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INSTITUTO BIBLICO
Barranquilla / Atlántico
2017
LOS LIBROS DE LOS REYES
La historia del período de los dos libros de los Reyes, está llena de
acontecimientos, marcados por las vicisitudes alternas de las tres grandes
potencias del tiempo: Asiria, Babilonia y Egipto.
El primer faraón que, después de siglos, volvió a interesarse por Palestina fue
Sesonq, deseoso más que nunca de reconquistar la influencia perdida sobre la
región. Dio refugio al fugitivo Jeroboán (1 Re 11,40), y cinco años después de la
muerte de Salomón dirigió una campaña victoriosa contra Palestina (14,25ss),
recordada también en una pared del templo de Amón en Karnak, donde se lee
una larga serie de localidades del reino de Judá. En una época sucesiva fue
memorable la campaña del faraón Necao II, durante la cual encontró la muerte en
Meguido el rey Josías (609 a.C.).
Al morir Salomón, su hijo Roboam fue visitado por Jeroboam y los representantes
de las tribus del norte de Israel con la petición de que el gobierno fuera menos
severo. Jeroboam era hijo de uno de los sirvientes de Salomón, y un profeta le
había dicho que Dios lo había escogido para reinar sobre las tribus del norte.
Roboam siguió un mal consejo y rehusó la petición; por eso el reino se dividió:
Israel en el norte, con diez tribus con Roboam como rey y Judá en el sur, con dos
tribus con Roboam como rey. Jeroboam comenzó su reinado rompiendo sus lazos
religiosos con Jerusalén. Estableció nuevos lugares de adoración en Betel, en la
parte sur de su dominio y en el norte en el territorio de Dan. También instaló un
nuevo sacerdocio e instituyó otro calendario. Sin embargo, mucha gente del reino
del norte permaneció fiel a la adoración del S EÑOR. El profeta Elías luchó por la
causa del Señor en contra de esta falsa religión de ritos paganos sexuales y
violencia, y sus encuentros con Acab y Jezabel llenan muchas páginas del libro.
Elías desafió a toda la nación a volver al Señor.
El primer libro había llegado, con Josafat rey de Juda y Ocozias rey de Israel, más
o menos a la mitad del siglo 9 a. C. Este segundo libro se inicia con el final del
ministerio profético de Elias y comienzo del ministerio de Eliseo, su discípulo y
sucesor.
El libro continúa relatando la monarquía dividida hasta el año 722 a.C. En los
primeros capítulos el profeta Eliseo es el personaje principal, guiando
espiritualmente al reino de Israel (1:1–13:25). De mucha importancia es la
descripción que se hace de la dinastía de David en el reino de Judá con sus
fracasos y victorias. La trágica decadencia y caída de la nación hebrea, con su
corrupción moral, se describe con gran detalle. El juicio de Dios contra el reino del
norte, Israel, se lleva a cabo por medio de la invasión de las fuerzas asirias,
quienes destruyeron el reino (17:1–41).
Luego la narración continúa con la historia del remanente del reino del sur, Judá, y
termina con el relato de la caída de ese reino en el 586 a.C. El juicio de Dios viene
sobre los de Judá por medio de la humillante derrota por los babilonios y el
subsecuente exilio a Mesopotamia (23:1–25:30).
2 Reyes cubre un espacio de unos 290 años. Esta fue una época de mucha
importancia en la vida del pueblo escogido. Trece de los dieciséis profetas que
escribieron (Isaías a Sofonías) redactaron sus libros durante este tiempo. La gente
fue instada a rendirse a la disciplina de Dios (25:24); Jeremías los amonestó de
una manera semejante (Jer 29:1–32). Cuando Dios disciplina, es mucho mejor
ceder a su benéfica corrección. Las cosas empeoran si se resiste.
LIBROS DE LAS CRONICAS
Introducción a los Libros de las Crónicas
Los libros de Crónicas son una expresión típica del judaísmo postexílico. Para su
composición, el autor recurrió a materiales recogidos
de Génesis, Éxodo, Números, Josué y Rut, de los cuales extrajo las genealogías
de 1 Cr 1–9. Pero fue sobre todo en los libros de Samuel y Reyes donde encontró
una rica fuente de información, que él incorporó a Crónicas, reproduciéndola a
veces literalmente, o bien redactándola de nuevo. Además, cita una serie de
documentos, en gran parte desconocidos para nosotros, que son otros tantos
depósitos de conocimiento histórico.
