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El Fruto del Espíritu Santo

Introducción
En este estudio, el Espíritu Santo nos guiará a ver más bien lo que somos que
lo que hacemos. A través de la obra del Espíritu, Dios nos guiará para que
lleguemos a ser la expresión de su gloria. Él desea imprimir en nosotros su
carácter, lo que Él es, en y a través nuestro. 
Dios desea usar los dones y talentos que nos ha otorgado:
“Podemos ser mucho por lo que hacemos pero podemos ser deficientes por lo
que somos”.
Necesitamos aprender a vivir lo que creemos, poner en práctica la Palabra de
Dios y así llevar fruto y llegar a ser como Él en la vida diaria.
El fruto es el carácter de Cristo producido en nosotros, para que podamos
demostrarle al mundo como Él es. 
El fruto del Espíritu se compone de varias cualidades de carácter, pero es un
fruto; no puede ser separado, es una sola cosa. Puede resumirse en la palabra
AMOR.
Así como una naranja está cubierta y protegida por una cáscara exterior, el
amor es la
dimensión unificadora del fruto espiritual.

El fruto es entonces el carácter de Cristo: SU AMOR, SU BONDAD, SU


PUREZA, SU PAZ, SU MANSEDUMBRE, SU TEMPLANZA, SU PACIENCIA,
SU GOZO Y SU PAZ.
Todas estas características van siendo reproducidas a medida que el cristiano
se somete a la guía del Espíritu Santo que vive en él.
Cristo crucificado es la vid verdadera, y obtuvo nuestra justicia y vida eterna
para todos aquellos que le aceptan como su Salvador viviente. 
Y en esa cruz Él sepultó las características de nuestra vieja naturaleza, (Las
obras de la carne, Gálatas 5:19-20), y conquistó con su muerte y
resurrección una nueva vida en Cristo Jesús (el fruto del Espíritu, Gálatas
5:22-23).

Nuestra vida es como un huerto o un jardín

Lecturas

(Gálatas 6:7-8; Mateo 7:16-20).


¿Si plantas una rosa que crecerá?
¿Si plantas una semilla de maíz, ¿Qué cosecharás?
¿Si plantas una papa?

Es una ley natural, pero es una lección que nos puede hacer ver qué clase de
semilla estamos sembrando.
Si descuidamos el huerto o el jardín, comenzarán a crecer las malezas, y
entonces puede ocurrir que no sólo las dejemos crecer sino también las
fertilizamos.
¿Qué significa esto?
Hablamos de practicar las obras de la carne. Pidámosle a Dios que él nos
ayude a llevar fruto, porque dice (Gálatas 5:21); que los que practican tales
cosas no heredarán el Reino de Dios.
Hay una lucha espiritual, una batalla que se libra entre nuestra vieja
naturaleza carnal y la naturaleza divina (Gálatas 5:16-17).
Muchas veces vemos en nuestra vida como si Dios hubiera pasado con sus
tijeras de podar y queda nuestra planta sin hojas, ni ramas, nada, solo el
tronco; más nuestro sabio Dios sabe que es necesario, pues una cuidadosa
poda producirá abundante fruto.

Compare estos pasajes:


Gálatas 5:19-21 // Gálatas 5:22-23
Romanos 1:29-31 // 1 Corintios 13:4-7
Efesios 4:17-32 // 2 Pedro 1:5-7
Gálatas 5:15

Es un contraste entre la vieja naturaleza y la nueva.


Jesús nos trajo su muerte y su vida, las dos cosas.
Así como él murió al pecado y ahora vive para Dios, nosotros debemos aceptar
por fe que estamos muertos al pecado y que vivimos para Dios.
El poder de su muerte puede manifestarse en nosotros en tanto que el Espíritu
Santo mortifica constantemente las obras de la carne.

Características del fruto del Espíritu


Estas características las estudiaremos individualmente y en detalle.
Podemos dividirlas en tres grupos:

Amor, gozo, paz: Son el resultado directo de nuestra relación con Dios o
nuestra vida ascendente.
Paciencia, benignidad, bondad: Se desarrollan a través de nuestra relación
con otras personas. Es nuestra vida exterior.
Fe, mansedumbre, templanza: Estas cualidades reflejan nuestra vida
interior.

Todas estas cualidades del carácter cristiano son reproducidas en el creyente al


someterse a la dirección del Espíritu Santo que mora en él.

La verdad ilustrada: Jesús la vida verdadera


Leamos Juan 15:1-17. 
Allí encontramos la ilustración de la vid y los pámpanos (ramas).
Jesús se presenta como la vid verdadera y nosotros las ramas que deben estar
unidas a Él y producir abundante fruto.

Veamos las alternativas que el Señor describe en este pasaje:

 Algunos pámpanos no producen fruto. ¡Estos deben cortarse! (Juan


15:2). 
El propósito de un pámpano consiste en dar fruto, si no lo produce no tiene
ningún valor para el
viñador, por lo cual lo corta y lo tira. La nación de Israel ofrece un triste
ejemplo de ello, veamos (Isaías 5:4-5).
 Algunos pámpanos no permanecen unidos a la vid, se secan y deben ser
echados al fuego y quemados (Juan 15:4-6). 
¿Ha observado que una rama quebrada comienza a secarse y morir? 
Debido a que está quebrada ya no recibe la savia vital, por lo tanto se seca y
se muere. Una vida que no permanece rendida a Cristo, buscándolo en
oración, amando a sus hermanos, andando en el Espíritu, también se secará y
perderá la vida de Dios.

