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DERECHO PROCESAL CIVIL.

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ASUNCIÓN


FACULTADES ORDENATORIAS DEL JUEZ.

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES


Las facultades ordenatorias están integradas por una pluralidad de actos que el juzgador puede adoptar dentro
del proceso. Nuestro Código Procesal Civil en su art. 18 de las “Facultades ordenatorias e instructorias”
dispone: Los jueces y tribunales podrán, aun sin requerimiento de parte:

a) remitir el expediente a la Corte Suprema de Justicia, ejecutoriada la providencia de autos, a los efectos
previstos por el artículo 200 de la Constitución, siempre que, a su juicio, una ley, decreto u otra disposición
CÁTEDRA DE DERECHO PROCESAL CIVIL
normativa pueda ser contraria a reglas constitucionales.

TITULAR DE CÁTEDRA PROF. DR. FRANCISCO RAMÓN


b) decretar que se traiga a la vista testimonio de cualquier documento, o el original, cuando lo crean
conveniente, para esclarecer el derecho de los litigantes, sea que se halle en poder de las partes o de terceros;
FLEITAS ARGUELLO
c) ordenar con el mismo objeto otras diligencias necesarias, respetando el derecho de defensa de las partes;

d) exigir confesión judicial a cualquiera de los litigantes sobre hechos que estimen de influencia en la causa y
“FACULTADES ORDENATORIAS DEL JUEZ”
no resulten probados, o cualesquiera explicaciones que juzguen pertinentes;

e) disponer en cualquier momento la comparecencia de los peritos o testigos para interrogarlos acerca de sus
dictámenes o declaraciones; y

UNIV. CLAUDIA MARCELA RAMOS


f) ordenar cualquier pericia, informe, reconocimiento, avalúo u otras diligencias que estimen necesarias.

Ahora bien, para entender mejor el alcance de las disposiciones establecidas en el artículo de nuestro Código
Procesal más arriba mencionado es necesario realizar una breve síntesis de las mismas.
MORINIGO
En el inc. a), “ remitir el expediente a la Corte Suprema de Justicia, ejecutoriada la providencia de autos, a los
efectos previstos por el artículo 200 de la Constitución, siempre que, a su juicio, una ley, decreto u otra
disposición normativa pueda ser contraria a reglas constitucionales” hace referencia al mecanismo de lo que se
da en denominar, de modo coloquial, “consulta constitucional”.
C.I.N° 3.573.086
Aquí debe recordarse que en el año en que el Código Procesal Civil entro en vigor, es decir, en 1988, no se
encontraba vigente la Constitución que actualmente nos rige. Por ende, la remisión hecha por la ley ritual
remitía – como no podía ser de otra manera - a dicho instrumento normativo, actualmente derogado por
imperio del art. 1° de las disposiciones finales y transitorias de la actual Constitución Nacional. La disposición

OCTAVO SEMESTRE
en cuestión establecía lo siguiente “La Corte Suprema de Justicia tendrá la facultad para declarar la
inconstitucionalidad de las leyes y la inaplicabilidad de las disposiciones contrarias a esta Constitución, en
cada caso concreto y en fallo que solo tendrá efecto con relación a ese caso. El procedimiento podrá iniciarse
por acción ante la corte suprema de justicia y por excepción en cualquier instancia y se elevaran sus
antecedentes a dicha corte. El incidente no suspenderá el juicio que proseguirá hasta el estado de sentencia”.

CAACUPÉ
Es fácil advertir, visto el texto de la norma, que el Código Procesal Civil se refiere, per relationem, a la
declaración de constitucionalidad o inconstitucionalidad de la norma; teniendo de consulta totalmente el
nombre, que por lo demás tampoco se encuentra consagrado como tal las disposiciones del mencionado
código ritual. En palabras más sencillas, el expediente no se remite en consulta alguna, sino se provoca, por
parte del órgano juzgador el control de constitucionalidad de la Corte Suprema de Justicia. Asi lo ha entendido

2020
la doctrina especializada, quien subraya que la denominación “consulta” tiene un significado puramente

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coloquial que no puede inducir a equívocos sobre el verdadera alcance del pronunciamiento que en ella recae:
“la consulta” constituye en realidad en estos casos un sometimiento ex oficio que hace el tribunal
incompetente, al tribunal competente, para que quede establecido por éste si la ley invocada al caso es
constitucional o inconstitucional, de manera que, si resulta lo segundo, el tribunal incompetente pueda
exonerarse de su aplicación.

