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“En estos 100 años, es un momento de dar gracias, de

PROYECTO DE LOS SUEÑOS


detenernos a reflexionar para proyectar un futuro mejor.
Esperamos con toda convicción que, por los próximos 100
años, sigamos haciendo memoria, para que la Escuela
Proyecto de Futuro sea un aporte importante al desarrollo
100 años de memoria de la Escuela

PROYECTO DE LOS SUEÑOS 100 años de memoria de la Escuela Proyecto de Futuro.


de personas competentes y comprometidas con la promoción
de un Paillaco más justo, más solidario y más fraterno”
Proyecto de Futuro.

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PROYECTO DE LOS SUEÑOS
100 años de memoria de la Escuela Proyecto de Futuro

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Entrevistas y producción año 2017:
Taller de Patrimonio Escolar, Camila Castillo Vidal y Mariana Torres
Barahona.

Entrevistas y producción año 2018:


Taller de Patrimonio Escolar, Rubén Núñez Vega y Mariana Torres Barahona.

Recopilación, entrevistas, transcripción y edición de textos:


Rubén Núñez Vega y Mariana Torres Barahona.

Revisión bibliográfica:
Rubén Núñez Vega.

Diagramación textos:
Mariana Torres Barahona.

Diseño:
Carla Borneck.

Realización Portada: Mariechen Guzmán Kunstmann.


Realización Contraportada: Almendra Ojeda Gómez.

Mariana Sandina Torres Barahona es Periodista y Comunicadora Social


de la Universidad Alberto Hurtado (2015), diplomada en Comunicación
y Género de la Universidad Autónoma de México (2016) y diplomada en
Medios para Comunicar el Patrimonio del Instituto de Periodismo José Martí
de Cuba (2017).
marianapelusoo@gmail.com

Rubén Francisco Núñez Vega es Licenciado en Historia de la Universidad de


Concepción (2015), Profesor en Educación Media de Historia de la Pontificia
Universidad Católica de Chile (2016) y Magíster © en Ciencias Humanas con
Mención en Historia de la Universidad de Los Lagos.
rrnunez@uc.cl

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Índice

8 Nota para el lector


10 Prólogo
12 INTRODUCCIÓN
14 1. La educación y el proceso de modernización en Chile
22 2. Nuestra escuela
24 CAPÍTULO I ¿Cómo era la escuela de niñas?
30 CAPÍTULO II Recreos y tiempo libre
38 CAPÍTULO III Solidaridad
46 CAPÍTULO IV Niñez y campo
52 CAPÍTULO V Profesores
62 CAPÍTULO VI Actividades artísticas y deportivas
68 CAPÍTULO VII Cambios de casa
74 CAPÍTULO VIII Desarrollo tecnológico e infraestructura
82 CAPÍTULO IX Otras memorias
94 RECUERDOS GRÁFICOS
116 AGRADECIMIENTOS
120 BIBLIOGRAFÍA

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Nota para el lector

Este libro es una investigación que duró dos años y que se desarrolló en el
Taller de Patrimonio Escolar de la Escuela Proyecto de Futuro, de la comuna
Paillaco, ubicada en la XIV región de Los Ríos, para conmemorar sus cien años
de existencia y compartir con la comunidad las memorias de distintas personas
que vivieron o viven parte de su vida en esta escuela.

Este trabajo fue posible gracias a la recopilación de evidencias, recuerdos y


realización de entrevistas a personas nacidas entre 1930 y primeros años del 2000
y que efectuaron, en su mayoría, los niños y niñas que participaron de este Taller,
entre los años 2017 y 2018. También, el trabajo de los participantes del Taller
consistió en escoger el título de este libro, seleccionar los fragmentos de los
relatos que se comparten en esta publicación, editarlos según tema y la realización
de collages, que fueron escogidos como portada, contraportada y línea de tiempo
para ser incorporados en esta obra.

El Taller fue facilitado por la periodista Mariana Torres Barahona (2017-2018),


los profesores de Historia y Ciencias Sociales Camila Castillo Vidal (2017) y
Rubén Núñez Vega (2018). Desde el comienzo, ésta es una iniciativa gestada por
el actual director de nuestra escuela, Erwin Fonseca Obando, y la encargada de
Convivencia Escolar, Patricia Albornoz Velásquez, y cuenta con el patrocinio del
Departamento de Administración Escolar Municipal (DAEM) Paillaco, a quienes
agradecemos por apoyar la ejecución de este trabajo.

Queremos destacar que en estas hojas podemos encontrar historias de distintas


generaciones y conocer sus voces, marcadas por épocas y contextos sociopolíticos
diferentes, contenidas en un mismo espacio vital, donde habitan recuerdos
intergeneracionales, los cuales seguirán trascendiendo con el paso del tiempo,
gracias al registro que quedará plasmado en las siguientes páginas.

Agradecemos la colaboración y el aporte de toda la comunidad de la Escuela


Proyecto de Futuro y a cada uno de los colaboradores e instituciones que aportaron
a este gran relato coral, porque juntos dieron vida a esta recopilación histórica.

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Prólogo

La escuela comienza en el año 1918, con toda una tradición de historia oral.
Hoy en día, cuando las comunidades van madurando, se hace necesario dejar
registro escrito de las vivencias que han ocurrido dentro de este espacio de tanto
crecimiento cognitivo y valórico.

Quiero dar gracias a las personas que han sido parte de esta historia, a las personas
que han colaborado con un grano de arena en la vida de tantos estudiantes.
Agradecer a los profesores, a los equipos directivos, a los asistentes, a los
apoderados y a todo el personal que ha forjado esta escuela a lo largo de sus 100
años y que han confiado en esta comunidad educativa.

También debemos dar gracias a las personas que han recopilado estos testimonios,
principalmente a Mariana Torres y Rubén Núñez y a todos los alumnos del
Taller de Patrimonio escolar durante los años 2017 y 2018, que en conjunto han
elaborado este libro. Esta acción es muy relevante, porque esta historia escrita va
a ser incorporada a los procesos de enseñanza dentro de la escuela. Esperamos que
este libro sea parte importante para la historia de Paillaco y que sea compartido
en nuestras unidades curriculares, para el trabajo de la identidad, el Patrimonio y
el afecto por nuestro territorio.

Agradecer también a las personas que han confiado en este trabajo. A todos los que
han colaborado con entrevistas, han prestado fotografías, han dado documentos,
que nos permiten reconstruir a través de la historia oral parte de la gran cantidad
de generaciones que se vinculan a nuestra comunidad.

Agradecer también a David Martínez y a todo su equipo de DAEM, por apoyar y


facilitar este proceso, para que este proyecto siga adelante.

En estos 100 años, es un momento de dar gracias, de detenernos a reflexionar para


proyectar un futuro mejor. Esperamos con toda convicción que, por los próximos
100 años, sigamos haciendo memoria, para que la Escuela Proyecto de Futuro sea
un aporte importante al desarrollo de personas competentes y comprometidas con
la promoción de un Paillaco más justo, más solidario y más fraterno.

Erwin Fonseca Obando,


director Escuela Proyecto de Futuro.

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INTRODUCCIÓN
¿Por qué nace nuestra escuela?

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1. La educación y el proceso de modernización en Chile

La educación en Chile desde el siglo XIX, pasó a ser gradualmente, responsabilidad


principal del Estado, siendo intelectuales extranjeros los que influyeron en mayor
medida, de forma teórica y práctica, a la construcción de la Educación formal en el país.

Para el año 1902, “Washington Bannen presentó una estadística bastante desoladora:
había en Chile 675.000 niños en estado de recibir educación escolar y sólo asistían a
las escuelas públicas y privadas 121.000; por lo tanto, quedaba sin educación el 83%
de la población en estado de recibirla…” (De Ramón, 2003, pág. 106). A pesar de estas
estadísticas, es a partir del gobierno de José Manuel Balmaceda, con su proyecto de
modernización del país, cuando el sistema educativo comienza a tener mayor cobertura,
apoyado por la Iglesia Católica.

Respecto del proceso de colonización en las zonas aledañas a Paillaco, ya sea Río Bueno
y Valdivia, “el gobierno de Chile había dictado en 1845 una ley de colonización que
regulaba la instalación de los colonos nacionales o extranjeros (…) Luego en 1850, el
gobierno designó agente de colonización, en Valdivia, a Vicente Pérez Rosales…” (De
Ramón, 2003, pág. 87).

Hacia 1875, “entre Valdivia y Puerto Montt había 4.256 personas de origen alemán...”
(De Ramón, 2003, pág. 87). Esto demuestra las políticas aplicadas por parte de los
agentes burocráticos del Estado, fomentando la inmigración, para potenciar el modelo
de desarrollo que se quería imponer en la zona. Esta idea de modernizar, es contraria al
pensamiento indígena Mapuche-Huilliche, que vela por la protección y conservación
del medio ambiente. En consecuencia, desde mediados del siglo XIX, comienza a ser
notorio el cambio en el uso del suelo, siendo visto como un medio de explotación para la
obtención de recursos económicos.

Dentro de este contexto, “con la creación de la Dirección de Obras Públicas, a principios


de 1888, se dio un nuevo impulso a la construcción de vías férreas. El estudio del trazado
de una vía férrea desde Collipulli hacia el sur, había sido encargado, el año 1882, al
ingeniero suizo Gustavo Flühmann, quien elaboró un mapa completo para el trazado de
un tren hasta Valdivia, con los ramales que interesaban...” (Alliende, 1993, pág. 155).
Dentro de este proyecto, ya se encontraba la ruta ferroviaria que conectaría la estación
de Pichirropulli con el norte.

El Senador Agustín Ross Edwards, en el año 1892, entrega un documento al Ministro de


Obras Públicas, donde manifiesta la relevancia de la modernización económica del país,
a través de la construcción de líneas ferroviarias que conecten Chile, para el transporte
de recursos y pasajeros. Menciona:

“La importancia que en Chile tiene para el progreso y desarrollo del país, la
cuestión de la construcción y administración de los ferrocarriles del Estado,
y de aquéllos de empresas particulares, me ha preocupado vivamente, y he
aprovechado parte del tiempo que he permanecido en esta Legación, como V.
S. sabe, en hacer un estudio á fondo del asunto, para presentar al Gobierno la

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Memoria detallada que tengo anunciada. En estos tiempos, la cuestión del rápido
y económico acarreo y trasporte de los productos, es uno de los puntos capitales
de que dependen el progreso y bienestar de los pueblos…” (Ross, 1892, pág. IX).

Ross entrega un extenso documento explicando la situación de Chile, sus posibles


proyecciones y comparación con otros países del mundo. Además, expresa que, a pesar
de haber escasa población en los alrededores de Valdivia y Osorno, esta zona se poblará,
debido a la gran cantidad de recursos naturales que pueden ser explotados, por ello es
fundamental la conexión con este territorio. En la siguiente imagen, se muestra cuándo
se hace mención a esta proyección para generar conectividad con la zona sur:

Fuente: Ross, Agustín, Memorias sobre los Ferrocarriles de Chile, Imprimerie Paul
Dupont, Paris, 1892, p. 26

“El tramo de 119 kilómetros entre Antilhue y Osorno, se inició desde Osorno hacia
el norte, quedando terminado en 1895 hasta Pichi Ropulli y en mayo de 1902 hasta
Antilhue, a orillas del río Calle-Calle. El tramo de 114 kms. que quedaba entre
Pitrufquén y Antilhue, fue contratado posteriormente y vino a ser terminado en
septiembre de 1907…” (Alliende, 1993, pág. 161). De este modo, hacia 1913, queda
concluida la construcción ferroviaria de 1.198 kms. longitudinales, para circulación de
aproximadamente 600 locomotoras que conectan nuestro país, pasando a ser Pichirropulli
y Paillaco, protagonistas de este proceso, haciéndose fundamental poseer educación para
la población que migra a esta zona tan austral del país.

Cuadro 1: Se muestran las redes ferroviarias hacia 1901, donde la ruta que conecta
Paillaco con Valdivia y Osorno, está en proceso de construcción. Este cuadro, registra
de manera global la relevancia que otorga el Estado chileno a la construcción de líneas
ferroviarias.

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Cuadro 2: Se muestra la cantidad del kilometraje de los ferrocarriles por provincia, hacia
1929. Interesante es destacar el incremento que tiene la influencia del Estado durante
este proceso, donde la provincia de Valdivia posee 250 kms. en ferrocarriles fiscales y
sólo 40 kms. en particulares.

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En conclusión, la red ferroviaria queda constituida de la siguiente manera:

Fuente: Caracterización del patrimonio ferroviario de la Región de Los Ríos, Consejo nacional de
la cultura y las artes, 2015, p. 15.

La gran pregunta es: ¿Qué relación tiene nuestra escuela con el proceso de modernización
de Chile, entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX? Existe una necesidad por
parte del Estado chileno de instruir a la población y tener personas con cierto nivel
cultural, aptos para desempeñar rubros que posibiliten el desarrollo económico del
país. De este modo, se crean diversas escuelas en el sur de Chile, claramente con poca
cobertura poblacional, pero que irán incrementando paulatinamente en el transcurso
de las décadas. Gracias a estas nuevas vías de comunicación, el Estado chileno busca
conectar nuestro país, dando sentido a través del sistema educativo formal. Dentro de los
aspectos fundamentales de este sistema educativo está la “la expresión de la civilización
y el artífice natural de la construcción de ciudadanía…” (Orellana, 2009, pág. 23).

Cabe destacar que se fundara una escuela femenina en Paillaco, no es algo fortuito, sino
que “hay consenso en que en Latinoamérica y en Chile, los nuevos Estados nacionales
necesitaban legitimarse, desarrollar identidad nacional y construir ciudadanía, procesos
político-culturales que tenían a la escolarización como principal instrumento. Para
tener un sistema escolar eficaz, debían hacer por sí mismos el esfuerzo de configurarlo.
En ese esfuerzo, el naciente sistema de enseñanza en Chile, reprodujo muchos de los

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rasgos del Estado liberal que los promovía...” (Núñez, 2003). Uno de estos rasgos del
Estado liberal, se constituye a partir del desarrollo económico, el fomento de la educación
y la instrucción de los habitantes, para responder a las necesidades desarrollistas del
Estado chileno.

Dentro del sistema educativo, se buscaba impulsar ciertos aspectos de la vida del
ciudadano, como por ejemplo, manuales de higiene y salud, entregados desde 1910 en
las escuelas. También es común la entrega de silabarios, para la enseñanza de la lectura
y la escritura. Además, se inculcan los símbolos patrios, principios y valores para vivir
en ciudadanía, respetando nuestro entorno escolar y familiar, sumado a la celebración de
efemérides patrias como el 18 de septiembre y el Combate Naval de Iquique (el 21 de
mayo). Todo esto, va generando un nuevo sentimiento nacionalista, inculcado desde el
sistema educativo.

