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Tetragama: En teología se refiere a cuatro letras hebreas ( יהוהYod, Hei, Vav y Hei), que usaban los hebreos para
escribir el nombre de Dios (ver: Jehová).
***
El Tetragrama Divino
Tenemos que resolver ahora una cuestión que sin dudas se ha presentado al espíritu de más de
un lector. ¿Por qué el nombre Jehová es llamado tetragrama, nombre de cuatro letras ()יהוה,
con preferencia a tantos otros nombres de Dios que están compuestos también de cuatro
letras, tales como Adonaï, אֲֽד ָֹ֗ני, Adón, א ָ דֹון, Elohaï, לֱא ָה ִי, Eloha, אלוה,
Ehyé, אהיה, Schaddaï, שַׁ דַּ י ? La razón es que cada una de las cuatro letras del nombre
llamado por excelencia venerable, tiene un misterioso y sublime significado.
El nombre inefable tetragrama no contiene, como es fácil ver, más que tres letras diferentes;
la cuarta es la misma que la segunda. Vamos a examinar el valor de cada una de estas
letras, según la doctrina de la más alta teología de la sinagoga, llamada tradición
secreta, cábala[3].
1. Yod ()י: Esta letra designa el primer principio[4] y se relaciona al grado de la realeza de
Dios. En sí misma es un simple punto que no tiene figura determinada, y nada puede
parecérsele, porque nadie puede concebir ni escrutar la Esencia eterna que designa. La
derivación de su nombre es Yodu,'ןדן , que significa que alaben, pues todas nuestras alabanzas y
bendiciones deben desembocar en este punto divino. Tal era la intención de David cuando, en
un santo éxtasis, repitió esta palabra cuatro veces, diciendo:
“Que alaben (')ןדן a Jehová[5]”.
Además, el Salmo CXL, 14 dice:
“Sólo los justos alaban ('( )ןדןdignamente) tu nombre”.
La misma letra es llamada también punto intelectual y formal, incomprensible para
cualquier creatura, punto que se oculta a los ojos de la inteligencia de todos los seres vivos,
de tal manera que no está permitido al hombre someterla a su meditación. Debe creer sin
comprender; pues la naturaleza, la esencia del punto principio permanece incomprensible al
alma inteligente, mientras no esté en el cielo en presencia de Dios.
Esta letra es llamada en el lenguaje místico, el misterio, o más bien, la ocultación de la
sabiduría, sobre la cual dicen los sabios:
“No profundices lo que está oculto para ti, y no busques penetrar lo que está
escondido para ti”[6].
Es llamada también las cosas escondidas de la Sabiduría (celestial)[7], de la cual Job dijo:
“Se oculta a los ojos de todo viviente” (XXVIII, 21).
Es llamada también la voluntad ilimitada, el pensamiento, del cual se dice en el Sal. XCII,
6:
“¡Cuán profundos tus pensamientos!”.
Y en Eclesiastés VII, 25:
“Profundo, profundo, ¿quién podrá alcanzarlo?”.
R. Simeón-ben-Yohhaï, el redactor del Zohar [8], enseña: El punto primitivo de la yod es
la corona suprema. En nuestra escritura, se extiende de manera de tener debajo suyo
un cuerpo, que es la Sabiduría celestial; este cuerpo termina con otro punto, י, que es
la Prudencia celestial: sin embargo, estos tres no forman juntos más que una letra única,
un punto único.
El punto primordial, formal, intelectual, etc. de donde emanan, es decir, proceden, otras
dos Esencias misteriosas, de las cuales una, la Sabiduría celestial, es un cuerpo, y el otro, la
Prudencia celestial, es un punto y que, sin embargo, no forman entre ellas tres esencias,
sino un punto único, el punto primordial, decimos, es lo que los teólogos cristianos llaman
el Principio, el Padre, que existe por sí mismo (ingenitus), la primera Hipóstasis, etc.
[1] Nota del Blog: Después de afirmar que es una pérdida de tiempo ponerse a averiguar cuál es la verdadera pronunciación del Nombre
inefable, ¡Drach dedica nada menos que 25 páginas (tomo 1, pag. 473-498) para probar que el nombre se debe decir Jehová y no Adonaï o
Yahvé!
