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LIBROS HISTORICOS

1 Y 2 de Reyes, 1 y 2 de Crónicas, Esdras y Nehemías

DEIBYS JOSE CARRILLO HERNANDEZ

INSTITUTO BIBLICO

IGLESIA CRISTIANA ELIM “Oasis de Bendición”

Barranquilla / Atlántico

2017
LOS LIBROS DE LOS REYES

Introducción a los libros de los Reyes

El tiempo de los Reyes constituye la tercera etapa de la historia de Israel (Esto se


da después del tiempo de los Patriarcas y el tiempo del Exodo y la Conquista),
periodo que va desde la muerte de David hasta el destierro de Judá en Babilonia.
Esta parte de la historia hebrea, se relata en los libros de 1 y 2 de Reyes, los
cuales abarcan un periodo de 400 años (aproximadamente 970-586 a.C.), Primero
de Reyes comienza con la nación hebrea en su gloria, Segunda de Reyes cierra
con la nación en ruinas.
Los libros de los reyes, omite o apenas alude a muchos acontecimientos
históricos, tales como los reinados de Omri y Jeroboam II en Samaria (Reinados
de gran esplendor pero de poca importancia religiosa), mostrando con ello, que la
intención de el relato, no es describir meramente las historia de Isarel, sino
apuntar al significado religioso de ella. Para esto, el escritor sagrado presenta el
material desde el punto de vista profético, usando los principios de Deuteronomio
(si los hebreos cumplían la ley, Dios cumpliría sus promesas de bendición, pero si
desobedecen serian castigados Dut 28:1-14; 15-16), procurando dar la explicación
de porque se dividió la nación después de el reinado de Salomón, y porqué
ambas naciones finalmente cayeron víctimas de invasores extranjeros; y así,
poder darles respuesta a los atónitos y perplejos cautivos de Babilonia que
preguntaban: “¿Por qué permitió Jehová que los babilonios destruyesen el templo
y nos llevasen en cautiverio?”
1 y 2 de Reyes, emplea el orden cronológico para relatar la historia de los dos
reinos en forma paralela, desde la división de la monarquía hasta la desaparición
de samaria. Narra los suceso del reinado de un rey y luego los hechos de su
contemporáneo en el otro reino. Trata cada reino como una unidad independiente
y completa, con sus comienzos y su fin, y un juicio sobre la conducta religiosa del
monarca. El punto de referencia para juzgar a los reyes de Judá es la obediencia
de David y para juzgar a los reyes de Israel, la idolatría de Jeroboam.
El escritor sagrado, cita tres de sus fuentes: el libro de los hechos de salomon (1
Reyes 11:41), las crónicas de de los reyes de Judá (1 Reyes 14:29), que no debe
ser confundido con los libros bíblicos de las crónicas y las historias de los reyes de
Israel (1 Reyes14:19). Sin embargo, tendría también acceso a fuentes personales
(escritos de otras personas) que son citadas por el cronista: el profeta Natan,
Ahias silonita y el vidente Iddo, de la época de Jeroboam (2 Crónicas 9:29), Isaías
(2 Crónicas 26: 22; 32:32; 2 Reyes 20:1-19: Isaías 38,39) y el profeta Jehu(1
Reyes 16:1). Puesto que estas fuentes incluían material de naturaleza profética y
no anales de los reyes, contienen detalles pocos halagüeños sobre ciertos
monarcas; cosas que los cronistas de la corte real no se atrevían a escribir.
Al comienzo, los dos libros de los Reyes formaban uno solo y era una continuación
de 1 y 2 de Samuel. Por lo que muchos eruditos suponen que originariamente,
formaba un solo rollo. En la traducción griega llamada Septuaginta  como en la
vulgata latina, a los libros de los Reyes se les llamaba Tercero y Cuarto de los
Reinos, porque a los libros de Samuel se les llamaba Primero y Segundo de los
Reinos. La tradición judía atribuye la obra de 1 y 2 de Reyes al profeta Jeremías.

Marco Histórico de los Libros de los Reyes

La historia del período de los dos libros de los Reyes, está llena de
acontecimientos, marcados por las vicisitudes alternas de las tres grandes
potencias del tiempo: Asiria, Babilonia y Egipto.

El primer faraón que, después de siglos, volvió a interesarse por Palestina fue
Sesonq, deseoso más que nunca de reconquistar la influencia perdida sobre la
región. Dio refugio al fugitivo Jeroboán (1 Re 11,40), y cinco años después de la
muerte de Salomón dirigió una campaña victoriosa contra Palestina (14,25ss),
recordada también en una pared del templo de Amón en Karnak, donde se lee
una larga serie de localidades del reino de Judá. En una época sucesiva fue
memorable la campaña del faraón Necao II, durante la cual encontró la muerte en
Meguido el rey Josías (609 a.C.).

Mucho más frecuentes y calamitosas fueron las intervenciones directas e


indirectas por parte de las potencias asiria y babilónica. Comenzaron con
Asurbanipal (884-859), que dirigió guerras contra Tiro y Sidón y otras ciudades
fenicias, y continuaron con el sucesor Salmanasar III (859-824), que en el llamado
"obelisco negro" mencionó también a Jehú, el rey de Israel. Luego tuvieron lugar
las victoriosas batallas de Teglatfalasar (745-727), que interesaron a Tiro, Sidón,
Damasco y los reyes de Israel; y, además, las acciones bélicas de Salmanasar V
(727-722) y de Sargón II, que en el 721 conquistó definitivamente Samaria, capital
del reino de Israel.