La Ley de Educación Primaria Obligatoria, promulgada el 26 de agosto de 1920, va a ser


una coyuntura histórica para Chile y también para la actual comuna de Paillaco, pues dos
años antes se funda la Escuela N°11. Lamentablemente, no hay datos sobre la cantidad
de matriculados el año de su fundación, pero sí se puede inferir que hubo un aumento de
estudiantes en el transcurso de las décadas.

A continuación, se presentan algunas imágenes que ejemplifican el rol civilizador y


patriótico que se fomenta en las escuelas. En éstas, rescatadas del texto Mi Tesoro de la
Dirección General de Educación Primaria, se lee: “Si es chileno es bueno. Ferrocarriles
del Estado”, quedando de manifiesto la influencia de la educación en el fomento del
sentimiento del ‘ser chileno’.

Fuente: María Isabel Orellana, Cultura, ciudadanía y sistema educativo: cuando la escuela adoctrina,
Santiago, Chile, LOM Ediciones, 2009.

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En la siguiente imagen, se muestra el rol que posee la mujer hacia la década de 1940,
sosteniendo la casa ella sola.

Fuente: Exposición Retrospectiva de la Enseñanza (1541 – 1941), en María Isabel Orellana, Cultura,
ciudadanía y sistema educativo: cuando la escuela adoctrina, Santiago, Chile, LOM Ediciones, 2009

Cuadro 3: El siguiente cuadro muestra cómo fue aumentando el porcentaje de habitantes


que sabe leer. Esto coincide con la fundación de la Escuela N°11, en el año 1918.

Cuadro 4: En el siguiente gráfico, se muestra de forma comparativa por provincias y por


sexo, la cantidad de matriculados en el sistema educativo formal. La provincia de Valdivia,
en el año 1922 tiene 55,9% de población en edad escolar matriculada. Cifra bastante positiva,

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si consideramos que la conectividad por medio del ferrocarril es algo relativamente
nuevo para la fecha.

Fuente: Arturo Mancilla, Antecedentes para una historia de la educación primaria en Chile. Siglos XIX
y comienzos del XX, tesis para optar al grado de Magister en Historia, Universidad de Chile, 2005, p.
85

Para concluir, a través de las diversas fuentes recopiladas, nos podemos dar cuenta que
la fundación de la Escuela N°11 no es un hecho aislado en la extensa historia de nuestro
país, sino que es un proyecto que nace con la finalidad de instruir a los ciudadanos,
dándoles herramientas como la posibilidad de aprender a leer y escribir; inculcar el
sentimiento de ‘ser chileno’, fomentados por el reconocimiento a nuestros símbolos
patrios; instrucción sobre algunos oficios domésticos para las mujeres y agrícolas para el
desarrollo económico del país; entre otros aspectos que trascienden hasta nuestros días.

La historia de nuestra escuela, está marcada por la influencia del contexto nacional, es
por ello que, cada persona que pasó por este establecimiento educativo, se constituye
como un aporte para la construcción de nuestro sistema educativo del país.

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2. Nuestra escuela

La Escuela Proyecto de Futuro, fue fundada en 1918, siendo uno de los primeros
establecimientos educacionales de la comuna de Paillaco. Desde 1918 a 1940 no existen
registros de su labor educativa, los archivos de aquel período se perdieron en algún
lugar o edificio donde funcionó. Sabemos que, en 1940 funcionó bajo la dirección de
Eudomilia Castro del Río, ejerciendo también como docentes Teresa Paredes Cárdenas y
Tegualda Moreno Alegría, entre otras. Así, comienza a escribirse la historia.

La directora recibió el edificio construido por la Sociedad Constructora de


Establecimientos Educacionales. En sus comienzos se llamaba Escuela Nº 11 de Niñas
(atendía exclusivamente a niñas). Desde 1943 nuestra escuela funcionó en el edificio
ubicado en la calle Barros Arana y éste fue ampliado en 1960. En 1962 asume como
directora subrogante Tegualda Moreno, quien ejerce el cargo con un grupo de docentes
en aumento. En 1970 el cargo de director sale a concurso público y es adjudicado a don
Juan Epuyao Moraga.

En 1971 la población aumenta debido a la reforma agraria y la matrícula crece año tras
año, también la dotación docente. En 1975 se crea el primer Kínder, a cargo de Verónica
Yunger. Durante 1979 se clasifican las escuelas del país de acuerdo al número de
matrícula y la Escuela de Niñas N° 11 pasa a llamarse Escuela D-287, con una matrícula
de 1000 alumnos. Este mismo año se crea el segundo Kínder.

En mayo de 1981, la administración de la escuela pasa a la ilustre Municipalidad de


Paillaco, tras el proceso de municipalización de la Educación en todo el país, iniciándose
una nueva etapa. En 1984 se crea el cargo de jefe de Unidad Técnico Pedagógica
(UTP), nombrándose a Marta Hermosilla Anabalón a la cabeza de dicha unidad. En
este período, la escuela participa en el ‘Programa de las 900 escuelas’, incrementando
considerablemente el material didáctico para trabajo en el aula y se gana un proyecto
destinado a mejorar la expresión oral y escrita, aportando importante cantidad de material
audiovisual y tecnológico para las clases.

A comienzos de la década de los ’90, por concurso interno, pasó a llamarse Escuela
Proyecto de Futuro y, entre 1996 y 2001, fue reconocida por el Sistema Nacional de
Evaluación de Desempeño (SNED) como ‘Destacada’, obteniendo por seis años el
premio de Excelencia Académica.

En el año 1998 se postula al proyecto de ‘Enlaces y Comunidad’ y de ‘Bibliotecas CRA’,


los cuales fueron ganados y pasaron a formar un valioso aporte para la consecución de
mejores resultados en los aprendizajes de todos los estudiantes.
En el año 2008 la escuela se traslada a Mac Iver 651, donde se encuentra en la actualidad.
Con este cambio de local, puede ingresar al proyecto de la Jornada Escolar Completa
(JEC).

Además, conforme a lo establecido en la ley 20.248 (art. 9°) de Subvención Escolar


Preferencial (SEP), la Escuela Proyecto de Futuro ha recibido por cuarta vez consecutiva la
denominación de ‘Autónoma’ en su ordenación anual; según el Ministerio de Educación,
como producto de los resultados educativos obtenidos por el establecimiento, lo que
confirma los positivos frutos de su trabajo y el compromiso adquirido con la educación
de los niños y niñas de nuestra comuna.

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CAPÍTULO I
¿Cómo era la escuela de niñas?

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Acto de despedida 6° Años (1967).
Al centro, la profesora María Inés Montecinos Llanquel.

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Cuando llegamos a Primero básico
Éramos todos extraños,
Ahora que estamos en Tercero básico
Somos como hermanos.

Al tocar la campana, salimos a jugar


con nuestros compañeros y amigos
para luego volver a estudiar.

Pasamos tantas horas en nuestra escuela


Que se convierte en nuestro hogar
Entregándonos conocimientos
Como nadie nos puede dar.

Mi Escuela PDF,
Matilde Buenotripay Parra.

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“Yo viví frente a la escuela cuando estaba en la plaza y era la Escuela de Niñas. En el
fondo, la historia mía en la escuela está relacionada a toda mi vida. En la escuela me inicio
en 1950 como estudiante. En ese tiempo, la escuela era hasta 6° año de preparatoria,
como se llamaba en ese tiempo. Como todo niño, era muy inquieta. Nosotras usábamos
delantal blanco y como muchos niños veníamos a patita pelada, sobre todo en invierno,
porque llovía mucho y no queríamos echar a perder el único zapatito que teníamos. Era
una realidad muy diferente. Esta escuela era muy chiquitita, tenía seis salas. No teníamos
Kínder y en una sala había una cocina. Mi mamá le decía a la profesora ‘corríjala’, si
yo me portaba mal, y la profesora lo hacía con una varillita que nosotros mismos le
regalábamos.

Con la señora Tegualda Moreno, en 5° y 6° básico, cuando no nos aprendíamos las


tablas ella nos dejaba encerradas, se iba a su casa a tomar once y, en ese lapsus, nosotras
quedábamos solas. Era puro desorden y una de las diabluras que hacíamos es que íbamos
a la cocina y sacábamos harina tostada, le echábamos azúcar y nos comíamos esa harina.
Esas fueron diabluras de aquellas épocas…”

Juana Cea Gómez,


ex estudiante y ex profesora (74 años).

“Don Juan Epuyao estuvo como director hasta el año 2006. Como director venía desde
La Unión y de ahí lo trasladaron a Paillaco. En sus inicios, era la Escuela de Niñas y,
posteriormente, la Escuela Proyecto de Futuro. Siempre se estaba para todos los eventos,
colaborando, ayudando. Había una relación cercana con la comunidad, no sólo por el
quehacer educativo, sino también en el quehacer social y de apoyo en el desarrollo de
Paillaco…”

Guido Filún Flandes,


ex director período 2010-2016 (68 años).

“Dentro de la importancia de la escuela para Paillaco hay que considerar que es una de
las más antiguas de la comuna, además era una escuela de mujeres. Siempre ha sido
reconocida a nivel regional. Tú llegas a esta escuela y es imposible no comprometerse…”

Estrella González Ríos,


ex estudiante y profesora (42 años).

“En ese galpón, cuando era la Escuela de Niñas, se hacía un gimnasio dentro de la
misma sala. El polvo era terrible. Yo ahora veo a los profesores trabajar y digo: ‘Ustedes
nacieron parados’…”

María Inés Montecinos Llanquel,


ex profesora (76 años).

“En la Escuela N°11 éramos una familia. Ahí aprendimos a cocinar, a tejer, a copuchar.
Mis tres hijos estudiaron en esta escuela y dos de ellas son profesoras y toda mi familia,
las hermanas de mi mamá, son profesoras. Trabajé 44 años en la escuela, igual que mi
madre. Me jubilé el año 2009. Cuando llegué a trabajar a la escuela empecé con 4° año

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después trabajé de 7° a 8° y después de 5° a 6°. Hacía Lenguaje y era profesora jefa.
Hacíamos lindos paseos a fin de año. Cuando estaba mejor la cosa en los colegios se
hacían mínimo dos corderos para comer, ahora puro pollo. Éramos seis cursos no más
los que había en la escuela, cuando llegué a estudiar. Entrábamos a las nueve y salíamos
a las doce, en el horario de mañana, entrabamos a las dos y salíamos a las cuatro, en el
horario de tarde…”

María Cristina Sáez Paredes,


ex estudiante y ex profesora (73 años).

“Tengo muy lindos recuerdos de la Escuela de Mujeres, ahí estuve hasta 6° año. Yo venía
del campo hacia Paillaco. Era como una huasita, media callada, muy reservada y tímida.
Acá aprendí muchas cosas, principalmente de Historia. Me gustaba mucho, igual que
dibujar. Mi profesora se llamaba Rosalía Ojeda, muy buena profesora. Muy amorosa, me
enseñó muchos hábitos. El ambiente en la escuela era muy ordenado, no había peleas.

Lo lindo es que este trabajo de educar que tomó la escuela, y que empezó hace 100
años, es un trabajo hermoso, porque antes no teníamos esto, teníamos hasta vergüenza
de hablar. Gracias a los profesores, nos pudimos desenvolver. Los estudios, como la
universidad, era para los ricos. Ahora es para todos…”

Alicia Espinoza Vega,


ex estudiante (80 años).

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CAPÍTULO II
Recreos y tiempo libre

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Conjunto folclórico de la escuela, en la
Plaza de Paillaco (1976).

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Escuela Proyecto de Futuro
En tus salas estudiamos
Y con tu recuerdo
Por siempre nos quedamos.

Querida escuela
En tu patio jugamos
Y en tus aulas nos educamos.

¡Qué hermosa es mi escuela!


Que me deja una enseñanza
Gracias a las maestras
Tengo vida y esperanza.

Mi escuela,
Daira Vidal Troncoso.

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“Para mi primer día de clases en la escuela, me llevó mi mamá y yo lloraba, pero ella
me decía que no me iba a pasar nada. Recuerdo mucho los recreos, cuando jugaba con
mis compañeros. Los cursos eran más numerosos que ahora. Mi asignatura favorita era
Educación Física, era muy buena atleta y representaba a mi escuela…”

Sonia Legal Toro,


ex estudiante y profesora (50 años).

“Nos decían ‘no salgan al patio, porque no está pavimentado’ y nosotras las desobedientes
igual salíamos. Chapoteábamos en el agua y me acuerdo que en muchas ocasiones me
devolvieron a mi casa con mi delantal blanco todo lleno de barro. La profesora me retaba
con la varilla y después mi mamá seguía en la casa…”

Juana Cea Gómez,


ex estudiante y ex profesora (74 años).

“Una vez hicimos un desorden en la sala. Como juego, hicimos un casamiento. Nosotras
nos pintamos las uñas y me acuerdo que después nos sacaron la pintura con hoja de
afeitar. Nos pintamos porque nosotras éramos las invitadas a la fiesta. Teníamos como
nueve años. Algunas vestidas de hombre, de cura. Había un gran desorden y nos dieron
un varillazo a cada una.

Otra vez venía descalza atravesando mi casa. Yo vivía en Vicuña Mackenna, al ladito de
la plaza. Iba corriendo y había una cuncuna colorada tan grande y, de casualidad, la piso.
La cuncuna me llenó el pie de espinas, se me hinchó el pie y se me hizo tremenda roncha.
Mi mamá me tuvo que castigar, porque de juego íbamos descalzos a la escuela…”

Alicia Espinoza Vega,


ex estudiante (80 años).

“Nací prácticamente en la Escuela N°11, porque mi mamá trabajó durante 44 años y ella
me llevaba. Los patios y los juegos los viví en la escuela, que era como mi casa. Después,
estudié en la Escuela Normal de Angol y luego me vine a trabajar a la escuela que se
llamaba D-287 y que hoy es la Escuela Proyecto de Futuro.

Cuando chica me gustaba mucho Castellano, Lenguaje como le dicen hoy. En esa época
éramos tan inocentonas que ni siquiera copiábamos. Los castigos eran severos cuando no
cumplíamos con nuestros deberes: un tirón de oreja, un tirón de pelo, con la regla. Éramos
muy sanas, no pensábamos en el pololeo, no conocíamos la televisión. Los romances
eran intercambiarse papeles de una escuela a otra. Me acuerdo que una compañera de
curso, me dijo que su hermano estaba enamorado de mí y que él había escrito mi nombre
en esas casetas que eran baño. Yo me sentí tan orgullosa…”

María Cristina Sáez Paredes,


ex estudiante y ex profesora (73 años).

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“Tengo recuerdos excelentes de mi escuela. Me acuerdo de un muchachito que se creía
el más valiente del curso. Tenía como siete años y a fin de año, cuando ponen la vacuna,
se arrancó. Dio vuelta la manzana y tuvimos que atraparlo.

