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Managua, Nicaragua
24 Agosto 2013, 12 a.m.
elnuevodiario.com.ni
En efecto, de joven había llegado a México, donde se hizo partidario del Emperador
Maximiliano y más tarde de Porfirio Díaz; cree en la vigencia de las primitivas deidades
aztecas, bebe licor elaborado del maguey y fuma mariguana que ofrece al protagonista.
Durante la travesía, Perhaps se interna hacia el fondo de la selva. Al acampar
obligadamente en un sitio ocupado por las fuerzas revolucionarias, y mientras el cura
duerme, el protagonista presencia, despavorido, en el silencio de la noche y en medio de
una claridad dorada, un sacrificio ritual en honor a Teoyaniqui (“la diosa mexicana de la
muerte”). ¡Perhaps era la víctima! Al día siguiente, preguntó por el “padre Reguera”,
pero le dicen que se hallaba ocupado fusilando enemigos.
El cuento termina con esta frase, en la que Darío logra la unidad de efecto que
preconizaba Poe: “Vino a mi cerebro, como escrito en letras de sangre: Huitzilopoxtli”.
En realidad, el feroz dios azteca de la guerra, a quien se le sacrificaban esclavos o
prisioneros, era conocido por Darío; no en vano figura en su “Ode a la France”, escrita
el mismo año de 1914 a raíz del inicio de la primera guerra mundial. Además, recordaba
a Huitzilopoxtli en un poema de Giosuè Carducci (“Miramar” de las Odi Barbare)
reencarnado en los soldados que fusilaron a Maximiliano para vengarse de su lejana
derrota ante los súbditos de Carlos V. Seguramente, este recuerdo inspiró a Darío su
cuento, una de las piezas más admirables y contemporáneas de su quehacer narrativo.
Pese a ello, se le han consagrado escasos análisis. En el suyo Carmen Mora Valcárcel lo
considera “relato fantástico de ambiente realista y texto precursor del realismo mágico
de Hispanoamérica”. Y tiene razón. Ella observa que la secuencia única de gradación
ascendente que es el cuento se divide en dos subsecuencias: en la primera,
correspondiente a la travesía, se acumulan elementos dispersos e inconexos, para
asociarse luego en la segunda subsecuencia, que culmina en la escena del sacrificio.
Acumulación e integración que definen su proceso estructurador.
Lo fantástico radica al contraponer Darío lo real y lo irreal. Mejor dicho: en el juego con
la ambigüedad que otorga el desenlace, plantea dos alternativas: alucinación
(engendrada por la mariguana) y visión real. Por lo demás, la atmósfera del relato se
traza desde el principio: “El misterio azteca, o maya, vive en todo mexicano por mucha
mezcla que haya en su sangre, y esto es poco” —sostiene Reguera en uno de los
diálogos que dinamizan la acción.
* Escritor e historiador.