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Más allá del principio del placer.

Una exposición que incluya factores tópicos, dinámicos y económicos merece la clasificación
de metapsicología. Freud, a lo largo de su obra, plantea dos de éstas. La primera supone que
el curso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio del placer, y
todo lo que éste conlleva; en cuanto al segundo, será expuesto más adelante.
Hasta este momento de la obra de Freud se observan hechos que lo habían llevado a opinar
que la vida psíquica es regida por el principio del placer, anudado con su hipótesis de que

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una de las tendencias del aparato anímico es la de conservar lo más baja posible o constante
la cantidad de excitación que en él existe. El principio del placer se deriva del principio de
constancia, el cual, fue deducido de los mismos hechos que le obligaron a la aceptación del
primero.
Pero, Freud dice que ahora, a partir de este texto, es inexacto hablar de un dominio del
principio del placer sobre el curso de los procesos psíquicos. Dice que existe en el alma una
fuerte tendencia al principio del placer, pero a esta tendencia se oponen otras fuerzas o

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estados determinados, provocando que el resultado final no se pueda corresponder siempre
con el principio del placer. Es decir, Freud descubre otros hechos, en la experiencia general,
que contradicen lo que venía sosteniendo hasta el momento; hay algo más allá del principio
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del placer que rige el aparato psíquico.
Freud dice que una de las situaciones cuando se interrumpe el principio del placer es al
formular el principio de realidad. Dice que, bajo el influjo de pulsión de conservación del yo
queda sustituido el principio del placer por el principio de realidad, que, sin abandonar el
propósito de una final consecución del placer, exige y logra el aplazamiento de la satisfacción y
el renunciamiento a algunas de las posibilidades de alcanzarla y fuerza al aparato a aceptar el
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displacer por cierto momento hasta alcanzar el placer.


Otra de las situaciones que pone en jaque al principio del placer son aquellas pulsiones, en su
gran mayoría sexuales, que fueron reprimidas y quieren satisfacerse de manera indirecta en el
aparato, provocando displacer.
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Freud dice que la mayoría del displacer que siente el aparato es displacer de percepción,
percepción del esfuerzo de pulsiones insatisfechas o percepción exterior, ya sea por su
verdadera naturaleza o por suscitar conexiones con otras penosas.

Freud dice que, luego de graves conmociones mecánicas, referido a aquellos accidentes o


situaciones en donde peligra la vida de la persona, suele aparecer una perturbación


denominada neurosis traumática.
Para colocarnos en contexto hay que saber que en este momento estaba finalizando la Primera
Guerra Mundial, y Freud veía en sus pacientes a éstos soldados sobrevivientes que
presentaban ciertos síntomas.
Hay que decir que éste tipo de neurosis se asemeja a la histeria, por sus análogos en cuanto a
síntomas motores, pero esta neurosis traumática tiene además, signos de padecimiento
subjetivo, astenia general (fatiga) y quebranto de las funciones anímicas.
A la neurosis traumática se presenta su análogo, la neurosis de guerra, que estaba destinado a
aquellos soldados provenientes de la guerra mencionados anteriormente. Con la particularidad

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que, en algunas ocasiones, presentaban síntomas sin siquiera haber padecidos accidentes
mecánicos, como se definió anteriormente a la neurosis traumática.
En la neurosis traumática corriente se resaltan dos rasgos como punto de partida. Primero, el
factor de la motivación es la sorpresa, definido como sobresalto o susto experimentado; y
segundo, que una contusión o herida recibida simultáneamente actúa en contra de la
formación de la neurosis.
En relación al peligro se puede definir a la angustia como un estado semejante a la
expectación del peligro y preparación para el mismo, aunque sea desconocido. El miedo
necesita un objeto determinado que lo provoque o inspire. El susto, constituye aquel estado

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que invade bruscamente cuando se presenta un peligro que no se espera, acentuando el factor
sorpresa. Freud explica esta diferenciación entre angustia, miedo y susto, debido a que dice
que este tipo de angustia no puede provocar una neurosis traumática.

La vida onírica de la neurosis traumática muestra el carácter de reintegrar de continuo al


enfermo en la situación del accidente sufrido, haciéndole despertar con un nuevo sobresalto. Lo

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anterior da la pauta que el enfermo produce una fijación con el suceso que desencadena la
enfermedad, como sucede en la histeria.
Freud dice que éstos enfermos tienen la particularidad de no pensar, durante el día, en el
accidente que sufrieron, lo evitan, y toman como algo natural que lo tengan que revivir en sus
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sueños. Ésto marca que desconocen la verdadera naturaleza del trauma y, para Freud, le hace
caer su hipótesis en cuanto a estos. Antes definía al sueño como el guardián del dormir, pero
ahora le llega a la clínica ocasiones donde el trauma afecta al sueño.

Freud dice que estuvo en la casa de los padres y de un niño para investigar sobre los juegos
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infantiles y cómo afecta al aparato anímico. Luego de cierto tiempo y determinadas


circunstancias, puede concluir que el juego de este niño era sobre arrojar objetos pequeños,
que el podia controlar, para luego hacerlos aparecer; Fort (arrojar) y Da (aparecer). El niño
realiza muchas veces la primera parte del juego, el Fort, donde solo arrojaba objetos lejos de
sí. Para entender éste juego hay que mencionar que la madre del niño solía dejarlo con su
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niñera durante algunas horas todos los días, y el niño no presentaba ninguna queja a la vista,
pero realizaba casi siempre este juego. Entonces Freud se pregunta, cómo puede ser que el
niño realice como juego el acto de que su madre se vaya, siendo ésto insostenible según la
teoría del principio del placer. En el caso aquí discutido, la única razón para que el niño


repitiera como juego una impresión desagradable, era la de que a dicha repetición se enlazaba
una consecución de placer de distinto género, pero más directa.
Antes de plantear ésto, Freud enumera algunas hipótesis que podrían explicar el juego del niño
y, no lo especifica en el texto, pero creo ese placer de distinto orden puede estar relacionado
con la actitud del niño de repetir el acto desagradable, que su madre se fuera, pero hacerlo
desde un lugar activo eligiendo él cuando echar a la persona en cuestión.

Freud ubica el modo de actuar de la teoría psicoanalítica, marcando el camino que debe
realizar el paciente y el médico. Especifica la cuestión de la transferencia, como el paciente
revive parte del trauma, reproduciendo de manera particular según sea el caso; y como

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transforma la neurosis primitiva en una neurosis nueva, basada en la transferencia y en ese
acto de repetir.
Freud dice que la resistencia procede en la cura de los mismos estratos que llevaron a cabo
anteriormente la represión, pero siendo éstas al principio de la cura, inconscientes.
Mucha parte del yo es inconsciente, sobre todo esa parte denominada nódulo del yo, del cual
solo una parte queda comprendida en el preconciente. Se puede decir, entonces, que la
resistencia de analizado parte de su yo, y la compulsión de repetición debe atribuirse a lo
reprimido inconsciente.
Se sabe que la resistencia del yo consciente e inconsciente está a labor del principio del placer;

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por eso, el trabajo del analista es invocar, por así decir, al principio de realidad.
Una de las características de esa compulsión de repetición es que hace vivir disgustos al yo,
pero generando placer en otro lado, por eso no contradice al principio del placer. Otra
característica es que reproduce sucesos del pasado que no producen placer y que tampoco lo
produjeron aquella vez que se formaron, sino que fueron indiferentes.
Freud explica que la compulsión de repetición, u obsesión de repetición, está presente en todas

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las personas no solo en los neuróticos. Los ejemplos de la neurosis de guerra y los juegos
infantiles son claros en cuanto a esto. Por lo tanto queda expuesto que esta compulsión de
repetición es más antigua que el principio del placer, desconocido su origen por el momento.
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Freud dice que la localización anatómica del sistema P-Cc (percepciones-Conciencia) se
encuentra ubicado en la corteza cerebral, debido a su funciones de percibir estímulos
provenientes del mundo exterior y sensaciones de placer y displacer que provienen del interior
del aparato anímico.
La conciencia y la impresión de una huella mnémica son incompatibles para el mismo sistema.
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En el sistema Cc. se hace consciente el proceso excitante, pero sin dejar ningún tipo de huella.
Todas las huellas de dicho proceso, en las cuales se apoya el recuerdo, se producen en los
sistemas vecinos internos, al propagarse a ellos la excitación.
No deja huella, el proceso excitante, sino que se gasta, en el sistema Cc., y esto se debe
debido al origen mismo del sistema, ya que esta muy proximo al exterior.
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Se sabe que el sistema Cc. recibe estímulos procedentes del interior y del exterior del
organismo. Frente a los que provienen del exterior se le presenta una protección, logrando que
las excitaciones que lleguen estes disminuidas. Pero, contra las que provienen del interior no
existe defensa alguna y se propagan al sistema sin sufrir disminuciones, y determinados


caracteres de su curso determinan la serie de sensaciones de placer y displacer. Existen


excitaciones provenientes del interior lo suficientemente grande como para que el sistema no
las admite, por ende las trata como si fueran del exterior, empleando contra ellas sus
respectivos medios de protección. Éste es el origen de la proyección, la cual tiene un papel
importante en la causación de procesos patológicos. Cabe aclarar que aquellas excitaciones
procedentes del exterior que poseen suficiente energía para atravesar la protección son las
denominadas traumáticas.
Una vez que la protección del sistema Cc. contra excitaciones exteriores es rota, el principio del
placer ya no presenta ningún papel en el organismo; por lo tanto se deberá controlar las
grandes masas de excitación que ingresan al aparato, es decir, ligarlas psíquicamente para
procurar su descarga.

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Al ser rota la protección del sistema Cc., proviene energía de todas las demás partes del
organismo para crear alrededor de la brecha, grandes acopios de energía, formando una
contracarga, pero provocando un empobrecimiento de los demás sistemas psíquicos y una
minoración del resto de la función psíquica.
Freud dice que puede considerarse la neurosis traumática común como el resultado de una
extensa rotura de la protección contra las excitaciones. Recordando el recorrido que hacía una
neurosis traumática común, dice Freud que la condición de ésta es la falta de disposición de la
angustia, disposición que había traído consigo una sobrecarga dels sistema, siendo ésta última,
la última línea de defensa de protección contra excitaciones exteriores.

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Para Freud, que los pacientes con estas neurosis presenten sus síntomas en el sueño es una
ayuda del aparato que genera todo el tiempo esa situación que provocó el trauma para
preparar al sistema y que no genera displacer. Es decir, intenta enseñarle a crear una
contracarga de energia que pueda contrarestar esa excitacion del exterior.
Freud dice que los sueños de los pacientes de neurosis traumática obedecen a la compulsión
de repetición, es decir, se apoya en el deseo consciente de hacer surgir lo olvidado y reprimido.

