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LA DOCTRINA ORTODOXA SOBRE LOS ANGELES

Padre Seraphim Rose


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Sabemos por las palabras de Cristo mismo que el alma se encuentra con los ángeles en la muerte
«Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham»1.

En cuanto a la forma en que aparecen los ángeles, sabemos también por el Evangelio: «el ángel
del Señor … Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve»2; «un joven
sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca»3; «dos varones con vestiduras
resplandecientes»4; «y vio a dos ángeles vestidos de blanco»5.

A lo largo de la historia cristiana, las manifestaciones de los ángeles siempre han sido de esta
misma forma de jóvenes deslumbrantes vestidos de blanco. La tradición iconográfica de la
aparición de los ángeles también ha sido constante a lo largo de los siglos, representándolos como
jóvenes deslumbrantes (a menudo con alas, que de por supuesto son una característica simbólica
que no se suele ver en las apariciones angelicales); y el Séptimo Concilio Ecuménico en 787
decretó que los ángeles deberían ser siempre representados sólo de esta manera, como hombres.
Los "cupidos" del arte occidental del Renacimiento y períodos posteriores son de inspiración
pagana y no tienen nada que ver con los verdaderos ángeles.

De hecho, no solo con respecto a la representación artística de los ángeles, sino en toda la
doctrina de los seres espirituales, el Occidente católico romano (y protestante) moderno se ha
desviado mucho de la enseñanza de las Escrituras y de la antigua tradición cristiana. La
comprensión de este error es esencial para nosotros si queremos comprender la verdadera
doctrina cristiana del destino del alma después de la muerte.

El obispo Ignatius Brianchaninov (☨1867), uno de los grandes Padres de los últimos tiempos,
advirtió este error y dedicó todo un volumen de sus obras completas a refutarlo y exponer la
verdadera doctrina ortodoxa sobre este tema6. Al criticar los puntos de vista de una obra teológica
católica romana estándar del siglo XIX7, el obispo Ignacio dedica una gran parte de este volumen
(págs. 185-302) al combate la idea moderna, basada en la filosofía de Descartes del siglo XVII,
según la cual todo lo que está fuera del ámbito material pertenece simplemente al ámbito del
"espíritu puro". Tal idea, en efecto, coloca al Dios infinito al mismo nivel que varios espíritus finitos
(ángeles, demonios, almas de los difuntos). Esta idea se ha generalizado enormemente en la

1
Lucas 16:22
2
Mateo 28:2-3
3
Marco 16:5
4
Lucas 24:4
5
Juan 20:12
6
vol. III en la edición de Tuzov, San Petersburgo, 1886
7
Abad Bergier, Dictionnaire de Théolegie
actualidad (aunque quienes la sostienen no ven todas sus consecuencias) y explica gran parte la
confusión del mundo contemporáneo respecto a las cosas "espirituales": se muestra un gran
interés por todo lo que está en nuestro lado del mundo material, con poca distinción entre lo
divino, lo angélico, lo demoníaco o simplemente el resultado de los extraordinarios poderes
humanos o de la imaginación.

El abad Bergier enseña que los ángeles, los demonios y las almas de los difuntos son
"perfectamente espirituales"; por lo tanto, no están sujetos a las leyes del tiempo y el espacio,
podemos hablar de su "forma" o "movimiento" sólo como metáforas, y «teniendo necesidad de
revestirse de un cuerpo sutil siempre que Dios les permita actuar sobre los cuerpos»8. Incluso una
obra católica romana del siglo XX sobre el espiritismo moderno, por lo demás bien informada,
repite esta enseñanza, afirmando, por ejemplo, que tanto los ángeles como los demonios «pueden
tomar prestado el material necesario (para convertirse en hombres visibles) de una naturaleza
inferior, ya sea animada o inanimada»9. Los mismos espiritistas y ocultistas han absorbido estas
ideas de la filosofía moderna. Un sofisticado apologista del cristianismo sobrenatural, G. S. Lewis
(anglicano), critica apropiadamente la moderna "concepción del cielo como un mero estado
mental", pero él mismo todavía parece estar, al menos en parte, atrapado en la opinión moderna
«de que el cuerpo, la localidad, la locomoción y el tiempo, ahora se sienten irrelevantes para los
alcances más elevados de la vida espiritual»10. Tales puntos de vista son el resultado de una
simplificación excesiva de la realidad espiritual bajo la influencia del materialismo moderno y
debido a una pérdida de contacto con la auténtica doctrina cristiana y la experiencia espiritual.