 Algunos pámpanos producen fruto y deben ser limpiados (Juan 15:2). 


Todo buen agricultor sabe que la poda a su tiempo, permite a la rama producir
más fruto. 
¿Qué simboliza la poda? 
La obra santificadora del Espíritu Santo (2 Tesalonicenses 2:13). 
¿Por qué es necesaria la poda?:
Porque cuando una persona recibe a Jesús en su corazón y nace de nuevo, no
quiere decir que sea instantáneamente perfecto. 
Esto será un proceso del Espíritu, quien por la Palabra de Dios comienza a
limpiar aquellas actitudes y comportamientos que no son de Cristo.
Tenemos una hermosa lección por delante. Las verdades relativas a cómo Dios
puede transformarnos por su Espíritu, deben llenarnos de esperanza y al
mismo tiempo, llevarnos a una mayor consagración.
Si mi corazón se une a Cristo, quien vive dentro de mí por su Espíritu, el fruto
de esta relación será un carácter como el de Jesús, la santa naturaleza de Dios
en mi vida.
El fruto de estar unido a Cristo se expresa en Gálatas 5:22-23.
Disfrutemos de la maravillosa vida en el ESPÍRITU, estamos caminando en
esta bendita senda y nuestro carácter, querido hermano puede y será
transformando. 
Está en nosotros el buscarlo con todo nuestro corazón...

¿Para qué debemos producir fruto?


 Porque Dios quiere una familia de muchos hijos iguales a Jesús
(Romanos 8:29).
 Para que el mundo crea (Juan 13:15; Juan 17:21-23).
 Para que tu esposo/a y tus hijos crean.
 Para que el nombre de Dios sea glorificado y santificado a través de
nuestras vidas (Juan 15:8; Mateo 6:9).

¿Cómo seremos transformados?


¿Mirándonos a nosotros mismos? NO
¿Mirando al de al lado? NO

“ Por tanto nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un


espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”
(2 Corintios 3:18).

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| Abreviaturas de las diferentes Biblias utilizadas:

BAD, Biblia al Día; 


BDLA, Biblia de las Américas; 
DHH, Dios Habla Hoy; 
NVI, Nueva Versión Internacional; 
RVR60, Reina Valera 1960; 
BLS, Biblia en Lenguaje Sencillo y 
PAR, Paráfrasis de diferentes versiones bíblicas.|

Pasajes bíblicos citados (NVI)


Gálatas 5:19-20
19 Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual,
impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira,
rivalidades, disensiones, sectarismos
Gálatas 5:22-23 
22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
Gálatas 6:7-8 
7 No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra.8 El que
siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará
destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
Mateo 7:16-20 
16 Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
cardos? 17 Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da
fruto malo.18 Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar
fruto bueno.19 Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. 20 Así que
por sus frutos los conocerán.
Gálatas 5:21 
21 y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como
antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Gálatas 5:16-17 
16 Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza
pecaminosa.17 Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo
que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden
hacer lo que quieren.
Gálatas 5:19-21 
19 Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual,
impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira,
rivalidades, disensiones, sectarismos 21 y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas
parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios.
Romanos 1:29-31 
29 Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están
repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son
chismosos,30 calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se
ingenian maldades; se rebelan contra sus padres;31 son insensatos, desleales,
insensibles, despiadados.
1 Corintios 13:4-7 
4 El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni
orgulloso.5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda
rencor.6 El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.7 Todo lo
disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Efesios 4:17-32 
17 Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos
como los paganos.18 A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su
corazón, éstos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que
proviene de Dios.19 Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y
no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes. 
20 No fue ésta la enseñanza que ustedes recibieron acerca de Cristo,21 si de veras se les
habló y enseñó de Jesús según la verdad que está en él.22Con respecto a la vida que
antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la
cual está corrompida por los deseos engañosos;23 ser renovados en la actitud de su
mente;24 y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en
verdadera justicia y santidad. 
25 Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque
todos somos miembros de un mismo cuerpo.26 «Si se enojan, no pequen.» No dejen que
el sol se ponga estando aún enojados,27 ni den cabida al diablo.28 El que robaba, que
no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir
con los necesitados. 
29 Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la
necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.30 No agravien al
Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la
redención.31 Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de
malicia.32 Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense
mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
2 Pedro 1:5-7 
5 Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud,
entendimiento;6 al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la
constancia, devoción a Dios;7 a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto
fraternal, amor.
Gálatas 5:15 (BLS)
15 Les advierto que, si se pelean y se hacen daño, terminarán por destruirse unos a
otros.
Juan 15:1-17 (BLS)
  1 Jesús continuó diciendo a sus discípulos:
    "Yo soy la vid verdadera, y Dios mi Padre es el que la cuida.2 Si una de mis ramas no
da uvas, mi Padre la corta; pero limpia las ramas que dan fruto para que den más
fruto.3 Ustedes ya están limpios, gracias al mensaje que les he anunciado.
   4 "Si ustedes siguen unidos a mí, yo seguiré unido a ustedes. Ya saben que una rama no
puede producir uvas si no está unida a la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán
hacer nada si no están unidos a mí.
   5 "El discípulo que sigue unido a mí, y yo unido a él, es como una rama que da mucho
fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada.6 Si alguno no sigue
unido a mí, le pasará lo mismo que a las ramas que no dan fruto: las cortan, las tiran y
cuando se secan les prenden fuego.
   7 "Si ustedes siguen unidos a mí y obedecen todo lo que les he enseñado, mi Padre les
dará todo lo que pidan.8 Él se sentirá orgulloso si ustedes dan mucho fruto y viven
realmente como discípulos míos.9 Así como el Padre me ama a mí, también yo los amo a
ustedes. No se alejen de mi amor.10Si obedecen todo lo que yo les he mandado, los
amaré siempre, así como mi Padre me ama, porque yo lo obedezco en todo.
   11 "Les digo todo esto para que sean tan felices como yo.12 Y esto es lo que les
mando: que se amen unos a otros, así como yo los amo a ustedes.13Nadie muestra más
amor que quien da la vida por sus amigos.14 Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les
mando.15 Ya no los llamo sirvientes, porque un sirviente no sabe lo que hace su jefe.
Los llamo amigos, porque les he contado todo lo que me enseñó mi Padre.
   16 "Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a
ustedes. Les he mandado que vayan y sean como ramas que siempre dan mucho fruto.
Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre.17 Esto les ordeno: Que se
amen unos a otros.
Juan 15:2 
2 Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda[a]
para que dé más fruto todavía.
Notas al pie:
a. Juan 15:2 poda. Alt. limpia.
Isaías 5:4-5 
4 ¿Qué más se podría hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? 
    Yo esperaba que diera buenas uvas; ¿por qué dio uvas agrias? 
5 Voy a decirles lo que haré con mi viña: 
    Le quitaré su cerco, y será destruida; derribaré su muro, y será pisoteada.
Juan 15:4-6 
4 Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar
fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes
pueden dar fruto si no permanecen en mí. 
5 »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará
mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.6El que no permanece en
mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se
queman.
2 Tesalonicenses 2:13 
13 Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos
amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió[a] para ser salvos,
mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad.
Notas al pie:
a. 2 Tesalonicenses 2:13 desde — escogió. Var. Dios los escogió como sus
primicias.
Romanos 8:29 
29 Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.
Juan 13:15 
15 Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.
Juan 17:21-23 
21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos
también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.22 Yo les he
dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno:23 yo en
ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo
reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.
Juan 15:8 
8 Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis
discípulos.
Mateo 6:9 
9 »Ustedes deben orar así: »"Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu
nombre,
2 Corintios 3:18 
18 Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos[a] como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción
del Señor, que es el Espíritu. 
Notas al pie:
a. 2 Corintios 3:18 reflejamos. Alt. contemplamos.

