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“El espíritu del mundo” se ha hecho cada vez más evidente en nuestros tiempos (2 

Timoteo 3:1-
5). Probablemente hayamos notado que los valores morales están en plena decadencia. La Biblia
explica la razón. En cuanto el Reino de Dios se estableció, en 1914, Enfurecido por ello, desde
entonces el Diablo ha redoblado sus esfuerzos por extraviar a todo el mundo (Revelación 12:1-9,
12, 17). De hecho, trata por cualquier medio de “extraviar, si fuera posible, hasta a los escogidos”
(Mateo 24:24). Los siervos de Dios somos su principal objetivo. Está empeñado en arruinar nuestra
espiritualidad de modo que perdamos el favor de Jehová y la perspectiva de vida eterna.
Satanás intenta desacreditar la Biblia, el valioso libro que nos habla de nuestro amoroso
Creador. Los siervos de Jehová amamos y valoramos la Biblia. Sabemos que es la Palabra
inspirada de Dios, no la obra de hombres (1 Tesalonicenses 2:13; 2 Timoteo 3:16). Pero el mundo
de Satanás quisiera que pensáramos lo contrario.
No sorprende, pues, que la sociedad humana se aleje cada vez más de las normas de conducta
divinas. Por ejemplo, la Biblia califica de “obsceno” el comportamiento homosexual (Romanos
1:26, 27). También afirma que quienes practican fornicación y adulterio no heredarán el Reino de
Dios (1 Corintios 6:9). Sin embargo, en muchos países tales prácticas no solo están bien vistas,
sino que se las rodea de un halo de sofisticación en libros, revistas, canciones, películas y
programas televisivos. A quienes las condenan se les tilda de intolerantes, críticos y anticuados.
En lugar de ver las normas de Dios como expresiones de Su interés amoroso, el mundo las
considera obstáculos para la libertad y la realización individuales (Proverbios 17:15; Judas 4).
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En medio de un mundo que se opone a Dios con creciente intensidad, nos conviene pensar en
nuestra propia actitud y valores. Periódicamente deberíamos examinarnos con honradez y bajo
oración para asegurarnos de no estar apartándonos poco a poco de los criterios y las normas de
Jehová. Por ejemplo, podríamos preguntarnos: “¿Acepto formas de entretenimiento cuyo contenido
hubiera evitado años atrás? ¿Me he vuelto más permisivo con las prácticas que Dios condena?
¿No me tomo los asuntos espirituales tan en serio como en el pasado? ¿Refleja la forma en que
vivo que doy prioridad a los intereses del Reino?” (Mateo 6:33). Reflexionar en estas cuestiones
nos ayudará a rechazar el espíritu del mundo.
INTRODUCION,,, EN 1911, las autoridades de Gran Bretaña promulgaron una ley que tenía el
fin de salvar la vida de los trabajadores de las minas de carbón. Se estableció que toda mina debía
contar con dos canarios. ¿Para qué dos canarios? Para que en el caso de que se produjera un
incendio en el interior de la mina, los rescatistas se los llevaran consigo. Debido a su sensibilidad a
los gases tóxicos, como el monóxido de carbono, los canarios comenzarían a verse aletargados y
hasta se caerían de la percha de la jaula si el aire se contaminaba. Esta primera señal de
advertencia era vital. El monóxido de carbono es un gas incoloro e inodoro, que resulta letal porque
impide que los glóbulos rojos transporten oxígeno al organismo. De no ser por esta advertencia, los
rescatistas se desmayarían y morirían sin siquiera darse cuenta de que se habían envenenado.
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Los cristianos afrontamos una situación parecida a la de los mineros, pero en sentido
espiritual. Veamos por qué. Cuando Jesús dio a sus discípulos la asignación de predicar las
buenas nuevas por toda la Tierra, ya sabía que se iban a encontrar en una atmósfera dañina, un
entorno dominado por Satanás y por el espíritu del mundo (Mat. 10:16; 1 Juan 5:19).
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El espíritu del mundo provoca sueño espiritual. Muchos están tan enredados en los
asuntos cotidianos que no “tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mat. 5:3). Están absortos
en conseguir las cosas materiales que el mundo ofrece y que despiertan “el deseo de la carne y el
deseo de los ojos” (1 Juan 2:16). Además, la industria del entretenimiento presenta cada día más y
más tentaciones, y ha conseguido que a mucha gente la domine el amor a los placeres (2 Tim.
3:4). Pablo les dijo a los cristianos que no hicieran “planes con anticipación para los deseos de la
carne”, algo que produce sueño espiritual (Rom. 13:11-14).