Con Senaquerib (704-681) se acentuaron las campañas contra el reino de Judá.


En el 701 tuvo lugar un célebre asedio de Jerusalén, bajo el rey Ezequías y
durante el período de la misión del profeta Isaías. La potencia asiria se extendió
hasta asomarse victoriosa al Alto Egipto. Pero enseguida surgió el imperio neo
babilónico con Nabucodonosor (605-562), el cual a su vez terminó con Nabónides
y su hijo Baltasar en el 538, vencido por el poder de Ciro, rey de los medas y los
persas.

Visión Panorámica de 1 Reyes

El período que 1 Reyes cubre incluye la “edad de oro de la literatura de sabiduría


hebrea” porque fue durante estos años que Salomón escribió el Cantar de los
Cantares, Proverbios y Eclesiastés. Internacionalmente, Israel tuvo la oportunidad
de sobresalir porque éste fue un período de debilidad en Egipto y Mesopotamia. El
libro describe el reinado de Salomón sobre la monarquía unida (Israel y
Judá, 2:12–11:43); luego el libro narra las circunstancias del reino dividido. El
escritor introduce cada uno de los reyes de Judá y de Israel, dando la edad del rey
al ascender al trono, la duración del reinado, el nombre de la madre y hechos
adicionales acerca del rey. Se hace una evaluación del reinado del rey y se
recapitulan varios acontecimientos; al final de cada narrativa el escritor cita sus
fuentes, dice donde fue sepultado el rey y quien reinó después de él.

El Libro de 1 de Reyes comienza con el rey David qué en su ancianidad avanzada


y próximo a morir, escoge a Salomón como su sucesor, bajo cuyo gobierno el
reino alcanza su mayor esplendor y termina con la aparición del profeta Elías.
Salomón comenzó su reinado eliminando la oposición. Después de consolidar su
reino, dirigió a la gente a ofrecerle un gran sacrificio a Dios. Esa noche le fue otorgada
su petición por sabiduría. Salomón construyó tres ciudades importantes donde
almacenó carruajes militares para seguridad. Además él fortificó dos ciudades más
para protegerse de las incursiones desde territorio filisteo. Se presentan asuntos
administrativos del rey y su programa económico, como también cuestiones
acerca de sus relaciones extranjeras. Se resumen las construcciones de Salomón,
especialmente la construcción y dedicación del templo. Encontrándose en esta
gloriosa situación, el pecado llevó a Salomón a la decadencia espiritual y al
subsecuente castigo.

Al morir Salomón, su hijo Roboam fue visitado por Jeroboam y los representantes
de las tribus del norte de Israel con la petición de que el gobierno fuera menos
severo. Jeroboam era hijo de uno de los sirvientes de Salomón, y un profeta le
había dicho que Dios lo había escogido para reinar sobre las tribus del norte.
Roboam siguió un mal consejo y rehusó la petición; por eso el reino se dividió:
Israel en el norte, con diez tribus con Roboam como rey y Judá en el sur, con dos
tribus con Roboam como rey. Jeroboam comenzó su reinado rompiendo sus lazos
religiosos con Jerusalén. Estableció nuevos lugares de adoración en Betel, en la
parte sur de su dominio y en el norte en el territorio de Dan. También instaló un
nuevo sacerdocio e instituyó otro calendario. Sin embargo, mucha gente del reino
del norte permaneció fiel a la adoración del S EÑOR. El profeta Elías luchó por la
causa del Señor en contra de esta falsa religión de ritos paganos sexuales y
violencia, y sus encuentros con Acab y Jezabel llenan muchas páginas del libro.
Elías desafió a toda la nación a volver al Señor.

Por más de 50 años de la historia de la monarquía dividida, hubo conflicto entre


Judá e Israel. Después de este tiempo de guerra, Acab y Josafat comenzaron un
período de paz entre los reinos, que duró cerca de 40 años.
Visión Panorámica de 2 Reyes

El primer libro había llegado, con Josafat rey de Juda y Ocozias rey de Israel, más
o menos a la mitad del siglo 9 a. C. Este segundo libro se inicia con el final del
ministerio profético de Elias y comienzo del ministerio de Eliseo, su discípulo y
sucesor.

En el libro de 2 Reyes se continúa la sección histórica del Antiguo Testamento.


Los detalles históricos se escogieron bajo la inspiración de Dios, y a veces se
omite material que la historia secular considera importante. El período histórico
que 2 Reyes cubre, comienza con el reinado de Ocozías sobre Israel (853–852
a.C.), intercalándose levemente con el último vers. de 1 Reyes. Esta historia se
presenta de tal modo que muestra el significado espiritual de los eventos.

El libro continúa relatando la monarquía dividida hasta el año 722 a.C. En los
primeros capítulos el profeta Eliseo es el personaje principal, guiando
espiritualmente al reino de Israel (1:1–13:25). De mucha importancia es la
descripción que se hace de la dinastía de David en el reino de Judá con sus
fracasos y victorias. La trágica decadencia y caída de la nación hebrea, con su
corrupción moral, se describe con gran detalle. El juicio de Dios contra el reino del
norte, Israel, se lleva a cabo por medio de la invasión de las fuerzas asirias,
quienes destruyeron el reino (17:1–41).

