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LOS BIENES1

Sumario:
1.- Conceptos fundamentales
a) Puntos de vista para estudiar los bienes
b) Los bienes y su pertenencia al ámbito de los derechos reales
c) Distinción entre cosa y bien
2.- Clasificaciones de las cosas: razones prácticas y criterios
2.1. Cosas corporales e incorporales
a) Críticas a la clasificación
b) Los bienes incorporales
c) Los bienes corporales
2.2. Bienes muebles e inmuebles
a) Aspectos generales
b) Importancia práctica de la distinción entre bienes muebles e inmuebles
c) categorías de cosas corporales muebles e inmuebles
d) Cosas corporales muebles
e) Cosas corporales inmuebles
f) Derechos muebles e inmuebles
g) Acciones reales o personales, muebles e inmuebles
2.3. Cosas específicas y genéricas
a) Conceptos
b) Importancia de la clasificación
2.4. Cosas consumibles y no consumibles
a) Las cosas muebles se dividen en consumibles y no consumibles
b) Consumibilidad y no consumibilidad objetiva
c) Consumibilidad y no consumibilidad subjetiva
d) Bienes deteriorables y corruptibles
2.5. Cosas fungibles y no fungibles
a) Concepto
b) Fungibilidad objetiva
c) Relación entre las cosas genéricas y las cosas fungibles
d) Relación entre la consumibilidad y la fungibilidad
e) Fungibilidad subjetiva o por voluntad de las partes
2.6. Cosas principales y accesorias
a) Concepto
b) Criterios para determinar la cosa principal y accesoria
c) Importancia de la clasificación
2.7. Cosas divisibles e indivisibles

1
Fecha de la última modificación: 25 de agosto de 2019.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 1


a) Concepto
b) Divisibilidad del derecho de dominio
c) Importancia práctica de la clasificación
2.8. Cosas presentes y futuras
2.9. Cosas singulares y universales
a) Conceptos
b) Clases de cosas universales
2.10. Cosas comerciables e incomerciables
a) Conceptos
b) Clases de cosas incomerciables
c) Limitaciones a la facultad de disposición
d) Las cosas consagradas al culto divino
2.11. Cosas apropiables e inapropiables
2.12. Cosas particulares y nacionales
a) Conceptos
b) Clases de bienes nacionales
2.13. Cosas registrables y no registrables
a) Conceptos
b) Clases de bienes registrales
c) Razones por las que se exige el registro de ciertos bienes.

1.- Conceptos fundamentales.

a) Puntos de vista para estudiar los bienes.

Desde cinco puntos de vista pueden estudiarse los bienes en el ámbito del
Derecho: a) Concepto; b) Clasificación; c) Las facultades o el poder que sobre los bienes
puede tener una persona; d) Los modos de adquirir tales facultades o potestad; y e) La
protección que el ordenamiento jurídico confiere a las facultades adquiridas del modo que
establece la ley.
Los dos primeros puntos de vista, los estudiaremos en este apunte. El tercero, al
tratar de La Propiedad y también cuando revisemos Los derechos reales limitados. El
cuarto, cuando revisemos la introducción concerniente a los modos de adquirir y después
cada modo en particular (ocupación, accesión, tradición y prescripción adquisitiva2). El
quinto punto de vista se analizará en el apartado de Las acciones protectoras.

b) Los bienes y su pertenencia al ámbito de los derechos reales.

El estudio de los bienes supone analizar, de manera detallada, todo lo


concerniente a los derechos reales, destacando sus características que los distinguen de
los derechos personales. En este sentido, como dice Daniel Peñailillo, “Mientras el

2
El modo sucesión por causa de muerte se estudiará en el último curso de Derecho Civil, pero iremos
haciendo permanentes referencias a él.

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Derecho de obligaciones regula el intercambio de bienes y servicios para la satisfacción de
las necesidades de los individuos, la materia jurídica de los derechos reales: a) fija o radica
los bienes en el patrimonio de cada individuo, y b) determina los poderes o facultades que
el sujeto tiene sobre ellos”.3

c) Distinción entre cosa y bien.

Los autores se han preocupado de distinguir entre “cosa” y “bien”. Puede


afirmarse, siguiendo a nuestro Código Civil, que “cosa” es todo lo que ocupa un lugar en el
espacio y podemos percibir por nuestros sentidos. Este concepto es aplicable a las cosas
corporales, que nuestros sentidos pueden percibir.
Más difícil resulta precisar en qué consisten las cosas incorporales, vale decir, las
entidades que carecen de corporeidad material. Como veremos, el Código Civil, con un
criterio muy discutible, asimila las cosas incorporales a los derechos. Pero ello deja fuera
de la tipología a las cosas que careciendo de corporeidad física, tampoco son derechos.
Estas son las cosas usualmente denominadas “inmateriales”, como son aquellas que
nuestros textos denominan producciones del talento o del ingenio (artículo 584 del Código
Civil).
En lo que respecta al concepto de “bien”, no hay unanimidad entre los autores.
Una doctrina bastante divulgada, entiende que entre las cosas y los bienes existe una
relación de género a especie: bienes son las cosas que, prestando una utilidad para el
hombre, son susceptibles de apropiación. Por lo tanto, todos los bienes son cosas, pero
no todas las cosas son bienes. En tal sentido, Kiverstein, siguiendo a Alessandri, enfatiza
que aquello que caracteriza a los bienes es la circunstancia de poder ser objeto de
propiedad privada, y no el hecho de producir utilidad al hombre, pues hay cosas como el
aire o la alta mar, que producen una gran utilidad y que, no obstante ello, no son bienes,
por no poder ser objeto de apropiación por los particulares.
Por utilidad, se entiende la aptitud de una cosa para satisfacer una necesidad del
individuo o un interés cualquiera de éste, económico o no.
Como señala Alessandri, “la etimología de la palabra bienes delata el carácter útil
de las cosas que el Derecho considera. Proviene ella del adjetivo latino bonus, que, a su
vez, deriva del verbo beare, el cual significa hacer feliz. Realmente, aunque las cosas que
se tienen por propias no dan la felicidad, contribuyen al bienestar del hombre por la
utilidad moral o material que de ellas puede obtener”.
En la doctrina nacional, distinguimos dos corrientes doctrinarias que intentan
distinguir entre cosa y bien. Para la primera, cosas son sólo las entidades materiales, las
que constituyen una parte separada de la materia circundante (excluyéndose por ende de
la noción de “cosa” a los derechos y a las cosas inmateriales). Bienes, serían las cosas
corporales útiles al hombre y susceptibles de apropiación por éste. Para la segunda
doctrina, cosa no es solamente lo que forma parte del mundo exterior y sensible, sino
también todo aquello que tiene vida en el mundo del espíritu y que se percibe, no con los

3
Peñailillo Arévalo, Daniel, Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales. Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, año 2007.

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sentidos, sino con la inteligencia. Como puede observarse, se incorpora aquí la noción de
cosas inmateriales. Bienes, por su parte, serían las cosas materiales o inmateriales
susceptibles de prestar utilidad al hombre y ser objeto de derecho, o en otros términos,
susceptibles de apropiación efectiva o virtual por los sujetos de derecho.
El Código Civil chileno no define lo que es cosa ni bien, siendo ajeno a discusiones
doctrinarias sobre la materia y empleando las dos expresiones indistintamente, como
queda de manifiesto en los artículos 565 y siguientes. En cuanto a la Constitución Política
de la República, alude también, en su artículo 19 N° 24, a los bienes corporales o
incorporales. Por ende, sin perjuicio de algunos alcances que se hará, en los párrafos
siguientes se aludirá indistintamente a las cosas o los bienes como sinónimos.

2.- Clasificación de las cosas: razones prácticas y criterios.

El derecho se ocupa de las clasificaciones de las cosas por diversas razones


prácticas:
1º Para determinar qué reglas se aplican a las distintas categorías de cosas;
2º Los requisitos para adquirir y enajenar no son comunes a todas las cosas; y
3º Tampoco son iguales los actos que una persona puede ejecutar con las cosas que están
bajo su posesión.

Desde otro punto de vista, los bienes se clasifican atendiendo a tres causas o
criterios:
1° El que atiende a las calidades físicas y jurídicas, es decir, las calidades materiales de la
cosa y las calidades que el Derecho asigna a ciertos bienes.
Aquí se comprenden las clasificaciones de cosas corporales e incorporales;
muebles e inmuebles; fungibles y no fungibles; consumibles y no consumibles; específicas
y genéricas; presentes y futuras; registrables y no registrables.
2° El que se refiere a la relación del bien con otros bienes.
Corresponde este criterio al distingo entre cosas singulares y universales;
principales y accesorias, divisibles e indivisibles.
3° En relación al sujeto al que pertenece.4
Opera para distinguir entre cosas comerciables e incomerciables, cosas apropiables
e inapropiables y cosas particulares y nacionales.

A continuación, desarrollaremos las clasificaciones más relevantes de las cosas.

2.1. Cosas corporales e incorporales.

a) Críticas a la clasificación.

4
Peña Quiñones, Ernesto y Peña Rodríguez, Gabriel Ernesto, El derecho de Bienes, Bogotá, Legis, 2ª edición
2006, 1ª reimpresión 2008, p. 73.

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Se desprende del artículo 19 N° 24 de la Constitución Política de la República y de
los artículos 565, 576 y 583 del Código Civil, que las cosas o los bienes pueden ser
corporales o incorporales. Para el Código Civil (artículo 565), cosas corporales son las que
tienen un ser real y pueden ser percibidas por los sentidos, como una casa, un libro. A su
vez, cosas incorporales son las que consisten en meros derechos, como los créditos
(derechos personales) y las servidumbres activas (derecho real). Nótese que en este
esquema, no están comprendidas las cosas “inmateriales”.
El artículo 576 establece más adelante que las cosas incorporales son derechos
reales o personales.
Estos preceptos consagran lo que la doctrina denomina “cosificación de los
derechos”, al considerar “cosas” o “bienes” a los derechos. Se objeta tal confusión, porque
se asocian dos categorías fundamentalmente diferentes (las cosas materiales y los
derechos). En efecto, siendo toda clasificación la distinción entre dos o más partes de un
solo todo, la que se refiere a las cosas corporales e incorporales, y a estas últimas como
derechos, no sería tal, no sería una clasificación, sino una arbitraria agrupación. Además,
se señala que adjuntar los derechos a las cosas materiales, induce a la pretensión de que
aquellos que son meras abstracciones jurídicas, participen de las características y
condición jurídica de las cosas materiales.
Fue el jurista romano Gayo, quien formuló esta clasificación de cosas corporales e
incorporales y luego se consagró en las Instituciones de Justiniano. Pero en Roma se
excluía de los bienes incorporales al derecho real más importante: el dominio. Tal
exclusión evita que se produzca la reiteración de propiedad (en el sentido que se tendría
la propiedad sobre el derecho de propiedad, lo que resulta redundante); y se explica en la
circunstancia de que, tratándose del dominio, se llega a identificar el derecho y el objeto
sobre el cual recae (así, en lugar de decir “mi derecho de propiedad sobre este inmueble”,
suele decirse simplemente “mi casa”). Esta identificación o confusión entre el dominio y la
cosa sobre la que aquél se ejerce, se justifica también por el carácter totalizador del
derecho de dominio, que se visualiza como abarcando o envolviendo toda la cosa, de tal
modo que se termina considerando al derecho de propiedad como cosa corporal,
equivalente al objeto al que se refiere. Pero tratándose de los demás derechos reales,
que no abarcan toda la cosa, que no son totalizadores, sí distinguían los romanos entre el
derecho y la cosa a la cual el derecho se refiere. Así, resulta admisible aludir a “mi derecho
de usufructo sobre tal inmueble”.
En el Código Civil chileno, sin embargo, se consideran cosas a los derechos, sin
excluir expresamente al dominio (artículos 576 y 583).
Alessandri y la mayoría de la doctrina critica la formulación tradicional que arranca
del Derecho Romano. Destacan, citando a Planiol, que la distinción romana se reduce a
una antítesis entre el derecho de propiedad confundido con las cosas, por una parte, y los
otros derechos, por otra parte, lo que es criticable, puesto que el dominio, aunque más
amplio, es también un derecho, como los demás. Se indica que la distinción tradicional
entre cosas corporales e incorporales no tiene sentido, pues consiste en poner de un lado
las cosas y de otro lado los derechos, es decir, dos categorías que ningún carácter común
tienen, siendo de naturaleza profundamente diferente. La oposición que se hace entre los
derechos y las cosas, dice Planiol, no es una clasificación, sino una comparación

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incoherente: implica oponer los derechos al objeto de los mismos. Atendido lo expuesto,
la doctrina mayoritaria concluye que parece más aceptable que la posición tradicional del
Derecho Romano de considerar los derechos como cosas incorporales, la moderna
posición que admite la categoría de las cosas incorporales, pero sólo para designar los
bienes inmateriales, como las obras del ingenio, científicas, literarias, invenciones
industriales, etc., y separando a los derechos de la noción de “cosas”.

b) Los bienes incorporales.

Se desprende del artículo 576 que para el Código Civil, las cosas incorporales se
dividen en derechos reales y personales. Los estudiaremos por separado, y luego haremos
una comparación entre ambos.

b.1) Los derechos reales.

Se refieren a ellos los artículos 577 y 579 y algunas leyes especiales.

b.1.1) Concepto.

El artículo 577 define al derecho real como aquél que tenemos sobre una cosa sin
respecto a determinada persona.
Se concibe como una relación persona-cosa, inmediata, absoluta; un derecho en la
cosa (ius in re). Puede entenderse como un “poder” que tiene un sujeto sobre una cosa.
Cuando este poder es completo, total, se está en presencia del derecho real máximo, el
dominio; pero puede ser parcial, incompleto, como ocurre en los demás derechos reales
(por ejemplo, en el usufructo, la hipoteca o la prenda).
El titular del derecho real puede ser una persona o varias, y en este último caso
estaremos ante una comunidad (que se llamará copropiedad, si recae tal comunidad en el
dominio).
La cosa sobre la que recae el derecho real, ha de ser siempre, en todo caso,
determinada.
Pero esta concepción del derecho real como una relación persona-cosa ha sido
sumamente discutida. Se observa la impropiedad de concebir una relación entre una
persona y una cosa, en circunstancias que en el Derecho las relaciones jurídicas se
establecen entre sujetos, sin perjuicio de que el objeto de esa relación pueda recaer sobre
una cosa. Se hace referencia entonces a la llamada obligación pasivamente universal. Se
entiende que entre el derecho real y el derecho personal no existe una diferencia
sustancial. En último término, el derecho real también importa una relación entre sujetos,
pero mientras en el derecho personal dicha relación se da entre el acreedor y el deudor,
recayendo sobre la prestación, en el derecho real esa relación tiene lugar entre el titular y
el resto de las personas, la comunidad toda, recayendo, desde luego, sobre la cosa de que
se trata. De este modo, el titular tiene el derecho de que se respete por todos el ejercicio
de sus facultades sobre la cosa, y todos los demás, la obligación de ese respeto,
absteniéndose de perturbarlo.

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b.1.2) Elementos del derecho real.

Sin perjuicio de los alcances expuestos en el párrafo anterior, la doctrina señala


que en todo derecho real hay necesariamente dos elementos:
 El sujeto activo o titular del derecho: quien tiene el poder de aprovecharse de la cosa,
en forma total o parcial. El propietario tiene un poder jurídico de aprovechamiento
total, porque puede no sólo usar y gozar de la cosa, sino también destruirla o
consumirla material o jurídicamente (enajenarla). Los titulares de los demás derechos
reales tienen únicamente un poder jurídico de aprovechamiento parcial, que puede
ser mayor o menor según el derecho real de que se trata.
 La cosa objeto del derecho debe ser siempre determinada individual o
específicamente, porque como decía Planiol, el derecho real tiene siempre por objeto
garantizar el hecho de la posesión, que es necesariamente concreto y que sólo puede
existir tratándose de una cosa determinada.

b.1.3) Clasificación de los derechos reales.

Los derechos reales se clasifican o agrupan por la doctrina en derechos reales de


goce y de garantía.
Los derechos reales de goce permiten la utilización directa de la cosa (su uso,
percepción de frutos). El primero de ellos, el más completo, es el de dominio; junto a él,
están otros derechos reales de goce, con facultades limitadas: usufructo, uso o habitación
y servidumbre activa. A los anteriores cabe agregar, fuera del Código Civil, el derecho de
conservación, el derecho de aprovechamiento de aguas y el derecho del concesionario de
obras públicas.
Los derechos reales de garantía permiten utilizar las cosas indirectamente, por su
valor de cambio; contienen la facultad de lograr, con el auxilio de la justicia, su
enajenación, para obtener con el producto una prestación incumplida: son ellos el
derecho de hipoteca, el de prenda y el de censo. Se les llama también derechos reales de
realización de valor, y “Son aquellos que garantizan el pago de una obligación y otorgan la
facultad de determinar la enajenación de una cosa para obtener el valor de ella y con él
pagar dicha obligación”.5

b.1.4) Taxatividad de los derechos reales.

Los derechos reales, por su contenido absoluto y directo sobre las cosas, están
establecidos por la ley. Generalmente, los códigos civiles efectúan una enumeración de los
que deben considerarse como derechos reales, como acontece con el nuestro, en el
artículo 577. Nada impide, sin embargo, que otros preceptos legales establezcan otros
derechos reales, como ocurre en el artículo 579, referido al derecho de censo, que tiene el
carácter de derecho real cuando se persiga la finca acensuada y con la Ley N° 20.930, que

5
Peña Quiñones, Ernesto y Peña Rodríguez, Gabriel Ernesto, ob. cit., p. 245.

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consagra el derecho real de conservación. Parte de la doctrina alude, además, a los
denominados “derechos reales administrativos”, como el derecho de aprovechamiento de
aguas, el derecho del concesionario, etc.
Se ha planteado en el derecho comparado el problema de si sólo son derechos
reales los que la ley establece como tales o si es posible que los particulares puedan crear
en sus convenciones otros derechos reales. Nuestra doctrina no acepta la posibilidad de
que los particulares puedan crear derechos reales. La razón más frecuentemente
mencionada, siguiendo a Planiol, alude al carácter de orden público que tienen las normas
sobre organización de la propiedad, entre las que se encuentran las relativas a los
derechos reales, lo que resta aplicación a la voluntad de los particulares. Naturalmente
que es esta voluntad la que origina los derechos reales en concreto, pero ello supone que
la figura jurídica esté diseñada por la ley. Lo que se excluye es que los particulares puedan
elaborar, en sus pactos, un derecho real no contemplado en abstracto por los textos
legales.

b.2) Los derechos personales.

b.2.1) Concepto.

El artículo 578 define a los derechos personales o créditos como aquellos que sólo
pueden reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la
ley, han contraído las obligaciones correlativas.
El derecho personal es la contrapartida de la obligación del deudor. Tratándose de
esta clase de derechos, el acreedor tiene la facultad para exigir del deudor el
cumplimiento de una prestación, que podrá consistir en dar, hacer o no hacer.

b.2.2) Carácter ilimitado de los derechos personales.

A diferencia de lo que acontece con los derechos reales, los derechos personales
son ilimitados, pueden originarse libremente en la voluntad de los contratantes, sin
perjuicio naturalmente del respeto a la ley, la moral, el orden público y las buenas
costumbres.

b.2.3) Elementos constitutivos del derecho personal.

En todo derecho personal distinguimos tres elementos:


 El sujeto activo del derecho, llamado acreedor.
 El sujeto pasivo del derecho, denominado deudor.
 El objeto del derecho, que puede consistir en una dación, la realización de un hecho
positivo o una abstención.

b.3) Paralelo entre los derechos reales y personales.

Distinguimos las siguientes diferencias:

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b.3.1) En cuanto a las personas que intervienen en la relación jurídica:

 Tratándose de los derechos reales: hay un sujeto activo determinado pero un sujeto
pasivo generalmente indeterminado, constituido por toda la colectividad, obligada a
respetar el legítimo ejercicio del derecho real por su titular (se observa, sin embargo,
que hay derechos reales en que también hay un sujeto pasivo determinado, como
acontece en las servidumbres activas y con el derecho de conservación).
 Tratándose de los derechos personales: los sujetos activo y pasivo están determinados
(excepcionalmente, puede ocurrir que no lo estén, sino hasta que se haga efectivo el
cobro o el pago de la obligación. Así, por ejemplo, el acreedor de un título de crédito al
portador, estará indeterminado hasta el momento en que se presente un tenedor
legítimo del mismo y lo cobre; o el deudor de una obligación consistente en gastos
comunes o contribuciones de un inmueble, será aquél que detente el dominio del
predio, cuando el acreedor exija el pago).

b.3.2) En cuanto al objeto de la relación jurídica:

Dos implicancias cabe mencionar:

 El objeto del derecho real es necesariamente una cosa.


 El objeto del derecho personal es un acto humano, que podrá consistir en un dar, un
hacer o un no hacer.

 El derecho real supone una cosa determinada en especie.


 El derecho personal puede aplicarse a una cosa indeterminada individualmente, y sólo
determinada por su género.

b.3.3) En cuanto a la eficacia de los derechos.

 El derecho real es absoluto, porque puede oponerse a todos.


 El derecho personal es relativo, porque sólo puede oponerse a la persona obligada.

b.3.4) En cuanto a su número:

 No hay más derechos reales que aquellos previstos en la ley.


 Los derechos personales son ilimitados, naciendo de la autonomía de la voluntad.

b.3.5) En cuanto a su fuente:

 La fuente de los derechos reales son los modos de adquirir.


 La fuente de las obligaciones son aquellas señaladas en los artículos 1437, 2284 y
2314, esto es, el contrato, el cuasicontrato, el delito, el cuasidelito y la ley.

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b.3.6) En cuanto a las acciones que los protegen.

 Los derechos reales están protegidos por acciones reales, que persiguen recuperar la
posesión de la cosa o del derecho; se pueden interponer contra cualquiera que tenga
en su poder la cosa.
 Los derechos personales están protegidos por acciones personales, que persiguen
obtener el cumplimiento de la prestación a que está obligado el deudor. Sólo pueden
interponerse contra aquellos que han contraído la obligación.

b.3.7) En cuanto a la posibilidad de poseerlos y de prescribirlos.

Según veremos, la mayoría de la doctrina entiende que sólo puede haber posesión
sobre los derechos reales y no así sobre derechos personales. Sobre éstos, sólo puede
haber dominio. Consecuencia de lo anterior es que los derechos reales pueden ganarse
por la prescripción adquisitiva, excepto aquellos casos exceptuados por la ley. En cambio,
no sería posible ganar por este modo un derecho personal.

b.3.8) En cuanto a su duración.

Por regla general, los derechos reales son perpetuos o al menos de prolongada
duración, mientras que los derechos personales tienen usualmente breve existencia.6
En efecto, una de las características del dominio es su perpetuidad. Durará el
derecho en cuanto subsista la cosa, independientemente de que el propietario ejerza o no
las facultades que tiene sobre aquella. Lo mismo ocurre con el derecho de censo, con el
derecho de conservación y con el derecho de servidumbre (aunque ésta última está sujeta
a la posibilidad de extinguirse si no se ejerce por un cierto tiempo, según estudiaremos).
Es cierto que el derecho de usufructo, en cambio, siempre tiene un plazo, pero éste puede
consistir en toda la vida del usufructuario. Lo mismo ocurre con el derecho de uso o
habitación. Los derechos reales de garantía, tienen una vigencia más acotada, pues
subsistirán en la medida que siga vigente el crédito que ellos caucionan. El derecho de
herencia, a diferencia de los anteriores, tiene una vida potencialmente efímera, pues
existirá en tanto cuanto los herederos no lleven a cabo la partición de bienes, pero bien
puede ocurrir que los herederos se mantengan en el estado de indivisarios por muchos
años.
En cambio, los derechos personales suelen tener una vida más breve, pues se
entiende que el acreedor espera obtener lo antes posible el pago de su acreencia.
A su vez, esto implica que la prescripción extintiva, por regla general, sólo opera
respecto de los derechos personales, o más precisamente, sobre las acciones que de ellos
emanan, y no sobre los derechos reales, con excepción de las servidumbres, que sí pueden
extinguirse por este modo, y de los derechos reales de garantía, los que si bien no se

6
Lafaille, Héctor, Derecho Civil, Tomo III, Tratado de los Derechos Reales, Vol. 1, Buenos Aires, Compañía
Argentina de Editores, S. R. L:, 1943, p. 21.

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extinguen de manera directa por la prescripción extintiva, sí se extinguirán indirecta o
consecuencialmente a consecuencia de extinguirse la acción que emanaba del crédito por
ellos caucionado.

b.3.9) En cuanto a la naturaleza jurídica del acto de renuncia al derecho.

El titular de un derecho real puede renunciar a él a través de un acto jurídico


unilateral. Así, por ejemplo, el propietario puede abandonar la cosa mueble de que es
dueño y transformarla en res derelictae; o el titular del derecho real de usufructo, o de
uso o de habitación o de prenda o de hipoteca, etc., puede renunciar al mismo. En
cambio, la renuncia gratuita a un derecho personal o crédito, constituye una remisión de
la deuda, entendida como un acto jurídico bilateral, una convención.
Expresa al efecto Luis Claro Solar, refiriéndose a las obligaciones y derechos
personales correlativos cuya fuente es un contrato: “El propietario puede abandonar su
derecho de propiedad, es cierto; más la propiedad y como ella los demás derechos reales,
crean un vínculo directo entre la cosa y el propietario independiente de determinada
persona; y el propietario puede romper este vínculo sin necesidad del consentimiento de
nadie, porque nadie se halla ligado especialmente con él para el mantenimiento de la
situación que abandona. Tratándose de un crédito, de un derecho personal, la situación
cambia: su derecho deriva de una obligación personal que se ha formado por el
consentimiento de las partes contratantes; no tiene una sola de las partes que han
formado esta relación, de derecho, el poder de romper el vínculo creado entre ellas: todo
contrato legalmente celebrado no puede ser invalidado sino por el consentimiento mutuo
de las partes contratantes (arts. 1545 y 1567). El derecho personal o crédito es un vínculo
jurídico que el concurso de las voluntades de las partes ha formado; y que sólo el
consentimiento mutuo puede romper”.7
En la misma línea, Díez-Picazo señala: “La renuncia del derecho real puede hacerse
por acto unilateral del renunciante, pero la renuncia del derecho de crédito no es eficaz si
no es aceptada por el deudor”.8

c) Los bienes corporales.

Conforme a lo señalado por el artículo 565 del Código Civil, son aquellos que tienen
un ser real y pueden ser percibidos por los sentidos.
El artículo 566 establece que las cosas corporales se dividen en muebles e
inmuebles. Nos referiremos a ellos en el punto 2.2.

d) Importancia práctica de la distinción entre cosas corporales e incorporales.

Dos aspectos fundamentales debemos señalar:


7
Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, Tomo 12°, Santiago de Chile,
Imprenta Nascimento, 1939, p. 472, N° 1771.
8
Díez-Picazo, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, Volumen II, “Las Relaciones Obligatorias”, 6ª
edición, p. 638.

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d.1) La distinción ofrece un interés relevante en cuanto a los modos de adquirir, pues
algunos de éstos sólo se aplican a los bienes corporales: la ocupación y la accesión.

d.2) Por otra parte, ciertos modos de adquirir están regulados por normas distintas, según
se trate de cosas corporales o incorporales: la tradición y la prescripción.

2.2. Bienes muebles e inmuebles.

a) Aspectos generales.

Las cosas corporales se dividen en muebles e inmuebles, según que ellas puedan o
no transportarse de un lugar a otro sin cambiar su naturaleza.
En el derecho moderno, se considera como la clasificación más importante de las
cosas la que distingue entre muebles e inmuebles. Por razones históricas, afincadas
fundamentalmente en el derecho medieval, se tendió a dar mayor protección jurídica a los
inmuebles. La tendencia se mantiene hasta nuestros días, no obstante que con la
industrialización del Siglo XIX en adelante, aumentó considerablemente la manufactura de
valiosos muebles.

b) Importancia práctica de la distinción entre bienes muebles e inmuebles.

El régimen jurídico de los muebles e inmuebles es diverso, cuestión que se aprecia


en distintos aspectos:

b.1) La compraventa de bienes inmuebles es un contrato solemne, que debe efectuarse


por escritura pública, mientras que la compraventa de bienes muebles es un contrato
consensual (artículos 1443 y 1801).

b.2) La tradición de los inmuebles se efectúa por la inscripción del título en el Registro
respectivo del Conservador de Bienes Raíces competente (artículo 686). La tradición de los
bienes muebles se realiza por la entrega material o simbólica de las cosas mediante uno
de los medios señalados en la ley (artículo 684), significando una de las partes a la otra
que le transfiere el dominio.

b.3) En materia de prescripción adquisitiva ordinaria, para los muebles se requiere un


plazo de 2 años, mientras que para los inmuebles el plazo es de 5 años: artículo 2508.

b.4) En materia de sucesión por causa de muerte, los herederos no pueden disponer de
los inmuebles, mientras no se les haya otorgado la posesión efectiva de los bienes dejados
por el causante y se hayan practicado las inscripciones que contempla el artículo 688: la
inscripción del decreto judicial (si la herencia fuere testada o intestada abierta en el
extranjero) o resolución administrativa del Registro Civil (si la herencia fuere intestada
abierta en Chile) que confiere la posesión efectiva, la inscripción especial de herencia y

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eventualmente de adjudicación en la partición. Tratándose de los bienes muebles, la ley
no exige estas diligencias.

b.5) La enajenación de inmuebles del pupilo debe efectuarse con ciertas formalidades,
como la pública subasta, previo decreto judicial (artículos 393 y 394). Excepcionalmente,
se sujetarán a las mismas exigencias, la enajenación de los muebles “preciosos” o de
aquellos “que tengan valor de afección”.

b.6) La acción rescisoria por lesión enorme sólo procede en la venta o permuta de bienes
raíces (artículo 1891).

b.7) En materia de sociedad conyugal, los bienes muebles aportados al matrimonio por los
cónyuges, ingresan al haber relativo de la sociedad conyugal, mientras que los bienes
inmuebles permanecen en el haber propio de los aportantes. A su vez, los bienes muebles
adquiridos a título gratuito durante la vigencia de la sociedad conyugal, ingresan al haber
relativo de la sociedad conyugal, mientras que los bienes inmuebles adquiridos a título
gratuito durante la vigencia de la sociedad conyugal ingresan al haber propio del cónyuge
(no hay diferencias entre los muebles e inmuebles adquiridos durante la vigencia de la
sociedad conyugal a título oneroso, pues ambos ingresan al haber absoluto de la sociedad
conyugal).

b.8) En lo que respecta a las cauciones reales, se establecen dos instituciones diferentes,
la prenda y la hipoteca, según la garantía sea un bien mueble o inmueble: artículos 2384 y
2407.

b.9) En materia de modos de adquirir el dominio, la ocupación sólo procede respecto de


bienes muebles, atendido lo dispuesto en el artículo 590 del Código Civil.

b.10) En el marco de la muerte presunta, para que los poseedores provisorios puedan
vender los bienes muebles del desaparecido en pública subasta, basta que el juez lo
estime conveniente, oído el defensor de ausentes. Tratándose de los bienes inmuebles,
para que éstos puedan venderse (igual que los muebles, sólo en pública subasta), debe
haber una causa necesaria o utilidad evidente, declarada por el juez con conocimiento de
causa (o sea, en base a los antecedentes que se acompañen a los autos), y con audiencia
del defensor (artículo 88).

b.11) En materia posesoria, la ley sólo protege a los inmuebles mediante las acciones
posesorias (artículo 916). La posesión de los muebles sólo podría recuperarse mediante la
acción publiciana, que la ley franquea exclusivamente al poseedor regular (artículo 894).

b.12) Para los efectos de la accesión de cosa mueble a cosa inmueble, la ley considera
como cosa principal al inmueble, aunque la cosa mueble valga más (artículos 668 y 669).

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 13


b.13) Para los efectos de la fianza, cuando el deudor está obligado a prestar dicha caución
(artículos 2348 y 2349), debe dar un fiador que tenga bienes suficientes para hacerla
efectiva. Ahora bien, para calificar la suficiencia de los bienes del fiador, sólo se tomarán
en cuenta los inmuebles (artículo 2350).

b.14) En lo concerniente a los efectos de la condición resolutoria cumplida, el Código Civil


distingue entre los bienes muebles (artículo 1490) y los inmuebles (artículo 1491)
enajenados a los terceros.

b.15) El arrendamiento de los bienes muebles se rige por el Código Civil (artículos 1916 y
siguientes). El arrendamiento de los predios urbanos está regulado por la Ley número
18.101, mientras que el arrendamiento de predios rústicos se rige por el Decreto Ley
número 993, siendo las normas del Código Civil supletorias.

b.16) Existiendo sociedad conyugal, el marido puede vender o gravar sin restricciones los
bienes muebles sociales, para caucionar obligaciones propias, mientras que para vender o
gravar los bienes inmuebles de la sociedad, requiere de la autorización de la mujer o del
juez en subsidio (artículo 1749).

b.17) Existiendo sociedad conyugal, el marido puede arrendar sin restricciones los bienes
muebles de la sociedad. En cambio, si se trata de bienes inmuebles urbanos o rústicos y el
arrendamiento excede de 5 u 8 años, respectivamente, requiere de la autorización de la
mujer o del juez en subsidio (artículo 1749).

b.18) En el régimen de participación en los gananciales, el cónyuge acreedor perseguirá el


pago de su crédito primeramente en el dinero del deudor, después en sus muebles y
finalmente en los inmuebles (artículo 1792-24). Tratándose del régimen de sociedad
conyugal, la mujer se pagará de las recompensas a que tenga lugar, primero sobre el
dinero y muebles de la sociedad, y subsidiariamente sobre los inmuebles de la misma
(artículo 1773).

b.19) No se podrán enajenar ni gravar en caso alguno los bienes raíces del hijo sujeto a
patria potestad, aun pertenecientes a su peculio profesional o industrial, sin autorización
del juez con conocimiento de causa (artículo 254).

b.20) Jamás se podrán donar los bienes raíces del pupilo, ni siquiera con autorización
judicial. En cambio, el guardador podrá hacer donaciones en dinero u otros bienes
muebles del pupilo, cumpliendo con lo preceptuado en la ley (artículo 402).

b.21) Habiendo sociedad conyugal, las donaciones remuneratorias de bienes raíces hechas
a uno de los cónyuges o a ambos, por servicios que no daban acción contra la persona
servida, no aumentan el haber social; si la donación remuneratoria es de cosas muebles
aumentará el haber de la sociedad, la que deberá recompensa al cónyuge donatario si los

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 14


servicios no daban acción contra la persona servida o si los servicios se prestaron antes de
la sociedad (artículo 1738).

b.22) Hay derechos reales que siempre son inmuebles, como las servidumbres activas, la
hipoteca, el derecho de habitación y el censo, mientras que el derecho real de prenda
siempre será mueble.

b.23) La distinción entre cosas consumibles y no consumibles, sólo resulta aplicable a los
bienes muebles (el Código Civil señala en su artículo 575 que las cosas muebles “se dividen
en fungibles y no fungibles”, pero el precepto confunde esa categoría de cosas, con la de
consumibles y no consumibles, según veremos; por lo demás, nada impide visualizar
bienes inmuebles fungibles, como serían 200 lotes de iguales características y superficie,
originados en la subdivisión de un fundo).

b.24) Sólo cosas muebles integran las universalidades de hecho, mientras que las
universalidades jurídicas pueden estar compuestas por muebles o inmuebles.

b.25) Si se constituye el usufructo por acto entre vivos, la formalidad depende de la


naturaleza de la cosa fructuaria: si recae sobre muebles, es consensual; si recae sobre
inmuebles, es necesario instrumento público inscrito (artículo 767). Se ha discutido el rol
de la inscripción en este caso. Se sostiene por algunos que desempeña el doble papel de
solemnidad del acto constitutivo y de tradición del derecho real de usufructo; para otros,
sólo desempeña esta última función, quedando perfecto el acto constitutivo, con el sólo
perfeccionamiento del instrumento público y sin que haya un plazo para proceder a la
inscripción. La inscripción, en todo caso, debe efectuarse en el Registro de Hipotecas y
Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces donde esté ubicado el inmueble (artículos
686 del Código Civil y 52 número 2 del Reglamento del Registro Conservatorio).

b.26) En la sociedad conyugal, el Código Civil sólo reglamentó la subrogación de inmueble


a inmueble o de inmueble a valores, y nada dijo respecto a subrogar muebles por otros
muebles (artículo 1733). Arturo Alessandri Rodríguez, dado el silencio del legislador, niega
tal posibilidad, mientras que Pablo Rodríguez Grez la admite, atendido lo dispuesto en el
artículo 1727 número 2 del Código Civil.

b.27) En relación con la determinación del precio de la compraventa, se ha planteado si es


posible vender dos o más cosas en un mismo precio, sin desglosarlo para cada una de las
cosas objeto del contrato. Considerando que el art. 1808 exige que el precio sea
determinado por los contratantes o por un tercero, debiéramos concluir que pactar un
precio por dos o más cosas infringiría el precepto. Aún más, si se trata de la venta de dos o
más inmuebles en un solo precio, no sería posible aplicar los arts. 1888 a 1896, relativos a
la rescisión por lesión enorme. Lo anterior pareciera tornarse indiscutible, cuando los
inmuebles se venden como especie o cuerpo cierto, y en especial, cuando son urbanos. En
cambio, si los predios se venden en relación a la cabida y particularmente si son rústicos y
contigüos, podría “deducirse” el precio de cada uno conforme a la respectiva superficie.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 15


Con todo, igual podría resultar dudoso el solo expediente de aplicar la superficie como
factor de cálculo del precio, pues los terrenos de uno y otro predio pueden ser de disímil
calidad. Incluso, si se venden derechos de aprovechamiento de agua, conjuntamente con
un predio, resulta aconsejable desglosar el precio, asignando una suma para el terreno y
otra para las aguas. Sin embargo, también es cierto que el art. 1864 admite la posibilidad
de vender dos o más cosas ajustando un precio por el conjunto. Dado que los ejemplos
que proporciona el precepto sólo aluden a cosas muebles, podría estimarse que sólo
dichas cosas podrían venderse en un mismo precio. Con todo, no debemos olvidar que los
ejemplos que proporciona la ley no suponen limitar el alcance del precepto respectivo, a
dichos ejemplos. Un criterio práctico aconseja desglosar el precio en las hipótesis
planteadas.

b.28) Tratándose de los bienes familiares, sólo puede afectarse en esa calidad un
inmueble, aquél que sirva de residencia principal de la familia (artículo 142). En cambio,
pueden afectarse como bienes familiares una pluralidad de bienes muebles,
específicamente todos aquellos que guarnecen la residencia principal de la familia.

b.29) El derecho de adjudicación preferente que la ley otorga al cónyuge sobreviviente en


la partición de los bienes dejados por el causante, sólo puede invocarse sobre un
inmueble, aquella en que resida el viudo o viuda y que sea o haya sido la vivienda principal
de la familia y haya formado parte del patrimonio del difunto (artículo 1337, regla 10ª). En
cambio, respecto de los bienes muebles, el cónyuge sobreviviente puede invocar su
derecho de adjudicación preferente sobre todos los bienes muebles que conformen el
“mobiliario” que guarnece la aludida vivienda, siempre que tales bienes hayan formado
parte del patrimonio del difunto.

b.30) En la hipótesis anterior, y en el evento que el valor de las vivienda y del mobiliario
que la guarnece exceda la cuota hereditaria del cónyuge, éste podrá solicitar que se
constituya en su favor un derecho de habitación sólo sobre un inmueble, el referido; y
podrá pedir que se le constituya un derecho de uso sobre diversos muebles, los que
conforman el “mobiliario” que guarnece a la vivienda en cuestión. Estos derechos tendrán
el carácter de gratuitos y de vitalicios.

b.31) En relación a las obligaciones que el usufructuario debe cumplir antes de entrar en el
goce de las cosas fructuarias, consistentes en hacer un inventario y rendir caución, sólo
podrán entregarse al usufructuario con antelación al cumplimiento de estas obligaciones,
los bienes muebles comprendidos en el usufructo, que fueren necesarios para el uso
personal del usufructuario y de su familia. Dichos bienes le serán entregados al
usufructuario bajo juramento de restituir las especies o sus respectivos valores (artículo
777, inciso 5º): se trata de la llamada “caución juratoria”, figura excepcional que permite
al usufructuario recibir los bienes aludidos, no obstante no haber cumplido con las
obligaciones de inventario y caución.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 16


b.32) El guardador puede comprar o tomar en arriendo para sí, para su cónyuge y
parientes más cercanos, los bienes muebles del pupilo, siempre y cuando lo autoricen los
demás guardadores conjuntos que no estén implicados de la misma manera o el juez en
subsidio. Pero en ningún caso podrá el guardador comprar bienes raíces del pupilo o
tomarlos en arriendo, prohibición que se extiende a su cónyuge y a sus ascendientes o
descendientes (artículo 412).

b.33) Por mandato del artículo 1294 del Código Civil, que se remite al artículo 412 del
mismo Código, se prohíbe a los albaceas adquirir bienes inmuebles de la sucesión en la
que intervienen. En cambio, pueden adquirir bienes muebles, con autorización de los
herederos.

Fuera del ámbito del Código Civil, la distinción también tiene importancia:

b.34) En materia penal, los delitos de robo y hurto sólo se refieren a cosas muebles,
mientras que la apropiación de inmuebles ajenos configura el delito de usurpación.

b.35) Dentro del sistema del Código de Comercio, los actos de comercio sólo recaen sobre
bienes muebles (artículo 3 del Código de Comercio).

b.36) En materia de competencia de los Tribunales, conoce de una acción inmueble el juez
del lugar en que el inmueble está ubicado; en lo que concierne a las acciones muebles, el
Juez competente es aquél del lugar en que deba cumplirse la obligación, por regla general.

c) Categorías de cosas corporales muebles e inmuebles.

En principio, la noción de inmueble está ligada a la de fijeza. El concepto de


inmueble, evoca una cosa que no es susceptible de trasladarse de un lugar a otro sin
alterar su naturaleza; el concepto de mueble corresponde a una cosa cuyo traslado es
posible sin ningún riesgo para su sustancia.
Pero la ley admite que una cosa mueble por naturaleza sea considerada inmueble
y, a la inversa, que una cosa inmueble, se repute mueble para constituir un derecho sobre
ella en favor de terceros.
Teniendo presente lo expuesto, distinguimos:

c.1. Bienes muebles: pueden ser:


c.1.1. Bienes muebles por naturaleza.
c.1.2. Bienes muebles por anticipación.

c.2. Bienes inmuebles: pueden ser:


c.2.1. Bienes inmuebles por naturaleza.
c.2.2. Bienes inmuebles por adherencia.
c.2.3. Bienes inmuebles por destinación.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 17


d) Cosas corporales muebles.

d.1) Concepto.

Son las que pueden trasladarse de un lugar a otro, sin cambio o detrimento de su
sustancia (artículo 567).

d.2) Bienes muebles por naturaleza.

Son las cosas muebles propiamente tales, las que por su esencia misma calzan con
la definición legal. Se dividen en semovientes y cosas inanimadas.
Son semovientes las cosas corporales muebles que pueden trasladarse de un lugar
a otro moviéndose por si mismas, como los animales.
Son cosas inanimadas las que sólo se mueven por una fuerza externa.
Desde el punto de vista civil, el distingo anterior no tiene trascendencia jurídica.
Otro distingo aplicable a los bienes muebles por naturaleza dice relación a si están
o no incorporados en un registro público. Se distingue entonces entre muebles registrados
y no registrados. La regla general es que los muebles no estén sujetos a registro público.
Sin embargo, hay importantes bienes muebles que sí lo están, como los vehículos
motorizados, las naves, las aeronaves, las armas, títulos accionarios, etc. El distingo tiene
importancia, pues para que el contrato y la ulterior tradición de muebles registrados sea
oponible a terceros, es indispensable que el contrato se inscriba en el respectivo registro.
Asimismo, en algunos casos, se exige que el contrato se celebre a través de determinada
solemnidad, para que sea válido (por ejemplo, el art. 1552 del Código Civil y Comercial
argentino, dispone que “Deben ser hechas en escritura pública, bajo pena de nulidad, las
donaciones de cosas inmuebles, las de cosas muebles registrables y las de prestaciones
periódicas o vitalicias”).
Volveremos sobre estas ideas al revisar la última clasificación de los bienes, que
distingue entre los registrables y no registrables.

d.3) Bienes muebles por anticipación.

Son aquellas cosas inmuebles por naturaleza, por adherencia o por destinación
que, para el efecto de constituir un derecho sobre ellas a otra persona que el dueño, se
reputan muebles aún antes de su separación del inmueble del que forman parte, o al cual
adhieren o al cual están permanentemente destinados para su uso, cultivo o beneficio
(artículo 571).
Se consideran muebles anticipadamente, antes de que dejen de ser inmuebles; se
les mira no en su estado actual, unidos a un inmueble, sino en su estado futuro, como
cosas ya separadas y distintas. En consecuencia, deben aplicarse las normas que rigen los
bienes muebles a los actos en que se constituye un derecho en favor de persona distinta
que el dueño. Por ello, el inciso 3º del artículo 1801 deja en claro que la venta de esta
clase de bienes, aún cuando todavía pertenezcan a un inmueble, se perfecciona por el sólo
consentimiento, y no por escritura pública.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 18


Ejemplos de bienes muebles por anticipación: la venta de la madera de un bosque
o de la fruta de una plantación, antes de derribar los árboles o cosechar la fruta, o la
constitución de una prenda forestal o agraria sobre tales productos y frutos. En ambos
casos, estamos ante bienes inmuebles por adherencia, que se reputan sin embargo
muebles por anticipación, en la medida que sobre ellos se constituya un derecho personal
(como ocurre con una compraventa “en verde” de la fruta) o real (como acontece con la
prenda forestal o agraria) en favor de un tercero.
Debe quedar en claro que si los llamados muebles por anticipación son objetos de
actos jurídicos conjuntamente con la cosa principal, siguen la misma condición inmueble
de ésta, porque no se considera ninguna separación anticipada (artículo 1830).

d.4) Reglas de interpretación legal en materia de bienes muebles.

Ante los diferentes sentidos que se atribuyen por las leyes o el lenguaje corriente a
la expresión “mueble”, el Código Civil contempla algunas reglas encaminadas a fijar el
alcance de esta palabra:

d.4.1) Artículo 574, inciso 1º: “Cuando por la ley o el hombre se usa de la expresión bienes
muebles sin otra calificación, se comprenderá en ella todo lo que se entiende por cosas
muebles, según el artículo 567”. En otras palabras, cuando por la ley o por el hombre se
usa la expresión “bienes muebles” sin otra calificación, se entiende por cosas muebles
sólo las que lo son por su naturaleza. Quedan pues excluidos los muebles por anticipación
y los muebles incorporales.

d.4.2) Artículo 574, inciso 2º: “En los muebles de una casa no se comprenderá el dinero,
los documentos y papeles, las colecciones científicas (...) ni en general otras cosas que las
que forman el ajuar de una casa”. Dicho en otros términos, dentro de “los muebles de una
casa”, sólo están los que conforman el ajuar de una casa. Precisemos que la expresión
“ajuar” utilizada en el artículo, es el conjunto de muebles, enseres y ropas de uso común
en la casa.
Lo anterior se recoge también en el artículo 141, a propósito de los bienes
familiares. En este precepto, la expresión “muebles que la guarnecen” (a la residencia
principal de la familia), se ha interpretado también como alusiva a los muebles que
forman el ajuar de la casa. En cambio, en la regla décima del artículo 1337, el Código alude
al “mobiliario que lo guarnece”, expresión que se ha interpretado como más amplia,
referida a todos los muebles que se encuentran dentro del inmueble a que se refiere el
artículo.

d.4.3) Artículo 1121, inciso 1º, primera parte: “Si se lega una casa con sus muebles o con
todo lo que se encuentre en ella, no se entenderán comprendidas en el legado las cosas
enumeradas en el inciso 2º del artículo 574, sino sólo las que forman el ajuar de la casa y
se encuentran en ella”. Si se trata de cosas que no forman el ajuar de una casa ni se
encuentran en ella, deben designarse expresamente en el legado.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 19


d.4.4) Artículo 1121, inciso 1º, segunda parte: “y si se lega de la misma manera una
hacienda de campo, no se entenderá que el legado comprende otras cosas, que las que
sirven para el cultivo y beneficio de la hacienda y se encuentran en ella”. El legado de una
hacienda, sólo comprende, además del predio, los bienes inmuebles por destinación que
se encuentren en aquél.

e) Cosas corporales inmuebles.

e.1) Inmuebles por naturaleza.

e.1.1) Concepto.

Son las cosas que responden esencialmente a la definición de inmuebles, que no


pueden trasladarse de un lugar a otro sin que se altere su sustancia: artículo 568.
Las tierras comprenden el suelo y el subsuelo, sin construcciones, árboles ni
plantaciones. Constituyen un elemento natural fijo. Las minas son los depósitos de
sustancias minerales formadas naturalmente y existentes en el interior de las tierras. Las
sustancias minerales extraídas de las minas son muebles, pero la mina en sí misma
siempre es una cosa inmueble.

e.1.2) Predios urbanos y predios rústicos.

Dice el Código Civil que las casas y heredades se llaman predios o fundos. La
palabra casa está tomada en un sentido amplio, como edificio en el que se puede vivir o
morar, aunque no esté destinado a la habitación hogareña, y alude fundamentalmente a
un inmueble urbano, o a la construcción destinada a la vivienda, que se levante en un
predio rústico. Heredad es una porción de terreno cultivado y perteneciente a un mismo
dueño. Con esta expresión se designa a los predios rústicos. También emplea el Código la
expresión finca, referida tanto a predios urbanos como rústicos, aunque en su acepción
natural, alude más bien a los últimos.
En nuestro ordenamiento jurídico, el criterio para definir a los predios urbanos y
rústicos no ha sido uniforme.
En los años sesenta, al promulgarse las normas relativas a la Reforma Agraria, se
definió como “predio rústico” todo inmueble susceptible de uso agrícola, ganadero o
forestal, situado en sectores urbanos o rurales (Ley número 16.640). Se aplicó por ende un
criterio funcional, y no espacial o geográfico.
En cambio, en el Decreto Ley número 3.516 de 1980, que establece normas
relativas a la subdivisión de predios rústicos, se dispone que son predios rústicos, los
inmuebles de aptitud agrícola, ganadera o forestal ubicados fuera de los límites urbanos o
fuera de los límites de los planes reguladores intercomunales de Santiago y Valparaíso y
del plan regulador metropolitano de Concepción (artículo 1 del citado Decreto Ley). En
este caso, el criterio es espacial o geográfico y no puramente funcional.
Por su parte, la Ley N° 18.101, del año 1982, que fija normas especiales sobre
arrendamiento de predios urbanos, declara que se entiende por bienes raíces urbanos los

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 20


ubicados dentro del radio urbano respectivo, aunque se advierte que la ley se aplicará
también a los arrendamientos de viviendas situadas fuera del radio urbano, aunque
incluyan terreno, siempre que su superficie no exceda de una hectárea (artículo 1). 9
El Decreto Ley N° 993, que establece disposiciones especiales sobre arrendamiento
de predios rústicos, dispone que se entenderá por predio rústico el definido como tal por
la Ley N° 16.640.
Como efectos prácticos de esta distinción entre predios urbanos y rústicos, cabe
señalar los siguientes puntos fundamentales:
 En materia de compraventa, las reglas relativas a la cabida de los predios sólo se
aplican a la venta de predios rústicos (artículo 1831 y siguientes).
 En materia de arrendamiento, los predios urbanos y rústicos tienen diferentes normas
(Ley número 18.101 y Decreto Ley N° 993, respectivamente).
 La Ley General de Urbanismo y Construcciones exige, para la subdivisión de un predio
urbano, la aprobación por la respectiva Dirección de Obras Municipales, la que
mediante la respectiva resolución, autorizará además para enajenar los lotes por
separado, archivando el respectivo plano en el Conservador de Bienes Raíces
competente; en cambio, tratándose de los predios rústicos, el Decreto Ley número
3.516 sólo exige archivar un plano hecho a determinada escala, en el Conservador de
Bienes Raíces, previa certificación hecha por el Servicio Agrícola y Ganadero, acerca de
que la subdivisión se ajusta a la ley. A su vez, tratándose de los predios rústicos
provenientes de una asignación de la ex-Cora10, en la escritura de compraventa debe
el comprador hacerse cargo de la deuda ex-Cora subsistente, la que debe estar al día,
e insertarse un certificado que detalle el monto de tal deuda emitido con una
antelación no superior a 30 días contados desde la fecha de la escritura.
 En materia de sociedad conyugal, el arrendamiento de los predios urbanos y rústicos
de la sociedad o de la mujer, requiere de autorización de ésta, si se exceden los plazos
consignados en los artículos 1749, 1754 y 1756.
 Arrendamiento de los bienes del hijo sujeto a patria potestad. Está subordinado a las
mismas normas que rigen para los guardadores (artículo 255 en relación con el artículo
407): los predios rústicos no pueden arrendarse por más de 8 años ni los urbanos por
más de 5 años; y en ningún caso, por un plazo mayor que aquél que falte para que el
hijo llegue a la mayor edad. La infracción de esta norma no origina la nulidad del
contrato, sino la inoponibilidad ante el hijo.

e.2) Inmuebles por adherencia.

e.2.1) Concepto.

Son aquellos que adhieren permanentemente a un inmueble por naturaleza (como


un árbol) o a otro inmueble por adherencia (como la manzana que pende de la rama de un
árbol, o como los cultivos en general). Por esta adherencia o incorporación están

9
Podría afirmarse que la Ley N° 18.101, aplica un criterio mixto, en parte espacial y en parte funcional.
10
Corporación de Reforma Agraria.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 21


inmovilizados y la ley los trata como inmuebles. El Código Civil menciona, a vía de ejemplo,
los árboles y las plantas que adhieren al suelo por sus raíces, siempre que no se
encuentren en macetas que puedan transportarse de un lugar a otro (artículos 568 y 569).
Conviene precisar que los productos de la tierra y los frutos de los árboles, pueden
encontrarse en tres posibles estados:
 mientras permanecen adheridos a su fuente de origen, son inmuebles, por adherencia,
pues forman con ella un solo todo;
 separados permanentemente, son muebles; y
 se reputan muebles, aún antes de su separación, para los efectos de constituir
derechos sobre ellos en favor de persona distinta que el dueño.
La jurisprudencia nacional ha declarado que deben reputarse inmuebles por
adherencia los durmientes, rieles y en general todas las obras de un ferrocarril; los
puentes, alcantarillados, terraplenes, etc., obras que se encuentran unidas al terreno
formando con él un solo todo; también las líneas telegráficas, que por su propia
naturaleza, deben considerarse permanentemente adheridas al suelo.

e.2.2.) Requisitos de los bienes inmuebles por adherencia.

Dos requisitos deben reunir los bienes por adherencia:

 Que la cosa adhiera a un bien inmueble por naturaleza o a otro bien inmueble por
adherencia.

 La cosa debe adherir permanentemente a un bien raíz, esto es, debe haber una
incorporación estable, íntima y fija y no una mera adherencia exterior. Si un edificio
cumple esta condición, es inmueble, no siendo necesario que esté construido a
perpetuidad. Por ello, son inmuebles las construcciones levantadas para una
exposición, aunque luego de cierto tiempo deban ser demolidas. Así por lo demás se
desprende del artículo 569, que declara inmuebles por adherencia a las plantas
aunque su incorporación al suelo, es por su naturaleza misma esencialmente
temporal. Lo mismo se deduce del artículo 571, que implícitamente califica de
inmuebles a las yerbas de un campo mientras adhieren al suelo y a los frutos no
separados de los árboles y sobre los cuales no se ha constituido un derecho a favor de
persona distinta que el dueño (porque en este caso, pasarían a ser muebles por
anticipación). Si se consideran inmuebles todas estas cosas que son por naturaleza de
adherencia temporal a la tierra, ya que están destinadas a desaparecer en un tiempo
más o menos corto, no existe razón en exigir que los edificios estén incorporados a
perpetuidad al suelo para reputarlos inmuebles.

e.3) Inmuebles por destinación.

e.3.1) Concepto.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 22


Son aquellas cosas muebles que la ley reputa inmuebles por una ficción, como
consecuencia de estar destinadas permanentemente al uso, cultivo o beneficio de un
inmueble, no obstante de que puedan separarse sin detrimento (artículo 570).
Los motivos de la ficción que constituyen los inmuebles por destinación son de
orden práctico. Se persigue evitar que con la separación de esas cosas se menoscabe la
utilidad o productividad económica del inmueble principal. Por ello, en principio, se
entienden comprendidos los inmuebles por destinación en la venta de una finca (artículo
1830), en la hipoteca sobre bienes raíces (artículo 2420), en la especie que se lega
(artículo 1121). Decimos “en principio”, porque la voluntad de las partes puede excluir los
inmuebles por destinación de los actos jurídicos mencionados.

e.3.2) Diferencia entre los inmuebles por adherencia e inmuebles por destinación.

Se diferencian ambas categorías de inmuebles, en que los inmuebles por


adherencia pierden su propia individualidad y se convierten en parte constitutiva del
inmueble por naturaleza o por adherencia al cual adhieren, lo que no ocurre con los
inmuebles por destinación, que simplemente se agregan o anexan a un inmueble y
continúan conservando su propia individualidad. Dicho de otra forma: en el caso de los
bienes inmuebles por adherencia, se produce una conexión física con el inmueble al cual
adhieren, hecho que no se produce en el caso de los inmuebles por destinación. En estos
últimos, podríamos afirmar que la conexión tiene índole jurídica cuyo fundamento es
económico.

e.3.3) Requisitos de los inmuebles por destinación.

Tres requisitos deben reunir los bienes muebles para ser considerados como
inmuebles por destinación:

 La cosa mueble debe colocarse en un inmueble, comunicando éste último su


naturaleza a la primera.

 La cosa mueble debe colocarse en interés del inmueble, es decir, debe destinarse al
uso, cultivo o beneficio del inmueble. Cabe señalar que a pesar de que el inciso 1º del
artículo 570 emplea la fórmula copulativa “y” (“uso, cultivo y beneficio”), debemos
entender que para dar a las cosas muebles la calidad de inmuebles por destinación,
basta que estén destinadas a una cualesquiera de las finalidades mencionadas (uso,
cultivo o beneficio de un inmueble). Así lo ha resuelto la Corte Suprema y lo ha
corroborado el Código de Aguas, en lo que podríamos calificar como una
interpretación legal o auténtica del artículo 570 del Código Civil, al disponer en su
artículo 3º: “Atendida su naturaleza, las aguas son muebles, pero destinadas al uso,
cultivo o beneficio de un inmueble se reputan inmuebles”. El agua, por tanto,
considerada como inmueble por destinación según el propio legislador, basta que sirva
a uno de estos tres fines y no a todos ellos.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 23


Para que un mueble sea inmueble por destinación no es suficiente que el dueño de un
predio coloque la cosa en éste y por su voluntad le atribuya la calidad de inmueble; la
ley exige la existencia de una relación efectiva entre el mueble y el inmueble,
traducida en la destinación del primero al uso, cultivo o beneficio del segundo. Del
mismo modo, para que la cosa pierda su carácter de inmueble por destinación, es
preciso que objetivamente desaparezca el vínculo citado, sea al sustraerse
efectivamente el mueble a la explotación del inmueble, sea por enajenación del
mueble o del inmueble por separado.

 La cosa mueble debe estar destinada en forma permanente a los fines indicados. Si
bien se exige cierta estabilidad y fijeza, no se requiere perpetuidad (igual que dijimos
respecto a los inmuebles por adherencia). Prueba lo anterior el propio artículo 570, al
mencionar los abonos existentes en la finca, que dejan de existir por su empleo.

e.3.4) Casos en que la ley exige que sea el dueño el que destine un mueble al uso, cultivo o
beneficio de un inmueble.

Por regla general, y a diferencia de lo que suele acontecer en la legislación


comparada, no es un requisito que el bien mueble sea destinado a un inmueble por el
dueño del predio, o por el titular de un derecho real sobre éste, como el usufructuario. En
algunos casos, sin embargo, el artículo 570 exige tal requisito:
 Para los utensilios de labranza o minería y los animales destinados al cultivo o
beneficio de una finca;
 Para los abonos existentes en ella;
 Para las prensas, calderas, máquinas, etc., que forman parte de un establecimiento
industrial adherente al suelo.

e.3.5) Clasificación de los inmuebles por destinación.

No obstante que el legislador nacional cite sólo ejemplos de inmuebles por


destinación agrícola o industrial, ello no significa que otros destinos no tengan cabida. La
regla general del artículo 570 es amplia. Reputa inmuebles aunque por su naturaleza no lo
sean, a las cosas destinadas al uso, cultivo o beneficio de un inmueble, sin restringir su
campo a la explotación agrícola o industrial de un inmueble. Por ello, la jurisprudencia ha
declarado que el menaje de un hotel que entra en el arrendamiento debe reputarse
inmueble por destinación, puesto que ha sido colocado por el dueño o arrendador para el
uso y servicio de éste, en forma permanente, y para el beneficio del propio inmueble. En
este caso, estamos ante un inmueble por destinación comercial.

Considerando lo expuesto, podemos clasificar los inmuebles por destinación de la


siguiente forma:

 Inmuebles por destinación agrícola;


 Inmuebles por destinación industrial;

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 24


 Inmuebles por destinación comercial;
 Inmuebles por destinación doméstica;
 Inmuebles por destinación suntuaria u ornamental.-

e.3.6) Ejemplos legales de inmuebles por destinación.

El artículo 570 señala los siguientes ejemplos de inmuebles por destinación:

 Las losas de un pavimento: en realidad, son inmuebles por adherencia, lo mismo que
las tablas o el parquet del piso de las habitaciones de una casa, pues adhieren a la casa
o al suelo.
 Los tubos de las cañerías: también son inmuebles por adherencia, si forman parte
integrante del inmueble y se identifican con él formando un solo todo.
 Los utensilios de labranza o minería y los animales actualmente destinados al cultivo o
beneficio de una finca con tal que hayan sido puestas en ella por el dueño de la finca.
Al respecto, cabe hacer las siguientes observaciones:
1º Las cosas mencionadas deben ser puestas en la finca por el dueño de la misma,
personalmente o a través de sus representantes. Además, al exigir la ley que las cosas
hayan sido puestas por el propietario del fundo, implícitamente supone que tanto los
muebles como el fundo le pertenecen.
2º Las cosas que pertenecen a un usufructuario, un anticresista, un arrendatario, etc.,
jamás pueden considerarse inmuebles por destinación, aún cuando de hecho se
encuentren empleadas en el mismo uso que las que son consideradas como
inmuebles.
3º Los animales a que se refiere la disposición son los destinados al cultivo o beneficio
de una finca, cualquiera que sea este cultivo o beneficio, pues la ley no se restringe a
la explotación agrícola. Pero la destinación al cultivo o beneficio ha de ser actual, es
decir real y verdadera, y asimismo permanente. De tal forma, por ejemplo los caballos
que por razones del servicio de un fundo usan los trabajadores son inmuebles por
destinación; pero no acontece lo mismo con aquellos que el propietario destina a la
equitación.
 Los abonos existentes en la finca y destinados por el dueño a mejorarla. Dos
condiciones específicas deben cumplirse en este caso:
1º Que los abonos o sustancias fertilizantes se hallen en la finca.
2º Que el dueño de la finca los haya destinado a mejorarla. Así, por ejemplo, si el
dueño de un fundo tiene almacenadas 10 toneladas de salitre con el fin de venderlas a
otros agricultores, no estamos ante inmuebles por destinación.
 Las prensas, calderas, cubas, alambiques, toneles y máquinas que forman parte de un
establecimiento industrial adherente al suelo, y pertenecen al dueño de éste. Tres
condiciones deben cumplirse:
1º La existencia de un establecimiento de esta naturaleza adherente al suelo; ello,
porque las calderas, máquinas, etc., pueden o no adherir al suelo.
2º Las cosas deben estar destinadas a la realización de la industria a que está
destinado el establecimiento.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 25


3º Los objetos muebles y el establecimiento industrial deben pertenecer al mismo
dueño.
 Los animales que se guardan en conejeras, pajareras, estanques, colmenas y
cualesquiera otros vivares, con tal que éstos adhieran al suelo, o sean parte del suelo
mismo o de un edificio. Dos condiciones deben concurrir:
1º La ley –como señala Claro Solar-, tiene en vista los animales que siendo
naturalmente bravíos o salvajes, porque viven ordinariamente en libertad natural, se
hallan en cierto sentido, en domesticidad, por la costumbre que tienen de volver a su
vivar en que estuvieren encerrados. Se excluyen los animales domésticos, que son
cosas muebles por naturaleza.
2º Los vivares deben ser inmuebles por adherencia o ser parte del suelo mismo de un
edificio.

Como se desprende del artículo 570, su enumeración es puramente ejemplar. En


consecuencia, cualquier otra cosa mueble que se encuentre en la situación de la regla
general del inciso 1º del precepto, debe reputarse inmueble por destinación.

e.3.7) Las cosas de comodidad u ornato.

Se refiere a ellas el artículo 572. Tres situaciones distinguimos en esta norma:


 Si las cosas pueden removerse fácilmente sin detrimento de las paredes, como
estufas, cuadros, espejos, tapicerías, “se reputan muebles”, expresión que ha sido
criticada por algunos, porque se trata de cosas que por su naturaleza tienen carácter
mueble. Otros autores señalan que los términos usados por el legislador son correctos,
pues en algunas circunstancias, a dichas cosas correspondería la calificación de bienes
inmuebles por destinación suntuaria.
 Si no pueden removerse fácilmente sin detrimento de las paredes, serán inmuebles
por destinación o por adherencia si reúnen los requisitos generales de esta categoría
de cosas.
 Si las cosas están embutidas en las paredes formando un mismo cuerpo con ellas,
serán inmuebles por destinación o adherencia aunque puedan separarse sin
detrimento.

e.3.8) Cesación de la calidad de inmueble por destinación.

Conforme al artículo 573, los inmuebles por destinación no dejan de serlo por su
separación momentánea del inmueble al que acceden. Pero desde que se separan con el
objeto de darles diferente destino, dejan de ser inmuebles. En armonía con lo anterior, el
artículo 2420 establece que la hipoteca afecta a los muebles que por accesión pertenecen
al inmueble de acuerdo al artículo 570, pero el gravamen deja de afectarles desde que los
inmuebles por destinación pertenecen a terceros, reconociendo el derecho del deudor
para enajenar aquellos bienes.

f) Derechos muebles e inmuebles.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 26


Tanto los derechos reales como los personales pueden ser muebles o inmuebles.
Lo anterior se desprende del artículo 580. En efecto, al disponer que los derechos se
reputan bienes muebles o inmuebles, según lo sea la cosa en que han de ejercerse, se
refiere evidentemente a los derechos reales, porque son estos derechos los que se ejercen
“en” las cosas. Y al expresar el mismo precepto que los derechos se reputan muebles o
inmuebles según sea la cosa “que se debe”, alude indudablemente a los derechos
personales, porque en virtud de estos derechos se deben las cosas.
Cabe señalar que hay derechos reales que siempre son inmuebles, como las
servidumbres activas, la hipoteca, el derecho de habitación, el censo y el derecho de
conservación, mientras que el derecho real de prenda siempre será mueble. El derecho
real de dominio, el derecho real de usufructo y el derecho real de uso, en cambio, podrán
ser muebles o inmuebles, según la naturaleza de la cosa corporal sobre la que recaen.
Tratándose de los derechos personales, si el objeto corporal que el acreedor puede
exigir al deudor, en virtud de la obligación, fuere mueble, el derecho personal también lo
será; si el objeto que el primero puede exigir al segundo es inmueble, el derecho personal
será inmueble. Lo anterior, en el ámbito de la obligación de dar. En cuanto a las
obligaciones de hacer y de no hacer, se reputan muebles, de conformidad a lo dispuesto
en el artículo 581.
Hay sin embargo derechos y acciones que por su naturaleza no tienen cabida en la
clasificación de muebles e inmuebles, fundamentalmente por no tener carácter
patrimonial: tal ocurre, por ejemplo, con las acciones de reclamación o impugnación de
filiación, de divorcio o de nulidad de matrimonio.
Por otra parte, se plantea en qué situación queda el derecho real de herencia
frente a la clasificación de muebles e inmuebles. En realidad, la mayoría concluye que
siendo la herencia una universalidad jurídica, no asimilable a las cosas muebles o
inmuebles que la compongan, escapa a la aludida clasificación.

g) Acciones reales o personales, muebles e inmuebles.

Las acciones, al igual que los derechos, pueden ser reales o personales, muebles o
inmuebles. Desde el punto de vista del Derecho Civil, la acción es el derecho deducido en
juicio. Desde el punto de vista del Derecho Procesal, acción es el derecho que tienen los
particulares para recurrir a los Tribunales de Justicia, en defensa de un derecho que tienen
o creen tener.
La acción real es la que protege los derechos reales, y al igual que éstos, es
absoluta, pues se ejerce sin respecto a determinada persona. La acción personal es la que
protege a los derechos personales o créditos, siendo relativa, pudiendo ejercerse sólo en
contra de la persona que contrajo la obligación correlativa.
A las acciones también se les aplica el artículo 580. Sobre el particular, algunas
sentencias han declarado: a) que la acción dirigida a obtener la cancelación de una
hipoteca, es inmueble; b) que la acción relacionada con el mandato es inmueble si se exige
al mandatario la entrega de los bienes raíces adquiridos en ejercicio de su encargo; c) que

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 27


los derechos litigiosos deben estimarse como bienes muebles o inmuebles según sea la
cosa que se persigue por medio de la acción ejercida en el juicio respectivo.
La determinación de si se trata de una acción mueble o inmueble, tiene
importancia práctica, pues ello condicionará la competencia de los tribunales.

2.3. Cosas específicas y genéricas.

a) Conceptos.

Atendiendo a su determinación, las cosas se clasifican en específicas y genéricas.


Cosa específica, individualmente determinada o cuerpo cierto, es la cosa determinada,
dentro de un género también determinado. Se distingue por sus caracteres propios que la
diferencian de todas las demás de su mismo género o especie. Cosa genérica es la cosa
indeterminada, pero de un género determinado. Está determinada sólo por los caracteres
comunes a todos los individuos de su género o especie. Las cosas genéricas admiten una
menor o mayor determinación, hasta que llega al momento que traspasamos la línea que
las separa de las cosas específicas. Así, por ejemplo, son cosas genéricas, una pintura; una
pintura al óleo; una pintura al óleo con motivo marina; una pintura al óleo con motivo
marina de Arturo Pacheco Altamirano. Hasta aquí, estamos siempre en el ámbito de las
cosas genéricas, pero si además decimos que se trata de la pintura “Angelmó”, del año
1936, del citado pintor, estamos aludiendo a una cosa específica o cuerpo cierto.
El Código Civil no formula esta clasificación de manera expresa, aunque sí lo hace
desde el punto de vista de las obligaciones, pero alude a las cosas específicas o genéricas
en diversas disposiciones: artículos 951, inciso 3º; 1508, 1509, 1590.

b) Importancia de la clasificación.

Dice relación a los siguientes aspectos:


 Prueba de la identidad de la cosa, determinante tratándose de las cosas específicas.
 La conservación de la cosa: el deudor de un cuerpo cierto está obligado a conservar la
cosa hasta entregarla al acreedor, y esto exige que se emplee en su custodia el debido
cuidado (artículo 1548 y 1549); el deudor de cosas genéricas, en cambio, puede
enajenarlas o destruirlas, sin que el acreedor tenga derecho a oponerse, mientras
subsistan otras del mismo género, para el cumplimiento de la obligación (artículo
1510); por lo tanto, el deudor de cosa genérica no tiene la obligación de conservar y
cuidar la cosa.
 La pérdida de la cosa: la pérdida fortuita del cuerpo cierto extingue la obligación
(artículo 1670), lo que no acontece adeudándose una cosa genérica, pues el género no
perece (artículo 1510), a menos que ocurra el caso muy excepcional de que perezcan
todos los individuos de un género determinado.
 Cumplimiento de la obligación: en las obligaciones de cuerpo cierto, el deudor sólo
cumplirá su prestación entregando la cosa específica que se debe (artículos 1568 y
1828); En las obligaciones de género, el deudor queda libre de ellas entregando

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 28


cualquier individuo del género, con tal que sea de una calidad a lo menos mediana
(artículo 1509).
 Los derechos reales y la posesión sólo pueden ejercerse sobre cosas específicas. Los
derechos personales, en cambio, pueden tener por objeto cosas específicas o
genéricas.11
 Conforme al artículo 1453 del Código Civil, sólo puede haber error esencial en la
identidad de la cosa, cuando ésta fuere una especie o cuerpo cierto: “identidad de la
cosa específica de que se trata”.
 No puede haber compensación legal, cuando se debe una especie o cuerpo cierto; en
cambio, si lo que se deben recíprocamente las partes son cosas indeterminadas de
igual género y calidad, puede haberla (artículo 1656).

2.4. Cosas consumibles y no consumibles.

a) Las cosas muebles se dividen en consumibles y no consumibles.

Por su naturaleza, esta clasificación es aplicable sólo a los bienes muebles. Se


encuentra contenida en forma confusa en el artículo 575, que alude erróneamente a las
cosas fungibles y no fungibles, la que constituye otra categoría de bienes. Además, según
ya lo indicamos, nada impide visualizar bienes inmuebles fungibles, como serían 200 lotes
de iguales características y superficie, originados en la subdivisión de un fundo.

b) Consumibilidad y no consumibilidad objetiva.

Son objetivamente consumibles las cosas que, en razón de sus caracteres


específicos, se destruyen natural o civilmente por el primer uso. La destrucción natural
importa el desaparecimiento físico o la alteración sustancial de la cosa. La destrucción civil
(o jurídica) se traduce en la enajenación del objeto. Así, el primer uso de un alimento o
bebida o de un combustible, trae consigo su destrucción natural; a su vez, el primer uso de
las monedas o billetes, implica, para su propietario, su destrucción civil, su enajenación.
Son objetivamente no consumibles las cosas que, en razón de sus caracteres
específicos, no se destruyen natural o civilmente por el primer uso, como el vestuario, un
mueble, un automóvil, etc.
La distinción anterior se basa, objetivamente, en el destino natural de los bienes, y
ofrece interés en los actos y derechos que sólo facultan el uso o goce de una cosa y no su
disposición. No pueden recaer ellos sobre cosas consumibles que se utilizan como tales.
Así, por ejemplo, el usufructo sólo puede recaer sobre cosas no consumibles; cuando se
establece sobre cosas consumibles, no estamos en realidad ante un usufructo verdadero,
sino ante un cuasiusufructo (artículos 764 y 789). También presenta interés la distinción
en el comodato o préstamo de uso, ya que no pueden darse en comodato cosas
consumibles, pues el comodatario está obligado a restituir la misma especie después de
terminado el uso (artículo 2174), y tal obligación no podría cumplirse en las cosas cuyo

11
Rozas Vial, Fernando, Los Bienes, Santiago de Chile, LexisNexis, 4ª edición, 2007, p. 55.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 29


primer uso implica su destrucción. Lo mismo ocurre en el contrato de arrendamiento, que
necesariamente ha de recaer en cosas objetivamente no consumibles (artículo 1916). El
mutuo, en cambio, sólo puede recaer sobre cosas consumibles (artículo 2196).

c) Consumibilidad y no consumibilidad subjetiva.

Son subjetivamente consumibles, los bienes que siendo objetivamente no


consumibles, atendido el destino que tiene para su actual titular, su primer uso importa
enajenarlos o destruirlos. Así, por ejemplo, el empleo de un automóvil para rodar una
escena en una película, en la cual dicho automóvil será arrojado a un precipicio.
Son cosas subjetivamente no consumibles, las que a pesar de serlo objetivamente,
están destinadas a cualquier uso que no sea el de su consumo o destrucción material o
civil. Por ejemplo, una botella de vino de una cosecha muy requerida, que se destina a
exhibición en la vitrina de un museo enológico o de un restaurante, o las monedas que
constituyen piezas de una colección numismática, o las estampillas que sin cargo de
correo, se incorporan en una colección filatélica.

d) Bienes deteriorables y corruptibles.

El carácter de no consumible de un bien no se opone al paulatino deterioro


ocasionado por el uso. Algunos autores llegan a configurar una categoría especial, la de los
bienes deteriorables, intermedia entre los consumibles y no consumibles, llamados
también “gradualmente consumibles”. Con todo, se trata siempre de cosas no
consumibles, pues no se destruyen objetivamente por el primer uso, sino en forma
gradual, por el mismo uso, más o menos repetido.
Por otra parte, dentro de los bienes consumibles hay una categoría especial, la de
los llamados bienes corruptibles, que deben consumirse en breve tiempo, pues
rápidamente pierden su aptitud para el consumo (artículo 488).

2.5. Cosas fungibles y no fungibles.

a) Concepto.

Cosas fungibles, son aquellas que pueden sustituirse por otras, que tienen idéntico
poder liberatorio, es decir, un carácter y valor similar. La expresión fungir, denota la
aptitud de una cosa para sustituir a otra, desempeñar sus mismas funciones en razón de la
equivalencia de ambas.
Diversas disposiciones del Código Civil aluden a las cosas fungibles: artículos 764,
1656, 2196, 2198 y 2228.
Según lo expresamos, el Código Civil, en su artículo 575, confunde las cosas
consumibles con las cosas fungibles.
Igual como acontece con la consumibilidad, la fungibilidad puede ser objetiva o
subjetiva.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 30


b) Fungibilidad objetiva.

Corresponde al concepto de fungibilidad antes señalado. En el derecho, se han


enunciado dos criterios principales para explicar su naturaleza:
 El Código Civil alemán, dispone que son fungibles las cosas que usualmente se
determinan por el número, el peso o la medida. Pero hay cosas que se acostumbra
determinar por uno de esos medios y no son, sin embargo, fungibles entre sí, como
por ejemplo, cien litros de vino que provienen de cosechas diferentes. Dada la disímil
calidad de los mostos, no es posible concluir que entre ellos sean fungibles o
“intercambiables”, sin que se resienta el valor económico.
 Más aceptable parece ser el criterio que funda la fungibilidad en la igualdad de las
propiedades de las cosas y en la consiguiente identidad de su poder liberatorio. Puede
decirse entonces que son fungibles las cosas que por presentar entre sí una igualdad
de hecho, desempeñan en el comercio las mismas funciones liberatorias. Esta noción
de fungibilidad permite extenderla no sólo a las cosas, sino también a los hechos. Así,
serán fungibles los hechos en que no se considera la persona del deudor, como por
ejemplo aquellos trabajos que no requieren especialización o aptitudes especiales; y
no fungibles serán los hechos en los cuales sea determinante la persona del deudor,
quien por sus aptitudes, no puede sustituirse por otro (un artista, por ejemplo,
contratado para dar un recital).

c) Relación entre las cosas genéricas y las cosas fungibles.

Relacionando las cosas genéricas y las fungibles, cabe precisar que el criterio de
ambas clasificaciones es distinto. En el primer caso, se atiende a la determinación de las
cosas; en el segundo caso, se atiende a la similitud o disimilitud de dos o más cosas, a las
que se les confiere o no idéntico poder liberatorio. Por ello, no puede sostenerse que las
cosas fungibles sean necesariamente genéricas y las no fungibles específicas o cuerpos
ciertos. Una cosa puede ser fungible y al mismo tiempo un cuerpo cierto, como por
ejemplo tratándose de un rifle “Máuser” de tal calibre (cosa genérica) o el mismo rifle,
pero identificándoselo con su número de serie (cuerpo cierto).

d) Relación entre la consumibilidad y la fungibilidad.

Por regla general, las cosas consumibles son al mismo tiempo fungibles (lo que
explicaría la confusión del artículo 575), pero esto no quiere decir que ambas
características deban concurrir forzosamente en una cosa. Hay cosas consumibles y no
fungibles (la última botella de vino hecha con la uva de una determinada cosecha); a la
inversa, existen cosas fungibles y objetivamente no consumibles (los libros de reciente y
masiva edición, los muebles nuevos y de una misma serie y tipo).

e) Fungibilidad subjetiva o por voluntad de las partes.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 31


Las partes pueden hacer fungibles cosas que objetivamente no lo son, como
acontece cuando el acreedor acepta recibir, por la suma que se le debe, algunos bienes en
dación en pago; igual puede acontecer con las obligaciones alternativas, y en la
compensación convencional. A la inversa, hay cosas que siendo objetivamente fungibles,
subjetivamente pueden no serlo. Así, por ejemplo, un reloj corriente puede no ser
fungible para su actual propietario, por tratarse de un antiguo recuerdo de familia.

2.6. Cosas principales y accesorias.

a) Concepto.

Según que las cosas tengan una vida jurídica independiente o subordinada a otras,
se clasifican en principales y accesorias. Cosas principales son aquellas que tienen
existencia independiente, sin necesidad de otras. Cosas accesorias son aquellas que están
subordinadas a otras, sin las cuales no pueden subsistir.
Nuestro Código Civil no formula esta clasificación expresamente, pero la reconoce
en diversas disposiciones: artículos 658 a 660, 587, 1122, 1127, y 1830.
No sólo las cosas corporales, muebles e inmuebles, sino también las incorporales,
pueden clasificarse en principales y accesorias. Así, una servidumbre es accesoria del
derecho de dominio sobre el predio en cuyo beneficio se encuentra establecida; el
derecho de prenda o hipoteca son accesorios del crédito que garantizan; la cláusula penal
es accesoria de la obligación que cauciona.

b) Criterios para determinar la cosa principal y accesoria.

No hay un criterio único, atendiendo la ley y la doctrina a distintos puntos de vista:


 El primer criterio fundamental, mira a la posibilidad que tiene la cosa de existir por sí
misma. Se considera cosa principal la cosa que puede subsistir por si misma, y
accesoria la que necesita de otra para subsistir. Por eso, el suelo es siempre cosa
principal respecto de una casa, aunque valga menos que ésta, pues el primero existe
por si mismo, mientras que no se concibe un edificio sin suelo donde adherirse o
asentarse (artículo 668). Del mismo modo, un crédito existe por si mismo, pero no la
hipoteca que lo cauciona, pues ésta no puede subsistir sin el primero (sin perjuicio de
las hipotecas con cláusula de garantía general, que pueden caucionar obligaciones
futuras).
 En otros casos, la finalidad de los objetos determina su carácter. Es accesoria la cosa
destinada al uso, cultivo, beneficio, adorno o complemento de otra: inmuebles por
destinación, la vaina de un sable, los estuches de anteojos, etc.
 Para ciertos casos, el valor de las cosas imprime a éstas su carácter principal o
accesorio. En la adjunción, si de las dos cosas unidas, la una es de mucho más valor
que la otra, la primera es la principal (artículo 659).
 El volumen también puede servir de criterio. También se toma este punto de vista en
la adjunción: cuando no se pueden aplicar los criterios de la mayor estimación y de la
finalidad, se mira como principal la de mayor volumen (artículo 661).

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 32


c) Importancia de la clasificación.

Se resumen en el principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal.


Aplicando tal principio, las cosas principales determinan la existencia y naturaleza de las
accesorias; el derecho sobre la cosa principal se extiende sobre la cosa accesoria; el dueño
de una cosa lo es también de lo que ella produce; la extinción del derecho principal
acarrea la extinción del derecho accesorio; extinguido el crédito se extingue también la
caución; las cosas principales comunican su naturaleza jurídica a las accesorias (como
acontece con los muebles que se reputan inmuebles por destinación).

2.7. Cosas divisibles e indivisibles.

a) Concepto.

Desde un punto de vista físico, todas las cosas corporales son divisibles, pues en
último término, todas pueden fraccionarse, aunque ello suponga su destrucción. Desde un
punto de vista jurídico, existen dos conceptos de divisibilidad: uno material y otro
intelectual. Son materialmente divisibles, las cosas que, sin destrucción, pueden
fraccionarse en partes homogéneas entre sí y con respecto al todo primitivo, no sufriendo
menoscabo considerable el valor del conjunto de aquéllas en relación al valor de éste. Un
líquido, como el agua, es materialmente divisible, mientras que un animal es
materialmente indivisible, porque al fraccionarlo, se destruye en su estado natural. Son
cosas intelectualmente divisibles aquellas que pueden dividirse en parte ideales o
imaginarias (cuotas), aunque no lo puedan ser materialmente. Desde este punto de vista,
todos los bienes corporales e incorporales, son intelectualmente divisibles. Los derechos,
en razón de su misma naturaleza, sólo son susceptibles de división intelectual y no
material. Sin embargo, hay algunos derechos que no admiten ni siquiera una división
intelectual, como acontece con la servidumbre, pues se tiene íntegramente este derecho
o no se tiene en absoluto (artículos 826 y 827). Los derechos de prenda y de hipoteca
también son indivisibles (artículos 2405 y 2408) pero nada impide que las partes pacten
divisibilidad. Los derechos personales son divisibles o indivisibles según lo sea la obligación
que es su contrapartida, o en otras palabras, según pueda o no dividirse física o
intelectualmente el objeto al que se refieren. Así, la obligación de conceder una
servidumbre de tránsito o la de construir una casa, son indivisibles, mientras que será
divisible la de pagar una suma de dinero (artículo 1524).

b) Divisibilidad del derecho de dominio.

El derecho real divisible por excelencia es el dominio, ya que puede dividirse al


infinito. Tal divisibilidad puede considerarse desde dos puntos de vista:
 El dominio puede considerarse un derecho divisible en cuanto es el típico derecho real
que admite desmembraciones como tal, al ser posible desprenderse de una o más
facultades y transferirlas a otro; así, es el derecho el que se divide, aunque el objeto

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 33


sobre el que recae no sea tocado. La más usual de las divisiones del derecho de
dominio, desde este punto de vista, es aquella en que el propietario mantiene la nuda
propiedad y se confiere a un tercero las facultades de uso y goce, vale decir, el
usufructo. Aquí, los sujetos son titulares de derechos reales de diversa naturaleza, que
se ejercen sobre una misma cosa.
 También debe tenerse en cuenta que sobre un mismo objeto, varias personas pueden
ejercer el derecho de dominio, es decir, hay una comunidad sobre el objeto. En este
caso, en realidad no hay división del dominio, porque cada comunero ejerce todo el
derecho de dominio (con sus tres facultades), limitado eso sí en su ejercicio por el
derecho de los restantes comuneros. Aquí, los sujetos son titulares de derechos de
igual naturaleza: todos son propietarios.

c) Importancia práctica de la clasificación.

Se aprecia tanto en el campo de los derechos reales como personales. El Código


Civil hace aplicación de ella al tratar:
 De la partición de bienes (artículo 1337, regla 1ª);
 De las obligaciones divisibles e indivisibles (artículos 1524 a 1534);
 De la prenda y de la hipoteca (artículos 1526 N° 1, 2405 y 2408);
 Del dominio.

2.8. Cosas presentes y futuras.

En atención a su existencia en el tiempo, las cosas se clasifican en presentes y


futuras. Cosas presentes, son aquellas que tienen existencia real en el momento de
constituirse la relación jurídica que las considera. Cosas futuras, son aquellas que no
tienen existencia real en el momento de constituirse la relación jurídica que las toma en
cuenta, pero se espera racionalmente que la tengan con más o menos probabilidad en
tiempo posterior.
El Código Civil no formula esta clasificación en forma explícita, pero alude en
diversas disposiciones a las cosas presentes o futuras. Así, por ejemplo, en el artículo 1409
(donaciones a título universal), en el artículo 1811 (compraventa de todos los bienes que
posea o espera poseer una persona), y en los artículos 1461 y 1813 (ambos, a propósito de
la compraventa de cosa futura).

2.9. Cosas singulares y universales.

a) Conceptos.

Se definen como cosas singulares, aquellas que constituyen una unidad natural o
artificial, simple o compleja, pero con existencia real en la naturaleza.
Cosas universales, son agrupaciones de cosas singulares, sin conjunción o conexión
física entre sí, que por tener o considerarse que tienen un lazo vinculatorio, forman un

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 34


todo y reciben una denominación común, forman un todo funcional y están relacionadas
por un vínculo determinado.

b) Clases de cosas universales.

Las cosas universales se subdividen en universalidades de hecho (universitas facti)


y universalidades de derecho (universitas iuris). Aunque nuestra legislación no formula
definiciones de cosas singulares y universales, en diversas disposiciones distingue entre
una y otras: artículos 788, 951, 1317, 1864, 2304, y 2306, todos del Código Civil. La Ley
número 20.190, sobre prenda sin desplazamiento, también alude a las universalidades de
hecho.

b.1) Universalidades de hecho.

b.1.1) Concepto.

Pueden definirse como el conjunto de bienes muebles, de naturaleza idéntica o


diferente, que no obstante permanecer separados entre ellos y conservar su propia
individualidad, forman un solo todo, una sola cosa, en razón de estar vinculados por el
lazo de su común destinación económica. Según se desprende de la definición, los bienes
agrupados pueden ser de naturaleza idéntica o diferente. Son ejemplo del primer caso, un
rebaño o ganado; un juego de muebles; una biblioteca, una pinacoteca, etc.; y del
segundo caso, un establecimiento de comercio, que es el conjunto de cosas corporales e
incorporales (entre ellas “el derecho de llaves”), mediante el cual el comerciante ejerce su
actividad lucrativa.

b.1.2) Características.

La doctrina las ha sistematizado de la siguiente manera:


 Comprenden una pluralidad de cosas autónomas y distintas entre ellas. Cada
elemento del conjunto es por si mismo un bien, cada uno aisladamente tiene un valor
económico. Este rasgo las diferencia de las llamadas “cosas compuestas” (como un
edificio o una nave), las cuales suponen un conjunto o cosas que forman una sola
mediante conjunción o conexión física.
 Lo que hace aparecer las cosas reunidas como un solo todo, es una comunidad de
destinación, especialmente económica. En este sentido, un libro o una estampilla
tienen su propia individualidad, pero si pertenecen a una colección, el conjunto
adquiere una significación económica distinta a sus elementos individualmente
considerados. Pero no obstante presentar las universalidades de hecho una unidad
económica, no se les reconoce usualmente unidad jurídica. Por ello, generalmente las
legislaciones aplican a las universalidades de hecho el régimen jurídico que
corresponde a los bienes singulares que la componen. Sólo en casos excepcionales, se
atiende por la ley a su unidad económica y las trata como un solo todo. Así, por
ejemplo, tratándose del usufructo de animales (artículos 787 y 788), se establece que

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 35


el usufructuario de uno o más animales singularmente determinados, no está obligado
a reemplazar los que perecen o se pierden por causas naturales, pero el usufructuario
del ganado considerado como universalidad, tiene obligación, en idéntico caso, de
reponer los animales con el incremento natural del mismo ganado. A su vez, en la
compraventa, el artículo 1864 permite vender dos o más cosas en un mismo precio,
cuando ellas se han comprado precisamente como “conjunto”, como acontece con un
tiro, yunta o pareja de animales o con un juego de muebles, claros ejemplos de
universalidades de hecho. En el contrato de arrendamiento, encontramos otro caso en
el artículo 1984. Dispone el precepto que a falta de estipulación de los contratantes,
pertenecerán al arrendatario:
1° Todas las utilidades de reporten los ganados dados en arrendamiento (pues el
arrendatario tiene el goce de las cosas arrendadas, de manera que entre tales
utilidades, están los frutos que puedan obtenerse del ganado);
2° Los ganados mismos, con la obligación de dejar en el predio al fin del arriendo igual
número de cabezas de las mismas edades y calidades. Si al finalizar el contrato faltaren
animales, el arrendatario pagará la diferencia en dinero. El arrendador, sin embargo,
no será obligado a recibir animales que no estén aquerenciados al predio.
Es interesante consignar que en este caso, el contrato de arrendamiento está
operando como un título traslaticio de dominio, respecto de los ganados, atendido
que usualmente se trata de cosas fungibles. No acontece lo mismo en el usufructo,
aunque en este caso, la ley es más benigna con el usufructuario, pues no está obligado
a restituir “igual número de cabezas de las mismas edades y calidades”.
 La universalidad de hecho comprende sólo elementos puramente activos, bienes, y no
pasivos o deudas, como acontece tratándose de las universalidades de derecho.

b.2) Universalidades de derecho.

b.2.1) Concepto.

Siguiendo a la doctrina italiana, podría definirse como el conjunto de relaciones


jurídicas constituidas sobre una masa de bienes, reguladas de modo especial por la ley y
que forman, desde el punto de vista jurídico, una unidad, un todo. Para la doctrina
francesa, es un conjunto de bienes y relaciones jurídicas activas y pasivas consideradas
jurídicamente como formando un todo indivisible.

b.2.2) Características.

 Contienen tanto elementos activos como pasivos.


 Existe una correlación funcional entre los elementos activos y pasivos, de modo que
puede decirse que el activo se da precisamente para responder del pasivo existente o
eventual. Esta relación entre el activo y el pasivo se ve claramente en la masa
hereditaria, en la herencia, universalidad de derecho por excelencia al decir de la
doctrina europea (aunque veremos que no en la nuestra, en estricto rigor). También se

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 36


aprecia entre los elementos del activo y del pasivo del patrimonio de la sociedad
conyugal (artículos 1725 y 1740).
 Dentro del conjunto de bienes que componen la universalidad jurídica, opera, como
norma general, el principio de la subrogación real, por el cual los bienes que ingresan a
la universalidad, pasan a ocupar la misma situación jurídica de aquellos que salieron
de ella.

b.2.3) Casos de universalidad de derecho.

No hay unanimidad en la doctrina. A juicio de algunos autores, como Coviello, la


única universalidad de derecho en ciertas legislaciones sería la herencia. En opinión de
otros, como Ruggiero, habría que incluir todos los patrimonios especiales o separados que
la ley considera como masa distinta de sus elementos: el patrimonio del deudor sujeto a
un procedimiento concursal de liquidación; el de la sociedad conyugal; el del ausente; el
que constituye los bienes reservados de la mujer casada; el del menor adulto que
desempeña un trabajo; etc.

b.3) Diferencias entre las universalidades de hecho y de derecho.

b.3.1) Las universalidades de hecho sólo comprenden activo; las de derecho, activo y
pasivo.

b.3.2) Las universalidades de hecho, por regla general, no tienen una regulación jurídica
especial; las universalidades de derecho sí tienen una regulación jurídica especial.

b.3.3) Las universalidades de hecho están conformadas sólo por bienes muebles; las
universalidades de derecho están formadas tanto por muebles como por inmuebles.

2.10. Cosas comerciables e incomerciables.

a) Conceptos.

Las cosas se clasifican en comerciables e incomerciables, según puedan o no ser


objeto de relaciones jurídicas.
Cosas comerciables son los que pueden ser objeto de relaciones jurídicas privadas,
de manera que sobre ellos puede recaer un derecho real o puede constituirse a su
respecto un derecho personal (artículos 1461 y 2498). Pueden incorporarse por ende, al
patrimonio de una persona.
Cosas incomerciables o no comerciables son los que no pueden ser objeto de
relaciones jurídicas por los particulares. No puede existir a su respecto un derecho real ni
personal. Por ende, no pueden incorporarse a patrimonio alguno.

b) Clases de cosas incomerciables.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 37


Distinguimos dos categorías de cosas incomerciables:

b.1) Cosas incomerciables en razón de su naturaleza: como la alta mar, el aire. En


realidad, estas cosas, llamadas “cosas comunes a todos los hombres”, son las únicas que
no pueden ser objeto de relaciones jurídicas en general y por ende están fuera del
comercio humano en términos absolutos y definitivos. Por ello, desde un punto de vista
jurídico, no podemos considerar a estas cosas como “bienes”.

b.2) Cosas incomerciables en razón de su destino: se trata de los bienes nacionales de uso
público, como por ejemplo las calles, plazas y caminos. En este caso, se trata de bienes
que siendo comerciables por naturaleza, han sido sustraídos del comercio jurídico para
dedicarlas a un fin público. Con todo, los bienes nacionales de uso público pueden ser
objeto de relaciones jurídicas de carácter público, como en el caso de las concesiones que
otorga la autoridad. Por lo tanto, sólo desde el punto de vista del Derecho Privado,
pueden considerarse como cosas incomerciables. Además, tampoco lo son en términos
absolutos, porque cabe la posibilidad que sean desafectados, y se conviertan en bienes
comerciables.

c) Limitaciones a la facultad de disposición.

Hay bienes que se encuentran en situaciones especiales por mandato de la ley, que
implica una limitación a la facultad para disponer de ellos, pero que siguen siendo
comerciables. Tales situaciones son las siguientes:

c.1) Bienes respecto de los cuales existe una prohibición legal de celebrar determinados
actos o contratos, generalmente prohibición de enajenar o gravar. Estas prohibiciones son
establecidas a veces con caracteres absolutos y otras sólo en ciertas circunstancias. A
veces son permanentes y otras veces temporales; por razones de interés público o
privado. Tales bienes son comerciables y tienen solamente limitada su disposición. Así, por
ejemplo, ciertas construcciones declaradas patrimonio nacional, cuyos propietarios no
pueden alterar ni menos demoler; ciertos productos químicos explosivos o tóxicos,
respecto de los cuales hay importantes restricciones para su adquisición; los bienes
embargados o cuya propiedad se litiga; conforme al artículo 39° del Decreto Supremo N° 1
de 6 de junio de 2011, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el propietario que hubiere
sido beneficiario de subsidio habitacional, no podrá, durante el plazo de cinco años
contados desde la entrega material del inmueble, celebrar acto o contrato alguno que
importe cesión de uso y goce de la vivienda adquirida, sea a título gratuito u oneroso, sin
previa autorización escrita del Serviu (Servicio de Vivienda y Urbanización), etc.

c.2) Hay ciertos derechos que no sólo no pueden enajenarse, sino que en general no
pueden traspasarse por acto entre vivos ni por causa por muerte, como ocurre con los

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 38


llamados derechos personalísimos, entre ellos el derecho de alimentos futuros12, el de
uso, el de habitación, el derecho legal de goce del padre o madre sobre los bienes del hijo
no emancipado (art. 252) y ciertos derechos del cónyuge sobreviviente o conviviente civil,
que pueden ejercer en el marco de una partición (art. 1337, regla 10ª). La característica de
las cosas incomerciables es la de no poder ser objeto de ningún derecho privado. Si la cosa
está sujeta simplemente a una prohibición de ser enajenada, es comerciable, porque no
obstante la aludida limitación, constituye el objeto de una relación jurídica de derecho
privado. Así, los derechos personalísimos son intransferibles e intransmisibles, pero están
en el patrimonio privado de sus titulares; son en consecuencia comerciables, aunque
inalienables. En este orden de ideas, no debemos confundir la inalienabilidad con la
incomerciabilidad: una cosa es inalienable cuando no puede ser enajenada, y es
incomerciable cuando no puede formar parte del patrimonio privado, cuando no puede
ser objeto de ningún derecho de este carácter. En síntesis: todas las cosas fuera del
comercio son inalienables, pero no todas las cosas inalienables están fuera del comercio.
Tal distinción se recoge con toda claridad, en el artículo 1464, números 1 y 2.

d) Las cosas consagradas al culto divino.

En cuanto a las llamadas cosas consagradas al culto divino, el Código Civil se


remite, en su artículo 586, al Derecho Canónico, específicamente en lo tocante a las
“cosas consagradas”, entendiéndose por tales los bienes muebles e inmuebles que
mediante la consagración o bendición han sido dedicadas al culto divino. El artículo 587,
por su parte, deja en claro que estos bienes, ubicados en posesiones particulares, son
bienes comerciables. Finalmente, el artículo 1105 se refiere al legado de cosas
pertenecientes al culto divino. También hay remisión al Derecho canónico. Este admite
que los particulares puedan tener en dominio las cosas consagradas al culto divino,
siempre que sean tratadas con reverencia y sin que se las pueda aplicar a usos profanos o
impropios.

2.11. Cosas apropiables e inapropiables.

Relacionada con la clasificación anterior, pero en base exclusivamente al dominio,


las cosas se clasifican en apropiables e inapropiables, según sean o no susceptibles de
propiedad.
Cosas apropiables son las que pueden ser objeto de apropiación, y se subdividen
en apropiadas e inapropiadas. Apropiadas son las que actualmente pertenecen a un
sujeto de derecho. Inapropiadas son las que actualmente no pertenecen a nadie, pero que
pueden llegar a tener un dueño si el hombre ejecuta un hecho de apropiación privada.
Algunas cosas son inapropiadas porque nunca han tenido un dueño, como los
animales que viven en estado salvaje; y otras lo son porque si bien pertenecieron a un
12
Decimos “alimentos futuros”, ya que el derecho a percibir los alimentos devengados, puede transferirse.
En efecto, dispone el artículo 336: “No obstante lo dispuesto en los dos artículos precedentes, las pensiones
alimenticias atrasadas podrán renunciarse o compensarse; y el derecho de demandarlas transmitirse por
causa de muerte, venderse y cederse; sin perjuicio de la prescripción que competa al deudor”.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 39


sujeto de derecho, éste las abandonó con la intención de desprenderse de su dominio. Las
primeras se denominan res nullius y las segundas res derelictae.
En la legislación chilena, sólo las cosas muebles pueden no tener dueño, puesto
que el artículo 590 confiere al Estado el dominio de los inmuebles que carecen de otro
dueño. Los muebles que no tienen dueño se denominan mostrencos y los inmuebles
vacantes, expresiones que provienen de la antigua legislación española. En Chile, sólo
existen los mostrencos, de acuerdo a lo que indicábamos.
Debemos precisar que el artículo 590 se refiere únicamente al dominio del Estado,
no existiendo disposición alguna que establezca que el Fisco tiene, por el ministerio de la
ley, la posesión de los terrenos que carecen de dueño. Por ende, si un particular tiene la
posesión de un inmueble que no esté inscrito (situación hoy en día bastante hipotética),
podría adquirir el dominio a través de la prescripción.
Cosas inapropiables son las que no pueden ser objeto de apropiación, como las
cosas comunes a todos los hombres (res comunis omnium), pues están sustraídas a la
propiedad privada y su uso es común a todos (artículo 585).

2.12. Cosas particulares y nacionales.

a) Conceptos.

Si se atiende al sujeto del derecho de dominio, al titular del dominio, las cosas
pueden clasificarse en particulares y nacionales. Las primeras pertenecen a personas
naturales o a personas jurídicas de derecho privado o a personas jurídicas de derecho
público distintos de la nación o el Fisco. Las segundas, pertenecen a la nación toda.

b) Clases de bienes nacionales.

Los bienes nacionales son aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda
(artículo 589). Se dividen en dos categorías: bienes nacionales de uso público y bienes
fiscales.

b.1) Bienes nacionales de uso público.

b.1.1) Concepto.

Son aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda y su uso a todos los
habitantes de la misma (calles, plazas, puentes, caminos, mar adyacente y sus playas,
etc.).
Cabe advertir que “la nación” no debe confundirse con el Estado. Éste no es el
dueño de los bienes nacionales de uso público. Tales bienes a nadie pertenecen, porque
son de dominio de toda la nación. Y esta ha de ser entendida como la comunidad nacional
formada por todos quienes habitan el territorio de la República, en cuanto es receptora de
las tradiciones y costumbres que le dan una fisonomía propia en el concierto de los países.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 40


La tuición de estos bienes está encargada a distintas autoridades, según su
naturaleza: Ministerio de Obras Públicas, Fuerzas Armadas, Ministerio de Bienes
Nacionales, municipalidades, etc. Leyes especiales reglamentan cada caso.

b.1.2) Características.

 Pertenecen a toda la nación.

 Su uso pertenece a todos los habitantes del país.

 Están fuera del comercio humano: si bien ninguna disposición del Código Civil
establece directamente la incomerciablidad de los bienes nacionales de uso público,
ella resulta de la propia destinación de éstos. Por ello, nuestra Corte Suprema
reiteradamente ha declarado que sobre los bienes nacionales de uso público, no cabe
alegar posesión exclusiva, dominio privado o servidumbre.

 Son imprescriptibles: consecuencia de su carácter incomerciable. En efecto, de


acuerdo a lo previsto en el artículo 2498, por la prescripción adquisitiva sólo puede
ganarse el dominio de los bienes raíces o muebles que están en el comercio humano.

 Son inalienables: también por su carácter incomerciable. No pueden enajenarse,


venderse, hipotecarse o embargarse.

 Las características anteriores no se oponen a que la autoridad otorgue a determinados


particulares “permisos” o “concesiones” sobre algunos bienes nacionales de uso
público o más usualmente sobre un sector o parte de un bien nacional de uso público,
para destinarlo a fines específicos de los que se beneficie, en último término, también
la colectividad. Los artículos 599 y 602 se refieren a estas autorizaciones. Los derechos
de los beneficiarios de estos permisos, el uso y goce que se les concede, no puede sin
embargo impedir el uso y goce de los demás habitantes de la República. No sería
posible, por ejemplo, conceder a un individuo el derecho de servirse exclusivamente
de una playa o de una calle, pero sí podría autorizársele para instalar un quiosco,
porque es una concesión que no llega a extinguir por completo el uso y goce del bien
en cuestión, por los demás particulares. Sobre el particular, el artículo 36 de la Ley N°
18.695, “Orgánica Constitucional de Municipalidades”, dispone: “Los bienes
municipales o nacionales de uso público, incluido su subsuelo, que administre la
municipalidad, podrán ser objeto de concesiones y permisos. / Los permisos serán
esencialmente precarios y podrán ser modificados o dejados sin efecto, sin derecho a
indemnización. / Las concesiones darán derecho al uso preferente del bien concedido
en las condiciones que fije la municipalidad. Sin embargo, ésta podrá darles término
en cualquier momento, cuando sobrevenga un menoscabo o detrimento grave al uso
común o cuando concurran otras razones de interés público. / El concesionario tendrá
derecho a indemnización en caso de término anticipado de la concesión, salvo que
éste se haya producido por incumplimiento de las obligaciones de aquél”. De esta

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 41


manera, si se trata de bienes municipales, podrán ser objeto de una “concesión”. En
cambio, los bienes nacionales de uso público, sólo pueden ser objeto de un “permiso”.

b.1.3) Naturaleza jurídica del derecho del concesionario.

En la doctrina, especialmente administrativa, se ha discutido la naturaleza jurídica


del derecho del concesionario. Maurice Hauriou, afirma que la concesión de un bien
nacional de uso público implica la existencia de un derecho real administrativo que se
caracteriza por ser precario, pues no es definitivo sino revocable.
Entre los autores nacionales, Leopoldo Urrutia estima que el derecho del
concesionario es un verdadero derecho real de uso, pero distinto al reglamentado en el
artículo 811. Fundamenta su afirmación en dos argumentos:
 La enumeración que de los derechos reales contemplan los artículos 577 y 579 no es
taxativa, desde el momento que no aluden al derecho legal de retención (que el
Código Civil consagra en diversas instituciones, como el usufructo, el arrendamiento,
el comodato, el depósito, etc.), que para algunos, sería también derecho real. 13 Puede
por tanto admitirse otros derechos reales, entre los cuales estaría el derecho del
concesionario;
 En el derecho del concesionario, existe la característica fundamental del derecho real:
ejercerlo sin respecto a determinada persona.
La jurisprudencia ha acogido en algunos fallos este criterio. Así, ha declarado un fallo:
“El derecho concedido por la autoridad a un particular sobre un bien público (aunque se
califique de uso especial y no se estime que sea igual al derecho de uso definido por el
artículo 811) participa de los caracteres esenciales del derecho real, porque recae sobre
una cosa y se ejerce sin respecto a determinada persona. Nada significa que este derecho
no figura en la enumeración que de los derechos reales hace el artículo 577 del Código
Civil, pues esta disposición sólo cita algunos”.
Se agrega que una consecuencia práctica de esta concepción es la procedencia de las
acciones posesorias, que permiten conservar o recuperar la posesión de derechos reales
constituidos en bienes raíces (artículo 916).
Luis Claro Solar refuta la doctrina de Urrutia, sosteniendo que la teoría de los
derechos reales administrativos no tiene en realidad base jurídica, y desnaturaliza el
concepto de derecho real de uso, ya que éste es una limitación al dominio, que atribuye a
una persona un derecho en cosa ajena. Señala además que la existencia sobre los bienes
públicos de derechos exclusivos en provecho de determinados individuos, es contraria a la
naturaleza de estos bienes. Concluye Claro Solar que las concesiones implican sólo un
permiso de ocupación para un objeto determinado y a título precario.

13
Para Arturo Alessandri Rodríguez, el derecho legal de retención “es un derecho sui géneris, que no es
absolutamente real ni personal, pero que tiene algo de una y otra clase de derechos” Es personal, porque
sólo puede invocarse respecto de cierta persona, aquella a quien pertenece la cosa. Es real, porque se ejerce
sobre una cosa determinada, pero no confiere un atributo esencial de todo derecho real, como es el
derecho de perseguir la cosa de manos de quien se encuentre. Cfr. nuestro libro Contrato de Arrendamiento,
Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2ª edición, año 2011.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 42


Los que niegan el carácter de derecho real que tiene el concesionario sobre los bienes
nacionales de uso público que privativamente ocupa, invocan el artículo 602, en virtud del
cual, el concesionario no tiene sino el uso y goce de las obras construidas y no la
propiedad del suelo; al decir “la propiedad del suelo”, se afirma que el legislador habría
tomado la palabra “propiedad” en un sentido amplio, como expresiva tanto del dominio
como de los demás derechos reales. Por tanto, los mismos términos de la ley excluirían la
constitución de cualquiera de éstos derechos sobre el suelo. Se añade también por la
doctrina que puesto que estamos ante bienes inalienables es inadmisible la constitución
de cualquier clase de derechos sobre ellos; el concesionario no tiene ninguno de estos
derechos sobre el suelo público que ocupa con sus obras, posee un uso que emana de la
simple tolerancia del Estado. Y este uso es precario: la administración, por motivos de
interés colectivo, puede ponerle término en cualquier momento.
Las concepciones anteriores, expuestas durante el Siglo XIX y comienzos del Siglo XX, y
las normas del Código Civil, no se condicen con la situación actual, en la que se tiende a
entregar a importantes consorcios económicos la administración y explotación de bienes
nacionales, a cambio de ingentes inversiones. En efecto, conforme a lo dispuesto en el
Decreto con Fuerza de Ley N° 164, de 1991, del Ministerio de Obras Públicas, sobre
régimen legal de concesiones de obras públicas, el concesionario tiene el derecho de
transferir la concesión. Además, según veremos, el Código de Aguas señala expresamente
que sobre las aguas hay un derecho real, cuando la autoridad otorga el aprovechamiento
de las mismas, con carácter enajenable.

b.1.4) Desafectación de los bienes nacionales de uso público.

Los bienes nacionales de uso público pueden dejar de tener esta calidad, pero sólo
en virtud de una ley que declare su “desafectación”, es decir, su sustracción al dominio de
la nación toda, de su condición de bien nacional de uso público, quitándole tal calidad y
destino.

b.1.5) Clasificación de los bienes nacionales de uso público.

Se distingue entre dominio nacional marítimo, terrestre, fluvial y lacustre y aéreo.

 Dominio nacional marítimo.


Debemos atender, en primer lugar, al artículo 593, que define el mar territorial, como
aquél mar adyacente, hasta la distancia de 12 millas marinas 14 medidas desde las
respectivas líneas de base. El mar territorial es de dominio nacional. Define también lo
que se entiende por zona contigua, espacio marítimo que se extiende hasta la
distancia de 24 millas marinas, medidas desde las respectivas líneas de base. En la
zona contigua, el Estado ejerce jurisdicción para objetos concernientes a la prevención
y sanción de las infracciones de sus leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de

14
Una milla marina, equivale a 1.852 metros.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 43


inmigración o sanitarios. Finalmente, las aguas interiores del Estado son las aguas
situadas en el interior de las líneas de base del mar territorial.
El artículo 596 define la zona económica exclusiva, como el mar adyacente que se
extiende hasta las 200 millas contadas desde las líneas de base del mar territorial
(establecidas por el Decreto Supremo número 416 de RR.EE., publicado en el Diario
Oficial de 15 de julio de 1977).
Otras disposiciones atinentes a la materia son los artículos 585, 594 (que define que se
entiende por playa de mar), 604, 612, 613 y 614, todos del Código Civil.
Fuera del ámbito del Código Civil, cabe señalar el Decreto Ley N° 2.222, sobre Ley de
Navegación; el Decreto con Fuerza de Ley N° 292, referido a la Ley Orgánica de la
Dirección General de Territorio Marítimo y de Marina Mercante; la Ley general de
Pesca y Acuicultura, etc.

 Dominio nacional terrestre.


Comprende todos los bienes nacionales de uso público situados en la superficie del
territorio del Estado (artículos 589 y 592). Entre otras leyes atinentes, cabe citar la Ley
Orgánica Constitucional de Municipalidades (conforme a la cual, la administración de
los bienes nacionales de uso público situados en la Comuna respectiva, corresponden
al municipio), la Ley General de Urbanismo y Construcciones, la Ley Orgánica del
Ministerio de Obras Públicas, etc.

 Dominio nacional fluvial y lacustre.


Comprende todas las aguas del territorio nacional. De conformidad al artículo 595,
todas las aguas son bienes nacionales de uso público. El artículo 5 del Código de Aguas
reitera la norma agregando que se otorga a los particulares el derecho de
aprovechamiento de las aguas. El artículo 6 del mismo Código dispone que tal derecho
de aprovechamiento es un derecho real que recae sobre las aguas y consiste en el uso
y goce de ellas, pudiendo su titular disponer del mismo. Estas disposiciones no hacen
sino aplicar el principio general contemplado en el último inciso del artículo 19
número 24 de la Constitución Política de la República, que reza: “Los derechos de los
particulares sobre las aguas, reconocidas o constituidas en conformidad a la ley,
otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos”.
Cuando los derechos de aprovechamiento de aguas no se encuentran inscritos en el
Registro de Propiedad de Aguas del Conservador de Bienes Raíces respectivo, debe
solicitarse la merced de aguas a la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras
Públicas. Las inscripciones de aguas deben practicarse en el Conservador de Bienes
Raíces que tenga competencia en la comuna en que se encuentre ubicada la bocatoma
del canal matriz en el cauce natural (lo que explica que hay predios inscritos en un
Conservador (Peñaflor, por ejemplo), y sus aguas en otro (Puente Alto, por ejemplo).

 Dominio nacional aéreo.


Se dice que el propietario de un predio es dueño del espacio existente sobre su
inmueble, lo que quiere expresar que tiene derecho a ocuparlo con construcciones,
plantaciones, etc., con las limitaciones que la ley imponga (por ejemplo, en la Ley

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 44


General de Urbanismo y Construcciones o en las normas municipales que regulan el
tipo de construcción en determinadas zonas de la comuna). En relación a esta materia,
dispone el art. 81 del Código Aeronáutico, que ninguna persona podrá oponerse al
sobrevuelo de una aeronave en razón de sus derechos sobre el suelo. Con todo, el
piloto, durante el vuelo no podrá efectuar maniobras innecesarias para la operación
aérea que originen un riesgo para las personas en la superficie o que afecten los
derechos de terceros. Si con motivo de un vuelo se ocasionare algún perjuicio, el
afectado tendrá derecho a indemnización. Por otra parte, cuando se afirma que el
Estado tiene soberanía en el espacio ubicado sobre su territorio, quiere indicarse que
está facultado para regular la utilización de dicho espacio, cuestión de la que se ocupa
el Código Aeronáutico (Ley N° 18.916). En su artículo 1, establece que “El estado de
Chile tiene la soberanía exclusiva del espacio aéreo sobre su territorio”. Por su parte,
el artículo 2 previene que “Las aeronaves, sean nacionales o extranjeras, que se
encuentren en el territorio o en el espacio aéreo chileno, y las personas o cosas a
bordo de ellas, están sometidas a las leyes y a la jurisdicción de los tribunales y de las
autoridades chilenas”. Lo anterior, sin perjuicio de que “Las aeronaves militares
extranjeras autorizadas para volar en el espacio aéreo chileno gozarán, mientras se
encuentren en Chile, de los privilegios reconocidos por el derecho internacional”, lo
que constituye, como se recordará, una excepción al principio de la territorialidad de
la ley chilena, consagrado en el artículo 14 del Código Civil. Por lo demás, el inciso 2º
del artículo 2 del Código Aeronáutico consagra el mismo principio de inmunidad para
las aeronaves militares chilenas, las que están sometidas a las leyes y a la jurisdicción
de los tribunales y autoridades chilenas, cualquiera que sea el lugar en que se
encuentren (lo que implica, también, que estamos ante un caso de extraterritorialidad
de la ley chilena).

b.2) Los bienes fiscales.

b.2.1) Concepto.

A diferencia de los bienes nacionales de uso público, los bienes fiscales sí son de
propiedad del Estado. En efecto, el Estado, ente de Derecho Público, puede ser sujeto de
derechos privados, puede ser propietario de bienes. Son los llamados bienes fiscales, los
que constituyen el patrimonio privado del Estado, pertenecen a él, en cuanto sujeto de
relaciones patrimoniales privadas, para cuyos efectos se denomina “Fisco”. De acuerdo al
artículo 589, los bienes fiscales son los bienes nacionales cuyo uso no pertenece a la
nación toda. Teóricamente, el régimen jurídico de estos bienes es el Derecho Privado. Sin
embargo, siempre se han dictado leyes especiales que reglamentan la adquisición,
administración y disposición de estos bienes (actualmente, el Decreto Ley número 1.939,
del año 1977). De tal forma, las normas de Derecho Privado común adquieren sólo un
valor supletorio.
Cabe señalar que a diferencia de los bienes nacionales de uso público, los bienes
fiscales están dentro del comercio humano y pueden adquirirse por prescripción.

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 45


El Ministerio de Bienes Nacionales, a través de la División de Bienes Nacionales, es
el órgano que principalmente administra los bienes fiscales. Sin embargo, todos los
Ministerios y reparticiones públicas en general, poseen bienes fiscales, los que en tal caso,
están bajo la tuición del Ministerio o Servicio correspondiente.

b.2.2) Clases de bienes fiscales.

Los hay de diversa índole:

 Los bienes muebles e inmuebles afectos al funcionamiento de los servicios públicos.


 Los bienes que componen las herencias en las que sucede el Fisco, como heredero
intestado: herencias yacentes que se transforman en herencias vacantes (artículos 995
y 1240).
 Las nuevas islas que se forman en el mar territorial o en ríos y lagos navegables por
buques de más de 100 toneladas (artículo 597). Si el río o lago no admite la navegación
por embarcaciones del tonelaje indicado, la nueva isla podrá ser adquirida por
particulares, conforme a las reglas de la accesión.
 Los impuestos y contribuciones.
 La denominada captura bélica, puede también proporcionar bienes al Fisco, aunque
hoy en día los tratados internacionales la limitan.
 Las tierras que, ubicadas dentro del territorio nacional, carecen de otro dueño
(artículo 590).

2.13. Cosas registrables y no registrables.

a) Conceptos.

Las cosas registrables son aquellos bienes muebles o inmuebles corporales o


incorporales que están sujetos a registro público, por disposición de la ley. Las cosas no
registrables son aquellos bienes muebles o inmuebles corporales o incorporales respecto
de los cuales la ley no exige su incorporación en ningún registro público.

b) Clases de bienes registrables.

La ley exige el registro de diversas clases de bienes corporales o incorporales. Sin


que la enumeración que sigue sea exhaustiva, cabe destacar entre ellos:
i.- Los bienes inmuebles.
Así lo disponen los artículos 686 y siguientes del Código Civil y las normas del
Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces, que estudiaremos más adelante.
ii.- Las naves.
Conforme a los arts. 10 y siguientes de la “Ley de Navegación” (Decreto Ley 2.222
del Ministerio de Defensa Nacional), las naves deben inscribirse en el Registro de
Matrícula correspondiente, según se trate de una “nave mayor” (aquellas de más de
cincuenta toneladas de registro grueso) o de una “nave menor” (las de cincuenta o menos

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 46


toneladas de registro grueso). Dichos registros están a cargo de la Dirección General de
Territorio Marítimo y de Marina Mercante, cuando se trata de naves mayores, y de la
respectiva Capitanía de Puerto, en caso de naves menores (art. 15). Las transferencias o
transmisiones del dominio de las naves, deberán anotarse al margen de su inscripción en
el Registro de Matrícula, bajo sanción de ser inoponibles a terceros (art. 10).
iii.- Las aeronaves.
Conforme a las normas del Código Aeronáutico (arts. 32 y siguientes), las
aeronaves deben inscribirse en el “Registro Nacional de Aeronaves”, a cargo del
Conservador del Registro Nacional de Aeronaves, adscrito a la Dirección General de
Aeronáutica Civil. Dicho Conservador se encuentra en la capital de la República (art. 44).
iv.- Los vehículos motorizados.
Regula su inscripción la Ley N° 18.290, “Ley de Tránsito”, arts. 33 y siguientes.
Conforme al art. 34, inc. 1°, el Servicio de Registro Civil e Identificación llevará un Registro
de Vehículos Motorizados, en el que se inscribirán los vehículos y la individualización de
sus propietarios y se anotarán las patentes únicas que otorgue.
v.- Los derechos en sociedades colectivas mercantiles, de responsabilidad limitada,
anónimas o por acciones.
De acuerdo a las normas del Código de Comercio, la constitución de una sociedad
colectiva mercantil se forma y prueba por escritura pública, debidamente inscrita en el
Registro de Comercio del Conservador de Bienes Raíces correspondiente al domicilio de la
sociedad (arts. 350 y 354). Lo mismo debe hacerse en caso de modificación de la sociedad.
En cualquiera de estos casos, la inscripción deberá hacerse antes de expirar los sesenta
días siguientes a la fecha de la escritura de constitución o de modificación. La omisión de
la inscripción oportuna produce nulidad absoluta (art. 355 A).
El art. 3 de la Ley N° 3.918, sobre sociedades de responsabilidad limitada, dispone
que un extracto de la escritura social o de su modificación, será registrado en la forma y
plazo que determina el Código de Comercio para las sociedades colectivas mercantiles.
El art. 5 de la Ley N° 18.046, sobre sociedades anónimas, establece que un extracto
de la escritura social, autorizado por el notario respectivo, deberá inscribirse en el Registro
de Comercio correspondiente al domicilio de la sociedad y publicarse por una sola vez en
el Diario Oficial. La inscripción y publicación deberán efectuarse dentro del plazo de 60
días contado desde la fecha de la escritura social.
El art. 426 del Código de Comercio, en las normas de las Sociedades por Acciones,
señala que dentro del plazo de un mes, contado desde la fecha del acto de constitución
social, un extracto del mismo, autorizado por el notario respectivo, deberá inscribirse en
el Registro de Comercio correspondiente al domicilio de la sociedad. Lo mismo deberá
hacerse con las modificaciones que experimente la sociedad (art. 427).
vi.- Los títulos representativos de acciones en sociedades anónimas.
Las acciones que una persona natural o jurídica posea en una sociedad anónima,
deben incorporarse en un “registro de accionistas”. El art. 7 del Reglamento de Sociedades
Anónimas (Decreto Supremo N° 702, del Ministerio de Hacienda, publicado en el Diario
Oficial con fecha 6 de julio de 2012), se refiere al registro de accionistas. Dispone esta
norma: “La sociedad anónima deberá llevar un Registro de Accionistas en el que se
anotará, a lo menos, el nombre, domicilio y cédula nacional de identidad o rol único

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 47


tributario de cada accionista, si lo tuviera, la serie, si la hubiere, y el número de acciones
de que sea titular, la fecha en que éstas se hayan inscrito a su nombre y, tratándose de
acciones suscritas y no pagadas, la forma y oportunidades de pago de ellas. / Igualmente,
en el Registro deberá inscribirse la constitución de gravámenes y de derechos reales
distintos al de dominio y hacerse referencia a los pactos particulares relativos a cesión de
acciones. / En caso que algún accionista transfiera todo o parte de sus acciones deberá
anotarse en el Registro esta circunstancia. / La apertura del Registro de Accionistas se
efectuará el día del otorgamiento de la escritura de constitución”.
vii.- Las armas.
Dispone el art. 5 de la Ley N° 17.798, “Sobre Control de Armas”, que toda arma de
fuego cuya adquisición permita la misma ley, deberá ser inscrita a nombre de su poseedor
o tenedor ante la Dirección General de Movilización Nacional, entidad que llevará un
Registro Nacional de las inscripciones de armas.
viii.- Los derechos emanados de la propiedad industrial.
Dispone el art. 2 de la Ley N° 19.039, sobre Propiedad Industrial, que los derechos
de propiedad industrial que en conformidad a la ley sean objeto de inscripción, adquirirán
plena vigencia a partir de su registro. Tales derechos deben inscribirse en el Instituto
Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), del Ministerio de Economía, Fomento y
Reconstrucción. Entre otros, se inscriben las patentes de invención, modelos de utilidad,
dibujos y diseños industriales, marcas, etc.
ix.- Los derechos emanados de la propiedad intelectual.
Conforme al art. 72 de la Ley N° 17.336, sobre Propiedad Intelectual, en el Registro
de Propiedad Intelectual deberán inscribirse los derechos de autor y derechos conexos
que esta ley establece. La transferencia total o parcial de los derechos de autor o de
derechos conexos, a cualquier título, deberá inscribirse en el Registro dentro del plazo de
sesenta días, contados desde la fecha de celebración del respectivo acto o contrato (art.
73). Son derechos conexos al derecho de autor los que esta ley otorga a los artistas,
intérpretes y ejecutantes para permitir o prohibir la difusión de sus producciones y
percibir una remuneración por el uso público de las mismas, sin perjuicio de las que
corresponden al autor de la obra (art. 65).
El organismo que tiene a su cargo el Registro de los derechos de autor y derechos
conexos, es el Departamento de Derechos Intelectuales, dependiente de la Dirección de
Bibliotecas, Archivos y Museos.
La citada ley protege, entre otros, los libros, folletos, artículos, conferencias, obras
dramáticas, composiciones musicales, obras teatrales, fotografías, pinturas, esculturas,
etc.
x.- Las mascotas y animales de compañía.
Regula esta materia la Ley N° 21.020, “Sobre Tenencia Responsable de Mascotas y
Animales de Compañía”, publicada en el Diario Oficial de fecha 2 de agosto de 2017.
Esta ley creó seis registros nacionales relativos a las mascotas y los animales de
compañía, cuya mantención y administración está a cargo del Ministerio del Interior y
Seguridad Pública (art. 15).

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 48


Los dueños de mascotas o animales de compañía o de animales potencialmente
peligrosos de la especie canina deberán inscribirlos en el respectivo registro, en la forma y
plazo que establece el reglamento de la ley.

c) Razones por las que se exige el registro de ciertos bienes.

Que ciertas cosas, muebles e inmuebles, estén sujetas a registro, es decir, que
deban incorporarse en registros públicos, se explica por variadas razones. Las principales
son:
i.- Para realizar la tradición de los derechos reales que puedan constituirse sobre estas
cosas, como acontece con los bienes inmuebles (art. 686 del Código Civil). En este caso el
registro es el del Conservador de Bienes Raíces.
ii.- Para darle publicidad a la transferencia o transmisión del dominio de las cosas o a la
constitución de otros derechos reales sobre ellas.
iii.- Para conocer la historia de la secuencia de propietarios o poseedores de las cosas.
iv.- Para entrar en posesión de los bienes inmuebles (arts. 724 y 728).
v.- Para que los herederos puedan disponer de los inmuebles hereditarios (art. 688) o de
los bienes muebles registrables.
vi.- Para que, en ciertos casos, los actos jurídicos que recaen en esta clase de cosas, como
por ejemplo aquellos en virtud de los cuales sean enajenadas o gravadas, puedan ser
oponibles a terceros.
vii.- Para la existencia y para la validez del acto jurídico que sobre ellos recae. Nos
remitimos al ejemplo ya citado del art. 1552 del Código Civil y Comercial argentino,
respecto de las de cosas muebles registrables. En nuestro Derecho, puede citarse el
contrato de hipoteca, para quienes consideran que sólo nace una vez inscrita la respectiva
escritura pública.

______________________******_____________________

Los Bienes – Juan Andrés Orrego Acuña 49


EL DERECHO REAL DE CONSERVACIÓN1

1.- Origen, fundamentos constitucionales y finalidades de la institución.

Este derecho real se creó por la Ley N° 20.930 (en adelante “la Ley”), publicada en
el Diario Oficial de 25 de junio de 2016. Se originó esta Ley en una moción parlamentaria,
presentada en el año 2008.2 En dicha iniciativa legislativa, se alude a figuras semejantes
originadas en los Estados Unidos de América hace algunas décadas, que facilitan a los
propietarios de inmuebles “para manejar armónicamente sus bienes raíces desde el punto
de vista de la conservación ambiental”. Se agrega que “En los Estados Unidos esta
herramienta que se usa muy comúnmente se llama ‘conservation easement’ o
servidumbre de conservación” y que como resultado de su empleo, “se produjo un
impresionante aumento de la conservación practicada por privados en los Estados
Unidos”. En cambio, en Chile, expresaban los autores del Proyecto de Ley, “Nuestra
legislación no reconoce el derecho real de conservación, el cual es muy relevante para
permitir que los objetivos y actividades de protección de la biodiversidad y de
conservación ambiental se lleven a la práctica a través de medios adecuados, obligando a
su cumplimiento por los propietarios que decidan afectar sus inmuebles”. Se pretendía así
desarrollar la “conservación privada”, como mecanismo complementario de aquella
impulsada por el Estado.
En efecto, la creación de este derecho real supone incorporar de manera más
efectiva a los privados en los esfuerzos tendientes a la conservación del patrimonio
ambiental. En tal sentido, se ha dicho, “El medio ambiente es un derecho de tercera
generación que interesa a un gran número de personas que comparten la preocupación
por la sustentabilidad y la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras. Es por
eso que su protección generalmente es atribuida al derecho público, el cual ha intentado
regular de manera preventiva los impactos de la actividad humana. Para conseguirlo, hoy
existe el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, el Sistema Nacional de Áreas
Silvestres Protegidas, administrado por el Estado, y los Planes de Manejo, Prevención o
Descontaminación. A su vez, el derecho privado tiene una participación bastante más
acotada. Más allá de que parte de la doctrina ha planteado la función protectora del
ambiente de algunos artículos del Código Civil, lo cierto es que opera sólo de manera ex
post al daño a través del sistema de responsabilidad por daño ambiental. La novedad del
DRC es que por primera vez el legislador ha dotado al particular de una institución de
corte privado para que participe de la conservación del medio ambiente con antelación al
daño”.3

1
Fecha de última modificación: 17 de enero de 2017.
2
Revisar “Historia de la Ley N° 20.930”, en www.congreso.cl.
3
Tisné Niemann, Jorge, “Comentario al derecho real de conservación”, en El Mercurio Legal, 24 de junio de
2016.

1
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
En el mismo sentido, en el acto de promulgación de la Ley, el Ministro del Medio
Ambiente, Pablo Badenier, afirmó: “A nuestro juicio, se trata de una herramienta que
incentiva y permite formalizar iniciativas de conservación privada, complementando así –
desde el derecho privado- el rol del Estado en la protección de nuestro patrimonio
natural, sobre todo en su aporte a cubrir vacíos de ecosistemas sub representados,
mitigando amenazas o favoreciendo la conectividad territorial y biológica de las áreas
protegidas ya existentes (…) Esto permitirá, por ejemplo, que dueños de predios levanten
financiamiento para una adecuada protección de esos terrenos, y que organizaciones
interesadas en la conservación focalicen sus recursos en actividades de manejo en vez de
destinar grandes sumas a comprar terrenos”.4
Los fundamentos constitucionales de la Ley, se encuentran en las siguientes
normas de la Carta Política:
a) Art. 19, N° 8, derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Se afirma
en el Proyecto de Ley que “la Constitución obliga al Estado a proteger el derecho a vivir en
un medio incontaminado y a preservar la naturaleza, de manera tal que la aprobación de
una ley sobre el derecho real de conservación sería un importante vehículo para dar
cumplimiento a estos deberes constitucionales del Estado chileno, y a la obligación
constitucional que le exige respetar y promover aquel derecho fundamental conforme al
artículo 5° inciso 2° de la Ley Suprema. Además, si el referido art. 19 n° 8 autoriza a
imponer forzosamente restricciones específicas a ciertos derechos o libertades con fines
ambientales, con mayor mérito todavía podrá limitarse el derecho de propiedad cuando
así lo decide voluntariamente el dueño”.5
b) Art. 19, N° 1, derecho a la vida.
c) Art. 19, N° 9, protección de la salud.
d) Art. 19, N° 24, inc. 1°, la Constitución asegura a todas las personas el derecho de
propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales o incorporales.
Expresa la Moción Parlamentaria que “De este precepto constitucional se desprende que
el derecho real de conservación en cuanto bien incorporal estará protegido jurídicamente
como objeto del derecho de propiedad”.
e) Art. 19, N° 24, inc. 2°. Refiere la Moción que “Esta norma expresa que la función social
del dominio, que autoriza a imponer limitaciones u obligaciones al dueño, admite entre
sus causales justificantes los intereses generales de la Nación y la conservación del
patrimonio ambiental. Es pertinente recalcar que estas limitaciones y obligaciones son
inherentes al derecho de propiedad y, por esa razón, no conllevan una indemnización. De
esto se deriva que más aún será lícito que el mismo dueño decida ‘auto restringir’ su
derecho de dominio”.
“En conclusión –señala la referida Moción- la Carta Fundamental chilena expresa
un claro espíritu a favor de la conservación ambiental. Si la Constitución permite limitar
exógenamente el derecho de propiedad, con mayor razón esto será válido si se hace

4
www.portal.mma.gob.cl
5
“Historia de la Ley N° 20.930”.

2
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
voluntariamente por el dueño. Por lo tanto, la introducción de esta figura a nuestro
ordenamiento jurídico es plenamente coherente con la Constitución”.6
Las finalidades de la ley, se resumen en el Proyecto de la siguiente forma:
a) Proporcionar un marco jurídico idóneo para la conservación ambiental.
b) Facilitar a los propietarios de inmuebles contribuir con este propósito, mediante un
mecanismo simple y eficaz.
c) Servir como plataforma de inversión en ecología.
d) Operar como instrumento de fomento de la conservación ambiental.
e) Asegurar que los inmuebles afectados estarán efectivamente resguardados y
contribuirán a la finalidad de conservar el ambiente.
f) Generar un mercado donde se pueden transferir los derechos reales de conservación.

2.- Regulación

El derecho real de conservación se rige por las siguientes normas:


a) Las disposiciones de la Ley N° 20.930 (13 artículos).
b) Los arts. 826, 828, 829 y 830 del Código Civil, en lo no previsto por la Ley N° 20.930 ni
por el contrato constitutivo que sirve de título para adquirir el derecho de conservación.
Estos cuatro artículos forman parte del Título XI del Libro II del Código Civil, “De las
servidumbres” y se encuentran dentro de las normas generales aplicables a este derecho
real:
● El art. 826 dispone: “Dividido el predio sirviente, no varía la servidumbre que estaba
constituida en él, y deben sufrirla aquel o aquellos a quienes toque la parte en que se
ejercía”. De esta manera, la división del predio gravado con el derecho real de
conservación no lo afectará, y podrá ejercerse sobre todos los inmuebles resultantes de la
subdivisión, o sobre uno o algunos de éstos, si el derecho real de conservación no se
extendía a todo el predio que fue subdividido. Por lo demás, el art. 3 de la Ley establece
que el derecho real de conservación “es inseparable del inmueble o de la parte de él que
se grava”.
● El art. 828 establece: “El que tiene derecho a una servidumbre, lo tiene igualmente a los
medios necesarios para ejercerla. Así, el que tiene derecho a sacar agua de una fuente
situada en la heredad vecina, tiene el derecho de tránsito para ir a ella, aunque no se haya
establecido expresamente en el título”. Luis Claro Solar refiere al efecto: “Este derecho del
titular de la servidumbre (…) es una consecuencia imprescindible de la existencia de la
servidumbre que no pudo pasar desapercibida al lógico criterio de los juristas romanos.
Así, Ulpianus y Neratius, refiriéndose precisamente a la servidumbre que el Código pone
como ejemplo, decían: (…) el que tiene el derecho de sacar agua parece que también tiene
el de camino para ir a sacarla (…) Paulus, daba análoga solución en el caso de una
servidumbre de tránsito por un predio que se hallaba por un nivel más elevado que el
predio dominante y resolvía que el propietario del predio dominante podía hacer gradas o
declives para aprovechar la servidumbre en cuanto ello fuera estrictamente necesario (…)
Lo mismo resolvía Pomponius para la servidumbre de acueducto que, según decía,

6
Ídem.

3
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
otorgaba a su titular tácitamente el derecho de reparar el cauce dentro de la heredad
sirviente y de entrar en ésta con los operarios y materiales necesarios para dichas
reparaciones (…) La disposición del art. 828 es, como se ve, la aplicación del principio de la
lógica que debe presumirse en el establecimiento de una servidumbre, que quien quiere
el fin quiere los medios necesarios para su realización, pues sin ellos la servidumbre sería
en el hecho inútil para la imposibilidad de ejercitarla”. De esto resulta, dice Claro Solar,
que hay servidumbres accesorias a las que el dueño del predio dominante tiene derecho
como titular de la servidumbre principal.7 Todo lo anterior debe aplicarse entonces para el
caso de constituir un derecho real de conservación.
● El art. 829, consigna: “El que goza de una servidumbre puede hacer las obras
indispensables para ejercerla; pero serán a su costa, si no se ha establecido lo contrario; y
aun cuando el dueño de predio sirviente se haya obligado a hacerlas o repararlas, le será
lícito exonerarse de la obligación abandonando la parte del predio en que deban hacerse
o conservarse las obras”. Luis Claro Solar señala que para que exista esta obligación del
dueño del predio gravado con la servidumbre de “hacer las obras indispensables para
ejercerla”, es necesario que se haya estipulado expresamente al constituirse una
servidumbre, o durante el ejercicio de una servidumbre.8 Tratándose del derecho real de
conservación, será necesario entonces que así se hubiere pactado en el “contrato
constitutivo” al que más adelante nos referiremos. En cuanto a la posibilidad de
“abandonar” el predio para liberarse de la servidumbre, nos parece que no operaría en el
caso de un derecho real de conservación, pues el art. 12 de la Ley, que se refiere a la
extinción del derecho, nada dice al efecto (a menos que se entienda que esta hipótesis
queda comprendida en la frase “El derecho de conservación se extinguirá por las causales
generales de terminación de los derechos reales”, lo que nos resulta improbable).
● Por su parte, el art. 830 preceptúa: “El dueño de un predio sirviente no puede alterar,
disminuir, ni hacer más incómoda para el predio dominante la servidumbre con que está
gravado el suyo. / Con todo, si por el transcurso del tiempo llegare a serle más oneroso el
modo primitivo de la servidumbre, podrá proponer que se varíe a su costa; y si las
variaciones no perjudican al predio dominante, deberán ser aceptadas”. Constituido el
derecho real de conservación, el propietario del predio gravado no podrá modificar de
manera unilateral los términos del contrato constitutivo ni por ende los alcances del
derecho real de conservación. Pero si se acreditaré que los términos del contrato y el
gravamen y derecho nacidos de aquél resultan más onerosos para el dueño del inmueble,
podrá solicitar que varíen las condiciones pactadas, y ellas deberán ser aceptadas por el
titular del derecho real, cuando las modificaciones propuestas no lo perjudiquen, es decir,
cuando a pesar de tales variaciones, se alcancen los fines de conservación previstos
originalmente.
c) Las normas de la Ley N° 19.300, sobre “Bases Generales del Medio Ambiente”, en dos
sentidos:
c.1) Se aplicarán las definiciones comprendidas en su art. 2°.

7
Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, Tomo 9°, “De Los Bienes”, Santiago
de Chile, Editorial Nascimento, 1935, pp. 48 y 49.
8
Claro Solar, Luis, ob. cit., p. 52.

4
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
c.2) En forma supletoria, las demás disposiciones de dicho cuerpo legal.

3.- Definición de derecho de conservación.

Conforme al inc. 1° del art. 2 de la Ley, “El derecho de conservación es un derecho


real que consiste en la facultad de conservar el patrimonio ambiental de un predio o de
ciertos atributos o funciones de éste”.
La definición sugiere los siguientes comentarios:
a) Nos encontramos ante un derecho real, al cual se le debe aplicar la definición de esa
clase de derechos del art. 577 del Código Civil.
b) El derecho se constituye sobre un predio o sobre una parte de un predio (art. 3°). Según
veremos, es necesario otorgar un plano, que se protocolice al otorgar la escritura pública
respectiva, en el que se identifique la parte del predio gravada con el derecho real de
conservación.
c) Conforme a su definición, el derecho consiste en “la facultad de conservar”, el ius
conservandi, la que se ejercerá de conformidad a las normas establecidas en la Ley y en el
contrato constitutivo (inc. 2°). Esta “facultad de conservar”, limita por ende las facultades
de uso, de goce y de disposición material del propietario. El inmueble sobre el cual se
ejerce esta facultad de conservar, queda gravado con la misma.
Ahora bien, como se ha destacado, al poner la definición el énfasis en la “facultad”,
la institución cobra una fisonomía distinta de la servidumbre, que acentúa la noción de
“gravamen” (art. 820). La cuestión no es pura retórica. Ello, porque “El derecho real de
conservación viene a agregar una nueva facultad principal: la facultad de conservar –ius
conservandi-. De este modo se facilita la delineación de nuevos bienes que vienen a
constituir nueva riqueza, a veces denominada capital natural, y por lo mismo, se facilita la
circulación de la nueva riqueza. En este sentido, el derecho real de conservación, al estar
estructurado por medio de una facultad principal y activa, su forma se focaliza en la
delineación de nuevos bienes y no en la restricción de la propiedad tradicional. Es
importante notar que el derecho real de conservación, analizado desde la perspectiva del
derecho de propiedad o dominio será ciertamente considerado como una limitación del
mismo, pero lo será en un carácter similar al derecho de usufructo. Esto lo diferencia
sustancialmente de gravámenes como las servidumbres”. 9 En el mismo sentido, se
expresa en la Moción Parlamentaria: “El derecho real de conservación se distingue de la
servidumbre, ya que ésta presenta una lógica y una finalidad diversas, y un objeto mucho
más reducido, amén de suponer la relación necesaria entre dos o más inmuebles, unos
dominantes y otros sirvientes. En cambio, el derecho real de conservación, aun cuando
limita el dominio de un bien raíz, no favorece a otro inmueble determinado, como la
servidumbre predial, sino a la comunidad en su conjunto: se puede afirmar entonces que
se beneficia, directa o indirectamente, a todos los miembros de la sociedad, protegiendo
el ecosistema para las generaciones actuales y venideras, y, en definitiva, contribuyendo al
cuidado de la biosfera”.10

9
“Derecho Real de Conservación: Su Origen y Bases Teóricas”, en www.centroderechoconservación.org.
10
“Historia de la Ley N° 20.930”.

5
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
Cabe acotar que no era esta la mirada que inicialmente tenía el legislador. En el
Proyecto de Ley respectivo, se definía el derecho de la siguiente manera: “El derecho real
de conservación consiste en una limitación al dominio de un inmueble, que se constituye
voluntariamente con la finalidad de contribuir a conservar el ambiente, en beneficio de la
comunidad en su conjunto, cuyo ejercicio y protección quedan especialmente entregados
a una persona jurídica determinada en calidad de titular, y en virtud del cual se imponen
ciertos gravámenes al bien raíz afectado”.
Además, el derecho, en su definición, deja en claro que se origina en beneficio de
una persona natural o jurídica determinada, y no sólo “en beneficio de la comunidad en su
conjunto”, como se expresaba en el Proyecto (art. 2, inc. 1° del Proyecto). El titular del
derecho, además, puede ser una persona natural, y no sólo una persona jurídica, como se
planteaba originalmente.
Como puede observarse, la definición que terminó por imponerse, enfatiza que el
derecho crea nueva riqueza (constituye un activo para su titular) y además se enmarca en
el principio de libre circulación de la misma, al permitirse su trasferencia. Esta visión del
derecho permitió también que se admitiera su duración indefinida.11
d) Aquello que ha de conservarse, es “el patrimonio ambiental de un predio” o “ciertos
atributos o funciones de éste”. Aquí debe hacerse una prevención: por la redacción del
inc. 1° del art. 2, pareciera que la frase “ciertos atributos o funciones de éste”, está
referida a la expresión “predio”, que la antecedente. No es así, sin embargo. Se desprende
de la Historia de la Ley y del inc. 3° del art. 3, que dichos “atributos o funciones” lo son del
“patrimonio ambiental” del predio. No se trata entonces de “atributos o funciones” del
inmueble, sino que de su “patrimonio ambiental”.
e) El mismo inciso 1° agrega que este derecho se constituye en forma libre y voluntaria
por el propietario del predio. No se le puede imponer por ende. De no mediar la voluntad
del dueño del inmueble, no puede nacer este derecho.
f) El derecho puede constituirse en beneficio de cualquier persona natural o jurídica,
siempre que esté debidamente determinada.12

4.- Características del derecho.

11
“Derecho Real de Conservación: Su Origen y Bases Teóricas”, en www.centroderechoconservación.org.
12
En el proyecto de ley, sólo podía constituirse el derecho en favor de una persona jurídica (art. 2). El art. 5,
precisaba que sólo podrían ser titulares las siguientes personas jurídicas:
1. El Ministerio de Bienes Nacionales;
2. La Comisión Nacional del Medio Ambiente;
3. La Corporación Nacional Forestal, CONAF;
4. Las Municipalidades; o
5. Las Corporaciones y Fundaciones constituidas con sujeción al Título XXXIII del Libro I del Código Civil, que
tengan como objeto o fin exclusivo la conservación, preservación, promoción o protección del ambiente, la
naturaleza, la biodiversidad o las áreas silvestres protegidas; o la contribución y el fomento a la educación,
investigación, capacitación o formación de conciencia sobre la ecología, el cuidado del ambiente y los
recursos naturales; o el manejo, control, restauración, protección o mantención de zonas, lugares o
inmuebles que sean de considerable valor o interés ambiental, histórico, cultura¡, científico o arqueológico,
que hayan sido declarados así por las autoridades públicas competentes.

6
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
Se señalan algunas de ellas en el art. 3° de la Ley. Otras podemos deducirlas de las
normas de la Ley. Son tales:

a) Se trata de un derecho real, distinto del derecho de dominio.

b) Es un derecho real inmueble: el derecho se ejerce sobre un inmueble o sobre la parte


de un inmueble y por ende tiene tal naturaleza (art. 580 del Código Civil). Para los efectos
de la Ley, “los atributos o funciones del patrimonio ambiental del predio se considerarán
inmuebles” (art. 3, inc. 2°).

c) Es un derecho que recae en cosa ajena. Por ende, es un derecho real dependiente del
dominio, deben coexistir ambos derechos.

d) Es un derecho limitativo del dominio.13

e) Es un derecho transferible. Sin embargo, se contemplan dos excepciones a este último


carácter:
● El derecho no será transferible, si las partes así lo pactaren en el contrato constitutivo
(art. 9).
● Tampoco se transferirá, en principio, en el caso de una venta forzada, realizada por la
ejecución promovida por un acreedor hipotecario cuya hipoteca sea preferente al derecho
real de conservación. Lo anterior, a menos que el adquirente del inmueble consienta en la
mantención del derecho (art. 11).

f) Es un derecho transmisible.
Si el derecho se hubiere constituido en favor de una persona natural, a su muerte
lo transmitirá a sus herederos.

g) Es un derecho inembargable.
Queda por ende excluido del derecho de prenda general de los acreedores del
titular.
Durante la tramitación del Proyecto de Ley, se discutió el punto. Se sostuvo por
algunos que no había argumento alguno para establecer tal inembargabilidad. Pero
prevaleció la tesis opuesta, afirmándose que el derecho importa, de algún modo, la
existencia de un interés prevaleciente de la sociedad que está comprometido.
Se precisó también durante la discusión legislativa que lo inembargable es el
derecho real de conservación, y no el predio sobre el cual recae.14

13
Se expresa en la “Moción Parlamentaria” (Boletín N° 582307) que “… concretamente el derecho real de
conservación se traduce y consiste en una limitación que afecta a uno o más inmuebles, o a una parte de un
bien raíz. De este modo, además de las limitaciones tradicionales fideicomiso, usufructo, uso o habitación y
servidumbre, el dominio de un inmueble ahora podrá quedar gravado por el derecho real de conservación,
con un claro propósito ambiental”: “Historia de la Ley N° 20.930”.
14
“Historia de la Ley N° 20.930”.

7
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
h) Es un derecho indivisible.

i) Es un derecho inseparable del inmueble o de la parte de él que se grava.

j) Es un derecho que se puede constituir sobre cualquier bien inmueble, sea rústico o
urbano.

k) Es un derecho de duración indefinida, salvo que las partes acuerden lo contrario.

l) Es un derecho que sólo puede nacer dentro de un cierto plazo. Según veremos, si no se
solicita la inscripción del contrato en el plazo de 60 días, el derecho no podrá originarse.

m) Es un derecho real de goce. Esto, como dice Hernán Corral, “en un sentido lato”, ya
que la utilidad de la conservación no irá en beneficio directo del titular, sino de toda la
comunidad. Además, en principio, el titular del derecho no percibirá los frutos que deriven
de la conservación del inmueble.

n) Las normas que lo regulan, como ocurre con los derechos reales, son de orden público.
No es posible modificarlas o excluirlas de la respectiva relación jurídica. Por ello, si el
contrato no se ajusta a lo previsto en la Ley, será nulo (art. 6).

5.- Titulares del derecho.

Toda persona natural o jurídica, pública o privada, podrá ser titular del derecho
real de conservación (art. 4). Por ende, las personas jurídicas de Derecho privado podrán
tener o no fines de lucro.

6.- Contrato constitutivo y adquisición del derecho de conservación.

a) Partes del contrato.

El contrato se celebra entre el propietario de un inmueble (sujeto pasivo) y


cualquier persona natural o jurídica (sujeto activo). El primero se obliga a conceder el
derecho de conservación. El segundo, adquiere un crédito, en virtud del cual puede exigir
al dueño del predio que le constituya el derecho real de conservación. Una vez inscrito el
contrato, adquiere el ius conservandi, es decir “el derecho a preservar”.
El art. 2 de la Ley exige que el derecho lo constituya “el propietario del predio”, de
manera que debe descartarse la posibilidad de que el constituyente sea un usufructuario,
por ejemplo.
Nada obsta a que cada parte esté formada por una o varias personas. Así lo
establece expresamente el art. 7, N° 6.

b) Solemnidad del contrato (art. 5).

8
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
Dispone la Ley que el contrato mediante el cual se “constituye” el derecho real de
conservación deberá celebrarse por escritura pública, la cual, además, servirá como título
para requerir la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces correspondiente (inc. 1°).
Se trata de una solemnidad propiamente tal, cuya omisión ocasionará la nulidad
absoluta (art. 1682, inc. 1°) o, a juicio de otro, la inexistencia del acto en cuestión.
En rigor, no es correcto afirmar que mediante el contrato “se constituye” el
derecho real de conservación, pues esté quedará en verdad constituido con la inscripción
del contrato. Por el contrato, entonces, el dueño de un predio “se obliga” a constituir el
derecho real de conservación en favor de una persona natural o jurídica determinada.
El contrato será el “título” y su posterior inscripción corresponde al “modo”,
tradición en este caso.
El contrato en cuestión podrá ser gratuito u oneroso (art. 7, N° 3). En el primer
caso, un contrato de donación por ejemplo. En el segundo caso, un contrato de
compraventa por ejemplo. Como expresa Hernán Corral, “El legislador parece asumir que
está hablando de un contrato innominado, pero parece claro que se aplicarán los
contratos típicos que sirven para la transferencia o constitución de derechos reales, como
la compraventa o la donación. La constitución gratuita del derecho real implicará
claramente una donación, por lo que deberán aplicarse las reglas sobre insinuación y
solemnidades para donaciones inmuebles”.15

c) Objeto del contrato.

De acuerdo a la propia definición del derecho real que nace del contrato, se trata
de conservar “el patrimonio ambiental de un predio” o “ciertos atributos o funciones de
éste”.
Este objeto o fin del contrato debemos relacionarlo con lo dispuesto en el art. 19,
N° 24 de la Constitución Política de la República, en cuanto ahí se declara que “Sólo la ley
puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de ella y las
limitaciones y obligaciones que deriven de su función social. Esta comprende cuanto
exijan los intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad
públicas y la conservación del patrimonio ambiental”.
Como puede observarse, “la conservación del patrimonio ambiental” es uno de los
cinco aspectos comprendidos en la “función social” de la propiedad.
¿Qué debe entenderse por “patrimonio ambiental”? La voz “patrimonio”, en el
contexto de la Ley, debemos entenderla en su acepción natural, esto es, como un
conjunto de bienes. Y la palabra “ambiental”, de acuerdo al Diccionario de la Lengua, es lo
“Perteneciente o relativo al ambiente”. Y de las distintas acepciones de “ambiente”, nos
parece que la que mejor calza con la materia que estudiamos es aquella que lo describe
como “Condiciones o circunstancias físicas, sociales, económicas, etc., de un lugar, de una
reunión, de una colectividad o de una época”.16 Así las cosas, podríamos entender que el

15
Corral Talciani, Hernán, “Derecho y Academia. El Blog de Hernán Corral”,
www.corraltalciani.wordpress.com.
16
Diccionario de la Lengua Española, 22ª edición, 2001, tomo 1, Espasa Calpe S.A., Impreso en Argentina, p.
134.

9
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
“patrimonio ambiental” de un inmueble corresponde al conjunto de bienes que se
encuentran en éste y que de acuerdo a las condiciones o circunstancias físicas, sociales,
económicas, etc., se consideran relevantes para una colectividad en un momento o época
determinada. Y por “atributos o funciones” de dicho patrimonio ambiental, uno o más
aspectos específicos del mismo.
Como puede observarse, el “patrimonio ambiental” no se circunscribe sólo a
factores ecológicos o de conservación de la flora y de la fauna de un predio o de los
ecosistemas presentes en él, sino que se extiende a otros aspectos, como por ejemplo
sitios de interés cultural o histórico, las edificaciones o instalaciones existentes en él, etc.
Así por lo demás se dejó en claro en la Moción Parlamentaria: “Asimismo se
incluye entre los objetivos de conservación ambiental un criterio más amplio, que
comprende el resguardo, mantención, restauración y protección de zonas, lugares o
inmuebles que sean de considerable valor o interés además de ambiental, histórico,
cultural, científico o arqueológico”.17
Lo expuesto guarda armonía también con lo dispuesto en la Ley N° 19.300. Este
cuerpo legal alude a la “conservación –o protección- del patrimonio ambiental” en los
arts. 1, 2 (letras b, d y m), en el encabezado del párrafo 4°, 34, 48 ter, 66, 70 (letras m, t bis
y v) y 77. En su art. 1, alude a “la conservación del patrimonio ambiental” como uno de los
fines esenciales de esta ley. A su vez, las definiciones contenidas en el art. 2, deben
aplicarse tratándose del derecho real de conservación, según ya lo expresamos. Aunque
este último precepto no define el “patrimonio ambiental”, sí conceptualiza:
● La “Conservación del Patrimonio Ambiental”: “el uso y aprovechamiento racionales o la
reparación, en su caso, de los componentes del medio ambiente, especialmente aquellos
propios del país que sean únicos, escasos o representativos, con el objeto de asegurar su
permanencia y su capacidad de regeneración” (letra b); y
● El “medio ambiente”: “el sistema global constituido por elementos naturales y
artificiales de naturaleza física, química o biológica, socioculturales y sus interacciones, en
permanente modificación por la acción humana o natural y que rige y condiciona la
existencia y desarrollo de la vida en sus múltiples manifestaciones” (letra ll).

d) Efectos del contrato (art. 6).

En el contrato constitutivo se establecerán los gravámenes al inmueble, que


tendrán como finalidad la conservación del patrimonio ambiental. Para tal efecto, las
partes deberán acordar al menos una de las siguientes prohibiciones, restricciones u
obligaciones:
1) Restricción o prohibición de destinar el inmueble a uno o más determinados fines. La
Ley señala que estos fines pueden ser “inmobiliarios, comerciales, turísticos, industriales,
de explotación agrícola, forestales o de otro tipo”. Considerando la expresión final “o de
otro tipo”, debemos entender que estos fines son meramente ejemplares.
Resulta evidente que esta Restricción o prohibición le imponen al dueño del
inmueble gravado, una obligación de no hacer. En efecto, se le impide darle al predio un

17
“Historia de la Ley N° 20.930”.

10
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
determinado fin, aunque las normas de la Ley de Urbanismo y Construcciones y las de su
Ordenanza o los respectivos instrumentos territoriales a que alude la primera u otras
normas de esa índole lo permitan.
En todo caso, el fin o los fines a los que no puede destinarse el predio, deben estar
debidamente “determinados”.
La respectiva obligación de no hacer, además, puede ser de distinta intensidad. En
algunos casos, puede imponer una “restricción”, de manera que el predio pueda
destinarse a cierto fin, pero respetando ciertas restricciones (por ejemplo, si se trata de un
predio en el cual se emplaza fauna y flora nativa, podría convenirse que el dueño sólo
podrá permitir que ingresen mensualmente al lugar un número determinado de turistas).
En otros casos, puede tratarse derechamente de una “prohibición”, lo que supone excluir
completamente ciertas actividades en el predio (por ejemplo, estipular que durante cinco
años no podrán ingresar turistas o excursionistas al lugar).
2) Obligación de hacerse cargo o de contratar servicios para la mantención, limpieza,
descontaminación, reparación, resguardo, administración o uso y aprovechamiento
racionales del bien raíz.
En este caso, se le impone al dueño del predio obligaciones de hacer, sea que deba
cumplirlas directa o personalmente (“hacerse cargo”), sea que deba cumplirlas a través de
terceros (“contratar servicios”).
3) Obligación de ejecutar o supervisar un plan de manejo acordado en el contrato
constitutivo, con miras al uso y aprovechamiento racionales de los recursos naturales del
inmueble gravado, dentro del marco de un uso sostenible de los mismos.
También nos encontramos ante una obligación de hacer que asume el propietario
del inmueble, conforme a un “plan de manejo” que debe quedar explicitado en el
contrato. Dicho “plan de manejo” podrá ser ejecutado directamente por el propietario del
predio, o eventualmente encomendarle la ejecución a un tercero, caso en el cual el
propietario del predio deberá supervisarlo. Todo ello de acuerdo a lo convenido por las
partes en el contrato constitutivo.
En todo caso, al expresar el inciso 1° del art. 6 que las partes deberán acordar “al
menos” una de las prohibiciones, restricciones u obligaciones mencionadas, deja en claro
que las partes podrían estipular otras, que respondan al mismo fin de la institución y
siempre que sean específicas. La norma no es taxativa por ende.
Se podrán fijar límites de montos para las obligaciones pecuniarias que se
acuerden, así como convenir plazos diferentes para el cumplimiento de los distintos
gravámenes que se establezcan (art. 6, inc. 2°).
El derecho real de conservación se extiende a todas las servidumbres activas
constituidas a favor del inmueble y está sujeto a todas las servidumbres pasivas
preexistentes, o a las nuevas que se puedan establecer por el dueño del predio sin
vulnerar este derecho, o que se impongan posteriormente por mandato legal (art. 6, inc.
3°).
Señala la ley en qué casos –sin perjuicio de las normas de carácter general- serán
nulos los contratos en que se estipulen gravámenes al inmueble:
i.- Que no sean específicos;
ii.- Que sólo consistan en obligarse a cumplir normas vigentes; o

11
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
iii.- Que no se ajusten a lo dispuesto en la Ley N° 20.930 (art. 6, inc. 4°).
En los tres casos recién indicados, la nulidad es absoluta. En el primer caso, por
falta de objeto (el objeto del contrato es indeterminado). En el segundo caso, por falta de
causa (pues la obligación de cumplir las normas vigentes emana de la ley). En el tercero,
por objeto ilícito (la Ley está prohibiendo celebrar un contrato para constituir un derecho
real de conservación, que no se ajuste a los términos de aquella).
No le será lícito al propietario impedir, obstaculizar o perjudicar el ejercicio del
derecho real de conservación (art. 6, inc. 5°). Esta norma es una consecuencia natural de
lo previsto en los arts. 1545 y 1546 del Código Civil (ley del contrato y ejecución de los
contratos de buena fe).
A su vez, el titular del derecho real de conservación podrá o no asumir
obligaciones. Estas podrían se obligaciones de dar –pagar una suma de dinero o precio por
ejemplo- o de hacer o no hacer (art. 7, N° 3: en el contrato se deberá señalar “… el monto
de dinero u otras contraprestaciones que las partes acuerden…”).
A su vez, el derecho real de conservación no confiere a su titular, en principio, el
ius fruendi, disponiendo el art. 6, inc. final, que no faculta a su titular para percibir los
frutos naturales o civiles que deriven de la conservación del inmueble, salvo en aquello
que se acuerde explícitamente entre las partes. La percepción de frutos, entonces, exige
cláusula expresa.
En todo caso, como se ha observado, “… el inmueble gravado con este derecho no
constituye un área protegida para los efectos del Sistema de Evaluación de Impacto
Ambiental (SEIA), lo que tiene implicancias relevantes desde el punto de vista legal.
Tampoco es esperable que la autoridad ambiental lo considere como tal, pues no cumple
cabalmente con los requisitos para ello, particularmente, con el de ser colocado bajo
‘protección oficial’ por medio de un ‘acto de autoridad’”.18

e) Menciones del contrato constitutivo.

De conformidad al art. 7 de la Ley, el contrato constitutivo deberá contener, al


menos, las siguientes menciones:

1) La individualización completa de las partes, esto es, del propietario del inmueble y del
titular del derecho.
2) La identificación clara y precisa del o de los bienes raíces gravados, con sus
correspondientes deslindes. Se deberá anexar un plano, suscrito por los comparecientes,
en que se grafique el inmueble o la parte de él que se grave, y que se entenderá formar
parte del contrato. El plano deberá cumplir los siguientes requisitos:
i.- Indicar los datos de inscripción del bien raíz en el Registro de Propiedad del
Conservador de Bienes Raíces competente, su ubicación y la región, provincia y comuna a
que pertenezca.
ii.- Incluir los deslindes del inmueble.

18
NewsAlert, Carey y Cía Ltda, www.carey.cl

12
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
La ley habla de “anexar” el aludido plano, pero entendemos que más bien debe ser
protocolizado al momento de otorgar la escritura pública dejando constancia en ésta de
ello y posteriormente adjuntarlo en el Conservador de Bienes Raíces para su pertinente
archivo.
3) La declaración de si la constitución es a título gratuito u oneroso. En este último caso,
se deberá señalar el monto de dinero u otras contraprestaciones que las partes acuerden.
4) La indicación del o de los gravámenes acordados.
5) La duración del derecho real de conservación, si la hubiere. Por ende, si nada se indica,
el derecho será perpetuo o indefinido.
6) La declaración de si el derecho se constituye a favor de dos o más titulares, o si el o los
bienes raíces gravados pertenecen a dos o más dueños, casos en los cuales se deberán
indicar en el contrato las obligaciones y derechos de cada uno. De esta manera, si el
derecho real de conservación se constituye a favor de dos o más personas, deben
indicarse los derechos de cada una de ellas. Y si se constituye por dos o más propietarios,
deben singularizarse las obligaciones que asume cada uno de ellos.

f) Inscripción del contrato constitutivo.

Regula lo concerniente a la inscripción el art. 8 de la Ley, estableciendo las


siguientes reglas:
1) La inscripción del contrato mediante el cual se constituye el derecho real de
conservación en el Registro de Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces,
así como sus modificaciones, es “requisito, prueba y garantía del mismo”.19 Se explica que
la inscripción sea “requisito” del derecho, pues éste sólo puede adquirirse en virtud de la
tradición y ésta se produce precisamente con la inscripción del contrato, de conformidad a
lo previsto en el art. 686 del Código Civil. La inscripción prueba también la existencia del
derecho y sirve de garantía al mismo. Puesto que prueba el derecho, quien señale ser
titular del derecho, le basta para probarlo exhibir la inscripción vigente a su favor. Al
operar como garantía, significa que el derecho real no se pierde, sino en la medida que
otro lo adquiera y lo inscriba a su nombre, cancelándose la inscripción precedente (a
menos que opere alguna de las causales de término contempladas en el art. 12 de la ley).
2) La mencionada inscripción se requerirá dentro del plazo de sesenta días corridos,
contado desde la fecha de celebración del contrato constitutivo. Nada dice la Ley para el
caso de que la inscripción no se solicite dentro de este plazo fatal. Debiéramos entender
que el Conservador de Bienes Raíces competente no podrá inscribir el contrato y por ende
el derecho real no podrá nacer. Esto altera lo dispuesto para los demás derechos reales
que se constituyen sobre inmuebles, cuyos respectivos títulos no tienen un plazo para ser
inscritos.
3) La inscripción deberá incluir, a lo menos, las menciones enumeradas en el art. 7 de la
Ley y, además, en lo que corresponda, lo establecido en el art. 78 del Reglamento del
Registro Conservatorio de Bienes Raíces. Tales son:

19
Recuérdese que estas tres expresiones se emplean para referirse a la posesión de los bienes inmuebles
(arts. 724, 924, 728 y 2505 del Código Civil).

13
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
i.- La fecha de la inscripción.
ii.- La naturaleza, fecha del título y la oficina (es decir la Notaría) en que se guarda el
original.
iii.- Los nombres, domicilios y apellidos de las partes.
iv.- El nombre (si lo tuviere, tratándose de un predio rústico) y linderos del fundo.
v.- La firma del Conservador.

g) Transferencia del derecho real de conservación.

Conforme al art. 9 de la Ley, se podrá transferir el derecho real de conservación a


cualquier título, salvo que en el contrato original se estipule algo diverso. Habrá que
atenerse por ende al tenor del contrato constitutivo, para determinar si el derecho es no
transferible.
El respectivo acto o contrato por el cual se transfiera el derecho, deberá celebrarse
por escritura pública y practicarse la pertinente inscripción. A este respecto, se aplicarán,
en lo que corresponda, los artículos 4, 5, 6, 8 y 10. En consecuencia:
1) Se podrá transferir el derecho a cualquier persona natural o jurídica (art. 4).
2) El contrato respectivo deberá celebrarse por escritura pública (art. 5).
3) En él, se hará referencia a las prohibiciones, restricciones y obligaciones pactadas en el
contrato constitutivo (art. 6).
4) El contrato deberá inscribirse de la misma manera que el contrato constitutivo (art. 8).

h) Modificaciones al contrato constitutivo.

Si se modificare el contrato constitutivo, deberán cumplirse las mismas


formalidades y requisitos exigidos para su constitución (art. 10).

i) Otros modos de adquirir el derecho real de conservación.

Además de la tradición, ¿qué otros modos de adquirir podrían operar respecto del
derechos real de conservación? Por cierto, debemos descartar la ocupación, pues se trata
de una cosa incorporal inmueble. Tampoco podría operar la accesión, pues no resulta
concebible que un derecho real de conservación se “una” a otro derecho. Sí puede operar
la sucesión por causa de muerte, por expresa indicación de la Ley. En cuanto a la
prescripción adquisitiva, creemos que también puede operar, por al menos tres razones:
la primera, porque de acuerdo al art. 2498, inc. 2°, se ganan por este modo los derechos
reales “que no están especialmente exceptuados”; la segunda razón, porque conforme al
Proyecto de Ley, se propuso incorporar al aludido art. 2498 un inciso 3° que indicare: “No
podrá adquirirse por prescripción el derecho real de conservación”. Pero dicha propuesta
no fue acogida. Por ende, a contrario sensu, debe concluirse que el derecho es
prescriptible. La tercera razón, porque al enunciarse las características del derecho real de
conservación, no se incluye entre ellas el carácter “imprescriptible” del derecho.

7.- El derecho de conservación en relación a otros derechos sobre la cosa.

14
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
Se preocupa la Ley de establecer la relación entre el derecho real de conservación
y los demás derechos reales que puedan constituirse sobre el mismo inmueble. Para tal
efecto dispone la siguiente prelación: los derechos reales constituidos con anterioridad al
derecho real de conservación preferirán a este último. Tratándose de derechos reales
convenidos con posterioridad, prevalecerá el derecho de conservación (inc. 1° del art. 11).
En relación al derecho real de hipoteca, establece la ley una especie de “purga” del
derecho real de conservación (inc. 2° del art. 11). Para ello, se requiere:
a) Que se trate de la ejecución de una hipoteca “preferente” al derecho real de
conservación. En consecuencia, si se trata de una hipoteca constituida después de haberse
constituido el derecho real de conservación, no operará la purga en cuestión.
b) Que en el marco de la ejecución seguida por el acreedor hipotecario preferente, se
enajene el inmueble. Es decir, que el juez de la causa ordene la subasta del inmueble.
Creemos que si la enajenación se verifica de otra forma (por ejemplo, por consentir el
acreedor hipotecario en la venta privada del inmueble), no se purgará el derecho de
conservación, pues el precepto exige que la enajenación se lleve a cabo “en virtud de la
ejecución”, frase que conduce al remate judicial. Además, la norma alude a “pública
subasta ordenada por el juez”.
Sin embargo, no se extinguirá el derecho real de conservación contra el adquirente
de la finca hipotecada en pública subasta ordenada por el juez, cuando habiendo sido
citado dicho tercero personalmente, dentro del término de emplazamiento del juicio
ordinario, optare por la mantención del derecho de conservación. Si por el contrario,
optare por su extinción o si nada dice, es decir no ejerce este derecho de opción, se
entenderá que el derecho real de conservación se extingue.
Esta salvedad ha generado críticas de la doctrina por su confusa redacción. Señala
al efecto Hernán Corral: “… en una norma cuya redacción no podemos sino calificar de
desafortunada, se establece una excepción a esta regla [extinción del derecho de
conservación] y se admite que el derecho de conservación no se extinga aunque se
ejecute una hipoteca de fecha anterior (…) Para intentar dar un sentido a esta norma, hay
que recurrir a la historia del establecimiento de la ley, y en particular al Segundo Informe
de la Comisión de Constitución del Senado (19 de noviembre de 2015, Boletín N° 5.823-
07). Se verá, entonces, que la preocupación de los legisladores era que el adquirente del
bien subastado por la hipoteca preferente perdiera el gravamen del derecho real de
conservación que un tercero tenía sobre él. Por ello, se quiso que este adquirente (en
realidad, un comprador en pública subasta) tuviera la posibilidad de optar por la no
extinción del derecho real. La verdad, no se observa por qué motivo un adquirente de un
inmueble podría preferir adquirirlo gravado con un derecho real que limitará su dominio.
Al parecer, se supuso que ciertos bienes inmuebles incrementarían de valor al tener a un
tercero que ejerce una especie de supervisión de su patrimonio ambiental mediante este
derecho real. Si fuera este el caso, se entiende que se dé la elección de mantener el
derecho real, pero no se comprende por qué habría de citarlo personalmente y esperar el
término de emplazamiento del juicio ordinario para que haga su elección”. Agrega que “…
si el adquirente subasta el inmueble debería hacer la elección de mantener el derecho real
en ese mismo acto. No obstante, tratando de acatar el texto de la ley, una vez hecha la

15
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
subasta y determinada la persona del adquirente, deberá ser notificado personalmente y
hacer una presentación al tribunal declarando su voluntad de mantener el derecho de
conservación dentro del término de emplazamiento del juicio ordinario. El juez deberá
oficiar al Conservador de Bienes Raíces para que no cancele la inscripción del derecho real
de conservación”.20
De cualquier manera, cabe advertir que el derecho real de conservación no se
extinguirá, si el inmueble fuere subastado a consecuencia de la ejecución promovida por
un acreedor que no tenga la calidad de acreedor hipotecario preferente, dados los
términos del inc. 2° del art. 11. Esto puede perjudicar al derecho de prenda general de los
acreedores, pues si el deudor constituye el gravamen, puede presumirse que ello
desincentive a los terceros interesados en concurrir a la subasta del inmueble, pues si lo
adquieren, deberán hacerlo con dicho gravamen.

8.- Extinción del derecho de conservación.

El art. 12 dispone, en primer lugar, que el derecho de conservación “se extinguirá


por las causales generales de terminación de los derechos reales”. En verdad, no existen
tales “causales generales” en el Código Civil. Cada derecho real tiene previstas sus
causales de extinción o cuando no existe norma expresa, ellas se deducen del contexto de
las normas que los regulan. Dado que el inc. 3° del art. 1 de la Ley señala que en lo no
previsto en ella se aplicarán ciertos preceptos del Código Civil atinentes a las
servidumbres, se ha dicho que deben aplicarse las causales de extinción del derecho de
servidumbre, previstas en los arts. 885 a 888 del Código Civil, y entre ellas, la que
establece que se extinguirá el derecho por haberse dejado de gozar durante tres años. 21
En verdad, nos parece dudosa esta asimilación a las normas de las servidumbres,
pues el aludido inc. 3° del art. 1 no dice que en lo no previsto en esta Ley se aplicarán en
general las normas del Código Civil relativas a las servidumbres, sino sólo los cuatro
artículos a los que se hizo referencia.
Agrega acto seguido el art. 12 tres causales especiales de extinción del derecho:
a) Por la transferencia del bien gravado, de conformidad con el inc. 2° del art. 11. Como se
expresó, debe tratarse de una venta forzada, hecha en pública subasta, a instancias de un
acreedor hipotecario preferente, seguida de la ulterior tradición.
b) Por la disolución de la persona jurídica que fuere titular del derecho, “salvo estipulación
en contrario”. La salvedad debe entenderse para el caso que se hubiera estipulado un
sustituto, para el caso de extinguirse la persona jurídica titular del derecho real.
c) Por la expropiación del inmueble gravado. Si se expropiare parcialmente, subsistirá el
derecho real de conservación sobre la parte no expropiada, si fuere posible. Lo anterior
será sin perjuicio de las indemnizaciones que correspondan. Esta última frase debe
entenderse tanto en relación al propietario del inmueble gravado cuanto al titular del
derecho real de conservación. Ambos tendrán derecho a ser indemnizados.

20
Corral Talciani, Hernán, ob. cit.
21
Corral Talciani, Hernán, ob. cit. Recuérdese que de manera excepcional, el derecho de servidumbre se
puede extinguir por la prescripción extintiva, siendo la regla general que un derecho real sólo se pueda
extinguir por la prescripción adquisitiva.

16
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
El inc. 2° del art. 12 establece que las prestaciones mutuas a que pudiere dar lugar
el término del derecho real de conservación se regularán por las normas contempladas en
los arts. 904 a 914 del Código Civil.

9.- Procedimiento aplicable en caso de conflictos.

Dispone el art. 13 que el procedimiento aplicable a la resolución de los conflictos


derivados de la aplicación de esta ley, se sujetará a las reglas del procedimiento sumario.
Se aplicarán por ende los arts. 680 a 692 del Código de Procedimiento Civil.

10.- Principales materias en el Código Civil, en las que incide la Ley N° 20.930.

En el Proyecto de Ley, se propuso modificar una serie de artículos del Código Civil,
lo que finalmente no prosperó. Sin embargo, no hay duda que la creación de este nuevo
derecho real incide en una serie de materias reguladas por el Código de Bello. Las más
importantes son, a nuestro juicio:

a) A los derechos reales enumerados en los arts. 577 y 579, y a los denominados
“derechos reales administrativos” (como el de aprovechamiento de aguas y el del
concesionario de una obra pública) debemos agregar el derecho real de conservación.

b) A las limitaciones al dominio (o “derechos reales limitados”) enumeradas en el art. 732,


cabe adicionar la del derecho real de conservación.

c) Conforme al art. 254, el padre o madre titulares de la patria potestad, deben obtener
autorización judicial.

d) Si el derecho perteneciere a un heredero, sólo podrá disponer de él una vez practicadas


las inscripciones previstas en los números 1 y 2 del art. 688. Y si los herederos fueren dos
o más, deberán disponer del derecho actuando “de consuno”.

e) Está amparado el derecho por las acciones posesorias, de acuerdo al art. 916.

f) Se desprende del art. 1725, N° 5, que el derecho ingresará al haber real, si se adquiere a
título oneroso. En cambio, si se adquiere a título gratuito, ingresará al haber propio del
cónyuge adquirente, conforme al art. 1726.

g) De acuerdo al art. 1749, el marido necesitará de la autorización de la mujer o de la


justicia en subsidio, si se trata de un inmueble social.

h) Se desprende del mismo precepto y del art. 1754, que el marido necesitará de la
autorización de la mujer, si se trata de un inmueble perteneciente a ésta.

17
El derecho real de conservación – Juan Andrés Orrego Acuña
LA PROPIEDAD1

Sumario:
Introducción
1.- Dominio y propiedad
2.- Definiciones
3.- Principios acerca de la propiedad, consagrados en la Constitución Política de la
República
4.- Características
5.- Evolución histórica del derecho de propiedad
6.- Formas de propiedad
7.- Facultades inherentes al dominio
8.- Contenido pasivo del derecho de propiedad
9.- Objeto del dominio
10.- Diversas clases de propiedad

Introducción.

Por su naturaleza y trascendencia, cabe precisar que no existe unanimidad acerca


de las concepciones fundamentales de la propiedad. Su concepto y especialmente las
facultades que confiere, o desde otro punto de vista, las limitaciones que debe soportar el
propietario, así como la clase de bienes susceptibles de propiedad privada, son motivo de
interminables controversias. El planteamiento jurídico se relaciona aquí, más que en otras
materias, con las concepciones filosóficas, económicas, sociológicas y políticas.
Como concepto general, entendemos la propiedad como el derecho que confiere
al sujeto el poder más amplio sobre una cosa. En principio, lo faculta para apropiarse, en
forma exclusiva, de todas las utilidades que un bien es capaz de proporcionar. En cambio,
los demás derechos reales otorgan poderes limitados sobre la cosa, sólo autorizan
aprovechamientos parciales.

1.- Dominio y propiedad.

En el campo jurídico, la palabra propiedad es usada por algunos como sinónimo de


dominio. La doctrina moderna se pronuncia en este sentido, que acoge nuestro Código
Civil al señalar en el artículo 582 que el dominio se llama también propiedad.
Otros atribuyen a estas palabras distintos significados. Ciertos autores aplican la
expresión dominio sólo al derecho real que recae sobre cosas materiales, y el término

1
Fecha de última modificación: 28 de junio de 2019.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 1


propiedad -que consideran más genérico-, lo emplean respecto de todo género de
derechos susceptible de apreciación pecuniaria. Así, se podría hablar de propiedad de un
crédito o de una herencia, reservando la expresión dominio a las cosas muebles e
inmuebles corporales.
A juicio de otros, entre propiedad y dominio no hay diferencia de extensión o
contenido, sino simplemente de puntos de vista. Así, Ruggiero dice que la palabra dominio
tiene un sentido predominantemente subjetivo, pues implica la potestad o poder que
corresponde al titular sobre la cosa, mientras que el vocablo propiedad tiene un sentido
predominantemente objetivo, ya que acentúa el hecho de la pertenencia de una cosa a
una persona.

2.- Definiciones.

Las definiciones del derecho de propiedad pueden clasificarse en dos grupos.


El primero, está constituido por las definiciones analíticas. Estas pretenden
explicar el concepto desde un punto de vista puramente cuantitativo, como suma de
facultades o atribuciones del dueño de la cosa sobre que recae el derecho de propiedad.
La definición se centra en la enumeración de las facultades que confiere el dominio al
propietario, sobre el objeto de su derecho. Entre otras críticas que se formulan a las
definiciones analíticas, está el que no señalan el carácter exclusivo del derecho de
propiedad.
Nuestro CC. define el dominio en su art. 582, y sigue el modelo analítico. Dispone
el precepto: “El dominio (que se llama también propiedad) es el derecho real en una cosa
corporal, para gozar y disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra
derecho ajeno. / La propiedad separada del goce de la cosa se llama mera o nuda
propiedad”.
La definición legal nos sugiere desde ya ciertas observaciones:
1º Asimila la noción de propiedad al dominio.
2º Se concibe el dominio, en principio, como un derecho real sobre cosa corporal (lo que
no significa que no exista el dominio sobre cosas incorporales, pues el art. 583 agrega que
“Sobre las cosas incorporales hay también una especie de propiedad. Así, el usufructuario
tiene la propiedad de su derecho de usufructo”. La Constitución Política de 1980 es aún
más clara, al establecer su artículo 19 Nº 24, dentro de las garantías constitucionales, la
protección al derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes
corporales o incorporales. Se asienta así el principio de que el dominio no sólo puede
recaer sobre una cosa corporal, sino también sobre un derecho, sea éste real o personal;
podemos afirmar entonces que puede haber derechos -de dominio-, sobre otros derechos
– reales o personales). En el acápite siguiente, ahondaremos respecto de los principios
consagrados en la Constitución, acerca de la propiedad.
3º El art. menciona dos de las tres facultades inherentes al dominio: gozar y disponer. En
cuanto al uso, se ha estimado que se encuentra subsumido, para los efectos de esta
definición, en la expresión “goce”.
4º Los límites del dominio se encuentran en la ley y en el derecho ajeno.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 2


5º La propiedad puede desmembrarse en sus facultades, y cuando el propietario está
desprovisto del goce de la cosa, su derecho se denomina “nuda propiedad”.
Volveremos sobre estos tópicos.
Las definiciones sintéticas, basándose en un criterio cualitativo, tratan de dar un
concepto unitario de la propiedad, prescindiendo de la mención de las facultades que ella
otorga al titular. No ven en el dominio una suma de facultades, sino un derecho unitario y
abstracto, siempre igual y distinto de sus facultades. En este sentido, el alemán Wolff dice
simplemente que la propiedad “es el más amplio derecho de señorío que puede tenerse
sobre una cosa”; y el italiano Dusi, expresa que la propiedad “es el señorío unitario,
independiente y, cuando menos, virtualmente universal, sobre una cosa corporal”. Se
habla de señorío unitario, para explicar que todas las posibles facultades jurídicas sobre la
cosa están concentradas en la propiedad, no como derechos distintos, sino como
pertenencias de la misma propiedad. Se agrega que este señorío es independiente,
porque sólo el derecho de propiedad, entre los derechos reales, es perfectamente
autónomo. Y se dice que este señorío es virtualmente universal, para dejar en claro que,
aún cuando puedan coexistir derechos reales distintos sobre la misma cosa, éstos no
implican participación en la propiedad, sino cargas que la comprimen -como dice Dusi-, sin
quitarle la virtud última de desenvolverse y recobrar su natural universalidad.

3.- Principios acerca de la propiedad, consagrados en la Constitución Política de la


República.

En el capítulo III, denominado “De los derechos y deberes constitucionales”, la


Constitución Política de la República consagra los principios fundamentales acerca del
derecho de propiedad. Específicamente, en el artículo 19 números 23 y 24, que se
refieren, respectivamente, al derecho “a la propiedad” y de la protección de ésta, una vez
adquirida por su titular. En otras palabras, el N° 23 se refiere, como ha afirmado el
Tribunal Constitucional2, “al derecho a la adquisición de bienes cuya propiedad no se
tiene”, mientras que el N° 24 “corresponde al derecho de propiedad que ya existe” en el
patrimonio de un titular. En palabras del mismo Tribunal: “… la Constitución Política ha
hecho una diferenciación entre el acceso a la propiedad y el ejercicio del derecho de
dominio”.
Podemos sintetizar estas normas en los siguientes términos:
1. La Constitución consagra la libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes,
excepto aquellos que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres o que deban
pertenecer a la nación toda y la ley lo declare así (es decir, las cosas incomerciables).
Una ley de quórum calificado y cuando así lo exija el interés nacional puede
establecer limitaciones o requisitos para la adquisición del dominio de algunos bienes.
Así, por ejemplo:
i.- La Ley General de Pesca y Acuicultura, que regula lo concerniente a la captura de
especies marinas (operando por ende el modo de adquirir de la ocupación), contempla
limitaciones y requisitos, y requirió por ende quórum calificado para su aprobación.

2
Sentencia del Tribunal Constitucional de fecha 3 de diciembre de 1990, autos Rol N° 115.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 3


ii.- El art. 7, inc. 1° del Decreto Ley N° 1.939, que “Establece normas sobre adquisición,
administración y disposición de bienes del Estado”, dispone: “Por razones de interés
nacional se prohíbe adquirir el dominio y otros derechos reales o ejercer la posesión o
tenencia de bienes raíces situados total o parcialmente en las zonas del territorio nacional,
actualmente declaradas fronterizas, en virtud del decreto con fuerza de ley N° 4, de 1967,
del Ministerio de Relaciones Exteriores, a los nacionales de países limítrofes, salvo que
medie la autorización prevista en el inciso tercero del presente artículo”. Dicho inc. 3°
faculta al Presidente de la República, mediante decreto supremo fundado en razones de
interés nacional, para eximir, nominativa y expresamente, a nacionales de países
limítrofes, de la prohibición precedente y autorizarlos para adquirir o transferir el dominio
u otros derechos reales o la posesión o tenencia de uno o más inmuebles determinados,
situados en zonas fronterizas.3
2. La Constitución asegura a todas las personas el derecho de propiedad en sus diversas
especies sobre toda clase de bienes corporales o incorporales.
Al aludir la Constitución a “las diversas especies” de propiedad, se pretende
abarcar tanto aquella que se reglamenta en el Código Civil, como las normadas en leyes
especiales, como por ejemplo la propiedad indígena. Hemos aclarado con antelación, que
hay dominio tanto sobre cosas corporales, como también sobre derechos.
3. Sólo la ley puede establecer los modos de adquirir la propiedad, de usar, gozar y
disponer de ella.
4. Sólo la ley puede establecer las limitaciones y obligaciones que deriven de la función
social de la propiedad.
Así, en cuanto a las limitaciones, por ejemplo:
i.- La ley faculta a la autoridad administrativa para limitar el derecho a usar y gozar de un
vehículo motorizado por determinadas vías públicas o para imponer restricción vehicular
en ciertos días4.
ii.- A su vez, la Ley General de Urbanismo y Construcciones establece una serie de
limitaciones para edificar en un terreno5.
En lo que respecta a obligaciones que afecten al propietario, cabe considerar, por
ejemplo:
i.- Las que imponen el pago de impuesto territorial o de derechos de aseo.

3
En este caso, no se trata de una ley de quórum calificado, por la sencilla razón de que se trata de un
decreto ley, previo obviamente a la vigencia de la Constitución Política de 1980. Regulan lo concerniente a
los inmuebles situados en “zonas fronterizas” las leyes números 18.255, 19.256, 19.420 y 19.478.
4
Artículo 118 de la “Ley de Tránsito”: “El Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones podrá prohibir,
por causa justificada, la circulación de todo vehículo o de tipos específicos de éstos, por determinadas vías
públicas. Esta facultad será ejercida de oficio o a petición de las Municipalidades o de la Dirección de
Vialidad, según corresponda. / Sin perjuicio de lo anterior, Carabineros de Chile queda autorizado para
adoptar, en forma transitoria, medidas que alteren el tránsito de vehículos o su estacionamiento en las vías
públicas cuando circunstancias especiales lo hagan necesario”. A su vez, los arts. 1 y 52 de la Ley N° 19.300,
sirven de fundamento para imponer prohibición de circular a vehículos motorizados, es decir, la llamada
“restricción vehicular”.
5
Dispone el Artículo 57 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones: “El uso del suelo urbano en las
áreas urbanas se regirá por lo dispuesto en los Planes Reguladores, y las construcciones que se levanten en
los terrenos serán concordantes con dicho propósito”.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 4


ii.- Las que establecen la imperatividad del pago de los gastos comunes a quienes forman
parte de un condominio acogido a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria.
Esta función social comprende cuanto exijan:
● los intereses generales de la nación;
● la seguridad nacional;
● la utilidad pública;
● la salubridad pública; y
● la conservación del patrimonio ambiental.
Nótese que a diferencia del quórum calificado que exige la Constitución para
establecer limitaciones o requisitos para la adquisición del dominio, las leyes que tengan
por objeto establecer limitaciones y obligaciones a la propiedad de los bienes ya
adquirida, sólo requieren de quórum simple. Así lo ha refrendado el Tribunal
Constitucional: “En estos casos, al no exigir quórum o mayoría especial, la ley aplicable
para estos efectos es de carácter común y en virtud de ella sólo podrán establecerse
limitaciones u obligaciones para que el derecho de dominio de que se goce se adapte en
su ejercicio a las necesidades derivadas de la función social que le es inherente”.
5. Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae o
de alguno de los atributos o facultades esenciales del dominio, sino:
● en virtud de una ley general o especial que autorice la expropiación;6
● que dicha expropiación tenga por causa la utilidad pública o el interés nacional;
● que dicha causa haya sido calificada por el legislador.
El expropiado, en todo caso, podrá reclamar de la legalidad del acto expropiatorio,
reclamación que se hará ante los tribunales ordinarios de justicia.
En cuanto a la indemnización a pagar al afectado por la expropiación, las reglas son
las siguientes:
● el expropiado tendrá siempre derecho a indemnización por el daño patrimonial
efectivamente causado (la Constitución, por ende, excluye en esta materia la
indemnización por daño moral, lo que constituye una excepción al principio de la
reparación integral del daño causado);
● la indemnización se fijará de común acuerdo o en sentencia dictada conforme a derecho
por dichos tribunales;
● a falta de acuerdo, la indemnización deberá ser pagada en dinero efectivo al contado;
● el Fisco no puede proceder a la toma de posesión material del bien expropiado,
mientras no se realice previo pago del total de la indemnización, la que a falta de acuerdo,
será determinada provisionalmente por peritos en la forma que señale la ley;
● en caso de reclamo acerca de la procedencia de la expropiación, el juez podrá, con el
mérito de los antecedentes que se invoquen, decretar la suspensión de la toma de
posesión.
Cabe señalar que el Decreto Ley Nº 2.186, publicado en el Diario Oficial de fecha 9
de junio de 1978, aprobó la Ley Orgánica de Procedimiento de Expropiaciones.

6
Aunque la Constitución no lo indica, evidentemente existe otro medio por el cual una persona puede ser
despojada de su dominio en contra de su voluntad: en virtud de una sentencia judicial.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 5


4.- Características.

Según la doctrina clásica o tradicional, el dominio presenta las siguientes


características: es un derecho real; es un derecho absoluto; es un derecho exclusivo; y es
un derecho perpetuo.-

A) Derecho real: es el derecho real por excelencia (arts. 577 y 582 del CC). Por ello, está
amparado por una acción real, la reivindicatoria (art. 889 del CC).

B) Derecho absoluto: el carácter absoluto del derecho de propiedad tiene dos alcances:
● En primer lugar, significa que el dueño puede ejercitar sobre la cosa todas las facultades
posibles;
● En segundo lugar, que tiene un poder soberano para usar, gozar y disponer de ella a su
arbitrio, sin que nadie pueda impedírselo.
La concepción de que el dominio importa un poder arbitrario ilimitado, una
potestad que permite al dueño hacer o no hacer en lo suyo cuanto le plazca, según el solo
dictado de su voluntad o arbitrio, siempre se ha considerado exagerada. Cabe observar sin
embargo que el ordenamiento jurídico concede facultades libres y exclusivas dentro de
los límites que el mismo fija a priori. Tales límites, que señala la ley y dentro de los cuales
se desenvuelve el derecho de propiedad, no son de esas limitaciones que, al estilo de las
servidumbres, restringen desde fuera la amplitud del dominio, sino que son inmanentes a
la propiedad, y determinan su contenido normal.
Por la noción de arbitrariedad que incluye, se ha calificado a la definición del art.
582 del Código Civil de “clásica”, queriendo con ello estimársele absoluta, en el sentido de
estar desprovista de contenido social. Con todo, se observa que el complemento de la
definición “no siendo contra ley o contra derecho ajeno”, permite suavizar o impedir el
arbitrio.
En síntesis, si bien nuestro Código Civil reconoce el carácter absoluto del dominio,
el poder soberano del propietario, ello debe entenderse dentro de los límites naturales
del dominio: la ley y el derecho ajeno.
La jurisprudencia y por cierto el legislador, han quedado ampliamente facultados
para conducir la institución mediante estas limitaciones, que posibilitan elaboraciones
para que cumpla adecuadamente su función social.
Algunos autores sustituyen el carácter absoluto del dominio por la característica de
“generalidad”, en cuanto el propietario logra obtener toda la utilidad o provecho que la
cosa puede proporcionar, sin necesidad de texto o autorización especial, salvo las
limitaciones derivadas de otros derechos reales sobre la misma cosa.
Se señala igualmente que es un derecho “independiente”, en cuanto no
presupone la existencia de otro derecho real.
En tal sentido, se compara el dominio con otros derechos reales que carecen de la
generalidad del dominio, otorgando al titular sólo algunas facultades especiales, como el
uso y goce, las que además son dependientes, pues presuponen la existencia de un
dominio radicado en otra persona. Son derechos sobre cosa ajena (ius in re aliena). Esto

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 6


ocurre con todos los demás derechos reales, salvo el derecho real de herencia, que
coexiste con el derecho de dominio mientras no se verifique la partición de la herencia.

C) Derecho exclusivo: porque, por su esencia, supone un titular único facultado para usar,
gozar y disponer de la cosa, y por ende, para impedir la intromisión de cualquiera otra
persona. El derecho de dominio se atribuye a un titular en forma privativa, de manera que
no puede haber dos o más propietarios sobre una misma cosa con poderes absolutos. En
otras palabras, esta característica impide que sobre una misma cosa existan dos derechos
independientes al mismo tiempo.7
Las operaciones de demarcación y cerramiento son manifestaciones de la
exclusividad del dominio (arts. 842 a 846; 876 y 878; 942 del CC).
La exclusividad del dominio no obsta a que puedan existir sobre la cosa otros
derechos reales junto al primero, sin que este, por tal circunstancia, se desnaturalice. En
este caso, sólo ocurre que los otros derechos reales limitan la libertad de acción del
propietario.
Acerca de la exclusividad del dominio, la doctrina se ha planteado si el condominio
se opone a esta característica. No hay tal oposición. Para algunos, cuando una cosa
pertenece en común a dos o más personas, ya no se trataría rigurosamente de un caso de
dominio, sino de condominio o copropiedad, figura jurídica distinta al dominio. Para otros,
el dominio y la copropiedad son el mismo derecho, que pertenece en el primer caso a una
sola persona y en el segundo caso a varias; para los que sustentan esta tesis, la
copropiedad también es compatible con la exclusividad, porque este carácter de la
propiedad sólo implica que no puede haber sobre una cosa, al mismo tiempo, dos
derechos de propiedad independientes; en la copropiedad no los hay, pues cada uno de
los comuneros tiene una parte del derecho y no el total.
En virtud de esta característica, el dueño está dotado de la llamada “facultad de
excluir”, por la cual puede impedir a los demás el uso y goce de la cosa de que es
propietario. La doctrina sin embargo, ha elaborado algunas excepciones a esta facultad:
* El derecho de uso inocuo: es el que se tiene en una cosa propiedad de otro, para
obtener un provecho, sin causar al dueño perjuicio alguno o causándolo en medida
insignificante (El CC. Suizo lo establece expresamente). Un ejemplo en nuestra legislación,
sería la servidumbre de tránsito.
* El derecho de acceso forzoso: es el que se le reconoce al dueño o administrador de una
cosa, para entrar transitoriamente a una propiedad ajena, a ejecutar algún acto relativo a
la utilización de aquél objeto. Por ejemplo, para recoger frutos caídos en el predio vecino,
para reparar un muro, etc. Los arts. 620 (relativo a las “abejas fugitivas” y el derecho del
dueño de la colmena para recuperarlas) y 943 (los frutos que dan las ramas que
sobrepasan el deslinde con el predio contiguo pertenecen al dueño del árbol) responden a
esta excepción.
* El principio del mal menor: se estima que cualquier persona, ante un peligro inminente,
puede aprovecharse de una cosa ajena para salvar otra cosa o un bien jurídico de mayor

7
Barcia Lehmann, Rodrigo, “Lecciones de Derecho Civil Chileno. Los Bienes”, Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, Tomo IV; año 2008, p. 30.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 7


valor que el daño que pueda causar. Nuestro Código Civil, sin embargo, rechaza este
principio en el comodato, pues el artículo 2178, advierte que el comodatario responderá
aún del caso fortuito, “Cuando en la alternativa de salvar de un accidente la cosa prestada
o la suya, ha preferido deliberadamente la suya”.
Estos casos se vinculan a la noción de “función social” del dominio y contribuyen a
definir la verdadera dimensión del derecho de propiedad.

D) Derecho perpetuo: el dominio es perpetuo, en cuanto no está sujeto a limitación de


tiempo y puede durar tanto como la cosa; en si mismo no lleva una razón de caducidad y
subsiste independientemente del ejercicio que se pueda hacer de él. Por tanto, el
propietario no pierde su derecho por no usar la cosa de que es dueño ni tampoco porque
un tercero, sin la voluntad del dueño o contra ella, ejerza actos de dominio. El propietario
sólo pierde su derecho si deja poseer la cosa por el tercero durante el tiempo requerido
por la ley para que éste adquiera el dominio de ella por prescripción (art. 2517 del CC).
En la doctrina, se dice que el carácter perpetuo no es obstáculo a que se pueda
hacer depender la extinción del dominio de ciertas causas establecidas y previstas en el
momento mismo de su adquisición. En este sentido, se afirma que el derecho de
propiedad es potencial o normalmente perpetuo, pero no irrevocable. En otras palabras,
el derecho de propiedad sería generalmente perpetuo, pero tal característica sería de la
naturaleza y no de la esencia del derecho, pues nada obsta a que surja un derecho de
propiedad temporal. Tal sería el caso de la propiedad fiduciaria, o sea, la que está sujeta al
gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse una condición. Algunos
autores denominan propiedades imperfectas a las temporales.
Adicionalmente, también puede ocurrir que se pierda el dominio, contra la
voluntad del dueño, por causas legales, tales como la nulidad o la resolución.

5.- Evolución histórica del derecho de propiedad.

El enfoque histórico que haremos, se centrará primordialmente en la propiedad


raíz, atendida su preeminencia económica a lo largo de la Historia, sin perjuicio que el
valor de los bienes muebles se ha incrementado en grado importante a partir de la
Revolución Industrial.

