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ANU, KRONOS, EL Y YHVH

DISTINTOS NOMBRES PARA UNA MISMA DEIDAD, EL


PADRE DE LOS DIOSES EXILIADOS EN LA TIERRA, LOS
ANUNNAKIS

El tema de los visitantes extraterrestres antiguos y su


relación con las mitologías antiguas se hizo popular por
primera vez en la década de los setenta cuando el
investigador y autor ruso Zecharia Sitchin publicó su
primer libro El Duodécimo Planeta (1976).
El planteamiento de Sitchin resultó ser bastante novedoso
en el mundo occidental y llamó la atención de muchos
investigadores de las llamadas ciencias alternativas. Sitchin
propuso que las mitologías antiguas, cuyos protagonistas
eran grandes dioses y semidioses de origen celestial que
señoreaban sobre el mundo humano en una era primordial
lejana y enseñaban a los hombres a construir grandes
civilizaciones, eran en realidad registros históricos que
relataban los hechos verídicos de una raza de seres muy
avanzados de origen extraterrestre.
Para la escuela sitchiniana, los grandes dioses de la
antigüedad eran nada más ni nada menos que astronautas
alienígenas que vinieron a la tierra en tiempos
primordiales y su llegada a nuestro planeta fue el origen de
la religión politeísta antigua.
Un experto en las lenguas mesopotámicas e investigador
de los textos antiguos, Sitchin pronto se dio cuenta de que
existen muchos paralelismos exactos entre los distintos
panteones divinos de las civilizaciones antiguas y empezó
a identificar el origen de cada dios en sus varias formas.
Sitchin acertó en su conclusión de que el príncipe celestial
y dios de la sabiduría Enki (sumerio) es idéntico a los
personajes divinos posteriores: Ea (babilonio), Ptah
(egipcio), Poseidón (griego) y la Serpiente bíblica (hebreo);
su hijo primogénito Marduk (sumerio) es el mismo dios
que Bel (babilonio), Amón-Ra (egipcio) y Merodach
(hebreo); y el maestro de los secretos del Árbol de la Vida
Ningishzidda (sumerio) es igual a Thot (egipcio) y Hermes
(griego); sin embargo, su afirmación de que el dios sumerio
Enlil, el hermanastro de Enki, es el dios bíblico Yahvé ha
sido un error garrafal.
Desde que Sitchin presentó su planteamiento hace casi
cinco décadas, muchos autores del mismo tema han
seguido su ejemplo afirmando que Enlil es idéntico a Yahvé
sin estar dispuestos a cuestionar las conclusiones
teológicas de la perspectiva sitchiniana.
Se podría decir que el paradigma de Sitchin ya se ha
convertido en una especie de dogma en el género de los
antiguos astronautas. A pesar de que el rey del panteón
sumerio Anu, el dios del trono del cielo, tenga todas las
características del dios bíblico y sus hechos sean idénticos,
la mayoría de los autores populares ni siquiera se pone a
considerar la posibilidad de que Anu sea el precursor
original de Yahvé y sólo sigue repitiendo la mentira de que
Enlil es la identidad secreta del dios de Israel.
Curiosamente muchos de los investigadores famosos
ignoran el papel de Anu en la mitología mesopotámica por
completo como si él fuera un dios ausente que ya se
hubiera retirado de la tierra y dejado el poderío con sus
hijos. En fin, los Sitchinitas concluyen erróneamente que
Enlil es Yahvé y malinterpretan el gran conflicto cósmico
como una rivalidad fraternal entre Enki y Enlil.
Mucha de la erudición de Sitchin es muy buena y sus libros
siempre han sido muy interesantes. Sin embargo, su
afirmación de que Enlil es el precursor sumerio de Yahvé
es un disparate total.