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Freud dice que al no existir un protector en el sistema Cc. de las excitaciones provenientes del
interior del organismo provoca que éstas entrañan máxima importancia económica y den
frecuentes ocasiones para perturbaciones económicas, equivalentes a las neurosis
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traumáticas. Cabe aclarar que las excitaciones internas son denominadas como pulsiones del
organismo, siendo los representantes de todas las actuaciones de energía procedentes del
interior del cuerpo y transferidas al aparato psíquico.
Todos los impulsos pulsionales parten del sistema Icc y siguen el proceso psíquico primario,
por ésto, le corresponderá a las capas superiores del aparato anímico ligar la excitación de
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esas pulsiones. Su fracaso haría surgir una perturbación análoga a la neurosis traumática. Solo
después de efectuada la ligadura se impone el reinado de principio del placer o el de realidad.
En conclusión, se podría decir que como labor preliminar, el aparato deberá ligar esa
excitación, independientemente del principio del placer.
Freud dice que, basándose en la experiencia de los juegos infantiles, puede afirmar que en la
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repetición hay un goce, sin oponerse al principio del placer. En cambio, en el sujeto enfermo, la
compulsión de repetición se sobrepone al principio del placer, debido a que las reprimidas
huellas mnémicas de sus experiencias primarias no se encuentran ligadas ni en condición de
atravesar el proceso secundario.


Freud dice que una pulsión sería una tendencia propia de lo orgánico vivo a la reconstrucción
de un estado anterior, que lo animado tuvo que abandonar bajo el influjo de fuerzas exteriores.
La definición anterior la hace en referencia a la compulsión de repetición, es decir, hay
pulsiones que tienen a actuar bajo esa compulsión.
Freud dice que todas las pulsiones orgánicas son conservadoras e históricamente adquiridas, y
tienden a una regresión o a una reconstrucción de lo pasado, por ésto, se le debe atribuir todos
los éxitos de la evolución a influencias exteriores. Además, dice que las pulsiones
conservadoras reciben transformaciones del curso vital, las cuales quedan para la repetición y
producen de manera engañosa la impresión de una tendencia hacia la transformación, que no
es más que una tendencia a alcanzar un antiguo fin por caminos antiguos y nuevos. Así, Freud
dice que la meta de toda vida es la muerte, y lo inanimado era antes que lo animado.

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Freud dice en un época indeterminada se despertó en la materia inanimada las cualidades de
lo viviente, por medio de actuaciones de fuerzas inimaginables. Esto generó una tensión en esa
materia inanimada, creando así la primera pulsión de volver hacia lo inanimado. Así terminaba
el curso vital de esa materia, hasta que, la evolución y otras fuerzas exteriores fueron
alargando la vida de esa materia pero siempre con el objetivo final de volver a lo inanimado.
Freud dice que hay una paradoja cuando el organismo viviente se revela enérgicamente contra
actuaciones (peligros) que podrían ayudarle a alcanzar por un corto camino su fin vital; pero
esta conducta es lo que caracteriza precisamente a las tendencias puramente pulsiones,
diferenciarlas de las tendencias inteligentes. Es decir, que el aparato psíquico quiere morir a su

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manera, por lo tanto, rechaza todas aquellas posibilidades que lo lleven a su objetivo o pulsión
primera.
Las pulsiones sexuales son conservadoras en el mismo sentidos que las de muerte, en cuanto
a que reproducen anteriores estados de la sustancia animada, pero son más conservadoras
que éstas, debido a que son más resistentes a excitaciones exteriores y conservan la vida para
más largo tiempo. Son estas pulsiones las verdaderas pulsiones de vida.

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En resumen, Freud dice que las pulsiones de muerte, pulsiones del yo, tienden hacia lo
inanimado por medio de la compulsión de repetición y la característica que presentan de
conservación; mientras que las pulsiones de vida, pulsiones sexuales, tienden a ese estado
de inmortalidad, pero lo hacen solo en aquellos casos en los cuales las células germinativas,
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espermatozoide y óvulo, llegan a unirse formando un nuevo individuo, en caso contrario,
mueren ambas.
Freud dice que el organismo contiene células de pulsión de vida y células de pulsión de muerte.
Las células que contienen esa pulsión de vida son narcisistas, ya que toman su propio libido
para vivir, y además, toman a las de pulsión de muerte como objeto para mantenerlas vivas, es
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decir, aplicarles ese proceso por el cual tienden a morir.


Freud dice que la exteriorización de la energía de las pulsiones sexuales, en un sentido
analitico, es denominado como libido narcisista, y también es identificada como pulsiones de
conservación.
Además, Freud dice que, una parte de las pulsiones del yo queda reconocida como libidinosa, y
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la otra parte de la actuación de las pulsiones sexuales en el yo.


Lo anterior supone una diferenciación entre las pulsiones sexuales y del yo, pero a nivel tópico.
Reconoce “el eros” en las pulsiones sexuales, siendo este identificado como un todo que
conserva y deriva la libido narcisista del yo de las aportaciones de libido con los que se


mantienen unidas las células del soma.


Cabe aclarar que las pulsiones de conservación se hacen visibles o pertenecer al grupo de las
pulsiones del yo, o de muerte, pero hay otros tipos de pulsiones libidinosas en este grupo que
no hay sido identificadas.
Freud dice que, en las pulsiones sexuales, hay un componente sádico, que puede lograr una
independencia total y dominar el impulso sexual de la persona, en calidad de perversión.
Además, tiene la característica de ser una pulsión parcial y encontrarse dentro del grupo de las
organizaciones pregenitales.
Freud plantea la hipótesis de que este sadismo pertenece a las pulsiones de muerte, debido a
que fue expulsado del yo por el influjo de la libido naciente, de modo que aparece en el objeto.

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Ese sadismo, luego de su expulsión del yo, se le marca un camino por los componentes
libidinosos de las pulsiones sexuales.
Freud ubica el camino de las pulsiones del yo diciendo que, al principio se las denominaba así
a todas aquellas direcciones pulsionales que se separaban de las pulsiones sexuales dirigidas
hacia el objeto, a su vez que opone ambas pulsiones, cuya manifestación se hacía visible en la
libido. Más adelante se observó que, una parte de las pulsiones del yo tienen una naturaleza
libidinosa y toman como objeto al propio yo, éstos eran pulsiones narcisistas de conservación.
En el lugar del conflicto entre ambas pulsiones, apareció otro conflicto entre, pulsiones
libidinosas ( del yo y de objeto) y demás pulsiones que puedan estatuirse en el yo y constituir

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las pulsiones de muerte. Finalmente, el conflicto queda reducido a pulsiones de vida, eros, y
pulsiones de muerte.
Freud finaliza este texto diciendo que, las pulsiones de vida se registran con mayor intensidad
en la percepción interna de las personas, dado que aparecen como perturbadoras y traen
tensiones cuya descarga es sentida como placer; mientras que las pulsiones de muerte
parecen efectuar silenciosamente su labor. Así, el principio del placer parece hallarse al

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servicio de las pulsiones de muerte, aunque vigila las excitaciones exteriores que son
consideradas como peligro para las dos clases de pulsiones, además, aquellas excitaciones
internas que sobrepasan el umbral y son captadas como externas.
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Pegan a un niño.

La fantasía de presenciar cómo pegan a un niño se le enlazan sensaciones placenteras, causa


por la cual se reproduce la misma fantasía infinitas veces. La confesión de esta fantasía cuesta
gran violencia en el sujeto, y los sentimientos de vergüenza y culpabilidad actúa con mayor
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energía que en otras situaciones análogas a los primeros recuerdos de la vida sexual.
Freud dice que consigue fijar el momento de estas fantasías, las cuales suceden previo al
periodo escolar. En el caso de ver en la escuela situaciones en las cuales pegaban a un niño,
se intensificó esa fantasía, en caso de que no esté olvidada, y en los casos que la fantasía ya
haya sido olvidada, la presencia de la situación provocaba el recuerdo de la misma.
FI

Freud dice que las fantasías que tenían estos de sujetos, que generaban placer, nunca eran
análogas a situaciones reales. Es decir, generalmente esos niños que habían tenido esas
fantasías no eran maltratados realmente en su casa, como así tampoco gozaban de algún tipo
de placer cuando veían en alguna situación a un niño mientras es golpeado.


Frente a esta situación Freud se plantea una serie de cuestiones, entre ellas las más
destacadas son: “¿quién era el niño maltratado?”,”¿quien era el que maltrataba al niño?”, etc.
Freud dice que este tipo de fantasías, que, como dijimos, presenta caracteres de satisfacción
autoerótica, debe ser considerada como un signo primario de perversión. Esto se debe a que
se anticipa a los demás componentes de función sexual, se hace independiente de manera
prematura y crea una constitución especial anormal del individuo. No todas las perversiones
infantiles se mantienen en la vida adulta, ya que pueden ser reprimidas, sustituidas o
sublimadas; pero, cuando alguno de estos procesos no se lleva a cabo, persiste en la vida
adulta y se comprueba una aberración sexual en el individuo, donde se conocerá luego en el
análisis por que se fija determinada perversión.

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Freud dice que de estas fantasías de flagelación, se derivan, generalmente, neurosis
obsesivas. Pero estas fantasías permanecen ajenas al contenido de la neurosis y no
encuentran lugar para insertarse en el.
Freud dice que las fantasías de flagelación tienen una historia evolutiva, en cuya trayectoria
varía más de una vez sus elementos, es decir, su relación con el sujeto, su objeto, su contenido
y su significación. Cabe aclarar que este tipo de fantasías se hacen presentes en el niño a los 6
años aproximadamente, por esto Freud supone que tienen una historia previa y no nacen de la
nada.
Freud dice que este tipo de fantasía presenta diferentes fases, las cuales fueron obtenidos de

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la observación de casos femeninos, debido a cierta complejidad y escasez con los masculinos.
La primera fase se concluye en “el padre pega al niño”, ésto se deriva de ciertas
características. Hay escasa información sobre esta fase en la niña, el niño maltratado es
siempre otro niño (hermano/a pequeño o grande, en caso de que lo tenga), la personalidad del
autor de los maltratos no aparece completamente definida en un principio pero luego deja lugar
a pensar que sería el padre de la niña el encargado de infringirlos. La fase, con nuevo

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contenido aportado en el análisis, deja ver que el niño/a golpeado por el padre, es odiado por la
niña en cuestión. La fantasia, asi, puede surgir de observar en la prematura niñez una situación
análoga o simplemente desear que suceda.
La segunda fase se identifica por la frase “yo soy golpeado por mi padre”. Ésto proviene de
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que, la persona que golpea al niño/a es el mismo, pero el niño/a maltratado es el propio sujeto
infantil de la fantasía, mostrando su general carácter masoquista. Freud aclara que esta
situación es de la más importante, pero no tiene lugar real en la vida del sujeto.
La tercera fase tiene características diversas. La persona que pega queda indeterminada,
aunque se representa típicamente por un subrogado paterno, la propia persona del sujeto de la
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fantasía no aparece ya en ésta (aparece más como espectador). Esta fase se diferencia de la
primera, y se asemeja así a la segunda, en el sentido de que la fantasía es soporte de una
excitación intensa, sexual, y provoca satisfacción onanista.
Cabe aclarar que ésta fase presenta un carácter sádico. Además, la relación y la sucesión de
las fases son incompresibles por el momento.
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Cabe aclarar que en las tres fases antes mencionadas, además de lo explicitado, se le agrega
el carácter respecto de las excitaciones sexuales presentes en cada una de ellas.
En la primera fase, se le anuda el momento por el cual atraviesa el niño/a por el complejo de
edipo, es decir, esa atracción para con su progenitor contrapuesto. Así, la fantasía satisface los


celos del niño, dependiendo de su vida erótica, y apoyada por sus intereses egoístas; pero, no
le es posible afirmar a Freud que sea completamente sádica ni sexual, sino que presentan el
carácter previo para que ambas se de luego.
En la segunda fase se hace presente la conciencia de culpabilidad, por lo tanto adquiere el
carácter de masoquista.
Hay que decir que en la segunda fase se da una represión, en la fantasía, y una regresión en el
orden genital. Falta dilucidar los motivos de ésto.
La tercera fase es análogo a la primera, en el sentido de que parece tener carácter sádico ya
que la persona a la cual hace daño el padre, en este caso un subrogado del padre, es otro niño
distinto del sujeto. Pero se satisface mediante la segunda, que fue reprimida, es decir, con su
carácter masoquista. Así, toma la carga libidinosa en la parte reprimida, y con ella el

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sentimiento de culpabilidad concomitante al contenido. Finalmente, se identifica que todos los
niños desconocidos golpeados por el maestro son subrogados de la propia persona.