A) Pueblos primitivos.

Entre los historiadores, antropólogos y sociólogos no hay unanimidad acerca de la


forma de propiedad que predominó entre las culturas más primitivas. Para algunos, sería
la propiedad colectiva o comunitaria, ya sea en la modalidad familiar o suprafamiliar (clan,
horda o tribu). Pero también se afirma que la propiedad individual habría precedido a la
comunitaria en muchos pueblos, surgiendo la última como reacción ante el
individualismo. Probablemente el pluralismo en los tipos de propiedad ha sido una
constante en la Historia, alternándose las formas individuales o comunitarias, pero sin
excluirse totalmente unas a otras.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 8


B) Roma.

Se discute entre los historiadores del Derecho, si en la antigua Roma se conoció la


propiedad individual. Se afirma que el patrimonio mueble, la casa y el huerto eran de
propiedad privada del padre de familia, pero que la tierra era propiedad colectiva de la
gens. La existencia de tal régimen de propiedad puede demostrarse en el derecho griego y
germánico con mayor certeza histórica que tratándose del derecho romano. Pero a partir
de la Ley de las Doce Tablas (449 A.C.) la propiedad se muestra individualizada por
completo. Con la expansión del Imperio, la institución pasa por dos fases comunes a las
demás instituciones jurídicas: la del derecho de la ciudad (ius civile) y la del derecho
universal (ius gentium). En la primera de ellas, la propiedad era una institución del
Derecho Civil y se denominaba propiedad o dominio quiritario. Sólo los ciudadanos
romanos podían ser sus titulares. La propiedad quiritaria a su vez sólo podía recaer sobre
cosas romanas (“fundos itálicos”, en relación a los inmuebles, en contraposición a los
“fundos provinciales”); de igual forma, el dominio quiritario no podía ser transmitido o
adquirido sino por un modo romano. En el ámbito del derecho quiritario, la transferencia
del dominio se hacía por medio de la mancipatio, que era título traslaticio y tradición a la
vez, lo que implicaba que no podía celebrar mancipatio quien no era dueño de la cosa.
Será al amparo del ius gentium, que aparecerá, junto al derecho formal de
propiedad, una propiedad de hecho, tutelada por el pretor (propiedad bonitaria o vulgar).
En el ámbito de esta propiedad, el pretor crea el contrato de compraventa, en el cual no
se exigía que el vendedor fuere dueño de la cosa vendida. El vendedor no transfería el
dominio, sino que se limitaba a transferir la “vaccua possessio” o pacífica posesión,
mediante la “traditio”. De tal forma, mientras que en el derecho quiritario la compraventa
de cosa ajena no era válida, sí lo era en el derecho bonitario.
La dualidad de estatutos jurídicos persistió en Roma hasta los tiempos de
Justiniano, en que se volvió a la unidad.
Estos dos estatutos jurídicos proyectan sin embargo sus efectos hasta nuestros
días, como queda de manifiesto en la distinta concepción que tienen de la compraventa
los códigos civiles francés y chileno. El CC. francés sigue el derecho quiritario y por ello el
dominio se origina para el comprador con el sólo mérito del contrato. Por el contrario,
nuestro CC. sigue en esta materia el derecho bonitario, de manera que del contrato de
compraventa no surge directamente el dominio, sino sólo derechos personales y
obligaciones correlativas, siendo necesaria la tradición posterior. Consecuencia de lo
anterior es también que en el CC. francés la venta de cosa ajena es inadmisible, mientras
que para el CC. chileno es perfectamente válida, admitiéndose expresamente (art. 1815
del CC). Aún más, como veremos en el ámbito de la posesión, el contrato de compraventa
por el cual se vende una cosa ajena es justo título y habilita para iniciar la posesión regular
y adquirir el dominio por prescripción ordinaria (siempre que no se pruebe la mala fe del
comprador al momento de comprar).
Otro aspecto que difiere en el Código Civil francés y en el nuestro, y que es una
consecuencia del disímil tratamiento dado a la venta de cosa ajena en uno y otro, es el
relativo a los riesgos por la pérdida o deterioro de la especie o cuerpo cierto que se debe
(artículos 1550 y 1820).

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 9


C) Edad Media.

A la caída del Imperio Romano de Occidente, la simplificación lograda en la época


de Justiniano se pierde y en su reemplazo surge un sistema aún más complejo que aquél
que había precedido a Justiniano, asentado en el feudalismo y que se mantuvo
prácticamente hasta fines del siglo XVIII. A partir de arrendamientos perpetuos y
numerosos otros contratos, se fueron configurando una especie de “concesiones”, como
el “feudo” y el “censo”, en cuya virtud se fue descomponiendo el dominio entre el titular
de la cosa y el "concesionario" de la misma. El “señor” era el titular del dominio, mientras
que el “vasallo” o “tenanciero” era quien realmente detentaba u ocupaba la tierra, pero
sin tener la propiedad. Con el tiempo, por la extensión del derecho de disfrute del vasallo
y por la perpetuidad de su situación de vinculación a la tierra, se le fue considerando
también como una especie de propietario. El señor tenía entonces el “dominio discreto” y
el vasallo “el dominio útil”; quedó así estructurado un sistema con dos propietarios sobre
una misma cosa, sin que hubiere división entre ellos, pero concebidos como derechos de
propiedad de distinta naturaleza. Esta descomposición se llegó a ampliar, produciéndose
una escala jerarquizada de titulares. Al final del medioevo, se acentúa el derecho del
vasallo, el dominio útil, de modo que se llega a tener a éste como el propietario, tan sólo
con una carga o servidumbre en favor del primitivo señor, carga respecto de la cual van
apareciendo intentos por extinguirla. Se concluye con una especie de expropiación al
antiguo señor, desplazándose imperceptiblemente la propiedad al tenanciero.

D) La “Edad Moderna”.

Se enfrentaron dos difíciles problemas heredados del medioevo: uno de carácter


político, consistente en separar la soberanía de la propiedad; y otro de carácter social,
encaminado a terminar con la división de la propiedad en múltiples titulares y a conseguir
su definitiva unificación.
Para lograr lo primero, se configura la noción de Estado, en torno al monarca,
debilitándose el poder de la nobleza. Para obtener lo segundo, se reconoce
paulatinamente que el titular del dominio útil era el verdadero dueño de la finca. Así, al
estallar la Revolución Francesa, ya era propietario el poseedor material, si bien su
propiedad estaba gravada con cargas perpetuas. La revolución abolió sin embargo los
últimos vestigios de la propiedad feudal, al declarar suprimidas, con o sin indemnización,
la gran mayoría de aquellas cargas.

E) Epoca actual.

Desde fines del siglo 18, la propiedad se simplifica nuevamente en su estructura,


concibiéndosela en términos muy individuales y reconociéndose al titular amplias
facultades. Las características más relevantes de nuestra época se pueden resumir de la
siguiente manera:

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 10


1º La propiedad mobiliaria, antes menospreciada, suele hoy superar en importancia a la
inmobiliaria a causa de los progresos de la industria. Con todo, en los últimos años la
propiedad raíz ha cobrado un extraordinario valor en los centros comerciales mundiales
(por ejemplo, Tokio, Nueva York, etc.)
2º Junto a la propiedad individual, se han desarrollado, con variada suerte, varias formas
de propiedad colectiva, como la familiar y la social, comprendiéndose en esta la estatal, la
que sin embargo se ha ido restringiendo o reconvirtiéndose en privada acorde a las
tendencias ideológicas predominantes, sin perjuicio de reservarse el Estado el dominio de
ciertas industrias o servicios estratégicos. En este punto, un tema ampliamente debatido
durante el siglo 20 ha sido el del campo de aplicación de la propiedad privada. Es
inconcebible cualquier extremo al respecto: su completa exclusión (pensemos en los
objetos de uso personal) o su extensión a todos los bienes (pensemos en los bienes
nacionales de uso público). Así, partiendo del supuesto de que siempre habrán de existir
bienes de propiedad privada y bienes de propiedad colectiva (formalmente
pertenecientes al Estado, como representante de la comunidad), la decisión se reduce a
establecer el límite entre ambas. Qué bienes permanecerán en poder de la comunidad y
cuales quedarán entregados al dominio de los particulares. La decisión ciertamente es
dinámica y depende de las posiciones filosófico-políticas del momento. Entre estas
posiciones, han aparecido también vías terceristas, como son las que postulan la
propiedad corporativa, cooperativa o comunitaria, las que proponen que ciertos bienes
no sean de propiedad colectiva ni privada, sino de grupos sociales intermedios.
En nuestra época se ha planteado también la llamada “función social” de la
propiedad, desarrollada por León Duguit. Este, niega la existencia de los derechos
subjetivos. Consecuentemente, sostiene que la propiedad no es un derecho, sino una
función social. A su juicio, el propietario, es decir el detentador de una riqueza, tiene por
tal hecho una función social que cumplir; y en la medida en que cumpla esta misión, sus
actos de propietario son protegidos. Si no la cumple o la cumple mal -por ejemplo, si no
cultiva su tierra o deja que su casa caiga por efecto de la ruina-, la intervención de las
autoridades es legítima para constreñirlo a cumplir sus funciones sociales de propietario,
que consisten en asegurar el empleo de las riquezas que detenta conforme a su
destinación.
El contenido de la propiedad-función se resume en dos proposiciones:
1º El propietario tiene el deber y, por lo tanto, la facultad de emplear los bienes que
detenta en la satisfacción de necesidades individuales y, particularmente, de las suyas.
2º El propietario tiene el deber y, por lo tanto, la facultad de emplear sus bienes en la
satisfacción de las necesidades comunes.
Si bien la doctrina de Duguit demuestra la insuficiencia de la teoría individualista
tradicional, se critica su conclusión básica, en cuanto sostiene que la propiedad es una
mera función social. Se dice por sus críticos que la propiedad no es una función social,
pero tiene una función social, junto a un fin de utilidad individual para el propietario cuyo
derecho subjetivo es reconocido.
Recientemente, la doctrina ha planteado algunos principios orientadores en
relación a la propiedad:

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 11


1º Uno de justicia: creados los bienes para servir al hombre, a todos los hombres, ellos
también deben realizar aquél valor. Y esta realización se desenvuelve en dos facetas:
equidad en el reparto, de modo que todos tengan acceso a ellos, el menos en lo más
indispensable para una aceptable calidad de vida, y equidad en su aprovechamiento, de
modo que, perteneciendo las cosas a dueños privados, éstos deben explotarlas, obtener
de ellas beneficio, no simplemente detentarlas por ostentación de poder, y esa
explotación, aprovechando inicialmente al propietario, reporte también beneficios a la
comunidad (función social).
2º uno conservacionista: esta noción se ha impuesto últimamente con gran persistencia,
ante los problemas ambientales, y en ciertas ocasiones entra en conflicto con el progreso
material.
Este conservacionismo se refiere principalmente a dos ámbitos: el de la naturaleza
(artículos 19 Nº 8 y 24 inciso 2º de la C. P. de la R.) y el del patrimonio cultural (por
ejemplo, Ley Nº 17.288 sobre monumentos nacionales).
Estos dos principios, que la doctrina reciente señala que deberían estar siempre
presentes en la elaboración, interpretación y aplicación de los textos legales, influyen
tanto en la decisión sobre la titularidad, en el sentido de preservar un objeto en poder del
Estado o entregarlo al dominio de los particulares, como en la regulación específica de la
propiedad privada, mediante la introducción de “limitaciones” a la misma. Estas
limitaciones, que atenúan el carácter absoluto del dominio, están diseminadas por todo el
CC. y en numerosas leyes especiales. Hay ocasiones en que las limitaciones son tantas o
tan intensas, que llegan a paralizar la actividad del propietario, al punto que para él sería
preferible que le expropiaran, para obtener la justa indemnización. Se habla en este caso
de “limitación extrema”. En realidad, en tal evento bien podría concluirse que hay una
verdadera expropiación no declarada formalmente, de modo que a los tribunales quedaría
la alternativa de declarar: o que cierto texto legal excesivamente limitativo es inaplicable
por inconstitucional por ser violatorio del derecho de propiedad, o que rigiendo, ha
producido la expropiación del objeto, por lo que debe pagarse la justa indemnización. Un
ejemplo de esta situación, parece proporcionarlo la legislación que establece limitaciones
en predios en los cuales hay especies forestales en extinción.

6.- Formas de propiedad.

La concepción tradicional del dominio no sólo se ha caracterizado por imponer


escasas limitaciones a la propiedad, sino también por ostentar una regulación uniforme,
con normas aplicables a la generalidad de los bienes, cualquiera sea su naturaleza. En este
sentido, podemos afirmar que los artículos 582 y siguientes del Código Civil, configuran un
estatuto común de la propiedad. Pero progresivamente han ido apareciendo en la
legislación normas modificatorias de las reglas comunes, destinadas a una determinada
categoría de bienes. En un comienzo, estas normas diferenciadas eran escasas y no
alcanzaban a constituir un estatuto relativamente completo. La propiedad continuaba
siendo una sola, con algunas reglas especiales, por ejemplo, cuando el objeto del dominio
era un predio rústico, un yacimiento minero, el producto del talento, etc. Pero con el
tiempo, fueron aumentando tales disposiciones especiales, hasta llegar a constituir

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 12


verdaderos estatutos particulares, reguladores de todos los aspectos fundamentales de la
materia, rigiendo las normas comunes sólo de manera supletoria. La doctrina empezó
entonces a hacer referencia a nuevas “formas de propiedad”, configurándose así la
propiedad urbana, agraria, minera, intelectual, industrial, indígena, austral, etc.

7.- Facultades inherentes al dominio.

El contenido de todo derecho subjetivo está formado por sus facultades. Estas son
las posibilidades o poderes que, al ejercitarse, permiten el aprovechamiento económico
del derecho. No constituyen en sí mismas derechos subjetivos, sino poderes secundarios
de actuación que dependen del derecho o poder principal. La doctrina moderna estima
ilimitados, y por ende no susceptibles de enumeración, los poderes o facultades que el
derecho de propiedad otorga al titular. Por otra parte, se agrega que el dominio no es una
suma de facultades (como postulan las definiciones analíticas) sino que un derecho
unitario y abstracto, siempre igual en sí mismo y distinto de sus facultades (como postulan
las definiciones sintéticas).
La doctrina clásica, en cambio, señala uno a uno dichos poderes. Desde el Derecho
Romano, se indican tres facultades al dominio: la de uso (usus); la de goce o disfrute
(fructus); y la de consumo o disposición (abusus).
Las facultades del dominio pueden clasificarse en materiales y jurídicas. Son
materiales las que se realizan mediante actos materiales que permiten el
aprovechamiento del objeto del derecho (uso, goce y consumo físico de la cosa); son
facultades jurídicas las que se realizan mediante actos jurídicos. Entre estos se encuentran
los actos de disposición, que requieren precisamente de la facultad de disposición.

a) Facultades materiales.

a.1) Facultad de uso.


a.1.1) Concepto.
El Ius Utendi significa que el propietario puede utilizar o servirse de la cosa. La
facultad de uso se traduce en aplicar la cosa misma a todos los servicios que es capaz de
proporcionar, sin tocar sus productos ni realizar una utilización que implique su
destrucción inmediata. Si se llega hasta la apropiación de los productos, el uso se
transforma en goce; y si la primera utilización de la cosa envuelve su destrucción, el uso se
confunde con el consumo.
a.1.2) Cuándo tiene importancia la facultad de uso.
El ir más allá de las limitaciones propias de la facultad de uso, carece de
importancia para el propietario, pues también tiene las facultades de goce y consumo. El
problema cobra importancia respecto de los titulares de otros derechos sobre la cosa,
distintos al dominio. Así, el usuario, es decir el titular del derecho real de uso, sólo tendrá
esta facultad, sin participación alguna en los frutos de la cosa; excepcionalmente, podrá
apropiarse de ellos, pero restringiendo su goce a una parte limitada de los mismos (art.
819, inc. 3º). Tratándose del derecho real de usufructo, el usufructuario, aunque tiene el
uso y el goce carece de la facultad de consumo, pues está obligado a conservar la forma y

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 13


sustancia de la cosa dada en usufructo (art. 764), salvo en la figura especial del
cuasiusufructo.
a.1.3) Amplitud y restricciones a la facultad de uso.
Puesto que las atribuciones del propietario son de gran magnitud, en principio
puede usar la cosa de la que es dueño con cualquier fin, incluso aunque sea contrario al
destino natural de la cosa (el dueño de una vivienda o casa-habitación, podría por ejemplo
destinarla a oficinas o bodegas). Las facultades del propietario sólo están limitadas por la
ley y el derecho ajeno. No sucede lo mismo con los titulares de otros derechos: el
habitador no puede servirse de la casa para tiendas y almacenes (art. 816, inc. 2º); el
arrendatario, a falta de pacto expreso, sólo puede servirse de la cosa arrendada en
armonía con su destino natural o que deba presumirse de las circunstancias del contrato o
de la costumbre del país (art. 1938, inc. 1º); el comodatario, por su parte, no puede
emplear la cosa sino en el uso convenido, o a falta de convención, en el uso ordinario de
las de su clase (art. 2177).
a.1.4) El uso y su relación con la facultad de goce.
En la práctica, es inusual que la facultad de uso se manifieste aisladamente. Suele ir
acompañada con la facultad de goce, con la cual se refunde. Por eso, en la definición del
dominio en nuestro CC. (art. 582) al igual que en su modelo francés, no se menciona
separadamente esta facultad, lo que ha llevado a la doctrina a entender que el legislador
la incluye en la facultad de goce. En otros preceptos el uso también está comprendido
dentro de la facultad de goce: arts. 764 (definición de usufructo); 1915 (definición de
arrendamiento); y 811 (definición del derecho real de uso). Pero lo anterior no significa
que tal supuesto sea un hecho necesario, que siempre ocurra. El CC. se refiere
especialmente a esta facultad en diversas disposiciones, como por ejemplo: arts. 575,
1916, 1946, 2174, 2220. En otros artículos, se refiere separadamente a las facultades de
usar y gozar, como por ejemplo en los arts. 592, 595, 598 y 602.
Por lo demás, ciertos derechos recaen en cosas no fructíferas, es decir que carecen
de la aptitud para producir frutos naturales, limitándose al mero uso: por ejemplo, el
derecho a usar una biblioteca ajena; con mayor razón el usuario está desprovisto del goce
en el ejemplo citado, si tenemos presente que su derecho es personalísimo, y por tanto no
puede arrendar los libros cuyo uso se le ha permitido, para obtener una renta (o sea,
frutos civiles): art. 819.
En síntesis, la facultad de uso, en el hecho y en la teoría, es una facultad del
derecho de dominio; autónoma, no se confunde con el goce y puede constituir por sí sola
el objeto de un derecho.

a.2) Facultad de goce.


a.2.1) Concepto.
Llamada también Ius Fruendi, es la que habilita para apropiarse los frutos y los
productos que da la cosa.
a.2.2) Fundamentos de la adquisición de los frutos.
Precisamente en virtud de la facultad de goce el dueño de la cosa pasa a serlo de
los productos y frutos de ella. Nuestro CC. sin embargo, como el CC. francés, justifica la
adquisición de los frutos y productos por el modo de adquirir llamado accesión (art. 643),

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 14


concepción “inútil y falsa”, como dice la doctrina. La verdadera accesión es justamente lo
contrario de la producción. En efecto, mientras en virtud de la primera o accesión
continua una cosa pierde su existencia propia identificándose con otra, por la segunda,
llamada accesión discreta, una cosa nueva adquiere existencia destacándose de aquella de
que formaba parte. En realidad, la accesión discreta, la que tiene lugar por producción, no
es sino el ejercicio de la facultad de goce o disfrute.
a.2.3) Frutos y productos.
Cabe precisar que no obstante aludir inicialmente el art. 643 sólo a los productos y
luego hacer sinónimos a los productos y los frutos, la doctrina y la jurisprudencia
diferencian unos de otros. Algunos destacan que los frutos son los que la cosa da
periódicamente, ayudada o no de la industria humana y sin detrimento de la cosa
fructuaria; el producto carece de periodicidad y disminuye o menoscaba la cosa. Para
otros, los productos constituyen el género y los frutos son una especie de productos: art.
537. La distinción no es ociosa, pues el usufructuario, por regla general, sólo tiene
derecho a los frutos que produzca la cosa, más no a los productos. Excepcionalmente, el
usufructuario tiene derecho a los productos, en los siguientes casos:
 artículo 783 (puede derribar árboles, pero reponiéndolos);
 artículo 784 (minerales8 y piedras de una cantera); y
 artículo 788 (animales que integran rebaños o ganados, pero reponiéndolos).
El usuario, es decir el titular del derecho real de uso, por su parte, sólo tendrá
derecho a gozar “de una parte limitada” de los frutos y productos de una cosa, lo que
debemos entender como aquellos indispensables para “sus necesidades personales”.
a.2.4) Fuente del derecho a los frutos, cuando corresponde a un tercero distinto del
dueño.
El derecho de un tercero a los frutos puede emanar de la ley (usufructos legales o
derecho legal de goce), de un contrato, de un testamento o de una sentencia. Nos
remitimos a lo expresado en el estudio del usufructo.

a.3) Facultad de abuso o disposición material.


El Ius Abutendi es el que habilita para destruir materialmente la cosa,
transformarla o degradarla. La facultad de disposición material representa la facultad
característica del dominio. Los demás derechos reales, si bien autorizan a sus titulares
para usar y gozar de una cosa ajena de una manera más o menos completa, jamás dan
poder para destruirla o transformarla; siempre implican la obligación de conservar su
forma y sustancia.
La facultad de abuso o disposición material tiene limitaciones sin embargo,
emanadas de la ley o de la voluntad del propio propietario, sea para proteger el interés de
éste (por ejemplo, privando al pródigo de la administración de sus bienes), sea para
cautelar el derecho de los terceros o de la sociedad en general (por ejemplo, la legislación

8
En el mismo sentido, dispone el art. 171 del Código de Minería: “Tratándose de arrendamiento o de
usufructo de pertenencia, se entenderá que la explotación hecha conforme al título constituye uso y goce
legítimo de ella y el arrendatario o el usufructuario no será responsable de la disminución de sustancias
minerales que a consecuencia de tal explotación sobrevenga. / Lo dispuesto en el inciso anterior es sin
perjuicio de la observancia de las normas sobre policía y seguridad mineras”.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 15


protectora de las obras de arte y de los monumentos históricos, que sin extraer del
patrimonio de un particular estos bienes, impone la obligación de mantenerlos en
determinadas condiciones; o tratándose de la legislación relativa a la protección
medioambiental; o en el caso de constituirse un derecho real de conservación).

Como complemento y garantía de las facultades materiales, la ley establece ciertas


normas destinadas a impedir que se perturbe al dueño en el ejercicio de sus facultades,
especialmente en lo que respecta a los inmuebles: arts. 842 y 844, por ejemplo, en lo
relativo a las acciones de demarcación y cerramiento.

b) Facultades jurídicas: facultad de disposición jurídica.

En un sentido restringido, es el poder del sujeto para desprenderse del derecho


que tiene sobre la cosa, sea o no en favor de otra persona, y sea por un acto entre vivos o
por un acto por causa de muerte. Son formas de disposición la renuncia, el abandono y la
enajenación.
La renuncia puede separarse en dos casos:
i.- En algunos casos, la renuncia supone que el poseedor de un bien o titular de un
derecho, en lugar de realizar un acto en virtud del cual puede incorporar efectivamente a
su patrimonio una cosa, opta por no hacerlo. Así ocurre, por ejemplo, cuando el poseedor
de una cosa, en lugar de alegar prescripción y adquirir así su dominio, renuncia a hacerlo.
O cuando un heredero, en lugar de aceptar la herencia, opta por repudiarla. Cuando
media renuncia, en verdad se debe entender que el que optó por ella nunca fue dueño o
titular del derecho9. Lo mismo ocurre si la mujer o sus herederos renuncian a los
gananciales una vez disuelta la sociedad conyugal, caso en el cual se entenderá que el
marido es y ha sido el único dueño de los bienes “sociales”. Dicho esto, podría afirmarse
que no estamos, stricto sensu, ante un acto de disposición, pues si la cosa no estaba en
nuestro patrimonio, mal podríamos disponer de ella. Con todo, el Código asimila la
renuncia a un acto de disposición, cuando en las normas de la prescripción, señala que
“No puede renunciar la prescripción sino el que puede enajenar” (art. 2495).
ii.- En otros casos, la renuncia implica un acto por el cual el titular de un derecho
manifiesta su voluntad definitiva de desprenderse de él o de no ejercitarlo. Así, por
ejemplo, el titular del derecho real de usufructo o del derecho real de hipoteca o del
derecho real de prenda, etc., renuncia a su derecho. O el acreedor, en lugar de cobrar su
crédito, decide remitirlo o condonarlo. Como puede observarse, la renuncia puede operar
tanto en el ámbito de los derechos reales como de los derechos personales. Pero hay una
diferencia importante entre uno y otro, al que hicimos referencia al revisar los derechos
reales y personales: la renuncia de un derecho real opera con la sola manifestación de
voluntad del renunciante. La renuncia a un derecho real es por ende un acto jurídico
unilateral. En cambio, la renuncia o condonación de un derecho personal o crédito, debe
ser aceptada por el deudor. Se trata por ende de un acto jurídico bilateral. De cualquier
manera, cabe agregar que a diferencia de los casos anteriores, el titular renuncia a un
9
En el caso del heredero, su repudiación se retrotrae al momento en que fue deferida la herencia, esto es, por
regla general, inmediatamente después del fallecimiento del causante.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 16


derecho que ya se encontraba efectivamente en su patrimonio. Se trata, por ende, de un
acto de disposición propiamente tal, pues a consecuencia de él, el titular experimenta una
merma real en su patrimonio.
Distinto es el caso del abandono. Aquí, el dueño de una cosa manifiesta su
voluntad de desprenderse de ella. Tal es el caso de una cosa mueble que abandona por su
dueño, se transforma en res derelictae. Se trata efectivamente de un acto de disposición.
Probablemente, se trata del único caso de abandono, pues otros actos corresponden más
bien a la segunda hipótesis de renuncia a la que recién aludíamos. Cabe advertir que no
todo abandono, en la terminología del Código Civil, implica un acto de disposición. En
efecto, el abandono de la finca hipotecada a que se refiere el art. 2426 no supone
transferencia del dominio, pues el dueño de la misma podrá recobrarla “mientras no se
haya consumado la adjudicación” (es decir, mientras no se haya procedido a la subasta del
inmueble). A su vez, el abandono de bienes a que aluden los arts. 1614 a 1624 más bien es
una dación en pago, es decir, un acto que produce como efecto la ulterior enajenación de
las cosas.
La enajenación podemos visualizarla en un sentido amplio o en un sentido estricto.
En un sentido amplio, la enajenación es todo acto de disposición entre vivos, por el cual el
titular transfiere su derecho a otra persona, o constituye sobre su derecho un nuevo
derecho real en favor de un tercero, nuevo derecho que viene a limitar o gravar el
derecho del propietario.
En un sentido estricto, y más propio, la enajenación es el acto por el cual el titular
transfiere su derecho a otra persona. En otras palabras, es el acto que hace salir de un
patrimonio un derecho para que pase a formar parte del patrimonio de otra persona.
En la acepción amplia, se enajena tanto cuando se transfiere el dominio como
cuando se constituye una hipoteca, prenda o servidumbre o un derecho real de
conservación; en el sentido estricto, sólo se enajena cuando se transfiere el derecho,
debiendo hablarse en los demás casos sólo de una limitación o gravamen al dominio.
En algunos artículos del CC., la expresión enajenación se usa por el legislador en un
sentido amplio: por ejemplo, en los arts. 1464, 2387 y 2414. La prenda y la hipoteca se
consideran como una forma de enajenación.
En otras disposiciones del Código, la palabra enajenación está usada en un sentido
restringido: por ejemplo, en los arts. 393, 1135, 1490, 1754; en estos casos, el legislador
no comprende los gravámenes dentro de la enajenación.
Por tanto, para determinar el sentido de la palabra enajenación, habrá que atender
al texto de la disposición en que se mencione.

c) Excepciones a la facultad de disposición.

Esta facultad es un atributo de la personalidad, pero puede estar suspendida por


efecto de la ley o de la voluntad del hombre. En el primer caso, por ejemplo, el art. 1464
número 3; el caso de los bienes nacionales de uso público, salvo desafectación; o la
prohibición legal de enajenar inmuebles adquiridos con subsidio del Serviu, durante cinco
años. En el segundo caso, por ejemplo, cuando el constituyente de la propiedad fiduciaria
prohíbe la enajenación de ella por acto entre vivos (art. 751), al igual que el donante de la

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 17


cosa, en una donación entre vivos (art. 1432 N° 1) o el nudo propietario tratándose del
usufructo (art. 793, inc. 3º). Pero estas excepciones son de alcance limitado y confirman la
regla general de la libre disposición de los bienes.

d) Facultad y capacidad de disposición.

No debemos confundir ambas facultades. La capacidad de disposición es la aptitud


general del sujeto para disponer libremente de sus derechos. Se asimila, en cierta manera,
a la capacidad de ejercicio. La facultad de disposición, en cambio, es el poder específico
para disponer de un derecho determinado. La ley es más estricta tratándose de la facultad
de disposición. El art. 670, al definir la tradición, distingue claramente entre la facultad de
disposición (exigida al tradente) y la capacidad de disposición (exigida al adquirente). Igual
acontece en los arts. 672; 706, inc. 2º; 1575, inc. 2°; 2387, etc.
La facultad de disposición requiere de varios supuestos o requisitos:
1º La capacidad de disposición.
Por tanto, no hay facultad de disposición, por lo general, cuando no tenemos
capacidad de disposición, con dos salvedades:
 en el caso de los menores adultos, cuando se trate de los bienes muebles de su
peculio profesional o industrial, pues podrán disponer de ellos (el artículo 251,
dispone que se mirarán como mayores de edad para la administración y goce de
estos bienes);
 incluso, excepcionalmente, aún teniendo tal capacidad de disposición, puede
carecerse de la facultad de disposición a favor de cualquiera (por ejemplo, si hay
un embargo sobre la cosa) o a favor de ciertas personas (como acontece, por
ejemplo, en los arts. 1795 a 1797, que prohíben la compraventa entre las personas
que indican).
2º La “titularidad” del derecho de que se trata o la calidad de representante del titular, o
la autorización de éste o de la ley.
No hay por ende facultad de disposición respecto de los bienes ajenos, porque no
somos titulares de ellos o representantes del titular.
Este requisito tiene una entidad subjetiva, pues se refiere a la persona que
pretende disponer de una cosa.
3º La aptitud del derecho para ser objeto de la disposición.
En consecuencia, no podrá disponerse, por ejemplo, de los derechos
personalísimos.
Este requisito tiene una entidad objetiva, pues se refiere a la cosa de la que
queremos disponer.
4º La ausencia de un agente legítimo y extraño que impida el acto de disposición.
No será posible la disposición, cuando se ha decretado un embargo sobre la cosa,
por ejemplo (a menos que se cumpla con lo exigido en el art. 1464 número 3).
Cabe señalar que la facultad de disposición no es una característica privativa del
dominio; por regla general, es común a todos los derechos reales, salvo ciertas
excepciones (como el de uso y habitación, art. 819) y se extiende incluso a los derechos
personales, desde el momento en que el acreedor puede ceder su crédito (art. 1901).

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 18


e) Irrenunciabilidad de la facultad de disposición: casos en que la ley prohíbe restringir la
facultad de disposición.
El principio de la libertad de disposición forma parte de un principio más amplio y
de orden público, el de la libertad de comercio, y constituye la regla general en nuestro
Derecho.
Por ello, la ley advierte, en algunos casos, que no podrá restringirse la facultad de
disposición, y si ello ocurre, la cláusula en cuestión será ineficaz:
 Así, está prohibida la constitución de dos o más fideicomisos o usufructos
sucesivos (arts. 745 y 769), precisamente porque entraban la libre circulación de la
riqueza, de manera que si, por ejemplo, se constituye un fideicomiso y se prohíbe
al fideicomisario disponer de sus bienes, a pesar de haberse cumplido la condición
que se le impuso para adquirirlos, dicha prohibición será ineficaz;
 se tiene por no escrita la cláusula de no enajenar la cosa legada, siempre que la
enajenación no comprometiere ningún derecho de tercero (art. 1126);
 el pacto de no enajenar la cosa arrendada sólo tiene el alcance de facultar al
arrendatario para permanecer en el arriendo hasta su terminación natural (art.
1964);
 no vale en la constitución del censo el pacto de no enajenar la finca acensuada
(art. 2031);
 no obstante cualquier estipulación en contrario, el dueño de los bienes gravados
con hipoteca puede siempre enajenarlos o hipotecarlos (art. 2415). Todas estas
normas, prueban que la facultad de disposición está protegida por la ley.

f) Casos en los cuales la ley autoriza establecer una prohibición de enajenar.


En algunos casos, el legislador otorga eficacia a las cláusulas que contienen
prohibiciones de enajenar:
 art. 751, inc. 2º, en el fideicomiso, el constituyente puede prohibir la enajenación de la
propiedad fiduciaria;
 art. 793, inc. 3º, el constituyente de un usufructo puede prohibir al usufructuario
ceder su usufructo;
 art. 1432 N° 1, en la escritura pública de donación, el donante puede prohibir la
enajenación de la cosa donada.
Estas excepciones son de alcance limitado sin embargo, pues no autorizan una
prohibición absoluta y perpetua de enajenar.

g) Prohibiciones de enajenar establecidas por estipulación de las partes.

Cuando, como en el caso de la propiedad fiduciaria, la ley reconoce la facultad de


prohibir la enajenación de una cosa, es evidente la plena validez de la prohibición
impuesta por el autor o las partes de un acto o contrato. El problema surge en los casos en
que no hay autorización expresa del legislador. ¿Pueden en tales casos el autor o las
partes imponer la prohibición de enajenar? ¿Son válidas tales estipulaciones limitativas de
la facultad de disposición? Entran en conflicto aquí dos principios: por un lado, el de la

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 19


libertad de comercio y libre circulación de la riqueza; por otro lado, la autonomía de la
voluntad y dentro de ella la libertad contractual, que permite pactar cualquier convenio.
En la doctrina, hay posiciones contrapuestas.

g.1) Doctrina en favor de la validez de la cláusula: invoca las siguientes razones:


1º Si en derecho privado puede hacerse todo lo que la ley no prohíbe, siempre se podrá
establecer con eficacia una cláusula de no enajenar, a menos que una disposición expresa
lo prohíba en determinado caso, y tal disposición, con carácter general, no existe respecto
de las cláusulas contractuales.
2º El hecho de que el legislador prohíba en casos determinados la cláusula de no enajenar
(arts. 1964, 2031, 2415), demuestra que la regla general es la libertad para establecerla.
3º El dueño puede desprenderse de todas las facultades del dominio, como ocurre cuando
lo transfiere; por tanto, conforme al aforismo “quien puede lo más, puede lo menos”, con
mayor razón puede renunciar al ejercicio de una sola facultad, la de disponer; y
4º Por último, se sostiene que la legislación chilena reconoce implícitamente la validez de
las cláusulas convencionales de no enajenar: en efecto, el DFL llamado “Reglamento del
Registro Conservatorio de Bienes Raíces”, establece que pueden inscribirse las
prohibiciones convencionales de no enajenar: art. 53 N° 3 del Reglamento.
En cuanto a la sanción por la inobservancia de la cláusula, también hay
discrepancias. A juicio de algunos, la cláusula equivale al embargo ordenado por el juez y
en consecuencia, el acto en que se enajena la cosa contrariando la prohibición
convencional, sería nulo por objeto ilícito, conforme al N° 3 del art. 1464. En opinión de
otros, no se puede hablar de nulidad, porque esta sanción la establece la ley por la
infracción a sus preceptos, y no por la infracción de las estipulaciones de las partes. Por
ello, sostienen que la cláusula de no enajenar constituye una obligación de no hacer y su
incumplimiento acarrea la ejecución forzada del contrato (si se puede deshacer lo hecho)
o la resolución del contrato en que se encuentra incorporada la cláusula (cuando no se
pueda deshacer lo hecho), e igualmente, en ambos casos, la indemnización de perjuicios
(artículo 1555 del Código Civil).

g.2) Doctrina que niega valor a la cláusula: argumentos:


1º El Mensaje y diversas disposiciones del CC., consagran la libre circulación de los bienes
como una regla de orden público que no puede ser alterada por la sola voluntad de los
particulares. Únicamente el legislador puede establecer las excepciones que no
comprometen seriamente esa regla; en consecuencia, cuando las partes acuerdan una
cláusula de no enajenar que no está expresamente autorizada por la ley, la cláusula no
produce ningún efecto: es nula y se mira como no escrita.
2º Si libremente se pudieran pactar las cláusulas de no enajenar, el legislador no habría
tenido para qué autorizarlas en determinados casos.
3º Tales cláusulas se oponen a diversas normas del CC., sobre todo a los arts. 582 y 1810.
El primero señala que se puede disponer arbitrariamente de la cosa de que se es dueño; el
segundo establece que pueden venderse todas las cosas cuya enajenación no está
prohibida por la ley (a contrario sensu, si la enajenación estuviere prohibida sólo por las
partes, sí podrían venderse). Ante este razonamiento, podría argumentarse que el

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 20


contrato es una ley para las partes (artículo 1545 del Código Civil), y por ende, si se pactó
la prohibición, ella también tendría por fuente una ley, de manera que no habría
infracción al artículo 1810. Sin embargo, se podría contra-argumentar afirmando que el
contrato será una ley sólo en la medida en que estuviere “legalmente celebrado” (artículo
1545), y que no lo estaría aquél en que se incorpora una cláusula que impida disponer al
propietario, pues se coartaría una facultad de orden público y por ende no renunciable.
4º El art. 53 del Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces se limita a
permitir una inscripción, sin señalarle efecto alguno. Y en todo caso, se trata de una
disposición reglamentaria, que no puede prevalecer ante normas legales y el espíritu de
las mismas, manifestado en su historia fidedigna (los partidarios de la primera doctrina
refutan este argumento, señalando que el mencionado Reglamento fue dictado en virtud
del art. 695 y que, por ende, tendría carácter de DFL).
La doctrina que niega valor a la cláusula, concluye que esta adolece de nulidad
absoluta por recaer sobre un objeto ilícito, cual es impedir la libre circulación de los
bienes.

g.3) Doctrina ecléctica, que reconoce valor a las cláusulas de no enajenar “relativas”.
Siguiendo la jurisprudencia francesa, algunos autores aceptan las cláusulas de no
enajenar relativas, es decir, aquellas que no imponen una prohibición perpetua o de largo
tiempo y que se justifican por un interés legítimo. Así, por ejemplo, cuando se dona a un
pródigo un inmueble con la prohibición de enajenar o se lega una cosa declarándose que
el legatario no podrá enajenarla a fin de asegurar el servicio de una renta vitalicia en favor
de una tercera persona. La prohibición relativa de enajenar no estaría entonces en pugna
con el principio de la libre circulación de los bienes. Se agrega también un argumento de
texto: el art. 1126. Interpretando la disposición a contrario sensu, se deduce que si se lega
una cosa, prohibiéndose su enajenación, y ésta comprometiere derechos de terceros, la
cláusula sería eficaz ante la ley. Y este principio, concluyen los partidarios de la cláusula
relativa, no debe circunscribirse a los legados, porque el art. 1126 recogería una
concepción jurídica general contenida en la legislación.
La jurisprudencia, en algunos casos, ha aceptado la validez de la estipulación, por
tiempo determinado y prudente y con justificado motivo; en otras ocasiones, la ha
rechazado, de manera que no existe unanimidad en las sentencias.
En cuanto a la sanción en caso de infringir la cláusula “relativa”, sería la
indemnización de perjuicios a que resulta obligado quien enajena la cosa, si no puede
deshacerse lo hecho; se produce el efecto de una obligación de no hacer (art. 1555),
porque tal sería el carácter de la cláusula de no enajenar. Y si se trata de un contrato
bilateral, se aplica el art. 1489: se resuelve el contrato que contiene la cláusula, por
incumplimiento de la misma, con indemnización de perjuicios. Atendiendo a esto último,
se dice que la cláusula implica una verdadera condición resolutoria, que opera cuando el
obligado a no enajenar, enajena. Entonces, respecto del tercero adquirente, le alcanzarán
o no los efectos de la resolución, de conformidad a lo previsto en los arts. 1490 y 1491.
Será determinante en tal caso, si el tercero estaba de buena o mala fe.

8.- Contenido pasivo del derecho de propiedad.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 21


a) Las obligaciones reales.

Las obligaciones reales, también llamadas propter rem, son aquellas que incumben
al propietario o al poseedor de una cosa por el solo hecho de serlo. Presentan dos
particularidades fundamentales:
1º) El deudor se determina atendiendo a la persona que es propietario o poseedor de la
cosa; el deudor es tal por ser dueño o poseedor de la cosa. De ahí el nombre de
obligaciones propter rem, o sea, en razón o por causa de la cosa.
2º) La obligación se traspasa al sucesor particular en forma automática: cambia el titular
de la posesión o del dominio, y cambia también, al mismo tiempo, el sujeto pasivo de la
obligación, sin que sea necesaria ninguna estipulación especial de transferencia o
declaración del causahabiente de hacerse cargo de la obligación.
Esta obligación sigue a la cosa y grava a los adquirentes sucesivos, desvinculando
por lo general al enajenante. Por ello, la obligación real es una especie de obligación
“ambulatoria”.
Ejemplos de obligaciones propter rem:
 art. 614, obligación que tienen los dueños de las tierras contiguas a la playa a favor de
los pescadores, en una franja de ocho metros;
 art. 858, obligación de contribuir, a prorrata de sus derechos, en las expensas de
construcción, conservación y reparación del cerramiento;
 art. 859, acerca de los árboles medianeros;
 art. 942, en relación a la acción posesoria especial, que puede interponerse si un árbol
extiende sus ramas sobre suelo ajeno o penetra en él con sus raíces;
 art. 1962, obligación de respetar el contrato de arrendamiento.

b) Las cargas reales.

Integran también el contenido pasivo del derecho de propiedad las cargas reales.
Son aquellos gravámenes que, con carácter periódico o intermitente, pero en todo caso
reiterado, nacen de la ley o de un contrato y que pesan sobre el que es dueño o poseedor
de una cosa, precisamente por tal razón, y pueden consistir en entregar cualquier cosa
(productos de un predio, dinero), o en realizar prestaciones de naturaleza personal.
Ejemplos:
 contribuciones o impuesto territorial sobre bienes raíces;
 derechos de aseo o de pavimentación;
 el censo o canon que debe pagar el censuario (art. 2032);
 la obligación de pagar los gastos comunes que tiene el dueño de un departamento,
etc.
Se debate en la doctrina las diferencias entre las obligaciones reales y las cargas
reales, al punto de que muchos son partidarios de refundirlas en una sola figura, la de la
obligación real. Sin embargo, podríamos destacar dos diferencias: 1. Las obligaciones
reales sólo tienen por fuente la ley, mientras que las cargas reales pueden tener por

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 22


fuente la ley o el contrato; y 2. Las cargas reales tienen un carácter reiterado, mientras
que las obligaciones reales no, podrían presentarse por una sola vez.

c) Responsabilidad por la propiedad.

Aparte de las obligaciones reales, la ley impone una responsabilidad específica al


propietario de una cosa, en cuatro casos:
1. Responsabilidad del dueño de un animal: arts. 2326 y 2327.
2. Responsabilidad del dueño de un edificio ruinoso: arts. 2323, inc. 1º y 934 (si la víctima
es un vecino, la responsabilidad sólo procederá si el daño se produce después de
notificada la querella de obra ruinosa. Si el daño causado proviene de un vicio de
construcción, la responsabilidad recae sobre el empresario o arquitecto que se encargó de
ella (art. 2324 en relación a la regla 3ª del art. 2003).
3. Responsabilidad de quienes habitan en la parte superior de un edificio, desde la que cae
o es arrojada una cosa: artículo 2328.
4. Responsabilidad del dueño de un vehículo motorizado: art. 174, inc. 2º, Ley N° 18.290:
“El conductor, el propietario del vehículo y el tenedor del mismo a cualquier título, a
menos que estos últimos acrediten que el vehículo fue usado contra su voluntad, son
solidariamente responsables de los daños o perjuicios que se ocasionen con su uso, sin
perjuicio de la responsabilidad de terceros de conformidad a la legislación vigente”.
Se trata de casos de responsabilidad extracontractual, específicamente de
presunciones de culpabilidad por el hecho de las cosas.

9.- Objeto del dominio.

Pueden ser objeto de propiedad las cosas apropiables e individualmente


determinadas. De acuerdo con la tradición romana, es necesario que se trate de cosas
corporales; de conformidad a la tendencia contemporánea, también las cosas inmateriales
y los derechos, pueden ser objeto de propiedad, porque sin perjuicio de ciertas
modalidades que imprime la incorporalidad, siempre concurren los atributos esenciales
que caracterizan el dominio. Nuestro CC. sigue este último punto de vista. Al definir el
derecho de dominio en el art. 582, dice que recae en una cosa corporal, pero
inmediatamente agrega que sobre las cosas incorporales hay también una especie de
propiedad (art. 583). Y después de consagrar la propiedad sobre los derechos, alude a la
propiedad de los llamados bienes inmateriales, como “las producciones del talento o del
ingenio” (art. 584). Y para no dejar dudas de que las cosas incorporales pueden ser objeto
de dominio, concede la acción reivindicatoria para los otros derechos reales con excepción
del derecho de herencia, que tiene la acción de petición de herencia (arts. 891 y 1268,
1269, 704 y 2512, respectivamente). Finalmente, declara el CC. que se puede reivindicar
una cuota determinada proindiviso de una cosa singular (art. 892) y la cuota de una cosa
incorporal.

10.- Diversas clases de propiedad.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 23


a) Según su extensión o integridad de facultades, la propiedad puede ser plena o nuda.
Plena es aquella que autoriza al propietario para ejercer todas o la plenitud de las
facultades que contiene: uso, goce y disposición. Nuda propiedad, es la que no permite al
dueño ejercer las facultades de uso y goce, en razón de que sobre ella pesa el derecho real
de usufructo (art. 582, inc. 2º). Al dueño, le resta sólo la facultad de disposición, jurídica y
material.
b) Según su duración, se distingue entre propiedad absoluta, que no está sometida a
duración o término, y propiedad fiduciaria, que está sometida al evento de traspasarse a
otro si se cumple una condición (arts. 733 y 739).
c) Según el número de sus titulares o sujetos activos: propiedad individual, plural
(condominio o copropiedad) o colectiva, si el propietario es una persona, varias personas
(asumiendo a veces una forma “asociativa”, cuando se forma una persona jurídica, como
en el caso de las cooperativas) o el Estado.
d) Según el punto de vista de la naturaleza del objeto sobre el que recae: propiedad civil,
intelectual, industrial, minera, indígena, copropiedad inmobiliaria, etc.

LA COPROPIEDAD

Sumario:
1.- Generalidades
2.- Definición de copropiedad
3.- Naturaleza jurídica de la copropiedad
4.- Tipos de comunidad
5.- La comunidad en el C.C.CH
6.- Fuentes de la indivisión
7.- Clases de indivisión
8.- Derechos de los copropietarios
9.- La coposesión
10.- La Copropiedad Inmobiliaria: Ley N° 19.537 (ver apunte especial)
11.- Extinción de la comunidad

1.- Generalidades.

En un sentido amplio, hay copropiedad o comunidad cuando un mismo derecho


pertenece a dos o más sujetos conjuntamente. En la verdadera comunidad, communione
pro indiviso, el derecho de cada comunero se extiende a toda y cada una de las partes de
la cosa común.
Suele hablarse también de una comunidad pro diviso, en la que el derecho de cada
titular recae sobre una parte físicamente determinada de la cosa única, parte que
correspondería exclusivamente al respectivo titular. Así, por ejemplo, en un edificio de
departamentos, el terreno y demás “bienes comunes” como escaleras, ascensores,
pasillos, etc., son objeto de una comunidad indivisa entre los diversos propietarios de los
departamentos (o “unidades”, según los denomina la Ley número 19.537 sobre

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 24


Copropiedad Inmobiliaria); pero cada una de estos, pertenece exclusivamente a su titular;
sobre las unidades existe entonces una comunidad pro diviso. Otro ejemplo de comunidad
prodiviso es el de los bloques de construcción destinados a estacionamientos de
vehículos, en los cuales existe una comunidad pro indiviso sobre el edificio y sus bienes
comunes, pero una comunidad pro diviso sobre cada box o estacionamiento.
En realidad, la verdadera comunidad es la pro indiviso. La comunidad pro diviso es
sólo un conjunto de propiedades concurrentes en un mismo objeto, cuyas partes,
constitutivas cada una de un derecho perteneciente exclusivamente a un titular distinto,
están unidas o coligadas.
En la doctrina y en las legislaciones, existe una notable anarquía acerca del
significado de las palabras indivisión, comunidad, condominio y copropiedad. Para
algunos, todas ellas son sinónimos. A juicio de otros, la copropiedad o condominio es una
comunidad que tiene por objeto cosas singulares, y la indivisión, elementos activos de una
universalidad de derecho, como la herencia. Para la doctrina nacional dominante,
indivisión y comunidad son conceptos sinónimos y de alcance genérico, y copropiedad o
condominio, conceptos sinónimos entre sí y de alcance específico. Siguiendo este punto
de vista, podría decirse que hay comunidad o indivisión cuando varias personas tienen
sobre la totalidad de una misma cosa y sobre cada una de sus partes derechos de idéntica
naturaleza jurídica o un solo derecho, que puede ser el dominio, el usufructo, la
servidumbre, la herencia. Cuando tal derecho es el dominio, la indivisión o comunidad
toma el nombre específico de copropiedad o condominio. La comunidad o indivisión sería
el género y el condominio o copropiedad la especie.

2.- Definición de copropiedad.

Es el derecho de propiedad que sobre el total de una misma cosa y sobre cada una
de sus partes tienen dos o más personas conjuntamente. El derecho de cada copropietario
recae sobre toda la cosa y cada una de sus partes y no sobre una parte materialmente
determinada de la misma.

3.- Naturaleza jurídica de la copropiedad.

Dos teorías se han planteado para explicarla:


a) La concepción clásica, inspirada en el Derecho Romano, sostiene que la copropiedad no
es un derecho esencialmente distinto del dominio, sino una simple forma, modalidad de
este. Sólo acontece que el dominio está fragmentado entre varios titulares; la parte de
cada propietario no es una parte material de la cosa, sino una parte ideal del derecho
entero.
b) Según otra concepción, propuesta entre otros por Capitant, la copropiedad constituye
un derecho real, pero distinto del dominio; otorga a su titular el derecho de adquirir parte
de los frutos o el uso de la cosa en ciertos casos, intervenir en la administración, la
facultad de pedir la partición de la cosa común, y de oponerse a los actos de enajenación
que pretendan realizar los otros copropietarios.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 25


4.- Tipos de comunidad.

Dos grandes tipos de comunidad se distinguen por la doctrina: la romanista y la


germánica. Esbozaremos sus características.

a) Comunidad Romanista.
Este tipo de comunidad descansa sobre la idea de la distinción entre la parte ideal
que pertenece a cada comunero (llamada cuota o parte alícuota) y la cosa misma.
Sobre su parte alícuota cada copropietario tiene un derecho de dominio pleno y
absoluto; por tanto, puede disponer de ella sin el consentimiento de los otros
copropietarios: puede cederla, hipotecarla, reivindicarla y sus acreedores pueden
embargársela.
Sobre la cosa misma cada copropietario no tiene ninguna propiedad exclusiva,
pues los derechos de cada uno se encuentran limitados y en cierta medida “paralizados”
por los derechos de los demás copropietarios. En general, cualquier acto material o
jurídico sobre la cosa necesita el consentimiento de todos los codueños.
De tal forma, cada comunero tiene una cuota que es abstracta o ideal, puesto que
la cosa no está dividida materialmente, sino que se la concibe intelectualmente; se es por
tanto dueño exclusivo de esa cuota o fracción intelectual de la cosa y se puede ejercitar
derechos sobre ella como tal. Considerada la cosa en concreto y en su totalidad, todos los
comuneros tienen derecho a ella, pero el derecho de cada uno está limitado
necesariamente por el concurso de los demás.
A la concepción romanista de la copropiedad se le formulan críticas tanto desde el
punto de vista jurídico como económico. En el aspecto jurídico, se dice que considerar la
copropiedad como una forma de propiedad es errado, pues el carácter exclusivo de la
última no se compadece con la primera, en la que el derecho de cada copropietario es
concurrente con el de los otros y, al mismo tiempo, limitado por el derecho análogo de
estos otros comuneros. Sin embargo, se refuta esta crítica, diciendo que la exclusividad
del derecho de propiedad se traduce frente a terceros, y en verdad, los copropietarios,
igual que el propietario único, pueden defenderse contra los terceros. En cuanto a la
concurrencia de los derechos de los copropietarios, que se limitan recíprocamente, se dice
que no envuelve ninguna anormalidad: en efecto, si el propietario puede limitar su
derecho mediante un usufructo, una hipoteca, etc., ¿Por qué extrañarse que esta
limitación emane no del derecho de un tercero, sino de los otros copropietarios?
En el aspecto económico, se objeta a la copropiedad romanista el ser
esencialmente individualista: por una parte, permite a cada cual disponer de su cuota; y
por otra parte, entrabar en los demás la utilización de la cosa; con ambas facultades,
disminuye ostensiblemente la productividad de los bienes comunes. Ello carecía de
trascendencia en Roma, donde siempre se estimó a la comunidad como un estado
transitorio, pronto a liquidarse y, por lo mismo, naturalmente pasivo. Sin embargo, para el
derecho moderno, donde se observan con frecuencia masas de bienes en comunidad que
se mantienen en movimiento productivo, tal concepción resulta insuficiente. De ahí que
incluso algunos códigos que han adoptado la noción romana le introducen modificaciones.
Muchos códigos modernos, por ejemplo, conceden a la mayoría de los comuneros la

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 26


facultad de tomar decisiones sobre la administración de la cosa común, obligatorias para
la minoría, lo que implica una disminución del poder individual de un comunero en
beneficio de la totalidad, en beneficio de una especie de personalidad colectiva, que
constituye una idea básica de la concepción germánica.
En definitiva, en la concepción romanista, el legislador mira la comunidad como un
estado transitorio del cual cada comunero piensa liberarse mediante la división y
liquidación del haber común, para así obtener un derecho exclusivo, sin estorbo de otros
derechos concurrentes.

b) Comunidad germánica.
Llamada también “de manos juntas” o “en mano común”. Según esta doctrina, la
comunidad es una propiedad colectiva, en la que el objeto pertenece a todos los
comuneros considerados colectivamente, como un solo titular. No hay división ideal del
derecho en cuotas. Cada comunero, individualmente considerado, carece de derechos,
reales o abstractos, sobre parte alguna de la cosa, mientras dure la indivisión. Cada
partícipe sólo posee un derecho parcial de goce sobre la cosa común. Se niega incluso a
los comuneros acción para pedir la partición de la cosa común.

En síntesis, estas dos formas de comunidad, la romanista y la germánica,


corresponden al tipo individualista y colectivista, respectivamente; en la primera, se tiene
una comunidad por cuotas; en la segunda, no existen cuotas; en la romanista, el derecho
está dividido entre los partícipes, correspondiéndole a cada uno una fracción en
propiedad, de la que puede disponer, transmitir por causa de muerte y realizar por medio
de la partición de la cosa cuando sea materialmente posible. En la comunidad germánica
no existen cuotas, nada tienen los individuos y, por ende, tampoco pueden disponer de
nada, ya que es a la colectividad a quien pertenecen los bienes comunes, sujeto abstracto
que obra como tercero distinto de los individuos que lo componen (la noción de los
patrimonios de afectación o parciales, se fundamenta precisamente en la comunidad
germánica).

5.- La comunidad en el C.C.CH.

La doctrina nacional estima que nuestro CC. adopta, fundamentalmente, la


concepción romanista de la comunidad. Se concluye así, por los antecedentes
considerados para su elaboración y por el contenido de varios preceptos, en virtud de los
cuales se reconoce la noción de cuota y permiten al comunero celebrar respecto de ella
diversos actos, sin el consentimiento de los otros copartícipes.
El Código Civil dedica un título especial a la comunidad, a la que trata como
cuasicontrato (arts. 2304 y siguientes). Pero el cuasicontrato no es el único origen de la
comunidad. Hay además, muchas disposiciones dispersas en el Código, relativas a la
comunidad, como por ejemplo:
● arts. 1317 a 1353, sobre la partición de bienes, reglas que no se circunscriben a la
partición de la comunidad hereditaria, sino que son de aplicación general, en virtud de
disposiciones expresas (arts. 1776, 2115, 2313);

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 27


● art. 662 y 663, en las reglas relativas a la accesión de mueble a mueble;
● artículo 718, en la posesión;
● artículo 742, en las normas de la propiedad fiduciaria;
● artículo 846 y 851, en el título de las servidumbres;
● artículo 892, acción reivindicatoria;
● artículo 1812, contrato de compraventa; y
● artículo 2417, contrato de hipoteca.
Nada dijo el Código acerca de la importante materia relativa a la administración de
la cosa común. En este punto, y aunque no está expresamente establecido, se entiende
que en nuestro Derecho rige el llamado ius prohibendi: cualquiera puede oponerse a que
en la cosa se ejecuten actos jurídicos o materiales; consiste en la facultad que cada
comunero tiene de impedir las actuaciones de los otros copartícipes en la cosa común. Se
denomina también “derecho a veto”.
La doctrina extranjera ha acudido a diversos mecanismos para intentar sortear el
inconveniente del ius prohibendi, que impone la unanimidad. Entre tales mecanismos, el
considerar al comunero que actúa, como un agente oficioso de los demás; y la llamada
doctrina del mandato tácito y recíproco: conforme a esta, se entiende que entre los
comuneros existe un mandato tácito y recíproco, en virtud del cual un comunero puede
efectuar actos de administración de la cosa común. En Chile, la jurisprudencia ha recurrido
a esta doctrina en diversas ocasiones, para confirmar actos de administración,
manifestando que como soporte legal de este mandato, están los arts. 2305 y 2081
(comunidad en relación con la sociedad). Así, en una sentencia de la Corte de Apelaciones
de Santiago de fecha 6 de julio de 2007, se expresa, a propósito de la facultad de un
comunero para comparecer a juicio en representación de los demás comuneros, “4. Que
conforme con los artículos 2304 y 2305 del Código Civil, en el cuasicontrato de comunidad
el derecho de cada uno de los comuneros sobre la cosa común es el mismo de los socios
sobre el haber social; y, conforme con el artículo 2081 del mismo Código referido a la
sociedad, si entre los socios no se ha conferido la administración a uno o más de ellos, se
entenderá que cada uno ha recibido de los otros el poder de administrar con las
facultades generales propias del administrador social, dentro de los límites legales y
debiendo rendir cuenta a sus consocios. Es decir, debe entenderse que no existiendo un
administrador de la cosa universal o singular común, existe entre ellos un mandato tácito
y recíproco de administración con los límites y obligación señalados. 5. Que habiendo
acreditado los demandantes formar parte de la Sucesión hereditaria ejecutante, en la que
no se ha designado administrador, y obrando en autos en interés de ésta en virtud del
mandato tácito y recíproco aludido en el motivo anterior, debe entenderse
necesariamente que su facultad para comparecer en estos autos cobrando lo que se
adeuda a la Sucesión proviene de la ley, no pudiendo ponerse en duda esa facultad
contemplada expresamente en las normas civiles citadas, razón por la que la excepción de
falta de personería de los demandantes deberá ser desechada”.10 Hay sin embargo
opiniones doctrinarias en contrario, Claro Solar, Rozas Vial y Somarriva, entre ellas.11
10
Gaceta Jurídica, Santiago de Chile, número 325, año 2007, pp.165 y 166.
11
Véase: Fernando Rozas Vial, Los Bienes, Santiago de Chile, Editorial LexisNexis, cuarta edición, año 2007, p.
112 (se inclina más bien por entender que habría una agencia oficiosa); y especialmente, Manuel Somarriva

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 28


6.- Fuentes de la indivisión.

La comunidad puede tener por causa un hecho, la voluntad o la ley.


a) El hecho más frecuente que da nacimiento a una comunidad es la muerte del causante,
que origina la comunidad hereditaria, cuando hay dos o más herederos. Otro hecho que
puede originar comunidad es el de la mezcla de materias pertenecientes a distintas
personas, según veremos al estudiar la accesión de mueble a mueble.
b) La indivisión nace de la voluntad, ya sea de un sujeto, como en el caso de un
testamento (por ejemplo, si el causante deja el legado sobre un inmueble a dos personas),
ya sea de dos o más sujetos, como en el caso de un contrato, si dos o más personas
adquieren en común una cosa por cualquier título de dominio seguido de la tradición o si
el dueño exclusivo de un bien se desprende de una cuota de su dominio cediéndosela a
una o más personas.
c) Entre los casos de indivisión que tienen por fuente un texto legal, puede citarse el de los
bienes afectos al uso común en los edificios o conjuntos habitacionales acogidos a la Ley
de Copropiedad Inmobiliaria; la medianería; las servidumbres; los casos contemplados en
los artículos 662 y 663 (accesión de mueble a mueble); 1728 y 1729 (sociedad conyugal)
todos del Código Civil, etc.

7.- Clases de indivisión.

a) Según el objeto sobre que recae, la indivisión puede ser sobre cosa universal o singular:
arts. 1317; 2304. Esta es la única clasificación que consigna expresamente el CC.
En relación a esta primera clasificación, examinaremos tres aspectos que se han
debatido en la doctrina:
 primero, si entre nosotros existe la comunidad sobre una universalidad jurídica;
 en segundo lugar, si en nuestro Derecho la partición y adjudicación subsecuente tiene
un efecto atributivo o declarativo; y
 en tercer lugar, si la naturaleza de los bienes que integran una universalidad, se
traspasa o comunica o no a la cuota que cada titular posea en dicha comunidad.
a.1) En cuanto a la clase de universalidades sobre las que puede haber comunidad, no
existe acuerdo en la doctrina nacional.
Hay quienes entienden que puede haber comunidad tanto en universalidades de
hecho como de derecho, y de éstas últimas señalan como ejemplo la herencia,
precisamente el ejemplo que menciona el CC. en su art. 2306; la que queda al disolverse
una sociedad civil o comercial y, en general, cada vez que la comunidad recae sobre un
patrimonio o masa de bienes con activo y pasivo propios.
Pero otros niegan la posibilidad de comunidad sobre universalidades de derecho.
Se sostiene que, siendo un rasgo distintivo de las universalidades jurídicas el que tengan
un pasivo, en Chile no puede haber comunidades sobre universalidades jurídicas, porque,

Undurraga, , Indivisión y Partición, Santiago de Chile, Editorial Jurídica, quinta edición actualizada, año 2002,
pp. 178-181.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 29


en virtud de lo dispuesto en los arts. 1354 y 2306, habiendo dos o más comuneros, el
pasivo está siempre dividido entre los copartícipes, por el solo ministerio de la ley. En
efecto, el artículo 1354, incisos 1º y 2º, señala que “Las deudas hereditarias se dividen
entre los herederos a prorrata de sus cuotas. / Así el heredero del tercio no es obligado a
pagar sino el tercio de las deudas hereditarias.” Por ende, si las deudas “se dividen”,
quiere decir que no hay comunidad al respecto. El artículo 2306, por su parte, establece:
“Si la cosa es universal, como una herencia, cada uno de los comuneros es obligado a las
deudas de la cosa común, como los herederos en las deudas hereditarias”. En otras
palabras, el artículo 2306 ordena aplicar el artículo 1354. De tal forma, las universalidades
jurídicas citadas podrían serlo cuando pertenecen a un solo titular (caso en el cual, como
es obvio, no hay comunidad), mientras que cuando pertenecen a dos o más titulares,
serían universalidades de hecho, pues no tendrían pasivo común.
a.2) En la concepción romanista, al operar la partición de bienes se asigna a la
adjudicación un efecto atributivo. La comunidad puede terminar por varias causas (art.
2312), siendo una de ellas la partición. Ella puede efectuarse a su vez por acuerdo entre
los comuneros; por juez partidor; o por disposición del causante, cuando la comunidad es
de origen hereditario.
La partición es el conjunto de actos tendientes a distribuir los bienes comunes
entre los comuneros en proporción a sus cuotas. La adjudicación es el acto por el cual el
comunero recibe un bien determinado de la comunidad, en pago de su cuota.
Conferir efecto atributivo a la adjudicación, significa resolver que cuando a un
comunero se le adjudica un bien, él es dueño de ese objeto desde el día de la
adjudicación; constituye por tanto título traslaticio de dominio (la adjudicación “atribuye
dominio”).
El efecto atributivo se opone al efecto declarativo de la adjudicación, por el cual se
considera que el adjudicatario es dueño del objeto adjudicado desde el día en que se
originó la comunidad. Se le confiere por tanto un efecto retroactivo; se considera, por una
suerte de ficción, que ha sido dueño exclusivo de ese bien desde el día en que se originó la
comunidad, y recíprocamente, se estima que nunca tuvo derechos en los demás bienes
adjudicados a los otros adjudicatarios. La adjudicación entonces, “declara” un dominio ya
existente, constituye título declarativo de dominio.
La importancia de optar por una u otra alternativa, se puede observar en las
hipotecas o gravámenes celebrados con terceros, por uno solo de los comuneros, sin
consentimiento de los otros. Por ejemplo, uno de ellos constituye una hipoteca o un
usufructo sobre un objeto de la comunidad, que después le es adjudicado al mismo
comunero. Con el efecto atributivo, la hipoteca o el usufructo fueron constituidos por
quien no era dueño, porque lo es sólo desde la partición. Con el efecto declarativo, los
constituyó el dueño, pues lo es desde que se originó la comunidad.
Nuestro CC. sin embargo, a pesar de seguir la concepción romana de la comunidad,
se apartó de la misma en lo que respecta a la característica en análisis, optando por
consagrar el efecto declarativo de la adjudicación, de acuerdo a los arts. 1344 y 718. Por
ende, en el ejemplo citado, si el bien respecto del cual el comunero hipotecó su cuota se
adjudica en definitiva a otro comunero, la hipoteca caduca, pues se entiende que aquél
que la constituyó, nunca tuvo derechos sobre la cosa en cuestión. A la inversa, si el

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 30


inmueble se adjudica al comunero que había hipotecado su cuota, la hipoteca subsiste,
aunque habría que preguntarse si sólo sobre la cuota que se hipotecó o si se amplía a todo
el predio. Somarriva, en un principio, creía que la hipoteca seguía restringida a la cuota.
Con posterioridad, cambió de opinión.12 Personalmente, creemos que se extiende ahora a
todo el inmueble (arts. 2417 y 2421).
a.3) Se ha planteado si existe o no comunicación entre la cuota y los bienes que integran la
universalidad. La concepción romana las considera comunicadas. Esta comunicación existe
en dos sentidos: por un lado, significa que la cuota en la universalidad se aplica o imprime
en cada uno de los bienes que la integran y en cada parte de ellos (así, si en la comunidad
existe un inmueble y un automóvil, cada comunero tiene una cuota en uno y otro bien); y
por otro lado, recíprocamente, significa que la naturaleza de los bienes queda impresa o
se refleja en la cuota, de modo que la naturaleza de ésta será la que tengan aquellos. Así,
si en la comunidad sólo existen muebles, la cuota es mueble; si sólo hay inmuebles, la
cuota será inmueble. La dificultad surge cuando hay bienes de ambas clases.
¿Acogió el C.C. la comunicación entre la cuota y los bienes? Para la doctrina
nacional dominante, la respuesta es negativa: vale decir, nuevamente nuestro C.C. se
habría apartado de la concepción romana de la comunidad. Se sostiene que en la
comunidad sobre una universalidad, el derecho del comunero recae sobre dicha
universalidad y no sobre los bienes que la componen; distinta es la solución en la
comunidad sobre cosa singular, pues en ella el derecho cuotativo del comunero recae
sobre tal cosa. De ahí que en el primer caso, esto es tratándose de una comunidad sobre
cosa universal, el derecho cuotativo del heredero, por ejemplo, no será mueble o
inmueble, aunque la herencia comprenda tales bienes. Su derecho no tiene por objeto las
cosas singulares que componen la universalidad, sino la universalidad misma, que no es
cosa mueble o inmueble, sino una entidad abstracta. En cambio, se sostiene que el
derecho del comunero de cosa singular es mueble o inmueble, según sea la naturaleza de
la cosa común, porque el derecho del comunero recae sobre ella, y los derechos reales
(como ocurre en este caso) son muebles o inmuebles, según lo sea la cosa en que han de
ejercerse (art. 580). Tratándose de la comunidad sobre cosa universal, el derecho de cada
comunero recae sobre el todo común, abstractamente considerado, no sobre las cosas o
partes materiales del mismo. Como argumentos de tal conclusión, se señalan,
principalmente:
 El art. 1909, por el cual el cedente a título oneroso del derecho de herencia no
responde de la existencia de bienes determinados, sino sólo de su calidad de
heredero, lo que se justifica precisamente porque su derecho recae nada más que
sobre la universalidad;
 El art. 686, que ordena la inscripción del dominio y de otros derechos reales cuando
recaen sobre inmuebles, no menciona el derecho real de herencia, ya que al recaer
sobre una abstracción, no es mueble ni inmueble.
 El artículo 254 del Código Civil, que trata de la autorización para enajenar ciertos
bienes del hijo no emancipado, distingue entre los “bienes raíces del hijo”, por una
parte, y “sus derechos hereditarios”, por otra parte.

12
Ver apunte “Contrato de hipoteca” en nuestra página www.juanandresorrego.cl

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 31


Pero también se ha sostenido que habiéndose adoptado en nuestro Derecho la
concepción romana de comunidad, la comunicación entre la cuota y cada uno de los
bienes de la comunidad, no está excluida. Los arts. 951, inciso 2° y 580 demostrarían la
orientación concreta del Código respecto de la comunidad en cosa universal; se indica que
lo que tienen los comuneros son bienes y no una mera abstracción jurídica. Así, cuando se
está en presencia de la comunidad hereditaria, debe distinguirse entre el derecho real de
herencia, que sí recae sobre la universalidad jurídica que es la herencia, y la comunidad de
dominio que se origina entre todos los herederos sobre los bienes del causante,
comunidad que recaería sobre una universalidad de hecho, puesto que no tiene pasivo, ya
que las deudas están divididas entre los herederos (art. 1354); en esa comunidad sobre el
activo hereditario, la cuota de cada comunero se comunica a cada bien de que se
compone aquella.
Las consecuencias de cada doctrina son importantes. Si no se produce la
comunicación, la cuota no participa del carácter de los bienes que componen la
comunidad; con ello, escapa a la clasificación de bienes muebles e inmuebles, lo que a su
vez trae varias consecuencias, como por ejemplo:
● si se enajena la cuota, su tradición no requerirá de inscripción en el Conservador, ya que
ella está establecida para los inmuebles y la cuota no lo es, aunque haya inmuebles en la
comunidad, bastando por tanto cualquiera de las formas de tradición de los bienes
muebles del art. 684, no porque la cosa sea mueble, sino porque tal precepto consagra la
regla general en materia de tradición;
● por otra parte, si el comunero es relativamente incapaz, no se requiere para enajenar su
cuota de las formalidades habilitantes prescritas para enajenar sus inmuebles, salvo que
se trate de derechos hereditarios (art. 254).
Por el contrario, si se admite la comunicación, se invierten las consecuencias
señaladas: si la cuota recae sobre un inmueble, se exigirá inscripción para verificar la
tradición y habrá que cumplir con la formalidad habilitante para enajenarla, si el
comunero fuere un incapaz.
Si la comunidad recae sobre una cosa singular, no hay duda de que la cuota de
cada uno se radica en el único objeto de la comunidad, y por tanto, participa de su
carácter (art. 580). En consecuencia, los actos sobre la cuota estarán sometidos a las
reglas de los actos sobre el respectivo objeto. En este punto, hay acuerdo en la doctrina.

b) Según su origen, la comunidad puede nacer de un hecho, de la voluntad (testamento o


contrato) o de la ley (nos remitimos a lo expuesto a propósito de las fuentes de la
indivisión).

c) Según su duración y al carácter voluntario o forzado de la indivisión, la comunidad


puede ser temporal o perpetua.
Las comunidades temporales pueden tener duración determinada o
indeterminada; ocurre lo primero en virtud del denominado “pacto de indivisión”, que en
todo caso está sujeto a limitaciones legales (art. 1317); si no se ha celebrado tal pacto, la
partición puede pedirse en cualquier tiempo.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 32


Las comunidades perpetuas son forzadas y legales, aunque en el fondo derivan
más bien de la naturaleza misma de las cosas: por ejemplo, comunidades en la
Copropiedad Inmobiliaria, la medianería, etc.

d) Según se origine en la voluntad de los interesados o en hechos ajenos a su iniciativa, la


comunidad es convencional o incidental. De esta última especie es la comunidad
hereditaria o la que surge entre los diferentes dueños de materias mezcladas por
casualidad (arts. 662, 663); o en los casos contemplados en los artículos 1728 y 1729, en la
sociedad conyugal.

e) Si la comunidad está organizada para la explotación racional de los bienes comunes con
miras a una distribución regular de los beneficios, se habla de comunidad activa.
Constituyen una masa de bienes que funcionan desarrollando una determinada actividad
económica (como en el caso de la copropiedad de las naves, regulada en el Derecho
Marítimo; o de muchas sucesiones hereditarias en las que hay un establecimiento
comercial o industrial que continúa indiviso y en producción en manos de los herederos).
Las comunidades pasivas no son más que un conjunto de bienes, que estáticamente
esperan la remoción de algún obstáculo para ser dividido entre los comuneros. El
cuasicontrato de comunidad (arts. 2304 a 2313) es reglamentado por el CC. en cuanto
comunidad pasiva, como una situación transitoria.

8.- Derechos de los copropietarios.

Al respecto, distinguimos entre los actos jurídicos que pueden realizarse respecto
de la cuota-parte y los actos materiales de uso o de goce que pueden hacerse sobre la
cosa común.

a) Noción de cuota-parte: es la porción ideal, determinada o determinable, que cada


comunero tiene en el derecho sobre la cosa común; es la medida extensiva del derecho de
cada comunero en la comunidad. Señala entonces:
● la proporción en que los comuneros han de gozar de los beneficios de la cosa;
● la proporción en que los comuneros han de sufrir las cargas; y
● la proporción en que los comuneros tienen derecho a obtener una parte material de la
misma cuando se divida o el valor de ella, si es materialmente indivisible.
Las cuotas pueden ser iguales o desiguales. Si no consta lo contrario, se reputan
iguales, según se desprende de diversos artículos (artículo 1098, inciso 3°: “Si fueren
muchos los herederos instituidos sin designación de cuota, dividirán entre sí por partes
iguales la herencia o la parte de ella que les toque”; artículo 2307, inciso 2°: “Si la deuda
ha sido contraída por los comuneros colectivamente, sin expresión de cuotas, todos ellos,
no habiendo estipulado solidaridad, son obligados al acreedor por partes iguales, salvo el
derecho de cada uno contra los otros para que se le abone lo que haya pagado de más
sobre la cuota que le corresponda”). La cuota de cada comunero se expresa generalmente
en fracciones o porcentajes (1/3; 40%, etc.).

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 33


b) Actos jurídicos que los comuneros pueden realizar sobre su cuota: cada copropietario
es considerado dueño individual y exclusivo de su cuota-parte. En consecuencia, puede
disponer de ella libremente por acto entre vivos (arts. 1320, 1812, 2417) o por causa de
muerte (art. 1110); puede reivindicarla (art. 892); puede ser embargada, etc. Cabe señalar
que ciertos actos celebrados por el comunero respecto de la cuota-parte, quedan
subordinados a las resultas de la partición: si la cosa indivisa se adjudica al comunero que
constituyó una hipoteca, por ejemplo, el acreedor consolida su hipoteca; en caso
contrario, ésta caduca (art. 2417). De ahí la inconveniencia de la hipoteca de cuota.

c) Actos materiales que el copropietario puede hacer sobre la cosa común: cada comunero
puede servirse para su uso personal de las cosas comunes, con tal que las emplee según
su destino ordinario y no entrabe el justo uso de los demás comuneros (art. 2305 en
relación con el art. 2081). La limitación de no entrabar el justo uso de los demás
comuneros tiene su justificación en que los derechos de todos son cualitativamente
iguales. Por otra parte, el artículo 655 del Código de Procedimiento Civil establece que
para poner término al uso y goce gratuito de uno o más comuneros sobre la cosa común,
bastará la reclamación de cualquiera de los interesados, salvo que este uso y goce se
funde en algún título especial.

9.- La coposesión.

Se ha dicho que la coposesión es a la posesión, en los hechos, lo que la


copropiedad es a la propiedad en el Derecho. La coposesión tiene lugar cuando dos o más
personas detentan con ánimo de señor un mismo objeto. El CC. la admite en los arts. 687,
3º y 718.
Siguiendo los principios posesorios, el ánimo de dueño debe inspirar a todos los
coposeedores, aunque algunos no detenten materialmente la cosa que en común se
posee; basta con que uno de ellos la posea a nombre de otros.
Al igual que en la posesión, la coposesión puede o no ir acompañada del dominio;
cuando ello no acontece, la coposesión adquiere especial importancia, pues con ella se
podrá adquirir el dominio por prescripción.
Finalmente, se ha discutido si entre los comuneros coposeedores puede haber
prescripción. Trataremos el punto a propósito de la prescripción.

10.- La Copropiedad Inmobiliaria: Ley N° 19.537 (ver apunte especial).

11.- Extinción de la comunidad.

El art. 2312 señala las causales de extinción de la comunidad:


a) Por la reunión de las cuotas de todos los comuneros en una sola persona.
b) Por la destrucción de la cosa común.
c) Por la división del haber común.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 34


El art. 1317 autoriza a los comuneros a solicitar la partición en cualquier momento;
es decir, nadie está obligado a permanecer en la indivisión. De ahí que la acción de
partición sea imprescriptible.
Sin embargo, hay casos excepcionales en que no puede hacerse uso de este
derecho:
a) Cuando se ha pactado la indivisión por un plazo que no puede exceder de los 5 años, sin
perjuicio de renovarlo si así consienten todos los comuneros;
b) Los casos de indivisión forzada, como en la Copropiedad Inmobiliaria o tratándose de
las tumbas o mausoleos, o los señalados en los artículos 1728 y 1729, a propósito de la
sociedad conyugal; o tratándose de la propiedad fiduciaria, mientras penda la condición.

La Propiedad – Juan Andrés Orrego Acuña 35


LOS MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO1

Sumario:
1.-) Generalidades.
a) Teoría que postula que se requiere de un título y luego de un modo
para adquirir el dominio.
b) Teorías que rechazan la distinción entre título y modo.
2.-) Enumeración de los modos de adquirir.
3.-) Clasificación de los modos de adquirir.
a) Originarios y derivativos.
b) A título universal y a título singular.
c) Modos onerosos o gratuitos y modos a título oneroso o a título
gratuito.
d) Por acto entre vivos o por causa de muerte.
4.-) Naturaleza jurídica de los modos de adquirir.
5.-) Aplicación de los modos de adquirir.
6.-) Se puede adquirir un derecho sólo por un modo de adquirir.
7.-) La exigencia del título en todos los modos de adquirir.
8.-) La ocupación.
a) Concepto.
b) Requisitos.
c) Características de la ocupación.
d) Diversas clases de ocupación.
9.-) La accesión.
a) Concepto legal.
b) Especies de accesión.
c) Características.
d) Naturaleza jurídica.
e) Clases de accesión.

1.-) Generalidades.

En la doctrina y el Derecho comparado, se distinguen dos teorías


sobre esta materia: una exige un título y un modo para la adquisición
del dominio y los demás derechos reales; otras, rechazan la distinción
entre el título y el modo de adquirir.

a) Teoría que postula que se requiere de un título y luego de un modo


para adquirir el dominio.

1
Fecha de última modificación: 27 de diciembre de 2019.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 1


Por regla general, para adquirir un derecho personal basta el solo
contrato o acto constitutivo. Así, por ejemplo, perfeccionado el contrato
de compraventa, nace para el comprador el derecho a exigir al vendedor
la tradición de la cosa. Pero tratándose de la adquisición y transmisión
de los derechos reales, además del contrato o acto constitutivo es
necesario, según la doctrina tradicional, un modo de adquirir; en el
ejemplo, es necesario que el vendedor realice la tradición en favor del
comprador. Incluso para transferir un derecho personal, también se
requiere de un modo de adquirir: la tradición, a través de la entrega del
título.
Esta teoría, llamada tradicional, tiene sus orígenes en el Derecho
Romano. Distingue entre un título o causa remota de adquisición y un
modo de adquirir o causa próxima de la misma. Y desde este punto de
vista, título es el hecho o acto jurídico que sirve de antecedente para la
adquisición del dominio u otro derecho real, y el modo de adquirir es
el hecho o acto jurídico que produce efectivamente la adquisición del
dominio u otro derecho real. De ahí que suele expresarse que los modos
de adquirir son las fuentes de donde emanan los derechos reales.
En la práctica, la dualidad título-modo de adquirir no siempre se
visualiza con nitidez. Tratándose de la compraventa de cosa mueble,
que es consensual, el modo sigue tan inmediatamente al título, que casi
se confunden. La dualidad se distingue sí claramente en la compraventa
de inmuebles: escritura pública en la que debe constar el contrato
(título) e inscripción en el Conservador para verificar la tradición (modo
de adquirir).
Los títulos que habilitan para la posterior transferencia del dominio
son llamados títulos traslaticios de dominio. Son innumerables, no son
taxativos y pueden revestir la forma y características que acuerden los
particulares. Generalmente, adoptan la forma de contratos:
compraventa, permuta, donación, aporte en propiedad a una sociedad,
etc. También podría tratarse de una convención que no sea contrato,
como acontece con la dación en pago (aunque veremos en “La
tradición”, que algunos rechazan la dación en pago como título
traslaticio de dominio).
Los modos de adquirir están establecidos en la ley, de manera que
no pueden tenerse como tales sino los que el legislador reconozca: art.
19 números 23 y 24 de la C. Política.

b) Teorías que rechazan la distinción entre título y modo.

b.1) Una teoría sostiene que para adquirir los derechos reales basta con
el título; el modo es innecesario o se le considera implícito en aquél. El
Código Civil francés sigue esta tendencia y establece que la propiedad
se transfiere y adquiere por el solo efecto del contrato. La tradición

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 2


pierde su calidad de modo de adquirir, representa sólo la ejecución de la
obligación del vendedor de poner la cosa a disposición del comprador
(de ahí que se hable de “efecto real del contrato”).

b.2) Otra teoría, emanada del derecho alemán, estima que hay que
cortar el lazo entre el modo de adquirir y el título; hay que independizar,
para los efectos de la transferencia de los derechos reales, el modo de
adquirir del título. Lo que interesa para la transferencia y adquisición de
esos derechos es sólo el modo, que a su vez se desdobla en dos
momentos: el acuerdo real y la propia tradición (o inscripción, si se trata
de inmuebles).
El acuerdo real, es el acuerdo entre el enajenante y el adquirente
para provocar el traspaso del derecho real; es un acto abstracto, porque
en todos los casos sólo encierra la voluntad conforme de ambas partes
de que se realice el traspaso, y la declaración que trasunta tal acuerdo
es independiente del título, causa o contrato por virtud del cual ella se
formula. Por consiguiente, si el negocio causal, que originó el acuerdo
real y abstracto, es por ejemplo una compraventa nula, tal nulidad del
título o negocio causal no afecta al acuerdo real: este queda a firme si
se perfeccionó legalmente. Con posterioridad, para que opere la
transferencia y adquisición del derecho real es necesario, además del
acuerdo real, la entrega, si se trata de muebles, y la inscripción, si se
trata de inmuebles.
Como observamos, el sistema del Código alemán difiere
radicalmente de la teoría tradicional del título y el modo, pues según
ésta, la adquisición del derecho real tiene su base en el título o causa
obligatoria que la motiva; y de acuerdo con el Código alemán, por el
contrario, el título o negocio causal (la compraventa, por ejemplo),
carece de trascendencia en la adquisición y pérdida de los derechos
reales. La ventaja del sistema alemán se traduce en una eficaz
protección de los terceros. Si el título o negocio causal se declara nulo,
no por eso la enajenación deja de surtir efecto; y la parte en cuyo favor
se declara la nulidad sólo puede hacer valer la acción de enriquecimiento
sin causa.

2.-) Enumeración de los modos de adquirir.

El art. 588, que no es una disposición taxativa, enumera los


siguientes modos de adquirir:
a) La ocupación (art. 606).
b) La accesión (art. 643).
c) La tradición (art. 670).
d) La sucesión por causa de muerte (art. 951).
e) La prescripción adquisitiva (art. 2492).

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 3


A los anteriores, cabe añadir la ley, que si bien no está
mencionada por el art. 588, se agrega entre los modos de adquirir, pues
en ciertos casos opera como tal: por ejemplo, el usufructo legal del
padre o madre sobre los bienes del hijo no emancipado y el del marido
sobre los bienes de la mujer (art. 810) o el usufructo legal consagrado
en favor del beneficiario de una donación revocable (art. 1140). De la
misma forma, la jurisprudencia ha declarado reiteradamente que una
ley de expropiación sirve de título y modo de adquirir el bien
expropiado.

3.-) Clasificación de los modos de adquirir.

a) Originarios y derivativos.
El modo de adquirir es originario cuando hace adquirir la
propiedad independientemente de un derecho anterior de cualquiera
otra persona (la ocupación, la accesión, la prescripción y la ley). Se
adquiere el dominio no de otro, sino que prescindiendo por completo del
antecesor en el dominio, supuesto que lo haya habido. Claro Solar
afirma que los modos de adquirir originarios “son aquellos mediante los
cuales se adquieren las cosas que no pertenecen actualmente a nadie o
que no han sido aún apropiadas”.2 Sin embargo, este aserto es
parcialmente cierto: lo es en el caso de la ocupación, pues
efectivamente la cosa mueble no debe pertenecer a nadie; lo es
también, en algunos casos de accesión, pero no en todos según
veremos; pero no lo es en la prescripción, pues con ella se adquiere el
dominio de una cosa que pertenecía a otro. En cuanto a la ley, tampoco
la afirmación es categórica, y más bien lo usual será que la cosa haya
tenido dueño. En verdad, el acento no está en si la cosa tenía o no
dueño, sino más bien en si la cosa se adquiere o no de otro. Si no es
así, el modo será originario.
El modo de adquirir es derivativo cuando hace adquirir el dominio
fundado en un derecho precedente que traspasa el antecesor al nuevo
dueño (la tradición y la sucesión por causa de muerte). Como señalan
Colin y Capitant, “se llama modo derivativo aquel en virtud del cual la
propiedad, o una desmembración de la propiedad, pasa de una
persona a otra, se adquiere y se transmite”.3 Claro Solar, concordante
con lo dicho respecto de los modos originarios, señala que los
derivativos “son aquellos mediante los cuales se adquieren las cosas ya
apropiadas y suponen que una persona deja de ser propietaria, al

2
Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, Tomo Sexto,
De los Bienes, I; Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1930, pp. 486 y 487.
3
Colin Ambroise, Capitant, Henry, Derecho Civil. Bienes, patrimonio y derechos reales,
Colección Grandes Maestros del Derecho Civil, México, Editorial Jurídica Universitaria,
2002, p. 609.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 4


mismo tiempo que otra persona pasa a serlo; éstos implican
enajenación o transmisión”.4
Dicho de otra forma: tratándose de los modos originarios, el
derecho NO SE ADQUIERE de un antecesor, sea porque simplemente no
lo había (como en la ocupación o en algunos casos en la accesión), sea
porque habiéndolo, su voluntad no juega ningún rol, y aún más, el
adquirente adquiere su derecho en contra de la voluntad del antecesor
(según ocurre en algunos casos en la accesión, y también en la
prescripción, cuando el poseedor la alega en perjuicio del dueño). En
cambio, en los modos derivativos, el derecho SÍ SE ADQUIERE de un
antecesor, que traspasa su derecho al adquirente, sea ello por acto
entre vivos (tradición), sea por causa de muerte (sucesión por causa de
muerte). En el primer caso, el traspaso del dominio opera por voluntad
del tradente y del adquirente. En el segundo caso, el traspaso del
dominio puede operar por voluntad del causante (tratándose de la
sucesión testada) o sin considerar dicha voluntad (tratándose de los
legitimarios o herederos forzosos, que adquieren su derecho
directamente de la ley, y no de la voluntad del causante).
Tiene importancia esta clasificación, porque cuando el modo es
originario, para medir el alcance del derecho que se adquiere basta
atender al titular y nada más; basta examinar el hecho o acto que
configura el modo y la cosa sobre la que recae. Así, si por ejemplo, se
adquiere por ocupación, habrá que atender exclusivamente a dicho acto
de ocupación. En el caso de los modos de adquirir derivativos, para ver
el alcance, la fuerza, la perfección del modo, hay que atender también al
derecho que tenía el otro dueño, el antecesor, porque nadie puede
transferir o transmitir más derechos de los que tiene (nemo plus juris ad
alium transferre potest quam ipse haberet5). Por ello, en la tradición, si
el tradente no es dueño, no transfiere el dominio; y si la cosa está
hipotecada, también pasa con la hipoteca; y el causante no transmite a
los herederos sino los derechos que tenía y en la condición en que los
tenía.

b) Modos universales o singulares, o a título universal y a título singular.


En cuanto a la singularización de los bienes que se adquieren, los
modos de adquirir pueden ser modos universales o singulares o a título
universal y a título singular. Es universal o a título universal el modo por
el cual se adquiere la universalidad de los bienes de una persona o una
parte alícuota de ella. Es singular o a título singular el modo por el cual
se adquieren bienes determinados.
Respecto a esta clasificación, cabe observar lo siguiente:

4
Claro Solar, Luis, ob. cit., p. 487.
5
“Nadie puede transferir a otro más derechos que los que tenía”.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 5


 Hay dos modos que siempre son singulares: la ocupación y la
accesión.
 Hay un modo que indistintamente puede ser a título universal o
singular: la sucesión por causa de muerte. Por ella, se pueden
adquirir bienes determinados (legados de especie o cuerpo cierto6) y
universalidades (herencias).
 Hay dos modos que por regla general son a título singular: la
tradición y la prescripción, salvo que se trate de la cesión o
prescripción de una herencia, casos en que operan a título universal.

c) Modos onerosos o gratuitos y modos a título oneroso o a título


gratuito.
Esta clasificación suscita algunas dificultades y de ahí las dos
fórmulas que empleamos. Una, que sólo alude al modo. La otra, que se
refiere al título que anteceda al modo. Pero además se observa otra
dificultad: cuándo se entiende que el modo o el título es oneroso o
gratuito. Las dudas, entonces, surgen en dos planos diferentes:
i) si sólo cabe aludir al modo, o si corresponde aludir al título que
preceda al modo; y,
ii) en cuanto a la determinación de lo oneroso y gratuito.
Normalmente, se suele decir que los modos de adquirir son
onerosos o gratuitos, según si exigen o no un sacrificio pecuniario o
contraprestación al adquirente7. De esta manera, el modo de adquirir es
gratuito, cuando el que adquiere el dominio no hace sacrificio pecuniario
alguno. Se suelen incluir en esta categoría la ocupación, la accesión (por
regla general), la prescripción, la sucesión por causa de muerte y
eventualmente la tradición. Esta última, podrá ser también un modo
oneroso, cuando el adquirente incurra en un sacrificio pecuniario o
contraprestación.
Daniel Peñailillo estima que los modos de adquirir son ajenos a
esta distinción. Desde luego, afirma, ella se refiere a actos jurídicos y
ocurre que algunos modos, como la accesión, ni siquiera están
constituidos por actos. En definitiva y tal como se aprecia claramente en
la tradición, es el título el que tendría una u otra calificación.8

6
En cambio, tratándose de los legados de género, el modo por el cual se adquieren es
la tradición.
7
Como puede observarse, este criterio no corresponde al empleado en el Código Civil
en el art. 1440, cuando distingue entre contratos gratuitos y onerosos, pues ahí se
atiende a la utilidad que el contrato reporta a las partes, y a si éstas se gravan o no
recíprocamente.
8
Peñailillo Arévalo, Daniel, Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales, Santiago
de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2006, p. 195.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 6


Fernando Rozas Vial clasifica a los modos como “onerosos o
gratuitos”, sin aludir al título.9 En cambio, en la obra redactada por
Vodanovic, basada en las clases de Alessandri y Somarriva, se alude a
los “modos de adquirir a título gratuito y a título oneroso”.10 Igual cosa
ocurre en la obra de Claro Solar.11 Lo mismo hace Rodrigo Barcia.12 En
ambos criterios, el fundamento para distinguir es el mismo: según el
sacrificio pecuniario que importen. O, como dice Claro Solar, “Se
adquiere a título oneroso cuando se da o promete en cambio de lo que
se recibe un equivalente; y al contrario, es a título lucrativo la
adquisición cuando no se suministra equivalente alguno de la cosa que
se adquiere”.13
¿Cuál de los dos criterios debe primar? ¿El que sólo alude al modo,
o el que se refiere al título que antecede al modo? Creemos que no
puede darse una respuesta excluyente y que debe aludirse a uno u otro,
según el caso. En efecto, en aquellos casos en que el modo está
efectivamente precedido de un título, habrá que atender a éste. Por
ende, en estos casos, en lugar de clasificar los modos como “gratuitos u
onerosos”, es más preciso distinguir entre modos “a título gratuito u
oneroso”. Así, la tradición será a título oneroso, cuando el título tiene la
misma característica (compraventa, por ejemplo), mientras que será un
modo a título gratuito, si el título también lo es (donación, por ejemplo).
Sin embargo, en aquellos casos en que ningún título antecede al modo
(ocupación, accesión), sólo podemos atender a éste.
Por ello, cabe formular algunas presiones acerca de la prescripción
y la accesión, modos que, como se dijo, usualmente se incluyen dentro
de los “gratuitos”:
i) Respecto de la prescripción, su título en nuestra opinión es aquél que
permitió entrar en posesión. Por ello, creemos que sería necesario
matizar: será un modo de adquirir que opere a título gratuito u oneroso,
según si el prescribiente, al entrar en posesión, no incurrió o sí incurrió
en un sacrificio pecuniario. Si no lo hizo, por ejemplo porque se apoderó
de una cosa mueble que tenía dueño sin pago alguno, la prescripción
habrá operado a título gratuito. En cambio, si para entrar en posesión
debió efectuar una prestación –por ejemplo, el pago de un precio en la
venta de cosa ajena-, la prescripción habrá operado a título oneroso. El

9
Rozas Vial, Fernando, Los Bienes, Santiago de Chile, LexisNexis, 4ª edición, 2007,
pp. 119 y 120.
10
Alessandri Rodríguez, Arturo, Somarriva Undurraga, Manuel, Vodanovic H., Antonio,
Tratado de los Derechos Reales. Bienes, Tomo I, Santiago de Chile, Editorial Jurídica
de Chile, 5ª edición, 1993, p. 136.
11
Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, Tomo Sexto,
De los Bienes, I; Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1930, pp. 488 y 489.
12
Barcia Lehmann, Rodrigo, Lecciones de Derecho Civil Chileno, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 2008, p. 94.
13
Claro Solar, Luis, ob. cit., pp. 488 y 489.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 7


título de la posesión, determinaría entonces el carácter gratuito u
oneroso de la prescripción.14
ii) Respecto de la accesión, se trata en nuestra opinión de un modo que
no está precedido de título alguno (lo mismo ocurre con la ocupación).
Por ello, sólo cabe atender al modo, el que, según veremos, en algunos
casos, opera como un modo gratuito y en otros, como un modo oneroso
(pero en ninguno de los dos casos “a título gratuito u oneroso”). Así, si
se trata de los frutos y productos, el dueño no debe hacer desembolso
alguno para adquirirlos. Tampoco debe hacerlo en el caso de las
accesiones de inmueble a inmueble. Por ende, en ambos casos, la
accesión es un modo gratuito. Pero sí deberá indemnizar el dueño del
terreno al dueño de los materiales, plantas y semillas, en el caso de la
accesión de mueble a inmueble. Entonces, aquí la accesión es un modo
oneroso. Revisaremos más adelante las distintas hipótesis.
Todo lo señalado respecto de la accesión, en la medida que
aceptemos que en ella no se requiere de un “título”. En efecto, parte de
la doctrina –a la que adherimos en este punto- plantea que en el caso
de la accesión, no opera título alguno. Si adherimos a esa tesis, no es
procedente preguntarse por la gratuidad u onerosidad de un título
inexistente. Pero sí cabe hablar de un modo gratuito u oneroso. En el
último caso, las indemnizaciones que ha de pagar el dueño del suelo al
dueño de los materiales, plantas o semillas, en el caso de la accesión de
mueble a inmueble, constituirían simplemente una obligación legal, y
ninguna vinculación tendrían con un “título”.
La ley, como modo de adquirir, será a título gratuito, por ejemplo,
en el caso de los usufructos legales; y será a título oneroso, en el caso
de la expropiación.
Resta aún referirse al otro criterio formulado para distinguir entre
actos a título gratuito u oneroso. En efecto, para una corriente
doctrinaria, más bien minoritaria, el distingo no debe plantearse según
si se incurre o no en un sacrificio pecuniario por el adquirente, sino que
en el provecho que el acto reporte para las partes. Este criterio, a
diferencia del mayoritario, se vincula con el art. 1440 del Código Civil,
en cuanto distingue entre contratos onerosos y gratuitos. Adhieren a él
Ramón Domínguez Benavente y Ramón Domínguez Águila, quienes al
aludir a las características de la sucesión por causa de muerte como
modo de adquirir el dominio, expresan: “La sucesión por causa de
muerte es un modo de adquirir a título gratuito. En efecto, el causante
no obtiene provecho alguno con la transmisión sucesoral, pues éste

14
Cfr. nuestro apunte de “Regímenes matrimoniales”, específicamente, al tratar del
artículo 1736 del Código Civil, y nuestro trabajo “¿A qué haber ingresa el inmueble que
uno de los cónyuges adquiere por prescripción vigente la sociedad conyugal?”, en
Estudios de Derecho Civil X, Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Valparaíso, 2014,
Thompson Reuters, 2015, pp.207-214.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 8


opera con posterioridad a su muerte. Es entendido que adoptamos aquí,
como criterio para la calificación entre acto gratuito y oneroso, la
ausencia de provecho para alguna de las partes”15. De esta manera, si el
modo supuso provecho para ambas partes, será oneroso. Si sólo reporta
provecho para el adquirente, será gratuito. Y lo mismo ocurrirá si no
reporta provecho para ninguna de las partes. Agregan al efecto los
autores recién citados: “Por ello, estimamos que aunque la sucesión
importe gravamen para el sucesor, sea porque el causante se lo
imponga en asignaciones modales en el testamento, sea porque está
cargada de deudas y, en consecuencia, no significa aumento de activo
patrimonial, mantiene el carácter gratuito. En todo caso, no hay
provecho para el causante, que es quien da origen a la transmisión”16.
Para complicar aún más las cosas, téngase presente también que
al explicar el distingo entre negocios jurídicos gratuitos y onerosos, se
han planteado dos teorías: una subjetiva y otra objetiva. Se refiere a
ellas Ramón Domínguez Águila: “Puede resumirse el debate en torno a
dos teorías. Una subjetiva, atiende al móvil o intención, de modo que
serán gratuitos aquellos negocios realizados con el propósito de
beneficiar a otro, aunque éste no reciba, efectivamente, beneficio
alguno, como sería el caso de una donación a la que se impone un
gravamen que absorbe la suma donada (sobre esta teoría, véase
Josserand, ‘Les mobiles dans les actes juridiques’, que tiene traducción
española). La teoría objetiva pretende que sólo hay negocio gratuito
cuando una persona recibe un beneficio tangible, efectivo, de modo que,
en términos concretos, podría realizarse una operación matemática: si
no hay beneficio para el gratificado, el negocio no es gratuito. Ha sido
expuesta, entre otros, por Planiol, y parece ser la doctrina acogida por el
C. Civ. (así, vid. Arts. 1398 y 1405)”.17
La importancia práctica del distingo entre modos de adquirir
onerosos o gratuitos o a título oneroso o a título gratuito, se observa,
por ejemplo, en materia de sociedad conyugal, para determinar si el
inmueble adquirido durante su vigencia por uno de los cónyuges,
ingresa al haber social o al haber propio del cónyuge. Si el inmueble se
adquiere por un modo oneroso o a título oneroso, ingresará al haber real
o absoluto de la sociedad conyugal. En cambio, si el inmueble se
adquiere por un modo gratuito o a título gratuito, ingresará al haber
propio del cónyuge adquirente.18
15
Domínguez Benavente, Ramón, y Domínguez Águila, Ramón, Derecho Sucesorio,
Tomo I, 3ª edición actualizada, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2011, p.
149.
16
Domínguez Benavente, Ramón, y Domínguez Águila, Ramón, ob. cit., p. 149.
17
Domínguez Águila, Ramón, Teoría General del Negocio Jurídico, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 1977, p. 32.
18
Cfr. nuestro trabajo “¿A qué haber ingresa el inmueble que uno de los cónyuges
adquiere por prescripción vigente la sociedad conyugal?, en Estudios de Derecho Civil

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 9


d) Por acto entre vivos o por causa de muerte.
Son modos de adquirir por acto entre vivos, aquellos que no
presuponen para operar la muerte de la persona de la cual deriva el
derecho. Se agrupan en esta clase todos los modos de adquirir, con
excepción de la sucesión por causa de muerte, en la cual el traspaso del
dominio no se opera sino por la muerte del causante.

4.-) Naturaleza jurídica de los modos de adquirir.

Al definir al modo de adquirir, hemos señalado que se trata del


hecho o acto jurídico que produce efectivamente la adquisición del
dominio u otro derecho real. Corresponde entonces analizar en qué caso
estamos ante un modo constitutivo de un hecho jurídico, y en qué
situaciones podemos afirmar que corresponde a un acto jurídico,
advirtiendo que según concluiremos, ambas naturalezas pueden confluir
en un mismo modo de adquirir:

a) Ocupación: es un modo de adquirir el dominio de las cosas corporales


muebles que no pertenecen a nadie, mediante la aprensión material de
ellas, acompañada de la intención de adquirirlas, supuesto que la
adquisición de esas cosas no está prohibida por las leyes patrias ni por
el Derecho Internacional (art. 606). Observamos entonces que deben
concurrir, copulativamente, un hecho jurídico, consistente en la
aprensión material de una cosa corporal mueble, y un acto jurídico
unilateral, pues tal aprensión debe ir acompañada de la intención de
adquirir la cosa corporal mueble, intención que supone entonces una
declaración o manifestación de voluntad destinada a producir efectos
jurídicos, lo que materializa por ende un acto jurídico.19 En conclusión,

X, Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Valparaíso, 2014, Santiago de Chile, Thomson


Reuters, 2015, pp. 207-214.
19
Una parte de la doctrina, entiende que en el acto de ocupación, no existe un acto
jurídico, pues estaríamos ante una “manifestación” y no ante una “declaración” de
voluntad. En efecto, tal como expusimos al estudiar el concepto de acto jurídico, se
pregunta nuestra doctrina si se trata de expresiones equivalentes o sinónimas. Para un
gran sector de la doctrina, la respuesta es afirmativa; para otro sector, habría que
entender por declaración de voluntad la exteriorización de ésta dirigida o comunicada a
personas determinadas en particular o indeterminadas en general. Por ejemplo, la
voluntad exteriorizada tendrá un destinatario determinado en particular en los
contratos o en los testamentos, y uno indeterminado en general en la promesa de
recompensa a cualquiera que descubra un objeto perdido por su dueño. Agregan que
la manifestación de voluntad en su acepción más restringida y precisa, sería una
exteriorización de voluntad que no tiene ningún destinatario directo, como ocurre, por
ejemplo, con el individuo que abandona una cosa de su propiedad para que la adquiera
el primer ocupante (la doctrina proporciona como ejemplo de res derelictae, aquél en
que un sujeto abandona en el escaño de un parque un periódico, después de leerlo).

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 10


la ocupación es un modo que tiene una naturaleza mixta, pues
constituye a la vez un hecho y un acto jurídico unilateral.

b) Accesión: es un modo de adquirir de todo lo que una cosa produce o


se junta a ella (artículo 643 del Código Civil). En este caso, podemos
afirmar que sólo estamos ante un hecho jurídico, pues ningún rol
desempeña la voluntad del adquirente.

c) Tradición: se desprende claramente del concepto legal, contenido en


el artículo 670 del Código Civil, que estamos ante un acto jurídico
bilateral, que requiere del consentimiento del tradente y del
adquirente.

d) Prescripción adquisitiva: en este caso, desprendemos del artículo


2492 del Código Civil que nos encontramos ante un modo de adquirir de
naturaleza mixta, pues es a la vez un hecho jurídico -la posesión por
un cierto plazo- y un acto jurídico unilateral, la manifestación de
voluntad del prescribiente, al alegar la prescripción.

e) Sucesión por causa de muerte: es la transmisión del patrimonio de


una persona o de una cuota en ese patrimonio o de bienes
determinados, en favor de otras personas también determinadas
(artículo 951). En este caso, también estamos ante un modo de adquirir
de naturaleza mixta, pues se requiere de un hecho jurídico –la muerte
del causante- y de un acto jurídico unilateral, la aceptación de la
herencia o legado deferido al asignatario.

5.-) Aplicación de los modos de adquirir.

A pesar de que el art. 588 está ubicado en el título


correspondiente al derecho de dominio, cabe advertir que los modos de
adquirir también sirven para adquirir otros derechos reales y aún
derechos personales.
Hay algunos modos que sirven para adquirir cualquier derecho real
o personal, como el dominio, el usufructo, servidumbres, créditos, etc.
Tales modos son la tradición y la sucesión por causa de muerte.
Dentro de los derechos reales, hay modos que se aplican a todos y
otros que se aplican sólo a determinados derechos reales. Así, la
ocupación y la accesión son modos que se aplican sólo al dominio. La

Lo mismo ocurriría en la ocupación, cuando un sujeto recoge y guarda para sí una


concha marina que arrojan las olas; en este caso, es indudable que al aprehender el
objeto y guardarlo para sí manifiesta la voluntad de adquirir el derecho de propiedad
sobre esa res nullius, pero, se dice, no podría verse aquí un acto jurídico, porque no
hay una declaración de voluntad, sino una manifestación de ella en sentido estricto.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 11


prescripción en cambio sirve para adquirir todos los derechos reales,
menos las servidumbres discontinuas e inaparentes (pero no los
derechos personales, en opinión de la mayoría de la doctrina).
De esta manera, pueden adquirirse las siguientes cosas con cada
uno de los modos:
 Por medio de la ocupación, pueden adquirirse el dominio de las cosas
corporales muebles, ya que los inmuebles que carecen de dueño,
pasan a poder del Estado (art. 590).
 La accesión tiene un campo de aplicación más extenso que la
ocupación, pues permite adquirir el dominio de las cosas corporales
muebles e inmuebles.
 Por la prescripción, se extiende aún más la posibilidad de adquisición:
en efecto, por medio de ella se pueden adquirir no sólo las cosas
corporales, sean muebles o inmuebles, sino también las cosas
incorporales, pero restringidas a los derechos reales, con excepción
de las servidumbres discontinuas e inaparentes (art. 882). La
prescripción entonces, no permite la adquisición de derechos
personales y de las servidumbres indicadas.
 La tradición permite adquirir todas las cosas corporales, muebles e
inmuebles, y todas las incorporales, sean derechos reales o
personales. Excepcionalmente, no pueden adquirirse por tradición los
derechos personalísimos, cuando el tradente sea el titular de los
mismos, porque tales derechos son inalienables. Sin embargo, si
pueden adquirirse por tradición, cuando se constituya un derecho real
de uso o de habitación. Dicho en otras palabras, cuando nazca el
derecho real, opera la tradición. Después, ya no puede operar, pues
el derecho es personalísimo.
 Por último, por medio de la sucesión por causa de muerte se pueden
adquirir no sólo las cosas corporales e incorporales, sino también las
universalidades jurídicas, esto es, todo el patrimonio transmisible de
una persona. Excepcionalmente, no pueden adquirirse por este modo
los derechos intransmisibles (por ejemplo, los derechos
personalísimos; o los derechos que tenía el comodatario a
consecuencia del contrato de comodato, pues éste se extingue con la
muerte de aquél; o el derecho real de usufructo, que se extingue con
la muerte del usufructuario).
Excepcionalmente, es posible adquirir universalidades jurídicas por
medio de la tradición y de la prescripción: ello sucede tratándose del
derecho de herencia.

6.-) Se puede adquirir un derecho sólo por un modo de adquirir.

Aunque resulta evidente o de toda lógica, los tribunales han


debido precisar que no es posible adquirir un bien por dos o más modos.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 12


La aplicación de uno de ellos, hace innecesario otro. Así, se adquiere por
prescripción o por sucesión por causa de muerte, pero no por ambos
modos a la vez. Diversas sentencias de la Corte Suprema y de las
Cortes de Apelaciones han declarado que “si bien se puede poseer una
cosa por varios títulos, el dominio se adquiere por uno solo, y en
consecuencia, basta un modo de adquirir; no pueden concurrir varios
respecto de unos mismos bienes. No puede pretenderse que se reúnan
dos títulos, como venta y prescripción, y dos modos de adquirir,
tradición y prescripción, relativamente a un mismo bien. Y así, para
adquirir las cosas heredadas o legadas, es suficiente la sucesión por
causa de muerte; la tradición no es necesaria.”

7.-) La exigencia del título en todos los modos de adquirir.

Para adquirir el dominio cuando opera la tradición, se requiere que


haya también un título traslaticio de dominio. Dos razones avalan lo
anterior:
a) Porque así lo dispone expresamente el art. 675, inc. 1°: “Para que
valga la tradición se requiere un título translaticio de dominio, como el
de venta, permuta, donación, etc.”.
b) Porque según el criterio de nuestro Código, siguiendo al derecho
romano bonitario, de los contratos sólo nacen derechos personales y
jamás derechos reales; en consecuencia, para adquirir el dominio se
requiere la existencia de un modo de adquirir, que en el caso del
contrato, es la tradición. Por eso suele expresarse que en muchos casos,
los derechos personales no son sino los derechos reales en formación.
En esta materia, se plantea por la doctrina si todos los modos de
adquirir necesitan de un título. Fernando Rozas Vial distingue entre el
título “remoto” o “mediato”, por una parte, y el título “inmediato”, por
otro lado. El primero está constituido por la ley. Es la causa eficiente del
modo de adquirir y en consecuencia su título remoto. La discusión
surge, en cuanto a los títulos inmediatos.20
Algunos, como Arturo Alessandri, señalan que de acuerdo con el
sistema chileno, el requisito del título debe aplicarse a todos los modos
de adquirir que enumera el art. 588. Así, se dice que en el caso de la
ocupación, la accesión y la prescripción, el título se confunde con el
modo de adquirir. Esta explicación nos parece insuficiente, aunque
admitimos que respecto de la prescripción de bienes muebles, el título
podría ser el apoderamiento de la cosa u “ocupación”, que no opera
como modo, cuando falta alguno de los requisitos exigidos por la ley
(por ejemplo, porque la cosa mueble tenía dueño). Y en el caso de la
sucesión por causa de muerte, agrega Alessandri, el título puede ser el
20
Rozas Vial, Fernando, Los Bienes, Santiago de Chile, LexisNexis, 2007, 4ª edición, p.
117.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 13


testamento o bien la ley, según si la sucesión fuere testada o
abintestato. Se admite que no hay preceptos que establezcan
expresamente la exigencia, pero ella se desprendería de diversas
disposiciones del CC., especialmente los arts. 703 y 951 y siguientes.
Rozas Vial, por su parte, plantea que el título inmediato en los modos
originarios es la ley (que cumple entonces el doble rol de título mediato
e inmediato), porque reglamenta la forma en que se adquiere el
dominio. Lo mismo ocurriría en la sucesión por causa de muerte, cuando
ésta es intestada.21
Otros autores, como Guillermo Correa y Manuel Somarriva,
estiman que sólo hay necesidad de título en la tradición, como lo
dispone expresa y excepcionalmente el art. 675. Se argumenta al
respecto:
a) El art. 588 sólo alude a los modos de adquirir el dominio y para nada
se refiere a los títulos. De esto se deduce que basta con la existencia del
modo de adquirir. Es más propio decir que al título traslaticio de dominio
debe seguir la tradición, que señalar que a la tradición debe preceder un
título traslaticio de dominio (o de otro modo: sólo en la tradición, es
necesario un título que la anteceda). A su vez, si examinamos las
normas sobre sucesión por causa de muerte, en parte alguna se exige
título. Y si estudiamos lo referente a la ocupación, la accesión y la
prescripción, observamos la misma cosa. Por lo tanto, la opinión que no
exige título en los otros modos de adquirir que no sean la tradición,
estaría de acuerdo con la legislación.
b) En el caso de la sucesión por causa de muerte, se puede suceder a
una persona parte abintestato y parte testamentariamente. Si se
aceptara la opinión de la primera doctrina, tendríamos el absurdo de
que una persona sucedería a dos títulos, lo cual es errado, porque no
pueden concurrir dos títulos en la adquisición del dominio de una misma
cosa.
c) La doctrina que exige como requisito general el título, es incompleta,
desde el momento que pasa por alto el modo de adquirir denominado
ley, y ni siquiera se pronuncia acerca de cual sería el título en este caso.
d) Si bien es efectivo que el art. 703 dice que el justo título puede ser
constitutivo o traslaticio de dominio, y agrega que son constitutivos la
ocupación, la accesión y la prescripción, esa disposición se refiere al
justo título que se necesita en el caso de la posesión regular, y no se
refiere al dominio: operan como título para poseer, cuando por falta de
requisitos u otras circunstancias no funcionan como modo de adquirir. Si
se rechazara la existencia de estas dos funciones diferentes,
sosteniendo que siempre la ocupación, la accesión y la prescripción son

21
Rozas Vial, Fernando, ob. cit., pp. 117 y 118.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 14


título y modo, se llegaría a la incongruencia de que quien empieza a
poseer sería ya dueño.
Personalmente, ponderando una y otra doctrina, creemos que hay
título traslaticio de dominio:
● Cuando opera la tradición: el título translaticio de dominio respectivo.
● Cuando opera la sucesión por causa de muerte: en este último caso,
no vemos por qué no pueda adquirirse una herencia por dos títulos, el
testamento y la ley. Lo que no puede acontecer, es que se adquiera el
dominio por dos modos.
● Cuando opera la prescripción: será el título posesorio respectivo; en
algunos casos será la ocupación de una cosa mueble o el apoderamiento
de un inmueble no inscrito, en otros un contrato como la venta de cosa
ajena por ejemplo.
En cambio, no requieren de título:
● La ocupación, y
● La accesión.
En estos dos últimos casos, estimamos que no se requiere de
ningún título previo, operando en consecuencia, exclusivamente, un
modo de adquirir.

8.-) La ocupación.

a) Concepto.

La ocupación es un modo de adquirir el dominio de las cosas


corporales muebles que no pertenecen a nadie, mediante la aprehensión
material de ellas, acompañada de la intención de adquirirlas, supuesto
que la adquisición de esas cosas no está prohibida por las leyes patrias
ni por el Derecho Internacional (art. 606).

b) Requisitos.

b.1) Que se trate de cosas que no pertenecen a nadie (art. 606), sea
porque nunca han tenido dueño, vale decir res nullius (por ejemplo, los
animales bravíos o salvajes), sea porque lo tuvieron y dejaron de
tenerlo, por haber permanecido largo tiempo ocultas o porque el dueño
las ha abandonado voluntariamente para que las haga suyas el primer
ocupante -res derelictae- (por ejemplo, los animales domesticados que
recobran su libertad, el tesoro o las monedas que se arrojan a la
multitud).
De lo expuesto resulta que en Chile sólo pueden adquirirse por
ocupación las cosas muebles corporales, porque de acuerdo al art. 590,
los inmuebles que carecen de dueño pertenecen al Estado, y porque las
cosas incorporales no pueden ser objeto de aprehensión material.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 15


Si la aprehensión con ánimo de adquirir la cosa para sí recae sobre
una cosa que tiene dueño, no operará la ocupación como modo de
adquirir el dominio, pero permitirá al ocupante entrar en posesión de la
cosa, y podrá llegar a adquirir el dominio por otro modo después de un
tiempo: la prescripción. La ocupación funcionará entonces como título
para poseer.

b.2) Que la adquisición de las cosas no esté prohibida por las leyes
chilenas o por el Derecho Internacional.
Así, por ejemplo, los animales que según las leyes chilenas pueden
ser adquiridos por la caza o la pesca, no pueden serlo en la época en
que las leyes u ordenanzas respectivas prohíban la caza o pesca de
determinadas especies. El art. 622 hace una referencia general a lo
anterior. En el ámbito del Derecho Internacional, se prohíbe por ejemplo
el pillaje, o sea, la apropiación individual que hace, no el Estado
enemigo, sino un soldado o particular de éste, respecto de los bienes de
propiedad particular de los vencidos.

b.3) Aprehensión material de la cosa con intención de adquirirla.


Dentro de este requisito debemos distinguir dos elementos: la
aprehensión material y el ánimo de adquirir el dominio. El primero de
estos elementos es material, real o de hecho; el segundo es un
elemento intencional. La aprehensión material puede ser real o
presunta. Es real, cuando efectivamente el individuo toma la cosa; es
presunta o inminente, cuando a pesar de no haber efectivamente
aprehensión material, el individuo ejecuta actos que ponen de
manifiesto su intención de adquirir la cosa, como el cazador que hiere a
su presa de manera que no puede escaparse y va tras su busca o como
aquel que buscando un tesoro lo pone a la vista. Ambos elementos,
físico y psíquico, deben concurrir copulativamente. La aprehensión
material no puede faltar, porque todo modo de adquirir es un hecho, y
es la aprehensión precisamente el hecho al que la ley le atribuye el
efecto de adquirir el dominio; tampoco puede estar ausente el ánimo, y
por esa razón los dementes y los infantes, que carecen de voluntad, no
pueden adquirir por ocupación: faltaría el elemento intencional (del art.
723, inc. 2º, se podría desprender que los impúberes que dejaron de ser
infantes serían hábiles para adquirir por ocupación).

c) Características de la ocupación.

c.1) Es un modo de adquirir originario.


El dominio se adquiere con prescindencia de otra persona, no
existe un antecesor en el dominio.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 16


c.2) Es un modo de adquirir singular.
Mediante la ocupación, sólo pueden adquirirse cosas corporales
muebles, debidamente singularizadas.

c.3) Es un modo de adquirir gratuito.


El ocupante no realiza contraprestación alguna ni incurre en
ningún sacrificio pecuniario, para adquirir el dominio de la cosa.

c.4) Es un modo de adquirir que opera por acto entre vivos.

c.5) Se trata de un acto jurídico unilateral.


Ello, sin perjuicio de quienes estiman que en este caso, no
estamos en realidad ante un acto jurídico, pues la manifestación de
voluntad no tiene un destinatario.

c.6) Puede operar como título, para ganar el dominio por prescripción.
Así ocurrirá, cuando la cosa mueble tenía dueño.

d) Diversas clases de ocupación.

d.1) Ocupación de cosas animadas: art. 607.


Opera a través de las caza y la pesca.
El legislador clasifica las cosas animadas en el art. 608: animales
bravíos o salvajes, domésticos o domesticados. De este artículo, se
concluye que sólo pueden adquirirse por medio de la caza o la pesca, los
animales bravíos y los domesticados cuando, saliendo de la dependencia
o amparo del hombre, vuelven a su condición de animales bravíos o
salvajes (arts. 619, 620, 621, 623).
Los arts. 609 y 610 establecen reglas relativas a la caza:
 Se puede cazar en tierras propias.
 No se puede cazar en tierras ajenas, salvo con permiso del dueño o
salvo que no estuvieren cercadas, plantadas o cultivadas. Pero ni aún
en este último caso se podrá cazar, si el dueño prohibió
expresamente la caza y notificó la prohibición. Dicha notificación
puede hacerse a los interesados personalmente o por medio de
avisos en los diarios, o por carteles colocados en los accesos al
respectivo predio.
 Si se caza en tierras ajenas sin permiso del dueño, en los casos en
que es obligatorio obtenerlo, establece la ley dos efectos:
+ Lo cazado quedará para el dueño del terreno;
+ El cazador deberá indemnizar al dueño del terreno todos los perjuicios
ocasionados.
Los arts. 611 al 616 establecen diversas reglas relativas a la
pesca. El art. 611 se remite a la legislación especial sobre la materia.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 17


Conforme al art. 17º de la Ley número 18.892, Ley General de Pesca y
Acuicultura, para solicitar autorización de pesca en el Mar Territorial, el
solicitante, de ser persona natural, deberá ser chileno o extranjero que
disponga de permanencia definitiva; si el solicitante fuere una persona
jurídica, deberá estar legalmente constituida en Chile. Dicha ley regula
todo lo relativo a los permisos de pesca, concedidos por la Subsecretaría
de Pesca, en los cuales se especifica la embarcación, las especies que
pueden pescarse y la zona geográfica en la que se puede operar.
El art. 612 autoriza a los pescadores para un uso limitado de las
playas del mar; el art. 613 los autoriza para hacer uso de las tierras
contiguas a la playa, hasta una distancia de 8 metros; no podrán sin
embargo tocar las construcciones allí existentes, ni atravesar las cercas
o introducirse en las arboledas, plantíos o siembras que allí hubiere. El
art. 614 establece limitaciones a los dueños de las tierras contiguas a la
playa, en la zona de 8 metros indicada: deben dejar trechos suficientes
y cómodos espacios entre los edificios, cercas o cultivos, para las
labores propias de los pescadores.
El art. 615 prohíbe a los que pesquen en ríos y lagos usar los
edificios o cultivos o atravesar las cercas existentes en las riberas. Sin
embargo, el DFL número 34 de 1931, permite a los que pesquen en ríos
y en lagos de uso público (art. 597), ocupar en las faenas de pesca las
riberas, hasta una distancia de 5 metros. El art. 616 hace aplicables a la
pesca en aguas ajenas, las normas relativas a la caza del art. 610.
Por su parte, el art. 622, aplicable a la caza y la pesca, establece
que dichas actividades estarán sujetas a las ordenanzas especiales que
se dicten sobre estas materias, de manera que no se podrá cazar o
pescar sino en lugares, en temporadas y con las armas y procedimientos
que no estén prohibidos.
Los arts. 617 y 618 aplicables a la caza y a la pesca, establecen
normas relativas a la captura de los animales bravíos o salvajes.
El art. 617 establece que se entiende que el cazador o pescador se
apodera del animal bravío y lo hace suyo:
 Desde que lo hiere gravemente, de manera que no le sea fácil
escapar y siempre y cuando siga persiguiéndolo; o
 Desde que el animal ha caído en sus trampas y redes, siempre que
éstas se hayan armado en lugar en el cual sea lícito cazar o pescar.
Si el animal entra en tierras ajenas donde para cazar se requiere
el permiso del dueño, éste podrá hacerlo suyo.
El art. 618 dispone que un cazador o pescador no puede perseguir
un animal bravío que ya perseguía otro cazador; si así lo hiciere y se
apoderase de él, podrá el segundo reclamarlo como suyo.

d.2) Ocupación de cosas inanimadas.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 18


d.2.1) Invención o hallazgo: art. 624.
 Concepto.
Es una especie de ocupación por la cual el que encuentra una cosa
inanimada que no pertenece a nadie, adquiere su dominio,
apoderándose de ella.
Se llama invención porque viene del latín “invenire”, que quiere
decir hallar. No es por tanto la manera de adquirir una cosa como
resultado de un invento.
 Requisitos:
+ Que se trate de cosas inanimadas;
+ Que se trate de res nullius o res derelictae;
+ Que el que encuentre la cosa, se apodere de ella, porque de lo
contrario no se revela intención de adquirir el dominio.
 Cosas susceptibles de invención o hallazgo.
Por esta clase de ocupación, se adquiere el dominio de las cosas que
no pertenecen a nadie, que no presentan señales de dominio anterior
(por ejemplo, las cosas que arroja el mar). Una cosa que presenta
señales de dominio anterior, no se considera como res nullius, sino
como especie al parecer perdida, y por lo tanto no puede adquirirse por
invención o hallazgo. La ley sin embargo, en el art. 624, inc. 3º, asimila
a las cosas que no han tenido nunca dueño, aquellas cosas llamadas res
derelictae, es decir, las que el propietario abandona para que las haga
suyas el primer ocupante. Para que una cosa sea res derelictae es
necesario que sea manifiesta la intención del dueño de renunciar a su
dominio, porque en Derecho, por regla general las renuncias y el ánimo
de donación no se presumen (existe tal ánimo, a persona indeterminada
en este caso); de manera que en caso de duda, deberá concluirse que el
propietario no tuvo la intención de abandonar la cosa, la que entonces
deberá considerarse como “especie al parecer perdida”. De ahí la
presunción del inciso final del art. 624, relativa a las cosas que se
arrojan al mar para alijar (aligerar) la nave. En todo caso, se trata de
una presunción simplemente legal.

d.2.2) El descubrimiento de un tesoro22: art. 625.

22
Las normas del Código Civil relativas al descubrimiento de un tesoro, deben
complementarse con las disposiciones de la Ley número 17.288, de Monumentos
Nacionales, que, en alguna medida, colisionan con las primeras, en particular, porque
le confieren al Estado la tuición sobre bienes de carácter histórico y artístico, que
podrían integrar un tesoro. Así, el artículo 1º de esta ley, dispone: “Son monumentos
nacionales y quedan bajo la tuición y protección del Estado, los lugares, ruinas,
construcciones u objetos de carácter histórico o artístico; los enterratorios o
cementerios u otros restos de los aborígenes, las piezas u objetos antropo-
arqueológicos, paleontológicos o de formación natural, que existan bajo o sobre la
superficie del territorio nacional o en la plataforma submarina de sus aguas
jurisdiccionales y cuya conservación interesa a la historia, al arte o a la ciencia; los

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 19


Se trata en verdad de una especie de invención o hallazgo.
 Concepto: art. 625, inc. 2º.
 Requisitos:
+ Que se trate de una cosa mueble;
+ Que se trate de monedas, joyas u otros objetos preciosos;
+ Que se trate de objetos elaborados por el hombre;
+ Que los objetos hayan estado sepultados o escondidos durante largo
tiempo;
+ Que no haya memoria o indicio del dueño del tesoro, porque de lo
contrario las especies no serían res derelictae.
 Atribución del dominio.
Cabe indicar que el dominio del tesoro se adquiere por el solo hecho
del descubrimiento, aunque el descubridor no se apodere de él; no exige
la ley una aprehensión real y efectiva, sino sólo presunta.
Para saber a quien pertenece el tesoro, hay que distinguir si lo ha
descubierto el propietario del suelo en que se encuentra o un extraño
(art. 626):
1º Si lo descubre el propietario del suelo, a él pertenece la totalidad del
tesoro (art. 626, inc. 3º): la mitad a título de propietario y la otra mitad
a título de descubridor. No lo adquiere por accesión, como suele creerse,
sino por ocupación: es necesario que sea él quien descubra el tesoro.
Debe tratarse del propietario del suelo, y no basta que sea un
usufructuario (art. 786).

santuarios de la naturaleza; los monumentos, estatuas, columnas, pirámides, fuentes,


placas, coronas, inscripciones y, en general, los objetos que estén destinados a
permanecer en un sitio público, con carácter conmemorativo. Su tuición y protección
se ejercerá por medio del Consejo de Monumentos Nacionales, en la forma que
determina la presente ley.” A su vez, el artículo 6.° incluye entre las atribuciones y
deberes del Consejo, “(…) 6.- Conceder los permisos o autorizaciones para
excavaciones de carácter histórico, arqueológico, antropológico o paleontológico en
cualquier punto del territorio nacional, que soliciten las personas naturales o jurídicas
chilenas o extranjeras en la forma que determine el Reglamento”. Inciden también en
la materia los siguientes preceptos: “Artículo 9.°- Son Monumentos Históricos los
lugares, ruinas, construcciones y objetos de propiedad fiscal, municipal o particular
que por su calidad e interés histórico o artístico o por su antigüedad, sean declarados
tales por decreto supremo, dictado a solicitud y previo acuerdo del Consejo.”; “Artículo
10.°- Cualquiera autoridad o persona puede denunciar por escrito ante el Consejo la
existencia de un bien mueble o inmueble que pueda ser considerado Monumento
Histórico, indicando los antecedentes que permitirían declararlo tal.”; “ARTICULO 11°
Los Monumentos Históricos quedan bajo el control y la supervigilancia del Consejo de
Monumentos Nacionales y todo trabajo de conservación, reparación o restauración de
ellos, estará sujeto a su autorización previa. Los objetos que formen parte o
pertenezcan a un Monumento Histórico no podrán ser removidos sin autorización del
Consejo, el cual indicará la forma en que se debe proceder en cada caso. Estarán
exentos de esta autorización los préstamos de colecciones o piezas museológicas entre
museos o entidades del Estado dependientes de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos del Ministerio de Educación Pública.”

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 20


2º Si es descubierto por un tercero en suelo ajeno, hay que distinguir a
su vez:
2.1. Si el descubrimiento ha sido fortuito o es el resultado de pesquisas
hechas con autorización del dueño: el tesoro se divide en iguales partes
entre el descubridor y el dueño del suelo (art. 626, incisos 1º y 2º).
2.2. Si el descubrimiento ha sido el resultado de pesquisas realizadas
contra la voluntad del dueño o sin su anuencia, todo el tesoro pertenece
al propietario del suelo (art. 626, inc. 3º, “en los demás casos...”).
De lo dicho, se desprende que no hay que tomar en cuenta, para
calificar el tesoro, el hecho de si el descubrimiento es fortuito o no; el
azar o la casualidad del descubrimiento sólo tiene importancia en la
atribución del tesoro, para determinar a quien pertenece.
El art. 627 se refiere al permiso que cualquiera pueda solicitar
para cavar en suelo ajeno, para sacar alhajas o dineros que asegure
pertenecerle y estar escondidas en él. Para ello:
1º Debe señalar el paraje en que están escondidas;
2º Debe dar competente seguridad de que probará su derecho sobre las
especies; y
3º Debe dar competente seguridad de que abonará todo perjuicio al
dueño.
Concurriendo estos requisitos, no podrá oponerse el dueño a la
extracción de dichos dineros o alhajas.
El art. 628 se pone en el caso que no se pruebe el derecho sobre
dichos dineros o alhajas: las especies serán consideradas o como bienes
perdidos o como tesoro encontrado en suelo ajeno, según los
antecedentes y señales. Si se considera como tesoro, previa deducción
de las costas, se dividirá en partes iguales entre el denunciador y el
dueño del suelo. En todo caso, a éste último puede convenirle más que
se le indemnicen los perjuicios, renunciando en tal caso a su porción en
el tesoro.

d.2.3) La captura bélica: arts. 640 a 642.


 Concepto.
Es el despojo de los bienes del vencido en provecho del vencedor. Se
llama botín la captura de las cosas muebles en la guerra terrestre y
presa la captura de las naves y de las mercaderías en el mar.
 Atribución del dominio.
Los bienes adquiridos por captura bélica pertenecen al Estado (art.
640). Los particulares no pueden adquirir el dominio de los bienes de
naciones enemigas, neutrales ni menos aliadas, por esa forma de
ocupación.
Hoy en día la guerra es de Estado a Estado, y por ello, el Derecho
Internacional establece que no sólo la vida de los ciudadanos debe ser
respetada, sino también la propiedad particular (Cuarta Convención de

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 21


La Haya, art. 46). En consecuencia, en la guerra terrestre sólo pueden
ser objeto de captura bélica las propiedades del Estado enemigo, no las
privadas.
No rige para la guerra marítima la inviolabilidad de la propiedad
privada; los beligerantes tienen el derecho de confiscar como presas a
naves mercantes y mercaderías enemigas e incluso neutrales, bajo
ciertas circunstancias. Actualmente, el derecho de presa es ejercido por
buques de guerra o cruceros auxiliares, o sea, sólo los Estados pueden
ejercer dicho derecho (la institución del “corso marítimo” fue abolida en
la Declaración Naval de París, de 1856).
¿Por qué la diferencia entre la guerra terrestre y la marítima? Se
dice que el único medio para debilitar al enemigo en la guerra marítima
es capturando sus buques mercantes; impidiendo su comercio, se
quiebra su resistencia.
Los arts. 641 y 642 se refieren a las presas hechas por bandidos,
piratas o insurgentes, es decir, por particulares de un Estado
beligerante. No adquieren el dominio y cualquiera puede recuperarlas
para ponerlas a disposición de su dueño (eso significa la expresión
“represarlas” que emplea el art. 641). Los represadores deberán
restituir las especies a sus dueños, pero tienen derecho a que éstos les
abonen el precio de salvamento (o sea, lo que debió pagarse a los
bandidos, etc.), el cual se regulará por aquél que en casos análogos, se
paga a los apresadores en guerra de nación a nación (art. 641).
Si represadas las especies no aparecieren sus dueños a
reclamarlas, se procederá como en el caso de las cosas perdidas; pero
los represadores tendrán sobre las especies que no fueren reclamadas
por sus dueños en el plazo de un mes, contado desde la fecha del último
aviso, los mismos derechos como si las hubieran apresado en guerra de
nación a nación (art. 642). Vemos por tanto que la ley no asimila por
completo las cosas represadas a las cosas perdidas, porque los derechos
de los represadores son distintos de los derechos que tiene la persona
que encuentra un bien perdido.

d.3) Especies muebles al parecer perdidas y especies náufragas.

Estas cosas, en principio, no pueden ser objeto de ocupación,


porque no son res nullius o res derelictae. Pero como el dueño de estas
especies no se conoce y puede suceder que no se presente a
reclamarlas, la ley ha establecido que después de realizadas las
diligencias necesarias para averiguar quien es el dueño, si éste no se
presenta o no hace valer sus derechos, pueden estas cosas ser
adquiridas en la forma que la misma ley indica.
Cabe precisar que no deben confundirse las especies al parecer
perdidas y las res derelictae: éstas últimas son cosas que su dueño

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 22


abandonó voluntariamente para que las hiciera suyas el primer
ocupante; en cambio, las especies perdidas son cosas respecto de las
cuales su propietario no ha manifestado en forma alguna la intención de
desprenderse del dominio que tiene sobre ellas: su separación de las
cosas es involuntaria.
Los arts. 629 a 639 reglamentan esta materia. En ellos, se
establece que si después de publicados avisos no se presenta el dueño a
reclamar las especies, éstas se subastarán y el producto del remate se
repartirá en partes iguales entre el que las encontró y la municipalidad
respectiva (en el caso de las especies al parecer perdidas) o entre el que
las encontró y el hospital de la respectiva zona (en el caso de las
especies náufragas).
Cabe indicar que los arts. 629 a 639 están complementados o
modificados por numerosas disposiciones especiales, particularmente del
ámbito del Derecho Administrativo. Entre ellas, el DS número 2.385, del
Ministerio del Interior, publicado en el Diario Oficial de 20 de noviembre
de 1996, que fija texto refundido del DL número 3.063 de 1979, sobre
Rentas Municipales; establece en su art. 43 que entre las rentas
variables de las municipalidades se encuentra el precio de las especies
encontradas; dispone la norma que el plazo para reclamar las especies
encontradas será de un mes contado desde la fecha en que hubieren
llegado a poder de la municipalidad. Si dentro de los 6 meses siguientes
a la fecha del remate el dueño de la especie perdida lo reclamare, la
municipalidad estará obligada a entregarle el valor que hubiere obtenido
en el remate, menos los gastos.

9.-) La accesión.

a) Concepto legal: art. 643.

Dado que el artículo no distingue, la accesión es un modo de


adquirir de todo lo que una cosa produce o se junta a ella, sea natural,
sea artificialmente. El hecho material que trae consigo la adquisición del
dominio, es la unión de una cosa a otra, y como esto sólo es posible en
las cosas corporales, la accesión sólo opera en estas cosas.

b) Especies de accesión.

Tradicionalmente, se divide en accesión discreta y accesión


continua.

b.1) La accesión discreta, llamada también “por producción” o “accesión


de frutos”, es la que deriva del mismo cuerpo o “cosa-madre” por medio

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 23


del nacimiento o producción; se manifiesta en la generación de los
productos y frutos.
b.2) La accesión continua, llamada también “por unión” o accesión
propiamente tal, es la que resulta de la agregación de dos o más cosas
diferentes que luego de unirse, forman un todo indivisible. Puede ser
mobiliaria o inmobiliaria, según se realice en beneficio de cosa mueble o
inmueble.
También puede ser natural o artificial, según se deba a la fuerza
de la naturaleza o a la industria humana. Algunos agregan también a la
accesión mixta, denominando así a la que procede de la naturaleza y del
trabajo humano conjuntamente: plantación, siembra, etc. Sin embargo,
se señala que esta distinción es inútil e inexacta, ya que si se considera
el agente inicial que provoca la accesión, es evidente que la siembra y
plantación son accesiones industriales.

c) Características.

c.1) Es un modo de adquirir originario.


La accesión es un modo de adquirir originario: en el esquema
legal, la accesión es un modo originario de adquirir (supuesto que lo
aceptemos como modo), porque las cosas accesorias no han tenido
dueño o, si lo han tenido, el dueño de la cosa principal no adquiere la
cosa accesoria a consecuencia de un traspaso que el propietario le haga.
La prueba más evidente de ello, está en que el usufructo y la hipoteca
se extienden a los aumentos que experimente la finca; esto prueba
también que el dominio que se adquiere por la accesión, no es sino una
consecuencia del dominio que se tiene sobre la cosa principal; si así no
fuera, la hipoteca y el usufructo no podrían hacerse extensivos a estos
aumentos, porque el acuerdo o contrato que originó tales derechos
reales no los incluyó.

c.2) Es un modo de adquirir singular.


Mediante la accesión, el dueño de una cosa adquiere el dominio de
otra cosa determinada, que la primera produce o que se junta a ella.

c.3) Es un modo de adquirir gratuito en algunos casos y oneroso en


otros casos.
Nos remitimos a lo que se señaló, al clasificar los modos de
adquirir.

c.4) Es un modo de adquirir que opera por acto entre vivos.

c.5) Constituye un hecho jurídico, sin que medie manifestación de


voluntad.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 24


d) Naturaleza jurídica.

El problema consiste en determinar si la accesión es


verdaderamente un modo de adquirir y crea una relación jurídica nueva,
o si por el contrario, se trata de una simple facultad o extensión del
dominio, que nada nuevo crea, sino simplemente prolonga la misma
relación jurídica de la propiedad.
Tres teorías se han formulado:
d.1) Algunos estiman que toda accesión, continua o discreta, es un
modo de adquirir. Nuestro Código Civil sigue este punto de vista en el
artículo 643: “de lo que ella produce” (accesión discreta), “o de lo que
se junta a ella” (accesión continua).
d.2) Otros estiman que toda accesión es una simple facultad o extensión
del dominio. Tratándose de la accesión discreta, el dominio preexistente,
el de la “cosa-madre”, se amplía y extiende a los frutos que ella
produce. Tratándose de la accesión continua, si bien hace adquirir una
propiedad nueva, predomina también el aspecto extensivo de la
propiedad preexistente, atendiendo a las siguientes razones:
 Porque el que adquiere una cosa por accesión, la adquiere como
consecuencia del dominio que tenía sobre otra cosa;
 Porque la cosa accesoria pierde su individualidad al unirse con la
principal;
 Porque la adquisición de la cosa accesoria no depende de un nuevo
título, sino que es el mismo título de propiedad de la cosa principal el
que somete la accesoria al derecho de la misma persona.
d.3) Otros autores, dan una solución ecléctica. Dicen que sólo la
accesión continua es un verdadero modo de adquirir. La discreta es una
simple facultad del dominio, el ejercicio de la facultad de goce, que
habilita al dueño de una cosa para apropiarse los productos y frutos que
ella genera. Resulta inútil por lo tanto invocar un título y modo de
adquirir nuevo para justificar la propiedad sobre los frutos y productos.
En la accesión propiamente tal, una cosa pierde su existencia
identificándose con otra, y en la accesión discreta ocurre todo lo
contrario: una cosa nueva, el producto o fruto, adquiere existencia
propia al separarse o destacarse de la cosa-madre.
La accesión continua, en cambio, sí sería un modo de adquirir,
porque el propietario de la cosa principal adquiere el dominio de la
accesoria por efecto de la unión de ésta a aquella.
En todo caso, en la doctrina mayoritaria se objeta la inclusión de
la accesión entre los modos de adquirir, porque en ella no se atiende a
la voluntad del supuesto adquirente, voluntad que aparece como
fundamental en los demás modos de adquirir. En efecto, en la
ocupación, el ocupante tiene la intención de hacerse dueño de la cosa,

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 25


posee el corpus y el ánimus; en la prescripción, se requiere la posesión
continua e ininterrumpida con ánimo de señor y dueño; en la tradición,
se exige la concurrencia de las voluntades del tradente y del adquirente;
en la sucesión por causa de muerte, es necesaria la aceptación por parte
del heredero o legatario.
En el derecho comparado, cabe señalar que la accesión
generalmente no está reglamentada como un modo de adquirir, sino
como una consecuencia del derecho de propiedad.

e) Clases de accesión.

Del propio art. 643 se desprende, por una parte la accesión de


frutos o discreta, y por otra parte la accesión continua o propiamente
tal.

e.1) Accesión de frutos.

e.1.1.) Concepto.
De acuerdo al CC., es el modo de adquirir lo que la cosa produce.
Para la doctrina sin embargo, esto estaría muy lejos de ser un modo de
adquirir y por ende de ser accesión. En efecto, mientras los frutos
permanecen adheridos a la cosa que los produce, no hay accesión,
porque forman parte de la cosa misma. En seguida, la utilidad de los
frutos se obtiene separándolos de la cosa que los produce, y desde el
momento que se separan, deja de haber posible accesión, deja de haber
acrecimiento o aumento de la cosa principal.

e.1.2) Frutos y productos: el art. 643 señala que los productos de las
cosas son frutos naturales o civiles. Esta disposición confunde sin
embargo productos y frutos. Frutos serían aquellas cosas que
periódicamente y sin alteración sensible de su sustancia, produce otra
cosa. Los productos en cambio, serían aquellas cosas que derivan de la
cosa-madre, pero sin periodicidad o con disminución de la sustancia de
ésta última. Otras disposiciones del Código Civil distinguen sin embargo
entre frutos y productos.
Otros autores señalan que el producto es el género y fruto una
especie de producto. Los productos se dividirían en productos
propiamente tales y frutos.

e.1.3) Las características comunes de los frutos y los productos serían


su accesoriedad y su utilidad, pues unos y otros representan un interés
económico no principal. Sus características diferenciadoras serían la
periodicidad y el alterar o disminuir sensiblemente la sustancia de la
cosa principal.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 26


e.1.4) La distinción entre frutos y productos no tiene importancia
tratándose del dueño, pues su dominio siempre abarca unos y otros. Sí
tiene importancia, cuando se trata de constituir derechos en favor de
terceros, distintos que el dueño de la cosa principal. Por regla general,
sólo se cede el derecho a gozar de los frutos: así, por ejemplo, en el
usufructo, o respecto de los guardadores, arts. 526, 527 y 537.

e.1.5) Clases de frutos: pueden ser naturales o civiles (art. 643). Frutos
naturales, de acuerdo al art. 644, son los que da la naturaleza, ayudada
o no de la industria humana. Comprenden por tanto a los naturales
propiamente tales (o sea, los espontáneamente producidos por una
cosa) y a los frutos industriales (los que produce una cosa con la ayuda
de la industria humana).
En cuanto al estado en que pueden encontrarse, el art. 645
distingue entre frutos naturales pendientes, percibidos o consumidos. Se
llaman pendientes, mientras adhieren todavía a la cosa que los produce;
percibidos son los que han sido separados de la cosa productiva; y
consumidos, cuando se han consumido materialmente o se han
enajenado.
Esta clasificación de los frutos naturales no tiene importancia
respecto del propietario de la cosa, pero sí respecto de terceros, porque
éstos sólo se hacen dueños de los frutos mediante la percepción
(artículo 781, en el usufructo; artículos 1816 y 1885, en la
compraventa).
El concepto de fruto civil no es más que una creación jurídica. El
fruto civil es la utilidad equivalente que el dueño de una cosa obtiene al
conceder a un tercero el uso y goce de ella. El Código Civil no lo define,
limitándose a señalar ejemplos en el art. 647 (precios, pensiones o
cánones de arrendamiento o censo, y los intereses de capitales
exigibles23, o los intereses de capitales impuestos a fondo perdido24), de
los que se puede desprender una noción general.
Los frutos civiles representan para el propietario el derecho de
goce de la cosa, porque representan los frutos que habría obtenido si
hubiera explotado personalmente la cosa. Por eso se dice que los frutos

23
Indica Alessandri que “Son capitales exigibles aquellas cantidades de dinero cuyo
reembolso puede exigir el acreedor en una época más o menos próxima, como los que
se dan en préstamo”: Alessandri Rodríguez, Arturo, Tratado práctico de las
capitulaciones matrimoniales, de la sociedad conyugal y de los bienes reservados de la
mujer casada, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1935, p. 251.
24
Como señala Alessandri, “Son capitales impuestos a fondo perdido aquellos que se
entregan sin derecho a devolución, de modo que quien los recibe se los apropia y no
tiene más obligación que pagar una pensión o renta durante cierto tiempo, como
sucede con la renta y el censo vitalicio”: Alessandri Rodríguez, Arturo, ob. cit., p. 251.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 27


civiles no son producidos por la cosa misma, no salen de la cosa, sino
que son producidos con ocasión de la cosa.
Los frutos civiles se dividen por la ley en pendientes y percibidos.
Se llaman pendientes mientras se deben y percibidos desde que se
cobran (la ley debió decir, con mayor precisión, desde que se pagan).
También se habla de los frutos devengados: aquellos a los cuales se ha
adquirido derecho por cualquier título, pero sería otra forma de aludir a
los frutos pendientes. Así, estarán pendientes o devengadas, las rentas
de arrendamiento de un contrato, que corresponden a los meses ya
expirados, pero que no se han pagado, que el arrendatario adeuda al
arrendador; y estarán percibidas las rentas, desde que ellas fueron
efectivamente pagadas por el arrendatario al arrendador. A los frutos
civiles, también podemos aplicar la noción de consumidos, desde que
aquél que los recibe, dispone de ellos.

e.1.6) Dominio de los frutos: de acuerdo con el art. 646, aplicable tanto
a los frutos naturales como civiles conforme al art. 648, los frutos
pertenecen al dueño de la cosa que los produce por el solo hecho de su
producción. Sin embargo, hay casos en que los frutos pertenecen a un
tercero:
● Sea por disposición expresa de la ley; en este caso, cabe mencionar,
por ejemplo:
► Los usufructos legales;
► El caso del poseedor de buena fe que hace suyos los frutos (artículo
907);
► El comprador que tiene derecho a ciertos frutos celebrada que sea la
compraventa (artículo 1816);
► En la prenda (el acreedor podrá apropiarse de los frutos para
imputarlos al pago de las deudas, artículo 2403 del Código Civil); y
● Sea en virtud de un hecho voluntario del propietario; pueden
indicarse, por ejemplo:
► El arrendamiento;
► El usufructo convencional; y
► La anticresis (art. 2435).
Podrá ocurrir sin embargo, como acontece siempre en el
arrendamiento, que el dueño obtenga una contraprestación (la renta),
de manera que no deja entonces de percibir frutos de la cosa, civiles en
este caso.

e.1.7) Normas relativas a los frutos, en el Código Civil.


Numerosas disposiciones del Código, se refieren a los frutos
naturales o civiles. Tal ocurre, por ejemplo:
 En el patrimonio reservado de la mujer casada en sociedad conyugal,
artículo 150;

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 28


 Tratándose del usufructo, artículos 764 y siguientes;
 En el derecho de uso y habitación, artículo 819;
 En las prestaciones mutuas, artículo 907;
 En las asignaciones testamentarias condicionales, artículo 1078;
 En la partición, artículos 1338 número 3 y 1339;
 En la condición resolutoria, artículo 1488.
 En la sociedad conyugal, artículo 1725;
 En el régimen de participación en los gananciales, artículo 1792-9;
 En la compraventa, artículos 1816, 1875, 1885;
 En el arrendamiento, artículo 1983;
 En la prenda, artículo 2430;
 En la anticresis, artículos 2435 y siguientes.

e.2) Accesión continua.

e.2.1) Concepto.
Tiene lugar cuando se unen dos o más cosas de diferentes dueños,
de manera que una vez unidas, constituyen un todo indivisible. En este
caso, en virtud del principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo
principal, el dueño de la cosa principal se hace dueño de la cosa
accesoria. La unión podrá ser obra de la naturaleza o del hombre. Aquí,
la accesión sería efectivamente un modo de adquirir, porque el
propietario de la cosa principal llega a ser dueño de la accesoria
precisamente por efecto de la accesión.

e.2.2) Clases.
La accesión continua o propiamente tal puede ser de tres clases:
1º Accesión de inmueble a inmueble o natural: dentro de la cual
distinguimos el aluvión, la avulsión, la mutación del álveo o cambio de
cauce de un río y formación de nueva isla.
2º Accesión de mueble a inmueble o industrial.
3º Accesión de mueble a mueble: dentro de la que distinguimos la
adjunción, la especificación y la mezcla.

e.2.3) Accesión de inmueble a inmueble o natural.


Tratada en los arts. 649 a 656, agrupándose sus distintas clases
en las “accesiones del suelo”.

1º Aluvión: arts. 649 a 651.


 Concepto: el terreno de aluvión se forma por los sedimentos que el
agua va depositando y hace que ésta vaya poco a poco alejándose de
su primitiva ribera. Se define por el art. 649.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 29


La definición legal debe complementarse, en el sentido de que el
retiro de las aguas, además de ser lento e imperceptible, debe ser
definitivo, de acuerdo al art. 650, inc. 2º.
 Requisitos.
+ Que el retiro de las aguas sea lento e imperceptible. Si es violento,
podría haber mutación del curso de un río o nueva isla o retiro del
mar, según los casos.
+ Es necesario que las aguas se hayan retirado completa y
definitivamente, porque si el terreno es ocupado y desocupado
alternativamente por ellas, no es terreno de aluvión, sino parte del
lecho del río o del mar (art. 650, inc. 2º).
 Dominio del terreno de aluvión: pertenece a los propietarios
riberanos, lo que el legislador ha establecido como una compensación
por el riego que ellos corren por el hecho de ser colindantes con el
agua (art. 650, inc. 1º). Excepcionalmente, en los puertos
habilitados, pertenecerá al Estado (puerto habilitado, es el que
cuenta con las obras necesarias para hacer segura y expedita la
faena de carga y descarga de mercaderías y el embarque y
desembarque de las mismas, según informe del Consejo de Defensa
del Estado).
 Atribución del dominio: para determinar los límites de la parte del
terreno de aluvión que accede a cada heredad, se prolongan las
respectivas líneas de demarcación directamente hasta el agua. Pero
puede suceder que prolongadas estas líneas se corten una a otra
antes de llegar al agua. El art. 651 resuelve el problema.

2º Avulsión: art. 652.


 Concepto: se llama avulsión el acrecimiento de un predio, por la
acción de una avenida u otra fuerza natural violenta, que transporta
una porción del suelo de un predio al fundo de otra persona.
En la avulsión, a diferencia del aluvión, hay un terreno perfectamente
determinado y cuyo propietario es conocido. En este caso, el dueño
del predio de donde la parte del suelo ha sido arrancada, conserva su
dominio sobre ella, para el solo efecto de llevársela; pero si no la
reclama dentro del subsiguiente año, la hará suya el dueño del sitio a
que fue transportada (art. 652). Lo anterior, implica entonces que el
dueño del predio hasta el cual es arrastrado el terreno ajeno, no se
hace dueño del mismo inmediatamente de ocurrido el suceso, sino
sólo después de transcurrido un año, y siempre y cuando el
propietario afectado no realice las obras de movimiento de tierras
destinadas a recuperarlo.
 Situación especial, por inundación de un predio: se refiere a ella el
art. 653. Puede suceder que a consecuencia de un fenómeno natural
una heredad haya sido inundada; en este caso, si el terreno es

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 30


restituido por las aguas (o sea, si éstas se retiran) dentro de los 5
años subsiguientes, vuelve al dominio de su antiguo dueño (si éste
sólo era poseedor, durante el tiempo que la heredad estuvo
inundada, se produce la suspensión del cómputo del plazo de
posesión para prescribir, encontrándonos ante un caso en el que se
hizo imposible el ejercicio de actos posesorios durante el aludido
lapso, art. 2502 Nº 1); pero si pasan los 5 años sin que las aguas se
retiren y sea devuelto el terreno, el dueño pierde su dominio en
forma definitiva, y si queda en descubierto el terreno con
posterioridad, se le aplican las reglas de accesión por aluvión (art.
651).

3º Mutación del álveo de un río o cambio de cauce de un río: arts. 654 y


655.
“Alveo” significa “madre del río”, alude al cauce original del río.
Distinguimos las siguientes hipótesis:
 El río varía su curso, cargándose a una de las riberas, dejando a la
otra definitivamente en seco: la parte que queda en descubierto,
accede a los propietarios riberanos, como en el caso del aluvión (art.
654, inc. 1º y 650).
 El río varía enteramente de cauce: para atribuir el dominio del
terreno que queda en descubierto, se traza una línea longitudinal que
divida el cauce abandonado en dos partes iguales, y cada una de
éstas accede a las heredades contiguas, dentro de sus respectivas
líneas de demarcación (art. 654, inc. 2º).
En los dos casos anteriores, los propietarios riberanos tienen
derecho de hacer las obras necesarias para volver el río a su antiguo
cauce, con permiso de la autoridad competente (municipalidad
competente).
 El río se divide en dos brazos que no vuelven a juntarse: el art. 655
aplica las normas de los dos casos anteriores.

4º Formación de nueva isla: art. 656.


 Requisitos:
+ Que las islas se formen en ríos o lagos que no sean navegables por
buques de más de 100 toneladas (art. 597).
+ Que la isla se forme con carácter definitivo (art. 656, 1ª regla).
 Atribución del dominio: formada la nueva isla, para determinar a
quien pertenece, distinguimos tres situaciones:
1º La isla se forma por abrirse el río en dos brazos que después
vuelven a juntarse: rige la segunda regla del art. 656; no se altera el
anterior dominio de los terrenos comprendidos en la nueva isla. Pero
puede suceder que a consecuencia de la formación de la isla, quede
en seco una parte del lecho del río: este terreno accederá a las

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 31


heredades contiguas, como en el caso de aluvión (arts. 654-650); en
realidad, este caso está comprendido en el cambio de curso de un
río, pero el legislador consagró esta regla expresa para evitar que se
creyera que el terreno descubierto pertenece al dueño de los terrenos
invadidos por el agua, por una suerte de compensación.
2º La isla se forma en el lecho del río: art. 656, regla tercera. Para
determinar a quien pertenece la isla en este caso, hay que considerar
dos situaciones:
++ Primera situación: si toda la isla está más cercana a una de las
riberas, accederá a las heredades de dicha ribera, dentro de sus
respectivas líneas de demarcación. Para determinar si la isla está en
la situación descrita, se traza una línea imaginaria en el cauce del río,
que lo divida en dos porciones iguales, siendo necesario que toda la
isla, en todos sus contornos, quede dentro del espacio comprendido
entre una de las riberas y la línea imaginaria; ésta no debe cortar la
isla.
++ Segunda situación: si toda la isla no está más cercana a una de
las riberas, lo que sucederá cuando la línea imaginaria divida o toque
en cualquier forma la isla: las heredades de ambas riberas tienen
derecho a la isla, dentro de sus respectivas líneas de demarcación
prolongadas directamente hasta el agua y sobre la superficie de la
isla; las porciones que por la prolongación de estas líneas
correspondan a dos o más heredades, se dividirán entre estas por
partes iguales.
3º La isla se forma en un lago: art. 656, 6ª regla. Surge aquí el
problema de determinar a quien pertenece la isla cuando ninguna de
las dos heredades está a la distancia requerida para tener
participación en la división de ella. Algunos piensan que la isla
pertenece en comunidad a todos los propietarios riberanos, mientras
otros, en una posición que parece más acertada, sostienen que la isla
pertenece al Estado, porque ninguno de los propietarios riberanos
reúne las condiciones exigidas por la ley para tener participación en
la isla; se aplicaría entonces el art. 590.

e.2.4) Accesión de mueble a inmueble o industrial: arts. 668 y 669.

Tiene lugar en los casos de edificación, plantación o siembra,


cuando los materiales, plantas o semillas pertenecen a distinta persona
que el dueño del suelo.
Se llama también “industrial”, porque no se debe a un hecho de la
naturaleza, sino del hombre.

 Presupuestos para que opere.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 32


1º Que no exista vínculo contractual entre el dueño del suelo y el
propietario de los materiales, plantas o semillas (arts. 668 y 669).
Las normas citadas exigen que haya ignorancia por una de las partes.
Si una tiene conocimiento de los hechos o media entre ellas un
convenio, no hay accesión, sino otro modo de adquirir. Así, por
ejemplo, si media un contrato de arrendamiento, y se pacta que las
mejoras quedarán a beneficio del arrendador, no hay accesión sino
tradición. Igual cosa si hubiere usufructo u otros casos análogos.
2º Que los materiales, plantas o semillas se hayan incorporado en
forma definitiva al suelo (art. 668, inciso final). Recordemos que la
accesión es un modo de adquirir mediante la unión de una cosa a
otra, y ésta unión sólo se produce cuando las cosas muebles han
llegado a ser inmuebles por adherencia. Por eso, mientras los
materiales no se incorporen en la construcción y mientras las plantas
no arraiguen en el suelo, no hay accesión, y el propietario de dichas
especies puede reclamarlas.

 Efectos, producida la incorporación o el arraigo.


Cabe preguntarse quien será el dueño del edificio, siembra o
plantación. Se aplica aquí la regla que lo accesorio accede a lo
principal, y se estima como cosa principal el suelo, cualquiera que
sea su valor; a éste respecto, es indiferente también el valor de los
materiales, plantas y semillas, así como por quien y a costa de quien
se hizo la edificación o plantación.

 Indemnizaciones al dueño de los materiales, plantas o semillas.


Como es un principio general que nadie puede enriquecerse sin
causa, se han establecido reglas para asegurar al propietario de los
materiales, plantas o semillas una justa indemnización, a pagar por el
propietario del suelo. Distinguimos dos casos:
1º Se edifica, planta o siembra con materiales ajenos en suelo
propio: a su vez, pueden darse dos hipótesis:
1.1. El dueño de los materiales, plantas o semillas no tenía
conocimiento del uso que de ellos hacía el propietario del inmueble:
en este caso, el dueño del suelo puede encontrarse en tres
situaciones diferentes, según haya usado de los materiales ajenos
con justa causa de error, sin justa causa de error o a sabiendas de
que no eran suyos. En las tres situaciones, el propietario del
inmueble adquiere el edificio, plantación o sementera, porque dichas
situaciones sólo se toman en cuenta para determinar la
responsabilidad del propietario del suelo frente al propietario de los
materiales.
1.1.1. El propietario del inmueble procedió con justa causa de error
(es decir, sin culpa): es decir, ha tenido motivos fundados para creer

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 33


que los materiales que empleó eran suyos; ha obrado de buena fe.
En esta situación, debe pagar al dueño de los materiales su justo
precio o restituirle otro tanto de la misma naturaleza, calidad y
aptitud (art. 668, inc. 1º). La elección corresponde al propietario del
inmueble; el dueño de los materiales no tiene derecho a elegir.
1.1.2. El propietario del suelo empleó los materiales sin justa causa
de error (es decir, con culpa): es decir, sin tener suficientes motivos
para equivocarse; en esta situación, además de pagar el justo precio
o restituir los materiales, deberá indemnizar al dueño de tales
materiales por los perjuicios que le hubiera ocasionado (art. 668,
primera parte).
1.1.3. El propietario del suelo procedió a sabiendas que los
materiales eran ajenos (es decir, con dolo): procedió de mala fe. En
esta situación, además de las prestaciones indicadas en el caso
anterior, queda sujeto a eventual responsabilidad penal (la pena que
corresponda al delito de hurto o al de apropiación indebida).
1.2. El dueño de los materiales tuvo conocimiento del uso que de
ellos hacía el propietario del inmueble (art. 668, inc. 2º, parte final):
en este caso, es indiferente si el propietario del suelo procedió con o
sin justa causa de error o a sabiendas, ya que su responsabilidad es
siempre la misma: sólo está obligado a pagar el justo precio de los
materiales u otro tanto de la misma naturaleza, calidad y aptitud. La
ley presume que en este caso, el propietario de los materiales ha
consentido que se usara de ellos. Al decir de la doctrina, aquí habría
en realidad una compraventa, en la cual el dueño del suelo debe
pagar el precio. Por la misma razón, no cabe hablar de accesión, sino
más propiamente de tradición, desde que hay consentimiento de las
partes.
2º Se edifica, planta o siembra con materiales propios en suelo
ajeno: para la determinación de las consecuencias jurídicas del
hecho, debe distinguirse si el dueño del suelo tuvo o no conocimiento
de lo que hacía el dueño de los materiales. Distinguimos dos
hipótesis:
2.1. El dueño del suelo no tuvo conocimiento: tiene un derecho
alternativo (art. 669):
2.1.1. Derecho a hacer suyo el edificio, plantación o sementera,
pagando al dueño de los materiales las indemnizaciones prescritas a
favor de los poseedores de buena o mala fe en el título “De la
reivindicación”, conforme a las reglas de “las prestaciones mutuas”
(arts. 904 y ss.). Importante será entonces determinar si el dueño de
los materiales obró de buena o mala fe. Para este efecto, la buena o
mala fe se refiere al tiempo en que las obras fueron ejecutadas
(artículo 913). El dueño del terreno, entonces, deberá abonar al
dueño de los materiales las mejoras necesarias y las útiles, si éste

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 34


estaba de buena fe, o sólo las mejoras necesarias, si estaba de mala
fe. Las mejoras voluptuarias, no son indemnizables. Al tratar de las
prestaciones mutuas, en el apunte de “Las acciones protectoras”,
ahondaremos en estos puntos.
2.1.2. Derecho a obligar al que edificó o plantó a pagarle el justo
precio del terreno con los intereses legales por todo el tiempo que lo
haya tenido en su poder, y al que sembró a pagarle la renta y a
indemnizarle los perjuicios.
Dos situaciones contempla entonces el precepto:
1° Puede ocurrir que el dueño del terreno no quiera o no pueda
adquirir lo que el tercero edificó o plantó en el inmueble del primero.
En tal caso, el dueño del suelo tiene el derecho a exigir al que edificó
o plantó, a pagarle el justo precio del terreno con los intereses
legales por todo el tiempo que lo haya tenido en su poder. Como dice
Claro Solar, “…al propietario puede no convenirle el edificio o no
encontrarse en situación de hacer el gasto que representa el edificio
y no es equitativo que se le coloque en la precisión de hacer un
desembolso que él no habría tenido la voluntad ni los medios de
hacer; y como se ha procedido sin su conocimiento el único
responsable del hecho es el edificador quien, aunque haya creído que
edificaba en terreno suyo, ha violado en el hecho la propiedad ajena.”
Así las cosas, el dueño del suelo podrá forzar al que edificio o plantó
en él, a comprarle el predio, sin que nada pueda reclamar al efecto,
pues como agrega Claro Solar, “…si se forzara la voluntad del que
edificó o plantó obligándole a comprar el terreno, suya será la culpa
por ser la consecuencia de un hecho al que nadie lo obligó”. Nos
encontramos, entonces, ante una verdadera compraventa forzada.
2° Distinta es la situación en el caso de una siembra, pues aquí, a
diferencia de la edificación y plantación, las cosas pueden volver a su
estado anterior, después de efectuada la cosecha (en este punto,
conviene tener presente que el Código, al aludir al que plantó, se
estaría refiriendo al que planta árboles, viñas, etc., lo que a
diferencia de un sembradío, supone que lo plantado permanezca
arraigado por varios años en el suelo). Por ello, el dueño del suelo no
puede obligar al que sembró a comprarle el terreno, sino sólo a
pagarle una suma, equivalente a la renta que habría obtenido el
primero, si le hubiera arrendado el predio al segundo.
2.2. El dueño del suelo tuvo conocimiento de lo que hacía el
propietario de los materiales: art. 669, inc. 2º. En este caso, el
primero está obligado a pagar la edificación, plantación o sementera.
Aquí tampoco podría hablarse de accesión, sino de tradición, porque
hay consentimiento de las partes.
Hay una última situación, no contemplada por el legislador,
cuando se edifica, planta o siembra con materiales ajenos en suelo

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 35


ajeno. Para resolver este caso, se ha dicho que debería recurrirse a las
reglas precedentemente expuestas, aplicándolas por analogía.

e.2.5) Accesión de mueble a mueble: arts. 657 a 667.

Tiene lugar cuando dos cosas muebles, pertenecientes a diferentes


dueños, se unen. El principio fundamental es que la cosa accesoria pasa
a pertenecer al propietario de la cosa principal.

1º Adjunción.

 Definición: art. 657.

 Requisitos:
+ Unión de cosas muebles.
+ Que dichas cosas pertenezcan a diferentes dueños.
+ Que las cosas unidas, conserven su propia fisonomía, es decir, que
en caso de poder separarse, puedan subsistir conservando su ser
específico.
+ Ausencia de conocimiento de la unión, por ambos o por alguno de
los dueños.

 Atribución del dominio de las cosas adjuntadas: art. 658.


Corresponde al dueño de la cosa principal, debiendo pagar el valor de
la cosa accesoria a su dueño.

 Determinación de la cosa principal: arts. 659 a 661.

+ Primero: si de las cosas unidas, una es de mucho más estimación


que la otra, la primera se mirará como la principal y la segunda como
lo accesorio (art. 659, inc. 1º). La estimación se refiere generalmente
al valor venal, esto es, comercial o de venta. La ley sin embargo, en
un caso hace primar el valor de afección: cuando la cosa tuviere para
su dueño un gran valor de afección, se mirará ella como de más
estimación (art. 659, inc. 2º).
+ Segundo: si no hay tanta diferencia en la estimación, será
accesoria la que sirva para el uso, ornato o complemento de la otra
(art. 660).
+ Tercero: si no puede aplicarse ninguna de las dos reglas
anteriores, se mirará como cosa principal la de mayor volumen (art.
661). Si las dos tienen el mismo volumen, el juez, integrando la
laguna legal, deberá fallar conforme a la equidad (art. 170 número 5
del Código de Procedimiento Civil). En este caso, para algunos habrá
comunidad.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 36


2º Especificación.

 Definición: es la creación o producción de una cosa nueva,


empleando materia ajena sin el consentimiento del propietario (art.
662, inc. 1º).

 Elementos:
+ La mano de obra o industria humana.
+ La materia ajena.
+ La producción de una nueva especie, como resultante de aplicar la
industria humana en la materia ajena. Cabe preguntarse cuándo se
entiende que hay una especie nueva. Se dice que la especificación
supone un fin de producción, que opera sobre la materia ajena. Por
eso, no hay especificación aunque se obtenga un producto, si se
destruye una cosa para gozar del producto resultante (así, por
ejemplo, no “especifica” el que quema leña para calentarse, aunque
con ello obtenga carbón; pero sí hay especificación si esa leña se
quema para producir carbón). Establecer si hay o no producción, es
una cuestión de hecho.

 Naturaleza jurídica de la especificación.


Nuestro Código Civil dice expresamente que es una especie de
accesión. La mayoría de la doctrina sostiene lo mismo, argumentándose
que en el fondo, la especificación supone la unión de dos cosas, la
materia ajena y el trabajo propio. Otros, por el contrario, afirman que
requiriendo la accesión la unión de dos cosas de diferentes dueños, la
especificación no podría considerarse como una clase de accesión, ya
que en ella sólo hay una cosa, la materia ajena, que se transforma por
la industria de un tercero, la que no es una “cosa” en el sentido legal de
la palabra, pues no es un ente que pueda ser objeto de apropiación. Ello
ha movido a códigos modernos, como el suizo e italiano, a tratar la
especificación separadamente de la accesión, como un modo de adquirir
independiente.

 Atribución del dominio de la nueva especie. art. 662, inc. 2º.


No habiendo conocimiento por una de las partes ni mala fe por la
otra, el dueño de la materia se hace dueño de la obra, pagando la
hechura. La causa de esta disposición, radica en que a la época en que
se dictó el código napoleónico, que el nuestro sigue en esta materia, el
trabajo humano se miraba como un valor de inferior jerarquía. Las
legislaciones contemporáneas establecen un criterio totalmente opuesto:
en principio, atribuyen la propiedad de la nueva especie al artífice, y

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 37


sólo se la dan al dueño de la materia si el valor de ella es
considerablemente superior al del trabajo.
En nuestro Código Civil, excepcionalmente el artífice se hace
dueño de la obra, cuando ésta vale mucho más que la materia primitiva,
como ocurre cuando se pinta un lienzo ajeno, o del mármol ajeno se
hace una estatua. El artífice deberá sí indemnizar los perjuicios al dueño
de la materia, atendiendo al principio que no se acepta el
enriquecimiento sin causa (art. 662, inc. 3º).
Finalmente, el art. 662, inc. 4º, se pone en el caso que la materia
sea en parte ajena y en parte propia del que hizo la obra o la mandó
hacer, y las dos partes no pueden separarse sin inconveniente. En tal
caso, habrá comunidad sobre la obra, aunque no con iguales derechos:
uno, a prorrata del valor de su materia, y el otro a prorrata del valor de
la suya y de la hechura.

3º Mezcla: art. 663.

 Definición: es la unión de dos o más cuerpos, sólidos o líquidos, que


se confunden en el conjunto, dejando de ser distintos y reconocibles
(por ejemplo, la mezcla de dos vinos, de cepas distintas). Esta última
característica diferencia la mezcla de la adjunción, en la cual las
cosas están simplemente unidas, continuando distintas y
reconocibles.
Por otra parte, la mezcla se diferencia de la especificación, en que
la primera supone la confusión de dos sustancias, y la segunda
implica la presencia de una sola sustancia, que se transforma por
obra del trabajo humano.

 Atribución del dominio: art. 663, inc. 1º.


No habiendo conocimiento del hecho por una de las partes ni mala
fe por la otra, la mezcla pertenecerá en común a los dueños de las cosas
mezcladas, a prorrata del valor de la materia que a cada uno pertenecía.
En verdad, no hay aquí accesión ni cambio de dominio. Sí la hay en el
caso del art. 663, inc. 2º, porque en él uno de los dueños de las cosas
mezcladas adquiere el dominio de la otra, lo que sucede cuando una de
las cosas es de mucho más valor que la otra, debiendo el propietario de
la primera pagar al propietario de la segunda el valor de la cosa de
menor estimación, si pretende reclamarla para sí. De esta forma, en el
inciso primero, estaríamos por ejemplo ante la mezcla de dos vinos
tintos, de similar calidad; en el segundo caso, ante la mezcla de mostos
de disímil calidad. Si no lo hace, persiste la comunidad. El inciso final del
art. 662 se pone precisamente en este caso (en la especificación).

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 38


4º Reglas comunes a las tres especies de accesión de mueble a mueble:
arts. 664 a 667.

1ª Derecho a pedir la separación de la cosa: art. 664. En este caso, no


cabe hablar de accesión, sino de reivindicación de la propiedad.
2ª Derecho de restitución: art. 665. En este caso, tampoco cabe hablar
de accesión, sino de compraventa.
3ª Presunción del consentimiento: art. 666. La ley supone que en este
caso hubo intención de vender la materia.
4ª Consecuencia del error sin justa causa y de la mala fe: art. 667.

Los Modos de Adquirir el Dominio – Juan Andrés Orrego Acuña 39


9.-) La tradición.1

Sumario:
9.1. Definición: art. 670
9.2. Características
9.3. Campo de aplicación e importancia
9.4. Entrega y tradición
9.5. Requisitos de la tradición
a) Presencia de dos partes
b) Consentimiento del tradente y del adquirente
c) Existencia de un título traslaticio de dominio
d) La entrega de la cosa, con la intención de transferir el dominio
9.6. Efectos de la tradición
a) Efectos de la tradición, cuando el tradente es dueño de la cosa que entrega
b) Efectos de la tradición cuando el tradente no es dueño de la cosa que se entrega
c) Adquisición del dominio por el tradente, con posterioridad a la tradición
d) Cuando puede pedirse la tradición
e) Tradición sujeta a modalidades
9.7. Especies o formas de efectuar la tradición
a) Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal mueble
b) Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal inmueble
c) Tradición del derecho de herencia
d) Tradición de los derechos personales

9.1. Definición: art. 670.

El Código Civil la define como “un modo de adquirir el dominio de las cosas y
(que) consiste en la entrega que el dueño hace de ellas a otro, habiendo por una parte la
facultad e intención de transferir el dominio, y por otra la capacidad e intención de
adquirirlo / Lo que se dice del dominio se extiende a todos los otros derechos reales”.
Del concepto legal, es posible formular las siguientes observaciones fundamentales:
1º La sola entrega es insuficiente para que se verifique la tradición, pues resulta esencial el
elemento psicológico, consistente en la intención de transferir el dominio, por parte del
tradente, y en la intención de adquirirlo, por parte del adquirente.
2º La ley es más exigente con el tradente, pues ha de tener la “facultad” para transferir el
dominio, mientras que al adquirente sólo se le exige la “capacidad” para celebrar
válidamente la convención. Nos remitimos a lo expuesto a propósito de la facultad de
disposición, dentro del estudio de “La propiedad”.
3º La tradición no sólo opera para transferir el dominio, sino que también los demás
derechos reales e inclusive los derechos personales (artículo 699).

9.2. Características.

1
Fecha de la última modificación: 23 de enero de 2019.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 1


a) Es un modo de adquirir derivativo: el dominio no nace con el adquirente, sino que viene
de otra persona, el tradente. En esto, la tradición se parece a la sucesión por causa de
muerte y se diferencia de la ocupación, la accesión y la prescripción. Esta característica de
la tradición determina los derechos que el adquirente obtiene con ella. Siendo derivativo,
este modo no transfiere al adquirente más derechos de los que tenía el tradente, y
concretamente, si éste no era dueño de la cosa tradida, no lo será el que la recibe, puesto
que nadie puede transferir más derechos que los que tiene (art. 682, inc. 1°: “Si el tradente
no es el verdadero dueño de la cosa que se entrega por él o a su nombre, no se adquieren
por medio de la tradición otros derechos que los transmisibles del mismo tradente sobre la
cosa entregada”).
La tradición es el único modo derivativo que opera entre vivos.

b) No sólo sirve para adquirir el dominio, sino también todos los derechos reales y
personales (arts. 670, inc. 2º; 699), con excepción de los personalísimos cuando el tradente
sea el titular de los mismos, porque tales derechos son inalienables. Sin embargo, si pueden
adquirirse por tradición, cuando se constituya un derecho real de uso o de habitación. Dicho
en otras palabras, cuando nazca el derecho real, opera la tradición. Después, ya no puede
operar, pues el derecho es personalísimo.
También se asemeja en esto a la sucesión por causa de muerte (que permite adquirir
toda clase de derechos, reales y personales, salvo los intransmisibles) y a la prescripción
(que permite adquirir toda clase de derechos reales, con excepción de las servidumbres
discontinuas e inaparentes), y se diferencia de los otros dos modos originarios (ocupación y
accesión), que sólo posibilitan adquirir cosas corporales.

c) Por regla general, es un modo de adquirir a título singular. Excepcionalmente, lo es a


título universal, en el caso de la tradición del derecho de herencia. Al respecto, debemos
hacer dos precisiones:
 No se transfiere el patrimonio del tradente, sino el del causante; tratándose del
patrimonio del tradente, jamás la tradición puede ser a título universal.
 Hay tradición del derecho de herencia, cuando el heredero, habiendo fallecido el
causante, cede su derecho. Pero el traspaso de los bienes del difunto al heredero
opera por la sucesión por causa de muerte y no por la tradición.

d) Modo de adquirir que puede operar a título gratuito o a título oneroso: si el antecedente
es una donación, será a título gratuito; si es una compraventa, será a título oneroso. Se suele
afirmar que es el único de los modos de adquirir que puede operar a título oneroso, con la
salvedad que en la accesión, hay ciertas figuras en las que el adquirente debe efectuar un
pago, aunque no como requisito para adquirir el dominio, sino a consecuencia de la
adquisición del dominio. No se trata entonces de que el “título” sea oneroso, pues en la
accesión sólo hay modo, no título, y la obligación se hace exigible después de que se
adquiere el dominio, y no antes, como ocurre en la tradición. Con todo, nos remitimos a lo
expuesto al tratar de “Los Modos de adquirir”, en cuanto ahí señalamos que en nuestra
opinión la prescripción también puede operar a título oneroso, según el carácter que tenga
el título en virtud del cual el prescribiente entró en posesión.

e) Modo de adquirir que opera entre vivos.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 2


f) Es una convención: es un acto jurídico bilateral, pero no un contrato, porque en la
tradición no se crean derechos y obligaciones, sino que, por el contrario, se extinguen o se
transfieren. En este sentido, la tradición implica también, por regla general, un pago, que
hace el tradente al adquirente, pues el pago es precisamente la prestación de lo que se debe.
Con todo, en el mutuo hay tradición, pero no pago, pues ninguna obligación existía antes de
que se produzca la primera.

g) Sirve de justo título para prescribir: cuando el tradente no es dueño de la cosa que
entrega, la tradición no es un modo de adquirir, sino que sirve de justo título para que el
adquirente gane con posterioridad la cosa por prescripción.

9.3. Campo de aplicación e importancia.

a) Es muy frecuente en la vida jurídica, porque el contrato más usual es la compraventa, a


la que debe seguir necesariamente la tradición, para adquirir el dominio.

b) En virtud de la tradición se puede adquirir no sólo el derecho de dominio, sino cualquier


otro derecho real y aún los derechos personales, con excepción de los personalísimos,
salvo, según vimos, al constituirlos.

c) La tradición es requisito para ganar las cosas por prescripción ordinaria, cuando se
invoca un título traslaticio de dominio.

9.4. Entrega y tradición.

La entrega, en términos generales, es el traspaso material de una cosa de manos de


una persona a otra. Puede constituir una entrega propiamente tal (o simple entrega) o una
tradición. Entre ambas, hay diferencias:
a) En la tradición, al efectuarse la entrega, existe de parte del tradente y del adquirente la
intención de transferir y de adquirir el dominio, intención que no existe en la entrega
propiamente tal, sin perjuicio que el acto material sea el mismo, tratándose de los bienes
muebles.
b) Esta intención se manifiesta en la tradición por la existencia de un título traslaticio de
dominio. De tal modo, si hubo compraventa con anterioridad, se deduce que hay tradición;
en cambio, tratándose de la entrega, existe como antecedente un título de mera tenencia.
c) En virtud de la tradición, se adquiere el dominio o la posesión. En cambio, en el caso de
la entrega propiamente tal, se obtiene sólo la mera tenencia, la que, por regla general, no
habilita para adquirir por prescripción.
No obstante las diferencias apuntadas, el legislador suele confundir ambos términos:
así, en el art. 1443, al definir los contratos reales, emplea la expresión “tradición”, debiendo
haber dicho “entrega o tradición”; en el art. 2174, inciso 2°, al definir el comodato, ocurre
igual; en el art. 2196, referido al mutuo, debió decir “tradición” y no “entrega”, como
correctamente se hace en el art. 2197; en cambio, en el art. 2212, al aludir al contrato de
depósito, se usa correctamente “entrega”. Algunos, también creen ver esta confusión en el
art. 1824, en la compraventa, cuando al aludir a las obligaciones del vendedor, se dice
“entrega o tradición”; en este caso, no existiría tal confusión sin embargo: en efecto, no
debe creerse que al usar la disyunción “o” se hizo sinónimos entrega y tradición, sino que

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 3


se pretendió dejar en claro que el vendedor cumple su obligación haciendo tradición (si
estamos ante una venta de cosa propia) o sólo entregando la cosa (si se trata de venta de
cosa ajena).
En verdad, el Código Civil emplea la voz “tradición” al menos en tres acepciones,
según la materia de que se trate:
i) en su acepción más propia, es decir como modo de adquirir el dominio (artículos 670;
2197);
ii) aludiendo a la entrega material o ficta de la cosa (artículo 702), en la posesión; y
iii) refiriéndose a la entrega de la cosa para entrar sólo en la mera tenencia de ella (artículo
2174).
Por ende, en cada caso, habrá que determinar a cuál de estas tres acepciones
corresponde la palabra.
Así, por ejemplo, al expresar el inc. 2° del art. 2174, en las normas del comodato,
que “Este contrato no se perfecciona sino por la tradición de la cosa”, resulta evidente que
se trata de la tercera acepción. En cambio, el art. 2197, en las normas del mutuo, expresa
que “No se perfecciona el contrato de mutuo sino por la tradición, y la tradición transfiere
el dominio”. Nótese que ambos preceptos tienen un tenor similar, salvo en la parte final del
segundo, cuando ahí se advierte que, en ese caso, “la tradición transfiere el dominio”.

9.5. Requisitos de la tradición.

Cuatro requisitos deben cumplirse, para que opere la tradición:


a) Presencia de dos partes.
b) Consentimiento del tradente y del adquirente.
c) Existencia de un título traslaticio de dominio.
d) La entrega de la cosa, con la intención de transferir el dominio.

Los analizaremos seguidamente.

a) Presencia de dos partes.


Este requisito es una consecuencia del carácter de convención que tiene la tradición,
que requiere por ende la manifestación de voluntad de dos o más partes. El art. 671, inc. 1°
define qué se entiende por tradente y adquirente: “Se llama tradente la persona que por la
tradición transfiere el dominio de la cosa entregada por él o a su nombre, y adquirente la
persona que por la tradición adquiere el dominio de la cosa recibida por él o a su nombre”.

a.1) Circunstancias que deben concurrir en el tradente:


1º Debe ser dueño de la cosa que entrega o del derecho que transfiere.
Si el tradente no es dueño de la cosa o derecho, la tradición es válida, pero no
transfiere el dominio, puesto que nadie puede transferir más derechos que los que se tiene.
Pero por otro lado, quien recibe la cosa, puede llegar a adquirirla más adelante. Los arts.
682 y 683 se refieren a este caso. Precisamente en este punto está la diferencia entre la
tradición y la simple entrega, y la gran importancia que la primera tiene en nuestro derecho
civil. El adquirente puede llegar a adquirir el dominio por prescripción, porque con la
tradición adquiere la posesión de la cosa, la recibe para sí con ánimo de señor y dueño. Y
podrá hacerlo, conforme al art. 683, aunque el tradente no haya tenido el derecho de ganarla
por prescripción (por ejemplo, porque era un mero tenedor o un poseedor violento): “La

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 4


tradición da al adquirente, en los casos y del modo que las leyes señalan, el derecho de
ganar por la prescripción el dominio de que el tradente carecía, aunque el tradente no haya
tenido ese derecho”.
En tal sentido, la Corte Suprema ha declarado que “la inscripción de una venta de
cosa ajena realiza la tradición, y por este medio el adquirente principia una posesión que le
dará el derecho de adquirir el dominio por prescripción”.
La ley también se pone en el caso que el tradente adquiera el dominio con
posterioridad a la tradición: art. 682, inciso 2°. Se reputa que el adquirente se hizo dueño de
la cosa desde el momento de la tradición. La disposición está relacionada con el art. 1819,
en la compraventa.
2º Debe tener facultad para transferir el dominio.
La expresión empleada en el art. 670, se refiere a la facultad o poder de disposición,
que implica, entre otros supuestos, la capacidad de ejercicio. Así, si el tradente es un
representante legal que entrega un bien del representado, deberá cumplir con las
formalidades correspondientes, sin las cuales no tiene poder para enajenar libremente, es
decir, carece de facultad de disposición. Lo expuesto se corrobora en el artículo 1575,
inciso 2º, en las normas del pago, que exige la libre disposición de los bienes, según
veremos en el literal siguiente.

a.2) Capacidad del adquirente.


De acuerdo al art. 670, debe tener capacidad para adquirir. Según esta disposición,
tanto el tradente como el adquirente deben tener capacidad, pero no es la misma la que se
exige en uno u otro caso.
Según Alessandri, el tradente debe tener capacidad de ejercicio, mientras que el
adquirente basta que tenga capacidad de goce.
Según Somarriva, la capacidad que la ley requiere en el adquirente es la capacidad
de administración, y en el tradente, la de disposición; la plena capacidad de ejercicio en
ambos entonces, lo que se vería corroborado por los artículos relativos al pago: art. 1575,
inc. 2º, del cual se desprendería que la capacidad del tradente es la de libre disposición de
los bienes; en este precepto, el pago no es otra cosa que la tradición, y la facultad de
enajenar supone la facultad de disposición. En cuanto a la capacidad del adquirente, se
alude al art. 1578 número 1, según el cual el pago hecho al acreedor es nulo si no tiene la
libre administración de sus bienes (salvo en el caso del art. 1688).
Para Peñailillo, el adquirente también debe ser plenamente capaz, de acuerdo a las
reglas generales, desde el momento que está celebrando un acto jurídico.
Kiverstein señala, en el mismo sentido, que siendo la tradición un acto jurídico
bilateral, ambas partes deben tener plena capacidad de ejercicio.
La conclusión, entonces, es que el adquirente ha de tener capacidad de ejercicio.

b) Consentimiento del tradente y del adquirente.


Consecuencia también del carácter de acto jurídico bilateral de la tradición. Lo dice
el art. 670, cuando exige que haya intención de transferir por una de las partes y de adquirir
por la otra, exigencia corroborada por los arts. 672 y 673. El primero se refiere a la
voluntad del tradente: “Para que la tradición sea válida debe ser hecha voluntariamente por
el tradente o por su representante. / Una tradición que al principio fue inválida por haberse
hecho sin voluntad del tradente o de su representante, se valida retroactivamente por la
ratificación del que tiene facultad de enajenar la cosa como dueño o como representante del

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 5


dueño”. El segundo se refiere a la voluntad del adquirente: “La tradición, para que sea
válida, requiere también el consentimiento del adquirente o de su representante. / Pero la
tradición que en su principio fue inválida por haber faltado este consentimiento, se valida
retroactivamente por la ratificación”.
Si falta la voluntad de una de las partes, la tradición se valida retroactivamente por
la ratificación de la parte que no hubiera prestado su consentimiento. Esto es una
consecuencia necesaria de lo que señalábamos, en cuanto la tradición es válida aunque se
haga por quien no es dueño de la cosa.

b.1) La tradición puede verificarse por medio de representantes.


Ello es perfectamente posible, de acuerdo a la norma general del art. 1448 y al art.
671, inc. 2º. Dispone el último: “Pueden entregar y recibir a nombre del dueño sus
mandatarios, o sus representantes legales”.
Cabe recordar que puede hacerse por medio de representante todo acto jurídico que
puede celebrarse personalmente, con la sola excepción de aquellos que la ley prohíba
expresamente realizar por medio de mandatario, como el testamento (art. 1004).
Los representantes deben actuar sí dentro de los límites de su representación (art.
674), lo que también es una aplicación de las reglas generales (arts. 2131 y 2160, en el
mandato).
En este punto, cabe mencionar la representación del tradente en las ventas forzadas,
realizadas en los juicios ejecutivos o en los procedimientos concursales de liquidación: art.
671, inc. 3º. Dispone este precepto: “En las ventas forzadas que se hacen por decreto
judicial a petición de un acreedor, en pública subasta, la persona cuyo dominio se transfiere
es el tradente, y el juez su representante legal”. Esta disposición crea una figura especial de
representación legal, que debemos sumar a las señaladas en el art. 43. Estamos aquí ante
ventas forzadas hechas a petición de un acreedor y en pública subasta, en las que el juez
asume la representación del deudor para los efectos de realizar la tradición (no quedan
comprendidas entre las ventas forzadas otras ventas que se hacen en pública subasta pero
que no tienen el mencionado carácter de forzadas, como por ejemplo las ventas de los
bienes raíces de las personas sometidas a guarda, art. 394).
Las ventas forzadas son en realidad un verdadero contrato de compraventa; prueba
de ello es que el legislador, al ocuparse de este contrato, en muchos casos se refiere
expresamente a las ventas forzadas, como por ejemplo, al aludirse a las indemnizaciones en
materia de evicción (art. 1851) y a la lesión enorme, que no tiene cabida en las ventas
forzadas (art. 1891). En las ventas forzadas de inmuebles, el juez firmará la escritura
pública de venta en representación del ejecutado, debiendo insertarse en ésta el Acta de
Remate, de acuerdo a las normas del juicio ejecutivo, del Código de Procedimiento Civil.
Algunos han objetado que en el caso de las ventas forzadas no existiría tradición,
porque no hay consentimiento, voluntad del dueño de la cosa, o sea, del ejecutado. Pero se
responde que tal consentimiento hay que buscarlo en otra forma. De acuerdo al art. 22 de la
Ley Sobre Efecto Retroactivo de las Leyes, se entienden incorporadas en un contrato todas
las leyes vigentes al tiempo de su otorgamiento; y conforme al art. 2465, que contempla el
derecho de prenda general, se autoriza al acreedor para hacerse pagar en todos los bienes
del deudor. Ahora bien, en virtud de este derecho de prenda general, toda persona, al
contratar, sabe que, si no cumple con su obligación, el acreedor podrá sacarle a remate sus
bienes. Aquí se encontraría entonces, el verdadero consentimiento del ejecutado, según
nuestra Corte Suprema.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 6


Esta explicación, se ha señalado, es aceptable para ejecuciones fundadas en
contratos que originaron las obligaciones en mora, pero insuficiente para las que resultan de
obligaciones extracontractuales. Respecto a éstas, a nuestro juicio también podríamos
afirmar que el consentimiento del tradente se da anticipadamente, pues cualquiera persona
que cometa un delito o cuasidelito, sabe de antemano que tales hechos ilícitos originarán
responsabilidad civil y que por ende sus bienes podrán ser embargados y en definitiva
subastados (artículo 2329 del Código Civil).
Se ha señalado que el problema puede solucionarse aceptando la teoría de la
representación-modalidad de los actos jurídicos, que postula que no es la voluntad del
representado la que contrata, sino la del representante.

b.2) Sobre qué debe recaer el consentimiento en la tradición.


Recae:
1º Sobre la cosa objeto de la tradición.
2º Sobre el título que le sirve de causa.
3º Sobre la persona a quien se efectúa la tradición.
Como todo acto jurídico, la tradición debe estar, en lo que a la voluntad de las partes
se refiere, exenta de vicios. En el título de la tradición, el legislador no reglamentó los
diversos vicios del consentimiento, excepto en lo relativo al error (arts. 676 a 678), de
manera que respecto del dolo y de la fuerza se aplican las reglas generales (arts. 1452 y
siguientes).
Las hipótesis de error pueden ser:
1º Error en la cosa tradida: art. 676. Esta disposición está en perfecta armonía con el art.
1453. Habrá nulidad en este caso.
2º Error en la persona: art. 676. En este punto, hay una excepción a los principios generales,
de acuerdo a los cuales, el error sobre la persona no vicia el consentimiento, salvo que la
persona sea el motivo determinante del acto o contrato. Tratándose de la tradición, el error
en la persona anula la misma, según se establece en el artículo citado. Ello se explica,
porque la tradición no es sino el cumplimiento de la obligación que nace del contrato.
Ahora bien, el pago debe ser siempre hecho al acreedor, y de lo contrario es nulo o ineficaz
para extinguir la obligación (art. 1576). Sobre este particular, más lógico que hablar de
nulidad, sería decir que en este caso hay pago de lo no debido, y por lo tanto, podría
repetirse lo pagado. En todo caso, si el error no recae en la persona sino sólo sobre el
nombre, la tradición es válida (arts. 676, inc. 2º, 1057 y 1455).
3º Error en el título de la tradición: art. 677 (que guarda armonía también con el artículo
1453). Puede presentar dos aspectos y en ambos invalida la tradición:
 Ambas partes entienden que hay un título traslaticio de dominio, pero el error
consiste en que se equivocan en cuanto a la naturaleza del título (“como si por una
parte se supone mutuo, y por otra donación”).
 Una parte entiende que hay título traslaticio de dominio y la otra entiende que hay
sólo un título de mera tenencia (“cuando por una parte se tiene el ánimo de entregar
a título de comodato, y por otra se tiene el ánimo de recibir a título de donación”).
Finalmente, el art. 678, en una disposición inútil considerando la regla general del
art. 1448, establece que el error sufrido por los mandatarios o representantes legales
también invalida la tradición.

c) Existencia de un título traslaticio de dominio: art. 675.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 7


Si no hay título traslaticio de dominio, no hay tradición.
Se entiende por títulos traslaticios de dominio “los que por su naturaleza sirven para
transferirlo” (artículo 703). Esto quiere decir que por sí mismos, no transfieren el dominio,
porque ese rol lo cumplen los modos de adquirir, pero sirven de antecedente para la
adquisición del dominio.
Excepcionalmente, el título será al mismo tiempo tradición: así ocurre en el contrato
de mutuo, en el depósito irregular, y en algunas figuras de tradición de cosa mueble (art.
684, números 3, 4 y 5).

c.1) Casos de títulos traslaticios de dominio: la compraventa, la permuta, la donación, el


aporte en propiedad a una sociedad, el mutuo, el cuasiusufructo, el depósito irregular, la
transacción cuando recae sobre objeto no disputado, el contrato de arrendamiento opera
como un título traslaticio de dominio, respecto de los ganados, atendido que usualmente se
trata de cosas fungibles. A los anteriores, incluyen algunos la dación en pago y la novación,
pero se critica esta inclusión. Respecto a la novación, se dice que sería título traslaticio de
dominio cuando, por ejemplo, si se debe un hecho o servicio (obligación de hacer), se
conviene en sustituirla por la obligación de transferir una cosa (obligación de dar); en lo
concerniente a la dación en pago, ciertos autores niegan su carácter de título traslaticio de
dominio, porque mientras estos son generadores de obligaciones, la dación en pago tiende
precisamente a extinguirlas. El título traslaticio sería en realidad la fuente que creó la
obligación preexistente que la dación en pago extingue a través de una prestación diversa a
la originalmente pactada.

c.2) Validez del título: el título de la tradición, además de ser traslaticio de dominio, debe
ser válido, es decir, no debe tratarse de un título nulo. La nulidad del título impide que la
tradición pueda operar, pues todo defecto de aquél repercute en ésta. La nulidad de la
tradición procede normalmente como consecuencia de que sea declarada la nulidad del
contrato que le sirve de título traslaticio de dominio. Esto es lo que se denomina “influencia
del título en la tradición”. Lo mismo cabe decir si hay ausencia de título traslaticio. Desde
este punto de vista, se dice que la ley concibe la tradición como un acto causado (por un
título) y no abstracto o independiente.
Pero el alcance de la nulidad de la tradición por falta de título o título nulo, no
queda perfectamente definido. Esta indefinición se advierte en relación con el efecto
posesorio de la tradición. Cuando el art. 675 dispone que la falta de título o la nulidad de
éste anula la tradición, no deja en claro si esa nulidad priva de todo efecto, hasta el punto de
estimar que no sólo no transfirió el dominio, sino que además nunca el adquirente recibió la
cosa con ánimo de dueño, es decir, que nunca entró en posesión; o por el contrario, que es
nula en cuanto mecanismo que traslada el dominio, pero que en el hecho, sí dejó al
adquirente en posesión.
La primera solución, se apoyaría en el efecto retroactivo categórico de la nulidad,
que elimina todo efecto o consecuencia del acto declarado nulo.
Pero la segunda solución parece la más conforme con el sistema general implantado
por el CC., por las siguientes razones:
1º La parte final del art. 675 muestra que la regla parece estar dirigida más bien al traslado
del dominio, sin referirse a la posesión: “Así el título de donación irrevocable no transfiere
el dominio entre cónyuges”;

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 8


2º Por otra parte, el art. 704 tiene por títulos injustos para poseer, al nulo (número 3) y al
aparente (número 4), de manera que se considera que quien recibió por un título nulo o
putativo, tiene título, aunque injusto, y es poseedor, aunque irregular, pudiendo llegar al
dominio por la prescripción extraordinaria;
3º Además, hay que recordar que el Código considera “título” para poseer a la ocupación,
lo que equivale a admitir la posesión sin título, porque el que entra a poseer por ocupación
no da justificación de su posesión. Entonces, si está permitido poseer por ocupación (que
equivale a decir sin título), no parece coherente impedir la posesión si existe título, aunque
nulo.

d) La entrega de la cosa, con intención de transferir el dominio (artículo 670 del Código
Civil).
En todo modo de adquirir hay un hecho material, y en la tradición, es la entrega de
la cosa. Como analizaremos, la forma que asume es distinta, según se trate de muebles,
inmuebles, el derecho de herencia o los derechos personales.

9.6. Efectos de la tradición.

Debemos distinguir si el tradente es dueño de la cosa que entrega o que a su nombre


se entrega, o si no lo es.

a) Efectos de la tradición, cuando el tradente es dueño de la cosa que entrega.


Aquí, opera el efecto normal o natural de la tradición, cual es transferir el dominio
del tradente al adquirente (arts. 670, 671 y 1575).
En todo caso, puesto que estamos ante un modo de adquirir derivativo, el dominio
que tenía el tradente pasa al adquirente en las mismas condiciones (si por ejemplo, tenía un
gravamen o estaba sujeto a resolución, se transfiere con dicha carga y eventualidad
respectivamente).

b) Efectos de la tradición cuando el tradente no es dueño de la cosa que se entrega.


