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Reinaldo Ayerbe-Chaux

DON JUAN MANUEL Y LA CORONA DE ARAGON,


LA REALIDAD POLITICA Y
EL IDEAL DE LOS TRATADOS

El cuadro social y político que del sistema estamental presenta don Juan
Manuel constituye un todo armónico con la armonía propia de las
creaciones de Dios . Tres estados: los oradores, encargados del bien espiri
tual ; los defensores, encargados de gobernar; y los proveedores : mercaderes,
campesinos y artesanos (1) . Como regalo de Dios, el hombre nace en deter-
minado estado y su honor social se deriva en parte de la estirpe pero más que
nada del cumplimiento de los deberes de su estado . Existen jerarquias en
cada uno de ellos y en el de los defensores, que es el que más preocupa a don
Juan Manuel para la salvación de su alma (2), están el rey a la cabeza y la
nobleza. Entre la nobleza ocupan un puesto singular y difícil los hijos de in-
fante ya que por su estirpe pertenecen a la realeza . Ello les da privilegios y
responsabilidades especiales. El sistema no es fortuito sino establecido direc-
tamente por Dios para el bien de la sociedad y permanece en sí inmutable y
bueno .
Los tratados de don Juan Manuel y en especial El libro de tos estados
contienen la exposición doctrinal más completa sobre la organización de la

(1) JUAN MANUEL : Libro de los estados, ed. R . Brian Tate y Ian R. Macpherson, Oxford at
the Clarendon Press, 1974, pág. 192. RUTH MOHL : The Three Estates in Medieval and Renais-
sance Literature, New York, 1933 .
(2) R . BRIAN TATE : «The Infante don Juan de Aragón and Don Juan Manuel», en Juan Ma-
nuel Studies, ed. Ian R. Macpherson, London, Tamesis, 1977, págs . 169-179.

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sociedad y el papel del noble en ese sistema de los estamentos (3) . Pero dicha
doctrina puede representar más un ideal, una abstracción que una realidad .
Comenzamos a descender del ideal a la realidad cuando ese orden se rompe
por la falta del rey o del noble en el cumplimiento de sus deberes, cuando
«deber» y «privilegio» dejan de diferenciarse y se vuelven uno, por ejemplo,
al insistir don Juan Manuel en «la guarda de la fazienda, de la anca et del es-
tado» .
En este homenaje con ocasión del septimo centenario de su nacimiento,
he creído importante hacer un examen de la correspondencia o colección
diplomática publicada por Andrés Gimenez Soler (4) para buscar en ella
cuál fue la realidad política que vivió don Juan Manuel . Ello nos dará un as-
pecto de su vida no suficientemente señalado por los biógrafos, aspecto que
puede considerarse clave para entender no sólo ciertas acciones de su vida si-
no su misma producción literaria.
Al leer la correspondencia de don Juan Manuel, lo primero que salta a la
vista es que no existia la unidad armónica presupuesta por la organización
estamental . La España del siglo XIV no era un reino sino básicamente dos
reinos cristianos, dos reyes unidos par alianzas familiares y «posturas» cuyo
poder y protección podía contraponerse en juego en momentos de crisis.
Nada más contrario al cuadro de armonía básica que brindaba el ideal de los
tratados .
Don Juan Manuel a ciencia y conciencia rindió vasallaje a )aime II de
Aragón más bien que fidelidad a su rey natural . Los Infantes de la Cerda
hablan donado el territorio de Murcia a la corona de Aragón y en un docu
mento fechado el 26 de junio de 1289 (doy nuestra nomenclatura) renovaron
dicha donacïóñ en favor de Jaime II (5) . Ante esta violación de sus derechos,
don Juan Manuel, joven e inexperto, aprobó la declaración de hostilidades

(3) LUCIANA DE STEFANO: La sociedad estamental de la baja edad media española ala luz de
la literatura de la época, Caracas, Universidad Central, 1966, pág. 9 .
(4) ANDRÉS GIMENEZ SOLER: Don Juan Manuel . Biografía y estudio crítico, Zaragoza, 1932 .
(5) A . GIMENEZ SOLER : op. cit., pág. 221 . De aquí en adelante las citas de las doe~scnentos
irán en paréntesis incluidas en el texto, con las iniciales GS, el número del documento en cifras
romanas y la página.

