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de Robles, su editor, en un tomazo de 503 páginas, con casi dos mil quinien-

tas noticias bibliográficas : volumen que hubiera sido imposible concretar sin
las extraordinarias facilidades ofrecidas por la Bibliotheque Nationale y por
el Institut Hispanique: la primera, con la riqueza de sus colecciones y la or-
ganización de su Salle des Catalogues, pero con el inconveniente de la inevi-
table lentitud con que se presentan sus últimas adquisiciones ; el segundo,
como más reciente más modesto, ofrece en cambio la extremada pulcritud
de sus ficheros, donde se adicionan constantemente -por autores y por
temas- los artículos de las más importantes publicaciones periódicas sobre
hispanismo .

Redacción e impresión de tan pesada bibliografía -y aqui reside la


causa de casi todas las fallas de este trabajo- se llevaron a cabo, presiona-
das por la necesidad de salir a luz dentro de un plazo útil para estudiantes y
profesores, en el tiempo desdichadamente record -de menos de tres meses .
Cada capitulo terminado, apenas releido, se enviaba al impresor, que remi-
tía y recibía las pruebas, directamente de página (la redacción habia pres-
cindido de notas al pie para acelerar el proceso de impresión) con la misma
celeridad con que las iba imprimiendo . Dos son las consecuencias fatales de
este procedimiento : una, el «estilo» (que algún nombre ha de recibir) apenas
correcto, apenas levantado aqui o allá por alguna maldad episódica; la otra,
mucho más grave y nacida de que su autor jamás tuvo entre las manos la to-
talidad de su trabajo, se manifiesta en repeticiones, omisiones y deficiencias
de detalle, así como en la diferencia entre los varios niveles de densidad en el
tratamiento de los diferentes temas (y muy particularmente en lo histórico) .

La obra estaba terminada -como lo evidencia el «copyright»- al fina-


lizar el año 1971, y a la tirada de las Ediciones Hispano-americanas, realiza-
da en los inicios de 1972, sucedió una segunda, con pie de imprenta de la
Editorial Castalia, fechada el 15 de mayo de ese mismo año . A solicitud de
esa editorial, que se habia asegurado el mercado general con exclusión de
Francia, y que D. D. no sabia por entonces tan hábil en fraguar las diferen-
tes fechas de sus ediciones, se agregaron algunas notas finales que llevaron la
paginación del libro a la 509 y la fecha de estas últimas noticias -y sólo
ellas- a los comienzos de 1972 .

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La acogida que el libro mereció de la critica no puede decirse merecida,
siendo como fue unánimemente alabanciosa . D . D . guarda especial gratitud
a la generosisima reseña de Francis Cerdan, así como a la amistosa recensión
de don G . M . Bertini, a la elegantisima señorilidad de Alberto Varvaro, al
sonriente examen de Derek W. Lomax, al inesperado elogio de Antonio To-
var . Desea, sin embargo, como prólogo a su propia reseña, detenerse aquí
sobre las dos noticias más extensas, la de R . B . Tate (de casi seis páginas) y la
de Charles B . Faulhaber (de algo mas de seis) . Casi idénticas en su exten-
sión, difieren sin embargo lo bastante como para justificar el intento de
compararlas .
La reseña del Profesor Faulhaber (Hispanic Review, 43 (1975),
412-418), considerada por D . D . como un prodigio de pulcritud, opone a un
elogio sin dudas desmedido una ceñidisima critica de detalle, basada tanto
en una lectura cuidadosa (caso poco frecuente en el ámbito de las reseñas)
como en ajustadas pesquisas personales (caso que puede darse por milagro-
so) . Claro está que D . D . no puede, humanamente, estar de acuerdo con to-
das sus observaciones, en particular las de la nota 2 : si el reseñador tiene ra-
zón sobre la incorrecta entrada de Alden Mason que en el indice «is listed
under Alden Mason instead of Mason» (y esto se debe a que D . D . lo frecuen-
tó mucho antes de ser instituido bibliotecario a palos), no la tiene cuando
critica la mención de «Haggerty Krappe» y no «Krappe» a secas: escribiendo
corrientemente en un español corriente, donde Lorca y Garcia Lorca se
equivalen, el uso igualmente corriente de los dos apellidos no es de incrimi-
nar. Y tampoco la tiene del todo el recensor cuando entiende que la afirma-
ción «el uso de las mayúsculas debe ser el de la lengua empleada» se refiere
al uso de ciertos impresores de titulos de libros y no al de «la lengua» -en
inglés, el empleo de letras capitales en el pronombre personal de primera
persona y en los gentilicios, etc .- : la inmediata referencia a la grafia ger-
mánica de los sustantivos comunes, repetida en pág. 284, hubiera debido
convencerlo (y un yerro de este tipo aparece en la pág . 88, lineas 3-4 :
«anglais» por «An-/glais») . Es verdad que el uso de las mayúsculas en títulos
ingleses es en el libro de D . D . continuamente oscilante e inseguro, pero es el
exceso de letras capitales lo que está mal, y no su falta: una bibliografia re-
dactada en español no puede competir con las orgías capitalizadoras de las
Just So Stories. Idénticamente, en el uso de las «vedettes» no debe seguirse

