Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
(Christian Jacq) - Los Sabios Del Antiguo Egipto
(Christian Jacq) - Los Sabios Del Antiguo Egipto
El constructor bienhechor
Un sabio de provincias
El sabio de Elefantina
C uando Pepi sube al trono, hacia 2278 a. C., sólo tiene seis
años. Al elegirlo como faraón, los sabios no se equivocaron,
pues reinará noventa y cuatro años, ¡sin duda un récord de
longevidad para un soberano!
El rey continuó la tradición de los Textos de las Pirámides y
gobernó un país rico y tranquilo que, sin embargo, comenzaba a
verse amenazado por fuerzas exteriores. Los libios, eternos
enemigos; los palestinos, a quienes se hizo entrar en razón
rudamente; v en el sur, los nubios. Las tribus negras, formadas por
feroces guerreros, podían atacar la capital de la primera
provincia del Alto Egipto, la actual Asuán.
Pepi II hallará a los hombres competentes para explorar el
Gran Sur, someterlo y explotar sus riquezas. Paulatinamente,
Nubia se convertirá en un protectorado penetrado por la
civilización egipcia.
Entre los dignatarios, que eran al mismo tiempo aventureros,
diplomáticos y gestores, Heka-ib, «aquél que controla su
corazón», fue un personaje notable. Nacido probablemente en
Elefantina, se convirtió en jefe de los intérpretes, escribas que
podían hablar los dialectos nubios. Ascendido a la dignidad de
general, supo medir la amenaza: se corría el peligro de que las
tribus rebeldes se creciesen y lanzasen incursiones mortíferas
incluso en el propio Egipto.
Le tocó a Heka-ib difundir el temor hacia Horus, es decir, al
faraón, en los países extranjeros, e impedirles hacer daño. En tres
misiones en Nubia y en Asia, eliminará a los disidentes,
restablecerá la paz y traerá de vuelta a Egipto prisioneros y
animales.
Al igual que otros sabios, el rudo Heka-ib dice el bien, no
propaga nada malo, y desea que su nombre sea reconocido ante
Dios grande. Además, hay que dar pan al hambriento y ropa a
quien no la tiene. Asimismo, Heka-ib se preocupó de respetar la
Regla de Maat y accedió a la función de sacerdote funerario de
la pirámide del rey Pepi II. Amigo único, tesorero, director de la
ciudad que agrupaba a los artesanos encargados de construir el
edificio, jugó un papel decisivo con ocasión de la creación de la
morada de eternidad del faraón.
Al final de una existencia muy activa, Heka-ib, jefe de la
provincia de Elefantina, se retiró a su villa preferida, donde
deseaba reposar para siempre. En efecto, este sitio mágico
estaba situado en la frontera meridional de las Dos Tierras; esta
ciudad comercial se desarrollaba alrededor de un templo del dios
Jnum, el alfarero que forma a los seres y que sujeta los flujos de la
crecida bajo sus sandalias y que sólo los libera a condición de
recibir las ofrendas adecuadas.
Casi inmediatamente después de su muerte, Heka-ib fue
elevado al rango de protector divino. Numerosos habitantes de la
región tomaron su nombre, y se le dedicaron estatuas, estelas y
mesas de ofrendas. Se edificó incluso un templo en su honor y su
reputación póstuma superó el marco de la provincia y subsistió
más allá del final del Antiguo Imperio.
El nombre de Heka-ib es, por sí solo, una enseñanza: controlar
el corazón, es decir, dominar la propia conciencia, lo que le
confiere su plena eficacia. Con este buen genio de Elefantina, nos
hallamos ante un sabio que no disocia la acción —incluida la
militar— del respeto de una espiritualidad ancestral. Próxima ya
la grave crisis que amenazaba a Egipto, da uno de los últimos
ejemplos de estos dignatarios indestructibles que, sirviendo al
faraón, saben que contribuyen al mantenimiento de la armonía
entre el cielo y la tierra.
En efecto, para Heka-ib el Horus dueño de las Dos Tierras es
sobre todo un hombre político. Encarnación del Dios grande,
templo construido por las divinidades, el faraón aumenta la
presencia de Maat entre los humanos, tan dispuestos a destruir y
difundir la injusticia. Servir al rey es prolongar la obra del creador
y garantizar la prosperidad del país manteniendo los nexos que
unen lo material a lo espiritual, fuera de toda doctrina
esterilizante.
¿Cómo imaginar, bajo el sol y el cielo azul de Elefantina, que
las tinieblas iban a invadir Egipto?
Bibliografía
FRANKE, D., Das Heiligtum des Hekaib auf Elephantine,
Heidelberg, 1994.
HABACHI, L., «Heqaib», Lexikon der Ágyptologie II, 1977, pp.
1120-1122.
KOCCATI, A., La littérature historique sous l’Ancien Empire
égyptien, París, 1982, pp. 208-211.
IX
IPU-UR
El profeta
El reunificador alquimista
El paraíso y el laberinto
¿Sabio o insensato?
El maestro de Hermópolis
El sabio encarcelado