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Saludos en Cristo Jesús.

1-Amor

II. Gozo

III. Paz

IV. Paciencia

V. Benignidad

VI. Bondad

VII. Fe

VIII. Mansedumbre

IX. Templanza

INTRODUCCION

La Biblia enseña que los que estamos en Cristo hemos sido


llamados a ser libres de las demandas de la ley de Moisés.
Pero al mismo tiempo se nos exhorta a no hacer uso de esta
libertad como ocasión de la carne, sino que no sirvamos unos a
otros por amor (Gálatas 5:13).
Otra cosa que aprendemos es que no sólo debemos ser llenos
del Espíritu Santo sino que también debemos andar o vivir en
el Espíritu. Si lo hacemos así no daremos lugar a satisfacer los
deseos de la carne (Gálatas 5:16; Romanos 8:4-9, 12, 13).
Para que esto sea una realidad, el creyente tiene que cooperar
con el Espíritu Santo. La Biblia se refiere a esta actitud como
autodisciplina o templanza. Con ese fin se nos manda hacer
morir las obras del cuerpo, es decir, de la carne pecaminosa.
En cambio, se nos presenta una lista de todas las cualidades o
características en que se ramifica el fruto del Espíritu (Gálatas
5:22, 23).

En 2 Pedro 1:5-7 se nos da otra lista del fruto del Espíritu. Allí
se hace énfasis en que el cristiano debe someterse con todo
empeño y diligencia a la voluntad del Espíritu Santo. Debemos
agregar algo más a nuestra fe; es decir, debemos
incrementarla por medio de la práctica y el ejercicio, a fin de
que se vayan uniendo a ella otras virtudes igualmente
importantes en el desarrollo de la vida cristiana.

EXPOSICION BIBLICA

I. Amor

Filipenses 1:9-11;

1 Juan 4:7-11

Pregunta: ¿Qué clase de amor es el fruto del Espíritu?

Este es un amor abundante, continuo y fiel, como el que se


describe 1 Corintios 13:4-7. Es un amor sublime, santo y
abnegado que procede inmenso amor de Cristo, derrama por el
Espíritu Santo en nuestro corazón. Es un amor humilde y
generoso que no depende de un mero sentimentalismo ni
mucho menos de guste preferencias. Este es un amor abarca
el corazón y la mente del creyente. Es perceptivo, inteligente y
práctico. Es un amor que discierne y se esfuerza por escoger lo
mejor y lo que realmente agrada a Dios y a los demás seres
humanos.

Pregunta: ¿Por qué dice Juan que todo aquel que ama es
nacido de Dios y conoce a Dios?

Aquí el apóstol Juan no habla del amor enfermizo, sentimental,


emocional y carnal que se hace pasar en el mundo por "amor".
El se refiere más bien a esa clase de amor que manifestó Dios
al enviar a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz por nuestros
pecados. Ese tipo de amor sólo es posible cuando hemos
nacido de nuevo (Juan 3:3). No hay otra manera de conocer a
Dios en forma personal, pues el conocerlo significa reconocer,
aceptar y experimentar su amor el cual nos ha sido otorgado a
nosotros en la persona de Cristo Jesús.

