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La Transición de La Edad Media A La Edad: Moderna: Una Perspectiva Estructural
La Transición de La Edad Media A La Edad: Moderna: Una Perspectiva Estructural
Son diversas las explicaciones que sobre las causas de este pro-
c eso ha ofrecido la historiografía. Las hay que hacen un especial
hi ncapié en la confrontación social como su factor desencadenante,
es decir, en la "lucha de clases" (2); otras, en cambio, se orientan
ción de tierras por parte de esta clase, que se inició ya en el siglo XIII,
alcanzó una dimensión amplísima. Ello permitió que esta vía parasi-
taria no alcanzara las dimensiones que tuvo en el continente (12).
Retomemos el hilo de las transformaciones operadas en el ámbi-
to agrario: esa apropiación de tierras que llevan a cabo los señores,
los mercaderes urbanos que invierten en tierras o cierto número de
campesinos afortunados —como los yeomen ingleses (13)— les con-
(12) Brenner, "Las raíces agrarias del capitalismo europeo", en Aston y Philpin
(eds.), op. cit., págs. 320 y 351-353, y Kriedte, Peter, Feudalismo tardío y capital
mercantil. Líneas maestras de la economía europea desde el siglo XVI hasta fina-
les del XVIII, Barcelona, Crítica, 1982, págs. 26-28. Este último autor nos habla de
una "redistribución a la clase feudal de las contribuciones recaudadas por el Esta-
do", una circunstancia que, en efecto, cuadra muy bien con la amplia presencia de
las aristocracias francesa y española en los aparatos de Estado y con su significada
participación en la fiscalidad que alimentaba los mismos. Es de interés también,
sobre la peculiar relación de la nobleza inglesa y el Estado, Cooper, J. P., "En bus-
ca del capitalismo agrario", en Aston y Philpin (eds.), op, cit., pág. 222.
(13) Pastor, Reyna, "En los comienzos de una economía deformada: Castilla",
en Conflictos sociales y estancamiento económico en la España Medieval, Barcelo-
na, Ariel, 1980, pág. 182, señala sobre los yeomen que "esta clase productora, fuer-
temente enriquecida en el siglo XVI, se convirtió, en algunos casos, en mercader y
capitalista, siguiendo así 'el camino de transición verdaderamente revolucionario'
que señala Marx" (véase Marx, Karl, El Capital. Crítica de la economía política,
Madrid, Siglo XXI, Libro III, t. 62, págs. 427 y 428). Estos medianos propietarios
rurales empleaban a menudo a sus vecinos mas pobres, tanto en la agricultura co-
mo en actividades artesanales a pequeña escala. Ahora bien, si la acción de estos
"capitalistas liliputienses", como los denominó R. H. Tawney (Agrarian problem in
the sixteenth century, Nueva Cork, 1967, pág.), constituía o no un camino "verda-
deramente revolucionario" frente a otros posibles es una cuestión que puede dejar-
se para las discusiones de café, porque lo cierto es que el pequeño y el gran capita-
lismo en los tiempos de la transición tienen como sujetos ejecutores a elementos
que operan en niveles de fortuna e influencia diversos pero permeables unos a
otros, de suerte que, ademas de a los yeomen, podremos ver también a elementos de
la gentry -es decir, la pequeña nobleza rural- que se desarrollan con naturalidad
prácticas -agrarias o manufactureras- tendentes a la acumulación capitalista. Así,
vemos cómo en el siglo XV ambos grupos toman en arriendo propiedades señoria-
les, cosa que seguirán haciendo más adelante. Por lo demás, el acceso de miembros
de la yeomanry a las filas de la gentry era relativamente fluido -Cooper, art. cit.,
pág. 194-. Resulta aleccionador el caso, relativo al núcleo de Crawley (Hampshire),
glosado por Marc Bloch. Frente a un proletariado abundante, se formó un grupo
poco numeroso de campesinos ricos: eran esos yeomen que durante siglos vivieron
su particular "edad de oro" y que se vieron muy beneficiados, al igual que el señor
del manor, por la definitiva ley de cercamientos de 1794. Pero a fines del siglo
XVIII apareció un grupo de arrendatarios pertenecientes a familias enriquecidas
con el comercio colonial y las finanzas que buscaban invertir sus ganancias en el
campo. A partir de 1850, estos elementos se dedicaron a comprar tanto modestas
parcelas pertenecientes a los humildes braceros como propiedades mucho más ex-
tensas en manos de los yeomen, de modo que se acabaron formando grandes pro-
piedades que supusieron la "expropiación" tanto de los braceros como de los cam-
pesinos más ricos (Bloch, Marc, La historia rural francesa: caracteres originales,
Barcelona, Crítica, 1978, págs. 396-398).