Para un concurso de disfraces, que organizó la escuela y se hizo en el gimnasio municipal,


yo saqué el primer lugar. Me disfracé de payasito y obviamente hice mis payasadas…”

Isaías Torres Sotomayor,


ex estudiante (41 años).

“¿Cómo eran los remediales?, ¿golpes? Sí, antes eso ocurría frecuentemente. Yo antes
creía que debíamos respetarnos, pero con la visión de antes, como 40 o 50 años atrás, la
disciplina era muy distinta. Es real que en la escuela le pegaban a uno. Cuando volvías a
la casa te volvían a dar la misma, porque los padres no querían que los niños se portaran
mal. Cuando le decían que su hijo se portó mal en la casa, le sacaban la mugre. Si
trasladamos esta realidad a 40 años atrás, el grado de violencia que hay ahora…no estaba
dada la violencia que hay en día, no estaba porque la disciplina era más rigurosa…”

Guido Filún Flandes,


ex director período 2010-2016 (68 años).

“Yo no soy un ogro, yo lo único que hacía es que les tiraba las patillas. Pero a nadie le tiré
las patillas de puro gusto, siempre fue por un sermón: ‘te voy a tirar las patillas por esto,
por esto y por esto. Ahora, si no quieres que te tire las patillas, llamo a tu apoderado’. Y
nunca querían que llamáramos al apoderado…”

Juan Epuyao Moraga,


ex director período 1970-2006 (82 años).

“Recuerdo que cuando tenía diez años, más o menos, en una mañana que debe haber
sido de invierno -porque nos levantamos aún de noche- mis amigos del pasaje donde
yo vivía, iban de casa en casa pasándose a buscar para irnos juntos a nuestra Escuela
D-287. En aquel entonces, no existía el furgón escolar ni tampoco era habitual que los
papás nos fuesen a dejar al colegio. En fin, eran otros tiempos y para nadie era extraño
que los niños caminaran solos por las calles de madrugada, en dirección a su escuela. No
era lejos, no atravesaba campos ni cercos, como otros compañeros a los que recuerdo,
que hasta ordeñaban las vacas antes de ir a la escuela. Pero ese día de mañana oscura,
fue particular, porque me desperté muy apurada. Mi hermana mayor ya había insistido en
que me levantara, por lo menos dos veces, y cuando escuché que se acercaban las voces
alegres de mis amigos, que ya pronto pasaban por mi puerta, de un salto bajé de la cama
y me puse mi jumper y mis zapatos, una lavada poca de cara y ya estaba alcanzando al
grupo con los que recorríamos el trayecto de cinco cuadras, que separaban mi casa de
la Escuela. Y allá estaba sentada la tía Paty contenta, alegre como siempre, abriendo
su libro de clases y pasando lista. En ese instante, miré hacia abajo y se me paró el

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corazón, no lo podía creer: puse juntos mis dos pies y supe por primera vez lo que era
sentir vergüenza, ¡me había puesto un zapato café y uno negro, los mocasines Pluma, me
habían traicionado!

En el desorden de mi dormitorio y el apuro de la mañana, sólo metí mis pies rápidamente


en esos zapatos tan parecidos en forma, pero tan evidentemente diferentes en color.
Ahora entendía las risas de mis amigos camino a la escuela, pero ya era tarde, ya estaba
sentada lista para ser descubierta por algún amigo burlón. Y así fue. Entre el mar de
risas de mis compañeros, me apuntaban con el dedo y se contorsionaban de tanta gracia
que les provocaba mi desgracia. Me puse a llorar y la tía Paty me abrazó, me contuvo
entre sonrisas y me acompañó a Dirección, donde estaba don Guido y don Juan, quienes
también trataron de contener un poco la risa de mi bochorno y con una palmadita en la
espalda, me dieron permiso para ir a cambiarme, no sin antes decirme cariñosamente:
‘¡Ay, pajarita distraída!’...”

Paola Molina Bustos,


ex estudiante (38 años).

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CAPÍTULO III
Solidaridad

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Plantación de árboles en la escuela (entre 1975 y 1980). Dirige la
actividad el director Juan Epuyao, el primero de izq. a der.

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Por la mañana me levanto
Con alegría caminando
Para llegar a mi escuelita
Y mi conocimiento ir cultivando.

Mi escuela es linda
Y entretenida,
Como todos los días.

Mi escuela es entretenida
Entregando sabiduría
Y también alegría.

Mi Escuela PDF,
Florencia Araneda Naegel.

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“Año tras año la Escuela N°287 recibió alumnos que fueron descubriendo distintas
capacidades dormidas, sin incentivos que le ayudaran a reconocer habilidades,
capacidades y actitudes positivas para autorrealizarse hacia un futuro mejor. He aquí
un ejemplo que enorgullece a nuestra carrera docente, atendiendo a los requerimientos
que necesita un alumno falto de autoestima, valoración y autorrealización. Admirable es
el caso del ex alumno Francisco Pozas, que con sus reiterativas repitencias llegó a un
7° año, que junto a su profesora jefa, la señora Edith Cuevas, le apoyaron acogiéndole
como alumno sobresaliente, a pesar de ser repitente. Fue valorado como persona útil a
los demás compañeros, adquiriendo una gran personalidad como presidente de curso y
un muy buen líder: fue querido y respetado como tal. Llegó al Liceo Rodulfo Amando
Phillipi con buenas notas a continuar sus estudios donde fuera su profesor jefe el señor
Israel. Pancho, como le llama su abuela Edita, obtiene su licenciatura con especialidad
en Electricidad, trabajando posteriormente en Socoepa. Estando ya casado se retira para
formar su propio taller particular de trabajo junto a su hijo, adquiriendo sus propias
herramientas, medio de transporte, sustentando económicamente a su propia familia.
Este año 2018 va en ayuda a solventar con los gastos económicos que presentó su
profesor Israel, el cual se aqueja por una enfermedad. Colocando en práctica su espíritu
solidario, formó una comisión con amigos para llevarle leña a su hogar y organizó una
nueva comisión para colaborar en el desarrollo del Bingo Solidario de la comunidad,
para ayudar en los gastos al profesor Israel.
Digno de destacar a este varón, padre de familia y admirador de quienes le formaron
como un trabajador útil a la sociedad, destacado por su profesionalismo, su espíritu
cooperador, su solidaridad y su gran corazón noble, que pudo crecer gracias a esa
formación recibida en la Escuela Proyecto de Futuro, ex 287.

Otros recuerdos que tengo: es que las clases empezaban en marzo y yo me casé en febrero
y todos me querían ayudar para que me casara en la escuela. También nos reunimos en
grupo para juntar cuotas y salir a conocer la región, gracias a don Jaime Olivares que
tenía furgones escolares en Valdivia. Nosotros le pagábamos la bencina y paseábamos…”

Edith Cuevas Monje,


ex profesora (70 años).

“Mi sueño era ser profesor, pero a veces las condiciones económicas no favorecen. A
pesar de eso, tuve la posibilidad de enseñarle a dos niños a leer y escribir. Yo era sordo,
pero algo escuchaba. Y mi profesora de básica María Inés Montecinos le dijo a mi mamá:
‘Yo le voy a enseñar a hablar más que un loro, a que se desarrolle bien’. Y gracias a todo
ese esfuerzo soy lo que soy ahora. Tuve varias instancias de participar en concursos de
poesía a nivel nacional. Participé igual en radio. Ahí descubrí que todo el esfuerzo de la
profesora valió la pena…”

Isaías Torres Sotomayor,


ex estudiante (41 años).

“Llegué a la comuna de Paillaco en el año 1973 y me fui a trabajar al campo, a una escuela
rural a 25 kms. de Paillaco urbano, camino a Futrono antiguo, cerca de Santa Filomena.
Ese sector se llamaba La Serena. Ahí construimos la escuela, porque no había, ya que

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llegamos a trabajar en la casa patronal de un fundo. Allí estuve hasta el año 1977 y el
año 1978 comencé en lo que hoy es la escuela Proyecto de Futuro, cuando estaba en la
esquina de la plaza. Estuve trabajando como profesor de Educación Física en principio
y, posteriormente, como profesor de Lenguaje en los Séptimos y Octavos años. El año
1983 asumí la subdirección del colegio. El año 2010, cuando llegamos a este edificio,
don Mario Gómez, que en ese momento era director de la escuela asumió la dirección del
DAEM. Ahí me quedé como director de la escuela.

Cuando llegué a la escuela el año 1978, el país estaba pasando por una crisis económica
significativa. Por el Golpe Militar y la situación política que se veía en el país, se vivió
un período de mucha escasez, donde la gente, las familias, tenían muy poco en sus
despensas. Por lo tanto, la Escuela vivió un período de mucha ayuda para los estudiantes.
Lo que más recuerdo en el tiempo en que llegué a la escuela, es que la junta de ayuda si
bien existía, la cantidad de alumnos que atendía sería el 10% de lo que hoy atiende. El
resto lo hacían los apoderados de esta escuela, han desplegado una gran labor de realizar
beneficios para la adquisición de alimentos y en las actividades de aniversario de la
comuna. Todo el año se entregaba alimentación a una cantidad importante de alumnos,
con recursos que eran procedente de los padres y apoderados.

En el sentido social, la escuela levantó un compromiso con la comunidad, con los


alumnos y con los apoderados. Fue muy fuerte eso, fue distintivo. Había un comedor
pequeño para cuarenta alumnos y los apoderados construyeron otra parte más grande,
extendieron el comedor, pero con recursos propios. El patio antes no tenía cemento y era
de tierra, pero los padres trabajaron para pavimentar los patios de la escuela. La escuela
teniendo tantos alumnos no contaba con una biblioteca escolar y también se construyó
gracias a los padres.

Una de las cosas que más impactaba al llegar a la escuela, era el trabajo de los padres
y apoderados, eso era muy notorio. La solidaridad y el sentido de pertenencia. De los
años que yo estuve, de los 70’ y los años 80’, al principio del año se organizaba una rifa
que fue característica por 20 años o un poco más. En esa rifa podíamos reunir entre 5 o
7 millones de pesos y, con eso, se compraban: todas las hojas para el mimeógrafo de la
escuela o los equipos de multicopiados para todo el año, todos los plumones, las tintas
para la escuela y muchas cosas. La escuela se auto financiaba con esos recursos. Siempre
estuvo a la vanguardia en el trabajo y el compromiso del quehacer y eso todo el mundo
lo apoyaba. Decían: ‘Hay que trabajar, porque la escuela tiene que tener sus cosas’.

Recuerdo a niños destacados que fueron excelentes alumnos, con excelente rendimiento.
También hay excelentes personas, gente trabajadora, distinguida, con valores personales
muy correctos. Esos valores son muy importantes, porque tampoco podemos dejar de
mirar a los que no entraron a la universidad, porque también hay gente común que
no tuvo los apoyos necesarios. A lo mejor, porque no tuvo los medios, pero que son
excelentes personas: papás de familia o mamás de familia, hay una cantidad importante
de profesionales que trabajan en la escuela, que ayer fueron alumnos de la escuela…”

Guido Filún Flandes,


ex director período 2010-2016 (68 años).

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“Cuando se me quemó la casa, fueron alumnos y colegas a verme. Alumnos de pocos
recursos, como saben que soy loca por las plantas, me llevaron plantitas. Eso me
emocionó mucho, fue un gesto muy noble…”

Estrella González Ríos,


ex estudiante y profesora (42 años).

“Me interesé por la Educación Diferencial porque yo decía: ‘Tiene que haber un método
para aprender’. Me preocupaban los chicos. Antes les decían que eran flojos. Entonces
me dije ‘tiene que haber algo, cómo no van a poder atender estos chicos’. Igual les
enseñé a leer a todos. Un día, una de las chicas con parálisis aprendió a andar. El doctor
dijo: ‘¡Sácale las muletas, esa es tu misión!’. Ahí yo no dejaba entrar a la mamá a la
sala, porque le daba susto que se cayera. Hasta que aprendió a caminar y llorábamos de
felicidad. Un día llegó una chica muy grande y muy linda, que me dijo: ‘Soy la Alejandra,
usted me enseñó a andar’. La mamá estaba al lado y me abrazaba. Estaba muy bien…”

María Inés Montecinos Llanquel,


ex profesora (76 años).

“En el año 2009, cierto día un perrito fue atropellado frente a la entrada de nuestra
Escuela; le prestaron auxilio don Guido Filún, los asistentes Sebastián Riffo y Óscar
Quezada. Fue llevado a la veterinaria en donde fue examinado, vacunado y con
indicaciones médicas. Desde ese momento se llamó: ‘Futuro.’

Futuro dormía en la galería frente a la biblioteca o en el sillón de la Sala de Profesores,


cuando hacía frío. Futuro fue nuestra mascota y nos acompañó alrededor de 4 años,
en el que fue alegría para todos, incluyendo a los estudiantes. Nos acompañaba en los
desfiles y en los horarios de salida y entrada. Él estaba recibiéndonos o despidiéndonos
muy alegremente. Cuando llegaba algún supervisor, Futuro se escondía. En tiempo de
navidad, Futuro dormía en el pesebre. Para alimentarlo lo hacíamos con gentileza de las
manipuladoras.

También era un perro muy enamorado, por lo que a veces se desaparecía unos días.
Finalmente, cierto día, Futuro no volvió más…”

Betty Larenas Sepúlveda,


Profesora (61 años).

“Yo estudié en este colegio, salí el año 1973. El Golpe Militar nos pilló celebrando el
día del Profesor. En ese entonces mi profesora jefa era María Inés Montecinos, que la
recordamos con mucho cariño. Nos protegía mucho. Cuando hacíamos fiestas con los
chicos de la otra escuela y la profesora nos acompañaba.

Después volví a la escuela a trabajar al cargo de secretaria, porque renunció una ex


compañera de curso. Yo antes trabajaba en el Liceo. Don Santiago Santana, el jefe del
DAEM, me dijo que postulara. Me dijo: ‘Tú entrarás y saldrás por la puerta de ese

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colegio, porque eres un gran aporte’. Había siete personas postulando y yo dije: ‘Aquí
no quedo’.

En la comisión estaba don Juan Epuyao, Santiago Santana y Marta Hermosilla. Cuando
me hicieron la entrevista, me preguntaban cómo trabajaría con un profesor, un apoderado,
un alumno en casos problemáticos. Yo les respondí todas las situaciones.

Esta es una escuela unificadora, integradora. Vi estos valores como estudiante y como
funcionaria. Esta escuela me dio todo lo que soy ahora, he dedicado mi vida a la
educación. Agradezco a todo el cuerpo docente, los asistentes, apoderados y estudiantes
que siempre han sido muy respetuosos.

Un recuerdo que tengo, de la gran labor que se cumplía en la escuela, es cuando me


llamaron un día y me pidieron que le lavara la cabecita a un alumno, porque la profesora
que estaba a cargo no podía hacer eso. Ese alumno vivía solo con su abuelita. Y lo hice,
siempre fui resolutiva. Es bueno recordar eso, porque la escuela ayuda de todos modos.
Lamentablemente le corrían los piojitos a ese niño. Eso fue como el año 1993. Después,
yo le pregunté al jefe: ‘¿Por qué yo?’. Y él respondió: ‘Yo te veo súper integradora, sé
que tu no vas a dejar solo a alguien’.”

