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Mas peligrosamente, cuando el infante don Felipe acaudillaba un bando

de nobles descontentos en 1272, Manuel no se solidarizó completamente con


Alfonso, sino que actuó como intermediario para arreglar la disputa.
Siempre en compañia de otros -la reina Violante, el arzobispo de Toledo, o
los maestres de las órdenes militares-, consiguió persuadir a Alfonso a que
aceptase las concesiones pedidas por los rebeldes, sin poder disuadir a éstos
de que no se refugiasen en Granada . Es innecesario seguir aqui la larga
narrativa de la Crónica de Alfonso X, pero según ésta, casi la única fuente,
Manuel acompañaba casi siempre a Alfonso, pero en las raras ocasiones que
se le menciona, actúa siempre como uno entre varios mediadores y contem-
pórizadores . Nunca, jamás parece hacer nada importante como individuo,
En 12731a cuestión imperial volvió a ponerse sobre el tapete, al elegirse
como rey de los romanos el conde Rodolfo de Habsburgo y aprobar la elec-
ción la curia romana . Alfonso X decidió buscar otra vez la corona imperial,
visitando al Papa, Gregorio X, en Languedoc . Manuel le acompañó en el
viaje, saliendo de Castilla a fines de 1274 y llegando en mayo a Beaucaire,
donde se reunieron los dos con Gregorio en pláticas largas pero infructuosas.
Parece que Alfonso renunció por fin a sus ambiciones imperiales, y Gregorio
le compensó con los pingües réditos de la décima de la cruzada, de la iglesia
castellana . Incluso durante su viaje a Beaucaire, Gregorio le habia mandado
varias cartas disuadiéndole de sus proyectos imperiales, y había escrito a
Manuel para que también disuadiese a Alfonso . Es evidente que Gregorio
consideraba a Manuel persona de gran influencia con Alfonso, y es de supo-
ner que en esto acertase . En este caso, Manuel tendria bastante que ver con
la gran renuncia alfonsina, y es significativo que Gregorio queria que Ma-
nuel asistiese a su entrevista privada con el rey (16) .
Finalmente, los hermanos prepararon su vuelta a Castilla . Pero ocurrió
un desastre : en Montpellier murió Alfonso, único hijo legitimo de Manuel .
Manuel se lanzó en seguida a otro matrimonio, esta vez no con una catalana
sino con una italiana, Beatriz, hija de Amadeo IV, conde de Saboya desde
1198 hasta 1253 . Amadeo habia tenido dos hijas con su primera esposa,

(16) W .METTMANN : Cantigas de Santa María, III, Coimbra, 1964, cantigas 366, 376, 382;
E. LOPEz-AYDILLO: «Los cancioneros gallego-portugueses como fuentes históricas», Revue hispa-
nique 57 (1923), 315-619, esp. págs. 394-97 ; BALLESTEROS, págs . 420-32, 477-734 .

