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El papel utilizado para la impresión de este libro es cien por cien libre de cloro y está
calificado como papel ecológico
Tokio te agarra del brazo y tira de ti con fuerza, haciendo que te le-
vantes. Su mirada dura y penetrante hace que tus piernas empiecen
a moverse y sigas sus pasos sin rechistar y sin saber adónde te lleva.
Salís de la sala donde permanecen el resto de los rehenes. Algunos
te miran con pena, otros aliviados por no estar en tu pellejo.
Mientras oyes el ruido que hacen las barras de acero del mecanis-
mo de cierre de la puerta de seguridad, no puedes comprender de
qué oportunidad está hablando. Entonces el walkie empieza a emitir
interferencias sin que te lo esperes, haciendo que te dé un vuelco
el corazón. «Cuando te llame, limítate a escuchar con atención. No
hables.» Al escuchar esas instrucciones, te has quedado con ganas
de saber quién iba a llamarte. No tardas nada en descubrirlo, porque
de repente escuchas su voz al otro lado.
¡Un momento! ¿De verdad está ofreciéndote una parte del botín? No
das crédito a lo que acabas de escuchar a través del walkie, donde se
hace el silencio tras esa pregunta. No tienes claro si espera que le des
una respuesta o si debes mantenerte en silencio como te han manda-
do. Al final, decides pulsar el botón y preguntas por qué tú.
—Hoy puedes cambiar ese futuro. ¿Cómo? Escapando por ese túnel
y demostrando que he acertado al considerar que tienes una mente
brillante. Porque, si decides entrar, necesitarás tu inteligencia para
ir avanzando hasta el final. Tu túnel es un poco diferente al que uti-
lizarán mis compañeros. En él, a lo largo del camino, te encontrarás
con puertas cerradas que no te dejarán continuar y que solo podrás
abrir con una clave numérica que obtendrás si eres capaz de resol-
ver un enigma. No voy a engañarte. No será fácil. Pero tampoco es
imposible. Y, si lo consigues, créeme que la recompensa valdrá mu-
cho la pena. Si resuelves el último enigma, el premio es una bolsa
donde habrá dinero suficiente para que ni tú ni tus hijos ni tus nietos
tengáis que preocuparos nunca por nada.
La propuesta del Profesor hace que te sientas como una rata de la-
boratorio a la que le ofrecen entrar en un laberinto para comprobar
su inteligencia. ¿La diferencia? Que el premio que te espera si con-
sigues llegar al final no es un trozo de queso, sino millones de euros
que, de otro modo, no ganarías en toda tu vida.
—Tú eliges cuál quieres que sea tu futuro. Puedes obviar mi pro-
puesta, lo que tú y yo sabemos que significará matarte a trabajar
para ir sobreviviendo hasta el día que te mueras. Si esa es tu elec-
ción, me parece bien, la entiendo. Entonces espera en la cámara
acorazada a que la policía te rescate cuando entre en el edificio. O
haz todo lo contrario. Atrévete a pensar en grande, entra en el túnel
y utiliza tu inteligencia para salir de él con la llave que te abrirá las
puertas de una nueva vida donde tú serás la única persona que de-
cida qué hacer con ella.
11 Está claro que el Profesor no se esfuerza en parecer imparcial ante
las dos opciones. Quiere que entres en el túnel. Se nota en el empe-
ño que pone por seducir a tu codicia. Y se le da bien hacerlo, pues
esa promesa millonaria hace que mires ese agujero en el suelo plan-
teándote en serio la opción de lanzarte a su interior.
¿De verdad vas a dejar escapar esa oportunidad que han puesto a
tus pies?
Una parte de ti te dice que sería una estupidez hacerlo. Por eso guar-
das el walkie-talkie en el bolsillo del mono donde sigue el cronóme-
tro que también te han entregado y te preparas para adentrarte
en ese agujero hecho en la cámara acorazada donde piensas dejar
abandonada la sensatez que te aconsejaba que no lo hicieras. Sin
embargo, te detienes.
—Si quieres cambiar de opinión, aún tienes unos minutos para hacerlo.
—No lo haré.
De repente, tienes que volver a tomar una decisión que ya habías to-
mado. Si te sueltas y tus pies tocan el suelo, no habrá marcha atrás.
Habrás aceptado la propuesta de un atracador, de un tipo enigmá-
tico de quien ni siquiera conoces el nombre, solo que se hace llamar
el Profesor, para llevarte una parte del enorme botín que él y sus
compañeros acaban de robar.
Aun suponiendo que todo salga bien, que llegues al final y esa bolsa
esté ahí esperándote, el dinero que contiene es dinero robado en
uno de los mayores atracos de la historia. Es evidente que no van a
dejar que los atracadores se salgan con la suya. Van a estar buscán-
dolos hasta que los detengan. Por eso dudas de que fuera posible
utilizar ni un solo céntimo de ese botín sin que la policía se lanzara
sobre ti. Definitivamente, es una locura.
¡No puedes creértelo! Te has descolgado con cuidado justo para evi-
tar torcerte un tobillo que ahora notas cómo empieza a hincharse
dentro del zapato. Estás a punto de maldecir tu mala suerte, pero la
voz del Profesor hablando desde el bolsillo de tu mono te interrumpe.
—Ciento veinte minutos. Ese es el tiempo que tienes para salir del
túnel. El cronómetro te ayudará a saber en todo momento cuánto te
queda. Así que, cuando aprietes el botón, empieza el juego. Sé que
puedes hacerlo, Budapest.
—Vamos allá.
CÓDIGO ERRÓNEO
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para salir del túnel. Si quieres conseguir tu parte del botín, más te
vale apresurarte en descubrir la primera clave numérica.