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Subsidio Litúrgico preparado por la Comisión Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Maturín para ayudar a las familias

en la Celebración del Primer Domingo de Adviento (Ciclo C), en medio de la pandemia del Coronavirus COVID-19.

Nro. 14 / Año 2021


Subsidio Litúrgico preparado por la Comisión Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Maturín para ayudar a las familias
en la Celebración del Primer Domingo de Adviento (Ciclo C), en medio de la pandemia del Coronavirus COVID-19.

*Subsidio preparado por el Equipo Base de


la Comisión Diocesana de Liturgia
de la Diócesis de Maturín.
*Revisado y aprobado por S.E.R.
Mons. Enrique Pérez Lavado,
Obispo de Maturín.
Diseño y Diagramación:
MEGA Agencia Creativa, C.A.

@Liturgia.Maturin Liturgia.Maturin@gmail.com
Comienza otro Adviento. Es un tiempo que nos educa
a tener motivos para esperar y razones profundas
para continuar en el seguimiento diario de Jesús. Es
un tiempo de gracia, de saber acoger a Jesucristo que
siempre viene a nosotros como Salvador. Su tema
central es la esperanza y su culminación es celebrar el
nacimiento de Jesús.
Nos invita a tratar de intensificar varias actitudes
fundamentales de la vida cristiana: la espera atenta,
la vigilancia, la fidelidad en el trabajo, la sensibilidad
para descubrir e interpretar los signos de los tiempos
como manifestaciones del Dios Salvador.
El Adviento nos dice que la perspectiva de la vida
humana está de cara al futuro, con la esperanza puesta
en la garantía del Dios de las Promesas. Empieza hoy
con un llamamiento: “Levanten la cabeza; se acerca
la hora de su liberación”. Y con una advertencia:
“Tengan cuidado, no entorpezcan su mente… Estén
siempre despiertos”.
La Comisión Diocesana de Liturgia ha preparado
este Subsidio, que contiene esquemas celebrativos
«Alzad la cabeza: para el Domingo, fáciles de seguir, y las indicaciones
se acerca vuestra liberación» para cada celebración, sobre todo en la liturgia de la
Palabra, con una gran fidelidad al espíritu litúrgico-
teológico. Esperamos que las familias celebren de
manera consciente y activa, en comunión con las
demás familias y pequeñas comunidades, los misterios
de la salvación, así; cuando nos volvamos a reunir en
grandes asambleas, pasada esta crisis, cada familia
compartirá las maravillas del señor Resucitado
Pidamos a la Santísima Virgen María, que interceda
por nuestras intenciones y que, durante el Adviento,
nos ayude a ser fieles a la voluntad de Dios en nuestras
vidas.
PRIMER DOMINGO DE
ADVIENTO (CICLO C)
CELEBRACION DOMINICAL VIVIDA EN FAMILIA

¿QUÉ DEBEMOS PREPARAR?


• Disponer una mesa una imagen de la Santísima Virgen María y la
corona de adviento en un lugar adecuado de nuestra casa, el cual será
el centro de reunión para la oración familiar.
• Lecturas para la celebración tomadas del Subsidio (en físico o digital)

¿CÓMO CELEBRAREMOS?
1. Reunida toda la familia se da inicio a la Celebración: un miembro
de la familia lee la monición de inicio y luego se entona un canto
para dar inicio a la celebración; se hace la invocación trinitaria,
seguidamente se enciende el cirio de la Corona de Adviento que
corresponda a ese domingo y se reza la oración propuesta
2. Los integrantes de la familia procederán a las lecturas del Domingo
de Adviento correspondiente Culminada la segunda lectura se canta
el Aleluya mientras todos se colocan de pie, se anuncia la lectura del
Evangelio (Del santo Evangelio según San Lucas) y se procede a la
lectura sin signarse. Culminado el Evangelio se dice “Palabra del
Señor”, con su respectiva respuesta.
3. Luego de un momento de silencio meditativo los integrantes de la
familia hacen eco de la Palabra, comparten aquello que más los
interpeló de la lectura, ¿qué luz ha arrojado en su vida? el cabeza de
familia puede guiar también una reflexión general sobre la lectura.
Se considera propicio que, de ser posible, pueda hacerse la lectura de
las pistas para la Lectio Divina incluidas en el subsidio
4. Terminado el tiempo de compartir la Palabra, la familia se coloca de
pie y recita el Credo, sabiendo que se está uniendo a toda la Iglesia
universal que confiesa una única fe.
5. Luego se dirigen peticiones como respuesta a la Palabra proclamada
y al hoy de su vida. Se pide que se guarde al menos unas intenciones
especiales por el Papa, el propio obispo, la Diócesis, la comunidad
parroquial y especialmente por la situación de emergencia que
estamos viviendo por la pandemia del COVID-19.
6. Se culminan las peticiones con el rezo del Padre nuestro. Terminada la
oración dominical en un ambiente de silencio y recogimiento se hace
una oración de comunión espiritual, donde se pida unirse a Cristo y a
todo su cuerpo que es la Iglesia, recordando que la comunión con la
persona de Cristo también se realiza en el encuentro con la Palabra y
en la oración de la comunidad cristiana.
7. El encuentro concluye con el rezo de la oración final, la fórmula de
despedida y el rezo de un Ave María.