La tradición es válida, lo que concuerda con el art. 1815, que establece la validez de
la venta de cosa ajena. Aquí, tres situaciones pueden presentarse:
b.1) El tradente es poseedor regular de la cosa entregada: en este caso, si el adquirente está
de buena fe y adquiere con justo título, también adquiere la posesión regular de la cosa
entregada. Pero esto no significa que la posesión se haya transferido del tradente al
adquirente, porque como veremos más adelante, la posesión no se transfiere ni se transmite,
pues es un hecho y no un derecho, y sólo los derechos pueden traspasarse de un patrimonio
a otro.
En este caso, el contrato que antecede a la tradición desempeña el papel de justo
título y sirve al adquirente para iniciar una posesión regular. Aún más, el art. 717 permite al
sucesor añadir la posesión de los antecesores con sus calidades y vicios.
b.2) El tradente es poseedor irregular: si el adquirente está de buena fe y tiene justo título,
mejora el título que tenía su tradente y el título y la tradición servirán de justo título para la
posesión regular. En este caso, no le conviene al actual poseedor agregar la posesión de su
antecesor, porque si lo hace, la posesión regular del primero se transformará en irregular,
pues la agregación de posesiones opera con sus calidades y vicios.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 9


b.3) El tradente es un mero tenedor de la cosa entregada por él o a su nombre: siendo el
tradente un mero tenedor, jamás puede llegar a adquirir la cosa por prescripción, porque la
mera tenencia excluye la posesión (con la excepción contemplada en el artículo 2510 regla
tercera). Pero aún en este caso, el adquirente sí tendrá el derecho de ganar por la
prescripción el dominio, aunque el tradente no haya tenido ese derecho (art. 683). Si el
adquirente está de buena fe al momento de recibir la cosa (o sea, ignora que el tradente sólo
es mero tenedor de la cosa tradida) y tiene justo título, será poseedor regular y podrá llegar
a adquirir la cosa por prescripción ordinaria. Si le falta el justo título o carece de buena fe
inicial, será poseedor irregular y podrá llegar a adquirir la cosa por prescripción
extraordinaria. En estos casos, por cierto, a diferencia de los dos anteriores, no hay accesión
de posesiones que pueda operar, pues siendo el tradente mero tenedor, ningún tiempo de
posesión pudo acumular.

c) Adquisición del dominio por el tradente, con posterioridad a la tradición.


Ello puede ocurrir en cualquiera de los tres casos recién analizados. Nos remitimos a
los arts. 682, inc. 2º y 1819, en virtud de los cuales se entiende que la transferencia del
dominio ha operado desde el instante en que se hizo la tradición.

d) Cuándo puede pedirse la tradición.


Lo normal es que la tradición se efectúe inmediatamente de celebrado el contrato
(art. 681). Hay tres casos en los que no puede pedirse la tradición de lo que se debe:
1º Cuando el título es condicional: la condición suspende el nacimiento del derecho;
2º Si hay plazo pendiente para el pago de la cosa: art. 681. El efecto propio del plazo es
suspender la exigibilidad del derecho;
3º Cuando ha intervenido decreto judicial en contrario: en cuya virtud se ha retenido o se ha
embargado la cosa que debe entregarse, el acreedor no sólo no tiene derecho a exigir la
entrega, sino que el tradente no debe hacerla (arts. 1578 N° 2 y 1464 N° 3). En estos casos,
habrá objeto ilícito en la tradición y por ende nulidad absoluta.

e) Tradición sujeta a modalidades.


De acuerdo con el art. 680, inc. 1º, la tradición puede transferir el dominio bajo
condición suspensiva o resolutoria, con tal que se exprese. La modalidad debe entonces
pactarse en el título que antecede a la tradición.
e.1) Tradición bajo condición resolutoria: por ejemplo, se dona un inmueble, estipulándose
en el contrato de donación que el donatario deberá restituir el dominio del predio si contrae
matrimonio antes de cierta edad. También estaremos ante un caso de tradición bajo
condición resolutoria, cuando se constituye un fideicomiso por acto entre vivos, pues el
fiduciario tiene dominio, pero sujeto a condición resolutoria.
Lo normal es que las condiciones sean expresas; pero hay excepciones en las cuales
la condición es tácita, como ocurre tratándose de la condición resolutoria tácita del art.
1489. Se plantea entonces si la condición del art. 1489 afecta o no la tradición.
Ruperto Bahamondes sostiene que no se aplica, porque el art. 680 exige que la
condición se exprese, excluyéndose por ende toda condición tácita.
La mayoría de los autores, concluyen por el contrario que el dominio no sólo puede
transferirse bajo condición expresa, sino también tácita. Si la tradición necesita un título
traslaticio de dominio, y si el título se resuelve, si deja de existir (no significa otra cosa el
cumplimiento de la condición resolutoria del art. 1489), resulta lógico que la tradición no

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 10


pueda subsistir. Se agrega que, si se recurre al art. 1489 y se obtiene por sentencia judicial
la resolución del contrato, quedará sin efecto la tradición por aplicación de los principios de
la resolución, pues debe restituirse lo que se recibió en virtud del título resuelto, careciendo
de importancia entonces plantearse si se aplica o no el art. 680 (en tal sentido, Alessandri y
más recientemente Peñailillo). Por lo demás, tengamos presente que en las reglas de la
compraventa, se vuelve a consagrar la condición resolutoria tácita, tanto desde el punto de
vista del comprador que pide la resolución porque no recibe la cosa (artículo 1826, inciso
2º), cuanto desde el punto de vista del vendedor, que demanda la resolución porque no se le
paga el precio (artículo 1873). Por ende, resuelto que sea el contrato de compraventa al
operar la condición resolutoria tácita, quedará igualmente sin efecto la tradición que se
había realizado en virtud de la compraventa.
e.2) Tradición bajo condición suspensiva: la ley se pone en el caso de que se entregue la
cosa con anterioridad al cumplimiento de la condición. En este caso, una vez cumplida la
condición suspensiva, se adquirirá efectivamente el dominio, sin necesidad de nueva
tradición, pues ésta se efectuó anticipadamente.
Como explica Claro Solar, la tradición hecha bajo condición suspensiva “no
transfiere naturalmente la propiedad, porque el propietario no se ha desprendido de ella en
favor del adquirente, sino en caso que se realice el acontecimiento futuro e incierto que las
partes han tenido en vista para que se efectúe la transferencia. Pero verificada la condición
la transferencia del dominio tendrá lugar de pleno derecho en el momento de la realización
de la condición sin necesidad de ningún acto o manifestación de voluntad ulteriores”.
A su vez, las partes pueden estipular, según lo indica el artículo 680, que, a pesar de
entregarse la cosa, no se entenderá que hay traspaso del dominio, sino una vez que se pague
el precio. El pacto mencionado constituye una aplicación de la denominada “cláusula de
reserva de dominio”. El art. 680, inc. 2º, que la establece, está sin embargo en contradicción
con las normas contenidas en la compraventa, específicamente en los arts. 1873 y 1874, y
particularmente con la última. En efecto, quien examine aisladamente el art. 680 llegaría a
la conclusión de que puede estipularse que no se transferirá el dominio mientras no se
pague el precio o se cumpla una condición. Pero el art. 1874 establece otra cosa: dice que la
cláusula de no transferir sino en virtud del pago del precio, no produce otro efecto que la
demanda alternativa que establece el art. 1873 (que reproduce el art. 1489): vale decir, el
derecho del vendedor para exigir el cumplimiento del contrato (en este caso, el pago del
precio) o la resolución del contrato, esto es, dejarlo sin efecto. De tal forma, la entrega
efectuada por el vendedor con la reserva mencionada del dominio, producirá de todas
maneras la tradición, aunque bajo condición resolutoria.
¿Cómo se resuelve la contradicción anotada?: haciendo primar los arts. de la
compraventa, porque constituyen, frente al art. 680, normas especiales, que deben aplicarse
con preferencia, de acuerdo al principio de la especialidad, consagrado en el art. 13.
e.3) Tradición sometida a un plazo: aunque el art. 680 no se pone en este caso, la tradición,
o más bien el título traslaticio que la precede, también puede tener esta modalidad.
Tratándose de un plazo suspensivo, cabe precisar que no se trata de que la
obligación de efectuar la tradición se postergue para el futuro, sino que se conviene que la
tradición que ahora se efectúa, comenzará a producir sus efectos desde que llegue cierto
día. Se trata de una tradición anticipada, al igual que aquella hecha bajo condición
suspensiva, aplicándose de la misma forma lo dicho respecto de la reserva de dominio.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 11


A su vez, tendría lugar la tradición a plazo extintivo, si se pacta que llegado cierto
día se extinguirá el dominio para el adquirente. Este sería el caso del fideicomiso, cuando la
restitución debe efectuarse a la muerte del propietario fiduciario.
e.4) Tradición sujeta a un modo: tampoco se refiere el artículo 680 a esta posibilidad, pero
nada obsta a que las partes estipulen que la cosa objeto de la tradición, deberá destinarse
por el adquirente al cumplimiento de un modo. En este caso, el incumplimiento del modo
facultará al tradente para pedir la resolución del contrato, conforme a las reglas de la
condición resolutoria tácita ya mencionadas. Así, por ejemplo, se vende un inmueble a una
congregación religiosa, y se pacta en la compraventa que el predio deberá destinarse a la
construcción de un colegio. Lo mismo ocurrirá si se trata de un contrato de donación, en
cuyo caso no estamos ante un contrato unilateral, como suele ocurrir con la donación, sino
ante uno bilateral (artículo 1426 del Código Civil). Se trata de la llamada “donación con
cargas”.

9.7. Especies o formas de efectuar la tradición.

En esta materia, debemos distinguir cuatro especies o formas de efectuar la


tradición:
a) Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal mueble.
b) Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal inmueble.
c) Tradición del derecho de herencia.
d) Tradición de los derechos personales.

a) Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal mueble.


Rigen la materia los arts. 684 y 685.
Esta tradición puede ser de dos clases: real y ficta.
Tradición real o verdadera, es la que se hace física o materialmente, sea entregando
la cosa el tradente al adquirente, sea permitiendo el primero al segundo la aprensión
material de la cosa tradida, y manifestando uno la voluntad de transferir y el otro la
voluntad de adquirir el dominio: art. 684, inc. 1º. Tradición ficta o simbólica es la que se
hace por medio de una ficción, símbolo o señal, que representa la cosa tradida y la pone
bajo el poder o acción del adquirente.
Sobre el particular, cabe subrayar la importancia de la expresión
“SIGNIFICANDO”, que utiliza el citado inciso. En efecto, es un error sostener de buenas a
primeras que la tradición de cosa corporal mueble se verifica mediante la entrega de la
cosa, porque dicha entrega puede o no hacerse con la intención de transferir el dominio. No
existirá tal intención en los contratos que sólo proporcionan la mera tenencia de la cosa; sí
existirá dicha intención en los contratos representativos de títulos traslaticios de dominio.
El problema se presentará cuando una de las partes crea que la entrega se efectúa a título de
mera tenencia y la otra a título traslaticio, hipótesis que configura error esencial en la
convención y por ende permite alegar nulidad. De ahí la importancia de interpretar
adecuadamente la voluntad de las partes. La sola entrega, entonces, no es suficiente para
deducir que operó tradición.
La mayoría de la doctrina nacional, considera como tradición real la del número uno
y aún, para algunos, las de los números 2 y 3 del art. 684. Otros, en cambio (Barros
Errázuriz, Peñilillo), estiman que todos los numerales del art. 684 se refieren a casos de
tradición ficta, y que la real no está mencionada explícitamente en el precepto.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 12


Los casos contemplados en el art. 684 son los siguientes:
1º Permitiendo la aprensión material de una cosa presente: se exige aquí, según la
doctrina, la presencia simultánea de tradente y adquirente, la presencia de la cosa a la vista
y alcance de ambos y la aprensión de ella por el adquirente, asiéndola físicamente, sin
oposición del tradente.
2º Mostrando la cosa tradida: supone también la presencia de ambas partes ante la cosa
tradida. Es la forma llamada “tradición de larga mano” o de “longa manu”, por suponerse
que el tradente, por una parte, muestra la cosa de la que se desprende (usualmente, se
trataba de la finca, que el tradente señalaba desde un paraje elevado) y el adquirente la
aprehende ficticiamente extendiendo también sobre ella una larga mano.
3º Entregando las llaves del granero, almacén, cofre o lugar cualquiera en que está
guardada la cosa: tiene su origen en la “traditio clavium apud horrea” (entrega de las
llaves de la tienda). Mientras que para algunos autores ésta es la forma de tradición
simbólica por excelencia, en la cual las llaves constituyen el símbolo de la entrega, otros en
cambio, han entendido que también es ésta una forma de tradición real, al permitir la
tenencia de las llaves la posibilidad de tomar inmediata posesión por parte del adquirente.
La ley no exige en todo caso que el almacén, cofre, etc., esté a la vista de las partes, pero la
entrega de las llaves debe ser real.
4º Encargándose el uno de poner la cosa a disposición del otro en el lugar convenido:
del tenor del precepto, se observa que aquí queda efectuada la tradición al convenirse el
encargo; se trata de un verdadero mandato por el que el tradente se encarga de poner la cosa
a disposición del adquirente en algún lugar. Como no se exige que se cumpla el encargo
para entender verificada la tradición, ésta queda efectuada desde luego, sin esperar a que
efectivamente el tradente ponga la cosa tradida en el lugar convenido. De ahí a que se diga
que en este caso, hay una especie de tradición por el solo contrato, quedando el tradente
como mero tenedor en calidad de mandatario.
5º Por la venta, donación u otro título de enajenación conferido al que tiene la cosa
mueble como mero tenedor: se trata de la llamada “tradición por breve mano”: es la que
se produce cuando el mero tenedor de una cosa llega a ser adquirente de ella y la retiene
con ánimo de dueño. Consiste en suponer que el dueño de la cosa, al venderla, donarla, etc.,
al que la tenía como mero tenedor, la recibe de éste y se la vuelve a entregar por un rápido
cambio de mano. Según algunos autores, la tradición está representada por la entrega que
inicialmente se había efectuado por el dueño al mero tenedor (por ejemplo, al darla en
usufructo o celebrar un contrato de arrendamiento). Lo que se busca por la ficción, es evitar
un rodeo inútil. Desde el instante que se perfecciona la venta, donación u otro título
traslaticio de dominio, se entiende hecha la tradición. Por ende, en este caso, igual que en el
anterior, la tradición se perfecciona con el solo contrato.
6º Por el mero contrato en que el dueño se constituye mero tenedor: se trata de la
“constituto posesorio”. Este caso, contrario al anterior, se produce cuando en virtud del
contrato el dueño de la cosa la retiene, pero ahora reconociendo dominio ajeno. Así, por
ejemplo, el dueño vende la cosa, pero conviene con el comprador que la conservará en su
poder en calidad de arrendatario. Se evita también una doble entrega, y al igual que en los
dos casos anteriores, en la práctica estamos en presencia de una transferencia del dominio
por el mero contrato.

● Tradición de bienes muebles por anticipación: art. 685.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 13


Se trata de la tradición real de las cosas mencionadas, que se realiza, con permiso
del dueño, por la separación de esas cosas del inmueble en que se encontraban.
Inicialmente, la Corte Suprema concluyó que la tradición de estos bienes sólo podía
efectuarse en la forma real contemplada en el art. 685, quedando excluida la tradición ficta
o simbólica. Sin embargo, con posterioridad admitió que podía efectuarse en alguna de
estas últimas formas. Asimismo, el máximo tribunal sostuvo que el art. 685 se refiere a un
“simple permiso del dueño”, caso diverso del art. 571, que alude a los muebles por
anticipación, en el que se trata de la constitución de un derecho, no siendo por tanto
aplicable a este caso el art. 685 (o sea, para constituir el derecho a favor del tercero, no se
requiere, como es lógico, la separación de la cosa). La doctrina sin embargo ha concluido
que los artículos citados no pueden estimarse opuestos o en conflicto, porque tratan
aspectos diferentes de los muebles por anticipación. Mientras el art. 571 los define y se
refiere al momento en que “nace” el mueble por anticipación, el art. 685 establece la forma
como se efectúa la tradición de los mismos.

● Taxatividad de las formas enumeradas en el art. 684.


Según Claro Solar, la disposición no excluye otras formas de efectuar la tradición,
no siendo taxativa la enumeración. A la misma conclusión han llegado algunas sentencias.
Otros autores discrepan de tal opinión, basándose en la afirmación que sostiene que el art.
684, en sus 5 numerales, alude sólo a formas fictas o simbólicas. En tal sentido, Pescio
estima “que los medios simbólicos de tradición constituyen una ficción que sólo puede ser
creada por un precepto expreso de la ley”. Agrega que “el art. 723 da por adquirida la
posesión, exigiendo, aparte de la voluntad, la aprensión material o legal de la cosa, y no
podemos comprender una aprensión legal en donde no hay una ley expresa que la
consagre”. En síntesis, sostiene que las formas fictas o simbólicas, por ser siempre
creaciones de la ley, son excepcionales.

● Valor comparativo de la tradición real y ficta.


Se ha discutido el igual o diferente valor que debe atribuirse a una u otra. La
ausencia de desplazamiento físico de la cosa tradida en la tradición ficta o simbólica, da
mayor ocasión para el conflicto. Al respecto, puede ocurrir que un tradente efectúe una
tradición ficta y luego la real, de la misma cosa, a diferentes personas: por ejemplo, “A”
vende a “B” un bien mueble, conviniendo que “A” lo conservará como arrendatario
(constituto posesorio); posteriormente, “A” vende dicha cosa a “C” y le efectúa tradición
real.
En nuestro Derecho, el art. 1817 resuelve el problema para la compraventa: será
preferido el comprador que primero haya entrado en posesión (en el ejemplo, “B”, porque
hubo en su favor tradición ficta y “A” reconoció dominio ajeno). Esto implicaría que se
asigna a ambas formas de tradición el mismo valor, resolviéndose el problema en términos
de cual se efectuó primero.
Algunos autores extranjeros estiman que debe atribuirse mayor valor a la tradición
real, en el conflicto planteado, particularmente por un afán de proteger a los terceros: la
tradición ficta, al efectuarse sólo por actos simbólicos o representativos, no da noticia a los
terceros del cambio de situación de la cosa; esa publicidad sólo aparece en la tradición real.
Así, el segundo adquirente, que respecto de la primera tradición (la ficta) era un tercero, no
estaba en condiciones de saber que estaba comprando una cosa ajena; protegiéndole, habría
que conceder más valor a su tradición real.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 14


En nuestro Derecho, el problema sólo podría discutirse para aquellos contratos
distintos de la compraventa y la permuta, atendido el tenor del art. 1817. Tal sería el caso,
por ejemplo, de la donación. A nuestro juicio, no habiendo normas que resuelvan el punto,
parece razonable aplicar, por analogía, lo dispuesto acerca de la compraventa.

b) Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal inmueble.

● Regla general: inscripción.


Se efectúa por la inscripción del título en el Registro del Conservador de Bienes
Raíces (art. 686), excepto tratándose de la tradición del derecho real de servidumbre, que se
realiza en la forma prescrita en el art. 698, vale decir, por escritura pública, en la que el
tradente exprese constituirlo, y el adquirente aceptarlo2.
En el Derecho Romano y en el español antiguo que regía entre nosotros, bastaba la
tradición real o la ficta para operar la transferencia del dominio en los inmuebles, al igual
que respecto de los muebles. No era necesario, por tanto, para la validez de dicha tradición,
la inscripción en un registro público, lo que usualmente implicaba que los terceros
ignoraban las transferencias del dominio.
Para facilitar la circulación del dominio de los bienes inmuebles, evitar los
inconvenientes de la clandestinidad y desarrollar el crédito territorial, fue imponiéndose en
las legislaciones más avanzadas la PUBLICIDAD de la constitución, transferencia y
transmisión de los derechos reales inmuebles. Dicho objetivo se logra mediante los
registros de la propiedad raíz o territorial. Pero fuera de la publicidad, el Registro de Bienes
Raíces cumple otras funciones, que varían según el régimen de cada país. En muchos, es
una garantía de la propiedad inmueble; en otros, sólo de la posesión; en algunos, sólo se
exige para oponer el acto inscrito a los terceros.
En el caso chileno, como expresa Marco Antonio Sepúlveda, la idea de someter la
propiedad raíz al registro comienza a perfilarse en el Proyecto de Código Civil de 1853. Su
art. 822 señalaba que la tradición podía ser real o simbólica. El art. 823 prescribía acto
seguido: “La [tradición] real de las cosas corporales muebles se hace pasándolas de mano a
mano; la de los inmuebles, entrando en ellas el que la recibe, a presencia del que las
entrega; manifestándose en el uno la voluntad de transferir, i en el otro la de adquirirlo”. Y
agregaba el art. 826: “Se podrá también efectuar la tradición de las heredades y casas,
registrando la escritura pública de enajenación en la competente oficina del Conservador de
Bienes Raíces y firmando el Conservador la partida, junto con ambas partes o sus
apoderados. Transferido de este modo el dominio, no podrá pasar a tercero sino de la
misma manera”. Y el art. 829 consignaba por su parte que “los derechos de herencia,
usufructo, uso, habitación; los de servidumbres prediales, i el de censo, admiten la tradición
simbólica por instrumento público, registrado según el art. 826”. De esta manera, el registro
era, en el Proyecto de 1853, una forma alternativa de tradición de los inmuebles, y no la
única, aunque si se recurría a ella, las posteriores transferencias debían hacerse de la misma
manera. Destaca el profesor Sepúlveda que será finalmente en el llamado “Proyecto
Inédito” (que al decir de Guzmán Brito bien podría denominarse Proyecto de 1854), donde
“aparece claramente delineado el sometimiento de la propiedad raíz al Registro. Elimina la

2
Sin embargo, la servidumbre de alcantarillado de predios urbanos, sólo puede adquirirse por medio de
escritura pública inscrita en el Conservador de Bienes Raíces (artículo 1º de la Ley número 6.977).

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 15


tradición real de los bienes raíces, dándole su artículo 826 la redacción al actual artículo
686”.3

● Fines de la inscripción en el derecho chileno.


Siete son a nuestro juicio las finalidades jurídicas más importantes de nuestro
Registro Conservatorio de Bienes Raíces:
1º Realización de la tradición de los derechos reales en inmuebles: art. 686.
2º Publicidad de la propiedad raíz: persigue, como dice el Mensaje del CC., ponerla a la
vista de todos, en un cuadro que represente instantáneamente sus mutaciones, cargas y
divisiones sucesivas, evitándose así los engaños a terceros.
3º Para conservar la historia de la propiedad raíz, de manera que sea posible conocer la
secuencia de poseedores inscritos, remontándonos desde el presente a la primera
inscripción.
4º Requisito, garantía y prueba de la posesión de los bienes raíces; en efecto:
 sirve de requisito para adquirir la posesión de bienes inmuebles (art. 696: “Los
títulos cuya inscripción se prescribe en los artículos anteriores, no darán o
transferirán la posesión efectiva del respectivo derecho, mientras la inscripción no
se efectúe de la manera que en dichos artículos se ordena; pero esta disposición no
regirá sino respecto de los títulos que se confieran después del término señalado en
el reglamento antedicho”; art. 724: “Si la cosa es de aquellas cuya tradición deba
hacerse por inscripción en el Registro del Conservador, nadie podrá adquirir la
posesión de ella sino por este medio”);
 posibilita probar dicha posesión (art. 924: “La posesión de los derechos inscritos se
prueba por la inscripción y mientras ésta subsista, y con tal que haya durado un año
completo, no es admisible ninguna prueba de posesión con que se pretenda
impugnarla”);
 y constituye una garantía de conservar la misma (arts. 728 y 2505. El primero
establece que “Para que cese la posesión inscrita, es necesario que la inscripción se
cancele, sea por voluntad de las partes, o por una nueva inscripción en que el
poseedor inscrito transfiere su derecho a otro, o por decreto judicial. Mientras
subsista la inscripción, el que se apodera de la cosa a que se refiere el título inscrito,
no adquiere posesión de ella ni pone fin a la posesión existente”; el segundo,
dispone que “Contra un título inscrito no tendrá lugar la prescripción adquisitiva de
bienes raíces, o de derechos reales constituidos en éstos, sino en virtud de otro título
inscrito; ni empezará a correr sino desde la inscripción del segundo.”
5º Tratándose de los inmuebles hereditarios, la inscripción de los mismos a nombre de los
herederos, posibilita que éstos puedan disponer de ellos, actuando “de consuno” (art. 688
del Código Civil).
6° En algunos casos, se afirma que la inscripción es solemnidad de un acto o contrato: en
ciertos casos, desempeñaría además el papel de solemnidad de algunos actos jurídicos que
recaen en bienes raíces:
 Donaciones irrevocables (art. 1400);
 Constitución de usufructo por acto entre vivos (art. 767);
 Constitución del derecho de uso y habitación (arts. 812 en relación con el art. 767);
3
Sepúlveda Larroucau, Marco Antonio, Teoría General del Derecho Registral Inmobiliario, Santiago de
Chile, Editorial Metropolitana, 2014, pp. 103-105.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 16


 Constitución de fideicomisos, sea que se constituyan por acto entre vivos o por
testamento (art. 735);
 Constitución del censo (art. 2027);
 Constitución de la hipoteca (arts. 2409 y 2410).
Cabe precisar que en algunos de estos casos –usufructo o hipoteca, por ejemplo-, se
discute la función de la inscripción, señalando algunos que no sólo opera como tradición,
sino como solemnidad del propio contrato. Otros, en cambio, afirman que el contrato sería
válido con el otorgamiento de la escritura pública, siendo la inscripción la tradición del
derecho real de hipoteca.
En verdad, en todos los casos mencionados, en los que la inscripción actuaría,
supuestamente, como una solemnidad del acto o contrato, creemos que en verdad nos
encontramos ante la tradición del respectivo derecho. Resulta discutible, por tanto, ha dicho
nuestra doctrina, esta finalidad.
7º Para hacer oponibles ciertos actos o contratos: así ocurre, por ejemplo, tratándose del
contrato de arrendamiento de inmuebles (art. 1962) y con el contrato de anticresis (art.
2438, inc. 2º).
Cabe señalar que las inscripciones que ordenan los arts. 688 (respecto de la sucesión
por causa de muerte) y 689 (respecto de la sentencia que declara la prescripción
adquisitiva), responden a la finalidad de publicidad, puesto que aquí no hay tradición.
Otros modos de adquirir operan.
De lo dicho respecto de los fines de la inscripción, podría desprenderse, en
principio, que, en nuestro Derecho, la inscripción es prueba del dominio. Ello no es así, sin
embargo. Si bien la inscripción es la única manera de efectuar la tradición de los derechos
reales inmuebles y aunque la tradición constituye un modo de adquirir el dominio, la
inscripción no prueba este derecho: sólo prueba la posesión. En nuestra legislación, la
forma de probar un dominio indubitado es a través de la prescripción; de ahí la importancia
del estudio de los títulos de los inmuebles, por un lapso no inferior a 10 años de posesión
inscrita. Por la misma razón, el Mensaje del CC. dice: “No dando a la inscripción
conservatoria otro carácter que el de una simple tradición, la posesión conferida por ella
deja subsistentes los derechos del verdadero propietario, que solamente podrían extinguirse
por la prescripción competente”.

● Tipos de registros.
Se distinguen en la doctrina y en el Derecho Comparado dos tipos de registro:
personal y real.
Registro personal es aquél que se organiza tomando como pauta los nombres de las
personas a quienes afecta cada anotación o inscripción.
Registro real es el que se lleva por predios. Cada uno de estos se matricula con un
número de orden y le corresponde una hoja especial, que constituye su registro. En dicho
registro se van anotando todos los actos jurídicos que afecten el inmueble. El registro real
permite conocer efectivamente de un solo golpe de vista todas las mutaciones y gravámenes
de una propiedad, revela de inmediato la situación jurídica de un predio.
Por el contrario, el registro personal obliga, para conocer la historia de un predio,
encontrar el nombre de los propietarios anteriores y revisar sus inscripciones.
Materialmente, las inscripciones se realizan en libros distintos, ordenados
cronológicamente.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 17


Otro sistema de inscripción es el del “Acta Torrens”, implantado en Australia. En él,
la inscripción también es prueba del dominio. Sir Robert Torrens ideó el sistema que
básicamente consiste en lo siguiente: al inscribirse un título, el propietario presenta los
antecedentes del mismo y un plano del predio. El Estado los examina y si están conformes,
efectúa la inscripción. Se redactan dos certificados idénticos, uno de los cuales se entrega al
propietario y el otro se inserta en el Registro. Este es llevado por propiedades (Registro
real). Cuando un propietario quiere vender, envía al Conservador el contrato respectivo
(usualmente un formulario) y su certificado, el que se deja sin efecto, entregándose al
comprador uno nuevo. El certificado contiene un plano de la propiedad y la indicación de
las obligaciones que la gravan.
En Chile, opera el Registro personal.

● Inscripciones y transcripciones.
Los títulos o documentos que deben constar en los registros pueden insertarse en
ellos de dos formas: a través de la transcripción, que consiste en copiar íntegra y
literalmente el documento; o a través de la inscripción, que se reduce a anotar un extracto
fundamental del documento. Este último sistema rige en Chile.
En Chile, el esquema de una inscripción de dominio, es el siguiente (artículos 690 y
692 del Código Civil y artículos 78 y 80 del Reglamento del Registro Conservatorio):
i) Fecha de la inscripción (En santiago, a … del año …).
ii) Naturaleza y fecha del título (por compraventa de fecha …. de …… del año ….).
iii) Nombres, apellidos y domicilios de las partes (don ……. vendió a don ……).
iv) El nombre y linderos del fundo, es decir, designación de la cosa, según aparezca en el
título (el inmueble ubicado en la ciudad de Santiago, calle …….. Nº ……, Comuna de
…….., cuyos deslindes son ……).
v) Oficina o archivo en que se guarde el original (todo ello según da cuenta la escritura
pública de fecha ……………, Repertorio número ……, otorgada en la Notaría de esta
ciudad de don ……………….).
vi) Título anterior (El título anterior rola a fojas ….. número ……. Del Registro de
Propiedad de este Conservador, correspondiente al año …..). Esta exigencia se contempla
en el art. 692 del Código Civil, que dispone: “Siempre que se transfiera un derecho que ha
sido antes inscrito, se mencionará la precedente inscripción en la nueva”. El art. 80 del
Reglamento establece una regla semejante: “Siempre que se transfiera un derecho antes
inscrito, se mencionará en la nueva, al tiempo de designar el inmueble, la precedente
inscripción, citándose el Registro, folio y número de ella”.
vii) Firma del Conservador.
Hoy, los conservadores agregan, al final de la inscripción, el número que
corresponde al Rol de avalúo fiscal del inmueble.

● Legalidad registral.
Una característica fundamental de un Registro es la de que tenga o no “legalidad”.
En materia registral, se entiende por legalidad el carácter de seguridad absoluta,
eventualmente con garantía del Estado, de que los titulares de derechos incorporados al
Registro, efectivamente tienen tal calidad. Fundamentalmente, implica garantizar la validez
y eficacia de los actos que motivaron la inclusión del inmueble en el Registro a nombre de
determinada persona. Aquí, la inscripción es prueba del dominio. El interesado en inscribir
debe llevar sus títulos al Registro correspondiente, donde funcionarios especializados los

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 18


estudian. Si están correctos, conformes a Derecho, se inscriben. En consecuencia, aceptado
un inmueble en el Registro como perteneciente a una persona, queda así de modo
indiscutible. El derecho alemán recepciona este principio de la legalidad en su sistema
registral.

● El sistema registral chileno.


Está conformado por el Registro Conservatorio de Bienes Raíces. Las normas
legales fundamentales sobre la materia están contenidas en los arts. 686 y siguientes del
CC. y en virtud de lo dispuesto en el art. 695, en el Reglamento del Registro Conservatorio
de Bienes Raíces (del 24 de junio de 18574). Se ha resuelto por la jurisprudencia que se
trata de un DFL dictado por mandato del art. 695, ley delegatoria.
Su organización y funcionamiento están consignados fundamentalmente en el citado
Reglamento. Sus características son:
1º Funciona como una oficina en las comunas o agrupaciones de comunas que constituyan
el territorio jurisdiccional de un juez de letras (artículo 447 del Código Orgánico de
Tribunales), sin perjuicio que en el territorio jurisdiccional de la Corte de Apelaciones de
Santiago, el oficio está a cargo de tres funcionarios (artículo 449 del Código Orgánico de
Tribunales). En aquellos territorios en que sólo exista un notario podrá disponerse que
también ejerza el cargo de Conservador de Bienes Raíces.
2º Los libros fundamentales que allí se llevan son el Repertorio, el Registro y el Indice
General. Pero es el Registro el que constituye el sistema, siendo los otros dos, complemento
de aquél.
Creado originalmente para los inmuebles, leyes posteriores han entregado al
Conservador el mantenimiento de otros registros para ciertos bienes o actos, como el
Registro de Comercio y el Registro de Minas.
El REPERTORIO es una especie de libro de ingreso de la oficina (arts. 21 a 30 del
Reglamento). Es un libro en que se deben anotar todos los títulos que se le presenten al
Conservador, por orden cronológico de ingreso, cualquiera sea su naturaleza (arts. 21 y 27);
es de carácter anual (arts. 30 y 38). La anotación en el Repertorio debe contener las
enunciaciones indicadas en el art. 24 del Reglamento, a saber: cada página se dividirá en
cinco columnas, con las siguientes enunciaciones:
1. El nombre y apellido de la persona que presenta el título.
2. La naturaleza del acto o contrato que contenga la inscripción que trata de hacerse.
3. La clase de inscripción que se pide; por ejemplo, si es de dominio, hipoteca, etc.
4. La hora, día y mes de la presentación.
5. El registro parcial en que debe hacerse la inscripción y el número que en él le
corresponde.
El REGISTRO está integrado por tres libros o registros parciales que lleva el
Conservador: art. 31:
 Registro de Propiedad;
 Registro de Hipotecas y Gravámenes; y
 Registro de Interdicciones y Prohibiciones de Enajenar.

4
El Reglamento Conservatorio comenzó a regir el 1º de enero de 1859, y fue redactado por José Alejo
Valenzuela, Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago e integrante de la Comisión Revisora del
Proyecto de Código Civil de 1853.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 19


Todos son anuales (art. 36). Los arts. 32 y 33 establecen las inscripciones que deben
hacerse en cada libro. Las características materiales de estos Libros o Registros parciales
están señaladas en los arts. 34 y siguientes. Cabe destacar que la jurisprudencia ha
determinado que la inscripción practicada en un Registro que no corresponde, adolece de
nulidad absoluta.
Cada Libro o Registro parcial contiene un índice por orden alfabético con los
nombres de los otorgantes (art. 41); este índice es de especial importancia práctica para la
ubicación de los títulos y contribuye a caracterizar el Registro. Además, en un apéndice de
este índice se inventarían los documentos agregados al final del Registro (art. 42).
El INDICE GENERAL permite, junto a los índices de cada Libro o Registro parcial,
el funcionamiento del sistema, en cuanto mediante él se ubican las inscripciones y se puede
reconstruir la historia de los inmuebles. Se construye por orden alfabético de los otorgantes,
y se forma a medida que van haciéndose las inscripciones en los tres Registros parciales.
También es anual.
3º El Registro es público, y el Conservador está obligado a dar las copias y certificados que
se le soliciten (arts. 49 a 51). Los más usuales son los certificados de dominio vigente y de
gravámenes y prohibiciones. Pedir dichos certificados por un lapso mínimo de 10 años,
resulta indispensable en todo Informe de Títulos.
4º Respecto a la responsabilidad del Conservador, en su desempeño no tiene atribuciones
para examinar la validez y eficacia de los títulos ni la correspondencia entre las
declaraciones sobre los predios y sus reales características. Por lo mismo, en Chile el
Estado no garantiza ni esta congruencia entre el título y los caracteres materiales del predio
ni la calidad de auténtico propietario que puede tener quien aparece como dueño en la
inscripción. En otras palabras, nuestro sistema carece de “legalidad” registral.
Tiene sí responsabilidad el Conservador por la negligencia, dolo y abuso que
cometa en el cumplimiento de sus funciones; la responsabilidad civil por daños se rige por
las reglas generales de la responsabilidad extracontractual (arts. 2314 y siguientes del CC).
La responsabilidad funcionaria se rige por el COT.

● Títulos que deben inscribirse y títulos que pueden inscribirse.


Los títulos que DEBEN inscribirse en el Registro están enumerados en el art. 52 del
Reglamento. Son tales:
1º Los títulos traslaticios de dominio de los bienes raíces;
2º Los títulos de derecho de usufructo, uso, habitación, censo e hipoteca constituidos en
inmuebles (pareciera aludir el número 1 del art. 52 al título traslaticio de los mencionados
derechos; si así se interpretare el numeral, no puede operar respecto de los derechos de uso
y habitación, que son personalísimos -art. 819- y por ende no pueden transferirse. Por ende,
hay que entender el numeral en el sentido que alude a la constitución de tales derechos
personalísimos);
3º La sentencia ejecutoriada que declare la prescripción adquisitiva del dominio sobre un
inmueble o de cualquiera de los derechos mencionados en el numeral precedente;
4º La constitución de los fideicomisos relativos a inmuebles;
5º La constitución de usufructos que recaen sobre inmuebles por acto entre vivos;
6º La constitución del uso y habitación que recaen sobre inmuebles por acto entre vivos;
7º La constitución, división, reducción y redención del censo;
8º La constitución de censo vitalicio;
9º La constitución de la hipoteca;

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 20


10º La renuncia de cualquiera de los derechos enumerados anteriormente;
11º Los decretos de interdicción provisoria y definitiva;
12º Los decretos que rehabilitan al disipador y al demente;
13º Los decretos que confieren la posesión definitiva de los bienes del desaparecido; y
14º Los decretos que concedan el beneficio de separación de bienes, según el art. 1385 del
CC.
A estos casos, deben agregarse otros que establece el CC. y el propio Reglamento,
por ejemplo, en el art. 688 en relación al art. 55 del Reglamento, respecto a la sucesión por
causa de muerte.
Los títulos que PUEDEN inscribirse, están enumerados en el art. 53 del
Reglamento. Son tales:
1º Toda condición suspensiva o resolutoria del dominio de inmuebles;
2º Toda condición suspensiva o resolutoria de otros derechos reales constituidos sobre
inmuebles;
3º Todo gravamen impuesto sobre un inmueble, diferente de los mencionados en el art. 52,
como las servidumbres;
4º El arrendamiento en el caso del art. 1962 del CC;
5º Cualquier otro acto o contrato cuya inscripción sea permitida por la ley (al respecto, cabe
advertir que, con buenas razones, se afirma que no cualquier contrato generador de
derechos personales podría inscribirse en el Conservador de Bienes Raíces. Ello sólo podría
ocurrir en los casos “cuya inscripción sea permitida por ley”. Afirma al respecto Marco
Antonio Sepúlveda Larroucau: “Basándonos en lo dispuesto en los artículos 32, 33, 52, 53
y 89 inciso 1° del Reglamento y en otras normas de nuestro ordenamiento jurídico,
principalmente del Código Civil y del Código de Procedimiento Civil, y en que la finalidad
esencial del Registro es la publicidad de las situaciones jurídicas que afectan a los derechos
reales, se puede afirmar que por regla general sólo debe inscribirse aquello que tiene
trascendencia jurídico-real. No sólo lo tiene la transferencia, transmisión, constitución y
renuncia del dominio y demás derechos reales inmuebles, sino, también, toda condición
suspensiva o resolutoria de los mismos, las prohibiciones legales, judiciales y voluntarias
que efectivamente limitan la facultad de enajenar del titular registral, las modalidades que
pudieren afectar la titularidad del constituyente del derecho real, otros gravámenes, el
arrendamiento y demás actos y contratos que el legislador ha ordenado inscribir para que
sean oponibles a terceros, y que inciden en algunos o todos los atributos del respectivo
derecho real (usar, gozar, disponer y administrar), y las variaciones de una inscripción en
virtud de un nuevo título”.5 Por lo demás, agregamos nosotros, si fuere efectivo que los
conservadores pueden inscribir cualquier contrato generador de derechos personales, ¿por
qué tuvo que señalar expresamente que puede inscribirse el arrendamiento? La mención
expresa parece reforzar la tesis de que la inscripción de contratos que generan derechos
personales es algo excepcional. En consecuencia, compartimos lo expuesto por Marco
Antonio Sepúlveda, en cuanto “… excepcionalmente, pueden inscribirse derechos
personales; Así lo deja meridianamente claro el artículo 53 n° 2 inciso 2° del Reglamento,
que permite inscribir el arrendamiento en el caso del artículo 1962 del Código Civil y
cualquier otro acto o contrato ‘cuya inscripción sea permitida por ley’ (por ejemplo, según
el artículo 2438 del Código Civil, el contrato de anticresis), es decir, se requiere de texto

5
Sepúlveda Larroucau, Marco Antonio, Teoría General del Derecho Registral Inmobiliario, Santiago de
Chile, Editorial Metropolitana, 2014, pp. 250 y 251.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 21


legal expreso para inscribir derechos personales de fuente voluntaria. En virtud de todo lo
anterior es que hemos venido sosteniendo desde hace tiempo que no es legalmente
admisible la inscripción de una promesa de compraventa, no obstante que nuestros
conservadores frecuentemente le den acceso a sus registros”.6
6º Todo impedimento o prohibición referente a inmuebles, sea convencional, legal o
judicial, que embarace o limite de cualquier modo el libre ejercicio del derecho de enajenar.
Son de la segunda clase el embargo, cesión de bienes, secuestro, litigio, etc. En relación a
esta hipótesis, inscrita la prohibición convencional de enajenar, se ha discutido la actitud
que debe tomar el Conservador cuando el obligado a no enajenar, infringiendo su
obligación, enajena y se le pida que inscriba ese título. ¿Debe negarse o debe inscribir?
Se ha sostenido que debe negarse, en base al art. 13 del Reglamento, porque sería un
caso en que la inscripción es “legalmente inadmisible”. Se configuraría un “impedimento
de registro”: al existir una prohibición de enajenar vigente e inscrita, la coherencia del
Registro conduciría a considerar legalmente inadmisible un título que contradice aquella
inscripción.
Pero también puede estimarse que el Conservador debe inscribir la enajenación; al
respecto, debe recordarse que la validez de la estipulación que impone la prohibición de
enajenar ha sido discutida. Si se admite, ella generaría, para una parte de la doctrina, una
obligación de no hacer, de modo que la enajenación no importa sino una infracción de esa
obligación, que el Conservador no es el llamado a controlar o juzgar; a este respecto, se
tiene en cuenta que el principio general en Chile es que el Conservador debe inscribir los
títulos que se le presenten (siendo auténticos y relativos a inmuebles), salvo limitadas
excepciones, que como tales, deben interpretarse restrictivamente. Además, se agrega que
el art. 13 se refiere a las inscripciones que por ley son inadmisibles, no por acuerdo de los
particulares, de modo que para fundar la negativa debería precisarse el precepto legal que
declara inadmisible la inscripción. La jurisprudencia se ha inclinado por esta segunda
alternativa.
Conviene aclarar que la expresión “títulos que deben inscribirse”, se entiende no
como una orden a los involucrados en el título o al funcionario, sino como una exigencia
para el efecto de dicho acto jurídico; es decir, los interesados siempre son libres para pedir
o no la inscripción; pero si quieren lograr el efecto jurídico fundamental previsto en el
título, han de inscribir (por ejemplo, en una compraventa, si se pretende que se verifique la
tradición de un predio).
Por su parte, la expresión “títulos que pueden inscribirse”, está referida a títulos
cuyo efecto fundamental no está sometido a inscripción, pero respecto de los cuales, en
lugar de prohibir la inscripción, se permite, para aprovechar las ventajas del Registro, entre
ellas, la oponibilidad a los terceros, derivada de la publicidad que nace al registrarse (por
ejemplo, servidumbres, contratos de anticresis y contratos de arrendamiento).

● Anotación en el Repertorio.
Es el asiento o constancia que se deja en este libro, de la presentación y recepción
de un título para su inscripción. Estas anotaciones se van efectuando por estricto orden de
presentación al Conservador y contienen las menciones indicadas en el art. 24 (arts. 65 y
66). Recordemos que el Repertorio es una especie de libro de ingreso.

6
Sepúlveda Larroucau, Marco Antonio, Teoría General del Derecho Registral Inmobiliario, Santiago de
Chile, Editorial Metropolitana, 2014, p. 251.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 22


Hemos dicho que el Conservador no examina la legalidad de los títulos, pero puede
si rehusar inscribir en ciertos casos; pero “en ningún caso” dejará de anotar en el Repertorio
el título presentado (arts. 15 y 67); en la práctica, el Conservador anota en el Repertorio
pero rechaza las inscripciones cuando hay un vicio manifiesto en los títulos, fundado su
rechazo en alguna de las causales de los arts. 13 y 14.
Cuando el título es rechazado, la anotación en el Repertorio es PRESUNTIVA y
caduca a los dos meses desde su fecha, si no se convierte en inscripción. Se divisa entonces
la importancia que tiene el hecho que el Conservador devuelva el título sin inscribir, para
que los interesados subsanen los defectos en él contenidos (arts. 15 y 16). Convertida en
inscripción, ésta surte efecto desde la fecha de la anotación, es decir, opera
retroactivamente (art. 17).
Se ha dictaminado por los tribunales que esa caducidad no se produce a los dos
meses, si la imposibilidad de inscribir se debe a una prohibición judicial, de modo que
alzada la misma se puede efectuar la inscripción, aunque haya transcurrido un plazo
superior al señalado. Se ha fallado también que, subsanados los defectos del título, debe
requerirse al Conservador nuevamente para que inscriba, no pudiendo éste hacerlo de
oficio.
Cabe señalar que no obstante haberse efectuado una anotación presuntiva en el
Repertorio, y mientras está pendiente subsanar el defecto del título, pueden efectuarse otras
anotaciones, incompatibles con la primera, relativas al mismo inmueble. Se discute en la
doctrina la posibilidad de inscribir o no antes que caduque la primera anotación. Lo más
aceptable pareciera ser que es posible inscribir, pero dicha inscripción sólo adquiere valor
cuando caduque la primera anotación, transcurridos que sean los dos meses. En la práctica,
se hace la segunda anotación, pero no se inscribe en el Registro respectivo, hasta que hayan
transcurrido los dos meses. Por cierto, si la primera anotación se materializa en inscripción
(corregido que sea el defecto que afectaba al título), las anotaciones o inscripciones
posteriores, incompatibles con aquella, caducarán a su vez (art. 17). También es un punto
discutido si la anotación presuntiva, subsanado que sea el reparo dentro de plazo, debe o no
prevalecer frente a un embargo o medida precautoria que se hubieren decretado sobre el
mismo inmueble e inscrito en el lapso que medió entre la anotación en el Repertorio de la
compraventa y el momento en que se subsanó el reparo. Una sentencia de la Corte de
Apelaciones de Santiago, de fecha 5 de abril de 1991, confirmada por la Corte Suprema con
fecha 17 de julio del mismo año y otra sentencia, de la Corte de Apelaciones de San
Miguel, de fecha 16 de mayo de 1985, también confirmada por la Corte Suprema de fecha
17 de septiembre del mismo año, concluyen que debe prevalecer el embargo o la medida
precautoria, no siendo posible practicar la inscripción de la compraventa. Otros fallos, por
el contrario, concluyen que, en la disyuntiva planteada, ha de prevalecer la anotación
presuntiva en el Repertorio, de manera que, si se subsana el reparo dentro de los 60 días,
debe inscribirse la compraventa y quedar sin efecto el embargo o la medida precautoria. En
esta línea, sentencias de la Corte Suprema de fecha 14 de octubre de 1993, 21 de agosto de
1991, 20 de noviembre de 1996 y 2 de enero de 2002.7

7
Cfr. Sepúlveda Larroucau, Marco Antonio, “Inscripción conservatoria de una prohibición judicial posterior
a la anotación presuntiva de un título: ¿Es impedimento para que el título anotado presuntivamente se
inscriba dentro del plazo legal?”, en revista “LEX ET VERITAS”, Santiago de Chile, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales, Universidad Internacional SEK, año 2003, pp. 277 a 285.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 23


Cualquiera persona podrá solicitar al Conservador un “Certificado de Repertorio”,
en el que conste la circunstancia de existir o no anotaciones en el Repertorio, respecto de un
determinado inmueble (art. 69). Tiene importancia este certificado, para el efecto
retroactivo de las inscripciones a la época de la anotación presuntiva.

● Obligación de inscribir y causales de negativa.


La regla general, es que el Conservador está obligado a inscribir los títulos que se le
presenten (arts. 12, 13, 14, 25 y 70); y debe hacerlo sin retardo (arts. 13 y 70).
Excepcionalmente, puede negarse a inscribir, por alguna de las causales
contempladas en los arts. 13 y 14.
En caso de negativa, estampará el Conservador el motivo en el título (art. 14),
dejando constancia en el Repertorio (art. 25). El perjudicado con la negativa del
Conservador podrá reclamar al juez de primera instancia (arts. 18 a 20), y si hay más de
dos, al que está de turno.
El juez pedirá informe al Conservador y resolverá por escrito y sin más trámite lo
que corresponda (art. 18); si resuelve que debe inscribirse, el Conservador dejará constancia
de tal orden en la inscripción (art. 19); si el juez rechaza la solicitud de inscripción, el
perjudicado puede apelar en la forma ordinaria.
Las causales de negativa para inscribir están contempladas en los arts. 13 y 14.
El art. 13 sólo contempla una causal genérica, explicitada en diversos ejemplos: “si
la inscripción es en algún sentido legalmente inadmisible”.
En la doctrina, se señala que esta fórmula es muy imprecisa, para una materia tan
importante.
En primer lugar, puede constatarse que los ejemplos se refieren a defectos formales
del título, no a la sustancia del acto jurídico contenido en él. Son los siguientes:
 si no es auténtica o no está en el papel competente la copia que se le presenta;
 si no está situada en la Comuna o agrupación de comunas (en la que tiene
competencia el Conservador de Bienes Raíces) la cosa a que se refiere el título;
 si la cosa a que se refiere el título no es inmueble;
 si no se ha dado al público el aviso prescrito en el artículo 58 (se refiere a la primera
inscripción de un inmueble);
 si es visible en el título algún vicio o defecto que lo anule absolutamente; o
 si no contiene las designaciones legales para la inscripción.
Esta observación induce a concluir que la expresión “en algún sentido legalmente
inadmisible” está referida, en general, a ese campo: infracciones legales en la forma de los
títulos. Sólo uno de los ejemplos permite dudar sobre la naturaleza formal o sustancial de la
causal: “si es visible en el título algún vicio o defecto que lo anule absolutamente”; el
ejemplo es bastante amplio, sin embargo, subsistiendo la duda, porque podría entenderse
sólo referido a vicios formales del título que provoquen nulidad absoluta. Además, en el
Reglamento, el término “título” se emplea principalmente en el sentido de instrumento, vale
decir formal, y no como referencia al acto jurídico en él contenido (art. 1901 en ambos
sentidos, por ejemplo).
Pero, por otra parte, podría estimarse que se refiere a defectos de toda naturaleza,
formales o sustanciales del acto, que provoquen tanto nulidad absoluta como nulidad
relativa, ya que la norma no distingue. La jurisprudencia lo ha ido entendiendo en el último
sentido.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 24


Al respecto, una sentencia de la Corte Suprema de fecha 15 de enero de 2019,
dictada en los autos Rol Nº 21.811-2017, concluyó que el Conservador de Bienes Raíces de
de Arica estaba facultado para rehusarse a inscribir una compraventa de inmueble,
perteneciente a una persona interdicta, por haber omitido la formalidad de la pública
subasta. La sentencia, por ende, interpreta en términos amplios la facultad que el art. 13 le
otorga al Conservador. Un voto de minoría, sin embargo, sostiene que el Conservador
carece de la facultad para rehusar inscribir, cuando el vicio -como ocurría en el caso de
autos-, era de nulidad relativa. En otras palabras, el Conservador sólo puede rehusar la
inscripción, si el vicio fuere uno de nulidad absoluta.8
En todo caso, interpretando el art. 13 en sentido amplio o restringido, el precepto
presenta dos limitaciones:
1º Para negarse a inscribir el Conservador, debe tratarse de un defecto que provoque
nulidad absoluta;
2º De acuerdo a diversas sentencias que se han pronunciado sobre el sentido de la expresión
“visible en el título”, debe tratarse de vicios o defectos que puedan percibirse con el solo
examen del título respectivo, sin que sea necesario confrontarlo con otros antecedentes (la
causal resulta equivalente en consecuencia a la del art. 1683, cuando el juez puede declarar
de oficio la nulidad absoluta, al aparecer de manifiesto en el acto o contrato).
El art. 14 contempla por su parte dos causales, específicas. Se trata de objeciones
formales:
1º Cuando inscrito un predio por una compraventa, se presenta una persona solicitando
inscripción en su favor, invocando otro título de compraventa, emanado del mismo
vendedor;
2º Cuando un fundo es vendido por persona que según el Registro, no es su dueño o actual
poseedor
Una apreciación del conjunto de las causales de negativa, permite concluir que las
atribuciones de control entregadas al Conservador son limitadas, y circunscritas
principalmente a las formas de los títulos, en relación con el orden y funcionamiento del
Registro, y con la eventual excepción apuntada a propósito del art. 13. Por tanto, por regla
general, carece de control sobre la sustancia, sobre los defectos de fondo de los actos
contenidos en los títulos, labor de control que en definitiva recae en el juez. El sistema
existente carece de “legalidad registral” por ende, al no controlar la validez y eficacia de los
actos que sirven de antecedente a la inscripción, lo que le resta seguridad, permitiendo
frecuentes litigios.

● Plazo para inscribir.


El reglamento no trata expresamente desde cuando y hasta cuando se puede
inscribir.
Algunos principios generales pueden enunciarse en esta materia:
1º Como la inscripción es consecuencia del título, es éste el que debe examinarse para
concluir desde y hasta cuando procede inscribir.
2º En ese examen, la indagación fundamental tendrá que orientarse a su eficacia en el
tiempo en que se pretende inscribir. Por ejemplo, si se trata de una compraventa de
inmueble, se podrá inscribir desde que sea exigible la obligación de efectuar la tradición, lo

8
Cfr. mi pagina www.juanandresorrego.cl, “Criterios jurisprudenciales – Teoría de los Bienes y de los
Derechos Reales”, sentencia Nº 12.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 25


que acontece generalmente desde que se perfecciona el contrato. En cambio, si se pide
inscribir un contrato de arrendamiento, pactado por dos años y sin cláusula de renovación
automática, y dicho plazo ya está cumplido al pedirse la inscripción, el Conservador de
Bienes Raíces debiera rehusarla. Otra razón que podría llevar al Conservador competente a
negar la inscripción, podría ser el largo tiempo transcurrido desde la fecha del contrato,
habida cuenta que el mandato otorgado en la escritura a persona indeterminada, para que
requiera la inscripción, bien puede haberse extinguido por la muerte de alguno de los
mandantes (partes del contrato), a menos que expresamente se hubiese advertido que se
confería para ser ejecutado incluso después de la muerte de cualquiera de ellos. Dicho
mandato a persona indeterminada suele redactarse en los siguientes términos: “Se faculta al
portador de copia autorizada de la presente escritura para requerir del Conservador de
Bienes Raíces respectivo las inscripciones, subinscripciones y anotaciones que procedan.”
Para evitar dificultades, conviene agregar, si quienes celebraron el contrato fueron personas
naturales: “Este mandato se confiere para ser ejecutado aún después de la muerte de una o
ambas partes contratantes, de conformidad a lo previsto en el artículo 2169 del Código
Civil”.

● Inscripción por avisos.


Respecto de los inmuebles que no han sido antes inscritos, se establece un
procedimiento especial para incorporarlos al sistema del Registro (art. 693 del CC. y 58 del
Reglamento). Se ha discutido la sanción que traería el incumplimiento de las formalidades
establecidas para esta inscripción en el art. 58: algunos sostienen que sería la nulidad
absoluta (así se concluye en una sentencia de la Corte Suprema de fecha 1 de agosto de
2016, autos Rol N° 5.615-2015, señalándose que la causal de la nulidad absoluta es el
objeto ilícito)9; otros, la inoponibilidad al tercero a quien la inscripción pudiere perjudicar.
Cabe señalar que las formalidades exigidas en la inscripción por avisos se
establecen para la transferencia del dominio por acto entre vivos o para la constitución y
transferencia de otros derechos reales (como el usufructo, habitación, censo e hipoteca que
se refieran a inmuebles no inscritos), pero no para una primera inscripción en base a otros
antecedentes, como ocurre al adquirir por prescripción y se quiera inscribir la sentencia que
lo declara así, o para las inscripciones originadas en la adquisición mediante sucesión por
causa de muerte. Así lo ha resuelto la jurisprudencia.
Los requisitos son, de acuerdo a las normas del Código Civil y del Reglamento del
Registro Conservatorio:
1º Dar noticia a los terceros de la transferencia, mediante tres avisos publicados en un
diario de la comuna, o de la capital de provincia si en la anterior no lo hubiere o de la
capital de la Región, si en las anteriores no lo hubiere;
2º Fijar un cartel durante 15 días por lo menos, en la oficina del Conservador, con las
designaciones de las personas que transfieran y de los linderos y nombre de la propiedad
materia del contrato.
Pero además, debe darse cumplimiento a lo dispuesto en el art. 10 del Decreto Ley
N° 1.939, que exige obtener informe favorable del Ministerio de Bienes Nacionales.10
9
Revisar esta sentencia en “Criterios jurisprudenciales – Teoría del Acto Jurídico” (sentencia N° 9),
disponible en nuestra página www.juanandresorrego.cl.
10
Dispone el art. 10 del Decreto Ley N° 1.939: “No se podrá inscribir el dominio de bienes raíces en
conformidad con lo dispuesto en el artículo 58 del Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces,
sin informe favorable de la Dirección. El Conservador de Bienes Raíces remitirá oportunamente las

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 26


El Conservador deberá protocolizar el cartel, y certificará el cumplimiento de los
requisitos indicados. La inscripción no podrá efectuarse antes que transcurran 30 días
contados desde el otorgamiento del certificado por el Conservador.

● Confección y contenido de las inscripciones.


Regulan lo concerniente a su confección, los arts. 73, 75 a 77.
En lo que se refiere al contenido, la inscripción es fundamentalmente un extracto o
resumen del título de que se trata, variando las menciones según la naturaleza del título (art.
690 a 696 del CC. y 78 al 82 del Reglamento).
El Reglamento no contiene una norma clara que obligue al Conservador a efectuar
UNA inscripción por cada inmueble. El problema se plantea cuando un solo título se refiere
a dos o más inmuebles (por ejemplo, en una escritura se venden dos o más predios). De los
arts. 71 y 72 y aún del art. 54, inc. 2º, parece desprenderse que debe practicarse una
inscripción por cada predio, aunque en la práctica no siempre se procede de este modo
(especialmente cuando una misma persona -usualmente una sociedad inmobiliaria-
adquiere dos o más inmuebles contiguos). Distinta es la situación cuando se fusionan dos o
más predios, pues en tal caso corresponde hacer una nueva inscripción dando cuenta de la
fusión, aún cuando no opere nueva transferencia de dominio (como lo hacen algunos
Conservadores de regiones) o al menos anotar al margen de cada inscripción el número de
archivo del plano y de la resolución municipal que aprobó la fusión si los inmuebles fueren
urbanos (como lo hace el Conservador de Santiago, aunque no suele consignar los datos
relativos a la resolución municipal, la que en todo caso se agrega al final del Registro, junto
al archivo del plano).
En lo que respecta a la AUSENCIA de menciones en el título, el Reglamento señala
la forma de suplirlas: art. 82. Al efecto, cabe formular el siguiente distingo:
a. Si falta en el título alguna de las “designaciones legales”, sólo podrá llenarse por medio
de escritura pública. Tales “designaciones legales” son las indicadas en el art. 690. Esta
escritura rectificará y complementará aquella que fue objetada, de manera que el “título”
estará integrado por ambas.
b. Si falta: ● la designación de los herederos o legatarios a que se refiere el artículo 79,
inciso 1º (respecto de la inscripción de un testamento); ● las designaciones necesarias en el
caso del inciso 2º del mismo artículo (respecto de la inscripción de una sentencia o
decreto); ● la designación de los personeros y representantes legales que exige el número 1

respectivas solicitudes para este trámite. Este informe deberá emitirse dentro del plazo de 30 días, contado
desde la recepción de oficio del Conservador. Si no se evacuare la diligencia en dicho plazo, podrá
prescindirse de ella. / Cuando no se solicitare informe a la Dirección o éste fuere desfavorable y se procediere
a practicar la inscripción, ésta adolecerá de nulidad y deberá ser cancelada por el Conservador respectivo, sin
más trámite, bastando para ello el solo requerimiento de la Dirección. / Sin perjuicio de lo dispuesto en el
inciso anterior, los Conservadores de Bienes Raíces que contravengan esta disposición serán sancionados por
la Corte de Apelaciones respectiva en la forma establecida en el artículo 539 del Código Orgánico de
Tribunales. / Del informe negativo de la Dirección podrá reclamarse dentro del quinto día ante la Corte de
Apelaciones respectiva, la cual fallará en única instancia. La Dirección podrá exigir a los ocupantes de bienes
raíces que a su juicio pudieren ser fiscales, que exhiban los títulos que justifiquen su posesión o tenencia. La
negativa sin fundamento a ello será considerada como una presunción de que el inmueble efectivamente es de
dominio fiscal y, además, el infractor será sancionado por el Servicio con multa de hasta cinco sueldos vitales
mensuales de la Región Metropolitana de Santiago. El Reglamento señalará la forma y procedimiento para la
aplicación de la mencionada sanción”.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 27


del artículo 81 (respecto de la inscripción de una hipoteca), se salvarán por medio de
minutas suscritas por las partes.
c. Si el título tuviere designaciones defectuosas o insuficientes: se enmendarán y suplirán
también por minutas.
Dos designaciones merecen un comentario especial: los linderos (que exigen los
arts. 78 N° 4 y 81 N° 3) y los datos de la inscripción precedente (que exige el art. 80). Si no
aparecen en el título, ¿debe rehusarse la inscripción?
En cuanto a los LINDEROS, su designación constituye un elemento importante de
la sustancia del acto de que se trata; es una forma de determinación del objeto. En este caso,
procede la negativa del Conservador, por la causal del art. 13 (último ejemplo), en relación
al art. 78 número 4. El interesado deberá suplir el defecto, por una escritura pública
complementaria, o según el caso, con una minuta (art. 82).
En cuanto a los DATOS DE LA INSCRIPCION PRECEDENTE, su función es
menester para el encadenamiento de las inscripciones; en este caso, se concluye que
también el Conservador debe negarse a inscribir si falta la designación, debiendo el
interesado suplir el defecto como lo indica el art. 82. La negativa del Conservador se
fundamentará en el art. 13 (ejemplo final), en relación con el art. 80. En todo caso, nada
impide que se celebren simultáneamente dos o más compraventas, por una misma escritura,
sobre un mismo predio, hipótesis en la cual el Conservador practicará inscripciones
sucesivas. Como puede observarse, algunos serán efímeros poseedores inscritos.

● Subinscripciones.
Los errores, omisiones u otras modificaciones que sea necesario resolver o efectuar
una vez practicada la inscripción, se salvan a su margen derecho, mediante las
subinscripciones (arts. 88, 89 y 91).
Si la subinscripción se basa en un nuevo título, debe practicarse nueva inscripción,
salvo que el antecedente sea una sentencia, porque entonces será siempre subinscripción lo
que se practicará (art. 89, inciso final).

● Cancelaciones.
Cancelar una inscripción es dejarla sin efecto. Las cancelaciones se efectúan
mediante subinscripciones, es decir, por notas marginales. En esta materia, debemos tener
presente el art. 728; en el segundo caso a que se refiere este art. (cancelación por una nueva
inscripción en que el poseedor transfiere su derecho a otro), la subinscripción a que se
refiere el art. 91 del Reglamento no es indispensable para la cancelación, la que opera por la
sola inscripción posterior; por el art. 91, el Conservador subinscribe al margen de la
inscripción anterior (ya cancelada por la nueva) esta mutación, sólo para la claridad del
Registro.

● Reinscripciones.
En la práctica, se ha llegado a configurar un mecanismo denominado de
“reinscripciones”, consistente en volver a inscribir inmuebles ya inscritos en el Registro, sin
cambiar el titular de los mismos. Se ha recurrido a ellas, por ejemplo cuando un heredero ha
enajenado un inmueble sin cumplir con las inscripciones prescritas en el art. 688 del CC. y
en el art. 55 del Reglamento; el adquirente logra inscribir a su nombre, pero dicha
inscripción es ineficaz, conforme al art. 696 del CC, para conferir la posesión sobre el
inmueble (además, en el Registro, la inscripción que antecede a la del adquirente será la del

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 28


causante, en lugar de la inscripción hecha en favor del heredero, que no se ha efectuado,
presentándose por ende un corte en la lógica continuidad de la posesión inscrita);
posteriormente, para subsanar la situación, el heredero efectúa aquellas inscripciones.
Luego, el adquirente solicita se “reinscriba” el inmueble a su nombre, de manera que ahora
quede su inscripción debidamente encadenada a la del heredero y las anteriores.
La reinscripción también opera en los casos llamados de “formación de fundos” o
de fusión de inmuebles, en que el propietario de dos o más inmuebles contiguos, inscritos
cada uno a su nombre, los reinscribe mediante una minuta, fundiendo las inscripciones en
una sola inscripción. Debe advertirse, sin embargo, que para todos los efectos legales, la
“inscripción vigente” no está conformada sólo por la inscripción que refleja la fusión, sino
que por ésta y las inscripciones que se hicieron cuando el actual propietario adquirió los
inmuebles.
Otro caso, en que operan reinscripciones, es aquél en el que se crean nuevos
conservadores de bienes raíces, siendo necesario realizar el traslado de las inscripciones, al
nuevo Conservador. Dicho traslado no es automático y sólo se realizará a petición de parte
interesada, solicitando para ello al antiguo Conservador copia autorizada de la inscripción
con certificación de vigencia y certificado de gravámenes y prohibiciones, que otorgará
refiriéndolo a la fecha en que cesó su competencia. Si en dicho certificado figuran
gravámenes y prohibiciones, también deberá pedirse copia de las respectivas inscripciones,
para su reinscripción en el nuevo Conservador.

● Tradición de cuotas.
Debemos distinguir si se trata de una cuota en cosa singular o en cosa universal.
1º Cuota en cosa singular: la doctrina y la jurisprudencia entienden que la cuota participa
del carácter mueble o inmueble de la cosa indivisa. Se concluye entonces, que si se trata de
la tradición de una cuota sobre cosa mueble, ella se efectuará por cualquiera de las formas
establecidas para éstos bienes (art. 684); y si se trata de la tradición de una cuota en una
cosa inmueble, ha de efectuarse por inscripción (art. 686). Cobra aplicación aquí el art. 580.
2º Cuota en cosa universal: hay controversia en la doctrina.
Un sector de la doctrina concibe perfectamente la comunidad sobre una
universalidad jurídica y, negando la comunicación de la cuota y la naturaleza de los bienes
de que se compone dicha universalidad, entiende que la tradición de la cuota ha de
efectuarse por cualquiera forma simbólica indicada en el art. 684 y no requiere de
inscripción conservatoria, aunque esté integrada por inmuebles. Se está en presencia de una
abstracción, que escapa a la clasificación de bienes en muebles e inmuebles; y por tanto,
para su tradición, ha de seguirse la regla general en materia de formas de tradición, que son
las del art. 684, toda vez que la inscripción es una forma excepcional de tradición.
Pero el planteamiento anterior ha sido rechazado por otro sector de la doctrina.
Desde ya, se ha objetado que pueda haber comunidad en universalidades jurídicas, puesto
que éstas tienen activo y pasivo comunes, situación que no acontece en la comunidad
hereditaria, ejemplo clásico de universalidad jurídica, pues en ella las deudas están siempre
divididas entre los herederos, por disposición de la ley, a prorrata de su participación en la
herencia. Habría comunidad entonces sólo sobre las universalidades de hecho. Además, la
naturaleza de los bienes que integran la universalidad se comunicaría a la cuota que sobre
dicha universalidad se tenga. Se concluye entonces que la tradición de una cuota de cosa
universal se efectúa siguiendo la naturaleza de los bienes de que se compone; por el art. 684
para los muebles y por la inscripción para los inmuebles, si los hay en la universalidad.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 29


● Inscripciones a que da lugar la sucesión por causa de muerte.
La inscripción, además de su objetivo primordial de servir de tradición de los
derechos reales inmuebles, tiene otras finalidades, como la de dar publicidad a la
propiedad raíz. Tal ocurre con las inscripciones que se requieren a propósito de la
sucesión por causa de muerte y la prescripción adquisitiva. Tal es el fin general buscado
por las inscripciones exigidas por el artículo 688 del Código Civil.
La sucesión por causa de muerte es un modo de adquirir (art. 588); produce el
traspaso de los bienes del causante al heredero por el ministerio de la ley, en el momento
mismo de fallecer la persona de cuya sucesión se trata (arts. 955 y 956); y desde este
momento también se adquiere la posesión de la herencia, aunque el heredero lo ignore (art.
722); cada asignatario se reputa haber sucedido inmediata y exclusivamente al causante
(art. 1344). De todas estas disposiciones armónicas se desprende que el heredero adquiere
el dominio y la posesión legal de los bienes hereditarios por el modo de adquirir sucesión
por causa de muerte y que esta adquisición se produce en el momento mismo de la muerte
del causante. Por tanto, el heredero no necesita de tradición, ya que las cosas no pueden
adquirirse por dos modos.
En el momento de deferirse la herencia, de operar la delación de la misma, la
posesión de ella se confiere al heredero por el ministerio de la ley; pero esta posesión
LEGAL (según el actual tenor del artículo 688, inciso 1º, fijado por la Ley N° 19.903
publicada en el Diario Oficial de fecha 10 de octubre de 2003, la posesión efectiva y la
posesión legal se identificarían, lo que a nuestro juicio constituye un error garrafal, pues la
primera debe otorgarse por una resolución, sea por un tribunal, cuando la herencia fuere
testada, sea por el Director Regional del Registro Civil, cuando la herencia fuere intestada,
mientras que la segunda se confiere por el solo ministerio de la ley) no habilita al heredero
para disponer de manera alguna de un inmueble hereditario. En efecto, para que pueda
ocurrir lo último, es necesario realizar las inscripciones previstas tanto en la Ley 19.903
como en el artículo 688 del Código Civil. Tal sería entonces el fin específico de estas
inscripciones. Así las cosas, los herederos no podrán disponer de los inmuebles
hereditarios, mientras no proceda:
1º El decreto judicial o la resolución administrativa que da la posesión EFECTIVA de
la herencia (artículo 688 N° 1). El decreto judicial se inscribirá en el Registro de Propiedad
del Conservador de la Comuna o agrupación de comunas, en que se encuentre el tribunal
que lo dictó; la resolución administrativa se inscribirá en el Registro Nacional de
Posesiones Efectivas, que depende del Servicio de Registro Civil e Identificación, según lo
dispone el artículo 8º de la Ley N° 19.903; asimismo, el Director Regional del Registro
Civil correspondiente, emitirá un certificado, dando cuenta de haberse otorgado la posesión
efectiva de la herencia intestada, certificado que debe acompañarse al Conservador de
Bienes Raíces del último domicilio del causante, para inscribir también la resolución
administrativa, en el Registro de Propiedad. El decreto judicial también se inscribirá en el
Registro Nacional de Posesiones Efectivas. Para la inserción en el Registro Nacional de
Posesiones Efectivas de las resoluciones judiciales que confieren las mismas, tratándose de
las sucesiones testadas, deberá darse cumplimiento a lo preceptuado en el artículo 882,
inciso 3º, del Código de Procedimiento Civil, que reza: “Hechas las publicaciones a que se
refieren los incisos anteriores y previa agregación de una copia autorizada del inventario, el
tribunal ordenará la inscripción de la posesión efectiva y oficiará al Servicio de Registro
Civil e Identificación dando conocimiento de este hecho.”

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Conforme a lo expuesto, nos queda en claro que tras la vigencia de la Ley 19.903, toda
posesión efectiva tendrá siempre dos inscripciones, una en el Registro Nacional de
Posesiones Efectivas, a cargo del Registro Civil e Identificación, y otra en el Registro de
Propiedad del Conservador de Bienes Raíces competente.
El procedimiento para solicitar, obtener e inscribir la posesión efectiva y las
diligencias para el pago del impuesto a las herencias o para dictar la resolución que declare
exenta de dicho pago a la herencia, está señalado en la Ley N° 19.903, en el CPC (artículos
866 y siguientes) y en la Ley N° 16.271, sobre impuesto a las herencias y donaciones.
2º Si la sucesión es testamentaria, se inscribirá también el testamento, en el Registro de
Propiedad del mismo Conservador de Bienes Raíces en que se hubiere inscrito el auto de
posesión efectiva.11
En virtud de la inscripción del decreto que concede la posesión efectiva y del
testamento, los herederos pueden disponer de los bienes muebles.
3º La inscripción especial de herencia (artículo 688 N° 2): se practica con el mérito de la
primera inscripción o de las dos primeras inscripciones. Consiste en inscribir los inmuebles
de la sucesión a nombre de todos los herederos, en el Registro de Propiedad del
Conservador de la Comuna o agrupación de comunas en que está situado el inmueble; si
abarca el territorio de dos o más Conservadores, la inscripción debe efectuarse en el
Registro de todos ellos. En virtud de esta inscripción, los herederos pueden disponer de
consuno de los inmuebles hereditarios.
En el mismo Conservador, volverán a inscribirse el decreto de posesión efectiva y el
testamento, si lo hubiere.
Cabe señalar que de conformidad al artículo 30 de la Ley N° 16.271 de Impuestos a
las herencias, asignaciones y donaciones, si la sociedad conyugal terminare por el
fallecimiento de uno de los cónyuges, los bienes raíces de aquélla deberán inscribirse en el
Conservador respectivo, a nombre del cónyuge sobreviviente y de los herederos del difunto.
4º La inscripción especial del acto de partición (artículo 688 N° 3), por el cual se
adjudica a un heredero el todo o parte de un inmueble; la inscripción se efectúa en el o en
los mismos Registros en los cuales se verificó o verificaron las inscripciones especiales de
herencia. Sin esta inscripción, no podrá el heredero adjudicatario disponer por sí solo de los
inmuebles hereditarios que en la partición le hayan cabido.
Cabe indicar que de conformidad al CPC, todo acuerdo de las partes o resolución
del partidor que contenga adjudicación de bienes raíces, debe reducirse a escritura pública,
y sin esta solemnidad no puede efectuarse su inscripción en el Conservador (recordemos
que al Conservador sólo pueden presentarse títulos auténticos para su inscripción).
A diferencia de las anteriores, ésta inscripción puede obviarse. En efecto, puede
ocurrir que los herederos resuelvan enajenar de consuno los inmuebles hereditarios. En tal
caso, no habrá partición ni adjudicaciones subsecuentes (si se enajena, operará en favor del
tercero adquirente un título traslaticio de dominio; si se adjudica el inmueble a uno de los
comuneros hereditarios, operará un título declarativo de dominio, y no habrá enajenación).
Con las tres (si no hubo testamento) o cuatro (si hubo testamento) inscripciones
anteriores y la del causante que las precedió, se puede entonces seguir en el Registro la

11
Hoy día, entonces, el testamento se inscribirá en dos oportunidades: la primera, después de otorgado, se
inscribirá en el Registro Nacional de Testamentos a cargo del Servicio de Registro Civil e Identificación; y la
segunda, tras el fallecimiento del testador, se inscribirá el testamento en el Registro de Propiedad del
Conservador de Bienes Raíces competente.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 31


historia de un inmueble que antes perteneció al causante, luego a sus herederos y por último
se radicó en el patrimonio de uno solo de ellos o de un tercero.
Como indicábamos, la adjudicación de un inmueble hereditario a uno de los
herederos no es un acto de disposición. Inicialmente, la Corte Suprema llegó a la
conclusión contraria, al declarar nula la adjudicación de un bien raíz sin que previamente se
hubieren practicado las inscripciones señaladas en el art. 688 del CC. Este error jurídico se
enmendó sin embargo, y la jurisprudencia posterior reconoció que la adjudicación a un
heredero no importa disposición, o sea enajenación, sino simplemente una singularización o
individualización del dominio que pertenecía al adjudicatario en la comunidad, la
radicación de los derechos cuotativos en bienes determinados. Por tanto, la falta de
posesión efectiva de la herencia y de la inscripción especial de la misma a nombre de todos
los herederos, no anula la adjudicación que opera en favor de uno de ellos.
+ Alcance y sanción del art. 688.
En conformidad a este precepto, la posesión legal de la herencia no habilita al
heredero para disponer de manera alguna de un inmueble, mientras no se verifiquen las
inscripciones que señala el artículo. Se plantea entonces el problema de determinar cuál es
la sanción a la contravención del art. 688, es decir, cuando a pesar de no haberse practicado
estas inscripciones, un heredero dispone de un inmueble. La Corte Suprema ha llegado a
soluciones diversas a lo largo de los años:
1º En un principio, la Corte resolvió que la sanción recaía sobre el contrato o título
traslaticio de dominio otorgado por el heredero al tercero y que esta sanción era la nulidad
absoluta, porque se infringían las normas de organización del Registro Conservatorio, que
son de orden público. Y agregó más tarde la Corte Suprema que la prohibición de disponer
del art. 688 era general y absoluta, comprendiendo no sólo las enajenaciones voluntarias,
sino también las ventas forzadas que se efectúan en juicio ejecutivo, pues la ley no había
hecho distingos (se trataba de un inmueble hipotecado por el causante; con posterioridad a
su muerte, venció el plazo para pagar la obligación caucionada, y como los herederos no
pagaron, el acreedor hipotecario entabló juicio ejecutivo y sacó a remate la propiedad. El
remate fue anulado por la Corte Suprema, en atención a que los herederos no habían
practicado las inscripciones del art. 688).
2º En una segunda interpretación, la Corte Suprema modificó la conclusión anotada
respecto a las enajenaciones forzadas, señalando que la prohibición del art. 688 sólo se
refiere a los actos voluntarios celebrados por los herederos o sus causahabientes y no a las
enajenaciones forzadas, puesto que el artículo expresa con claridad que “los herederos” son
los que no pueden disponer, limitación que no puede hacerse extensiva a la justicia; se
observó que de haberse mantenido el primer criterio, los herederos del deudor, con negarse
a inscribir, paralizarían toda ejecución en su contra y se librarían de cumplir las
obligaciones que les transmitió el causante. Ello resulta jurídicamente inadmisible.
3º En una tercera interpretación, la Corte Suprema declaró que la palabra “disponer” está
tomada en el art. 688 en su sentido natural y obvio de enajenar, esto es, transferir el
dominio de una persona a otra; en otras palabras, enajenación en su sentido restringido; la
venta no importa acto de transferencia del dominio, sino un simple contrato. En
consecuencia, el contrato celebrado por el heredero sin haberse cumplido previamente con
las inscripciones del art. 688, es válido. Lo que es nulo sería la tradición subsecuente, si se
efectúa. Se podría argumentar en contra de este fallo, que el art. 1810 prohíbe la venta de
las cosas cuya enajenación a su vez está prohibida por la ley, pero en respuesta a lo anterior

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 32


y en abono al fallo, podría contra-argumentarse que el art. 688 no es una norma prohibitiva,
sino imperativa de requisito.
4º Una nueva sentencia vino a completar y dar mayor fuerza a la doctrina asentada por la
Corte Suprema. Estableció que el art. 688 se refiere a la tradición del dominio de los bienes
raíces, por estar comprendido en el párrafo que de ella trata, y que no puede atribuírsele un
sentido diverso, extraño al de dicho párrafo. Por tanto, la prohibición de disponer impuesta
a los herederos antes de la realización de las inscripciones, no puede aplicarse al título,
como la compraventa, sino al modo de adquirir, a la tradición.
5º Una quinta interpretación llega a una solución más aceptable para la doctrina. La Corte
Suprema había concebido el art. 688 como norma prohibitiva, cuando en realidad es
imperativa de requisitos. La sanción, por tanto, no es la nulidad absoluta, sino que otra
diferente: la establecida en el art. 696. Este artículo, refiriéndose a los que lo preceden,
entre los que se cuenta el art. 688, dispone que los títulos cuya inscripción en dichos
artículos se prescribe no darán o transferirán la posesión efectiva del respectivo derecho,
mientras la inscripción no se efectúe. Esto implica que si se omiten las inscripciones
ordenadas en el art. 688, la inscripción que obtenga quien adquirió del heredero, adolecerá
de una TRANSITORIA INEFICACIA. No conferirá a dicho adquirente la posesión sobre
su derecho, mientras no se efectúen las inscripciones omitidas. Esta transitoria ineficacia de
la inscripción del adquirente, demuestra que en ningún caso la sanción podría ser la nulidad
absoluta, porque ésta excluye la ratificación, figura que opera en definitiva, al menos
tácitamente, al verificarse las inscripciones que ponen fin a la ineficacia transitoria de la
inscripción hecha en favor del adquirente.
Pero la discusión en la doctrina ha continuado. Se señalan dos objeciones a la última
solución de la jurisprudencia:
1º Que el art. 696, al negar la transferencia del respectivo derecho al tercero mientras la
inscripción no se efectúa, no se refiere al art. 688, pues se está refiriendo sólo a las
inscripciones que transfieren el dominio, a las que son tradición, objetivo que no persiguen
las inscripciones del art. 688.
2º Que la solución de la jurisprudencia asegura que mientras las inscripciones no se
efectúen queda en suspenso la transferencia del derecho; en otras palabras, que al comprar
el inmueble el tercero sin que previamente el heredero hubiere practicado las inscripciones,
el título y la inscripción que dicho tercero obtenga a su nombre serían válidos pero
completamente ineficaces, con lo que el tercero no adquiriría el dominio ni la posesión. Se
trataría entonces de un MERO TENEDOR. La solución conduciría entonces a la
inestabilidad de los derechos. El resultado práctico del criterio jurisprudencial se traduce en
la necesidad en que queda colocado el tercero que adquirió del heredero, de REINSCRIBIR
el título traslaticio, una vez que el heredero haya obtenido la posesión efectiva y practicado
las inscripciones del caso. Y este procedimiento de reinscripción, se agrega, carece de base
legal y puede dar origen a una cadena paralela de inscripciones.
Sin embargo, se sostiene que desde el momento que el art. 696 alude a “la posesión
efectiva del respectivo derecho”, es decir del derecho de dominio, que no se adquiere
mientras no se verifiquen las inscripciones, no se excluye la posibilidad de que se adquiera
la posesión de la cosa, de manera que la inscripción en favor del tercero hecha sin haberse
efectuado previamente las inscripciones del art. 688, no es del todo ineficaz, pues conferiría
la posesión del inmueble, con lo que podría adquirirse por prescripción si pasa el tiempo y
los herederos no practican las inscripciones del art. 688.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 33


Otra solución que se desprendería de los principios generales, sería que la
enajenación del heredero en favor del adquirente estaría viciada de nulidad relativa, porque
se habrían omitido ciertos requisitos (las inscripciones del art. 688) prescritos por la ley en
consideración a la CALIDAD de heredero de quien enajena. Esta nulidad se sanearía con la
confirmación o ratificación del heredero, de la tradición efectuada, mediante el
cumplimiento de las inscripciones del art. 688. Para el orden del registro, bastaría una
simple anotación marginal que aluda a la ratificación, hecha en la inscripción confirmada.
Con esta solución, no sería necesaria la reinscripción.
Pero la tesis de la nulidad relativa como sanción a la infracción del art. 688 ha sido
impugnada, ya que dicha nulidad se sanea a los 4 años, mientras que del tenor del art. 688
se desprende que la falta de inscripciones hereditarias jamás se sanea, pues el precepto
señala que el heredero no puede disponer en manera alguna de los inmuebles hereditarios,
MIENTRAS no procedan las inscripciones hereditarias.
En la práctica, cuando se detecta que los herederos han enajenado un inmueble sin
haber cumplido con las normas preceptuadas en el artículo 688, no queda otra vía que
proceder a resciliar el contrato, y celebrar uno nuevo, pero sólo después de haber practicado
las inscripciones hereditarias.

● La inscripción en la prescripción.
Fuera de la sucesión por causa de muerte, hay otro modo de adquirir que también da
lugar a la inscripción conservatoria. Diversas disposiciones exigen que la sentencia que
declara la prescripción adquisitiva de un bien raíz sea inscrita en el Registro del
Conservador: arts. 689 y 2513 del CC. y 52 del Reglamento Conservatorio.
La inscripción no sirve para que el prescribiente adquiera el dominio, puesto que ya
lo adquirió por prescripción. La inscripción se exige por una triple finalidad:
1º Para colocar el inmueble bajo el régimen de la propiedad inscrita;
2º Para mantener la historia de la propiedad raíz; y
3º Para que la sentencia produzca efectos contra terceros.

c) La tradición del derecho real de herencia.

● Momento a partir del cual es posible realizarla.


Una vez fallecido el causante, el heredero puede disponer, enajenar su derecho de
herencia. Es imposible la enajenación antes de la muerte del causante, pues en nuestro
Derecho, están proscritos los pactos sobre sucesión futura, adoleciendo de objeto ilícito y
por ende de nulidad absoluta (arts. 1463, 1466, 1204 y 1682). Una vez que el heredero
puede enajenar su derecho de herencia, se plantea el problema acerca de la forma como
debe hacerse la tradición.

● Forma de efectuar la tradición del derecho de herencia: doctrinas.


El CC., en los arts. 1909 y 1910, dentro del título “De la cesión de derechos”, se
refiere a la cesión del derecho de herencia. El Código emplea el término equívoco de
“cesión”, que por el contenido de los artículos citados, debe entenderse equivalente a
tradición. Se señalan en los dos artículos sólo algunos efectos de la cesión, pero no se
indica la forma como ha de efectuarse la tradición.
En lo que respecta al título que la precede, el más frecuente será la compraventa,
que debe hacerse por escritura pública (art. 1801, inc. 2º). A continuación procede la

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 34


tradición, sin que el Código establezca expresamente la forma como ha de efectuarse. De
esta forma, de las tres fases que aquí operan (título, forma de efectuar la tradición y efectos
de la tradición) están resueltas en la ley la primera y la tercera, pero no la segunda.
Antes de entrar al análisis de las doctrinas formuladas al efecto, debemos precisar
que la situación que estudiaremos se refiere a la venta o cesión de los derechos hereditarios
en la UNIVERSALIDAD de la sucesión o en una CUOTA de ella, y no a la venta de los
derechos hereditarios que al heredero vendedor o cedente corresponden en un bien
DETERMINADO de la sucesión, porque en este último caso la inscripción es la única
forma de hacer la tradición (y siempre y cuando se practiquen previamente las inscripciones
del art. 688, si se trata de un inmueble).
Dos doctrinas proponen solución al problema de cómo debe efectuarse la tradición
del derecho real de herencia:
1º Doctrina según la cual la tradición de la herencia no exige inscripción conservatoria, aún
cuando aquella comprenda bienes raíces.
Leopoldo Urrutia fue el primero que sostuvo esta doctrina. Se plantea que siendo la
herencia una universalidad jurídica que no comprende bienes determinados sino un
conjunto de bienes indeterminados o una cuota de ese conjunto, no puede calificarse de
bien mueble o inmueble. No corresponde por ende aplicarle el artículo 580 del Código
Civil, que califica a los derechos reales como muebles o inmuebles, según la naturaleza de
la cosa sobre la cual se ejercen. Por tanto, aunque la herencia comprenda bienes inmuebles,
no es necesaria la inscripción a que se refiere el art. 686 para la tradición de ella, pues esta
disposición alude a la manera de efectuar la tradición del dominio de los bienes raíces y los
derechos reales constituidos sobre ellos y que indica el artículo, y ya se ha dicho que
aunque la herencia comprenda éstos bienes no adquiere carácter inmueble, sino que
mantiene su calidad de bien abstracto o sui géneris. Aún más, agregan los que siguen a
Urrutia, el art. 686 es inaplicable porque se refiere a la tradición del dominio y otros
derechos reales que menciona, entre los cuales no se cuenta la herencia, y ésta, aunque en
doctrina pueda mirarse como una forma de dominio, en nuestro derecho positivo no puede
seguirse tal criterio, porque se considera la herencia en forma autónoma o independiente del
derecho de dominio (arts. 577 y 1268). Es un derecho real distinto del dominio.12
Ahora bien, como no hay reglas particulares para la tradición del derecho de
herencia, corresponde aplicar las generales del Título de la Tradición. En conformidad a
éstas, la tradición del derecho de herencia puede verificarse por cualquier medio que revele
la intención del tradente de transferir su derecho de herencia y la del adquirente de
adquirirlo. Se aplican las reglas generales de los arts. 670, incisos 1° y 2° y 684, y en
especial, la expresión “significando”, utilizada en el último.
En consecuencia, siendo la inscripción una manera excepcional de efectuar la
tradición, establecida tan sólo para los inmuebles, y la regla general las formas del art. 684,
la tradición del derecho de herencia no requiere de inscripción, y basta para efectuarla,
cualquier manifestación de voluntades en la que conste la intención de transferir el
dominio: por ejemplo, expresándolo en una escritura pública de cesión, o permitiendo al
cesionario o comprador entrar en posesión de los derechos cedidos por el vendedor, y en

12
Otro argumento que podría agregarse, en abono de la tesis de Urrutia, dice relación con la historia fidedigna
del establecimiento de la ley. En efecto, según vimos, el art. 829 del Proyecto de Código Civil del año 1853,
señalaba al derecho de herencia entre los derechos que admitían registro (inscripción) en la oficina del
competente Conservador de Bienes Raíces. Lo anterior no se mantuvo en el proyecto definitivo de 1855.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 35


cumplimiento de las estipulaciones del contrato, ejercitar dicho cesionario, por sí y como
dueño de estos derechos, las gestiones pertinentes en un juicio en que se discute la nulidad
del testamento del causante.
Un efecto práctico de esta doctrina, es la imposibilidad de alegar lesión enorme en
la cesión del derecho real de herencia, aunque la misma comprenda inmuebles, pues no
estaríamos ante una compraventa que tenga por objeto esa clase de bienes, sino una
universalidad que no puede calificarse de mueble o inmueble.
2º Doctrina según la cual la tradición de la herencia exige la inscripción conservatoria,
cuando aquella comprende bienes raíces.
José Ramón Gutiérrez fue quien postuló esta doctrina, que sostiene que el derecho
real de herencia es mueble o inmueble, según lo sean las cosas singulares en que ha de
ejercerse; la herencia, por tanto, es una cosa cuyo carácter depende de los bienes que la
componen. En consecuencia:
+ Si sólo se compone de bienes muebles, la herencia será cosa mueble y su tradición deberá
efectuarse por una de las formas previstas en el art. 684, tanto en la hipótesis general del
inciso primero, como en las contenidas en sus numerales, cuando corresponda.
+ Si la herencia se compone únicamente de bienes inmuebles, será cosa inmueble, y la
tradición deberá efectuarse conforme al art. 686.
+ Si la herencia comprende bienes muebles e inmuebles, tiene carácter mixto, y su tradición
también deberá efectuarse conforme al art. 686.
En lo que a la jurisprudencia respecta, la casi totalidad de las sentencias se inclina
por la primera doctrina. Así, hay fallos que estiman efectuada la cesión o tradición del
derecho real de herencia, por el hecho de que los demás copartícipes reconozcan al
cesionario como tal; o por la circunstancia de que éste intervenga en la administración o en
la liquidación de los bienes hereditarios; o por el hecho de aparecer de manifiesto en la
escritura de cesión las voluntades del cedente y del cesionario de transferir y adquirir,
respectivamente, el derecho de herencia, etc.

● El art. 688 y la cesión del derecho de herencia.


La citada disposición no se aplica. Si el heredero cede sus derechos en la herencia,
no es necesario que previamente cumpla con las inscripciones del art. 688, porque este
precepto impide la disposición de un inmueble sin las inscripciones previas, pero no la de
una herencia o de una cuota de ella, herencia o cuota en la misma que es una universalidad
jurídica que no tiene carácter de inmueble, aunque comprenda esta clase de bienes, según la
doctrina mayoritaria. Así lo ha resuelto también de modo casi uniforme la jurisprudencia.
Sólo una sentencia de la Corte de Valparaíso, ha declarado “que cuando existe un
solo heredero y el patrimonio comprende bienes raíces debe aplicarse el art. 688 del CC. y
mientras no se verifiquen las inscripciones que allí se determinan, no puede el heredero
disponer de manera alguna de un inmueble, siendo en el hecho una forma de disposición el
enajenar la totalidad de su patrimonio hereditario que comprende esos inmuebles de su
exclusiva propiedad”.
Esta sentencia ha sido criticada, porque el art. 688 exige las inscripciones que señala
para la disposición de inmuebles determinados, cosas singulares, pero no para disponer de
una universalidad jurídica como es la herencia, cuya naturaleza no se altera por el hecho de
existir un solo heredero. Además, el art. 688 establece formalidades para disponer DEL
DOMINIO sobre las cosas inmuebles que integran el patrimonio transmitido y no para
disponer DEL DERECHO DE HERENCIA, derecho diferente del dominio. Además, las

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 36


normas excepcionales del art. 688 no pueden extenderse a la enajenación del derecho real
de herencia, a pretexto de que “en el hecho” la enajenación de ésta envuelva la de los
bienes comprendidos en la masa hereditaria; y esto, porque las reglas de excepción no
admiten interpretación extensiva.

● Inscripción del legado de un inmueble.


Los legados pueden ser de especie o cuerpo cierto y de género. El legatario DE
ESPECIE adquiere el dominio de la cosa legada directamente del causante, por el modo
sucesión por causa de muerte y sin necesidad de inscripción, en el momento del
fallecimiento del testador, salvo si su asignación fuere condicional (arts. 588, 951, 956 y
1338, inc. 1º). El legatario DE GENERO, por el contrario, sólo obtiene un crédito contra él
o los herederos obligados a pagarle su legado. No adquiere el dominio de la cosa por
sucesión por causa de muerte, sino en virtud de la tradición que le hace el heredero o los
herederos. Cabe indicar que incluso es posible un legado de género sobre inmueble (por
ejemplo, el testador ordena dar uno cualquiera de los 50 lotes que componen una
subdivisión de un predio de mayor extensión; o uno cualquiera de los 30 departamentos de
un edificio determinado, que pertenece en su integridad al causante).
El legatario de género puede disponer de su crédito (de su “derecho al legado”,
siguiendo las expresiones del art. 1909), sin esperar a que se efectúe inscripción alguna,
aunque lo legado sea un inmueble indeterminado y de acuerdo al art. 580 sea un crédito
inmueble. Ello, porque las inscripciones del art. 688 sólo se exigen A LOS HEREDEROS.
Cuando esté determinado quienes son los herederos y exigible que sea el crédito
(según las cláusulas del testamento y las reglas del pago de los legados), el legatario o el
adquirente de su derecho, si el legatario se lo hubiere cedido, podrá exigir a todos los
herederos (o al que fue gravado con la carga de pagar el legado) que lo cumplan, es decir,
que se le entregue, en tradición, una cosa del género respectivo. Si es un inmueble, será
necesario, para los herederos, obtener la posesión efectiva, inscribirla y practicar la
inscripción especial de herencia. Ello, porque son los herederos los dueños del inmueble,
sin perjuicio que se encuentran obligados a transferirlo al legatario. Como esa entrega
constituye tradición, debe efectuarse inscripción. En cuanto al título traslaticio de dominio
que ha de servir como antecedente al legatario, en principio podría estimarse que es el
testamento, pero en él no se señaló un inmueble determinado. Entonces, el antecedente
inmediato será el acuerdo entre herederos y legatario por el cual aquellos, en cumplimiento
de la obligación de entregar un inmueble, que asumieron al aceptar la herencia, proponen al
legatario la entrega de un inmueble determinado y éste acepta. Tal acuerdo, dado que
conduce a la transferencia de un inmueble, a una tradición que debe efectuarse por
inscripción, deberá constar por escritura pública.
En cuanto al legatario DE ESPECIE, y si tal especie es un inmueble, debemos
distinguir para tratar el tema con relación al art. 688, entre la inscripción a nombre del
legatario y la disposición que éste efectúe después a favor de un tercero:
1º Para ADQUIRIR el dominio, el legatario de especie no requiere inscripción, sin perjuicio
de la conveniencia de la misma. ¿Cómo proceder a esta inscripción? La doctrina está
dividida.
+ Doctrina que sostiene que basta con exhibir el testamento judicialmente reconocido, para
requerir la inscripción del inmueble legado.
Una opinión, estima que el legatario puede requerir la inscripción comprobando el
fallecimiento del testador y acreditando el pago del impuesto que grava su asignación y

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 37


exhibiendo copia del testamento judicialmente reconocido. Esta última exigencia se
explica, según esta posición, porque ese reconocimiento confiere verosimilitud a las
pretensiones del legatario, teniendo presente que está actuando con prescindencia de los
herederos. Afirman quienes siguen esta posición, que la inscripción del legado a nombre
del legatario podría realizarse aunque el testamento no estuviere previamente inscrito; pero
agregan que está más conforme con el espíritu del Registro Conservatorio que primero se
haga la inscripción del testamento y después la del inmueble legado a nombre del legatario.
Finalmente, sostienen que si bien la Ley de Impuesto a las Herencias establece que los
herederos o el albacea no pueden proceder a la entrega de legados sin deducir o exigir
previamente la suma que se deba por concepto del referido impuesto, en ninguna parte
impone que la entrega deba hacerse por escritura pública.
+ Doctrina que sostiene que es necesario otorgar una escritura pública de entrega del
legado.
A juicio de esta doctrina, los legatarios de bienes raíces no pueden inscribir a su
favor el inmueble legado con la sola presentación del testamento judicialmente reconocido.
Aducen las siguientes razones:
- Por lo general, el testador señala el inmueble legado con designaciones insuficientes para
inscribir el dominio exhibiendo sólo el testamento (por ejemplo, suele omitir los linderos
del predio).
- El testamento no es un título indiscutible del derecho del legatario de un inmueble, porque
el legado está sujeto a contingencias: arts. 1119 (variaciones experimentadas en el
inmueble) y 1362 (responsabilidad subsidiaria de los legatarios ante los acreedores del
causante).
- Los arts. 1374 (las asignaciones hereditarias se pagan antes que los legados) y 959
(deducción de las bajas generales de la herencia, antes de pagar las asignaciones
hereditarias y testamentarias) vienen a confirmar que el legado no es inmediatamente
exigible.
- Los arts. 1290 y 1292, en el mismo sentido, se refieren al "pago" de los legados, como un
acto que debe efectuar el albacea.
- Finalmente, la Ley de Impuesto a las Herencias (art. 54), dispone que los Conservadores
no podrán inscribir adjudicaciones de bienes raíces hereditarios sin que se hubiere pagado
el impuesto o asegurado el pago.
Procederá entonces otorgar escritura pública por los herederos o el albacea, que
acredite que el derecho del legatario es definitivo. Agregan los partidarios de esta doctrina
que la exigencia que la entrega se realice mediante escritura pública se justifica, en razón de
que el Conservador sólo puede inscribir títulos auténticos. Si se sigue esta tesis, a la que se
ha inclinado la jurisprudencia, para otorgar la escritura pública bastará inscribir el auto de
posesión efectiva (que declara quienes son los herederos), sin que se justifique practicar la
especial de herencia, porque el bien legado como especie o cuerpo cierto no pertenece a los
herederos, a diferencia de lo que acontece con el legado de género. Por lo mismo, no están
“disponiendo” de él, puesto que sólo son meros tenedores.
2º En cuanto a DISPONER por el legatario del inmueble legado, también han surgido
discrepancias:
+ Doctrina que sostiene que es requisito previo inscribir el inmueble legado, a nombre del
legatario.
Se ha sostenido que el título del legado es el testamento y que la obligación de
inscribir el legado, es un requisito previo para disponer de la especie, obligación que estaría

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 38


implícita en la siguiente relación de disposiciones: según los arts. 688 del CC. y 55 del
Reglamento, deben inscribirse la posesión efectiva y el testamento, si la sucesión fuere
testada; y conforme a los arts. 691 del CC. y 79 del Reglamento, la inscripción del
testamento debe incluir la fecha del otorgamiento, la individualización del testador y de los
herederos o legatarios que solicitaren la inscripción, expresando sus cuotas o los
respectivos legados.
+ Doctrina que sostiene que el legatario puede disponer del inmueble legado, sin necesidad
de inscribir previamente el inmueble a su nombre.
Los que sostienen esta doctrina, estiman que no es necesaria la inscripción; no la
exige el art. 688 (que se refiere sólo al heredero) ni ningún otro precepto. Además, el art.
691 sólo dispone qué menciones tendrá la inscripción testamentaria, pero no exige que el
legatario tenga que inscribir para disponer de la cosa legada. Por lo demás, la inscripción
del testamento sólo se practica, de interpretar restringidamente el art. 688 número 1, en el
Registro donde se inscribe el auto de posesión efectiva, con lo cual la inscripción del
inmueble legado, como hipotético requisito previo para disponer de él, ni siquiera serviría
para mantener la historia del predio legado, cuando está situado en lugar distinto del
domicilio del testador, en el que se inscribieron la posesión efectiva y el testamento (este
argumento se ha debilitado, pues la mayoría de los Conservadores, antes de efectuar la
inscripción especial de herencia, inscriben también nuevamente el auto de posesión efectiva
y el testamento).
En la práctica, sin embargo, cuando el legatario de la especie inmueble quiera
enajenarla, tendrá que efectuar la tradición, esto es, tendrá que inscribir el inmueble
previamente a su nombre, porque el Conservador podrá negarse a inscribir a nombre del
que adquirió del legatario, amparándose en su negativa en el art. 14 del Reglamento (puesto
que se trataría de inscribir un título que no emana de quien aparece -según el Registro-
como dueño o actual poseedor). Vemos entonces que si bien el legatario es dueño (pues
adquirió por sucesión por causa de muerte), registralmente no aparece como tal. Como
concluye la doctrina, la inscripción previa no se justifica en el Derecho, pero sí en el
aspecto formal de la organización del Registro.

d) La tradición de los derechos personales.

Su transferencia requiere de un título y la subsecuente tradición. El título podrá


consistir en una venta, donación, permuta, etc. En cuanto a la tradición, se verifica por la
entrega del título, hecha por el cedente al cesionario (art. 699).13 En este precepto, se
entiende por título el instrumento en el que consta el crédito, vale decir, el documento en el
que se encuentra escriturado (sin perjuicio de la interpretación más amplia dada por la
jurisprudencia, según veremos). En el art. 1901, por su parte, se utiliza la expresión “título”
tanto como antecedente jurídico cuanto como materialidad.
La tradición de los derechos personales es también un acto solemne, según se
desprende del artículo 1903 del Código Civil: debe anotarse en el título el traspaso del
derecho, designar al cesionario (o sea, al nuevo acreedor) y debe llevar la firma del cedente.
13
El Código Civil sólo regula la cesión o tradición de los créditos nominativos, y no los créditos a la orden o
al portador, como advierte el artículo 1908. La cesión de éstos últimos se encuentra regulada en la Ley
número 18.092, sobre letras de cambio y pagaré. Los créditos a la orden, se transfieren mediante endoso
(firma del titular, puesto al dorso del documento), mientras que los créditos al portador se ceden por la simple
entrega de los mismos. El estudio de estos dos últimos créditos corresponde al Derecho Comercial.

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 39


Los arts. 1901 y siguientes indican los efectos de la cesión. La expresión “cesión”
no alude a la idea de título o contrato, sino a la de tradición del crédito. Por ende, el título
debe anteceder a la cesión, y servir de fundamento a la misma.
Por la entrega del título, la tradición produce sus efectos entre el cedente o tradente
y el cesionario o adquirente (arts. 699 y 1901). Pero la cesión no produce efecto contra el
deudor ni contra los terceros, mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o
aceptada por éste (art. 1902).
Cabe señalar que la jurisprudencia ha concluido que el art. 699 no se refiere sólo a
la entrega MATERIAL del título, pues lo que se transfiere no es la cosa corporal, el
documento en que consta el crédito, sino éste último, que es un derecho y por tanto una
cosa incorporal, que existe con independencia del título que lo contiene. Una conclusión
contraria, significaría la imposibilidad de ceder créditos que no constan por escrito, pues
faltaría el documento para hacer la entrega material.
En consecuencia, la tradición no sólo puede efectuarse por la entrega física del
título, sino que también de una manera simbólica, como sería permitiendo o autorizando al
cesionario para tener el crédito por suyo. Así sucede cuando por medio de una escritura, se
traspasa el crédito que consta en otra escritura pública de mutuo, expresando el dueño del
crédito su voluntad de transferirlo y el cesionario la suya de aceptarlo, verificándose la
entrega por ese instrumento de cesión y no por la entrega de copia de la escritura de mutuo
(en la práctica sin embargo, se entrega copia de la misma, dejando constancia de ello en la
escritura de cesión, para despejar cualquier riesgo).
La tradición de un crédito no escriturado conlleva sin embargo un evidente riesgo
para el cesionario: la dificultad que puede tener para acreditar la existencia del crédito y
obligación correlativa, cuando cobre al deudor, considerando que el Código Civil le impide
valerse de la prueba de testigos (artículos 1707 y siguientes del Código Civil). Por ello, en
lo posible, el cesionario debe exigir que concurra al contrato el deudor, reconociendo su
calidad de tal y la respectiva obligación.

● Tradición de los derechos litigiosos.


La cesión está regulada en los arts. 1911 a 1914. En estas reglas, igual como
acontece respecto de la cesión del derecho real de herencia, se señalan los efectos de la
tradición, pero no se precisa la forma como esta ha de efectuarse.
El art. 1911 define qué se entiende por derecho litigioso. Como se desprende del art.
1912, también se requiere un título y un modo. Se discute en la doctrina la forma como
debe verificarse la tradición.
Para algunos (Emilio Rioseco, entre ellos), la circunstancia de ser litigioso el
derecho, no impide calificarlo de derecho real o personal. Si es real, se aplicarán las reglas
de la tradición: por ende, si es un derecho mueble, operará el art. 684, y si es inmueble, será
necesaria la inscripción conservatoria. Si el derecho litigioso es personal, se aplicarán las
normas contenidas en los arts. 1901 a 1903. Como estos preceptos exigen entrega del título,
se admite, siguiendo a la jurisprudencia, que la actuación en el litigio por parte del
cesionario, en reemplazo del cedente, con su consentimiento expreso o tácito, podría
constituir tradición del derecho litigioso, equivalente a las formas simbólicas del art. 684.
Otros autores (Alejandro Silva Bascuñan, entre ellos), objetan el planteamiento
anterior. Se observa que en el caso de los derechos reales, la tradición sería difícil de
efectuar cuando el cedente no tiene la cosa mueble en su poder o no tiene inscrito a su
nombre el inmueble. Se postula que aun cuando en forma mediata lo cedido pudiere ser un

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 40


derecho real o personal, en términos inmediatos lo cedido es siempre “el evento incierto de
la Litis” (art. 1911), de manera que la tradición ha de ser siempre una sola. Como la ley no
señala su forma, tendrá que consistir en una manifestación de voluntad que exteriorice el
ánimo de tradición, concretamente, una actuación realizada en el litigio por el cesionario,
con consentimiento expreso o tácito del cedente y conocimiento de las demás partes del
juicio, por la cual el cesionario sustituya al cedente en la posición que éste tenía en la
controversia.

_______******_______

La Tradición – Juan Andrés Orrego Acuña 41


LA PRESCRIPCION1

Sumario:
1.- Definición.
2.- Crítica de la reglamentación conjunta de la prescripción adquisitiva y extintiva y
justificación de la prescripción.
3.- Reglas comunes a toda prescripción.
a) Necesidad de alegar la prescripción: artículo 2493.
b) La prescripción puede renunciarse: artículo 2494.
c) Las reglas relativas a la prescripción son iguales para todas las personas: artículo 2497.
4.- La prescripción adquisitiva.
4.1. Definición.
4.2. Características de la prescripción adquisitiva.
4.3. Requisitos de la prescripción adquisitiva.
a) Cosa susceptible de prescripción.
b) Posesión.
c) Transcurso de un plazo.
4.4. Clases de prescripción adquisitiva.
a) Prescripción ordinaria.
b) Prescripción extraordinaria.
4.5. Prescripción de derechos reales que no son el dominio.
4.6. Efectos de la prescripción.

1.- Definición.

El artículo 2492 define la prescripción en los siguientes términos: “La prescripción


es un modo de adquirir las cosas ajenas, o de extinguir las acciones y derechos ajenos, por
haberse poseído las cosas o no haberse ejercido dichas acciones y derechos durante cierto
lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos legales. Una acción o derecho se dice
prescribir cuando se extingue por la prescripción”.
De la definición legal, se desprende que la prescripción puede ser adquisitiva
(llamada también, por los romanos, usucapión) y extintiva (llamada también liberatoria).
La primera produce la adquisición de la propiedad y se incluye entre los modos de adquirir
el dominio. La segunda produce la extinción de las acciones y derechos ajenos y se incluye
por ende entre los modos de extinguir las obligaciones (en estricto rigor, sólo se extinguen
por la prescripción las acciones y no los derechos, porque siempre cabe la posibilidad de

1
Fecha de última modificación: 12 de enero de 2017.

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ejercer los últimos y retener lo dado o pagado por el deudor, quien habrá cumplido una
obligación natural).

2.- Crítica de la reglamentación conjunta de la prescripción adquisitiva y extintiva y


justificación de la prescripción.

El legislador se ha ocupado conjuntamente de ambas prescripciones, en los


artículos 2492 a 2524. Algunos autores critican este tratamiento conjunto, señalando que
habría sido más lógico tratar la prescripción adquisitiva entre los modos de adquirir el
dominio (de los seis modos de adquirir el dominio, tres, la ocupación, la accesión y la
tradición, están regulados en el Libro II, en artículos sucesivos –606 al 699-, la sucesión por
causa de muerte está normada en el Libro III, artículos 951 a 1385, la prescripción
adquisitiva está tratada en el Libro IV, en los artículos 2498 a 2513, y la ley, como modo de
adquirir el dominio, no tiene una regulación sistemática), y la extintiva, entre los modos
de extinguir las obligaciones (éstos se encuentran reglamentados en los artículos 1567 y
siguientes, salvo la transacción, la condición resolutoria y la prescripción extintiva).
Sin embargo, la ubicación de la prescripción en el Código Civil tiene sus
justificaciones:
a) Desde ya, hay reglas comunes que se aplican a las dos clases de prescripción.
b) En ambas, hay un elemento común: el transcurso del tiempo.2
En todo caso, la tendencia en los códigos modernos es tratarlas separadamente.
En cuanto a su ubicación al final del Código Civil, ello obedece a dos razones:
a) Una razón histórica, pues tal ocurre en el Código Civil francés, modelo del nuestro.
b) Al carácter consolidador de los derechos que exhibe la prescripción, institución que de
esta forma, viene a concluir toda la obra codificadora.
Este último aspecto justifica precisamente la importancia práctica de la institución
de la prescripción. Ella apunta a la certidumbre de los derechos, a resolver de manera
definitiva las relaciones jurídicas. Para beneficio de toda la sociedad, la prescripción
precede a consolidar situaciones luego de cierto plazo, que no podrían quedar
indefinidamente inciertas, pues si tal ocurriera, habría un evidente perjuicio para la
convivencia de las personas. Adicionalmente, la difícil prueba del dominio de los bienes
muebles se ve facilitada mediante la prescripción adquisitiva.

3.- Reglas comunes a toda prescripción.

Establece el Código Civil algunas reglas de carácter general, aplicables tanto a la


prescripción adquisitiva como la extintiva. Son ellas:

a) Necesidad de alegar la prescripción: artículo 2493.

2
Vodanovic H., Antonio, Tratado de los derechos reales. Bienes. Explicaciones basadas en las versiones de
clases de los profesores de la Universidad de Chile Arturo Alessandri R. y Manuel Somarriva U. Redactadas,
ampliadas y actualizadas por Antonio Vodanovic H., Tomo 2°, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile,
5ª edición, 1993, p. 10.

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Tratándose de un beneficio que podría ser renunciado, se justifica que se exija su
alegación. Por otra parte, es necesario que se hagan constar los antecedentes o
elementos que configuren la pretensión de que ha operado la prescripción. Con la
alegación, se exponen precisamente esos antecedentes.
Se entiende también que dado el tenor del artículo 2513 (“La sentencia judicial que
declara una prescripción...”), dicha alegación debe plantearse en un juicio, seguido contra
legítimo contradictor, que sería el dueño (si se alega la prescripción adquisitiva) o el
acreedor (si se alega la prescripción extintiva).
Hay casos excepcionales, sin embargo, en los cuales el juez puede declarar la
prescripción extintiva de oficio:
 la prescripción de la acción penal;
 la prescripción de la pena; y
 la prescripción del carácter ejecutivo de un título (artículo 442 del Código de
Procedimiento Civil).
En cuanto a la forma procesal de alegarla, cabe formular un distingo, según se trate de
la prescripción extintiva o adquisitiva:
● Prescripción extintiva: puede alegarse tanto como acción cuanto como excepción
perentoria. El artículo 310 del Código de Procedimiento Civil incluye precisamente la
prescripción entre las excepciones de esta índole.
● Prescripción adquisitiva: se ha sostenido por la jurisprudencia reiterada de la Corte
Suprema que la prescripción adquisitiva sólo procede alegarla como acción, puesto que es
necesario obtener una declaración positiva del tribunal, en orden a que, habiéndose
cumplido con las exigencias legales, la cosa es del dominio del prescribiente, de modo que
una pura excepción sería insuficiente. Como el artículo 310 del Código de Procedimiento
Civil se refiere a la “excepción de prescripción”, y dispone que ella puede oponerse en
cualquier estado del juicio, se estima que el precepto es sólo aplicable a la prescripción
extintiva. De esta manera, tratándose de la prescripción adquisitiva, si el prescribiente es
demandante, en su demanda accionará de prescripción, mientras que si es demandado, al
contestar deberá alegarla como acción, vale decir, mediante demanda reconvencional.
Otros piensan que si se demanda al prescribiente, es posible oponer la prescripción
adquisitiva como excepción, puesto que el artículo 310 del Código de Procedimiento Civil
no distingue entre prescripción adquisitiva y extintiva.
La prudencia entonces, aconseja al demandado que alega la prescripción adquisitiva,
deducir demanda reconvencional y simultáneamente, incluir entre las excepciones la
perentoria de prescripción, para el caso de no acogerse la contra-demanda.
En cuanto a quienes pueden alegar la prescripción, debemos incluir al poseedor (si se
trata de la prescripción adquisitiva) o al deudor (si se trata de la prescripción extintiva) y a
los causahabientes a título singular o universal de ambos (cesionarios, legatarios o
herederos). La doctrina se ha preguntado si puede o no alegar la prescripción adquisitiva
un acreedor del poseedor, como una especie de acción oblicua o subrogatoria. La
respuesta sería negativa, al no existir una disposición que así lo autorice (recordemos que
se requiere norma legal para que opere la acción oblicua o subrogatoria).

b) La prescripción puede renunciarse: artículo 2494.

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b.1) Momento desde el cual puede renunciarse.
Como en la aplicación de la institución hay un interés general comprometido, se
impide por la ley renunciar anticipadamente a la prescripción. Mientras la prescripción no
se cumple, no estamos en presencia de un derecho que mire al interés individual de una
persona, sino que frente a una institución establecida en el interés de toda la comunidad.
Pero desde el momento en que la prescripción se ha cumplido, la situación cambia
por completo: de un derecho establecido en el interés general, se transforma en un
derecho de interés particular, que puede renunciarse (artículo 12).

b.2) Formas que puede asumir la renuncia.


La renuncia puede ser expresa o tácita. Será expresa, cuando se declare
explícitamente la voluntad de no ampararse en la prescripción reconociendo un poseedor
el dominio ajeno o un deudor la obligación. Será tácita, cuando el que puede alegarla
realiza un hecho o acto que implica reconocer el derecho del dueño o del acreedor.
A pesar de que la renuncia de la prescripción no es una enajenación (se dice que es
un acto “abdicativo” y no de enajenación, ya que ésta importa hacer salir del patrimonio
un derecho, y si no se prescribe, mal puede haber un derecho al que renunciar), la ley,
considerando que tal renuncia importa rechazar una ventaja patrimonial evidente, señala
que no puede renunciar a la prescripción sino el que puede enajenar (artículo 2495).
La ley exige pues el poder de disposición del derecho de que se trate (o sea, del
derecho al que se renunció adquirir). La ley no exige sin embargo capacidad de ejercicio
(aunque lo normal sea que la capacidad de disposición contenga a la capacidad de
ejercicio, o sea, que la última sea uno de los elementos de la primera), pues de lo
contrario, habría que llegar a la conclusión, por ejemplo, de que el hijo menor adulto,
relativamente incapaz, que conforme a la ley puede enajenar los bienes muebles de su
peculio profesional o industrial (artículo 250 Nº 1 y artículo 254), no podría renunciar a la
prescripción adquisitiva de esos mismos bienes en razón de carecer de la plena capacidad
de ejercicio, lo que constituye una conclusión errónea. En efecto, si tal fuera la conclusión,
le estaría permitido lo más –enajenar un mueble de ese peculio-, pero no lo menos –
renunciar a la usucapión de esa misma cosa, lo que constituye un absurdo jurídico.
La doctrina se ha planteado la siguiente interrogante acerca de la renuncia a la
prescripción: ¿puede un representante legal renunciar a la prescripción adquisitiva o
extintiva que ha corrido a favor de su representado? Se ha planteado una respuesta
respecto de la prescripción adquisitiva:
 respecto de los inmuebles, se necesitaría autorización judicial (considerando que la
ley así lo exige para enajenar bienes raíces, aún aquellos pertenecientes al peculio
profesional del menor);
 respecto de los muebles, no existiría ninguna traba (como tampoco existe para
enajenarlos).3
También en relación a la renuncia de la prescripción extintiva, el artículo 2496 dispone
que ella es inoponible al fiador, quien podrá oponer al acreedor la prescripción que el

3
Vodanovic H., Antonio, ob. cit., p. 16.

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deudor principal no alegó. No podría ser de otra forma, puesto que la renuncia de un
derecho tiene efectos relativos, sólo empece a quien la hace.

c) Las reglas relativas a la prescripción son iguales para todas las personas: artículo 2497.

Esta disposición vino a poner término a una situación de desigualdad que existía,
en cuanto las iglesias como el Fisco, se encontraban en situación privilegiada respecto de
los plazos de prescripción.
El actual tenor del artículo 2497, constituye una manifestación del principio de la
igualdad ante la ley, uno de los principios fundantes del CC.
Lo anterior, sin perjuicio de la suspensión de la prescripción, que puede favorecer a
determinadas personas (artículo 2509).

4.- La prescripción adquisitiva.

4.1. Definición.

Se desprende del artículo 2492 que la prescripción adquisitiva es un modo de


adquirir el dominio de las cosas comerciables ajenas, por haberlas poseído durante cierto
tiempo, concurriendo los demás requisitos legales (fundamentalmente, que se trate de
una posesión útil y que no haya operado interrupción o suspensión).
Dos son los supuestos o condiciones esenciales de la prescripción adquisitiva:
permanencia de la posesión por el plazo necesario e inacción del propietario. Es decir, por
una parte una conducta activa del poseedor, y por otro lado una conducta pasiva, una
abstención del dueño. Si falla cualquiera de estos supuestos, opera, según veremos, la
interrupción de la prescripción, perdiendo el poseedor todo el tiempo transcurrido.

4.2. Características de la prescripción adquisitiva.

a) Es un modo de adquirir originario.


b) Sólo sirve para adquirir el dominio y los demás derechos reales, a excepción de las
servidumbres discontinuas e inaparentes. No sirve, en consecuencia, para adquirir los
derechos personales (sin perjuicio de aquellos que sustentan la doctrina que postula
que también es posible adquirir por este modo créditos).
c) Por regla general, es un modo de adquirir a título singular. Excepcionalmente, la
prescripción puede ser a título universal, cuando se adquiere el derecho de herencia.
d) Es un modo de adquirir a título gratuito, según la doctrina imperante. Nosotros
creemos que la prescripción puede ser un modo a título gratuito o a título oneroso,
según la naturaleza del título posesorio (nos remitimos a lo expuesto en el estudio de
la introducción relativa a los Modos de Adquirir y a las ideas que sobre el particular
reiteramos al tratar de la sociedad conyugal).
e) Es un modo de adquirir por acto entre vivos.
f) Es un modo de adquirir que tiene naturaleza mixta: supone un hecho (la posesión por
un cierto tiempo) y un acto jurídico unilateral (alegar la prescripción).

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4.3. Requisitos de la prescripción adquisitiva.

a) Cosa susceptible de prescripción.

La regla general es que las cosas sean susceptibles de prescripción. Sólo por
excepción hay cosas imprescriptibles. En efecto, no se pueden adquirir por prescripción:
 Los derechos personales: pues el artículo 2498 no los señala;
 Los derechos de la personalidad: es decir, el conjunto de derechos inherentes al
individuo (recordemos que tienen un carácter extrapatrimonial, lo que explica que
respecto a ellos, no pueda operar prescripción; por ejemplo: derecho a la honra, a
la imagen, a la privacidad, etc.);
 Los derechos reales expresamente exceptuados por el legislador: vale decir, las
servidumbres discontinuas de cualquier clase y las servidumbres continuas
inaparentes (arts. 882 y 917).
 Las cosas que están fuera del comercio humano: son estas las cosas comunes a
todos los hombres y los bienes nacionales de uso público (en cambio, sí pueden
adquirirse por prescripción los bienes fiscales).
 Las cosas indeterminadas: porque el fundamento de la prescripción es la posesión,
y ésta necesariamente debe recaer sobre una cosa determinada (como se enfatiza
en el artículo 700, al definir la posesión).
 Las cosas propias: porque una cosa sólo puede adquirirse por un modo.

Se ha discutido en la doctrina si es posible adquirir una cosa de la cual se es comunero.


O en otras palabras, si la comunidad puede expirar porque un comunero adquiere por
prescripción el dominio exclusivo. Para algunos autores, un comunero no puede adquirir
por prescripción la cuota de otro comunero, aunque haya gozado de la misma como único
dueño. Dan las siguientes razones:
 La imprescriptibilidad de la acción de partición establecida en el artículo 1317.
 La exclusividad de la posesión que supone la prescripción, exclusividad que no
existiría en la posesión de los comuneros, porque cada uno de ellos posee la
totalidad de la cosa común y ninguno tiene posesión exclusiva sobre una porción
de la cosa o sobre una cuota determinada de ella.
 La naturaleza incorpórea de la parte cuotativa en la cosa indivisa, pues los
derechos en ésta no constituyen una cosa corporal, susceptible de posesión
material.
Otros autores, en cambio, aceptan que un comunero pueda prescribir la cuota de otro
comunero, argumentando:
 Es innegable que la acción de partición tiene carácter imprescriptible, pero sólo
mientras se mantienen los fundamentos de la comunidad, mientras ésta subsiste.
Si se extingue la comunidad, igual suerte corre la acción de partición, y es
indudable que si un comunero posee con ánimo de dueño exclusivo durante el

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plazo requerido por la ley sin que los demás copartícipes hagan valer la acción de
partición, la comunidad desaparece.
 La coposesión de la cosa por todos los comuneros se desvanece desde el momento
mismo en que uno de ellos se desvincula de la comunidad no reconociendo el
derecho de los otros y pasa a gozar de la cosa a título privativo y no de simple
comunero.
 Intelectualmente, la cuota de cada comunero aparece delimitada y sobre ella tiene
dominio y posesión exclusiva, advirtiéndose además que el Código Civil admite en
forma expresa la posesión de las cosas incorporales (artículo 715).
 Si se puede ganar por prescripción la totalidad del dominio de una cosa, no hay
razón para denegar la adquisición por prescripción del dominio de una cosa que
sólo es ajena en cierto porcentaje.
La jurisprudencia se ha pronunciado mayoritariamente por la primera doctrina, pero
tiende a aceptar que un comunero pueda prescribir en contra de otro, cuando no invoca
su título de tal, sino que alega posesión exclusiva, desvinculada de la comunidad. En tal
caso, sin embargo, creemos que sólo podría tratarse de la prescripción adquisitiva
extraordinaria, por ausencia de buena fe inicial.

b) Posesión.

Nos atenemos a lo expuesto sobre esta materia con anterioridad, al tratar del
capítulo referido a la posesión. El Código Civil indica, sin embargo, ciertas reglas
posesorias al tratar de la prescripción, a las que también hemos aludido. Sólo resta
mencionar la que señala el artículo 2499, respecto de los llamados actos de mera facultad
y actos de mera tolerancia.
Se llaman actos de mera facultad los que cada cual puede ejecutar en lo suyo, sin
necesidad del consentimiento de otro. El no ejecutar un acto al cual faculta el derecho de
que se es titular, nada puede envolver a favor de un extraño. El inciso 2º del artículo 2499
proporciona un ejemplo sobre el particular: el que durante muchos años dejó de edificar
en un terreno suyo, no por eso confiere a su vecino el derecho de impedirle que edifique.
En otras palabras, un no hacer del dueño, no entraña que se reconozca un derecho para
un tercero.
Los actos de mera tolerancia no están definidos por la ley, pero puede decirse,
desde el punto de vista del que los tolera, que son aquellos que para él entrañan el
ejercicio de un derecho, como es permitirlos o no, y a cuya ejecución no se opone por
benevolencia y considerando que no atenta contra su derecho. Desde el punto de vista del
tercero, son actos de mera tolerancia los que él realiza sin la intención de ejercitar un
derecho propio, sino basándose en la condescendencia del titular del derecho ejercitado.
Por ejemplo, el que tolera que el ganado de su vecino transite por sus tierras eriales o
paste en ellas, no por eso se impone la servidumbre de éste tránsito o pasto. En otras
palabras, un dejar hacer por parte del dueño, no implica que nazca con ello un derecho
para un tercero.

c) Transcurso de un plazo.

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c.1) La agregación de posesiones.

c.1.2) Concepto.

Es preciso que la posesión se prolongue durante el tiempo que señala la ley. Este
requisito posibilita al verdadero propietario para reclamar la cosa que está en poder de
otro. Si se mantiene en inactividad, la ley consolida la posesión en dominio.
Se puede aplicar aquí la accesión o agregación de posesiones: en efecto, la ley no
exige que toda la posesión continuada de la cosa sea personal, sino que permite agregar o
juntar a la posesión del actual titular la de sus antecesores.
La accesión de posesiones se aplica para computar el tiempo en la prescripción
adquisitiva y en las acciones posesorias en las que se requiere probar la posesión de un
año completo para poder deducirlas. Así se desprende de los artículos 2500, inciso 1º, y
920.

c.1.3) Requisitos de la agregación de posesiones.

Deben cumplirse los siguientes requisitos para que opere la accesión de


posesiones:
 Que exista un vínculo jurídico entre el actual poseedor y su antecesor: en otras
palabras, una “causa legal” por la cual una posesión deriva de la otra.
 Que las posesiones que se suman sean contiguas y no interrumpidas.
 Que las posesiones que se junten sean útiles para prescribir.

c.1.4) Reglas que gobiernan la accesión de posesiones.


Son las siguientes:
 Es facultativa: así se desprende de las expresiones “quiera” y “podrá”, utilizadas en
los artículos 717, 718 y 2500. Cabe señalar que el sucesor a cualquier título puede
usar la accesión de posesiones, sea sucesor a título universal o a título singular
(artículo 717); del mismo modo, es indiferente que se trate de un poseedor a título
oneroso o a título gratuito. La ley (artículos 717 y 2500) no hace ninguna distinción
en cuanto a la naturaleza de los títulos de los poseedores.
 Tiene lugar respecto de antecesores inmediatos y mediatos, pero la serie de
posesiones debe ser ininterrumpida (artículo 717 inciso 2º).
 La posesión de los antecesores accede con sus “calidades” y “vicios” a la del
sucesor que agrega aquélla (artículo 717). La “calidad” de la posesión, apunta a si
ésta es regular o irregular. Los “vicios”, son la violencia y la clandestinidad de la
posesión. De ahí que nuestra jurisprudencia ha dicho reiteradamente que la
posesión irregular del antecesor, si se agrega a la del actual poseedor regular, hace
irregular la posesión de éste último. A su vez, si se agrega una posesión viciosa, la
posesión actual también lo será. En este caso, reiterando lo que dijimos en el
estudio de la posesión, la violencia inicial que caracterizó a la posesión viciosa,
afectará también a la posesión actual, aunque ésta no haya sido una posesión

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violenta. De esta manera, hay un caso en que la posesión puede ser violenta,
aunque al adquirirse, no haya existido tal violencia: cuando el actual poseedor
agrega a su tiempo de posesión, el de un poseedor violento.
 El sucesor o actual poseedor no puede escoger sólo a los antecesores que le
convengan: no puede elegir, por ejemplo, al antepenúltimo, y saltarse al
penúltimo.

c.2) La interrupción de la prescripción.

c.2.1) Concepto.

Siguiendo a Planiol, se entiende por tal “todo hecho que, destruyendo una de las
dos condiciones esenciales de la prescripción adquisitiva (permanencia de la posesión e
inacción del propietario), hace inútil todo el tiempo transcurrido”.
Es la pérdida del tiempo corrido para ganar por prescripción, en virtud de un hecho
al que la ley le atribuye ese mérito, acaecido antes de que el lapso para prescribir se
cumpla.

c.2.2) Clases de interrupción.

El Código Civil distingue entre interrupción natural y civil (arts. 2502 y siguientes).

1º Interrupción natural.

Se entiende por tal todo hecho material, sea del hombre o de la naturaleza, que
hace perder la posesión de la cosa (artículo 2502). Puede ser entonces de dos clases:
 Interrupción natural por un hecho de la naturaleza: “Cuando sin haber pasado la
posesión a otras manos, se ha hecho imposible el ejercicio de actos posesorios”
(artículo 2502 número 1). El Código Civil señala como ejemplo, una heredad
permanentemente inundada. Agrega el precepto que la interrupción natural de
esta clase no produce otro efecto que el de descontarse su duración. Mientras
dure la imposibilidad de ejercer actos posesorios, no se computará dicho plazo
para los efectos de la prescripción. Pero una vez que cese dicha imposibilidad,
recomenzará el cómputo (si la heredad inundada deja de estarlo antes de 5 años,
retirándose definitivamente las aguas, vuelve a sus antiguos dueños, pero si la
inundación permanente dura más de 5 años, una vez que cese no sólo hace perder
la posesión del terreno, sino que también el dominio de éste, el cual no vuelve a
sus antiguos propietarios, sino que conforme a las reglas de la accesión, accede a
los propietarios riberanos, artículo 653). No se produce entonces, con la
interrupción natural por un hecho de la naturaleza, el efecto propio de toda
interrupción, cual es el hacer inútil todo el tiempo transcurrido. Sólo se produce en
verdad el efecto propio de la suspensión de la prescripción. Cabe preguntarse en
esta materia lo siguiente: ¿Se aplica la interrupción natural de la prescripción por
obra de la naturaleza a los inmuebles inscritos? Algunos opinan negativamente,

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porque la inscripción representaría el corpus y el ánimus constitutivos de la
posesión, y ésta jamás se perdería mientras subsista la inscripción. Otros, como
Somarriva, creen que el número 1 del artículo 2502 también se aplica a los
inmuebles inscritos, porque no hace distinción alguna entre bienes raíces inscritos
y no inscritos, y porque su tenor literal deja en claro que hay interrupción natural
por obra de la naturaleza cuando se hace imposible el ejercicio de actos
posesorios, vale decir, de actos de posesión material, y esto ocurre por imperativo
de causas físicas, siendo indiferente que el inmueble esté inscrito o no. Una vez
más la solución de esta controversia la decide la posición que se adopte respecto a
aceptar o no que la inscripción es símbolo de la posesión, o si ésta exige, además,
del corpus y del ánimus.
 Interrupción natural por un hecho del hombre: “Cuando se ha perdido la posesión
por haber entrado en ella otra persona” (artículo 2502 número 2). En el mismo
sentido, dice el Código, “se deja de poseer una cosa desde que otro se apodera de
ella con ánimo de hacerla suya, menos en los casos que las leyes expresamente
exceptúan” (artículo 726). Se trata del apoderamiento de los bienes muebles y de
los bienes inmuebles no inscritos. En cambio, sabemos que el simple
apoderamiento de un inmueble inscrito no hace perder la posesión existente ni
confiere posesión a quien se apodera del predio. Tratándose de la interrupción
natural por un hecho del hombre, sí se produce el efecto propio de la interrupción:
perder todo el tiempo de la posesión anterior. Sin embargo, la ley deja una salida
al antiguo poseedor: si recobra legalmente la posesión interponiendo la acción
posesoria que corresponda, se entenderá que nunca hubo interrupción. Por el
contrario, si recupera la cosa por vías de hecho, la interrupción habrá producido
todos sus efectos, con el agravante que la nueva posesión podría ser violenta y por
ende inútil para prescribir.

2º Interrupción civil.

 Concepto.
La actividad del que se pretende dueño de la cosa, el cese de su inactividad, trae
consigo la interrupción civil. De conformidad al artículo 2503, interrupción civil es todo
recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueño de la cosa, contra
el poseedor. La expresión “recurso judicial” debemos entenderla referida a la
interposición de cualquiera acción –reivindicatoria fundamentalmente-, mediante la
cual el dueño pretende recuperar la posesión e impedir así que un tercero, poseedor
del bien, adquiera el dominio por prescripción.

 Requisitos de la interrupción civil:


+ No basta con una gestión privada o extrajudicial: es preciso que se “intente” un
recurso judicial, es decir, debe deducirse una acción ante los tribunales de justicia;
+ El reclamo del que se pretende dueño, debe notificarse al actual poseedor;
+ Conforme a la doctrina y jurisprudencia mayoritaria, es necesario que la demanda se
notifique antes de que haya transcurrido el plazo de prescripción. Por esta corriente,

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“se aduce que este principio resulta de la norma según la cual no puede alegar la
interrupción de la prescripción ni aun el que ha intentado el recurso judicial ‘si la
notificación de la demanda no ha sido hecha en forma legal’ (C. Civil, art. 2503, N° 1) 4”.
Pero otros estiman que la sola presentación de la demanda sería eficaz para
interrumpir la prescripción. En tal sentido, se pronuncia un fallo de la Corte de
Apelaciones de Santiago de 29 de octubre de 1963, citado por Antonio Vodanovic.5
Pero otros fallos, se inscriben en la primera tesis, en virtud de la cual es imprescindible
notificar la demanda antes de que se haya cumplido el plazo de prescripción
(sentencia de 20 de diciembre de 1950 de la Corte de Apelaciones de Santiago; fallos
de 7 de noviembre de 1958 y 26 de noviembre de 1991 de la Corte Suprema). 6 Sin
embargo, un fallo de la Corte Suprema de 31 de mayo de 2016, autos Rol N° 6.900-15,
concluye que la correcta doctrina en esta materia es que la mera presentación de la
demanda interrumpe la prescripción, siendo la notificación de la misma una condición
para alegarla, debiendo circunscribir su efecto al ámbito procesal, pero no como un
elemento constitutivo de la interrupción de la prescripción.7 Sobre el particular, la
jurisprudencia ha concluido que interrumpe la prescripción la demanda intentada ante
tribunal incompetente. Se señala que la ley no distingue entre la demanda deducida
ante tribunal competente y la presentada ante tribunal incompetente. Tampoco se
incluye este caso entre aquellos mencionados en el artículo 2503, que impiden alegar
la interrupción a pesar de haberse intentado (notificado) el recurso judicial, y como
estos casos son excepcionales, deben interpretarse restrictivamente. Además, se
agrega que lo decisivo para la ley es que aquél que se pretende dueño manifieste su
voluntad de reclamar su derecho, y esa manifestación se produce hágase ante tribunal
competente o incompetente. Con todo, también es posible sostener que la demanda
interpuesta ante tribunal incompetente no interrumpiría la prescripción, habida
cuenta que estaríamos ante una notificación ilegal de la demanda.

 Casos en los cuales ni aún la notificación de la demanda, interrumpe la


prescripción.
De conformidad a lo dispuesto en el artículo 2503, se entenderá que el recurso judicial
no ha tenido la eficacia de interrumpir la prescripción, en los siguientes casos:
+ Notificación ilegal de la demanda;
+ Desistimiento de la demanda o declaración de abandono del procedimiento;

4
Vodanovic H., Antonio, ob. cit., p. 37.
5
Expresa la sentencia: “La interrupción civil de la prescripción se cuenta desde la presentación de la demanda
o recurso judicial. Aunque ella, sin su notificación, carece de significa procesal, una vez realizado este
trámite, sus efectos se retrotraen a la fecha de aquella presentación. La presentación de la demanda, vale decir
el acto por el cual una persona reclama o persigue su derecho en juicio, constituye el evento público y
ostensible que pone de manifiesto el propósito del titular del derecho de instar por su resguardo, haciéndolo
llegar a conocimiento de la justicia. Los efectos de la interrupción no pueden quedar expuestos a las artes y
maniobras de la parte contraria. Esta, una vez presentada la demanda interruptora, podría dilatar o dificultar la
práctica de la notificación más allá del plazo de vencimiento de la prescripción, evitando de este modo su
interrupción por el recurso que, precisamente, tendía a impedir el progreso del curso prescriptivo”: citada por
Antonio Vodanovic H., en su obra citada, pp. 36 y 37.
6
Citados por Antonio Vodanovic H., en su obra citada, p. 37.
7
Cfr. sentencia en “Criterios jurisprudenciales. Teoría de los Bienes y de los Derechos Reales”.

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 11


+ Sentencia absolutoria a favor del demandado.

c.2.3) Efectos de la interrupción.

La regla general, es que la interrupción hace perder todo el tiempo anterior que se
lleva de posesión. Si el prescribiente continúa en posesión de la cosa, empezará a
prescribir de nuevo, como si se tratara de la primera ocasión en que lo hace. Esta regla
general tiene su excepción en el caso de la interrupción natural contemplado en el
número uno del artículo 2502. En este caso, la interrupción no hace perder el tiempo
anterior, sino que se descuenta el plazo durante el cual no han podido ejercerse actos
posesorios (artículo 2504, inciso 4º). Este caso excepcional presenta semejanzas con la
suspensión de la prescripción (artículo 2509), pero se diferencia de ella en dos puntos:
1º La interrupción obra tanto en la prescripción ordinaria como extraordinaria; la
suspensión sólo opera en la primera;
2º La interrupción puede alegarla todo el que tenga interés en ella, mientras que la
suspensión sólo puede alegarla aquél en cuyo favor el legislador la ha establecido.
Por su parte, en el caso del número dos del artículo 2502, se produce el efecto
propio de la interrupción, con una excepción: si el poseedor, por medio de acciones
posesorias, recupera la posesión perdida, no se entiende haber interrupción para el
desposeído (artículo 2502, inciso final). Este precepto guarda armonía con el artículo 731.
Ambas disposiciones amparan al poseedor que recupera su posesión por medios lícitos.
Por el contrario, si la posesión se recupera por vías de hecho, se produce la interrupción, y
el que nuevamente empieza a poseer, comienza una nueva posesión, con un nuevo plazo
para prescribir, por ende. Sin embargo, como expresamos, si las vías de hecho se traducen
en el empleo de la violencia, la nueva posesión será violenta y en consecuencia inútil para
adquirir por prescripción.

c.2.4) Personas que pueden invocar la interrupción de la prescripción.

Debemos distinguir según se trate de la interrupción natural o de la civil.


 Interrupción natural: puede alegarla cualquiera persona que tenga interés en ello;
 Interrupción civil: sólo puede alegarla aquél que entabló la acción, porque los actos
judiciales son de efectos relativos. Excepcionalmente, la interrupción que favorece
a un comunero, se extiende a los demás (artículo 2504).

c.2.5) Ámbito de aplicación de la interrupción de la prescripción.

La interrupción opera tanto en la prescripción ordinaria como en la extraordinaria.


Se apoya tal aseveración, en los siguientes fundamentos:
 La interrupción de la prescripción está tratada en los artículos 2501 a 2504,
mientras que sólo en el artículo 2506 se divide la prescripción en ordinaria y
extraordinaria. Por ende, si el legislador se ocupa de la interrupción antes de
clasificar la prescripción, demuestra con ello que pretende aplicarla a las dos clases
de prescripción.

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 12


 Tratándose de la suspensión (artículo 2509), el legislador se refiere expresamente
a la prescripción ordinaria; en cambio, respecto a la interrupción, no hace
distinción alguna.
 El artículo 2510, refiriéndose a la prescripción extraordinaria, también requiere
que la posesión sea ininterrumpida.

4.4. Clases de prescripción adquisitiva.

Conforme al artículo 2506, se distingue entre prescripción adquisitiva ordinaria y


extraordinaria.

a) Prescripción ordinaria.

a.1) Requisitos.

Además de los requisitos generales a toda prescripción adquisitiva (cosa


susceptible de adquirirse por prescripción y posesión no interrumpida), la prescripción
ordinaria necesita de dos requisitos propios:
a.1.1) Posesión regular.
a.1.2) Transcurso del plazo legal: dos años para los muebles y cinco años para los
inmuebles (artículo 2507). En cuanto al cómputo del plazo, debemos aplicar las reglas
generales (artículos 48 y 50). Es por tanto un plazo de días continuos (no se suspende en
días feriados ni festivos) y de días completos.

a.2) Suspensión de la prescripción.

a.2.1) Concepto y ámbito de aplicación.

Se entiende por suspensión la paralización del transcurso del plazo de la


prescripción, durante el tiempo que dure la causa suspensiva.
Conforme a lo anterior, extinguida que sea la causal de suspensión, se reanuda el
cómputo del plazo de la prescripción o comienza dicho cómputo, en algunos casos. La
suspensión, a diferencia de la interrupción, no suprime o borra el plazo de prescripción
que ya había transcurrido, sino que simplemente lo “congela”, abre un paréntesis en el
cómputo.
Cabe tener presente que la suspensión no sólo puede operar en el decurso de un
plazo, sino que también puede presentarse desde el momento mismo en que se inicia la
posesión, como acontece cuando una persona adquiere un bien de un incapaz, caso en el
cual la prescripción sólo comenzará a correr una vez que dicho incapaz obtenga la plena
capacidad (“al incapaz, no le corre plazo de prescripción”, como reza el aforismo jurídico).
Sin embargo, lo anterior tiene un límite: 10 años. En efecto, la suspensión opera sólo en la
prescripción ordinaria, como lo deja en claro el art. 2509. Por tal razón, si hubiere
transcurrido un plazo de 10 o más años de posesión, no es posible impugnar la
prescripción que ha servido de modo de adquirir al poseedor. Así, si el representante legal

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 13


del demente no reacciona y demanda la nulidad del contrato de compraventa celebrado
por el demente, el que le compró al incapaz habrá consolidado su dominio después de 10
años de posesión ininterrumpida, no violenta ni clandestina. Dicho de otro modo:
transcurridos 10 años, no sólo se extingue la causal de suspensión, sino que además el
incapaz, aunque se mantenga en tal condición, carece ya de acción. Por ello, no es
correcto afirmar que después de diez años de operar una causal suspensiva, ésta cese
simplemente, pues si así fuere, comenzaría o se reanudaría el cómputo del plazo, según
los casos, sin considerar todo el tiempo en que estuvo vigente la suspensión. Así, en el
caso de un crédito cuyo titular es un menor de edad, afirmar simplemente que después de
diez años de suspensión ésta cesa, sería equivalente a sostener que el plazo de
prescripción de la acción comienza a computarse el primer día siguiente al cumplimiento
de los expresados diez años, con lo cual, finalmente, la acción respectiva se extinguiría
después de transcurrir en total quince años. No es así, sin embargo: después de diez años
de suspensión, la acción para cobrar el crédito se ha extinguido por la prescripción, no
porque haya cesado simplemente la suspensión, sino porque después de tal plazo, la ley
considera que debe consolidarse la relación jurídica que hasta ese momento era incierta,
en cuanto a si se cobraría o no el crédito. A fin de cuentas, se puede afirmar que el plazo
de clausura de diez años, es del todo independiente de la institución de la suspensión, y se
superpone a ésta, ignorándola.

a.2.2) Fundamento y causales de suspensión.

Tradicionalmente, se ha señalado que el fundamento o razón de ser de la


suspensión de la prescripción es la injusticia que supondría dejar correr tal prescripción en
contra de personas que se encuentran imposibilitadas de defender por sí mismas sus
derechos, sea porque se trata de incapaces, sea porque no están en condiciones de
apreciar con claridad qué actos jurídicos se han realizado en su perjuicio, como ocurre con
la mujer casada en sociedad conyugal, respecto a los contratos celebrados por su marido,
administrador de los bienes sociales y de los bienes propios de aquella. Pero otros
rechazan tal fundamento, señalando que más bien es el interés social el que justifica la
suspensión de la prescripción.8

8
El fundamento de la suspensión en el principio en orden al cual al impedido no le corre plazo en su
perjuicio, ha sido cuestionado desde antiguo. Expresa Guillermo Correa Fuenzalida que la prescripción,
adquisitiva o extintiva, es una institución que responde a una necesidad o interés social. En lo tocante a la
prescripción extintiva, afirma que sin ella “se mantendría a los deudores en constante inquietud. La pérdida
del documento de la libración les sería una constante amenaza de tener que cancelar de nuevo sus deudas. Y
esto, que puede ocurrir en la persona de un mismo deudor, será mucho más posible y común en el caso de su
muerte. Los herederos, en la ignorancia de una cancelación no aparejada de un testimonio de su existencia,
harían una vez más un pago ya hecho”. La legitimidad de la prescripción, reside en su evidente interés social.
Ahora bien, agrega, la suspensión, al igual que la prescripción, se ha establecido en razón de intereses
sociales: “Desde que la prescripción ha sido creada en interés de la sociedad, es a ese interés únicamente al
que responde la suspensión, realizándose por medio de ella en forma más amplia ese fin que se persigue. El
adagio contra non valentem agere non currit praescriptio, no es aplicable al caso de suspensión, desde que la
ley no ha tenido en cuenta la posibilidad o imposibilidad de ejercitar los derechos para conceder este favor a
ciertas personas”. Afirma que las causales de suspensión están fundadas en razones de interés social y no en

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 14


De cualquier manera, se trata de un beneficio jurídico excepcional, que sólo existe
en favor de las personas que la ley determina.
El art. 2509 enumera las causales de suspensión de la prescripción. Señala el
precepto que se suspende la prescripción ordinaria, en favor de las personas siguientes:
1º Los menores, los dementes, los sordos o sordomudos cuando no puedan darse a
entender claramente y en general todos los que estén bajo potestad paterna o bajo tutela
o curaduría.
Cabe señalar que gozan del beneficio los menores, estén o no emancipados (por
regla general, los menores están bajo patria potestad, pero puede ocurrir que el menor se
emancipe, por ejemplo si se casa, pero ello no implica que deje de ser incapaz). De igual
forma, los dementes y los sordos o sordomudos que no puedan darse a entender
claramente estarán favorecidos con la suspensión, estén o no bajo interdicción.
2º La mujer casada en sociedad conyugal, mientras dure ésta.
La suspensión opera respecto de los bienes sociales y también de los bienes
propios de la mujer que administra el marido. Esto significa que mientras esté vigente la
sociedad conyugal, no corre prescripción alguna en favor de un tercero que haya entrado
en posesión de un bien social o en favor del propio marido, sea que éste pretenda alegar
dominio exclusivo -ante la mujer- de un bien social, sea en lo relativo a los actos jurídicos
ejecutados por el marido sin cumplir con la formalidad habilitante de haber obtenido
previamente la autorización de la mujer (por ejemplo, compraventa de un inmueble que
pertenecía a la sociedad conyugal, y que el marido enajena sin contar con la autorización
de la mujer, art. 1749). Por tal razón, en el último caso, el plazo que la ley confiere a la
mujer o a sus herederos, para deducir la acción destinada a declarar nula la compraventa,
sólo comenzará a partir de la disolución de la sociedad conyugal, o a partir del momento
en que cese la incapacidad de la mujer o sus herederos, aunque no podrá extenderse más
allá de 10 años, contados desde la celebración del contrato, pues no se puede invocar la
suspensión ante la prescripción extraordinaria (art. 1757).
3º La herencia yacente.

la imposibilidad de hacer valer los derechos de parte de aquellas personas en cuyo favor se ha establecido.
Aludiendo al N° 1 del artículo 2509, expresa: “¿Será la imposibilidad de estas personas de ejercitar sus
derechos lo que ha inducido a la ley a excepcionarlas? Pensamos que esta consideración no es aceptable,
porque, como dice Ricci, para sostener la afirmativa, sería preciso que la ley prohibiera el ejercicio de los
derechos correspondientes a los menores y a los incapacitados por enfermedad de la mente o de alguno de
sus sentidos. Pero, esto no es así, porque a aquellos que son incapaces de cuidar sus propios intereses, la ley
les da un tutor que tiene la custodia de sus personas y la administración de sus bienes. Si, pues, el derecho
correspondiente al menor o al incapacitado, agrega, puede hacerse valer tanto en juicio como fuera de él,
¿cómo puede decirse que el menor y el incapacitado se encuentran en la imposibilidad de ejercitar sus
derechos, y que por esto no puede correr contra ellos la prescripción? La Corte de Casación francesa ha
declarado en varias ocasiones que no hay razón para admitir la suspensión por causa de incapacidad. Por
muy dignos de atención que ellos sean, no hay razón para que sus acciones tengan una mayor duración, dice,
en perjuicio de la sociedad entera, desde que la ley les ha dado administradores contra los cuales pueden
querellarse en caso de negligencia. El verdadero motivo de esta disposición es el interés social que encierra la
protección de los derechos de estas personas, aunque en muchos casos pugnen con el fundamento mismo de
la prescripción”: Correa Fuenzalida, Guillermo, “Algunas ideas sobre prescripción extintiva”, en “Revista de
Derecho y Jurisprudencia”, Edición Bicentenario, “Doctrinas esenciales. Derecho Civil. Obligaciones”, tomo II,
Raúl Tavolari Oliveros, Director, Santiago de Chile, Thomson Reuters Puntolex, 2009, pp. 482-539.

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 15


Esta es una de las disposiciones que ha llevado a algunos a calificar la herencia
yacente como persona jurídica, atendido a que el inciso 2º del art. 2509 dice que “Se
suspende la prescripción ordinaria en favor de las PERSONAS siguientes...”, incluyendo
entre tales “personas” a la herencia yacente. Sin embargo, debemos descartar tal
posibilidad. En verdad, quien posee es el heredero cuya identidad ignoramos o que
conociéndolo, aún no manifiesta su voluntad en orden a aceptar o repudiar la herencia. A
pesar de lo anterior, reiteramos que quien posee es tal heredero (artículo 722, posesión
legal de la herencia), a través del curador que se le designa a la herencia yacente. Cabe
tener presente que de conformidad al art. 1240, es posible pedir que se declare yacente la
herencia, transcurridos apenas 15 días desde la apertura de la sucesión (es decir, desde el
fallecimiento del causante, por regla general, art. 955).
El art. 2509, tras advertir que no se suspende la prescripción en favor de la mujer
separada judicialmente de su marido, ni de la sujeta al régimen de separación total de
bienes o al régimen de participación en los gananciales, respecto de aquellos que
administra (lo que implica entonces que si un tercero entra en posesión de esos bienes,
comenzará de inmediato el plazo de prescripción en su favor, a diferencia de lo que
acontece si la mujer está casada en sociedad conyugal), concluye señalando que la
prescripción se suspende siempre entre cónyuges. Esto significa que cualquiera que sea
el régimen de bienes existente entre los cónyuges, ni uno ni otro podrá adquirir el
dominio de bienes que pertenezcan al otro de los cónyuges por prescripción. Se
fundamenta tal disposición, en las siguientes razones:
1º Si la prescripción corriera entre los cónyuges, sería causa de conflictos, amenazándose
el clima de armonía que debe prevalecer en toda relación conyugal.
2º En el caso de la sociedad conyugal, el marido tiene el usufructo legal de los bienes de la
mujer, y por tanto es un mero tenedor de dichos bienes, lo que excluye toda prescripción.
3º El legislador prohíbe las donaciones irrevocables (artículo 1147) y la compraventa
(artículo 1796) entre cónyuges; de permitirse que hubiere prescripción entre cónyuges,
podría encubrirse una donación o compraventa. Bastaría simplemente con la inacción del
marido o de la mujer para que el otro de los cónyuges adquiriera por prescripción el bien
subrepticiamente donado o vendido.
Se ha discutido si la suspensión de la prescripción entre cónyuges se aplica tanto
en la prescripción ordinaria como en la prescripción extraordinaria.
Algunos sostienen que sólo tiene lugar en la prescripción ordinaria, conforme al
principio general ya enunciado, en base a las siguientes razones:
1º El precepto está ubicado al tratar el CC. de la prescripción ordinaria.
2º El art. 2511 reitera que la prescripción extraordinaria no se suspende a favor de las
personas enumeradas en el art. 2509, debiendo entenderse por “enumeradas” no sólo las
personas a las que se alude en los números 1, 2 y 3 de este artículo (en el entendido que
al aludir a la herencia yacente, se quiso referir la ley a los herederos), sino también a todas
las mencionadas en la disposición, como acontece con los cónyuges.
3º La suspensión es un beneficio excepcional, que debe interpretarse restrictivamente, y
que por ende no cabe extenderlo a otras situaciones no señaladas explícitamente por la
ley.

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 16


4º Cuando se dice en el inciso final del art. 2509 que la prescripción se suspende SIEMPRE
entre cónyuges, el legislador no quiere decir que la suspensión opera tanto en la
prescripción ordinaria como en la extraordinaria, sino que está destacando que a
diferencia de lo establecido en el inciso anterior, ENTRE CONYUGES la prescripción
siempre se suspende, cualquiera sea el régimen de bienes del matrimonio. En cambio,
FRENTE A TERCEROS, la prescripción establecida en favor de la mujer no se suspende, en
lo concerniente a los bienes que ésta administra como separada de bienes.
Otros sostienen que la suspensión de la prescripción entre cónyuges rige tanto en
la prescripción ordinaria como en la extraordinaria, argumentando:
1º Donde existe la misma razón, ha de aplicarse la misma disposición: las razones que ha
tenido el legislador para suspender la prescripción ordinaria, se presentan también en la
prescripción extraordinaria.
2º Cuando el art. 2509 concluye que se suspende “siempre”·entre cónyuges la
prescripción, se entiende la expresión precisamente referida a que se suspende, sea
ordinaria o extraordinaria la prescripción.
3º Cuando el art. 2511 dispone que la prescripción extraordinaria no se suspende a favor
de las personas “enumeradas” en el art. 2509, se entiende la expresión literalmente,
referida sólo a las personas mencionadas en los números 1 y 2 y a los herederos
comprendidos en el número 3. Por lo tanto, los cónyuges no quedan comprendidos en la
referencia del artículo 2511, pues no están “enumerados” en el artículo 2509.
Personalmente, creemos que la primera doctrina parece ser la más acertada,
atendiendo a la seguridad jurídica, aunque no podemos desconocer que, como dice un
autor, permanece como muy fuerte la razón de fondo de la suspensión, por las
características del matrimonio, que valen para todo tipo de prescripción.
En todo caso, cabe señalar que por su carácter excepcional, el precepto que indica
las personas a cuyo favor se suspende la prescripción, es taxativo. En los demás casos,
correrá el plazo de prescripción a favor del actual poseedor.
También deben considerarse otros casos, distintos de los mencionados en el
artículo 2509, en los cuales la ley contempla algunas hipótesis de suspensión de la
prescripción. Así ocurre, por ejemplo, en el artículo 2489, último inciso, respecto de los
créditos valistas subordinados.

b) Prescripción extraordinaria.

b.1) Requisitos.

Deben cumplirse los requisitos generales a toda prescripción (cosa susceptible de


prescribirse y posesión no interrumpida) y los específicos de la extraordinaria:
b.1.1.) El que la alega debe haber sido al menos poseedor irregular de la cosa,
descartándose por ende al mero tenedor, salvo en el caso excepcional al que aludiremos.
b.1.2) Exige 10 años de posesión continua: artículos 2510 y 2511.
b.1.3) Corre contra toda persona y no se suspende (art. 2511, sin perjuicio del caso
dudoso de la prescripción entre cónyuges).

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 17


b.2) Acerca de si el poseedor vicioso o si el que era mero tenedor puede prescribir.

b.2.1) Situación del poseedor vicioso.

La teoría tradicional sostiene que aunque la posesión sea irregular, en ningún caso
debe ser viciosa, porque ésta no es útil para prescribir, mientras subsiste el vicio de
violencia o clandestinidad. Sin embargo, se ha hecho ver, en contra de la teoría
tradicional, que no hay en el CC ninguna disposición que permita afirmar que el poseedor
vicioso no puede prescribir. El art. 2510 sólo lo impide al poseedor vicioso que alega la
prescripción cuando existe un título de mera tenencia en virtud del cual detenta la cosa
(era arrendatario de la misma, por ejemplo, y después pretende alegar haberla adquirido
por prescripción). De lo anterior se desprendería que si el poseedor vicioso tiene a su
favor un título de posesión o simplemente carece de título, podría adquirir el dominio por
prescripción adquisitiva. En otros términos, la posesión viciosa sólo sería un obstáculo
para prescribir, cuando existe un título de mera tenencia; la disposición restrictiva no
podría extenderse más allá de sus términos.

b.2.2) Situación del mero tenedor.

Se plantea en esta materia, lo dispuesto en la regla del número tres del art. 2510.
La doctrina y el texto legal (art. 716) establecen que la mera tenencia es inmutable, el solo
transcurso del tiempo no la transforma en posesión, y no obstante que el precepto citado
pareciere anunciar una excepción al axioma anterior, puede observarse que en realidad
no hay tal excepción. En efecto, la ley exige, para considerar al mero tenedor como
poseedor, la concurrencia de otras circunstancias, no dependientes de la voluntad del
tenedor, que deben sumarse al transcurso del tiempo. Si en definitiva opera la mutación
de la mera tenencia en posesión, es porque se han realizado actos de parte del mero
tenedor como también de parte del propietario, que alteran por completo la situación
jurídica de ambos. Concurriendo las dos circunstancias indicadas al final del artículo 2510,
la mera tenencia se convierte en posesión, no sólo por la voluntad del tenedor ni por el
simple transcurso del tiempo, sino también, principalmente, por la negligencia del dueño,
que no logra acreditar que el mero tenedor reconoció en los últimos diez años el dominio
que pretende el primero. Para que pueda operar la hipótesis de la regla 3ª del artículo
2510, deben cumplirse entonces dos requisitos, uno negativo y otro positivo:
● El negativo: que el que se pretende dueño de la cosa, no pueda probar que en los
últimos diez años el que recibió la cosa como mero tenedor y ahora pretende alegar la
prescripción, reconoció expresa o tácitamente el dominio del primero; y
● El positivo: que el que alega la prescripción (es decir, quien inicialmente recibió la cosa
como mero tenedor) pruebe haber poseído sin violencia, clandestinidad ni interrupción
por el mismo espacio de tiempo, o sea, diez años.
Así, por ejemplo, Juan prestó unos libros a Pedro en el año 1995, documentándose
un contrato de comodato por dos años. Dicho contrato expiró por ende en el año 1997, y
no consta haberse prorrogado por las partes. Hoy, se presenta Juan y exige a Pedro o a sus
herederos la restitución de los bienes. El o los demandados perfectamente podrían

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 18


recurrir a la regla 3ª del artículo 2510, y negarse a restituir. Aunque parezca injusto el
despojo del dominio que sufra el propietario, la ley vela por la seguridad jurídica,
presumiendo el legislador que si han transcurrido más de quince años desde que expiró el
contrato son que el dueño hubiera reclamado las cosas, es porque virtualmente ha
operado una voluntad de no perseverar en el dominio y admitir que las cosas las haga
suyas el prescribiente.
Cabe consignar que en la práctica (aunque no en la letra de la ley), el caso que
explicamos operará respecto de cosas muebles, considerando el sistema de inscripción
registral que protege la posesión de los inmuebles.
Con todo, también es cierto, como advierten algunos autores, que la regla tercera
del artículo 2510 viene a debilitar el rigor del principio de que el mero tenedor no podría
nunca transformarse en poseedor.

4.5. Prescripción de derechos reales que no son el dominio.

El artículo 2498 establece que se ganan por prescripción, de la misma manera que
el dominio, los otros derechos reales que no están especialmente exceptuados. De
acuerdo al artículo 2512, la regla general es que en la prescripción de los demás derechos
reales se aplican las mismas reglas y plazos del dominio. Así, la prescripción de los
siguientes derechos, se regirá por las normas aplicables al dominio:
● Derecho de hipoteca9;
● Derecho de usufructo;
● Derecho de uso y habitación.
El mismo artículo 2512 señala las siguientes excepciones:
● El derecho de censo: rige la prescripción extraordinaria de 10 años.
● El derecho de herencia: se puede adquirir de dos formas:
1º De acuerdo al artículo 2512, por la prescripción extraordinaria de 10 años;
2º De acuerdo a los artículos 704 y 1269, por la prescripción ordinaria de 5 años,
tratándose del heredero putativo a quien por decreto judicial o por resolución
administrativa, se haya dado la posesión efectiva de la herencia, pues en tal caso el
decreto o resolución administrativa servirá de justo título. En todo caso, no basta con
éste, pues también debe cumplir con el requisito de la buena fe, como todo poseedor
regular.
● El derecho de servidumbre: conforme al artículo 882, distinguimos:
1º Las servidumbres discontinuas de todas clases y las continuas inaparentes, sólo pueden
adquirirse por medio de un título; ni aún el goce inmemorial bastará para constituirlas;
2º Las servidumbres continuas y aparentes se adquieren por prescripción, pero ésta
siempre será de 5 años, haya posesión regular o irregular.

4.6. Efectos de la prescripción.

9
Parte de la doctrina, según se verá al estudiar la hipoteca, rechaza la posibilidad de adquirir por prescripción
este derecho real. En esta posición, Pablo Rodríguez Grez.

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 19


El efecto esencial de la prescripción es hacer adquirir el dominio al poseedor, una
vez que ella se ha cumplido.
La adquisición de la propiedad se produce retroactivamente, y sólo si el poseedor
consiente en la adquisición. Es decir, se reputa dueño al poseedor no sólo a partir del día
en que se cumplió el plazo de la prescripción, sino también a contar del momento en que
empezó a poseer. Este efecto no está expresamente enunciado por la ley, pero se deduce,
por ejemplo, del artículo 1736 número uno y del artículo 1792-8 número uno.
La retroactividad de la prescripción tiene consecuencias:
a) Los frutos producidos por la cosa desde el comienzo de la posesión, pertenecen al
poseedor que ha prescrito, aún cuando haya estado de mala fe. Se explica lo anterior,
porque si entendemos que se hizo dueño –retroactivamente- desde que entró en
posesión, los frutos que produjo la cosa los adquirió por accesión.
b) Los gravámenes impuestos por el prescribiente durante su posesión, quedan a firme.
También se explica esto, porque si retroactivamente entendemos que era dueño
desde que entró en posesión, podía en tal calidad constituir los gravámenes sobre la
cosa.

__________________________*****______________________________

La Prescripción – Juan Andrés Orrego Acuña 20


LA POSESIÓN1

Sumario:
1.- Concepto.
2.- Naturaleza Jurídica.
3.- Elementos de la posesión.
4.- La posesión en su relación con el dominio.
5.- Ventajas de la posesión.
6.- Cosas susceptibles de posesión.
7.- Diversas clases de posesión.
8.- La posesión regular.
8.1. Justo título.
8.2. La buena fe.
8.3. La tradición.
9.- La posesión irregular.
10.- Las posesiones viciosas.
11.- La mera tenencia.
12.- La posesión no se transmite ni se transfiere.
13.- Agregación de la posesión.
14.- Adquisición, conservación y pérdida de la posesión.
14.1. Generalidades.
14.2. La posesión de los bienes muebles.
14.3. La posesión de los bienes raíces.
15.- Ficción y presunciones relativas a la prueba de la posesión.

1.- Concepto

La significación vulgar de la palabra posesión denota la ocupación de una cosa, el


tenerla en nuestro poder, sin que importe mayormente la existencia de un título o
derecho para ello. El sentido natural y obvio de posesión denota el Acto de poseer o tener
una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para otro.2
En sentido técnico, varía la noción de posesión en el derecho comparado. En
algunas legislaciones (suiza, alemana), se da al concepto el mismo contenido que expresa
la acepción vulgar, se considera la posesión como la potestad de hecho sobre una cosa.
Nuestro Código Civil, siguiendo otras tendencias, destaca no sólo la relación de hecho
existente entre una persona y una cosa, sino un elemento intelectual o psicológico: el
animus (excepto, según veremos, en el “extraño” caso del artículo 722, que consagra la
posesión legal de la herencia, donde puede haber posesión sin corpus ni animus).

1
Fecha de última modificación: 17 de enero de 2017.
2
Diccionario de la lengua española, vigésimo segunda edición, año 2001, Tomo II, p. 1.809, primera entrada.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 1


La definición legal está en el artículo 700, y traduce la concepción subjetiva de
Savigny. Se define por el Código Civil en los siguientes términos: “La posesión es la
tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño, sea que el dueño o el que
se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga en lugar y a
nombre de él. / El poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifica serlo”.
La definición del Código, nos sugiere de inmediato las siguientes observaciones
fundamentales:
1º Hay dos elementos esenciales en toda posesión, el corpus y el animus;
2º Toda posesión ha de recaer sobre una cosa “determinada”, precisa, sobre la cual, si es
necesario, el poseedor alegará después dominio por haberlo adquirido por prescripción;
3º El poseedor puede ser también dueño (situación normal) o puede no serlo (situación
excepcional). Por eso el Código dice, “sea que el dueño o el que se da por tal tenga…”;
4º El poseedor puede tener la cosa bajo su dependencia inmediata, lo que ocurrirá cuando
“tenga la cosa por sí mismo”; o puede tenerla otra persona, pero a nombre del poseedor,
o sea, “por otra persona que la tenga en lugar y a nombre de él”. En este último caso, el
tenedor de la cosa podrá ser, por ejemplo, un arrendatario, comodatario, etc., vale decir,
un mero tenedor;
5º Todo poseedor es considerado por la ley como dueño (lo que resulta lógico, pues la ley
presume aquello que es normal, y ya dijimos que lo usual será que el poseedor sea
también dueño), sin perjuicio de que un tercero puede probar lo contrario (porque la
presunción de dominio a favor del poseedor, es simplemente legal, no de derecho).

2.- Naturaleza jurídica

Entre las múltiples discusiones que suscita la posesión, está la que se refiere a si
ella es un hecho o un derecho.
Savigny sostiene que originariamente, considerada en sí misma, la posesión es un
mero hecho, porque se funda en circunstancias materiales (corpus), sin las cuales no
podría concebirse; pero agrega que es a la vez un derecho, por las consecuencias jurídicas
atribuidas al hecho, que son la prescripción y las acciones posesorias, y porque hay casos
en los cuales los derechos del poseedor son independientes del hecho mismo.
Ihering afirma que la posesión es un derecho, porque es un interés jurídicamente
protegido.
Las disposiciones de nuestro Código Civil, se orientan a concebir la posesión como
un hecho, partiendo de la propia definición. Cada vez que el Código Civil define un
derecho, dice que es una “facultad” o un “derecho” (artículo 582), mientras que al definir
la posesión dice que es la “tenencia”, la que constituye un hecho.
Hoy día, la doctrina considera infecunda esta disputa y resuelve la cuestión
diciendo simplemente que la posesión es un estado de hecho protegido por el derecho.

3.- Elementos de la posesión

Son dos:

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 2


a) La tenencia o el corpus: es un poder físico o potestad de hecho sobre la cosa. Savigny
afirma que el corpus no supone necesariamente el contacto inmediato del individuo con
el bien poseído. Consiste en la manifestación de un poder de dominación, en la
posibilidad física de disponer materialmente de la cosa, en forma directa e inmediata,
con exclusión de toda intromisión de extraños. Por ello, si la cosa está temporalmente en
manos de un mero tenedor (un arrendatario o un comodatario, por ejemplo), el corpus
continúa radicado en el poseedor, pues el mero tenedor carece de la facultad para
disponer materialmente de la cosa, pues expirado el derecho en virtud del cual detenta la
cosa, debe restituir la cosa al poseedor. Dicho en otras palabras: quien tiene la obligación
de conservar y restituir, no sólo carece del ánimus, sino también del corpus.
Concebir el corpus no sólo como tenencia física sino también como una posibilidad
de disponer de la cosa, aunque eventualmente no se tenga un contacto directo con ella,
se relaciona con las formas simbólicas de tradición de cosa corporal mueble (artículo 684).
Ihering sostiene que el corpus es la exteriorización del derecho de propiedad, el
hecho de conducirse respecto de la cosa como lo haría el propietario.

b) El animus: de acuerdo con la llamada teoría clásica o subjetiva, la posesión no sólo


implica una potestad de hecho sobre la cosa (corpus), sino también la existencia de una
voluntad especial en el que pretende poseer. Este segundo elemento es de carácter
psicológico o intelectual y se llama animus. Consiste en tener la cosa como dueño, en la
intención de tener la cosa para sí.
Para la mayoría de la doctrina nacional, nuestro Código Civil da un papel
preponderante al animus, afirmándose que si bien para adquirir la posesión se necesita el
corpus y el animus, para conservarla basta el último.

4.- La posesión en su relación con el dominio:

La posesión, por regla general, es una verdadera propiedad aparente. Tanto es así,
que el art. 700, inc. 2º, establece que el poseedor se reputa dueño, mientras otra persona
no justifica serlo. Se justifica la presunción, porque lo más corriente es que la posesión
vaya unida al dominio. Sin embargo, esta regla tiene excepciones: hay poseedores que no
son dueños de la cosa y a la inversa, propietarios que no tienen la posesión de la cosa.
En esta relación, visualizamos semejanzas y diferencias:

a) Semejanzas entre la propiedad y la posesión

a.1.) Tanto una como otra recaen sobre una cosa determinada;
a.2.) Ambas son exclusivas, es decir, sólo admiten un propietario o un poseedor, lo cual no
excluye por supuesto las figuras de copropiedad y coposesión, pero en estos casos los
copropietarios y los co-poseedores están limitados en sus acciones;
a.3.) Las ventajas que el Derecho otorga a ambas, son más o menos idénticas.

b) Diferencias entre la propiedad y la posesión

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 3


b.1.) El dominio supone una relación jurídica entre el propietario y la cosa; la posesión
sólo entraña una relación de hecho; este distingo incide en la posibilidad de que el
derecho de dominio, por ser tal, puede transferirse y transmitirse, mientras que la
posesión, por ser sólo un hecho, no se transfiere ni se transmite. Volveremos sobre este
punto.
b.2.) El dominio sólo se puede adquirir por un modo; en cambio, se puede poseer una
cosa por varios títulos (art. 701); en efecto, como indica Luis Claro Solar, “Una vez
adquirido el dominio de una cosa por un título, cualquiera que sea, no se puede volver a
adquirir por otro título distinto, desde que no es posible que yo adquiera lo que ya es mío;
lo que es mío no puede hacerse más mío (...) Al contrario la posesión que tengo de una
cosa puede proceder de varios títulos: ‘Se puede poseer una cosa por varios títulos’ dice el
artículo 701, repitiendo la regla del Derecho romano que consignaba el Digesto,
tomándola del jurisconsulto Paulus (...) Los Romanos designaban la posesión según la
causa de la que precedía, es decir el título que le servía de antecedente. Siendo la
posesión una situación de hecho, no hay inconveniente en que pueda referirse a varios
títulos y que de ellos pueda el poseedor elegir el que más le convenga. Así el que posee
una cosa por haberla comprado o habérsele donado, podría pasar a poseerla como
heredero del vendedor o donante, o pro suo, por haberla usucapido. Así si el causante de
una herencia era poseedor regular de una cosa que había comprado y no dueño de ella, su
heredero que continúe esa posesión, tendrá como título de su posesión la herencia, pro
haerede, y el título de compra del causante que se le ha transmitido, pro empore.” Víctor
Vial del Río, a su vez, proporciona el siguiente ejemplo: “...si una persona se apodera de
un animal doméstico con la intención de hacerlo suyo, no va a adquirir el dominio por
ocupación, pues ésta sólo permite adquirir el dominio de animales bravíos o salvajes. Sin
embargo, la ocupación le va a servir de título para justificar la posesión de la cosa. Si
posteriormente el poseedor compra el animal a quien cree su dueño, la tradición del
mismo también le va a servir como título posesorio, de tal suerte que va a tener la
posesión por dos títulos distintos: ocupación y tradición. Puede que incluso la tradición no
transfiera el dominio, si el tradente no es dueño. Pero constituye un título posesorio”.
b.3.) El dominio está protegido por una acción real, la reivindicatoria; la posesión de los
inmuebles está protegida por las acciones posesorias; en algunos casos la posesión de los
muebles e inmuebles está amparada por la acción reivindicatoria (acción publiciana).

5.- Ventajas de la posesión

a) De acuerdo con el art. 700, inc. 2º, el poseedor se reputa dueño mientras otra persona
no justifica serlo; lo que en otros términos, significa que está amparado por una
presunción legal. Si alguien quiere discutirle el dominio, debe probar dicho tercero su
calidad de propietario.
b) Habilita para llegar a adquirir el dominio de la cosa por prescripción, luego de cierto
plazo (arts. 683 y 2498 y ss.)
c) Está protegida con las acciones posesorias (arts. 916 y ss.) y en ciertas situaciones, con
la acción reivindicatoria, aquí denominada “acción publiciana” (art. 894).

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 4


d) En algunos casos –poseedor de buena fe-, el poseedor puede hacer suyos los frutos de
la cosa poseída (art. 907, inciso 3º).
e) El poseedor tiene acción para ser indemnizado por los delitos o cuasidelitos cometidos
por terceros (artículo 2315).

6.- Cosas susceptibles de posesión 3

La posesión supone cosas sobre las cuales se puede tener ánimo de señor o dueño,
es decir, cosas susceptibles de apropiación. O sea, debe tratarse de cosas comerciables.
En consecuencia, no se puede tener posesión respecto a las cosas comunes a todos los
hombres, sobre los bienes nacionales de uso público y en general, sobre las cosas
incomerciables.
Del propio art. 700, queda en claro que la posesión ha de recaer sobre cosas
determinadas, como acontece también con el dominio. No es posible concebir la posesión
sobre cosas inciertas o individualizadas sólo por su género.
A pesar de que nuestro Código al definir la posesión se refiere a la tenencia de una
cosa determinada, con lo cual parece dar a entender que sólo se aplica a las cosas
corporales, puesto que la palabra tenencia denota una ocupación material, el mismo
Código admite la posesión de las cosas incorporales, los meros derechos: art. 715.
Ya en el Derecho Romano se había admitido la posesión de los derechos de
servidumbre y de usufructo, figura que se denominaba cuasi posesión; pero no se
extendió a los derechos personales, manteniéndose en el ámbito de ciertos derechos
reales4.
En el Mensaje de nuestro Código Civil, se explica especialmente la admisión de la
posesión con respecto a los derechos reales. Sin embargo, hay discrepancia en la doctrina
en cuanto a los derechos personales.
Algunos autores piensan que todo derecho, sea real o personal, es susceptible de
posesión. Otros, rechazan la posibilidad de la posesión de los derechos personales y
estiman que cuando las leyes aluden a la posesión del estado civil (posesión notoria) o de
los créditos, lo hacen en un sentido muy diferente al sentido técnico de la posesión. Para
esta doctrina, sólo podría haber dominio sobre los derechos personales (art. 19 N° 24 de la
Constitución Política), más no posesión. En cambio, tratándose de los derechos reales, no
habría inconveniente que sobre ellos sólo se tenga posesión, y no aún dominio.
Para Barros Errázuriz y Hugo Rosende, los términos amplios del art. 715 inducen a
concluir que pueden poseerse tanto los derechos reales como los personales, pues ambos
son cosas incorporales, en la nomenclatura del C.C. (arts. 565 y 576). Ello se vería
confirmado por el art. 2456 y sobre todo por el art. 1576, que habla precisamente de un

3
Cfr. Peñailillo Arévalo, Daniel, Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales, Santiago, Editorial Jurídica
de Chile, año 2007, pp. 334 a 337.
4
Como se indica en una nota de Velez Sarsfield al artículo 2351 del antiguo Código Civil argentino, “Los
romanos habían restringido la cuasi-posesión a las servidumbres, y no la habían extendido a otros Jura in re,
y menos a los derechos personales y a los derechos de las obligaciones, respecto de los cuales la idea del
ejercicio de un poder físico no es admisible bajo relación alguna.”: antiguo Código Civil de la República
Argentina, Editorial Lexis-Nexis, Abeledo Perrot, Buenos Aires, año 2004, pág. 403.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 5


“poseedor” del crédito. Rozas también admite la posesión de los derechos personales,
afirmando que los créditos pueden ganarse por prescripción adquisitiva. Postula un
ejemplo: si una persona se hace pasar por mandataria del acreedor sin serlo y cede el
crédito, el cesionario podría ganarlo por prescripción adquisitiva de diez años (pues será
un poseedor irregular, ya que su título es injusto). Agrega, en el ejemplo, que el crédito
podría no haberse extinguido por la prescripción extintiva (en rigor, la acción respectiva),
por tener un plazo pendiente para hacerse exigible.5
Pescio no acepta la posesión de los derechos personales, estimando que el art.
1576 no se refiere propiamente a la posesión sino a un “titular” aparente del crédito, o
sea, a quien detenta materialmente el documento en el cual consta el crédito, lo que
induce a error al deudor, pagándole. Además, el Mensaje del Código dejaría de manifiesto
que nuestro legislador, en lo que respecta a las cosas incorporales, restringió la posesión
sólo a los derechos reales; así, al mencionar el usufructo, dice “que es un derecho real, y
por consiguiente (o sea, porque es un derecho real), susceptible de posesión”. Por su
parte, el artículo 2498, al aludir a las cosas incorporales susceptibles de prescripción,
solamente se refiere a los derechos reales: en el inciso 1º, en lo tocante al dominio, y en el
inciso 2º, cuando agrega: Se ganan de la misma manera los otros derechos reales que no
están especialmente exceptuados. Este es el precepto en el que funda la mayoría, para
descartar la posesión y por ende la prescripción sobre los derechos personales.
También se ha planteado como argumento para rechazar la prescripción
adquisitiva sobre derechos personales, la circunstancia de que su no ejercicio no puede
favorecer a un tercero. En efecto, tal inacción del acreedor sólo puede favorecer al
deudor. Por ello, la ley establece claramente como formas de extinguir las obligaciones
correlativas a dicho derecho, la remisión o condonación que hace el acreedor y la
prescripción extintiva; es decir, el abandono que hace el verdadero dueño del derecho
personal a ejercitar su derecho, no transforma o cambia al titular del derecho, sino que
beneficia al obligado.6
Pero no todos los derechos reales son susceptibles de posesión: las servidumbres
discontinuas de todas clases y las continuas inaparentes, no pueden adquirirse por
prescripción (art. 882) y por ende no pueden poseerse. A ellas cabe aplicar la mencionada
frase otros derechos reales que –en este caso- están especialmente exceptuados.

7.- Diversas clases de posesión

Regular Prescripción ordinaria


Posesión útil
Irregular Prescripción extraordinaria

Violenta
Posesión inútil
Clandestina
5
Rozas Vial, Fernando, Los Bienes, Santiago, LexisNexis, cuarta edición, agosto 2007, p. 212.
6
Peña Quiñones, Ernesto y Peña Rodríguez, Gabriel Ernesto, “El Derecho de Bienes”, Legis, primera
reimpresión año 2008, p. 403.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 6


En primer lugar cabe distinguir entre posesión útil e inútil. Esta clasificación
atiende a si la posesión conduce o no a la adquisición del dominio por prescripción.
Posesiones útiles son la regular e irregular, porque ambas conducen a la
prescripción adquisitiva.
Posesiones inútiles, son las viciosas, es decir, la violenta y la clandestina. (Art. 709).
Posesión violenta, es la que se adquiere por la fuerza, que puede ser actual o
inminente. (Art. 710).
Posesión clandestina, es la que se ejerce ocultándola a los que tienen derecho
para oponerse a ella. (Art. 713).
Posesión regular, es la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe,
aunque la buena fe no subsista después de adquirida la posesión; además, si el título es
traslaticio de dominio, es necesaria la tradición. (Art. 702).
Posesión irregular, es la que carece de uno o más de los requisitos de la posesión
regular. (Art. 708).
Tanto la posesión regular como la irregular conducen a la prescripción; la primera,
da origen a la prescripción ordinaria; la segunda da origen a la prescripción extraordinaria.

8.- La posesión regular

De acuerdo a su definición (art. 702, incisos 2º y 3º), los elementos constitutivos o


requisitos de la posesión regular son tres: justo título, buena fe inicial y la tradición si el
título es traslaticio de dominio.
Cabe acotar que para calificar la buena fe se atiende sólo al momento inicial de la
posesión y que la tradición sólo es necesaria cuando se invoca un título traslaticio de
dominio.
Seguidamente analizaremos los tres requisitos.

8.1. Justo título

La ley no lo define. Se explica su denominación, según enseña Pothier, porque da a


las personas que por su intermedio adquieren la posesión de la cosa, un justo motivo para
creerse propietario, sin que permita adivinar que carecía de esta calidad la persona de la
cual se adquirió la cosa.
Para calificar el título de justo no se toma en consideración si la persona de la que
emana era verdaderamente propietario; no es necesario que el título, para ser justo, sea
otorgado por el dueño de la cosa.
Así lo prueban diversas disposiciones:
a) El art. 1815, que declara válida la venta de cosa ajena;
b) El art. 704, que no incluye entre los títulos injustos la venta de cosa ajena; y
c) El art. 683, del cual se deduce que si se vende una cosa ajena y se inscribe la venta, hay
tradición y por este medio el adquirente inicia una posesión que le dará derecho a adquirir
el dominio del inmueble por prescripción. Lo mismo vale para los muebles.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 7


a) Características del justo título

Se pueden deducir, interpretando a contrario sensu el artículo 704, que señala los
casos de títulos injustos:
a.1.) Debe tener aptitud suficiente para atribuir el dominio: la tiene, por ejemplo, el
título translaticio de dominio, como la compraventa o la permuta; no la tiene, el título que
importa reconocimiento de dominio ajeno, como el del arrendatario, el del comodatario,
etc., es decir, el título de mera tenencia.
a.2.) Debe ser verdadero: debe ser un título con existencia real. Por eso, son títulos
injustos el falsificado (art. 704 N° 1) y el meramente putativo, como el del heredero
aparente que no es en realidad heredero (art. 704 N° 4).
a.3.) Debe ser válido: según se desprende por antítesis del Art. 704, N° 2 y N° 3, que
declaran título injusto, respectivamente, el que emana de un falso representante (nulidad
absoluta por falta de voluntad) y el que adolece de un vicio de nulidad (nulidad absoluta
por otra causa y nulidad relativa).

b) Concepto doctrinario de título en materia posesoria y de justo título.

De tal forma, podemos llamar título, en materia posesoria, todo hecho o acto
jurídico en virtud del cual una persona adquiere la posesión de una cosa. Por justo título
se entiende todo hecho o acto jurídico que por su naturaleza y por su carácter de
verdadero y válido es apto para atribuir en abstracto el dominio.
Se exige que el título sólo en abstracto tenga aptitud para atribuir el dominio,
porque se toma en cuenta el título en si mismo, con prescindencia de otras circunstancias
ajenas a él, que en concreto pueden determinar que a pesar de su calidad de justo, no se
adquiera el dominio, como en el caso de la venta de cosa ajena.
Observamos que la definición de justo título está orientada al dominio, lo que se
explica porque la posesión importa una convicción de dominio. El poseedor no se
considera sólo poseedor, sino dueño, de modo que es lógico que el título en que se funda
su posesión, sea un título cuya función es atribuir el dominio. Por la misma razón, el
Código clasifica los títulos atendiendo a si constituyen o transfieren el dominio (o lo
declaran, como agrega la doctrina).

c) Clasificación de los títulos (art. 703).

La ley distingue entre justo título constitutivo o traslaticio de dominio. La doctrina


agrega el título declarativo de dominio. Cabe precisar que si bien el artículo citado aplica
la distinción a los títulos justos, también se extiende a los títulos injustos (v. gr., una venta
nula es título injusto y traslaticio de dominio).

c.1.) Títulos constitutivos de dominio.


Son los que dan origen al dominio, sirven para constituirlo originariamente, con
prescindencia del antecesor en la posesión, si lo hubo. Tienen este carácter, según el art.
703, inciso 2º: la ocupación, la accesión y la prescripción.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 8


Se trata de los modos originarios de adquirir el dominio a los cuales el Código les
atribuye aquí el rol de títulos para poseer. Normalmente, cuando operan permiten
adquirir el dominio y por ende la posesión; pero puede ocurrir que no otorguen el
dominio, en cuyo caso sólo actuarán como título constitutivo de posesión (por ejemplo, si
se ocupa un bien que tiene dueño, la ocupación no opera como modo, pero constituirá
título para poseer la cosa).
El art. 726 confirma el rol que puede desempeñar la ocupación como título
posesorio, al expresar: Se deja de poseer una cosa desde que otro se apodera de ella con
ánimo de hacerla suya; menos en los casos que las leyes expresamente exceptúan.
Podríamos agregar que en el caso de los títulos constitutivos, se adquiere la
posesión sin intervención de un tercero.
Precisa la doctrina que de los títulos constitutivos de dominio mencionados en el
art. 703, sólo la ocupación y la accesión sirven para adquirir la posesión, incurriendo en un
error el legislador al incluir la prescripción, pues esta supone la posesión.7 Como dice Claro
Solar, “es resultado de ella cuando ha durado el tiempo señalado por la ley, la posesión es
necesariamente anterior a la prescripción y no puede ser a la vez causa y efecto de ella”.
De tal forma, para adquirir una cosa por prescripción es previo adquirir la posesión
de la misma por otro título, sea constitutivo o traslaticio.
En lo que respecta a la accesión, la posesión de lo principal se extiende a las
accesiones, por regla general (sin perjuicio del art. 652, acerca de la avulsión, si el dueño
recupera el terreno, y de las normas sobre accesión de mueble a mueble, cuando se forma
una comunidad). Así, plantea Rozas Vial, “La accesión es título para la posesión cuando
una persona posee una cosa, sin ser dueña, y algo se junta a la cosa poseída. Por ejemplo,
una persona es poseedora de un inmueble, sin ser su dueño, y ese inmueble crece en
virtud del aluvión; el terreno de aluvión pasa a ser poseído por el poseedor del terreno
que aquél incrementó”.8

c.2.) Títulos translaticios de dominio.

Son los que por su naturaleza, sirven para transferir el dominio, como la
compraventa, la permuta, la donación, el aporte en propiedad a una sociedad de bienes
determinados, la transacción en cuanto transfiere la propiedad de un objeto no disputado,
etc.
Nótese que al decir la ley que estos títulos, por su naturaleza, “sirven para
transferir el dominio”, deja en claro que por sí solos no lo hacen, requiriéndose un modo
de adquirir, según hemos estudiado.
Estos títulos, al mismo tiempo que sirven como antecedente para que opere un
modo de adquirir, constituyen un título para poseer.

c.3.) Títulos declarativos de dominio.

7
Cabe señalar que este error no se contemplaba en el Proyecto de 1853, y sólo se produjo en el texto del
Proyecto definitivo de 1855.
8
Rozas Vial, Fernando, ob. cit., p. 216.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 9


Son los que se limitan a reconocer o declarar el dominio o la posesión
preexistentes. Nada crean ni transfieren; sólo confirman, reconocen o verifican una
situación ya existente.
El Código no dedica una reglamentación especial a esta clase de títulos, pero el art.
703 y otros, demuestran que están contemplados en nuestro Derecho, distinguiéndose de
los dos anteriores.
Son títulos declarativos:
c.3.1.) Las sentencias que resuelven acerca de derechos litigiosos.
c.3.2.) Las transacciones, en cuanto se limitan a reconocer o declarar derechos
preexistentes (art. 703, inciso final). Así, por ejemplo, si dos personas discuten sobre el
dominio de un bien y en virtud de la transacción convienen que es de uno de ellos, se
entiende que siempre le ha pertenecido. En todo caso, como sólo declaran lo existente,
ello puede ser favorable o adverso para el titular: si el derecho existía entre quienes
celebraron el acto declarativo, le favorece, pues opera retroactivamente, y tendrá el
dominio y la posesión por todo el tiempo intermedio; pero si a pesar de la transacción
ninguno era el verdadero titular del derecho declarado sino que pertenecía a un tercero,
aquél en cuyo favor se declaró nada obtiene ante dicho tercero: art. 2456, inciso final (de
ahí que se diga que estos títulos “no legitiman posesión”).
c.3.3.) Las sentencias de adjudicación en juicios divisorios y los actos legales de partición.
El Código se pone en el caso de una partición realizada ante un juez partidor, o de
una partición realizada de común acuerdo por los comuneros.
Se ha discutido su naturaleza jurídica, en cuanto títulos declarativos o traslaticios.
Recordemos que generalmente se pone término a la comunidad mediante la partición de
bienes. La adjudicación es el acto por el cual el derecho que cada comunero tenía en la
cosa o cosas comunes se singulariza o determina en forma exclusiva en relación a un bien
mediante la adjudicación, un bien se destina a uno o algunos de los comuneros; sin
embargo, en las leyes y en la práctica se habla también de adjudicación cuando el bien
común es adquirido en remate por un tercero, extraño a la comunidad (aquí, en realidad
lo que hay es una compraventa en remate o forzosa, y no una adjudicación).
El art. 703 dice que pertenecen a la clase de títulos traslaticios de domino. Pero de
otras disposiciones resulta que la adjudicación tiene un carácter meramente declarativo y
no traslaticio de dominio: Arts. 718 y 1344. ¿Cómo conciliar estas disposiciones?
El artículo 703, después de definir en su inc. 3° los títulos translaticios de dominio,
agrega en el inc. 4°: “Pertenecen a esta clase las sentencias de adjudicación en juicios
divisorios, y los actos legales de partición”. Pues bien, las adjudicaciones que operan en la
liquidación de una comunidad, constituyen “actos legales de partición”. Entonces,
conforme al tenor del art. 703, las referidas adjudicaciones serían títulos translaticios de
dominio. Sin embargo, la cuestión se complica, si consideramos el tenor del art. 1344, en
las normas de la partición de bienes hereditarios: “Cada asignatario se reputará haber
sucedido inmediata y exclusivamente al difunto en todos los efectos que le hubieren
cabido, y no haber tenido jamás parte alguna en los otros efectos de la sucesión. / Por
consiguiente, si alguno de los coasignatarios ha enajenado una cosa que en la partición se
adjudica a otro de ellos, se podrá proceder como en el caso de la venta de cosa ajena”. A
su vez, el art. 718, también en las normas posesorias, consigna: “Cada uno de los

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 10


partícipes de una cosa que se poseía proindiviso, se entenderá haber poseído
exclusivamente la parte que por la división le cupiere, durante todo el tiempo que duró la
indivisión. / Podrá pues añadir este tiempo al de su posesión exclusiva, y las enajenaciones
que haya hecho por sí solo de la cosa común y los derechos reales con que la haya
gravado, subsistirán sobre dicha parte si hubiere sido comprendida en la enajenación o
gravamen. Pero si lo enajenado o gravado se extendiere a más, no subsistirá la
enajenación o gravamen contra la voluntad de los respectivos adjudicatarios”. Estos dos
artículos, junto al art. 2417 en la hipoteca (donde se regula la hipoteca de cuota), son los
que permiten sostener que existe una tercera clase de títulos, llamados “declarativos de
dominio”. Y si los tenemos presente, resultaría que “los actos legales de partición” serían
más bien un título declarativo y no translaticio de dominio. ¿Cómo resolver este conflicto
normativo? Hay tres respuestas:
i.- Algunos entienden que estamos ante un título declarativo de dominio: intentando
explicar el alcance del art. 703 en esta materia, se ha dicho que el legislador quiso aludir a
que pertenecen a los títulos “derivativos de dominio”, en contraposición a los
constitutivos, a los que se alude en los incisos 1º y 2º del artículo, entendiendo que en el
caso de los derivativos, existió un dominio anterior. Claro Solar expresa al respecto: “La
adjudicación en las particiones de bienes comunes no es atributiva sino declarativa de
propiedad; y por consiguiente, no puede decirse que sea un título translaticio de dominio.
La ley no dice que las sentencias de adjudicación en juicios divisorios y los actos legales de
partición sean títulos translaticios de dominio; sino que pertenecen a esta clase, porque
evidentemente no son constitutivos de dominio desde que se refieren a cosas ya
apropiadas y el adjudicatario adquiere el dominio que tenía su antecesor a quien sucede
inmediata y exclusivamente”. El autor citado atribuye efecto declarativo a toda partición,
sea aquella que se realiza en una comunidad hereditaria o cuando se trate de la partición
de una cosa singular perteneciente proindiviso a varias personas, cualquiera sea el origen
de la indivisión, como un legado, una compraventa, donación, etc. En todos estos casos,
“cada uno de los partícipes se entiende haber sucedido directamente al anterior
propietario en la parte que por la división le cupiere y no haber tenido parte alguna en lo
que se adjudica a los otros partícipes”.9 Asimismo, se ha entendido que el legislador alude
al caso en que el adjudicatario es un extraño y no uno de los comuneros, porque para
éstos tales títulos sólo pueden ser declarativos de dominio. En este sentido, también se
invoca la historia de la ley. El art. 836 del Proyecto de 1853, correspondiente al actual 703,
establecía que entre los títulos traslaticios de dominio se encontraba la “adjudicación
judicial”, expresiones con las cuales Bello habría querido aludir a una adjudicación en
juicio ejecutivo, es decir a compraventa en remate, sin duda título traslaticio. La Comisión
Revisora habría tergiversado la idea al cambiar estas expresiones por la errónea fórmula
actual.10 Alessandri, refiriéndose específicamente a la adjudicación que opera en la

9
Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, tomo 7°, “De los Bienes”, II,
Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1932, pp. 480 y 481.
10
El art. 836 del Proyecto de 1853, expresaba: “El título puede ser constitutivo o traslaticio de dominio. / Son
constitutivos de dominio la ocupación y la accesión. / Son traslaticios de dominio los que consisten en un
contrato idóneo para transferir el dominio, como la venta, la permuta, la donación, etc.; o en una adjudicación
judicial”.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 11


liquidación de la sociedad conyugal, expresa: “Efecto declarativo.- La consecuencia más
importante que deriva de aplicar a la división del haber social las reglas dadas para la
partición de los bienes hereditarios, es que esa división, al igual que toda partición,
produce efectos declarativos (arts. 1344 y 1776). Las adjudicaciones en los bienes sociales
(muebles o inmuebles, corporales o incorporales) a favor de los cónyuges o sus herederos,
aunque se hagan en pública subasta y su precio se pague al contado, no importan
enajenación de un cónyuge a otro, sino la determinación o singularización de un derecho
poseído en común”.11
ii.- Otros concluyen que la adjudicación que opera en el marco de la partición de una
comunidad distinta de aquella nacida con la muerte del causante, es un título translaticio
de dominio: se afirma que “… si las sentencias de adjudicación y los actos legales de
partición son de la clase de los títulos translaticios, es porque sus efectos son los mismos.
No existe fundamento de texto que permita la interpretación que han sostenido algunos
de nuestros Tribunales y la aparente contradicción que con esta tesis se busca evitar, en la
práctica no existe. Es así como el artículo 1344 se está refiriendo a la situación que se
plantea en las comunidades que encuentran origen en las sucesiones por causa de muerte
y en las cuales el modo de adquirir es precisamente la sucesión. Es en este ámbito en que
las sentencias de adjudicación y los actos legales de partición no constituyen títulos
translaticios ya que no existe tradición que efectuar. Es en este tipo de comunidades en
las cuales las sentencias de adjudicación y los actos de partición son títulos meramente
declarativos. En efecto, el dominio de estos comuneros deriva directamente del causante
y no de la comunidad, que a su fallecimiento se forma”.12 En cambio, se agrega, en las
comunidades que no encuentran razón en el fallecimiento de una persona, sino que se
han formado por acto entre vivos, las sentencias de adjudicación y los actos de partición,
serían efectivamente títulos translaticios de dominio. En otras palabras, habría que
formular un distingo, según si se trata de la partición de bienes de una comunidad
hereditaria, en cuyo caso las adjudicaciones serán título declarativo de dominio, por
mandato del art. 1344, y si se trata de una partición de una comunidad de distinto origen,
en cuyo caso las adjudicaciones serán título translaticio de dominio, por mandato del art.
703. A su vez, en el primer caso, el modo de adquirir para el heredero adjudicatario será la
sucesión por causa de muerte, mientras que en el segundo caso, el modo será la tradición.
Así, “En conclusión, las adjudicaciones y actos de partición serán títulos meramente
declarativos cuando pretendan la disolución de una comunidad que encuentra su origen
en la muerte de una persona, pero serán títulos translaticios de dominio en el resto de los
casos”.13
iii.- Otros, en fin, sostienen un planteamiento en cierto modo ecléctico, distinguiendo
según se trate del dominio y de la posesión: expresa Peñailillo que para aislar el problema,
conviene precisar que respecto del dominio, debe prevalecer el art. 1344, que no tiene

11
Alessandri Rodríguez, Arturo, Tratado práctico de las capitulaciones matrimoniales, de la sociedad
conyugal y de los bienes reservados de la mujer casada, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1935, p.
576.
12
Acuña Fernández, Christian, Estudio de los Bienes y Derechos Reales, Santiago de Chile, Metropolitana
Ediciones, 2000, p. 199.
13
Acuña Fernández, Christian, ob. cit., p. 202.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 12


contradictor: “Respecto del dominio la adjudicación tiene sin duda un efecto declarativo
(el adjudicatario es considerado dueño de lo que recibe en adjudicación desde el día en
que se originó la comunidad y no desde el día en que se le adjudicó)”. Distinto es el caso
de la posesión: “Pero respecto de la posesión la calificación de estos actos queda como un
problema, al menos aparente, al enfrentarse el citado inc. 4° del art. 703 con el art. 718.
Según el 703, estos títulos pertenecen a los traslaticios, y según el 718 son declarativos. En
definitiva, respecto de la posesión la adjudicación (sea proveniente de la sentencia del
partidor o del acuerdo de los comuneros), ¿tiene un efecto traslaticio o declarativo? Se ha
sostenido que si bien respecto del dominio el efecto declarativo es claro (por el art. 1344),
en materia posesoria se le considera título traslaticio. Y es así por el tenor del 703, que
simplemente la asimila a los traslaticios. Y en cuanto al 718, por los efectos que señala se
estaría refiriendo, igual que el art. 1344, al efecto declarativo respecto del dominio. En
contra se ha sostenido que en materia posesoria, igual que en el dominio, la adjudicación
tiene efecto declarativo (es título declarativo); es así por el tenor del art. 718. Y cuando el
art. 703 la considera título traslaticio se estaría refiriendo a las ‘adjudicaciones’ efectuadas
en el proceso particional a extraños. Esta última afirmación requiere una aclaración. En la
práctica –y a veces en los textos legales-en el proceso particional suele emplearse
impropiamente el término ‘adjudicación’ para designar a transferencias de bienes
comunes a terceros (por ejemplo, por remate). Auténtica adjudicación existe sólo entre
comuneros. Entonces, como el término suele usarse en ese sentido impropio, se estima
que ése sería el sentido empleado en el 703 y se aplicaría, por tanto, sólo a esas
‘adjudicaciones’ a extraños. Por cierto, dirimir la disyuntiva trae consecuencias prácticas.
Puede verse en el siguiente ejemplo: en 1980 A, B y C compran un mueble en común y lo
reciben en tradición. En 1983 parten la comunidad y A se adjudica el bien. Ocurre que la
cosa no era del vendedor y, en 1984, el dueño la reivindica. El reivindicante sostiene que
la adjudicación es título traslaticio para poseer; de modo que el adjudicatario sólo es
poseedor desde 1983, teniendo a la fecha de la demanda sólo un año de posesión. El
demandado A sostiene que la adjudicación es título declarativo para poseer y, por tanto,
él es poseedor exclusivo desde 1980 y que, por reunir los demás requisitos de la posesión
regular, ya ha ganado la cosa por prescripción, de dos años, que cumplió en 1982”. 14
● Posición de la jurisprudencia: en una sentencia de fecha 15 de diciembre de 1921 de la
Corte Suprema, se concluye que “La sentencia de adjudicación dictada por el juez
competente en un juicio de liquidación de la sociedad conyugal es un título traslaticio de
dominio. Por tanto, y habiéndose ordenado judicialmente la inscripción de ese título para
efectuar la tradición de la cosa raíz adjudicada y llenados en la inscripción todos los otros
requisitos exigidos para las de su clase, la tradición se consuma y la adjudicataria adquiere
desde ese momento el carácter de única y exclusiva dueña del fundo, quedando con ella
también cancelada, legalmente, por resolución judicial, la inscripción que existía a favor
del antiguo dueño, aunque en la nueva no se haya estampado el detalle reglamentario de
haberse cancelado la antigua”. Pero posteriormente, por sentencia de 29 de septiembre
de 1938, se sostiene la tesis contraria, atribuyéndose a la adjudicación el carácter de título
declarativo, siguiendo los postulados ya citados de Claro Solar: “De acuerdo con el artículo
14
Penailillo Arévalo, Daniel, “Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales”, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, año 2007, pp. 342 y 343.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 13


718, resulta que la adjudicación tiene un carácter meramente declarativo y no atributivo
de propiedad. El artículo 703 se limita a declarar que las sentencias de adjudicación en
juicios divisorios, pertenecen a la clase de títulos traslaticios, pero sin incluirlos entre ellos
y sin darles expresamente esa calidad ni reconocerles que por su naturaleza sirvan para
transferir el dominio, como la venta, la permuta, la donación entre vivos. Si bien el artículo
703 expresa que pertenecen a la clase de títulos traslaticios de dominio, las sentencias de
adjudicación en juicios divisorios y los actos legales de partición, ello tiene aplicación
respecto de los terceros que adquieren la posesión, derivándola de la sucesión del
difunto; pero para los coasignatarios tales títulos sólo pueden ser declarativos o
determinativos de dominio, si se atiende a que el artículo 718 dispone que cada uno de los
copartícipes de una cosa que se poseía proindiviso, se entenderá haber poseído
exclusivamente la parte que por la división le cupiere, durante todo el tiempo que duró la
indivisión. Refuerza este aserto el artículo 1344”. 15

d) La sucesión por causa de muerte en relación a la posesión

La herencia está establecida en nuestro Derecho tanto como un derecho real (art.
577), como también un modo de adquirir el dominio de los bienes específicos que
pertenecían al causante (art. 588). Tres clases de posesión se distinguen al efecto:
d.1.) Posesión legal de la herencia: al heredero, por el sólo hecho de serlo, se le tiene
como poseedor legal de la herencia; incluso aunque ignore su condición de heredero (arts.
688 y 722).
d.2.) Posesión efectiva de la herencia: entendida como una declaración judicial, si la
herencia fuere testada, o resolución administrativa, si la herencia fuere intestada, por la
cual a determinadas personas se les tiene por herederos.
d.3.) Posesión real de la herencia: corresponde a quien en realidad detenta la herencia en
calidad de heredero (pudiendo o no ser verdadero heredero), entendiéndose que se
posee la herencia poseyendo los bienes del causante.
Cabe señalar o reiterar, como indicamos en el capítulo de la tradición, que el
legislador, erróneamente, asimiló la posesión legal a la posesión efectiva, conforme a la
modificación del inciso 1º del artículo 688, por la Ley 19.903, publicada en el Diario Oficial
de fecha 10 de octubre de 2003. Decimos que tal asimilación es errónea, porque la
posesión efectiva debe otorgarse por una resolución judicial o administrativa, mientras
que la posesión legal se entiende conferida por el solo ministerio de la ley.
Ahora bien, con respecto a la posesión, pueden formularse apreciaciones distintas,
según se trate de la herencia como universalidad o de los bienes específicos que la
integran:
1º) En cuanto a la herencia: ciertamente que el verdadero heredero puede tener las tres
clases de posesión. Tal es la situación normal. Pero puede ocurrir que un falso heredero
entre a poseer la herencia, en posesión real. En tal caso, el verdadero heredero puede
intentar la acción de petición de herencia (art. 1264 y ss.). Si no lo hace, el falso heredero

15
Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilenas, Código Civil y Leyes Complementarias, Tomo III,
Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1996, pp. 163 y 164.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 14


puede terminar ganando la herencia por prescripción, en 10 años, o aún en 5, si ha
obtenido la posesión efectiva. En esta situación, el falso heredero carece de título en
estricto rigor, pero existiendo algún vestigio, el Código Civil lo llama heredero “putativo”,
más, si logra la posesión efectiva, tendrá título justo (art. 704 Nº 4) y se presumirá que
está de buena fe.
2º) En cuanto a los bienes específicos: al fallecer, el causante pudo tener bienes en
dominio, posesión o mera tenencia. Mirando la situación desde el punto de vista de quien
se dice heredero, distinguimos:
 Si verdaderamente lo es, y el causante era dueño de la cosa, tiene el dominio y por
ende la posesión. Si el causante poseía la cosa sin ser dueño, el heredero entrará
también en posesión (aunque su posesión será distinta a la del causante, sin perjuicio
que pueda agregar la de éste y la de los poseedores precedentes) y podrá llegar a
adquirir el dominio por prescripción. Si el causante sólo era mero tenedor, el heredero
podrá entrar en posesión (si desconocía que la cosa no pertenecía al causante). En
todos estos casos el título para poseer, o sea la justificación jurídica de la posesión,
será la sucesión por causa de muerte.
 Si no es heredero: la posesión carecerá de título en estricto rigor, aplicándose el art.
704 Nº 4: posesión con “título putativo” y eventualmente con justo título si se obtiene
la posesión efectiva.

e) Títulos injustos

La ley no da una definición general de título injusto, limitándose a enumerar


taxativamente los casos de título injusto, en el art. 704. Esta enumeración, si bien taxativa,
es genérica y no específica, es decir, no contempla casos especiales, sino hipótesis
generales, que a su vez pueden contener variadas situaciones.
Los títulos injustos se caracterizan en general, porque adolecen de vicios o
defectos que impiden la transferencia del dominio, por causas que miran a la regularidad
del acto mismo y no a la calidad de dueño que pueda investir el otorgante (pues la venta
de cosa ajena vale, y por ende, constituye título justo).
No es justo título:
e.1.) El título falsificado, esto es, no otorgado realmente por la persona que se pretende.