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Margarita de Vienne: Beatriz, esposa de Manfredo 111, marqués de 5aluzzo
y, después, del rey Manfredo; y Margarita, esposa dé Bonifacio, marqués de
Monferrato . Con su segunda mujer, Cecilia de Baux, Amadeo tuvo un hija,
Bonifacio, y otra hija, Beatriz, llamada «Contesson», quien se casó en 1268
con Pedro Bouviers, señor de Chalon, enviudándose poco después. Precisa-
mente con esta condesa, Beatriz, Manuel se casó en el mismo mes de la
muerte de su hijo . No hay datos sobre la boda, ni sobre su motivo . Puede
pensarse que con la muerte repentina de su hijo, Manuel sólo pensara en
conseguir otro heredero, pero parece un poco improbable que arreglase un
nuevo casamiento con tanta rapidez . En cambio, es posible que la boda re-
sultara de negociaciones más largas, anteriores al viaje algo optimista de Al-
fonso X, y subordinadas a la política alfonsina en Italia . Alfonso siempre ne-
cesitaba relacionar a sus partidarios italianos y alemanes, y para ello asegu-
rarse la amistad de los feudatarios que controlaban los puertos alpinos .
Había casado a una hija con Bonifacio de Monferrato, y en 1275 si todavia
soñaba con el imperio, seria una buena estrategia buscar la amistad de los
condes de Saboya ofreciendo a su hermano de siempre como novio y an-
zuelo. Es decir, que la existencia de Juan Manuel quizás sea un derivado de
la geografía suiza (17) .
Manuel intentó cobrar sus servicios de otra manera, explicando al Papa
que queria ir en cruzada a Tierra Santa y pidiéndole, descaradamente, la
décima de la cruzada de Portugal, es decir, un impuesto de diez por ciento
sobre todas las rentas eclesiásticas en Portugal durante seis años . Gregorio,
cabeza dura y cruzado experimentado, se la negó, con la explicación tradi-
cional : los españoles debian de luchar contra sus propios sarracenos . Desde
luego, tenía toda la razón: en 1275 los benimerines habían vencido a los cas-
tellanos y amenazaban con derrumbar todas las conquistas de San Fernan-
do . En los próximos años, sin duda Manuel participaba en la guerra contra
ellos, pero las fuentes le muestran más bien como embajador de su hermano
que como guerrero, pidiendo ayuda a Pedro III de Aragón (1278), y a Portu-
gal (1279), y ayudando a Alfonso en el intento de aliarse con Marruecos

(17) A . BENAVIDES: Memorias de D. Fernando IV de Castilla, tomo I, Madrid, 1864, pug.


675; Enciclopedia Italiana, Vol . XXX, Roma, 1936, págs. 928-35 . Nada más significativo que el
silencio de las crónicas italianas sobre Manuel yBeatriz, a pesar de sus muchos datos sobre Alfon-
so X y sus hermanos Enrique y Fadrique.

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contra Granada (1279) y en el tratado de Campillo (1281), cuando Alfonso
concedió Valdeayora a Aragón y compensó a su antiguo dueño, Manuel, con
la villa de Escalona .
Precisamente en esta villa, un año más tarde, nació el heredero deseado,
Juan, llamado así quizás por su primo, o quizás por devoción al santo patro-
no del convento dominico de Peñafiel, santuario predilecto de la familia.
Sancho el Bravo era su padrino de bautizo, a quien en seguida Manuel pidió
el castillo y villa de Peñafiel . Sancho se lo concedió, porque llevaba tres años
o más buscando la sucesión del trono de su padre, a pesar de vivir aún los hi-
jos de su hermano mayor, Fernando de la Cerda . Cuando se sugirió por pri-
mera vez que Alfonso declarase heredero a Sancho, apartando a los hijos de
Fernando, Manuel se opuso francamente ; pero Sancho seguia reuniendo
partidarios entre la nobleza y las ciudades, Alfonso vacilaba entre hijo y
nieto, y finalmente Manuel abandonó su lealtad tradicional y se alió, como
casi todos los otros miembros de la dinastía, con Sancho . Sus motivos, desco-
nocidos, pudieron ser la necesidad de un rey adulto y guerrero para luchar
contra los benimerines, la vacilación irritante de Alfonso y, sin duda, la es-
peranza de recibir dádivas generosas del pretendiente .
Si esta fue su esperanza, Manuel la vio bien cumplida con la concesión
por Sancho, de Beas, Chinchilla y Aspe, y se mantuvo fiel a Sancho hasta su
muerte, el día de Navidad de 1283 . Dejó a una viuda, Beatriz, que educaría
a sus hijos y moriria en Escalona en 1290, dos hijos legítimos, Juan y Violan-
te, y cuatro ilegítimos, Fernando, Enrique, Sancho y Blanca. Menciona a
todos en su testamento, como también su enterramiento en Ucles conforme
al acuerdo de 1261 y, desde luego, mandas a conventos dominicos y francis-
canos y a una sola iglesia seglar -la catedral de Sevilla-, ciudad donde
había pasado sin duda sus días más felices . Por su parte, la orden de San-
tiago cumplió con Manuel, porque el calendario de Ucles lleva todavia el
memorial de su aniversario : «VIII kalendas jattuarii . Obiit bonae memoriae
infans domnus Emmanuel» ; pero Sancho IV, o quizás Beatriz, no le enterró
al lado de su primera esposa en Ucles sino en el panteón real de Las Huelgas,
donde se han estudiado su tumba y sus restos (18) .
(18) J . GOÑI GAZTAMBIDE : Historia de la bula de la cruzada en España, Vitoria, 1958, pág.
225; BALLESTEROS, págs . 773-1042 ; J . TORRES FONTES : «El testamento del infante don Manuel