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por mar con una galera armada contra la corona de Aragón, bajo el pretexto
de que Jaime 11 había roto la promesa de matrimonio con la hija de
Sancho IV :
«Ya sabedes de como el Rey daragon ovo de casar con la fija de
nuestro sennor el Rey Don Sancho et teniendola en Aragon et en su po-
der sabet que es ydo casar con la fija del princep (así se refiere a Blanca
de Anjou) e desempara la fija de nuestro sennor el Rey» . (10 de nov.
1295 . GS 111, 223) .
Al dar este paso- no había medido el poder de su adversario y con impo-
tencia vio venir sobre Alicante las fuerzas aragonesas . Caida Alicante, fue
atacada Elche en 1296, que era lo mejor de su patrimonio en Murcia ya que
se hallaba en tierra que no dependia jurídicamente ni de Castilla ni de Ara-
gón y por lo tanto no requeria juramento de fidelidad a ninguno de los dos
soberanos. Al capitular, don Juan Manuel perdió la jurisdicción en Elche,
pero le fue posible conservar la propiedad. El documento de capitulación
prometia la ayuda a don Juan Manuel de veinte caballeros encabezados por
don Jaime de Xerica y entre los que se encontraba don Pedro señor de Ayer-
be, si el rey no guardaba los términos del tratado :
t<E prometemos e convenimos que si el dicho seynor Rey creban-
taua las cosas sobredichas o alguna daquellas que nos ayudaremos al
dicho Don Johan segunt que dicho es contra el dicho seynor Rey, con
nuestros cuerpos e con nuestros vassallos e con nuestras villas e con
nuestros castillos» (GS VI, 230) .
Sin embargo, el joven noble comprendió ya entonces que el centro del
poder, la mayor fuerza política de la Peninsula residía en la corona de Ara-
gón y no en la de su propio reino castellano. Midió la simple complejidad del
juego político y se lanzó a el con singular destreza. Coma era obvio que un
rey tan poderoso como Jaime II no tendría interés en alianzas con los débi-
les, don Juan Manuel le dio muy pronto repetidas muestras de que no
transigiría en la guarda de sus derechos . Cuando en febrero de 1298 el rey le
pidió que restituyera las heredades que había quitado en Villena a Martín
Ximenez,de Alcalá, don Juan Manuel accedió, pero con estas palabras

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«Et pues vos esto fallades por derecho ruego uos que tengades por
bien de mandarlo guardar así a los vuestros vassallos que algo an en el
reyno de Murcia» . (Marzo de 1298 . GS XVI, 239) .
Es sólo un ejemplo (6) pero revela en qué forma don Juan Manuel prepa-
raba con destreza su pacto de Jativa con el rey de Aragón, dándole pruebas
de su poder y llevándole a la convicción de que era mejor tenerle por aliado
que por enemigo. Murcia estaba en poder de Aragón y aunque la reina doña
María de Molina organizó una campaña para desalojar a los aragoneses de
ese territorio castellano, ésta fracasó (enero de 130(3) . Creo que ello conven-
ció definitivamente a don Juan Manuel de la necesidad de aliarse con el más
poderoso .
En los primeros años del siglo XIV las relaciones entre Castilla y Aragón
se hallaban en peligrosa tensión . Un grupo de nobles castellanos disidentes
escogió a don Juan Manuel para iniciar conversaciones con Jaime II y se
entrevistaron en Játiva . Don Juan Manuel aprovechó la oportunidad para
negociar lo suyo y obtuvo del rey un pacto por el cual : 1 . Obtenia la mano
de Constanza su hija; 2, Elche y demás territorios le eran devueltos ;
3 . Jaime II, su futuro suegro, se comprometía a defender a don Juan Manuel
contra cualquier enemigo, especialmente contra el rey de Castilla . No es
difícil medir la trascendencia de este pacto de vasallaje por el cual don Juan
Manuel se pasaba literalmente al reine contrario, Reconocía a Jaime II
como su señor natural y como rey del territorio de Murcia. A esto se si-
guieron las vistas de Ariza en las cuales tomaron parte también otros nobles
castellanos levantiscos como el Infante don Enrique (el del cuento del león
de Túnez del exemplo IX del Libro del conde Lucanor) y don Diego López
de Haro, señor de Vizcaya (G$ LXVIII, 280) . Los intereses privados del
noble se anteponian a los intereses del rey y del reino de Castillla ; y todo,
cuidadosamente manipulado por la corona de Aragón . No vale la pena juz-
gar a don Juan Manuel . Lo que importa es reconocer la realidad de un

(6) Véase, por ejemplo, la carta de Bernardo de Sarria a Jaime II, en la cual expresa su te-
mor ante las hostilidades de don Juan Manuel en Murcia (GS XXVI, 245) . El mismo rey le escri
be a don Juan Manuel quejándose de que ha quebrantado los térrnin" del tratado : con gran
gente de cauallo e de pie entrastes en el reyno nuestro de Murcia e aqui talando logares fegiestes
muytos daynos e males e matastes homnes partida e leuastes ende muytos homnes catiuvs»
(GS XXX, 247) .