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Ahora bien, no hacen falta grandes cosas para adormecernos espiritualmente. Puede bastar
con que permitamos que los asuntos POPULARES O ACTUALES ocupen el lugar de las
actividades O PENSAMIENTO espirituales (lea Lucas 21:34, 35).
“Nunca lleguen a estar cargados”
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¿Qué más podemos hacer para resistir el espíritu del mundo? Cuando Jesús dijo a sus
discípulos “Manténganse despiertos”, acababa de prevenirlos contra algunos peligros concretos.
Les había advertido: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar
cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de
repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo” (Luc. 21:34, 35).
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Repasemos las palabras de Jesús. ¿Estaba condenando acaso el placer de comer y beber?
Claro que no. Pero también sabía que el espíritu del mundo promueve la falta de autodominio en lo
que tiene que ver con NUESTRA CONDUCTA ,ACTITUDES O MORALIDAD. Los mineros
británicos mencionados al principio utilizaban canarios para detectar a tiempo la presencia del gas
venenoso. Si un minero veía caerse de la percha a un canario, sabía que tenía que actuar con
rapidez para no morir. En nuestro caso, como cristianos, ¿cuáles son algunas de las primeras
señales que nos advierten de que nos estamos dejando llevar por el espíritu del mundo?
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¿Cómo podemos averiguar si el venenoso espíritu del mundo nos está afectando y ya no nos
damos cuenta de que estamos excediéndonos en PROCEDER CRISTIANO Y HASTA NUESTRA
FORMA DE PENSAR? Preguntémonos: “¿Cuál es mi reacción cuando leo en la Biblia o en
nuestras publicaciones consejos sobre la RELACION CON EL SEXO OPUESTO , AQUELLOS NO
CRELLENTES? ¿Tiendo a desecharlos porque me parecen irrelevantes o exagerados?
¿Excuso o justifico mis acciones? ¿Qué pienso del consejo EFECIOS 5:3-5 ( fornicación
.inmundicia bromear obseno o comportamiento vergonzoso ) Ni SIQUIERA DEVERIA SER COSA
DE POCA de menor importancia en nuestra vida ¿Les resto importancia porque opino que por
alguna razón a mí no me conciernen?
Si alguien me dice o me indica como de alguna forma me estoy adormeciendo en tales
asuntos ¿me pongo a la defensiva o hasta me enfado? ¿Intento que quienes me rodean también
resten importancia a esos consejos bíblicos?”. Como hemos visto, nuestra actitud es un claro
indicativo de si estamos sucumbiendo o no al espíritu del mundo (compárese con Romanos 13:11-
14).No cabe DUDA HERMANOS , HOY ES MAS NECESARIO QUE NUNCA , DESPERTAR
( DESECHAR TALES ACTITUDES) SI SON ACTOS QUE PERTENECEN A LA OSCURIDAD
DEL MUNDO DE SATANAS, ALGUO QUE NO VA CON NOSOTROS cristianos verdaderos ,
PUES COMO DICE LA PATE FINAL TEXTO ,, NUESTRO ACTUAR ES ARMAS LUZ, ( UNA
CONDUCTA DECENTE QUE NADIE PUEDA REPROCHAR NI CONDENAR ) pues servimos al
dios puro jehova
,
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La Biblia indica: “Nosotros recibimos, no el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de
Dios” (1 Cor. 2:12). ¿Qué es “el espíritu del mundo”? Es el mismo mencionado en Efesios 2:2, que
habla de quienes “en un tiempo anduvieron conforme al sistema de cosas de este mundo,
conforme al gobernante de la autoridad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la
desobediencia”. Dicho “aire” representa la actitud mental de este mundo, un espíritu que, como el
aire, está por todas partes. Se traduce en lemas tan comunes hoy día como “A mí nadie me dice lo
que tengo que hacer” o “Lucha por tus derechos”. Quienes manifiestan esta actitud son “los hijos
de la desobediencia” del mundo de Satanás

NOTA DESP ROMANOS,,,Los actos van precedidos por pensamientos. Hasta los actos que
pudieran calificarse de irreflexivos son provocados por pensamientos, que a menudo son carnales.
Por eso el apóstol Pablo nos recuerda la necesidad de vigilar en qué fijamos nuestra mente. Él
escribió: “Los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne; pero
los que están en conformidad con el espíritu, en las cosas del espíritu” (Rom. 8:5).
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¿Cómo evitar que el espíritu del mundo domine nuestra mente y, por consiguiente, nuestros
actos? Tenemos que filtrar la información que nos llega para impedir en lo posible que la
propaganda del mundo influya en nuestra forma de pensar. Por ejemplo, no nos entretenemos con
programas que exaltan la inmoralidad o la violencia y ensucian la mente. Reconocemos que es
imposible que el espíritu santo —limpio y puro— se aloje en una mente sucia (Sal. 11:5; 2 Cor.