Esta base normativa, como es lógico, debe encontrar su correlato en la Constitución Nacional vigente. En este
sentido, en primer término, el art. 259 de la ley fundamental, en su inc. 5), atribuye a la Corte Suprema de
Justicia la facultad de conocer y resolver sobre inconstitucionalidad, lo que concuerda con el artículo sucesivo,
el 260, que atribuye a la Sala Constitucional, la competencia para conocer y resolver sobre
inconstitucionalidad de las leyes y otros instrumentos normativos, con fallo aplicable solo al caso concreto,
además de decidir sobre la inconstitucionalidad de las sentencias definitivas o interlocutorias.

Como puede verse, el texto del art. 260 de la actual Constitución Nacional reproduce, en gran medida, la
análoga disposición del art. 200 de la Constitución de 1967, con mayores explicitaciones acerca del órgano
competente y del contenido del pronunciamiento, pero reproduciendo, en lo sustancial, las facultad de decidir
sobre la inconstitucionalidad contenida en la constitución anterior, a la cual refiere el art. 18 inc. a) del Código
Procesal Civil. La remisión normativa, en consecuencia se concreta exclusivamente en la competencia del
órgano que puede declarar la inconstitucionalidad, que viene siendo, naturalmente, la Corte Suprema de
Justicia.

Los incs. b, d, e y f, de nuestro Código de Procesal Civil, confieren en lo relativo a la prueba, facultades
oficiosas a los Jueces en cuanto a ordenar de oficio que se rindan las pruebas cuando, según su criterio, no se
hayan presentado las pruebas necesarias para producir la demostración de los hechos alegados, esta facultad
oficiosa se encuentra incluida en forma general entre aquellas facultades ordenatorias e instructorias del Juez o
Tribunal contenidas en el art. 18 del Código Procesal Civil, que le autoriza, aún sin requerimiento de parte, es
decir de oficio a:

b) traer a la vista testimonio de cualquier documento o el original, cuando lo crean conveniente para esclarecer
del derecho de los litigantes, sea que se halle en poder de las partes o de terceros, esto atañe a la prueba
documental en cuanto el Juez por propia iniciativa está facultado a agregar al proceso testimonio de cualquier
documento o el original, en este caso se entiende que se refiere a las copias de tales documentos (testimonio) o
el mismo original del documento que pudiera encontrarse en poder de las partes o de terceros, quedando
supeditada dicha actividad oficiosa del Juez a la convicción referente a la conveniencia del mismo para el
esclarecimiento del hecho, esto es, para aclarar el hecho, lo que implica que tal actividad se encamina a la
búsqueda de la verdad por parte del Juez.

c) ordenar con el mismo objeto otras diligencias necesarias, respetando el derecho de defensa de las partes;
esta normativa de carácter general sin dudas que confiere al Juez la más amplia facultad para erigirse en el
director del proceso y para investigar la verdad en el marco de los hechos invocados por las partes en el
proceso, desde luego respetando el principio de igualdad, a este efecto y conforme a la normativa del art. 246
del CPC., el Juez puede disponer otros medios de pruebas no previstos que se diligenciarán aplicando por
analogía las disposiciones de los que sean semejantes, o en su defecto, en la forma que establezca el mismo
Juez, desde luego respetando la regla del art. 247 del CPC., en cuanto a que sólo deben producirse pruebas
sobre los hechos que hayan sido articulados por las partes en sus respectivos escritos; además la amplitud de
llevar adelante otras diligencias necesarias, que se entiende se refieren a otras pruebas no especialmente
previstos en la ley, encuentra su limitación en cuanto a que si se produjeran sobre hechos no articulados por
las partes serán desechados en la sentencia, como asimismo que no deben ser admitidas pruebas prohibidas
por la ley, tal serían los siguientes casos:

En el juicio de divorcio, en que no se admite la prueba confesoria y de las testificales de los ascendientes o
descendientes, en el juicio de divorcio conforme a lo que establece el art. 21 de la Ley Nº 45/91 en
concordancia con el art. 172 del CC. Que expresa: “Toda clase de prueba será admitida en este juicio, con
excepción de la confesión y el testimonio de los ascendientes y descendientes de los cónyuges”;

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En el caso del juicio de amparo constitucional en el que no se admite la prueba confesoria de las partes (art.
574 del CPC);

En la impugnación de documentos firmados en blanco, en que no basta la prueba de testigos, salvo que exista
principio de prueba por escrito (art. 402 del Código Civil);