Marta Delgado Mora,


ex estudiante y ex secretaria (59 años).

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CAPÍTULO IV
Niñez y campo

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Nancy Peña Mardones cuando era estudiante de la escuela.
En la imagen, posa en su casa en el campo,
en sector Ropulli, Paillaco rural (1979).

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Podemos tener
Responsabilidad
Orgullo
Y además subir las
Escaleras de la vida.
Cumpliste un Centenario
Transmitiendo
Orden

Democracia
Esperanza

Felicidad
Unidad
Tranquilidad y
Un futuro de
Respeto y
Orgullo, querida Escuela.

Acróstico 1, Cristina Yaeger Véjar.

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“Nací un 13 de junio de 1938. Tengo 80 años y aún trabajo, soy feriante. Trabajo hace
22 años en una de las ferias agrícolas de Paillaco. Tengo el recuerdo de mis padres
mapuches. Me crié en el campo donde había mucha abundancia de todo…”

Alicia Espinoza Vega,


ex estudiante (80 años).

“Algunos niños no alcanzaban a llegar, porque vivían en campos. En ese tiempo no


había movilizaciones como ahora, que de la escuela te van a dejar, sino que había una
micro para pasajeros no más, entonces los chicos llegaban en los buses de pasajeros,
apretujados y se iban en las mismas por la tarde. No había una locomoción escolar que
los trajera directamente. Los que vivían más cerca, pero igual en el campo, se venían a
pie cada día, caminaban un par de kilómetros. Antes caminaban seis, hasta 10 kms. y eso
significaba 20 kms. diarios, ir y volver. Esa era la realidad…”

Guido Filún Flandes,


ex director período 2010-2016 (68 años).

“Siempre he vivido acá en Paillaco, pero antes vivía en el campo. Yo era de los niños que
caminaba ocho kilómetros en la mañana, ocho kilómetros en la tarde, lloviera o no, todos
los días para llegar a la escuela. Antes no había buses ni furgones. La gente que podía
tenía auto solamente. A veces la gente pasaba al lado tuyo y no te llevaba. Quizás por eso
yo hago lo que hago: trabajo en un bus que transporta a trabajadores de una empresa de
caminos. Yo no los puedo pasar a buscar a su casa, pero si los veo los llevo, porque sé lo
que es caminar y caminar y que nadie te ayude…”

Nancy Peña Mardones,


ex estudiante y presidenta del Centro General de Padres, Madres y Apoderados
(45 años).

“Fui criada por mi abuelita. Nos costó mucho, porque en los años ‘80 había mucha
cesantía, mucha pobreza. En esos años, mis tres tíos se tuvieron que ir a Argentina a
trabajar. Yo me crié en el campo a la entrada de Paillaco, donde está la línea del tren, al
lado del puente, camino a Pichirropulli. No había nada de luz por allá. Ya con los años
empezaron a poner luz afuera, en las calles.

Una vez, me faltaban los zapatos y no teníamos para comprar. Mi abuelita no tenía
y no podía trabajar, porque ella tenía sus años, así que optamos porque yo trabajara.
Para la semana del 18 de septiembre me puse a trabajar hasta las primeras semanas de
noviembre. Ahí vi al profesor de música Jaime Valenzuela. Él viajaba a Valdivia porque
vivía allá, me fui por ese sector, me vió y me preguntó qué me pasaba, si es que estaba
enferma. Le respondí que estaba trabajando, porque no tenía zapatos. Me dijo que no
podía dejar de estudiar: ‘Estás en 8°año, tienes que licenciarte, no eres una mala alumna,
así que yo voy a hablar con los profesores para que te den trabajos y te evalúen para que
te pongas al día’.

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Al final, me llamó donde yo trabajaba y me dijo que volviera porque los profesores
me iban a dar las facilidades para dar las pruebas. Era mucha la materia que tenía que
repasar, porque estaba atrasada por estar más de un mes afuera. Yo era responsable, no
me gustaba faltar a la escuela…”

Juana Neira Alarcón,


ex estudiante, apoderada y asistente de la educación (45 años).

“Mis alumnos tenían que caminar 17 kms., muchas veces, casi dos horas caminando.
Llegaban mojados, tenía que secarles la ropa o les llevaba la ropa de mis hijos. Cuando
se enfermaba uno, se enfermaban todos. Cuando llegó la Aspirina para niños, que es
dulce, se la di a una niña. Se corrió la voz y se hacían los enfermos para probar la pastilla
que era rica, según ellos.

Cuando salgo a la calle siempre me encuentro con ex alumnos, algunos taxistas me


dicen: ‘Tía Chela, ¿va para su casa?’. Les digo: ‘No me dejan ni dar una vuelta por la
plaza’. Les digo ‘hijos’, porque entre tanto alumno, ya no me acuerdo de los nombres.
Hay médicos, carabineros, abogados, algunos que trabajan en la municipalidad y yo les
digo siempre: ‘Tienen que hacer su trabajo bien’…”

Graciela Carrillo Ruiz,


ex estudiante y ex profesora (82 años).

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CAPÍTULO V
Profesores

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Profesor Jaime Olivares Díaz con su curso.
Se estima que la imagen fue captada entre 1975 y 1980.

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Protectora
Reparadora y responsable
Orgullosa
Y en esta escuela hay
Enseñanza
Cultura
También hay
Orgullo

De ser
Educado

Feliz de la
Unidad con
Todos y todas con otra
Unidad nueva
Respetuosa y
Organizadora.

Acróstico 2, Pricila Lejeune Bustos.

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“Tengo muy lindos recuerdos de los profesores. A veces, viajaba a Argentina a ver a
mis tíos y como los profesores Jaime Olivares y Jaime Valenzuela eran muy buenos
para fumar, les traía cigarros de regalo. A las profesoras, como la Berta Yáñez y Silvia
Villanueva, les traía chocolates Turista, de Bariloche…”

Juana Neira Alarcón,


ex estudiante, apoderada y asistente de la educación (45 años).

“Yo quería ser profesora. Hay cosas que son vocacionales y creo que la tuve. Aquí trabajé
casi 40 años. Toda la vida en la Proyecto. En esta escuela pasé muchas cosas. Llegaba
muy temprano a la escuela y era la última en irme. Cuando un niño no aprendía a leer,
yo le enseñaba hasta el último, aunque fuera a mi casa en vacaciones a estudiar, porque
mi objetivo era que ese niño no quedara repitiendo y aprendiera en todo momento. De
chiquitita decía que quería ser profesora y, como era la mayor de mis hermanos, yo les
enseñaba a ellos. También por mi mamá, que hacía talleres de manualidades. Y pienso
que esas cosas se van heredando. Me gustó ser profesora y fui feliz. De todo, hacer clases
era mi mundo. Cada niño que le costaba era mi desafío.

Me acuerdo que había un niñito que no lograba su aprendizaje y era inquieto y distraía
demasiado a los otros. Yo me venía a la biblioteca con él y le costaba. Yo dije: ‘este
chiquito tiene que aprender. Con guitarra, con puras letras y canciones le enseñé a leer
y después ya cuando lo logró no hizo más desorden, porque se sentía feliz. Otro chico
que no sabía leer y lo pasaban de curso por edad, porque era más grande que el resto
y era bastante adulto, un día no quiso venir más a clases y yo lo convencí de que era
importante que aprendiera a leer, para escribir y leer cartas de las niñas que le gustaban.
Así pasó el tiempo y un día grita: ‘¡aprendí a leer!’. Llegó hasta la Dirección su grito.
Don Juan Epuyao me pregunta: ‘¿Qué pasó?’ y yo le dije que el niño había gritado de
alegría. Los niños aplaudían.

Muchos ex alumnos te escriben, te pasan a ver a la casa. Una vez, vino uno de Punta
Arenas. Eran las cinco o seis de la mañana. Tocó mi puerta y dijo que quería ver a su
profesora. Otra vez, yo estaba en Neuquén (Argentina) y una niña muy bonita me dice:
‘Tía Juanita, tía Juanita, ¡hola, que alegría!’. Era una ex alumna. Yo le había hecho clases
y ahora era dueña de una boutique en Argentina. Me agradeció que yo le haya enseñado
a bailar cueca, porque ahora va las fondas organizadas por los chilenos allá en Argentina,
participa siempre y ha ganado en varias oportunidades. Otras veces, he ido al banco y me
dan el asiento, porque me reconocen por ser su profesora…”

Juana Cea Gómez,


ex estudiante y ex profesora (74 años).

“Me encantó ser profesora. De hecho, después de que me jubilé, seguí trabajando. Hice
clases en un Programa de Integración Escolar en Los Lagos, Río Bueno y acá en Paillaco,
en otra escuela. Dejé de trabajar porque me dio una enfermedad.

Creo que te marca mucho el profesor que tuviste. A mí me marcó mi profesora de básica,
que era muy completa, traté de imitarla en todo. Ella me enseñó a no quedarme callada,
porque si tú actúas con respeto y buenos argumentos, no hay porqué callar.

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Cuando llegué desde el campo a la Escuela N°11, junto a otras profesoras, no nos
miraron muy bien. Como que la profesora de campo no era bien mirada en el pueblo y
la profesora urbana se creía superior. Años después de trabajar aquí, me dio por estudiar
Educación Diferencial y aplicarla en la escuela.

Un día me fui a pelear con el alcalde, porque no tenía sala en nuestra escuela para
enseñarles a los niños y tenía que ir a la Escuela de Hombres. Una vez, empezó a llover
mucho y se nos calló el cañón de la sala y yo con todos mis cabritos juntitos, muertos
de frío. Ahí me dije: ‘Qué tengo que estar leseando aquí, si hay tanta plata y yo aquí en
esta ruina’. Y le dije a los niños: ‘Se van, salgan’. Fui donde el alcalde y le dije: ‘Yo en
este momento me voy, porque no tengo ni un mísero calentador en la sala’. Y él me dijo:
‘Anda a decirle a tu director, si yo no soy tu director’. Era don Juan, que en un comienzo
no le gustó mucho la Educación Diferencial. Pero después sí, le gustó. Le digo: ‘don
Juan, estoy en paro’. ‘¿Tú sola?’ -me pregunta-. ‘Si, yo sola’ -le respondo-. Todo esto
en pleno Régimen Militar. Yo pensé que me iban a llevar presa. Fui nuevamente a una
reunión con el alcalde y le dije: ‘Llevo cinco años trabajando de Educadora Diferencial
en esta comuna, con niños con problemas de aprendizaje. No tengo sala y la sala que me
prestan no tiene fuego. Estamos entumidos con los niños y hoy decidí no trabajar más’.
‘No tenía idea’ –dijo el alcalde– ‘llamaré al DAEM para pedir que compren urgente un
calentador’. La jefa del DAEM me compró un calentador que no calentaba, alumbraba
nomás, eran unas barritas. Me fui a la municipalidad a pelear otra vez. Finalmente me
compraron un calentador grande, creo que don Juan todavía lo tiene. Después de todo
esto, llamaron al jefe de Obras, para buscar un lugar donde me podían hacer una sala,
porque yo dije: ‘¡Si no me hacen la sala, renuncio! Y voy a hacer una carta, la voy a
enviar a todos los diarios contando que soy una profesora de Educación Diferencial que
no tiene sala’. A las 2 de la tarde estaba el constructor de la municipalidad tomando las
medidas en la escuela.

Yo venía a pedir cosas para los niños, porque ellos no pueden pasar frío, ni hambre.
Cuando hicieron la sala, don Juan Epuyao me hizo los bancos, las mesas, todo, y recién
ahí conseguimos 500 mil pesos mensuales para materiales…”

María Inés Montecinos Llanquel,


ex profesora (76 años).

“¿Por qué la escuela es un patrimonio? Históricamente la Escuela Proyecto de Futuro


ha sido uno de los establecimientos más importantes de Paillaco. Antes las escuelas se
diferenciaban por el sexo, la Proyecto se conocía como la Escuela de Niñas, porque iban
sólo mujeres y después se hizo mixta. En el transcurso de este tiempo han pasado varios
hechos importantes, como por ejemplo la cercanía de los profesores con la comunidad.
Tenemos el caso de don Jaime Olivares, un profesor que todo Paillaco conocía y fue muy
sentido su fallecimiento. Él fue mi profesor jefe de 5° a 8° básico. Era una persona muy
querida, porque siempre quería mejorar la educación…”

Gonzalo Villanueva Triviño,


ex estudiante (24 años).

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“Mi profesora favorita fue Nury Silva. De 5° a 8° años me hizo Matemáticas. Era muy
carismática y preocupada para que uno aprendiera. Después fuimos colegas por unos
años y nos vemos constantemente…”

Sonia Legal Toro,


ex estudiante y profesora (50 años).

“De antes, me gustaba la cercanía con los profesores, la capacidad que tenían de ser
profesores y amigos. La mayoría se comportaban como tus papás. Yo era de una familia
que no tuvo muchos recursos y tuve una profesora que fue como una mamá para mí, la
señora María Eugenia Contreras. Cuando me faltaba algo, ella me lo hacía llegar…”

Nancy Peña Mardones,


ex estudiante y presidenta del Centro General de Padres, Madres y Apoderados
(45 años).

“Nadie daba un peso por mí, por mi sordera. A quién yo rescato es a la señora María Inés
Montecinos, profesora de Educación Diferencial, porque ella logró hacer de este carbón
que no valía nada, un diamante en bruto. A pesar de no tener una profesión establecida,
porque ahora me dedico a la construcción esporádicamente, ella logró sacar de mí el
potencial que quería la escuela: ser una persona. Esa profesora yo la recuerdo mucho.

La forma de enseñar de don Jaime Olivares era muy buena, porque podía pasar cinco
veces la misma lección hasta que nosotros aprendiéramos a pronunciar bien. Tenía
paciencia con nosotros, las clases eran más personalizadas. Nos revisaba y decía: ‘esto
está bien, esto está mal, podrías mejorar de esta manera’. Era como un papá, porque
también era estricto…”

Isaías Torres Sotomayor,


ex estudiante (41 años).

“Soy valdiviana y llegué a la escuela el año ‘82. Vine por un tiempo y me gustó. No me
quise ir. Me sentí muy agradada, hice mis colegas y amigas y los niños me conquistaron.
En ese tiempo, me llamó la atención la buena disciplina y la buena acogida y el espíritu
de superación que tenían los niños.

El tío Gabriel, la tía Erica y yo éramos compañeros en la universidad y después nos


encontramos de coincidencia en la escuela. La Estercita Calderón, que falleció, fue una
colega que trabajó como hasta los setenta y tantos años en la escuela. Era totalmente
dedicada a la escuela, era una señorita que te daba gusto, andaba siempre impecable. Uno
le preguntaba ‘¿cómo pasaste tus vacaciones?’. ‘Planificando’ -decía ella-.