¿Por qué Sitchin afirmó algo tan absurdo en cuanto a la


identidad del dios hebreo pese a que hubiera hecho un
trabajo bien esmerado respecto a la historia de los otros
dioses antiguos?
La respuesta podría ser bastante desagradable para
muchos de sus fanáticos.
Tenemos que tener en cuenta que Sitchin puede haber
tenido sus prejuicios y sus intenciones ocultas como
cualquier otro autor. Recordemos que Sitchin era judío, se
educó en una escuela judía en Palestina e incluso afirmó
en uno de sus libros que Yahvé era su dios. Aquí vemos las
alianzas de Sitchin de modo clarísimo.
Sitchin era un miembro del pueblo de Anu-Yahvé y
reconocía el judaísmo, el culto anuista original, como su
religión. En fin, Sitchin trabajó para Anu.
No quiero juzgar si Sitchin trabajó para Anu a sabiendas o
si estuvo bajo un engaño, pero lo cierto es que él tergiversó
la verdad acerca de la identidad de Yahvé, presentó una
visión muy errónea del conflicto cósmico y le culpó a Enlil
por todas las fechorías de su padre Anu (el Yahvé
verdadero).
Recordemos que el modus operandi típico de la élite
anuista es la vergonzosa inversión acusatoria por la cual
ellos les acusan a sus rivales y enemigos de sus propios
crímenes echando la culpa de modo engañoso y el
conflicto diseñado en el que dos perspectivas falsas son
manipuladas a pelear entre sí mientras se esconde una
tercera variable que es la verdad.
Los conspiradores de la élite que trabajan para Anu saben
que la verdad acerca de la historia de nuestra raza está
saliendo a la luz y no la pueden detener.
En el último siglo varios registros históricos de origen
sumero-acadio, todos mucho más antiguos que las
mentiras de la Biblia, se han desenterrado y muchos de
ellos ahora están disponibles para el público. Los eruditos
ahora saben que muchos de los relatos bíblicos son nada
más que refundiciones tergiversadas del contenido de las
tablillas históricas y literarias de las civilizaciones
mesopotámicas y aquellos que investiguen la literatura
sumeria original pueden saber que Enki es el verdadero
creador y benefactor de la humanidad, lo cual significa que
el Yahvé bíblico es nada más que un impostor engañoso.
En fin, las falsedades de la religión judeocristiana ya han
sido expuestas y la verdad se ha manifestado gracias al
redescubrimiento de nuestro pasado auténtico.
En las últimas décadas del siglo 20 cada vez más personas
se alejaban de las mentiras religiosas de la Biblia y
empezaban a tener interés en los registros sumerios y la
Teoría de los Antiguos Astronautas ya se había hecho
popular a finales de la década de los sesenta. La verdad iba
a salir sí o sí. Fue entonces cuando los Anuistas decidieron
corromperla y distorsionar la naturaleza verdadera del
conflicto cósmico divino. En vez de ser la lucha original
entre el padre tiránico (Anu) y el hijo libertario y benévolo
(Enki) que aparece en los textos mitológicos de varias
culturas, el conflicto cósmico se convertiría en una
rivalidad fraternal (Enlil Vs. Enki) y el hijo menor Enlil sería
culpado de todos los actos malvados de su padre.
Desafortunadamente las obras de Sitchin serían el vehículo
de esa distorsión engañosa y muchos autores posteriores
seguirían su ejemplo.
El problema es que demasiada gente no hace sus propias
investigaciones y sólo acepta las conclusiones erróneas de
Sitchin como si fuesen una revelación del propio cielo sin
cuestionar nada de lo que afirma. En fin, Sitchin fue
manipulado por la élite y mezcló la verdad y la mentira con
el fin de sembrar confusión.
A partir de ahora voy a presentar los hallazgos de mis
investigaciones y demostrar que la verdadera identidad de
Yahvé no es Enlil sino nadie más que Anu, el malvado rey
del cielo en la mitología mesopotámica. Luego vamos a
ahondar en la mitología comparativa y ver que en muchos
casos hay una correspondencia exacta entre los miembros
de los distintos panteones de las civilizaciones antiguas.