B.I.F.G. Burgos, LXXXVI, 234 (2007/1), (53-86)
[13) LA TRANSICIÓN DE LA EDAD MEDIA A LA EDAD MODERNA... 65
Sornbart. Werner. El burgués, Madrid, 1977. Como es sabido, Marx planteó en este
se ntido. y desde una perspectiva muy distinta, que para que apareciera el capitalis-
m o fue necesario que un grupo de individuos amasara capital y lo invirtiera pro-
ducti vamente. La formación de este capital se realizó a su juicio gracias a los in-
gresos agrarios obtenidos tras el proceso de "expropiación", la explotación colonial
Me diante el trabajo forzado, la actividad comercial en sus diversos ámbitos y ex-
Presiones, la especulación en tiempos de escasez, la usura y el tráfico de esclavos
wease Marx, op. cit., Libro I, t. 3, Capítulo XXIV, págs. 891-954).
(21) La bibliografía a citar sería amplísima, pero sólo mencionaremos, respec-
tiva mente, una obra ya clásica sobre el tema y un reciente estado de la cuestión so-
ore loa orígenes del Estado moderno que nos parece muy recomendable: Anderson,
7rrY, El Estado absolutista. Madrid, Siglo XXI, 1979, y Genet, Jean Philippe, "Le
'.,PieloPpement des monarchies d'Occident est-il une conséquence de la crise?", en
.4-XI Semana de Estudios Medievales de Estella. Europa en los umbrales de la crisis:
1250-1350, Pamplona, 1995, págs. 247-274.
nuestros bienes e de la Orden; et para pagar otras muchas debdas que nos deuemos,
que feçiemos e façemos en pleytos por defender e an parar las libertades e priuilegios
e franqueos e los otros bienes de la dicha Orden; et para prouision de nos e del co-
nuento de Sant Zoyl, por raçon que en este anno que agora paso non cogiemos pan
nin vino nin cosa de que nos podiesemos proueer por raçon de la tempestad del ela-
da e de la piedra e niebla e langosta que acaeció en este anno en la tierra; e por otras
muchas pesas que auemos, por raçon de la tierra, que anda en grant gerra e en grant
peligro de robos e de fuerças e de tomas; et porque nos roban e toman todo quanto
que auemos, e a los nuestros vasallos, e se yerman los nuestros logares e nos toman
el pan e el vino e las otras rentas que auemos; et porque non osamos salir nin andar
nin labrar nuestras heredades, segund que soliamos façer, reçelando prision de
nuestro cuerpo e redempçion, que non podemos andar seguro sin grandes compan-
nas e sin grant costa" (véase, Pérez Celada, Julio A., Documentación del monasterio
de San Zoilo de Carrión (1301-1400), Burgos, 1987, pág. 49).
(23) El 15 de agosto de 1348 se hace constar en el acta de publicación de un tes-
tamento en el monasterio de Las Huelgas de Burgos que el escribano y los testigos
-varios de ellos clérigos de Villalbura- que estaban presentes cuando se redactó el
mismo en 1347, no pueden comparecer en la mencionada fecha porque "todos eran
muertos en esta mortandad" (véase Peña Pérez, F. Javier, Documentación del monas-
terio de Las Huelgas de Burgos (1329-1348), Burgos, 1990, pág. 372). Por su parte, El
Becerro de las Behetrías recoge que en 1352 que el lugar de Estépar está obligado a
pagar a titulo de infurción al monasterio de Las Huelgas burgalés 60 maravedís, pe-
ro que "desde la mortandat aca non ge los dan" (véase Martínez Díez, Gonzalo, Libro
Becerro de las Behetrías. Estudio y texto crítico, León, 1981, t. II, pág. 326).
(24) Para un acercamiento a las expresiones socio-económicas del proceso en es-
te espacio, pueden verse los trabajos de Valdeón, Julio, "Datos para la historia social
y económica de la Castilla medieval. Las rentas de la catedral de Burgos en 1352",
Anuario de Historia económica y social, 3 (1970); "Aspectos de la crisis castellana en
la primera mitad del siglo XIX", Hispania (29), págs. 5-24, y "Las crisis del siglo XIV
en la corona de Castilla", en Homenaje a Marcelo Vigil Pascual, Salamanca, 1989,
págs. 59-86. Asimismo, son de interés los de Vaca Lorenzo, Ángel, "Una manifesta-
ción de la crisis castellana del siglo XIV: la caída de las rentas de los señores feuda-
les. El testimonio del monasterio de Sahagún", Stvudia Historica, 1-2 (1983), págs.