Las pruebas nos parecen abrumadoras y con todo el respecto que nos merece Straubinger (ver nota a Ex. III, 14), el cual parece no conocer ni el
libro ni el autor pues, ni fallimur, no los cita ni una sola vez en su Biblia, nos permitimos disentir del docto Monseñor alemán y quedarnos con los
argumentos de Drach.
[2] Esta palabra, de la raíz ַּשַׁ דַּ ד, es de cuatro letras, pero en lugar de escribir dos veces la dalet, se pone una con el daghesch fuerte, que la
dobla.
[3] Nota del Blog: Tema complejo si los hay, pero ¿no es acaso una razón de más para basarse en autores serios y competentes?
El mismo Drach escribió un pequeño opúsculo defendiendo la cábala de la acusación de panteísmo; librito que contó con la aprobación y
alabanzas del P. Perrone, uno de los mejores teólogos de la época.
El libro puede descargarse AQUI.
[1] Nota del Blog: ¿Por qué no se podría ver en la forma de la letra y esa abertura del costado, la llaga de Nuestro Señor causada por la lanza
del soldado romano?
Con respecto a las llegas de Nuestro Señor, nos complace remitirnos al hermoso libro (póstumo) del gran simbolista y arqueólogo Católico
Charbonneau-Lassay (ver AQUI lo que hemos publicado de él) intitulado El Vulnerario de Cristo. Por ahora, solamente existe en su edición original
francesa (ver AQUI) y acaba de salir la flamante traducción inglesa (ver AQUI), mientras que se está trabajando sobre la traducción española, que
esperemos pueda ver la luz algún día no muy lejano.
Esta explicación del nombre tetragramático está confirmada por un gran número de
testimonios que se encuentran en los libros más respetados de la sinagoga. Como sería muy
largo citarlos a todos, y como por otra parte los autores se repiten a menudo unos a otros, se nos
permitirá hacer una selección.
I. Midrash-Rut del Zohar del Génesis, fol. 15, col. 61:
“El Santísimo, bendito sea, creó en el hombre el nombre Yehova, que es su propio
nombre santo”.
La Yod ()י, es el alma del alma; esta letra es llamada Adán. Su luz se extiende
en tres luces que tienen una yod. Sin embargo, es una luz única, sin división
alguna.
La hè ( )הes llamada alma divina[1]. Está unida a la yod, y se extiende en varios
rayos; y sin embargo es una; es decir, hè, yod, sin división. Tal es el sentido del
versículo:
“Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo
creó; varón y mujer los creó” (Gen. I, 27)[2].
La vav ()ו es llamada Espíritu. Es calificado como, Hijo de yod, hè[3].
La (segunda) hè ( )הse llama alma humana[4]. Se llama también hija.
Así, tenemos padre, madre, hijo, hija[5]; y es un gran misterio.
Yod, hè, vav, hè, se llama Adán. Ese es también el valor numérico de cada una de
ellas[6]. Jehová, varón y mujer los creó y les impuso sus nombres[7]. Y después de esto
formó el cuerpo, pues escrito está:
“Y Jehová Dios formó al hombre (del) polvo de la tierra” (Gen. II, 7) [8].
¿Cómo podemos distinguir estos dos Adán dado que Jehová es llamado Adán y el
cuerpo formado es llamado igualmente Adán? ¿Qué los diferencia?
Respuesta: En el pasaje donde leemos: “Y Dios creó al hombre a su imagen”, es
Jehová[9], y en el pasaje donde no leemos a su imagen, es el cuerpo formado[10]”.
II. Daremos, a continuación de nuestra cita del Midrash-Rut, un pasaje de Thikkunè-
Zohar, que explica en sentido análogo esta repetición del texto a su imagen, a la imagen de
Dios.
“El pastor fiel, se dice allí, tiene dos caras (dos naturalezas), una celeste y la otra
terrestre. Por eso está escrito:
“Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó” (Gen. I,
27)
A su imagen, es la imagen de arriba. – A imagen de Dios, es la imagen de abajo”[11].
Así, según los rabinos, se debe explicar de la siguiente manera la repetición que se señala en
el v. 17 del cap. I del Génesis.
“Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó”.
A su imagen, a la imagen de la divinidad, dándole un alma, esencia puramente
espiritual, inmortal.