Luego la narración continúa con la historia del remanente del reino del sur, Judá, y
termina con el relato de la caída de ese reino en el 586 a.C. El juicio de Dios viene
sobre los de Judá por medio de la humillante derrota por los babilonios y el
subsecuente exilio a Mesopotamia (23:1–25:30).

2 Reyes cubre un espacio de unos 290 años. Esta fue una época de mucha
importancia en la vida del pueblo escogido. Trece de los dieciséis profetas que
escribieron (Isaías a Sofonías) redactaron sus libros durante este tiempo. La gente
fue instada a rendirse a la disciplina de Dios (25:24); Jeremías los amonestó de
una manera semejante (Jer 29:1–32). Cuando Dios disciplina, es mucho mejor
ceder a su benéfica corrección. Las cosas empeoran si se resiste.
LIBROS DE LAS CRONICAS
Introducción a los Libros de las Crónicas

Originalmente los Libros de las Crónicas formaban un solo volumen, y hay


evidencia de que estaba unido con Esdras y Nehemías, siendo los tres, la obras
de un solo autor. Los cuales tienen afinidad de estilo y el mismo puno de vista.
Los libros de las Crónicas aparecen al final de la sección que en el texto hebreo
se llama Escritos. Su nombre hebreo, Div·réh Hai·ya·mím, significa “Los Asuntos
de los Días”. Jerónimo propuso el nombre Kjro·ni·kón, del que después se derivó
la palabra Crónicas. El titulo griego dado a estos libro es Pa·ra·lei·po·mé·non (en
la Versión de los Setenta) , que significa “Cosas Pasadas por Alto (Dejadas sin
Narrar; Omitidas)”, porque los traductores creían erróneamente que el propósito
había sido señalar las cosas omitidas en los libros de Samuel y los Reyes

En los dos libros de Crónicas se reproduce la mayor parte de los acontecimientos


que se narran en los de Samuel y Reyes. Este hecho puede llevar al lector a la
idea equivocada de hallarse ante la simple repetición de esos mismos episodios
históricos. Sin embargo, Crónicas lo hace dentro de determinados márgenes de
libertad narrativa, requeridos por las nuevas circunstancias en que hubo de
desenvolverse el pueblo judío en los años siguientes al retorno de los exiliados a
Jerusalén.

En aquella nueva etapa, el pueblo judío estaba llamado a reconsiderar su historia


desde un punto de vista que les permitiera comprender mejor el presente y los
orientara respecto del futuro. Y esto es precisamente lo que el autor
de Crónicas ofrece a la comunidad postexílica: una reflexión sobre el pasado de
Israel y una lección de fidelidad al Señor, a su Ley y al culto en el santuario de
Jerusalén.

El punto de la vista de las Crónicas es sacerdotal. No se interesa en la política,


pues ya no existe la monarquía. Al escritor le importa solo la organización del
culto, las ceremonias, las fiestas y la congregación de sacerdotes y levitas. En un
espíritu animado por la piedad, insiste en la importancia de obedecer la Ley y de
prestar culto a Jehová. Haciendo esto, los judíos aparejaran el camino para la
realización de las promesas hechas a David. El escritor sagrado juzga a los reyes
según su actitud hacia el templo y el culto; se refiere a David como modelo.
Presenta una nueva interpretación de la historia de Israel a la luz de los principios
que guiaban la vida religiosa del pueblo de la restauración.

Los libros de Crónicas son una expresión típica del judaísmo postexílico. Para su
composición, el autor recurrió a materiales recogidos
de Génesis, Éxodo, Números, Josué y Rut, de los cuales extrajo las genealogías
de 1 Cr 1–9. Pero fue sobre todo en los libros de Samuel y Reyes donde encontró
una rica fuente de información, que él incorporó a Crónicas, reproduciéndola a
veces literalmente, o bien redactándola de nuevo. Además, cita una serie de
documentos, en gran parte desconocidos para nosotros, que son otros tantos
depósitos de conocimiento histórico.

Trasfondo histórico

El contexto de histórico inmediato incluyó el regreso de los judíos en tres fases del
exilio babilónico a la Tierra Prometida: 1) Zorobabel en Esdras 1-6 (alrededor del
538 a.C.); 2) Esdras en Esdras 7-10 (alrededor del 458 a.C.); y 3) Nehemías en
Nehemías 1-13 (alrededor del 455 a.C.) La historia previa mira hacia atrás a la
deportación babilónica / exilio (605-538 a.C.) como es predicho o reportado por e
Reyes, Ester, Jeremías; Ezequiel, Daniel y Habacuc. Los profetas de esta época
de restauración fueron Hageo, Zacarías y Malaquías. 