157-166; "La Peste Negra en Castilla. Aproximación al estudio de sus consecuencias
B.I.F.G. Burgos, LXXXVI, 234 (2007/1), (53-86)
[21] LA TRANSICIÓN DE LA EDAD MEDIA A LA EDAD MODERNA... 73
económicas y sociales", Stvdia Historica, 2 (1984), págs. 89-107, y "La Peste Negra
en C astilla. Nuevos testimonios", Stvdia Historica, VIII (1990), págs. 59-171. La ca-
lda de las rentas señoriales, que se aborda, como puede verse, en algunos de estos es-
tu dios, halla un significado refrendo documental en las Cuentas de los principales
!mon asterios benedictinos castellanos, que en su totalidad cierran sus balances con-
ta bles correspondientes al ario 1337 con crecidos déficits -García González, Juan Jo-
sé , Vida económica de los monasterios benedictinos en el siglo XIV, Valladolid, Uni-
versidad, 1972-. Una visión de la crisis que glosa las aportaciones de algunos de sus
Principales especialistas, aunque se centra de modo excesivo en los aspectos políti-
cos , es la de Engels, Odilo, "La crisis en Castilla durante el siglo XIV", en Seibt y
Eb erahrd (eds.), op. cit., págs. 213-224. La política monetaria -muy vinculada a los
acon tecimientos bélicos- de los sucesivos monarcas castellanos, que en sus efectos
catas tróficos sería homologable a la de sus homólogos franceses, puede abordarse en
SPu fford, Peter, op. cit., pág. 406 y sigs. Castilla, en contraste con Inglaterra y Ara-
gón, que siguieron en lo posible una política de moneda fuerte en los siglos XIV y
XV, c ontempló en este periodo la peor serie de devaluaciones de Europa. Entre 1350
3' 1480, el maravedí perdió el 95% de su valor: si en 1350 un florín florentino valía 20
niara vedís, en 1480 se cambiaría por 375. La corona castellana experimentó así un
declive catastrófico de sus ingresos, pero peor fue el efecto entre las filas de la no-
bleza. És
ta exigió medidas tendentes a labrar moneda fuerte, cosa que se hizo al me-
riós en cuatro ocasiones entre 1371 y 1473. Sin embargo, estas medidas provocaban
un e norme descontento entre quienes habían de pagar rentas, ya que la creación de
tina moneda fuerte reducía el valor nominal de la gran masa de las devaluadas, lo
que o bligaba a aquéllos a pagar muchas más piezas como renta y, en cualquier ca-
so , hacía que todos los que poseían moneda débil sufrieran una pérdida inmediata.
. (25 ) Ruiz, Teófilo F., "Expansión y crisis. La repercusión de la conquista de Se-
villa en la sociedad castellana, 1248-1350", en Sociedad y poder real en Castilla,
Bar celona , Ariel, 1981.
(28) Martínez García, Luis, "La sociedad burgalesa a fines de la Edad Media",
en A ctas del V Centenario del Consulado de Burgos, t. II, págs. 62-68, y Barrios
Pero el uso más característico que darán los señores a la tierra re-
c uperada o apropiada será el ganadero. No hemos de olvidar que si
hasta principios del siglo XIV Inglaterra había sido el principal pro-
veedor de lana para los telares flamencos, a partir de este momento
l as exportaciones de dicha materia prima serán drásticamente limi-
tadas al objeto de proteger las manufacturas propias, lo que permi-
tirá a Castilla sustituir a los ingleses en esta actividad. La lana que
e xportan los mercaderes castellanos proviene de los rebaños, princi-
p almente señoriales, que se integran en las rutas trashumantes ges-
t ionadas por la Mesta, pero también de los que se hallan en situacio-
nes de menor movilidad. Los señores —y asimismo las oligarquías
urbanas y la minoría de campesinos a quienes las dificultades de sus
c onvecinos han hecho medrar— desarrollarán un proceso de privati-
z ación, mediante su acotamiento o adehesamiento, de amplias ex-
t ensiones de baldíos y comunales para dedicarlas a pastos, en conso-
n ancia con lo señalado supra para el resto de Europa (29). De este
nl odo, amplios sectores del campesinado se verán abocados a la emi-
gr ación, la proletarización o el hambre en términos análogos a los
de scritos al hablar de los restantes espacios europeos.
