en el interior de una situación concreta;
mente el panorama de la Escritura» 159. 3.° una diferenciación, mayor cada día, entre las diversas posicio-
De esta manera Kásemann sigue su camino con mucha gravedad, nes, que no es posible armonizar de una manera puramente positiva.
camino del «Evangelio», sobre todo tal como 10 entiende a través De todo ello resulta que el Nuevo Testamento no es una Summa
de Pablo, quien comprendió esto muy profundamente. Es el cami- theologica sistemática, ni un cuerpo de doctrina sistemáticamente
no de en medio: a la izquierda el entusiasmo iluminado que busca unificado que sea posible sencillamente explicarlo y demostrarlo doc-
apoderarse del Evangelio por encima de la Escritura; a la derecha, totalmente, haciendo abstracción de su carácter de mensaje. Los
el precatolicismo tradicionalista, quien cree erróneamente que el diferentes textos provienen de hombres diferentes. Deben propo-
Evangelio es sólo inteligible y disponible en la Escritura, sin per- nerse nuevamente a hombres diferentes, orientaciones diferentes v
mitir jamás medir la Escritura en el tribunal crítico del Evan- en situaciones diferentes. La transmisión y la traducción del ke-
gelio. Entusiasmo y precatolicismo no han sido eliminados del rigma, de su situación de entonces a la actual, es la tarea siempre
canon. Pero, como programa contrastado, ciertamente rico en ense- renovada de la Iglesia.
ñanzas, pero oscuro, y que debe rechazarse, ocupan únicamente en ¿ Qué gana entonces Kásemann siguiendo ese camino? Habrá
el canon el lugar del Evangelio propiamente dicho, que anuncia que admitir que (cuna imponente concentración» del kerigma, una
la Justificación del pecador como un acontecimiento. De esta forma «imponente concentración» sobre el kerigrna paulino en su amplio
se aísla, en nombre de la crítica, un «Canon en el Canon» 160. sentido. Pablo, para Kásemann, es quien mejor comprendió el
Evangelio. y Pablo es, sin duda, desde muchos puntos de vista,
159. E. KASEMANN, Zum Thema del' Nichtobjektivierbar/(eit, ibui., 1, 232. más «concentrado» y, por tanto, «más imponente» que todo el con-
160. Cír. también W. G. KÜMMEL, Notwcndiglteit und Grenze des netacstamcntlichen junto del Nuevo Testamento, teniendo incluso en cuenta su diversi-
Kanons, en: Zeitschrift für Theologie und Kirchc , 47 (1950), 311 Y sig.: "El limite, dad. ¿ Pero en qué consiste esta concentración? Consiste en una
propiamente hablando, del Canon, corre por lo tanto a través de todo el Canon V no es reducción. En una reducción de la Sagrada Escritura, en tanto es
sólo ahí donde se conoce y reconoce este estado de cosas, que el recurso de ·-la 'doctrina
católica o sectaria tiene textos aislados V precisos puede descartarse con argumentos real- «Evangelio», en tanto anuncia la justificación del pecador. Con eso,
mente fundados» H. BRAuN, Hebt die heutige neutestamentlich-exegetische Forschung den Kásemann no pretende, sin duda, hablar de la DOCTRINA de la justi-
Kano» au]? (Fuldaer Hefte 12., Berlín, 1960) 23: «La exégesis atenta al mensaje neutra- ficación, sino del ACONTECIMIENTO de la justificación. Y el aconte-
liza en el Canon los elementos adventicios y pone en tela de juicio la limitación del
Canon en lo que concierne el caso particular. Por tanto no admite el Canon en su con- únicamente DENTRO del Canon, no obstante, más tarde ya no; incluso si en el Canon no
junto: no lo admite porquc se trata del Canon. Lo somete a crítica, pero aplicando ESTE es ni puro ni sin mezcla.»
cntcr:o que dimana del propiO Nuevo Testamento. Y es por lo que aplica al Canon lo 161. Cfr. ante todo el artículo citado ya a menudo: Begründet der ncutestamentliche
que concierne su medio, el fenómeno fundamental del Nuevo Testamento. Lo guarda Kanon die Einheit de>' Kirche?
CONCILIO Y MINISTERIOS 167
166 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
ción se esclerosa en sí misma v ella misma se neutraliza al disolver
cimiento de la justificación está anunciado, no sólo en la Epístola ei mismo fundamento sobre eI" que se situaba.

en una bienaventuranza, etc. °


a los romanos y los gálatas, sino también en un logion de Jesús,
sea, DONDEQUIERA que se realiza la
justificación, se trata de «Evangelio).
¿ Qué motivo tiene, por tanto, Kásemann para pretender que ex-
trae su elección, y precisamente ésta, del Nuevo Testamento con-
cebido como «Evangelio»? En todo caso no es pura y simplemente
Pero he aquí la pregunta que hemos de plantear: ¿ Es que en del Nuevo Testamento; ya que el Nuevo Testamento afirma, in-
el Nuevo Testamento POR ENTERO, no se trata de anunciar la jus- cluso según Kásemann, más que su único «Evangelio)). Tampoco
tificación del pecador? ¿ Es que en LA TOTALIDAD del Nuevo Testa- se trata sencillamente de la «constatación exegética) según la cual
mento no se trata de «Evangelio»? Es justamente 10 que no puede «la línea paulina media» se impondría como «Evangelio». Ya
admitir Kásemann al seguir su camino. Para él, hay textos inequí- que la cuestión estriba, precisamente, en saber por qué Kásemann
vocos que no anuncian la justificación del pecador, que no son no puede considerar como ( evangelio» sino esta «linea paulina
« Evangelio». Y por ello la concentración de la que habla Kásernann media). Sobre este punto, ¿ puede Kásemann apoyarse en algo más
significa al propio tiempo reducción o, como también puede decirse, que en un prejuicio protestante cualquiera (surgido inconsciente-
elección. Utiliza un principio de explicación formal, que es al mis- mente, ya sea de unas premisas filosóficas, ya sea de un plantea-
mo tiempo un principio de selección material, el principio de una miento poco auténtico del hecho católico en la historia y en la
elección. Sólo dc esta manera puede Kásernann declarar no evan- actualidad)? ¿ 0, con más profundidad, en una última opción cual-
gélicos, EN EL INTERIOR del Nuevo Testamento, no sólo el entusias- quiera ((creen), en la cual quizá se reencuentra uno más (tradi-
mo iluminado a la izquierda y a la derecha, el judaísmo legal, sino ción luterana) de 10 que se había comprometido? ¿ Por tanto una
también el «precatolicismo» que ya se encuentra en san Pablo según decisión PREVIA a cualquier exégesis, finalmente ~ es incluso el
el concepto católico. reproche de Schlier ~ una especie de «entusiasmo» corintio? ¿]'\o
De hecho ¿ ante qué nos encontramos aquí ? Sólo ante el rechazo se trata aquí de una posición en la cual es más difícil indicar
de principio de comprender en su conjunto, y de tomarse en serio, al los motivos capaces de retener a alguien 'en la elección de OTRA
Nuevo Testamento POR ENTERO, en beneficio de una ELECCIÓN apun- opción y, sobre la base de OTRAS premisas, en el descubrimiento
tando a una concentración; es decir, el rechazo de principio de gracias a la exégesis de OTRO medio y de OTRO Evangelio? Cuando
la CATOLICIDAD en la comprensión de la Escritura, en beneficio de la se ha sacrificado la catolicidad a la protestación ya no es posible
HAIRESIS. referirse al Nuevo Testamento como a UN TODO.
Este es el precio que se paga por la protestación contra cl preca- Lo que permanece -- contra la propia voluntad de quienes lo
tolicismo. La protestación de Kásernann contra 10 que es precatólico ejercen ~ es una mayor o menor arbitrariedad: «Para Lutero, este
es, en suma, una protestación contra 10 que es católico; el propio medio era aquello a partir de 10 cual lo juzgaba todo, tanto a Pablo
Kásemann sería el último en impugnarlo. Esta protestación está como a su doctrina de la justificación, y ésta aún más estrictamente.
dirizida contra la IGLESIA católica. No contra aquello que no es Por otro lado, el Evangelio de san Juan era, para Lutero, «el único
católico en la Iglesia católica, 10 cual sería actuar en católico; sino verdadero Evangelio bondadoso y justo». Igualmente, F. Schleier-
contra 10 que es católico en la Iglesia católica, yeso es actuar en macher juzgaba y defendía este mismo Evangelio, a causa de su
protestante. La primera de estas protestaciones, podemos compren- contenido espiritual, como el Evangelio esencial. En teología críti-
derla nosotros los católicos, aceptarla e incluso adoptarla. La se- ca e histórica, a principios de nuestro siglo, las palabras de Nuestro
gunda, jamás. En semejante camino sólo podemos ver un camino Señor, que se pueden poner en sinopsis, eran la medida de lo auténti-
equivocado, nunca una salida. En suma, sólo es a-paria. Ya que co. Para R. Bultmann, el Evangelio de san Juan constituía el tes-
la protestación de Kásemann contra la catolicidad de la Iglesia se timonio del Evangelio legítimo, como «Evangelio» de sólo la palabra
convierte necesariamente (como protestación protestante) en pro- y testimonio de una decisión existencial actual, una vez se han
testación contra la catolicidad de la ESCRITURA, sobre la que se eliminado las pretendidas añadiduras llevadas a cabo ulteriormente
apoya exclusivamente en su protestación contra la catolicidad de la por la Iglesia con respecto a los sacramentos y a la escatología.
Iglesia. La protestación pasa de esta manera desde lo correctivo ¿ No sería mejor, en lugar de medir al Nuevo Testamento con
(según la primera opinión de Lutero) a 10 constitutivo (según la avuda de una norma semejante, medir con la riqueza del Nuevo
opinión del protestantismo de muy diversos matices). La protesta-
168 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 169

Testamento, la norma crítica y, en rigor, adjudicar a ésta según vado por un pasado que no ha arreglado nada .Y, desde este punto
aquélla un derecho relativo ?» 162. de vista, debe ser consciente de su carácter provisional» 163.
" Sabemos perfectamente a dónde condujo esta actitud de la hai- El temerario programa de un «canon en el canon» exige ser
resis que hace una elección selectiva, visiblemente subjetiva: esta más bíblico que la Biblia, más neotestamentario que el Nuevo Tes-
elección refuta las otras y es refutada por ellas. El principio de la tamento, más evangélico que el Evangelio e incluso más paulino
sola Scriotura erróneamente (!) entendido condujo a una sola pars que Pablo j nada menos! Se empieza con la intención de tomarse
Scripturde, y ésta, a su vez, a una sola pnrs Ecclesioe (partido), total, las cosas muv en serio v se desemboca en una disociación radical.
a un caos destructor en la evangelización y a una progresiva frag- Frente a cualquier h;iresis que, planteada como un absoluto (sin
mentación del protestantismo. Incluso Vv. Fürst, en su ensayo de quererlo), se convierte en h.ybris, la actitud CATÓLICA intenta con-
una respuesta protestante a Heinrich Schlier, concede lealmente: servar para ella la total sinceridad y libertad frente a la TOTALIDAD
(Nuestra propia fragmentación podría ser .perfectamente el punto del Nuevo Testamento. Esto parece con frecuencia de menos con-
neurálgico sobre el cual la pregunta de Schlier, en tanto que puesta secuencias y de menos importancia que aislar UN SÓLO aspecto con
en tela de juicio, se apodera de nosotros de forma muy sensible. una firmeza de exclusividad; como ya lo hemos dicho, Pablo, ÉL
¿ Estamos de acuerdo entre nosotros, como deberíamos de estarlo SOLO, puede eventualmente tener más consecuencias y más peso
según el «principio» de la Reforma, por 10 menos en el punto sobre que todo el Nuevo Testamento, y Pablo «paulinizado» (purificado
el cual, según todas las apariencias, podemos estar de acuerdo con de cualquier «sacramentalismo» y «misticismo»] puede perfectamen-
Schlier: o sea, que el Nuevo Testamento es la regla de nuestras de- te a su vez tener más consecuencias y más peso que Pablo por en-
cisiones? Schlier no nos cree cuando decimos que la audición de la tero. Pero el verdadero Pablo es Pablo en su totalidad, y el verda-
sola Escritura va después de las explicaciones tan diversas que dero Nuevo Testamento es el Nuevo Testamento en su totalidad.
damos de ella, y se hace difícil reprochárselo. Su conversión, que Por otra parte, es mucho más difícil en exégesis tomarse en
amenaza con conmover todos los principios de nuestra tradición serio la TOTALIDAD que sólo una parte. No sólo porque CADA teólogo,
G
, no hubiera debido obligarnos hace -va tiempo a emprender lo antes como hombre, corre el peligro de no entender, en el Nuevo Tes-
posible las purificaciones siempre diferidas entre nosotros? Mien- tamento, precisamente aquello que debería entender, sino porque
tras no nos decidamos, se nos hará difícil detener con éxito la pro- en este camino católico se exige, en gran medida, el gran arte
vocación de Schlier. El esfuerzo que debe ernprenderse se ve agra- exegético de la diferenciación y de los matices. Por lo tanto, por
una parte, ninguna armonización, ninguna nivelación de estas di-
162. K. H. SCHELKLE, Die Fetrusbnc]c iHcrdcrs Theologischer Kemmentar zum Ncuen ferentes explicaciones ec1esiológicas del Nuevo Testamento debido
T estanicni X!I1, 2 [Fnburgo-Basilca-Viena. 1961 J) 245. Lutero, en su crítica de S"ntiago, al deseo de una síntesis cómoda, demasiado cobarde para llegar
formuló su criterio de exégesis de la siguiente manera: «Igualmente la piedra de toque
exacta consiste en censurar todos los libros cuando se ve si son o no promotores del hasta el fondo de las diversas oposiciones relativas. Por otra parte,
cristianismo» (W A Deutsche Bibtl 7, 385). ¿No existe ya aquí un análisis s~bjetivo del ninguna disociación, ninguna reducción de estas explicaciones a
Canon? A este respecto, W. MAURER, Luthers Verstiindnis des neutcstamentlichen Kanons partir de una hipercrítica meramente estadística, que sólo acerca
(Fuldaer Hefte 12.; Berlín, 1960) 76 Y si,g., dice: "El método histórico.críti~~ relativiza para oponer y que se complace más en desbancar las oposiciones que
el Canon e introduce el tesnmomo apostólico en la relatividad de toda la nrstor:a. La
interpretación teológ1ca que Lutero da del Canon supone su existencia, es inimaginable en buscar una unidad más profunda en el conjunto de las Escri-
sin ella. Su noción del Canon es el resultado de la relación del testimonio apostólico con turas, las cuales, sin embargo, en definitiva, quieren TODAS, bajo
Cristo V lo reduce a la obra salvífica de Cristo. Por tanto funda la existencia del una u otra forma, hablar de Jesucristo como del «centro» del Evan-
Canon . sobre la propia organización salvífica. de Dios y liga ,i~disolublen;ente la fe
cristiana.» Pero por otro lado G. EBELlKG (DIe Bedcutung der historiscli-kritischcn M,:
gelio. Cualquier afirmación del Nuevo Testamento es un testigo
thode fü,' die protestanúsche Tbeologic und Kirchc , en: Zcitschri]t fur Theologie lI11d de la historia de la predicación, en la cual se transmiten, de modos
Kirche 47 [1950] 16), ¿no puede, con razón, objetar a los Reformadores una falta de distintos, la predicación y las obras de Jesús, a fin de que se crea
lógica en su concepto del Canon I El concepto tradicional de la Escritura se ba «conrno- que Jesús es el Señor 164. Cualquier testimonio ec1esiológico del
vida profundamente en la Reforma, pero de hecho no se ha revisado de un." maner.a
decididamente crítica. El hecho de reducir el tesnmomo de la Escritura a Jesucnsto consi-
derado como LA palabra de Dios y la distinción entre ley y Evangelio considerada como 163. W. FÜRST, Ki,.che oder Gnosis? Heinrich Schllcrs Alisage an den Protcstantismus
regla de interpretación de la Escritura, han establecido. otro Canon en el mtenor del (Munich, 1961) 7.
Canon, que es inverosímil desde el punto de vista crírico.: 164. Por parte de los evangélicos, 13 importanc.a del estado de la predicación ha sido
170 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 171

Nuevo Testamento debe, por tanto, entenderse sobre el trasfondo de tomarlos en serio, 10 mismo, y conjuntamente, deben tomarse en
la historia general de la predicación y también a partir de una serio como derivados y no como primitivos. Desde este punto de
situación concreta de la predicación en la que quiere involucrarse. vista, no sólo tiene importancia la proximidad externa de orden
¿ No tiene, por tanto, razón Kásernann de aprehender que el temporal en relación al mensaje de Jesús, sino también la proxi-
úL'rIMO escrito de la historia de la predicación interpreta toda la midad real interna. Además de la proximidad temporal, hay que
precedente historia como un último testimonio, y, por tanto, la de- reconocer también en la Epístola a los Romanos, en relación a la
fine sin apelación? En la perspectiva católica, este testimonio del Epístola de Santiago, una mayor proximidad real. Cuanto más
Nuevo Testamento debe también tomarse en serio. Como preca- derivado es un testimonio, mayor atención deberán prestar los exé-
tóJico, facilita precisamente la necesaria continuidad en favor de getas y los profesores de dogmática a la forma en que trate este
la Iglesia ulterior, entre la Iglesia apostólica del Nuevo Testa- testimonio el acontecimiento de la salvación en Jesucristo: qué
mento y la Iglesia de los «Padres apostólicos», y en suma de la pro- factores intervienen, entre cada uno de los distintos predicadores,
pia Iglesia primitiva. Sin embargo, esto no puede querer decir que en cada una de las distintas situaciones de la predicación, ya sea
la segunda Epístola de Pedro deba definir la interpretación del con- para favorecer o para reprimir, para confirmar o para debilitar,
junto del Nuevo Testamento, como si fuera el escrito esencial. No para insistir o minimizar. De esta forma, cada testimonio, en el
obstante, es saludable observar que, en la segunda Epístola de san conjunto del Nuevo Testamento, debe entenderse a partir del men-
Pedro, no se trata sólo de un testimonio primitivo, sino de un testi- saje de Jesús y de los puntos esenciales primitivos. No debe suceder
monio DERIvADO en el interior del Nuevo Testamento. De la misma que los testimonios ulteriores suplanten a los más antiguos, que, por
manera que, por ejemplo, Judas y Santiago, la segunda Epístola ejemplo, las Epístolas pastorales suplanten al sermón de la monta-
de Pedro presupone otros escritos neotestamentarios, y éstos a su ña. Es incontestable que la ec1esio1ogía católica, durante mucho
vez presuponen otros eventualmente, de la misma manera tal o tiempo, ha sobreestimado precisamente las Epístolas pastorales y
de esta manera ha transformado mucho la. eclesiología en «jerar-
cual logion de Jesús. La situación, siempre renovada, de la predi-
cación, ha obligado a una expresión constantemente nueva del men- colegia». No obstante, eSe uso equivocado de las Epístolas pastora-
saje primitivo, en el cual la individualidad humana y teológica de les no justifica que se las dé de lado, pura y simplemente, como
cada nuevo predicador ha desempeñado un papel importante. Debi- productos del precatolicismo.
do a ello, en el interior del Nuevo Testamento existía una evidente La IGLESIA es quien nos ha transmitido el Nuevo Testamento
en una historia, desde luego animada, del canon, pero, sin embar-
diversidad, de la misma manera que se nos ha transmitido - cosa
go, el Nuevo Testamento como un TODO 165. Sin la Iglesia no existiría
notable - no UN SOLO Evangelio ni una armonización de Evange-
el Nuevo Testamento. Además, la Iglesia estuvo totalmente de
lios, ni tampoco una vida de Jesús, sino Evangelios que difieren,
acuerdo eu que todas las partes del Nuevo Testamento se integra-
que a menudo se oponen realmente. Pero, en toda esta compleja
ran al canon neotestamentario, absolutamente como testimonios del
evolución (y no sólo unilateral), se comprende que le corresponda
Cristo-acontecimiento ( y no sólo como relaciones parcialmente ne-
una precedencia a los testimonios primitivos sobre los testimonios
gativas y contrastadas). Hoy mismo, la relación concreta a la Igle-
DERIVADOS, precedencia de naturaleza objetiva e interpretativa y
sia decidirá en muchos casos si un teólogo puede o no aceptar la
no formal, con referencia a la inspiración. Y es que el Nuevo Tes- totalidad del Nuevo Testamento transmitido y garantizado por
tamento no es, como, por ejemplo, nuestras «misceláneas de fulano la IGLESIA, de una manera completa y crítica a la vez. Nosotros los
de tah, un compendio de contribuciones equivalentes en derecho católicos estamos convencidos de estar totalmente acordes con la
(aunque no siempre tengan el mismo valor); y es que el mensaje Iglesia primitiva, de considerar la totalidad del Nuevo Testamento
del Nuevo Testamento no es el mensaje de un colegio de escritores, como un testimonio AUTÉNTICO del acontecimiento-revelación en je-
al que cada uno aporta su propia contribución de investigación per-
sonal, sino el mensaje de Jesucristo, cuyos testimonios ulteriores 165. Contra H. DJEM (ibid. 179), H. BRAu'/ (Hebt die heutif,e ncutcsiamcnilich-exegc-
no pueden ni quieren ser más que interpretaciones. Por tanto, 10 tlsch« Forschung den Kanon auf? Fuldaer Hefte 12. [Berlín, 19601 11), hace observar
mismo que los testimonios del N. T., incluso los derivados hay que que la delimitación del Canon no se impuso por sí mismo en la Iglesia, sino en sus
últimas delimitaciones (Heb., una parte de las Epístolas católicas y Ap.) ha sido DECRETAD.'
flor 1J Iglesia: «El carácter definitivo de esta delimitación es un decreto cclcsiástico.»
perfectamente explicada por H. DIBt, Dogmatik, lhr Weg zuiischcn Historismus unt:
Existcntialismus (Munich, 1955, 2.a ed. 1957) 204-208.
CONCILIO Y MINISTERIOS 173
172 ESTRUCTURAS DE LA IGI,ESIA
tólicos que se refieren al ministerio eclesiástico no deben situarse
sucristo, y, por lo tanto, de reconocer la veracidad de cada testimo- en oposición exclusiva a Pablo y a su doctrina de la justificación 169.
nio individual, diferenciado, no obstante, en su relación a este acon- Aunque hayamos podido exponer el conjunto de la problemá-
tecimiento de salvación en Cristo y de tomarlo en serio, tanto teoló- tica sólo a grandes rasgos y de manera fragmentaria 170 (volveremos
oica como prácticamente. todavía a insistir en algunos aspectos), debería, sin embargo, apare-
b Resumamos cuanto acabamos de decir, con las propias palabras cer claramente que, incluso partiendo de la posición neotestarnen-
de K. H. Schelkle, exegeta del Nuevo Testamento en Tubinga, taria del problema y de los factores determinantes, tanto positivos
quien afrontó de una m,anera, ~articular .la ,problemática del «prec~­ como negativos se impone igualmente una orientación nueva del
tolicismos : «La teología católica apreciara naturalmente los testi- Jada evangéIico~ El ministerio tiene para la Iglesia un interés ceno
monios del precatolicismo en el Nuevo Testamento de una manera tral como no lo ha tenido hace mucho tiempo. Pero lo que es Impor-
totalmente distinta a la teología protestante. ¿ Es posible limitar tante para la Iglesia, como concilio ecuménico convocado por D.ios,
el verdadero mensaje neotestamentario a un único instante, al punto para el concilio ecuménico convocado por los hombres y que quiere
matemático de la Epístola a los Romanos, por ejemplo, o al del representar la Iglesia, es también de la mayor importancia. El
Evangelio (desmitologuizado) de san Juan? El Nuevo Testamento Nuevo Testamento urge para el concilio ecuménico convocado por
es en su totalidad un testimonio de la verdad global, es decir, cató- los hombres la obligación de tomarse en serio el ministerio eclesiás-
lica, en su plenitud. Conceder sólo importancia a una parte, es hacer tico ya que de otra manera, como lo hemos visto, los elementos
una elección, es decir, una herejía. Y si este Nuevo Testamento, estructurales de la Iglesia no se aprovecharían de una manera
en sus partes ulteriores, conduce al precatolicismo, enton.ces ~a ex~­ auténtica.
vesis católica se esforzará en demostrar, gracIas a una inteligencia
~erdaderamente histórica, que no se trata entonces de perversión - en su condicionamiento histórico, ya que no se podía hacer de otro modo-
del mensaje primitivo y verdadero, sino de una evolución auténtic.a ha rendido testimonio de jesucristo y por esta razón ha encontrado audiencia en la Iglesia;
V válida. Esto no impedirá comparar el dato ultenor al dato pn- es decir, que ha hablado en cuanto inspirado por el Espíritu Santo.» W. ANDERSEN,
mitivo y de medir aquél a éste; por eso' lo emprende toda teología Die flerbindlichkeit des Kanons (Fuldacr Hefte 12 [Berlín, 1960]) 44: «Al establecer el
crítica auténtica, incluso católica» 166. Canon, la Iglesi~ toma la decisión de conocer su contenido puesto que explica en qué
escrito cree escuchar el testimonio apostólico y, por lo tanto, a qué escritos debe someter
¿ Qué resulta de eso para el significado del minis.te.~io eclesiás- su vida, su predicación y su doctrina, en otras palabras : qué escritos deben reconocerse
tico en el Nuevo Testamento? Fundándose en la posicion del pro- como canónicos. DQ esta manera, se ha declarado por el carácter único y definitivo de la
blema según la actual exégesis, puede resumirse el concepto cató- revelación divina y ha reconocido e! carácter normativo de la palabra apostólica, la cual,
lico en las tres posiciones siguientes (es característico que, no p.ara en tanto que palabra original, permanece frente a frente con e! ser de la Iglesia.)) .
169. Por ejemplo, H. VaN CAMPENHAUSEN, Das Problem der..ordnung tm Urchnst~n­
el conjunto, pero sí para cada proposición particular, sea posible tum t/?ld in del' altcn Ktrchen, en el volumen colectivo: Tradiuon und Leben (Tubin-
citar testigos evangélicos competentes): 1.° El Nuevo !estament.o gen, 1960) 162. "La primitiva Iglesia es, no tan sólo en su doctrina sino también en el
incluye incluso el precatolicismo y el concepto precatólico del mi- concepto de jerarquía, de hecho, mucho más evangélica de lo que se está a menudo
nisterio eclesiástico 1~7. 2.° Hay que tomarse en serio el Nuevo Tes- dispuesto a admitir. Afirmo ésto en oposición a una crític~. no histórica, desconfiada
tamento EN SU TOTALIDAD no obstante con modificaciones históricas en los principios y ultra~rotestante, que en todos cuantos SIUOS no encuentr~ y,a sus
fórmulas salidas de la Rerorma y por cuantos sinos encuentra la Ingenua conresion no
y transportándolo al mu'ndo actual 168. 3.° Los testimonios preca- crítica en favor de la jerarquía, considera como ya traicionado lo que es proplamentc
cristiano y evangélico y apoyándose en la idea del "precatolicismo" forjada a postenon,
166. K. H. SCHELRLE, Die Pctrusbricie (Herders Theologischer Kommcntar zum querría e~tigmatizar, no sól~ a todos los Padres, incluyendo a Agustín, sino ampli~s
Neuen Testarnent XIII, 2 [Friburgo-Basilea-Viena, 1961]) 245. ... trozos de! Nuevo Testamento, en particular los escritos de Lucas e Incluso no Se detendría
167. Según E. KASEMANN (Begründet de>' neutestarnentlichc Kanon die E",helt. del' ante Pablo. U na manera de actuar tan peiigrosa, en nombre de una pretensión pseudopro-
Kirche", en: Exegestische Versuche und Besinnungen [Gottingen, 1960J 1, 220 Y SIg.), restante a tener siempre razón contra sus propios orígenes, se debe quizá a que, a tt~3vés
como se ha explicado detalladamente, «la frontera del cristianismo primitivo se fran- de su crítica excesiva, que pretende salida de la Reforma, se alzan una repugnancIa y
queó y se estableció el precatolicisrno» ya en el interior de! Nuevo Testamento. . una saciedad que tornan en este momento totalmente desconfiado ya-crítico hacia el
168. Por ejemplo, H. DlF.M, op. cit., 204: «El establecimiento del Canon atestigua pretendido carácter unilateral de la Reforma cuando se opone a la jerarquía ... ))
que la Iglesia, de hecho, ha entendido claramente en estos testimonios e! mensaje relativo 170. Trato de esta problemática al propio tiempo, de una manera más general (en
a jesucristo y por ello podemos y debemos entenderlos igualmente.» 20S: «... para apre- oposición no sólo a E. Kascrnann sino también a H. Diern) en.;l artículo: ..Da
ciar, como se necesita en semejante situación, los testimonios individuales, hay que Frühl(atholizismus im Neuer Tesiament als kontroverstheologrsclres Problrm , en: Tub172-
tomar en consideración el LÍMITE establecido por el establecimiento del Canon. Este gel' Thcologiscl:e Quartalschri]t 142 (1962), fascículo 4.
límite exige que se admita que, incluso este testigo que hemos colocado en el trasfondo
CONCILIO Y MINISTERIOS 175
174 ESTRUCTURAS DE LA IGI,ESIA
ración. Este documento oficial 172 es un testimonio impresionante
e) Los impulsos, resultado del desarrollo de la historia gene- de los progresos que se han podido obtener en la evolución ecle-
ral de la Iglesia durante los últimos cincuenta años y de la bús- siástica y teológica de estos últimos años. Esto es sintomático, igual-
queda neotestamentaria, han puesto también en movimiento la TEO- mente, para la actual evolución general en la Oikoumene; en la in-
LOGÍA SISTEM.~TICA del ministerio eclesiástico. Desde los más diver- troducción se mencionan los siguientes importantes progresos de la
sos puntos, en los medios evangélicos, se ha reflexionado intensa- historia de la Iglesia y de la teología:
mente sobre las estructuras de la Iglesia y se trabaja en un ahonda- a) El diálogo ecuménico se ha concentrado, durante estos úl-
miento de la teología del ministerio. La cuestión de la sucesión apos- timos años, sobre e! tema de Cristo. Pero al hacer esto, se plantea
tólica en el ministerio es aquí el punto central. Durante estos úl- nuevamente, por otro lado, el problema de la catolicidad y de la con-
timos años han tratado de una forma positiva y constructiva sobre tinuidad de la Iglesia.
la sucesión apostólica: el Evangelische Michaelsbruderschaft (K. b) En las Iglesias evangélicas de Occidente, igual que en las
B. Ritter, W. Stáhlin, A. Kóberle) y los teólogos de la «Sammlung» Iglesias de Asia y de África, los problemas sobre el ministerio
(H. Asmussen, M. Lackrnann, R. Baumann), pero también los eclesiástico, la ordenación, los ministerios y los servicios y sobre las
teólogos reformados y la revista de Neuchátel : Verbum ea1'O (sin relaciones de! ministerio con la comunidad, se han despejado en
olvidar la fraternidad reformada, activa incluso en teología, llamada gran parte.
Comunidad de Taizé en Borgoña) y los teólogos luteranos en torno e) Además, las Iglesias de Asia y de África piden con particular
de la revista de Heidelberg Kerygma und Dogma (han influido insistencia el ministerio episcopal y lo tienen en gran consideración
considerablemente: E. Schlink: «Theologie der lutherischen Be- para la unidad de la Iglesia. Por afecto hacia la unión ecuménica,
kenntnisschriftem y las publicaciones de P. Brul1ner, a 1as que las Iglesias de Occidente han buscado también dar una respuesta
hemos remitido con frecuencia). Consecutivamente, los eminentes a esta petición.
teólogos luteranos, reunidos en el seminario teológico de la Confesión d) En el obligado diálogo con la Iglesia católica romana, se
de Augsburgo, han tratado también estas cuestiones, particularmen- nos plantea inevitablemente la cuestión de saber qué garantiza la
te durante los años 1951-1956 (cfr. los informes de E. Kinder, apostolicidad y la autoridad de la Iglesia.
O. Perels, E. Sommerlath, F. Hübner. H. Thimme, A. Kimme, e) Tenemos, como Iglesia de confesión luterana, motivo so-
IV. Maurer, P. Brunner, H. Liermann, F. K. Schumann). Gracias brado para esforzarnos en profundizar el lazo ecuménico con las
a estos trabajos preparatorios intensivos, fue posible, durante el Iglesias ortodoxas de Oriente. El diálogo con ellas deberá reconocer
seminario de octubre 1956, resolver una proposición elaborada por de una manera obligada un lugar preeminente a sus afirmaciones
los teólogos P. Brunner, F. K. Schumaun, H. Thimme, por el sobre la totalidad y la plenitud de la Iglesia que existe a través
presidente de la Iglesia D. Brunotte y el vicepresidente D. Lücking, del tiempo. Por ahí, la cuestión de la sucesión apostólica se encuen-
y considerada como «lineas fundamentales para la jerarquía del mi- tra al propio tiempo planteada de una manera más estricta, como
nisterio en la Iglesia» 171. Éstas tuvieron un amplío y feliz eco un problema particular, pero esencial.
hasta en las discusiones doctrinales sobre el ministerio, en la India fl La Iglesia de Inglaterra, durante estos últimos decenios) ha
del Sur. ingresado con singular energía en los movimientos de unión de las
Al mismo tiempo, los dirigentes de la Unión de las Iglesias Iglesias. Ha trabajo también para la unión con las Iglesias lute-
evangélica y luterana de Alemania pidieron al comité ecuménico, ranas, sobre todo con las Iglesias luteranas escandinavas. Deb.ido
bajo la presidencia del obispo D. H. Meyer (Lübeck), el año 1954, a ello, e! episcopado histórico de los anglicanos adquiere una irn-
que estudiara el problema de la sucesión apostólica. En noviembre portancia decisiva.
del año 1957, el Comité pudo presentar la (Declaración sobre la 0') La Iglesia de la India del Sur persigue desde hace años
sucesión apostólica» como resultado de un trabajo de varios años. un diálogo doctrinal con las Iglesias luteranas de su alrededor. No
Los dirigentes de esta Iglesia prestaron su conformidad a la decla-
172. Erl(ldrung zur Apostolischen Sulezcssion, en: Intormationsdienst del' Vereilligten
171. Grundlintcn fiir die Ordnung des Amtes in der Kirche (Fuldaer Hcítc 11., Evangelisc/¡,Luthemehen Kirche Deutschlands (1958), 4-13.
Berlín, 1960).
CONCILIO Y MINISTERIOS 177
176 ESTRUCTURAS DE 1.A IGI.ESIA
pero también es concedido el carisma necesario a esas tareas concre-
posee, es cierto, una teoría del episcopado histórico, pero lo desea tas.» A este párrafo importante se refiere expresamente Rom. 1,
con firmeza y decisión como un don inalienable hecho por el Espí- 11, Y 15,24; I ru« 4, 15, Y JI t.« 1,6. Para ratificar esta lla-
ritu Santo a la Iglesia. rnada «la imposición de manos está afirmada repetidamente en la
h) En la Iglesia luterana de Suecia, se registraron esfuerzos primitiva comunidad, aunque de una manera no general». El mi-
c~da vez mayores para atribuir una importancia particular, eclesiás- nisterio de los Apóstoles, en cuanto es fundamental y no renovable,
tica y teológica, a la sucesión apostólica de sus obispos, que se ha- precede a todos los distintos servicios en la Iglesia.
bía considerado como un hecho histórico afirmado de buen grado 2. Noción teológica y autoridad del ministerio eclesiástico:
pero sin importancia teológica 173. Se evitan la concentración unilateral sobre el anuncio de la pala-
No cabe duda de que esta declaración y los hechos ecuménicos que bra Ji la insuficiencia en la valoración de la autoridad pastoral del
supone merecen toda la atención por parte de los católicos. Aquí ministerio eclesiástico 175. En la multiplicidad de los servicios par-
reciben su respuesta varias preguntas que los católicos teníamos ticulares, el servicio del gobierno de la comunidad es de naturaleza
por dirigir a Lutero. Pero al propio tiempo, se plantean otras cues- superior. «Una vez muertos los Apóstoles, hubo que continuar ejer-
tiones, cuya solución no NOS será fácil en absoluto. En lo que se ciendo la función que consiste en agrupar Ji en unir, por amor a la
refiere al nudo de las cuestiones sobre el ministerio eclesiástico y
Iglesia y por amor al servicio del mundo. Por eso el ministerio
el concilio ecuménico, la declaración de la Iglesia evangélica y lu- eclesiástico debe, de acuerdo con su naturaleza, definirse como un
terana debe, en lo futuro, considerarse más de cerca.
ministerio pastoral, ya sea en una comunidad tomada individual-
mente o en la comunión de las comunidades. Se lleva a cabo por
4. LA SUCESIÓN APOSTÓLICA medio del anuncio del Evangelio y la administración de los sacra-
mentas. Todas las tareas están ordenadas en función de esta tarea
A) La «Declaración» se esfuerza con éxito en tomar en serio del ministerio pastoral, como, por ejemplo, la. enseñanza, la ordena-
los deseos de Lutero y, al propio tiempo, interpretarlos y comple- ción del culto oficial, el discernimiento de los espíritus, la defensa
tarlos a la luz de la plenitud del Nuevo Testamento. Muchos equí- contra los errores doctrinales, el mantenimiento del lazo ecuménico
vocos que habíamos notado en la teología del ministerio de Lutero entre las comunidades, el lanzamiento y el gobierno de la obra mi-
quedan aclarados, y COLMADOS VARIOS DESIDERA'fA CATÓLICOS. Ade- sional de la Iglesia en el rnundo.» En la medida en que los poseedo-
más, desde el punto de vista católico, nos parece revestir especial res del ministerio eclesiástico «se han tomado a pecho estas tareas
importancia los siguientes puntos: del ministerio apostólico, se presentan a los ojos de sus comunida-
l. ¿ Concepto democrático o concepto espiritual del ministerio, des, en cuanto hace referencia a la autoridad, como Jos Apóstoles
según el Nuevo Testamento? en cuanto representantes y mensajeros de Cristo».
El falso concepto democrático del ministerio espiritual, afirma- 3. ¿ La sucesión apostólica de la Iglesia?
do por el joven Lutero (y más tarde por el protestantismo), queda Nos atrevemos francamente a dar una ojeada al aspecto histórico
eliminado 174. En el seno del sacerdocio de TODOS los fieles y de sus y personal de la sucesión apostólica 116. En el sentido «de la rela-
diversos carismas, existen también, según el Nuevo Testamento, ción permanente de la cristiandad con el servicio fundamental de lOE
edistintos servicios de un rango más elevado que, además, están Apóstoles y de su acuerdo permanente con el testimonio regulador
confiados de una manera formal a sus poseedores» (tareas especí- de los Apóstoles ... debe afirmarse, sin restricción, que la sucesión
ficas de la fundación misional y del gobierno de las Iglesias). Estos apostólica pertenece a la naturaleza de la Iglesia. Así lo confesa-
servicios «no son funciones de la comunidad, sino un don y una
mos nosotros, nosotros también, junto a toda la cristiandad, por
institución de Dios». Para la llamada a estos diversos servicios no
medio de las palabras del concilio de Ni, : Creo en la Iglesia
son «determinantes las opiniones humanas, sino la voluntad de
una, santa, universal, apostólica». La relación de la Iglesia univer-
Dios'). «Para la llamada particular, se usa del carisma ya existente,
sal, en tanto qne es apostólica, con los Apóstoles, no es tan sólo
173. zur Apostolischcn Sulezession, op. cit., 5 Y sigo
174. IiTI¡liinm.f': ZUI Apostolischcn Sukzession J, 2-4 6, op. ctt., 7 Y sigo 175. Erl(larung zur Apostolischen Sul(zession J. 7-9, op. ai., 8 Y sigo
176. Erkliirung zur Apostoiischen Sulezcsston 1Il, 13-14, op. cit., 10 Y sigo

12
COi\CILIO y Mli\ISTERIOS 179
178 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

correspondencia con la «Declaración», hagamos resaltar los siguien-


una relación pneumática, sino «una relación HISTÓRICA al mismo tes puntos:
tiempo, ya que esta operación del Espíritu se realiza en, J20r y
según un proceso de la tradición humana, en el cual el canon de 1. El serVICIO sacerdotal de todos en la Iglesia.
la Sagrada Escritura y, por consiguiente, el contenido determinado Los católicos también reconocen que el servicio de Jesucristo en
de la predicación y sus actos continúan transmitiéndose desde la el mundo perdido funda, define y llena el ser y el servicio de su
primitiva época de los Apóstoles, de generación en generaci~nn. Iglesia. Por tanto TODOS los que creen en Cristo, gracias a la efu-
Esta sucesión no es tan sólo una sucesión de la fe y la confesión , sión del Espíritu Santo y a su bautismo, están llamados al sacerdo-
sino «al propio tiempo, una sucesión de PERSONAS, ya que no cio real. Todos son enviados y provistos de plenos poderes p:ua
existe ni fe ni confesión en sí mismas, sino la fe y la confesión ejecutar y continuar propagando el servicio de Cristo cerca del rnun-
de hombres determinados. La fe de quienes vienen después es la de. Para ello se comunican a cada miembro de la Iglesia ciertos
sucesión de la fe V del testimonio de fe de quienes les han prece- dones, pero no idénticos para todos. La comunicación de estos dones
dido, y esto progresivamente hasta los Apóstoles». proviene de la libertad del Espíritu, sin que el sistema de esta trans-
4. ¿ La sucesión apostólica del ministerio eclesiástico? misión se fije de buenas a primeras formal y universalmente. Existe
En el seno de la sucesión apostólica de la Iglesia en todos sus una multiplicidad flúida de servicios particulares en la iglesia 179.
miembros, no se descuida la sucesión apostólica particular ~el mi- de oista católico, en: Teología actual (Madrid, Guadarrama, 1960) 157-175; H. SCHLlER,
nisterio 177. «Como ministerio pastoral cerca de las comunidades, Die Zeit del' Kirche , Die Ordnung der Kirche nach den Pastoralbricjen (Freiburg i. Br.,
ocupa una situación particular en la sucesión y en el lugar del 1955. 31962) 129-147, trad. castellana, El tiempo de la Iglesia (Madrid, Taurus , en
ministerio de los Apóstoles. Esta sucesión apostólica del minis- prensa); M. KAISER, Die Einheu der Kirchengewalt nach. dem Zeugnis des N. T. un der
apostolischen Valer (Munich, 1956); K. RAHNER, Lo dinámico en la Iglesia (Barcelona,
terio, no debe entenderse s610 de la función, sino que tiene, tam- Herder, 1963); K. H. SCHELKLE, ¡üngerscliajt und Apostelamt (Freiburg i. Br., 2a edi-
bién, un aspecto personal: consiste en que los hombres que ejer- ción, J 961), trad. castellana, Apóstoles y discípulos (Barcelona, Herder, en prensa);
cen este ministerio, suceden unos a otros, en las comunidades.» D. SEMSlELROTH, Das geistliche Amt (Frankfurt a. M., J 958); R SCHNACKENBURG, Gottes
Herrschoit un d Reieh (Freiburg i. Br., 2." ed. 1961); Die Kirehe im Neuen Testament
(Pnhurgo-Basilea"Vien8, 1961); M. LOHRER, ZUI' Theologie van geistliehem Amt und
B) Esta inteligencia positiva de las desiderata católicas, hace Gcmcindc, en: Begegl1t111g del' Christcn (Festschrift O. Karrer. Frankíurr a. Mi-Stuttjrarr,
que al teólogo católico le sea mucho más fácil concretar en forma 2." ed. 1960) 210-233; Die Ktrche und ihre Amter und Stand« (Festschrifr Kardinal
positiva, también él por su parte, el punto de vista católico en la Frings. Colonia, 1960); H. U. VON BALTHASAR, Sponsa Verbi (Nachfolge und Amt l Einsie.
teología del ministerio. La actual teología católica del ministerio, deln, 1961]) 80-147, trad. castellana, Ensayos teológicos, t. n, Sponsa Vabi (Madrd,
Guadarrama, 1964); J. RATZINGER, Primas, Episkopat und successio apostoliea, en: Epis-
que ya no habla oponiéndose pura y simplemente al protestantismo, I(opal und Primat (Friburgo-BasileaVicna, 1961) 37.59, traducción castellana, Episcopado y
sino cada vez más partiendo de la Escritura, puede confirmar de primado (Barcelona, Herder, en prensa); H. VOLK, Gott alles in allem (Das Wirken des
una manera expresa, desde su punto de vista católico, muchas Hciiiaen Geistes in den Glaubigen [Maguncia, 1961]) 86-112; O. KNOCH, Die Ausjüh1'Ungen
afirmaciones que se encuentran en la «Declaración» l7B. En estrecha des l. Clcmensbricies úber die l(ireMiehe Vajassung im Spiegel del' ncucrcn Dcutungcn
seu R. Sohn und A. en: Tiibingel' Theologisdie QUlIl'talscimjt 141 (1961) 385-
177. Erl(ldrung zur Apostollschen Sulezcsston JIl, 15, op. cii., 11. 40¡'; Das apostolische Ami (en francés Études sur le sacrcmcnt de i'ol'dre). pub.icado por
[. Gu)'ot (Maguncia, 1961).
178. Debemos dejar que el propio lector se haga cargo del carácter católico. de las
179. Para el sacerdocio común cfr. nuestras capítulos n )' V. La importancia de los
si«uienres afirmaciones, con la ayuda de la más reciente bibliografía católica sobre la
diversos ministerios v sus dones (carismas) la recalcó con fuerza Pío XII en su Encíclica
tc~logía del ministerio; de ahor; en adelante sólo volveremos a dar algunos testimonios
típicos. Además, cfr. F. M. BRAü!', Ncues Liclu auf die Kirche (Einsiedeln-Colon:a, 1946); .\-Iysl;ei corporis (Acía Apostolicae Sedis 35 [1943] 200 Y sig.) "Así cama. en un S%
cucpo tenemos muchos miembros; mas no todos los mi~rnb1'os tienen una mís,:za función,
F. X. ARNoLn, Grun dsiiteliches und Gcschichtlichcs zur Theologie del' Seelsorge (Freiburp ,
as} nosotros, aunque seamos rnUC!IOS, formamos en Cristo un solo cuerpo, Siendo todos
1949); J. BROSCH, Charismen und Amter in del' Urkirch« (Bonn, 1951); J. COLSON,
L' evéque dans les comrnutiautés primuioes (París, 1951); Les [onctions ccclésiatcs (París, recíprocamente miembros los linos de los otros. Mas en manera alguna se ha de pensar
que esta estructura ordenada u orgánica del Cuerpo de la Iglesia, se limita o reduce sola-
1956); Y. CONGAR, Ensayos sobre el mtsterio de la Iglesia. El Espíritu Santo y el Cuerpo
mente a los grados de la jerarquía: o que, como dice la sentencia contraria, consta so-
apostólico, realizadores de la obra de Cristo (Barcelona, Estela, 1961); [alones para Una
lamente de los carismáticos, los cuales, dotados de dones prodigiosos, nunca han de
ieologta del laicado (Barcelona, Estela, 1963); L' apostolicité de l' Église selon S. T honras
faltar en la Iglesia .. Sin embargo, con toda razón Jos Padres de la Iglesia, cuando
dAquin , en: Rcuue des sacnccs philosophiques et théologiques 44 (1960) 209·224;
encomian los ministerios, los grados~ las profesiones, los estados, los órdenes, los oficios
O. KARRER, Um die Einheit der Chrtsten (Frankfurt, 1953); La sucesión apostólica y el
de este Cuerpo, no tienen sólo ante los ojos a los que han sido iniciados en las sagradas
primado, en: Panorama de la teología actual, publicado por J. Fciner , J. Trülsch,
órdenes; sino también a todos los que, habiendo abrazado los consejos evangélicos, llevan
F. Bóckle (Madrid, Guadarrama, 1961) 225·267; El muusteno de la l glesia desde el punto
180 ESTRUCTURAS DE I,A IGI,ESIA CONCIUO y MINISTERIOS 181

2. El ministerio fundamental de los Apóstoles: y el lazo unificador de la Iglesia futura. Por un lado, los Apóstoles
Los católicos reconocen también que el ministerio de los Após- se presentan al mundo y a las comunidades como los lugartenien-
toles precede a cualquier otro servicio en la Iglesia. Los Apóstoles son tes de Cristo con amplia libertad y revestidos de su autoridad. Pero
aquellos miembros de la primitiva comunidad a quien se manifestó, también, por otro lado, son al mismo tiempo miembros EN la Iglesia
personalmente el Señor resucitado y que envió, por mandato par- y .SOMETIDOS a Cristo; deberán presentarse ante el tribunal de
ticular, a predicar el Evangelio que funda y reúne a la Iglesia. ~nsto y dependen de su gracia. También los Apóstoles actúan
Por eso su predicación es el testimonio que viene de Jesucristo SIempre en VIstas a la comunidad y de acuerdo con los otros miem-
JI que eS fundamental y regulador para todos los tiempos. Por bros de la Iglesia y los servicios que se les confía. En su testimonio,
eso su ministerio, en su conjunto y según su naturaleza, no es se encuentran rodeados por el testimonio de todos aquellos que han
renovable, en la medida en que implica la calidad siempre funda- recibido el Espíritu. Igual que las comunidades necesitan de su
mental de testigo ocular de la resurrección y el acontecimiento de testimonio y de su gobierno, igualmente necesitan, también ellos a
la revelación; no pudiendo ésta ser conservada y expuesta más su. vez, el consuelo, la intercesión v la cooperación de las comu-
que por el ministerio ulterior. Gracias a su vocación, son la base nidades UD. -

3. El servicio de! ministerio eclesiástico en la Iglesia:


una vida de trabajo entre los hombres, o escondida en el silencio, o bien se esfuerzan
por unir ambas COsas según su profesión; y no menos a 10lS que aun viviendo en el Los católicos reconocen también que e! ministerio eclesiástico
siglo se dedican con actividad a las obras de misericordia en favor de las almas, o de debe diferenciarse del ministerio no renovable de los Apóstoles. No
los cuerpos, así como también aquellos que viven unidos en casto matrimonio. Más aún, obstante, el ministerio eclesiástico prosigue, después de muertos
se ha de advertir que, sobre todo en las presentes circunstancias, los padres y madres de
familia y los padrinos y madrinas de bautismo, y, especialmente, los seglares que prestan los Apóstoles, la función del gobierno apostólico de la Iglesia (re-
su cooperación a la jerarquía eclesiástica para dilatar el reino del Divino Redentor tienen unir y mantener) como ministerio pastoral. El ministerio pastoral
en la sociedad cristiana un puesto honorífico, aunque muchas veces bumilde, y que eclesiástico debe ser entendido, partiendo de la obra de Jesucristo,
también ellos con el favor y ayuda de Dios pueden subir a la cumbre d- la santidad, como el centro de los servicios multiformes. No excluye, por lo
que nunca ha de faltar en la Iglesia, según las promesas de Jesucristo... Potestad que,
determinada con especiales preceptos, derechos y deberes, fue establecida por Él (Cristo)
tanto, ni la multiplicidad de los servicios particulares, ni el sacer-
como ley fundamental de toda j;, Iglesia. Pero también directamente dirige y gobierna docio real de TODOS los fieles. También los ministros, con todos los
por sí mismo el Divino Salvador la sociedad por Él fundada. Él reina en las mentes y miembros de la Iglesia, y también los Apóstoles, están sometidos
en ias almas de los hombres v doblega y arrastra hacia su beneplácito aun las voluntades a Cristo y necesitan incesantemente la gracia del Espíritu Santo,
más rebeldes... Y con este gobierno interior, no solamente tiene cuidado de cada uno
en particular, como pastor y obispo de nuestras almas; sino que, además, mira por toda
la fuerza que reciben de lo alto y el poder absoluto de la Palabra.
la Iglesia, ya iluminando y fortaleciendo a sus jerarcas para cumplir fiel y fructuosamente Pero además, unidos a todos los miembros de la Iglesia postapos-
los respectivos cargos, ya también suscitando de! seno de la Iglesia, especialmente en las tólica, los ministros se encuentran sometidos a los Apóstoles, en
,más graves circunstancias, hombres y mujeres eminentes en santidad, que sirvan de
ejemplo a los demás fieles para el provecho de su Cuerpo místico» (traducción de Pascual 180. O. KARRER, La sucesión apostólica y el primado, en : Panorama de la teologia
GALI"DO, en: Colección de encíclicas y documentos pontificios, Madrid, Acción Católica actual, publicado por J. Feiner, J. Trütsch y F. Bockle (Madrid, Guadarrama, 1961) 229:
Españo!a, 1962, (. 1, 1030-1036). Dice 'Obre ello K. RAHNER en su obra Lo dinámico en "También para la mentalidad católica es Cristo mismo, y Él solo, la autoridad absoluta.
la Iglesia (Barcelona, Herder, 1963), que trata detalladamente del aspecto carismático de Su palabra es norma para la Iglesia y para el individuo. La revelación está consignada
la Iglesia, en las págs. 56-57: "Existen también carismáticos fuera del ministerio de la en la Escritura; más aún, podemos decir sin reparo alguno que toda la revelación está
Iglesia. Estos no son meros receptores de las órdenes de la jerarquía, sino que pueden consignada en la Escritura... La Iglesia y el individuo se sienten vinculados a la Escritura.
incluso ser aquellos de quienes se sirve Cristo loara guiar "inmediatamente" a su Iglesia. No hay una nueva revelación que obligue a la Iglesia o a la que la Iglesia pueda obligar.
Naturalmente, con esto no queda suprimida la jerarquía... Pero si Cristo actúa en su La Escrituro es el "fundamento último" de toda ulterior tradición, y la revelación
Iglesia también inmediatamente fuera del ministerio jerárquico, si, pues, dirige y gobierna quedó conclusa con los Apóstoies.» !-l. BACHT, artículo Apostel, en: Lexiko~ jür Thcologie
a su Iglesia también por medio de carismas cxrrarninistcriales y, en este sentido, extraordi- tmd Kirchc (Freiburg i. Br., 1957) I, 738: "En cuanto testigos oculares de ¡aresurrec-
narios, y si, a pesar de todo, existe en la Iglesia un ministerio jerárquico válido e insu- ción y fundamento de la Iglesia, los Apóstoles poseen una singularidad intransmisible e
primible, entonces la armonía entre ambas «estructuras» de la Iglesia, la institucional y irreemplazable; a 'te respecto, no pueden tener sucesores. En esta medida "el tiempo
la carismática, sólo está garantizada a la larga por el Señor de ambas estructuras y de los Apóstoles" cebe distinguirse realmente y esencialmente del "tiempo de la Iglesia"
únicamente por Él, es decir, en definitiva, sólo carismáticamente.» Cfr. igualmente, (O. Cullmano). Pero, en estas dos funciones, no se agota su ministerio. Al lodo de los
sobre lo relación entre carismas y ministerio, M. LaHRER, Zur Theologie van geistlichelll poderes extraordinarios que no podían ni debían durar.. están los poderes ordinarios,
Amt und Gemcinde, en: Begegnung del' Christen (Festschrift O. Karrer [Stungarr- transmisibles: la administración de la palabra y el cuidado por mantener su pureza, la
Frankfurt a. M., 2a ed. 1960j) 228·233. disrribución de los sacramentos, el gobierno de la Iglesia.»
CONCILIO Y MINISTERIOS 183
182 ESTR1XT1]lZAS lJE LA IGLESIA
4. La sucesion apostólica de la Iglesia:
la medida en que se encuentran atados a la autoridad del testimonio . Los católicos reconocen también que la apostolicidad de la Igle-
fundamental de los Apóstoles. Los ministros de la Izlesia deben sia consiste en la relación permanente de la Iglesia con el servicio
cumplir su propio servicio en unión con todos los miembros de la de .los Apóstoles y en el acuerdo permanente con el testimonio apos-
Iglesia y c~n los otros servicios. Ellos también, igual que los Após- tólico. De esta manera la sucesión apostólica es, ante todo, una suce-
toles, necesitan de la cooperación y la intercesión de sus comunidades sión de la Iglesia universal en todos sus miembros. Se lleva a cabo
para llevar a cabo su propio servicio. De la misma manera la trans- de varias maneras: en el progreso, continuo a través del tiempo y
misión del ministerio eclesiástico debe fundamentalmente' realizarse los lu~ares, de la catequesis y del Bautismo, en la fe y la obediencia
por la acción conjunta de quienes ya están en el ministerio particular al testimonio apostólico, en la comunión de la adoración y de la cena
y de la comunidad. Pero debido a que el propio Señor viviente eucarística, en la tradición del testimonio apostólico en la comunidad,
llama y habilita Él mismo para el ministerio de la Iglesia, son posibles en la predicación misionera al mundo, en la comunión v la unidad
diversas modalidades en esta acción común. El servicio de Cristo en con las Iglesias de todo el mundo. Esta relación de la sU'cesión apos-
S11 plenitud y en su multiforme riqueza, por medio de la Iglesia tólica no es tan sólo una relación histórica, sino también pneumá-
en el mundo, se cumple de esta manera: en la cooperación y la dife- tica : el Espíritu Santo actúa continuamente a fin de que el Evan-
renciación del ministerio apostólico y del ministerio eclesiástico gelio viviente y, por tanto, el mismo Cristo, no cesen de encontrarnos
del ministerio y de los servicios particulares, del ministerio y de los en el testimonio apostólico sobre Cristo. Esta relación de la suce-
s~rvicios por una parte y de la comunidad por la otra, de tal comu- sión apostólica no es sólo la relación de una sucesión de perso-
nidad y de tal otra 181. nas, sino también de una sucesión de la fe y de la confesión de la
fe: la finalidad es, efectivamente, la vigilancia constantemente re-
181. Sobre la relación entre ministerio eclesiástico y ministerio apostólico, «nrr« ministe- novada de la fe por el testimonio primitivo de los Apóstoles y su
rio eclesiástico y sacerdocio común. cfr. los testimonios precedentes. Sobre el carácter de ser- proclamación en la Iglesia 182.
vicio del ministerio eclesiástico. ctr. K. H. SCHELKLF., fü"gerschaft ttn d Apostclanit (Frci-
burg Br., 2.a edición 1961) 36 yl sig., trad. castcllaría , .1 postolcs y discípulos (Barcelona,
Herder, en prensa): "t!caxO'lla.es, en el Nuevo Testamento, el vocablo más rico de sentido modos de cooperación entre los ministros y la comunidad, y que la transferencia de
y el más profundo para designar el "ministerio". Para el Nuevo Testamento, parece im- poderes tenía lugar por la elección y la consagración. Esta última era siempre admimstrada
posible, para designar un ministerio en la Iglesia, emplear cualquiera de los otros por autoridades apostólicas, como represent<mtes de la Iglesia universal; en cambio, en
la elección los representan les del poder colaboraban con la comunidad, que era un
términos frecuentes en griego paJJ dcsign.n un ministerio (como r1(J!~~~ 'rlll'r;. tO,o~).) El
"colegio dlferente". El mismo Calvino hace esta observación al hablar de Hechos. 6, 3:
Nuevo Testamento conoce estos vocablos pero no los emplea en el terreno eclesiástico;
"Nada se hacía sin consenrimicnro y aprobación de! pueblo; pero los pastores mantenían
al contrario, crea la palabra olaxovta. , ApY.YJ ' en el griego del Nuevo Testamento, se
las riendas en sus manos." Precisamente investigadores protestantes, como Headlam y
reserva a las autoridades de la sinagog~ () del Estado, o bien a los poderes angélicos;
Linton , son los que hacen notar que la cooperación de la comunidad no ha de entenderse
~l\lf¡ a la dignidad ministerial del Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento. Esta constu-
según el patrón modrr no de una "elección democrática por mayoría de votos". Teniendo
tacié~n de léxico ya dice con cnergí3 quc el ministerio en la Iglesia es una disciplina de
a la vista los estudios de Linton, cabe incluso preguntar si el actual escrutinio que se
servicio. También manifiesta que, según el sentido obvio del Nuevo Testamento, disci-
realiza cn la Igksia Católica, en el cual se examina cuidadosamente si los candidatos
plina y derecho son esencialmente diferentes en la 19lesia y en el mundo. Razón por la
poseen los requisitos eclesiásticos, no representa un diálogo con e! pueblo tan importante
cual no pueden designarse con los mismos térrninos.. O. SEM;"IELROTH, Das geistliche Ann
como lo era la reunión de la comunidad en la Iglesia primitiva." Y. CONG.'R, [alones
(Frankfurt a. M., 1958), en particular págs. 26·35 y 50-57 desarrolla esto, pensamientos
para una teología del laicado (Barcelona, Estela, 1963) 288-292, aporra un rico material
bíblicos. Contra la reducción del elemento pneumático en el concepto de Iglesia de
la contrarreforma, contra la primacía del ministerio frente al Pneuma V la cleri'Calización
histórico sobre el papel de los laicos en el trabajo ministerial de ¡,;
Iglesia.
182. O,. KARRER, op. cit., 238: "Naturalmente, 13 sucesión apostólica en la confesión
de la acción eclesiástica, se expresa con una claridad particular el teólogo de la pastora I
de la fe existe como graCia y deber para todos. La cuestión es si, con eso, está va dicho
en Tubinga, F. X. ARNOLD, Grundsatzliches un d Geschichtliches ZUI' Theologie del' Seelsorg«
todo sobre la sucesión apostólica, es decir , si la Iglesia es apostólica sólo por eso. ¿No
(Freiburg i. Br., 1949) 80-86. Respecto a la cooperación del ministerio de la comunidad
puede haber, en el sentido de lo Escritura, un ministerio dotado de por.stad apostólica,
en la transmisión del ministerio, O. KARRIR, op. cit.• 235-236, dice: D. Wendland.
que se transrmta de generacIón en generación? Existe incluso una relación íntima entre
en: Credo Ecclcsiam, señala enérgicamente que, según Hechos. 6. 5 ss., Dtdaché, 15 v
la sucesión en el credo y la sucesión en el ministerio. Ésta se da por razón de aquélla,
san Clemente Romano, 44. 2, la ordenación ha de realizarse con asentimiento de l~
y es pa~a aq~élla nec;saria.» La sucesión apostólica de la Iglesia universal es, en la
comunidad. Esto es cosa que apenas se puede en principio discutir. La Iglesia antigua
eclcsiología católica, mas blen supuesta como cosa sabida que no ampliamente desarro-
consideraba al pueblo y al obispo como una unidad. El pueblo era "el pleroma del
llada (cfr. por el contrario, la presentación de la apostolicidad en K. BARTH, Kirchliche
obispo", según fórmula de san Juan Crisóstomo; y san Clemente Romano escribe su
Dogmat1k. [Zollikon-Zurich, 1953i IV, 1, 795·809). En los libros escolares, la apostolicitas
Carta a los Corintios también en nombre de la Iglesia de Roma, que forma con él una
sttccesstonts (en el ministerio) se trata, en general, con mucho detalle dentro de una
unidad. Este hecho tiene indudablemente una validez supratemporal. Sólo hay que tener
presente que el mismo modelo apostólico daba cabida, según el modelo judío, a diverso,
184 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCILIO Y MINISTERIOS 185

5. La sucesión apostólica del ministerio eclesiástico: COPAL? Nada puede objetarse de suyo. La sucesión episcopal puede
«considerarse como un signo de la ... sucesión apostólica propiamen-
Los católicos reconocen también que la sucesión apostólica del te dicha de la Iglesia y de su ministerio; signo que también ten-
ministerio se realiza en el seno de la sucesión apostólica de la Igle- dremos nosotros como altamente significatvo en tales Iglesias».
sia. y de hecho, el ministerio es y permanece subordinado a la sola Pero se añade también: «altamente significativo, aunque no sea
autoridad de los Apóstoles, relativamente a la forma reguladora del en manera alguna objetivamente necesario: 185. Haciendo abstrac-
testimonio sobre Cristo. Por una parte, los poseedores del minis- ción de que una sucesión episcopal no está afirmada en la Iglesia
terio pastoral, no se encuentran nunca, ellos tampoco, en su suce- precatólica, sino bastante más adelante, y de que la prueba his~órica
sión apostólica, distinguidos de una manera exclusiva de sus comu- de una cadena de obispos sucesivos no se ha tomado en considera-
nidades; más bien, al distinguirse de sus comunidades por el ción hasta esta época, debería rechazarse condicionándola a:
hecho de que suceden a los Apóstoles en calidad de pastores, nece- 1. Si la sucesión episcopal se considera como el medio EXCLt:-
sitan al mismo tiempo la intercesión y la cooperación del sacerdocio SIVO de la transmisión del poder del ministerio. Contra esto es
real de todos los fieles y de carismas espontáneos, cosas todas que preciso decir: «que la misión a un ministerio pastoral no puede
son expresión de la sucesión apostólica de la Iglesia universal y la fundarse sobre un único medio de transmisión y de sucesión perso-
de todos sus miembros. La inserción en la sucesión apostólica se nal y que el Espíritu Santo puede conferir una misión y una auto-
realiza normalmente en la cooperación, que puede ser multiforme, ridad reales, incluso por medios extraordinarios. Limitar la tra~s­
de los ministros con las comunidades 183. misión de la autoridad a los ministros integrados a una sucesión his-
tórica es contrario a la soberana libertad del Espíritu Santo en la
e) Resulta evidente que el acuerdo entre los luteranos ACTUALES Iglesia y a la flaqueza de la existencia terrestre de ésta. Es acen-
v los católicos ACTUALES, sobre la doctrina del ministerio, prospera tuar, además, una distinción entre clérigos y laicos, que no corres-
mucho. No obstante, ¿ nos hemos liberado de todos los puntos po- ponde a la reciprocidad del servicio entre la autoridad espiritual
lémicos en este terreno de la teología? D.e ninguna manera. El pro- concedida al ministerio específico y la concedida a todos los fie-
pio documento luterano no está exento de polémica. Desde la intro- les» 186. La sucesión episcopal podría, por tanto, no entenderse
ducción ya dice claramente: (cEra justo y obligado que recusáram~s, como el único y obligado medio de tradición y de garantía de la
como lo hemos hecho después de la Reforma por amor al Evangelio, autoridad de todos los ministros.
el formalismo pontifical de la sucesión» 184. Y en el capítulo 2. Si la sucesión episcopal está considerada como una GARAN-
final, que trata sobre la sucesión apostólica de los obispos a través TÍA de la tradición de la pura doctrina y del mantenimiento de la
del encadenamiento de la imposición de manos, se desarrolla cla- unidad eclesiástica. Contra eso eS preciso decir: «No se le ha pro-
ramente lo que resuena incesantemente a través de la «Declaración» metido a ningún ministerio, en su calidad de ministerio, que sus de-
y permite leerla con cierto retroceso. . tentares no puedan desviarse de la fe. Es en verdad legítimo que el
¿ Puede aceptar la teología luterana semejante sucesión EPIS, mantenimiento de la Iglesia en la sucesión de la fe apostólica se
lleva a cabo también por medio de la cadena del servicio de quienes
mentalidad polémica. No obstante, la apostolicttas originis y la apostolieitas fidei, que han sido enviados para un servicio pastoral específico. Pero esta
son fundamentales, se mencionan Siempre, aunque sea brevemente. cadena puede continuarse, en oposición al error de los obispos, de-
183. O. KARRER, op. at., 230: "La fuerza salvadora de la palabra y del sacramento
proviene exclusivamente de Cristo, de su Espíritu, con que Él bendijo a su Esposa. Él tentares de este ministerio, igualmente por mediación de detenta-
"mora" en la comunidad de los Santos que viven en la gr:\Cla del Espíritu. Los minis- res que no fuesen obispos. Sí, puede mantenerse incluso de esta
tros (en la medida en que no son personalmente santos) son sólo "peones de mano' l manera, debido a que Dios, en una situación extraordinaria, hace
"nodrizas" o "canales", que pueden ser de oro, plata o barro, como dice a menudo aparecer pastores justos, para su Iglesia, al margen de cualquier
san Agustín. El Señor glorioso los tomó también, por su Espíritu, a su servicio. Él bautiza sucesión institucional del ministerio; transmiten la predicación apos-
también por medio de pecadores l' herejes. Él consagra por medio de santos l' pecadores.
y lo mismo cabe decir de la predicación, de la absolución, de la unción de los enfermos, tólica pura, sin que semejante acción liberadora, debida al Espíritu,
etcétera, sin que pueda hablarse de un "automatismo mecánico", como se repite freo
cucntemcntc, malentendido el opus operatum.» Por lo demás, véanse los testimonios 185. p,·(,¡'¡,.,,,,a zur Apostolischen IV, 21, op. ni, 12.
precedentes. 186. E,!('ldnm;: ZUI' Apostolischen Sulrzcssiou IV. 19, op. at., 12.
184. Erl(lárung zur Apostoluchen Sulezcssion , en: 111formatiomdicl1st del' Vereinigl(l'
El'i/11gelisch.Luthaischen Kirche Dcutschlands (1958) 6.
CONCILIO Y MINISTERIOS 187
186 ESTRUC'lTRAS DE I,A IGI,ESIA

suprima 1~ obligación para l~ Iglesia de una jerarquía espiritual» 187. de Dios para mantener a la Iglesia en la sucesión de la fe apostóli-
La sucesion episcopal podría, por tanto, no entenderse como una ca, de hecho tampoco lo piensa el católico. Pero es envañarse sobre
GARANTÍA de pureza de la tradición apostólica ni como un medio
la doctrina católica pensar que nos deban objetar: «No"'se le ha pro-
EXCLUSIVO para obtener y conservar la unidad de la Iglesia.
metido a ningún ministerio, en su calidad de ministerio, que sus de-
tentares no puedan desviarse de la fe» 190. A eso hay que responder
He ahí los motivos por los cuales el documento luterano puede
claramente: Es de doctrina católica común que es totalmente posible
considerar a la suc~sión episcopal, muy significativa sin duda, pero
un. (Cerrar por parte de los obispos poseedores de! ministerio», y que
en absoluto necesaria. Y de ahí se saca la consecuencia definitiva:
qUle~les se encuentran integrados a la sucesión apostólica «pueden
«Estimamos .. : que la tradición de una sucesión episcopal semejante
desviarse de la fe). No sólo puede ser haereticus un obispo, sino
110 es necesana a las Iglesias que carecen de ella. Es incluso peli-
que, como veremos luego más concretamente, incluso un papa
grosa, porque podría hacer creer erróneamente, que la ordenación en
puede ser haereucus, Contra esto no ofrece ninguna garantía la
las Iglesias es defectuosa si carece de sucesión episcopal. En todo
caso, habría que aclarar en sus principios la cuestión de la comunión
sucesión apos~ólica. (c¿ A quién h~ce Cristo su promesa? Sin duda
en su. intención, y en consecuencia en pnmer lugar, a la Iglesia
eclesial en toda su amplitud y particularmente la cuestión de la
vocación y de la ordenación al ministerio DE la Iglesia» 188. como I11stru:n~nto. del reino de Dios en el mundo; y en segnndo
luga~, al nnrnsteno de la Iglesia, a sus portadores, pero no tanto
considerados en sí y por sí mismos, sino en virtud de la Iglesia
D) ¿ Qué debemos responder desde e! punto de vista católico a
para que ésta cumpla su misión. Cualquiera puede errar, v porqu~
esta reprobación concerniendo al formalismo de la sucesión? Ya )le-
puede errar necesita de la oración de Cristo y de sus santos, de la
mos hecho observar con insistencia que, por culpa de los ministros
((.comu11ldad de l?s santos», como dice san Agustín contra los dona-
que se han opuesto a cualquier reforma seria in capite et niembris J
tistas. La comunidad de los santos - y en el centro de ella el «único
los reformadores se vieron comprometidos en un conflicto trázico .
me~iadon>, s~gún 1 Tim. 2, el Gran Impetrador y Sumo Sacerdote,
adquirieron la convicción de que debían escoger entre la sucesi6n e~
~egun l~, Eptstol~ a los Hebreos - son los' que sostienen por su
el espíritu, la vida y la acción apostólicas; v la sucesión en el minis-
mtercesion a los instrumentos humanos del reino de Dios, y los que
terio apostólico. Es innegable que la sucesión ministerial de estos
sobrellevan los errores humanos. A fin de cuentas todos dependemos
o~ispos,' que. poco se ,Preocupaban por el espíritu apostólico, por la
de la misericordia divina. i Cómo nos hablaba al corazón el testa-
vida y ia acción apostólica, se haya convertido de hecho en alzo árido
mento de Pío XII que se fue de nuestro Jada implorando la mise-
Y: fonn~lista. Los reformadores se despegaron de la sucesión'" apostó- ricordia de Dios!)) 191.
lica obligados por la necesidad, y este despego lo consideraron los re-
. La suce~ión apostólica es, incluso desde el punto de vista cató-
form,adores, durante su vida, como obligado por la necesidad.
licc, algo distinto a un formalismo - por decirlo así - mecánico,
:No obstante, ¿ queda correctamente entendida la doctrina cató-
ya que:
lica que se refiere a la sucesión episcopal, en e! documento lutera-
n,o: En ade!ant~. trataremos más concretamente de la sucesión apos- 1. La sucesión ap.ostólica no es una obra humana que dispone
tólica como medio exclUSIVO de transmitir la autoridad ministerial. de. su proplO poder, smo una obra de! Espíritu de Jesucristo que
¿ Pero qu~ .relación tiene con la sucesión episcopal, como GARANTÍA rema soberanamente en la Iglesia. La imposición humana de las
de la tradición de la pura doctrina y del mantenimiento de la unidad manos no es, por sí misma, el motivo principal, la sezuridad y la
de la Iglesia? Nosotros, los católicos, estamos perfectamente con- garantía de la transmisión de la autoridad espiritual, ~ino el libre
vencidos - como lo admite también la «Declaración» luterana-
«el n;anteni~~ento d~ la Iglesia en la sucesión de la fe apostólica s~
190. lbid., un malentendido parecido en W. ¡OEST, Das Amt UJJd die Etnheit der
Kirche, en: Una Sancta 16 (1961) 248: "El mecanismo de esta sucesión está condicionado
efec.tua también m~d.lant~ la cadena del servicio de quienes han sido por el hecho de que está originariamente ligada a la idea según la cual la adhesión al
enviados a un mimsteno pastoral específico) 189. Que la sucesión obispo que se encuentra en la sucesión apostólica garantizaría la fidelidad a la unidad de
ministerial episcopal sea el ÚNICO medio de que se sirva el Espíritu la verdadera Iglesia, en virtud de un carisma de infalibilidad en lo sana doctrina, carisma
ligado a esta sucesión.»
1,91., O. KARRER, El ministerio de la Iglesia desde el punto de vista católico, en:
187. Erklárung zur Apostolischen Sulizession IV, 20, 01'. cu., 12. 1 e%gw actual (Madrid, Guadarrama , 1960) 171-172; para el problema de la infalibilidad
188, Erklarung zur Apostolischcn Sulezession IV, 21, 01'. cit., 12 Y sigo cfr. capítulo VIII.
189. Erklá1'lmg zur Apostolischcn Sukzession IV, 20, 01'. cit .; 12.
188 CONCILIO Y MINISTERIOS 189

Espíritu del Señor resucitado, que se invoca mediante la imposi- 2. La sucesión apostólica no es por 10 pronto la prosecución
ción de manos, la cual no es sino el instrumento, el signo sacramen- mecánica individualista de un individuo con respecto a su prede-
tal. De la misma manera que Dios puede, en el Espíritu Santo, cesor, sino el ingreso del individuo en una comunión. Al colegio
bautizar incluso por mediación de personas indignas, de pecadores apostólico como corporación, le sigue, igualmente en corporación,
y de herejes, también puede consagrar; incluso la consagración no el colegio episcopal: «No es el obispo, tomado individualmente,
se efectúa en nombre del ministro consagrante, ni gracias a su pro- quien sucede a un Apóstol tomado individualmente. No se integra
pia virtud, sino en nombre y por virtud de Cristo quien nos ha a la sucesión legítima de un Apóstol sino en la medida en que per-
prometido y enviado su Espíritu; el opus operatum no es un opus tenece al episcopado universal de la Iglesia, el cual, a su vez, y
opercium ministri, sino un oj)US operatum Jesu Christi: «No hay tomado en su conjunto, sucede al colegio apostólico en corpora-
. /... 194
ClOI1.)) .
ciertamente que aprobar todo lo que en la historia de la Ivlesia ha
sucedido; en nuestro caso, no hay que aprobar particularmente 3. La sucesión apostólica no está en oposición con la palabra,
lo sucedido en las circunstancias "jurídicas" medievales de la or- sino al servicio de la palabra. El Nuevo Testamento es un testimo-
denación de los "señores eclesiásticos" feudales. Mas cuando el obis- nio de la predicación viviente de los Apóstoles. Debe incluso en
po y el pueblo cristiano, en legítima colaboración, invocan al Espí- el tiempo post-apostólico, sometido (!) a la autoridad de la Escri-
ritu Santo, la ordenación no es un formalismo externo, sino (de tura, entenderse como una palabra, no sólo leída, sino anunciada:
modo análogo a la encarnación de Dios) la expresión del misterio «Porque precisamente la verdadera successio apostouca va unida a
de la Iglesia misma. Es decir: los dones y poderes del Espíritu la polabra, no puede estar unida simplemente a un libro, sino que,
Santo tienen U11 signo externo, lo mismo aquí que en los preceden- en cuanto successio merbi . debe ser una successio proedicontiura, la
tes sacramentos del bautismo y de la confirmación, que también cual a su vez no puede subsistir sin una «misión», por tanto sin
consagran al cristiano, Y hay que recordar que quien PROPH,\!EKTE una continuidad de personas a partir de los Apóstoles. Precisarnen-
bautiza, ordena o consagra, no es el hombre; es el Espíritu prome- te por amor a la palabra, no debe ser ésta, en la Nueva Alianza,
tido por el Señor glorioso e invocado por la Iglesia el que, por medio la letra que mata, sino in-oa vox) y esto exrge una viva successio.
de hombres, actúa. La virtud consagrante no viene, en un plano ho- La teología neotestamentaria de la palabra y de la Escritura apor-
rizontal, del pasado, si bien, en la dimensión temporal visible, el ta, a fin de cuentas, una confirmación todavía más sólida del con-
consagrante es ahora un hombre que recibió la consagración de otro cepto de sucesión, formulado por la antigua teología antignóstica,
anterior a él. La virtud viene, en una dimensión vertical, del Es- en la medida en que no deja de propagarse la certeza de que el rito,
tomado del judaísmo, de la instalación en un ministerio, por la
píritu que está presente por encima del tiempo y del espacio» 192.
imposición de las manos, debe remontarse hasta 105 orígenes judai-
y referente a la prueba histórica de una sucesión episcopal, ha y cos de la cristiandad ai".
que considerar 10 siguiente: «En cuanto a la "lista de los obispos",
de la que, según Karl Barth, hacemos los católicos depender la or- 4. La sucesión apostólica no se lleva a cabo «automáticamen-
denación, hay que decir que para la vida y para la conciencia de te», sino que presupone la respuesta de la fe a la vocación y a la
la Iglesia esta lista significa lo mismo que significa para la vida misión divina. La fe es, según el Concilio de Trente, el principio
de una familia de muchos siglos la lista de sus antepasados. La de la existencia cristiana: «la fe es el principio de la humana sal-
vida de esta familia no depende de la lista de sus antepasados, P'cTO vacióri, el fundamento y raíz de toda justificación; sin ella es in:-
esta lista tiene importancia como símbolo que obliga a una deter- posible agradar a Dios iHeb, 11, 6) y llegar al consorcio de sus hi-
n:inada actitud espiritual. En nuestro caso esta lista de obispos
sirve de amonestación a la virginidad, a la vista de los testigos 10,4. K. K'HNER, Episkopa: und Primat (Über das ius dit'Ínum des Epislcopats)
(Friburgo- Basilca-Viena, 196]) 70, trad. castellana. Episcopado )' primado (Barcelona, Hcr-
precedentes, muchos de ellos mártires venerandos y pertenecientes der, en prensa); Rahner ha llamado mucho la atención acerca de las consecuencias, tanto
lllcluso 2,1 "glorioso rebaño de los apóstoles") 193. teóricas como prácticas, de esta proposición.
195. J. RATZINGER, Episkopat und Prima! (Primat, Episkopar und successio apostolica)
(Friburgo-Basilea-Vicna, 1961) 51, tra , castellana, Episcopado), primado (Barcelona, Herder,
192. O. KARRER. La sucesión apostólica y el primado, en: Panorama de la teologí"
en A este respecto, Ratzinger remite al conocido libro de E. LOIlSE, Die Ordi
actual, publicado por j. Feiner, j. Trütsch y F. Bockle (Madrid, Guadarrarna, 1961) 242.
in¡ Spdtjlldelltlllll IIl1d im Neucn Testument (Giittingen, ]951).
]93. O. KARRER, El ministerio de la Iglesia desde el punto de vista católico, en:
Teología actual (Madrid, Cuadarrama, ]960) 168,169.
CONCILIO Y MINISTERIOS 191
190 ESTRl:CTURAS DE LA IGLESIA
realizada a través de la historia de la Iglesia, de las imposiciones
joS))196. La fe, despertada por la gracia de Dios, es una disposición de manos por el obispo, la ordenación debe ser proclamada como un
previa a la recepción de la ordenación, a fin de que 1a consagración SIGNO de la sucesión apostólica, y, cuando falta, hay que buscar
sea operante. Es decir, que allí donde el recipiendario no tiene la establecerla» 199. De esta manera se expresa, en oposición consciente
misma fe en e! sentido de la «intención» (es decir, la voluntad formal con la «Declaración» de la comisión ecuménica de la Unión de las
de recibir un sacramento de la Iglesia), sólo existe un sacrilegio. El Iglesias evangélica y luterana de Alemania, el eminente teólogo evan-
sacramento es sólo el signo del influjo abundante de la gracia de Dios gélico del Consejo Mundial de las Ig .. sias, E. Schlink, profesor de
allí donde es recibido con auténtica fe. Así, cualquier poder pastoral metodología en Heidelberg. Pero Schlink, precisamente, obliga de es-
en la Iglesia es deficiente allí donde exista herejía manifiesta 197. ta manera a reflexionar a los teólogos católicos. Un informe de
5. La sucesión apostólica no confiere un ministerio, en que el Schlink durante la sesión de esta comisión durante la primavera
poseedor pudiera disponer arbitrariamente del Señor y de la Iglesia, de 1957, proporciona una base teológica tan completa corno con-
sino un ministerio que debe manifestarse como un servicio de amor, creta a la «Declaración sobre la sucesión apostólica» definida du-
presto al sacrificio. No se trata de un poder que glorifique al posee- rante el otoño del mismo año por la propia comisión. El informe de
dor y a nada le obligue, sino de un poder que exige de él un espíritu Schlink, que sabe aunar a una auténtica apertura ecuménica la
apostólico, una vida y una acción apostólicas: «El poder ... ha sido fidelidad a las desideratas luteranas fundamentales, trata también
prometido, dado por Dios; pero no significa que podamos disponer de los problemas que se encuentran en el primer plano de la (De-
según el propio arbitrio de lo que Dios nos ha dado. Estamos obliga- claración» :
dos a concebir el ministerio en el Espíritu de Cristo. Si nuestros 1. Carisma y ministerio: La Iglesia, en cuanto comunión de
pensamientos y obras tendiesen a la propia gloria, pecaríamos. Esto dones v servicios variados (afirmaciones importantes para la suce-
es posible entre los hombres, pero es ilegítimo. Y todo cristiano, sión apostólica, fundadas sobre la lista paulina de los carismas),
cualquiera que sea su puesto en la Iglesia, si no obra guiado por el la vocación v la misión comunes y específicas al servicio (el signifi-
egoísmo, sino en la verdad y el amor, está autorizado y está llamado cado de la imposición de manos), el concepto 'dogmático del ministe-
por el Espíritu a enfrentarse a este abuso, y a levantar el público rio episcopal (diferencias y puntos comunes entre el concepto paulina
testimonio de la verdad» 198. del servicio y el de Lucas y el precatolicismo),. el servicio ~a~ismá­
Después de estas aclaraciones, que hemos justificado mediante tico fundado sobre la misión específica concebida como mirnsterio
citas de eminentes teólogos católicos ¿ se puede todavía y con tanta pastoral (funciones y poderes del ministerio pastoral).
ligereza hablar de «formalismo» (mecanización, etc.) de la sucesión
apostólica í ¿ Podemos declarar, como lo hace el documento luterano, 2. Apostolado e Iglesia: la noción del apostolado (testimonio
que es sencillamente inútil, incluso «peligroso» confiar a las Iglesias de testigos oculares y misión en cuanto elementos constitutivos, la
que carecen de ellas una sucesión apostólica concebida de esta misión de los Apóstoles), los Apóstoles fundamento de la Iglesia
manera? (su función única y fundamental) y miembros de la Iglesia (pecado-
res justificados, sometidos al Señor, frente a la comunidad), su ser-
E) «Pero la sucesión de la imposición de manos por los obispos vicio en comunión con los otros miembros de la Iglesia.
consagradores debe considerarse como un SIGNO de la sucesión apos- 3. Iglesia y ministerio: el ministerio pastoral diferenciado de!
tólica de los ministerios y de la Iglesia. Es un signo mediante el cual ministerio apostólico y prosiguiéndolo (los pastores en presencia
la Iglesia muestra claramente que sólo es la Iglesia de Cristo si tiene de la Iglesia en cuanto miembros de la Iglesia, su servicio en la
conciencia de estar fundada sobre los Apóstoles. La sucesión de la comunión de' la Iglesia), finalmente, la sucesión apostólica.
imposición de manos por el obispo es, por tanto, al propio tiempo, un El informe de Schlink, que influenció la «Declaración» de la
signo de la unidad y de la catolicidad de la Iglesia. Ya que sólo comisión ecuménica, es muy importante bajo un doble aspecto:
la ecclesia apostouca es la una sancta catholica. Por la sucesión 1.° el significado positivo de la imposición de manos está aquí es-
tudiado, como ya hemos indicado, con más agudeza que en la (De-
196. Denz, 80J.
197. Cfr. sobre este asunto, O. KARRER, El ministerio de la Iglesia desde el punto 199. E. SCHLINK, Die apostolische Sul(ZeJSion, en su volumen colectivo: Dei lrommendc
de vista católico, en: Teología actual (Madrid, Guadarrama, 1960) 168. Christus un d die l(irc!JIichen Traditionen (Góttingen, 1961) 194.
198. Ibid, 170.
192 ESTRUCTURAS DE lA IGLESIA coucn.ro y MINISTERIOS 193
claraciónv ; 2.° al mismo tiempo, la posibilidad de otros caminos al que Dios le llama. La vocación es un precepto, no de la ley, SIno
hacia el ministerio pastoral se pone de relieve de manera más enér- del Evangelio. Pero el Evangelio es energía de Dios, es palabra-
gica que en la «Declaracióu». Schl~nk se ap~oxima notablemente a acción de Dios. Igualmente la misión es, también, energía de Dios.
la posición católica en lo que se refiere al pnmer punto; puede por Participa de la naturaleza generalmente preceptiva del Nuevo Tes-
lo tanto, con mucha más eficacia, plantear a la doctrina católica, so- tamento, la cual, fundada sobre lo que tiene éste de positivo, con-
bre el segundo punto, preguntas serias y críticas. tiene al mismo tiempo la gracia necesaria para el cumplimiento de
1. Significado positivo de la imposición de manos por los mi- lo que está prescrito. Por tanto, la imposición de manos no es signo
nistros. inútil, sino que mediante él adquieren eficacia el precepto y el don
Schlink se refiere a las vocaciones, instituciones, procuraciones de Dios. La imposición de las manos en vistas a la misión debe,
concretas; en resumen, a la misión particular en los Hechos de es cierto, diferenciarse de otras imposiciones de las cuales habla
los Apóstoles y en las Epístolas pastorales, y afirma: «La misión el Nuevo Testamento; por ejemplo en vista a la curación, la ben-
de miembros determinados de la Iglesia a un determinado servicio, dición o la colación del Espíritu después del Bautismo. Pero de la
la transmite diversas veces el Nuevo Testamento como algo que misma manera que, según testimonio del Nuevo Testamento, en
se lleva a cabo durante la imposición de manos. Aquí se trata, corno todos esos casos de imposición de manos, el resultado obtenido lo
es en parte por la imposición, lo propio sucede con el carisma para
sabemos, de la reanudación de una costumbre, ya atestiguada por
el servicio concreto, para el cual un miembro de la comunidad re-
el Antiguo Testamento, para la institución de un ministerio, costum-
cibe misión para la oración y la imposición de manos. "La ordena-
bre que se perpetuó entonces en la ordenación de los escribas judíos. ción no era un simple formalismo ni un aeta simbólico, sino un acto
He aquí por qué hay que tener en cuenta que algunas vocaciones y de colación del Espíritu» (J. Jeremías). De ahí puede nacer una
una imposición de manos se estilaron desde el principio en la pri- confianza en la ordenación e incluso, mirando hacia atrás, en la
mitiva comunidad cristiana de Palestina, y que la imposición de ordenación recibida antiguamente. De ahí puede nacer la seguridad
manos también tuvo lugar para algunas vocaciones que el relato no consoladora: me llaman, me mandan y bien mandado, precisamen-
menciona de una manera explícita (por ejemplo Act. 14, 23))) 20{).
t
te por la palabra pronunciada; ya que debo saber que esta palabra
Estas misiones específicas no se refieren a cualquier servicio, pronunciada no es una palabra de la ley, ni tampoco una vana pa-
sino que se limitan al servicio de la fundación de las Iglesias en labra de promesa, sino que actúa por el Espíritu. Aquel que es
misión y del gobierno de la Iglesia, igual que al servicio auxiliar ordenado debe saber que el carisma ministerial le concederá fuer-
en el momento de esta fundación y en este gobierno. Este servicio za para anunciar oportunamente el Evangelio, y en esta certeza,
corresponde a aquel para el cual los propios Apóstoles fueron lla- debe «reavivar el don que Dios ha depositado en ti por la imposi-
mados. Pero mientras que entonces fueron llamados para el servi- ción de las manos» (JI Tim. 1, 6))) 2ll1.
cio por Cristo, sus sucesores lo son por los hombres. Por este camino llega Schlink al concepto según el cual, por la
En esta misión específica, hay que destacar los siguientes pun- sucesión, realizada a través de la historia de la Iglesia, de las impo-
tos: 1.° se realiza por medio de los hombres, pero no se deja al siciones de manos por el obispo, la ordenación debe ser aclamada
arbitrio de los hombres, por el contrario, la dirige el Espíritu como un signo de la sucesión apostólica de los ministerios y de la
Santo (de dónde los ayunos y la imploración del Espíritu, incluso Iglesia y como un signo de su unidad y de su catolicidad y, cuando
sobre quienes le llaman) ; 2.° la palabra y las manos de los hombres no existe, hay que buscar establecerla 202. Según Schlink, cual-
sólo le sirven como instrumentos de Dios, que es quien llama; quier evolución realizada en la Oikowmene orienta en esta dirección,
3. ° al llamar, Dios concede plenos poderes; esta habilitación no y obligará, sobre este punto, a una revisión de la «Declaración» :
significa sólo que se pone expresamente en obra un carisma ya ;( En consideración a la evolución universal ecuménica, no debería
poseído, sino que además se entra a participar de un carisma que concederse ningún significado definitivo a la "Declaración de la
califica para el servicio pastoral: «(A aquel que cree y que como tal comisión ecuménica de la Unión de las Iglesias evangélica y lute-
está impelido por el Espíritu de Dios, la misión a un determinado
servicio le confiere un carisma concreto para este servicio concreto 201. lbid, 167.
202. lbid., 194.
200. lbid., 166.
13
[94 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
CONCILIO Y MINISTERIOS 195