Para comprender la doctrina ortodoxa de los ángeles y otros espíritus, primero se debe
desaprender la dicotomía moderna simplificada de "materia-espíritu"; la verdad es más compleja
que eso y, al mismo tiempo, tan "simple" que aquellos que todavía son capaces de creerla
probablemente serán ampliamente considerados como "literalistas ingenuos". El obispo Ignacio
escribe (énfasis agregado por nosotros): «Cuando Dios abre los ojos (espirituales) de un hombre, él
es capaz de ver los espíritus en su propia forma»11. «Los ángeles, al aparecer a los hombres,
siempre han aparecido en forma de hombres»12. Asimismo, «de la Escritura se desprende con toda
claridad que el alma humana tiene la forma de un hombre en el cuerpo, al igual que los otros
espíritus creados»13. Cita una multitud de fuentes patrísticas para probar este punto. Miremos,
entonces, la enseñanza patrística por nosotros mismos.

San Basilio el Grande, en su libro sobre el Espíritu Santo, afirma que «en el poder celestial su
naturaleza es la de un espíritu aéreo, si se puede decir, o un fuego inmaterial ... Por esta razón,
están limitados por lugar, y se hacen visibles, apareciendo a los que son dignos, en la forma de sus
propios cuerpo». Otra vez. «Creemos que cada uno (de los poderes celestiales) está en un lugar

8
Obispo Ignacio, vol. III, págs. 193-5
9
Blackmore, Spiritism: Facts and Frauds, p. 522
10
C.S. Lewis, Miracles, The Macmillan Company, Nueva York, 1967, págs. 164-5
11
Obispo Ignacio, vol. III, pág. 216
12
Ibíd, pág 227
13
Ibíd, pág 233
definido. Porque el ángel que estaba delante de Cornelio no estaba al mismo tiempo con Felipe
(Hechos 10: 3; 8:26); y el ángel que habló con Zacarías cerca del altar del incienso (Lucas 1:11) no
ocupaba al mismo tiempo su propio lugar en el cielo»14.

Asimismo, San Gregorio el Teólogo enseña: «Las luces secundarias después de la Trinidad, que
tienen una gloria real, son los ángeles brillantes e invisibles. Ellos giran libremente alrededor del
gran Trono, porque son mentes que se mueven rápidamente, una llama y espíritus divinos que se
transportan rápidamente por el aire»15.

Así, los ángeles, aunque son "espíritus" y "llamas de fuego"16 y moran en un reino donde las leyes
terrenales del tiempo y el espacio no son verdaderas, todavía están limitados por tiempo y
espacio, y actúan de formas tan "materiales" (si se puede decir así) que algunos Padres no dudan
en referirse a los "cuerpos aéreos" de los ángeles. San Juan Damasceno, al resumir en el siglo VIII
la enseñanza de los Padres anteriores que él, afirma: «Comparado con nosotros, se dice que el
ángel es incorpóreo e inmaterial, aunque en comparación con Dios, que es el único incomparable,
todo prueba que son burdos y materiales, pues sólo la Divinidad es verdaderamente inmaterial e
incorpórea». Nuevamente, enseña: «Los ángeles están circunscritos, porque cuando están en el
cielo no están en la tierra, y cuando son enviados a la tierra por Dios no permanecen en el cielo. Sin
embargo, no están confinados por muros o puertas o rejas o sellos, porque son ilimitados. Digo que
son ilimitados, porque no se muestran exactamente como son a los justos y a los que Dios quiere
que aparezcan. Por el contrario, aparecen bajo una forma tan diferente como la pueden ver
quienes la contemplan»17.