El amor como fruto del Espíritu es lo único que puede hacernos


"sinceros e irreprensibles para el día de Cristo". Este, a la vez,
se convierte en la base para el desarrollo de otros frutos de
justicia "para gloria y alabanza de Dios".

II. Gozo

Nehemías 8:10; Hechos 20:24

Pregunta: ¿Cómo podemos hacer distinción entre este fruto del


Espíritu y la alegría, la diversión y los momentos placenteros
que se disfrutan en la vida?

Este es un gozo profundo y firme que persiste victorioso aun


cuando las cosas no marchen nada bien. La persona mundana
puede disfrutar de cierta felicidad momentánea, pero en
cualquier instante se puede quedar sin ella. Los no cristianos
no saben lo que es el verdadero gozo. El escritor inglés y
profesor de la universidad de Oxford, C. S. Lewis dijo que su
conversión del ateísmo había sido un asunto totalmente
intelectual. El estudió los postulados del evangelio y se dio
cuenta de que la verdad estaba del lado de Cristo. Después de
sus descubrimientos no tuvo más remedio que decirle a Jesús:
"Aquí me tienes, Señor, si me quieres." Pero el señor Lewis
testifica que más tarde lo sorprendió un torrente de gozo
celestial.

Según la experiencia de Nehemías y de todo el pueblo, el gozo


del Señor viene como resultado de una actitud de consagración
y entrega a Dios y a su plan para nuestra vida. Ese gozo
inunda el corazón cuando uno está dispuesto a compartir todo
lo que Dios le ha dado con los que no tienen nada. El apóstol
Pablo lo encontró cuando se dedicó sin reservas ni egoísmo a
seguir la "carrera" y cumplir el "ministerio" que había recibido
del Señor (Hechos 20:24).

III. Paz

Isaías 32:17

Pregunta: ¿A qué se refiere la Biblia cuando habla de la «paz"


como fruto del Espíritu?

Esta paz es más que una simple quietud o la ausencia de


problemas en la vida. Ella ofrece, ciertamente, un ambiente de
tranquilidad y sosiego, pero también incluye salud y bienestar
espiritual, junto con la certidumbre de que se está en buena
relación con Dios. No hay desbordes de ansiedad y angustia,
porque hemos aprendido a abandonar con confianza nuestra
vida y nuestras circunstancias en las manos del Señor. Esta
paz de Dios nos ayuda a reconocer que El suplirá todo lo que
nos falte, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús
(Filipenses 4:9). Nos hace confiar decididamente en Dios de tal
manera que descansamos en El en medio de las tormentas de
la vida.

Es imposible pensar en expresiones de amor y gozo


provenientes de un corazón destrozado por la ansiedad y la
congoja. O con una actitud de contienda y malas relaciones
con Dios y con los demás seres humanos. El amor, el gozo y la
paz siempre tienen que ir juntos. Cuando estos tres se
encuentran en acción, entonces el Espíritu Santo los usa para
desarrollar las demás facetas del fruto.

IV. Paciencia

Gálatas 5:22

Pregunta: ¿Pueden las fuerzas enemigas levantarse y atacar a


una persona cuyo corazón está lleno del amor, el gozo y la paz
que da el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo nos ayuda a ser pacientes y de


temperamento calmado aun hacia esas personas que hacen
todo lo posible por enojarnos o hacernos daño. Solamente el
poder del Espíritu nos da la fuerza suficiente para no
reaccionar de manera agresiva o con resentimiento contra los
que repetidamente nos ofenden y nos atacan de diversas
maneras.

Este aspecto del fruto del Espíritu nos ayuda a caminar la


segunda milla, dar la otra mejilla y resistir los insultos y las
burlas que muchas veces tenemos que sufrir, ya sea en lo
personal o en las cosas de Dios.

Dios demostró su inmenso amor e infinita paciencia cuando


envió a su Hijo Jesucristo para que viniera a este mundo a dar
su vida por los pecadores, aun después de recibir tanta ofensa.
(Vea Romanos 2:4; 9:22; 2 Pedro 3:9.) Jesús manifestó su
amor al permanecer callado y soportar con absoluta paciencia
todas las injurias y el maltrato que sufrió cuando estaba en
manos de los pecadores (Isaías 53:7). Lo sublime de su
paciencia se echa de ver en que oró al Padre intercediendo por
sus enemigos (Lucas 23:34). Dios espera que nosotros
también demostremos ese mismo amor paciente hacia los que
nos rodean (Efesios 4:1, 2). ¿Cómo vamos a demostrar la
paciencia de Cristo y a desarrollar los demás dones
espirituales si persistimos en nuestro mal carácter hacia
aquellos por quienes murió Jesús? ¿Cómo podemos
manifestar el amor, el gozo, la paz y la benignidad como fruto
del Espíritu Santo si sucumbimos ante la tentación de la
venganza? (Romanos 12:19; Efesios 4:2; Santiago 1:19).

Enseñanza práctica

Jesús ilustró el significado de la humildad cuando nos dio la ley


sublime de las relaciones humanas: "Al que quiera ponerte y
quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te
obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos" (Mateo 5:40,
41).

El verdadero sentido de estas dos declaraciones del Señor se


puede percibir mejor cuando se entienden las costumbres
orientales con las cuales se relacionan.