Subsidio Litúrgico para la Celebración del I Domingo de Adviento (Ciclo C)


Diócesis de Maturín - Comisión de Liturgia 4
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
(CICLO C)
CELEBRACIÓN DOMINICAL VIVIDA EN FAMILIA

Monición de Inicio:
Un miembro de la Familia se dirige a todos con las siguientes palabras:

Querida familia: Dentro de cuatro semanas celebraremos el nacimiento de Jesús.


A estas semanas las llamamos Tiempo de Adviento, que significa “advenimiento”,
“venida”.
Con este primer domingo de Adviento inauguramos, una vez más, un Año Litúrgico.
Nuestro guía será esta vez el evangelista San Lucas. Cristo viene a cada uno de nosotros
y a toda la humanidad como Salvador. Por eso la liturgia nos invita a cobrar ánimo y
a levantar la cabeza porque se acerca la causa de nuestra esperanza. ¡Que esta certeza
nos acompañe mientras aguardamos una nueva y gozosa venida del Señor!
Con alegría participemos de este momento de oración y escucha de su Palabra en
familia.

Ritos Iniciales
Canto de Inicio Cerca está el Señor (Carmelo Erdozaín) https://youtu.be/lUffmFqy-Ww

CERCA ESTÁ EL SEÑOR, //


CERCA DE MI PUEBLO, CERCA DEL QUE LUCHA POR AMOR.
CERCA ESTÁ EL SEÑOR, //
ES EL PEREGRINO QUE COMPARTE MI DOLOR.
Jesús es el Señor, le conoceréis, en el que lucha por la igualdad.
También está el Señor, le conoceréis, en el que canta la libertad.
También está el Señor, no olvidéis su voz, sufre el dolor del oprimido.
Jesús es el Señor, le conoceréis, en el obrero en su taller.
También está el Señor, le conoceréis, en el anciano en su vejez.
También está el Señor, no olvidéis su voz, en el hospital junto al enfermo.
Jesús es el Señor, le conoceréis, Él es la vida, es la verdad.
También está el señor, le conoceréis, en el camino de libertad.
Jesús es el Señor, no olvidéis su voz, es el Redentor de nuestro pueblo.
El Padre de Familia o quien presida la celebración inicia con la invocación trinitaria, signándose:
En el nombre del Padre +, del Hijo y del Espíritu Santo
R./ Amén.

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Encendido de la Corona de Adviento
En este Primer Domingo de Adviento, quien preside la celebración invita a la bendición de la Corona
de Adviento con las siguientes palabras:

Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que
inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que
Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar
nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.
Todos dicen:
Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre
ti! (Is 60,1)

Oración de Bendición
De pie. el que preside, con las manos juntas, dice:

La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu


Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que
yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos
del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de
tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de
esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel
que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y
reina por los siglos de los siglos.
R./ Amén.

Y se enciende el cirio que corresponda según la semana de Adviento. Seguidamente se reza la


oración que corresponde al Primer Domingo de Adviento

Oración
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de
Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas obras,
colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino celestial. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R./Amén.

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Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Jr 3, 14-16 Yo haré nacer del tronco de David un vástago santo.
Del libro del profeta Jeremías:
“Se acercan los días, dice el Señor, en que cumpliré la promesa que hice a la casa
de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora, yo haré nacer del tronco de David un vástago
santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra. Entonces Judá estará a salvo,
Jerusalén estará segura y la llamarán ‘el Señor es nuestra justicia’”.
Palabra de Dios. R./ Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 24


R/. Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres
nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. R/.
Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por
la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. R/.
Con quien guarda su alianza y sus mandatos, el Señor es leal y bondadoso. El
Señor se descubre a quien lo teme y le enseña el sentido de su alianza. R/.