Trasfondo histórico
El contexto de histórico inmediato incluyó el regreso de los judíos en tres fases del
exilio babilónico a la Tierra Prometida: 1) Zorobabel en Esdras 1-6 (alrededor del
538 a.C.); 2) Esdras en Esdras 7-10 (alrededor del 458 a.C.); y 3) Nehemías en
Nehemías 1-13 (alrededor del 455 a.C.) La historia previa mira hacia atrás a la
deportación babilónica / exilio (605-538 a.C.) como es predicho o reportado por e
Reyes, Ester, Jeremías; Ezequiel, Daniel y Habacuc. Los profetas de esta época
de restauración fueron Hageo, Zacarías y Malaquías.
Los judíos habían regresado de sus setenta años de cautiverio (alrededor del 538
a.C.) a una tierra que era marcadamente diferente de la que una vez gobernó el
rey David (alrededor del 1011-971 a.C.) y el rey Salomón (971-931 a.C.): 1) No
había rey hebreo, sino más bien un gobernador persa (Esd 5:3; 6:6); 2) no había
seguridad para Jerusalén, por esa razón Nehemías tuvo que reedificar el muro
(Neh 1-7); 3) no había templo, por eso Zorobabel tuvo que reconstruir una pobre
semblanza de la gloria del templo anterior de Salomón (Esd 3); 4) los judíos ya no
dominaban la región, sino que más bien estaban a la defensiva (Esd 4; Neh 4); 5)
disfrutaban pocas bendiciones divinas que iban más allá de hecho de que
regresaron; 6)poseyeron poco de la riqueza anterior del reino; 7) la presencia
divina de Dios ya no residía en Jerusalén, habiendo partido alrededor del 597-591
a.C. (Ez 8-11).
Dicho de una manera suave, su futuro se veía oscuro comparado con su pasado
majestuoso, especialmente el tiempo de David y Salomón. El regreso podría ser
mejor descrito como amargo y dulce, esto es amargo debido a que su pobreza
actual trajo memorias dolorosas acerca de lo que había sido perdido por el juicio
de Dios sobre el pecado de sus ancestros, pero dulce porque por lo menos
estaban de regreso en la tierra que Dios había dado a Abraham diecisiete siglos
antes (Gn 12:1-3). La generación selectiva del cronista y la historia de Israel,
comenzando desde Adán (1 Cr 1:1) hasta el regreso de Babilonia (2 Cr 26:23),
tenía el propósito de recordarle a los judíos las promesas e intenciones de Dios
acerca de: 1) la tierra; 2) la nación; 3) el rey davídico; 4) los sacerdotes levitas; 5)
el templo; 6) la verdadera adoración, ninguna de las cuales había sido abrogada
debido a la cautividad babilónica. Todo esto fue para recordarles su legado
espiritual durante los tiempos difíciles que enfrentaron y para alentarlos a ser fieles
a Dios.
Visión Panorámica de 1 Crónicas
La reafirmación del pacto de Dios con David (17:1–15) es uno de los pasajes
más conmovedores en 1 Crónicas, a la vez que es un recordatorio para todo el
que pone su fe en Cristo, que las promesas eternas de Dios no son ulificadas por
los defectos del hombre (Ro 4:21; 2 Co 1:20). El Hijo mayor que David, Jesús el
Mesías (Mt 1:1), es en quien en definitiva se cumple este pacto. A causa de la
fidelidad de Dios en sus promesas a David, todos los creyentes son beneficiarios
de su salvación.
El Libro de 2 Crónicas demuestra lo que la historia tiene que ver con la fe. Aún
más, dice lo que la fe tiene que ver con la vida; está dirigido a las necesidades
prácticas de la comunidad. Cuando Salomón y los reyes posteriores de Judá
fueron obedientes a Dios, recibieron sus bendiciones; cuando se rebelaron contra
El, fueron maldecidos y castigados. Al seleccionar y presentar datos históricos, 2
Crónicas demuestra una perspectiva sacerdotal que enfatiza el templo y la
adoración. Esto es diferente a 1 y 2 Reyes, que son escritos desde una
perspectiva profética representada por los ministerios de Elías y Eliseo.
ESDRAS Y HEHEMIAS
Introducción al Libro de Esdras
Los libros de Esdras, Nehemías y Ester abarcan el último siglo de historia narrado
en el Antiguo Testamento. Esdras y Nehemías nos proporcionan un cuadro de la
repatriación de los judíos y de la formación de su comunidad religiosa, después
del cautiverio babilónico. Esto se conoce como “El periodo de la restauración”,
época importante en que se restablece la nación hebrea y se forma el judaísmo.