6:15-18). Además, cuando somos constantes en la lectura de la Biblia, la oración, la meditación y la
asistencia a las reuniones, le estamos abriendo las puertas de nuestra mente al espíritu de Dios.
Y cuando participamos regularmente en la predicación cristiana, estamos obrando en conformidad
con dicho espíritu.
Nosotros no queremos recibir la influencia del espíritu del mundo, sino la del espíritu de Dios. Por
medio de este, Jehová nos ha ayudado a comprender claramente qué sucederá en el futuro
próximo (1 Cor. 2:12). El espíritu santo y el espíritu del mundo
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La dádiva del espíritu santo no era solo para los cristianos del siglo primero. Hoy también
contamos con esa ayuda. El espíritu de Dios nos puede dar las fuerzas para obrar bien y para estar
activos en su servicio (Rom. 12:11; Fili. 4:13). También puede producir en nosotros cualidades
como el amor, la benignidad y la bondad, que son aspectos del “fruto del espíritu” (Gál. 5:22, 23).
Claro está, Jehová no obliga a nadie a recibir el espíritu santo.
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Sería razonable que todos nos preguntáramos lo que podemos hacer para recibir el espíritu
santo. Hay varias cosas, como bien indica la Biblia. Una muy importante, y simple a la vez, es
pedírselo a Dios (léase Lucas 11:13). Otra muy útil es estudiar la Palabra de Dios, inspirada por su
espíritu, y poner en práctica sus consejos (2 Tim. 3:16). Desde luego, no todo el que lee la Biblia
sin más recibe el espíritu de Dios. Pero cuando un cristiano sincero la estudia, logra asimilar los
sentimientos y el punto de vista que se reflejan en ella. Otro factor fundamental es que aceptemos
a Jesús como representante nombrado por Jehová y como aquel mediante el que Dios envía su
espíritu (Col. 2:6). De modo que tenemos que seguir el ejemplo de Jesús y adaptar nuestra vida a
sus enseñanzas (1 Ped. 2:21). Cuanto más nos esforcemos por ser como Cristo, más espíritu
santo recibiremos.
. Aunque el espíritu del mundo era fuerte, el espíritu de Jehová lo era aún más.
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Lo mismo ocurre hoy. El espíritu santo de Jehová es la fuerza más poderosa del universo, y él
la otorga generosamente a cuantos la piden con fe (Lucas 11:13). Sin embargo, para tener
el espíritu de Dios no basta con oponerse al espíritu del mundo. También debemos ser constantes
en estudiar y aplicar la Palabra de Dios, a fin de que nuestro espíritu —nuestra inclinación mental—
sintonice con la forma de pensar de nuestro Creador. Si así lo hacemos, Jehová nos dará fuerzas
para hacer frente a cualquier táctica que Satanás emplee para acabar con nuestra espiritualidad.
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Los cristianos están en el mundo pese a no ser parte de él (Juan 17:11, 16). Ninguno de
nosotros puede evitar por completo el espíritu del mundo, pues tal vez trabajemos o hasta vivamos
con personas que no aman a Dios ni Sus sendas. ¿Nos sentimos como Lot, a quien le “angustiaba
sumamente”, y hasta le atormentaba, la clase de actos desaforados que cometía la gente de
Sodoma entre la que vivía? (2 Pedro 2:7, 8.) Si así es, cobremos ánimo: Jehová protegió y liberó a
Lot, y lo mismo puede hacer por nosotros. Nuestro amoroso Padre ve y conoce las circunstancias
en que nos hallamos, y puede darnos la ayuda y las fuerzas que necesitemos para mantener la
espiritualidad (Salmo 33:18, 19). Si nos apoyamos en él, confiamos en él y recurrimos a él, Jehová
nos ayudará a rechazar el espíritu del mundo sin importar lo difícil que sea nuestra situación (Isaías
41:10).
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En un mundo alejado de Dios y engañado por Satanás, los siervos de Jehová tenemos la
bendición de conocer la verdad. Este hecho nos produce un gozo y una paz que el mundo
no posee (Isaías 57:20, 21; Gálatas 5:22). Abrigamos la maravillosa esperanza de la vida eterna en
el Paraíso, donde el espíritu de este mundo agonizante ya no existirá. Por tanto, valoremos nuestra
preciada relación con Dios y estemos en guardia para corregir cualquier tendencia a irnos a la
deriva en sentido espiritual. Acerquémonos más y más a Jehová, y él nos ayudará a oponernos al
espíritu del mundo (Santiago 4:7, 8).

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