Anu-Yahvé: El Rey del Cielo


Un estudio profundo de la mitología comparativa revelará
que la identidad original del dios bíblico Yahvé sólo puede
ser Anu, el malévolo dios del cielo del panteón sumerio. La
verdad es que Anu comparte muchas semejanzas
llamativas con Yahvé no sólo en cuanto a sus
características personales sino también a nivel mitológico
mientras las únicas características que Enlil comparte con
Yahvé son su personalidad irascible y autoritaria y su
destreza militar. Ésta es la razón por la que mucha gente lo
confunde con el dios bíblico y olvida a Anu
completamente.
Tenemos que tener en cuenta que el tetragrámaton
YHWH, vocalizado como Yahvé, no es el nombre original
del dios hebreo sino más bien un epíteto semítico cuyo
significado es 'él que hace existir' o 'él que crea'.
Este pseudónimo es una abreviatura de Yahvé Sebaot o 'él
que crea los ejércitos'. Este título divino refleja la
belicosidad del dios guerrero de Israel que se describe a sí
mismo como 'un hombre de guerra' (Éxodo 15:3).
El nombre original del dios de la Biblia era El o a veces su
forma plural Elohim. ¿Quién era El originalmente?
En la religión semítica pre-bíblica, Él era el dios más alto
del panteón y el progenitor de los setenta Elohim o dioses
jóvenes junto con su esposa divina Asera. Él era
considerado el rey del panteón, el dios del cielo, una
deidad de la agricultura, el presidente de la asamblea de
los dioses y un gran juez y guerrero divino por los Fenicios,
los Cananeos, los Filisteos y los hebreos primitivos.
Sus epítetos más comunes incluían El du yahwi? aba’ôt, un
título bélico que significa 'El que crea los ejércitos' y el
precursor del Yahvé Sebaot bíblico (Miller, 2000i); Padre
de los Años, una variedad del epíteto jehovítico Anciano de
Días encontrado en el Libro de Daniel (Day, 2002ii); y Padre
de todos los Elohim.
Es importante notar que el Culto de El en el Levante
antiguo se caracterizaba por el sacrificio humano y el
holocausto de los varones primogénitos en particular
(Olyan, 1988iii) y esta práctica perversa sería heredada por
los hebreos en el culto jehovítico posterior (Smith, 2002iv).
En tiempos antiguos Él era asociado al titán sanguinario e
infanticida Kronos en la mitología helénica del mundo
griego vecino (Smith, 2002v).

Acabamos de establecer que El y Yahvé son dos nombres


del mismo personaje divino y el dios bíblico El-Yahvé tiene
su origen en el panteón semítico pre-israelita de la región
levantina antigua. Además, ya sabemos que El-Yahvé era
idéntico a Kronos, el titán más alto del panteón griego.
Igual que El en el panteón semítico levantino y Kronos en
la mitología helénica, Anu era considerado el rey del cielo
y el dios más alto del panteón sumero-acadio. Enlil, en
cambio, nunca llegó a ocupar el trono del cielo y siempre
fue el dios número dos en la jerarquía divina. Además, muy
parecido a El-Yahvé, Anu era conocido como El Señor de
las Huestes Celestiales, temido como un gran juez que
creaba los ejércitos del cielo para que castigaran a los
pecadores, reverenciado como el presidente más alto del
Concilio Divino y alabado como el Progenitor de todos los
Anunnaki.
Aquí vemos una correspondencia exacta con muchas de las
características de El-Yahvé en la religión semítica
occidental. Cabe decir que ninguna de estas características
es propia de Enlil.

El dios celestial sumerio Anu y la deidad semítica más alta


El eran considerados el mismo personaje en las regiones
norteñas de Mesopotamia (Blásquez, 2001vi). De hecho, la
raíz acadia Ilu de la cual proviene el teónimo semítico El
tiene su origen en la cultura religiosa sumero-acadia y era
asociada a Anu. El ideograma cuneiforme para el nombre
de esa deidad era polivalente y podía leerse como Anu o
Ilu demostrando una relación cercana a nivel lingüístico. La
verdad es que El (Yahvé) es Anu y punto. Lo cierto es que
el dios bíblico no tiene nada que ver con el dios sumerio
Enlil aparte de ser su padre biológico.