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-cuando no se las transcribe in extenso- la aportación del texto registrado,
sino la forma más completa posible, así sea ésta radicalmente distinta de
aquélla (por sucesivos títulos nobiliarios, la adopción de sucesivos apellidos.
o pseudonimos o, en el caso de mujeres, por matrimonios ulteriores) : se debe
dar el título de general o la forma propia de un papa a publicaciones apare-
cidas cuando sus autores eran sargento y seminarista, o teniente y teniente
de cura . Pero todo esto son nonadas, frente al riguroso cuidado con el que el
Profesor Faulhaber colma las lagunas del libro reseñado : cinco adiciones,
noticia de siete tesis estadounidenses y de cuatro estudios más, ulteriores casi
todos los últimos al libro y pesquizados en una cincuentena de revistas, más
la acabada descripción de una decena de trabajos que D . D . no pudo consul-
tar . La lista de los 46 yerros de impresión -y/o yerros de D . D .- que se
consideran más importantes. revela también el ingente e inteligente escrúpu-
lo del reseñador (aunque alguna sea tan nimia como la supresión de un acen-
to -¿necesario?- en una mayúscula, o introduzca una nueva errata :
«Víctor» con acento en un nombre extranjero) . Pero a pesar de estas discre-
pancias homoúsicas, D . D . no piensa que ésta sea solamente la mejor reseña
de su libro : considera que es una de las mejores que ha leído en estos últimos
años, porque, partiendo de la obra reseñada, la critica y completa eficaz-
mente, controlándola constantemente y aportando una rica contribución
original, todo ello dentro del más estricto sentido disciplinario .
Con idéntica profusión, con un saber aproximadamente equivalente (y,
quizás, con bastante menos trabajo), R . B . Tate (en : The Modern Language
Review, (1974), 671-677) se sitúa brillantemente en la orilla opuesta de
Faulhaber : como que, en realidad, no se ocupa tanto del libro de D . D, co-
mo .de su propia idea de lo que ese libro debiera ser (postura que aporta a ve-
ces sabrosos resultados, a condición de no perder del todo de vista la obra re-
señada : lo que es, un poco, el caso del erudito colega) . Para empezar, el pro-
fesor Tate se niega tenazmente a leer el subtitulo del libro : «Una
bibliografía», y así la mayoría de sus reparos, enderezados a otro tipo de
publicación, no casan con ésta, como habrá ocasión de mostrarlo . Igual-
mente, aunque reconozca con el autor que «una objetividad absoluta es
prácticamente inalcanzable», se limita a veces a reemplazar la subjetividad
de D . D . por la suya propia : si es que es en verdad subjetivismo devótico el