rana de Alemania, sobre la cuestión de la sucesión apostólica del ne nigún ministro. Según 1 Tim, 4, 14, fue por imposición de manos
26 de noviembre de 1957", la cual es demasiado reservada» 203. de los ancianos y según JI Tim. 1, 6, por imposición de manos de
Pablo, como se envió a Timoteo a su servicio particular. No hay
No podemos descuidar el hecho de que Schlink ha explicado y
lugar para suponer a p'ri01'i que en este servicio los ancianos hu-
enriquecido la posición luterana a la luz del Nuevo Testamento y
bieran sido instituidos antes por imposición de manos. Lo que
ha silenciado sus puntos débiles. De hecho, a la luz del Nuevo Tes-
sigue está totalmente en la misma línea: Los ancianos, de que
tamento, esto significa una seria aproximación en relación a 10 que
se habla en las Epístolas pastorales, eran esos miembros de la
desean los católicos 204. Ahora bien, precisamente por ahí, la teolo-
comunidad que pertenecían a ella desde hacía mucho tiempo o in-
gía católica se encuentra colocada ante problemas frente a los cua-
cluso desde el principio; habían conservado su fc cristiana gracias
les una toma de posición demasiado unilateral podría proporcionar
a la pureza de una conducta irreprochable, por medio de las obras
fáciles respuestas (por ejemplo, otras cuestiones críticas). Estas cues-
de caridad, etc., y por esta razón adquirieron un rango particu-
tiones giran alrededor del problema que está ya sujeto a discusión
lar en la comunidad, sin que por eso sea necesario presuponer una
por la declaración luterana y que habíamos planteado antes nueva-
institución particular al ministerio presbiterial. La institución de
mente: el problema de la sucesión episcopal considerado como medio
los presbíteros, de que se trata en las Epístolas pastorales, sería
EXCLl;SIVO de transmisión del poder ministerial.
entonces la institución de presbíteros propiamente hablando, más que
2. ¿ Otros caminos de acceso al ministerio? de obisposs ?".
Hay que hacer notar, ante todo, que no responderemos a las pre- Podría suponerse, sin duda, que la misión se realizó por ministros
guntas de Schlink (ni a las de la «Declaración» luterana, que por cooperando con la comunidad (o por Jo menos de acuerdo con ella)
otra parte no son tan claras). En teología católica, efectivamente, y por comunidades o miembros de la comunidad cooperando con los
la respuesta no está verdaderamente en disposición de afirmarse. ministros (o por 10 menos reconocidos por esos ministros), caso de
Ante todo se trata de que escuchemos y comprendamos las difi- que los haya habido. Pero la historia no proporciona pruebas de una
cultades. jerarquía estricta, como sería la elección por la comunidad y la
¿ Quiénes son los hombres que llaman? Schlink concede, sin imposición de manos por los ministros. «De ello se sigue que los es-
más, que el Nuevo Testamento habla del cumplimiento de la mi- critos del Nuevo Testamento no conceden interés alguno a la suce-
sión particular por quienes han sido enviados antes por llarnarnien- sión de las imposiciones de manos por los Apóstoles sobre sus coope-
to particular al servicio: llamamiento de ministros por ministros radores y discípulos con miras a convertirlos, después de ellos, en
(Act. 14, 23; Tit. 1, 5; 1 Tim. 5, 22 Y también Act. 6, 6). Pero pastores de las comunidades locales. Incluso en el caso en que se
al propio tiempo ofrece a examen el hecho de que los escritos neo- supone la existencia de hecho de una sucesión semejante, el interés
testamentarios hablan, por otra parte, de misiones específicas rea- no reside desde luego en la sucesión en sí misma de las imposicio-
lizadas por personas que no han recibido ninguna misión específi- nes de manos, sino en la tradición de la pura doctrina (cfr. por
ca: «Asi, Act. 13, 1 y siguientes: el envío de Pablo y Bernabé ejemplo, JI tu«. 2, 2))) 2'{)6.
por los profetas y doctores de Antioquía. Ya que en ningún lugar Sería sin duda demasiado sencillo eliminar este problema por
del Nuevo Testamento se habla de profetas instituidos por impo- medio de interpretaciones a priori (por ejemplo: en el caso de los
sición de las manos. Por tanto se hace difícil presuponer que los presbíteros a quien se les ha impuesto las manos, se trataría con
doctores de quienes se habla aquí, fueran instituidos de la misma toda evidencia de «sacerdotes», o bien en el caso en que se tratase
manera. Según JI COY. 8, 19, fueron las comunidades quienes lla- sólo de los «ancianos» de la comunidad, su ordenación no sería una
maron a Tito para que cooperara con Pablo, sin que aquí se mencio- verdadera ordenación; o bien aún, al decir «comunidad. se querría
decir ministros, etc.). Pero, en último plano, se encuentra todo el
203. lbid., 194; el pastor evangélico W. RICHTER, Apostolische Suezession und die complejo problema que desempeña un papel tan importante en las
Veteinigte Euangclish-Lutherische Kirche Deutschlands , en: Una Santa 14 (1959) 48·54 actuales investigaciones de exégesis neotestarnentaria y que ya he-
critica, sobre este punto, la "Declaración». mos examinado de cerca, sobre todo a propósito de E. Kásemann :
204. Pero Schlink ve también la importancia de este problema para una comprehensión
ecuménica de la teología anglicana. Llama expresamente !a atención sobre la amplia una-
205. E. SCHLlNK, Die apostolische Sukzessio12 , op. cit., 169.
nimidad de diversos teólogos, como los que se han expresado en el volumen colectivo
publicado por K. Carey en 1954, The historie Episcopatc . 206. lbid .• 170.
CONCILIO Y MINISTERIOS 197
196 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
impulsos que se apoderan de una persona tras otra y se oponen a
a saber, por una parte, la diferencia entre las importantes Epístolas una permanencia de las personas, sino carismas que en sus efectos
paulinas que todavía no se han puesto en duda, y, por otra, los se parecen exteriormente a ministerios debidamente conferidos.
Hechos de los Apóstoles y las Epístolas pastorales. La solidez de 6. o Las acciones del servidor llamado, permanecen expuestas al
la postura de Schlink Se debe a que no se conforma con efectuar control y al juicio de la comunidad. 7.° Incluso en un servicio que
esta constatación en el Nuevo Testamento, ni ahogarla en una in- se realiza sin misión específica, la palabra concreta está sometida
terpretación dogmática, sino que deduce de e11a una prueba de su al examen y al juicio de la comunidad y a la palabra del Apóstol
concepto. Deduce, que en los Hechos de los Apóstoles y en las Epís- que permite reconocerla e incita a hacerlo.
tolas pastorales, desempeña un papel importante la misión específi- Pero incluso en estos puntos comunes existen DIFERENCIAS que
ca, mientras que la diversidad de dones y servicios conferidos por deben tomarse en serio: 1.0 La forma «precatólica» del servicio
el Espíritu a cada miembro de la comunidad, no está evidenciada. (originada en las comunidades surgidas de Jerusalén) está atestigua-
Antes al contrario, según las importantes Epístolas paulinas, el da en los escritos del Nuevo Testamento, pero no debe considerár-
Espíritu no se concede sólo (como en los Hechos y las Epístolas sela la única forma de disciplina eclesiástica. «Esto no quiere decir,
pastorales) a cada cristiano (10 cual debe traducirse por un testimo- en absoluto, que una jerarquía de ancianos y de obispos, fundada
nio ante el mundo), sino que la comunidad se supone y presenta sobre una llamada particular, no haya existido en las comunidades
como una comunión entre diversos servicios carismáticos, como de Corinto o de Roma durante la época en que Pablo les escribía.
Cosmos de diferentes dones y servicios. Haciendo abstracción del El principio de la misión empieza a generalizarse desde la primera
propio Apóstol y de la llamada de Tito mencionada en JI Cor. 8, Epístola de Clemente; su influencia se ejerce luego tanto en Orien-
19, no se habla de una llamada particular a estos servicios. Es sor- te como en Occidente, sobre la doctrina de la Iglesia primitiva con-
prendente que en las Epístolas paulinas el servicio de gobierno cerniente al ministerio y esto incluso entre los reformadores, espe-
(I COL 12, 28) y de la presidencia (Rom. 12, 8), se mencionen cialmente en Calvino: 207. 2.° La forma paulina del servicio (en uso
entre 10$ dones que, sin misión específica, surgen de la libertad entre las comunidades paulinas en los tiempos de su fundación) está
del Espíritu en la comunidad. No es la Irrisión sino el servicio efec- confirmada en los escritos del Nuevo Testamento j pero tampoco
tivo lo que parece ser el fundamento de la obediencia que la comu- debe considerarse como la única forma de disciplina eclesiástica:
nidad debe a quienes la sirven. Según 1 Coro 16, 15, las gentes «Tampoco se puede generalizar el concepto paulino que considera
de la casa de Estéfana fueron los primeros que trabajaron en re- el servicio de Iglesia como una diversidad de carismas espontáneos,
unir una comunidad y en servirla y, debido a ello, dice san Pablo ni interpretar por este hecho la misión como una simple ratificación
que debe obedecérseles. ¿ No es éste un ejemplo de la forma como del carisma que ya Se posee o como el signo de un catolicismo
la Iglesia cristiana primitiva se ha propagado gracias a un trabajo naciente» 208.
misionero espontáneo? Consecuencia: «En la primitiva Iglesia cristiana, hay que es-
Schlink se esfuerza entonces por tener en cuenta tanto lo que perar, en primer lugar, encontrar yuxtapuestos y mezclados los
es común como lo que es diferente en las dos formas de servicios diversos principios y formas de servicio. Fundar y gobernar una
(con o sin 11amamiento particular). Ante todo, los PUNTOS COMUNES Iglesia, representó un servicio cuyo cumplimiento tuvo por princi-
(contra R. Sohm y E. Brunner y diversos exégetas del Nuevo Tes- pio, en parte, una misión específica confiada por 105 Apóstoles o por
tamento) : otros ministros llamados a servir a la fundación y al gobierno de las
1.° El ministerio apostólico es fundamental para cada servicio comunidades j en parte, la misión fue confiada por la comunidad
en la Iglesia y también, por lo tanto, la llamada directa y la auto- o miembros eminentes de la comunidad, pero no investidos con l;lr: a
0
ridad de los testigos oculares de la resurrección. 2. El don de sí misión específica j y, finalmente, representó también un serV1C10
mismo a Cristo en la fe y el Bautismo es una condición previa a que se cumplió por carisma, sin misión específica» ze9. La prueba
cualquier servicio. 3.° Cualquier servicio tiene su origen en la li- es que el concepto del ministerio eclesiástico no es constante en Jos
bertad del Espíritu Santo. 4.° Incluso el servicio cuyo principio es
0 207. uu., 173.
una misión específica es también un servicio carismático. 5. In- 208. lbid .
cluso los carismas espontáneos no son sencillamente manifestaciones 209. tu«
de entusiasmo delirante que se opondrían a la jerarquía, ni súbitos
CONCIlIO Y MINISTERIOS 199
198 ESTRl:CTURAS DE LA IGLESIA
amplia expansión de la Iglesia, pudiera proteger co.n. su ~utoridad
escritos del Nuevo Testamento, pero está expresado bajo forma.s v animar una disciplina de la ordenación y del mI11lS~eno,. ~n el
extremadamente variadas y variables. La noción dogmática del mi- sentido presentado por las Epístolas p~storales. En. la afirmación ,de
nisterio eclesiástico debe incluir diversos datos del Nuevo Testa- la misión específica, la relación, esencial para la vida de la Iglesia,
mento en una sistemática reducción. entre la palabra y el espíritu por una parte y, por otra, .entre el
Por otra parte, erraríamos torpemente pensando que Scblink carácter, único en la historia, de la acción salvífica de DlOS y la
reivindique pura y simplemente, también para la Igle~ia actual, es-
constante acción salvífica de! Espíritu, encuentra su perfecta ex-
tos tres procedimientos pararelo~. Se esfuer;.za, l~lás bien, por :nos- presión. Ya que la activid~d del Espíritues una acti~i,dad co~memo­
trarse abierto al concepto paulmo de la Iglesia, pero al mismo rativa es decir una actividad que se refiere a la accion salvífica de
JesuCl!isto, úni~a en la historia, y por tanto a la palab.sa apos~ó!ica
tiempo a la noción dogmática del ministerio eclesiástico, insistien-
do no sobre los servicios carismáticos espontáneos, S1110 sobre el
y, en este sentido, actividad que torna presente la accion s~lvlflca.
en~ío particular en servicio. ¿ Por qué ~ No es po~q~e, de hecho, Por tanto Espíritu y tradición no se oponen uno a otro, sino que
en e! desarrollo de la historia de la Iglesia, el cumplimiento del ser-
están hechos uno para el otro. No hay que olvidar tampoco que la
vicio eclesiástico havo. estado cada vez más condicionado por una
diversidad de las manifestaciones y servicios carismáticos espont~­
llamada previa; la" supresión progresiva de las libres manifesta-
neos en las comunidades paulinas, no habían quedado de hecho sin
ciones carismáticas podría ser incluso un signo de contracción y
el control de un ministro habilitado por una misión específica, o
de esclerosis en el ministerio eclesiástico. No es, tampoco, porque
sea, e! control del Apóstol. Los relatos paulinos son pruebas claras
desde el principio hayan degenerado las libres manifestaciones caris-
de la forma concreta como ejerció el Apóstol su influencia sobre
máticas (empezando por la gnosis incipiente y .el montanismo, .lueg.o
las comunidades, gracias a su autoridad particular, animando y
los numerosos movimientos de la Edad Media, hasta los «ilumi-
exhortando, aprobando pero también amonestando y desempeñando
nades» de! tiempo de la Reforma); los ministros que han reci-
en todo ello el pape! de jefe. Esta manera de gobernar y servir que
bido una llamada pueden también extraviarse por ambición y falsa
tenía el Apóstol, tan realmente eficaz y presente, a despecho de su
doctrina, etc. Pero e! principio es que la MISIÓN debe fundamental-
ausencia corporal, obtuvo tanto éxito, que el servicio fundado so-
mente v necesariamente adquirir CADA VEZ MÁS IMPORTANCIA, A
bre una llamada particular debió ganar en importancia, igual que
MEDIDA QUE SE ALEJA A TRAVÉS DEL TIEMPO, DEL SERVICIO DE LOS
J

el servicio carismático, que, movido por esta llamada, entraba en


APÓSTOLÉS QUE HAN FUNDADO LA IGLESIA: «La Iglesia sólo puede
contacto con una autoridad establecida de la comunidad y no se
vivir permaneciendo cerca del Cristo histórie,o, crucificado y re,~u­
daba por satisfecho, como los otros carismáticos de que la comunidad
citado en cuanto es su Señor presente actualmente; esto sigrnttca
le reconociera con ulterioridad» 211
que permanece próxima al testimonio de los Apóstoles, testigos
El MINISTERIO ECLESI.~STICO debe, por tanto, según Schlink, con-
oculares de ese Señor que les ha llamado. Pero, a medida que se
siderarse bajo dos aspectos:
aleja a través del tiempo, la tradición del mensaje, de la doctrina
y de las prescripciones apostólicas y, por consiguiente, el envío 1. El ministerio eclesiástico debe considerarse como un servicio
en servicio favorable a esta tradición, deberían ganar en impor- carismático que, entre la variedad de servicios y carismas, está
tancia. Ya que finalmente todo depende del hecho de que en la Iglesia fundado sobre una MISIÓN ESPEcíFICA, es decir, sobre el hecho de ser
la palabra de los Apóstoles retumba todavía sin alteración y que enviado en servicio especial para la fundación y el gobierno de la
todas las otras voces que se dejan oír en la Iglesia les están some- Iglesia (y para los servicios auxiliares), en resumen, para el MI-
tidas. Debido a la importancia de la tradición apostólica, hay que NISTERIO PASTORAL. Hay que tener en cuenta la gran vanedad de
entender que la disciplina eclesiástica presentada en las Epístolas funciones del ministerio pastoral, que se encuentra centrado sobre
pastorales ha sido colocad.a bajo la autoridad de san ~ablo» 210 las dos funciones esenciales siguientes: dirigir la asamblea litúrgi-
En lo que atañe, precisamente, al desarrollo ulterior de las co- ca y promover el movimiento misionero en el mundo, y de sus for-
munidades paulinas, será prudente: «Al considerar la importancia mas: las expresiones, obispo, presbítero, anciano, diácono, etc.,
que en estas Epístolas .indiscutibles, ha atri~uido Pablo a la tra- se emplean en diferentes sentidos según las distintas situaciones y,
dición, habrá que admitir que, durante su vejez y al comprobar la
210. ius., 176.
21 J. tu«
CONCIUO y MINISTERIOS 201
200 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

crecer, posibilidad que se ha realizado en la expansión .misionera


con frecuencia, también, unas por otras: «El Nuevo Testamento de la comunidad cristiana primitiva. Además, estos serVIClOS espori-
no permite suponer que los tres ministerios eclesiásticos que se táneos, no tienen más que referirse al Amén de la Iglesia y, por
imponen en la Iglesia primitiva: obispos, presbíter?s. J:' diáconos, ahí, al propio tiempo a hacerse reconocer por los pastores que han
se entiendan como una estructura general en las primitivas comu- recibido una llamada» 213.
nidades cristianas» 212. Sin embargo, no faltan datos que permiten De esta definición del ministerio eclesiástico se sigue que, en
hacer proceder sistemáticamente de la naturaleza de la Iglesia las el interior de la sucesión apostólica de la Iglesia y de cada uno de
diversás formas más importantes del ministerio pastoral, la división sus miembros, la sucesión apostólica del MINISTERIO PASTORAL debe
del ministerio entre superiores y subordinados. Es esencial el mi- tomarse muy en serio; es esta una consecuencia que atañe a la
nisterio de pastor de la Iglesia local, al que nada le falta en cuestión SUCESIÓN APOSTÓLICA en cuanto sucesión en la obediencia a los
de autoridad, pero que debe permanecer en comunión con los otros Apóstoles, llamados a ser los testigos oculares de la resurrección
pastores. El ministerio eclesiástico se reparte entre el obispado, los de Jesucristo. Esta sucesión en el ministerio pastoral significa qu.e
ministerios de diácono, las cargas temporales (visitas, etc.). Lo que cada pastor 1.° viene obligado a imitar a los Apóstoles en su predi-
de suyo queda dudoso desde el punto de vista dogmático, luego el cación. su doctrina, su gobierno, su gestión, 2.° al igual que el
derecho canónico lo consideraría con frecuencia como una forma Apóstol, se presenta a la Iglesia como heraldo y lu~arteniente .de
perfectamente definida de la disciplina eclesiástica. Esto es in- Cristo, 3.° como cualquier otro miembro de la comunidad sometido
negable. a Cristo, depende de su gracia, día tras día, 4.° hace apare.c~r a la
2. Este concepto del ministerio pastoral debe, al propio tiempo, Iglesia en comunión con los otros pastores y con los servicios ca-
permanecer abierto a la noción paulina que hace de la Iglesia una rismáticos.
comunión de carismas, y no debe excluir tampoco la POSIBILIDAD No obstante, sólo bajo la condición de que la relación entre
DE CARISMAS ESPONT,{NEOS EN LA FUNCIÓN Y EL GOBIERNO DE LA CO- el apóstol y la Iglesia se prosiga en la comunión del s~rvicio que
MUNIDAD: «(Así sucedió en la covuntura misionera, cuando hubo los hermanos se prestan mutuamente y que- todos conjuntamente
reconocido Pablo que los pioneros 'habían recibido del Espíritu, sin prestan al mundo, la sucesión apostólica, tanto de la Iglesia
llamada particular. los dones de jefe, de presidente y de responsable como del ministerio, se tomará en serio. Schlink concluye que,
V que hubo exhortado a la comunidad a que obedecieran a esos ser- para ser fiel a 10 que han llevado a cabo los Apóstoles, hay que dis-
vidores. La doctrina sobre el ministerio pastoral debe permanecer tinguir fundamentalmente TRES CAMINOS DE ACCESO AL MINISTERIO
acogedora a esta coyuntura. mi.si~nera. sie~pre .ac~ual que ~e en- PASTORAL:
cuentra al límite de la Iglesia jerarquica. {; n crrstiano, perdido en 1. «El hecho de ser enviado en servicio pastoral por personas
un ambiente totalmente pagano y que por su testimonio de cristiano que han sido antes a su vez enviadas a título de pastores, bajo re-
enciende la fe a unos paganos, los bautiza y toma con ellos la cena serva de que la Iglesia y hasta algunos miem bros de la Iglesia que
del Señor hace funciones de pastor, siempre que lleve a cabo todo no han recibido ordenación alguna reconozcan esta misión y que,
esto conforme a la doctrina y a las prescripciones apostólicas, aunque además, cooperen en ella» 214. Schlink dice claramente sobre este
antes de su exilio lejano en ambiente pagano no hubiese sido habi- primer camino (y como ya hemos visto va mucho más lejos en esto
litado por un mandato particular. En el aislamiento de un campo que la «Declaración» luterana) que hoy en día (ces digno de pre-
de prisioneros o de trabajos forzados, actúa en realidad en comu- valecer y de servir de regla. Ya que a medida que se aleja de los
nión con la Iglesia y sus pastores, y éstos no deberán negarse a re- Apóstoles a través del tiempo,. ~l mi.nisteri?, e. incluso. ~na evolu-
conocer su ministerio V su comunidad cuando se pongan en contar- ción particular en favor del rnmisterro, debían Ir a~qUlnendo .c~~a
to con ellos. El servicio carismático del cristiano no está fundado vez más importancia, de querer conservar la Iglesia la tradición
solamente sobre la misión específica, sino siempre, ciertamente, apostólica. Con motivo, pues, se perpetuó la ordenación en la Igle-
sobre el Evangelio de los Apóstoles, que el S.eñor ha querid.o ,anuJ.1- sia por los "ordenados"» 215. Por eso, como hemos dicho también,
ciar a todo el mundo. La enseñanza dogmática sobre el ministerio
no debe excluir en absoluto la posibilidad que tiene la Iglesia de 213. lbid., 177.
214. lbid., 193
215. Ibid.
212. lbiá., 179.
202 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
CONCILIO Y MINISTERIOS 203

es por lo que Schlink ve en la sucesión (continua a través de la observar al principio de este capítulo respecto a los otros caminos
historia de la imposición de manos por los obispos), una señal de de acceso al ministerio, que no daríamos ninguna respuesta a las
la sucesión apostólica de los ministerios y un signo de la unidad y cuestiones aquí planteadas. No sólo porque, para ser seria, esta res-
de la catolicidad de la Iglesia. Donde no existe, hay que esforzarse puesta exigiría un libro voluminoso, sino también, y especialmente,
por establecerla. Pero dado el doble aspecto bajo el cual encara porque esta respuesta no está madura en la teología católica; no hay
Schlink, fundamentalmente, el ministerio eclesiástico, tiene empeño que avergonzarse por ello, sino antes bien es quizá un motivo de
en no excluir en principio, además de la regla de la sucesión apos- esperanza. Lo que se hace necesario, no son sólo algunas distincio-
tólica de los ministerios mediante la imposición de manos, los ca- nes a priori que negaran e! problema en lugar de resolverlo, sino
minos igualmente extraordinarios que corresponden también a la una DISCUSIÓN de estos problemas, sólidamente apoyada por la
relación entre Apóstoles e Iglesia y en los cuales ha crecido tam- exégesis, la historia y la dogmática. Quizá entonces las dificultades,
bién la Iglesia; la imposición de manos de los obispos que ordenan que ahora parecen todavía insuperables, se dejen allanar sin em-
es realmente una señal y no simplemente una CONDICIÓN de la su- bargo, por 10 menos en parte (y esto por ambas partes).
cesión apostólica. Existen otros dos caminos de acceso al ministerio La necesidad de una discusión teológica seria, se deducía pre-
pastoral eclesiástico. cisamente de los Decretos correspondientes de! Concilio de Trento
sobre los sacramentos en general, sobre la eucaristía, ]0. penitencia,
2. «El hecho de ser enviado en servicio pastoral por la Iglesia,
e incluso por miembros de la Iglesia que no han sido enviados ellos
el orden, etc. Es evidente que estos Decretos se oponen con frecuen-
cia a las afirmaciones de Schlink; esto concierne a la predicación
mismos como pastores; y esto bajo reserva de que los pastores que
de ]0. palabra y a la administración de los sacramentos en general 218
hayan recibido una llamada reconozcan esta misión y que, además,
y en particular ]0. penitencia 219, la confirmación 220, la extrema-
cooperen en ella» 216.
unción 22\ el orden 222, la eucaristía 223. Para los católicos, es cosa
3. «El hecho de que la Iglesia y los pastores que han recibido sabida que no puede ser cuestión de negar _estas afirmaciones del
una llamada reconozcan un servicio pas.toral efectivo y emprendido concilio. Se trata de entenderlas rectamente. Pero no es posible
en la libertad del Espíritu» 216". comprender rectamente los Decretos del concilio colocándolos de
Aceptar estos otros caminos de acceso al ministerio, resulta para nuevo en su contexto histórico; en nuestros días, ésto debería ser
Schlink «de una considerable importancia ecuménica. Sin ellos no cosa admitida por nuestros teólogos católicos. Es la única manera
se comprenden muchos impulsos espirituales en la historia de la que existe para reconocer el sentido positivo de 10 que expresan. Y
Iclesia - ya se trate de movimientos misioneros en ambientes pa- es la única manera, también, de reconocer sus límites. Ya Que
g~nos, o bien de movimiento de renovación en el interior de una ninguna definición puede ni quiere decirlo todo. En cuanto palabra
Iglesia extenuada y satisfecha - ; y l?s desgarrones que se. han humana limitada, 10 que dice el concilio puede, incluso después de
producido en el interior mismo de la cristiandad, permanecen irre- la Encíclica Humani ceneris 224 ser explicado, completado y per-
parables sin esta apertura» 211. feccionado, aunque gr;cias a la prometida asistencia del Espíritu
Santo enseñe la verdad y no el error. San Agustín no teme incluso
F) Es innegable que Schli nk plantea a la doctrina católica, en emplear, en este contexto, la palabra emendare, mejorar. Quis nes-
forma muy concreta y apremiante, las cuestiones críticas. Debido ciat ibsa Concilia quae per suurulas reoumes vel prouincuis fiunt,
a que acepta considerar la sucesión apostólica de los ministerios por Ple~ariorum Conciliorum auct01;itati, r¡t~"'ae fiunt ex universo orbe
la imposición de manos, como el caso normalmente más apetecible christiano, sine ullis ambagibus cedere; ipsoque plenaria saepe prio-
hoy en día, se dirige hacia muchas posiciones católicas contrarias
a su concepto. Debido a que, apoyándose sobre la exégesis escritu- 218. Dcm. 853; cfr. 1958.
raria, se reserve otros dos caminos de acceso al ministerio, se apro- 219. Dcnz, 902. 920; efr. 670. 753.
vecha de las peticiones esenciales de la Reforma. Ya hemos hecho 220. Denz, 960: efr. 608, 697, 1458. 21470-
221. Dcnz, 910: 929; efr. 99, 700.
222. Dcnz , 958. 960, 966. 967; cfr. 305, 356, 548. 70I
216. ¡bid 223. Cfr. Dcnz, 424, 430. 5740.
216 b . lbid . 224. Acta Apostolicae Sedis 42 (1950) 566. Traducción cnstcllana en Anuario Pctrns
217. iu«, 194. (Pío XIr) 4, 195·0.(Rareclol1a. Arlánr.d«. 1952) 97-104.
204 ESTRUCTURAS DE I"A IGLESIA CONCIUO y MINISTERIOS 20S
ra posterioTibus emendavi, cum aliquo experimento urwn ap'l'rilur, del ministerio eclesiástico. La preocupación de su carácter espiritual,
C]1iOd calusum erat, et cognoscitur, quod latebat? 225. fue la de otros cánones. ¿ No se corría entonces el riesgo de reducir
Por tanto hoy se trataría de comprender las definiciones triden- el ministerio espiritual a una burocracia eclesiástica pura y simple
tinas colocadas de nuevo en su contexto histórico y comprenderlas y a un funcionarismo democrático? ¿ No ha demostrado la histo-
mejor. ¿ No podrían también los teólogos evangélicos escuchar, a ria del ministerio eclesiástico en la Iglesia Evangélica, que este
través de las definiciones tridentinas, a los importantes requeri- peligro no era ilusorio? En amplios círculos, quizá menos del
mientos positivos de aquella época? ¿ No se encontraban en aquel pueblo que de los teólogos evangélicos ¿ no es desconocido el carác-
entonces ante el peligro inminente de ver cómo en la Iglesia se des- ter propiamente espiritual del ministerio eclesiástico, muy poco con-
bandaba todo, se evaporaba la disciplina eclesiástica e incluso se forme a la Escritura y ésto en nuestros días? ¿ Y el propio Lutero,
corría ei riesgo de romper la continuidad con la Iglesia primitiva, no descuidó simplemente, precisamente lo más profundo que existe
con la Iglesia apostólica? ¿ No tuvieron los reformadores tantas en la ordenación: la comunicación del carisma? ¿ No debemos en-
preocupaciones con el iluminado destructor de la disciplina ecle- tender que el Concilio de Trento se vio obligado a' defenderse enér-
siástica, como con la Iglesia católica? ¿ Y no hemos visto cómo gicamente y de esta manera poner de nuevo bajo la luz, de forma
Lutero, por 10 menos durante su juventud, favoreció el iluminis- defensiva. y polémica, la situación espiritual del ministerio? La
mo? ¿ Y luego, no llegó Lutero, incluso a pedir la ayuda del poder preocupación del carácter espiritual del ministerio se encontró so-
secular para acabar con el iluminismo? ¿ No debemos comprender metida a muchos cánones que parecían unilaterales: «Si alguno
mejor que el propio Concilio de Trento se vio obligado a defender- dijere que por la sagrada ordenación no se da el Espíritu Santo, y
se enérgicamente y volver a poner a la luz, en forma defensiva y que por lo tanto en vano dicen los obispos: Recibe el Espíritu
polémica, el lugar específico del ministerio? La preocupación del Santo; o que por ella no se imprime carácter; o que aquel que una
mantenimiento de la disciplina eclesiástica, tal cual se expresó en vez fue sacerdote puede nuevamente convertirse en laico, sea ana-
tema) 22,.
el capítulo cuarto del decreto de ordenación bajo el título: De la
jerarquía eclesiástica y de la ordenacuin, se encontró sometido a Así, a cada canon de los Decretos de Trente se le plantearon
las cuestiones correspondientes. De la misma manera que es deber
muchas fórmulas que hoy día parecen unilaterales: «y si alguno
de la teología católica esforzarse por comprender las peticiones jus-
afirma que todos los cristianos indistintamente son sacerdotes del
tificadas de los reformadores, igualmente es deber de la teología
Nuevo Testamento o que todos están dotados de potestad espiritual
evangélica esforzarse en comprender las peticiones justificadas de
igual entre sí, ninguna otra cosa parece hacer sino confundir la
los Decretos de Trento. No se trata de un trabajo fácil para nin-
jerarcuia eclesiástica que es como un ejército en orden de batalla
guna de ambas partes. Además, hay que poseer un profundo cono-
(dr. Canto 6, 3; can. 6), como si, contra la doctrina del bienaven-
cimiento de los progresos importantes realizados desde Lutero y
turado Pablo, todos fueran apóstoles, todos profetas, todos evange- Trente, en la teología católica igual que en la teología evangélica.
listas, todos pastores, todos doctores (cfr. ICor, 12, 29; Ef. 4, De esta manera, muchos caminos que PARECÍAN cerrados, precisa-
11») 226. Desde luego, la consecuencia negativa de estas disposicio- mente por los Decretos de Trento, se han revelado practicables du-
nes y de la disciplina eclesiástica que se inspira en ella, fue a rante nuestro siglo.
menudo un endurecimiento formalista y legalista, al que la teolo- Compárese el contenido negativo de los Decretos de Trento so-
gía y la Iglesia Evangélica no han regateado su crítica. Pero, bre el sacerdocio común, sobre la importancia de los carismas y de
como católico, hay que plantearse la siguiente pregunta: ¿ Qué los servicios en la Iglesia, con las afirmaciones positivas de la
hubiera sucedido en la propia teología y en la Iglesia Evangélica Encíclica Mystici corporis 228. Compárense las disposiciones nega-
(en el Aujklarung, en el liberalismo del siglo XIX), si la Iglesia tivas, relativas a la participación activa de todos los fieles en la
católica, de una manera severa - con frecuencia demasiado seve- liturgia en el culto eucarístico, con las fórmulas positivas de la En-
ra - disciplinada, no hubiese ejercido un silencioso contrapeso'!
La preocupación por el mantenimiento de la disciplina eclesiás- 227. Dcnz, 964.
tica dio lugar a la demanda de muchos cánones bajo la protección 228. Acta Apostolicae Sedis, 35 (1943) 200 Y sigo Traducción castellana en: Colección
de encíclicas y documentos pontijicios (Madrid, Acción Católica Española, 1962) t. 1,
225. AGUSTÍN, De baptismo, 2. 3, 4; PL. 43, 128. 1026- 1060.
226. Denz, 960. .
CONCILIO Y MINISTERIOS 207
206 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
totalmente válidas para los casos normales; e! ingreso normal al
cíclica Mediator Dei 229. Compárense las disposiciones tridentinas ministerio se lleva a cabo, como se expuso en Trento, por la orde-
en 10 que se refiere a la Vulgata, con 10 que dice la Encíclica Divino nación del ministerio; el propio Schlink considera ésto como el
afflante Spiritu 230 y la exclusión de la Vulgata en la traducción camino ordinario. Respecto a eventuales caminos extraordinarios,
oficial de los Salmos. Compárense las disposiciones de Trento re- no se puede, desde el lado católico, decir más que 10 siguiente : la
ferente a la lengua nacional en la misa con la actual práctica de cuestión debe estudiarse, de nuevo, en la actual problemática. La
la misa comunitaria (y la administración de los sacramentos) y las recepción y la administración de los sacramentos in .voto sólo ~an
aún más amplias reformas que se esperan dentro de poco. Inmedia- sido estudiadas teológicamente a fondo para el Bautismo. Ha SIdo
tamente después del Concilio de Trento, ¿ quién pudiera haber necesaria la nueva situación creada por el encuentro existencial (y
pensado que en otro concilio se discutiría en forma tan positiva sobre no sólo hipotético) con hombres de otros continentes, en la época de
el cáliz laico, sobre un nuevo ardo para la consagración de las Igle- los grandes descubrimientos, para darse cuenta en todo su alcance
sias, sobre el matrimonio de los diáconos y tantas otras cosas? Así, de! medio extraordinario (definido en Trento sin apelación) 233 de
muchas cosas que PARECÍAN irrevocablemente definidas no 10 esta- acceso al cristianismo (baptismus in voto, bautismo de deseo), cuan-
ban en realidad. El Concilio general de Florencia definió (con To- do esta doctrina se había ya expresado hacía tiempo, hacia los al-
más de Aquino) en un Decreto doctrinal normativo para la unión rededores del siglo XII. ¿ Quizá sea necesaria la nueva situación
con los armenios, que la materia de la ordenación era la tradición creada por e! encuentro existencial (y no sólo hipotético) con hom-
.le los instrumentos correspondientes, o sea, para los sacerdotes, la bres de otras confesiones cristianas en la época de! movimiento ecu-
! radición del cáliz con el vino y de la patena con el pan 231; Pío XII ménico, para percibir en un abrir y cerrar de ojos el camino extraor-
ddinió que la materia del orden (diácono, sacerdote, obispo) era dinario hacia e! ministerio iordo in voto, como se le podría deno-
:/110 la imposición de manos 232. minar muy aproximadamente) ? 234.
Para comprender semejantes desarrollos doctrinales, hay que Actualmente, apenas se concibe una decisión. (Es seguro que la
111,servar lo siguiente: La mayoría de las veces no se percibe clara- exégesis y la historia nos enseñan hoy mucha~ cosas que no era
mente EL ALCANCE de una fórmula, que existe objetivamente, inclu- posible saber en la época de Trento: así por ejemplo sobre el uso
,~I' desde un principio, hasta que se ha podido considerar los límites variado y embrollado de las palabras episcopos y prestiyieros, del
de la antigua fórmula a la luz de un nuevo juicio positivo comple- desarrollo histórico del episcopado, como también de la pluralidad
mentaric, No puede, por tanto, decirse, sencillamente, que los límites
precisos del alcance de las declaraciones de Trento relativas al mi-
233. Denz, 796.
nisterio eclesiástico puedan ser definidas bajo TODOS los aspectos 234. En el bapusmus n: voto, las condiciones son, sin duda alguna, diferentes. Se
únicamente a partir de los propios textos del concilio. Los Padres trata entonces de saber si el efecto del sacramento puede, en determinadas circunstancia, dar-
del concilio, por ejemplo, no han pensado en la posibilidad, para se sin el signo establecido de! sacramento. En lo que concierne a un camino extraordinario
de acceso al ministerio (ardo uin voto") la cuestión consiste en saber si, en ciertas condi-
un sacerdote, de ordenar válidamente a otro en determinadas condi- J

ciones, e! efecto de! sacrnmcnto puede darse con el signo establecido, sin que e! censa-
ciones. Desde luego no 10 han negado. Pero el hecho de no haberlo errante posea un poder jurídico; el Bautismo es necesario para la salvación; el orden no.
ncado
6
v_que este .silencio tenga, en suma, un significado positivo
. . A pesar de las diferencias, no se puede a prior¡' rechazar todo paralelo. Precisamente,
- e incluso un significado de apertura a una respuesta positiva en la perspectiva de la teología de la Escuela y de su noción de sacramento y de sucesión
más comprensiva - esto no se ve sino tras una reflexión ulterior. apostólica, hay que preguntar lo siguiente: ¿Qué sucede, por ejemplo, si la ordenación
de un obispo, en un determinado caso, se confiere de una manera inválida (sea por
¿ Se abrirá finalmente una puerta sobre caminos no recorridos falta de intención o de forma), sin que se note o pueda notarsc? ¿Queda irreparablemente
hacia el ministerio eclesiástico? Actualmente, nada permite supo- rota, sin saberlo nadie, toda la «cadena de ordenaciones» es decir, el conj unto de
J

nerlo. Es cierto que las definiciones de los Decretos de Trente son «cadenas de ordenaciones» I ¿No puede recurrir el católico en un caso así al postulado
según el cual la Providencia impediría una cosa semejante, o por lo menos en gran
parte I ,O debe admitir que, incluso en ese caso, una consagración SEMEJANTE, sería de
229. Denz, 2300, Anuario Petrus (Pío XII) 1, 1947 (Barcelona, Atlántida, 1948) 115-137. todos modos válida, que Dios mismo «supliría» y «remediaría» jurídicamente, y que
230. Denz, 2292, Colección de encíclicas y documentos pontiiicios (Madrid, Acción sería por lo tanto verdadera hajo el ángulo de la Totalidad y de la Unidad de la Iglesia
Católica Española, 1962), t. I, 1061-1078. y de cada uno de sus miembros I ¿Qué sucede en e! fondo si hay que creer en la posibi-
231. Denz , 701. lidad de esta segunda hipótesis, ya que indudablemente no ha sido rechazada por ninguna
232. Constitución apostólica Sacramentum ordinis, Denz, 2301, Anuario Petrus (Pío XII) declaración de la Iglesia?
2, 1948 (Barcelona, Atlántida, 1949) 41-42.
CONCIUO y MIKISTERIOS 209
208 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
apostólicos» 236. He aquí las cuestiones que deben discutirse: El mims-
de la disciplina apostólica de la Iglesia y del significado original terio en la Iglesia es, sin duda alguna, iuris di'vini; ¿ pero en qué
del sacerdocio común de los fieles). Pongamos a discusión sólo unas medida la división de las funciones de este ministerio es iuris divini?
pocas cuestiones. ¿ No era a menudo en la Iglesia primitiva episcopos y presbyteros
a la vez el Presidente de la comunidad? A la luz del Nuevo Testa-
1. Episcopoi - Presbyteroi - Diakonoi. mento. ¿ no puede considerarse la función de «Primer pastan (que
es el Jefe de los territorios más importantes y de las comunidades
La triple división de los ministerios se ha desarrollado lentamen- más numerosas) como un desarrollo hacia 10 alto del único ministe-
te y todavía no se encuentra claramente como tal en la Iglesia apos- rio pastoral o, por el contrario, el simple ministerio presbiteral debe
tólica del Nuevo Testamento. Al lado y debajo de los Apóstoles, considerarse como una derivación hacia abajo de la plenitud del
vemos, en el Nuevo Testamento, «otros grupos de personas con ministerio pastoral del obispo? 237 El hecho de RESERVAR ciertas
numerosos servicios (charisma)) pero también personas que se dis- funciones al «Primer-pastan ¿ es de derecho divino o de derecho
tinguen por ministerios fijos al servicio del conjunto de la Iglesia humano? Incluso simples sacerdotes ¿ no han ejercido o no han
(Apóstoles, Profetas, Evangelistas) o al servicio de las comunidades podido ejercer a menudo personalmente las funciones ulteriormente
particulares (obispos, presbíteros, diáconos) doctores, pastores), y reservadas al «Primer-pastan: confirmación 238 y Orden? 239 ¿ No
esto de tal forma que se deja adivinar en los ministerios y sus de- es todo esto un indicio a favor de la unidad del ministerio pastoral?
tentadores una jerarquía de iguales, superiores e inferiores (I Coro
236. H. HMG, uitBisc ho], en: Bibel-Lexikoll (Einsicdcln-Zurich-Colonia , ]951) 246
12, 28; primeramente apóstoles, segundo profetas, tercero docto- Y sig.; cfr. arto Hierarchie, ibid., 709 Y sig.; efr. 1. MARCHAL, arto Évéques, en: Diction-
res; Flp. 1, 1 : obispos y diáconos; cfr. 1 Tim. 3, 2 y 8). Cada naire de la Biblc, Supplément (París, 1934) Il , 1297-]333.
vez más y poco a poco, la dirección de una comunidad se centra 237. Cfr. M. SCHMAUS, Teología dogmática (Madrid, Rialp, 1960) VI, 668-671.
en los presbíteros u obispos y diáconos (Act. 14,23; 20, 17 Y 28; 238. En las Iglesias orientales, desde el siglo cuarto, los sacerdotes parecen ser los dis-
pensadores regulares de la Confirmación (desde luego, sin .que lo haya concedido ningún
1 Tim. 3). En las Epístolas pastoralesya parece prepararse la po- poder pontificio). Incluso en la Iglesia de Occidente, la Confirmación fue, ocasionalmente,
sición monárquica del obispo. Constituidos en jerarquía, el obispo, administrada por un simple sacerdote. En nuestros días, la administración de la Confir-
los presbíteros y los diáconos se encuentran, por vez primera, junto mación es autorizada por el derecho común a un gran número de sacerdotes. (Un decreto
a Ignacio de Antioquía»?". Se comprueba, por tanto, una gran di- pontificio de 14 de septiembre de 1946 concede a todos los párrocos y a todos los vicarios
parroquiales y ecónomos a quienes les correspondan derechos de párroco, la potestad
versidad en la comunidad del Nuevo Testamento; diversos minis-
de administrar la confirmación, en caso de necesidad, a todos sus fieles que, dentro de
terios no están ni tan clara ni tan sólidamente diferenciados como su parroquia, estén en peligro grave de muerte, si no es posible acudir al obispo o ai
hoy, pero sólo se descompartirán más adelante. No se puede dife- obispo coadjutor. Esta disposición se apoya en 12 antigua tradición eclesiástica y en la
renciar especialmente, como en nuestros días, obispos y presbíte- de la Iglesla oriental, según las cuales también los sacerdotes no obispos confirmaron.
ros. « 'ETClOXOJ:OC; y 1':pEO~Ói:EpOC; se toman uno por otro casi indiferen- Esta disposición estaba en el marco de la tradición, tanto más cuando que en la escolástica
se indicó como razón de la reserva de la confirmación a sólo los obispos la voluntad
temente, como aparece en Act. 20, 17·28, Tu. 1, 5-7; estas dos de la autoridad eclesiástica que establece derecho. Está, por tanto, en total consonancia con
funciones pueden, dentro de una misma comunidad, llevarse a las anteriores definiciones eclesiásticas.» (M. SCHMAUS, op. cit., VI, 216-217). Para explicar
cabo por diversas personas (Flp. 1, 1; Tit. 1, 5); naturalmente todos estos hechos importantes, los teólogos manifiestan hoy en general que el poder de
21': loxo 1':0 C, designa más el ministerio y 'ií:pcOpÓLEpOC; más la digni- confirmar se le confiere a todos los sacerdotes en la ordenación sacerdotal; por otra parte
este poder está ligado desde el principio (iure humano).
dad de la autoridad eclesiástica. La mayoría de las personas, sino 239. 1. OTT,Gmndriss der katholischen Dogmatik (Friburzo-Basilea-Viena) 547, tra-
todas, a quienes durante la época apostólica se denomina Ercloxo7coc; dUCCIón castellana, Manual de teología dogmática (Barcelona, Herder, 1960), ha expuesto
o TCpEOpÓL:cpoc, son, por tanto, sacerdotes en el sentido actual; los muy bien la problemática, tanto histórica como sisternática : «Pero a esta manera de con-
Apóstoles se reservaban la autoridad suprema en la comunidad o siderar se oponen serias dificultades históricas. El papa Bonifacio IX, de acuerdo con
la doctrina de muchos canonistas medievales (por ejemplo Huguccio, t 1210), confirió,
bien la conferían a sus colaboradores de plena confianza, como Ti. por medio de la Bula "Sacrae religionis" del 1.° de febrero de 1400, al abad del mo-
moteo o Tito (l Tim. 3, 1-15; 5, 22; iu. 1, 5) y a otras personas nasterio de los Agustinos de Santa Osita, en Essex (Dioc. de Londres) y a sus sucesores,
que se presentaban como fundadores de comunidades y como enviados el privilegio de conferir a sus subordinados, tanto las órdenes menores como el subdia-
cenado, el diaconado y el sacerdocio. Este privilegio se revocó el 6 de febrero de 1403
a petición del obispo de Londres. Pero las ordenaciones conferidas en virtud del privile-
235. [. GEWIESS, arto Hicrarchie, en: Lexieon für Theologie und Kirche (Freiburg
gio no se invalidaron. El papa Martín V concedió, mediante la Bula "Gerentes ad vos"
1. Br., 1960) V, 322.

14
CONCILIO Y MINISTERIOS 211
210 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

tear nuevamente esta cuestión, debido a que hoy la exégesis nos


2. MinistYOs y sacerdocio común. demuestra, con más claridad que antaño, que los textos (Mt. 18,
18 Y Le. 22, 19), a menudo citados a este propósito, no a~a­
Este problema es mucho más difícil y complejo que el prece- ñen exclusivamente al ministerio, sino al conjunto de la IgleSIa.
dente; y no obstante, incluso estas cuestiones poco estudiadas to- Según la teología católica relativa al lugar específico del ministe-
davía, deberían examinarse a fondo bajo todos sus aspectos. Se trata rio. estos textos atañen por tanto también al ministerio, de tal
de la siguiente pregunta - ¿ y esta cuestión fue nunca más actual suerte, que no deben considerarse estas palabras como aplicadas
que en nuestros días en que innumerables cristianos se encuentran (e indiferente y promiscuamente» de una manera equivalente a todos

encerrados en campos de concentración o en las prisiones? - : ¿ Qué los miembros de la comunidad tomados individualmente 242.
puede hacer el cristiano, no en tiempos normales (en que el ministe- En relación con la ABSOLUCIÓN, hay que observar lo que sigue:
rio puede conservar su oficio ordinario), sino EN CASO DE NECESIDAD, Mt. 18, 18 se introduce en una enseñanza común a todos los discí-
(o aún haciendo abstracción de la actual situación canónica), qué pulos. Att. 18 es un estatuto de comunidad muy antiguo. Es a los
podría hacer por sí mismo, iure divino? Esta cuestión debe exami- discípulos, a la Iglesia entera a quien incumbe el deber de «atar y
narse de nuevo, todavía a la luz de los datos de la exégesis neotes- desatan en función del papel del individuo en la comunidad (como
tamentaria. En relación con el Bautismo y en caso necesario, no antes en la sinagoga) 243. Los discípulos están representados en este
existe problema. Cualquier cristiano puede bautizar (e incluso cual- único caso, por la asamblea de la comunidad, la cual debe conce-
quier hombre, ya que se trata del signo, de la ENTRADA en la comu- birse como estructurada, y está quizá dirigida por apóstoles u
nión de la Iglesia, signo que ni presupone ya esta comunión). Los obispos. Incluso así, la Iglesia en conjunto tiene el cuidado pasto-
propios novios, según el concepto católico, se confieren también el ral de las almas. Debe llevarlo a cabo por medio de la confesión
sacramento del matrimonio. Pero ¿ qué sucede con una «comunión de la fe. del mutuo socorro, la alabanza según Heb. 13, 15, por la
de urgencia» 240 y una «absolución de urgencia) ? 241. Hay que plan. intercesión según Rom. 1, 9 y por el don de sí según Rom. 12, 1.
A todos y con respecto a todos se ha dicho: «Edificaos unos a
del 16 de noviembre de 1427, al abad del monasterio cisterciense de Altzelle (Dioc. de otros» :M4.
Meissen), para durante cinco años, el privilegio de conferir a sus monjes y a sus subordi-
nados todas las órdenes, incluso las órdenes mayores (subdiaconado, diaconado, sacer-
Respecto a la CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA, hay que hacer observar
dacio). El papa Inocencia VIII concedió, mediante la Bula "Exposctt tuae dcvotlonis" de! lo que sigue: «La celebración de la cena se llevó a cabo en el círcu-
9 de abril de 1489, al abad general y a los cuatro "primeros" abades de la Orden del lo de los doce y de quienes recibieron, primeramente, la siguiente
Cister y a sus sucesores, e! privilegio de conferir a sus subordinados el diaconado y el
subdiaconado. Los abades del Cister usaban todavía de este privilegio durante el sigia xvrr
Occidente, admitió una práctica que, si existe hov, debe ser muy excepcional: la confe-
sin que se lo prohibieran. Si no queremos admitir que los papas en cuestión fueron víc-
sión a miembros laicos de la Iglesia. Santo Tomás que, entre los teólogos) ha mantenido
timas de un concepto teológicamente erróneo de su época.. hay que admitir entonces
una posición excepcionalmente favorable respecto a la confesión entre laicos, relaciona
que el simple sacerdote es ministro extraordinario de la ordenación diaconal y 'sacerdotal
expresamente este punto con la administración del bautismo: en ambos casos, iJ ne-
de una manera análoga a aquella por la cual es ministro extraordinario de la Confirma-
cesidad de salvación le parecía justificar las máximas farilidades. Santo Tomás. más
ción. Según esta última explicación, el poder consacratorio necesario queda detenido
que nadie, ha trabajado por valorizar la acción sacramental y el pape! (instrumental) del
cuando se trata del poder consacr arorio de un sacerdote a título de potestas ligata. Es
poder sacerdotal; sin embargo, yendo más lejos que cualquiera de sus contemporáneos,
necesaria una autorización pontificia especial para que sea válido su ejercicio, ya sea en
reconocía a ia confesión hecha en caso de necesidad a cualquier fiel un valor en cieno
virtud de una disposición divina o eclesiástica.» Cfr. también K. A. FINK, Zur Sl'endung
modo sacramental. Para él, los actos del penitente (confesión y contricción) integran la
dcr hoheren Weihen durcli den Priester, en: Zeitschrt]t für Scluocizer Kirchengescltichte 32
constitución misma y la esencia del sacramento. Que la ausencia del sacerdote prive al
(1943) 506-508.
fiel penitente de la absolución y de la satisfacción propiamente sacramental, no impide
240. Cfr. sobre la comunión llamada espiritual, Denz, 881.
gue por p3rte del penitente la confesión sea lo que sería si fuera realmente sacramental,
241. Es importante el que, en la Iglesia' católica, desde e! siglo XI hasta Duns Escoto
estando suplido el ministro por un laico, y mereciendo en esta ocasión la calificación de
exclusivamente, se explica casi comúnmente, en la ensefianza, la obligación de confe-
quodammodo sacramcntaiis ,»
sarse a un laico en caso de necesidad, como el cumplimiento realista del uoturn sacramenti
242. Cfr. Denz , 902.
(Alberto Magno atribuyó incluso a la confesión laica un carácter propiamente sacra-
243. Cfr. A. VÓGTLE, arto Binden und Losen, en: Lexileon jiir Theologie und Kirche
mental). Cfr. sobre este asunto, K. R.mNER, art. Laienbeichte, en: Lexilion [ur Thcologie
(Freiburg i. Br., 2." cd. 1958) !l, 480-482.
ul1d Kirchc (Freiburg i. Br., 1961) VI, 741 Y la bibliografía que se cita. Y. CaNGAR,
244. Cfr. K. H. §CHELKLE, ¡üngerschaft und Apostclamt (Freiburg i, Br., 2.a edi-
[alones para una teologia del laicado (Barcelona, Estela, 1963) 264·265, hace observar a
ción 1961) J 19 Y sig., trad. castellana, Apóstoles y discípulos (Barcelona, Herder, en
propósito del problema de la confesión laica: «una tradición comúnmente aceptada du-
prensa).
rante cinco siglos, del 800 hasta más o menos el 1300, en Oriente, del 1000 al 1500 en
212 Esnn'C'rURAS DE tA IGUSlA
CONCII,IO y MINISTERIOS 213
orden: «Haced esto en memoria de MÍ» (Le. 22, 19). Los Apósto-
les también cumplieron esta orden. Pero esto es seguramente tam- decisivos en este sentido, en vistas al encuentro ecuménico. Gracias
bién una orden dirigida a toda la Iglesia. Y por eso hasta hoy a
a una visión e las estructuras de la Iglesia, profundizada en exé-
(según el Codex iuris canonici, canon 813, párr. 1), ningún sacer- gesis y dogmática ¿ no se podría, en la tradicional doctrina de las
dote puede celebrar la misa sin un ayudante, como mínimo, para
(.'est1(·ia ecclesuie, dar más importancia a ccclesia que avestigia'
representar la comunión de la Iglesia que ofrece junto al sacerdote.
y la celebración de la liturgia dominical, la llamamos el ministerio, 5. REPRESENTACIóN DE LOS MINISTERIOS Y COMUNIDADES
el ministerio por excelencia, en cuanto ministerio, no del celebran-
te, sino de toda la comunidad. La catequesis y el Evangelio, en la
Después de estos amplios desarrollos sobre la Iglesia y el minis-
liturgia, también se dirigen a todos. Pablo dice a la Iglesia de Co-
terio, podemos ahora, de una manera relativamente breve, aplicar-
rinto, reunida para la liturgia: «Si en cambio TODOS profetizan y
los al concilio ecuménico convocado por los hombres.
entra algún infiel o profano, es convencido por todos, es sondeado
por todos; los secretos de su corazón se hacen patentes, y así, ca- A) Ministerio: Hemos visto que este conjunto ecuménico de
yendo sobre su rostro, adorará a Dios, proclamando que verdade- todos los creyentes que forman la Iglesia no es una masa amorfa de
ramente está Dios entre nosotros» (I Coro 14, 24-25). La orden individuos creyentes reunidos en una igualdad democrática, sino
de bautizar también, según j1:It. 28, 19, se concede en el estrecho una comunión estructurada de una manera definida, de dones, esta-
círculo de los Apóstoles. Pero se ha entendido siempre en la Igle- dos, servicios y ministerios variados. Se ha hecho evidente que le
sia como una misión para la cual está habilitado cualquier hom- incumbe un papel capital en la dirección de la Iglesia a los minis-
bre y no sólo los Apóstoles. Finalmente, el peso de la evangeliza- terios dentro del sacerdocio común de los fieles. De ningún modo
ción, unida a la orden de bautizar es, igualmente, no sólo válida Iglesia sin pastores; pero todos no pueden ser pastores. Aunque no
en el estrecho círculo de los Apóstoles, sino para la Iglesia Z45. sin dependencia con respecto a la comunidad" Jos pastores represen-
Son estas unas fórmulas sobre el sacerdocio común de los fieles tan ante ella la autoridad y debe obedecérseles. A pesar de una
que 'no quieren poner en tela de juicio el ministerio en la Iglesia 246. profunda comunión con sus comunidades y a pesar de toda la co-
La cuestión es saber si estas fórmulas neotestamentarias u otras, operación posible (e incluso parcialmente necesaria) de la comunidad
han sido debidamente explotadas por la teología y la vida de la en su elección y en el ejercicio de su ministerio, los pastores no son
Iglesia y lo que significan, concretamente, para nuestros proble- sólo delegados o funcionarios de la comumdad ; no ostentan su ca-
mas. Según las circunstancias, podrían llevarse a cabo progresos pacidad ni su autoridad ministerial por delegación democrática del
pueblo. Sino que en la sucesión de los Apóstoles están establecidos
245. Cfr. K. H. SCHELKU, op. cit., 120 y sigo Bajo este aspecto sería interesante en calidad de pastores por el Espíritu del mismo Jesucristo; a Él
elucidar la cuestión de saber quién celebraba 13 Eucaristía en la misión del cristianismo le deben su autoridad de jefes de todo el rebañe: «Mirad por vos-
primitivo; cada vez que aparecía espontáneamente una nueva vocación (¿quién la cele.
braba en Corinto, en ausencia de Pablo, quien, cosa rara, no menciona ningún presby-
otros mismos y por toda la grey, en medio de la cual el Espíritu
tcrtum en [ C01'i.I). Entre otros. O. CASEL, Prophctie und Eucharisttc , en: [ahrbuch fÜ,. os puso por obispos para pastorear la Iglesia de Dios, que Él hizo
Litu,-giewiHellschaft (1929) 1-19, ha señalado ya la celebración de lo Eucaristía por I'ROPETAS suya con su propia sangre. Yo sé que después de mi partida se in-
en la primitiva cristiandad: «LA LlTtlRG1A, en la que el PNEUMA d.e b comunidad cristiana troducirán entre vosotros lobos bravíos, que no perdonarán la grey;
se dilata en culto solemne, la vemos ante todo celebrada y dirigida por inspifados~ antes
que por los Apóstoles )" los profetas. En Antioquia, tal como nos lo rclaran los Hechos
v de entre vosotros mismos surgirán hombres que enseñarán cosas
de los Apóstoles, la liturgia la celebraban profetas y doctores. "Los profetas hacen cele. perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por lo cual
brar la eucaristía como quieren" dice la Didaché (10, 7): "son vuestros sumos sacrr. vigilad, recordando que durante un trienio, noche y día, no cesé
dotc;'l (13, 3). Pero de i~mediato se manifiesta la distinción entre ministerio y pneumx de amonestar con lágrimas a cada uno en particular» (A et. 20,
de una manera cruda; los ministros asumen más exclusivamente la dirección de la
liturgia. En la Didaché (15), leemos todavía: «Ordenáos obispos y diáconos... ya QUe
28-31) .
ellos" TAMBIÉN os celebran la liturgia de los profetas y los doctores. Por tanto no 'los Pues bien, de la misma manera que la Iglesia convocada por
despreciéis. Ocupan un puesto de honor entre vosotros JuNTO cON Jos profetas y los Dios es un concilio, no amorfo, sino edificado y ordenado, de la
doctores» (pág. 1 Y sig.). Que como cree Casel, estos pr?fetas pertenezcan a la (jcr~l[quía misma manera un concilio ecuménico convocado por los hombres,
del cristianismo primitivo». esto, por otra parte, es mas que problemático.
si quiere realmente representar a la Iglesia, no debe ser una reunión
246. K. H. SeHELKLE, op. cii., 121. 130·134.
amorfa de individuos cualesquiera, sino que debe reflejar la estruc-
CONCILIO Y MINISTERIOS 215
214 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
la sucesión apo~tólica e~pecífica, .en la su~~sión - ~10. sólo de la ~e
tura establecida de la Iglesia. De la misma manera que el concilio y de la confesión apostólica - S1110 también del mll11~teno ap?sto-
ecuménico convocado por Dios, que es la Iglesia, está sometido al Eco' representan de una manera excelsa en el concilio ecumemco
gobierno de los pastores, igualmente el concilio ecuménico convo- convocado por los hombres, la APOSTOLICIDAD de la Iglesia. En la
cado por los hombres, que quiere representar a la Iglesia de una medida en que los ministros, como representantes de todas las
manera auténtica, debe someterse a la autoridad de los pastores, Iglesias (comunidades, obispados, países, contine~tes) se encuen-
Un concilio ecuménico no es una asamblea de iluminados exaltados, tran reunidos por toda la O~koumene en un solo lugar, a fin
sino una asamblea de representantes de la Iglesia universal, reunida de tomar en la unanimidad del Espíritu, sus decisiones en cuanto
en el Espíritu Santo. Hemos visto (y los primeros sínodos cristia- a toda la Iglesia, representan, de manera excelsa, en el c?ncilio
nos que tuvieron lugar nos lo enseñan de una manera muy cla~a) ecuménico convocado por los hombres la UNIDAD de la Iglesia: En
que no se hace necesario que estos representantes sean sólo m1111S- la medida en que los ministros, en tanto que representan la variedad
tras' debido al sacerdocio común de los fieles, pueden también ser V diversidad de las Iglesias del mundo, en cuanto representantes de
laicos, Pero no pueden ser SOLAMENTE laicos, Igual que la Iglesia los diversos países y continentes, de los diversos ritos y lenguas,
se parece poco a una socieda~ reunida. en una il5.uald~d democrática de las teologías y formas de piedad de la Oieouenene, se reúnen,
(carismática) con sus organismos legislativo, ejecutivo y judicial, representan de una manera excelsa, en el concilio ecuménico con-
habilitados (delegados) por ella misma, igualmente el concilio ecu- vocado por los hombres, la CATOLICIDAD de la Iglesia. En la medida
ménico convocado por los hombres, que representa a la Iglesia, poco en que los ministros, como representantes de sus Iglesias dota-
se parece a un parlamento eclesiástico compuesto P?r delegados ~e dos especialmente del carisma del Espíritu Santo, se reúnen en
comunidades. Los laicos, representando su comunidad (es decir, el Espíritu Santo, representan de una manera excelsa, en el con-
diócesis, país, continente), podrían (caso de delegación) ~0~1siderarse cilio ecuménico convocado por los hombres, la SANTIDAD de la Iglesia
como delegados de las comunidades, pero no como ministros sin Aquí vemos de nuevo claramente cómo Sj: interponen y Se inclu-
más. Éstos, reciben su poder ministerial, no de la comunidad, sino ven recíprocamente las diversas características de la Iglesia y hasta
de Cristo y de su Espíritu. Por tanto representan a su comunidad qué punto la problemática y la representación de la ecclesui aposio-
en el concilio ecuménico convocado por los hombres, no para RE- liea es ya la problemática de la representación de la eeclesia una,
EMPLAZAR (delegación) su comunidad (por colación de los plenos po- sancta, 'eatholiea, Cuando los ministros representan auténticamente
deres por parte de la comuni~ad), sino para REPRESEN.TAR (vper- a la eeclesia apostoliea, representan también a la ecclesia una, Si1ne-
sonificación») su comunidad, 19ual que los pastores instituidos, la, caihouca, Y sólo representan auténticamente a la ecclesia apos-
mandados, habilitados para el servicio por el Espíritu, los cuales, tólica cuando representan al propio tiempo a la ecclesia una, sancta,
por el poder del Espíritu, repre.sentan en su pe~sona a l~ comumdad, caiholica.
sirviéndola, En una prolongación de la teología del rmrnsterro que La representación de la eeclesia una, sancta, catholica et aposto-
presentan los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas pastorales, lica en el concilio ecuménico convocado por los hombres, depende
ha afirmado Cipriano, en una fórmula ya clásica, que el mmiste- por tanto, no exclusivamente sino principalmente, de los ministros.
río se enraíza en la comunidad y que, a la inversa, la comunidad se Por difícil que sea precisar en sus detalles concretos, la relación
encuentra representada en el ministerio: Scire debes episcopwn in ministros-comunidad (laicos) en el concilio ecuménico convocado por
ecciesia esse, et ecclesuim 'in episcopo 247,
los hombres, sin embargo, a la luz de nuestros planteamientos hay
Es precisamente de esta manera como los ministros, que repre- que afirmar el siguiente principio: un concilio ecuménico que tu-
sentan a sus Iglesias en el concilio ecuménico convocado por los viera lugar CONTRA los ministros, no sería un concilio ecuménico ;
hombres, representan en forma excelsa la eeclesia llna, sancta, ca- si los representantes laicos (eventualmente apoyados por una mayo-
tholiea et apostolíea. En la medida en que los minis~ros" como ría de votos) suplantaba o eliminaba a los ministros, sería contrario
representantes de sus Iglesias, se encuentran, en el mterior de a la naturaleza del concilio ecuménico convocado por los hombres, a
la cual pertenecen esencialmente los ministros como jefes y pastores.
247. CIPRIANO, ep. 66, 8; CSEL, 3, 2, 732; así diversos exégetas han interpretado
los «ángeles» de las siete Iglesias del Apocalipsis, como los «obispos» que personifican B) Ministerio JI comunidad: Los pastores representan, por tanto,
sus comunidades: los obispos, en cuanto representantes de sus. comunidades; cfr , so~re
a la Iglesia en el concilio ecuménico convocado por los hombres, de
el particular, A. WIKENHAUSER, Oifenbarung des [ohannes (Rarisbona, 1949) 32 Y slg.
216 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCIUO y MINISTERIOS 217
una manera particularmente calificada. Representan colegialmente Comunidad y ministerios se interponen mutuamente. Ni la co-
a los laicos (representación indirecta de los laicos por los pastores) munidad sin ministros ni los ministros sin comunidad forman
mientras que los laicos solos no representan colegialmente a los la Iglesia. Tampoco debe ponerse el ministerio por encima de la
pastores como tales. No obstante, hoy día, a la hora de los laicos, comunidad de una manera soberanamente autónoma: esto sería un
nos hemos vuelto a sensibilizar profundamente al hecho de que el absolutismo del ministerio eclesiástico y la disolución de la única
concilio ecuménico convocado por los hombres es la representación ecclesia; ni el ministerio debe ser absorvido por la comunidad: sería
de la IGLESIA, que se compone (aunque en forma desigual) tan esen-
democratismo iluminado e igualmente disolución de la ecclesia. Sino
cialmente de los LAICOS como de los ministros; es por lo que una
el ministerio, sometido al Señor en la comunidad por el anuncio de
representación PERFECTA de la Iglesia requiere también una repre-
la palabra, la administración de los sacramentos y el gobierno de la
sentación de laicos que sea directa y no sólo indirecta. Una exigen-
cia semejante, ya lo hemos visto, se apoya no sólo en el lugar que
ocupaban las comunidades en el Nuevo Testamento y en particular Pertenece precisamente a ia esencia del colegio de Jos Apóstoles que esté en relación
orgánica con la comunidad. tanto en la vocación como en la imitación del Señor. Tam-
sobre el relato del «concilio de los Apóstoles», sino que también bién en este caso resulta mezquino decir exclusivamente de! colegio de los Apóstoles:
se apoya sobre la historia de los primeros sínodos cristianos, igual "Como tal (en colegio), ellos (los doce) forman también, después de Pentecostés, la primera
que sobre la de los concilios ulteriores, aunque en una medida va- "estructura" de la Iglesia» (pág. 14). Precisamente la primera estructura de la Iglesia
riable 248. primitiva es el colegio de los Apóstoles y la comunidad que forman la Iglesia. La tuerza
del colegio de los doce reside en que, en el «concilio apostólico» no se desprendió de la
248.~J. RATZINGER, Zur Theologie des Konzils , en: Militdrseelsorge, 3 (1961) 8-23, comunidad como un «(micmbrointcrmedio)) autónomo, sino que conservó, en Ji con la
no es equitativo para los datos muy complejos del Nuevo Testamento y de la historia comunidad; sus funciones particulares DE SERVICIO. Para una respuesta más amplia a esta
de los concilios que se han indicado, y sacrifica involuntariamente a una estrechez al pregunta. remitirse al capitulo sobre la sucesión apostólica y las deducciones que se siguen,
limitar la colegialidad de la IGLESIA a lo colegialidad de los OBISPOS, y pide la inserción en el mismo capitulo, sobre ministerio y comunidad. Sólo haremos una breve observación
en mi construcción de una teología del concilio ecuménico (cfr. Tübínger Theologische s~brc la posición adoptada por Ratzinger: a) Describir a la Iglesia como la «presencia
Quartalschrift 141 [196' 1 50-77) de un «miembro intermedio» ENTRE la Iglesia y un VIva de la palabra de Dios en el mundo» (pág. 9), representa, por subestimación de la
concilio ecuménico convocado por los hombres. R;]tzingcr aíiade : «La legitimidad escn- diferencia esencial entre la palabra de Dios y la Iglesia - de los HOMBRES, permanecer
cial de la Iglesia como tal presenta al propio tiempo la legitimidad esencial del concilio. cuando menos contusos: Jo mismo hay que decir cuando se describe a la Iglesia corno
De hecho se percibe por este lodo algo esencial y verdadero. La Iglesia es en su conjunto «[" simple presencia de la palahra divino y de la encarnación de [esucristo» (pág. 13).
una asamblea santa de Dios en el mundo y el concilio está sometido a la ley fundamental Semejantes fórmulas proporcionan inútiles pretextos a la objección según la cual la teologia
bajo la cual Dios ha establecido su pueblo entero» (pág. 13). También aCluí estamos de católica identificada pura y simplemente a la [glcsj~¡ con su Señor resucitado '/ olvidarla
:-IC~\I.:rd(, en qu~~ J:¡ Iglesia tiene un.. estructura «jerárquica» y que la colegi3liclad de los la miseria de la Iglesia humana, harto humana. h) Por consiguiente, también encontraremos
obispos pertenece a la esencia de la Iglesia en tanto que es la Iglesia apostólica y, por con- demasiado simple, demasiado indiferenciado, el hecho de deducir de una manera total-
siguiente) que debe valer absolutamente pilra el concilio ecuménico convocado por los mente natural lainblibilidad de la Iglesia de la infalibilidad de la palabra de Dios:
hombres (esto ha sido ya expuesto con toda claridad en 10 citada construcción, cfr. op. "Ya que por el hecho de que la Iglesia es presencia de la palabra divina y, a través
cit., 70-77). Pero no se trata de tomar sólo en serio la colegialidad de los obispos )' de de ella. de la verdad divina en este mundo, su infalibilidad fundamental se sigue con
no ver también la colegialidad de las comunidades y de la Iglesia universal. Ratzinger toda naturalidad» (pág. 9). Al decir esto se esquiva el verdadero problema que consiste
dice acertadamente: ((Según su esencia, la Iglesia apostólica está colegialmente cstructu- en saber de qué manero la palabra H"'L\"" de lo Iglesia, que como tal sólo puede atesti-
rada», pero es erróneamente que Con ello entiende SÓLO la colegialidad de los obispos. gu,r lo palabra de Dios, puede reivindicar la infalibilidad de la palabra de Dios que se
>;0 se ha dicho que la Iglesia «no es y no permanece Iglesia apostólica, más que debido hace anunciar por lo palabra humana. Habría que mostrar que la palabra de Dios hace
a esta colegialidad (de los obispos)» (pág. 15). Es y permanece también Iglesia apostólica saber que es )' permanece escotológicamente victorias" y que crea y conserva por 10 tanto
por la colegiajidad de Ja totalidad del pueblo cristiano. Respecto a la realización de la el poder de entenderse exactamente; que el mensaje de Cristo supera la incredulidad y el
coiegialidad, Ratzinger dice: «De hecho. ha sucedido desde los tiempos más antiguos error y de esta manera crea a la Iglesia y la Iglesia verdaderamente visible de los verda-
que ios obispos se han reunido en coiegio y de esto manera han realizado prácticamente deros creyentes. De esta promesa de la Iglesia como comunidad visible de los verdaderos
su comunión. PERO AL HECHO DE REU!\IRSE DE ESTA l\L\NERA LO DENo~{n";A~fOS CONCILlOl) creyentes "OS llegorá, sólo entonces, la cornprchcnsión de la infalibilidad de su ministerio
(pág. 15). Hay que responder a esto, precisamente, que "desde los tiempos más antiguos)), doctrinal obligatorio) J condición) naturalrncntc , de que el Espíritu asegure también la
no son sólo los obispos quienes se han reunido, sino que, junto a los obispos participaban pe rmanencia de este poder de entender rectamente¡ precisamente concediendo misión "/
también otros miembros de la comunidad (a menudo toda la comunidad) quienes de esta asistencia para la recta doctrina. e) El concilio ecuménico convocado por los hombres es
manera se reuníanco1egialmcntc con los obispos pafa el concilio y de este hecho) se
J más que una «asamblea deliberarivn» (pág. 13); en el hecbo de reunirse en el Espíritu
realizó lo comunión (Jerarquizada, pero real) de TODos los cristianos. También aquí, Santo, no debernos Ver tan sólo un neto de organización. d) Para la tesis detnlladarnentc
tanto los Hechos de los Apóstoles como la historia de los primeros sínodos cristianos, expuesto en mi artículo de la Tübinga Theologische Quartalsclmft: «La Iglesia completa
proporcionan una imagen impr~sionante y nos ponen en guardia contra un juicio absoluto parece ser el único gran concilio de Dios en el mundo» Ratzinger se opone con su propio
J

sobre las ulteriores representaCIOnes de la Iglesia (a menudo ampliamente clcncalizada). artículo: Offenbarung-Sclmft-Übedieferung, en: Trlcrcr Theologische Zeitschl'ijts 67 (1958)
13-27. Pero no se trata de la IGLESIA como «concilio».
CONCILIO Y MINISTERIOS 219
218 ESTRUCTURAS m; LA IGLESIA
mento propio de la Iglesia, y que precede a la voluntad socializa-
Iglesia. De esta manera, la comunidad y con ella los ministe~ios
dora del hombre y a la existencia de un ministerio, crea con igual
que están a su servicio, forman CONJUNTAMENTE el gran concilio
originalidad una fe (por lo menos en los portadores del ministerio)
ecuménico de la ecclesia. La Iglesia no ceja en edificarse por abajo
y un ministerio, y ordena ambas magnitudes recíprocamente en una
y por arriba aunque de distinta manera. Por arriba, gracias al
unidad a fin de cuentas inseparable. Esto se muestra tanto en que
Espíritu de Jesucristo y a sus dones (entre los cuales hay también,
la fe está ordenada a su confesión comunitaria regulada, y en que
además de la palabra y el sacramento, el ministerio); por abajo,
procede del escuchar el mensaje legitimado. ,en boca del que .p~opa~a
gracias al sí de la caridad efectiva de los creyentes (entre los cuales el evangelio autorizadamente, como también en que el mlTIlS~enO
se encuentran también los ministros). La Iglesia de Jesucristo, en eclesiástico puede existir solamente en alguien (sea éste el mismo
cuanto es la gran asamblea de todos los que creen en Él, existe Papa), que sea un confesor de la verdadera fe, po~ lo .menos en la
en la polaridad de la comunidad y de los ministros al nivel de las dimensión jurídica pública. De este modo, fe y mimsterro no pueden
personas. Las dos JUNTAS constituyen¡ para la Iglesia, una ESTRUC- nunca estar completamente la una de un lado y el otro de otro (si
TURA ESENCIAL, en la cual, de una manera más o menos perfecta, bien por motivos comprensibles de estabilidad jurídica, la plenitud
se dirige la vida de la Iglesia. de poderes de cada portador del ministerio en la Iglesia no puede
PQr tanto hay que excluir dos malentendidos: 1.° La comunidad depender de la calidad de su fe I!\TERIOR) ..Con lo cual los portadores
debió existir antes del ministerio: hemos visto detalladamente que del ministerio son ellos mismos necesanamente creyentes, en la
el ministerio no es la libre organización democrática creada por dimensión social al menos de la confesión externa; pertenecen, para
la comunidad. 2." El ministerio debió existir antes de la comuni- poder ser portadores del ministerio, a aquellos que han de ser cre-
dad: según los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, éstos yentes, que oyen y obedecen; no están sin;plemente frente al pue~lo
no llamaron sólo a la comunidad primitiva, sino que el colegio apos- de la Iglesia, como superiores frente al súbdito, como 9ulen da or-
tólico y la comunidad fueron ambos llamados a la vida por Cristo. denes frente a quien las recibe. Ambos est-án ante Dios como Jos
E igualmente, después de los Apóstoles, la comunidad no fue lla creyentes :v obedientes, como los que están sobre el fundamento
mada a la vida sólo por los ministros. Los ministros también deben único, Jesucristo y su acto redentor; son ya uno con otro herm~nos
ser creyentes sin duda, y como tales, junto a todos los demás cris- y hermanas en su gracIa, antes de quc esa unidad de la redención y
tianos, MIEMBROS de la comunidad, a fin de poder ser ministros. de la fe haya sido dispuesta según la voluntad de Cristo en las di-
ANTES de enseñar lo que sea, ellos mismos deben ESCUCHA!', en la versas funciones de los miembros de nn solo cuerpo. Por eso hay
fe, la palabra del Evangelio, por la cual el Espíritu de jesucristo carismas de ministerio docente v dc la dirección, que no le están
lleva a cabo la obra de la redención y convierte a la Iglesia en el adjudicados a cada uno en igual medida» 249.
nuevo pueblo de Dios. ANTES de conferir, a título de ministro, cual- Con relación al ministerio eclesiástico (y sobre todo a lo que es
quier sacramento, deben también ser BAUTIZADOS en la fe, regenera- institucional en la Iglesia), hay que guardarse por tanto de personi-
dos en este signo visible de la gracia, haber sido recibidos en el ficaciones abstractas. Sobre todo no hay que engañarse sobre la
pueblo de Dios. Ningún ministro puede por tanto ADMINISTRAR importante noción de «estructura» ((l11aturaleza)), «Institución», etc.)
el Evangelio y los sacramentos sin haberlos RECIBIDO de antemano.
Y sobre la fecunda distinción entre «estructura» y «vida», que
Karl R~hner dice muv atinadamente: «Pero no como si la Iglesia, .
Y. Congar Llene , . de h aber ap l'ica d o a 1a ec lesi
el gran mento esio 1ogla
' 250 .
en cuanto pueblo de l;s redimidos y creyentes en Cristo, comenzase No es sólo aquello que es institucional 10 que hay que cargar en la
a existir por fuerza del ministerio, tal los partidarios reclutados por cuenta de la estructura y de los rasgos esenciales de la Iglesia y al
los delegados oficiales de una ideología o de una asociación qu~ se lado del deposiiusn. fidei y de los sacramentos; no se deducen sólo
agrupa por medio de la libre resolución de propaganda de sus J111em- de estas estructuras la jerarquía y el ministerio, mientras la acti-
bros fundadores. Al ministerio, y de igual modo a cada creyente,
les precede la resolución absoluta, predefinitoria de Dios, de crear
249. K. RAHNER, Para una teología del Concilio (Madrid, Taurus, 1962) 27-29.
la Iglesia como comunidad de los que creen, les precede la reden-
250. Especialmente en su obra: Jalones tina teología del laícado (Barcelona, Es-
ción y con ella la salvación objetiva de la humanidad en Jesucristo tela, 1963), y también en: Falsas y oerdodcras reformas en la Iglesia (Madrid, Instituto
y en su acto redentor, les precede la humanidad en cuanto pueblo de Estudios PoJiricos, 1953).
de Dios consagrado. Este acto salvador de Dios, que es el funda-
CONCILIO Y l\UNISTERIOS 221
220 ESTRUCTeRAS DE LA IGUSIA atestiauan la disciplina de la Iglesia apostólica en la medida en
que, ~n el seno de estas asambleas, no ~s sólo a los pastores, sino
vidad de los laicos se limitaría al plano de la «vida» 251 . •~ la es- también a los carismas y serV1ClOS espontaneos a quien se concede la
tructura y a la naturaleza de la Iglesia, pertenecen ministerio y co- palabra ampliamente: «Es una gran fortuna ver. reunirse aquí las
munidad. La institución no debe por tanto preferirse ni oponerse experiencias e iniciativas espirituales, que provienen, no sól? de
a la comunión, de suerte que pueda ponerse en tela de juicio. la urn- las Iglesias y países más diversos sino también de l~s. distintos
dad de la Iglesia. Es lo que teme K. Mórsdorf : «Congar , distingue dominios donde está comprometida nuestra responsabilidad para
la Iglesia como INSTITUCIÓN, de la Iglesia como COMUNIÓN. Caracte- la evangelización, la educación, el trabajo. social, la ac~ión .'polí-
riza a la institución como un algo que está «antes que los creyentes tica, etcétera, con miras a un intercambio, a una eluCl~aclOn y
y por encima de ellos, antes de la comunión que forman y por en- una inserción comunes en el testimomo de llevar a Cristo ante
cima de ella.» «Algo así como las tropas escogidas, los reglamentos el mundo. Estas asambleas son, por 10 tanto, una manifestación
y el material, forman lo esencial de un ejército», Cangar ve en.la de la comunión entre los ministerios y los carismas espontáneos,
institución lo esencial de la Iglesia. En el doble aspecto de la Iglesia: por medio de los cuales Cristo se muestra a la faz del m,-:n-
institución y comunión, Cangar une dos principios de organizac~ón do» 253. En cuanto al lugar del ministerio eclesiástico en la Iglesia,
diferentes: el PRINCIPIO JERÁRQUICO Y el PRINCIPIO DE COMLJNION. las asambleas del Consejo Ecuménico de las Iglesias están lejos de
Me parece discutible que deba recurrirse a pri~cipios opuestos. de la disciplina de la Iglesia apostólica: «Por el hecho de que fal~e
esta naturaleza para definir el estatuto de los laicos en la Iglesla; la comunión en la cena eucarística, es evidente que el Consejo
sobre todo no se explica cómo de este modo quedaría salvaguardado Ecuménico de las Iglesias no es una comunión e.clesiástic~.en el
el principio de UNIDAD. El principio de la estructura propia de la sentido del Nuevo Testamento. Ya que la Iglesia se edifica en
Iglesia es el de LA UNIDAD DE LA CABEZA Y DEL CLJERPO. La Iglesia, cuanto cuerpo de Cristo por medio de la recepción c.omún de} ~uerpo
en su conjunto, y las comuniones parciales se edifican según esta sacramental de Cristo. En las asambleas del Consejo Ecuménico, se
ley estructural. No es éste un principio que se alegue para oponer ora se delibera y deciden juntamente Iglesias separadas que, .por
algo institucional y característico al aspecto «comunión» de la Igle- un~ parte, no se reconoce~ tampoco sus. n~inisterios eclesiásticos
sia, sino que se trata de un principio constitutivo, que pertenece a respectivos. De~de luego, .no se menospreciara lo que.}a se ha .rea-
la Iglesia por el hecho de su función divina. La Iglesia no es por lizado y no deja de realizarse en cuanto a comunion en Cristo,
una parte un «eso» y por la otra un «nosotros», sino que es un pero las divisiones no se han superado todavía y esto, en todo caso,
« nosotros» que depende de la función divina: el nuevo pueblo de significa que los interesados y su actuación común están puestos en
Dios que vive en la disciplina jerárquica para realizar el reino de tela de jui<;io.»2&4. De ahí proviene ~ambién el que muchas d~clara­
Dios sobre la tierra 252. ciones teológicas del Consejo Ecuménico sean desviadas, y debl1. la
autoridad de sus decisiones. Aquí aparece por tanto la tarea relativa
el La [arca ecuménica: La totalidad de este capítulo sobre la a la función del ministerio y de la unidad de la Iglesia: «El Conse-
Iglesia, el concilio y los ministerios eclesiásticos, ha demostrado jo Ecuménico... debería situarse. en ca.beza de la. cooperación q.ue
que en este terreno, tanto la Iglesia católica como las Iglesias que es defectuosa e ineficaz, de los mimsterros de las diferentes Iglesias
forman parte del Consejo Ecuménico, tienen su tarea ecuménica para que se reconozcan y se coordil~en mutuam~n~e, 1?ara 10 cli~l
específica con respecto al retorno a la unidad de los cristianos sepa- debería concretarse también la relación de los rrumsterios a la mi-
rados. Esta tarea consiste, a la luz del Nuevo Testamento y en sión de los laicos, misión reconocida y ya ejercida de manera mucho
la sucesión de la Iglesia apostólica, en renovar la disciplina de la más firme que en la Iglesia r01?ana» 255. De ahí .viene. el que s1e h~yan
Iglesia, que debe ser una disciplina de la unidad en La diversidad. realizado progresos en el cam1110 d.e la necesana unidad de ia litur-
La tarea específica de LAS IGLESIAS DEL CONSEJO ECUMÉNICO,
bvia , de la disciplina
. v de la doctnna.
~

concierne ante todo la función del ministerio y por tanto la unidad


de la Iglesia: las asambleas de las Iglesias del Consejo Ecuménico 253. E. SCHLINK, 6kumenische Konzilicn einst und heute, en su obra colectiva:
Der kommende Christus und die kirchlichen Traditioncm (Giíttingen, 1961) 245.
251. Cfr. especialmente Y. CO;;GAR, Jalones para Una teología del laicado (Barcelona, 254. tu«, 250.
Estola, 1963) 311·314. 255. [bid, 263.
252. K. MiíRSDORF, Die Stellung de¡ Laicn in dcr Kirche, en : Revue de Drou Cano-
nt que , 10.11 (1960.61) 215 Y sigo
222 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA CONCIUO y MINISTERIOS 223
La tarea ecuménica específica de la IGLESIA CATÓLICA, atañe influencia también del pueblo de la Iglesia. En este aspecto, cada
ante todo la función de las comunidades particulares y, por tanto, práctica de hecho de la Iglesia y de su jerarquía no necesita ser
la diversidad dc la Iglesia. La Iglesia católica atestigua la discipli- igualmente ideal e igualmente acomodada a las circunstancias del
na de la Iglesia apostólica en la medida en que, en ella, los pastores tiempc»?". De ahí proviene que se hayan llevado a cabo progresos
pueden conservar realmente su servicio autorizado y, por tanto, en el camino de la necesaria diversidad de la liturgia, de la disci-
proveer eficazmente a la unidad necesaria de la Iglesia en la fe, en plina y de la doctrina.
la celebración eucarística, en la disciplina y en el gobierno de la Por ambas partes, se realizarían de esta manera gestiones esen-
Iglesia. Precisamente el concilio ecuménico convocado por los hom- ciales hacia el retorno a la unidad a la luz del Evangelio de Jesu-
bres manifiesta de una forma altamente significativa esta unidad cristo, en la sucesión de la Iglesia apostólica. Pero precisamente,
de la Iglesia católica y de cada una de las Iglesias miembros. Sus en los mismos esfuerzos que se realizan para representar auténti-
declaraciones se caracterizan, debido a ello, por su precisión, y sus camente a la Iglesia apostólica por mediación del ministerio y de la
decisiones por su firme autoridad. No obstante, resulta de ello, evi- comunidad, no se cesa de percibir al propio tiempo una enorme difi-
dentemente, en todos los terrenos, una tendencia hacia la uniformi- cultad. Hacia ella debemos volvernos ahora.
dad y un endurecimiento de la doctrina, de la liturgia y de la dis-
ciplina que no pueden oponerse a la Iglesia católica; esta uniformi-
dad y este endurecimiento son muy invadientes y se experimentan
a menudo, en el interior y en el exterior de la Iglesia católica como
un totalitarismo opresor. Particularmente, en los últimos concilios
de la Iglesia católica, los servicios y carismas diversos, los laicos y
el clero inferior, se dejaron de lado en gran parte, e incluso se im-
pugnaron radicalmente sus funciones. Aquí, por 10 tanto, aparece la
tarea relativa a la función de los diferentes dones y servicios y del
sacerdocio común de los fieles y, por consiguiente, de la diversidad
católica total de la Iglesia. Precisamente para el concilio habría
que considerar «si - y en qué sentido, y de qué manera -- Jos
pastores de la Iglesia que Se reúnen en un Concilio tienen el deber
(en cierta manera materialmente democrático) de obrar represen-
tanda los asuntos de todos los miembros de esa Iglesia una, obrando
así en sentido verdadero en nombre del pueblo de la Iglesia; de
si tienen el deber de atender al bien general de la Iglesia y con
ello a los legítimos deseos y tendencias de su pueblo» 256. Y, ante
todo, hay que hacer visible una representación directa del pueblo
de la Iglesia en el concilio: (( Y si esa representación conforme a
esencia del pueblo entero de la Iglesia, está afirmada por la jerar-
quía, no está dicho con esto naturalmente que no pueda esa repre-
sentación fundamental aparecer muy diversamente y ser llevada a
cabo de múltiples maneras, mejores y peores también. Y ni mucho
menos se niega tampoco que se pueda hoy pensar, y con derecho,
sobre cómo y de qué manera completamente conciliable con la ins-
titución divina de la Iglesia y la potestad dirigente reservada sólo
al Episcopado, pueda y deba hacerse vigente en un Concilio la