Aún quedan más semejanzas exactas entre El-Yahvé y Anu.


En la religión semítica El era representado por un disco
solar a veces alado cuyo centro contenía una estrella
puntiaguda. En el Libro de Amós leemos que el dios al que
adoraban los hebreos era representado por una especie de
estrella (Amós 5:26). Del mismo modo, el dios sumerio Anu
era representado por la misma estrella puntiaguda dentro
de un disco solar.
En la religión semítica, El, igual que su equivalente griego
Kronos, era asociado al planeta Saturno. La verdad
espeluznante es que el judaísmo
siempre ha sido un culto a Saturno desde su inicio. El día
sagrado de El-Yahvé es el sábado, el día de Saturno,
llamado Dies Saturni en latín y Kronía en el griego clásico.
Mucha gente sabe qué sábado viene de Shabbath cuyo
significado es 'día de descanso', pero muy poca gente sabe
que esa raíz hebrea comparte su etimología con la voz
antigua Shabbathai, el nombre del dios y del planeta
Saturno en hebreo. Además, en el Kabala, el misticismo
judío, Yahvé Elohim es asociado a la sefirá Binah y por ende
a Saturno (Guiley, 2009vii).
En la mitología grecorromana el titán Saturno-Kronos
inmolaba y devoraba a sus propios hijos por miedo a que
lo superaran y le usurparan el trono. El culto satúrnico
siempre ha mantenido una obsesión morbosa con el
infanticidio ritual. Esa misma práctica perversa se
conservaría en el culto jehovítico del Judaísmo primitivo y
luego seguiría en el Cristianismo de manera simbólica (el
sacrificio del hijo primogénito de Yahvé en la cruz). En fin,
el secreto más grande del judaísmo en que su culto es la
adoración satúrnica. Paralelamente, en la tradición
mesopotámica el dios celestial Anu era asociado a los
planetas Marte y Saturno (Evans, 1998viii).
Desde tiempos antiguos Marte siempre ha simbolizado la
belicosidad y Saturno siempre ha sido considerado un
planeta oscuro y maléfico.
Según los registros mesopotámicos, Anu era un violento
usurpador que derrotó a su predecesor Alalu en una lucha
por el trono del cielo (Van Der Toorn, 1996ix).
Paralelamente, en la mitología helénica, el titán belicoso
Kronos, un personaje divino idéntico a la deidad semítica
El, era un tirano sanguinario que venció a su propio padre
en batalla para usurpar el trono celestial y devoró a sus
propios hijos por miedo a que se volvieran más poderosos
que él y le quitaran el trono.
Del mismo modo, en la religión hebrea primitiva (pre-
exílica) podemos ver vestigios del mismo motivo de
usurpación divina por parte del rey del panteón El-Yahvé.
A pesar de que la teología judía afirme que El-Yahvé es el
único dios creador y el primer motor de todo lo que hay en
el cosmos, en la religión semítica original Él era un ser
creado y un dios engendrado por los dioses primordiales
Elyon y Beruth, justo como su equivalente sumerio Anu era
la progenie de los dioses pre-panteónicos Anshar y Kishar.
El manuscrito 4QDeut, conocido también como el Canto de
Moisés y considerado el texto subyacente de algunas
partes del Deuteronomio bíblico, es uno de los pocos
textos hebreos pre-exílicos encontrados entre los Rollos
del Mar Muerto de Qumrán. Según la versión más antigua
de Deuteronomio 32, El-Yahvé, el dios de Israel, aparece
no como el dios altísimo que reparte las naciones entre los
'hijos de Israel' como afirma la versión bíblica posterior,
sino como uno de los hijos de los Elohim (dioses) que
recibe su herencia de la deidad superior Elyon (Stark,
2011x).
Dicho de otra manera, en los textos más primitivos de la
religión hebrea El-Yahvé se presenta como uno de los
dioses jóvenes subordinados al dios primigenio Elyon.
Luego en el mismo texto primitivo y en algunas partes del
Libro de los Salmos encontramos pasajes que indican que
El-Yahvé venció a sus rivales divinos y subió al trono del
panteón gracias a su gran destreza militar (Smith, 2001xi;
Stark, 2011xii).