A la imagen de Dios, al crearle un cuerpo, que el Zohar llama la envoltura del alma, le
dio la similitud de la forma material, terrestre, de Dios. Ahora bien, ¿cómo se puede uno
imaginar una forma cualquiera en la Esencia divina que no está circunscripta por ningún
espacio? Es preciso decir que esta explicación supone la unión íntima de la Divinidad con
un cuerpo material parecido al nuestro, de nuestra naturaleza, en otros términos, la
Encarnación del Verbo divino.
[3] Dicho de otra manera, la vav, el Espíritu Santo, es hijo de yod y de hè, es decir, del Padre y del Hijo. Así, en los tiempos más
antiguos, la sinagoga enseñaba el Qui ex Patre Filioque procedit (que procede del Padre y del Hijo), mucho antes que la Iglesia, por
medio de varios concilios, particularmente el II de Lyon, bajo Gregorio X, hubiera definido nuestra fe en estos términos, a fin de cerrar la
boca a los opositores de la procesión del Espíritu Santo por el Hijo.
[4] Naphscha, designa la naturaleza humana de Jesucristo Nuestro Señor. Ver la nota 38.
[5] El Padre, el Verbo, el Espíritu, el Verbo encarnado.
[6] Valor numérico de las letras ָאדם (adam)
ָ֛ 1+4+40 = 45.
Valor numérico de las cuatro letras del tetragrama, escritas en pleno, 6 = 5+1+ , אה ;13 = 6+1+6 ,ואו ;6 = 5+1+ ,אה ;20 = 10+6+4 ,יוד. Es decir,
20+6+13+6 = 45.
[7] Sus nombres quiere decir, el nombre que les conviene, que exprese su naturaleza.
[8] El autor, jugando con las palabras, si se puede hablar así en una materia tan grave, alude a las tres hipóstasis divinas y al Hombre-
Dios.
[9] En el sentido del autor, no hay que tomar aquí el término crear en su significado estricto, ábsit! sino en el
de procesión, generación, filiación divina.
[10] Ver Zohar, primera parte, fol. 16, col. 61 y el mismo texto en el Zohar-Hhadasch, fol. 61, col. 3.
[11] Thikkunè-Zohar, fol. 12 recto, de la ed. de Tesalónica
El Tetragrama o Nombre de Dios, por P. Drach, Rabino converso (IV de VII)
III. El Zohar nos enseña lo que debemos entender por el pastor fiel. Antes que nada,
muestra que la escala de Jacob (Gen. XXVIII, 42 ss), la cual se prolongaba desde el
cielo hasta el suelo de la tierra, tiene al mismo tiempo la naturaleza celestial y la
naturaleza terrestre, que esta escala, decimos, está compuesta de las letras del
nombre tetragramático Jehová[1]; que este misterio está encerrado en Is. XIX, 1:
“He aquí que Jehová ha montado sobre nube ligera”.
Pues, dice, ֙ עב ַקל (nube
ָ֥ ligera) tiene el valor numérico de 202 [2] igual al del gran nombre
inefable en 72 letras y que ֙ ֻסלָּם (escala)[3]; luego agrega:
“La palabra bar, בר (hijo), encierra también el número 202. Eres tú, oh Hijo, oh
Pastor fiel, quien eres el objeto de las palabras del salmista, II, 12:
“Adorad al Hijo”.
Y tú eres el Doctor de Israel: Doctor sobre la tierra, Hijo en el cielo[4], Hijo de Dios
santo, bendito sea, y gloria divina de la gracia; el Mesías, hijo de José, en razón de que
se ha dicho:
“Jehová ha perdonado tu pecado; no morirás” (II Rey. XII, 13).
Y por los méritos de aquel por quien David obtuvo la remisión de su pecado” [5].
En el Evangelio, el Salvador dice a los hombres:
“Yo soy el buen Pastor” (Jn. X, 14).
IV. Midrash-Rut del Zohar-Hhadasch, fol. 59, col. 1.
“El Santísimo, bendito sea, creó al hombre en el mundo y puso en él su
nombre, יהוה, Yehova; a saber, yod, alma del alma; hè, alma; vav,
Espíritu; hè (segundo), alma humana. Le prestó estas denominaciones: yod,
hè, padre y madre, vav, hè, hijo e hija”.