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mundo político complejo y conflictivo que no podemos percibir claramente
en la abstracción de sus tratados ni en los bocetos biográficos que se dan
sobre su vida . Fernando IV de Castilla, enfurecido, intentó hacerle asesinar
pero don Juan Manuel fue avisado afortunadamente por Gonzalo García,
emisario del rey de Aragón, octubre de 1303 (GS LXXXIV, 292) .
Consideremos ahora otro aspecto importante en estos cambios de va-
sallaje . Los vínculos de parentesco político establecidos por el matrimonio
eran más serios y más fuertes que el vinculo natural entre noble y rey . En
carta del 2 de julio de 1304 informa don Juan Manuel a Jaime II que acaba
de acceder a los planes del rey de Castilla pero con el fin de ayudar los inte-
reses de Aragón : «E esto guise entendiendo que uos podría seruir alla en al-
gunas cosas» . Y el 12 de septiembre : «et sennor lo que es uuestra uoluntad
que yo faga enuiatmelo mandar e faserlo e muy de grado» (GS CIII, 306) .
La correspondencia de don Juan Manuel con Jaime II está llena de expre-
siones semejantes que, a pesar de su carácter formulario, revelan claramente
el puesto primordial que tenían para él los intereses de la corona de Aragón .
Por su parte, Jaime II se mostraba generoso y leal para con su yerno . Al
hacerle favores le agradecía no sólo el beneficiado sino el rey de Castilla por
haber ayudado a calmar las exigencias de un súbdito tan poderoso. Por
ejemplo, debido a la intervención de su suegro, don Juan Manuel había to-
mado posesión de Alarcón en marzo de 1305 . Vale la pena citar las reac-
ciones favorables en cartas al rey don Jaime. De don Juan Manuel, 30 de
abril de 1305 :
«Et enbio uos lo desir por que se que uos plasera e ueredes uos sennor
que por quanto fisiestes en este pleyto que desto e de lo que he de todo
uos uerna seruiçio» . (GS CXVIII, 314) .
Del sacristán de Tarazona, mayo de 1305 :
«Con don Johan Manuel faule e tiene que uos lo acedes heredado
de Alarcón e diçe que así vos sera mandado siempre como faria a su
padre» . (GS CXX, 316) .
Del Infante don Juan a nombre de Fernando IV, 29 de mayo de 1305 :
«Sabed que uos gradesce mucho el Rey porque mandastes librar
fecho de Cartagena ca tien que fesiestes mucho en esto por el en

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guisardes [sic] vos como fincasse don Johan Manuel asosegadamiente
en el su seruipio . Et otros¡ uos lo tiene don Johan Manuel en merced ca
tiene que por vos es el heredado de Alarcon. Et sed vierto que por esto
sennaladamiente finca asosegado don Johan Manuel para ser siempre
a seruiç¡o del Rey de Castiella e uuestro, e de seer siempre otros¡ mío
amigo e en la mi ayuda» . (GS CXXIII, 317) .
Las relaciones de don Juan Manuel con Jaime 11 no carecieron de ten-
siones pero nunca llegaron al rompimiento como con el rey de Castilla . Al
recrudecerse las hostilidades contra el'reino de Granada, la infanta doña
Constanza, prometida de don Juan Manuel, estaba en Villena . A petición
del rey, don Juan Manuel hizo abastecer el castillo, pero en carta del 7 de
mayo de 1310 se queja de que sus repetidos ruegos para trasladarla a lugar
más seguro no hayan sido escuchados (7) . Aún más, su carta a Guillén
Palacin el 18 de julio (GS CCX, 381), negándose a recibirle como enviado
del rey de Aragón, culpa al soberano de favorecer a sus enemigos y de ha-
cerle mal deliberadamente . Ello motiva una de las cartas más duras de la co-
lección en la que dice Jaime II :
«no conviene que nos alonguemos la respuesta e assi a lo primero que
desides que fasta aquí manáfiestament entendiades en como nos
obrauamos contra uos que agora muy a oía lo veyedes . Maravellamos
nos mucho que obras son aquellas que uos entendedes que nos contra
uos au¡amos fecho que no son buenas. Ca nos por tal nos tenemos que
nuncha fisiemos sino buena cebra a qui la ociemos de faner . E s¡ vos
conosiessedes o vos acordassedes quales cebras avemos fechas contra
vos non diriades tal rasan ni auriades acido sospecha de nos sino de

(7) «Et uos sennor dixiestes me que nona oía porque auer ningun recelo en V ¡llena et que te-
niedes por bien que fincase así el pleito et como quier que me peso ende mucho pues que vi que
uos as¡ lo quisiedes ouelo a pasar pesó (síé por pero] que finque depues aca con grand rreçelo ende
et segund los fechos se yo que se can parando ueo que cada día es mas mester et non se deue tar-
dar et quando los fechos estan en tal estado non deue omne fablar encubierta mente . Et porque
yo non fallo otra carrera porque la infanta sea bien segura et uos et yo estemos sin ningun recelo
uos pido por merced que tengades por bien que uenga la infanta a algun lagar de los m¡os que sea
bien alongado de la guerra. Et todas las cosas que uos quisieredes que yo faga por que Dos seades
seguro que la vuestra onrra et de la infanta et quanto yo he puesto conuusco sera todo guardado
faserlo he muy de grado» . (CS CCVI, 375) .

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