Los judíos habían regresado de sus setenta años de cautiverio (alrededor del 538
a.C.)  a una tierra que era marcadamente diferente de la que una vez gobernó el
rey David (alrededor del 1011-971 a.C.) y el rey Salomón (971-931 a.C.): 1) No
había rey hebreo, sino más bien un gobernador persa (Esd 5:3; 6:6); 2) no había
seguridad para Jerusalén, por esa razón Nehemías tuvo que reedificar el muro
(Neh 1-7); 3) no había templo, por eso Zorobabel tuvo que reconstruir una pobre
semblanza de la gloria del templo anterior de Salomón (Esd 3); 4) los judíos ya no
dominaban la región, sino que más bien estaban a la defensiva (Esd 4; Neh 4); 5)
disfrutaban pocas bendiciones divinas que iban más allá de hecho de que
regresaron; 6)poseyeron poco de la riqueza anterior del reino; 7) la presencia
divina de Dios ya no residía en Jerusalén, habiendo partido alrededor del 597-591
a.C. (Ez 8-11).          

Dicho de una manera suave, su futuro se veía oscuro comparado con su pasado
majestuoso, especialmente el tiempo de David y Salomón. El regreso podría ser
mejor descrito como amargo y dulce, esto es amargo debido a que su pobreza
actual trajo memorias dolorosas acerca de lo que había sido perdido por el juicio
de Dios sobre el pecado de sus ancestros, pero dulce porque por lo menos
estaban de regreso en la tierra que Dios había dado a Abraham diecisiete siglos
antes (Gn 12:1-3). La generación selectiva del cronista y la historia de Israel,
comenzando desde Adán (1 Cr 1:1) hasta el regreso de Babilonia (2 Cr 26:23),
tenía el propósito de recordarle a los judíos las promesas e intenciones de Dios
acerca de: 1) la tierra; 2) la nación; 3) el rey davídico; 4) los sacerdotes levitas; 5)
el templo; 6) la verdadera adoración, ninguna  de las cuales había sido abrogada
debido a la cautividad babilónica. Todo esto fue para recordarles su legado
espiritual durante los tiempos difíciles que enfrentaron y para alentarlos a ser fieles
a Dios.   
Visión Panorámica de 1 Crónicas

La fiel obediencia a la voluntad y la Palabra de Dios resulta en bendiciones.


Abandonar al Señor conduce a juicio y castigo. Estos son los principales temas de
los libros de Crónicas. Estos libros demuestran cómo los hechos de la historia se
aplican a la vida personal; en ellos se usa la historia para edificar a los lectores,
para exhortarlos a vivir rectamente y para explicar cómo los eventos del pasado
tienen significación para el presente. 1 y 2 Crónicas se escriben desde la
perspectiva de un sacerdote judío, mientras que 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes son
escritos desde la perspectiva de un profeta.

1 Crónicas es un relato de la vida de David. En este libro se aprecia una


perspectiva diferente de la que da 2 Samuel, que es el otro registro bíblico acerca
de David; pero no hay contradicción alguna entre los dos. A diferencia de 2
Samuel, 1 Crónicas enfatiza las contribuciones que David hizo a la adoración de
Dios en Israel. No habla acerca de lo que ya se acentuó en Samuel, tal como su
pecado.

1 Crónicas no menciona a su autor, pero pudo haber sido Esdras porque el


escritor está familiarizado con la moneda persa conocida como dárico (29:7; Esd
8:27). El cronista usa varias fuentes para la composición de sus libros. El tuvo
acceso a los libros de Samuel y Reyes. Pero 1 Crónicas cita otras obras también,
inclusive material profético. Registros archivados, tal como las genealogías, le
fueron de utilidad (1:1–9:44). Las Crónicas del rey David (27:24), del vidente
Samuel, del profeta Natán y del vidente Gad (29:29), tal vez hayan sido fuentes
útiles de información usadas bajo la inspiración del Espíritu Santo (2 Ti 3:16).

Después de una lista de genealogías individuales y tribales (1:1–9:44) y de unos


pocos vers. Acerca de la muerte de Saúl (10:1–14), 1 Crónicas se enfoca
enteramente en el rey David (11:1–29:30). La narrativa del trágico fin de Saúl
debiera compararse con lo escrito por Samuel (2 S 1:1–27). Las proezas del rey
David (que cada día eran más y más) y las de sus hombres cuando él comienza
su reinado, son mencionadas con todo detalle (11:1–12:40). La historia de la
reubicación del arca del pacto (13:1–15:29) con su correspondiente movilización
del pueblo para adorar allí (16:1–43), son descritos. La soberana provisión de Dios
para la familia del rey y la nación, es enumerada (17:1–20:8). La humildad de
David al confesar su pecado es una muestra ejemplar para todos (21:1–30). Los
preparativos para la construcción del templo, son revisados (22:1–29:25), con
énfasis especial en los participantes que estarían involucrados. El libro concluye
con un resumen muy positivo de los cuarenta años del reinado de David sobre
Israel (29:26–30).

La reafirmación del pacto de Dios con David (17:1–15) es uno de los pasajes
más conmovedores en 1 Crónicas, a la vez que es un recordatorio para todo el
que pone su fe en Cristo, que las promesas eternas de Dios no son ulificadas por
los defectos del hombre (Ro 4:21; 2 Co 1:20). El Hijo mayor que David, Jesús el
Mesías (Mt 1:1), es en quien en definitiva se cumple este pacto. A causa de la
fidelidad de Dios en sus promesas a David, todos los creyentes son beneficiarios
de su salvación.