El concepto de falsificación es amplio. En doctrina se distingue:


 La falsificación propiamente tal: que consiste en la creación completa de
un instrumento que en realidad no existe.
 La falsificación material: que se produce cuando existiendo
verdaderamente un documento, se altera su contenido material mediante
adiciones o enmiendas; y
 La falsificación intelectual o ideológica: que consiste en ser falsos los
hechos declarados o certificados por el funcionario.
La jurisprudencia ha declarado que es falso un título cuando no ha sido realmente
otorgado por las personas que aparecen interviniendo en él; o cuando no ha sido
efectivamente autorizado por los funcionarios competentes que aparecen interviniendo

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 15


en su otorgamiento; o cuando ha sido adulterado en condiciones que alteran o cambian
su naturaleza jurídica. Por tanto, ha dicho la jurisprudencia, no puede calificarse de falso
un instrumento en mérito de antecedentes que sólo digan relación con la falta de
veracidad de las declaraciones de los otorgantes (sin perjuicio que éstos puedan impugnar
el instrumento por tal causa). Por ende, de las tres hipótesis de falsificación a que
aludíamos, las dos primeras estarían comprendidas en el número 1 del artículo 704, y no
así la tercera. De esta forma, si lo que resulta falso sólo es lo que declararon las partes, el
título no por ello deja de ser justo.
En esta materia, es concebible que un documento incluya varios actos jurídicos
independientes, de modo que la falsificación de uno no justifica necesariamente dar por
falsificado la totalidad del instrumento. Esto podría ocurrir en el caso de una falsificación
material.

e.2.) Título conferido por una persona en calidad de mandatario o representante legal
de otra, sin serlo.

El título es injusto, pues si el que lo confiere no tiene la representación de la persona


que dice representar, el acto no empece a esta última y a su respecto es como si no se
hubiera celebrado. Pero no sólo no empecerá el acto al supuesto representado, sino que
en realidad será nulo, por falta de consentimiento de la persona a la que se dijo
representar. Se trata de nulidad absoluta (art. 1681, inc. 1°).
Cabe notar que falta la representación o el mandato no sólo cuando jamás ha
existido, sino también:
● Cuando, a pesar de haber existido, han cesado antes del otorgamiento del título.
● Cuando debiendo actuar dos o más mandatarios conjuntamente, sólo lo hace uno o
algunos de ellos. Ello, porque en este caso sólo puede entenderse que tienen la calidad de
mandatarios en la medida en que actúen colectivamente, y no en forma independiente o
aislada.
¿Queda comprendido en este numeral el caso de un mandatario que se extralimita
en sus facultades? Así lo habíamos sostenido, siguiendo cierta jurisprudencia. Sin
embargo, un mejor estudio nos ha hecho cambiar de opinión. En efecto, aquí sí se trata de
un verdadero mandatario, y si se excede en las facultades que se le confirieron por su
mandante, el acto será válido y el título justo, pero inoponible al mandante, quien podrá
ratificarlo.
En relación a este caso, conviene precisar que si alguien vende una cosa ajena, pero
como propia, actuando por sí, el título es justo, pues esta situación no está incluida en el
art. 704, y por el contrario, está expresamente validada por el art. 1815. Pero si se vende
una cosa ajena diciéndose representante del dueño, el título es injusto. La diferencia se
justifica porque en este último caso el adquirente debió examinar suficientemente el
poder que aduce quien ha manifestado ser representante.
Por último, el título conferido por una persona que exhibe un poder de otra que no
tiene la calidad de dueño es título justo, pues estamos también ante venta de cosa ajena,
cubierta por el art. 1815.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 16


e.3.) Título que adolece de un vicio de nulidad.

El título no es justo, pues un título nulo no es apto para transferir el dominio, y en


consecuencia la posesión no responde a un derecho a lo menos aparente que la justifique.
Se opone a la calidad de justo título tanto la nulidad relativa como la absoluta,
pues la ley no distingue. El Código da un ejemplo de nulidad relativa (una enajenación que
debiendo haber sido autorizada, no lo fue: se omite por ende una formalidad habilitante,
por ejemplo, artículos 254 y 1749 del Código Civil), pero que no limita la regla; por otra
parte, si un título que adolece de nulidad relativa es injusto, con mayor razón debe serlo
uno que adolece de nulidad absoluta.
En todo caso, habiendo nulidad relativa es posible la ratificación y por ende validar
retroactivamente el título, a la fecha en que fue conferido: art. 705. En tal caso, donde
había posesión irregular, habrá después posesión regular, entendiendo que siempre la
hubo, por el efecto retroactivo mencionado.
Un punto interesante aquí es el determinar si es necesaria la declaración judicial de
nulidad para considerar injusto el título. En principio, la respuesta debiera ser afirmativa,
considerando el principio de que la nulidad sólo produce efectos una vez declarada
judicialmente. Sin embargo, tal conclusión ocasiona dificultades tratándose de la nulidad
relativa. Se plantea al respecto si un tercero, que no ha sido parte en el contrato viciado
de nulidad relativa, puede o no invocar ésta, para el efecto que se califique de injusto el
título del poseedor que le opone ese contrato alegando posesión regular. El tercero no
puede alegar la nulidad con el fin de que se declare que el contrato adolece de la misma y
por ende se deje sin efecto, pues carece de acción (art. 1684), teniendo presente que la
nulidad relativa sólo puede pedirse por aquellos en cuyo beneficio la han establecido las
leyes o por sus herederos o cesionarios.
Para sortear la dificultad, algunos han propuesto que debiera permitirse, a quien
tenga interés en que el título sea injusto, que invoque la nulidad relativa para el solo
efecto de tener el título como injusto, manteniéndose el acto jurídico respectivo como
válido para los demás efectos legales, los que se extinguirían sólo cuando se anule a
petición de quien tenga la acción de nulidad, de acuerdo al art. 1684. Por ejemplo: Pedro
compra a Juan, relativamente incapaz, un bien que pertenece a Diego, adoleciendo el
contrato de un vicio de nulidad relativa. Este reivindica y Pedro le opone prescripción
ordinaria fundada en posesión regular. Diego plantea a su vez que el título adolece de
nulidad relativa y es por tanto injusto, lo que excluye la posesión regular y por ende la
prescripción ordinaria.

e.4) Título putativo.

Lo es el título en cuya existencia cree la persona que lo invoca, si bien no existe en


realidad. Quien apela a él, se basa en un error, en antecedentes que no son verdaderos o
que dejaron de serlo al momento en que se hacen valer. No se trata de un título
defectuoso, sino inexistente. Por ejemplo, dice la ley que es meramente putativo el título
del heredero aparente o el del legatario cuyo legado ha sido revocado por un acto
testamentario posterior. Sin embargo -agrega la ley-, al heredero putativo a quien se haya

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 17


dado la posesión efectiva, servirá de justo título el decreto; e igual sucederá con el
legatario putativo si el testamento hubiere sido judicialmente reconocido.
Ya hemos señalado los efectos respecto de la prescripción del derecho real de
herencia si se obtiene el decreto de posesión efectiva.
En cuanto al legatario, basta cualquier reconocimiento judicial del acto
testamentario, sea en vía contenciosa o voluntaria. Servirá, por ejemplo, la resolución
judicial que concede la posesión efectiva al heredero testamentario si en el mismo
testamento se encuentra instituido el legado.
La doctrina precisa que el acto testamentario judicialmente reconocido sólo sirve de
justo título al legatario de especie o cuerpo cierto, pues el legatario de género sólo tiene
un crédito contra la sucesión o contra el heredero a quien el testador impuso la obligación
de pagar el legado, y adquiere el bien legado desde la entrega. Dicho en otras palabras:
puesto que el legatario de género sólo tiene un crédito o derecho personal, no puede
considerarse poseedor, pues según hemos expresado, la mayoría de la doctrina entiende
que no hay posesión sobre derechos de esta naturaleza.

8.2. La buena fe

a) Clasificación

La buena fe es uno de los conceptos fundamentales del Derecho Civil, y constituye


un principio básico del C.C.
En doctrina, se distingue una noción subjetiva y otra objetiva de buena fe.
Desde un punto de vista objetivo, se estima a la buena fe como una actitud
ordinaria o normal de un hombre corriente y que determinada con ciertos caracteres, es
socialmente exigible a los particulares.
Considerada como convicción subjetiva o psicológica, la buena fe debe examinarse
en cada caso particular.
Considerada objetivamente, debe apreciarse “en abstracto”, comparando la
conducta del sujeto con lo que normalmente se considera como actuación de buena fe.

b) Concepto

A diferencia del justo título, la ley sí define la buena fe en materia posesoria, y lo


hace desde un punto de vista subjetivo: art. 706, incisos 1º y 2º: “La buena fe es la
conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de
fraude y de todo otro vicio. / Así en los títulos traslaticios de dominio la buena fe supone
la persuasión de haberse recibido la cosa de quién tenía la facultad de enajenarla, y de no
haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato”.
La creencia que importa la buena fe debe ser firme, el que duda de la legitimidad
de la adquisición posee de mala fe. Así queda de manifiesto en las palabras que usa la ley:
“conciencia” y “persuasión”; ambas exigen una convicción en el adquirente, excluyendo
un juicio vacilante.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 18


c) Momento en que se requiere la buena fe para la posesión regular

En el derecho comparado, no están de acuerdo las legislaciones respecto a si basta


la buena fe inicial del poseedor o si es preciso que continúe la misma durante todo el
tiempo de la posesión o prescripción.
El Derecho Romano aceptó el primer criterio, reflejado en la regla de que la mala fe
sobreviniente no perjudica al poseedor. El Código Francés siguió el principio romano e
igual cosa hizo el nuestro.
En efecto, el legislador chileno sólo exige para la posesión regular que esta haya
sido adquirida de buena fe; si con posterioridad se pierde la buena fe, esa sola
circunstancia no hará perder la posesión regular. Por consiguiente, se puede ser poseedor
regular y poseedor de mala fe, y a la inversa, el poseedor de buena fe puede ser poseedor
irregular (si le falta alguno de los otros requisitos de la posesión regular): art. 702, inc. 2º.
El Derecho Canónico y el actual Código Alemán, por el contrario, exigen que la
buena fe subsista durante todo el plazo de la prescripción.
Cabe señalar que la buena fe es un elemento personal o individual y exige
examinar los antecedentes del caso para establecerla. De tal forma, para determinar si el
poseedor es regular, sólo hay que examinar su posesión. La buena o mala fe no se
traspasa de un poseedor a otro (salvo si hay agregación de posesiones, art. 717).
Según varios fallos de la Corte Suprema, la buena fe considerada en la posesión
regular, es una cuestión de hecho que corresponde establecer privativamente a los jueces
de fondo y escapa por tanto del conocimiento de la Corte Suprema.
Pero Somarriva sostiene que si el tribunal de fondo considera de buena fe a un
poseedor que no tiene la creencia firme de la legitimidad de su adquisición, que denota
dudas sobre ella, dicho tribunal se pronuncia sobre una cuestión jurídica e infringe la ley,
porque entra a calificar una situación con prescindencia de un elemento exigido por la ley,
y en tal hipótesis sí puede enmendar la situación la Corte Suprema.

d) Influencia del error en la buena fe.

El error puede referirse a un hecho determinante de la posesión o al derecho, a las


disposiciones legales relativas a la posesión.

d.1.) Error de hecho

Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe (art. 706, inc. 3º).
Cabe notar que la ley no acepta cualquier error de hecho, sino un “justo error de hecho”.
Se entiende por tal aquél que tiene un fundamento o motivo plausible, aceptable a
los principios de justicia.
En tal sentido, Claro Solar, llega a la conclusión de que es aquel en que puede
incurrir una persona prudente y que presta a sus negocios el cuidado ordinario y mediano
de un buen padre de familia.
Corresponderá determinarlo al Juez.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 19


d.2.) Error de derecho

El error de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba
en contrario: art. 706, inciso final. Tal presunción es una consecuencia del principio de
que nadie puede alegar ignorancia de la ley después que esta haya entrado en vigencia
(art. 8).
Se ha discutido si esta presunción tiene un alcance general o sólo está restringida a
la posesión.
Para quienes sostienen que la regla del inciso final del art. 706 debe aplicarse
restrictivamente a la posesión, afirman que si la citada disposición se hiciera extensiva,
por ejemplo, a los contratos, resultaría el absurdo jurídico de que por el solo hecho de
declarase la ilegalidad de ellos, se declararía también la mala fe de las partes, y por
tratarse de un presunción de derecho, no podrían probar lo contrario.
Para otros, el art. 706 inciso final no es más que una consecuencia del art. 8 y del
art. 1452, que excluyen la posibilidad de invocar un error en un punto de derecho.
Cabe agregar que la sola declaración de nulidad de un contrato no implica mala fe
de los contratantes, como queda en claro en las normas relativas a las prestaciones
mutuas (arts. 904 y siguientes).

e) Presunción de buena fe en materia posesoria

Se establece en el art. 707: “La buena fe se presume, excepto en los casos en que
la ley establece la presunción contraria. / En todos los otros la mala fe deberá probarse”.
En consecuencia, si se quiere alegar posesión regular, no es necesario que el poseedor
acredite su buena fe; basta que exhiba justo título y pruebe que se verificó la tradición, si
invoca un título traslaticio de dominio.
Quien impugne la buena fe deberá probar la mala fe del poseedor. A contrario
sensu, sólo excepcionalmente la ley establece presunciones de mala fe, como acontece,
por ejemplo, en el último inciso del art. 706; en el art. 94 regla 6ª; en el artículo 143 inciso
2°; en el art. 2510 regla tercera; en el artículo 968 número 5; y en el artículo 1301, todos
del Código Civil.
La jurisprudencia y la doctrina mayoritaria no limitan la presunción de buena fe a la
posesión, y la extienden a todo el ámbito del Derecho y no sólo al del Derecho Privado o
del Derecho Civil. Ello, porque la ley presume lo normal, lo corriente, que es la actuación
de buena fe de las personas.
La doctrina mayoritaria se apoya en diversas razones:
1º) Los términos del art. 707 son muy generales y comprensivos, sin que se pueda afirmar,
para restringir su aplicación, que la norma está en el título “De la posesión”, porque hay
muchas normas en el Código que tienen carácter general, a pesar de encontrarse ubicadas
dentro de un título determinado.
2º) La mala fe tiene una estrecha vinculación con el dolo, y si se pretendiera que la buena
fe debe probarse, equivaldría a sostener que la mala fe se presume, lo que no concuerda
con el espíritu del legislador (art. 1459).

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 20


3º) Sólo en el art. 707 establece la ley una presunción de buena fe, mientras que en
diversas normas establece expresamente presunciones de mala fe. Ello demostraría que
es la buena fe la que se presume; si el legislador, en ciertas hipótesis, declara
expresamente una presunción de mala fe, denota con ello que se trata de excepciones
que alteran la regla general, esto es, que se presume la buena fe. Dicha regla general, por
tener tal carácter, no necesita ser reiterada.
Una tesis minoritaria, postula que la presunción de buena fe sólo se circunscribe al
campo de la posesión. Señala que las presunciones legales son preceptos de excepción y
por ende de interpretación restrictiva, no pudiendo extenderse a otros casos que los
expresamente consagrados por la ley.
Tal tesis sin embargo, no parece razonable, atendiendo a los argumentos antes
reseñados.
La jurisprudencia se ha inclinado por la primera doctrina, aplicando este criterio
principalmente en la institución del “matrimonio putativo”, consagrado en el artículo 51
de la Ley de Matrimonio Civil. Este es un matrimonio nulo, celebrado ante el Oficial del
Registro Civil o ante un ministro de una entidad religiosa de derecho público y ratificado
ante el Oficial Civil, que produce los mismos efectos que el válido, en razón de haberse
contraído de buena fe y con justa causa de error, por uno o ambos cónyuges. Al respecto,
la Corte Suprema ha dicho que la buena fe de los cónyuges se presume y no necesita ser
alegada. De cualquier manera, con posterioridad a la entrada en vigencia de la Ley N°
19.947 (Ley de Matrimonio Civil), el punto ha quedado resuelto, pues el artículo 52 señala
que se presume buena fe de los cónyuges.

8.3. La tradición

Cuando se invoca un título constitutivo de dominio, basta para acreditar la


posesión regular la buena fe y el justo título. A estos requisitos debe unirse la tradición,
cuando se invoca un título traslaticio de dominio (art. 702, inc. 3º).
Se justifica lo anterior, considerando que el título traslaticio de dominio confiere
sólo derechos personales, siendo imprescindible la tradición para colocar la cosa en poder
del adquirente.
El título constitutivo, en cambio, da la posesión por sí mismo. El inciso final del
artículo 702 establece una presunción de tradición, cuando se posee una cosa a ciencia y
paciencia del que se obligó a entregarla. La presunción sin embargo está limitada: no se
aplica cuando la tradición ha debido efectuarse por la inscripción del título. Por ende, la
presunción queda reducida a los bienes muebles, excluyéndose los inmuebles y los
derechos reales constituidos en ellos que requieren inscripción, y las servidumbres que
exigen escritura pública. En estos casos, debe probarse que se cumplió con la solemnidad.

9.- La posesión irregular

a) Concepto

Es la que carece de uno o más de los requisitos de la posesión regular: art. 708.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 21


No debe extremarse el tenor de este artículo: podrá faltar uno o más requisitos de
la posesión regular, pero siempre deben concurrir los elementos indispensables que
signifiquen tenencia y ánimo de señor y dueño. De no ser así, simplemente no hay
posesión.
En cada caso, por tanto, habrá que analizar él o los elementos que faltan, para
concluir lo que procede (por ejemplo, si se exhibe justo título traslaticio de dominio, la
tradición sería indispensable, pues sin ella no habrá tenencia y sin ésta será imposible
poseer; en este caso, podría faltar la buena fe sin embargo).

b) Comparación de los beneficios de la posesión regular e irregular

b.1.) Tanto una como otra habilitan para llegar a adquirir el dominio por prescripción.
Pero al poseedor regular le basta con la prescripción ordinaria (art. 2508), mientras que el
poseedor irregular necesita de la prescripción adquisitiva extraordinaria (art. 2511).
b.2.) El poseedor regular puede entablar la acción reivindicatoria denominada en este
caso “acción publiciana”. Sin embargo, no podrá interponerse contra el verdadero dueño
ni contra el que posea con igual o mejor derecho (art. 894). El poseedor irregular no
puede valerse de esta acción.
b.3.) La presunción de que el poseedor es reputado dueño mientras otra persona no
justifica serlo (art. 700, inciso final), favorece tanto al poseedor regular como al irregular.
b.4.) Tanto el poseedor regular como el irregular pueden entablar los interdictos
posesorios.
b.5.) Sólo el poseedor regular vencido, que está por ende de buena fe hasta que se le
notifica la demanda, se hace dueño de los frutos percibidos antes de la contestación de la
misma; en cambio, el poseedor irregular, si está de mala fe, debe restituirlos: art. 907.

10.- Las posesiones viciosas

Son posesiones de esta clase la violenta y la clandestina: art. 709.

a) Posesión violenta

a.1.) Concepto

Es la que se adquiere por la fuerza. La fuerza puede ser actual o inminente (art.
710).
Vale decir, puede tratarse de fuerza física (vías de hecho) o amenazas (vis
compulsiva).
Es la violencia inicial la que vicia la posesión. Si el origen es pacífico y después se
emplea la fuerza para mantenerse en la posesión, ella no deja de ser pacífica.
Pero el art. 711 dispone que si alguien se apodera de una cosa en ausencia del
dueño y volviendo éste le repele, es también poseedor violento.
En relación al artículo citado, se ha establecido por la Corte Suprema que se repele
al dueño no sólo cuando se le arroja con violencia, sino también cuando simplemente se le

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 22


rechaza y se le niega la devolución de la cosa. Quien no permite, por ejemplo, el ingreso a
un inmueble de sus legítimos poseedores, implícitamente afirma la calidad violenta de su
posesión.
Con todo, en relación a la fuerza ejercida después de haber entrado en posesión de
la cosa, habría que formular un distingo para determinar si dicha violencia ulterior tiñe o
no a la posesión de violenta. En efecto, si la violencia posterior se ejerce contra el dueño,
la posesión será violenta; en cambio, si dicha fuerza ulterior se ejerce contra una persona
distinta de dueño, la posesión no será violenta. Ello, porque el artículo 711 sólo alude al
dueño, para el caso de ejercer fuerza después de haber entrado en posesión de la cosa.
Existe otro caso en el cual nos encontramos ante una posesión violenta, pese a que
el poseedor no la adquirió por la fuerza. Es el caso de la agregación de posesión. En efecto,
si se agrega una posesión viciosa, la posesión actual también lo será. En este caso, la
violencia inicial que caracterizó a la posesión viciosa, afectará también a la posesión
actual, aunque ésta no haya sido una posesión violenta.
El art. 712, por su parte, deja en claro que existe el vicio de violencia, sea que se
haya empleado:
1º) Contra el verdadero dueño de la cosa;
2º) Contra el que la poseía sin serlo; o
3º) Contra el que la tenía en lugar o a nombre de otro.
En consecuencia, para caracterizar de violenta la posesión es indiferente el sujeto
que sufre la fuerza. También es indiferente el sujeto activo de la fuerza: art. 712, inc. 2º
(art. 1456 establece una regla distinta, porque indica los sujetos pasivos, aunque no
contiene una enumeración taxativa; art. 1457 establece una regla similar a la del 712,
porque no es necesario que ejerza la fuerza el beneficiado por ella; ambas reglas, a
propósito de la fuerza como vicio de la voluntad).

a.2.) Características del vicio de violencia

a.2.1.) Es un vicio relativo, sólo puede invocarse por la víctima. Así, por ejemplo, si quien
detentaba la posesión de la cosa no era el dueño y otro se la arrebata por la fuerza, el
verdadero dueño no podrá invocar a su favor la violencia, cuando reivindique la cosa. Tal
opina Alessandri, Somarriva y Rozas Vial16. Rodríguez Grez, en cambio, estima que se trata
de un vicio absoluto, que opera erga omnes, por cuanto el vicio afecta a la comunidad
toda, pudiendo ser impugnada la posesión por cualquiera que tenga interés en ello. En el
ejemplo planteado, el dueño podría alegar que el demandado de reivindicación es un
poseedor violento, a pesar de que la fuerza no se ejerció sobre la persona del
demandante.
a.2.2.) Sería un vicio temporal, ya que el carácter vicioso de la posesión desaparecería
desde que cesa la violencia. Tal es la posición de la mayoría de la doctrina nacional,
sosteniéndose que cesando los hechos que constituyen la fuerza, la posesión se
transforma en útil, habilitando para adquirir la cosa por prescripción. Será, en todo caso,
un poseedor irregular, pues le faltará la buena fe inicial.

16
Rozas Vial, Fernando, ob. cit., p. 223.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 23


Si después de un año de cesada la violencia se mantiene la posesión tranquila o
pacífica, el poseedor quedaría amparado por las acciones posesorias (art. 918), pasando el
poseedor inútil a ser un poseedor irregular, con las consabidas ventajas jurídicas.
Otros, en cambio, estiman que la posesión violenta es perenne o perpetua, porque
la ley atiende a si hubo violencia al momento de adquirir la posesión.

b) Posesión clandestina

b.1.) Concepto

Es la que se ejerce ocultándola a los que tienen derecho para oponerse a ella (art.
713). Por tanto, no es necesario que la posesión se oculte a todo el mundo.
La clandestinidad es un vicio que contamina la posesión en cualquier momento y
no sólo al adquirirla, como ocurre con la violencia. Por ello, la ley dice que es la que “se
ejerce”, en lugar de decir “la que se adquiere”.

b.2.) Características del vicio de clandestinidad

b.2.1.) Es un vicio relativo, sólo puede alegarla la persona que tiene derecho para
oponerse a la posesión y respecto de la que se ocultó esta.
b.2.2.) Es un vicio temporal, ya que al cesar la clandestinidad, la posesión deja de ser
viciosa.
La posesión clandestina es más practicable en los bienes muebles que en los
inmuebles, respecto de los cuales, dice la doctrina, sería necesario recurrir a actos
posesorios subterráneos para lograr ocultación, como construir bajo la casa del vecino una
bodega, sin que ningún signo exterior revele la usurpación.

c) Inutilidad de la posesión viciosa

Tradicionalmente se afirma que en nuestro Derecho, como en casi todas las


legislaciones, la posesión viciosa es inútil, principalmente para el ejercicio de las acciones
posesorias y para la adquisición del dominio por prescripción. Tales efectos sólo serían
producidos por las posesiones útiles, la regular e irregular.
Sin embargo, algunos sostienen que de acuerdo al tenor del Código Civil, los vicios
de la posesión pueden acompañar tanto a la posesión regular como a la irregular; una
posesión regular puede ser al mismo tiempo viciosa, sin dejar de ser regular: tal ocurriría
con el que detenta clandestinamente la posesión después de haber iniciado la misma con
los tres requisitos de la posesión regular. La clandestinidad posterior constituye una mala
fe sobreviniente, que por no concurrir al momento de adquirir la posesión, no afecta su
carácter “regular”.
Se agrega que con mayor razón la clandestinidad puede acompañar a una posesión
irregular, como ocurre al comprar una cosa al ladrón (conociendo tal hecho) y desde un
comienzo ejercer la posesión ocultándola al legítimo dueño de la cosa.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 24


Además, respecto de la violencia, se dice que si bien es cierto nunca puede
concurrir en la posesión regular, pues no habría buena fe inicial, nada impide que tal vicio
acompañe a la posesión irregular y el poseedor violento pueda llegar a prescribir
extraordinariamente cuando posee sin título, pues ninguna disposición del Código Civil,
permite sostener lo contrario. En efecto, el art. 2510, regla tercera, niega la prescripción
adquisitiva extraordinaria al poseedor violento y al clandestino sólo cuando existe un
título de mera tenencia, y no niega la posibilidad de prescribir cuando no hay título, como
ocurre con el ladrón, quien aunque conoce el dominio ajeno, no lo reconoce.

11.- La mera tenencia

a) Concepto

Se llama mera tenencia la que se ejerce sobre una cosa, no como dueño, sino en
lugar o a nombre del dueño (art. 714). El mero tenedor sólo tiene el corpus, más no el
ánimus.
Posesión y mera tenencia son conceptos excluyentes. La mera tenencia nunca
conduce a la prescripción, porque para prescribir es necesario poseer y el que tiene la
mera tenencia no posee.
El art. 714 proporciona algunos ejemplos de meros tenedores: acreedor prendario,
el secuestre, el usufructuario, el usuario, el que tiene el derecho de habitación, etc.

b) Fuentes de la mera tenencia

El mero tenedor puede encontrarse en tres situaciones jurídicas diversas:


● Puede tener la mera tenencia de la cosa en virtud de un derecho real sobre la misma;
● Puede tener la mera tenencia en virtud de un título, del cual emana por ende un
derecho personal que lo vincula con el dueño de la cosa; o
● Puede tener la mera tenencia, sin reclamar derecho alguno sobre la cosa. Es el caso del
precarista (art. 2195, inc. 2° del Código Civil).
Son meros tenedores, por ejemplo, en el primer caso, el usufructuario, el que tiene
sobre la cosa el derecho de uso o habitación, el que tiene el derecho de prenda. En estos
tres casos, se es mero tenedor por tener un derecho real sobre la cosa.
Además, son meros tenedores, por ejemplo, en el segundo caso, el comodatario, el
depositario y el arrendatario. En estos casos, se es mero tenedor porque existe un vínculo
personal, contractual, con el propietario de la cosa.
La diferencia entre una u otra situación es importante: el titular del derecho real es
mero tenedor de la cosa, pero en cambio, tiene la posesión de su derecho real. Por el
contrario, cuando la mera tenencia emana de un vínculo personal, sobre la cosa no hay
ningún derecho, de carácter real. Este distingo reviste trascendencia en cuanto a la
posibilidad de interponer acciones contra terceros, para recuperar la cosa: si se trata de
un mero tenedor titular de un derecho real, dispondrá de acción; no ocurrirá lo mismo si
se trata de un mero tenedor titular de un derecho personal (quién tendrá que recurrir al
dueño, para que éste deduzca la pertinente acción contra el tercero).

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 25


En la tercera situación, que corresponde al denominado precario, el mero tenedor
detenta la cosa si tener con el dueño vínculo alguno. Tiene la cosa en su poder “por
ignorancia o mera tolerancia del dueño”. Esta última situación, en rigor, no se encuentra
contemplada en el art. 714. En efecto, tal como lo expresamos en nuestro libro Los
Contratos reales. Legislación, Doctrina y Jurisprudencia,17 “cabe notar que, según el
precepto, es mero tenedor: i) quien detenta una cosa en lugar o a nombre del dueño; y, ii)
quien tiene una cosa reconociendo que pertenece a otro. Pero como acertadamente
indica Peñailillo, también es mero tenedor quien detenta una cosa sin preguntarse si tiene
o no dueño, y al mismo tiempo sin la convicción de que sea propia. Esta tercera hipótesis
es especialmente relevante para el precario, pues muchas veces, el dueño se enfrentará a
un detentador u ocupante con quien nunca ha tenido vinculación jurídica, es decir, con
alguien que, en rigor, no calza con ninguna de las dos hipótesis de mero tenedor descritas
en el art. 714, en particular con la primera (podríamos admitir que está comprendida en la
segunda, si entendemos que al detentar la cosa sin la convicción de dueño, ese solo hecho
significa que reconoce que pertenece a otro, pero la frase “reconociendo dominio ajeno”
parece aludir a que se reconoce que el propietario es una persona determinada). Expresa
el autor citado: “Puede verse que formalmente la definición (del art. 714) no está bien
construida por tener contenidos separados. Primero está restringida al que detenta en
nombre de otro y luego (en el inc. final) se la extiende a todo el que tiene la cosa
reconociendo dominio ajeno (aunque no la tenga ‘en nombre de otro’). Y en el contenido,
aun con la extensión del inc. final no parece satisfactoria; no vemos como necesario el
reconocimiento de dominio ajeno; también hay que calificar de mero tenedor al que
simplemente detenta la cosa (sin ánimo de dueño) sin tener reflexión alguna acerca de si
tiene dueño o no. Entonces, lo importante no es el reconocimiento de dominio ajeno, sino
la convicción de que la cosa no es propia”18. Por ello, a las dos hipótesis de mero tenedor
del art. 714, agregaríamos la siguiente: iii) quien tiene una cosa sin reconocer dominio
ajeno y al mismo tiempo sin ánimo de señor o dueño. Aún más lejos, Arturo Selman, al
referirse a los estados de los individuos frente a una cosa, alude a cuatro situaciones: la
del dueño, la del poseedor, la del mero tenedor y la del precarista 19”.

c) Características de la mera tenencia

c.1.) Es absoluta

Se es mero tenedor tanto respecto del dueño de la cosa como ante los terceros.
Por ello, por regla general si el mero tenedor pierde la tenencia de la cosa no podrá
entablar acciones posesorias, salvo, según expresamos, si al mismo tiempo fuere titular de
un derecho real, como el usufructuario, por ejemplo (excepcionalmente, si el mero

17
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit., Santiago de Chile, Ediciones Universidad Finis Terrae, 2015, pp. 211 y
212.
18
Peñailillo Arévalo, Daniel, ob. cit., nota en p. 361.
19
Selman Nahum, Arturo, “Artículo 915 del Código Civil: una solución jurisprudencial a la limitación de las
acciones tradicionales”, revista Ius et Praxis, Volumen 17, N° 1, Talca, 2011.pp. 7-9.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 26


tenedor es despojado violentamente de su tenencia, podrá interponer la querella de
restablecimiento, en el plazo de 6 meses, art. 928).

c.2.) Es perpetua

Si el causante es mero tenedor, también el causahabiente o sucesor a cualquier


título lo será, por regla general (artículos 1097 y 1104). Ello, porque la condición jurídica
del causahabiente (heredero o legatario, por ejemplo), será la misma que tenía su
causante.
Sin embargo, esta característica puede desaparecer en el caso de los herederos,
cuando fallezca el mero tenedor y los primeros entren a detentar la cosa bajo la creencia
de que pertenecía al fallecido. En tal caso, los herederos serán poseedores de la cosa y
podrán adquirirla por prescripción. Serán poseedores de buena fe y por ende tendrán
posesión regular. En cambio, si al fallecimiento del causante sus herederos entran a
detentar la cosa en calidad de poseedores pero a sabiendas de que no le pertenecía al
fallecido, serán poseedores de mala fe y por ende irregulares.

c.3.) Es inmutable o indeleble

La mera tenencia no puede transformarse en posesión, puesto que nadie puede


mejorar su propio título: arts. 716, 719, 2º (la expresión “poseer a nombre ajeno”,
utilizada en la última disposición, es incorrecta, porque siempre se posee a nombre
propio).
Esta característica, a juicio de algunos, tiene dos excepciones:
1º) La contemplada expresamente en el art. 716, que se remite al art. 2510, regla tercera
(otros señalan que se trata más bien de una excepción aparente);
2º) La del art. 730, que analizaremos más adelante.

12.- La posesión no se transmite ni se transfiere

a) Normas que demuestran que no se transmite

En nuestro Derecho, la posesión es un hecho, y en los hechos no hay sucesión.


Varias disposiciones ponen en evidencia que la posesión es intransmisible, que el sucesor
a título universal no continúa la posesión de su causante, sino que adquiere una nueva
posesión:

a.1.) Art. 688: es la ley la que confiere la posesión legal de la herencia al heredero, la que
comienza al momento de deferirse la herencia.
a.2.) Art. 722: recurriendo a la historia de la ley, el art. 869 del Proyecto de 1853, que
corresponde al actual art. 722, expresaba que la posesión de la herencia “se transmite”,
expresiones que fueron sustituidas por “se adquiere”.
a.3.) Art. 717: que despeja todas las dudas sobre el punto.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 27


b) Normas que demuestran que no se transfiere

La posesión tampoco se transfiere o traspasa por acto entre vivos. Varias


disposiciones consagran esta conclusión:
b.1.) Art. 717: puesto que en él, no se distingue si el sucesor a título singular sucede por
causa de muerte o por acto entre vivos.
b.2.) Art. 2500: el beneficio que tiene el actual poseedor, de agregar a la suya la posesión
de su antecesor, demuestra que se trata de dos posesiones distintas.
b.3.) Art. 683: aplicando este precepto, si por ejemplo el mero tenedor o el poseedor
violento transfiere la cosa, el adquirente de buena fe puede ganar el dominio de la cosa
por prescripción ordinaria, precisamente porque su posesión es independiente de la mera
tenencia que tenía su antecesor o de la posesión viciosa del poseedor violento.
El carácter intransmisible e intransferible de la posesión reporta una gran ventaja:
permite mejorar los títulos, pues impide que la posesión pase al heredero o al adquirente
con los mismos vicios que tenía en el causante o tradente.

c) Normas que estarían en pugna con el principio anterior

Algunas disposiciones estarían en pugna con el principio de que la posesión no se


transmite ni se transfiere:
c.1.) Art. 696: en este precepto, es incorrecta la expresión “o transferirán”.
c.2.) Art. 2500, inc. 2º: dice el precepto que “La posesión... continúa en la herencia
yacente...”.
Múltiples críticas ha recibido esta disposición:
1º) Induce a calificar la herencia yacente (definida en el artículo 1240 del Código Civil)
como persona jurídica, ya que se la considera como capaz de poseer a nombre del
heredero, y como ella no es persona natural habría que calificarla de jurídica, ya que sólo
pueden poseer las personas.
2º) Si la herencia yacente se entiende poseer a nombre del heredero, significa que
detenta a nombre ajeno, y en tal caso no sería más que un mero tenedor.
3º) La disposición rompe la unidad del sistema del Código que consagra la
intransmisibilidad de la posesión, al decir que aquella principiada por el difunto, continúa
en la herencia yacente.
Para sortear el problema, se dice por la doctrina que si bien el tenor literal de la
disposición es claro, no lo es su sentido, si se trata de entenderlo con el resto de los
preceptos legales. En efecto, no es claro el sentido, si aplicamos el elemento lógico de
interpretación de la ley. Por tanto, para interpretar el precepto, puede consultarse su
espíritu y relacionarlo con otras normas del Código, aspectos que aparecen de manifiesto
a través del contexto de diversas normas del Código: arts. 688, 717 y 722.
Se concluye entonces que el art. 2500, inc. 2º no tendría otro alcance que el
asentar que mientras está yacente la herencia, los bienes del causante no quedan sin
posesión, correspondiendo ésta al heredero que aún no reclama la herencia,
considerando las reglas contenidas en los arts. 722, inc. 1º y 1239. La herencia yacente,

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 28


entonces, se entiende como una medida cautelar, que está destinada a proteger los
derechos de los herederos que todavía no aceptan.
c.3.) Art. 919: esta norma parece dar a entender que la posesión del heredero es la misma
que la del causante. Para salvar la anomalía, Somarriva dice que hay que limitar la
aplicación del precepto al caso en que el heredero hace uso del derecho de agregar a su
propia posesión la del causante.

13.- Agregación de la posesión

El art. 717 permite al poseedor agregar a la suya la posesión de su antecesor o


antecesores. La doctrina denomina esta situación “unión” o “accesión” de posesiones. Los
arts. 920 y 2500 hacen también referencia a esta situación, que estudiáremos en la
prescripción.
El principio fundamental es el siguiente: si se opta por añadir la posesión o
posesiones del o de los antecesores, ésta o estas se añaden con sus calidades pero
también con sus vicios.

14.- Adquisición, conservación y pérdida de la posesión

14.1. Generalidades

a) La posesión puede adquirirse personalmente o también por intermedio de otra


persona: art. 720.
El artículo no es más que una aplicación del principio general, contemplado en el
art. 1448 del Código Civil.

b) Capacidad del adquirente.


b.1.) Capacidad para adquirir la posesión de cosas muebles.
Puesto que la posesión está constituida por el corpus y el ánimus, es decir, la
aprehensión material y la voluntad para poseer, las personas que carecen de razón o del
discernimiento necesario para darse cuenta del acto que ejecutan, no pueden adquirirla.
Por lo tanto, los dementes y los infantes son incapaces de adquirir la posesión; sólo
lo podrán hacer a través de sus representantes: art. 723, inc. 2º.
Pero las personas que tienen el suficiente discernimiento pueden adquirir la
posesión de las cosas muebles sin autorización alguna, no obstante, ser incapaces: art.
723, inc. 1º (entre ellos, los impúberes mayores de 7 años). Sin embargo, estas personas
no pueden ejercer los derechos de los poseedores, sin la autorización que corresponda,
conforme a las reglas generales acerca de la actuación de los incapaces.
b.2) Capacidad para adquirir la posesión de cosas inmuebles.
En cuanto a la adquisición de la posesión de las cosas inmuebles, se exige plena
capacidad de ejercicio o que el relativamente incapaz actúe autorizado, o que el
absolutamente incapaz, lo haga representado.

c) Momento en que se entra en la posesión, adquirida por intermedio de otro.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 29


Distinguimos al efecto:
c.1.) Si la posesión se adquiere por medio de mandatario o representante legal: art. 721,
inc. 1º.
Principia la posesión en el mismo acto, aún sin conocimiento del mandante o
representado.
c.2.) Si la posesión se adquiere por medio de un agente oficioso: art. 721, inc. 2º.
Se requiere conocimiento y aceptación del interesado, caso en el cual se retrotrae la
posesión al momento en que fue tomada a su nombre.
Si el mandatario adquirió la posesión fuera del ámbito de sus facultades, se aplica la
misma regla que para el agente oficioso.

d) Principio general

La posesión se adquiere sólo en el momento en que se reúne el corpus y el ánimus:


arts. 700 y 723.
Excepcionalmente, la “posesión legal” de la herencia no requiere corpus ni animus:
art. 722.

14.2 La posesión de los bienes muebles

a) Adquisición

Opera desde que concurren la voluntad de poseer y la aprehensión material o ficta


de un bien mueble.

b) Conservación

Basta conservar el ánimus, la intención de comportarse como señor y dueño,


aunque momentáneamente no se tenga el corpus. Dispone al efecto el art. 727: “La
posesión de la cosa mueble no se entiende perdida mientras se halla bajo el poder del
poseedor, aunque éste ignore accidentalmente su paradero”.
La persistencia de la voluntad de conservar la posesión no significa que ésta debe
ser continua, es decir, no es necesario que exista momento a momento una voluntad
positiva de poseer; la ley supone que se conserva esta voluntad mientras no aparezca una
voluntad contraria. Esta puede ser del mismo poseedor (como ocurre cuando enajena la
cosa o la abandona al primer ocupante) o de un tercero (cuando se apodera de la cosa con
ánimo de hacerla suya).
Por cierto, si el poseedor se desprende únicamente de la tenencia a favor de otro
que reconoce dominio ajeno (y por ende posesión ajena), el primero continúa siendo
poseedor, pues conserva el ánimus. Establece el art. 725: “El poseedor conserva la
posesión, aunque transfiera la tenencia de la cosa, dándola en arriendo, comodato,
prenda, depósito, usufructo o a cualquier otro título no translaticio de dominio”.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 30


c) Pérdida

Distinguimos tres hipótesis:


c.1.) Pérdida simultánea de los dos elementos de la posesión, lo que ocurre:
● Cuando hay enajenación;
● Cuando se abandona la cosa, con la intención de renunciar a ella: la cosa pasa a ser res
derelictae.
c.2.) Pérdida del corpus:
● Cuando otro se apodera de la cosa con ánimo de hacerla suya. Consigna el art. 726: “Se
deja de poseer una cosa desde que otro se apodera de ella con ánimo de hacerla suya;
menos en los casos que las leyes expresamente exceptúan”.
● Cuando sin pasar la posesión a otras manos, se hace imposible el ejercicio de actos
posesorios: caso del art. 2502 N° 1 (heredad permanentemente inundada, respecto a los
muebles). Art. 608, inc. 2º (cuando un animal domesticado pierde la costumbre de volver
al amparo y dependencia de quien lo poseía); art. 619 (cuando un animal bravío recobra
su libertad natural).
c.3.) Pérdida del ánimus.
Tal es el caso de la constituto posesorio (art. 684, Nº 5, segunda parte).

14.3. La posesión de los bienes raíces

Debemos distinguir entre los inmuebles no inscritos y los inscritos.

a) Adquisición de la posesión de los inmuebles no inscritos.

a.1.) Se invoca el simple apoderamiento de la cosa con ánimo de señor y dueño: la


posesión se adquiere por ese hecho (arts. 726 y 729).
Ya citamos el art. 726. El art. 729, dispone por su parte: “Si alguien,
pretendiéndose dueño, se apodera violenta o clandestinamente de un inmueble cuyo
título no está inscrito, el que tenía la posesión la pierde”.
Cabe recordar que no podemos hablar de ocupación, como modo de adquirir, pues
no cabe respecto a los inmuebles (art. 590). Por eso se alude al “simple apoderamiento”.
En cuanto a la necesidad de inscribir, hay opiniones contrapuestas en la doctrina:
Algunos estiman que no se requiere inscripción, considerando el tenor de los arts.
726 y 729.
Otros, sin embargo, estiman que sí se requiere inscripción, atendiendo a los
preceptos que configuran la “teoría de la posesión inscrita” (fundamentalmente, los arts.
686, 696, 724, 728 y 2505).
En todo caso, la posesión será irregular, ya que el poseedor estará de mala fe (se
presume que conoce el art. 590), y porque carece de título.

a.2.) Se invoca un título no traslaticio de dominio.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 31


Son tales, la sucesión por causa de muerte (se dice que no es traslaticio, sino
transmisivo de dominio), y los títulos constitutivos de dominio.
En ninguno de estos casos es necesario inscribir, para adquirir la posesión del
inmueble.
En efecto, tratándose de la sucesión por causa de muerte, el heredero, aunque lo
ignore, adquiere la posesión de la herencia por el solo ministerio de la ley, desde el
momento en que le es deferida (arts. 688 y 722); además, recordemos que las
inscripciones prevenidas por el art. 688 no tienen por objeto otorgar al heredero la
posesión de los bienes hereditarios, sino habilitarlos para disponer de los mismos.
En cuanto a los títulos constitutivos de dominio, debemos circunscribir el punto
sólo a la accesión, pues no es posible adquirir la posesión por ocupación tratándose de los
inmuebles y porque la prescripción no es un título de adquisición de la posesión, sino por
el contrario, la posesión conduce a la prescripción.
Tratándose de la accesión, tampoco es preciso que se realice inscripción
conservatoria alguna, pues lo accesorio sigue la suerte de lo principal: si se posee lo
principal, también se posee lo accesorio, sin necesidad de ningún acto especial.

a.3.) Se invoca un título traslaticio de dominio

Debemos distinguir, según se trate de la posesión regular o irregular.


a.3.1.) Para adquirir la posesión regular de los predios no inscritos cuando se invoca un
título traslaticio de dominio, es necesario realizar la inscripción conservatoria, para
cumplir con el requisito de la tradición (art. 686, que por lo demás no distingue entre
inmuebles inscritos o no inscritos).
a.3.2) No hay unanimidad en la doctrina, cuando se trata de la posesión irregular de un
predio no inscrito, en cuanto a si es necesario inscribir.
1. Doctrina mayoritaria: postula la necesidad de inscribir, en base a las siguientes razones:
1.1 El tenor del art. 724: la norma no distingue en cuanto a la naturaleza de la posesión,
regular o irregular.
1.2. Como la ley no efectúa tal distinción, resulta que la inscripción, cuando se invoca un
título traslaticio de dominio, no es simplemente un elemento de la posesión regular, sino
un requisito indispensable para adquirir toda clase de posesión.
1.3. El espíritu del legislador apunta a obtener que todas las propiedades se inscriban, de
manera que posesión y propiedad sean conceptos sinónimos.
2. Doctrina minoritaria: postula que no es necesario inscribir para entrar en posesión
irregular de un inmueble:
2.1. Porque el art. 724 se refiere sólo a los bienes raíces que ya han entrado al régimen de
la propiedad inscrita. Así lo confirmarían el art. 728, inciso 2º y el art. 729. Estos artículos
dejan en claro que la garantía que otorga la inscripción es para el poseedor inscrito
exclusivamente. Si se reconoce que la posesión no inscrita se pierde por el apoderamiento
violento o clandestino, es lógico suponer que también se pierda en virtud de un título
traslaticio de dominio.
2.2. El art. 730 confirmaría que no es necesario inscribir: el inciso 1º no hace distinción
alguna entre muebles e inmuebles, y el inciso 2º exige la inscripción a nombre del tercero

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 32


adquirente sólo en el caso de que el usurpador tenga la cosa en lugar y a nombre de un
poseedor inscrito. Y no cabe otra interpretación del art. 730, porque si se pretendiera que
en su inciso 1º exige inscripción, forzosamente habría que conducir que el inciso 2º estaría
de más.

b) Adquisición de la posesión de los inmuebles inscritos

b.1.) Normas que conforman la “teoría de la posesión inscrita”.

Las disposiciones que la integran son los artículos 686, 696, 702 inciso final, 724
(llamado “la llave maestra de la posesión inscrita”), 728, 730, 924 (posesión de los
derechos inscritos) y 2505 (no hay prescripción contra título inscrito).
Cabe señalar que las disposiciones sobre posesión inscrita no se aplican a los
inmuebles por destinación: los artículos citados se refieren a los inmuebles por naturaleza.
Para determinar como se adquiere la posesión de los inmuebles ya inscritos, debemos
distinguir también la clase de título que se invoca.

b.2.) Se invoca un título no traslaticio de dominio

Por ejemplo, cuando operó una hipótesis de accesión de inmueble a inmueble, como
la avulsión o el aluvión. En este caso, no hay necesidad de inscribir. Las razones son, en
general, las mismas señaladas, respecto de los inmuebles no inscritos.
Se desprende del art. 724, que la posesión de inmuebles que procede de un título
traslaticio de dominio sólo se adquiere en virtud de la inscripción conservatoria. Por tanto,
si no se hace valer un título de esa especie, la adquisición de la posesión no está sujeta a
dicha inscripción.
Con todo, razones de conveniencia jurídica aconsejan inscribir, para que de esta
forma, los títulos del inmueble reflejen su real extensión. Así, por ejemplo, en el caso de
una avulsión, después de transcurrido el plazo que tenía el propietario afectado para
reclamar la parte del suelo que fue transportada por una avenida u otra fuerza natural
violenta (artículo 652 del Código Civil), el propietario del predio al que accedió esta
porción de terreno, podría solicitar que se inscriba, o al menos, que se practique nota
marginal en la inscripción de su fundo, que de cuenta del acrecimiento que se ha
producido.

b.3.) Se invoca un título traslaticio de dominio

b.3.1.) Posesión regular.

Nadie discute que para adquirir la posesión regular, se requiere inscripción si se


invoca un título traslaticio de dominio: arts. 702, inc. 3º; 686; 724.

b.3.2.) Posesión irregular.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 33


Doctrina minoritaria: sostiene que no es necesaria la inscripción. Se dice que la exigencia
perentoria del art. 724 sólo comprende la posesión regular, pues sólo en ella se necesita
esencialmente la tradición. La posesión irregular, la violenta y la clandestina no requieren
de la tradición, pueden existir sin la inscripción, según se deduce de diversas disposiciones
(arts. 702, 708, 729 y 730).
Doctrina mayoritaria: sostiene que se requiere inscripción, igual como acontece respecto
de la posesión regular. Fundamentos:
1. Es verdad que la posesión no necesita de tradición, de inscripción; pero también lo es
que la ley declara reiteradamente que el poseedor inscrito no pierde su posesión mientras
subsiste la inscripción en su favor, y para que ésta no subsista es preciso que el adquirente
obtenga una nueva inscripción en su favor (artículos 728, 729 -interpretado a contrario
sensu-, 730 y 2505). Sin una nueva inscripción, no se adquiere ninguna clase de posesión.
De seguir la opinión contraria, resultaría que el poseedor inscrito conservaría la posesión
regular y al mismo tiempo el que adquiere materialmente el predio, tendría una posesión
irregular. Tal situación es inadmisible, resultando absurdo admitir la posibilidad que
existan simultáneamente dos poseedores, uno regular y el otro irregular, sobre la misma
cosa.
2. Se infringiría el art. 2505: si la posesión irregular pudiera adquirirse sin la inscripción,
habría prescripción contra título inscrito, invocándose prescripción extraordinaria. El art.
2505 rechaza sin embargo tanto la prescripción ordinaria como la extraordinaria, contra
título inscrito.
3. Atendiendo al Mensaje del C.C.: “La inscripción es la que da la posesión real, efectiva; y
mientras ella no se ha cancelado, el que no ha inscrito su título no posee: es un mero
tenedor”. Dicho de otro modo: el que no ha inscrito, no es ni siquiera poseedor irregular.
4. Todo el sistema del Código tiende a que los inmuebles se incorporen al régimen
conservatorio, y sería absurdo pensar que el legislador ha dejado las puertas abiertas para
que un inmueble pudiera salir del régimen mediante la adquisición de la posesión sin
mediar inscripción.

La jurisprudencia se ha inclinado por la segunda doctrina. Así, un fallo de la Corte


Suprema declara que el art. 2505 constituye una disposición especial relativa a la
propiedad del inmueble inscrito, que prevalece sobre la disposición consignada en el art.
2510, que rige la prescripción extraordinaria de toda clase de bienes (y que por ende, es
general).

c) Conservación y pérdida de la posesión de los inmuebles no inscritos

Se encuentran en la misma situación que los bienes muebles. Por tanto, su


posesión se pierde si falta el corpus o el ánimus, y con mayor razón si faltan ambos.
Se aplican aquí los arts. 726 y 729. En ambos, se pierde el corpus. Además, es
evidente que si el dueño enajena la cosa, pierde también la posesión, ya que se desprende
del corpus y el ánimus.
También se pierde la posesión en la hipótesis contemplada en el art. 730, inc. 1º.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 34


Sintetizando, el poseedor de un inmueble no inscrito puede llegar a perder su
posesión:
c.1.) Cuando la abandona, sin importar que otro entre a poseer.
c.2.) Cuando se enajena el inmueble: en cuanto al adquirente del inmueble, adquirirá la
posesión sin necesidad de inscribir, según algunos, o sólo si inscribe, según otros,
conforme a la discusión doctrinaria mencionada.
c.3.) Cuando un tercero le usurpa el inmueble: art. 729.
En este caso, el afectado dispone de un año para ejercitar las acciones posesorias, y si
recupera legalmente su posesión, se entiende que nunca la perdió (art. 731).
c.4.) Cuando el mero tenedor del inmueble no inscrito lo usurpa, se da por dueño y lo
enajena (art. 730, inc. 1º).
Si el mero tenedor que usurpa simplemente se da por dueño, el poseedor no pierde
su posesión.
Pero si luego de darse por dueño el mero tenedor usurpador enajena el inmueble no
inscrito como si fuere el propietario, el adquirente obtiene la posesión y pone fin a la
posesión anterior (en cuanto a si el adquirente requiere o no inscripción, nos remitimos a
lo dicho).

Se plantea en esta materia, si a los casos anteriores puede o no agregarse la


hipótesis siguiente: inscripción de un título relativo a un inmueble no inscrito que no
emana del poseedor. Supongamos que una persona, sabiendo que el poseedor de un
inmueble no lo tiene inscrito, celebra un contrato de compraventa como si el predio fuera
del primero, y el adquirente inscribe a su favor el título. En virtud de tal inscripción
¿pierde su posesión el poseedor no inscrito, a pesar de no haber intervenido para nada en
el contrato de compraventa que sirvió de título para aquél que inscribió?
La doctrina está dividida:
Doctrina que postula que se adquiere la posesión.
Los que piensan que la inscripción conservatoria es una ficción legal que simboliza
o representa abstractamente los dos elementos de la posesión (corpus y ánimus),
responden afirmativamente a la interrogante: la inscripción hace adquirir la posesión. Y el
poseedor no inscrito perjudicado de nada podrá quejarse, porque fue negligente al no
requerir la inscripción en su favor, para así gozar de las garantías que da el Código a la
posesión inscrita; y porque además dejó que el tercero, que adquirió del falso poseedor,
inscribiera a su nombre, sin formular oposición el verdadero poseedor.
Doctrina que postula que no se adquiere la posesión.
Los que sostienen que la inscripción es sólo una garantía de la posesión, es decir,
de un hecho real, responden negativamente a la interrogante. La inscripción es un
requisito legal para solemnizar la tenencia con ánimo de señor o dueño, pero si esa
tenencia no existe, si no hay una posesión material, la inscripción por sí sola nada significa,
es una inscripción de papel, que nada contiene ni representa.
De los artículos 683 y 730, se deduciría que tratándose de inmuebles no inscritos,
para que la inscripción dé al adquirente la posesión, es necesario que el tradente que la
enajena como suya tenga la posesión material o al menos la mera tenencia, o bien que el
adquirente haga esa aprehensión por sí mismo.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 35


Consecuentemente, es necesario que haya apoderamiento material del predio,
conforme también lo preceptúa el art. 726.
En cuanto a la imputación de negligencia hecha al poseedor no inscrito, se
responde que la ley no hizo obligatoria la inscripción inmediata de los inmuebles, de
manera que mal puede sancionarse tal imprevisión.
En relación a la negligencia que se imputa al poseedor no inscrito por no oponerse
en tiempo y forma a la pretensión de inscribir del falso poseedor, se responde que si bien
es cierto que en las transferencias entre vivos la primera inscripción se hace previa
publicación de avisos, este medio imperfecto de notificar al poseedor material no inscrito
no puede producir el importante efecto de privarle de su posesión, sin que medie el
apoderamiento de que habla el art. 726.
Frente a lo anterior, los partidarios de la primera doctrina señalan que dicho
argumento nada refuta, porque si bien es cierto que el medio de notificar a los posibles
afectados es imperfecto, es el que ha establecido el legislador.
Posición de la jurisprudencia.
Se ha inclinado en los últimos tiempos por la segunda doctrina. Así, ha dicho: “La
inscripción exigida por la ley para perfeccionar en ciertos casos la posesión de bienes
raíces u otros derechos reales, no es por sí sola medio constitutivo de una posesión que
no se tiene, sino requisito legal para solemnizar la tenencia con ánimo de señor, que es lo
único que caracteriza la posesión. Sin tenencia con ánimo de dueño no hay posesión, y si
bien es cierto que el art. 724 exige inscripción especialmente respecto de ciertos bienes,
no es menos evidente que esta formalidad es requerida en concurrencia con el hecho y
circunstancias constitutivas de la posesión, tal como se halla definida en el art. 700. Otra
interpretación conduce al absurdo jurídico de que cualquier poseedor de propiedad no
inscrito, aún cuando ejerza el pleno goce, tranquilo y no interrumpido de sus bienes,
puede perder su posesión porque otra persona sin conocimiento del poseedor verifica la
inscripción de un título otorgado por un tercero”.
En el mismo sentido, se ha fallado que la persona que inscribe a su nombre un bien
raíz con posterioridad a la época desde la cual posee el mismo bien otra persona, la
posesión de la primera es “de papel”, no representa una realidad posesoria. Por ende, es
inaplicable al caso del art. 728, ya que no se trata de hacer cesar la “posesión” inscrita,
pues no lo es la de papel.
Si el que vendió al que tiene la posesión de papel no tenía dominio ni posesión del
predio, la escritura de venta inscrita no es propiamente un título traslaticio. Tal vendedor
nada transfirió y la respectiva inscripción es ineficaz e inocua. En consecuencia, no
procede aplicar el caso del art. 2505 (Corte de Santiago, fallo de 1970).

d) Conservación y pérdida de la posesión de los inmuebles inscritos: Art. 728.

d.1.) Ineficacia del apoderamiento material ante la posesión inscrita

La Corte Suprema ha dicho reiteradamente, aplicando el art. 728, que respecto de


un inmueble sujeto al régimen de la propiedad raíz inscrita, la inscripción otorga el goce

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 36


de la posesión a favor de la persona a cuyo nombre se encuentra inscrita la propiedad,
con exclusión de toda otra persona.
Para que termine tal posesión, es necesario que se cancele la inscripción a su favor,
y mientras esto no suceda, el que se apodera materialmente del predio no adquiere su
posesión ni pone fin a la posesión existente.
En esta materia, se ha planteado por algunos que el apoderamiento material de un
inmueble inscrito, permitiría adquirir la posesión irregular, opinión que se basa en el
argumento de que la posesión irregular es aquella a la cual le falta un elemento de la
regular. En este caso, como falta inscripción, la posesión no podría ser regular, pero, se
dice, sí irregular.
Esta manera de pensar sin embargo, va en contra del tenor del art. 728: este
artículo rechaza la adquisición de cualquier posesión por parte del usurpador, pues no
distingue entre la regular y la irregular. Atenta también contra la letra y espíritu del art.
2505. Si se admitiese, tal precepto permitiría al usurpador adquirir la posesión irregular
del inmueble inscrito y consiguientemente adquirirlo por prescripción adquisitiva
extraordinaria.
Además, según la opinión citada, existirían en el caso planteado dos posesiones: la
inscrita, y la del que se apodera del inmueble. Ello constituye una aberración, ya que al
igual que en el dominio, la posesión es exclusiva y excluyente: no puede haber sobre una
misma cosa dos poseedores absolutos.
En suma, podemos concluir que frente a una posesión inscrita, no valen
absolutamente de nada los actos materiales de apoderamiento del inmueble por un
tercero, ellos, por un lado, no hacen perder la posesión al poseedor inscrito, ni tampoco,
por otro lado, le dan posesión alguna al tercero.

d.2.) Cancelación de la inscripción

De acuerdo al art. 728, es la cancelación de la inscripción la que pone fin a la


posesión inscrita.
Tres son las formas de cancelación:
d.2.1.) Cancelación por voluntad de las partes.
Se produce a consecuencia de una convención celebrada con el objeto de dejar sin
efecto una inscripción: resciliación de una compraventa, por ejemplo. Las partes
contratantes, acuerdan dejar sin efecto un contrato de compraventa de un inmueble,
retrotrayéndose al estado previo al de la celebración del contrato (en la medida que con
ello no se perjudique a terceros). Con el mérito de la escritura de resciliación, el
Conservador de Bienes Raíces competente procederá a cancelar la inscripción que había
efectuado a nombre del comprador, “reviviendo” la inscripción anterior, a favor del
vendedor (aunque una parte de la doctrina sostiene que en este caso, debe efectuarse
una nueva inscripción, a nombre del vendedor).
La convención debe constar en instrumento público o auténtico y debe efectuarse
materialmente en el Registro del Conservador.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 37


En este caso, tras la cancelación de la inscripción vigente, revivirá la inscripción
precedente. De lo anterior se dejará constancia mediante anotaciones marginales, en
ambas inscripciones.
d.2.2.) Por una nueva inscripción en que el poseedor inscrito transfiere su derecho a
otro.
Es el caso más usual. Aquí estamos ante un caso de cancelación virtual, que se
produce en forma automática por el hecho de que el poseedor inscrito transfiere su
derecho a otro simultáneamente con efectuarse la tradición mediante la inscripción a
favor del adquirente, queda cancelada la inscripción anterior.
En todo caso, de acuerdo a los arts. 692 del C.C. y 80 del Reglamento del Registro
Conservatorio, en la nueva inscripción debe hacerse mención a la inscripción precedente,
para mantener la continuidad de la historia de la propiedad raíz. Tal sería la cancelación
material.
d.2.3.) Por decreto judicial.
Se produce la cancelación por esta vía, cuando se ha seguido un juicio y en él
obtiene una de las partes el reconocimiento de la posesión que mantiene ordenándose
cancelar una inscripción paralela; o cuando se obtiene que se le dé o devuelva la posesión
que mantiene ilegalmente la otra parte.
Así, puede ocurrir que ambas partes tengan inscripción y discutan en el juicio cuál
de ellos es el poseedor. La sentencia ordenará cancelar una de las inscripciones.
A su vez, puede ocurrir que se inicie un juicio para que se de o recupere la
posesión, poniendo fin a la posesión inscrita existente, como acontece al interponer una
acción reivindicatoria. En este caso, la sentencia ordenará cancelar la inscripción del
poseedor no dueño.
Al igual que en el primer caso, la cancelación por decreto judicial se hace
materialmente por medio de una subinscripción al margen de la inscripción (Reglamento,
arts. 88 y 91).

d.3.) Acerca de si el título injusto produce la cancelación del título anterior

¿Produce el título injusto la cancelación de la inscripción anterior?, se presenta el


problema de determinar qué efectos produce la inscripción de un título injusto, como por
ejemplo, el conferido por una persona en calidad de mandatario o representante legal de
otra sin serlo; o el que adolece de un vicio de nulidad, etc.
En un principio, la Corte Suprema estableció que, exigiendo el art. 728 para la
cancelación de la inscripción una nueva, en que el poseedor inscrito transfiere un derecho
a otro, y no teniendo el título traslaticio injusto tal virtud, no produce el efecto de cancelar
la inscripción ni, consiguientemente, el de poner fin a la posesión existente.
Con posterioridad, la jurisprudencia ha establecido lo contrario, esto es, que la
inscripción de un título injusto sirve para cancelar una inscripción anterior y hacer cesar la
posesión inscrita que a ella corresponda.
Razones para concluir de esta última forma:

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 38


1º Si puede prescribirse sin título alguno (art. 2510 Nº 1), con mayor razón se podrá
prescribir con un título injusto que, cancelando la posesión inscrita anterior, dé
nacimiento a una posesión irregular, que sirva de base a la prescripción extraordinaria.
2º Los artículos 728 y 2505, no distinguen entre títulos justos e injustos.
3º El art. 730 considera precisamente el caso de cancelación de una inscripción mediante
la inscripción de un título injusto, como es el título que deriva del usurpador, que más
injusto no puede ser.
De esta manera, un título injusto no puede tener la virtud de producir un efectivo
traspaso del dominio. De ahí que se diga por nuestra doctrina: “CARACTERÍSTICA GENERAL
DE LOS TÍTULOS INJUSTOS. Los títulos injustos se caracterizan en general porque adolecen
de vicios o defectos que impiden la transferencia del dominio, por causas que miran a la
regularidad del acto mismo y no a la calidad del dueño que invista o pueda investir el
otorgante. Por eso se dice que el título es injusto cuando adolece de algún vicio o defecto
o no tiene valor respecto de la persona a quien se confiere”.20 Víctor Vial del Río, en el
mismo sentido, refiriéndose precisamente al caso previsto en el N° 2 del artículo 704,
“Título conferido por una persona en calidad de mandatario o representante legal de otra
sin serlo”, expresa por su parte: “Lo que es aparente, sin embargo, es la voluntad del
dueño que, en verdad, no ha consentido, con lo que se da la hipótesis de una venta y
tradición de cosa ajena: quien comparece y actúa a nombre del vendedor o del tradente
no es el dueño de la cosa ni tiene poder para representarlo. En estricto rigor, el contrato
translaticio no refleja la intención del dueño de la cosa de transferir el dominio, intención
que tampoco se encuentra en la tradición, por lo que cabría concluir que la tradición
efectuada en mérito de tal contrato no es apta para transferir el dominio ni para
adquirir la posesión, porque falta la voluntad del dueño. Sin embargo, también en este
caso el legislador cede en la rigurosidad de los principios y acepta hacer una excepción a
ellos en consideración a que el contrato translaticio y la tradición que se hizo como
consecuencia del mismo, a lo menos en apariencia reflejan la voluntad del dueño, toda
vez que una de las partes actúa a nombre y en representación de éste. Pero la excepción
sólo consiste en que la ley autoriza que la tradición permita adquirir posesión,
manteniendo inalterable el principio de que no transfiere el dominio porque falta la
voluntad del dueño. Eso sí que como el título no es justo la posesión que se adquiere no
es más que irregular. El dueño podrá reclamar la posesión de la cosa que ha perdido por
la tradición que se hizo de ella, mientras el poseedor no adquiera el dominio, en este
caso por prescripción adquisitiva extraordinaria”.21

d.4.) Inscripción totalmente desligada de la anterior: interpretación de la frase


“competente inscripción”

20
Alessandri Rodríguez, Arturo, Somarriva Undurraga, Manuel y Vodanovic H., Antonio, Tratado de los
derechos reales. Bienes, Tomo I, 5ª edición, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1993, p. 377.
21
Vial del Río, Víctor, La Tradición y la Prescripción Adquisitiva como Modo de Adquirir el Dominio, 2ª
edición, Santiago de Chile, Ediciones Universidad católica de Chile, 2003, pp. 109 y 110.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 39


Para que una inscripción ponga fin a la posesión anterior y dé origen a una nueva,
¿es necesario que la nueva inscripción guarde relación, aunque sea sólo aparente, con la
anterior?
Así, por ejemplo, cuando una persona suplanta al poseedor y se presenta como
mandatario suyo sin serlo, aparentemente (aunque no en la realidad) es siempre el
poseedor inscrito el que transfiere su derecho. En el Registro del Conservador, no hay
solución de continuidad, la cadena de poseedores inscritos no se interrumpe. Revisemos
los planteamientos de Víctor Vial del Río, quien al aludir al caso en el cual el poseedor
inscrito transfiere su derecho a otro (segunda hipótesis del artículo 728), señala (el énfasis
es nuestro): “Es importante advertir que, como lo dice el artículo 728, la nueva inscripción
que cancela la anterior es aquella en que el poseedor inscrito transfiere su derecho, lo que
revela que la inscripción por medio de la cual se hace la tradición debe tener,
necesariamente, una relación o vinculación directa con la persona a nombre de la cual se
encontraba inscrito el derecho que se transfiere. No cabe duda de esta vinculación en
caso de que A, poseedor inscrito de un inmueble, lo vende a B, y le hace la tradición. La
inscripción del dominio a nombre de B y por la cual A, poseedor inscrito anterior transfirió
a aquél su derecho, está directamente vinculada o relacionada con la persona de A. Pero
¿qué ocurre, por ejemplo, si la venta y enajenación la hace una persona atribuyéndose
la calidad de representante de A sin serlo, o alguien que se hace pasar por A, que lo
suplanta y asume su identidad? En ambos casos A se encuentra absolutamente ajeno a
la compraventa y enajenación, en los cuales falta su voluntad. ¿Podría considerarse que
la inscripción que se hizo a nombre de B cancela la anterior inscripción a nombre de A?
¿Podría decirse que en la nueva inscripción A transfiere su derecho? Hay que reconocer
que el tema es delicado y que la respuesta, por lo mismo, no es fácil. En estricto rigor la
inscripción no proviene del poseedor inscrito, pues se ha hecho al margen de su voluntad.
No podría decirse, en consecuencia, que a través de ella el poseedor inscrito ha
transferido su derecho, con lo que cabría concluir que no se cumple el requisito exigido
por el artículo 728 para que la nueva inscripción cancele la anterior, Si no la cancela,
existirían dos inscripciones paralelas: una ineficaz –la de la enajenación- que no otorgó la
posesión al adquirente; otra eficaz –la que existía a nombre del poseedor inscrito- que
subsiste y en cuya virtud el titular conserva la posesión. De acuerdo con esta postura,
entonces, la nueva inscripción para que cancele la anterior debe provenir realmente del
poseedor inscrito, lo que supone que éste intervino en verdad en el acto de enajenación,
sea porque actuó por sí mismo, personalmente, o porque lo hizo otra persona a nombre
de él, pero que tenía poder para representarlo. Esta interpretación presenta, sin embargo,
un problema: descarta que pueda cancelarse una inscripción por una nueva que se
practica en virtud de un título injusto, como sería el falsificado o el otorgado por una
persona en calidad de mandatario o representante legal sin serlo. Y el artículo 728 no dice
que sólo cancela la inscripción la nueva que se practica en virtud de un título justo, con lo
cual debería aceptarse que tal efecto lo produce la nueva inscripción que se practica en
mérito de un título justo o injusto. Esta consideración lleva a algunos a sostener que para
que se cancele la inscripción anterior, la nueva, provenga o no de un título justo, debe
estar vinculada o relacionada a lo menos en apariencia con la persona del poseedor
inscrito, apariencia que se da en el caso de que se lleve a inscribir un título falsificado,

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 40


pues en la misma copia de la escritura que se presenta para la inscripción aparece, aunque
sea suplantado, el propio poseedor inscrito y la inscripción se hace considerando que éste
transfiere su derecho. Lo mismo ocurre tratándose de una inscripción de un título en que
comparece una persona como representante de otro sin serlo: ya en el título se menciona
que una de las partes comparece a nombre y en representación del poseedor inscrito, de
lo que se desprende que la persona obligada a hacer la tradición es el último y la
inscripción se hace considerando, también, que es el poseedor inscrito quien transfiere su
derecho”.22
Pero si la inscripción nueva ni siquiera aparentemente guarda relación con la
antigua ¿puede aquella cancelar ésta y permitir la posesión del titular de la nueva
inscripción?
El Art. 730, inc. 1º, se aplica a los bienes muebles y a los inmuebles no inscritos. El
usurpador no mejora su título, porque la mera tenencia es inmutable, nadie puede
mejorar su propio título. Pero en cambio, si el mero tenedor enajena a su propio nombre
la cosa, se pone fin a la posesión anterior y nace una nueva posesión (en relación con esto,
arts. 717 y 683).
El art. 730, inc. 2º, contempla el caso referente a los bienes raíces inscritos. Y aquí
surge la cuestión que planteábamos: ¿Qué entiende el legislador por “competente
inscripción”?.
Se han formulado dos interpretaciones, cuyos fundamentos pasamos a exponer:
Doctrina que postula que “competente inscripción” sólo puede ser aquella en que el
poseedor inscrito transfiere un derecho a otro
Así concluyen, sosteniendo que de lo contrario, no podría mantenerse la continuidad
de la propiedad inscrita y la cadena no interrumpida de inscripciones.
Dicho de otra forma: la “competente inscripción” de que habla el art. 730, 2º, es la
inscripción que emana del verdadero poseedor.
Los sostenedores de esta doctrina postulan que puede que parezca extraño que se
exija que la inscripción sea aquella efectuada a consecuencia de transferir su derecho el
poseedor inscrito, cuando ocurre que estamos ante la hipótesis del usurpador que,
pasando sobre el poseedor inscrito, enajena la cosa.
Sin embargo, -agregan los postuladores de la doctrina en comento-, hay casos que
explican esta aparente contradicción:
1. El del poseedor inscrito que ratifica la venta hecha por el usurpador del inmueble (art.
1818),
2. El del usurpador que, después de enajenar el inmueble, lo adquiere, validándose
entonces retroactivamente la venta (art. 1819); y
3. El caso del usurpador que, tomando el nombre del verdadero dueño, suplantándolo,
vende el inmueble inscrito usurpado: la inscripción de este título injusto cancela la
inscripción anterior, sin perjuicio de que el verdadero dueño conserve su derecho para
impetrar judicialmente la cancelación de la nueva inscripción, realizada dolosamente
mientras no se extinga tal derecho por prescripción.

22
Vial del Río, Víctor, ob. cit., pp. 142-144.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 41


Esta restringida aplicación del art. 730, inc. 2º a que conduce la doctrina en
análisis, ha sido refutada.
Dicen los impugnadores que los dos primeros casos, tienen más relación con el
dominio que con la posesión, y que el tercer caso, está expresamente excluido por la letra
del art. 730, inc. 2º, que se refiere al usurpador que enajena a su propio nombre (y no
suplantando al verdadero poseedor inscrito).

Doctrina que postula que “competente inscripción” es aquella realizada con las
solemnidades legales, y que emana del título en virtud del cual enajenó el usurpador.
Esta doctrina afirma que la “competente inscripción” no puede ser otra que la del
título de enajenación derivado del usurpador, desde el momento que la ley admite que el
poseedor inscrito puede perder la posesión como consecuencia de la enajenación de la
cosa por el usurpador.
A juicio de esta doctrina, no ha podido referirse la ley a una inscripción que proceda
del poseedor inscrito, pues a ese caso alude el art. 728, y el art. 730 se coloca en el
supuesto de que no es el poseedor inscrito el que enajena la cosa, sino por el contrario, es
el que la pierde por obra del usurpador. De otro modo, si se aceptara la primera doctrina,
el art. 730, inc. 2º, estaría de más, no tendría aplicación, porque se ocuparía de un caso ya
previsto y resuelto por el art. 728.
En consecuencia, la “competente inscripción” de que habla el art. 730, inc. 2º, no
puede ser otra que la efectuada con las solemnidades legales por el Conservador
competente, de acuerdo a la ubicación del inmueble transferido.

Posición de la jurisprudencia
Ha oscilado entre las dos doctrinas, pero últimamente ha venido uniformándose a
favor de la última.
Cabe señalar que la jurisprudencia ha resuelto que el caso que contempla el art. 730,
inc. 2º, es de aplicación restrictiva, por tratarse de una disposición excepcional.
Sin embargo, algunos autores le dan una interpretación amplia: no circunscriben su
aplicación al tenedor de la cosa a nombre de otro que la usurpa, sino que lo extienden a
todo tenedor material de un inmueble que lo enajena a su propio nombre.
Fundamentan su posición en que el espíritu del legislador sería que toda inscripción
habilita para adquirir la posesión, siempre que concurran los requisitos de la tenencia y de
ánimo de señor y dueño.
Finalmente, en relación al art. 730, inc. 2º, se plantea si el adquirente del usurpador de
un inmueble no inscrito necesita inscribir su título para adquirir la posesión.
Según Somarriva, debemos distinguir en este caso si el adquirente va a adquirir la
posesión regular o la irregular. Si es la regular, se precisa la tradición, es decir la
inscripción. No es necesaria en cambio, si el adquirente del usurpador adquiere la
posesión irregular.
Aquellos que sostienen que no es forzoso inscribir, agregar dos razones:
1. El art. 730, inc. 2º, se refiere al caso de un poseedor inscrito y no puede extenderse la
exigencia de la inscripción al caso de un poseedor no inscrito.

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 42


2. Habría una inconsecuencia en exigir la inscripción si se toma en cuenta que los arts. 726
y 729 expresan que el simple apoderamiento material es suficiente para adquirir la
posesión de un inmueble no inscrito.

15.- Ficción y presunciones relativas a la prueba de la posesión

15.1. Ficción acerca de la continuidad en la posesión

De acuerdo al art. 731, el que recupera legalmente la posesión perdida, se


entiende haberla tenido durante todo el tiempo intermedio. El art. 2502, inciso final,
repite la misma regla.
La ley concede las acciones posesorias para conservar o recuperar la posesión de
los bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos. Además, otorga la acción
publiciana, que ampara según vimos al poseedor regular, y que le permite, mediante su
interposición, recuperar también la posesión de bienes muebles.
La ficción legal del art. 731, cobra importancia para la prescripción adquisitiva, que
se funda en un estado posesorio continuado, sin interrupción durante el tiempo fijado por
la ley. Una de las especies de interrupción natural de la posesión es el haberla perdida por
haber entrado en ella otra persona (art. 2502 Nº 2). Pero si se recupera legalmente, se
entenderá que no hubo interrupción.

15.2. Presunciones para probar la posesión

La ley establece algunas presunciones para facilitar la prueba de la posesión, en el


art. 719.
Se trata de presunciones simplemente legales:
a) Art. 719, inc. 1º: Si se ha empezado a poseer a nombre propio, se presume que esta
posesión ha continuado hasta el momento en que se alega. La parte contraria podrá
destruir la presunción, demostrando que la posesión inicial se transformó en mera
tenencia (al operar, por ejemplo, la constituto posesorio).
b) Art. 719, inc. 2º: Si se ha empezado “a poseer a nombre ajeno” (o sea, como mero
tenedor), se presume igualmente la continuación del mismo orden de cosas. La
disposición está en armonía con el art. 716. Por lo tanto, el que alega que actualmente es
poseedor, habiendo empezado a detentar la cosa como mero tenedor, deberá probar la
existencia de un título nuevo que le atribuya el carácter de poseedor, en lugar de mero
tenedor (tradición de breve mano).
c) Art. 719, inc. 3º: Presunción de posesión en el tiempo intermedio. Con esta presunción
se favorece al poseedor, pues es muy difícil y a veces imposible, demostrar la continuidad
de la posesión en todo tiempo.

_____________________________====_______________________

La Posesión – Juan Andrés Orrego Acuña 43


LAS ACCIONES PROTECTORAS1

Sumario:
I.- DIVERSAS FORMAS DE PROTECCIÓN
1.- Medidas generales de protección del dominio.
2.- Medidas de protección en el Derecho Privado.
II.- LA ACCION REIVINDICATORIA
1.- Concepto.
2.- Condiciones o requisitos para entablarla.
3.- Contra quien se puede reivindicar.
4.- Extinción de la acción reivindicatoria por prescripción.
5.- Medidas precautorias.
6.- Prestaciones mutuas.
III.- DE LAS ACCIONES POSESORIAS
1.- Generalidades.
2.- Las acciones posesorias en particular.

I.- DIVERSAS FORMAS DE PROTECCIÓN

El dominio y los demás derechos reales necesitan de protección jurídica, cuando


un tercero pretende vulnerarlos o efectivamente los vulnera. El ordenamiento jurídico
consulta varios instrumentos de los que el titular dispone para la preservación de su
derecho.

1.- Medidas generales de protección del dominio:

a) La legítima defensa: opera en el Derecho Penal, y cubre no sólo a la persona, sino


también a los bienes (art. 10 N°4 del C.P.)
b) Garantía constitucional de inviolabilidad de la propiedad privada. La excepción es
la expropiación por causa de utilidad pública (art. 19 N° 24 C.P.R.). En el marco de esta
garantía, la Constitución otorga a los afectados el recurso de protección (art. 20 C.P.R.)
c) Los delitos contra la propiedad, cuya tipificación constituye otra forma de
protección del dominio (art. 432 y ss. C.P.)

2.- Medidas de protección en el Derecho Privado.

Se han configurado ciertas acciones tendientes a la protección del dominio y


demás derechos reales que se denominan genéricamente “acciones protectoras”.

1
Fecha de la última modificación: 17 de diciembre de 2018.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 1


Un primer grupo está constituido por las acciones del dominio propiamente tales, que lo
protegen en forma directa. Algunas de ellas están destinadas a eliminar perturbaciones al
dominio ya consumadas: la acción reivindicatoria. Otras de estas acciones están
destinadas a prevenir un daño que se teme, evitando que se consume, como las llamadas
acciones posesorias (o interdictos) de obra nueva y obra ruinosa; las acciones de
demarcación y cerramiento; la tercería de dominio (art.518 y ss. Código de Procedimiento
Civil)
Un segundo grupo protegen el dominio en forma sólo indirecta, ya que normalmente
están destinadas a otros objetivos: las acciones posesorias y la acción publiciana; la
tercería de posesión. Si bien estas acciones protegen la posesión cuando el poseedor lo es
como consecuencia de ser dueño, lo que generalmente ocurre, al protegerse la posesión
se está protegiendo el dominio.
Todo lo anterior, en el ámbito de las acciones reales.
Pero hay acciones personales que también protegen en definitiva el dominio,
cuando la perturbación a este derecho deriva de una relación contractual. Así por
ejemplo, si al terminar el comodato, el comodatario no restituye la cosa al comodante,
éste puede ejercitar la acción personal para lograr judicialmente la restitución; lo mismo
puede acontecer en el arrendamiento; recordemos lo dicho a propósito del derecho de
reclamación de la cosa fructuaria de que goza el nudo propietario. El camino podrá
resultar más expedito para el demandante, pues la prueba del contrato puede ser menos
dificultosa para el perjudicado que la prueba de dominio, necesaria para reivindicar.

II.- LA ACCION REIVINDICATORIA

1.- Concepto

De conformidad al art. 889 del Código Civil, “La reivindicación o acción de dominio
es la que tiene el dueño de una cosa singular, de que no está en posesión, para que el
poseedor de ella sea condenado a restituírsela”.

2.- Condiciones o requisitos para entablarla

a) Que se trate de una cosa susceptible de reivindicarse

La cosa debe ser singular. Como ha dicho la Jurisprudencia, es condición esencial


para que pueda prosperar la acción reivindicatoria que se determine y especifique de tal
manera la cosa singular que se reivindica, que no pueda caber duda en su
individualización, a fin de que la discusión de las partes pueda recaer sobre una cosa
concreta y que los Tribunales resuelvan el litigio con pleno conocimiento de los hechos.
No pueden reivindicarse las universalidades.
El art. 890 del Código Civil establece que pueden reivindicarse las cosas corporales,
sean raíces o muebles, con la excepción contemplada en el inc. 2°: aquellas cosas muebles
compradas en una feria, tienda, almacén u otro establecimiento industrial en que se
vendan cosas de la misma clase. En este caso, habrá que reembolsar al poseedor el valor

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 2


de la cosa (incluyendo en tal valor lo que se pagó por ella y lo que se gastó en repararla y
mejorarla).
También pueden reivindicarse los derechos reales que signifiquen cosas corporales
singulares (891). Luego, el derecho de herencia no puede reivindicarse (y así lo excluye
expresamente el art. 891, inc. 2°) porque es una universalidad jurídica y está amparado
por la acción de petición de herencia (arts. 1264, 1268, 1269 del CC).
También se puede reivindicar una cuota determinada proindiviso de una cosa
singular (art. 892 del CC). La comunidad puede recaer sobre una cosa singular, en cuyo
caso se habla más bien de copropiedad, pero también puede recaer sobre una
universalidad jurídica, caso en el cual algunos hablan de comunidad propiamente tal.
Tratándose del primer caso no cabe duda que la cuota (por ejemplo 1/5 de una cosa
determina) puede reivindicarse: es el caso del art. 892 del CC. El problema reside en saber
si cabe la reivindicación en el segundo caso, es decir, cuando la cosa común es una
universalidad jurídica (por ejemplo, cuando se reivindica el tercio de una cosa que forma
parte de una herencia). Aquí tiene incidencia la discusión doctrinaria referente a la
naturaleza jurídica de la comunidad y concretamente el punto de si los derechos de cada
comunero se comunican cuotativamente a cada uno de los objetos que la componen o
por el contrario, permanecen como cuota abstracta, sin que ningún comunero pueda
pretender derecho sobre cada objeto. Si seguimos la primera doctrina (romana) podrá
admitirse que pueda el comunero reivindicar su cuota en una cosa singular de la
comunidad; de aceptarse la segunda doctrina, en la que se tiene una cuota ideal, la
conclusión ha se ser negativa. Cabe señalar que el art. 1268 del CC, regulando la acción de
petición de herencia, concede también al heredero la acción reivindicatoria para
perseguir un objeto de la herencia; no afirma si que puede reivindicar una cuota del
objeto.
La jurisprudencia ha emitido fallos en ambos sentidos. En todo caso, como la cuota
debe ser “determinada”, el actor tiene que precisar a cuanto asciende.

- No pueden reivindicarse:
1° El derecho de herencia: el heredero está amparado por la acción de petición de
herencia. Por ella, no se discute el dominio sino la calidad de heredero. Puesto que la
acción reivindicatoria se dirige a recuperar la posesión de una cosa singular, no cabe
tratándose de una universalidad jurídica como es la herencia. El heredero sí puede
intentar la acción reivindicatoria para reclamar cosas singulares que están dentro de una
universalidad (art. 1268 del CC).
2° Los derechos personales: sin perjuicio de que pueda reivindicarse el documento en el
cual consta el crédito (por ejemplo, podría reivindicarse un pagaré).
3° Las cosas muebles compradas por su poseedor en feria, tienda, almacén u otro
establecimiento industrial en que se vendan cosas muebles de la misma clase (art. 890,
inciso 2° y artículo 3° del CC). Por otra parte, se ha aplicado la disposición del art. 890
inciso 2° del Código Civil a establecimientos no mencionados en ella, toda vez que el texto
es ejemplificativo y genérico.
4° En el pago de lo no debido hay un caso en que no puede reivindicarse. Se ha pagado
una cosa que se creía deber y el supuesto acreedor la enajena. Hay acción contra el

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 3


tercero adquirente, si adquirió a título gratuito o si a título oneroso y de mala fe: art.
2302 del CC. No hay acción contra el tercero de buena fe que adquirió a título oneroso
(artículo 2303).
5° Tampoco hay acción reivindicatoria cuando el tercero adquirió la cosa por prescripción.
6° Cuando se ha declarado resuelto un contrato no hay lugar a la acción reivindicatoria en
contra de terceros poseedores de buena fe (arts. 1490 y 1491 del CC).
7º Cuando el heredero o legatario indigno transfirió bienes hereditarios o legados a un
tercero de buena fe (artículo 976 del Código Civil).

b) Que el reivindicante sea dueño de la cosa.

Art. 893 del CC: puede reivindicar el propietario, cualquiera sea su calidad (pleno o
nudo, absoluto o fiduciario).
Excepcionalmente el poseedor podrá reivindicar, aunque no se pruebe dominio,
ejercitando la llamada acción publiciana (art. 894), que se concede al que ha perdido la
posesión regular de la cosa y se hallaba en el caso de poderla ganar por prescripción; pero
esta acción no se podrá ejercer ni contra el verdadero dueño ni contra el que posea con
igual o mejor derecho.
El demandante, al interponer la acción reivindicatoria, debe probar su calidad de
dueño, pues al demandar reconoce en el demandado la calidad de poseedor, con lo que
éste se apoya en la presunción de dominio del art. 700 del CC, que el reivindicante queda
obligado a destruir. La situación se altera sin embargo, cuando reivindica el Fisco,
conforme a la presunción del art. 590 del CC.
Aparece en esta materia una importante dificultad: la prueba del domino
(probatio diabólica). Para acreditarlo, tiene importancia determinar si el reivindicante lo
adquirió por un modo originario o derivativo. En el primer caso le bastará probar los
hechos que constituyeron ese modo originario. Pero si adquirió por un modo derivativo,
como la tradición, no basta con probar que ese modo se configuró a favor del que se
pretende dueño, porque quedará la interrogante de si el antecesor, a su vez, tenía o no el
dominio (recordemos que nadie puede transferir más derechos que los que tiene sobre la
cosa). En definitiva, para sortear la dificultad se acude a la prescripción adquisitiva, con
más seguridad la extraordinaria (recordemos que puede recurrirse también a la
agregación de posesiones, aunque con sus calidades y vicios).
En lo concerniente a la acción publiciana, se ha planteado un problema muy
discutido en la doctrina, consistente en determinar si para estar en condiciones de
ejercitar esta acción es necesario tener cumplido el plazo para ganar por prescripción
ordinaria o basta con tener sólo algún tiempo de posesión. Se ha sostenido que es
necesario haber completado el plazo porque al apoderarse otro de la cosa se produce una
interrupción natural de la prescripción del primero, que hace perder todo el tiempo
anterior, con lo que ya no queda “en vías de ganar por prescripción” (Alessandri). Ahora
bien, ¿por qué sería necesario deducir la acción publiciana y no derechamente la acción
reivindicatoria si ya se completó el plazo de prescripción? Una respuesta posible sería
porque si bien se completó el plazo, la prescripción no ha sido declarada por sentencia
judicial.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 4


Otros piensan que no es necesario el cumplimiento del plazo de prescripción: si ya
está cumplido, no es necesaria la acción publiciana, pues bastaría alegar la prescripción y
entablar la acción reivindicatoria, no la publiciana. Quien enteró el plazo es dueño, no
poseedor. Por lo demás, así lo denotan el texto del precepto y la historia de su
establecimiento, pues Andrés Bello tomó esta institución íntegramente del Derecho
Romano y allí estaba establecida sin requerir el cumplimiento del plazo. Rozas adhiere a
esta doctrina, agregando que la prescripción, a su juicio, opera de pleno derecho, sin
necesidad de sentencia judicial. De ahí que se afirma que al completarse el plazo de la
prescripción adquisitiva, se es dueño, aunque tal prescripción no se haya declarado
judicialmente. Por lo demás, el artículo 894 dice que la acción no puede deducirse contra
el dueño. Ahora bien, si se hubiere completado el plazo, el poseedor habría pasado a ser
el dueño, de manera que no podría haber otro que también sea dueño al mismo tiempo. 2
Es interesante mencionar que algunos fallos han concluido que cuando el
reivindicante no ha logrado probar el dominio, pero sí ha demostrado mejor derecho que
el demandado, la demanda debe ser acogida sobre el supuesto que el actor,
implícitamente, ha ejercido la acción publiciana.

c) Que el reivindicante esté privado de la posesión de la cosa.

En relación con los inmuebles, surge el problema de si corresponde entablar


acción reivindicatoria a un propietario que teniendo inscrito a su nombre un predio le es
arrebatado materialmente. La solución debemos buscarla en el tema de la adquisición,
conservación y pérdida de la posesión, en el que se plantea a su vez la polémica sobre el
valor de la inscripción, con sus dos posiciones:
1° Considerando que la inscripción conservatoria es única y suficiente prueba de
posesión (la inscripción representa el corpus y el animus), no procedería hablar en la
hipótesis planteada de pérdida de la posesión, por lo que no competería al perjudicado la
acción reivindicatoria. Tal afirmación es consecuencia de atribuir a la posesión inscrita un
valor absoluto y excluyente. El dueño entonces, debería entablar la acción de precario
(2195, 2°) y la querella de usurpación.
2° Pero puede también sostenerse que no obstante tener posesión inscrita, al
privarse al dueño de la tenencia material se le ha privado de una parte integrante de la
posesión, su fase material, y podría el dueño en el caso planteado, reivindicar, al no ser
íntegramente poseedor. Hay fallos que así lo han resuelto (y tendría también acción
posesoria, de amparo o restitución, según veremos).
Determinar si se aplica la primera o la segunda doctrina tiene importancia para el
propio demandado, en cuanto a la posibilidad que pueda reclamar las prestaciones
mutuas reguladas en los artículos 904 y siguientes: si se trata de un poseedor, podrá
reclamarlas, pero si se trata sólo de un mero tenedor, no podrá invocar las normas que lo
favorecen, para los efectos de retener frutos y exigir el reembolso de mejoras.

3.- Contra quien se puede reivindicar

2
Rozas Vial, Fernando, “Los Bienes”, Santiago de Chile, LexisNexis, año 2007, cuarta edición, p. 367.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 5


La regla general es que la acción se entable contra el actual poseedor: art. 895.
Para el reivindicante tiene importancia determinar quien es el poseedor porque
debe litigar contra legítimo contradictor, debiendo considerarse en este punto el efecto
relativo de las sentencias. Si en la práctica se presentan dudas acerca de la identidad del
actual poseedor, la ley establece medidas de resguardo en favor del reivindicante: art.
896 (obligación de hablar que pesa sobre el mero tenedor: declarar el nombre y
residencia de la persona a cuyo nombre tiene la cosa); art. 897, respecto de aquél que de
mala fe se da por poseedor de la cosa que se reivindica sin serlo (dicho poseedor ficto
estará obligado a la indemnización de todo perjuicios causado al reivindicador a
consecuencia de este engaño).
Puede ocurrir que el poseedor haya fallecido, dejando varios herederos. La acción
reivindicatoria tiene por objeto no sólo la entrega de la cosa, sino también el pago de
otras indemnizaciones como deterioros, devolución de los frutos o de su valor, etc. El art.
899 resuelve este caso: mientras la acción para obtener la entrega de la cosa es indivisible
(no es posible cumplirla por partes), la de indemnizar es perfectamente divisible (en
relación a lo anterior, arts. 1526 N°2, art. 1354), el pago de las deudas hereditarias se
efectúa a prorrata por los herederos.

- Casos en que la acción reivindicatoria no se dirige contra el actual poseedor:

a) Se puede dirigir contra el que dejó de poseer, ya de buena fe (artículo 898), ya de


mala fe (artículo 900).
a.1) De buena fe: cabe la acción en su contra, siempre que a consecuencia de la
enajenación, se haya hecho imposible o difícil la persecución de la cosa (por ejemplo,
artículo 2231, en el contrato de depósito). En este caso, no se persigue la cosa, sino que el
dueño exige para sí el precio que recibió el poseedor al enajenarla, y si éste enajenó de
mala fe (aunque inicialmente adquirió de buena fe, al enajenar lo hizo a sabiendas de ser
ajena la cosa), para que se le pague la indemnización de todo perjuicio. El reivindicador, al
aceptar el precio, confirma la enajenación, ratifica un acto que le era inoponible (caso de
voluntad presunta). Se produce aquí una figura de subrogación real (la cosa se reemplaza
por el precio). Conforme a lo anterior, distinguimos entonces:
a.1.1) Si el demandado enajenó de buena fe: sólo responderá por el precio que recibió al
enajenar la cosa.
a.1.2) Si el demandado enajenó de mala fe: responderá tanto por el precio que recibió
como de todo otro perjuicio.
a.2) El poseedor estaba de mala fe: se trata de la “reivindicatoria ficta”, que se dirige
contra aquél que desde un comienzo poseía de mala fe y por hecho o culpa suya, ha
dejado de poseer. Aquí, el demandado además del pago del precio y de indemnizar todo
perjuicio, responderá por los frutos, deterioros y expensas de acuerdo a las reglas del
poseedor de mala fe vencido, en las prestaciones mutuas (se encuentra en esta situación,
por ejemplo, el asignatario indigno, art. 974). Cabe consignar que el inciso final del art.
900 dispone que la obligación de saneamiento a que tiene derecho el comprador que ha

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 6


sido privado de la cosa, no pesa sobre el reivindicante, sino que recae sobre el poseedor
de mala fe que dejó de poseer.
En doctrina, se ha discutido si en los casos de los arts. 898 y 900 puede hablarse de
acción reivindicatoria. Algunos sostienen que se trata sólo de acciones personales, porque
no se pretende reivindicar una cosa, sino obtener el pago de una suma de dinero.
b) Se puede dirigir también contra el mero tenedor, que retenga la cosa
indebidamente. Dispone el art. art. 915: “Las reglas de este título se aplicarán contra el
que poseyendo a nombre ajeno retenga indebidamente una cosa raíz o mueble, aunque
lo haga sin ánimo de señor”.
El Título es el XII del Libro 4°, “De la reivindicación”. A su vez, dicho Título XII se
divide en cuatro párrafos: el primero: “Qué cosas pueden reivindicarse”; el segundo:
Quién puede reivindicar”; el tercero: Contra quién se puede reivindicar”; y el cuarto:
“Prestaciones mutuas”.
El alcance de este artículo ha motivado discusiones.3 Se han planteado tres teorías
que han intentado explicar qué debemos entender por la frase “el que poseyendo a
nombre ajeno”, que alude al sujeto pasivo de la acción:
● Para una primera corriente –la que otorga una mayor amplitud a la acción-, procede la
acción reivindicatoria contra el injusto detentador, entendido este como un mero tenedor
o simple detentador que retiene indebidamente una cosa. Se admitiría entonces, de
manera excepcional, la acción reivindicatoria contra un mero tenedor.
● Una segunda doctrina postula que procede una acción personal o restitutoria especial,
según corresponda, contra el mero tenedor que retenga indebidamente una cosa, y en el
marco de ellas, cabe aplicar las normas relativas a las prestaciones mutuas. La excepción
aquí estaría dada en aplicar a un mero tenedor vencido tales reglas, que el Código Civil
contempla para un poseedor vencido. Pero lo anterior se entiende sin que por ello se
admita la acción reivindicatoria contra el mero tenedor. El demandante deberá deducir la
acción que corresponda –por ejemplo, la restitutoria que emana de un comodato que ha
expirado-, y en el marco de ella, impetrar la aplicación en ese juicio de las reglas de las
prestaciones mutuas. Como puede observarse, para este doctrina sólo se aplicarían las
reglas del cuarto párrafo del Título XII del Libro 4°, y no las que corresponden a los tres
primeros párrafos.
● Para la tercera opinión –la más restrictiva en cuanto a los alcances de la acción-, las
reglas del Título XII del Libro II del Código Civil se aplican contra el “poseedor a nombre
ajeno que retenga indebidamente una cosa”, siempre que aquel se entienda sólo en
conformidad a las hipótesis contempladas en los arts. 719 inc. 2°, 720 y 721 del CC. Sólo
respecto de estos meros tenedores se aplicarían las aludidas reglas. Cualquier otro mero
tenedor no comprendido en estos tres preceptos legales, quedaría excluido del art. 915.

3
Arturo Selman Nahum hace un exhaustivo análisis de los alcances de la acción derivada del art. 915 del CC.,
en su trabajo “Artículo 915 del Código Civil: una solución jurisprudencial a la limitación de las acciones
tradicionales”, en Revista Ius et Praxis, volumen 17 N° 1, Talca, 2011. Cfr. también el trabajo de Mauricio
Tapia Rodríguez “Reivindicación contra el injusto detentador. El controvertido y enigmático artículo 915 del
Código Civil”, en Estudios de Derecho Civil XI, Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Concepción, 2015,
Santiago de Chile, Thompson Reuters, 2016, pp. 405-420.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 7


La primera teoría es la más utilizada por nuestra jurisprudencia en la actualidad,
admitiéndose la acción en contra de una persona que no es poseedora propiamente tal
de un inmueble, pero que lo detenta materialmente. En tal sentido, expresa un fallo de la
Corte Suprema de fecha 23 de abril de 2007: “En consecuencia, debe afirmarse que, si
bien por definición la acción reivindicatoria se confiere al dueño de la cosa que es poseída
por otro, entendiendo el concepto posesión en los términos del inciso 1° del art. 700 del
Código Civil, la ley también le confiere la acción de dominio al que no ha perdido la
posesión de la cosa, pues mantiene al menos el animus propio del poseedor, pero sí ha
perdido su tenencia material, la que es detentada por otro que, aun cuando reconoce
dominio ajeno, la conserva indebidamente”.
Aruro Selman formula una crítica a esta primera doctrina, señalando que “La Corte
Suprema, al realizar estas aseveraciones, denota el olvido de normas fundamentales del
CC., tales como los arts. 724, 728, 889 y 895, todos los cuales no hacen más que
contradecir este tipo de razonamiento. Su principal fundamento pareciera no ser jurídico,
sino más bien nace de la urgencia de resolver problemáticas que no encuentran una
solución admisible frente a determinadas situaciones de hecho que resultan injustas,
como sería el caso de un promitente vendedor que entrega un inmueble antes de
suscribir el contrato prometido y este último nunca se llega a celebrar. Frente a una
situación así, resulta de suma utilidad esta interpretación ya que permite accionar en
contra del injusto detentador posibilitando la recuperación del bien raíz”. Se sustenta esta
primera corriente en la teoría de la posesión material, que priva al poseedor inscrito de
un inmueble, de una parte integrante de la posesión. Sin embargo, reitera Selman, esta
teoría no tiene fundamento alguno en nuestro CC., en particular, la rechazan los arts. 724,
728, 889 y 895.
La segunda corriente postula que el art. 915 sólo hace aplicables las reglas sobre
prestaciones mutuas contra el mero tenedor, pero no otorga acción reivindicatoria en su
contra. En tal posición, Luis Claro Solar y Fernando Rozas Vial. Luis Claro Solar refiere que
el art. 915 sólo hace aplicables las reglas sobre prestaciones mutuas contra el mero
tenedor que no es poseedor, pero no otorga la correspondiente acción en el carácter de
reivindicatoria, en razón de que el poseedor inscrito conserva la posesión de la cosa y el
tenedor de ella no tiene el ánimo de señor, aunque resista injustamente la entrega. 4
Fernando Rozas Vial, por su parte, señala: “Hay autores y jurisprudencia que creen que,
conforme lo dispone el art. 915, procede la acción reivindicatoria contra el mero tenedor
o detentador de la cosa. Estiman que la expresión ‘poseyendo a nombre ajeno’ que usa
ese artículo significa ‘mero tenedor de la cosa’. Nosotros no pensamos así ya que poseer a
nombre ajeno no significa ser mero tenedor de una cosa. La mera tenencia requiere que
se reconozca dominio ajeno y es incompatible con la posesión. Nosotros pensamos que el
art. 915 sólo establece que cuando se recupera la cosa del mero tenedor, se aplican las
reglas de la reivindicación relativas a las prestaciones mutuas (frutos, expensas,
deterioros, etc.)”.5 En la misma línea, se ha sostenido: “Las palabras del artículo 915 (…)
quieren significar que, cuando, por la acción que en cada caso se haga valer, se pida la

4
Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, T. IX, ed. De 1935, N° 1.804, p. 458.
5
Rozas Vial, Fernando, Los Bienes, Santiago de Chile, LexisNexis, 2007, 4ª edición, p. 375.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 8


restitución de la cosa al injusto detentador, se apliquen en contra de este las reglas del
Título ‘De la reivindicación’; no todas, lógicamente, sino sólo las que se concilien con la
acción ejercitada. Por lo general las reglas a las que en el título de la reivindicación se
refieren a prestaciones por deterioros, frutos y mejoras”.6
La tercera teoría, subraya Selman, es el resultado de una interpretación armónica
con las demás normas del CC. Postula, tal y como lo señala el tenor literal del art. 915,
que un sujeto que posee a nombre ajeno y retiene indebidamente una cosa, puede ser
objeto de las reglas del Título XII del Libro II del CC., siempre que se restrinja esta noción a
lo dispuesto en los arts. 719 inc. 2°, 720 y 721 del mismo Código, esto es, aquel que ha
empezado a poseer a nombre ajeno como mandatario, representante legal o agente
oficioso.7 Selman admite que el problema de este raciocinio es que restringe en demasía
el contenido del art. 915, pero es, a su juicio, la que parece correcta, adhiriendo a la tesis
de Barrientos. Entonces, se pregunta, “¿por qué los tribunales de justicia se han inclinado
por la primera postura? Existen dos respuestas posibles: A. Se debe a una interpretación
equívoca que confunde los conceptos de poseedor y mero tenedor. B. Estamos frente a
una interpretación que siendo errónea tiene un objetivo claro, cual es, subsanar un déficit
normativo permitiendo la recuperación de una cosa corporal de manos de quien la
detenta injustamente. No resulta aventurado inclinarse por la última respuesta, por
cuanto los tribunales de justicia han planteado a través del tiempo una serie de
argumentos tendientes a justificar la acción contra el injusto detentador”.8
Después de revisar los casos de “injusto detentador” consignados por la
jurisprudencia, Selman postula que dicha noción se refiere a un individuo amparado en
6
Vodanovic H., Antonio, Tratado de los derechos reales. Bienes. Explicaciones basadas en las versiones de
clases de los profesores de la Universidad de Chile Arturo Alessandri R. y Manuel Somarriva U. Redactadas,
ampliadas y actualizadas por Antonio Vodanovic H., Tomo 2°, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 5ª
edición, 1993,, p. 289.
7
Tesis planteada por Javier Barrientos Grandón, “De los bienes y de su dominio, posesión, uso y goce”, en
Revista Chilena de Derecho Privado, N° 4, 2005, pp. 241 y ss.
8
Como un ejemplo de los diversos criterios postulados al interpretar el art. 915, cfr. la sentencia de la Corte
Suprema de fecha 7 de septiembre de 2016, dictada en los autos Rol Nº 26.927-2015. En dicha causa,
consigna el fallo que tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, ha existido intenso debate respecto del
alcance del precepto citado, especialmente en cuanto se busca dilucidar si éste consagra una acción
reivindicatoria en contra del mero tenedor, entendiendo por aquel, el simple detentador material del
inmueble de que se trate. Al respecto, esta Corte, reconociendo las dificultades de interpretación que
presenta la norma, estima que en la especie aquella no consagra una acción reivindicatoria en contra del
mero tenedor, toda vez que de su expresión literal se extrae que lo que dispone es bastante más limitado,
pues sólo ordena aplicar las reglas de las prestaciones mutuas en el juicio que se lleva a cabo para recuperar
la cosa de manos de quien se ha negado a devolverla, estando obligado a ello, es decir, se trata de una regla
que se aplica en todos aquellos casos en que existió un título de mera tenencia, esto es, por ejemplo, el caso
de un contrato de comodato, depósito, prenda, en el que el obligado a devolver se niega a realizarlo. En
consecuencia, en virtud de la norma en estudio, procede una acción personal o restitutoria especial contra el
mero tenedor que retenga indebidamente una cosa, haciéndose extensible en este caso las normas relativas
a las prestaciones mutuas. De esta manera, se inclina esta sentencia, en voto de mayoría (tres Ministros) por
la segunda teoría. Pero el voto de minoría (dos Ministros), postula en cambio la primera teoría, sosteniendo
al efecto que como lo han señalado estos disidentes en fallos anteriores, respecto del art. 915 del Código
Civil existen variadas interpretaciones; sin embargo, la tendencia mayoritaria de nuestra jurisprudencia ha
establecido que la señalada disposición consagra una acción restitutoria que no es más que una acción
reivindicatoria en contra del mero tenedor o simple detentador (fallo CS N° 6.905-2015).

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 9


un contrato o relación jurídica que lo vincula con el dueño, contra el cual procedería la
acción del art. 915 –siempre que la acción personal no prospere-, y que por alguna
circunstancia retiene la cosa injustamente. Por tanto, la acción del art. 915 sería
improcedente contra un precarista, pues entre él y el dueño no existe ningún vínculo o
contrato. Para Selman, si el contrato que invoca el detentador de la cosa emana no del
dueño, sino que de un tercero, debiera admitirse la acción de precario, del art. 2195 inc.
2°. En efecto, el contrato que pretende utilizar el injusto detentador como salvaguarda,
ante la acción del dueño, debe necesariamente estar suscrito entre ellos, dejando fuera
los contratos que provengan de terceras personas. En el fondo, la tesis de Selman se
inscribe dentro de la tercera doctrina, la de Barrientos, pero ampliándola, y bajo el
entendido que ya no pueden prosperar otros medios más directos que amparan al dueño:
“Ahora, ¿qué ocurre si transcurre el plazo que establece el Art. 920 CC. sin impetrar el
afectado la querella de amparo? Frente a esta situación, la acción contra el injusto
detentador vendría a ser una opción real para poder recuperar el inmueble. En efecto,
puede no prosperar la acción de precario por existir un contrato entre las partes, no
procede la acción reivindicatoria debido a que no se ha perdido la posesión, no resulta
factible interponer la querella de amparo por haber transcurrido el plazo de un año, no
procede la querella de restitución ya que no se ha perdido la posesión y tampoco procede
la querella de restablecimiento ya que no fue despojado violentamente de la mera
tenencia. En la eventualidad que proceda la acción criminal por delito de usurpación, ella
impone una multa, más no la obligación de restituir el inmueble. Por último, el afectado
podría también, dentro del plazo de 30 días, interponer un Recurso de protección
fundado en los arts. 19 N° 24 y 20 CPR, el problema es que dicho plazo es sumamente
breve y es muy probable que el recurso aludido no se alcance a interponer de manera
oportuna”.
Concluye Selman “que la acción contra el injusto detentador procedería toda vez
que exista un contrato o relación jurídica entre las partes, quien detente la cosa lo haga
injustamente, la acción personal que corresponda no prospere y haya transcurrido el
plazo para demandar el interdicto correspondiente”.
Cumplidos estos requisitos, Selman enumera diversos individuos en contra de los
cuales procedería la acción: promitente comprador a quien le entregan anticipadamente
una cosa corporal y no celebra el contrato prometido u ocurrido esto, la promesa caduca;
comodatario que se niega a restituir la cosa corporal; arrendatario que se niega a restituir
la cosa corporal; depositario que se niega a restituir la cosa corporal mueble; el secuestre
que se niega a restituir la cosa corporal; usufructuario que una vez transcurrido el plazo o
cumplida la condición, se niega a restituir la cosa corporal; el beneficiado de un derecho
de uso o habitación que una vez transcurrido el plazo o cumplida la condición, se niega a
restituir la cosa corporal; acreedor prendario que se niega a restituir la cosa corporal
mueble, una vez satisfecho el crédito.
A su vez, agrega Selman, en los tres casos siguientes, no se deben cumplir los
requisitos enunciados, ya que son los únicos casos reales de un “poseedor a nombre
ajeno” en los términos del CC.: el mandatario que posee a nombre ajeno y retiene
indebidamente una cosa corporal; el representante legal que posee a nombre ajeno y
retiene indebidamente una cosa corporal; y el agente oficioso que posee a nombre ajeno

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 10


(con conocimiento y aceptación del interesado) y retiene indebidamente una cosa
corporal.
Finaliza su trabajo Selman señalando que existe una alternativa a la acción contra
el injusto detentador: la “acción innominada de dominio”, planteada, entre otros, por
Daniel Peñailillo. En efecto, en la doctrina se ha insinuado la conveniencia de consagrar a
favor del dueño una “acción general restitutoria”, la que, no encontrándose consagrada
formalmente en el Código Civil, resulta necesaria para muchas situaciones en que la
acción debe dirigirse contra detentadores, en las que no se cumplen las exigencias de las
diversas acciones protectoras nominadas, reguladas por la ley9. Por lo demás, expresa
este autor, “Puede sostenerse que el ordenamiento jurídico no exige encuadrar toda
pretensión en una determinada acción, nominada, regulada por la ley. Basta que tenga
arraigo en un derecho del reclamante que merezca ser tutelado. De este modo, un dueño
que injustamente está privado del objeto de su dominio, con base (entre nosotros) de los
arts. 19 N° 24 de la C. Pol. y 582 del CC., bien puede reclamarlo de quien lo tiene sin
fundamento legítimo, y el juez tendría que ordenar restituirlo, si se demuestran esos
supuestos. Es la que podría llamarse ‘acción innominada de dominio’”10.
En efecto, dicha acción general restitutoria sería necesaria para aquellos casos en
los que no es posible entablar acción reivindicatoria, acciones posesorias o acciones
personales de restitución emanadas de un contrato, sea porque el demandado no es
poseedor (lo que por regla general excluye la acción reivindicatoria), sea porque ha
pasado más de un año o incluso seis meses (lo que excluye las acciones posesorias), sea
porque fue otro el contratante o simplemente no hubo contrato alguno (lo que excluye
una acción personal restitutoria). La necesidad de una acción como la planteada se torna
imperiosa, si recordamos que el mero tenedor puede alegar prescripción, amparándose
en el art. 2510, regla tercera.
Para llenar este vacío se ha acudido frecuentemente a la acción de precario
contemplada en el art. 2195. Pero dicha acción responde a ciertos supuestos que no
siempre se encuadran en los casos planteados. Por ello, para Peñailillo parece más
adecuado fundar tal acción general restitutoria en el art. 915, confiriendo a este precepto
un sentido extensivo, es decir, haciéndolo aplicable a todo tenedor que a la época de la

9
Señala Peñailillo al respecto: “El Código no ha consagrado, al menos formalmente, una acción general
restitutoria. En la práctica, resulta necesaria para muchas situaciones de detentadores en las que no se
cumplen las exigencias de las diversas acciones protectoras nominadas, reguladas por la ley (reivindicatorias,
posesorias, las emanadas de los distintos contratos que confieren tenencia y la respectiva acción restitutoria,
como arriendo, comodato, etc.). Y el propietario puede verse impedido de actuar, no obstante su decisión
de hacerlo, por no poder encuadrarse en una acción tipificada. Así, por ejemplo, acontece en casos de
promesas de compraventa en las que se ha facultado al promitente comprador para entrar en posesión
material, y posteriormente la promesa queda sin efecto; de ocupantes cuyos contratos emanan de un
tercero, que no es el propietario actual, etc. La reivindicatoria no procede, porque no son poseedores;
tampoco la posesoria, sea porque está prescrita (y prescribe en el breve plazo de un año, y, aun, de seis
meses), sea porque la cosa es mueble; tampoco la de algún contrato, porque fue otro el contratante que
confirió la tenencia (no el dueño), o simplemente porque no ha habido contrato alguno”: Peñailillo Arévalo,
Daniel, Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2007,
p. 535.
10
Peñailillo Arévalo, Daniel, ob. cit., pp. 535-537.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 11


demanda, no pueda justificar aceptablemente su insistencia en mantener la cosa en su
poder.

- Actitudes que puede asumir el demandado de reivindicación y que suponen debate:


a) Sostener que el demandante no es dueño (simplemente negarlo, o agregar que lo
es cierto tercero).
b) Que no es (el demandado) poseedor de la cosa (con la salvedad del art. 915, en
virtud del cual el actor puede ejercitar la acción en contra del injusto detentador).
c) Alegar que él (el demandado), es el dueño.

4.- Extinción de la acción reivindicatoria por prescripción.

Se desprende del artículo 2517, que la acción reivindicatoria no se extingue por la


prescripción extintiva, por no ejercitar la acción en determinado plazo, sino que se
extingue como consecuencia de haberse perdido el dominio. En otras palabras, se
extingue por la prescripción adquisitiva que corre en favor de otro. Por ello, si el dueño ve
que un tercero empieza a poseer el bien de su dominio, puede reivindicarlo, pero antes
que aquél poseedor se lo gane por prescripción adquisitiva.

5.- Medidas precautorias

La acción reivindicatoria se tramita en juicio ordinario. En el intertanto el


demandado está muy protegido, ya que goza de la presunción de ser dueño de la cosa
(art. 700). Por lo demás, el art. 902, inciso 1°, expresamente dispone que seguirá gozando
del bien reivindicado, hasta que quede ejecutoriada la sentencia definitiva. El poseedor
podría enajenarlo en consecuencia, burlando las expectativas del reivindicante. De ahí
que los artículos 901 y 902 autorizan al último para solicitar ciertas medidas precautorias
con el objeto de asegurar los resultados del juicio. Si la cosa es mueble, puede pedirse el
secuestro, es decir, el depósito hecho por orden judicial en manos de un tercero. Si la
cosa es inmueble puede solicitarse prohibición de celebrar actos o contratos, medidas
para evitar el deterioro de la cosa, nombramiento de interventor, etc. (las últimas
también para cosas muebles).

6.- Prestaciones mutuas

a) Concepto: consisten en las devoluciones e indemnizaciones que recíprocamente se


deben el reivindicante y el poseedor, cuando éste es vencido en el juicio reivindicatorio.
Las prestaciones mutuas constituyen reglas generales, aplicables también en otras
situaciones en que deben efectuarse restituciones, como en la acción de petición de
herencia (art. 1266); la acción de nulidad (art. 1687) y la acción resolutoria (artículo 1487).
Las prestaciones mutuas están reguladas en los artículos 904 y ss.

Operan como una manifestación del principio de la reparación del


enriquecimiento sin causa.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 12


b) Obligaciones que tiene el poseedor vencido para con el reivindicante

b.1) Restitución de la cosa : arts. 904 y 905.


El art. 904 establece que debe hacerse en el plazo que el juez señale. Se trata de
un caso excepcional de plazo judicial (art. 1494, inciso 2°).

b.2) Indemnización de los deterioros que hubiere causado en la cosa: art. 906.
Debemos distinguir entre poseedor vencido de mala fe o de buena fe, la que se
considerará en el momento en que se produjeron los deterioros (aplicando el art. 913 por
analogía); debemos tener presente además que después de la contestación de la
demanda el poseedor de buena fe es considerado de mala fe, porque ya sabe que su
situación es discutible:
 Poseedor de mala fe: responde por los deterioros que por su hecho o culpa sufrió
la cosa (a contrario sensu, no será responsable de los deterioros ocasionados por
caso fortuito o fuerza mayor);
 Poseedor de buena fe: sólo responde de los deterioros cuando se aprovechó de
los mismos (por ejemplo, taló los bosques y vendió la madera de un predio que
después debió restituir).

b.3) Restitución de los frutos: artículos 907 y 913. También distinguimos, según se trate
del poseedor de buena o mala fe:
 Poseedor de mala fe: restituye los frutos naturales y civiles de la cosa, incluso
aquellos que pudo percibir el dueño con mediana inteligencia y actividad. Si no
existen los frutos, deberá el valor que tenían al momento de la percepción.
 Poseedor de buena fe: no está obligado a restituir los frutos percibidos antes de la
contestación de la demanda Por los percibidos después responde como el
poseedor de mala fe.
La buena o mala fe se refiere al tiempo de la percepción (artículo 913).

b.4) Indemnización de los gastos de custodia y conservación de la cosa durante el juicio


reivindicatorio.

Puede ocurrir que durante la secuela del juicio reivindicatoria se disponga el


secuestro de la cosa que se demanda. En tal caso, se generarán gastos de custodia y
conservación.
De conformidad al artículo 904, esta obligación de indemnizar sólo pesa sobre el
poseedor de mala fe.

c) Obligaciones que tiene el reivindicante para con el poseedor vencido.

c.1) Indemnización de los gastos ordinarios invertidos en la producción de frutos.

Sólo se indemnizan los gastos ordinarios, no aquellos extraordinarios.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 13


Tanto el poseedor de mala fe como el de buena fe, tiene derecho al pago de estos
gastos (artículo 907, último inciso).

c.2) Indemnización por las mejoras introducidas en la cosa.

Se entiende por mejora, toda obra ejecutada para la conservación de la cosa, para
aumentar su valor o para fines de ornato o de recreo. Se distinguen entonces tres clases
de mejoras: necesarias, útiles y voluptuarias.
El artículo 908 se refiere a las mejoras necesarias. Los artículos 909, 910, 912 y 913
a las mejoras útiles. El artículo 911 a las mejoras voluptuarias.
Para el pago de las mejoras, se atenderá a dos factores: la buena o mala fe del
poseedor vencido y la calidad de las mejoras:
 En cuanto a las mejoras necesarias, prevalece la calidad de las mejoras sobre la
buena o mala fe del poseedor. Siempre el reivindicante debe abonar al poseedor
vencido estas mejoras, con las salvedades que indicaremos seguidamente. Las
mejoras necesarias pueden ser de dos clases: obras materiales (artículo 908, inciso
2º, como por ejemplo levantar una cerca para impedir las depredaciones, o un
dique para atajar las avenidas, o las reparaciones de un edificio arruinado por un
terremoto); y obras inmateriales (artículo 908, inciso 3º, como por ejemplo la
defensa judicial de la finca). Para abonarlas al poseedor vencido, el Código
distingue:
i) Tratándose de las obras materiales: se abonarán al poseedor dichas
expensas, siempre que hayan sido realmente necesarias, pero reducidas a
lo que valgan las obras al tiempo de la restitución. Esto significa que el
poseedor vencido probablemente no obtendrá un reembolso completo de
lo invertido, pues sus obras, con el tiempo, valdrán menos que al tiempo
en que fueron hechas.
ii) Tratándose de las obras inmateriales, serán abonadas al poseedor vencido
siempre que se cumplan dos requisitos: 1) en cuanto ellas hayan
aprovechado al reivindicador; y 2) se hubieren ejecutado con mediana
inteligencia y economía.
 En cuanto a las mejoras útiles: debemos distinguir entre poseedor de buena o
mala fe. En este caso, se atiende, para considerar al poseedor de buena o mala fe,
al momento en que fueron hechas las mejoras (artículo 913):
1º Poseedor de buena fe: deben reembolsársele las mejoras útiles que ejecutó,
encontrándose de buena fe (artículo 909, incisos 1º y 2º). El inciso 3º del artículo
909 da al reivindicante un derecho optativo, según el cual puede elegir entre
pagarle al poseedor de buena fe el valor de las mejoras útiles (considerado dicho
valor el tiempo de la restitución) o bien pagarle el aumento de valor que la cosa
hubiere experimentado.
2º Poseedor de mala fe: no tiene derecho a que se le restituyan las mejoras útiles,
pero el artículo 910 lo autoriza a llevarse los materiales que hubiere invertido en la
cosa, cumpliendo con dos requisitos:
+ que dichos materiales puedan separarse sin detrimento de la cosa reivindicada;

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 14


+ y en la medida que el reivindicante se niegue a pagar los valores de esos
materiales.
El artículo 912 determina cuándo se puede efectuar esta separación de los
materiales. Se deduce de esta norma que si los materiales no pueden sacarse sin
detrimento de la cosa, el poseedor de mala fe pierde estas mejoras.
 En cuanto a las mejoras voluptuarias: el reivindicante no está obligado a pagarlas
ni al poseedor de buena o mala fe (artículo 911). Ambos tendrán si derecho de
llevarse los materiales, siempre que el reivindicante no se allane a pagarles el valor
de dichos materiales.

d) Derecho de retención del poseedor vencido.

El poseedor tiene un derecho legal de retención, mientras el reivindicante no


pague o asegure el pago a su satisfacción (artículo 914).

III DE LAS ACCIONES POSESORIAS

1.- Generalidades.

El Código Civil regula estas acciones en los arts. 916 a 950.

a) Definición.

Conforme al artículo 916, son aquellas que “tienen por objeto conservar o
recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos”.

b) Características.

b.1) Son acciones inmuebles (artículos 916 y 580).

b.2) Son acciones reales: se ha discutido este carácter, partiendo del supuesto que la
posesión es un hecho para la mayoría de las doctrinas, mientras que el artículo 577
dispone que las acciones reales nacen de los derechos reales. Sin embargo, se afirma que
deben incluirse entre las acciones reales, porque pueden ejercerse sin respecto a
determinadas personas y en contra de cualquiera persona que turbe o arrebate la
posesión, sin que importe la existencia de un vínculo preestablecido con ella (art 927, inc.
1°).

b.3) En el ámbito procesal, su ejercicio generalmente deja a salvo el derecho a discutir


posteriormente el dominio entre las mismas partes (arts. 563 y 576 del Código de
Procedimiento Civil). En el caso de la querella de restablecimiento (cuyo carácter de
acción posesoria se discute) quedan a salvo incluso las acciones posesorias comunes
(artículos 928 del Código Civil y 564 del Código de Procedimiento Civil).

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 15


c) Diferencias con la acción reivindicatoria.

c.1) La acción reivindicatoria ampara el domino, o sea un derecho; las acciones


posesorias amparan la posesión, o sea un hecho.

c.2) El titular para ejercitar la acción reivindicatoria es el dueño y excepcionalmente el


poseedor regular cuando está en vías de ganar la cosa por prescripción (acción
publiciana). Las acciones posesorias pueden ejercitarlas el poseedor y aún el mero
tenedor en la querella de restablecimiento.
El derecho real de herencia no puede ampararse por acción posesoria, desde el
momento que es una universalidad jurídica, pero nada impide que se pueda amparar un
inmueble determinado de la sucesión.
El art. 922 consagra la acción en favor del usufructuario, el usuario y el habitador,
quienes si bien son menos tenedores de la cosa, son poseedores de sus respectivos
derechos.
Por otra parte, se dice que entre comuneros no puede entablarse acción
posesoria, puesto que entre ellos, en opinión de parte importante de la doctrina y de la
jurisprudencia, no corre prescripción.
Respecto de los bienes nacionales de uso público, como no pueden ganarse por
prescripción, ni siquiera pueden poseerse, se ha concluido que no procede acción
posesoria. Pero, a su vez, si un particular adquiere un derecho de uso y goce sobre ellos,
de parte de la autoridad, puede proteger ese derecho (para algunos real) con la
correspondiente acción posesoria (teoría de los derechos reales administrativos).

d) Debe intentarse dentro de cierto plazo.

Así como se exige un año de posesión para tener acción posesoria, se concede el
mismo plazo para ejercitarla; al cumplirse el año, se extingue la acción: art. 920.
En cuanto al cómputo del plazo, distingue la ley entre las acciones tendientes a
conservar y aquellas cuya finalidad es recuperar la posesión. Las primeras prescriben al
cabo de un año contado desde el acto de molestia o embarazo; las segundas al cabo de
un año contado desde que el poseedor anterior ha perdido la posesión. En caso de nueva
posesión violenta, el año se cuenta desde el último acto de violencia; en caso de posesión
clandestina, desde que ésta cesa. La prescripción de las acciones posesorias, por ser plazo
especial, no se suspende (art. 2524), en favor de las personas indicadas en el art. 2509.

e) Prueba de la posesión.

Quien entabla una acción posesoria, fundamentalmente debe probar:


e.1) Que es poseedor tranquilo y no interrumpido por un año a lo menos; y
e.2) Que se le ha arrebatado o turbado la posesión.

e.1) Prueba de la posesión tranquila y no interrumpida, por un año al menos: los artículos
924 y 925, de contenido aparentemente contrapuesto, entran en juego: mientras el art.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 16


924 dispone que la posesión de los derechos inscritos se prueba por la inscripción, el art.
925 establece que la posesión del suelo se prueba por hechos posesorios positivos.
La doctrina ha interpretado de manera diversa estos preceptos. Para algunos
autores, el art. 924 es aplicable a la prueba de la posesión de todos los derechos reales,
con excepción del dominio. Este último, más fácil de ejercitarse mediante actos
materiales, (al punto que en la terminología del Código se confunde el derecho con la
cosa misma) debe probarse en la forma indicada en el art. 925 (artículos como el 700,
715, 916, mostrarían esa diferencia entre el dominio y los demás derechos reales). Así,
por ejemplo, el art. 916, al definir las acciones posesorias distingue claramente entre el
dominio y los demás derechos reales constituidos sobre inmuebles. Al hablar del dominio,
el legislador lo identifica con el bien raíz. Luego, esta identificación se aplica a la prueba
de la posesión (del dominio), y se aplicará el art. 925, esté o no inscrito el inmueble. Con
esta posición, la doctrina que la sustenta demuestra también no asignar a la inscripción
conservatoria un valor tan absoluto. Propugnan esta teoría Ruperto Bahamondes , Juan
Esteban Montero, etc.
Para otros, que rechazan aquella confusión entre el derecho y la cosa (con
preceptos como los arts. 686 y 687, en los que quedaría claro que siempre lo que se
inscribe son derechos, sean el dominio u otro derecho real, nunca los bienes mismos) y
que asignan un valor categórico a la inscripción como símbolo de la posesión, el art. 924
se refiere a la prueba de los derechos inscritos y el art. 925 a los no inscritos (los arts. 686,
724, 728, 729, apoyarían la solución) Se objeta la primera teoría, señalándose que no es
tan preciso que el legislador identifique el derecho real de dominio con la cosa sobre la
cual recae. Además, el art. 924 no ha excluido el dominio expresamente, pudiendo
quedar comprendido en la frase “los derechos inscritos”. Sin embargo, se atenúa el rigor
de esta doctrina con respecto al art. 925, admitiendo también la prueba de hechos
posesorios en ciertos casos:
 Cuando el poseedor inscrito tiene menos de un año de inscripción, la posesión
material le servirá de prueba;
 Cuando hay dos inscripciones paralelas, se prefiere al que está en posesión
material;
 Cuando los deslindes indicados en la inscripción no son exactos, y hay discusión
respecto a ellos, se prefiere al que está en posesión material.
 Cuando ninguno tiene inscrito el predio.
La jurisprudencia se ha inclinado mayoritariamente por la segunda doctrina.

e.2) Prueba de la turbación o privación de la posesión: quien interponga la acción


posesoria, deberá acreditar estos hechos y cuándo acaecieron, para dejar en claro si se
interpuso en tiempo oportuno.

2.- Las acciones posesorias en particular

Las acciones posesorias son:

a) Querella de amparo.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 17


b) Querella de restitución.
c) Querella de restablecimiento.
d) Acciones posesorias especiales: d.1) Reglas comunes.
d.2) Denuncia de obra nueva
d.3) Denuncia de obra ruinosa
d.4) Otras acciones posesorias especiales.
d.5) Prescripción de las acciones posesorias
especiales.

Las normas del Código Civil que se refieren a las acciones posesorias, deben
complementarse con aquellas contempladas en el Libro III, “De los juicios especiales”,
Título IV, “De los Interdictos”, del Código de Procedimiento Civil. Específicamente, en los
arts. 549 y siguientes.
El art. 549 de este último Código, alude a los fines de estas acciones:
“Los interdictos o juicios posesorios sumarios pueden intentarse:
1° Para conservar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos;
2° Para recuperar esta misma posesión;
3° Para obtener el restablecimiento en la posesión o mera tenencia de los mismos bienes,
cuando dicha posesión o mera tenencia hayan sido violentamente arrebatadas;
4° Para impedir una obra nueva;
5° Para impedir que una obra ruinosa o peligrosa cause daño; y
6° Para hacer efectivas las demás acciones posesorias especiales que enumera el Título
XIV, Libro II del Código Civil
En el primer caso, el interdicto se llama querella de amparo; en el segundo,
querella de restitución; en el tercero, querella de restablecimiento; en el cuarto, denuncia
de obra nueva; en el quinto, denuncia de obra ruinosa; y en el último, interdicto
especial”.
Los arts. 551 a 564 regulan el procedimiento aplicable a las querellas de amparo,
de restitución y de restablecimiento. Resumimos estas normas a continuación:
i.- Si se interpone una querella de amparo, además de señalar las circunstancias
enumeradas en el art. 254 del Código de Procedimiento Civil, debe expresarse en la
demanda por el demandante:
● Que personalmente o agregando la de sus antecesores, ha estado en posesión tranquila
y no interrumpida durante un año completo del derecho en que pretende ser amparado;
● Que se le ha tratado de turbar o molestar su posesión o que en el hecho se le ha
turbado o molestado por medio de actos que expresará circunstanciadamente.
● Si pide seguridades contra el daño que fundadamente teme, especificará las medidas o
garantías que solicite contra el perturbador.
● Deberán también expresarse en la querella los medios probatorios de que intente
valerse el querellante; y si son declaraciones de testigos, el nombre, profesión u oficio y
residencia de éstos. Entendemos que este requisito es común para todas las querellas
posesorias (art. 551, incisos 1 a 3).
ii.- Si la querella es de restitución, se expresará por el actor que ha sido despojado de la
posesión por medio de actos que indicará clara y precisamente (art. 551, inc. 4).

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 18


iii.- Si la querella es de restablecimiento, el demandante se referirá a la violencia con que
ha sido despojado de la posesión o tenencia en que pretende ser restablecido (art. 551,
inc. 5).
iv.- Presentada la querella posesoria, señalará el tribunal el quinto día hábil después de la
notificación al querellado, para una audiencia, a la cual deberán concurrir las partes con
sus testigos y demás medios probatorios. Esta audiencia tendrá lugar con sólo la parte
que asista (art. 552).
v.- Regirán las siguientes reglas para la notificación de la querella:
● La notificación se practicará en conformidad a lo que dispone el Título VI del Libro I del
Código de Procedimiento Civil, es decir conforme a las reglas generales.
● Pero en el caso del art. 44 de dicho Código, se hará la notificación en la forma indicada
en el inciso 2° de dicho artículo, aunque el querellado no se encuentre en el lugar del
juicio.
● Si el querellado no se ha hecho parte en primera instancia, antes del pronunciamiento
de la sentencia definitiva, se pondrá ésta en conocimiento del defensor de ausentes,
quien podrá deducir y seguir los recursos a que haya lugar (art. 553).
vi.- Cuando el querellado quiera rendir prueba testimonial, deberá indicar el nombre,
profesión u oficio y residencia de los testigos, en una lista que entregará en la secretaría y
se agregará al proceso por lo menos antes de las doce del día que preceda al designado
para la audiencia. No se examinarán testigos que no estén mencionados en dichas listas,
salvo acuerdo expreso de las partes (art. 554).
v.- Se establecen las siguientes normas respecto de la prueba testimonial:
● Cada parte sólo puede presentar hasta cuatro testigos sobre cada uno de los hechos
que deben ser acreditados (art. 555).
● Se interrogará a los testigos acerca de los hechos mencionados en la demanda, y de lo
que indiquen las partes en la audiencia, si el tribunal los estima pertinentes (art. 556).
● Las tachas deberán oponerse a los testigos antes de su examen; y si no puede rendirse
en la misma audiencia la prueba para justificarlas y el tribunal lo estima necesario para
resolver el juicio, señalará una nueva audiencia con tal objeto, la cual deberá verificarse
dentro de los tres días subsiguientes a la terminación del examen de los testigos de la
querella (art. 557).
● Cuando no alcance a rendirse toda la prueba en una sola audiencia, continuará el
tribunal recibiéndola en los días hábiles inmediatos hasta concluir (art. 558).
● Las reglas establecidas para el examen de los testigos y para sus tachas en el párrafo 3°,
título XI del Libro II del Código de Procedimiento Civil, son aplicables a la querella de
amparo, en cuanto no aparezcan modificadas por los artículos 554 a 558. No se podrá en
ningún caso hacer el examen de los testigos por otro tribunal que el que conozca de la
querella (art. 559).
vi.- De todo lo obrado en la audiencia se levantará acta, expresándose con claridad y
precisión lo expuesto por las partes y las pruebas presentadas (art. 560).
vii.- Concluida la audiencia de prueba, el tribunal en el mismo acto citará a las partes para
oír sentencia, la que deberá dictar de inmediato o, a lo más, en el plazo de los tres días
subsiguientes (art. 561).

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 19


viii.- Si se da lugar a la querella, se condenará en costas al demandado. En el caso
contrario, al actor (art. 562).
ix.- Cualquiera que sea la sentencia, queda siempre a salvo a los que resulten condenados
el ejercicio de la acción ordinaria que corresponda con arreglo a derecho, pudiendo
comprenderse en dicha acción el resarcimiento de las costas y perjuicios que hayan
pagado o que se les hayan causado con la querella. No será admisible ninguna otra
demanda que tienda a enervar lo resuelto en el interdicto (art. 563).
x.- La sentencia pronunciada en la querella de restablecimiento deja a salvo a las partes,
no sólo el ejercicio de la acción ordinaria en conformidad al art. 563, sino también el de
las acciones posesorias que les correspondan (art. 564).

Seguidamente, nos referimos a las querellas posesorias en particular.

a) Querella de amparo.

a.1) Concepto.
Es la que tiene por objeto conservar la posesión de los bienes raíces o de derechos
reales constituidos en ellos.

a.2) Objetivos que persigue: están indicados en el art. 921:


 Que no se turbe o embarace la posesión. Turbación, embarazo o molestia causada
a la posesión, es todo acto o hecho voluntario, ejecutado de buena o mala fe, que
sin despojar a otro de su posesión, entraña o supone disputar o cuestionar el
derecho que pretende tener el poseedor, de ejercerla. La acción puede intentarse
tanto cuando se ha tratado de turbar la posesión, como cuando en el hecho ya se
ha turbado (artículo 551 número 2 del Código de Procedimiento Civil). Se ha
resuelto también que la turbación puede ser de hecho o de derecho. La acción
puede dirigirse también en contra del propietario porque nadie puede hacerse
justicia por sí mismo.
 Que se indemnicen los daños que con los actos de perturbación se hubieren
causado; y
 Que se de garantías contra el daño que fundadamente se teme.

a.3) Prescripción: la acción prescribe en un año, contado desde el acto de molestia o


embarazo inferido al poseedor (art. 920).

b) Querella de restitución.

b.1) Concepto.
Es la que tiene por objeto recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos
reales constituidos sobre ellos (art. 926 del Código Civil y artículo 549 del Código de
Procedimiento Civil).

b.2) Objetivos: el querellante persigue dos objetivos (art. 926):

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 20


 Que se le restituya la posesión de la que injustamente fue privado; y
 Que se le indemnicen los perjuicios.

b.3) Sujetos pasivos de la acción.


Previéndose la posibilidad de traspasos, se permite dirigir la acción contra todo el
que derive su posesión del que efectuó el despojo (art. 927); el despojo puede ser total o
parcial; y carece de importancia si el autor tiene o no ánimo de entrar en la posesión.
En cuanto a la situación del poseedor inscrito que es despojado materialmente de
su finca, debemos tener presente el análisis efectuado en relación a la acción
reivindicatoria; la dificultad consiste en determinar si se ha perdido o no la posesión. La
respuesta dependerá, en última instancia, de la concepción que se tenga de la inscripción
conservatoria. Si se concibe la inscripción como símbolo de posesión, en términos
absolutos y excluyentes, se puede concluir que no hay privación y ni siquiera turbación.
Entonces el afectado debería recurrir a la querella de restablecimiento, si el despojo fue
violento y actúa dentro de los 6 meses; a una acción de precario (artículo 2195 del Código
Civil); a la querella de usurpación, etc. Sólo habría turbación si alguien pretende inscribir a
su nombre el mismo inmueble, y privación de posesión si efectivamente inscribe.
En cambio, si se concibe la inscripción sólo como garantía de la posesión,
entendiéndose siempre la última como la tenencia con ánimo de señor y dueño, en el
caso propuesto habría sin duda turbación de la posesión, lo que daría fundamento a la
querella de amparo.
A su vez, como unos mismos hechos pueden constituir turbación de posesión en
un sector del inmueble y despojo en otro sector del mismo, pueden interponerse
simultáneamente las querellas de amparo y restitución, según lo ha resuelto la
jurisprudencia (aplicación del artículo 17 del Código de Procedimiento Civil); si no está
claro que los hechos constituyen turbación o privación de la posesión, puede plantearse
una en subsidio de la otra. Para algunos autores tal podría ser la actitud del poseedor
inscrito que se le priva de la posesión material pudiendo intentar acción de restitución y
en subsidio, de amparo.

b.4) Prescripción: la acción prescribe en un año, contado desde que el poseedor anterior
perdió la posesión (artículo 920).

c) Querella de restablecimiento.

c.1) Concepto.
Es la que se concede al que ha sido despojado violentamente de la posesión o
mera tenencia de un inmueble, a fin de que le sea restituido, en el estado existente antes
del acto de violencia (artículos 928 del Código Civil y 549 del Código de Procedimiento
Civil).
Esta acción, denominada también “querella de despojo violento”, tiende a evitar
que los particulares se hagan justicia por sí mismos.
Se dice que esta no es una acción posesoria propiamente tal, porque también
puede ejercitarla el mero tenedor.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 21


No es necesario entonces probar posesión; basta acreditar el despojo. Tampoco es
necesario que el actor carezca de acción posesoria de amparo o restitución, como
pareciera sugerirlo el tenor literal del art. 928.

c.2) Objetivos: están indicados en el artículo 928:


 Recuperar la cosa de la que fue violentamente despojado;
 Resarcimiento de los daños que se le ocasionaron.

c.3) Prescripción.
Esta acción prescribe en seis meses, contados desde el acto de despojo (artículo
928), plazo que no se suspende (conforme al art. 2524)

d) Acciones posesorias especiales.

d.1) Reglas comunes:


1° La jurisprudencia ha resuelto que no es aplicable a estas acciones especiales el art.
918, que exige un año completo de posesión tranquila, en atención a que está
comprometido el interés público.
2° El art. 946 contempla el caso en que haya pluralidad de querellados o de
querellantes
Cuando hay pluralidad de sujetos activos, también distinguimos dos situaciones:
 Cada uno podrá pedir la prohibición, destrucción o enmienda de la cosa;
 Cada uno podrá pedir indemnización, pero sólo por el daño que haya sufrido.
3º Estas acciones no tendrán lugar contra el ejercicio de una servidumbre
legítimamente constituida: art. 947.

d.2) Denuncia de obra nueva.


Se refiere a ellas el Código Civil en los arts. 930 y 931. Asimismo, la regulan los arts.
565 a 570 del Código de Procedimiento Civil.
Su objeto es conseguir que se prohíba toda obra nueva sobre el suelo de que se
está en posesión y asimismo la que embarace el goce de una servidumbre legítimamente
constituida sobre el predio sirviente: los artículos 930, inc. 1° y 931, inc. 1°, indican estos
dos objetivos.
Dispone el art. 930, inc. 1°: El poseedor tiene derecho para pedir que se prohíba
toda obra nueva que se trate de construir sobre el suelo de que está en posesión”.
Establece el art. 931, inc. 1°: “Son obras nuevas denunciables las que construidas
en el predio sirviente embarazan el goce de una servidumbre constituida en él”.
El art. 930, incisos 2° y 3°, alude a obras nuevas no denunciables. Son dos casos:
i.- Las obras necesarias para precaver la ruina de un edificio, acueducto, canal, puente,
acequia, etc., con tal que en lo que puedan incomodar al poseedor se reduzcan a lo
estrictamente necesario, y que, en lo que puedan incomodarle se reduzcan a lo
estrictamente necesario, y que, terminadas, se restituyan las cosas al estado anterior, a
costa del dueño de las obras.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 22


ii.- Los trabajos conducentes a mantener la debida limpieza en los caminos, acequias,
cañerías, etc.
Disponen por su parte las normas del Código de Procedimiento Civil:
i.- Presentada la demanda para la suspensión de una obra nueva denunciable, se
producirán los siguientes efectos:
● El juez decretará provisionalmente dicha suspensión.
● Mandará que se tome razón del estado y circunstancia de la obra.
● Apercibirá al que está ejecutando la obra con la demolición o destrucción, a su costa, de
lo que en adelante se haga.
● Mandará citar al denunciante y al denunciado para que concurran a la audiencia del
quinto día hábil después de la notificación del demandado.
● Las partes deberán presentar en esta audiencia los documentos y demás medios
probatorios en que funden sus pretensiones (art. 565).
ii.- No es necesaria la notificación del denunciado para llevar a efecto la suspensión
decretada. Bastará para esta suspensión la notificación del que esté dirigiendo o
ejecutando la obra (art. 566).
iii.- Suspendida que sea la obra, y mientras esté pendiente el interdicto, sólo podrá
hacerse en ella lo que sea absolutamente indispensable para que no se destruya lo
edificado. Es necesaria la autorización del tribunal para ejecutar estas obras
indispensables (art. 567).
iv.- Si las partes quieren rendir prueba testimonial, deberá acompañar la lista de testigos
por lo menos antes de la doce del día que preceda al designado para la audiencia. No se
examinarán testigos que no estén mencionados en dichas listas, salvo acuerdo expreso de
las partes (art. 568, inc. 1°, que se remite al art. 554).
v.- Si alguna de las partes lo pide, y en concepto del tribunal son necesarios
conocimientos periciales, se oirá el dictamen de un perito (art. 568, inc. 2°).
vi.- Concluida la audiencia o presentado que sea el dictamen del perito, en su caso, el
tribunal citará a las partes a oír sentencia. Esta deberá dictarse dentro de los tres días
subsiguientes (art. 569, inc. 1°).
vii.- La sentencia podrá:
● Ratificar la suspensión provisional decretada; o
● Mandará alzarla.
En todo caso, la sentencia dejará a salvo al litigante vencido, el ejercicio de las
acciones ordinarias que le competan, para que se declare su derecho de continuar la obra
o de hacerla demoler (art. 569, inc. 2°).
viii.- Podrá el tribunal, a petición de parte, ordenar en la misma sentencia la demolición,
cuando estime que el mantenimiento aún temporal de la obra ocasiona grave perjuicio al
denunciante, siempre que éste otorgue suficiente caución para responder por los
resultados del juicio ordinario (art. 569, inc. 3°).
ix.- La sentencia que ordene la demolición será apelable en ambos sentidos (art. 569, inc.
4°).
x.- En “todo caso”, es decir sea que se acoja o desestime la denuncia, la sentencia llevará
condenación en costas. En el primer caso, se condenará al demandado, y en el segundo,
al demandante (art. 569, inc. 5°).

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 23


xi.- En el evento que la sentencia ratifique la suspensión provisional de la obra, podrá el
vencido pedir autorización para continuarla, siempre que cumpla con los siguientes
requisitos:
● Acreditar que de la suspensión de la obra se le siguen graves perjuicios.
● Dar caución suficiente para responder de la demolición de la obra y de la indemnización
de los perjuicios que de continuarla puedan seguirse al denunciante, en caso que a ello
sea condenado por sentencia firme.
● Deducir, al mismo tiempo de pedir dicha autorización, demanda ordinaria para que se
declare su derecho de continuar la obra.
La primera de estas condiciones y la calificación de la caución, serán materia de un
incidente (art. 570).

d.3) Denuncia de obra ruinosa.


Está regulada en los artículos 932 a 935 del Código Civil y 571 a 576 del Código de
Procedimiento Civil.
Tiene por objeto la denuncia de obra ruinosa evitar que el mal estado de los
edificios u otras construcciones o árboles entorpezca el ejercicio de la posesión.
En otras palabras, el poseedor de cierto bien, teme sufrir un daño, por ahora
eventual o contingente, a consecuencia del estado ruinoso en que se encuentre un
edificio, otra construcción o un árbol.
Los art. 932 y 935 se refieren a las obras ruinosas denunciables. El primer precepto
alude específicamente a edificios. El segundo artículo, a “cualesquiera construcciones” o
incluso a los árboles cuya caída se teme.
Dispone el art. 932: “El que tema que la ruina de un edificio le pare perjuicio, tiene
derecho de querellarse al juez para que se mande al dueño de tal edificio derribarlo, si
estuviere tan deteriorado que no admita reparación; o para que, si la admite, se le ordene
hacerla inmediatamente; y si el querellado no procediere a cumplir el fallo judicial, se
derribará el edificio o se hará la reparación a su costa. / Si el daño que se teme del edificio
no fuere grave, bastará que el querellado rinda caución de resarcir todo perjuicio que por
el mal estado del edificio sobrevenga”.
Establece el art. 935: “Las disposiciones precedentes se extenderán al peligro que
se tema de cualesquiera construcciones; o de árboles mal arraigados, o expuestos a ser
derribados por casos de ordinaria ocurrencia”.
Los objetivos que se persiguen con la denuncia de obra ruinosa son, por tanto:
 Obtener la destrucción del edificio ruinoso;
 Obtener su reparación, si ello es posible;
 Respecto de los árboles, obtener el afianzamiento o la extracción de los que
estuvieren mal arraigados o expuestos a ser derribados por casos de ordinaria
ocurrencia.
 Si el daño que se teme no fuere grave, obtener que el dueño rinda caución de
resarcir todo perjuicio que sobrevenga por el mal estado del edificio.
Las reparaciones deben ser hechas por el querellado; pero si éste no las hace, las
hará el querellante en la forma indicada en el art. 933, que dispone: “En el caso de
hacerse por otro que el querellado la reparación de que habla el artículo precedente, el

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 24


que se encargue de hacerla conservará la forma y dimensiones del antiguo edificio en
todas sus partes, salvo si fuere necesario alterarlas para precaver el peligro. / Las
alteraciones se ajustarán a la voluntad del dueño del edificio, en cuanto sea compatible
con el objeto de la querella”.
El art. 934 se pone en el caso que el edificio se derrumbe: “Si notificada la
querella, cayere el edificio por efecto de su mala condición, se indemnizará de todo
perjuicio a los vecinos; pero si cayere por caso fortuito, como avenida, rayo o terremoto,
no habrá lugar a indemnización; a menos de probarse que el caso fortuito, sin el mal
estado del edificio, no lo hubiera derribado./ No habrá lugar a indemnización, si no
hubiere precedido notificación de la querella”.
Por lo tanto, se desprende de este precepto que:
 Si el edificio se derrumbó antes de notificarse la demanda, no hay derecho a
indemnización (sanción al querellante negligente); cabe consignar que no sólo él o
los vecinos colindantes con el edificio ruinoso pueden accionar, sino que cualquier
persona, según lo establece por lo demás el artículo 149 de la Ley General de
Urbanismo y Construcciones.
 Si el edificio se derrumbó después de notificada la demanda distinguimos:
1º si se debió a caso fortuito, no habrá lugar a indemnización a menos de probarse
que el caso fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera derribado.
2º si hubo dolo o culpa, se indemnizará de todo perjuicio a los vecinos.
La acción para pedir la destrucción de la obra ruinosa, no prescribe mientras haya
justo temor de que el edificio u obra pueda derrumbarse: art. 950.
Se aplicarán a las denuncias de obra ruinosa las normas procesales contempladas
en los arts. 571 a 576 del Código de Procedimiento Civil. Las resumimos a continuación:
i.- El tribunal practicará, a la mayor brevedad, una inspección personal de la construcción
o árboles denunciados. Para ello, se asociará de un perito nombrado por el mismo
tribunal. Podrá también cada parte asociarse para este acto de un perito. En el acta que
se levante de lo obrado, constarán las opiniones o informes de los peritos, las
observaciones que hagan los interesados y lo que acerca de ello note el juez que practica
la diligencia (art. 571).
ii.- Con el mérito de la diligencia anterior, el tribunal citará a las partes a oír sentencia, la
que deberá dictarse de inmediato o en el plazo de los tres días subsiguientes, sea
denegando lo pedido por el querellante, sea decretando la demolición, enmienda,
afianzamiento o extracción de los que haya lugar (art. 572).
iii.- Es aplicable a la denuncia de obra ruinosa lo dispuesto en el art. 553 del Código de
Procedimiento Civil. Esta última norma simplifica la notificación del querellado (art. 573).
iv.- En la sentencia que ordena la demolición, enmienda, afianzamiento o extracción,
puede el tribunal decretar las medidas urgentes de precaución que considere necesarias,
y además que se ejecuten dichas medidas, sin que de ello pueda apelarse (art. 574).
v.- Sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 574, la apelación de la sentencia definitiva en
este interdicto se concederá en ambos efectos (art. 575).
vi.- Cuando se dé lugar al interdicto, no se entenderá reservado el derecho de ejercer en
vía ordinaria ninguna acción que tienda a dejar sin efecto lo resuelto (art. 576).

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 25


Los artículos 2323 a 2325 del Código Civil se refieren por su parte a la
responsabilidad extracontractual por la ruina de un edificio. Los estudiaremos en la
“Responsabilidad Extracontractual”.
Por otra parte, los arts. 148 a 156 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones, párrafo 7°, “de las demoliciones”, establecen un procedimiento
inicialmente administrativo y que eventualmente podría judicializarse, conducente
también a la demolición de una obra ruinosa. Las normas atingentes a nuestra materia
son las siguientes:
i.- El Alcalde, a petición del Director de Obras, podrá ordenar la demolición, total o
parcial, a costa del propietario, de las obras que no ofrezcan las debidas garantías de
salubridad y seguridad, o que amenacen ruina (art. 148, N° 3).
ii.- Cualquiera persona podrá denunciar a la Municipalidad las obras que amenacen ruina
o que, por el mal estado de ciertas partes de ella, pudieren originar la caída de materiales
o elementos de la construcción, sin perjuicio de la obligación de la Dirección de Obra de
solicitar del Alcalde que ordene la demolición del todo o parte de dichas obras (art. 149).
iii.- Recibida la denuncia, el Director de Obras Municipales hará practicar un
reconocimiento de la obra y propondrá a la Alcaldía las medidas que estime procedentes
(art. 150, inc. 1°).
iv.- La Alcaldía, con el informe de la Dirección de Obras Municipales, fijará al propietario
un plazo prudencial para la demolición de ésta o de la parte de la misma que amenazare
derrumbarse (art. 150, inc. 2°).
v.- La resolución del Alcalde será notificada al propietario. Si no fuere habido ni tuviere
representante legal o mandatario conocido, se le notificará por medio de avisos que se
publicarán tres veces en un periódico de la ciudad cabecera de la provincia. En el caso de
los edificios, se notificará además a los arrendatarios u ocupantes del mismo, si los
hubiere (art. 151).
vi.- El propietario podrá pedir reposición de la resolución alcaldicia que haya dispuesto la
demolición. El recurso deberá interponerse dentro del plazo fijado para ejecutar la
demolición, contado desde la publicación del último aviso. Al reponer, el propietario debe
pedir una nueva revisión de la obra por el Director de Obras Municipales, a costa del
primero. Para ello, el citado Director procederá a la nueva revisión asesorado por el
ingeniero o arquitecto que hubiere designado el propietario (art. 152).
vii.- Transcurrido el plazo a que se refiere el art. 150, inc. 2° o desechada la solicitud de
reposición, la Alcaldía dispondrá que se proceda sin más trámite a la demolición de la
obra ruinosa o de la parte de la misma que corresponda, por cuenta del propietario y con
el auxilio de la fuerza pública, previo desalojo de los ocupantes del inmueble (art. 153).
viii.-Decretada la demolición y notificada al propietario conforme al art. 151, éste podrá
reclamar de ella ante la justicia ordinaria, dentro del plazo de diez días hábiles, a contar
de la fecha de su notificación, sin perjuicio de la reposición a que alude el art. 152, la que
podrá siempre deducirse.
Si dentro del plazo que se hubiere fijado para la demolición el Alcalde no recibiere
orden de no innovar, decretada por el juez competente, aquél procederá sin más trámite
a la demolición ordenada, previo desalojo de los ocupantes que hubiere. En caso

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 26


contrario, suspenderá la ejecución de la resolución hasta el pronunciamiento definitivo de
la justicia
Lo precedentemente indicado es sin perjuicio de la facultad que confiere a los
Alcaldes el art. 156 (art. 154).
ix.- Las reclamaciones se deducirán ante el Juzgado de Letras de turno de Mayor Cuantía
en Lo Civil de la Comuna en que estuviere situado el inmueble y la substanciación de ellas
se someterá a los trámites del juicio sumario (art. 155).
x.- Cuando el peligro de derrumbe de una obra o de parte de ella fuere inminente, la
Alcaldía podrá adoptar de inmediato todas las medidas necesarias para eliminar el
peligro, incluso la de demoler sin más trámite total o parcialmente la obra, todo por
cuenta del propietario del inmueble (art. 156, inc. 1°).
En este caso, deberán hacerse constar en un acta los trabajos que se ejecuten, los
gastos que éstos originen y los demás antecedentes e informaciones que procedan. Esta
acta será firmada por el Director de Obras Municipales, el Jefe de Carabineros del sector y
un actuario o ministro de fe, que designará el Alcalde (art. 156, inc. 2°).

d.4) Otras acciones posesorias especiales

En los arts. 941 a 949 del Código Civil se contemplan diversas acciones posesorias
especiales. Son tales:

d.4.1) Acción del dueño de una casa por el daño causado por el agua.
Dispone el art. 941, inc. 1°, que el dueño de una casa tiene derecho para impedir
que cerca de sus paredes haya depósitos o corrientes de agua, o materias húmedas que
puedan dañarla.

d.4.2) Acción del dueño de una casa por el daño causado por árboles, hortalizas o flores.
Dispone el art. 941, inc. 2°, que el dueño de una casa tiene derecho para impedir
que cerca de sus paredes se planten árboles a menos distancia que la de quince
decímetros (un metro y medio), ni hortalizas o flores a menos distancia que la de cinco
decímetros (medio metro).
Si los árboles fueren de aquéllos que extienden a gran distancia sus raíces, podrá
el juez ordenar que se planten a la que convenga para que no se dañen a los edificios
vecinos. En este caso, el máximo de la distancia señalada por el juez será de cinco metros
(art. 941, inc. 3°).
Los derechos concedidos en este artículo subsistirán contra los árboles, flores u
hortalizas plantadas, a menos que la plantación haya precedido a la construcción de las
paredes (art. 941, inc. 4°).
El art. 942, por su parte, se coloca en dos situaciones:
● Un árbol extiende sus ramas sobre suelo ajeno; o
● Un árbol penetra en suelo ajeno con sus raíces.
En cualquiera de estos casos, el dueño del suelo podrá exigir que se corte la parte
excedente de las ramas, y cortar él mismo las raíces.
Lo cual se entenderá aun cuando el árbol esté plantado a la distancia debida.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 27


d.4.3) Acción del dueño de árboles frutales para entrar en suelo ajeno a coger los frutos.
Conforme al art. 943, los frutos que dan las ramas tendidas sobre terreno ajeno,
pertenecen al dueño del árbol. Para los efectos de ingresar al terreno ajeno a coger
dichos frutos, cabe formular un distingo:
● Si el terreno está cerrado, deberá obtenerse el permiso del dueño del suelo. Éste estará
obligado a conceder el permiso, pero sólo en días y horas oportunas, de que no resulte
daño.
● A contrario sensu, si no está cerrado el terreno, podrá el dueño del árbol ingresar en
éste para coger los frutos.

d.4.4) Forma de asumir el pago de la respectiva indemnización, tratándose de una obra


perteneciente a muchos.
El art. 946, inc. 1°, alude al caso en que se trata de prohibir, destruir o enmendar
una obra perteneciente a muchos. Las reglas son las siguientes:
● Podrá intentarse la denuncia o querella contra todos juntos o contra cualquiera de
ellos.
● La indemnización a que por los daños recibidos hubiere lugar, se repartirá entre todos
por igual. De esta manera, en cuanto a la “obligación a la deuda”, el denunciante podrá
exigir a cada uno una cuota idéntica.
● Después, en lo concerniente a la “contribución a la deuda”, es decir a la manera en que
los demandados deben soportar el pago hecho al denunciante en sus patrimonios, la
indemnización se dividirá entre aquellos a prorrata de la parte que tenga cada uno en la
obra.

d.4.5) Forma en que se indemnizará, cuando los denunciantes fueren dos o más personas.
El art. 946, inc. 2°, se refiere al caso en que los denunciantes fueren muchos. Las
reglas son las siguientes:
● Si el daño sufrido o temido perteneciese a muchos, cada uno tendrá derecho para
intentar la denuncia o querella por sí solo, en cuanto se dirija a la prohibición, destrucción
o enmienda de la obra.
● Pero ninguno podrá pedir indemnización, sino por el daño que él mismo haya sufrido, a
menos que legitime su personería relativamente a los otros.

d.4.6) Improcedencia de estas acciones, si el demandado fuere titular de un derecho de


servidumbre.
El art. 947 advierte que las acciones concedidas en el Título XIV del Libro II no
tendrán lugar contra el ejercicio de servidumbre legítimamente constituida.
Como expresa Claro Solar, “El que usa de una servidumbre constituida con arreglo
a la ley, hace uso de un derecho que limita el derecho de propiedad de la persona
afectada por los actos ejecutados por él, que es legítimo poseedor de su derecho y como
tal debe ser amparado”.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 28


Pero como advierte el mismo autor, no basta al demandado con acreditar la
existencia de la servidumbre, sino que su ejercicio legítimo, es decir la posesión de esta
servidumbre, pugna con la pretensión de quien ha interpuesto la acción posesoria. 11

d.4.7) Acción popular consagrada en los arts. 948 y 949.


La municipalidad y cualquier particular tendrá, en favor de los caminos, plazas u
otros lugares de uso público, y para la seguridad de los que transitan por ellos, los
derechos que la ley concede a los dueños de heredades o edificios privados.
Si a consecuencia de haber interpuesto una acción popular, haya de demolerse o
enmendarse una construcción, o de resarcirse un daño sufrido, se recompensará al actor,
a costa del querellado, con una suma que no será inferior a la décima parte ni superior a
un tercio, de lo que cueste la demolición o enmienda, o el resarcimiento del daño.
Adicionalmente, si se castiga el delito o la negligencia con una pena pecuniaria, se
adjudicará al actor la mitad (art. 948).
Las acciones municipales o populares se entenderán sin perjuicio de las que
competan a los inmediatos interesados (art. 949).

d.5) Prescripción de las acciones posesorias especiales

Conforme al art. 950 distinguimos:


● Las que tiene por objeto indemnizar un daño, prescriben para siempre al cabo de un
año completo.
● Las dirigidas a precaver un daño, no prescriben mientras haya justo motivo de temerlo
(por ejemplo, denuncia de obra ruinosa; o la acción que confiere el artículo 937, cuando
se trata de obras que corrompan el aire y lo hagan conocidamente dañoso).
● La denuncia de obra nueva prescribe en un año, pero queda a salvo el derecho para
entablar la acción reivindicatoria, salvo que la obra nueva se haya construido en virtud de
una servidumbre legítimamente constituida.

-----------------------------------------------*****---------------------------------------

11
Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, tomo noveno, De Los Bienes,
Santiago de Chile, Imprenta Nascimento, 1935, p. 593.

Las Acciones Protectoras – Juan Andrés Orrego Acuña 29


DERECHOS REALES LIMITADOS1
Sumario:
I.- GENERALIDADES
II.- LA PROPIEDAD FIDUCIARIA
1.- Definición
2.- Origen
3.- Constitución del fideicomiso
4.- Efectos de la propiedad fiduciaria
5.- Extinción del fideicomiso
III.- EL USUFRUCTO
1.- Concepto
2.- Características
3.- Elementos del usufructo
4.- Constitución del usufructo
5.- Efectos del usufructo
6.- Extinción del usufructo
IV.- EL DERECHO DE USO Y DE HABITACIÓN
1.- Definición
2.- Características
V.- LAS SERVIDUMBRES
1.- Concepto
2.- Elementos
3.- Características
4.- Clasificación
5.- Importancia de las clasificaciones de servidumbres aparentes e inaparentes, continuas y
discontinuas.
6.- Ejercicio del derecho de servidumbre
7.- Clases de servidumbres según su origen
8.- Extinción de las servidumbres

I.- GENERALIDADES

El dominio estará limitado cada vez que le falte alguna de sus características
esenciales.
Estas limitaciones pueden ser legales (por ejemplo: el usufructo o derecho legal de
goce del padre o madre sobre los bienes del hijo; las servidumbres legales) o voluntarias,
cuando han sido establecidas por un hecho del hombre en virtud de un acto jurídico.
En general, se puede decir que el dominio se encuentra limitado toda vez que se
haya constituido sobre una cosa un derecho real a favor de una persona que no sea el dueño.

1
Fecha de última modificación: 29 de febrero de 2016.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 1


El artículo 732 alude a los variados modos en que puede ser limitado el dominio.
Estas limitaciones son derechos reales que debilitan los elementos que caracterizan al
dominio, el más completo de los derechos reales.
Se habla de “derechos reales limitados”, por dos razones fundamentales:
1° Porque estos derechos limitan el dominio; y
2° Porque considerados en sí mismos, estos derechos confieren sobre la cosa en que recaen,
facultades más limitadas que aquellas que otorga el dominio.
Son “derechos reales limitados”, según se desprende del artículo 732, la propiedad
fiduciaria, el usufructo, el uso o la habitación y las servidumbres. Los estudiaremos en el
mismo orden.

II.- LA PROPIEDAD FIDUCIARIA

1.- Definición

El artículo 733 define la propiedad fiduciaria como aquella “que está sujeta al
gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse una condición”.
Como puede observarse, el elemento esencial de la propiedad fiduciaria es la
existencia de una condición.

2.- Origen.

Nace la institución en el derecho romano, como consecuencia de la diferente


situación jurídica de los ciudadanos romanos y los peregrinos. Puesto que los últimos no
podían suceder por causa de muerte a un ciudadano, éste, si quería dejar sus bienes a un
peregrino, se los dejaba a otro ciudadano (fiduciario) para que éste se los entregara al
peregrino (fideicomisario).
Posteriormente en tiempos de Justiniano, se reglamentan las acciones del
fideicomisario en contra del fiduciario.
Luego, el fideicomiso toma su forma actual, cuando se establece que el ciudadano
romano no entregará los bienes inmediatamente después de la muerte del causante, sino
más tarde, al cumplimiento de una condición.
En la Edad Media la institución fue utilizada para la conservación de las fortunas, a
través de sus modalidades de fideicomisos perpetuos y sucesivos.
Los postulados liberales de fines del siglo XVIII vuelven a modificar su orientación,
impidiendo que sus características entraben la libre circulación de la riqueza. Así, Bello
recoge esta tendencia, estableciéndose que pasado cierto plazo, la condición se reputa
fallida (artículo 739: 5 años); se prohíben los fideicomisos sucesivos (artículo 745); se
prohíben los mayorazgos, vinculaciones o fideicomisos perpetuos (artículo 747, a contrario
sensu).

3.- Constitución del fideicomiso.

Requiere la concurrencia de tres requisitos:


a) que los bienes sean susceptibles de darse en fideicomiso
b) que existan tres personas (constituyente, fiduciario y fideicomisario)

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 2


c) que exista una condición en virtud de la cual pase la propiedad del fiduciario al
fideicomisario.

a) Cosas que pueden darse en Fideicomiso art. 734

Las cosas consumibles no pueden ser objeto de fideicomiso; pero si éste se


constituye sobre una herencia o sobre una cuota determinada de ella, no hay inconveniente
para que algunas de las cosas que integran dicha herencia sean consumibles. La cuestión se
plantea cuando el fideicomiso se establece sobre una cosa singular; entonces debe ser una
especie o cuerpo cierto y no consumible. El fideicomiso puede recaer en muebles o
inmuebles.
De acuerdo al art. 735, la constitución del fideicomiso es un acto esencialmente
solemne; por acto entre vivos, deberá constituirse por escritura pública; por acto de última
voluntad, se hará por testamento. Además, como lo dispone el artículo citado y lo repite el
número 2 del artículo 52 del Reglamento del Conservador, la constitución de todo
fideicomiso que comprenda o afecte un inmueble, deberá inscribirse en el Registro de
Hipotecas y Gravámenes.
Cuando se constituye por acto testamentario, es claro que la inscripción no significa
tradición de la propiedad fiduciaria, porque el modo de adquirir es la sucesión por causa de
muerte. Para algunos autores (Alessandri, Somarriva, Vodanovic) la inscripción en este
caso es solemnidad de la constitución del fideicomiso, en tanto que para otros (Claro Solar)
tiene por finalidad mantener la continuidad de las inscripciones y para dar publicidad a las
mutaciones del dominio.
Cuando se constituye por acto entre vivos, la inscripción tiene el rol de tradición de
la propiedad fiduciaria, del constituyente al propietario fiduciario. Para algunos, es éste el
único papel que desempeña la inscripción (Claro Solar), mientras que según otros, es
además, solemnidad del acto constitutivo, acto que no estaría perfecto en tanto dicha
inscripción no se efectúe (Alessandri). En términos prácticos, esta última posición implica
afirmar que no sería posible exigir el cumplimiento de las obligaciones derivadas del acto,
entre otras la entrega del inmueble, ya que mientras no se inscriba no estaría constituido el
fideicomiso. Sobre el particular, nos remitimos a lo expuesto en el capítulo de la tradición,
cuando hicimos referencia a los fines de la inscripción en el Derecho Chileno.
La posibilidad de adquirir la propiedad fiduciaria por prescripción es también
discutida. Se rechaza por algunos (Alessandri), sosteniéndose:
● Que no puede concebirse que alguien reciba una cosa en posesión, con el ánimo de
restituirla al cumplirse una condición;
● Además, al decir el art. 735 que el fideicomiso no puede constituirse sino por los dos
medios allí contemplados, quedan excluidos otros medios, porque el precepto sería
prohibitivo, con las dos excepciones en él señaladas;
● Por último, en el usufructo se indica expresamente que puede adquirirse por prescripción
(artículo 766 N° 4), mientras que en las normas del fideicomiso nada se dice.
Sin embargo, otros autores (Claro Solar) aceptan la posibilidad de adquirir el
fideicomiso por prescripción. Tiene lugar, por ejemplo cuando en la constitución de la
propiedad fiduciaria hubo algún vicio y en consecuencia el propietario fiduciario es sólo
poseedor de su derecho, como ocurre cuando el fideicomiso se constituyó sobre cosa ajena.
Cabe acotar que lo anterior sería válido para la adquisición del fideicomiso por

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 3


prescripción, más no para la constitución del mismo ya que en éste último caso sólo podrá
serlo por una de las dos formas establecidas en el art. 735.

b) Que existan tres personas (constituyente, fiduciario y fideicomisario)

b.1) Constituyente: es el propietario del bien, que por testamento o por acto entre vivos
declara transmitirlo o transferirlo a otro, con una condición de la esencia del fideicomiso.

b.2) Propietario fiduciario: es la persona que recibe el bien dado en fideicomiso, sujeto al
gravamen de traspasarlo a otro si se verifica la condición. El art. 742 permite que el
constituyente nombre varios fiduciarios o fideicomisarios, pero estos no pueden ser
sucesivos, es decir, no pueden ser llamados al goce de la cosa uno en pos de otro, sino que
todos los fiduciarios nombrados deben gozar de la cosa conjunta o simultáneamente y todos
los fideicomisarios deben adquirirla de la misma forma (artículo 745). En todo caso, el
constituyente puede designar propietarios fiduciarios sustitutos, ya que si bien el Código no
lo señala expresamente del tenor de los arts. 742, 743 y 744 parece no haber inconveniente.
Falta de fiduciario: el o los propietarios fiduciarios deben existir en el momento de
constituirse el fideicomiso. La falta del fiduciario produce diversos efectos, según falte
antes o después que se le defiera el derecho:
1. Si falta antes que se le defiera el fideicomiso, hay que atender a si el constituyente
designó o no sustitutos.
1.1. Si falta el fiduciario y se ha designado sustituto (o sustitutos), la propiedad fiduciaria
pasa a éste (o a éstos).
1.2. Si no se designó sustitutos, es necesario distinguir si hay o no lugar al acrecimiento:
artículo 750, lo que supone la designación de varios propietarios fiduciarios.
1.2.1. Opera el acrecimiento: de conformidad al art. 1148, el acrecimiento tiene lugar
cuando han sido designados varios propietarios fiduciarios y han sido llamados todos juntos
a la totalidad de la asignación fiduciaria, sin indicación de cuota. En virtud del
acrecimiento, la porción del que falta se junta con las demás.
1.2.2. No opera el acrecimiento: si el constituyente no ha designado sustituto ni hay lugar a
acrecimiento (ya sea porque hay un solo fiduciario, o habiendo varios, ha sido determinada
la cuota de cada uno de ellos), dispone el art. 748 que el constituyente, que es dueño
absoluto, pasa a ser propietario fiduciario si viviere, o sus herederos.
2. Si falta el propietario fiduciario después de deferido el fideicomiso, se transmite la
propiedad fiduciaria a sus herederos, con el gravamen de restituirla al fideicomisario, si se
cumple la condición (art. 751). La propiedad fiduciaria es pues transmisible.

b.3) Fideicomisario: es la persona que tiene la expectativa de ser dueño absoluto del bien, si
se cumple la condición. Es un acreedor condicional, bajo condición suspensiva.
No es necesario, a diferencia del propietario fiduciario, que el fideicomisario exista
al tiempo de constituirse el fideicomiso, basta con que se espere que exista (art. 737). Pero
sí se requiere que el fideicomisario exista al tiempo de la restitución, condición ésta que
siempre se entiende en el fideicomiso (art. 738).
Los fideicomisarios nombrados pueden ser varios (igual que los propietarios
fiduciarios), art. 742; que existan o se espere que existan (art. 746). Pueden ser de llamado
simultáneo (art. 742) o en forma de sustitutos (art. 743). Si hay sustitutos, debe tenerse
presente el art. 745, prohibición de fideicomisos sucesivos.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 4


Falta de fideicomisario: debemos distinguir si falta antes o después de cumplirse la
condición.
Si falta antes que se cumpla la condición y se ha designado sustituto, la expectativa
pasa a éste: es el sustituto quien pasa ser el fideicomisario.
Si no hay sustituto, el fideicomisario, con arreglo al art. 762, nada transmite a sus
herederos, ni siquiera su expectativa de llegar a ser alguna vez dueño de la cosa; lisa y
llanamente se consolida la propiedad del fiduciario, porque ha fallado la condición. Dado
que el fiduciario es dueño de la cosa bajo condición resolutoria y ha fallado ésta, pasa a ser
dueño absoluto. Los arts. 743 y 744 dan normas para el caso que se haya designado
sustitutos.
- Las sustituciones se entienden vulgares (1156), es decir, sólo operan cuando el
fideicomisario o el fiduciario faltan antes de que se defiera su derecho. Si falta el
fideicomisario, después que la condición se ha cumplido, el sustituto no tiene
derecho alguno, porque el fideicomisario ya ha adquirido la propiedad absoluta de la
cosa, y a su muerte se transmite a sus herederos. Si se aceptara sustitutos vulgares o
no vulgares o “fideicomisarios” después de deferido el derecho al fideicomisario
(1164), en el hecho significaría establecer fideicomisos sucesivos, infringiendo el
art. 745.
- No hay más sustitutos que aquellos que expresamente ha designado el constituyente.
Si falta el fideicomisario después que se ha verificado la condición, no se presenta
ningún problema: traspasa el derecho a sus sucesores, de acuerdo a las reglas generales de
la sucesión por causa de muerte.

c) Existencia de una condición:

El fideicomiso lleva en si la incertidumbre y ésta es su fundamental diferencia con


el usufructo, pues éste siempre termina, mientras que la terminación de fideicomiso es
eventual, ya que la restitución no siempre es seguro que se verifique.
La condición impuesta en el fideicomiso es resolutoria para el propietario fiduciario
y suspensiva para el fideicomisario. De cumplirse, se resuelve el derecho de aquel y nace el
de éste, el cual estaba en suspenso mientras la condición pendía.
El art. 738 dispone que en el fideicomiso siempre va envuelta una condición expresa
o tácita: que exista el fideicomisario o su sustituto, a la época de la restitución. Es ésta la
condición esencial a todo fideicomiso. A dicha condición, pueden agregarse otras,
copulativa o disyuntivamente (738, inciso 2º).
En cuanto al tiempo en que debe cumplirse la condición, el art. 739 soporta como
máximo 5 años que la condición esté pendiente. Si transcurrido dicho plazo no se ha
cumplido, de pleno derecho se entiende fallida. Si la condición falla y no se cumple en el
tiempo hábil dentro de los 5 años siguientes a la delación de la propiedad fiduciaria, se
extingue el fideicomiso (763, Nº 5). Extinguido el fideicomiso, desaparece la condición
resolutoria que afectaba al derecho del fiduciario, se consolida su derecho y adquiere la
propiedad absoluta de la cosa. Por eso no se afirma que el fiduciario tiene que restituir la
cosa, sino que se dice que puede encontrarse en situación de tener que restituirla, lo que
sucederá, si la condición se cumple; si la condición falla, no habrá restitución. En el mismo
art. 739 se establece una excepción al plazo de 5 años: cuando el evento de que pende la
restitución es la muerte del fiduciario.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 5


4.- Efectos de la propiedad fiduciaria.

a) Derechos y deberes del fiduciario

Siendo dueño de la cosa tiene sobre ella una serie de derechos. Para empezar el art.
893 le otorga expresamente la acción reivindicatoria para defender su propiedad. Sin
embargo, a cada momento el legislador le va recordando que su derecho es temporal. De
ahí resultan sus deberes.
En cuanto a sus derechos, el propietario fiduciario puede:
a.1 Enajenar la cosa por acto entre vivos y transmitirla por causa de muerte: art. 751.
La facultad de enajenar tiene una excepción: cuando el constituyente prohibió la
enajenación art. 751, inciso 2º.
A su vez, no podrá transmitirse por causa de muerte, cuando el día prefijado para la
restitución es el de la muerte del fiduciario. Si en este caso el fiduciario hubiere enajenado
la cosa en vida, el adquirente deberá restituirla al fideicomisario, al fallecer el fiduciario (la
misma regla en el usufructo, artículo 793, inciso 3).
a.2 Gravar su propiedad fiduciaria: art. 757. Con todo, con el fin de proteger al
fideicomisario, la ley ordena cumplir ciertos requisitos para que el gravamen sea oponible
al fideicomisario.
 Autorización judicial dada con conocimiento de causa; y
 Audiencia de las personas mencionadas en el art. 761.
a.3 Administrar el bien de que fiduciariamente es dueño: artículo 758. Debe sí conservar su
integridad y valor. Siendo un administrador responde de los menoscabos y deterioros que
provengan de su hecho o culpa. Como el legislador no indica el grado de culpa de que
responde el fiduciario debemos concluir que responde de culpa leve (art. 44, inciso 3º). La
propiedad fiduciaria es inembargable (1618 Nº 8 del Código Civil y 445 Nº 14 del Código
de Procedimiento Civil), pero sí pueden embargarse los frutos.
a.4. Gozar de los frutos de su propiedad fiduciaria: 754, 781 y 790. Consecuencia de su
calidad de dueño (norma de reenvío al aludir al usufructo).

En cuanto a sus Obligaciones, el propietario fiduciario debe:


a.1 Practicar inventario solemne de los bienes que ha recibido, en las mismas condiciones
que el usufructuario. (art. 775, respecto al último). Sin embargo, no está obligado, como el
usufructuario, a rendir caución de conservación y restitución, salvo que las personas
indicadas en el art. 761 lo exijan y el juez acceda (providencia conservativa): art. 755.
a.2. Conservar la cosa y restituirla en el momento de verificarse la condición de la cual
pende su derecho. La cosa debe conservarse indivisa y sujeta siempre al gravamen de
restitución. Esta indivisión forzada tiene por objeto proteger las expectativas del
fideicomisario, y como tal, constituye una excepción a la regla del art. 1317.
En cuanto a las mejoras y expensas que hubiere hecho, para saber quién debe
pagarlas debemos distinguir:
 mejoras ordinarias de conservación y cultivo o fructuarias (es decir aquellas
necesarias para hacer producir la cosa), son de cargo del fiduciario, sin que
pueda exigir nada por ellas al fideicomisario (artículos 795 y 796, en relación
con el 754). También debe pagar el fiduciario las cargas y pensiones periódicas,

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 6


los impuestos fiscales y municipales que pesan sobre la cosa (artículos 796 y
754).
 Mejoras extraordinarias o mayores (definidas en el art. 798 como “las que
ocurran por una vez o a largos intervalos de tiempo, y que conciernen a la
conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria”), que pueden ser de
dos clases, materiales e inmateriales: art. 756. Debe pagarlas el fiduciario, pero
llegado el evento de la restitución, tiene derecho a que previamente se le
reembolsen por el fideicomisario (con las rebajas que expresa el art. 756). En
este caso, el fiduciario tiene derecho de retención (754- 800). Las reglas son
entonces las siguientes:
i) El fiduciario está obligado a pagar todas las expensas extraordinarias
para la conservación de la cosa, incluyendo el pago de las deudas y de
las hipotecas;
ii) Pero llegado el caso de la restitución (o sea, cuando habiéndose
cumplido la condición, deban entregarse las cosas al fideicomisario),
tendrá derecho el fiduciario a que previamente se le reembolsen por el
fideicomisario dichas expensas;
iii) El reembolso, sin embargo, se reduce a lo que con mediana inteligencia y
cuidado debieron costar las expensas (la ley, entonces, alude a la
diligencia de quien responde de culpa leve);
iv) Aún más, el reembolso se efectuará con las rebajas siguientes:
1º Si las expensas se invirtieron en obras materiales, como diques,
puentes, paredes, sólo se reembolsará lo que estas obras valgan al tiempo
de la restitución;
2º Si las expensas se invirtieron en objetos inmateriales, como el pago de
una hipoteca, o las costas de un pleito que no hubiera podido dejar de
sostenerse sin comprometer los derechos del fideicomisario, se rebajará
de lo que hayan costado una vigésima parte (o sea, un 5%) por cada año
de los que desde entonces hubieren transcurrido hasta el día de la
restitución; y si hubieren transcurrido más de veinte, nada se deberá por
esta causa (en este último caso, y atendido lo dispuesto en el artículo
739, la ley parece aludir a la muerte del fiduciario, como hecho que
origina la obligación de restituir, pues sabemos que de tratarse de una
condición, ésta debe cumplirse dentro de los cinco años contados desde
que fue deferido el fideicomiso al fiduciario).
a.3.- Restitución de la cosa, si la condición impuesta se cumple: deberá efectuar la tradición
de la cosa dada en fideicomiso al fideicomisario.
Excepciones: los arts. 749 y 760 establecen tres situaciones que hacen excepción a
las obligaciones antes enunciadas:
 Tenedor fiduciario: art. 749. Está obligado también a restituir los frutos.
 Irresponsabilidad de todo deterioro: artículo 760, 1º.
 Fideicomiso de residuo: el fideicomisario sólo podrá reclamar lo que quede al
momento de la restitución: artículo 760, 2º.

b.- Derechos y obligaciones del Fideicomisario.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 7


b.1. Derechos.

Tiene los siguientes derechos:


b.1.1 Derecho de solicitar medidas conservativas: art. 761, en relación al art. 1492. Entre
otras, puede exigir caución de conservación y restitución (art. 755).
b.1.2 Se ha sostenido que podría vender su expectativa (art.1813). Se trataría de una venta
de cosa futura.
b.1.3 Derecho a ser oído cuando el propietario fiduciario desea gravar la cosa.
b.1.4 Derecho a solicitar indemnización de los perjuicios que sufriere la cosa a
consecuencia de hecho o culpa del fiduciario (salvo en el caso del artículo 760, inciso 1º:
“Si por la constitución del fideicomiso se concede expresamente al fiduciario el derecho de
gozar de la propiedad a su arbitrio, no será responsable de ningún deterioro”). En este caso,
¿El fiduciario así facultado, no responderá ni siquiera por los deterioros causados a las
cosas por su dolo o culpa grave? No parece razonable aceptar esto, pues en caso contrario,
sería el propio legislador el que “condone” anticipadamente un dolo futuro o una grave
negligencia, como implica la culpa lata o grave, cuyos efectos se equiparan a los del dolo.
Así por lo demás lo entiende Luis Claro Solar, al expresar que en este caso, el
fideicomisario impetrar medidas conservativas (por ejemplo, imponer ciertas prohibiciones
o incluso el secuestro de las cosas: “En caso de haberse dado al fiduciario el derecho de
gozar de la propiedad a su arbitrio, podría también el fideicomisario impetrar medidas
conservativas si el fiduciario manifiestamente procediera con dolo o culpa lata, porque
aunque no responda de ningún deterioro, esta excepción de responsabilidad no lo autoriza
para proceder en esa forma. Iguales medidas conservativas podría solicitar contra el
fiduciario a quien, además, se le hubiera dado la facultad de disponer libremente de los
bienes del fideicomiso, y el fideicomisario sólo tenga el derecho de reclamar lo que exista
el día de la restitución, porque tiene interés en que lo que existe aún se conserve y no se
pierda o deteriore por culpa grave o dolo del fiduciario, y abusando de la facultad de libre
disposición que se le ha otorgado”.2
b.1.5 Derecho a exigir del fiduciario la entrega o restitución de la cosa, cumplida la
condición.

b.2. Obligaciones.

El fideicomisario podrá verse obligado a:


b.2.1 Reembolsar al fiduciario las mejoras que sean de cargo del fideicomisario, según lo
expuesto (o sea, las extraordinarias o mayores).
b.2.2 Reintegrar al propietario fiduciario los pagos que éste hubiere hecho a consecuencia
de las deudas y cargas hereditarias y testamentarias que pesaban sobre la cosa dejada en
fideicomiso por el causante. La materia está regulada por el artículo 1372, en los siguientes
términos:
i) El propietario fiduciario y el fideicomisario se considerarán como una sola
persona, respecto de los demás asignatarios, para la distribución de las deudas y
cargas hereditarias y testamentarias (tengamos presente que frente a los acreedores

2
Claro Solar, Luis, “Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado”, Santiago de Chile, Imprenta
Nascimento, año 1933, tomo octavo, p. 107.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 8


del causante, quienes han de responder son sus sucesores, a prorrata de su
participación en la herencia, y subsidiariamente los legatarios);
ii) A su vez, la división de las deudas y cargas hereditarias y testamentarias entre el
propietario fiduciario y el fideicomisario se hará del modo siguiente:
1° Debe afrontar el pago, en primer lugar, el propietario fiduciario, pero con el
derecho a que el fideicomisario le reintegre lo pagado, aunque sin interés alguno;
2° Pero si se trata de cargas periódicas, las sufrirá (o sea, las pagará) el fiduciario,
sin derecho a indemnización alguna por parte del fideicomisario.

5.- Extinción del fideicomiso.

Están indicadas las causales de extinción en el art. 763:


a) Por la restitución. Ocurrirá, cuando habiéndose cumplido la condición, se extingue el
dominio que tenía el propietario fiduciario y nace el derecho de dominio a favor de
quien era hasta ese momento fideicomisario;
b) Por la resolución del derecho del constituyente. Resuelto el derecho del causante,
también se resuelve el derecho del causa habiente; así, por ejemplo, si el constituyente
del fideicomiso había adquirido la cosa por compraventa seguida de la tradición y se
resuelve la primera por no haberse pagado el precio, se extinguirá también el derecho
del propietario fiduciario; o, como señala el Código Civil en el artículo 763, si el
fideicomiso se hubiere constituido sobre una cosa que se compró con pacto de
retroventa (o “retrovendendo”, como dice el Código), y se verifica la retroventa (pues
en este caso, se entiende que la compraventa quedó sujeta a una condición resolutoria
ordinaria);
c) Por la destrucción de la cosa (art. 807). La destrucción debe ser total; si la cosa sólo se
destruye parcialmente subsiste el fideicomiso sobre el resto;
d) Por renuncia del fideicomisario antes del día de la restitución, sin perjuicio de los
derechos de los sustitutos (porque la renuncia sólo afecta a las personas que la han
hecho);
e) Por fallar la condición o no haberse cumplido en “tiempo hábil”, es decir, si tarda más
de 5 años en cumplirse; en este caso, se produce la consolidación del dominio en manos
del propietario fiduciario, que pasa a ser dueño absoluto; queda comprendido en esta
hipótesis, el fallecimiento del fideicomisario antes de cumplida la condición;
f) Por confundirse la calidad de único fiduciario con la de único fideicomisario: por
ejemplo, se deja un inmueble a Juan, predio que pasará a manos de su hijo José, si éste
se recibe de médico. Fallece Juan y como el fideicomiso es transmisible, pasa a su hijo
José, que era fideicomisario.

III.- EL USUFRUCTO.

1.- Concepto.

De conformidad al artículo 764 del Código Civil, “El derecho de usufructo es un


derecho real que consiste en la facultad de gozar de una cosa con cargo de conservar su
forma y substancia, y de restituirla a su dueño, si la cosa no es fungible; o con cargo de
volver igual cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si la cosa es
fungible”.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 9


2.- Características.

a) Es un derecho real, específicamente un derecho real de goce (a diferencia de otros


derechos reales, llamados “de garantía”, como la hipoteca y la prenda). Siendo el
usufructuario propietario de su derecho real, podrá intentar la acción reivindicatoria y las
acciones posesorias, si el usufructo recae sobre inmueble.
En el usufructo coexisten dos derechos reales: el del nudo propietario, titular del
derecho real de dominio, y el del usufructuario, que tiene un derecho de uso y goce. En este
aspecto, el usufructo se distingue del fideicomiso, en el cual sólo existe un derecho,
radicado primero en el fiduciario y luego en el fideicomisario.
El derecho real de usufructo puede ser mueble o inmueble, según lo sea el bien
sobre que recaiga (artículo 580).

b) Es un derecho real principal, en lo que se diferencia de la prenda y de la hipoteca,


que son derechos reales accesorios, que sirven para asegurar el cumplimiento de una
obligación principal. Con todo, no es un derecho autónomo, pues necesita la existencia
simultánea del derecho de dominio en otro titular.

c) El usufructuario es mero tenedor de la cosa dada en usufructo, ya que reconoce el


derecho del nudo propietario; en cambio, tiene la propiedad y la posesión de su derecho real
de usufructo.

d) El usufructo es temporal, limitado en el tiempo (artículo 765, inciso 2º). Su duración


la fija generalmente un plazo; puede ser también una condición y en todo caso dura a lo
más por toda la vida del usufructuario.

e) El usufructo es un derecho intransmisible, no se transmite por causa de muerte


(artículo 773); pero sí puede enajenarse, aunque bajo ciertas condiciones (es transferible, en
la medida que el constituyente no haya prohibido la enajenación, conforme lo establece el
artículo 793).

f) El usufructo debe recaer sobre una cosa que no pertenezca al usufructuario: artículo
732 número 2.

3.- Elementos del usufructo.

a) Bien susceptible de usufructo

a.1) Cosas sobre las cuales puede recaer el usufructo


El legislador nada ha dicho al respecto. En consecuencia, puede recaer el usufructo
sobre la universalidad de una herencia o una cuota de ella; sobre una o más especies o
cuerpos ciertos o sobre una cuota de ellos; sobre cosas determinadas por su género; sobre
cosas fungibles o no fungibles; y sobre derechos personales.

a.2) El usufructo y el cuasiusufructo.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 10


Cuando el usufructo recae sobre cosas no fungibles, estamos en presencia de un
usufructo propiamente tal. En cambio, cuando se constituye sobre cosas fungibles, se
denomina cuasiusufructo. La existencia de estas dos modalidades, se desprende de la propia
definición de usufructo (artículo 764). Con todo, debemos precisar que el Código Civil ha
empleado la expresión “fungible” queriendo aludir a las cosas “consumibles”, y por ende,
habría cuasiusufructo si la cosa es consumible. En efecto, parece ser esta la interpretación
más razonable, porque tratándose de cosas fungibles no consumibles, bien puede
establecerse la obligación de restituir la misma, aunque haya otras con igual poder
liberatorio.
El usufructo propiamente tal y el cuasiusufructo tienen las siguientes diferencias:
 El usufructo es un título de mera tenencia, pues el usufructuario reconoce
dominio ajeno, mientras que el cuasiusufructo es un título traslaticio de dominio,
el cuasiusufructuario se hace dueño del bien que recibe (artículo 789).
 Llegada la época de la restitución, el nudo propietario puede ejercer la acción
reivindicatoria, para recobrar la cosa dada en usufructo (terminado el usufructo,
el antiguo usufructuario será un “injusto detentador”, artículo 915), mientras que
en el cuasiusufructo, quien tiene derecho a la restitución sólo tiene un crédito,
por tanto una acción personal en contra del cuasiusufructuario, para exigir la
entrega de la cantidad debida o del valor.
 En cuanto a los riesgos, en el usufructo, como recae sobre una especie o cuerpo
cierto, si la cosa perece por caso fortuito o fuerza mayor, el usufructuario se
libera de la obligación de restituir la cosa. En el cuasiusufructo, en cambio,
habiendo una obligación de género, el cuasiusufructuario no puede exonerarse,
ya que el género no perece.