Al decir que los ángeles «no aparecen exactamente como son», San Damasceno, por supuesto, no
contradice a San Basilio, quien enseña que los ángeles aparecen «en la forma de sus propios
cuerpos». Ambas afirmaciones son ciertas, como se puede apreciar claramente en numerosas
manifestaciones de ángeles en el Antiguo Testamento. Así, el Arcángel Rafael fue el compañero
de viaje de Tobías durante muchas semanas sin que se sospechara ni una vez que no era un
hombre. Sin embargo, cuando el Arcángel se reveló al final, dijo: «Todos estos días fui visible para
ustedes, pero no comí ni bebí, "Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia»18. Los
tres ángeles que se le aparecieron a Abraham también parecían comer y se pensaba que eran
hombres19. Asimismo, San Cirilo de Jerusalén, en sus Conferencias Catequéticas, nos instruye sobre
el ángel que se le apareció a Daniel, «Daniel al ver a Gabriel se estremeció y cayó sobre su rostro y
profeta como era, no se atrevió a responderle hasta que el ángel se transformó a sí mismo en la
semejanza de un hijo de hombre»20. En su primera aparición deslumbrante, el ángel también tenía

14
Caps. 16, 23; Obras de San Basilio, edición rusa de Soikin, San Petersburgo 1911, vol. 1, págs.608, 622
15
Homilía 6, Sobre los Seres Noéticos", en Obras de San Gregorio el Teólogo, en ruso, edición Soikin, San
Petersburgo, vol. 2, p. 29
16
Sal. 103: 5, Heb. 1: 7
17
Exact ExpOsition of the Orthodox Faith, II, 3, en The Fhaters of the Church, New York, 1958, vol. 37, págs.
205-6
18
Tobias 12:19
19
Génesis, cap. 18 y 19
20
Catechetical Lectures IX, 1, Eerdmans Nicene and Post-Nicene Fathers, vol. VII, p. 51.
la forma de un hombre, solo que con tal brillo (su rostro como la apariencia de un rayo, sus ojos
como antorchas encendidas, sus brazos y piernas como el brillo del bronce bruñido) como para no
ser soportado por los ojos humanos. Por lo tanto, la apariencia de un ángel es la misma que la
apariencia de un hombre; pero debido a que el "cuerpo" angelical no es material y la sola vista de
su apariencia ardiente y brillante es suficiente para asombrar a cualquier hombre todavía en la
carne, las apariciones angelicales deben necesariamente adaptarse a los espectadores humanos
de ellas, apareciendo como menos brillantes e inspiradoras de lo que son en realidad.

Con respecto al alma humana también, el beato Agustín enseña que cuando el alma se separa del
cuerpo, «el hombre mismo que se encuentra en tal estado, aunque sea sólo en espíritu, no en
cuerpo, sin embargo se ve a sí mismo tan semejante a su propio cuerpo que no puede discernir
ninguna diferencia»21. Esta verdad ha sido ahora ampliamente confirmada en las experiencias
personales de quizás miles de personas resucitadas en nuestro propio tiempo.

Pero si hablamos de los "cuerpos" de ángeles y otros espíritus, debemos tener cuidado de no
atribuirles ninguna característica crudamente material. En última instancia, San Juan Damasceno
enseña, «la forma y definición de esta sustancia sólo el Creador entiende»22. En Occidente, el
Beato Agustín escribió que es igual si preferimos hablar de los "cuerpos aéreos" de los demonios y
otros espíritus, o simplemente llamarlos "incorpóreos"23.

El propio obispo Ignacio estaba quizás demasiado interesado en explicar los «cuerpos de los
ángeles en términos del conocimiento científico de los gases del siglo XIX; por esta razón surgió una
disputa menor entre él y el obispo Teófano el Recluso, quien consideró necesario enfatizar la
naturaleza no compuesta de los espíritus (que, por supuesto, no están compuestos de moléculas
elementales como lo son todos los gases). Sin embargo, en el punto básico, sobre la "cubierta sutil
que poseen todos los espíritus", estaba de acuerdo con el obispo Ignacio»24. Quizás algún
malentendido similar sobre un punto secundario o cuestión de terminología fue el responsable de
la oposición que surgió en Occidente en el siglo V cuando el Padre Latino San Fausto de Lerins,
enseñó esta misma doctrina de la relativa "materialidad" del alma, basada en la enseñanza del
Padre de Oriente.