Se sabe que los perverso se derivan de las fases mencionadas anteriormente, pero, luego de
estas fases hay dos caminos posibles. O realmente se forma el sujeto perverso, aunque se
destaca que en estos casos, el sujeto, llega a experimentar en la pubertad una actividad sexual
normal pero carece de energía suficiente como para mantenerse, lo que provoca el retroceso a
la fijación infantil perversa; el otro caso es que, luego de las tres fases, puede ser interrumpida
(la perversión) y permanecer en el fondo de un desarrollo sexual normal, al cual le roba cierta

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magnitud de energía.
En cuanto a que los perversos se derivan del Complejo de Edipo, Freud dice que son productos
de residuos de éste, algo así como cicatrices dejadas por éste en el curso del proceso.
Teniendo en cuenta que el Complejo de Edipo es el nódulo de la neurosis y la sexualidad
infantil que en él culmina, y los residuos alojados en el inconsciente representan la disposición
a una adquisición ulterior por el adulto de una enfermedad neurótica.

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En resumen, la fantasía de flagelación forjada por la niña pasa por tres fases, de las cuales la
primera y la última son conscientemente recordadas, permaneciendo, en cambio, inconsciente
la segunda. Las dos fases conscientes parecen ser de naturaleza sádica, y la intermedia,
inconsciente, de naturaleza masoquista. Su contenido es el de ser golpeada por el padre,
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enlazando a ella una carga libidinosa y una conciencia de culpabilidad. el niño golpeado es, en
las dos primeras fantasías, siempre distinto de la sujeto, y en la intermedia, siempre la propia
persona de la misma. En la tercera fase, consciente, son, por lo general, niños los maltratados.
La persona que maltrata al niño es, desde un principio, el padre, sustituto luego por un
subrogado perteneciente a la serie paterna. La fantasía inconsciente de la fase intermedia tenía
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originariamente una significación genital y surgió por represion y regresion del deseo
incestuoso de ser amada por el padre. Por último, las niñas fantaseas cambiar de sexo entre la
segunda y la tercera fase, imaginando ser niños.
Freud dice que las fantasías de flagelación se diferencian de la de las niñas, principalmente en
la segunda y tercera fase. Dice que la fantasía de la segunda fase, en la cual aparecía como
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protagonista la propia persona del sujeto, se diferenciaba de las fantasías femeninas de la


segunda fase en que podía hacerse consciente. Y al inclinarla a equipararse con la tercera fase
de las fantasías femeninas, surge una nueva diferencia, consistente en que la persona del niño
no parecía sustituida por diversas niñas indeterminadas.


Freud remarca, con lo dicho anteriormente, que no existe un paralelismo entre los casos de
individuos con fantasías infantiles de flagelación, en cuanto a los niños y las niñas; las niñas
fueron explicadas anteriormente.
Freud observa que la minoría de sus casos masculinos comprenden casos de fantasías de
flagelación, en cambio, tenía gran cantidad de personas consideradas como masoquistas
propiamente dichas, en el sentido de perversión sexual. Eran individuos que solo encontraban
su satisfacción sexual en el onanismo simultáneo a fantasías masoquistas o que habían
logrado acoplar el masoquismo y la actividad genital en forma tal, que , dada una situación
masoquista, conseguían la erección y la eyaculación, o quedaban capacitados para realizar
coito normal. Además se puede aclarar que los tres casos propuestos anteriormente tienen sus

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justificacion para detenerse a un análisis, es decir, pueden vivir con ese “padecimiento” pero les
puede fallar en cualquier momento.
Freud dice que estos sujetos, en sus fantasías masoquistas y en sus situaciones creadas para
transferir tales fantasías a la realidad, se atribuyen regularmente el papel de la mujer. Las
personas que desempeñan en la fantasía el papel activo son siempre mujeres, lo mismo que en
las situaciones creadas para transferir a la realidad tales fantasías; lo que marca el antecedente
de la posterior definición de Freud de colocar al masoquismo como primario.
Freud dice que, en cuanto a las fantasías infantiles de flagelación forjadas por sujetos
masculinos, la fantasía conciente que tiene por contenido el ser golpeado por la madre no es

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primaria, sino que tiene un estadio preliminar regularmente inconsciente. Este estadio
preliminar se corresponde con la segunda fase de la niña. Y la fantasía conciente en la que el
sujeto es pegado por la madre ocupa la tercera fase de la niña.
La fantasía de flagelación del niño es desde un principio pasiva y ha surgido de la actitud
femenina con respecto al padre. Corresponde, igual que la femenina, al complejo de Edipo, es
decir, la fantasía de flagelación se deriva, en ambos casos, del ligamen incestuoso al padre.

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El niño que tiende a eludir la elección homosexual de objeto y que no ha cambiado de sexo se
siente, sin embargo, mujer en sus fantasías y adorna a la mujer flageladora con atributos y
cualidades masculinas. la niña que ha renunciado a su sexo y ha realizado, en general, una
labor represora fundamental no se libera, sin embargo, del padre ni se atreve a adoptar en la
DD
flagelación el papel activo, y como se ha convertido en chico, hace que sean casi siempre niños
los objetos de la flagelación.

El yo y el ello.
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El yo se halla bajo la influencia especial de la percepción y, puede decirse, que las


percepciones tienen para el yo la misma significación que las pulsiones para el ello. Pero, tanto
el yo como el ello quedan sometidos a las influencias de las pulsiones.
Las pulsiones de vida, o el Eros, integra a las pulsiones sexuales, propiamente dichas y
también aquellas restringidas en su fin y sublimados derivados de él; y las pulsiones de
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conservación, que se adscriben al yo, que, a su vez, está opuesto a las pulsiones objetales
sexuales. Freud dice que este segundo grupo, que ya sabemos que son las pulsiones de
muerte, encuentran su representante en el sadismo.
Así, la vida sería un combate y una transacción entre ambas tendencias, ambas pulsiones.


En el componente sádico de la pulsión sexual existe un claro ejemplo de una mezcla adecuada
de estas dos pulsiones, de vida y de muerte; y en el sadismo, devenido independiente como
perversión, el prototipo de una disociación. La pulsión de destrucción, de muerte, entra al
servicio del Eros, pulsión de vida, para los fines de descarga.
La esencia de una regresión de la libido, está integrada por una disociación de las pulsiones.
Inversamente, el progreso desde una fase primitiva hasta la fase genital definitiva tendrá por
condición una agregación de componentes eróticos.
La antítesis de las dos clases de pulsiones puede ser sustituida por la polarización del amor y
el odio. Freud dice que la observación clínica muestra, que el odio es el compañero constante
del amor (ambivalencia) y, muchas veces, el precursor de muchas relaciones humanas; y
puede transformarse en amor, asi como tambien este puede hacerlo en odio. Uno de los

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observables clínicos que Freud menciona es la paranoia, con las actitudes ambivalentes
correspondientes a cada enfermo. Freud dice que puede haber dos mecanismos los cuales den
cuenta de la transformación de odio en amor. La primera es mediante la clínica, donde el
enfermo llega a darse cuenta del fundamento de su odio con su perseguidor, que luego
transformará en amor o identificación; y la segunda es cuando, por medio de un
desplazamiento reactivo de la carga psíquica, se sustrae energía al impulso erótico y se la
acumula como energía hostil. Así se introduce una nueva hipótesis, donde, en la vida anímica,
existe una energía desplazable e indiferente que puede unirse a una pulsión erótica o
destructiva intensificando su carga general.

OM
Freud responde a esta hipótesis con otra, diciendo que esa energía desplazable e indiferente
es sublimada, proveniente de un Eros desexualizado, es decir, de una provisión de libido
narcisista; aclarando que actúa tanto en el Yo como en el Ello. Agrega, además, que ésta
energía labora al servicio del principio del placer para facilitar las descargas, siendo indiferente
el camino por el cual es llevado a cabo.
Freud va a decir que la sublimación tiene efecto siempre por mediación del Yo, sabiendo que

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éste pone fin a las cargas de objeto del Ello, acogiendo en sí la libido de las mismas y ligándola
a la modificación del Yo producida por identificación. Asi se produce la desexualizacion que se
normbraba anteriormente, indicando, además, una relación entre el Yo y el Eros.
DD
Repitiendo, el Yo se halla constituido en gran parte por identificaciones sustitutivas de cargas
abandonadas del Ello, las primeras de estas identificaciones se conducen en el Yo como una
instancia especial, oponiéndose a él en calidad de Superyó.
El Superyó presenta una relación con respecto al Yo, debido a que es, la primera identificación
que se lleva a cabo mientras el Yo era débil, y segundo, que es el heredero del complejo de
LA

Edipo. Además, el Superyó, conserva durante toda su vida la capacidad de oponerse al Yo y


dominarlo. Freud lo define como el monumento conmemorativo de la primitiva debilidad y
dependencia del Yo.
Por otro lado, el Superyó, presenta una relación con el Ello, en el sentido de que desciende de
sus primeras cargas de objeto (Complejo de Edipo), por lo tanto, se convierte en una
FI

reencarnación de formas anterior del Yo que han dejado en el Ello sus residuos.
Freud dice que la resistencia más fuerte que se puede encontrar en el tratamiento
psicoanalítico es la denominada reacción terapéutica negativa, la cual hace referencia al
momento en el que el paciente se coloca en contra de la curación, manteniendo, e incluso,


intensificando la enfermedad. Esta resistencia tiene la característica de ser de orden moral, es


un sentimiento de culpabilidad inconsciente que halla su satisfacción en la enfermedad, sin
renunciar al castigo pertinente en cada caso.
Se sabe ya que el sentimiento normal consciente de culpabilidad, conciencia moral, reposa en
la tensión entre el Yo y el ideal del yo, siendo una expresión de una conducta del yo por su
instancia crítica.
Los sentimientos de culpabilidad explicitados anteriormente pueden observarse en la clínica, en
casos de neurosis obsesiva, melancolía, entre otros; afectando de manera diferente según la
neurosis correspondiente.
El Superyó se manifiesta en forma de sentimiento de culpabilidad, es decir, el sentimiento de
culpabilidad es la percepción a la crítica en el Yo.