Conviene que insistamos en el acceso de los señores y otros te-
rratenientes a la plena propiedad de tierras de labor que habían es-
t ado vinculadas hasta los tiempos de la crisis a las familias campe-
s inas, una circunstancia de la que acabamos de dar algunos ejemplos.
Este proceso es concordante con la apropiación de comunales y, al
más de 12 de centeno, mientras que las cesiones en arrendamiento significan
2 61.709 maravedís, 1.677 fanegas de cebada, 1.413 de trigo, 156 de centeno y 890
cá ntaras de vino. Sobre el gran peso que tienen los arrendamientos frente a otras
Pa rtidas de renta no decimales en un señorío monástico a mediados del siglo XVI,
P érez Celada, Julio A., El monasterio de San Zoilo de Carrión. Formación, estruc-
tura y decurso histórico de un señorío castellano-leonés (siglos XI al XVI), Burgos,
Univ ersidad, 1977, págs. 311-325.
(29) García Sanz, Ángel, "Economía y sociedad en la Castilla de los siglos XV
Y XVI", en Actas del V Centenario del Consulado de Burgos (1494-1994), págs. 59-
1:) , n os previene sobre el error de atribuir a la ganadería trashumante integrada en
'a Mesta un carácter exclusivo como proveedora de lana para la exportación, sien-
(19 que el ganado estante y transterminante tendría una amplísima presencia en los
Siglos XV y XVI. sobre esa "fiebre de los adehesamientos" que se desencadenó en
Ca stilla, García de Cortázar, José Ángel, La sociedad rural en la España medieval,
Ma drid, Siglo XXI, 1988, págs. 204-223, e Iradiel, Paulino, "De la crisis castellana
n. avarra a la temprana reconstrucción de las grandes economías de escala", en
historia Medieval de la España cristiana, Madrid, Cátedra, 1989, págs. 463-525,
dmde se significan en este proceso de adehesamientos, aparte de a la nobleza, a las
menc ionadas oligarquías y a los "campesinos ricos" (págs, 486 y 487).
B.I.F.G. Burgos, LXXXVI, 234 (2007/1), (53-86)
76 JULIO A. PÉREZ CELADA [24]
igual que ésta, dará como resultado que los hacendados incremen-
ten -mediante compras, ejecuciones hipotecarias u ocupaciones-
sus explotaciones (30) y desarrollen formas de gestión del terrazgo
mucho más rentables que las preexistentes, ya otorgando en arren-
damiento las tierras para uso agrícola, ya dedicándolas a pastos,
aunque la expansión de los espacios ganaderos experimentará una
matización relevante según avance el siglo XV: inducidos o presio-
nados por la recuperación demográfica, los terratenientes irán ce-
diendo las tierras más aptas para su cultivo a los campesinos en
esas condiciones "mercantilizadas" que hemos indicado más arriba
y que van desde el arrendamiento temporalmente limitado, proba-
blemente el expediente más característico en el siglo XVI, a las en-
fitéuticas, pasando por las que están vigentes durante la vida del
concesionario (31). Estas cesiones tendrán como destinatarios tanto a
(32) Sobre estas cesiones a concejos, Martínez Sopena, Pascual, El Estado Se-
ñorial de Medina de Rioseco bajo el almirante Alfonso Enríquez (1389-1430), Valla-
dolid, Universidad, 1977, pág. 137 y sigs.; Martín Cea. Juan Carlos, El mundo rural
castellano a fines de la Edad Media. El ejemplo de Paredes de Nava en el siglo XV,
Val ladolid, Junta de Castilla y León, 1991, págs. 106-115, o Pérez Celada, El mo-
ñasterio..., págs. 301-313. Respecto al punto de inflexión a partir del cual la noble-
za c omienza a ceder tierra para el cultivo renunciando parcialmente a su uso como
Pastos o a su explotación directa, Martínez García, "La sociedad...", págs. 65-67, y
García de Cortázar, op. cit., págs. 205-223, quien nos habla de la conflictividad sus-
c itada a este respecto entre una población en crecimiento y los propietarios de ga-
nado y/o dehesas.