En la prueba de la observancia de las formalidades prescriptas para la validez de un testamento, que no se


puede demostrar por otros escritos (documentos) ni por testigos (art. 2621 del CC);

De la prueba ilícita, como serían los casos de grabaciones obtenidas subrepticiamente, filmaciones por
cámaras ocultas, en violación de la correspondencia (art. 36 de la Constitución Nacional) o procedentes de la
comisión de un hecho punible como serían los casos previstos en el Código Penal en los arts. 144 (lesión del
derecho a la comunicación y a la imagen), 145 (violación de la confidencialidad de la palabra), 146 (violación
del derecho a la comunicación), 147 (revelación de un secreto de carácter privado), 148 (revelación de
secretos privados por funcionarios o personas con obligación especial), 149 (revelación de secretos privados
por motivos económicos; en estos casos la prueba siendo derivada de un hecho ilícito, se constituye por ello
mismo en prueba ilícita y por ello expresamente prohibidos por la ley.

d) exigir confesión judicial a cualquiera de los litigantes sobre hechos que estimen de influencia en la causa y
no resulten probados, o cualesquiera explicaciones que juzguen pertinentes; de esta forma, el Juez puede
llamar a los litigantes a fin de exigir confesión judicial, en este caso se encuentra habilitado a la formulación
de un interrogatorio, conforme lo establece el art. 276 in fine del CPC., que establece que la confesión
judicial provocada (por vía de la prueba confesoria) resulta de posiciones o preguntas puestas o dirigidas por
la parte contraria, “..o de interrogaciones del Juez”; como se ve la norma faculta a “exigir confesión judicial”,
con la limitación de hacerlo sobre hechos que estime de influencia o trascendencia para el juicio y no resulten
probados por otros medios probatorios, asimismo conjunta o alternativamente puede llamar a las partes a
exigirle las explicaciones que sean pertinentes para el caso. Asimismo el Juez está facultado en la búsqueda
de la verdad jurídica objetiva a interrogar de oficio a los absolventes (partes que prestan la prueba confesoria),
así lo establece expresamente el art. 289 del CPC., que preceptúa: “Preguntas. Una vez contestadas las
posiciones del pliego, y las ampliatorias en su caso, el ponente, por sí o por medio de apoderado, las partes
podrán hacerse las preguntas y observaciones que juzguen convenientes, con autorización y por intermedio del
Juez. Este podrá también interrogarla de oficio, sobre todas las circunstancias que fueren conducentes a la
averiguación de la verdad”. Está sin dudas es la demostración más acabada y clara de la función activista del
Juez en la búsqueda de la verdad en el proceso, en cuanto se encuentra legalmente facultado a interrogar a las
mismas partes litigantes a fin de indagar y desentrañar la verdad real del caso.

e) disponer en cualquier momento la comparecencia de los peritos o testigos para interrogarlos acerca de sus
dictámenes o declaraciones. En estos casos es atribución oficiosa del Juez llamar a los testigos y peritos que
ya declararon o emitieron un dictamen a fin de interrogarlos sobre sus dictámenes o declaraciones, además
puede el Juez de oficio disponer la prueba testifical de aquellas personas que sin haber sido ofrecidos como
testigos, hayan sido mencionados tanto por las partes litigantes en los escritos de constitución del proceso
(demanda, reconvención y sus respectivas contestaciones), y, examinar a todos ellos para proceder a su careo
o para aclarar sus declaraciones, con lo cual se constata la amplitud de la función del Juez en miras a
esclarecer la verdad real dentro del proceso.

f) ordenar cualquier pericia, informe, reconocimiento, avalúo u otras diligencias que estimaren necesarias, esta
disposición normativa confiere las facultades ordenatorias al Juez dentro del proceso civil, a fin del
esclarecimiento de la verdad, a este efecto puede ordenar nuevas pericias, peritar la propia pericia ya
efectuada y recabar cuantos informes, reconocimientos, avalúo y otras diligencias que crea necesarias para tal
fin, como serían los casos de relevamientos de planos, reproducciones fotográficas, filmaciones, grabaciones,
de documentos o lugares, exámenes científicos, reconstrucción de hechos a comprobar si se realizaron o
pudieron realizar de una forma determinada, recabar informes de entidades públicas o privadas,
reconocimientos de lugares o cosas, realizar y verificar procesamientos informáticos, entre otras pruebas
modernas o no legisladas expresamente.

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