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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR

ESTRUCTURA DE LOS PROCESOS DE INVESTIGACIÓN

Alvaro Mendoza García

San Cristóbal, Mayo de 2020


INTRODUCCIÓN

La formación y desarrollo de habilidades investigativas constituye una


temática abordada en diversas investigaciones educativas del contexto
internacional. Una de las tendencias fundamentales de estos estudios ha
radicado en la correlación entre los términos formación de habilidades para la
investigación o desarrollo de habilidades investigativas y el de formación
para la investigación. Dentro de los autores que abordan el término
desarrollo de habilidades investigativas pueden citarse los trabajos de Pérez
y López (1999; 2001), Moreno (2005), y Machado, Montes de Oca y Mena
(2008; 2009). En cuanto al de formación de habilidades investigativas o para
la investigación, constituyen referentes importantes los trabajos de Chirino
(2002) y Guerrero(2007).

La revisión de los trabajos precedentes ha permitido determinar que


aun cuando el tema de las habilidades investigativas ha sido abordado en el
campo de las investigaciones educativas, resultan insuficientes los estudios
que aportan una modelación teórica del mismo, tomando en consideración
que la mayor parte de los resultados teóricos y empíricos se centran de
manera específica en la formación hacia una profesión. Las carreras de
mayor presencia en el tema lo constituyen medicina y licenciatura en
educación. Y en el caso de la última el objeto de estudio que más se reitera
es la formación inicial investigativa.
Las competencias investigativas por su importancia contribuyen a la
formación de habilidades, conocimientos, actitudes, a una mejor convivencia,
entre otras, por lo que es necesario incluirse en los diferentes niveles
educativos. Por supuesto, el profesor juega un papel preponderante por ser
el mediador de la función en cuestión para cumplir con el propósito
académico deseado en los estudiantes, o bien, se convierte en investigador
de su propia práctica docente, teniendo como herramienta a la tecnología.

Vargas Rodríguez, citado por Reiban Barrera (2017) y otros de la


Revista Publicando, efectivamente, retoma la versión de la formación
integral del Informe Delors como competencias investigativas del ser, del
hacer y el conocer. Precisando las características del saber ser investigador,
es necesario considerar valores como el respeto, la solidaridad, el
compromiso, honradez intelectual y apertura, entre otros. El saber hacer,
está referido a procesos cognitivos que tienen lugar cuando se investiga:
observar, describir, comparar, relacionar, clasificar, auto observar, realizar
juicios, argumentar y proponer modelos con pensamientos propios. El saber
conocer se explica con la información específica del método científico
hegemónico para realizar una investigación: cómo formular problemas,
hipótesis, técnicas e instrumentos, manejo e interpretación de datos, etc.

Sin embargo, no es la única visión. Hay otros autores que sitúan a la


COMPETENCIA INVESTIGADORA dentro de las cinco competencias
docentes para el siglo XXI. Ellas son, la competencia PEDAGÓGICA,
COMUNICATIVA, GESTIÓN, TECNOLÓGICA Y por supuesto la
INVESTIGADORA.
Sin olvidar lo que menciona Balderas Gutiérrez, ( 2017) menciona que
para llevar a cabo una investigación se requiere el despliegue de un
conjunto de habilidades complejas, donde pueden intervenir aspectos
cognitivos, sociales y afectivos, entre otros.

Siendo estas competencias que favorecen la integración del quehacer


docente en la investigación, como es en : lo tecnológico, lo comunicativo y lo
investigativo. Que se requiere promover entre los estudiantes, citado en los
planteamientos del Ministerio de Educación Nacional de Colombia (2013).

¿QUÉ SON LAS HABILIDADES INVESTIGATIVAS?

El término de habilidades investigativas, aun cuando ha sido


enunciado y trabajado en diversas investigaciones no cuenta con una amplia
gama de definiciones. Los principales conceptos pueden agruparse en: 1.
habilidad (es) investigativa (s) (Pérez &López, 1999; Moreno, 2005; Machado
et al., 2008), 2. habilidad de investigación (López, 2001), 3. habilidades
científico investigativas (Chirino, 2002).