En primer lugar, una persona podía ser llevada a la corte para


demandar la entrega de su túnica. Pero de acuerdo con la ley
de Moisés se podía dar la capa como garantía o fianza (Exodo
22:26, 27). En tales casos, la capa debía ser devuelta antes del
anochecer. La capa no sólo servía de día sino que también era
necesaria para protegerse del frío durante la noche. Pero
aunque, legalmente, nadie podía quitarle la capa a otro
individuo, Jesús manda a sus seguidores que demuestren su
paciencia al dar no sólo la túnica sino también la capa. Eso era
dar más de lo que requería la ley.

En segundo lugar, un soldado romano tenía suficiente


autoridad para obligar a cualquier individuo a que le llevara una
carga por una milla, sin ningún pago, y sin poder protestar. Eso
significaba una grave molestia. Pero Jesús recomendó a sus
discípulos que no se limitaran a llevar dicha carga sólo por una
milla, que era lo requerido, sino que demostraran su capacidad
de carácter y su paciencia llevándola por dos millas, con una
actitud de bondad y muy a gusto.

La verdadera paciencia, como fruto del Espíritu Santo, capacita


al cristiano para actuar de esta manera con toda naturalidad.

V. Benignidad
Santiago 3:13-18

Pregunta: ¿Cómo se explica la benignidad que viene del


Espíritu Santo?

La persona que la posee es pacífica, sumisa, gentil, incapaz de


ofenderse. Siempre está dispuesta a cooperar en cualquier
forma necesaria para propiciar ese espíritu de unidad y
concordia que tanto agrada al Señor y que el Espíritu Santo
bendice.

La benignidad se manifiesta en generosidad y en un deseo de


hacer bien a otras personas y de ponerlas en un mejor plano.
Jamás usa las faltas de otros para ponerlos en aprietos. Una
persona benigna muestra simpatía a los que sufren y se
empeña en ayudar a resolver los problemas de los demás. Ese
es el individuo que da siempre la blanda respuesta que quita la
ira y se aleja de los choques y explosiones temperamentales
(Proverbios 15:1).

Enseñanza práctica

FRÁGIL. MANEJESE CON CUIDADO.

Cuando vemos este rótulo en un paquete o caja


inmediatamente reconocemos que dentro de ellos hay
mercaderías u objetos que demandan mucho cuidado para su
manejo.

También se sabe que las perlas necesitan un cuidado muy


especial. Si no se lavan y se secan como debe ser, pueden
dañarse. El ácido de la transpiración del que las usa también
puede destruirlas.

Estas dos ilustraciones quizá sirvan como ejemplo. El ser


humano es frágil y necesita un cuidado especial. Las
emociones humanas son tan delicadas como las perlas y
deben ser tratadas con amor y benignidad.
VI. Bondad

Efesios 5:9

Efesios 5:8 indica claramente que este, así como todo el fruto
del Espíritu, es el producto de una vida llena de la luz del
Señor. Estar inundado de la luz de Dios es conocerlo más y
más, a través de su Palabra. Mientras más cerca andemos del
Señor, más fácil se nos hace desarrollar en nuestra vida el
fruto del Espíritu Santo. Una de las cualidades que surgen en
una vida consagrada es la bondad: "Porque el fruto del Espíritu
es en toda bondad, justicia y verdad" (versículo 9).

Pregunta: ¿Es posible ser bueno sin ser generoso?

No podemos manifestar "bondad", que es el fruto del Espíritu,


sin ser generosos y buenos con los demás.

En primer lugar, esto es algo que tiene que integrarse en lo


íntimo de nuestra naturaleza y de nuestro carácter. Cuando
venimos a Cristo, nos convertimos en nuevas criaturas: una
nueva creación de Dios. Tenemos que desarrollar esta nueva
vida en Cristo para poder demostrar bondad, justicia y verdad.
Por otra parte, como lo hizo Jesús, debemos ir en busca de los
necesitados para ayudarlos y demostrarles nuestra bondad.

VII. Fe

Romanos 1:17; 10:17

Pregunta: ¿Qué diferencia hay entre la fe como un don


espiritual (1 Corintios 12:9) y como fruto del Espíritu (Gálatas
5:22)?

La fe como fruto del Espíritu se traduce mejor como fidelidad.


En Romanos 1:17 hallamos una cita que hace el apóstol Pablo
de Habacuc 2:4. Este texto en hebreo tiene definitivamente el
sentido de "fidelidad". Pero debemos recordar que en el Nuevo
Testamento jamás se habla de la fe como una actitud mental
solamente. Siempre se da la idea de fidelidad y obediencia a
Dios. En Gálatas 5: 19-23 se hace un contraste bien marcado
entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu. Esto es
también una prueba más de que la fe como fruto es
esencialmente la fidelidad del cristiano.

En cambio, como don del Espíritu Santo, la fe es la


manifestación del poder de Dios en obras y portentos. Puede
hallar más información sobre este tema en la lección de la
semana próxima.

VIII. Mansedumbre

Salmo 22:26; 1 Pedro 5:5

Pregunta: ¿Con qué contrasta la Biblia la mansedumbre?