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opinar que los ejemplos de don Juan Manuel no son históricos, o que ciertas .
fuentes occidentales estaban más a su alcance que remotas colecciones
asiáticas : y ambos subjetivismos (echados en cara por el reseñador) los com-
parte D. D . con María Rosa Lida de Malkiel, tan admirada por Tate y por él
mismo . Si Tate no cree, por ejemplo, que las interferencias en los planos
narrativos del Libro de tos estados son una calculada y «rica serie de falsas
perspectivas», su opinión es y seguirá siendo subjetiva mientras no la apoye
en algo más que en formularla (pág . 674 de su reseña, y de nuevo en pág.
676) . Y si cree; a pesar de los reparos formulados por D . D ., que éste «rates
Barcia (36 .1) higher than must», debiera consignar por qué lo piensa así,
tratándose como se trata de un planteo superior al de otros especialistas (Ta-
mayo, Millares Carlos, Alborg, núms . 3 .37, 3 .38 y 3 .39) : y también aquí
-por lo menos para el primero de los citados- el subjetivismo de D . D .
coincide con el de María Rosa Lida de Malkiel, cuya alabanza como juan-
manuelista insume algunas inspiradas lineas de la reseña : una vez más, Tate
disiente con los juicios de la distinguidisima romanista, hasta el punto de
que cabria preguntarse en qué funda su admiración por ella . Es posible tam-
bién que la critica de D . D . al núm . 93 .1 de su bibliografia, referida a un co-
laborador del profesor Tate, sea excesivamente severa (lo aseveran las págs .
671 y 677 de la reseña) : siempre sorprende que críticos de otras confesiones
avizoren inesperados mediterráneos en materias digeridas desde antes del
catecismo ; pero D . D . no comprende que «escape. criticism» el núm . 23 .8 co-
mo el 36.2 (Tate, pág. 671) : el primero de los escaparates comprende catorce
líneas de resumen más la remisión a cinco reseñas, y el . otro comienza por
«Despaciosa introducción, que se torna excelente . . .» seguida de veintiuna
lineas más: ¿qué será, entonces, «no escapar a la critica»? Idénticamente,
afirmar que «the famous story of the cobbler arad the king [???] disappears
without trace» (pág. 674), significa haber pasado por alto, en la pág. 222 del
libro criticado, el núm . 23 .27 y su comentario, que la reconocidamente falsa
modestia (se ruega excusar la redundancia : toda modestia es falsa) de D . D .
reduce, cierto es, a su minima expresión .
El Profesor Tate puede muy bien pensar que la introducción bibliografi-
ca del libro, aun siendo útil, podia haber sido publicada aparte (reproche
válido también para cada una de las partes del libro) . Pero no tiene razón al
afirmar que esta introducción «does not refer in particular to the medieval

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period nor to Don Juan Manuel» (pág. 672) . Sobre la paradoja de enjuiciar
una bibliografía por ser bibliográfica, y prescindiendo del «medieval pe-
riod» del que la dicha introducción no prescinde en absoluto, cabe suponer
que el Profesor Tate pasó muy rápidamente por las páginas 26-27, 30, 39 y
40 de la tal introducción, que citan a don Juan Manuel o a su Conde Luca-
nor examinando problemas bibliográficos concomitantes : problemas que se
retoman, fuera de la dicha introducción, en las págs . 51 (a propósito del
Manual de Palau) y 298 (sobre la ordenación de las ediciones del Conde Lu-
canor) . El Profesor Tate opina, además, que mucho del material de la pri-
mera parte «could have been happily left in the darkness» (pág . 672) : cu-
riosa idea de lo que es «Una Bibliografía» ; y lo mismo vale para la reclama-
da supresión de los trabajos de Thompson y de Keller, apoyada en razones
algo obscuras para el lector no prevenido. Como curiosa idea de lo que una
bibliografía es resulta el reprochar a su autor el omitir «the possibilities of
applying modern narrative analysis in the manner of Barthes and Teodo-
rov» (pág. 672) : ni esas posibilidades, ni la de la posible influencia de los
viajes interespaciales en las futuras ediciones del Conde Lucanor son del do-
minio de una modestia bibliografía : echarle en cara loque en ella falta por
no haber sido escrito, o lo que escrito y todo, «sobra», denuncian más el de-
seo de criticar que una crítica juiciosa de lo enjuiciado, visible además en la
fruición evidente con que se repiten (todo abulta) diversas observaciones
sobre presumibles faltas . Si el propio autor reconoce, y más de una vez, la
dificultad de ordenar satisfactoriamente materiales tan diversos, el repro-
barle desórdenes sin recordar que el lo ha confesado previamente y como si
se tratase de un descubrimiento personal del reseñador, es por lo menos poco
generoso ; y es, además, desatinado, si las mejoras propuestas son, ellas mis-
mas, desatinadas o erróneas . ¿Qué tendría que hacer el «marco narrativo»
en la sección 18, dedicada a los últimos años de la investigación folklórica
general (Tate dixit, pág. 672)? Los 40 .8 y 40 .9 -se insiste dos veces sobre
ello- no se tratan en la sección 21 (el apólogo en general) sino donde deben
tratarse : ocupándose de la figura del consejero, corresponden al estudio re-
ferente al consejero por excelencia del Lucanor, que es Patronio ; y el núm .
42 .4 no puede figurar «under section 18» por la sencillísima razón de que, al
no existir el tal núm . 42 .4, sólo puede colocárselo en el cuerpo astral del vo-
lumen . Igualmente, de las doce correcciones finales, la antepenúltima es