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En la melancolía, el Superyó se encarniza contra el Yo, como si se hubiese apoderado de todo
el sadismo. Así, el componente destructor del sadismo, se instala en el Superyó, volviéndose
contra el Yo. Por lo tanto, reinará en el Superyó la pulsión de muerte, provocando la posterior
muerte del Yo.
En la neurosis obsesiva, en cambio, la conservación del objeto garantiza la seguridad del Yo,
es decir, nunca llegará a la muerte, como en la melancolía. Debido a la regresion pregenital, las
pulsiones eroticas se transforman en pulsiones agresivas contra el objeto; liberando así la
pulsión de destrucción contra el objeto. El Yo se defiende frente a ésto mediante formaciones
sustitutivas alojadas en el Ello. El Superyó se conduce como si lo anterior fuera provocado por

OM
el Yo, intentando obtener los propósitos destructores, lo que da cuenta de que es una
sustitución de amor por odio.
Cabe aclarar que el individuo trata de tres maneras diferentes a las pulsiones de muerte. Una
parte queda mezclada con componentes eróticos; otra parte se deriva al exterior como
agresión; mientras que la otra parte continúa su labor libremente en el interior del organismo.
Además, se puede decir, con lo expuesto anteriormente, que: el Ello es amoral, el Yo se

.C
esfuerza por ser moral; y el Superyó es hipermoral.
Ya sabemos la hipótesis planteada en cuanto a la creación del Superyó (identificación +
sublimación), pero, hay que agregarle la participación de una disociación de pulsiones. Siendo
despojado el componente erótico, realizada la sublimación, la energía destructora se libera en
DD
calidad de agresión y destrucción. Así obtiene, el ideal del yo, su deber cruel, imperativo,
riguroso, etc.
Con lo anterior, y demás aclaraciones que pertenecer a otros textos, se puede decir que se
forma una nueva representación del Yo, o, mejor dicho, un nuevo estatuto del Yo.
Se halla encargado de varias funciones; por su relación con el sistema de percepción establece
LA

el orden temporal de los procesos psíquicos y los somete al principio de realidad. Mediante la
interpolación de los procesos mentales consigue un aplazamiento de las descargas motoras y
domina los accesos a la motilidad, siendo más formal que efectivo. En cuanto a la acción, el Yo
se enriquece con la experiencia del mundo exterior y tiene en el Ello otra especie de mundo
exterior al que intenta dominar, sustrayendo libido de él para transformarla en cargas de
FI

objetos de estructuras yoicas.


El contenido del Ello puede pasar al Yo mediante dos vías. Una directa, y la otra atraviesa al
ideal del yo, según cual tome se verán actividades anímicas distintas. En un camino, el Yo
progresa desde las percepción de sus pulsiones hasta su dominio, y en el otro, desde la


obediencia a las pulsiones hasta su fijación; en esta última es la cual participa el ideal del yo,
siendo una formación reactiva contra los procesos pulsionales del Ello.
Cabe aclarar que el psicoanálisis es una herramienta para que el Yo pueda dominar al Ello.
Por otro lado, se puede ver al Yo como sometido por tres tipos de peligro (tres tipos de
angustia) provenientes, del mundo exterior, de la libido del Yo, y del rigor del Superyó.
En cuanto al último caso, el Yo se constituye como un mediador entre el mundo exterior y el
Ello, intentando adaptar éste último al mundo exterior por medio de su actividad muscular. El
Yo se conduce al Ello como objeto de su libido, para esto debe colmarse de ella,
constituyéndose así como representante del Eros, aspirando a vivir y a ser amado.

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El Yo, cuando es amenazado por distintos peligros, desarrolla el reflejo de fugam retirando su
carga propia de la percepción amenazadora en el Ello considerado peligroso y la emite en
calidad de angustia; transformándose luego en reacciones primitivas, es decir, fobias.
Freud dice que la angustia real y objetiva, se diferencia de la angustia a la muerte y de la
angustia neurótica ante la libido. La angustia ante la muerte se desarrolla entre el Yo y el
Superyó, donde el Yo libera carga libidinal narcisista, abandonando así mismo. Freud dice que
este tipo de angustia se conoce por dos situaciones distintas, pero análogas, como reacción a
un peligro exterior, y como proceso interior; melancolía.
Se puede concluir diciendo que la angustia ante la muerte y la angustia ante la conciencia

OM
moral devienen de una angustia, previa, a la castración.

Inhibición, síntoma y angustia. (Cap. 1 y 2)


Primero que nada hay que decir que los conceptos de inhibición y síntoma pertenecen, o se
hacen ver, en la descripción de los fenómenos patológicos.

.C
La inhibición presenta relación especial con la función, es decir, cuando algo está inhibido es
porque está restringida una función normal. En cambio síntoma, vale como signo de proceso
patológico. Se dirá entonces que la inhibición puede constituir un síntoma, es decir, que se
DD
disminuya una función, y el síntoma, cuando se modifica la misma función u otra.
Para especificar cómo es perturbada la función, en la inhibición, Freud, analiza la función
sexual, la nutrición, la locomoción y el trabajo profesional.
En la función sexual se reúnen al conjunto de inhibiciones, bajo el concepto de impotencia
psíquica. Presenta cinco tipos de síntomas, en los hombres; displacer psíquico, falta de
erección, ejaculatio praecox, falta de eyaculación, y falta de placer en orgasmo. La relación con
LA

la angustia se hace visible al saber que, algunas inhibiciones son renuncias a determinadas
funciones a causa de que durante su realización surge angustia.
La negativa a comer por angustia es propia de estados psicóticos. Pero, la perturbación más
frecuente de la nutrición es la repugnancia a comer, debido a un tratamiento de la libido.
La locomoción aparece inhibida en algunos estados neuróticos por repugnancia a andar o por
FI

debilidad de las extremidades abdominales. Las alteraciones de la locomoción por interpolación


de ciertas condiciones cuyo incumplimiento surge angustia son bien características de la fobia.
La Inhibición de la capacidad de trabajo, es objeto de tratamiento como síntoma aislado,
presentado como disminución del deseo de trabajar, defectuosa realización del trabajo, etc.


La inhibición es la expresión de una restricción funcional del Yo, con determinados mecanismos
que provocan esta renuncia.
En las inhibiciones específicas se derivan en inhibiciones neuróticas, debido a que la función
yoica de un órgano se altera, incrementando su erogeneidad. Las funciones dejan de realizarse
porque, al hacerlas se las interpreta como funciones prohibidas. El Yo renuncia a estas
funciones para no tener que realizar represiones, evitando un conflicto con el Ello.
Otras inhibiciones tienen efecto de autocastigo. El Yo no debe hacer ciertas cosas porque
habrian de traerle éxito y provecho, lo cual fue prohibido por el Superyó. Renuncia así el Yo a
tales funciones para evitar un conflicto con el Superyó.
Las inhibiciones generales del Yo suceden cuando éste se encuentra absorbido por una labor
psíquica determinada, empobreciendo la energía que puede disponer restringiendo su gasto en

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muchos lugares; es decir, en determinadas circunstancias que llevan a una labor psíquica de
gran gravedad, el Yo empobrece toda su energía a expensas de inhibir otras funciones como
consecuencia.

El síntoma es un signo y un sustitutivo de una expectativa de satisfacción de una pulsión, un


resultado del proceso de la represión. Se sabe que la represión parte del Yo, que a veces por
mandato del Superyó, rehúsa agregarse a una carga pulsional iniciada en el Ello.
Cual es el destino de la carga pulsional activada en el Ello que tiende a la satisfacción en la
represión? Por el proceso mismo de la represión, se transforma en displacer el placer de

OM
satisfacción esperado, es decir, la descarga de excitación propuesta en el Ello no tiene efecto a
consecuencia de la represión, consiguiendo el Yo inhibirla.
Con lo anterior se vislumbra un poder por parte del Yo contra el Ello. Este nuevo alcance del Yo
es posible mediante las relaciones con el sistema de percepciones, sistema P-Cc. Sabemos
que recibe estímulos del exterior y del interior, y por medio de las sensaciones de placer y
displacer orienta las corrientes del suceder anímico en el sentido del principio del placer. Así,

.C
se concluye que el Yo no siempre se encuentra impotente contra el Ello, solo necesita
colocarse en cierto lugar de pugna contra él.
La represión equivale a un intento de fuga, situación realizada por el Yo que genera angustia.
Así se lo considera al Yo como sede de la angustia.
DD
Capítulo 3.
El Yo y el Ello coinciden, pero son partes que se diferencian una de la otra. Pero, en caso de
que haya una discordia o una lucha entre ellas, el Yo se muestra más débil frente al Ello; sin
embargo, en caso de mostrarse enlazado al Ello, produce una intensa energía. El Yo es la
LA

parte organizada del Ello.


Freud dice que en la represión, no se ataca el Yo contra el Ello, sino que el impulso pulsional
que ha de reprimirse intenta permanecer aislado. Así, la represión, muestra la energía del Yo,
pero también la impenetrabilidad de diversos impulsos pulsionales del Ello a su influencia.
Además, cuando el síntoma es formado, muestra la clara diferenciación territorial que hay entre
FI

el Ello y el Yo.
Freud dice que la primera lucha del Yo es el acto de represión, y la segunda lucha (licha
secundaria) es contra el síntoma. Por lucha contra el síntoma, Freud se refiere al sentido de
que el Yo intenta suprimir el extrañamiento y el aislamiento del mismo, es decir, utiliza todas las


posibilidades de enlace para incorporarlo a su organización. Este modo particular de actuar del
Yo, produce que tales síntomas tengan una necesidad de satisfacción y una de castigo. El
síntoma, desde su inicio y como exigencia del Superyó, se encuentra en participación con el Yo
significando posiciones de los impulsos reprimidos y puntos de penetración en la organización
del Yo. A su vez, en procesos ulteriores, cuando el síntoma se vuelve insuprimible para el Yo,
éste trata de asimilarlo como si fuera un estímulo externo que vive dentro de su organización
interna. Freud dice que el síntoma le permite al Yo, obtener una especie de ganancia, en el
sentido que puede apaciguar las exigencias del Superyó o rechazar una aspiración del mundo
exterior real. Cabe aclarar que lo anterior hace referencia a los casos de histeria, y no se puede
generalizar para todos esos casos, ni tampoco para todas las neurosis.

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Los síntomas, en las neurosis obsesivas, adquieren gran valor para el Yo, debido a que le
aportan una satisfacción narcisista inaccesible de otro modo. Es lo denominado como ventaja
de la enfermedad (secundaria) de la neurosis. El Yo intenta incorporar al síntoma y fijarlo;
produciendo duras resistencias en la cura analitica posterior.
Entonces, el Yo utiliza dos procedimientos contra el síntoma, contradictorios. En el primero
quiere asimilarlo en su totalidad, debido a la naturaleza misma del Yo. Pero la perturbación del
síntoma, como sustitución de la pulsión reprimida, renueva de continuo la señal de displacer al
Yo, provocando los movimientos defensivos de éste.