A su vez, conviene comparar el cuasiusufructo con el mutuo, porque se trata de


figuras muy similares, aunque por cierto no idénticas. En ambas:
● se entregan una o más especies con cargo de restituir otras tantas de igual cantidad y
calidad;
● ambas son títulos traslaticios de dominio.
Pero cabe consignar las siguientes diferencias:
● El cuasiusufructo puede tener su origen en la ley, lo que nunca ocurre con el mutuo,
siempre de origen contractual;
● El mutuo es un contrato real, mientras que el cuasiusufructo, cuando se constituye por
acto entre vivos, es consensual;
● La caución y el inventario se exigen en el cuasiusufructo y no en el mutuo;
● Tienen distintas causales de extinción.-

b) Concurrencia de tres personas.

Tres personas intervienen en el usufructo: el constituyente, el nudo propietario y el


usufructuario.

b.1) Constituyente.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 11


Es quien crea el usufructo, sea porque se despoja sólo del uso y goce, conservando
la nuda propiedad, sea porque enajena o trasmite el usufructo a una persona y la nuda
propiedad a otra.

b.2) Nudo propietario.

Es quien tiene la propiedad de la cosa fructuaria, despojada del uso y goce. Puede
ser el mismo constituyente, en cuyo caso conserva la nuda propiedad, o un tercero a quien
se le atribuye. La nuda propiedad está definida en el inciso 2º del artículo 582: “La
propiedad separada del goce de la cosa, se llama mera o nuda propiedad”.

b.3) Usufructuario.

Es el titular del derecho real de usufructo, quien detenta el uso y goce de la cosa.

No hay inconveniente para que haya pluralidad en cada categoría de estos sujetos.
Los constituyentes pueden ser dos o más propietarios; puede atribuirse la nuda propiedad a
dos o más personas que la adquieren en común, y puede haber dos o más usufructuarios
(artículo 772). Pero en este último caso, lo importante es que todos los usufructuarios han
de ser llamados simultáneamente o como sustitutos, pues al igual que en el fideicomiso y
por las mismas razones, están prohibidos los usufructos sucesivos o alternativos (artículo
769).
Cabe señalar que entre el usufructuario y el nudo propietario no existe una
comunidad, debido a que si bien los derechos de ambos recaen sobre el mismo objeto, son
de distinta naturaleza.

c) El plazo.

Se desprende del artículo 770 que todo usufructo contiene un plazo de duración.
Aparece sin embargo cierta confusión, cuando el Código Civil permite que se establezca
una condición de cuyo evento dependerá la extinción del usufructo. Los artículos 770, 771,
773 y 804, han de entenderse así:
c.1) El usufructo dura, a lo más, toda la vida del usufructuario: si se estipula un plazo o una
condición que estén pendientes a la muerte del usufructuario, estas modalidades no
producen efecto alguno, pues con el fallecimiento, se extingue el usufructo. Si no se
establece plazo del usufructo, dura toda la vida del usufructuario.
El inciso final del artículo 770 establece que el usufructo a favor de una corporación
o fundación cualquiera, no podrá exceder de treinta años. Nada impide constituir un
usufructo en favor de una sociedad, y en tal caso, sin el límite de tiempo señalado. En tal
sentido, en una sentencia de la Corte de Valparaíso del año 1901, se concluye que el
artículo 770 no se aplica a las “sociedades industriales”, pues sólo se refiere a las citadas
personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro.
c.2) Si se establece una condición, habrá que atenerse a ella y expirará el usufructo cuando
se cumpla, pero también con la limitación de la muerte del usufructuario. Debe tratarse, por
ende, de una condición resolutoria.
Cabe señalar que el artículo 768 impide constituir un usufructo bajo una condición o
plazo que suspenda su ejercicio, por la posibilidad de encubrir tal situación usufructos

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 12


sucesivos, ya que pendiente la condición, podría usufructuar la cosa un tercero,
restituyendo el usufructo al cumplirse la aludida condición. Si de hecho se constituye un
usufructo en la forma descrita, no tendrá valor alguno. Con todo, el inciso 2º del artículo
768 advierte que si el usufructo se hubiere constituido por testamento, y al momento de
fallecer el testador la condición se había cumplido o el plazo hubiere expirado, valdrá el
usufructo (esta disposición se relaciona con los artículos 1072 y 1082, en el ámbito de las
asignaciones por causa de muerte).

4.- Constitución del usufructo.

Las fuentes del usufructo son la ley, la voluntad del propietario, la prescripción y la
sentencia judicial. Analizaremos a continuación cada una de estas fuentes.

a) La ley.

El artículo 810 se refiere a dos usufructos legales, o derechos legales de goce:


 El usufructo legal del padre o de la madre o de ambos conjuntamente sobre
ciertos bienes del hijo no emancipado (erróneamente, el artículo continúa
aludiendo al padre o madre “de familia”). El artículo 250 establece qué bienes
del hijo quedan excluidos del derecho legal de goce del padre o madre que
ejerza la patria potestad;
 El usufructo legal del marido, como administrador de la sociedad conyugal,
sobre los bienes de la mujer.
 El caso de la donación revocable o del legado, cuando la cosa se entregó en vida
del donante o testador (artículo 1140).
Algunos agregan el caso de los poseedores provisorios de los bienes del
desaparecido, conforme al artículo 89. Con todo, otros han señalado que los poseedores
provisorios no tendrían un usufructo, sino la propiedad sujeta a condición resolutoria.

b) Por voluntad del propietario.

Puede constituirse voluntariamente el usufructo por testamento o por acto entre


vivos. Si se constituye por testamento, se someterá el usufructo a las formalidades del
testamento. Si se constituye por acto entre vivos, la formalidad depende de la naturaleza de
la cosa fructuaria: si recae sobre muebles, es consensual; si recae sobre inmuebles, es
necesario instrumento público inscrito (artículo 767). Se ha discutido el rol de la inscripción
en este caso. Se sostiene por algunos que desempeña el doble papel de solemnidad del acto
constitutivo y de tradición del derecho real de usufructo; para otros, sólo desempeña esta
última función, quedando perfecto el acto constitutivo, con el sólo perfeccionamiento del
instrumento público y sin que haya un plazo para proceder a la inscripción (en tal posición,
Claro Solar: “La inscripción no es una solemnidad del acto de constitución del usufructo
que queda perfecto con el otorgamiento de la escritura pública (…) pero es necesario
además que se realice el modo de adquirir, esto es, la tradición del derecho que se
constituye, sin la cual el usufructuario no puede llegar a ser propietario de su derecho de
usufructo.” 3 Lo mismo piensa Rozas Vial: “Si se considera que la inscripción es una
3
Claro Solar, Luis, ob. cit., pp. 162 y 163.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 13


solemnidad del acto constitutivo del usufructo sobre inmuebles su omisión acarrearía la
nulidad absoluta del acto constitutivo, pero ¿en qué momento? No hay duda que la
inscripción hay que hacerla después de otorgada la escritura pública, pero ¿cuándo? Si el
que debe practicar la inscripción se demora en hacerlo, estaría ratificando un acto nulo
absolutamente. Todo ello nos parece ilógico. Creemos que del contrato otorgado por
escritura pública nace el derecho personal para exigir la inscripción de la que nacerá el
derecho real de usufructo.”4 La inscripción, en todo caso, debe efectuarse en el Registro de
Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces donde esté ubicado el inmueble
(artículos 686 del Código Civil y 52 N° 2 del Reglamento del Registro Conservatorio).
Si el usufructo se constituye por testamento, y recae sobre inmuebles, no es
necesaria su inscripción, tanto porque ella se exige para el usufructo constituido por acto
entre vivos, como porque en este caso, la adquisición del derecho real de usufructo se
efectuaría por sucesión por causa de muerte. En la práctica, sin embargo, se inscribe.

c) Por prescripción.

Esta posibilidad, contemplada expresamente en el artículo 766 N° 4, no es muy


frecuente, ya que lo usual es que quién posee una cosa, lo haga con ánimo de señor y dueño
sobre el bien en su integridad. Sin embargo, podría tener aplicación cuando se constituye el
usufructo sobre una cosa ajena, o cuando el título de constitución es nulo. Las reglas y
plazos para adquirir el usufructo por prescripción, son las del dominio (artículo 2512 del
Código Civil).

d) Por sentencia judicial.

Dispone el artículo 9º de la Ley número 14.908 sobre Abandono de Familia y Pago


de Pensiones Alimenticias, que el juez que esté conociendo del correspondiente juicio de
alimentos “podrá fijar o aprobar que la pensión alimenticia se impute total o parcialmente a
un derecho de usufructo, uso o habitación sobre los bienes del alimentante, quien no podrá
enajenarlos ni gravarlos sin autorización del juez. Si se tratare de un bien raíz, la resolución
judicial servirá de título para inscribir los derechos reales y la prohibición de enajenar o
gravar en los registros correspondientes” (inciso 2º).
A juicio de algunos, otro caso sería el del artículo 1337 N° 6 del Código Civil, en la
partición de bienes, que permite al partidor constituir el usufructo, “con el legítimo
consentimiento de los interesados”, lo que más bien llevaría a un usufructo originado por
voluntad de las partes.

5.- Efectos del usufructo.

El usufructo produce derechos y obligaciones tanto para el usufructuario (los más


importantes), como para el nudo propietario.

a) Derechos del usufructuario.

a.1) Derecho a usar la cosa fructuaria.

4
Rozas Vial, Fernando, “Los Bienes”, Santiago de Chile, LexisNexis, 4ª edición, año 2007, p. 305.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 14


Si bien el artículo 764, al definir el usufructo, no alude a la facultad de uso o Ius
Utendi, debemos entender que dicha facultad se encuentra comprendida dentro de la
expresión “facultad de gozar de una cosa”, aunque en rigor el goce se vincule con la
obtención de frutos. Detentar el Ius Utendi significa que el usufructuario puede utilizar o
servirse de la cosa. La facultad de uso se traduce en aplicar la cosa misma a todos los
servicios que es capaz de proporcionar, sin tocar sus productos ni realizar una utilización
que implique su destrucción inmediata. Constituyen una manifestación de la facultad de
uso, los siguientes artículos:
 Artículo 782, referido a las servidumbres;
 Artículo 785, que establece que el usufructo de una heredad se extiende a los
aumentos que ella reciba por aluvión u otras accesiones naturales; y
 Artículo 787, que alude precisamente al derecho del usufructuario de cosa
mueble para “servirse de ella según su naturaleza y destino”.

a.2) Derecho a gozar de la cosa fructuaria.

Llamada también Ius Fruendi, es la facultad que habilita para apropiarse los frutos
que da la cosa. El usufructuario tiene derecho tanto a los frutos naturales y civiles, que la
cosa produzca. Constituyen una manifestación de esta facultad los siguientes artículos:
 Artículo 781, en virtud del cual pertenecerán al usufructuario todos los frutos
naturales que produzca un inmueble, incluyendo aquellos que estaban
pendientes, al momento de deferirse el usufructo. Como lógica contrapartida,
aquellos frutos pendientes al momento de terminar el usufructo, serán del
propietario;
 Artículo 790, conforme al cual los frutos civiles pertenecen al usufructuario día
por día; esto implica que aquellos que se encontraban devengados al momento
de deferirse el usufructo, pero no pagados, no pertenecen al usufructuario; en el
mismo sentido, el artículo 792 establece que pertenecen al usufructuario, desde
que principia el usufructo, las rentas de arrendamiento por aquellos contratos
celebrados por el propietario antes de la constitución del usufructo.
 Artículo 793, que permite al usufructuario dar en arriendo el usufructo, y
obtener por ende frutos civiles;
 Artículo 794, que permite al arrendatario o cesionario del derecho de usufructo,
disponer del tiempo que necesite para la próxima percepción de frutos, antes de
restituir la cosa al propietario (norma similar a la del pacto de retroventa, en la
compraventa).
Por regla general, el usufructuario no tiene derecho a los productos, salvo algunos
que detallan los siguientes preceptos:
● artículo 783 (puede derribar árboles, pero reponiéndolos);
● artículo 784 (minerales5 y piedras de una cantera en actual laboreo); y
● artículo 788 (animales que integran rebaños o ganados, pero reponiéndolos).

5
De conformidad al artículo 171 del Código de Minería, tratándose del usufructo de una pertenencia minera,
se entenderá que la explotación hecha conforme al título constituye uso y goce legítimo de ella y el
usufructuario no será responsable de la disminución de sustancias minerales que a consecuencia de tal
explotación sobrevenga.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 15


En todo caso, para determinar la extensión de las facultades del usufructuario, habrá
que estar al acto constitutivo (artículo 791), siendo supletorias las normas del
Código Civil.
El usufructuario gozará de su derecho de usufructo como un buen padre de familia,
respondiendo por ende de culpa leve (artículos 787, 788 y 802).

a.3) Derecho de administrar la cosa fructuaria.

Así se establece en el artículo 777, que deja en claro que previamente, el


usufructuario deberá cumplir con ciertas obligaciones, a las que más adelante aludimos.

a.4) Derecho a hipotecar el usufructo.

Establece el artículo 2418, que la hipoteca podrá tener lugar sobre inmuebles “que
se posean” en usufructo. En verdad, el usufructuario sólo es mero tenedor del inmueble,
debiendo entenderse que lo hipotecable es su derecho real de usufructo.

a.5) Derecho de arrendar y ceder el usufructo.

Dispone el artículo 793 que el usufructuario, en principio, puede dar en arriendo el


usufructo y cederlo a quien quiera, a título oneroso o gratuito.
Cabe consignar que el usufructo podría arrendarse incluso al nudo propietario, sin
que por ello cambie su calidad, o sea, sin que por ello opere la consolidación de su dominio
y se transforme en pleno propietario.
Puede ocurrir, sin embargo, que el constituyente del usufructo hubiera prohibido
arrendarlo o cederlo. En tal caso, si el usufructuario contraviniere la prohibición, “perderá
el derecho de usufructo”. Esta frase se ha interpretado por algunos en el sentido que el acto
sería nulo absolutamente, por adolecer de objeto ilícito, al infringirse una prohibición del
constituyente, que la ley haría suya (artículos 1464 Nº 2, 1466 y 1682), con lo que debe
retornarse al estado anterior al acto que produjo la infracción, volviendo el derecho
arrendado o cedido al usufructuario, terminando acto seguido el usufructo. No compartimos
esta interpretación. Pensamos que se trata de una hipótesis de infracción de una obligación
de no hacer, que habilita al constituyente o al nudo propietario, para pedir que se declare el
término del usufructo. No creemos que se trate de nulidad absoluta, porque la ley no lo dijo
expresamente, siendo de derecho estricto los casos de objeto ilícito. Por lo demás, el
constituyente podría relevar al usufructuario de la prohibición, y al respecto, ¿qué
inconveniente hay en que lo releve después de arrendar o ceder el usufructo?
No podrá ceder ni arrendar su derecho de usufructo, aquél en cuyo favor se hubiere
constituido, de conformidad al artículo 9, inciso 4º, de la Ley número 14.908, sobre
abandono de familia y pago de pensiones alimenticias.

a.6) Si se trata de un cuasiusufructo, el cuasiusufructuario podrá disponer de la cosa


fructuaria.

Recordemos que en este caso, el cuasiusufructuario se hace dueño de las cosas


consumibles que recibió en usufructo, de manera que resulta lógico que la ley le reconozca
la facultad de disposición, como cualquier propietario.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 16


a.7) Ejercitar las acciones destinadas a proteger su derecho.

Para la protección de su derecho, dispone el usufructuario de la acción


reivindicatoria (artículo 891), y si recae sobre inmuebles, de las acciones posesorias
(artículos 916 y 922). Incluso, se ha resuelto que puede entablar la acción de precario del
artículo 2195 y aún contra el nudo propietario, porque el usufructuario es dueño de su
derecho de usufructo.
En todo caso, el usufructuario no puede impedir que sus acreedores embarguen su
derecho, salvo si se tratare de un usufructo legal (artículos 803 y 2466).

a.8) Derecho a ser indemnizado, por los deterioros que se ocasionaren a las cosas que
recibe en usufructo.

Establece el artículo 774 que el usufructuario tendrá derecho para ser indemnizado
de todo menoscabo o deterioro que la cosa sobre que recae su derecho de usufructo hubiere
sufrido por culpa o dolo del propietario, desde el momento en que se produjo la delación
del usufructo.

a.9) Derecho a retener la cosa fructuaria, aunque haya expirado el usufructo.

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 800, el usufructuario podrá retener la


cosa fructuaria hasta el pago de los reembolsos e indemnizaciones previstas en la ley. Se
trata de un derecho legal de retención.

b) Obligaciones del usufructuario.

Distinguimos entre las obligaciones que el usufructuario tiene antes de entrar en el


goce de la cosa, al momento de entrar en el usufructo, durante el usufructo y después de su
extinción.

b.1) Obligaciones previas al usufructo.

El usufructuario debe practicar inventario y rendir caución de conservación y


restitución (artículo 775).

b.1.1 Obligación de hacer inventario.

El inventario debe ser solemne (artículo 858 del Código de Procedimiento Civil), y
no se exige tratándose de los usufructos legales. En el caso del usufructo contemplado en la
Ley N° 14.908 sobre abandono de familia y pago de pensiones alimenticias, sólo se exige
inventario simple.
Se ha discutido la posibilidad de que el constituyente pueda liberar al usufructuario
de la obligación de facción de inventario, frente al silencio de la ley, que a su vez autoriza
expresamente tal posibilidad respecto de la caución. Predomina la opinión que es posible tal
exención, en base a la autonomía de la voluntad, salvo casos excepcionales, como el del
artículo 1407 (cuando el título es la donación), o el del artículo 379 (guarda testamentaria).

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 17


b.1.2 Obligación de constituir caución.

En cuanto a la caución, la ley no da mayores especificaciones respecto a su


naturaleza ni a su monto. Generalmente se conviene entre usufructuario y nudo propietario,
regulándola el juez en desacuerdo de aquellos. Excepcionalmente, algunos usufructuarios
están liberados de la obligación de rendir caución:
 Tratándose de los usufructos legales;
 Cuando el usufructo se ha constituido por donación y el donante se ha reservado
el uso de la cosa donada (artículo 775, inciso 3º);
 Cuando el constituyente o el nudo propietario hayan exonerado de esta
obligación al usufructuario (artículo 775, inciso 2º);
 Cuando la ley así lo dispone: por ejemplo, Ley N° 14.908; artículo 86 número 9
y artículo 87, ambos de la Ley General de Bancos, que permite a éstas
instituciones ser administradoras de bienes gravados con usufructo, cuando así
se haya establecido en el acto constitutivo.

El objeto de la caución difiere, según se trate de usufructo o de cuasiusufructo:


 En el usufructo: garantiza la obligación de conservación y restitución de la cosa
en el tiempo oportuno. La caución garantiza entonces una obligación de especie
o cuerpo cierto;
 En el cuasiusufructo: garantiza la restitución de otras tantas cosas del mismo
género y calidad que las recibidas, o el valor que tuvieren al tiempo de la
restitución. La caución garantiza, en este caso, una obligación de género.

b.1.3 Sanción por la omisión de inventario y caución.

No ocasiona dicha omisión la pérdida del derecho del usufructuario, sino los efectos
previstos en los artículos 776 y 777. Son tales:
 El usufructuario no podrá entrar en la administración de la cosa, la que en el
intertanto, corresponderá al propietario. Este, sin embargo, estará obligado a dar
el valor líquido de los frutos al usufructuario (artículo 776);
 Si después de fijado un plazo al usufructuario por el juez, a petición del nudo
propietario, no se rinde por el primero caución, se adjudicará la administración
al último, quien mantendrá la obligación de dar al usufructuario el valor líquido
de los frutos, pero ahora el nudo propietario tiene derecho a deducir una suma
fijada por el juez, proporcional al trabajo y cuidados de la administración
(artículo 777, inciso 1º);
 En la misma hipótesis anterior, pero de acuerdo con el usufructuario, el nudo
propietario puede realizar diversos actos jurídicos (artículo 777, incisos 2º, 3º y
4º):
+ tomar en arriendo la cosa fructuaria6 o tomar prestados a interés los dineros
fructuarios;
+ arrendar la cosa fructuaria y dar los dineros a interés;
6
Aquí, se produciría el curioso caso en el que el arrendatario es al mismo tiempo el dueño de la cosa
arrendada.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 18


+ comprar o vender las cosas fungibles y tomar o dar prestados a interés los
dineros que de ello provengan.
 Tratándose de los bienes muebles comprendidos en el usufructo, que fueren
necesarios para el uso personal del usufructuario y de su familia, le serán
entregados bajo juramento de restituir las especies o sus respectivos valores
(artículo 777, inciso 5º): se trata de la llamada “caución juratoria”, figura
excepcional que permite al usufructuario recibir los bienes aludidos, no obstante
no haber cumplido con las obligaciones de inventario y caución.
 El usufructuario, en todo caso, podrá reclamar la administración en todo tiempo,
prestando la caución a que lo obliga la ley (artículo 777, inciso 6º). Esto implica
que su derecho a reclamar la administración, es imprescriptible.

b.2. Obligaciones del usufructuario, al momento de entrar en vigencia el usufructo.

b.2.1 Debe respetar los arriendos de la cosa fructuaria.

Conforme al artículo 792, el usufructuario debe respetar los arriendos de la cosa


fructuaria, contratados por el propietario antes de constituirse el usufructo o después de
constituido, en las hipótesis del artículo 777. Igual ocurre con otras cargas reales o
personales, impuestas sobre las cosas antes de constituirse el usufructo (artículo 796). Cabe
consignar que respecto de los contratos de arrendamiento, le serán oponibles al
usufructuario, aunque se hubieren convenido por instrumento privado, pues el artículo 792
prevalece por sobre el artículo 1962, en el título del arrendamiento.
Como contrapartida, según lo expresamos, pertenecen al usufructuario, desde que
principia el usufructo, las rentas de arrendamiento por aquellos contratos celebrados por el
propietario antes de la constitución del usufructo.

b.2.2 Debe recibir la cosa en el estado en que se encuentre, al momento de la delación de su


derecho de usufructo (artículo 774).

Como contrapartida, según lo indicamos, tendrá derecho para ser indemnizado de


todo menoscabo o deterioro que la cosa sobre que recae su derecho de usufructo hubiere
sufrido por culpa o dolo del propietario, desde el momento en que se produjo la delación
del usufructo.

b.3 Obligaciones del usufructuario, durante la vigencia del usufructo.

b.3.1 Debe mantener la cosa fructuaria.

Se desprende de la propia definición de usufructo, que el usufructuario debe


conservar la forma y substancia de la cosa fructuaria (artículo 764). Esta obligación es de la
esencia del usufructo.
Se ha discutido en la doctrina el contenido o alcance de esta obligación. Deben
examinarse factores tales como la estructura física, el aspecto externo, el destino de la cosa,
etc. Determinar cuál o cuales características de la cosa debe respetar el usufructuario y qué
cambios en ella pueden ser aceptables, implica estudiar cada caso, con la constante de que
es deber del usufructuario respetar el “ser esencial” de la cosa. Para examinar y juzgar la

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 19


conducta del usufructuario, habrá que considerar también las posibilidades que tuvo de
consultar al nudo propietario, la magnitud de las facultades que le otorgó el título, etc. El
Código Civil, en todo caso, admite un criterio flexible, al aludir en el artículo 764 a la
“forma y substancia”, en el artículo 783 a “conservarlos en un ser” y en el artículo 787 a
“su naturaleza y destino”.

b.3.2 Pagar las expensas y las mejoras que se requieran, para la conservación de la cosa.

El usufructuario está obligado al pago:


 De las expensas ordinarias de conservación y cultivo (artículo 795);
 De las pensiones, cánones y en general las cargas periódicas con que de
antemano haya sido gravada la cosa fructuaria y que se devenguen durante el
usufructo (artículo 796);
 De los impuestos periódicos fiscales y municipales, que graven la cosa
fructuaria, en cualquier tiempo que se hayan establecidos (artículo 796). Por
ende, si fuera un impuesto “extraordinario” y no periódico, no sería de cargo del
usufructuario;
 De las deudas hereditarias y testamentarias, en la proporción que establece el
artículo 1368 y demás normas de la sucesión por causa de muerte, si el usufructo
se hubiere constituido por testamento.

b.4 Obligaciones del usufructuario, una vez extinguido el usufructo.

Debe restituir la cosa fructuaria. Así lo hemos visto, conforme a los artículos 764
(usufructo) y 787 (cuasiusufructo). Si no lo hiciere, el propietario podrá reivindicar la cosa
(artículo 915). En cuanto al cuasiusufructo, lo que debe restituirse es otro tanto de igual
cantidad y calidad o su valor al tiempo en que expira el usufructo (artículos 764 y 789). La
elección corresponderá al cuasiusufructuario.
Excepcionalmente, el usufructuario podrá negarse a restituir, invocando el derecho
de retención legal, al que hicimos referencia (artículo 800).

c) Derechos del nudo propietario.

c.1) Derecho de dominio sobre la cosa fructuaria.

Como dueño de la cosa puede enajenarla (artículo 773), respetando el adquirente el


usufructo; puede hipotecarla (artículo 2416), respetando el acreedor hipotecario el
usufructo; y puede transmitirla (artículo 773).
Está premunido también de la acción reivindicatoria (artículo 893); y si se trata de
inmuebles, dispondrá también de las acciones posesorias (artículo 916). Atendido el
carácter real de tales acciones, puede ejercerlas contra toda persona y al término del
usufructo contra el usufructuario.

c.2) Derecho a los frutos pendientes al momento de la restitución.

Así lo dispone el artículo 781, al que ya aludimos.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 20


c.3) Derecho a indemnización por pérdida o deterioro de la cosa fructuaria.

El usufructuario deberá indemnizar al propietario, por aquellos daños causados en la


cosa fructuaria, que provengan de su dolo o culpa (artículo 787). En el mismo sentido, si
los animales dados en usufructo mueren o sufren daños imputables a hecho o culpa del
usufructuario, deberá indemnizar al propietario (artículo 788); por su parte, el artículo 802
advierte que el usufructuario es responsable no sólo de sus propios hechos u omisiones,
sino de los hechos ajenos a que su negligencia haya dado lugar (aplicación de las reglas de
la responsabilidad extracontractual).

c.4) Derecho a percibir intereses, por dineros ocupados en ciertas inversiones.

Cuando deben hacerse obras o refacciones mayores necesarias para la conservación


de la cosa fructuaria, será el propietario quien deba solventarlas, pero con derecho a obtener
del usufructuario el pago de los intereses legales de los dineros invertidos en ellas, mientras
dure el usufructo (artículo 797).

c.5) Derecho al tesoro que se descubre en el suelo dado en usufructo.

Ningún derecho tiene el usufructuario, sobre los tesoros que se descubran en el


inmueble que tiene en usufructo (artículo 786). Por lo tanto, serán el descubridor y el
propietario, quienes se repartan el tesoro, o sólo el último, conforme lo estudiamos en la
ocupación.

c.6) Derecho a pedir anticipadamente el término del usufructo.

Tiene esta facultad, conforme a lo dispuesto en el artículo 809, en los siguientes


casos:
c.6.1) Por haber faltado el usufructuario a sus obligaciones en materia grave;
c.6.2) Por haber causado daños considerables a la cosa fructuaria.
El juez, según la gravedad del caso, podrá ordenar:
 que cese absolutamente el usufructo; o
 que vuelva al nudo propietario la cosa fructuaria, con cargo de pagar al
usufructuario una pensión anual determinada, hasta la terminación del usufructo.

c.7) Derecho de reclamación de la cosa fructuaria.

Tradicionalmente se le reconoce también al nudo propietario, una acción personal


de restitución, distinta de la reivindicatoria, que encuentra su fundamento en el acto
constitutivo del usufructo. Tal acción personal se dirige contra el usufructuario al
extinguirse el usufructo. Se dice que esta acción personal presenta la ventaja para el nudo
propietario, de que mientras en la acción reivindicatoria debe probar su dominio, en aquella
sólo le sería necesario probar el acto constitutivo, exhibir el acto que dio origen al
usufructo.

d.- Obligaciones del nudo propietario.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 21


Se reducen al pago de las expensas extraordinarias mayores que se hayan ejecutado
(art. 797 y 798, art. 801).
Se entienden por tales expensas (798), las que reúnen dos requisitos:
 Ocurren por una vez o a largos intervalos de tiempo; y
 Conciernen a la conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria.
Recordemos que las expensas ordinarias de conservación y cultivo, son de cargo del
usufructuario, sin derecho a reembolso.

6.- Extinción del Usufructo.

Se extingue el usufructo por las siguientes causales:

a) Por la llegada del día o el cumplimiento de la condición establecidos (art. 804).

En todo caso, cualquiera que sea el plazo o la condición, el usufructo no puede


continuar después de la muerte del usufructuario.

b) Por muerte del usufructuario; arts. 806, 773, inciso 2°


Ya hemos dejado en claro que el derecho de usufructo es intransmisible.
Al fallecer el usufructuario, se entiende extinguido de pleno derecho el usufructo, de
manera que si éste recaía sobre un inmueble y se encontraba inscrito en el Registro de
Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces respectivo, bastará exhibirle a
éste un certificado de defunción del usufructuario, para que proceda a cancelar la aludida
inscripción.

c) Por resolución del derecho del constituyente; art. 806.

Esta causal se relaciona con los artículos 1490 y 1491, que limitan los efectos de la
resolución de un derecho, pues dicha resolución no puede afectar a los terceros que tengan
el dominio de los bienes que habían sido objeto del contrato resuelto, o sean titulares de los
derechos reales mencionados en el artículo 1491.
Según estudiaremos en las Obligaciones, se ha planteado si la enumeración del
artículo 1491 es taxativa o si por el contrario, la regla debe hacerse extensiva a otros
derechos reales, como los de usufructo, uso o habitación, no mencionados en la disposición.
La enumeración sería taxativa, atendido el carácter excepcional del artículo 1491,
norma que deroga en favor de los terceros de buena fe el principio general de la
retroactividad de la condición resolutoria cumplida. Como disposición excepcional, debe
interpretarse restrictivamente.
Para los gravámenes no mencionados en el artículo 1491 regiría entonces el
principio general: los usufructos y el derecho de uso o de habitación siempre se extinguirán
por la resolución del derecho de quien los constituyó, aunque los titulares de tales derechos
reales estén de buena fe.

d) Por consolidación del usufructo con la nuda propiedad; art. 806.

e) Por prescripción (art. 806).

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 22


Esta causal ha dado lugar a discusiones desde el punto de vista de la prescripción
adquisitiva. Ciertamente que si un tercero posee el derecho de usufructo, puede llegar a
ganarlo por prescripción, y entonces, para el primer usufructuario se habrá extinguido su
usufructo por prescripción adquisitiva del tercero (art. 2.517) Otro tanto ocurre si el tercero
adquiere por prescripción la cosa misma sobre el cual había usufructo. Pero el problema
consiste en establecer si podría terminar por prescripción extintiva, es decir, por el simple
no ejercicio del derecho de usufructo, que en tal eventualidad se iría a consolidar con la
nuda propiedad. Algunos aceptan esta posibilidad: siendo una importante limitación al
dominio pleno, si el usufructo no se ejercita, aparece como inútil y es justificable su
extinción; en esto, se agrega, el usufructo y demás derechos reales difieren del dominio que
es perpetuo (Claro Solar). Otros niegan la aplicación de la prescripción extintiva; la acción
por la que se reclama un derecho sólo se extingue por la prescripción adquisitiva del mismo
derecho (art. 2.517). Además, como en el esquema del código el usufructuario tiene el
derecho de dominio sobre su usufructo, debe aplicársele la regla correspondiente y por lo
tanto el usufructo no se extinguiría, puesto que el dominio no se extingue por la sola
circunstancia de no ejercerlo (Alessandri).

f) Por renuncia del usufructuario (artículo 806).

La renuncia, si se refiere al usufructo de un inmueble, debe constar en escritura


pública y anotarse al margen de la inscripción del usufructo, para cancelarla (artículo 52
número 3 del Reglamento Conservatorio).

g) Por destrucción completa de la cosa fructuaria (artículos 807 y 808).

Si la destrucción es parcial, el usufructo subsiste en la parte que resta.

h) Por sentencia judicial.

Ocurre lo anterior, en los dos casos del artículo 809, a los que hicimos referencia.

IV.- EL DERECHO DE USO Y DE HABITACION.

1.- Definición.

Conforme al artículo 811, “El derecho de uso es un derecho real que consiste,
generalmente, en la facultad de gozar de una parte limitada de las utilidades y productos de
una cosa. Si se refiere a una casa, y a la utilidad de morar en ella, se llama derecho de
habitación”.
Los términos del Código Civil dan a entender que estamos ante dos derechos
(artículo 819). En estricto rigor, sin embargo, estamos ante un solo derecho, el derecho real
de uso, que al recaer sobre una casa, toma el nombre de derecho de habitación. Ello no
significa que el derecho de uso no pueda recaer en un inmueble, un predio agrícola, por
ejemplo, sin considerar el habitar la casa que en él pueda encontrarse.

2.- Características.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 23


a) Es un derecho personalísimo.

Establece el artículo 819 que los derechos de uso y habitación son intransmisibles a
los herederos, y no pueden cederse, prestarse ni arrendarse.
Pero están en el comercio humano, y por ende pueden adquirirse por prescripción
(artículo 2498). Recordemos que no hay total identidad entre las cosas incomerciables e
inalienables. En este caso, estamos ante un derecho comerciable, pero inalienable.

b) Es un derecho inembargable.

Así lo establecen los artículos 2466 y 1618 del Código Civil y 445 número 15 del
Código de Procedimiento Civil.

c) Se constituye y extingue según las reglas del usufructo.

Así lo establece el artículo 812, sin perjuicio de excluir en esta asimilación a los
usufructos legales. En cuanto al usufructo de origen judicial, la Ley 14.908 permite también
al juez constituir un derecho de uso o habitación en la sentencia de alimentos.

d) Por regla general, el titular no tiene las obligaciones de hacer inventario y constituir
caución.

Con todo, en dos casos se exige inventario (artículo 813):


 Al habitador;
 Al usuario, si el uso se constituye sobre cosas que deban restituirse en especie.

e) Básicamente, el uso o la habitación se limitan a las necesidades personales del usuario o


habitador.

Dentro de tales necesidades personales, se comprenden las de la respectiva familia


(artículo 815). En todo caso, la extensión del derecho se determinará, en primer lugar, por
el título que lo constituyó (artículo 814).

f) El usuario o habitador deben ejercitar su derecho con la moderación y cuidado de un


buen padre de familia (artículo 818).

V.- LAS SERVIDUMBRES

1.- Concepto.

Es otro derecho real limitado, enumerado en el art. 577, desde el punto de vista del
predio dominante; es una limitación al dominio, desde el punto de vista del predio sirviente.
Esta doble faceta origina las servidumbres activas y pasivas.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 24


El art. 820 contiene la definición legal: “Servidumbre predial, o simplemente
servidumbre, es un gravamen impuesto sobre un predio en utilidad de otro predio de
distinto dueño”.

2.- Elementos.

Se desprenden de la propia definición los elementos fundamentales de toda


servidumbre:

a) Dos predios de distinto dueño: se ha discutido la clase de inmuebles que pueden quedar
comprendidos en el concepto de “predios”. La jurisprudencia no es uniforme al respecto. Se
ha sostenido que se trata no sólo de inmuebles por naturaleza, sino también por adherencia
o por destinación. En otra oportunidad, se ha resuelto que sólo es posible constituir
servidumbre respecto de los inmuebles por naturaleza, pues el artículo 568 llama “predios”
a las casas y heredades.
En cuanto a la diferencia de dueño, es una característica fundamental, porque como
ha dicho la jurisprudencia, no se puede ser a la vez sujeto activo y pasivo de una relación
jurídica.

b) Un gravamen: que pesa sobre uno de los predios, para favorecer al otro, y que origina en
el uno la denominación de predio sirviente y en el otro la de predio dominante.

3.- Características.

a) Para el predio sirviente, la servidumbre significa un gravamen de carácter real, porque tal
naturaleza tiene el derecho que es su extremo opuesto. Las mutaciones de propietario, no
alteran dicha carga.

b) Para el predio dominante, es decir en cuanto servidumbre activa:


b.1) Es un derecho real. (art. 577)
b.2) Es un derecho inmueble: algunos derechos pueden ser muebles o inmuebles, según la
cosa en que se ejercen (art. 580). En el caso de la servidumbre, sin embargo, siempre será
un derecho inmueble, porque es inconcebible ejercerla sobre una cosa mueble.
b.3) Es un derecho accesorio: cabe señalar que la accesoriedad no está tomada aquí en la
acepción común, contenida en el art. 1442; la servidumbre no tiene por finalidad asegurar el
cumplimiento de ninguna obligación principal. Es accesoria, en cuanto no puede subsistir
sin los predios sobre los cuales recae (artículo 825). De ahí que a diferencia de lo que
ocurre con otros derechos reales, como el usufructo o el uso, se tiene un derecho real de
servidumbre como consecuencia de ser propietario de un predio (el dominante) y no
directamente, como el usufructuario, el usuario, el habitador.
Consecuencia de lo anterior es que el derecho de servidumbre no puede ser cedido,
embargado o hipotecado independientemente del predio dominante y por otra parte, llega a
integrar el goce de la propiedad a que accede (arts. 782, 1.120, 1.125, etc.)
b.4) Es un derecho perpetuo: en el sentido que subsiste mientras objetivamente existan los
predios a que se refiere y la necesidad o justificación del gravamen. Sin embargo, debe
tenerse presente que no hay impedimento para que se establezcan por las partes con

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 25


duración limitada (artículo 885 N° 2) y que pueden extinguirse por el no uso (artículo 885,
número 5).
b.5) Es un derecho indivisible: la servidumbre no puede adquirirse, ejercerse o extinguirse
parcialmente; se tiene o no se tiene (arts. 826, 827 y 886).

4.- Clasificación

a) Según su origen (artículo 831): pueden ser naturales, legales y voluntarias.

b) Según sus señales de existencia (artículo 824): pueden ser aparentes e inaparentes.

Se suele objetar a esta clasificación su débil consistencia, pues depende solamente


de ciertas circunstancia materiales más o menos accidentales. De ahí que haya muchas
servidumbres que pueden ser aparentes o inaparentes (de tránsito, de acueducto); hay otras
sin embargo que siempre serán inaparentes, como aquellas que consisten en un no hacer en
el predio sirviente.

c) Según su ejercicio (artículo 822): continuas o discontinuas.

Para calificar a una servidumbre de continua o discontinua, se atiende a la forma


natural como se ejerce, se aprecia de manera objetiva y universal, y no al hecho que se
ejerza continuamente y sin intermitencia, es decir se prescinde del ejercicio real que en un
caso determinado puede observarse. Así, una servidumbre continua puede ejercerse con
intermitencia, como la de acueducto por la cual pasa el agua de tiempo en tiempo; pero será
siempre continua porque siempre estará allí el canal o cañería apto para el paso de agua,
aún cuando ello ocurra esporádicamente. En cambio, las servidumbres discontinuas, no
pierden su carácter de tales, aunque se ejerzan sin intermitencia alguna. Así, una
servidumbre de tránsito será discontinua porque necesita de un hecho actual del hombre,
aunque se esté transitando continuamente por el predio sirviente.

d) Según su objeto o carácter (artículo 823): positivas o negativas

La Servidumbre impone al dueño del predio sirviente la obligación de dejar hacer,


por regla general, y en tal caso, estamos ante una servidumbre positiva (servidumbre de
acueducto o servidumbre de tránsito); en otras ocasiones, impone la prohibición de hacer
algo (por ejemplo, elevar las paredes hasta cierta altura), y en tal caso estamos ante una
servidumbre negativa. Pero como puede observarse, en ningún caso la servidumbre puede
imponer la obligación de hacer. El que sufre la servidumbre debe dejar hacer o abstenerse
de hacer, pero él nada está obligado a hacer en razón del gravamen. La actividad la
despliega el dueño del predio dominante, no el dueño del predio sirviente.

5.- Importancia de las clasificaciones de servidumbres aparentes e inaparentes,


continuas y discontinuas.

a) En materia de prescripción adquisitiva, únicamente pueden adquirirse las


servidumbres continuas aparentes. Las discontinuas de todas clases y las continuas

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 26


inaparentes, solo pueden adquirirse por medio de un título; ni aún el goce inmemorial
bastará para constituirlas (art. 882)

b) En materia de extinción por el no uso: artículo 885 Nº 5. El plazo de 3 años, se


cuenta de distinta manera, según se trate de servidumbres continuas o discontinuas. En las
continuas, como la de acueducto, se cuenta desde que se realiza un acto contrario a la
servidumbre (por ejemplo, si se llena de tierra el canal); en las discontinuas, se cuenta
desde la fecha del último acto que supone gozar de la servidumbre (por ejemplo en la
servidumbre de tránsito, desde la última vez que el propietario del predio dominante pasó
por el predio sirviente).

c) En materia de constitución “por destinación del padre de familia”: solo procede en


las servidumbres continuas y aparentes (art. 881).

6.- Ejercicio del derecho de servidumbre

Para saber los derechos del dueño del predio dominante y los del predio sirviente
hay que atenerse a su fuente originaria: art 884.
De todas maneras, hay que tener presente lo dispuesto en los artículos 828, 829, y
830. Esta última disposición, y otras, como por ejemplo el artículo 833, se encuentran
inspiradas en el principio romano denominado comportamiento civiliter, por el cual, en el
ejercicio de un derecho, el dueño del predio dominante debe procurar el mínimo de
perjuicio, evitando toda molestia o embarazo innecesario en el predio sirviente. Es la
contraparte de la conducta que se pide al dueño del predio sirviente: debe abstenerse de
efectuar obras o actos que perturben el ejercicio de la Servidumbre

7.- Clases de servidumbre según su origen.

7.1) Servidumbres naturales: art. 833.

Son aquellas que derivan de la natural situación (es decir, ubicación) de los predios;
el predio sirviente no tiene derecho a indemnización alguna: debe soportarlas.
Actualmente, el código contempla sólo una servidumbre natural, la denominada de
libre descenso y escurrimiento de las aguas.

7.2) Servidumbres legales: 839 a 879.

Son aquellas impuestas por la ley, aún contra la voluntad del dueño del predio
sirviente.
El artículo 839 las subclasifica en servidumbres de utilidad pública y de interés
privado.

7.2.1) Servidumbres de utilidad pública:

El artículo 839 hace una referencia especial a una de estas servidumbres, la del uso
de riberas para menesteres de navegación o flote, remitiéndose en su regulación al Código
de Aguas. El mismo artículo 839 agrega que hay otras de estas servidumbres, para cuya

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 27


reglamentación se remite a los reglamentos y ordenanzas respectivas (por ejemplo, las
contempladas en la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades). Estas servidumbres
constituyen verdaderas limitaciones al dominio por necesidad social y se regulan
generalmente en textos orgánicos de una institución o servicio público.
Las características más importantes de esta clase de servidumbres son:
 Carecen generalmente de un predio dominante, lo que en tales casos hace
desestimable su carácter de servidumbre.
 Están fuera del comercio, lo que excluiría la posibilidad de extinguirse por
prescripción;
 No conceden indemnización al dueño del predio gravado, salvo expresa
disposición.

7.2.2) Servidumbres de interés privado

El gravamen en esta especie de servidumbre reporta una utilidad tan solo al


propietario del predio dominante. El código regula las de demarcación, cerramiento,
medianería, tránsito, acueducto, luz y vista: arts. 842 al 878 (Las disposiciones relativas a
las servidumbres de acueducto han sido suprimidas, rigiendo las contenidas en el Código de
Aguas).

Analizaremos a continuación los aspectos más relevantes de cada una de las


servidumbres de interés privado reguladas en el Código Civil.

a) Servidumbre de demarcación: art. 842.

a.1) Concepto de demarcación: es la operación que tiene por objeto fijar la línea que separa
dos predios colindantes de distintos dueños, señalándola por medio de signos materiales.
a.2) Sujeto activo: como no se exige prueba del dominio, puede entablar la acción de
demarcación no solo el dueño, sino todo poseedor regular o irregular, y también el nudo
propietario, el propietario fiduciario, el usufructuario, el cesionario y en general, todo el
que tenga la posesión de un derecho real sobre la cosa. Pero si ejercida la acción, por
ejemplo por el usufructuario, y el dueño se considera perjudicado, parece razonable
permitirle volver a discutir el deslinde (porque podría existir colusión entre el vecino y el
titular del derecho real de usufructo).
Se ha resuelto que cualquier comunero puede demandar de demarcación al vecino
sin que sea necesario que concurran todos los comuneros (el fallo parece aplicar la doctrina
de que en la comunidad habría entre los comuneros un mandato tácito y recíproco, que
permitiría a cualquiera pedir la demarcación como acto de administración o de
conservación).
a.3) Sujeto pasivo: todos los que pueden demandar, pueden ser demandados. Pero a
diferencia de lo dicho en la comunidad respecto al sujeto activo, se ha resuelto que si el
predio vecino pertenece a una comunidad, para que el fallo afecte a todos, deben ser todos
incluidos en la demanda.
Se tiene entendido también que la acción de demarcación es de las llamadas dobles,
con lo que se quiere dar a entender que en estos juicios ambas partes están en una misma
posición procesal ante el juez; no la de uno como demandante y el otro como demandado.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 28


a.4) Naturaleza jurídica: se dice que la demarcación es una servidumbre positiva que, como
lo dispone el artículo 823 inciso 2º constituye una excepción a las servidumbres de esa
especie, ya que impone una obligación de hacer. En doctrina sin embargo, se dice que no
constituye en realidad una servidumbre, pues no existen los elementos para ello: predio
dominante, predio sirviente ni gravamen. Se trata sólo de una facultad derivada del
dominio, por la cual el dueño puede desplegar actividades tendientes a precisar el objeto de
su derecho. Eso, desde un punto de vista activo; desde un punto de vista pasivo, de los
vecinos, la obligación de concurrir a la demarcación, resulta del cuasicontrato de vecindad.7
La acción de demarcación se tramita en juicio sumario.
a.5) Etapas de la demarcación: son dos: primero, una intelectual de fijación de la línea
imaginaria que separa los dos predios, confeccionando para tal efecto un plano; en segundo
lugar, una etapa material, construcción en el terreno del los hitos o señales físicas que
indican la línea limítrofe.
a.6) Imprescriptibilidad de la acción: como emana del dominio, se tiene mientras se tenga la
calidad de dueño del bien. No se extingue por el no uso.

b) Servidumbre de cerramiento: 844 a 846.

Consiste en el derecho de todo propietario de cerrar su predio y de obtener que


contribuyan a esa actividad los dueños de los predios colindantes. Al igual que la
demarcación, emana del dominio, y por lo mismo, la acción respectiva es real e
imprescriptible. Por la misma causa no es propiamente una servidumbre El cerramiento es
con frecuencia una operación que queda involucrada en la demarcación, que sigue a ésta.

c) Medianería

c.1) Concepto: los artículos 851 a 859 la regulan. Aquí tampoco existen los elementos de
toda servidumbre En doctrina, la medianería se explica como un caso de comunidad forzosa
y perpetua y es una consecuencia de la copropiedad de la pared divisoria.
No toda pared divisoria es medianera: art. 846. Lo es cuando el cerramiento se ha
hecho a expensas comunes.
Sin embargo, aún cuando una pared divisoria no sea medianera, el artículo 854 da
derecho al dueño del predio que no ha construido este cerco, para hacerse medianero,
pagándole al vecino los gastos correspondientes.
c.2) Prueba de la medianería: 852 y 853
 Por medio de un título.
 Por medio de señales exteriores.
 Por medio de presunciones.
c.3) Efectos de la medianería.
 Derecho a edificar sobre la pared medianera: art. 857;
 Derecho a elevar la pared medianera: art. 857;

7
Como refiere Luis Claro Solar, para Pothier la vecindad de dos predios daba lugar a un cuasicontrato, que
forma obligaciones recíprocas entre los vecinos, es decir, entre los propietarios o poseedores de predios
contiguos, siendo la demarcación una simple obligación nacida de este cuasicontrato: ob. cit., tomo IX; p.
100.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 29


 Derechos recíprocos de los colindantes: art. 858 Este artículo está en armonía
con el artículo 2.309, de la comunidad.
c.4) Arboles medianeros: art. 859.

d) Servidumbre de Tránsito.

d.1) Definición: es la servidumbre que tiene derecho a imponer un predio cuando está
desprovisto de toda comunicación con un camino público.
d.2) Naturaleza jurídica: es una verdadera servidumbre, pues existe un predio dominante (el
desprovisto de toda salida al camino público), un predio sirviente (el que se atraviesa para
llegar al predio dominante) y el gravamen (dejar pasar a las personas, animales, vehículos,
etc.).
d.3) Características:
 Es positiva, porque el dueño del predio sirviente debe dejar hacer al dueño del
predio dominante;
 Es discontinua, porque para ejercitarla se requiere un hecho actual del hombre.
Jamás podrá adquirirse por prescripción ni por destinación del padre de familia:
sólo puede constituirse por medio de un título;
 Es aparente o inaparente, art. 824.
d.4) Condiciones para establecerse: art. 847.
1º Que el predio que trata de imponer la servidumbre esté desprovisto de toda
comunicación con el camino público.
2º Que esta comunicación con el camino público sea indispensable para el uso y
beneficio del predio.
3º Que se indemnice previamente al propietario del predio sirviente (el valor del
terreno necesario y todo otro perjuicio). Si no hay acuerdo entre las partes, el
conflicto se resolverá por informe de peritos, quienes determinarán tanto el monto
de la indemnización como la forma de ejercer la servidumbre (art. 848).
d.5) Derecho para pedir que cese la servidumbre (art. 849). Son requisitos:
1º Que la servidumbre no llegue a ser indispensable para el predio dominante, por la
adquisición de terrenos que le dan un cómodo acceso al camino, o por otros medios.
2º Que el dueño del predio sirviente restituya lo que se le hubiera pagado al
establecer la servidumbre
d.6) Caso del artículo 850: se trata de la constitución de una servidumbre de tránsito, sin
indemnización alguna, cuando el adquirente o el adjudicatario del predio, era comunero con
el tradente o con los demás que intervienen en la partición. Así, por ejemplo, si tres
comuneros acuerdan dividir el fundo en tres lotes, y uno de esos lotes queda desprovisto de
salida al camino publico, tendrá derecho a la servidumbre de tránsito, sin que medie pago
alguno. Como ha dicho nuestra doctrina, esta disposición, más que todo, tiene por objeto
defender los derechos de los otros propietarios vecinos, a quienes por la ley, el dueño del
predio sin comunicación, podría obligar a soportar la servidumbre de tránsito. En cambio,
más justo resulta que el problema se solucione entre quienes eran comuneros.

e) Servidumbre de acueducto.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 30


e.1) Concepto: es el medio que tienen los propietarios no ribereños para servirse de las
aguas corrientes, y consiste en que puedan conducirse las aguas por la heredad sirviente a
expensas del interesado: art. 861.
e.2) Naturaleza jurídica: es una verdadera servidumbre.
El predio dominante puede ser:
1º.- Una heredad que carezca de las aguas para el cultivo de las sementeras,
plantaciones o pastos;
2º.- Un pueblo que requiere las aguas, para el servicio doméstico de los habitantes.
3º.- Un establecimiento industrial que requiera de estas aguas para el movimiento de
sus máquinas.
e.3) Características.
1º.- Es una servidumbre continua y positiva, porque impone al dueño del predio
sirviente la obligación de dejar hacer algo;
2º.- Puede ser aparente o inaparente. Generalmente será aparente.

f) Servidumbre de Luz

f.1) Objeto: dar luz a un espacio cualquiera cerrado y techado; pero no se dirige a darle
vista sobre el predio vecino, esté cerrado o no. Art. 873.
f.2) Características:
1º Es continua, porque para su ejercicio no requiere un hecho actual del hombre.
2º Es aparente, porque se manifiesta por señales exteriores;
3º Es positiva.
f.3) Cuándo existe servidumbre de luz: art. 874, incisos 1º y 2º.
f.4) Condiciones a que esta sujeta la servidumbre legal de luz: art. 875.
f.5) Disposición que viene a destruir en el hecho la servidumbre de luz: art. 876.

g) Servidumbre de Vista

g.1) Concepto: art 878. La servidumbre de vista tiene por finalidad prohibir que se vea lo
que pasa en el predio vecino.
g.2) Características:
1º Es negativa, porque impone al dueño del predio sirviente la obligación de
abstenerse de hacer una cosa.
2º Es continua, porque no requiere en su ejercicio un hecho actual del hombre.
3º Es aparente, porque se manifiesta por la ausencia de balcones, azoteas, ventanas
etc.

7.3) Servidumbres voluntarias.

a) Fuente legal: el art. 880 señala la norma general para esta clase de servidumbres, dando
margen a la autonomía de la voluntad para que se pacte cualquier gravamen, con tal que no
contravenga las leyes y el orden público.
b) Constitución: pueden constituirse de cuatro formas:
b.1) Por título: artículos 882, 883 y 884. “Título” debe entenderse no en su acepción de
instrumento material, sino como acto jurídico, que puede dar origen a la servidumbre

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 31


Como se trata de servidumbres voluntarias, el título es la fuente de mayor aplicación
en esta clase de servidumbres.
El título puede ser un acto entre vivos o un testamento; puede ser gratuito u oneroso.
Por título se puede constituir toda clase de servidumbres (882, inc. 1º).
En cuanto a las formas del acto, se entiende que la regla general es que no está
sometido a solemnidades especiales. De todas maneras, debe examinarse el acto específico
por el que se constituye. Así, si se constituye por acto entre vivos a título oneroso, se
configurará una compraventa, para la cual se exige expresamente por la ley escritura
pública (1801). Si se constituye por testamento, obviamente deben cumplirse las
solemnidades de éste.
En todo caso, el título puede ser suplido por un reconocimiento expreso del dueño
del predio sirviente (883). Este reconocimiento viene a importar una verdadera constitución
de la servidumbre, por lo que debe contener las precisiones necesarias para su ejercicio.
 Tradición del derecho real de servidumbre: el artículo 698, como regla
excepcional, dispone que se efectúa por escritura pública, que puede ser la
misma del acto o contrato. En este último caso, se agrega a la escritura en que se
acuerda la servidumbre, una estipulación destinada a efectuar la tradición de
ella, con las declaraciones que señala el citado artículo 698. Consecuente con lo
anterior, el reglamento del Conservador incluye la constitución de la
servidumbre, entre los títulos que pueden (y no que deben) inscribirse (artículo
52 Nº 2). Excepcionalmente, la tradición de la servidumbre de alcantarillado
sobre un predio urbano, debe efectuarse mediante la inscripción del título
respectivo.
b.2) Por sentencia judicial: artículo 880.
Las leyes, en general, no contemplan casos de servidumbres a establecerse por
sentencia judicial, dado que las sentencias son declarativas y no atributivas de derechos.
Por lo demás, en tales situaciones, no podría hablarse en realidad de servidumbres
voluntarias, pues se impondrían por el sentenciador. En el Código Civil se encuentra un
caso de servidumbre establecida por sentencia, tratándose del fallo que recae en la partición
de bienes (1.337, regla 5ª). En todo caso, no hay en nuestro Derecho una formula general
que autorice al juez imponer servidumbres.
b.3) Por prescripción
Sólo las servidumbres continuas y aparentes pueden adquirirse por prescripción. Las
discontinuas y las continuas inaparentes exigen título (882). Como justificación de la
imposibilidad de prescripción, se señala que tratándose de las servidumbres discontinuas,
los actos que las constituyen pueden ser considerados por el propietario del predio sirviente
como de su simple tolerancia (2499), y tratándose de las inaparentes, la explicación se
encontraría en la falta de posesión pública.
El plazo de posesión para prescribir es de 5 años (882). El art. 2512 señala a la
prescripción de las servidumbres como una situación de excepción a las normas generales.
La excepción consiste en que no se distingue entre posesión regular e irregular;
indistintamente, con cualquiera de ellas, se adquiere a los 5 años.
b.4) Por destinación del padre de familia
Esta forma de constituir servidumbre es un acto por el cual el dueño de dos predios
establece un “servicio” o gravamen sobre uno en beneficio del otro, originándose la
servidumbre posteriormente y de pleno derecho al enajenarse uno de ellos o ambos, a

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 32


propietarios distintos (artículo 881). En otras palabras, el “servicio” se transforma en
“servidumbre”.
b.4.1) Dos son los casos en que tiene lugar:
 Objetivamente, sobre todo cuando se trata de dos predios contiguos, puede
decirse que existe servidumbre desde que se constituye el gravamen, pero como
la institución exige que los predios pertenezcan a distintos dueños, ésta se
configura al producirse la diferencia de propietarios y mientras ello no ocurre, el
establecimiento del gravamen permanecerá como un simple acto de ejercicio del
derecho de propiedad o como dice el precedente romano que le dio nombre,
como un acto de padre de familia que administra como tal su propiedad.
 Es aplicable también esta forma de constitución en el caso de que, existiendo la
servidumbre, ambos predios se reúnen en un solo propietario y continúa éste
manteniendo el gravamen, ahora como un simple servicio dentro de los bienes
de su dominio y posteriormente, al enajenar uno de ellos, vuelve a aparecer la
diferenciación de dueños. La servidumbre reaparece, constituida ahora por la
destinación que mantuvo el propietario mientras era dueño de ambos.
b.4.2) Requisitos:
 Que los predios que actualmente estén separados hayan pertenecido a un mismo
dueño;
 Que el servicio se hubiere constituido por el mismo dueño;
 El servicio que originará la servidumbre, debe ser continuo y aparente. (881).
 Que en el acto de enajenación o de la partición no se haya establecido
expresamente otra cosa.

8.- Extinción de las servidumbres.

Los arts. 885 y 886 señalan las causales:

a) Por resolución del derecho del que las ha constituido (artículo 1491): este medio se
aplica sólo a las servidumbres voluntarias, ya que las otras están impuestas por la
naturaleza o por la ley.

b) Por la llegada del plazo fijado o el cumplimiento de la condición pactada. Cabe la


misma observación que en el caso anterior.

c) Por la confusión, es decir, la reunión perfecta e irrevocable de ambos predios en


manos de un mismo dueño.

d) Por la renuncia del dueño del predio dominante.

e) Por el no uso: por haberse dejado de gozar la servidumbre durante tres años. La
servidumbre se extingue, cualquiera que sea la causa de este no ejercicio pues la ley no
hace distinción alguna (ya se hizo referencia al cómputo del plazo).
El artículo 886 se pone en el caso que el predio dominante pertenezca a una
comunidad: el goce de uno de los comuneros interrumpe la prescripción respecto de todos.

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 33


La suspensión que beneficia a uno beneficia a todos. La regla anterior, es una consecuencia
del carácter indivisible que presentan las servidumbres.

f) Por imposibilidad de ejercicio: art. 887. La imposibilidad debe mantenerse por 3 años. Si
cesa antes, revive la servidumbre.

____________________*****_________________________

Derechos Reales Limitados – Juan Andrés Orrego Acuña 34


LEY Nº 19.537 SOBRE
COPROPIEDAD INMOBILIARIA1

Juan Andrés Orrego Acuña

La Ley Nº 19.5372, publicada en el Diario Oficial con fecha 16 de diciembre de


1997, regula lo concerniente a un régimen especial de propiedad inmobiliaria. La citada
ley, derogó la Ley Nº 6.071, sobre “Propiedad Horizontal”, estableciendo además que las
referencias que se efectúan en la legislación vigente a las disposiciones legales derogadas,
se entenderán hechas a las de la Ley Nº 19.537.
Se divide la ley en cinco Títulos, denominados:
a) “Del Régimen de Copropiedad Inmobiliaria” (artículos 1° a 16°);
b) “De la administración de los condominios” (artículos 17° a 35°);
c) “De la seguridad del condominio y del término o modificación de la copropiedad
inmobiliaria” (artículos 36° a 38°);
d) “De los condominios de viviendas sociales” (artículos 39° a 46° quáter); y
e) “Disposiciones generales” (artículos 47° a 50°).
La Ley contiene un artículo transitorio, referido a las viviendas sociales.
En el mismo orden serán analizados. Los subtítulos son nuestros.
Cerraremos este trabajo con un acápite concerniente a jurisprudencia emanada
tanto del Tribunal Constitucional como de los tribunales superiores de justicia.
La Ley N° 19.537 ha experimentado ocho modificaciones, conforme al siguiente
detalle:
a) Ley N° 19.838, publicada en el Diario Oficial de 22 de noviembre de 2002, otorga
funciones y atribuciones a los administradores en materia de prevención y seguridad de
evacuación de gases. Modificó artículos 7, 23 y 36.
b) Ley N° 19.839, también publicada en el Diario Oficial de 22 de noviembre de 2002,
establece normas sobre arquitectura y construcción para la prevención y seguridad en
materia de evacuación de gases. Agregó artículo 14 bis.
c) Ley N° 20.168, publicada en el Diario Oficial de 14 de febrero de 2007, facilita la
organización y administración de los condominios de viviendas sociales. Modifica
artículos 8, 9, 17, 18, 21, 29, 33, 39, 41 y 42 y agrega artículos 46 bis y 46 ter.
d) Ley N° 20.296, publicada en el Diario Oficial de 23 de octubre de 2008, establece
disposiciones para la instalación, mantención e inspección periódica de los ascensores y
otras instalaciones similares. Modifica artículos 2, 7, 14 bis y 23.

1
Fecha de última modificación: 30 de enero de 2018.
2
En adelante, también “la Ley”. Cuando se menciona un artículo sin otra calificación, entiéndase que forma
parte de la Ley.

Ley N° 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña


e) Ley N° 20.579, publicada en el Diario Oficial de 7 de marzo de 2012, sobre división de
condominios de viviendas sociales. Incorpora artículo 46 quáter.
f) Ley N° 20.703, publicada en el Diario Oficial de 5 de noviembre de 2013, crea y regula
los registros nacionales de inspectores técnicos de obra (ITO) y de revisores de proyectos
de cálculo estructural, modifica normas legales para garantizar la calidad de
construcciones y agilizar las solicitudes ante las direcciones de obras municipales.
Intercala un artículo 14 ter.
g) Ley N° 20.741, publicada en el Diario Oficial de 1 de abril de 2014, facilita la
administración de copropiedades y la presentación de proyectos de mejoramiento o
ampliación de condominios de viviendas sociales. Se modifican los artículos 2, 3, 7, 8, 9,
10, 13, 17, 19, 21, 26, 39, 41, 44, 45, 46, 46 bis y 46 quáter; y se intercalan los artículos 1
bis y 44 bis.
h) Ley N° 20.808, publicada en el Diario Oficial de 28 de enero de 2015, protege la libre
elección de los servicios de cable, internet o telefonía. Modifica los artículos 7, 23 y 29.
Como puede observarse, de acuerdo al tenor de las citadas leyes:
a) Ciertas reformas, se enmarcan en la preocupación del legislador en orden a velar por la
seguridad de los habitantes al interior de los condominios (ductos de evacuación,
ascensores, calidad de construcciones, etc.).
b) Algunas de las reformas han propendido a facilitar la administración de los
condominios.
c) Varias de las reformas han intentado perfeccionar las normas que regulan los
condominios de viviendas sociales.
d) La última de las modificaciones, se vincula con el Derecho del Consumo, en cuanto a la
libre elección de ciertos servicios.
A las leyes citadas, debemos adicionar la Ley N° 20.841, publicada en el Diario
Oficial de 30 de marzo de 2015, que interpreta el inc. 1° del art. 10° de la Ley (referido al
acceso de un condominio al régimen de copropiedad inmobiliaria), según se consignará.
El Reglamento de la Ley3 se aprobó por Decreto Supremo N° 46, del Ministerio de
Vivienda y Urbanismo, publicado en el Diario Oficial con fecha 17 de junio de 1998.
Contiene doce Títulos, signados:
a) “Del régimen de copropiedad inmobiliaria” (artículos 1° a 4°);
b) “De los derechos y obligaciones entre los copropietarios del condominio” (artículos 5° a
7°).
c) “De la solución de conflictos” (artículo 8°);
d) “De los bienes de dominio común” (artículo 9°).
e) “Del derecho de los copropietarios sobre los bienes de dominio común” (artículo 10°);
f) “De los derechos de uso y goce exclusivo” (artículo 11°);
g) “De la enajenación, arrendamiento o gravamen de bienes de dominio común” (artículo
12°);
h) “De la contribución a los gastos comunes” (artículos 13° a 19°);
i) “De la administración del condominio” (artículos 20° a 31°);
j) “De la seguridad del condominio” (artículo 32°);

3
En adelante también “el Reglamento de la Ley”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 2


k) “Del término de la copropiedad inmobiliaria” (artículo 33°);
l) “De los condominios de viviendas sociales” (artículos 34° a 41°).
Pero los inmuebles adscritos al régimen de copropiedad inmobiliaria no sólo están
sujetos a las normas de la Ley N° 19.537 y su Reglamento. También se les aplican otras
normas de rango constitucional, legal, reglamentario y administrativo. Asimismo, también
se les aplican las normas de los respectivos Reglamentos de Copropiedad, los acuerdos
adoptados por las Asambleas de Copropietarios y por los integrantes del Comité de
Administración. Lato sensu, estos últimos acuerdos también generan normas regulatorias
para cada condominio. De esta forma, en nuestra opinión, las siguientes normas sirven de
fundamento (los preceptos constitucionales que citaremos) y regulan, principalmente, a
los condominios acogidos al régimen de copropiedad inmobiliaria:
1. Normas constitucionales
● Art. 1°, inc. 3°: “El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los
cuales se organiza y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para
cumplir sus propios fines específicos”.
Los copropietarios, en efecto, organizados bajo el sistema de copropiedad
inmobiliaria, constituyen un “grupo intermedio” merecedor del reconocimiento y de la
protección del Estado (sentencia del Tribunal Constitucional de 17 de enero de 2015, Rol
Nº 2.688-14, que se resume más adelante).
● Art. 19 N° 15, derecho de asociarse sin permiso previo.
Los copropietarios se unen en función de sus intereses, bajo una forma especial de
propiedad, que les confiere ciertos derechos e impone determinadas obligaciones.
● Art. 19 N° 24: “El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de
bienes corporales o incorporales”.
La copropiedad inmobiliaria es una de las “especies” de propiedad que debe
garantizarse para quienes adhieran a ella.
Este mismo numeral de la Carta Fundamental establece que sólo la ley puede
establecer las limitaciones y obligaciones que deriven de la función social de la propiedad.
Para el caso de los condominios, sin duda que la ley establece a los copropietarios –según
veremos-, una serie de limitaciones y de obligaciones. En ambos casos, el fundamento se
encuentra en la utilidad pública, uno de los factores de la función social de la propiedad.
2. Normas legales
● Ley N° 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria.
● Ley General de Urbanismo y Construcciones (DFL N° 458, publicado en el Diario Oficial
de fecha 13 de abril de 1976).
● Ley Nº 18.287, establece procedimiento ante los Juzgados de Policía Local.
● Código Civil (aplicación supletoria).
● Código del Trabajo (trabajadores del condominio).
● Legislación previsional (trabajadores del condominio).
● Código de Procedimiento Civil, Título I del Libro III, del “Juicio ejecutivo de las
obligaciones de dar” (cobro de gastos comunes).
3. Normas reglamentarias
● Decreto Supremo N° 46 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Reglamento de la Ley
N° 19.537.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 3


● Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones.
● Instrumentos de Planificación Territorial.
● Reglamento Especial de Viviendas Económicas (Ordenanza General de Urbanismo y
Construcciones).
● Decreto Supremo N° 230 de 1998, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que
“Aprueba Reglamento Tipo de Copropiedad para Condominios de Viviendas Sociales”.
● Decreto Supremo N° 66 de 2007, del Ministerio de Economía, Fomento y
Reconstrucción, que “Aprueba Reglamento de Instalaciones Interiores y Medidores de
Gas”.
● Decreto Supremo N° 209, del Ministerio de Salud, que “Aprueba Reglamento de
piscinas de uso público”.
● Decreto Supremo N° 38, del Ministerio de Medio Ambiente, publicado en el Diario
Oficial con fecha 12 de junio de 2012, que “Establece Norma de Emisión de Ruidos
Generados por Fuentes que Indica”.
4. Resoluciones y Circulares
● Circulares Generales de la División de Desarrollo Urbano, del Ministerio de Vivienda y
Urbanismo.
● Resolución Exenta N° 1.250 de 2009, de la Superintendencia de Electricidad y
Combustible, que “Establece procedimiento para la autorización y control de entidades
de certificación de instalaciones interiores de gas”.
● Circular N° 33 de 20 de junio de 2013, del Servicio de Impuestos Internos, que
“Actualiza los procedimientos para determinar el avalúo fiscal de bienes raíces acogidos al
régimen de copropiedad inmobiliaria establecido en la Ley N° 19.537”, complementada
por la Circular del mismo Servicio Nº 68 de 26 de diciembre de 2014.
5. Reglamento de copropiedad del condominio
Según veremos, tiene naturaleza contractual y por ende es una ley para los
copropietarios (art. 1545 del Código Civil), bajo el entendido que sus cláusulas no
contravengan las normas de la Ley N° 19.537 ni las de su Reglamento ni otros preceptos
legales o reglamentarios aplicables a los condominios. Sin perjuicio de lo anterior, el
reglamento de copropiedad ha de ser el primer instrumento que debe examinar el juez
llamado a resolver un litigio originado al interior de una comunidad, pues en él se fija el
marco de derechos y de obligaciones que los copropietarios detentan y deben observar,
respectivamente. Es tal la fuerza que tiene el reglamento de copropiedad, que el Juez de
Policía Local, conforme al art. 33°, letra a) de la Ley, podrá declarar la nulidad del acuerdo
adoptado por la asamblea de copropietarios, si lo hubiere infringido (a menos que dicho
acuerdo sea modificatorio del reglamento).
6. Acuerdos de las asambleas de copropietarios
Los acuerdos adoptados con las mayorías exigidas en la Ley o en su Reglamento
obligan a todos los copropietarios (art. 20° de la Ley).
7. Acuerdos del Comité de Administración.
El Comité, por ejemplo, podrá acordar normas destinadas a facilitar el buen orden
y administración del condominio (art. 21° de la Ley). Tales normas pueden referirse a un
“Reglamento Interno” de la comunidad, destinado a regular con mayor detalle la
convivencia al interior de la misma.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 4


8. Reglamento de Orden, Higiene y Seguridad.
Los condominios que tengan contratados diez o más trabajadores, deberán tener
un reglamento interno de Orden, Higiene y Seguridad.

TITULO I: DEL REGIMEN DE COPROPIEDAD INMOBILIARIA.

1.- Definición de copropiedad inmobiliaria, ámbito de aplicación de la ley y definiciones


fundamentales en el marco de ésta.

Dos ideas fundamentales deben subrayarse como cuestión inicial:


a) La Ley regula un régimen especial de propiedad inmobiliaria, que prevalece por ende
sobre el régimen común de la propiedad en general y de la propiedad de los bienes raíces
en particular, regulado por el Código Civil.
b) Pero además de contemplarse en la Ley un régimen especial de propiedad inmobiliaria,
también consagra un sistema normativo especial de copropiedad, que se aplica con
preferencia a las normas generales del cuasicontrato de comunidad, establecidas en los
artículos 2304 a 2313 del Libro IV del Código Civil. La copropiedad que se regula en la ley,
es aquella que la doctrina denomina “pro diviso”, esto es, “… la que el derecho de cada
sujeto recae sobre una parte físicamente determinada del objeto de que se trata,
ejerciéndolo exclusivamente sobre esa parte, y además se extiende a otros sectores de la
cosa en que hay efectiva comunión con los otros comuneros; estas partes comunes unen
las distintas secciones exclusivas de los indivisarios.4 Es el caso de la copropiedad
inmobiliaria en la cual, junto a ciertos bienes comunes (como el suelo), hay una
comunidad prodiviso de algunas partes (por ej., interiores de cada departamento de
5
habitación) sobre las que cada comunero ejerce derechos con exclusividad”. Se le ha
definido también “… como un régimen de propiedad en el cual se es titular del dominio
exclusivo sobre determinada unidad de un edificio o sector de suelo, y codueño de modo
permanente y en principio irrenunciable de elementos comunes, indispensables a la
existencia y disfrute de aquélla”.6 Lo mismo se decía acerca de la institución que
antecedió a la “copropiedad inmobiliaria”, como era la “propiedad horizontal”: “La
naturaleza jurídica de la propiedad horizontal es objeto de discusiones en la doctrina.
Pero un sector muy autorizado de ésta enmarca tal propiedad en la figura de la
comunidad pro diviso; la cosa común sería el edificio único del cual forman parte,
orgánicamente, todos los pisos o departamentos: cada uno de éstos sería la parte
dividida de la comunidad total de la cosa única, el edificio. En realidad, hay coexistencia
de varias propiedades exclusivas con la comunidad de algunas partes”. 7
4
En cambio, la comunidad regulada por el Código Civil es la pro indiviso, esto es, aquella en que el derecho de
cada copropietario recae sobre toda la cosa y cada una de sus partes y no sobre una parte materialmente
determinada de la misma.
5
Peñailillo Arévalo, Daniel, Los Bienes. La propiedad y otros derechos reales, Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, 2007, p. 162.
6
Peñailillo Arévalo, Daniel, ob. cit., p. 176.
7
Alessandri Rodríguez, Arturo; Somarriva Undurraga, Manuel; Vodanovic H., Antonio, Tratado de los
Derechos Reales. Bienes, 5ª edición, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1993, tomo I, p. 125.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 5


Específicamente, la ley regula los condominios integrados por inmuebles divididos
en unidades sobre las cuales se pueda constituir dominio exclusivo a favor de distintos
propietarios, manteniendo uno o más bienes en el dominio común de todos ellos (art. 1º,
inc. 1º).
Previene la Ley que sólo las unidades que integran condominios acogidos al
régimen de copropiedad inmobiliaria que ella consagra podrán pertenecer en dominio
exclusivo a distintos propietarios (art. 1º, inc. 4º).
Amplio es el ámbito de aplicación de la Ley, al disponer que los inmuebles que
integran un condominio y sobre los cuales es posible constituir dominio exclusivo,
pueden ser: viviendas, oficinas, locales comerciales, bodegas, estacionamientos, recintos
industriales, sitios y otros (art. 1º, inc. 2º).
Como puede observarse, no es la finalidad de los inmuebles lo que determina si
ellos pueden o no acogerse al sistema de copropiedad inmobiliaria. Los fines de los
predios pueden ser de variada índole (habitacional, comercial, profesional, industrial,
etc.). Es la manera como se estructura el condominio lo que posibilita o no su adscripción
al régimen de copropiedad inmobiliaria. Es decir, el condominio debe incluir dominio
exclusivo sobre una parte y dominio común sobre otra parte.
Además, para acoger un condominio a las normas de la Ley N° 19.537, es
indispensable, según veremos, que aquél cumpla con un requisito territorial: debe
encontrarse emplazado en zona urbana, por regla general.
De esta forma, los dos requisitos copulativos que deben cumplirse son, el primero,
de índole estructural y el segundo de carácter territorial.

En la Ley, cabe destacar tres conceptos fundamentales. Ellos son el de


“Condominios”, el de “Unidades” y el de “Bienes de dominio común”. Los revisaremos en
el mismo orden.

a) Condominios: la Ley los define como “Las construcciones o los terrenos acogidos al
régimen de copropiedad inmobiliaria regulados por la presente Ley” (art. 2 N° 1 de la
Ley).
Obsérvese que la definición alude a construcciones y a terrenos. En efecto,
distingue acto seguido la Ley dos tipos de condominio, que podrán estar emplazados en
8
un mismo suelo :
a.1) Condominios Tipo A: son las construcciones, divididas en unidades, emplazadas en un
terreno de dominio común;
a.2) Condominios Tipo B: son los predios, con construcciones o con proyectos de
construcción aprobados, en el interior de cuyos deslindes existan simultáneamente:
● Sitios que pertenezcan en dominio exclusivo a cada propietario; y
● Terrenos de dominio común de todos ellos (art. 2 Nº 1 de la Ley).

8
La Ley N° 20.741 (Diario Oficial de 1 de abril de 2014), modificó el art. 2° de la Ley, eliminando la oración:
“los cuales no podrán estar emplazados en un mismo predio”. En consecuencia, no existe ahora
impedimento legal para que en un mismo terreno, existan condominios tipo A y tipo B o un condominio con
unidades enajenables tipo A y tipo B. Esta modificación se explica, atendida la existencia de condominios
integrados tanto por edificios como por casas, realidad fáctica de la que el legislador no se hacía cargo.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 6


El reglamento de la Ley define lo que se entiende por “Predios con proyectos de
construcción aprobados”: “Los que cuenten, a lo menos, con certificado extendido por la
Dirección de Obras Municipales en que conste que no se requiere la ejecución de obras
de urbanización o que las obras de urbanización requeridas han sido ejecutadas, o los
que cuenten con certificado de urbanización garantizada. Este certificado, junto con el
que extienda el Director de Obras Municipales conforme al inciso segundo del artículo 10
de la ley, en que declare acogido el condominio al régimen de copropiedad inmobiliaria y
señale las unidades que sean enajenables, permitirá transferir el dominio de dichas
unidades. No obstante lo anterior, atendido lo previsto en el inciso primero del artículo 9°
de la ley, el certificado de urbanización garantizada no permitirá al Director de Obras
Municipales efectuar la recepción definitiva de los edificios” (art. 2, inc. 5° del
Reglamento de la Ley).
Según veremos, el actual inc. 1° del art. 9 de la Ley, se refiere a la cesión de
terreno a la respectiva Municipalidad para áreas verdes o equipamiento. No es a esta
materia, sin embargo, a la que se refiere la parte final del art. 2, inc. 5° del Reglamento de
la Ley, pues el actual inc. 1° del art. 9 de la Ley quedó como tal tras la reforma de la Ley
N° 20.741 del 1 de abril de 2014, que suprimió el que hasta ese momento era el inc. 1°. La
aludida norma reglamentaria, se refería a dicho antiguo inc. 1° del art. 9 de la Ley, que
establecía que los condominios debían cumplir con una serie de normas de la Ley General
de Urbanismo y Construcciones. Según consignaremos, la Ley N° 20.841, interpretativa de
la Ley N° 19.537, en la práctica ha “repuesto” el antiguo inc. 1° del art. 9 de la Ley. De esta
forma, la salvedad contemplada en la parte final del art. 2, inc. 5° del Reglamento de la
Ley debe entenderse hecha, hoy día, a la Ley N° 20.841.
Como puede observarse, los condominios tipo A se definen a partir de las
construcciones, es decir, corresponden a los edificios, en los cuáles todo el terreno sobre
el cual se emplazan, es de dominio común. En cambio, los condominios tipo B se definen
a partir de los terrenos o predios, es decir, corresponden a conjuntos habitacionales en los
que cada propietario lo es tanto de su vivienda como de una porción de terreno en la que
se emplaza la construcción más una porción que la circunda, pero a su vez cada uno de
dichos terrenos se emplaza en una superficie mayor de dominio común.
Como ha destacado nuestra doctrina, esta segunda clase de condominios
constituyó una importante novedad de la actual Ley, en comparación a la Ley N° 6.071
sobre “propiedad horizontal” (publicada en el Diario Oficial de 16 de agosto de 1937 y
cuyo texto definitivo se fijó por el Decreto N° 880 de 1963 del Ministerio de Obras
Públicas publicado en el Diario Oficial de 16 de mayo de 1963) que la precedió: “Bajo el
imperio de la original Ley 6.071, el régimen era posible sólo en edificaciones de varios
pisos con suelo común, y modificaciones posteriores lo hicieron aplicable también a
construcciones de un solo piso, con suelo común, y en una novedad de notable
importancia, la nueva ley permite el dominio exclusivo de lotes de suelo en el que se
asienta la construcción (también de dominio exclusivo), unidos entre sí por suelo
común”.9

9
Peñailillo Arévalo, Daniel, ob. cit., p. 178.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 7


En realidad, sólo en el año 1968, y de manera más bien indirecta y no en forma
orgánica, el legislador nacional, a través de la Ley N° 16.742, de 1968, “posibilitó que los
conjuntos habitacionales pudieran acogerse a las disposiciones de la Ley de Propiedad
Horizontal”. En efecto, dispuso en su art. 76: “Agrégase al artículo 44° de la Ley General
de Construcciones y urbanización 10, cuyo texto fue fijado por el decreto supremo N° 880,
de 16 de mayo de 1963, del Ministerio de Obras Públicas, el siguiente inciso: ‘Se declara
que los conjuntos habitacionales y edificios que constituyen una unidad y que se
compongan de dos o más casas o departamentos, aunque consten de un solo piso y
gocen de salidas individuales independientes, han podido y pueden acogerse a las
disposiciones del presente Capítulo, cuando el número y entidad de los bienes comunes a
que se refiere el artículo 46° lo hagan necesario’”. El “presente Capítulo” era el V de la
aludida Ley, titulado “De la venta por pisos”.
De esta manera, puede concluirse que la actual “copropiedad inmobiliaria” es más
amplia que la antigua “propiedad horizontal”. Ésta se aplicaba –al menos hasta el año
1968- exclusivamente a los condominios que la actual ley denomina “tipo A”, y sólo de
manera excepcional a los “conjuntos habitacionales”, hoy condominios tipo “B”, siempre
que los últimos se hubieren acogido a lo dispuesto en el citado art. 44 de la entonces
llamada “Ley General de Construcciones y Urbanización”.
Cabe destacar que de los dos tipos de condominios que en la actualidad admite la
ley, se desprende un requisito común: la existencia de, a lo menos, un terreno de
dominio común. Se trata de lo que hemos denominado requisito de índole estructural.
Junto a dicho terreno común, especialmente en los condominios tipo “A”, existirán otros
bienes comunes, conforme al detalle que más adelante se indicará.
Adicionalmente, según se dijo, el condominio, sea éste tipo “A” o tipo “B”, debe
encontrarse emplazado, por regla general, en zona urbana. Corresponde a lo que hemos
llamado requisito de carácter territorial.
Habida cuenta de estos dos requisitos copulativos, no pueden acogerse a la Ley N°
19.537 los conjuntos habitacionales que no cuentan con bienes comunes, ni tampoco las
parcelaciones emplazadas en áreas rurales.
En efecto, no pueden acogerse a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, aquellos
conjuntos habitacionales cuyas calles, plazas, etc., proyectadas, una vez recepcionadas las
obras, pasan a ser bienes nacionales de uso público. No deben confundirse con los
condominios tipo “B”, pues en ellos, las calles interiores u otros espacios no son bienes
nacionales de uso público, sino que dominio común de los copropietarios. Por ello, no
hay inconveniente en cerrar los últimos al acceso de terceros, lo que no puede ocurrir en
los conjuntos habitacionales, cuyas calles no son de dominio privado. Como puede
observarse, el requisito que aquí no se cumple es el que hemos denominado estructural
(coexistencia de dominio individual y de bienes comunes).
Tampoco pueden adscribirse a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, los proyectos
inmobiliarios ejecutados bajo la forma de condominios en predios “rústicos”, al amparo
de lo dispuesto en el Decreto Ley N° 3.516 de 1980, que establece normas sobre división

10
Hoy, “Ley General de Urbanismo y Construcciones”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 8


de predios rústicos.11 En efecto, si bien en estos “condominios”, los propietarios de las
parcelas o sitios, también lo son, a prorrata de sus derechos, en los caminos interiores,
que constituirían por ende “bienes de dominio común”, se encuentran sin embargo
emplazados en áreas rurales. En este caso, entonces, el requisito que no se cumple es el
territorial. Con todo, podría ocurrir que por una modificación del respectivo plan
regulador comunal, la parcelación que antes se encontraba en zona rural, ahora quede
incorporada en el área urbana. En tal caso, los propietarios podrían adscribir dicha
parcelación a las normas de la Ley N° 19.537. Será la respectiva Dirección de Obras
Municipales la que tendrá que otorgar el certificado respectivo, previo otorgamiento de
un Reglamento de Copropiedad y su inscripción. En todo caso, aunque la parcelación
continúe emplazada en zona rural, y por ende no pueda acogerse a las normas de la Ley
N° 19.537, los propietarios podrían acordar un reglamento que rija el condominio, que
imponga una serie de obligaciones12, y que será una ley para las partes contratantes (art.
1545 del Código Civil). Y dicho reglamento puede disponer la aplicación supletoria de las
normas de la Ley N° 19.537 y las del Reglamento de esta Ley, en lo no previsto en el
reglamento interno. Para que este reglamento interno sea oponible a cada una de las
personas que adquieran en el futuro los lotes, es necesario inscribirlo en el Registro de
Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces respectivo e incluir en la
primera venta una cláusula que así lo disponga. Conviene hacerlo también en las ventas
sucesivas, aunque no nos parece esencial que así ocurra. De hecho, quienes adquieran el
lote en cuestión por sucesión por causa de muerte, no tendrán un título en el que conste
la cláusula, pero si el reglamento fue inscrito y constaba en la escritura por la que
adquirió el causante o el primer dueño si fuere otro, les será también oponible. 13

11
Algunos, con buenas razones, prefieren hablar de parcelaciones, en lugar de condominios, para referirse a
los predios originados al amparo del Decreto Ley N° 3.516. La Ley N° 19.537, sólo podría aplicarse a los
últimos y no a las primeras.
12
Por ejemplo, se acostumbra reglamentar el tipo y la calidad de las construcciones que los propietarios
realicen en sus sitios y los cercos que se levanten entre cada lote, de manera de mantener una cierta
uniformidad y un determinado estándar.
13
Cabe destacar que con fecha 13 de octubre de 2010, ingresó a la Cámara de Diputados un Proyecto de Ley
que “Sanciona el no pago de los gastos comunes en los inmuebles que forman parte de un condominio
emplazado en zona rural”. El Proyecto alude en su parte inicial a la posibilidad de suspender el suministro
eléctrico al copropietario que se encuentre en mora en el pago de los gastos comunes, conforme a lo
dispuesto en la Ley N° 19.537. Sin embargo, agrega el Proyecto, la norma sólo tiene efecto en los
condominios emplazados en sectores urbanos, por regla general: “Es decir, la Ley 19.537 no considera la gran
mayoría de los inmuebles emplazados en áreas rurales, como las llamadas ‘parcelas de agrado’ que abundan
en sectores aledaños a las grandes ciudades de nuestro país pero que no son consideradas dentro de los
Planes Reguladores urbanos vigentes”. Seguidamente, consigna el Proyecto que el art. 2 del Decreto Ley
3.516 “… reconoce que dicha división puede dar lugar a ‘comunidades, condominios, arrendamientos o
cualquier otro cuyo resultado sea la destinación a fines urbanos o habitacionales’. Es decir, está plenamente
reconocida la existencia y validez de los condominios en predios rústicos, siempre que se trate de terrenos
superiores a 5.000 metros cuadrados”. Concluyen los fundamentos del Proyecto expresando: “No obstante,
respecto de estos condominios emplazados en zonas rurales, ni los administradores ni los Comités de
Administración cuentan con una herramienta certera que permita asegurar el cobro oportuno de los gastos
comunes que debe cada copropietario o arrendatario de una unidad que forme parte de tal condominio
rural, como sí la tienen quienes administran condominios en zonas urbanas”. El respectivo Proyecto de Ley
expresa:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 9


b) Unidades: de acuerdo a la Ley, son “los inmuebles que forman parte de un condominio
y sobre los cuales es posible constituir dominio exclusivo” (art. 2 Nº 2).
Son tales, los departamentos, oficinas, locales comerciales, bodegas,
estacionamientos subterráneos, etc., y las casas emplazadas al interior de un condominio
acogido a la Ley y una porción de terreno que las circunda. Señala al efecto el art. 2, inc.
6° del Reglamento de la Ley: “Para los efectos del presente Reglamento se entenderá por:
(…) Unidades: Las viviendas, oficinas, locales comerciales, bodegas, estacionamientos con
exclusión de los de visitas, recintos industriales, sitios y otros inmuebles que forman parte
de un condominio y sobre los cuales es posible constituir dominio exclusivo”.
Establece el art. 3º, inc. 2º de la Ley que el derecho que corresponda a cada
unidad sobre los bienes de dominio común se determinará en el reglamento de
copropiedad, atendiéndose, para fijarlo, al avalúo fiscal de la respectiva unidad. 14

“Artículo 1°. El propietario de una unidad que forme parte de un condominio o comunidad emplazada en una
zona rural, deberá pagar los gastos comunes con la periodicidad y en los plazos que establezca el
Reglamento de Copropiedad. Si incurriere en mora, la deuda devengará el interés máximo convencional para
operaciones no reajustables o el inferior a éste que establezca el reglamento de copropiedad. / El hecho de
que un copropietario no haga uso efectivo de un determinado servicio o bien de dominio común, o de que la
unidad correspondiente permanezca desocupada por cualquier tiempo, no lo exime, en caso alguno, de la
obligación de contribuir oportunamente al pago de los gastos comunes correspondientes. / El Reglamento de
Copropiedad podrá autorizar al administrador para que, con el acuerdo del Comité de Administración,
suspenda o requiera la suspensión del servicio eléctrico que se suministra a aquellas unidades cuyos
propietarios se encuentren morosos en el pago de tres o más cuotas, continuas o discontinuas, de los gastos
comunes. / Sí el condominio no dispusiere de sistemas propios de control para el pago de dicho servicio, las
empresas que lo suministren, a requerimiento escrito del administrador y previa autorización del Comité de
Administración, deberán suspender el servicio que proporcionen a aquellas unidades cuyos propietarios se
encuentren en la misma situación descrita en el inciso anterior.
Artículo 2°. Para efectos de esta ley, se considerará que un inmueble forma parte de un condominio
emplazado en una zona rural, cuando se trate de unidades que no se puedan acoger al régimen de
Copropiedad Inmobiliaria establecido en la Ley 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, por no encontrarse
emplazadas en áreas normadas por planes reguladores o fuera del límite urbano, pero que cuenten con
caminos, vías, plazas, zonas comunes o bienes de uso común, y que incurran en gastos comunes que deban
ser cubiertos por los copropietarios que integran dicho condominio, independiente de la denominación que
éste reciba. / Además, esta ley tendrá vigencia en el caso de un predio rústico dividido en los términos del
artículo 1° del Decreto Ley N° 3.516, sobre División de Predios Rústicos, siempre que dicha división considere
caminos, vías, plazas, zonas comunes o cualquier bien de uso común que implique gastos comunes que
deban ser cubiertos por los copropietarios del predio rústico fraccionado.
Artículo 3°. Para cumplir con esta ley, el condominio emplazado en una zona rural deberá contar con un
Comité de Administración y haber dictado un Reglamento de Copropiedad, el que deberá ser aprobado por
la Asamblea de Copropietarios.
Artículo 4°. La regulación del Reglamento de Copropiedad y de las Asambleas de Copropietarios de los
condominios a los que se refiere la presente ley se regirá por la ley 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, y
por su Reglamento, en cuanto no se opongan a su carácter de unidades emplazadas en una zona rural”.
14
Como se expresó, regula la materia la Circular N° 33 de 20 de junio de 2013, del Servicio de Impuestos
Internos, que “Actualiza los procedimientos para determinar el avalúo fiscal de bienes raíces acogidos al
régimen de copropiedad inmobiliaria establecido en la Ley N° 19.537”, complementada por la Circular del
mismo Servicio Nº 68 de 26 de diciembre de 2014. Dispone la Circular N° 33 que “Para facilitar y agilizar la
determinación del avalúo fiscal de cada unidad que forma parte de un condominio y sobre la cual se
constituye dominio exclusivo a favor de distintos propietarios, se establece, por la presente Circular, un

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 10


Los avalúos fiscales de las diversas unidades de un condominio deberán
determinarse separadamente (artículo 3°, inc. 3° de la Ley).
En caso de condominios que contemplen diferentes sectores, el reglamento podrá
establecer los derechos de las unidades sobre los bienes comunes del respectivo sector,
separadamente de los derechos sobre los bienes comunes de todo el condominio
(artículo 3°, inc. 4°).15
Cuando se enajenare una unidad de un condominio, el adquirente deberá ponerlo
en conocimiento de la administración, exhibiendo o acompañando copia de la escritura
respectiva, con constancia de su inscripción en el Conservador de Bienes Raíces, o copia
de dicha inscripción (art. 12º, inciso final, del Reglamento de la Ley). No obstante que el
precepto sólo alude a la enajenación de una unidad, pensamos que esta obligación
también pesa sobre cualquier otro adquirente del dominio de una unidad, sea porque la
haya adquirido por sucesión por causa de muerte (por ende, por transmisión del
dominio), sea que la adquiriera por un título declarativo (que no supone por ende una
acto de enajenación). Estamos ante un caso de interpretación “extensiva” de la norma,
fundada en el principio “donde existe la misma razón, debe existir o aplicarse la misma
disposición”. Cualquiera que fuere el caso, lo que busca la norma es mantener
información actualizada de los propietarios de las unidades del Condominio, para todos
los efectos previstos en la Ley, el Reglamento de la Ley y el Reglamento de Copropiedad
respectivo.

c) Bienes de dominio común (art. 2º, Nº 3). Se dividen en cinco categorías:


1. Los que pertenezcan a todos los copropietarios por ser necesarios para la existencia,
seguridad y conservación del condominio (por ejemplo: terrenos de dominio común,
cimientos, fachadas, muros exteriores y soportantes, estructuras, techumbres, ascensores
–tanto verticales como inclinados o funiculares-, montacargas y escaleras o rampas
mecánicas, así como todo tipo de instalaciones generales y ductos de calefacción, de aire
acondicionado, de energía eléctrica, de alcantarillado, de gas, de agua potable y de
sistemas de comunicaciones, recintos de calderas y estanques).

procedimiento en base a una declaración jurada de “CÁLCULO DEL AVALÚO FISCAL DE LA EDIFICACIÓN
TERMINADA DE CADA UNIDAD ACOGIDA A LA LEY DE COPROPIEDAD INMOBILIARIA” y a una declaración
jurada anexa “CÁLCULO DE AVALÚO FISCAL CONSIDERANDO AVALÚO DEL TERRENO DE CADA UNIDAD”.
Ambas declaraciones juradas las debe realizar el propietario del inmueble acogido a la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria personalmente o a través de un representante mandatado al efecto. Esta Circular N° 33 fue
complementada por la Circular N° 68, habida cuenta de la reforma hecha a la Ley N° 19.537 por la Ley N°
20.741 de 2014. Las declaraciones juradas mencionadas deberán hacerse en tres formularios, según el caso.
El Formulario N° 2804 se utilizará en todos los casos de condominios tipo “A” y “B” sin sectores, es decir, con
un solo bien común. El Formulario N° 2805 se utilizará en todos los condominios con diferentes sectores y
donde todas las unidades correspondan al mismo destino, ya sea habitacional o no habitacional. El
Formulario N° 2806 se utilizará en todos los condominios con diferentes sectores y donde las unidades
corresponden a diferentes destinos (habitacional y no habitacional).
15
Se indica en la “Historia de la Ley N° 20.741” (www.congreso.cl), que introdujo este inciso: “El señor Ugarte
[José Ramón, asesor del Ministerio de Vivienda y Urbanismo] indicó que el objetivo de esta propuesta es
facilitar la división de condominios. Recordó una modificación legal previa que facilitó la subdivisión
propiamente tal de condominios que ya están establecidos y, explicó que esta es otra forma de dividirlos, lo
que facilita su administración al separarlos en sectores con alícuotas con prorrateos separados”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 11


2. Aquellos que permitan a los copropietarios el uso y goce de las unidades de su dominio
exclusivo (por ejemplo, terrenos de dominio común diferentes a los indicados en el punto
1 precedente, circulaciones horizontales y verticales, terrazas comunes y aquellas que en
todo o parte sirvan de techo a la unidad del piso inferior, dependencias de servicios
comunes, oficinas o dependencias destinadas al funcionamiento de la administración y a
la habitación del personal).
3. Los terrenos y espacios de dominio común colindantes con una unidad del condominio,
diferentes a los señalados en los puntos 1 y 2 precedentes (por ejemplo,
estacionamientos).
4. Los bienes muebles o inmuebles destinados permanentemente al servicio, la
recreación y el esparcimiento comunes de los copropietarios (por ejemplo, sala de
eventos, gimnasio, piscina, etc.); y
5. Aquellos a los que se les otorgue tal carácter en el Reglamento de Copropiedad o que
los copropietarios determinen, siempre que no sean de aquellos a que se refieren los
numerales que anteceden. En este numeral, se establecen dos hipótesis:
i.- Una, que se refiere a bienes comunes señalados en el Reglamento de Copropiedad,
distintos de aquellos contemplados en los cuatro casos precedentemente descritos; y
ii.- Otra, que alude a los bienes comunes “que los copropietarios determinen”, siempre
que no sea de aquellos contemplados en los cuatro primeros casos ni de bienes comunes
signados como tales en el Reglamento de Copropiedad distintos de esas cuatro
categorías. ¿Qué bienes son estos? ¿Cómo debe producirse esta determinación? La
segunda interrogante la resuelve el art. 9, inc. 2° del Reglamento de la Ley: deberá
procederse a la modificación del reglamento de copropiedad y a singularizar los bienes a
los que se otorgue el carácter de bienes comunes, en un plano complementario que se
archivará junto con el plano o planos del condominio. Dado que es necesario modificar el
reglamento de copropiedad, se requiere hacerlo en asamblea extraordinaria de
copropietarios (art. 17 N° 1 de la Ley).
Refiriéndose a esta quinta clase de gastos comunes, señala José Manuel Figueroa:
“Se consagra legalmente la existencia de los bienes comunes convencionales, es decir,
aquellos que han adquirido esta calidad en virtud de una manifestación de voluntad de
los diferentes copropietarios, manifestada en el respectivo reglamento de copropiedad, o
mediante un acuerdo de asamblea de copropietarios, siendo esto una novedad en
16
relación a la legislación anterior”.
En cuanto a la primera interrogante, su respuesta no es simple. ¿Se trata de
bienes sobre los cuáles existía propiedad individual –un departamento u oficina por
ejemplo-, que se adquieren por la comunidad y se transforman en bienes comunes?
¿Podría tratarse de bienes que se adquieren por la comunidad para incorporarlos entre
los bienes comunes? (por ejemplo, un terreno contiguo a un edificio que se adquiere con
tal fin). La “Historia de la Ley” tampoco arroja luces sobre esta materia. En el Proyecto
originario, se aludía a los “bienes comunes de carácter convencional”, definiéndolos
como aquellos “a los que se les otorgue tal carácter en el reglamento de copropiedad o
que los copropietarios determinen usar o disfrutar en común”. En la discusión del
16
Figueroa Valdés, José Manuel, La Copropiedad Inmobiliaria. Nuevo régimen legal, 2ª edición actualizada,
Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2002, p. 45.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 12


Proyecto, desapareció la glosa “usar o disfrutar en común”. Sólo consta lo siguiente
acerca de este punto, tras definir estos bienes comunes de carácter convencional: “En el
debate habido en la Comisión, surgió la necesidad de aclarar la definición, la que, dada su
amplitud y generalidad, podría llevar a confundir los bienes de origen legal con los
prescindibles. Debido a ello, los Diputados señores ELIZALDE, VENEGAS, ROCHA, PÉREZ,
don ramón, y DE LA MAZA, patrocinaron una indicación para agregar a este número la
siguiente frase final, reemplazando el punto (.) por una coma (,): “siempre que no sean de
aquéllos a que se refiere el número 3 precedente”. La indicación fue aprobada por
unanimidad.17
Como puede constatarse, de la discusión no se aclara los alcances de este quinto
caso de bienes comunes.

2.- Inmuebles que pueden acogerse al régimen de copropiedad inmobiliaria que


consagra la Ley.

Podrán acogerse al citado régimen, conforme al art. 1º, inc. 3º:


a) Las construcciones; o
b) Los terrenos con construcciones; o
c) Los terrenos con proyectos de construcción aprobados.
Los inmuebles que se encuentren en las situaciones anteriores, deberán
encontrarse emplazados:
● En áreas normadas por planes reguladores; o
● En áreas que cuenten con límite urbano; o
● En áreas que correspondan a proyectos autorizados conforme al art. 55 de la Ley
General de Urbanismo y Construcciones. Este último precepto permite en ciertos casos,
cumpliendo los requisitos en él establecidos, subdividir y urbanizar terrenos rurales para
complementar alguna actividad industrial con viviendas, dotar de equipamiento a algún
sector rural, o habilitar balnearios o campamentos turísticos.18

17
Historia de la Ley N° 19.537 Sobre Copropiedad Inmobiliaria. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, p.
31.
18
Dispone el art. 55 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones: “Fuera de los límites urbanos
establecidos en los Planes Reguladores no será permitido abrir calles, subdividir para formar poblaciones, ni
levantar construcciones, salvo aquellas que fueren necesarias para la explotación agrícola del inmueble, o
para las viviendas del propietario del mismo y sus trabajadores, o para la construcción de conjuntos
habitacionales de viviendas sociales o de viviendas de hasta un valor de 1.000 unidades de fomento, que
cuenten con los requisitos para obtener el subsidio del Estado. / Corresponderá a la Secretaría Regional de
Vivienda y Urbanismo respectiva cautelar que las subdivisiones y construcciones en terrenos rurales, con
fines ajenos a la agricultura, no originen nuevos núcleos urbanos al margen de la Planificación urbana-
regional. / Con dicho objeto, cuando sea necesario subdividir y urbanizar terrenos rurales para complementar
alguna actividad industrial con viviendas, dotar de equipamiento a algún sector rural, o habilitar un balneario
o campamento turístico, o para la construcción de conjuntos habitacionales de viviendas sociales o de
viviendas de hasta un valor de 1.000 unidades de fomento, que cuenten con los requisitos para obtener el
subsidio del Estado, la autorización que otorgue la Secretaría Regional del Ministerio de Agricultura requerirá
del informe previo favorable de la Secretaría Regional del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Este informe
señalará el grado de urbanización que deberá tener esa división predial, conforme a lo que establezca la
Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones. / Igualmente, las construcciones industriales, de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 13


Dispone el artículo 1° bis que corresponderá al Ministerio de la Vivienda y
Urbanismo, a través de la División de Desarrollo Urbano, impartir, mediante circulares,
que se mantendrán a disposición de cualquier interesado, las instrucciones para la
aplicación de la Ley y su Reglamento, en materias relacionadas con:
a) Autorizaciones municipales;
b) Proyectos de construcción; y
c) Obras de condominio.19
Esta facultad del Minvu guarda armonía con lo dispuesto en el art. 4° de la Ley
General de Urbanismo y Construcciones. 20

3.- De los copropietarios.

a) Definición: se entiende por copropietario, para los efectos de esta ley, aquel que es
dueño exclusivo de su unidad y comunero en los bienes comunes (artículo 3°, inc. 1°).

b) Clases: hábiles e inhábiles.


Son copropietarios “hábiles” aquellos copropietarios que se encuentren al día en
el pago de los gastos comunes (art. 2º Nº 6). A contrario sensu, serán “inhábiles” aquellos
que se encuentren en mora en el pago de dichos gastos.

c) Principales obligaciones y limitaciones o restricciones de los copropietarios y otros


ocupantes de las unidades.
En la Ley y en su Reglamento, se contemplan, por un lado, “obligaciones”, y por
otro lado, “limitaciones o restricciones”.
Las obligaciones recaen, principalmente, sobre los copropietarios (sin perjuicio de
que algunas obligaciones afectan, indistintamente, a copropietarios y otros ocupantes de
una unidad a cualquier título).
Las limitaciones o restricciones recaen sobre la persona o personas que, a
cualquier título, ocupen las unidades, sean copropietarios, o titulares de otros derechos
reales o titulares de derechos personales.

infraestructura, de equipamiento, turismo, y poblaciones, fuera de los límites urbanos, requerirán,


previamente a la aprobación correspondiente de la Dirección de Obras Municipales, del informe favorable de
la Secretaría Regional del Ministerio de Vivienda y Urbanismo y del Servicio Agrícola que correspondan. El
mismo informe será exigible a las obras de infraestructura de transporte, sanitaria y energética que ejecute
el Estado”.
19
Cfr. en www.minvu.cl, “Circulares generales DDU”.
20
“Artículo 4º- Al Ministerio de Vivienda y Urbanismo corresponderá, a través de la División de Desarrollo
Urbano, impartir las instrucciones para la aplicación de las disposiciones de esta Ley y su Ordenanza General,
mediante circulares, las que se mantendrán a disposición de cualquier interesado. Asimismo, a través de las
Secretarías Regionales Ministeriales, deberá supervigilar las disposiciones legales, reglamentarias,
administrativas y técnicas sobre construcción y urbanización e interpretar las disposiciones de los
instrumentos de planificación territorial. / Las interpretaciones de los instrumentos de planificación territorial
que las Secretarías Regionales Ministeriales emitan en el ejercicio de las facultades señaladas en este
artículo, sólo regirán a partir de su notificación o publicación, según corresponda, y deberán evacuarse
dentro de los plazos que señale la Ordenanza General”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 14


El distingo tiene importancia, además, pues ante la infracción de las “obligaciones”
contempladas tanto en la Ley como en su Reglamento y en el reglamento de copropiedad
del respectivo condominio, el Comité de Administración, según veremos, puede imponer
multas, siempre que éstas estuvieren contempladas en el aludido reglamento de
copropiedad (art. 21 de la Ley y art. 14 del Reglamento de la Ley). Lo anterior, sin
perjuicio de que el afectado pueda impugnar la decisión ante el Juez de Policía Local. Pero
dado que el art. 21 emplea la expresión “imponer las multas”, éstas podrán cobrarse
extrajudicialmente conjuntamente con los gastos comunes (en cambio, si la cobranza
fuere judicial, sólo podrán cobrarse ejecutivamente los gastos comunes). Si el afectado
recurre al mencionado Juez y éste deja sin efecto la multa, aquél tendrá derecho a repetir
lo pagado.
En cambio, ante la infracción de “limitaciones o restricciones”, el Comité de
Administración, el Administrador o cualquier persona afectada debe hacer la pertinente
denuncia al Juez de Policía Local, para que éste, eventualmente, conforme al mérito de
los antecedentes del caso, condene o no al supuesto infractor al pago de la multa, cuyo
monto podrá ser elevado al doble en caso de reincidencia (art. 32 21 de la Ley y art. 26 N°
10 del Reglamento). De esta manera, en este último caso, ni el Comité de Administración
ni el Administrador (y menos el afectado) están facultados para “imponer”, de buenas a
primeras, la multa en cuestión, sino que ésta deberá imponerse mediante una resolución
judicial.
Cabe señalar, además, que tratándose de las limitaciones o restricciones, el
infractor y el propietario de la respectiva unidad, si fueren distintas personas, serán
solidariamente responsables del pago de las multas decretadas por el Juez (art. 32, inc.
final). En cambio, no se contempla una norma semejante para el caso de una multa
impuesta por las infracciones de obligaciones (se explica esto último, porque en la
mayoría de los casos, quien debió cumplir la obligación era una sola persona: el
copropietario).
El distingo también se contempla en el art. 28, a propósito de los objetos del
reglamento de copropiedad que deben acordar los copropietarios. Entre ellos, se señalan:
“a) Fijar con precisión sus derechos y obligaciones recíprocos; b) Imponerse las
limitaciones que estimen convenientes”. En el mismo artículo, en su letra e), se agrega:
“Establecer lo concerniente a: la administración y conservación de los bienes de dominio
común; las multas por incumplimiento de obligaciones…”.
Lo anterior pone de manifiesto que la cuantía de las multas por infracción de las
obligaciones queda entregada a la determinación de los copropietarios, según lo
acuerden en el respectivo reglamento de copropiedad. En cambio, la cuantía de las
multas por infracción a las limitaciones o restricciones, la fija el legislador, concretamente
en el art. 32 de la Ley, según veremos.
Las obligaciones principales son las siguientes:
c.1) Acordar un reglamento de copropiedad y cumplir, en general, todas las obligaciones
que en él se establezcan (art. 28º).
21
Si bien es cierto que en el inciso final del art. 32 se emplea la expresión “obligaciones de este artículo”, en
realidad corresponden a las “limitaciones o restricciones”, según se desprende de la interpretación del
mencionado art. 32, en relación con el art 21 de la Ley y 26 N° 10 del Reglamento.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 15


c.2) Pagar los gastos comunes (art. 4º).
c.3) Pagar el monto en que se incrementen los gastos comunes, para formar el fondo de
reserva (art. 7º).
c.4) Concurrir a las asambleas de copropietarios y cumplir, en general, con todos los
acuerdos que en ellas se establezcan (art. 20º).
c.5) Contratar seguro de incendios (art. 36).
c.6) Cuando corresponda, pagar aportes en dinero por el uso y goce exclusivo de bienes
comunes e incurrir en los gastos de mantención de los mismos (art. 13º).
c.7) Pagar las multas que se le impongan por infringir las obligaciones previstas en la Ley o
en el reglamento de copropiedad o por infringir las limitaciones o restricciones previstas
en la Ley (arts. 21 y 32 de la Ley y art. 26 N° 10 del Reglamento).
c.8) Las construcciones o transformaciones de arquitectura que afecten el volumen de
aire disponible en los espacios utilizables por las personas o en superficies destinadas a la
ventilación, como asimismo, las obras que alteren las instalaciones de gas y los conductos
colectivos de evacuación de gases, sean en bienes de dominio común o en las unidades
de los condominios, deberán ser ejecutadas por una persona o entidad autorizada por la
Superintendencia de Electricidad y Combustibles; con el acuerdo de la asamblea de
copropietarios; y con el permiso de la Dirección de Obras Municipales, cuando
corresponda (art. 14º bis).
c.9) El propietario de cada unidad, sólo podrá efectuar dentro de ésta instalaciones de
artefactos a gas, de ventilaciones, de inyectores o extractores que modifiquen el
movimiento y circulación de masas de aire, a través de la persona o entidad autorizada
por la Superintendencia de Electricidad y Combustibles; y previa comunicación al
administrador o a quien haga sus veces (art. 14º bis).
c.10) Permitir o facilitar al administrador el acceso a la unidad cuando se viere
comprometida la seguridad o conservación de un condominio, sea respecto de sus bienes
comunes o de sus unidades, por efecto de filtraciones, inundaciones, emanaciones de gas
u otros desperfectos, para cuya reparación fuere necesario ingresar a una unidad (art.
36º).
c.11) Facilitar la expedición de revisiones o certificaciones en el interior de las unidades,
cuando hayan sido dispuestas conforme a la normativa vigente (art. 36º).
c.12) Efectuar las reparaciones y la mantención de la unidad, de sus muros, vigas y de los
muros exteriores que no sean estructurales, en la parte que dan al interior de su unidad,
pisos, ventanas, puertas y demás bienes que son exclusivos de su respectiva propiedad,
como también de las instalaciones respectivas de luz eléctrica, agua, gas, alcantarillado y
ventilación, en lo que quede dentro de su unidad, a partir de los empalmes de entrada de
la unidad y hasta la salida de la misma (art. 6º inc. 1º del Reglamento de la Ley).
c.13) Contribuir los copropietarios de unidades colindantes, por partes iguales, a la
conservación de los muros divisorios que no sean estructurales, existentes entre sus
respectivas unidades (art. 6º inc. 2º del Reglamento de la Ley).
c.14) Abstenerse de efectuar cambios en las instalaciones interiores de la unidad de su
dominio, que puedan comprometer la seguridad de los copropietarios, de las restantes
unidades o del condominio en general. Sólo una vez comprobado que no existe tal riesgo,
el administrador procederá a autorizar el cambio (art. 32° del Reglamento de la Ley).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 16


c.15) Informar el nuevo propietario a la administración la enajenación de una unidad,
exhibiendo o acompañando copia de la escritura respectiva, con constancia de su
inscripción en el Conservador de Bienes Raíces, o copia de dicha inscripción. Según lo
expresamos, esta obligación también debiera cumplirla el adquirente de una unidad por
sucesión por causa de muerte o por un título declarativo de dominio.
c.16) Los dueños de un edificio serán responsables ante terceros (que no se hallen en el
caso del artículo 934 del Código Civil), de los daños que ocasione su ruina acaecida por
haber omitido las necesarias reparaciones o por haber faltado de otra manera al cuidado
de un buen padre de familia. La indemnización se dividirá entre ellos conforme a la
prorrata establecida en el respectivo reglamento de copropiedad (art. 2323 del Código
Civil). Pero si el daño causado por la ruina de un edificio proviniere de un vicio de
construcción, tendrá lugar la responsabilidad prevista en los artículos 18° y 19° de la Ley
General de Urbanismo y Construcciones, en relación al artículo 2003, regla 3ª, del Código
Civil (art. 2324 del Código Civil y Ley General de Urbanismo y Construcciones). 22 Más
adelante, aludiremos a esta responsabilidad.
c.17) El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio,
es imputable a todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la
indemnización se dividirá entre todas ellas; a menos que se pruebe que el hecho se debe
a la culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso será
responsable esa sola (artículo 2328 del Código Civil). En este caso, puesto que la ley hace
responsables a quienes “habitan” la parte del edificio aludida y no necesariamente a los
dueños, es posible que respondan terceros no copropietarios, que tengan la calidad de
arrendatarios, comodatarios, usufructuarios, habitadores, etc.
c.18) Si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio, amenace caída y
daño, podrá ser obligado a removerla el dueño de la respectiva unidad (art. 2328, inc. 2°).
De las obligaciones enumeradas, observamos que pueden agruparse de la
siguiente manera:
● Obligaciones de dar: c.2); c.3); c.6); c.7); c.13); c.16); c.17);
● Obligaciones de hacer: c.1); c.4), c.5); c.8); c.9); c.10); c.11); c.12); c.15); c.18);
● Obligaciones de no hacer: c.14).
Las limitaciones o restricciones están contempladas en el art. 32 de la Ley y en el
art. 13 del Reglamento. Son las siguientes:
c.19) Los copropietarios, arrendatarios u ocupantes a cualquier título de las unidades del
condominio, deberán ejercer sus derechos sin restringir ni perturbar el legítimo ejercicio
de los derechos de los demás ocupantes del condominio.
c.20) Las unidades se usarán en forma ordenada y tranquila.
c.21) Las unidades no podrán hacerse servir para otros objetivos que los establecidos en
el reglamento de copropiedad o, en el silencio de éste, a aquellos que el condominio esté
destinado según los planos aprobados por la Dirección de Obras Municipales.

22
Las normas del Código Civil acerca de la ruina de un edificio, deben complementase con las contempladas
en el párrafo 7º de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, artículos 148 a 157. En ellas, se establece
que hecha la denuncia, la Dirección de Obras deberá proceder a inspeccionar el inmueble y si correspondiere,
con el mérito de dicho informe, disponer el Alcalde la demolición de la construcción ruinosa.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 17


c.22) Tampoco se podrá ejecutar acto alguno que perturbe la tranquilidad de los
copropietarios o comprometa la seguridad, salubridad y habitabilidad del condominio o
de sus unidades.
c.23) Tampoco se podrá provocar ruidos en las horas que ordinariamente se destinan al
descanso.
c.24) No se podrá almacenar en las unidades materias que puedan dañar las otras
unidades del condominio o los bienes comunes.

4.- Los gastos comunes.

a) Clasificación.
Se clasifican en ordinarios y extraordinarios y en generales y especiales. El primer
distingo alude al objeto o fin del gasto común. El segundo, al número de copropietarios
que deben soportarlos.
Nótese que para calificar de “ordinario” o de “extraordinario” a los gastos
comunes, la ley no alude a la frecuencia, o a su carácter previsto o imprevisto ni a su
carácter urgente o aplazable. Efectivamente, el distingo sólo atiende, como está dicho, al
objeto o fin del gasto.
a.1) Gastos comunes ordinarios (art. 2º Nº 4).
Estos pueden ser a su vez de cuatro clases:
● De administración: son los correspondientes a remuneraciones del personal de servicio,
conserje y administración, y los de previsión que procedan.
● De mantención: los necesarios para el mantenimiento de los bienes de dominio común,
tales como revisiones periódicas de orden técnico, aseo y lubricación de los servicios,
maquinarias e instalaciones, reposición de luminarias, ampolletas, accesorios, equipos y
útiles necesarios para la administración, mantención y aseo del condominio, y otros
análogos.
● De reparación: los que demande el arreglo de desperfectos o deterioros de los bienes
de dominio común o el reemplazo de artefactos, piezas o partes de éstos.
● De uso y consumo: los correspondientes a los servicios colectivos de calefacción, agua
potable, gas, energía eléctrica, teléfonos u otros de similar naturaleza.
a.2) Gastos comunes extraordinarios (art. 2º Nº 5).
Distinguimos también dos clases:
● Aquellos gastos adicionales o diferentes de los gastos comunes ordinarios; y
● Las sumas destinadas a nuevas obras comunes.
a.3) Gastos comunes generales.
Son los ordinarios y extraordinarios que corresponden a todo el condominio. Ellos
deben ser pagados, entonces, por todos los copropietarios, en la prorrata que
corresponda.
a.4) Gastos comunes especiales.
Son aquellos que corresponde pagar a ciertos copropietarios. En efecto, si un
condominio consta de diferentes sectores y comprende bienes o servicios destinados a
servir únicamente a uno de esos sectores, el reglamento de copropiedad podrá
establecer que los gastos comunes correspondientes a esos bienes o servicios serán sólo

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 18


de cargo de los copropietarios de las unidades del respectivo sector, en proporción al
avalúo fiscal de la respectiva unidad, salvo que el reglamento de copropiedad establezca
una contribución diferente. El pago de gastos comunes especiales no exonera a los
copropietarios de esos sectores de concurrir a los gastos comunes generales de todo el
condominio (art. 4º, inc. 3º).

b) Contribución a los gastos comunes.


Cada copropietario deberá contribuir tanto a los gastos comunes ordinarios como
a los gastos comunes extraordinarios, en proporción al derecho que le corresponda en los
bienes de dominio común, salvo que el reglamento de copropiedad establezca otra forma
de contribución (art. 4º, inc. 1º).
Si el dominio de una unidad perteneciere en común a dos o más personas, cada
una de ellas será solidariamente responsable del pago de la totalidad de los gastos
comunes correspondientes a dicha unidad, sin perjuicio de su derecho a repetir lo pagado
contra sus comuneros en la unidad, en la proporción que les corresponda (art. 4, inc.
2º).23
Cada copropietario deberá pagar los gastos comunes con la periodicidad y en los
plazos que establezca el reglamento de copropiedad. Si incurriere en mora, la deuda
devengará el interés máximo convencional para operaciones no reajustables 24 o el
inferior a éste que establezca el reglamento de copropiedad (artículo 5°, inc. 1°).25
El Reglamento de la Ley establece que cada copropietario deberá pagar los gastos
comunes dentro de los 5 primeros días corridos de cada mes, salvo que el reglamento de
copropiedad establezca una periodicidad o plazos diferentes (art. 15º, inc. 1º del
Reglamento de la Ley).
Establece por su parte el art. 4º, inc. 5º, que, si por no contribuirse
oportunamente a los gastos comunes se viere disminuido el valor del condominio, o
surgiere una situación de riesgo o peligro no cubierto, el copropietario causante

23
Se trata de un caso de solidaridad legal pasiva.
24
Conforme a la Ley N° 18.010, no podrá estipularse una tasa de interés que exceda el producto del capital
respectivo y la cifra mayor entre:
i) 1,5 veces la tasa de interés corriente que rija al momento de la convención, según determine la
Superintendencia para cada tipo de operación de crédito de dinero, y,
ii) La tasa de interés corriente que rija al momento de la convención incrementada en dos puntos
porcentuales anuales, ya sea que se pacte tasa fija o variable.
Este límite de interés se denomina interés máximo convencional (art. 6, inc. final).
25
Actualmente, la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, publica mensualmente distintas
tasas de interés corriente y de interés máximo convencional para operaciones no reajustables, según los
plazos de las obligaciones y sus montos. ¿Cuál de estas tasas corresponde aplicar en el caso de la Ley N°
19.537? Según respuesta dada por la citada Superintendencia al estudio Jurídico “Sepúlveda, Escudero y Cía.
Ltda.”, “… la tasa normal que correspondería aplicar es la correspondiente a las operaciones no reajustables
de menos de 90 días y superiores a 5.000 UF o bien de operaciones reajustables en moneda nacional
menores a un año, según corresponda. Lo anterior, dado que se considera que estas otras situaciones
previstas por leyes especiales se refieren por una parte, y en lo que al plazo compete, a obligaciones a la
vista, y por otra, y en cuanto al monto, al tramo máximo establecido por esta Superintendencia”: Sepúlveda,
Escudero & Cía. Ltda., Manual de la Administración de la Copropiedad Inmobiliaria, coordinador Marco
Antonio Sepúlveda Larroucau, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2013, p. 37.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 19


responderá de todo daño o perjuicio. Observamos que existe aquí una sanción adicional,
al copropietario moroso en el pago de los gastos comunes, cuya cuantía puede ser
importante. Tratándose del incumplimiento de una obligación cuya fuente es la ley,
entendemos que el estatuto aplicable a esta responsabilidad es el contractual, entendido
por nuestra doctrina como el supletorio o general.
Adicionalmente, el reglamento de copropiedad podrá autorizar al administrador
para que, con el acuerdo del Comité de Administración, suspenda o requiera la
suspensión del servicio eléctrico que se suministra a aquellas unidades cuyos propietarios
se encuentren morosos, en el pago de tres o más cuotas, continuas o discontinuas, de los
gastos comunes (art. 5º, inc. 3º).26
Esta norma se reitera en el inc. 1º del art. 14 del Reglamento de la Ley. En esta
última norma, se agrega sin embargo que la referida suspensión del suministro eléctrico
requerirá del acuerdo del Comité de Administración “para cada caso en particular”,
prevención que no se contempla en la ley.
Si el condominio no dispusiere de sistemas propios de control para el pago de
dichos servicios, las empresas que lo suministren, a requerimiento escrito del
administrador y previa autorización del Comité de Administración, deberán suspender el
servicio que proporcionen a aquellas unidades cuyos propietarios se encuentren
morosos, en el pago de tres o más cuotas, continuas o discontinuas, de los gastos
comunes (art. 5º, inc. 4º).
El art. 28°, letra e), dispone a su vez que los copropietarios, en el reglamento de
copropiedad, pueden acordar la aplicación de alguna de las medidas permitidas en los
incisos 3° y 4° del art. 5°.
Cabe advertir, en todo caso, que no puede disponerse o solicitarse por el
administrador, ni aún con previa autorización del Comité de Administración, la
suspensión del suministro de agua potable, pues sólo la ley podría autorizarlo, y respecto
a dicho servicio, no existe normas en la Ley N° 19.537 que así lo disponga. Así ha
concluido la Corte Suprema, conociendo de recursos de protección.27 En cambio, sí podrá
suspenderse el suministro de agua potable por la compañía proveedora de dicho servicio
básico, por cuentas impagas, según se establece en el art. 36 letra d) de la Ley General de
Servicios Sanitarios y en el art. 116 del Decreto Supremo N° 1.199 de 2005. 28
Como se expresó, el copropietario que no se encuentre al día en el pago de los
gastos comunes será “inhábil” (art. 2 N° 6).

26
No se contemplaba una norma semejante en la Ley Nº 6.071, pero sí en su reglamento, que constaba en el
Decreto Supremo N° 695 del año 1971. Disponía su art. 19: “Las empresas que proporcionen suministro de
agua potable, gas o energía eléctrica, no podrán suspender el servicio que proporcionen en un edificio
sometido a las normas del Capítulo V del decreto supremo 880, de 1963, sino respecto de aquellos
copropietarios que se encuentren en mora en el pago de los gastos comunes, y aceptarán, en consecuencia,
los pagos parciales que efectúe el administrador del edificio con imputación a pisos o departamentos
determinados. / La norma anterior se aplicará en todos aquellos edificios en que sea susceptible la
suspensión de los servicios respecto de departamentos individuales, sin afectar a la totalidad del inmueble”.
27
Revisar en “Criterios jurisprudenciales”, sentencia N° 27, dictada por la Corte Suprema con fecha 5 de
mayo de 2016, autos Rol N° 37.964-2015.
28
Revisar sentencia de la Corte Suprema de fecha 10 de marzo de 2016, dictada en los autos Rol N° 36.516-
2015.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 20


Adicionalmente, el reglamento de copropiedad puede contemplar la posibilidad
de que se imponga una multa, a los copropietarios que se encuentren en mora en el pago
de los gastos comunes. La multa deberá ser impuesta por el Comité de Administración
(art. 21).
Como se deduce de los párrafos anteriores, cinco son las sanciones o efectos
posibles ante el no pago íntegro y oportuno de los gastos comunes:
● Pagar intereses según la tasa máxima convencional;
● Eventualmente indemnizar perjuicios;
● Sufrir la suspensión del suministro eléctrico.
● Hacer “inhábil” al copropietario.
● Pagar multas que se le impusieren por el Comité de Administración.
Respecto de la suspensión del servicio eléctrico, cuatro son los requisitos que, de
manera copulativa, deben cumplirse:
1. Que la medida esté expresamente contemplada en el reglamento de copropiedad del
condominio. Respecto de este primer requisito, cabe consignar, para los condominios
regidos por reglamentos de copropiedad otorgados durante la vigencia de la Ley Nº 6.071
sobre “Propiedad Horizontal”, que antecedió a la Ley Nº 19.537, lo dispuesto en el inc. 2º
del art. 49 de esta última ley, en cuanto señala que “En los casos en que esta ley exija que
una determinada facultad o derecho esté establecida en el reglamento de copropiedad se
presumirá tal autorización respecto de los reglamentos de copropiedad formulados con
anterioridad a la vigencia de esta ley, salvo acuerdo en contrario de una asamblea
extraordinaria de copropietarios”. En consecuencia, aunque la facultad en cuestión no
estuviere contemplada en los reglamentos de copropiedad previos a la entrada en
vigencia de la Ley Nº 19.537 (lo que ocurrió el 16 de diciembre de 1997), la ley establece
una verdadera ficción, en virtud de la cual se entiende que sí lo está, a menos que los
copropietarios hubieren manifestado voluntad contraria en una asamblea extraordinaria
de copropietarios.
2. Que el reglamento de copropiedad autorice al administrador para que suspenda o
requiera la suspensión del servicio eléctrico que se suministra a la unidad respectiva.
Cabe formular al respecto la misma observación hecha en el punto anterior, respecto de
los reglamentos de copropiedad otorgados antes de la vigencia de la Ley Nº 19.537.
3. Que el propietario de la unidad se encuentre en mora en el pago de tres o más cuotas,
continuas o discontinuas, de los gastos comunes; y
4. Que el administrador obtenga el acuerdo previo del Comité de Administración, el que
debe otorgarse para cada caso en particular y no en términos genéricos y a priori. 29
Dispone la Ley que el hecho de que un copropietario no haga uso efectivo de un
determinado servicio o bien de dominio común, o de que la unidad correspondiente
permanezca desocupada por cualquier tiempo, no lo exime, en caso alguno, de la
obligación de contribuir oportunamente al pago de los gastos comunes correspondientes
(art. 5º, inc. 2º).

29
Por sentencia de 27 de enero de 2015, Rol N° 2.688-14, el Tribunal Constitucional declaró inaplicable por
inconstitucionalidad, el art. 5°, inciso 3° de la Ley N° 19.537. Haremos referencia a esta sentencia, en el
acápite final de este trabajo, relativo a “Criterios jurisprudenciales”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 21


c) Características de la obligación de pagar gastos comunes y del crédito correlativo:
c.1) Los gastos comunes constituyen una “obligación real”.
La posibilidad de que se disponga la suspensión del suministro eléctrico a la
respectiva unidad, puede operar sin que tenga importancia el momento en que se
devengó la obligación morosa. En efecto, la obligación del propietario de una unidad por
los gastos comunes seguirá siempre al dominio de su unidad, aun respecto de los
devengados antes de su adquisición (art. 4, inc. 4º). Se trata de una de las
manifestaciones de lo que se denomina “contenido pasivo del dominio”. 30
A su vez, carece de importancia si el copropietario afectado con la suspensión se
encuentra o no al día en el pago de sus obligaciones para con la empresa que suministra
energía eléctrica. Nótese como la ley autoriza a la Comunidad representada por su
Administrador para “intervenir” en un contrato ajeno, celebrado entre el copropietario y
la compañía de electricidad, no obstante que el primero ha cumplido íntegramente con
las obligaciones que tiene para con la segunda.
El propietario que en definitiva pague, podrá dirigirse en todo caso en contra de
su antecesor en el dominio para el reembolso respectivo, sin perjuicio de contar además
con la acción de saneamiento de evicción, en su caso. Se cuenta, entonces, con una
acción de reembolso, a menos que constare que el adquirente de la unidad se hizo cargo
de la obligación de pagar los gastos comunes pendientes a la época del contrato
respectivo, renunciando por ende a la mencionada acción. La cláusula debe constar en el
contrato, de manera que en el silencio de las partes, el adquirente contará con la
expresada acción de reembolso. Ésta prescribirá de acuerdo a las reglas generales, es
decir, en el plazo de cinco años, contados desde que se haga exigible la obligación de
reembolso, momento que coincidirá con aquél en que se paguen los gastos comunes (art.
2514 del Código Civil). El adquirente, al ser demandado para el pago de los gastos
comunes, también podrá citar de evicción a quien le haya transferido el dominio. Si el
demandado resultare finalmente “evicto”, el tradente deberá responder por los
perjuicios experimentados por aquél, en los términos previstos en el Código Civil, en las
normas del contrato de compraventa. En este último caso, la acción prescribirá en el
plazo de cuatro años, contados desde el pago de los gastos comunes, de conformidad a lo
previsto en el art. 1856 del Código Civil.
c.2) El crédito por gastos comunes goza de preferencia.
Dispone la ley que el crédito gozará de un privilegio de cuarta clase, que preferirá,
cualquiera que sea su fecha, a los créditos enumerados en el art. 2481 del Código Civil. De
esta manera, si se embargare la unidad, los únicos créditos que preferirán al originado
por los gastos comunes, serán los de primera clase o los hipotecarios.
c.3) Carácter ejecutivo del crédito por gastos comunes.
La copia del acta de la asamblea válidamente celebrada, autorizada por el Comité
de Administración, o en su defecto por el administrador, en que se acuerden gastos
comunes, tendrá mérito ejecutivo para el cobro de los mismos. Igual mérito tendrán los

30
Distinto es el caso de multas impagas que se le hubieren impuesto por el Comité de Administración o
decretado judicialmente al copropietario anterior. En tales casos, nos encontramos ante “obligaciones
personales”, que sólo podrían cobrarse al infractor, y no al nuevo copropietario.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 22


avisos de cobro de dichos gastos comunes, extendidos de conformidad al acta, siempre
que se encuentren firmados por el administrador (art. 27º).
Se trata, por ende, de uno de los casos de títulos ejecutivos previstos en el N° 7 del
art. 434 del Código de Procedimiento Civil: “El juicio ejecutivo tiene lugar en las
obligaciones de dar cuando para reclamar su cumplimiento se hace valer alguno de los
siguientes títulos: (…)7° Cualquiera otro título a que las leyes den fuerza ejecutiva”.
En cuanto al documento que hace las veces de “título ejecutivo”, debe cumplir con
los siguientes requisitos:
● Puede tratarse de dos documentos:
i) una copia del acta de asamblea de copropietarios en que se hayan aprobado los gastos
comunes; o, ii) el “aviso de cobro” de los gastos comunes, extendido de conformidad al
acta de la asamblea respectiva, firmado por el administrador.
En el primer caso, en principio puede tratarse de asamblea ordinaria o
extraordinaria, sean tales gastos comunes ordinarios o extraordinarios. Sin embargo,
debe tenerse presente lo dispuesto en el art. 17° N° 7 de la Ley, en cuanto ahí se advierte
que sólo podrá tratarse en sesión extraordinaria de la asamblea, los “Gastos o inversiones
extraordinarios que excedan, en un período de doce meses, el equivalente a seis cuotas
de gastos comunes ordinarios del total del condominio”. Entre estos últimos, por
ejemplo, los gastos que se acuerden para pintar un edificio, o cambiar los pisos de los
pasillos, o sistemas eléctricos o de calefacción, obras de ingeniería y construcción a
consecuencia de los daños ocasionados por un sismo o inundación, etc. De cualquier
manera, es importante dejar expresa constancia, al aprobar estos gastos extraordinarios,
que ellos constituyen “gastos comunes”, pues en caso contrario, no prosperará la
demanda ejecutiva que pueda interponerse contra un copropietario moroso en su
pago.31 Además, debe descartarse en este caso, según se desprende del tenor del art. 17°,
que en lugar de aprobarse estos gastos o inversiones extraordinarios en asamblea, pueda
recurrirse al mecanismo de “consulta por escrito” a los copropietarios.
● La copia del acta de la asamblea debe estar “autorizada” por el Comité de
Administración o en su defecto por el administrador. La expresión “autorizada”, debe
entenderse alusiva a “dar fe de un documento” o “confirmar, comprobar algo”, de
acuerdo al Diccionario de la Lengua Española. Deberá incorporase entonces una glosa en
la que se exprese, por ejemplo, que la copia del acta de la asamblea “está conforme con
su original que consta a fojas X en el respectivo libro de actas del condominio del año Z
(de los años X a Z)”.
Aunque la Ley no lo exige, es aconsejable también reducir a escritura pública el
acta respectiva.
El cobro de gastos comunes se sujetará al procedimiento del juicio ejecutivo del
Título I del Libro Tercero del Código de Procedimiento Civil y su conocimiento
corresponderá al juez de letras respectivo (art. 33º, último inciso).
El requerimiento de pago al deudor, conjuntamente con la orden de embargo, se
le notificará personalmente o por cédula dejada en el domicilio que hubiere registrado en

31
Ver sentencia de la Corte Suprema de 29 de diciembre de 2015, autos Rol N° 8.824-2015, a la que hacemos
referencia en el acápite de “Criterios jurisprudenciales”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 23


la administración del condominio o, a falta de éste, en la respectiva unidad que ha
generado la demanda ejecutiva (art. 6º, inc. 3º).
Demandadas las prestaciones morosas correspondientes a gastos comunes, se
entenderán comprendidas en la acción iniciada las de igual naturaleza a las reclamadas,
que se devengaren durante la tramitación del juicio (art. 27º, inc. 2º).
Usualmente, en el juicio ejecutivo se pide el embargo de la unidad y de ser
necesario su remate. En tal caso, debe acompañarse el detalle de los gastos comunes
morosos, incluyendo los devengados durante el juicio.
Cabe advertir que a diferencia de lo expuesto respecto a los gastos comunes, las
multas impuestas a un copropietario no confieren a la administración título ejecutivo
para cobrarlas (ver en “Criterios jurisprudenciales”, sentencia N° 25, de la Corte Suprema,
de 11 de mayo de 2016, autos Rol N° 32.145-15).
Respecto a esta obligación de pagar los gastos comunes, cabe tener presente qué
ocurre si el propietario de la unidad la hubiere arrendado. Al efecto, podrían presentarse
las siguientes situaciones:
● En el contrato de arrendamiento, las partes estipulan que todos los gastos comunes,
tanto ordinarios como extraordinarios, generales y especiales, serán de cargo del
arrendatario. En tal caso, no hay duda que el arrendatario debe pagarlos, sin derecho a
repetir en contra del arrendador. Pero si el primero no los pagare, el administrador podrá
accionar en contra del propietario, porque ante la Ley, él es el llamado a cumplir con esta
prestación, y obviamente el pacto entre arrendador y arrendatario le es inoponible a la
comunidad. Si así ocurre, el dueño de la unidad y arrendador podrá demandar después al
arrendatario, por el monto pagado (éste es un típico caso de “obligación a la deuda” y
“contribución a la deuda”). En efecto, José Manuel Figueroa Valdés señala al respecto:
“Por regla general (…) el obligado al pago de los gastos comunes es el propietario de la
respectiva unidad. Sin embargo, éste puede convenir en el respectivo contrato de
arrendamiento que las expensas o gastos comunes ordinarios o extraordinarios los pague
el arrendatario. A nuestro juicio, el convenio puede comprender tanto los gastos
comunes ordinarios, incluido el fondo de reserva, como extraordinarios, toda vez que en
el campo del derecho privado rige aquel principio conforme al cual se puede hacer todo
aquello que no esté expresamente prohibido por la ley, y en el caso particular no existe
ninguna disposición en la Ley de Copropiedad Inmobiliaria que prohíba o limite este tipo
de convenios, a diferencia de la legislación anterior, y específicamente al artículo 9° del
Decreto Supremo 695,32 actualmente derogado, que prohibía que el convenio entre

32
En realidad, era el inc. 5° del art. 11 del Decreto Supremo 695 el que establecía la aludida prohibición, en
los siguientes términos: “Los convenios que se celebraren entre el propietario y el arrendatario del piso o
departamento, de acuerdo a lo previsto en el artículo 3° de la ley 11.622, para el reembolso de los gastos
comunes que correspondan a los servicios de calefacción, agua potable, agua caliente, gas, energía eléctrica
y otros similares, podrán incluir las expensas o gastos comunes de administración y de conservación de los
bienes comunes; pero no podrán extenderse, en caso alguno, a los gastos de reparación de los mismos
bienes comunes”. La referencia a la Ley N° 11.622, que “REGLAMENTA EL ARRENDAMIENTO DE INMUEBLES
POR CASAS O DEPARTAMENTOS, PIEZAS, SECCIONES O LOCALES Y FIJA LA RENTA MAXIMA QUE SE PODRA
COBRAR POR DICHOS ARRENDAMIENTOS”, se entiende con la lectura de sus tres primeros artículos:
“Artículo 1.o La renta anual máxima de habitaciones, locales comerciales o industriales, oficinas y predios
urbanos, en general, no podrá exceder del 11% del avalúo vigente para el pago del impuesto territorial. Para

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 24


propietario y arrendatario se extendiera al pago de los gastos de reparación de los bienes
comunes”.33
● En el contrato de arrendamiento, las partes estipulan que los gastos comunes serán de
cargo del arrendatario, pero sin precisar si dicha obligación comprende todos los gastos
comunes o sólo los ordinarios y generales. En opinión de Figueroa Valdés, en tal caso, el
arrendatario estará obligado a pagar los gastos comunes ordinarios, (y dentro de ellos los
montos por concepto de fondo común de reserva) puesto que ellos estarían incluidos
dentro de las reparaciones locativas: “Ahora bien, si el convenio en cuestión no precisa el
tipo de gastos comunes que deberá solventar el arrendatario, debemos aplicar las
normas del contrato del contrato de arrendamiento del Código Civil, y en especial el
artículo 1940, que prescribe: ‘El arrendatario es obligado a las reparaciones locativas’,
definiendo las mismas como ‘las que según la costumbre del país 34 son de cargo de los
arrendatarios, y en general las de aquellas especies de deterioro que ordinariamente se
producen por culpa del arrendatario o sus dependientes, como descalabros de paredes o
cercas, albañales y acequias, roturas de cristales, etc.’. De esta forma, podrán asimilarse a
las reparaciones locativas –y por ende ser de cargo del arrendatario- los gastos comunes
ordinarios, definidos en el artículo 2° N° 4° de l Ley de Copropiedad Inmobiliaria, incluidos
en éstos el fondo común de reserva, que tiene por objeto atender gastos de reparaciones
de bienes de dominio común, los cuales quedan comprendidos en la definición de gastos
comunes ordinarios”.35 Al igual que en el caso anterior, el administrador de la comunidad
podrá demandar siempre al dueño, y si éste paga los gastos comunes ordinarios, respecto
de éstos podrá repetir en contra del arrendatario. Los gastos comunes extraordinarios,
por el contrario, serían de cargo exclusivo del propietario.
● En el contrato de arrendamiento, las partes nada estipulan acerca de los gastos
comunes: Figueroa Valdés sostiene que “En el caso de que no exista convenio al respecto,
el propietario debe dar cumplimiento a la obligación del pago, por ser él el responsable
frente a la comunidad”.36 En principio, podría entenderse que en esta tercera hipótesis el
arrendador y propietario de la unidad carecería de acción para repetir en contra del
arrendatario, por el pago de los gastos comunes, incluso los ordinarios. Sin embargo,
creemos que aún en el silencio de las partes, el propietario podría exigirle al arrendatario

los efectos de esta ley, se entenderá como predio urbano el que está situado en poblado y el edificio que
fuera de población, se destine normalmente a vivienda y no a menesteres campestres”.
“Artículo 2.o La circunstancia de que se incluyan muebles en el arrendamiento, no será motivo para alzar la
renta anual máxima determinada en el artículo anterior respecto de aquellas propiedades cuya renta por
mes sea inferior al monto de un sueldo vital mensual”.
“Artículo 3.o No se comprende en las limitaciones anteriores el precio que el arrendatario o subarrendatario
deba pagar al arrendador o subarrendador por los servicios de calefacción, agua potable, agua caliente, gas,
energía eléctrica, y otros similares, cuando el mantenimiento de tales servicios sea de cuenta y cargo del
arrendador. El precio de estos servicios deberá estipularse independientemente de las rentas a que se
refieren los dos artículos anteriores, y no podrá significar lucro o beneficio para el arrendador”.
33
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., p. 228, N° 24.2.
34
La expresión “país” empleada por el Código Civil, debe entenderse no en su acepción de “nación” o
“Estado”, sino en la de “región, provincia o territorio”, de manera que puede variar en distintos lugares de un
mismo Estado (Diccionario de la Lengua Española).
35
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., pp. 228y 229, N° 24.2.
36
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., p. 229, N° 24.2.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 25


el pago o el reembolso, en su caso, de los gastos comunes ordinarios. En efecto, cabe
tener presente aquí lo dispuesto en el art. 1563, inc. 2º del Código Civil: “Las cláusulas de
uso común se presumen aunque no se expresen”. El objetivo perseguido por la
disposición consiste en incorporar en el contrato las cláusulas usuales, silenciadas en la
declaración. Es cierto que en la práctica, sin embargo, se le ha atribuido un significado
muy restringido. En efecto, se lo ha explicado de manera que sólo queden involucradas
en las cláusulas usuales las cosas llamadas “de la naturaleza del contrato”, o sea, las
cláusulas legales que se entienden incorporadas al contrato sin necesidad de una
manifestación expresa de voluntad (en tal sentido, Alessandri y Meza Barros). Pero tal
aplicación no correspondería al espíritu de la norma, que buscaría la incorporación al
contrato de usos consuetudinarios, independientemente de la ley. Esta amputación de lo
consuetudinario en el terreno interpretativo, se ha fundado en que en la legislación
nacional los usos no juegan un rol sino cuando la ley expresamente dispone que se les
tome en cuenta (art. 2º del Código Civil). Ello permite entender la poca importancia de los
usos en la interpretación de los contratos civiles. López Santa María lamenta esta
interpretación tan restrictiva, ya que impide la vivificación del Derecho mediante la
consideración de aquello que es generalmente admitido en una comunidad determinada
y que teniendo significación jurídica, pudo omitirse por la ley. Agrega este autor que “la
idea de aplicar los usos del pueblo en el silencio del contrato aún no se abre camino en
Chile, ya que los espíritus, con demasiada frecuencia, siguen creyendo que no hay
Derecho más allá de la ley”.37 Siguiendo entonces la tesis de Jorge López Santa María,
bien podría sostenerse que en el silencio de las partes, el pago de los gastos comunes
ordinarios debe ser, en definitiva, asumido por el arrendatario, pues es una cláusula “de
uso común” que así acontezca en el contexto de un contrato de arrendamiento.
● Las partes estipulan en el contrato de arrendamiento que los gastos comunes deberán
ser pagados por el arrendador, liberándose expresamente de esa obligación al
arrendatario. En este caso –muy inusual a decir verdad-, no hay duda que el propietario
deberá pagar los gastos comunes, cualesquiera fuere su índole, sin derecho a repetir en
contra del arrendatario.

d) Cobro y recaudación de los gastos comunes.


Se efectuará el cobro por el administrador del condominio (art. 23º), de
conformidad a las normas de la Ley Nº 19.537, del reglamento de copropiedad y a los
acuerdos de la asamblea. En el aviso de cobro correspondiente, deberá constar la
proporción en que el respectivo copropietario debe contribuir a los gastos comunes (art.
6°, inc. 1°).
El aviso de cobro deberá ser remitido por el administrador dentro del mes anterior
al que origina el cobro (art. 16, inc. 1º del Reglamento de la Ley).
El administrador, si así lo establece el reglamento de copropiedad, podrá
confeccionar presupuestos estimativos de gastos comunes por períodos anticipados, para
facilitar su cobro, al término de los cuales deberá hacer el correspondiente ajuste de

37
López Santa María, Jorge, Los contratos. Parte general, tomo I, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile,
segunda edición actualizada, 1998, tomo II, p. 452.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 26


saldos en relación a los efectivamente producidos. Estos presupuestos deberán ser
aprobados por el Comité de Administración (art. 6°, inc. 2°).
La recaudación de los gastos comunes corresponderá al administrador, salvo que
el Comité de Administración la encomiende a otras entidades de derecho público o
privado que estén facultadas para prestar este servicio (art. 16º, inc. 3º del Reglamento
de la Ley).

5.- Del “Fondo Común de Reserva” (art. 7º).

En la administración de todo condominio deberá considerarse la formación de un


“fondo común de reserva”, para atender a:
● Reparaciones de los bienes de dominio común;
● La certificación periódica de las instalaciones de gas, certificación de ascensores, tanto
verticales como inclinados o funiculares, montacargas y escaleras o rampas mecánicas y
sus instalaciones; o a
● Gastos comunes urgentes o imprevistos.
Este fondo se formará e incrementará:
● Con el porcentaje de recargo sobre los gastos comunes que, en sesión extraordinaria,
fije la asamblea de copropietarios;
● Con el producto de las multas e intereses que deban pagar, en su caso, los
copropietarios;
● Con los aportes por concepto de uso y goce exclusivo sobre los bienes de dominio
común a que alude el art. 13º, inc. 2º (bienes comunes cuyo uso y goce exclusivo se
asigna a uno o más copropietarios); y
● Con los recursos que se obtengan por la enajenación, arrendamiento o gravamen de
bienes de dominio común, en los casos previstos en el art. 14°, inc. 3°.
Los recursos de este fondo se mantendrán en depósito en una cuenta corriente
bancaria o en una cuenta de ahorro o se invertirán en instrumentos financieros que
operen en el mercado de capitales, previo acuerdo del Comité de Administración. Esta
cuenta podrá ser la misma a que se refiere el art. 23º, inc. 6º (la cuenta corriente o de
ahorro exclusiva del condominio y que obligatoriamente debe abrirse).
Tratándose de condominios de viviendas sociales la formación del fondo común
de reserva será optativa.
Como ha destacado José Manuel Figueroa Valdés, “Con respecto a la naturaleza
jurídica de este fondo, la Corte de Apelaciones de Santiago, en fallo confirmado por la
Corte Suprema de fecha 8 de julio de 1991, ha establecido que el fondo común de reserva
constituye una expensa o gasto común, por lo que sigue su misma suerte en relación a su
cobro, morosidad y calidad de interesado, que exige la ley para participar en las
asambleas de copropietarios”.38
Estamos de acuerdo con esta conclusión. Es cierto que la Ley se refiere al “fondo
común de reserva” en el art. 7, mientras que los arts. 4 a 6 aluden a los “gastos
comunes”, pero de la relación de estas normas y del propio tenor del art. 7 se desprende

38
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., p. 247, N° 30.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 27


que este fondo forma parte de los gastos comunes. Entre otros fines que tiene este
fondo, según se desprende del último art. Citado, está el de “… atender a gastos comunes
urgentes o imprevistos”. Acto seguido, agrega la norma que el fondo se formará e
incrementará, entre otros, “con el porcentaje de recargo sobre los gastos comunes que,
en sesión extraordinaria, fije la asamblea de copropietarios”.
Es decir, una de las fuentes que van nutriendo el fondo de reserva, lo constituye
un porcentaje en que se aumentan los gastos comunes. O, es lo mismo que afirmar que
una porcentaje de los gastos comunes, debe apartarse, para adicionarse al fondo de
reserva.
Adicionalmente, cabe destacar que en el Reglamento de la Ley, el artículo que
trata del fondo común de reserva –art. 17-, se encuentra dentro del Título III,
denominado precisamente “De la contribución a los gastos comunes”.
Ahora bien, ¿qué clase de gasto común es el aludido porcentaje de incremento?
¿Ordinario o extraordinario? Creemos que tienen el carácter de gastos comunes
ordinarios, atendiendo a dos razones:
i.- A que se pagan de manera continua, mes a mes.
II.- Que deben destinarse a solventar los gastos previstos en las letras b) y c) del N° 4 del
art. 2 de la Ley (es decir, gastos de “mantención” y de “reparación”.
Al efecto, no debe creerse que los gastos comunes “extraordinarios” sean lo
mismo que “gastos comunes urgentes o imprevistos”. Así, por ejemplo, reparar un
ascensor, reemplazando partes y piezas del mismo, constituye un gasto común ordinario,
conforme a la letra c), N° 4, del art. 2 de la Ley. Pero es, evidentemente, y al mismo
tiempo que ordinario, un gasto común “urgente o imprevisto”.
José Manuel Figueroa Valdés, a propósito de la situación del arrendatario de una
unidad que forma parte de un condominio, deja en claro –según lo que ya referimos- que
el fondo de reserva integra los gastos comunes ordinarios. Nos remitimos a lo expuesto
en el punto relativo a la contribución a los gastos comunes.

6.- Acceso al régimen de copropiedad inmobiliaria (art. 10º).

Para acogerse al régimen de copropiedad inmobiliaria, todo condominio deberá


cumplir con las normas exigidas:
● Por la Ley Nº 19.537 y su Reglamento;
● Por la Ley General de Urbanismo y Construcciones;
● Por la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones;
● Por los instrumentos de planificación territorial; y
● Por las normas que regulen el área de emplazamiento del condominio.
Lo anterior, sin perjuicio de las excepciones y normas especiales establecidas en el
decreto con fuerza de ley N° 2 de 1959 del Ministerio de Obras Públicas y en el
Reglamento Especial de Viviendas Económicas.
Corresponderá a los Directores de Obras Municipales verificar que un condominio
cumple con lo precedentemente expuesto y extender el certificado que lo declare
acogido al régimen de copropiedad inmobiliaria, haciendo constar en el mismo:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 28


● La fecha y la notaría en que se redujo a escritura pública el primer reglamento de
copropiedad;39
● La foja y el número de su inscripción en el Registro de Hipotecas y Gravámenes del
Conservador de Bienes Raíces;
● Las unidades que sean enajenables dentro de cada condominio (detallando las casas,
departamentos, bodegas y estacionamientos).
La resolución del Director de obras Municipales que declare acogido un
condominio al régimen de copropiedad inmobiliaria será irrevocable por decisión
unilateral de esa autoridad (art. 38º, inc. 1º).
Cabe consignar que la Ley no señala en qué plazo debe otorgar el Director de
Obras Municipales el aludido Certificado. Pero se ha concluido40 que ello debe ocurrir en
39
Dispone el art. 4º del Reglamento de la Ley, que para el primer reglamento de copropiedad, no se aplicará
lo dispuesto en la letra c) del art. 28 de la Ley en orden a que debe señalarse en él el número y fecha del
archivo de los planos en el Conservador de Bienes Raíces, exigencia que la ley formula para los reglamentos
de copropiedad que acuerden los copropietarios de un condominio (y no el propietario del proyecto). Se
entiende la norma, pues cuando se trata del primer reglamento de copropiedad, sólo podrá pedirse el
archivo en el Conservador competente de los planos respectivos, una vez otorgado el certificado por la
Dirección de Obras Municipales.
40
Expresa al efecto la Circular Ord. N° 0258 DDU 172, de 18 de mayo de 2005, del Jefe de la División de
Desarrollo Urbano del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo: “1. De conformidad con lo dispuesto por el
artículo 4° de la Ley General de Urbanismo y Construcciones y ante consultas hechas a esta División, se ha
estimado necesario emitir la presente circular sobre la aplicación en forma supletoria del artículo 24 de la ley
19.880 sobre Bases de los Procedimientos Administrativos que rigen los actos de los órganos de la
Administración del Estado, para establecer el plazo que tienen las Direcciones de Obras Municipales en
aquellas situaciones en que no han sido determinados por la normativa de urbanismo y construcciones
vigente, como lo es el caso del certificado que declara que un condominio se acoge al régimen de
copropiedad inmobiliaria. 2. Cabe señalar que tanto la Ley N° 19.537 Sobre Copropiedad Inmobiliaria, como
la ley General de Urbanismo y Construcciones, no establecen plazo que deba cumplir el Director de Obras
Municipales para extender el respectivo certificado que declara acogido un condominio al régimen de
copropiedad inmobiliaria. Sobre el particular, el artículo 11 de la Ley 19.537 señala que los planos del
condominio deberán contar con la aprobación del Director de Obras Municipales y archivarse en una sección
especial del registro de propiedad del Conservador de Bienes Raíces respectivo, en estricto orden númerico,
conjuntamente con el certificado a que se refiere el inciso segundo del artículo 10 del mismo cuerpo legal. 3.
Por su parte, la Ley General de Urbanismo y Construcciones establece expresamente en su artículo 118 que
la Dirección de Obras Municipales tendrá un plazo de 30 días para pronunciarse sobre los permisos de
construcción y en los casos que la solicitud de permiso acompañe el informe favorable del revisor
independiente, dicho plazo se reducirá a 15 días. Del mismo modo el inciso quinto del artículo 144 del
señalado cuerpo legal, señala que lo dispuesto anteriormente será también aplicable al caso de las
recepciones definitivas parciales o totales. 4. Teniendo en consideración lo anterior, se solicitó un informe en
derecho a la División Jurídica de este Ministerio, el cual es compartido por esta División, cuyas principales
conclusiones se transcriben a continuación: ‘… el artículo 3° de la Ley N° 19.880 dispone que constituyen,
también, actos administrativos los dictámenes o declaraciones de juicio, constancia o conocimiento que
realicen los órganos de la Administración en el ejercicio de sus funciones. En tanto que el artículo 24
prescribe en su inciso tercero que los informes, dictámenes u otras actuaciones similares, deberán evacuarse
dentro del plazo de 10 días, contado desde la petición de la diligencia. Dispone, además, en su artículo 1° que
en caso de que la ley establezca procedimientos administrativos especiales, ella se aplicará con carácter
supletoria. Ahora bien cabe tener presente que la Ley N° 19.537 es una normativa de carácter especial que
efectivamente no contempla un plazo para emitir el certificado a que se refiere el artículo 10 de la misma, a
diferencia de lo que dispone en su artículo 38 respecto de la solicitud formulada por la asamblea de
copropietarios para modificar o dejar sin efecto dicha declaración, caso en el cual tendrá un plazo de treinta

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 29


el plazo de 10 días, indicado en el inc. 3° del art. 24 de la Ley N° 19.880, de 2003, que
“ESTABLECE BASES DE LOS PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS QUE RIGEN LOS ACTOS
DE LOS ORGANOS DE LA ADMINISTRACION DEL ESTADO” 41, salvo que la solicitud para
acoger un condominio al régimen de copropiedad se formulare conjuntamente con una
gestión de aquellas que sí tienen un término reglado en la citada Ley General de
Urbanismo y Construcciones, en cuyo caso el plazo, por regla general, será de 30 días.
La Ley N° 20.841, por su parte, publicada en el Diario Oficial de 30 de mayo de
2015, interpreta el inc. 1° del art. 10 de la Ley, “en materia de espacios que sean bienes
nacionales de uso público y los de dominio comunitario en el régimen de copropiedad
inmobiliaria”. Dispone al efecto que:
a) Los artículos 66, 67, 70, 134, 135 y 136 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones se entienden incluidos dentro de las normas de este último cuerpo legal
que todo condominio debe cumplir, con excepción del inciso 4° del art. 136.

días corridos para pronunciarse contado desde la fecha de la presentación de la misma. En relación al
carácter supletorio de las disposiciones de la Ley N° 19.880 cabe señalar que según la jurisprudencia
administrativa la aplicación supletoria procederá en cuanto ella sea conciliable con la naturaleza del
respectivo procedimiento especial, toda vez que el objetivo es solucionar los vacíos que éste presente, sin
que pueda afectar o entorpecer el normal desarrollo de las etapas o mecanismos que dicho procedimiento
contempla para el cumplimiento de la finalidad particular que le asigna la ley (dictámenes N°s 33.255 de 2004
y 11.662 de 2006, de la Contraloría General de la República). En consecuencia, en el caso en examen, a juicio
de esta División, la aplicación del plazo indicado en el artículo 24 de la Ley N° 19.880 está supeditada a que
sea conciliable con el procedimiento previsto para las actuaciones del Director de Obras Municipales, que se
rige por la Ley General de Urbanismo y Construcciones y su Ordenanza y por la Ley Orgánica Constitucional
sobre Municipalidades N° 18.695 y, además, con la finalidad particular que le asigna la Ley N° 19.537 sobre
Copropiedad Inmobiliaria. En relación a lo expresado debe hacerse presente que por regla general los
Directores de Obras Municipales tienen un término de treinta días para pronunciarse respecto de las
solicitudes que se le formulan, plazo que a juicio de esta División no podría verse reducido en aquellos casos
en que la solicitud para acoger un condominio al régimen de copropiedad se formulare conjuntamente con
una gestión de aquellas que sí tienen un término reglado en la citada Ley General de Urbanismo y
Construcciones. Asimismo, la aplicación de las normas de la Ley N° 19.880 no podría servir para soslayar las
exigencias que la normativa especial establece para los condominios’. 5. De lo anteriormente expuesto, cabe
concluir que cuando sólo se solicite el trámite para acoger un condominio al régimen de copropiedad
inmobiliaria el Director de Obras Municipales tendrá el plazo indicado en el artículo 24 de la Ley N° 19.880
para el otorgamiento del certificado señalado en el artículo 10 de la Ley N° 19.537, siempre que se cumplan
con las exigencias que la normativa establece para los condominios. Sin embargo, ello no es aplicable cuando
la solicitud de dicho certificado se efectúa conjuntamente con otra solicitud o autorización de las cuales el
Director de Obras Municipales sí tiene un término reglado en la normativa de urbanismo y construcciones
vigente. 6. Finalmente, es dable concluir que en aquellas actuaciones en que no exista un plazo reglado en la
normativa vigente, es posible aplicar el plazo indicado en el artículo 24 de la Ley N° 19.880, siempre que sea
conciliable con el procedimiento del Director de Obras Municipales y que su aplicación no sirva para soslayar
las exigencias que la normativa establece para cada actuación”.
41
Dispone esta norma: “Artículo 24. El funcionario del organismo al que corresponda resolver, que reciba una
solicitud, documento o expediente, deberá hacerlo llegar a la oficina correspondiente a más tardar dentro de
las 24 horas siguientes a su recepción. / Las providencias de mero trámite deberán dictarse por quien deba
hacerlo, dentro del plazo de 48 horas contado desde la recepción de la solicitud, documento o expediente. /
Los informes, dictámenes u otras actuaciones similares, deberán evacuarse dentro del plazo de 10 días,
contado desde la petición de la diligencia. / Las decisiones definitivas deberán expedirse dentro de los 20 días
siguientes, contados desde que, a petición del interesado, se certifique que el acto se encuentra en estado
de resolverse. La prolongación injustificada de la certificación dará origen a responsabilidad administrativa”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 30


Los artículos 66, 67 y 70, integran el Capítulo V de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones, “De la subdivisión y la Urbanización del Suelo”, que forma parte del
Título II de dicha ley, “De la planificación urbana”. El art. 66 alude a la formación de
nuevas poblaciones, barrios, grupos o conjuntos habitacionales. El art. 67, a los proyectos
de subdivisión, loteos, urbanización o modificación de deslindes de terrenos. El art. 70, se
refiere a la cesión gratuita y obligatoria que debe hacerse en toda urbanización de
terrenos, para circulación, áreas verdes, desarrollo de actividades deportivas y
recreacionales, y para el equipamiento, las superficies que señala la Ordenanza General,
las que no podrán exceder del 44% de la superficie total del terreno original.
Los artículos 134, 135 y 136, forman parte del Capítulo II de la Ley General de
Urbanismo y Construcciones, “De la ejecución de obras de urbanización, edificación e
instalaciones complementarias”, que forma parte del Título III de dicha ley, “De la
construcción”. El art. 134 señala las obras necesarias para urbanizar un terreno. El art.
135, dispone que una vez terminados los trabajos de urbanización, o las obras de
edificación, en su caso, el propietario y el arquitecto solicitarán su recepción al Director
de Obras Municipales. Agrega el precepto que, cuando la citada Dirección acuerde
(otorgue) la recepción indicada, se considerarán, por este solo hecho, incorporadas: i) Al
dominio nacional de uso público, todas las calles, avenidas, áreas verdes y espacios
públicos en general, contemplados como tales en el proyecto, y, ii) Al dominio municipal,
los terrenos cedidos de conformidad al artículo 70 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones para localizar equipamientos. El art. 136, impide al propietario, loteador o
urbanizador de los terrenos, enajenarlos, acordar adjudicaciones en lote, celebrar
contratos de compraventa, promesas de venta, reservas de sitios, constituir comunidades
o sociedades tendientes a la formación de nuevas poblaciones o celebrar cualquier clase
de actos o contratos que tengan por finalidad última o inmediata la transferencia del
dominio de dichos terrenos, correspondientes a una población, apertura de calles,
formación de un nuevo barrio, loteo o subdivisión de un predio, mientras no se hubieren
ejecutado todos los trabajos de urbanización exigidos en los artículos 134 y 135 y la
Ordenanza General.
Con todo, respecto de las promesas de venta, debemos tener presente lo previsto
en el artículo 138 bis de la Ley General de Urbanismo y Construcción, que establece que
todo contrato de promesa de compraventa en que el promitente vendedor sea una
persona que tenga por giro la actividad inmobiliaria o que construya o encargue construir
inmuebles, deberá ser caucionado con una póliza de seguro o boleta bancaria, cuando: i)
El inmueble no cuente con recepción definitiva; y ii) El promitente comprador entregue
todo o parte del precio del bien raíz.
b) Las calles, avenidas, plazas y espacios públicos que se incorporarán al dominio nacional
de uso público conforme al art. 135, antes citado, serán sólo aquellos que estuvieren
considerados en el respectivo plan regulador, quedando los demás que resulten de la
aplicación del mencionado art. 70 como bienes de dominio de la respectiva comunidad
de copropietarios.42 Se explica esta norma, porque de aplicar el tenor literal del art. 135,

42
La Ley N° 20.841, en realidad subsana un error que se cometió por el legislador, cuando en virtud de la Ley
N° 20.741, de 1 de abril de 2014, derogó el inc. 1° del art. 9° de la Ley N° 19.537. El inciso derogado, tenía un

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 31


otorgada la recepción final, serán “de dominio nacional de uso público, todas las calles,
avenidas, áreas verdes y espacios públicos en general, contemplados como tales en el
proyecto”. En cambio, conforme a la ley interpretativa, sólo tendrán el carácter de bienes
nacionales de uso público, aquellos que estuvieren considerados en el respectivo plan
regulador.
Al acceder al régimen de copropiedad inmobiliaria, los condominios deben
obtener también un rol único tributario. Conforme a la información disponible en la
página del Servicio de Impuestos Internos, será necesario para ello:
1. Presentar el Formulario 4415, relativo a “Inscripción al Rol Único tributario y/o
Declaración Jurada de Inicio de Actividades”.
2. Acreditar domicilio.
3. En el trámite de obtención de Rut deben participar todos los miembros o integrantes
de la comunidad, firmando cada uno de ellos la solicitud y exhibiendo su respectiva
cédula nacional de identidad. La solicitud también puede ser firmada por un
administrador, representante o mandatario común, el que deberá presentar su cédula
nacional de identidad y el documento firmado y autorizado ante Notario en que conste
su designación como tal.
4. El administrador deberá presentar el acta (original o fotocopia simple) de su
nombramiento, reducida a escritura pública.
La materia está regulada por la Circular N° 31 de 1 de junio de 2007, del Servicio
de Impuestos Internos.

7.- Planos del condominio (art. 11º).

Los planos de un condominio deberán singularizar claramente:


● Cada una de las unidades en que se divide un condominio;
● Los diferentes sectores del condominio que comprendan bienes o servicios destinados
a servir únicamente a uno de esos sectores (art. 4, inc. 3º); y
● Los bienes de dominio común.
Estos planos deberán contar con la aprobación del Director de Obras Municipales
y se archivarán en una sección especial del Registro de Propiedad del Conservador de
Bienes Raíces respectivo, en estricto orden numérico, conjuntamente con el certificado a
que se refiere el art. 10º, inc. 2º.
El art. 3º del Reglamento, establece con mayor detalle que deben singularizarse en
los planos del condominio:
● Las unidades que integran el condominio;
● Los sectores en que éste se subdivide;
● Los estacionamientos que correspondan a la cuota mínima obligatoria que señale el
plan regulador respectivo;43

tenor semejante al que establece la Ley N° 20.841. De esta manera, por la vía de una ley interpretativa, se
enmendó el error cometido en el año 2014.
43
Respecto a la localización de unidades de estacionamientos correspondientes a la cuota mínima
obligatoria, expresa la Circular Ord. N° 0106/DDU 178, de 13 de febrero de 2007, suscrita por la Jefa de
División de Desarrollo Urbano del Ministerio de Vivienda y Urbanismo: “En conformidad a las facultades

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 32


● Los estacionamientos establecidos como mínimo para los condominios de viviendas
sociales en el art. 8º de la Ley; y
● Los bienes de dominio común incluyendo en ellos los estacionamientos de visitas, si los
hubiere.

8.- Requisitos de las escrituras referidas a unidades (art. 12º, inc. 1º).

Al respecto, debemos distinguir:


● En todas las escrituras públicas mediante las cuales se transfiera el dominio o se
constituyan derechos reales sobre alguna unidad de un condominio, deberá hacerse
referencia al plano del condominio.
● En las escrituras públicas en que por primera vez se transfiera el dominio o se
constituyan derechos reales sobre alguna de esas unidades, además de hacerse
referencia al plano del condominio, deberá insertarse el certificado de la Dirección de
Obras Municipales respectiva, que acoge el condominio a la Ley en análisis. En las
aludidas escrituras públicas, se inserta en la práctica:
a) Cuando corresponda, la Resolución municipal que aprobó la fusión de dos o más
inmuebles en los que se levantó el condominio y las referencias al archivo del plano de
fusión en el Conservador de Bienes Raíces.
b) La Resolución municipal que aprobó el Permiso de Edificación y aquellas que lo
modifican y las referencias a las escrituras públicas a que se redujeron.
c) El Certificado en que consta la Recepción Definitiva de las obras.
d) La Resolución y Certificado que acoge la construcción a la Ley N° 19.537 de
Copropiedad Inmobiliaria.

otorgadas a esta División por el artículo 4° de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, se ha estimado
necesario emitir la presente circular que se vincula con la factibilidad de emplazar fuera del predio de un
condominio acogido a la Ley N° 19.537, de Copropiedad Inmobiliaria, parte de la ‘cuota mínima obligatoria’
de estacionamientos establecida por el instrumento de planificación territorial, esto, amparado en lo
dispuesto en los incisos segundo y tercero del artículo 2.4.2. de la Ordenanza General de Urbanismo y
Construcciones”. La circular, después de aludir al tenor de los artículos 8° y 11° de la Ley N° 19.537, concluye:
“3. De las normas reseñadas se infiere sin lugar a dudas, que la ‘cuota mínima obligatoria’ de
estacionamientos únicamente puede ser cumplida dentro del recinto del condominio que genera la
obligación, cuota que debe quedar claramente definida y graficada en el plano del condominio aprobado por
la Dirección de Obras Municipales. Por lo tanto, no es posible establecer toda o parte de la ‘cuota mínima
obligatoria’ exigida para estacionamientos fuera del recinto de un condominio. 4. Diferente es la situación de
las unidades de estacionamientos que exceden la ‘cuota mínima’ obligatoria de estacionamientos. En este
caso, es perfectamente lícito acogerse a las disposiciones generales precisadas en los incisos segundo y
tercero del artículo 2.4.2. de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones”. Los aludidos incisos del
artículo 2.4.2., establecen por su parte: “Las exigencias de estacionamientos deberán cumplirse en el predio
en que se emplaza el edificio que genera la obligación, o en otros predios o edificaciones que consulten
estacionamientos y que no hubieren sido destinados al cumplimiento de tales exigencias respecto de otro
edificio. En este último caso deberá cumplirse con las disposiciones señaladas en este artículo. / Para los
casos de estacionamientos ubicados en otros predios o edificaciones, la distancia entre el acceso de éstos y
el acceso del edificio que genera la obligación, medida a través de un recorrido peatonal por vías de tránsito
público, no podrá superar los 300 m tratándose de edificios de vivienda y 600 m en caso de otros usos”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 33


e) La Resolución que da cuenta del cumplimiento de las obras de urbanización o que
éstas se han garantizado, cuando corresponda (sólo cuando se trata de un condominio
tipo B, acogido a la Ley N° 19.537).
f) El Certificado del Servicio de Impuestos Internos, mediante el cual se asignan Roles de
Avalúo Fiscal en Trámite.
También se incluirá en la escritura que dé cuenta de la “primera venta” de la
unidad, la nómina de proyectistas y constructores, para los efectos del artículo 18 de la
Ley General de Urbanismo y Construcciones (cuyo texto fue fijado por la Ley Nº 19.472), y
de los artículos 1.2.2 y 1.2.4 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones.

9.- Contenido de la inscripción registral (art. 12º, inc. 2º).

Las inscripciones del título de propiedad y de otros derechos reales sobre una
unidad contendrán las siguientes menciones:
a) La fecha de la inscripción;
b) La naturaleza, fecha del título y la notaría en que se extendió;
c) Los nombres, apellidos y domicilios de las partes;
d) La ubicación y los deslindes del condominio a que pertenezca la unidad;
e) El número y la ubicación que corresponda a la unidad en el plano del condominio;
f) La firma del Conservador.
La norma es concordante con el art. 78 del Reglamento del Registro Conservatorio
de Bienes Raíces, salvo en cuanto a señalar el número (por ejemplo, departamento N° 72)
y la ubicación (del séptimo piso del Edificio A) que corresponda a la unidad en el plano
del condominio.

10.- Uso de las unidades (art. 32º).

Como se expresó, este artículo contempla las “limitaciones o restricciones” que


deben cumplir los copropietarios. Reiteramos su tenor:
a) Los copropietarios, arrendatarios u ocupantes a cualquier título de las unidades del
condominio, deberán ejercer sus derechos sin restringir ni perturbar el legítimo ejercicio
de los derechos de los demás ocupantes del condominio.
b) Las unidades se usarán en forma ordenada y tranquila.
c) Las unidades no podrán hacerse servir para otros objetivos que los establecidos en el
reglamento de copropiedad o, en el silencio de éste, a aquellos que el condominio esté
destinado según los planos aprobados por la Dirección de Obras Municipales.
d) Tampoco se podrá ejecutar acto alguno que perturbe la tranquilidad de los
copropietarios o comprometa la seguridad, salubridad y habitabilidad del condominio o
de sus unidades.
e) No se podrá provocar ruidos en las horas que ordinariamente se destinan al
descanso.44
44
El Decreto Supremo N° 38 de fecha 12 de junio de 2012, del Ministerio de Medio Ambiente, regula la
emisión de ruidos generados por las fuentes que en él se indican. De acuerdo a su art. 6, N° 13, se entiende
por “Fuente Emisora de Ruido”, “toda actividad productiva, comercial, de esparcimiento y de servicios,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 34


f) No se podrá tampoco almacenar en las unidades materias que puedan dañar las otras
unidades del condominio o los bienes comunes.
Para asegurar que se cumpla lo expuesto en los párrafos precedentes, usualmente
el Comité de Administración dicta un reglamento interno, en el que usualmente se
regulan aspectos tales como los días y horarios en que se prohíbe generar ruidos
molestos (distinguiendo entre horarios de invierno y verano), extracción de basura,
espacios para la recreación de los niños, control de visitas, lavado de vehículos, uso de
bocina de vehículos, velocidad de ingreso y salida de vehículos, lugares para dejar
bicicletas, procedimiento para manejar conflictos entre copropietarios, etc. Aunque tal
reglamento interno puede dictarse por el Comité de Administración, conforme lo dispone
el art. 21° de la Ley, es aconsejable someterlo a la aprobación de la asamblea de
copropietarios, para darle mayor fuerza. Si el reglamento interno se refiere a materias
que deben ser tratadas en asamblea extraordinaria de copropietarios, es indispensable
que ésta lo apruebe, caso en el cual debe entenderse que opera una delegación de
facultades (N° 5 del inc. 5° del art. 17 de la Ley). Así, por ejemplo, otorgar al Comité de
Administración la facultad para remover al administrador del Condominio.45 En cambio, la
designación del administrador debe hacerse por asamblea ordinaria (art. 25 inc. 1° del
Reglamento de la Ley).

faenas constructivas y elementos de infraestructura que generen emisiones de ruido hacia la comunidad”. La
expresión “elementos de infraestructura”, comprende edificios o casas. Con todo, se excluyen de esta
definición las actividades señaladas en el art. 5, entre ellas, conforme a su letra c): “La actividad propia del
uso de viviendas y edificaciones habitacionales, tales como voces, circulación y reunión de personas,
mascotas, electrodomésticos, arreglos, reparaciones domésticas y similares realizadas en este tipo de
viviendas”. El mismo art. 6, N° 9, define la “edificación colectiva” como aquella “constituida por unidades
independientes, tales como departamentos, oficinas o locales comerciales, acogidas a la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria o a otras leyes que regulen edificaciones de esa naturaleza”. En el N° 19 se define al “receptor”
como “toda persona que habite, resida o permanezca en un recinto, ya sea en un domicilio particular o en un
lugar de trabajo, que esté o pueda estar expuesta al ruido generado por una fuente emisora de ruido
externa”. En el N° 27, se define qué se entiende por “unidad independiente”: “la que, formando parte de una
edificación colectiva, permite su utilización en forma independiente del resto de la edificación, tales como
departamentos, oficinas o locales comerciales, sin perjuicio que se acceda a ella a través de espacios de uso
común”. El Decreto distingue entre cinco zonas, cuatro de ellas urbanas y la última rural. La Zona I, es aquella
que se aplica a los condominios, y la define el N° 28 del art. 6 en los siguientes términos: “aquella zona
definida en el Instrumento de Planificación Territorial respectivo y ubicada dentro del límite urbano, que
permite exclusivamente uso de suelo residencial o bien este uso de suelo y alguno de los siguientes usos de
suelo: Espacio Público y/o área Verde”. En dicha Zona I, los niveles máximos permisibles de presión sonora
son los siguientes: de 7 a 21 horas, 55 decibeles, y de 21 a 7 horas, 45 decibeles (art. 7). A su vez, el art. 3
dispone: “Cuando dos o más unidades independientes de una edificación colectiva o condominio, que sean
parte de la fuente emisora de ruido, generen emisiones sonoras en forma simultánea, los límites máximos
permisibles de ruido serán aplicables a la emisión conjunta de dichas unidades, y la responsabilidad de su
cumplimiento recaerá sobre la respectiva administración, conforme lo establece la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria u otras leyes especiales”. De acuerdo al art. 20, corresponderá a la Superintendencia del Medio
Ambiente fiscalizar el cumplimiento de las disposiciones contempladas en el Decreto.
45
Ver en “Criterios jurisprudenciales” sentencia N° 28, dictada por la Corte Suprema con fecha 11 de febrero
de 2016.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 35


El aludido reglamento interno, sin embargo, no puede imponer limitaciones al
derecho de propiedad de cada copropietario, pues aquellas sólo pueden establecerse por
la ley. Así se ha resuelto por la jurisprudencia. 46
La infracción a las limitaciones o restricciones señaladas anteriormente será
sancionada con multa de una a tres unidades tributarias mensuales, pudiendo el tribunal
elevar al doble su monto en caso de reincidencia. Se entenderá que hay reincidencia
cuando se cometa la misma infracción, aún si ésta afectare a personas diversas, dentro de
los 6 meses siguientes a la fecha de la resolución del juez de policía local que condene al
pago de la primera multa.
Podrán denunciar estas infracciones, el Comité de administración, el
administrador o cualquier persona afectada, dentro de los tres meses siguientes a su
ocurrencia.
Lo anterior, sin perjuicio de las indemnizaciones que en derecho correspondan.
La administración del condominio podrá, a través de circulares, avisos u otros
medios, dar a conocer a la comunidad los reclamos correspondientes.
Serán responsables solidariamente, del pago de las multas e indemnizaciones por
infracción a las limitaciones o restricciones precedentemente indicadas, el infractor y el
propietario de la respectiva unidad, sin perjuicio del derecho de éste último de repetir
contra el infractor.47

11.- Uso de los bienes comunes (art. 13º).

Cada copropietario podrá servirse de los bienes de dominio común en la forma


que indique el reglamento de copropiedad y a falta de disposición en él, según su destino
y sin perjuicio del uso legítimo de los demás copropietarios.
Las construcciones en bienes comunes, las alteraciones de los mismos, formas de
su aprovechamiento y el cambio de su destino, se sujetarán a lo previsto en el
reglamento de copropiedad o, en su defecto, a lo que determine la asamblea de
copropietarios (que deberá ser extraordinaria), cumpliendo en ambos casos con las
normas vigentes en la materia.

12.- Asignación del uso y goce exclusivo de bienes comunes (art. 13º, incisos 2º y 3º).

Distinguimos al respecto:
a) En cuanto a los bienes comunes a que se refieren las letras c), d) y e) del Nº 3 del art.
2º de la Ley: pueden asignarse en uso y goce exclusivo a uno o más copropietarios,
conforme lo establezca el reglamento de copropiedad o lo acuerde la asamblea de
copropietarios;
b) En cuanto a los bienes comunes a que se refieren las letras a) y b) del Nº 3 del art. 2º
de la ley: pueden asignarse en uso y goce exclusivo a uno o más copropietarios, conforme
lo establezca el reglamento de copropiedad o lo acuerde la asamblea de copropietarios,
46
Revisar en “Criterios jurisprudenciales” sentencia N° 30, dictada por la Corte de Apelaciones de Valparaíso
con fecha 2 de septiembre de 2014.
47
Otro caso de solidaridad legal pasiva.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 36


cuando por circunstancias sobrevinientes dejen de tener las características señaladas en
dichas letras a) y b).
Si la constitución de uso y goce exclusivo se produce por acuerdo de asamblea de
copropietarios, ésta deberá tener el carácter de extraordinaria (art. 17, inc. 5°, N° 11 de la
Ley y art. 11 inc. 1° del Reglamento de la Ley), y además, no podrá suplirse este requisito
por una consulta escrita (art. 17, inc. 6° de la Ley).
El titular de estos derechos podrá estar afecto al pago de aportes en dinero por
dicho uso y goce exclusivos, que podrán consistir en una cantidad única o en pagos
periódicos. Estos recursos incrementarán el fondo común de reserva. La asamblea de
copropietarios, al acordar la constitución de estos derechos, deberá establecer
expresamente si se constituyen en forma gratuita o si el titular de ellos estará afecto al
pago de aportes en dinero (art. 11º, inc. 2º del Reglamento de la Ley).
Además, salvo disposición en contrario del reglamento de copropiedad, o acuerdo
de la asamblea de copropietarios, los gastos de mantención que irrogue el bien común
dado en uso y goce exclusivo, serán de cargo del copropietario titular de estos derechos.
El uso y goce exclusivo no autorizará al copropietario titular de estos derechos
para efectuar construcciones o alteraciones en dichos bienes, o para cambiar su destino,
sin contar previamente con permiso de la Dirección de Obras Municipales.48
Sobre los estacionamientos de visitas no podrán constituirse derecho de uso y
goce exclusivo (art. 11º, inc. 2º del Reglamento de la Ley).
Los derechos de uso y goce exclusivo sobre los bienes de dominio común que
pueden constituirse en favor de uno o más copropietarios, son inseparables del dominio
de la respectiva unidad y se entenderán comprendidos en la transferencia del dominio,
gravamen o embargo de la unidad (art. 11º, inciso final del Reglamento de la Ley). En
consecuencia, aunque nada se diga en la escritura–de compraventa por ejemplo- acerca
de este uso y goce exclusivo, el adquirente tendrá derecho al mismo.
La Ley habla del “uso y goce exclusivo”. En consecuencia, el copropietario titular
de estos derechos no sólo podrá usarlo, sino también darlo en arrendamiento (por
ejemplo, cuando se trata de un estacionamiento), a menos que el reglamento de
copropiedad se lo prohíba.
Cabe destacar que la constitución de un derecho de uso y goce exclusivo sobre un
bien común no se encontraba contemplada en la legislación anterior, aunque sí
reconocida en la práctica. Refiere al efecto José Manuel Figueroa: “… se consagra
legalmente la institución de los bienes de dominio común asignados en uso y goce
exclusivo, esto es, aquellos bienes en que la nuda propiedad pertenece a la comunidad
toda, pero su uso y goce corresponde exclusivamente a uno o más copropietarios en
virtud de lo establecido en el respectivo reglamento de copropiedad o un acuerdo de
asamblea. Recordemos que en la legislación anterior, esta institución no se encontraba
tratada en forma expresa; sin embargo, tanto la práctica como la jurisprudencia de
nuestros tribunales habían hecho de esta materia una verdadera institución dentro de la
propiedad horizontal”.49

48
La Ley N° 20.741 eliminó la exigencia de contar también con acuerdo de la asamblea.
49
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., pp. 45 y 46.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 37


13.- Inseparabilidad del dominio exclusivo de la unidad y de los bienes comunes (art 14º,
inc. 1º de la Ley y art. 11°, inc. final del Reglamento de la Ley).

Los derechos de cada copropietario en los bienes de dominio común son


inseparables del dominio exclusivo de su respectiva unidad y, por tanto, esos derechos se
entenderán comprendidos en la transferencia del dominio, gravamen o embargo de la
respectiva unidad.
En consecuencia, aunque en el respectivo título translaticio de dominio nada se
dijere acerca de los derechos en los bienes comunes, el adquirente se hará titular de tales
derechos por el solo ministerio de la ley.
Lo anterior se aplicará igualmente respecto de los derechos de uso y goce
exclusivos que se le asignen sobre los bienes de dominio común, según se expresó.

14.- Enajenación, arrendamiento y gravamen de los bienes comunes (art. 14º, incisos 2º
y 3º).

Consigna la Ley que no podrán dejar de ser de dominio común aquellos bienes a
que se refieren las letras a), b) y c) del Nº 3 del art. 2º, mientras mantengan las
características que determinan su clasificación en estas categorías. Tales son:
● Los que pertenezcan a todos los copropietarios por ser necesarios para la existencia,
seguridad y conservación del condominio.
● Aquellos que permitan a todos y a cada uno de los copropietarios el uso y goce de las
unidades de su dominio exclusivo.
● Los terrenos y espacios de dominio común colindantes con una unidad del condominio,
diferentes a los señalados en las letras a) y b) citadas.
Podrán enajenarse, darse en arrendamiento o gravarse, previo acuerdo de la
asamblea de copropietarios, los bienes de dominio común a que se refieren las letras d) y
e) del Nº 3 del art. 2º, como asimismo los mencionados en las letras a), b) y c) del mismo
precepto, cuando por circunstancias sobrevinientes dejen de tener las características
señaladas en dichas letras a), b) y c).
Los bienes de dominio común a que se refieren las letras d) y e) son los siguientes:
● Los bienes muebles e inmuebles destinados permanentemente al servicio, la recreación
y el esparcimiento comunes de los copropietarios; y
● Aquellos a los que se les otorgue tal carácter en el Reglamento de Copropiedad o que
los copropietarios determinen, siempre que no sean de aquellos a que se refieren las
letras a), b), c) y d) del art. 2° N° 3.
No obstante lo anterior, la asamblea de copropietarios podrá, aun cuando tales
características se mantengan, acordar con los quórum exigidos por la Ley, la enajenación
de los bienes comunes a que se refiere la letra c) del Nº 3 del art. 2º, sólo en favor de los
copropietarios colindantes.
A los actos y contratos a que se refieren los párrafos anteriores, comparecerá el
administrador, si lo hubiere, y el Presidente del Comité de Administración, en
representación de la asamblea de copropietarios. Los recursos provenientes de estos
actos y contratos incrementarán el fondo común de reserva.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 38


Si la enajenación implica la alteración en el número de unidades de un
condominio, deberá modificarse el reglamento de copropiedad dejando constancia de los
nuevos porcentajes de los derechos de los copropietarios sobre los bienes comunes.
No podrán enajenarse, darse en arrendamiento ni gravarse los estacionamientos
de visitas (art. 12º, inc. 2º del Reglamento de la Ley).
La asamblea de copropietarios que apruebe la enajenación o arrendamiento o la
constitución del gravamen, así como la modificación del reglamento de copropiedad, si
fuere el caso, deberá ser extraordinaria (art. 17°, inc. 5°, números 1 y 2 de la Ley y art. 12°
del Reglamento de la Ley).50

15.- Obligaciones en caso de efectuar ciertos trabajos en el condominio (art. 14 bis y art.
14 ter).

a) Construcciones o transformaciones de arquitectura que afecten ventilación y obras que


alteren instalaciones de gas (art. 14 bis, inc. 1°).
Las construcciones o transformaciones de arquitectura que afecten el volumen de
aire disponible en los espacios utilizables por las personas o en superficies destinadas a la
ventilación, como asimismo, las obras que alteren las instalaciones de gas y los conductos
colectivos de evacuación de gases, sean en bienes de dominio común o en las unidades
de los condominios, deberán ser ejecutadas:
● Por una persona o entidad autorizada por la Superintendencia de Electricidad y
Combustibles;
● Con el acuerdo de la asamblea de copropietarios; y
● Con el permiso de la Dirección de Obras Municipales, cuando corresponda.

b) Instalaciones hechas al interior de unidades (art. 14 bis, inc. 2°).


El propietario, arrendatario u ocupante a cualquier título de una unidad sólo
podrá efectuar dentro de ésta instalaciones de artefactos a gas, de ventilaciones, de
inyectores o extractores que modifiquen el movimiento y circulación de masas de aire:
● A través de la persona o entidad autorizada por la Superintendencia de Electricidad y
Combustibles; y
● Previa comunicación al administrador o a quien haga sus veces.
Si el propietario, arrendatario u ocupante a cualquier título de una unidad no
cumpliere con lo prevenido en este artículo será sancionado conforme a lo dispuesto en
el artículo 32 (art. 14 bis, inc. 3°).

c) Alteraciones o transformaciones que afecten a las instalaciones de ascensores y otros


equipos (art. 14 bis, inc. 4°).
Asimismo, las alteraciones o transformaciones que afecten a las instalaciones de
ascensores, tanto verticales como inclinados o funiculares, montacargas y escaleras o
rampas mecánicas, sean en bienes de dominio común o en las unidades de los
condominios:
50
Ver en “Criterios jurisprudenciales”, sentencia N° 29, dictada por la Corte Suprema con fecha 4 de
noviembre de 2015, autos Rol N° 9.909-2015.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 39


● Deberán ser ejecutadas por empresas o personas que cuenten con una inscripción
vigente en el registro de instaladores, mantenedores y certificadores del Ministerio de
Vivienda y Urbanismo;
● Contar con el acuerdo de la asamblea de copropietarios (debe ser asamblea
extraordinaria, conforme al art. 17 inc. 5° N° 13, pues se trata de alteraciones en bienes
comunes; con todo, no se requerirá sesión extraordinaria de asamblea, cuando el
reglamento de copropiedad establezca normas que regulen las alteraciones en los bienes
comunes); y
● Contar con el permiso de la Dirección de Obras Municipales, cuando corresponda.

La tramitación de solicitudes ante la Dirección de Obras Municipales se efectuará


conforme a lo establecido en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (art.
14 ter).

16.- Cambio de destino de una unidad (art. 15º).

Suele ocurrir que el propietario de una unidad tenga interés en obtener el cambio
de destino de ésta, por ejemplo, de habitacional a comercial.
Debemos distinguir, según si se trata de condominios constituidos bajo la vigencia
de la Ley N° 19.537 o de la Ley N° 6.071, de Propiedad Horizontal.
a) Condominios constituidos bajo la vigencia de la Ley N° 19.537.
Para cambiar el destino de una unidad, se requerirá cumplir con tres requisitos
copulativos:
● Que el nuevo uso esté permitido por el instrumento de planificación territorial;
● Permiso de la Dirección de Obras Municipales (la que verificará que el cambio solicitado
esté permitido por el aludido instrumento de planificación territorial); y
● Acuerdo previo de la asamblea. Dicha asamblea deberá ser extraordinaria, de
conformidad a lo previsto en el art. 17° inc. 5° N° 10 de la Ley. El quórum para sesionar
será en este caso el establecido en el inc. 2° del art. 19° de la Ley: en primera citación con
la asistencia de los copropietarios que representen, a lo menos, el 80% de los derechos en
el condominio; y en segunda citación, con la asistencia de los copropietarios que
representen, a lo menos, el 60% de los derechos en el condominio. En ambos casos, los
acuerdos se adoptarán con el voto favorable del 75% de los derechos asistentes. Con
todo, el inc. 6° del art. 17° dispone que “No se requerirá sesión extraordinaria de
asamblea respecto de las materias comprendidas en los números 10 (…), cuando el
reglamento de copropiedad establezca normas que las regulen y se trate de obras que no
involucren modificaciones en los derechos en el condominio”. De esta manera, si el
cambio de destino se encuentra regulado en el respectivo reglamento de copropiedad,
no será necesario realizar asamblea extraordinaria (ni ordinaria) en la que se adopte un
acuerdo aprobando el cambio en cuestión. Ello, sin perjuicio, obviamente, de cumplir con
los dos primeros requisitos (que el cambio esté permitido en el respectivo instrumento de
planificación territorial y que la Dirección de Obras otorgue el pertinente Permiso).
b) Condominios constituidos bajo la vigencia de la Ley N° 6.071.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 40


Dispone el art. 49° de la Ley que respecto de las comunidades acogidas a la Ley de
Propiedad Horizontal, continuarán aplicándose (salvo acuerdo unánime en contrario) las
normas de sus reglamentos de copropiedad en relación a –entre otras materias- el
cambio de destino de las unidades del condominio. De ahí que la Contraloría General de
la República señale en un dictamen: “Luego, para cambiar el destino de una unidad de un
condominio establecido con anterioridad a la entrada en vigencia de la anotada Ley N°
19.537 –como sería el de la especie-, habrá que estarse a lo que disponga el respectivo
reglamento de la comunidad, salvo que, en virtud del indicado acuerdo unánime, sea
procedente aplicar el artículo 15 de dicho texto legal, según el cual se requerirá que el
nuevo uso se ajuste a lo dispuesto en el instrumento de planificación territorial y que el
copropietario obtenga, además del permiso de la dirección de obras municipales, la
aquiescencia previa de la asamblea extraordinaria, como lo preceptúa el artículo 17 (…)
del mismo cuerpo normativo (aplica dictamen N° 11.439, de 2014)”. 51

51
Dictamen N° 61.312 de fecha 11 de agosto de 2014 (el dictamen alude también a los dictámenes números
14.877 de 2003; 50.252 de 2004; y 3.496 de 2014, todos relativos al cambio de destino en unidades de
copropiedad inmobiliaria). También nos parece útil aludir al Dictamen N° 59.313, que responde a una
presentación hecha por el propietario de un departamento ubicado en calle Santa Magdalena de la Comuna
de Providencia. Dicho municipio rechazó su petición de cambio de destino, no obstante que actúa
debidamente autorizado por la asamblea extraordinaria de comuneros, conforme con el respectivo
reglamento de copropiedad, y que anteriormente dicha entidad edilicia accedió a idéntico requerimiento
respecto de otra unidad del mismo inmueble. Después de referirse el Dictamen al art. 49° de la Ley N°
19.537, señala: “Luego, para efectuar tal modificación tratándose de una copropiedad establecida con
anterioridad a la entrada en vigencia de la anotada Ley N° 19.537, habrá que estarse a lo que disponga el
respectivo reglamento de la comunidad, a no ser que, en virtud del indicado acuerdo unánime, sea
procedente aplicar el artículo 15 de dicho texto legal, según el cual se requerirá que el nuevo uso esté
permitido por el instrumento de planificación territorial y que el copropietario obtenga, además del permiso
de la dirección de obras municipales, la aquiescencia previa de la asamblea extraordinaria, según lo dispone
el artículo 17, inciso quinto, N° 10, del mismo cuerpo legal (aplica dictamen N° 11.439, de 2014). Ahora bien,
de los antecedentes tenidos a la vista, aparece que, en efecto, tal como informa la municipalidad, en el
correspondiente reglamento de copropiedad, del año 1956, no se consignó originalmente un procedimiento
para efectuar cambios de destino, prohibiéndose expresamente en su artículo séptimo que cada dueño lo
hiciera. Sin embargo, según consta del acta de la asamblea de copropietarios celebrada el 11 de marzo de
1993, estos acordaron por unanimidad que ‘cada copropietario en forma individual queda facultado para
solicitar, cuando lo estime pertinente, el cambio de destino de su departamento de habitacional a comercial
sin necesidad de requerir para ello el acuerdo de la asamblea de copropietarios’. Enseguida, se explicitó en la
referida acta que con el objeto de armonizar ese documento con el reglamento de copropiedad, la asamblea
acordó en forma unánime modificarlo, y en lo que interesa, eliminó del mencionado artículo séptimo la
prohibición que pesaba sobre cada propietario de cambiar el destino de la propiedad. Así las cosas, es del
caso precisar que a la fecha de entrada en vigencia de la anotada Ley N° 19.537, esto es, en el año 1997, el
reglamento de copropiedad en comento ya estaba modificado, en los términos reseñados, debiendo la
comunidad de que se trata regirse por aquél en lo relativo al cambio de destino de las unidades, salvo que
decidan por unanimidad acogerse al régimen contemplado en el antedicho texto legal. [De esta manera]
como quiera que, en atención a lo acordado en el acta de la asamblea de copropietarios y a la modificación
en el comentado reglamento, no cabe sino entender que la comunidad del edificio de que se trata autorizó el
cambio de destino de las unidades del mismo. Por tanto, cumple manifestar que procede que la
Municipalidad de Providencia acceda a lo solicitado por el señor (…) respecto del cambio de destino del
departamento N° (…) del Edificio ubicado en calle Santa Magdalena N° (…), de dicha comuna, debiendo
informar de lo obrado a esta Entidad de Control dentro del plazo de 15 días, contado desde la total
tramitación del presente oficio”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 41


17.- Constitución de gravámenes sobre las unidades de un condominio (art. 16º).

a) Condominios ya acogidos a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria.


Las unidades de un condominio podrán hipotecarse o gravarse libremente, sin que
para ello se requiera acuerdo de la asamblea, subsistiendo la hipoteca o gravamen en los
casos en que se ponga término a la copropiedad.
La hipoteca o gravamen constituidos sobre una unidad gravarán automáticamente
los derechos que le correspondan en los bienes de dominio común, quedando amparados
por la misma inscripción.

b) Condominios en proyecto o en construcción.


Se podrá constituir hipoteca sobre una unidad de un condominio en etapa de
proyecto o en construcción, para lo cual se archivará provisionalmente un plano en el
Conservador de Bienes Raíces, en el que estén singularizadas las respectivas unidades, de
acuerdo con el permiso de construcción otorgado por la Dirección de Obras Municipales
(este plano debe estar visado por la Dirección de Obras Municipales). Esta hipoteca
gravará la cuota que corresponda a dicha unidad en el terreno desde la fecha de la
inscripción de la hipoteca y se radicará exclusivamente en dicha unidad y en los derechos
que le correspondan a ésta en los bienes comunes, sin necesidad de nueva escritura ni
inscripción, desde la fecha del certificado a que se refiere el art. 10º inciso 2º (el
certificado que acoja condominio a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria), procediéndose al
archivo definitivo del plano del condominio. De esta manera, distinguimos dos etapas: i)
en la primera etapa, que opera desde la fecha de la inscripción de la hipoteca, ésta
gravará “la cuota que corresponda a dicha unidad en el terreno”; ii) en la segunda etapa,
una vez otorgado el certificado que acoja condominio a la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria, la hipoteca “se radicará exclusivamente en dicha unidad y en los derechos
que le correspondan a ésta en los bienes de dominio común”. Por cierto, para que opere
la segunda etapa, no se requiere “de nueva escritura ni inscripción”.
Se trata de un caso de hipoteca sobre “bienes futuros”, pero en rigor distinto al
caso a que alude el art. 2419 del Código Civil. En efecto, en el caso del Código Civil, la
futureidad está dada por la adquisición del dominio: quien hipoteca, aún no es dueño del
inmueble. Sería un caso en el cual, indudablemente, la hipoteca sobre cosa ajena es
válida52, aunque sus efectos quedan supeditados a que en futuro el constituyente
efectivamente adquiera el dominio del predio que hipoteca. Mientras ello no ocurra, no
podrá inscribirse la hipoteca. En cambio, conforme a lo dispuesto en la Ley N° 19.537,
quien hipoteca es dueño, sólo que de todo el terreno en el cual, en el futuro, se
emplazará la unidad respectiva, que todavía no existe. Pero aun así, la hipoteca se
entiende constituida desde ya y se procede a su inscripción.
La fórmula anterior puede resultar muy útil, cuando en el terreno ya se han
levantado edificios o casas y vendido departamentos o unidades, pues si así ocurriere, no
será posible hipotecar el inmueble como un todo, pues sobre él, hay otros propietarios

52
Cuestión debatida en la doctrina nacional.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 42


que tendrían que consentir en el gravamen. En efecto, cada comprador de un
departamento o casa del condominio, adquiere también una cuota en los bienes
comunes, y entre éstos, está el terreno respectivo.
El caso también es interesante, en cuanto se reconoce expresamente la figura de
la “radicación” de la hipoteca, que consiste en circunscribir una hipoteca que grava a un
predio en mayor extensión, a una parte del mismo, materialmente determinada. Aunque
en las normas de la hipoteca del Código Civil no se contempla tal figura, vemos que el
legislador nacional sí la ha reconocido en el art. 16 de la Ley N° 19.537.

c) Menciones que debe contener la inscripción de la hipoteca o gravamen.