256. K. RAHNER, Para una teología del concilio (Madrid, Taurus, 1962) 27. 257. tu«, 29.
CAPÍTULO VII

El ministerio de Pedro en la Iglesia y el concilio

1. LA REPRESENTACIóN DEL MINISTERIO DE PEDRO

Todas las dificultades teológicas y dogmáticas, prácticas y exis-


tenciales, que se oponen a una vuelta a la unidad de los cristianos
separados y se oponen a un concilio universal de cristiandad POR
ENTERO, desembocan y descansan sobre el ministerio de Pedro. Tam-
bién se plantea aquí la cuestión decisiva para .una TEOLOGÍA del con-
cilio ecuménico. Y a menudo cuando se considera la situación ecumé-
nica, parece que éste sea un problema sin solución. «Quiérase o 110,
la primacía del Papa. se erige como piedra de escándalo sobre el ca-
mino que debería conducir a Roma a los cristianos sinceramente
amantes de unidad. Ironía del destino: ¡ aquél que es el fundamento
de la Iglesia se ve denunciado como el principal fautor de la per-
sistencia del cisma entre cristianos! No hay que precipitarse en
tomar partido en esta situación paradójica» l.
Todos los cristianos que se encuentran fuera de la Iglesia católi-
ca, incluso con la mejor voluntad del mundo, rehusan de una manera
categórica un ministerio de Pedro. Incluso los que están todavía a
Íavor de la primacía de PEDRO, permanecen, a pesar de todo, resuel-
tamente opuestos a la primacía del PAPA. La problemática del mi-
nisterio de Pedro no podemos desarrollarla aquí en toda su extensión.
Las dificultades abarcan, desde la interpretación que se da sobre la
historia de la Iglesia, de la historia de las constituciones y de la his-
toria de los dogmas, hasta la forma concreta como se representa y
ejerce hoy en día el ministerio de Pedro. Sobre toda la controversia
pesan pruebas y sufrimientos históricos, pasiones antiprotestantes
y antirromanas y una cantidad de factores no teológicos. Mientras

1. G. DEJW·\E, Le premie!' des évéques, en: NRT 82 (1960) 562.

15
226 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA El. MINISTERIO DE PEDRO Y El, CONCILIO 227
todo ello no se purifique, por 10 menos en parte, la discusión exegé- poden> y la «herejía» del papado? Una proposición semejante no
tica y dogmática avanzará sólo con gran dificultad. Lo único que se encontraría tan alejada de la de la Iglesia oriental, como 10 de-
esperamos en el diálogo, por parte de nuestros interlocutores evan- muestra el examen de las declaraciones de Lutero sobre el Papa
gélicos, ortodoxos, anglicanos y viejos católicos, es ante todo la pru- como Anticristo.
dencia y la discreción en sus juicios. Es exacto 10 que dice el teólogo Por consiguiente, sin preocuparnos de los orígenes del debate, a
reformado J. L. Leuba: «Los cristianos evangélicos no deben esperar nosotros, los católicos, incumbe la tarea de exponer de nuevo el minis-
la supresión del magisterio del PAPA, es decir, de la estructura de terio de Pedro de una manera auténtica, a fin de hacer posible, o en
la Iglesia según la cual el magisterio posee un centro perfectamente todo caso facilitar un verdadero diálogo exegético y dogmático. De
determinado. Y esto, no sólo - 10 repetimos una vez más - porque poco sirve engreirse ante los cristianos que se encuentran fuera de
una supresión semejante sólo podría producirse gracias a un milagro la Iglesia católica con títulos como succesor Petri. o bien »icanas
que lograra que la Iglesia romana dejara de ser 10 que es, sino por- Christ«. Los cristianos evangélicos pueden ver sólo orgullo en estos
que la conciencia evangélica no está todavía en estado de aportar un títulos, de no haber una «demostración de Espíritu y de poden que
juicio verdadero sobre la cuestión de saber si un jefe visible para la corresponda a ellos auténticamente. (cE1 aparato romano» y el «siste-
Iglesia pertenece o no a la estructura de la Iglesia tal como Dios la ma romano», la pompa y el poder exteriores no evangélicos, la eti-
ha querido. Sabemos que existen cristianos evangélicos que tienen queta bizantina, las formas de expresión barrocas y los métodos
conciencia de que no está resuelta la cuestión de saber si la Iglesia absolutistas de gobierno, hacen que los cristianos separados de nos-
tiene que tener un centro visible. Pero la dificultad estriba en que. la otros, tengan mucha dificultad en reconocer en el Papa al pescador
cuestión de saber si la existencia de este centro, como tal, es quenda de GaliJea, del que pretende ser el sucesor. También aquí es pre-
por Dias, está estrechamente ligada a la cuestión de sab~r CÓMO se ciso hacer mucho en favor de la renovación de la Iglesia. Sería muy
ha manifestado el centro. Bajo este aspecto, el envaramiento de la importante que el ministerio de Pedro vuelva a ser el ejemplo de
Iglesia romana desde la Reforma ha hecho difícil, a los ojos de los una vida AUTÉNTICA vivida de una forma nueva, auténtica, es decir,
cristianos evangélicos, el discernimiento del buen fundamento del según el modelo obligado del Señor, del que hay que apacentar las
papado como tal. Por otra parte, los cristianos evangélicos no pueden ovejas, y de Pedro, del que se desea ser el humilde sucesor espiritual;
hacerse una idea de lo que sería la cristiandad, de lo que sería de aunténtico también para aquellos que abordan el problema del mi-
ellos mismos, si no existiera la Iglesia del Papa, aunque hayan vivido nisterio de Pedro en la Iglesia) no desde un punto de vista temporal,
en constante polémica con la Iglesia del Papa. Y es ley en cualquier sino en nombre del Evangelio de Jesucristo 4.
polémica que la aportación de la parte contraria en el debate, sea una
Semejante inquietud respecto de esta autenticidad es una exigen-
aportación decisiva) 2.
cia constante y siempre renovada. Efectivamente, sólo se habla de
Respecto a ello, la explicación que Melanchton hizo seguir a su autenticidad en relación a hombres siempre nuevos, en circunstan-
firma de los artículos de Esma1ca1da, tiene un interés totalmente par-
ticu1ar: «Yo, Felipe Melanchton, entiendo igualmente que los artícu-
4. Reciente bibliogratía de autores católicos sobre la cuestión del ministerio de Pedro:
los arriba mencionados son piadosos y cristianos. Pero, en cuanto al O. KARRER, Um die Einheit der Christen. Die Pctrusjrag« (Franckfurt, 1953); La suce-
Papa, por amor a la paz y para la unidad común, incluso con .10s sión apostólica y el primado, en: Fanorama de la teología actual (Madrid, Guadarrama,
cristianos que le están sometidos y que podrían estarlo en 10 suces~vo, 1961) 225-267; Das Pctrusamt in del' Fridileirche, en: Festgabe für ¡. L01·tZ (Baden-Ba-
aceptaríamos (y le concederíamos) la superioridad que detenta 1ure den, 1957) 1, 507-525; R. GROSCHE y H. ASMVSSEN, Brauchen wir cincn Papst? fin Ces-
prach zu/tschen den Konfessionen (Colonia-al ten, 1957); K. RAHNER Y J. RATZINGER, Epis-
humano sobre los obispos) 3. ¿ No resalta de ello, así como ciertos {opat «nd Prima: (friburgo-Basilea-Viena, 1961), trad. castellana, Episcopado y primado
textos del joven Lutero parecen dejarlo entender, que la oposición (Barcelona, Herder, en prensa). Desde el punto de vista exegético: J. LUDWIG, Die Pri-
de los reformadores, en su origen, iba dirigida menos contra el mi- m.atsu/ortc Mt 16 in der altkirchlic/¡en Exegese (Miinstcr, 1952); P. GAECHTER, Petrus
nistro de Pedro con institución canónica que contra el «abuso de und scinc Zeit (Innsbruck, 1958); J. SCHMID, Petrus «de>' Fcls» un die Petrusgestalt der
Urgemeinde, en: Begegnung del' Christcn, Festschri]t O. Karrer (Stuttgart- Frankfurt
a. M., 21960) 347-359; K. HOfSTETTER, Das Petrusamt in der Kirche des 1. - 2. [ahr-
2. J. L. LELBA, Was ertoarten evangelische Christen vom okumenischen Konzil?, hunderts: [crusalcm-Rom , ibid., 373-389; J. Buz, Christus-Petra.Petms, en: Kirche und
en: 6kumenische Rundschau, 9 (1960) 80 Y sigo . Oberliefml1lg. Pestschrijt R. Geiselmann (Freibur i. Br., 1960) 1-21; F. OBRIST,
3. Die Bchcnntnisschrijtcn der el'angelisch-luthmschen Kirche (Giittingen, 41959) Echtheitsfragen und Deutuno drr Primatstelle Mt . 16 18f. in der dcutschcn protestantischen
463 Y sigo Theologie der lctzten 30 [ahre (Münster, 1961).
228 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y El, CONCILIO 229

cias históricas siempre nuevas, con mentalidades constantemente apenas a renovar, con un espíritu ecuménico, la reflexión sobre el
variables. La autenticidad, que es más que un signo teórico y abs- verdadero sentido del ministerio de Pedro en la Iglesia, y esto más
tracto de la legitimidad de las pretensiones del Papa, es por tanto en el plano práctico que en el teórico. El peso de la tradición no
también una exigencia que debe cumplirse de una manera siempre pesa tanto en ningún ministerio de la Iglesia como en éste. Es muy
nueva y siempre diferente. La pretensión de un Alejandro VI a la difícil de discernir en él lo que pertenece verdaderamente o no a
primacía no sería indudablemente «auténtica» para los hombres su esencial. Todo cuanto entendemos hoy día por «papado», no for-
de hoy. A pesar de la persistencia del signo TEóRICO de su pretensión ma parte necesariamente del «ministerio de Pedro». Cuanto más
a la primacía, provocaría entre los hombres tales obstáculos en se afirma el «ministerio de Pedro» en el «papado", tanto más gana
cuanto al reconocimiento DE HECHO de esta pretensión, que se podría éste y se convierte en auténtico.
decir con absoluta certeza moral que la mayoría de los no-católicos En este capítulo se trata sólo de un sector de la problemática
(e incluso bastantes católicos) no entenderían el fundamento de su de conjunto del ministerio de Pedro, o sea, la relación entre el Papa
reivindicación, sin que por su parte existiera culpabilidad moral. y el concilio, entre el Papa y la Iglesia.
Además, no podemos ignorar que un Papa puede ofuscar igualmente Plantear la cuestión de esta forma, es suponer de antemano que
esta autenticidad, sin cometer una auténtica falta personal. el concilio tiene alguna relación con el ministerio de Pedro. Esto
No hay que esperar que en el ministerio de Pedro se decante resulta de que nosotros, los católicos, creemos a causa de Mt. 16,
todo de la noche a la mañana; en este aspecto se han realizado ya 18 s.; Le. 22, 32; t« 21, 15-19 y, a causa tambIén del testimonio de
enormes progresos de renovación evangélica desde los papas del los Hechos de los Apóstoles y de sus datos de la historia eclesiástica,
Renacimiento, en la época de Lutero, hasta los príncipes del Esta- que la IGLESIA tiene hoy todavía alguna relación con el ministerio
do de la Iglesia durante la época del Primer Concilio Vaticano y, de Pedro. De acuerdo con la fe católica, Cristo fundó la Iglesia,
finalmente, hasta los papas del siglo xx que tienen espíritu pas- concilio ecuménico convocado por Dios, sobre la roca del ministerio
toral. Pero sería temerario creer que esta renovación haya llegado de Pedro (al propio tiempo que sobre el ministerio de los Apóstoles).
ya a su término. Nos esperan aún inmensas tareas, a las que debe Por tanto, si el concilio ecuménico convocado por los hombres quie-
contribuir el teólogo por su parte. Su trabajo consiste en delimitar re representar verdaderamente al concilio ecuménico convocado por
teológicamente, de una manera precisa y prudente, la posición del Dios, debe entonces reflejar la estructura fundamental de la Iglesia
ministerio de Pedro en la estructura de la Iglesia, a partir del Nue- y tornar de esta manera presente el ministerio de Pedro de una
vo Testamento y de la tradición primitiva. manera o de otra.
Con absoluta objetividad y honestidad, el defecto característico Así pues, según la fe católica, en el concilio ecuménico convoca-
de las definiciones vaticanas sobre el lugar del Papa en la Iglesia do por Dios - y este concilio es la Iglesia -, el ministerio de
consiste en enunciarlo de una manera más jurídica que bíblica, de Pedro tiene como misión propia representar y garantizar la unidad
centrarse sobre 10 que es marginal, antes que sobre lo que es central, de la Iglesia al servicio del amor, de la afirmación en la fe y la
según el mensaje del Nuevo Testamento, a saber, que el ministerio solicitud pastoral. En este sentido debe atribuirse al ministerio de
de Pedro es, ante todo, un SERVICIO de Iglesia y que el «poder su- Pedro un lugar especial y fundamental, incluso en el concilio ecu-
premOJ) en la Iglesia (y no ENCIMA de la Iglesia) es tan sólo una ménico convocado por los hombres.
consecuencia. En el ministerio de Pedro no se trata, a fin de cuen- Pero precisamente aquí tropezamos con grandes dificultades:
tas, de un derecho que le sea propio, de una autoridad y de un poder ¿ qué significa por tanto concretamente ésto? Los concilios de Ni-
que le sean propios, sino de un servicio particular para los herma- cea, de Constanza y del Vaticano fueron todos verdaderos concilios
nos: «Sólo tenéis un Maestro y todos vosotros SÓIS hermanos (1\,1. t. ecuménicos. Por tanto, no es menester decir que para los católicos,
23, 8). El servicio propio del ministerio de Pedro consiste en afir- el ministerio de Pedro debió estar representado auténticamente en
mar la fe, es el servicio del amor y de la solicitud pastoral para la cada uno de estos concilios. j Cuán distinta sin embargo fue esta
unidad de la Iglesia 5. representación en cada uno de estos tres concilios ecuménicos! Es
Se creerá con razón que, no católicos y católicos, empezamos fácil comprender que no se agota con algunas frases la significación
5. Ver H. KÜNG, El Concilio y la unión de los cristianos (Santiago de Chile, Herder,
de lo que representa el ministerio de Pedro en el concilio ecuménico
1962) 135-152. convocado por los hombres. Y, precisamente en consideración a un
230 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y El, CONCIUO 231

retorno hacia la unidad de los cristianos separados, urge hoy día fieles de cualquier rito y dignidad, ora cada uno separadamente, ora
examinar desde un punto de vista teológico, lo que es verdaderamen- todos juntamente, no sólo en las materias que atañen a la fe v a las
te esencial y 10 que exige la época para la representación del mi- y
costumbres, sino también en lo que pertenece a la disciplina régi-
nisterio de Pedro. Ya decíamos desde el capítulo de introducción men de la Iglesia difundida por todo el orbe; de suerte que, guardada
que una TEOLOGÍA APREMIANTE del concilio ecuménico no puede de- con el Romano Pontífice esta unidad tanto de comunión como de
ducirse sencillamente de las actuales reglas del Código de Derecho profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un solo rebaño bajo
Canónico. Es POSIBLE, sin embargo, que estas reglas contengan de un solo pastor supremo. Tal es la doctrina de la verdad católica de
hecho una teología apremiante del concilio ecuménico. No quisiéra- la que nadie puede desviarse sin menoscabo de su fe y salvación: 6.
mos por tanto facilitarnos el trabajo en demasía, sino tomar desde ~ .el canon anejo del concilio dice 10 siguiente: «Así, pues, si alguno
ahora el punto de partida de nuestra reflexión. dijere que el Romano Pontífice tiene sólo deber de inspección y di-
rección, pero no PtENA y SUPREMA potestad de JURISDICCIÓN sobre
la Iglesia UNIVERSAL, no sólo en las materias que pertenecen a la
2. LA PRIMACíA Y SUS LíMITES EN EL PRIMER CONCILIO fe y a las costumbres, sino también en las de régimen y disciplina
VATICANO de la Iglesia difundida por todo el orbe, o que tiene la parte princi-
pal, pero no toda la PI,ENITUD de esta suprema potestad; o que esta
El último significado del concilio ecuménico convocado por los potestad suya no es ORDINARIA e INMEDIATA, tanto sobre todas y cada
hombres, que representa a la Iglesia, está puesto en evidencia en una de las Iglesias, como todos y cada uno de los pastores y de los
el canon 228. párrafo 1: «Concilucm Oecumenicum suprema pollet fieles, sea anatema» 7.
in uniuersam ecclesuim potestate.» Pero hay otro canon que es para- ¿ Queda todavía aquí lugar para una teología del concilio ecu-
lelo a éste; se trata del canon 218: Párrafo 1. Romanas Poniijex, ménico? ¿ De un concilio ecuménico que sea algo más que un órgano
Beati Petri in Primaiu. Succesor, habet non solum primatum hono- pontificio que delibera y aprueba? Y en suma ¿ quedan todavía
1'is, sed sup'rernam et plenam potestateni iurisdietionis in uniuersam límites a la «potestad de jurisdicción episcopal suprema, plena, or-
ecclesiam iuvn. in rebus quae ad fidem et mores, iurn in iis quae ad dinaria, inmediata, universal», del Papa?
diseiplinam et regimen ecclesiae per totwm orbem dijusoe pertí- La definición de la infalibilidad doctrinal del Papa ha delimita-
nent. Párrafo 2. Haec potestas estvere episcopalis, ordinaria el do muy minuciosamente las condiciones del ejercicio del magiste-
inmediata ium. in omnes ei singulas ecclesios, tum in o117nes et sin- rio infalible, y también lo ha restringido a casos perfectamente de-
gulos pastores et fideles, a quauis humana auct.oritate independens. terminados. Para la definición de la jurisdicción de la PRIMACÍA,
Es cierto que, en el pensamiento de la Iglesia católica, no Se trata las condiciones de su ejercicio no se han determinado tan claramente,
sólo en el Cánon de un punto de Derecho factible-práctico - algo lo cual, sin duda alguna, arrastraba consecuencias molestas. Mon-
así como en la cuestión del derecho de apelación, del derecho a señor E. Amann, mucho antes de anunciarse el Segundo Concilio
designar quiénes participan en los debates, etc. Ya que, subyacente Vaticano, escribía con muchísima razón, en el Diccionario Teoló-
a este canon, está el dogma del Primer Concilio Vaticano sobre la gico Católico, al final de su importante artículo sobre el Primer
primacía del Papa. Este dogma (igual que el de la infalibilidad Concilio Vaticano: «Si existe un punto en que se haya producido,
pontificia) 10 rechazan enérgicamente todos los cristianos no católi- debido al concilio, un cierto cambio en la posición del soberano pon-
cos; esta fue la razón por la cual muchos de ellos no creyeron ya tífice, es más bien en el terreno de la nrirnacia pontificia. La con-
en un nuevo concilio en la Iglesia católica. Se necesita tener ante centración de la lucha alrededor de la "infalibilidad, ha disimulado
los ojos el texto exacto de la definición de la primacía (subrayamos la importancia del famoso capítulo nI de la constitución Pastor
los términos importantes): «Enseñamos, por ende, y declaramos, aeternu,s. Al declarar la jurisdicción del Papa sobre cada una de
que la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el principado las Iglesias "ordinaria, inmediata, episcopal", el concilio del Va ti-
de potestad ORDINARIA sobre todas las otras, y que esta potestad de cano no innova en manera alguna. Desde la época de Gregario VII
JURISDICCIÓN del Romano Pontífice, que es verdaderamente EPISCO-
los papas habían reivindicado, a veces con extraordinaria energía,
PAl" es INMEDIATA. A esta potestad están obligados por el deber de 6. DENz, 1827.
subordinación jerárquica y de verdadera obediencia los pastores y 7. DENZ, 1831.
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 233
232 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
En la Depuuuio fidei, se oponían a fijar cualquier «límite» a
este poder casi absoluto y casi discrecional sobre el episcopado. Los la totalidad del poder pontificio. Se trataba, efectivamente, de ex-
famosos debates de los siglos xv y XVI trajeron consigo un retroceso tirpar hasta las raíces cualquier forma de galic~n!sm?; No obstante
en estas ideas. A pesar de haberse reforzado algo a principios del no es posible dejar de conceder de hecho una limitación a la potes-
siglo XIX, no habían sin embargo vuelto a adquirir (la) fuerza que ias plena. Ya que, en el pensamiento del concilio, el Pap.a posee
tuvieron durante los tiempos de la "monarquía pontificia". Ahora realmente la plenitudo de la autoridad pastoral en la Iglesia y no
se volvía a ello. Los años que sucedieron al Concilio iban a reforzar sólo una parte. Pero esta autoridad no es absoluta ~i es arb~trari~.
la acción directa del Papa en las diócesis y, digámoslo sin rodeos, La autoridad del Papa no eS ABSOLUTA: el proplO monsenor Zi-
de la centralización pontificia. El problema de la conciliación de los nelli, que era portavoz de la Comisión de la Fe (compuesta de u:1a
derechos divinos del episcopado con los derechos divinos del Papa manera unilateral), respondiendo a una objeción del Patriarca melquita
no se ha podido poner a discusión desgraciadamente. No obstante, de Antioquía, G. Jussef, hacía esta concesión: Si (patn~rch~) 1ntel-
una teología de la Iglesia, bien equilibrada, exige que se regulen ligit non esse absolscte monarchicam, quia [orrnam. regmnms eccle-
las aplicaciones. ¿ Será ésta la labor de un Segundo Concilio Va- siastici ipse divinitus fundato1' instituit, et hane [ormam nec con-
ticano? He ahí un secreto del futuro» 8. cilia oecumenica possun: desiruere, certe hoc verum est; et nema
Se ha descuidado especialmente el mostrar de qué manera la «PO- sanus dicere potesi, aut papam aut concilium oecumenicum posse
testad episcopal ordinaria e inmediata» del PAPA puede conciliarse con destruere episcopatum caeteraque iura divina in ecclesia deier-
la «potestad episcopal ordinaria e inmediata» de los OBISPOS. Y sólo minata 10.
se decretó la Constiiutio dogmatica PRIMA de Ecclesia Christi. La La autoridad del Papa no es ARBITRARIA: En la Comisión prepa-
posición, los derechos y los deberes de los obispos debían constituir, ratoria de teología dogmática, se había ya llamado la atención sobre
el objeto de una Constuuiio ulterior. A causa de la suspensión brus- el hecho de que habría que vigilar, cuando se formulara la defini-
ca y forzada que supuso la interrupción del concilio, sabemos que ción de la primacía, que no se pudiera deducir de una manera
esta Constitutio no se ha publicado jamás, No obstante, para nues- calumniosa: .. .nos, dum liberam et indepéndentem Romani pon-
tro tema, tanto las discusiones como las definiciones de la Consti- tificis auctoritatem asserimus, arbitrariam hoc ipse [acere 11. A los
tutio prima proporcionan indicaciones valiosísimas, de las que va- ojos de un católico era inútil reforzar de una manera particular cosa
mos a sacar partido 9. tan evidente con un Anathema sit que monseñor Vérot quería re-
calcar con la siguiente reprobación: Si quis dixerit tam plenam esse
8. E. AMANN, Art. Conale du Vatican, en: Dictionnaire de Théologie Catholique (Pa- Romani frontificis auctoriiaiem in ecclesia, ut omnui pro nutu 5UO
rís, 1950) XV. 2583. disponere uoleat, anatherna sit 12.
9. Respecto a las discusiones sobre la primacía, en la época del Concilio Vaticano, Por lo tanto existen «límites» incluso para la autoridad papal.
ver a: U. BETTl , Natura e portata del Primato del Romano Pontefiee secando il Concilto
Vaticano, en: Antonianum 34 (1959) 161-244 Y 369-408; La perpetuita del primate di Monseñor Bartolomeo d'Avanzo, relator en la Comisión de la Fe,
Pietro nei Romani Pontefiei secando il Concilio Vaticano, en: Dioinitas 3 (1959) 95-145: habla de una doble LIMITACIÓN a propósito de la primacía de Pedro:
La Costituzlone Dommatica «Pastor aeternus» del Concilio Vaticano [ (Roma, 1961); Ergo ne, dicet aliquis, et dictum esto omnimoda et plena poiesios
R. AUBERT, La Eclcsiologia en el Concilio Vaticano, en: El concilio y los concilios erit absque ulla limitaiione in Petro? Utique, duplicem habet limi-
(Madrid, Paulinas, 1962) 291-331; G. DEjA1FVE, Le Premier des éoéques, en: NRT 82
(1960) 561-579; Conclliarité au Conctle du Vatican, en: NRT 82 (1960) 785-802; Pape tationem, aciiuam l/nam, ut ita dicam, ei alieram passiuan: 13. La
ct evéques au primer Concite du Vatiean (París, 1961); J. LECLER, L'oeuure ccclésiologique
du Concile du Vatican, en: Études t. 302 (1960) 289-306; A. CHAHSSE, L'ecclésiologi« ([U 10. MANSI, 52, 1114, ver M. SCHMAUS, Teología dogmática (Madrid, Rialp, 1962) IV,
Concite du Vaticano L'infaillibilité de l'Églis«, en: L'eeclésiologie au XIX siecle (Pa- 465: "El Papa por su parte está ligado y obligado por la disposición ele Cristo y por el
rís, 1960) 233-245; W. F. DEWAN, Preparation of the Vatican Counctl's Schema 012 the derecho eclesiástico publicado por él."
POWe1' a~d Nature of the Pnrnacv, en: Ephemerides theologieae Lovanienses, 36 (1960) 11. MANSI, 49, 666 Y sigo
23-56; J. HAMER, Note sur la collégializ« épiseopale, en: RSPT 44 (1960) 40-50; Le corps 12. MANS1, 52, 591; efr. M. ScmlAus, 01'. cit., IV, 466: El Papa «está atado a la
épiscopale uni au Pape, son autorité dans l'Église d'apres les d?eumen~s du prem,¡er con- voluntad de Cristo. No puede hacer 10 que quiera. Tiene que hacer 10 quc Cristo quiere.
cile du Vatican, en: RSPT 45 (1961) 21.31; G. THlLs, Pnmauté pontiiicaic et prerogat¡ves La voluntad de Cristo se encamina al fomento del reino de Dios y a la salvación de los
episeopab. «Potestas ordinaria" au Concile du Vatican (Lovaina, 1961); Parlera-t-on des hombres, a él unida. Cuando el Papa en el ejercicio de su poder se ata a la voluntad
evéques 011 eoncile?, en: NRT 93 (1961) 785-804; J. P. TORRELL, La théol~gie de l'é piscopat ele Cristo y la cumple, sirve :11 fomento del reino de Dios y a la salvación de los hombres».
au premie>' Concite du Vatican (París, 1961); W. KASPER, Primat und Episltopat nach de", 13. MANsr, 52, 715.
liotikan1lm l , en: Tübinger Theologiscize Quortolschrijt, 142 (1962) 47-83.
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 235
234 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
es debido"» 18. Esta definición sería lp. respuesta a ciertas apren-
limitación «activa», le proviene de Cristo: Liaque tantam potes- siones por parte de los obispos, tal como 10 explicaba el rela-
iaiem habet Petrus, quantam illi dedit Chrisius Dominus, non in tor Zinelli: .. . ad satisfacíendum ceniies repeiitis obiectionibu~ illo-
destruciumem, sed in aedificationem corporis Chrisii, quod est eccle- rum, qui timebant ne per asseriam Romano pontifici au.ctoTt.tate~I
sia 14. La limitación «pasiva» proviene de los Apóstoles a través uere episcopaiem, ordinariam et immediauini in singulis áiocesi-
de Cristo: . .. ipse idem ChTistus designavit aedijicatores quibus J
bus, ad nihilum redigeretur et negareiur potestas singulomm epis-
Petrus ad aedificandam ecclesiam uteretuT, hoc est., apostolos ibi
coporum, A sserendum igitur erai a concilio Vaticano ciare contra-
proesenies. Petrus constitutus est magister in secundo textu ad rium, ut omnis falsa inierpreuitio tolleretur 19.
confirmandum alios; sed isti alii non debent esse nisi illi quos ipse
J
El poder pontificio de jurisdicción, lo describe el concilio como
Ch;istus dedit Peiro imtis in aposiolatu: Confirma [rtures: atquae
siendo VERDADERAMENTE EPISCOPAL 20. Esta expresión se incluyó más
adeo sibimet in iraires elegerai : Vade ad [raires meos (según eso
tarde en el esquema, a propuesta de monseñor Senestrey, a fin de
esta limitación sfgnifica, no obstante, para el Papa, menos una li-
demostrar claramente, frente a determinadas teorías, que el poder
mitación que un apoyo) 1~. En la magistr~l ex;posición que precedi?
del Papa no se limitaba a un ofjicium inspeciionis vel directionis
inmediatamente el voto final, monseñor Zinelli, relator de la Corni-
(como está sentenciado en el canon), sino que se trataba de un ver-
sión de la Fe, habló también de COARCTATIO de la plenitud de la
dadero poder de jurisdicción. El Papa es efectivamente el pastor
autoridad pontificia: ex omnibus his fontibus revelationis ajJpaTet J
Peiro et eius succesonbus daiam juisse vere plenam eamque supre- sufrremus; no obstante, los obispos son también -oeri pastores 21.
mam in ecclesia potestatem, scilicet plenam ita ut coarctori non Por tanto, la poiesta episcopalis no significa en absoluto que el P~pa
possii ab ulla potestate humana ipsa superiore sed a iure tantum sea el obispo de cada lugar y de cada fiel, sino que está e~ posesión
J

naturali et divino 16. de la potestas pascendi agnos et oves. Potesias episcopahs no SIg-
¿ CUÁLES SON LOS LÍMITES CONCRETOS que, además de todos los nifica, por tanto, únicamente «poder episcopal» sino «P?der pasto-
límites de ius naiuv ale, impone el i2is divinum a la totalidad de la ral» universal 22. No obstante este poder pastoral se ejerce sobre
autoridad pontificia? . todos y cada uno directamente y no tan sólo indirectamente : pasa?-
do por los obispos; por esta razón se han negado a reemplazar ep~s­
A) La existencia del episcopado que el Papa no tiene ni el de- copis por primatialis, cambio que había propuesto Passaglia en una
recho a suprimir, ni a desposeer ni a destituir de su cargo y derechos: obra anónima «La causa de Sua Em. il Cardinali Girolamo d'An-
nemes sanus dicere potest, aut papam aut conciliu1n oecumenicwm drea» (Torino, 1867). No obstante el relator de la Comisión de
posse desiruere episcopatum caeteraque iura divina in ecclcsia deier- la Fe, monseñor Pie, mantiene enérgicamente que episc?palis tiene
minaia 17. Por esta razón el propio concilio ha definido con la misma el mismo sentido que pastoralis 23. Explica la coincidencia del Papa
solemnidad la potestas episcojJalis ordinaria et immediata de los obis- y de los obispos con un texto de santo Tomás de Aquino: 1-:0 es
pos, yeso en conexión inmediata con la definición d.e la potes~as conveniente que dos pastores estén asentados de una manera desigual
episcopalis oidinaria el immediaui del Papa: «Ahora bien, tan leJOS (inaequaliter) como se da el caso con el Papa, el obispo y el sacer-
J

está esta potestad del Sumo Pontífice de dañar a aquella ORDINARIA e dote', dos causas eiusdem ordinis se excluyen, pero no dos • causas
. "4
INMEDIATA potestad de JDRISDICCIÓN EPISCOPAL por la que los obispos subordinadas una a otra, como sucede con el Papa V los obispos - .
que, PUESTOS POR EL ESPÍRITU SANTO, SUCEDIERON A LOS ApÓSTOLES, y el relator en la Comisión de la Fe, monseñor iinelli afirmaba
apacientan y rigen, como VERDADEROS PASTORES, cada uno la grey que también que episcopalis tenía el mismo sentido que pastoralis 25.
le fue designada; que más bien esa misma es afirmada, robustecida No obstante creía que era inútil reemplazar el ambiguo vocablo
y vindicada por el p~st?r supremo y universal, según ae¡uello. de san
Gregario Magno: '1111 honor es el honor de la Iglesia universal. 18. DENZ, 1828.
Mi honor es el sólido vigor de mis hermanos. Entonces soy yo ver- 19. MANsr, 52, 1311.
daderamente honrado, cuando no se niega el honor que a cada uno 20. DENz, 1827.
21. DENz, 1828.
14. MANSI, 52, 715. 22. MANsI, 52, 10.
15. MANSI, 52, 715. 23. MANSI, 52, 32.
16. MAl,;sI, 52, 1108 v Slg. 24. MANSI, 52, 33.
17. MANSI, 52, 1114.' 25. MANsr, 52, 1104.
235 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 237

episcopalis por pontificiae 26 o por suprema 27, porque ello estaba apremie sin embargo «(dogmáticamente» a los hechos históricos, de-
sobradamente expresado, duciendo de la autoridad primacial postulados o deducciones que
no están demostrados 32. Todo cuanto acontece actualmente en la
Per~ en las persr:ectivas actuales, las explicaciones de Zine11i no
Iglesia latina (por ejemplo, la transmisión de la jurisdicción por
se consideran ~emaslado claras 28, Y el hecho de que la Constitt~tio
el Papa), no debe considerarse de derecho divino sin pruebas
no tuvo demasiado en cuenta las dificultades se manifestó en los ciertas 33.
múltip~es malentendidos que provocó su publicación, Estos mal- Este primer punto nos lleva de inmediato al segundo:
entendidos llevaron al episcopado alemán a redactar la célebre de-
claración colectiva que aprobó Pío IX en forma solemne como ex- B) El ejercicio del poder ordinario de los obispos, que el Papa,
p;e~anclo 2~a auténtica doctrina católica y la doctrina d~l Concilio exactamente igual que otro obispo, no puede turbar con continuas
\, aticano . De ello ,se, deduce con a~soluta claridad que la prima-
intervenciones (p~incipi~ de subsidiariedad). Ciertamente, el Papa
cia del Papa queda limitada por la existencia del episcopado, Se de-
P?see la po.tes,tas, 1'11:medwta sobre todos los fieles, y ésta le permite
clara, entre otras cosas: El Papa no puede reivindicar para él mis-
ejercer la jurisdicción sobre cada uno sin autorización ni interven-
mo los derechos episcopales ni sustituir su autoridad a la de Jos
ción del obispo competente 34. Pero también se ha dicho: Cene, si
obispos; la i,urisd,ic,ción episcopal 1:0, est~ a?sorbida por la, del Papa;
summu~ pontifex,. sicut habei ius peragendi quemcumque actum pro-
segun las disposiciones del Concilio Vaticano la totalidad de la
pne episcopoien» In quacumque diocesi, se ut 'ita dicam multiplica-
autoridad episcopal :10 ,s~ ha e;rtregado en ma:10s del Papa; no se
ha establecido en p~ll1ClplO en JUgar de cada. obispo determinado, y
n? puede en cu~lqU1er momento sustituir al obispo frente a los go- 32. G. Tnn.s dice. muy acertadamente a este respecto: «... 10 que no puede aceptarse,
biernos ; los obls~os no se convie~ten en instrumentos del Papa y en todo caso, es reducir la dualidad de los sujetos suprimiendo uno de Jos dos elementos,
sea en provecho de sólo los obispos (episcopalismo, conciliarisrno), sea en provecho de
no son tampoco, trente a los gobiernos, los funcionarios de un so- SC'J]o el Papa (papismo), cuando estas teorías se afirman claramente o de una manen!
berano extranjero, León XIII dijo también de los obispos: .. ,nce Invada, vaciando las prerrogativas de unos u otros de roda consistencia auténtica. Este
iarnen ~i~arii R,0manorum Pontificu1n putandi, quia - p'otesttllem ~s . el caso, según parece, cuando s~. dice que sólo existe prerrogativa jurisdiccional ponti-
gerunt SIIJI proprwm... 30. ncia "CO~111nIC2da>t por. un concilio, o que sólo existe prerrogativa jurisdiccional del
cuerpo episcopal "comunicada" por el Papa.» Parlera-t-on des ét,taues au conalc", en:
Es ahora cuando se plantea la cuestión de la transmisión de la NRT 93 (1961) 800. '
jurisdicción ,episcopal: ¿ proviene inmediatamente de Dios, o pro- ~3. G: DEJAIFVE llama la atención sobre las graves dificultades que surgen aquí a
vlen~ .1Dmedlatame~te del Papa? El Primer Concilio Vaticano dejó, la iuz de la historia de la IgleSIa antigua y, particularmente en Oriente: "De todos
a sabiendas, pendiente esta cuestión: .. .ne putetis nos dejinire modos, cabe preguntarse si esta teoría, que podemos designar bajo el nombre de "romom"
cree caracterizar este privilegio del Papa corno esencial a su función de primado o como
qua~st¡?nem ta:n in concilio Tridentino agitatam de deriuaiione iUl'is- atado 3 un estado de hecho debido a circunstancias concretas en las cuales se ha ejercitado
~1ctwn~s vn einscopos, quam alii immeduiie a SU1mno Pontífice, alií en la Iglesia latina. Es cierto, efectivamente, que en Oriente, desde tiempo inmemorial,
¡mm~d1ate ab ipso Christo deri"uant 31. Por 10 tanto no es extraño que los obispos con;agra~os est~ban provistos de la jurisdicción propia a su cargo por su
p~opla ordenación, drsposicron que acaba de ser nuevamente asumida por ti nuevo CÓ-
se ,d:scuta ~ esta cuestión todavía en nuestros días, en la teología
dl!?:O, de derecho canónico ?rientai, Para ser reconocidos como obispos legitimos en la
católica. Hay que encontrar una solución a esto, que sin lesionar l~lesla) bastaba con que notificaran su elección y ordenación realizada canónicamente me-
los derechos de la primacía (que ningún teólogo pone en duda) no dtan,te cartas a sus colegas en el episcopado con los cuales su Iglesia sostenía relaciones
contl~uadas. Según el concepto oriental, los obispos consagrantes parecían actuar como man-
ci,at.anos tácitos d~ l,a Iglesia, es de~ir, del conjunto deja "Comunión". Aunque al prin-
26. MANSI, 52, 584 Y 1106.
opto no haya existido u~a clara distinción entre Jos poderes de orden y de jurisdicción,
27. MANsr, 52, 589 Y 1106.
c~¡r:c "sup~n~r ~que los ~b?~p05 consagrautes, ~~ comunión con las imp~rt~ntes. sedes apos-
.,.28. Ver.~. AVBERT, La Eclesiologla en el Concilio Vaticano, en: El concilio y los COII-
ladeas, ~E JULgaban habilitados para transrnrtrr todos los poderes canorncos Inherentes al
Cl",OS (~fad~lO, Paulinas, 1962) 330; G. THlLS, Prtmauté pontificale el prérogatives épisco-
cargo episcopal, en razón de una participación "in solidum» al poder apostólico, del cual
paces (Lovaina, 1961) 7·78.
eran herederos por su ordenación. Como sabemos, no era ni fue pedida jamás al obispo
29., Texto en: Der Katholi]; N. F. 33 (1875) 209·213. transcrita por H. KÜNG, El
de Roma, una aproba,ción previa en todo este procedimiento. El hecho esd comprobado y
concilio y la unión de los cristianos (Santiago de Chile, Herder, 1962) 197·203; off. NWNFR'
durante SIglos se avino a ello la Iglesia romana, incluso cuando se mostró como centro
Roas, Der Glaube der Kirche in den Urkunden del' Lehrverkündigung (Ratisbom.
obligado de la comunión eclesiástica en la persona de su Pontífice" (Le Premiar des évéques,
51958) 245·248.
en: NRT 82 [19601 575·576).
30. LEÓN XlII, Encíclica "Satis cognitum», en: AAS 28 (1895-96) 723.
34. MANSI, 52, 1105.
31. MANST, 52, 1109; off. 52, 1110.
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 239
238 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
rias), la potestas non dele,gata u ordinaria del PAPA, por el ,contrario,
rei, et quotidie, milla habita rationi episcopi, ea qu~e ab hoc sa- no debe serlo más que IN PECULIARIBUS ADIUNCTIS (en circunstan-
pienter determinareniu», desiruerei; uteretur non m aedificatio- cias especiales, particulares, no habituales, por tanto non-ordi~arie).
nem, sed in desiruciumem Sita potesuue 35. La Comisión de la Fe hacía observar, en el esquema mejorado
Las largas discusiones sobre la POTESTAS ORDINARIA del Papa De ecclesia Christi: Pastor supremus itemque uniuersolis, et pastores
han indicado claramente, según el pensamiento general de los Padres inferioris itemque pariiculares, nullatenus semet excludunt; contra)
del concilio, en qué sentido debe entenderse este término poliva- tantum abesi, ut per priorem illam. surnmi pastoris potes~~tem ha.ec
lente 36. El ejercicio del poder pontificio en las Diócesis no se pr~c­ altera obnoxiorum pastorum impediaiur, ut per ecm ,stabi.zwtur, fir-
tica sólo EXTRAORDINARIE, es decir, sólo en casos raros y excepcio- meiur, vindicetur; uti vice versa per hanc alteram mfenorum pas-
nales, como lo creía Joseph Valentin Eybel (t 1805) Y Pietro Tambu- torum potestatem supremi pasioris potestas non impedienda, sed
rini (t 1827) que están refrendados por el concilio. Por otra parte uiuanda, asserendaque est 39. El deber del Papa es, no sólo no estor-
(cfr. el pasaje citado más arriba), no se practica tampoco QUOTIDI~, bar, no suplantar o despojar el ejercicio del poder ordinario de los
es decir, todos los días, ordinariamente, habitualmente. Se practi- obispos, sino defenderlos y promoverlos.
ca - y Thils intenta determinar exactamente el término medio ¿ Existe un CRITERIO que concierna al ejercicio de la carg~ past~­
entre exiraordinarie y quotidie en la terminología tradicional _ 37 ral del Papa en las Diócesis particulares? El Primer Concilio Vati-
IN PECULIARIBUS ADIUNC'fIS: en una situación particular, con oca- cano, ásperamente enfrentado con el galicanism?, no se intere~aba
sión de una dificultad particular, en circunstancias que presentan naturalmente demasiado por este problema, segun ya hemos dicho
un carácter ESPECIAL, poco HABITUAL, PARTICULAR (lo que no sig- antes. Sin embargo, la teología postvaticana elaboró un criterio. Es
nifica de buenas a primeras que sea «raro»). el PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD, que, según Pío XII, es válido «a la
Existe, por consiguiente, según el concilio, una clara distinción vida social en todos sus grados, y también a la vida de la IGLESIA,
entre el ejercicio del poder (ordinario» de los obispos y el ejercicio sin perjuicio de su estructura jerárquica» 40 ~ Lo que el individuo
del poder «ordinario» del Papa. En el caso de los OBISPOS, según puede hacer con sus propios medios, no debe realizarlo la comu-
la creencia general de los Padres conciliares, ordsnarie significa la nidad; lo que la comunidad de orden inferior puede llevar a cabo,
actividad pastoral cotidiana, corriente, ordinaria, habitual de oeri no debe efectuarlo la comunidad de rango más elevado. La co-
pastores. En el caso del PAPA, ordinarie significa sólo un adnexum munidad se porta subsidiariamente frente al individuo, y la comu-
officio, ratione muneris del pastor supremus, por oposición a. un nidad más elevada frente a la comunidad de orden inferior. No se
poder extraordinario simplemente «delegado». He aquí la explica- puede formular con más claridad que lo hizo Pío XI en su Encíclica
ción que nos da monseñor Zinelli, en nombre de la Comisión de Quadragesimo anno: «Es verdad, y 10 prueba la historia palma-
la Fe, inmediatamente antes de la votación final: Apud omnes iuris- riamente, que la mudanza de las condiciones sociales hace que
consultos aut iuris canonici doctores, apud omnia acta ecclesiastica muchas cosas que antes hacían aun las asociaciones pequeña.s, hoy
dividitur potestas in orainariam et delegatam. Omnes dicunt po- no las pueden ejecutar sino las grandes colectividades. Y, sin em-
testatem ordinariam, quae aliwi rationi muneris, sed nomine alte- bargo, queda en la filosofía social fijo y permanente aquel impor-
rius exerceiur, in quo est ordinaria. Explicato sensu »ocaouiorwm, tantísimo principio que ni puede ser suprimido ni alterado; como
lis ui videtur Deputationi, finita est; nam potestas quae summo es ilícito quitar a los particulares 10 que con su propia iniciativa y
pontifici tribuitur, nonne est in illo raiione muneris? Si est ratione propia actividad pueden realizar para encomendarlo a una cOI?~n.l­
muneris, est ordinaria 38. Por tanto, mientras que la potesias '/jon dad, así también es injusto, y al mismo tiempo de grave perJ.UlclO
delegata u ordinaria DE !,OS OBISPOS en su Diócesis (i Y del obispo y perturbación para el recto orden social, confiar a una SOCIedad
de Roma en su propia Diócesis de Roma 1) debe ejercerse üRDINA- mayor y más elevada 10 que comunidades menores e inferiores pue-
RIE (habitualmente, cotidianamente, en las circunstancias ordina- den hacer y procurar. Toda acción de la sociedad debe, por su na-

35. MANsr, 52, 1105. 39. MANSI, 52, 1I Y sig.; efr. igualmente DENZ, 1962. .
36. Véase, respecto de esta importante cuestión, el excelente y luminoso análisis histórico 40. Pío XII, A los nuevos cardenales (20 de febrero de 1946), en: Acta Apostolicae
de G. THILS, Primauté pontiiicale et prérogatives épiscopales (Lovnina, 1961). Sedis, 38 (1946) 14 Y si. Trad. castellana, en: Colección de encíclicas y documentos ponlt-
37. Cfr. G. THILS, op. cit., 98 Y sigo ficios (Madrid. Acción Católica Española, 1962) t. J, 223.
38. MANSI, 52, 1105.
240 ESTRUCTURAS DE l,A IGLESIA EL yUNISTERIO DE PEDRO Y El, CONCILIO 241

turaleza, prestar auxilio a los miembros del cuerpo social, mas todos los miembros de la Iglesia, obispos, sacerdotes y laicos. Por
nunca absorberlos y destruirlos» 41. tanto, nunca debe pretender el ministerio de Pedro, a la manera
Según Pío XI, lo que sucede sobre el plano mundial en la rela- de un estado totalitario, regirlo todo, o por lo menos estar autori-
ción entre los representantes superiores del orden (Estado) y los re- zado jurídicamente a regirlo todo; esto sería engañarse gravemente
presentantes inferiores del orden, puede aplicarse de una forma aná- acerca del sentido de las definiciones vaticanas. Al contrario, el
loga, sobre el plan eclesial, a la relación entre el ministerio de Pedro principio de subsidiariedad exige que el ministerio de Pedro abando-
y el ministerio episcopal: «Conviene que la autoridad pública su- ne a los obispos, a los sacerdotes y al pueblo todo cuanto depende
prema deje a las asociaciones inferiores tratar por sí mismas los de su propia responsabilidad, cuando los obispos, sacerdotes y pue-
cuidados y negocios de menor importancia, que de otro modo le blo no necesitan la intervención directa del ministerio de Pedro en
serían de grandísimo impedimento para cumplir con mayor liber- cuanto a tal; y esto exige al propio tiempo que el ministerio de
tad, firmeza y eficacia cuanto a ella sola corresponde, ya que sólo Pedro conceda a los obispos, a los sacerdotes y al pueblo la más
ella puede realizarlo, a saber: dirigir, vigilar, estimular, reprimir, amplia participación posible en la marcha de la Iglesia 45.
según los casos y la necesidad lo exijan. Por lo tanto, tengan bien No hay lugar a temer que la aplicación del servicio de subsidia-
entendido esto los que gobiernan: cuanto más vigorosamente reine riedad pueda lesionar al ministerio de Pedro; al contrario, podemos
el orden jerárquico entre las diversas asociaciones, quedando en pie decir paralelamente a la frase de Pío XI antes citada: Cuanto más
este principio de la función supletiva del Estado, tanto más firme perfecto sea el orden jerárquico que, conforme al principio de sub-
será la autoridad y el poder social, y tanto más próspera y feliz la sidiariedad, rige los diversos medios de vida en la Iglesia, tanto
condición del Estado» 42. mejor para la autoridad y la eficacia del ministerio de Pedro y más
Como principio jurídico, el principio de subsidiariedad es de feliz y próspera será la situación de la Iglesia. De esta manera, el
reciente formulación 43. La exigencia que expresa no proviene sólo ministerio de Pedro no se desvía de sus importantes trabajos pro-
de la tradición católica y en particular de la del primer milenio, sino pios, sino que se capacita para realizar con más libertad, energía y
también, y sobre todo, del ideal siempre actual y obligatorio de la eficacia, todo cuanto le atañe a él solo, porque él solo está en situa-
Iglesia apostólica. Este ideal prohibe inequívocamente que se supri- ción de llevarlo a cabo: dirigir, vigilar, estimular y reprimir, en
ma de hecho el ministerio apostólico de los obispos y el papel del pue- el plano de la Iglesia universal, el cual supera las posibilidades de
blo creyente aunque fuera posible, a pesar de ello, mantener en prin- los obispos y de las Iglesias locales.
cipio al episcopado. Una Iglesia que se gobernara a la manera de Es cosa sabida que el principio de subsidiariedad en la Iglesia,
una monarquía absoluta o incluso de una dictadura totalitaria, es no es un principio que deje crear, entre los derechos del Papa y los
algo inimaginable según el Nuevo Testamento 44. Según el ideal de los obispos, una delimitación MATERIAL válida una vez para siem-
neotestamentario, el gobierno de Pedro no consiste evidentemente pre, dado que «el Papa tiene PLENOS PODERES Y que por tanto no
en llevar a cabo todas las tareas de la Iglesia por sí mismo en la
medida de lo posible (o gracias a la actividad de un aparato buro- 45. Aquí hay que distinguir qué influencia corresponde al obispo de Roma, como
crático), sino de servir para facilitar y garantizar la total eficacia de obispo de la Diócesis de Roma, como metropolitano de la provincia eclesiástica de Roma,
como patriarca de la Igksia latina occidental y como Papa de la Iglesia universal. No
hay que subestimar lo que indica F. HElLER, de una manera crítica, sobre esta cuestión:
41. Pío XI, Encíclica «Quad1'agesimo Anno»; en: Acta Apostolieae Sedis, 23 (1931) "En las tres partes de la tiara pontificia están simbolizados diversos elementos. El cargo
203. Trad. castellana en: Colecci6n de encíclicas y documentos pontificios (Madrid, Acción de obispo de Roma, que es a la vez metropolitano de la provincia eclesiástica romana, el
Católica Española, 1962) t. I, 641-642. de putnarca de la 19ksia latina occidental y el de primado de todos Jos obispos. En !J
42. Pío XI, op. cit., en: Acta Apostolicae Sedis, 23 (1931) 203 Trad. castellana, confusión de estos tres ministerios, en la extensión de las facultades de la primera esfera
ihid., t. 1, 642. Ver también O. v. NELL·BREUN1NG y H. SACHER, Zur Christlichen Staatsleh,.c a la segunda y de las dos primeras a la tercera, se funda una buena parte de los obstácuios
(Freiburg i. Br., 1948) 4, :;3, 74, 96, 104; J. MEssNER, Das Naturrecht. Handbuch da que se oponen a una unión de los cristianos. Pero si se toma el primado del Papa pura·
Gesellschottsethik; Staatsethilr und Wirtschaftsethik (Innsbruck-Viena, 19:;0) 199·202. :"ente como tal, en su providencial función ecuménica de unidad, y se le separa de las
43. Sobre la aplicación del principio de subsidiaridad en la Iglesia, cfr. W. BERTRAMs, funciones - variables - de metropolitano romano y patriarca occidental, el sentido his-
De principio subsidiarttatis in iure canonice, en: Periodica de re morali, canonica, liturgica, tór:co )' el derecho divino del papado resultan comprensibles hasta por sus mismos irn-
46 (.19:;7)3·6:;; V~m.Si~n des Subsidiuritdtsgesrtzcs, en: Orienucruno , 21 (19:;7) 76-79; pugnadores.)) Eine Heilige Kirche (Oct., 1955), citado por O. KARRE;, La succsion apos-
Da! Subsidiaritdtsprinzip l1Z der Kirche, en: Stimmen der Zeii, 160 (1957) 252.267. tólic" y el primado, en: Panorama de la teologia actual, editado por J. Feiner, J. Trütsch
44. Ver también 10 dicho en el capítulo IV, 1·2. y F. Bcck!e (Madrid, Guadarrama , 1961) 265-266.

16
242 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO V EL CONCILIO 243
se puede admitir en un terreno particular, una plena autoridad que privara prácticamente al cuerpo episcopal de su situación de tal
particular como sería la autoridad particular ejercida por un obis- manera que del episcopado no quedase más que el nombre, iría contra
po particular, como particular, en el territorio de su jurisdic- la constitución de la Iglesia deseada por Cristo, la cual es esencial-
ción, autoridad que el Papa no podría (legítimamente) retirarle mente y realmente (y no sólo en apariencia) episcopal. Un papa se-
(o del que no podría prohibirle el ejercicio) ... n 46. No obstante el mejante, que se opusiera a esta estructura de la Iglesia, esencial y
principio de subsidiariedad, fundado sobre el Nuevo Testamento deseada por Cristo, sería un papa hereje o cismático. Falta todavía
y la Iglesia apostólica (y finalmente también sobre el Vaticano I)' demostrar detalladamente que la Iglesia no se encuentra indefensa
excluye que el episcopado se conserve sólo de una manera puramente en manos de un papa semejante (los teólogos y los canonistas de la
formal y exterior. Un papa que manteniendo el ministerio episco- Edad Media encaraban muy seriamente esta posibilidad) y que no
pal de una manera exterior y formal, suprimiera EFECTIVAMENTE se reduciría a esperar un milagro del Espíritu Santo 52.
toda la consistencia al episcopado como tal (y no sólo, con toda la
razón, el ministerio de un obispo PARTICULAR) 47, de tal forma que, C) La finalidad de la administraoion del Papa. El relator de
prácticamente, se adjudicara todo el poder y redujera prácticamen- la Comisión de la Fe proponía como finalidad a la administración
pontificia, no in destructionem, sino in aedijicationem ecclesiae 53.
te a los obispos al rango de vicarios apostólicos, realizaría lo que,
De esta misma manera se expresaban los Padres del concilio. En
precisamente, ha rechazado enérgicamente el Concilio del Vaticano:
lugar de la aediiicaiio ecclesiae, hablaban también de salus y de
«dañar a aquella ordinaria e inmediata potestad de jurisdicción
la unitas ecclesiae. De esta forma se dirá de una manera expresa,
episcopal por la que los obispos que, puestos por el Espíritu Santo,
en la introducción al decreto del concilio, que la primacía está ahí
sucedieron a los Apóstoles, apacientan y rigen, como verdaderos
por amor a la unidad de la Iglesia 54. La primacía servirá por lo
pastores, cada uno la grey que le fue designada» 48. No se trata aquí
tanto a la Iglesia y su unidad y no a su propia grandeza y a
en realidad de desiruere episcopatum 49, de ad nihilum redigere et
nega1'e potestaieni singulO1'um ep·iseoplJ.1'um 50. A t quis nce pcr S01l1- quoad coactivam suis ¡egibas, quast praecepta eUldenler
J nulla damnosa posscnt
nium quidem excogiiare possei iam absurdcm hypothesim?, excla- induccre obligationcm, nisi ad scandaiuin uiuindum. Ji
maba a este propósito Zinelli, el relator de la Comisión 51, Un papa 52. Sin dejar de aprobar totalmente la postura de Rahner , se hace necesario reflexionar
con respecto a la solución que proponc a este problema. Las cuestiones planteadas por
o. KARRER 5Ob;"C' este asunto están justificadas : «El Espíritu actúa como una especie
de Deus ex mechina contra los excesos del poder espiritual, posibles en sí e igualmente
40. K. RAH"CLR. Epis!(Opal lIJ1d Prima: (Fr iburgo-Basilea-Viena, 1961) 34 Y sig., 74·78,
indudables en determinadas condiciones históricas, cuma en el caso de Bonibcio VlII, o
tr.id. castellana, Episcopado y primado (Barcelona, Herder, en prensa).
ben ¿quiére Dios en casos semejantes servirse de las fuerzas pncumáticas, que posee
47. K. RAHNER recalca precisamente «que la limitación por el Papa de los poderes
la Iglesia en su seno} como de un correctivo contra un absolutismo amenazador? Puesto
de un obispo individual, limitación que puede llegar prácticamente hasta la supresión, no
l]Ue el ministerio episcopal, exactamente igual que el ministerio de Pedro, está estable-
puede ni debe extenderse por adición, de la misma forma, al conjunto del episcopado; que
cido sobre el fundamento apostólico querido por Dios ¿necesita todavía de algún otro
por consiguiente el derecho del Papa frente al episcopado en conjunto no resulta ser la
párrnío CANÓNICO para desempeñar su misión, cuando se [rata precisamente de una grave
suma de sus derechos frente a cada obispo individualmente, sino que por la misma razón,
decisión.' ¿No hay en el Nuevo Testamento inspirado una aprobación de jacto de la
por el contrario, el ejercicio práctico de los derechos que posee el Papa iure dunno , r-especto
oposición del "último apóstol" a una medida peligrosa de! "primer apóstol" ¡ ¿Repre-
al obispo particular, debe cuidar de lJue el derecho turts divini del episcopado en su con- scntnn los obispos a] Papa o más bien ,,1 Colegio Apostólico? ¿¡este (o el Colegio Epis-
junto, derecho que éste posee colegialmente, no se ve" prácticamente amenazado o supn- copal) detenta su poder de Pedro o más bien de Cristo? ¿ Y la Iglesia, en virtud
mido en su esencia» (op. cit., 68).
del derecho divino, por lo tanto '''TES que cualquier derecho eclesiástico, reposa tan sólo
48. DENz, 1828. sobre los "apóstoles'-' o bien también sobre los "profetas" ¡ Jesús rogó por Pedro para
49. MANSI, 52, 1114. que robusteciera a los hermanos y al dar un en falso en Antioquía, el hermano
50. MANSI, 52, 1311. Pablo se dio cuenta de que le llamaba el Espíritu para que hic.era valer su exhorta-
51. MANSI, 52, 1105 cfr. también en la misma Relatio, MANSI, 52, 1108 Y sig.· ción en virtud de su poder de apóstol. Si en el caso supuesto por K. Rahncr, los obispos
«Non: ex omnibus /zis rcuclattonis Petra el cius successoribus datam hacen lealmente lo mismo ¿podría un papa que se envarara contra el episcopado o contra
[uissc uere pienam eamque supremarn in potestatcm , scilicet plenam ita uf el pueblo, incluso en esto situación, pasor por ser e! representante del Espíritu Santo,
coarctari non possit ab ulla potcstaie humana ipsa supenorc, sed a iurc tantum naturali de forma que la Iglesia se encontraría en una situación tal que sólo podría esperar un
et divino. Hinc uanu et jutiles (pareant uerbo¡ illi clamores, qui diffieillime ut serii milagro?" (6kumenisc/¡e Katholiziiat , en: Hochlond , 51 [1959J 306 Y sig.).
consideran possunt, ne si papae tribuatur perplcna et suprema potcsias, ipse possit des- 53. M.'""SI, 52, 715, l JOS, 1115 \' sig.; cfr. ya en 13 comisión dogmática preparatoria,
trucrc episeopatum, qui iure divino est in ecclcsia, possit omnes canonices sanctioncs :V¡""Si. 49, 707.
sapienter et sancte ab apostolis el ecclcsia emanatas susque dequc euertcre, quasi onmis 54. DENZ, 1821.
thcoloyia moralis 110n clamitct icgislatorem ipsum subiici quoad uim directiuam , 170/1
EL MINISTERIO DE PEDRO Y El, CONCILIO 245
244 ESTRUCTURAS DE l,A IGLESIA
siguiente: "No porque seamos déspotas de nuestra fe, sino que
su. propia magnificencia. Todas las acciones concretas encuentran su somos cooperadores de vuestro gozo, pues en cuanto a la fe os man-
sentido al propio tiempo que sus límites 55. El ministerio de Pedro, tenéis firmes" (JI Coro 1, 24). Habrá que decir también de la rela-
por relación a la unidad de la Iglesia, ejerce la función de un ción entre los Apóstoles y los fieles : "Pues vosotros fuisteis lla-
vínculo que mantiene, incluso exteriormente, a la Iglesia como mados a la libertad, hermanos" (Gál. 5, 13). Y: "No os hagáis
un ~odo: el vínculo está ahí para el todo y no el todo para esclavos de hombr~s" (I COL 7, 23). Y: "¿ Qué es pues, Apolo?
el vinculo. ¿ Y qué Pablo? Ministros, por cuyo medio creísteis" (I Coro 3, 5).
Aquí no se trata sino de «servicio» que caracteriza cualquier mi- Una comunidad no está, por lo tanto, sometida a sus apóstoles ya
nisterio eclesiástico; ahora bien, el ministerio de Pedro debe tornar sus doctores sucesivos, sino siempre inmediatamente a Cristo corno
concretamente visible y DE UNA MANERA EMINENTE ESTE CARÁCTER al Señor. El apóstol no debe restringir la libertad de la Iglesia
DE SERVICIO. «Ya que quien quiera hacerse grande entre vosotros,
"tendi.en~o un la~o" (I Coro 7, 35) a los suyos mediante sus propias
será vuestro servidor; y el que quisiere entre vosotros ser primero, prescripciones. SI, Pablo combate por las comunidades de Corinto
será esclavo de todos» (Me. l O, 43-44). Desgraciadamente, este ca- Filipos y Galacia. Efectivamente, ¿ qué posee ese hombre, pobre
co~no Job, peregrin.o apátrida en los lejanos países mediterráneos,
rácter bíblico fundamental se descuidó demasiado en las discusiones
y las definiciones de aquel tiempo; en el Nuevo Testamento, el leJOS de las fraternidades que ha fundado? Pero no encadena a las
vocablo que explica plenamente la idea de «ministerio» no es nin- comunidades a su persona. Puede afirmar: "Porque estoy ce'oso
guno de los términos en uso en el derecho secular (apJ:f;, IIp:í¡, lÉAa~). de vosotros con celo de Dios pues os desposé con un solo varón
sino O'Jl.y'Qvlá, servicio. Estaban demasiado sujetos al pensamiento para present~ros como casta virgen a Cristo. Pero temo no sea que,
como la serpiente sedujo a Eva con su astucia, sean estragadas vues-
jurídico y eran poco sensibles, inmediatamente, a la palabra de la
tras inteligencias, perdida la lealtad y santidad que debéis a Cristo"
Sagrada Escritura yeso incluso en la forma de expresarse 56. El
concilio se encontraba dependiente de la teología de su época 57.
(JI Coro 11,2-3). Pablo aspira a que el servicio pastoral sea real-
mente lo que dice la frase: "servir con verdadero espíritu de ser-
Por otra parte, en la polémica antigalicana de aquel entonces, se
vicio" (Rom. 12, 7)) 58.
hablaba mucho de los deberes de los obispos y poco de sus derechos,
pero en cambio se hablaba mucho de los derechos del Papa y poco
D) El método de administración del Papa: Con el concepto de la
de sus deberes. No obstante, y sin duda alguna, hay que aplicar
aedificatio ecciesiae, se relacionan los calificativos que diferentes Pa-
a [ortun! al ministerio de Pedro 10 que escribe K. H. Schelkle
dres del concilio han atribuido, en sus discusiones, al método de la
sobr~ el ministerio neotestamentario que, según su naturaleza, es un
administración pontificia: no arbitrarie, no inopport1me, no ultra
servicio : «El Nuevo Testamento hace todavía resaltar lo siguiente,
modum, no 1·cgulariter. 0, positivamente: los motivos de intervencio-
proponiendo 10 contrario de lo que sucede en el mundo: "Los reyes
nes pontificias deben ser: euidens uiiluas, Ecclesiae necessiias 59.
de las naciones les mandan y quienes ejercen la autoridad sobre ellos,
Se trata, nuevamente, del principio de subsidiariedad. Dice de
se hacen llamar sus bienhechores. Mas vosotros no así" (Le. 22,
este principio otra fórmula, tal como se escucha a menudo en am-
25-26). Contrariamente, al ministerio en la Iglesia se aplicará lo bientes católicos: ¡ Tanta libertad como sea posible, tanta sujeción
como sea necesaria! El principio de subsidiariedad se realiza tanto
55, M. SCH>!,"S, Teología dogmática (Madrid, Rialp, 1960) IV, 466: "Sería un
proíundo y fatal malentendido e! entender el pleno poder papal exclusivamente en su
mejor en la Iglesia cuanto en el interior de la esencial v necesaria
aspecto jurídico-formal y no ver su contenido y sentido. Tal interpretación tendría que unidad católica, el ministerio de Pedro gobierna todaví~ más a la
llevar a la idea de que e! Papa puede mandar cosas caprichosas V arbitrarias. En realidad, Iglesia por medio de los OBISPOS, cuanto la descentralización v la
~ la esencia de! pleno poder papal pertenece el poder estar puesto sólo al servicio del autonomía ~~ las Ig1~si~s particulares (d~ una Diócesis, de un país,
tomento del reino de Dios y de la salvación de la humanidad. Está vinculado, por tanto,
de una reglOn linguistica o de un continente) estén también más
a Cristo y a su ley. Sólo este contenido justifica su ejercicio. Tal comprobación no implica
só'o una obligac:ón moral, sino un vínculo jurídicc.»
56. Cfr'. P. PARENTE, Theologia Fundamcntalis, De Ecclcsia (Roma, 1954) 20S: 58. K. H. SCHELKLE, ¡üngerschaft und Apostelamt . Eine biblische Auslegu1lg des pries-
«Q:wd quidem penculum non sempel' cauerunt post Concilium Tridentinum theologi, terlichen Dicnstes (Freiburg i. Br. 2.a edición 1961) 36, trad. castellana, Apóstoles y
qUl, dactnnam, de C01'~ore Mystico [ere obliti, stilo iuridtco potius quam theologico in drscipulos (Barcelona, Herder, en prensa).
lioc tract.aiu dlgerendo indulserunt» 59, Ver G. TllILS, Primauté pontificale et prérogatiu«: é piscopales (Lovaina, 1961) 96.
Si. Cfr. R. AUBERT, La Eclesiologia en el Concilio Vaticano, en: El concilio y los
concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 30i-30S.
246 ESTRUCTIJRAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 247
desarrollados, y cuanto más esporádicas sean las intervenciones del unido, el cual, como raza real, es la Iglesia, a la que el mllllsterio
ministerio de Pedro 60. de Pedro debe servir para mantener la unidad en el servicio dé
Sería también muy importante ahora una reflexión sobre Jos la caridad y en la afirmación de la fe,
principios bíblicos que atañen al método de administración, precisa- Sobre este último plano ¿ cómo mirar la RELACIÓN ENTRE r:C
mente en relación al carácter de autenticidad del ministerio. Esto PAPA y EL CONCILIO ECUMÉNICO?
exige humildad; discreción, dulzura, longanimidad, fe y caridad, El Primer Concilio Vaticano no tomó partido expreso en su
Es lo que dice 1 Tini. 4, 12: «Hazte dechado de los fieles en la pala- constitución sobre este problema. Lo que hemos explicado, seaún
bra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza.» el Concilio Vaticano, concerniente a la relación entre la prim~cía
Por ahí, incluso al ministerio de Pedro se imponen límites que, ju- y el colegio episcopal, debería también aplicarse al concilio ecumé-
rídicamente, sólo pueden formularse difícilmente, Todo cuanto es nico, Sin embargo, el relator Zinelli hubo de responder a la pregun-
«legal» o «legítimo», no es por este hecho, conforme al espíritu del ta de saber si, entonces, el verdadero poder supremo no estaría tam-
Evangelio, Podríamos aplicar una vez más las siguientes palabras bién detentado por el concilio ecuménico: N onne suprema et vere
de K. H, Schelkle al ministerio de Pedro: «Los presbíteros no plena potesias est etuim in concilio oecunumico? Nonne Christu¿
deben actuar' 'como dominando despóticamente en las que son por- omnibus aposiolis promisit se futunun cwm ipsis? Nonne ap'ostolis
ciones de la heredad" (I Pe. S, 3). Esta frase recuerda el modelo que
dixit: Quaecumque ligaveritis super terram , eruni ligata ei in caelis:
dibuja Me. 10,42 en cuanto a quienes mandan como dueños del mun-
quaecwmque soloeriiis super ierram, erunt soluta et in caelis; Non-
do. Los ministros de la Iglesia se sienten, también ellos, tentados
de comportarse como los poderosos de este mundo, Pero los jefes de ne alia dixit quibus ciare apparet, ecctesiae suae suprernam et ple-
la Iglesia no deben ocupar de esta manera su lugar de marido, no nam potestatem tribuere uoiuisse? 62. Sin dejar de consentir al pro-
deben ocuparlo sino por el buen ejemplo al que se deben, siendo pio tiempo en el poder supremo del Papa, ZinelE concede lo si-
"modelos de la grey") (I Pe. S, 3) 61, guiente: ", concedimus lioenier et nos in concilio oecumenico sitie
Según las discusiones y las definiciones del Primer Concilio in episcopis coniunctim cum suo capite supre¡nam inesseet plenam
Vaticano, existen cuatro lirnitacones impuestas al ministerio pon- ecclesicsticam potestatem in fideles omnes: utique ecclesiae CU1n
tificio; se refieren a la naturaleza del propio ministerio de Pedro, suo capiie coniuntae optime noec congruit. 19itur episcopi congrega·
al ministerio espiscopal y, por ahí también, al pueblo de Dios re- ti CU'l11 capile in concilio oecumenico, quo in casu totom ecclesiam re-
praesentant aut dispersi, sed cum, SUD caoue, qtiO casu s1mt ipsc.
60. Cfr. G. THILS, op. cit., 100 Y sig.· "Incluso los motivos de intervención ponti-
ecclesui, -uere plenam potesiaiem habeni 63, Y, un poco más adelante,
ficia - SALUS, BONUM, lJXJ\'ERSITl\S, NECESSITAs, EnDENs UTIUTAS - podrían present;Jrse en repite todavía más claramente que este poder pleno se encuentra
una perspectiva "episcopal". Eíecrivarnente, leyendo los autores parece como si la utilidad tanto en el Papa como en el concilio ecuménico: ." nos adntitiiniu.s
de la Iglesia, su bien, su salvación y sus necesidades, pidan siempre un ejercicio más uere plencm et SUpre1YW1n potestaiem exisiere in SU1n¡no ponÚfice
extendido de la jurisdicción papal y por tanto un centralismo creciente. Ahora bien, de
por sí y en principio, podría ser de otro modo. La utilidad, el bien, las necesidades de la etuim in capiie CU1n membris coniuncio, scilicet in pontifice cmll
Iglesia pueden perfectamente exigir una disminución de las intervenciones pontificias y uelicti capiie, et candeni vere plenam et supremnm potestatem essc
por tanto un movimiento de descentralización. Una cclesiologia centrada sobre el episco- episcopis, salvo semper et inconcusso quod prius admonuimus 64,
pado podría hacer valer los mismos principios que justifican las intervenciones pontificias,
pero en un sentido totalmente distinto. Sería cuestión de prcguntarsc, dada la situación Pero sobre la forma cómo coexisten estas dos supremas autoridades,
histórica de la Iglesia al siglo xx, si la SALVACIÓN de la Iglesia no exigiría, de hecho. sin que ninguna de las dos pierda autoridad, el propio relator de
una mayor autonomía de todo el episcopado, Si el BlEN actual de toda la Iglesia universai la Comisión, no indicó nada más, En todo caso, respecto a esto,
no se avendría con un cierto movimiento de descentralización adrninistrariva. Si las
NECESlDAllESactuales de la Iglesia no exigen reforzar las prerrogativas episcopales. Si,
no aborda seriamente las posibilidades de conflicto presentadas aquí
incluso la UTILIDAD de la Iglesia actual, no pediría determinadas declaraciones en Lvor de una manera teórica y que la historia de la Iglesia confirma de
de la variedad y de la pluralidad de los ritos, de las costumbres, de las constituciones hecho,
canónicas. Repetimos: no es cuestión de revisor los principios, sino cuidar de que se
apliquen TAMBIÉN a una eclesiología elaborada en las perspectivas episcopales. Los princi-
pios continúan siendo los mismos, son inrnutables ; su aplicación puede ser distinta,
62. Mf\:\'sr, 52, 1109.
según lo pidan las circunstancias.» 63. MANSI J 52, 1109,
61. K, H. SCHELKLE, op. cit., 40. 64. MANSI, 52, 1110 ; cfl. 53, 31 D.
248 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
EL MDJISTERIO DE rEDRO y EL CONCILIO 249
nos atrevemos a mirar, serenamente y sin adornarlos, los hechos de
s EL CASO DE CONFLICTO ENTRE EL PAPA Y LA IGLESIA la historia de la Iglesia. Hoy, menos' que nunca, no pueden conven-
cer theologuvnsna abstractos que no tienen en cuenta la realidad
histórica. Y silenciar hechos históricos desagradables es un signo
Todo cuanto llevamos dicho para explicar las definiciones vati-
de debilidad en la fe. Por otra parte no tendría interés alguno para
canas de la primacía no podrá derrumbar las dificultades de los
nuestro propósito montar con alfileres determinadas curiosida.des
cristianos que no pertenecen a nuestra Iglesia (incluso los de Jas
canónicas o históricas, de las que precisamente no está desprovista
Iglesias ortodoxas de Oriente). Ya que, dicen ellos, el Papa es FI-
la historia de los papas; no puede en absoluto tratarse, en este
NAI,MENTE el dueño absoluto de la Iglesia. Y cuando se responde
examen sistemático del problema, de llevar las investigaciones al
que no hay que engañarse sobre el sentido de la definición vaticana
terreno de la historia eclesiástica o canónica. N o obstante, situa-
de la plenitudo poiestou«, atribuyéndole un sentido absoluto, ar-
ciones de conflicto típicas, en el terreno de la historia de la Iglesia
guyen: FINALMENTE nuestra Iglesia est~ría li~a~a. de pies y m~nos, o del derecho canónico, forman casos límite característicos que, como
entregada a la merced de los papas, mcruso Si vivieran y ensenaran
tales, pueden aclarar y explicar, de una manera muy ~xpresiva,
contrariamente al Evangelio. Es cierto que en nuestros tiempos la
la estructura propia de la Iglesia o de los elementos olvidados de
Iglesia católica tiene buenos papas, pero también ha tenido malos
esta estructura. En esta problemática, que no es fácil en absoluto
papas y no existe la menor ¡:;arantía de que, t~rde o ten~pr~no pueda y que desgraciadamente se ha estu~iado poquísim?¡ vamos a pe-
volver a tenerlos malos. Finalmente, en la epoca de Leen Magno netrar ahora más adentro, con serenidad y precaucion, para Justa-
o de Gregario Magno, no se podía imaginar que, en el futuro, mente de esta manera presentar en forma más auténtica, tanto a
podría llegar un siglo x, caracterizado generalmente como el espan- los de fuera cuma a los de dentro, el carácter de servicio del minis-
teso saecuuan obscuruin del p'apado. Y durante la época de los gran- terio de Pedro en la Iglesia.
des papas de la alta Edad Media, tampoco se hub~era pensado que, El canon 1556 dice claramente: Prima sedes a nemine vudica-
más adelante, podría llegar la época de los papas del Renacimiento. iur, Por tanto, ningún poder o institución terrestre, político o ecle-
En un conflicto entre el Papa y la Iglesia, ésta, debido al excesivo siástico, tiene competencia reconocida para juzgar al papado. La
poder del Papa, y aunque estuviera en posesión del .Evangelio, se competencia de los otros jueces la denomina el canon 1558 una m-
encontraría durante decenios, según las circunstancias, entregada combeieniia aiisoiuta. Por tanto, hoy en día, en general, es también
a los malos papas, indignos bajo todos los aspectos. Entonces no al Papa a quien se atribuye competencia en materia de comp'etel.ICla.
les quedaría a l;s católicos más que esperar un milagro del Espíritu La problemática histórica de la frase pnma sedes a nemme H.•di-
Santo, que, según atestigua la historia de la Iglesia 110 se ha 11e- catu« es, sin embargo, de muy difícil percibir. Ya que no es posible
vado a efecto durante los saecula obscura del papado. La Iglesia negar que entre las pretensiones pontificias y los hechos históricos,
católica no dispondría de ningún medio legal para defenderse por no exista una importante hendidura. Esta hendidura se muestra
sí misma de un mal papa en caso de necesidad. de la manera más sorprendente en el hecho de las numerosas des-
No se le hace fácil al católico dar una adecuada respuesta a estas posesiones de papas que han existido durante el transcurso de .la
dudas v cuestiones. Naturalmente, sólo puede argumentar que alli historia de la Iglesia. En lo que nos concierne, Jos actos de VIO-
donde hay hombres, existen posibilidades de conflicto, incluso en lencia perpetrados por tribunales paganos o más adelante arrranos,
la Iglesia, incluso entre el Papa y los obispos, entre el Papa y el en los -cuajes una potencia extranjera desposeía, desterraba o con-
concilio ecuménico, entre el Papa y la Iglesia. A este respecto, ya denaba a muerte al obispo de R01119--' no tienen interés alguno en
han existido por todos lados serios conflictos de funestas consecuen- una perspectiva teológica. Lo que tien~ ante todo importancia SO,11
cias y puede todavía haberlos; a [ortun», son posibles pequeños con- las deposiciones de! Papa durante la Edad Media. Estas, después
flictos entre el Papa (o sus oficinas) y un obispo. Todo esto depen- de haber sido tratadas desde el punto de vista histórico en su con-
de de lo humano, de 10 demasiado humano que existe en la Iglesla junto, han sido sometidas recientemente a un examen histórico de-
y no debe desconcertar al católico en su propia fe. Pero desde luego tallado por H. Zimmermann; nos atendremos a ello en lo que
queda sin embargo pendiente la cuestión de saber cómo, teológica- sigue 65.
mente, hay que juzgar semejantes situaciones. 65. H. Zl\DIER:'-f:\X:\, Papstcbsctznnge» des Miuclalters , en' !\1itteihmgell des l nsti-
Sólo podremos dar una respuesta adecuada a esta cuestión, si
EL MINISTERIO DE PRDRO y EL CONCILIO 251
250 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

ción del Papa, clero y pueblo de Roma, así como el Emperador, pro-
De acuerdo con Maassen, 1. Duchesne, E. Caspar , A. Fliche-V.
nunciaron también sentencias de deposición.
Martín, J. Haller, F. X. Seppelt, Zimmennann afir1?a que la ~r~se
Una deposición papal se creía posible en dos circunstancias, y
sobre la prvma sedes, tomada del Decreto de Craciano e incluid»
se consideraban dispensados de tomar en consideración el axioma
en el Codex actual, se apoya inequívocamente sobre una adultera-
jurídico sobre la prima sedes: 1." En caso de nolor~a defección
ción del siglo VI (en tiempos del papa Sirnaco, con referencia a
en la fe' así desde el año 869, el PapaAdnano II habla hecho co-
unas actas apócrifas del Sínodo de Sinuesa del 303). Durante la
mentar dicha' frase a un sínodo'romano contra el patriarca bizantino
segunda mitad del siglo IV, cuando se elevaron quejas contra el
Focio; en caso de herejía. (y se cita como cosa comprobada el
papa Dámaso 1, un sínodo romano propuso pura y simplemente a
rechazo del papa Honorio 1), se concede al Papa. cierto derec~o
los emperadores Graciano y Valentiniano, que, para .los asuntos
de oposición 68. 2. o En caso de un pontificado obtenido por tnvasw
criminales, el Papa no p~dlera. en adelant~ estar sometido a la. J~­
y por consiguiente ilegítimo: «Cuando la legitimidad de un pO~1­
risdicción de los oficiales imperiales, S1110 solo al Juez supremo CIVll,
tificado era desde sus orígenes verdaderamente dudosa, a causa de
es decir, al emperador. Según todas las apariencias, se declinó esta
alguna derogación de las prescripciones canónicas en la elecc~ón
proposición. Sólo cien a.ños más tarde, cuando el. emperador se en-
y elevación del nuevo papa, los Jueces de tal pseudo-papa podían
contraba demasiado alejado para poder intervenir en los debates,
considerar que no tenían que vérselas con un detentador re~l de
los sínodos (así como también el rey godo Teodorico) se declararon
la jJrima sedes) a quien se aplicara el principio que hemos citado
incompetentes para llevar a buen fin un proceso co~tra el papa Sí-
a menudo, sino más bien a un invasor de la cathedra Peiri, quien
maco. «Las adulteraciones establecidas entonces intentaron JUS-
merecía un castigo. Ese hombre debía aparecer entonces no como
tificar históricamente la intervención del concilio y liberar para
aquel a quien se le exigen cuentas sino como un sa~rílego con res-
siempre jamás al poseedor de la dignidad pontificia de cualquier
pecto a la inmunidad del papado. La palabra m'VaslO se encuentra
jurisdicción civil o espiritual. Esta era la conclusión ~e Ul~~ evoh-;-
desde entonces en las fuentes como un vocablo técnico designando
ción bastante prolongada; en cuanto a saber S1 la afirmación juri-
un pontificado consider.ado como ileg!timo, y esto sin tener en cue~1,ta
dica: p'Ti1na sedes a némine iudicaiur podía imponerse y ser gene-
el tiempo que ya hubiera durado dicho pontificado.... La acus~~lOn
ralmente reconocida, naturalmente debía decirlo el futuro» 66.
de invasio se refiere en todo caso al origen del susodicho pontihca-
En todo caso a despecho de las definiciones jurídicas y de las do y le afecta con el signo de la ilegitimidad, signo que autor!za
crecientes pretensiones de la primacía de jurisdicción, la historia a no tomar más en consideración el Canon: Prima sedes a nemine
de los papas menciona, «desde los tiempos más antiguos hasta el iudicatur, por convencidos que pudiesen estar aún de la legitimidad
siglo xv una serie de "procesos de papas" en los cuales los titula- de sus pretensiones aquellos a quienes se acusaba de iiiuasores» 69.
res de la prima sedes fueron convocados a título de acusados e In- En el caso de deponer a un papa, la culpabilidad del papa acu-
cluso frecuentemente depuestos» 67. Los procesos a los papas de los sado debía establecerse de una manera expresa, mediante un proce-
siglos VI y VII no dejan todavía entrever nada de un reconocimiento dimiento regular. Para que la deposición pudiera imponerse, se ne-
genera! del axioma jurídico: Prima sedes a nemme iudicatur, a des: cesitaba, por una parte, el apoyo de la autondad del soberan? Impe-
pecho del hecho de que, en aquel momento, la frase era conocida. \ rial del Patricius Romamorwm, cuyo consentuniento se exigia ta111-
aunque esta proposición jurídica, extraída de las adulteraciones biél~ para la elección. Por otra parte, se erigía un ~ecreto ~inodal
simaquianas, se encuentra a partir del siglo IX en las coleccione« que hiciera ley: «El forum ant~ el cual, durante SIglos e incluso
canónicas y que se utilizara como argumento, los procesos del Papa durante el reinado franco, un miembro del clero, y sobre todo un
fueron también totalmente eficaces desde la mitad del siglo VIII has- obispo, debía justificarse, era no obstante el sínodo; y es por ~sta
ta la Querella de las Investiduras. Los que tenían derecho a la elec- razón que las fuentes relatan siempre alguna cosa sobre las delibe-
raciones conciliares cuando se trataba de juzgar a un papa. Además,
tuts [ur Osterrezc/llsche Gcschichtsjorschung , 69 (1961) 1-84, 241-291; la obra documen- en apariencia por motivos válidos, se prestaba atención al carácter
tada más reciente es lo de S. W. FU'IDUY, Canouical Norm s GOl'el'1liug the Depositio» romano, pero también al carácter universal de la reunión. Parecía
and Degradation 01 Cienes (Washington, 1941), nada dice sobre el problema de la amo-
vilidad del Papo. 68. ¡VlANSI, 16, 12b.
66. H. ZI~'¡i\fERMANN, op. cit., 5 Y sigo 69. H. ZISI\fERSIAN". op. ctt .. 78 Y sig
67. [bid, 6.
El :\lINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 253
252 ESTRUCTURAS DE lA IGLESIA
tibJe confusión del papado de aquel tiempo, hicieron que mcurrreran
importante que los romanos, es decir, también los electores de! Papa, a menudo en prácticas poco delicadas.
declarasen ellos mismos culpable a su obispo; pero debido a que éste De esta manera en aquella época conoce la historia del papado
era considerado al mismo tiempo como jefe terrestre supremo de un número impresionante de deposiciones papales: «A 10 largo de
la Iglesia católica, la cristiandad no romana, o por lo menos una la época carolingia, que podemos delimitar por una parte con la
parte importante de ésta, debía aprobar el fallo romano» 70. subida al trono del Mayordomo de Palacio Pipino (acceso que debió
a la ayuda pontificia) y por otra parte por la muerte del infortunado
Debido a ello, el sínodo no debe tampoco considerarse sólo como
emperador Luis III el Ciego, podemos nombrar más de una docena
una asamblea deliberativa administrativa o judicial: ( El sínodo,
de pontificados de los cuales~ de una forma u otra, se ~~lp~gnó la
reunido por motivos de esta clase, no parece no obst.ante represe:1tar legitimidad, cuyo curso fue interrumpido porque se alejo ~lOlenta­
nunca un determinado círculo del pueblo de la Iglesia ; su autoridad
mente al Papa de su Sede o terminaron con la deposlclOn. o el
particular proviene de que se sabían asistidos por e! Espíritu Santo asesinato de! Papa. El hecho de que no todos los papas se consideren
y, por tanto, preservados de imponderables simplemente humanos. hoy como legítimos poseedores de la prima sedes, que hubiesen te-
Se considera juez a Dios en persona; la sentencia se pronuncia en nido derecho a que se tomara en consideración su inmunidad, esto no
su nombre y de esta manera queda restablecido el derecho divino tiene en fin de cuentas, importancia alguna; no obstante puede
lesionado. Se celebra la sesión en un lugar sagrado, en la Iglesia y admitirse que todos esos obispos o anti-obispos de Roma estaban
ante el altar. Se abre la sesión en forma litúrgica, con la solemne subjetivamente convencidos de la legitimidad de sus pretensiones V
recepción de la Sagrada Escritura y la lectura de los Cánones; en oue debieron ante todo sentir como una injusticia esta revocación" 72
las deliberaciones se apela a la Biblia y al antiguo Derecho Canó- Peor todavía fue durante la época de los Otones: «Ni un solo pon-
nico; finalmente, al frente del protocolo sinodal se recita una invo- tificado que no se impugnara; y e! número de las elecciones ponti-
catio, que incluso ante las futuras generaciones debe dar testimo- ficias es comparable al de las deposiciones» 73. Incluso durante .la
nio de que no fUe la prudencia humana, sino una inspiratio divina época de los Otones se reconocieron los derechos de! Papa a la 111-
la que se solicitó para que hiciera -justicia y sirviera de regla. munidad. Y sin embargo, también durante esta época existieron
Incluso si todo ello son sólo costumbres al uso en todos los concilios motivos que permitieron no tomar en consideración la frase:
JI no simplemente e.n el caso de un p!oceso papal, parece si~l emb~,r­ Prima sedes a nemine iudicatl!Y. Los principales motivos fueron
go que tiencn una importancia especial el tomarlas en consideración la inuasio , la simonía, la herejía; además y con frecuencia el tí-
para el caso en que debían tratarse problemas tan difíciles co~no la tulo de simple confirmación: periurium, ambiiio, sacrilegiicm.,
deposición de un papa. Incluso los que .conspll'aron contra Lean II, adulietiurn en el mairimoniurn mvsticum entre el Papa legítimo
en abril del año 799, creyeron necesano desposeer de su dignidad y la Iglesia romana. «Sólo en el juicio contra un papa cuya. eleva-
papal al Papa a quien rec.usaban, .ante el altar de una Iglesia roma- ción podía señalarse como ilegítima, o cuyo gobierno o vida se
na, por tanto en presencia de DlOS)) 71 . Se evItaba tanto como era po.dí~n caractsrizar. como incompatibles con Jos 'princi,~ios de .la fe
posible proceder violentamente contra los desposeídos; pero para cristiana, podían dispensarse de tomar en consideración su 111mu-
que la sentencia no diera lugar a. dudas, s~ p~ocuraba obtener dc nidad pontificia y creerse autorizados a proceder a una nueva elec-
los acusados una voluntaria renuncia de su dignidad y que, por este ción al trono pontificio juzgado vacante» 74. Incluso podemo.s decir
hecho reconocieran su culpabilidad. Si se llegaba a la deposición de la época de los Otones: (que, para asegurar un procedimiento
de un' papa, ésta se cumplía y publicaba, no sólo mediante. una sen- recular la reunión de un sínodo se consideró necesaria. Este sínodo,
h , . "'
tencia judicial convenientemente formulada, S1110 al propio tiempo debido a sus participantes, está caracterizado como romano y también
mediante ritos concretos de deposición que debían, por decirlo así, como universal; es consciente de estar guiado por el Espíritu de
anular vracias a un despojamiento del acusado y una procesión de Dios y adopta sus decisiones apoyándose sobre el derecho canónico
escarnio b la elevación efectuada anteriormente. Con ocasión de estos primitivo, considerado como Código de enjuiciamiento. Sólo si se
procesos' y deposiciones de los papas, entraron en jnego con frecuen-
cia, entre los interesados, motivos muy humanos, que, en la indescrip- 72. Ibiá., 241.
73. tu«, 243.
74. [bid, 287 Y s!g.
70 [bid, 81.
71. lbid., 81 Y sigo
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 255
254 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