OM
Capítulo 4.
Freud dice que va a analizar el caso de juanito (Hans). En el mismo ubica el temor angustioso a
que un caballo lo mordiera; cabe destacar que ese contenido intenta separarse de la conciencia
y ser sustituido por una fobia indeterminada (en este caso a los caballos) en la cual aparecen la
angustia y el objeto.
La moción pulsional que sucumbe a la represión es una pulsión hostil contra el padre, ésto lo

.C
ubica Freud luego del análisis. Esa pulsión hostil es un deseo asesino contra el padre, debido
al Complejo de edipo y toda la relación ambivalente que éste genera.
Freud dice que la pulsión hostil de Juanito no es capaz de producir una neurosis o una fobia si
actuara sola. Es decir, para que sea una neurosis debe suceder algo más. Ese algo más es
DD
cuando Juanito desplaza a su padre por el caballo. Debido a lo expuesto en el texto “Tótem y
Tabú” sabemos que, en la infancia, el niño no diferencia correctamente la posición del adulto y
la de un animal grande; entonces, se puede decir que Juanito estuvo predispuesto a ese
desplazamiento, lo que logra romper ese sentimiento ambivalente con el padre, dandole solo el
positivo y quedando el negativo, más acentuado, en el caballo.
LA

No conforme con lo anterior, Freud decide ir más allá en el análisis porque la forma en la cual
Juanito reprime no concuerda con la teoría.
Así Freud dice, la representación de ser devorado por el padre es la expresión, regresivamente
rebajada, de una pulsión amorosa pasiva, una especie de ansia de ser amado por el padre en
el sentido del erotismo genital. Lo anterior es denominado como regresión, un mecanismo de
FI

defensa, más dañino que la represión. En este caso se regresa de la fase sádico-anal a la fase
oral, por lo cual se fija como fobia el miedo a ser mordido por el caballo.
En resumen, la moción pulsional reprimida en la fobia es una pulsión hostil contra el padre. Esa
represión se da debido a la transformación en su contrario, es decir, en lugar de la agresión


contra el padre surge la agresión del padre contra la persona del sujeto (la venganza). Además,
se produce una represión simultánea, en la cual la pulsión reprimida tiene un sentido contrario,
es el amor pasivo hacia el padre.
Esta última pulsión sufre una regresión y es la más determinante en cuanto al contenido de la
fobia.
Ahora bien, el motivo por el cual Juanito reprime esas pulsiones con respecto a su padre y a su
madre, todas pertenecientes al Complejo de edipo, es por el miedo a la castración. Así, Freud
dice que el efecto angustioso de la fobia es el miedo a la castración, es decir, es un miedo real
a un peligro considerado inminente. Por lo tanto, la angustia actúa como causa de la represión
(tercer teoría de la angustia), distinto de como se pensaba antes, que la represión causaba la
angustia (segunda teoría de la angustia).

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Capítulo 5.
Freud dice que su objetivo era estudiar la formación de síntomas y la lucha secundaria del Yo
contra el síntoma, por lo cual se basó en las fobias, explicadas anteriormente. En este capítulo
hace algo parecido, comenzando con la histeria de conversión, sin llegar a buen puerto decide
analizar la situación desde las neurosis obsesivas.
Freud dice que en la neurosis obsesiva se forman dos grupos de síntomas, contrarios entre
sí, que pueden darse conjuntamente o simultáneamente. El más antiguo siempre es el negativo
y el otro es de carácter positivo, marcando la ambivalencia de la neurosis.

OM
Además, se mantiene una lucha constante contra lo reprimido; y el Yo, junto con el Superyó,
toman parte importante en la formación de síntomas.
Las características básicas que presenta una neurosis obsesiva son: es una defensa contra las
exigencias libidinosas del Complejo de edipo; presentan síntomas histéricos formados
tempranamente; organización genital de la libido débil y poco resistente, por lo cual, cuando el
Yo inicia la defensa alcanza la regresión total o parcial de la fase fálica a la fase sádico-anal.

.C
Además, la condición necesaria de la regresión y de la génesis de la enfermedad se debe a
una experiencia real de la vida genital, por la cual queda desvalorizada. Freud aclara que la
regresión presenta una explicación metapsicológica, en donde es la separación de los
componentes eróticos de la carga psíquica destructora, acto denominado defusión pulsional. Lo
DD
anterior quiere decir que, la carga pulsional destructora (pulsión de muerte) presente en la fase
sádico-anal, posee más potencia que la carga erótica (pulsión de vida).
En las neurosis obsesivas se ve claramente que las fuerzas motivacionales de la defensa se
reducen alrededor del Complejo de castración, y las tendencias rechazadas son las del
Complejo de edipo. Además, iniciado el periodo de latencia, se produce la disolución del
LA

Complejo de edipo anudado a la disminución regresiva de la libido; el Superyó se hace áspero


y severo; el Yo desarrolla formaciones reactivas de diferente forma (hipermoralidad, limpieza
excesiva, etc.).
Freud dice que las formaciones reactivas pueden ser consideradas como mecanismos de
defensa.
FI

Llegada la pubertad, marca el desarrollo de la neurosis obsesiva. Se despiertan, por un lado,


las pulsiones agresivas de una época temprana, y por otro lado, nuevas pulsiones libidinosas
que provienen de la regresión como tendencias agresivas y destructoras. En la pubertad la
lucha pasa de ser en el terreno de la sexualidad, para enfocarse en la ética.


El Yo se resiste contra las pulsiones violentas y crueles enviadas por el Ello a la conciencia,
obrando así contra deseos eróticos. Mientras tanto, el Superyó, insiste en la represión de la
sexualidad cuando adopta formas mas y mas repulsivas.
Cabe aclarar que las pulsiones agresivas que afloran en la conciencia del Yo son interpretadas
por éste como una “idea”, sin saber el verdadero sentido de la pulsión agresiva. Sucede,
además, que el Superyó no se ve afectado por la represión y juzga o trata al Yo con todo su
poder. El Yo puede sustraerse de las críticas y el sentimiento de culpabilidad provocado por el
Superyó, pero solo a costa de generar nuevos síntomas, encaminados al autocastigo. Pero,
éstos nuevos síntomas, generar al mismo tiempo una satisfacción de pulsiones masoquistas,
provenientes de la regresión libidinal sucedía antes.
El Yo, casi completamente restringido, se ve obligado a buscar satisfacciones en los síntomas.

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Capítulo 6.
El Yo presenta dos actividades o técnicas defensivas auxiliares, que son subrogados de la
represión. Esas técnicas son, la anulación y el aislamiento.
La anulación presenta más campo de acción, tiende a suprimir por medio del simbolismo motor,
las consecuencias del suceso, y simultáneamente, al suceso mismo. Aquello que no hace
sucedido como el sujeto deseaba que sucediera es deshecho por medio de su repeticion en
forma distintia, acumulandonse toda una serie de motivos para continuar indefinidamente tales
repeticiones.

OM
El aislamiento se refiere, como el anterior, a la esfera motora. Esta técnica consiste en que,
después de un suceso desagradable, es interpolada una pausa, en la que nada debe suceder,
sin efectuarse en ella la percepción ni algún acto. Los elementos que quedan separados son
aquellos que debían unirse por asociación. Como forma de actuar del aislamiento, el enfermo,
se defiende de los advenimientos de fantasías inconscientes y contra las exteriorización de las
tendencias ambivalentes. En resumen, el aislamiento es la supresión de la posibilidad de

.C
contacto, miedo a sustraer algo a contacto. Al aislar una actividad o impresión, da a entender
simbólicamente que no quiere que los pensamientos relativos a esta impresión o actividad
entren en contacto asociativo con otros pensamientos. Cabe aclarar que el miedo al contacto
aparece en los enfermos de neurosis obsesiva como actuante de la regresión libidinal, siendo
DD
que se maximiza las pulsiones destructivas.

Capítulo 7.
Freud se pregunta qué provoca la defensa por parte del Yo, en el caso de Juanito, si es la
pulsión amorosa hacia la madre o la pulsión destructiva hacia el padre.
LA

La represión es un proceso especialmente relacionado con la organización genital de la libido y


el Yo acude a métodos distintos de defensa cuando actúa contra la libido en otras fases de la
organización libidinal.
En cuanto el Yo reconoce el peligro de castración da la señal de angustia e inhibe, por medio
de la instancia placer-displacer el proceso de carga en el Ello; al mismo tiempo, se efectúa la
FI

formación de la fobia. Así, el miedo a la castración se dirige a un objeto distinto y toma una
expresión disfrazada. Por lo tanto, la formación sustitutiva presenta dos ventajas claras; por un
lado, evita un conflicto de ambivalencia, y por otro lado, permite al Yo terminar el desarrollo de
angustia. Así, sólo se producirá la angustia cuando aparezca el objeto formado a partir de la


sustitución. Al sustituir al padre por un animal, el Yo sólo debe ponerse determinados límites
para no llegar a enfrentar esa situación. CLAVE.
Lo que sucede en la fobia es una sustitución de un peligro exterior por otro también exterior. Y
en este proceso no hay distorsiones económicas, es decir, debido a que el Yo, en la fobia,
elude la angustia por medio de síntomas de evitación o inhibitorios, solamente se modifica un
afecto, quedando idéntica la carga económica.
Por lo tanto, tantos para las fobias como para las neurosis obsesivas, el motor de la formación
de síntomas es el miedo del Yo a su Superyó, el Yo se sustrae a la hostilidad del Superyó. El
miedo que siente el Yo por parte del Superyó es el mismo miedo a la castración, debido a que
el Superyó actúa como la despersonalización del padre, transformándose así como una
angustia moral o social. Hasta aquí lo expuesto sobre angustia señal.

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En el caso de las neurosis traumáticas el miedo a morir se presenta como análogo al miedo a
la castración. En este caso, El Yo reacciona por el miedo de ser abandonado por el Superyó
protector, que lo protege de peligros que lo rodean. Cabe aclarar que en los casos de neurosis
traumática, el dispositivo protector contra los estímulos exteriores queda suprimido o roto, y se
produce una invasión de excitación en el aparato; surgiendo, con todo esto, una segunda clase
de angustia, denominada angustia traumática, y que se crea sobre la base de las condiciones
económicas de la situación.

Capítulo 8.

OM
Freud hace un breve resumen de lo expuesto anteriormente sobre la angustia.
Es algo que las personas sienten, por cual es un estado afectivo. Presenta un carácter
displicente y algunas condiciones físicas más precisas; siendo las más representativas las
afectadas a los órganos respiratorios y el corazón. Por lo tanto, al participar en la angustia
inervaciones motoras, se puede decir que presenta procesos de descarga.
La angustia se basa en un incremento de la excitación, el cual crea, de un lado, el carácter

.C
displicente, y por otro busca aliviarse por medio de actos de descarga. Pero, se le añade un
carácter histórico que enlaza entre sí las sensaciones y las inversiones de la angustia; es decir,
el estado de angustia conlleva la reproducción de una experiencia que integraba las
condiciones de tal incremento del estímulo y las de la descarga por vías determinadas. Tal
DD
experiencia prototípica sería el nacimiento. Se puede concluir entonces que la angustia nace
como reacción a un estado de peligro y se produce de nuevo cada vez que surge de nuevo tal
estado.
Se pueden distinguir dos posibilidades de aparición de angustia: una inadecuada, relacionada a
una nueva situación peligroso, sin precedente previos; y otro adecuada, que señala y previene
LA

la situación.
Los casos de manifestación infantil de angustia son tres: cuando el niño está solo, cuando se
halla en la oscuridad, y cuando encuentra a una persona extraña en el lugar de la que le es
familiar (es decir, que haya una persona extraña en reemplazo de la madre); éstas tres
situaciones tienen en común su condición para que sucedan, la advertencia por la falta de la
FI

persona amada y anhelada. Por lo tanto, se puede concluir que la angustia se da por falta de
objeto; ya sea en el nacimiento, separación de la madre; ya sea en la etapa fálica, peligro de
castración.
Ahora bien, ¿por qué siente cómo peligro la ausencia de la madre? Ésto es debido a que, la


experiencia del niño le enseñó que es ella quien satisface sus necesidad; por lo tanto la
situación frente a la cual siente peligro es la insatisfacción misma, el crecimiento de la tensión
de la necesidad. La situación expuesta anteriormente se hace válida para el niño de pecho y
aquel con peligro de nacimiento, es decir, niños muy pequeños.
Las represiones más tempranas y la mayoría de las ulteriores son motivadas por la angustia del
Yo ante procesos desarrollados en el Ello, que se hacen visible en dos casos. Primero, que en
el Ello suceda algo que active alguna de las situaciones peligrosas para el Yo y le mueva a dar
la señal de angustia para iniciar la inhibición; y segundo, que se constituya también en el Ello
una situacion analoga a la del trauma de nacimiento, en la surge de manera automática la
reacción angustiosa. El segundo caso es operativo en la etiología de las neurosis actuales,
mientras que el primero es típico de la etiología de las psiconeurosis.