Hay que reconocer también el rol de los asistentes de la educación y los psicopedagogos.
Algo que quiero destacar es a mi colega Betty Larenas, nosotras llegamos juntas y es una
gran alegría trabajar con ella. Es una amistad de años.

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Tengo alumnas de las que también fui profesora de sus mamás ¡A veces han llegado
nietas! Es un gusto. Tengo varias ex alumnas con las que hoy trabajamos juntas: Nancy
Ortiz, Mariluz Ruiz, Ingrid Hartmann que cuando era chiquitita le brillaban tanto sus
ojitos, tan lindos.

Antes se hacían más convivencias. Ahora es mucho trabajo y a veces no tenemos el


tiempo ni de conversar entre colegas. Esto cambió, más que nada, con la Jornada Escolar
Completa. Es demasiado agotadora la JEC, para nosotros y para los niños…”

María Teresa Miranda,


Profesora (60 años).

“Hay varias personas que puedo destacar: la señora Nury Silva, la señora María Eugenia,
don Jaime Olivares que fue un profesor extraordinario, Jaime Valenzuela profesor de
Música, pero que tuvo una pasada muy corta por la escuela.

La señora Nury, que vive aquí al lado, llegó y se especializó en Matemática y trabajó
toda su vida en eso, por lo tanto, logró un nivel importantísimo y significativo como
profesora básica de esa asignatura. La señora Cristina Sáez en Lenguaje, la señora María
Contreras trabajó el área de Ciencias por muchos años, la señora Dorila Isla en Educación
Tecnológica, entre otros. La María Inés Montecinos, la profesora de Educación Especial,
fue una luchadora y siempre se perfeccionaba en la Educación Especial, con la finalidad
de ayudarle a los niños que tenían dificultades por diferentes razones…”

Guido Filún Flandes,


ex director período 2010-2016 (68 años).

“No recuerdo el año, pero estábamos en el edificio antiguo, ubicado en calle Barros Arana
y el director era don Juan Epuyao. Por calendario semanal, nos correspondía Consejo de
Profesores, de 18:00 a 20:00 horas, y hubo un corte de luz que afectó el sector donde
se ubicaba la escuela D-287, donde trabajábamos. Don Guido Filún, subdirector, salió
rápidamente a comprar velas. Se escuchaban reclamos: ‘¿Cómo vamos a estar haciendo
consejo con velas?’, ‘los únicos lesos van a estar en consejo, todos los demás estarán
en sus casas tomando once’, ‘corten su leseo’. De repente, en medio de la oscuridad, se
escucha una voz: ‘Vámonos todos, nomás’. Más que rápido, tomamos nuestras cositas
y nos fuimos…”

Marina Vargas Gatica (60 años),


ex estudiante, profesora e Inspectora General.

“Era el principio del año ’90, cuando compartíamos el desayuno que nos acogía y nos
preparaba tan cariñosamente María Inés Montecinos, junto a algunos colegas, como:
Jaime Olivares, Lucho Carrasco, Cristina Sáez, entre otros. Cuando, de repente, tocó la
campana y estaban todos los cursos formados y don Juan se encontraba solo haciendo
el turno, mirando desde la galería (ventanal) y empezó a mirar de lejos a la sala en
que nos encontrábamos. Como las cortinas eran transparentes, se dio cuenta de todo el

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movimiento que teníamos entre colegas. Observamos a la distancia que se acercaba a
nuestra sala y como no queríamos que nos pillara, nos encerramos todos en un pequeño
baño. Todos menos María Inés, que le conversaba para distraerlo, para que no se diera
cuenta de lo que estaba sucediendo. Él empezó a jugar con un llavero que habían dejado
encima de la mesa, preguntando de quién era, sin intención de abandonar la sala de
clases. Insistía en quedarse. Hasta que una de las colegas no aguantó más y salimos. Don
Juan nos retó, nos mandó a hacer clases y a María Inés le dijo muy enojado que cortara
el desayuno en la sala. Pasaron los días, pensando que íbamos a engañar nuevamente a
don Juan…”

Patricia Albornoz Velásquez,


profesora y encargada de Convivencia Escolar (59 años).

“¿Qué hice en el último día de trabajo?: Saqué un poco de cosas que tenía en la escuela,
entregué las llaves y me fui. Y asumió Guido. Yo me había hecho un lavado de cerebro,
me olvidé la parte de Educación, la borré. Terminé mi casa y nos vinimos a vivir aquí. No
he echado de menos nada. Lo único que celebro es que me retiré muy a tiempo, porque
están demasiado complicadas las cosas, el exceso de papeleo para los profesores, entre
otras cosas. Yo soy de la opinión que el profesor que cumple con todo el papeleo, no
alcanza a hacer clases…”

Juan Epuyao Moraga,


ex director período 1970-2006 (82 años).

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CAPÍTULO VI
Actividades artísticas y deportivas

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Arriba: Revista de Gimnasia (1975). Profesoras Nury Silva y María
Inés Montecinos y estudiantes de 3° años básicos.

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Mi Escuela es linda
Y muy divertida,
Al igual unida
¡Qué alegría!

La escuelita de mi vida
Me hace grato día a día
Y en las mañanas me
Voy con alegría.

Estudiaron aquí en mi escuelita


Mamá, tíos y abuelitas
Siento orgullo de mi escuela
Y de quienes enseñan en ella.

Mi Escuela,
Catalina Salgado Pontigo.

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“Recuerdo las ´Revistas de Gimnasia´ 1. Tradicionalmente, la escuela las tenía todos los
años. Cada curso, con el profesor de Educación Física, hacían un cuadro con hombres
y mujeres. Con esto, se me llenó la escuela en matrículas. A los papás les gusta que les
hagan participar a los chicos. En el ’73, por ahí, yo tenía más de mil alumnos.

Para que se conozca, la escuela tiene que salir con cosas para la comunidad…”

Juan Epuyao Moraga,


ex director período 1970-2006 (82 años).

“Fuerte es el tema, por ejemplo, del atletismo escolar. La escuela tiene niños que han
estado en competencias a nivel regional y, algunos que posteriormente fueron al Liceo,
llegaron a los campeonatos nacionales a competir. Esos recuerdos, lamentablemente no
los tenemos registrados en ninguna parte, porque en el ámbito país no se destacaba
mucho el tema artístico ni lo deportivo...”

Guido Filún Flandes


ex director período 2010-2016 (68 años).

“Yo participaba en el Club de Tenis y me invitaron a un evento del club. Como sabía
que no me iban a dejar ir, vine a la escuela, salté la pandereta y fui al torneo de tenis.
Supieron que yo no estaba, le avisaron a mi mamá y a mi hermana y anduvieron como
locos buscándome por todo Paillaco. Y yo, estaba jugando tenis.

Se hacían muchas actividades, sketch. Y de tantas actividades, yo me convertí en


escritor, escribo poesía. Generalmente me hacían participar en concursos de poesía a
nivel comunal y regional. No me iba muy bien, pero representaba a la escuela y eso es lo
importante. Para mi es importante la escuela, porque me enseñaron a ser lo que soy ahora,
más responsable, los valores, aptitudes, la capacidad de soñar con un futuro, la capacidad
de entender, a distinguir entre lo bueno y lo malo, a tener mayor compatibilidad con los
sentimientos. Yo era retraído, no sabía expresarme, era como una pared. La escuela logró
abrir, como una llave, mis sentimientos. Para mí, la escuela cimentó mi futuro...”

Isaías Torres Sotomayor,


ex estudiante (41 años).

1
“La ‘Revista de Gimnasia’ fue el nombre con que se denominó a las actividades públicas y sociales destinadas a las
demostraciones de la actividad física. Estas acciones fueron creadas con el fin de incrementar las fuerzas defensivas
del país mediante el desarrollo de las fuerzas físicas y morales que ofrecía la gimnasia, a partir de los círculos
médicos, higienistas, pedagógicos (…) También fueron realizadas por iniciativas de clubes deportivos…”. Fuente:
Memoria Chilena: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-97435.html
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“Nos disfrazábamos y hacíamos sketch, participábamos mucho. Una vez todos los
profesores, los apoderados y los alumnos hicimos una presentación gimnástica y
presentación folclórica. Bailamos, más o menos, 200 personas. Otra vez, no había
profesor de música y dijeron que teníamos que hacer un acto, porque era el Día del
Carabinero. Llovía y lo hicieron en el gimnasio. Estaba todo listo, los niños arriba de una
tarima y a todos -a ellos y a mí- se nos olvidó la canción. Cantamos una canción nada que
ver: ‘canto de amistad, buena vecindad’…”

Juana Cea Gómez,


ex estudiante y ex profesora (74 años).

“Nuestra escuela era famosa por los números artísticos. A mí me gustaba mucho el
Teatro. Hacía mis obras que eran cómicas, cosas del pueblo. Trabajábamos en equipo,
con bailes, música ambiental y varias cosas iban complementando…”

María Cristina Sáez Paredes,


ex estudiante y ex profesora (73 años).

“En 3° o 4° año hacíamos la ´Revista de Gimnasia´. Esto fue como en la década del ‘40.
Yo era flacuchenta antes y jugábamos a la ronda o al ´pescado´. Nos tomábamos de las
manos y me tiraban encima, como era la más flaca…”

Graciela Carrillo Ruiz,


ex estudiante y ex profesora (82 años).

“La escuela ha ayudado a la comuna en educación, participación, integración, cultura,


en mejorar las relaciones entre padres, hijos y vecinos. Es fundamental esta escuela en la
comuna. Un ejemplo de esto es el Folclore, los niños que después van a la universidad.
Es un gran aporte para Paillaco…”

Ariela Espinoza Montecinos,


apoderada y asistente de la educación (35 años).

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CAPÍTULO VII
Cambios de casa

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Profesores en acto de aniversario de la escuela.
Se estima que la imagen fue captada a principio de los años 2000.

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Mi Escuela
Es divertida
Y entretenida.

Mi escuela
Es muy popular
Y me gusta estudiar.

Mi escuela es bella como una canción


Y la llevo dentro de mi corazón.

Mi escuela,
Nicanor Vásquez Cossio.

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“Cuando yo estudiaba no había ni fotógrafos. Comencé a estudiar el Primer año como
el año 1943, cuando tenía 7 años, en la Escuela N°11. Donde ahora está la casa de los
Cea, frente a la esquina de la plaza. Era una inmensa casa con corredores y dos o tres
salas sumamente viejas. Se estaba construyendo una escuela nueva y a mitad de año nos
pasaron a la escuela nueva. No sabíamos que hacer de alegría cuando nos cambiaron,
porque en la escuela antigua los baños, por ejemplo, estaban por donde está la Segunda
Compañía de Bomberos y eran de esos baños de cajón. Llegamos a la escuela nueva
(actual edificio de la escuela Olegario Morales), revisábamos las salas y lo que más nos
llamó la atención era una piletita que había en el patio, que era para tomar agua. Todos
queríamos tomar agua, nos empipábamos tomando agua…”

Graciela Carrillo Ruiz,


Ex estudiante y ex profesora (82 años).

“Cuando nos cambiamos al edificio actual, a mí no me gustó porque me dieron la


última sala con un Primer año y era muy helada, pero uno se va acostumbrado y fuimos
amononando todo. La cosa es adaptarse…”

María Teresa Miranda Yévenes,


profesora (60 años).

“En el edificio antiguo, no teníamos gimnasio, el comedor era chico, era menos que una
sala, y ahí comían los niños, todos amontonados…”

Mario Gómez Hueitra,


ex director período 2006-2010 (68 años).

“Cuando era niña, recuerdo que hacíamos desorden, pero desorden sano. El patio de
nuestra Escuela N°11 estaba separado con una reja chica con la Escuela de Hombres.
Jugábamos al luche, al lazo, a la ronda. En los tiempos que fui profesora, en los recreos
nos arrancábamos a comprar al comercio, hacíamos matute con nuestros colegas y nuestro
jefe se enojaba. En la escuela éramos como una familia, ahí aprendimos a cocinar, a tejer,
a copuchar, pero cuando nos trasladamos al edificio nuevo, de la calle Mac-Iver (la actual
dirección), como que todo se derrumbó. Las colegas nuevas se apartaban y no era lo
mismo que antes…”

María Cristina Sáez Paredes,


ex estudiante y ex profesora (73 años).

“Llegué el 2008 a trabajar a la escuela a un 3° básico. Empecé haciéndole reemplazo


a mi mamá, que también es profesora. Después el 2010 tomé el 1° básico. Cuando
llegamos al edificio actual fue un caos. Me impactó mucho cuando entré y no teníamos
vidrios, estaban todos los materiales tirados. Esto fue un día jueves o viernes y teníamos
que empezar a trabajar el lunes. Yo decía: ‘¿Cómo vamos a trabajar si no tenemos ni

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vidrios?’. Fue increíble cómo se movieron, cómo trabajaron, porque vine el sábado y
desapareció todo lo que yo había visto. Todavía no sé cómo lo hicieron. Fue como por
arte de magia…”

Estrella González Ríos,


profesora (42 años).

“Una de las razones del cambio de casa de escuela fue por la Jornada Escolar Completa.
Antes teníamos a todos los chiquititos en la tarde y los de 5° a 8° venían en la mañana.
Acá es más moderno, tenemos Sala de Informática, más computadores, la sala para la
Banda, entre otros…”

Óscar Quezada Pardo,


ex apoderado y asistente de la educación (55 años).

“La escuela empezó a cambiar, al llegar más personal cuando nos cambiamos al edificio
actual. Ahora somos seis auxiliares. Hay inspectores, más secretarias. Yo hice las oficinas,
algunas divisiones de las paredes, como las del PIE y de la oficina de Convivencia
Escolar, donde está la tía Paty…”

José Vásquez Vásquez,


asistente de la educación (67 años).

“Cuando estaba en 8° básico inauguramos este nuevo colegio. En esa época, estaba
todo un poco desordenado y había que transportar cosas. Un día, nos quedamos solos
y empezamos a hacer desorden. Cuando viniera el profe, acordamos salir corriendo.
Cuando íbamos corriendo, yo iba mirando el suelo y le di un cabezazo a una ex profesora
y ella se cayó. Chocamos. Pudo haber sido más grave, pero terminó siendo algo cómico...”

Gonzalo Villanueva,
ex estudiante (24 años).

“De todas maneras creo que la escuela es un Patrimonio. Por esta escuela ha pasado un
montón de gente, mucha gente, la escuela se ha cambiado de lugar. Antes estaba cerca
de la plaza y ahora en lo que era el antiguo liceo, pero la escuela sigue guardando las
mismas cosas bonitas que tenía antes, los mismos valores…”

Nancy Peña Mardones,


ex estudiante y presidenta del Centro General de Padres, Madres y Apoderados
(45 años).