En esta perspectiva, las definiciones del Primer Concilio Vati-


daban estas condiciones parecería verdaderamente posible tomar de. cano no han modificado la situación jurídica. Esto lo prueban los
cisiones tan graves, que concernían a toda la cristiandad, como la manuales de Derecho Canónico, los cuales, incluso después del Con-
deposición de un papa acusado o la reprobación de un anti-papa» '15. cilio del Vaticano, tratan con más o menos solidez de cessatione potes-
La deposición se realiza generalmente según unos ritos simbólicos toiis Romani Pontificis. Nos atendremos aquí al manual cláSICO
de deposición. del célebre canonista romano, consultor de las Congregaciones y
Hay una cosa importante para nuestro propósito: Aunque se miembro de la Comisión para la codificación del Codex Iuris Ca-
reconociera c1 principio jurídico: Prima sedes a nemine iudicatur, nonici, F. X. Wernz, quien, rector de la Universidad Pontificia
la Iglesia reconocía entonces como legítima una deposición ponti- Gregoriana, fue elegido general de los Jesuitas (desde 1906 a 1914).
ficia en determinadas circunstancias extraordinarias bien definidas. Su obra maestra en seis volúmenes, fue editada con modificaciones
El clero y el pueblo de Roma, así como el Emperador, pronunciaban por P. Vidal y trata relativamente a fondo de la eessatio potestatis
las sentencias de deposición. Romani Poniiiicis, apoyándose en las enseñanzas clásicas, sobre
Hasta la época de la Querella de las Investiduras, a fines del si- todo de Belarmino y Suárez 79.
glo xr, no se introdujo una modificación: «Las sentencias dirigidas ¿ Cuándo pierde el Papa por tanto su ministerio, es decir, sus
contra los papas romanos quedaron sin efecto, por una parte, porque plenos poderes de gobierno? Hay que distinguir cinco casos:
los acusados hallaros socorro y apoyo cerca de las potencias extranje-
ras, particularmente entre los normandos y Francia. Entonces, ser 1. MUERTE. Per MORTEM eessat in Romano Pontifiee potes-
reconocido en Roma no era decisivo: sino que era la cristiandad en tas spiritualis el. ciuilis. Quamvis nihil obstet quominus ipsius po-
su totalidad quien decidía sobre la legitimidad de un detentador de la testas CIVILIS iempore Sedis Aposiolicae uacaniis ab alio subiecto
cathedra Peiri. Es muy significativo que el cisma de Guiberto de Rá- exerceatus, iamen ordinaria potesias SPIRITUALIS R. Poniiiicis,
vena durara hasta su muerte y que el papa Gregorio VII y sus suce- ad instar poiestatis ordinariae Episcopi, NON transii in aliquod
sores no pudieran ser vencidos ni por el Emperador ni por el antipa- Capitulum uel Collegium Cardinotiusn ui nonnulli Glossatores falso
pa» 76. Es cierto que a continuación los papas enemigos se condenaron opinati sunt... H ine primatus iurisdiciionis spil'itualis R. Ponti-
y excomulgaron recíprocamente; no obstante, no se llegó ni a una fieis cum CONTiNUATIONE tanium MORAL!, NON physiea.
deliberación sinodal con el fallo de la sentencia de deposición ni, perpetua existit in Eeclesia 80.
aún menos, a una ejecución de ésta. Durante los siglos XII y XIII, la
forma habitual mediante la cual, un papa o un antipapa perdía su 2. RENTJNCIAcróN: Pe1' RESIGNATIONEM R. Pontiiex suam
ministerio y su dignidad para el resto de su vida, fue la renuncia. iurisdiciionem emdenter amitiit 81. De la misma manera que el Papa
Las deposiciones de la época conciliar del siglo xv estuvieron recibe su ministerio por libre aceptación de su elección, de la misma
debidamente fundadas sobre el hecho de que el concilio era (consi- manera la pierde también por libre dimisión públicamente declara-
derado como) superior al Papa y por consiguiente podía llegar hasta da. Si la dimisión está autorizada por los obispos - ob saiuiem
deponerlo en determinadas condiciones". Más adelante trataremos animae suac el. necessiiatem vel utilüatem suarum eeelesiarum-
detalladamente sobre la teoría conciliar. Por el momento, haremos con mayor motivo para el Papa: jnopter necessitatem ue] uiilitaiern
observar sólo que, por una parte, estas deposiciones de los papas Ecclesiae UNIVERSALIS 82. El »incuium spirituale entre el Papa
son las últimas que ha registrado la historia de los papas hasta y la Iglesia no debe degenerare in inncuucm inilJuitatis, a quo Ro-
ahora y que, por otra parte, la posibilidad de deponer 78 a un papa manus Pontifex et Eeclesia nonnisi per morteni soloantur 83. Wernz-
siempre ha sido mantenida por el derecho. Esto incuso es válido Vida1 apelan sobre este particular al principio jurídico defendido
para la época que sigue al Primer Concilio Vaticano. 79. F. X. WERNZ·P. VIDAL, lus Canonicum (3' ed. P. Aguirre, Roma, 1943)
I1, 513-521.
75. lbid., 288 Y sigo 80. lbid., 513 Y sigo
76. iue., 10 Y sigo 81. F. X. WER"Z - P. VIDAL, op. cit .. 515; cfr. can. 221: Si contingal ut Romanus
77. Ver B. HÜBLER, en: Die Consranzcr Reformation urul die Concordate van 1418
Pontijex renuntiet,ad eiusdem renunttattonts t-aliditatcm non es: nccessaria Cardinalium
(Leipzig, 1867) 360-388. respecto a las diversas teorías que atañen la situación de urgen- aliorurnt/c acceptatio.
cia creada durante la época del cisma de Occidente. 82. lbid, 515.
78. Luego aclararemos lo que puede entenderse e.., ,,Ó'iICAME"TE por deposición del 83. tu«.
Papa (cuál es la causo legítima y eficaz, ete.).
El. ML\lSTERlO DE PEDRO Y El, COl\CIUO 257
256 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
manente equivale jurídicamente a la muerte espiritual. Sin el uso
por Celestino V y aceptado por Bonifacio VIII en su compilación de razón no es posible gobernar la Iglesia: Haec esi enim ratio} ob
de leyes: Romonum Pontificeln posse libere resignare} y sobre las quan, electio INFANTIS ad digniuuem pontificiam est ijJso iure ini-
dimisiones de hecho de Celestino V y de Gregorio XII. Junto con ta, ergo a pal'i si rapa in perpeiuurn ad conditionem infantis rediga-
otros, Wernz-Vidal hacen observar, a propósito de la abdicación de tur, ipso facto eius iurisdiciio eessat 86. Finalmente, un hombre no se
Gregario XII: Greg01'ium XII nonnisi sua legitima et generosa convierte en papa por herencia, sino por sus cualidades personales;
RESIGNATIONE pacem et concorduim in Ecclesia restaurasse 84. de este hecho, no puede, en el ejercicio de sus plenos poderes, ser
Por esta exposición de Wernz-Vidal, tendríamos derecho a con- reemplazado plena y totalmente por ningún sustituto: Ergo cum
cluir que en la historia de la Iglesia existen situaciones extraor- omnes illae qualitates in casu certae ei perpetuae ameniuie non am-
dinarias en las que un papa, no tan sólo puede resignar sus fun- plius futtiro tenipore sin: ullius momenii, propier PA CEM et NE-
ciones, sino que - propter necessitaiem »el utilitatem Ecclesiae CESSITA TEM ECCLESIAE, destructo fundamento habitualis
wnuoeralis, propter pticem et concordiam in Ecclesia - debe resig- raiionis in Romano Pon/ifiee, omnis iurisdictio est sublata 87.
1/511S

narlas. La obligación moral resulta de la estructura fundamental del 4. HEREJíA: Per HAERESIM NOTORIA M et PALAM divul-
ministerio de Pedro: Éste no existe para dominar a la Iglesia de ga/am R. Pontijex, si in illam incidat, ijJso facto etiam ANTE om-
una manera absolutista, sino para SERVIR a la Iglesia y a su unidad. ne1n, senieniiam declaratoriam Ecclesiae stia potestate iurisdictionis
Si un Papa comprende que su persona - culpable o no - ya no pri¡)atus existit 88. La idea de que un papa, no sólo cuando habla
puede en una determinada necesidad, llevar a cabo esta función ex caihedra, sino también de otro modo (a título de doctor privatus)
fundamental del ministerio de Pedro, tiene la obligación moral, por no pueda incurrir cn herejía, Wernz-Vid al la considera como pía ei
amor a la Iglesia, a su unidad y a su paz, y también por amor a tnol1abilis, pero no como ceria et communis 89. Se refieren a la opi-
una presencia auténtica del propio ministerio de Pedro, de renunciar
a su ministerio y dejar libre la plaza a otro papa, que pueda tomar de las causas de que una mayoría dc cardcna.cs se apartara de él y procediera a la elección
a su cargo la función fundamental del ministerio de Pedro. de un nuevo papa. Sobre e! hecho de la incapacitas de este papa y sobre la prob'cmática que
de ello se deriva desde el puma de vista canónico, cfr. O. PREROVSKY, L'clezionc di Urba-
3. ENFERMEDAD MENTAL: Per AMENTIAl'vl quoqtw} in qiunn no VI e linsorver« dello scisma d'occidentr (Miscellanea de lla societá Romana di storia
R. Pcmiiiex CERTO et in PERPETUUM incuuii, IPSO FACTO, purria voi. XX [Roma, 1960]). Respecto a PACLO IV, dicen los mismos autores: «[a cre-
iurisdictio pontificia amittitur ut teste TANNER etiam theologi ciente ansiedad del Papa y su desconfianza, que degeneraba en enfermedad, le llevaron a
J
tomar medidas incluso contra hombres irreprochables y eminentes; hemos de considerarlo
covnmunüer teneni 85. Ahora, una perturbación mental cierta y per- como una de las páginas más sombrías del pontificado de Paulo IV» (op. cir., V, 86). Es
indudable que Paulo IV «llegó a sufrir una angustiJ tan terrible y patológica) que los
84. Ibui., 516. cardenales poco escrupulosos hubieran podido privarle de la Sede de Pedro» (ibid.). «Du-
85, F. X. WERNZ - P. VIDAL, op. cit., 516. Conrra la posibilidad de una enfermedad rante el pontificado de Paulo IV. se suceden una serie de acontecimientos lamentables, des-
mental de! Papa, a priori no puede "pelarse a la Providencia. Durante el transcurso de precios. errores y enormidades. Aparte de la coyuntura temporal, delicada en extremo, el
lo historia de la Iglesia, más de una vez se ha supuesto que un papa no tenía su pleno carácter intratable y patológico del Papa fueron en gran parte responsables» (op. cit., V, 88\,
¡uicic. Incluso, sobre una personalidad tan importante como BONrFAcro VIII en la histo- 86. F. X. WER"Z-P. Vtnsr., op, cit.• 516.
ria de la Igb:a, K. BlBLMEYER - H. TÜCHLE escribieron en Ktrchcngeschichte (Paderborn, 87. Ibid.
13." ed. 1952) JI, 354: "Quizá es posible pensar en un estado enfermizo de su cspiritu.» 88. iu«, 517.
y F. X. SEPPELT - G. SCHWArGER, Gcschichte del' Papste (Munieh, 2 a cd, 1957) IV. 89, Ibid., E. F. REGATlLLo, l nstitutioncs Iuris Canonict (Santander, Sal Tcrrae , 4.a
53 Y sig.· "Si tenemos que responder neg"tivamente a la cuestión de saber si Boni- edición 1951) 1, 279, declara esta interpretación pia, sed parum [undata. También en este
íacio fue hereje, en cambio no es posible evitar creer que la conciencia de sí GlS" la historia de 1.1 Iglesia advierte contra una confianza temeraria en la Providencia.
mismo y el sentimiento de poder, a veces se manifestaron en forma que revisten un La historia de la 19lesia demuestra también, por otra parte, que jamás la Iglesia se ha en-
carácter patológico y que sólo cabe explicarse como un indicio de locura a lo César. tregado impotente a un papa hereje y que en esta circunstancia se resiste de una forma
Basta pensar en esa escena teatral que nos ha sido transmitida por una relación de la extremadamente enérgica. Ho"oRIO 1 es el caso clásico del Papa hereje y las declaraciones
legoción de Aragón y que es totalmente digna de crédito. Bonifacio se presentó ante los de su ministerio doctrinal en la controversia sobre el monotelismo: «Estas desgraciadas
obispos y cardenales, vistiendo sucesivamente de papa y de emperador y luego dijo: formulaciones dieron pie a la reprobación de Honorio por e! sexto Concilio general de Cons-
"Sov el Papa, soy el Empcrador".» También se consideró a URBANO VI como alucinado: tantinopla, el año 681. Durante la 13.a sesión, pronunció el anatema contra los autores
"Debido a que el Papa rehusaba cualquier intento de reconciliación, el rey hizo sitiar de la nueva herejía y, entre ellos, incluyó a Honorio, obispo de la antigua Roma "ya que
Noccra. Durante e! sitio, que duró varios meses, Urbano VI se puso en ridículo haciendo en una carta dirigida a Sergio, encontramos que sigue todas sus ideas y ratificaba sus
doblar las campanas varias veces al día fulminando el anatema contra los sitiadores. entre impías doctrinas". Más adelante se renovó esta reprobación por los sínodos in Trullo
cirios encendidos, s:gno inequívoco de un espíritu alucinado» (F. X. SEPPELT-G. SCHWAlGfR,
oí'. ci:., IV. 205). Se hizo examinar a Urbano VI y la alucinación de su espíritu fue una
258 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
El, MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 259

bación, no hace sino afirmar que el Papa es un hereje, que por tanto
nión del cardenal Belarmino, según el cual el hereje notorio no puede
se ha separado él mismo de la Iglesia y ha perdido sus plenos po-
ya ser miembro y, por consiguiente, no puede ser ya jefe de la
deres: Sententia vero declaratoria criminis, quae tanquam l'vIERE
Iglesia universal. En cuanto hereje notorio, hay que evitarlo: Porro
papa publice tuieretictcs, qui ex mandato Christi et Apostoli et ob decloratoria non est reicienda, il/ud efficit ut papa haereiicus non
periwlum Ecclesiae est »uoruius, potestate sua privari debet, ut iu.dicetwr, sed poiius IUDICA TUS OSTENDA TUR, i. e. conci-
lium cenerale declarai FA CTUM criminis, q1W ipse pap'a haere-
omnes [ere admittuni 90. Por tanto, por el hecho de la herejía, el
ticus ~ese ab Ecclesia separauit suaque dignitate privavit 91. Suárez,
Papa cesa, ipso facto, de ser Papa. El concilio, mediante su repro-
por el contrario, defiende el punto de vista según el cual, un papa
hereje no queda depuesto inmediatamente por Dios (contra Torque-
del 692 (MANsr. Il, 938), por el séptimo concilio general (MANSI, 13, 377) Y por el octavo mada, Agustín de Ancona, Paludanus, Driedo, Salmerón y otros),
(MANSl, 16, 181). León Il , gue aceptó la decisión del sexto concilio general, atenuó la falta sino que sólo deja de ser papa por sentencia humana que declara
de Honorio, diciendo gue no había buscado "conservar en su pureza esta Iglesia apostólica su culpabilidad (con Cayetano, MeIchor Cano, Domingo de Soto y
mediante la enseñanza de la tradición apostólica. sino gue toleró gue se mancillara a la
(Iglesia Romana) intacta". El informe de la reprobación de Honorio constó incluso en el otros)' si papa sit haereticus et incorrigibilis) cum p1'innurn per
"Liber Diumus". Cada nuevo papa elegido debía condenar a su vez a los autores de legitimam Ecclesiae iurisdictionem sententia declaratoria criminis
lo nueva herejía "una curn Honorio, qui pravis corum adsertionibus [omentum impendit". in eum proiertu«, desinit esse papa. Est communis Dociorum; colli-
La reprobación la mencionan incluso el Liber ponuíiculis y el breviario romano, en el gitur ex Clemente J, epistola prima) ubi ait Peirwm docuisse hae-
segundo nocturno de la festividad del santo papa León Il , sin concretar gue al decir
"Honario" se tratara del papa de este nombre. Así, durante la alta y la baja Edad
reiicurn papam esse deponendum. Fundamentum auiem hoc est, quia
Media parece como si se hubiese olvidado el motivo de la reprobación. En Occidente g1'avissimum [oret nocurnenium Ecclesiae talem habere bastoreen,
se volvió a tener conciencia de la reprobación de Honorio sólo gracias a la traducción, por nec posse sibi subuenire in tam gmvi periculo; prceierea contra
Ambrosio Traversari. de la obra de Manuel Kalekas contra los herejes de Grecia. [ua n de dignitatem Ecclesiae facit subditam mane re haeretico Pontifici) ne-
Torquernada intentó resolver el problema afirmando que la reprobación había sido un
error de los orientales y gue se había producido debido a informaciones inexactas. iSumma
que posse ilucm a Se depellere 92.
de ecclesia, lib. JI, cap. 93.) Durante la época de ~1 Reforma, A. Pigge intentó remediar
las dificultades gue se derivaban de la reprobación, proponiendo la tesis según la cual la
5. CISMA: Cri1l1ini haerescs merito aequiparattw schisma 93,
reprobación de Honorio no había tenido lugar, sino gue los griegos la habían introducido A un papa cismático debe, por tanto, juzgársele y tratársele igual
Iraudulentamr-nre en las actas del concilio Su tesis fue favorablemente acogida por Be- que a un hereje. Wernz-Vidal, en este caso, no dan detalles más
larrnino y Baronio, quienes la propaguon. y durante el siglo XIX contaba todavía con amplios. También en este punto Suárez concreta y hace declaracio-
partidarios, aungue ya M. Cano se hubiese alzado enérgicamente contra la hipótesis
de una falsificación. LJ cuestión de Honorio desempeñó un papel importante en el Con-
nes importantes que conciernen la noción del cisma 94. De estos
cilio del Vaticano (cfr. C. j. VaN HErELE, Causa Honorii pape," [Nápoles, 1870]). La enunciados se deduce claramente que en el caso de un papa cismá-
cuestión de saber si las dos cartas dc Honorío son decisiones llamadas ex cathedra, tal como tico, no se trata simplemente de un antipapa; éste, como tal, no
lo afirmaba Hcfcle todavía en 1877 (cfr. HErELE, Conciliengcsclnchie 11I, 177) está hoy es papa en absoluto y, por tanto, no plantea problema alguno desde
resuelta negativamente.)) R. BXUMER 1 art. Honorius 1, en: Lexihon [ur Thcologic und
Kirche (Freiburg i. Br., 2." ed 1961) V, 475. De contestar negativamente y si tomamos en
nuestro punto de vista.
serio las declaraciones de los concilios y de los papas de gue se trata, entonces nos enCOI1- Para Suárez, el cisma, en el sentido específicamente teológico,
tramos ante el «caso típico» de un papa gue fue hereje, en el espíritu de la teología es una división de la única Iglesia. Por tanto se puede incurrir en
vaticana: sin haber en realidad hablado ex cathedra, no solamente pensó, sino gue tam- cisma sin que exista herejía, por ejemplo, cuando alguien está en
bién enseñó de una manera herética. Incluso si queremos juzgar a Honorio de una forma
más indulgente (litigio poco claro, etc.), continúa subsistiendo a pesar de todo e! punto
posesión de la verdadera fe, pero en sus actuaciones y su manera
decisivo: los concilios y los papas admiten sin prejuicio gue un papa puede sostener una de vivir, no quiere guardar la unidad de la Iglesia. Puede existir
doctrina herética. También es importante e! caso de [uan XXII cuyos puotos de vista fueron cisma de dos maneras 95: 1.° Separándose del Papa: no se niega
reprobados por su sucesor Benedicto XI1 en una definición solemne: luan XXII «sistenia que el Papa sea el jefe de la Iglesia (se trataría de un cisma que al
en diversas predicaciones, después de la festividad de Todos los Santos de! año 1331, que
las almas de los justos, incluso las de María y de los Apóstoles, no verían a Dios (visio
91. Ibid, 518.
beatif,ca) basta después del Juicio Final. Esta opinión suscitó una oposición violenta; in-
cluso la Universidad de París y una parte de los cardenales se alzaron contra el Papa, de
n. F. SUÁREZ, De fide tlzeologica, Dlsputatio X de Summo Pontijicc, scctio VI (Opera
omnia, París, 1858) 12, 317.
manera gue hubo de retractarse en su lecho de muerte". K. BIHLMEVER - H. TÜCHLE, K,,'-
93. F. X. WERNZ-P. VIDAL, op. cii., 518.
clicngeschichte (Paderborn , 13.' ed. 1952) 11, 366. Una bibliografía más reciente en F. WEr-
94. F. SU.~REZ, op. cit., IZ, 73.3-736.
nR, Die Lehre Benedilets XII uotn tntcnstuen Wachstllm der Gouesschau (Diss. Roma, 1959).
90. F, X. WERm - P. VID<!., op. cit. 518. 95. La teología de la contrarreforma a menudo trataba sólo de la primera manera,
260 in. MINISTERIO DE PEDRO y El CONCILIO 261
ESTRUCTURAS DT~ LA IGLESIA

Todos los casos tratados por los canonistas muestran hasta qué
proPl?, tiempo sería una .herejía), pero se le desautoriza sin consi-
deración en un caso particular, o se actúa como si no fuese el jefe punto es erróneo el agravio hecho a la Iglesia católica, como si la
(elección de un antipapa, convocación de un concilio sin su autori- Iglesia estuviera entregada en manos de papas de doctrina v vida
dad). 2.° Separándose del resto del cuerpo de la Iglesia V rehusando contrarios al Evangelio. En un conflicto entre la Iglesia un1versal
t~n~r c.on él ning,:na c.omunión en l?s sacramentos (corno se separó y un papa hereje, la Iglesia tiene perfectamente el poder e incluso
Ep.lcamo por la liturgia de su patriarca Pedro de Alejandría, con el deber de oponerse a ese papa. Es inimaginable totalmente que la
quien sostenía divergencia de opiniones, pero no una divergencia verdadera fe, que la Iglesia, puedan nunca estar presentes en un
en la fe); de esta manera, el PAPA también puede ser CIS!YL~TICO : solo miembro, o sea en el Papa, mientras que la Iglesia universal a
por ejemplo, .si no mantiene con la totalidad del cuerpo de la Igle- la que se dirigieron en primer lugar todas las promesas del Sellar,
SJa la c.omumórt y la necesaria unión, o si intentara excomulgar a se encontraría en el cisma o la herejía.
la totalidad de la Iglesia, o si quisiera trastornar todos los usos ecle- . En un conflicto semejante, el Papa tendría cl deber, según hemos
siásticos conservados por la tradición apostólica: Et hoc secundo indicado, de renunciar por sí mismo, voluntariamente, a sus funcio-
'modo possetpap'a esse schismaucus, si nollet ienere eum tolo Ec- nes, como ya se ha presentado el caso en la historia de la Izlesia.
clesiae corpore scnionem el coniuncuoneni <7uam áebei, ut. si ienio- Si un papa semejante fuera remiso a la dimisión, la Iglesia d~bería
1'I:t totom Ecclesunn au: sivellet omncs poner remedio de otra manera. Pero he aquí la cuestión difícil:
tieas caeremonias apostolica tradiiume iirmaios eueriere onod no- ouis vudicat? Hemos visto las respuestas que generalmente dan los
tavit Cajetanus 2, 2, q. 39; et Tur-ecrem. laiius, 1, '4," c. 1196 • canomstas: el concilio ecuménico, los obispos (antaño se mencio-
Igu.al que es deber de la Iglesia mantener la comunión con el Papa, naba tambié:1 el colegio cardenalicio) en todos los casos debe apor-
de igual modo es deber del Papa mantener la comunión con la Iole- tar el remedio una representación de la Iglesia universal. Suárez ha
sia. Un papa que se separara, debido a un cisma, de la Ivlesia ~ni­ respondido a la cuestión de saber quién debería asumir la reproba-
versal, perdería su ministerio. Un papa que excomulgara <oa la tota- ción de un papa semejante, de la siguiente forma: Ouidam enim
lidad de la Iglesia, se excomulgaría a
sí mismo de la Iolesia; no dicuni a Cardinalibus ierendam; et potuisset iJuidem Ecclesia hanc
causam, iUís committere, praecipue si ex cons:ensuvel ordinatione
sería a la Iglesia sino a él mismo a quien colocaría en la rrega1idad ;
cargaría él mismo con la falta del cisma. summorutn ponl1Iicml1 ita esset stoiuiuvn, sicut de eleciione [aciurn
est; sed non iegimus hactenusiudieiuln hoc illl:s esse conimissum;
iácoqu¿ dicendusn per se pertiner« ad onmcs Ecclcsiac Ebiscopos;
lo cual dvbia conducir a restringir };l noción de cisma de manera abusiva y contraria. a nam cum iUi sini ordinorii pastores et columnae Ecclesioe, ad illos
la historia. credendncm htúusmodi causenv intevesse, el. ellm ex ncre diuino non
:6. F. SU.\REZ, De cliaruate, Dispuiatio XII de schismate, scctio I (Opera 0111 nia,
]'ms. 1858) 12, 733 y' sigo El caso del papa VÍCTOR 1 es significaüvo, Debido a las dí- sit maior ratio de his ouain de illis, atque iure humano nihil de hoc
respecto a la fecha de Pascua, este papJ. excomulgó a la provincia entera de sil. stotutum, necessario dicendurn spectare ad omnes atq uc adc: J

que probablemente contaba más de una CU~1ft8 Darte de todos ~os fieles: «Este ad generale Conciliuin, el ita conimunis senieniia Trociorun: lialie; .97.
modo de proceder violento dd Víctor motivó una" violenta oposición por parte de
Pero, cuando el Papa hereje, cismático o débil mental, se niega
nU.I1ll'.fOSOS obispos: en particular obispo de Lyon, quien se puso en C0l1t3Cto,
rctcrent« a este asunto, con numerosos Ircneo, quien procedía de Asia) aunque ¿ cóm.o convocar un concilio? Suárez, responde: Quizá no sería ne-
era . partidario. de la práctica romana en cuanto a la cclrbr ición de Pascua, dirigió 'un cesar~~ convocar un concilio ECL:yrÉ)iICO; podría bastar con que en
cscr.to al obispo de Roma que sus predecesores, especialmente Aniceto. las diferentes regiones, los arzobispos o primados convocasen con-
hablan .nnntcnido 13 comunión con los que ce!ebrJb:lI; la Pascua de ur; cilios, provinciales ? nacionales y que, siguiendo un procedimiento
modo distinto al uso romano, incluso aunque rechazaran para ellos v rnra su comunidad
la fecha del 14 Nisá~ pJr:~ dicha ~iesta, Irenco exhortó a Víctor, rogándofe que no excluyera parecido en el ]U1ClO, todos estos concilios se pusieran de acuerdo,
a tudas las comunidades de Dios que deseaban continuar fieles a una costumbre de Mas, ¿ qué sucede cuando no basta con los concilios particulares v
aí1tiguJ tradición. No tenemos seguridad absoluta sobre los resultados de los esfuerzos cuando se exige un concilio ecuménico contra la voluntad del Papal
de Ircnco. de quien, referente ~l este asunto, decía Eusebio que era el artesano de la p;:¡z
Suárez, responde: Cuando se reúne un concilio ecuménico para
por su nombre y por su conducta. Se restableció la comunión eclesiástica con las comu
nidudcs de ,Asia, sino bajo, Victor , por ]0 menas bajo sus sucesores y l en el tr3DSCUrSIJ decidir en materia de fe o para publicar leyes eclesiásticas g'e¡;era-
del terce~ ,slgl?, lJ~ camlln!d.J~es de Asia abJ.n~anaron. su costumbre particular referente
;¡ la ícstividad pascual.» F. X. SEPPELT, Gcschich :c da Piipste (Munieh, 2. a ed. 1954'1 97. F. SdREZ. De fide theoio;;!"", Disputotio X de Summo Pontilice, scciio Jil
1, 29 Y sigo (Opera omnia , París, i858) i2, 317 )' sigo
262 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y El, CONCIl,lO 263

les, debería legítimamente ser convocado por el Papa. Pero cuando No obstante, debemos ahora concretar el carácter de esta sen-
el concilio debe. reunirse para un asunto que atañe de una manera tencia conciliar a la luz de la definición vaticana de la primacía:
especial al propio Papa y éste se opone de alguna manera a que se hemos hablado expresamente de los límites INTERNOS de esta propo-
celebre, entonces el concilio podría convocarse, ya sea por el colegio sición. Por el Concilio Vaticano fueron excluidos un galicanismo
de cardenales, ya sea por el episcopado unánime; en el caso en que y un conciliarismo radicales que, en virtud de la constitución de la
el Papa intentara impedir un concilio semejante, no sería necesario Iglesia, impondría al Papa, como pastor legítimo de la Iglesia
obedecerle, porque, en tal caso, actuaría en nombre de su poder universal, una instancia jurídica superior, la cual, desde el ex-
pastoral supremo en detrimento de la justicia y del bien común: terior y según su decisión y su capricho, limitaría, en toda even-
ad hoc ve1'O negotium quod peculiariter Pontificem ipsUin concernii, tualidad, el poder pontificio considerado como fuerza concurrente.
eique quodommodo covurariun« est (concilium generole) legitime No obstante el Primer Concilio Vaticano obliga al propio tiempo a
cong1'ega1'i posse vel a Collegio Ca1'dinalium, uel ex consensu Ebis- decir claramente que la primacía pontificia posee un límite INTERNO,
coporum; atque si Pontifex ienioret huismodi cong1'egationem i111' que por sí mismo es inherente al poder pontificio en tanto que es,
pedi1'e, non [ore illi pa1'endum, quia contra iustitiam et commune al fin y al cabo, un poder humano establecido por el Señor. Así,
bonum obuieretur summa potesuue 98. en la Iglesia, se concede al mismo tiempo la posibilidad legítima
Los hechos de la historia, así como la enseñanza de los canonis- a cualquier hombre fuera del Papa, para reconocer este límite y
tas, han demostrado claramente que la proposición: P1'ima sedes a actuar con conocimiento de causa.
nemine iudicatu1' tiene, de hecho, sus propios límites internos. Naturalmente, en una situación histórica concreta, puede resul-
Aunque, muy a menudo, los manuales de Derecho Canónico silen- tar extraordinariamente difícil reconocer si se ha franqueado o no
cien el origen apócrifo de esta frase 99, se concede no obstante abier- el límite. Esta dificultad es inmanente a toda la problemática, en
tamente, para los casos límite mencionados, que el concilio tiene la medida en que en este problema, se trata precisamente de un con-
el derecho de dirigir contra el Papa una senienua (ya definiremos flicto entre el Papa y la Iglesia universal y, en la medida en que
de qué manera) e incluso, según las circunstancias, tiene la obliga- un papa hereje, cismático o débil mental (cuando lo es de una ma-
ción de hacerlo. Si este axioma jurídico Se deduce hoy del Codex nera real y pertinaciier, lo cual presuponen los canonistas) no puede
IU1'is C anonici para la interpretación de la primacía del Papa y no admitir precisamente, en esta situación, que es hereje, cismático
debe discutirse, sin embargo es necesario para cada caso concretar o débil mental y, por tanto, que ha traspasado los límites. Según
en qué sentido y hasta qué punto se realiza. Esta proposición debe los datos canónicos del problema, no se puede esperar, precisamen-
interpretarse a partir de la situación del ministerio de Pedro en 1a te, la solución, por parte del Papa. Naturalmente, en una crisis
Escritura, y no la situación del ministerio de Pedro en la Escritura penosa de esta clase, no se puede excluir a páo1'i una intervención
a partir de esta proposición, que entonces se entendería de una forma extraordinaria de la Providencia divina. Pero, todavía es menor el
puramente abstracta y formal. Sólo de esta manera está auténtica- derecho a suponerla a priori, como una solución jurídica. Ya que
mente expresado desde el punto de vista teológico v canónico el la intención del Señor de la Iglesia puede ser precisamente esta:
CAR.kTER DE SERVICIO del ministerio de Pedro en la Iglesia. que la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo que le ha sido pro-
metido, solucione esta situación mediante una decisión propia, como
ha sido su obligación y como lo ha efectuado a menudo en la histo-
98. Ibid, 12, 318.
99. La Edad Media desconoció totalmente el carácter apócrifo de las fuentes de esta ria de la Iglesia. Dada la naturaleza de la Iglesia, el individuo
proposición de derecho; solamente Hincrnaro de Reirns, durante el siglo IX había expresado como tal no está autorizado a aportar un juicio definitivo en un
una crítica que luego se perdió. Pero además de Marías Flaccius IIlyricus y de los Centu- caso parecido. Un juicio semejante queda más bien al cuidado de
riadores de Magdeburgo, César Baronio sabía desde ya hacía tiempo que las Actas del la Iglesia universal, tal como está legítimamente representada en
'Concilio de Sinuesa merecían reflexión, mientras las rechazaba corno una bandera d:
los donatistas. Se probó definitivamente su falta de autenticidad el año 1721, gracias el concilio ecuménico convocado por los hombres. Es el sentido de
al maurino Picrre Coustant , que señaló como fecha verosímil de la aparición de la Ialsi- la senteniia declaratoria de la que tratan los canonistas a propósito
ficación, el cisma entre Símaco y Lorenzo. No existe hoy la menor' duda de que esas de esto. De qué forma ocurra en detalle, concretamente, ni puede
Actas sean falsificaciones llevadas a cabo en aquel momento. Cfr. H. ZIMMERMANl':, predecirse teóricamente ni deducirlo concretamente por las solu-
Papstabseteungcn des Mittclalters, en: Mitteilungen des lnstüuts für Osterreichischtc Ces.
.chichtsíorschung, 69 (1961) 4. ciones del pasado; la Iglesia, porque es una Iglesia compuesta
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCIJ,lO 265
264 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
la instancia judicial superior, independiente del Papa, a la cual el
por hombres, no puede dominar de una manera adecuada su histo- Papa estaría pura y simplemente sometido.
ria antes de que ésta se realice. No obstante, habrá que tratar todavía más a fondo esta «su-
Para entender correctamente la senlcniia declaratoria en el sen- perioridad» del concilio. El ejemplo del Concilio de Constanza de-
tido que hoy le dan los canonistas, hay que insistir sobre dos pun- mostrará incluso que, por una parte, las reflexiones que se hicie-
tos: es una sentencia legítima - y por lo tanto no es una senten- ron con referencia a una «superioridad» del concilio, pueden, con
cia que contenga una declaración. ¿ Qué significa ésto? Es una sen- motivo, apoyarse en Constanza y que, por otra parte, estas reflexio-
tencia LEGÍTIMA. Es un juicio legítimo de consecuencias jurídicas nes, como lo demuestra la situación creada por el cisma de Occiden-
concretas. Corresponde al siguiente juicio concreto: este hombre te, pueden ser, también, de una gran importancia práctica.
que era papa no puede considerarse ya como papa; puede, por tanto,
elegirse un nuevo papa, y éste, reconocido por todos, sucede enton-
ces legítimamente al primero (aún vivo, es cierto, pero privado de 4. EL ALCANCE ECLESIOLÓGICO DEL CONCILIO DE
su ministerio). A falta de una sentencia semejante, nada de esto CONSTANZA
se sabría en la Iglesia o, cuando menos, no se sabría normalmente
de una manera cierta. Debido a que se trata aquí de una decisión Que el concilio es superior al Papa, se definió por el concilio
que es de la mayor importancia para toda la Iglesia, sólo es compe- ecuménico de Constanza en el célebre Decreto Socrosancia de la
tente en esta circunstancia una representación legítima de esta Igle- Quinta sesión (6-4-1415). Aquí nos encontramos ante un caso clásico
sia por entero, en primer lugar el concilio ecuménico. Y sin em- de conflicto entre la Iglesia y el Papa, lo cual debería aclarar tam-
bargo esta sentencia legítima es una sentencia únicamente DECLA- bién 10 que se ha dicho en el capítulo anterior. Toda la cristiandad
RATIVA; se trata de un fallo que no constituye, que no crea el hecho se encontró dividida por el único motivo de su profesión de fe al
juzgado como tal, sino que lo proclama y declara así públicamente Papa, o mejor dicho, a los distintos papas que eran considerados
y por vía de autoridad. No es ella por tanto quien HACE que este como legítimos por sus seguidores; de la «sacrilega dualidad pon-
hombre que era papa ya no sea papa, sino que afirma que éste que tificia» (en la obediencia romana: Gregario XII; en la obediencia
era papa, ya no es papa de ahora en adelante; igual que la certifi- de A viñón : Benedicto XIII) había surgido, como se decía entonces,
cación de fallecimiento - este ejemplo lo emplean los canonistas a una «execrable trinidad» (de la obediencia de Pisa: Alejandro V,
este propósito - no produce la muerte, sino que la constata. El luego Juan XXIII). ¿ Qué hay que hacer en la Iglesia, cuando el
procedimiento que crea el derecho verdadero y constitutivo y que ministerio de Pedro, a cuyo juicio se ha confiado la conservación
hace que alguien que hasta entonces era papa, ya no lo sea, no es de la unidad, falta prácticamente a este deber e incluso se convierte
esta declaración sino U11 hecho que es necesario distinguir de esta en la causa de esta división? El preámbulo del Decreto afirma la
declaración: la muerte del Papa, la pérdida de sus facultades finalidad de esta definición: terminar con el cisma que por aquel
mentales, su herejía, su separación cismática del conjunto de la entonces duraba cerca de cuarenta años, restablecer la unidad, ac-
Iglesia. tivar la reforma de la Iglesia en su cabeza y sus miembros: Haec
Por tanto, en la medida en que el juicio conciliar no es verdade- sancta Svnodus Constantiensis generale Conciliumi [aciens, PTO ex-
ramente el motivo debido al cual pierde el Papa su ministerio y en tirp auone ipsius Schismatis, el unione et refonnatione ecclcsiae
que, por tanto, el concilio no puede como si fuese una autoridad su- Dei in capit«, el in membris, ad laudem omnipotentis Dei, in Spiri-
perior y exterior, retirar al Papa su ministerio, pero en la medida tu sancto legitimc congregata) ad consequendwm [acilius, securius,
en que con todo, el juicio conciliar es la constatación válida de liberius unionem et reiormaiionem ecclesiae Dei ordinat, di ffinit: ,
que el Papa ha perdido su ministerio y en la medida en que el con- decernii, ei declorat, ut sequiiu« 100. .
cilio, en cuanto instancia competente, convierte en verdaderamente Y entonces, la asamblea eclesiástica, como concilio general le-
efectiva, con todas sus consecuencias, esta pérdida de ministerio gítimamente reunido en el Espíritu Santo, que representa la Igle-
para el organismo público de la Iglesia, en esta medida, podemos sia universal, toma autoridad del poder inmediatamente procu-
hablar en este sentido de una SUPER.IORIDAD del concilio, en favor
de la cual podemos señalar como argumento al Primer Concilio Va-
100. MANSI. 27, 590.
ticano, sin que se convierta por tanto, propiamente hablando, en
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 267
266 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
siete años más tarde y los concilios ulteriores cada diez años 103
rada por Cristo, al que todos, incluso el Papa, deben obedecer en Finalmente, se eligió como nuevo Papa a Martín V 104.
cuanto se refiere a la fe, a cesar el cisma y a reformar a la Iglesia: El Concilio de Constanza es el único concilio ecuménico en la his-
Et primo declarat, quo ipsa in Spiritu sancto legitime congregata, toria conciliar al que le cupo en suerte (tras ímprobos esfuerzos y con
Concilium genemle [aciens, et ecciesuim caiholicam repraesentans, la ayuda esencial, enérgica y prudente del poder laico personificado
potesiatem a Christo imrnediate habet, cui quilibet cuiuscurnque en el rey Segismundo), de poner término a una gran división de la
status »et dignitatis, eiiam si papalis exisuü, obedire tenetur in Iglesia. La legitimidad (en el sentido tradicional) de Martín V y
his quae periinent ad [idem et exstirpationem dicti schssmaiis, el de los siguientes papas hasta nuestros días, depende de la legitimi
reiormaiumem dictae ecclesiae in copite et in membris 101. dad del Concilio de Constanza y de su procedimiento en la cuestión
Cualquier hombre - aunque fuese el Papa - que rehúsa terca- papal. A pesar de esto, el Concilio no disfruta de mucha fama en
mente obedecer las órdenes y las decisiones de este Concilio y de los manuales de dogma salvo el hecho de las reprobaciones de
cualquier concilio ecuménico regular, sobre los puntos indicados, J. Wic1ef y de J. Hus. Ello es debido seguramente a una orienta-
debe ser debidamente castigado: ltem, declarai, quod, quicumi]ue) ción unilateral de la nueva ec1esiología que, desde la Summa de
cuiuscumoue condiiunus, status, dignitatis, etiam si papalis, qui Ecclesia de Juan de Torquemada, no supo sacar de los Decretos de
mandatis, statuti,s seu ordinationibus, aut praeceptis I¡uius sacra e Constanza más que unos pocos elementos positivos y, a menudo, los
Synodi et cuiuscumque auerius Concilii generaus legitime congre- ha mencionado sólo como difficultates contra determinadas tesis
gati, super pmemissis seu ad ea pertinentibus, factis, vel faciendis. ec1esiológicas. No se ha temido presentar los Decretos de Constan-
obedire coniumacüer coniempseru, nisi resipueru; condignae poeni- za como no obligatorios, con argumentos a menudo muy curiosos y
que sólo tenían la apariencia de históricos 1D5. Según las últimas in-
tentiae subiiciaiur, et debite puniatu«, eiuim ad alia iuris subsidia
vestigaciones sobre la historia de la Iglesia, de las que aquí citamos
(si opus fuerit) recurrendo 102.
brevemente en primer término los resultados, sin interpretar su al-
Luego de tomar directamente algunas disposiciones contra Juan cance dogmático, no se trata con todo de mantener el carácter no
XXIII, se jura, al final del Decreto: que Juan XXIII y todos los obligatorio de los Decretos de Constanza 106. Los resultados son los
presentes disponían, y gozan todavía, de absoluta libertad. Se abrió siguientes:
un proceso contra Juan XXIII, quien se había fugado de Constanza
y fue detenido antes de su paso hacia Borgoña, proceso que condujo 103. MANSI, 27, 1159-1161.
a la resignación de su función y a su deposición (29-5-1415). Tam- 104. Sobre la historia del Concilio de Consranza, cfr. la bibliografía en K. A. FI"'K,
artículo: Konzil van Konstane , en: Lexikon für Theologie und Kirche (Freiburg i. Br..
bién se esperó que dimitieran los otros dos papas: Gregario XII di- 2." ed, 1961) VI, 501-503.
mite después de habérsele rehusado formalmente su apelación al con- 105. He aquí UD ejemplo: "Muchos teólogos, después de Juan de Torquernad.i
cilio (4-7-1415); Benedicto XIII queda formalmente depuesto, después (JUAN DE TOROUEMADA, Summa de Ecclcsia , Venecia, 1561, 1. Il , c. 99, f. 236r·237r),
han negado que la asamblea de Constanza diese al decreto de la sesión quinta un al-
que hubieron fracasado las negociaciones (26-7-1417). El Decreto cance general. Los Padres no habrían decretado la superioridad del concilio sobre el papa,
Frequens (9-10-1417) indica la [requens generolncm conciliovwm ce- sino solamente la superioridad de lo asamblea de Constanza sobre papas inciertos; lo
lebratio como el mejor sistema para reformar a la Iglesia; a partir cual es manifiestamente contra el tenor mismo del decreto. fste da, y es cierto, como
de este principio, se acuerda que el próximo concilio deberá cele- motivo de su definición la necesidad de unir y reformar la Iglesia. Pero no es éste el
motivo que impulsó a los Padres a quienes preguntaremos el sentido de lo que han de-
brarse a partir de los 5 años del Concilio de Constanza, el siguiente finido, siendo así que este sentido no deja duda alguna. Los Padres no declaran que en
caso de urgencia el concilio pueda deponer al Papa, sino. que el concilio de Consranza
está legítimamente convocado en el Espíritu Santo, que es un concilio general, que
101. MANSI, 27, 590. El sentido del Decreto no debe restringirse: "Los Padres tu- representa a toda la Iglesia militante, que tiene su poder inmediatamente de Dios, que
vieron cuidado de precisarla en el segundo parágrafo del decreto, donde es evidente todo hombre, aun el Papa, le debe obediencia, etc." P. DE VOOGHT, op. cii., 189, n. 19.
que se trata de la competencia de todo concilio general í et cuiscumque alterius concilii 106. Cfr. K. A. FINK, Papsttum und Kirchenreiorm nach dem Grosscn Schisma , en:
generalis) y de todo lo tocante de cerca o de lejos a las materias de fe í super praemissis Tübinger Theologische Quartalschriit, 126 (1946) 110-122; arto Konzil van Konstanz , en:
- es decir, la fe, la reforma y la unidad - seu ad ea pertinentibus). Ninguna otra pre- Lexikon für Theologie und Kirche (Freiburg i. BL, 2." ed. 1961) VI. 501-503; P. DE
cisión sino esta última í ad ea pertinentibus) podría dar un sentido más amplio a la VOOGHT, op. ca., 179-218; R. B;(lJMER, art. Konstan.zer Dekrcte, en: Lexilion /ür Theo-
definición.» P. DE VOOGHT, El conciliarismo en los Concilios de Constanzu y de Basilea , logie und Kirche (Freiburg i. Br.. 2.a ed. 1961) VI, 503·505. Todo ellos confirman el
en: El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 188. trabajo fundamental de B. HÜBLER, Die Constan zer Reformation und die Concordato
102. MANSI. 27, 590.
268 ESTlHJC1TRAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCIUO 269

1. La cuestión ¿e,
la aprobación P?;1tificia no debe plantearse pe~jor al ~apa, pudo, en octubre de 1417, imponer al nuevo Papa,
a cltul? obligatorio e independientemente de su voluntad, llevar a
de u.n.a forma anacronica .. Una aprobac1On. expresa de los antiguos
concilios p~r el Papa, la Impugna"? los historiadores de la Iglesia buen fin la reforma de la Iglesia (cautio de jielJ'ia rejormatunie] y
qu~ hoy dia hacen l~:v:. La necesidad de la aprobación pontificia
dar así una garantía formal a la resolución de reforma. Debido a
se Impuso en los concilios generales de la Edad Media. Durante la considerarse el conc~lio. s.uperior al Papa, el concilio pudo adjudi-
época del Co~cilio de Consta.nza, un~ aprobación pontificia explíci- carse, mc1~so en prrncipio, el derecho de amonestar y deponer al
ta no se consideraba necesana. Precisamente porque el concilio re- Papa .. Debido a. que el concilio se consideraba superior al Papa, el
c~b.ía su poder directamente de Cristo, precisamente porque el C011- COl1CtlIO pudo, finalmente, conceder al Papa (en una resolución de
0110 estaba por encima del. Papa (o mejor dicho,. de los tres papas)
amnistía, durante la sesión cuarenta y tres), en lo que atañe a la
y por muy oscura que pudiera ser, y por muy diversamente que se pron~esa de refo~ma d.a~a antes de su elección, el descargo que el
haya p~di~o entender la, cuestión. del cómo de esta supremacía y proplO Papa habla solicitado, No se puede hablar, por tanto, de la
de sus limites, no se trato en principio de una aprobación pontificia: necesidad de una apr~bación pontificia por el nuevo Papa. Y de-
«El 22-4-1418, Martín V puso un término al sínodo. No se trató de bido a que la aprobación no era necesaria no se trató de ella en
el concilio 109. '
una c01:firmación pontificia especial e, históricamente, no se trata
de considerar como ecuménicas únicamente las últimas sesiones, que
2. Pero, durante la sesion final, ¿ no expresó Martín V una
tuvieron lugar bajo el nuevo papa,) 107. B. Hübler va había hecho re-
aprobación, cuando declaró: quod omnia, et singula determinata,
saltar que la posición del problema era falsa, tal como se elaboró
conclusa, et decreta in materia jidei peT praesens sacrum Conciiiurn
má~ adelante entre galicanos (que admitían una aprobación expre-
0",,,,,·,,,1/;> Conslantiense conciliariter, ienere et iWc'iolabiliter observare
s~ I.nc1us~ para. l?s Decretos de la c.uarta y quinta sesión) y cu-
c1ole}wt. et nu~nquarn conirauenire quolJuo modo? 110. Cuando· ya se
r ialistas (que limitaban una aprobación expresa a la reprobación
habla pronunciado el Iie m pace y por tanto el final oficial del con-
de los errores wic1efianos y husitas). «Por ambas partes, se parte
CdlO,. los polacos, se quejaron de que el Papa; como presidente del
de supuestos erróneos. En realidad, 'las decisiones sinodales de
Concilio, no habla llevado ante la asamblea plenaria la reproba-
Constanza. no necesitan en absoluto ninguna aprobación pontificia;
ción de una herejía (la del dominico alemán Juan de Falkenberg)
que en las comisiones del concilio se había juzgado cuestión ~r~
de. hecho Jamás se ha buscado esta aprobación; de hecho, Martín V
mismo, no la negó ni la concedió» lOS. Al considerarse el concilio
gente. Para salir airoso respecto de esta infra~éión que le ape-
superior al Papa, se había decidido, a partir de la quinta sesión,
naba, Martín V dio una respuesta dilatoria, rechazando el ca-
que se expedirían los Decretos, no a nombre del Papa, ni tampoco a
rácter .)urídicamen!e. obligatorio de las decision.es nacionales (por
nombre del concilio y del Papa, sino sólo a nombre del concilio; se
OP?SICIOn a las decisiones del conjunto del concilio}; lo que el con-
actuó de esta manera para todas las decisiones conciliares hasta la
CdIO COMO TOTAL (= conciluiriter y por tanto no sólo nationaliter) hu-
elección de Martín V. Debido a que el concilio se consideraba su-
biera decidido y a lo que debería atenerse según el derecho, lo acepo
taba y deseaba cumplirlo fielmente, ni más ni menos. Ahora bien,
uon 1418 (Lcipzig , 1867). Groci"s a las investigaciones de Hübler, C. J. \'0;; HUELE
el asunto Falkenberg sólo había sido decidido naiumaluer (no como
hubo de revisar de distintas maneras su concepto respecto al Concilio de Constanza.
Este concepto revisado. fue nuevamente corregido, en el sentido de Hublcr, por un Decreto del concilio, sino sólo como conclusum de una sec-
F. X. FU"'K, Martin V und das Konzil von Konstanz , en: Kirchengeschichtliche Abhand- ción). No se puede hablar de una RESTRICCIÓN cualquiera del asen-
¡ungen und Untersuchungen (Paderborn, 1897) J, 489·498. timiento a las materuie jidei (por oposición a las niol.eriae rejorma-
. 107. K. A. FI;;K. art. Konzll 1'0': Konstanz , oo . cii., VJ, 503; los sugerenc::1s esen- iumis ci unionis que concernían la superioridad del concilio): eeA
ciales para este capítulo se las debo ~l mi .colcga de Tubinga, quien al haberse ocupJc1o
durante .muchos años de los actos administrativos del pontificado de Martín V para el
la cláusula IN CAUSA FIDEI, no hay que prestarle importancia alguna,
Rcpcrtorucm Germanicum, es sin duda el más profundo conocedor de esta época cuyas
fuentes se han explotado poco. Sobre los conceptos presentados aquí, nos aclar;rá mucho 109. B. HÜBLER, op. cit., 261-263. JUAN DE TOBQUE'IAD.'. Surnnia de Ecclesia (RCJ:11 " ,
K. A. FINK mediante artículo: Zur Bcnrteilung des Grossen Abendlündischen Schismas, 1489, Venecia, 1560) lib. JI, cap. 99, 237, afirma: «Praejata synodus constantienm
en: Zciischriit [ur Kirchengeschiclzte, 73 (1962), fascículo ]]](lV y en otras publicaciones papa Martinus fuit crcatus moren¡ observando anttquorurn conctliorurn humilitct
previstas. ab ea confirmatiollem, et roborationem omnium quae [ecerat.» No se encuentre
108. B. HÜBLER, op. cir., 260: cfr. R. B;¡ü'lER, op. cii., VI, 504; P. DE VOOCJ-iT. prueba alguna dc esta afirmación.
op ctt .; 197-198. 110. MA"'I, 27, 1201.
270 ESTRUCTLJRAS DE LA IGLESIA
EL MI""ISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 271

3. En el asunto Falkenberg, los polacos amenazaban de apelar


no tiene un significado determinante propiamente hablando, sino
a un FUTURO concilio, por lo cual el Papa declaró inadmisible una
que es meramente explicativa. La información contra Juan de Fal-
apelación de este género: «Una BULA, en el sentido propio de la pa-
kenberg concernía la pyincipalis intentio seu pyincipale propositum
labra, no se emitió respecto a este asunto. Gerson, único que alude
s. concilii Constantiensisüid. haereses exstirpandi; había sido lle-
a la supresión, no habla sino de un borrador (MINUTA) de semejan-
vada, de acuerdo con este proposiucn: por los j:.!.dices IN CA USA
te Bula, la que debió leerse en Consistorio... Parece por tanto que
FIDEI depuun», y las conclusiones provisionales consideradas for- se temió una brecha ABIERTA en el nuevo Derecho constitucional.
maban unas conclusa IN MATERIA FIDEI. Los jefes de los de- A consecuencia de la publicación defectuosa, no se dejó de ignorar
mandantes se refirieron de nuevo a esta causa jidei, 'sobre la cual se la decisión papal. Los polacos anunciaron sin embargo su apelación;
regula igualmente el reconocimiento pontificio. Martín V explica Gerson escribió todavía durante los últimos días que precedieron la
que quiso mantener los DECRETOS de fe del sínodo y no las CONCLUSA conclusión del concilio un tratado especial sobre la legitimidad de
de fe de las naciones. En el fondo se trataba únicamente de cuestio- las apelaciones de toda clase... y, 10 que es más importante, ni Euge-
nes de fe» lll. Ya que es significativo que, incluso en el manuscrito de nio IV, ni el más insigne legitimista de la Iglesia durante el si-
Brunswick, escrito no sólo más tarde sino en la propia Constanza y glo xv, Torquemada, se atrevieron después a desautorizarle» 115.
que relata el procedimiento minuciosamiente, falta totalmente el aña- 4. En la Bula lnier cunetas (22-2-1418), Martín V pidió en tér-
dido in materus fidei: Papa... dixit, quod omnia et singula acta} jacta minos clarísimos contra los husitas, que se reconociera el concilio de
et conclusa seu alias decreta PER GENERALE CONClLIUM Constanza: Item uirwm credai, teneai et asserai, quod quodlibet
CON CILlA RITER velit ienere et observare inviolabilitey et n011 Concilium generaie, et etiam Constantiense unioersolem ecclesiam
alias neque alüer 112. Con motivo dice Hefele sobre la declaración del raepresentei. Item, uiru.m credai, quod illud quod sacrurn. Concilium
Papa: «Es imposible que el Papa haya querido decir con esto que para Consiantiense, uniuersalem ecclesiam repraesentoms, approbavit et
todas las otras decisiones del concilio que no atañen las MATERIAS appyobat} in [auorem fidei et ad saluiem animarum, quod hoc est
DE FE, se reservaba su confirmación t , ya que entonces hubiera ne- ab uniuersis Christi fidelibus approbandum et tencndum: et quod
gado también su confirmación a los Decretos de reforma de la sesión condemnavit et condemnat esse fideiüel bonis moribus conirarium,
treinta y nueve y se hubiera segado la hierba bajo los pies muy hoc ab eisdem esse tenendum pro condemnato, credendutn et asse-
poco há bilmente, ya que los mismos Decretos por los cuales fueron rendum: Item, uirwm credat, quod condemnationes Joannis Wicleff}
depuestos Juan XXIII y Benedicto XIII y se ordenó una nueva loannis Hus, et Hieronymi de Praga} factae de personis eorum,
elección, no trataban de materiis fidei)) 113. No se trata por tanto, libTis et documentis peT sacrum geneTale Constantiense Concilium,
en estas palabras del Papa, de una posición adoptada en un asunto fuerint rile et juste [aciae, et a ql10libct catholico pTD talibus ienen-
perfectamente definido (Falkenberg) 114, que se trató verbalmente y dae et firmiter asserendae 116. A las palabras in [auorem jidei et ad
de una manera improvisada; se trata de un asentimiento general a salutem animarurn, algunos teólogos les han atribuido un sentido
las conclusiones del concilio y no de una aprobación formal en el restrictivo. Por el contrario, F. X. Funk dijo con razón: «Estas
sentido técnico del vocablo, la cual presuponía un examen crítico palabras se encuentran en un documento que tenía que servir para
de las conclusiones del concilio. convencer o para instruir a personas sospechosas de herejía. ¿ Pero,
hay que admitir, al dar una definición semejante de este pasaje)
111. B. HÜBLER, op. cit., 266. Contra las diferentes falsas interpretaciones del conci- 115. B. HUBLER, op. cit., 264; Cfr. P. DE VOOGHT, op. cit., 193-198. Una informa-
liante», P. DE VOOGHT torna partido, op. cit., 189-191: 1.0 lo que concierne a las ción más amplia en: DÍe Bericbte der Generolprolruratoren des Deutschen Ordens an der
herejías dc Wicicf y de Bus (R. Belarrnino, M. Cano, ctc.), 2° lo que se decidió re Kurie, t. II: Peter van Worrndith (1403-1419), reseñado por H. Koeppen (= Verótfent-
diligente}' cxanimata y no tumuliualiter (R. Belarrnino, etc.), 3.0 lo que se decidió
lichungen dcr niedersachsischeri Archivverwaitung, fase. 13. Góttingen, 1960) 490 Y sig.,
con la conformidad de los cardenales (A. Baudrillart). Respecto a estas interpretaciones, n.v 258 «entonces hizo leer un borrador». Los números 259 y 266 contienen también
P. de Vooght hace observar: «Hay que confesar que todos los pobres ensayos intentados
informaciones sobre el procedimiento. De ello resulta de una manera clara que en la
para vaciar de su sentido la palabra conciiiaritet fueron vanos» (p. 191).
respuesta de Martín V no se trata de una decisión general y de principio, sino de una
112. Citado por B. HÜBLER, op. cii., 267.
decisión particular contra los polacos que habían vuelto a importunar al Papa en forma
113. C. J. VaN HEFELE, Conciliengesehichte (Freiburg i. Br., 21873) 1, 52.
vehemente.
114. Así según Hübler, C. J. VOK HEFELE -también-, op. cit ., 1, 52; F. X. F¡;NK, 116. MANsr, 27, 1211.
op cir., 1, 49; P. DE VOOCHT, 0r. cit., 197.
El MINISTERIO DE PEDRO Y El CONCH,IO 273
ESTRrcn;RAS DE LA IGI,ESIA
concilio 119; el cardenal Colonna había huido a Schaffhausen con
que su autor o Martín V, quisieran significar, aunque sólo fuera Tuan XXIII y no había tomado parte en la elaboración del Decreto
J
Saaosanda. Pero no se . , d
había opuesto e ninguna manera; ya que,
de una forma discreta, que el Papa y el concilio no estaban de
acuerdo sobre determinadas cuestiones? La cuestión planteada pre- él también, estaba a favor de una «superioridad) del concilio. A con-
cede inmediatamente a ésta: UtrU1n credat, ieneai et asserat, quod tinuación se declaró, además, favorable a la proclamación del De-
q1iodZibet conciZium generale et etiarn Consumiiense uniuersolevn. crcto Frequens que regulaba la periodicidad de los concilios. Y
ecclesiam repraesenieti Aquel a quien se interroga debe por tanto, no obstante, Colonna, junto con los otros cardenales, se preocupa-
ante todo, reconocer que el concilio de Constanza representa a la ba ante todo de elegir 10 antes posible a un papa y de emprender
Iglesia universal; luego, una vez aceptado, hubiera sido necesario después, y bajo la dirección del Papa, la reforma de la Iglesia. El
d.irle a entender inmediatamente, aunque fuese indirectamente, que concilio, aunque fuese en algún sentido superior al Papa, debía in-
no todas las ordenanzas de ese concilio son válidas, sino tan sólo tervenir sólo en caso de crisis. Es verdad que la oposición entre el
aquellas que están emitidas in jalJ01e111 jidei et al. scluiem. anima- grupo moderado y el radical de los representantes de la superiori-
r1l111? Esto es desde luego bastante inverosímil. .. » 117. Sin embargo, dad de! Papa se hizo más áspera después de la eliminación de los
un poco más adelante, la consecuencia que saca Funk debía estar tres papas. Los radicales querían introducir un gobierno conciliar
formulada todavía asaz negativamente, cuando dice: « .•• por este he- universal de la Iglesia y reformar la Iglesia antes de cualquier elec-
cho, tampoco este pasaje proporciona ninguna información sobre la ción pontificia. El compromiso a que se había llegado en 1417, com-
posición de Martín con respecto al Concilio de Constanza, ni prueba portaba por una parte la publicación de los Decretos de reforma
alguna de que el Papa no haya reconocido todos los Decretos del (entre ellos el Decreto Frequens) y por otra parte la elección del
concilio) ; P. de Vooght dice con razón : ((El sentido obvio de estos lluevo Papa. Con este arreglo, los moderados esperaban poder con-
tres párrafos es una profesión de fe en el Concilio de Constanza trolar e! conciliarismo radical. No se vieron decepcionados. El astu-
como concilio general y en el valor de sus decisiones doctrinales. 118. to Colonna, convertido en papa, hizo todo lo posible para restaurar
la posición del Papa y para alejar la influencia del conciliarismo
5. Posición personal de Martín V en el concilio: Si Otón Colonna radical. Por esta razón durante la primera fase del asunto Fal-
no hubiera sido, por lo menos en parte, un representante de la teo- kenberg, no autorizó que se apelara del Papa al concilio, por
ría conciliar, nunca hubiese sido papa, dada la composición concre- esta razón no creyó oportuno concretar los casos en los cuales nuede
ta del concilio. Él también, por 10 tanto, era «conciliarista», según el Papa ser juzgado y depuesto por la Iglesia. Pero Martín no des-
una terminología que se presta a muchas equivocaciones; no obs- autorizó en manera alguna las ideas conciliares tal como habían
tante no era ni teólogo de oficio, ni escritor, sino cardenal, y per- estado definidas. Muy distinto es, efectivamente, una superioridad,
tenecía por lo Lc\DtO al grupo conservador de los representantes de definida en principio, del concilio sobre el Papa y otra los derechos
la superioridad conciliar. Este grupo conservador afirmaba una ((SU- que corresponden al Papa en el ejercicio de su función. El propio
perioridad» del concilio, pero la interpretaba en un sentido restric- Martín V podía admitir perfectamente una superioridad fundamen-
tivo. Mientras los defensores extremistas de las ideas conciliares tal del concilio y a pesar de ello rehusar que se apelara al concilio
querían remitir en principio, el cargo del gobierno habitual de la en cuanto a las decisiones adoptadas por él dentro de los límites de
Iglesia al concilio, los representantes moderados querían confiarlo su derecho, como la codificación de un procedimiento de deposición.
al nuevo papa y a los cardenales; según la opinión de estos mode- Podía reconocer perfectamente una superioridad hasta cierto punto
rados, el concilio no debía intervenir más que en caso de crisis. A fundamental, del concilio sobre el Papa y no obstante no ir a favor
decir verdad, también eran partidarios de una limitación v de un de las discusiones de un concilio general, que jamás acaban. Todo
control del poder del Papa; "pero éste no debía ser asumid¿ en pri- e110 no contradice 10 que resalta claramente de las actuaciones de
mer lugar por los obispos, sino por los cardenales. Martín V : su conformidad con las definiciones conciliares tal como
1'. de Vooght supo hacer comprender la actitud aparentemente se expresó, incluso oficialmente, al final del asunto Falkenberg
contradictoria de Martín V partiendo de esta situación general del y en la Bula Inter cunetas. Esto nada tiene que ver, como hemos
visto, con una aprobación pontificia formal; este concilio no esperó
117. F. X. FU"K. op . cu., 1, 497. ] 19. P. DE VOOGHT, op. at .. 191·198.
118. P. DE VOOClIT. op. at .. 196·197.
18
274 J<:STRUCTURAS DE l,A IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CO}iCILIO 275

esta aprobación más de lo que lo hicieron los concilios ecuménicos de una manera harto hábil tornarlos prácticamente ineficaces, par-
de la antigüedad cristiana. Esto nada significa ni contra el carác- ticularrncnte el Dccreto Erequens y restaurar el poder del papado:
ter obligatorio de Jos Decretos de Constanza ni contra el carácter «e] nuevo Papa, excelente jurista, sabía qué era legítimo en el
obligatorio de los Decretos de los antiguos concilios. Respecto al pasado de la Iglesia. De esta manera, sobre el plano de la re-
carácter obligatorio, era suficiente, igual en Nicea que en Cons- forma de la Iglesia propiamente dicha, en el sentido de una cons-
tanza , un acuerdo genera] del obispo de Roma, sin el cual un con- titución eclesiástica mediticada, logró, gracias a una política hábil
sensus Ecciesiae no es posible. C0n los Estados, uno a uno, depreciar profundamente el peligro-
so Decreto Frequens, cuidando de cumplir los preceptos exterio-
6. El carácter obligatorio de los Decretos de Constanza se con- res con la mayor exactitud posible, convocando en un día y hora
firmó por el hecho de que, incluso después del Concilio, Martín V determinados el sínodo que tuvo lugar en Pavía, luego en Siena,
se sintió ligado por esos Decretos y los puso fielmente en práctica. pero disolviéndolo poco después en cuanto intentó el sínodo ocupar-
No falla la cuestión (insoluble) de saber quién fue el auténtico Papa se de la reforma, es decir, modificar el reparto de los poderes en
durante el gran Cisma: «Martín V adoptó formalmente el punto la Iglesia. El haberse aceptado sin más esta clausura del sínodo,
de vista que consideraba la época del gran cisma como un parén- demuestra con bastante claridad cuán hábilmente trabajó la curia,
tesis y enlazaba con 1378 (Gregario XI) y en sus publicaciones tra- en el corto espacio de cinco años, en e! sentido de la tradición, en
tó también de las tres obediencias anteriores, con cierta preferencia la restauración del poder político del papado. Entonces, ese decreto
en favor de la obediencia de Pisa» 120. Frequens sirvió incluso para rechazar la abreviación deseada por
El Papa se esforzó para que no se le pudiera reprochar ninguna los anglo-franceses, de los términos de la convocatoria. Precisa-
falta de obediencia a los Decretos de! concilio: «Martín V se atuvo mente, debido a un reconocimiento y a una exégesis literal de las
formalmente a las decisiones de Constanza; es cierto que la legiti- conclusiones conciliares, la organización periódica del concilio gene-
midad de su elección dependía del carácter obligatorio de sus deci- ral pierde, en favor del curialismo renaciente, casi toda su impor-
siones. El antipapa Benedicto XIII se- obstinaba todavía de una tancia, no sólo como instancia superior o como instancia de control,
manera irrevocable en sus pretensiones en Peñíscola. Aunque des- sino también sencillamente como sínodo. El peligro de esta organi-
confiando totalmente de las aspiraciones del concilio, Martín se zación se conjuró debido a ello y la reforma de la Iglesia, en el sen-
hizo representar por unos legados al concilio general convocado en tido de Constanza (superioridad y Freq'Uens) se dejó prácticamente
1423 en Pavía, el cual se trasladó pronto a Siena. Pero como entre de lado. En otros términos, la instancia ordinaria y el poder per-
los participantes a esta asamblea, que estuvo muy poco concurrida, manente tienen mucha más importancia que la organización extraor-
surgieron rivalidades respecto a las cuestiones de poderes y refor- dinaria. Pero todo esto sólo se pudo llevar a cabo explotando los
ma, volvió a poner un término desde el 7 de marzo de 1424 e inten- deseos y esfuerzos de poderío de algunos países y de determinados
tó apaciguar a los reformistas llevando a cabo una reforma de la príncipes» 122.
curia pontificia, naturalmente sin éxito. Cuando se reunió el con-
cilio convocado en Basilea para el año 1431 y, después de alguna 7. Inmediatamente después de la clausura del Concilio de Cons-
duda, recibió a un legado pontificio en la persona del cardenal Ce- tanza, en los concilios de Pavía y de Siena hasta la muerte de Mar-
sarini, había aumentado el radicalismo de los conciliaristas y la tín V, no se habla de ninguna duda respecto al carácter obli-
petición de reforma se hizo oír más que nunca» 121. Sin dejar de gatorio de los Decretos de Constanza 123. Después de esta reunión,
reconocer en principio y poniendo en ejecución los Decretos del con- el Concilio de Basilea renovó igualmente los Decretos generales de
cilio, el Papa prosiguió también, con mucha energía, finalidades las sesiones cuarta y quinta de Constanza. y el cardenal legado,
curialistas. Precisamente al poner en ejecución esos Decretos, supo Julián Cesarini, a quien Martín V había confiado todavía la presi-
dencia, declaró de una forma terminante, en un escrito del 5-6-1432,
120. K. A. FINK, art. Konzil VOII Konstanz , en: Lcxilion fúl' Theoiogie und Kirche al nuevo elegido papa Eugenio IV, que la legitimidad de Martín V
(Freiburg i. Br., 2. a ed. 1961) VI, 503. Ji de todos los papas siguientes dependía de la validez de los Decretos
121. H. )JéDlN, Geschichte des Konzils VOII Trien: (Freiburg i. Br., 2.a cd. 1951)
J. 12; cfr. K. A. FlNK. Papsttum und Kirchcnrejorm nach dem Grossen Schisma, en:
Tiibinger Theologische Quartalsclmjt , 126 (1946) 110.122; artículo: Mortin V, en: Le- 122. K. A. FI"K, op. cit., 116 Y sigo
.tiko1l túr Theoiogie und Kirchc (Frciburg i. Br., 2.a ed., 1962) VlJ. 123. Cfr. B. HÜBLER, op cii., 269·277 .
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 277
276 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

de Constanza: An hoc C onciiiusv: legitimum su, ex Concilio Cons- tuvo por lo tanto otro resultado duradero que la elección del Papa
ianuens: dependet; S1 dlud 'verum jU1t, et istud. N emo autem du- en Constanza, la decidida y tenaz voluntad, y la personalidad del
biicre visus esi, an ill~,d legitimuvn. juerit: SIMILITER ET OUID- nuevo papa, y la deductio ad obsurdurn de las nuevas teorías sobre
QUID IBI DECRETUM EST. Nam si quis dixerit Decret; illius la constitución de la Iglesia. De esta manera, incluso en el plano
~oncilii norn essel)alido, fateri necesse habet,privationem orim
teórico de la constitución de la Iglesia, se puede constatar una evo-
T
Johanms XXIII [acto»: V1gCJ1'e 1110rum Decretoru-n nonvaluisse lución .muy interesante. Bajo Martín V y, en parte también, bajo
Si 1:11a non ,!Jaluit, nec Papae 1'vla1,tini lem,it electio jacta illo adlw~ Eugenio IV, por lo tanto entre Constanza y Basilea, la opinión ge-
suoersuie. SI 1Vlarimus nor¡. [uit. Papa, nec Sonctuas uesira est quae neral sobre la constitución de la Iglesia es conciliar, casi sin oposi-
pe1' Cardinales ab ipso jactos electa esto NULLJUS ERGO' MA- ción, y la doctrina canónica sigue a la restauración introducida por
GIS INTEREST, DEFENDERE DECRETA ILLIUS CONCI- Mar~ín V sólo unos veinte años después; es decir, que esta teoría,
UI QUAM SANCTITA TIS VESTRAE. ET SI OUODCUMQUE precisamente durante esta importante mitad del siglo xv, no está en
ILLJUS CONCILII DECRETUM REVOCETUR IN DUBIUM, absoluto de acuerdo con las condiciones de hecho» 126.
~M)EM~ RA TIo.NE POTERU;\TT REVOCARI El' RELIQUA
Con la consolidación del poder curial, los papas no han cesado
EIUSDEM CONCILII DECRETA.: hac eadem raiione nec alio- de progresar decididamente en la restauración de sus pretensiones.
rw!! C~ncil~01:um Decreta valebunt: qu~a Q1W ratione vacillat jides Martín V y algo menos Eugenio IV, ejecutaron los Decretos de
1.ntuS lonct/tt, 'vac111abunt relsqua omma 124. También EuO'enio IV Constanza, por lo menos de una manera formal y convocaron con-
cili?~. Pero Nicolás V siguió por principio, respecto al concilio, la
aunque en una situación de urgencia (que de todas formas no l~
privó de su libertad) reconoció el carácter oblizatorio de los Decre- J20lltlca consistente en pasar por encima de él, y su sucesor, Ca-
lixto lII, la que consiste en ignorarlo. Pío n se atrevió en 1460
tos de Consta.l;za mediant.e .l,a Bula :1d ea ex debito (5-2-1447), con
en la Bula Execrobilis, a anular oficialmente el derech~ a apelal:
expres~ mencion de la Opll1lO11 parecida de su predecesor Martín V:
del Papa al concilio, acompañando esta prohibición con la excomu-
~oncdwm aut~m generoie Constantiense, decreium Frequens ac su«
e1US decreta sicut caetera alia concilia, catholica rnilitatem Eccle- nión. Pero las prohibiciones pontificias no pudieron implantarse en
siam repraesenuuuia, ipsorum potestatem, aucioriuuem honorem la Iglesia: «Execrabilis fue el primer golpe rudo de la restauración
et e.minen~iam, sicuti et caeieri aniecessores nostri, a q1~orum ves- pontificia contra el conciliarismo, pero no obtuvo el efecto esperado.
t~g¡¡S deuuire nequaq'uam intendimus, suscipimus, ampleciivnu» et
La Bula tropezó en Francia y en Alemania, con una fuerte oposi-
ueneramur 125. ción y, fuera de Roma, sólo Se reconoció de una manera esporádica.
Aunque Pío Il en persona, en la Bula Infructuosos palmites del 2 de
Sin, embargo se llegó, .C?l~ una sorprendente rapidez, a una res- l:oviembre de 14~0, Sixto IV en la Bula Qui monuis del 15 de ju-
tauración del poder pontificio, que encontró su expresión incluso 110 de 1483 y julio II en la Bula Suscepti re.Óminis del 1. 0 de julio
en la revaloración de la antigua teoría de la constitución de la hle- de 1509, renovasen la prohibición de la apelación al concilio los
sia. K. A. Fink dijo a este respecto: «Las investigaciones de e;tos príncipes y las asociaciones eclesiásticas continuaron utilizál~dola
últimos tiempos se han. dirigido, y de Una manera muy feliz por como un medio jurídico lícito» 127. Se miraron ias prohibiciones de
CIerto, sobre estas cuestiones. Un trabajo sistemático que tengo en lo,s papas como medidas de política curialista y continuaron apo-
proyecto, empleando cuanto se publicó en aquella época demostra- yendose sobre los Decretos de Constanza que fuera de Roma de-
rá aún con m,ás claridad que desde antes de la mitad d'el siglo, el ren diieron con fiirmeza los poderes políticos, "innumerables obispos
+
concepto mon~rqU1co del gobierno de la Iglesia y el poder absoluto y teólogos, no sólo en Francia (en particular la Universidad de
del ~apado, SI no lo enseñaban la mayoría de los canonistas, 10 de- París) yen Alemania (las Universidades de Colonia Viena Erfurt
fen~l~n de nuevo notables representantes. i Cuántas veces ha sido Cracovia), sino también en Italia, los canonistas V j~ristas de Padu~
decisiva para la teoría la »ia jacti! El pontificado de Martín V no y Pavía, e incluso juristas de la Curia, como Giovanni Gozzadini en
la Corte de Julio n. Este jurista defendía aún el año 1511, que los
124. Citado por B. F!ÜBLER, op. cii., 269 y sigo Decretos de Constanza eran artículos de fe y rechazaba el carácter
125. Cltado porB. F!ÜBLER, op: cit., 270; P. DE VOOGHT, que sobre este punto analiza
le¡ historia del concilio de Basilea, concluye: "No creo que se pueda negar honestamente
126. K. A. FINK, op cit., 119 Y sigo
(lue Eugenio IV, aprobó, indudablemente en un momento de depresión, la superioridad
127. 1-1. ¡EDlM, Gcschichtc des Konzils uon Tricnt (Freiburg i. Br., 2.a ed. 1951) 1, 52.
del concilio sobre el Papa bajo la forma preconizada en Basilca.» P. DE VOOGflT, op. cit., 209.
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 279
278 ESTRUC'lTRAS DE LA IGLESIA
Lateranensi, quod expressissime rem. definivit nonnulli dubitant an
obligatorio de la prohibición dirigida contra la apelación. Las Bu- juerit VCTe generale,. ideo usque ad hanc diem quaestio süperesi
las estaban desprovistas, según él, de toda eficacia jurídica. Ya etiam inter catholicos 132.
que si se argumenta que la apelaci6n se dirige a un tribunal que ni Sea cual sea la postura de detalle adoptada a propósito de la
siquiera existe, hay que considerar que incluso cuando el concilio cuestión de la ecurnenicidad del Quinto Concilio de Letrán, un he-
no está reunido, la autoridad de la Iglesia existe no obstante y es cho es cierto: el concilio, convocado por motivos políticos, debe con-
mayor que la del Papa. Por esta razón el Decreto Freouens obliga siderarse como una reacción contra el Concilio de Pisa (1511-1512) ;
a reunir concilios regularmente, para garantizar de esta manera en razón de la «irreformabilidad» de Jos Decretos de los concilios ecu-
una representaci6n de la Iglesia a la que sea posible apelar; el que ménicos, no podía, en ningún caso, ü:validar los Dec~etos ?e Cons-
los papas no hayan 1levado a efecto este Decreto, es culpa suya, pero tanza que se apoyaban sobre la autoridad de la Iglesia universal y
en nada modifica el derecho. Mattia Ugoni, obispo electo de Eres- del Papa, de una manera totalmente distinta al Quinto Concilio de
cia, abogaba en favor de los Decretos de Constanza contra Torque- Letrán. Es expresivo que el concilio no se atreviera a declarar 111-
mada, igual que Gozzadini. válido el Decreto de Constanza y de Basilea respecto a la superio-
De esta manera, la Iglesia del siglo xv, e incluso la del siglo XVI, ridad del concilio sobre el Papa, tal como lo proponía Fernando el
estaba muy dominada por las ideas conciliares, pero el Papa y la Católico en las instrucciones a sus representantes en e! concilio. Es
Curia trabajaron incansablemente para hacer prevalecer sus pre- curioso que e! Concilio de Constanza no se mencione en absoluto. el!
tensiones. Durante el 5.° Concilio de Letrán, León X hizo declarar la Bula pontificia y el Concilio de Basilea no sea rechazado sino
el año 1516: (( ... aquel s610 que a la sazón sea el Romano Pontífice, desde la época de! traslado papal. La proposición de que el Papa es
como tiene autoridad sobre todos los concilios ... )) 128. Pero se ha superior al concilio, no se hace de un modo directo, sino tan sólo
objetado siempre contra este concilio que estuvo compuesto casi so- indirectamente, es decir, como un argumento en favor de esa otra
lamente por italianos y que otra vez, como los sínodos generales de proposición de. que e] Papa tiene d.erec~o é~~co~vo~ar" desplazar y
la Edad Media, se encontró bajo la domjnación del Papa: « Reunido clausurar concilios. En todo caso 111 Lean X 111 mngun otro papa
en Roma bajo las miradas del Papa, casi exclusivamente frecuen- de esta época de restauración, se han atrevido a suprimir el decreto
tado por prelados italianos, correspondi6 totalmente a la idea que Sacrosoncta o declararlo para todos no obligatorio.
se había forjado la gente sobre un concilio general pontificio du-
rante la época de la restauración. El Papa definió el programa y S. Pero el curso real de la historia de la Iglesia, que fue poco
nombró , en la sesión primera del 10 de mayo '
1512, a. los oficiales favorable a los Decretos de Constanza, no debe hacernos olvidar que
conciliares. Ejerció una influencia determinante sobre la cornposi- los Decretos de Constanza no pretendían en absoluto un papel
ción de las diputaciones, formadas el 3 de mayo de 1513 y amplia- determinado, y e! carácter obligatorio sólo por el momento pres~nte.
das el 26 de octubre de 1516. Los Decretos salieron en forma de Considerarlos tan sólo como «una medida para dar fin a una situa-
Bulas pontificias» 12~. Por ello ha sido siempre puesta en tela de jui- ción momentáneamente difícil» 133 no corresponde, ni a la letra de
cio la ~ecumenicidad de este concilio. «Los adversarios del Papa Jo los Decretos ni al pensamiento de quienes Jos redactaron. El carác-
han considerado como un concilio sin libertad. Incluso en el Con- ter obligatorio de los Decretos (incluso si no se trata de un parla-
cilio de Trento no se reconoció de una manera general» 130. A mentarismo conciliar radical, que era tan sólo una de las posibles
un concilio general se apeló del conaiiatnüwn, Romanwm, Incluso interpretaciones de los Decretos), debe. tomarse en.,seri~. ~(~ontra­
Belarmino respondió a las objeciones contra la ecumenicidad del riamente a lo que place a una determinada reflexión histórica es-
Quinto concilio de Letrán de una manera muy reservada: Non [uisse trecha y demasiado entorpecida por los dogmas, no todo tiene una
generole "Jix dice po test 131, Y respecto al axioma según el cual el explicación debido a la situación de urgencia y por lo tanto depre-
Papa es superior al concilio, hay que hacer observar: De concilio ciado, propiamente hablando, en su significado y, por otra parte,