Visión Panorámica de 2 Crónicas

El Libro de 2 Crónicas demuestra lo que la historia tiene que ver con la fe. Aún
más, dice lo que la fe tiene que ver con la vida; está dirigido a las necesidades
prácticas de la comunidad. Cuando Salomón y los reyes posteriores de Judá
fueron obedientes a Dios, recibieron sus bendiciones; cuando se rebelaron contra
El, fueron maldecidos y castigados. Al seleccionar y presentar datos históricos, 2
Crónicas demuestra una perspectiva sacerdotal que enfatiza el templo y la
adoración. Esto es diferente a 1 y 2 Reyes, que son escritos desde una
perspectiva profética representada por los ministerios de Elías y Eliseo.

2 Crónicas demuestra que adherirse sólidamente a la fe en el Señor, resultaría en


bendiciones; pero abandonarle, traería maldiciones a la nación y a los individuos.
El libro enfatiza el templo que Salomón construyó y otros aspectos de su liderato
espiritual y una parte de su vida que no está descrita exactamente igual en 1
Reyes. Debido a que el reino del sur, Judá, permaneció mucho más cercano a la
voluntad de Dios, frecuentemente sobresale en 2 Crónicas. En 1 y 2 Reyes se da
mucha más atención a la historia de Israel, el reino del norte.

El llevar registros debió haber sido un arte altamente desarrollado en Israel en el


tiempo de Salomón. Los líderes de cada nivel de la vida nacional compilaban
diarios de gente y eventos importantes. Bajo la directa supervisión de Dios, el
escritor de 2 Crónicas recoge material de esos registros, inclusive anales que
parecen ser documentos oficiales del estado
(16:11; 25:26; 28:26; 32:32; 33:18; 35:27; 36:8). El cronista también usa varias
obras proféticas (9:29; 12:15; 13:22; 26:22; 32:32; 33:18; 33:19).

2 Crónicas es un libro de avivamientos intermitentes (bajo Asa: 14:2–16:14;


Josafat: 17:1–21:3; Joás: 23:16–24:14; Uzías: 26:1–23; Ezequías: 29:1–32:32; y
Josías: 34:1–35:27) y de rebeliones (por Roboam: 11:1–12:16; Abdías: 13:1–14:1;
Joram: 21:4–20; Ocozías: 22:1–9; Atalía: 22:10–23:15: Manasés: 33:1–20;
Amón: 33:21–25; y Joacim: 36:5–8). El lector es confrontado ante el hecho de que
las bendiciones de Dios y los juicios sobre su pueblo están en relación directa a
sus respuestas a El y a su Palabra.

La edad de oro de Israel alcanzó su apogeo con la construcción del templo de


Salomón. Cuando el arca del pacto, que representaba la presencia del Señor entre
su pueblo, fue traída de vuelta (5:1–10), la gloria del Señor llenó el templo de tal
manera que los sacerdotes no pudieron entrar y ministrar (5:11–14; 7:1–2; cp. Ex
40:34–35). La obra del Espíritu de Dios es evidente en 2 Crónicas
(15:1; 20:14; 24:20). La presencia del Señor entre su pueblo en la actualidad es
por medio del Espíritu Santo que mora en el creyente (Jn 14:16–17). Al igual que
en el pasado, la presencia del Espíritu Santo en la vida de las personas hace que
el servicio a Dios (1 Co 2:3–4) y su adoración (Jn 4:23–24) sean actividades
dinámicas.
 

ESDRAS Y HEHEMIAS
Introducción al Libro de Esdras
Los libros de Esdras, Nehemías y Ester abarcan el último siglo de historia narrado
en el Antiguo Testamento. Esdras y Nehemías nos proporcionan un cuadro de la
repatriación de los judíos y de la formación de su comunidad religiosa, después
del cautiverio babilónico. Esto se conoce como “El periodo de la restauración”,
época importante en que se restablece la nación hebrea y se forma el judaísmo.
Los dos hombres responsables de la reorganización de la vida judía en aquel
momento histórico, fueron Esdras y Nehemías.
Por ser Esdras y Nehemías protagonista de estos libros, llevan sus nombres
respectivamente. Estos libros son una continuación de las crónicas, cuya
terminación se repite al principio del libro de Esdras. Originariamente se trata de
un solo libro, incorporado a la obra del Cronista. Más tarde sucede la separación,
la colocación en la Biblia hebrea de Esdras y Nehemías antes de Crónicas y la
división de Esdras en dos partes, llamadas primero y segundo libro de Esdras;
posteriormente el segundo recibe el nombre de Nehemías, dando así relieve al
personaje al asignarle un libro.
Fondo histórico de los Libros de Esdras y Nehemías
Los judíos marcharon al destierro por última vez el año 587 por orden de
Nabucodonosor. En un principio fueron recluidos en campos de concentración, de
donde fueron sacados para dedicarse a trabajos de construcción, de canalización
y riegos agrícolas. Estableciéronse en lugares cercanos a Babilonia, junto al río
Kebar, en Tell Abib (Ez 3:15) y otros lugares de la región de Nippur. Acudían a
Babilonia en busca de trabajo o se afincaban en el campo dedicados a la
explotación agrícola (Ez 3:15-23). Pronto gozaron de relativa libertad de
movimientos, autorizándoseles enviar cartas a Palestina (Jer c.29; 51:59; Neh
1:1ss), agruparse y gobernarse por sus ancianos (Jer 29:1; Ez 8:1; 14:1). Con el
tiempo, la fortuna sonrió a no pocos, que atesoraron grandes riquezas, ocuparon
elevados cargos, mientras otros vivían en la indigencia. Se han conservado los
archivos de la familia Murashu, que en tiempos de Artajerjes I y Darío II
dedicábase a operaciones bancarias, al comercio, administración de bienes, etc.
Con abundantes medios de vida en Babilonia, se comprende que muchos se
negaron a repatriarse llegado el momento de la libertad en tiempos de los persas.
La administración persa se mostro liberal con los pueblos subyugados por
Babilonia, a los que se autorizaba gobernarse según sus propias leyes. Los
primeros gobernadores de los repatriados pertenecían a la dinastía davídica.