La mansedumbre es simplemente una actitud de humildad,


opuesta totalmente a la arrogancia, la vanagloria, el orgullo y el
despotismo contra los pobres y los débiles. La verdadera
mansedumbre no se demuestra en una degradación o
subestimación de uno mismo. Ser manso significa estar
dispuesto a hacerse cargo de las tareas humildes y pequeñas.
La mansedumbre hace que la persona sea cortés, considerada
y servicial con los demás, sin importar quiénes sean. Esta
virtud se manifiesta en la modestia de la persona que la posee,
pero a la vez ella misma capacha a dicha persona para que se
enfrente a cualquier tarea con plena confianza. Otro aspecto de
la mansedumbre es que no impulsa a la persona a defenderse
ni mucho menos atacar a los que le atacan. Lo que hace es
dejar su causa en las manos de Dios y esperar que el Espíritu
Santo se encargue de su situación. Y, por supuesto, Dios
actuará a su favor.

Enseñanza práctica

La manifestación de la mansedumbre en la vida del creyente


pone a este a salvo de presentarse a sí mismo primero. El
mundo sustenta la errónea opinión de que "Si uno no cuida de
sus propios intereses, nadie lo hará". Pero Jesús responde a
esta actitud de la siguiente manera: "Muchos primeros serán
postreros, y postreros, primeros" (Mateo 19:30).

La mejor señal de madurez en el cristiano es que pone a Cristo


en un plano superior al suyo. Su crecimiento espiritual se da en
proporción al grado en 9ue exalte a Jesucristo y asuma una
posición de humildad.

IX. Templanza 

Tito 2:2

Pregunta: ¿Cuál es el significado fundamental de la templanza


en la Biblia?

La templanza no es una mera actitud de moderación. Es, más


bien, dominio propio que surge como resultado de la
autodisciplina. El sentido práctico de la templanza se da en 1
Corintios 9:25 donde se habla de la autodisciplina de los
atletas. "Todo aquel que lucha, de todo se abstiene." Allí mismo
se indica que -si ellos ejercen tanta disciplina, a fin ganar
trofeos materiales, ¡cuánto más los cristianos, que hemos
emprendido una carrera superior! El Espíritu Santo no siempre
elimina inmediatamente los deseos, impulsos y tendencias de
la carne. Pero la templanza que El implanta en el corazón nos
ayuda a hacer morir esos deseos, pasiones y apetitos carnales.
En otras palabras, el Espíritu Santo nos ayuda a
autodisciplinarnos. Ser "sobrios", como lo expresa Tito 2:2 es
algo que sólo ocurre cuando hemos recibido de parte de Dios
ese "espíritu de dominio propio" que El pone en nuestro
corazón (2 Timoteo 1:7).

Enseñanza práctica

El amor, el gozo y la paz son sentimientos internos del


corazón.
La paciencia, la benignidad y la bondad son cualidades
cristianas de tipo social.

La fe, la mansedumbre y la templanza son virtudes de la


conducta cristiana opuestas a la vida del mundo.

El fruto del Espíritu está en conflicto directo con las obras de la


carne 

LLENOS DE FRUTOS DE JUSTICIA ,QUE SON POR MEDIO


DE JESUCRISTO,PARA GLORIA Y HONRA DE DIOS.
Porciones de E. dominical -Editorial Vida.

LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO

Articulo I. De la naturaleza de los frutos Espíritu Santo.

 Cuando con fervor se ha ejercitado uno largo tiempo en la


práctica de las virtudes, adquiere facilidad para cumplir sus
actos. Ya no se sienten las repugnancias que se sentían al
principio No es preciso combatir ni hacerse violencia hace con
gusto lo que antes se hacía con sacrificio. Les sucede a las
virtudes lo mismo que a los árboles: los frutos de éstos, cuando
están maduros, ya no son agrios, sino dulces y de agradable
sabor; lo mismo los actos de las virtudes, cuando han llegado a
su madurez, se hacen con agrado y se les encuentra un gusto
delicioso. Entonces estos actos de virtud inspirados por el
Espíritu Santo se llaman frutos ~ el Espíritu Santo, y ciertas
virtudes los producen con tal perfección y tal suavidad que a
esos estos se los llama bienaventuranzas, porque hacen que
Dios posea al alma planamente.
Pues cuanto más se apodera Dios de un alma más la santifica ;
y cuanto más santa sea, más cerca está de la felicidad, que es
donde, estando ya la naturaleza como curada de su corrupción,
se poseen las virtudes como naturalmente. Los que tienden a
la perfección por el camino de prácticas y actos metódicos, sin
abandonarse enteramente a la dirección del Espíritu Santo, no
alcanzarán nunca esta dulzura esta como especie de madurez
sin la virtud : sienten siempre dificultades y repugnancias :
combaten continuamente y a veces son vencidos y cometen
faltas. En cambio, los que orientados por el Espíritu Santo van
por el camino del simple recogimiento, practican el bien con un
fervor y una alegría digna del Espíritu Santo, y sin lucha,
obtienen gloriosas victorias, o si es necesario luchar, lo hacen
con gusto.
De lo que se sigue, que las almas tibias tienen doble dificultad
en la práctica de la virtud que las fervorosas que se entregan
de buena gana y sin reserva : porque éstas tienen la alegría del
Espíritu Santo que todo se lo hace fácil, y aquéllas tienen
pasiones que combatir y sienten las debilidades de la
naturaleza que impiden las dulzuras de la virtud y hacen los
actos difíciles e imperfectos. La comunión frecuente es un
excelente medio para perfeccionar en nosotros las virtudes y
adquirir los frutos del Espíritu Santo ; porque nuestro Señor, al
unir su Cuerpo al nuestro y su Alma a la nuestra, quema y
consume en nosotros las semillas de los vicios y nos comunica
poco a poco sus divinas perfecciones, según nuestra
disposición y como le dejemos obrar, por ejemplo: encuentra
en nosotros el recuerdo de un disgusto, que aunque ya pasó,
ha dejado en nuestro espíritu y en nuestro corazón una
impresión, que queda como simiente de pesar y cuyos efectos
sentimos en muchas ocasiones. ¿Qué hace nuestro Señor?
Borra el recuerdo y la imagen de ese descontento ; destruye la
impresión que se había grabado en nuestras potencias y ahoga
completamente esta semilla de pecados, poniendo en su lugar
los frutos de caridad, de gozo, de paz y de paciencia. Arranca
de la misma manera las raíces de cólera, de intemperancia y
de los demás defectos, comunicándonos las virtudes y sus
frutos.