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El problema económico del masoquismo. (Práctico)

En el comienzo del texto Freud da una breve definición y distinción entre el principio de nirvana,
propuesto por Barbara Low, el principio de placer y el principio de realidad; cosa que estara al
final.
El masoquismo, dice Freud, se ofrece a la observación en tres formas distintas: como
condicionante de la excitación sexual, como manifestación de la feminidad y como una norma
de la conducta vital; es decir, masoquismo erógeno, femenino y moral.

OM
El primero, es entendido como un placer en el dolor, y constituye la base de las otras dos
formas restantes; presenta causas biológicas y constitucionales.
La tercera forma del masoquismo, fue explicada en otro texto por Freud, como una conciencia
de culpabilidad, inconsciente en la mayoría de los casos.
La segunda forma del masoquismo es la más asequible a la observacion analitica, por eso,
es la primera en ser explicada.

.C
Freud la observa en el hombre, debido al material de observación que en su gran mayoría era
de sujetos masculinos, pero se presenta en ambos géneros; y es conocida por él por las
fantasías de sujetos masoquistas, las cuales culminan en actos onanistas o representan por sí
DD
solas una satisfacción sexual. Luego esas fantasías coincidiran con las situaciones reales que
crean estos sujetos, como medio para conseguir la erección, el acto sexual, o un bien en sí
mismo. Freud dice que el sujeto se transfiere a las fantasías como a una situación
característica de la feminidad; es decir, ser castrado, soportar el coito o parir. Por ésto la define
como femenina, a esta forma de masoquismo, aunque más adelante se verá que su origen está
más anclado a lo infantil que a lo femenino. Además, en el contenido manifiesto de las
LA

fantasías se da un sentimiento de culpabilidad, relacionado con la masturbacion infantil, otorga


una racionalización superficial del contenido masoquista; luego, este factor de culpabilidad
conducirá a la tercera forma del masoquismo, moral.
Cabe mencionar que este masoquismo femenino, reposa o se deriva del masoquismo
erógeno. La excitación sexual nace, como efecto secundario, de una serie de procesos internos
FI

cuanto la intensidad de los mismos sobrepasa determinados límites cuantitativos. Así, la


excitación provocada por el dolor y el displacer presenta una consecuencia similar, y sería un
mecanismo fisiológico infantil que desaparece luego. Por lo tanto, según la composición sexual
del sujeto , suministrará luego la base del masoquismo erógeno, como superestructura


psíquica.
El aparato orienta, en su mayor parte, a las pulsiones de muerte hacia el exterior, por medio del
sistema muscular. Una parte de esta pulsión queda puesta al servicio de la función sexual, lo
que da lugar al sadismo propiamente dicho; mientras que otra parte, que no colabora con esta
transposición hacia el exterior, vive en el organismo interno y queda allí fijada libidinosamente,
así se forma el masoquismo primitivo erógeno. Entonces, se puede concluir diciendo que, la
diferencia entre el sadismo propiamente dicho, y el masoquismo primitivo erógeno, es que, el
primero se dirige hacia los objetos presentes en el exterior del organismo, mientras que el
segundo queda como resto dentro del organismo y toma como objeto al propio individuo.
La tercera forma del masoquismo, el moral, resulta ser singular, debido a su relación con la
sexualidad. Lo que importa aquí es el sufrimiento mismo, que provenga de personas

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indiferentes o circunstancias especiales; distinto de los otros tipos de masoquismo que tienen
una relación de que el sufrimiento debe provenir de la persona amada. Freud dice que se
podría afirmar que la pulsión de muerte es orientada nuevamente hacia el interior actuando
contra el propio Yo, pero sin abandonar la relación con la pulsión de vida y definirlo así como
un masoquismo.
En cuanto a la forma externa, patológica, de este masoquismo, Freud dice que está
relacionado con la reacción terapéutica negativa y el sentimiento de culpabilidad. La
satisfacción de este sentimiento de culpabilidad actúa como una ventaja de la enfermedad , es
decir, como suma de energía que se rebela contra la curación y no quiere abandonar la

OM
enfermedad.
El sentimiento inconsciente de culpabilidad es imperceptible para los enfermos que lo
padecen, ya que, análogo a éste presentas sentimientos consciente de culpabilidad
representados como remordimientos frente a diversas situaciones. Freud dice que ese
sentimiento inconsciente de culpabilidad es percibido por los enfermos como una necesidad de
castigo; pero marcando siempre su estructura inconsciente. Ya sabemos que la conciencia

.C
moral es la función del Superyó, y sabemos ahora que, en la conciencia de culpabilidad se
manifiesta una tensión entre el Yo y el Superyo. Así, el Yo reacciona cn sentimientos de
angustia frente a la percepción de haber permanecido por debajo de las exigencias de su ideal,
es decir, su Superyó.
DD
El Yo encuentra en el Superyó un modelo al cual aspirar. A su vez, el Superyó es el
representante del Ello y del mundo exterior. Nace por la introyección en el Yo de los primeros
objetos libidinales del Ello, padre y madre, pero desexualizados y desviados de los fines
sexuales directos. Conserva así, el Superyó, el poder, rigor, y castigo de las personas
introyectadas.
LA

Antes de la formación del Superyó, los objetos introyectados eran provenientes del mundo
exterior. Luego, por la caída del Complejo de edipo y la aparición del Superyó, el cual toma el
poder de esos objetos exteriores, le termina dando un lugar al Superyó como representante del
mundo exterior real, como prototipo de las aspiraciones del Yo.
El masoquismo moral presenta una diferencia clave con los sentimientos inconscientes de
FI

culpabilidad. En el último, se presenta un intenso sadismo del Superyó, al cual se somete el Yo;
mientras que en el primero, la importancia recae sobre el propio masoquismo del Yo, que
demanda castigo, por el mismo Superyó o los poderes paternales externos. Así, se concluye
que el sadismo del Superyó se haga consciente, mientras que la tendencia masoquista del Yo


permanezca inconsciente, siendo visible solamente en la conducta del sujeto.


La conciencia moral y la moral han nacido por la superacion y la desexualizacion del Complejo
de edipo; el masoquismo moral sexualiza de nuevo la moral, reanima el Complejo de edipo y
provoca una regresión desde la moral al Complejo de edipo. Por otro lado, el masoquismo crea
la tentación de cometer actos pecaminosos, que luego habrán de ser castigados con los
reproches de la conciencia moral sádica.

Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo


psicoanalítico.

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Freud dice que expondrá en el presente texto aquellos carácter o rasgos de la personalidad de
los enfermos que se presentan en ellos durante la clinica, Esos rasgos pueden ser propios del
sujeto, atribuidos por quienes lo rodean, y hasta a veces presente rasgos que, antes del
análisis, nisiquiera sabia que existian.
• Los de excepción.
Freud dice que la labor psicoanalítica plantea la tarea de mover al paciente a renunciar a un
placer próximo e inmediato, es decir, debe renunciar tan solo a aquellas satisfacciones a las
que le sigue un daño; en resumen, debería someterse a una privación temporal, aprender a
canjear el placer inmediato por otro más seguro, pero más lejano. En términos de Freud se

OM
podría decir que el paciente, bajo las órdenes del médico, debe pasar del principio del placer al
principio de realidad.
Entonces, cuando el médico les exige una renuncia provisional a cualquiera satisfacción
placiente para llegar a un fin mejor, algunos sujetos se rebelan alegando una motivación
especial. Se defienden diciendo que ya sufrieron bastante, que no quieren las restricciones y
que no están dispuestos a padecer ninguna necesidad displicente, debido a que son solo

.C
excepciones. Es decir, niegan el problema alegando que los momentos displacientes de su
enfermedad son solamente excepciones, y no están dispuestos a sufrir en mayor cantidad para
un futuro mejor, que para ellos no es posible o simplemente no quieren padecer el camino para
alcanzarlo.
DD
En otras palabras, el caracter de excepcion de aquellos sujetos que lo padecen puede ser
entendido de la siguiente manera. Los sujetos sienten que fueron perjudicados, en aquella
situación, que es, en muchos casos, el núcleo de su neurosis; por lo tanto, se definen ellos
mismos como excepciones, como por culpa del Destino, por lo cual nunca apuntan al alivio del
displacer concomitante.
LA

• Los que fracasan al triunfar.


La labor psicoanalítica descubre que los hombres enferman de neurosis por la privación a la
satisfacción de sus deseos libidinosos. Ya sabemos que la génesis de la neurosis existe por un
conflicto entre los deseos libidinosos de un hombre y su Yo, el cual es expresión de sus
pulsiones de conservación e integra su ideal. Así, el conflicto nace cuando la libido intenta
FI

emprender caminos que el Yo ha superado y prohibido hace mucho tiempo, y la libido intenta
estos caminos debido a que le arrebataron la posibilidad de una satisfacción ideal.
Pero, en algunos casos, hay sujetos que enferman cuando cumplen ese deseo profundamente
anhelado, como si no pudieran soportar su felicidad.


Freud dice que una genesis patologica por cuumplimiento de deseo no suplanta a la dada por
la privación, sino que son casos diferentes.
Hay una privación externa, la cual se da cuando en la realidad no existe ya el objeto en el que
la libido puede hallar su satisfacción, y tiene la particularidad de no ser patógena hasta que no
se una a una privación interna. La interna parte del Yo y de disputar a la libido otros objetos.
Solo a partir de la unión de ambas privaciones se da una enfermedad neurótica, es decir, de
una satisfacción sustitutiva mediante un rodeo a través de lo Icc reprimido.
Se concluye que la privación interna se da en todos los casos, siempre y cuando la privación
externa establezca la constelación favorable.
En el caso que tenemos presente, donde surge a partir del éxito o del cumplimiento de deseo,
se da debido a la participación solitaria de la privación interna; es decir, la privación interna

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suplanta la posibilidad ofrecida por la externa, debido a la presencia del cumplimiento de
deseo. Esto se hace patógeno en el sujeto porque, el Yo, en un principio toleraba el deseo
mientras pertenecía a la fantasía, pero cuando se acerca a su cumplimiento toma la
característica de amenaza.
La labor psicoanalítica enseña que las fuerzas de la conciencia que hacen enfermar a ciertos
sujetos a causa del éxito, del mismo modo que enferman a causa de la privación, se hallan
enlazadas al Complejo de edipo, como así también nuestro sentimiento de culpabilidad.
• Los delincuentes por sentimiento de culpabilidad.
Freud dice que algunos sujetos que presentaban un penoso sentimiento de culpabilidad, de

OM
origen desconocido, cometieron una falta concreta (algún delito de cualquier tipo), para adherir
ese sentimiento de culpabilidad a algo tangible. Por tanto, se concluye que el sentimiento de
culpabilidad está antes que el delito, denominados, así, delincuentes por sentimiento de
culpabilidad.
En cuanto a la procedencia del sentimiento de culpabilidad, previo y como condición del
posterior delito, Freud lo ubica en el Complejo de edipo; ese deseo del sujeto de matar al padre

.C
y gozar a la madre.

