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Comentarios de textos (3º Evaluación)

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https://elpais.com/educacion/2021-04-05/educacion-kafkiana.html

Educación kafkiana
Poner el conocimiento al servicio del bienestar emocional
es una necesidad social de interés público

Franz Kafka tuvo depresión gran parte de su vida. Junto a ello, otros condicionantes lo
llevaron a plasmar en La metamorfosis el sufrimiento de Gregorio Samsa, personaje que
acabó viviendo en su piel la transformación no de él sino de las personas que lo rodeaban.
No tanto se convirtió, pues, en un insecto ―interpretación literal―, sino que fueron sus
allegados los que sufrieron la gran metamorfosis del mundo moderno: la deshumanización.
Ello conllevó que sus emociones empezaran a ser desatendidas, lo que provocó su
sufrimiento y su trágico final.

La educación está también viviendo constantes transformaciones y giros de guión. De


hecho, una sesión de clase es una mutación continua que pone a prueba la capacidad de
adaptación del docente. Sería atrevido ponerles a muchos de estos giros el adjetivo de
“kafkianos”, ya que el Diccionario de la Lengua Española define esta palabra como aquello
“que tiene el carácter trágicamente absurdo de las situaciones descritas por este escritor en
sus obras.”

Sin embargo, algunas propuestas que circulan podrían acercarse a este sentido. De todas
ellas, la que más me preocupa es la que esconde una cruzada contra el llamado
“emotivismo”: la introducción de la educación emocional en el currículo.Hace poco leí en
este medio un artículo que defendía esta cruzada, texto que además aludía simbólicamente
a la metamorfosis de Gregorio Samsa de humano a insecto. Aunque no desdeño su
pulcritud, el artículo me ha invitado a reflexionar sobre el sentido de la educación, que en
algunos de esos giros podría conducirnos a lo kafkiano.

Porque kafkiano es poner en duda que la principal labor del docente es explicar su materia y
no realizar terapias. Sin embargo, me parece contradictorio cultivar a través de ese mensaje
el alejamiento de la educación para las emociones de las aulas, uno de los factores que
interfieren en el desarrollo educativo.
“Que escuela y salud vayan juntas no me parece descabellado”.

Si Kakfa, como otros muchos artistas, hubiese tenido arropo y comprensión en sus primeros
años de vida, así como un entorno escolar cuidadoso ante su sufrimiento, tal vez no hubiese
habido un Gregorio Samsa; pero sí que hubiese sido más probable que, a través de
mecanismos adquiridos, hubiera alcanzado más momentos de felicidad. La educación para
las emociones busca esa sabiduría ligada a disfrutar de la vida con mayor plenitud, en
combinación con el disfrute que se alcanza con la adquisición de aprendizajes.

El debate sobre si la escuela debe ser una institución transmisora de conocimientos o si


debe también atender a otras realidades emergentes revive en el momento en el que
también se clama sobre la importancia de la dotación de recursos públicos destinados a la
salud mental. Por ello mismo, que escuela y salud vayan juntas no me parece descabellado.

De hecho, desvincular la salud emocional de la escuela es como desligar, por ejemplo, la


naturaleza de la literatura, por el hecho de que la literatura no se suela asociar al menos de
forma directa al disfrute físico de los elementos naturales. La emoción está en muchos
rincones escolares de la misma forma que la naturaleza abarca muchos “lugares comunes”
literarios.

Tampoco creo que, para ello, sea necesario restar horario de las materias tradicionales: la
búsqueda del equilibrio de las emociones necesita de esas horas de lengua, música,
plástica, historia, matemáticas, etcétera. Sin embargo, poner el conocimiento también al
servicio del bienestar emocional es una necesidad social de interés público.

Para tal fin, no es necesario que el docente ceda espacio de sus explicaciones para
convertirse en profesional de otro campo; bastaría con que se pongan en alza los vínculos
emocionales o psicológicos que existen en muchos territorios del saber y la cultura.

“No es necesario que el docente ceda espacio de sus explicaciones para convertirse
en profesional de otro campo”.