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CAPÍTULO VIII
Desarrollo tecnológico e infraestructura

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Primera Sala de Computación de la escuela
(años ‘90)

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Como un estudiante de corazón fuerte y puro
Le doy gracias a la escuela Proyecto de Futuro
Por enseñarnos a nosotros y los que estuvieron
Los valores con los que crecieron.

En mi escuela la mejor hora no es la salida


Porque ella es parte importante de mi vida.
Su educación y dedicación nos inspira
A ser parte de esta familia.

Y qué me dices de nuestros profesores


Quienes siempre luchan porque seamos mejores,
Por lo que queremos dejar constancia
De que ustedes son de gran importancia.

Todas sus disciplinas nos han formado como estudiantes,


Pero existen cosas mucho más relevantes
Respeto, honestidad, solidaridad y responsabilidad
Valores que nos hacen una persona de verdad.

Todos nuestros problemas los aplastamos con la suela


Y damos las gracias a esta maravillosa escuela.
Siempre hay que tratar a las personas con amor y humildad
y que esta escuela cumpla 100 y muchos años más.

Poema Centenario,
Brandon Carrasco Esparza y Mauricio Zuazo Beltrán.

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“La pega mía era pura carpintería. Yo le estaba haciendo la casa a la mamá de la Tía
Chela Carrillo, que era profesora del colegio y ella conversó con don Juan y con don
Guido que conocía una persona que podía servir acá en la escuela. Entre esto, supe que se
iba a Argentina una persona que trabajaba acá y que igual se llamaba José, así que le pedí
a mi señora que preguntara si había una vacante en la escuela, pero le dijeron que no,
que ya tenían cubierto el puesto. Después yo vine a dejar a mis cabritos y me atajan en
la puerta. ¡Era a mí que me tenían considerado! Empecé ganando 11 lucas. Ahí yo hacía
de todo, era como el mentolatum: arreglaba mobiliario, las puertas, las sillas, las chapas.
Seguía haciendo cosas de carpintería. Con don Juan Epuyao, toda la parte de mueblería
de la biblioteca la hicimos entre los dos. Eso después se quemó todo. Cuando el hermano
de Óscar (asistente) era presidente del Centro General de Padres se arreglaron los baños.
Cuánta cosa no se hizo. Todo eso era trabajo para nosotros y teníamos que estar al pie
del cañón…”

José Vásquez Vásquez,


asistente de la educación (67 años).

“Para mí, en la escuela uno adquiere conocimiento. La educación, los valores, uno los
recibe en casa y los transmite acá en la escuela. La forma en que se les enseña ahora
a los niños me gusta: más tecnológica, no sólo escribiendo o dibujando como antes.
Se han hecho importantes adelantos aquí en la escuela, para que los estudiantes sean
profesionales y mejores personas…”

Nancy Peña Mardones,


ex estudiante y presidenta del Centro General de Padres, Madres y Apoderados
(45 años).

“Llegué en 1991 y la primera sala con computadores la hice para hacer Computación.
Eso se hizo en 1992 o 1993. Era la primera escuela en la comuna que tenía sala de
computación, pioneros. Empezamos con un computador en servicio de la UTP. Para
conseguir materiales, se buscaban con el DAEM y el Ministerio y, cuando no se
conseguían con ellos, los autogestionábamos. Este gimnasio no es producto de un
proyecto con el Ministerio de Educación, por ejemplo, esto se impulsó aquí en Paillaco
no más. La estructura la hizo el Soto, de los mayores de la familia, que vive al frente.
Él hizo la estructura metálica. Luego, le pusimos techo al otro año con el Centro de
Padres. Se fue armando por partes. Después, se cerraron las paredes, se empezaron a
hacer bloques de cemento para la pared, para ser rápidos y para el cerco. También ésta
fue la primera escuela que tuvo sillón dental, en el 2010. Los niños que tenían que ir al
dentista y perdían media mañana de escuela, desde esa fecha pudieron ser atendidos aquí
mismo. Para tener un sillón dental hay que tener la autorización sanitaria, no es llegar e
instalar. Hay que lidiar con el Ministerio de Salud para que todo sea legal…”

Mario Gómez Hueitra,


ex director período 2006 – 2010 (68 años).

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“Me hice cargo de la primera Sala de Computación. Cuando llegó Mario Gómez también
lo dejaron a cargo. Vino el profe de francés del liceo, Cantillana, y nos enseñó a usar los
computadores, a usar Word. Uno podía enviar correos, cartas a otros colegios también…”

Gabriel Alarcón Hernández,


profesor (60 años).

“Los computadores que teníamos en el otro colegio eran esos blancos grandes, con
Windows XP o Windows 98. Nos turnábamos una vez al mes para ir a esa sala. Antes,
usábamos la enciclopedia. Ahora Wikipedia y un pantallazo…”

Gonzalo Villanueva Triviño,


ex estudiante (24 años).

“Cuando trabajaba aquí, enseñaba a cerca de 40 niños, sin asistente. Antes no había
tecnología como hoy. Creo que ahora se está perdiendo el contacto humano entre las
personas, antes había mucho más. La tecnología si bien es buena, complica un poco la
vida, hace que perdamos las comunicaciones y el respeto muchas veces…”

Juana Cea Gómez,


ex estudiante y ex profesora (74 años).

“Antiguamente era todo muy tranquilo, los niños eran muy amorosos, se compartía
mucho, se trabaja más duramente. Ahora no, porque tienen todas las tecnologías”.

Alicia Espinoza Vega,


ex estudiante (80 años).

“Tener proyectores y computadores es un gran aporte para mejorar la educación. Al


estar en un mundo rodeado de tecnología, es importante que los alumnos usen los
computadores en su beneficio como estudiantes…”

Cristina Saavedra Martino,


ex estudiante y profesora, (40 años).

“Entre las cosas que se destacan hechas, cuando trabajé con el Centro de Padres, fue la
compra de una fotocopiadora Print Copy -que era la segunda en la región-, la ampliación
del comedor para la comodidad de los niñas y niños, el cierre perimetral de la escuela
y la edificación de la Biblioteca, que en ese momento la escuela no contaba con una.
Fue uno de los grandes logros que ha perdurado hasta estos días. En ese entonces, la
Escuela Proyecto de Futuro funcionaba donde hoy están las oficinas municipales de
Organizaciones Comunitarias. Todo lo que se hizo en ese momento no hubiera sido
posible sin la colaboración de los apoderados y profesores. No quiero dejar pasar la

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oportunidad de reconocer a dos grandes mujeres que me acompañaron en la directiva:
Yanet Hott y Zoila Águila.

Todo el trabajo realizado fue siempre pensando en darle apoyo, seguridad y calidad a
los niños y niñas. Hasta hace poco, siendo presidenta de la Comisión de Educación del
Concejo Municipal, me preocupé por el bienestar, no sólo de los alumnos, sino también
por los docentes, quienes cada día forman personas de bien a través de su enseñanza y
conocimiento...”

Ruth Castillo Prieto,


ex presidenta del Centro General de Padres, Madres y Apoderados y concejal de
Paillaco.

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CAPÍTULO IX
Otras memorias 2

2
Los relatos que se comparten en este capítulo fueron entrevistas o historias compartidas por diferentes personas
de nuestra comunidad educativa, tras un llamado a participar de una recopilación de memorias de Paillaco y nuestra
escuela, que fueron expuestas con una muestra, para conmemorar el Día del Patrimonio Cultural de Chile, en mayo
de 2018.

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Desfile comunal (principio años ’90). De izq a der.:
María Soledad Solís, María Inés Montecinos, Mario Gómez, María Nury
Silva, Marina Vargas, Juan Epuyao, Raquel Gómez, Guido Filún.

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Compañeros unamos nuestras voces
y cantemos con todo el corazón,
un himno a nuestra escuela,
que nos prepara para un futuro mejor.

Proyecto de futuro te llamas,


proyecto de futuro somos todos hoy.
Mañana inmersos en el mundo,
lucharemos por una vida mejor.

Tradiciones sin mancha debemos,


con firmeza y tesón respetar.
Comprendamos que nuestros maestros,
solo luchan por vernos triunfar.

La ciencia y la tecnología
en nuestra escuela van de la mano.
El recuerdo del pizarrón y la tiza,
han quedado en el pasado.

Paillaquinos unidos iremos,


por la senda del saber y la verdad,
nuestras voces llevarán un mensaje,
por el mundo, de amor y de paz.

Propuesta de himno,
escrita por la ex profesora Graciela Carrillo Ruiz en 1997.

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“La Señora Sonia es ex estudiante de la Escuela de Niñas N°11, generación año 1968.
Algunas de sus profesoras que le enseñaron las primeras letras fueron: María Cristina
Sáez, Berta Yáñez, María Inés Montecinos, Nury Silva, Dorila Isla (QEPD), a las cuales
recuerda como maestras con mucha vocación y entrega. Como experiencia, recuerda
que en 3° básico su profesora Tegualda Moreno las llevó a conocer Valdivia. Para ella
y sus compañeras era un sueño. Las llevó a conocer la Isla Teja, en especial el Parque
Saval. Esos recuerdos del viaje, para ella, son como si fuera hoy. Luego pasó el tiempo
y los años, conoció a otras educadoras como: Clarita Figueroa, Olguita Medina, Anita
Venegas. A cada una de ellas las recuerda con esa vocación pura y plena para trabajar
con niños, de los cuales tiene muy lindos recuerdos. Lo más bello para ella eran las
galas de coronación de reinas, donde siempre se preparaban números artísticos y varias
coreografías con los padres de los niños…”

Relato de Sonia Alún Cumián,


rescatado por la apoderada Rosa Zúñiga.

“Esta anécdota me pasó en la escuela, como en 4° o 5° básico. Estábamos en Educación


Física, haciendo la Revista de Gimnasia que tenían que hacer todos los cursos. Nuestra
participación era con el hula-hula. Estábamos practicando y había una parte donde
teníamos que saltar con una cuerda, usando el hula-hula ¡Y ocurrió lo peor!: me tropecé
con el hula-hula. Me llevaron a la Inspectoría, para que me revisaran y tenía el labio
roto. Y ahí comenzó mi paseo: me llevaron al Consultorio, después al Hospital, para que
un dentista viera lo que tenía que hacer. Me pusieron anestesia y me cosieron el labio...

Camila Bañados Riquelme,


estudiante 7°B (2018).

“Esto pasó cuando fue el aniversario N° 99 de la escuela. En cada curso tenía que
haber una candidata y el curso que tuviera más puntos ganaba y de ahí saldría la Reina,
además cada alianza tenía un color. Yo fui candidata con otro compañero de mi curso
y había muchas actividades entretenidas. Después de haber terminado los concursos,
hicieron una ceremonia para ver qué alianza había ganado. Los candidatos y las reinas
del anterior aniversario tenían que bailar un vals. Al final de la ceremonia dijeron los
lugares. ¡Nuestra alianza había ganado! Fue lo mejor que me había pasado en la escuela,
estaba muy emocionada y nunca lo olvidaré”...

Constanza Bañados Riquelme,


estudiante 7°B (2018).

“Cuando era pequeño y estaba en Pre-Kínder, estaba en el baño lavándome los dientes y
me fui a ver TV y apareció una asistente que me asustó. Cerré la puerta y le apreté todos
los dedos. Luego fui al baño rápidamente, cerré la puerta con seguro y me quedé ahí
durante más de 10 Minutos. Estuve en una esquina sin moverme hasta que salí. Después,
llegó la tía y me disculpé por haberle apretado los dedos. Ella me perdonó. Luego, fui a

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ver Caillou junto a mis compañeros y algunos se quedaron jugando al Paint. Esta historia
es 100% real...

Fabián Montecinos Álvarez,


estudiante 7°C (2018).

“Me acuerdo que cuando iba en Primero básico participaba harto en los actos. Tenía
mucha personalidad, era una persona sociable que compartía mucho con mis compañeros.
Me acuerdo de una anécdota: cuando era más pequeña estuve en un acto de Música,
entonces una amiga dirigía, pero se le olvidó todo y yo empecé a dirigir. Al final, salió
todo muy bonito. Puedo decir que me encanta la escuela en la que estoy, tengo muy
bonitos recuerdos de los años que llevo de estudiante en la Escuela Proyecto de Futuro…”

Almendra Ojeda Gómez,


estudiante 7° B (2018).

“Mi mamá cuenta que es casi es una tradición estudiar en la Escuela Proyecto de Futuro:
mi mamá, mi abuelita que se llama María, mi tía Paola y mi tío Chino estudiaron en esta
escuela cuando sus nombres eran otros. Por ejemplo, Escuela de Mujeres cuando estudió
mi abuelita y escuela D-287 después. También estudiaron aquí sus primos, sobrinos y
hoy nosotros, sus hijos. Cuenta que el establecimiento estaba en otra dirección, cerca de
la plaza de Paillaco, y recuerda con mucho orgullo y cariño las impecables actividades.
Como, por ejemplo, las ´Revistas de Gimnasia´ que se presentaban frente a la comunidad.

Sus anécdotas nos hacen reír mucho cuando imaginamos cómo era de niña: una vez en el
recreo, jugando al trencito humano, todos se soltaron y fue a caer donde estaban cortando
la leña y terminó con un inmenso moretón en la pera, o cuando fue a almorzar garbanzos
y dice que la comida venia enlatada y la señora Marta la obligaba a comer y no se podía ir
hasta que terminara, pero como no le gustaba, comenzó a jugar con la comida hasta que
se le enfrió y la tía le rogaba que se la comiera, porque ella se quería ir. Después llegó la
tía Carmencita Coronado y le dijo que la deje ir, porque no le gustaba la comida.

Ella dice que eran más ordenados. Cuando le tocaba de semanera, enceraban, le lavaban
el mantel de la mesa a la tía y le colocaban flores. También en los actos izaban la bandera,
no gritaban y tomaban distancia para evitar el desorden. Recuerda con cariño a sus
directores y profesores, como la tía Ester Calderón, que era viejita pero muy cariñosa
con todos. Edith Cuevas, Jaime Valenzuela que la tenía en el coro, Jaime Olivares que
hacía unos dibujos muy lindos en la clase de inglés, don Gabriel Alarcón, Luis Carrasco
y muchos otros que aún hacen clases. Así como también se acuerda de don José y el tío
Oscar.

Ojalá yo pueda contar algún día a mis hijos las historias de mi mamá y las mías en la
escuela Proyecto de Futuro…”

Luis Polanco Bastidas,


estudiante 6°B (2018).