128. DENZ, 740. 132. R. BELARMINO, De concilits lib. ll, cap. 13, op. cii., 1I, 265.
129. H. JEDIN, op. cit., l. 102. 133. J. HOLLNSTEINER, Das Konstanzer Konzil in del' Geschichte der christlichen Kirchc,
130. R. BX¡;MER, art. Lateran-Svnoden, en: Le xilion fú,. Theologie und Kirchc (Feri- en: Mitteilungen des Osterreirliiscehn l nstituts fÚ,. Geschichtsforschung, Erg. Bd. XI
burg i. Br., 2' ed. 1961) VI, 818. (Innsbruck, 1929) 414.
131. R. BELARMINO, De conciliis lib. u, cap. 17 (Ope,.a omnia, París, 1870) n, 271.
EL MIKISTERIO DE PEDRO Y EI" CONCILIO 281
280 ESTRUCTURAS DE I"A IGLESIA
serviría a la realización del Decreto Sacrosancta y serviría al ejer-
es ir demasiado lejos en la reflexión sobre la conciencia histórica cicio de esta «función de control» por el concilio. Ninguno de estos
de la época, formular el dilema de la siguiente excesiva forma: dos Decretos quiso introducir una nueva constitución de la Ivlesia
constit.ución monárquica o parlamentaria de la Iglesia. Los proble- en el sentido parlamentarista, sin contar que, sobre este punto la
mas no estaban segurament.e planteados de una forma tan absolu- antigua constitución de la Iglesia no estaba aún expresada de' un
tamente simplista» 134.
modo firme. Que se concediera al concilio ecuménico una «función
No hay que eludir la cuestión del carácter obligatorio de los
de controla de este tipo (incluso si no debía producirse eso en
Decretos de Constanza. La Iglesia ent.era y el Papa apoyaban en-
absoluto, precisamente según el reglamento práctico del Decreto
tonces los Decretos con una gran unanimidad. Gracias a estos
Frequens, que sin duda alguna es de derecho humano), esto con-
Decret.os, la Iglesia había logrado sacudirse tres papas rivales V
tinuaría siendo admitido en el futuro, como 10 veremos todavía.
la unidad de la Iglesia (por 10 menos la de Occidente) se había res-
Por otra parte, la política de la Curia, la dogmática y el Derecho
tablecido: .G~acias a estos Decretos, se había elegido un nuevo papa,
cuya legitimidad depende, por una parte, de la legitimidad de estos Canónico, se esforzaron celosamente en disimular lo más posible
Decretos, y por otra, según opinión generalizada, es a su vez condi- esta función de control del concilio, insistiendo de una manera ab-
ción de la legitimidad de los papas de los últimos quinientos años. soluta y unilateral sobre la primacía pontificia y reduciéndola a
Mediante estos Decretos, e! concilio estaba convencido de locrar nada prácticamente, invocando exclusivamente la Providencia divi-
una solución que debía ser válida, no sólo para el conflicto actual na y la imposibilidad de conflictos entre el Papa y la Iglesia.
entre el Papa y la Iglesia, sino t.ambién para los fut.uros concilios. Después del Concilio de Constanza se hubiesen podido ahorrar
Si queremos comprender la aportación de este concilio a nuestro a la Iglesia inmensas desgracias de haberse atenido a la »osición
problema, ¿ qué se definió en Constanza? No F'l'E el parlamentaris- fundamental de ese Concilio: primacía pontificia y un det'ermina-
mo conciliar (en e! sentido del conciliarismo radical) 10 que se de- do (control concrliar». Pero corno Martín V y sus sucesores se
finió; según éste, el gobierno ordinario y habitual de la Iglesia se dispusieron con todas sus energías a edificar de nuevo un poder
habría transmitido por el Papa al concilio y el Papa habría que- de primacía sin tener en cuenta control alguno, los conciliaristas
dado reducido al rango de un órgano ejecutivo sometido al parla- extremistas, por su parte, se esforzaron en Basilea por reducir pro-
mento conciliar. Sin duda alguna, este conciliarisrno radical estuvo gresivamente la primacía hasta anularla, en provecho de un gobier-
representado por muchas personas en el concilio. Sin embarco no no práctico de la Iglesia por el concilio. Los dos partidos se atuvie-
fue en manera alguna el criterio de los Padres del concilio .;, por ron ante todo, de una manera formal y oficial, a los Decretos de
tanto, tampoco la int.erpretación obligatoria para todos, dada por Constanza, pero, de acuerdo con su particular criterio, les dieron
el concilio. A este conciliarismo radical se oponían los moderados, una interpretación extrernista : o para el Papa o para el concilio.
y además el nuevo papa elegido. El conciliarismo radical no podía Los conciliaristas querían conceder sólo al Papa y los partidarios
imponerse a la Iglesia, por 10 t.anto, como la verdadera interpre- del Papa al concilio, un «lugar honorífico». Si los conciliaristas
t.ación de los Decretos de Constanza. tenían a su favor los Decretos, los papistas tenían el poder del pa-
Pero, en todo caso, 10 que se DEFINIÓ, fue una determinada for- pado. Al final, el conciliarisrno, sin una auténtica primacía en el
ma de superioridad de! concilio (en el sentido de una (teoría conci- gobierno de la Iglesia, junto a otros muchos factores, condujo al
liar» por lo menos moderada); según esta teoría, el concilio ecumé- cisma de Basilea; el papismo sin control conciliar, junto a otros
nico det.enta, no sólo para la difícil sit.uación moment.ánea, sino t.am- muchos fact.ores, condujo a los abusos en el ministerio durant.e el
bién para el futuro, la función de una especie de instan.cia de control papado de la época del Renacimiento e, indirectamente, a la Re-
superior al Papa, quien en principie, e incluso en el futuro, podía forma lut.erana. Pero por ambos lados los moderados est.aban más
incurrir en herejía, cisma, etc. Sobre la necesidad de un cierto con- cerca de lo que parecía desde el exterior: incluso los que defendían
trol del Papa por e! concilio ecuménico, en cuanto representa a la la plenitudo potestatis del Papa, no negaban sin más ni más la
Iglesia universal, TODOS los miembros de! concilio estuvieron a su necesidad del control conciliar, por lo menos en determinados casos,
favor, incluso los Padres moderados y el Papa. El Decreto Freouens (y entonces, en ese caso, el concilio era de hecho superior al Papa,
ilegítimo de hecho) ; y los que defendían la función del control con"
134, K. A. FINK, Papsttum un d Kirchcnrejorm nach dem Grossen Sclusnia, en:
Tiibi17ger Theologischc Quar'alschrift, 126 (1946) 112.
ciliar t.ampoco negaban sin más ni más la plenitudo potestaiis del
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CO",ClLlO 283
282 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
conciliarismo, a la Reforma y al galicanismo, ha hecho difícil, a
Papa legítimo en el gobierno de la Iglesia (en la cual se encontraba menudo inútilmente, a despecho de cualquier instancia justificada
entonces el Papa por encima del concilio) 135. sobre la superioridad del PAPA, reconocer y tomarse en serio de una
No podemos dejar de indicar que las definiciones de Constanza manera exacta el sentido justo y tradicional de una superioridad del
dejaron, de hecho, muchas cuestiones sin resolver, tanto teóricas CQNCII,IO. En el lenguaje actual de la Iglesia, son de temer, por otra
como prácticas. Las cuestiones que de hecho se plantearon no se parte, muchos errores al hablar de una manera indiferenciada de
determinaron ni de una manera fácil ni de una manera clara, debido una superioridad del concilio sobre el Papa. Semejante superiori-
a que los Padres conciliares opinaban acerca de ellas de muy diversas dad se entiende generalmente en el sentido de un conciliarismo ex-
maneras. De esta manera se hicieron posibles, e incluso necesarias tremista y por lo tanto hereje, que con razón se rechaza. Que pueda
hasta cierto punto, a continuación otras precisiones sobre las relacio- entenderse en un sentido perfectamente ortodoxo, es decir, en el
nes entre el Papa y el concilio. Un conciliarismo radical, de haberse sentido de una proposición canónica que Se refiera a la pérdida del
definido, no hubiera dejado lugar alguno para la definición de la pri- ministerio por el Papa y de una constatación de esta pérdida por
macía durante el Primer Concilio Vaticano. Lo que 10 hizo posible fue parte del concilio, no nos damos hoy demasiada cuenta, a pesar dé
esa especie de «superioridad» del concilio, tal como se definió en Cons- que nadie se oponga. Pero si no queremos dejar caducar pura y sim-
tanza, en el sentido de la teología conciliar moderada. A continuación, plemente las definiciones del Concilio de Constanza - lo cual, de
se ha definido de qué especie de «superioridad» se trataba en cuanto acuerdo con cuanto llevamos dicho hasta aquí, no le está permitido
al concilio. A propósito de la doctrina canónica actual, ya hemos a un católico - no se puede renunciar a afirmar una superioridad
examinado detalladamente en qué sentido puede hablarse de una correctamente entendida. Los problemas que aquí se debaten no
«superioridad» del concilio sobre el Papa, admisible incluso para el dependen, por otra parte, del término «superioridad». Este término
Primer Concilio Vaticano; en el sentido de una sentencia declara- puede también entenderse bien o mal, ya se aplique al concilio o
tiva posible, eficaz en determinados casos; a saber, no ciertamente se aplique al Papa; por tanto, para determinar exactamente la re-
tanto porque el juicio conciliar es el motivo debido al cual pierde lación entre el Concilio de Constanza y el Primer Concilio Vatica-
el Papa su ministerio, y por tanto por el cual el concilio no puede no 136, todo dependerá del hecho de que no se separen los factores
sacar su ministerio de una autoridad superior a la del Papa y lle- Papa y concilio, sino que se les considere como un todo dentro de
gada del exterior, sino porque, sin embargo, el juicio conciliar es la la estructura de la totalidad de la Iglesia. A partir de la naturaleza
constatación jurídica del hecho de que el Papa ha perdido su mi- de la Iglesia, se comprenderá entonces muy profundamente la rela-
nisterio y que por consiguiente el concilio, como instancia expre- ción entre el Papa y el concilio, cuando se le entienda, no en primer
sando juicio, hace actuante, jurídicamente y con todas sus conse- lugar corno una relación de superioridad - entendida en uno u otro
cuencias, esta pérdida del ministerio para el organismo público de sentido - , sino como una relación de dependencia recíproca; no
la Iglesia. como una relación de sumisión entendida en uno 11 otro sentido,
La posición polémica de la Iglesia y de la Teología de cara al sino como una relación de servicio mutuo, al servicio de la Iglesia
sometida al solo y único Señor.
Podremos entender mejor toda vía el alcance ec1esiológico del
135. P. DE VOOGHT, El conciliarismo en los concilios de Constan za y de Basilea, en:
El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 2\5-216: «Si la distancia entre los
Concilio de Constanza, si consideramos ahora los Decretos de Cons-
progresistas basilienses del conciliarismo y las posiciones romanas es infranqueable, ella tanza sobre el fondo del desarrollo general de la ec1esiología y si a
se acorta en cambio entre los conciliaristas que. siguen dando a los decretos de Constanza este respecto ponemos en evidencia dos proposiciones: l. o la teoría
una interpretación discreta y prudente, y los teólogos romanos que, como Torqucmada, conciliar del Concilio de Constanza no es una invención de Marsilio
dan al control del Papa por parte de la Iglesia un lugar discreto, pero indiscutible. Así, de Padua y de Ockham, sino que está fundada, en sus principios,
las posiciones reales de los que, de una y otra parte no se contentaban únicamente con
repetir slogans ((El concilio es superior al Papan o «El Papa es superior al concilio») sobre el Derecho Canónico oficial de la Edad Media; 2. o la teoría
parecen más aproximadas. Si las ideologías (o las teologías) sistematizadas no concordaban, conciliar del Concilio de Constanza no fue enterrada por el Con-
los más sabios de los dos campos pensaban que la Iglesia una debía ser gobernada por cilio de Basilea, sino que en sus puntos esenciales se mantuvo des-
un jefe supremo único (en este sentido, el Papa está por encima del concilio). Sobre estos pués de él en la Iglesia, pese a todas las objeciones.
dos puntos esenciales, el conciliarista Nicolás de Cusa y el papista Torquemada están de
acuerdo. Este hecho capital ¿no explica, en último análisis, que Nicolás de Cusa haya
136. Ver en el siguiente párrafo un desarrollo sobre este tema.
podido, sin choque, pasar del conciliarismo al papismo y venir a ser, como decía Eneas
Silvia, el Hércules de los eugenianos1"
El, ¡VIINISTERIO DE PEDRO V El, CONCILIO 285
284 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
glos XII Y XIII 145. Ahora bien, el trabajo de Tiemev se limita cons-
cientemente al terreno del Derecho Canónico (enorme material de
5. LOS DECRETOS DE CONSTANZA EN LA TRADICIóN fuentes casi imposible de dominar), para hacer resaltar en este caso.
ECLESIOLóGICA apoyándose en algunos de los más importantes canonistas de cad~
época, las líneas fundamentales de estos elementos que han podido
A) Los Decretos de Constanza C01110 datos de la eclesiolo oia contribuir al desarrollo de las ideas conciliares.
me~ie"ual. - En los tiempos modernos, debido a la estrechez de ~s­ Naturalmente, sería importante completar ahora esta investiga-
píntu de lo.s.do.gmáticos, se ha intentado a poca costa estigmatizar ción en el Derecho Canónico medieval, mediante una búsqueda en
como «ccnciliarismo: con gusto de herejía, todas las ideas concilia- la teología medieval. No obstante no se puede dudar de que la
res y la teoría co~ciliar desarrollada de una manera especial duran- aportación de una investigación TEOLÓGICA no sería ni de lejos tan
te el cisma de Occidente. Esto se ha producido tanto más fácilmente rica, para nuestra problemática, como la INVESTIGACIÓN CANÓNICA
cuanto desde K. \Venck 137, A. Kneer ns v K. Hirsch 139 hacia Tiernev. Al igual que los teólogos de la época patrística, también
principios de siglo, y hasta en los manuales de historia' de la los teólogos medievales han emitido muchas opiniones sobre la Igle-
Iglesia, se h~1! visto los orígel~es de las ideas conciliares en gene- sia; no obstante, el desarrollo sistemático de un tratado eclesioló-
ral en Marsilio de Padua y GUlller1110 de Ockharn. De esta ma- gico les interesaba poco. En sus puntos de vista sobre la eclesiolo-
nera, el origen y la naturaleza revolucionaria democrática en el gía, los teólogos medievales estuvieron influenciados sobre todo por
s~ntid,o profa?~ y herético. de estas ideas y la 'ruptura con la ec1e- los Padres, especialmente por Agustín. Para ellos el aspecto espiri-
tual de la Iglesia era más importante que el aspecto jurídico. Los
s.lOlogIa ,tradicional, parecieron al principio hechos indiscutibles.
Ahora bien, ya las obras de F. Bliemetzrieder 14U, A. Hauck 141 Y problemas relativos a la constitución de la Iglesia, los abandonaron
generosamente al Derecho Canónico tiempo atrás, en honor de Ro-
M. S~i.dlmayer 142 han demostrado que la tesis del origen ockamistw
ma. L~ teología le proporcionó teorías, textos y pruebas, cuando
mar~lhano de la teoría conciliar y de la ruptura con la tradición,
se dedicó con más atención a los problemas' de la constitución de
no debe mantenerse. Pero ante todo B. Tiernev 143 - instigado por
,n Ullm 144 , por E . F ' .Tacob V Dar e' 1 '- 1ristoria
. . do! de1 la Iglesia a partir del siglo XIII, particularmente con Tomás de
vv • u 1 ann eminente
Aquino y, debido a ello, afirmó con más fuerza la importancia je-
Derec.ho eclesiástico, S. Kuttner -~ h'a probado de una forma ampli il
rárquica y el lugar jurisdiccional del Papa. Los primeros tratados
e indiscutible que las teorías conciliares tienen su fundamento en
sistemáticos De Ecclesia - De regimene chrisiiano, de Jacobo de
la eclesiología más absolutamente ortodoxa y tradicional de los sí- Viterbo, De eclesiastica poiestate, de Egidio Romano y el De potes-
ric
tate' et papal], de [uan de París--- surgieron, como ya he-
137.. K . WE';CK., Ko,;rad uon Gclnhuusen und die Quellen da !¡onziliaren Theo ,
en: Historlsch¿ Zeisschrijt, 76 (1896) 1·60.
i45. Brian Tierncy, de la univ:.::rsidad, GltÓLCl americana de Washington, es secretario
138. A. KNEER, Kardinai Zabcrelle: Em Eeitmg zur Gcschichte des grossell
ele! instituto of Research and Stud), in Medieval Canon Laur, dirigido por S. Kuttner
lándischrn Schisma (Múnstcr , 1890).
tomó a su cargo con ímpetu b publicación del enorme material de las fuentes
139. K. HIRSCH, Die Aushildung der lroneiliaren Theoric (Viena, 1903). El trabajo de Ticrney , que los dogmátíeos no han tomado en consideración,
140. F. BLlEMETZR1EDER, Das Gcncmllioneil in grossen ábcndldndtschcn Schún1Ü (p:l'
ha cncCJl1traJo una amplia acogida entre los historiadores, efr. especialmente, la cornuni-
derborn, 1904). cac.ón detallada de M. SErDUIAYER, en: Zeitschrijt da Savigny-Stiftung für Rcchtsgcschichtc ,
141 .. A', HAUC~, Die Rczeption und Umhildung del' atlgeroeincn Synode un KCDooist. Abt., 43 (1957) 374-~87; lu.ego,. la de H .. ,WOLTER. en: Scliolastih. 31 (1956)
en: Htstorischc herlel¡"hrscl¡r¡fl, 10 (1907) 46')·482. 603 Y : R. ELZE. en: Ztllsc1ll'1ft [ur Kirchenccschichtc, 69 (1958) 353 Y sig.; H. ¡EDIN,
142. M. SElDL\tAYER, Die Allfd1lge des grosse!! abcndldndischcn Schismas.. B,l'ei/e de IOJ C011C11705 (Barcelona, Herder, J963) 178; art. Konriliarismus , en:
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1'3
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,19)1) 4b-440; The Canonists and thc Mediae¡',,! Statc, en' Review of Poluics. 1) (.1'O. ni G. FRANSEN, La Eclesiología de los concilios mcdienalcs , ibid., 174-175; P. D~ VOOGH"J':
378 388 O'
f - ,: c/<. l.iani
J
'e onCl'1'lar t1leory) an d tlie Canonists,
lile . en: [ournal 01 rh-c ¡JIsI
~'" 1//].1 Ei concilial'ismo en los concilios de Constanza V Basilea, ibid., 179-184: C. ANDRESE".
ot J~eas, 15, (1954) 40-70; Pope and Council: Sorne New Decretist Texts , en: ,\le :'% la'
a
GeJchidJte der abendldndischell Konzilc des Miuelaltcrs, en: Die Koneilc
Stud,es, 19 (1957) 197-218, Respecto él lo serie de problemas oue conciernen a las t1lCnle del" C!l1'istenheit (Stuttgart, 1961) 128, 137, 144; H. FUHRMA~N, Das Konzii
cien
. e, s en t re el' d ., 1 y el poder secular,
po er espintua . , que están (strc Cha
problemas con-
, lIIld srmc historischcn Gnl1ldlagen, en: Grschichtc in Wissenschc]t Unterriclit , 12
hgados a esta otra serie de problemas que conciernen la vida interior de la 19les1a , (1961") 686-690.
sultar la Importante obra de S. MOCHI ONORY, Font: canonistiche del! 'idea
dello Stato (Milán, 1951). 1948).
144. Cfr. especialmente W. ULUlAN';, The Origins of the Great Schism (Londres,
EL lvU""ISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 287
286 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

jes declarados. Y entonces, no sin motivo, pone en duda la ten.de!lcia,


mas indicado, con ocasión de la querella entre Bonifacio VIII y
que manifestaba la búsqueda anterior, a considerar el movnruento
Felipe el Hermoso, y son, ante todo, y por sus orígenes, más ca-
conciliar como algo fortuito, accidental, importado en la ~glesia, en
nónicos que teológicos. Por tanto, si para nuestro problema hemos
lugar de mirarlo como el término lógico de ideas que son inherentes
de contar con menos material de la teología medieval que del De-
a la doctrina y a la legislación de la propia Iglesia 148.
recho Canónico medieval, no hay que olvidar, sin embargo, que
De esta manera, cuando Tierney examina el D~recho Canóni.co a
determinadas proposiciones fundamentales, que tuvieron su impor-
partir del siglo XII, le resulta evidente que los eminentes canol11~tas
tancia en cuanto al desarrollo de las ideas conciliares, se encuentran
de los alrededores de la época de Inocencia IU no fueron concilia-
tanto en la teología como en el Derecho Canónico. Esto es válido,
ristas en el sentido del siglo XIV. Y no obstante está seguro de
no sólo para las representaciones específicamente corporativas.. en
poder sacar todas las proposiciones características de la teoría con-
la idea de la Iglesia, sino de una manera muy general para la Idea
ciliar de los tratados de los canonistas papistas de los alrededores
de la Iclesia como congJ'egatio jidelium. Incluso Tomás de Aqui-
del 1200 14~. Afirma Tierney que existen tres períodos importantes
no, cu;a eclesiología está concebida de u?~ manera muy lerár-
en el desarrollo de las ideas conciliares. Vamos a copiar brevemen-
quica, partía siempre de este concepto tradicional de la Iglesia; a
te las proposiciones particularmente importantes para los temas que
partir de ahí explica, como hemos visto 146, en su Expositio sobre tratamos.
el Apóstol 10 que es la Iglesia 147. Un examen de la problemática,
basado no' sólo en la historia del Derecho Canónico, sino también
l ." PERÍODO: Teorias decretistas sobre el gobierno de la Iglesia
sobre la historia de la teología, demostrarían de una manera harto
(1140 a 1220), - ¿ Qué enseñan sobre la relación entre Papa e
clara que las ide~s conciliare~ de la baja Edad Medi~ ~stán es- Iglesia, entre el Papa y el concilio general los com~ntadores del
trechamente relacionadas no solo con el concepto escolástico de la
Tlecretusn Gmtiani, esta recopilación canónica de Graclano, conver-
Iglesia sino también con el concepto patrístico de la ~~lesia, (en
tida de hecho en oficial (entre los más eminentes decretistas, Hu-
particular el de Agustín), e incluso con .el concepto escriturario de guccio, obispo de Pisa)? Para los decretistas de los alrededores del
Iglesia como congJ'egatio fideliu.m (y no como Iglesia de clérigos) año 1200, la superioridad del concilio general sobre el Papa no era
V del ministerio como servicio prestado a y en la comunidad de la
- como para los publicistas de los alrededores del 1400 - el pro~le·
Iglesia; nuestros capítulos precedentes deberían haber contribuido rna más urgente de política eclesiástica en el momento presen~e, sl,no
un poco a explicar esto. una cuestión teórica para la armonización de textos contradictorios
La clara búsqueda de Tierney demuestra ahora de una manera extraídos del Decreto de Craciano. Con un vigor despreocupado
muy precisa el lazo ,que existe ~ntre las i~~as conciliares v el De- seguían los diversos desarrollos de las proposiciones jurídicas cít?-
recho Canónico medieval. Las Ideas conciliares fueron renresenta- das en el Decreto, sin preocuparse much? de una gran teona
das por todas partes en la Iglesia durante el cisma de Occidente (y sistemática sobre la constitución de la Iglesia. _
mucho después). En AJemania. se distingu!eron CO~1rado de Celn- ¿ Qué enseñan los decretistas respecto a la relación entre ~L PAPA
hausen, Enrique de Langenstein y Teodor,lco de Niern ; _en Fra~l­ y LA IGLESIA? La ambigüedad que se encuent,ra en los escn.tos ~e­
cia Juan Gerson y el cardenal Pedro d~ A111y; en Esp~na Andr~s dievales que tratan la naturaleza de la IgleSIa, estaba ya incluida
Randolfo y en Italia el cardenal Francisco Zabarella. Tierney esti-
111a entonces que es dudoso a P1'iofÍ que incluso las espantosas con- 148. "El descuido de los fuentes canónicas entre muchos que escriben sobre los ori-
diciones creadas por el gran cisma hayan podido conducir a tantos genes de la teoría conciliar puede provenir, por lo tanto, de un desprecio en ]0 concerniente a
hombres de Iglesia, excelentes y piadosos, de ,tan diversos países, la historia antigua del pensamiento conciliar. Ha habido una tendencia a tratar el mo-
vimiento conciliar como algo accidenta] o exterior, actuando sobre la IgleSIa desde tuera,
a suscribir doctrinas inventadas sólo dos generacIOnes antes por here- más que como el término lógico de las ideas que eran inherentes al dcr.echo y a .Ia
doctrina de la propia Iglesia... Pero para comprender los orígenes de una cnsis constlWClO-
146. err. cap. n. nal en la Iglesia, debemos volver sin duda a las fuentes del derecho constirucronal, a
147. TO'L~S DE AQUINO, Expos. in Symb. arlt. 9: Clrca quod scicndum est quod partir del cual, en la crisis, todos los partidos buscan defender su punto de vista."
Ecclesia cst idem quod congregatio. Unde Ecclesia sancta est ídem quod congregatlO B. Tll:RNEY, Poundations 01 the Conciliar Theory (Cambridge, 1955) 13. .
lídelium et quilibet cliristianus cst sicut nicmbrum ipsius Ecclesiae. Cfr. Contra Gentiles 149. "Sería posible extraer. por ejemplo, de Jos tratados canónicos escnros alrededor
IV. 78: Summa Theol. 1, q. 117, arto 2 obj. 1: 1!I q. 8, arto 4 ad 2; De Ver q. 29 arto 4 del olla 1200, una serie de afirmaciones que parecen anunciar las propoSlc2ones caracte-
obj. 8; Comp. theol, 1, 147; in 1 COI'. C. 12, leer. 3; in Hebr. c. 3, leer. 1. rísticas de la teoría conciliar." B. TIERl'OEY, op. cii., 19.
EL ME\IS'I'ERIO DE PEDRO Y zr, CONCILIO 289
288 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
No se había. elaborado todavía un sistema, pero el material bruto
en la interpretación del pasaje de 1\-ft. 16, 18 referente a Pedro (con estaba a punto para ser valorizado en un sentido diferente.
Mt. 18, 18 y Le. 22, 32) 1;50. La cuestión de saber si es Cristo, Pe- ¿ Qué enseñan los decretistas referente a la relación entre EL
dro o la fe de Pedro el fundamento de la Iglesia, queda pendientc PAPA y :el, CONCILIO GENERAL? 153, El Cuarto Concilio de Letrán en
la mayor parte del tiempo (por ejemplo, Huguccio). Las ll~ves se 1215, ofrecía de hecho (y según la intención del Papa) una repre-
han transmitido a TODOS los Apóstoles. Pedro, por tanto, tiene .la sentación completa del conjunto de la Iglesia : no sólo un sínodo
primacía, pero es ~ tal como piensan, según Agustín, Oracia- episcopal, sino una asamblea de los Estados de la cristiandad. A
110 v muchos otros decretistas - in figmoa ecdesioe, signifieat eccte- este respecto podía pasar, a los ojos de Conrado de Gelnhausen, por
sunn; en la persona de Pedro es a la propia Iglesia a la que se in- el concilio modelo. Por otra parte, los decretistas no han analizado
terpela por el tibi dabo claves igual que por el rogavi PTO te. De estas teóricamente y en forma concreta ni e! concepto de representación,
proposiciones de los decretistas que corrían parejas con una gran ni de la relac'ión entre e! concilio general y la Iglesia universal, ni
insistencia sobre el poder pontificio de jurisdicción y luego que la relación entre la representación conciliar y la representación pon,
hubieron llamado la atención diversas consecuencias del Derecho tificia. Para los decretistas no existe concilio sin Papa y la supe-
constitucional, se sacaron, mucho más adelante, las siguientes con- rioridad del concilio consiste para ellos, aún todavía, en la unión de
clusiones: el Papa encarna todo el poder en la Iglesia - o bien todas las Iglesias a la Iglesia romana (y al Papa). ¿ Pero qué pasa
ejerce un poder limitado que se encuentra en su totalidad en la pro- en caso de conflicto entre el Papa y el concilio? Mientras Gracia-
pia Iglesia. Particularmente a propósito de la inerrancia se reve- no rehúsa una limitación de! poder pontificio por el concilio, los
la la ambivalencia de estas proposiciones 151. Los decretistas ense- que le siguen (sobre todo la. Glossa ordinaria de Juan Teutó-
ñan, de conformidad con el Decreto, la inerrancia de la Romana nico, muy influyente en el s1g10 XIV), admiten en general un.a
eeclesia. Pero evitan, es decir, apartan expresamente cualquier pro- doble limitación: 1.0 Un papa no tiene derecho a rehusar las deci-
posición sobre la infalibilidad personal del Papa, en quien se reco- siones de un concilio en materia de fe: Ub-i de jide agitur, tune
noce tan sólo el juez supremo en ma-teria de fe (Juan Teutóni- svnodus maior est papa 154. En las cuestiones de fe (pero también
ca: eertum est quod Papa errare potest...); el propio Decreto re- entonces en otros asuntos que se refieren al conjunto de la Iglesia),
lata diversos casos de papas que han errado (además de Marcelino, los decretistas conceden resueltamente la prioridad al concilio, pero
sobre todo Anastasia II). ¿ De qué manera resuelven los decretistas c":"JICAM:eNTE sobre las decisiones pontificias; ésta se funda en la
el dilema que les plantea el Decreto: o la Iglesia Romana inerrante proposición del derecho rom~no, que más adelante recibi.rá Boni-
o el Papa herético? No es mediante la distinción católica moderna íacio VIII en las regulae iuris : quod omnes tangtt ab oninibus tudI-
- que no ignoraban los propios decretistas - entre el Papa, como eetur, Y debido a Graciano, muchos aceptarán que las cuestiones de
doctor privado o como doctor que habla con autoridad, sino por el fe son un asunto general y común a todos, qUE. no atañe sólo a los
concepto ambivalente de la Romana eeclesia: la Ti~lesia romana local, clérigos sino también a los laicos y, e:l. suma, .a todos l?~ cristia-
tanto el Papa como los Cardenales 152, pueden errar, pero no así la nos 155. El Papa está sujeto por las decisiones de los concilios gene-
Iglesia romana universal, que es la comunidad de todos los creyentes. rales. 2. 0 Un papa no tiene derecho a oponerse a los generalis status
Después de Huguccio esta distinción se convirtió en un lugar común
ccclesiae. Aquí también se cita el dicho de Jerónimo:. orbis ma~o;
entre los decretistas de la generación inmediata. Por tanto no fue est urbe. La necesidad de proteger el status ecclesiae conducirá
Ockham sino los decretistas quienes introdujeron esta distinción
siempre más a LIMITAR el poder P?ntificio que a extenderlo. De
- sacada de principios todos ellos diferentes y no polémicos - la
este hecho el generalis status ecclesiae no es, en absoluto, un con-
cual debía desempeñar un papel tan importante en la teoría conciliar.
cepto vago: sino que se identifica a las r~g.las de la vida de la .Igle-
sia, consignadas en las leyes de los concilios generales y confirma-
1SO. cfr. B. TIERNEY, op. ai., 23·36.
151. lbiá., 36·46.
152. Sobre la relación entre el Papa y los cardenales, dr. B. TIERNEY, op. cit., 68·94. 153. Cfr. B. TIERNEY, op. cii., 47·67.
La situación jurídica real del colegio de los cardenales, este elemento reciente en el 154. Cfr. Jos textos de Juan Teutónico en B. TIERNEY, op. at., 250·254 ..
gobierno de la Iglesia, es todavía muy frágil: "La enseñanza de los decretistas sobre este 155. (Quae· uniucrsalis est, qua« .oJn?ium c~mmunis. e~lJ quae nQJ2 solum . ad ~lericoJ
particular no 113ce sino confirmar hasta qué punto era frágil la base jurídica apoyando lN.'I'UJ)1 etiam ad laicos el ad omncs omruno pertmel Christianos» B. T1E~:\'EY, .op. cü., 49
los derechos de los cardenales cn el año 1378" (pág. 75 Y sig.).
19
El. MJNISTElI.lO IJE FEDRO Y El, COl\CIl,lO 291
290 ES'[RUCTURAS DE l.A IGLESIA
nes que él había adoptado. Este es. precisamente el caso de Juan
das por acuerdo general; el concepto de generalis status ecc1esiae Teutónico y de su Glossa ordinaria, que entre las obras decre-
se derrama en el de generale statutum ecclesiae. tistas del siglo XIV, ejerció una gran influencia (ya escribe la
¿ Enseñan también los decretistas la posibilidad de una DEPO- frase: ubi de fide agitur ... tune synodus maior est papa). En con-
SICIÓN del Papa? 156. Graciano no habla del canon Papa a nemine junto, los decretistas parecían mucho más interesados en defender
iudicatur excepto en el caso único, ya establecido por Humberto de
J a la Iglesia contra los abusos del poder papal, que en mantener a
Silva Cándida: nisi deprehendatur a fide deuius. Éste arrastró cualquier precio la doctrina de la Í1:munidad judicial ~el. ~apa.
muchas consecuencias: del siglo XII al XIV, la posibilidad de juzgar Sus argumentos abrieron una brecha Importante en el prmcipio de
y deponer a un papa hereje fue la senieniui communis de los cano- una supremacía pontificia comprendida de una manera absoluta 158
nistas, incluso de los papistas radicales. Pero no lo fue sólo en el A pesar de que no formulasen expresamente la superioridad del
caso único de herejía. La Summa de Rufino (t 1190) cuenta ya concilio, condujeron a ella de una manera muy clara.
como herejía al propio cisma (que ocasiona herejía). Decretistas más
recientes añaden todavía a la herejía una serie de crímenes notorios 2.° PERÍODO: Papismo y doctrina corporativa canónica en el si-
condenables en un papa. La primera discusión concreta del conjun- glo XI11. - Al contrario de los decretistas, partidarios de una
to de la cuestión la encontramos en Huguccio h\7. Para él, la here- monarquía pontificia limitada, los decretalistas (comentadores de
jía es, en el Decreto, un ejemplo entre los otros crímenes notorios numerosas decretales pontificias surgidas nuevamente desde Alejan-
(divorcio, robo, sacrilegio) que escandalizan a la Iglesia y se pare- dro III e Inocencia lII) desde el siglo XIII y de una manera predo-
cen a la obstinación intencionada en la herejía. El motivo por el minante, se pusieron a favor de una monarquía pontificia. absoluta 159.
cual la inmunidad del Papa no puede hacerse extensiva a estos crí- Bajo Inocencia lII, coexistían todavía las dos tendencias (a veces
menes, es el bien común de la Iglesia universal: propter periculum
incluso en un mismo canonista). Pero la tendencia absoluta se impo-
ecclesuie vitandum et propter confusionem generalem ecclesuie vi-
ne cada vez más a partir de Inocencia III y- sus sucesores. El Papa
unulam: Huguccio se ocupa también detalladamente del procedi-
aparece cada vez más como el representante de Dios en toda la exten-
miento a seguir contra un papa. La cuestión estriba en saber, ante
sión del vocablo, pertrechado con una plenitudo potestctis absoluta lliO.
todo, quién puede juzgar, ya que el Papa no tiene, según el Decre-
Se olvidan durante algún tiempo las enseñanzas moderadas de los
to, ninguna autoridad superior a él. En este punto, Tierney critica
el concepto moderno, a menudo expuesto, según el cual Huguccio decretistas, e incluso llegan casi a ignorarse. Se discuten ciertas
y los canonistas medievales no se habrían referido a la frase Papa limitaciones al poder pontificio de dispensar (el bien común de la
a nemine iudicaiur, porque para ellos un papa hereje habría deja- Iglesia, el genera lis satus ecclesiae, los artículos de fe y CIertas
do de ser Papa automáticamente. Tierney denomina a este concepto prescripciones concretas). No obstante, todo ello sucede de una for-
una «over-simpliíication» de un problema complejo: ¿ Quién decide, ma absolutamente abstracta y sin resultados prácticos; ya que no se
pues, si el Papa es o no es hereje y si, por tanto, es o no es admite una autoridad huma-na que pueda en la práctica limitar el
Papa? Consciente de esta dificultad, Huguccio se ha preocupado poder pontificio de dispensar. La idea de que el concilio o unos
extraordinariamente de delimitar, de una manera precisa, las cir-
¡ 58. «Al leer las fuentes de los decretistas no se puede evitar la impresión de que
cunstancias en las que se tiene el deber de proceder contra un eso'; autores sentían mayor preocupación por defender a la Iglesia contra el abuso del
papa, a fin de excluir lo más posible un proceso contra un hombre poder pontificio, que de sostener a cualquier precio la doctrina de. la inmunidad judiCl?]
que todavía fuese papa. La posición matizada de Huguccio, se ha de! Papa. Sus argumentos abrían una amplia brecha en e! principio de la suprem~cta
recargado sin embargo en gran manera a partir de la siguiente ge- ponuficia.» B. TIERNEY, op. cit., 66; del propio autor, sobre este párrafo, efr. rarnbién :
neración de decretistas: se abandonaron muchas de las precaucio- Pope and Council: Some New Decrctis Texts , en: Medioeval Studics , 19 (1957) 197-218.
159. Cfr. B. TIERNEY, Foundauons of the Conciliar Thcory (Cambridge, 1955) 87-95.
160. TANCREDO: Vices: in iis gerit vicem dei quia sedet in loco [esu Chrisu qui cst
156. Los desarrollos de Tierncy sobre este particular proyectan viva luz desde el uerus deus et ucrus hamo ... item de nichilo faeit aliquid... item 111 lIS gent uiccm del
punto de vista canónico sobre nuestros desarrollos históricos respecto a la proposición quta plcnitudincm potestatis habet in rcbus ecclesiasticis... item quia potest dispensare supra
canónica Prima sedes a nomine iudlcatur , respecto a las deposiciones de los papas durante tus et contra ius ... ítem quia de iusticia potest [acere iniusticiam corrigendo ius et mutando .. _
la Edad Media y de su fundamento jurídico. Cfr. Cap. VII, 3. . . na est qui dicat ct , cur ita [aas.. Bernardo de PARMA: ItI hu quae uult el est pro
157. Cfr. e! texto completo de la glosa de Huguccio sobre la frase ntst drprehendatur
rationc uoluntas (en B. TIERNJeY, 01'. cii., 88).
a fide de"iu s, en: Tlf.RNEY. 01'. cit .. 248·250.
292 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y H CONCIUO 293

cardenales puedan limitar el poder del Papa se Ignora más que se católico más antiguo según el cual la Iglesia no tiene como UTIlCO
rehúsa. fundamento a los prelados, sino que como Ecclesia, significa la
uniuersitas fidelium, el cuerpo místico de todos los fieles 162.
Pero de una manera paradójica, son precisamente estos papis-
tas extremistas quienes sin querer han preparado, en un terreno Para que también tuviera consecuencias la doctrina corporativa,
sobre la plenitudo potestatis del Papa, sólo hacía falta que se tras-
visiblemente separado, el material más sustancioso para los teó-
ladara de la Iglesia local a la Iglesia universal. Tierney encuentra
ricos anti papistas del siglo siguiente: en unos análisis jurídicos
incluso ejemplos de ello desde el siglo XIII 163. La expresión pleni-
avanzados, aplicaron a la Iglesia LOCAL (ante todo al episcopado)
tuda potestatis tiene aquí una importancia particular. De uso co-
la doctrina escolástica de la corporación 161.
rriente entre los decretistas desde 1200, se empleó en sus orígenes,
La ciencia canónica del siglo XIII pone cada vez más en eviden- no sólo para el Papa sino para los otros obispos, etc. Exactamente
cia, en el seno de la corporación eclesiástica, los derechos respecto igual que las expresiones plena potestas, plena auctoritos, plenaria
al Jefe. Contra el concepto estrictamente autoritario del papa Ino- potesias, tenía el sentido de una procuración y no la de un poder
cencio IV, gran jurista, se impone generalmente el concepto de absoluto. En este último sentido, la expresión ahora reservada al
Enrique de Segusio, cardenal-obispo de Ostia (= Hostiensis t 1271, Papa, la emplean Inocencia III y los papas y canonistas ulteriores.
ions et vnonarcha iuris) , según el cual la autoridad de un cuerpo Pero precisamente, a este concepto absoluto, se podía con suma fa-
'eclesiástico se apoya fundamentalmente, no sólo sobre el jefe, sino cilidad. al recordar el concepto moderado de los orígenes y en la
igualmente sobre los miembros; por esa razón el jefe necesita la línea del pensamiento corporativo, darle un significado CONCILIA-
conformidad de los miembros en los asuntos que conciernen al con- JUSTA: pleniiu.do poiesuuis, en cuanto pleno poder DELEGADO al
junto; el límite de su autoridad es el bien común de la Iglesia. Papa por la comunidad, mediante una procuración y limitada tam-
El desarrollo del derecho durante el siglo XIII trajo consigo una bién según las circunstancias por el conjunto de la Iglesia. Hasta
extensión y una sistematización progresivas de los derechos de los qué punto las ideas corporativas preparan las ideas conciliares, pudo
miembros frente al jefe; a mitad de sigle, quedaba claramente es- comprobarse de un modo particular por el ejemplo del gran Hostien-
tablecido que el asentimiento de los canonistas era necesario para sis que aplicó las reglas del derecho corporativo a la Romana ecclesia
los actos que rozaban sus intereses; a finales de siglo, ya detenta- (Papa y cardenales) 164. Hostiensis, que era él mismo cardenal, in-
ban una amplia autoridad jurídica y administrativa para el tiempo cluyó jurídicamente el Colegio de Cardenales, cuyo poder había
que durase la Sede episcopal vacante. Y el obispo, por lo mismo que aumentado con el poder del Papa, en la plenitudo poiestatis de la
actúa ex officio en nombre de toda su Iglesia, está considerado como Romana ecclesia. A la muerte del Papa, el Colegio de Cardenales
procurator y administraior, cuyo poder administrativo y jurisdic- ejerce la jurisdicción de aquél. Si por casualidad no quedasen ya
cional no se le concede mediante la consagración, sino por elección. cardenales, incumbiría la elección del nuevo papa al clero romano, o
Este concepto, formaba un término medio importante entre el con- bien - forsan. iusiius - el clero y el pueblo de Roma deberían. ~on­
cepto, predominante durante el siglo XII, de la representación vacar un concilio: et clerus et populus Romanas debent conciliusn
concebida como una pura PERSONIFICACIÓN de la comunidad, y el convocare 165. De esta manera, el poder es atribuido del Papa a
los cardenales y de estos, a través del clero y del pueblo de Ro
concepto, que se impuso durante el siglo XIV, de la representación
fundada en una DELEGACIÓN expresa de la autoridad, por la comu-
162. «No obstante, siempre quedaba en el trasfondo, nunca olvidada totalmente, la
nidad. De esta manera, el origen del poder se encuentra en la co- idea más antigua y más católica según la cual, la Iglesia no estaba compuesta solamente
munidad; durante la Sede vacante (real o virtual: encarcelamiento, por prelados y miembros del alto clero. sino que la. palabra ~cclesia, en la plenitu~ de
herejía, cisma, crímenes notorios, incluso simple descuido), la ma- su sentido, signifJcaba nada menos que la total universitas j,deZ,um, el cuerpo rnrstico
de Cristo." B. TIERNEY, op, cit., 131.
yoría de los derechos de la Sede episcopal corresponden por derecho 163. Cfr. B. TIERNEY, op. cit.• 132.149; M. SElDLMAYER (Zeitschnit del' Sarigov-
a los miembros. Poco faltaba para aplicar estas ideas al Gran Cisma. Stijtung jür Rcchtsgcschichte, Kanonist, Abt, 43 [1957] 382) encuentra algo artificial la
Por más que durante el siglo XIII, se trataba sólo de la relación entre argumentación de Tíerney, salvo Hostiensis.
164. Cfr. B. TIERNEY, op. cit.• 149.153; y del mismo autor: A conciliar Thcory of
el obispo y los canonistas, sin embargo, en el último plano de estas ihe Thlrtecnth Ccnturv , en: Cathollc Historical Review 36 (1951) 415·440.
opiniones doctrinales, no se había olvidado totalmente el concepto 165. B. TIERNEY, Foundations oj tli« Conciliar Theorv (Cambridge, 1955) 152.

161. Cfr. B. TIER"EY, op. ai., 96·131.


294 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 295
ma al concilio general: no era largo el camino que de Hos- papa digno, de la misma manera sancionaría la deposición de un
tiensis el monarcha iuris del siglo XIII, conducía a Conrado de Geln- pa pa indigno, el cual sería totalmente inútil.
hause~ V al cardenal Zabarella en tiempos del Gran Cisma, La Después de Juan de París, Tierney trata del cardenal Juan
conrrreglifio fideliu1n, que los decretistas han estudiado más bien Monachus (defensor del gobierno oligárquico de la Iglesia), de Gui-
corno una potencia pasiva, no debía tomarse en serio sino a título de llermo Durantis (partidario de la idea conciliar en el sentido episco-
poder activo, por lo menos en casos de necesidad urgente. pal : un concilio general cada diez años) y de una serie de canonis-
tas universitarios del siglo XIV 169. Allí donde ejerció su influencia,
3.er PERÍODO: Las ideas conciliares en el siglo XIV 166. - - No Ockham se subordinó, según 'I'ierney'?", a la tradición canónica;
es necesario para nuestra idea que entremos en más detalles sobre contrariamente, sus ideas originales (libertad evangélica, negación
este período. Lo esencial para nosotros ya lo hemos manifestado cla- de la infalibilidad del concilio general, situación del emperador),
ramente: las ideas conciliares (y con ellas los Decretos de Constan- no influveron en absoluto sobre los defensores de la teoría conci-
za) están fundados en la eclesiología tradicional y la ciencia canó- liar. Pa;a finalizar, Tierney trata del cardenal Zabarella como de
nica de Jos siglos XII y XIII, y, partiendo de ellas, es posible remon- un partidario de las teorías propiamente conciliares del Gran Cisma;
tarse más lejos todavía. La teoría conciliar del siglo XIV extrajo su este cardenal se distinguió, precisamente, fundando su teoría con-
origen de una fecundaci?n de la eclesiolo¡;,ía decreti~ta del siglo XII ciliar exclusivamente sobre el Derecho Canónico, partiendo de los
por el concepto corporativo de los decretalistas del SIglo XIII: «The antiguos orígenes del derecho 171.
elaboration of conciliar systems of Church government in their more Vemos cuán falso es buscar el origen de las ideas conciliares en
developed forms was made possible by the assirnilation of these las ideas «revolucionarias» y heréticas de Ockham y de Marsilio, y
rather inchoate ideas of the Decretists into the framework of later situar de esta forma los Decretos de Constanza a priori bajo una
corporation theory.. : The Concili~r Theor?, one might say, .sprang claridad incierta. «Gracias al libro de Tierney, la "teoría conciliar
form the inrpregnation of Decretist ecclesiology by Decreta!tst cor- occamista" debe ceder el paso defintivament_e. El pensamiento con-
.
poration concep t s» 167. •
ciliar ha crecido - haciendo abstracción de la ansiedad particular
Hacia principios de siglo, la querella de Bonifacio VIII con en tiempos del Cisma, que un papismo rígido se reveló incapaz de
Francia y los cardenales Colonna dio al tema del concilio una ac- reducir - partiendo de ideas que estaban "incluidas en la doctrina
tualidad inesperada. El gran teórico del Estado, Juan de París 168, y la legislación de la propia Iglesia" ; se apoyaba en el pasado de
que no era can?nista profesional, combinó las hasta en!onces do,c:- la propia Iglesia - en todo caso como una posibilidad Verius --o

trinas independientes (sobre todo las del Decreto, de la Glossa 0101- es! licet difficili-us como dice Hostiensis» 172.
naria y de Hostiensis) en una nueva y audaz síntesis: la formula- y lo que dice Tierney en general de la teoría conciliar, hay que
ción más cerrada y perfecta de la teoría conciliar antes de la
decirlo también de los DECRETOS DE CONSTANZA en particular: no
irrupción del Gran Cisma. Según él, cualquier ~utorida~ eclesi.~s­ son «algo fortuito, exterior e importado en la Iglesia», sino «un
tica superior, incluso la del Papa, se apoya sobre la institución
final lógico de ideas que estaban incluidas en la ley y la doctrina
divina y sobre la coopeuuio humana (transmisión del ministerio
de la propia Iglesia» 173. Resulta evidente que no sólo las teorías
por elección). La co?n1n-unitas -unive!'salis ecclesiae e,s soberana y
conciliares eran inherentes a la ley y a la doctrina de la Iglesia;
dueña de todos los bienes de la Iglesia ; el Papa es solo su u11tve1-
al lado de la tendencia conciliar de vanguardia, existe desde luego
salis disposito1 et dispensaior, En cuestiones de fe el Papa se limita
también la tendencia papal - más fuerte, sin duda alguna, durante
a cooperar con el concilio. En la Iglesia, todo el poder se concede
no por la desiructio, sino por la aediJicatio. Juan de París no logra la alta Edad Media - . Una y otra presuponen: «the ambivalence in
entender que, como consecuencia, el poseedor del ministerio ponti- 169. Cfr. B. TIERNEY, op. cit., 179-219.
ficio deba permanecer al margen absolutamente de la justicia hu- 170. Cfr. B. TIERNEY, Oclthurn, the Conciliar Theory, and ihe Canonists, en: [ournal
mana. De la misma manera que Dios sanciona la elección de un of History of Ideas 15, (1954) 40-70.
171. Cfr. B. TIERNEY, Foundations 01 the Conciliar Thcorv (Cambridge, 1955) 220-237.
166. Cfr. B. TIERNEY, op. cit., 157-237. 172. M. SEIDLMAYEJ\, en: Zeitschrii: der Savigny-Stiftung fiír Rechisgcschichic . Ka
167. B. TIERNEY, op. cit., 245. nonisr. Abr. 43 (1957) 387.
168. Cfr. B. TIERNEY, op. cit., 157-178. 173. B. TIERNEY, op. cit., 13.
296 ESTRUCTLJRAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 297
canonistic doctrine» 174. Ambivalencia: ¿ expresión de una tensión Eugenio IV, no tenía el concilio motivo alguno para oponerse al
fecunda, o bien expresión de una oposición destructora en la estruc- Papa 178. Nrcoi.rs DE CUSA, que era «conciliarista» , pudo convertir-
tura de la Iglesia? se fácilmente en el «Hércules de los eugenianos», debido a que en
este caso se trataba menos de una modificación fundamental de la
B) Las ideas conciliares después de la época conciliar. - COl; teoría que de una modificación en su aplicación práctica 179. «(Nunca
el concilio de Basilea no quedaron enterradas las ideas conciliares, fue papista en el sentido habitual de la palabra. Así por ejemplo
El f,i \lal de la época conciliar no significaba el fi nal de 1as ideas continuó pensando que el Papa existe para la aedijicatio ecde.siae'·
conciliares. Es un hecho que incluso «durante la época de la restan- incluso más adelante, no admitirá renunciar a las precauciones CO!1~
ración pontificia, la teoría conciliar estricta, así como sus formula- tra un eventual abuso del poder absoluto . El propio Pío Ir ha des-
ciones moderadas, episcopalianas, continuaron siendo ampliamente crito la .dramática escena en la que el Cusano - i con cuánta fuerza
representadas, tanto más cuanto la amenaza de un concilio v la persuasiva.' - defendió las reivindicaciones del Colegio de Carde-
apelación al concilio, como medios de presión política contra el Papa. nales. Y su largo viaje como legado a través de Alemania demuestra
encontraban una aplicación fecunda» 175. Ya hemos hecho observar que se tomó en serio la tarea reformadora del papado» 180.
que la Iglesia de los siglos xv y XVI estuvo ampliamente dominada . Pero el ejemplo más claro es JUAN DE TORQLJEMADA, el protago-
por las ideas conciliares 1~6; el empleo del enorme material inédito rnsta poderoso y el más influyente de la primacía pontificia duran-
10 demostrará todavía con más claridad. Incluso en los siglos si- te el siglo xv, de quien han copiado sus argumentos todos los de.
guientes, estas ideas continuaron vivas V estuvieron a menudo li- fensores del papado desde Domenico Jacobazzi V Cayetano hasta los
gadas a corrientes de oposición en el seno de la Iglesia. No se hace teólogos del Primer Concilio Vaticano, pasando por Melchor Cano
necesario para nuestra finalidad sistemática presentar la totalidad Suárez, Gregario de Valencia y Belarmino 181. Aunque Torqueil1ad~
de] desarrollo ulterior de las ideas conciJiares~ Es más importante, defendiera la tesis - insostenible desde el punto de vista de la
con la ayuda de célebres teólogos de la restauración pontificia v Escritura y de la historia - según la cual sería el Papa la una
después de la contrarreforma, demostrar que incluso los teólog¿s
tontall.s ongo tocius potesuuis ecclesiasiice l1lZ, y aunque en su in-
fluyente Summa de ecclesia, no se trata, por decirlo así, 10 cual es
señalados como papistas han concedido, cuando menos marginal-
mente, que existen casos en los cuales el Papa puede errar v los en expresivo. de la tarea reformadora 183, no representa, sin embargo,
en ~uma, un absolutismo pontificio: «Sería falso creer que Torqn«.
cuales la Iglesia debe oponer resistencia al Papa mediante el ~oncilio.
mada es un absolutista ciego y un adversario del concilio, ya que
P. de Vooght nos ha hecho caer en la cuenta de que, inmediata-
para ello estaba demasiado cercano a la turbulenta época del Gran
mente después de Constanza, los «conciliaristasi moderados y los
Cism~. El concilio continúa siendo para él "el último recurso de la
«papistas» moderados se pusieron de acuerdo en muchos casos v que
IgleSIa en sus graves necesidades", la instancia suprema que de-
tanto la frase: «el Papa es superior al concilio», como la frase -: «El
concilio es superior al Papa), podían tener un sentido exacto. Ya 178. P. DE VOOGHT, El conciliarismo en los concilios de Constanea y de Busilea, en:
que incluso los «papistas» moderados admitían la necesidad de un El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 213.
cierto control del Papa por medio de la Iglesia universal. En Basi- 179. M. VAN STEE"'BERGHE, Nicolas de Cuse (Lille, 1920) 65: «el carnb:o de Nicolás
se exphca menos por dentro <]ue por fuera: implica, por su pane, menos un cambio de
lea, JUAN DE TARENTO, el año 1432, defendió el poder absolutodel teoría que una modificación de juicio práctico.. sobre el conciiio de Basilea» (citado por
Papa; no obstante, respecto al célebre refrán Orbis maior est urbe P. DE VOOGHT, op, cii., 216, n. 57).
admitía también que éste concernía al Papa que se alejara de la f~ 180. H. ¡EDI'" , op. cit., 1, 18; cfr. también las declaraciones de [edin sobre Piero
de la Iglesia: «Orbis est mcior urbe... » illud inielligitu», curn papa da Monte y Antonio Roselli (l. 19).
18/. K. BINDER, ¡Vesen und Eigenschaften der Kirche beí Kardinal Juan de Torque-
dissentiret a tata ecclesia in articulis jidei 177. Otros dos defensores mnda, O. P. (Innsbruck-Viena-Munich, 1955) 196-207.
del Papa: JUAN DE MElLA Y el abad de SA1:\TA MARÍA DE MÓNACO 182. [. DE TORQUEMADA. Oralio synodalis de primatu , ed. E. Candal, en: Coucilium
decían el año 1433, que habiendo sido irreprochable la conducta d~ Florentinum, Documenta. el Scnptores , series B. vo!. IV, fase. II (Roma, 1954) 26.
!83.. H. ) Er:I:'J , op. czt.} 1) 21 Y SIg.: «Los decretos "Sacrosancta'J y "Frrcuens'", que
174. tu«, 241. dcbl.a~ J.n~roduC1: y asegurar uno. reforma de la curia quedan sin eÍecto; el papado volvía
J

175:· H.¡wlN, Geschichte des Konzils van Trient (Freiburg i, Br., 2." ed. 1951) I, 24. al pnnCIpIO estnctamente monárquico. Pero, debido a ello, asumió también la tarea de la
176. H. ¡mIN, op. cit., l, 24-48. rcfor~a de la Iglesia. 1\,0 era el deber del más célebre teórico del poder pontificio.
17i'. MANSI, 39, 488. rccornar ;:¡ sus rmmstros 18. grJve responsabilidad que asumían ~)
298 ESTRUCTURAS DE J,A IGLESIA
EL MINISTERIO m: PEDRO y EL CONCILIO 299
cicle en las discusiones que atañen a la fe; contribuye a la pastoral
y refrena el. arbitrarismo de determinados papas» 184. jefe: Papa potest illícite se diuidere ab unitaie ecclesiae el ab obe-
Por medio de argumentos en parte dignos de discutirse seria- dieniia capitis eeclesiae 193. ¿ Cómo es posible? De tre~ maneras:
n:-ente, Torquemada limita lo más posible la intervención de la Igle- 1;° Cuando e! Papa se separa. de Cr~sto, jefe de l~ Iglesia ygaran-
t~a de la unidad de la Iglesia, debido a desobediencia y no asin-
s~a ~ontra un papa rebelde; de esta manera, gracias a un sistema
dIstInto. ~ los precedentes canonistas, sortea hábilmente las verda- tiendo a l.a.ley de Cristo o prescribiendo alguna cosa contraria a]
deras dlf¡cultade~. Pero tambié.n es totalmente evidente para él el derecho divino o natural: Quoniam papa potes! a Christo qui esi
hecho ~e que debido a una herejía pierde el Papa su ministerio: pe/' pnnctpale capu: ecclesiae, et respecta cuius maxime uniias ecclesiae
haeresim papa cadit a papatu 185. Motivos: 1.° Quien pierde la fe attendit.tir per inobedientiam recedere non obediendo legi eius aut
praecipien.do ea quae naturali cut divino iuri contraria sunt, et per
}:a no e~ mlemb.ro de la Iglesia y mucho menos su jefe (ministe-
c~nse9uens separare se a corpore ecclesiae C hristo subiecie per obe-
nal) ; Ft~e perdiia per quarn fit prima unio ad corpus Chrisii quod
dieniiam, et ita absque dubio videtur papa possit in schisma inci-
est ecclesia membrusn ecclesiae esse desinit et per consequens esse
dere 1W. 2.° Si se separa de una manera totalmente arbitraria del
capu: .186.2.° La Iglesia está edificada sobre la roca, o sea, sobre la fe
cuerpo .~e la Iglesia y d~l col~gio de los obispos, sin tomar en con-
en Cfl~to U"ft. 16, 18), sin la cual el Papa tampoco puede ser Papa:
sideracióri lo que la Iglesia universal toma en consideración de acuer-
Ecclesia esto fundata super petram. scilicet ¡ídem Christi. Mi. 16. Su-
do con la .tradición apostólica, o bien 10 que los concilios generales
per. hanc p~tmm aedíficabo ecclesiam mea111. Ergo qui cadii a petra
o la. autoridad de la Sede Apostólica han establecido para todos (en
scilicet Christo siue fide eius notorie, et contumaciier cadit omnino ob
particular en cuanto se refiere al culto divino): ... papa potest sepa-
ecclesia C h.risti, el per consequens a princípatu eius qui impoTtalur
nomine papatus 187. 3.° Según Tomás de Aquino 188 los cismáticos rare se sine aliqua rationabili causa sed pura voluntate sua a cor-
pore ecclesiae, et collegio sacerdoium per non obseruanticm eorwm
pier~~n la jurisdicción..4.° Según Tomás de Aquino 189, debido a la quae universalis ecclesia ex tradiuone apostoiorum observat... au;
hereJI~ un papa se convierte en menos que un simple fiel: Quod sí
pe1: non ob~ervantiar:" eorum. quae per uniuersalia concilia aut apos-
papa rr:haeresim labitur minor effiótur quocumque fideli ... Hic est
tolicae sedis auctoritaiem suni universaliter ordinaia maxime ad
casus tn quo papa papom ligare potest in quo papa in canonem late cultum divinum uiiruto nolendo observare in se ea quae uniuersa-
sententia¿ incidit 190. De estas y otras razones deduce Torquemada lem siatum ecclesiae aut uniuersalem riturn culius ecclesiastici con-
9ue el Papa P?ede ser juzgado por la Iglesia o puede ser declarado cernuni 195. Según el papa Inocencio (IV?) hay que obedecer al Papa,
Juzgado por DlOS : Per ecclesuim iudicari poterit siue íudiealus a De' excepto 51 peca contra uniuersalem siatum ecclesiae. 3.° Si varías
declarari 191. Y esto Se lleva a cabo mediante el concilio: Probrie 10- papas rivalizan por el papado y si el Papa verdadero - incluso aun-
quendo nec propter haeresim papa deponitu« a concilio sei potius que no esté reconocido por todos - se porta con tanto descuido v
declaraiur non esse papa curn ostenditur quod in haeresim fu-it eol- reticencia en cuanto al retorno a la unidad por no querer hacer lo
lapsus, etinconigibiliter in ea obstinatus peneverat 192. que pudiera hacer para este retorno a la unidad: Contendeniibus
Según. ?'orquemada, no sólo puede caer un papa en herejía, sino aliquibus de papatu si etiarn is qui esset uerus papa dubius tomen
que también puede caer en CIsma. ¿ Cuándo cae un papa en cisma? probabiliter apud aliquos ita negligenter, et pertinaciier se haberet
Cuando se separa de la unidad de la Iglesia y de la obediencia a su ad unionem ec~lesiae pracurandam quod nol!et [acere quicquid in
se esset jiTO umtate ecclesrae rerntegranda tahs videretur schismatis
184. H. JEDIN, op. cit., r, 21. nutritoF 196. A título de ejemplo se menciona a Benedicto XIII y
185. j. DE TORQUEMADA. Sum",a de Ecclesia (1448-1449. Venecia, 1560), iJb. lI.
cap. 102, 241. . Gregorio XII.
186. [bid. A la objeción según la cual un papa no podría separarse de sí
187. [bid. mismo y po:- tanto no podría caer en un cisma, responde Torque-
188. TOMÁS DE AQUINO, Summa theoiogicae U-lI, q. 39, a. 3. mada: El CIsma no debe entenderse sólo por separación del Papa,
189. TOMÁS DE AQUINO, [V Sent., disto 19, a. 2.
190. j. DE TORQUEMADA, op. cit.. 241'. 193. J. DE TORQuEMADA. op. cit., lib. IV, parte J, cap. 11, 369'.
191. [bid., 241. 194. [bid.
192. [bid., 241'; acerca del problema dd papa /wci'eticus. cfr. también libro IV, 195. [bid.
parte U, cap. 18-20, págs. 390'-396'. 196. [bid.
300 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 301

e1propio Papa puede separarse de Cristo de quien es lugarteniente, J\1ELCHOR CANO, el gran teólogo del concilio desde la época de
por desobediencia, y de la tradición de la Iglesia y, entonces, es cis- Trento, da otro testimonio característico de este concepto. Se burla
mático. A la otra objeción según la cual el Papa sería aquel en del apologista Alberto Pighius, quien quería justificar del crimen
quien y por quien existe la Iglesia, y no podría por consiguiente de herejía a .unos papas que eran herejes (Liberio, Marcelino, Víc-
convertirse en cismático, responde Torquemada: La Iglesia de tor; Anastasio, HOJ.lorio): Dicet itaque ille (Pighius) multa multis
Cristo no está verdaderamente en el Papa, sino cuando permanece locis de hac re quidem, sed aqua haerei, ut aiunt 2()0. como buen
él mismo sometido a la cabeza, que es Cristo, reconociendo que su francés (~ighius) j no entiende una palabra! Según Cano no M.
poder proviene de Cristo, guardando la sumisión que se le debe y es nccesa:-lO en absoluto negar que un papa pueda ser hereje (como
haciéndose confirmar por las tradiciones de la Iglesia universal que doctor pnvatus): Non est igitttr negandum, quin sttmmus Pontifex
es la esposa de Cristo 1~7. hac1~eticus esse possu, cuius rei exemplum unüm et iiem alterum
Torquemada plantea también la cuestión de saber qué ocurrirá [orsiian proferetur 201. Al apelar a los testimonios de la tradición,
con un papa que es sin duda el Papa legítimo, pero que en razón ~iene por !mportante precisamente aquello que Pighius considera sin
de un cisma que ha estallado, no puede imponerse. Torquemada importancra : a saber, que la herejía sería el único caso en el cual
nropone la siguiente opinión -- salvo sember meluiri iudicio - : ~as ovejas tendrían derecho a juzgar a su pastor. .. illc unus causuS,
Un papa legítimo en estas condiciones no podría ser obligado a m quo oves pastorem suum iudica1'e possun: scilicet cum juerit
dimitir ni ser depuesto (excepto si fuera hereje), pero estaría obli- haeret.ic7!~'" 2\)2. En este caso, el Papa está so~etido a la Iglesia y
ga~o en conciencia, aun siendo Papa legítimo, a presentar la dimi- a su JUlClO: .. . summus Poniijex propier crimen haeresis sub diius
sión 193. El buen pastor da su vida por sus ovejas: por amor del re- fit ecclesiae in foro extenore, idque ex divina institutione 203.
torno a la unidad, un papa debería renunciar incluso a su derecho Lo que Melchor Cano quiso escarnecer como inútil y superfluo,
y a su ministerio, dejando el lugar a otro capaz de lograr el retorno se convirtió en objeto de una actitud semejante en el cardenal Ro-
a la unidad. Por 10 tanto debería preocuparse más por su honor BERTO BELARMINO. Refiriéndose expresamente a Pighius, intenta
e~erno que por su honor temporal y evitar el escándalo en la Igle- probar que jamás existieron papas herejes 204-. Lo hace ayudándose
s:a. So?re este p~rticu1ar cita Torquemada más de una vez a Agus- con .~rgu;nentos que, ~n el actual estado de las investigaciones de
tin, quien recomienda expresamente que el vano orzullo del obispo la historia de la Iglesia, no pueden aceptarse 2CS. y el propio Be-
no impida la unidad de los cristianos; el obispo n~ es obispo por
dommicum mmistramus , ac per hoc ut corurn sine. scandalo sese nccessltas habet, ita
sí mismo, sino para los demás cristianos; por eso más d~ una vel non essc debemus, quod non propter non sed propter alios sumus , dcnique nonnulli
vez y debido a motivos de piadoso escrúpulo, han dimitido algu- sancta humilitate praediti viri propter quaedam in se offendicula quibus pie religiosaeque
nos obispos de su ministerio episcopal de una forma irreprocha- mo~'ebantu: eplscopatus oijicium non solus sine culpa. uerum cum laud; dcpossuerunt.>.
Qwd dubltamus redempton nostro sacrijicium istud Itumilitatis offerre, an vera ille
ble, incluso digna de alabanza. Por amor a la unidad, el obispo no de coelis in' membra humana descendit , nisi membra eius esscmus, el nOS ne membra
debe dudar en humillarse, a imitación de Cristo, y a descender de e!u.s crudeli divisione lanientur de cathedris descendere formidamus propter nos suf-
su cátedra; para la salvación de su alma bastaría desde luego con [icii quod Christi fldeles, et obedientes sumus. Hoc ergo sempcr sumus , episcopi autcrn
oue fuera un fiel y un cristiano obediente y permanecer ahí, in- propter Chrisuanos populos ordinamur quod ergo Christianis populis ad Christlanam
pacem prodest hoc de nostro episcopatu faciamus... Si servi uules sumus cur domino
cl~s~ sin ministerio episcopal; sólo sería obispo por amor al pueblo aete,."is .luc,·is pro nosirts temporalibus sublimuatibus invidemus, episcopalis dignitas nobis
cr:sbano, v. debería hacer cuanto sirviera para la paz del pueblo fmctuos/~r ent SI gregem Christi deposita magis col/egerit quam retenta disperserit. Sobre
crrstiano. Finalmente, sería tan sólo un servidor inútil y el episco- la relación entre el Papa y el concilio, cfr. igualmente J. DE TORQUEMADA, Tractatus no-
pado daría más frutos, si el obispo reuniese al rebaño de Cristo tabilis de potestate papae et concilii generalis (Colonia 1480. Innsbruck, 1871).
200. M. CANO, De locls theologicis (Salamanca, 1563. Padua, 1762), lib. VI: de
ABDICANDO, que si 10 dispersaba SOSTENIÉNDOSE a cualquier precio 19~. ccclcsiae romanas auctoritate , cap. 8, 189;
201. M. CANO, op. cit., lib. VI, cap. 8, 190.
197. J. DE TORQUEMADA, op. cit., lib. IV, parte 1, cap. 11,369'-370. 202. [bid.
198. J. DE TORQUEMADA, op. cii., lib. IV, parte 1, cap. 13, 370'-372.
. 199. r ~E. TO~Q~EMADA, op. cit.• lib. IV, parte 1, cap. 13, 370: Excellentcs quippe
11l. ccclesia ~/gzlantl intentione consulcre debent ne propter suos hallares supcrbae agendo
203. M. CANO, Relaetio de pocnitenuae sacramento (1547-48. Padua, 1762) parte V, 497.
204. R. BELARMINO, De sumtno pontiíice (Ingolstadt, 1586-1593, París" 1870) lib. IV,
cap. 6-14. 11, 88-119.
sClsma;a [aciant unitatis compage dirupta. Nam qua fronte in [uturo seculo promlssum 205. Cfr. por ejemplo, sobre d caso clásíco de Honorio, R. BAUMER, art. Honorlus l .
a Christo sperabimus honorem, si Chrlstianam in hoc seculo nosier honor impediat uni- Lcxikon fü,' Theologie und Kirche (Freiburg i. Er. 2.~ ed. 1961) V, 475: "D.urante
tatem? Nee episcapi propter nos SU112US sed propte>' eos quibw "abum, et saCTamentum
302 ESTRUCTURAS DE LA H;tESIA H MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 303
la1'minodebe admitir que esta opinión no es certa y que contra ella ceriantes, dubio nuiu! Ecclesia, consenianeum est, ut Synodico ipsa
tiene la communis opinio: Quia iamen 12012 est certa, et communis iudicio his sese expediat ambagibus: et non de Aposioiica ac prima
opinio est in conircrium., operae pretiwn erii uulere, quid sit res- Sede, sed de eius incubatoribus senteniiam jerat 211. El segundo caso
p'ondendum, si Papa haereticus esse posit 2f'6. También él, en todo es la herejía: Praeterea auiem in causa haereseos publice pTojessae}
caso, está de acuerdo en que es insostenible la opinión según la cual posse de Pontifice feni iudicium, in coniesso est apud omnes catho-
un papa no podría deponerse, ni por herejía secreta ni por herejía licos doctores 212. También él apela a la reprobación del Papa Ho-
declarada; va contra ello, según él, la célebre distinción 40 del norio y al Decreto de Graciano.
Decreiwm Gratiani} según la cual un Papa no puede ser juzgado El Primer Concilio Vaticano prohibe nuevamente apelar contra
NISI deprehendatt{r a fide devius; también están contra esta opinión el Papa al concilio 213; esta prohibición se registró en el Codex
Inocencio III en su segundo sermo de consecrauone pontificis y la luris Canonici?", No obstante, tratado por los autores clásicos des-
reprobación de Honorio por los concilios ecuménicos VI y VIII y de la Edad Media, el problema de los casos de conflicto entre el
también por el papa Adriano II y los sínodos romanos: Adde quod Papa y la Iglesia, tal como se ha podido seguir su curso en este
essei miserrima condiiio Ecclesiae si lupum manifeste grassantem capítulo a través de los siglos, fue abordado brevemente y no se
pro Pastore agnoscere co gereiu» 207; el concepto fundamental de resolvió. El relator de la Comisión de la Fe rozó brevemente este
Belarmino es, por lo tanto el siguiente: Papam haereticum maní- problema, extraordinariamente importante para el testimonio de
iesium per se desinere esse Papen: et Coinu, sicut per se desinit toda la tradición católica 215; sobre la cuestión de Honorio y otras
esse Chrisiumus et membrurn. corpovis Ecclesiae; quare ab Ecclesia parecidas, no se habló seriamente sino en relación con la INFALIBI-
posse eum iudicari et puniri. Haec est sententia omnium »eterum UDAD del Papa. Esta prohibición a apelar, formulada por el Primer
Pairwm... 2('8. Concilio Vaticano, entorpeció tan poco como las prohibiciones pre-
Belarmino había expuesto, en contra de Cayetano, que un papa cedentes, las dicusiones teológicas y canónicas sobre lo que conviene
hereje quedaría depuesto por Dios inmediatamente. F. SU.~REZ de- hacer en el caso de Un incumplimiento por parte del Papa. Lo ates-
fiende a Cayetano ; sostiene, junto con M. 'Cano y D. de Soto, la nece- tiguan los manuales de derecho canónico que - como se ha podido
sidad de un fallo de la Iglesia, es decir, de un concilio: ... si papa demostrar en forma notable, gracias a Wernz-Vidal - pusieron su
sit haereticus ei incorrigibilis, cum primusn per leziti111am Eccle- atención, antes igual que después, sobre los casos de conflicto entre
siae iurisdictionem sententia declaratoria criminis in eum profe?'- el Papa y la Iglesia y mantuvieron las posturas clásicas de los teólo-
tur, desinit esse papoa. Esi communis doctorum 209. Más arriba he- gos anteriores al Primer Concilio Vaticano. A decir verdad, el propio
mos indicado las declaraciones en extremo claras de Suárez, res- Codex luris Cononici no proporciona soluciones directas y concretas
pecto al Papa hereje y cismático 210. Hemos de citar todavía a para estos casos de conflicto. No obstante deja abierta, a propósito,
L. THOMASSIN para dar fin a estos testimonios; a éste 10 utilizaron la eventualidad de una dimisión espontánea del Papa 216. Sin contar
los teólogos antes del Primer Concilio Vaticano. Thomassin admite que, de una manera totalmente general, se mantiene el criterio de que
dos casos en los cuales el concilio puede proceder contra el Papa y todos los herejes y cismáticos, sin excepción, quedan ipso [acto exco-
en los cuales debe someterse el Papa voluntariamente; el primero, mulgados y, después de advertirles, pierden su ministerio y su dig-
es el cisma: Ergo wm inier duos aliquos veZ piures de Pontiiicatw nidad en la Iglesia; los clérigos, por su parte, quedan además de-
puestos después de un nuevo aviso. Canon 2314: Omnes a christiana
la época de la Reforma, A. Pigge intentó remediar las dificultades que Sé derivaban de la fide apostaiae et omnes el sin,guli haereiici aut schismaiici: 1.° 112-
reprobación, proponiendo la tesis según la cual la reprobación de Honorio no había tenido
lugar, sino que los griegos la habían introducido fraudulentamente en las aetas del concilio.
currumi ipso [acto excommunicaiumem.; 2.° Nisi moniii resipuerint;
Su tesis fue favorablemente acogida por Belarrnino y Baronio, quienes propagaron, y
durante el siglo XIX contaba todavía con partidarios, aunque ya M. se hubiese 211. L. THOMASSIN, Dlsscrtationum in concilia gelleratia el particularia tomus sin gu-
alzado enérgicamente contra la hipótesis de una falsificación. laris (París, 1667. Colonia, 1784) Diss. XV, 20, 418.
206. R. BUARMINO o op. cit., lib. n, cap. 30, 1, 608. 212. L. THOMASSIN, op. cit., Diss. XV, 20, 419.
207. [bid. 213. DENZ, 1830.
208. R. BUARMINO, op. cit., lib. u, cap. 30, J, 610. 214. Codex luns Canonici, Can. 228, párrafo 2. 01 propio tiempo que el párrafo 1:
209. F. SU¡íREZ, De fiJe theologica, Disputatio X de Summo Pontiíice, sectio VI Concilium Oecumenicurn suprema pollez ir¡ uniurrsam Ecclesiam potestate.
(Coirnbra, 1621. París, 1858), 12, 317. 215. MAriSI, 52, 1109 Y sigo
210. Cfr. cap. VIl, 3. 216. Codex luris Canonici. Can. 221.
304 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y El, CONCILIO 305

pri
CJentul'
beneficio, dignitate, pensione, officio aliove munere, si rarlos, iluminan con una luz a veces cruda la estructura de la Igle-
quod in Ecclesia habeant, infames declareniur, et clerici, iterata mo- sia y nos hacen conscientes de rasgos olvidados. Lo que en la vida
nitione, desponantur 217. La tradición católica dice que incluso un cotidiana se pierde fácilmente de vista o Se tiene por cosa sabida, lo
o
papa, si cae en la herejía el cisma, pierde su ministerio y no puede, recuerdan las épocas turbulentas. Y a veces es sólo el desorden
en este caso, apelar a la proposición prima sedes a nemine iudicatur. lo que recuerda la importancia de tal o cual elemento de la estruc-
La cuestión a la que no responde el eodex luris e anonici, es la si- tura del orden.
guiente: ¿ Quién juzga? La respuesta de la tradición católica es en Nuestra exposición histórica ha demostrado hasta qué punto son
particular la del Concilio ecuménico de Constanza, claramente ex- importantes las cuestiones planteadas para esos casos límite en la
puesta: la Iglesia es quien juzga; la Iglesia en su representación vida de la Iglesia. Se ha ido haciendo evidente que la Iglesia, la
legítima; la Iglesia, representada por el concilio ecuménico convo- gran comunidad de los fieles, es el concilio ecuménico de todos los
cado por los hombres. creyentes que el mismo Dios ha reunido en Cristo y bajo Cristo.
Sólo hay un Señor: Cristo; todos los demás son hermanos. Tam-
e) Dos polos. - Al principio de este capítulo sobre el caso de poco el Papa es el Señor de la Iglesia, sino su servidor, el servidor
conflicto entre el Papa y la Iglesia, ya hemos dicho que no se tra- de todos. Sólo puede ser Papa si es, ante todo y siempre, un cristia-
taba de considerar, en la historia de la Iglesia o en el Derecho Ca- no humildemente creyente y simplemente en relación con todos los
nónico, cualesquiera curiosidades al margen de la vida de la Igle- demás. Si no es así, si obra y enseña contrariamente al Evangelio de
sia. Hemos de añadir ahora que no se trata de hacer profecías sobre Jesucristo, la Iglesia no está en sus manos para siempre, como argu-
terribles complicaciones a partir de mañana. Desde luego, determi- mentan los protestantes; la Iglesia tiene el deber de defenderse.
nadas complicaciones se producen con frecuencia en forma inopi- La historia de la Iglesia demuestra que esto no es sólo pura teoría.
nada (baste pensar en el cambio de rumbo bajo el pontificado de La historia de la Iglesia se desarrolla siempre entre la problemá-
Bonifacio VIII. Absolutismo pontificio, exilio, cisma). En una épo- tica del Primer Concilio Vaticano v la de Constanza. Ambos son
ca en que, como por ejemplo en Checoslovaquia, Hungría y China, concilios de la ÚNICA Iglesia; uno y otro enseñan lo que es nece-
se mantienen prisioneros a obispos y cardenales, separados de sú sario y muestran las estructuras esenciales de la Iglesia; y uno y
Iglesia durante decenas de años; en una época en que existen elec- otro pueden ser mal comprendidos y, en lugar de manifestar de una
ciones obligadas y en que algunos obispos se ven coaccionados a manera constructiva las estructuras, tener efectos destructores, con-
actuar bajo presiones políticas, no es ilusorio pensar a priori que un trarios a su intención. Si intentamos comprender estos dos conci-
destino semejante no pudiera un día abatirse sobre el obispo de Ro- lios partiendo del conjunto de la realidad de la Iglesia, manifiestan
ma. Una revolución política, el internamiento del Papa y una elec- la tensión fecunda entre Pedro y la comunidad apostólica, entre el
ción pontificia obtenida bajo presión política y por lo tanto dudosa ministerio de Pedro y la Iglesia, entre el centro y la «periferia».
en su legitimidad, podría colocar hoy todavía a la Iglesia en grave Si se comprenden de manera exclusiva (herética) y como absolutos,
peligro. Ningún siglo está preservado de herejía o cisma 218. A pesar no expresan una oposición viva y fecunda, sino una contradicción
de todo, en la base de nuestra reflexión no colocamos estos temores, mortal para la Iglesia. Estos dos concilios no tenían intención de
sino pensamos que los casos límite, tal como acabamos de conside- exponer la estructura general de la Iglesia y formular una cele-
siología completa; no puede ser ésta tarea de los concilios. Estos
217. Codex luris Canonía, Can. 2314, párrafo 1; cfr. Can, 188, 4. dos concilios han querido sencillamente poner de relieve estructuras
218. G. DEJAlfVE, Le Premier des évéq'les, en: Nouvelle Revue Théologiql1C 82 (1960) esenciales e incidir en algunos aspectos de la ec1esiología. Estos
578: «El Derecho que gusta de las categorías claras, no ha prestado hasta ahora dos concilios deben ser comprendidos partiendo del conjunto de la
atención ni ha ,legislado a [ortiori sobre estas situaciones de vacío que escapan a reglas
precisas. La historia de la Iglesia ya nos ha legado ejemplos parecidos que plantean pro·
ec1esiología; aquel que construye su eclesiología partiendo exclu-
blemas jurídicos muy delicados: basta con pensar en el Cisma de Occidente. Podría sivamente de los Decretos de Constanza, no desemboca en el minis-
enfrentarnos con aporías parecidas cn el futuro y ya lo hace en nuestros días, puesto terio de Pedro, en el sentido que se propone la Sagrada Escritura,
que se comprueba que Iglesias locales en comunión con Roma, pero sin relaci6n alguna en el mejor de los casos, sino como patrón, auténtico funcionario
con el centro de la catolicidad, podrían Verse obligadas a vivir, durante un tie.npo inde-
f' nido, totalmente aisladas, tras los telones de acero o de bambú y organizar autónoma- de una asociación eclesiástica democrático-parlamentaria. Quien cons-
mente) debido a las crcunstancias, una vida eclesial auténticamente católica. truye su eelesiología partiendo de los Decretos del Primer Concilio

20
306 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILlO 307
Vaticano no ve a la Iglesia como el gran concilio de todos los cre-
yentes que son TODOS, según la Sagrada Escritura, el sacerdocio León I 222 • El genio del derecho y el apóstol Pedro tienen una im-
real (I Pe. 2, 5-10) penetrado por el Espíritu (Rom. 8), sino, en el portancia particular en la elaboración, de esta eclesiología ; estas
mejor de los casos, un pueblo de súbditos eclesiásticos regidos de dos autoridades están de acuerdo en la doctrina y la práctica .incoac-
una manera totalitaria por un monarca absoluto (o por su mecanis- tiva de una primacía de derecho divino. Desde entonces, la eclesio-
mo burocrático). logía romana, en contra de la eclesiología de Oriente es una ecle-
El Concilio de Ccnstanza y el Primer Concilio Vaticano acen- siología de la Iglesia una; la Iglesia, no como una comunidad más
túan de una manera distinta los dos polos a los cuales responden, o menos federal de Iglesias locales, sino el pueblo universal de los
directa o indirectamente, todas las estructuras de la Iglesia, sin fieles en la estructura jurídica de una corporación completa some-
que se los pueda someter a uno u otro: el Papa y la Ecclesia. No tida a un gobierno central. Esta eclesiología la exigió primeramente
sólo el Codex Iuris Canonici dice (cosa que es fácil entender las circunstancias políticas: frente al extremado particularismo de
mal teológicamente): Coiholica Ecclesia et Apostolica Sedes mora- Oriente, la Roma latina tuvo, incluso después de la caída del im-
lis personae raiionem habent ex ipsa ordinoüone divina 219. Sino tam- perio, una fuerza de atracción mística con una gran fuerza unificado-
bién pueden observarse los dos polos en las dos únicas frases de ra; y, en segundo lugar, debido a circunstancias teológicas: frente
Jesús donde se presenta la palabra Ecclesia (MI. 16, 18 y 18, 17). a.l pensamiento simbólico-sacramental de Oriente, para el cual la ac-
A partir de ahí, Y. Cangar ha presentado la historia de la Iglesia tividad canónica no formaba parte de la conciencia teológica, Occi-
como un alternarse entre el Papa y la Ecctesia. Su exposición puede dente enseñaba a distinguir entre la validez y el efecto de los sacra-
aportar una luz muy importante para nuestros precedentes des- mentos, entre el poder del orden y el poder de jurisdicción, lo cual
arroll os 220, hacía sobresalir la diferencia entre la iurisdicción del Papa V la de
Según Cangar, la experiencia de la fe, realizada por la Iglesia los obispos. De esta forma, mientras Oriente y África asi como -=-
durante los primeros siglos, es una realidad celeste y terrestre fuer- amplios círculos en Occidente, hasta el siglo IX - tuvieron sobre
temente caracterizada por su aspecto sacramental y simbólico 221. la Iglesia una idea colegial y conciliar, en la que luego se recluyeron,
El polo Ecclesia, en cuanto comunión viva de los fieles en Cristo, Occidente Se abre cada vez más a la idea dé1 episcopado monárquico
se encuentra en el primer plano, tanto de la teología como de la universal.
liturgia (la Iglesia reunida, en cuanto sujeto de la liturgia). Pedro Desde Nicolás 1 y Juan VIII, pero en especial desde la reforma
y el ministerio de Pedro, en este caso, no son tanto las fuentes como gregoriana, el Papa adquiere cada vez más una posición determinan-
los signos de la unidad de las Iglesias; Pedro representa a la Igle- te en Occidente. La disciplina de la vida eclesiástica está cada vez
sia (Cipriano, Agustín). Desde otro punto de vista, se encuentra más regida por el Papa. El cardenal Humberto comparaba la relación
muy pronto la eclesiología específicamente romana, aludida indi- ecclesia-poder pontificio a la relación puerta-bisagra, familia-madre,
rectamente por Clemente de Roma y Víctor 1, expresada con mayor edificio-fundamentos, río-fuente. Exactamente igual- ane el título de
claridad por Siricio, Inocencia I, Bonifacio I y, especialmente por «Papa» y de Sedes apostolical el título de ViCMius Christi, ames pro-
pio de los obispos, de los sacerdotes y de los príncipes, se reserva
219. Codex luris Canonlci, Can. 100, párrafo 1. también, después de Inocencia lII, solamente al Papa. Esto arrastra-
220. Y. CaNGAR, Gesehichlitehe Betrachtungen ubcv GIaubensspaltung und Einheiis- ba un grave cambio de óptica 223. El Derecho Canónico, establecido al
problcmatib, en: Begegnung der Christcn (Festschrift O. Karrer, Stuttgart-Frankfurt a.
M. 2." cd , 1960) 405-429, incluido en Chrétiens en dialogue (París, Cerf, 1964) 409-435, 222. Y. CaNGAR, op, cit., 408-419, Chrétiens en dialogue, 414-424.
con el título: Considérations historiques sur la rupture du XVI' sieclc dans Ses rapports 223. Y. CaNGAR, op. cit., 415 y sig., Chréticns en dialogue, 420-421: «Es decir que
atice la réalisation caiholique de I'unit«, trad. castellana, Cristianas en diálogo (Barcelona, hubo al principio un sentido independiente del de Lugarteniente o Apoderado de Cristo
Estela, en preparación); del mismo autor, cfr. sobre este asunto: Conclusión, en: El que desde entonces se ha aplicado al (único) sucesor de Pedro. Por lo demás, por aquel
concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 335-387; Talones para una teologia del entonces se denominaba igualmente al obispo de Roma "vicario" de Pedro, lo mismo
laicado (Barcelona. Estela, 1963); Bulletin d' ecclésiologie (1939-1946), en: Revue des scicnccs que "sucesor". "Vicario" significaba por aquel entonces en el contexto de "símbolo"
philosophiques et théologiques, 31 (J947) 77-96, 272-296, incluido en Sainte Église (París, de lo terrestre y de lo celeste.. la persona visible representando a una persona invisible,
Cerf, 1963) 549-592, trad. castellana, Santa Iglesia (Barcelona, Estela, en prensa). pero actuante; e incluso, con perdón del pleonasmo que nos vemos forzados a emplear,
221. Y. CaNGAR, Gcschichtliche Betrachtungen uber Glaubensspaltung und Einhcits- actualmente activa. La expresión debe entenderse en el marco de un actualisrno de la
problematik, op.. cit., 405-408, incluido en Chrétlens en dialogue (París, Cerf., 1964) intervención trascendente de Cristo (de Dios), o de Pedro y de los santos, mucho más
409-414. trad. castellana. Cristianas en diálogo (Barcelona, Estela, en preparación). que en el marco de un poder confiado y delegado una vez para siempre, al principio,
cuando la institución o la fundación de la Igksia. Por lo demás, esta "fundación" en
308 ESTRUCTURAS DE LA KLESIA
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CO:t\CIl,IO

servicio del poder pontificio, representó una protección indispensable lio de Padua, Wic1ef y Bus y, finalmente, hasta los reformadores,
para proteger debidamente a la Iglesia contra el poder absorvente sostienen todos juntos una critica antijerárquica radical hacia la
del 1aicado durante la alta Edad Media. Sin embargo ello acarreó a Iglesia temporal concreta en cuanto potencia, grandeza preocupada
menudo un juridismo (y por consiguiente, también un politicismo}, por la política y edificio jurídico de los medios de salvación y que
en el concepto, originariamente espiritual, y un profundo clerica- al propio tiempo se esforzaron para hallar de nuevo el sentido espi-
lisrno de la Iglesia. ritual de la Ecclesia en su calidad de congrcgatio jideliU1n, según
No obstante no hav que olvidar que incluso durante la Edad el Evangelio. A modo de defensa, e incluso desde su origen, el tra-
Media. muchas autorid~des en el estudio de la Iglesia habían insisti- tado de ec1esiología ha sido elaborado como una jerarcologh como
do enérgicamente sobre el polo ecclesia. No fue sólo en Oriente ya lo hemos demostrado; muchos textos asimilan simplemente la
- precisamente durante la época de Focio - donde se insistió sobre Jerarquía a la Ecclesia, incluso a veces la curia y el Papa 225. De
la legitimidad de la antigua disciplina episcopal y sinodal de la Ig}e- esta manera gran parte de la ec1esio1ogía se construye como reacción
sia y sobre la razón de otras maneras de estar en el seno de la única contra determinadas negaciones o ciertos errores 226. Contra el gali-
Iglesia católica. Incluso en el seno de la Iglesia occidental, hubo, canismo y los legistas de la corona de Francia, Se desarrolló la teoría
al lado de los canonistas romanos, los canonistas pregregorianos del poder jerárquico y, de un modo particular del poder pontificio
(Eureardo de Worms, Yvo de Chartres, etc.). Y ya hemos visto deta- y la teología de la Iglesia en cuanto imperio organizado; contra las
lladamente 224 cómo entre los decretistas del siglo XII, la importan- teorías conciliares se desarrolló, sobre todo, la teoría de la prima-
cia de la ecclesia como congyegatio fidelium se expresa, en determi- cía pontificia; contra el espiritualismo wic1efiano y husita, el ca-
nadas circunstancias, con una sorprendente claridad; cómo inmedia- rácter eclesiástico y social del mensaje cristiano; contra los refor-
tamente, las ideas corporativas de Jos decretalistas del siglo XIU madores, la importancia objetiva de los medios de gracia eclesiásti-
consolidaron en forma decisiva esas tendencias y cómo confirmaron, cos (eficacia sacramental ex opere operato), la importancia del poder
al fin, ideas conciliares, esos movimientos que' dominaron extensa- jerárquico, del sacerdocio ministerial, del ministerio episcopal y
mente a la Iglesia desde Jos siglos xv y XVI Y revalorizaron de nuevo sobre todo de la primacía romana; contra el jansenismo más o me-
el valor del polo ecclesui. nos mezclado al gaJicanismo, se insistió aún más sobre los poderes
No obstante, todos estos esfuerzos realizados en el seno de la V derechos del Papa; contra el laicismo y el absolutismo del Estado
Iglesia sobre el plano teológico, canónico y práctico, fueron impo- del siglo XIX, se insistió sobre la Iglesia como societas fJcrfecta)
tentes para dominar estos movimientos, que, empezando por las provista de todos los derechos y medios; finalmente, contra el
sectas espiritualistas del siglo XII, pasando por Ockham y Marsi- modernismo, se desarrollaron las prerrogativas de la Iglesia docen-
te. Todo esto significaba poner en evidencia, a veces en forma
sí nusma se concibe entonces mucho más como formándose siempre actualmente) que harto unilateral, al Papa frente a la Ecdcsia 227. Esta ec1esiología
como adquirida, una vez pdra siempre) por un acto situado en su comienzo. Con-
polémica correspondía demasiado a menudo al principio deísta en
trariamente, grosso modo , debido J. la manera de pensar}urídica introducida por la
norab.c actividad canónica, cuyo primer capítulo escribió la reforma gt:egoriana, "vicario"
se interpretó progresivamente como el ríru'o de un apoderado J. quien"-se había entrGgado 225. Cfr. EGIDIO DE ROJl'fA: Summus pontije« qu: tenet apiccm ccclcsiae
una autoridad como una calificación poseída personalmente: por tanto, prácticamente, por ct qut potes: PEDRO AMELI, cardenal de Embrun: Papa et domint cardinales
lo rn.nos en cuanto a este poder, como el título de un sucesor. Cuando "Vicarias Christi" ita sunt in Romana ecclcsia quod etian: ipsi sunt eadem Romana ccclesia, SILVESTRE
se convirtió en un título propio del Papa, con el sentido JUrídico de un apoderado, no PRIERIAS: Ecclesia uniuersalis uirtueliter est ccclesia Romana, ecclesia Romana rcpraescnia-
quedó eliminada la antigua idea actualista y figurativa) pero se refirió rr ás bien al tiuc est eollegium cardinolium, oirtualucr autem ponujcx maximus (citado por Y. CONGAR)
del verbo, ' 'vices (vicem) agere' " Y ello especialmente en teología sacrarnenral.» Jalones para tilia teología del laicado (Barcelona, Estela, 1963) 65, n. 40.
1:1 historia de esta expresión, cfr. además M. l'vL4.CCARRONE, Vicarius Christi. Sioria 226. Cfr. Y. CONGAR. Bulleiin d'ecclésiologie (1939-1946). en: Revue des scienccs pllÍ-
del tuolo papale (Lateranum N. S. XVII!, 1-4. Roma, \952). Cfr. también el trabajo de losophiques et théologique<, 31 (1947) 77, incluido en Sainte Église (París, Cerf, 1963)
O. W0sT. Die stcllt/crtretcnde gottliclze RechtsgeUJa/t des Papstes. Eine tlzeologiegeseÍJldlt- 549-550, trad. castellana, Santa Iglesia (Barcelona, Estela, en prensa).
liche Untcrsuchung (Diss. Pont. Univ. Gregoriana. Roma, 1956): El autor expone como 227. Desgraciadamente las quejas contra la en lo que se denomina el neoul-
las doctrinas de un tan gran alcance como la potestas vicaria Dei fueron elaboradas para rrarnontanismo ambiente del Primer Concilio no dejaban de tener fundamento.
fundar canónicamente, después muchas medidas prácticas (por ejemplo en la práctica de R. AUBERT, Le ponujiau de Pie IX (FEche y Martin , Histoire de I'Églisc, París. í952)
las dispensas pontificias). La problemática del slogan en boga entonces Papa [ccii, ergo 302 Y sig., ha escrito a este respecto: La propia devoción al Papa adoptaba a veces
potcstatem hcbet , en este C3SQ se comprueba sobradamente. formas muy discutibles, que denunciaba el arzobispo de Rcims como "una idolatría del
224. Cap. VII, 5 A. p8p3do". Algunos) con el fin de proclamnr mJ~ abiertamente que p3.1"3 ellos el PJp:1
310 ESTRUCfURAS DE LA IGLESIA EL MINIS'fERIO DE PEDRO Y El, CONCILIO 311

el sentido en que Mohler la ridiculiza: «Dios creó la jerarquía y do 229. Por lo demás, quería hacer seguir su informe sobre la pOS1-
desde entonces hasta el fin del mundo la Iglesia está provista hasta ción del Papa, de una presentación de la Iglesia 230.
los topes» 227b. La teología católica trabaja celosamente hoy día sobre todos los
Sabemos que incluso en la Iglesia moderna no han faltado las planos para proyectar más luz sobre la Ecclesia y sus estructuras.
corrientes opuestas. Hemos visto cómo las ideas conciliares no sólo Esta tarea ecuménica importante ofrece graves dificultades, como
influyeron sobre los galicanos, episcopalianos y febronianos, sino lo debe haber demostrado nuestro estudio en todos sus capítulos.
también sobre los teólogos de la escolástica posterior a la Reforma. En todo caso, no hemos adelantado mucho. Conviene siempre evitar
La verdadera renovación de la eclesiología, que trajo consigo una los extremos que sólo quieren tener en cuenta uno de los polos, y con-
ampliación y una profundización del concepto de la Iglesia y final- servar el camino central que es el único que puede proporcionarnos
mente la Encíclica Mystici corporis, nació durante el siglo XIX, el p~nto de vista exacto sobre la estructura compleja de la Iglesia
principalmente de la escuela de Tubinga. La eclesiología de ]. A. católica. Esto 10 ha explicado J. A. Mohler con mucha exactitud
Móhler, ejerció una influencia particular sobre los teólogos del hace ya casi cincuenta años: (( En la Iglesia se hacen posibles dos
Collegium Romanusn (Penone, Schrader, PassagJia) quienes asu- extremos; ambos se llaman egoísmo. Esto sucede cuando CADA UNO
mieron lo esencial de la preparación del Primer Concilio Vaticano 228. quiere ser el todo o cuando UNO SOLO quiere serlo. En este segundo
Éste insistió al máximo sobre el polo «Papa». Pero condenó no sólo caso los lazos de la unidad se estrechan tanto y el amor es tan ar-
al episcopalismo extremado, sino también al papaJismo extrema- diente que se corre el riesgo de ahogarse. En el primer caso, todo
se encuentra tan dislocado y frío, que se corre el riesgo de helarse.
Por otra parte, uno de estos egoísmos engendra al otro. Por tanto,
era el vicario de Dios en b tierr8 - "el vice-Dios de 13 humanidad" según decía une ni uno solo, ni cada uno han de querer serlo todo. Todos juntos
de ellos - le dedicaban himnos que en e] breviario se dirigen al propio Dios:
pueden serlo todo, ya que sólo la unidad de todos puede formar un
Rerum , Pn.s, tenax {/igor, todo orgánico. Esta es la idea de la Iglesia catóJic~)) 231.
lmmotus in te prrmancns
Da ecrba vitae quae rt.'gant
Agnos , oves et saeculurn 6. CUESTIONES DE DERECHO HUMANO
o bien:

1\ PIO IX. PONTIFICE·REY La historia de la Iglesia confirma las palabras de Mohler sobre
los dos extremos. Es posible dañar a la Iglesia y al ministerio de
Pata Pauperum Pedro de dos maneras: atribuyendo demasiado o demasiado poco
Dato'!' munerum al ministerio de Pedro. La función excesiva de un órgano daña al
Lamen cordium
organismo tanto como su insuficiencia. Se atribuye DEMASIADO POCO
Emiue coclttus
Lucis ituu: radutm
al ministerio de Pedro, cuando Se le considera, en el mejor de los
casos, como una invención humana, como una institución de derecho
Otros ie saludaban con títulos atribuidos a Cristo por las Sagradas Escrituras: "Pontiiex humano y cuando se aprecia en poco la relación interna del papado
sanctus, innocens, impollutus, segregatus a pcccatoribus ct excelsior coelis [actus." Ahora con el gobierno eclesiástico de Pedro fundado sobre la Escritura. Se
bien, estas frases inconvenientes no eran sólo exabruptos debidos a irresponsables. Un le atribuye DEMASIADO, cuando no se toma en serio su carácter de
artículo aparecido en La Civilta cattolica, la revista de los Jesuitas romanos, explicaba que
"cuando el Papa medita, es Dios quien piensa por él"; uno de los obispos ultramonta- servicio en la Iglesia, cuando se le considera un poder de absoluto do-
nos más considerados en Francia, monseñor Bertaud de Tulle, presentaba al Papa como minio y cuando se reduce lo más posible el gobierno y las iniciativas
"El Yerba encarnado que continúa" y el obispo de Ginebra, monseñor Mermillod, no de la Iglesia al gobierno y a las iniciativas del ministerio de Pedro.
dudaba en predicar sobre "las tres encarnaciones de] Hijo de Dios": en el seno de una
Virgen, en la Eucaristía y en el anciano del Vaticano.» 229. Cfr. J. RATZINGER, Primat , Eptsbopai und Successio apostolica, en: Episkopat
227b. J. A. MOHLER, recensión de Th. Katerkarnp, Des ersten Zeitalters der Kirchen- una Pnmat (Friburgo-Basilea-Viena, 1961) 52 Y sig., trad. castellana, Episcopado y primado
gesehiehte l. Abt.: Die Zeit dcr Ver/olgullgen (Münster, 1823), en: Tiibinger Theologischc (Barcelona, Herder, en prensa).
Quartalsehrift, 5 (]823) 497. 230. Cfr. cap. VII, 2.
228. Cfr. W. KASPER. Die Lehrc van dcr Tradition in der Romischcn Scliulc (Giovanni 231. J. A. MOHLER, Die Ein.heit in. del' Kirche odcr das Pnnrip des Katholizisrnus
Perrone, Carlo Passaglia, Clernens Schrader) (Diss. Tiibingen. 1961. Freiburg i. Br., ]962). (editado por J. R. Geiselmann. Darmstadt, ]957) 237.
312 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MII';ISTERIO DE PEDRO Y EL CO);ClI,IO 313

Es cosa de preguntarse si ha dañado más a la Iglesia el exceso o la Pero también a la inversa: LA PALABRA HUMANA NO DEBE CO]\-
insuficiencia del ministerio de Pedro. En todo caso, Mohler tiene VERTIRSE EN PALABRA DE DIOS, debido al hecho de estimar algunas
razón al decir que un mismo egoísmo prueba uno y otro: el papismo doctrinas y proposiciones humanas parecidas a los mandamientos
absoluto preparaba el conciliarismo democrático; éste, a su vez, pre- de Dios. Se trata aquí de un procedimiento idéntico: si se rebaja
paraba la restauración reaccionaria de un papismo absolutista. En la palabra de Dios a una palabra humana, se eleva al propio tiem-
nuestros días, al final de la evolución que en nuestro párrafo anterior po la palabra humana al rango de palabra de Dios: «Y le pregun-
hemos esbozado brevemente, el exceso de la función del ministerio de tan los fariseos y los escribas: ¿ Por qué no caminan tus discípulos
Pedro es el mayor peligro. Resulta evidente que no se intentará, conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen su pan con
de una forma anacrónica, desviar la actual posición del ministerio de manos profanas? Él les dijo: Muy bien profetizó Isaías de vosotros
Pedro hacia la que ocupaba durante el primer o segundo siglos. farsantes, según está escrito, que ese pueblo me honra con los
La historia nos dará a conocer y a reconocer que quizá el proce- labios, mas su corazón anda muy lejos de mí; es vano el culto
so de centralización de la reforma gregoriana fue muy ventajoso: que me rinden, enseñando doctrinas, preceptos de hombres» (Me.
7, 5-7) 233.
la dependencia respecto a los príncipes era a menudo mucho más
apremiante que la dependencia respecto a Roma y son conocidas las Por tanto, cuando la Iglesia traza una raya bien clara entre la
deficiencias de la Iglesia particular alemana. Por otro lado, tam- palabra de Dios y la palabra humana, entre el mandamiento de
poco se pensará contra la historia de manera que se identifiquen Dios y las órdenes de los hombres, entre el derecho divino y el
determinadas formas históricas del ministerio de Pedro con lo que derecho humano, habla de acuerdo con el Evangelio. El mandamien-
to de Dios es, por principio, absoluto e inmutable. El mandamiento
es esencial a él y se declaren necesarias e inmutables para siempre
de los hombres está sometido por principio a condiciones (debe ser
jamás. En la medida en que lo esencial que hay en el ministerio de
relativo, dependiente de los mandamientos de Dios y defendido por
Pedro y que instituyó Cristo no puede realizarse nunca sino en de-
Él) y cambiante (en el curso de la historia puede establecerse v abre-
terminadas formas históricas, en esta misma medida será, por otra
viarse, formarse, deformarse, transformarse y reformase). "
parte, necesario distinguir fundamentalmente entre lo que es obra de
Es una labor propia de la teología y del Derecho Canónico, ha-
Dios y lo que es obra de los hombres, a fin de no perder de vista el cer aparecer esta distinción entre los mandamientos de Dios v de
criterio del Evangelio. La distinción canónica entreius divinum v Jos hombres sobre todos los puntos importantes de la doctrina "y de
ius liúnuuuum (ecciesiosticum )232, no es tan sólo una distinción de la práctica eclesiásticas, a fin de que la palabra humana no se con-
escuela, sino que está fundada sobre el propio Evangelio. En Me. 7, vierta en la palabra de Dios y no se imponga a los hombres como
1-11 (cfr. Mt. 15, 1-9), Cristo dice, contra el legalismo fariseo, que una pesada carga. He aquí la advertencia del Señor: «Lian cargas
no son lo mismo la palabra de Dios y la palabra humana. LA PALA- pesadas e insoportables, y las cargan sobre las espaldas de los hom-
BRA DE DIOS (ANUNCIADA EN LA PALABRA HUMANA) NO DEBE CO:':\VER~ bres, mas ellos ni con el dedo las quieren mover» (Mt. 23, 4).
TlRSE EN PALABRA HUMANA disolviéndose en una proposición y una Esta distinción entre derecho divino y derecho humano reviste
tradición humanas: [Dejáis de lado el mandamiento de Dios para una especial importancia para nuestro problema: ministerio de Pe-
prenderos de la tradición de los hombres. Y les decía: Anuláis sin dro y concilio ecuménico. Según el Derecho Canónico actual, resulta
más el mandamiento de Dios para observar vuestra tradición. Efec-
tivamente, Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; v : El 233. J. SCHMlD, Das Eoangelium nach Murleus (Ratisbona, 3." ed. 1954) 134: "Esta
que maldijere a su padre o a su madre muera sin remisión. Pero "tradición de Jos antiguos" cuyo código de pureza forma sólo una parte, ]" declararon
los escribas y sus partidarios los fariseos. tan santa y obligatoria como la ley de Moisés
vosotros decís: Si alguno dijera a su padre o a su madre: Declaro contenida en el Antiguo Testamento, casi incluso la hicieron remontar como "ley no
korbán (es decir, ofrenda sagrada) todo lo mio que pudieras recla- escrita" a la revelación de Dios en el Sinaí» J. HUBI', Él'angile selon saint Maro' (París,
mar en tu provecho, no le dejáis ya hacer nada por su padre o su 1948) 180: «No les bastó a los fariseos con anteponer los mandamientos de los ho~bres
madre y anuláis la palabra de Dios por la tradición que os habéis a los mandamientos de Dios, guardar los primeros y descuidar los segundos, sino que
transmitido, Y semejantes a éstas, en este género, hacéis muchas anulan y reducen a la nada esta Ley divina. El agravio podía parecer paradójico: ¿no
se ufanaban los fariseos en alzar la tradición oral como una "valla protectora" de la
cosas» (Me. 7, 8-13). Ley escrita? Jesús Va a aportar las pruebas de su acusación. Sin duda alguna, los fariseos
no contradicen el precepto divino para erigirlo públicamente como norma de conducta:
232. cfr. por ejemplo Canon 6; Canon 27, párrafo I. esta forma de proceder DO hubiera sido )'3 hipocresía, sino rebelión clara..
314 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 315

que sólo el PAPA puede convocar, trasladar, aplazar, dar por termi- sencillamente que el concilio debe necesariamente estar unido al
nado o confirmar legalmente los concilios ecuménicos j sólo el PAPA Papa (esto resulta evidente para los católicos), sino probar que tan
puede presidirlos y determinar el objeto y el orden de sus delibera- sólo existiría unión con el Papa si, iure divino, sólo el Papa pudie-
ciones 234. Desde el primer capítulo venimos repitiendo que estas ra convocar el concilio.
disposiciones son de derecho humano y no de derecho divino. Tal Creemos que a) el poder efectivo de la primacía existe iuris divini
como entonces se indicó, debemos ahora precisar esta proposición: en la convocación por el Papa, pero que b) el acto mismo de la con-
el derecho del Papa a convocar se entiende a veces como un ius di- vocación es sólo iuris humani y que, por consiguiente, no está ne-
»inwm. aunque durante largo tiempo no se haya caracterizado así. cesariamente ligado únicamente al poder de primacía en cuanto tal.
Puede en todo caso pensarse que este problema no está aún 10 bas- Nadie hasta ahora ha podido probar que el propio acto de la con-
tante claro ni desenredado. Cuando se dice que el derecho del Papa vocación fuese un ius divinum exclusivo del Papa y en todo caso
para convocar es de iuris divini hay que preguntarse: ¿ Se aplica
J se opondrán los hechos de la historia de los concilios. Mientras que
este ius diuinum al nENO PODER DE PRIMACÍA que ejerce de hecho en cuanto a la primera frase, ha quedado perfectamente claro en la
el PAPA en este momento, o bien al ACTO DE CONVOCACIÓN COMO TAL, Iglesia, por 10 menos desde el Primer Concilio Vaticano, nada obli-
que de una manera formal no se puede identificar con el acto del gatorio ha afirmado .la Igl~sia en cuanto a la segu?da, ni incluso
poder de la primacía? Cuando en esta proposición, se aplica el ius en el Primer Concilio Vaticano. En el Cadex Iuri« Canonici, se
diuinwm. al poder de primacía que actúa de hecho en la convocación, observa más bien que el canon 219 que trata de la transmisión
un ius dunnum, a saber, el de la primacía, debe afirmarse conforme del poder supremo de jurisdicción, al nuevo Papa elegido, apela
a la definición vaticana. Ya que cuando el Papa convoca un concilio al ius di7Jinum; y que el canon 222, que trata de la convocación del
ecuménico, 10 hace ya sin duda alguna como primado de la Iglesia aplazamiento, etc., del concilio ecuménico por el Papa, no apela al
universal. Pero de esto no se sigue que iure divino, sólo el primado ius di"Jinum.
de la Iglesia y nadie más pueda convocar concilios ecuménicos y por La proposición jurídica según la cual tonos los sínodos (y no
tanto que por el derecho divino de la primacía quedaría acordado tan solo los sínodos ecuménicos) deberían ser convocados y dirigi-
para siempre el derecho EXCLUSIVO a conv?car ,concilios. A pria.ri, dos por el Papa, sus actos legislativos y judiciales confirmados
es innegable que un Papa pueda tener la pnrnacia de la Iglesia, 111- por el Papa, proviene de las falsas DERETALES PSEUDO Ismo-
cluso de no ser el único que pueda convocar concilios. De querer RIANAS 235 • «La principal finalidad del falsificador apuntaba de una
negar esto, debería afirmarse a priori. que cualquier acción obliga- manera clarísima a defender a los OBISPOS contra las usurpaciones
toria para la Iglesia universal sólo podría provenir de un solo pas- de los poderes seculares y contra la influencia invasora de los me-
tor SUPREMO. En resumen, el que quisiera relacionar el ius di1Jinum tropolitanos y de los sínodos provinciales. Con esta finalidad, EXAL-
de una convocación por el Papa, no sólo al poder efectivo de prima- TAR EL PODER DEL PAPA que está designado como {(caput iotius orbis,
cía, sino al propio acto de la convocac~ón, debería poder probar le sirve de medio. A él sólo se le atribuye el derecho, ejercido hasta
este ius diinnuin a partir de la Revelación y esto de una manera entonces por los reyes de Francia, de celebrar y confirmar sínodos;
irrefutable. Se sigue, de esta posición del problema, que no basta a él podrían apelar los obispos denunciados; son llevados a su tribu-
para esto presentar sencillamente una prueba de la primacía de nal, por decirlo así, todos los asuntos más importantes (causae
Pedro o del Papa: no se trata sencillamente de saber si la PRIMACÍA maiores. i. e. episcopormn) para un fallo sin apelación; se anulan
corresponde al Papa, sino si EL DERECHO EXCLUSIVO DE CONVOCAR las leyes civiles que se oponen con los Cánones y Decretos del
le corresponde en virtud de la primacía. Todavía más, habría que Papa» 236. E. Amann relata cómo bajo el reinado de Nicolás 1 (858-
probar de una man;:ra irre~utable que, sin el, derecho exclusivo a
convocar, la prtmacia dejaría de ~er una autentica pnI?aCla en el 235. El pseudo Isidoro ya hace reivindicar el derecho de convocación por el papa
Pelagio ¡¡ en favor de la Sede de Roma, cuando pone en sus labios estas palabras: Cum
sentido que le da la Sagrada Escntura - no en el sentido que po- generallUm synodorum conoocandi auctorttas apostolieae sedi beati Petri singulari privilegi?
dría asignarle un absolutismo secular - . O también, tal como in- sit tradtta ct nulla unquam svnodus rata legatur, quae apostoliea auctoritate non [ueri:
tentaremos hacerlo todavía detalladamente: no se trata de probar [ulta, etc. Decretales Pseudoisidori, ed. Hinschius (Leipzig, 1863) 721.
236. K. BIHLMEYER-H. TÜCHLE, Kirchcngeschichtc (Paderborn, 1952) n, 58 y sig.;
234. Codcx Iuris Canonici, Canon 222. cfr. J. LORTZ, Historia de la Iglesia (Madrid, Cuadarrarna , 1961); N. lU:-IG, artículo
Concile, en: Dictionnaire de Draii Canonique (París, 1942) lIJ, 1280; H. E. FEINE,
316 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MI:\TISTERIO DE PEDRO V EL CONCILIO 317

867), el canon falsificado fue presentado en Roma por el obispo Ro- mente el V Concilio de Letrán 241 cuyas pruebas históricas, han sido
tadio de Soissons (depuesto en un sínodo por el arzobispo Hincmaro ya sometidas en parte a la crítica por J. Hergenróther 242. Desde el
de Reims) y aceptado al acto por la Curia Romana 237. Pasó enton- siglo XV, habían empezado ya a surgir serias dudas contra los escritos
ces de! pseudo-Isidoro al Decretum G1'atiani, que ha determinado falseados de Isidoro, entre otros, por Nicolás de Cusa y por Torque-
toda la evolución jurídica medieval y moderna en la Iglesia de Occi- mada; el jesuita F. Torres (1572), que los defendía contra los Cen-
dente. Nada tiene de extraño por tanto si a continuación se ha turiadores de Magdeburgo, fue refutado de una manera decisiva
considerado e! derecho del Papa a convocar, como un derecho EX- por el calvinista D. Blande! (1628).
CLUSIVO del Papa y si debido a ello se ha interpretado toda la his- No obstante, en la teología sistemática, persiste este concepto
toria anterior del Derecho y de la constitución de la Iglesia, a priori, según el cual sólo el Papa podría convocar concilios ecuménicos (de
según un esquema «dogmático». F. X. Seppe!t hace observar muy esta manera se ha limitado la frase que al principio tenía un alean-
justamente, a propósito de las decretales pseudo isidorianas, «que ce general) y de hecho, los habría convocado. Belarmino, al citar
la negación de la idea de evolución en la vida constitucional de la también él al pseudo Isidoro, dice: munus convocandi Concilia ge-
Iglesia, tal como se manifiesta por el hecho de datar en una época neralia ad Romanum Poniijicem proprie periinere ... s sic iamen, ui
anterior disposiciones mucho más tardías y hacer remontar hasta possit etiam alius, Pontifice conseniienie, Concilium indicere, quin
la época post-apostólica ideas y exigencias de un bando eclesiástico etiam satis sit, si indiciionem [actam, ipse postearatam habeat, et
del siglo XIX, ha tenido una influencia funesta» 238. coriirmet 243. Y en una relación histórica, afirma impasiblemente:
Los sínodos generales sólo han sido convocados por el Papa a nullwm esse Concilncm generale Catholicicm a solo Imperatore in-
partir del siglo XII. (Para los sínodos antiguos se procedía... de dictuin, id est, sine consensu, et auctoritote Romani Pontificis 244;
otra forma: Bajo la influencia de un derecho normal en su época intenta probarlo para los cuatro primeros concilios ecuménicos (e
y debido a su menor conocimiento histórico, la Edad Media llegó incluso para el de Sárdica).
a creer que siempre habla sucedido de la misma manera» ~9. Así El concepto de Belarmino (tras el cual -se encuentran también
habla Tomás de Aquino 240 para quien resulta de una absoluta evi- el de Torquernada, Cayetano y jacobazzi) los ha propagado mucha
dencia que e! Papa ticne derecho a convocar sínodos generales. Igual- gente hasta el siglo XIX. Son típicas a este respecto las tesis de!
teólogo romano Carla PASSAGLIA 245. Sus tesis pueden ayudarnos a
Kirchliche Rechtsgeschichte (Wcimar, 1950) 1, 271; H. FUHRMA"''', D", Ü!(Wneullc!Je aclarar nuestro punto de vista para lograr un concepto que pueda
Konzil und setne historischen Grundlagcn , en: Ceschichtc in Wtsscnschajt un d Unicrricht., 12
(1961) 684 Y sig.; C. ANDRESEN, Geschichte del' abcndliindischcn Konzile des Mittcialtcrs ,
defenderse tanto desde el punto de vista teológico como histórico.
en: Die oleumcnischen Koncile del' Clinstcnhcit, editado por H. J. MargulJ (Stuttgart, En su tesis Ir, Passaglia expone con razón que no podría existir
1961) 87-89. concilio ecuménico conforme a la norma del Evangelio, de estar se-
237. E. AMANN, L'époque carollngiennc (Fliche y Marrin, Histoire de I'tglise, 6 parado y desligado de Pedro y sus sucesores: Ad nOY11wn Euangelii
[París, 1947]) 387. "Era aquella quien emprcdió resueltamente la vulgarización de las
Falsas Dccrctalcs. Por no haberla creado, la recopilación del misterioso Isidoro con-
cnristumaeque iraditioni« neque esse neque concipi poiesi oew111.C-
tribuía a darle un singular relieve. El papa Nicolás y sus consejeros leyeron, con curioso nicuin concilium quod a retro eisque successoribus Rornani Pon-
interés, esta colección canónica hasta entonces desconocida y que Rotadio les traía desde
lejos. Así que desde este momento veremos figurar en lo correspondencia pontificia 241. ~hNSr. 32. 967.
-o Anastasia era ahora casi el redactor exclusivo - ideas y argumentos que hasta ahora 242. J. HERGENROTHER en la continuación de Conalicnoeschichte de Hefele (Frci-
se habían descuidado. "No hay concilio válido -- se repetirá - de no haberlo reunido burg, 1887) VIII, 713.
la autoridad de Roma; todos los procesos importantes quedan reservados a Roma, espe- 243. R. BELARMINO, De canciliis (París, 1870) lib. 1, cap. 12, 21 t.
cialmente aquellos en que están implicados obispos; antes de cualquier proceso contra 244. [bid, 214.
un obispo, obligación de volverle a poner en posesión de todos sus derechos y bienes: 245. H. SCHAUF tiene el méríto de haber editado, por Vez primera, estas tesis con
protesta renovada contra cualquier ingerencia civil en materia eclesiástica.' Todo eso que abundantes observaciones: De conciliis oecumenicis. Thcscs Caroli Passaglia de conciliis
expresaban claramente las dccretalcs de los papas antiguos iba a encontrarse de nuevo dequr !wbitll quo ad Romanos pontífices rejeruntur (Roma-Friburgo Er.-Barcelona, 1961).
en los documentos de le curia, el estilo, de ahora en adelante, cambia de forma.» Hubiera sido interesante que el editor hubiera puesto también estas tesis de Passaglia en
238. F. X. SEPPELT, Gescluchtc del' Pdpst« (Munich, 2." ed. 1955) U, 238. relación con la obra, algunos años posterior, La causa di S. Em . il Cardinalc G. d'Andrea
239. F. X. FCNK, KirchengesdlicJ¡tliche Ablrandiungc» IInd Umersuctiungen (Padcr (Turín, J 867); este escrito puede demostrar que la responsabilidad del episcopado en
born, 1897) 1, 39. cuanto a la Iglesia universal (de la que a penas tratan estas tesis) entra totalmente en
240. TO\LÚ nn AQCl~O, Summa t/¡eologiae, U-U, q. 1, a. 10; efr. también ad 2; los de vista teológicos de Passaglia. Cfr. también sobre este asunto la obra anterior
efr. De potentia q. 10, a. 4, ad 13. de De Ecclcsia Christi (Rarisbona, J853-1856).
318 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 319

tificibus diuiswm sit aique seiunctum 246. Y para probarlo vuelve de concilios ecuménicos? El canon 222 10 afirma, y por consiguiente
una forma concisa a la idea clásica de representación: F O1'ma oecu- debemos admitir que por 10 menos ex iure ecclesuisiico (humano),
menici concilii eo coniineiur ut in ipso perque ipsum Christi Eccle- el derecho de convocar concilios corresponde hoy de hecho exclusi-
sic iuridice repraesenietur: est enim oecumenicum concilium »eris- vamente al Papa. También esto es innegable para los católicos de
simaChristi Ecclesiae d'i((Y.é<POJ.((lUlCH~. A tqui ad normam Evangelii hoy. Pero la cuestión decisiva es la siguiente: ¿ Es absolutamente
christianaeque traditionis repraesenuiri nequit Christi Ecclesia sine necesario que sea así y ha sido siempre así? Un concilio ecuménico
suo fundamento sine past01'e oecumenico sine eo qui confirmat fratres que se encuentra perfectamente unido (por 10 menos en un amplio
sine capite visibili et sine centro unitous, id est sine Petro et sine iis sentido) con el Papa, pero que no ha sido convocado por él ¿ no es
in quibwi Petrus vivit et praesidet, Ergo 247. Passaglia, por otra parte, por 10 tanto un concilio ecuménico? ¿ El derecho a convocar con-
en este contexto, no aborda la importante doctrina tradicional según cilios corresponde por tanto exclusivamente al Papa ex iure DI-
la cual un papa puede, él mismo, separarse y desligarse de la Igle- VINO? No se acaba de ver con claridad si por auciore Ctwisto,
sia y del concilio, es decir, por herejía o cisma; en su última te- entiende Passaglia sencillamente el DERECHO del Papa a convocar
sis 248, trata del Concilio de Constanza desde un punto de vista me- (según esta interpretación hemos de admitir su tesis), o bien si por
ramente apologético y mediante argumentos históricos que no re- auciore Christo entiende también la RESTRICCIÓN de este derecho
sultan defendibles para el investigador histórico moderno 249. No sólo al Papa; sus proposiciones no están formuladas en general en
obstante no vamos a detenernos en este punto, ya que fundamental- el sentido exclusivo, sino sencillamente afirmativo; en otro contex-
mente hay que estar de acuerdo con la tesis Ir tal como se presenta. to, admite Passaglia que muchos concilios (al parecer no ecuméni-
La tesis In de Passaglia atribuye al Papa el derecho de convo- cos) fueron convocados ab episcopis Rene1'atim 251. No obstante, pre-
cación: Praestituto discrimine ius inter ac factum coniendimus sumimos que las proposiciones de Passaglia tienen un sentido ex-
l. Romanis Pontiíicilncs auctore Chrisio ius inesse oecumenica con- clusivo: ¿ Sería una garantía para las pruebas de Passaglia? Ha-
cilia conuocandi, tt. hoc iure funditus carere iurn ~miversim politi- ciendo abstracción, por una parte, de los argumentos de tradición,
cos principes ium nominatim ipsos quoque imperaiores, Proinde- de que ya hemos hablado y de los que, por otra, deberemos hablar
que JII. conoocationem imp'eratoribus tributam auerius esse ordinis todavía, Passaglia pone en evidencia dos motivos 252 : 1.0 El Papa
a convocatione vuridica, ac postremo IV. causas non defuisse prop- debe a Jesucristo la universalis iU1'isdictio ecclesiasiica, por tanto
ter quas in evocandis oecurnenicis conciliis suae ueliui partes impe- tiene derecho a convocar concilios. Admitimos el argumento, pero
ratoribus deierreniur 250. En la primera parte de esta tesis, afirma ¿ se deduce de ello que él SOLO tenga ese derecho? 2. 0 El Papa tiene
Passaglia por tanto que, por disposición de Cristo, les toca a los e! deber a) de vigilar que no se ponga en peligro el bien común de
pontífices romanos el derecho de convocar concilios. Puede admitir- la cristiandad, b) de procurar que se adopten los medios necesa-
se esta proposición en el siguiente sentido: En la medida en que rios para el mantenimiento de la Iglesia y la unidad de la fe;
la carga pastoral del conjunto de la Iglesia, en cuanto servicio de tiene por tanto el derecho a convocar concilios. Admitimos tam-
amo!', ha sido confiado por Cristo a Pedro y a sus sucesores, la car- bién este 2.fgumento; pero ¿ se deduce de ello que él SOLO tenga
ga pastoral (y podría decirse mejor: el deber pastoral) incumbe tam- ese derecho?
bién a los sucesores de Pedro en el servicio de la Iglesia, convocar De Jos motivos puestos en evidencia por Passaglia no puede de-
concilios ecuménicos cuando sea necesario. En este hecho tienen, ducirse que e! derecho EXCLUSIVO de convocar concilios corresponda
desde el siglo XII, su «fundamento jurídico» las convocaciones de al Papa ex iure DIVINO. Es raro que en este pasaje no hable Pas-
los concilios por el Papa. Queda también de esta manera justificado saglia en absoluto de! ministerio, cosa que podía tomarse en con-
el canon 222. Todo esto es cosa sabida por los actuales católicos. sideración. Habla de los príncipes y del Emperador, pero ni una
¿ Pero se deduce de todo ello que SÓLO el Papa pueda convocar palabra sobre el episcopado. Ahora bien, es precisamente también
al episcopado a quien corresponde, no sólo el cuidado de cada una
246. C. PASSAGLlA, op. cit., 16. de las diócesis, sino también el cuidado de la Iglesia entera. Los
247. lbid. obispos no son sólo individuos dentro de la Iglesia, sino que por
248. uu., 31-33.
249. Cfr. cap. VII, 3-5. 251. lbid, 18.
250. C. l'ASSAGLlA, op. cit., 16 Y sigo 252 uu., 17.
320 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA El, MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 321

el contrario se encuentran insertos en el COLLEGIUM de los obispos, mal, pero sí en el sentido de un acuerdo cuando menos tácito (libre
que, como tal, sucede al colegio apostólico y al que, como tal, de explicitar el proceso a su gusto). Los antiguos emperadores prac-
queda confiado el cuidado de toda la Iglesia: desde luego no sin ticaron la convocación de esta forma. Y, precisamente, proporcio-
el Papa, sino con el Papa y no obstante también ex iure divino 253. naban una confirmación histórica de la legitimidad de nuestro con-
Por esta razón corresponde al episcopado reunido en concilio ecu- cepto, como veremos muy pronto.
ménico, una potestas, no sólo sobre cada diócesis, sino in uniuersam Debido a que no puede probarse ex iU1'e divino un derecho ex-
ecclesiom i", Lo que dice Passaglia del Papa es válido también, clusivo de convocación por el Papa, este derecho podría - de otro
por tanto, aunque de otra forma, del episcopado. También posee modo que en el actual Codex Iwris Canonici - corresponder tam-
éste una jurisdicción eclesiástica universal; también él tiene el bién a otros o haber correspondido a otros antaño. Por tanto, si gra-
deber de vigilar para que no corra peligro el bien común de la cris- cias a los descubrimientos históricos, pudiéramos demostrar que
tiandad y para hacer que se pongan en práctica los medios propios no fueron convocados por el Papa distintos concilios, generalmente
para el mantenimiento de la Iglesia y de la unidad de la fe. Por reconocidos como ecuménicos, sino por alguien distinto, entonces ya
esta razón es posible pensar (cosa que no ha previsto el derecho no sería necesario recurrir a hechos históricos y tampoco sería nece-
actualmente en vigor) que, en circunstancias particulares, la con- sario construir hipótesis jurídicas y decir: este derecho debió de-
vocación de un concilio corresponda al episcopado, que el episcopa legarlo el Papa a otro (por ejemplo al Emperador), aunque una de-
do de los diferentes países (y por tanto también el Papa) se ponga legación no sea en manera alguna demostrable, aunque aparezca
de acuerdo para reunir un concilio. De esta manera cabe pensar en quizá inverosímil, incluso imposible. En ese caso es inútil aplicar
la posibilidad de que en caso de imposibilidad del Papa (interna- a los hechos distinciones a priori y decir: ese otro sólo debió con-
miento, encarcelamiento o incluso enfermedad mental) el episcopa- vocar el concilio de jacto y no de iure, materiauier pero no forma-
do no se encontraría detenido en una época tan peligrosa para la liier, opitulative, pero no auctovuauue. Todas las ficciones jurídi-
Iglesia, sino que podría por propia iniciativa reunirse en concilio; cas que violentan los hechos y las distinciones canónicas son super-
entonces, empleando las palabras de Passaglia, no estaría divisus
fluas en ese caso. No necesitamos valernos del método dogmático
atque seiuncius a succeSSOTe Petri, sino en unión espiritual con él
contra el método histórico, a fin de convertir en no auténtica, pre-
Suárez va incluso más lejos, tal como hemos visto. Aunque abogue
cisamente de esta manera, nuestra dogmática a Jos ojos de los his-
en favor del derecho del Papa para convocar un concilio, dice clara-
toriadores que se apoyan sobre hechos. Podemos más bien, sin
mente: A un Papa que se hubiera separado él mismo, mediante un
privar de nada a la primacía, tomar tranquilamente los hechos tal
cisma, del cuerpo de la Iglesia (buscando por ejemplo excomulgar
como son y construir nuestra teología sobre los hechos.
a toda la Iglesia o bien derribando las tradiciones apostólicas) y que
Passaglia, debido a que parte de una presuposición no probada,
al propio tiempo intentara impedir un concilio, no haría falta obe-
incluso falsa, o en todo caso insuficientemente discernida, se ve
decerle, porque un Papa semejante, en un caso parecido, usaría de
su poder pastoral contra la justicia y el bien de la Iglesia universal. obligado a recurrir a hipótesis y violentar hechos históricos. Para
En semejantes circunstancias, el episcopado podría reunirse inme- probar su tesis desde el punto de vista histórico, apela todavía en
diatamente, a pesar elel Papa, en concilio ecuménico 255. pleno siglo XIX a los documentos falseados de Isidoro 256, y entonces
En momentos de peligro y ele crisis para la Iglesia, no se podrá distingue de una forma a priori entre ius y factum 257, intenta poner
negar ex iure DIVINO a los laicos, incluso, el derecho a CONVOCAR en tela de juicio la convocación ele los primeros concilios ecuméni-
concilios para el bien de la Iglesia, a condición que, por lo menos cos por el emperador y quiere probar históricamente que la convo-
en principio, estén apoyados por la Iglesia universal (es decir, el cación de los primeros concilios ecuménicos estuvo condicionada por
propio episcopado con el Papa), sin orden formal, sin acuerdo for- una orden, una exhortación o un asentimiento del obispo de Roma:
ex historia conciliorum non obscure demonstrari pleracue omnui
253. Cfr. cap. VII, 2. concilia ad VIII usqtie, quorum euocaiio imperaumbus tribuituy,
254. Coda luris Canonici, Canon 228, párrafo l.
255. F. SU.ÜEZ, De charitatc, Dtsputatio XII de schisniate , sectio 1 (OpCI'rI omnia,
París, 1858) 12, 733 Y sig.; De fide throlooica, Disptaauo X de S""'1110 Pontifice, scctio VI 256. C. PASSAGLlA, op. cit., 17.
(Opera 0111nia , París, 1858) 12, 317 Y sigo 257. ¡bid, 18.

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322 ESTRlJCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 323
non juisse ab iisdem indicta cura muiurn adnoriationem. censen- logo neoescolástico M.-J. SCHEEBEN 26], que había escrito durante
S10nque Romani A ntistitis 258. la época del Primer Concilio Vaticano, un artículo de violenta po-
No obstante, no seremos injustos con tan eminente teólogo que, lémica apologética contra r. von Dóllinger y J. Fr. ven Schulte
en muchas materias eclesiológicas (especialmente relativas a la no y luego tanto en su doctrina sobre el conocimiento dogmático 26\
necesicl~d de un Estado pontificio de l~ Iglesia), presentó tesis muy como en los artículos «concilio» del Kirehenlexikon 265 y del Sta-
progresistas. La historia de la Iglesia no ha proporcionado sus luces atslexikon 266, había tomado partido sobre la teología del concilio 26'7,
decisivas sino quince años después de los cursos de Passavlia, La desde un punto de vista de teología sistemática 268. Sin meditar en
justificación histórica de Belarmino, que se encontraba también en el fundamento histórico de la cuestión histórica planteada entonces,
posición secundaria en Passaglia (y Thomassin), había sido, en se declaró nuevamente en favor del concepto de Belarmino: «(Según
verd~d, corregida por el historiógrafo de los concilios, C. J. HEFELE, este concepto, la relación de derecho consistía esencialmente enton-
en diversos puntos, pero mantenida en su conjunto 259. Debido a ello, ces, igual que hoy, en que el Papa era el único convocador en el sen-
l~ teor~a. de Belarrnino obtuvo una gran acogida, F. X. Funk, ha- tido jurídico y autoritativo. La única diferencia consistía en que
bla recibido este concepto de Hefele, de quien fue alumno y suce- el Papa dejó en manos del Emperador la ejecución de la convoca-
sor en la cátedra doctrinal de la historia de la Iglesia en Tubinca ción al propio tiempo que la preparación de las medidas suscepti-
y. él mismo lo presentó durante mucho tiempo. No obstante, estu~ bles de favorecer o servir a la realización material del concilio (por
diando más de cerca los antiguos concilios, Funck no cesó de refle- ejemplo, cuidar los medios de transporte y la organización respecto
xionar, hasta el punto de abandonar estas teorías como contrarias al lugar de reunión de la asamblea) y luego, por otra parte, según
a los hechos. Su investigación histórica le demostró claramente que las circunstancias, se vio obligado a transigir en el reparto de su
los emperadores habían convocado concilios de una manera que de- autoridad, con los deseos y proposiciones del Emperador y también
mostraba ser para ellos un derecho que les pertenecía y que, por con la peligrosa situación creada por la intrusión de este último» 269.
tanto, no podía hablarse, estrictamente hablando, de una coopera- A propósito del informe de Scheeben, F. X. Funck hace obser-
ción al propio acto, o de una participación a ese mismo acto por var: <rEl informe nada deja que desear en "cuanto a precisión y si
parte del Papa. Funck presentó primeramente su concepto modifi- los principios fuesen tan sólidos como 10 es el lenguaje, se haría
cado en la Realenzyklopaedie der christiichen Altertümer de difícil alzarse contra ellos. Esta suposición es sin embargo total-
Kraus 260, debido a la cual se le atacó, y volvió a tratar de este asun- mente inexacta. No se nos aporta tanto una prueba histórica, a pe-
to en la TiibingeT Theologische QuaTtalschrijt, en 1882 261 • Más sar de que la esperábamos, como una construcción dogmática, o
mejor dicho - ya que aquí no se discute dogma alguno - una cons-
ad;lante. dijo .refiriéndose a ésto: (No podía esperar que mi opi-
trucción dialéctica. Las dificultades contrarias al punto de vista que
n.lOn ~e impusiera de golpe, porque no ignoraba que el progreso de la
ciencia no se había llevado a cabo sino al precio de rudos combates,
se defiende, se dejan de lado a la hora de la explicación; 110 se hu-
que centenares de puntos que hoy tenemos por verdades establecidas bieran podido tomar en serio, es decir, razonablemente no hubiera
sólo se fueron aceptando poco a poco, después de haberse tenido
263. Sobre la bibliografía y biografía de Scheeben, H. J. HECKER publica datos deta-
por. erróneos durante mucho tiempo. Por otra parte, me concedían llados en: Chrontk dcr Regenten, Dozenten und (ji(onomen im Priestcrseminar des
oficiosamente su conformidad sabios reconocidos como eminentes' Erzbistums Koln, 1615·1950 (Studien zur Kólner Kirchengeschichte 1 [Düsseldorf, 1952])
pero otros creyeron un deber rechazarla 262, ' 187'·193.
Quien principalmente se declaró contra Funk fue el gran teó- 264. M. J. SCHEEBEN, Handbuch del' katholiseizen Dogmaiili 1: T!zeologiseize Erlecnntms-
leh"e, editado por M. Grabmann (Ges. Schriitcn, edil. por J. Hofer, m, Freiburg. i. Br.,
31959) 242·261.
258, lbid. 19, 265. M. l. SCHEEBEN, artículo Concil, en: Kirclicnlcxilcon editado por Wetzer y
259, C, J. \0"1 HUELE, Conciliengcschichte (Frciburg 1. Br., 21873) r, 5·15. Welte (Freiburg i. Br., 2.a ed, 1884) III. 779·810.
260.. F. X. FUNK, artículo: Concilien, en. Rcol-Encyclopddie del' christlichen Alter. 266. M. J. SCHEEBEN, art. Coneil, en: Staatsle xileon (Freiburg i. Br., 1899), I, 1475·1502.
tümer (Freiburg i. Br., 1882) 1, 320, 321. 267. Cfr. 1. SCHEFFCZYK, Die Lehranschauungcn Matthias [oseph Scheebens iiber das
261. F. X. Fu"l~, Der romische Stuhl und die allgemeinen Synoden des christlichen akumenische Konztl, en: Tübinger Theologische Quartalschrift, \4\ (196\) 129·173.
Altertums , en: Tubmger Theologzsche Quartalschrift, 64 (1882) 561·602. 268. Especialmente en: Kirchenlcxikon, loe. cir., m, 790 y sigo
" 262. F. ?,. FVNK, Die Berufung del' okumenischen Synoden des Altcrtums , en sus 269. M. J. SCHEEBEN, artículo Conctl, en: Kinheniexikon (Freiburg i. Br., 2.a ed.
Kirchengeschichtlichen AbhandZungen und Untersuchunyen (Paderborn, 1897) r, 41. 1884) m, 791.
324 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CO:t\"CILIO 325
podido ser así, como si nuestra razón, es decir, nuestra concepción nes muestran, con toda la precisión requerida, y ponen de mam-
moderna, fuera una regla absoluta para juzgar el pasado; y para fiesta lo que debemos retener de la afirmación de Scheeben, según
proporcionar cuando menos a la tesis una semejanza de prueba, se la cual sería evidente que los emperadores cristianos no pudieron
hacen juegos malabares con los conceptos, lo que de por sí mismo intervenir personalmente en el asunto o sin un acuerdo previo con
traiciona que no se dispone de pruebas, propiamente hablando. Al el Papa. La evidencia presumida de la imposibilidad, descansa
principio, totalmente de acuerdo con la teoría, se trata de una dele- en una idea que no encuentra apoyo alguno en las fuentes. Pero
gación y de una procuración, de la que necesitaría el Emperador la convocación de los concilios no Se reivindicó sólo por los em-
para intervenir de parte de la Sede apostólica. De la procuración, peradores como un derecho, sino que les fue reconocida por sus
porque no existe decididamente forma de probarla, se llega a una propios contemporáneos. Esto proviene de que el acto en su conjun-
connivencia, como si fuese lo mismo y porque, incluso para pro- to es atribuido unánimemente por los antiguos a los emperadores,
bar esta última existen muchas dificultades, se la reemplaza final- más exactamente sólo a los emperadores, sin pensar en un tercero
mente por una simple presunción. Por tanto, toda la consideración o en el derecho de un tercero a tomar una participación decisiva
descansa finalmente sobre esta última, contra la cual hablan tan en el debate sobre este asunto» 2'14.
alto los testimonios históricos. La debilidad de las pruebas es por Después de haber examinado de cerca las dificultades contra
tanto evidente. Por el mismo motivo, podría hablarse también de este concepto 275, Funck afirma: «Según estos testimonios no se
una procuración por los patriarcas orientales, como de una delega- puede ya dudar: de la misma manera que la convocación de los an-
ción por el Papa, ya que los elementos que se ponen en evidencia tiguos concilios ha sido reivindicada como nn derecho por los em-
se encuentran también entre ellos en cuanto a 10 esencial. Por tanto peradores, de la misma manera fue reconocida como tal por sus con-
hay que admitir a éstos también como necesarios o, de no quererlo, temporáneos. Es verdad que Scheeben piensa que se exige un absur-
reconocer que no están probados» 270. do de los papas, cuando se les deja tratar de esta manera. Otros
La cuestión es que la réplica de Scheeben (y también el haber no están de acuerdo con él y si hubiese examinado más atentamente
tomado partido de una forma parecida }. Blótzer) fue la causa de el estado de cosas, hubiera, en todo caso, juzgado de otra forma.
que Funk se aplicara, hasta en los menores detal1es, a la cuestión Después de todo, la actitud en cuestión es un hecho y continuará
de la convocación del concilio que, hasta entonces, no se había tra- siéndolo, aunque se la declare absurda con mucho aplomo. Por me-
tado nunca metódicamente y al propio tiempo exhaustivamente. dio de semejantes juicios, nada se obtendrá en el terreno histórico.
Buscó ante todo los numerosos escritos de convocación que se con- Ponen en peligro, por el contrario, la causa que quieren servir y
servaban todavía 271 , después las cuatro declaraciones imperiales a en lugar de una defensa, se convierte en un fallo fiscal. De hecho,
los sínodos (tres escritos y un discurso) que se han conservado 272 no se hace necesario semejante mentís. La convocación por parte
y, finalmente, las declaraciones de Constantino el Grande relativas del Emperador se opone, es cierto, a las ulteriores disposiciones del
al sínodo de Nicea 273 • He aquí el resultado obtenido por Funck : Derecho Canónico. Pero tampoco es un absurdo de tal magnitud
«De lo que acabamos de decir resulta que los emperadores han con- que sea imposible comprenderlo?",
siderado la convocación de los concilios como un asunto sobre el Funck salió vencedor del combate 277. Todos los historiadores com-
cual debían decidir ellos mismos, incluso si se servían de los con-
sejos de varios obispos. Dirigían el propio acto a aquéllos sXL6~ lY¡~ 274. tu«, 1, 56 Y sigo
2%xlY¡(jia~ y, en estas cosas, se consideraban ellos mismos como 275. lbui., 1, 52-70.
276. F. X. FUNK, op. cit., J, 70; cfr. sobre este asunto los desarrollos que describen
obispos, tal como Constantino el Grande lo declaraba ya de una de forma todavía más concreta e! pape! del emperador en los concilios ecuménicos, pá-
manera expresa (Eus. V. C. IV, 24). No piensan en absoluto ne- ginas 70-75; el epílogo del mismo tratado, pág. 498-598, y, finalmente, la disertación:
cesitar la conformidad de un obispo particular, aunque se tratara Zur Frage nach der Be,.ufung der allgemcincn Svnoden des Altertums, en sus Kirchen-
del Papa. Los escritos de convocación alegados y otras declaracio- gesc1l1Chtlichen Abbandlugen und Uniersuchugen (Paderborn, 1907) III, 143-149; cfr. 406-439.
277. H. SeHAuF, en su nota 8, muy detallada, sobre C. PASSAGLlA, De conaliis occtt-
270. F. X. FUNK, Die Berufung del' okumenischen Synodcn des Altcrtums , en sus menicis (Roma-Friburgo Br.-Barcclona, 1961) 43-48, desarolla la controversia inversamente:
Kirchengeschicl¡tlichen Abha1ldlungen und Untersuchungen (Paderborn, 1897) 1, 42 Y sigo empieza por Funk y termina por Scheebcn, de forma que el vencido aparece como ven-
271. lbid, 1, 44-52. cedor. Hubiera sido interesante que tanto en este punto como en otros párrafos importantes,
272. lbid., 1, 52-55. ins notas del editor hubiesen corregido las tesis del autor teniendo en cuenta el estado
273. Ibui., 1, 55 Y sigo actual de 13 hisroriograíia, como lo ha hecho en parte. Por ejemplo, el teólogo dogmático
326 ESTRüCTl'RAS DE LA IGI,ESIA E!' MINISTERIO DE PEDRO Y El, CONCII,IO 327
peten tes están hoy de acuerdo con Funck contra Scheeben (Kneller, rial, que no era en manera alguna una simple formalidad. Por
etcétera). Reviste una importancia particular el testimonio del sabio otro lado, la Iglesia debía regirse por la propia Iglesia» 278.
editor de las Acta Conciliorum Oecwmenicorum, que escribe: «Sólo El concepto históricamente exacto está representado en cualquier
al Emperador le asiste el derecho de convocar un sínodo de impe- caso por: para Nicea, por V. Grumel 279 y por G. Bardy 280, para
rio, cuyas negociaciones, para que sean legítimas, deben empezar el conjunto de concilios del siglo IV, por M. Goemans 281 y para Jos
por la lectura oficial del mensaje imperial insertado en las Actas, antiguos concilios, sobre todo por Fr. Dvornik 282. El derecho del
que le ordena reunirse y le asigna las cuestiones litigiosas que debe sínodo imperial se estudió de una manera particularmente precisa
por A. Michel 283, quien estudia los detalles: «Si por su derecho de
fallar. El Emperador disfruta de amplia libertad para asistir a las
sesiones, ya sea en persona ya por medio de sus oficiales, incluso nombramiento, se encontraba el Emperador al principio de los pon-
tificados más importantes, se encontraba también, por el DERECHO
hasta para dirigirlas. El intento realizado por Teodosio II para SINODAL, al principio, en medio y al final de los más importantes
renunciar al ejercicio de este derecho obtuvo un total fracaso y sus sínodos. Si en el primer caso dominaba los ministerios particulares,
sucesores, la pareja imperial Pulqueria y Marciano, sometieron el en el segundo su influyente poder alcanzaba a la totalidad de la
Concilio de Calcedonia a la dirección de los más altos dignatarios Iglesia griega. Ya que los sínodos, en especial aquellos que se de-
del imperio, cuya energía nada dejó que desear. justiniano ordenó nominan ecuménicos, eran el órgano más importante de la vida
al Concilio imperial de Constantinopla que ejecutara sus órdenes eclesiástica, mediante los cuales ejercía la jerarquía, CORPORATIVA-
con obediencia. A continuación, se comprende que las decisiones MENTE, su ministerio doctrinal y su tarea pastoral. .. Los empera-
adoptadas por el sínodo imperial precisaban la confirmación impe- dores reivindicaron en sus atribuciones el simple derecho de CONVO-
CAR CONCILIOS ECUMÉNICOS, pero un derecho indiscutible. "Esta es

de Tubinga, L. SCHEFFCZYK, Die LehmnschauulIgen M. ]. Schcebens iibcr das o/(lltllenisdJe


mi voluntad" dice ya Constantino en su convocación al Concilio
Konzil , en: Tubinger Theologische Quartalschrift, 141 (196l) 164·166, ha corregido las tesis de Nicea, "que os reunáis todos en dicha ciudad". Sólo los empe-
sistemáticas de Schecbcu con la ayuda de los datos de la' historia: «Está indicado además, radores poseían el derecho a semejante convócatoria ; por eSO nadie
partiendo de los hechos exteriores y dirigiéndose a los interiores, instituir una crítica de las se la discutió, sino que les fue atribuida definitivamente de una
pruebas históricas sobre las cuales Scheeben ha fundado sus investigaciones dogmáticas. No manera expresa y negada al Papa. Incluso personas como Atanasia
habrá que negarse a reconocer el esfuerzo llevado a cabo para valorar de esta manera los
hechos históricos en la discusión dogmática. Pero tampoco hay que olvidar quc el sentido
de los hechos hsróricos resalta no obstante claramente bajo la luz de la idea dogmática
278. E. SCHWARTZ, Übcr die Reichsbonsiiien uon Theodosius bis [ustinian , en:
sobre la naturaleza del concilio y que la ambigüedad del desarrollo de esta institución en
rr
Zcitschriit der Savigny-Stiftul1g tii,. Rechtsgeschich;c. Kanonist-Abt, (1921) 209.
e! curso de la historia de la Iglesia se ha subestimado. Por tanto, la afirmación según la
279. V. GRUMEL, Le siege de Rome et le concite de Nicée. Conuocauon et présidence ,
cual el origen de los concilios generales se refiere directamente al concilio apostólico no en: Echos d'Onent, 28 (1925) 411·415.
es concluyente desde el punto de vista de la historia. Tampoco concuerda con los hechos 280. G. BARDY, De la paix constantinicnnc ií la mort de Théodosc (Fliche y Martin,
Histoirc de l'Église, 3 [París, 1950]) 80, prueba que el Concilio de Nicea fue convocado
la descripción dc l:t relación entrc los papas y los emperadores cn la convocación de los
por Constantino y hace observar que, en la búsqueda de una distinción entre una «con-
antiguos concilios, descripción en la cual Scheeben tiene tendencia a mantener cuando
vocación forma]" de! Papa y una «convocación materia]" del Emperador, «existe una
menos una presunción en favor de la connivencia de los papas. Igualmente, la afirma-
ción según la cual los más antiguos concilios servían ante todo para ejccutar , promulgar sutilidad totalmente inútil».
281. M. GOEMANS, Het algemecn concilie in de vierde ecuio (Nimega-Utrech, 1945)
y ratificar los juicios ya pronunciados por el Papa no se justifica por las variaciones de
285: «Era únicamente e! Emperador quien CONVOCABA e! concilio incluso el concilio gene-
la relación entre la Iglesia romana y los sínodos generales del primer milenio. Es lo que
ral, ya que lo consideraba como un asunto que pcrtencía por derecho al basileus y de!
demuestran precisamente los ejemplos históricos que Scheeben manifiesta aquí para apoyar
que sólo él podía decidir, sin que ninguna colaboración, aprobación o ir.vitnción de un se-
SLl afirmación) a saber, las alusiones al tercer y cuarto concilios generales. En el caso
oundo, especialmente del obispo de Roma, se hiciese necesaria. Y Jos contemporáneos,
de! Concilio de Éfcso , Schecben descuida por ejemplo el hecho, puesto de manifiesto de
incluso los Padres conciliares y ]05 papas, atribuían también al Emperador este derecho
manera muy evidente por Hcíc1e, que el concilio, desde su primera sesión. no com-
a convocar concilios, incluso concilios generales. Por otra parte era también el Emperador
prendió en absoluto que su tarea consistiera únicamente en adoptar el juicio de Roma sobre
quien disolvia el concilio y autorizaba a los Padres para que regresaran a sus casas.»
Nestorio y es por ello que ha instituido una nueva investigación sobre la ortodoxia de
282. F. DVORNIK, De auctontate civili in conciliis oecumenias , en: Acta VI. Conucntns
Nesrorio. Por otra parte, después de este examen, prestó su conformidad al punto de
Vclchradensis (Olmütz, 1933) 156-167; Empe1'01'S, Popes and General Councils , en:
vista del Papa. Pero cn lo que se refiere a Calcedonia, el concilio aceptó, es verdad,
Dumbarton Oaks Papers , 6 (Cambridge, Massachusetts, 1951) 1-23.
e! escrito doctrinal de León el Grande, pero incluso entonces elaboró y proclamó, a pesar
283. A. MICHEL, Die Kaisermacht in del' Ostlarche (843-1204), en: Ostkirclzlic!ze Stu-
de la oposición de los legados pontificios, una nueva fórmula de fe, que representaba un
dien, 2 (1953) 1-35, 89-109; 3 (1954) 1-28, 133-163; 4 (1955) 1-42, 221·260; 5 (1956) 1·32.
progreso en relación con las formulaciones del Papa."
328 ESTRUCTURAS DE J,A IGLESIA
EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 329
y León Magno, pidieron con insistencia a la Corte que convoca-
ra el sínodo de Sárdica y un sínodo italiano. Cuando debido a las en el s,ínodo de. Cart~go contra los donatistas, un tribuno imperial
circunstancias varió el criterio de León, el emperador Marciano aseguro la presidencia ; luego, a su vez, el emperador Constancia
convencido de ser el único competente, convocó pese al Papa el en persona, durante el célebre sínodo de la dedicación el año 341
concilio en Nicea-Calcedonia. Pero el papa Vi~ilio no acudió al en Antioquía, Lo mismo sucedió todavía durante el octavo concilio
V C~ncilio ecu~nénico (55~), como lo indica el propio patriarca Ce- contra ~ocio, el añ? 86~-870. Es cierto que León Magno dio por
rulano. A partir de los SIglos VI y VII sólo se consideraban válidos establecida la presidencia de sus legados en Calcedonia (451),
los sínodos reunidos por orden del Emperador. Debido a ello los después que el mandatario imperial, Dioscoro, hubo dirigido por
obispos del Concilio «Quinisexto» (691), en sus palabras de Ielici- camin?s heréticos el sínodo denominado "latrocinio de Éfeso" (449),
tación a justiniano II, declaran que el Emperador "ha convocado pero sm que esto contara después. Fue más bien el comisario Can-
este santo sínodo ecuménico, elegido por Dios". Durante el año 784 didiana q~ien aseguró enérgicamente la presidencia. Pero siempre
la emperatriz Irene hace saber sencillamente al papa Adriano: a los enviados del Papa "se les destinaron los primeros sitios"
"Hemos decidido un concilio'<» 284. (pmesidebant), y hubo papas que gracias a su constante iniciativa
No es necesario citar otros testimonios; H. Jedin hace observar impusieron una dirección ortodoxa a la mayoría de los concilios
brevemente: «La cuestión que, a partir de la Reforma, tan viva- ecuménicos y llegaron a dominarlos incluso moralmente mediante
m;n.te se ha discutido e~ lo~ últimos tiempos. entre el teólogo dog- sus mensajes y legados. Pero en Calcedonia, las aclamaciones exal-
mático Scheeben y el historiador de la Iglesia Funck, a saber, si taron al .emperador Marcian~ ~o~o doctor de la fe. El emperador
los emperadores al convocar los antiguos concilios contaban de an- Constantino IV Paganato dirigió, personalmente, la mayoría de
temano con la aprobación o incluso con el encargo de los obispos de las . sesi~nes. d~l VI Concilio ecuménico de Constantinopla (680-681)
Roma, en rea.1idad parece haber quedado resuelta negativamente» 285. e hIZO distribuir las Actas entre los patriarcas. Durante el VII Con-
Cuando se distinga claramente entre la orden de Dios y la ordeIl cilio ~cuménico de Nicea (787), ostentó la presidencia el patriarca
de los hombres, el derecho divino y el derecho humano, y cuando Tarasio, nombrado por la emperatriz Irene, de quien había sido
no sólo los dogmáticos sino también los historiadores - lo que no e~ ot~a época l?reside~te. de la cancill~,ría imperial, aunque unos co-
sucede siempre, ni mucho menos - vean claramente que en las misarios imperiales asistiesen a la sesion. Por otra parte, al final del
cuestiones de la convocación, de la dirección y de la confirmación Concilio, la propia emperatriz apareció junto con su hijo Constantino
de los concilios ecuménicos, se trata antes que nada del derecho p.1al1teó la c~est~sn decis.i:ra del con;el1timiento y fue la primera el;
HUMANO, entonces podrá evitarse el conflicto entre el dogma v la firmar la definición. Basilio I ostento la presidencia del llamado VIII
historia. Entonces los dogmáticos ya no tendrán motivo para s~nti~ concilio ecuménico (869-870) "con toda naturalidad" e hizo examinar
U!la c?nstante ansiedad frente a los hechos de la historia, ni los en su presencia otra. vez las cartas credenciales de los legados ro-
lllstona~ores frente a las censuras de la dogmática. manos, con gran enojo por parte de éstos; pasó revista nuevamente
Debido a que entrar en más detaIIes acerca de la problemática al asunto de Focio, en lugar de aceptar simplemente el juicio de
de la dirección y de la confirmación de los concilios, desde el pUnto ~eposicisn del concilio romano.; hizo leer el discurso de apertura,
de vista d.e la historia? nos. llevarí~ d~ma~iado lejos, demos tan sólo l11te~rogo ~,los allegados a FocJO, constató el consensus y, en su au-
para terminar dos testimonios que indicarán una orientación general: sencia, dejó la presidencia en manos de comisarios, particularmente
al patricio Baanés, quienes "desempeñaron un papel importante".
"~) Presidencia JI dirección. - «Los emperadores, por su parte, ~ra esto lo que esperaba el patriarca de Alejandría cuando, al diri-
poseían por derecho LA PRESIDENCIA Y LA DIRECCIÓN DETERMINANTE girse al Emperador le llamaba "jefe supremo y doctor" del concilio.
en primer lugar de los sínodos G~NERALE~, aunque muy a mel1ud~ Por tanto, la "dirección" imperial se convirtió durante un tiempo
estuvieran encargados de ellos obispos eminentes o comisarios civi- en un "elemento formal" de los sínodos ecuménicos» 2SG.
les. En este terreno se hace casi imposible distinguir los asuntos
eclesiásticos de fuero interno y de fuero externo. Ya por el año 315 , B) Confirmación de los sínodos. - «No puede sostenerse nin-
guna de las pruebas acostumbradas en favor de la aprobación ponti-
284. A. MICHEL, op. cit, 3 (1954) 1 Y sigo
285. H. ) EDIN, Breve historia de los concilios (Barcelona, Herder, J 963) 19.
286. A. MICHEL, op. cis., 3 (1954) 7 Y sigo
330 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA EL MINISTERIO DE PEDRO Y EL CONCILIO 331

ficia ele los antiguos sínodos, después del examen científico que cuanto es un servicio de amor para la unidad cristiana; y en esto,
acabamos de llevar a cabo. Puesto que el trabajo de la prueba in- puede servirnos de lección Constanza.
cumbe a quienes abogan la teoría de la aprobación, resulta que ya Pero la pregunta que nos plantean de inmediato los protestantes
está probado que este concepto es insostenible. Pero esto mismo es la siguiente: ¿ renunciamiento incluso en la doctrina? ¿ Qué
puede probarse de una manera positiva. Diversos sínodos Se expre- ocurre entonces con la infalibilidad de las decisiones conciliares y
san, respecto a sus decisiones, de tal manera que queda excluida pontificias?
cualquier aprobación. Consideraban estas decisiones como válidas
por sí mismas. En un sínodo se indicó como significativo el hecho
de que la promulgación se realizaba antes de la pretendida confir-
mación. Este punto merece no obstante un examen aún más minu-
cioso. Hasta ahora, y por lo que he podido comprobar, ha sido
al vidado por la literatura católica; al principio tampoco había caído
en la cuenta. Pero es importantísimo y caso de que mi exposición
dejara subsistir una sola duda, ella debiera hacerla desaparecer
para siempre... Los hechos hablan por sí mismos. La forma de
actuar prueba clara e irrefutablemente que no se consideraba la legiti-
midad de las decisiones como dependiente de una confirmación sub-
siguiente de la Sede romana. De otra manera no se hubiesen podido
publicar decisiones y el Emperador 110 hubiera podido darles fuer-
za de ley antes de que se hubiera concedido esta confirmación» 287.
Lo que se ha dicho en este capítulo con-stituye también una res-
puesta positiva a la cuestión FUNDAMENTAL de Martín Lutero sobre
la convocación del concilio. Por el hecho de que también nosotros
presentemos algo como FUNDAMENTALMENTE de derecho humano (o
eclesiástico), no decimos por ello que PRÁC1'ICAMENTE todas las po-
sibilidades sean igualmente válidas o incluso solamente deseables.
No hemos de exponer aquí cuál podría ser hoy en día el sistema
práctico de eventuales concilios de unión. Lo cierto es que alegra
el ánimo, en la perspectiva del retorno de los cristianos separados a
la unidad, comprobar que el concepto de la Iglesia católica 11C deja
todas las puertas cerradas, sino que queda un amplio margell para
un serio encuentro ecuménico. Por ello no tenemos que hacernos ilu-
siones. El camino que conduce a la vuelta a la unidad es largo y pe-
noso y no sólo en teología. El camino que conduce a la vuelta a la
unidad exige paciencia, penitencia, anténticos renunciamientos en el
terreno de cuanto en la Iglesia es relativo, renunciamiento por parte
de todos los interesados, ninguno de los cuales está en verdad exento
de culpa; renunciamiento por parte del ministerio de Pedro en

287. F. X. FUNK, Die piipstliche Bestdtigung da acht asten allgcmeinen Synoden,


en sus Kirchengeschichtlichen Abhandlungen und Untersuchungen (Paderborn, 1897)
1, 119 Y 121.
CAPÍTULO VIII

¿Qué significa Infalible?

1. LA FALIBILIDAD DE LOS CONCILIOS SEGÚN LUTERO


Y CALVINO

Las primeras luchas de LUTERO con sus adversarios le llevaron


ya, como hemos hecho observar, a admitir que los concilios pueden
equivocarse: ... iam Papa quam. concilucm potest errare (Respuesta
a Prierias el año 1518) 1; e incluso que los concilios se han equi-
vacado: Conseniio cum d. doctore, q1wd conciliorum siatuia in iis
que sunt fidei sunt omni modo amplectenda: hoc SOI1l111 l1úhi reservo,
quod et reseruandum esi, concilium aliquando errasse et aliquando
jJosse errare, presertin« in iis que non sunt jidei, nec habet conci-
lium aucioritaiem nOVOl'um articulorum conderulorurn in iide: alio-
quin tot iandem habebimus articulos quoi hominum 'opiniones
(Disputa con Eck el año 1519) 2. Lutero se vio obligado por Eck a
hacer esta afirmación a propósito de la reprobación de Bus por el
Concilio de Constanza. En sus Operauones in Psclmos, se coloca
violentamente contra el conciliobulurn Satanae de Constanza 3. La
afirmación de la falibilidad de los concilios (v del de Constanza en
particular), fue el principal motivo de que el .Emperador y los prín-
cipes abandonaran a Lutero en la Dieta de Worms el año 1521
y fuese excluido del imperio 4. Durante el interrogatorio, el canci-
ller de Tréveris, Juan Eck, comprometió a Lutero para que quisiera
admitir la inerrancia de los concilios y se retractara de las pro-
posiciones reprobadas en Constanza, Lo cual rehúsa Lutero clara-

l. WA 1, 656; sobre la posición de Lutero respecto al concilio, ver la nota al prin-


cipio del capítulo V, l.
2. WA 2, 303.
3. WA 5, 451.
4. Cfr. J. KOLDE, Luihers Stcllung zu Concil und Kirche bis zum Wormser Rcichstag,
1521 (Gutersloh, 1876).
334 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUf; SIGNIFICA INFALIBLE? 335
mente: Nisi conuicius juera testimoniis scripturamrn au! raiione que permanezca incluido en determinados límites 9. El poder de la
evidente (narn neque Papae neque conciliis solis credo, c1t1n constet Iglesia no es ilimitado, sino que está sometido a la palabra del
eos et erasse sepius et sibiipsis contradixisse) uicius sum scripiu- Señor y está, como quien dice, incluido en ella: subiecta verbo
vis a me adductis et capta conscientia in verbis Dei, revocare Dornini et in eo quasi inclusa HJ. Pero por palabra de Dios hemos
neque POSSU1n nec -oolo quicquam, cum. contra conscientuim agere de entender tan sólo lo que está contenido en la Ley y los Profetas
neque iuiwm neque iniegrwm sit 5. He aquí la célebre frase de Lu- y en los escritos apostólicos. No existe en la Iglesia otra fuente
tero respecto a este asunto: «No puedo obrar de otra manera, creo de sana doctrina fuera de las prescripciones y la norma de esta
ésto y Dios me ayude, Amén» 6. palabra 11. Los fieles servidores de la Iglesia y la Iglesia en corpo-
Lutero mantie-ne durante años la negativa que pronunció en ración deben atenerse a esta palabra y no forjar nuevos dogmas 12.
Worms: Sólo obligan a su conciencia los testimonios de la Escri- Cal vino toma partido en forma violenta contra el magisterio de
tura (o los motivos racionales evidentes), pero no los concilios, cuan- la Iglesia católica que cree despótico y a cuyas arbitrarias decisio-
do no les apoya la palabra divina. Los concilios pueden equivocarse, nes sobre la fe habría que someterse sencillamente 13. La Iglesia
a menudo se han equivocado y se han contradecido. católica reivindicaría las promesas hechas a la Iglesia de que el
En su obra más importante: Institutio christianae reugionis, Señor no la abandonaría jamás y de que el Espíritu la guiaría hacia
CALVINO, de una manera explícita y sistemática, toma partido sobre la verdad total. No obstante, a juicio de Calvino, estas promesas
la cuestión de la autoridad de los concilios. Merece la pena conocer s;e han concedido, no sólo a la totalidad de la Iglesia, sino a cada
detalladamente su punto de vista 7. En su cuarto libro sobre los creyente en particular. Desde luego, no a todos se les concedería
medios exteriores mediante los cuales nos invita Dios a la comunión la misma cantidad de prudencia y a la comunidad entera de los
con Cristo y nos conserva en ella, Calvino trata de la Iglesia, de fieles correspondería una medida mucho más amplia y abundante.
sus ministerios y de su poder. Por otra parte, el capítulo octavo y no obstante, a pesar de todas las promesas que se les han hecho,
está dedicado al poder de la Iglesia respecto a las proposiciones de los fieles se encontrarían todavía in vía, lejos de la perfección y,
la fe. Desde un principio se refiere Calvino a la palabra de Pablo por tanto, necesitarían todavía progresar. Pero ello sería válido tam-
JI Coro 10, 8 (o 13, 10) que ha desempeñado un papel muy impor- bién para la Iglesia entera a la que ciertamente no le faltaría nada
tante en la teología del ministerio, tanto en la ciencia canónica me- esencial, pero que todavía no sería perfecta. La Iglesia sería santi-
dieval como en la época conciliar en particular: cualquier poder en ficada por Cristo, pero sólo al final de los siglos, totalmente «sin
la Iglesia debe ordenarse a ese único fin: a edificar y no a destruir, mancha ni arruga» (Ej. 5, 26 y s.). La verdad de Dios Se conser-
ad aedijicationern et non in destructionem 8. Quienes ejercen el poder varía en la Iglesia por medio del ministerio de la predicación; y
no deben tenerse en más que como servidores de Cristo y de! pue- en la medida en que cumpliera con este ministerio, fiel y correcta-
blo. La edificación de la Iglesia sólo se realiza si los servidores mente, la Iglesia sería también «columna y soporte de la verdad»
vigilan cuidadosamente que permanezca intacta la autoridad de- (I Tim. 3, 15) 14,
bida a CRISTO. Sólo de Él y de nadie más está escrito: «Escu- He aquí precisamente, según Calvino, e! nudo de la controversia
chadle» (Mt. 17, 5). Calvino, en su teología del ministerio juzga que hay que examinar cuidadosamente. También él afirma que la
simultáneamente esenciales dos condiciones: por una parte, que e! Iglesia NO PUEDE EQUIVOCARSE en aquellas cosas necesarias para
poder en la Iglesia sea honrado sin mezquindad; por otra parte, la salvación ¿ Por qué? Porque la Iglesia rechaza la propia sabidu-
ría y se deja instruir por e! Espíritu Santo a través de la palabra
5. WA 7. 838.
6. lbid.
de Dios. Por lo tanto, la diferencia entre la doctrina calvinista y
7. Citamos, de acuerdo con la última edición de Calvino de 1559 (CR 30); efr. a este la doctrina católica, no estriba en que una negaría la inerrancia
respecto la edición alemana de O. WEBER, Unterricht in der christllchcn Religion (Neukir-
chen, 1955). Sobre la eclesiología de Calvino, cfr. la bibliografía en W. NIESEL, Die Theo- 9. CR 30, 847.
logie Calvins (Munich, 2." ed. 1957) 183. Sobre la doctrina del concilio, según Calvino 10. CR 30, 848.
y los calvinistas, cfr. J. L. LEUBA, Das okumenische Konzil in der reformierten Theologie, 11. CR 30, 850.
en: Die okumenischen Konzile del" Christenheit , publicado por H. J. Margull (Stuttgart, 12. CR 30, 852.
1961) 373-392. 13. CR 30, 852 )' Slg.
8. CR 30, 846. 14. CR 30, 854 Y sigo
336 ESTRüCTliRAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 337

deIa Iglesia en lo que atañe a la salvación, mientras la otra la ad- CONCILIOS las enseñanzas del capítulo VIII. Desde un principio hace
mitiría. Sino que la diferencia estriba, según Calvino, en que Jos observar que va a hablar muy claramente, pero si es cierto que así
católicos sitúan la autoridad de la Iglesia FUERA de la palabra de 10 ?ace, no es quizá porque conceda a los antiguos concilios menos
Dios. Según ellos, la Iglesia puede, incluso sin la palabra de Dios estima de la que se les debe. Al contrario: Vene1'Or enim ea ex
continuar su camino con toda seguridad; vaya donde vaya, sólo animo, suoque in honore apiul omnes esse cupio 18. No obstante hay
puede pensar y decir la verdad; por tanto, cuando afirma algo, que poner un límite: no hay que restarle nada a Cristo. Sólo El
ya s~a fuera o más allá de la palabra de Dios, hay que considerarlo tiene derecho a dirigir los concilios y esta dirección sólo la ejerce
sencillamente como una revelación infalible de Dios. Por el contra- cuando toda la asamblea está regida por su palabra y su Espíritu.
rio, Cal vino quiere que la autoridad de la Iglesia ESTÉ LIGADA A Por tanto, Calvino,quiere tener a los concilios en gran estima y
LA PALABRA DE DIOS, Y no quiere que esté separada 15. Como esposa por otro lado, mantenerlos en sus límites. Quizá no, como afirma,
y discípula de Cristo, debe estar pendiente de sus labios con cons- porque teme a los concilios (los concilios antiguos le proporciona-
tancia y aplicación. No debe por lo tanto querer extraer la sabidu- ban precisam~nte amplia materia contra el papado, además de la
ría de sí misma, sino imponer a su sabiduría el límite que el mismo Sagrada Escritura), sino por amor a Cristo y a su palabra.
Cristo ha impuesto a sus palabras. El Espíritu no anuncia tampoco Cal vino parte del hecho de que junto a concilios verdaderos pue-
nuevas verdades sino que recuerda cuanto dijo Cristo (Jn. 14, 26). den existir también concilios falsos Si queremos ver qué nos dice
El Espíritu Santo nunca guía a la Iglesia SIN la palabra. la Escritura sobre la autoridad que poseen los concilios, recorde-
La Iglesia, por tanto, acogerá con desconfianza sus propios ha- mos la promesa del Señor: «Pues dondequiera que estén dos o tres
llazgos. Pero en aquellas cosas en que puede apoyarse en la palabra reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (M t. 18,
de Dios, no se dejará privar de su confianza, ni amedrentar por 20). Cristo promete en este momento y públicamente, estar presen-
te, no en TODOS los concilios POSIBLES, sino sólo en aquellos -que se
las fluctuaciones, sino, antes bien, se abandonará con más certeza
y una constancia más firme. Pondrá su confianza en la grandeza de reúnan EN SU NOMBRE. Lo importante no es que estén reunidos los
obispos, sino que la asamblea - ya se trate- de un concilio particu-
las promesas que se le han hecho, a fin' de mantener con audacia
su fe y no dudar en absoluto de que el Espíritu Santo la ayudará 18. lar o de un concilio general - se reúna en nombre de Cristo. Sólo
Nadie, por tanto, despreciará la convicción unánime de la Iglesia cuando se han reunido en nombre de Cristo, los concilios son diri-
que concuerda con la verdad de la palabra de Dios. Hay que escu- gidos por el Espíritu Santo. En todo caso no están reunidos en nom-
char a la Iglesia; no obstante la Iglesia no tiene permiso para bre de Cristo los que rechazan el mandamiento de Dios que prohibe
que se añada o se quite ni una tilde a su palabra (Dt. 4,2; Ap. 22,
instituir nuevas doctrinas. N o debe declararse revelación de Dios
aquello que los hombres creen ser verdad 11. 18 y s.), aquellos, por tanto, que afirman verdades a su gusto; los
que no se contentan con la revelación de la Escritura e inventan
En el capítulo siguiente, Calvino aplica a LA AUTORIDAD DE LOS novedades imaginarias. Están reunidos en nombre de Cristo aque-
llos que se limitan a la palabra de Dios en la Sagrada Escritura 19.
15. Quod ill: negant errare posse ecclesiam, huc speetat, otque ita interpretan tur: quando Por lo tanto, según Calvino, existen falsos concilios v concilios
spiritu Dei gubernatur, tuto incedcre sine verbo posse; quoeunque pergat, non posse
sentire aut loqui nisi verum; proinde , si quid extra aut practer Dei verbum statucrit , it de obispos perversos. No es desde luego cierto el que la v"erdad per-
habendum esse non olio loco quam certum Dei oraculum . Nos si demus illud primum , manecería en la Iglesia sólo de estar sometida la Iglesia a los pas-
errare non posse ecclesiam in rebus ad salutem neccssariis, lúe sensus noster est , ideo hoc tores o que sólo podría subsistir de manifestarse en los concilios
esse, .quod abdieata ornni sua sapientia a spiritu sancto doeeri se per ucrbum Dei patitur. generales; mucho antes ya habla el Antiguo Testamento de la ver-
Hoc 19ltur est discrimen : illi ecclcsiac autoritatem extra ucrbum Dei collocant; nos auiem
uoiurnus verbo annexam , ncc ab ea separan patimur. CR 30, 855. gonzosa debilidad de los pastores y los sacerdotes. Y Cristro, igual
16. Quamobrem non ex se sapiat eeelesia, 110n ex Se cogitet quidquam ; sed .rapientiae que sus Apóstoles, pronosticaron sobradamente que el mayor pe-
suae termintcm statuat , ubi loquendi ille feeerit, In hunc modum et om nibus ra- ligro para la Iglesia surgiría de sus pastores (l\ft. 24, 11, 24).
tion;s suae inventis diffidet; in autem verbo Dei nuitur, nulla diffidentia out IJ Pe. 2, 1 advierte contra los falsos doctores y los falsos profetas.
Iiaesitatione vaeillabit, sed magna eertitudine firmaque constantia conquiescet . Sic etiam
earum quas liabet promissionum ampluudine coniisa habebit un de fidem suam praeclare
y Pablo enseña que el Anticristo tendrá su trono en el santuario
susuneat , ut nihil addubitet, sancium sibi semper adesse, optimum rectas uiac
ducem , CR 30, 855. 18. CR 30, 858.
17. CR 30, 857. 19. CR 30, 858 )' sigo

22
338 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
¿ QUÉ SIGFIFICA INFALIBLE? 339
~e Dios (~I Tes. 2, 4). E incluso en el discurso a los obispos de
El concepto de Calvino es por lo tanto el siguiente: Hay que
Efeso, advierte .contra los lobos y los falsos doctores que no respeta-
conceder a .los concilios el honor que les corresponde. Pero fa Sa-
ran ,a la Igles~a (A ct. 20, ~9 y s.). La historia de la Iglesia, a
grada Escritura tiene precedencia incluso sobre los concilios. Todos
través de los SIglos, 10 habna confirmado sobradamente. Es cierto
los concilios están sometidos a la norma de la Sagrada Escritura.
que l.a verdad no reside sólo en los pastores, y la integridad de la
~o~ este motivo Calvin.o acepta de buen grado los antiguos con-

Iglesia no depende, por suerte, sólo de la condición de los pastores. T

CIlIOS (Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia y otros), incluso


Desde luego, los pastores deberían ser los defensores de la paz y
venera como santas sus proposiciones de fe; ya que no aporta'}
de. la salvación de la Iglesia, pero: alncd est praestare quod debeas,
aliud, debere quod non praesies 20. La autoridad de los verdaderos a su entender. nada más que la pura y original interpretación de la
pastores no debe en absoluto perturbarse. Pero hay que distinguir Sagrada Escritura frente a los herejes. Calvino puede decir 10 mis-
mo también de muchos concilios ulteriores. No obstante, el tiern-
d; un~ manera absoluta entre aquellos que son pastores y los que
s?l.o tienen el nombre. Ya al ver el Antiguo Testamento y el con- p? l~ ha demostrado hasta qué punto los concilios, a pesar de la
CIlIO q~e los pastores ~e los judíos convocaron en la «Iglesia» de dignidad de muchos Padres, pueden separarse de la norma de la
aquel tiempo contra Cnsto (In. 11, 47), no puede admitirse en cir- Escritura.
cunstancia alguna que la Iglesia se apoye sobre la asamblea de los Dejando de lado todas las debilidades humanas que es preciso
pastores ; ya q~e en ningún l.ugar proclamó el Señor que los pasto- constatar en los concilios 23, Calvino estima que, incluso en la doc-
res SIempre senan buenos; SInO que ha anunciado muy claramente t~·i?a, un concilio. se opone a menudo a otro 24; por ejemplo, el Con-
que a veces serían perversos 21. cilio de Constantinopla del año 754, rechazó el culto de las imáge-
Pero existen también verdaderos concilios. Éstos, según Cal vino, nes que en cambio aprobó el Concilio de Nicea (787). De hecho
no deben rechazarse y no deben anularse los resultados de sus de- sali? vencedor el segundo de estos concilios, pero Agustín o Epi-
bates. ?~ro ¿ no cuenta cada ?no de esta manera con la posibilidad fama, que se oponían al culto de las imágenes ¿ hubiesen aceptado
de decidir de una forma arbitraria 10 qU1: aceptará o rechazará en las conc1usi.ones del concilio? N o existiría criterio alguno para de-
las decisi?nes conciliares? De ningún modo. Calvino dice que hay elarar 1egítlmo a uno de estos sínodos e ilegítimo al otro; sólo ba-
~.ue exammar a fondo ante todo, en qué época tuvo lugar un conci-
sándose en la Sagrada Escritura sería posible juzgar con certeza
1l0, por qué motivos y con qué intención se ha desarrollado y qué
sobre la ortodoxia de un concilio. A partir de ahí, no se dudaría
personas han tomado parte en él. Y luego, hay que examinar el en concluir que los concilios pueden errar. Los católicos no quieren
resultado del concilio según la regla de la Escritura; en este esa- admitirlo: por tanto, en caso de error de los concilios no les queda-
m~n, 10 que define el c?ncilio tiene indudablemente su importancia ría otra posibilidad que impedir ver la verdad, es decir, impedir el
e .111c1uso el valor de un Juicio válido provisionalmente, de un p'weiu- negar su conformidad a los errores. Por el contrario, Cal vino quiere
dicium; no obstante, esto no puede impedir el propio examen. Y para presentar un concepto más realista. Debido a que el concilio puede
e~lo Calvino apela a Agustín. Agustín reduce rápidamente al silen- equivocarse, deduce que el Espíritu Santo rige verdaderamente los
CIO al hereje Maximino, quien ataca las decisiones del concilio di-
concilios, por lo demás piadosos y santos, pero rige de tal forma que
ciéndole: «Ni a mí me asiste el derecho de echarte en 'cara el Con- permite ocurra alguna vez algo humano, a fin de no poner nuestra
cilio, de Nicea, ~i a t~. a mí e~ concilio de Rím!ni (359), como si confianza en los hombres 25. La verdad 110 desaparece en la Izlesia
juzgaramos a pvion: Ni estoy ligado por la autondad del último ni debido a que la oprime un concilio, sino que contra el error de un
tú por la del primero. No, hay que oponer los hechos a los hechos, concilio, la verdad queda maravillosamente mantenida en la Iglesia
los. asuntos a l?s asuntos, l?s principios a los principios, y ello por el Señor, de tal suerte que surge a su debido tiempo y obtiene
debido a los testJmomos autonzados de la Escritura, que cada uno de la victoria 26. Este criterio es, según Cal vino, mucho mejor que el de
nosotros no posee por supuesto para él solo, sino que nos son co-
munes a ambos» 22. 23. CR 30, 863 Y sigo
24. CR 30, 862 Y sigo
25. Neque aliud intendo, quam inde posse eolligi, spiritum sunctum sic pias alioqui
20. CR 30, 860.
rt sanctas svnodos guhernasse uf interun aliquid cis humanitus accidere sinerct ne
1
21. CR 30, 861. llimium hominibus coniidcremus . CR 3D, 864. '
22. AcunÍN, Contra Maxinunmn, lib. n, cap.. 14, 3. 26. Fateor: sic enim omnino statuo , non ideo intenr« in ea/rúa uaritutcni, ctiamsi ab
340 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 341

Gregario Nacianceno, por ejemplo, según el cual nunca ha obte- terpretación de la Escritura, incluso aquellas cosas de que no habla
nido buenos resultados un concilio; de esta manera quedaría des- la Escritura (purgatorio, intercesión de los santos, confesión auricu-
truida totalmente la autoridad de los concilios 27. lar, etc.), incluso algunas cosas sobre las que la Sagrada Escri-
Pero debido a que el Espíritu Santo permite errores incluso en tura dice expresamente lo contrario (prohibición de comulgar bajo
los concilios, como por todas partes donde hay hombres, se deduce las dos especies, cuando según Mt. 26, 26 Y s. Cristo ordenó que
según Calvino que no existe obediencia ciega a un concilio. Al con- todos bebieran del cáliz; o bien prohibición del matrimonio a todos
trario, la Escritura nos habría recomendado de diversas maneras los sacerdotes, cuando según I Tim. 4, 1-3, la prohibición del ma-
probar los espíritus para saber si son de Dios (I Jn. 4, 1), guardarse trimonio es una hipocresía del espíritu del error y, según Heb. 13,
de los falsos profetas que llegan hasta nosotros disfrazados de ove- 4, el estado matrimonial es santo para todos) 30.
jas, mas por dentro son lobos rapaces (Mt. 7, 15), no dejarse guiar Hasta aquí llega Calvino en sus capítulos de potes!ate ecclesiae
como un ciego por otro ciego de manera que ambos caigan en la quoad fidei dognuüo. y de conciliis eorU1'JUlue outoritote. Su concepto
hoya (M t. 15, 14). Por eso no debemos dejarnos atemorizar por es de una claridad y de un rigor impresionantes. Cal vino se esfuer-
ningún título ni nombre, ni por los concilios, ni por los obispos o za de una m~nera positiva, a la luz de la palabra de Dios, en to-
los papas. Antes bien, veamos si son verdaderos pastores y no pas- marse en seno los puntos sólidos y los puntos débiles de los minis-
tores ciegos o malos; según la regla de la palabra de Dios, debemos terios y de los concilios y, de ese modo, mantener la inerrancia de
examinar sus definiciones para establecer si son de Dios 28. la Iglesia en lo que se refiere a la salvación. Ya hemos respondido
¿ Es útil, en suma, que en situaciones precarias se reúnan los antes a muchas preguntas que han surgido, tanto con relación a los
concilios? Cal vino responde afirmativamente a esta pregunta. A pe- ministerios y a su poder en la Iglesia 31 como con relación a la im-
sar de todas las dificultades, un concilio de verdaderos obispos es portancia de la Sagrada Escritura para la Iglesia y el concilio 32.
el mejor sistema para allanar diferencias sobre una proposición de Debido a estas declaraciones, pueden rectificarse algunos equívocos
fe cualquiera. De donde se deducen tres principios: 1.° Una deci- de Cal vino con relación a la doctrina católica: 1. Incluso según
0

sión mediante la cual los pastores de las Iglesias, de acuerdo con la el concepto católico, la Iglesia de este mundó es siempre una Iglesia
llamada del Espíritu de Cristo, se ponen de acuerdo de una manera de hombres y de hombres pecadores; debido a ello es y continúa
unánime unos con otros, pesará más que la decisión de un pastor siendo imperfecta hasta el fin de los siglos; existe una incapacidad
aislado o de algunas personas que carecen de ministerio. 2.° La permanente de pastores y fieles, siempre ha habido falsos profe-
reunión en un mismo lugar hace que aparezca con más facilidad tas y falsos doctores, de quienes debe defenderse la Iglesia. 2.° In-
la unanimidad en la doctrina y evita el escándalo de la divergencia cluso según el concepto católico, los ministros no son dueños, sino
en la doctrina. 3.° Pablo prescribe esta forma de actuar (I COL 14, servidores de Cristo y de la Iglesia; su poder no es ilimitado en
29), deduciéndola de la misma experiencia de la piedad: en los manera alguna, sino que está ligado a la palabra y al mandamiento
casos difíciles, deben encargarse de la decisión las Iglesias C0111U- del Señor. N o subsisten por sí mismos sino tan sólo en la fe, someti-
nitariamente. De esta forma, en el pueblo, puede superarse la inse- dos al Espíritu Santo del que jamás pueden disponer de manera
guridad gracias a una definición conciliar y los perversos y los que arbitraria. 3.° Incluso, según el concepto católico, ni la Iglesia ni
provocan disturbios pueden reducirse al silencio. Así sucedió en el concilio deben establecer definiciones arbitrarias, sino, que si
los antiguos concilios 29. quieren estar sometidas al Espíritu Santo, deben atenerse a las pa-
El concilio tiene por lo tanto una gran importancia en la inter- labras de Cristo que se encuentran en la Sagrada Escritura. Las
pretación de la Escritura. No obstante, según Calvino, no hay que definiciones de la Iglesia hay que entenderlas partiendo de la Sa-
recurrir a ellos con tanta frecuencia como 10 hacen los católicos. grada Escritura.
Estos declaran que TODO cuanto han decidido los concilios es in- La barrera entre Calvino y la doctrina católica no es tan impor-
tante como creyó Cal vino en su tiempo; a eso debe añadirse que en
uno concilio opprimatur; sed mirabiliter a Domino scruari, ut iterum suo tempore emergat la época de Calvino, se hacía más difícil que hoy en día reconocer la
et supcrct . CR 30, 866.
27. CR 30, 864. 30. CR 30, 866.
28. CR 30, 864 Y sig 31. Cfr. Cap. VI y VII.
29. Cfr. CR 30, 865 Y sigo 32. Cfr. Cap. IV, 3 Y VI, 1.
342 ESTIt lJCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 343
doctrina católica en su pureza. No hay que minimizar, sin em- lios) dependen esencialmente una de otra. Porque Cristo prometió
bargo, el punto esencial de la controversia: no concierne, es cierto, en su Espíritu preservar de cualquier fallo a la Iglesia entera por
y debemos tenerlo en consideración, a la permanencia fundamental su. gracia escatológicamente victoriosa, preservará también de cual-
de la IGLESIA en la verdad, sino a la permanencia de cada CONCILIO quier fallo el ministerio total en la Iglesia: de cualquier fallo en la
- tomado individualmente -, en la verdad. Concierne a la ine- fe de un error básico que aniquilaría el mensaje de Cristo. No hay
rrancia de los concilios, cosa que Calvino niega y que la Iglesia dilema entre la Iglesia de la fe de los Apóstoles v la Iglesia del mi.
católica afirma. Pero precisamente esta afirmación de la inerrancia nisterio de los Apóstoles. En la medida en que se-trata de la doctrina
(infalibilidad) de los concilios no se lleva a cabo de una manera tan que obliga al conjunto de la Iglesia y en la medida en que se trata
unilateral como dicen los reformadores, e incluso, con frecuencia los de la labor del ministerio (del Papa y los concilios) de servir la doc-
teólogos protestantes actuales. Sobre este particular hemos de poner trina que obliga a la totalidad de la Iglesia, este ministerio es con v
ahora toda nuestra atención, considerando ante todo la doctrina de en la Iglesia, una norma infalible para la fe de cada cristiano. El
este concilio q.ue .se ocupó directame?te ~e. l.a infalibilidad del Papa ministerio no se alza por lo tanto por encima de la Escritura con la
y, por tanto, indirectamente, de la infalibilidad de los concilios. pretensión de ser testimonio apostólico de Cristo, sino que en su
autoridad doctrinal ejerce, precisamente, su propia obediencia para
con la doctrina de los Apóstoles. Esta infalibildad no está garanti-
2. LOS LíMITES DE IJA INFALIBIUDAD EN EL PRIMER
zada por una cualidad humana cualquiera ni por una «competencia»
CONCILIO VATICANO
que es necesario admitir entre los poseedores del ministerio doctri-
nal, sino por la asistencia del Espíritu Santo, prometida a la Igle-
A) Kar¡ Barth Ji el Primer Concilio Vaticano. sia. El Espíritu ejerce, en la forma que cree conveniente el poder
Tras fuertes discusiones, Pío IX definió solemnemente, de acuer- de consejero e iniciador que le es propio. Y precisamente por eso
do con el Primer Concilio Vaticano, que, cuando como pastor v impide al ministerio, en el momento de su decisión doctrinal defi-
doctor de todos los cristianos y en razón de su autoridad apostólica, nitiva, inscribir una invención humana en lo' que tiene de obligatorio
declara el Papa obligatoria para toda la Iglesia una doctrina concer- el testimonio de Cristo. .
niente a la fe o a las costumbres, disfruta, en virtud de la asisten- Las enormes dificultades que impiden el paso al retorno de los
cia divina que le ha sido prometida en la persona de Pedro, de cristianos separados a la Unidad, no son realmente, en ningún pun-
esta infalibilidad de que ha querido proveer a su Iglesia el divino to de la doctrina católica, tan insuperables como en éste. Parece
Redentor, con miras a las decisiones definitivas a adoptar en ma- imposible que los luteranos, los reformados, los anglicanos, los vie-
teria de fe y de costumbres: «... con la aprobación del sagrado Con- jos católicos y los ortodoxos puedan jamás aceptar semejante dogo
cilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que ma. Ni deben atenuarse las oposiciones, ni se pueden en absoluto
el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra - esto es, cuando atenuar. Y sin embargo es un deber para los cristianos que buscan
cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, de- la Unidad, incluso teniendo en cuenta esta división, que aparente.
fine por su suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre la mente hace inútil cualquier esperanza, trabajar por lo menos para
fe y costumbres debe ser sostenida por la Iglesia universal - , por reducir la distancia entre unos y otros. Para ello, lo primero que
la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bien- hay que hacer es abandonar mutuamente los malentendidos. Preci-
aventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor samente, a propósito de Calvino hemos demostrado (y también en
divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de parte antes, hablando de Lutero) que los católicos desconocerían la
la doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por tanto, que las de- doctrina reformada de creer que los reformadores tendrían interés
finiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas en minar pura y simplemente la autoridad de los concilios; los
y no por el consentimiento de la Iglesia» 33. reformadores quisieran más bien fundar sólidamente la autoridad
Según la doctrina católica, la infalibilidad de la Iglesia y la de los concilios delimitando claramente en forma positiva y nega-
infalibilidad del ministero eclesiástico (del Papa y de los conci- tiva su relación con la Revelación. Prestemos ahora atención a los
malentendidos de los cuales surgió la doctrina del Primer Concilio
33. Denz, 1839. Vaticano sobre la Infalibilidad del Papa (y de la Iglesia).
344 ESTlnJCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INfALIBLE? 345