Contexto Histórico de Esdras

Originalmente Dios había sacado a Israel de la esclavitud de Egipto en el éxodo


(alrededor del 1445 a.C.). Cientos de años más tarde, antes de los
acontecimientos de Esdras, Dios le dijo a su pueblo que si escogían quebrantar su
pacto, Él volvería a permitir que otras naciones los llevaran como esclavos (Jer
2:14-25). A pesar de las advertencias continuas de Dios por boca de sus profetas,
Israel y Judá escogieron rechazar a su Señor y participar en la adoración de
dioses extraños, además de cometer las prácticas abominables que acompañaban
a la idolatría (2 R 17:7-18; Jer 2:7-13). Fiel a su promesa, Dios trajo a los asirios y
a los babilonios para disciplinar a Israel y Judá que se habían alejado de Él.

En el 722 a.C. los asirios deportaron a las diez tribus del norte y las dispersaron
por todo su imperio (2 R 17:24-41; Is 7:8). Varios siglos después en el 605-586
a.C., Dios usó a los babilonios para saquear y casi despoblar a Jerusalén. Debido
a que Judá persistió en su infidelidad al pacto, Dios disciplinó a su pueblo con
setenta años de cautividad (Jer 25:11), de los cuales regresaron a Jerusalén como
lo reportaron Esdras y Nehemías. Ciro, el persa, conquistó Babilonia en el 539
a.C., y el libro de Esdras comienza con el decreto de Ciro un año después para
que los judíos regresaran a Jerusalén (alrededor del 538 a.C.), y el libro relata el
reestablecimiento del calendario nacional de Judá de festividades y sacrificios,
incluyendo la reedificaciòn del segundo templo (comenzado en el 536 a.C. y
terminado en el 516 a.C.).

Así como hubo tres olas de deportación de Israel a Babilonia (605 a.C., 597 a.C. y
586 a.C.), así hubo de hecho tres regresos a Jerusalén en un período de nueve
décadas. Zorobabel regresó por primera vez en el 538 a.C. Él fue seguido por
Esdras, quien guió el segundo regreso en el 458 a.C. Nehemías hizo lo mismo
trece años después, en el 445 a.C. No obstante, la autonomía política sin estorbos
nunca regresó. Los profetas Hageo y Zacarías predicaron durante el tiempo de
Zorobabel, alrededor del 520 a.C. en adelante. 

Visión Panorámica de Esdras

¿Cómo se rehace una vida arruinada? ¿Cómo se restaura un medio ambiente


destruido? El libro de Esdras habla de la restauración que era necesaria cuando
Israel volvió del cautiverio babilónico. Esdras era un sacerdote
(7:11, 12, 21; 10:16) interesado en restaurar la adoración dentro de la comunidad
que había regresado; también era un escriba (7:6, 11, 12, 21) decidido a estudiar y
enseñar la Palabra de Dios. El era estricto en la aplicación de las Escrituras.
Según la tradición judía del pasado, él fundó lo que llamaban la Gran Sinagoga y
es considerado como el padre de los escribas. Generalmente se piensa que
Esdras fue el principal responsable del tipo del judaísmo practicado hasta el
tiempo del Nuevo Testamento.

El regreso de Judá del cautiverio ocurrió en tres fases. El libro de Esdras presenta
la primera fase (538 a.C.) bajo Zorobabel (1:1–6:22) y la segunda (458 a.C.) que
fue dirigida por Esdras mismo (7:1–10:44). La tercera fase (444 a.C.) fue dirigida y
narrada por Nehemías, colega de Esdras. En la elaboración de la primera parte de
su obra, Esdras posiblemente consultó material escrito con anterioridad; el resto,
contiene sus memorias personales. Esdras tiene una perspectiva semejante a la
de 1 y 2 Crónicas, y continúa la historia comenzada en esos libros.

La mayor parte de Esdras originalmente se escribió en el idioma hebreo;


pero, 4:8–6:18 y 7:12–26 se escribió en arameo. Las secciones en arameo
contienen decretos y correspondencia oficial. Los eventos descritos en Esdras
ocurren durante el período del dominio del imperio persa. Poco después que el rey
persa, Ciro, conquistara el imperio de Babilonia (Dn 5:25–31), publicó un decreto
permitiendo que los judíos volvieran a su propia tierra (1:1–4). Zorobabel fue el
líder político de este regreso y el sacerdote Jesúa fue el líder religioso (4:3; 5:2).
Ya estando en Jerusalén, los judíos construyeron el altar e hicieron una tentativa
de reedificar el templo (3:1–13). Las naciones circundantes se quejaron al
emperador de Persia quien publicó una orden de que la obra se detuviera (4:1–
24), la cual fue rescindida por un decreto de Darío (6:1–12). Pero siendo
desafiados por los profetas Hageo y Zacarías, el pueblo completó la
reconstrucción del templo en el año 515 a.C. (5:1–6:15).