Si solo Dios conoce la definición precisa de la naturaleza angélica, pero todo el mundo tiene acceso
a una comprensión de la actividad angélica (al menos en este mundo), porque sobre este tema hay
muchos testimonios tanto en las Escrituras y en los escritos patrísticos, así como en las Vidas de
los Santos. Para comprender completamente las manifestaciones que le ocurren a los moribundos,
tendremos que saber en particular cómo aparecen los ángeles caídos (demonios). Los verdaderos
ángeles siempre aparecen en sus propias formas (solo que menos deslumbrantes de lo que son en
realidad), y actúan únicamente para cumplir la voluntad y los mandamientos de Dios. Los ángeles
caídos, por otro lado, aunque a veces aparecen en su propia forma (que San Serafín de Sarov

21
Ciudad de Dios, Libro XXI, 10; Edición de la Biblioteca Moderna, Nueva York, 1955, p. 781
22
Exposición exacta, p. 205
23
Ciudad de Dios, XXI, 10, p. 781
24
Ver P. Georges Florovsky, Ways of Rusian Theology, en ruso, París, 1937, págs. 394-5).
describió, por su propia experiencia, como "horribles"), por lo general asumen diversas apariencias
y realizan numerosos milagros con los poderes que tienen debido a la sumisión al príncipe de la
potestad del aire25. Su hábitat especial es el aire, y su función principal es tentar o asustar a los
hombres y así arrastrarlos a la perdición. Contra ellos se dirige la lucha del cristiano: «Nuestra
lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernantes del mundo de estas tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad debajo de
los cielos»26.

El beato Agustín, en su poco conocido tratado "La adivinación de los demonios", escrito cuando se
le pidió que explicara las muchas manifestaciones demoníacas del antiguo mundo pagano, ofrece
una buena visión general de las actividades de los demonios: «La naturaleza de los demonios es tal
que, a través de la percepción sensorial que pertenece al cuerpo aéreo, superan fácilmente la
percepción que poseen los cuerpos terrestres, y también en velocidad, debido a la movilidad
superior del cuerpo aéreo, su velocidad es incomparablemente superior, no sólo los movimientos
de los hombres y de las bestias, sino también de las aves voladoras. Dotadas de estas dos
facultades, en la medida en que son las propiedades del cuerpo aéreo, es decir, agudeza de
percepción y velocidad de movimiento, predicen y declaran muchas cosas que han reconocido con
mucha anticipación. Ante esto, debido a la lentitud de la percepción terrenal, los hombres se
preguntan. También los demonios, a lo largo del largo período en el que se extiende su vida, han
adquirido una experiencia mucho mayor en los eventos que la acumulada para los hombres debido
al breve lapso de sus vidas. A través de estas facultades, que la naturaleza del cuerpo aéreo ha
asignado, los demonios no solo predicen muchas cosas que ocurrirán, sino que también realizan
muchos actos milagrosos»27.

Muchos de los "milagros" y espectáculos de los demonios se describen en el largo discurso de San
Antonio el Grande contenido en la Vida de San Atanasio; aquí también se mencionan los "cuerpos
más ligeros" de los demonios28. La Vida de San Cipriano, el ex hechicero, también contiene
numerosas descripciones de transformaciones demoníacas y milagros relatados por un
participante real en ellos29.

Una descripción clásica de la actividad demoníaca está contenida en la séptima y octava


Conferencias de San Juan Casiano, el gran padre de la Galia del siglo V que transmitió por primera
vez la enseñanza completa del monaquismo oriental en Occidente. San Casiano escribe:

«Tanta multitud de espíritus malignos llena este aire que se extiende entre el cielo y la tierra, y en
el que vuelan en turbación y no en vano, que la Divina Providencia para nuestro beneficio los ha
escondido y quitado de la mirada de los hombres; de lo contrario, por miedo a su ataque, o al
espantoso espectáculo de los rostros en los que son transformados y cambiados por su propia

25
Efesios 2: 2
26
Efesios 6:12
27
Adivinación de demonios ", cap. 3, en Los Padres de la Iglesia, vol. 27, pág. 426.
28
Cap. 11, edición of Eastern Orthodox Books, Willits, Calif., 1976, págs. 19-29
29
Ver The Orthodox Word, 1976, no. 5
voluntad, cuando lo deseen, los hombres serían golpeados por un terror insoportable y estarían
listos para el colapso ...