Esquema del psicoanálisis. La tarea práctica.


DD
Técnica psicoanalítica.
Freud comienza diciendo que el sueño es como una psicosis, ya que el Yo se aleja del mundo
real exterior para adentrarse en el mundo interior, pero lo hace deliberadamente, es decir,
puede entrar y salir cuando el Yo quiera.
El Yo enfrenta de manera constante relaciones de dependencia contra tres entidades: la
LA

realidad, el Ello y el Superyó. Entonces, cuando surge un estado patológico se da porque hay
un debilitamiento del Yo, es decir, fue vencido por al menos una de las tres entidades
nombradas. Freud dice que, en algunos casos, el Ello y el Superyó hacen como una especie de
pacto y atacan de manera conjunta, pero independientemente cada uno por su lado, al Yo,
provocando una desorganización económica más grave que si “atacan” uno a uno.
FI

Para que el Yo pueda retornar a su nivel de organización frente a las tres entidades, es
ayudado por el médico analista, el cual, mediante diferentes técnicas se pone a disposición del
sujeto; cabe aclarar que existen algunas condiciones que debe realizar el sujeto para que la
tecnica analitica surja efecto.


No todas las desorganizaciones patógenas pueden ser atendidas mediante la técnica


psicoanalítica, un ejemplo claro de esto es la psicosis, debido a que los sujetos se encuentran
demasiado alejado de la realidad, por lo tanto queda en suspenso la forma de ayudar a estos
sujetos. En cambio, mediante la técnica psicoanalítica, se puede asistir a la inmensa masa de
los neuróticos graves.
Así, con estos neuróticos, se funda el pacto medico-enfermo donde, el primero, asegura la
maxima discrecion frente a lo que vaya a comunicarse durante el tratamiento, y el segundo,
asegura la plena sinceridad en el tratamiento. Se le debe dar a conocer al enfermo la regla
fundamental del análisis, es decir, que debe comunicarle todo lo que le venga a la mente,
incluyendo esas cosas que sabe de antemano, como así también tantas otras que surgen
durante el tratamiento como ideas, ocurrencias o recuerdos, que son retenidas por su

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autocrítica. En resumen, el paciente debe atenerse en la asociación libre, explicada en textos
anteriores.
Visto asi parece todo muy facil, pero se sabe la complicaciones que trae el tratamiento. El
paciente nunca se encuentra sumiso frente a la guía del médico, debido a que ve en él alguna
persona importante de su infancia, y con ello se le transfiere también esos sentimientos y
reacciones que corresponden con esa persona, ésto es la base de la transferencia, que ya
hemos expuesto en otros textos.
Cabe aclarar una característica importante que se da durante la mencionada transferencia. Se
sabe ya de las implicancias y consecuencias de una transferencia positiva y otra negativa. Pero

OM
se agrega, además, la relación con el Superyó. Dijimos que durante este momento, el médico
adquiere la personificación de una persona de su infancia, por ejemplo, el padre o la madre del
sujeto. Sabemos, que mediante el sepultamiento del Complejo de edipo y la relación que tiene
el sujeto con sus padres, se forja el Superyó; por lo cual, el médico debe estar muy atento a no
cometer el mismo “error” que cometieron sus padres en aquel momento, debe mantenerse solo
en su rol de asistidor y médico, dejando de lado ese rol educador o de maestro que el paciente

.C
se dispondrá a aceptar; pero hacerlo provocará graves consecuencias a futuro en el paciente,
hasta incluso más graves que cuando inicio el tratamiento por primera vez.
Un punto importante en el análisis sucede, nuevamente, por parte del analista. El primer paso
que da éste frente a la ayuda del sujeto enfermo, es darle herramientas para que su Yo
DD
comience a tener la fuerza que alguna vez tuvo frente a las tres entidades nombradas al
principio. El analista obtiene ese saber mediante las ocurrencias, asociaciones libres, sueños,
hasta incluso actos fallidos, que el paciente tiene y reproduce en el análisis. De esos
momentos, el analista, obtiene determinadas conclusiones que lo guían frente a cuál será el
núcleo del problema que afecta al sujeto, como así también ciertas ramificaciones que lo guíen
LA

hacia él. Pero, el analista, debe tener cuidado frente a ésto, debido a que su saber no
concuerda con el del paciente, es decir, el paciente pudo ser quien le comunicó todas las
herramientas al médico para que se forje su saber, pero se encontraba todo desordenado,
trabajo realizado luego por el analista, pero que debe esperar a que el paciente logre ordenarlo
solo o esté muy cerca de hacerlo; ya que, al apresurar este accionar puede provocar graves
FI

resistencias que seran dificiles de vencer.


Al hablar de las resistencias, también mencionada en textos anteriores, sabemos que su
vencimiento expande los límites del Yo para con los cuales tiene una independencia con las
tres entidades del principio, principalemtne contra el Ello y el Superyó; éste es uno de los


objetivos del análisis, expandir el control del Yo.


Existe una gran cantidad de resistencias que dificultan el análisis, todas expuestas y explicadas
anteriormente, pero cabe mencionar a forma de resumen las más importantes: resistencia a la
represión, denominada así por ser el advenimiento de lo reprimido; sentimiento de culpabilidad,
a cargo del Superyó y provocando una necesidad en el sujeto de sufrir; entre otros.
En fin, la conclusión de que el resultado final de la lucha emprendida depende de relaciones
cuantitativas, es decir, del caudal de energía que el analista puede movilizar a su favor en el
paciente, comparado con la suma de energía que despliegan instancias hostiles en contra de
los esfuerzos del médico.

Ejemplo de la labor psicoanalítica.

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Las neurosis no tienen causas específicas, transiciones graduales llevan de ellas a la
normalidad, aunque quizá no exista ningún estado normal en el cual no se pudiera comprobar
un rasgo neurótico; es decir, Freud plantea la idea de que todos, en algún punto, somos
neuróticos o tenemos rasgos neuróticos.
Freud dice que las disposiciones neuróticas, o mejor dicho, los desórdenes que afectan la vida
psíquica, son hereditarias y azarosas (tener en cuenta que Freud no lo define así). Lo
hereditario queda claro, y lo azaroso hace referencia a que determinadas situaciones o
impresiones vividas por algunas personas pueden tener un desenlace, que sucedido en otra
persona tiene otro; lo dicho es lógico, no siempre se da el mismo resultado frente a situación

OM
idénticas, por lo tanto, allí es donde se encuentra la cuestión. Freud dice que lo central radica
en lo cuantitativo, es decir, según la cantidad de libido pulsión que tenga la impresión para esa
persona tendrá determinado desenlace.
Freud dice que lo anterior puede decirse de manera general, en cuanto a los desórdenes de la
vida anímica, ya que para la neurosis en específico se le agrega como condición la naturaleza
de la pulsión en cuestión, y el periodo de vida en el cual sucede.

.C
La neurosis sólo puede originarse en la temprana infancia, hasta aproximadamente los 6 años;
aunque sus síntomas sólo devengan a futuro, es decir, en la etapa adulta. Sabemos que las
neurosis son afecciones del Yo, y en la temprana infancia es inmaduro e incapaz de
defenderse, por cual está predispuesto a que todas las demandas pulsionales internas y
DD
externas actúen en calidad de trauma. El indefenso Yo se defiende de tales situaciones frente a
tentativas de fuga, represiones, que serán ineficaces en el desarrollo posterior. A lo anterior se
le debe añadir, y no por eso es menos importante, la condición cultural que atraviesa cada niño
en su época infantil; por cultura se hace referencia a la sociedad en la cual está inmerso, donde
los padres, maestros, educadores, etc., limitan y restringen los caminos del niño, que luego
LA

pueden ser partícipes de los traumas. Cabe aclarar que la solución a la neurosis no sería dejar
al niño hacer lo que quisiera, ya que para vivir en sociedad esas restricciones son necesarias.
En cuanto al otro factor, el pulsional específico, Freud dice que existe una disonancia entre la
teoría y la practica analitica. Teóricamente dice que cualquier demanda pulsional podría dar
lugar a las represiones; pero la observacion analitica demuestra que los sintomas de las
FI

neurosis son siempre sexuales, ya sea, satisfacciones sustitutivas como medidas que impiden
la satisfacción, pero no se puede generalizar con todo esto, sino que queda pendiente para la
ciencia del futuro. Debido a que, cuando se planteó la pulsión de destrucción se supo que iba
alineada o de la mano con las pulsiones sexuales parciales, por lo tanto no serían


exclusivamente sexuales.
A continuación Freud explica las implicancias de los niños y las niñas frente al Complejo de
Edipo, tema que ya fue tratado en textos anteriores.

La escisión del Yo en el proceso defensivo.


En el texto Freud explica un caso clínico en donde se ve claramente esa separación en el Yo
de un niño cuando es amenazado de castración. Como puede seguir satisfaciendo su pulsión
sexual, la masturbacion, y a la vez puede alejarse de esa realidad que le dice que si sigue por
ese camino se le cortara el miembro. Es decir, Freud explica la importancia de cómo el niño
puede seguir satisfaciendo tanto el principio del placer y el principio de realidad

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simultáneamente, pero con un costo, que será expresado posteriormente como síntoma
neurótico o hasta psicótico.
Freud dice que el niño, en este caso en particular, niega la realidad de cierta manera, al decirse
que la mujer no perdió el pene, por lo cual crea un sustituto. Asi, puede continuar con su
mastrubacion sin el temor real de la posible castración. Cabe aclarar que ese sustituto era un
fetiche, placer en los pies, el cual luego sirve a modo de placer pero como síntoma.

Duelo y melancolía.
Al principio Freud dice que va a comparar la melancolía con el duelo, ya que es un afecto

OM
normal paralelo a ella. También dice que lo expuesto a continuación no puede ser tomado de
manera general y como única respuesta de la melancolía, ya que presenta una escasa masa
de casos; como general se podría decir que las afecciones que dan cuenta de una melancolía
pueden ser somáticas como psicógenas.
El duelo es la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente (la
patria, la libertad, el ideal, etc.). Frente a estas mismas condiciones puede surgir la melancolía.

.C
Pero se debe tener muy en claro que el duelo no tiene caracter patologico, por lo tanto solo se
debe esperar el tiempo suficiente hasta que el sujeto supere esa pérdida.
La melancolía se caracteriza por un estado de ánimo doloroso, una cesación del interés por el
DD
mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la
disminución de amor propio. En el duelo se hacen presentes algunas de las características
nombradas anteriormente; en realidad, en el duelo, la inhibición y restricción del Yo son
expresión de su entrega total al duelo, sin dejar nada para otros propósitos o interés. Toda la
libido que se encontraba en esa persona amada no puede desaparecer inmediatamente, es por
esto que necesita de cierto tiempo el Yo para sustituir ese objeto; poniendo en peligro su propia
LA

realidad y sufriendo un dolor intenso durante el proceso.