Entre los regresos del pueblo bajo Zorobabel y Esdras (6:22; 7:1), hubo un período
de unos ochenta años. Los eventos del libro de Ester ocurrieron durante este
período del libro. El emperador persa, Artajerjes I, publicó un decreto instando a
los judíos que habían permanecido en la tierra de su cautividad a que volvieran a
su patria (7:11–20). Cuando Esdras volvió, notó que el pueblo no estaba viviendo
vidas santas, por eso los desafió al arrepentimiento y la consagración (9:5–10:8).
Entonces el pueblo renovó su pacto de santidad para con Dios (10:9–44).

El libro de Esdras proporciona una sólida base para confiar que Dios concederá
nuevos comienzos. A pesar de qué obstáculos u oposición tengan que
confrontarse, el Señor es fiel a su palabra y protegerá y dirigirá a los que pongan
la fe en El (8:21–23) y confíen en el poder del Espíritu Santo (Zac 4:6).
Contexto Histórico de Nehemías

Fiel a la promesa que Dios hizo de juicio, Él trajo a los asirios y a los babilonios
para disciplinar a Judá e Israel, quienes habían desobedecido. En el 722 a.C. los
asirios deportaron a las diez tribus del norte y las dispersaron por todo el mundo
que en ese entonces se conocía (2 R 17). Varios siglos después, alrededor del
605-586 a.C., Dios usó a los babilonios para saquear, destruir y casi despoblar a
Jerusalén (2 R 25) debido a que Judá había persistido en su infidelidad al pacto.
Dios disciplinó a su pueblo con setenta años de cautividad en Babilonia (Jer
25:11).

Durante la cautividad de los judíos, el liderazgo del imperio mundial cambió de


manos de los babilonios a los persas (alrededor del 539 a.C; Dn 5), después de lo
cual Daniel recibió la mayor parte de su revelación profética (c.p. Dan 6, 9-12). El
libro de Esdras comienza con el decreto de Ciro, un rey persa, estableciendo el
regreso del pueblo de Dios a Jerusalén para reconstruir la casa de Dios (alrededor
del 539 a.C.), y narra el establecimiento del calendario nacional de Judá de
festividades y sacrificios. Zorobabel y Josué guiaron el primer regreso (Esd 1-6) y
reconstruyeron el templo. Ester da un vistazo de los judíos que se quedaron en
Persia (alrededor del 483-473 a.C.) cuando Amán intentó eliminar a la raza judía.
Esdras 7-10 relata el segundo regreso guiado por Esdras en el 458 a.C. Nehemías
relata el tercer regreso para reconstruir el muro alrededor de Jerusalén (alrededor
del 445 a.C.).

En ese entonces en la historia de Judá, el Imperio Persa dominaba el mundo


entero del Oriente Medio. Su administración de Judá, aunque llevaba a cabo con
una mano relajada, tenía en mente rebeliones o cualquier señal de insurrección
por parte de sus vasallos. Reconstruir los muros de ciudades conquistadas
presentaba la amenaza más visible para la administración central persa. Solo en
un confidente cercano del rey mismo se podía confiar para tal operación. En el
punto más crítico de la revitalización en Judá, Dios levantó a Nehemías para llevar
a cabo una de las responsabilidades de mayor confianza en el imperio: el copero y
confidente del rey. La vida bajo el rey persa Artajerjes (alrededor del 464-423 a.C.)
tenía sus ventajas para Nehemías. Así como José, Ester y Daniel, él había
alcanzado un papel significativo en el palacio que en ese entonces gobernaba al
mundo antiguo, una posición a partir de la cual Dios lo podía usar para guiar la
reedificación de los muros de Jerusalén a pesar de sus implicaciones para el
control persa de esa ciudad.  

Otras varias notas históricas son interesantes. Primero, Ester fue la madrastra de
Artajerjes (Est 1:9) y pudo fácilmente haberlo influenciado a que viera
amablemente a los judíos, en especial a Nehemías. En segundo lugar, las setenta
semanas proféticas de Daniel comenzaron con el decreto a reconstruir la ciudad
dado por Artajerjes en el 445 a.C. (capítulos 1, 2; Dn 9:24-26). En tercer lugar, los
papiros elefantinos (documentos egipcios), fechados en la última parte del siglo V
a.C., apoyan el relato de Nehemías al mencionar a Sanbalat el gobernador de
Samaria (2:9), Johanán (6:18; 12:23), y el hecho de que Nehemías fue
reemplazado como gobernador de Jerusalén por Bigvai (alrededor del 410  a.C.;
Neh 10:16). Finalmente, Nehemías y Malaquías representan los últimos
escritos canónicos, tanto en términos del tiempo de los acontecimientos ocurridos
(Mal 1-4; Neh 13) como en el tiempo cuando fueron registrados por Esdras. De
esta manera los siguientes mensajes de Dios para Israel no vienen, sino hasta
después de más de 400 años de silencio, después de los cuales los nacimientos
de Juan el Bautista y Jesucristo fueron anunciados (Mt 1; Lc 1, 2).