No se puede, por tanto, sacar la educación emocional de escuela, ya que si lo hacemos


también estaríamos sacando, por ejemplo, las construcciones humanísticas que tienen
raigambre sentimental o psicológica. La educación para las emociones clama por algo que
no es nuevo, el cultivo del espíritu a través de la pintura, la literatura, la música, el cine, la
fotografía, la escultura, etc. Y ese clamor, en épocas de crisis, necesita estar más presente
que nunca.
La creación y los sentimientos que se vuelcan en ella moldean la vida interior, en una forma
de introspección personal, y canaliza los estadios emocionales hacia un cauce que, en
estas edades iniciales, difícilmente puede encontrarse fuera de la escuela: es a través del
fomento de esta vertiente, y no, reitero, a través de una sesión clínica en el aula, como el
alumnado puede adquirir las herramientas que les permitan vertebrar no solo su
conocimiento, sino también su equilibrio vital.

Kafkiano es, a través de esta cruzada llevada hasta los extremos, sacar la faceta creadora y
emocional de las escuelas: si lo hacemos, maniatamos la forja de la identidad del alumnado,
que jamás debe ser conducida de forma estrepitosa hacia la deshumanización, lo último que
el mundo necesita en estos momentos.

Albano de Alonso Paz es profesor de Lengua Castellana y Literatura y director del instituto
San Benito (Canarias)

1. Tema y tesis.
2. Justificación de la estructura argumentativa y tipo de tesis.
3. Identificación y justificación de tipos de argumentos utilizados en el texto.
4. Localización y justificación de los mecanismos de cohesión léxica y gramatical.
5. Análisis morfológico de “maniatamos”, “horario”, “explicaciones”, “humanísticas”.
6. Análisis sintáctico de : “Que escuela y salud vayan juntas no me parece
descabellado”.

Clases ‘online’, ¿por qué llamarlo amor


cuando quieren decir sexo?
Ni desde el Estado ni desde las comunidades autónomas
se impulsaron planes de digitalización en el ámbito
universitario. Se siguió apostando por estructuras del siglo
XX
La gran polémica generada en las enseñanzas universitarias, en relación a los exámenes
presenciales en pleno pico de la pandemia de la covid-19, deja al descubierto una de las
grandes confusiones entre lo que es la enseñanza online y lo que es el mero traslado de las
clases y metodologías presenciales al otro lado de una pantalla.

Numerosas universidades públicas, que tradicionalmente no desarrollaban enseñanza


online, se han encontrado con una situación inusitada cuando la presencialidad ya no era
posible y decidieron, sobre la marcha, que el profesorado trasladara el modelo clásico
magistral a un modelo mal denominado “online”. Lo que ocurrió fue variopinto. Un
porcentaje, más bien minoritario, se puso (o nos pusimos) a aprender en tiempo récord a
trasladar nuestra docencia al modelo online. Otro porcentaje, más mayoritario, decidió que,
más o menos con una cámara y unos powerpoints o pdf, podría hacer lo mismo que hacía
en clase, pero a través de internet. Y otro porcentaje, minoritario, simplemente no hizo nada,
con el argumento de que no tenía la obligación porque la universidad donde trabajaba era
presencial.

Los tres colectivos tenían sus razones con sus diferentes argumentos sin obviar las
diferentes actitudes ante el alumnado, pero sí cabe en relación a este aspecto, una doble
reflexión. La primera trata sobre la inexistencia de un plan real de digitalización de la
universidad pública impulsado desde el Estado y las comunidades autónomas. De hecho,
se siguió apostando por estructuras del siglo XIX. Desde hace más de una década,
diferentes universidades en nuestro país optaron por el modelo online con bastante éxito,
como la Universitat Oberta de Catalunya o la UNED. Sin embargo, la universidad pública,
sin un plan definido, mantuvo la dicotomía entre enseñanza presencial y la opción online
muy minoritaria.

La segunda idea es la relacionada con la tendencia a parchear las cosas. Cuando la pérfida
covid nos impidió la interacción social física, surgió la “falsa enseñanza online” con idénticos
contenidos y metodologías tradicionales tras una pantalla. Entonces, los servicios de
informática de las universidades desarrollaron sistemas de evaluación online donde el
profesor podría vigilar a los alumnos a través de sus cámaras (misión, por otro lado,
imposible en una pantalla de como mucho 25 pulgadas), y lo que era perfectamente
previsible: los alumnos copian (cuando pueden).

En realidad, confundir la enseñanza online con lo anterior es como llamar amor al sexo. La
enseñanza online se basa en cinco pilares: a) las lecciones online, en tiempo real y/o
disponibles para el alumno de manera asíncrona, b) los contenidos o materiales a
disposición de los alumnos en todo momento y desde el principio, c) la temporalización de
las tareas, fundamental para que el alumno sea consciente de su propio aprendizaje, d) las
tutorías con el profesor para solventar dudas y e) la evaluación online, continua y basada en
las capacidades adquiridas, donde la memorización es una de ellas, pero no la única.