En el primer grupo, Pérez y López (1999) definen las habilidades


investigativas como: Dominio de acciones (psíquicas y prácticas) que
permiten la regulación racional de la actividad, con ayuda de los
conocimientos y hábitos que el sujeto posee para ir a la búsqueda del
problema y a la solución del mismo por la vía de la investigación científica (p.
22).
La investigación, es la base de la enseñanza, pues la educación como
práctica social imprescindible, precisa de un proceso de investigación
constante y que el conocimiento sea generado y compartido mediante la
formación de su protagonista activos. De allí que la investigación se asuma
como una competencia en el saber, en el hacer y en el decir docente y como
expresión de una visión ontológica sobre la realidad donde genera su praxis
pedagógica (…) el rol del docente investigador conlleva a la innovación en la
construcción de su praxis pedagógica. Esta última se concibe en un
escenario cuya dinámica interactiva entre los actores conforman un abanico
de elementos concatenados en la construcción de un conocimiento educativo
reflexivo sobre el propio hacer docente. (p.73).

Efectivamente, para desarrollar esta función debemos poseer ciertas


competencias que nos permita ejecutar pertinentemente nuestro trabajo,
Beneitone, Esquetini, González, Marty, Siufi y Wagenaar (2004-2007) en el
Proyecto Tuning plantean que las competencias son “un conjunto de
capacidades desarrolladas a través del proceso que orientan a la persona
responsable a ser competente para realizar múltiples acciones, por los
cuales proyecta su capacidad para resolver un problema dentro de un
contexto específico y cambiante.” (p.36). En base a este Proyecto, en el
ámbito educativo se conjugan las competencias cognitivas (saber),
psicomotoras (hacer) y afectivas (convivir), las cuales se evidencian en la
capacidad de: aplicar conocimientos en la práctica, actuar en situaciones
nuevas, trabajar en equipo, tomar decisiones, actualizase permanentemente,
crítica, creativa, asimismo, analizar y procesar información procedente de
fuentes diversas con compromiso ético.
Plantea que la educación tiene como fin desarrollar el potencial
creativo de cada ser humano para el pleno ejercicio de su personalidad y
ciudadanía, en una sociedad democrática basada en la valoración ética del
trabajo liberador en participación activa, consciente, protagónica,
responsable y solidaria. Además, formar en, por y para el trabajo social
liberador, dentro de una perspectiva integral, mediante políticas de desarrollo
humanístico, científico y tecnológico, vinculadas al desarrollo endógeno
productivo y sustentable.

Resulta oportuno, resaltar que estas funciones los docentes lo


llevamos a cabo desde el quehacer pedagógico entiendo como una acción
que realizamos los docentes en nuestras actividades profesionales
cotidianas basado en un modelo pedagógico específico; este espacio
dinámico le permite innovar, profundizar y reflexionar sobre el proceso de
enseñanza y aprendizaje unida a la realidad del ambiente escolar, esto hace
posible una producción de conocimientos a partir del abordaje de esas
realidades vividas por los sujetos que intervienen en ella. Vidal (2009) afirma
que en el quehacer pedagógico intervienen muchos elementos complejos y
difíciles de identificar, describir y analizar, pues forman parte de un conjunto
de construcciones que los individuos han elaborado con el paso del tiempo y
a partir de sus propias experiencias.

Por ello, en el quehacer pedagógico es una fuente de indagación,


comprensión e interpretación del contexto educativo, ya que, nos permite
conocer un mundo infinito de posibilidades para ejercer la investigativa
científica, al mismo tiempo que, consolidamos en los jóvenes sus
capacidades, necesidades, motivaciones, expectativas e intereses para
lograr que se apropien de conocimientos con autonomía, criticidad,
responsabilidad y creatividad.

Por tal motivo, en nuestra actuación profesional desempeñamos


diferentes roles como facilitadores, orientadores, promotores social e
investigadores. El rol de docentes como facilitadores del aprendizaje, exige
una amplia formación personal y profesional, reconociendo que el
aprendizaje es exploración, creatividad y una actividad que nos exige
respuestas ante nuevas situaciones. Como investigadores debemos poseer
conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y valores que nos permitan
atender al educando como persona; tomando en cuenta sus características,
necesidades e intereses y promover en los estudiantes relaciones
interpersonales adecuadas.

De igual manera, Lindo (2005), señala que el docente investigador


participativo es un sujeto colectivo, un nuevo actor institucional, socialmente
diferente con competencias profesionales, ciudadanas, personales y de
identidad cultural. Además, se caracteriza por ser un individuo
pluridimensional por cuanto ejercita e incrementa las dimensiones
fundamentales del ser humano tales como los procesos cognitivos
perceptivos, racionales e imaginación, los procesos de lenguaje, los
emotivos, de sentimientos superiores morales, estéticos e intelectuales, las
prácticas sociales de trabajo de dirección y ejecución, los de trabajo manual
e intelectual, lo socializante como trabajo de equipo y los biofísicos: salud y
crecimiento.
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