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inverificable, por ser ella misma una errata ; la penúltima es falsa (el texto
está bien) y la última es falsa en parte (se trata del ejemplo VI, y no del VII) .
Es posible que todos estos traspiés sean simplemente yerros en la impresión
de la reseña, pero aún en este caso, son prueba de la harta ligereza del profe-
sor Tate en la corrección de las suyas de imprenta .
Lo más importante de esta reseña son las adiciones bibliográficas (algu-
nas posteriores al libro), contando entre ellas un nutrido grupo de obras
sobre la predicación en Inglaterra sin las cuales, según parece, es imposible
comprender exactamente la producción de don Juan Manuel . La adición
más curiosa es la de pág . 672 (una página, decididamente, antológica), rela-
tiva al núm . 21 .48 del libro examinado (Libro de los ejemplos en la edición
de J .E .Keller), que denuncia la ausencia de «Morel Fatio [sin trait-d'union],
Romania, 7 (1878), 481-526», cuando este importante trabajo ocupa cinco
líneas, bajo el núm . 21 .47, en la misma página donde florece el 21 .48; y ya
por la doble numeración de los ejemplos del Libro (pág. 357), ya por esto y
por la mención de la revista Romania (págs . 423 y 435), y ya por ambas cir-
cunstancias y por la cita misma del nombre de Morel-Fatio (págs . 370, 401,
439, 455 y 456) se lo lee por lo menos ocho veces en la parte tercera del libro
reseñado, que el Profesor Tate no parecería haber escudriñado a fondo . (No
deja de ser extraña la idéntica inoportunidad con la que Ian Macpherson
-también por dos veces- trata «to repair a few omissions» del librillo de
D . D . y consigna, de manera incompleta, el estudio verdaderamente funda-
mental de J . Th . Welter, que lleva sin embargo en la Introducción al estudio
de don Juan Manuel el núm . 19 .11, se cita antes en las páginas 162 y 163, y
cuya descripción detallada cubre las págs. 166 a 168 del libro incriminado .
El acuse va en la pág . 196 de los Juan Manuel Studies editados por Macpher-
son -London, Tamesis Books Ltd . [c . 1977]- donde se lee algún que otro
desliz ; la expresión inglesa citada arriba aparece, también geminada, en la
pág. 13 y en la pág . 139 de ese volumen) .
La reseña del Profesor Tate contiene -y esto está fuera de duda- pers-
picaces observaciones así como adiciones utilísimas; pero basta lo citado pa-
ra advertir su carácter rapsódico y el enfoque inadecuado sobre el que se la
basa . Su autor es, también indudablemente, más amigo de la verdad que de
Platón, pero parecería serlo aún más de algunos otros juanmanuelistas, y

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