Deuteronomio 32:43 según el manuscrito masorético del


medievo:
Alabad, naciones, a su pueblo ... (truncado)

Deuteronomio 32:43 según la Septuaginta griega del siglo


3 AEC:
Alabad, cielos, a su pueblo. Alabadlo, ángeles de Dios.
Deuteronomio 32:43 según el manuscrito 4QDeut del siglo
8-9 AEC:
Alabad, cielos, a su pueblo. Postraos delante de él, todos
vosotros los dioses.

En fin, los elementos politeístas de la literatura hebrea


primitiva fueron editados por los escribas bíblicos del
sacerdocio judío en el exilio en Babilonia y la versión
original de los textos hebreos conserva vestigios de una
usurpación del trono del panteón por medios bélicos por
parte del dios hebreo El-Yahvé. Justo como Anu desterró a
su predecesor real Alalu tras un combate encarnizado y
Kronos expulsó a su propio padre del trono del cielo por la
fuerza, El-Yahvé venció a sus rivales divinos en la lucha por
la supremacía y se apoderó del trono de su superior Elyon
para hacerse el rey del cielo.

En el Libro de Génesis El-Yahvé se opone a que Adán coma


del Árbol del Conocimiento y luego le reprende a la
Serpiente por haberle otorgado a la humanidad la ciencia
de los dioses y le deniega al hombre el fruto del Árbol de
la Vida que es la clave de la inmortalidad. En la Leyenda de
Adapa, la versión sumeria original del relato de Adán, el rey
del cielo Anu es el dios que no quiere que Adapa tenga el
conocimiento celestial, se queja del Ushumgal o Gran
Serpiente (Enki) del santuario de Eridú (en el Edín) por
haberle revelado al hombre el designio del cielo y de la
tierra y hace que Adapa vuelva a la tierra sin recibir el Agua
y el Pan de la Vida (Kramer y Maier, 1989xiii).
En fin, Yahvé y Anu son el mismo personaje que juega el
mismo papel tanto en Génesis como en su versión sumeria
original: Anu-Yahvé es el malvado dios del cielo que se
opuso a la iluminación del hombre, se enemistó con la
Serpiente benévola y le denegó a la humanidad la fuente
de la inmortalidad.

Según el relato bíblico, El-Yahvé decide enviar el diluvio


para arrasar con la humanidad que supuestamente se
volvía cada vez más inicua. En los relatos diluvianos
sumerios como el encontrado en Nippur, vemos que Anu
es el dios que preside en el Concilio Divino y toma la
decisión de destruir a los hombres. Enlil, en cambio, ocupa
el segundo puesto en el Concilio de los Anunnaki y está
subordinado a su padre.
En fin, aunque Enlil aún estaba aliado con Anu en aquel
tiempo y apoyó la decisión de su padre en aquel momento
él no fue el dios que aprobó el genocidio y Anu solo fue el
verdadero responsable del cataclismo devastador. Sin
embargo, autores como Sitchin olvidan mencionar el papel
central de Anu en la decisión de enviar el diluvio y le echan
a Enlil toda la culpa.

Es evidente que Yahvé no puede ser nadie más que Anu, el


rey del cielo y padre biológico de Enki y Enlil. En resumen,
El-Yahvé y Anu no sólo tienen muchas de las mismas
características de las cuales muy pocas se aplican a Enlil,
sino que también juegan el mismo papel en los relatos
antiguos como el tirano oscurantista que quiso mantener
a la humanidad en la ignorancia, se opuso al otorgamiento
de la ciencia divina por parte de la Serpiente de la sabiduría
y le denegó al hombre la fuente de la inmortalidad. Yahvé
es idéntico a Anu, el auténtico adversario de la raza
humana.

¿Cuál será la identidad semítica de Enlil entonces?