La oposicion al «despotismo» del magisterio católico, que anun- fórmula tridentina pari pietatis ajjeciu. se extiende a solicitaciones
ciaban Lutero y Calvino, se acusa toda.vía más en KARL. BAR;~. cada vez más amplias de la Iglesia actual. Según Barth, este des-
Barth insiste particularmente en la queja de que la IgleSIa católi- arrollo alcanza, en el catolicismo del siglo XIX, un punto culminante
ca 110 distingue bastante Iglesia y Revelación. Ya que segú~ .él, el que se manifiesta sobre todo en dos acontecimientos: la escuela
proceso de identificación que no empezó sólo con el C011Clho de católica de Tubinga y el Primer Concilio Vaticano.
Trente y su definición de la Tradición como segunda fuente de la «El primero de estos acontecimientos, es la aparición de la lla-
Revelación (cfr. esbozados va en Ireneo v más tarde especialmente mada escuela de TUBINGA) de la cual no sabríamos recalcar bas-
el Comnionitoruim de Vice;te de Leríns- el año 434)3~, ha ido mu- tante su importancia para el catolicismo» 39. Después de [ohann Mi-
cho más lejos que el Concilio de Trento. Dice Barth, en relación chael Sailer, ((el teólogo JOHANN SEBASTIAN DREY, de Tubinga,
con la doctrina reformada: ((El sistema católico romano, en cam- prosigue y completa a la vez la teoría de Sailer : para él la Iglesia
bio, rechaza resueltamente este concepto que reduce la Revelación (y respectivamente la revelación) es un organismo vivo y se des-
sólo al testimonio de la Escritura. Para él, la Tradición eclesiásti- arrolla sin cesar bajo la acción del Espíritu, a partir del principio
ca constituye, junto a la Biblia, otra fuente de la Revelación; más vital que 10 habita en el sentido de que el elemento estático, o sea
aún, domina hasta tal punto la vida de la Iglesia, que acaba por el don divino original, se encuentra constantemente en movimiento
absorber, por decirlo así, la Sagrada Escritura y por identificarse gracias al elemento dinámico, en el caso particular, la Tradición» 40.
a la Revelación» 35. También se vengan de la Iglesia católica ( y De ello se sigue: «La Escritura, la Tradición y la teología no
de otra manera del neo-protestantismo que está demasiado ligada al hacen sino traducir el movimiento perpetuo del Espíritu cristia-
concepto católico) 36 por no haber tomado en serio la unicidad de no en la obra de la Iglesia. Por lo tanto, hay que escuchar a la
la Revelación v, con ella, la situación profético-apostólica: «Apro- Iglesia porque es el lugar de este movimiento del Espíritu, cuyas
piándose 10 que no le pertenece, no tardará la Iglesia en demostrar manifestaciones más recientes son, al mismo tiempo, las más dignas
que es en realidad incapaz de adoptar la obediente actitud que de atención; ya que nos permiten captar la verdad en la oposición
fue norma de los primeros testigos frente 'a la Revelación. No tar- que surge entre la fe viva y objetiva que existe en la Iglesia ahora y
dará en abordar a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo como si cono- la expresión subjetiva de esta Ie» 41. JOHANN ADAM MOHLER fue
ciera V estuviera en posesión de la clave de todos los misterios; Y, quien le dio a esta doctrina su forma clásica y a quien se ha consi-
sobre -todo, pronto se atribuirá una parte del mando allí donde se derado, con razón, como al padre del catolicismo alemán de los tiem-
le ha pedido únicamente que obedeciera. Finalmente se producirá pos modernos 42. Barth cita a Mohler, según el cual la Iglesia es
lo inevitable: prácticamente, será ella quien ejerza la totalidad del (EL HIJO DE DIOS mismo, que establece y renueva constantemente
poder, identificándose más o menos claramente con la autoridad su presencia entre los hombres; en otras palabras, es la ENCARNA-
divina directa, absoluta e intrínseca, de la que pretende tener un CIÓN CON'rIN1JA de jesucristo», «su figura visible, el eterno re-
conocimiento inmediato, Se habrá convertido en una Iglesia que, juvenecimiento de su humanidad, su PERPETUA REVELACIÓl\) 43. En
so pretexto de obedecer a la Revelación, de hecho se regirá ella esta perspectiva, es cosa sabida que esta Iglesia es infalible, que ne-
misma» 37. cesita ser infalible. Barth cita aquí la Symbolik. de Móhler : «La
En lugar de hablar de dos fuentes, como en Trente, en el cato- presencia de Cristo vivo y de su Espíritu hace a la Iglesia hu-
licismo post tridentino se ha hablado cada vez más de tres fuentes manamente infalible; ya que para nosotros no existe el elemento
del conocimiento cristiano: Escritura, Tradición y - despegada divino sin su contra partida humana que permite transmitirlo y
de la tradición - la Iglesia actual 38. Cada vez se ha recurrido me- expresarlo» 44. Según Barth se ha manifestado aquí, de manera de-
nos a la tradición de los (( Padres» y a la autoridad de la Iglesia finitiva, la identificación de la Iglesia, de su fe y de su palabra,
primitiva, por otra parte muy estimada de los protestantes. La
39. tu«, 1/2, 622 Y sigo
34. K. BARTH, Kirchliclie Dogrnatili (Zollikon-Zürich, 1939. 41948) 1/2, 610-6i3. 40. iu«, J /2, 623.
35. K. BARTH, op, cit., 1/2, 607. 41. lbid .
36. lbid, 1/2, 606-608, 634-637. 42. lbid., J /2, 624.
37. lbid, 1/2, 606. 43. lbid.
38. lbid., J /2, 620 Y sigo 44. iu«, 1/2, 625.
346 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 347
con la Revelación que las asienta 45. Estos conceptos han penetrado inmenso durante el cual desde Ireneo a Móhler, la autoridad de
en la teología católica: «Las enseñanzas de JOHANN KUHN y de la Escritura se ha convertido en una autoridad eclesiástica, perma-
FRANZ ANTON STAUDENMAIER, de Tubinga, permanecen, con lige- necía inútil e incluso totalmente incomprensible mientras no se dis-
ros matices distintos, fieles a la línea de MOHLER o de Drey. Puede cernía el término y el fin: la designación, a título de depositario
decirse que las posiciones defendidas por esta escuela se han con- actual de la Tradición, idéntico a la Revelación, de un solo y mismo
vertido en parte integrante de la teología católica, a pesar de que individuo, que representaba y regía él mismo a la Iglesia, es decir,
durante la segunda mitad del siglo XIX, intente cada vez más esta a la humanidad cristiana poseedora de la Revelación. Dicho de otro
última, volver a la "teología de antaño"; es decir, al pensamiento modo, ¿ podía esperarse mucho tiempo aún para definir explícita-
de Tomás de Aquino, mientras que en el transcurso de esta evolu- mente las prerrogativas que se reconocían implícitamente al Papa
ción, los elementos copiados al idealismo alemán, debido a razones de Roma? ¿ Podía dejarse de afirmar abiertamente que una adver-
formales, pasan más pronto al segundo plano» 46. Matthias [oseph tencia que procediera oficialmente del Primado romano, no nece-
Scheeben, está situado también en la misma línea que Móhler. sitaba justificación ni confirmación; que coincidía con la opinión
Durante el Primer Concilio Vaticano, el propio magisterio puso del episcopado en su conjunto y, por consiguiente, con la de la
punto y final a todo este desarrollo: «Dicho esto, observamos que Iglesia infalible? En una palabra: ¿ qué expresaba la voz de
existe otra cuestión que Móhler no había resuelto todavía en forma la Escritura y de la Tradición, la propia voz de la Revelación que
definitiva y explícita. Puede expresarse de la siguiente manera: se dejaba oír ahora? ¿ Era posible dudar todavía en decir: de
¿Dónde se encuentra la Iglesia idéntica a la Revelación? Concre- acuerdo con la promesa del Señor y el designio de la Divina Pro-
tando más: ¿ dónde hemos de buscar la voz de la Iglesia anuncian- videncia, el Papa se convierte, gracias a su poder y a su magisterio
do la Revelación, cuál es la autoridad eclesiástica que coincide con apostólico, en la misma expresión de la conciencia universal de la
la de la palabra de Dios? Como recordamos, nuestro autor respon- Iglesia infalible y las palabras que pronuncia en virtud de su cargo
día - y su respuesta, aunque incompleta era correcta y conforme son forzosamente idénticas a la Revelación de Dios actualizada?
a la Tradición - : esta autoridad y esta 'voz se expresan por medio Resumiendo: ¿ era posible silenciar indefinidamente una verdad fa-
del episcopado, el cual, reunido alrededor del Papa, asume ininte- miliar al catolicismo desde los orígenes y cuyo sólido fundamento
rrumpida y legítimamente la Tradición apostólica y se convierte había sido reconocido, aunque fuera sólo en parte, desde ya hacía
así en el representante, el vicario de jesucristo» 48. Pero no era tiempo [)) 49. Así, según Barth, la definición de la infalibilidad en
posible atenerse a esta yuxtaposición dialéctica del Papa y el epis- el Primer Concilio Vaticano es (da última piedra en la imponente
copado, del Papa y el concilio: «¿ Es posible reconocer formalmente construcción que, partiendo de Ireneo, pasando por Vicente de Le-
que la Iglesia católica romana sea el vicario de Jesucristo, su encar- ríns y el Concilio de Trento, terminó felizmente el genio de un
nación viviente, si no admitimos también que la autoridad en nom- Mohler. Desde ahora sabemos lo que nadie sabía con exactitud:
bre de la cual debe actuar y hablar, se centre enteramente en la sabemos donde se encuentra la Iglesia que transmite la Revelación
persona que constituye el centro regulador de su organización, de y sabemos quién es, CONCRETAMEN'fE, el representante 50.
su magisterio doctrinal, de su episcopado? En verdad, el proceso 49. [bid, 1/2, 629 Y sigo
50. lbid., 112, 631; efr. en la línea de Barth a G. EBELlNG, Die Geschichtlichbeu del'
Kirche und ihrer Verkündigung als theologisches Problem (Tübingen, 1954) 47: "Mientras
45. lbiá., 1/2, 628: «Así, por ejemplo, Móhler no se había limitado a conciliar la que por un lado se construía un dique sólido contra los innovadores, caminamos ahora
Escritura y la tradición consideradas como idénticas a Jesucristo, revelación y encarnación nosotros mismos hacia la novedad más audaz. Ha influido más cl evolucionismo en la
del Verbo, sino que apuntaba finalmente a demostrar que estos dos grandezas conjuntas historia de la Iglesia que el evolucionismo modernista en la historia general. Mientras que
carecían de valor real salvo en la medida en que se presentaban como un predicado de entre los historiadores de la Iglesia, e! tema de! evolucionismo se encontraba ligado a la
la Iglesia, que hoy asume la función apostólica, que habla y actúa hoy en lugar y por declaración de la infalibilidad del Papa, e! problema de la relación entre la revelación
delegación de [esucnsto. Ya que la Iglesia es, de una vez para siempre, el lugar de la y la historia encontraba una formidable solución. El concepto de tradición quedó total-
palabra de Dios. Posee esta Palabra. La explica. Concretamente: es la revelación. No mente dominado por el concepto de una Iglesia papista; la autoridad normativa se ex-
una nueva revelación, sino la única revelación, total) sin mácula. Es el propio Jesucristo, tiende de! pasado al presente. Loofs ha concretado este proceso de una manera muy
hablando, actuando, decidiendo y gobernando hoy." oportuna: "En el Concilio del Vaticano le sucedió a la tradición - por lo menos a la
46. lbid., 1/2, 627. tradición real, comprobada históricamente -, lo que le sucedió en Trento a la Sagrada
47. lbiá., 1/2, 628. Escritura. Se ve rechazada por otra idea fundamental. Esta idea fundamental es la Igle-
48. [bid, 112, 628 Y sigo sia docente. Lo que la Escritura enseña, la tradición lo manifiesta; así se decidió en el
348 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 349

Esta crítica de Barth apareció en 1939; sorprende que hasta de este estudio. Habría que emprender, primeramente, investiga-
ahora encontrara tan poca resonancia en las obras católicas. ¿ Qui- ciones concretas sobre teología e historia 52. Una vez atraída la aten-
zá se debió a que la publicación coincidió con la explosión de la ción por este aspecto fundamental de la cuestión, no era posible
segunda guerra mundial? O quizá se debió a que se hacía difícil evitar el constatar que algunos teólogos católicos han empleado y
responaer a las dificultades planteadas por Bartn , La verdad es emplean todavía expresiones cuando menos muy ambiguas. Este
que no se llevó a cabo debido a que se contrapone a Barth los pasa- es por ejemplo el caso cuando se habla- y ocurre a menudo - del
jes del Nuevo Testamento referentes a Pedro, pasajes en que se sensus fidelium, como si la fe de los fieles fuera la expresión, el
le designa como fundamento de la Iglesia (M t. 16, 18), como su pas- testimonio, la norma de la Revelación y no como si, inversamente,
tor supremo (Jn. 21, 15-17) Y como el sostén de los hermanos en la Revelación fuera el testimonio y la norma de la fe de los fieles.
la fe(Lc. 22, 31 Y s.). Al hacerlo, se silencia la negación de Pedro (i Todo ello se hubiese concretado a través de los siglos de haber
y su discutible actitud en Antioquía. Haciendo abstracción de todas tenido en cuenta simplemente el sensus de los fieles!) Hay que
las cuestiones espinosas relativas a la prolongación de la primacía considerar como una advertencia el que la Encíclica Mystici corporis
de Pedro en la persona del Papa, habría que demostrar que todos se haya visto obligada a afirmar que en la doctrina del cuerpo mís-
estos pasajes confirman la INFALIBItIDAD 51. tico de Cristo, se había introducido un falso misticismo que tendía
Calvino cree que la afirmación según la cual la Iglesia es la co- a suprimir las inmutables fronteras entre la cabeza y el cuerpo,
lumna y el soporte de la verdad, no implica necesariamente la infa- entre Dios y la criatura, y por tanto a falsear las Sagradas Escri-
libilidad de un concilio particular. De esta manera, 10 que se dice turas: « ... se insinúa fraudulentamente un falso misticismo que, al
de la Iglesia sería todavía más válido para el Papa; la afirmación
según la cual Pedro es el fundamento, no implica que Pedro deba
52. Respecto al concepto que J. A. Mohlcr se forma de la Iglesia, W. KASPER, Die
ser infalible. El milagro de la gracia divina ¿ no parecería mayor Lehre van da Tradition in der Romtschcn Schule (Diss. Tübingen, Freiburg i. Br., 1962)
si Pedro, como todos los hombres - puesto que errar es humano - 14) Y sig., escribe: "La proposición según la cual, la IgI~sia es la encarnación perma-
pudiera incluso una vez errar en la fe -y continuar siendo a pesar nente de Cristo, Mohler casi no la roza, o en todo caso no ante todo como una propo-
de -ello el fundamento de la Iglesia, continuar siendo pastor (cons- sición sobre la naturaleza de la Iglesia en sí misma, sino sobre la continuación de la
ciente de las debilidades humanas) y pudiera, en estas condiciones, obra de Cristo en el seno de la Iglesia. Según Mohlcr , el Redentor ha vivido "no senci-
llamente hace 1800 años, de manera que desde entonces habría desaparecido y que sólo
consolar prudentemente a sus hermanos? ¿ No sería mucho más podríamos acordarnos de Él históricamente a semejanza de cualquier otro hombre falle-
completa la victoria de la gracia si su fuerza se realizara en la de- cido; sino que está eternamente vivo en su Iglesia "y' esto está representado en el sacra
bilidad, si la verdad de la Revelación, aparentemente vencida, no mento del altar de una manera sensible y perceptible al hombre dotado de sentido", v
dejara finalmente de vencer las debilidades y los errores humanos? por analogía, lo mismo puede decirse de la predicación de la palabra y de 1m
La teología católica no ha respondido todavía ni a estas cuestiones demás sacramentos. La definición exacta que Mi:íhler da de la Iglesia no es por tanto en
absoluto aquella según lo cual la Iglesia visible sería "e! Hijo de Dios.. continuan-
ni a otras parecidas, de una manera satisfactoria para los protes- do manifestándose a los hombre bajo una forma humana: su encarnación permanen
tan tes; no le basta menos todavía que en otros casos, con apelar te". Antes bien. según Mohler, esta proposición es sólo válida "desde un punto de
a definiciones infalibles. No obstante, más allá de todas estas cues- vista concreto, desarrollado aquí mismo". ¿Cuál es este punto de vista? Es aquel se-
tiones difíciles, permanece la queja fundamental de Barth: la Igle- gún el cual Cristo, inc1usodcspués de su ascensión) continúa actuando de una manera
visible, por medios visibles, y en la Iglesia; esta es "su institución, en la cual continúa
sia católica se identifica a la Revelación de Dios, se presenta ella
Él viviendo, su Espíritu actuando y retumbando eternamente la palabra por Él pro-
misma como Revelación de Dios y actúa en consecuencia. nunciada". La antcior descripción de la naturaleza de la Iglesia es sólo válida desde
Esta queja fundamental de Barth sólo podría tener una respues- este punto de vista. La Iglesia es Cristo que continúa viviendo sólo en la medida en que
ta exhaustiva en un trabajo más importante que superaría el marco continúa viviendo y actuando en ella. En otras palabras, hay quc comprender de una
manera dialéctica la proposición de Mohler, puesto que la definición completa que
Concilio de Trento. Lo que es la tradición, lo enseña la Iglesia; así lo quiere el Con- Mohler nos da de la Iglesia proporciona un sentido totalmente distinto: "Por Iglesia
cilio del Vaticano"»; cfr. también H. RücKERT, Schriit , Tradition und Kirche (Lune- de la tierra entienden los católicos la comunidad visible de todos los fieles instituida por
burg, 1951) 14-22; W. VaN LOEWENICH, Der moderna Kazholizismus (31956) 155-166. Cristo, en la cual las actividades por Él ejercidas durante su vida terrestre con miras a
51. G. DEJAIFVE, Le Premia des évéques, en: Nouvelie Rcuue Théotogique 82 (1960) la purificación y a la santificación de la humanidad, se prosiguen, bajo la guía de su
Espíritu, hasta la consumación de Jos siglos, gracias a un apostolado establecido por t',l
572, nota 31: "La exégesis de los textos escriturarios en el Concilio de Trento y en e!
Concilio Vaticano, fue, en este terreno, un poco una exégesis de "situación", inspirada
y que dura ininterrumpidamente, y atrae a todos 10$ pueblos a Dios en el transcurso
de Los siglos" ,»
por la tesis que se quería probar.»
350 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QLÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 351

esforzarse por suprimir los límites inmutables que separan a las santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación trans-
criaturas de su Creador, adultera las Sagradas Escrituras» 53. mitida por los Apóstoles o depósito de la fe» 57. Por esta razón, con
Pero no hay que olvidarse ahora que desde el Primer Concilio ocasión del Primer Concilio Vaticano, la teología católica elabo-
Vaticano se ha respetado, en la definición pontificia, los límites entre ró, con gran precisión en los conceptos, la distinción entre R.evela-
Iglesia y Revelación. En la declaración vaticana, no solamente faltan ción de Dios y palabra infalible del Papa: frente a la Revelación de
expresiones que designan a la Iglesia como «Cristo siempre vivo», Dios, el carisma de la infalibilidad otorgado por el Espíritu a los
etcétera, sino que la mayoría conciliar, cayendo en el exceso opues- sucesores de Pedro, significa: a) no ya una nueva palabra de Dios
to, rehusó incluso partir de la noción del «cuerpo de Cristo» para que haga ley, sino tan sólo una explicación y una defensa de la
definir a la Iglesia 54. Respecto a la relación entre Revelación y Revelación va cumplida, b) su causa principal continúa siempre
magisterio eclesiástico, se afirmó de una manera expresa que la siendo el individuo humano (el Papa), e) la asistencia del Espíritu
tarea pastoral (munus pastorale] del ministerio de Pedro consiste Santo no se manifiesta en ellos como una revelación íntima particu-
en vigilar que la doctrina salvadora de Cristo (salutaris Christi lar, sino tan sólo como una protección, de suyo externa, ante el
doctrina) se extienda por todas las naciones y se conserve intacta error, d) la palabra del Papa no es por lo tanto la palabra de Dios
y pura (sincera et pura conservaretur) 55. Por tanto no es tarea de sino solamente palabra humana a propósito de la palabra de Dios 58.
la Iglesia, ni menos todavía del ministerio de Pedro, ser testigo Evidentemente, no sólo es posible, sino que incluso es de desear,
de la Revelación, de reemplazarla o absorberla. Es tarea de la Igle- que la teología católica profundice teológicamente la distinción, ro-
sia, como del ministerio de Pedro, servir la Revelación conservando zada durante el Primer Concilio Vaticano, entre Revelación de
cuidadosamente la pura doctrina del Evangelio. Dios y palabra de la Iglesia. El Primer Concilio Vaticano se carac-
Pero el Primer Concilio Vaticano no dijo sólo estas cosas de terizó por su orientación (antigalicana) ; en una síntesis más amplia
una manera general; por el contrario, se definió el dogma de la podrían expresarse mejor las perspectivas bíblicas; frente a la Re-
infalibilidad, lo hemos dicho explícitamente, como un medio de velación de Dios, la Iglesia y el magisterio se encuentra en una si-
protección contra las erróneas interpretaciones tal como las entiende tuación de obediencia, en el cara a cara concreto con el Señor glo-
Barth; la definición pontificia no tiene exactamente el sentido de rioso- de la Iglesia, el cual habla imperiosamente a la Iglesia de
una Revelación ; el Espíritu Santo no se prometió a los sucesores todos los siglos, mediante su Evangelio que exige fe y obediencia.
de Pedro para que expongan una nueva doctrina a la luz de su Re- Esta situación de obediencia nunca se resuelve después en una si-
velación: «Pues no fue prometido a los sucesores de Pedro el Espí- tuación de señorío, en el cual la Iglesia podría disponer de Cristo
ritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva y su palabra. La Iglesia no «(posee» jamás la palabra de Dios, que
doctrina ... » 56. La definición pontificia no tiene otro sentido que el debe anunciar en la palabra humana, como propiedad suya, sino que
de un testimonio autorizado en favor de la Revelación cumplida; la Iglesia permanece sometida a la palabra de Dios ,Y, precisamente
el Espíritu Santo se ha prometido a los sucesores para que, gracias de esta manera, queda en posesión y propiedad del Señor, queda
a su ayuda, conserven santamente y expongan fielmente la Revela- la KUPlWd¡, la que pertenece al Señor. A pesar de todo cuanto une
ción transmitida por los Apóstoles: «para que, con su asistencia, Cristo a la Iglesia, ésta permanece por tanto FRENTE a Él, como
el alumno frente a su profesor, el servidor frente al señor, el re-
53. Pío XII, Encíclica d1ystici Corporis», en: Acta Apostoticar Sedis , 35 (1943) 197. baño tras el pastor, el cuerpo terrestre bajo la cabeza celeste.
Traducción castellana cn : Colección de encíclicas y documentos pontificios (Madrid, Acción
Católica Española, 1962) 1. 1, 1028.
54. Monseñor Ketteler censura el esquema; según él, no debería empezar ab eo quod 57. Denz, 1836.
est occultum , mvsticum, quodque ultimo loco crat poncndum (MANSI, 51, 745); monseñor 58. S. TROMP, De sacrae scripturae inspirationc (Roma, 4.' ed., 1945) 96: "CHARIS-
Ramadié : imprimisi11vehitur in nouonem ecclesiac ut corporis mvstia Clmstl, quam cau- MA qua Romanus Pontiiex ii: doctor lNFALLlBILlS differt a REVELA TlONE: a) Quoa
satur esse nimiurn abstractam et mysticam (MANSI, 51, 741); monseñor Place : : ncllet non fit nova locutlo auctoniauua Dei, sed quod locutio antea data explicatur, evolvitur,
dcclarari eedesiam esse corpus mysticum Christi; eui bono cnim Iloc [iat, non persp'ctt defenditu,-. b) Quod causa pnncipalts iocutionts ex cathedra semper est et manet ips«
(MANSI, 51, 755), Cfr. a este respecto R. AUBERT, La Eclesiología en el Concilio Vaticano, Romanus pontifex. e) Quod infallibilitas locuuonis non cst ex influxli interno. sed ex assis-
en: El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 291 Y sigo tentui per se externa, qua praesuppositis donis ordinartis Spintus Sanen et studio humano;
55. Denz, 1836. Deus paratus est corrigere, si Pontijcx a ucritate aberrares, d) Quod locntio p071tijici¡¡ 110n
56. Denz , 1836. est Verbum Dei sed área Verbum Dei.))
352 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ r¿Ult SIGNIFICA INFALIBLE? 353
Por eso, la autoridad doctrinal de la Iglesia no es nunca una ción humilde, obediente, simple, bajo la guía y la salvaguarda del
autoridad inmediata y original, sino que es siempre una autoridad Espíritu Santo, interpretación que permanece humana, Cualquier
mediata, es decir fluyendo de Cristo y de su palabra. La palabra de concepto de la infalibilidad pontificia que desembocara de una ma-
Dios, que se expresa a través de la palabra humana, es la fuente nera u otra en una identificación de la Iglesia con la Revelación,
al propio tiempo que el límite de la autoridad doctrinal de la Iglesia. sería un falso concepto de la infalibilidad pontificia.
Incluso el ejercicio de la autoridad doctrinal de la Iglesia no puede . Pero ahora hace observar Barth, con mucha razón, que unas
entenderse nunca sino como una obediencia en acto respecto a la afirmaciones puramente teóricas sobre la distinción entre la Igle-
palabra de Dios que es de un orden superior. Dios y su palabra sia y la Revelación, entre Papa y Revelación, no han bastado para
están por encima; la Iglesia y su palabra están por debajo; es superar estas dificultades. La cuestión estriba más bien en saber
imposible cambiar los papeles; toda delegación, diputación o auto- si esta distinción y cuanto implica, podría convertirse todavía en
rización provienen de 10 alto. Pero la Iglesia no puede tampoco ab- algo CONCRETO en la Iglesia católica y en el magisterio del Papa;
sorber la palabra de Dios. Nunca puede la Iglesia apropiarse sim- si la Iglesia católica y el magisterio pontificio, incluso a despecho
plemente de la autoridad de Dios. La obediencia de la Iglesia no de todas las protestas teóricas, en lugar de mantener la Revelación
puede nunca convertirse en obediencia a sí misma, a su propia auto- POR ENCIMA de ellos, no la mantienen sin embargo de hecho EN su
ridad doctrinal. Sólo la autoridad de Dios es autónoma; la autori- poder, como un bien que les pertenece originariamente y del que
dad de la Iglesia consiste en permanecer hetera-noma. No podía la disponen, de hecho, absolutamente; si la Iglesia y el magisterio
Iglesia comprometer más su autoridad doctrinal legítima (!) que no se han servido para sus propios fines del testimonio apostólico
al querer divinizarla y trascendentalizar1a; una autoridad semejante de la Sagrada Escritura, que es libre poder divino y, en parte, no
ya no tiene sobre ella ni a Dios ni a su palabra, por tanto ya no tie- la han domesticado; si el Papa, como representante de Cristo, no
ne su fuente profunda, se disuelve ella misma. La Iglesia sólo puede ha llegado de hecho hasta reemplazar a Cristo.
afirmar más su autoridad doctrinal, sometiendo constante y con- Sería hacerse ilusiones no ver que el problema de la infalibilidad
cretamente, su autoridad a la autoridad 'de la palabra de Dios con pontificia no es en manera alguna, en el diálogo ecuménico, un pro-
toda humildad, modestia y gratitud, cuando quiere sencillamente blema teológico meramente abstracto, sino que es al propio tiempo
escuchar, anunciar y cumplir, no su propia palabra, sino la pala- un problema práctico y existencial. Es aquí precisamente donde se
bra de 'Dios. interpenetran la teología y la vida, es aquí precisamente donde una
Por esta razón, a semejanza de los profetas y los Apóstoles, los multitud de «prejuicios» verdaderos, verdaderos y falsos a medias,
poseedores del magisterio de la Iglesia (y particularmente el Papa), se entremezclan. Cualquier hombre implicado en el diálogo ecumé-
sólo están (también ellos ahora), sometidos al Espíritu en la obe- nico vivo, afirma que algunos cristianos evangélicos se escandali-
diencia. El ministro debe escuchar siempre, recibir y aprender la zan de ciertos rasgos exteriores del magisterio pontificio, que le
palabra de Dios en la palabra humana de la Escritura. Necesita impiden aunque sólo sea discutir seriamente el sentido y el valor
coincidir constantemente con la palabra de Dios y tomarla constan- de un magisterio semejante. Se escandalizan del lenguaje de los do-
temente como norma. En su magisterio, debe hacer valer lo que cumentos del magisterio (las identificaciones con Cristo en los di-
posee de lo alto y debe sentirse agradecido. Pero no preva1drá or- versos títulos atribuidos al Papa, por ejemplo, Sanctissimus D01ni-
gullosamente de 10 que no posee por sí mismo, como si se tratara nus nosier; las expresiones a menudo no bíblicas, procedentes de
de un bien propio; no se vanagloriará ni se alabará jactanciosamen- un Derecho Canónico que se parece a la filosofía; el estilo curial
te como si pudiera disponer de ello. No se atribuirá la gloria que que, bajo apariencias piadosas, aparece a menudo orgulloso y seco;
corresponde a Cristo ni la alabanza que corresponde a Cristo, sino la pretenciosa exigencia de privilegios y poderes particulares; la
que, en su ministerio, vivirá también de la gracia de Dios como gloria humana de la jerarquía; la diferencia de tono entre las epís-
un hombre pobre, débil y pecador. tolas de los Apóstoles y los actuales documentos pontificios). Tam-
Por muy difícil que le resulte comprenderlo a un cristiano evan- bién se escandalizan con frecuencia de la profunda actitud interior
gélico, la infalibilidad del Papa sólo puede comprenderse en la pers- que parece más o menos disimulada tras el ejercicio del magisterio
pectiva expuesta más arriba, es decir, no como una apropiación so- (afirman que la Sagrada Escritura se utiliza a menudo sólo como
berana de la Revelación divina, sino como un servicio de interpreta- arsenal de argumentos y, en tanto que es palabra soberana y exi-

23
354 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBI,E? 355
gente de Dios, no se tomaría en serio en la actividad de enseñanza cesión apostólica, que «La divergencia entre católicos y protestantes
y el gobierno de la Iglesia total; la Tradición, se prefería con mu- no se producirá sobre el HECHO sino sobre el MODO. Y a propósito
cho al testimonio de la Sagrada Escritura y, en esta Tradición, se de este modo, nuevamente comprobaremos que nos es imposible
mezclaría con frecuencia lo divino y lo humano de una manera pe- oponer razones de PRINCIPIO, ya sea al concepto católico según el
ligrosa; en la Tradición, sólo se tomaría en consideración aquello cual todo el apostolado Se resume en Pedro, ya sea sobre la noción
que confirma un fácil statu qua; la vigilancia doctrinal tendría de de un primado en la Iglesia, primado que pudiera ser luego el. de
hecho aspectos totalitarios y no dejaría ver en la Iglesia católica, la comunidad católica» 6Q. Pero Barth, durante una conversación,
de acuerdo con la Escritura, un. lugar de libertad; en muchos de- formuló un día de esta manera la objeción más importante: «La
cretos, que no son en absoluto infalibles, se renunciaría a una infor- voz del Buen Pastor 110 puede llegarme desde lo alto de la "cátedra
mación de base y, en semejantes decretos, no se admitiría nunca de Pedro"» ¿ No tendría que hacernos pensar mucho esto, a nos-
lealmente los errores pasados; incluso ciertas discusiones teológicas otros católicos?
legítimas se verían detenidas prematuramente y por medíos drásti-
cos; el sistema de censura al que deberían someterse los teólogos
católicos, y las denuncias con las que deberían contar, desarrolla- B) Infalibilidad limitada.
rían entre los teólogos católicos una atmósfera de ansiedad y de Desde el momento en que se incide sobre la autenticidad de he-
opresión ante la verdad total y paralizarían de muchas maneras unas cho del ministerio de Pedro, el esfuerzo teológico para elucidar el
investigaciones teológicas constructivas). En resumen, la queja con- problema no resulta superficial sino que es, más bien, u?a exi-
tinuaría en pie: de hecho, el ejercicio del magisterio no se ajusta- gencia. Si en la discusión quieren evitarse los malentendidos, es
ría al Evangelio. ~onveniente comprender la infalibilidad pontificia con la misma pre-
La crítica que dirigen los otros cristianos al magisterio del Papa cisión que la comprendió EL PRIMER CONCILIO VATICANO 61. Muy
es parcial con frecuencia, injusta, obstructiva. Y a pesar de ello a menudo, fuera de la Iglesia católica, la definición vaticana se
¿ quién se atrevería a afirmar que todo ello es falso? Nosotros los considera como el colmo de la concentración del poder doctrinal en
católicos no haríamos sino perjudicar el magisterio de Pedro silen- la persona del Papa y como el establecimiento de una infalibilidad
ciando estas quejas o deshaciéndonos de ellas a la ligera. Porque pontificia ilimitada. Y no obstante es un hecho que esta definición,
estas quejas las dirigen a menudo precisamente esos teólogos que implica precisamente una ~la~a LIMITACIÓ~. en relación ~ cua~to
están interesados en un diálogo ecuménico constructivo y en un se había afirmado C011 antenondad al concilio, e11 la Iglesia católi-
entendimiento con la Iglesia católica 59. Tampoco debemos respon- ca, respecto a la infalibilidad del Papa. Se ha querido ver, :y con
der mediante distinciones abstractas, disociando por ejemplo la na- razón, una victoria de la minoría conciliar; o bien, como dice el
turaleza ideal del magisterio pontificio de su realización histórica.
Fuera de nuestra Iglesia, los hombres no pueden reconocer la na- 60. K. BUTR, Kirchliche Dogmatik (Zollikon-Zürich, 1932, 61952) 111, 106.
turaleza del magisterio pontificio, más que en su realización histó- 61. Además de la bibliografía que citamos al principio del capítulo VII, 1, sobre las
rica, y en ningún sitio más. La perpetua tarea del magisterio de discusiones a propósito de la primacía en el Primer Concili? Vati~ano, cír. especialmente,
sobre la cuestión de la infalibilidad en el Primer Concilio Vaticano : R. AVBERT, La
Pedro es manifestar incansablemente el carácter evangélico de su Eciesiologia en el Concilio Va:icano,. en: El concilio y los conc~ios. (Madri~, Pa~l!nas, 1962)
naturaleza ante la Iglesia y el mundo, presentarse él mismo de una 291-331; A. CHAVASSE, L'ccclésiologic au conde du Yaticun; L zn¡a¡ff¡blltte de Il:.g/¡se, en:
manera AUTÉNTICA: al servicio del amor y de la afirmación de la L'ecclésiologte au XIX' siecle (París, 1960) 233-245; VV' CAVDRON, Magistere o~dinaire. et
fe de los hermanos, para proteger y favorecer la libertad de los hi- inlaillibilité pontificale d'apres la constttutton "Del Filius», en: Ephemerides 1 hcologicae
Lovanienses, 36 (1960) 393-431; O. KARRER, Das okumemsche Konzl! In der romiscn-ea-
jos de Dios, libertad para la cual el propio Cristo nos libertó de la tholischen Kirche der Gegenwart, en: Die okumemsche Konzilc der Christcnheu, pu-
ley (Gál. 5, 1). También incumbe al ministerio de Pedro conven- blicado por H. J. Margull (Stuttgart, 1961) 237-284, especialmente 241-264; G. DE)AIFVE,
cer siempre, no «mediante discursos persuasivos de la prudencia», Pape et évéques au premier concile du Vatican (París, 1961) 93-137; K', RAHNER, Episliopa:
sino por una «demostración de Espíritu y de poder» (I Coro 2, 4). und Primat (Friburgo-Basllco-Viena, 1961) 86-93, trad. castellan;" Episcopado y. primado
(Barcelona, Herder, en prensa); G. THILS, Parlera-too? des eveq,~es .a~ . ~o?cde?,. ~n:
En su «Dogmática», Karl Barth confiesa, a propósito de la su- Nouvelle Revue Théologique, 93 (1961) 785-804; J. P. rORRE~L, L injailiibilité pontiiicai«
est-elle un privilege «personnelni, en: Reuue des sciences philosophiqaes et théologiques,
59. He publicado algunas pruebas suplementarias, en El concilio y la unión de los 45 (1961) 229-245; W. KASPER, Prima: und Episkopat nach dem Vutilronum 1, en:
cristianos (Santiago de Chile, Herder, 1962) 141-145. Tiibinger Theologische Quartalschrijt, 142 (1962) 68-77.
356 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QLlt SIGNIFICA lNFAUBLE? 357

cardenal J. H. N ewman, una intervención de la providencia de ning en 1865 con la que se definió finalmente tras vivas discusiones.
Dios : Éste <do ha hecho con Pío IX, pues creo que (Pío IX) hubie- La fórmula de Manning hablaba, sin el más leve matiz, de la infalibi-
ra querido (personalmente) un dogma más riguroso que el que ha ob- lidad en cualquier expresión pontificia referente a la fe V las cos-
tenido» 62. Sin aludir a los himnos involuntariamente blasfemos que tumbres: Vivae voces oraculum 51<1n1l10 pontífice pyolatu,111 área
ya hemos citado, obra de div,ersos neo-ultramontanos refi~iénd~se a fidem, mores ue! facta u,t aiun: dOit)17(ltira, seu cuc a ueriuues fidei
Pío IX 63, basta comparar la formula propuesta por el arzobispo Man- morumque quaestionibus circwmsiantes útjallibíle esse 64. Contraria-
mente, el concilio - como ya veremos -- puso condiciones muy con-
62. J. H. NEWMAN, a la señorito Holrnes, en: Cardenal NEIV;!A!'i, Pensamientos sobre
cretas que limitan de hecho, en gran manera, la infalibilidad del
la Iglesia (Barcelona, Estela, 1964) 110. .
63. Cfr. la nota 227, cap. VII, 5, Respecto a la infalibilidad en particular, mcncio-
Papa.
narnos tan sólo dos testimonios típicos: 1.0 W. G. WARD, director y editor de la
Dublin Rcoieui, el protagonista teológico del grupo inglés del ultramontanismo extremista; 1. La infalibilidad absoluta corresponde únicamente a Dios:
sus opiniones fueron representadas en Inglaterra especialmente por Th. Knox , V el arzobispo BAJO NINGIJN CONCEPTO corresponde al Papa UNA INFALIBILIDAD AB-
Manning de Westminster estaba totalmente decidido a apropiárselas. C. BUTLER-H. L'''G,
SOLUTA. Esto 10 dice con toda la claridad deseable el relator de la
Das Vatikanische Konzil (Munich, 3." ed. 1933) 66, resumen sus opiniones tal como Slgue:
"Para él,' todas las enseñanzas directamente doctrinales de todas las Encíclicas, de todas Comisión de la Fe, monseñor Gasser: Quaeritu« in quo sensu.
las cartas a los obispos particulares y todos los discursos del Papa, son declaraciones infalli.bílitas pontif¡:cis Romani sit ABSOLUTA. Respcndeo et ín-
EX c,\THEDRA e 11'SO FACTO infalibles. No se preocupaba directamente en dilucidar la con-
J.;enuc [oteor: nullo in senstj, injallibilitas pontificia esi absoluta, nam
troversia galicana sobre la cuestión de saber si el órgano de la infalibilidad era el Pap'l
sólo o el Papa junto con el episcopado; su interés, como ya lo ha dicho, se dirigía,
infa.llibilitas absoluui campetit soli Deo, pfimae et csscntiali ueri-
no al "sujeto" de la infalibilidad, SIno al "objeto", sobre la clase de declaraciones a las tati, qni millibi et nunqu,am fallefe el fal1ipotest 65. La infalibilidad
que se aplicaba. Afirmaba que lo que era infalible en las bulas, las encíclicas, ctc., no sólo la comparte el Papa en vistas a una finalidad bien definida. Es-
debería limitarse a sus definiciones formales . sino que abarcaría las enseñanzas doctri- tá sometida a LÍMITES y CONDICIONES total mente precisos. Omnis
nalcs en su totalidad; los decretos de las Congregaciones romanas estarían marcados con
el sello de la infalibilidad si el Papa los aceptaba y Jos publicaba cn virtud de su auto-
alía infallibililas uipoie communicat a ad ceriicm [ineni habet suos
ridad. En resumen, "cada una de esas proposiciones doctrinales cuenta con la asistencia infa- milites et suas conditiones, sub i]uiblls -adesse censeiur. I dem
lible del Espíritu Santo". Puscy replicó en Eircnicon , no sin motivo, que semejante doctri- ctunn »olei de injallibiHtale Romani pontíficís 66. La infalibilidad
na de la infalibilidad sobrepasaba de lejos la inerrancia en la definición de la doctrina del Papa está totalmente limitada al servicio pastoral de la Igle-
referente a la fe y J. las costumbres, inerrancia que estaría garantizada al Papa por
sia universal (M.t. 16, 18; In. 21, 13-17): Petrus extra hanc rela-
la asistencia especial del Espíritu Santo, tal como lo explican los teólogos católicos que
hacen ley; una doctrina semejante se pondría de hecho prácticamente al nivel de la ins- iumem ad ecclesiam uniucrsaiem posiws in suis successorious hoc
piración: En realidad también Ward afirma ha expresamente quc la infalibilidad se igua- ueritatis charisinate ex certa illa promissione Christí non gaudet 67,
laba a menudo a una "nueva inspiración". y a este propósito citaba como ejemplo el Por eso la infaiibilidad del Papa está limitada de tres maneras:
rechazo de las cinco proposiciones del Jansenismo (Dubli»: Review [octubre , 1869] 479).
por relación al SVJETO (el Papa es sólo infalible cuando habla in
Declaraba sin pestañear quc ciertas bulas, como "Quaiua cura" del 1864, debían ser
aceptadas como "la palabra de Dios"" Con una impertubabic lógica y un lenguaje muy catíiedia como doctor universal y juez supremo de la Iglesia);
apasionado presentaba su punto de vista personal sobre el carácter infalible de esta masa por relación al OBJETO (el Papa es sólo infalible cuando habla sobre
enorme e interminable que abarcaba desde las enseñanzas ex cathcdra hasta documentos cosas que se refieren a la fe o a las costumbres); por relación al
desenterrados del bulario y de las actas pontificias pretéritas. i Y ésto no era todo I Llegaba propio ACTO (el Papa es sólo infalible cuando define aquello que
inciuso a afirmar con una suficiencia imperturbable que este era el único punto de vista
católico, que debía aceptarse como la fe católica necesaria para la salvación y que sólo
liberaciones: "Resulta mucho más sencillo creer que han sido murmuradas ,,1 oído del Papa
una ignorancia invencible, excusaba en este caso de pecar mortalrncntc.» 2.° Lours VEUILLOT,
por el Espínru 5"l1to." Veuiliot añadía aún : "Debemos, sin dudar, considerar la autoridad
cuyo periódico «L'Umuers» influía ampliamente en Francia y estaba sólidamente
v la omnipotencia del Papa como fuente de toda autoridad. espiritual y temporal. La
por el clero. Veuillot trataba "de "inspiración" a la infalibilidad pontificia, "Sólo
publicación del dogma de la .ní.rlibilidad del Papa no tiene otra finalid"d,"" C, Butler-
todos una coso con certeza, y es que nadie sabe nada, salvo el hombre que tiene siempre
H. Lanr oo. cit., 67 V si§!:_
l
a Dios consigo, el hombre que penetra el pensamiento de Dios. Hemos de seguir sin re-
chistar sus órdenes inspiradas." En un escrito llegado de Roma durante el concilio. Vcuillot 114. Citado nor R. ACHERT. La Eclcsioloyu. en el Concilio Vaticano, en: El concilio
planteaba la cuestión de la siguiente manera: "i La Iglesia cree o no que su jefe supremo y los conalios (Madrid, Paulinas. 1962) 237
está directamente inspirado por Dios, es decir, que es infalible en sus decisiones que se 65. M!\NSr, 52, 1214: el informe de monseñor C:lsser debe considerarse como inter-
refieren a la fe y a las costumbres?" Corresponde exactamente a estos criterios lo cJue 1'0 pretación oficial del decreto de infalibilidad.
mismo he oído de labios de un superviviente de la escuela de Veuillot : no le agradaba que 66. M,,,sI. 52. 1214.
se dijera, al hablar de las definiciones del concilio, que se habían formulado tras las de- 67. M·\'iSJ. 52. 1714.
358 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 359
todos los fieles de Cristo deben creer o rechazar): Proinde reapse sali tam separari non potest, quam fundamentum ab aedijicio cui
infallibilitas Romani pontificis restricta est raiione SUBIECTI, portando destinatum esto Non separamus porro papam infallibiliter
quando papa loquitur tanquam doctor universalis et iudex supremus definientem a cooperatione et concursu ecclesiae, saliem id est in
in caihedra Petri, is esi, in centro, constitutus; restricta est ratio- eo sensu, quod hanc cooperaiumem et hunc conwysum ecclesiae non
ne OBIECTI, quando a¡;itur de rebus fidei et morum; et ratione exciudimus 76. El Papa posee su infalibilidad únicamente en tanto
ACTUS, quando definit quid sit creden dum uel reiiciendum ab om- está ordenada a la Iglesia universal, y está ligado por la fe de la
nibus Christi fidelibus 68. Iglesia universal en la medida en que extrae la inteligencia eclesial
Por tanto, cuando el Papa habla sólo como un particular o como de la Revelación. Debido a que la verdad que hay que definir no se
un doctor privado, no es infalible 69. E incluso cuando habla tan le revela ni inspira al Papa, éste está obligado a emplear los medios
sólo como Papa, tampoco es infalible 70. SÓLO es infalible CUANDO adaptados a la dificultad del asunto (concilios, consejos de obispos,
quiere, en su calidad de doctor universal y juez supremo de la Igle- cardenales y teólogos, etc.), para descubrir exaetámente la verdad
sia, definir en el sentido más estricto y, apelando a toda su auto- y para expresarla en forma conveniente 77. No existe verdaderamen-
ridad, tomar una decisión doctrinal definitiva en materia de fe y te necesidad alguna absoluta, sino una necesidad relativa, de que
de costumbres para toda la Iglesia 71. Las palabras «sólo... cuando» el Papa consulte a la Iglesia, es decir al episcopado, de una manera
(Soiummodo), las recalca más de una vez Gasser 72. Deben cumplirse u otra 7B. Se considera la consulta a los obispos como un medium
TODAS las condiciones sin excepción y ser INDUDABLES para que ordinarium y se cita, como ejemplo, la definición de la «Inmacu-
pueda hablarse de una definición infalible 73. Por eso el propio lada Concepción» 79.
Codex luris Canonice, precisa: Declarata seu definita dogmatice res En la fórmula según la cual las definiciones infalibles del Papa
nulla intelligitur, nisi id manijeste constiterit 74. son ex ses e irreiormatníes, se añadió en último extremo, debido a
motivos antigalicanos y sobre todo a instigación de Manning:
2. Por 10 tanto el Papa NO ESTÁ SEPARADO DE LA IGLESIA. Es NON AUTEM Ex CONSENSU ECCLESIAE BO. Según el comentario auto-
infalible sólo en la medida en que es representante de la Iglesia rizado de Gasser, estas palabras significan sólo una explicación del
universal: ... ideo non separamus pont1:jicem ab ordiniuissima co- ex sese: Las decisiones ex cathedra del Papa tienen fuerza de ley
niunctione wm ecclesia. Papa enim solummodo tune est infallibilis J
por sí mismas y no, por tanto, debido al asentimiento de la Iglesia
quando omnium christianorwni doctoris muneTe [ungens, ergo wni- o del episcopado 81. Aquí se provee sólo el principio jurídico de don-
uersalem ecclesiam rebraesenums, iudicat et definit quid ab omni- de dimana el carácter obligatorio y no el principio de conocimiento
bus credendum uel reiicienáurn 75. No quedan excluidos ni una co- del que se inspira el Papa. Debe excluirse el carácter obligatorio
operación ni una ayuda por parte de la Iglesia: A b ecclesia uniuer- de un consentimiento concomitante y ulterior del episcopado; pero
no pretender que el Papa pueda definir una verdad sin que exista ya
68. MANSI. 51.. 1214.
69. MANsr. 52, 1212: lniallibilitas personalis papae in se ipsa debet accurauus definiri una conformidad de la Iglesia sobre el fondo 82. En realidad, el Papa,
quod nempe non competir Romano pontifiei quatenus est persona priuata, neque euam
quatcnus est doctor priuatus: nam qua talis par est aliis doctoribus privatis... 76. lbid.
70. MA"SI, 52, 1213: Neqne etiam diccn dus est ponuicx infallihilis sim pticitcr ct 77. MANsr, 52. 1213: Hanc cooperationcm ccclcstae tum ideo non exeludimus,quia
auctoritate papatw, sed lit subes; divinae assisteniiac dirigenti in hoc certe et indubie. infallibilitas pontiíicts Romani non per modum inspirationis vel rcuclationis, sed per
Nam auctoritate paoatus pontijex est semper supremas iudex in rehus fidei et morum modum dtoinac assistentiae ipsi obvenit. Hinc papa pro officio suo et rci gravitate tenctur
el omnium christanorum pata et doctor. media apta adhibere ad uerttatem rite indagandam et apte cnunuandam; et ciusmodi
71. MA>lsr, 52, 1213" Sed assistenua divina ipsi promissa, qua ju. lit errare not media sunt concilia vel etiam constlia cpiscoporum , cardinalium , theologorum,
possit, solummodo tune galldet, cum munere supremi iudicis in controuersiis fidei et uniuer- 78. MANsr, 52, 1215: In hac strieta el absoluta ncccssitatc consistit tota differentia quae
salis ecclcsiae doctoris reipsa el actu fllngitur. Hinc sententia: Romanas pontifex est infal- intcr nos uersatur et non in op portunitate autaliqua relativa necessitate, quae
1 iudicio
libilis, non quidem ut falsa debet traduci, cum Chrlstus personar Petri et personae suc- Romani pontificis rerum circunstantias ponderantis prorsus remittenda est .
cessoris cius illam promiscrir: sed est solummodo incompleta, cum papa solumrnodo si 79. MANSI, 52, 1217.
infallibilis quando solemni iudieio pro universa ecelesia res fidei et morum definit. 80. MANsr, 52, 1317.
72. Cfr. repetidamente en: MANSI, 52, 1213. 81. lbid.
73. Cfr. MANsr, 52, 1212 Y sig., y 1225. 82, R. AUBERT, La eelesiologio en el Concilio Vaticano, en: El concilio JI los concilIO.,
74. Codex Iuris Canonici, Can. 1323, párrafo 3. {Madrid, Paulinas, 1962) 317, n. 47: «Todo el contexto de los debates muestra que se
75. MA>lSI, 52, 1213. trataba intencionalmente de excluir el consentimiento concomitante o ulterior dcl episco-
360 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 361
para definir, no necesita un consensus ecclesuie formal; sin ern- ejemplo hace poco tiempo, Salaverri) demuestran que la pron~esa de
barco no debe definir sin el sensus eeclesiae 83. Lo que decía ~asser Cristo al Colegio de los Apóstoles parece no obstant~ lmphcar. la
continúa siendo válido, o sea, que la vía normal (medium oTdina- promesa de una asistencia divina ~NMEDIATA al COl~glO Apostóhc~
Tium) es el ejercicio del ministerio de acuerdo con la Iglesia y con (MI. 18, 18; 28, 18-20 ;Me. 16, rs , Jn. 14, 16; 1/, 26; 20, 2.1 ,
el episcopado 84. cfr. Mt. 10, 40; Le. 10, 16), de forma. que el Colegio Apostólico
debería ser infalible inmediatamente y no sólo «de una manera de-
3. Al lado de las discusiones del Primer Concilio Vaticano, los rivada» partiendo de Pedro 86. Por otra parte, )1ace observar Rahner
teólogos han debatido la cuestión de saber si existen DOS. ~ l'N SOLO que sería imposible una d?ble autoridad doctrinal SUPREMA,8lorque
SUJETO DE LA INFALIBILIDAD DE LA IGLESIA (Papa y concilio o Papa finalmente debería conducir a dos corporaciones diferentes . Pero
sólo}. El relator de la Comisión de la Fe, Gasser, deploraba el considera Rahner que todo el dilema es un falso dilem~, cuyas pr.emi-
segundo concepto s.egún el cual la infalibilidad total se extendería sas implícitas son inexactas por ambas partes: «es decir, que la infa-
en la Igles 1a partiendo de un solo .suJeto: el Papa . ~echaza ,el EblEdad del Papa cuando define "solo", no es de ninguna manera
concepto quae ex h:oe. amb?n.e. al1l)uottes: dol~ns dico, indicaia hut, V al mismo tiempo la del colegio episcopal, ~e ta! J?anera que p~ra
scilicei ae si 0111nlS tnfall1.btlttas ecclesiae su stta m solo papa et elle, o bien es necesario q~e. posea sólo una m.fahblh~ad ac.hva, in-
a papd deriveiu» in ecclesiam et illi commumcetu» 85. Según K. mediata (si sólo puede existir una en la Iglesia}, o bien, 51 el con-
Rahner nos encontramos (cante hechos que dimanan de las fuentes
cilio es también inmediatamente infalible, deberían existir en rea-
positiva~: también el concili? disfruta de una in~~libilidad activa; lidad d08 sujetos de la autoridad doctrinal de carácter infalib~e,
en unión con el Papa, los obispos son, en el concilio, los JUECES de
puesto que el Papa sería infalible incluso. "sin" concilio, :s decir,
la fe y no sólo sus abogados; no son sencillamente los primeros a
sin colegio episcopab 86. Por el contran?, .Rahner sostiene con
dar su conformidad a una decisión que hubiera tomado el Papa por
razón e! punto de vista según ~l cual (ca pnon y en todo caso no se
sí mismo, sin disfrutar no obstante en el fondo más que de esta in-
concibe más que UN SOLO s~Jeto. de los sU12:e1110s poderes de .~o­
falibilidad pasiva que pertenece a todos' los miembros de la Iglesia
bierno en la Iglesia: el colegio episcopal considerado como sometido
adoctrinada. No es posible afirmar que hasta hoy, se hayan portado
al Papa, en su calidad de jefe, de forma tal .que la acción del Papa
los concilios como una especie de eco y de «amplificador» de la In-
ce solo» y la de! cOl~cilio ~on únicam.ente diferentes formas d~ la
falibilidad pontificia. Sería absurdo pensarlo, no sólo desde el. punto
actuación de este único sujeto de goblerno supremo de la Iglesia y
de vista de los antiguos concilios, sino desde el punto de vista de
Jos más recientes, en el mismo momento en que no se podía dudar
~ue '~10 deben dimanar de dos sujetos distinto~ ~e go?ierno)) 89. Así,
de la soberana primacía de jurisdicción del Papa y por tanto de su
por una parte, el propio acto del Papa esi<: 1l1c.lU1do en .acto ;1
del concilio y, por otra parte el aeta del colegIO episcopal esta siem-
suprema autoridad doctrinal. Hasta hoy, muchos teólogos (por
Pr e incluido en el acto del Papa. Este concepto corresponde abso-
. dI""
pado y no de pretender que el Papa pudiese definir una verdad sin que haya antes lutamente al ex sese, non ex eonsenS1./. eeel estae T'
e vaticano 90
.
acuerdo de la Iglesia sobre lo fundamental.,,'. . .. ..
83. R. AUBERf, op. at., 328: «Inncyablcmcute las senas discusiones a las que h, 4. Pero, a pesar de todo, ¿ no es, sin emb,argo exacto que, a
dado lugar Ia definición dogmática del Vaticano han permitido percibir mejor la distin- fin de cuentas, EL PAPA SOLO, incluso sin e! episcopado, puede de-
ción entre el sensus Ecclesiac , del que el Papa, órgano de IJ tradición, nunca puede
orescindir ji el rouscnsu: Ecclcsiae, que no es necesario.» finir y puede por lo tanto d~fin.ir POR SU PRO.PIA VOLUNTA~? Des~e
• 84. G'. 1'HlLS, Parlera-t-on des (véques aü concilc", en: Nota/elle Revue Théoloyiou«, luevo debe utilizar su infalibilidad para el bien de la Iglesia uní-
93 (1961) 791: "Erróneamente se ha formulado la conclusión de una especie de intalihi- ver~ai 9\ pero ¿ no es sólo él quien determina 10 que conviene a la
lidad separada, ejerciéndose normalmente "'sin"' relación .~on el epI:copJdo" o los testJg~s
de la tradición. Por el contrario, el magisteno pontmcio se CJerce normalmcnr,:
con id Iglesio. en unión con sus órganos, en comunión con los, testigos de la (rad':ción y, 86. K. R\H'iER, Epis/(opa¡ un d Primat (Friburgo-BJsilea-Viena, 1961) 87 Y sig., traduc-
desde luego, en perfecto fidelidad con las fuentes de la revelación, Pero -:-. y aqu) se en- ción castellana, Episcopado)' primado (Barcelona, Herder, en prenso).
cuentra el remate de la declaración conciliar -, el Papa puede, en condiciones claramente 87. ¡bid., 86 Y sigo
determinadas. hacer un llamamiento JI carisma de IJ infalibilidad y, en este caso. '·1 se. iu«, 88.
acto mediante el cual define, es válido, infalible, por sí mismo, en virtud de cste carisma, Sé'.iu«:
\' no en virtud del consentimiento de la Iglesia." 90. Cfr. una explicación más amplio en K. Rahncr , op. cii., 88-93.
85. MANSI, 52, 1261. 91. M.\'iSI, 52, 1213.
362 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA IN}'ALIBU? 363

Iglesia universal? Desde luego no se excluye una cierta forma de ello mismo dimanan menos de la disciplina dogmática que de la
cooperación del episcopado, pero ¿ no es el Papa solo quien debe disciplina moral: ordini potius morali quam dogmatice accensen-
decidir si está permitida? Desde luego, para definir debe em- dae sunt 97; debido a ello no se trató esta cuestión anteriormente.
plear medios convenientes 93, pero ¿ no es el Papa solo quien debe Pero al hacer eso, Gasser desvió precisamente la cuestión que,
decretar si se ha recurrido a ellos? Desde luego, el Papa debe ac- como hemos visto, desempeñó un papel tan importante en la dogmá-
tuar con cuidado y reflexión "', pero según la definición vaticana tica católica: ¿ Puede intervenir el Papa, no sólo SIN, sino incluso
si no quiere hacerlo ¿ puede impedírselo alguien? Desde luego, en CONTRA la Iglesia universal? Desde luego, sus definiciones no son
tal caso pecaría, ¿ pero serían menos válidas y obligatorias sus de- ex consensu ecclesiae irrejormabiles (de esta manera su poder doc-
finiciones para la Iglesia? trinal para la Iglesia universal se vería frenado precisamente en
Los teólogos católicos se preocupan hoy mucho por aclarar, so- los momentos decisivos). Pero, ¿ significa esto que el Papa pueda de-
bre la base de las discusiones del Primer Concilio Vaticano, de qué finir, contra la voluntad de la Iglesia universal, CONTRA consensum
manera está el Papa ligado a la Iglesia. Pero hemos de pensar que des- ecclesiae, una proposición de fe (aunque de suyo sea conforme a la
pués de cuanto se ha DICHO en el Primer Concilio Vaticano, no pare- verdad)? De ninguna manera; el Primer Concilio Vaticano, al tiem-
ce subsistir posibilidad alguna para impedir, de una manera eficaz po que afirmaba el poder pontificio, no dejó de insistir sobre el
que un Papa defina arbitrariamente (definición quizá conforme a la hecho de que no debe existir oposición alguna entre el Papa y la
verdad, yero no obstante, caso de producirse, muy perjudicial para Iglesia (episcopado). Incluso el Papa que prepara una definición,
la Iglesia). Por P?Co que lo desee el Papa, puede en definitiva ha- está obligado moralmente, escuchando la voz de la Iglesia, a pre-
ce.rlo !odo solo, S111 la Iglesia, La discusión entre la mayoría y la servarse de un CISMA que nacería si nollet ienere cum toto ecclesuie
m1110na alcanzo su paroxismo finalmente sobre este punto; sobre corpore unumem et coniunctionem quam debet 98.
este punto fracasaron los compromisos; fue este punto precisamente
el que quiso imponer a cualquier precio la mayoría antigalicana;
fue por esto precisamente por lo que en úTtima instancia se introdujo C) Infalible.
non auiem ex consensu ecclesiae 95; cabía esperarlo todo del relator
de la Comisión, Gasser (sería «oportuno», sería «relativamente nece- Aunque sea evidente, no deja de tener su importancia advertir
sario», etc.) salvo una sola cosa: sería ABSOLUTAMENTE necesario que que «infalibilidad» no significa «impecabilidad». Gasser, en su co-
el Papa consultara a la Iglesia 96. mentario sobre el Decreto, ya explicó que «infalibilidad» en alemán
Es inútil minimizar la definición; para la mayoría se trataba (Unfehlbarkeit), se podía confundir fácilmente con «impecabilidad»
realmente del Papa y de su poder doctrinal exclusivo' en el fondo (Makellosigkeit, Sündelosigkeit) : Sic 'uerbi gYatia in ling1w germa-
esta mayoría se interesaba muy poco del consensus e~clesiae. Y n~ nica facile liaec vox (infallibilitas) posset confundi cum i111peccabili-
obstante es cosa de preguntarse si de todo ello se deduce que el Papa tate 99. Esta observación es importante, no tanto porque entre el pro-
SOLO pueda definir POR SU PROPIA VOLUNTAD. Desde luezo sabe- testantismo popular la gente se sorprende a menudo de que el «Santo
mos que el Primer Concilio Vaticano no quiso insistir sobre este Padre» tenga un confesor, sino porque el vocablo «infalibildad» en
particular. A propósito de las objeciones de varios Padres que ba- alemán es anfibológico y tiene un regusto moral y con frecuencia
sándose en diversos tratados de teología, exigían otras condiciones negativo que desconoce el latín infallibilitas, en el sentido en que
para el ejercicio del poder doctrinal infalible del Papa particular- lo emplea el Primer Concilio Vaticano. Cuando en una conversa-
mente bona fides y diligentia in veritaJi indaganda et' cnuniianda, ción familiar en idioma alemán, se dice que un hombre se llama a
Gasser, eludiendo la cuestión aunque sin negarla, hace observar sí mismo «infalible) (unfehlbar), que cree ser «infalible» (unfehl-
que semejantes condiciones atarían la CONCIENCIA del Papa, que por bar), entendemos con ello que se cree «exento de falta» (fehlerIos)
(sin defecto ni deficiencias). Por esta razón sería prudente, al traducir
92. /bid.
93. lbid. 97. MANSI, 52, 1214.
94. MANSI, 52, 1214. 98. F. Su.~REZ, De cliaritate, Disputatio XII de Sclusmate, seerio 1 (Opera oninia ,
95. MANsr, 52, 1317_ París, 1858) 12, 733 Y sigo
96. MANSI, 52, 1215. 99. MANsr, 52, 1219.
364 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 365

injallibilitas evitar este tono menor moral que se mezcla, qUierase o carisma de la infalibilidad fundamental se le concede a la Iglesia,
no, y escoger otra expresión en lugar de «infalibilidad». ¿ Cuál? por decirlo así, de una manera duradera y permanente, mientras
Durante el Primer Concilio Vaticano, se define generalmente al Papa sólo se le concede extraordinaria y transitoriamente. Esta
infallibi[itas por immuniias ab errore, por tanto, inmunidad frente es la razón por la cual, según el relator de la Comisión, Gasser,
al error 1ro. Esta inmunidad no significa sólo un de facto sino un la frase: «el Papa es infalible» debe considerarse a decir verdad,
de iure; no sólo un non enare, sino un errare non posse. No sólo no simplemente como una frase falsa, sino más bien incompleta,
no se equivoca de hecho el Papa en sus decisiones ex cathedra, sino ya que el Papa no es desde luego siempre infalible, sino que sólo
que, en principio, no puede equivocarse en semejantes decisiones. lo es cuando defille ex cathedra 103. El título del Decreto, al prin-
Sería de desear que en alemán, en lugar de la palabra «infalibilidad» cipio muy polarizado sobre la persona del Papa: nI" Romani pon-
(Unfehlbarkeit) que resulta ambigua y a veces odiosa, se adoptara tificís infallibilitate, fue reemplazado por De Romoni pontifícis
la palabra «inmunidad doctrinal» (Irrtumfreiheit; Irrtumlosigkeit: infallibili 111 agisterÍl) 1M. Podemos por consiguiente, con G. Thils
imposibilidad de errar). Ahora bien, por otra parte, al definir la in- y a condición de no aumentar la distinción, hablar correctamente
falibilidad por immuniias ab errare, no queda la cosa demasiado de una infalibilidad de la Iglesia universal (injaUibilítasin creden-
aclarada desde el punto de vista teológico. Ya que ello depende, en do), de una infalibilidad del colegio episcopal en general (infallibl-
definitiva, de la forma de entender «infalibilidad». Este concepto litas in docendo ) y de una infalibilidad del Papa (y del concilio
no es en absoluto tan claro como podría parecer de pronto. Durante ecuménico) en particular (infallibilitas in definiendo) 105.
el concilio, no se ocuparon mucho de esta cuestión; se supuso que
este concepto era cosa sabida. Durante los debates se puso al descu-
bierto que a veces se hacía difícil encontrar una fórmula aceptable
para todos, cuando se enfrascaban en una explicación teológica más 3. OBSERVACIONES SOBRE LA PROBLEMÁTICA
profunda. En estos casos se ponía de manifiesto los límites de los
propios concilios ecuménicos, que no pueden jamás reemplazar la Hemos hecho un informe detallado sobre -la interpretación de la
teología por la ayuda milagrosa del Espíritu Santo. No fue casual definición vaticana de la infalibilidad. Este informe ha demostra-
si ni en la constitución ni en la definición, propiamente dicha, do claramente cómo, en comparación con las antiguas afirmaciones
existió una explicación de la noción central de ínfalhbilitas. En de los ultramontanos, la infalibilidad del Papa la había limitado
realidad, la fórmula que roza de muy cerca la infalibilidad del Papa, considerablemente el Primer Concilio Vaticano; cómo también el
fue, desde un determinado punto de vista, una «solución de espe- Papa está SOMETIDO a la palabra de Dios y cómo debe conservar
r a» m. Ya que no era posible unirse para determinar más exacta- la unión con la Iglesia y el episcopado. 'Todo esto proyecta también
mente el objeto de la infalibilidad, se decidió definir la infalibilidad luz sobre el diálogo ecuménico. Por otra parte, estas discusiones
del Papa por la infalibilidad de LA IGLESIA: Romanum pontificem ... entre católicos, proceden de la dificultad específica de la infalibili-
ca injalli/J'ilitalc pollere, qua diuinus Redempior Ecclesiam saam dad y hacen sobreestimar mucho la importancia de los puntos de
in deiinienda doctrina de fidevcl movibus instruciam esse votuii ¡02. detalle teológicos controvertidos, en cuanto al diálogo ecuménico.
Pero actualmente hay que reconocer que esta fórmula se expre- No hay que hacerse ilusiones: El Papa, ¿ es infalible solo o en
sa de una manera feliz. La relación entre la infalibilidad del Papa unión con el episcopado? ¿ Necesita o no que se le ayude? ¿ La
y la de la Iglesia está perfectamente explicada. La infalibilidad del infalibilidad, se ciñe sólo a Jos asuntos de fe y costumbres o alean-
Papa no tiene, desde luego, su finalidad en sí misma, sino que
debe servir a la infalibilidad de la Iglesia; lo importante es la in- 103. M"N51. 52. 1213; cír. R. ACBERT, La eclesiolovi« en el Concilio Vaticano, en:
El concilio y los concilios (Madrid, Paulinas, 1962) 329: "Esta manera de proceder muestra
falibilidad de la Iglesia, uno de cuyos órganos (y es uno solo entre que la infalibilidad de la Iglesia ocupa aquí el primer lugar y que el Soberano Pontífice
varios) es la infalibilidad papal. Puede añadirse todavía que el no es sino el órgano ~ o más bien uno de los órganos - de la IgJesia. Todo lo más se
puede pregulJtar si no hubiera sido deseable, en esta misma perspectiva, añadir que el
100. Ctr. M.\,,,¡, 52, 7.14.24. cte.; efr. en la propia constitución: (<ah errare illibata» carisma de infalibilidad reside de manera endémica y permanente en la Iglesia, mientras
(Dcnz, 1836). que el Papa no goza de él sino de una manera transitoria y excepcional.»
101. MA'\sl. 52. 1226. 104. MANsr, 52, 1218.
102. Dcnz , 1839. 105. G. THJLS, Parlera-t-on des évéques au concite", en: Nouucllc Rruue Théologiquc,
93 (1961) 797.
¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 367
366 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
y si esto no excluye los pecados, menos aún el error, que no es un:
za más allá? ¿ El Papa infalible que define, necesita para ello, pecado. De hecho, la historia de esta Iglesia que por la gracia de
sí o no, la conformidad de la Iglesia? Etcétera. Todas estas cues- Cristo es santa, indestructible e infalible en su esencia, es siempre
tiones resultan muy secundarias para un cristiano evangélico. Para en TODOS sus miembros una historia de los pecados y del error.
explicarlo en dos palabras: Basta con que en la historia de la ~\Sle­ y 10 que 10 demuestra de la manera más evidente es, precisamente,
sia, que dura hace siglos, un Papa, aunque fuera único, haya po- una Iglesia que por propia autoridad se adorna con la infalibilidad 107.
dido, en un momento cualquiera, expresar con absoluta certeza una U n cristiano evangélico no debe en absoluto dejarse llevar por
sola proposición de fe obligatoria para la Iglesia, en su calidad de las ilusiones; en la FE debe, a su manera, tomarse en serio estas
Papa, a priori infalible, para que el problema se plantee en toda dos afirmaciones: i La Iglesia, SANTA en su esencia, PECA a través
su crudeza: ¿ Un hombre que no es Dios, infalible? de todos sus miembros! i La Iglesia INFALIBLE en su esencia, FALTA y
Lo que es válido para UN SOLO hombre, lo es también para VA- SE EQUIVOCA en todos sus miembros! Y a pesar de pecar y equivocar-
RIOS, Y lo es también para un concilio ecuménico en la medida en se, está sostenida, conservada, protegida por la promesa y la interce-
que, en la infalibilidad de un concilio, se trata exactamente de lo sión de Cristo y solamente por éstas, como cuerpo de Cristo y Esposa
mismo que en la infalibilidad de un papa; e igual que los pro- suya. El Señor no deja a su Iglesia, la cual no cesa de flaquear 108.
testantes afirman la falibilidad del Papa, que es un hombre, igual-
mente afirman la falibilidad del concilio compuesto por hombres. 107. K. BARTH, op. cit., IV/l, 770 Y sigo "Es posible que la comunidad se vea puesta
Debido a ello se hace inútil apelar, contrariamente a los protestan- entre espada y pared, maltratada, perseguida, ahogada, exteriormente como presta a des-
tes a un carisma de infalibilidad. Un carisma semejante es para aparecer, tal como le ha sucedido de hecho varias veces, como en Israel, como en
muchas circunstancias de su historia en los tiempos pasados o actuales. Puede también,
ellos sólo un postulado que, a pesar de la prueba escrituraria apor- lo que es peor, equivocarse, errar, como Israel. Puede renegar de su Señor y separarse d.,
tada por la teología católica, no tiene para ellos fundamento alguno El, Puede degenerar; incluso cabe decir que no ha existido jamás todavía de ninguna
en la Escritura sino que se trata de una deducción ideada por los otra manera que como una Iglesia más o menos gravemente degenerada: ni durante
juristas partiendo de textos concretos ((Si Pedro es la piedra, en- la época neotcstarncntaria ni en los anales de la historia de la Iglesia, aconteció de otro
modo. ¡Y más degenerada, en aquello en que tenía en alto grado conciencia de su pro-
tonces NECESITA también ser, tener o poder, esto, lo otro, etc.»). pia pureza y se creía digna de alabanza! También en esto es totalmente parecida a Israel,
Desde luego, según la Escritura, la Iglesia encuentra en Cristo que ya a finales del Antiguo Testamento, parece no haber sido nunca lo que estaba
subsistencia y duración; permanece en la verdad; las puertas del destinado a ser - y menos sobre todo, cuando se creyó muy digno de sí mismo -": fiel
infierno no prevalecerán contra ella. De atenernos a esto, a partir a su Dios fiel. La Iglesia se erige en el fuego de la crítica del Señor; pero está también
expuesta a las críticas del mundo y esta crítica no ha sido siempre y ÚNICAMENTE falsa
de Jesucristo y de su gracia permanente, los protestantes pueden e injusta. Siempre ha tenido necesidad de auto-reflexión y de auto-corrección, y siempre
hablar de una Iglesia INFALIBLE, DURADERA e INDESTRUCTIBLE ~n sucederá lo propio. Por tanto no puede existir sino como ccclesia semper rejormanda - y
su ESENCIA; en su ESENCIA está conservada por el DlOS de la gracia de haber sido siempre así hubiera sido comprendida como tal sIempre y en todas partes
y la fidelidad, que jamás la abandona, que nunca la olvida comple- y hubiera obrado en consecuencia. Sus actos y expresiones, sus confesiones de fe y sus
(ltdene" su teología y la ética que representa y viven sus miembros, no eran ni son verda-
tamente ¡!lo. Pero ello no excluye los pecados en el cuerpo de Cristo ; deramente infalibles en ningún punto - y nuevamente eran y son falibles en alto grado
ahí donde se quería, arbitrariamente, adornarlos con la infalibilidad."
106. Así, según los Reformadores, K. B..l RTH, Kirchliche Dogmatik (Zollikon-Zúrich , 108. K. BARTH, op. cit., IV/I, 771 Y sig.: "y considerando ahora cuanto ha suce-
1953) IV/1, 770, dice claramente: "Si es verdad que la comunidad es santa por lo mismo dido y sucede a la Iglesia, lo que hay que decir sobre ella y contra ella: credo SANC:AM
que lo es Jesucristo, hay que decir que es INDESTRUCTlBLEMENTE tal corno, lo es a~uí en ecclesiam. Frente a esto el credo es absolutamente indispensable. Ya que no es posible
la tierra: distinta del mundo y de todas sus ciudades, La antigua dogmática decía pre- decirlo de otro modo que como una confesión de fe. Pero también pertenece a la confesión
cisamente sobre este punto: La Iglesia es INFALIBLE. En la dogmática evangélica, esta de fe decir esto... Puede ser que el cuerpo de Cristo se encuentre enfermo o hendo,
misma expresión significaba que el carácter específico de su existencia NO puede alienarse, ¿Y cómo no lo estaría ¡ Pero en tanto que cuerpo de este jefe , no pu~de morir. La fe de
por tanto NO puede perder su carácter particular y distintivo en medio del mundo. ~e­ la comunidad puede tambalear, enfriarse su amor, menguar muchísimo su esperanza.
bido a que es, por Jesucristo, Su cuerpo, NO puede dejarlo de SER, no puede ser nada mas, Pero el FUNDAMENTO de su fe, de su amor, de su esperanza y ella misma PERMANECEN
no puede estar sometida a otra ley que se impusiera. No se ha hecho santa por sí misma, con Él v NO son AFECTADOS. El reflejo de aquel que es el santo de Dios en la eternidad y
por tanto le es imposible quitarse de encima esta calificación de sí misma. Dios se la lo será 'por toda la eternidad no cesa de posarse en ella. Se encuentra en un camino qUl
ha concedido; por tanto, nadie puede arrebatársela. Precisamente. al igual que ISRAEL no se ha buscado sobre el cual no se ha establecido, pero del que tampoco se ha apar-
-- en ninguna de las peripecias de su historia de la Alianza divina - no podía ni puede tado, sobre el cu;¡ nadie puede detenerla, sobre el cual no puede. tampoco: por sí. mi.sm~,
dejar de ser el pueblo escogido, llamado, enviado en misión. Y ahora la Iglesia existe pararse indefinidamente. Es posible que sobre este. carnmo cojee, tropIece, caIga, s
indudablemente en unidad directa con el pueblo de la Antigua Alianza. Ahora, la pe- posible que a menudo quede desplomada en este camrno: medio muerta como aquel que
rennidad de Israel, como pueblo de Jesucristo, es también la suya.»
¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 369
368 ESTRUCfURAS DE LA IGLESIA

Por tanto, aunque un concilio se equivoque en la fe, aunque un evangélicos - de la infalibilidad de determinadas propOSlClOnes,
Papa - caso de que hubiera uno - se equivoque en la fe, la Iglesia sino del Espíritu, que actúa a TRAVÉS de la fragilidad y la falibili-
dad del hombre y sus proposiciones: lcuans quod est sordidum, ri-
halla a pesar de ello su subsistencia Y duración en Cristo, por la
gans quod est aridum, sanans quod est saucium; flectens quod esi
gracia superabundante de Dios en el Espíritu Santo; a pesar de
esto, permanece en la verdad e, incluso entonces, las puertas del rigidum, jovens quod est jl'igidum, regens quod est devium".
infierno no prevalacerán contra ella. Es el Espíritu de Jesucristo No podrá negarse la seriedad de una fe profunda a un concepto
de] Espíritu Santo y de la Iglesia tal como lo hemos constatado en
quien conduce, fortifica Y conserva a la Iglesia, a pesar Y en contra
de cualquier flaqueza humana. Los hombres, incluso los que están Lutero, Calvino y Barth; contrariamente a lo que piensan con fre-
cuencia los católicos, porque la desconocen de una manera precisa,
en posesión del. ministerio, son y continúan siendo falibles siempre,
esta negativa de la infalibilidad de 105 concilios ecuménicos y del
pecadores Y sujetos a error. Un hombre infalible es una contradic-
tia in adiecto. El postulado de la infalibilidad de los hombres de- Papa no tienen nada que ver con el racionalismo y la incredulidad.
nota, para los cristianos evangélicos, una falta de fe en el poder ¿ Sería afirmar mucho admitir que el Primer Concilio Vaticano
del E.spíritu ~anto en .la Iglesia. Aquel que no cree, pero que sien- pudo difícilmente tener en cuenta esta actitud? Los Padres del con-
te avidez hacia los milagros, éste tal exije una intervención extra, cilio no han considerado ESTA problemática. Lo que deseaban era
ordinaria Y milagrosa de un Deus ex machina que otorga la infa- desenraizar el galicanismo hasta sus últimas consecuencias. Las
libilidad, éste abusará de lo que hay de humano en el hombre pi- principales discusiones giraron alrededor de ciertas modalidades de
diendo un milagro para salvar a la Iglesia. Pero aquel que, de acuer- la infalibilidad y alrededor de la oportunidad de una definición de la
do con la palab,ra del Se.ñor, no quiere ver ~il.agros y sin embargo infalibilidad. Los conceptos de los reformadores sobre este particular
cree, este tal tiene confianza en que el Espíritu Santo, que actúa no entraron en los debates, y la infalibilidad no se puso a discusión
misteriosamente, dejará que persista en el error y el pecado hasta concretamente. También los manuales teológicos totalmente dedicados
la consumación de los siglos, 10 que hay. de humano en los hombres a la problemática del Primer Concilio Vaticano y algunas de las re-
y. en la Iglesia; tiene total confianza en que, a pesar de esta situa- cientes investigaciones de los especialistas no nos proporcionan una
ción, el Señor permanece en la Iglesia; que en esta situación su seria respuesta a las dificultades que acabamos de -exponer.
Espíritu trabaja incesantemente para lograr que triunfe la verdad No podrá, por. tanto, tachársenos de darnos por satisfechos, en
Y la graci~ .e? la Iglesia y e~l cada indiv,iduo. La estabilidad y la el marco de este libro, con poner los problemas a discusión. Habla-
indestructibilidad de la Iglesia no dependen - para los cristianos mos aquí de las estructuras de la IGLESIA; los problemas que aca-
bamos de evocar superan en mucho este marco. Ya habremos llega-
cayó en manos de los ladrones entre Jerusalén y Jericó, Pero la muerte permanece alejada do .a un resultado si vemos e~~os problemas y no nos damos por
tras ella y no puede vencerla jamás, porque ha sido engendrada de nuevo "no de semilla s.atJ.sfechss con tratar la cuestión de una forma mezquina, que se
corruptible, sino incorruptible, por ,la palabra viva y permanente de Dios" (1 Pe, l. 23). limita mas a los modos que a la naturaleza de las proposiciones
Ha resucitado mccsantcmcntc e mcesantementc resucitará: herida por Dios con rezón
doctrinales que hacen ley. La cuestión de una proposición doctrinal
y por los hombres con razón. o sin ella, y sin embargo nunca suprimida del mundo,
envejece en un aspecto para rejuvenecerse en otro con una fuerza nueva; casi o totalmen- infalible es, e~ el fondo, una c~~stión sobre la estructura del dogma
te apagada en algún lugar, para edificarse en otra parte más jovialmente. Su autoridad y, al proplO tiempo, una cuestión sobre la estructura de la verdad
su actuación, su influencia, sus éxitos, pueden ser reducidos, ínfimos, amenazar COl~ teológica y sobre la expresión de la verdad teolózica. Hasta ahora
desaparecer casi o totalmente, pero la sostienen la autoridad y el poder de Dios y nunca
se encontrará abandonada en la lid. Puede llegar a ser mendicante,' darse aires de 'tendera
la teología católica no se ha esforzado por establecer ante todo a l~
puede prostituirse - todo esto ha sucedido y sucede - ; o pesar de ello es v continúa siendo luz del Nuevo Testamento, un lazo entre la estruc'tura del d~rrma
SID embargo la Esposa de Cristo, Es posible escarnecer su existencia, que es la de Cristo Y, las formas fundamentales correspondientes del enunciado t:oló-
- debido a que es la forma terrestre e histórica de Su existencia; exactamente igual grco, a fin de poner en evidencia los puntos comunes Y las diferen-
que a El, ella no puede perecer y perder su naturaleza. No se trata por lo tanto de que ella
cías entre la estructura del dogma Y la de la oración de la doxolo-
~ban?one en e! f~ndo algo de fl, qu~ lo salve, que 10 haga indestructible - ya que
,quIen sabe en que profundidad, en que abismo, ha abandonado con frecuencia v abando- gía, del testimonio, de la confesión Y de la enseñanza, para llegar
na todavía algo de f:¡¡ _.. ni tampoco este O aquel bien que por otra parte ella 'puede ser de esta manera a alcanzar ocuparse de las diversas modificaciones
o hacer; SIDO que se trata exactamente de Jo siguiente: que É] no abandonará nada de Y fluctuaciones de la estructura del dogma. La teología católica
ella. fl no ha querido abandonar nada ele ella lo mismo que Yavé, en todos sus juicios.
no qu1S0 abandonar nado de su pueblo Isracl.» '
tampoco se ha preocupado en analizar, partiendo de la filosofía, de