Una de las diferencias más claras que existe entre el duelo y la melancolía, es que, en el
segundo caso, muchas veces el sujeto no sabe que pierde realmente o no sabe lo que pierde al
perder a ese objeto; es decir, se torna una perdida mas relacionado al ámbito inconsciente que
al consciente, como sí sucede en el duelo.
FI

Otra diferencia importante entre éstos dos es la siguiente. Sabemos que en el duelo queda
empobrecido el mundo exterior, exento de todo interés para el sujeto, debido a que tiene toda
su libido trabajando de manera interna para superar a ese ser amado. En cambio, en la
melancolía, se encuentra un empobrecimiento del Yo, enigmático, que tiene que ver


principalmente con una cuestión moral, donde el Yo se ataca continuamente con reproches,
castigos, etc. .
Freud dice que no se lo debe contradecir al melancólico cuando se empobrece públicamente ya
que puede verse afectado psíquicamente, y lo marca como un grave error del analista, tanto
científica como terapéuticamente. También dice Freud que toda persona que demuestra su
empobrecimiento yoico frente a otras personas está enferma.
Se observan dos situaciones a destacar en la melancolía, además de todas las anteriores. Por
un lado, que la justificación real que ofrecen los sujetos no corresponde con la gran intensidad
de autocrítica que tienen, se observa clínicamente; y por otro lado, se presenta como un deseo
el querer comunicar a todo el mundo sus propios defectos, como si tuviera una vinculación
placentera.

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Freud dice que la intensa autocrítica que recibe el Yo parte de la conciencia moral, que luego
será definida como Superyó, tema visto anteriormente. Lo importante aquí es que, en la clínica,
se descubre que los reproches lanzados contra el propio Yo, en realidad son hacia otra
persona, objeto erótico, pero que se vuelven contra el propio Yo.
Ahora, dice Freud, tiene sentido que el sujeto pueda lanzar todas esas críticas frente a otras
personas, debido a que son dirigidas hacia otra persona, está actuando como si sufriera una
gran injusticia. Creo que aquí se encuentra un punto de quiebre entre el duelo y la melancolía.
El proceso de la melancolía es el siguiente. En un comienzo existe una elección de objeto que
tiene efecto sobre una base narcisista. Por alguna ofensa real o desengaño por parte de la

OM
parte de persona amada, objeto erótico, surge un conflicto que no tiene resultado normal,
debido a su base narcisista. La carga libidinal se sustrae del objeto, pero no se desplaza hacia
uno nuevo sino que se retrae al Yo, encontrando en éste una identificación del Yo, pudiendo
ser juzgado como un objeto abandonado.
Freud dice que la vuelta de la elección de objeto sobre el propio Yo marca la tendencia suicida
que presentan los melancólicos. Esto se debe a que, al darle lugar al Yo como objeto, puede

.C
dirigirse toda la hostilidad que antes tenía el objeto exterior.
La melancolía tiene una peculiaridad, puede transformarse en manía, es decir, un estado
sintomáticamente opuesto. Cabe aclarar que no todas las melancolías llegan a transformarse
en manías, y algunas, la locura cíclica, se caracteriza por pasar de fases melancólicas a
DD
maniacas. Para explicar estos casos de manía, Freud dice que se va a apoyar en dos puntos,
el primero, de una impresión derivada de la práctica psicoanalítica, y el segundo, de una
experiencia general de orden económico.
La impresión derivada de la práctica marca que el contenido de la manía es idéntico al de la
melancolía. Ambas luchan por el mismo complejo, el cual sometería al Yo en la melancolía, y
LA

quedaría apartado por el Yo en la manía. El otro punto de apoyo es la experiencia de que todos
los estados de alegría, que muestran el modelo normal de la manía, presentan la misma
condicionalidad económica. Es una influencia, que hace un gasto innecesario de energía
psíquica durante un tiempo, quedando entonces tal gasto de energía disponible para las más
diversas posibilidades de descarga.
FI

Lo que sucede en la manía es que, el Yo tiene que haber dominado la pérdida de objeto,
quedando disponible así todo el montante de contracarga que la melancolía había atraído y
ligado del Yo. Freud dice que ésta explicación no es del todo satisfactoria.
Freud, una vez más, explica lo que sucede económicamente en el duelo para comprarlo con la


melancolía y la manía. En este caso dice que, en el duelo, la desconexión con el objeto
perdido, es decir, que el Yo admita que ya no existe, se da de manera lenta, por lo cual cuando
el Yo sobrepasa ese duelo también se agota toda la energía proveniente de ese objeto.
Freud dice que la melancolía toma el método explicado en el duelo, pero debido a su carácter
ambivalente, se complejiza aún más. En la melancolía hay infinitos combates aislados en
derredor del objeto, en los cuales el odio y el amor luchan entre sí. Estos combates se
desarrollan en el sistema Icc, junto con las tentativas de desligamiento de objeto, y son llevados
por el sistema Prcc a la conciencia. Todos los combates suceden en la conciencia hasta que la
melancolía tiene un desenlace, el cual sabemos que consiste en que la carga libidinal
amenazada abandona el objeto, pero solo para retraerse a aquel punto del Yo del que había
emanado.

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Análisis terminable e interminable.
Capítulo 6.
Freud dice que cada persona utiliza los mismos mecanismos de defensa durante el resto de su
vida, o la mayor parte. Supone que cada Yo está provisto desde un principio con disposiciones
y pulsiones individuales, aunque no se sepa que las determina realmente.
Existe una herencia arcaica, es decir, el Ello, el cual se da incluso antes que el propio Yo.
Aunque no se debe dejar de lado que, originalmente, el Ello y el Yo son la misma cosa.
A su vez, dice Freud también que las resistencias parecen tener una depende arcaica. Es decir,

OM
junto con los mecanismos de defensa, tienen una relación y tendencia de sus ancestros, como
si ya estuvieran predeterminadas incluso antes de la formación del mismo Yo. Pero también se
encuentran situaciones en la práctica donde esto no se ve, es decir, hay casos excepcionales
que marcan la no generalización de lo anterior. Por lo tanto, no solo lo hereditario debe ser
tomado en cuenta, sino la forma particular en la cual se va formando el aparato psíquico de
cada sujeto.

.C
En la continuación del capítulo, Freud explica su similitud en las definiciones de pulsión de
muerte y de vida con las expuestas por Empédocles, un griego antiguo.
DD
Capítulo 8.
Freud dice que las principales inquietudes que tienen las personas que acuden a un análisis
son, en las mujeres, la envidia al pene, y en los hombres, la denominada protesta masculina.
Ya sabemos por otros textos de Freud lo referido a la envidia del pene en la mujer, provocado
por la castración, que luego será reprimida y dará lugar a muchas situaciones. En cuanto a la
protesta masculina se puede decir que es un repudio a la feminidad, por parte de los hombres.
LA

Ésto último hace referencia al repudio del hombre como servidor de otro hombre, pero no en
cuanto a la mujer; es decir, no es la pasividad en general la que rechazan, sino la pasividad
frente a otro hombre.

Lo ominoso. (NO ENTRA) .


FI

La actividad psicoanalítica se orienta hacia estratos de la vida psíquica, con escaso contacto
con las pulsiones emocionales que forman la estética. Pero hay casos en donde la actividad
psicoanalítica es empujada a prestar interés a determinado sector de la estética, denominado


lo siniestro, “Unheimlich”.
Lo siniestro también puede expresarse como lo espantable, angustiante, y otros sinónimos,
pero coincide, generalmente, con lo angustiante. Pero, el decir “Unheimlich” denota una
particularidad especial, debido a que contiene un núcleo particular. Es decir, Unheimlich, es
como una mezcla de lo angustiante con algo siniestro.
Freud coincide con Jentsch (otro investigador) cuando éste dice que, una de las grandes
dificultades en el estudio de lo siniestro obedece a que la capacidad para experimentar esta
cualidad sensitiva se da en diferentes grados dependiendo de los individuos.
Freud dice que todo afecto de una pulsión emocional, cualquiera sea su naturaleza, es
convertida por la represión en angustia, por lo tanto, entre las formas de lo angustioso existe un
grupo en el cual se puede reconocer que esto, lo angustioso, es algo reprimido que retorna.

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Esta forma de angustia, sería lo siniestro, siendo indiferente si ya tenía en su origen un carácter
angustioso o si tenía otro afecto particular. Asi se podria decir que lo siniestro es algo que
debiendo haber quedado oculto, se manifiesta.
Freud dice que el animismo, entendido como la presencia de espíritus humanos en el mundo,
la omnipotencia del pensamiento y tecnicas magicas; las actitudes frente a la muerte, las
repeticiones no intencionales (entendido como actos repetidos coincidentemente que asustan
al sujeto que lo padece) y el complejo de castración; forman el conjunto de factores que
transforman lo angustioso en siniestro.
Otro factor que Freud identifica como siniestro es la idea de ser enterrado vivo, transformado

OM
de otra idea, más antigua, la idea de vivir en el vientre materno.
A modo de resumen, Freud dice que lo siniestro se da, frecuentemente, cuando se desvanecen
los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que se tiene por fantástico aparece ante nuestra
mirada como real. Lo que en ellas hay de infantil, lo que domina la vida psíquica de los
neuróticos, es la exageración de la realidad psíquica frente a la material, tendencia que
corresponde, también, a la omnipotencia de las ideas.

.C
El enigma de lo siniestro no queda resuelto con que lo “heimlich sea reprimido y retorne de la
represión, dándole carácter siniestro solo por ese recorrido; y ésto es así, debido a que no toda
pulsión que recorre ese camino es siniestra.
Freud dice que lo expuesto anteriormente sobre lo siniestro solo habla del lado psicoanalítico,
DD
sin dar cuenta del lado estético de la concepción de lo siniestro, es decir, como algunas
situaciones análogas entre si son, a veces siniestras y a veces no.
Lo siniestro en las vivencias se da cuando complejos infantiles reprimidos son reanimados por
una impresión exterior, o cuando convicciones primitivas superadas parecen hallar una nueva
confirmación.
LA

Fetichismo.
El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha creído y al que no
quiere renunciar.
Digamos que el fetiche se da porque esas personas reprimen el destino de la representación del destino
FI

del afecto; reprimen que la madre no tenga pene. Es decir, existe esa etapa en cada niño donde, al
descubrir que su madre no tiene pene, se le deviene el miedo de la posible castración, lo que lo hace
salir del CDE y adentrarse en el período de latencia. Pero en el caso del fetichista, no sigue ese camino,
sino que al horror de la castración y a la ausencia del pene de la madre, le crea un sustituto que hereda
el interés que se había dirigido al primero.


Además, a todo fetichista, se le suma la distorsión que tiene en cuanto a los órganos genitales
femeninos.
Entonces, como resumen se puede decir que, al ver los órganos genitales femeninos, los niños, por
miedo a la castración toman tres caminos posibles: la homosexualidad, el fetichismo, y la superación,
que da lugar a la heterosexualidad.
La determinación de cuál es el fetiche en cuestión que le genera satisfacción, está relacionado con el
último objeto que fue visto, antes de saber que la madre no tenía pene.

Conferencia 23.

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