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Antología de románticas
alemanas
E d ic ió n d e F e d e r i c o B e r m ú d e z - C a ñ e t e
y E s th e r T r a n c ó n y W i d e m a n n

CATEDRA
LETRAS UNIVERSALES
1

I n t r o d u c c ió n g e n e r a l a l r o m a n t ic ism o

a ra comprender adecuadamente a estas diez escritoras


P conviene situarlas en su contexto histórico e ideológi­
co, el Romanticismo, la última crisis global de nuestra
cultura, que afectó a toda Europa y en buena medida a las
Américas. Es evidente que nuestra presentación está obliga­
da a simplificar y esquematizar al intentar resumir un movi­
miento tan amplio, plural y contradictorio; aun así, será útil
a los lectores no especializados que, además, podrán com­
pletar su información consultando la bibliografía adjunta.
El gran árbol romántico hunde sus raíces en el siglo x v i i i :
sin la Ilustración y el llamado Prerromanticismo no habría
desplegado sus inmensas ramificaciones filosóficas, litera­
rias, pictóricas, musicales... La «Edad de la razón» aportó los
medios para el ejercicio generalizado de la crítica, así como
la incipiente orientación hacia una de las líneas definitorias
del horizonte romántico, la libertad. No nos corresponde
aquí adentrados en interpretaciones más sutiles, como la de
H. G. Gadamer1, uno de los teóricos que han profundizado
en la continuidad de ambos movimientos; baste con apun­
tar la dialéctica contraposición entre elementos constantes
y elementos superadores. El principal de estos últimos es,
claro está, la apertura a los inmensos e inexplorados ámbi­
tos de lo transracional. R. Argullol ha mostrado cómo, par­
tiendo de Shaftesbury (su obra Characteristics of men... es

1 H. G. Gadamer, Verdady método, Salamanca, 1977; apud Alfredo de


Paz; La revolución romántica, Tecnos, 1992, págs. 62 y ss.

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de 1711) y sobre todo desde mediados del siglo xviii, la in­
terpretación romántica del hombre en su relación con la na­
turaleza vuelve a ser orgánica y panteísta, oponiéndose a la
escisión entre ambos propuesta por el mecanismo empiris-
ta y racionalista2.
En el complejo entramado de corrientes filosóficas y lite­
rarias que constituye el «Siglo de las luces» en Europa emer­
gen, en pugna con el sensualismo y el racionalismo, autores
atentos a esos espacios de la mente que escapan al control
intelectual: la pasión, la melancolía, el misterio... En lengua
inglesa, James Thomson publica Las estaciones en 1726-
1730, vibrando ante los paisajes de otoño e invierno, tan
opuestos al primaveral «locus amoenus», repetido, desde
Teócrito, a lo largo de más de dos mil años. Edward Young
escribe sus Pensamientos nocturnos en 1742-1745, estremecido
por la muerte de sus seres queridos, y combinando filosofía
y religiosidad aceptadas con un insólito regusto por lo se­
pulcral y atormentador. Thomas Gray, con su Elegía en un
cementerio de aldea (1760), Macpherson, con sus Poemas gaeli-
cos, firmados por «Ossian», Fingal, Temora... (1760-1763),
muestran a Inglaterra como país pionero en la nueva sensi­
bilidad, sin duda relacionada con su situación económica,
social y política, la más avanzada entonces en Europa.
Al mismo tiempo, en los países de lengua alemana se
produce una evolución análoga, en oposición a la prepo­
tencia del neoclasicismo impuesto por Francia. En Suiza se
inicia el culto literario de la montaña con Albrecht von Ha-
11er y su poema científico-paisajístico Los Alpes (1732); y ya
a partir de 1725 Bodmer y Breitinger luchan desde Zúrich
contra el clasicista alemán Gottsched; allí mismo, algo más
tarde, Salomon Gessner renueva el género pastoril con sus
Idilios (1756-1772), influyendo en toda Europa con su nue­
vo tono sentimental. Zúrich, con su anglofilia y su paisajis-
mo, fue un centro de irradiación prerromántico, alcanzan­
do, por ejemplo, a Goethe.
En Alemania, Lessing (1729-1781) combatió la tragedia
francesa y defendió el nuevo drama burgués, a la vez
2 R. Argullol, E l héroey el único, Barcelona, Destino, 1990, págs. 28-34.

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