24
370 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 371

la psicología, de la sociología, etc., las diversas formas fundamen- que la escala de valores personales esté falseada sin culpabilidad
tales a priori del conocimiento humano en relación con 10 que les alguna (conciencia errónea). Es pecado no seguir los dictámenes de
rodea y en relación con ellas mismas y, particularmente, en relación su conciencia» llO. Por tanto existe una auténtica supremacía de la
con las formas fundamentales a priori del propio movimiento del conciencia subjetiva sobre cualquier norma objetiva: no como in-
pensamiento, que tienen una importancia enorme en cuanto a la dependencia autónoma en cuanto a las normas objetivas, sino como
estructura del conocimiento teológico. Sería preciso aprovechar los facultad y obligación de actuar según el criterio de una conciencia
problemas y los datos de las diversas ciencias (no sólo de la teoría subjetivamente recta, incluso si es objetiva e invenciblemente
del conocimiento, de la lógica y de la ontología, sino también de la errónea lll.
ciencia del lenguaje y de la filosofía, de la psicología, de la antro- Todo ello es válido también en cuanto atañe las definiciones in-
pología, de la sociología y de la historia) para desembocar en una ±alibles del Papa. K. Adam dice acertadamente: «... incluso en el
perfecta presentación de 10 que es un enunciado dogmático en su luteranismo, las conciencias cristianas no son totalmente soberan~s,
total complejidad y en todas sus relaciones históricas. De esta ma- sino que se encuentran ligadas por la palabra doctrinal de su Iglesia.
nera sería posible adelantar de una manera novedosa. en la cuestión Desde luego, hay que avanzar más y decir que si 10 que ata las con-
del contenido de la verdad dogmática 109. ciencias protestantes es quizá más flojo, no es sin embargo DIFE-
Es previsible que tras una elaboración completa semejante del RENTE, en su NATURALEZA, de lo que ata a las católicas. Ya que in-
conjunto de la problemática, que todavía exige sin duda alguna los cluso para las católicas es a fin de cuentas, no la norma objetiva de
esfuerzos de muchos teólogos, la propia cuestión de la infalibilidad la palabra doctrinal, sino la decisión subjetiva de la CONCIENCIA
se iluminaría con una nueva luz más repleta de esperanza, en una quien debe decidir en última instancia, por encima de la aceptación
perspectiva diferente y ecuménica. No habrá alcanzado aún nuestra en la fe, de la verdad relevada presentada por la autoridad de la
teología, de aquí mucho tiempo, la cima desde la cual se descubri- Iglesia. No es en absoluto como si la fe de! católico se agotara en
rá el horizonte, que mucstre también a los otros cristianos, que la obediencia servil a una ley inflexible de la Iglesia. Esta fe es más
este dogma se integra de una manera evidente en la estructura de bien un acto totalmente personal, un acto del pensamiento reflexio-
la Iglesia. De momento, casi no podemos hacer otra cosa sino alla- nado, como de la voluntad moral que nace de la más íntima libertad,
nar el terreno poquito a poco y con paciencia desbrozando el camino un acto decisivo. No encuentra su cumplimiento en ninguna otra par-
de las incomprensiones que 10 obstaculizan. En este sentido han de te Que en la conciencia. Incluso allí donde la conciencia, debido a
entenderse las siguientes observaciones sobre la problemática; no principios subjetivamente obligatorios, se encuentra hundida en un
intentan ni agotar la cuestión ni decir nada definitivo, sino tan error invencible y se ve obligada a decir no a la palabra de la Iglesia,
sólo dar lugar a nuevas cuestiones.
está, según el propio concepto católico, no sólo autorizada, sino
obligada a sacar la conclusión de esta negativa y a salirse de la
A) A utoridael doctrina: ele La Jglesia y conciencia. - La auto-
Iglesia. Efectivamente, santo Tomás de Aquino, el más famoso doc-
ridad doctrinal católica, como a menudo se hace observar o como
tor de la teología católica, declara de una manera explícita que se
tácitamente se supone, ¿ es una violación de la conciencia cristiana
está obligado en conciencia a separarse de la comunión cristiana
que excluye cualquier responsabilidad y exime de tomar partido
cuando ya no se puede continuar creyendo en la divinidad de Jesu-
personalmente? A este respecto hemos de decir que la propia auto-
cristo. De esta manera las dos confesiones se ponen de acuerdo,
ridad doctrinal católica no rechaza la libertad de la conciencia
cristiana. Según el concepto común de la teología moral católica, la
conciencia es en TODOS los casos la norma inmediata de conducta: 110. J. STELZENBERGER, Lchrbuch der Moraltheologic. Die Sittlichkeitslehre del' Ko-
«Debido a que la conciencia es la suprema instancia moral de la nigshemehaft Cottes (Paderborn, 1953) 97; cfr. F. HÜRTH· P. M. ABELLÁN, De principiis ,
persona, es preciso seguir su veredicto. Esto incluso en el caso en de uirtutibus et praeeeptis (Roma, 1948), J, 124.
111. F. HÜRTH' P. M. ABELL.~N, op. cir., J, 139': SUPREMATIA seu «primatus» cons-
cientiae subtectiuac prae norma obicctiua, si solummodo intelligitur: facultas et officium
109. Cfr. sobre este particular las valiosas sugerencias de E. SCHLINK, Die Struletur agendi iuxta consaentiae dictamen subtcctiuc certum etsi obirctioe invincibiliter erroncum ,
der dogmatisehen Aussage als akumenisehes Problem, en el libro colectivo: Der kom- (vel norma a qua proxime pendet formalis et SUBIECTlVA HONESTAS hominis et
mendc Christus und die kirchliehen Tradttionen (Giittingen. 1961) 24·79. hominis RESPONSABILlTAS) recte statuitur et concedi debet .
¿ QuÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 373
372 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
truir a la Iglesia; hay que resistirle pasivamente, no cumpliendo
tanto para reconocer una autoridad doctrinal de la Iglesia, corno sus órdenes e incluso de una manera activa, impidiéndole realizar
para respetar el juicio de la conciencia 112. lo que intenta 116. La Iglesia, según Belarmino, se encontraría en
Es opinión de la teología clásica y del Derecho Canónico, que deplorable situación, caso de verse obligada a reconocer a un «lobo»
incluso la amenaza de una excomunión no debe disuadir a un cris- furioso en lugar de a un «pastor» 117.
tiano de seguir los dictados de su conciencia. De verse mezclado en Todo esto demuestra que incluso en la Iglesia católica se tiene
tan trágico conflicto, tendría el deber, precisamente como cristiano en cuenta la falibilidad y la fragibilidad de los hombres y de sus
que tiene fe, de soportar la excomunión en la re, por penosa que sea palabras, sometidas a la palabra de Dios, y que en manera alguna
para su fidelidad a la Iglesia. Refiriéndose a la frase de Pablo, que se entrega al individuo cristiano y a su conciencia en manos de una
en estos casos se cita siempre: «Cuanto no procede de la re, es autoridad doctrinal cualquiera, aunque en determinados casos esta
pecado» (Rom. 14, 23), Inocencia III ya daba la siguiente respuesta: autoridad fuera infalible.
... quod non est ex fide, beccatiun esi, et qUiCq1Úd fitcont1'a cons-
cieniiavn. aediiicat ad gehennMn qiuun. illa (persona) contra Dewm B) Fe y fonnulaci6n de la fe. - La distinción entre fe y for-
non debeat in hoc iudici obedire, sed potius excommunicationem mulación de la fe tiene una importancia fundamental. La Escritura
humiliter sustinere 113. S. Merkle, que trata sobre estos conceptos, ya demuestra que es posible vivir una fe única y, al propio tiempo,
hace observar: «De acuerdo con esto, incluso Santo Tomás, el más formularla de distintas maneras. La única Buena Nueva nos la re-
famoso doctor de la Orden de Predicadores, e igual que él una mul- latan cuatro evangelistas de una manera muy diferente; e! único
titud de escolásticos, habían enseñado que quien fuese excomulgado Señor es designado mediante calificativos de grandeza y de humildad
por motivos erróneos, debería morir en exilio antes que obedecer la muy diversos; las palabras de la única institución eucarística están
orden de un superior que, a juicio del interesado, se equivoca res- transmitidas de maneras muy distintas. Verdaderamente, en el
pecto a una situación. «Ya que sería contrario a la verdad (contra Nuevo Testamento existen numerosos elementos de fórmulas pero
ueruoiem vitae) QUE NO DEBE TRAICIONARSE INCLUSO A RIESGO DE ninguna fórmula precisa que hubieran utilizado todos los testigos
CAUSAR UN ESCÁNDALO» 114. Y el amplio comentario a las Sentencias, del cristianismo primitivo, bajo un texto idéntico, a fin de anunciar
atribuidas a veces a santo Tomás y que hoy en día se tiende a atri- la muerte y resurrección de Jesucristo. La fe cristiana tiene un ca-
buir al cardenal dominico Anibaldo de Anibaldis (t 1272) dis- rácter histórico y se expresa con fórmulas siempre renovadas. De
cierne una situación (1. 4, D. 38) en la cual, debido a un conoci- esta manera, e incluso en los siglos posteriores al Nuevo Testamento,
miento cierto del estado de hecho, no debe seguirse una orden de existieron entre las diferentes comunidades, fórmulas de confesión
la Iglesia "incluso si quiere obligar a alguien mediante excomu- con frecuencia muy diversas y reconocidas por todos. Sólo a partir
nión. La misma Iglesia juzga por apariencias exteriores, mientras del siglo IV, se fue intentando paulatinamente imponer una sola
que la conciencia se ve forzada por la palabra de Dios, que ve en los fórmula en la Iglesia universal. Pero en e! rondo, existe el conven-
corazones. Por ello hay que permanecer fiel a su conciencia, aunque cimiento de que ninguna fórmula única puede lograr agotar la fe
la Iglesia ejerciera una fuerte presión exterior" » 115. en su plenitud y que una diversidad de fórmulas no implica, de
Incluso el cardenal Belarmino, a pesar de insistir sobre la auto- suyo, una diversidad en la fe.
ridad de! Papa, se ve obligado a admitir que de la misma manera El ejemplo que se cita a menudo sobre una ductilidad dogmática
que hay que oponer resistencia al Papa cuando éste ataca a los que se manifiesta todavía en la Iglesia medieval, es la del «filioque»
cuerpos, lo propio hay que hacer cuando ataca a las almas, cuando del Concilio de Florencia: «Se admitieron discusiones incluso so-
introduce la confusión en el Estado y aún más cuando intenta des- bre verdades de fe ya definidas, por ejemplo sobre el Filioque (es
116 R. BELARMINO, De summo pontijice (Ingolstadt, 1586-1593. París, 1870) lib. Il,
112. K. ADAM, Una sancta in I(atholischer Stcht (Düsseldorf, 1948) 60 Y sig.; cfr. La cap. 29, r, 607: ltaque stcut licet rcsistere Pontifici invadenti corpus, ita licet resistero
esencia del catolicismo (Barcelona, Litúrgica Española, 1950). invadenti animas, ucl turbanti Rempublicam , ct multo magis si Ecclcsiam dcstruere nite-
113. Corpus Iuris Canonlci, ed. Ae. Friedberg (Lipsiae, 1881) Il , 287; efr. Il , 908. rctur: licct , inqucm, ci resistero, 120n faeiendo quod iubet, et impediendo ne excquatur
114. TOMÁS DE AQUINO, In IV Sent. disto 38, expos. textus in fine. roluntatem suam .
115. S; MERKLE, Der Streit um Saoonarola , en: Hochland , 25 (1928) 472 Y sig.; 117. R. BELARMINO, op. at., lib. Il , cap. 30, I, 608: .. quod esset miserrima conditio
ctr. también y, CaNGAR, Falsas J' verdaderas reformas en la Iglesia (Madrid, Instituto de Ecrlcsiae, si lupnm manifeste grassantem pro Pastora agnoscere cogcrctur.
Estudios Políticos, 1953) 390-394.
374 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 375
decir, sobre la procesión del Espíritu Santo, cuya fórmula dice que trino, bajo su diversa formulación. En el transcurso de la historia
procede del Padre y del Hijo). Se quería determinar .si se trataba de la Iglesia, de la historia de los dogmas y de la teología, existen
de diferencias que se referían a la propia realidad, o bien solamente numerosos ejemplos parecidos y mucho más difíciles de desenma-
diversos modos de expresión o de difer~ncias de insistencia, ? de l.a rañar, extraídos de la cristología (Unidad de persona o de naturale-
consideración de la misma verdad partiendo de puntos de VIsta di- za en Cristo), de la doctrina de justificación (justificación o no por
ferentes. El Decreto de Unión muestra cuál fue el resultado de la fe sólo; simul peccator et iustus o bien olim peccaior nunc iusius),
estas discusiones: se reconoció que era totalmente legítima la forma de la doctrina eucarística (el pan permanece o no en la eucaristía),
griega de encarar el misterio y de expresarlo: «Se han aportado etcétera.
testimonios extraídos de la Escritura V de muchos santos doctores La fe puede serIa misma y las fórmulas diferentes, incluso
de la Iglesia de Oriente y de Occidente. Algunos dicen que el Es" opuestas. Tras las fórmulas de fe diversas y opuestas, se encue.n-
píritu Santo procede del Padre y del Hijo; otros, que la procesión tran representaciones e intuiciones, conceptos, juicios y conclusio-
se realiza del Padre POT el Hijo. Todos entienden lo mismo, aunque nes diferentes; existen distintas maneras de percibir, sentir, pen-
bajo distintas palabras» 118. sar, querer, hablar, describir y actuar; existen diferentes for~nas
La Iglesia católica exigía que la Iglesia oriental reconociera el de conciencia de la existencia y del objeto; existen diferentes hIPÓ-
filioquc, pero no le exigía que lo insertase en su símbolo. tesis fisiológicas, psicológicas, estéticas, linguísticas, lógicas, et?o-
Los concilios de Nicea y de Sárdica y muchos Padres, suponen lógicas, históricas, en la manera de entender el mundo, en la .fIlo-
que en Dios hay UNA SOLA hipóstasis; el primer concilio de Cons- sofía y la religión; existen experiencias individuales y colectivas,
tantinopla, el Concilio de Calcedonia y muchos otros, suponen que lenguajes y conceptos del mundo, estructuras sociales y conceptos
en Dios hay tres hipóstasis. No se trata de un simple cambio de del hombre; existen diferentes tradiciones en cada pueblo, en las
vocabulario (es decir, de diferentes definiciones de las palabras), escuelas teológicas, en las universidades yen las órdenes.
sino que encierra un proceso muy complejo, que proviene de la his- ¿ Hay que extrañarse de que, a menudo, los cristianos que pro-
toria de los dogmas y de las ideas y que el historiador del dogma fesan UNA SOLA Y MISMA fe, no se hayan entendido y se hayan se-
encuentra graves dificultades para desbrozar 119. parado cuando podían unirse? Ha sucedido a menudo que en las
De todo ello se desprende que la fe, en cuanto don de la palabra proposiciones de los otros se ha visto sólo las deficiencias y, en las
de Dios, no se identifica sencillamente con una fórmula de fe de- propias, sólo lo que era positivo; que en la propia manera de
terminada 1:¡j). UNA SOLA fe, pero numerosas fórmulas de fe. Una formular la verdad, se ha insistido sólo sobre su valor y en las de
de ellas dice, junto con Nicea y Sárdica: en Dios hay sólo una hi- los demás, sólo en sus defectos. Hoy día sería importantísimo, para
póstasis; otra, con el Concilio de Constantinopla: en Dios hay tres el encuentro ecuménico, que todos los cristianos tomaran nuevamen-
hipóstasis, Ambas pueden, cosa que no es posible excluir a priori, te conciencia de que sus formulaciones de fe son defectuosas, incom-
expresar bajo su diversidad una FE diferente. Pero pueden también, pletas y parciales. Con toda seguridad la Iglesia no verá con indi-
cosa que los cristianos deben interpretar en una mtel'pretatio be- ferencia las formulaciones de fe, ya que es la propia fe la que se
nigna, expresar absolutamente la MISMA y ÚNICA fe al Dios uno y expresa a través de ellas. Con toda seguridad tendrá empeño, con
toda razón, en que todos los hombres no puedan, en cualquier mo-
118. W. DE VRIES, Wegbereitung zur Einheit de,. Christen aus osthirchlicher Sicht
(Recklinghausen·Gelsenkirchen, 1961) 22.
mento, formular toda clase de cosas, si no quiere ver cómo se intro-
119. A. MICHEL. artículo Hvpostase, en: Dictionnairc de théologie catholique (parís, ducen los malentendidos, los desórdenes, las querellas, las divisio-
1922) VII, 369·437; P. GALTlER, De SS Trinitaic in se et in nobis (París, 1933) 45-119; nes, incluso el caos. Por eso la Iglesia, guardiana de la expresión
H. DIEPEN, artículo Hypostase, en: Lcxihon für Thcoloyie und Kirche (Freiburg i. Br., de la fe y al servicio de esta única fe, deberá en determinadas
2 a ed. 1960) V, 78 Y sigo (Bibliografía).
120. Sin duda no es necesario explicar extensamente que nuestras observaciones no
épocas prohibir algunas formulaciones y ordenar otras. Indudable-
deben entenderse en el sentido modernista. Aquí se trata de la fe concedida por la gracia mente, convencida de que debido a la asistencia y a la inter-
de Dios y no del "sentimiento religioso que por medio de la inmanencia vital brota de cesión del Señor, la Iglesia de los primeros siglos tenía también
los escondrijos de la subconcicncia». etc. (Denz. 2077; efr. 2078-2080, 2087-20891; para la misma fe, considerará las formulaciones de esta Iglesia primitiva
una bibliografía más reciente sobre el desarrollo del dogma,. efr. H. KÜNG, Rechtfertigung.
Die Lehre Karl Barths und cine l(atholzsche Besmnung (Einsiedcln, 1957, 3.' ed. 1961) 107,
como expresiones de una sola y misma fe y no las rechazará, ni la.s
(traducción castellana en preparación por editorial Estela, Barcelona). reprobará, incluso aunque parezcan formuladas de una manera di-
¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 377
376 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
brepasar y reemplazar un logion de Jesús. Sin embargo es posible
ferente, opuesta y, quizá incluso, contraria. De esta manera, segu- que un documento doctrinal de la Iglesia post-apostólica sobrepase
ramente, la Iglesia, bajo todas las forI?ulaciones di.ferentes, de los V reemplace de hecho, a la luz de la Escritura, otro documento doc-
distintos siglos, buscará y mantendrá siempre la úmca y misma fe trinal de la Iglesia post-apostólica; así) la definición cristológica
de la Iglesia. Pero a pesar ~e .todo y al mismo tiem~o, la Igl.esia, de Calcedonia ha sobrepasado y reemplazado de hecho la definición
con miras al encuentro ecumernco con las otras comunidades crrstia- cristológica de Éfeso. En cuanto son formulaciones históricas y
nas orientará sus esfuerzos en nuestros días, hacia el descubrimien- humanas, las definiciones de la Iglesia pueden y deben sufrir co-
to de la única y misma fe bajo las formulaciones diferentes y diver- rrecciones. Ya decía san Agustín, tratando este problema en su pa-
gentes de los otros cristianos, a fin de aceptar de esta manera, con saje clásico: «Quien no sabe, después de todo, que la SAGRADA Es-
la máxima apertura y comprensión hacia los demás, su formula- CRITURA CANÓNICA del Antiguo y del Nuevo Testamento aventaja
ción diferente, mientras tengan la misma fe. De esta manera es tanto a todas las posteriores cartas de los obispos, que no hay lugar
posible realizar progresos prácticos en la comprensión mutua, sin a preguntarse, respecto a ello, si tal o cual cosa es verdadera y
que la cuestión teórica de la infalibilidad o de la inerrancia de. las justa, desde el momento que está escrita en sus páginas. En cuanto
fórmulas dogmáticas de la Iglesia sea un obstáculo en este camino. a las CARTAS DE LOS OBISPOS, que han aparecido o aparecen desde
Digo más, mediante progresos prácticos semejantes, el entendimien- que se formó el Canon de la Escritura, se vuelven a rectificar, caso
to sobre esta cuestión teórica no será el último en avanzar. de que, por casualidad, contengan algo que se aparte de la verdad,
gracias a la palabra quizá más docta de alguien más versado que su
C) Dogmas y enmiendas de dogmas. -- Incluso si se ha demos- autor en el asunto de que tratan o por la mayor autoridad y la pru-
trado que, tanto en la Sagrada Escritura .CO:-110 ~n las formulaciones dencia unida a una mayor lucidez de otros obispos y mediante los
de la fe en la Iglesia moderna, pueden existir diferentes formulacio- CONCILIOS. Por su parte, estos últimos, cuando están compuestos sólo
nes de la misma fe y que estas formulaciones están determinadas por los obispos de un país o de una provincia, lo ceden sin ninguna
por la historia, hay que tener en cuenta, s~n er:tbargo, una d~fere?­ dificultad (sine ullis ambagibus cedere) a la autoridad de los concilios
cia. Hemos comprobado, es cierto, una historia de la predicación plenarios compuestos por los obispos de todo el mundo cristiano.
y de la Tradición a partir del Nuevo Testamento: el mensaje de Más aún, sucede a veces (saepe) que los últimos concilios plenarios
Jesús se interpretó, desarrolló, explicitó, desde el. pril1c~pio de la corrijan (emendari) otros anteriores de la misma importancia, cuan-
Tradición - sobre todo con referencia a los escntos del Antiguo do la experiencia (cutn aliquo experimenio rerum) ha hecho descu-
Testamento (de acuerdo con la Escritura» ) - según se han acen- brir lo que había permanecido escondido y que se conoce aquello
tuado o atenuado puntos diferentes o se han agregado u omitido cosas que anteriormente se ignoraba» 121. Y Tomás de Aquino cita a Isi-
Que han modificado el estado de la predicación. Solamente, en los doro: Ji rLiculus (jidei) esi perjectio diuinae veritatis TENDEN8 IN
escritos del Nuevo Testamento determinados por el Canon, se trata IPSAM 122. Y desde el punto de vista moderno, Kar1 Rahner dice:
del primerísimo testimonio de la acción salvífica de Dios, operada «La formulación más clara y nítida, la fórmula más sagrada, el
una vez por todas en la historia, en Jesucristo; la predicación y la condensado clásico realizado a través de los siglos, del trabajo de
enseñanza de los Apóstoles, en su origen, el testimonio de quienes, la Iglesia orante, pensante y militante alrededor de los misterios
llamados por el propio Jesucristo, son los testigos oculares de su de Dios, extraen por tanto precisamente su vida del hecho que son
acción de su muerte y resurrección, son normativos para toda la un principio y no un fin, un medio y no una meta, UNA verdad que
predic~ción y la enseñanza ulteriores. La predicación y la enseñan- nos hace libres con respecto a LA verdad, que siempre es más am-
za de la Iglesia deben conservar, sin dejar de progresar, el contacto
plia. Este carácter trascendente, propio de cada fórmula (no por9.ue
con Jesucristo, con la Revelación de Dios, concedida de una vez
es falsa, sino precisamente porque es verdadera), no procede srm-
para siempre. Cualquier formulación de su fe debe orientarla la
Iglesia en esa dirección. . 121 ACUS1ÍN, De bapt contra Donatistas, esEL 51, 178; efr. F:. HOFMANN,. Die
Por consiguiente, no es posible que unos documentos doctnn~les Bedeutung del' Konzllicn fU,. die l(".chliche Lehrenuoichluno nach de", hezllgen Augustmus,
de la Iglesia post-apostólica sobrepasen y reemplacen los escntos en: Kirche und Überlieferung (Festchrift J. R. Geiselmann, Friburgo-Basilea-Viena, 1960)
82; para una interpretación más detallada efr. 83-89.
neotestamentarios de la Iglesia apostólica, de la misma manera que, 122. TOSIÁS DE AQUI"O, Sttrnmn thcologiac U-lI, g. 1. a. 6.
en el Nuevo Testamento, no puede una interpretación paulina so-
378 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
¿ QUÉ SIGNIFICA lNFALIBtE? 379
plemente de la trascendencia del espíritu que la comprende y que, est, temoovibus procedentibus, explanatio jidei contra insurgentes
comprendiéndola, la sobrepasa siempre abriéndose totalmente a la enores 124. Incluso durante el Primer Concilio Vaticano, el relator
plenitud más amplia de la realidad y de la verdad; ni tampoco pro-
de la Comisión de la Fe, Gasser, hizo observar: .. .non pro »eriuue
ce~e de la gracia divina de la fe que convierte siempre el conoci-
cognoscenda erant necessariae synodi generales, sed ad errores re-
miento de la verdad formulada en un movimiento del espíritu hacia
primendos 125. Y monseñor Martín de Paderborn, dice: ... ecclesia
el aprehendimiento inmediato de la verdad ontológica de Dios en
solet taniummodo eas ueritates definire quae impugnantur 126.
sí mismo. Este carácter trascendente extrae su propio valor, preci-
samente del mismo movimiento de la fórmula que se supera para U n rasgo específico del dogma es, por lo tanto, su orientación
acceder a otra» 123. polémica. Cualquier verdad humana, en tanto que humana, trae
Naturalmente, ahora el progreso no es posible realizarlo en cual- consigo su propia limitación. Pero por el hecho de que la Iglesia,
quier dirección; tampoco puede llegar lejos, vaya donde vaya. No debido a las herejías que han aparecido, se centre sobre puntos muy
basta ahora con ser «consecuente», realizar sencillamente una se- determinados, que aclara más ciertos aspectos y, por tanto, deja
rie de deducciones, «desarrollan, simplemente. La cuestión consiste otros necesariamente en la penumbra, forzosamente se deja ver el
más bien en saber si un nuevo desarrollo corresponde o no a la Re- límite. En este terreno, la labor importante de la teología y de la
velación hecha una vez por todas; si, no sólo no está obstaculizado Iglesia consiste en reducir las oscilaciones del equilibrio interno y
por esta Revelación, sino que coincide positivamente con ella, si se volverlas a llevar al equilibrio de la tensión original. «Sería inte-
puede verdadera y positivamente constatar la dependencia de una resante mostrar detalladamente cómo sabe el catolicismo, en cuanto
nueva proposición con respecto a esta Revelación hecha una vez por aparecen, rechazar con energía las falsas doctrinas que desfiguran
todas. Ninguna piedad popular y ningún sensus fideliu1n, pue- el mensaje cristiano, desenmascarar los razonamientos atractivos
den proporcionar a la Iglesia una nueva Revelación, ya que enton- y garantizar el depósito de su Revelación de cualquier contamina-
ces la propia Iglesia se convertiría en Revelación y pondría en tela ción. Luego habría que mostrar de qué manera, cuando ha trans-
de juicio la Revelación finalizada de una vez para siempre. currido el peligro de una desagradable contaminación, sabe, de una
Por progreso dogmático no puede entenderse tampoco un des- manera muy consciente, introducir y mantener en su doctrina - co-
arrollo orgánico. Los dogmas pueden conducir, incluso, a un cierto locándolos bajo su aspecto auténtico en relación con el conjunto de
endurecimiento de la fe. En cualquier caso, sería lamentable llegar la Revelación - los elementos de verdad que la herejía puso de re-
a pensar que la definición de un dogma puedr. bastar para hacer flo- lieve de una forma unilateral, por lo tanto peligrosa e incluso fal-
recer la k. Si sucediera así, sería inconcebible que la Iglesia primi- samente) 127.
tiva no hubiese hecho MÁS definiciones. Pero, ya entonces, se tenía Semejantes procesos demuestran también, de una manera notoria,
el convencimiento de que la fe se desarrolla mediante la predicación de qué forma lo que aparenta ser falso adquiere una apariencia ver-
del Evangelio, los sacramentos, la oración, la caridad, el sufrimien- dadera. Tendríamos que aclarar ahora, mediante análisis de detalle,
to, etc., y que los dogmas eran sólo, ni más ni menos, que unas la manera como cualquier afirmación humana, en cuanto humana-
medidas de urgencia a las que se veía obligada la Iglesia debido a mente limitada, confina con el error; el error que se le opone le
las herejías. Esto lo afirman de una manera indudable no sólo
persigue como una sombra. Basta con perder de vista los límites
los Padres, sino también Tomás de Aquino. Según él, la verdad
de una afirmación, humanamente limitada, para que aparezca el pe-
de la fe está suficientemente explicitada por la predicación de Cristo
ligro de error, Basta con perder de vista los límites de la afirma-
y de los Apóstoles. La fe no necesita, por tanto, ningún desarrollo
ción: «El justo vive de la fe», y comprenderla de una manera abso-
en sí misma; una explicación de la fe sólo se hace necesaria debido
a los errores que surgen: .. .in doctrina Christi et Apostolorum ve- luta y exclusiva, por ejemplo con la restricción mental «el justo vive
ritas Jidei est suJficienter exp·licata. Sed quia peruersi homines de la fe (sin las obras)», para convertirse esta afirmación en un error.
apostolicam doctrinara et ceteras Scripturas "berueriuni ad sui ip-
124. TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae n.n, q. 1, a. 10 ad 1; cfr. ad. 2;
sorum perditionem'", sicui dicitur JI Petr. ult.,; ideo necessario
a. 9 ad 2; a. 10 ca.
125. MANSI, 52, 1211.
123. K. R.<HNER, Schriiten zur Theologie (Einsiedeln-Zurich-Colonin 1954) 1, 169 S.,
J 26. MANSI, 52, 940.
traducción castellana Escritos de teología (Madrid, Taurus, 1961).
127. K. ADAM, Das Wesen des Katltolizismus (Duscldorf , 10 1946) 179. trad. castellana
La esencia del catolicismo (Barcelona, Litúrgica Española. 1950).
380 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
¿ QUÉ SIGNIFICA INFALIBLE? 381
U na verdad definida en un clima polémico confina de una ma-
la fe verdadera y auténtica de quien pone toda su confianza en el
nera especial con el error. Se expresa con miras a una finalidad Señor. La justa reprobación de la falsa sola jides, aparecía a
nrecisa se la destina sin reservas a este error. Pero debido a que cual-
los ojos de los otros, la injusta reprobación de la verdadera sola
quier e~ror, por grande que sea, comporta una dete~~ina?a po~ción
fides 128. . .. ,
de verdad, hay que temer a priori que una proposicion intenciona-
Es simplificar la verdad estimar que una proposicion de~a, .en
damente polémica no alcance tan sólo al error, sino a la porción de
su formulación verbal, ser igualmente verdadera O falsa. Cualquier
verdad contenida en el error: la instancia válida contenida en este proposición puede ser verdader~ y falsa,' se.g?~ su finalid~d, su
error. Mientras afirmo positivamente y sin espíritu polémico: «El enunciado y su sentido. Su sentido es mas difícil de descubrir que
justo vive de la fe», no aparece la sombra que acompa~a. al error; su enunciado. Para unos y para otros la tarea ecuménica de la teo-
pero si, con una finalidad polémica, oponiéndo~e al cnstl.ano le?a- logía consiste en ver con seriedad, en el error del otro, la verdad
lista que exagera la importancia de las obras, digo : «(El Justo VIve que contiene y, en su propia verdad, las posibilidades de error. De
de la fe»., corro el riesgo de velar mi afirmación con la sombra de esta forma, alejándose de lo que se cree ser error, se encuentra
un error , sobreentendiendo: «El justo. vive de .la. fe (sin las obras.)»
., con aquello que se estima ser la verdad. Y de esta manera, la Igle-
A veces, por el contrario, mientras afirmo positivamente y S111 espi- sia se manifiesta cada vez más como la columna y el soporte de
ritu polémico: «El justo ejerce las obras de caridad», no aparece la verdad.
la sombra que sigue al error; pero si con miras polémicas, oponién-
dome al cristiano quietista que exagera la importancia de la fe,
digo: «El justo ejerce las obras de caridad», corro el peligro de
128. Cfr. sobre la problemática de la sola fides, !-l. KÜNG, Rechtfertigung. Die Lehrc
velar mi afirmación con una sombra de error, sobreentendiendo Karl Barths und cinc ltatholische Besinnung (Einsiedcln, 1957, 3.' ed. 1961) 243-266
«El justo ejerce las obras de caridad (y no vive .de la fe)». . (trad. castellana en preparación por editorial Estela, Barcelona).
U na afirmación definida con espíritu polémico corre el nesgo
de comprenderse como una mera negación del error. Pero de esta
manera hace caso omiso, necesariamente, de la porción de verdad
auténtica contenida en el error. Y entonces esta afirmación se con-
vierte en una MEDIA-verdad: lo que afirma es exacto y también lo
es lo que calla. Una afirmación semejante) desde el punto de vista
de quien la expresa, combate al error, y desde el punto de VIsta de
aquel a quien va dirigida, combate a la parte de verdad. Para. quien
la expresa, aparece con razón como verdadera y, para quien la
recibe, aparece, y no sin razón, como falsedad. En resumen, de-
bido a que una media-verdad puede ser también un medio-error,
no comprendemos que todos los hombres se aferren a su verdad,
que todos vean el error en los demás, ya que la verdad de uno in-
cluye la de otro y que todos los hombres excluyen a los otros para
aquello que les falta de verdad.
¿ No ha sucedido esto a menudo en la historia de la Iglesia?
La definición dada por la Iglesia combatía el error, pero no excluía
expresamente de su reprobación la parte de verdad contenida en el
error' debido a ello, la justa reprobación del error aparecía a los
ojos del otro, como una injusta reprobación de l~ verdad. La d~fi­
nición dada por la Iglesia reprobaba una sola [uies, en la J?ed~da
en que ésta es una fe vana, temeraria y pretenciosa en la Ju~tlf1­
cación. No se definía el sentido EXACTO que PUEDE tener sola ftdes:
Conclusión

Existió un tiempo en la historia de la Iglesia, en que la finali-


dad de la teología consistió en mantener las estructuras de la Igle-
sia. Esta finalidad era necesaria. Hoy en día la finalidad de la
teología debería consistir en restituir a las estructuras originales
el libre juego que las vicisitudes del tiempo han dejado en la pe-
numbra y el olvido. Esto es también necesario. Hay libros que cie-
rran la puerta a los problemas, y hay libros que abren la puerta a
los problemas. Cerrarles la puerta puede ser más consolador. Abrír-
sela, es más fecundo y por otra parte más difícil. Ya que quien no
quiere atascarse ante un callejón sin salida, no debe darse por sa-
tisfecho con gestiones rutinarias. A veces necesita emprender algu-
na cosa por cuenta propia, algo poco habitual y audaz a fin de lo-
grar una feliz solución. Un esfuerzo semejante sólo puede ser un
intento, y no está exento de peligro. Nadie se da más cumplida
cuenta que quien ha conquistado su terreno palmo a palmo. pi sólo
se tratara de ciencia teológica, el envite no .mereceria la pena. La
necesidad de la Iglesia, en las exigencias del momento actual, re-
clama, sin embargo, que, de una manera prudente y consciente, se
le preste el servicio que tiene el derecho a esperar de un teólogo.
INDICES

25
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS

Versículos Págs. Versículos Páas.


------_._~

DEUTERONOMIO 23 8 228
4 2 337 24 11 337
24 14 30
SALMOS 24 24 337
44 10 54 26 26 s. 341
26 26-29 143
CANTAR DE LOS 28 18-20 361
28 19 212
CANTARES 28 19 s. 143
6 3 204 28 20 9
ISAÍAS MARCOS
11 12 4:1, 77 7 1-11 312
7 5-7 313
MATEO 7 8-13 312
5 27 135 10 42 246
6 7 78 10 43-44 244
7 15 340 14 22-25 143
10 40 361 16 15 361
15 1-9 312 16 15 s. 143
15 14 340
16 298 LUCAS
16 18 119, 288, 298, 1 3 86
306, 348, 357 4 28 135
16 18 s. 229 10 16 361
17 5 334 22 19 211
18 139, 211 22 19 s. 143
18 17 306 22 25-26 244
18 18 211, 288, 361 22 29 212
18 20 53, 337 22 31 s. 348
23 4 79, 313 22 32 229, 288
388 ESTROCTl'RAS DE lA Il;I,ESIA
ÍN DICE lJE CITAS BÍBLICAS 389
Versículos Págs, Versículos Págs,
---- ---- Versículos Págs. Versículos Pá!J8.
--.'-_._"._.-

JUAN ROMANOS 3 163 II TESALONICENSES


3 8 67 1 6 26 5 18-20
6 45 152 1
143 1 7 26, 66 8 19 194, 196 11 26
10 4 131 1 9 211 10 8 2 4 338
10 5 334 2
131 1 11 177 11 2-3 245 13 26
10 8 131 8 306 13 10 2 13-14 66
11 47 334 2
338 8 28 26 13 13 53 14 26
14 16 361 8 30 26
14 16 s. 41 9 11 26 1 TIMOTEO
14 26 GALATAS
41, 67, 336 9 12 26 2
15 26 s. 67 9 1 6 187
24 26, 30 26 3 208
16 13 s. 41 10 18 30 1 15 26 3
16 1--15 208
13-15 67 11 29 26 3 28 30 3 2
17 21 44 12 5 1 208
211 354 3 8 208
17 26 361 12 7 245 5 8 26 3
20 21 15 335
361 12 8 196 5 13 26, 245 3 16
21 13-17 357 14 23 161
372 4 1-3 341
21 15--17 348 15 24 177 EFESIOS 4
21 15-19 12 246
229 4 14
1 CORINTIOS 1 10 54 153, 158, 195
1 18 26 4 15 177
HECHOS DE LOS 1 2 26, 66 2 5 139
1 9
20 119
APÓSTOLES 26 2 21 s. fí - 22 158, 194, 208
1 24 26 66
3 10 54 6 11---16 159
2 30 1 26 26 fi 12
2 17 4 144 26
143 2 4 116, 354 4 6 20 158
6 3 183 3 5 1 26
245 4 3-6
6 5 s. 182 3 16 s. 66 46
4 4 26, 27 II TIMOTEO
6 6 194 7 15 26
6 7 4 11 204 1 6 153, 158, 177,
131 7 17 26 5
8 5 131 7 18 26 s. 335 193, 195
30
13 1 s, 194 7 20 26 9 26
14 23 131, 192, 194, '7 20-24 FILIPENSES 2 2 195
30
208 7 23 245 1 2 :W 161
1 208
15 110 7 35 245 1 19 67
15 4 86 11 23-25 143 3 TITO
14 26
15 6 85 11 26 78 1 5 194, 208
15 22 86 12 10 66, 103 COLOSEN8F:S 1 5-7 208
15 23 86 12 28 196, 208
15 28 41, 67 12 29 204 1 16 s. 54 HEBREOS
16 4 86 14 24-25 212
')
o 15 26, 27
18 25 131 14 29 3 1 26
340 5
20 17 208 15 28 54 1 TESALONICENSES 4 26
20 17-28 208 16 15 5 12-13 103
196 2 12 26 9 15
20 28 208 4 7 26
20 28---~n 11 CORINTIOS 26 11 6 189
213 5 21 103, 118 13
20 29 338 1 24 245 4 341
5 24 26 13 15 211
390 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

Versículos Págs. Versículos Págs.

1 PEDRO 1 10 26
1 15 26 2 1 337
1 20 159, 160
1 23 368 I JUAN
2 5-9 84 4 1 340
2 5-10 306
2 9 26, 66, 104, 143 JUDAS
2 9 s. 27, 143 1 26
2 21 26 ÍNDICE DE NOMBRES DE PERSONAS
3 9 26 APOCALIPSIS
5 3 246 17 14 26
5 10 26 19 9 26
21 14 119 Los pertenecientes a la antigüedad y a la Edad Media se citan por
II PEDRO 22 18 s. 337 el nombre propio. Los bíblicos se citan en letra cursiva y se refieren
1 :i 2fi a las personas, no a sus obras.
Abreviaturas usadas: ant. = antipapa; arz. = arzobispo; cardo = car-
denal; emp. = emperador; evo = evangélico; ob. = obispo; pp. = pa-
pa; patr. = patriarca.

A ALSZEGBY, Z., 127.


ALTENDORF, H. D., 18.
ABBO, J. A., 18.
AMANN, E., 91, 231, 232, 315, 316.
ABELLÁN, P. M., 371.
ADAM, Karl, 40, 371, 372, 379. AMBROSIO DE MILÁN, san, 74, 129, 138.
ADRIANO I, pp., 90, 328. AMSDORF, Nicolás de, ob. evo de
ADRIANO n, pp., 251, 302. Naumburgo, 140.
AGUIRRE, P., 255. ANASTASIO Il, san, pp., 288, 301.
AGUSTÍN DE ANCONA (Triunfo), 259. ANASTASIO, 316.
AGUSTÍN DE HIPONA, san, 29, 30, 34, ANDERSEN, W., 173.
37, 70, 125, 129, 138, 173, 184, 187, ANDRÉS RANDOLFO, 286.
203, 204, 285, 286, 288, 300, 306, ANDRESEN, c., 285, 316.
338, 339, 377. ANIBALDO DE ANIBALDIS, card., 372.
ALBERTO MAGNO, san, 210. ANICETO, san, pp., 260.
ALBRECHT, P. M., arz. de Maguncia, Apolo, 245.
83. ARe, S. J. d', 26.
ALEJANDRO Il, pp., 93. ARNOLD, F. X., 105, 127, 178, 182.
ALEJANDRO III, pp., 95, 291. ASMUSSEN, H., 149, 174 227.
ALEJANDRO V, pp., (obediencia de ATANASIO DE ALEJANDRÍA, san, 22, 34,
Pisa), 265. 36, 47, 48, 58, 59, 73, 74, 89, 126,
ALEJANDRO VI, pp., 228. 138, 327.
ALEJO 1 COMNENO, emp. bizantino, AUBERT, R., 24, 51 52, 77, 101, 232,
94. 236, 244, 309, 350, 355, 357, 359,
ALIVISATOS, H. S., 49. 360, 365.
ALONSO, J. M., 105. AVANZO, Bartolomeo d', ob. de Cal-
ALONSO, S., 18. vi y Teano, 233.
392 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA íKDICE DE NOMBRES DE PERSOl\AS 393
B BINDER, K, 297. CAMPENHAUSEN, H. von, 173. CONSTANTINO VI, ernp. bizantino,
BIZER, E., 83. CANDAL, E., 297. 329.
BAANÉS, comisario imperial, 329. CANDIDIANO, comisario imperal, 329. CONSTANTINO, hijo de Basilio 1, em-
BACHT, H., 68, 69, 70, 74, 18l. BLIEMETZRIEDER, F., 284.
BLéiTZER, J., 324. CANO, Melchor, ob. de Canarias, 109, perador bizantino, 90.
BACIOCCHI, J. de. 28.
BLONDEL, D., 317. 258, 259, 270, 297, 301, 302. CONTE A CORONA"" .. M.. 18.
BAIER, Johann Wilhelm, 124. CONZELMANN, H., 163. .
BOCKLE, F., 72, 106, 178, 181, 188, 241. CARAFA, 142.
BARDY, G., 70, 327.
BOEHMER, 107. CAREY, K, 194. CONZEMIUS, V., 110.
BARION, B., 18.
BONlFACIO 1, san, pp., 306. CARLOMAGNO, ernp. de los francos, COUSTANT, Pi erre. 262.
BARONIO, Cesare, card., 258, 262, 302.
BONIFACIO VIII, pp., 104, 243, 256,. 91, 92, 105. CaUTURIER, P., 40.
BARSOTTI, D., 127.
286, 289, 294, 304. CARLOS V, emp. de Alemania. 133 CRABBE, Peter, 121.
BARSUMAS, 90.
BONIFACIO IX, pp., 209. CASEL, O., 212. . CREUSEN, 1., 18.
BARTH, Karl, 183, 188, 342, 344, 345,
BONSIRVEN, J., 25, 28. CASPAR, E., 250. CRUCIGER, Gaspard, 137.
346, 347, 348, 350, 353, 354, 355,
BONWETSCH, G. N., 29. CAUDRON, W., 355. CULLMANN, Osear, 34, 46, 72, 181.
366, 367, 369,
BOURGY, P., 113. CAYETANO, véase Tomás de Vio.
BARTMANN, B., 23.
BASILIO 1 EL MACEDONIO, emp, bi- BOUYER, L., 71. CELESTINO I, san, pp., 48. eH
BRAUN, F. M., 178. CELESTINO V, san, pp., 256.
zantino, 90, 329. CHADWICK. H.. 88.
BRAUN, B., 158, 164, 171. CERVINI, M., card., véase Marcelo Il.
BASILIO DE CESÁREA, san, 70, 138. CHAVASSE, . A.,' 232, 355.
BRETSCHNEIDER, C. G., 138. CERFAUX, L, 28.
BAUDRILLAT, A., 270. CHEMNITZ, Martín, 123.
BROGLIE, G., de, 71. CIPRIANO DE CARTAGO, san, 25, 48.
BAUER, J. B., 25. CHENU, M., 72.
BAUER, W., 25, 86. BROSCH, J., 178. 49, 68, 87, 129, 214, 306.
BAUMANN, R., 113. 174. BRUNNER, E., 196. CIRILO DE ALEJANDRÍA, san, 48, 50.
BRUNNER, P., 136, 138, 144, 145, 152, 51, 68. D
BAÜMER, J., 73. .
155, 156, 174. CIRILO DE JERUSALÉN, san, 29. DÁMASO 1, san, pp., 250.
BAUMER, R., 258, 267, 268, 278, 30l.
BAUMGARTNER, C. H., 71.
BRUNOTT'E, D., Preso de la Iglesia CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, 29. DANIÉLOU, J., 72.
Evang. de Alemania, 174. CLEMENTE 1 DE ROMA, san, pp., 70, DARBOY, Georges, arz. de París, 78.
BEDOYERE, M. de la, 106.
BUCANUS, G., 125. 182, 259, 306. DAuMosER, P. J., 25.
BELARMINO, san Roberto, card., 109,
123, 255, 258, 270, 278. 279, 297, BUDDE, Johann Franz, 124. CLEMENTE n.
pp., 92. DEJAIFVE, G., 225, 232, 237, 304 348
BUENAVENTURA, san, 29, 127. CLEMENTE V, pp., 96. 355. ' ,
301, 302, 317, 322, 323, 372, 373.
BUGENHAGEN, Johann, 137, 153. COCHLAUS, Johann, 142. DENEFFE, A., 71, 72.
BENEDICTO V, ant., 92.
BULGAKOV, Sergiei, 59. COLONNA, Jaime y Pedro, cardena- DENZINGER, Heinrich, 11, 2:3. 38, 13.
BENEDICTO IX, pp.: 92.
BULTMANN, Rudolf, 25, 157, 161, 167. les, 294. 44, 68, 70, 71, 72, 146, 190, 203,
BENEDICTO XII, PP., 258.
BULLOUGH, S., 72. COLSON, J., 178. 204, 205, 206, 207, 210, 211, 231,
BENEDICTO XIII, pp. (obediencia de
BURCARDO DE WORMS, 308. CONGAR, Yves, M. J., 18, 20, 23, 29, 235, 242, 243, 278, 303, 342, 359.
Avifión), 265, 266, 270, 274, 299.
BURMANNUS, F., 125. 35, 40, 48, 49, 53, 55, 61, 69, 70, 351, 364, 374. '.
BENZ, E., 155.
BUTLER, C., 51, 52, 75, 78, 101, 72, 73, 87, 88, 89, 91, 105, 106, 107, DEWAN, W. F.. 232.
Bernabé, san, 86, 132, 152, 194.
BERNARDO DE PARMA, 291.
356, 357. 112, 178, 183, 210, 219, 220, 285, DICKEL, G., 18.
BERNHART, J., 40. 306, 307, 309, 372. DIEKAMP, F., 23.
BERNOLDO, cronista, 93. e CONNOLLY, arz. de Halifax, 75. Dm'\1, H., 170, 171, 172, 173.
BERTAUD, Jean Bpte, ob. de Tulle. CABREROS, M., 18, CONRADO II EL SÁLICO, emp. de Ale- DIEPEN, H., 374.
310. ' . CALIXT, Georg., 124. mania, 92. DIJK, J oseph van, 16.
BERTRAMS, W., 240. CALIXTO n.pp., 94, 95. CONRADO DE GELNHAUSEN, 286, 289, DIONISIO DE ALEJANDRÍA, san, 25, 89.
294.
BETTI, D., 232. CALIXTO III, pp., 277. DIÓSCORO, patr. de Alejandría, 329.
BETZ, J., 34, 37, 55, 227. CALOV, Abraham, 124. CONSTANClO II, emp. romano, 329. DIRx, M., 113
BIEDER, W., 26. CALVINO, J oan, 124, 125, 183, 197, CONSTANTINO I MAGNO, emp. roma- DOMBAYER, M., 72.
BIEMER, G., 72. 334, 335, 336, 337, 338, 339, 340, no, 21, 22, 48, 73, 89, 324, 327. DOERNE, M., 151.
BIHLMEYER, K, 18, 256, 258, 315. 341, 342, 343, 344, 348, 369. CONSTANTINO IV POGONATO, emp, DOLLINGER, 1. van, 323.
BILLOT, Louis, card., 23. CAMELüT, P. Th., 20, 48, 49, 60. bizantino, 90, 329. DONATo, sacerdote. 87.
ÍNDICE DI~ NOMBRES DE PERSO;\AS 395
394 ESTIU:CIURAS DE LA IGLESIA

DREY, Johann Sebastián, 345, 346 FEBADIO DE AGEN, 36, 74. ne, 357, 358, 359, 360, 362, 363, HAENCHEN, E., 86.
DRIEDO, J., 259. FEDERICO, elector de Sajonia, 120. 365, 379. HAFENHEFFER Matthias 123.
GEISELMANN, R, 72, 73, 31l. HALLER, J., 250. '
DUBARLE, A. M., 72. FEDERICO Il, emp, de Alemania, 96.
FEDERICO 1, rey de Prusia, 148. GELASIO 1, san, pp., 69. HAMER, J" 232.
DUCHESNE, L., 250.
FEDERICO GUILLERMO Ill, rey de GERARDO DE TOUL, san, ob., 93. HANNAN, J. D., 18.
DURANDO DE MENDE, véase Guiller-
Prusia, 148. GERHARD, J ohann, 123, 124. HARBSMEIEH, G., 158.
mo Durantis.
DVORNIK, F., 21, 327, 328. FEDERICO, margrave de Brandebur- GERHOH DE REIcHERSBERG. 95. HARDT, K., 163.
GEWIESS, J., 208. . HARNACK, A. von, 157.
go, 98.
E FEINE, H. E., 20, 59, 60, 315. GHELLINCK, J. de, 70. HASE, Karl van, 124.
FEINE, Paul, 157, 160. GILL, J., 32, 64. HASHAGEN, J., 107, 108.
EBELING, G., 168, 347. GruSTINIANI, Tommaso, 80. HAUCK, A., 18, 87, 95, 284.
FEINER, J., 72, 106, 178, 181, 188, 241.
ECK, Johann, 120, 142, 333. GOEMANS, P, M., 20, 35, 36, 47, 327. HAUPT, F., 136, 137, 138, 140, 146,
FELDER, H., 23.
EGEL, E., 25. GOGARTEN, Friedrich, 16l. 147, 148.
FELIPE IV EL HERMOSO, rey de Fran-
EGIDIO DE ROMA, arz. de Bourges, GiiGLER, R, 127. HEADLAM, 183.
cia, 96, 104, 286.
104, 285, 309. GORDIO, sacerdote, 87. HECKER, H. J., 323.
FERNANDO Il EL CATÓLICO, rey de
EGIDIO CANISIO DE VITERBO, card., 80. GOZZADINI, Giovanni, 277, 278. HEFELE, Karl Joseph van, ob. de
Aragón, 279.
EICHMAN, E., 18. GRABMANN, M., 323. Rotenburgo, 18, 50, 51, 92, 93,
FESSLER, Joseph, ob. de St. PoI-
EIcHsTATT, Gabriel de, ob., 14l. GRACIANO, emp. romano, 250. 94, 96, 97, 98, 99, 258, 268, 270,
ten, 51.
EILERS, E., 127. GRACIANO, 69, 250, 287, 288, 289, 290, 317, 322, 326. .
FINDLAY, S. W., 250.
EISELE, J. A., 2l. 302, 303, 316. HEGEL, G. W. F., 103.
FlNK, Karl August, 16, 210, 267,
ELERT, Werner, 124, 151, 155. GREGORIO 1 MAGNO, san, pp., 60, HEIDEGGERUS, J. H., 125.
ELZE, R, 285.
268, 274, 275, 276, 277, 280.
FLICHE, Augustin, 18, 51, 91, 101, 69, 70, 234, 248, HEILER, F., 24l.
ENEAS SILVIO PICCOLOMINI, cardenal, GREGORIO VI, pp., 92, 93. HEIMERL, H., 106.
véase Pío n.
250, 309, 316, 327.
FOCTO; patr. de Constantinopla, 251, GREGORIO VII, san, pp., 69, 93, HEINRICH, - J., 23.
ENRIQUE Il EL SANTO, emp. de Ale- 231, 254. HEMPEL, Christa, 16.
mania, 92.
308, 329.
GREGORIO X, pp., 96. HERGENROTHER, Joseph, card., 317.
ENRIQuE In, emp. de Alemania, FORGET, J., 18, 2l.
GREGORIO XI, pp. 274. HERMAS, Pastor de, 70.
92, 93. FORTUNATO, sacerdote, 87.
GREGORIO XII, pp., 256, 265, 266, HEUBACH, .J., 155.
ENRIQUE IV, emp. de Alemania, 94. FRANCISCO ZABARELLA, cardo ob. de
299. HILARIO DE POITIERS, san, 36.
ENRIQUE V, emp. de Alemania, 95. Florencia, 286, 294, 295.
GREGORIO DE NACIANZO, san, 45, 340. HINCMARO DE REIMS, arz., 262, 316.
ENRIQuE, duque de Brunswick- FRANSEN, G., 285.
GREGORIO DE NISA, san, 70, 127. HINSCHIUS, P., 13, 19, 315.
Wolfenbüttel, 115. FRANSEN, P., 101, 102, 106, 110, 11l.
GRILLMEIER, A., 74. HIPÓLITO DE ROMA, san, 29.
ENRIQUE DE LANGENSTEIN, 286. FRANZELIN, Giovanni Bta., 7l. GROSCHE, R, 227. HIRSCH, K., 284.
ENRIQUE DE SEGUSIO, car. ob. de Os- FRIEDBERG, E., 86, 372. GRUBER, W., 110. HOEPFNER, Heinrich, 123.
tia, 292, 293, 294, 295. FRIES, H., 34, 37, 55, 127. GRUMEL, V., 21, 327. HOFER, J., 323.
EPIFANIO, san, 260, 339. FUHRMANN, H., 18, 285, 316. GRUDMANN, S., 133. HOFFMANN, A. M., 23.
ERNOUT-MEILLET, 25. FUNK, F. X., 20, 21, 268, 270, 271, GUIBERTO DE RÁVENA (CLEMENTE In, HOFMANN, F., 34, 37, 377.
Estéfana, 196. 272, 316, 322, 323, 324, 325, 326, 328. ant.), 254. HOFMANN, L., 106.
EUGENIO IV, pp., 99, 271, 275, 276, FÜRST, W., 160, 163, 168, 169. GUILLERMO DUHANTIS, ob, de Men- HOFSTETTER, K., 227.
277, 279. de, 29, 295.
EUSEBIO DE CESÁREA, 21, 25, 48, 87, HOLBDCK, C., 18.
G GUILLERMO FILLASTRE, card., 98. HOLMES, 356.
88, 89, 260, 324. GUILLERMO DE OCKHAM, 283, 284,
Eva, 245. HOLSTEIN, H., 72.
GAECHTER, P., 227. 288, 285, 308.
EVAGRIO, 145. HOLTZENDORFF, 20.
GALINDO, P., 180. GUYOT, J., 179.
EYBEL, J oseph Valentin, 238. HOLL, Karl, 149.
GALOS, L., 18, 23.
HOLLNSTEINER, J., 279.
GALTIEH, P., 374. H
F GARCÍAS LOAIsA, 96.
HONORIO 1, papa, 251, 257, 258, 301,
FASCHER, E., 58. GASSER, Vicenzo, ob. de Bressano-
HAAG, H., 27, 209. 302, 303.
ÍNDICE DE NOMBRES DE PERSONAS 39í
396 ESTRCCTDRAS DE LA IGLESIA

K LANG, B., 51, 52, 75, 78, 101, 356,


HORMISDAS, san, papa, 69. JERÓNIMO, san, 70, 145, 289.
JERÓNIMO DE PRAGA, 27l.
357.
HOSTIENSIS, véase Enrique de Se- KAISER, M., 179. LATOMUS, 151.
gusio. Job, 245. KANTZENBACH, F. W., 83. LA TOUR D'AuVERGNE-LAURAGAIS,
HÜBLER, B., 254, 267, 268, 269, 270, JOEST, W., 187. KARLSTADT, Andreas Bodenstein,
271, 275, 276. JOHANNES CHRYSOSTOMUS, P., 59. Charles de, arz. de Bourges, 39.
132, 150, 151. LECLER, J., 232.
HUBNER, F., 83, 174. JORGE, duque de Sajonia, 142. KARRER, Otto, 44, 72, 178, 181, 182,
HUBY, J., 313. JORGE DE ANHALT, ob. evo de Mer- LECLERCQ, H., 18.
183, 184, 187, 188, 190, 227, 241, LECLERCQ, J., 97.
HUGO DE SAN VíCTOR, 69. seburgo, 140. 243, 355.
HUGUCCIO, ob. de Pisa, 209, 287, Iosué, 159. LEEUWEN, P. van, 71.
KASEMANN, Ernst, 158, 159, 160, 161, LENGSFELD, P., 72.
288, 290. JOURNET, Charles, card., 23, 40. 163, 164, 165, 166, 167, 170, 172,
HUMBERTO, cardo ob. de Silva Cán- Juan, san, 123, 131, 167, 172. LENNERZ, H., 73.
173, 195.
dida, 290, 307. JUAN VIII, papa, 307. LEÓN 1 MAGNO, san, pp., 48, .60,
KASPER, Walter, 16, 73, 232, 310,
HÜRTH, F., 37l. JUAN, XII, papa, 92. 68, 91, 112, 248, 307, 326, 327, 329.
349, 355. LEÓN Il, san, pp., 258.
HUTTER, Leonhard, 123. JUAN XXII, papa, 258. KATERKAMP, Th.. 310.
JUAN XXIII, papa, obediencia de LEÓN III, san, pp., 91, 252.
KETTELER, WilheÍm Emmanuel ven, LEÓN VIII, pp, 92.
1 Pisa, 98, 265, 266, 270, 273, 276. ob. de Maguncia, 350.
JUAN XXIII, papa, 13, 14, 39, 63. LEÓN IX, san, pp., 69, 93.
KHOMIAKOV, Alexiei, 59.
IGNACIO DE ANTIOQUÍA, san, 208. JUAN VIII PALEÓLOGO, ernp. bizan- LEÓN X, pp., 84, 278, 279.
KIMME, A, 174.
IGNACIO DE LOYOLA, san, 49. tino, 100. LEÓN XIII, pp., 71, 23G.
KINDER, E., 58, 83, 174.
INOCENCIO 1, san, papa, 306. JUAN FEDERICO EL MAGNÁNIMO, elec- LEÓN VI EL FILÓSOFO, emp. bizan-
KLAUSER, Th., 48.
INOCENCIO 11, papa, 95. tor de Sajonia, 147. tino, 90.
KNEER, A., 284.
INOCENCIO 111, papa, 95, 287, 291, JUAN CRISÓSTOMO, san, 182. LESKOVEC, P., 59.
KNELLER, 326.
293, 302, 307, 372. JUAN PUNS ESCOTo, 210. LEUBA, J. L., 83, 125, 226, 334.
KNOCH, O., 179.
INocENcIO IV, papa, 50, 96, 292, JUAN DE FALKENBERG, 269, 270, 271, LEVIE, J., 127.
KNOPF, R., 160.
299. 273. LIBERIO, san, pp., 59, 301.
KNOX, Th. Fr., 356.
INOCENCIO VIII, papa, 210. JUAN GERSON, 271, 286. LIÉGÉ, P. A., 72.
KOBERLE, A, 174.
IRENE, emperatriz bizantina, 91, JUAN Hus, 267, 270, 271, 309, 333. LIERMAN, H., 155, 174.
KOENIGEH, A M., 20.
328, 329. JUAN DE MELLA, 296. LINDE, H. van der, 58.
KOEPPEN, H., 271.
IRENEo DE LYON, san, 260, 344, 347. JUAN MONACHUS, card., 295. LINTON, 183.
KOHLER, 20.
1sauis, 313. JUAN DE PARÍS, 104, 285, 294, 295. LrssNER, A, 113.
KOLDE, J, 83, 333.
ISERLOH, E., 83, 84.
JUAN DE TARENTo, arz., 29G. KONIG, Friedrich, 124. LOEWENICH, W. von, 342.
ISIDORO DE SEVILLA, san, 29, 69, 377.
IUNG, N., 18, 23, 315.
JUAN TEUTÓNICO, 288, 289, 291. KRAUS. F. x. 322. LOHRER, M., 179, 180.
JUAN DE TORQUEMADA, card., 100, 109, KRETSCHMAR, G" 18 88 89. LOHSE, E., 153, 189.
112, 258, 259, 2GO, 267, 269, 271, KRÜGER, B., 106. ' , LOMBARDI, R., 113.
J 278, 282, 297, 298, 299, 300, 301, KUHN, J ohann E. von, 72, 346. LOOFS, 347.
JACOB, E. F., 284. 317. KÜMMEL, W. G., 164. LORENZO, ant., 262.
J ACOBAZZI, Domenico, 297, 317. JUAN WICLEF, 267, 270, 271, 309 KÜNG, Hans, 7, 16, 40, 56, 127, 228, LORTZ, Joseph, 18, 116, 134, 141, 315.
JACOBO DE VITERBO, arz. de Nápo- Judas, san, 170. 236, 354, 374, 381. LUBAC, Henri de, 29, 40, 55, 127.
les, 104, 285. JUHASZ, K., 106. KURTSCHEID, B., 20, 23. Luces, san, 158, 159, 173, 191.
JAGOW, Matthias von, ob. evo de JULIÁN CESAHINI, card., 274, 275. KUSCH, 143. LÜCKING, D., Vicepres. de la Iglesia
Brandeburgo, 140. JULIO II, papa, 100, 277. KUTTNER, S., 284, 285. Evang. de Alemania, 174.
JAIME 1 EL CONQUISTADOR, rey de JUNGMANN, J. A, 127. LUDWIG, J., 227.
Aragón, 96. JUSSEF, Cregorios, patr, melquita L LUIS 11 EL GERMÁNICO, emp. de los
JEDIN, Hubert, 18, 21, 38, 50, 59, de Antioquia, 233. francos, 91.
61, 72, 74, 80, 83, 95, 99, 101, 274, JUSTINIANO 1, emp. bizantino, 60, LACKMANN, M., 174, LUIS III EL CIEGO, emp. de los
277, 278, 285, 296, 297, 298, 328. G9, 326. LAIS, H., 18. francos, 253,
JEREMIAS, J., 193. JUSTINIANO II, ernp, bizantino, 328. LAMPADIUS, Johannes, 123. LUIS VI, rey de Francia, 94.
ÍNDICE DE NOMBRES DE pERSONAS 399
398 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA
MONTE, Gian Maria Ciocchi del, 196, 197, 198, 199, 200, 204, 212,
LUIS, elector del Palatinado, 96. 270, 271, 272, 273, 274, 275, 276, cardo ob. de Palestina (JULIO IIl, 243, 245, 286, 334, 337, 340, 372.
LUIS DE TECK, patr, de Aouilea, 98. 277, 281. papa), 38. PALUDANOS, 257.
LUTERO, Martín. 12, 45, 80. 81, 83, MARTIN, .T. B., 12, 18. MONTE, Piero da, 297. PANJKKAR, K. M., 56.
84, 85, 104, 107, 108,113, 115, 116, MARTIN, Konrad, ob. de Paderborn, lVIORSDORF, K., 18, 111, 220. PANZRAM, B., 111.
117, 11~ 119, 120, 121, 12~ 12~ 379 MÜNTER, W., O., 144. PARENTE, P., 244.
124, 126, 127, 128, 129, 130, 131, MARTIN. Víctor. 18. 51 91, 101, 250, MÜNTZER, Thomas, 132, 150. PASCUAL TI, pp., 94.
132, 133, 134, 135, 136, 137, 140, 309, 316. 327. MUSSNER, F., 28. PASSAGLIA, Carla, 109, 235, 310, 317,
141, 142, 143, 144, 145, 146, 147, MARXEN, W., 158. 318, 319, 320, 321, 322, 325.
148, 149, 150, 151, 152, 153, 156, MASSARELLI, Angelo, 100. N PASTOR, 1. van, 18.
166, 167, 168. 176, 204, 205, 226, Mateo, san, 53 NAUTIN, P .. 41. PAULO III, pp., 100.
227, 228, 330, 333, 334, 343, 344, 369. MATEO DE PARís, 96. NEILL, S. C., 156. PAULO IV, pp., 257.
MATÍAS FLACCIUS ILLYRICUS, 262. NELL-BREUNING, O. van, 240. PAULO VI, pp., 9, 10, 15.
M MATILDE, condesa de Toscana, 93. NESTORIO, patr. de Constantino- Pedro, san, 14, 24, 71, 76, 85, 117,
MAURER, W 150, 151, 155, 168, 174. pla, 326. 123, 133, 134, 159, 160, 170, 225,
MASSEN, F., 250. MAXIMINO, ob. arriano, 338. 226, 227, 228, 229, 230, 233, 234,
NEUH.~USLER, E., 25.
MACCARRONE, M., 308. MÁXIMO EL CONFESOR, san, 127. 240, 241, 242, 243, 244, 245, 246,
NEUNER-Roos, 236.
MAeDEBURGO, Centuriadores de, 262 MÁXIMOS TV SAIGH, card., patr. mel- 247, 249, 254, 256. 259, 262, 265,
317. NEWMAN, John Henry, card., 44. 72,
quita de Antioquía, 63, 64, 65. 102, 356. 288, 305, 306, 307, 311, 312, 313,
MAJOR, lVI., 137. MÉDEBIELLE, A., 27 NICOLÁS I, san, pp., 92, 307, 315, 316. 314, 315, 317, 318, 320, 331, 342,
MANNING, Henry Edward, cardo arz.
MEINERTZ, M., 25. NICOLÁS TI, pp., 93. 348, 350, 354, 355, 358, 361, 366.
de Westminster, 356, 357. 359.
MEINHOLD, P., 83. NICOLÁS V, pp., 277. PEDRO, patr. de Alejandría, 260.
MANSI, Giovanni Dom., arz. de Luc-
ca, 12, 18, 30, 39, 68, 90, 91, 93, MEISER, ob. evangélico, 155. NICOLÁS DE CUSA, cardo ob. de Bri- PEDRO ABELARDO, 69.
233, 234, 235, 236, 237, 238, 239, MELANCHTON, Philipp, 123, 132, 135, xen, 282, 297, 317. PEDRO DE AILLY, cardo ob. de Cam-
242, 243, 247, 251, 258, 265, 266, 136, 137, 147, 150, 151, 152, 226. NIESEL, W., 334. brai, 98, 286.
267, 269, 271, 296, 303, 317, 350, MERKLE, S, 37:2. NOGAROLA, conde L. de, 100. PEDRO AMELI, cardo de Embrun, 309.
357, 358, 359, 360, 361, 362, 363, MERMILLOD, Gaspar, cardo ob. de NOVATO, sacerdote, 87. PEDRO DAMIÁN, san, 93.
364, 365, 379. Ginebra, 310. NÜSSE, B., 106. PEDRO LOMBARDO, 69.
MANUEL II PALEÓLOGO, ernp. bizan- MERSCH, E., 40. PEDRO VALDO, 95.
tino, 98. MESSERSCHMID, F., 110. o PEDRO DE WORMDITl-l, 271.
MANUEL KALEKAS, 258. MESSNER, J., 240. OBRIST, F., 227. PELAGIO TI, pp., 315.
MARCELINO, san, pp., 288, 301. MEYER, D. R., ob. evo de Lübeck, ORÍGENES, 29, 88, 89, 127. PELIKAN, J., 83.
MARCELO n, pp., 101. 174. ORTIGUES, E., 72. PERELS, O., 174.
MARCIANo, emp. bizantino, 48, 326, MICHEL, A., 21, 327 328, 329, 374. OTÓN I EL GRANDE, emp. de Alema- PERRONE, Giovanni, 310.
327, 329. MIGNE, J. P., 12. nia, 92. PESCH, Ch., 23.
MARCHAL, L., 209. MIGUEL CERULARIO, patr. de Cons- OTÓN COLONNA, card., véase Mar-
tantinopla, 327. PETIT, L., 12, 18.
MARGULL, H. J., 18, 83, 88, 124, 125, tín V. PFAFF, 148.
316, 334, 355. MIGUÉLEZ, L., 18. OTONES, emperadores de Alemania,
María, Madre de Días, 258, 310. PHILIPS, G., 106.
MOCHI ONORY, S., 284. 92, 253.
MARIO VICTORINO, 36. PIE, Louis Francois, cardo ob. de
MOELLER, Ch., 74. OTT, L., 209. Poitiers, 235.
MAROT, H., 49, 58, 59, 37. MORLER, J ohann Adam, 72, 310. OULTON, J. E. L., 88.
MARSILIO DE PADUA, 143, 283, 284, PleGE (PIGHIUS), Albert, 258, 301,
311, 312, 345, 346, 347, 349.
302.
295, 308, 309. MOHLER, L., 18, 20. p PILGRAM, F., 40.
MARSOT, G., 18. Moisés, 159, 312, 313.
Pablo, san, 25, 27, 46, 53, 76, 86, PINARD DE LA BOULLAYE, 40.
MARTELLI, Braccio, ob. de Fiésole, MOLIN, G., 25.
118, 123, 131, 132, 137, 139, 144, Pío II, Pp., 270, 282, 297.
38. lVIONDÉSERT, C., 127.
MARTÍN V, pp., 209, 267, 268, 269, MONTCHEUIL, Y. de, 55, 63. 152, 153, 158, 161, 162, 163, 164, Pío IV, pp., 51, 52, 53.
165, 166, 167, 169, 173, 194, 195, Pío V, san, pp., 80.
ÍNDICE DE NOMBRES DE PERSOJ'\AS 401
400 ESTRl'CTURAS DE LA H;¡,ESIA
SCHMAUS, Michele, 72, 105, 209 233 STAUDENMAIER, Franz Anton, 346.
Pío IX, pp., 51, 53, 236, 310, 342, 356.HEMIGIO DE AUXERRE, 29. 244. ' , STAUFFER, E., 25.
Pío X, san, PP., 105. HrARIO SFORZA, Sixto, cardo arz. de SCHMID, J., 227, 313. STECK, K. H., 83.
Pío XI, pp., 105, 239, 240, 241. Nápoles, 39. SCHMIDINGER, H., 285. STEENBERGI-lE, M. van, 297.
Pío XII, pp., 106, 109, 179, 187, 203, HICHTER, W., 194. SCHMIDLIN, J., 18. STELZENBERGER, J., 371.
206, 239, 350. HITTER, K. B., 174. SCHMIDT, K. L., 25, 27. STONE, D., 89.
PIPINO EL BREVE, rey de los fran- HaBER, Paul, 123. SCHMITHALS, W., 157. STUPPERICH, R, 83, 123.
cos, 253. HODOLFO, elector de Sajonia, 98. SCHNACKENBURG, R, 28, 179. STUTZ, U., 20.
PITRA, Jean B., card., 36. HODRIGO XnwÉNEZ DE HADA, arz. de SCHNEIDER, E., 18. SUÁREZ, Francisco, 109, 255, 259, 260,
PLACE, Charles Philippe, ob de Toledo, 96. SCHOEN, P., 155. 261" 262, 297, 302, 320, 363.
Marsella, 350. HOEGELE, O. B., 111, 113. SCHRADER, Clemens, 310. SULPICIO SEVERO, 36.
PLACIDIO, monje, 29. HOESLE, M., 46, 72. SCHULTE, J. Fr. von, 323 SUSTAR, A, 106.
PLOCH, W. M., 20, 23. HOGER I, duque normando de Si- SCHULTZE, B., 59. SZENTIRMAI, A, 111.
POLANUS, A, 125. cilia, 93. SCHUMANN, F. K., 174.
POLE, Heginald, card., 100. HOSELLI, Antonio, 297. SCHURR, V., 113. T
POLENTZ, Georg van, ob. evo ele HOTADIO, ob. de Soissons, 316. SCHWAIGER, G., 256.
Sambia, 140. HOWLEY, H. H., 25. SCHWARTZ, E., 21, 327. TAMBURINI, Pietro, 238.
PONTET, M., 127. HÜCKERT, R, 348. SCHWARTZ, K. von, 86. TANCREDO, 291.
PRAT, F., 25. HUFINO, 290. SCHWEIZER, E., 153. TANGL, G., 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95,
PRÁXEDES, emperatriz ele Alema- Rurz BUENO, D., 12. SEGISMUNDO, emp, de Alemania 98 96, 106.
nia, 93. 100, 267. ' , TARAsIO, patr. de Constantinopla
PREROVSKY, O., 257. s SEIDLMAYER, M., 284, 285, 293, 295. 329. '
PRIERIAS, Silvestre, 83, 120, 309, 333. SEILS, M., 83, 124. TEODORICO EL GRANDE, rey de los
PSEUDO-IsIDORO, 92, 315, 316, 317, SACHER, H., 240. SEMMELROTH, O., 72, 106, 127, 179 ostrogodos, 91, 250.
321. SAILER, Johann Michael, 345. TEODORICO DE NIEM, 286.
182.
PULQUERIA, emperatriz bizantina ST. JOHN, H., 72. TEODOSro II, emp. bizantino 48 90
SENESTREY, Ignatius, ob. de Ratis- 326. ' , ,
326. ' SANTA MARÍA DE MÓNACO, abad ele. bona, 235.
PUSEY, E., 356. 296. SENESTREY, Th. P., 72. TEODOSro, monje, 69.
SALAVERRI, J., 23, 361. TERNUS, J., 72.
SEPPELT, F. X., 19, 92 93. 250. 256
Q SALMERÓN, Alfonso, 259. 260, 316. '.., TERTULIANO, 25, 33, 53, 86.
Santiago, 86, 168, 170, 171. THILS, Gustave, 232, 236, 237, 238,
QUENSTEDT, Johann Andreas, 12·1. SERGIO, patr. de Constantinoola
SAURAS, E., 28. 257. - , 245, 246, 355, 360, 365.
QUIRINI, Vincenza, 80. SCHAUF', H., 109, 317, 325.
SÍMACO, san, pp., 250, 262. THIMME, H., 174.
SCHEEBEN, Matthias Joseph, 18, 21, THoMASruS, 148.
R 23, 103, 104, 323, 324, 325, 326, SIPOS, S., 18, 23.
SIRICIO, san, pp., 306. TI-lOMASSIN, L., 109, 302, 303, 322.
HABANO MAURo, 29. 328, 346. TIERNEY, Brian, 29, 37, 284, 285, 286,
SCHEFFCZYK, L., 72, 103, 323, 326 SIXTO IV, pp., 277.
HAHNER, R, 40. 287, 288, 289, 290, 291, 292, 293,
HAHNER, Karl, 7, 16, 40. 56, 72, 73, SCHELKLE, Karl, Herrnann, 16, 106, SKYDSGAARD, K. E., 83.
294, 295, 296.
80, 106, 179, 180, 189, 210, 218, 222, 126, 168, 172, 179, 182, 211, 212, SÓCRATES, 22, 48.
Timoteo, 131, 132, 152, 153, 159,
223, 227, 242, 243, 255, 360, 361: 244, 245, 246. SOHM, R, 86, 148, 196. 195, 208.
377, 378. . SCHERER, J., 88. SOHNGEN, G., 127. Tito, 131, 132, 152, 153, 159, 194,
HAMADIÉ, Etienne, ob. de Perpiñán, SCHLATTER, A, 160, 162. SOIRON, Th., 28, 127. 196, 208.
350. SCHLEIERMACHER, F., 167. SOMMERLATH, E., 149, 151, 155, 174. TOMÁS DE AQUINO, santo, 29, 206,
HATZINGER, Joseph, 56, 72, 127, 179 SCHLIER, Heinrich, 26, 28, 46, 127, SOTO, Domingo de, 259, 302. 211, 235, 285, 286, 298, 316, 346,
189, 216, 227, 311. 161, 162, 163, 167, 168, 179. SPALATIN, Georg., 84. 371, 372, 377, 378, 379.
HEGATILLO, E. F., 18, 257. SCHLINK, Edmund, 16, 61, 68, 155. SPIAZZI, R, 106. TOMÁs DE Vro, Cayetano, card., 84,
HEINHARD, Franz Volkmar, 124. 174, 191, 192, 193, 194, 195, 196, STAHLIN, W., 174. 109, 259, 260, 297, 302, 317.
HEISACH, Karl August von, card, 197, 198, 199, 200, 201, 202, 203, STAKEMEIER, E., 72. TORRELL, J. P., 232, 355.
arz de Munich, 52. 207, 221, 370.
26
402 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA

TORRES, F., 317. W


Toso, A, 18. WALAEUS, A, 125.
TRAVERSARI, Ambrosio, 258. WALDE-HoFMANN, 25.
TROMP, S., 351. WARD, W. G., 356
TRÜTSCH, J., 72, 106, 178, 181, 188, WARNACH, v., 27, 28.
241. WAZÓN DE LIEJA, 92.
Tuccr, R., 106. WEBER, O., 334.
TücHLE, H., 18, 256, 258, 315. WEGSCHEIDER, Julius August Lud-
TURRETINUS, F., 125. wig, 124.
Índice de Concilios y Sínodos
TURRETINUS, J. A, 125. WELTE, 323.
WENCK, K., 284.
citados en este libro
TI WENDLAND, M. D., 182.
UGONI, Mattia, ob. de Brescia, 278. WERENFELSruS, S., 125.
ULLMANN, W., 284. WERNZ, F. x., 18, 23, 255, 256, 257, África del Norte, sínodos provin- CONSTANTINOPLA IV, ecuménico VIII
URBANO n, pp., 93, 94. 258, 259, 303. ciales (mediados siglo m), 87, 88. (869-870), 90, 258, 302, 321, 329.
URBANO VI, pp., 256. WETTER, F., 258. Alejandría (338), 48. CONSTANZA, ecuménico XVI (1414-
URS VON BALTHASAR, Hans, 40, 106, WETZER, 323. Ancira (314), 60. 1418), 15, 18, 37, 38, 50, 95, 97, 98,
127, 179. WIED, Hermann van, arz. evo de Ancira, trasladado a Nicea (325),
Colonia, 140, 142.
99, 100, 101, 229, 265, 266, 267, 268,
21. 269, 270, 271, 272, 273, 274, 275,
v WIKENHAUSER, A., 25, 28, 86, 214. Antioquía (¿ 329?), 60.
WILCKENS, U., 163.
276, 277, 278, 279, 280, 281, 282, 283,
Antioquía (341), 329. 284, 294, 295, 296, 304, 305, 306,
VALENCIA, Gregario de, 297. WITTE, J. L., 45, 55, 57, 58. Arabia, diversos sínodos (s: m), 88. 318, 331, 33:3.
VALENTINIANO Il, emp. romano, 250. WOIiLEJ'jBERG, G., 160.
Arlés (314), 61, 68, 89. ÉFESO. ecuménico III (431), 18, 48,
VERMEEHSCH, A, 18. WOLF, E., 150. Asia Menor, sínodos contra los 50,51, 68, 69, 122, 317, 326, 339,
VEHOT, ob. de St.. Augustin, 233. WOLTER, R., 285. montanistas (segunda mitad del 377.
VEUILLOT, Louis, 356, 357. WOLLEBlus, J., 125. siglo rr), 87, 88. Éfeso (449), 61, 329.
VICENTE DE LERINS, san, 344, 347. WURM, ob. evangélico, 155.
VíCTOR 1, san, pp., 260, 301, 306. WÜST, O., 308. BASILEA, ecuménico XVII (1431- Egipto, diversos sínodos (s. m), 83.
ViCTOR n. pp., 93. 1437), 18, 37, 38, 99, 100, 274, 275, Elvira (:i05), 89.
VÍCTOR III, pp., 93. y 276, 277, 279, 281, 282, 283, 296, 297. España, diversos sínodos (s, VIII-IX),
VIDAL, P., 18, 23, 255, 256, 257, 258. 91.
Yvo DE CHARTRES, san, 308. CALCEDONIA, ecuménico IV (451), 18,
259, 303. FERRARA, ecuménico XVII (1437-
48, 60, 69, 74, 122, 317, 326, 327,
VIELHAUER, Ph., 158. 329, 339, 374, 377. 1438), 18, 99.
VIGILIa, pp., 50, 327. Z FLOHENCIA, ecuménico xvn (1439-
Cartago (256), 68.
VILLAIN, M., 28. ZAPELENA, T., 23, 70, 71. Cartago (315), 329. 1442), 18, 32, 61, 64, 97, 100, 206,
VISSER'T HOOFT, W. A, 58. ZElGER, 1., 20. 373. 374.
Capua (l087), 93.
VOGTLE, A, 211. ZIMMERMANN, R., 249, 250, 251, 252, Francia, diversos sínodos (s. VIII-
Clermont (1095), 94. IX), 91.
VOLK, B., 45, 46, 56, 179. 253, 254, 262.
CONSTANTINOPLA 1, ecuménico II
VOLZ, B., 84. ZINELLI, Federico María, ob. de Gangres (342), 60.
VONIER, A, 40.
(381), 60, 69, 122, 317, 339, 374.
Treviso, 39, 233, 234, 235, 236, 238, Grecia, diversos sínodos (s, m), 88.
VOOGHT, Paul de, 266, 267, 268, 270, 242, 247. CONSTANTINOPLA Il, ecuménico V
(553), 18, 60, 326, 327. Guast<illa (1106), 94
271, 272, 273, 276, 282, 285, 296 297. ZORELL, F., 25. JERUSALÉN, concilio de los Apósto-
VHIES, W. de, 54, 57, 65, 374. ZURMÜHLE, Odette, 16. CONSTANTINOPLA III, ecuménico VI
(689-681), 90, 257, 258, 302, 329. les, 41, 67, 76, 86, 90, 101, 102,
Constantinopla in Trullo, o «Qui- 112, 121, 216, 217.
ni sexto» (692), 61, 257, 238. Laodicea (350), 60.
Constantinopla (754), 339. Letrán (649), BO.
404 ESTRUCTURAS DE LA rGl,ESrA

Letrán (1112), 94. Roma (869), 251, 329.


Letrán (1116), 94. Roma (963), 92.
LETRÁN I, ecuménico IX (1123), 22, Roma (964), 92.
61, 94, 95. Roma (1046), 92.
LETRÁN n, ecuménico X (1139), 22, Roma (1050), 93.
61, 94, 95. Roma (1412), 98, 99.
LETRÁN ru, ecuménico XI (1179), Sárdica (342), 61, 317, 327, 374.
22, 61, 94, 95. Siena (1423), 274, 275.
LETRÁN IV, ecuménico XII (1215), Sinuesa, concilio apócrifo (303),
37, 95, 96, 289. 250, 262.
LETRÁN V, ecuménico XVIII (1512- Siria, diversos sínodos (s. m), 88.
1517), 80, 100, 278 279, 317.
Sutri (1046), 92.
Índice General
LYON I, ecuménico XIII (1245), 22,
50, 96. Tiro (335), 48.
LYON II, ecuménico XIV (1274), 61, TRENTO, ecuménico XIX (1545-1563),
95, 96, 97. 18, 19, 29, 30, 38, 50, 52, 53, 61, 72,
73, 74, 75, 80, 100, 101, 123, 146, Extracto del Discurso de apertura a la segunda sesión del Concilio. 9
Mantua, convocado pero no reuni- 189, 203, 204, 205, 207, 236, 244, 278,
do (1537), 100, 121. 301, 344, 347, 348. ADVERTENCIA ,.. 11
Melfi (1089) 93.
VATICANO I, ecuménico XX (1869- ABREVIATURAS 11
Neocesárea (320), 60. 1870), 13, 15, 17, 18, 19, 24, 30, 38,
NrcEA I, ecuménico I (325), 21, 22, 43, 51, 52, 53, 61, 63, 70, 71, 74, PRÓLOGO 13
23, 24, 34, 36, 48, 50, 58, 59, 68, 75, 77, '78, 101, 102, 109, 110, 124.
69, 73, 74, 85, 89, 90, 122, 125, 177, 126, 228, 229, 230, 231, 232, 233,
22S', 274, 317, 324,327,338,339,374. 234, 235, 236, 238, 239, 242, 243, 244, CAPÍTULO I
Nicea, trasladado a Calcedonia 245, 246, 247, 248, 254, 255, 258, 263,
(451), 327. 264, 282, 283, 297, 302, 303, 305, 306, ¿Una teología del concilio ecuménico?... ...
NICEA Il, ecuménico VII (787), 60, 17
309,310,314, 315, 323, 342, 343, 345,
90, 91, 258, 329, 339. 346, 347, 348, 350, 351, 355, 356, 357,
Palestina, diversos sínodos (s. m), 358, 359, 360, 361, 362, 363, 364, 365, CAPÍTULO II
88. 369, 370.
Pavía (1423), 274, 275. VATICANO n, ecuménico XXI (1962- La Iglesia es un concilio ecuménico convocado por Dios 25
Pisa (1409), 97, 98, 99, 265, 274. ), 9. 13, 14, 15., 16, 39, 62, 63, 76,
Pisa (1511-1512), 100, 279. 111, 113, 231, 232.
Plasencia (1095), 93. VIENA, ecuménico XV (1311-1312),
95, 96. CAPÍTULO III
Reims (1119), 94.
Rímini (359), 125, 338. Para establecer la lista de los El concilio eeumemco convocado por los hombres es una repre-
Roma, diversos sinodos (s. m), 88. concilios ecuménicos y su número sentación del concilio ecuménico convocado por Dios 31
Roma (341), 61. de orden en lo cual no concuerdan
Roma (378), 250. todos los autores (véase pp. 22 Y 1. Es sólo una representación . 31
Roma (444), 91. 23 de la presente obra), se ha se- A) La Iglesia es esencialmente un concilio ecuménico con-
Roma (495), 91. guido, al confeccionar este índice, vocado por Dios ... ... '" ... ... ... ... ." 31
Roma (799), 91. la tabla cronológica citada por B) La naturaleza de la Iglesia no implica la existencia de un
Roma (823), 91. H. JEDIN, Breve historia de los con- concilio ecuménico convocado por los hombres 32
Roma, diversos sínodos (847-855), cilios (Barcelona, Herder, 31963)
91. 181-183. 2. Se trata realmente de una repre8entación 33
405 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ÍKDICE GENERAL 407
E) ¿De qué manera participarán los laicos en el concilio? 109
CAPÍTULO IV F) ¿Cuáles son las posibilidades concretas de una participa-
ción de los laicos? ... 110
¿Representación auténtica o no auténtica? 43
G) ¿En el concilio tienen, los laicos, un voto que decide, o
1. Ecclesia una 45 sólo un voto que aconseja? 111
2. Ecclesia cathoLica 53 H) El concilio ecuménico convocado por Dios, que es la Igle-
sia, ¿está verdaderamente representado en un concilio
3. Ecclesia sancta .. 65 convocado por los hombres, fundado sobre el sacerdocio
A) Marco exterior ... 75 común de los fieles? 1113
E) Actitud interna 76
C) Decisiones conciliares 77
CAPÍTULO VI
4. Ecclesia apostolica 65
Concilio y ministerios ... 115

CAPÍTULO V 1. ¿Quién es la Iglesia apostólica? 115


A) Años ha, se echó en cara a Lutero el haber fundado una
Iglesia, concilio y laicos 83 nueva Iglesia y haberse salido de la santa Iglesia apos-
1. El deseo de Lutero 83 tólica 115
E) ¿Cuándo está concretamente un concilio en acuerdo real
2. Los laicos en la historia de los concilios' 86
con los Apóstoles? 119
A) La historia confirma una gran variedad en la composición
de las asambleas conciliares 86 2. Significación del ministerio 128
E) En la era de los grandes concilios, los concilios son, ante A) ¿Qué dice Lutero del ministerio? 128
todo, sínodos de obispos 89 E) La evolución de la comunidad hacia los príncipes tempo-
C) Con la formación de la sociedad medieval los laicos ad- rales no fue fortuita 134
quieren mayor influencia en los concilios 91 C) El hecho de que Lutero se ponga en manos de los prínci-
D) El concilio ecuménico, debido al Cisma de Occidente, y pes seculares se explica por su menosprecio al ministe-
bajo la forma de un sínodo general pontificio de la Edad rio espiritual 142
Media, se vio comprometido 97 3. Nuevos datos 154
E) El radicalismo de Easilea y los éxitos conciliares y politi- A) En 1918, los trastornos políticos abolieron la Iglesia de
cos del papa dieron paso a un período de restauración 100 los príncipes y de los magistrados ... 154
3. La representación actual del laicado 102 E) La teología del ministerio recibe hoy día impulsos deci-
A) Los laicos pueden tomar parte en los concilios 102 sivos de la exégesis neotestamentaria ... 156
E) El fundamento del poder que poseen los laicos para parti- C) Los impulsos, resultado del desarrollo de la historia gene-
cipar en un concilio es el sacerdocio común de todos los ral de la Iglesia durante los últimos cincuenta años y de
fieles 104 la búsqueda neotestamentaria, han puesto en movimiento
e) Otras motivaciones que fundamentan la posibilidad de
la teología sistemática del ministerio eclesiástico ... 174
una participación de los laicos al concilio 106 4. La sucesión apostólica 176
D) La postura adoptada por Lutero estuvo condicionada por A) La «Declaración sobre la sucesión apostólica» (de la
su época 107 Unión de las Iglesias evangélica y luterana de Alemania)
ÍNDICE GENERAl" 409
408 ESTRUCTURAS DE LA IGlESIA
5. La sucesión apostólica no confiere un ministerio, en
se esfuerza en tomar en serio los deseos de Lutero e in- que el poseedor pudiera disponer arbitrariamente del
terpretarlos y completarlos a la luz de la plenitud del Señor y de la Iglesia, sino un ministerio que debe ma-
Nuevo Testamento) 176 nifestarse como un servicio de amor, presto al sacri-
ficio 190
1. ¿Concepto democrático o concepto espiritual del mi-
nisterio según el Nuevo Testamento 176 E) La sucesión de la imposición de manos por los obispos con-
2. Noción teológica y autoridad del ministerio eclesiás- sagradores debe considerarse como un signo de la sucesión
tico ... 177 apostólica de los ministerios y de la Iglesia 190
3. ¿La sucesión apostólica de la Iglesia? 177 1. Significado positivo de la imposición de manos por
4. ¿La sucesión apostólica del ministerio eclesiástcio? 178 los ministros 192
E) La inteligencia positiva de las desiderata católicas, hace 2. ¿Otros caminos de acceso al ministerio? 194
que al teólogo católico le sea mucho más fácil concretar F) Schlink plantea a la doctrina católica, en forma muy con-
en forma positiva el punto de vista católico en la teolo- creta y apremiante, las cuestiones criticas ... 202
gía del ministerios ... '" 178 1. «Episcopoi» - «Presbyteroi» - «Diakonoi» 208
1. El servicio sacerdotal de todos en la Iglesia '" 179 2. Ministros y sacerdocio común 210
2. El ministerio fundamental de los Apóstoles ... 130
5. Representación de los ministerios y comunidades 213
3. El servicio del ministerio eclesiástico en la Iglesia 181
4. La sucesión apostólica de la Iglesia ... 183 A) Ministerio 213
5. La sucesión apostólica del ministerio eclesiástico 184 E) Ministerio y comunidad 215
C) La tarea ecuménica 220
C) Resulta evidente que el acuerdo entre los luteranos actua-
les y los católicos actuales, sobre la doctrina del ministe-
rio, prospera mucho ... ... ... 134
1. Si la sucesión episcopal se considera como el medio CAPÍTULO VII
exclusivo de la transmisión del poder del ministerio. 185
2. Si la sucesión episcopal está considerada como una El ministerio de Pedro en la Iglesia y el concilio 225
garantia de la tradición de la pura doctrina y del 1. La representación del ministerio de Pedro
mantenimiento de la unidad eclesiástica 185 225
2. La primacía y sus límites en el Primer Concilio Vaticano 230
D) ¿Qué debemos responder desde el punto de vista cató-
lico, a la reprobación concerniente al formalismo de la A) La existencia del episcopado 234
sucesión? 186 E) El ejercicio del poder ordinario de los obispos 237
1. La sucesión apostólica no es una obra humana, sino C) La finalidad de la administración del papa 243
una obra del Espíritu de Jesucristo 187 D) El método de administración del papa 245
2. La sucesión apostólica no es la prosecución mecánica
individualista de un individuo con respecto a su pre- 3. El caso de conflicto entre el Papa y la Iglesia 248
decesor, sino el ingreso del individuo en una comunión. 189 1. ]V[ uerte ... 255
3. La sucesión apostólica no está en oposición con la pa- 2. Renunciación
labra, sino al servicio de la palabra 189
255
3. Enfermedad mental 256
4. La sucesión apostólica no se lleva a cabo «automáti-
4. Herejía .,. 257
camente)), sino que presupone la respuesta de la fe a
la vocación y a la misión divina 189 5. Cisma 259
410 ESTRUCTURAS DE LA IGLESIA ÍNDICE GENERAL 411

4. EL alcance eclesiológico del Concilio de Constanza ' 265


CAPÍTULO VIII
1. La cuestión de la aprobación pontificia no debe plan-
tearse de una forma anacrónica 268
¿Qué significa infalible? 333
2. ¿Expresó Martín V una aprobación durante la se~
sión final? ... 269 1. La falibilidad de los concilios según Lutero y Calvino 333
3. En el asunto Falkenberg, los polacos amenazaban de 2. Los límites de la infalibilidad en el Primer Concilio Vaticano. 342
apelar a un futuro concilio, el papa declaró inadmisi- A) Karl Barth y el primer concilio Vaticano 342
ble una apelación de este género .., 271
B) Infalibilidad limitada 355
4. En la bula «Inter cunetas», Martín V pidió que se re-
conociera el concilio de Constanza 271 1. La infalibilidad absoluta corresponde únicamente a
Dios ... ... ... 357
5. Posición personal de Martín V en el concilio ... 272
2, El papa no está separado de la Iglesia 358
6. El carácter obligatorio de los derechos de Constanza
se confirmó por el hecho de que Martín V se sintió 3. Los teólogos han debatido la cuestión de saber si exis-
ligado por ellos y los puso fielmente en práctica ... 274 ten uno o dos sujetos de la infalibilidad 360
7. Inmediatamente después de la clausura del concilio 4. ¿No es, sin embargo, exacto que el papa solo, incluso
de Constanza no se habla de ninguna duda respecto al sin el episcopado, puede definir y puede por lo tanto
carácter obligatorio de los decretos. 275 definir por su propia voluntad? 361
8. El curso real de la historia de la Iglesia no debe ha- C) Infalible 363
cernos olvidar que los decretos de Constanza no pre-
3. Observaciones sobre la problemática 365
tendian tener un carácter obligatorio sólo por el mo-
mento presente ... 279 A) Autoridad doctrinal de la Iglesia y conciencia 370
5. Los decretos de Constanza en la tradición edesiológica 284 B) Fe y formulación de la fe ... 373
A) Los decretos de Constanza como datos de la, eclesiología C) Dogmas y enmiendas de dogmas 383
medieval. 284 CONCLUSIÓN 383
1.er periodo: Teorias decretistas sobre el gobierno de la
ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS 387
Iglesia ... 287
2.° periodo: Papismo y doctrina corporativa canónica en ÍNDICE DE NOMBRES DE PERSONAS 391
el siglo XIII 291 ÍNDICE DE CONCILIOS Y SíNODOS CITADOS EN ESTE LIBRO 403
3." período: Las ideas conciliares en el siglo XIV ". 294
B) Las ideas conciliares después de la época conciliar 396
C) Dos polos 304
6. Cuestiones de derecho humano 311
A) Presidencia y dirección 328
B) Confirmación de los sinodos 329

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