SEGUNDA LECTURA: I Tes 3, 12–4, 2 Que el Señor los fortalezca hasta que Jesús vuelva.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses:
Hermanos: Que el Señor los llene y los haga rebosar de un amor mutuo y
hacia todos los demás, como el que yo les tengo a ustedes, para que él conserve sus
corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que
venga nuestro Señor Jesús, en compañía de todos sus santos.
Por lo demás, hermanos, les rogamos y los exhortamos en el nombre del Señor
Jesús a que vivan como conviene, para agradar a Dios, según aprendieron de nosotros,
a fin de que sigan ustedes progresando. Ya conocen, en efecto, las instrucciones que
les hemos dado de parte del Señor Jesús.
Palabra de Dios. R./ Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 84, 8


R/. Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.. R/.

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EVANGELIO Lc 21, 25-28. 34-36 Se acerca su liberación.
Del santo Evangelio según san Lucas

E n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Habrá señales prodigiosas en el sol,
en la luna y en las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia
y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de
angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas
se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder
y majestad.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza,
porque se acerca la hora de su liberación. Estén alertas, para que los vicios, con el
libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente
y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa
sobre todos los habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo
que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
Palabra del Señor. R./ Gloria a ti, Señor Jesús.

Para la Reflexión: Se recomienda leer, las pistas para la Lectio Divina que a continuación se
presenta
« Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar
de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre » (Lc
21,36).
La recomendación de Cristo nos introduce en el Tiempo de Adviento, en un
nuevo Año Litúrgico de la Iglesia, es decir, en el tiempo de gracia en el que somos
guiados para encontrar, conocer y reconocer al Misterio: dentro de menos de un mes,
adoraremos al Niño que estará en los brazos de una joven israelita, la Bienaventurada
y siempre Virgen María.
¿Por qué la Iglesia, al comenzar un nuevo Año de gracia, nos hace escuchar esta
página del Evangelio? El Señor, en efecto, pronunció estas palabras que, a primera
vista, poco tienen que ver con la delicadeza y la armonía del Misterio de la Navidad.
Son palabras que, si las tomáramos en serio, tendrían que «aterrorizarnos», puesto
que aseguran el final de las cosas de este mundo, a las que cada día dedicamos mucha
atención. Son palabras que nos hablan de que al final de los tiempos –sólo Dios
sabe cuándo y cómo será- un solo «hecho», una sola evidencia, como una «trampa»,
«sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra » (Lc 21,35).
¿De qué hecho se trata? «Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una
nube, lleno de poder y de gloria » (Lc 21,27).

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En aquel momento, todo lo que era apenas un «reflejo», se desvanecerá, para
dejarle espacio a la Luz verdadera. La sombra cederá el lugar al Día, el tiempo a la
Eternidad, y nuestros corazones permanecerán para siempre exactamente en la actitud
que tenían un instante antes de que todo esto suceda: si estaban dirigidos a la Luz,
serán liberados de todo afán, para pertenecer solamente a Cristo, en el abrazo eterno
del Paraíso; si, en cambio, estaban dirigidos al «reflejo», en vez de a la Fuente de la
Luz, de la cual también provenía el reflejo, al despuntar el Día sin atardecer, cuando
sea la aparición del Hijo del hombre, se replegarán sobre la propia sombra y no podrán
acoger el abrazo misericordioso de Cristo.
¿Cómo deberemos prepararnos para este Día? ¿Y cómo vivir este tiempo de
espera, sin angustias ni temores? ¿Cómo vivir este tiempo en la sobreabundancia de
amor que nos señala el Apóstol: « Que el Señor los llene y los haga rebosar de un
amor mutuo y hacia todos los demás, como el que yo les tengo a ustedes, para que él
conserve sus corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el
día en que venga nuestro Señor Jesús, en compañía de todos sus santos. » (1 Ts 3,12)?
¿Cómo vivir todo esto?
Escuchemos una vez más las palabras del Salvador: « Velen, pues, y hagan
oración continuamente » (Lc 21,36). Cristo nos indica el modo: vigilar, orando.
Sobre todo, nos llama a «vigilar» en todo momento, es decir, a permanecer
«despiertos». ¿En qué sentido? Si bien en la Iglesia hay hombres y mujeres que
«materialmente» vigilan, es decir, que sacrifican horas de sueño para dedicarse a la
oración en el corazón de la noche y, de este modo, interceden por todos los hombres
–son los monjes y las monjas y, con ellos, tantas vidas preciosas que en el sufrimiento
ofrecen y rezan y que son realmente «antorchas de fe» en la oscuridad- la «vigilia» a
la que Cristo nos llama es, antes que esto, mirar la realidad.
En efecto, el que vigila no duerme. El que vigila no vive recluido en sí mismo y
separado de la realidad, sino que vive «hasta el fondo», sin «fugas», recibiendo cuanto
de «doloroso» o «indeseado» pueda depararle la historia.
Cristo nos indica, además, el modo en el que debemos vigilar: rezando, o sea,
mirando el corazón de la realidad, mirando al fundamento de todo, al Misterio del cual
todo proviene, nosotros incluidos, y hacia el cual todo tiende. Vigilamos, rezando,
mirando hasta el fondo la realidad y rogando que Él venga, que el Misterio nos enseñe
su rostro y nos tome de la mano.
Ningún sueño artificial, ningún pálido reflejo, ninguna falsa preocupación
podrán de verdad calmar el íntimo deseo de nuestro corazón. ¡Vigilemos y recemos!
Y entonces nos contaremos entre aquellos que escucharán las palabras del Ángel:
«Os anuncio una gran alegría, que será para todo el pueblo: hoy os ha nacido en la
ciudad de David un Salvador, que es el Cristo, el Señor » (Lc 2,10-11). Entonces
iremos con los pastores a la gruta de Belén y allí podremos sumergir el corazón en

