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BIBLIOGRAFIA
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ROMERA CASTILLO, José: El Comentario Semiótico de Textos (Madrid', 1980) .
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Francisco Javier Díez de Revenga
Universidad de Murcia
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de la Caza, se ven incrementados por un evidente carácter o sentido noveles-
co que nos muestra con claridad que estamos leyendo a un buen narrador, a
un habituado contador de historias ficticias o reales . Las tan conocidas cues-
tiones personales-familiares y el apasionamiento del escritor por defender a
su familia y su linaje, su abolengo y su estirpe regia, le conceden aún otro to-
no personal que nos descubre al autor, a su temperamento .
No-es conveniente, sin embargo, confundir el carácter autobiográfico
que siempre se ha señalado en este libro, con su más discutible condición his-
tórica, a pesar de su valor documental, ya que los hechos en sus tres partes
referidos corresponden a personas de la estirpe del autor, es decir, a la fami-
lia real de Castilla y también a la de Aragón . Se puso en duda pronto la sin-
ceridad del autor a la hora de referirse a los hechos y personas de su época o
muy poco anteriores y, en efecto, Giménez Soler (2) tuvo ocasión, al editar
el libro, de ocuparse de su carácter a través de unas «notas» históricas en las
que ponía de relieve, entre otras cosas, «el anacronismo en que incurre el
autor y quizá la falsedad en los móviles de ciertos actos de algunas personas»
(3), aunque antes ha asegurado sobre los hechos históricos que «todos son
ciertos y están comprobados por documentos coetáneos» (4) . En cualquier
caso, hay que inclinarse más hacia la consideración de ficticio o de inventa-
do de más de un asunto, sin reducir esta actitud de don Juan Manuel sólo a
matices o a la falsedad de algunos «móviles» .
La estructura acumulativa del Tratado de las armas nos permite en cier-
to modo afrontar su estudio, a la hora de valorar el componente literario,
acometiéndolo parte a parte, porque, como se sabe, el libro se compone de
tres relatos o «razones», tal como anuncia su propio autor al comenzar (pá-
gina 75) (5) : « et las tres cosas son: [por qué fueron dadas} estas mis armas al
infante don Manuel, mío padre, et son alas et leones; la otra, por qué pode-
mos fazer cavalleros yo et mios fijos legítimos non seyendo non cavalleros, lo
(2) ANDRES GIMENEZ SOLER: «Edición y estudio del Libro de las armas», Universidad, 8,
Zaragoza, 1931, págs. 483-516. También en Don Juan Manuel. Biografía y estudio crítico, La
Académica, Zaragoza, 1932, págs. 677-695.
(3) ANDRES GIMENEZ SOLER: Don Juan Manuel, pág. 692 .
(4) ANDRES GIMENEZ SOLER: Don Juan Manuel, pág. 692 .
(5) JUAN MANUEL : Libro de las armas, edición de José María Castro y Clavo y Martín de Ri-
quer, Clásicas Hispánicos, Barcelona, 1955. Citarnos siempre por esta edición .
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que non fazen ningunos fijos nin nietos de infantes; la otra como passó con-
migo la fabla que fizo conmigo el rey don Sancho en Madrid, ante que fina-
se, seyendo ya vierto que non podría guaresver de aquella enfermedad nin
bevir luenga [mente]» .
Pero, antes de pasar a considerar estos tres asuntos, es interesante obser-
var en las palabras del preámbulo, que luego reiterará más adelante, en pri-
mer lugar, dos notas : su fidelidad absoluta a la verdad y la necesidad de de
tenerse o hacerlo más despacio al expresar por escrito lo que no permite la li-
gereza del lenguaje hablado . Así se lo manifiesta a Fray Juan Alfonso, a
quien dirige su libro : «Et respondovos que vos lo agradesco mucho, porque
queredes saber Ciertamente este fecho, lo que non fizieron otros muchos a
que yo conté así como a vos-. Mas por[que] las cosas son más ligeras de dezir
por palabra que de ponerlas por scripto, aver me á detener algún poco más
en lo scrivir . Pero con la merved de Dios fazer lo he, et creó que todo passó
assi verdaderamente» (pág . 75) .
La máxima preocupación de don Juan reside en el respeto a la verdad, y
en transmitirla fidelísimamente se ocupa con denuedo . Pero al darse la cir-
cunstancia de que parte de los hechos objeto de su relato no le ocurrieron a el
sino a sus inmediatos antepasados, el autor no puede aportar su testimonio
personal por lo que pone su responsabilidad a salvo utilizando un procedi-
miento evidentemente literario, en el que entra a formar parte la subjetivi-
dad . Conoce distintas versiones y el escoge, con su «entendimiento» la que el
cree más cierta . Don Juan Manuel ya ha comenzado a hacer literatura. Y no
sólo el procedimiento lo demuestra sino también los resultados.
Parece estar claro, a la vista de las palabras anteriores, que don Juan
Manuel estaba deseando que alguien se lo pidiera, para dar por escrito estos
tres relatos aunque ello le lleve más tiempo. Por eso destaca a su destinatario
sobre los demás que habían oído las historias y no habían querido saber
«Ciertamente este fecho» . Frante a esos «otros muchos a que yo lo conté así
commo a vos», Fray Juan Alfonso le ha dado la ocasión de poder escribir y
de utilizar su condición de escritor . En este punto son válidas unas palabras
de Mercedes Gaibrois que, en general, nos podrían parecer exageradas, aun-
que ahora, en momentos como éste, son apropiadas porque don Juan Ma-
nuel descubre su «condición de escritor» : «Aunque este gran señor piense
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con sinceridad que sólo escribe para cumplir fines morales, es evidente que
esto no es en absoluto exacto . Escribe por decidida inclinación a las letras,
por deleite espiritual . Está dotado de modo singular y la redacción de libros
le produce verdadero gozo . Luego vendria lo de orientarlos a un fin eleva-
do» (6) .
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