Enlil es Baal en el Panteón Semítico
Igual que Anu en el panteón sumerio, Él era considerado el
Padre de todos los Elohim en la religión semítica. Sus hijos
más importantes incluían a Baal, un dios guerrero, el señor
de la tormenta y el vicepresidente de la Asamblea Divina;
y a Kothar-wa-Khasis, una deidad de la sabiduría, la
ingeniería y la magia. Baal y Kothar-wa-Khasis, ambos hijos
de El (Anu), son los equivalentes semíticos levantinos de
Enlil y Enki respectivamente.
Igual que Enlil que era considerado el dios del viento o el
dios del aire en la religión sumeria, Baal era reverenciado
como una deidad de la tormenta en el panteón semítico
pre-israelita. Muchas veces se dibujaba con un relámpago
en la mano, justo como el titán griego Zeus, hijo de Kronos
(El, Anu) en el panteón helénico.
Igual que Enlil que era respetado por su gran valentía como
un guerrero divino de la segunda generación y llamado el
Toro del Cielo, Baal era considerado un joven guerrero y
representado por el becerro en la religión semítica. Aquí
Enlil se asemeja mucho a Baal en cuanto a sus
características divinas y su función y no es comparable con
Yahvé puesto que el dios hebreo, igual que su precursor
pre-bíblico El, es descrito como el Anciano de Días cuyo
'cabello es puro como la lana' en el Libro de Daniel y como
un gran dios 'cuyos años son incontables' en el Libro de Job
(Day, 2002xiv).
Lo cierto es que Enlil no puede ser Yahvé puesto que él es
un joven guerrero de la segunda generación del panteón.
El-Yahvé y Anu, en cambio, son personajes mayores de la
primera generación y El-Yahvé en particular es
representado como un dios patriarcal envejecido y
llamado Ab Shnom o 'Padre de los Años'.