En la enseñanza online, cada alumno evoluciona en su aprendizaje de manera individual,


no siguiendo el ritmo que marque el profesor, como en la enseñanza presencial clásica.
Este tren de la verdadera enseñanza online ya pasó por la universidad pública y solo se
subieron algunos docentes, quienes, sin contraprestación, decidieron dedicar su esfuerzo a
su implantación. El profesor aquí deja su papel como fuente central de conocimiento para
convertirse en un dinamizador del aprendizaje. Es hora de tomar ese tren, desmontando y
transformando muchas estructuras universitarias, especialmente cuando el papel del
profesor pasa a convertirse en diseñador de módulos de enseñanza y cuando la docencia
ha de valorarse igual o más que la investigación. En definitiva, no se trata de sexo, se trata
de amor (por la docencia).
Daniel Arias Aranda es catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de
Granada.

1. Tema y tesis.
2. Justificación de la estructura argumentativa y tipo de tesis.
3. Identificación y justificación de tipos de argumentos utilizados en el texto.
4. Localización y justificación de los mecanismos de cohesión léxica y gramatical.
5. Análisis morfológico de “aprendizaje”, “basada”, “inexistencia”, “temporalización”.
6. Análisis sintáctico de : “Numerosas universidades públicas se han encontrado con
una situación inusitada y decidieron que el profesorado trasladara el modelo clásico
magistral a un modelo mal denominado “online”

Se regala adolescente
PEDRO SIMÓN
Actualizado Lunes, 18 febrero 2019 - 02:14

Ya no sabes si el primer síntoma fue la pelusilla del bigote, que se echara gomina en el pelo,
que desalojara a los peluches de la cama o que, para su cumpleaños -qué raro te sonó-, te
pidiera que le regalaras algo de ropa. No una prenda en cuestión. Sino una prenda de una
marca. Una marca en concreto y no otra.
De repente está muy cambiado y es como si un alien se le hubiese metido dentro. Se le
olvidan cosas que antes no. Hace gestos que antes tampoco. Da menos besos. Te pregunta que
cuándo te emborrachaste por primera vez.
El caso es que el chico -que hasta ayer era otra cosa- no se ha dado un golpe en la cabeza. El
chico se te ha hecho un adolescente.
La paradoja es la siguiente: te tiraste varios años diciéndole que tenía que madurar, que a ver
si crecía. Y -ahora que ha crecido, ahora que ya no colecciona cromos- echas me menos a
aquel niño que no va a volver.
A tomar por saco los juegos de mesa.
(...)
No es que sufran un extraño tipo de sordera, es que tú (que se lo has preguntado siete veces)
hablas muy bajito.
No es que el chico deje la cama a medio hacer, es que ha encontrado un nuevo modo de
hacerla.
No es que salga desabrigado en enero, es que no hace frío.
No es que lleguéis tarde porque no se viste, es que te pones muy nervioso sin motivo.
No es que se distraiga estudiando, es que la Revolución Francesa duró demasiado.
A veces miran con condescendencia; saben muchísimo más que nadie; el lunes van de Señor
Lobo y el martes te recuerdan a Bambi; andan a uvas, pero lo disimulan muy bien; podrían
vivir en chándal y a base de patatas fritas; pierden el sentido del olfato; y, por supuesto, todos
los padres y madres dejan salir a sus hijos más que tú.
Pero, a pesar de todo, cuando cae la noche y te llaman un momento desde la cama, siguen
siendo buena gente.
Un día me lo dijo José Antonio Marina: «Los padres tienen tres herramientas educativas: la
primera es la ternura. Los niños deben saber que el cariño que se les tiene es incondicional. La
segunda es la disciplina: los niños tienen que saber que las cosas tienen límites. La tercera es
la comunicación. Estas tres cosas las van a necesitar también en la adolescencia. Aunque la
rechacen, seguirán necesitando ternura; aunque protesten, seguirán necesitando límites;
aunque no quieran comunicarse en esos años, seguirán necesitando que hables con ellos».

1. Tema y tesis.
2. Justificación de la estructura argumentativa y tipo de tesis.
3. Identificación y justificación de tipos de argumentos utilizados en el texto.
4. Localización y justificación de los mecanismos de cohesión léxica y gramatical.

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