Teniendo la revelación completa del AT de la historia de Israel previa a la


encarnación de Cristo, los judíos aún no habían experimentado la plenitud de los
varios pactos y promesas de Dios para con ellos. Mientras que había un
remanente judío, como se le prometió a Abraham (Gn 15:5), no parece ni siquiera
ser tan grande como en el tiempo del éxodo (Nm 1:46).Los judíos ni poseyeron la
tierra (Gn 15:7) ni gobernaron como nación soberana (Gn 12:2). El trono davídico
estaba desocupado (2 S 7:16), aunque el sumo sacerdote fue de la línea de
Eleazar y Finees (Nm 25:10-13). La promesa de Dios a consumar el nuevo pacto
de redención esperaba el nacimiento, crucifixión y resurrección del Mesías (He 7-
10).  

Visión Panorámica de Nehemías

El libro de Nehemías muestra cuánto puede lograr Dios a través de la fidelidad y


generosidad de los suyos. También demuestra cómo afrontar los grandes desafíos
a pesar de las dificultades y peligros aparentemente infranqueables.

Históricamente, una nación desposeída de su tierra raras veces tiene una segunda
oportunidad de lograr su soberanía. Pero Judá es una espléndida excepción a
esto porque después de haber sido completamente vencida por los babilonios y
desterrados a la fuerza, tuvo la oportunidad de volver a su patria cuando el rey
persa, Ciro, conquistó a Babilonia. En el año 444 a.C. Nehemías dirigió esta
tercera fase del regreso.

Nehemías llegó a ser un funcionario público en la corte persa y alcanzó el puesto


de copero de Artajerjes I (1:11), lo cual era una posición de confianza y honor.
Estando en cumplimiento de esa función, le llegaron noticias acerca de las
condiciones en Judá (1:2–3). Las puertas y la muralla de Jerusalén estaban en
ruinas, por lo que la ciudad estaba indefensa (1:3b) y el pueblo se encontraba en
desesperación (1:3a). Movido por el deseo de rectificar las horribles circunstancias
en Judá, Nehemías oró para que Dios le diera el privilegio de emprender la
reedificación, aunque sabía que una licencia para ausentarse sería difícil de
conseguir (1:5–11). A través del dolor y del ayuno, se alteró la apariencia de
Nehemías al punto que el rey Artajerjes le preguntó la causa de su problema (2:1–
2). Después de oír su contestación, inmediatamente Artajerjes le permitió volver a
Judá para aliviar la situación (2:1–10).

Consciente de la provisión de Dios y apoyado por la autoridad imperial, Nehemías


viajó a Judá; entregó a los líderes persas la carta donde Artajerjes lo autorizó a
viajar. Tres días después de su llegada Nehemías inspeccionó la situación (2:11–
20). Para comenzar el proyecto, dividió a los trabajadores en equipos, cada uno
con la responsabilidad de una sección de la muralla (3:1–32). Mientras construían,
los enemigos bajo la dirección de Sanbalat y Tobías, ridiculizaron a Nehemías y
sus trabajadores (4:1–23). Cuando esta táctica falló, ellos formaron una coalición
oficial para detener la obra; pero Nehemías afrontó sus amenazas poniendo a la
mitad de los trabajadores de cada equipo a que continuaran construyendo
mientras que la otra tenían armas para defender a quienes trabajaban. Durante
esta emergencia nacional, los oportunistas judíos trataron de aprovecharse
financieramente de la gente pobre del pueblo, pero Nehemías los confrontó
directamente (5:1–13). Sanbalat y sus socios continuaron con sus malas
intenciones al pretender que querían negociar; pero luego hicieron declaraciones
falsas contra Nehemías (6:1–14). Pero él continuó firmemente, y las murallas
fueron terminadas dentro de seis meses (6:15–19).

Nehemías fue asistido por Esdras, quien dirigió al pueblo en la lectura de la ley
(7:73b–8:18). Esdras y ciertos levitas tuvieron la oportunidad de explicar la ley a
los ciudadanos de Jerusalén. Esta nueva entrega a la Palabra de Dios produjo un
avivamiento en Jerusalén y en todo Judá (9:1–10:39). En el año 432 a.C.,
Nehemías fue llamado a volver a Persia para que reasumiera sus
responsabilidades en el palacio. Poco después de su partida el pueblo de Judá
volvió a sus caminos antiguos. Nehemías regresó una vez más a Judá en el 420
a.C. e hizo otras reformas (13:4–31). El escribió su libro después de estos
eventos. El ministerio de Nehemías se extendió hasta el 409 a.C.

Nehemías insistió en la pureza espiritual del pueblo. El no sólo era un hombre de


acción, sino también un hombre de oración. En Nehemías se nota el lugar que la
oración ocupa en la renovación espiritual (1:6, 11; 2:4; 4:9; 9:5–
37; 11:17; 13:22, 29, 31). El es un modelo de una vida vivida en total dependencia
en Dios. ¡Acuérdate de mí, Dios mío, para bien! (13:31) es una oración que al
Señor le agrada contestar a los creyentes que le buscan seriamente.

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