La inscripción de la hipoteca o gravamen de una unidad contendrá, además de las
menciones señaladas en los números 1º, 2º, 4º y 5º del art. 2432 del CC., las que se
expresan en los números 4) y 5) del art. 12º de la Ley en análisis. En consecuencia, ellas
serán:
● “El nombre, apellido y domicilio del acreedor, y su profesión, si tuviere alguna, y las
mismas designaciones relativamente al deudor, y a los que como apoderados o
representantes legales del uno o del otro requieran la inscripción. / Las personas jurídicas
serán designadas por su denominación legal o popular, y por el lugar de su
establecimiento; y se extenderá a sus personeros lo que se dice de los apoderados o
representantes legales en el inciso anterior” (N° 1 del art. 2432 del Código Civil).
● “La fecha y la naturaleza del contrato a que accede la hipoteca, y el archivo en que se
encuentra53. / Si la hipoteca se ha constituido por acto separado, se expresará también la
fecha de este acto, y el archivo en que existe” (N° 2 del art. 2432 del Código Civil).
● “La suma determinada a que se extienda la hipoteca en el caso del artículo precedente”
(N° 4 del art. 2432 del Código Civil).
● “La fecha de la inscripción y la firma del Conservador” (N° 5 del art. 2432 del Código
Civil).
● “La ubicación y los deslindes del condominio a que pertenezca la unidad” (N° 4 del art.
12° de la Ley).
● “El número y la ubicación que corresponda a la unidad en el plano de que trata el
artículo 11” (N° 5 del art. 12° de la Ley).

18.- Los estacionamientos del condominio (art. 8º, inc. 1º e inc. 4°).

a) Número mínimo de estacionamientos.


En todo condominio deberá contemplarse la cantidad de estacionamientos
requerida conforme a las normas vigentes. Dichas “normas vigentes” son las
contempladas en los instrumentos de planificación territorial.
No obstante, los condominios de viviendas sociales a que se refiere el Título VI de
la ley deberán contar, a lo menos, con un estacionamiento por cada dos unidades
destinadas a viviendas.

53
Es decir, la Notaría en la que se otorgó.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 43


b) A quién se pueden enajenar los estacionamientos.
Los estacionamientos que correspondan a la cuota mínima obligatoria sólo podrán
enajenarse en favor de personas que adquieran o hayan adquirido una o más unidades
en el condominio.
Los estacionamientos que excedan la cuota mínima obligatoria serán de libre
enajenación.

c) Estacionamientos de visitas.
En caso de contemplarse estacionamientos de visitas, éstos tendrán el carácter de
bienes comunes del condominio, sin perjuicio de su asignación a sectores determinados,
conforme establezca el reglamento.
Como expresamos, los estacionamientos de visitas no podrán enajenarse,
arrendarse o gravarse.

d) Posibilidad de rebajar dotación mínima de estacionamientos en condominios de


viviendas sociales.
En casos justificados, y previa consulta a la municipalidad respectiva, la secretaría
Regional Ministerial de Vivienda y Urbanismo podrá rebajar la mencionada dotación
mínima de estacionamientos para condominios de viviendas sociales, cuando se trate de
proyectos emplazados en lugares no aptos para la circulación de vehículos, o proyectos
asociados a transporte público.54

e) Arrendamiento de estacionamientos.
¿Puede el copropietario dar en arrendamiento el estacionamiento de su
propiedad a personas que no tienen la calidad de copropietarios o al menos de
arrendatarios u ocupantes a otro título de alguna unidad del condominio? ¿Es válida la
prohibición que se establezca al efecto en un condominio? Citamos a continuación los
comentarios de Marcelo Barrientos, formulados en el contexto de un contrato de
arrendamiento de estacionamiento, celebrado entre particulares: “En este contexto, y si
él se celebra dentro de una comunidad de edificios o copropiedad inmobiliaria, no
necesariamente hay determinación exacta [en el contrato] de los vehículos que se
estacionan; y puede estacionarse un día uno y otro día otro. Lo relevante es la persona a
54
El número de estacionamientos de un condominio dependerá de lo que establezcan las respectivas
“Normas urbanísticas”, definidas en el artículo 1.1.2 de la Ordenanza General de la Ley General de
Urbanismo y Construcciones (Decreto Supremo N° 47 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo publicado en el
Diario Oficial de 5 de junio de 1992) en los siguientes términos: “todas aquellas disposiciones de carácter
técnico derivadas de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, de esta Ordenanza y del Instrumento de
Planificación Territorial respectivo aplicables a subdivisiones, loteos y urbanizaciones tales como, ochavos,
superficie de subdivisión predial mínima, franjas afectas a declaratoria de utilidad pública, áreas de riesgo y
de protección, o que afecten a una edificación tales como, usos de suelo, sistemas de agrupamiento,
coeficientes de constructibilidad, coeficientes de ocupación de suelo o de los pisos superiores, alturas
máximas de edificación, adosamientos, distanciamientos, antejardines, ochavos y rasantes, densidades
máximas, exigencias de estacionamientos, franjas afectas a declaratoria de utilidad pública, áreas de riesgo
y de protección, o cualquier otra norma de este mismo carácter, contenida en la Ley General de Urbanismo y
Construcciones o en esta Ordenanza, aplicables a subdivisiones, loteos y urbanizaciones o a una edificación”.
Cfr. también la Circular Ord. N° 0389 de 2 de mayo de 2008, de la División de Desarrollo Urbano.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 44


la que se arrendó el lugar para que se estacione. No es usual tampoco hacer entrega de
las llaves del automóvil al arrendador, por lo que no se otorga necesariamente custodia
del vehículo al dueño del local o plaza de estacionamiento. Visto así, las obligaciones de
conservación y custodia propias de este contrato sólo surgen si el vehículo queda al
cuidado del arrendador. La obligación de vigilar y custodiar que va implícita en el contrato
de estacionamiento celebrado entre privados resulta ser de menor intensidad, porque
generalmente hay libre acceso al espacio que ocupa el vehículo, sin ningún control de
acceso al recinto o en menor grado, y ello por dos razones: i) de la salida o entrada del
lugar en donde se encuentra el vehículo, de ordinario se facilita clave o control de acceso
al arrendatario, sobre todo si de edificios o copropiedades inmobiliaria se trata; y ii)
cualquier copropietario o a quien se haya autorizado por alguno de éstos, puede ingresar
al lugar sin mayor escrutinio. Con los problemas de seguridad que puede acarrear al
arrendar a desconocidos un estacionamiento dentro de la comunidad de copropietarios,
cabe preguntarse si ¿es posible prohibirle a un copropietario la posibilidad de arrendar a
terceros ajenos al edificio o comunidad un estacionamiento de su propiedad? Pareciera
ser que no; pero la respuesta admite dos posibles interpretaciones. La primera se refiere
a que la Ley N° 19.537 de Copropiedad Inmobiliaria no señala norma especial en la
materia. Pareciera, en todo caso, que si el ‘Reglamento de Copropiedad’ se pronuncia en
contra de estas prácticas por parte de los copropietarios, no puede llevarse a cabo el
arriendo de un estacionamiento dentro de la copropiedad. Así por lo menos se desprende
del artículo 21 de la citada ley, que entrega al Comité de Administración la facultad de
imponer multas que estuvieren contempladas en el ‘Reglamento de Copropiedad’ para
quienes infrinjan las obligaciones que en él se señalan. El tema no es pacífico, pues estas
decisiones del comité de administración pueden ser revocadas por la asamblea ordinaria
de copropietarios de acuerdo a la ley 55. Es más, cualquiera de los copropietarios que
quiera arrendar a un tercero extraño al edificio un estacionamiento pudiera recurrir de
protección constitucional si se lo prohíben, pues tal prohibición de arrendar, a su juicio,
puede suponer una clara limitación a su derecho de propiedad y libre disposición de los
bienes que le pertenecen y que se encuentra consagrado en la Constitución. Como se ve
pugnan dos intereses jurídicos contrapuestos. Una interpretación distinta de la anterior
puede llevar a pensar que la prohibición de arrendar impuesta a algún copropietario
podría derivar de una norma contenida en el ‘Reglamento de Copropiedad’ solamente,
pero en ningún caso del Comité de Administración, ya que de la norma del artículo 21 de
la Ley N° 19.537 no es posible deducir dicha facultad. En efecto, el artículo 28 de la citada
ley, atribuye a los copropietarios la facultad de acordar en el ‘Reglamento de
Copropiedad’ las limitaciones que estimen convenientes, normas que son obligatorias y
para los ocupantes a cualquier título. De estimarse que dichas limitaciones son
constitutivas de una prohibición de arrendar, ellas serían contrarias a derecho. En
consecuencia, bajo este punto de vista, se podría pedir judicialmente la revisión y

55
El texto que citamos alude a una asamblea “ordinaria”, pero entendemos que ello será así, en la medida
que la prohibición emane de un acuerdo del Comité de Administración y no del Reglamento de Copropiedad,
pues en este último caso, la modificación al reglamento de copropiedad que contenga la prohibición de
arrendar los estacionamientos a personas ajenas al edificio o condominio, debe aprobarse en asamblea
extraordinaria, de conformidad al art. 17 de la Ley.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 45


modificación del ‘Reglamento de Copropiedad’ que expresa esta gravísima limitación al
dominio, de conformidad con lo que sobre el particular se establece en el artículo 31 de
la Ley sobre copropiedad inmobiliaria. Nos parece que el medio más rápido y eficaz en tal
sentido es el recurso de protección”.56

19.- Superficies mínimas de los condominios y de las unidades (art. 8º, incisos 2º, 3º y
4º).

a) Regla aplicable a los condominios tipos “A” y “B”.


Los terrenos en que se emplacen los condominios no podrán tener una superficie
predial inferior a la establecida en el instrumento de planificación territorial57 o a la
exigida por las normas aplicables al área de emplazamiento del predio.

b) Reglas aplicables a los condominios tipo “B”.


Los tamaños prediales de los sitios que pertenezcan en dominio exclusivo a cada
copropietario podrán ser inferiores a los mínimos exigidos por los instrumentos de
planificación territorial, siempre que la superficie total de todos ellos, sumada a la
superficie de terreno en dominio común, sea igual o mayor a la que resulte de multiplicar
el número de todas las unidades de dominio exclusivo por el tamaño mínimo exigido por
el instrumento de planificación territorial. Para los efectos de este computo, se excluirán
las áreas que deban cederse conforme al art. 9º (para nuevas áreas verdes).
En cada uno de los sitios de un condominio que pertenezcan en dominio exclusivo
a cada copropietario, sólo podrán levantarse construcciones de una altura que no exceda
la máxima permitida por el plan regulador o, en el silencio de éste, la que resulte de
aplicar otras normas de dicho instrumento de planificación y las de la Ordenanza General
de Urbanismo y Construcciones.

c) Prohibición de subdividir y lotear.


Los terrenos de dominio común y los sitios de dominio exclusivo de cada
copropietario (tratándose de condominios tipo “B”) no podrán subdividirse ni lotearse
mientras exista el condominio, salvo que concurran las circunstancias previstas en el
inciso 3º del art. 14º. Tales casos, aplicables sólo a los bienes de dominio común, son los
siguientes:
● Cuando por circunstancias sobrevinientes los bienes comunes dejen de tener las
características señaladas en las letras a), b) y c) del art. 2º Nº 3.
● Cuando aun manteniendo tales características, la asamblea de copropietarios acuerde,
con los quórum exigidos por la Ley, la enajenación de los bienes comunes a que se refiere
56
Barrientos Zamorano, Marcelo, “Jurisprudencia por daños en estacionamientos de vehículos regido por la
‘Ley del consumidor’”, en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, N° 34,
Valparaíso, 2010, pp. 39-73.
57
Cinco son los “Instrumentos de Planificación Territorial”, y se encuentran contemplados en la Ley General
de Urbanismo y Construcciones, Título II, “De la planificación urbana”, Capítulo II, “De la planificación urbana
en particular”. Tales son: a) Plan Regional de Desarrollo Urbano (artículos 30° a 33°); b) Plan Regulador
Intercomunal (artículos 34° a 40°); c) Plan Regulador Comunal (artículos 41° a 45°); d) Plan Seccional (artículo
46°); y, e) Límite Urbano (artículos 52° a 54°).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 46


la letra c) del Nº 3 del art. 2º (o sea, los terrenos y espacios de dominio común
colindantes con una unidad del condominio, diferentes a los señalados en las letras a) y
b) del Nº 3 del art. 2º). En este caso sin embargo, la enajenación sólo podrá hacerse en
favor de los copropietarios colindantes.

20.- Cesión de terrenos para áreas verdes o para equipamiento (art. 9, inc. 1º).

a) Cesión para áreas verdes.


Para que la Dirección de Obras Municipales apruebe el proyecto de edificación del
condominio, se exigirá, conforme al art. 70° de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones, la cesión de una franja o porción de terreno para áreas verdes. Al efecto,
se establece que, cuando las superficies que deban cederse para áreas verdes resulten
inferiores a 500 metros cuadrados, la Ley da al propietario del proyecto dos alternativas,
previo acuerdo con la municipalidad respectiva:
a) Podrán ubicarse en otros terrenos dentro de la misma comuna; o,
b) Compensarse su valor en dinero, con una suma equivalente a la parte proporcional de
esa superficie en el valor comercial del terreno. La municipalidad sólo podrá invertir estos
recursos en la ejecución de nuevas áreas verdes.

b) Cesión para equipamiento.


Lo anterior se aplicará igualmente a las superficies que deban cederse para
equipamiento, cualquiera que sea el tamaño resultante y, en caso de acordarse su
compensación en dinero, la municipalidad sólo podrá invertir estos recursos en la
ejecución de nuevas obras de equipamiento.

c) Condominios de viviendas sociales.


Agrega el art. 9° que lo dispuesto en el inc. 1° de dicho precepto, no será aplicable
tratándose de los condominios de viviendas sociales. En armonía con lo anterior, dispone
el art. 35° del Reglamento de la Ley que a los condominios de viviendas sociales no les
serán aplicables las normas del inc. 1° del art. 9 de la Ley.

21.- Conexión con bienes nacionales de uso público (art. 9, inc. 2º).

Distingue la Ley según se trate del terreno en que se emplace el condominio o de


los sitios que pertenezcan en dominio exclusivo a cada copropietario. En otros términos,
según si estamos ante un condominio tipo A o tipo B:
a) Condominios tipo A: el terreno en que estuviere emplazado un condominio deberá
tener acceso directo a un espacio de uso público o a través de servidumbres de tránsito.
En el segundo caso, la franja afecta a servidumbre deberá tener, a lo menos, el ancho
mínimo exigido por la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones para los
trazados viales urbanos, según la función que se le asigne en el proyecto o la que le haya
asignado el instrumento de planificación territorial.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 47


b) Condominios tipo B: los sitios que pertenezcan en dominio exclusivo a cada
copropietario deberán tener acceso directo a un espacio de uso público o a través de
espacios de dominio común destinados a la circulación.
El administrador será personalmente responsable de velar por la seguridad y
expedición de estas vías de acceso.
Se prohíbe la construcción o colocación de cualquier tipo de objetos que dificulten
el paso de personas o vehículos de emergencia por dichas vías.

TITULO II: DE LA ADMINISTRACION DE LOS CONDOMINIOS.

1.- De los órganos de administración.

Distingue la Ley entre:


a) La Asamblea de Copropietarios.
No está definida en la ley, pero podemos señalar que corresponde a la reunión de
los copropietarios, legalmente citados al efecto, para conocer y resolver con el quórum
previsto en cada caso, sobre las diversas materias de interés para el condominio.
b) El Comité de Administración.
Lo define el art. 2º Nº 7 como “aquel elegido por la asamblea de copropietarios
para su representación, conforme al artículo 21 de esta ley”.
c) El Administrador.
Señala el art. 2º Nº 8 de la ley que es “la persona natural o jurídica designada por
los copropietarios para cumplir labores de administración del condominio, conforme a la
presente ley, a su reglamento y al reglamento de copropiedad”.

2.- De la Asamblea de Copropietarios.

a) Función que le encomienda la Ley: todo lo concerniente a la administración del


condominio será resuelto por los copropietarios reunidos en asamblea, sin perjuicio de
los demás mecanismos contemplados en la Ley. Las sesiones de la asamblea serán
ordinarias y extraordinarias (art. 17º, incisos 1º y 2º).

b) De las asambleas ordinarias.


● Cuando tienen lugar: Se celebrarán, a lo menos, una vez al año, oportunidad en la que
la administración deberá dar cuenta documentada de su gestión correspondiente a los
últimos doce meses y en ella podrá tratarse cualquier asunto relacionado con los
intereses de los copropietarios y adoptarse los acuerdos correspondientes, salvo los que
sean materia de sesiones extraordinarias (artículo 17, inc. 3° de la Ley y art. 20°, inc. 4° del
Reglamento de la Ley).
El art. 20°, inc. 3° del Reglamento de la Ley, precisa que las sesiones ordinarias
deberán celebrarse en las oportunidades y con la periodicidad que determine la
asamblea de copropietarios, y a falta de tal determinación se celebrarán, a lo menos, una
vez al año, en el mes de marzo.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 48


c) De las asambleas extraordinarias (artículo 17, inc. 4°).
● Cuando tienen lugar: cada vez que lo exijan las necesidades del condominio, o a
petición del Comité de Administración o de los copropietarios que representen, a lo
menos, el 15% de los derechos en el condominio, y en ellas, sólo podrán tratarse los
temas incluidos en la citación.
● Materias que sólo pueden tratarse en sesiones extraordinarias (art. 17°, inc. 5°):
1º Modificación del reglamento de copropiedad.
2º Enajenación o arrendamiento de bienes de dominio común o la constitución de
gravámenes sobre ellos.
3º Reconstrucción o demolición del condominio.
4° Petición a la Dirección de Obras Municipales para que se deje sin efecto la declaración
que acogió el condominio al régimen de copropiedad inmobiliaria, o su modificación.
5° Delegación de facultades al Comité de Administración.
6° Remoción parcial o total de los miembros del Comité de Administración.
7° Gastos o inversiones extraordinarios que excedan, en un período de 12 meses, del
equivalente a 6 cuotas de gastos comunes ordinarios del total del condominio.
8° Administración conjunta de dos o más condominios de conformidad al art. 26º de la
Ley y establecer subadministraciones en un mismo condominio.
9° Programas de autofinanciamiento de los condominios, y asociaciones con terceros para
estos efectos.58
10° Cambio de destino de las unidades del condominio.
11° Constitución de derechos de uso y goce exclusivos de bienes de dominio común a
favor de uno o más copropietarios u otras formas de aprovechamiento de los bienes de
dominio común.
12° Obras de alteración o ampliaciones del condominio o sus unidades.
13° Construcciones en los bienes comunes, alteraciones y cambios de destino de dichos
bienes, incluso de aquellos asignados en uso y goce exclusivo.
14° Aprobación del Plan de Emergencia ante siniestros (art. 36° de la Ley).
● En cuanto a la delegación de facultades al Comité de Administración, prevista en el N° 5
del inc. 5° del art. 17, cabe preguntarse por el alcance de la norma. Nada dice la Ley sobre
el particular. Por ende, podría entenderse que la asamblea extraordinaria podría delegar
en el Comité de Administración todas las facultades que la Ley le confiere a la primera.

58
Se introdujo en la Ley por la reforma que ésta experimentó por la Ley N° 20.168 (Diario Oficial de 14 de
febrero de 2007). La modificación propende a que los condominios puedan celebrar contratos destinados a
generar ingresos, con el fin de que puedan autofinanciarse en algún porcentaje. Se expresó al efecto:
“Durante el debate hubo consenso en orden a redactar esta norma en términos amplios, de modo que
incluya todos los mecanismos que puedan facilitar el financiamiento de la copropiedad, con objeto de
maximizar sus recursos y de incentivar las asociaciones con terceros. Hubo consenso en aprobarla, debido a
que se trata de una materia que tiene una regulación incipiente en la normativa en comento y que permitirá
a los condominios contar con locales comerciales u obtener autorización para colocar un letrero publicitario
en los edificios, todo lo cual beneficiará directamente a la comunidad y no sólo al copropietario que actúa
individualmente en este tipo de negocios, como ocurre en la actualidad” (Boletín 3804-14, Congreso
Nacional). En el caso de la instalación de publicidad en “cortinas de andamios”, que cubran las fachadas de un
edificio, habrá que cumplir, en cada caso, con lo previsto en la respectiva Ordenanza Municipal (por ejemplo,
Ordenanza N° 107 de 27 de septiembre de 2011, de la Municipalidad de Providencia).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 49


Así, por ejemplo, podría delegarse en el Comité de Administración la facultad para
arrendar bienes de dominio común o para constituir derechos de uso y goce exclusivos de
bienes de dominio común a favor de uno o más copropietarios. Sin embargo, la
experiencia enseña que la asamblea debiera ser prudente en cuanto a delegar sus
facultades, de manera que ello sea más bien excepcional y por plazos determinados.
● Materias que pueden ser objeto de consulta por escrito: contempla la Ley un
procedimiento de consulta escrita a los copropietarios, en las materias que deban
tratarse en asambleas extraordinarias, con excepción de las señaladas en los números 1
(cuando alteren los derechos en el condominio), y en los números 2, 3, 4, 10, 11, 12 y 13
del inc. 5° del art. 17° de la ley. De esta manera, las reglas concernientes a la consulta por
escrito son las siguientes:
1. Las materias que pueden ser objeto de consulta, son las contempladas en los números
1 (con la salvedad indicada), 5, 6, 7, 8 y 9 del inc. 5° del art. 17° de la Ley.
2. La consulta será firmada por el Presidente del Comité de Administración y por el
administrador del condominio y se notificará a cada uno de los copropietarios en igual
forma que la citación a asamblea.
3. La consulta deberá ser acompañada de los antecedentes que faciliten su comprensión,
junto con el proyecto de acuerdo correspondiente, para su aceptación o rechazo por los
copropietarios.
4. La consulta se entenderá aprobada cuando obtenga la aceptación por escrito y firmada
de los copropietarios que representen a lo menos el 75% de los derechos en el
condominio.
5. El acuerdo correspondiente deberá reducirse a escritura pública suscrita por el
Presidente del Comité de Administración y por el administrador del condominio,
debiendo protocolizarse los antecedentes que respalden el acuerdo, dejándose
constancia de dicha protocolización en la respectiva escritura.
6. En caso de rechazo de la consulta, ella no podrá renovarse antes de 6 meses.
● Casos en los cuáles puede omitirse la asamblea extraordinaria: no se requerirá sesión
extraordinaria de asamblea respecto de las materias comprendidas en los números 10,
11, 12 y 13 del inc. 5° del art. 17°, cuando el reglamento de copropiedad establezca
normas que las regulen y se trate de obras que no involucren modificaciones en los
derechos en el condominio (artículo 17, inc. 6°).
● Formalidad en caso de solicitudes ante la Dirección de Obras Municipales: tratándose
de solicitudes ante la Dirección de Obras Municipales, respecto de cualesquiera de las
autorizaciones o permisos contemplados en la Ley General de Urbanismo y
Construcciones, deberá identificarse en éstas la facultad de representar al condominio
establecida en el reglamento de copropiedad, acta de asamblea extraordinaria o
mandato especial (artículo 17, inc. 7°).
● Consultas hechas en condominios de viviendas sociales: tratándose de esta clase de
condominios, las consultas escritas efectuadas conforme al artículo 17 de la Ley, se
entenderán aprobadas con la firma de los copropietarios que representen, al menos, el
50% de los derechos en el condominio. Asimismo, en estos condominios también podrán
ser objeto de consulta por escrito las materias señaladas en los números 10, 11, 12 y 13
del inc. 5° del art. 17° (artículo 17, inc. 8°). En consecuencia, las únicas materias que no

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 50


podrán ser objeto de consulta escrita serán las contempladas en los números 1 (cuando
se alteren los derechos en el condominio), 2, 3 y 4 del inc. 5° del art. 17°.
● Caso en que sólo se requiere de la autorización del propietario de la unidad: los
proyectos de fusión de viviendas sociales colindantes en edificaciones colectivas y el
correspondiente cambio de rol de avalúo de la nueva unidad en el Servicio de Impuestos
Internos, cuando la obra se financie con recursos públicos y no altere la fachada del
edificio, requerirán sólo la autorización del propietario de cada una de las unidades a
fusionar (artículo 17, inc. 9°).

d) Citación a asambleas: el Comité de Administración, a través de su presidente, o si éste


no lo hiciere, el administrador, deberá citar a asamblea a todos los copropietarios o
apoderados, personalmente o mediante carta certificada dirigida al domicilio registrado
para estos efectos en la oficina de administración, o en la Secretaría Municipal cuando se
tratare de condominios de viviendas sociales, con una anticipación mínima de 5 días y
que no exceda de 15. Si no lo hubieren registrado, se entenderá para todos los efectos
que tienen su domicilio en la respectiva unidad del condominio. El administrador deberá
mantener en el condominio una nómina actualizada de los copropietarios, con sus
respectivos domicilios registrados (art. 18º, inc. 1º).

e) Lugar en que se efectúan las asambleas: deberán celebrarse en el condominio, salvo


que la asamblea o el Comité de Administración acuerden otro lugar, el que deberá estar
situado en la misma comuna, y deberán ser presididas por el Presidente del Comité de
Administración o por el copropietario asistente que elija la Asamblea (artículo 18, inc. 2°).
Tratándose de la primera asamblea, ésta será presidida por el administrador, si lo
hubiere, o por el copropietario asistente que designe la asamblea mediante sorteo
(artículo 18, inc. 3°).

f) Quórum para que sesione la asamblea (art. 19º):


● Asambleas ordinarias: se constituirán en primera citación con la asistencia de los
copropietarios que representen, a lo menos, el 60% de los derechos en el condominio; y
en segunda citación, con la asistencia de los copropietarios que concurran (inc. 1°).
En las asambleas ordinarias, entre la primera y segunda citación deberá mediar un
lapso no inferior a media hora ni superior a 6 horas (inc. 6°).
● Asambleas extraordinarias:
1. Regla general: se constituirán en primera citación con la asistencia de los
copropietarios que representen, a lo menos, el 80% de los derechos en el condominio; y
en segunda citación, con la asistencia de los copropietarios que representen, a lo menos,
el 60% de los derechos en el condominio (inc. 2°).
2. Para tratar las materias señaladas en los números 1 al 5 del inc. 5° del art. 17º, se
requerirá para constituirse la asamblea, tanto en primera como en segunda citación, de la
asistencia de los copropietarios que representen, a lo menos, el 80% de los derechos en
el condominio (inc. 3°).
3. Las asambleas extraordinarias para tratar modificaciones al reglamento de
copropiedad que incidan en la alteración del porcentaje de los derechos de los

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 51


copropietarios sobre los bienes de dominio común, requerirán para constituirse la
asistencia de los copropietarios que representen, a lo menos, el 90% de los derechos en
el condominio (inc. 4°).
4. En las asambleas extraordinarias, entre la primera y segunda citación deberá mediar un
lapso no inferior a 5 ni superior a 15 días (inc. 6°).
● Condominios de viviendas sociales: tratándose de esta clase de condominios, tanto las
asambleas ordinarias como las extraordinarias requerirán para constituirse la asistencia
de los copropietarios que representen, a lo menos, el 50% de los derechos en el
condominio. En caso de condominios de viviendas sociales con subadministraciones por
bloques, las asambleas podrán desarrollarse de manera independiente en cada
subadministración (inc. 5°).
● Si no se reunieren los quórum necesarios para sesionar, el administrador o cualquier
copropietario podrá recurrir al juez conforme a lo previsto en el artículo 33 de la Ley (inc.
7°).
● Quórum mayor fijado en reglamento de copropiedad: los quórum previstos en la Ley
para sesionar pueden aumentarse pero no disminuirse. El aumento podrá establecerse en
el reglamento de copropiedad (art. 28°, letra i) de la Ley), pero siempre que no se trate
del primer reglamento de copropiedad dictado por el propietario del condominio (art.
29°, inc. 1°).

g) Quórum para adoptar acuerdos:


● Asambleas ordinarias: mayoría absoluta de los asistentes (artículo 19, inc. 1°).
● Asambleas extraordinarias:
1º Regla general: los acuerdos se adoptarán con el voto favorable del 75% de los
derechos asistentes (artículo 19, inc. 2°).
2º Para adoptar acuerdos en las materias señaladas en los números 1 al 5 del inc. 5° del
art. 17º, se requerirá el voto favorable de los asistentes que representen, a lo menos, el
75% de los derechos en el condominio (artículo 19, inc. 3°).
3º Los acuerdos relativos a modificaciones al reglamento de copropiedad que incidan en
la alteración del porcentaje de los derechos de los copropietarios sobre los bienes de
dominio común, requerirán del voto favorable de los copropietarios asistentes que
representen, a lo menos, el 85% de los derechos en el condominio (artículo 19, inc. 4°).
● En el caso de los condominios de viviendas sociales, los acuerdos se adoptarán con el
voto favorable de los asistentes que representen, a lo menos, el 50% de los derechos en
el condominio. En caso de condominios de viviendas sociales con subadministraciones
por bloques, se podrá resolver sobre todas aquellas materias que no tengan efectos
directos sobre el resto del condominio (artículo 19, inc. 5°).
● Caso en el cual no se reúna el quórum para adoptar acuerdos: en tal evento, el
administrador o cualquier copropietario podrá ocurrir al juez conforme a lo previsto en el
art. 33º de la Ley (artículo 19, inc. 7°).
● Quórum mayor fijado en reglamento de copropiedad: los quórum previstos en la Ley
para adoptar acuerdos pueden aumentarse pero no disminuirse. El aumento podrá
establecerse en el reglamento de copropiedad (art. 28°, letra i) de la Ley), pero siempre

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 52


que no se trate del primer reglamento de copropiedad dictado por el propietario del
condominio (art. 29°, inc. 1°).

h) Deber de asistencia a las asambleas: todo copropietario estará obligado a asistir a las
asambleas respectivas, sea personalmente o debidamente representado, según se
establezca en el reglamento de copropiedad. Salvo que el reglamento de copropiedad
disponga otra cosa, el apoderado podrá acreditar su personería con poder simple,
aunque se sugiere que un Notario Público autorice la firma del poderdante. Si el
copropietario no hiciere uso del derecho de designar apoderado o, habiéndolo
designado, éste no asistiere, para este efecto se entenderá que acepta que asuma su
representación el arrendatario o el ocupante a quien hubiere entregado la tenencia de su
unidad, siempre que en el respectivo contrato así se hubiere establecido (art. 20º, inc.
1º).

i) Copropietarios con derecho a votar y a ser elegidos: sólo los copropietarios hábiles
podrán optar a cargos de representación de la comunidad y concurrir con su voto a los
acuerdos que se adopten, salvo para aquellas materias respecto de las cuales la Ley que
nos ocupa exige unanimidad 59. Cada copropietario tendrá sólo un voto, que será
proporcional a sus derechos en los bienes de dominio común, de conformidad al inciso 2º
del art. 3º. El administrador no podrá representar a ningún copropietario en la asamblea
(art. 20º, inc. 2º).
La calidad de copropietario hábil se acreditará mediante certificado expedido por
el administrador o por quien haga sus veces (art. 20º, inc. 3º).

j) Obligatoriedad de los acuerdos: los acuerdos adoptados con las mayorías exigidas en la
ley o en el reglamento de copropiedad obligan a todos los copropietarios, sea que hayan
asistido o no a la sesión respectiva y aun cuando no hayan concurrido con su voto
favorable a su adopción. La asamblea representa legalmente a todos los copropietarios y
está facultada para dar cumplimiento a dichos acuerdos a través del Comité de
Administración o de los copropietarios designados por la propia asamblea para estos
efectos (art. 20º, inc. 4º).

59
En realidad, hoy la Ley –excepto para el caso que se indicará- no exige unanimidad para adoptar acuerdos,
después que la Ley N° 20.741 (Diario Oficial de 1 de abril de 2014) sustituyó el inciso 4° del art. 19°, que
señalaba lo siguiente: “Las asambleas extraordinarias para tratar modificaciones al reglamento de
copropiedad que incidan en la alteración del porcentaje de los derechos de los copropietarios sobre los
bienes de dominio común, requerirán para constituirse la asistencia de la unanimidad de los copropietarios y
los acuerdos se adoptarán con el voto favorable de la unanimidad de los copropietarios”. Tras la reforma,
según ya se refirió, el quórum para sesionar es un total de copropietarios que representen, al menos, el 90%
de los derechos en el condominio, y el quórum para adoptar acuerdos es el de un 85% de los derechos en el
condominio. Pero podría ocurrir que el reglamento de copropiedad exija unanimidad para ciertas materias,
sea para sesionar o para adoptar acuerdos, caso en el cual, sería imprescindible que concurran tanto los
copropietarios hábiles como los inhábiles. Con todo, se requerirá acuerdo unánime de los copropietarios,
para el caso previsto en el art. 49, esto es, tratándose de condominios constituidos al amparo de la Ley N°
6.071, cuando se sometan, en ciertas materias, a las normas de la Ley N° 19.537 (aludiremos a ellas al tratar
del Título V de la Ley).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 53


k) Constancia de los acuerdos: de los acuerdos de la asamblea se dejará constancia en un
libro de actas foliado. Las actas deberán ser firmadas por todos los miembros del Comité
de Administración, o por los copropietarios que la asamblea designe y quedarán bajo
custodia del Presidente del Comité de Administración. La infracción a esta obligación será
sancionada con multa de una a tres unidades tributarias mensuales, la que se duplicará
en caso de reincidencia (art. 20º, inc. 5º).

l) Sesiones en las que se requiere asistencia de notario: a las sesiones de la asamblea en


las que se adopten acuerdos que incidan en las materias señaladas en los números 1, 3, 4,
5, 6 y 7 del inc. 5° del art. 17º, deberá asistir un notario, quien deberá certificar (autorizar)
el acta respectiva, en la que se dejará constancia de los quórums obtenidos en cada caso.
Si la naturaleza del acuerdo adoptado lo requiere, el acta correspondiente deberá
reducirse a escritura pública por cualquiera de los miembros del Comité de
Administración (art. 20º, inc. 6º).

3.- Del Comité de Administración (art. 21º).

a) Designación.
La asamblea de copropietarios en su primera sesión deberá designar un Comité de
Administración compuesto, a lo menos, por tres personas, salvo que el número de
copropietarios fuere inferior.
Con posterioridad, los siguientes Comités de Administración serán elegidos en la
respectiva asamblea.
Con todo, por asamblea extraordinaria, se podrá remover parcial o totalmente a
los miembros del Comité de Administración (art. 17°, N° 6).
Lo anterior deja en evidencia que jerárquicamente, el Comité de Administración
está subordinado a la asamblea de copropietarios.
En el caso de los condominios de viviendas sociales, el juez, a petición de cualquier
copropietario, citará a asamblea a fin de que se proceda a elegir el Comité de
Administración en los casos en que no lo hubiere (art. 40° del Reglamento de la Ley).

b) Duración.
El Comité de Administración durará en sus funciones el período que le fije la
asamblea, el que no podrá exceder de tres años, sin perjuicio de poder ser reelegido
indefinidamente, y será presidido por el miembro que designe la asamblea, o en subsidio,
el propio Comité.

c) Personas que pueden integrarlo.


Sólo podrán ser designados miembros del Comité de Administración:
● Las personas naturales que sean propietarias en el condominio o sus cónyuges 60; y

60
No podrá integrar el Comité el “conviviente civil” de un copropietario, pues la Ley no alude a tal estado civil
y la Ley N° 20.830 que regula el “Acuerdo de Unión Civil”, dispone en su art. 23° que todas las inhabilidades,
incompatibilidades y prohibiciones que las leyes y reglamentos establecen respecto de los cónyuges se harán
extensivas, de pleno derecho, a los convivientes civiles, pero no así los derechos.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 54


● Los representantes de las personas jurídicas que sean propietarias en el condominio.

d) Vigencia de sus acuerdos.


Las normas y acuerdos del Comité mantendrán su vigencia mientras no sean
revocadas o modificadas por el propio Comité o por la asamblea de copropietarios (art.
21° de la Ley y art. 24°, inc. 5° del Reglamento de la Ley).

e) Quórum para sesionar y para adoptar acuerdos.


Para la validez de las reuniones del Comité de Administración, será necesaria una
asistencia de la mayoría de sus miembros y los acuerdos serán adoptados por la mayoría
absoluta, es decir, la mitad más uno de los asistentes. Los miembros del Comité de
Administración deberán concurrir personalmente a las reuniones de éste (art. 21° de la
Ley y art. 24°, incisos 6° y 7°, del Reglamento de la Ley).

f) Actos urgentes de administración y conservación.


Mientras se proceda al nombramiento del Comité de Administración, cualquiera
de los copropietarios podrá ejecutar por sí solo los actos urgentes de administración y
conservación (art. 24º).

g) Principales funciones del Comité de Administración.


Sin que la enumeración que sigue deba entenderse taxativa, cabe destacar las
siguientes funciones que la Ley y el Reglamento de ésta, confían al Comité de
Administración:
1. Representar a la asamblea con todas sus facultades, excepto aquellas que deban ser
materia de asamblea extraordinaria y no hubieren sido delegadas por ésta conforme al
art. 17 (art. 21°).
2. Autorizar al administrador para suspender o requerir la suspensión del servicio
eléctrico que se suministra a aquellas unidades cuyos copropietarios se encuentren
morosos en el pago de tres o más cuotas, continuas o discontinuas, de los gastos
comunes. Lo anterior, en la medida que el reglamento de copropiedad así lo autorice (art.
5°, inc. 3°).
3. Aprobar los presupuestos estimativos de gastos comunes por períodos anticipados
confeccionados por el administrador, siempre que así lo establezca el reglamento de
copropiedad (art. 6°, inc. 2°).
4. Disponer que los recursos del fondo de reserva se mantengan en depósito en una
cuenta corriente bancaria o en una cuenta de ahorro o que se inviertan en instrumentos
financieros que operen en el mercado de capitales (art. 7°, inc. 2°).
5. Disponer que se cite a asamblea ordinaria o extraordinaria de copropietarios (arts. 17,
inc. 4° y art. 18°, inc. 1°).
6. Disponer una consulta por escrito a los copropietarios, en las materias autorizadas por
la Ley (art. 17°, inc. 6°).
7. Fijar el lugar en que se lleven a cabo las asambleas de copropietarios (art. 18°, inc. 2°).
8. Proceder al cumplimiento de los acuerdos adoptados por la asamblea de
copropietarios (art. 20°, inc. 4°).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 55


9. Dejar constancia de los acuerdos de la asamblea en un libro de actas foliado, que
deberán firmar todos los miembros del comité de administración y que quedará bajo
custodia del Presidente del mismo (art. 20°, inc. 5°).
10. Dictar normas que faciliten el buen orden y administración del condominio (art. 21°).
11. Imponer las multas que estuvieren contempladas en el reglamento de copropiedad a
quienes infrinjan las obligaciones de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, del Reglamento
de la Ley y del reglamento de copropiedad (art. 21°).
12. Aceptar la propuesta del administrador o presentar una alternativa distinta, en el
plazo de 10 días hábiles, respecto de la certificación de las instalaciones de gas de la
comunidad (art. 23°, inc. 3°).
13. Aceptar la propuesta del administrador o presentar una alternativa distinta, en el
plazo de 10 días hábiles, respecto de la mantención y la certificación de los ascensores,
montacargas y escaleras o rampas mecánicas y sus instalaciones (art. 23°, inc. 4°).
14. Disponer la apertura de una cuenta corriente bancaria o una cuenta de ahorro (art.
23°, inc. 6°).
15. Solicitar al administrador que rinda cuenta de su gestión, en cualquier tiempo (art.
23°, inc. 7°).
16. Autorizar la copia del acta de la asamblea en que se hayan acordado gastos comunes,
para conferirle mérito ejecutivo (art. 27°, inc. 1°).
17. Denunciar las infracciones a lo prevenido en el art. 32°, dentro de los tres meses
siguientes a su ocurrencia (art. 32°, inc. 3°).
18. Confeccionar un plan de emergencia ante siniestros, como incendios, terremotos y
semejantes, que deberá someterse a la aprobación de una asamblea extraordinaria
citada especialmente a ese efecto, dentro de los tres primeros meses de su
nombramiento (art. 36°, inc. 3°).
19. Actualizar anualmente el plan de emergencia, junto con los planos del condominio
detallados según necesidad (art. 36°, inc. 4°).
20. Entregar copia del plan de emergencia y de los planos respectivos a la unidad de
Carabineros y de bomberos más cercana, las que podrán hacer llegar al Comité de
Administración las observaciones que estimen pertinentes (art. 36°, inc. 4°).61

61
En relación con esta materia, disponen los incisos 4° y 5° del art. 142 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones: “Los Cuerpos de Bomberos, después de recibidas las obras, estarán facultados para
inspeccionar las condiciones generales de seguridad, las de seguridad contra incendio y el funcionamiento de
las instalaciones de emergencia de los edificios. Si se constatare que no se cumplen las condiciones de
seguridad previstas en el plan de evacuación, el Comandante del Cuerpo de Bomberos respectivo dará
cuenta por escrito del resultado de la inspección al Director de Obras Municipales, a fin de que se adopten las
medidas establecidas en el artículo 20 de esta ley. / Asimismo, después de recepcionadas las obras, las
Direcciones de Obras Municipales podrán fiscalizar el cumplimiento de las normas sobre seguridad y
conservación de las edificaciones”. En el mismo sentido, establece el inc. 3° del art. 144 de la misma Ley:
“Conjuntamente con la solicitud de recepción de las edificaciones cuya carga de ocupación sea igual o
superior a 100 personas, destinadas a edificaciones colectivas, equipamientos y actividades productivas, se
deberá adjuntar copia del plan de evacuación ingresado al Cuerpo de Bomberos respectivo. Dicho plan
incluirá las condiciones generales de seguridad, de seguridad contra incendio y de funcionamiento de las
instalaciones de emergencia de los edificios en lo relativo a la señalética implementada para las vías de
evacuación, así como un plano que incluya dichas vías, la indicación de los grifos, red seca, red inerte, red

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 56


21. Fijarle al copropietario de una unidad que fuere omiso en efectuar las reparaciones
de desperfectos que puedan producir daño en otras unidades o en bienes de dominio
común, un plazo para llevarlas a cabo. Si no se ejecutaren dichas reparaciones
transcurrido el plazo, el Comité procederá conforme a los incisos 3° y 4° del art. 32° de la
Ley, es decir, se hará la denuncia pertinente al Juez de Policía Local para que se imponga
una sanción al infractor, consistente en multa de una a tres unidades tributarias
mensuales, que podrán elevarse al doble en caso de reincidencia (art. 6°, inc. 3° del
Reglamento de la Ley).
22. Encomendar la recaudación de los gastos comunes a una entidad de derecho público
o privado que estén facultadas para prestar este servicio (art. 16°, inc. 3° del Reglamento
de la Ley).
23. Tomar medidas, a propuesta del administrador, tendientes a precaver la ocurrencia
de accidentes y a resguardar la integridad personal de los copropietarios y sus familias,
así como sus bienes, dentro del condominio (art. 26° del Reglamento de la Ley).
24. Cuando corresponda, confeccionar un reglamento interno de Orden, Higiene y
Seguridad, aplicable a los trabajadores del condominio, y someterlo a la aprobación de la
asamblea de copropietarios (cuando el condominio tenga 10 o más trabajadores, art.
153° del Código del Trabajo).

h) Funciones del Presidente del Comité de Administración.


1. Comparecer, conjuntamente con el administrador, en representación de la asamblea
de copropietarios, a la celebración de actos y contratos que tengan por finalidad la
enajenación, el arrendamiento o la constitución de gravámenes de bienes comunes (art.
14°, inc. 3°).
2. Previa decisión del Comité de Administración, firmar, junto con el administrador,
consulta por escrito a los copropietarios, en aquellas materias autorizadas por la Ley (art.
17°, inc. 6°).
3. Suscribir junto con el administrador, la escritura pública a la que se reduzca el acuerdo
de los copropietarios respecto de la consulta escrita que se les haya formulado (art. 17°,
inc. 6°).
4. Previo acuerdo del Comité de Administración, deberá citar a asamblea a todos los
copropietarios o apoderados (art. 18°, inc. 1°).
5. Presidir la asamblea de copropietarios (art. 18°, inc. 2°).
6. Custodiar el libro de actas foliado, en el que constan los acuerdos de las asambleas de
copropietarios (art. 20°, inc. 5°).
7. Actuar como administrador, a falta de designación del mismo por la asamblea de
copropietarios (art. 22°, inc. 1°).
8. Suscribir –previo acuerdo adoptado en asamblea extraordinaria especialmente citada
al efecto- un convenio de administración conjunta con otro u otros condominios ubicados
en la misma comuna (art. 26°, inc. 2°).

4.- Del Administrador (arts. 22º y 23º).

húmeda, accesos, sistemas de alumbrado, calefacción, los artefactos a gas contemplados y sus
requerimientos de ventilación, y otros antecedentes que sea útil conocer en caso de emergencia”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 57


a) Designación del administrador.
Todo condominio será administrado, con las facultades que disponga el
reglamento de copropiedad respectivo, por la persona natural o jurídica designada por la
asamblea de copropietarios, y a falta de tal designación, actuará como administrador el
Presidente del Comité de Administración, por lo que las referencias que en la Ley se
hacen al administrador, sólo serán para el caso en que lo hubiere.
El nombramiento del administrador, en su caso, deberá constar en la respectiva
acta de la asamblea en que se adoptó el acuerdo pertinente, reducida a escritura pública
por la persona expresamente facultada para ello en la misma acta o, si no se expresare,
por cualquiera de los miembros del Comité de Administración. Copia autorizada de esta
escritura deberá mantenerse en el archivo de documentos del condominio.
La designación del administrador se hará en sesión ordinaria de asamblea de
copropietarios (art. 25°, inc. 1° del Reglamento de la Ley).
El administrador, si lo hubiere, no podrá integrar el Comité de Administración (art.
22°).
El primer administrador, sin embargo, será designado por la propietaria del
condominio. Usualmente, lo hará junto con dictar el primer reglamento de copropiedad.

b) Duración.
El administrador se mantendrá en sus funciones mientras cuente con la confianza
de la asamblea, pudiendo ser removido en cualquier momento por acuerdo de la misma
(art. 22º). Puesto que la ley habla de que el administrador podrá ser removido “en
cualquier momento”, entendemos que podría serlo por una asamblea extraordinaria. La
misma podría designar al nuevo administrador, pero en tal caso éste debiera tener la
calidad de provisorio, pues conforme al art. 25°, inc. 1° del Reglamento de la Ley, la
designación del administrador ha de hacerse en asamblea ordinaria. Otra interpretación
posible, es entender que en el lapso que medie entre la remoción por la asamblea
extraordinaria y la próxima asamblea ordinaria, actuará como administrador el
Presidente del Comité de Administración (art. 25°, inc. 2° del Reglamento de la Ley).
En cuanto al quórum de la asamblea para remover al administrador, se ha
sostenido que debiera ser, para sesionar, el que se exige para su designación, es decir, el
que se requiere para una asamblea ordinaria o el quórum mayor previsto en el
reglamento de copropiedad, y para adoptar el acuerdo, el de la mayoría absoluta de los
asistentes (art. 19, inc. 1° de la Ley).62
Cabe la posibilidad, también, que el administrador sea removido por el Comité de
Administración, en la medida que por una asamblea extraordinaria, se le hubiera
delegado a la primera tal facultad (inc. 5° del art. 17 de la Ley).63 En este caso, sería
imprescindible “que el acuerdo delegatorio sea tomado con la misma mayoría que habría

62
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., p. 142.
63
Ver en “Criterios jurisprudenciales”, sentencia N° 28, de la Corte Suprema, dictada con fecha 11 de febrero
de 2016, autos Rol N° 2.966-2016.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 58


sido necesaria en caso de que la asamblea hubiere efectuado la remoción del
administrador”.64

b) Funciones del administrador: las que se establezcan en el reglamento de copropiedad y


las que específicamente le conceda la asamblea de copropietarios, tales como (arts. 23º y
9° de la Ley y 26º y 32° de su Reglamento):
1. Cuidar los bienes de dominio común.
2. Cerciorarse de que la infraestructura de soporte de redes de telecomunicaciones no
sea intervenida por terceros con el objeto o efecto de impedir el ingreso de distintos
operadores de telecomunicaciones.
3. Efectuar los actos necesarios para realizar la certificación de las instalaciones de gas 65 y
el mantenimiento y certificación de los ascensores, tanto verticales como inclinados o
funiculares, montacargas y escaleras o rampas mecánicas y sus instalaciones.66

64
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., p. 142.
65
La materia se encuentra regulada en el Decreto Supremo N° 66 de 2007 y en la Resolución Exenta N° 1.250
de 2009, de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles.
Mediante el Decreto Supremo N° 66 de 2007, se aprobó el “Reglamento de Instalaciones Interiores y
Medidores de Gas”. Entre otros, cabe tener presente los siguientes preceptos de este Reglamento:
“Artículo 35. Sin perjuicio de las facultades otorgadas por la ley 19.537 sobre copropiedad inmobiliaria,
administradores y comités de administración de los inmuebles sujetos a régimen de copropiedad
inmobiliaria, en su calidad de representantes de la comunidad de copropietarios, son responsables de
mantener en buen estado las instalaciones interiores de gas de uso común de dichos inmuebles, según
corresponda, para lo cual deberá solicitar su Inspección Periódica, de acuerdo con el procedimiento
establecido para tal efecto por la Superintendencia”.
“Artículo 36. El Administrador del edificio o condominio deberá mantener una copia de la inscripción de la
Declaración de la Instalación Interior de Gas y de la documentación detallada en el artículo 32 precedente, la
que deberá estar permanentemente disponible, para uso de los copropietarios, especialmente para casos de
emergencia o accidente”.
“Artículo 37. Para un correcto y seguro funcionamiento de las instalaciones interiores de gas, los propietarios
de éstas deberán encomendar su mantenimiento e intervención, a personal competente e instaladores de
gas de la clase correspondiente, con licencia vigente otorgada por la Superintendencia, ya sea de la Empresa
Distribuidora de Gas o Servicio Técnico de los artefactos o equipos a gas”.
“Artículo 38. Los propietarios, usuarios y Administrador de edificio(s) o condominio(s) con instalaciones
interiores de gas, a las cuales se les haya detectado defecto(s), en el procedimiento citado en el artículo 33
precedente, deberán informar por escrito a la Superintendencia, la solución que adoptarán para corregir
dicho(s) defecto(s) y regularizar ante ésta tales instalaciones, de acuerdo a los requerimientos establecidos
en dicho procedimiento”.
Mediante la Resolución exenta N° 1.250 de 2009, de la citada Superintendencia, publicada en el Diario Oficial
de fecha 1 de agosto de 2009, se “Establece procedimiento para la autorización y control de entidades de
certificación de instalaciones interiores de gas y procedimientos de certificación, inspección y verificación de
la conversión de instalaciones interiores de gas”. Nos referiremos a algunos de sus artículos, que dicen
relación con las instalaciones de gas ubicadas en condominios:
El art. 1-4, se refiere a la periodicidad y vigencia de los procedimientos para la verificación e inspección de las
instalaciones interiores de gas y verificación de las instalaciones sometidas a conversión. Dispone: “a) Las
instalaciones interiores de gas nuevas deberán someterse al procedimiento de certificación una vez que
hayan sido terminadas o ejecutadas y previo a su declaración. b) Las instalaciones interiores de gas en uso
deberán someterse al procedimiento de inspección con una periodicidad de dos (2) años, contados desde la
fecha del Certificado de Aprobación correspondiente a la inspección periódica anterior. En los casos en que la
instalación haya obtenido dos sellos verdes consecutivos, sean éstos resultado de un procedimiento de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 59


certificación o de inspección periódica, las inspecciones futuras se realizarán cada cuatro (4) años,
periodicidad que se mantendrá mientras permanezcan calificadas con sello verde. c) Las modificaciones de
instalaciones interiores de gas deberán ser certificadas una vez que hayan sido terminadas o ejecutadas y
previo a su declaración. La vigencia de esta certificación se extenderá hasta la fecha en que corresponda
realizar la inspección periódica según lo indique el sello general del edificio si corresponde. La parte no
modificada de tal instalación se someterá al protocolo de inspección periódica que corresponda según la
letra b) anterior. d) Las instalaciones interiores de gas adaptadas para ser abastecidas con un tipo de gas
distinto al original, deberán someterse al procedimiento de verificación de la conversión de su estado con
una antelación máxima de 48 horas al inicio del nuevo abastecimiento”. Agrega el inciso final del artículo,
aplicable a los cuatro casos anteriores: “Para todo efecto, se requerirán sellos vigentes, es decir, aquellos que
respeten la periodicidad establecida en este artículo”.
El art. 3-16, trata de la “Comunicación de reinspección a usuarios. Una vez concluido un procedimiento de
inspección periódica en el que la instalación de gas haya sido calificada con sello rojo o amarillo, la Entidad de
Certificación de Instalaciones de Gas deberá informar a los usuarios –propietarios y/o residentes-, al
Administrador y al Comité de Administración, acerca de las siguientes obligaciones:
a) Regularizar las instalaciones, realizando las reparaciones necesarias a través de Instaladores de Gas
registrados en la Superintendencia.
b) Realizar una nueva inspección una vez realizada la reparación antes señalada, ya sea con la misma Entidad
de Certificación u otra”.
El Título IV de la Resolución, se titula “De las obligaciones de propietarios y administradores y/o Comité de
Administración y de empresas distribuidoras y suministradoras de gas”. Reproducimos algunas de sus
normas:
“Art. 4-1. Obligación de mantener las instalaciones interiores de gas en buen estado.
El propietario de un edificio es responsable de mantener en buen estado la instalación interior de gas de
éste.
Los propietarios y los Administradores –o quien haga sus veces- de inmuebles sujetos al régimen de
copropiedad inmobiliaria son responsables de mantener, respectivamente, en buen estado las instalaciones
interiores de gas de propiedad individual o de dominio común de dichos inmuebles, respectivamente”.
“Art. 4-2- Realización de certificaciones e inspecciones mediante una Entidad de Certificación.
En la oportunidad prescrita en las letras a), b) y c) del art. 1-4 de la presente resolución, los propietarios y los
Administradores señalados en el artículo anterior deberán contratar una Entidad de Certificación para la
certificación e inspección periódica de sus instalaciones interiores de gas”.
“Art. 4-3. Realización de verificación de la conversión mediante Entidad de Certificación debidamente
autorizada.
Las empresas distribuidoras y suministradoras de gas deberán contratar Entidades de Certificación
debidamente autorizadas para la aplicación del procedimiento de verificación de la conversión en la
oportunidad prescrita en la letra d) del art. 1-4 de la presente resolución”.
“Art. 4-4. Corrección de defectos.
Los propietarios y los Administradores de un inmueble sujeto al régimen de copropiedad inmobiliaria, cuando
corresponda, cuyas instalaciones de gas hayan sido calificadas con sello rolo o amarillo deberán corregir los
defectos detectados a través de un instalador de gas autorizado, y posteriormente realizar una nueva
inspección de sus instalaciones”.
“Art. 4-5. Entrega de antecedentes.
El mandante deberá entregar a la Entidad de Certificación de Instalaciones de Gas todos los antecedentes
asociados a la instalación interior de gas”.
“Art. 4-6. Facilidades de acceso.
El Administrador y el propietario y/o residente de un inmueble, según corresponda, deberá otorgar las
facilidades correspondientes a la Superintendencia, Entidades de Certificación de Instalaciones de Gas,
organismos de certificación de medidores y empresas distribuidoras y suministradoras de gas, para
comprobar el estado de las instalaciones de gas o verificar sus condiciones operacionales.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 60


4. Ejecutar los actos de administración y conservación y los de carácter urgente sin
recabar previamente acuerdo de la asamblea, sin perjuicio de su posterior ratificación.
5. Cobrar y recaudar los gastos comunes y las sumas que correspondan al fondo común
de reserva y primas de seguros de incendios, previstos en la Ley y su Reglamento.
6. Velar por la observancia de las disposiciones legales y reglamentarias sobre
copropiedad inmobiliaria y las del reglamento de copropiedad y poner en conocimiento
del Comité de Administración las transgresiones que detecte, caso en el cual dicho
órgano podrá imponer la multa correspondiente, conforme al art. 21.
7. Representar en juicio, activa y pasivamente, a los copropietarios, con las facultades del
inciso 1º del art. 7º del Código de Procedimiento Civil, en las causas concernientes a la
administración y conservación del condominio, sea que se promuevan con cualquiera de
ellos o con terceros; de esta manera, las demandas que interponga el condominio deben
presentarse por el administrador y aquellas que se enderecen en contra del condominio,

En caso que se impida el acceso o el inmueble se encuentre sin moradores, la entidad de certificación deberá
dejar una notificación en un lugar visible, que registre fecha y hora de la visita y que informe que la
instalación interior de gas queda calificada con sello rojo”.
66
La Ley (art. 23°) alude al “mantenimiento” y “certificación” de los ascensores. Las dos operaciones,
deberán ejecutarse por profesionales y técnicos que cuenten con una inscripción vigente en el “Registro
Nacional de Instaladores, Mantenedores y Certificadores de Ascensores tanto Verticales como Inclinados o
Funiculares, Montacargas y escaleras o Rampas Mecánicas”, que tiene a su cargo el Ministerio de Vivienda y
Urbanismo (ver en www.minvu.cl, nómina de inscritos), conforme se dispone en el art. 159° bis, incisos 1° y
3° de la “Ley General de Urbanismo y Construcciones”. Dispone este precepto:
“Artículo 159 bis.- Los ascensores, tanto verticales como inclinados o funiculares, montacargas y escaleras o
rampas mecánicas, que se emplacen en edificios privados o públicos, deberán ser instalados y mantenidos
conforme a las especificaciones técnicas de sus fabricantes y a las disposiciones que al efecto determine la
Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones. / Serán responsables de la mantención los propietarios,
quienes deberán celebrar los contratos correspondientes. / La instalación y mantención de los ascensores,
tanto verticales como inclinados o funiculares, montacargas y escaleras o rampas mecánicas, deberán ser
ejecutadas por instaladores y mantenedores que cuenten con una inscripción vigente en un registro que al
efecto llevará el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. El Ministerio podrá encomendar dicho registro a la
entidad denominada “Instituto de la Construcción”, cuya personalidad jurídica fuera concedida por decreto
supremo N°1.115, de 1996, del Ministerio de Justicia o a otras entidades públicas o privadas, habilitadas para
dicho efecto. / Asimismo, los propietarios deberán acreditar, mediante un certificado emitido por una
entidad de certificación inscrita en la categoría correspondiente del registro a que se refiere el inciso anterior,
que los ascensores, tanto verticales como inclinados o funiculares, montacargas y escaleras o rampas
mecánicas, han sido adecuadamente mantenidos y se encuentran en condiciones de seguir funcionando. Los
plazos y condiciones de la certificación y el contenido del certificado, serán establecidos en la Ordenanza
General de Urbanismo y Construcciones en función de la capacidad de transporte de la instalación y el
destino de las edificaciones. / En la instalación, mantención y certificación, deberá darse cumplimiento a las
Normas Técnicas Chilenas vigentes sobre la materia. Dichas normas deberán actualizarse permanentemente.
/ Las certificaciones a que se refiere el inciso precedente deberán ser colocadas en un lugar visible del
ascensor, tanto vertical como inclinado o funicular, e ingresadas y registradas, en la oportunidad que
establezca la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, a la Dirección de Obras Municipales
respectiva. El no ingreso oportuno deberá ser puesto en conocimiento del Juzgado de Policía Local, por la
Dirección de Obras Municipales. / En caso de incumplimiento de las obligaciones derivadas del presente
artículo se aplicará lo previsto en los artículos 20 y 21 de la presente ley. / Para estos efectos, la multa será
de hasta 150 unidades de fomento en contra del propietario”.
El artículo 4.1.11. de la “Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones” contempla los requerimientos
mínimos de ascensores para los edificios.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 61


sea por copropietarios o por terceros, deben dirigirse en contra del administrador, en
ambos casos, actuando en representación de la comunidad.
8. Citar a reunión de la asamblea.
9. Pedir al tribunal competente que aplique los apremios o sanciones que procedan al
copropietario u ocupante que infrinja las limitaciones o restricciones que en el uso de su
unidad le imponen la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, su Reglamento y el reglamento de
copropiedad (art. 26 N° 10 del Reglamento).
10. Mantener en el condominio una nómina actualizada de los copropietarios, con sus
respectivos domicilios registrados.
11. Mantener actualizado el archivo de documentos del condominio y a disposición de los
copropietarios.
12. En el caso a que se refiere el inc. 1º del art. 36 de la Ley, contratar por cuenta y cargo
del copropietario el seguro de incendio de la respectiva unidad en el caso que aquél no lo
hiciere.
13. Velar por el cumplimiento de las medidas de seguridad a que se refiere el art. 32 de la
Ley.
14. Adoptar o proponer al Comité de Administración, medidas tendientes a precaver la
ocurrencia de accidentes y a resguardar la integridad personal de los copropietarios y sus
familias, así como sus bienes, dentro del condominio (art. 26° del Reglamento de la Ley).67
15. Denunciar la ocurrencia de todo hecho ilícito acaecido al interior del Condominio, a
Carabineros, Investigaciones o al juez competente (art. 26° del Reglamento de la Ley).
16. Mantener una lista actualizada de teléfonos y direcciones de servicios de urgencia,
hospitales, clínicas y médicos, para casos de traslado o atención de enfermos o
accidentados, así como del Cuerpo de Bomberos, que correspondan a la localidad donde
está ubicado el condominio.
17. Velar por la debida iluminación de espacios de circulación interiores y perimetrales
del condominio.
18. Fiscalizar que se respeten las horas de descanso nocturno establecidas en el
reglamento de copropiedad.
19. Poner en conocimiento del Comité de Administración cualquier acto de ocupación
ilícito o de daño a los bienes comunes o a las unidades, sea por copropietarios o por
terceros.
20. Si se viere comprometida la seguridad o conservación de los bienes comunes o de las
unidades, por efecto de filtraciones, inundaciones, emanaciones de gas u otros
desperfectos, no encontrándose el propietario, arrendatario u ocupante que facilite o
permita el acceso, el administrador, conforme a la facultad que le confiere el inciso 6° del
artículo 36 de la Ley, podrá ingresar forzadamente a una unidad, acompañado de un
miembro del Comité de Administración.

67
Entre las medidas que usualmente se adoptan en los condominios vinculadas con la seguridad, está la
instalación de focos, luces de emergencia o con sensores de movimiento, cámaras en distintos puntos,
especialmente en accesos, pasillos, ascensores y otros espacios de dominio común, controlar la identidad de
terceros que accedan al condominio, etc. También se suele disponer la capacitación de los conserjes y
nocheros, conforme a cursos impartidos por el O.S. 10 de Carabineros de Chile, Departamento de Seguridad
Privada.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 62


21. Proponer al Comité de Administración la adopción de medidas para resguardar el
ingreso al condominio de personas ajenas a éste, sea en calidad de visitantes o de
prestadores de servicios.
22. Autorizar cambios en las instalaciones interiores de una unidad.
23. Velar por la seguridad y expedición de las vías de acceso al condominio.
24. Proporcionar al Juez de Policía Local que así se lo requiera, la nómina de
copropietarios del condominio (art. 33°).
25. Certificar, a petición del propietario de la unidad, que éste no adeuda gastos
comunes.
26. Poner en conocimiento de todos los copropietarios, la demanda interpuesta por uno
de ellos, con el objeto de modificar el reglamento de copropiedad, conforme al art. 31 de
la Ley y al art. 8 del Reglamento de la Ley.
27. En general, todas aquellas otras funciones que específicamente le encomiende la Ley,
el Reglamento de la Ley, el reglamento de copropiedad, o le asigne el Comité de
Administración.68
La obligación de cerciorarse de que la infraestructura de soporte de redes de
telecomunicaciones no sea intervenida por terceros con el objeto o efecto de impedir el
ingreso de distintos operadores de telecomunicaciones es aplicable tanto al titular del
proyecto, durante el período que lo administre, como al administrador elegido por la
asamblea de copropietarios. Del incumplimiento de esta obligación se derivará acción
para el propietario o arrendatario que resulte afectado por el impedimento, quien podrá
demandar la inmediata eliminación del mismo (art. 23, inc. 2º).
El administrador o quien haga sus veces está facultado para requerir a la
Superintendencia de Electricidad y Combustibles con objeto de que dicho organismo
fiscalice el cumplimiento de la normativa vigente en materia de gas. El administrador
podrá encomendar a cualquier persona o entidad autorizada la certificación de las
instalaciones de gas de la comunidad, para lo cual deberá notificar por escrito el valor del
68
A modo ejemplar, cabe referirse a las piscinas ubicadas al interior de condominios. Si bien la Ley N° 19.537
no las incluye entre los bienes comunes, obviamente tienen esa calidad. La normativa aplicable está
contenida en el Decreto Supremo N° 209 de 2002, publicado en el Diario Oficial de 8 de noviembre de 2003
(Reglamento de Piscinas). Distingue entre “piscinas de uso público general” y “Piscinas de uso público
restringido”. El art. 2° define a las últimas, como “Aquellas destinadas al uso exclusivo de un grupo reducido
de personas quienes, para el ingreso a la piscina, cumplen con un requisito previamente señalado. Son éstas
las piscinas de (…) condominios”. El art. 8° señala que el Administrador de un establecimiento de piscinas de
uso público general o restringido, será el responsable ante el Servicio de Salud del cumplimiento de las
normas contenidas en el presente reglamento. El art. 22° advierte que el administrador deberá solucionar a
la brevedad cualquier situación que altere las normas de higiene y seguridad de la piscina, definidas en este
reglamento. De no ser posible la solución inmediata de los factores de riesgo detectados ella deberá cerrarse
al uso del público. El art. 66° incluye entre las piscinas de uso público restringido que no requieren contar
para su uso exclusivo con camarines, servicios higiénicos, duchas, guardarropa y sala de primeros auxilios, a
las ubicadas en condominios. El art. 67° establece que las piletas de condominios deberán tener un
reglamento interno de seguridad, el que deberá considerar a lo menos un responsable de la mantención de
su higiene y seguridad. El art. 2° del decreto, distingue entre “piscinas” y “piletas”. Una piscina es un centro
deportivo, recreativo o terapéutico, que incluye una pileta y las instalaciones anexas necesarias para su buen
funcionamiento, tales como camarines, áreas de esparcimiento, equipos de mantención, etc. (art. 2°, letra a).
A su vez, una pileta es cualquier depósito de agua de construcción artificial utilizado para el baño de personas
(art. 2°, letra b).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 63


servicio al Comité de Administración, el que tendrá un plazo de diez días hábiles contados
desde la notificación para aceptar lo propuesto o presentar una alternativa distinta. Si,
transcurrido este plazo, no se pronunciare, el administrador procederá a contratar la
certificación conforme a la propuesta notificada al Comité de Administración. Asimismo,
el administrador podrá disponer, previo aviso a dicho Comité, cualquier revisión relativa
al gas en los bienes de dominio común o en las unidades que forman parte del
condominio, cuando sea dispuesta por la autoridad competente (art. 23, inc. 3º).
El administrador o quien haga sus veces está facultado para contratar la
mantención y la certificación de los ascensores, tanto verticales como inclinados o
funiculares, montacargas y escaleras o rampas mecánicas y sus instalaciones, para lo cual
deberá notificar al Comité de Administración conforme al procedimiento establecido en
el inciso precedente (art. 23, inc. 4º).69

69
En relación a la mantención y certificación de los ascensores, el profesor Hernán Corral Talciani formula
interesantes comentarios, en torno a la responsabilidad civil por accidentes en ascensores, en algunos casos
con graves consecuencias para la integridad física de las personas. Distingue, según si el daño se debe a un
defecto de construcción o a un defecto en la mantención: “¿Quién debiera responder por este tipo de
daños? Habría que distinguir si el ascensor falló por un defecto constructivo (entre los cuales deben incluirse
las fallas de instalación) o por un defecto de mantención. Si estamos frente a un defecto constructivo operará
el régimen especial de responsabilidad previsto en los arts. 18 y 19 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones, D.F.L. N° 458, de 1975. Conforme con este régimen corresponde responder al propietario
primer vendedor, es decir, a la empresa inmobiliaria. Esta responsabilidad es estricta u objetiva pero
calificada ya que el demandante debe acreditar que el daño fue causado por un defecto que se haya
producido durante la ejecución de la construcción o después de terminada. La empresa inmobiliaria que
actúa como centro de imputación, puede repetir después contra la constructora, los arquitectos, calculista, o
quien sea el responsable de los defectos por los que tuvo que indemnizar. En estos casos, es probable que el
directamente responsable sea una empresa subcontratista encargada de la venta e instalación de los
ascensores. La ley prevé, sin embargo, que los constructores serán responsables por las fallas, errores o
defectos en la construcción, incluyendo las obras ejecutadas por subcontratistas y el uso de materiales o
insumos defectuosos, sin perjuicio de las acciones legales que puedan interponer a su vez en contra de los
proveedores, fabricantes y subcontratistas. Por cierto, la víctima podría demandar directamente a la
empresa que vendió o instaló los ascensores pero en tal caso deberá acreditar culpa o negligencia, conforme
a las reglas generales de la responsabilidad extracontractual del Código Civil. Vayamos ahora al otro
supuesto: que el mal funcionamiento no se haya producido por un defecto de fabricación o de mala
instalación en la construcción, sino de mala mantención en el uso de la máquina. En principio, según el art.
159 bis inc. 2° del D.F.L. 458, de 1975, son responsables por dicha mantención ‘los propietarios’. ¿Y si se trata
de un ascensor de un edificio o de un condominio? Debemos pasar a examinar en este ámbito, la Ley de
Copropiedad Inmobiliaria, Ley N° 19.537, de 1997. Según este cuerpo legal, los ascensores forman parte de
los bienes comunes (art. 2° N° 3, letra a), que pertenecen a todos los propietarios de las unidades que
conforman la copropiedad inmobiliaria. Por tanto, su cuidado corresponde a la administración de la
comunidad. Más aún, la ley prevé que los ascensores deben ser objeto de una certificación periódica, cuyo
costo debe financiarse con el fondo de reserva (art. 7, Ley N° 19.537). La función de velar porque se haga
esta certificación periódica y por la mantención de los ascensores corresponde al administrador de la
copropiedad, según lo dispone expresamente el art. 23 de esta misma ley, el que añade que el administrador
está facultado para contratar la mantención y la certificación de los ascensores, tanto verticales como
inclinados o funiculares, montacargas y escaleras o rampas mecánicas y sus instalaciones, para lo cual deberá
notificar al Comité de Administración. En este punto se abren dos posibilidades: si el administrador cumplió
diligentemente sus obligaciones, contrató los servicios de mantención y certificación con una empresa
habilitada para ello (registrada en el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo) y supervisó que estos estuvieran
al día, o si no lo hizo. En el primer caso, habrá que atribuir la falla a la empresa que estaba a cargo de la

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 64


A falta de disposiciones sobre la materia en el reglamento de copropiedad y en el
silencio de la asamblea, serán funciones del administrador las precedentemente
indicadas -señaladas en la ley- y las que se señalen en su reglamento (art. 23, inc. 5º).
Como se ha destacado, “[un] aspecto que en la práctica produce problemas es el
de las facultades de que está investido el administrador para cumplir sus funciones,
cuando ellas no están indicadas en el reglamento de copropiedad (artículo 22 inciso 1° y
artículo 28 letra h) de la Ley) o no han sido expresamente señaladas por la asamblea o el
comité de administración. En primer lugar, se debe tener presente que la Ley y el

mantención o certificación, estableciendo a través de informes periciales cuál fue el origen del mal
funcionamiento y por qué no fue detectado y corregido oportunamente. Si en cambio, hubo desidia o
negligencia en el administrador, obviamente éste responderá, pero cabría preguntarse si responde por él la
comunidad de copropietarios. La respuesta afirmativa puede basarse en estimar que el administrador es un
dependiente de la comunidad, por lo que se aplica la responsabilidad por el hecho ajeno prevista en el art.
2320 del Código Civil. ¿Pero puede demandarse a la comunidad como tal, no siendo una persona jurídica, o
es necesario demandar personalmente a cada uno de los copropietarios? A pesar de no ser una persona
jurídica, la ley atribuye a la copropiedad inmobiliaria una legitimación procesal tanto activa como pasiva y ello
debe repercutir en el plano civil patrimonial. El art. 23 dispone que el administrador representa en juicio,
activa y pasivamente, a los copropietarios, con las facultades del inciso primero del artículo 7° del Código de
Procedimiento Civil, “en las causas concernientes a la administración y conservación del condominio, sea que
se promuevan con cualquiera de ellos o con terceros”. Nos parece que un juicio de indemnización de
perjuicios por mal funcionamiento de bienes comunes es una causa que concierne a la administración del
condominio. Una última pregunta, al menos para efectos de este breve comentario: ¿cómo se distribuye
entre los copropietarios el monto de la indemnización a la que fuere condenada la comunidad? Si
aplicáramos por analogía el art. 2328 del Código Civil habría que sostener que la indemnización se distribuye
por partes iguales: el precepto dispone que ‘El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte
superior de un edificio, es imputable a todas las personas que habitan la misma parte del edificio, y la
indemnización se dividirá entre todas ellas’. No obstante, pensamos que aquí cabe aplicar por especialidad lo
dispuesto en el art. 2 N° 5 de la Ley N° 19.537, y que, por ello, debemos calificar la indemnización como un
‘gasto común extraordinario’. Siendo así, se aplicará el art. 4 de dicha ley que establece que cada
copropietario debe contribuir a este tipo de gastos en proporción al derecho que le corresponda en los
bienes de dominio común, salvo que el reglamento de copropiedad establezca otra forma de contribución.
Entendemos que la indemnización podrá satisfacerse mediante la inversión del llamado fondo común de
reserva que la ley obliga a formar en todo condominio (salvo el de viviendas sociales), justamente para
afrontar gastos ‘urgentes o imprevistos’ (art. 7 Ley N° 19.537), entre los cuales estará, sin duda, la obligación
de responder por los daños causados por el mal funcionamiento de un ascensor que no fue sujeto a la debida
certificación y cuidados de conservación en buen estado. Finalmente, digamos que el artículo 4 de la Ley N°
20.296, de 2008, establece una responsabilidad infraccional que pueden conocer los Juzgados de policía Local
para distintos incumplimientos de la normativa relativa a la instalación, mantención y certificación de los
ascensores. Las sanciones se gradúan según se trate de infracciones leves, graves o gravísimas. Aunque la
norma parece general, del tenor de las sanciones se deduce que esta responsabilidad infraccional se aplica
solamente a las empresas que prestan servicios de instalación, mantención y certificación de los ascensores.
Según la norma habrá infracción gravísima si por sentencia ejecutoriada la empresa ha sido condenada por
responsabilidad civil o penal derivada de los referidos servicios (art. 4 letra e)”: Corral Talciani, Hernán,
Derecho y Academia, el blog de Hernán Corral Talciani, en www.corraltalciani.wordpress.com
“Responsabilidad civil por accidente en ascensores” (consultado el 11 de enero de 2016). En esta materia
debe tenerse presente además la Ley N° 20.296, que “Establece disposiciones para la instalación,
mantención e inspección periódica de los ascensores y otras instalaciones similares”, a la que hicimos
referencia al señalar las modificaciones que ha experimentado la Ley N° 19.537 sobre Copropiedad
Inmobiliaria. La Ley N° 20.296, además, modificó la Ley General de Urbanismo y Construcción, incorporando
en ésta el art. 159 bis.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 65


Reglamento, en algunos casos, junto con establecer funciones otorgan ciertas facultades
para cumplirlas (incluso, a veces, regula la forma de ejercer estas facultades). En otras
ocasiones las facultades están implícitas en las funciones que se conceden. Si no obstante
ello persisten las dudas, deberá recurrirse a las reglas generales del Derecho y,
especialmente, a aquella contenida en el artículo 2132 del Código Civil, según el cual, ‘el
mandato no confiere naturalmente al mandatario más que el poder de efectuar los actos
de administración’ (‘para todos los actos que salgan de estos límites, necesitará de poder
especial’). La doctrina civil ha entendido que ‘administrar’ es adoptar las medidas de
carácter material o jurídico tendientes a conservar los bienes, a incrementarlos y obtener
las ventajas que pueden procurar. De este modo, la administración comprende la
ejecución de actos de conservación y aquellos tendientes a obtener el provecho o
rendimiento de los bienes administrados. Muy excepcionalmente se entienden
comprendidos los actos de disposición (sólo cuando pertenecen al giro ordinario de lo
administrado)”.70

d) Obligación de rendir cuenta: el administrador estará obligado a rendir cuenta


documentada de su administración en las épocas que se le hayan fijado y, además, cada
vez que se lo solicite la asamblea de copropietarios o el Comité de Administración, en su
caso, y al término de su gestión. Para estos efectos, los copropietarios tendrán acceso a la
documentación correspondiente (art. 23º, inc. 7º).
El art. 17°, inc. 3°, establece que en la asamblea ordinaria de copropietarios, la
administración deberá dar cuenta documentada de su gestión. Dicha rendición deberá
abarcar los últimos doce meses (art. 20°, inc. 3° del Reglamento de la Ley).
De acuerdo al art. 33°, inc. 1°, letra c) de la Ley, el Juez de Policía Local podrá, a
petición de cualquier copropietario, “Exigir al administrador que someta a la aprobación
de la asamblea de copropietarios rendiciones de cuentas, fijándole plazo para ello y, en
caso de infracción, aplicarle la multa a que alude la letra anterior”. Se trata de la multa
prevista en el penúltimo inciso del art. 32° de la Ley (una a tres unidades tributarias
mensuales).
El art. 27° del Reglamento de la Ley, reitera que el administrador estará obligado a
rendir cuenta documentada de su administración en los plazos y forma que se hayan
fijado en el reglamento de copropiedad o por el Comité de Administración y, además,
cada vez que se lo solicite la asamblea de copropietarios o el Comité de Administración, y
al término de su gestión.

d) Prohibiciones que tiene el administrador.


Dos prohibiciones se contemplan:
1. No podrá el administrador representar a ningún copropietario en la asamblea (art. 20°,
inc. 2°).
2. No podrá el administrador integrar el comité de administración (art. 22°, inc. 2°).

70
Sepúlveda, Escudero & Cía. Ltda., Manual de la Administración de la Copropiedad Inmobiliaria, ob. cit., pp.
16 y 17.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 66


5.- Mantención de una cuenta corriente o de ahorro (art. 23, inc. 6º de la Ley y art. 28°
del Reglamento de la Ley).

Todo condominio deberá mantener una cuenta corriente bancaria o una cuenta
de ahorro, exclusiva del condominio, sobre la que podrán girar la o las personas que
designe la asamblea de copropietarios. Las entidades correspondientes, a requerimiento
del administrador o del Comité de Administración, procederán a la apertura de la cuenta
a nombre del respectivo condominio, en que se registre el nombre de la o de las personas
habilitadas.
El art. 28° del Reglamento de la Ley, consigna que será una obligación del
administrador o del Comité de Administración, abrir la cuenta, registrando el nombre de
la o de las personas designadas por la asamblea de copropietarias para girar en ellas.

6.- De las subadministraciones (art. 25º de la Ley y art. 30° del Reglamento de la Ley).

El reglamento de copropiedad o la asamblea podrán establecer


subadministraciones en un mismo condominio, debiendo siempre mantenerse una
administración central. Para estos efectos, la porción del condominio correspondiente a
cada subadministración deberá constar en un plano complementario del plano del
condominio.
El reglamento de copropiedad especificará las funciones de las
subadministraciones y su relación con la administración central.
Los subadministradores estarán subordinados a la administración central y se
relacionarán a través de ésta con el Comité de Administración.
En caso de existir subadministraciones, un representante de cada una de ellas
deberá integrar el Comité de Administración Central, no pudiendo éste, en ningún caso,
estar compuesto por menos de tres personas.

7.- De la administración conjunta (art. 26º).

Dos o más condominios ubicados en una misma comuna, podrán convenir su


administración conjunta, previo acuerdo adoptado en asamblea extraordinaria
especialmente citada al efecto.
En el acuerdo respectivo se facultará a los presidentes de los respectivos Comités
de Administración para suscribir el respectivo convenio, señalándose las condiciones
generales que éste deberá contemplar.
El acuerdo y el convenio señalados deberán reducirse a escritura pública, siendo
aplicables a ellos las mismas normas que regulan el reglamento de copropiedad.

8.- Del Reglamento de Copropiedad.

a) Concepto y naturaleza jurídica.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 67


La Ley N° 19.537 no define el “reglamento de copropiedad”, a pesar de que alude
a él en 29 de sus preceptos.71 Entre ellos, el más importante es el art. 28°, que señala sus
“objetos”, es decir, sus fines. El mencionado artículo expresa que los copropietarios
deberán “acordar” un reglamento de copropiedad. Se trata de una orden de la ley, pero
acto seguido se alude al consentimiento de los copropietarios. Nos encontramos por
ende ante un contrato, cuya celebración ordena la ley 72.
Nuestra doctrina lo ha definido como “la convención que se dan los copropietarios
de los inmuebles sometidos al régimen de copropiedad inmobiliaria, con el objeto de
regular el régimen administrativo interno del condominio, y sus relaciones en lo
concerniente al disfrute y administración de los bienes de dominio común, y, en especial,
precisar sus derechos y obligaciones recíprocas e imponerse las limitaciones que estimen
convenientes, y, en general, convenir las reglas que provean al buen régimen interno de
los inmuebles”.73 Se agrega que, “Esencialmente, el reglamento de copropiedad regula
dos órdenes de materias: a) Normas que señalan los derechos y obligaciones de los
titulares sobre las unidades y bienes de dominio común; y b) Normas que se refieren a la
administración del condominio”.74
Pero lo expresado acerca del carácter convencional del reglamento de
copropiedad no se aplica al primer reglamento de copropiedad, que será dictado por la
persona natural o jurídica propietaria del edificio o de las casas que llegarán a constituir
el condominio (que mientras no se haya enajenado la primera unidad aún no existe) 75, es
decir, por quien haya construido la obra (art. 29°, inc. 1°). En este caso, obviamente nos
encontramos ante un acto jurídico unilateral y no ante un contrato.
En la doctrina comparada, se han formulado planteamientos similares: “Nuestra
doctrina ampliamente mayoritaria considera que la naturaleza jurídica del reglamento de
copropiedad y administración es un contrato cuando hay condominio sobre el inmueble y
una oferta contractual cuando existe un único titular de dominio (…) El reglamento
reviste el carácter de un contrato discrecional cuando se celebra entre los condóminos, ya
que éstos pueden negociar libremente las cláusulas. En cambio, consiste en una oferta
contractual cuando es otorgado por el único dueño, pues falta la pluralidad de sujetos
requerida (…) Este acto unilateral de oferta contiene cláusulas predispuestas que, con la

71
Art. 2, N° 3, letra d) y N° 8; art. 3; art. 4; art. 5; art. 6; art. 10; art. 13; art. 14; art. 17; art. 19; art. 20; art. 21;
art. 22; art. 23; art. 25; art. 26; art. 28; art. 29; art. 30; art. 31; art. 32; art. 36; art. 39 bis; art. 41; art. 43; art.
44; art. 44 bis; art. 45; y art. 49.
72
A diferencia de lo que ocurría bajo la vigencia de la Ley N° 6.071, en la que el reglamento de copropiedad
era facultativo. Disponía su art. 55: “Los propietarios de los diversos pisos o departamentos en que se divida
un edificio podrán acordar reglamentos de copropiedad…”.
73
Figueroa Valdés, José Manuel, La Copropiedad Inmobiliaria. Nuevo régimen legal, 2ª edición actualizada,
Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2002, p. 279.
74
Figueroa Valdés, José Manuel, ob. cit., p. 279.
75
Si los dueños de la obra fueren dos o más personas, existirá entre ellas un cuasicontrato de comunidad,
regido por el Código Civil, pero no todavía “copropiedad inmobiliaria”, la que sólo existirá una vez que el
inmueble sea acogido a la Ley N° 19.537 y se enajene la primera unidad o los dueños de la obra liquiden su
comunidad y se adjudiquen los departamentos o casas. De cualquier manera, aún en el caso de que los
propietarios de la obra fueren dos o más personas, el acto jurídico por el cual generen el primer reglamento
de copropiedad será siempre un acto jurídico unilateral, pues todos ellos constituyen una sola voluntad. Se
trata de un acto jurídico unilateral pluripersonal complejo.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 68


aceptación del adquirente de una unidad funcional, da lugar a un contrato de
adhesión”.76

b) Características.
En nuestra opinión, el contrato presenta las siguientes características principales:
1. Contrato bilateral: los copropietarios se obligan recíprocamente.
2. Contrato oneroso: el contrato reporta utilidad para todos los contratantes, quienes
también se gravan cada uno a beneficio de los otros.
3. Contrato conmutativo: lo que cada una de las partes se obliga a dar, hacer y no hacer,
se mira como equivalente a lo que las otras partes deben dar, hacer y no hacer a su vez.
El contrato genera obligaciones tanto de dar (por ejemplo, pago de gastos comunes), de
hacer (por ejemplo, asistencia a las asambleas de copropietarios) y de no hacer (por
ejemplo, abstenerse de ejecutar acto alguno que perturbe la tranquilidad de los
copropietarios).
4. Contrato principal: subsiste por sí mismo, sin necesidad de otra convención.
5. Contrato solemne: pues debe celebrarse cumpliendo las solemnidades previstas en la
ley, a saber: que conste por escrito, que se reduzca a escritura pública y se inscriba en el
Registro de Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces respectivo.
6. Contrato plurilateral: se presenta esta variante de los contratos bilaterales, pues
además de celebrarse por dos o más partes, todas ellas contraen las mismas obligaciones
y adquieren similares derechos respecto de todos los demás. Además, las partes no son
“rígidas”, sino que van mutando, según se retiren e ingresen a la comunidad
copropietarios.
7. Contrato forzoso: pues la ley ordena a los copropietarios celebrarlo. Corresponde a un
contrato forzoso “ortodoxo” o “propiamente tal”, pues si bien la ley obliga a celebrarlo y
con quienes, admite a las partes fijar libremente parte de su contenido.
8. Contrato dirigido o normado por el legislador: aunque la ley otorga algún margen a la
autonomía de la voluntad y la libertad contractual, la última en lo que se refiere a la
libertad de configuración del contrato, parte importante de éste, sin embargo, debe
estipularse obedeciendo a preceptos de carácter imperativo. Pero no sólo es un contrato
dirigido en lo que se refiere a su contenido, sino también en lo relativo a las personas con
quienes debe celebrarse: los demás copropietarios que integran el condominio.
9. Contrato de duración indefinida: el contrato subsistirá, mientras subsista el condominio
acogido a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria.
10. Contrato nominado o típico: que la Ley llama “reglamento de copropiedad” 77.
11. Contrato libremente discutido, para quienes concurren a su celebración: sin perjuicio
de las materias que imperativamente impone el legislador, los términos del reglamento
pueden ser discutidos y acordados libremente por los copropietarios. Ello, en el

76
Soligo Schuler, Nicolás A., “Naturaleza jurídica del reglamento de copropiedad y administración”, en
Revista del Notariado, Buenos Aires, 2009, v. CXII, N° 895, p. 77.
77
José Manuel Figueroa Valdés plantea en cambio que estaríamos ante un contrato innominado, “ya que no
tiene un reconocimiento y reglamentación específicos dentro de nuestro Código Civil”: ob. cit., p. 279. No
compartimos esta opinión, pues el contrato sí está reconocido y reglamentado en la ley, no siendo relevante,
para estos efectos, que se trate de un cuerpo legal distinto del Código Civil.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 69


entendido que nos encontremos ante el reglamento de copropiedad que los
copropietarios acuerdan en virtud del art. 30° de la Ley, después de enajenarse el 75% de
las unidades. Mediando tal acuerdo, aunque éste consista en mantener el reglamento
vigente, ya no estaremos en rigor ante aquél dictado por el propietario de la obra, pues
pasó por el tamiz de la deliberación de los copropietarios.
12. Contrato de adhesión, cuando se trate del reglamento de copropiedad dictado por el
dueño de la obra que después se acogió al régimen de copropiedad inmobiliaria: según
dijimos, el acto jurídico por el cual se dicta este primer reglamento es unilateral,
consistente en una oferta de contrato. Este a su vez se originará, una vez que se enajene
la primera unidad. Para tal adquirente y para todos los que adquieran las demás unidades
en el futuro, el contrato será también de adhesión. Pero ello será así, mientras no se
verifique la aludida asamblea prevista en el art. 30° de la Ley, una vez enajenado el 75%
de las unidades que formen el condominio. Realizada tal asamblea, el contrato ya no será
de adhesión, pues todos los copropietarios, en una libre discusión, resolverán
mantenerlo, modificarlo o sustituirlo. Dicho en otros términos: el reglamento de
copropiedad será, temporalmente, un contrato de adhesión, pero no de manera
permanente. Después de la primera asamblea, dejará de tener tal carácter.78
13. Contrato colectivo: el contrato obligará no sólo a quienes hayan concurrido con su
voluntad a convenirlo, sino que también a todos los copropietarios que con
posterioridad, adquieran a cualquier título y modo, unidades en el condominio. Para él,
este contrato será obligatorio en su integridad, pues nada puede discutir de su contenido
(salvo si fuere contrario a la ley, pues en tal caso podrá impugnarlo ante el juez de policía
local y forzar su modificación). Por ello se ha dicho que “las cláusulas del reglamento de
copropiedad (…) integran el título de cada uno de los copropietarios y resultan
obligatorias por el solo hecho de ser titulares de dominio” 79. Lo anterior no debe
confundirse con el contrato de adhesión. El reglamento de copropiedad no es un contrato
de adhesión, pues éste supone que, para su nacimiento, las cláusulas las dicta una parte,
debiendo la otra aceptarlo en su integridad. Pero esto no ocurre cuando una persona
adquiere una unidad, pues al hacerlo el reglamento –es decir el contrato- ya existe, ya
opera entre los demás copropietarios. Por ello, lo correcto es hablar de un contrato
colectivo y no de un contrato de adhesión.

c) Objetos.
Dispone el art. 28º de la Ley que los copropietarios de un condominio deberán
acordar un reglamento de copropiedad con los siguientes objetos:
● Fijar con precisión sus derechos y obligaciones recíprocos;
78
José Manuel Figueroa Valdés plantea en cambio que estaríamos ante un contrato de adhesión, “dado que
el primer reglamento de copropiedad debe ser necesariamente dictado por la persona natural o jurídica
propietaria del condominio”: ob. cit., pp. 279 y 280. Concordamos con esta opinión, pero siempre y cuando
se entienda que estamos aludiendo al primer reglamento dictado por el propietario de la obra. Pero
discrepamos de esta opinión, si se plantea como característica permanente del contrato, pues como dijimos,
los copropietarios, con posterioridad, deben acordar si mantienen, modifican o sustituyen el reglamento de
copropiedad. Tras esta deliberación, el reglamento de copropiedad ya no puede considerarse como un
contrato de adhesión.
79
Soligo Schuler, Nicolás A., ob. cit., p. 79.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 70


● Imponerse las limitaciones que estimen convenientes;
● Dejar establecido que las unidades que integran el condominio, como asimismo los
sectores en que se divide y los bienes de dominio común, están identificados
individualmente en los planos del condominio, señalando el número y la fecha de archivo
de dichos planos en el Conservador de Bienes Raíces;
● Señalar los derechos que corresponden a cada unidad sobre los bienes de dominio
común, como asimismo la cuota con que el propietario de cada unidad debe contribuir al
pago de los gastos comunes, en conformidad a lo dispuesto en el art. 4º de la ley.
● Establecer lo concerniente a:
1º La administración y conservación de los bienes de dominio común;
2º Las multas por incumplimiento de obligaciones; y
3º La aplicación de alguna de las medidas permitidas en los incisos 3º y 4º del art. 5º de la
Ley (referidas a la suspensión del servicio eléctrico);
● Regular las formas de aprovechamiento de los bienes de dominio común, sus alcances y
limitaciones, como asimismo posibles cambios de destino de estos bienes;
● Otorgar a ciertos bienes el carácter de bienes comunes;
● Fijar las facultades y obligaciones del Comité de Administración y del Administrador;
● Establecer la asistencia necesaria para sesionar y las mayorías que se requerirán para
que la asamblea adopte acuerdos, tanto en las sesiones ordinarias como en las
extraordinarias, las que no podrán ser inferiores a las establecidas en el art. 19º de la ley;
● Fijar la periodicidad de las asambleas ordinarias y la época en que se celebrarán; y
● En general, determinar su régimen administrativo.
En el silencio del reglamento de copropiedad, regirán las normas del reglamento
de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, que se aprobó mediante Decreto Supremo dictado
a través del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (art. 30, inc. 2º). Como se dijo, se trata
del Decreto Supremo N° 46, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, publicado en el
Diario Oficial con fecha 17 de junio de 1998.
Las normas del reglamento de copropiedad serán obligatorias para los
copropietarios, para quienes les sucedan en el dominio y para los ocupantes de las
unidades a cualquier título (art. 30, inc. 3º).

d) Requisitos del primer reglamento de copropiedad (art. 29º).


Será dictado por la persona natural o jurídica propietaria del condominio,
teniendo en consideración las características propias del condominio (inc. 1º). Se trata,
usualmente, de la empresa inmobiliaria o constructora que desarrolla el proyecto
inmobiliario consistente en un edificio o conjunto de viviendas, oficinas, locales, etc.
Deberá contener las menciones específicas para los diferentes aspectos a que se
refiere el art. 28 y en él no podrán fijarse mayorías superiores a las establecidas en el art.
19º. Este instrumento deberá ser reducido a escritura pública e inscrito en el registro de
Hipotecas y Gravámenes del conservador de Bienes Raíces respectivo como exigencia
previa para obtener el certificado que acoge un condominio al régimen de copropiedad
inmobiliaria y al cual alude el art. 10º, inciso 2º de la Ley (inc. 2º).
No se podrán establecer, en el primer reglamento de copropiedad ni en sus
modificaciones, disposiciones que impidan el ingreso de empresas de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 71


telecomunicaciones. Asimismo, se prohíbe al titular del proyecto recibir cualquier tipo de
prestación por parte de las empresas de telecomunicaciones o de sus personas
relacionadas, que tengan por objeto financiar o construir instalaciones de
telecomunicaciones, o la adopción de cualquier tipo de acuerdo destinado a asegurar
alguna forma de exclusividad en la prestación de los servicios ofrecidos por aquéllas. Esta
última prohibición también será aplicable a la asamblea de copropietarios y al Comité de
Administración (inc. 3º).

e) Convocatoria para mantener, modificar o sustituir el primer reglamento de


copropiedad (art. 30º).
Una vez enajenado el 75% de las unidades que formen parte de un condominio
nuevo, el Administrador deberá convocar a asamblea extraordinaria, la que se
pronunciará sobre la mantención, modificación o sustitución del primer reglamento de
copropiedad.80
La convocatoria deberá hacerse dentro de los 30 días siguientes de la inscripción
de la última de dichas enajenaciones en el Registro de Propiedad del Conservador de
Bienes Raíces (art. 5º, inc. 4º del Reglamento de la Ley).

f) Impugnación del reglamento de copropiedad (art. 31º de la Ley y art. 8° del Reglamento
de la Ley).
Los copropietarios que se sientan afectados por disposiciones del reglamento de
copropiedad del condominio, por estimar que ha sido dictado con infracción de normas
de la Ley en análisis o de su Reglamento, o que contiene disposiciones contradictorias o
que no corresponden a la realidad de ese condominio o de manifiesta arbitrariedad en el
trato a los distintos copropietarios, podrán demandar ante el tribunal que corresponda o
ante el juez árbitro, de acuerdo a los artículos 33º y 34º de la Ley, la supresión,
modificación o reemplazo de las normas impugnadas.
La acción se notificará al administrador del condominio, que para estos efectos
tendrá la calidad de representante legal de los restantes copropietarios, debiendo
ponerla en conocimiento de cada uno de los copropietarios, dentro de los 5 días hábiles
siguientes a dicha notificación, mediante comunicación escrita dirigida al domicilio
registrado por éstos en la administración o a falta de éste, a la respectiva unidad. En todo
caso, cualquier copropietario podrá hacerse parte en el juicio.
Si el Juez acogiere la demanda, ordenará que se proceda a extender la escritura
pública complementaria del reglamento de copropiedad que contenga la supresión,
modificación o reemplazo materia de la acción interpuesta (art. 8°, inc. 5° del Reglamento
de la Ley).
80
Como se expone en el acápite de “criterios jurisprudenciales”, se concluye en una sentencia de la Corte de
Apelaciones de San Miguel de 10 de enero de 2014, confirmada por sentencia de la Corte Suprema de 18 de
marzo de 2014, que mientras no se obtenga el aludido porcentaje de unidades enajenadas, la comunidad
respectiva no estará “[o]perativa”, y podrá en consecuencia demandarse a la empresa inmobiliaria que
construyó el edificio: “la comunidad de copropietarios no se encontraba operativa, ya que no se acreditó la
enajenación de un número suficiente de unidades que permitiera la realización de la Asamblea Extraordinaria
a que se refiere el artículo 30 de la Ley N° 19.537 y por dicho motivo y para los efectos netamente laborales
entendieron que la demandada solidaria debía considerarse como dueña de la obra”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 72


9.- De los tribunales competentes y del procedimiento aplicable (arts. 32° y 33º).

a) Regla general.
Corresponderá al Juez de Policía Local conocer y resolver sobre las contiendas
originadas en un condominio acogido a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria. Así se
desprende de los artículos 32 y 33 de la Ley. Revisaremos por separado las materias a que
puede avocarse, según lo dispuesto en uno u otro precepto.
a.1) Competencia del juez de policía local de conformidad al art. 32 de la Ley.
Según se analizó, el art. 32 se refiere al uso de las unidades, por parte de los
copropietarios o por cualquiera otra persona en calidad de arrendatario u ocupante a
cualquier título. En el marco de este precepto, se contemplan limitaciones y restricciones,
cuyo incumplimiento originará responsabilidad infraccional, que será sancionada con
multa de una a tres unidades tributarias mensuales, que podrá elevarse al doble en caso
de reincidencia.
Podrán denunciar estas infracciones: i) El Comité de Administración; ii) el
administrador; y iii) cualquier persona afectada.
La denuncia o querella infraccional deberá hacerse dentro de los tres meses
siguientes a la ocurrencia de la infracción.
Lo anterior, agrega el art. 32, “sin perjuicio de las indemnizaciones que en derecho
correspondan”. Se trata aquí de responsabilidad civil. Respecto a esta frase, surge la
siguiente duda, para que el juez de policía local pueda conocer de una demanda civil
indemnizatoria: ¿la eventual responsabilidad civil puede demandarse de manera
autónoma a la responsabilidad infraccional, o necesariamente ésta es el presupuesto
para demandar también, de manera conjunta, la primera?
La cuestión no es pacífica. Algunos, sostienen que el juez de policía local sólo
podría conocer de una demanda que persiga responsabilidad civil, en la medida en que
también esté conociendo de una denuncia o querella por responsabilidad infraccional. Si
ésta última no se denuncia, la acción civil indemnizatoria por responsabilidad
extracontractual, sólo podría conocerse por un juez civil. 81 Este doctrina, se funda en lo
dispuesto en el art. 9, inc. 1° de la Ley N° 18.287, que “Establece procedimiento ante los
juzgados de policía local”: “Artículo 9°. El Juez será competente para conocer de la acción
civil, siempre que se interponga, oportunamente, dentro del procedimiento
contravencional”.
Así, por ejemplo, un copropietario podría haber sido multado por infringir las
normas sobre emisión de ruidos molestos durante una fiesta que se lleva a cabo en su
departamento, constatándose que en la misma ocasión, aquél ocasionó daños en un
ascensor del edificio, hecho que quedó registrado en una cámara de seguridad. En este
caso, se demandaría ante el Juez de Policía Local el pago de la multa (responsabilidad
infraccional) y la pertinente indemnización de perjuicios por el daño causado al
mencionado bien común (responsabilidad civil). En el ejemplo planteado, la demanda civil
debe interponerse por el administrador del condominio, conjuntamente con perseguir el
81
Revisar en “Criterios jurisprudenciales” sentencia N° 26, de la Corte de Apelaciones de Santiago de fecha
24 de octubre de 2016.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 73


pago de la multa respectiva por infracción a las limitaciones y restricciones que pesan
sobre los copropietarios. Para esta primera doctrina, probablemente la mayoría de los
casos en los que un juez de policía local podría conocer de la demanda civil, serían
aquellos en que el demandante es la Comunidad, y no uno de los copropietarios, pues
éste último no podrá perseguir responsabilidad infraccional.
Otros consideran que el juez de policía local sí puede conocer de una acción civil,
de manera autónoma a la denuncia o querella infraccional, es decir, sin necesidad de
haber interpuesto ésta conjuntamente con la primera. Ello, atendido a que: i) el art. 32,
inc. 3°, después de aludir a la responsabilidad infraccional, señala: “Lo anterior, sin
perjuicio de las indemnizaciones que en derecho correspondan”; ii) El inc. final del mismo
artículo, expresa que “Serán responsables, solidariamente, del pago de las multas e
indemnizaciones por infracción a las obligaciones de este artículo, el infractor y el
propietario de la respectiva unidad, sin perjuicio del derecho de este último de repetir
contra el infractor”. Para esta doctrina, entonces, un mismo juez –el de Policía Local-
podría imponer el pago de la multa y de la indemnización, y si el infractor y el propietario
fueren personas distintas, habría responsabilidad solidaria.
Quienes sostienen la primera doctrina, en cambio, podrían argumentar que la
solidaridad legal no dice relación con la competencia del juez, sino con un efecto de la
sentencia. Así, si se trata de la sentencia que condena al pago de la multa o al pago de la
multa y a la indemnización de perjuicios, dictada por el juez de policía local, serán
solidariamente responsables el infractor y el propietario. A su vez, si se trata de la
sentencia que sólo condena al pago de la indemnización de perjuicios, dictada por el juez
civil, serán solidariamente responsables el causante del daño y el propietario.
En cuanto al tenor del inc. 1° del art. 9 de la Ley N° 18.287, los partidarios de la
segunda doctrina consideran que de él no puede desprenderse que el juez de policía local
no tenga competencia para conocer de manera autónoma de la acción civil, atendidas las
siguientes razones: i) El inc. 2° del precepto, alude a los accidentes del tránsito, de
manera que podría entenderse que el inc. 1° aplica sólo para ésta clase de causas 82; ii) El
art. 7, inc. 1° de la misma ley, dispone que el juicio podrá iniciarse por “demanda,
denuncia de particulares o querella”. Si puede iniciarse por “demanda”, querría decir que
puede reclamarse sólo indemnización civil, sin que de manera conjunta se pida que se
haga efectiva la responsabilidad infraccional a través de una “denuncia” o “querella”; iii)
Por lo demás, se agrega, existen otros casos en donde no es necesario iniciar el
procedimiento contravencional, como ocurre tratándose de la Ley N° 19.496, de
Protección de los Derechos de los Consumidores 83.
Como se observa, el tema no es pacífico. Personalmente, nos inclinamos por la
primera doctrina, al menos en el contexto de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria. En

82
El argumento nos parece dudoso, pues el inc. 2° se inicia con las siguientes expresiones: “En los casos de
accidentes del tránsito, la demanda civil deberá notificarse con tres días de anticipación al comparendo de
contestación y prueba que se celebre”. Por ende, en los demás casos, que se refieran a otras materias, no
regiría tal exigencia.
83
Dispone el Artículo 50 B de la Ley N° 19.496: “Los procedimientos previstos en esta ley podrán iniciarse por
demanda, denuncia o querella, según corresponda. En lo no previsto en el presente Párrafo, se estará a lo
dispuesto en la ley Nº 18.287 y, en subsidio, a las normas del Código de Procedimiento Civil”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 74


efecto, a los argumentos ya señalados, se puede agregar otro: el tenor literal del inc. 3°
del art. 32 de la Ley N° 19.537. En efecto, el inciso comienza aludiendo a “La infracción”,
que será sancionada con multa. Luego, se explica cuándo hay reincidencia en la
“infracción”. Más adelante, el inciso vuelve a referirse a que “Podrán denunciar estas
infracciones” las personas y en el plazo que allí se indica. Sólo al final del inciso, se agrega
la frase “Lo anterior, sin perjuicio de las indemnizaciones que en derecho correspondan”.
Es decir, “Lo anterior” es la denuncia hecha a consecuencia de una infracción, de la que
ciertamente conoce el Juez de Policía Local. Y junto con ella, pero no en ausencia de ella,
podrá demandarse también indemnización de perjuicios. Puesto que hay una denuncia
por infracción, es que dicho Juez podrá conocer y resolver también acerca de una
demanda indemnizatoria.
De cualquier manera, lo que está claro es que el plazo de la prescripción de las
acciones para perseguir la responsabilidad “infraccional” y la “civil” es diferente: en el
primer caso, será de tres meses, contados desde la ocurrencia de la infracción (art. 32,
inc. 3° de la Ley); en el segundo caso, será de cuatro años, contados desde la perpetración
del acto (art. 2332 del Código Civil).
a.2) Competencia del juez de policía local de conformidad al art. 33 de la Ley.
Además de la competencia que el art. 32 le otorga al juez de policía local, el art. 33
de la Ley le confiere también competencia para otros asuntos. En efecto, dispone esta
última norma que serán de competencia de los juzgados de policía local correspondientes
y se sujetarán al procedimiento establecido en la Ley Nº 18.287, las contiendas que se
promuevan entre los copropietarios o entre éstos y el administrador, relativas a la
administración del respectivo condominio, para lo cual estos tribunales estarán investidos
de todas las facultades que sean necesarias a fin de resolver esas controversias. En el
ejercicio de estas facultades, el juez podrá, a petición de cualquier propietario:
i) Declarar la nulidad de los acuerdos adoptados por la asamblea con infracción de las
normas de la Ley en análisis y de su Reglamento o de las de los reglamentos de
copropiedad.
ii) Citar a asamblea de copropietarios, si el administrador o el presidente del Comité de
Administración no lo hiciere, aplicándose al efecto las normas contenidas en el art. 654
del Código de Procedimiento Civil84, en lo que fuere pertinente. A esta asamblea deberá
asistir un notario como ministro de fe, quien levantará acta de lo actuado. El notario
deberá ser remunerado por los copropietarios y no será necesario que a la asamblea

84
“Art. 654. (811). Para acordar o resolver lo conveniente sobre la administración pro-indiviso, se citará a
todos los interesados a comparendo, el cual se celebrará con sólo los que concurran. / No estando todos
presentes, sólo podrán acordarse, por mayoría absoluta de los concurrentes, que represente a lo menos la
mitad de los derechos de la comunidad, o por resolución del tribunal a falta de mayoría, todas o algunas de
las medidas siguientes:
1a. Nombramiento de uno o más administradores, sea de entre los mismos interesados o extraños;
2a. Fijación de los salarios de los administradores y de sus atribuciones y deberes;
3a. Determinación del giro que deba darse a los bienes comunes durante la administración pro-indiviso y del
máximum de gastos que puedan en ella hacerse; y
4a. Fijación de las épocas en que deba darse cuenta a los interesados, sin perjuicio de que ellos puedan
exigirlas extraordinariamente, si hay motivo justificado, y vigilar la administración sin embarazar los
procedimientos de los administradores”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 75


asista el juez que la hubiere convocado (art. 8º del Reglamento de la Ley). La citación a
asamblea se notificará mediante carta certificada sujetándose a lo previsto en el inciso
primero del art. 18º de la Ley en comento. Para estos efectos, el administrador, a
requerimiento del juez, deberá poner a disposición del tribunal la nómina de
copropietarios a que se refiere el citado inciso primero, dentro de los 5 días siguientes
desde que le fuere solicitada y si así no lo hiciere, se le aplicará la multa prevista en el
penúltimo inciso del art. 32º de la Ley en estudio.
iii) Exigir al administrador que someta a la aprobación de la asamblea de copropietarios
las rendiciones de cuenta, fijándole plazo para ello y, en caso de infracción, aplicarle la
multa a que alude la letra anterior.
iv) Citar a asamblea de copropietarios a fin de que se proceda a elegir el Comité de
Administración en los casos en que no lo hubiere. La citación a asamblea se notificará
mediante carta certificada, conforme a una nómina que deberá ser puesta a disposición
del tribunal por los copropietarios que representen, a lo menos, el 5% de los derechos en
el condominio. No obstante, tratándose de condominios de viviendas sociales, el juez
podrá disponer que un funcionario del tribunal o de la municipalidad respectiva notifique
la citación a asamblea mediante la entrega de esta última a cualquier persona adulta que
se encontrare en el domicilio del copropietario o a través de su fijación en la puerta de
ese lugar, conforme a una nómina de copropietarios que deberá ser proporcionada por
quien solicitó la citación. Para este efecto, el juez podrá solicitar al Conservador de Bienes
Raíces competente que complemente dicha nómina respecto de aquellas unidades cuyos
dueños no estuvieren identificados, de acuerdo con las inscripciones de dominio vigentes.
Asimismo, podrá disponer que un funcionario del tribunal o de la municipalidad
respectiva se desempeñe como ministro de fe (art. 40° del Reglamento de la Ley).
v) En general, adoptar todas las medidas necesarias para la solución de los conflictos que
afecten a los copropietarios derivados de su condición de tales.
Las resoluciones que se dicten en las gestiones a que se alude precedentemente
serán apelables, aplicándose a dicho recurso las normas contempladas en el Título III de
la Ley Nº 18.287.

b) Cobro de gastos comunes.


Recuérdese, como se dijo, que el cobro de gastos comunes se sujetará al
procedimiento del juicio ejecutivo del Título I del Libro Tercero del Código de
Procedimiento Civil y su conocimiento corresponderá al Juez de Letras en lo Civil
respectivo y no al de policía local.
En ese juicio, se podrá obtener el embargo de las unidades de propiedad del
ejecutado y de ser necesario, subastarlas para que la comunidad se pague con el
producto de la venta forzada.

c) Demanda por fallas o defectos estructurales, de elementos constructivos o de las


instalaciones, de terminaciones de las obras, o de otra índole, que se presenten en las
unidades de un condominio.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 76


En este caso, será competente también el Juez de Letras en lo Civil. Las reglas
contempladas en el art. 18° de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, son las
siguientes:
● El propietario primer vendedor de una construcción será responsable por todos los
daños y perjuicios que provengan de fallas o defectos de ella, sea durante su ejecución o
después de terminada. Se trata de una responsabilidad objetiva, similar a la que opera en
el Código Civil tratándose de vicios redhibitorios. No se exige culpa del primer vendedor,
y éste deberá responder por el hecho de los terceros a quienes encomendó la
construcción.
● En el caso anterior, el propietario podrá repetir en contra de quienes sean
responsables de las fallas o defectos de construcción, que hayan dado origen a los daños
y perjuicios.
● En el caso de que la construcción no sea transferida, esta responsabilidad recaerá en el
propietario del inmueble respecto de terceros que sufran daños o perjuicios como
consecuencia de las fallas o defectos de aquélla.
● Los proyectistas serán responsables por los errores en que hayan incurrido, si de éstos
se han derivado daños o perjuicios.
● Sin perjuicio de lo establecido en la regla tercera del artículo 2003 del Código Civil (el
artículo 18, erróneamente, alude al “número” tres del artículo), los constructores serán
responsables por las fallas, errores o defectos en la construcción, incluyendo las obras
ejecutadas por subcontratistas y el uso de materiales o insumos defectuosos, sin perjuicio
de las acciones legales que puedan interponer a su vez en contra de los proveedores,
fabricantes y subcontratistas.
● Las personas jurídicas serán solidariamente responsables con el profesional
competente que actúe por ellas como proyectista o constructor respecto de los señalados
daños y perjuicios.
● El propietario primer vendedor estará obligado a incluir en la escritura pública de
compraventa, una nómina que contenga la individualización de los proyectistas y
constructores a quienes pueda asistir responsabilidad de acuerdo al citado artículo 18º.
Tratándose de personas jurídicas, deberá individualizarse a sus representantes legales.
● Las condiciones ofrecidas en la publicidad, se entenderán incorporadas al contrato de
compraventa.
● Los planos y especificaciones técnicas definitivos, como asimismo el Libro de Obras a
que se refiere el artículo 143 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, se
mantendrán en un archivo de la Dirección de Obras Municipales, a disposición de los
interesados.
● La responsabilidad civil a que se refiere el artículo 18º, tratándose de personas jurídicas
que se hayan disuelto, se hará efectiva respecto de quienes eran sus representantes
legales a la fecha de celebración del contrato.
Si los daños que se invocan sólo afectan al propietario de una unidad, éste
demandará, tanto por los daños patrimoniales como por los morales. En cambio, si los
daños afectan a bienes de dominio común del condominio respectivo, la demanda por la
cual se pretenda obtener el debido resarcimiento patrimonial, deberá ser interpuesta por
el administrador del condominio, pues conforme al art. 23° de la Ley, él es quien

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 77


representa en juicio, activa y pasivamente, a los copropietarios, en las causas
concernientes a la administración y conservación del condominio. Pero en este último
caso, la Corte Suprema ha concluido que la demanda podría interponerse por el
copropietario de una unidad, pero sólo respecto al resarcimiento del daño moral. 85
Las acciones para hacer efectivas las responsabilidades a que se refiere el artículo
18º de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, prescribirán en los plazos que se
señalan a continuación:
● En el plazo de diez años, en el caso de fallas o defectos que afecten a la estructura
soportante del inmueble;
● En el plazo de cinco años, cuando se trate de fallas o defectos de los elementos
constructivos o de las instalaciones;
● En el plazo de tres años, si hubieren fallas o defectos que afecten a elementos de
terminaciones o de acabado de las obras;
● En el plazo de cinco años, en los casos de fallas o defectos no incorporados
expresamente en las tres hipótesis precedentes, o que no sean asimilables o equivalentes
a los mencionados en éstas;86
● Los plazos de prescripción se contarán desde la fecha de la recepción definitiva de la
obra por parte de la Dirección de Obras Municipales (para tales efectos, el citado
organismo emite un “Certificado de Recepción Final”), con excepción del señalado en el
tercero de los casos (elementos de terminaciones o de acabado de las obras), que se
contará a partir de la fecha de la inscripción del inmueble a nombre del comprador en el
Conservador de Bienes Raíces respectivo.
Por su parte, el artículo 19 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones,
contempla las siguientes disposiciones:
● Las causas a que dieren lugar las acciones a que se refiere el artículo 18, se tramitarán
conforme con las reglas del procedimiento sumario establecido en el Título XI del Libro III
del Código de Procedimiento Civil.
● Con todo, las partes podrán someter las controversias a la resolución de un árbitro de
derecho que, en cuanto al procedimiento, tendrá las facultades de arbitrador a que se
refiere el artículo 223 del Código Orgánico de Tribunales. El árbitro deberá ser designado
por el juez letrado competente y tener, a lo menos, cinco años de ejercicio profesional.
● En caso de que el inmueble de que se trata comparta un mismo permiso de edificación
y presente fallas o defectos de los señalados en el artículo 18, será aplicable el
procedimiento especial para protección del interés colectivo o difuso de los consumidores
establecido en el Párrafo 2º del Título IV de la Ley número 19.496, cuerpo legal que
“Establece normas sobre protección de los derechos de los consumidores”, cuyo Título IV,
se ocupa “Del procedimiento a que da lugar la aplicación de esta ley y del procedimiento
para la defensa del interés colectivo o difuso”, Párrafo 2º, “Del Procedimiento Especial

85
Ver sentencia de la Corte Suprema de 29 de marzo de 2011, autos Rol N° 2.441-2009, en “Criterios
jurisprudenciales”.
86
Estos plazos fueron fijados por la Ley N° 20.016, publicada en el Diario Oficial de 27 de mayo de 2005 y
vigente a partir del 25 de agosto del mismo año, que modificó a la Ley General de Urbanismo y
Construcciones.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 78


para Protección del Interés Colectivo o Difuso de los Consumidores”, artículos 51 a 54 G,
con algunas salvedades.

d) Juicios entre copropietarios, cuando se trata de causas no vinculadas con la


administración del condominio.
Puede ocurrir que un copropietario sea responsable de los daños ocasionados a
otro de los copropietarios. Por ejemplo, cuando el mal estado de las instalaciones de
baños y cocinas, producen filtraciones o inundaciones que afectan la unidad contigua o a
una situada en el piso inferior. En este caso, el juez de policía local podrá ser competente
en virtud de lo dispuesto en el art. 32 por infracción a una limitación o restricción
impuesta por la Ley (y no conforme al art. 33, pues no se trata de una contienda “relativa
a la administración del condominio”). En efecto, una de las limitaciones o restricciones
impuestas por el art. 32, dice relación a no ejecutar actos que comprometan la seguridad,
salubridad y habitabilidad del condominio o de sus unidades, cual sería el caso de una
filtración o inundación atribuible al propietario u ocupante de otra unidad, que ocasione
daño a otro copropietario u ocupante.
Nos remitimos a lo expuesto a propósito de la competencia del juez de policía
local, y la discusión originada en cuanto a si puede o no conocer de la demanda civil
indemnizatoria con autonomía a una denuncia que persiga la imposición de
responsabilidad infraccional.
El copropietario causante de los daños, deberá responder ante el afectado,
encontrándonos ante un caso de responsabilidad civil extracontractual, regido por las
normas del Código Civil, artículos 2314 a 2334.
Si la demanda se interpone ante el Juez de Policía Local, regirá el procedimiento
contemplado en la Ley N° 18.287. En caso contrario, la demanda deberá interponerse
ante el Juez de Letras en lo Civil y usualmente, el juicio será ordinario de menor cuantía o
de mínima cuantía, según si la cantidad demandada fluctúa entre 10 y 500 unidades
tributarias mensuales (juicio de menor cuantía, artículos 698 a 702 del Código de
Procedimiento Civil) o fuere inferior a 10 unidades tributarias mensuales (artículos 703 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil).
Normalmente, en forma previa, el afectado deberá recurrir a la Dirección de Obras
Municipales, conforme lo indicaremos en el N° 11.

10.- Sometimiento de contiendas a la resolución de árbitros arbitradores (art. 34º de la


Ley y art. 8° del Reglamento de la Ley).

a) Regla general.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 33º, las contiendas a que se refiere el inciso
primero de dicho artículo, podrán someterse a la resolución del juez árbitro arbitrador a
que se refiere el art. 223 del Código Orgánico de Tribunales 87.

87
“Art. 223. El árbitro puede ser nombrado, o con la calidad de árbitro de derecho, o con la de árbitro
arbitrador o amigable componedor. / El árbitro de derecho fallará con arreglo a la ley y se someterá, tanto en
la tramitación como en el pronunciamiento de la sentencia definitiva, a las reglas establecidas para los jueces
ordinarios, según la naturaleza de la acción deducida. / El arbitrador fallará obedeciendo a lo que su

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 79


En contra de la sentencia arbitral, se podrán interponer los recursos de apelación
y de casación en la forma, conforme a lo previsto en el art. 239º del Código Orgánico de
Tribunales.88
El árbitro deberá ser designado por acuerdo de la asamblea y, a falta de acuerdo,
por el juez letrado de turno, pudiendo ser sustituido o removido en cualquier momento
por acuerdo de la asamblea, siempre que no esté conociendo causas pendientes.

b) Prohibición tratándose del primer reglamento de copropiedad.


La circunstancia de que el juez árbitro sea designado por la asamblea o en subsidio
por el juez de letras, explica que en el primer reglamento de copropiedad, dictado por la
persona natural o jurídica propietaria del condominio, no pueda someterse al
conocimiento de un juez árbitro los conflictos que afecten a los copropietarios (art. 5º,
inc. 3º del Reglamento de la Ley).

11.- Solución extrajudicial de los conflictos (art. 35º de la Ley y art. 8° del Reglamento de
la Ley).

La respectiva municipalidad podrá atender extrajudicialmente los conflictos que se


promuevan entre los copropietarios o entre éstos y el administrador, y al efecto estará
facultada para citar a reuniones a las partes en conflicto para que expongan sus
problemas y proponer vías de solución, haciendo constar lo obrado y los acuerdos
adoptados en actas que se levantarán al efecto.
La copia del acta correspondiente, autorizada por el secretario municipal
respectivo, constituirá plena prueba de los acuerdos adoptados y deberá agregarse al
libro de actas del Comité de Administración.
Nótese que la municipalidad no está obligada a intervenir, pues la Ley dice que
“podrá” atender extrajudicialmente, no que “deberá” hacerlo. En cambio, tratándose de
condominios de viviendas sociales, según se verá, la municipalidad está obligada a
intervenir si así se le requiere (art. 46º Ter).
Usualmente, la Dirección de Obras actuará a petición de uno de los
copropietarios, afectado por los actos u omisiones de otro copropietario. Por ejemplo,
tratándose de filtraciones o inundaciones. En casos como estos, hecha la denuncia por el

prudencia y la equidad le dictaren, y no estará obligado a guardar en sus procedimientos y en su fallo otras
reglas que las que las partes hayan expresado en el acto constitutivo del compromiso, y si éstas nada
hubieren expresado, a las que se establecen para este caso en el Código de Procedimiento Civil. / Sin
embargo, en los casos en que la ley lo permita, podrán concederse al árbitro de derecho facultades de
arbitrador, en cuanto al procedimiento, y limitarse al pronunciamiento de la sentencia definitiva la aplicación
estricta de la ley”.
88
“Art. 239. Contra una sentencia arbitral se pueden interponer los recursos de apelación y casación para
ante el tribunal que habría conocido de ellos si se hubieran interpuesto en juicio ordinario; a menos que las
partes, siendo mayores de edad y libres administradoras de sus bienes, hayan renunciado dichos recursos, o
sometídolos también a arbitraje en el instrumento del compromiso o en un acto posterior. / Sin embargo, el
recurso de casación en el fondo no procederá en caso alguno contra las sentencias de los arbitradores, y el de
apelación sólo procederá contra dichas sentencias cuando las partes, en el instrumento en que constituyen el
compromiso, expresaren que se reservan dicho recurso para ante otros árbitros del mismo carácter y
designaren las personas que han de desempeñar este cargo”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 80


efectado, el Departamento de Inspección de la Dirección mencionada, dispondrá que
personal calificado inspeccione el departamento del presunto responsable y en caso de
confirmarse la responsabilidad del mismo, se le notificará para que lleve a cabo las
reparaciones en cierto plazo. Si no se hicieren, no le quedará al afectado otro camino que
demandar al responsable, en sede civil, según expresamos.
En todo caso la municipalidad deberá abstenerse de actuar si alguna de las partes
hubiere recurrido o recurriera al juez de policía local o a un árbitro, conforme a lo
dispuesto en los arts. 33 y 34 de la Ley, o si hubiere demandado en sede civil, cuando
fuere procedente.

TITULO III: DE LA SEGURIDAD DEL CONDOMINIO Y DEL TERMINO O MODIFICACION DE


LA COPROPIEDAD INMOBILIARIA.

1.- De la seguridad del condominio (art. 36º).

a) Contratación de seguros (inc. 1º).


Salvo que el reglamento de copropiedad establezca lo contrario, todas las
unidades de un condominio deberán ser aseguradas contra riesgo de incendio,
incluyéndose en el seguro los bienes de dominio común en la proporción que le
corresponda a la respectiva unidad.
Cada copropietario deberá contratar este seguro y, en caso de no hacerlo, lo
contratará el administrador por cuenta y cargo de aquél, formulándole el cobro de la
prima correspondiente conjuntamente con el de los gastos comunes, indicando su monto
en forma desglosada de éstos. Al pago de lo adeudado por este concepto, se aplicarán las
mismas normas que rigen para los gastos comunes (es decir, su cobro se efectuará
mediante juicio ejecutivo; de ser dos o más los propietarios de la unidad responderán
solidariamente, etc.).

b) Mantención de un plano del condominio (inc. 2º).


Deberá mantenerse en el archivo de documentos del condominio un plano del
mismo, con indicación de los grifos, sistemas de electricidad, agua potable, alcantarillado
y calefacción, de seguridad contra incendio y cualquier otra información que sea
necesario conocer para casos de emergencia.

c) Adopción de un plan de emergencia (incisos 3º y 4º).


Todo condominio deberá tener un plan de emergencia ante siniestros, como
incendios, terremotos y semejantes, que incluya medidas para tomar, antes, durante y
después del siniestro, con especial énfasis en la evacuación durante incendios.
La confección de este plan será responsabilidad del Comité de Administración, que
deberá someterlo a aprobación de una asamblea extraordinaria citada especialmente a
ese efecto, dentro de los primeros tres meses de su nombramiento.
El plan de emergencia, junto con los planos del condominio detallados según
necesidad, será actualizado anualmente por el Comité de Administración respectivo y
copia del mismo, juntos con los planos, serán entregados a la unidad de carabineros y de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 81


bomberos más cercana, las que podrán hacer llegar al Comité de Administración las
observaciones que estimaren pertinentes.

d) Obligación de facilitar la expedición de revisiones o certificaciones (inc. 5º).


Los copropietarios, arrendatarios u ocupantes de las unidades que componen el
condominio están obligados a facilitar la expedición de revisiones o certificaciones en el
interior de sus unidades, cuando hayan sido dispuestas conforme a la normativa vigente.
Si no se otorgaren las facilidades para efectuarlas, habiendo sido notificados por escrito
por el administrador en la dirección que cada uno registre en la administración, serán
sancionados conforme a lo dispuesto en el art 32.

e) Facultad para ingresar a las unidades ante compromiso de la seguridad o conservación


del condominio (inc. 6º).
Si se viere comprometida la seguridad o conservación de un condominio sea
respecto de sus bienes comunes o de sus unidades, por efecto de filtraciones,
inundaciones, emanaciones de gas u otros desperfectos, para cuya reparación fuere
necesario ingresar a una unidad, no encontrándose el propietario, arrendatario u
ocupante que facilite o permita el acceso, el administrador del condominio podrá
ingresar forzadamente a ella, debiendo hacerlo acompañado de un miembro del Comité
de Administración, quien levantará acta detallada de la diligencia, incorporando la misma
al libro de actas del Comité de Administración y dejando copia de ella en el interior de la
unidad. Los gastos que se originen serán de cargo del o de los responsables del
desperfecto producido.

f) Reglamento Interno de Orden, Higiene y Seguridad.


El Comité de Administración y el administrador no sólo deben velar por la
seguridad de los copropietarios u ocupantes a cualquier título de las unidades del
condominio y de quienes lo visiten, sino que también, de la seguridad de los trabajadores
del mismo.
Ahora bien, inicialmente, en un primer dictamen (Ord. N° 2680/127 de 16 de julio
de 2001), la Dirección del Trabajo señaló que a los condominios regidos por la Ley N°
19.537 no les era aplicable el art. 153 del Código del Trabajo y no se encontraban
obligados a confeccionar un reglamento Interno de Orden, Higiene y Seguridad regulado
por dicho precepto, aunque sí debían contar con un Reglamento Interno de Higiene y
Seguridad en el Trabajo, exigido por el art. 67° de la Ley N° 16.744, que “Establece normas
sobre accidentes del trabajo y enfermedades profesionales”. La conclusión de la Dirección
del Trabajo se fundaba en el tenor del artículo 153, que a la sazón, expresaba en su inc.
1°: “Las empresas industriales o comerciales que ocupen normalmente 25 o más
trabajadores permanentes, contados desde los que presten servicios en las distintas
fábricas o secciones, aunque estén situadas en localidades diferentes, estarán obligadas a
confeccionar un reglamento interno de orden, higiene y seguridad que contenga las
obligaciones y prohibiciones a que deben sujetarse los trabajadores, en relación con sus
labores, permanencia y vida en las dependencias de la respectiva empresa o
establecimiento”. Pues bien, aunque para los efectos laborales –señala el dictamen- no

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 82


existe impedimento jurídico para considerar como empresas entidades que como los
condominios regidos por la Ley 19.537, no persiguen fines de lucro, es necesario
puntualizar que la comunidad que constituyen los referidos condominios, se encarga del
cuidado del inmueble, su limpieza, la mantención de equipos, etc., pero no ejecuta actos
que puedan encuadrarse en los que el art. 3° del Código de Comercio califica como actos
de comercio ni provee servicios en forma onerosa, que puedan asimilarse a ellos.
Consecuencialmente, no puede ser considerada como empresa industrial o comercial.
Sin embargo, tal criterio cambió, a consecuencia de la modificación que
experimentó el citado art. 153, según da cuenta el Dictamen Ord. N° 2.936/84 de fecha 23
de julio de 2003. Expresa ahora la norma: “Las empresas, establecimientos, faenas o
unidades económicas que ocupen normalmente diez o más trabajadores permanentes,
contados todos los que presten servicios en las distintas fábricas o secciones, aunque
estén situadas en localidades diferentes, estarán obligadas a confeccionar un reglamento
interno de orden, higiene y seguridad que contenga las obligaciones y prohibiciones a
que deben sujetarse los trabajadores, en relación con sus labores, permanencia y vida en
las dependencias de la respectiva empresa o establecimiento”.
Dado este nuevo tenor, alude el dictamen N° 2.936/84 al concepto de “empresa”,
del art. 3°, inciso final, del Código del Trabajo: “Para los efectos de la legislación laboral y
de seguridad social, se entiende por empresa toda organización de medios personales,
materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección, para el logro de fines
económicos, sociales, culturales o benéficos, dotada de una individualidad legal
determinada”. Agrega el dictamen: “Ahora bien, precisada esta circunstancia, cabe
señalar que de la norma legal preinserta se desprende que el término comprende los
siguientes elementos: a. Una organización de personas y de elementos materiales e
inmateriales; b. Una dirección bajo la cual se ordenan estas personas y elementos; c. La
prosecución de una finalidad que puede ser de orden económico, social, cultural o
benéfico; d. Que esta organización esté dotada de una individualidad determinada. Las
características anotadas permiten concluir que el concepto de empresa dado por la
legislación laboral es amplio en lo que respecta a las finalidades que le asigna, en forma
tal que, este aspecto, comprende toda organización, sean sus objetivos de orden
económico, social, cultural o benéfico, independientemente de si persigue o no fines de
lucro. En consecuencia, para los efectos laborales no existe impedimento jurídico para
considerar como empresas entidades que como los condominios regidos por la Ley de
Copropiedad Inmobiliaria N° 19.537, no persiguen fines de lucro. Ahora bien, la nueva
redacción del artículo 153, no restringe la aplicación de sus disposiciones a las empresas
industriales o comerciales, como acontecía a la fecha de emitirse por esta Dirección el
pronunciamiento contenido en el Ord. N° 2.680/0127, de 16.07.01. De esto se sigue, que
como consecuencia de las modificaciones introducidas por la Ley N° 19.759 al Código del
Trabajo, debe entenderse reconsiderada y sin efecto la doctrina contenida en el dictamen
N° 2.680/0127, de 16.07.01. En consecuencia, sobre la base de lo expuesto, de las
disposiciones legales invocadas y jurisprudencia administrativa consultada, cumplo con
informar a Ud. Que: 1) Como consecuencia de las modificaciones introducidas al Código
del Trabajo por la Ley N° 19.759, de 05.10.01, los edificios y condominios regidos por la
Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, se encuentran obligados a confeccionar

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 83


un reglamento interno de orden, higiene y seguridad en los términos dispuestos por el
artículo 153 del Código del Trabajo”.89

2) Del término o modificación de la copropiedad inmobiliaria (artículos 37° y 38° de la


ley y art. 33° del Reglamento de la Ley).

a) Demolición del condominio.


Si la municipalidad decretara la demolición de un condominio, de conformidad a
la legislación vigente en la materia, la asamblea de copropietarios, reunida en asamblea
extraordinaria, acordará su proceder futuro (art. 37º en relación al art. 17°, inc. 5°, N° 3).

b) Modificación o término de la copropiedad inmobiliaria.


Dijimos que la resolución del Director de obras Municipales que declare acogido
un condominio al régimen de copropiedad inmobiliaria será irrevocable por decisión
unilateral de esa autoridad (art. 38º, inc. 1º).
Sin perjuicio de lo anterior, la asamblea podrá solicitar del Director de Obras
Municipales que proceda a modificar o dejar sin efecto dicha resolución, debiendo, en
todo caso, cumplirse con las normas vigentes sobre urbanismo y construcciones para la
gestión ulterior respectiva y recabarse la autorización de los acreedores hipotecarios o de

89
El art. 154 del Código del Trabajo se refiere al contenido del reglamento interno de orden, higiene y
seguridad: “Art. 154. El reglamento interno deberá contener, a lo menos, las siguientes disposiciones: 1.- las
horas en que empieza y termina el trabajo y las de cada turno, si aquél se efectúa por equipos; 2.- los
descansos; 3.- los diversos tipos de remuneraciones; 4.- el lugar, día y hora de pago; 5.- las obligaciones y
prohibiciones a que estén sujetos los trabajadores; 6.- la designación de los cargos ejecutivos o dependientes
del establecimiento ante quienes los trabajadores deban plantear sus peticiones, reclamos, consultas y
sugerencias, y en el caso de empresas de doscientos trabajadores o más, un registro que consigne los
diversos cargos o funciones en la empresa y sus características técnicas esenciales; 7.- las normas especiales
pertinentes a las diversas clases de faenas, de acuerdo con la edad y sexo de los trabajadores, y a los ajustes
necesarios y servicios de apoyo que permitan al trabajador con discapacidad un desempeño laboral
adecuado; 8.- la forma de comprobación del cumplimiento de las leyes de previsión, de servicio militar
obligatorio, de cédula de identidad y, en el caso de menores, de haberse cumplido la obligación escolar; 9.-
las normas e instrucciones de prevención, higiene y seguridad que deban observarse en la empresa o
establecimiento; 10.- las sanciones que podrán aplicarse por infracción a las obligaciones que señale este
reglamento, las que sólo podrán consistir en amonestación verbal o escrita y multa de hasta el veinticinco
por ciento de la remuneración diaria; 11.- el procedimiento a que se someterá la aplicación de las sanciones
referidas en el número anterior; 12.- El procedimiento al que se someterán y las medidas de resguardo y
sanciones que se aplicarán en caso de denuncias por acoso sexual. En el caso de las denuncias sobre acoso
sexual, el empleador que, ante una denuncia del trabajador afectado, cumpla íntegramente con el
procedimiento establecido en el Título IV del Libro II, no estará afecto al aumento señalado en la letra c) del
inciso primero del artículo 168, y 13.- El procedimiento a que se someterán los reclamos que se deduzcan por
infracción al artículo 62 bis. En todo caso, el reclamo y la respuesta del empleador deberán constar por
escrito y estar debidamente fundados. La respuesta del empleador deberá ser entregada dentro de un plazo
no mayor a treinta días de efectuado el reclamo por parte del trabajador. Las obligaciones y prohibiciones a
que hace referencia el número 5 de este artículo, y, en general, toda medida de control, sólo podrán
efectuarse por medios idóneos y concordantes con la naturaleza de la relación laboral y, en todo caso, su
aplicación deberá ser general, garantizándose la impersonalidad de la medida, para respetar la dignidad del
trabajador”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 84


los titulares de otros derechos reales, si los hubiere. La asamblea deberá ser
extraordinaria (art. 17°, inc. 5°, N° 4 y art. 33° del Reglamento de la Ley).
Si se deja sin efecto la aludida resolución municipal, la comunidad que se forme
entre los copropietarios se regirá por las normas del derecho común, vale decir, por las
del cuasicontrato de comunidad (art. 38º, inc. 2º).
El Director de Obras Municipales tendrá un plazo de 30 días corridos para
pronunciarse sobre la solicitud a que se hizo referencia, contado desde la fecha de la
presentación de la misma. Será aplicable a este requerimiento lo dispuesto en los incisos
2º, 3º y 4º del art. 118º de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, los que se
refieren a la posibilidad de recurrir a la Secretaria Regional respectiva del Ministerio de
Vivienda y Urbanismo (art. 38º, inc. 3º), que actúa para estos efectos como una especie
de segunda instancia administrativa.

TITULO IV: DE LOS CONDOMINIOS DE VIVIENDAS SOCIALES.

1.- Regulación (art. 39º).

Los condominios de viviendas sociales se regirán por las disposiciones especiales


contenidas en este Título y, en lo no previsto por éstas y siempre que no se contrapongan
con lo establecido en ellas, se sujetarán a las normas de carácter general contenidas en
los restantes Títulos de la Ley (inc. 1º).
El reglamento –dice el art. 39 de la Ley- fijará la cantidad máxima de unidades que
podrán contemplar los condominios de viviendas sociales, según sus características y
formas de administración (inc. 2º). En cumplimiento de este mandato legal, el art. 34°,
inc. 1° del Reglamento de la Ley, dispone que estos condominios no podrán contar con
90
más de 150 unidades de viviendas.
Se considerarán condominios de viviendas sociales aquellos conjuntos que estén
constituidos mayoritariamente por viviendas sociales (inc. 3º).

2.- Algunas diferencias entre los condominios de viviendas sociales y los demás
condominios.

Varias diferencias se aprecian. Las más relevantes, a nuestro juicio, serían las
siguientes:
a) En los condominios de viviendas sociales, la formación del fondo común de reserva es
optativa (art. 7º, inc. 3º).
b) En lo que respecta al número de estacionamientos (art. 8º, inc. 1º).
c) En cuanto al quórum para aprobar consultas escritas y respecto de las materias que
pueden ser objeto de ellas (art. 17º, inc. 8º).
d) Respecto de la aprobación de los proyectos de fusión de viviendas colindantes (art.
17º, inc. 9º).

90
Hasta la modificación hecha por la Ley N° 20.741, el límite de 150 viviendas se encontraba en la Ley, en su
art. 39°, inc. 1°.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 85


e) En cuanto al quórum para la constitución de asambleas de copropietarios ordinarias y
extraordinarias (art. 19º, inc. 5º).
f) En lo concerniente al quórum indispensable para adoptar acuerdos en asambleas de
copropietarios (art. 19º, inc. 5º).
g) En cuanto a la intervención municipal para atender los conflictos que se promuevan
entre los copropietarios o entre éstos y el administrador (arts. 35º y 46º Ter).
h) Los condominios de viviendas sociales “de densificación predial” están exonerados de
una serie de obligaciones, según se verá en el acápite siguiente (art. 39º bis).
i) Respecto a la posibilidad de obtener recursos de los Gobiernos Regionales, de las
Municipalidades y de los Servicios de Vivienda y Urbanización (art. 41º).
j) En lo que se refiere a la facultad para designar, por una sola vez, un administrador
provisional en los condominios de viviendas sociales (art. 42º).
k) En cuanto a la exención del pago de derechos arancelarios correspondientes a notarios,
conservadores de bienes raíces y archiveros y de derechos municipales que pudieren
devengarse por la actuación de un ministro de fe (art. 46º bis).
l) En lo concerniente a la facultad de las municipalidades para subdividir un condominio
(art. 46º quáter).
m) En cuanto al número de unidades, limitado a 150 en el caso de los condominios de
viviendas sociales (art. 34° del Reglamento de la Ley).
n) En cuanto a la posibilidad de compensar terrenos para áreas verdes o para
equipamiento con otros terrenos ubicados en la comuna o por dinero, lo que no se
permite para los condominios de viviendas sociales (art. 35° del Reglamento de la Ley).

3.- Condominios “de densificación predial” (art. 39 bis).

En los predios que originalmente contaron con una vivienda social podrán
contemplarse, por una sola vez, hasta dos viviendas sociales adicionales y constituir un
condominio acogido a la Ley, bajo la denominación de “condominio de densificación
predial” (inc. 1º).
Los condominios de densificación predial no requerirán contar con reglamento de
copropiedad, Comité de Administración, administrador, régimen de gastos comunes,
fondo de reserva, estacionamientos, seguros ni planes de emergencia. Las normas
urbanísticas aplicables serán sólo las establecidas en el Reglamento Especial de Viviendas
Económicas91 (inc. 2º).
Todo lo concerniente a la administración del condominio corresponderá a los
copropietarios, que deberán actuar conjuntamente en todas aquellas materias que
puedan afectar a más de una unidad. Tratándose de obras relacionadas con las
condiciones de habitabilidad o de seguridad, el Director de Obras Municipales podrá
autorizar su ejecución a solicitud de uno solo de los copropietarios afectados (inc. 3º).

4.- Qué se entiende por viviendas sociales (art. 40º).

91
El Reglamento Especial de Viviendas Económicas se encuentra contenido en el Título VI de la Ordenanza
General de Urbanismo y Construcciones, artículos 6.1.1. y siguientes.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 86


Para los efectos de esta Ley, se considerarán viviendas sociales las viviendas
económicas de carácter definitivo, destinadas a resolver los problemas de la marginalidad
habitacional, cuyo valor de tasación no exceda en más de un 30% el señalado en el
Decreto Ley Nº 2.552, de 1979.
Conforme al art. 3° del mencionado Decreto Ley, “Para todos los efectos legales se
entenderá por vivienda social la vivienda económica de carácter definitivo, destinada a
resolver los problemas de la marginalidad habitacional, financiada con recursos públicos
o privados, cualesquiera que sean sus modalidades de construcción o adquisición, y cuyo
valor de tasación no sea superior a 400 Unidades de Fomento”. El 30% de 400 Unidades
de Fomento son 120 Unidades de Fomento. En consecuencia, la tasación de las unidades
no puede superar las 520 Unidades de Fomento.
El carácter de vivienda social será certificado por el Director de Obras Municipales
respectivo, quien la tasará considerando la suma de los siguientes factores:
1º El valor del terreno, que será el de su avalúo fiscal vigente en la fecha de la solicitud
del permiso.
2º El valor de construcción de la vivienda, según el proyecto presentado, que se evaluará
conforme a la tabla de costos unitarios a que se refiere el art. 127º de la Ley General de
Urbanismo y Construcciones.
El artículo transitorio de la Ley N° 19.537 dispone que los conjuntos de viviendas
preexistentes a la vigencia de esta ley, calificadas como viviendas sociales de acuerdo con
los decretos leyes N° 1.088, de 1975, y N° 2.552, de 1979, y los construidos por los
Servicios de Vivienda y Urbanización y sus antecesores legales, cuando dentro de sus
deslindes existan bienes de dominio común, se considerarán como condominios de
viviendas sociales para los efectos de lo dispuesto en el Título IV de la Ley N° 19.537.
Respecto de tales viviendas, agrega el artículo transitorio que las Municipalidades
deberán desarrollar programas educativos sobre los derechos y deberes de los habitantes
de condominios de viviendas sociales, promover, asesorar, prestar apoyo a su
organización y progreso y, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 41, podrán adoptar
todas las medidas necesarias para permitir la adecuación de las comunidades de
copropietarios de viviendas sociales a que se refiere este precepto, a las normas de la Ley
N° 19.537, estando facultadas al efecto para prestar asesoría legal, técnica y contable y
para destinar recursos con el objeto de afrontar los gastos que demanden estas
gestiones, tales como confección de planos u otros de similar naturaleza.

5.- Asignación de recursos a condominios de viviendas sociales (art. 41º de la Ley y art.
38° del Reglamento de la Ley).

Los Gobiernos Regionales, las Municipalidades y los Servicios de Vivienda y


Urbanización podrán destinar recursos a condominios de viviendas sociales emplazados
en sus respectivos territorios.
Los recursos destinados sólo podrán ser asignados con los siguientes objetos:
a) En los bienes de dominio común, con el fin de mejorar la calidad de vida de los
habitantes del condominio;

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 87


b) En gastos que demande la formalización del reglamento de copropiedad a que alude el
art. 43º de la Ley (se refiere al reglamento de copropiedad tipo) y los que se originen en
la protocolización a que se refiere el art. 44º;
c) En pago de primas de seguros de incendio y adicionales para cubrir riesgos
catastróficos de la naturaleza, tales como terremotos, inundaciones, incendios a causa de
terremotos u otros del mismo tipo;
d) En instalaciones de las redes de servicios básicos que no sean bienes comunes;
e) En programas de mejoramiento o ampliación de las unidades del condominio o de los
bienes comunes;
f) En programas de mantenimiento de los bienes comunes;
g) En apoyo de los programas de autofinanciamiento de los condominios a que se refiere
el número 11 del art. 17, y
h) En programas de capacitación para los miembros del Comité de Administración y
Administradores, relativos a materias propias del ejercicio de tales cargos.
Con el objeto de promover mejoramientos integrales y armónicos, los
condominios o sectores de éstos podrán optar a los programas a que hacen referencia las
letras a), d) y e) precedentes, aun cuando existan copropietarios que individualmente no
cumplan los requisitos del respectivo programa.
Asimismo, los condominios de viviendas sociales podrán postular a los programas
financiados con recursos fiscales en las mismas condiciones que las juntas de vecinos,
organizaciones comunitarias, organizaciones deportivas y otras entidades de similar
naturaleza.
Tratándose de condominios que no se encuentren organizados, para la
postulación a dichos programas bastará la firma de los copropietarios que representen, al
menos, la mitad de los derechos en el condominio.

6.- Designación y sustitución de administrador hecha por la autoridad (art. 42º de la Ley
y art. 39° del Reglamento de la Ley).

a) Designación del administrador.


Los Gobiernos Regionales, las Municipalidades y los Servicios de Vivienda y
Urbanización respectivos podrán designar, por una sola vez, en los condominios de
viviendas sociales que carezcan de administrador, una persona que actuará
provisionalmente como administrador, con las mismas facultades y obligaciones de aquél
(inc. 1º).
La persona designada deberá ser mayor de edad, capaz de contratar y de disponer
libremente de sus bienes y se desempeñará temporalmente mientras se designa el
administrador definitivo (inc. 2º).

b) Sustitución del administrador.


La asamblea de copropietarios, por acuerdo adoptado en sesión ordinaria, podrá
solicitar del Servicio de Vivienda y Urbanización que hubiere designado al administrador
provisional la sustitución de éste, por causa justificada (inc. 3º).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 88


En todo caso, los copropietarios podrán, en el momento que lo estimen
conveniente, designar un administrador, cumpliendo con las condiciones legales para ello
(art. 39°, inc. 3°, del Reglamento de la Ley).

7.- Elección del Comité de Administración (art. 40° del Reglamento de la Ley).

El juez, a petición de cualquier copropietario, citará a asamblea a fin de que se


proceda a elegir el Comité de Administración en los casos en que no lo hubiere. Nos
remitimos a lo que expresamos al efecto al tratar de los tribunales competentes, Título II
de la Ley.

8.- Reglamento de copropiedad tipo (art. 43º).

Dispone el art. 43 que mediante resolución del Ministerio de Vivienda y


Urbanismo, se aprobará un reglamento de copropiedad tipo para los condominios de
viviendas sociales, pudiendo cada condominio adaptar sus disposiciones a sus
necesidades, no obstante lo cual deberá someter este reglamento de copropiedad a las
formalidades previstas en el art. 29º de la Ley.
Dicho reglamento tipo consta de Decreto Supremo Nº 230 del Ministerio de
Vivienda y Urbanismo, de fecha 7 de abril de 1998, que “Aprueba Reglamento tipo de
Copropiedad para condominios de viviendas sociales”.

9.- Custodia y protocolización de documentos (art. 44º).

El reglamento de copropiedad en los condominios de viviendas sociales, las actas


que contengan modificaciones de estos reglamentos, la nómina de los miembros del
Comité de Administración y la designación del administrador, en su caso, y sus
direcciones, deberán quedar bajo custodia del Presidente del Comité de administración.
Este deberá protocolizar los precitados documentos en una Notaría, a más tardar dentro
de los 30 días siguientes a la ocurrencia del hecho o decisión que los motiva, dejando
copia de la protocolización en el archivo de documentos del condominio y en el registro
municipal a que se refiere el art. 6º de la Ley Nº 19.418, sobre Juntas de Vecinos y demás
Organizaciones Comunitarias, de la municipalidad respectiva.
La infracción a estas obligaciones será sancionada con multa de una a tres
unidades tributarias mensuales, la que se duplicará en caso de reincidencia.

10.- Apartado especial que debe contemplarse por las municipalidades (art. 44 bis).

Para los efectos de la Ley, las municipalidades deberán incorporar a todos los
condominios sociales de la respectiva comuna en un apartado especial del registro
municipal a que se refiere el art. 6º de la Ley Nº 19.418, sobre Juntas de Vecinos y demás
Organizaciones Comunitarias. En dicho registro deben constar:
a) El certificado del Director de Obras Municipales que declaró el condominio acogido a la
Ley;

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 89


b) Las resoluciones aprobatorias de cambios en las construcciones;
c) Los planos y sus modificaciones aprobadas;
d) El reglamento de copropiedad y sus modificaciones;
e) La constitución del Comité de Administración respectivo y sus modificaciones; y,
f) La identificación del administrador del condominio (inc. 1º).
Tratándose de condominios formados con anterioridad a la publicación de la Ley,
el registro deberá incluir los antecedentes que correspondan según el tipo de condominio
(inc. 2º).
Las municipalidades deberán entregar copia autorizada de tales documentos a
cualquier copropietario, miembro del Comité de administración o administrador del
respectivo condominio, a los funcionarios del Servicio de Vivienda y Urbanización o del
Gobierno Regional, a costa del requirente (inc. 3º).

11.- Cobro de servicios básicos y modalidad especial para el cobro de gastos comunes
(art. 45º).

Las empresas que proporcionen servicios de energía eléctrica, agua potable,


alcantarillado, gas u otros servicios, a un condominio de viviendas sociales, deberá
cobrar, conjuntamente con las cuentas particulares de cada vivienda, la proporción que le
corresponda a dicha unidad en los gastos comunes por concepto del respectivo consumo
o reparación de estas instalaciones. Esta contribución se determinará en el respectivo
reglamento de copropiedad o por acuerdo de la asamblea de copropietarios, conforme a
lo dispuesto en el art. 4º de la Ley (inc. 1º).
Sin perjuicio de lo establecido en el art. 6º (cobro de gastos comunes), para el
cobro de gastos comunes los condominios sociales podrán celebrar convenios con la
municipalidad o con cualquiera de las empresas a que se refiere el inciso anterior. La Ley
faculta a las municipalidades y a las citadas empresas de servicios para efectuar dicha
labor (inc. 2º).
Los cobros de gastos comunes que verifiquen las citadas empresas de servicios, en
su caso, deberán efectuarse en documento separado del cobro de servicios. Los
convenios respectivos deberán archivarse en el registro municipal a que se refiere el art.
44 bis (inc. 3º).

12.- Subadministraciones (art. 46º).

Tratándose de condominios de viviendas sociales integrados por más de un bloque


independiente, cada bloque podrá formar un sector y establecer subadministraciones,
cualquiera que sea el número de unidades que lo integren (inc. 1º).
En caso que no estuviere establecido en el reglamento de copropiedad, en el acta
de constitución de la subadministración deberán consignarse sus funciones y la relación
con el resto del condominio. Dicha acta requerirá la firma de un ministro de fe (inc. 2º).

13.- Exención de derechos arancelarios y municipales (art. 46º bis).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 90


Las actuaciones que deban efectuar los condominios de viviendas sociales en
cumplimiento de la Ley estarán exentas del pago de los derechos arancelarios que
correspondan a los notarios, conservadores de bienes raíces y archiveros. Para tales
efectos, la calidad de condominio de viviendas sociales se acreditará mediante certificado
emitido por la dirección de obras municipales correspondiente. Asimismo, la exigencia de
que un notario intervenga en dichas actuaciones se entenderá cumplida si participa en
ellas, como ministro de fe, un funcionario municipal designado al efecto o el oficial de
registro civil competente (inc. 1º).
Los condominios de viviendas sociales estarán exentos del pago de los derechos
municipales que pudieren devengarse respecto de las actuaciones del ministro de fe, en
su caso (inc. 2º).

14.- Obligación de la municipalidad para mediar extrajudicialmente (art. 46º Ter).

En los condominios de viviendas sociales, la municipalidad correspondiente estará


obligada a actuar como instancia de mediación extrajudicial, conforme a lo establecido en
el art. 35, y a proporcionar su asesoría para la organización de los copropietarios. Para
estos efectos, la municipalidad podrá celebrar convenios con instituciones públicas o
privadas.

15.- Subdivisión de condominios sociales (art. 46º quáter).

La Ley faculta a las municipalidades para subdividir los condominios de viviendas


sociales, conforme a lo dispuesto en el art. 39 (inc. 1º).
En cuanto a la iniciativa de la subdivisión, ella puede emanar de los copropietarios
o de la municipalidad respectiva.
Los copropietarios podrán solicitar a la Dirección de Obras Municipales la división
del condominio (inc. 2º), conforme a dos modalidades:
a) La solicitud puede contener una propuesta de división del condominio, que conste de
un plano suscrito por un profesional competente, y que esté aprobado por los
copropietarios que representen, a lo menos, el 75% de los derechos en el condominio
(inc. 3º).
b) Alternativamente, el 10% de los copropietarios pueden solicitar a la Dirección de Obras
Municipales que elabore una propuesta de división. Esta propuesta, con su
correspondiente plano, debe ser aprobada por el 75% de los derechos en el condominio
(inc. 4º).
A su vez, la municipalidad, por propia iniciativa, podrá proponerle a los
condominios de viviendas sociales un plano de división que facilite una mejor
administración. Esta propuesta será elaborada por la Dirección de Obras Municipales, y
requerirá de la aprobación del 75% de los derechos del condominio (inc. 5º).
Para acreditar la mayoría establecida en este artículo, bastará el acta de la
asamblea suscrita por los copropietarios que reúnan el citado quórum legal o, en su
defecto, el instrumento en que conste la aprobación de la propuesta de subdivisión
firmada por los respectivos copropietarios, protocolizada ante notario (inc. 6º).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 91


El Director de Obras Municipales, después de aprobadas las modificaciones por los
copropietarios dictará, si procediere, una resolución que disponga la subdivisión del
condominio, la cual deberá inscribirse en el conservador de bienes raíces conjuntamente
con el plano respectivo. Los cambios producidos como consecuencia de la división de los
bienes del condominio regirán desde la fecha de la referida inscripción (inc. 7º).
Las normas de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, de la Ordenanza
General de Urbanismo y Construcciones y de los respectivos instrumentos de
planificación territorial, no serán aplicables a las edificaciones y a la división del suelo que
se originen con motivo de la subdivisión de los condominios que se efectúe en virtud de
lo dispuesto en los incisos anteriores (inc. 8º).
Los condominios de viviendas sociales estarán exentos del pago de los derechos
municipales que pudieren devengarse respecto de las actuaciones a que se refiere este
artículo (inc. 9º).

TITULO V: DISPOSICIONES GENERALES.

1) Normas que se derogaron por la Ley N° 19.537.

La Ley Nº 19.537 dispuso la derogación de las siguientes normas:

a) El Párrafo 3º “De los edificios y viviendas acogidos a la Ley de Propiedad Horizontal”,


del Capítulo I del Título III del DFL Nº 458, de 1975, Ley General de Urbanismo y
Construcciones, artículos 110 a 115, ambos inclusive y el art. 166 de este último cuerpo
legal (art. 47º).

b) La Ley Nº 6.071, sobre Propiedad Horizontal.

Las referencias que se efectúan en la legislación vigente al momento de publicarse


la Ley Nº 19.537 (16 de diciembre de 1997) a las disposiciones legales que se derogan por
ésta, se entenderán hechas a las de la Ley Nº 19.537, y las efectuadas a las “Juntas de
Vigilancia”, a los “Comités de Administración”.

2) Efecto inmediato de la Ley Nº 19.537.

a) Efecto general.
Por mandato de su art. 49º, la Ley Nº 19.537 se aplicará también a las
comunidades de copropietarios acogidos a la Ley de Propiedad Horizontal con
anterioridad a su vigencia.

b) Excepciones:
b.1) Respecto a las comunidades de copropietarios acogidos a la Ley de Propiedad
Horizontal con anterioridad a su vigencia, continuarán aplicándose las normas de sus
reglamentos de copropiedad en relación:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 92


● Al cambio de destino de las unidades del condominio;
● A la proporción o porcentaje que a cada copropietario corresponde sobre los bienes
comunes;
● A la proporción o porcentaje que a cada copropietario corresponde en el pago de los
gastos comunes.
En las tres materias anteriores, entonces, opera ultra actividad de la ley derogada.
Con todo, por acuerdo unánime de los copropietarios, las comunidades de
copropietarios acogidos a la Ley de Propiedad Horizontal con anterioridad a la vigencia de
la Ley Nº 19.537, podrán someter las materias precedentemente indicadas al imperio de
la última ley.
b.2) Se mantendrán vigentes los derechos de uso y goce exclusivo sobre bienes comunes
que hayan sido legalmente constituidos.
b.3) En los casos en que la Ley Nº 19.537 exija que una determinada facultad o derecho
esté establecida en el reglamento de copropiedad se presumirá tal autorización respecto
de los reglamentos de copropiedad formulados con anterioridad a la vigencia de la citada
ley, salvo acuerdo en contrario de una asamblea extraordinaria de copropietarios.
Las comunidades que continúen rigiéndose por sus reglamentos de copropiedad
en las materias mencionadas podrán establecer siempre subadministraciones o convenir
su administración conjunta en los términos previstos en los arts. 25º y 26º de la Ley,
respectivamente, previo acuerdo adoptado conforme al procedimiento estatuido en el
inciso 2º del art. 19º. Para estos efectos la porción correspondiente a cada
subadministración deberá constar en un plano complementario de aquel aprobado por la
Dirección de Obras Municipales al acogerse el edificio o conjunto de viviendas a la Ley de
Propiedad Horizontal.

CRITERIOS JURISPRUDENCIALES

1.- Sentencia del Tribunal Constitucional de 27 de enero de 2015, autos Rol N° 2.688-14.

Normas legales y constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo:


art. 5, inc. 3° de la Ley N° 19.537 y art. 19 N° 3 de la Constitución Política de la República.

Materia: suspensión de suministro eléctrico.

La causa se inició por requerimiento de la Primera Sala de la Corte de Apelaciones


de San Miguel, conociendo de un recurso de protección interpuesto por la propietaria de
una unidad en contra de “C. G. E. Distribución S. A.” y el “Condominio Los Ciruelos”, por
cortar e interrumpir el suministro eléctrico en su domicilio, medida motivada en una
supuesta deuda de gastos comunes. La recurrente de protección había comprado su
propiedad en enero de 2012. En enero de 2014, el administrador del condominio le avisó
verbalmente que debía pagar una deuda de $4.600.000.- por concepto de gastos
comunes adeudados desde el año 2005. Luego, desde el 8 de enero de 2014 hasta que se
dedujo el recurso de protección y se acogió su orden de no innovar por resolución de
fecha 12 de abril de 2014, estuvo suspendido el suministro eléctrico en el domicilio de la

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 93


recurrente, por parte de “C. G. E. Distribución S. A.”, a solicitud del administrador del
condominio, amparado en el art. 5, inc. 3° de la Ley N° 19.537. La recurrente de
protección estima vulnerado su derecho de propiedad sobre el suministro de energía
eléctrica a su domicilio, máxime tratándose de deudas que le serían ajenas.
El Tribunal de Alzada de San Miguel esgrime que la aplicación del precepto
impugnado al caso particular implica que la interrupción de la energía eléctrica se realiza
mediante la intervención de la comunidad de copropietarios en un contrato ajeno,
celebrado entre la compañía distribuidora de electricidad y el dueño de la unidad del
condominio. Así, al poder el administrador de la comunidad solicitar la interrupción del
suministro de energía eléctrica a un domicilio, interviene en un contrato de servicios
públicos esenciales para el desarrollo de la personalidad, y la mantención de la vida y la
integridad física del usuario, por ser aquélla necesaria, por ejemplo, para la refrigeración
de los alimentos o la calefacción, intervención en un contrato ajeno que resulta,
eventualmente, incompatible con el art. 19, números 24° y 26°, de la Carta Fundamental.
Concluye la Corte requirente sosteniendo que el inciso 3° del artículo 5° aludido es
decisivo en la resolución del asunto, por lo que solicita al Tribunal Constitucional un
pronunciamiento de constitucionalidad, a fin de que el Tribunal de Alzada requirente
pueda resolver la posible ilegalidad de la actuación del administrador y de la compañía de
distribución eléctrica recurridos de protección y revisar si se priva, perturba o amenaza el
derecho de propiedad de la recurrente en relación con los derechos que emanan de un
contrato dirigido de suministro de energía eléctrica, que por ley, contempla el derecho al
suministro eléctrico continuo.
Ante el Tribunal Constitucional, la recurrente de protección se hizo parte y en la
misma línea argumental de la Corte de San Miguel, solicitó que la acción constitucional
fuere acogida, declarando inaplicable el precepto legal impugnado a la gestión sub lite.
Precisó al efecto que no se le había entregado documento escrito alguno sobre el detalle
y el monto de la deuda de gastos comunes ni se le ha demandado civilmente por dicho
concepto, haciendo presente además que, por tratarse de viviendas sociales ubicadas en
la Comuna de Puente Alto, los gastos comunes de sus vecinos son de alrededor de
$12.000.- mensuales. Agrega que, no obstante tener todas sus cuentas de electricidad al
día, igualmente la empresa distribuidora le ha suspendido el servicio público de
suministro eléctrico por más de tres meses, previa solicitud del administrador del
condominio, actuar que sería ilegal, desproporcionado y arbitrario y que vulnera en su
esencia su derecho de propiedad sobre el suministro eléctrico en su domicilio, así como la
igualdad ante la ley, su calidad de vida, dignidad y honra. Añade que ha intentado
regularizar la situación incluso demandando de jactancia al Condominio en marzo de
2014 ante el 1° Juzgado Civil de Puente Alto, gestión judicial que se encuentra a la espera
de recibir la causa a prueba y que se sigue, hasta ahora, en rebeldía del administrador del
condominio, al igual como ocurre en el recurso de protección, no obstante haber
solicitado la Corte informe a la administración en dos oportunidades. Agrega que, en la
especie, la aplicación de la norma impugnada es decisiva y junto con infringir su derecho
de propiedad, también afecta el principio de servicialidad del Estado y el necesario
cumplimiento de la actividad de servicio público de suministro de electricidad
domiciliario, emanado de un contrato forzoso suscrito entre C. G. E. Distribución y la

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 94


dueña de la propiedad y ajeno al administrador del condominio, cuya suspensión le
impide usar su propiedad inmueble, así como disponer de todos los bienes muebles que
requieren de electricidad y que son necesarios para el diario vivir suyo y de su familia.
El Tribunal Constitucional, expresa en su sentencia, en su parte considerativa y
resolutiva:
“I. CONFLICTO DE CONSTITUCIONALIDAD A RESOLVER.
PRIMERO: Que, tal como ha quedado consignado en la parte expositiva del presente fallo,
en la especie el conflicto a dilucidar es si la norma legal impugnada en el requerimiento
infringe la preceptiva constitucional, específicamente, de acuerdo al planteamiento de la
Corte requirente, lo dispuesto en el numeral 24° del artículo 19 de nuestra Carta
Fundamental, es decir, la garantía del derecho de propiedad, relativo al disfrute del
servicio de suministro eléctrico contratado por la recurrente de protección y en cuyo
pago a la empresa distribuidora se encuentra al día;
II. MÉTODO A UTILIZAR PARA RESOLVER EL PROBLEMA PLANTEADO.
SEGUNDO: Que el enfoque que se empleará para dirimir la cuestión que nos ha sido
sometida consiste en diferenciar el análisis en abstracto de la disposición impugnada del
examen de los resultados de su aplicación en el caso concreto, teniendo en consideración
que este último es el factor de ponderación a emplear en un escrutinio de inaplicabilidad;
TERCERO: Que, analizado en abstracto, el precepto materia de impugnación en estos
autos, no merece, a juicio de estos sentenciadores, ningún reproche de
inconstitucionalidad, toda vez que él contempla un medio de coacción lícito para
constreñir al pago de gastos comunes morosos por parte de quien se beneficia del goce
de bienes y servicios que la comunidad de copropietarios pone a su disposición y a cuyo
costeo deben subvenir todos sus beneficiarios. Discurrir de otro modo importaría ir en
contra del principio en cuya virtud nadie debe reportar provecho de su incumplimiento
culpable, además de cohonestar un enriquecimiento sin causa;
CUARTO: Que, sin embargo, la situación es muy distinta si se atiende a los resultados que
produce la aplicación de la aludida norma en el caso concreto que aflige a la recurrente
de protección. En efecto, según se ha consignado en autos, la administración del
condominio no le ha presentado nunca un aviso o emplazamiento documentado de
cobro de gastos comunes, con su correspondiente desglose por ítemes y períodos
mensuales, como es lo normal en este tipo de deudas de vencimientos sucesivos, más
aun si se atiende a la cuantía y data de la obligación cuyo incumplimiento se le reprocha.
Tampoco se le ha demandado judicialmente el pago de la pretendida deuda, lo que ha
originado por su parte la interposición de una demanda de jactancia en contra del
presunto acreedor. De esta manera, se ha privado a la señora (…) de la oportunidad de
defenderse de la pretensión esgrimida en su contra 92 y eventualmente de requerir la
cobertura de la deuda por parte del anterior propietario de la vivienda, ya que, según el
decir del mismo administrador del condominio, buena parte de ella se habría originado
antes de que aquélla fuese adquirida por la afectada, no obstante la constancia que se

92
Probablemente, en el caso la administración no había demandado, ante la eventualidad que la demandada
opusiere excepción de prescripción de algunas mensualidades de gastos comunes. En cambio, por la vía de la
suspensión del suministro eléctrico, se presionaba al copropietario moroso con el fin de obtener el pago
íntegro de lo adeudado.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 95


dejó en la escritura de compraventa en orden a no existir obligaciones pendientes por tal
concepto;
QUINTO: Que, atendidas las consideraciones expuestas en el motivo que antecede, este
Tribunal concluye que en la especie se configura una infracción a la garantía
constitucional contemplada en el párrafo primero del numeral 3° del artículo 19 de la Ley
Fundamental, que asegura a todas las personas la igual protección de la ley en el ejercicio
de sus derechos, toda vez que el contexto fáctico en que se da la interrupción del servicio
eléctrico domiciliario a la recurrente de protección priva a ésta de la posibilidad de
hacerse oír por un órgano jurisdiccional competente y exponer ante él la defensa de su
derecho;
SEXTO: Que, de acuerdo a lo previamente asentado, se procederá a acoger el
requerimiento de la Corte de Apelaciones de San Miguel, no por advertirse una infracción
al numeral 24° del artículo 19 de la Constitución, sino sólo por la causa expresada en el
considerando anterior.
Y TENIENDO PRESENTE lo preceptuado en el artículo 93, inciso primero, N° 6°, y
decimoprimero, y en las demás disposiciones citadas y pertinentes de la Constitución
Política de la República y de la Ley N° 17.997, Orgánica Constitucional del Tribunal
Constitucional,
SE RESUELVE: QUE SE ACOGE EL REQUERIMIENTO DE INAPLICABILIDAD DEDUCIDO EN
ESTOS AUTOS, EN RAZÓN DE RESULTAR LA NORMA LEGAL OBJETADA, EN SU APLICACIÓN
AL CASO CONCRETO SUB LITE, CONTRARIA AL PÁRRAFO PRIMERO DEL NÚMERO 3° DEL
ARTÍCULO 19 CONSTITUCIONAL”.
Los Ministros Sres. Raúl Bertelsen Repetto y Juan José Romero Guzmán,
previnieron que compartían lo expresado en los considerandos 4° y 5° del voto por
acoger, y que “… consideran que el mencionado precepto legal vulnera los incisos
primero y sexto del numeral 3° del artículo 19, y el artículo 19, N° 24°, inciso segundo, de
la Constitución Política de la República…”. Entre otras argumentaciones, indican ambos
Ministros “Que la aplicación de la norma impugnada interfiere en una relación
contractual de suministro eléctrico sin que operen los resguardos normativos básicos. De
hecho, la causa legal para la suspensión del suministro eléctrico tiene su origen en una
supuesta deuda de cierto monto que, en el caso concreto, está lejos de ser indubitada y
respecto de la cual la afectada en estos autos ha carecido de los mecanismos suficientes
de defensa (…) 6°. Que, como es posible apreciar, en este acto se configura una
desproporción entre la severidad de la medida de apremio (la cual recae sobre un servicio
económico básico y que, por lo mismo, requiere y posee resguardos regulatorios a favor
de los usuarios) y la intensidad y efectividad de los resguardos que debieran haberse
aplicado respecto de la obligación de pago de los gastos comunes que da origen a la
suspensión del suministro eléctrico. La desproporción señalada precedentemente genera
una situación de indefensión frente a un asunto con consecuencias de significancia no
menor y, por lo mismo, no resulta compatible con la igual protección en el ejercicio de los
derechos y con la existencia de racionalidad y justicia en los procedimientos (artículo 19,
N° 3, incisos primero y sexto, de la Constitución); 7°. Que, vinculado con el reproche
anterior, se puede constatar, además, una afectación del derecho de propiedad sobre
bienes incorporales emanados de un contrato, incumpliéndose la exigencia de que las

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 96


obligaciones o limitaciones que lo afecten consten en una ley que cuente con un grado de
densidad normativa suficiente. Es decir, la ausencia de un marco legal que regule con la
suficiente amplitud y detalle los resguardos requeridos en consideración a la severidad de
la medida de apremio configura una vulneración a lo dispuesto en el inciso segundo del
artículo 19, N° 24, de la Constitución”.
Con todo, la sentencia fue acordada con el voto en contra de los Ministros Sres.
Carlos Carmona, Iván Aróstica, Domingo Hernández y Sra. María Luisa Brahm, quienes
estuvieron por rechazar la acción de inaplicabilidad. Resumimos sus argumentos:
1°. Que, conforme a lo que se desprende del expediente y también de lo obrado por las
partes, el conflicto constitucional sometido a decisión del Tribunal Constitucional recae
en la eventual antinomia entre el inciso tercero del artículo 5° de la Ley N° 19.537 y el
artículo 19, N° 24°, de la Constitución, es decir, la garantía del derecho de propiedad.
2° Que únicamente procedería considerar la eventual inaplicabilidad del precepto
impugnado por la infracción alegada, ya descrita, pues para obrar de otro modo, debió
darse cumplimiento a lo prescrito por el artículo 88 de la Ley Orgánica de este Tribunal,
que de manera excepcional y por razones fundadas, podrá declarar la
inconstitucionalidad de las normas cuestionadas basado únicamente en fundamentos
constitucionales distintos a aquellos que hayan sido invocados por las partes, siempre
que se haya advertido a las partes acerca del precepto constitucional no invocado y
permitirles así referirse a ello.
3° Que la citada disposición prescribe (…) Se desprende con nitidez de la norma legal que
la facultad que le confiere dicho precepto al Tribunal no es amplísima o limitada, sino
excepcional y exige razones fundadas.
4° Que, por lo anterior, los Ministros que suscriben este voto solamente se referirán al
conflicto de constitucionalidad planteado por las partes.
5° Que, en lo que respecta a la resolución del conflicto de constitucionalidad, en los
términos planteados a esta Magistratura, estos disidentes consideran que la aplicación de
la norma impugnada no infringe la garantía del artículo 19, N° 24°, de la Constitución.
6° Que debe considerarse que, conforme a los artículos 5°, inciso 3°, y 28, letra e), de la
Ley N° 19.537 y al artículo 14 de su Reglamento, para que proceda practicar el corte de
suministro eléctrico, por causa de una deuda de gastos comunes, se deben cumplir los
siguientes requisitos:
a) La medida debe estar expresamente prevista en el reglamento de copropiedad.
b) El respectivo reglamento de copropiedad debe autorizar al administrador para que
pueda requerir la suspensión del servicio eléctrico.
c) Que el propietario de la unidad respecto de la cual se efectúa el corte se encuentre
moroso en el pago de tres o más cuotas, continuas o discontinuas, de los gastos comunes.
d) El administrador debe contar con el acuerdo previo del Comité de Administración,
otorgado respecto de cada caso en particular, para solicitar el correspondiente corte del
servicio eléctrico.
Como se desprende de estos requisitos, la ley permite que en el reglamento de
copropiedad que se autoimponen los copropietarios se establezca la procedencia de tal
medida de corte, lo que se hace de manera previa e independiente a cualquier
incumplimiento en particular por alguno de los copropietarios.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 97


7° Resulta relevante destacar que dicho reglamento, conforme al art. 30, inc. 3° de la Ley
N° 19.537, tiene fuerza obligatoria y debe constar en un registro de carácter público,
según dispone el art. 29 de la misma ley. En definitiva, y conforme al tenor de los artículos
5°, inc. 3°, 28, letra e), 29 y 30 de la Ley N° 19.537, todo lo relacionado al corte del
suministro eléctrico por no pago de gastos comunes es una materia que forzosamente
debe constar en el reglamento de copropiedad. Por lo mismo, las normas que al efecto se
establecen –y que hacen procedente el apremio- son vinculantes para los copropietarios
y están premunidas de suficiente publicidad.
8° Que, tal como se ha visto, para que proceda el apremio consistente en la suspensión
del suministro de la energía eléctrica, es preciso que en el reglamento de copropiedad se
haya establecido su procedencia, de manera expresa. El reglamento de copropiedad es
un acto de carácter privado respecto del cual consienten –expresa o tácitamente- los
copropietarios, en ejercicio de su autonomía privada, por lo que les resulta obligatorio. La
procedencia de dicha forma de apremio es, precisamente, una materia que el legislador –
artículo 5°, inciso 3°, y 28, letra e), de la Ley N° 19.537- ha dejado entregada a la
autonomía privada en el seno de la copropiedad inmobiliaria, propendiendo, con ello, al
respeto de la autonomía que el artículo 1°, inciso 3°, de la Constitución reconoce al grupo
de copropietarios como cuerpo intermedio, y condice, también, con la garantía
constitucional del artículo 19, N° 15°, de la Constitución.
9° En mérito de lo expuesto, no cabe sino considerar que cuando se establece la
procedencia del apremio, ello ha sido aceptado por los copropietarios, lo que incluye a la
recurrente de protección, pues cuando ingresó a la copropiedad –al comprar su
inmueble- consintió y aceptó el reglamento de copropiedad existente, dotado de
publicidad suficiente, en el que se hace procedente la medida de apremio que
actualmente le aqueja. Así, por cierto, consta expresamente en la escritura pública de
compraventa que le sirvió de título a la posterior tradición, en la que se alude al
reglamento de copropiedad del Conjunto habitacional Los Ciruelos “y que la compradora
declara conocer y aceptar en todas sus partes”. En definitiva, es incuestionable que el
reglamento de copropiedad forma parte integrante del título de adquisición de la
recurrente de protección.
10° Que, en definitiva, la intervención que en este caso se produciría en un contrato
ajeno, a juicio del Tribunal requirente, no proviene directamente de la ley ni es
independiente de la voluntad de los copropietarios, sino que, muy por el contrario, dicha
voluntad es fuente de la misma.

2.- Sentencia de la Corte Suprema de 11 de diciembre de 2012, autos Rol N° 7.828-2012.

Normas constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: art. 19


números 3 y 24 de la Constitución Política de la República.

Materia: suspensión de suministro eléctrico.

Ante la Corte de Apelaciones de Santiago, recurre de protección don Juan Pablo


(…) en contra de don (…) y de la Administración del Condominio (…), solicitando que su

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recurso sea acogido, adoptándose en definitiva las medidas tendientes a cautelar el
legítimo ejercicio de los derechos constitucionales establecidos en el artículo 19 Nos. 3 y
24 de la Constitución Política de la República, de cuyo legítimo ejercicio, señala, se ha
visto amenazado a consecuencia del proceder arbitrario e ilegal del administrador y de la
Administración del Condominio (…).
Señala que se trata de un condominio compuesto por parcelas de agrado
emplazadas fuera del área urbana y que por lo tanto, no se encuentran acogidas a las
disposiciones de la Ley de Copropiedad. Sin embargo, el primer propietario pactó (sic) un
régimen de convivencia, estableció instancias de administración y cobro de gastos
comunes de la parcelación, similares a los contenidos en la Ley 6.071, el cual hoy en día
es completamente inaplicable, toda vez que conforme al efecto retroactivo de las leyes,
contemplado expresamente en el artículo 49 de la Ley 19.537, esta última ley se aplicará
a las comunidades de copropietarios acogidos a la Ley de Propiedad Horizontal con
anterioridad a la vigencia de esta, tal como ocurre en el caso de autos, puesto que no
existió un acuerdo en contrario por parte de los copropietarios.93
Por consiguiente, respecto del procedimiento de cobro de los gastos comunes,
afirma el recurrente, se deberá aplicar lo dispuesto en la Ley N° 19.537, en su art. 5, inc.
3°. Tras aludir al tenor de este precepto, que faculta al administrador, previo acuerdo del
Comité de Administración, para suspender o requerir la suspensión del servicio eléctrico,
sostiene el recurrente que esta es una facultad que debe entenderse de un modo
especialísimo, y al hacerlo el administrador de forma unilateral (es decir, sin el acuerdo
previo del mencionado Comité), estaría contraviniendo abiertamente el N° 3 del artículo
19 de la Constitución Política de la República.
Que el recurrido Sr. (…), abogado y Administrador del Condominio (…) y en su
representación, señala que el condominio que administra corresponde a aquellos
denominados predios rústicos y, en consecuencia, se rige por las normas establecidas en
el Decreto Ley N° 3.516 y bajo ninguna forma puede sostenerse que se encuentra regido
por la Ley de Copropiedad Inmobiliaria o Ley N° 19.537. Por lo tanto, agrega, lo que existe
es un predio rústico con un Reglamento de Uso y Servicios Comunes en donde se
establecen ciertas normas de convivencia, como el pago de los gastos comunes, similar a
un reglamento de copropiedad, con comité de administración y un administrador. En
definitiva, [estamos ante] un acuerdo entre privados, para regular las relaciones de los
distintos dueños de un predio rústico que ha sido subdividido. Señala, además, que este
acuerdo establece en su Título Tercero, artículo 10° -sin hacer distinción alguna a qué
servicio- que “el administrador del loteo queda expresamente facultado para suspender
los servicios de aquellos lotes o parcelas cuyos ocupantes hayan dejado de pagar
oportunamente dos cuentas consecutivas de consumos o gastos comunes”. Concluye
que, en definitiva, no existe ni privación, ni perturbación o amenaza a los derechos a los
que hace mención el recurrente, sino que un estricto cumplimiento a la normativa

93
Discrepamos de esta afirmación del recurrente de protección. A nuestro juicio, el art. 49° de la Ley, al
expresar que regirá la Ley N° 19.537 a las comunidades que se encontraban regidas por la Ley N° 6.071, no
supone que opere ésta con efecto retroactivo, sino que con efecto inmediato. Cfr. nuestro apunte Teoría de
la Ley, en www.juanandresorrego.cl.

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vigente y en especial a los contratos celebrados entre las partes, por lo que pide el
rechazo del recurso de protección.
Consigna la Corte de Apelaciones citada que, tal como se indica en los
documentos acompañados al informe de la recurrida, el uso y explotación de la parcela
agrícola 34 de propiedad del recurrente, ubicada en el loteo (…), de la Comuna de Lampa,
se rige por el denominado “Reglamento de uso de Bienes y Servicios Comunes”, el cual se
encuentra inscrito (sic) al margen de cada título individual y los cobros de electricidad y
agua cobrados a las parcelas corresponden a los precios a los cuales el referido loteo
compra por medio de un medidor general de electricidad a Chilectra. Existe un solo
medidor eléctrico instalado por la empresa eléctrica para todo el loteo, el cual es
prorrateado; prorrateo que se determina en virtud de los remarcadores individuales. Así
establecido no existe ninguna diferencia o margen para la administración. Por lo tanto –
como ocurre con el recurrente- si uno de los comuneros no paga sus cuentas, son
necesariamente el resto de los parceleros quienes las pagarán por él. El aludido informe
da cuenta que el recurrente ha incurrido en el no pago de su prorrata en diversas
oportunidades, habiéndose acordado una rebaja de $1.000.000.- en el año 2009. Luego,
en abril de 2012, se le cortó el suministro eléctrico, tras lo cual el recurrente se
comprometió a pagar los montos adeudados. Efectivamente se hicieron algunos abonos a
la deuda, pero sin que ésta disminuyera significativamente.
Concluye la Corte de Apelaciones de Santiago que del asunto sometido a su
conocimiento, no se desprende la existencia de ninguna ilegalidad ni arbitrariedad con
motivo del corte de energía eléctrica referido por el recurrente, el cual se ha producido
por encontrarse en mora en el pago de dichos consumos, reconociéndose dicha situación
en el reglamento que voluntariamente se han dado los propios comuneros del loteo.
Por lo expuesto, corresponde desestimar la presente acción cautelar puesto que,
como se ha dicho, no resultan afectadas en manera alguna las garantías constitucionales
que se señalan infringidas, esto es, los Nos. 3 y 24 del artículo 19 de la Constitución
Política de la República.
Habiendo apelado del fallo el recurrente, la Corte Suprema, por sentencia de 11
de diciembre de 2012, confirmó la resolución impugnada, con el voto en contra del
Ministro Sr. Sergio Muñoz, quien fue del parecer de revocar dicha sentencia y acoger la
acción de protección interpuesta, en virtud de las siguientes consideraciones:
1. En estos autos se ha deducido la acción de protección de garantías constitucionales,
por el acto arbitrario e ilegal consistente en haber cortado el suministro de energía
eléctrica de la parcela del recurrente, sin el acuerdo previo del Comité de Administración
ni orden del tribunal competente, en circunstancias que no se encontraba moroso en el
pago de 3 o más cuotas de gastos comunes, como prevé la Ley N° 19.537, actuar que
vulneraría las garantías consagradas en los numerales 3 y 24 del artículo 19 de la Carta
Fundamental.
2. La recurrente funda su acción en la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, remitiéndose a su
art. 5°, inc. 3°. Sin embargo, en la especie, las disposiciones de esta ley no resultan
aplicables, toda vez que el condominio de que se trata se compone de parcelas de agrado
emplazadas fuera del área urbana, cuestión que no ha sido controvertida en autos (se

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 100
alude al art. 1°, inc. 3° de la Ley, que define los inmuebles que pueden acogerse a la Ley
N° 19.537).
3. Que al informar la recurrida, argumenta no haber incurrido en actos ilegales o
arbitrarios, pues el actor no sólo adeuda gastos comunes, sino que además mantiene una
deuda vigente por concepto de consumo de agua y energía eléctrica, haciendo presente
que el condominio sólo cuenta con un medidor general de luz y agua; por lo tanto, la
deuda que se cobra al mismo involucra el consumo total de los vecinos, el que luego es
prorrateado entre los dueños de las parcelas que se emplazan al interior del condominio,
según la información que arrojan los marcadores individuales. Señala también que su
conducta se sustenta en la facultad establecida en el reglamento que se han dado los
vecinos del condominio, el cual se encuentra inscrito (sic) al margen de cada título
individual.
4. Que a fojas 21 rola una copia del Reglamento de Uso de Bienes y Servicios Comunes –
de 6 de junio de 1995-, de la Sociedad Agrícola e Inmobiliaria (…), dueña de los predios
que conforman el condominio (…), cuyo artículo décimo estatuye: “El administrador del
loteo queda expresamente facultado para suspender los servicios de aquellos lotes o
parcelas cuyos ocupantes hayan dejado de pagar oportunamente dos cuentas
consecutivas de consumo o gastos comunes”.
5. Que por un lado se denuncia a través de la presente acción constitucional el corte de
energía eléctrica que afecta al inmueble en que vive el recurrente y su familia. Sin
embargo, durante el transcurso de la causa se ha concretado además el corte de agua
potable de la propiedad, según consta en acta de diligencia suscrita por el Notario Titular
de la segunda Notaría de Colina, documento acompañado a fojas 105, en el que se indica
que la Parcela N° 34, se encuentra sin suministro de dicho servicio básico.
6. Que expuesta así la controversia, resulta necesario examinar la legalidad de la
conducta desplegada por los recurridos. Ellos fundan su actuar en la facultad que les
otorga el mencionado reglamento de copropietarios al administrador del condominio.
Surge así la necesidad de establecer si es lícito o no, plasmar semejante voluntad en un
instrumento de estas características.
Un primer análisis del tema podría llevar a la errada conclusión que en virtud del
principio de la autonomía de la voluntad, los vecinos pueden darse la organización que
crean conveniente, y que justamente es sobre la base de ese antecedente que en el caso
concreto se otorgaron al administrador facultades que velan por el resguardo oportuno
de los gastos comunes y de los consumos de suministros de agua potable y energía
eléctrica.
Sin embargo, a juicio de este disidente, el asunto requiere un análisis un poco más
profundo. En efecto, a través de la actuación de la recurrida, sustentada en lo establecido
en el reglamento, se está privando a una familia de suministros básicos para la existencia
de las personas, como lo son el agua potable y la energía eléctrica, con todas las nefastas
consecuencias que dicho acto puede acarrear para los residentes del inmueble afecto al
mencionado corte.
No es la ley en este caso quien otorga la mencionada facultad, pues no existe
norma legal alguna que sustente el actuar de la recurrida, sino un simple reglamento de
copropietarios al cual han adherido los recurrentes al adquirir el inmueble que hoy

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 101
habitan. Desde esta perspectiva no resulta legítimo, que en virtud del respeto irrestricto a
la autonomía de la voluntad, se permita que a través de un instrumento de esta
naturaleza, se otorguen a un administrador facultades que pongan en riesgo la vida e
integridad de las personas, pues a través de ello se vulnera la garantía constitucional
consagrada en el N° 1 del artículo 19 de la Carta Fundamental.
7. Sin perjuicio de lo anterior, nada obsta que se persiga el cobro por las vías ordinarias,
con lo cual el legislador ampara los derechos de los acreedores, como en el caso de autos.

Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sres. Sergio Muñoz G., Héctor Carreño S., Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G.
y el Abogado Integrante Sr. Emilio Pfeffer U. Redacción a cargo del Ministro Sr. Muñoz.

3.- Sentencia de la Corte Suprema de 13 de abril de 2012, autos Rol Nº 1.669-2012.

Normas legales y reglamentarias decisorias o consideradas principalmente en el fallo: art.


49 de la Ley N° 19.537; y art. 26 Nº 10 del Reglamento de la Ley.

Materia: suspensión de suministros básicos.

Se interpuso un recurso de protección por la propietaria de una unidad, por la


aplicación de una sanción por parte de la recurrida, consistente en una multa y en la
suspensión del suministro de agua y alcantarillado, aduciendo la recurrente que ello
constituye un acto ilegal y arbitrario. La Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el
recurso. Contra esa resolución, la recurrente interpuso recurso de apelación ante la Corte
Suprema. Ésta, revocó la sentencia impugnada. Reproducimos la sentencia del máximo
Tribunal:

“Primero: Que a través de esta acción constitucional de protección, la Sociedad Industrial


y Comercial (…) ha recurrido a sede jurisdiccional en contra del Comité de Administración
del Condominio (…) de Lampa, por estimar que éste ha incurrido en un acto ilegal o
arbitrario al sancionarla con una multa ascendente a 600 U.T.M. y a la suspensión de los
servicios de agua potable y alcantarillado, si no la soluciona, al ver conculcadas en su
concepto las garantías constitucionales de los numerales 3 y 24 del artículo 19 de la Carta
Fundamental.
Segundo: Que la actora reconoce la facultad del Comité de Administración para aplicar la
multa en cuestión, pero no para ejecutarla y que en la especie se trata de autotutela.
Tercero: Que el comité recurrido, sostiene que el Loteo Industrial (…), fue constituido con
fecha anterior a la dictación de la Ley Nº 19.537, de modo que no se encuentra acogido al
Régimen de Copropiedad Inmobiliaria establecido en dicho cuerpo normativo, sino que
tiene la naturaleza jurídica de una comunidad regida por el derecho común, en todo lo
relativo a la infraestructura de abastecimiento de agua potable y recolección y
tratamiento de aguas servidas. Añade que desde un comienzo se ha regido por un
Reglamento de Copropiedad, el cual ha sido íntegramente aceptado y hecho suyo por
cada una de las empresas que sucesivamente fueron adquiriendo lotes industriales en el

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 102
condominio, entre ellas la actora. Indica que el reglamento obliga a cada uno de los co-
propietarios, quienes están sujetos a sus disposiciones, a las normas del derecho común y
del Código Civil, y supletoriamente, a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria en virtud del
artículo 1º del reglamento citado.
Cuarto: Que las razones que condujeron a la imposición de la multa a la actora, o los
eventuales incumplimientos de ésta a la normativa ambiental, no resultan pertinentes
para resolver el asunto planteado, pues éste versa sobre la facultad del comité recurrido
para ejecutar la multa impuesta, pues como ya se sostuvo, la actora reconoce la facultad
del ente recurrido para sancionarla, pero no para ejecutar la medida de multa que se le
ha aplicado.
Quinto: Que el Reglamento de Copropiedad que rige para el Condominio (…), reconoce
según lo afirman los propios recurridos la aplicación supletoria de la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria (fojas 66 del informe evacuado por el Comité de Administración), y si bien
dicha Ley pudo haber sido la Nº 6.071 no es menos cierto que la nueva preceptiva
contenida en la Ley Nº 19.537 dispone en su artículo 49 que se aplicará también a las
comunidades de copropietarios acogidos a la Ley de Propiedad Horizontal con
anterioridad a su vigencia, salvo acuerdo unánime de las partes, cuyo no es el caso. 94
Sexto: Que conforme a lo anterior, también es aplicable a la comunidad en referencia, el
Reglamento de la Ley Nº 19.537 en cuyo artículo 26 Nº 10 se dispone que a falta de
disposiciones en el reglamento de copropiedad y en el silencio de la asamblea, serán
funciones del administrador, entre otras: Nº 10: Pedir al Tribunal competente que aplique
los apremios o sanciones que procedan al copropietario u ocupante que infrinja las
limitaciones o restricciones que en el uso de su unidad le imponen el reglamento de
copropiedad y las normas legales y reglamentarias vigentes sobre copropiedad
inmobiliaria. De conformidad a dicha reglamentación, la conducta del Comité de
Administración de aplicar una multa a la sociedad recurrente y pretender apremiarla en
su cumplimiento bajo apercibimiento de corte de suministro de agua y alcantarillado,
constituye un acto unilateral de autotutela que excede la legalidad de sus facultades y
vulnera el derecho de propiedad de la sociedad tanto en su patrimonio al verse expuesta
a satisfacer una multa –que cuestiona y discute- como sus derechos a los servicios de
agua y alcantarillado a los que tiene legítimo acceso como miembro integrante del
condominio.
Séptimo: Que la circunstancia que con antelación la recurrente haya sido objeto de otra
multa y la haya pagado, no obsta para afirmar que la pretensión del Comité en orden a
ejecutar las sanciones que dispone sea ilegal, pues si la actora en esa oportunidad pagó,

94
Esta frase del fallo es equívoca. En realidad, lo que dispone el art. 49 de la Ley N° 19.537 es que ésta se
aplicará también a las comunidades que existían antes de que entrare en vigencia, salvo en tres materias a
las que hicimos referencia, en las que continuarán aplicándose las normas de sus reglamentos de
copropiedad, a saber: cambio de destino de las unidades del condominio, proporción o porcentaje que a cada
copropietario corresponde sobre los bienes comunes y pago de los gastos comunes y en lo concerniente a los
derechos de uso y goce exclusivo sobre bienes comunes que hayan sido legalmente constituidos. Con todo,
con acuerdo unánime de los copropietarios, se aplicarán las normas de la Ley N° 19.537 inclusive a estas tres
materias. De igual forma, continuarán vigentes los derechos de uso y goce exclusivo sobre bienes comunes
que se hubieren constituido legalmente al amparo de la Ley N° 6.071 (revisar respecto de esta última
materia, la sentencia N° 41).

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 103
pudo tener en consideración la justicia de la sanción; en cambio ahora, disiente de la
medida aplicada, por lo que su ejecución deberá ventilarse ante el tribunal competente
como órgano que debe conocer y resolver lo pertinente a este apremio.
Por estas consideraciones y lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución Política de la
República y en el Auto Acordado de esta Corte Suprema sobre la materia, se revoca la
sentencia apelada de doce de enero de dos mil doce, escrita a fojas 216 y en
consecuencia se acoge el recurso de protección deducido en lo principal de fojas 1 por lo
que el Comité de Administración deberá abstenerse de aplicar apremios ante el no pago
de la multa impuesta, debiendo para su ejecución recurrir ante los tribunales que
correspondan de acuerdo a la juridicidad vigente.
Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Sergio Muñoz G., Sra. Sonia Araneda B., Sra. María Eugenia Sandoval G., el Ministro
Suplente Sr. Juan Escobar Z. y el Abogado Integrante Sr. Arturo Prado P. Redacción a
cargo del Sr. Prado.

4.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Antofagasta de 2 de noviembre de 2006,


autos Rol Nº 106-2006.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: arts. 32, inc. 3° y 33,
inc. 1º, de la Ley N° 19.537; y art. 9 de la Ley Nº 18.287.

Materia: competencia del Juez de Policía Local.

En virtud de esta sentencia, la Corte revocó el fallo de la Juez del Primer Juzgado
de Policía Local de Antofagasta, por el cual se había declarado incompetente para
conocer de una demanda indemnizatoria deducida por infracción a la Ley Nº 19.537. La
Corte le ordenó a la Juez a quo que continuara conociendo del asunto. Reproducimos
seguidamente el fallo de segundo grado:

“PRIMERO.- Que sobre la base de la interpretación que a la señora Jueza Titular del
Primer Juzgado de Policía Local le merece la Ley 15.231 95 en sus artículos 13 y 14, se ha
declarado la incompetencia de ese Tribunal para seguir conociendo de la demanda de
perjuicios deducida a fs. (…)
SEGUNDO.- Que el motivo fundante de dicha incompetencia es el hecho que en las
precitadas normas “no se encuentra considerada mención a la ley sobre copropiedad
inmobiliaria”, tal cual lo señala el recurso de fs. 72, y que es materia del presente fallo.
TERCERO.- Que en esa ley que regula la organización y atribución (sic) de los juzgados de
policía local era del todo imposible incluir a otra, -la de copropiedad inmobiliaria- signada
con el Nº 19.537, cuya fecha de publicación es del 5 de diciembre de 1997, es decir, 19
años después de aquella.
CUARTO.- Que la presunta insuficiencia normativa de la Ley 15.231, en cuanto de ella se
deriva la razón de ser de la incompetencia impugnada por el recurso de fs. 72, no es óbice
95
La Ley Nº 15.231 fija el texto definitivo y refundido de la Ley de organización y atribuciones de los juzgados
de policía local.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 104
para razonar de modo tal que, sobre la base de conocidos principios de realismo jurídico,
se determine que el Tribunal de Policía Local sí es competente para conocer tanto la
causa infraccional como la eventual determinación y satisfacción de los perjuicios anexos
a la demanda del 1er. Otrosí de fs. 55.
QUINTO.- Que razona acertadamente el recurrente cuando en el punto 4º) del escrito de
fs. 72 hace presente que la Ley Sobre Copropiedad Inmobiliaria en su art. 33 entrega
competencia a los juzgados de policía local para conocer de las contiendas que se
promuevan entre copropietarios y entre éstos y el administrador, sometiéndose éstas al
procedimiento establecido en la Ley 18.287. Acota que la realidad vigente en los
tribunales de policía local es que ellos conocen de una serie de materias por disponerlo
leyes especiales, verbigratia, la 19.496 que legisla sobre protección de los derechos de los
consumidores; la 19.284, sobre normas para la plena integración social de las personas
discapacitadas. En ambos casos, la competencia abarca conocimiento de infracción e
indemnizaciones sometiéndolas al procedimiento de la conocida ley 18.287.
SEXTO.- Que es útil tener presente, acorde al razonamiento literal del recurso, párrafo 6º,
que el artículo 32 de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria en la parte final de su inciso 3º,
considera el derecho a recibir indemnización por los perjuicios ocasionados por infracción
a sus preceptos. Añádese a ello que el art. 33 establece la competencia de los juzgados de
policía local para conocer de todas las contiendas entre copropietarios –las que regula la
ley 19.537- ordenando que ellas se sujeten al procedimiento establecido en dicha ley
18.287. Pues bien, esta última ley, en su art. 9º previene que “El juez será competente
para conocer de la acción civil siempre que se interponga oportunamente dentro del
procedimiento contravencional”. Tal es la situación de autos al tenor de lo expresamente
demandado en el primer otrosí del libelo de fs. 55. 96
SÉPTIMO.- Que es evidente que se impone como verdadero axioma de hermenéutica
legal aquel según el cual la ley debe interpretarse siempre en el sentido que produzca
efectos y no en el que no los produzca o los enerve a priori. Útil parece ser entonces
consignar el autorizado pensamiento doctrinal contenido en el libro “Interpretación
Jurídica”, del prof. Carlos Ducci Claro, Editorial Jurídica de Chile, 1977, pág. 81: “la justicia

96
En este punto, no concordamos con la conclusión de la Corte. En nuestra opinión, el Juez de Policía Local no
tiene competencia para conocer de una demanda indemnizatoria promovida por un copropietario en contra
de otro copropietario. En realidad, el inc. 1° del art. 33 de la Ley N° 19.537 no dice que el Juez de Policía Local
conocerá de “todas” las contiendas entre copropietarios, sino que expresa: “Serán de competencia de los
juzgados de policía local correspondientes y se sujetarán al procedimiento establecido en la Ley N° 18.287,
las contiendas que se promuevan entre los copropietarios o entre éstos y el administrador, relativas a la
administración del respectivo condominio…”. La contienda, entonces, debe estar circunscrita a una materia
que corresponda “a la administración del condominio”. Es cierto que en el art. 32, inc. 3°, se emplea la frase
“… Lo anterior, sin perjuicio de las indemnizaciones que en derecho correspondan”, pero ya explicamos que
es presupuesto para demandar indemnización, que el juez de policía local esté conociendo de una denuncia
infraccional. Recordamos también que la conclusión anterior se apoya también en el tenor del art. 9 de la Ley
N° 18.287, según se explicó. Por ello, si se trata de una demanda indemnizatoria deducida por los daños
ocasionados a la unidad de un copropietario por culpa o dolo de otro copropietario, sin que medie denuncia
infraccional, el juez competente debe ser el de letras en lo civil. En cambio, si el daño que justifica la
demanda indemnizatoria hubiere sido causado por actos de la Administración del Condominio, será juez
competente el de Policía Local, en la medida en que se denuncie la infracción y se demande además la
indemnización. Ver, al respecto, sentencia N° 26 de “Criterios jurisprudenciales”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 105
requiere un orden que implica un mínimum de certeza y seguridad jurídicas, pero ésta no
es un orden estático, inmovilizado, sino que es un orden dinámico, abierto
necesariamente a los cambios y variaciones del medio social humano”.
Por estas consideraciones, textos legales citados y lo previsto además, en los artículos 186
y siguientes del Código de Procedimiento Civil SE REVOCA el fallo de fecha diecinueve de
julio de dos mil seis escrito a fs. 71, en cuanto se declaró la incompetencia del tribunal
para conocer de la demanda de perjuicios y en su lugar se declara que es competente y
deberá seguir conociendo de ella”.
Redacción Abogado Integrante Sr. Bernardo Andrés Julio Contreras.