Los dos hombres responsables de la reorganización de la vida judía en aquel
momento histórico, fueron Esdras y Nehemías.
Por ser Esdras y Nehemías protagonista de estos libros, llevan sus nombres
respectivamente. Estos libros son una continuación de las crónicas, cuya
terminación se repite al principio del libro de Esdras. Originariamente se trata de
un solo libro, incorporado a la obra del Cronista. Más tarde sucede la separación,
la colocación en la Biblia hebrea de Esdras y Nehemías antes de Crónicas y la
división de Esdras en dos partes, llamadas primero y segundo libro de Esdras;
posteriormente el segundo recibe el nombre de Nehemías, dando así relieve al
personaje al asignarle un libro.
Fondo histórico de los Libros de Esdras y Nehemías
Los judíos marcharon al destierro por última vez el año 587 por orden de
Nabucodonosor. En un principio fueron recluidos en campos de concentración, de
donde fueron sacados para dedicarse a trabajos de construcción, de canalización
y riegos agrícolas. Estableciéronse en lugares cercanos a Babilonia, junto al río
Kebar, en Tell Abib (Ez 3:15) y otros lugares de la región de Nippur. Acudían a
Babilonia en busca de trabajo o se afincaban en el campo dedicados a la
explotación agrícola (Ez 3:15-23). Pronto gozaron de relativa libertad de
movimientos, autorizándoseles enviar cartas a Palestina (Jer c.29; 51:59; Neh
1:1ss), agruparse y gobernarse por sus ancianos (Jer 29:1; Ez 8:1; 14:1). Con el
tiempo, la fortuna sonrió a no pocos, que atesoraron grandes riquezas, ocuparon
elevados cargos, mientras otros vivían en la indigencia. Se han conservado los
archivos de la familia Murashu, que en tiempos de Artajerjes I y Darío II
dedicábase a operaciones bancarias, al comercio, administración de bienes, etc.
Con abundantes medios de vida en Babilonia, se comprende que muchos se
negaron a repatriarse llegado el momento de la libertad en tiempos de los persas.
La administración persa se mostro liberal con los pueblos subyugados por
Babilonia, a los que se autorizaba gobernarse según sus propias leyes. Los
primeros gobernadores de los repatriados pertenecían a la dinastía davídica.
En el 722 a.C. los asirios deportaron a las diez tribus del norte y las dispersaron
por todo su imperio (2 R 17:24-41; Is 7:8). Varios siglos después en el 605-586
a.C., Dios usó a los babilonios para saquear y casi despoblar a Jerusalén. Debido
a que Judá persistió en su infidelidad al pacto, Dios disciplinó a su pueblo con
setenta años de cautividad (Jer 25:11), de los cuales regresaron a Jerusalén como
lo reportaron Esdras y Nehemías. Ciro, el persa, conquistó Babilonia en el 539
a.C., y el libro de Esdras comienza con el decreto de Ciro un año después para
que los judíos regresaran a Jerusalén (alrededor del 538 a.C.), y el libro relata el
reestablecimiento del calendario nacional de Judá de festividades y sacrificios,
incluyendo la reedificaciòn del segundo templo (comenzado en el 536 a.C. y
terminado en el 516 a.C.).
Así como hubo tres olas de deportación de Israel a Babilonia (605 a.C., 597 a.C. y
586 a.C.), así hubo de hecho tres regresos a Jerusalén en un período de nueve
décadas. Zorobabel regresó por primera vez en el 538 a.C. Él fue seguido por
Esdras, quien guió el segundo regreso en el 458 a.C. Nehemías hizo lo mismo
trece años después, en el 445 a.C. No obstante, la autonomía política sin estorbos
nunca regresó. Los profetas Hageo y Zacarías predicaron durante el tiempo de
Zorobabel, alrededor del 520 a.C. en adelante.
Visión Panorámica de Esdras
El regreso de Judá del cautiverio ocurrió en tres fases. El libro de Esdras presenta
la primera fase (538 a.C.) bajo Zorobabel (1:1–6:22) y la segunda (458 a.C.) que
fue dirigida por Esdras mismo (7:1–10:44). La tercera fase (444 a.C.) fue dirigida y
narrada por Nehemías, colega de Esdras. En la elaboración de la primera parte de
su obra, Esdras posiblemente consultó material escrito con anterioridad; el resto,
contiene sus memorias personales. Esdras tiene una perspectiva semejante a la
de 1 y 2 Crónicas, y continúa la historia comenzada en esos libros.