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Al revisar lo que de su vida se sabe, parece un hombre bastante gris . Hijo
menor, mimado por su hermano Alfonso, con devociones, amistades y afi-
ciones convencionales, casi nunca se destaca en actuación individual, y casi
parece un peón que Alfonso mueve a su antojo en el tablero de la política ex-
terna y matrimonial . Sin embargo, Gregorio X le consideró hombre de gran
influencia, y si las crónicas oficiales no le presentan con tanta personalidad
como, por ejemplo, su hermano Enrique o el Maestre Pelayo Pérez, quizás es
por tener sus propios prejuicios contra, él, o .contra su hijo . En los escritos de
Juan Manuel, o en la Crónica anónima de Silos, en cambio, adquiere el va-
lor de un príncipe honrado con el que se puede contrastar la bajeza moral de
Alfonso X o Violante y alentar una ideologia aristocrática y pretrastamaris-
ta . Esto se resalta aún mas en las profecías de Merlin, importación politiza-
da de las leyendas artúricas; y es muy posible que las relaciones de Manuel
con Inglaterra no se limitasen a novias y capellanes, sino que también ayu-
dasen en la transmisión a Castilla de tales leyendas (19) . Pero éstas son me-
ras especulaciones . Hasta que sepamos más, lo sensato seria considerar que
Manuel legó a su hijo una riqueza y un poderio acumulados a través de
treinta años prudentes (Zapoliticos?), una mesnada de vasallos, unas tradi-
ciones orales ; históricas y literarias, y una madre italiana cuya influencia
sobre el gran escritor un día tendrá que calibrarse. Queda para cada lector
decidir en qué medida Juan Manuel aceptó, y en qué medida reaccionó
contra esta herencia .

(1283)», Miscelánea Medieval Murciana, 7 (1981), 11-21 ; M. GOMEZ-MORENO : El panteón real


de las Huelgas de Burgos, Madrid, 1948, págs . 32, 60, 84, 102; A .H.N ., Códice 1318 (Kalenda-
rio de Uclés) .
(19) W. J . ENTWISTLE : The Arthurian Legend in the Literatures of the Spanish Peninsula,
Londres, 1925, págs. 50-57, 177-79 ; D . W. LOMAX: «Una crónica inédita de Silos», Homenaje a
Fray Justo Pérez de Urbel, OSB, tomo I, Silos, 1976, 323-37 .

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José Luis Martín
Universidad Complutense

DON JUAN MANUEL


Fundador del convento de San Juan y San Pablo de Peñafiel
El 8 de agosto de 1283, el infante Sancho, heredero de Alfonso X, hacia
entrega a don Manuel, padre de D . Juan, de la villa de Peña£iel «con su cas-
tillo e con su alcaçar que es dentro de la villa e con vasallos e con sus térmi-
nos e con sus aldeas . . . salvo ende que tenga para mi moneda forera e justicia
si la vos non fizieredes, e que me acoxgades en ella grado e pagado cada que
yo quisier ; otrosi, que fagades della guerra e paz en todo tiempo a mi e a los
que regnaren . . .» (1) . Dos años más tarde y en virtud de la cláusula que
transmitia la villa al hijo primogénito, D . Juan se convertia en señor de Pe-
ñafiel cuando apenas contaba tres años de edad y Sancho IV confirmaba la
donación (2) .
De la actuación del infante como señor de Peñafiel se han conservado o
se conocen muy pocos documentos y entre ellos destacan por su importancia
el de dotación del convento dominico de San Juan y San Pablo -de 1320
y el de concesión de fueros a los habitantes de la villa -de 1345- . El segun-
do ha sido publicado al menos en dos ocasiones (3) y el primero, aunque