Artículo II: - De los frutos de caridad, de gozo y de paz.


 Los tres primeros frutos del Espíritu Santo son la caridad, el
gozo y la paz, que pertenecen especialmente al Espíritu
Santo : la caridad, porque es el amor del Padre y del Hijo ; el
gozo, porque está presente al Padre y al Hijo y es como el
complemento de su bienaventuranza ; y la paz, porque es el
lazo que une al Padre y al Hijo.
Estos tres frutos están unidos y se derivan naturalmente uno
del otro. La caridad o el amor ferviente nos da la posesión de
Dios; el gozo nace de la posesión de Dios, que no es otra cosa
que el reposo y el contento que se encuentra en el goce del
bien poseído. La paz que, según San Agustín; es la
tranquilidad en el orden, - Mantiene al alma en la posesión de
la alegría contra toda lo que es opuesto. La caridad excluye
todas las demás alegrías; la paz, toda clase de turbación y de
temor.
La caridad es el primero entre los frutos del Espíritu Santo,
porque es el que más se parece al Espíritu Santo, que es el
amor personal, y por consiguiente el que más nos acerca a la
verdadera y eterna felicidad y el que nos da un goce más
sólido y una paz más profunda. Dad a un hombre el imperio del
universo con la autoridad más absoluta que sea posible; haced
que posea todas las riquezas, todos los honores, todos los
placeres que se puedan desear; dadle la sabiduría más
completa que se pueda imaginar; que sea otro Salomón y más
que Salomón, que no ignore nada de toda lo que una
inteligencia pueda saber; añadidle el poder de hacer milagros:
que detenga al sol, que divida los mares, que resucite los
muertos, que participe del poder de Dios en grado tan
eminente como queráis ; que tenga además el don de profecía,
de discernimiento de espíritus y el conocimiento interior de los
corazones. Y yo os digo, que al menor grado de santidad que
pueda tener este hombre, el menor acto de caridad que haga,
valdrá mucho más que todo eso, porque lo acercan al Supremo
bien y le dan una personalidad más excelente que todas esas
otras ventajas si las tuviera; y esto, por dos razones.
 La primera, porque participar de la santidad de Dios, es
participar de todo lo más importante, pos decirlo así, que hay
en Él. Los demás atributos de Dios, como la ciencia, el poder,
pueden ser comunicados a los hombres de tal manera que les
sean naturales ; únicamente la santidad no puede serles nunca
natural.

 La segunda, porque la santidad y la felicidad son como dos


hermanas inseparables, y porque Dios no se da ni se une más
que a las almas santas, y no a las que sin poseer la santidad,
posean la ciencia, el poder y todas las demás perfecciones
imaginables.
Por lo tanto, el grado más pequeño de santidad o la menor
acción que la aumente, es preferible, a los cetros y coronas. De
lo que se deduce que perdiendo cada día tantas ocasiones de
hacer actos sobrenaturales, perdemos incontables felicidades,
casi imposibles de reparar.
No podemos encontrar en las criaturas el gozo y la paz, que
son frutos del Espíritu Santo, por dos razones.
Primera: porque únicamente la posesión de Dios nos afianza
contra las turbaciones y temores, mientras que la posesión de
las criaturas causa mil inquietudes y mil preocupaciones. Quien
posee a Dios no se inquieta por nada, porque Dios lo es todo
para él, y todo lo demás no es nada.
Segunda : porque ninguno de los bienes terrenos nos puede
satisfacer ni contentar plenamente. Vaciad el mar, y a
continuación, echad en él una gota de agua : ¿llenaría este
vacío inmenso? Aunque Dios hiciera una infinidad de criaturas
cada vez más perfectas, no podrían todas juntas llenar nuestra
alma ; le quedaría siempre un vacío que sólo Dios puede
llenar. La paz hace que Dios reine en el alma y que solamente
Él sea el dueño y es la que mantiene al alma en la perfecta
dependencia de Dios. Por la gracia santificante, Dios se hace
en el alma como una fortaleza donde se atrinchera. Por la paz,
como que ataca y se apodera de todas las facultades,
fortificándolas tan poderosamente que las criaturas ya no
pueden llegar a turbarlas. Dios ocupa todo el interior. Por eso
los santos están tan unidos a Dios lo mismo en la oración que
en la acción y los acontecimientos más desagradables no
consiguen turbarlos.

Articulo III. De los frutos de paciencia y mansedumbre.