(33) En efecto, las viejas exacciones señoriales —básicamente la infurción, la
rn
. art iniega. y, subsidiariamente, la serna— tendrán en adelante un estricto perfil
Juris diccional y una importancia económica ciertamente secundaria en relación con
los ingresos que ahora proporcionan a los señores los arrendamientos, que suponen
rrlocha más renta por unidad de producción que las viejas infurciones, que, por lo
de nlas, y según hemos indicado, ya sólo pagarán quienes se hallan sometidos como
va sallos a los señores en cada lugar, y con la nueva fiscalidad que, al amparo del
Pa u latino desenvolvimiento económico y comercial fruto de la reconstrucción del
siglo XV, la Corona "redistribuye" en form ' a de juros o situados entre la nobleza, te-
ne ndo en las alcabalas valorem sobre las transacciones mercanti-
Ie.s^, las -impuestos ad
tercias reales -una punción realizada sobre los diezmos eclesiásticos- y los
dzez. mos de la mar su principal fundamento. Asistimos, en la práctica, a la consoli-
d ación de una pequeña propiedad campesina que convive, más o menos precaria-
Tente, con la de los terratenientes. Lo que ahora atenazará a los campesinos será la
"ueva f iscalidad estatal y el precio del arrendamiento de las tierras que, para com-
(42) Una útil síntesis de estos procesos y de los menos halagüeños que les si-
gui eron, en Yun Casalilla, Bartolomé, "El 'problema' del capitalismo y su `fracaso'",
e n García Simón, A. (ed.), Historia de una cultura. Las castillas que no fueron, Va-
lla dolid, Junta de Castilla y León, 1995, págs.171-223.
(43) Yun, op. cit., pág.186 y sigs.
(44) DuPlessis, op. cit., págs. 134-138.
B.I.F.G. Burgos, LXXXVI, 234 (2007/1), (53-86)
84 JULIO A. PÉREZ CELADA [32]
(45) Sobre los baldíos es de gran interés el trabajo de Vassberg, David, Tierra y
so ciedad en Castilla. Señores, "poderosos" y campesinos en la España del siglo XVI,
Ba rcelona, Crítica, 1986, pero sus conclusiones deben matizarse con las ofertadas
e n la obra de Thompson, I. A. A., y Yun Casalilla, Bartolome (eds.), The Castilian
Crisis of the Seventeenth Century: New Perspectives of the Economic and Social
History of Seventeenth-Century Spain, Cambridge, 1994.
(46) Brumont, op. cit., págs. 97, 218-221y 334.
(47) Salomón, Noel, La vida rural castellana en tiempos de Felipe II, Barcelona,
Ariel, 1982, págs. 264-274.
(48) DuPlessis, op. cit., pág. 75.
(49) Para eludir el "horizonte malthusiano" que se presentaba de nuevo ante los
campesinos castellanos según avanzaba el siglo XVI habría sido necesario un movi-
M iento de inversión dirigido a la mejora de las explotaciones agrarias por parte de
SUS t itulares o usufructuarios; al no producirse, la productividad y los rendimientos
cay eron. Los campesinos -titulares de pequeñas explotaciones con muy poca capa-
cidad estructural de reproducción ampliada- volvieron a roturar tierras marginales
Indu cidos por el crecimiento demográfico, lo que volvió a reducir el margen de la
B.I.F.G. Burgos, LXXXVI, 234 (2007/1), (53-86)
86 JULIO A. PÉREZ CELADA [34]
ganadería estante: DuPlessis, op. cit., pág 70. Por su parte, los patéticos equivalen-
tes castellanos de los yeomen, la gentry o los landlords ingleses no estaban dispues-
tos a invertir en la mejora de las explotaciones agrarias ni a inducir a otros a que
lo hicieran. En fin, una práctica como la "derrota de las mieses", implantada en la
centuria anterior, había supuesto una cierta racionalización del uso de la tierra por
parte de las comunidades campesinas en tanto que procuró más abono para las tie-
rras, pero se oponía a lo que entiende por capitalismo agrario, que precisa de los
cercamientos o, cuando menos, de una disposición libre del terrazgo por su titular
al margen de las servidumbres comunitarias (Yun, "El problema...", pág. 186).
(50) La población global de la actual comunidad de Castilla y León se contrajo
ampliamente entre 1590 y 1630, y sólo alcanzó las cotas de fines del siglo XVI pa-
sada la segunda mitad del XVIII. Nadal, Jordi, La población española (siglos XVI a
XX), Barcelona, 1974, pág. 74, y Piquero, R., Ojeda, R, y Fernández de Pinedo, E.,
"Evolución demográfica bajo los Austrias", en Actas del II Congreso de la Asocia-
ción de Demografía Histórica, t. III, Valencia, 1993.
(51) Yun, art. cit., pág. 195.
(52) González de Cellorigo, Martín, Memorial de la política necesaria y útil res-
tauración de la república de España, Valladolid, 1600, le Parte, fol. 29 e.
B.I.F.G. Burgos, LXXXVI, 234 (2007/1), (53-86)