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la contemplación del Misterio hecho Niño, crecer con Él, confiar en Él y no perderlo
más de vista, hasta el Día en que vendrá glorioso con sus Santos, a llevarnos con Él
para siempre.
Culminada la reflexión el que preside invita a hacer la profesión de fe
Como respuesta a esta Palabra que nos ha sido proclamada y explicada profesemos
nuestra fe: Creo en Dios…
Oración de los fieles:
Oremos al Señor y pidámosle confiadamente que despierte su poder y venga a
salvarnos: A cada intención decimos:
R/ Ayúdanos a salir a tu encuentro. ¡Ven, Señor Jesús!.
Para que los fieles despierten del sueño de sus indolencias y reciban con alegría
la salvación que se acerca, roguemos al Señor. R/
Para que se afiance la paz en el mundo, y las riquezas de la creación se transformen
en instrumento de progreso y bienestar para todos los hombres, roguemos al
Señor. R/
Para que el Señor, con su venida, alivie los dolores de los enfermos, dé paz y
alegría a los que sufren y libre al mundo de sus males, roguemos al Señor. R/
Para que vivamos siempre alerta sin que las preocupaciones de la vida nos
impidan mantenernos en pie cuando llegue el Hijo del hombre, roguemos al
Señor. R/
Por los que sufren las consecuencias de la pandemia COVID-19; los que han
perdido su empleo, los enfermos y el personal sanitario que les está asistiendo,
para que puedan sentirse fortalecidos con tu auxilio, roguemos al Señor. R/
Por los difuntos, especialmente los que han fallecido a causa del COVID-19 en
todo el mundo, y particularmente en nuestro país; concédeles el descanso eterno
y a sus familiares el consuelo y la paz, roguemos al Señor. R/
Unidos como hermanos, hijos de un mismo Padre dirijámonos a Él con las palabras
que Jesús nos enseñó. Padre Nuestro
Oración de comunión espiritual:
El que preside introduce a la oración siguiente:
Yo creo Jesús mío que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar, te amo
sobre todas las cosas y deseo fervientemente recibirte en mi corazón, más al no
poderlo hacer sacramentalmente en este momento te pido vengas espiritualmente
a mi corazón (momento de silencio) y como si ya te hubiera recibido me uno y me
abrazo inmensamente a ti. No permitas Jesús mío que jamás me aparte de ti.
Amén

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Oración final:
Padre bueno,
desde los cuatro ángulos de nuestra pequeña geografía
te bendecimos con los hombres y mujeres,
Jóvenes, niños y mayores de nuestro pueblo.
Lanzamos al viento un canto de esperanza
porque creemos en Ti.
Nos alegramos, con sano orgullo,
de que nuestra historia esté atravesada por tu salvación.
Gracias a tu Espíritu, pretendes limpiar
la atmósfera de la sociedad y de la Iglesia.
Guiados por Jesús y por su Evangelio,
caminamos con el estímulo
que nos proporciona la Comunidad.
Atraídos por tus promesas cumplidas
y sintiendo a Jesús en medio de nosotros,
a una, te bendecimos diciendo:
Ven, muéstranos, Señor,
tu gran compasión.
Danos tu salvación.
Amén.

El Señor nos bendiga +, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
R./ Amén.

Terminada la celebración rezamos un Ave María, como un signo de veneración a la Virgen Santísima,
Madre de la Iglesia Dios te salve María…

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