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Este pasaje nos dice que Jesucristo es el que tiene en su poder la llave de David.
Una llave es un objeto para abrir o para cerrar puertas. Es una herramienta que
nos da acceso hacia el otro lado. Para cada puerta que necesita abrirse, se hace
necesario tener la llave indicada. No se puede pretender abrir la puerta del auto,
con la llave de la puerta de entrada de una casa.
Existen llaves tangibles como la llave del auto, de la casa, del negocio, de una
caja, un cofre, etc. y las intangibles como las llaves del éxito, desarrollo, y aun las
llaves de la ciudad, que generalmente se las otorgan a ciudadanos o personajes
ilustres, pero principalmente están aquellas llaves espirituales que cuando son
“colocadas” por fe en la cerradura, abren las puertas, para recibir las bendiciones
del Señor en lo natural.
En nuestras vidas, como creyentes, las puertas hacia las bendiciones sólo pueden
ser abiertas por el Señor. Sin El Señor, por más que forcemos, empujemos y
probemos con llaves alternativas, nada sucederá y sólo quedaremos frustrados.
Aquí aprendemos que siempre las puertas de Dios se abren con las llaves de
Dios. El que ama a Dios nunca considera lo que recibe o logra en la vida como
“una bendición”, a menos que El Señor le haya abierto la puerta previamente para
poder recibirla. ¡Todo proviene de Dios!
Un vengador generalmente es aquel que quiere ejecutar justicia propia por haber
sufrido previamente un agravio, una ofensa, un perjuicio o una pérdida. Jesucristo
es Dios y El siempre es vencedor, triunfador, El nunca ha perdido ni perderá
ninguna batalla, pero nosotros aquí en la tierra, como Iglesia del Señor, muchas
veces sufrimos ataques del enemigo que vienen con el fin de desgastarnos y
robarnos las bendiciones de Dios que nos corresponder legítimamente. Es por eso
que el Señor, no ignorando las maquinaciones del perverso contra nosotros, se
levanta como el Gran Eliaquim y con la llave de autoridad ejecuta venganza sobre
el enemigo.
Es por eso que el pasaje inicial de Apocalipsis dice que Cristo es el que abre y
ninguno cierra, el que cierra y ninguno abre. La palabra “ninguno” se refiere a una
persona que se opone a lo que el Señor quiere hacer. No hace falta entrar en
muchos detalles para darnos cuenta que cuando el Señor quiere abrir, el diablo y
sus demonios quieren demorar a que la puerta se abra y hacen todo lo posible
para cerrarla definitivamente. Ellos son los que siempre se oponen para que no se
nos abran las puertas que nos corresponde como hijos e hijas de Dios. Nunca me
olvidaré la vez que, ministrando liberación de demonios a una persona, el enemigo
al ser confrontado y desenmascarado en el Nombre de Jesús gritaba ferozmente,
refiriéndose a la mujer: - ¡La quiero pobre y sola toda la vida! – Así trabaja el
enemigo, siempre pretendiendo matar y destruir (Juan 10:10ª).
1. Mateo 16:18-19 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades (muerte o infierno) no prevalecerán
contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares
(abrir o cerrar) en la tierra, será atado (abierto o cerrado) en los cielos; y todo lo
que desatares (abrir o cerrar) en la tierra será desatado (abierto o cerrado) en los
cielos.”
2. Apocalipsis 1:17-18 “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su
diestra sobre mí, diciéndome: No temas, yo soy el primero y el último; y el que
vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén, y
tengo las llaves de la muerte y del Hades.”
3. Apocalipsis 9:1-11 (vv.1-2 y 11) “El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una
estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y
abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y
se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas
sobre la tierra; y se les dio poder, como tiene poder los escorpiones de la tierra…Y
tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón,
y en griego, Apolión.”
4. Apocalipsis 20:1-2 “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del
abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua,
que es el diablo y satanás, y lo ató por mil años.”
¡Las llaves que Jesucristo tiene en Su poder son llaves poderosas de autoridad,
sobre las fuerzas espirituales de maldad, para abrir aquellas puertas difíciles o
imposibles que el enemigo ha estado intentando cerrar por largo tiempo!
Además del glorioso poder que tiene el Señor para abrir cualquier puerta cerrada,
por más oposición que haya del enemigo, nuestro Dios es un Dios dador, no
egoísta. El no sólo tiene la llave maestra en su poder, sino que también la quiere
compartir con Su Iglesia, es decir, con todos aquellos que somos sus hijos, partes
del Cuerpo de Cristo, a fin de que las utilicemos y podamos abrir puertas en lo
natural.
Pedro es una figura del creyente que recibió las llaves de autoridad sobrenatural
para abrir puertas en lo natural. Fue utilizado por Dios para abrir la puerta del
Evangelio en el día de Pentecostés (Hechos 2) al pueblo Hebreo y más tarde para
abrir la puerta del Evangelio a los gentiles, no judíos (Hechos 10).
Esto nos enseña también que muchas veces el Señor nos permite a nosotros, por
ser sus embajadores en la tierra, utilizar la llave maestra para abrir puertas y
glorificar Su nombre, pero existen otras veces donde el Señor, por Su gracia y
misericordia, directamente intervendrá para abrir lo que estaba cerrado y
clausurado por el enemigo. Aquí no me refiero a cualquier “puertita” que deba
abrirse, sino aquellas puertas indispensables, decisivas, vitales, importantes, que
necesitan abrirse ante nosotros para seguir cumpliendo nuestro destino y
realizarnos en Dios.
Isaías 41:18 “En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles. Abriré en
el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en tierra seca”
Isaías 43:16-19 “Así dice Jehová el que abre camino en el mar, y sendas en las
aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente
para no levantarse; fenecen como pabilo quedan apagados. No os acordéis de las
cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago
cosa nueva; pronto saldrá a luz ¿no la conoceréis? Otra vez, abriré camino en el
desierto, y ríos en la soledad.”
Isaías 45:1-3 “Así dice Jehová a su ungido (aquí usted ponga su nombre en lugar
de Ciro), a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones
delante de el y desatar lomos de reyes; para sujetar naciones delante de el y
desatar lomos de reyes; para abrir delante de el puertas, y las puertas no se
cerrarán. Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugres torcidos; quebrantaré
puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos, y te daré los tesoros
Estos pasajes de la Palabra de Dios, mientras usted los lee, están soltando
Unción profética milagrosa sobre su vida, para impartirle fe en el Señor y
actuar en fe. ¡Crea en este momento, aunque no vea nada, que El Señor, que
tiene las llaves, es fiel para abrirles las puertas a sus hijos! Comience a alabar y
bendecir el nombre del Señor, con su fe rebosando a través de sus labios
glorifique Su nombre, declare con fe y autoridad antes sus circunstancias “de
puertas cerradas” que se abran ahora mismo en el Nombre de Jesús!
¡Usted está del lado de Aquél que abre las puertas imposibles, y que tiene la llave
maestra para toda puerta! ¡Permítale al Espíritu Santo que fluya, en ti, con Poder
vigoroso del cielo sobre su vida, para creer que el día ha llegado para que se le
abran las puertas de par en par y usted comience a darle toda la gloria a Dios!