5.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Valparaíso de 16 de mayo de 2011, autos Rol


Nº 173-2011.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: arts. 13, 17, 32 y 33


de la Ley Nº 19.537; y art. 133 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones.

Materia: obras que alteran o amplían bienes comunes o unidades de un condominio.

Con fecha 14 de octubre de 2010, el Juez de Policía Local competente dictó


sentencia, por la cual hizo lugar a la querella por infracción a la Ley General de Urbanismo
y Construcciones deducida por la Comunidad Edificio (…) en contra de doña Ana (…).
La demandada fue condenada al pago de 3 Unidades Tributarias Mensuales por
infringir lo dispuesto en el art. 17º de la Ley Nº 19.537, específicamente, el N° 12 del art.
17, que dispone aprobación por junta extraordinaria de copropietarios, de las “obras de
alteración o ampliaciones del condominio o sus unidades”. Asimismo, el Tribunal ordenó,
facultado por el art. 33º letra e) de la misma Ley que le permite adoptar las medidas
necesarias para la solución de conflictos entre los copropietarios, que la parte querellada
debía reconstruir un muro estructural sito en su departamento, previa obtención de las
autorizaciones y permisos que fueran procedentes, otorgándosele al efecto un plazo de
60 días para ejecutar las obras.
La querellada interpuso recurso de apelación, impugnando el fallo de primera
instancia.
La Corte de Valparaíso, expresa en su sentencia:
“CUARTO: Que esta Corte hace suya la conclusión de la querellada en cuanto a que las
sanciones a que arriba el juez de primera instancia tanto respecto de la multa impuesta
como de la construcción del muro se fundan en los artículos 32º inciso 3º y 33 letra e),
disposiciones que consigna en la parte resolutiva del fallo en alzada. Que estas
disposiciones insertas en el Título II de la Ley 19.537, versan sobre la administración de
los condominios.
QUINTO: Que previo a resolver la cuestión planteada es necesario establecer cuáles son
las disposiciones legales que rigen la materia, teniendo presente para ello lo dispuesto en
la Ley 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria, teniendo además presente que el
querellante funda su pretensión entre otros cuerpos legales en esta última.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 106
Así las cosas, el artículo 13 de la ley en comento dispone que las alteraciones de
las construcciones de los bienes comunes –definidos en el artículo 2 Nº 3 del cuerpo legal
citado- se sujetarán a lo previsto en el reglamento de copropiedad o, en su defecto, a lo
que determine la asamblea de copropietarios cumpliendo en ambos casos con las normas
vigentes en la materia.
Que en el caso a tratar, el propio querellante acompaña el reglamento de
copropiedad del Edificio (…), a fojas 4, no objetado, consignándose en su artículo séptimo
párrafo final, que cualquiera modificación que un propietario desee efectuar en su
departamento, estacionamiento o bodega que sea de su exclusivo dominio deberá
necesariamente contar con la autorización escrita de la junta de vigilancia 97 y solicitar,
también, el permiso a la municipalidad respectiva, con el único requisito que las
modificaciones no afecten los derechos en los bienes comunes de los demás
copropietarios y mantengan el estilo y arquitectura del edificio, siendo de su
responsabilidad los perjuicios que se irroguen si no se hubiere contado con las
autorizaciones antes referidas. Seguidamente la cláusula octava sanciona con multa a
beneficio de todos los copropietarios la infracción en el evento que se omita el
cumplimiento de lo requerido en la cláusula anterior, cuyo es el caso.
SEXTO: Que conforme al principio de la especialidad, en el caso a tratar y habiendo
reglamento de copropiedad que regula el régimen de bienes comunes del edificio de
marras, el juez de primera instancia no estaba facultado para disponer la reconstrucción
del muro estructural que ha sido objeto de este juicio; ello debido a que el citado
reglamento no confería tal facultad, sino sólo la aplicación de multa en sueldos vitales y
no en unidades tributarias, por consiguiente éste se extralimitó en su competencia,
motivo por el cual se procederá al rechazo de la querella de fojas 55 y siguientes, sin
perjuicio de otros derechos.
SÉPTIMO: Que en relación al segundo defecto anotado por el apelante en cuanto a que el
procedimiento aplicado no es el correcto respecto de las construcciones que se ejecuten
sin el previo permiso de construcción, desde la publicación de la ley, las que pagarán un
recargo del 50% del derecho municipal que correspondiere pagar al momento en que el
interesado solicitare regularizar su situación.
Agrega que si el infractor no regularizare su situación, el Director de Obras
formulará, en cualquier tiempo, la correspondiente denuncia ante el Juez de Policía Local,
el que, además de la multa por la infracción, condenará también al infractor a pagar el
valor de los derechos correspondientes a la edificación que se hubiere levantado sin
permiso, recargado en un 100%.
El Juez de Policía Local aplicará la sanción en esta parte conforme a la liquidación
que practique el Director de Obras Municipales, de acuerdo a los valores establecidos,
más el recargo aludido.
Verificado el pago en este último caso, se extenderá un certificado final, trámite
con el cual se entenderá regularizada la construcción, sin otros requisitos, siempre que no
vulnere las disposiciones del Plan Regulador.

97
La “Junta de Vigilancia” equivale hoy al “Comité de Administración” en la Ley Nº 19.537.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 107
Al respecto se dirá, que la disposición que la regula (artículo 133 de la Ley General
de Urbanismo y Construcciones) no es aplicable a la especie, por cuanto ella está referida
a los casos en que el infractor se autodenuncie con el fin de regular su situación, razón
por la cual se procederá al rechazo de esta argumentación.
Por estas consideraciones, disposiciones legales citadas y lo dispuesto en el
artículo 32 de la Ley 18.287, se declara que se REVOCA la sentencia de catorce de octubre
del año dos mil diez, escrita a fojas 248 a 249 y en su lugar se declara que se rechaza la
querella interpuesta en lo principal de fojas 31 deducida por la Comunidad de
Copropietarios Edificio (…), con costas.
Sin perjuicio de lo resuelto, se ordena oficiar a la Dirección de Obras Municipales
de Viña del Mar informando de los hechos materia de esta querella para los fines a que
diere lugar”.
Redacción Ministro Sra. Inés María Letelier Ferrada.

6.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Valparaíso de 16 de abril de 2012, autos Rol


N° 88-2012.

Normas constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículo 19,


números 1 y 2 de la Constitución Política de la República.

Materia: tenencia de mascotas al interior de un condominio.

Doña Rosa (…), jubilada y usufructuaria del departamento (…), del cual es
propietario su hijo, interpuso recurso de protección en contra de don Esteban (…), en su
calidad de administrador del Edificio (…), de Valparaíso. Indica que el 23 de noviembre de
2011 envió un requerimiento al Comité de Administración del Edificio, en el cual
solicitaba autorización para mantener a su mascota, a pesar de la prohibición existente
en el reglamento, fundándose esta en razones de salud, indicadas en certificado
extendido por su médico psiquiatra, en el cual se explica lo fundamental de la tenencia de
dicha mascota para efectos de su recuperación de la depresión que padece. Agrega que
esta enfermedad, es derivativa de un cáncer de mamas que la aquejó en el año 2009.
Hace presente, que en la misma comunidad existen dos excepciones a la referida
prohibición, fundadas también en temas de salud, situación similar a la que invoca. El 20
de diciembre de 2011, mediante carta remitida a su parte, se negó lugar a su solicitud,
situación que considera discriminatoria y arbitraria, en relación a sus vecinos, a quienes
en igualdad de condiciones que su parte, se les permite la tenencia de mascota. Lo
anterior le ocasiona una perturbación de índole psicológica, pues padece de depresión, lo
que debe colacionarse con el estrés y la presión de perder al único ser vivo con el que
comparte diariamente, lo que ha generado un retroceso en su estado de salud. Hace
presente, que su mascota se encuentra siempre en sus dependencias, no utilizando los
espacios comunes pertenecientes al condominio, siendo responsable de su cuidado, no
generando perjuicios a nadie. Indica como derechos conculcados los contemplados en los
numerales 1° y 2° del artículo 19 de la Carta Fundamental.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 108
Compareció don Esteban (…), quien informa que es el actual administrador y
copropietario del inmueble emplazado en (…), Valparaíso, Edificio (…), la que se
encuentra acogida a la ley de copropiedad horizontal. Agrega que la comunidad, en sus
relaciones internas, se encuentra regida por un reglamento de copropiedad, el que fue
aprobado por la asamblea de copropietarios, reducido a escritura pública y modificado
por escritura de fecha (…), inscritas en el Conservador de Bienes Raíces. Agrega que en su
artículo 1 se establece su ámbito de aplicación, prescribiendo además, que será
obligatorio para toda persona natural o jurídica a quien el propietario [de una unidad]
conceda su uso o goce o que los ocupe a cualquier título. Que, por su parte, la letra b) del
art. 7 del citado cuerpo normativo, indica que “… queda prohibido a los propietarios
tener en sus departamentos, estacionamientos o espacios de uso común perros, gatos u
otros animales domésticos o salvajes”. Que el tenor de la norma es claro en cuanto a la
prohibición de tener animales, la que es vinculante para todos, obligación que es
aplicable a toda la comunidad, por lo cual no existe discriminación. Agrega que cualquiera
que sea la naturaleza de la ocupación que realiza la recurrente, se encuentra obligada a
respetar la normativa imperante, y que en el evento de hacer excepciones, se estaría
incumpliendo con las normas del reglamento. Que, salvo que se trate de un caso de vida
o muerte, no es posible aceptar el requerimiento de la recurrente, porque implicaría
establecer privilegios a favor de tercero, que es precisamente lo que se solicita por esta.
Hace presente que el reglamento de copropiedad es una norma de carácter interno que
rige las relaciones entre particulares, que de ningún modo puede ser modificado por los
órganos del Estado.
A fs. 66, rola certificación del Receptor Judicial don (…), en que señala haber
concurrido al edificio (…) y haberse entrevistado con el recurrido, quien declaró que las
excepciones al reglamento en cuanto a dos propietarios que mantienen mascotas fueron
previstas por la Inmobiliaria Vida Nueva, cuando se compraron los departamentos “en
verde” y las administraciones que ha habido, luego de la entrega del edificio, sólo se han
limitado a respetar dicho acuerdo.
A fs. 69, informa el recurrido que el comité de administración no ha autorizado a
tener mascotas en el edificio, y las que existen por parte de dos comuneros son
anteriores a la dictación del reglamento de copropiedad.
Expresa la sentencia de la Corte de Valparaíso:
“Primero: Que el recurso de protección es una acción de amparo de derechos
fundamentales (…), conforme está previsto en el artículo 20 de la Constitución Política.
Segundo: Que la actuación ilegal y arbitraria del recurrido Esteban (…), en
concepto de la actora, vulneraría las siguientes dos garantías constitucionales:
-La del artículo 19 N° 1, esto es el derecho a la vida y a la integridad física y
psíquica, por cuanto se le ha prohibido mantener su mascota, siendo que necesita la
compañía del animal por motivos de salud, porque le permite recuperarse de la
depresión que actualmente le afecta, la que derivó del cáncer de mamas sufrido en el año
2009. Esta prohibición le ha producido una perturbación psicológica, por el estrés y la
presión de perder el único ser vivo con el que comparte diariamente.
-La del artículo 19 N° 2, esto es la igualdad ante la ley, por cuanto al decidir en la
forma expuesta, el recurrido la ha discriminado en forma arbitraria en relación a dos

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 109
vecinos del edificio donde reside, quienes al igual que ella poseen perros sanitarios, y sin
embargo en su caso el recurrido le negó esa posibilidad el 20 de diciembre de 2011.
Tercero: Que los antecedentes documentales aportados por la recurrente son del
siguiente tenor:
a) Certificado de fecha 15 de diciembre de 2011 que aparece suscrito por el
médico psiquiatra (…), en el que indica que la señora Rosa (…) presenta un cuadro de
depresión reactiva que hace contraproducente separarla de su mascota, un perro poodle,
considerando además que la paciente vive sola.
b) Los siguientes tres, en todos los cuales se consigna que la paciente es doña Rosa
(…): Epicrisis médica del servicio de Oncología del Hospital Van Buren, de fecha 17 de
marzo de 2011, que aparece emitido por un médico radioterapeuta; resultado de examen
de ecotomografía mamaria, que figura extendido por un médico radiólogo, con fecha 5
de marzo de 2010; y resultado de examen de mamografía bilateral, emitido por un
médico radiólogo de fecha 21 de febrero de 2011.
c) Copias de escrituras públicas de rectificación del Reglamento de Copropiedad
del edificio (…), y de Reglamento de Copropiedad del mismo edificio (…).
d) Carta datada el 20 de diciembre de 2011, dirigida a (…), que aparece suscrita
sobre el siguiente dato ‘(…) Administrador’, y en la que se hace saber que en reunión del
comité de administración, y de acuerdo al artículo 7 letra b del Reglamento Interno, se
rechazó la petición de la señora Rosa (…) en cuanto pedía la posibilidad de ingresar en
forma permanente al departamento con una perrita poodle.
e) Carta de 23 de noviembre de 2011 que aparece remitida por doña Rosa (…) al
Comité de Administración del Edificio (…), y en la que solicita se le admita el ingreso con
su perrita poodle al departamento que ella ocupa, signado con el N° (…), de propiedad de
su hijo.
Cuarto: Que cumpliendo lo ordenado por esta Corte, el Receptor Judicial (…), se
constituyó en el edificio (…), donde se entrevistó con el administrador Esteban (…). Esta
persona, en síntesis, le relató que en la actualidad los ocupantes de dos departamentos
mantienen mascotas allí, al haber sido autorizados por la inmobiliaria respectiva cuando
adquirieron sus propiedades ‘en verde’, y este derecho que acordaron con la inmobiliaria
ha sido respetado por los administradores del edificio, pero que desde la dictación del
Reglamento de Copropiedad, en el año 2006, se ha negado los permisos para tener
mascotas, debido a que dicho Reglamento lo prohíbe, siendo este el caso de la
recurrente.
Quinto: Que con los documentos descritos en la letra b) del fundamento ante
precedente, los cuales no fueron impugnados, se establece de modo fehaciente que la
recurrente padeció de un cáncer en su mama izquierda, por lo que fue operada y tratada
con radioterapia a comienzos del 2009, que al mes de febrero de 2011 no presentaba
signos de malignidad en la zona que había sido afectada por la enfermedad, y que al mes
de diciembre de 2011 presentaba un cuadro de depresión reactiva lo cual hacía
contraproducente separarla de su mascota, una perrita poodle. Sobre este último
aspecto, y conforme a lo que se informa por especialistas tanto en la prensa escrita como
hablada, el saber común nos indica cuán importante puede resultar la compañía de una
mascota para una persona que vive sola, lo que queda reflejado en lo que escribió la

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 110
señora (…) en su nota dirigida al Comité de Administración, en la que destaca que su
perrita poodle la acompaña, que le da afecto y alegría, fuera de eso alude a que el animal
ha sido enseñado con los hábitos de comportamiento e higiene suficientes como para
mantenerla al interior del departamento sin ocasionar daño alguno. No cabe duda
alguna, entonces, que conforme al diagnóstico del médico psiquiatra señor (…), el hecho
de que a la señora (…) se le impida tener junto a sí a su perrita poodle (…) puede tener
una incidencia negativa en su salud física y/o psíquica, no pudiendo obviarse en este caso
el hecho de que ella ha superado una enfermedad grave como lo es el cáncer, pero que
continúa con controles anuales en relación al mismo padecimiento. Lo anterior da plena
credibilidad a las afirmaciones de la recurrente, en cuanto en su libelo afirma que la
conducta del recurrido la perturba psicológicamente, debido a la patología psiquiátrica
que le afecta, y el estrés y la presión de perder al único ser vivo con el que comparte a
diario la atormenta, generando un retroceso en su estado de salud.
Sexto: Que el rechazo de la solicitud de la señora Rosa (…), conforme se lee en la
carta de fecha 20 de diciembre de 2011 suscrita por el recurrido, se fundamenta en lo que
dispone el artículo 7 letra “b” del Reglamento de Copropiedad (…) cabe preguntarse a
continuación si la mascota que posee la señora (…) tendría las características de los
animales cuya tenencia es prohibida en la estipulación transcrita. En relación a lo anterior
es prácticamente un hecho de público conocimiento que la raza poodle de perros
corresponde a animales de mínimo tamaño, que incluso permite que sus dueños los
transporten fácilmente colocándolos al interior de bolsos o cestos. Tal es lo que refiere la
señora (…) en el punto siete de la carta ya mencionada, al señalar que para los paseos
diarios para los que debe sacar a la vía pública a su perrita, la llevaría oculta en una bolsa,
al salir y entrar del edificio, y de esa manera el animalito no causaría molestias a los
vecinos susceptibles del tema, y tampoco pisaría los lugares comunes de circulación,
como pasillos, escalas o ascensores (…) Por lo tanto, tomando especialmente en
consideración las características de la raza del animal, respecto del cual la recurrente
pretende mantener al interior del departamento que ocupa, así como la actitud
claramente responsable de ella en relación a la tenencia de una mascota (…) se puede
colegir que en este caso se trata de un animal que no alteraría la tranquilidad, como
tampoco el aseo o el orden de dicho condominio y por ende que no le afecta a la señora
(…) la disposición del artículo séptimo letra “b” del Reglamento de Copropiedad (…).
Séptimo: Que, por otra parte (…) el recurrido admite que en el edificio de que se
trata hay dos comuneros que tienen mascotas al interior de sus unidades y para lo cual
fueron autorizados por la Inmobiliaria, cuando aún no se dictaba el Reglamento de
Copropiedad. Si bien el señor (…) agrega que esa autorización no fue dada por la
administración a su cargo, lo cierto es que la situación de los señalados dos comuneros es
objetivamente privilegiada en relación a aquella a la que se quiere someter a la
reclamante, toda vez que el artículo 1° del Reglamento de Copropiedad respectivo, reza
los siguiente: “El presente reglamento regula las relaciones de orden interno y los
derechos y obligaciones de los copropietarios de la totalidad de los departamentos del
‘Edificio (…)’, a que se ha hecho referencia en las cláusulas precedentes de la presente
escritura y será obligatorio para todas las personas naturales o jurídicas que adquieran o
hayan adquirido algunos de dichos departamentos y para sus sucesores en el dominio y

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 111
para toda persona natural o jurídica a quien el propietario conceda el uso y goce, o que
los ocupe a cualquier título…”. Dado que en este caso se había exceptuado a dos
copropietarios de la prohibición de mantener mascotas, permitiéndoseles tenerlas en sus
departamentos dándose como razón en uno de estos casos los problemas de salud que
aquejaban a uno de esos propietarios, pudiendo concluirse así que esa persona estaba en
una situación muy similar a aquella que esgrimió la señora (…) en los puntos cuatro y
nueve de su carta de 23 de noviembre de 2011, para que le fuera acogida su petición. A
pesar que los referidos dos copropietarios habían sido autorizados por la inmobiliaria
respectiva con fecha anterior a la vigencia del reglamento de Copropiedad, debía
necesariamente tenerse presente que esta normativa en forma categórica hacía
obligatoria sus disposiciones a todos los propietarios de departamentos o a las personas a
quienes éstos concedieran el uso o goce de las unidades, y ese solo motivo obligaba a
considerar la solicitud de la señora (…) con más detenimiento, a objeto de examinar si su
situación podía ser calificada en la misma forma que esas dos personas que a la fecha no
estaban sujetas al impedimento reglamentario que a ella sí se le exigía acatar.
Octavo: Que los razonamientos anteriores llevan a determinar que la conducta del
requerido, ya descrita en esta resolución, es injustificada y carente de toda razón lógica, y
por tanto es arbitraria, amenazando el derecho a la vida y a la integridad física de la
recurrente y perturbando su integridad psíquica, todo lo anterior en vista de las
especiales condiciones de salud de la señora Rosa (…); a la vez que la discriminó al
aplicarle una disposición del estatuto reglamentario del edificio, encontrándose ella en
idénticas condiciones a otro (u otros) ocupante del mismo condominio para quien esa
norma no regía. Han sido vulnerados, por tanto, los derechos garantizados en el artículo
19 numeral 1 y 2 de la Constitución Política, lo que hace procedente la acción de amparo
intentada.
Por estas consideraciones, lo establecido en el art. 20 de la Constitución Política de
la República y Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema sobre la materia, se acoge, el
Recurso de Protección deducido a fojas 31 por doña Rosa (…) en contra de Esteban (…),
ordenándose al recurrido abstenerse de ejecutar cualquier acción que implique privar a la
recurrente de la tenencia de su mascota”.
Redacción de Ministro Suplente Sra. Mónica Gutiérrez Fuentealba.
La Corte Suprema, conociendo de la apelación interpuesta por el recurrido,
expresó en su fallo de 7 de junio de 2012:
“Vistos:
Se elimina el fundamento octavo de la sentencia en alzada.
Y se tiene en su lugar y además presente:
Que reconociendo que el reglamento de copropiedad del edificio (…) tiene plena
eficacia y que no se pretende su modificación, es un hecho cierto que en el edificio ya
referido existen dos copropietarios que están autorizados para la tenencia de mascotas,
por lo que no puede pretenderse –sin violar la igualdad ante la ley- privar a la recurrente
del igual derecho reclamado.
Se confirma la sentencia apelada de fecha dieciséis de abril de dos mil doce,
escrita a fojas 76.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 112
Se previene que el Ministro señor Muñoz estuvo por confirmar la referida
sentencia sin modificaciones.

7.- Sentencia de la Corte Suprema de 29 de diciembre de 2015, autos Rol N° 8.824-2015.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículo 27 de la Ley


N° 19.537 y artículos 434 N° 7 y 464 N° 7 del Código de Procedimiento Civil.

Materia: cobro de gastos comunes extraordinarios.

En los autos sobre juicio ejecutivo Rol N° 9.156-2013 del 1° Juzgado Civil de
Concepción, caratulados “Inmobiliaria (…) S.A. con (…) Mauricio”, por sentencia de 9 de
diciembre de 2014, se acogió la excepción del art. 464 N° 7 del Código de Procedimiento
Civil, esto es, “La falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por las leyes
para que dicho título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al
demandado”.
Apelado dicho fallo por la ejecutante, una de las Salas de la Corte de Apelaciones
de Concepción, por sentencia de 26 de mayo de 2015, lo confirmó.
En contra de esta última decisión, dedujo la ejecutante recurso de casación en el
fondo, cuyos fundamentos son los siguientes:
a) La recurrente denuncia la infracción de los artículos 27 de la Ley N° 19.537, 434 N° 7 y
464 N° 7 del Código de Procedimiento Civil, argumentando que los sentenciadores
incurren en error de derecho al no reconocérsele mérito ejecutivo al aviso de cobro,
título fundante de la ejecución, en circunstancias que el mismo cumple con las exigencias
legales para tales efectos.
b) Señala la recurrente que la sentencia impugnada sólo considera la escritura de
transacción celebrada por la inmobiliaria, el comité de administración y los copropietarios
como un instrumento donde se hace referencia a la renuncia de acciones, cesiones de
pólizas de seguro y/o indemnizaciones, entre otras, sin analizar el establecimiento de
cobro de gastos comunes de las obras de reparaciones originadas por el terremoto del 27
de febrero de 2010, yerro que los ha llevado a acoger la excepción del numeral 7° del
artículo 464 del Código de Procedimiento Civil.
El fallo de la Corte Suprema, expresa que para un adecuado entendimiento y
resolución del asunto, resulta necesario tener presente los siguientes antecedentes:
a) Inmobiliaria (…) dedujo demanda ejecutiva en contra de Mauricio (…), reclamando el
pago de gastos comunes adeudados por el demandado, en su calidad de copropietario
del Edificio (…), generados con motivo de la reparación del inmueble, conforme fue
acordado en asamblea extraordinaria de 5 de junio de 2010, cuya acta fue reducida a
escritura pública con fecha 17 de junio del mismo año. Se invoca como título ejecutivo el
aviso de cobro de gastos comunes de conformidad a la Ley N° 19.537.
b) El demandado opuso entre otras, la excepción prevista en el numeral 7 del artículo 464
del Código de Procedimiento Civil, argumentando que el título invocado por la
demandante no contiene una obligación que se pueda hacer exigible a su respecto,
puesto que el mismo emana de un contrato de transacción al que arribaron dicha parte y

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 113
el Comité de Administración del Edificio (…), que ratificó la asamblea extraordinaria de la
comunidad el 5 de junio de 2010 y que no obliga a su parte. Señala que dicha transacción
tuvo su origen en los daños generados al mencionado edificio por el terremoto de
febrero de 2010 y en ella la ejecutante, la vendedora de las diferentes unidades del
edificio, se compromete a colaborar con el comité de administración, con la comunidad
del edificio y con los copropietarios que la aprueben y ratifiquen, prestándoles asistencia
administrativa en la activación de seguros vigentes, cediéndoles los derechos de éstos,
para que la inmobiliaria se haga cargo de los costos de reparación, asumiendo los que no
sean cubiertos en cuanto a los daños estructurales y espacios comunes. De este modo, al
no haber ratificado su parte tal transacción, no resulta obligada a la misma y no tiene
aplicación lo dispuesto por el artículo 20 de la Ley N° 19.537 98. Además, sostiene que el
título en cuestión no tiene el carácter de ejecutivo en relación al artículo 27 de la citada
ley, ya que los cobros o gastos de que se trata y que tienen su origen en la mencionada
transacción no tienen el carácter de gastos comunes o extraordinarios. En efecto, ni en
dicho acuerdo ni en la asamblea extraordinaria que tuvo lugar para su aprobación o
ratificación se indica que los costos de la ejecución de las obras a los que se obligó la
inmobiliaria (…) S. A., tendrían dicho carácter, jamás se discutió ni votó este aspecto, por
lo que no puede por esta vía crearse un título ejecutivo no contemplado en la ley.
c) Que el fallo impugnado acogió la excepción en estudio por considerar que el título
invocado para sustentar la ejecución no responde a aquel al cual el artículo 27 de la Ley
N° 19.537 le confiere mérito ejecutivo, ya que le atribuye tal carácter al aviso que se
conforma con el acta de la asamblea en que se acuerdan gastos comunes, lo cual no tuvo
dicho objeto. A tal conclusión arriban los sentenciadores después de analizar los
antecedentes, en especial los términos de la transacción que se ha invocado y la
asamblea extraordinaria que tuvo lugar el 5 de junio de 2010, teniendo en consideración
que el título en que se funda la ejecución corresponde al aviso de cobro de gastos
comunes acompañado al proceso y que para que el mismo tenga fuerza ejecutiva, según
lo dispuesto por el artículo 27 de la Ley N° 19.537, debe cumplir los requisitos de haber
sido extendido de conformidad al acta de la asamblea válidamente celebrada, en la que
deben haberse acordado gastos comunes y estar firmado por el administrador. En este
sentido, determinan que en la especie la asamblea extraordinaria realizada tuvo como
único objeto la aprobación de la transacción suscrita por el Comité de Administración del
Edificio (…), en representación de la comunidad del mismo y la inmobiliaria (…) S. A., la
que constituye un contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litigio
pendiente o eventual, esto es, un acto jurídico diverso a un acuerdo de gastos comunes,
cuyos efectos se encuentran regulados en el Título XL, Libro IV del Código Civil, de lo que
se desprende que el título invocado no corresponde a aquel al que la ley le confiere
mérito ejecutivo, por no conformarse con el acta de asamblea en que “se acuerden
gastos comunes”, teniendo además presente el tenor de las estipulaciones y obligaciones
de que da cuenta la convención.

98
Entendemos que la ejecutada alude aquí al inciso 4° del art. 20 de la Ley, en cuanto consigna que “Los
acuerdos adoptados con las mayorías exigidas en esta ley o en el reglamento de copropiedad obligan a todos
los copropietarios, sea que hayan asistido o no a la sesión respectiva y aun cuando no hayan concurrido con
su voto favorable a su adopción”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 114
d) Que, al respecto, cabe tener presente que por título ejecutivo se entiende aquel que
da cuenta de un derecho y una obligación indubitada y, en razón de ello, la ley le
reconoce mérito suficiente para, por su intermedio, exigir el cumplimiento de la
obligación que allí aparece. Esta misma Corte –consigna el fallo- ha expresado que por
título ejecutivo ha de entenderse aquel que da cuenta de un derecho indubitable al cual
la ley le otorga suficiencia necesaria para exigir el cumplimiento forzado de una
obligación de dar, hacer o no hacer en él contenida, obligación que debe además tener
las características de ser líquida, actualmente exigible y de no hallarse prescrita. De lo
anterior se desprende que los títulos ejecutivos sólo pueden ser creados por ley y tienen
siempre el carácter de solemnes.
e) Que cabe señalar que es la ley la que confiere el carácter ejecutivo a un título, aspecto
en el que, por lo tanto, la voluntad de las partes no tiene espacio, debiendo ellas limitarse
a fijar su contenido. En otras palabras, sólo tienen la calidad de título ejecutivo los
instrumentos a los que la ley les confiere la calidad de tal, no pudiendo ser generados por
vía convencional. De ahí que el artículo 434 N° 7 del Código de Procedimiento Civil, que
cierra la enumeración de títulos ejecutivos contemplados por dicho cuerpo normativo, se
refiera a “cualquiera otro título a que las leyes den fuerza ejecutiva”.
f) Que, por otra parte, el art. 464 del Código de Procedimiento Civil dispone que “La
oposición del ejecutado sólo será admisible cuando se funde en alguna de las excepciones
siguientes: 7ª. La falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidas por las leyes
para que dicho título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al
demandado”. A este respecto, se ha dicho que “Se opondrá esta excepción cada vez que
falte alguno de los requisitos para que proceda la acción ejecutiva, sea porque el título no
reúne todas las condiciones establecidas por la ley para que se le considere como
ejecutivo, o porque no es actualmente exigible. Esta excepción debe relacionarse, pues,
con todos aquellos preceptos legales que consagran exigencias para que un título tenga
fuerza ejecutiva. Estos preceptos legales, como se comprenderá, son innumerables, dada
la diversidad de títulos ejecutivos que la ley crea, como también la diversidad de
condiciones que establece para cada uno de ellos” (Raúl Espinosa Fuentes, Manual de
Procedimiento Civil. El Juicio Ejecutivo, Editorial Jurídica de Chile, 2003, pp. 113 y 114).
g) Que para el cobro de gastos comunes en los procesos regidos por el régimen especial
de copropiedad inmobiliaria establecido por la Ley N° 19.537, ésta contempla títulos
ejecutivos especiales, uno de los cuales es el “aviso de cobro de gastos comunes”. Así, se
lee en la segunda parte del inciso 1° del artículo 27 de la referida ley: “Igual mérito
tendrán los avisos de cobro de dichos gastos comunes, extendidos de conformidad al
acta, siempre que se encuentren firmados por el administrador”.
h) Que los gastos comunes han sido definidos como los aportes que los propietarios de
unidades funcionales de un edificio afectado al régimen de propiedad horizontal deben
tomar a su cargo en proporción a sus respectivos porcentuales, sobre el total de los
gastos de administración y reparación de las partes y bienes comunes del edificio,
indispensables para mantener en buen estado sus condiciones de seguridad, comodidad
y de quórum (José Manuel Figueroa Valdés, en cita a Andrés Palmiro, La Copropiedad
Inmobiliaria, Nuevo Régimen Legal, Editorial Jurídica de Chile, 2ª edición, 2002, p. 221).
Sin embargo, es la propia Ley N° 19.537 la que, a través de los numerales 4° y 5° de su

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 115
artículo 2, se encarga de señalar qué se entiende por tales gastos (la sentencia cita el
tenor de este precepto).
i) Que en el caso de autos, juicio ejecutivo especial, la ejecutante ha pretendido ir más
allá del tenor de la norma del mencionado art. 27 de la Ley N° 19.537, al extender su
aplicación a un caso que no resulta aplicable desde que, tal como lo concluyeron los
jueces del grado, en la especie en la asamblea extraordinaria que tuvo lugar el 5 de junio
de 2010 no se acordaron gastos comunes, constituyendo el motivo de la misma la
ratificación o aprobación de una transacción celebrada entre la Inmobiliaria (…) S. A. y el
Comité de Administración del Edificio (…), la que por una parte constituye un acto jurídico
cuyos efectos quedan especialmente regulados en la ley y, de otro lado, porque los ítems
sobre los que versa no pueden ser clasificados de gastos comunes ordinarios o
extraordinarios, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 2 Nos 4 y 5 de la Ley N° 19.537.
De aceptarse la tesis de la demandante en orden a que la transacción daría cuenta de
obras de reparación originadas producto del terremoto constitutivos de gastos comunes
extraordinarios, por lo que la asamblea extraordinaria tuvo por objeto acordarlos y, por
ende, el aviso materia de autos tendría mérito ejecutivo, [ello] implica aceptar la
constitución de los mismos al margen de las formalidades y procedimientos establecidos
por la Ley de Copropiedad Inmobiliaria y su Reglamento y crear un título ejecutivo no
previsto por la normativa legal, lo cual como se ha dicho, es del todo improcedente.
j) Que, conforme a lo razonado, el título invocado por la actora carece de mérito
ejecutivo, por lo que procedía acoger la excepción contemplada en el numeral 7° del
artículo 464 del Código de Enjuiciamiento Civil, invocada por el ejecutado, como se ha
resuelto en el fallo impugnado, no configurándose los yerros invocados en el recurso de
nulidad, por lo que el mismo será rechazado.
Pronunciada por la Primera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sres. Patricio Valdés A., Héctor Carreño S., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y
Abogado Integrante Sr. Jorge Lagos G. Redacción del último.

8.- Sentencia de la Corte Suprema de 29 de abril de 2008, autos Rol N° 1.960-2006.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículos 2494, 2515


y 2518 del Código Civil; y 4 de la Ley N° 19.537.

Materia: cobro de gastos comunes.

Ante el 4° Juzgado Civil de Valparaíso, en juicio ejecutivo regulado por la Ley N°


19.537, la Comunidad Edificio (…) demandó al Banco del Estado de Chile, a fin de que se
despache mandamiento de ejecución y embargo en su contra, por la suma de
$29.426.452.-, más reajustes, intereses y costas. La ejecutante funda su solicitud en el
hecho de que el mencionado banco adquirió el dominio de los inmuebles que indica,
mediante escritura pública de 4 de abril de 2001, por dación en pago efectuada por
Inmobiliaria (…), la que cesó en el pago de los gastos comunes desde el mes de julio de
1996. Sostiene que siendo el banco el actual titular de 77 unidades del Edificio, y por ser
los gastos comunes una carga inherente al derecho de dominio, la deuda originaria de la

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 116
Inmobiliaria se traspasó al ejecutado, debiendo responder ella. Indica que dicha
obligación se ratificó mediante acta de fecha 2 de noviembre de 2001, en la que se
acordó demandar el pago.
El ejecutado fue notificado y requerido de pago el 24 de junio de 2004,
oportunidad en que opuso las excepciones de los numerales 17 y 7 del artículo 464 del
Código de Procedimiento Civil, esto es, “17a. La prescripción de la deuda o sólo de la
acción Ejecutiva” y “7a. La falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por
las leyes para que dicho título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación
al demandado”.
En relación a la primera excepción, refiere el ejecutado que los gastos comunes
cuyo pago se demanda, se devengaron desde el año 1996 hasta marzo de 2001, por lo
que desde que se devengó el pago de cada uno de esos gastos comunes hasta el 24 de
junio de 2004 ha transcurrido el plazo de 3 años que establece el artículo 2515 del Código
Civil para la prescripción de la acción ejecutiva. Enseguida, en lo que hace a la segunda
excepción, expone que el banco carece de legitimación pasiva respecto de un elevado
número de títulos invocados, puesto que a la fecha de notificación de la demanda su
parte no era dueña de todas las unidades que se indican en la demanda, por lo que el
título no le empece.
Se tuvo por evacuado el traslado de las excepciones en rebeldía del ejecutante.
Por sentencia de 31 de enero de 2005, el Tribunal acogió la excepción de
prescripción de la acción ejecutiva, sin costas por estimar que la ejecutante tuvo motivos
plausibles para litigar.
Apelado el fallo por la actora, una de las Salas de la Corte de Apelaciones de
Valparaíso, por sentencia de 22 de marzo de 2006, lo confirmó.
En contra de esta última decisión, la citada parte dedujo recurso de casación en el
fondo. En él, se señalan como infringidos los artículos 2518, 2494 y 19 del Código Civil y el
artículo 4° de la Ley N° 19.537.
Sostiene que el art. 2518 ha sido contravenido, pues para que opere la
interrupción natural de la prescripción, la sentencia impugnada requiere exigencias
superiores a las establecidas por el legislador, puesto que la sentencia exige una intención
positiva del deudor de reconocer la deuda, entendiendo dicha intencionalidad reducida
sólo a la acción de pagar la totalidad o parte de la misma, en circunstancias que el
legislador sólo ha exigido un reconocimiento de deuda, ya expreso, ya tácito. Sostiene
que la ley no exige que se pague la totalidad o parte de la misma, dicha exigencia
constituye un reconocimiento expreso de la deuda. Señala que el hecho de que se exija,
para que se entienda reconocida una deuda, un pago parcial o total de la misma, sería un
reconocimiento expreso de la deuda, del mismo modo como lo es, el envío de una misiva
donde se solicita la remisión o condonación de la deuda que mantiene el recurrido con su
parte. Añade que, en el peor de los casos, el envío de dicha correspondencia constituye a
lo menos un reconocimiento tácito de la deuda al tenor de la disposición infringida.
A continuación, asevera que la sentencia censurada ha infringido el art. 2494 del
Código Civil, al resolver como lo hizo, puesto que con la misiva enviada por parte del
Banco del Estado a su parte el 28 de septiembre de 2001, ha existido un reconocimiento
expreso de la deuda que mantenía la ejecutada con la demandante. Añade que a esa

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 117
fecha los gastos comunes cobrados y su acción para ser reclamados estaban prescritos,
pero al existir un reconocimiento expreso, era aplicable el art. 2494 del Código Civil. De
este modo, explica, cumplidas las condiciones para que opere la prescripción, se
entenderá que se renuncia a alegarla cuando el deudor manifiesta por un hecho suyo que
reconoce el derecho del acreedor. Señala que la sentencia impugnada ha dado por
establecido como hecho, que ha operado un reconocimiento de la deuda por parte del
Banco del Estado. Sin embargo, a ese reconocimiento le da el carácter de simple o bien
no apto para que opere la renuncia de la prescripción.
Estima el recurrente que se ha vulnerado el art. 19 del Código Civil, pues no se ha
respetado dicho precepto fallando el sentenciador sin observar que el contenido
prescriptivo y como tal el sentido de las disposiciones en comento es claro; no obstante
ello, éste desatendió el tenor literal y trató erradamente de consultar el presunto espíritu
de las disposiciones e interpretando el hecho como un reconocimiento simple, entendió
que para que opere el fenómeno de la interrupción natural de la prescripción o la
renuncia de la misma, es menester que ese reconocimiento se materialice o asuma la
forma exclusiva de un pago parcial o total de la deuda, más otro acto o hecho que
importe el reconocimiento no es suficiente para que opere la interrupción de la
prescripción y la renuncia a la misma, según la errónea interpretación del sentenciador.
Sostiene que no obstante el sentido claro de la ley que regula la materia, la sentenciadora
de segunda instancia ha atropellado el mandato que el propio Código de Bello le ha
impuesto, en el sentido que cuando se encuentre frente a una disposición legal cuyo
sentido es claro, debe inhibirse de desatender su tenor literal, ni aún a pretexto de
consultar su espíritu, sino aplicarla como en derecho corresponda.
Por último, esgrime la recurrente que se ha transgredido el art. 4° de la Ley N°
19.537, pues se le resta mérito al reconocimiento de la deuda que, la misma Corte ha
tenido por acreditada como hecho cierto de la causa, por provenir del Banco del Estado,
quien no es considerado por la sentenciadora como deudor de los gastos comunes
demandados. El banco demandado, indica, al adquirir el dominio de los inmuebles que
generaron la deuda de gastos comunes, se transformó en sujeto pasivo de la obligación
de pagar a la ejecutante los gastos o expensas comunes adeudadas.
Consigna acto seguido la sentencia de la Corte Suprema que el fallo de primer
grado, que la sentencia impugnada hizo suya, ha establecido que del acta estampada a fs.
32 del cuaderno de apremio, consta que la ejecutada fue notificada y requerida de pago
el 24 de junio de 2004 y que los gastos comunes cuyo pago se demanda en este juicio, se
devengaron desde el año 1996 hasta marzo de 2001. Luego, contando el plazo de
prescripción desde la fecha en que se hizo exigible el pago de los gastos comunes
correspondientes a marzo de 2001, esto es, desde el 5 de abril de 2001 hasta el 24 de
junio de 2004, ha transcurrido el plazo de 3 años establecido en el art. 2515 del Código
Civil para que prescriba la acción ejecutiva.
Que en el escrito de apelación, la actora esgrimió que el banco ejecutado había
renunciado a la prescripción o se había verificado la interrupción natural de la misma,
según deduce de la carta aparejada a fs. 244, en la que el ejecutado solicitaba la
condonación de las deudas, alegando que debían ser reclamadas al anterior propietario.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 118
Que sobre este punto, la sentencia de segundo grado señaló: “Que en cuanto a la
interrupción de la prescripción en forma natural –como lo ha dicho la jurisprudencia- sólo
se obtiene si por parte del deudor existe una intención positiva de cumplir con las
obligaciones que reconoce, debiendo existir un pago parcial o total y no el simple hecho
de reconocer la deuda, situación que en la especie –a mayor abundamiento- se hace más
dificultosa desde que el verdadero deudor de los gastos comunes era una persona
distinta del Banco Estado, entidad esta última que pasó a ser dueña de una propiedad
que tenía la carga de gastos comunes impagos. Que, respecto de la renuncia de la
prescripción, con mayor razón debe producirse por parte del deudor una actitud evidente
del pago parcial o total y no la simple circunstancia de reconocer la deuda, toda vez que
al transformarse en obligación natural no puede exigirse su cumplimiento. La carta misma
no puede considerarse una renuncia a la prescripción, expresa ni tácita, cuando más a
juicio de esta Corte, de una mera proposición de condonación de valores adeudados por
gastos comunes y devengados con anterioridad al mes en que Banco Estado asume la
nueva titularidad de dominio, vale decir valores adeudados por el anterior dueño. La
prescripción ya sea adquisitiva o extintiva de las acciones, tal como ya lo ha señalado
reiteradamente la doctrina y la jurisprudencia, se ha establecido por la ley como una
forma de seguridad para la sociedad y como contrapartida, constituye una sanción para
quien es titular de un derecho y no lo ejerce u omite usarlo durante algún tiempo,
razones por las cuales el legislador ha dispuesto en el artículo 2493 del Código Civil que
debe ser alegada, no pudiendo el Juez declarar de oficio”.
Agrega el fallo de la Corte Suprema que, encontrándose establecido por la
sentencia impugnada y no habiéndose tampoco impugnado a través del recurso de
nulidad que han transcurrido los plazos que la ley establece para que se declare la
prescripción de la acción ejecutiva, la controversia queda limitada a determinar si ha
operado la renuncia o interrupción natural de la prescripción por parte del ejecutado,
puesto que el recurrente construye sus alegaciones sobre la base de que se han
vulnerado las normas legales denunciadas al resolverse que la acción ejecutiva se
encuentra prescrita.
Después de aludir al art. 2492 del Código Civil que define la prescripción y al inc. 2°
del art. 2518 del mismo Código, que dispone que la prescripción extintiva “Se interrumpe
naturalmente por el hecho de reconocer el deudor la obligación, ya expresa, ya
tácitamente”, expresa la sentencia de la Corte Suprema que, “De dicha norma se
desprende que esta interrupción puede adoptar dos formas de manifestación: expresa o
tácita, pero es siempre un acto del deudor. La interrupción natural se trata siempre de un
acto unilateral, que no requiere de aceptación del acreedor para su perfeccionamiento.
“La interrupción natural es, en consecuencia, todo acto del deudor que importe un
reconocimiento de la deuda, ya sea que lo diga así formalmente, o se deduzca de
actuaciones suyas, como efectuar abonos, solicitar prórrogas, o rebajas, otorgar nuevas
garantías, constituirlas si la obligación no las tenía, etc.” (René Abeliuk M., Las
Obligaciones, Ediar ConoSur, pág. 781). La interrupción natural se asemeja a la renuncia
de la prescripción, especialmente a la tácita, con la diferencia de que ésta puede tener
lugar únicamente una vez cumplida la prescripción, mientras que la interrupción se

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 119
produce precisamente en el transcurso de ella. Los mismos actos constituirán según la
época en que se produzcan, interrupción natural o renuncia de la prescripción”.
Luego, afirma el fallo que corresponde analizar entonces si los jueces del grado
incurrieron o no en error de derecho al no atribuirle efectos jurídicos a la carta de 28 de
septiembre de 2001, enviada por el Sub Gerente V Región Costa del Banco del Estado de
Chile al Presidente de la Junta de Administración del Edificio (…) cuyo tenor es el
siguiente: “De mi consideración: GASTOS COMUNES CON ANTELACIÓN AL MES DE ABRIL
DE 2001. Con motivo de la adjudicación a favor del Banco del Estado de Chile, por dación
en pago, que se formalizó a contar del 10 de abril del presente año, de diversos
inmuebles localizados en el Edificio (…), solicito a la Junta de Administración tengan a
bien resolver favorablemente nuestra petición en el sentido que sean condonados todos
aquellos valores adeudados por gastos comunes y devengados con anterioridad al mes en
que el Banco Estado asume la nueva titularidad de los dominios. La obligación de cubrir
tales montos recae sobre la anterior propietaria, esto es, la Inmobiliaria Dos Oriente S. A.,
según esa misma entidad lo reconoce en nota de fecha 14 de julio de 2001, cuya copia
acompaño”.
Que cabe recordar el contexto dentro del cual se generó la deuda de la ejecutada,
esto es, cobro de gastos comunes adeudados en un período anterior a aquel en que el
banco demandado se hizo dueño, conforme lo establece el art. 4° de la Ley N° 19.537,
que la sentencia reproduce.
Que en la especie, el ejecutante ha comparecido solicitando compulsivamente el
cumplimiento de una obligación propter rem, que son aquéllas cuyo sujeto pasivo es
variable, de tal modo que el rol de deudor lo asume quien se encuentra en la posición
jurídica de dueño de la cosa, de manera que se traspasa al causahabiente junto con la
titularidad del derecho de dominio.
Consigna el fallo en su parte conclusiva: “Que todo propietario sabe que los gastos
comunes son obligaciones que siguen al inmueble, tal como señala el art. 4° de la Ley N°
19.537. En la especie, la misiva que se viene analizando, es un reconocimiento por parte
del deudor ejecutado de que adeuda ciertos gastos comunes, atendida la naturaleza de la
obligación de que se trata –y como los adeuda, pide su condonación. Al efecto el
diccionario de la R.A.E. de la lengua define condonar como ‘Perdonar o remitir una pena
de muerte o una deuda’99 y la deuda es una obligación que alguien tiene que pagar,
satisfacer o reintegrar a otra persona, luego no se puede condonar aquello que no se
debe. UNDÉCIMO: Que, desprendiéndose del tenor de la carta en estudio un
reconocimiento por parte del deudor del derecho del acreedor, encontrándose a la fecha
de la misma, 28 de septiembre de 2001, pendiente el plazo de prescripción, no cabe sino
concluir, al contrario de los jueces del fondo, que en la especie ha operado la
interrupción natural de la prescripción. DUODÉCIMO: Que, en consecuencia, al resolver
los sentenciadores del modo que lo hicieron, esto es, desconociendo que el ejecutado a
través de la carta de 28 de septiembre de 2001 interrumpió la prescripción, han infringido
el artículo 2518 del Código Civil, puesto que del tenor de dicha misiva se advierte que el
deudor ha reconocido el derecho del acreedor desde que ha solicitado expresamente la

99
El Código Civil, en los tres artículos que dedica a la remisión o condonación (1652 a 1654), no la define.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 120
condonación de la deuda que mantenía con el acreedor, con lo cual evidentemente ha
admitido tener una obligación pendiente para con el actor, constituyendo tal acto una
interrupción en los términos de la norma recién citada. DÉCIMO TERCERO: Que a lo dicho
cabe agregar, que conforme se ha señalado por este tribunal, a nadie le es lícito hacer
valer un derecho civil o procesal en contradicción con su anterior conducta jurídica
(sentencias Excma. Corte Suprema, rol 4689-05, 2349-05, 127-05, 3437-04, entre otras).
Esta doctrina, conocida como ‘de los actos propios’, ha sido recogida en diversas
disposiciones de nuestro Código Civil, como los artículos 1683, 1481, 1546 y, en forma de
expresión conocida como buena fe, informa en carácter de principio general todo el
referido cuerpo de leyes. Ella permite al sentenciador ponderar la actitud lógica del actor
o de su contraparte, que puede incidir en la acción misma o en un simple incidente (Raúl
Diez Duarte, ‘El contrato: estructura civil y procesal’, Editorial Jurídica ConoSur, 1994, pág.
365 y siguientes). Así, se impide jurídicamente el que una persona afirme o niegue la
existencia de un hecho determinado, en virtud de haber antes ejecutado un acto, hecho
una afirmación o formulado una negativa en el sentido precisamente opuesto, pues de
acuerdo a este principio, nadie puede contradecir lo dicho o hecho por él mismo, con
perjuicio de un tercero. De esta manera, los actos propios encuadran el derecho de los
litigantes, de forma que no puedan pretender que cuando han reclamado o negado la
aplicación de una determinada regla en beneficio propio, puedan aprovechar
instrumentalmente la calidad ya negada precedentemente, con perjuicio de los derechos
de su contraparte. En la especie, en los autos ingreso Corte Suprema Rol N° 6.160-06
caratulados ‘Banco del Estado de Chile con (…)’, juicio ordinario de cobro de pesos, los
sentenciadores acogieron la demanda del banco, declarando que habiendo operado la
prescripción de la acción ordinaria de cobro de un mutuo, el demandado habría
renunciado tácitamente a la prescripción, al reconocer la existencia de una deuda y
solicitar su regularización al banco demandante, cumpliéndose el presupuesto del
artículo 2494 del Código Civil. En dicho rol el mismo banco que ahora es ejecutado,
esgrimió en la réplica que el demandado reconoció la existencia de la obligación
renunciando tácitamente a la prescripción con fecha 8 de enero de 1997, conforme el
tenor de una carta aparejada al proceso cuyo tenor es el siguiente: ‘Por la presente,
vengo en solicitar a UD., regularizar los créditos hipotecarios pendientes, que mantengo
con dicho Banco, mediante una tasación efectuada por Uds., con el objeto de llegar a una
transacción con dicha institución, por ser cliente desde hace mucho tiempo’. De lo dicho
se desprende que el banco, en aquel rol le otorgó un efecto jurídico a la carta del
demandado, y en ésta pretende restarle valor a una misiva que emana de su parte por la
cual pide se le condone del pago de los gastos comunes, lo que evidentemente contraría
la postura que tuvo en la anterior causa. DÉCIMOCUARTO: Que, en consecuencia, al
haberse decidido por los sentenciadores de la instancia de modo distinto al expresado,
han incurrido en error de derecho que ha influido sustancialmente en lo dispositivo del
fallo, lo que justifica que el recurso de casación en el fondo sea acogido”.
En su sentencia de reemplazo, expresa la Corte Suprema:
“Primero: Que la ejecutada opuso las excepciones de los numerales 17 y 7 del
artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, esto es, la prescripción de la acción

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 121
ejecutiva y la falta de requisitos o condiciones establecidos en las leyes para que dicho
título tenga fuerza ejecutiva respecto del Banco del Estado de Chile.
Segundo: Que en relación a la excepción de prescripción, cabe señalar que en
estos autos se cobran los gastos comunes devengados entre el año 1996 y marzo de 2001.
Tercero: Que del tenor de la carta de 28 de agosto de 2001, por la cual el
ejecutado le solicita al actor la condonación de los gastos comunes devengados con
anterioridad a la fecha en que adquirió el dominio de las unidades del edificio, aparece
que antes de enterarse el plazo de tres años establecido en el artículo 2515 del Código
Civil para la prescripción de la acción ejecutiva, se produjo la interrupción natural de la
prescripción, lo que obsta al acogimiento de la excepción en estudio.
Cuarto: Que de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 208 del Código de
Procedimiento Civil, corresponde pronunciarse respecto de la excepción del numeral 7°
del artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, fundada en que el título no le empece
a la ejecutada, respecto de las unidades de departamento de que no era dueña a la época
de notificación de la demanda.
Quinto: Que atendido lo dispuesto en el artículo 4° inciso 4 de la Ley 19.537, no
corresponde que el banco ejecutado asuma el pago de los gastos comunes de unidades
que no sean de su dominio a la época de notificarse la demanda. Luego se acogerá la
excepción en estudio, debiendo seguirse la ejecución sólo respecto de los gastos comunes
de aquellas unidades del edificio que se señala en el [certificado] de dominio vigente
aparejado a fojas 281 y siguientes de estos autos.
Por estas consideraciones y, de conformidad con las normas legales citadas y
además, con lo dispuesto en los artículos 160 y 186 del Código de Procedimiento Civil; se
revoca la sentencia apelada de 31 de enero de 2005, que se lee a fojas 302 y en su lugar
se declara:
a) Que se rechaza la excepción del artículo 464 N° 17 del Código de Procedimiento
Civil, esto es, la prescripción de la acción ejecutiva y se acoge en cambio la del N° 7 del
artículo 464 del Código de Procedimiento Civil; en consecuencia, deberá seguirse
adelante con la ejecución hasta hacerse el ejecutante entero y cumplido pago del capital,
reajustes, intereses y costas, en los términos señalados en el fundamento 5° de esta
sentencia, previa liquidación practicada por la secretaria del Tribunal.
b) Que atendido lo dispuesto en el artículo 471 del Código de Procedimiento Civil,
cada parte pagará sus costas”.
Pronunciada por la Primera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sr. Sergio Muñoz G., Sra. Margarita Herreros M. y Sr. Juan Araya E. y Abogados
Integrantes Sres. Fernando Castro A. y Ricardo Peralta V. Redacción a cargo de Abogado
Integrante Sr. Castro.

9.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Talca de 23 de julio de 2013, autos Rol N°


829-2013.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículos 17 y 20 de


la Ley N° 19.537.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 122
Materia: seguridad en el condominio. Obligatoriedad de acuerdo de copropietarios.

La “Empresa (…) S. A.” deduce recurso de protección en contra de la “Comunidad


del Edificio (…)”, representada por su Presidente (…) y por su administrador (…), por
haber adoptado en forma arbitraria e ilegal en la Asamblea de dicha Comunidad,
celebrada el 9 de mayo de 2013, un acuerdo que impide el acceso y la libre circulación
hacia y desde el inmueble de su propiedad, que se encuentra en el Edificio (…), acto ilegal
y arbitrario que vulnera las garantías contempladas en el artículo 19 Nos 21 y 24 de la
Constitución Política de la República, esto es, el derecho a desarrollar cualquier actividad
económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional y el
derecho de propiedad en sus diversas especies, respectivamente. Pide que se deje sin
efecto el acuerdo y se adopten las providencias necesarias para restablecer el imperio del
derecho y asegurar la debida protección del afectado.
La recurrente señala que es dueña de un inmueble ubicado en el 2° piso del
referido edificio. Agrega que por contrato de 5 de junio de 2012, arrendó el inmueble a
una persona jurídica por un año renovable. El propósito del arrendamiento es usar el
inmueble como oficina de actividades comerciales, consistentes en la gestión inmobiliaria
social. Se indica que la arrendataria es una empresa que presta asesoría especializada
para guiar y respaldar a los postulantes al subsidio habitacional en el proceso de compra
o de construcción de su casa, donde necesariamente deberá atender en sus oficinas a
usuarios que postulan a los subsidios habitacionales que otorga el Gobierno. Hace
presente que a esa oficina se ingresa por el acceso principal del edificio, el que, hace un
tiempo, se cerró con una reja metálica; sin embargo, ese hecho no impidió el acceso a las
oficinas, pues junto con ello se instaló un citófono que permitía a las personas
comunicarse con la oficina y desde allí se abría una puerta mediante un dispositivo
eléctrico; empero, posteriormente, la administración de la Comunidad desconectó el
aludido citófono y el dispositivo electrónico que permitía la apertura de la puerta que
posibilitaba el acceso a las oficinas, lo que se impidió en forma absoluta. Hace presente
que la arrendataria representó a la Comunidad este hecho perjudicial, pero dicha petición
fue desestimada por el acuerdo adoptado por la Comunidad recurrida el 9 de mayo del
presente año.
Añade la recurrente que tras ese ilegal y arbitrario acuerdo, se desconectó
definitivamente el citófono y el dispositivo electrónico, impidiendo a la arrendataria
desarrollar sus actividades empresariales, lo que, además, ha impedido que la recurrente
cumpla con sus obligaciones como arrendador, pues con ello se le impide que la cosa
dada en arrendamiento sea utilizada para el fin arrendado e importa una turbación en el
goce del inmueble arrendado.
Hace presente la recurrente que tomó conocimiento del actuar ilegal y arbitrario
mediante comunicación por correo electrónico que el Administrador del Edificio envió el
14 de mayo último. Estima que dicho actuar ilegal y arbitrario vulnera las garantías
contempladas en el artículo 19 números 21 y 24 de la Constitución Política de la
República, esto es, el derecho a desarrollar cualquier actividad económica que no sea
contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional, y el derecho de propiedad
en sus diversas especies, respectivamente.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 123
Comparecieron a los autos el Presidente del Comité de Administración y el
Administrador de la Comunidad, quienes solicitan el rechazo del recurso, por las razones
que indican. Sostienen que la comunidad que representan hace significativos esfuerzos
para que los propietarios, arrendatarios y ocupantes respeten el Reglamento de
Copropiedad y que en la parte que ocupan locales comerciales, desde un tiempo a la
fecha, tales propietarios no cumplen sus obligaciones, ocupando espacios comunes como
pasillos de circulación, destinándolos a la exhibición y venta de vestuario y otros bienes,
con deterioros a la seguridad, valor de los locales y aseo de dicho sector. Hacen presente
que la recurrente es propietaria de un inmueble cuyo acceso actual se realiza a través de
espacios comunes de ingreso vehicular y peatonal, tras una reja metálica con portón
vehicular y puerta peatonal, accionados con llave, control remoto individual de los
copropietarios, arrendatarios u ocupantes, desde hace muchos años, con apertura desde
la garita de vigilancia. Para el acceso de visitantes ajenos a los mencionados, se debe
accionar un citófono de voz conectado a la garita de vigilancia. Adicionalmente, el control
de seguridad se realiza a través de cámaras de video vigilancia.
Añaden que el recurrente instaló hace un tiempo un timbre inalámbrico
sobrepuesto al citófono y, asimismo, un acceso remoto por cable o cerradura eléctrica de
la puerta de acceso peatonal. Exponen que luego de reiterados reclamos de los
integrantes de la comunidad debido a la presencia de terceros al interior de los espacios
comunes de acceso peatonal y vehicular, que en gran número hacían espera o antesala
por largas horas a fin de ser atendidos en el segundo piso, actualmente arrendado a (…) y
a (…), empresas dedicadas a la asesoría inmobiliaria y construcción, en asamblea de
copropietarios efectuada el 9 de mayo de 2013 se acordó impedir el accionamiento
eléctrico de la cerradura de la puerta peatonal desde el inmueble de dominio de la
recurrente y restringido exclusivamente al acceso de aquellos propietarios, arrendatarios,
ocupantes, clientes o trabajadores que cuentan con llave cerradura, dispositivo remoto o
el acceso habitual mediante apertura desde garita de vigilancia, como a todo el resto de
la comunidad. Exponen que el timbre inalámbrico ubicado bajo el citófono de voz de la
garita de vigilancia, siguió funcionando sin alteraciones.
Afirman que la adopción de la medida de impedir el uso remoto de chapa eléctrica
desde el inmueble del recurrente se funda en razones de seguridad a las que se
encuentran obligados los propietarios, arrendatarios y ocupantes de cada uno de los
inmuebles o unidades de la Comunidad, lo que se extiende a sus visitantes, clientes y
trabajadores, como lo contempla el artículo 7° del Reglamento de Copropiedad.
Manifiestan que no es efectivo que se hubiera impedido el acceso a un
propietario, arrendatario u ocupantes del inmueble del recurrente, como tampoco se ha
impedido el acceso a clientes, trabajadores o visitantes de la arrendataria de ese
inmueble. No es efectivo que se hubiere desconectado un citófono de voz destinado al
uso de ocupantes del inmueble de la recurrente. Sólo se desconectó la apertura eléctrica
remota de la puerta de acceso peatonal.
Manifiestan que el inmueble en que se sitúa la Comunidad, la reja vehicular, el
portón peatonal y otros se encuentran en espacios comunes que son de dominio privado
en copropiedad con acceso controlado, por lo que no se trata de bienes de uso público o
de acceso público sin limitación, por lo que aducen que no se ha ejecutado acto o

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 124
incurrido en omisión arbitraria o ilegal que ocasione privación, perturbación o amenaza
en el legítimo ejercicio de garantías constitucionales, consignando que la vida en
comunidad, resultante de la copropiedad, genera la sujeción a ciertas normas básicas de
convivencia y la adopción de medidas de seguridad mínimas, que de modo alguno
afectan o vulneran el derecho de propiedad establecido en el N° 24 del artículo 19 de la
Constitución Política de la República.
En su parte considerativa y resolutiva, expresa el fallo de la Corte de Talca:
“Quinto: Que en relación a la administración del condominio en general y de los
bienes comunes en particular, [ello] debe ser resuelto por los copropietarios reunidos en
asamblea, como lo señala el artículo 17 de la Ley N° 19.537 y, además, los acuerdos
adoptados obligan a todos los copropietarios, sea que hayan asistido o no a la sesión
correspondiente [art. 20], por lo que tratándose de un acto colegiado debe ser obedecido
por todos los copropietarios de la comunidad referida.
Aún más, el artículo 33 de la referida ley otorga competencia a los Juzgados de
Policía Local para declarar la nulidad de los acuerdos de la asamblea cuando ellos han
sido adoptados infringiendo la ley o el reglamento de copropiedad, sin que ninguna de
esas circunstancias haya sido invocada hasta ahora por el recurrente.
Sexto: Que de lo antes reflexionado no se observa que los recurridos (…) y (…), en
su calidad de Presidente y Administrador, respectivamente, de la Comunidad Edificio (…)
hayan actuado ilegal o arbitrariamente en la adopción de suspender definitivamente el
funcionamiento de un citófono que abría la puerta de acceso, toda vez que por ser una
decisión colectiva, ella se hace obligatoria para todos los copropietarios, en especial, para
la recurrente (…).
Séptimo: Que atento a lo expuesto no se divisa que las decisiones antes reseñadas
hayan vulnerado el derecho de propiedad que le asiste al recurrente, como propietario
exclusivo de su departamento ubicado en el segundo piso del Edificio (…), como tampoco
se le ha afectado la facultad de mantener y desarrollar su actividad económica, razón por
la cual no se han vulnerado las garantías constitucionales hechas valer al efecto y, por
consiguiente, el recurso de protección deducido debe necesariamente ser rechazado”.
Pronunciada por la Primera Sala de la Corte de Apelaciones de Talca, integrada
por el Ministro Sr. Víctor Stenger Larenas, Fiscal Judicial Sr. Moisés Muñoz Concha y
Abogado Integrante sr. Abel Bravo Bravo. Redacción a cargo del Sr. Muñoz.

10.- Sentencia de la Corte de San Miguel de 10 de enero de 2014, autos Rol N° 403-2013.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículos 29 y 30 de


la Ley N° 19.537.

Materia: legitimación pasiva del dueño de la obra. Cuándo se entiende que la comunidad
está “operativa”.

Por sentencia del Juzgado de Letras del Trabajo de San Bernardo dictada en
audiencia de 14 de octubre de 2013, se acogió la demanda interpuesta por don (…) en
contra de “Servicios de Administración (…)”, como demandada principal, y en contra de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 125
“Constructora (…)”, también conocida como “Inmobiliaria (…)”, como demandada
solidaria, condenándoselas al pago de las remuneraciones y demás prestaciones desde el
despido del 28 de agosto de 2012 hasta que éste esté convalidado, cotizaciones de
seguridad social, feriado proporcional y remuneraciones pendientes de pago,
rechazándosela en cuanto a horas extraordinarias, sin costas, obligaciones por las cuales
deberá responder solidariamente “Constructora (…)”. Por último, se rechazó la excepción
de falta de legitimación pasiva opuesta por la demandada solidaria.
En contra de esta sentencia recurren de nulidad el abogado (…), en representación
de la demandada “Constructora (…)”, invocando las causales contempladas en los
artículos 478 letra d) y 477 del Código del trabajo, declarándose admisible sólo esta
última, y el abogado (…), en representación de la demandada “Servicios de
Administración (…)”, cuyo recurso fue declarado inadmisible.
Expresa el fallo de la Corte de San Miguel:
“Primero: Que el recurso del demandado solidario se sustenta en la causal
contemplada en el artículo 477 del Código del Trabajo, esto es, en haberse dictado la
sentencia con infracción de ley que hubiere influido sustancialmente en lo dispositivo del
fallo, denunciándose vulneración al artículo 183-A del Código del Trabajo, en relación con
los artículos 1, 3, 11, 12, 14, 16, 17, 24, 29 y especialmente el artículo 23 de la Ley 19.537
sobre Copropiedad Inmobiliaria.
Segundo: Que, en síntesis, el recurrente esgrime que, tratándose de un edificio
sujeto a las normas de la Ley 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria, carecía de
legitimación pasiva para ser demandado en estos autos, puesto que dicha calidad le
corresponde a la Comunidad de Copropietarios, en contra de la cual debió de haberse
enderezado la acción. Lo anterior, ya que a la fecha de prestación de los servicios del
actor, el edificio estaba terminado y recibido, el primer Reglamento de Copropiedad
inscrito y muchas unidades vendidas.
Tercero: Que, el tribunal, para condenar a la Inmobiliaria recurrente, dio por
establecido que, no obstante encontrarse acogido el edificio (…) a la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria, los antecedentes aparejados al proceso demostraban que durante el
período en que el actor prestó servicios en dicho edificio, la Inmobiliaria aún ostentaba la
calidad de propietario del mismo, esto es, de dueña de la obra, ya que faltarían requisitos
para entender que la obra como tal se terminó comenzando a regir en plenitud la
Comunidad de Copropietarios del Edificio. Y lo anterior se entiende, puesto que, si bien
para acoger a un edificio a las disposiciones de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria y dictar
el primer reglamento de copropiedad, no se requiere de la existencia de una comunidad,
esto es, de la enajenación de al menos una unidad a un tercero, tampoco este último
evento supone que la Comunidad de copropietarios se encuentre plenamente operativa,
ya que debe cumplirse una serie de etapas para que ello ocurra.
En efecto, el primer Administrador fue contratado por la Inmobiliaria, en su
calidad de propietaria primera vendedora del condominio, el 14 de mayo de 2012, y el
actor se desempeñó en el edificio entre el 14 de julio y el 28 de agosto de 2012, no
constando en autos que durante dicho lapso la demandada solidaria hubiese perdido la
calidad de propietaria del edificio y por ende dueña de la obra, y que en su lugar la
Comunidad de Copropietarios hubiese estado operativa como consecuencia de la

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 126
enajenación de un número suficiente de unidades, que habilitara para la realización de la
Asamblea Extraordinaria de Copropietarios a que hace referencia el artículo 30 de la Ley
19.537.
Cuarto: Que, en consecuencia, no se advierte que el fallo incurra en alguna
infracción de ley de las que postula el recurso; por el contrario, se ha aplicado
correctamente la normativa que se dice infringida, lo que conduce al necesario rechazo
del recurso.
Por estas consideraciones, y visto además lo dispuesto en los artículos 477 y
siguientes del Código del Trabajo, se rechaza, sin costas, el recurso de nulidad interpuesto
por la parte demandada solidaria (…) en contra de la sentencia definitiva de fecha 14 de
octubre de 2013, la que en consecuencia, no es nula”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones de San Miguel,
integrada por las Ministras Sra. Lya Cabello A., Sylvia Pizarro B. y Abogado Integrante Sr.
Ivo Skoknic L. Redacción a cargo del último.
En contra de esta resolución, la condenada recurrió de queja ante la Corte
Suprema. Por sentencia de fecha 18 de marzo de 2014, del máximo Tribunal, se
desestimó dicho recurso interpuesto por la parte perdidosa. El fallo dictado por la Corte
Suprema, expresa al efecto:
“En el recurso, en síntesis, se atribuye a los [Ministros] recurridos haber incurrido
en faltas o abusos por fundar su decisión en la redacción de una escritura pública, en la
que se nombra por la demandada solidaria como administrador al demandado principal,
lo que, en concepto del recurrente, hace ilusorio el cumplimiento de la ley, la que no
puede ser alterada por dicho instrumento, por una cuestión de jerarquía, por lo tanto, lo
que digan las partes no altera el hecho que la inscripción del Reglamento de Copropiedad
en el Conservador de Bienes Raíces es lo que da nacimiento a la comunidad. Se les
imputa también sostener que la comunidad regulada por la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria es creada por la reunión en Asamblea de Copropietarios.
Segundo: que informando los jueces recurridos, señalan que se les atribuye como
falta o abuso el rechazo de la pretensión invalidatoria de la sentencia dictada por el
Juzgado de San Bernardo, específicamente, se les atribuye haber afirmado que lo que
crea la comunidad es la primera asamblea de copropietarios. Sin perjuicio de remitirse a
lo expuesto en el fallo impugnado, exponen que en parte alguna de la sentencia han
hecho esa afirmación, sino que lo que manifestaron fue que la comunidad de
copropietarios no se encontraba operativa, ya que no se acreditó la enajenación de un
número suficiente de unidades que permitiera la realización de la Asamblea
Extraordinaria a que se refiere el artículo 30 de la Ley N° 19.537 y por dicho motivo y para
los efectos netamente laborales entendieron que la demandada solidaria debía
considerarse como dueña de la obra. En consecuencia estiman no haber incurrido en la
falta o abuso grave que se les atribuye y haber actuado conforme a derecho.
Tercero: Que del mérito de autos, lo informado por los jueces recurridos y de los
antecedentes tenidos a la vista, se advierte que los magistrados no han incurrido en falta
o abuso grave, pues, en ejercicio de sus facultades jurisdiccionales y en uso del derecho
privativo que les confiere la ley en la interpretación de las normas jurídicas en relación
con las situaciones de hecho que deben conocer y su aplicación al caso concreto, han

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 127
resuelto rechazar el recurso de nulidad interpuesto por el recurrente de queja, por
estimar que no se han cometido las infracciones de ley que acusa en su presentación, lo
que representa una interpretación jurídica sobre la materia, que no comparte el quejoso,
dándose así la circunstancia antes señalada respecto de las distintas posiciones o
interpretaciones que puedan adoptar los jueces, siendo dable señalar que tal actividad no
puede ser controlada por la vía del recurso de queja, el que por lo tanto, sólo cabe
rechazar”.
Pronunciada por la Sala de Verano de la Corte Suprema integrada por los
Ministros Sr. Guillermo Silva G., Sra. Rosa Egnem S., Sres. Lamberto Cisternas R., Ricardo
Blanco H., y Sra. Gloria Ana Chevesich R. Redacción a cargo de Sra. Egnem.

11.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de 21 de marzo de 2012, autos Rol


N° 17.903-2011.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículos 2, 5, 7 y 15


de la Ley N° 19.537.

Materia: suspensión de suministro eléctrico.

La sociedad “Inversiones (…) Limitada”, debidamente representada, deduce


recurso de protección en contra del Administrador del Condominio “Edificio (…)”, ubicado
en Bellavista, Santiago, con la finalidad de que se le ordene abstenerse de cortar y
restablecer el suministro de energía eléctrica y servicios a un total de 16 departamentos
de su propiedad.
Expone que con fecha 27 de septiembre de 2011 el Administrador del referido
Condominio procedió a cortar el suministro y servicios en las unidades habitacionales que
individualiza, careciendo de facultad legal y reglamentaria para ello.
Añade que su proceder ha sido doloso, porque para llevar adelante su ilegal y
arbitrario acto ha cursado multas por un monto de $18.952.550.- a la propietaria de los
departamentos, pretextando que se utilizan en contravención a lo que establece el
reglamento de copropiedad al destinarlos como apart hotel, lo que niega. En razón de
ello, prosigue, inició ante el Juzgado de Policía Local de Recoleta el procedimiento a fin de
que se declare que tales multas son ilegales, y si bien el fallo de primer grado le fue
adverso, se encuentra apelado en el Rol de ingreso Corte N° 1.743-2011100.
Puntualiza que la recurrida, alentada por el fallo de primera instancia, procedió al
corte de energía y servicios, para lo cual se ha negado a otorgar recibos por los gastos
comunes separados de las multas, por lo que ha debido pagar los gastos comunes
ingresándolos mediante consignaciones o depósitos en la cuenta corriente de la
Comunidad.
El proceder que reprocha lo estima contrario a lo dispuesto en la Ley 19.537 que
faculta sólo a cortar el suministro eléctrico y servicios sólo en el caso de no pago de los
gastos comunes, pero no de multas, más aún si en su opinión han sido impuestas
100
Por sentencia de 14 de marzo de 2012, la Corte de Apelaciones de Santiago desestimo el recurso de
alzada interpuesto ante ella y confirmó el fallo apelado.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 128
ilegalmente, lo que conculca los derechos que la Constitución Política le asegura en los
números 21 y 24 de su artículo 19, por lo que pide cesen los cortes y se ordene
restablecer el suministro, con costas.
Comparece en los autos el Presidente del Comité de Administración de la
Comunidad recurrida, quien informa que efectivamente el Administrador de la misma
cursó una multa de 170 UTM a la recurrente, a razón de 10 UTM por cada unidad, luego
de verificar que ha destinado los departamentos de que es propietaria al uso de apart
hotel, lo que contraviene el reglamento de copropiedad.
Añade que el Juzgado de Policía Local de Recoleta, en sentencia de 17 de junio de
2010 dictada en la causa Rol N° 6.917-2010 reconoció que la Comunidad, a través de su
Comité de Administración, está facultada para sancionar con multa al propietario que
infrinja el Reglamento de Copropiedad que, en su artículo 30 N° 13, prohíbe “dar a los
departamentos un destino que no sea habitacional o destinarlos a apart-hotel, casa de
hospedaje o residencial”, que es precisamente la conducta en que incurrió la recurrente y
fue sancionada con la multa antes referida, criterio que fue confirmado por otra
sentencia emanada de ese mismo tribunal dictada en la causa Rol N° 50.688-1.
Discurre luego acerca de la prohibición que en el mismo sentido fluye del artículo
15 de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, que establece que para cambiar el destino de
una Unidad se requiere que el nuevo uso esté permitido por el instrumento de
planificación territorial y que el copropietario obtenga, además del permiso de la
dirección de obras municipales, el acuerdo previo de la asamblea, lo que no se ha
cumplido en el caso de la recurrente.
Niega asimismo que ésta sólo arriende los departamentos de que es dueña, pues
realiza una actividad comercial de apart-hotel, como ha quedado acreditado ante el
Juzgado de Policía Local y se infiere de la publicidad que hace a través de la página web
www.apartmentsantiago.cl
En cuanto al corte del suministro eléctrico, expone que se procedió a
interrumpirlo luego de que el recurrente dejara de pagar los gastos comunes en todos sus
departamentos por más de tres meses.
Solicita desestimar la acción constitucional deducida.
Expresa el fallo de la Corte en su parte considerativa y resolutiva:
“Cuarto: Que para determinar si el corte de suministro de energía eléctrica y
servicios en los departamentos de propiedad de la recurrente se ha ajustado a los
parámetros de legalidad y razonabilidad, esto es, no ha devenido en una acción
antijurídica, se hace necesario examinar la normativa que rige en la materia.
Quinto: Que, en primer término, debe tenerse presente que el artículo 5° de la Ley
19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, establece que es obligación de todo
copropietario pagar los gastos comunes con la periodicidad y en los plazos que establezca
el reglamento de copropiedad, reglamento que puede autorizar al administrador para
que, con acuerdo del Comité de Administración, suspenda o requiera la suspensión del
servicio eléctrico que se suministra a aquellas propiedades, cuyos dueños estén en mora
en el pago de tres o más cuotas, continuas o discontinuas, de los gastos comunes.
Sexto: Que se infiere de la precitada disposición legal, que el corte de suministro
eléctrico de una propiedad que pertenece a una comunidad está establecida como una

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 129
forma de apremio que procede en las siguientes circunstancias: a) que esté contemplada
en el reglamento de copropiedad; b) que exista acuerdo del Comité de Administración; c)
que el dueño de la propiedad afectada con la medida esté en mora de tres o más cuotas,
sean continuas o discontinuas; d) que se trate de gastos comunes.
Séptimo: Que, asimismo, el artículo 2° de la indicada Ley 19.537, en su número 4
dispone lo que debe entenderse por gastos comunes ordinarios, y de su contenido puede
colegirse que son gastos de esa índole, todos aquellos desembolsos que efectúa un
miembro de la comunidad y que contribuyen a la administración, mantención, reparación
y de uso o consumo de los bienes de dominio común. En el número 5 se señala que los
gastos comunes extraordinarios, son todos aquellos gastos adicionales o diferentes a los
gastos comunes ordinarios y las sumas destinadas a nuevas obras comunes.
Octavo: Que, de otra parte, el Decreto N° 46, que aprueba el Reglamento de la Ley
19.537, en su artículo 13, inciso tercero, dispone categóricamente que son “gastos
comunes los señalados en los números 4 y 5 del artículo 2° de la ley”.
Noveno: Que, por último, el artículo 7° de la ya mencionada Ley 19.537 contempla
la formación de un fondo común de reserva para atender a reparaciones de los bienes de
dominio común y a otros gastos de la misma naturaleza, que se forma entre otros ‘… con
el producto de las multas…’
Décimo: Que de la normativa antes examinada aparece incuestionable que las
multas no constituyen un gasto común, tanto por no estar consideradas como tales en la
ley, cuanto porque por su naturaleza no representan un desembolso para contribuir a la
administración, mantención y reparación de los bienes de dominio común y, al contrario,
constituyen una sanción pecuniaria que se impone a un comunero o copropietario que,
aun cuando para éste implica un desembolso y un ingreso para el fondo común de
reserva de la comunidad, esto es, un activo de la misma, se justifican en una infracción
acreditada a la reglamentación que rige en la comunidad de la que aquél sea
responsable.
Décimo primero: Que la recurrente en estos antecedentes ha sostenido que el
corte de suministro de energía eléctrica y servicios se origina en el no pago de multas que
estima impuestas ilegalmente y que discute en sede de un juzgado de policía local, pues
aduce estar al día en el pago de los gastos comunes propiamente tales.
Décimo segundo: Que esta Corte, entendiendo que la facultad que se le otorga
por la precitada legislación a los órganos que administran las comunidades inmobiliarias
no procede ejercerlas cuando no se paguen las multas que pudieran haberse impuesto a
un copropietario, tanto más si estas no se encuentran firmes por haber sido reclamadas
ante el Juzgado de Policía Local respectivo, como ocurre en el presente caso, solicitó,
como medida para mejor resolver a fin de dilucidar ese punto controvertido, que la
recurrida informara detalladamente los gastos comunes adeudados por la recurrente en
las unidades (…) hasta agosto de 2011, precisando los montos pagados, los conceptos
cobrados, con el debido desglose de las sumas que corresponden a gastos comunes y a
multas.
Décimo tercero: Que a fojas 209, por resolución de fecha 7 de marzo pasado, esta
Corte tuvo por cumplido lo ordenado, a partir del informe evacuado por la recurrida que
rola a fojas 207, y en el que ésta señala, en síntesis, que los departamentos 208, 510, 608,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 130
913, 1308, 1413, 1913, 2009 y 2011 tienen sus gastos comunes al día y que se ha repuesto
el servicio en esas unidades.
Décimo cuarto: Que, como se ve, la situación de corte de suministro de energía
eléctrica subsiste respecto de los departamentos 308, 504, 809, 1009, 1011, 1501, 1709
en relación a los cuales la Comunidad (…), a través de sus personeros autorizados,
informa que siguen adeudando gastos comunes.
Décimo quinto: Que aun cuando la recurrente insiste mediante la presentación de
fojas 210 que ha hecho abonos al pago de los gastos comunes causados por las referidas
unidades, los que no habrían sido considerados, con lo que acreditaría que está al día en
ellos, las minutas de cobro de fojas 187 a 201, junto al cuadro resumen agregado de fojas
202 a 205 no permiten arribar a esa conclusión de un modo claro y definitivo.
Décimo sexto: Que, en efecto, aun cuando la recurrente controvierte en esta sede
los comprobantes agregados a fojas (…), que corresponden a las minutas de cobro de los
gastos comunes causados por los departamentos 308, 504, 809, 1009, 1011, 1501 y 1709,
respectivamente, sosteniendo que no dan cuenta de los abonos que habría efectuado, lo
cierto es que ellos reflejan las altas sumas adeudadas sin que sea posible advertir los
abonos que reclama. También aduce que el documento que fue agregado a fojas 202 y
siguientes probaría la efectividad de los abonos, sus montos y como estos serían
suficientes para dar por pagados los gastos comunes por los departamentos antes
indicados, pero tampoco resultan ellos claros y definitivos para concluir que los gastos
comunes están al día por cada una de las unidades habitacionales antes individualizadas.
Décimo séptimo: Que se aprecia de lo señalado que la controversia existente
entre las partes no logra dilucidarse a partir de los antecedentes agregados al proceso,
pues mientras la recurrente sostiene que con ellos se probaría que no adeuda gastos
comunes y, por consiguiente, que el corte del suministro que afecta a algunos de los
departamentos de que es propietaria se habría dispuesto en contravención al orden legal
por fundarse exclusivamente en el no pago de las multas, la recurrida, a través de sus
personeros autorizados, ha insistido que dichas unidades habitacionales no están al día
en sus gastos comunes como lo acredita con la documentación antes individualizada que
acompañó a requerimiento de esta Corte.
Décimo octavo: Que un debate tal excede el ámbito de la acción constitucional
deducida, toda vez que no corresponde en ésta sede examinar y conciliar cuentas,
determinar imputaciones al pago, y menos resolver previa operación contable si
determinadas sumas son suficientes para dar por pagados gastos comunes de
determinadas unidades habitacionales en un período y a una fecha, contradictorio que
debe ser resuelto ante el juez natural con sujeción al procedimiento previsto al efecto,
motivo suficiente para desestimar el arbitrio constitucional deducido”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida
por la Ministra Sra. Adelita Ravanales A. e integrada por el Fiscal Judicial Sr. Daniel Calvo
F. y Abogado Integrante Sr. Emilio Pfeffer U. Redacción a cargo del último.
Apelada la sentencia por el recurrente, la Corte Suprema la confirmó por fallo de 8
de junio de 2012, Rol N° 2.970-2012.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 131
12.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de 2 de enero de 2013, autos Rol
N° 27.086-2012.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículos 17, inciso


5°, N° 5 y 23 de la Ley N° 19.537.

Materia: se objeta acto de la administración, supuestamente por falta de asamblea


extraordinaria de copropietarios.

Un total de ocho copropietarios, dueños de sendos locales comerciales,


interponen recurso de protección en contra de la “Comunidad Centro Comercial Persa
Estación”, representada por su administrador, quien en forma arbitraria e ilegal perturba
y amenaza el legítimo ejercicio de los derechos de los recurrentes garantizados en el
artículo 19 números 3, 21 y 24 de la Constitución Política de la República. Indican que
cuando concurrieron a pagar las patentes comerciales de sus locales correspondientes al
2° semestre de 2010, se les informó la anulación de éstas, por lo que recurrieron de
protección en contra de la Municipalidad, acción constitucional que fue acogida,
disponiéndose que se les otorgaran las patentes comerciales, sin perjuicio del derecho de
la Municipalidad de ejercer en lo sucesivo, las acciones judiciales que le asistan, en
resguardo de sus derechos. Con posterioridad, la I. Municipalidad de Estación Central
inició demanda de precario ante el 14° Juzgado Civil de Santiago, bajo el Rol N° 30.977-
2011, pendiente de resolver.101
En este escenario, señalan los recurrentes que la recurrida, por orden de su
administrador, a través de funcionarios de mantención del Condominio, el 18 de julio de
2012, durante la madrugada, como una medida injustificada, intempestiva, arbitraria e
ilegal, procedió a cortar el techo de los locales de que son propietarios, lo que se acredita
con acta notarial de 25 de julio de 2012. Lo anterior autoriza a pedir protección, con el
objeto se remedie esta circunstancia, ordenándole a la recurrida la inmediata reposición
de dicha techumbre. Agregan que el actuar de la recurrida es ilegal, puesto que de
acuerdo al art. 17 [inciso 5°] N° 5 de la Ley N° 19.537, la demolición, rehabilitación o
ampliaciones del condominio son materias exclusivas de sesiones extraordinarias de la

101
Por sentencia de 1 de agosto de 2014, la demanda de precario fue acogida. En ella, se señalan los
fundamentos que invocó la actora en su acción: “Indica que la Municipalidad que representa es dueña de una
franja de terreno en todo el frente del inmueble de Avenida Libertador Bernardo O’Higgins Nº 3410 de la
comuna de Estación Central inscrita a fojas 25.793 Nº 22.087 del Registro de Propiedad del año 2003 del
Conservador de Bienes Raíces de Santiago cuyos deslindes son: al Norte: en 89 metros con Avenida
Libertador Bernardo O’Higgins; al Sur: en 86 metros con 50 centímetros con propiedad de Constructora e
Inmobiliaria Anden Limitada; al Oriente: en 10 metros con 40 centímetros con propiedad de la Sucesión Isidro
Serrano Rayo, y al Poniente en 10 metros 10 centímetros con propiedad del Metro. Expresa que con el
transcurso del tiempo los comerciantes y locatarios demandados, amparados con patentes y permisos
municipales obtenidos en virtud de sus respectivos locales ubicados dentro de la Galería Comercial Persa
Estación, se han ido desplazando sin autorización alguna y por mera tolerancia de su dueño sobre la franja de
terreno de propiedad de su representada, privándola de su legítimo derecho de propiedad sobre el terreno
reclamado. Es por este motivo que solicita al Tribunal que dicho terreno sea restituido a su dueña, la
Municipalidad de Estación Central, totalmente desocupada”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 132
asamblea, y ocurre que en el caso de autos, la decisión de la demolición parcial de la
techumbre de los locales, no fue decidida de la manera establecida en la ley.
Consignan también que el actuar de la recurrida es arbitrario, pues aparece como
una expresión caprichosa en contra de los recurrentes, ya que la recurrida no actuó del
mismo modo en el pasillo A del Centro Comercial y esta arbitrariedad se debería al
interés de la recurrida de negociar con la I. Municipalidad de Estación Central, el espacio
donde se encuentran emplazados los locales comerciales de los recurrentes. Por estas
razones, solicitan el restablecimiento del derecho y que se reponga la techumbre al
estado anterior al 18 de julio de 2012, absteniéndose la recurrida de ejecutar nuevas
acciones que priven y amenacen el derecho de los recurrentes, con costas.
Comparece informando el representante de la Comunidad recurrida, solicitando el
rechazo del recurso de protección en todas sus partes, por ser falsos los antecedentes en
que se sustenta. Consigna que ninguno de los hechos expuestos por los recurrentes son
efectivos y que nunca se les ha imposibilitado el ejercer su actividad comercial, mantener,
utilizar y tener su local comercial en la forma que se encuentra establecido en el
reglamento de copropiedad, al igual que para todos los comuneros. Agrega que dentro
de las funciones propias y obligatorias de su administración se encuentra la obligación de
mantener los espacios comunes del centro comercial [art. 23° de la Ley], y que los
trabajos de mantención y reparación de estos, se desarrollan periódicamente por parte
de la administración de acuerdo a las necesidades propias de una comunidad de una data
de más de 28 años, y en cumplimiento de esa obligación se procedió a remover y trabajar
en una techumbre provisoria que se encontraba adosada a los pilares de los pasillos, y
que de hecho se encuentra a una distancia de más de 2,70 metros de las unidades que
utilizan y explotan los recurrentes. Estima que no se ha afectado derecho alguno de los
recurrentes por parte de su representada, no se ha alterado la estructura de sus
unidades, actuando siempre dentro de las atribuciones y obligaciones contempladas en el
reglamento de copropiedad de la Comunidad, actuando la administración conforme lo
establecen los artículos 6 y 7 del citado reglamento. Agrega que se constata en las
fotografías que se acompañan, que son los propios recurrentes los que pretenden
obtener, a través de este recurso infundado, la legitimación de una conducta ilegítima
que desarrollan, contraria al reglamento de copropiedad y que es motivo de conflicto con
la administración, como es el uso por parte de los recurrentes de espacios comunes en su
provecho, y específicamente de los pasillos.
En su parte considerativa y resolutiva, expresa el fallo de la Corte:
“1°) Que para que proceda el recurso de protección, se requiere que,
efectivamente, se hayan realizado actos o incurrido en omisiones, con carácter de
arbitrarios o contrarios a la ley, que priven, perturben o amenacen el legítimo ejercicio de
un derecho del reclamante que se encuentra garantizado y amparado por el texto
constitucional.
2°) Que la recurrida –Comunidad Centro Comercial Persa Estación- ha procedido
dentro de sus facultades, esto es, de la labor de mantención de los espacios comunes a
retirar la techumbre hechiza fabricada por los comuneros recurrentes en los pasillos del
citado establecimiento comercial con la finalidad de ampliar sus locales, lo cual sería del
todo improcedente por tratarse de espacios comunes.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 133
3°) Que por su parte los recurrentes estiman [que] la recurrida se ha excedido en
sus funciones, por cuanto el corte de la techumbre acaecido el 18 de julio de 2012,
durante la madrugada, fue una medida injustificada, intempestiva, arbitraria e ilegal, de
hostigamiento hacia ellos recurrentes, pues el retiro del techo, a su juicio, excede con
creces la labor de mantenimiento, por lo que solicitan se remedie esta circunstancia y se
reponga el techo en cuestión. A mayor abundamiento, señala que la administración para
efectuar ese tipo de labores requiere autorización de todos los comuneros mediante una
sesión extraordinaria citada para ese efecto.
4°) Que, cabe señalar que esta acción constitucional, se tramita en un
procedimiento breve, sumarísimo y concentrado para conocer de hechos arbitrarios e
ilegales, y restablecer el imperio del derecho, requisito que no cumplen los actos
denunciados.
5°) Que, así las cosas, esta Corte advierte que al no haber un derecho indiscutido
no procedería el recurso, por ser ésta una acción cautelar a través de la cual no es posible
pretender una declaración de derechos, lo que es propio de un juicio de lato
conocimiento, y que tal como se acredita con las propias afirmaciones de los recurrentes
y recurrida el procedimiento idóneo para su conocimiento y fallo, se encuentra regulado
por el reglamento de copropiedad existente entre las partes y por la Ley N° 19.537,
correspondiendo al Juzgado de Policía Local competente conocer de este debate.
Por estas consideraciones, disposiciones legales citadas y de acuerdo con lo
preceptuado en el artículo 20 de la Constitución Política de la República y lo dispuesto en
el Auto Acordado sobre Tramitación del Recurso de Protección de las Garantías
Constitucionales, se rechaza el deducido en lo principal de fojas 1, sin costas”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida
por la Ministro Sra. María Soledad Melo Labra e integrada además por el Fiscal Judicial Sr.
Daniel Calvo Flores y la Abogado Integrante Sra. Paola Herrera Fuenzalida. Redacción a
cargo de la última.
La parte recurrente interpuso recurso de apelación, que fue rechazado por fallo de
28 de enero de 2013 de la Corte Suprema.

13.- Sentencia de la Corte Suprema de 8 de junio de 2012, autos Rol N° 3.633-2012.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículo 27 de la Ley


N° 19.537 y artículo 464 N° 7 del Código de Procedimiento Civil.

Materia: cobro ejecutivo de gastos comunes.

Por sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de 26 de enero de 2012,


autos Rol N° 6.558-2009, se revocó la sentencia de primer grado dictada en
procedimiento ejecutivo sobre cobro de gastos comunes Rol N° 16.577-2007 seguidos
ante el 9° Juzgado Civil de Santiago, en cuanto ésta había acogido la excepción contenida
en el N° 7 del art. 464 del Código de Procedimiento Civil opuesta por la ejecutada,
desestimándola, y confirmó el referido fallo en lo relativo al rechazo de las demás

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 134
excepciones deducidas, ordenando proseguir la ejecución hasta hacer entero y cumplido
pago de lo adeudado en capital, intereses y reajustes, con costas.
En contra de la sentencia de segundo grado, la parte ejecutada dedujo recurso de
casación en el fondo, conforme a los siguientes argumentos:
“6°.- Que, en el libelo de nulidad sustancial, la ejecutada expresa que el fallo
cuestionado incurre en un error de derecho manifestado en la infracción de los artículos
27 de la Ley N° 19.537 en relación con el artículo 464 N° 7 del Código de Procedimiento
Civil y diversos artículos contenidos en este último cuerpo normativo, lo que le causa un
severo agravio ya que al acogerse la demanda el único bien de la demandada será
rematado.
De no haberse incurrido en tal yerro, concluye, se hubiese confirmado la sentencia
de primera instancia y rechazado la demanda ejecutiva.
7°.- Que, el recurrente sostiene que la minuta de cobro en que se fundó la
demanda no tiene mérito ejecutivo, a la luz de lo que previene el artículo 27 de la Ley de
Copropiedad Inmobiliaria, disposición que establece dos requisitos perentorios que debe
cumplir el aviso de cobro de gastos comunes, para que dicho instrumento adquiera dicho
mérito, relativos a la inclusión de la firma del administrador en el aviso de cobro y la
circunstancia de haberse extendido el aviso de conformidad al acta de la asamblea de la
comunidad debidamente celebrada y autorizada por el Comité de Administración.
Este último requisito es el que se echa de menos en la ejecución de autos, ya que
no consta en el proceso que la planilla de cobro haya sido extendida conforme al acta de
asamblea, circunstancia que da cuenta de la falta de uno de los requisitos establecidos
por las leyes para que el título invocado tenga fuerza ejecutiva (…).
8°.- Que, de otra parte, la ejecutada estima que el título invocado tampoco se
basta a sí mismo porque no da cuenta de una obligación líquida, actualmente exigible y
no prescrita.
Señala que la minuta de cobro impide colegir de manera clara cuál es la deuda
exacta que se cobra y a qué períodos corresponde, de modo que no se puede efectuar
una simple operación aritmética que determine la liquidez y la actual exigibilidad de la
deuda que se pretende cobrar, como lo considera el artículo 438 del Código de
Procedimiento Civil”.
El fallo de la Corte Suprema, expresa seguidamente en su parte considerativa y
resolutiva, después de aludir al tenor del art. 27 de la Ley N° 19.537:
“De su simple lectura se constata que el mérito ejecutivo que el legislador ha
otorgado a los avisos de cobro de gastos comunes descansa en la concurrencia de un
requisito formal y otro sustancial. La primera, dice relación con la suscripción del aviso
por el administrador de la comunidad, lo que se reconoce cumplido por el propio
recurrente. La segunda, es relativa a la correspondencia del cobro de acuerdo al acta
respectiva.
A diferencia de lo que sostiene el impugnante, la señalada disposición legal otorga
mérito ejecutivo, de manera independiente, tanto a la copia del acta de la asamblea
celebrada en que se acuerden gastos comunes como al aviso de cobro de dichos gastos.
No se trata de un título compuesto, como lo interpreta el recurrente, ni menos se exige

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 135
que el aviso de cobro de gastos comunes se extienda de la determinada manera que haya
sido acordada por la asamblea de copropietarios;
10°.- Que, de otra parte, el examen del proceso permite concluir, desde ya, que la
alegación relativa a la insuficiencia del título para determinar la deuda que se cobra,
también carece de asidero.
De la información que proporciona el documento acompañado a fojas 2 se
advierte que el total a pagar asciende a la suma de $3.887.268.-, misma cantidad cuyo
cobro se demandó en el libelo de fojas 8, lo que da cuenta que el título invocado informa
con claridad la liquidez y exigibilidad de la obligación que contiene, antecedente que, por
lo demás, fue considerado por la propia ejecutada al momento de oponer, entre otras,
una excepción de pago (…).
Por otra parte, necesario es resaltar que la tesis que ahora postula el recurrente,
para denunciar una infracción al derecho que en definitiva acarrea el rechazo de la
excepción del numeral 7 del artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, no fue
considerada para sustentar dicha excepción al momento de formular su defensa, sino que
se utilizó para justificar la procedencia de otras excepciones, las que fueron también
rechazadas, sin estimarse en el libelo de nulidad que se viene analizando que en esa
decisión se haya incurrido en un error de derecho;
11°.- Que, no obstante ser suficientes los argumentos que se han venido
desarrollando para desestimar el recurso impetrado, conviene anotar además que, en
oposición a los planteamientos del ejecutado, resulta plenamente aplicable en el caso sub
judice la teoría de los actos propios.
Si bien nuestro sistema normativo no establece una regulación específica en
relación con aquélla, lo cierto es que la tesis en comento, vertida inicialmente en la
máxima ‘venire contra factum proprium non valet’, ha adquirido recientemente amplia
acogida en la doctrina de los autores y en la jurisprudencia, donde se la reconoce como
un criterio orientador derivado del principio general de la buena fe –concebida ésta en su
faz objetiva. A la que se refiere el artículo 1546 del Código Civil cuando prescribe que los
contratos deben ejecutarse de buena fe y que, por consiguiente, obligan no sólo a lo que
en ellos se expresa sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la
obligación o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.
Luego, se entiende que la aplicación de la doctrina en análisis requiere la
concurrencia copulativa de los siguientes requisitos: a) Una conducta jurídicamente
relevante y eficaz por parte del sujeto, manifestada con anterioridad a aquélla que, luego,
pretende contradecir; b) Una pretensión antagónica con el comportamiento precedente,
exteriorizada mediante el ejercicio, por el mismo sujeto, de un derecho subjetivo,
originándose con ello una situación litigiosa, debido a la contradicción de ambas
conductas, con afectación del principio de la buena fe; c) Perjuicio grave para terceros
que han ajustado su proceder a la conducta anterior y que resultan afectados por el
cambio posterior de ésta; y d) Identidad entre el sujeto que desarrolló la conducta
original y el que, con posterioridad, pretende desconocerla, desplegando un
comportamiento en sentido contrario;
12°.- Que, practicadas las confrontaciones de rigor, se advierte que en la situación
en examen, la ejecutada solicitó un convenio de pago de la misma obligación que se

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 136
persigue en autos, según da cuenta la copia del acta de la asamblea de propietarios
celebrada el 16 de marzo de 2006, acompañada a fojas 207, el que fue incumplido,
conforme se constata en el instrumento agregado a fojas 209, consistente en la reducción
a escritura pública del acta de la asamblea de propietarios, realizada el doce de octubre
de ese mismo año, donde los asistentes insisten en el cumplimiento estricto de ese
convenio de pago por la deuda que a esa fecha alcanzaba a $3.746.362.-, autorizando su
cobranza judicial, sin haber reclamado la recurrente, en dichas ocasiones, la supuesta
falta de claridad que ahora esgrime. Luego, tal circunstancia puede subsumirse sin
dificultad alguna en el marco de los presupuestos requeridos por el considerando que
antecede para dar aplicación en el caso en estudio a la regla de los actos propios, sin que
a ello obste la circunstancia de encontrarse en presencia de un juicio ejecutivo;
13°.- Que, desechados como han sido los pretendidos errores de derecho por la
aplicación de los artículos 27 de la Ley N° 19.537 y 464 N° 7 del Código de Procedimiento
Civil, lo propio cabe declarar respecto a la infracción del artículo 438 del Código de
Enjuiciamiento Civil (…), en la medida que se ha sostenido que la vulneración que a su
respecto se verificaba, se relaciona con la inobservancia de la señalada excepción de falta
de requisitos del título ejecutivo;
14°.- Que, de conformidad con lo reseñado en los motivos que anteceden, se
observa que los sentenciadores han hecho una correcta aplicación de la normativa
atinente al caso de que se trata, por lo que el recurso de casación en el fondo deducido
por la parte demandada no podrá prosperar, toda vez que adolece de manifiesta falta de
fundamento”.
Pronunciada por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres.
Nibaldo Segura P., Adalis Oyarzún M., Pedro Pierry A., Guillermo Silva G. y Carlos Cerda F.

14.- Sentencia de la Corte Suprema de 2 de abril de 2012, autos Rol N° 1.288-2012.

Normas legales y constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo:


artículo 30° y 32° de la Ley N° 19.537; artículo 19, N° 1 y N° 24, Constitución Política de la
República.

Materia: infracción a prohibición contemplada en el reglamento de copropiedad.

Ante la Corte de Apelaciones de Santiago, comparece don (…), abogado, en


representación del “Condominio (…)”, emplazado en Batuco, quien interpone recurso de
protección en contra de CLARO CHILE S. A. y en contra de doña Karin (…), expresando que
la primera, con fecha 29 de junio de 2011, inició la construcción de una antena de
telefonía móvil en el patio de la parcela 62, de propiedad de la segunda, lo que se hizo de
una forma total y absolutamente solapada, todo ello sin el más mínimo conocimiento de
la Administración del Condominio que representa. Tal es así, expresa, que el día señalado
hace ingreso al recinto un camión en el cual venían los implementos para instalar la
antena, que hoy se encuentra lista, sin haber exhibido ningún permiso ni autorización
administrativa, máxime si se trata de un recinto privado. Agrega que de acuerdo al
reglamento interno de dicho condominio, en su numeral 22, se establece que las parcelas

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 137
deben conservar su destino agro residencial, por lo que dicha instalación no cumple con
la exigencia de conservar tal destino, y, en ningún caso, se pueden destinar las
propiedades a desarrollar en ellas negocios o actividades comerciales de ningún tipo; del
mismo modo, dicho artículo prohíbe de manera expresa, la instalación de elementos o la
ejecución de obras que perturben la tranquilidad o comprometan la seguridad o
salubridad de los demás copropietarios. Así las cosas, la instalación que se pretende
albergar en el Condominio y el destino comercial al que se intenta destinar la propiedad,
no tienen ninguna cabida en los propósitos claramente residenciales que la Comunidad
toda pretende dar a sus propiedades. La instalación referida claramente perturba la
tranquilidad de los vecinos y podría comprometer seriamente la salud de quienes habitan
en él y de manera muy particular la salud de los niños. A su parecer, el actuar de los
recurridos es ilegal y arbitrario quedando la propiedad en cuestión sujeta a un gravamen,
cual es, el reglamento de copropiedad que rige el funcionamiento de este condominio, el
cual es una ley interna que regula las relaciones de los vecinos, como asimismo se
establecen [en él] normas expresas que buscan mantener el destino por el cual se creó
este condominio. Acto seguido, espeta que una estructura industrial de estas
características, anunciada inclusive con las tonalidades rojas y blancas propias de
instalaciones industriales peligrosas, aparte de generar un tremendo impacto ambiental
en la calidad paisajística del entorno comunitario, importa, según múltiples
investigaciones científicas, la generación permanente de emisiones de campos
electromagnéticos altamente perjudiciales para la salud de las personas que residen en su
entorno inmediato, próximo y cercano. Lo relacionado, constituye una afectación directa
e inmediata al derecho de propiedad de cada uno de los copropietarios, inclusive de
aquel que ha autorizado la instalación de la estructura, afectando la plusvalía de los
inmuebles y una merma a su valor considerable, como asimismo, una notable
imposibilidad de venta de los mismos.
Por otra parte, destaca el recurrente que la antena proyectada tiene una altura
aproximada de 36 metros, equivalente a un edificio de 10 pisos.
A su parecer, los actos denunciados, vulneran gravemente los derechos esenciales,
en especial, el derecho a la vida y a la integridad física y síquica de las personas,
consagrado en nuestra Carta Fundamental, en su art. 19 N° 1, considerando que la
exposición durante las 24 horas del día a las ondas electromagnéticas que emite esta
antena importa un grave deterioro de la integridad física de las personas, como asimismo
y finalmente, de sus propias vidas, según explica, remitiéndose a informes científicos.
Sostiene que también se vulnera el derecho a la propiedad sobre toda clase de
bienes establecido en el art. 19 N° 24 de la Constitución. Al producirse una
desvalorización de los inmuebles afectados por ondas electromagnéticas que causan
daño en el largo plazo, como la vulneración de la estética, pues son estructuras
antiestéticas que nadie quiere tener de vecinas y, finalmente, y más importante, porque
dicha antena se instala en un bien privado, sin autorización de los copropietarios. En
efecto, la instalación de la antena, o de su estructura, si bien está dentro de una parcela,
la cual tiene un único propietario, no es menos cierto que esta parcela se encuentra
emplazada dentro de un conjunto de parcelas y dentro de una propiedad de mayor
extensión, con espacios comunes, etc., todas las cuales reconocen como gravamen un

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 138
reglamento de copropiedad, el cual importa la existencia de un comité de administración,
de la existencia de políticas de hermoseamiento de las áreas verdes, de los espacios
comunes, como asimismo, la existencia de normas en su articulado, el cual expresamente
establece que las parcelas deberán mantener siempre su fin agro residencial, que en ellas
no se podrán desarrollar actividades de tipo económicas, que asimismo, no se podrán
instalar estructuras que puedan traer consigo riesgo o daño a los integrantes del
condominio.
En virtud de lo expuesto, solicita se acoja el recurso y, en definitiva, se ordene que
la antena sea removida o destruida, con expresa condena en costas de la recurrida.
A fojas (…) don (…), abogado, actuando como mandatario judicial de CLARO CHILE
S. A., informa el recurso, afirmando que por escritura pública de 28 de julio de 2010, su
representada arrendó un inmueble a fin de instalar una antena de telecomunicaciones.
Luego, señala que se publicó el extracto en el Diario Oficial de fecha 7 de septiembre de
2010, el hecho que se instalaría una antena de telecomunicaciones en el inmueble
señalado, a fin que quien se sintiera afectado, se opusiera de conformidad a los artículos
15 y 16 de la Ley N° 18.168, de modo que no es efectivo lo sostenido por el recurrente,
por cuanto la instalación de la antena no es “oculta ni solapada”. Enseguida, afirma que
mediante Decreto Supremo N° 1.122 de 14 de diciembre de 2010, del Ministerio de
Transportes y Telecomunicaciones, se concedió autorización definitiva a Claro Chile S. A.
para instalar, operar y explotar antena de telecomunicaciones a emplazarse en el
inmueble señalado y el 15 de marzo de 2011, y en cumplimiento de lo ordenado en la
Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, Claro Chile S. A., otorgó el
correspondiente aviso de instalación de la antena de telecomunicaciones en el referido
inmueble, a la Dirección de Obras de la I. Municipalidad, junto con acompañarse el plano
correspondiente y los demás antecedentes que dan cuenta en su presentación y, con
fecha 26 de abril de 2011, y mediante certificado municipal, la Dirección de Obras admite
la instalación de la antena.
De este modo, como primer argumento, asevera que el recurso debe ser
desestimado por cuanto existe un procedimiento determinado por las disposiciones
legales que cita para reclamar contra las antenas de telefonía móvil. Asimismo, a su
parecer, el recurso es extemporáneo, al haberse, como se dijo, publicado en el Diario
Oficial el 7 de septiembre de 2010, el hecho de la instalación, excediéndose con creces los
plazos para su interposición. Finalmente, a su juicio, no existe ni ilegalidad ni
arbitrariedad en la instalación de la antena, por cuanto su representada se encuentra
facultada tanto constitucional como legal, administrativa y contractualmente para
instalar, operar y explotar antenas de telefonía móvil, de modo que puede sostenerse
que no existe ningún tipo de vulneración al ordenamiento jurídico. Incluso más, afirma
que tampoco concurre ilegalidad ni arbitrariedad a propósito del Reglamento de
Copropiedad que cita el recurso, pues de conformidad al artículo 2.1.24 de la Ordenanza
de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, las antenas son complementarias con
todo tipo de uso de suelo. Lo anterior significa, que el reglamento de copropiedad, que
no obliga a su representada, es además un estatuto jurídicamente de rango inferior que
no puede contradecir las normas de la Ordenanza citada.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 139
Por otra parte, asevera que no se han vulnerado las garantías invocadas por la
parte recurrente, por lo que solicita el rechazo del recurso de protección en todas sus
partes, con costas.
A fojas (…), don (…), abogado, por la recurrida doña Karin (…), informa el recurso,
requiriendo, en primer lugar, que éste sea declarado extemporáneo por cuando la
administración del loteo tomó conocimiento de la instalación de la estructura soportante
de la proyectada antena, a lo menos, el día 21 de junio de 2011, de modo que, a la data
de interposición del mismo el 26 de julio del mismo año, transcurrió el plazo fijado para
ello. Luego, invoca falta de legitimación activa de quien recurre toda vez que, a su
parecer, la comunidad “Condominio (…)”, que es la entidad a cuyo nombre se ha ejercido
la presente acción, no es, no ha sido, ni puede ser, afectada por los hechos denunciados,
toda vez que, como tal, no tiene ningún derecho comprometido, ni tiene titularidad para
reclamar por la supuesta vulneración de éstos, atendida su naturaleza jurídica.
Por otra parte, dice que no existe ningún acto de su parte que pueda ser calificado
como ilegal y arbitrario, pues la celebración de un contrato de arriendo de parte del
predio de propiedad de su representada corresponde simplemente al ejercicio de una de
las facultades esenciales del dominio, cual es la de gozar del mismo, y que el propio N° 24
del artículo 19 de nuestra Carta Fundamental dispone, por una parte, que sólo la ley
puede establecer limitaciones al derecho de propiedad, cuando éstas deriven de su
función social y, por otra parte, que nadie puede ser privado de uno de los atributos
esenciales del dominio sino en virtud de ley general o especial de expropiación por causa
de utilidad pública o de interés nacional, situaciones que claramente no ocurren en el
caso de autos.
En consecuencia, solicita el rechazo en todas sus partes del recurso de protección
interpuesto en contra de su representada.
Seguidamente, la sentencia se aboca a determinar si la acción constitucional fue
interpuesta dentro del plazo previsto en el Auto Acordado que regula su procedimiento,
esto es, 30 días corridos y fatales. La parte recurrente, señala que tomó conocimiento de
la ejecución de las obras de instalación el 29 de junio de 2011, por cuanto ese día ingresó
al condominio un camión con implementos para instalar la antena. La recurrida Claro
Chile S. A., manifiesta que la parte recurrente habría tomado conocimiento el 7 de
septiembre de 2010, al verificarse la aludida publicación en el Diario Oficial. Concluye
sobre este punto la sentencia, que “atendido el mérito de los antecedentes y valorados
de acuerdo a las reglas de la sana crítica, a estos sentenciadores les hace más fuerza que
la fecha en la cual se tomó conocimiento de la ejecución de la obra de instalación de la
antena de telefonía fue el 29 de junio de 2011, por cuanto [de] la publicación realizada el
7 de septiembre de 2010 en el Diario Oficial (…) no se puede entender que la recurrente
haya tomado conocimiento de la ejecución misma de las obras, y por último, la recurrida
no rindió prueba alguna que acreditara la fecha de inicio de éstas. 6.- Que, en
consecuencia, parece plausible lo indicado por el actor en orden a que habría tomado
conocimiento recién el 29 de junio del año recién pasado, ocasión en que la empresa
había iniciado las obras de instalación de la antena –acto que fundamenta la presente
acción-, por lo que desde esa fecha se entiende que ha tomado conocimiento de la
ejecución del acto, y habiéndose interpuesto el recurso de protección el 26 de julio de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 140
2011, éste ha sido dentro de plazo, por lo que se rechazará la petición de
extemporaneidad impetrada”.
Agrega el fallo acto seguido: “7.- Que, igualmente se rechazará la alegación de la
recurrida, fundado en que la presente acción cautelar no es la vía idónea, por cuanto ésta
se fundamentaría en lo dispuesto en los artículos 15 y 16 de la Ley 18.168 que prescriben
un procedimiento especial de reclamo frente a la instalación de una antena, ante la
autoridad del ramo, esto es, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, por
cuanto el artículo 20 de la Ley Fundamental concede la acción de protección sin perjuicio
de otros derechos que podrían hacerse valer por la parte afectada”. Cerrando las
cuestiones de forma, se consigna: “8.- Que, finalmente, también se rechazará la
argumentación de no tener la recurrente legitimación activa, atendido el documento
rolante a fojas 28, consistente en el mandato judicial”.
Luego, se pronuncia el fallo acerca de la cuestión sustantiva: “9.- Que, en cuanto al
fondo del asunto, ha quedado claro con la documentación acompañada por Claro S. A.
consistente en copia de publicación del Decreto Supremo Nº 1.122 de fecha 14 de
Diciembre de 2010, del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones; copia de carta
aviso presentada a la Dirección de Obras Municipales y copia del extracto publicado en el
Diario Oficial, [que] se puede constatar que ha cumplido a cabalidad con la normativa que
rige la materia tanto a nivel constitucional, legal y administrativo, al haber ajustado su
actuar a lo dispuesto en la Ley General de Telecomunicaciones, a la Ley General de
Urbanismo y Construcciones y a su Ordenanza respectiva, por cuanto, en primer lugar,
cuenta con la debida autorización para instalar, operar y explotar antenas de telefonía
móvil en la Comuna de Lampa mediante Decreto Exento Nº 1.122 del 14 de diciembre de
2010; en segundo lugar, ha sometido la instalación de la antena al procedimiento especial
regulado en el artículo 15 de la Ley 18.168, presentando los distintos documentos y
autorizaciones ante las autoridades respectivas. En ese sentido y de acuerdo al artículo
5.1.2 Nº 7 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones sólo es necesario el
aviso de instalación de la antena que debe efectuar la concesionaria a la Dirección de
Obras Municipales, lo que en la especie se cumplió, según se constata con el documento
de fojas 63. 10.- Que, por otra parte, referente a las alegaciones que dicen relación con
[se alude al mandatario del Condominio], cabe precisar que ellas en nada atentan contra
el derecho a propiedad (sic) y es ajeno a la acción las eventuales desvalorizaciones que
pueden sufrir los otros inmuebles colindantes a la parcela número (…) del Condominio
(…). 11.- Que, de esta forma, apreciando los antecedentes conforme a las normas de la
sana crítica, no se divisa cómo el actuar de las recurridas es arbitrario e ilegal; al
contrario, han actuado conforme a derecho, y por lo mismo no se vislumbra de qué
forma se violentan, amagan o perturban las garantías invocadas en cuanto a la afectación
de vivir en un medio ambiente libre de contaminación. En efecto, en lo relativo a las
garantías de los numerales 1º y 8º del artículo 19 de la Carta Fundamental, no dejan de
ser argumentos hipotéticos, no comprobados y carentes de certeza”.
Pronunciada por la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida
por el Ministro Sr. Manuel Antonio Valderrama R. e integrada por el Ministro (S) Sra.
Gloria Solís y por el Abogado Integrante Sr. Enrique Pérez L.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 141
Tras el rechazo del recurso de protección, la parte recurrente dedujo recurso de
apelación. La Corte Suprema, en fallo de mayoría, lo desestimó, expresando al respecto:
“Que sin perjuicio de tener en consideración que la instalación de la antena de
telecomunicaciones emplazada en un inmueble ubicado en el Condominio (…) de Batuco
cumple con las exigencias previstas en la Ley Nº 18.168 y en la Ordenanza General de
Urbanismo y Construcciones tal como lo estableció la sentencia impugnada, es además
necesario señalar que la discusión de los derechos que pretende invocar el representante
de dicha comunidad fundados en la interpretación de las cláusulas contenidas en el
Reglamento del Condominio, impide considerar que el recurrente se encuentre ante un
derecho de carácter indubitado. En efecto, la contienda acerca de la declaración de tales
derechos exige resolver cuestionamientos sobre puntos de interpretación jurídica del
reglamento de copropiedad, cuestión que en atención a la naturaleza misma de la
institución protectiva no puede ser dilucidada por la presente acción”.
Con todo, la sentencia fue acordada con el voto en contra de los Ministros Sres.
Carreño y Pierry, quienes estuvieron por revocar la resolución en alzada y acoger el
recurso de protección, en virtud de las siguientes consideraciones:
“Primero: Que, en la especie, el representante del Condominio (…) ha solicitado
cautela respecto de los actos cometidos por la recurrida Claro S. A. consistentes en la
instalación de una antena de telefonía celular en la Parcela Nº (…) de propiedad de la
también recurrida Karin (…), quien celebró un contrato de arrendamiento con la primera
infringiendo con ello las prohibiciones y limitaciones contenidas en el Reglamento del
mencionado Condominio.
Segundo: Que el artículo 49 de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria Nº 19.537
dispone (…) [se transcribe precepto, que aplica a los condominios acogidos a la Ley de
Propiedad Horizontal, las normas de la Ley Nº 19.537]”.
Tercero: Que en virtud de lo señalado, la comunidad de copropietarios existente
en el Condominio (…), cuyo Reglamento es de 15 de octubre de 1996, se encuentra
sometida a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria de 1997.
Cuarto: Que constituye un principio de la preceptiva citada que los copropietarios,
arrendatarios u ocupantes a cualquier título de las unidades de un condominio deben
ejercer sus derechos sin restringir ni perturbar el legítimo ejercicio de los derechos de los
demás ocupantes del mismo. La normativa 102 prescribe prohibiciones y limitaciones en el
uso y goce, tales como: 1) Las unidades deben usarse en forma ordenada y tranquila; 2)
Las unidades no pueden hacerse servir para otros objetos que los convenidos en el
reglamento de copropiedad; y 3) No se puede ejecutar acto alguno que perturbe la
tranquilidad de los copropietarios o que comprometa la seguridad, salubridad y
habitabilidad del condominio o de sus unidades.
Quinto: Que en el contexto jurídico descrito la actuación de la propietaria de la
Parcela N° (…) del Condominio (…) constituye una acción arbitraria e ilegal, carente de
base racional, que rompe la debida convivencia social que debe existir entre todas las
personas que ocupan las distintas parcelas del condominio y que contraviene el
Reglamento de Copropiedad que obliga a cada copropietario a usar su parcela en forma

102
Artículo 32° de la Ley N° 19.537.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 142
ordenada y tranquila y que prohíbe instalar elementos o ejecutar obras que perturben la
tranquilidad o comprometan la seguridad o salubridad de los demás copropietarios,
además de quebrantar el deber de conservar el destino agro residencial del condominio.
En efecto, la dueña del inmueble en cuestión al celebrar un contrato de arrendamiento
con la empresa Claro Chile S. A. no se atuvo a las limitaciones y prohibiciones expresadas
en el Reglamento de copropiedad, obligatorio para los propietarios y adquirentes de las
unidades a cualquier título.
Sexto: Que si bien la recurrida Claro Chile S. A. es un tercero frente a las
estipulaciones del Reglamento de Copropiedad del Condominio recurrente, resulta
innegable que dicha empresa no podía desconocer que la instalación de la antena de
telefonía celular se emplazaría en una parcela que formaba parte de un condominio, de
suerte que debía respetar la existencia del Reglamento referido y en último término de la
preceptiva de Copropiedad Inmobiliaria.
Séptimo: Que la actuación ilegal y arbitraria de los recurridos vulnera el derecho
de propiedad de la actora, quien en definitiva ha recurrido a favor de los dueños de las
parcelas del Condominio (…), porque la instalación de la antena de telefonía celular en
una de las parcelas que lo conforman alterará el valor de los predios, además de incidir
en la forma de vida de sus ocupantes, todo lo cual nunca estuvo previsto, sino por el
contrario, prohibido”.
Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sres. Héctor Carreño S., Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G. y Abogados
Integrantes Sres. Jorge Baraona G. y Alfredo Prieto B. Redacción a cargo de Ministro Sr.
Pierry.

15.- Sentencia de la Corte Suprema de 28 de marzo de 2012, autos Rol N° 1.193-2012.

Normas legales y constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo:


artículo 5° de la Ley N° 19.537; y artículo 19, N° 1 de la Constitución Política de la
República.

Materia: suspensión de suministro eléctrico.

Por sentencia de 3 de enero de 2012, de la Corte de Apelaciones de Santiago, se


rechazó recurso de protección interpuesto por don Alfonso (…) en contra de la
Administración del edificio ubicado en (…), Comuna de Las Condes.
En contra de esta sentencia se alzó la parte recurrente. La Corte Suprema revocó
el fallo apelado, expresando en su sentencia:
“Segundo: Que el acto en contra del cual se ha recurrido lo constituye el acuerdo
adoptado por la Administración del edificio ubicado en calle La Moraleda (…), Comuna de
Las Condes, en torno a suspender el suministro de energía eléctrica al departamento N°
(…) por presentar éste gastos comunes impagos, inmueble que es habitado por don
Alfonso (…).
Tercero: Que con el mérito de los documentos agregados a fojas (…) y los
acompañados mediante el escrito de fojas (…) es posible dar por acreditado que don

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 143
Alfonso (…), quien tiene 75 años, sufre de discapacidad física y mental en un grado de
70% y 60%, respectivamente, producto de padecer un accidente vascular cerebral externo
post cirugía cardiaca, hemiplejia FBC izquierdo y deterioro cognitivo secundario, diabetes
mellitus 2, hipertensión arterial, cardiopatía coronaria, triple by pass coronario, y que en
dicha condición médica recibe la nutrición necesaria para vivir por medio de una bomba
de alimentación que permite dosificar y graduar el alimento, el que recibe a través de una
gastrostomía.
Cuarto: Que el artículo 5° de la Ley 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria faculta
a la Administración para que en el caso [de] existir mora de tres o más cuotas, continuas
o discontinuas, de gastos comunes suspenda o requiera la suspensión del servicio
eléctrico que se suministra a la respectiva unidad, acción que es justamente la que realizó
la recurrida, con lo cual su obrar constitucional se ajustó a la norma.
Quinto: Que en la acción constitucional deducida por el recurrente se estima
amenazada la garantía constitucional contemplada en el numeral 1° del artículo 19,
norma que asegura a todas las personas el derecho a la vida y a la integridad física y
psíquica.
Sexto: Que el derecho a la vida implica la obligación negativa de no afectar la
continuidad de la vida de una persona, distinguiéndose en consecuencia tres niveles de
obligación: primero, la obligación primaria de respetar, la cual se traduce en que el
Estado y sus agentes deben abstenerse de lesionar un derecho; segundo, la obligación
secundaria de proteger, esto es, que el Estado y sus agentes deben adoptar medidas
concretas para impedir que terceros priven al titular de su derecho; y, tercero, la
obligación de satisfacer-cumplir, que se traduce en que el Estado debe realizar acciones
concretas para lograr el goce efectivo y pleno del derecho.
Séptimo: Que en el caso de autos la intervención estatal se encuentra
representada por el actuar de los Tribunales Ordinarios de Justicia, pues así ha sido
establecido en el artículo 20 de la Constitución Política de la República, cuestión que
importa entonces que se adopten medidas concretas y necesarias que protejan la
garantía constitucional denunciada como conculcada, lo que no se traduce en decidir cuál
de las garantías involucradas tiene preeminencia por sobre otra, sino en realizar un
proceso de ponderación, que se construye desde la concepción de que las garantías
constitucionales encarnan órdenes de valores objetivos.
Octavo: Que en el caso de autos, si bien la recurrida ha actuado dentro del marco
establecido en el artículo 5° de la Ley 19.537, su actuar pone en riesgo efectivo el derecho
a la vida del ocupante del departamento Sr. Alfonso (…), pues es evidente que los
implementos tecnológicos que utiliza para recibir alimentación requieren de suministro
eléctrico.
Así, el legítimo derecho de la recurrida para acudir a instancias de coacción a fin
de cobrar los dineros que se le adeudan no puede prevalecer sobre los superiores
intereses y necesidades de una persona gravemente enferma.
Noveno: Que en todo caso los créditos de la recurrida quedan a salvo, por cuanto
el ordenamiento jurídico le proporciona otros medios y vías para accionar contra el
deudor a fin de obtener el pago de lo adeudado.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 144
Décimo: Que en tales condiciones el acto denunciado deviene en arbitrario y
conculca la garantía constitucional contemplada en el numeral 1° del artículo 19 de la
Constitución Política de la República de que es titular don Alfonso (…), motivo por el cual
habrá de acogerse la acción de protección.
Y de conformidad con lo establecido en el artículo 20 de la Constitución Política de
la República y en el Auto Acordado de esta Corte sobre la materia, se revoca la sentencia
apelada de tres de enero de dos mil doce, escrita a fojas 173, y en su lugar se declara que
se acoge el recurso de protección deducido a fojas 117 sólo en cuanto se declara que la
recurrida no puede suspender el suministro de energía eléctrica al departamento N° (…)
del edificio ubicado en calle La Moraleda N° (…), mientras don Alfonso (…) habite en
condición de enfermo grave dicho inmueble, sin costas”.
Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sres. Sergio Muñoz G., Héctor Carreño S., Pedro Pierry A., Sra. Sonia Araneda B. y Sra.
María Eugenia Sandoval G. Redacción a cargo de Ministro Sr. Carreño.

16.- Sentencia de la Corte Suprema de 9 de junio de 2011, autos Rol N° 2.472-2011.

Normas legales y constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo:


artículo 20° de la Ley N° 19.537 y artículo 19, N° 1 y N° 24 de la Constitución Política de la
República.

Materia: obligatoriedad de los acuerdos de la asamblea de copropietarios.

Por sentencia de fecha 11 de marzo de 2011, de la Corte de Apelaciones de


Santiago, se rechazó el recurso de protección deducido en contra de don Juan Carlos (…),
por el Presidente del Comité de Administración del Edificio (…), por doña María (…), en
calidad de Directora y Asesora Legal del referido Comité y propietaria del departamento
(…), por don Rodolfo (…), en su calidad de Director del referido Comité; por don Urbano
(…) y doña Fresia (…), propietarios de los departamentos (…) y (…), respectivamente, y la
última además como Secretaria del Comité de Administración.
En contra de esta sentencia, los recurrentes deducen recurso de apelación ante la
Corte Suprema. Expresan que el recurrido, contraviniendo un acuerdo de la Asamblea
Ordinaria de Copropietarios, se niega a permitir el ingreso a su departamento al personal
de la Empresa (…), contratada para efectuar las reparaciones post terremoto que
permitan dejar el edificio en condiciones de ser habitado sin peligro para la integridad
física de los recurrentes y demás propietarios y ocupantes. Agregan que el actuar del
recurrido vulnera las garantías constitucionales previstas en el artículo 19 números 1 y 24
de la Carta Fundamental.
El recurrido, al informar, argumentó que ha negado el ingreso por cuanto la
empresa (…), contratada para las reparaciones, es la misma que construyó el edificio y
que por su negligencia se produjeron los daños. Añade que nunca ha tenido a la vista los
antecedentes del proyecto de reparación y que ha debido pagar $4.500.000.- para
efectuar las reparaciones, las que ahora se pretenden ejecutar a través de su
departamento sin que se le asegure el reembolso de los daños que ocasionen tales

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 145
trabajos a su propiedad y que no son inferiores a $5.000.000.- Finalmente, alega la
improcedencia del recurso por cuanto las contiendas entre copropietarios son de
conocimiento de los Juzgados de Policía Local.
Expresa seguidamente la sentencia de la Corte Suprema:
“Cuarto: Que el recurrido ha reconocido los hechos que motivan la presente
acción, esto es, su negativa a que el personal de la empresa (…) ingrese a su
departamento para realizar reparaciones al edificio (…), lo que resulta absolutamente
necesario por encontrarse allí uno de los pilares que debe ser apuntalado para
restablecer la seguridad del inmueble. Tal negativa claramente es un acto arbitrario,
porque carece de justificación. Debe tenerse en cuenta que desatiende los antecedentes
que demuestran la necesidad y la forma de hacer la reparación.
Quinto: Que el actuar del recurrido resulta también contrario a la ley, en cuanto
contradice al artículo 20 de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria que en su inciso cuarto
dispone (…)
Sexto: Que este actuar ilegal amenaza las garantías constitucionales que los
números 1° y 24° del artículo 19 de la Carta Fundamental reconocen a los recurrentes, en
cuanto de no realizarse las reparaciones necesarias se pone en riesgo la integridad física
de éstos y porque además el deterioro de los departamentos de que cada uno de ellos es
propietario disminuye su valor comercial, lo que no permite a los actores gozar en
plenitud de su derecho de dominio sobre las referidas unidades habitacionales.
De conformidad asimismo con lo que disponen el artículo 20 de la Constitución
Política de la República y el Auto Acordado de esta Corte sobre la materia, se revoca la
sentencia apelada de once de marzo último, escrita a fs. 17, se acoge la acción
constitucional deducida a fs. 1 y, en consecuencia, se ordena al recurrido Juan Carlos (…)
autorizar el ingreso al departamento (…) del edificio (…) de su propiedad a fin de realizar
las reparaciones necesarias al referido edificio, de conformidad con lo acordado en las
asambleas de copropietarios”.
Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sres. Héctor Carreño, Pedro Pierry, Haroldo Brito y los Abogados Integrantes Sr. Mauriz y
Sr. Lagos. Redacción a cargo de Ministro Sr. Carreño.

17.- Sentencia de la Corte Suprema de 29 de marzo de 2011, autos Rol N° 2.441-2009.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: artículos 1°, 2° N° 3,


inc. 3° y 23° de la Ley N° 19.537 y arts. 18 y 19 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones.

Materia: copropietarios tienen legitimación activa para demandar reparación del daño
moral, por vicios y defectos en bienes comunes.

Ante el Cuarto Juzgado Civil de Antofagasta, en autos Rol N° 6.694-07, doña


Victoria (…) y otros, deducen demandan en contra de “(…) Inmobiliaria Limitada” y la
“Constructora (…) Limitada”, a fin de que se condene solidariamente a las demandadas
por la responsabilidad que a cada una le cabe en los vicios y defectos de diseño, de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 146
proyección, estructurales y de construcción que sufren, tanto los inmuebles de los actores
como las áreas comunes del Condominio (…), a pagar la suma que señalan o la que el
tribunal determine, más reajustes, intereses y costas.
Las demandadas, al contestar la demanda, alegaron la falta de titularidad de la
acción, porque los propietarios no representan a la comunidad de copropietarios y, por lo
tanto, carecen de la titularidad para demandar indemnizaciones respecto de los bienes
de carácter común. Además, controvierten la calidad de propietarios de los actores.
Oponen la excepción de prescripción y por último, niegan la existencia, naturaleza y
entidad de los daños invocados por los demandantes.
Por sentencia de 22 de julio de 2008, el tribunal de primer grado rechazó la
demanda, sin costas.
Una de las salas de la Corte de Apelaciones de Antofagasta, conociendo del
referido fallo por vía de apelación deducida por los demandantes y adhesión de las
demandadas, por sentencia de 3 de octubre de 2009, revocó la de primera instancia, en la
parte que había rechazado la demanda, y en su lugar la acogió, condenando
solidariamente a las demandadas a pagar las sumas que indica, por concepto de
indemnización de perjuicios y daño moral.
En contra de esta última sentencia, las demandadas deducen recurso de casación
en el fondo, conforme a los siguientes argumentos:
“Primero: Que el recurrente denuncia el quebrantamiento de los artículos 23 de la
Ley N° 19.537 y 26 de su Reglamento, además del artículo 1545 del Código Civil.
Respecto a la primera de dichas normas, argumenta que la controversia de fondo
versa sobre la legitimidad activa de los propietarios para demandar indemnización por
vicios o defectos de construcción en bienes comunes sujetos a la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria y la decisión atacada contraviene el texto expreso de la ley, por cuanto ésta
en forma inequívoca entrega al administrador, la capacidad para representar en juicio
activa y pasivamente a los copropietarios, con las facultades de los incisos primero y
segundo del artículo 7° del Código de Procedimiento Civil, en las causas concernientes a la
administración y conservación del condominio, sea que se promuevan con cualquiera de
ellos o con terceros.
Continúa señalando que en el fallo se argumenta que sobre los bienes comunes
existe una especie de propiedad y que los actores han demandado en calidad de
comuneros sobre los bienes comunes, sin que exista norma que limite o coarte la
persecución intentada. Al respecto indica que es indiscutible que sobre su parte alícuota
en los bienes comunes, los actores tienen un derecho de propiedad, pero es muy distinto
tener el derecho de dominio en bienes comunes y cómo pueden ejercerse esos derechos
en la vida jurídica. Agrega que por mandato de ley la comunidad o copropiedad legal
debe manifestarse a la vida jurídica por intermedio de sus órganos de administración,
esto es, la Asamblea de copropietarios, el Comité de Administración y el Administrador y,
aunque pueda ser objeto de discusión la naturaleza jurídica de las comunidades de este
tipo, lo no debatido es que la ley en su artículo 23, explícitamente entrega al
administrador la representación y si existe límite al ejercicio de sus derechos, éste está
establecido en la Ley N° 19.537. Enseguida, indica el recurrente que razonando sobre
otros aspectos de lógica, el fallo no repara en que los demandantes –menos del 40% de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 147
los copropietarios- reciben indemnización por la totalidad de los daños en los bienes
comunes, no en su parte alícuota, criterio que además genera un enriquecimiento ilícito,
ya que deja a los otros sin derecho alguno por los supuestos daños. Diferente es que la
indemnización la reciba el órgano respectivo, quien es responsable ante todos los
copropietarios y no sólo ante los actores, de asignar la indemnización a la reparación de
los daños.
Luego argumenta el recurrente que el fallo se sustenta en que el artículo 23 de la
Ley N° 19.537 [se] circunscribe [a] los actos de administración y conservación de los
bienes comunes, con lo que sugiere que el administrador no podría ejercer la acción de
que se trata, la que radicaría en los propietarios; sin embargo, en general, los actos que
puede ejecutar un mandatario son de conservación y disposición y resulta evidente que el
citado artículo 23, al entregar al administrador la capacidad de representar en juicio,
activa y pasivamente a los copropietarios (…) sólo limita dicha actividad a los actos de
disposición y, en caso alguno, le queda vedado ejercer las acciones que se han puesto en
conocimiento del tribunal; de lo contrario, no tendría sentido que la disposición
contemple la representación activa de los copropietarios.
A continuación, la demandada, a propósito del argumento de la sentencia atacada
en cuanto a que el desinterés de algunos propietarios puede imposibilitar el ejercicio del
derecho que les confiere su calidad de titulares del derecho real de dominio, quedando
así en la indefensión, expone que la forma en que deben ejercerse los derechos en los
bienes comunes, es regulada por ley en todo tipo de sociedades, comunidades, etc. y es
la propia ley la que contiene mecanismos para solucionar un presunto desinterés de sus
órganos de representación (…)
En cuanto a la vulneración del artículo 26 del Reglamento de la Ley de
Copropiedad, el recurrente reitera los argumentos ya vertidos, porque la disposición es
idéntica a la ya examinada [artículo 23 de la Ley] y en relación con el artículo 1545 del
Código Civil, dice que es evidente que el Condominio se rige por el Reglamento de
Copropiedad, cuyos artículos 19 y 14 entregan al administrador la capacidad para
representar en juicio, activa y pasivamente a los copropietarios, con las facultades del
inciso primero del artículo 7° del Código de Procedimiento Civil (…) y al incorporarse esa
disposición en los contratos de compraventa, pasa a constituir una ley para los
contratantes, la que el tribunal desatiende al permitir a los actores representar a la
comunidad”.
Acto seguido, expresa el fallo de la Corte Suprema que en la sentencia impugnada
se fijaron como hechos los siguientes:
“a) Se persigue por los actores la indemnización de perjuicios por defectos de
diseño, estructurales y de construcción, del conjunto habitacional denominado (…),
ubicado en Antofagasta, sobre la base de lo dispuesto en los artículos 18 y 19 de la Ley
General de Urbanismo y Construcciones, defectos que se refieren tanto a los
departamentos que conforman el conjunto habitacional, como a las áreas comunes.
b) La obra se recibió conforme, según certificados de 2 de diciembre de 2002 y 20
de enero de 2004.
c) Los demandantes acreditaron ser poseedores inscritos de los inmuebles materia
de la demanda (…)

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 148
d) No transcurrió el plazo de prescripción entre la fecha de recepción -20 de enero
de 2004- y la de notificación de la demanda -31 de octubre y 6 de noviembre de 2007- sea
que se considere un plazo de 3 años conforme a la Ley N° 20.016 que empezó a regir el 25
de agosto [de 2005], o un plazo de 5 años, de acuerdo a la Ley N° 19.472, vigente a la
época de construcción de los edificios.
e) Los demandantes no lograron acreditar en forma indubitada los daños que
pudieron sufrir sus respectivos departamentos en forma separada y no en términos
generalizados. En otras palabras, la prueba rendida no fue suficiente para ubicar con
precisión los departamentos afectados.
f) La propia demandada ha reconocido imperfecciones en la construcción de las
torres que corresponden al conjunto habitacional (…) al contestar la demanda en la
piscina y puertas de acceso; del documento de fojas (…) titulado “Mutuo acuerdo”, que
reconoce una serie de imperfecciones y más de 40 aspectos a reparar, como pintura de
muros, reparaciones de duchas, rampla para minusválidos, apertura de caja de salida de
red seca, afinado de peldaños, construcción de desagüe en los estacionamientos, etc., a
lo que se une el acta de inspección notarial con reproducciones fotográficas (…),
documentos que pueden constituir base de presunción judicial, de acuerdo a lo previsto
en el artículo 426 del Código de Procedimiento Civil.
g) Se acompañaron dos informes técnicos, emitidos por especialistas, ratificados
por quienes los suscribieron, no impugnados.
h) De lo expuesto, surgen indicios suficientes que permiten presumir
judicialmente, de acuerdo a lo establecido en el artículo 426 del Código de Procedimiento
Civil, la existencia de las reparaciones de áreas comunes (…)”.
Se refiere luego la sentencia de la Corte Suprema a las conclusiones a las que
arribaron los jueces de segunda instancia:
“Tercero: Que sobre la base de los hechos descritos en el motivo anterior y en lo
que interesa a este recurso, los jueces del fondo, considerando la indivisibilidad forzada a
que están sujetos los propietarios de inmuebles regidos por la Ley N° 19.537, respecto de
los bienes de dominio común, sostienen que ella debe interpretarse como la adherencia
inmutable que existe entre cada inmueble en particular y la cuota proporcional que a
éste corresponde sobre dichos bienes comunes, conformando un excepcional derecho de
propiedad que, no obstante esta característica, admite la aplicación supletoria de las
normas del derecho común que sobre el dominio contemplan los artículos 582 y
siguientes del Código Civil, gozando obviamente de los atributos que la disposición citada
consagra al definirlo, complementada por el artículo 583, en cuanto a que sobre las cosas
incorporales –en la especie los derechos cuotativos de los comuneros en los bienes
comunes- hay también una especie de propiedad. Agregan que los demandantes al
intentar la acción para que se les indemnicen los perjuicios tanto por sus unidades como
en los bienes comunes, lo han hecho en ejercicio de los atributos que les confiere el
derecho de dominio que ostentan en forma exclusiva sobre sus respectivos inmuebles o
unidades y en calidad de comuneros de los bienes comunes, sin que exista norma legal
que limite o coarte la persecución intentada, ya que la indivisión a que se ha hecho
referencia dice relación con la manutención física de determinados bienes que componen
un condominio para el beneficio y uso de los titulares individuales de los inmuebles, en el

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 149
caso, los correspondientes a los actores, sin que obste a esa conclusión las atribuciones
que se otorgan al administrador del conjunto habitacional y/o Presidente del Comité de
Administración, pues el marco general de sus funciones se circunscribe a la
administración y conservación de los inmuebles del condominio.
Sobre la base de esos raciocinios, concluyen que la legislación imperante no
prescribe que sea la comunidad, actuando como un todo orgánico, la única que pueda
comparecer activamente en juicio reclamando derechos de los comuneros que la
integran, pues el desinterés de algunos puede perjudicar el ejercicio de los derechos que
les confiere la calidad de titulares de un derecho real de dominio, apoyándose, además,
en que en casos de recursos de protección interpuestos por comuneros en relación con
los bienes comunes, han sido acogidos.
Por estas razones, desestimaron la excepción de falta de titularidad de los actores
para dirigirse en contra de los demandados por posibles vicios y defectos de diseño y
construcción existentes en los bienes comunes del condominio de que se trata. En
consecuencia, realizaron el examen del fondo del debate y dando por acreditados los
desperfectos reclamados, otorgaron la indemnización de perjuicios demandada en
relación con los bienes comunes, en la suma que señalan –no así la correspondiente a
cada unidad, por no haberse demostrado la existencia de daños- y, además,
indemnización por daño moral, a cada actor, según ya se anotó”.
La sentencia de la Corte Suprema, razona luego en los siguientes términos:
Cuarto: Que, en consecuencia, la discusión jurídica versa sobre la titularidad de la
acción o la calidad de legitimados activos de los actores –que no constituyen la totalidad
de los propietarios- para los efectos de perseguir la indemnización por los daños de
carácter material que representan los bienes comunes (…) y el daño moral consecuencial.
Realizada esa precisión, se estará en condiciones de resolver la procedencia o
improcedencia del libelo intentado conforme con lo dispuesto en los artículos 18 y 19 de
la Ley General de Urbanismo y Construcciones (…).
Sexto: Que, por consiguiente, el examen ha de centrarse en las normas especiales
que al respecto consagra, básicamente, la Ley N° 19.537 (…), debiendo admitirse como
premisa que el régimen establecido en la citada ley constituye una excepción en nuestro
ordenamiento jurídico (...)
Octavo: Que, por otra parte, como consecuencia de esta especial división e
indivisión forzada legal y excepcional, que reconoce la propiedad exclusiva y absoluta
sobre las unidades y que mantiene en el dominio común de todos los propietarios
determinados bienes (…) el legislador ha debido crear la forma de administrar este
régimen de copropiedad inmobiliaria (…).
Noveno: Que, sea cual fuere la naturaleza que se atribuya a este especial régimen,
lo cierto es que la autoridad máxima está constituida por la asamblea de copropietarios,
la que se gobierna por el principio de las mayorías –en el decir de algunos, como una
forma de proteger a los copropietarios activos de los inactivos o desinteresados- y que
objetiva el funcionamiento básico de la comunidad, a través de la dictación de las normas
o determinación de las conductas necesarias al efecto. A este ente se suma el Comité de
Administración, con características de órgano resolutivo designado por la asamblea de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 150
copropietarios y, finalmente, el Administrador, también escogido por la asamblea de
copropietarios (…)
Décimo: Que, realizadas las precisiones que anteceden, en orden a la existencia de
bienes de dominio común respecto de los cuales se establece una indivisión forzada,
atendida la necesidad de un pleno ejercicio del derecho de dominio por cada propietario
respecto de su unidad y la forma de administración del régimen de copropiedad
inmobiliaria, dentro del cual se prevén facultades, atribuciones, derechos y obligaciones
para cada uno de los órganos en que la ley hace descansar el gobierno o la gestión de los
condominios, no cabe sino concluir que los bienes comunes pertenecen a cada uno de los
copropietarios en la parte alícuota que les corresponde. Sin embargo, su naturaleza
‘común’ a todos ellos impide que cada uno o algunos de los dueños puedan ejercer por sí
la acción que pretenda el resarcimiento por los vicios y defectos de diseño, de
proyección, estructurales y de construcción con los que dichos bienes pudieran verse
afectados.
Undécimo: Que dicha conclusión, deviene de las propias normas contenidas en la
Ley sobre Copropiedad Inmobiliaria, la que se ocupa de conceptualizar a los bienes
comunes excluyéndolos del uso, goce y disposición de cada uno de los copropietarios,
pero entregando el ejercicio de dichas atribuciones a todos ellos según la parte alícuota
que a cada uno le corresponde, según el avalúo fiscal que se haya asignado a cada
unidad, y encuentra confirmación, además, en lo que sostenido este Tribunal en orden a
que ‘la legitimación procesal es la consideración especial en que la ley tiene, dentro de
cada proceso, a las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto
litigioso y en virtud de la cual, exige, para que la pretensión procesal pueda ser
examinada en cuanto al fondo, que sean dichas personas las que figuren como parte en el
proceso’. En el caso, los demandantes no son sujetos activos de la acción para cobrar y/o
del derecho a recibir indemnización por los daños que hubieren experimentado los
bienes comunes del condominio al que pertenecen y que reclaman, por cuanto carecen
de aquella determinada relación con el objeto litigioso que les permita habilitación para
figurar como parte en este proceso en la forma como lo han hecho.
Duodécimo: Que no obstante la conclusión a que se llega en los fundamentos que
preceden, acápite distinto merece el ejercicio de la acción para obtener el resarcimiento
del daño moral que pueda afectar a cada copropietario. Para dilucidar este aspecto se
hace necesario consignar que, en cuanto a la calidad o naturaleza de la pretensión que se
ejerce y el carácter del resarcimiento que ella exige, resulta prioritario anotar el estrecho
e indesmentible vínculo entre ambos en tanto este último se genera y justifica en la
aflicción del afectado, lo que le imprime un carácter personalísimo que no logra
desvirtuarse con el hecho que dé lugar a un crédito en dinero, pues aun integrando dicho
elemento patrimonial, el sentido y contenido de la acción ejercida en este aspecto sigue
inalterable, por cuanto lo que ella persigue es compensar el mal soportado por la víctima,
personalmente. Es ésta la que ha sido lesionada en un ‘interés extrapatrimonial,
personalísimo, que forma parte de la integridad espiritual de una persona, y que se
produce por efecto de la infracción o desconocimiento de un derecho cuando el acto
infraccional se expande a la esfera interna de la víctima o de las personas ligadas a ella’
(Arturo Alessandri, ‘De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno’,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 151
Editorial Universitaria, 1943). De esta manera, el objetivo arriba aludido, es decir, el
resarcimiento, sólo se cumple, entonces, cuando la reparación es entregada al que
padeció el dolor, la molestia o aflicción en sus sentimientos o facultades espirituales.
Decimotercero: Que, por consiguiente, para los efectos de ejercer la acción de
indemnización por daño moral sufrido como consecuencia del patrimonial que afecta a
los bienes comunes del condominio, es dable concluir que los actores poseen aquella
determinada relación con el objeto litigioso que les reconoce habilitación para figurar
como parte en este proceso en la forma en que lo han hecho, es decir, para pedir y
obtener la indemnización por el daño moral que los ha afectado.
Decimocuarto: Que, en consecuencia, en la sentencia atacada, al desestimar la
excepción de falta de legitimación activa de la parte demandante opuesta por la
recurrente en relación con la acción que pretende la indemnización por los daños
materiales que presentan los bienes comunes del condominio en cuestión, se ha
incurrido en los errores de derecho denunciados por la demandada, por equivocada
interpretación de los artículos 1°, 2° N° 3, 3° y 23° de la Ley N° 19.537, yerros que han
influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, desde que condujeron a condenar a la
demandada a pagar indemnización de perjuicios respecto de quienes carecen de la
aptitud necesaria para ser demandantes en este juicio, en los términos en que lo hicieron
y en el aspecto señalado.
Decimoquinto: Que, por lo tanto, el recurso de casación en el fondo deducido por
la demandada debe ser acogido para la corrección pertinente y sólo en la forma como se
ha indicado”.
Se previene que la Ministro Sra. Egnem estuvo por acoger el recurso de casación
en el fondo incluyendo además, entre los yerros que conducen a la invalidación de la
sentencia, la decisión de acoger la pretensión de resarcimiento por concepto de daño
moral impetrado por los actores, en base a las siguientes consideraciones:
“Primero: Que, como se ha concluido en el presente fallo de casación los
demandantes carecen de legitimación activa para deducir acción de indemnización de
perjuicios en relación a los daños materiales y reparaciones que esgrimen respecto de los
bienes comunes del condominio a que pertenecen.
Segundo: Que la acción antes referida –que en los términos planteados no han
podido ejecer los actores- comprende, entre otros supuestos básicos y elementales, la
determinación de la existencia de tales daños y su entidad, materia medular y de fondo
que no puede ser debatida y resuelta con quien o quienes no son justas partes para ello,
y por ende no son legítimos contradictores, en lo que a este punto concierne.
Tercero: Que en concordancia con lo anterior, si –entre otros reparos que merece
la presente acción por daño moral- tales perjuicios se hacen derivar de la aflicción que a
los demandantes habrían reportado precisamente los daños materiales que describen en
relación a los bienes comunes, daños estos últimos cuya existencia y entidad no ha
podido ser determinada en el curso de una acción promovida por quienes carecen de
titularidad para ello, sólo cabe concluir, en concepto de quien previene, que esta última
pretensión escapa también a los márgenes de esta Litis”.
En la respectiva sentencia de reemplazo, se expresa:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 152
“Segundo: Que (…) la demanda intentada debe ser acogida en lo que dice relación
con el daño moral sufrido por los actores y consecuencial a la adquisición de bienes
comunes con imperfecciones.
Por estas consideraciones (…) se revoca, sin costas del recurso, la sentencia
apelada de veintidós de julio de dos mil ocho (…) sólo en cuanto por ella se rechaza la
demanda de indemnización por daño moral interpuesta por los actores, personas
naturales individualizados en el libelo (…) y en su lugar, se declara que ambas
demandadas, solidariamente, quedan condenadas a pagar a cada uno de los
demandantes, únicamente personas naturales, la suma de $1.000.000.- por concepto de
daño moral, con los intereses corrientes fijados para operaciones de dinero no
reajustables a contar de la fecha de esta sentencia y la del pago efectivo, sin reajustes.
Se confirma, en lo demás apelado, la referida sentencia”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros Sr.
Patricio Valdés A., Sras. Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D., Rosa Egnem S., y el
Abogado Integrante Sr. Ricardo Peralta V. Redacción a cargo de Ministro Sra. Maggi y del
voto en contra, su autora.

18.- Sentencia de la Corte Suprema de 5 de junio de 2012, autos Rol N° 1.144-2010.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: arts. 18° y 19° de la


Ley General de Urbanismo y Construcciones.

Materia: responsabilidad solidaria de constructora e inmobiliaria por defectos de


construcción.

Ante el Tercer Juzgado Civil de Antofagasta, doña Teresa (…) y otros deducen
demanda en contra de “Inmobiliaria (…) Limitada” y la “Constructora (…) Limitada”,
ambas representadas por don Alex (…), a fin de que se condene solidariamente a las
demandadas, por la responsabilidad que a cada una le cabe en los vicios y defectos de
diseño, de proyección, estructurales y de construcción que sufren, tanto los inmuebles de
los actores como las áreas comunes del Condominio (…), a pagar la suma que señalan, o
la que el tribunal determine, más reajustes, intereses y costas.
Las demandadas, al contestar la demanda, alegaron la falta de legitimación pasiva
de la Constructora y la excepción de prescripción establecida en el artículo 2332 del
Código Civil a su respecto y en relación con la Inmobiliaria se sostuvo la inexistencia de los
vicios y defectos que alegan los demandantes, quienes adquirieron los inmuebles como
especie o cuerpo cierto en el estado en que se encontraban, de modo que o los
aceptaron o no existían y, en caso de existir, corresponden a falta de mantención, a lo
que se agrega la inexistencia de los perjuicios reclamados y lo excesivo de los montos.
En sentencia de 31 de diciembre de 2008, el tribunal de primer grado accedió a la
excepción de falta de legitimidad pasiva opuesta por la demandada “Constructora (…)”,
rechazándose a su respecto la demanda, sin costas, y omitiendo pronunciamiento sobre
la excepción de prescripción hecha valer por esta demandada por innecesario, atendido
lo resuelto; acogió la demanda interpuesta en contra de “Inmobiliaria (…)”, sólo en

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 153
cuanto se la condena a pagar la cantidad que indica por concepto de daño material, más
reajustes e intereses, sin costas.
Una de las salas de la Corte de Apelaciones de Antofagasta, conociendo recurso de
apelación deducido por ambas partes, en sentencia de 11 de diciembre de 2009, confirmó
la de primera instancia, con declaración que eleva a la suma que señala, la indemnización
por concepto de daño emergente.
En contra de esta última sentencia, la demandante deduce recursos de casación
en la forma y en el fondo, pidiendo que se invalide y se dicte la sentencia de reemplazo
que describe.
En cuanto al recurso de casación en la forma, el recurrente invoca la causal
establecida en el art. 768 N° 5 del Código de Procedimiento Civil, en relación con el art.
170 N° 6 del mismo texto legal, esto es, le reprocha al fallo haber omitido la decisión del
asunto controvertido.
La demandante explica que su parte se alzó contra la sentencia de primer grado,
pidiendo que se acogiera la demanda en contra de ambas demandadas, condenándolas
solidariamente al pago de las sumas y por los conceptos que señala. Indica que la
sentencia recurrida confirmó la de primer grado, con declaración relativa al monto a
solucionar, rechazando su apelación en cuanto a condenar a pagar las cifras solicitadas y
el daño moral, por estimar que este último no se acreditó suficientemente, no
pronunciándose de ninguna forma respecto de su petición concreta de condenar
solidariamente a ambas demandadas, atendido el claro tenor del art. 18° de la Ley
General de Urbanismo y Construcciones.
Expresa seguidamente el fallo de la Corte Suprema:
“Segundo: Que, efectivamente, como lo sostiene la recurrente, su parte, al apelar
contra el fallo de primer grado, expresó agravios, entre otros, por el hecho de haberse
acogido la falta de legitimación pasiva opuesta por la Constructora demandada,
considerando que el texto del artículo 18 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones es claro en orden a establecer la responsabilidad de los constructores. En
consecuencia, solicitó se condenara solidariamente a ambas demandadas a indemnizar
los perjuicios causados.
Tercero: Que sobre esa específica argumentación nada se dice en la sentencia
recurrida, en la que se hace referencia a las apelaciones de ambas partes y a sus
peticiones, sin que se contenga ni un razonamiento acerca de la existencia o inexistencia
de responsabilidad de la Constructora demandada, debate respecto al cual tampoco se
emite pronunciamiento alguno en la dispositiva del fallo, sin que pueda entenderse que
la confirmatoria de la sentencia de primer grado importa el rechazo de ese aspecto
apelado, ya que, como se dijo, la decisión carece de fundamentos en ese sentido.
Cuarto: Que, en conformidad con lo dispuesto en el artículo 170 del Código de
Procedimiento Civil, norma que regula la forma en que deben dictarse las sentencias (…)
éstas deben contener, entre otras exigencias, las consideraciones de hecho y de derecho
que les sirven de fundamento y, además, cumplir con resolver el asunto sometido a la
decisión del Tribunal, cuestión de la esencia del ejercicio de la jurisdicción entregado
constitucionalmente a los tribunales de justicia y que forma parte del principio del debido

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 154
proceso garantizado por la Carta Fundamental y concretizado, además, en la
inexcusabilidad que alcanza a los jueces de la República.
Quinto: Que, por consiguiente, no cabe sino concluir que en la sentencia de que se
trata se ha incurrido en el vicio que acusa la demandante, en la medida en que dicho fallo
no ha sido extendido en conformidad a la ley, lo que conduce a su invalidación, única
forma de reparar el perjuicio causado.
Por estas consideraciones (…) se acoge, sin costas, el recurso de casación en la
forma (…) contra la sentencia de once de diciembre de dos mil nueve (…) la que, en
consecuencia, se invalida y se la reemplaza por la que se dicta a continuación (…)
Atendido lo resuelto, se tiene por no interpuesto el recurso de casación en el
fondo intentado por la demandante (…)”.
Expresa la sentencia de reemplazo:
“Primero: Que la parte demandante se alza en contra de la decisión del a quo
expresando que ambas demandadas, Inmobiliaria y Constructora, son sujetos pasivos de
la acción como se desprende del inciso tercero del artículo 18 de la Ley General de
Urbanismo y Construcciones, lo que corrobora el artículo 19 de la misma normativa (…)
Cuestiona también que, no obstante que la sentencia apelada se basa en el informe del
perito judicial, reduce los montos a indemnizar sin razones y, por último, sostiene [la
sentencia] la improcedencia de la indemnización por daño moral en la responsabilidad
contractual, cuya existencia se encuentra probada.
Segundo: Que, por su parte la demandada “Inmobiliaria (…)” apela contra el fallo
de primer grado solicitando el rechazo de la demanda o, en subsidio, la reducción de la
indemnización fijada al efecto. Explica que los desperfectos referidos a la reestructuración
del depósito de basura, la colocación de barbacanas en la sala de eventos, la colocación
de canaletas y barbacanas, impermeabilización para evitar filtraciones en los
estacionamientos y relleno de los sectores bajos ubicados en frente de la entrada de los
estacionamientos para evacuar aguas lluvias, cambio de cerámicas sueltas en el sector del
quincho y la instalación de sensores de humo establecidos en el informe pericial forman
parte de los bienes comunes, de manera que a su respecto los actores carecen de
titularidad para accionar, correspondiéndole a la Comunidad, representada por el
Administrador o el Presidente de la Junta de Administración (sic), en su defecto (…).
Tercero: Que, en primer lugar, corresponde considerar que el artículo 18 de la Ley
General de Urbanismo y Construcciones, en la redacción vigente a la época en que se
concede el permiso de edificación –septiembre de 2001-, época que fija la legislación
aplicable al efecto, establece en su inciso tercero: ‘Sin perjuicio de lo establecido en el Nº
3 del artículo 2003 del Código Civil, los constructores serán responsables por las fallas,
errores o defectos en la construcción, incluyendo las obras ejecutadas por subcontratistas
y el uso de materiales o insumos defectuosos, sin perjuicio de las acciones legales que
puedan interponer a su vez en contra de los proveedores, fabricantes y subcontratistas’.
Cuarto: Que el tenor de la norma transcrita es claro en orden a establecer la
responsabilidad de los constructores, calidad que la demandada “Constructora (…)” no ha
negado, por las fallas, errores o defectos en la construcción, cuya existencia ha quedado
establecida en estos autos [el fallo hace una pormenorizada descripción de todos los
defectos que presenta la construcción del condominio] (…) Todos estos defectos de los

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 155
elementos constructivos y/o de las instalaciones, acarrean la responsabilidad de la
“Constructora (…)”, quien, por consiguiente, deberá ser condenada solidariamente con la
inmobiliaria en los términos que se dirá en lo resolutivo de este fallo, desestimándose la
excepción de prescripción opuesta por dicha parte, basada en el artículo 2332 del Código
Civil, en la medida en que debe aplicarse la regla especial contenida en el artículo 18 de la
Ley General de Urbanismo y Construcciones, que, en el evento de tratarse de defectos de
los elementos constructivos y/o de las instalaciones, fija un plazo de prescripción de 5
años, contados desde la fecha de recepción definitiva del predio, ocurrida el 11 de abril
de 2003, data desde la cual no ha transcurrido el término señalado hasta la notificación
de la demanda, diligencia ésta realizada el 5 de abril de 2007 (…)
Quinto: Que (…) se concluye que la valoración que se hace del informe de perito
judicial aparece ajustada a derecho y de acuerdo al detalle consignado en dicho informe y
a las argumentaciones vertidas en los considerandos (…), debe acogerse la demanda por
un monto total ascendente a $19.622.000.-
Sexto: Que, en el caso, tanto la responsabilidad de la Inmobiliaria como de la
Constructora ha sido establecida por la ley, en el ya citado artículo 18 de la Ley General
de Urbanismo y Construcciones, de modo que, sin perjuicio de la suscripción de los
respectivos contratos de compraventa que provoca que las partes se coloquen al amparo
de la regulación legal de sus responsabilidades, es a esa regulación legal a la que debe
estarse y la misma se encuentra prevista, en general, en los artículos 2314 y siguientes del
Código Civil, dejando a salvo las disposiciones especiales en la materia, que deben
prevalecer sobre lo dispuesto en aquellas otras que no revisten esa índole especial. Por lo
tanto, en la especie, resulta procedente la indemnización por el daño moral, atendiendo
fundamentalmente a lo dispuesto en el artículo 2329 del Código Civil, en cuanto a que
todo daño debe ser indemnizado 103.
Séptimo: Que la existencia del daño moral reclamado se encuentra
suficientemente acreditado, a juicio a estos sentenciadores, por las circunstancias
materiales que se han probado en esta causa, esto es, por los defectos y fallas que han
debido soportar los adquirentes de inmuebles nuevos y que los han llevado a accionar
judicialmente para obtener el resarcimiento de los perjuicios que se les han ocasionado.
Indudablemente, la compra de un departamento en condiciones defectuosas, las que han
debido tolerarse por largo tiempo, genera un detrimento sicológico, un aflicción y
angustia, que debe ser indemnizada por su generador, en el caso, Inmobiliaria y
Constructora demandadas. La regulación de ese agobio y sufrimiento se realiza
prudencialmente por este Tribunal, fijándose la suma a resarcir en $5.000.000.- para cada
uno de los actores (…) e incluyendo en esa cifra el daño moral padecido como
consecuencia de los desperfectos de cada departamento y de las áreas comunes.
Octavo: Que en relación con los argumentos de la demandada “Inmobiliaria (…)”,
en orden a que los actores carecen de legitimación activa para ejercer la acción tendiente
a cobrar indemnización por los desperfectos sufridos por los bienes comunes del
condominio, esta Corte ya ha decidido en sentido afirmativo tal disyuntiva, basándose en
103
Recuérdese que el inc. 1° del art. 2329 del Código Civil consagra el principio de la reparación integral del
daño causado: “Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona,
debe ser reparado por ésta”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 156
que la existencia de bienes de dominio común respecto de los cuales se establece una
indivisión forzada, atendida la necesidad de un pleno ejercicio del derecho de dominio
por cada propietario respecto de su unidad y la forma de administración del régimen de
copropiedad inmobiliaria, dentro del cual se prevén facultades, atribuciones, derechos y
obligaciones para cada uno de los órganos en que la ley hace descansar el gobierno o la
gestión de los condominios, concluyendo que los bienes comunes pertenecen a cada uno
de los copropietarios en la parte alícuota que les corresponde. Sin embargo, su
naturaleza ‘común’ a todos ellos impide que cada uno o algunos de los dueños pueda
ejercer por sí la acción que pretenda el resarcimiento por los vicios y defectos de diseño,
de proyección, estructurales y de construcción con los que dichos bienes pudieran verse
afectados. Sin embargo, esa alegación de la demandada “Inmobiliaria (…)”, no fue
realizada en la oportunidad procesal correspondiente, por lo tanto, no cabe sino
rechazarla.
Noveno: Que, sin perjuicio de que esta Corte estima improcedente el ejercicio
particular y no en comunidad de la acción destinada a obtener la indemnización por los
daños materiales que presenten los bienes comunes en un condominio, corresponde
precisar que dicha acción, en tanto pretende la indemnización por el daño moral
derivado de los vicios o desperfectos que afecten a las áreas comunes, es perfectamente
procedente, en atención a que, en cuanto a la calidad o naturaleza de la pretensión que
se ejerce y el carácter del resarcimiento que ella exige, resulta prioritario anotar el
estrecho e indesmentible vínculo entre ambos en tanto este último se genera y justifica
en la aflicción del afectado, lo que le imprime un carácter personalísimo que no logra
desvirtuarse con el hecho que genera un crédito en dinero, pues aun integrando dicho
elemento patrimonial, el sentido y contenido de la acción ejercida en este aspecto sigue
inalterable, por cuanto lo que ella persigue es compensar el mal soportado por la víctima,
personalmente. Es ésta la que ha sido lesionada en un ‘interés extrapatrimonial,
personalísimo, que forma parte de la integridad espiritual de una persona, y que se
produce por efecto de la infracción o desconocimiento de un derecho cuando el acto
infraccional se expande a la esfera interna de la víctima o de las personas ligadas a ella’
(Arturo Alessandri, ‘De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno’,
Editorial Universitaria, 1943). De esta manera, el objetivo arriba aludido, es decir, el
resarcimiento, sólo se cumple, entonces, cuando la reparación es entregada al que
padeció el dolor, la molestia o aflicción en sus sentimientos o facultades espirituales (…).
Por estas consideraciones (…) se revoca, sin costas del recurso, la sentencia
apelada (…) sólo en cuanto por ella se acoge la excepción de falta de legitimidad pasiva
opuesta por la “Constructora (…)” y se rechaza a su respecto de la demanda (…) y en su
lugar, se decide que se rechaza la referida excepción de falta de legitimidad pasiva
opuesta (…) y el libelo queda acogido en cuanto se dirige en su contra, condenándose
solidariamente con la “Inmobiliaria (…)”, a pagar a cada uno de los actores
individualizados (…) la cantidad de $5.000.000.- por concepto de indemnización por el
daño moral sufrido tanto por los desperfectos de sus departamentos como de las áreas
comunes del condominio (…), como, asimismo, a solucionar solidariamente ambas
demandadas (…) la cantidad que se indicará, por concepto de indemnización por daño
emergente.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 157
Se confirma, en lo demás apelado, la referida sentencia, con declaración que se
eleva a $19.622.000.- la indemnización por concepto de daño emergente que ambas
demandadas (…), solidariamente, deben pagar a los actores ya referidos.
La cantidad ordenada pagar, por concepto de indemnización por daño moral,
deberá ser reajustada conforme a la variación del Índice de Precios al Consumidor entre
la fecha de la notificación de la demanda y la de su pago efectivo y devengará intereses
corrientes desde la fecha en que la presente sentencia quede ejecutoriada y la de
solución efectiva. Las demandadas deberán pagar las costas de la causa”.
Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros Sr.
Patricio Valdés A., Sra. Gabriela Pérez P., Sr. Juan Fuentes B., y los Abogados Integrantes
Sr. Ricardo Peralta V. y la Sra. Cecily Halpern N. Redacción a cargo de Sra. Pérez.

19.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepción de 26 de enero de 2010, autos


Rol N° 714-2009.

Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: arts. 32° y 33° de la


Ley Nº 19.537.

Materia: ejercicio de los derechos sobre la respectiva unidad, sin restringir ni perturbar el
legítimo derecho de los demás ocupantes del condominio.

Don Francisco Javier (…), profesor, recurre de protección en contra de don


Guillermo (…), domiciliado en calle (…) San Pedro de la Paz (…) y en contra de los que
habiten en su domicilio.
Agrega que desde el año 2004 vive en el domicilio señalado, sin haber tenido
ningún tipo de problemas con el resto de los vecinos. Sin embargo, en el mes de mayo del
año 2009 llegó a vivir el recurrido y su familia en el departamento (…) del mismo block en
el cual vive, departamento que se encuentra ubicado justo arriba del suyo. Señala que
desde que llegaron los recurridos no ha podido descansar, ya que en forma reiterada y
continua han causado ruidos en horarios de descanso nocturno que se prolongan hasta
altas horas de la noche. Estos ruidos consisten en golpes, llantos de niños y sonidos
diversos, los cuales debieran cesar en horas de descanso y que persisten pese al
Reglamento de Copropiedad del Edificio, el cual regula dicha situación en la cláusula
séptima, letra d). Expresa que ha intentado todo con los recurridos, como hablar con la
Administración, la que envió a los recurridos una carta que no ha tenido el efecto
esperado. También ha hablado personalmente con ellos en varias ocasiones, sin
resultados. Indica que los hechos planteados han afectado su integridad física y psíquica
siendo diagnosticado profesionalmente con un trastorno adaptativo severo con ansiedad,
lo cual ha afectado su vida personal y laboral. Pide que se acoja el recurso, y que los
recurridos se abstengan de producir ruidos en las horas de descanso nocturno, lo cual en
horario normal es después de las 22:00 horas.
A fojas (…) informa don Guillermo (…), ingeniero comercial, y señala que desde el
mes de abril de 2009 habita en el domicilio indicado junto a su esposa, quien presenta un
embarazo de 12 semanas y su pequeña hija de dos años. Agrega que en la vida cotidiana

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 158
de su domicilio no se efectúan golpes de naturaleza alguna, no se habla a gritos, no se
realizan fiestas ni reuniones, se ve televisión o se escucha música siempre a un volumen
moderado, no se acciona herramientas de tipo eléctrica, mecánica o manuales, no
existiendo ninguna otra fuente de ruidos que pudieran considerarse molestos ni que
alteren la tranquilidad de algún vecino. Explica que llegan alrededor de las ocho y media
de la tarde donde se dedica a terminar labores administrativas de su negocio y
preparando documentos para la jornada laboral del día siguiente. Que su hija se duerme
alrededor de las nueve y media por lo que evitan cualquier ruido molesto que pudiera
perturbar su sueño. Que su esposa presenta un embarazo de tres meses y un cuadro de
varicoflebitis en su pierna izquierda, por lo que está impedida por diagnóstico médico
para efectuar labores domésticas que requieran esfuerzo físico como desplazar muebles y
otros. Además, solicita a la Corte que disponga la presencia de Carabineros de Chile en su
domicilio, a la hora, veces y durante el tiempo que la Corte determine a fin de demostrar
la veracidad de sus declaraciones, o se utilice algún medidor de decibeles o cualquier otro
instrumento objetivo para verificar la inexistencia de ruidos molestos en su
departamento. Añade que no tiene ni la más mínima animadversión hacia el recurrente y
que su ánimo es establecer una convivencia armoniosa y civilizada con todos los demás
vecinos de su edificio y agrega dos cartas de dos de sus vecinos en tal sentido.
Expresa seguidamente la sentencia, después de reiterar los planteamientos del
recurrente y del recurrido:
“3º.- Que, es útil tener presente que la acción constitucional de protección tiene
por finalidad asegurar el ejercicio legítimo de derechos constitucionales que tengan un
carácter indiscutido e indubitado, los que al ser transgredidos ameritan que se tomen las
providencias necesarias tendientes a restablecer el imperio de dichos derechos. En el
presente caso el hecho que sirve de fundamento al recurso, discurre sobre la existencia
de ruidos en el departamento superior, consistentes en golpes, gritos, llantos de niños y
sonidos diversos, los cuales debieran cesar en las horas de descanso, los cuales en sí
mismos no revisten el carácter de extraordinarios y tanto es así que el propio recurrente
los justifica en cuanto señala que ‘debieran cesar en las horas de descanso’. Luego, las
conductas denunciadas no escapan a los resultados propios de la vida cotidiana, la que
produce un desagrado natural, que no tiene la entidad para justificar la protección
constitucional. En este sentido, en el proceso no existe antecedente alguno que permita
concluir la intensidad de los ruidos molestos que sostiene el recurrente.
4º.- Que, por lo demás, la cuestión planteada corresponde a un caso típico de las
relaciones que se producen entre copropietarios de departamentos de un edificio, caso
en el cual rige el principio de que ‘los propietarios deberán ejercer sus derechos sin
restringir ni perturbar el legítimo ejercicio de los derechos de los demás ocupantes’, el
cual se obtiene de la redacción del artículo 32 de la Ley Nº 19.537 sobre Copropiedad
Inmobiliaria. En el presente caso no existe evidencia de haberse producido algún ejercicio
ilegítimo de sus derechos por parte del recurrido que pudieren afectar las garantías
constitucionales del recurrente. Además, el aludido cuerpo legal dispone de mecanismos
de resolución de conflictos entre los copropietarios y que se mencionan en los artículos
32 y 33 del texto legal antes citado, sin que ellos hayan sido requeridos por el
compareciente de protección.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 159
Por estas consideraciones la Corte concluye por rechazar, sin costas, el recurso de
protección deducido.
Redacción a cargo de Abogado Integrante Sr. Patricio Mella Cabrera. Integró
también la Sala el Ministro Sr. Renato Campos González (no se indicó identidad del tercer
integrante).

20.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepción de 28 de enero de 2010, autos


Rol N° 653-2009.

Norma legal decisoria o considerada principalmente en el fallo: art. 30° de la Ley Nº


19.537.

Materia: prohibiciones establecidas por asamblea de copropietarios y por reglamento de


copropiedad.

Don Juan Pablo (…), diciendo obrar por sí y en favor de otros cuatro
copropietarios, recurre de protección en contra de la “Comunidad (…)”, representada por
su Comité de Administración y por su Administrador. Expresan que el Comité de
Administración y el Administrador del Edificio “determinó en asamblea ordinaria de
copropietarios de 11 de agosto de 2009 reducida a escritura pública el 13 de octubre del
mismo año, la prohibición de mantener perros, gatos, conejos u otro tipo de animales en
el condominio, estableciéndose una multa mientras se hacía la denuncia al Juzgado de
Policía Local, aumentada en un 0,5 UTM, a beneficio de la comunidad, si al segundo mes
la mascota continuaba en el condominio”.
Agrega que con fecha 30 de octubre de 2009 a cada uno de los recurrentes se le
remitió una carta comunicándoles lo anterior, señalándoseles el plazo de 45 días para
retirar los perros de sus departamentos.
Manifiesta que el accionar de la recurrida ha sido arbitrario y sin fundamento
legal, privando, amenazando y perturbando el legítimo ejercicio como propietarios tanto
de sus animales como de sus bienes inmuebles, pues su tenencia ha sido siempre
responsable, no importunando jamás a otros residentes con su presencia. Estiman los
recurrentes conculcados los derechos y garantías de los números 2, 4, 5, 7 y 24 del art. 19
de la Constitución Política, pues sólo a los recurrentes se les está obligando a
desprenderse de sus mascotas y no al resto de los residentes con gatos, pájaros, conejos,
peces u otros animales, agregando que sus mascotas “forman parte de sus familias”.
Sostiene el recurrente que las decisiones de la Asamblea Ordinaria adolecen de
nulidad, pues el Reglamento de 12 de julio de 1995 en su art. 29 establece que todo lo
concerniente a la administración, conservación, funcionamiento y reparación de los
bienes comunes será resuelta por la Asamblea de Copropietarios, con presencia de un
Notario, y en la de 11 de agosto de 2009 no se dio cumplimiento a esta exigencia.
Además, el mismo Reglamento indica que los acuerdos deben adoptarse por la mayoría
de los concurrentes que reúnan la mitad de los derechos representados en la asamblea y
el 60% del valor total de edificio para el nombramiento de la Junta de Vigilancia, lo que
tampoco se cumplió.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 160
Denuncia el recurrente que en la aludida asamblea, no se habrían cumplido
tampoco con los quórums necesarios para sesionar y para adoptar acuerdos, conforme al
detalle que consigna.
Termina el recurrente solicitando la suspensión definitiva de la medida decretada
y que de no ser así, se prohíba definitivamente la tenencia en el edificio de todo tipo de
animales.
A fs. 49 la parte recurrente rectifica el recurso, exponiendo que la decisión
arbitraria e ilegal contra la que se recurre fue adoptada por el Comité de Administración,
cuyos integrantes se identifica.
Informando el recurso los miembros del Comité de Administración y el
Administrador, alegan que ni el Comité aludido ni el Administrador son parte recurrida,
ya que los integrantes del Comité fueron designados en la misma asamblea en que se
adoptó el acuerdo que motiva el recurso, incluso con posterioridad a él, y en cuanto al
Administrador, éste sólo se limitó, en la carta enviada, a recordar el acuerdo adoptado en
asamblea, no emanando ninguna orden de su parte. Consignan que la única entidad que
adoptó el acuerdo fue la asamblea de copropietarios celebrada el 11 de agosto de 2009,
la que tampoco fijó una norma nueva, sino que se cumpliera lo dicho en el Reglamento
de Copropiedad. Y como el recurso se interpuso en noviembre del mismo año, se dedujo
extemporáneamente, más aún, cuando el Reglamento de Copropiedad es del año 1995.
Indican que en el recurso no se pide que se deje sin efecto el acuerdo de la
Asamblea, lo que hace imposible que se dé lugar a él.
Estiman, por tanto, que el acuerdo de la Asamblea en orden a hacer cumplir el
Reglamento de Copropiedad impidiendo la presencia de perros u otros animales no es
arbitrario ni ilegal. Si algún comunero estimara que dicho Reglamento contiene
disposiciones abusivas, la Ley de Copropiedad Inmobiliaria establece normas para poner
fin a esa situación, pero nadie ha pedido se convoque a Asamblea para modificar el
Reglamento, ni ha pedido al tribunal competente esa modificación, agregando que
tampoco hay arbitrariedad, pues la Asamblea debe velar por la seguridad de los niños del
condominio, y porque consideraciones sanitarias hacen imperativo mantener perros y
otros animales fuera de ese lugar.
El fallo de la Corte expresa en su parte considerativa y resolutiva:
“1) Que el acto ilegal y arbitrario denunciado por el recurrente, por sí y en favor
de las personas por quienes recurre, y que a su juicio afectaría sus derechos y garantías
constitucionales que indicó, lo constituye el acuerdo de la Asamblea de Copropietarios de
11 de agosto de 2009, que prohibió a los condóminos la tenencia de perros y otros
animales en las respectivas unidades, decisión que les fue comunicada por carta de 30 de
octubre de 2009.
2) Que consta de la carta que en fotocopia simple acompañó el recurrente a fs. 21,
de fecha 30 de octubre de 2009, idéntica en su redacción a la que se les despachó a las
demás personas por quienes recurre, que el Administrador de la Comunidad (…), citando
el artículo 27 del Reglamento Interno, que prohíbe mantener toda clase de animales o
especies domésticas en el edificio, y haciendo referencia a lo acordado en Asamblea de
11 de agosto de 2009, le otorgó el plazo de 45 días desde la data de la carta para retirar el
perro que mantiene en su departamento.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 161
3) Que, sin embargo, y tal como se señaló en las mencionadas cartas, la
prohibición de mascotas en el Edificio (…), sean perros u otros animales domésticos, se
encontraba ya establecida en el Reglamento de Copropiedad contenido en la escritura
pública de 12 de julio de 1995, otorgada ante el Notario Público de Concepción Mario
Patricio Aburto Contardo, de manera que lo acordado en la Asamblea de Copropietarios
el 11 de agosto de 2009 (…) y lo señalado por el Administrador en las misivas referidas, no
han hecho otra cosa que reiterar la normativa existente al respecto desde el año 1995,
mencionada nuevamente en la Asamblea Ordinaria de 22 de noviembre de 2006 (…) En
consecuencia, el acto ilegal y arbitrario contra el cual se recurre no lo constituye
propiamente el acuerdo adoptado en Asamblea Ordinaria de 11 de agosto de 2009, sino
que emana del Reglamento de Copropiedad de fecha 21 de julio de 1995, que establece
la prohibición, sin que conste que en el intertanto esta disposición haya sido modificada o
derogada.
4) Que de esta forma debe acogerse la alegación de extemporaneidad formulada
por los recurridos, porque habiéndose interpuesto este recurso el 17 de noviembre de
2009 (…) ha transcurrido en exceso el plazo fatal de treinta días corridos que para tal
efecto contempla el numeral 1 del Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema sobre la
materia, y esa prohibición no ha podido ser ignorada por el recurrente o las personas por
quienes recurre, porque de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 30 inciso final de la Ley
Nº 19.537 (…), las normas del Reglamento de Copropiedad son obligatorias tanto para los
copropietarios como para quienes les sucedan en el dominio, así como para los
ocupantes de las unidades a cualquier título, de suerte que nadie puede alegar
desconocimiento del estatuto jurídico fundamental que rige sus relaciones internas”.
Redacción del Ministro Sr. Eliseo Araya.

21.- Sentencia de la Corte Suprema de 14 de abril de 2011, autos Rol N° 127-2011.

Normas legales y constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo:


arts. 3º y 5º de la Ley Nº 19.537 y 19 Nº 24 de la Constitución Política.

Materia: privación del uso de bienes comunes por deuda de gastos comunes.

En la especie, ha acudido a sede jurisdiccional por la vía del recurso de protección


doña Jacqueline (…) en contra de don Pedro (…), administrador del edificio (…), quien ha
privado a ella y su familia del uso de los bienes comunes del referido edificio por
supuestas deudas de gastos comunes. Agrega que el actuar del recurrido vulnera las
garantías constitucionales previstas en el art. 19 Nº 3, inciso 4º y Nº 24 de la Carta
Fundamental.
Que a su vez, el recurrido, informando el recurso, señala en síntesis que su actuar
no es arbitrario ni ilegal, ya que sólo ha dado cumplimiento a la normativa vigente
dictada por el Comité de Administración, la que permite restringir el uso de bienes
comunes a propietarios inhábiles, esto es, a los que no se encuentran al día en el pago de
sus gastos comunes, como ocurre en la especie.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 162
Señala la sentencia de la Corte Suprema a continuación, tras aludir al tenor del
artículo 5º de la Ley Nº 19.537 y la sanción allí prevista para el caso de mora en el pago de
tres cuotas de gastos comunes:
“Quinto: Que, en consecuencia, la única medida de apremio que faculta la ley para
el evento que un comunero no cumpla con su obligación de contribuir a los gastos
comunes es la suspensión del suministro eléctrico para las unidades cuyos propietarios
adeuden tres o más cuotas de ellos, sin perjuicio del derecho de la comunidad para
ejercer las acciones legales que contempla la ley para su cobro.
Lo anterior no puede verse modificado por el acuerdo que pueda adoptarse en el
Reglamento de Copropiedad, ya que la ley ha determinado claramente como única
medida de apremio la mencionada.
Sexto: Que lo dicho conduce a concluir que el recurrido, al privar a la hija de la
recurrente del uso de la piscina del edificio (…), ha incurrido en una conducta ilegal que
ha conculcado el derecho de propiedad que como comunera ésta tiene sobre dicho bien,
tal como lo dispone el artículo 3º de la Ley Nº 19.537.
Séptimo: Que no altera lo concluido la existencia de los autos 37.721-2010 que se
tramitan ante el Tercer Juzgado de Policía Local, por ser esa la instancia para resolver las
diferencias existentes entre los copropietarios de un edificio, según lo dispone el artículo
33 de la ley Nº 19.537.
De conformidad asimismo con lo que disponen el artículo 20 de la Constitución
Política de la República y el Auto Acordado de esta Corte sobre la materia, se revoca la
sentencia apelada de veintiuno de enero pasado (…), se acoge el recurso de protección
(…) y en consecuencia, el recurrido deberá abstenerse de privar a la recurrente y a su
familia el uso de los bienes comunes del Edificio (…), sin perjuicio de las acciones que
pueda ejercer a fin de obtener el pago de los gastos comunes adeudados”.
Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sres. Héctor Carreño S., Haroldo Brito C., Sra. Rosa Egnem S., Sr. Roberto Jacob y el
Abogado Integrante Sr. Jorge Lagos. Redacción a cargo de Ministro Sr. Carreño.

22.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de San Miguel de 19 de marzo de 2015, autos


Rol N° 59-2015.

Norma legal decisoria o considerada principalmente en el fallo: artículo 5° de la Ley N°


19.537.

Materia: suspensión de suministro eléctrico y de agua caliente.

Don Leonardo (…) interpone recurso de protección en contra de doña Viviana (…)
y don Juan Carlos (…), administradores de la comunidad (…), por requerir a la empresa de
suministro respectiva el corte de la energía eléctrica para el departamento que habita, y
disponer además el corte de agua caliente para dicho inmueble, invocando para ello la
existencia de una deuda por concepto de gastos comunes. Estima que tal acto es
arbitrario e ilegal y vulnera los derechos garantizados en los números 1, 2 y 3 del artículo
19 de la Constitución Política de la República. Pide se deje sin efecto la suspensión del

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 163
suministro eléctrico, oficiándose a Chilectra esta decisión, así como el corte de agua
caliente dispuesto.
Consigna la recurrente que si bien adeudaba la suma de $870.000.- por concepto
de gastos comunes, la Administración del Edificio le aceptó pagar dicha deuda con tres
cheques, girados a fecha y de un tercero, por un monto de $290.000.- cada uno. Sin
embargo, agrega, la Administración no respetó las fechas de los documentos y los cobró,
pagándose sólo el primero de ellos y protestándose los otros dos.
El acto arbitrario e ilegal que refiere en su recurso, a su entender vulnera los
derechos garantizados en los números 1, 2 y 3 del artículo 19 de la Constitución Política,
toda vez que el corte de luz afecta su salud debido a que padece de diabetes y por ello
requiere administrarse periódicamente insulina, la que debe guardar refrigerada, además
de afectarse su integridad síquica y la de su familia. Se afecta el derecho de igualdad ante
la ley al no respetar la administración la prórroga que le concedió, y finalmente sostiene
que con su actuar el administrador se constituyó en comisión especial.
Informando los recurridos, argumentaron que no han incurrido en actuación
arbitraria o ilegal, toda vez que existe una deuda por concepto de gastos comunes, y,
concurriendo los presupuestos legales, procedieron a solicitar el corte del suministro
eléctrico. Además, agregan, la asamblea de copropietarios, por decisión unánime, acordó
para casos como el de autos, la suspensión del agua caliente. No hay tampoco afectación
de garantías constitucionales.
Consignan que el departamento que habita el recurrente es de propiedad de don
(…), el que se lo arrendó a doña (…), pareja del actor, el 17 de febrero de 2014, la que
adeuda a la Comunidad, a enero de 2015, por concepto de gastos comunes, la suma de
$799.627.-, que importan un atraso de seis meses, gastos comunes que incluyen el
consumo de agua caliente, según lo previene el reglamento de copropiedad del edificio.
Niegan haber celebrado un convenio de pago con el actor por la deuda en cuestión, y
explican al respecto que éste último “mañosamente” le señaló al conserje que estaba
autorizado por la administración para pagar con cheques a fecha lo adeudado,
obteniendo de ese modo que dicho funcionario le otorgara recibos. Cuando se enteraron
de la situación intentaron devolverle los documentos, toda vez que la comunidad no
acepta pagos parciales de la deuda, pero el recurrente no lo aceptó, por lo que los
cobraron, resultando protestados por falta de fondos dos de ellos. Agregan que el corte
de luz al departamento que ocupa el actor se acordó por el Comité de Administración en
virtud de lo dispuesto en el artículo 5° de la Ley N° 19.537 y fue requerido a Chilectra por
escrito, por lo que se cumplieron las formalidades legales que dicha disposición
contempla. Respecto al corte de agua caliente sostienen que existe un acuerdo de la
Asamblea de Copropietarios que, por unanimidad, autorizó los cortes de agua caliente,
cuando existe atraso en el pago de dos o más cuotas de gastos comunes, sean continuas
o discontinuas, de manera que no han incurrido en alguna actuación arbitraria o ilegal.
Respecto a las garantías invocadas, los recurridos señalan que la enfermedad que
invoca el actor para fundar la vulneración al derecho a la vida no fue invocada siquiera
por éste, pese que al comunicársele la medida expresamente se le señaló en la misiva que
si ella ponía en riesgo la vida humana debía ser comunicado de inmediato a la
administración, lo que no ocurrió. Si hay afectación de la integridad síquica del actor y su

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 164
familia, señalan los recurridos, ello es consecuencia del actuar ilegítimo del actor al no
pagar oportunamente los gastos comunes. Tampoco hay vulneración de la igualdad ante
la ley, dado que ésta se funda por el recurrente en la existencia de un convenio por el que
se habría prorrogado el pago de lo adeudado, el que sostienen los recurridos que no
existe. Señalan que no se han convertido en comisión especial, dado que se limitaron a
actuar de acuerdo a la ley y a la voluntad de la asamblea de copropietarios. Finalmente,
sostienen que no hay vulneración al derecho de propiedad sobre el suministro porque la
Ley N° 19.537 expresamente faculta a la comunidad a cortar la energía eléctrica en el caso
de incumplimiento de la obligación de pagar los gastos comunes.
Expresa seguidamente la sentencia de la Corte de Apelaciones:
“… el convenio de pago por el que se habría otorgado una prórroga al actor y en el
que éste funda su pretensión no se encuentra acreditado, toda vez que la sola recepción
de documentos que se encuentren girados con una fecha posterior a la época en que
fueron extendidos no importa tal prórroga, por cuanto en nuestra legislación no se
encuentra establecida la institución del cheque ‘a fecha’. Por el contrario, el artículo 10
de la Ley Sobre Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, expresamente dispone que el
cheque presentado a su cobro antes del día indicado como fecha de emisión es pagadero
el día de la presentación.
Ahora bien, atendido que sólo uno de los cheques fue pagado y los otros dos
fueron protestados por falta de fondos, es posible concluir que a la fecha de la decisión
que motiva este recurso, en el mes de enero del año en curso, existía una deuda
arrastrada desde a lo menos el mes de octubre del año pasado, según lo reconoce el
recurrente en su libelo, quien señala que a esa época se atrasó en el pago”.
Después de aludir el fallo al tenor del art. 5° de la Ley, señala:
Séptimo: (…) En el caso de autos, consta de la copia del contrato de
arrendamiento agregado que la arrendataria, doña Paula (…) se obligó al pago de tales
expensas. Consta además del Acta de Asamblea de Copropietarios de la Comunidad
Edificio (…) realizada el 23 de septiembre de 2011, que el Reglamento de Copropiedad
que los rige contempla la suspensión del suministro eléctrico a las unidades morosas, lo
que fue ratificado en esa oportunidad. Además consta que en dicha ocasión la asamblea
aprobó por unanimidad la suspensión de agua caliente a quienes incurran en dos meses
de mora, continuos o discontinuos (…).
Octavo: que, como puede advertirse, se dan en el caso de autos todos los
supuestos contemplados en la Ley N° 19.537 para solicitar por parte de la administración
del edificio a la empresa respectiva el corte del suministro eléctrico a la unidad respecto
de la que existe la deuda por concepto de gastos comunes, de manera que no es posible
estimar ilegal la actuación de los recurridos por dicho concepto.
Tampoco constituye una actuación arbitraria la decisión de suspender el
suministro de agua caliente, que se cobra junto con los gastos comunes, toda vez que
existe un acuerdo de la Asamblea, previo a la ocurrencia de los hechos, que así lo
determinó para situaciones como la de autos.
Noveno: Que atento lo expuesto en los considerandos anteriores, el recurso de
protección interpuesto ha de ser rechazado”.
Se indica luego en el fallo de la Corte:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 165
“Acordado, desechada que fuera la indicación previa de la Ministra señora Pizarro
de efectuar requerimiento al Tribunal Constitucional, de conformidad con lo dispuesto en
el artículo 93 de la Constitución política, por advertir, en su concepto, una colisión entre
el artículo 19 N°s. 1, 3 y 24 de esta carta Fundamental y el artículo 5° inciso tercero de la
Ley N° 19.537; y, el rechazo del recurso de protección, contra su voto, por cuanto estuvo
por acoger la presente acción tutelar de derechos fundamentales, sólo en cuanto fue de
parecer de adoptar, como medida de protección, que los recurridos se abstuvieran de
suspender el suministro de energía eléctrica y agua potable al recurrente, sin perjuicio de
otros derechos, teniendo para ello en consideración lo que se pasa a decir:
Uno) Que si bien es cierto el artículo 5° inciso tercero de la Ley N° 19.537, dispone:
(…), no lo es menos que tal precepto legal pugna con los derechos fundamentales
establecidos en la Carta Fundamental, en especial, el artículo 19 N° 1, en cuanto asegura
el derecho a la vida, cuyo contenido comprende las condiciones necesarias para que ésta
se desarrolle adecuadamente, entre las cuales están el derecho al agua y al suministro de
energía eléctrica (en lo que hace al derecho al agua, ver rol N° 101-2011 de esta misma
Corte), y los números 3 y 24 del mismo precepto, esto es, la igualdad ante la ley y el
derecho de propiedad sobre toda clase de bienes, en especial los derechos que emanan
del contrato de suministro eléctrico (en lo que hace a la vulneración de estos últimos
derechos, ver fallo del Tribunal Constitucional N° 2.688-14 INA).
Dos) Que, en efecto, en lo concerniente a los servicios públicos sujetos a
concesión, tanto la distribución de agua como el de la energía eléctrica, cobra fuerza para
el Estado y todos sus poderes el mandato contenido en el artículo 1° de la Carta
Fundamental en cuanto dispone que éste se encuentra al servicio de la persona humana
y de ahí que el ordenamiento jurídico regule fuertemente estos ámbitos prevaleciendo el
principio que dichos servicios deben prestarse sin interrupción.
Tres) Entonces, no resulta admisible, en concepto de la disidente, que a través de
un acuerdo de voluntades entre particulares, ajenos al vínculo jurídico que permite el
acceso a dichos servicios, como es el adoptado por la Asamblea de copropietarios se
pretenda limitar, suspender, interrumpir o cortar el suministro de agua y energía eléctrica
y menos por deudas por concepto de gastos comunes, respecto de las cuales la propia ley
indica un procedimiento especial para su cobro, procedimiento que contempla, además,
medios coercitivos para obtener su cumplimiento forzado. En estrados el recurrido
reconoció no haber iniciado gestión alguna de cobro en contra del que dice es su deudor,
apareciendo así este corte de suministro como una medida de presión que impide toda
defensa, lo que importa un trato discriminatorio ante la ley.
Cuatro) Que, por lo demás, la disposición en que se asila la recurrida para justificar
su proceder contraría también lo dispuesto por el mismo artículo 19 del Estatuto Político,
en su N° 26 en cuanto asegura que ‘… los preceptos legales que por mandato de la
Constitución regulen o complementen las garantías que ésta establece o que las limiten
en los casos que ella lo autoriza, no podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer
condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio’.
Cinco) Con todo, la disidente no puede dejar de advertir que la obligación del
pago de los gastos comunes, atenta a lo dispuesto por el artículo 4 de la citada Ley N°
19.537, es de cargo del propietario de la respectiva unidad con independencia de los

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 166
contratos respectos del uso y goce de ésta que haya celebrado con terceros, y del
derecho de repetir en su caso.
Seis) Que, entonces, para la disidente existe una evidente contradicción entre el
estatuto constitucional y el legal que hace que el acto carezca de razonabilidad suficiente
y autorice la adopción de medidas que permitan la protección de los derechos
fundamentales conculcados.
Siete) Que en razón de lo antes expuesto, la disidente estuvo por acoger el
presente recurso de protección y disponer que la recurrida debe abstenerse de cortar el
suministro de agua potable fría o caliente y de energía eléctrica, sin perjuicio de los
derechos que le asisten para obtener el pago de lo adeudado por la vía y en la sede
competente”.
Pronunciada por las Ministras Sras. Sylvia Pizarro B. y Liliana Mera Muñoz y Fiscal
Judicial Sra. Tita Aránguiz Zúñiga.

23.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de 26 de septiembre de 2014,


autos Rol N° 873-2014.

Norma legal decisoria o considerada principalmente en el fallo: artículo 23° de la Ley N°


19.537.

Materia: la comunidad no tiene legitimación activa para demandar indemnización por


daño moral sufrido por los copropietarios.