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La profesora normalista de Educación Básica, sra: Juana Iris Cea Gómez
nos cuenta su experiencia en la escuela
“La entrevistada comenta que trabajó en el Primer y Segundo ciclo básico por más de
40 años. Consultada sobre la ubicación de la escuela en sus primeros años, Juana Cea
me explica: ‘La escuela estaba ubicada en sus inicios en calle O’Higgins esquina Barros
Arana [en ese lugar vive actualmente la familia Cea-Gómez, a la cual ella pertenece].
Mi inicio laboral en la escuela, fue cuando el director era don Juan Epuyao Moraga. Se
trabajaba en dos jornadas: en la mañana se trabajaba con el Segundo ciclo y en la tarde
con el Primer ciclo. La población de alumnos era aproximadamente de 950 alumnos, con
una dotación de 42 profesores. La escuela se crea en el año 1918 y su primer nombre
fue Escuela Nº 11 de Mujeres, posteriormente se llamó Escuela D-287, para finalmente
llamarse Escuela Proyecto de Futuro, nombre que mantiene actualmente’.

Respecto a su experiencia laboral cuenta: ‘Mis experiencias vividas durante mis 40 años
de trabajo fueron variadas, positivas y también negativas, pero destaco las presentaciones
gimnásticas masivas que preparábamos con todos los alumnos y alumnas de la escuela,
las cuales desarrollábamos en el Estadio Municipal, donde asistían padres, apoderados
y la comunidad en general a disfrutar de estas presentaciones que realizábamos año tras
año. Otra actividad que recuerdo gratamente fue el trabajo artístico que realizaba en el
colegio, donde con más de 40 alumnos dábamos vida al conjunto folclórico de la escuela.
Realizábamos presentaciones en los actos oficiales de la escuela y de la comuna, como
también, en muchas oportunidades fuimos invitados a participar y demostrar nuestro
arte y trabajo a comunas vecinas. Otro tema que trabajé en la escuela fue el deporte, en
la rama del básquetbol. Se hizo una preselección entre la Escuela Nº 11 y Nº 12 (actual
escuela Olegario Morales) y de este trabajo logramos formar la selección de básquetbol
escolar de la comuna. Con este equipo, fuimos a competir a Potrerillos, al norte del
país, donde competimos con más de 20 selecciones de básquetbol, con escolares de todo
Chile. Sacamos el Tercer lugar en básquetbol femenino y Segundo lugar en básquetbol
masculino, resultados que llenaron de orgullo, a la comunidad escolar y también a
nuestra comuna’.

‘Como profesora jubilada, me siento muy orgullosa de haber trabajado y formado por
más de 40 años a cientos de niños y niñas en mi querida escuela, entregando y recibiendo
cariño, esfuerzo, trabajo. Para mí, es algo muy especial haber trabajado como profesora
en esta escuela, ya que forma parte de mi vida. Fue mi casa en la cual me crié y también
fui alumna de este establecimiento de Primero hasta Sexto de preparatoria’…”

Relato de Juana Cea Gómez,


rescatado por Isidora Pérez Cisterna, estudiante 7°C (2018).

Antiguas caminatas y cicletadas realizadas


en la Escuela Proyecto de Futuro entre 1980 a 1990
“Las caminatas y cicletadas que se realizaban en el colegio, que aún no se llamaba
Proyecto de Futuro, eran organizadas por don Guido Filún Flandes. En ese tiempo,
sub-director del colegio y, además, presidente del Consejo Comunal de Deporte. Las
caminatas eran con destino a la Toma de agua, que, en ese tiempo, quedaba al este de
Paillaco. Ese era uno de varios destinos. A los alumnos se les solicitaba que llevaran
una mochila con su colación para el trayecto de la caminata, ya que en varias ocasiones
podían demorar de 3 a 4 horas, entre ida y regreso. A esta actividad, la escuela invitaba a
padres y apoderados, lo que hacía de éstos una actividad familiar.

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En las cicletadas, se invitaba a todos los alumnos que tuvieran bicicletas. El recorrido
era desde Paillaco hasta Reumén, por la ruta 5 sur, o hasta la escuela Demaihue o hasta
el cruce entre Reumén - Futrono. La escuela se organizaba con los carabineros, para que
controlaran la ruta, para que no pasen autos o para que el paso sea más despejado. Al
igual que en las caminatas, también se invitaba a los padres y apoderados, lo que hacía
de estas actividades divertidas. Además, para los niños y adultos de ese tiempo era una
forma de hacer ejercicio y convivir…”

Relato de Maribel Epuyao,


rescatado por Rafael Núñez Epuyao, estudiante 7°A (2018).

La Escuela y sus músicos: la carrera de Kevin Andrés Carrasco Esparza


“Kevin Carrasco es un estudiante universitario de 24 años que ha vivido gran parte de su
vida en esta comuna. Una de las historias o anécdotas que contó tiene plena relación con
el arte en Paillaco, en este caso la música.

Kevin estudió en la escuela Proyecto de Futuro, donde en su mismo curso formaron


una banda de rock. En ese tiempo, la escuela no contaba con material musical, debido a
que no había mayores recursos en este ámbito, pero acá en Paillaco lograban ensayar en
iglesias que contaban con instrumentos. A raíz de esto, pasaron un par de años en donde
la banda seguía unida y tenían una mejor habilidad musical. La banda se integraba de
5 personas: Kevin Carrasco, Matías Opitz, Franco Aravena, Mauricio Osses y Hugo
Opitz. La mitad de los integrantes vivían en zonas rurales, esto quiere decir que hacían
bastantes sacrificios para venir a ensayar. Les apasionaba tanto la música que no les
importaba caminar 30 minutos para venir a tocar. Cuando ingresaron al liceo R.A.P, el
establecimiento tenía una sala particular para ensayar con todos los instrumentos: batería,
bajo, guitarras, teclado, micrófonos, pedestales y amplificadores. Posterior a esto, la
banda logró realizarse, presentándose a la comunidad de Paillaco y en distintas ciudades,
en diferentes eventos culturales. Por ejemplo: colegios en Valdivia, universidades,
locales nocturnos (pubs), actos con autoridades en Paillaco, Gimnasio Municipal, en la
Unión, Osorno, Puerto Montt, Temuco, Concepción, Tomé y Curicó. Después de visitar
varios lugares lograron grabar dos discos con un sello de San Pablo, que se llamaba
Remaches en Puntas, con la colaboración de la Municipalidad de Paillaco -para financiar
el disco y para realizar shows- donde no se organizaban estos tipos de eventos de rock.

En conclusión, esta anécdota nos demuestra que cuando hay compromisos y dedicación
en un proyecto, ya sea musical, artístico o social, podemos obtener frutos, con la ayuda
de la Municipalidad de Paillaco, al igual que con organizaciones de músicos de nuestra
comuna…”

Relato de Kevin Carrasco Esparza,


rescatado por Brandon Carrasco, estudiante 8°A (2018).

Los bomberos en la escuela


“Todo comenzó como un día cualquiera. Cuando nosotros íbamos en 6°B, tuvimos clases
de Lenguaje con la profesora Ingrid Hartmann en la Sala de Computación. Quedando
solo 20 minutos para salir, la mayoría del curso ya había terminado su trabajo, cuando
de pronto se apagaron las luces y los computadores a su vez. Las campanas comenzaron

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a sonar, avisándonos de un simulacro. Rápidamente, nos escondimos debajo de las
mesas, pero nosotros no creímos lo que ocurría en ese momento. Luego de unos minutos,
aún debajo de las mesas se nos pidió salir en orden formando una fila. La entrada de la
escuela estaba totalmente mojada debido a las mangueras que eran ocupadas por los
bomberos en el patio. El lugar que era ocupado por el Kínder estaba quemándose. Uno
de los profesores, Jorge Martínez, se encontraba apagando el fuego con un extintor,
mientras todos mirábamos con atención el fuego que se propagaba por la sala de Kínder.
El humo era tan espeso para los bomberos, que tenían que usar máscaras para evitar que
el humo se filtrara por sus pulmones. Como el extintor que estaba usando el profesor
Jorge se había acabado, comenzaron a usar cinco mangueras, pero el agua comenzó a
agotarse cuando otro camión llegó para ayudar. Al apagar el incendio, con mucha suerte
ninguno de los niños salió herido. Pero niños de cursos menores, comenzaron a jugar
con la manguera, así que la tía Marina y el director don Guido fueron a quitarlos de
aquel lugar, para evitar que tuvieran un accidente. El incendio se prolongó por mucho
tiempo, pero lo pudieron apagar después de treinta minutos. Se quemó casi toda la sala
y el techo. Al finalizar, se les pidió a todos salir en orden a sus salas, pero como siempre,
nadie siguió la orden y todos salieron desordenados hacia todos lados, como al baño. Al
regresar a la Sala de Computación, la luz aún no volvía, así que volvimos a nuestra sala,
hasta salir a recreo…”

Felipe Sepúlveda Neira,


estudiante 8°B (2018).

Los mejores recuerdos de mi escuela


“Hace 25 años puse por primera vez mis pies en la Escuela Proyecto de Futuro. Estaba
asustada y recuerdo que lloraba mucho. A mi encuentro salió una cariñosa tía Clarita
junto a la tía Sonia, con cariño y juegos que me convencieron a quedarme. Pasó el
tiempo y me convencí de lo entretenido que era ir a la escuela y de lo mucho que estaba
aprendiendo. Mis primeros logros fueron el orgullo de mamá: aprendí a escribir mi
nombre y a juntar algunas letras. Llegó diciembre y fue tiempo de decir adiós a la tía
Clarita y a la tía Sonia. Las primeras segundas mamás que tuve en mi vida. Ni me
imaginaba cuántas más vendrían.

Y así llegué a 1° básico. Ahí me recibió la tía Érica Bahamondes en el año 1994. Con
orgullo digo que ella me enseñó a leer y qué alegría me da saber que aún es parte de la
escuela. Qué paciencia tuvo ella, en ese tiempo sin ayuda, sin asistente, se preocupaba de
cada uno de los 30 alumnos en la sala. Esa sala que recuerdo con nostalgia de la antigua
escuela, eso que un día se convirtió en llamas. Esa escuela que tenía 2 patios: el de los
grandes y el de los pequeños. En el patio de los grandes, estaba el baño de hombres y,
en el de los pequeños, el de mujeres. Teníamos un comedor pequeño, pero entrábamos
todos. Tomábamos la leche de vainilla con unas galletas muy ricas, pero muy duras, por
eso las remojábamos en la leche. En el almuerzo nos cuidaba el tío Jaime Olivares, mi
profesor de Inglés, que ya no está en este mundo.

Con el paso del tiempo tuve una larga fila de profesores: en 4° básico (1997) mi profesora
fue la tía Marina Vargas y ahí culminó una etapa de mi educación, pasaría a Segundo
ciclo. Llegué a 5°B en el año 1998 y ahí nos recibió don Luis Carrasco: estricto, pero
justo…un buen profesor, que me enseñó que en la vida las cosas se ganan con esfuerzo
y perseverancia. En esta época, quiero detenerme y recordar con muchísimo orgullo y

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cariño a la tía Dorila Isla, la tía de Técnico Manual, una mujer ejemplar. Con ella me
sentía como en mi casa, teniendo clases con mi mamá: tan cariñosa y preocupada.
También reconocer la labor de la tía Edith Cuevas: mi gran profesora de Historia, la
mejor de todas. Historia fue mi ramo favorito gracias a ella, sus clases eran geniales.
Cómo olvidar esos coloridos mapas que hacíamos en sus clases. Fue una gran profesora,
cuando llegué al liceo ella me siguió ayudando, qué gran mujer. Y así fue como llegó el
año 2001, era tiempo de decir adiós a mi Escuela Proyecto de Futuro. Ansiosa, fuimos a
la plaza a tomarnos la foto para el diploma. Ahí llegó -no podíamos creerlo- nuestro tío
Luis Carrasco, vestido en un impecable terno gris. Era extraño, siempre lo veíamos con
su equipo deportivo.

Y así fue mi paso por esta gran escuela. Culminó con una bella ceremonia de licenciatura
en el Gimnasio del liceo, el que hoy es el gimnasio de la Escuela Proyecto de Futuro.
Puedo decir, con gran orgullo, que mi enseñanza básica la hice en esta prestigiosa escuela,
a cargo del director don Juan Epuyao y sub-director don Guido Filún…”

Relato de Jessica Gutiérrez Igor (31 años),


rescatado por Sofía Gutiérrez Gutiérrez, estudiante 6°B (2018).

Ornamentando la sala…
“Para un aniversario de la Escuela Proyecto de Futuro, se hacían competencias y una
de las actividades que más daba puntos era la ornamentación de salas. Entonces, la
profesora jefe del 8°A (1993), Graciela Carrillo, llevó un cuadro a la sala del curso. El
cuadro era conocido: el niño que llora. Supuesto cuadro maldito y con una historia más
que terrorífica. Con el pasar de los días, se empezó a contar la supuesta historia que trata
de que este niño en realidad llora y se puede ver cómo las lágrimas corren por el cuadro.
Un día, uno de los alumnos, asustado, tomó el cuadro y lo dio vuelta, porque le daba
miedo que el niño lo mirara. Pero, al reverso, estaba una parte aún más terrorífica del
cuadro: la escena era el niño del cuadro siendo devorado por un tiburón, en un ambiente
muy, pero muy terrorífico. Al final, la profesora prefirió botar el cuadro a la basura,
porque antes que viera esto, no sabía de aquella historia…”

Relato anónimo,
rescatado por Sebastián Ormeño Beltrán, estudiante 8°B (2018).

La escuela y los coscorrones


“Entreviste a mi abuela: ‘Estudié en la Escuela Niñas, que con los años le cambiaron
el nombre a Proyecto De Futuro. Una anécdota que recuerdo es que cuando estaba
en 7° año era una de las mejores alumnas, en cuanto a la disciplina y nos dieron dos
opciones a escoger por responsabilidad: el Tránsito o la Enfermería. Yo elegí el Tránsito.
Usábamos un sombrero color azul, unas correas blancas y guantes blancos. Había que
andar impecable, con el uniforme - jumper azul, calcetas blancas, blusa blanca- y los
zapatos muy lustrados. Teníamos que velar por el orden y el cuidado de los niños. Un
día, nos pusimos a hacer desorden, tocó la campana y no entramos de inmediato a la sala.
El director nos dijo: ‘Se van todas suspendidas a su casa y vuelven con sus apoderados,
¿o prefieren un coscorrón?’. Nosotras preferimos el coscorrón. Entonces regresamos
contentas y felices, porque reconocimos que hicimos desorden y nunca se nos olvidó que
la disciplina y las reglas del colegio hay que respetarlas, porque hicimos un juramento
con respecto a la disciplina y el orden a los demás compañeros’…”

Valentina Kiessling Bignon,


estudiante 8°A (2018)

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El primer día de clases
“Cuando llegamos a vivir a Paillaco mi mamá nos matriculó en la Escuela Proyecto
de Futuro. Nosotras no sabíamos qué día empezaban las clases, entonces mientras
comprábamos los uniformes, vimos a una niña que andaba con el uniforme de la escuela,
entonces nos dimos cuenta que las clases habían comenzado. Unos días más tarde nos
estábamos preparando para ir a nuestro primer día de clases, nos pusimos los uniformes
y, cuando llegamos, no sabíamos que nos tocaba Educación Física y que teníamos que
andar con el buzo. Entonces, tuvimos que hacer deporte con el uniforme…”

Macarena y Natalia Vega Medina,


estudiantes 7°A (2018).