(1) Una copia del documento se halla en AHN, Clero, carpeta 3.435, doc. 1, fol. 1 r., en
letra del siglo XV. En 1512, la reina Juana mandó copiar y confirmó todos los privilegios conce-
didos por don Juan Manuel al convento (AHN., Clero, carpeta 3.435, doc . 15) .
(2) Id., doc. 1, fols. 1 r .-v.
(3) V . la edición de A. GIMENEZ : Don Juan Manuel. Biografia y estudio crítico, Zaragoza,
1932, págs. 655-671 . Giménez Soler afirma no haber podido localizar el documento y haberlo

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publicado, es prácticamente desconocido (4) por lo que lo reproduzco en
apéndice asi como otro documento dirigido al monasterio en 1328 (5) .

Según el padre Vicente Velázquez de Figueroa, autor del «Libro Becerro


del convento Real de San Juan y San Pablo de la Villa de Peñafiel» (6), en
respuesta a una petición hecha por D . Juan, el 1 de agosto de 1318, Juan
XXII autorizaba desde la sede -papal aviñonesa la fundación del convento
que dos años más tarde seria ampliamente dotado por don Juan Manuel .
FI documento, redactado en un latin más que aceptable, se inicia con un
amplio prólogo en el que D . Juan hace profesión de fe y elige como valedor
ante Dios a Domingo de Guzmán a cuya Orden hace entrega de unas casas
nuevas «quas ego construxï» junto al alcázar así como la capilla de San Ilde-
fonso junto con su corral, los huertos de Noria y de San Pelayo, frente al al-
cázar, al otro lado del Duraton, rio sobre el que los dominicos reciben todos
los derechos en el tramo comprendido entre la iglesia de San Pelayo, los
huertos citados y el Alcázar. A esta donación se añade un canal en el Duero

tomado de la edición de SATURNINO RIBERA MANESCAU : Ordenanzas dadas a su cílla de Peñafiel


por don Juan, híjo del Infante don Manuel, Valladolid, 1926, págs . 25-46.
Me he referido al citado documento en el trabajo de divulgación El señor de Peñafiel, «Histo-
ria 16», n . 75 (julio 1982), págs . 58-63, por lo que prescindo aqui de todo comentario .
(4) Segán SANCHEZ CANTON : Cinco notas sobre don Juan Manuel, «Correo erudito», 1
(1940), págs. 63-64, el citado documento se halla «impreso en parte en un informe del primer di-
rector de la Real Academia de la Historia, don Agustín de Montiano y Luyando (1753, en oca
sión del hallazgo de la espada atribuida a don Juan Manuel), e incluido ensu biografia publicada
por el Marqués de Laurencín (Madrid, 1926)» . Tomo estas referencias de la obra de DANIEL DE-
VOTO : Introduccíón al estudio de Don Juan Manuel y en particular de El Conde Lucanor . Una
Bíbliografia, Valencia, 1972, pág. 207 .
No se conserva el original y transcribo la copia guardada en AHN ., Clero, carpeta 3 .435,
doc. 1, fols. 5 v., 7 r. Esta recopilación sirvió de modelo a la confirmación hecha por doña Juana
en 1512 (Clero, carpeta 3 .435, doc . 15) . Posiblemente, el original ya había desaparecido por es-
tos años y podemos relacionar la desaparición con los pleitos ocurridos por la posesión de unas
aceñas entre el convento y Juan Téllez Girón, conde de Urueña ; al menos, sabemos que en 1577
los dominicos presentaron un documento que no se corresponde con el que hoy conocemos: se
ampliaba la donación de D. Juan para incluir las aceñas en litigio (AHN ., Códice 1 .254 B ., pág.
275; en este códice, págs . 271-274 puede verse otra copia, tomada de la carpeta 3.435 en 1768
por no conservarse el original) .
(5) AHN ., Clero, carpeta 3.435, fols. 16 r .-v.
(6) Compuesto en 1768, el Becerro contiene una «Vida del Serenisimo Príncipe don Juan
Manuel, Fundador de este convento» que ocupa las págs . 4-10 y finaliza con una relación de las

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