V. El mismo, fol. 65, col. 3:
“Ven y considera que, así como en el hombre están las cuatro letras de Jehová, están
también en la esencia de Dios. Tales son las cuatro letras sagradas llamadas Adán, sobre
lo cual dice la Escritura: Y Dios creó al hombre (haadam) a su imagen. De
la yod resulta el temor del Señor de los Señores, quiero decir, que el hombre debe
temerle. De la hè resulta la reconciliación del hombre. De la vav resulta para el hombre
la fidelidad a la ley santa. De la hè (segunda) resultan las obras meritorias y el
alejamiento del pecado[6]”.
¿Quién no ve aquí las operaciones que atribuimos especialmente a cada una de las
Personas de la Santísima Trinidad, y al Salvador, que es el Verbo hecho carne o, dicho de
otra manera, la hè primera haciéndose hè segunda?
VI. Thikkunim del Zohar-Hhadasch, fol. 76, col. 4.
“La configuración de la yod, י, compuesta de un punto que tiene una pequeña
línea hacia arriba y hacia abajo, representa la corona suprema que está en el cielo.
Ésta encierra nudos dispuestos de esta manera ייי, con los cuales se relacionan las
letras del tetragrama yod, hè, vav, hè, repetida tres veces en la
[7] [8]
bendición sacerdotal ”.
VII. Thikkunè-Zohar, fol. 15 verso.
“La divinidad encierra lo que está en el cielo y lo que está sobre la tierra. Es el fruto
del árbol (de la vida) por medio de la yod, י, el tronco del árbol por medio de la vav, ו,
las ramas por medio de la hè, ה, celeste, la raíz por la hè, ה, terrestre. Este es el árbol
que Dios plantó por la virtud del nombre de Jehová en el jardín del Edén. Es también
el Adán sobre el cual está escrito:
“Y Jehová Dios plantó un jardín en Edén” (Gen. II, 8).
del lado del oriente, y colocó allí al Adán que había formado; a saber,
el Adán formado del nombre inefable yod, hè, vav, hè y que está compuesto de lo que
está en el cielo y de lo que está sobre la tierra”.
VIII. Zohar, primera parte, fol. 30, col. 118.
“R. Judá dijo: hay dos hè, una celeste y la otra terrestre y es siempre la misma
Persona”.
IX. Los Thikkunè-Zohar, fol. 4 verso, enseñan igualmente que la segunda hè, cuarta letra del
tetragrama, designa a Dios encarnado.
“La hè, cuarta letra, dicen, está en la Divinidad sobre la tierra. Completa el
nombre inefable tetragramático. En virtud de estas cuatro letras (yod, hè, vav, hè),
cada uno de los cuatro animales del carro celestial [9] tiene cuatro caras; y en virtud del
nombre Yehova, todos tienen rostros semejantes al del hombre”.
[1] El Zohar entra aquí en el detalle del valor numérico idéntico de las letras de la palabra ֙ ֻסלָּם (escala), y las cuatro letras de Jehová, escritas en
pleno. No nos parece necesario fatigar al lector con todos estos cálculos.
Este signo se divide en dos figuras:
La primera, \י representa la divina Majestad como simple pensamiento. Comprende
entonces la primera hè con las otras dos letras.
La segunda figura, \י representa la divina Majestad en el Justo eterno cuando hace oír su
voz a los hombres[5], la Divinidad sobre la tierra. Esta figura comprende la segunda hè con las
otras dos letras.
Es claro que en la primera figura el Verbo divino es considerado en su sola divinidad,
sea antes, sea después de la Encarnación, aunque las dos naturalezas de Jesucristo son
inseparables; y en la segunda figura se considera al Verbo unido a la humanidad sobre la
tierra, anunciando a los hombres el reino de los cielos. Eso es, en efecto, lo que distingue a
las dos hè del tetragrama.
Leemos en el Thikkun 69e, fol. 116 verso:
“Y Jehová Dios formó a ADÁN. Es el Justo eterno. Lo formó por medio de una
formación celeste[6] y por medio de una formación terrestre [7]. Ambas formaciones
están indicadas por la yod superior y por la yod inferior de la alef”.
En el libro de Raziel está escrito[8]:
“Alef es el Santísimo, bendito sea, y es el primero y el último de todo”.
El supremo número triple está compuesto:
1) Del Infinito o Eternidad, llamada también corona suprema o celeste.
2) De la Sabiduría.
3) De la Prudencia.
Considerados como personas de la Santísima Trinidad.