 Los frutos anteriores disponen al alma a los de paciencia,


mansedumbre y moderación. Es propio de la virtud de la
paciencia moderar los excesos de la tristeza, y de la virtud de
la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera, que se
levanta impetuosa para rechazar el mal presente. Estas dos
virtudes combaten, pero no alcanzan la victoria sino a costa de
violentos esfuerzos y grandes sacrificios; mas la paciencia y la
mansedumbre, que son frutos del Espíritu Santo, apartan a sus
enemigos sin combate, o si llegan a combatir, es sin dificultad y
con gusto. 

La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar


tristeza. Así los mártires se regocijaban con la noticia de las
persecuciones y a la vista de los suplicios. Cuando la paz está
bien asentada en el corazón, no le cuesta a la mansedumbre
reprimir los movimientos de cólera; el alma sigue en la misma
postura, sin perder nunca su tranquilidad. Porque al tomar el
Espíritu Santo posesión de todas sus facultades y residir en
ellas, aleja la tristeza o no permite que le haga impresión ; y
hasta el mismo demonio teme a esta alma y no se atreve a
acercársele.

Artículo IV: - de los frutos de bondad y benignidad

 Estos dos frutos miran al bien del prójimo. La bondad y la


inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que
participen de lo que uno tiene. No tenemos en nuestro idioma
la palabra que exprese propiamente el significado de
benígnitas: y 

la palabra benignidad, se usa únicamente para, significar


dulzura; y esta clase de dulzura consiste en, manejar los
demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la
dificultad que siente los que tienen la benignidad sólo en
calidad de virtud y no como fruto del Espíritu Santo.

artículo V. Del fruto de longanimidad.

 La longanimidad o perseverancia impide el aburrimiento y la


pena que provienen precisamente del deseo del bien que se
espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace, o del
mal que se sufre y no de la grandeza de la cosa misma o de
las demás circunstancias. La longanimidad hace, par ejemplo,
que al final de un año consagrado a la virtud seamos más
fervorosos que al principio.

Artículo VI: Del fruto de la f e.

 La fe como fruto del Espíritu Santo, es cierta facilidad para


aceptar todo lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en
ello, seguridad de la verdad que creemos sin sentir
repugnancias ni dudas, ni esas oscuridades y terquedades que
sentimos naturalmente respecto a las materias de la fe.
Para esto debemos tener en la voluntad un piadoso afecto que
incline al entendimiento a creer, sin vacilar, lo que se propone.
Por no poseer este piadoso efecto, los judíos, aunque
convencidos por los milagros de Nuestro Señor, no creyeron en
Él, porque tenían el entendimiento oscurecido y cegado por la
malicia de su voluntad. Lo que sucedió a los judíos, respecto a
la esencia de la fe, nos sucede con frecuencia a nosotros en la
tocante a la perfección de la fe, es decir, de las cosas que la
pueden perfeccionar y que son la consecuencia de las
verdades que nos hace creer.
Coma por ejemplo, nos dice que Nuestro Señor es a la vez
Dios y Hombre, y lo creemos. Si de aquí sacamos la conclusión
de que debemos amarlo sobre todas las cosas, visitarlo a
menudo en la santa Eucaristía, prepararnos para recibirlo y
hacer de todo esto el principio de nuestros deberes y el
remedio de nuestras necesidades, entonces vacilamos y
nuestra voluntad está en pugna prácticamente con la creencia
del entendimiento. Si estuviera de acuerdo, creceríamos sin
cesar en la fe en los misterios de Nuestro Señor. Pero
ahogamos con nuestros vicios este piadoso afecto, tan
necesario para llegar a la perfección de la fe. Si nuestra
voluntad estuviese verdaderamente ganada por Dios,
tendríamos una fe profunda y perfecta.
Algunos entienden por la palabra fides, la fidelidad, la
constancia en mantener las promesas hechas; otros, la
facilidad para creer todo lo que se refiere a las cosas humanas,
sin, dejarse llevar por desconfianzas mal fundadas, por
sospechas y juicios temerarios.

Articulo VII: De los frutos de modestia, de templanza y de


castidad

 La modestia es bastante conocida como virtud. Regula los


movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Como fruto
del Espíritu Santo, todo esto lo hace sin trabajo y como
naturalmente; y además dispone todos los movimientos
interiores del alma, como en la presencia de Dios. Nuestra
espíritu, ligero e inquieto, está siempre revoloteando par todos
loa lados, apegándose a toda clase de objetos y charlando sin
cesar. La modestia la detiene, lo modera y deja al alma en una
profunda paz, que la dispone para ser la mansión y el reino de
Dios: el don de presencia de Dios
sigue rápidamente al fruto de modestia; y ésta es, respecto a
aquélla, lo que era el rocío respecto al maná. La presencia de
Dios es una gran luz que hace al alma verse delante de Dios y
darse cuenta de todos sus movimientos interiores y de todo lo
que pasa en ella con más claridad que vemos los colores a la
luz del mediodía.
La modestia nos es completamente necesaria, porque la
inmodestia, que en sí parece poca cosa, no obstante es muy
considerable en sus consecuencias y no es pequeña señal en
un espíritu poco religioso.

Las virtudes de templanza y castidad atañen a los placeres del


cuerpo, reprimiendo los ilícitos y moderando los permitidos :
aquélla refrena la des: ordenada afición de comer y de beber,
impidiendo los excesos que pudieran cometerse; ésta regula o
cercena el uso de los placeres de la carne.
Mas los frutos de templanza y castidad desprenden de tal
manera al alma del amor a su cuerpo, que ya casi no siente
tentaciones y lo mantienen sin trabajo en perfecta sumisión.

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