Mi historia cuando pequeña


“Recuerdo como si fuera ayer mi primer día de clases en la Escuela Proyecto de Futuro.
Entré en Prekínder, tenía 4 años y mi niñez fue marcada por un trágico accidente.

Una noche común y corriente yo estaba durmiendo, porque al día siguiente teníamos
clases. Sonó la sirena a las doce de la noche. Mi mamá me despierta llorando y yo no
sabía lo que pasaba. Me vistió, me dijo que sólo me colocara los zapatos y que no le
abriera la puerta a nadie, sólo a mi hermana que iba a venir a buscarme en el auto de
mi tía. Me quedé acostada mirando monitos y tocaron la puerta. Miro por la ventana y
era mi hermana. Le abrí la puerta y ella tenía su cara hinchada de tanto llorar que me
di cuenta, porque tenía algunas lágrimas que todavía le salían. Me fui en el auto de mi
tía, con mi tío, mis primos y mi hermana me llevaba en brazos. Llegamos a Valdivia
y yo no entendía por qué estaba toda la familia en un mismo sitio. Mi mamá lloraba
desconsoladamente y yo la tranquilizaba. Pasa una camilla y pregunto si era mi papá.
Me dijo que no. Al día siguiente, fuimos a Santiago y nos quedamos en la casa de unos
tíos. Eran viejitos. Llegamos y tenían una mesa llena de cosas dulces, como berlines, etc.
Había un perro que me asustaba mucho y tenía mucho pelo que le tapaba los ojos, era
grande y me ladraba todo el rato y a mis hermanos no. Mi mamá me contó ahora, con
más edad, que yo no reconocí a mi papá cuando chica en el hospital de Santiago, porque
recordaba que él tenía más barba y las enfermeras se la cortaron. También me dijo que
reté a las enfermeras porque le habían cortado la barba a mi papá. Recuerdo que un día
mi papá despertó. Había una enfermera que le iba a colocar una inyección y mi papá
pidió que yo le tomara la mano.

Al cabo de algunos días, nos fuimos a Valdivia con mis hermanos, porque ya no podían
perder más clases. Yo me quedaría con mi tío y mi tía. Yo lloraba en el bus de regreso,
porque no me quería ir. Mis hermanos me tranquilizaron con una bolsa con golosinas y,
al rato, me quedé dormida. Llegamos a Valdivia y en la tarde mi hermana me fue a buscar
y nos fuimos a Paillaco. Todo estaba igual, tal y como habíamos dejado la casa. Pasaron
los meses y mi mamá no regresaba. El 19 de enero yo cumplí los 5 años y recién en
febrero llegó mi papá. Nosotros teníamos una fiesta sorpresa para él. Mi mamá lo traía.
Pusimos un cartel en el que me pintaron las manos mis primos para colocar: ´Bienvenido
papá´. Ese día mi mamá me tenía un regalo, porque no pudo estar en mi cumpleaños.
Lloré de alegría y de tristeza, porque esos días no me los puedo quitar de mi cabeza.
Hasta hoy mi papá está igual. En el accidente, que fue un incendio que ocurrió en la
escuela Olegario Morales -donde antes estaba la Proyecto de Futuro- se le cayó una viga
en la cabeza…”

Mariechen Guzmán Kunstmann,


estudiante 7° C (2018).

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RECUERDOS GRÁFICOS

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Acto de finalización celebración año Centenario, donde se reconoció a 100
estudiantes destacados.

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En el sur de nuestro Chile
Se alza noble mi escuela
Iluminando el futuro
De los hijos de esta tierra.

Tantos sueños nos inspiran


A construir un mundo ideal.
En la magia de tus aulas
Seguro que lo vamos a lograr.

Proyecto de Futuro
Sembrando esperanza
Escuela Proyecto de Futuro
‘Educando para el mañana’

Y que nuestro andar refleje


Los valores de la escuela
Para enaltecer su nombre
Para ir dejando huellas

La figura del maestro


Nos invita siempre a soñar
Y trasciende su mensaje
De alcanzar la dicha y la verdad.

Himno Escuela Proyecto de Futuro: Educando para el mañana.


Letra: Guido Filún, Ingrid Hartmann, Nelson Parada.
Música: Nelson Parada Roa.

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1

2 3

4 5

1: 6° año de 1960 de la Escuela N°11 de Mujeres. Al fondo, su profesora Olga Sánchez Delpino. 2:
profesora María Cristina Sáez (al centro) junto a sus alumnas de 6° año. 3: estudiantes en sala de
clases cuando sólo asistían mujeres a la escuela. Años ‘70. 4: El profesor Sergio Florín estaba a cargo
de la ‘Brigada de Tránsito’ de 2° ciclo. Además, era corresponsal del diario El correo de Valdivia, por
lo que registró muchas actividades que ocurrieron en Paillaco y en la escuela. Años ’70.

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1

La escuela comenzó a recibir varones desde mediados de la década del ’70.

99

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1 2

1: la Escuela de Niñas N°11, cuando se ubicaba frente a la Plaza de Paillaco. 2: desfiles comunales en
la Plaza. 3: desfilando el 1er año y las profesoras María Inés Montecinos y Berta Yáñez. Años ’70.

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1

1: de izq. a der.: Isabel Molina (segunda), esposa del director Juan Epuyao, su hija Maribel y la profesora
Ester Calderón. Imagen sacada entre 1977 y 1978. 2: desfile comunal años ‘80.

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1

2 5

1: señora recibe reconocimiento por ser apoderada antigua, de parte del presidente del
Centro General de Padres. Años ’80. 2: cóctel de inauguración de baños para Kínder en
1977. 3: ex director Guido Filún y su esposa Olga Schilling Vera, ex profesora de la escuela. 4:
reunión del Consejo local de Deportes. Participan Guido Filún, Mario Gómez y Juan Epuyao,
entre otros. 5: ex directora Tegualda Moreno y ex profesora Silvia Guarda.

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1

1: Profesora Juana Cea Gómez. 2: Profesora María Crisitna Sáez y sus hijas María
Teresa y Alejandra Salgado. 3: Gala aniversario escuela D-287. Elección Reyes y Reinas.

103

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1

1: Ex director Juan Epuyao. Años ’80. 2: Acto artístico de la escuela D-287 en


Gimnasio Municipal (1984). 3: profesoras en sketch. Años ’90.

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1

1: profesoras Edith Cuevas, Lily Velásquez, Marina Vargas y Graciela Carrillo en paseo de fin de año
de profesores a Saltos del Petrohué. 2: Nancy Ortiz, Juana Cea y Graciela Carrillo en Panguipulli.
Década de los ’90.

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1

1: profesores y apoderados en aniversario de la escuela en Auditorium DAEM. 2: María Teresa


Miranda, Sonia Legal, Juana Cea, Erica Bahamondes, Marta Delgado y Betty Larenas en Club de
Pesca y Caza, celebrando el Día del Profesor. Años ’90.

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1

1: asistentes Oscar Quezada y José Vázquez, junto a profesora Maria


Inés Montecinos en su despedida (2005). 2: profesor Gabriel Alarcón e
inspector Sergio Ramírez con un grupo de alumnos y apoderados (años
’80). 3: despedida profesora Edith Cuevas (al centro) en el año 2007.

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1 2

3 4

1: estudiante Isaías Torres con el director Juan Epuyao. 2: Juana Neira en su licenciatura de 8° año
junto a la profesora Silvia Villanueva. 3: acto artístico en el patio de la escuela. 4: grupo diferencial,
años ’90.

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1

1 y 2: Operativo dental en la escuela. Asistía el dentista del Cesfam Carlos


Westermeier. Años ’80. 3: antiguo edificio de la Escuela Proyecto de Futuro, lo
que hoy es la Escuela Olegario Morales.

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1 2

1: la profesora Ester Calderón, al centro, quien dirigía el grupo folclórico, junto a la


profesora Juana Cea. 2: participante de grupo folclórico junto a profesora Juana Cea.
3: grupo folclórico en Gimnasio Municipal años ‘80. 4: Profesora Anita Venegas en
celebración de cumpleaños, junto a estudiante Nicol Vásquez Neira. Kínder año 1996.

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1

Comparsas de ayer y hoy.

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1 2

1: profesora María Inés Montecinos y director Juan Epuyao, jurados de las comparsas. 2 profesora
Patricia Albornoz y su curso en comparsa. Años ’90. 3: Actividades artísticas de estudiantes y
apoderados. Años 2000.

112

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1

1: Día del Profesor 2018. Docentes, ex docentes, director Escuela Proyecto de Futuro Erwin Fonseca
y director DAEM David Martínez. 2: Día del Asistente 2018. Asistentes y Reyes del aniversario
Centenario, tía Carmen Gloria y tío José.

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1 2

Actividades del Taller de Patrimonio 2018. 1: estudiantes entrevistando a ex profesoras María Cristina
Sáez y Edith Cuevas. 2: señora Alicia Espinoza, bisabuela de la estudiante Almendra Ojeda. 3: Taller
de Patrimonio escolar y Taller de Gestores Culturales 2018 en el Centro Cultural La Unión.

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AGRADECIMIENTOS

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collage de Juan Gacitúa, estudiante del Taller de Patrimonio escolar 2018.

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A nuestros entrevistados y entrevistadas, por su tiempo, voluntad y colaboración
para compartir sus memorias e imágenes

1. Alicia Espinoza Vega.


2. Ariela Espinoza Montecinos.
3. Betty Larenas Sepúlveda.
4. Cristina Saavedra Martino.
5. Edith Cuevas Monje.
6. Estrella González Ríos.
7. Gabriel Alarcón Hernández.
8. Gonzalo Villanueva Triviño.
9. Graciela Carrillo Ruiz.
10. Guido Filún Flandes.
11. Isaías Torres Sotomayor.
12. Jessica Gutiérrez Igor.
13. José Vásquez Vázquez.
14. Juan Epuyao Moraga.
15. Juana Cea Gómez.
16. Juana Neira Alarcón.
17. Kevin Carrasco Esparza.
18. María Cristina Sáez Paredes.
19. María Inés Montecinos Llanquel.
20. María Teresa Miranda Yévenes.
21. Maribel Epuyao Molina.
22. Marina Vargas Gatica.
23. Mario Gómez Heitra.
24. Marta Delgado Mora.
25. Nancy Peña Mardones.
26. Óscar Quezada Pardo.
27. Paola Molina Bustos.
28. Ruth Castillo Prieto.
29. Sonia Alún Cumián.
30. Sonia Legal Toro.

A los estudiantes del Taller Patrimonio escolar (2017-2018), por su activa


participación y trabajo

1. Ada Riquelme Delgado.


2. Alexsander Jesús Solís Latorre.
3. Almendra Paz Ojeda Gómez.
4. Benjamín Ignacio Osorio Ríos.
5. David Ignacio Reyes Valenzuela.
6. Diego Alexi Jara Sepúlveda.
7. Elizabeth Alejandra Martínez Martínez.
8. Erick Droguett Vado.
9. Fabián Matías Montecinos Álvarez.
10. Franco Javier Astete Martínez.
11. Javiera Stefany Utreras Azócar.

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12. Juan Antonio Gacitúa Cartes.
13. Karen Paola Santana Martínez.
14. Karla María Delgado López.
15. Macarena Isamar Vega Medina.
16. Mariechen Guzmán Kunstmann.
17. Miguel Jesús Vargas Lobos.
18. Nallely Estefanía Rehl Guerra.
19. Natalia Paz Vega Medina.
20. Sebastián Alexis Gallegos Pinuer.
21. Vicente Alonso Delgado Almonacid.

A quienes recopilaron memorias para el Día del Patrimonio Cultural 2018 y sus
familias por participar

1. Brandon Carrasco Esparza.


2. Camila Bañados Riquelme.
3. Constanza Bañados Riquelme.
4. Felipe Sepúlveda Neira.
5. Isidora Pérez Cisterna.
6. Luis Polanco Bastidas.
7. Rafael Núñez Epuyao.
8. Rosa Zúñiga.
9. Sebastián Ormeño Beltrán.
10. Sofía Gutiérrez Gutiérrez.
11. Valentina Kiesling Bignon.

A quienes aportaron y colaboraron de distintas maneras: amigos e instituciones de


nuestra comunidad

1. Al 3°B (2018) de la Escuela Proyecto de Futuro y sus familias, la profesora Betty


Larenas y la asistente Camila Muñoz: por sus poemas y acrósticos, bellas creaciones
artísticas.
2. Brandon Carrasco Esparza, Mauricio Zuazo y al profesor Ariel Sandoval: por
compartir el Poema Centenario, producto del talento colectivo.
3. Centro Cultural La Unión, región de Los Ríos: por facilitarnos parte importante de
su archivo fotográfico y recibirnos en su casa.
4. Corporación Cultural Municipal Paillaco, región de Los Ríos: por recibirnos
siempre con las puertas abiertas y orientarnos con información, en especial Jeannette
Guzmán Fuentes, encargada de la Biblioteca Municipal.
5. Ingrid Hartmann Mendoza, Guido Filún Flandes y Nelson Parada Roa, por crear y
musicalizar el actual himno de nuestra escuela.
6. Juan Delgadillo Alún, encargado del Área Artística y Cultural del DAEM Paillaco:
por facilitarnos importantes imágenes y aconsejarnos en esta investigación.
7. Profesor Sergio López y Taller de Gestores culturales de la Escuela Proyecto de
Futuro (2018): por sus gestiones y apoyo en la recolección y síntesis de información.
8. Profesora Nancy Ortiz Delpino y su madre, María Luisa Delpino, por donar imagen
y sumarse a esta iniciativa.

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BIBLIOGRAFÍA

1. Alliende, M. (1993). La Construcción de los ferrocarriles en Chile 1850-1913.


Additum, 143-151.

2. De Ramón, A. (2003). Historia de Chile. Desde la invasión incaica hasta


nuestros días (1500-2000). Santiago: Catalonia.

3. Ross, A. (1892). Memoria sobre los Ferrocarriles de Chile. Imprimere Paul


Dupont, París.

4. Pinto, Sonia. Historia de los Ferrocarriles de Chile, cuadernos de Historia.


N°6, 1986, p.51.

5. Orellana, María Isabel. Cultura, ciudadanía y sistema educativo: cuando la


escuela adoctrina, Santiago, Chile, LOM Ediciones, 2009.

6. Mancilla, Arturo. Antecedentes para una historia de la educación primaria en


Chile. Siglos XIX y comienzos del XX, tesis para optar al grado de Magister
en Historia, Universidad de Chile, 2005, p. 83.

7. Archivo Fotográfico Centro Cultural de La Unión.

8. Varios autores (2016). Nuestra infancia. Relatos de la niñez y juventud en el


Paillaco rural del Siglo XX.

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