«Y del hecho de que los espíritus inmundos están gobernados por los poderes más malignos y están
sujetos a ellos, se nos instruye, no solo por el testimonio de la Sagrada Escritura, que leemos en la
descripción de la respuesta del Señor a los fariseos que lo calumniaron: «Y si yo echo fuera los
demonios por Beelzebú»30, sino que también por visiones claras e incontables experiencias de los
santos.

«Cuando uno de nuestros hermanos viajaba por este desierto, habiendo encontrado cierta cueva
después del anochecer, se detuvo allí y quiso realizar la oración de la tarde en ella. Mientras
cantaba salmos según la costumbre, pasó el tiempo y ya era pasada la medianoche. Después de
terminar la regla de la oración, deseando descansar un poco su cuerpo exhausto, se acostó y de
repente comenzó a ver innumerables hordas de demonios que se reunían a su alrededor desde
todas direcciones; viniendo en una fila interminable y una hilera muy larga, algunos precedieron a
su jefe, mientras que otros lo siguieron. Finalmente llegó el príncipe, que era más alto que todos en
tamaño y más espantoso en apariencia. Después de que se colocó un trono, se sentó en un tribunal
elevado y con una cuidadosa investigación comenzó a examinar la actividad de cada uno. A los que
dijeron que aún no habían logrado seducir a sus antagonistas ordenó que fueran desterrados de su
vista con reproches y abusos, como inactivos y descuidados, reprochándoles con un rugido de rabia
que habían desperdiciado tanto tiempo y trabajo para nada. Pero los que declararon que habían
seducido a los que les habían sido asignados los dejó ir con grandes honores, para entusiasmo y
aclamación de todos, como guerreros más valientes, glorificados como ejemplo para todos.

«Uno de los espíritus malignos más malignos de entre ellos se adelantó e informó con malvada
alegría, como de una ilustre victoria, que finalmente había conquistado a un monje muy conocido,
cuyo nombre dio, después de quince años de tentarlo incesantemente, habiéndolo tentado esa
misma noche a la fornicación ... En este informe hubo una hilaridad extraordinaria entre todos, y él
partió, exaltado por las grandes alabanzas del príncipe de las tinieblas y coronado de gloria. Al
acercarse el amanecer, toda esta multitud de demonios desapareció de la vista». Más tarde, el
hermano que presenció este espectáculo se enteró de que el informe del monje caído era cierto31.

Tales experiencias les han ocurrido a los cristianos ortodoxos hasta el siglo actual. Claramente, no
son sueños o visiones, sino experiencias de vigilia de los demonios tal como son en realidad, pero
solo, por supuesto, después de que los ojos espirituales se han abierto para ver a estos seres que
normalmente son invisibles a los ojos humanos. Hasta hace muy poco, quizás sólo unos pocos
cristianos ortodoxos "pasados de moda" o "ingenuos" todavía podían creer en la "verdad literal"
de tales relatos; incluso ahora, algunos ortodoxos los encuentran difíciles de aceptar, tan
generalizada ha sido la creencia moderna de que los ángeles y los demonios son espíritus puros y
no actúan de esas "formas materiales".

30
Mateo 12:27
31
Conferences VII, 12, 16; traducción del ruso del Obispo Peter, Moscú, 1892, pp. 313, 315
Solo con el enorme aumento de la actividad demoníaca de los últimos años, estos relatos vuelven
a parecer al menos plausibles. Ahora también las experiencias generalizadas "después de la
muerte" han abierto el reino de la realidad no material a muchas personas comunes que no han
tenido contacto con lo oculto, y una explicación coherente y verdadera de este reino y sus seres se
ha convertido en una de las más importantes necesidades de estos tiempos. Solo el cristianismo
ortodoxo puede proporcionar esta explicación, habiendo conservado la auténtica doctrina
cristiana hasta nuestros días.

Padre Seraphim Rose


The Soul after Death
Traducción: Yerko Isasmendi

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