Justo como Enlil que ocupaba el segundo puesto más alto


en el Concilio de los Anunnaki y lo presidía al lado de su
padre Anu, Baal era el vicepresidente de la Asamblea de
los Elohim y reinaba sobre el concilio junto con su padre El,
pero nunca lo superó y siempre se mantuvo subordinado a
su padre (Smith, 2009xv).
Aquí vemos que la relación entre El y Baal en la religión
semítica es idéntica a la entre Anu y Enlil en el panteón
sumerio.
En la época bíblica su relación cambia por completo. En la
Biblia Baal (Enlil) es presentado como un 'dios falso' de los
'extranjeros impíos', calumniado como un 'ídolo perverso'
de los Filisteos y su nombre es denigrado como Ba'al Zevuv
(Belcebú), un juego de palabras en hebreo y una expresión
burlona cuyo significado es 'señor de las moscas'.
Algunos eruditos bíblicos proponen la posibilidad de que
Ba'al Zevuv sea una corrupción despectiva del título divino
Ba'al Zebul que significa 'señor del lugar alto' (Freedman et
al., 2000xvi), un epíteto parecido a Enlil (señor del aire). En
la Biblia hebrea Baal es acusado del sacrificio humano y en
el cristianismo él es calumniado como 'el príncipe de los
demonios'.
Aquí volvemos a encontrar la inversión acusatoria muy
típica de Anu-Yahvé. A pesar de que El-Yahvé siempre
hubiera sido un dios perverso cuyo culto se caracterizara
por la inmolación de seres humanos y el holocausto de los
varones primogénitos y un tirano sanguinario cuyas
prácticas fueran demoníacas, él le acusa a su hijo Baal
(Enlil) del mismo crimen y le echa la culpa de sus propias
fechorías. En fin, El-Yahvé (Anu) y Baal (Enlil) ahora son
enemigos y el hijo fue difamado injustamente por su padre
depravado en la Biblia porque al final se opuso a la tiranía
y se unió con su hermanastro benévolo Enki, la Gran
Serpiente de la ciencia divina.
El Panteón Revisitado
Si echamos un vistazo a la estructura del escalón más alto
de los panteones respectivos de la región en la antigüedad
y analizamos los papeles y las características generales de
cada deidad de modo comparativo, pronto nos damos
cuenta de que Enlil no puede ser el dios bíblico Yahvé y se
asemeja mucho más a Baal en el panteón semítico y a Zeus
en la mitología griega.
Los panteones mesopotámico, semítico y griego tienen
prácticamente la misma estructura. El escalón más alto de
las deidades masculinas está compuesto por una tríada de
tres dioses altos que tienen sus características individuales
constantes y muy marcadas.
El dios más alto siempre es un rey celestial misántropo y
tiránico, un padre de todos los dioses del panteón, un
usurpador violento, un personaje asociado al planeta
Saturno y en muchos casos una deidad del tiempo.
El segundo personaje siempre es un joven guerrero, el hijo
predilecto del rey, un dios que tiene tremendo poder
político y reina junto con su padre en la Asamblea de los
Dioses y una deidad de las tempestades.
El tercer personaje siempre es otro hijo importante del rey
y hermanastro del dios de la tormenta, un dios muy
benévolo y un gran maestro para la humanidad, un señor
de las ciencias, el conocimiento, la construcción y la magia
y en muchos casos una deidad de las aguas.
Como podemos ver arriba, Anu, El (Yahvé) y Kronos
comparten muchas características siendo todos dioses del
cielo, reyes patriarcales tiránicos, usurpadores violentos,
misántropos y personajes asociados al planeta Saturno.
Además, El (Yahvé) y Kronos comparten el título de Padre
del Tiempo, la práctica del sacrificio humano y una
fascinación por el infanticidio ritual por holocausto y El
(Yahvé) y Anu comparten el epíteto Señor de las Huestes
Celestiales y se oponen a la iluminación del hombre por la
Serpiente en el santuario del Edén/Edín.
Del mismo modo, Enlil, Baal y Zeús tienen casi todas las
mismas características. Todos son hijos predilectos del rey
del cielo tiránico, son guerreros jóvenes de la segunda
generación, se destacan por su gran destreza militar,
ocupan un puesto muy alto en el Concilio Divino muchas
veces reinando junto con su padre y aparecen como
deidades de las tormentas. Baal y Zeús empuñan un
relámpago devastador por el cual vencen a sus adversarios
y Enlil es un guerrero de las tempestades.
Enki en el panteón sumero-acadio, Kothar-wa-Khasis en la
religión semítica primitiva y Poseidón en la mitología
griega son todos hijos importantes del rey del panteón,
deidades de la sabiduría, maestros de las artes de la
construcción, magos poderosos y dueños de las ciencias
ocultas y grandes amigos y benefactores de la humanidad.
Enki y Poseidón son dioses de las aguas y tienen una
relación especial con las zonas acuáticas. Además, se
piensa que sus nombres respectivos significan lo mismo:
Señor de la Tierra. Enki está compuesto por las raíces
sumerias en (señor) y ki (tierra) y Poseidón posiblemente
viene de las raíces primitivas pósis (señor, dueño; cognado
del proto-indoeuropeo pótis y del sánscrito páti) y da
('tierra' en el dialecto griego dórico y cognado de ge en el
griego clásico). La pronunciación original de su nombre
griego era Poseidaon.
En las regiones levantinas Kothar-wa-Khasis era asociado a
Ptah, el equivalente egipcio de Enki conocido en Egipto
como Señor de las Serpientes y de los Peces, Maestro
Constructor y Señor de la Magia.
En resumen, Enlil no es Yahvé sino Baal, un dios que luego
fue calumniado y denigrado por el pueblo de Yahvé en su
tergiversada Biblia.
Enlil-Baal se ha enemistado con su padre Anu-Yahvé y
ahora está aliado con los Enkitas en la gran lucha cósmica.
Enlil-Baal es un gran dios guerrero y defensor de la raza
humana que no tolera las maldades de su padre
enajenado.
La afirmación errónea de que Enlil es el precursor sumerio
de Yahvé es una mentira anuista que debe ser expuesta.
Enlil se dio cuenta de la depravación de su padre Anu-
Yahvé y se unió a Enki hace unos cuantos milenios.
Ahora Enlil está al lado de su hermanastro noble y lucha
contra el mal cósmico como un gran libertador de la
humanidad.

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