Entre los regresos del pueblo bajo Zorobabel y Esdras (6:22; 7:1), hubo un período
de unos ochenta años. Los eventos del libro de Ester ocurrieron durante este
período del libro. El emperador persa, Artajerjes I, publicó un decreto instando a
los judíos que habían permanecido en la tierra de su cautividad a que volvieran a
su patria (7:11–20). Cuando Esdras volvió, notó que el pueblo no estaba viviendo
vidas santas, por eso los desafió al arrepentimiento y la consagración (9:5–10:8).
Entonces el pueblo renovó su pacto de santidad para con Dios (10:9–44).
El libro de Esdras proporciona una sólida base para confiar que Dios concederá
nuevos comienzos. A pesar de qué obstáculos u oposición tengan que
confrontarse, el Señor es fiel a su palabra y protegerá y dirigirá a los que pongan
la fe en El (8:21–23) y confíen en el poder del Espíritu Santo (Zac 4:6).
Contexto Histórico de Nehemías
Fiel a la promesa que Dios hizo de juicio, Él trajo a los asirios y a los babilonios
para disciplinar a Judá e Israel, quienes habían desobedecido. En el 722 a.C. los
asirios deportaron a las diez tribus del norte y las dispersaron por todo el mundo
que en ese entonces se conocía (2 R 17). Varios siglos después, alrededor del
605-586 a.C., Dios usó a los babilonios para saquear, destruir y casi despoblar a
Jerusalén (2 R 25) debido a que Judá había persistido en su infidelidad al pacto.
Dios disciplinó a su pueblo con setenta años de cautividad en Babilonia (Jer
25:11).
Otras varias notas históricas son interesantes. Primero, Ester fue la madrastra de
Artajerjes (Est 1:9) y pudo fácilmente haberlo influenciado a que viera
amablemente a los judíos, en especial a Nehemías. En segundo lugar, las setenta
semanas proféticas de Daniel comenzaron con el decreto a reconstruir la ciudad
dado por Artajerjes en el 445 a.C. (capítulos 1, 2; Dn 9:24-26). En tercer lugar, los
papiros elefantinos (documentos egipcios), fechados en la última parte del siglo V
a.C., apoyan el relato de Nehemías al mencionar a Sanbalat el gobernador de
Samaria (2:9), Johanán (6:18; 12:23), y el hecho de que Nehemías fue
reemplazado como gobernador de Jerusalén por Bigvai (alrededor del 410 a.C.;
Neh 10:16). Finalmente, Nehemías y Malaquías representan los últimos
escritos canónicos, tanto en términos del tiempo de los acontecimientos ocurridos
(Mal 1-4; Neh 13) como en el tiempo cuando fueron registrados por Esdras. De
esta manera los siguientes mensajes de Dios para Israel no vienen, sino hasta
después de más de 400 años de silencio, después de los cuales los nacimientos
de Juan el Bautista y Jesucristo fueron anunciados (Mt 1; Lc 1, 2).
Históricamente, una nación desposeída de su tierra raras veces tiene una segunda
oportunidad de lograr su soberanía. Pero Judá es una espléndida excepción a
esto porque después de haber sido completamente vencida por los babilonios y
desterrados a la fuerza, tuvo la oportunidad de volver a su patria cuando el rey
persa, Ciro, conquistó a Babilonia. En el año 444 a.C. Nehemías dirigió esta
tercera fase del regreso.
Nehemías fue asistido por Esdras, quien dirigió al pueblo en la lectura de la ley
(7:73b–8:18). Esdras y ciertos levitas tuvieron la oportunidad de explicar la ley a
los ciudadanos de Jerusalén. Esta nueva entrega a la Palabra de Dios produjo un
avivamiento en Jerusalén y en todo Judá (9:1–10:39). En el año 432 a.C.,
Nehemías fue llamado a volver a Persia para que reasumiera sus
responsabilidades en el palacio. Poco después de su partida el pueblo de Judá
volvió a sus caminos antiguos. Nehemías regresó una vez más a Judá en el 420
a.C. e hizo otras reformas (13:4–31). El escribió su libro después de estos
eventos. El ministerio de Nehemías se extendió hasta el 409 a.C.