La Comunidad (…) demandó a título de daño moral el malestar sufrido por los
copropietarios debido a la falta de presión de agua en cada uno de los departamentos
que forman el inmueble a consecuencia del mal funcionamiento de ablandador de agua
instalado por la demandada; por la incertidumbre del valor de los gastos comunes a
causa de las reparaciones en la red de agua; por los constantes malos ratos, pérdidas de
tiempo debido a incumplimientos de la administración de la Comunidad. Cobra por tal
perjuicio $50.000.000.-
En la contestación de la demanda, la empresa demandada solicita el total rechazo
de la acción intentada en su contra, argumentando haber cumplido la obligación de
instalación, mantención y garantía, por lo cual ninguna responsabilidad puede
imputársele.
Por sentencia de primer grado de fecha 9 de diciembre de 2013, se acogió la
demanda, en cuanto se condenó a la demandada a pagar a título de daño moral la suma
de $3.000.000.-
Señala por su parte la sentencia de la Corte:
“Tercero: Que se hace necesario señalar que la copropiedad inmobiliaria se
encuentra regulada en la Ley N° 19.537 y quienes la integran tienen un derecho de
propiedad absoluto y exclusivo respecto de la unidad de que son dueños y son
comuneros respecto de los bienes de dominio común. La comunidad de copropietarios
constituye una forma especial de propiedad y la entidad que se crea es titular de
derechos y obligaciones y cuenta con órganos por medio de los cuales expresa su

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 167
voluntad. La comunidad de copropietarios goza de reconocimiento jurídico que la
distingue claramente de los miembros que la componen. En estas condiciones, ha de
concluirse que la comunidad demandante es un sujeto de derecho con personalidad
jurídica propia distinta de los miembros que la conforman, pues goza de capacidad para
contraer obligaciones y adquirir derechos, tiene domicilio, se manifiesta en la vida jurídica
por intermedio de sus órganos de administración –asamblea de copropietarios, comité de
administración y administrador- y posee patrimonio propio. Sin embargo, el
reconocimiento jurídico de ella al amparo de las normas de la Ley N° 19.537 se encuentra
limitado al cumplimiento de los fines para los cuales fue creada, esto es, la mantención,
cuidado, conservación y reparación de los bienes de dominio común.
Por consiguiente, si el reconocimiento jurídico de la copropiedad inmobiliaria,
como entidad independiente, sólo la autoriza para contraer válidamente obligaciones
conforme a sus fines, ha de concluirse entonces que actúa conforme a derecho sólo en
cuanto su actuar diga relación con los bienes comunes que administra o con la
adquisición de elementos para el normal desarrollo del condominio. En efecto, se trata de
una organización dispuesta por la ley y de carácter obligatorio para la regulación de los
derechos y obligaciones de los copropietarios en los bienes comunes.
Cuarto: Que así las cosas, resulta evidente que la comunidad demandante al
contratar la instalación del denominado ablandador de aguas, se obligó en beneficio de la
comunidad y para el solo efecto de mejorar el funcionamiento de los bienes comunes,
objetivo que no puede extenderse a los supuestos perjuicios por daño moral que habrían
sufrido los miembros que la conforman, por cuanto sólo tiene capacidad para actuar en
juicio en los términos que consagra el artículo 23 de la Ley N° 19.537 en asuntos
concernientes a la administración y conservación del condominio.
Quinto: Que, por otro lado, aún entendiendo que la demandante cobra el daño
extrapatrimonial padecido por los miembros que conforman la comunidad de
copropietarios, igualmente resulta imposible acceder a lo solicitado, desde que no se
precisa el perjuicio de cada uno de sus miembros. A lo anterior se debe agregar que
tampoco obra en autos prueba idónea suficiente para establecer la existencia del daño
moral cuyo resarcimiento se pretende y, en todo caso, las simples ‘molestias’ de los
vecinos-atendida la naturaleza de la responsabilidad que se atribuye a la demandada- no
revisten la entidad necesaria para estimarlas como daño indemnizable.
Por estas consideraciones y de conformidad además a lo que disponen los
artículos 144 y 160 del Código de Procedimiento Civil, y 23 de la Ley N° 19.537, se revoca
la sentencia apelada de nueve de diciembre de dos mil trece, escrita a fojas 202 y
siguientes, en cuanto condenó a la demandada a pagar a título de daño moral la suma de
$3.000.000.- y en su lugar se decide que esa pretensión queda rechazada”.
Pronunciada por la Duodécima Sala, presidida por la Ministra Sra. Jessica González
T., e integrada por el Ministro Sr. Jaime Balmaceda E. y la Ministro Sra. Maritza
Villadangos F. Redacción a cargo de Ministra Sra. González.

24.- Sentencia de la Corte Suprema de 8 de julio de 2014, autos Rol N° 5.692-2014.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 168
Norma legal decisoria o considerada principalmente en el fallo: artículo 5° de la Ley N°
19.537.

Materia: suspensión de suministro eléctrico.

Ante la Corte de Apelaciones de Santiago, autos Rol N° 122.276-2013, recurre de


protección don Iván (…), en representación de la “Sociedad Inmobiliaria e Inversiones
(…)”, en contra de don Sergio (…), en su calidad de administrador de la Comunidad (…)
ubicada en Camino Nueva La Parva, Comuna de Lo Barnechea. El recurso se fundó en el
corte del suministro eléctrico del departamento de propiedad del recurrente por una
supuesta deuda de gastos comunes. Sostiene el recurrente que su parte es dueña del
inmueble que singulariza, por haberlo adquirido mediante escritura de adjudicación de
fecha 28 de agosto de 2012, inscrita en el mismo año en el Conservador de Bienes Raíces
de Santiago. Agrega que se pagaron todos los gastos comunes por la suma de
$5.022.519.-, más los gastos comunes ascendentes a $573.903.- por los meses de octubre,
noviembre y diciembre de 2012 y enero de 2013, por lo que entiende que su
representada no es deudora de obligación alguna de gastos comunes, no obstante lo cual
se ha visto afectada en su derecho de usar y gozar de su departamento, por el corte ilegal
y arbitrario de luz de que ha sido objeto por parte de la recurrida. Indica que se ha
vulnerado la garantía constitucional consagrada en el art. 19 N° 24 de la Constitución
Política de la República, esto es, el derecho de propiedad. Solicita en suma, se acoja el
presente recurso, disponiendo el restablecimiento del derecho, dejando sin efecto el
corte del suministro eléctrico.
Informando don Sergio (…), por sí y en su calidad de administrador de la
Comunidad (…), solicita el rechazo del recurso, con costas. Refiere que el inmueble de
propiedad de la recurrente, previo a que fuese adquirido por ésta, fue sacado a remate
debido a las deudas que mantenía el antiguo dueño, en juicio seguido por la Sociedad (…)
ante el 16° Juzgado Civil de esta ciudad, en causa Rol N° 13.252-2008. En dicho juicio la
Comunidad (…), interpuso una tercería de prelación para que se le pagase su acreencia
por concepto de gastos comunes que a la fecha de la presentación de la misma ascendía
a una cantidad superior a $10.000.000.- Producto del remate, se logró el pago sólo de una
parte de la deuda de gastos comunes que existía, por $5.022.519.-, quedando por tanto
un saldo impago. Indica que la recurrente, desde que adquirió el inmueble, fue pagando
los gastos comunes mensuales, tratando de desatenderse de la deuda que el inmueble
mantenía por concepto de gastos comunes y que ahora son de su exclusiva
responsabilidad. Después de habérsele enviado mensualmente los avisos de cobro de las
referidas expensas, en los que se comunica expresamente la deuda que su inmueble
mantiene, se procedió con fecha 12 de abril de 2013 al corte del suministro eléctrico,
derecho que tiene la comunidad que representa, en virtud del artículo 5° de la Ley de
Copropiedad Inmobiliaria.
Luego, alega que el recurso es extemporáneo, y ello por cuanto éste fue
presentado el 2 de octubre de 2013. Sin embargo, el corte de suministro se realizó el 12
de abril de 2013, hecho del cual tuvo conocimiento la recurrente, debido a que ese
mismo día, se realizaba en forma absolutamente ilegal y sin autorización de la comunidad

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 169
una ampliación, ordenada por la recurrente, por lo que el plazo legal para interponer la
presente acción se encuentra vencido.
Por sentencia de 13 de enero de 2014, de la Corte de Apelaciones de Santiago, se
rechazó el recurso. En el fallo, después de aludir a los hechos, a lo preceptuado en
diversas cláusulas del reglamento de copropiedad y al tenor de los artículos 4° y 5° de la
Ley N° 19.537, se expresa:
“6°) Que, con [los] elementos de convicción reseñados, apreciados conforme a las
normas de la sana crítica, es posible tener por acreditado que el inmueble de propiedad
de la recurrente al momento de ser adquirido por ésta arrastraba una deuda por gastos
comunes de al menos $14.176.721.-, la que no ha sido pagada por la recurrente,
debiendo hacerlo al tenor de lo dispuesto en la ley citada. De igual forma se ha podido
establecer que el administrador de la Comunidad (…), está expresamente autorizado para
solicitar el corte del suministro eléctrico, como da cuenta el acta de la asamblea de
copropietarios en relación con el reglamento de la comunidad.
De tal forma, entonces, los pagos que la recurrente ha realizado mensualmente de
los gastos comunes a partir que adquirió su unidad perteneciente al condominio, no han
podido en caso alguno extinguir la deuda anterior, como pareciera pretender ésta.
7°) Que ha de tenerse en cuenta que según consta de la causa tenida a la vista (…)
del Décimo Sexto Juzgado Civil de Santiago, juicio ejecutivo en el cual la recurrida
interpuso tercería de prelación y en subsidio de pago, precisamente por la deuda de
gastos comunes del departamento de propiedad de la recurrente por un monto de
$10.219.875.-, cantidad que comprendía a los gastos comunes impagos hasta marzo de
2010, la que por sentencia de fecha 4 de noviembre de 2010, acogiendo la tercería de
pago se ordenó que dicho crédito se pagara total o parcialmente una vez pagado el
crédito de la ejecutante.
Tampoco es posible soslayar, que la misma recurrente, una vez adjudicada la
propiedad, planteó –con fecha 9 de diciembre de 2010- un incidente de nulidad del
remate, fundado en que el inmueble mantenía la señalada deuda por las expensas
comunes, alegación que fue rechazada por el tribunal, por resolución de diecisiete de
marzo de 2011, por cuanto en virtud de las bases de remate, en forma expresa en la
cláusula quinta se estableció que: ‘el inmueble se subastará en el estado que se
encuentra, que el subastador declara conocer y aceptar’. De tal forma, que la recurrente
a la fecha que subastó el inmueble, tuvo pleno y cabal conocimiento de la existencia de la
deuda por gastos comunes, del mismo modo que debía solventar la referida morosidad.
8°) Que en este arbitrio, de naturaleza cautelar –como ya se dijo-, cobra especial
importancia determinar si ha existido un acto u omisión ilegal, esto es, contrario a la ley,
o arbitrario producto del mero capricho de quien incurre en él y, que provoque una
privación, perturbación o amenaza que afecte a una o más de las garantías preexistentes
protegidas, todo lo cual no se configura en la especie, desde que la recurrida se
encuentra facultada por la ley para ejecutar el acto objeto del recurso, no siendo
tampoco caprichoso, antojadizo o arbitrario su proceder, en el entendido que debe
cumplir a cabalidad con las obligaciones que le ha otorgado la ley, el reglamento y el
Comité de Administración dada su calidad de administrador de la comunidad.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 170
9°) Que, en estas condiciones, la referida acción constitucional no puede prosperar
y debe ser desestimada”.
Pronunciada por la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, integrada
por el Ministro Sr. Mauricio Silva Cancino, Ministra Sra. Jenny Book Reyes y Abogado
Integrante Sr. Héctor Mery Romero.
El recurrente se alzó en contra de esta sentencia. La Corte Suprema, rechazó dicha
apelación, expresando en su resolución:
“Primero: Que resulta relevante precisar, para los fines de analizar la
extemporaneidad sostenida por el recurrido respecto de la acción constitucional
intentada en estos autos, que el actor ha interpuesto, con fecha 02 de octubre de 2013,
recurso de protección de garantías constitucionales en contra de Sergio (…), por sí y en su
calidad de administrador de la Comunidad (…), en razón de haberse cortado el suministro
eléctrico del departamento de su propiedad por una supuesta deuda de gastos comunes.
De tal acto, sostiene el recurrente, habría tomado conocimiento el día 04 de septiembre
de 2013.
Segundo: Que no obstante lo expuesto precedentemente, del mérito de los
antecedentes aportados por el recurrido, en especial de la copia del recibo de gastos
comunes correspondientes al mes de mayo de 2013, de fecha 31 de mayo del mismo año
–documento conocido por el actor toda vez que éste aseveró en su recurso haber pagado
íntegramente los gastos comunes desde la fecha en que adquirió el inmueble, el 28 de
agosto de 2012, además de constar ello en los correos electrónicos por los que se le
notificaron las respectivas minutas y en los recibos de pago pertinentes-, que se lee a
fojas 68, por el que se comunica: ‘que se procederá al corte de luz de los departamentos
que adeudan más de tres meses de gastos comunes’, situación en la que se encontraba el
departamento del recurrente según dan cuenta los recibos de gastos comunes rolantes a
fojas (…) es posible colegir que éste se encontraba en conocimiento del corte de
suministro eléctrico que afectaría a su departamento desde el mes de mayo de 2013, y
que el acta notarial que se extendió con fecha 04 de septiembre del mismo año para los
efectos de constatar que el referido inmueble se encontraba sin luz no es más que una
gestión tendiente a hacer nacer un nuevo plazo para la interposición de la presente
acción constitucional.
Tercero: Que acorde con lo expuesto y teniendo en especial consideración la
circunstancia de haberse deducido la presente acción de cautela de derechos
constitucionales con fecha 02 de octubre de 2013, esto es, superando el plazo de 30 días
establecido en el Auto Acordado sobre su tramitación, la misma debe ser rechazada en
razón de haberse interpuesto extemporáneamente.
Por estas consideraciones y lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución
Política de la República y en el Auto Acordado de esta Corte sobre la materia, se confirma
la sentencia apelada de trece de enero de dos mil catorce, escrita a fojas 153”.
Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sr. Rubén Ballesteros C., Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. Rosa Egnem S., y el
Abogado Integrante Sr. Emilio Pfeffer U. Redacción a cargo de Ministro Sr. Ballesteros.

25.- Sentencia de la Corte Suprema de 11 de mayo de 2016, autos Rol N° 32.145-15.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 171
Norma legal decisoria o considerada principalmente en el fallo: art. 27 de la Ley N°
19.537.

Materia: multas impuestas a un copropietario no confieren título ejecutivo para su cobro.

En los autos Rol N° 6.043-2014, seguidos ante el 5° Juzgado Civil de Santiago, sobre
juicio ejecutivo, por sentencia de 6 de marzo de 2015, se acogió la excepción del N° 9 del
art. 464 del Código de Procedimiento Civil, con costas.
La causa fue iniciada por la administración del condominio, en contra de uno de
los copropietarios.
Apelado el fallo por ambas partes, una Sala de la Corte de Apelaciones de
Santiago, por sentencia de 2 de octubre de 2015, lo revocó, resolviendo desechar la
citada excepción, así como también aquellas previstas en los números 7 y 14 del art. 464.
En contra de esta última resolución, el demandado dedujo recursos de casación en
el fondo y en la forma.
La Corte Suprema acogió en definitiva el recurso de casación en la forma,
conforme a los argumentos que seguidamente se resumen.
Sostiene el recurrente que la sentencia impugnada incurre en el vicio previsto en
el art. 768 N° 5 en relación con el art. 170 N° 4, ambos del Código de Procedimiento Civil.
Agrega que su representado opuso la excepción contemplada en el art. 464 N° 7 del
Código de Procedimiento Civil, fundada en que las multas no constituyen gasto común y,
por ende, no revisten de carácter de título ejecutivo conforme a lo que dispone el art. 27
de la Ley N° 19.537. Añade que la sentencia impugnada no contiene ninguna
consideración que analice la excepción en dicho sentido, como tampoco se refiere a la
prueba documental aportada por su parte y que da cuenta que, en lo que se refiere a
gasto común propiamente tal, la deuda se encuentra pagada. Finaliza insistiendo en que
el tribunal de alzada no razonó en cuanto a la distinción entre el pago de los gastos
comunes y el de las multas, para luego de ello resolver la procedencia de la excepción en
estudio.
Se dejó constancia en la causa que se ha intentado demanda ejecutiva solicitando
el actor que se despache mandamiento de ejecución y embargo por la suma de
$1.208.672.-, suma adeudada por concepto de gastos comunes, multas e intereses, todo
lo que consta en el correspondiente “Aviso de Cobro de Gastos Comunes”, debidamente
firmado por la administradora de la comunidad, el que conforme al art. 27 de la Ley N°
19.537 reviste el carácter de título ejecutivo.
El demandado, por su parte, opuso las excepciones de los números 4, 9, 7 y 14 del
art. 464 del Código de Procedimiento Civil.
El tribunal de primer grado omitió pronunciamiento en relación a la excepción de
falta de requisitos o condiciones para que el título tenga fuerza ejecutiva, por haber
acogido la excepción del N° 9 del mismo artículo.
El tribunal de alzada revocó el fallo apelado, resolviendo rechazar la señalada
excepción, y conforme lo dispone el art. 208 del cuerpo legal citado, emitió

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 172
pronunciamiento respecto de las excepciones de los números 7 y 14 del art. 464 del
Código de Procedimiento Civil, desechándolas.
El fallo de la Corte Suprema, después de aludir a los arts. 169, 170, 171 y 768 N° 5
del Código de Procedimiento Civil, así como al auto acordado de 30 de septiembre de
1920 que regula la forma en que deben ser redactadas las sentencias, especialmente en
lo que respecta a las sentencias que revoquen o modifiquen las de otros tribunales,
expresa “Que las consideraciones de hecho exigen, en consecuencia, asentar con
exactitud los hechos que sirven de apoyo a las peticiones formuladas por los litigantes,
orientadas a la decisión del asunto controvertido, sobre la base de los medios de
justificación aportados al proceso (…) De este modo, por imperativo legal, toda sentencia
definitiva ha de iniciar sus consideraciones con el análisis de la prueba rendida y
posterior[mente] el establecimiento de los hechos que se dan por probados para luego
razonar acerca del derecho aplicable y, consecuencialmente, sobre la procedencia de las
acciones y defensas planteadas. En el caso en análisis, los sentenciadores se limitaron a
señalar que el aviso de cobro de gastos comunes se encuentra firmado por el
administrador, conforme lo acordado [por el] Comité de Administración de la Comunidad
Edificio (…) y la Asamblea de Copropietarios, según dan cuenta las respectivas actas, de
manera que el instrumento acompañado cumple con los requisitos procesales para que
tenga mérito ejecutivo. SÉPTIMO: Que, siendo el único argumento dado por los jueces del
fondo para rechazar la excepción en estudio, la circunstancia de encontrarse el aviso de
cobro de gastos comunes firmado por la administradora conforme a lo acordado en las
actas del Comité de Administración y de la Asamblea Ordinaria de Copropietarios del
Edificio (…), es menester precisar que el debate jurídico consistía en determinar si las
multas incluidas en el aviso de cobro de gastos comunes constituían expensas comunes,
en términos que pudiera considerarse como título ejecutivo el cobro de multas impuestas
a un copropietario. Es importante recalcar que el artículo 27 de la Ley N° 19.537 crea un
título ejecutivo especial para el cobro de gastos comunes, noción última cuya definición
se encuentra contemplada en el artículo 2° números 4 y 5 de dicha ley, en la que se hace
referencia a los gastos comunes ordinarios y extraordinarios. Al tenor de dichas normas,
se desprende que la parte ejecutante malamente puede perseguir el pago de las multas
pretendidas, toda vez que dicho rubro no se halla contenido en ninguna de las
definiciones de gastos comunes que ofrece la Ley N° 19.537, cuerpo normativo del que la
ejecutante se ha premunido para obtener el pago de su acreencia. A su vez, en estos
autos ejecutivos, la demandante se ha valido del aviso de cobro de gastos comunes, el
que incluye las multas impuestas al demandado en diversas ocasiones, de manera que un
adecuado estudio de la causa obligaba a analizar si el título ejecutivo enarbolado alcanza
el cobro de los gastos comunes y las multas. OCTAVO: Que observados los antecedentes a
la luz de lo expresado con antelación, resulta inconcuso que los jueces de la instancia, en
el caso sub judice, no han dado acatamiento a los requisitos legales indicados, desde que
han omitido valorar todas las pruebas rendidas y éstas, a su vez, en su integridad. En
efecto, del examen del fallo impugnado, se advierte una evidente falta de ponderación de
parte de la documental agregada a los autos, esto es, el aviso de cobro de gastos
comunes, los comprobantes de pago efectuados por el demandado, el acta de comité de
administración que impone multas al ejecutado, el acta de asamblea que acuerda

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 173
perseguir judicialmente el cobro de los gastos comunes incluyendo las multas cursadas en
diversas ocasiones al demandado, las cuales se encuentran detalladas a fojas 94, en el
histórico de cobros y pagos por unidad. En estos antecedentes se constata que el aviso de
cobro de gastos comunes que invoca la actora como título ejecutivo, incluye las multas
impuestas al demandado por el comité de administración y que, a su vez, el ejecutado
pagó mes a mes todo lo que correspondía al concepto de gasto común propiamente tal.
Sin embargo, el fallo recurrido circunscribe su análisis a constatar la existencia del aviso
de cobro de gastos comunes y si éste se encontraba firmado por la administradora de la
comunidad, lo que de manera alguna puede importar el análisis exigible para poder
determinar si en dicho documento se incluían multas u otros cobros que no se
encontraban incluidos en el artículo 2° números 4 y 5 de la Ley N° 19.537. La omisión
antes descrita resulta relevante, pues tratándose de la excepción del n° 7 del artículo 464
del Código de Procedimiento Civil, basada en que el cobro de multas no reviste de mérito
ejecutivo, como ya se reseñó, la revisión y análisis de la documental acompañada era
esencial al momento de determinar si el aviso de cobro de gastos comunes incluía el
cobro de multas impuestas al demandado, para luego razonar si éstas constituyen un
gasto común al tenor de lo que dispone la Ley N° 19.537. NOVENO: Que es así como del
contexto de justificación que antecede, queda claramente demostrada la falta absoluta a
las disposiciones y principios referidos en que incurrieron los jueces de la instancia, al
prescindir de la cabal ponderación de la prueba (…) Esta omisión constituye el vicio de
casación en la forma denunciado, por la falta de consideraciones de hecho y derecho que
le sirven de fundamento al fallo (…) Por estas consideraciones (…) se acoge el recurso de
casación en la forma deducido por la parte demandada (…) en contra de la sentencia de
la Corte de Apelaciones de Santiago (…), la que se anula y reemplaza por la que se dicta a
continuación, separadamente, pero sin nueva vista”.
En la respectiva sentencia de reemplazo, después de reiterar la Corte Suprema lo
medular de la argumentación transcrita, se expresa: “OCTAVO: Que, estas
consideraciones dan la razón a la parte demandada de estos autos en cuanto a que el
título invocado por su contraparte carece de mérito ejecutivo en lo que dice relación con
las multas que ésta pretende cobrar al ejecutado. De ahí que, a juicio de esta Corte,
procede acoger la excepción contemplada en el numeral 7° del artículo 464 del Código de
Enjuiciamiento Civil, invocada por el ejecutado (…) Por estas consideraciones (…) I.- Se
revoca la sentencia de seis de marzo de dos mil quince (…) en tanto por ella se acogió la
excepción de pago y, en su lugar se la rechaza. II.- Se acoge la excepción del número 7°
del artículo 464 del Código de Procedimiento Civil y, en consecuencia, se rechaza la
demanda interpuesta en estos autos, con costas.
Pronunciada por la Primera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros
Sres. Patricio Valdés A., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y Abogados Integrantes
Sres. Jorge Lagos G. y Arturo Prado P. Redacción a cargo de Ministro Sr. Valdés.

26.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de 24 de octubre de 2016, autos


Rol N° 1.108-2016.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 174
Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: arts. 32 y 36 de la
Ley N° 19.537.

Materia: responsabilidad extracontractual derivada de los arts. 32 y 36 de la Ley de


Copropiedad Inmobiliaria es de competencia de los tribunales civiles. 104

1.- Expresa la sentencia de la Corte que dado que la querella infraccional y la demanda
civil deducidas en autos, se fundaron, entre otras disposiciones, en los arts. 32 y 36 de la
Ley N° 19.537, se hacía necesario que el juez a quo examinara su competencia para
conocer de ellas, más todavía, si, como lo dejó expresamente dicho en la resolución de fs.
115, para denegar un oficio que se le había solicitado, afirmó que las normas de la
referida ley no son aplicables “… puesto que se trata de casas que no se encuentran entre
sí en un condominio”.
Tal materia, aunque no le fue planteada formalmente durante la tramitación del
juicio, especialmente por los querellados y demandados que ahora en su recurso lo
alegan, debió constituir el primer pronunciamiento del tribunal, ya que si se requirió su
intervención en razón de su competencia infraccional, debió determinar la normativa que
se la otorgaba, lo que no se hizo, y que también soslaya al momento de pronunciarse
sobre la controversia planteada, pues en su fallo no da por configurada infracción alguna
que diera sustento a la demanda indemnizatoria que acoge.

2.- Agrega el fallo que el objetivo de la acción intentada por la demandante es el


resarcimiento de los perjuicios causados por los hechos que atribuye a la responsabilidad
de los demandados, siendo pertinente plantearse si tal pretensión podía ser conocida por
el juez a quo, quien la admitió a tramitación sin hacer cuestionamiento alguno, el que
tampoco hicieron los demandados que litigaron plenamente, entendiendo que estaban
ante el juez competente y sólo al apelar formulan una alegación sobre el particular.

3.- Que, no obstante lo anterior, es claro que se trata de una materia relacionada con la
competencia absoluta del tribunal, en particular con el factor materia, que no queda
entregada a la voluntad de las partes, pues tratándose de una norma de orden público es
deber del tribunal velar por su cumplimiento, para lo cual puede y debe actuar de oficio.

104
Como se expuso al tratar de los “tribunales competentes” (Título II de la Ley), habría que formular un
distingo acerca de esta materia: podrá conocer de esta acción el juez de policía local, siempre y cuando el
presupuesto para ello sea su competencia infraccional. De esta manera, podrá imponer en su sentencia
responsabilidad infraccional (multas) y responsabilidad civil (indemnización). En caso contrario, si lo que se
demanda fuere exclusivamente la indemnización de perjuicios, la acción, en nuestra opinión, sólo sería de
competencia del juez civil. En otros términos: la responsabilidad civil, para ser conocida por el juez de policía
local, no puede operar en forma autónoma a la responsabilidad infraccional. Habría que demandar las dos de
manera conjunta. Esta es la línea que sigue el fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago. Con todo, como
también se expuso, se ha sostenido que el juez de policía local sería competente para conocer de la demanda
civil, aun cuando no se persiga al mismo tiempo responsabilidad infraccional. Para esta última opinión, la
responsabilidad “infraccional” no sería presupuesto necesario para imponer responsabilidad “civil”. Ambas
serían autónomas y el juez de policía local podría conocer de una u otra.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 175
4.- Es lo que acontece en el presente caso, toda vez que la competencia infraccional que
se atribuyó el juez a quo para conocer del asunto no existe, por lo que tampoco pudo
pronunciarse sobre los aspectos civiles del mismo, en cuanto a determinar la existencia
de perjuicios y atribuir responsabilidades a determinada persona, todo lo que es propio
de una acción civil indemnizatoria por responsabilidad extracontractual de la que debe
conocer el tribunal ordinario respectivo.

5.- Por estas consideraciones, se revoca la sentencia apelada de 3 de mayo del año en
curso, y en su lugar, se declara que, careciendo el tribunal de competencia para conocer
de los hechos, se rechazan la querella infraccional y la demanda civil, sin costas.

Pronunciada por la Octava Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida por el


Ministro Sr. Carlos Gajardo Galdames, e integrada también por el Fiscal Judicial Sr. Raúl
Trincado Dreyse y por el Abogado Integrante Sr. José Luis López Reitze. Redacción del
Ministro Sr. Gajardo.

27.- Sentencia de la Corte Suprema de 5 de mayo de 2016, autos Rol N° 37.964-2015.

Normas decisorias o consideradas principalmente en el fallo: art. 5, inc. 3° de la Ley N°


19.537 y garantía fundamental del derecho a la salud (art. 19 N° 9 de la Constitución
Política de la República).

Materia: suspensión de suministro de agua potable es un acto ilegal, no siendo suficiente


para que pueda operar una norma contenida en el reglamento de copropiedad.

1.- El acto que se denuncia como arbitrario e ilegal por el recurrente Sebastián (…) es la
suspensión, por parte de la Parcelación (…), del suministro de agua potable por mantener
gastos comunes impagos, careciendo de facultades para ello. Manifiesta que tal medida
se adoptó pese a que presentó un plan de pago y a que se inició una acción judicial en su
contra por el cobro de gastos comunes ante el 2° Juzgado Civil de Buin. Finaliza
solicitando que se ordene a la recurrida que reponga el agua de su parcela.

2.- Que en su informe, la recurrida afirma que el Reglamento de Copropiedad que regula
las relaciones entre los comuneros, en su art. 15 establece que el administrador, previa
autorización de la Junta de Vigilancia 105, podrá suspender el suministro de varios
servicios, entre ellos el de agua potable, por lo que su decisión se encuentra ajustada al
estatuto aplicable al caso en estudio, no pudiendo la misma estimarse como ilegal o
arbitraria.

3.- Que conforme a lo expuesto, el asunto a resolver es si la parte recurrida se encuentra


facultada para suspender el suministro de agua potable dado el no pago de los gastos
comunes por parte de uno de los comuneros.

105
Denominación que se empleaba en la Ley N° 6.071, hoy, “Comité de Administración”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 176
4.- Después de aludir el fallo al tenor del inc. 3° del art. 5 de la Ley N° 19.537, agrega que
del análisis de la norma es posible inferir, por una parte, que el administrador de un
condominio se encuentra únicamente facultado para suspender el suministro eléctrico a
aquellos comuneros que adeuden tres o más cuotas de gastos comunes, y que, por otra
parte, no existe norma legal alguna que lo habilite para proceder al corte del suministro
de agua potable en un caso análogo.

5.- Que la existencia de una norma en el Reglamento Interno de la parcelación recurrida,


al efecto el art. 15, que la faculta para suspender el suministro de agua potable en caso
de no pago de los gastos comunes, en nada altera lo antes razonado, pues como ya se ha
señalado no existe norma legal alguna que le confiera tal prerrogativa en un caso como el
planteado en estos autos, no resultando legítimo que por la vía de un reglamento interno
se otorguen facultades que pongan en riesgo la salud de las personas. 106 Así por lo demás,
lo ha sostenido esta Corte en los autos Rol N° 36.516-2015.

6.- Que conforme a lo razonado, el actuar de la recurrida es ilegal, en cuanto carece de


sustento normativo, vulnerando con ello la garantía fundamental del derecho a la salud
del actor y de su familia, argumentos que hacen procedente que el recurso de protección
intentado en estos autos sea acogido.

7.- Que sin perjuicio de lo anterior, nada obsta a que la recurrida persiga el cobro de los
gastos comunes impagos por las vías ordinarias que le franquea el ordenamiento jurídico,
como efectivamente lo ha hecho según consta del mérito de autos.

8.- De conformidad además con lo que dispone el art. 20 de la Constitución Política de la


República y el Auto Acordado sobre la materia, se confirma la sentencia apelada de 11 de
diciembre de 2015.

Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Pedro Pierry A., Sras. Rosa Egnem S. y María Eugenia Sandoval G., Sr. Manuel Valderrama
R. y Abogado Integrante Sr. Jean Pierre Matus A. Redacción a cargo de Ministro Sr. Pierry.

28.- Sentencia de la Corte Suprema de 11 de febrero de 2016, autos Rol N° 2.966-2016.

106
En rigor, según hemos visto en otros fallos que se han transcrito, la Corte también ha resuelto, conociendo
de recursos de protección, que también la suspensión del suministro eléctrico no puede operar, aunque
exista precepto legal que así lo autorice, cuando está en riesgo la salud o la vida de las personas. La diferencia
entre la suspensión del suministro del agua y la suspensión del suministro eléctrico, sería entonces la
siguiente: en el primer caso, ella nunca podría operar, tanto porque no hay precepto legal (en la Ley N°
19.537) que lo autorice, cuanto porque atenta contra la salud y la vida de las personas; en el segundo caso,
ella, en principio, podría operar, pues existe norma legal que lo autoriza, pero no podrá operar si con ello se
pone en riesgo la salud y la vida de las personas. En el primer caso, el acto sería ilegal y además contrario a la
Constitución Política. En el segundo caso, el acto sería legal, pero eventualmente, en algunos casos, podría
ser contrario a la Constitución Política.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 177
Normas legales decisorias o consideradas principalmente en el fallo: arts. 22 y 17 de la
Ley N° 19.537.

Materia: Comité de Administración puede disponer la remoción del Administrador, en la


medida que la Asamblea de Copropietarios hubiere delegado dicha facultad en la
primera, constando tal delegación en el Reglamento Interno de la Comunidad.

1.- Ante el Primer Juzgado de Letras de Antofagasta, don Roberto (…) dedujo demanda en
juicio ordinario de cobro de pesos en contra de la “Comunidad (…)”. Funda la demanda
en que el día 22 de abril de 2006 comenzó a prestar servicios profesionales para la
demandada como administrador, percibiendo mensualmente la suma de $800.000.-,
pudiendo ser reelegido indefinidamente si al vencimiento de cualquier período no se
procediere a una nueva designación, siendo la última ratificación la que consta en el acta
de asamblea ordinaria de copropietarios de fecha 25 de marzo de 2012, entendiéndose
prorrogado el nombramiento por un año más, conforme al reglamento interno, hasta el
25 de marzo de 2014. Añade que al concurrir a sus labores con fecha 16 de agosto de
2013, encontró cambiada la chapa [de la cerradura] de su oficina, siendo despedido en
ese instante en forma verbal y sin expresión de causa por el Presidente del Comité de
Administración (enviándosele con posterioridad carta de despido, según consta de la
documentación acompañada en los autos). Sostiene que la facultad de desvincular al
administrador no corresponde al presidente del Comité de Administración, sino a la
Asamblea de Copropietarios. Solicita por ende que se condene a la demandada a pagar la
suma de $6.400.000.- correspondientes a los honorarios del mes de agosto de 2013 y a
los meses de vigencia del contrato de prestación de servicios, hasta marzo de 2014, más
reajustes, intereses y costas. Se tuvo por evacuado los trámites de contestación de la
demanda y dúplica, en rebeldía de la parte demandada. En el término de prueba, la
demandante acompañó, entre otros instrumentos, copia del reglamento de copropiedad
(fojas 29 a 73) y la demandada, a su vez, copia del reglamento interno del Condominio
(fojas 87 a 111) [que fue aprobado por la asamblea de copropietarios]. En dicho
reglamento, en su art. 118, se establece que el administrador se mantendrá en sus
funciones mientras cuente con la confianza de la asamblea de copropietarios y del comité
de administración, pudiendo ser removido en cualquier momento por acuerdo de
cualquiera de éstas. Por sentencia de 10 de julio de 2015, se acogió la demanda sólo en
cuanto se condena a la demandada al pago de $426.666.- por concepto de honorarios por
16 días trabajados en el mes de agosto de 2013, sin costas.

2.- Apelada la sentencia, una Sala de la Corte de Apelaciones de Antofagasta, por fallo de
fecha 25 de noviembre de 2015 lo confirmó, condenando en costas del recurso al
apelante. En contra de esta última resolución la parte demandante dedujo recurso de
casación en el fondo.

3.- Sostiene el recurrente que el fallo impugnado infringió los arts. 22 de la Ley 19.537,
1698 y 2116 y siguientes del Código Civil y 144 y 145 del Código de Procedimiento Civil.
Tales yerros se producen, en síntesis, según lo postula el recurrente, porque la remoción

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 178
del administrador tiene que ser acordada por la asamblea de copropietarios y no por el
Comité de Administración, como ocurrió en autos, por lo que su contrato se prorrogó
hasta el vencimiento del período de un año que había comenzado a regir el 25 de marzo
de 2013, sin que sean aplicables las reglas del mandato, adeudándosele sus honorarios
hasta el vencimiento de dicho plazo y no sólo los del mes de agosto de 2013. Por último,
sostiene que no procede la condena en costas del recurso de apelación, pues no ha sido
totalmente vencida en el juicio, al haberse acogido parcialmente la demanda. Pide en
definitiva que se acoja el recurso, se invalide la sentencia recurrida y se dicte una
sentencia de reemplazo que acoja la demanda en todas sus partes, con costas.

4.- Expresa la sentencia de la Corte Suprema:


a) Que la demanda de cobro de honorarios intentada se basó en que el actor prestó
servicios en calidad de administrador para el Condominio (…), siendo ratificado en el
cargo por última vez por la asamblea de copropietarios con fecha 25 de marzo de 2012,
con una duración de un año, prorrogable por un año más conforme al reglamento
interno, por lo que sostiene el demandante que su nombramiento terminaba recién el 25
de marzo de 2014. Agrega que si bien fue despedido por el Presidente del Comité de
Administración con fecha 16 de agosto de 2013, el único órgano facultado para tomar
dicha decisión es la asamblea de copropietarios, conforme lo dispuesto en el art. 22 de la
Ley 19.537, por lo que la demandada le adeuda los honorarios del mes de agosto de 2013
y los correspondientes a los meses de vigencia del contrato de prestación de servicios.
b) Que el fallo recurrido sólo dio lugar al pago de honorarios por los 16 días trabajados
por el actor en el mes de agosto de 2013, rechazando la demanda en lo demás, teniendo
especialmente presente que la decisión de poner término al contrato de prestación de
servicios del demandante se adoptó conforme a los estatutos, en cuanto fue el Comité de
Administración de la Comunidad quien decidió prescindir de sus servicios.
c) Que esta Corte no visualiza yerro jurídico alguno en la decisión adoptada por la
sentencia recurrida, por cuanto, en primer lugar, el art. 118 del Reglamento Interno del
Condominio (…) dispone, en lo pertinente, que: “(…) el Administrador se mantendrá en
sus funciones mientras cuente con la confianza de la Asamblea de Copropietarios y del
Comité de Administración, pudiendo ser removido en cualquier momento por acuerdo de
cualquiera de ambas”, siendo esta última hipótesis la que aconteció en la especie, en
cuanto el término del contrato de prestación de servicios del actor se produjo por
acuerdo del Comité de Administración, según lo dio por establecido como hecho de la
causa el fallo recurrido.
d) En segundo lugar, el reglamento interno a que se ha hecho mención, corresponde a
una modificación del reglamento primitivo de copropiedad, según consta en la cláusula
primera del mismo, el que fue reducido a escritura pública por el propio demandante. En
este sentido, siendo la modificación del reglamento de copropiedad una materia propia
de la asamblea extraordinaria, según lo dispone el art. 17 inc. 5° N° 1 de la Ley 19.537,
sólo cabe concluir que ha sido la asamblea de copropietarios la que ha facultado al
Comité de Administración para remover al administrador. Conforme a lo dicho, no cabe
duda que la decisión impugnada por el actor no sólo ha sido adoptada de acuerdo al
reglamento interno de la comunidad, el que por lo demás era conocido por el

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 179
demandante desde que fue él quien lo redujo a escritura pública el 27 de julio de 2010,
sino que también resulta ajustada a la ley, en cuanto ésta no prohíbe que la asamblea de
copropietarios pueda delegar parte de sus atribuciones en el comité de administración,
pudiendo hacerlo mediante la aprobación de un reglamento interno dictado al efecto. 107
e) Que, por último, cabe descartar el reproche jurídico formulado por el recurrente
respecto de la condena en costas impuesta en segunda instancia, por cuanto la decisión
sobre costas, si bien integra materialmente la sentencia definitiva, no satisface su
naturaleza jurídica, ni tampoco tiene el carácter de una interlocutoria que ponga término
al juicio o haga imposible su continuación, razones por las que no puede ser objeto de un
recurso de casación en el fondo, de conformidad con el art. 767 del Código de
Procedimiento Civil.
f) Por estas consideraciones, se rechaza el recurso de casación en el fondo interpuesto en
contra de la sentencia de 25 de noviembre de 2015.

Pronunciada por la Primera Sala de Febrero de la Corte Suprema, integrada por los
Ministros Sres. Patricio Valdés A., Pedro Pierry A., Juan Eduardo Fuentes B., Carlos
Aránguiz Z. y Manuel Valderrama R. (no se indica redactor).

29.- Sentencia de la Corte Suprema de 4 de noviembre de 2015, autos Rol N° 9.909-2015.

Normas legales y constitucionales decisorias o consideradas principalmente en el fallo:


art. 17, inc. 5°, N° 2 de la Ley N° 19.537 y art. 19 N° 24 de la Constitución Política de la
República.

Materia: arrendamiento de bienes de dominio común sólo puede autorizarse por


asamblea extraordinaria de copropietarios, no siendo procedente al respecto consulta
escrita a los copropietarios.

1.- Comparece don José (…), abogado, y deduce acción de protección en contra de la
Administración del Edificio (…) ubicado en Avenida Providencia (…), por la resolución
arbitraria e ilegal consistente en haber autorizado la colocación de gigantescas
propagandas a ambos lados del edificio en cuestión, lo cual vulnera su derecho a vivir

107
Aunque compartimos la conclusión de la Corte Suprema, nos parece que el razonamiento debe precisarse.
En efecto, pareciera haber una confusión entre el “reglamento de copropiedad” y el “reglamento interno”
del Condominio, instrumentos distintos (los que se acompañaron a fojas distintas, según se indicó). El
“reglamento interno” puede ser dictado por el Comité de Administración, sin que en principio la asamblea de
copropietarios deba aprobarlo. Con todo, esto último será necesario, cuando en dicho “reglamento interno”
se regulen facultades propias de la asamblea, cuyo es el caso de remover al administrador, conforme se
contempla en el art. 22 de la Ley. Ahora bien, si la Asamblea –necesariamente extraordinaria- aprueba un
“reglamento interno” en el que se faculta al Comité de Administración para remover al administrador, debe
entenderse que la primera ha delegado esta facultad en el segundo, todo ello de conformidad al art. 17,
inciso 5° N° 5 de la Ley. Sin embargo, en la sentencia, en un primer razonamiento se afirma que el
“reglamento interno” habría modificado el “reglamento de copropiedad” del condominio, lo que ciertamente
no fue efectivo. En cambio, en el razonamiento que sigue a continuación, correctamente se alude a una
delegación de facultades, en los términos expuestos.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 180
libre de contaminación, en este caso específico, visual. Además, asevera, atenta contra el
derecho de propiedad al utilizar los muros exteriores de la unidad de su dominio
(departamentos), que no son estructurales, para colocar pernos sobre sustentadores de
fierro que deben sujetar tamaña propaganda.
Explica que a fines de mayo de 2015, muchos comuneros del Edificio se vieron
sorprendidos por trabajos realizados en altura en el exterior del Edificio. Indica que se les
informó que se colocarían carteles publicitarios. Agrega que el 1 de junio de 2015,
estando en su departamento, se asomó a la ventana y advirtió que una persona iniciaba
la colocación de grandes pernos en la parte exterior, sin permiso de los moradores y
dueños de la propiedad. Refiere que el administrador le explicó que se estaba dando
cumplimiento a un contrato con la empresa (…) y que esa publicidad sería por poco
tiempo. Añade que ante la molestia de muchos arrendatarios y propietarios, la
Administración citó a una reunión y les informó de la decisión adoptada y los posibles
beneficios pecuniarios que ello reportaría a la comunidad. Finalmente, el 5 de junio de
2015 se concretó la colocación de los gigantescos carteles publicitarios, distantes a pocos
centímetros de sus ventanas, impidiéndoles mirar hacia el exterior.
Hace presente que con ocasión de lo anterior la entrada de los rayos solares
matinales a los departamentos está vedada por impedirlo los grandes carteles, pese a que
son importantes para la salud y bienestar de los seres humanos. A su vez, añade, la
ventilación de los departamentos es precaria, porque el aire fresco no ingresa.
Luego de citar jurisprudencia, adiciona que la extralimitación en el uso de este
tipo de componentes publicitarios no sólo altera la estética, el panorama o la vista de
nuestra ciudad, sino que coadyuvan a generar una incitación visual exagerada e invasiva
que la convierten contaminantes visuales graves y desesperantes, al impedir a los
moradores de los departamentos mantener el contacto visual con el paisaje inmediato.
Continúa señalando que la colocación arbitraria de tal publicidad, sin previa
autorización expresa de la comunidad, viola, además, el derecho de propiedad
garantizado en el N° 24 del art. 19 de la Carta Fundamental, al utilizar los muros
exteriores de la unidad de sus dominios que no son estructurales, ya que “son exclusivos
de la respectiva propiedad” según el art. 6° del Reglamento de la Ley N° 19.537, para
introducir grandes pernos destinados a consolidar enormes sustentadores de fierro, los
cuales deberán resistir tamaña propaganda y a costa del deterioro de sus departamentos
que bordean los 50 años de existencia.
Culmina solicitando disponer las medidas necesarias para el retiro inmediato de
tales carteles publicitarios, para así, restablecer el imperio del derecho a vivir en un
ambiente libre de contaminación visual y del derecho de propiedad quebrantado.

2.- Informa a fs. (…) doña Carolina (…), abogada, en representación judicial del Edificio
Comunidad (…), pidiendo se rechace la presente acción, con costas.
Refiere que en el mes de junio pasado se procedió a iniciar trabajos de andamios
en las fachadas de su edificio, los que sostendrían propaganda vertical, la cual fue
instalada el 5 de junio y hasta el 5 de julio, ambas fechas del presente año, es decir
solamente por el plazo de un mes. Hace presente que todos los trabajos tendientes a este
fin fueron realizados en el exterior del edificio, en las fachadas y muros exteriores, que

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 181
son considerados bienes comunes pertenecientes a todos los copropietarios, según el art.
2, N° 3, letra a) de la Ley N° 19.537. Indica que ningún trabajo para la colocación de la
dicha propaganda tuvo ocurrencia en el interior de algún departamento o en
dependencias de dominio exclusivo de algún propietario, como quiere hacer ver el
recurrente.
Seguidamente niega la existencia de algún acto arbitrario en la instalación de la
propaganda y explica que el 4 de septiembre de 2010, la Asamblea General de
Copropietarios autorizó al Comité de Administración para consultar a los copropietarios
la aprobación o el rechazo respecto de la instalación de propaganda vertical, en las
fachadas y muros exteriores del edificio. Añade que el presidente del comité de
administración y el administrador de la comunidad realizaron el escrutinio que consta en
un acta, la cual fue reducida a escritura pública en la Notaría de don Camilo Valenzuela,
donde cuenta que el acuerdo arrojó la aprobación del proyecto por un 76,09% del
universo encuestado. Dichos resultados fueron difundidos en el Informe del Comité N° 10
de 2011.
De dicho resultado, asevera, nace el contrato original de arrendamiento de fecha
26 de septiembre de 2013, que incluye la propaganda vertical en la fachada donde reside
el recurrente, conforme a anexo a dicho contrato, por el cual se arrienda las caras norte y
sur del edificio, por el período comprendido entre el 4 de junio y el 6 de julio de 2015.
Asevera que no ha existido ilegalidad alguna, porque la comunidad ha cumplido
todas y cada una de las normas específicas sobre la colocación de propaganda vertical
sobre andamios, regulada en el art. 17 en relación con el art. 2, N° 3, letra a) de la Ley N°
19.537, la Ordenanza N° 107 de 22 de septiembre de 2011, que Regula los Permisos para
Instalar Publicidad Onerosa en los Edificios, cuyos beneficios sólo pueden destinarse a
mejoras en la comunidad.
Seguidamente, la informante señala que no se han verificado las transgresiones
que menciona la contraria, haciendo presente que como se muestra en los anexos
técnicos de los contratos de arrendamiento, se estipuló que la distancia de la propaganda
con los departamentos afectados es de 1.5 metros y no unos pocos centímetros como
intenta hacer creer el actor; y la distancia señalada permite una ventilación adecuada, ya
que el aire no sólo pasa a través de la malla, hecha para estos efectos, sino que también
por el espacio que queda entre la propaganda y las ventanas de los residentes. En cuanto
a la falta de visual y luminosidad, sostiene que son temas que específicamente tratan las
normas de la Ordenanza N° 107 de 22 de septiembre de 2011, que vela expresamente
porque las propagandas cumplan con la aplicación de una tela liviana, flexible y a lo
menos semitransparente, para evitar así que el departamento quede sin visual hacia el
exterior y no se le prive de la luminosidad necesaria para una vida plena. Concluye que su
parte puso total énfasis en la calidad de la malla de la propaganda, velando y
supervisando, junto con la Municipalidad, de que fuera aquella que se estipuló en el
contrato y de las mismas características que se propuso al Comité, es decir, un tejido con
aperturas libres, que permite el paso de aire y luz.

3.- En el fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago, después de aludirse a la naturaleza,


presupuestos y finalidad del recurso de protección, se expresa:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 182
a) Que, en cuanto a la posible ilegalidad que se denuncia como presupuesto de la acción
formulada, debe tenerse presente que el asunto de que se trata y que dice relación con la
colocación de propaganda comercial en el edificio donde el actor habita, se encuentra
regulado, en primer lugar, por la Ley N° 19.537, cuyo art. 17 dispone que son requisitos
para la enajenación o arrendamiento de bienes de dominio común o la constitución de
gravámenes sobre ellos los siguientes: i) realizarse a través de una sesión extraordinaria o
por consulta escrita a los copropietarios; ii) firmada por el Presidente del Comité de
Administración y por el Administrador de la Comunidad; iii) acompañar antecedentes que
faciliten su comprensión, junto con el proyecto de acuerdo correspondiente, para su
aceptación o rechazo por los copropietarios; iv) la aprobación debe constar por escrito y
firmada por los copropietarios que representen a lo menos, el 75% de los derechos en el
condominio; y, v) el acuerdo correspondiente deberá reducirse a escritura pública
suscrita por el Presidente del Comité de Administración y por el Administrador, debiendo
protocolizarse los antecedentes que respalden el acuerdo, dejándose constancia de dicha
protocolización en la respectiva escritura.
b) Por su parte, la Ordenanza Ex. N° 107 de 22 de septiembre de 2011, regula los
Permisos para Instalar Publicidad Onerosa en los Edificios, a cuyas normas principales se
refiere el fallo.
c) A su vez, entre la Comunidad (…) y el Grupo (…), con fecha 26 de septiembre de 2013,
se celebró contrato de arrendamiento para exhibir propaganda y posteriormente el 29 de
mayo de 2015 se suscribió nueva convención con el mismo objeto. Instrumentos firmados
ante Notario y que regulan los detalles de los contratos.
d) Alude seguidamente la sentencia a los instrumentos acompañados por las partes.
e) Que enfrentados los antecedentes descritos, con las normas que regulan la
propaganda que se dice por el actor ha sido ilegalmente dispuesta en una de las caras del
edificio que habita, no resulta posible arribar a la conclusión que aquella parte describe
desde que no se advierte que se haya incumplido por parte de la recurrida la normativa
que regula la materia.
f) Ciertamente, y de cara al estatuto contenido en la Ley N° 19.537, aparece que se ha
verificado, en el caso sub judice, con los presupuestos legales desde que: i.- se realizó el
escrutinio de la consulta el 5 de diciembre de 2011, levantándose el acta respectiva con
las formalidades legales; ii.- se acompañaron los antecedentes que permitan el
entendimiento del proyecto al señalar el motivo de la consulta y en qué se invertirían los
montos recaudados; iii.- se contó con la aprobación por escrito y firmada de los
copropietarios que representan a lo menos el 75% de los derechos de la comunidad; y iv.-
el acta fue reducida a escritura pública con fecha 20 de diciembre de 2011.
g) La comunidad optó al correspondiente beneficio previsto en la Ordenanza Ex. N° 107
de 22 de septiembre de 2011, y fue declarada vulnerable por Memo de fecha 24 de mayo
de 2012, emitido por la Municipalidad de Providencia.
h) Que, finalmente, el análisis de la norma contenida en el art. 6 del Reglamento de la Ley
N° 19.537 (referido a la obligación de los copropietarios de reparar y mantener la unidad
de su dominio, de sus muros, vigas y de los muros exteriores que no sean estructurales),
no permite concluir la transgresión que invoca el recurrente, desde que dicho precepto

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 183
de manera alguna impide proceder al arrendamiento que ha sido acordado por la
comunidad recurrida.
i) A lo anterior debe agregarse que, según lo dispone el art. 2 N° 3, letra a) de la Ley N°
19.537, las fachadas y muros exteriores deben ser considerados como bienes comunes
pertenecientes a todos los copropietarios. En consecuencia, por tratarse de bienes
comunes aquellos que han sido cotizados para la colocación de los pernos de que se
sujeta la propaganda, no puede estimarse que se haya incurrido en alguna transgresión a
la normativa vigente.

4.- Concluye la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago:


a) Que, por consiguiente, la ilegalidad que ha sido denunciada no se ha verificado en el
caso de autos, razón por la cual, desde ya y en ese extremo el basamento del recurso
debe, necesariamente, ser descartado.
b) Que, a idéntica conclusión se debe arribar respecto de una eventual impugnación por
arbitrariedad, pues no se ha constatado la ausencia de la necesaria racionalidad en el
proceder de la recurrida. Desde que no se advierte una manifestación del simple capricho
del agente, que es lo que precisamente identifica el requisito en examen. Evidentemente
y atento a lo que hasta aquí se ha reflexionado, es posible constatar que la contratación y
posterior colocación de la publicidad comercial no da cuenta de una actuación que se
condiga con tales características, por cuanto ha sido dispuesta previa consulta a los
integrantes de la comunidad y ha tenido además, por objeto, recaudar fondos que van en
beneficio de aquella.
c) Que, en atención a lo hasta aquí razonado y, por haberse constatado en el presente
caso la inexistencia del elemento esencial para la procedencia de un recurso de
protección, esto es, un acto o una omisión ilegal o arbitraria, resulta innecesario analizar
la presunta violación de las garantías constitucionales denunciadas.
d) Por estas consideraciones, se rechaza, sin costas, el recurso deducido en contra de la
Administración de la Comunidad.

5.- En contra de esta sentencia, la parte recurrente dedujo recurso de apelación. En su


fallo, la Corte Suprema, después de reseñar los fundamentos del recurso de protección,
expresa:
a) Que, en primer término, respecto de la calidad de bien común de la fachada y de los
muros exteriores de un edificio, es preciso señalar que el art. 2 N° 3 letra a) de la Ley N°
19.537 expresamente les asigna tal carácter. Reforzando esta conclusión, alude también
al art. 1.1.2 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, que define lo que
se entiende por “fachada”, como también al Diccionario de la Lengua Española y a lo
expuesto sobre el particular por la doctrina.
b) Refiriéndose acto seguido al procedimiento de consulta por escrito que se llevó a cabo,
señala que, sobre el particular, conviene tener presente que conforme lo dispone el texto
del art. 17 de la Ley N° 19.537, la enajenación o arrendamiento de bienes de dominio
común o la constitución de gravámenes sobre ellos, debe ser resuelta por la asamblea
extraordinaria de copropietarios. Agrega el fallo que la misma norma excluye
expresamente de la posibilidad de realizar consulta, ciertas y determinadas materias,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 184
dentro de las cuales se encuentra precisamente la enajenación o arrendamiento de
bienes de dominio común o la constitución de gravámenes sobre ellos.
c) Que conforme lo anterior, la consulta realizada a los copropietarios por la
Administración del Edificio, en orden a obtener su aprobación para la instalación de
propaganda vertical en la fachada y muros externos del edificio, lo fue en un caso no
previsto por la ley, toda vez que como ya se dijo para ello se requería de la aprobación de
la asamblea extraordinaria de copropietarios, razón por la que la misma carece de toda
validez.
d) Que teniendo su origen la autorización otorgada por la recurrida para la instalación de
propaganda vertical en la fachada del edificio (mediante la celebración de un contrato de
arrendamiento con la empresa …), precisamente en la consulta antes aludida, resulta
evidente que dicha actuación es ilegal y vulnera la garantía fundamental del art. 19 N° 24
de la Constitución Política, en cuanto se ha afectado la facultad de disposición que los
copropietarios tienen respecto de los bienes comunes.
e) Concluye el fallo de la Corte Suprema expresando que, por tanto, se revoca la
sentencia apelada de 15 de julio de 2015, y en su lugar, se acoge el recurso de protección
deducido, debiendo disponer la Administración del Edificio el retiro inmediato de la
propaganda vertical instalada en la fachada y muros exteriores del referido edificio,
además de abstenerse de disponer de dicho bien común sin cumplir con los requisitos
que exige la normativa vigente.

Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros Sr.
Pedro Pierry A., Sra. Rosa Egnem S. y Sra. María Eugenia Sandoval G. y Abogados
Integrantes Sres. Álvaro Quintanilla P. y Jorge Lagos G. Redacción a cargo de Ministro Sr.
Pierry.

30.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Valparaíso de 2 de septiembre de 2014,


autos Rol N° 1.849-2014.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 21 de la Ley N° 19.537; art. 582 del Código Civil; art. 19 N°
24 de la Constitución Política de la República; y art. 9 del Reglamento de la Ley.

Materia: limitaciones impuestas a los propietarios en el uso de sus unidades sólo pueden
estar contempladas en la ley y en el reglamento de copropiedad, y no pueden imponerse
en un reglamento interno de la comunidad.

1.- Comparece doña Clara (…), quien recurre de protección en contra del Comité de
Administración Condominio (…), de la ciudad de Viña del Mar, afirmando que se ha visto
perjudicada y vulnerada en sus derechos constitucionales a través del acto arbitrario e
ilegal en que ha incurrido dicho Comité al momento de modificar el reglamento interno
del edificio donde reside, conculcando su derecho a la propiedad previsto en el art. 19 N°
24 de la Constitución Política.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 185
Expone la recurrente que ella es propietaria del departamento donde reside
desde el año 2008, y que con fecha 1 de julio de 2014, a través de un correo electrónico
remitido por dicho Comité, se enteró que se habían efectuado un conjunto de
modificaciones al reglamento interno del edificio, en particular a los artículos 25, 33 y 37,
en relación con el art. 119 del mismo estatuto. Lo anterior tiene como consecuencia que
ella no podría colocar letreros, tender ropa, pegar autoadhesivos, etc., en la fachada de
su departamento. Asimismo, no podría destinar su departamento a otros fines que no
sean los habitacionales, lo mismo que debiese ocurrir para el caso de arrendar su
propiedad, o que en caso de arrendarla sea siempre por períodos mayores a 7 días, y en
su caso, de ser por lapsos inferiores a 30 días, los arrendatarios no podrían contar con el
uso de espacios comunes como la piscina, estacionamientos de visitas, etc. Que a lo
anterior, hay que sumar el hecho de que el incumplimiento de dichas normas implicaría
la facultad de que dicho comité podría sancionarla con multas de hasta 3 Unidades
Tributarias Mensuales.
Funda su recurso en la imposibilidad que tiene dicho comité para limitar su
propiedad por sobre los límites legales; que dicha cuestión conculca la garantía y derecho
a la propiedad consignado en el art. 24 N° 19 de la Constitución Política, que en definitiva
conserva y protege la propiedad tanto en su uso, goce y disposición, no encontrándose
norma alguna en la Ley N° 19.537 que permita a ese comité arrogarse tales facultades,
que le perjudican, solicitando en suma que se acoja el recurso y se ordene al comité dejar
sin efecto dichas modificaciones, con expresa condena en costas.

2.- Informando el recurso el representante del Comité de Administración, afirma que el


condominio cuenta con un reglamento de copropiedad y con un reglamento interno,
siendo efectivo que se han planteado propuestas, pero que debe tenerse en
consideración: i) que el antiguo artículo [del reglamento interno] hacía alusión a las
mismas prohibiciones gráficas y estéticas, esto es, la imposibilidad de colgar letreros y
cosas del tenor [de lo indicado] en las terrazas y ventanas; ii) en cuanto a las otras
prohibiciones, debe tenerse en consideración que [ello] es en miras a la gran rotación que
se genera con arriendos de departamentos por tiempos breves; [por eso es] que se
desarrolla en la forma propuesta para evitar inconvenientes a los residentes y [obtener]
la baja de los gastos comunes del edificio. Afirma que si bien el derecho de propiedad
debe ser respetado, también éste cede frente a consideraciones de la comunidad y que el
principal fin de las modificaciones es que los departamentos no sean utilizados para fines
comerciales, todas razones por las que solicita el rechazo con costas del recurso.

3.- Consigna seguidamente el fallo que se tiene como hechos indubitados en esta causa
de protección los siguientes:
a) Que la recurrente doña Clara (…) es dueña del departamento A-72 del piso 7° del
Edificio (…), del Condominio (…), circunstancia que, además de no ser impugnada,
aparece acreditada por certificado de dominio vigente que rola a fs. 2.
b) Que con fecha 17 de mayo de 2014, se llevó a cabo una Asamblea Ordinaria de
Copropietarios del Condominio, acto en el cual se acordó modificar los arts. 25, 33 y 37

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 186
del Reglamento Interno, cuya acta fue reducida a escritura pública con fecha 12 de agosto
de 2014.
c) Las modificaciones consisten en lo siguiente: en el art. 25, se previene que las fachadas
(muros, terrazas y ventanas) deberán permanecer siempre despejadas, estando prohibido
colocar letreros de cualquier tipo, tender ropa desde las ventanas, pegar autoadhesivos u
otros elementos en los vidrios; en el art. 33, se establece que los departamentos sólo
podrán ser dados en arrendamiento por períodos no inferiores a 7 días; en el art. 37, se
dispone que los arrendatarios temporales, por menos de 30 días, están excluidos del uso
de las áreas comunes, piscinas, quincho, sauna, salas de uso múltiple, sala de pool y
estacionamientos de visitas.
d) Que existe un Reglamento de Copropiedad, otorgado por escritura pública de fecha 30
de junio de 2005, que rige la comunidad, cuyo art. 24 trata de las prohibiciones y en el
que, en la letra k), se dice: “colocar en las fachadas, pasillos o en otros espacios comunes,
propaganda, letreros u otros objetos que alteren o afecten la estética del Condominio”. A
su vez, en el literal iii) del mismo artículo se prohíbe destinar el departamento a usos
comerciales o públicos, tales como: oficina, taller, fábrica, industria, casa de pensión u
hospedaje, o apart-hotel.

4.- Señala la Corte que a través del recurso se cuestiona la constitucionalidad y legalidad
de las disposiciones ya referidas y que se contienen en el nuevo Reglamento Interno, por
considerarse por parte de la actora que a través de ellas se vulnera su derecho de
propiedad, imponiendo limitaciones injustificadas al ejercicio de dicho derecho de
propiedad.

5.- Que por su parte, la recurrida –administradora del condominio-, sostiene que las
normas acordadas incorporar en el Reglamento Interno se han hecho efectivas en virtud
de lo que dispone el art. 21 de la Ley N° 19.537, disposición que faculta dictar normas que
faciliten el buen orden y administración del condominio, como asimismo imponer las
multas contempladas en el Reglamento de Copropiedad a quienes infrinjan las
obligaciones impuestas por dicho instrumento y por la ley de Copropiedad. En este
sentido, se alega que el Reglamento Interno que denuncia como ilegal la recurrente, sólo
reproduce la normativa que se contiene en el Reglamento de Copropiedad, el cual es
conocido y aceptado por los propietarios al momento de adquirir un departamento.

6.- Expresa acto seguido el fallo de la Corte, entrando a revisar el fondo del asunto y
acogiendo finalmente el recurso en votación dividida:
a) Que el derecho de propiedad está reconocido en el art. 19 N° 24 de la Constitución,
norma en cuyo inc. 2° se señala que sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la
propiedad, de usar, gozar y disponer de ella, y las limitaciones y obligaciones que deriven
de su función social.
b) Que atendiendo al precepto constitucional ya citado, se colige, de acuerdo a nuestro
régimen jurídico, que sólo por ley puede limitarse el ejercicio del derecho de dominio, lo
que no obsta a que tales limitaciones también puedan legítimamente existir por acto
voluntario del propietario que acceda a las restricciones de su propio dominio y ello en

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 187
virtud del principio que consagra el art. 12 del Código Civil, y según el cual podrán
renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés del
renunciante y no esté prohibida su renuncia.
c) Que de acuerdo a lo anterior, las limitaciones al ejercicio del derecho de dominio sólo
pueden tener como fundamento la ley o bien la propia voluntad que, como en el caso de
la especie, se manifiesta en el Reglamento de Copropiedad que el adquirente de un
departamento tiene a la vista al momento de comprar.
Así, en el caso de un condominio -sin perjuicio de lo que disponga la ley-, sólo
serán legítimas las restricciones que hayan estado contenidas expresamente en el
Reglamento de Copropiedad vigente al momento de la compra del departamento,
quedando radicados los derechos del propietario en forma permanente e inalterable al
momento de la adquisición, sin que con posterioridad pueda menoscabarse la extensión
de las facultades, si no es por su propia aceptación.
d) Que lo que dispone el art. 33 del Reglamento Interno –en cuanto a que no podrá
arrendar por períodos inferiores a siete noches-, ello importa una obvia limitación a las
facultades del dominio que consagra el art. 582 del Código Civil, y esa restricción no
aparece –al menos explícitamente- contemplada en el Reglamento de Copropiedad en
cuyo cuerpo normativo sólo se alude, en el art. 24°, que los departamentos no podrán ser
destinados a apart-hotel, lo que no puede interpretarse como una limitación a la facultad
de arrendar que asiste al propietario del departamento.
e) Que el Reglamento Interno –en cuanto en su art. 37 excluye el uso de las áreas
comunes a los arrendatarios temporales por términos inferiores a 30 días- aparece
estableciendo limitaciones adicionales que no contemplaba el Reglamento de
Copropiedad, de tal manera que ellas resultan injustificadas.
f) Que asimismo se observa que el art. 25 del Reglamento Interno, señala que “está
prohibido colocar letreros de cualquier tipo”, prohibición que excede lo que sobre la
materia previene el art. 24 del Reglamento de Copropiedad, el cual sólo refiere la
prohibición para colocar en las fachadas, pasillos o en otros espacios comunes
propaganda, letreros u otros objetos que alteren o afecten la estética del Condominio. En
efecto, este último artículo está referido exclusivamente a las fachadas “o en otros
espacios comunes”, de lo que no puede colegirse que ello autorice prohibir letreros como
“se arrienda”, en la ventana del departamento, siempre y cuando ese cartel tenga una
forma y presentación adecuada y compatible con la estética del edificio.
g) Que de lo razonado anteriormente, se concluye que las normas ya indicadas –arts. 25,
33 y 37 del Reglamento Interno del Condominio- incorporan o establecen limitaciones al
legítimo ejercicio del derecho de dominio que asiste a la recurrente, por cuanto ellas
trascienden y exceden la normativa prevista en el Reglamento de Copropiedad que la
propietaria implícitamente aceptó al adquirir el departamento y por ende, ese
Reglamento Interno –en la normativa pertinente a este recurso- supone un menoscabo
injustificado al ejercicio del derecho de propiedad, lo que corresponde ser reparado por
esta vía de protección, razón por la cual el presente recurso será acogido.
h) Por estas consideraciones, disposiciones citadas y especialmente lo previsto en los arts.
19 N° 24 inc. 2° y 20 de nuestra Constitución Política, art. 582 del Código Civil y art. 9 del
Reglamento de la Ley N° 19.537, se acoge el recurso de protección deducido por doña

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 188
Clara (…) y, como medida de restablecimiento del imperio del derecho, se declara que la
Administración del Condominio (…), estará impedida de: i) Limitar el período por el cual la
recurrente pueda arrendar el departamento de su propiedad; ii) Impedir o restringir a los
arrendatarios de la recurrente el uso de los espacios comunes, a que tiene acceso
normalmente un propietario, como piscina, quincho, sauna, sala de uso múltiple, sala de
pool y estacionamiento de visitas; iii) Impedir colocar letreros en las ventanas de su
departamento, siempre que ellos, por su forma y presentación, no afecten la estética del
edificio.
i) Acordada con el voto del Ministro Sr. Alejandro García Silva, quien fue de opinión de
rechazar el recurso, en lo que se refiere a la prohibición de instalar carteles en las
ventanas, letreros de cualquier tipo, pegar autoadhesivos u otros elementos en los
vidrios, atendido a que de acuerdo al reglamento de copropiedad vigente a la fecha de
compra del departamento por parte de la recurrente, en su art. 24 letra k) le estaba
expresamente prohibido colocar en la fachada del edificio propaganda, letreros u otros
objetos que alteren o afecten la estética del condominio, que es lo que por el art. 25 del
Reglamento Interno nuevamente se prohíbe.

Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, integrada por


los Ministros Sra. Rosa Aguirre Carvajal, Sr. Alejandro García Silva y el Abogado Integrante
Sr. Pedro Arraztoa Ancízar. Redacción del Sr. Arraztoa y el voto de minoría, en lo
pertinente, de su autor.

31.- Sentencia de la Corte Suprema de 21 de noviembre de 2016, autos Rol N° 40.605-


2016.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 31 de la Ley N° 19.537; arts. 1, 19 N° 2 y N° 24, de la
Constitución Política de la República.

Materia: exigencias contenidas en Reglamento de Copropiedad, respecto al nivel o


calidad de las construcciones que se emplacen al interior del condominio son
discriminatorias y por ende vulneran garantía constitucional de igualdad ante la ley, si las
primeras no responden a parámetros objetivos y comprobables.

1.- Comparece doña Luz (…), quien recurre de protección en contra del Comité de
Administración de (…). Expone que el 1 de diciembre de 2015 adquirió un inmueble en el
Condominio (…), camino a Santa Juana, sector rural. Como el inmueble no tenía
construcción, contrató con la empresa constructora (…) una vivienda que sería instalada
en su propiedad y a la que le haría algunas transformaciones para adecuarla a sus
intenciones. Pagó por la casa y el inmueble un total de $43.500.000.-, sin contar las
terminaciones y adecuaciones. El 15 de marzo de 2016, el representante de Aguas
Mitrinhue le extendió certificado por el cual se le aprueban los antecedentes entregados
por el proyectista respecto de su propiedad. Asimismo, el 19 de febrero de 2016, se
emitió por la Dirección de Obras de la Municipalidad de Coronel el certificado de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 189
informaciones previas, y el 20 del mismo mes, y luego de meses de haber adquirido la
propiedad, recibió un correo de doña Constanza (…), representante del comité recurrido,
en el que se le indica que su vivienda “no guarda armonía con el entorno, nivel y calidad
del condominio” y por ello impiden el ingreso de la constructora, para levantar su casa.
A juicio de la recurrente, el actuar del comité constituye una discriminación, ya
que en un sector rural se le exige un nivel en armonía con el entorno, y este entorno es
totalmente rural. Por último, le exigen que su casa esté acorde con la calidad del
condominio, sin saber a qué calidad se refieren.
Sostiene que los recurridos, al negar la construcción de su casa, conculcan las
garantías constitucionales señaladas en el art. 19 N° 24 de la Constitución Política del
Estado, esto es, el derecho de propiedad, el derecho de igualdad ante la ley, ya que por
motivos sociales, económicos y/o culturales le otorgan un trato discriminatorio,
excediendo de los derechos y garantías constitucionales que deben ser respetados por
todos, sea cual fuere su estirpe o condición.
Manifiesta además, que se ha conculcado el derecho a su honra y a la de su
familia, al discriminarlos por una casa de $43.500.000.-, ya que al parecer debe construir
una casa de $100.000.000.- para dar el gusto a los vecinos y mantener el dañino
“arribismo” en que muchas personas viven.
Añade que se ha transgredido el derecho al debido proceso, señalado en el art. 19
N° 3, inc. 4°, de la Constitución Política, ya que por vías de hecho la recurrida impidió que
construya su casa, no obstante que se le autorizó la factibilidad del agua y se le entregó
por la Municipalidad de Coronel el Certificado de Informaciones Previas.
Agrega que los recurridos están ejerciendo una autotutela, haciéndose justicia por
su propia mano, al impedir que construya su casa amparados por acuerdos privados que
le hicieron llegar casi cinco meses después de comenzar sus trámites de construcción.
Termina solicitando se acoja el recurso, disponiendo que la recurrida debe
abstenerse de impedir de cualquier forma y hacer cesar de inmediato cualquier acto que
impida a la recurrente construir su casa, levante paneles y realice todas las conexiones
que correspondan, sin perjuicio de otras acciones que pueda hacer valer y demás
resoluciones que adopte esta Corte, con costas.

2.- A fs. 81, doña Margarita (…), informa que el 19 de abril (no precisa año), el Comité de
Administración de (…) sostuvo una reunión con la recurrente y su cónyuge, con el objeto
de informarle que el Proyecto de Arquitectura presentado al Comité se rechazaba, debido
a que no cumplía con el art. 55 letra f) del Reglamento de Copropiedad vigente.
Admite que la recurrente compró un sitio ubicado en la manzana 5, lote 10 del
condominio antes señalado, por lo que es copropietaria del mismo.
Hace presente que se trata de un Condominio Tipo B, que se encuentra acogido a
las disposiciones de la Ley N° 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria, cuyo plano de
urbanización, certificado de recepción de urbanización, certificado de copropiedad
inmobiliaria y plano de copropiedad, se encuentran agregados bajo los números 1 y 2, al
final del Registro de Propiedad, Sección Especial Ley de Copropiedad Inmobiliaria, del año
2002, del Conservador de Bienes Raíces de Coronel, así como el Reglamento de
Copropiedad vigente y sus respectivas modificaciones. Todos estos antecedentes se

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 190
encuentran especificados en la escritura de compraventa del sitio, de propiedad de la
recurrente, en la que se expresa que la parte compradora declara conocerlos y aceptarlos
en su integridad.
De igual modo, sostiene que los certificados de informaciones extendidos por la
Municipalidad de Coronel respecto de los sitios al interior del condominio y de los
aledaños a éste, señalan que la zona es urbana y no rural.
Indica que es efectivo que el sitio adquirido por la recurrente se encuentra sin
construcción y que realizó la compra de una vivienda prefabricada modelo Vichuquén en
febrero de 2016 y que en marzo presentó el proyecto de arquitectura para la aprobación
del comité de administración.
Expresa que el Reglamento de Copropiedad que rige al Condominio, en su art. 55
letra f), contiene la obligación por parte de los copropietarios de presentar los proyectos
de arquitectura al Comité de Administración, el cual extiende un certificado a la
Municipalidad informando su aprobación, el que junto a otros requisitos dan paso al
Permiso de Edificación extendido por la Municipalidad. En consecuencia, la presentación
del proyecto es previa a la compra y/o construcción de una vivienda.
Señala que el certificado extendido por el representante de Aguas Mitrinhue se
refiere a la factibilidad de conexión a la red de agua potable, pero no al proyecto de
arquitectura. También aduce que el certificado de informaciones previas que otorga el
Municipio no constituye un permiso de edificación.
Niega haber incurrido en acto discriminatorio respecto de la recurrente, puesto
que ella presentó el proyecto arquitectónico de la vivienda en el mes de marzo, el que
fue examinado por el comité y fue llevado a la asamblea ordinaria de copropietarios el 30
de marzo de 2016, y en ella se manifestó un rechazo general de los asistentes al
mencionado proyecto. En razón de lo anterior el 1 de abril último el administrador del
condominio envió el correo electrónico a la recurrente informándole del rechazo.
Informa que el 5 de abril de 2016 se reunió el comité con la recurrente y el
cónyuge de ésta. En dicha reunión la recurrente aseveró no tener conocimiento del
Reglamento de Copropiedad. Luego de explicarle la situación, acordaron que ella
realizaría modificaciones al proyecto, lo que hizo, cambiando el material del tejado, pero
la casa continuó siendo prefabricada de 70 metros cuadrados, asentada sobre apoyos de
hormigón, no contando con radier en su base, dejando un vacío entre el suelo y la base
de la vivienda, de modo que no cambió sustancialmente el diseño.
Agrega que el 19 de abril se citó a reunión a doña (…) y su cónyuge para
informarles respecto de la decisión finalmente tomada por el Comité de Administración,
explicándole que con las modificaciones presentadas, el diseño de la vivienda no cambia
sustancialmente y que la negación al proyecto no es debido a que su casa es de madera,
sino exclusivamente al diseño de esta, ya que continúa siendo una casa prefabricada
básica con techumbre a dos aguas y sin base de radier de hormigón. Se le informa
además que no se le restringe de presentar un nuevo proyecto en el corto o mediano
plazo y que el actual no es precedente de uno futuro.
Finalmente señala que no existen garantías constitucionales conculcadas y solicita
el rechazo del recurso en todas sus partes, con costas.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 191
3.- Expresa en su sentencia la Corte de Apelaciones de Concepción:
a) Que, en el caso de que se trata, se ha pedido por la recurrente, que esta Corte
disponga que el Comité de Administración del Condominio (…) se abstenga de impedir de
cualquier forma, y [disponga también] el cese inmediato de cualquier acto que impida a
Luz (…) construir su casa, levantar paneles y realizar las conexiones que corresponda.
b) Se sostiene en el recurso, que la recurrente compró mediante escritura pública de 1 de
diciembre de 2015, el Lote N° 10 de la manzana 5 del Condominio (…), en la suma de
$30.000.000.-
c) El señalado inmueble carecía de vivienda, por lo que la recurrente compró en
$13.500.000.- una casa prefabricada el 9 de febrero de 2016, que sería instalada en el
sitio antes mencionado.
d) Sin embargo, el 20 de abril último, la representante del Comité recurrido le comunicó
por correo electrónico que en reunión del Comité de Administración, se acordó rechazar
la instalación de una vivienda adquirida por la actora, porque el proyecto no cumple con
las condiciones establecidas por el art. 55 letra f) del Reglamento Interno vigente, que
establece que “los proyectos de arquitectura deberán guardar armonía con el entorno,
nivel y calidad del condominio”. Así, por tratarse de una casa prefabricada básica, no
guarda concordancia con el nivel y la calidad de las viviendas actualmente construidas
dentro del condominio. La asamblea ordinaria de copropietarios, también manifestó su
rechazo al referido proyecto.
e) Que informando la recurrida afirmó, en síntesis, que el citado art. 55 letra f) establece
que “Los proyectos de arquitectura deberán guardar armonía con el entorno, nivel y
calidad del condominio; todo propietario que deseare construir o instalar una vivienda,
deberá obtener la visación del proyecto por el Comité de Administración (…) quienes
podrán hacer las observaciones que fueren pertinentes para resguardar lo anterior; las
viviendas que se construyan y sus anexos, no podrán consultar la instalación de cubiertas
o techumbres de acero galvanizado o de zinc; como tampoco de tipo ondulado de
cualquier material”.
f) Que en la escritura de compraventa citada, se dejó expresa constancia en la cláusula
quinta, que “La compradora declara conocer y aceptar la existencia de un Reglamento de
copropiedad como de su modificación y que grava a la propiedad vendida en este acto”.
g) Que del documento que rola a fojas 62 titulado “Condominio (…) Reglamento de
Copropiedad”, según escritura pública de 15 de febrero de 2001 inscrita en el
Conservador de Bienes Raíces de Coronel (…); modificado según escritura pública de 28
de junio de 2002, inscrita en el mismo Conservador (…), se precisa que éste tiene el
carácter de obligatorio para toda persona natural o jurídica que adquiera alguna de las
unidades del condominio y para sus sucesores en el dominio y para toda persona a quien
el propietario conceda su uso o goce, o que los ocupe a cualquier título.
Y en su art. 55 letra f) se consigna la norma transcrita, que sirvió de fundamento
para no aceptar el proyecto arquitectónico presentado por la recurrente al comité de
administración del condominio.

4.- Agrega el fallo que la Ley N° 19.537 dispone en su art. 28: “Los copropietarios de un
condominio deberán acordar un reglamento de copropiedad con los siguientes objetos:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 192
a) Fijas con precisión sus derechos y obligaciones recíprocos; b) Imponerse las
limitaciones que estimen convenientes (…)”.
En su art. 31, manda: “Los propietarios que se sientan afectados por disposiciones
del reglamento de copropiedad del condominio, por estimar que ha sido dictado con
infracción de normas de esta ley o de su reglamento, o que contiene disposiciones
contradictorias o que no corresponden a la realidad de ese condominio o de manifiesta
arbitrariedad en el trato a los distintos copropietarios,108 podrán demandar ante el
tribunal que corresponda de acuerdo a los artículos 33 y 34 de esta ley, la supresión,
modificación o reemplazo de las normas impugnadas”.

5.- Que, de los argumentos dados tanto por la recurrente como por la recurrida, así como
de la documentación que se ha citado precedentemente, como de la normativa atingente
a esta materia, permiten concluir que la presente, no es la vía idónea para resolver las
peticiones de la actora.
En efecto, el recurso de protección de garantías constitucionales está destinado a
conceder el amparo que el afectado solicita, respecto de derechos fundamentales,
preexistentes e indubitados, pero no respecto de aquellos en que existe controversia.

6.- Agrega el fallo de la Corte de Concepción que, en efecto, de los hechos que motivaron
la interposición del presente recurso, se desprende que la supuesta vulneración de
derechos que acusa la actora, tiene su origen en el contrato de compraventa del terreno,
en el que se da por establecido que conoce y acepta el Reglamento de Copropiedad que
grava el inmueble que compró,109 y que ahora tilda de arbitrario, conforme al cual, cada
propietario que desee construir una vivienda dentro del condominio, debe presentar
previamente el proyecto arquitectónico al Comité de Administración, para su visación,
110
para “resguardar la armonía con el entorno, nivel y calidad del condominio”.
Visación (sic) que a la actora le fue denegada por las razones que se indicaron en
esta sentencia.
Lo anterior implica, que mientras la recurrente califica la vivienda que desea
instalar en su terreno, como apropiada para el lugar, el comité recurrido, estima
precisamente lo contrario, y por tal razón, de acuerdo a las facultades que el Reglamento
le otorga y que, valga la redundancia, la recurrente afirmó expresamente, conocer y
aceptar, le deniegan la visación (sic) pedida.

7.- Que, en consecuencia, la controversia antes expuesta excede los límites de esta acción
constitucional de amparo y no puede ser empleada como sustituto jurisdiccional como
pretende la recurrente, para decidir acerca de la instalación de una casa prefabricada,
dentro del condominio sujeto al régimen de copropiedad inmobiliaria.

8.- Que, atendido lo reflexionado en los motivos precedentes, resulta innecesario entrar
al análisis de las garantías constitucionales que se dicen vulneradas.
108
El subrayado está en el fallo.
109
El subrayado está en la sentencia.
110
En cursivas en el fallo.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 193
Redactó la Ministra Sra. Valentina Salvo Oviedo. Integró también la Sala el
Abogado Integrante Sr. Hugo Tapia Elorza. No se indica tercer integrante.

9.- En contra de esta sentencia, la parte recurrente dedujo recurso de apelación.


Conociendo del mismo la Corte Suprema, expresa ésta en su fallo:
a) Después de referirse a los hechos de la causa, la Corte Suprema reproduce el tenor del
art. 55 del Reglamento de Copropiedad, que sirve de fundamento para negar la
autorización al proyecto arquitectónico de la recurrente. Agrega seguidamente la Corte
Suprema que, como primer alcance, debe desde ya anotarse que en parte alguna de la
disposición en comento, que es aquella en que se asila la recurrida para justificar su
actuación, se excluye la construcción de viviendas prefabricadas al interior del
condominio.
b) Consigna el fallo que sin perjuicio que el Reglamento en cuestión fue expresamente
aceptado por la recurrente al comprar su inmueble, no puede soslayarse que las
expresiones “entorno”, “nivel” y “calidad” empleadas en la prohibición descrita en la letra
f) del art. 55 son de contenido esencialmente subjetivo y, por lo mismo, expuestas a la
interpretación que la Administración o el Comité de turno quieran impregnarles.
c) Que, según el Diccionario de la Real Academia Española, la voz entorno dice relación
con “ambiente, lo que rodea”, “conjunto de características que definen el lugar y la forma
de ejecución de una aplicación”. Por su parte, nivel se define como “categoría, rango”; y
calidad como “propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten
juzgar su valor”.
d) Que, las anteriores, son todas acepciones que denotan que, para que la interpretación
actual de las mismas no sea discriminatoria y, consecuencialmente, arbitraria, la
integración de su contenido requiere de referente o parámetro objetivo y anterior a
partir del cual se pueda concluir –en forma racional- que una cosa cumple o incumple con
el “entorno, nivel y calidad”, referente o parámetro que, en la especie, no ha sido
aportado por quien lo ha invocado. En efecto, sólo la recurrente ha entregado evidencias,
inobjetadas de contrario, acerca de las características de las viviendas y del Condominio
(…) mediante las fotografías que adjuntó a su presentación de 3 de mayo de 2016, de las
que no es posible inferir las condiciones que la recurrida intenta atribuirles a éstas, lo que
denota los primeros indicios de discriminación que la recurrente les imputa.
e) Que junto con lo anterior, lo que resulta en definitiva decidor acerca del asunto, son
los términos que expone la propia recurrida en su informe y relativos a las explicaciones
que se le proporcionaron a la recurrente en la reunión que con ella sostuvo el Comité de
Administración el día 19 de abril del año en curso, oportunidad en la que se le explicó que
la negativa a aprobar el diseño de la vivienda, luego de las modificaciones introducidas
por la propietaria a instancias de dicho Comité, no decían relación con la circunstancia
que la vivienda sea de madera sino “exclusivamente al diseño de ésta: continúa siendo
una casa prefabricada básica con techumbre de dos aguas y sin base de radier de
hormigón”, agregándose más adelante que “las viviendas ya construidas y en proceso de
construcción en Condominio (…) presentan una superficie ‘desde’ 120 metros cuadrados,
con avalúo comercial ‘desde’ 3.500 unidades de fomento”, asertos que ponen de relieve –

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 194
y en toda su extensión- la efectividad de la actuación arbitraria denunciada, y que
aparece reforzada con lo expuesto por la Sra. Constanza (…) en correo electrónico
remitido a la recurrente el día 20 de abril de este año en el sentido que, de acuerdo a lo
conversado en reunión sostenida el día anterior, el proyecto presentado por la recurrente
es “respecto de una casa prefabricada básica que no guarda concordancia con el nivel y la
calidad de las viviendas actualmente construidas dentro del condominio”, aspecto, este
último, que, como se adelantó, no ha sido demostrado por la recurrida.

10.- En su parte resolutiva, señala la sentencia de la Corte Suprema:


a) Que, lo anterior, es bastante para acoger el presente arbitrio de protección toda vez
que las explicaciones ofrecidas por la recurrida para no aprobar el proyecto de
arquitectura y, por consiguiente, la construcción de la vivienda adquirida por la
recurrente para ser emplazada al interior de un inmueble de su propiedad, asilado en lo
dispuesto en el art. 55 letra f) del ya citado Reglamento de Copropiedad, lesionan –qué
duda cabe- el principio de igualdad y del que emana la proscripción de toda forma de
discriminación, principio que la doctrina nacional coincide constituye uno de los pilares
conceptuales y bases del ordenamiento constitucional chileno y consagrado, a nivel
constitucional, a partir de la frase inicial contemplada en el art. 1° de la Constitución
Política de la República (“Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”) y
elevado a rango de garantía constitucional en el numeral 2 del art. 19 de la Carta
Fundamental, toda vez que es claro que, en la especie, se está en presencia de una
diferencia de trato que carece de una justificación admisible, lo que torna en arbitraria la
actuación de la recurrida.
b) Que lo establecido en el art. 31 de la Ley N° 19.537 no es bastante para hacer variar lo
concluido, pues la constatación flagrante de la violación de la garantía constitucional en
los términos expuestos, es precisamente una de las hipótesis que obligan a la judicatura a
actuar prontamente otorgando la protección urgente que requiere la vulneración
ostensible de una garantía constitucional, velando por la restitución del statu quo que la
Constitución Política de la república garantiza, y sin perjuicio del ejercicio de otras
acciones y derechos.
c) Por estas consideraciones y de conformidad asimismo con lo que disponen el art. 20 de
la Constitución Política de la República y el Auto Acordado de la Corte Suprema sobre la
materia, se revoca la sentencia apelada de 13 de junio último y, en su lugar, se acoge, sin
costas, el recurso de protección deducido por doña Luz (…) y, en consecuencia, se ordena
a la recurrida hacer cesar los actos que impiden a la recurrente construir su casa en el
inmueble de su propiedad, según el proyecto previamente advertido por ella. En
consecuencia, la recurrente podrá presentar su proyecto de construcción directamente
en el Departamento de la municipalidad respectiva para su evaluación.
d) Se previene que el Ministro Sr. Brito sostiene que los hechos establecidos afectan el
pleno ejercicio del derecho de propiedad relativo al bien raíz de que se trata, pues las
exigencias formuladas al proyecto de construcción son arbitrarias, esto es, carentes de
fundamentos reales y probados, toda vez que los motivos del impedimento para construir
no son verificables, más aún cuando se sustentan en supuestos conflictos con el

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 195
“entorno”, “nivel” y “calidad” de las demás construcciones, criterios que son
enteramente discutibles.

Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros Sres.
Sergio Muñoz G., Haroldo Brito C., Sra. María Eugenia Sandoval G., Sr. Carlos Aránguiz Z. y
Sr. Manuel Valderrama R. Redacción a cargo de Ministro Sr. Aránguiz y la prevención de
su autor.

32.- Sentencia de Apelaciones de Santiago de 11 de abril de 2012, autos Rol N° 5.549-


2012.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 5 de la Ley N° 19.537; y art. 19 N° 3, inc. 4° y N° 24 de la
Constitución Política de la República.

Materia: no procede disponer suspensión de suministro eléctrico a consecuencia de no


haberse pagado el daño causado a un bien común del condominio, pues esta situación no
está contemplada en el apremio contemplado en el art. 5 de la Ley N° 19.537.

1.- Comparecen don Felipe (…) y doña Valentina (…), quienes deducen acción de
protección en contra del Comité de Administración de la Galería Comercial Edificio Portal
Lyon, por el acto que estiman arbitrario e ilegal, consistente en que la recurrida habría
procedido a cortar la luz del local comercial que arriendan, pese a encontrarse el día en el
pago de los gastos comunes.
Fundan su acción en el hecho que con fecha 17 de febrero de 2012 recibieron una
carta suscrita por la Administradora y el Presidente del Comité de Administración, dando
cuenta que debían por concepto de gasto común la suma de $225.554.-, correspondiente
a los meses de noviembre y diciembre de 2011 y enero de 2012, pese a que su parte
consignó dichas sumas en la Tesorería General de la República, atendida la negativa de la
recurrida a recibir los pagos en la oficina de Administración, hecho que además reconoce
en la misiva que le fue remitida.
Estiman, en consecuencia, que el actuar de la recurrida vulnera sus derechos
constitucionales establecidos en los números 2, 21 y 24 del art. 19 de la Constitución
Política de la República, por lo que en definitiva solicitan se acoja el presente recurso de
protección, ordenando a la recurrida que se abstenga en su accionar arbitrario e ilegal,
ordenándole la reposición inmediata del suministro eléctrico, con expresa condenación
en costas.

2.- Que evacuando informe la recurrida, señala en primer término que el recurso carece
de todo fundamento, tanto en los hechos como en el derecho, haciendo especialmente
presente un episodio ocurrido con fecha 16 de junio de 2011, y en el cual, y dado un
confuso incidente protagonizado en el ascensor del edificio, el recurrente Felipe (…),
procedió a causar graves daños al mismo, y cuyo monto de reparación asciende a

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 196
$996.240.-, los que no han podido ser cargados bajo el concepto de gastos comunes, sin
perjuicio de haberse acordado seguir la correspondiente acción civil en su contra.
Sostiene que ha sido éste el motivo por el cual el recurrente señalado no ha
comparecido hasta las oficinas de la Administración, con la finalidad de cancelar los
gastos comunes adeudados, y que con su actitud sólo busca evitar se efectúe el cobro
verbal de los daños ocasionados al ascensor.
Manifiesta que así las cosas, nunca existió la real voluntad del referido recurrente
en orden a cancelar los gastos comunes cobrados, pues ni siquiera intentó hacerlo por
medio de otra persona (lo que es de usual ocurrencia), o a través del procedimiento que
el Tribunal de Policía Local tiene contemplado para ello.
En cuanto a las consignaciones efectuadas en la Tesorería General de la República,
señala la recurrida que las mismas constituyen un procedimiento ajeno a las normas del
pago previstas en el art. 1568 y demás pertinentes del Código Civil, por cuanto ni siquiera
ha existido una oferta de pago, y que con ello sólo se pretende sobrecargar las gestiones
de la Administración, lo que perjudica a toda la comunidad del Edificio.
Concluye señalando que su parte no ha cometido acto arbitrario e ilegal alguno,
sino que por el contrario, ha sido el recurrente quien se ha rehusado a realizar los pagos
en el lugar y de la forma estipulada en la ley de copropiedad, razón por la que su parte,
haciendo uso de la facultad que el art. 5 de la Ley 19.537 le entrega, procedió al corte de
energía eléctrica del local arrendado por el recurrente, por lo que en definitiva solicita se
rechace el presente recurso de protección.

3.- Expresa el fallo de la Corte de Apelaciones:


a) Que en la especie, del tenor del recurso queda de manifiesto que el acto impugnado
consiste en que los recurrentes señalan haber cancelado el total de los gastos comunes
que el recurrido les cobra, y por los cuales se habría procedido con fecha 17 de febrero de
2012 a emitir una carta que señala que en caso de no pago de los mismos, se procedería
al corte de la energía eléctrica, amenaza que se habría concretado el día 2 de marzo de
2012.
b) Que, por su parte, la recurrida señala haber hecho uso de la facultad legal
contemplada en el art. 5 de la Ley N° 19.537, que establece que en caso que el
reglamento de copropiedad lo autorice, y previo acuerdo del comité de administración,
se podrá suspender o requerir la suspensión del servicio eléctrico que se suministra a
aquellas unidades cuyos propietarios se encuentran morosos en el pago de tres o más
cuotas continuas o discontinuas de los gastos comunes.
c) Que, no obstante el pago por consignación al que hacen referencia los recurrentes no
aparece que se ajuste a las normas legales que regulan el mismo, por lo que éste no
surtiría sus efectos propios. Empero, consta en el proceso la carta enviada por la recurrida
y en la cual se otorga al recurrente Felipe (…) plazo de 10 días, tanto para la cancelación
de los gastos comunes, como para aquellos que se originaron por eventuales daños
causados al ascensor del edificio, bajo apercibimiento de cortarse la energía eléctrica el
día 28 de febrero de 2012.
d) Que, de esta manera, la recurrida ha excedido las facultades que la norma referida le
otorga, por cuanto ha incluido dentro de la sanción prevista en el art. 5 de la Ley N°

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 197
19.537, cobros por conceptos ajenos al de gasto común, como lo es la reparación de una
ascensor eventualmente dañado por el recurrente individualizado, el cual utilizó como
fundamento del apremio.
e) Que, en consecuencia, sólo es posible estimar que el actuar de la recurrida ha
vulnerado las garantías constitucionales establecidas en el art. 19 N° 3 inc. 4° y 24 de la
Constitución Política de la República, por cuanto la recurrida ha aplicado apremios
respecto de hechos que la ley no ha contemplado, razón por la cual el presente recurso
deberá ser acogido.
f) Por estas consideraciones, se declara que se acoge el recurso de protección deducido
en autos, y se le ordena a la recurrida Comité de Administración de la galería Comercial
Edificio Portal Lyon, que se abstenga de aplicar el apremio contemplado en el art. 5 de la
Ley N° 19.537, para obtener el pago de conceptos no correspondientes a gastos comunes
del Local (…), debiendo limitar la referida sanción a aquellos expendios estrictamente
establecidos en la ley, sin costas.

Pronunciada por la Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida por el


Ministro Sr. Mauricio Silva Cancino, Ministro (S) Sr. Humberto Provoste Bachmann y la
Abogado Integrante Sra. Claudia Schmidt Hott. No se indica redactor.

4.- La sentencia fue confirmada sin declaraciones, por fallo de la Corte Suprema de fecha
31 de mayo de 2012, dictado en los autos Rol N° 3.278-2012.

33.- Sentencia de Corte de Apelaciones de Iquique de 24 de julio de 2014, autos Rol N°


369-2015.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 8 y 33 de la Ley N° 19.537; y art. 19, números 2, 3 y 24 de
la Constitución Política.

Materia: conflicto suscitado por la prohibición de uso de estacionamiento a residente del


Condominio, debe ser resuelto por Juez de Policía Local.

1.- Comparece Varinia (…), con domicilio en Avenida (…), departamento N° 167-B, del
Edificio (…), Iquique, quien recurre de protección en contra del Comité de Administración
del Condominio (…). Refiere que el día 3 de junio de 2015, los conserjes del edificio le
comunican verbalmente que por orden del Administrador y del presidente del Comité de
Administración, se le prohibía el uso del estacionamiento N° 4, propiedad dependiente
del departamento en que reside, sin expresar razones, motivos o fundamentos de la
decisión. Además, le informaron que por orden del presidente del Comité de
Administración, colocaron un “traba-ruedas” en el vehículo estacionado, impidiendo su
circulación. Acto seguido, en su calidad de residente del Condominio, concurrió a
conversar y pedirle explicaciones a Jorge (…), Presidente del Comité de Administración,
preguntándole por qué, mediante “vías de hecho”, prohibía el uso del estacionamiento,
teniendo por respuesta que se le desconocía su calidad de residente del edificio,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 198
concediéndole un plazo de días, hasta el 11 de junio, para que acreditara propiedad
sobre el inmueble en el que habita.
Indica que nunca ha sido notificada por escrito de la decisión del administrador
y/o Comité de Administración, para poder ejercer los derechos de defensa en su calidad
de residente del Comdominio.
Manifiesta que el 12 de junio se produjo un episodio similar al descrito, y
nuevamente se le señaló que se le desconocía su calidad de residente del edificio.
En atención a lo señalado, indica que el acto ilegal y arbitrario específico contra el
cual recurre de protección lo constituye la prohibición de uso del estacionamiento N° 4,
propiedad dependiente del departamento 167-B, del Condominio –del cual tiene calidad
de residente- mediante las vías de hecho descritas, lo que vulnera a su vez las garantías
constitucionales de igualdad ante la ley; el derecho a no ser juzgada por comisiones
especiales; y el derecho de propiedad sobre toda clase de bienes, ya que no se han
expresado razones, fundamentos ni motivo alguno amparado en la Ley N° 19.537 y en su
Reglamento, ni en el Reglamento de Copropiedad ni en el Reglamento Interno de
Convivencia, ambos del Condominio.
En relación a la garantía del numeral 2 del art. 19 de la Constitución Política de la
República, señala que no existe finalidad constitucionalmente válida en la actuación del
Presidente del Comité de Administración para la prohibición del uso del estacionamiento,
propiedad dependiente del departamento en el cual la recurrente reside, pues se trata de
una diferenciación arbitraria, en circunstancias que debió justificar por qué decidió
prohibir el uso del estacionamiento, fundamentado en alguna norma legal, reglamentaria
o estatutaria interna, y en particular, en las normas contenidas en el Reglamento Interno
de Convivencia del Condominio, que establece la figura de residente como aquella
persona que vive en el edificio, sea propietario, arrendatario u ocupante a cualquier
título.
Alega también la vulneración de la garantía del art. 19 N° 3 de la Carta
Fundamental, esto es, la igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos y, en lo
particular, a no ser juzgado por una comisión especial, pues el ejercicio de su derecho a
usar el estacionamiento “propiedad del departamento en que reside” (sic) sólo puede
afectarse por una causa legal, debidamente comprobada, luego de un debido proceso, en
el que se haya permitido y garantizado a la recurrente el ejercicio de los derechos que
establece la Ley N° 19.537, su reglamento, el reglamento de copropiedad y el reglamento
interno de convivencia del Condominio, situación que no ha ocurrido en la especie.
En lo que dice relación con el derecho de propiedad, expresa que el acto ilegal y
arbitrario cometido por la recurrida, vulnera el derecho de la recurrente, toda vez que se
le prohíbe ejercer una de las facultades del dominio, a saber, “usar” el estacionamiento
propiedad del departamento que ocupa en calidad de residente.
En mérito de lo señalado, solicita que se adopten todas las medidas necesarias
para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección de sus derechos,
en especial, ordenar a la recurrida dejar sin efecto la prohibición de uso del
estacionamiento singularizado y abstenerse, en lo sucesivo, de toda vía de hecho que
impida el libre uso del mismo, con costas.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 199
2.- A fs. 30, se hizo efectivo el apercibimiento de la recurrida, prescindiéndose de su
informe.

3.- Seguidamente, el fallo, tras aludir a la naturaleza del recurso de protección como una
acción cautelar de amparo dirigido a proteger a la víctima de un acto u omisión ilegal o
arbitrario que le afecta, ya sea privando, perturbando o amenazando el ejercicio legítimo
de un derecho reconocido por la Constitución, expresa que de lo dicho, se colige que para
acoger la presente acción cautelar debe constatarse el carácter preexistente e indiscutible
del derecho afectado, condición que no se verifica en la especie.
En efecto, una vez examinados los dichos de la recurrente y analizados los
documentos que acompañaron las partes, en conformidad a las reglas de la sana crítica,
sólo es posible visualizar la discrepancia que presentan acerca de si la recurrente posee o
no algún título que la habilite para hacer uso del citado estacionamiento, del cual deriven
derechos subjetivos para su parte, no constituyendo derechos indubitados para efectos
de esta acción cautelar, y en dicha circunstancia, no puede llegar a constituirse en una
instancia de declaración de aquéllos, la que queda entregada a los Juzgados de Policía
Local, quienes conocen de las discrepancias suscitadas entre los copropietarios y el
Comité de Administración, conforme lo dispone el art. 8 [y el art. 33] de la Ley N° 19.537.
En consecuencia, no existe una acción arbitraria o ilegal que conculque un
derecho indiscutido y preexistente de aquellos cuyo imperio esta Corte debe proteger,
por lo que la presente acción ha de ser rechazada.

Pronunciada por la Corte de Apelaciones de Iquique, integrada por los Ministros


Srta. Mirta Chamorro Pinto y Sr. Erico Gatica Muñoz y Abogado Integrante Sr. Juan
Rebollo Zagal. No se indica redactor.

34.- Sentencia de Corte de Apelaciones de Santiago de fecha 4 de mayo de 2017, autos


Rol N° 23.256-2017.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 19 N° 2 de la Constitución Política de la República.

Materia: la controversia de autos radica en determinar si las multas incluidas en los


gastos comunes que se cobran a la recurrente constituyen gastos comunes al tenor de lo
que dispone la Ley de Copropiedad Inmobiliaria y su Reglamento, para luego examinar si
el acto anunciado en la carta que motiva la acción que se revisa, a saber corte de
suministro de agua caliente, se ajusta a los parámetros de legalidad y razonabilidad. Corte
concluye que el corte de suministro de agua caliente no vulnera ni amenaza el derecho
de propiedad del recurrente, como ha alegado en su libelo, pero sí la garantía
constitucional de igualdad ante la ley reconocida en el numeral dos del artículo 19 de la
carta fundamental, al aplicarle apremio fuera de los casos establecidos por la ley, creando
así una discriminación arbitraria respecto del resto de los residentes de la comunidad.

“VISTOS Y TENIENDO PRESENTE:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 200
PRIMERO: Que comparece don José Miguel Fuentes Pacheco, quien recurre de
protección en contra de los representantes legales de la Comunidad Parque
Sacramentinos II, por el acto que estima ilegal y arbitrario de constantemente cortar el
agua caliente y publicar en los ascensores a los residentes y comuneros que caen en
deuda de tres meses de gastos comunes, lo que lesiona su garantía constitucional del
artículo 19 Nº 24, en cuanto no puede gozar de todos los atributos del dominio sobre el
inmueble.
Manifiesta el recurrente que vive en el inmueble de la comunidad, en calidad de
arrendatario, y que la actuación denunciada es ilegal porque la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria no faculta a la administración del edificio para cortar el suministro de agua
caliente ni para publicar a los morosos. Conforme artículo 5, las únicas sanciones
aplicables son el pago de intereses, la indemnización de perjuicios eventualmente y la
suspensión del suministro eléctrico.
Pide que se acoja el recurso de protección, arbitrando las medidas pertinentes
para restablecer el imperio del derecho, específicamente, que se le restituya el agua
caliente.
SEGUNDO: Que informó la recurrida, a través de su administrador y representante legal,
quien expresó que el Reglamento de la comunidad permite cortar el agua caliente de los
residentes, en caso de mora en el pago de tres o más cuotas de gastos comunes, los que
incluyen agua caliente. El recurrente adeuda $747.377 por concepto de gastos,
incluyendo multas, suma que equivale a 25,5 meses, lo que pone en riesgo la estabilidad
económica de la comunidad. Asimismo, expresó que el Tribunal competente para
conocer de este asunto es el Segundo Juzgado de Policía Local de Santiago, órgano ante
el cual el recurrente ya dedujo querella infraccional.
TERCERO: Que el llamado recurso de protección se define como una acción cautelar de
ciertos derechos fundamentales frente a los menoscabos o detrimentos que se puedan
experimentar como consecuencia de acciones u omisiones ilegales o arbitrarias de la
autoridad o de particulares. Son presupuestos de esta acción cautelar: a) que exista una
acción u omisión ilegal o arbitraria; b) que como consecuencia de la acción u omisión
ilegal o arbitraria se prive, perturbe o amenace un derecho; y c) que dicho derecho esté
señalado como objeto de tutela en forma taxativa en el artículo 20 de la Constitución
Política de la República.
CUARTO: Que la controversia de autos radica en determinar si las multas incluidas en los
gastos comunes que se cobran a la recurrente constituyen gastos comunes al tenor de lo
que dispone la Ley de Copropiedad Inmobiliaria y su Reglamento, para luego examinar si
el acto anunciado en la carta que motiva la acción que se revisa, a saber corte de
suministro de agua caliente, se ajusta a los parámetros de legalidad y razonabilidad.
QUINTO: Que el artículo 2º de la Ley N°19.537, en su numeral 4, dispone lo que debe
entenderse por gastos comunes ordinarios, y de su contenido puede colegirse que son
gastos de esa índole, todos aquellos desembolsos que efectúa un miembro de la
comunidad y que contribuyen a la administración, mantención, reparación y de uso o
consumo de los bienes de dominio común. Por su parte en el N° 5 se indica que los gastos
comunes extraordinarios, son todos aquellos gastos adicionales o diferentes a los gastos
comunes ordinarios y las sumas destinadas a nuevas obras comunes. A su turno el

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 201
Decreto Nº 46, que aprueba el Reglamento de la Ley N°19.537, en su artículo 13, inciso
tercero, dispone categóricamente que son gastos comunes los señalados en los números
4 y 5 del artículo 2º de la ley.
SEXTO: Que, de otro lado, el artículo 7º de la referida ley, contempla la formación de un
fondo común de reserva para atender a reparaciones de los bienes de dominio común y a
otros gastos de la misma naturaleza, que se forma entre otros con el producto de las
multas.
SEPTIMO: Que de lo expuesto aparece que el propio legislador diferencia los gastos
comunes y las multas, pudiendo afirmarse que las multas no constituyen un gasto común,
tanto por no estar consideradas como tales en la ley, cuanto porque por su naturaleza no
representan un desembolso para contribuir a la administración, mantención y reparación
de los bienes de dominio común y, al contrario, constituyen una sanción pecuniaria que
se impone a un comunero o copropietario ante una infracción acreditada al Reglamento
que rige una determinada comunidad.
OCTAVO: Que la ley contempla sanciones, como ocurre en la Ley de Copropiedad
Inmobiliaria, solo en casos excepcionales y sobre la base de determinados supuestos, los
que deben interpretarse restrictivamente y no se ha materializado en este caso.
NOVENO: Que en el contexto descrito, el corte de suministro de agua caliente no vulnera
ni amenaza el derecho de propiedad del recurrente, como ha alegado en su libelo, pero sí
la garantía constitucional de igualdad ante la ley reconocida en el numeral dos del
artículo 19 de la carta fundamental, al aplicarle apremio fuera de los casos establecidos
por la ley, creando así una discriminación arbitraria respecto del resto de los residentes
de la comunidad.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto por el artículo 20 de la
Constitución Política de la República y Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema sobre
la materia, se acoge el recurso de protección deducido don José Miguel Fuentes Pacheco,
solo en cuanto se declara que el corte de suministro de agua caliente es ilegal y arbitrario,
dejándose sin efecto.
Regístrese y archívese, en su oportunidad.
N°Protección-23256-2017.
Pronunciada por la Primera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida
por el ministro señor Carlos Gajardo Galdames e integrada, además, por el ministro señor
Leopoldo Andrés Llanos Sagristá y la abogado integrante señora María Cecilia Ramírez
Guzmán”.

35.- Sentencia de la Corte Suprema de fecha 13 de junio de 2017, autos Rol N° 10.388-
2017.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: artículos 19 N°3 y N° 24 de la Constitución Política de la
República; artículos 32, inc. 3° y 36, inc. 5° de la Ley N° 19.587.

Materia: sanciones por infracción al Reglamento de Copropiedad deben ser aplicadas por
el Juzgado de Policía Local y no por el Comité de Administración.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 202
Por fallo de fecha 13 de marzo de 2017, la Primera Sala de la Corte de Apelaciones
de Santiago rechazó recurso de protección interpuesto en contra en contra de la
Comunidad Edificio Hernán Cortés N° 2675. Expresa esta sentencia:

“Vistos:
Primero: Que don Roberto Vega Veliz, deduce recurso de protección en contra de la
Comunidad Edificio Hernán Cortés N° 2675 por el acto arbitrario e ilegal de imponerle una
multa de tres unidades tributarias mensuales por no permitir la revisión y certificación de
instalación de gas de su departamento, en su calidad de propietario del departamento
703 de dicha Comunidad y la suspensión del suministro eléctrico si no pagaba la multa.
Reconoce la facultad del Comité de Administración para proponer la multa, pero
no para ejecutarla, ya que ello configura un procedimiento de autotutela.
Sostiene que lo anterior aconteció en el proceso regulatorio del “sello verde” de la
comunidad, en que le correspondía sellar un ducto que hacía un tiempo había quedado
abierto tras realizar una reparación en el sistema termo eléctrico de su departamento,
pero que por razones económicas y técnicas no pudo hacerlo. Hizo presente la ilegalidad
de la sanción pues era una facultad del Juzgado de Policía Local respectivo, sin embargo
el Comité no reconsideró su decisión, por lo que deberá pagar la multa en el mes de
enero del año en curso. Señala la normativa aplicable al caso y que jamás ha dejado de
facilitar tales revisiones, sin que la sanción esté autorizada por el régimen de
Copropiedad Inmobiliaria, ni tampoco en el reglamento que rige el edificio, por lo que la
conducta de la administradora constituye un acto que ha perturbado y amenazado el
legítimo ejercicio de las garantías constitucionales de los numerales 3 y 24 del artículo 19
de la Constitución Política de la República.
Segundo: Que doña María Romero Acuña, en representación de los copropietarios del
Edificio Hernán Cortés n°2675, informó señalando que la última fecha de certificación de
gases realizada en el edificio data del año 2010, por lo que el día 20 de mayo de 2016 se
inició el nuevo proceso, previo aviso a los residentes. El resultado del informe indicó que
el propietario del departamento 703 debía realizar una reparación menor y por ese
motivo quedaría con sello amarillo. En la segunda inspección que se realizó en el mes de
junio de 2016, el propietario del departamento en cuestión, no abrió la puerta y por ende
el sello se mantuvo. El día 13 de octubre, se llevó a cabo la tercera visita y junto a la
notificación de rigor a todos los residentes, se les advirtió que en caso de no cumplir con
las certificaciones pendientes se les aplicaría una multa y de no pasar la tercera y última
revisión, la visita adicional tendría un valor de UF 1,5. En esa ocasión, nuevamente el
departamento mencionado no cumplió y por tanto, otra vez el sello se mantuvo. En la
cuarta visita, el departamento mantenía las mismas observaciones, por lo que el día 15 de
octubre se envió una carta al propietario cobrándole la multa acordada. Hace presente
que es efectivo que se le han enviado cartas aviso por corte de energía eléctrica, pero ello
se debe al no pago de los gastos comunes.
Tercero: Que lo pedido por el recurso es que se declare que al Comité de Administración
de la comunidad le está prohibido aplicar multas y apremios por su no pago, materias
que, por cierto, exceden el ámbito de esta vía constitucional, pues, como el mismo

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 203
recurrente lo reconoce, se trata de asuntos que conciernen a la propiedad comunitaria,
cuyos conflictos son del conocimiento de los Juzgados de Policía Local, a través del
contencioso respectivo.
Al tenor de lo informado por la recurrida, si bien se dispuso el pago de una multa,
su cobro no se ha hecho efectivo y, por ende, el apremio que se dispuso, cuya
procedencia es discutible si se considera que la ley lo contempla en casos excepcionales y
sobre la base de determinados supuestos, no se ha materializado, razón por la que no es
posible entender que exista una situación de hecho que signifique una actuación
arbitraria o ilegal, que afectando los derechos constitucionales del recurrente, diera
mérito para ser corregida por la vía del presente recurso, todo lo cual conduce a su
rechazo.
Por estas consideraciones y visto lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución
Política y Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema sobre la materia, se rechaza el
recurso de protección deducido por don Roberto Vega Veliz en contra de la Comunidad
Edificio Hernán Cortés 2675, sin costas.
Regístrese, comuníquese y en su oportunidad archívese.
Redacción del ministro Carlos Gajardo Galdames.
Rol Corte N° 3018-2017
Pronunciada por la Primera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, presidida por el
ministro señor Carlos Gajardo Galdames e integrada, además, por el ministro señor
Leopoldo Andrés Llanos Sagristá y la abogado integrante señora María Cecilia Ramírez
Guzmán”.

Se alzó la parte recurrente, y la Tercera Sala de la Corte Suprema, por sentencia de


fecha 13 de junio de 2017, revocó el fallo de primer grado, y acogió el recurso de
protección, conforme a lo que seguidamente se señala:

“Vistos: (…)
Primero: Que por la vía de esta acción cautelar se solicita protección ante la amenaza de
cobro de multa impuesta al recurrente, equivalente a 3 UTM, por parte del Comité de
Administración del edificio que habita, dada la supuesta demora generada en la
obtención de sello verde de su unidad y, en consecuencia, del edificio, fundada en la
supuesta infracción al artículo 36 inciso 5, en relación al artículo 32 inciso 3 de la Ley
N°19.537 de Copropiedad Inmobiliaria, en circunstancias que, a su juicio, dicha facultad
corresponde exclusivamente al Juzgado de Policía Local correspondiente.
Segundo: Que, por ende, para dilucidar la cuestión sometida a decisión resulta necesario
analizar las normas citadas, así como las atribuciones que según el Reglamento de la
Comunidad posee el referido Comité.
Así las cosas, el artículo 36 inciso 5 señala que “Los copropietarios, arrendatarios u
ocupantes de las unidades que componen el condominio están obligados a facilitar la
expedición de revisiones o certificaciones en el interior de sus unidades, cuando hayan
sido dispuestas conforme a la normativa vigente. Si no otorgaren las facilidades para
efectuarlas, habiendo sido notificados por escrito por el administrador en la dirección que

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 204
cada uno registre en la administración, serán sancionados conforme a lo dispuesto en el
artículo 32”.
Y el artículo 32 inciso 3 a su vez dispone que “la infracción a lo prevenido en este
artículo será sancionada con multa de una a tres unidades tributarios mensuales,
pudiendo el tribunal elevar al doble su monto en caso de reincidencia.”
Tercero: Que, del análisis armónico de las disposiciones transcritas se concluye que
efectivamente se puede sancionar a aquellos propietarios u ocupantes de las unidades de
la comunidad, cuando no otorgaren las facilidades para realizar las certificaciones
respectivas, pero también se concluye que el ente encargado de dar por concurrente la
infracción, aplicar multas y determinar su monto -previo análisis de los antecedentes de
mérito que resulten pertinentes- es el Juzgado de Policía Local respectivo, y no el Comité
de Administración, al que la norma le otorga una función específica distinta, cuál es la de
denunciar las infracciones de que se trate ante el referido Juzgado, dentro de los tres
meses siguientes a su ocurrencia.
Lo anterior, resulta por lo demás concordante con lo dispuesto en el propio
Reglamento Interno de la Comunidad de Edificio Hernán Cortés 2675, que en su artículo
26 N° 10 reconoce como función del Administrador el efectuar la denuncia ante el
tribunal para que apliquen las sanciones y apremio al copropietario que infrinja las
limitaciones o restricciones que en el uso de su unidad le imponen el reglamento y las
normas legales y reglamentarias.
Cuarto: Que la conclusión consignada en el motivo anterior lleva a declarar que el actuar
del Comité de Administración recurrido resulta ilegal y arbitraria, toda vez que excede las
facultades que por ley y por el propio instrumento privado que lo regula posee, ya que
debió limitarse a denunciar los hechos al Juzgado de Policía Local respectivo, y no erigirse
en una especie de Comisión Especial que dio por establecida la infracción y estableció el
monto de la sanción a aplicar, con prescindencia de las normas relativas al debido
proceso contenidas en el artículo 19 N°3 de la Constitución Política de la República.
El hecho que la sanción aún no haya sido cobrada no obsta al carácter arbitrario e
ilegal del acto, ya que según lo ha informado la propia recurrida, su ejecución está
condicionada a los resultados de esta acción cautelar.
Quinto: Que el actuar de la recurrida amenaza asimismo la garantía del N° 24 del artículo
19 del actor, ya que deja comprometido su patrimonio al pago eventual de la multa
impuesta, por lo que la acción impetrada será acogida como se dispondrá en lo
resolutivo.
De conformidad, asimismo, con lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución
Política de la República y en el Auto Acordado de esta Corte sobre la materia, se revoca la
sentencia apelada de trece de marzo último, y, en su lugar se declara que se acoge el
recurso de protección deducido por Roberto Vega Véliz y se dispone que se deja sin
efecto la sanción de 3 UTM que le fuera impuesta por el Comité de Administración del
edificio Hernán Corte 2675, el que deberá abstenerse de realizar gestiones de cobro de la
misma, sin perjuicio de la facultad de la recurrida de denunciar los hechos ante el Juzgado
de Policía Local respectivo, de estimarlo pertinente.
Regístrese y devuélvase.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Aránguiz.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 205
Rol N° 10.388-2017.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema integrada por los Ministros
Sr. Sergio Muñoz G., Sra. Rosa Egnem S., Sra. María Eugenia Sandoval G., y Sr. Carlos
Aránguiz Z., y el Abogado Integrante Sr. Álvaro Quintanilla P.

36.- Sentencia del 30° Juzgado Civil de Santiago de fecha 25 de mayo de 2017, autos Rol
N° 19.636-2013.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: artículos 1437, 1698, 2314, 2320, 2332 y 2514 del Código Civil.

Materia: demanda de indemnización de perjuicios conforme a las normas de la


responsabilidad civil extracontractual, por daños causados por el propietario de un
departamento al dueño de otra unidad del Condominio.

Por sentencia del citado Juzgado Civil, se acogió demanda de indemnización de


perjuicios, condenándose al demandado al pago de un total de $4.040.313.- Expresa la
sentencia:

“VISTOS
Se ha iniciado esta causa Rol N°19.636-2013, por demanda de indemnización de
perjuicios, interpuesta por doña Verónica Araya Klare, ingeniero comercial, domiciliada
en Cerro el Plomo 5630, oficina 1601, Comuna de Las Condes, en contra de don Xavier
Robino Monzo, médico, domiciliado en Mardoqueo Fernández 171, Departamento 1604,
Comuna de Providencia.
Funda su demanda en que con fecha 8 de mayo de 2010, interpuso una denuncia
por infracciones a la Ley de Copropiedad y Reglamento de Copropiedad en contra del
demandado, por dar éste mal uso al techo del edificio ubicado en calle Mardoqueo
Fernández N° 171, comuna de Providencia, afectando con ello, en forma directa al
departamento N° 1507 del cual ella es propietaria.
Expone que el demandado usó el techo que cubre su departamento como huerta,
jardín y bodega e incluso perforó el muro exterior de su departamento para pasar, a
través de éste, un sistema de riego por manguera y otro hidropónico para las hortalizas,
perforó el latón del techo y la losa bajo él, colocó tornillos para sostener tablones y sobre
éstos, instaló pesados maceteros y jardineras con tierra, hortalizas y plantas, las que
regaba habitualmente.
Agrega que el demandado accedía al techo por medio de una ventana por la cual
saltaba, la que no estaba hecha, ni podía estarlo para acceder a éste, toda vez que ese
lugar no era una terraza, sino que un techo y por lo tanto un bien común.
Refiere que la intervención del techo destruyó la impermeabilidad del mismo y
adicionalmente, las plantas soltaban tierra y hojas que obstruían las canaletas de desagüe
de aguas lluvias del techo, producto de lo cual, su departamento sufrió de humedad,
filtraciones y escurrimientos de agua, afectándose su cielo, las cornisas, los

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 206
revestimientos, guardapolvos, junquillos, alfombra, piso flotante y mobiliario, tanto por
agua de riego como por aguas lluvias, además de la oxidación de las luminarias y de los
rieles de las cortinas.
Señala que el demandado más de una vez dejó abierto todo un fin de semana el
sistema de riego, generando un desbordamiento de aguas que fluyó por la losa hasta el
cielo de su departamento, provocándole daño no sólo en los cielos, muros y en el piso,
sino que además en los muebles, de los cuales solo en una oportunidad logró que el
demandado se hiciera cargo de algunos daños.
Sostiene que a pesar de constatar por sí mismo ese daño, el demandado continuó
haciendo uso del techo para fines personales, aún más, sumó sobre el techo varias
macetas de aproximadamente 1 metro de extensión con ligustrinas de gran altura para
proveerse de sombra, razón por la cual, su departamento sufrió numerosos eventos de
filtraciones y escurrimiento de aguas a través de la losa.
Expresa que el mal uso del techo se encuentra acreditado con la sentencia de
fecha 14 de junio de 2011, dictada por el Segundo Juzgado de Policía Local de Providencia
y confirmada por la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, que condenó al demandado
en calidad de copropietario por infracción a lo dispuesto en los incisos 2 y 3 del artículo
13 de la Ley 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, a pagar una multa de 3 unidades
Tributarias Mensuales a beneficio fiscal, precisamente porque causaba daño a su
departamento, como consecuencia directa y necesaria del mal uso que hizo del techo.
Refiere que para que se configure la responsabilidad extracontractual y nazca la
obligación de indemnizar los perjuicios, es condición necesaria que se cumplan varias
condiciones, todas copulativas, como la antijuridicidad, daño causado, nexo causal y
factores de atribución.
Respecto de la antijuridicidad, en la responsabilidad extracontractual a diferencia
de la contractual, que se configura con el incumplimiento, requiere de que existan
conductas que estén contra el derecho y que esas conductas hayan generado o
provocado un daño, que para este caso, bastaría con remitirse a la sentencia infraccional
mencionada, para acreditar que el demandado hizo un uso indebido del techo, causando
daño a su departamento.
Señala que el artículo 2314 del Código Civil establece que, el que ha cometido un
delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro es obligado a la indemnización sin
perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
Expresa que de hecho, el propio Código dice, que la obligación de indemnizar es
sin perjuicio de la pena que imponga la ley, si los Tribunales, por la causa que sea, no le
aplican una pena al autor del hecho, no por esto queda liberado de la obligación de
indemnizar. Si por el contrario, como en autos, existe una infracción establecida por
sentencia ejecutoriada, existe obligación legal de Indemnizar.
Respecto del daño, indica que sin éste o perjuicio, no hay responsabilidad civil,
puesto que el objetivo primordial de la misma es precisamente la indemnización o
resarcimiento del daño causado, que para este caso, es la suma global de $20.400.000,
que desglosa en;
1.- Daño emergente por $4.700.000, de los cuales $2.700.000 corresponden a
reparaciones a su propiedad y gastos que se vio obligada a efectuar como consecuencia

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 207
de los daños producidos por la infracción persistente del demandado y $2.000.000 que
gastó en honorarios de abogados.
2.- Lucro cesante por $5.700.000, correspondiente a: i) $ 4.200.000 por el menor valor de
arriendo producto del estado del departamento por el uso indebido del techo, más ii)
$1.500.000 que corresponden al tiempo que el departamento estuvo en reparaciones y
por lo tanto no se pudo arrendar.
3.- Daño moral, por un monto total de $10.000.000, que se sustenta principalmente por
los hechos narrados en el cuerpo de la demanda, y que dicen relación con la continua
afectación de sus intereses, pérdida de tiempo, esfuerzo y preocupación que alteraron su
tranquilidad y que provocaron un stress permanente desde que comenzó el mal uso que
el Sr. Robino hizo del techo sobre su propiedad. A ese respecto, refiere que procede
indemnizar el esfuerzo, sufrimiento, dolor, pena, impotencia y agobio, como asimismo el
daño a su integridad emotiva que experimentó por años producto de la infracción del
demandado y su indolencia apabullante frente al daño que generaba, sin lograr que
cesara en el tránsito, uso y manipulación del techo.
Añade que es claro que el Sr. Robino le causó un daño moral constituido por la
alteración a su tranquilidad; el cansancio físico y emocional; la incertidumbre; el temor
permanente a una nueva filtración mayor con todas las implicancias, molestias, quehacer
y sacrificio que ello demandaba; el ver su propiedad – adquirida nueva con una humedad
y deterioro permanentes; y la indiferencia que recibí de parte del demandado frente a la
situación que su actuar generaba, tal como lo dejó establecido la sentencia dictada por el
Segundo Juzgado de Policía Local de Providencia.
En cuanto al nexo causal o relación causal, entre el hecho determinante del daño y
el daño propiamente dicho, para el presente caso considera que existe una conducta
ilícita del demandado, que causó en forma directa daño, y ese daño, es consecuencia
necesaria de esa conducta.
Referente al factor de atribución, que constituye el fundamento del deber de
indemnizar, indica que se tiene el derecho a obtener una indemnización, cuando el daño
ha sido consecuencia de un actuar ilícito doloso o culpable y para este caso se vislumbran
dos dolos, pues el demandado, no una, sino varias veces fue advertido de que su
conducta era ilegal y que además causaba daño al departamento, razón por la que debió
recurrir a los tribunales, para que luego de un juicio que duró varios meses, se le reiterara
que no tenía derecho a usar el techo y que el uso indebido de ese techo causaba daño a
su departamento.
Concluye que en el presente caso se dan todos y cada uno de los requisitos
indicados respecto del demandado Sr. Xavier Hernán
Robino Monzo.
Previas citas legales, solicita tener por interpuesta demanda de indemnización de
perjuicios en juicio ordinario, en contra de don Xavier Hernán Robino Monzo, ya
individualizado, acogerla en todas sus partes, y en definitiva declarar que se le adeuda la
suma de $20.400.000, más los reajustes e intereses que se devenguen hasta la fecha del
pago efectivo, más las costas de la causa.
A fojas 141, el demandado contestó la demanda solicitando su rechazo. Opuso la
excepción de prescripción extintiva de la responsabilidad extracontractual, atendido el

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 208
tiempo transcurrido desde la supuesta perpetración del acto culpable o doloso que
motiva la demanda y la notificación de la misma, ya que la conducta o hecho causante de
los daños que reclama, de haber existido, habrían ocurrido en el año 1998 o en subsidio
en los años 2001 o 2008 y de cualquiera de las fechas antes mencionadas ha transcurrido
en exceso el plazo de 4 años contados que exige el artículo 2332 del Código Civil, desde la
fecha de la perpetración del acto y la fecha de la notificación de la presente demanda,
que fue practicada sólo en el mes de mayo de 2014, por lo que no queda más que
declarar la prescripción de la responsabilidad extracontractual imputada a su
representada.
En segundo lugar, opuso la excepción de falta de legitimidad pasiva del
demandado, debido a que la demanda se dirigió en contra de Xavier Robino Monzo,
quien no es el legitimado pasivo de la acción de indemnización de perjuicios, porque los
hechos imputados no son de su responsabilidad, ya que el lugar - techo - de donde
tendrían origen las filtraciones reclamadas no son de su propiedad, al formar parte de la
estructura general del Edificio, por ende, dicha estructura donde se habrían generado las
filtraciones corresponden a bienes comunes, cuya conservación y mantención
corresponden por Ley a la Administración del edificio Mardoqueo Fernández.
Agrega que la propia demandante manifestó textualmente en su demanda que el
lugar no era una terraza sino que un techo y por lo tanto un bien común, ratificado en la
sentencia dictada por la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago de fecha 12 de Junio
de 2012, en el sentido que aquel techo de conformidad a la letra a) del artículo 2 de La
ley sobre Copropiedad inmobiliaria, son de dominio común.
En consecuencia, al tratarse de un bien común, como lo señaló tanto la propia
parte demandante y la sentencia dictada por la Ilustrísima Corte de Apelaciones de
Santiago, como además lo acreditara en su oportunidad, corresponde de acuerdo artículo
2 y 23 de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria N° 19.537, a la Administración del edificio,
responder respecto al cuidado de los bienes de dominio común, quedando ella obligada a
ejecutar todos los actos de administración y conservación que fueren necesarios para
lograr tal objetivo y más aún, efectuar aquellos de carácter urgente, sin previo acuerdo de
la asamblea, obteniéndola con posterioridad.
Hace presente que si bien en su oportunidad, en el año 1998, se produjo una
filtración importante de agua hacia el departamento inmediatamente inferior, su
representado asumió voluntariamente y sin estar obligado a hacerlo, los gastos de
reparación solicitados por la propietaria, sin existir más reclamos y gastos posteriores por
la Sra. Araya y durante los siguientes años, nunca recibió en forma verbal ni escrita
ninguna información de filtraciones por parte de la demandante y tampoco de la
administración, dirigiendo siempre la Sra. Araya sus reclamos a la administración del
edificio, quien es en definitiva la responsable de los eventuales daños que pudiere
experimentar como consecuencia del deterioro o falta de cuidado de los techos y bienes
de uso común del edificio.
Agrega que es la propia demandante, una vez transcurrido 2 años de la reparación
de los daños causados del año 1998, que en el año 2000 presentó una carta a la
administración del edificio - Administra Ltda - para determinar la causa y responsabilidad
de la situación, frente a lo cual la administración pidió informe a la Constructora Mena

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 209
Ovalle, quienes informaron expresamente en Junio del 2002 que en lo que al techo se
refiere, tratándose de un área que no constituye un espacio privado, sino de propiedad
común del edificio, la responsabilidad de su estado corresponde directamente a la
Constructora o a la Administración.
La administración reconoció e informó al demandante, que serían ellos los que
asumirían los gastos de reparación de los techos y los trabajos de reparación de pintura
del cielo de su departamento. En consecuencia, los supuestos daños sufridos por la actora
debido a filtraciones de humedad que reclama, no corresponde que le sean imputados,
sino que éstos deben ser reclamados directamente a la Administración del edificio, a
quien le corresponde el cuidado y administración de los bienes de dominio común,
quedando ella obligada a ejecutar todos los actos de administración y conservación que
fueren necesarios para lograr tal objetivo.
Refiere que si se revisa la demanda, queda de manifiesto la inexistencia de un
nexo o relación de causalidad que se exige como elemento esencial para que se pueda
afirmar la responsabilidad civil de su representado, en efecto, el supuesto hecho dañino
que se imputa no es de responsabilidad alguna del demandado, tanto por una cuestión
de hecho como de Derecho, como ya se explicó precedentemente.
En consecuencia, agrega que la demanda se encuentra claramente mal
emplazada, ya que su representada carece de legitimidad pasiva para actuar en estos
autos, sien do improcedente que se dirija en su contra, al no ser el legítimo contradictor
de la acción entablada y por lo mismo carece de responsabilidad por los hechos
imputados, debiendo ser rechazada la demanda.
En relación a los daños demandados, indica que en cuanto al daño emergente,
respecto de los gastos de reparaciones por $2.700.0000, no corresponde que sean
indemnizados, por no ser imputable a su representado, ya que la actora tampoco precisó
como llegó a esa suma, las fechas de las reparaciones, que tipo de reparaciones efectuó,
indicando por un lado que el demandado en su oportunidad se hizo cargo de los daños
ocurridos en su departamento, por lo que no entiende a que se refieren estos montos,
más en consideración a que posee medios de prueba donde se comprueba que los daños
posteriores ocurridos, fueron reclamados, asumidos y reparados por la propia
administración.
Agrega que tampoco entiende a qué obedece la suma correspondiente a gastos en
honorarios de abogados por la suma de $2.000.000, por lo que solicitan su rechazo.
Indica que en relación a los gastos que se pudieron originar el año 1998, su
representado se hizo cargo de ellos, sin que la actora desde esa fecha en adelante
manifestara reparo alguno, ejerciendo todos sus reclamos posteriores en contra de la
administración por las filtraciones que pudieran tener su origen en el techo de su
departamento.
Respecto del lucro cesante, señala que no le es imputable por no ser responsable
de los hechos imputados, no obstante, hace presente que ese concepto para ser
indemnizado, debe ser necesariamente cierto, sin que ello conlleve una certeza absoluta,
por la configuración y naturaleza del daño, sino una de carácter relativo, siempre que
esté fundada en antecedentes reales, objetivos y probados, que en este caso, no se
aplica.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 210
En cuanto al daño moral, agrega que no tiene justificación alguna, es arbitrario,
desproporcionado y solo persigue un lucro injusto, toda vez que la demandante plantea
una pretensión por ese concepto por la suma de $10.000.000, que debe ser acreditado
por los medios legales de prueba que consagra nuestro ordenamiento jurídico. Agrega
que el daño no se presume sino en los casos expresamente autorizados en la ley, como
sucede, por ejemplo, con los intereses y reajustes de una cierta suma adeudada.
No obstante a lo anterior, refiere que el sistema de valoración de la prueba en
este tipo de materia no tiene que ver con los medios de acreditación de los hechos, ni
con la carga de la prueba, la que permanece regulada por el artículo 1698 del Código
Civil, no pudiendo el Juez presumir la existencia del daño moral, sin que la parte que lo
alega le entregue los medios que lo acreditan y que el Juez no puede sentenciar extra
proceso, sin violar el artículo 160 del Código de Procedimiento Civil, que obliga al órgano
jurisdiccional a fallar conforme al mérito del proceso.
En cuanto a la prueba y la existencia de los daños, si estos existiesen, nuestro
tribunales consideran que el que alega haber sufrido un daño moral debe acreditar su
existencia y debe aplicarse el principio contenido en el artículo 1698 del Código Civil, esto
es, debe acreditarlo tanto en su existencia, su extensión, como en su valuación.
Señala que si se revisa la demanda, se podrá percibir que no existe claridad en
cuanto a lo demandado, ya que se hace referencia a un sinnúmero de afectaciones,
pérdida de tiempo, esfuerzo, preocupación, stress, sufrimiento, dolor, pena, impotencia,
agobio, cansancio, incertidumbre, temor de nueva infiltraciones, etc., sin explicar en
consiste el daño, cuanto duró, que repercusiones tuvo, si alteró su vida, etc. Agregando
que las supuestas afectaciones que menciona la demandante no constituyen de manera
alguna por sí solos un daño moral si no van unidos a un detrimento real y probado de
algunos de aquellos atributos o derechos inherentes a la personalidad.
Finalmente, hace presente que la demandante respecto del daño moral confunde
este con el lucro cesante y daño emergente, en efecto, señala como daño moral, el hecho
de tener el departamento desocupado, baja en el canon de arriendo, pago de fotocopias,
impresiones, legalizaciones, escaneos, consecución de abogados, traslados, etc. alterando
su presupuesto personal, por lo que ese concepto es improcedente y debe ser rechazado.
A fojas 153, la demandante evacuó el trámite de réplica, haciendo presente
algunas consideraciones respecto de los fundamentos de la contestación de la demanda.
Respecto a la excepción de prescripción, refiere que la acción de responsabilidad
se puede extinguir por la prescripción, de esa manera, tiene aplicación la norma del
artículo 2332 del Código Civil, la que concebida estrictamente da a entender, que es el
hecho del demandado el momento que determina el comienzo del plazo de prescripción
y en todos aquellos casos en que el daño se produzca después de ejecutado el hecho,
conduciría al absurdo de que la acción indemnizatoria del daño nazca ya prescrita.
En efecto, la responsabilidad civil tiene por requisito fundamental el daño
producido, por tanto el daño es siempre el elemento que determina el momento en que
se consuma la perpetración del delito o cuasidelito civil y nace la obligación
indemnizatoria.
Señala que en ese sentido, el perjuicio solo puede ser coetáneo o posterior al
hecho que lo provoca, nunca anterior. Si es coetáneo, no hay problema pues concurrirán

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 211
simultáneamente todos los elementos que hacen nacer la obligación de indemnizar. En
cambio, sí el daño es posterior al hecho, solo desde ese entonces habrá lugar a la acción
indemnizatoria, ya que la sola ilicitud de la conducta no da lugar a responsabilidad civil.
Por esta razón es que la prescripción solo puede correr desde que la acción está
disponible, es decir, desde que se ha producido el daño.
Agrega que para este caso, el computo del plazo de prescripción debe realizarse
de acuerdo a lo señalado en el artículo 9 de la ley 18.287 sobre procedimiento ante los
Juzgados de Policía Local, que en su inciso final establece, que si no se hubiere deducido
demanda civil o ésta fuere extemporánea o si habiéndose presentado no hubiere sido
notificada dentro de plazo, podrá interponerse ante el juez ordinario que corresponda,
después que se encuentre ejecutoriada la sentencia que condena al infractor,
suspendiéndose la prescripción de la acción civil de indemnización durante el tiempo de
sustanciación del proceso infraccional.
Refiere que para este caso, la denuncia infraccional se realizó el día 08 de mayo de
2010, como consta en autos, causa en la que se dictó sentencia definitiva de segunda
instancia con fecha 13 de junio de 2012, es decir, la prescripción se suspendió o mejor
dicho se interrumpió durante dos años, aunque sin perder el tiempo anterior
transcurrido.
Señala en otro punto, que la comisión de un hecho ilícito se puede prolongar
indeterminadamente en el tiempo, en consecuencia, en este caso la prescripción solo
comienza a correr cuando cesa el daño.
Añade que en el caso de que se trata, el acto ilícito que causó los perjuicios no fue
un suceso aislado, sino que se trató de varios hechos ilícitos sucesivos y por tanto, la
conducta dañosa fue permanente, es decir, mientras todo el tiempo que hizo uso del
techo como jardín, el departamento permaneció húmedo, sudo por la tierra y hojas que
soltaban las plantas, con filtraciones, escurrimientos de agua, con el cielo, las cornisas,
piso flotante en malas condiciones, con oxidación, de la luminaria y rieles de cortina, etc.
y solo cuando el demandado dejó de hacer uso indebido del techo, sacando todos los
elementos de su propiedad del lugar, se pudo recién arreglar el departamento en
cuestión y de esta manera hacer cesar el daño.
Concluye que los hechos ilícitos comenzaron en el año 1998 y se extendieron
indefinidamente hasta el año 2013 o por lo menos hasta el año 2008, cuando sumó sobre
el techo macetas de más de un metro de alto con ligustrinas. Por esas razones, la acción
de responsabilidad civil no se encuentra prescrita, en virtud de todos los argumentos
antes señalados, no habiendo transcurrido el plazo de 4 años hasta la notificación de la
demanda, olvidándose el demandado de lo establecido en la ley 18.287, en cuanto a la
interrupción del plazo de prescripción, en este caso por dos años.
Respecto la excepción de falta de legitimación pasiva, hace presente que el
demandado yerra al creer que el hecho de que el techo sea un bien común lo va a eximir
de responsabilidad, puesto que en este preciso caso lo que se está demandando es
responsabilidad extracontractual por hechos de un particular, es decir, por actos ilícitos
perjudiciales que fueron realizados por el sujeto en cuestión, independiente del lugar
específico en el que se llevaron a cabo dichos actos. Es decir, lo que importa en este caso

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 212
es el acto mismo que se demanda, el que efectivamente fue ejecutado por el demandado
y en ese sentido, se encontraría legitimado.
Menciona que la conducta voluntaria, consistente en que el demandado uso el
techo que cubre el departamento de la demandante como huerta, jardín y bodega, en
que actuó con culpa o dolo, quedaría acreditado con la sola sentencia infraccional que lo
declara culpable de cometer infracción a la ley de copropiedad, por hacer uso indebido
de un bien común como el techo; daño consistente en la intervención del techo que
destruyó la impermeabilidad del mismo y la relación de causalidad, consecuencia fáctica,
directa y necesaria de la conducta ilícita del autor y no de otra situación. Lo que según la
experiencia general y cotidiana, un hecho de esta índole es de todas maneras capaz de
producir este tipo de daños, de hecho totalmente previsible.
A fojas 161, el demandado evacua el trámite de duplica, reiterando íntegramente
las alegaciones y defensas formuladas en su contestación.
Asimismo, hace presente algunas consideraciones en relación a la réplica,
indicando que el demandante no agregó nuevos argumentos que sustenten su
pretensión.
En cuanto al cómputo del plazo de prescripción, señala que lo aseverado por la
actora no es efectivo, ya que el criterio sustentado por la jurisprudencia mayoritaria y que
ha sido confirmado por la más reciente, sostiene precisamente lo contrario, es decir, que
la prescripción del artículo 2332 del Código Civil se cuenta desde la comisión del hecho
ilícito, criterio plenamente compartido por la gran mayoría de la jurisprudencia y de la
doctrina, a modo de referencia cita a don Pedro Lira, Arturo Alessandri, Manuel
Somarriva, Orlando Tapia, Emilio Rioseco y autores más reciente como el profesor Juan
Andrés Orrego.
Es consecuencia, el plazo de prescripción habría comenzado correr el año 1998,
fecha que fue denunciada por el actor como aquella en que se cometieron los hechos
ilícitos y que habría originado los perjuicios reclamados, por lo que la acción
indemnizatoria de responsabilidad extracontractual se encuentra claramente prescrita.
En cuanto a la interrupción del plazo de prescripción, señala que en materia
extracontractual no se suspende, habida cuenta que se trata de una prescripción de corto
tiempo, sin embargo, efectivamente existe la norma del artículo 9 de la ley 18. 287 sobre
procedimiento ante los Juzgado de Policía Local, que en la especie no es aplicable, ya que
entre la denuncia infraccional interpuesta el día 8 de mayo del año 2010 y esta demanda
de indemnización de perjuicios entablada por el actor, en un juicio ordinario de mayor
cuantía, no existe una debida concatenación entre tales acciones capaz de provocar tal
suspensión, ya que la norma es clara en señalar, que la acción civil para que produzca el
efecto de suspensión de la prescripción, deberá tramitarse de acuerdo a las reglas del
juicio sumario, es decir, de acuerdo a las normas del articulo 680 y siguientes. Sin
embargo, la demanda de autos fue interpuesta en un juicio ordinario de mayor de
cuantía, es decir, no tiene como antecedente directo la denuncia infraccional, por tanto
no produce la suspensión. Asimismo, en cuanto al daño continuado, refiere que no es
efectivo que exista, ya que según lo señalado por la propia demandante, los daños a su
departamento, habrían ocurridos en el mes de noviembre del año 1998, por lo tanto, no
existiría la figura excepcional del daño continuado, que pueda aplicarse en este caso al

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 213
demandado y de haber existidos daños posteriores a esa fecha, no le son imputables a
éste.
En cuanto a la excepción de falta de legitimación pasiva, hace presente que la
demandante no señala en su réplica nuevos hechos o antecedentes que se necesite
precisar, por lo que se remitirán al escrito de contestación.
A fojas 168, se llevó a efecto audiencia de conciliación, que no se produce por la
no comparecencia de la demandada.
A fojas 171, se recibió la causa a prueba, rindiéndose la que consta en autos.
A fojas 219, se citó a las partes a oír sentencia.
CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que para acreditar su pretensión, el demandante rindió prueba documental
consistente en; 1.- copia de sentencia dictada por Segundo Juzgado de Policía Local de
Providencia, con fecha 14 de junio de 2011, rolante a fojas 1; 2.- Copia de sentencia
dictada por Excma. Corte Suprema con fecha 13 de junio de 2012, rolante a fojas 13.; 3.-
Escritura Pública de Compraventa, Mutuo e Hipoteca de fecha 20 de agosto de 1998 entre
Verónica Lorena Araya Klare e Inmobiliaria Parque Alameda Numero dos Limitada; 4.-
Carta de fecha 24 de noviembre de 1998 emitida por el Administrador del edificio a
Inmobiliaria Parque Alameda informando filtración de agua que afecta al departamento
N° 1507 del Edificio Mardoqueo Fernández; 5.- Informe técnico dirigido a la demandante
y al demandado con copia a la Administración de fecha 16 de diciembre de 1998,
efectuado por Rafael Barrientos; 6.- Carta de fecha 14 de septiembre de 2000, enviada
por la demandante a Administra Ltda., donde informa que con fecha 11 de septiembre de
2000 nuevamente se han producido filtraciones en el departamento 1507; 7.- Carta de
fecha 4 de julio de 2002 enviada por el Administrador a la demandante en la cual se
señala estar en conocimiento de las filtraciones; 8.- Carta de fecha 6 de enero de 2004,
enviada por el Administrador al Sr. Robino, propietario del departamento 1604; 9.-
Correo electrónico de fecha 18 de mayo de 2005, enviado por Viviana Hernández,
arrendataria a la demandante su arrendadora; 10.- Carta de fecha 29 de julio de 2005
enviada por Fernando Rebolledo, abogado en representación de Verónica Araya y dirigida
a Juan Luis Zipfel, administrador del edificio; 11.-Fax de fecha 7 de octubre de 2005 del
administrador Juan Luis Zipfel a Fernando Rebolledo; 12.- Fotografías tomadas desde el
departamento N° 1604 el día 10 de octubre de 2005 por un experto, el Sr. Francisco
Rosales acompañado del Administrador; 13.- Correo Electrónico de fecha 27 de octubre
de 2005 de Viviana Hernández (arrendataria) a Verónica Araya (arrendadora), en donde
le informa que fueron a revisar los daños del depto.; 14.- Carta de fecha 07 de noviembre
de 2005 enviada por Verónica Araya al Administrador Juan Luis Zipfel, informando que el
27 de octubre de 2005 se provocó una nueva filtración; 15.- Carta de fecha 17 de
septiembre de 2008, enviada por doña Verónica Araya al Administradora don Juan Luis
Zipfel, mediante el cual se le reitera que con fecha 18 de agosto de 2008 la arrendataria
del departamento 1507, denuncio una nueva filtración; 16.- Set de fotografías autorizadas
ante Notario Público de fecha 29 de octubre de 2008; 17.- Correo electrónico de fecha 15
de abril de 2009, enviada por Camila Sepúlveda, hija de Luis Sepúlveda, arrendador a la
demandante; 18.- Anotación en libro de consejería con fecha 20 de junio de 2010; 19.-
Carta de fecha 21 de junio de 2010, enviada por doña Verónica Araya a Juan Luis Zipfel,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 214
Administrador; 20.- Fotografía notarial de 30 de junio de 2010 del departamento 1507
ubicado en Mardoqueo Fernández 171; 21.- Correo electrónico de fecha 7 de noviembre
de 2010 de Verónica Araya a Francisco López; 22.- Correo electrónico de fecha 27 de
febrero de 2013 de Matías Hernández, arrendatario a Verónica Araya, arrendadora; 23.-
Correos Electrónicos de fecha 09 de julio de 2013 de Verónica Araya a Francisco López,
Mónica Barros, miembros del Comité de Administración; 24.- Planos de los pisos 15 y 16
del edificio Mardoqueo Fernández 171, Providencia, donde se puede apreciar la
ubicación del departamento 1604 y el techo americano en relación al departamento 1507
afectado; 25.- Copia autorizada de Declaración Testimonial prestada por Francisco Javier
Rosales Muñoz, ingeniero civil, ante el Segundo Juzgado de Policía Local de Providencia
en causa sobre denuncia infraccional Rol N° 6771-F; 26.- Copia autorizada de Declaración
Testimonial prestada por Viviana Raquel Hernández Ponce ante el Segundo Juzgado de
Policía Local de Providencia en causa sobre denuncia infraccional Rol N° 6771-F; 27.-
Copia autorizada de Declaración Testimonial prestada por Matías Andrés Hernández
Olmedo ante el Segundo Juzgado de Policía Local de Providencia en causa sobre denuncia
infraccional Rol N° 6771-F; 28.- Factura N°10474996 de fecha 10 de diciembre de 2005 por
compra de materiales en Sodimac; 29.- Factura N°10998266 de fecha 10 de diciembre de
2005 por compra de polietileno transparente en Sodimac; 30.- Comprobante de pago N°
007848 de fecha 13 de enero de 2006 por Gastos Comunes mes de diciembre de 2005 de
Edificio Comunidad Mardoqueo Fernández; 31.- Boleta de Venta y Servicios N° 25621728
de Metro Gas por servicio de gas general en el departamento 1507 de Mardoqueo
Fernández; 32.- Boleta Electrónica N° 62637349 con vencimiento el 25 de enero de 2006
de Aguas Andinas S.A por gastos de agua en el departamento 1507; 33.- Boleta de
Honorarios N° 0682967 de fecha 29 de octubre de 2008 emitida por el Notario Público
Eduardo Cipriano Avello Concha; 34.- Boleta de Ventas y Servicios N° 28612 de fecha 02
de abril de 2009 emitida José Antonio Jobet Pinto por aviso en el Mercurio; 35.-
Comprobante de pago N° 11651 de fecha 09 de abril de 2009 por Gastos Comunes mes de
marzo del 2009 de Edificio Comunidad Mardoqueo Fernández; 36.- Boleta Electrónica N°
23865786 con vencimiento el 18 de abril de 2009 de Chilectra por gastos de luz en el
departamento 1507 de Mardoqueo Fernández N° 171; 37.- Boleta Electrónica con
vencimiento el 29 de abril de 2009 de Aguas Andinas S.A por gastos de agua en el
departamento 1507 de Mardoqueo Fernández N° 171; 38.- Copia de Comprobante de
Pago N° 011782 de fecha 12 de mayo de 2009 por Gastos Comunes mes de abril del 2009
de Edificio Comunidad Mardoqueo Fernández; 39.- Boleta de Honorarios Electrónica N°
25 de fecha 15 de mayo de 2009 emitida por Arnaldo Luis Espinoza Crespo por reparación
y pintura; 40.-Boleta de Honorarios electrónica N°20 de fecha 12 de junio de 2009 emitida
por Muñoz, Jeanneret y Compañía por Servicios Jurídicos Profesionales; 41.- Boleta de
Honorarios electrónica N°25 de fecha 03 de julio de 2009 emitida por Muñoz, Jeanneret y
Compañía por Servicios Jurídicos Profesionales; 42.- Boleta de Honorarios electrónica
N°59 de fecha 31 de octubre de 2009 emitida por Muñoz, Jeanneret y Compañía por
Servicios Jurídicos Profesionales; 43.- Boleta de correos de chile de fecha 21 de junio de
2010 por el envío de carta certificada al Sr. Juan Luis Zipfel, Administrador y al Sr.
Alejandro Álvarez, Presidente del Comité; 44.- Boleta N°000382 de fecha 29 de junio de
2010 del Notario Público Eduardo Avello Concha; 45.- Boleta de honorarios del Notario

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 215
Público Eduardo Avello Concha de fecha 30 de junio de 2010; 46.- Boleta de Correos de
Chile de fecha 12 de noviembre de 2010 por envío de carta certificada; 47.- Boleta de
ventas y servicios de fecha 9 de diciembre de 2011 por servicio de sacado de papel mural;
48.- Boleta de Sodimac de fecha 15 de diciembre de 2011 por la compra de una brocha;
49.- Boleta de Municipalidad de Providencia de fecha 11 de abril de 2012 por Derechos
Municipales; 50.- Boleta de Max Huber de fecha 14 de abril de 2012 por fotocopia de
planos; 51.- Boleta de honorarios de fecha 14 de abril de 2012 del Notario Público Iván
Tamargo Barros; 52.- Boleta de Honorarios Electrónica N° 12 de fecha 21 de Marzo de
2013 emitida por Alberto Enrique Escobar Osorio como maestro en construcción-
electricista; 53.- Boleta de Honorarios N° 1020 de fecha 27 de junio de 2013 por
Reparaciones varias en el domicilio de Mardoqueo Fernández N° 171, Departamento
1507; 54.- Presupuesto por pintura de Robert Miño Miño a Verónica Araya en domicilio
Mardoqueo Fernández N° 171, Departamento 1507; 55.- Boleta de Correos de Chile de
fecha 27 de marzo de 2013 por el envío de la carta certificada en que se le notifica al
arrendatario del departamento N° 1507 de Mardoqueo Fernández N° 171, del término de
su contrato de arriendo; 56.- Cotización N° 1932225 de fecha 13 de junio de 2013 junto
con Boleta de Easy por Visita para instalación de guardapolvos y junquillos; 57.-
Comprobante de pago a Portal Inmobiliario de fecha 19 de junio de 2013 por aviso de
arriendo de departamento 1507 de Mardoqueo Fernández N° 171; 58.- Cotización N°
1938320 de fecha 22 de junio de 2013 junto con Boleta de Easy, por la compra de cosas
varias; 59.- Boleta de Sodimac de fecha 26 de junio de 2013 por la compra de foco de
cielo; 60.- Boleta de Sodimac de fecha 23 de julio de 2013 por la compra de una brocha y
un chilcostop (bloqueador de humedad); 61.- 2 Boletas de Comercial Schmidt con su
correspondiente Orden de Armado N° 155769 y 153171 ambas de fecha 29 de julio de
2013; 62.- Boleta de Ferretería Garachena de fecha 30 de julio de 2013; 63.- Boleta del
Líder Express de fecha 1 de agosto de 2013 por compras varias; 64.- Boleta de fecha 2 de
agosto de 2013 emitida por Román Acuña Riquelme por Trabajo de pulido en cielo de
departamento 1507; 65.- Boleta electrónica con vencimiento al 29 de julio de 2013 de
Aguas Andinas por gastos de agua; 66.- Boleta de venta y servicios con fecha de
facturación 8 de julio de 2013 de Metrogas por servicio de gas general; 67.- Boleta
electrónica con vencimiento al 18 de julio de 2013 de Chilectra; 68.- Boleta electrónica
con vencimiento al 29 de agosto de 2013 de Aguas Andinas; 69.- Boleta de ventas y
servicios con fecha de facturación 7 de agosto de 2013 de Metrogas; 68.- Boleta
electrónica con vencimiento al 19 de agosto de 2013 de Chilectra; 69.- Comprobante de
Pago N° 16777 de fecha 25 de julio de 2013 por Gastos Comunes del mes de Junio; 70.-
Detalle de Gastos Comunes de julio de 2013 Comunidad Edificio Mardoqueo Fernández
por un total de $39.239; 71.- Boleta de Honorarios N° 811832 del Notario Público don
Eduardo Diez Morello de fecha 06 de agosto de 2013; 72.- Planilla de desembolsos; 73.-
Contrato de arrendamiento de fecha 25 de marzo de 2003 celebrado entre la
arrendadora Verónica Araya y la arrendataria Viviana Raquel Hernández Ponce, por el
inmueble ubicado en calle Mardoqueo Fernández N° 171 departamento N° 1507; 74.-
Contrato de arriendo de fecha 12 de enero de 2006 celebrado entre la demandante como
arrendadora y doña Rossana Folli Sepúlveda respecto de inmueble de Mardoqueo
Fernández 171, Departamento 1507; 75.- Contrato de arrendamiento de fecha 10 de julio

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 216
de 2008 celebrado entre demandante como arrendadora y don Luis Sepúlveda como
arrendatario, respecto de inmueble de Mardoqueo Fernández 171, Departamento 1507;
76.- Correo electrónico de fecha 15 de abril de 2009 enviado por la demandante a su
arrendatario Luis Sepúlveda; 77.- Contrato de arrendamiento de fecha 9 de abril de 2009
celebrado entre demandante como arrendadora y don Matías Hernández Olmedo como
arrendatario, respecto de inmueble de Mardoqueo Fernández 171, Departamento 1507;
78.- Anexo de contrato de arrendamiento de fecha 1 de agosto de 2012 entre Matías
Hernández y Verónica Araya; 79.- Correo electrónico de fecha 28 de marzo de 2013 entre
Verónica Araya y Matías Hernández Olmedo; 80.-Carta certificada de fecha 27 de marzo
de 2013 dirigida a Matías Hernández, formalizando el término del contrato de arriendo;
81.- Comprobante de transferencia electrónica de fondos de Matías Andrés Hernández
Olmedo a Verónica Araya Klare por concepto de Arriendo de mayo 2013; 82.- Contrato de
arrendamiento de fecha 06 de agosto de 2013 celebrado entre la arrendadora Verónica
Araya y la arrendataria Geraldine Katherine Aenishanslin Alday, por el inmueble ubicado
en calle Mardoqueo Fernández N° 171 departamento N° 1507; 83.- Comprobante de
transferencia de fondos de Yenmy Alberto Viera a Verónica Araya por concepto de
arriendo septiembre estacionamiento 82; 84.- Publicidad de Arriendo de Bodega en
Providencia de 1m2; 85.- Planilla en donde consta el detalle del cálculo del monto de
pérdida por desocupación del inmueble por reparación; 86.- Planilla en donde consta el
detalle del cálculo del monto considerado como pérdidas por menor valor de arriendo a
causa del deterioro de la propiedad desde el año 2003 al año 2013; 87.- Copia de
sentencia definitiva de fecha 14 de junio de 2011 dictada por el Segundo Juzgado de
Policía Local de Providencia; 88.- Copia de sentencia de fecha 13 de junio de 2012 dictada
por Quinta Sala de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago; 89.- Copia de
comprobante de pago de fecha 13 de agosto de 2012 en causa seguida ante Segundo
Juzgado de Policía Local por multa; 90.- Carta de fecha 5 de abril de 2012 del
Administrador Juan Zipfel Palacios a la demandante en que adjunta Reglamento de
Copropiedad de la Comunidad Edificio Mardoqueo Fernández N° 171, Providencia,
vigente. (Artículo 3o, Artículo 5 letra e); Artículo 10; Artículo 18 y Artículo 22),
Modificación Reglamento de Copropiedad del Edificio Mardoqueo de fecha 08 de agosto
de 1997 relacionada con los estacionamientos y con las oficinas ubicadas en el primer
piso, Acta de Asamblea de Copropietarios, de fecha 20 de julio de 2004, donde consta la
designación de Juan Luis Zipfel Palacios como Administrador.
SEGUNDO: Que a su turno, la parte demandada rindió prueba documental consistente
en: 1.- Copia de carta de fecha 24 de noviembre de 1998 emitida por el Administrador del
Edificio don Mario Silva a la Inmobiliaria Parque Alameda, rolante a fojas 176; 2.- Copia de
informe técnico emitido por don Rafael Barrientos de fecha 16 de diciembre de 1998,
rolante a fojas 177; 3.- Copia de carta de fecha 14 de septiembre de 2000, enviada por la
demandante a la Administración del Edificio, rolante a fojas 179; 4.- Dos cartas de fecha 7
de junio de 2002, dirigida por la demandante a la Constructora Mena Ovalle y a la
Administración del Edificio, rolante a fojas 180; 5.- Copia de carta de fecha 4 de julio de
2002, dirigida por el administrador del edificio a la demandante, rolante a fojas 182; 6.-
Copia de carta de fecha 29 de julio de 2005, enviada por el abogado Fernando Rebolledo
en representación de la demandante a la Administración del Edificio, rolante a fojas 183;

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 217
7.- Copia de carta de fecha 7 de octubre de 2005, dirigidas por el Administrador del
Edificio al abogado Fernando Rebolledo, rolante a fojas 185; 8.- Copia de carta de fecha 7
de noviembre de 2005 enviada por la demandante a la Administración del Edificio,
rolante a fojas 186; 9.- Copia de carta de fecha 17 de septiembre de 2008, dirigida por la
demandante al Administrador del Edificio, rolante a fojas 187; 10.- Copia de carta de
fecha 24 de septiembre de 2008, dirigida por la demandante al Administrador del Edificio,
rolante a fojas 188; 11.- Copia de carta de fecha 13 de noviembre de 2008 dirigida por la
demandante al Administrador del Edificio, rolante a fojas 189.
EN CUANTO A LA EXCEPCION DE PRESCRIPCION
TERCERO: Que la parte demandada opuso la excepción de prescripción de la acción,
fundada en lo dispuesto en el artículo 2332 del Código Civil, por cuanto desde la
perpetración de los actos, por los cuales se habrían generado ciertos daños al
departamento de la actora, en el mes de noviembre del año 1998, fecha en que
supuestamente el demandado hizo un uso indebido del techo que cubre la propiedad de
la actora y hasta la notificación de la demanda, en el mes de mayo de 2014, habría
transcurrido con creces el plazo de prescripción. En subsidio, y de acuerdo a lo indicado
por la propia demandante, ya sea que los daños se produjeron en el año 2001, cuando el
demandado dejó abierto todo un fin de semana el sistema de riego, o bien en el mes de
octubre de 2008, cuando éste amplió su jardín, el plazo de cuatro años establecido en el
artículo 2332 del Código Civil, a la fecha de notificación de la demanda, también se
encontraba prescrito.
Que evacuando el traslado otorgado, la demandante solicitó el rechazo de la
excepción, argumentando que en el caso de autos se presenta lo que en doctrina se
denomina “daño continuado”, situación que permite contabilizar el plazo de prescripción,
sólo una vez que el delito se ha dejado de renovar, momento en el que se entiende
consumado y además porque el plazo de prescripción se suspendió durante el tiempo de
sustanciación del proceso infraccional, de acuerdo al artículo 9 de la Ley 18.287.
CUARTO: Que para resolver la excepción se tendrá presente, que de acuerdo a lo
dispuesto en el artículo 2514 del Código Civil, la prescripción que extingue las acciones y
derechos ajenos sólo requiere cierto lapso de tiempo durante el cual no se hayan ejercido
dichas acciones, tiempo que se cuenta desde que la obligación se hace exigible y teniendo
en cuenta el estatuto de responsabilidad invocado y lo dispuesto en el artículo 2.332 del
Código Civil, este lapso de tiempo requerido para que opere la prescripción es de cuatro
años, contados desde la perpetración del acto.
QUINTO: Que de lo expuesto en la demanda y conforme a la prueba rendida, la conducta
causante del daño comenzó el año 1998, como devela el informe técnico efectuado a
petición de la administración del edificio, en el que se consigna que los daños del
departamento de la actora fueron causados por el agua que escurre del departamento
del demandado y en particular por un sistema de riego instalado en aquel, no obstante,
se continuó reiterando, conforme con lo ocurrido el año 2002, cuando la administración
del edificio informa a la demandante de las reparaciones efectuadas por filtraciones
provenientes del techo del edificio; en el año 2004, en que la actora nuevamente
comunica a la administración del edificio los problemas de humedad en el cielo de su
departamento, mismo año en que la administración informa al demandado de los daños

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 218
que se han causado en razón de mantener plantas que al ser regadas el agua que escurre
deteriora el techo, cayendo hacia los departamentos bajo el suyo, haciendo presente la
prohibición a los propietarios aunque sea en forma provisoria, de mantener materiales
húmedos, infectados o malolientes, que comprometan la salubridad y seguridad del
edificio o ejecutar actos que perturben la tranquilidad de los demás copropietarios y
ocupantes; luego en el año 2005, cuando la arrendataria del departamento de la
demandante le comunica a esta última la fuga de agua que proviene del departamento
1604 que se ubica arriba del propio, generando goteras en living, dormitorio y cocina; en
el año 2008, en que la demandante informa nuevamente al administrador del edificio de
la filtración informada por su arrendataria y en el año 2010 cuando en el Libro de
Novedades de la Administración del Edificio se dejó constancia con fecha 20 de junio de
2010, por doña Verónica Araya, propietaria y don Matías Hernández, arrendatario del
mismo departamento 1507, que el día anterior – 19 de junio – se inició filtración de agua
en la esquina sur-poniente del dormitorio a nivel de cielo, lugar que corresponde al techo
que cubre parcialmente el departamento, consignando que el acceso a este techo es por
el departamento 1.604; mismo año en que se formalizó la denuncia ante el Tribunal
competente de acuerdo a la normativa aplicable en la especie, que culminó con la
dictación de la sentencia de 14 de junio de 2011, confirmada por la I. Corte de
Apelaciones de Santiago con fecha 13 de junio del año 2012, para posteriormente
interponer la presente acción para la indemnización de los perjuicios causados.
SEXTO: Que tanto la doctrina como la jurisprudencia, han sido contestes en considerar,
que excepcionalmente el plazo de prescripción contenido en el artículo 2.332 del Código
Civil, puede ser contabilizado desde una fecha posterior a la de perpetración del acto,
cuando el daño no se manifiesta de manera inmediata sino en forma diferida, esto es,
tiempo después de consumado el acto, supuesto en el cual, el plazo se computaría desde
que el daño se manifiesta a la víctima o cuando se trata de daño continuado, entendido
como aquel que se produce en un momento determinado por la conducta del agente,
pero persiste a lo largo del tiempo, con la posibilidad incluso de agravarse por factores
que resultan ajenos a la acción u omisión de mismo agente.
Que sin embargo, las hipótesis descritas no se configuran en la especie, por una
parte, porque las causas que lo provocan, no resultan independientes de su ejecutor, sino
exigen el despliegue de una necesaria actividad del mismo, como por ejemplo activar un
riego y por otra, por cuanto no ha sido una sola la conducta desplegada por el
demandado, sino una reiteración de la misma, constituyendo cada episodio un hecho
independiente que causa el consiguiente daño.
Que entonces, el computo del plazo de prescripción no puede ser otro que el
señalado en la norma del artículo 2.332, es decir debe contabilizarse desde la
perpetración del acto, entendiéndose que este momento, es aquel en que se produce el
daño como consecuencia del acto infraccional por parte de su autor.
Que en este contexto, consta que con fecha 20 de junio del año 2010 la actora
junto a su arrendatario Sr. Hernández, dejaron constancia en el Libro de Novedades de
Conserjería, que el día 19 de junio se inició filtración de agua en la esquina sur-poniente
del dormitorio a nivel de cielo, lugar que corresponde al techo que cubre parcialmente el
departamento, consignando que el acceso a este techo es por el departamento 1.604,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 219
debiendo entenderse que este hecho, que constituye un nuevo episodio, independiente
de los anteriores y que a la vez es el último constatado por la demandante respecto de la
conducta infraccional del demandado, resulta válidamente idóneo para determinar el
inicio del cómputo del plazo de prescripción, para efectos de perseguir la indemnización
de perjuicios de estos autos.
Que de este modo, considerando que el 19 de junio de 2010 tuvo lugar la
perpetración de la última de las conductas infractoras, desde entonces, a la fecha de
notificación de la presente demanda - 22 de mayo de 2014 - no había transcurrido el
plazo de 4 años establecido en la Ley, lapso de tiempo que tampoco se ha visto
interrumpido y en el que no ha tenido incidencia el procedimiento infraccional iniciado
en el Juzgado de Policía Local, el 18 de mayo de 2010, que resulta independiente de la
presente acción, al no ajustarse el presente procedimiento al previsto en el artículo 9 de
la Ley 18.287, todo lo cual lleva a desestimar la excepción.
EN CUANTO AL FONDO:
SEPTIMO: Que conforme a lo dispuesto en los artículos 1437, 2.314 y 2.329 del Código
Civil, las obligaciones nacen como consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o
daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos; el que ha cometido un delito o
cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización y todo daño que
pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta.
OCTAVO: Que atendida la naturaleza de la acción impetrada, ha de señalarse que son
requisitos copulativos del estatuto de responsabilidad civil extracontractual o aquiliana,
además de la capacidad -que por constituirse en la regla general y no haberse alegado
hipótesis de incapacidad alguna se da por concurrente-: a) una acción u omisión
imputable a culpa o dolo de su agente; b) el perjuicio o daño a la víctima; c) la relación de
causalidad entre la acción u omisión culpable o dolosa y el daño producido.
NOVENO: Que atendido lo dispuesto en el artículo 1698 del Código Civil, corresponde
probar dichos requisitos a quien alega la obligación indemnizatoria, en este caso la parte
demandante.
DECIMO: Que respecto del primero de los supuestos, esto es la existencia de un hecho
culpable o doloso, la prueba rendida, en particular, la consistente en constancia de 20 de
junio de 2010, estampada en el Libro de Novedades de Conserjería, por la propietaria del
departamento 1507 y su arrendatario; y la sentencia de 14 de junio de 2011 dictada por
el 2° Juzgado de Policía Local de Providencia y de segunda instancia del año 2012,
permiten constatar la efectividad de que el propietario del departamento 1604 don Javier
Robino, haciendo mal uso de un espacio común, específicamente sobre una techumbre
saliente de su departamento, que a su vez se ubica sobre parte del departamento de la
demandante, instaló plantas y un sistema de riego, que causó filtraciones de agua hacia la
losa del departamento inferior de propiedad de la demandante.
Que de acuerdo a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, en sus artículos 13, 14 bis y
32, los copropietarios, arrendatarios u ocupantes a cualquier título, de las unidades del
condominio, deberán ejercer sus derechos, sin restringir, ni perturbar el legítimo ejercicio
de los derechos de los demás ocupantes del condominio. Las unidades se usarán en
forma ordenada y tranquila y no podrán hacerse servir para otros objetos que los
establecidos en el Reglamento de copropiedad o en silencio de este, a aquellos que el

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 220
condominio este destinado. Tampoco se podrá ejecutar acto alguno que perturbe la
tranquilidad o comprometa la seguridad, salubridad y habitabilidad del condominio o de
sus unidades, ni almacenar materias que puedan dañar las otras unidades del
condominio, sancionándose con multa en caso de incurrir en tales infracciones.
Que por su parte el Reglamento de Copropiedad del Edificio Mardoqueo,
contempla en sus cláusulas tercera y cuarta, que los propietarios podrán usar y gozar de
los bienes comunes, empleándolos prudencialmente y en forma adecuada a su destino
ordinario y sin perjuicio del uso y goce legítimos a que tienen derecho los demás
copropietarios. Cada propietario usará de sus bienes propios en forma tranquila y
ordenada y de acuerdo al destino de los mismos, no pudiendo emplearlos entre otras, en
actividades que comprometan la seguridad, belleza, solidez, salubridad del edificio.
El mismo Reglamento, en la cláusula décimo segunda, precisa que son
considerados bienes comunes los necesarios para la existencia, seguridad y conservación
del edificio, entre otros, los muros exteriores y soportantes, la obra gruesa de los suelos y
entrepisos, techumbre, escaleras, sistema de evacuación de aguas lluvias.-
Que estas disposiciones fueron infringidas por el demandado, toda vez que,
tratándose de un espacio común y sin autorización, el demandado desplegó conductas
que afectaron la seguridad y salubridad del edificio, en particular al departamento de la
demandante, incurriendo con dicho actuar en una infracción reglamentaria, susceptible
de ser sancionada, constituyendo este actuar infraccional, el hecho ilícito.
UNDECIMO: Que en relación a los daños, los antecedentes dan cuenta que el actuar
infraccional del demandado, provocó filtraciones de agua a través del techo, que
causaron humedad y escurrimiento de ésta, en el departamento de la demandante,
afectando su cielo, cornisas, revestimientos, guardapolvos y junquillos, daños que se
corroboran con la documental acompañada consistente en set de fotografías certificadas
por Notario Público el año 2008; fotografía certificada por Notario Público con fecha 30
de junio de 2010, con el set de fotografías adjuntas al correo de 27 de febrero de 2013,
que exhiben el deterioro y malas condiciones del cielo del departamento 1507 y de las
cuales se aprecia que son producto humedad y filtración de agua; el presupuesto
efectuado por Robert Miño y boleta de honorarios de Alberto Escobar Osorio y Marlene
Vásquez Benavides de marzo y junio respectivamente del año 2013; que describen
trabajos realizados en cielo de baño y dormitorio del departamento 1507, reparación de
cielos soplados por humedad, secado grano fino, empaste y pintura cielo living, empaste,
4 manos de pintura cielo dormitorio y pintura cielo cocina; cotización N° 1932225 de 16
de junio de 2013, de visita para instalación de guardapolvos y junquillos; cotización N°
1938320 de 22 de junio de 2013 retiro de junquillos y guardapolvos por humedad e
instalación de los mismos en dormitorio y materiales; como también con el correo
electrónico de 28 de marzo de 2013, enviado por Verónica Araya a su arrendatario Matías
Hernández.
DUODECIMO: Que lo expuesto hasta ahora, evidencia que el demandado alteró el destino
natural del espacio común saliente de su departamento mediante la implementación de
un jardín y riego sobre aquel, sin haber adoptado los debidos resguardos, perturbando la
tranquilidad y habitabilidad del departamento inferior de propiedad de la demandante,
tanto para ella misma, como para las personas que arrendaban el lugar, causando los

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 221
daños descritos, existiendo por tanto un claro nexo causal entre la conducta infraccional
desplegada por el demandado y los daños causados.
Que este nexo causal se corrobora además, con el historial que existe respecto a
los mismos hechos, que da cuenta de una conducta infraccional reiterada por parte del
demandado, que incluso ya fue sancionada en procedimiento ante el Juzgado de Policía
Local de Providencia el año 2011, fallo confirmado por la I. Corte de Apelaciones el año
2012.
DECIMO TERCERO: Que es oportuno señalar, que de acuerdo a lo expuesto hasta ahora y
establecido el nexo causal entre la conducta infractora en que incurrió el demandado y el
daño causado, no resulta admisible la falta de legitimidad pasiva que reclama la
demandada, por cuanto el ilícito se configuró por un hecho propio de este último, quien
tenía la obligación de respetar y cumplir la reglamentación existente para la vida en
copropiedad y que lo obligaba a adoptar y mantener los resguardos necesarios para
evitar causar daño a los restantes copropietarios, lo que se condice con lo preceptuado
en el artículo 2.320 del Código Civil, en cuanto a que, toda persona es responsable de sus
propias acciones, exonerándose solo, si a pesar de haber incurrido en la infracción
reglamentaria, hubiere tenido el cuidado y diligencia debidos para no causar daño o
teniéndolos, no hubiese podido impedirlo, lo que tampoco ocurrió.
Que el hecho de que la actora haya acudido a la Administración, dando cuenta y
constatando lo que la afectaba, en caso alguno puede considerarse que por ello la
administración es la responsable y como consecuencia sujeto pasivo de la especie,
considerando además de lo precedentemente expuesto, que por expresa disposición
legal, solo son responsables del pago de la multa e indemnizaciones por infracción a las
obligaciones que impone el artículo 32 de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, el infractor
y el propietario de la respectiva unidad.
DECIMO CUARTO: Que establecida la existencia de una conducta infraccional, el daño
causado y la relación causal, corresponde determinar la procedencia de los montos y
rubros que han sido demandados.
DECIMO QUINTO: Que en relación al daño emergente, la actora lo fija en la suma total de
$4.700.000, desglosado en $2.700.000, por concepto de reparaciones a su propiedad y
gastos que debió efectuar a consecuencia de los daños producidos y la suma de
$2.000.000 en gastos de honorarios.
Que al efecto, la prueba documental consistente en boleta de 29 de junio de 2010
por concepto de visita de Notario al domicilio de la actora por $15.000; boletas de
honorarios de Alberto Escobar Osorio y Mirlene Vásquez Benavides, de marzo y junio
respectivamente del año 2013, que describen trabajos de cielo, de baño y dormitorio del
departamento 1507 y reparación de cielos soplados por humedad, secado grano fino,
empaste y pintura cielo living, empaste, 4 manos de pintura cielo dormitorio y pintura
cielo cocina, significaron un desembolso de $250.000 y $664.682 respectivamente;
cotización N° 1932225 de 16 de junio de 2013 por concepto de visita para instalación de
guardapolvos y junquillos por un valor de $3.500; cotización N° 1938320 de 22 de junio de
2013 retiro de junquillos y guardapolvos por humedad e instalación de los mismos en
dormitorio y materiales y boleta de la misma fecha por la suma de $107.130 permiten
establecer que por concepto de daño emergente, la demandante debió efectivamente

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 222
desembolsar para las reparaciones del cielo de su departamento, zona donde se
evidenciaron principalmente los daños, la suma total de $1.040.312, única cifra que será
la considerada para este rubro.
Sin embargo, respecto de los honorarios por la suma de $2.700.000, no se
encuentran comprobados, como tampoco su reclamo corresponde ejercer por esta vía,
debiendo ser rechazados. Respecto del Presupuesto elaborado por Robert Miño, si bien
permite servir de base para presumir, en armonía con los restantes antecedentes, que los
daños que se deben reparar son ciertos, debe considerarse que solo se trata de una
estimación anticipada de gastos, que no alcanza para acreditar que efectivamente los
montos que consigna fueron realmente desembolsados.
Del mismo modo, los documentos consistentes en boletas de servicios
domiciliarios tampoco pueden ser considerados en este rubro, teniendo en cuenta que se
trata de gastos propios del uso y habitación de la propiedad que no revisten el carácter
de extraordinarios al punto de ser considerados como un daño emergente que se debe
indemnizar.
DECIMO SEXTO: Que en cuanto al lucro cesante, por la suma de $5.700.000 desglosada en
$4.200.000, que dejo de percibir por el menor valor de arriendo, producto del estado del
departamento y por el uso indebido del techo y la suma de $1.500.000 por el tiempo que
el departamento estuvo en reparaciones y sin arrendar, corresponde señalar, que la
prueba rendida al respecto resulta insuficiente para dar por acreditado el monto pedido,
por cuanto no se cuenta con información objetiva que permita verificar de manera
fehaciente, que el canon de renta consignado en los contratos de arriendo era inferior al
promedio vigente en el mercado para inmuebles de iguales características y ubicación
que el de la demandante, considerando incluso que el contrato de arriendo del año 2009
con el Sr. Hernández, registra un anexo en que se dejó constancia del aumento del
arriendo el 1 de agosto del año 2012 y que en todos los contratos de arriendo se aprecia
un aumento progresivo de la renta.
A lo anterior cabe agregar, que tampoco se encuentran comprobadas cuáles
fueron las causas reales de terminación de los contratos anteriores y más aún, que luego
de terminado el contrato de arriendo con el Sr. Hernández, el 31 de mayo de 2013, el
departamento estaba en reales condiciones de ser habitado.
Que el hecho de haber existido varios arrendatarios en el periodo entre 2003 y
2013, responde al movimiento aceptable que puede experimentar un inmueble
destinado al arriendo, ámbito que incluso puede verse afectado por factores de mercado.
Por otra parte, si bien los antecedentes hacen presumir que la necesidad
impostergable de efectuar las reparaciones, fue la causa que motivó comunicar el
término del contrato de arriendo mencionado, lo cierto es que la prueba rendida nada
aporta en cuanto a establecer que tales reparaciones y mientras se llevaran a cabo
tornaban en inhabitable el departamento, como tampoco ilustra qué tiempo tomaron las
mismas, teniendo en cuenta que pese al deterioro que pudo haber experimentado el
cielo del departamento, el contrato de arriendo con el Sr. Hernández, no terminó por
decisión de este último arrendatario, sino por decisión de la propia actora, razones todas
que impiden acceder a la indemnización pedida por este concepto.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 223
DECIMO SEPTIMO: Que en cuanto al daño moral invocado, este debe ser probado por
quien lo reclama, toda vez que constituye un presupuesto para el origen de la
responsabilidad civil, por tanto, aquel que intente beneficiarse de su ocurrencia asumirá
la carga probatoria de demostrar su existencia.
DECIMO OCTAVO: Que al efecto, los antecedentes probatorios dan cuenta, de las
numerosas gestiones efectuadas por la demandante encaminadas a poner término a la
conducta infraccional del demandado y causante directa de los daños a su propiedad,
utilizando los medios y vías que tenía a su alcance como copropietaria de un edificio, en
este contexto y de acuerdo a la ley, acudió al Comité de Administración, quien tenía las
facultades para resguardar la conservación del inmueble y el cumplimiento de la
normativa y reglamento por parte de los copropietarios, en forma frecuente, siendo la
última vez, en el mes de junio del año 2010; dentro del mismo contexto, hizo uso de la vía
legal que le otorga la Ley de Copropiedad inmobiliaria, denunciando las infracciones al
Tribunal competente, procedimiento en el que obtuvo sentencia que reconoció la
infracción y la sancionó el año 2011, ratificada además por el tribunal superior el año
2012, como también ejerció su derecho a perseguir una indemnización por los perjuicios
que le eran causados, haciendo efectiva la responsabilidad extracontractual,
antecedentes objetivos que permiten establecer fundadamente, que la reiterada
conducta infraccional del demandado ha generado una aflicción que la actora ha debido
confrontar por largo tiempo y que ello ha motivado la inversión de un importante
tiempo, esfuerzo y stress, para repelerla.
A lo anterior se debe sumar, la evidente incertidumbre en cuanto al efectivo cese
de la conducta infraccional del demandado, del deterioro en su inmueble y del tiempo de
espera para obtener una solución definitiva, todo lo cual se estima como bastante motivo
para experimentar intranquilidad, angustia e impotencia.
Si bien, no se constata la rendición de prueba específica en este sentido, lo dicho
anteriormente permite fundadamente construir lo que la doctrina denomina, hecho
evidente, esto es, la presencia de una realidad en sí misma, suficiente para generar una
determinada certeza, que se manifiesta en la justificada aflicción que padecería cualquier
persona, al no vislumbrar con seguridad el fin de una conducta infractora, que la ha
afectado directamente y en forma reiterada, atendido el prolongado tiempo durante el
cual ha sido experimentada y sin obtener respuesta alguna de parte del hechor, que pese
a haber sido requerido por la administración y sancionado por la vía judicial, mantuvo su
actuar reprochable, lo que unido al desgaste emocional propio de este tipo de vivencias,
constituyen a juicio del tribunal razones suficientes para dar por comprobada la
existencia de un daño moral susceptible de ser indemnizado y cuyo monto será
determinado prudencialmente en la suma de $3.000.000.-
DECIMO NOVENO: Que las cantidades otorgadas por concepto de daño emergente y daño
moral deberán ser pagadas con los reajustes correspondientes a la variación que
experimente el Índice de Precios al Consumidor desde la fecha de dictación de este fallo y
su pago efectivo y con los intereses corrientes que se devenguen en el mismo periodo.
VIGESIMO: Que la restante prueba rendida y no expresamente mencionada, no altera lo
resuelto.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 224
Por todo lo anteriormente expuesto y lo dispuesto en los artículos 44, 144, 158,
160, 170, 342, 346, 426 del Código de Procedimiento Civil; artículos 1437, 1698, 2314,
2320, 2332 y 2514 del Código Civil; se declara:
EN CUANTO A LAS EXCEPCIONES
I.- Que se rechazan las excepciones de prescripción y de falta legitimidad pasiva,
deducidas por la demandada a fojas 141 y siguientes, con costas.
EN CUANTO AL FONDO
II.- Que se acoge la demanda deducida a lo principal de fojas 14 y siguientes, solo en
cuanto a que se condena al demandado Xavier Robino Monzo a pagar a la demandante
Verónica Araya Klare, una indemnización de perjuicios por responsabilidad
extracontractual por la suma de $1.040.313.- por concepto de daño emergente y
$3.000.000.- por concepto de daño moral desechándose en lo demás.
III.- Que las sumas ordenadas pagar deberán ser reajustadas conforme a la variación que
experimente el índice de precios al consumidor y los intereses corrientes, desde la fecha
de dictación de este fallo y su pago efectivo.
IV. Que se condena en costas al demandado.
REGISTRESE Y NOTIFIQUESE
Rol N° C-19.636-2013.
DICTADA POR DOÑA CLAUDIA PAMELA SALGADO RUBILAR,
JUEZ SUPLENTE”.

37.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de fecha 25 de agosto de 2017,


autos Rol N° 417-2017.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 32 de la Ley N° 19.537.

Materia: modificación de la fachada de la propiedad del denunciado, alzamiento de


muros medianeros, cierros y obras menores sin autorización del condominio.

“Vistos: (…)
Primero: Que en concreto la denuncia formulada por Sebastián Pilasi Menicheti,
domiciliado en Punta de Águilas Norte N° 9195, casa 24, comuna de Lo Barnechea, dice
relación con la modificación de la fachada de la propiedad del denunciado, alzamiento de
muros medianeros, cierros y obras menores sin autorización del condominio,
contraviniendo el Reglamento de Copropiedad, títulos de dominio, la Ley de Copropiedad
y la Ley General de Urbanismo y Construcciones, por cuanto se ha procedido sin contar
con el correspondiente permiso de la DOM; las obras fueron ejecutadas por el
denunciado en la propiedad vecina ubicada en condominio Punta de Águilas Norte N°
9195, casa 23. El denunciante hace presente que el 15 de diciembre de 2015 ingresó
reclamo a la DOM de la Municipalidad de Lo Barnechea –por los mismos hechos- y que
realizada la inspección en terreno por funcionario municipal, constatada la efectividad de
las irregularidades denunciadas, nada hizo el demandado para superar la situación ilegal
de su inmueble.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 225
Segundo: Que contestando la denuncia Alexei Osnovikoff señala ser dueño de su
propiedad desde el año 2014, que a la señalada fecha ya se encontraba construido el
muro y terraza que ahora el denunciante reclama, quien a su vez es dueño del inmueble
vecino desde el año 2015; se refieren que solo realizó cambios en los materiales del techo
de la terraza, extendiendo en 50 centímetros el muro también ya construido y solo
denuncia los hechos en junio de 2016, a casi un año de ocurrencia de los mismos, plazo
superior al establecido en el artículo 32 de la Ley 19.537. Explica que la extensión de la
losa del segundo piso que es también la terraza, respeta materialidad, espesor y color, no
transgrediendo la arquitectura mediterránea de las viviendas. En cuanto al artículo116 de
la Ley de Copropiedad111 y la Ley General de Urbanismo y Construcciones, esa denuncia
ya fue formulada a la DOM el 15 de diciembre de 2015, la que fue conocida por el
tribunal y pagada la multa impuesta. Además, los trabajos serán regularizados conforme
al Reglamento según lo informó el mismo denunciante.
Tercero: Que efectivamente con el mérito del documentos acompañados a fojas 78,
consistente en copia de escritura pública de 30 de diciembre de 2013, se tiene por
acreditado que el denunciado compró el inmueble de marras en esa fecha, título que rola
inscrito a fojas 12.020, N° 17.889, del Registro de Propiedad del Conservador de Bienes
Raíces de Santiago, año 2014 y que a esa data la casa habitación contaba con terraza y
quincho ya construidos. Por otro lado, con la prueba testimonial rendida por el
denunciado se tiene por probado en autos que el denunciante, dueño de casa N° 24,
llegó a vivir al condominio con posterioridad al denunciado. Refieren además, que los
propietarios están citados a una asamblea para el 15 octubre de 2016, (declaran el día 30
de septiembre) para regularizar, precisamente, las obras de ampliación de los inmuebles.
Cuarto: Que con la prueba documental acompaña en el comparendo de rigor, según acta
que se lee a fojas 117, se acredita la naturaleza y calidad de la construcción -condominio
tipo A- y la modificación efectuada por el denunciado en la propiedad que corresponde a
la casa 23. De otra parte, del documento denominada Informe Técnico Normativa Vigente
Camino Punta de Águilas Norte, se observa que las líneas estéticas de la construcción de
la casa 23 se mantienen, y acorde al conjunto armónico del condominio que no resultan
aplicables, entre viviendas de Condominios Tipo A, las normas generales sobre
adosamiento y distanciamiento; con el documento de fojas 105 se evidencia que existió el
permiso de Edificación N° 015-2013, presentado en la DOM de la Municipalidad de Lo
Barnechea, para ampliaciones en 28 viviendas del citado condominio, entre las que se
encuentran las casa de los números 23 y 24.
Quinto: Que en segunda instancia, sin observación de la parte contraria, se acompañó
documental que acredita que en Asamblea Extraordinaria de Copropietarios del
Condominio Punta de Águilas, reunida el 24 de noviembre de 2016, los asistentes
aprobaron los proyectos de arquitectura de obras presentadas por los propietarios, entre
ellos los dueños de las unidades de las casas 23 y 24.
Con ello se tiene por cumplida la exigencia de las Normas del Reglamento de
Copropiedad que los rige y la exigencia del artículo 32 de la Ley 19.547. Lo anterior
demuestra que los miembros del condominio, efectivamente, estaban en conversaciones
111
Aquí el fallo incurre en un error. Este art. 116 corresponde a la Ley General de Urbanismo y
Construcciones.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 226
para superar las deficiencias detectadas en cuanto a obras de ampliación ejecutadas por
diversos dueños al interior de la comunidad habitacional, por lo menos desde el año
2015, como lo reconoce el denunciante en su libelo y lo ratifican los testigos del
denunciado, por lo cual lejos de ser un problema entre dos vecinos, la prueba demuestra
que se trataba de un conflictos general en vías de ser solucionado por los propios
copropietarios.
En este mismo sentido, con las copias de los permisos de edificación allegados
también en esta instancia se demuestra que el denunciado presentó solicitud de Permiso
de Obra Menor ante la DOM de la Municipalidad de Lo Barnechea el 21 de diciembre de
2016, sin perjuicio de la que ya se encontraba abierta en el año 2013, como antes se
anotó.
Sexto: Que en cuanto al no cumplimiento de lo previsto en el artículo 116 de la Ley de
Copropiedad112 y la Ley General de Urbanismo y Construcciones, es un hecho pacífico que
en causa iniciada con anterioridad, por denuncia Municipal, el mismo tribunal en
sentencia de 27 de mayo de 2016, impuso al denunciado una multa de 80 UTM, por
ejecutar obras de ampliación y rellenos, sin contar con el permiso respectivo. En este
contexto, improcedente resulta imponer nuevamente una sanción sobre un asunto ya
resuelto en un fallo ejecutoriado y, además, cumplido.
Séptimo: Que de lo que se viene razonando es dable concluir que el denunciado no ha
incurrido en las infracciones que se le imputan, desde que en Asamblea de
Copropietarios, los interesados acordaron aprobar las ampliaciones irregulares, no solo
de la casa 23, sino de todas aquellas que se encontraban en situaciones similares,
encontrándose en tramitación los permisos de rigor ante la autoridad competente.
Octavo: Que finalmente, este tribunal tendrá por cierta la versión dada por el denunciado
en cuanto a que luego de adquirir el inmueble, se limitó a cambiar la materialidad de la
ampliación de la terraza y ampliarla en los términos que se observa en la fotografía de
fojas 94, lo en manera alguna importa alterar la fachada del inmueble o destinarlos a un
uso diferente al habitacional.
Por estas consideraciones y de conformidad, además, a lo que dispone los
artículos 32 de la Ley 19.547 y 14 y 32 de la Ley 18.297, se revoca la sentencia apelada de
trece de diciembre de dos mil dieciséis, que se lee a fojas 130 y siguientes, por la cual se
condenó a Alexei Osnovikoff Devet, a pagar una multa de 83 U.T.M. y en su lugar se
decide que se le absuelve de los cargos formulados.
Regístrese y devuélvase.
Redactó la ministra señora González Troncoso.
Rol Corte N° 417-2017”.-

Pronunciado por la Quinta Sala de la C.A. de Santiago integrada por Ministra Sra.
Jessica De Lourdes González, T. Ministro Suplente Sr. Enrique Faustino Duran B. Santiago
y Abogado Integrante Sr. Oscar Torres Zagal.

112
Misma observación anterior.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 227
38.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de fecha 20 de octubre de 2017,
autos Rol N° 537-2017.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 32 de la Ley N° 19.537.

Materia: indemnización por filtraciones de aguas lluvias sufridas por un departamento.

“Vistos: (…)
1º) Que la parte demandada ha deducido recurso de apelación en contra de la sentencia
definitiva de primera instancia que la condenó al pago de la suma de $2.100.000.- en
favor de la actora como indemnización de los perjuicios causados, más las costas del
juicio.
2º) Que es un hecho de la causa que el departamento ubicado en avenida Fermín
Vivaceta Nº 1190 departamento 1110 de la comuna de independencia, sufrió diversas
filtraciones de aguas lluvias provenientes de la azotea y que la denunciada dispuso la
reparación de la techumbre para poner fin al problema que aquejaba a la denunciante.
3º) Que no se ha demostrado que las mencionadas filtraciones se deban a una conducta
negligente de parte de la Comunidad del Edificio Vivaceta Plaza, la que, por el contrario al
haber sido requerida dispuso la realización de los trabajos necesarios para poner fin a la
filtración.
4º) Que la demandante no ha acompañado medio probatorio alguno que demuestre que
ella sea la propietaria del inmueble que habitaba o que tenga el poder suficiente para
representar al dueño, de manera que no puede pretender que la denunciada le
indemnice los montos en los que se pudo incurrir para la reparación del interior del
departamento.
5º) Que tampoco es factible la indemnización por daño moral, pues si bien es factible
admitir la existencia de molestias propias de estos casos, no se probó que la causa de tal
situación sea imputable a una conducta negligente de la denunciada.
6º) Que en relación al rechazo de las tachas deducidas contra los testigos de la actora,
esta Corte coincide que tales inhabilidades son propias de la prueba tasada y no de un
régimen de sana crítica, sin perjuicio de la ponderación que se haga conforme a este
régimen probatorio sobre la credibilidad del testigo en razón de la relación que pueda
tener con la parte que lo presenta, circunstancias que en este caso, pese a la relación de
los deponentes con la denunciante, no impiden dar por cierto que hubo filtraciones en el
departamento y que ello originó inconvenientes a sus habitantes, más no permite dar
lugar a las indemnizaciones pretendidas por los argumentos señalados en los motivos
precedentes.
Por estas consideraciones y lo dispuesto en los artículos (sic) 32 de la Ley Nº
18.287 se revoca, en lo apelado, la sentencia apelada de treinta y uno de enero de dos
mil diecisiete, escrita a fojas 148 y en su lugar se rechaza en todas sus partes la demanda
de indemnización de perjuicios deducida por doña Andrea Caro Navarrete y la condena
en costas a la denunciada, la que también se desestima.
Regístrese y en su oportunidad devuélvase.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 228
Redactó la Ministra Mireya López Miranda.
Rol Nº 537-2007 (Policía Local)”.

Pronunciado por la Cuarta Sala de la C.A. de Santiago integrada por Ministra


Mireya Eugenia López M. y Abogada Integrante Carolina Andrea Coppo D. (no se indica
identidad del tercer integrante).

39.- Sentencia de la Corte Suprema de fecha 31 de octubre de 2017, dictada en los autos
Rol N° 16.663-2017.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 19, N°s 21 y 24 de la Constitución Política de la República y
artículos 14 y 30 de la Ley N°19.537.

Materia: prohibición impuesta a los propietarios de departamentos de arrendarlos por


períodos menores a treinta días y de haber proscrito el uso de las piscinas a sus visitantes
salvo que concurrieran a ella con los propietarios o arrendatarios, apercibiéndoseles que
en caso de contravención, serían sancionados con multas.

Por sentencia de fecha 13 de abril de 2017, de la Primera Sala de la Corte de


Apelaciones de Valparaíso, se rechazó recurso de protección deducido en contra de la
Administración del Edificio Miramar Reñaca, representada por don Ignacio Lagos Greve, y
en contra el Comité de Administración del mismo edificio. Se expresa en este fallo:

“VISTOS Y TENIENDO PRESENTE:


PRIMERO: Que a fojas 82 comparece doña Alicel Belmar Rojas, domiciliada en calle Blanco
n°1663, oficina 1004, Valparaíso, en beneficio de don Manuel Sergio Alcides Ludueña
Pérez, ingeniero comercial, domiciliado en Avenida Vespucio n°1096, departamento 1203,
Las Condes, Santiago, don Rolando Dagach Nacrur, ingeniero civil, doña Cecilia Soto
Oyarzún, comunicadora social, doña Rosa Ramis Campusano, desconoce profesión u
oficio, don Andrés Luhende Massa, ginecólogo, don Alejandro Varas Valdés, piloto
comercial, doña Sandra Gómez Barris, asesora inmobiliaria, doña Vjerusa Simunovic,
vendedora, don Jacobo Szenfeld Greiner, jubilado, don Alejandro Pérez, ingeniero, don
Jaime Rodríguez Ruz, contador, don Miguel Osorio Morales, independiente, don Eduardo
Toledo Abarca, contador, y don Antonio Madrid Labra, ingeniero civil, todos domiciliados
en Costa de Montemar n°50, Reñaca, quien interpone recurso de protección en contra de
la Administración del Edificio Miramar Reñaca, representada por don Ignacio Lagos
Greve, contra el Comité de Administración del mismo edificio, ubicado en calle Costa de
Montemar n° 50, Reñaca, Viña del Mar, y en contra de su Presidenta, doña Paula Lucía
Alonso Imperatore.
Sostiene que el 4 de febrero del presente año, se les comunicó a los
copropietarios y residentes, vía informativos pegados en los ascensores del edificio, la
limitación respecto del uso de piscinas por parte de quienes fueran visitas, salvo que
concurrieran a ella con el propietario, de tal manera que sólo podrían usarla sin

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 229
fiscalización alguna los que fueran propietarios, entre ellos, los recurrentes, decisión o
acto que es una discriminación arbitraria.
Agrega que además se tomó una nueva decisión, en la que la mayoría de los
propietarios no participaron, ni con su anuencia ni con su rechazo, a saber, la prohibición
a los propietarios de poder arrendar sus departamentos por menos de 30 días, señalando
que la infracción o incumplimiento se sancionaría con una multa para el propietario.
Indica que esta decisión se habría tomado en un acuerdo de asamblea, de la que
nunca se tuvo conocimiento, ni de su convocatoria ni de la fecha de realización.
Hace presente que el propietario, don Manuel Ludueña Pérez, envió un reclamo
por correo electrónico a la Administración y al Comité de Administración, con copia a los
copropietarios que pudo, atendido que no tenía conocimiento de todos los correos
electrónicos.
Añade que algunos propietarios apoyaron la eliminación de la prohibición, pero
otros aún no se han enterado de la arbitrariedad, atendidas las vacaciones, misma razón
por la cual los copropietarios no han podido contar con más firmas, ya que las reunieron
sólo durante algunos días, lo que da para pensar que la arbitrariedad se planificó para
esta época del año.
Explica que se tuvo conocimiento de que en diciembre del año 2016 se realizó una
asamblea donde se exigió, por parte de algunos propietarios, que se tomaran medidas
respecto de los arriendos temporales, ya que éstos atentaban contra la seguridad del
edificio y su mantención.
Afirma que se trata de una transgresión del artículo 19 N° 21 inciso 1 y N° 24 de la
Constitución Política, lo que además lesiona el principio de la jerarquía y/o primacía de
ese cuerpo normativo respecto de las demás normas que comprende el ordenamiento
jurídico interno. Así, el Comité de Administración del edificio procedió de manera
arbitraria, ilegal e inconstitucional. Razona que el derecho a desarrollar una actividad
económica lícita, no puede verse conculcado ni amenazado por un acuerdo de una
asamblea, instancia de deliberación de un Comité de Administración de un edificio, e
indica que si éste comité se arroga la facultad de restringir, limitar o privar de éste
derecho, sin infringir la ley, la Constitución, las buenas costumbres y la moral, se trataría
entonces de un abuso del derecho a reglamentar, siendo una arbitrariedad, un acto ilegal
e inconstitucional.
SEGUNDO: Que a fojas 151 comparece informando el recurso, don José Luis Aguirrezabal
Grünstein, abogado, en representación de doña Paula Lucía Alonso Imperatore,
Presidenta del Comité Administración del Edificio Miramar Reñaca, y de don Ignacio Lagos
Greve, Administrador de la comunidad del Edificio Miramar Reñaca, quien señala que la
asamblea de copropietarios, en sesión ordinaria, adoptó el 3 de diciembre de 2016 el
acuerdo de limitar el uso de la piscina, como asimismo, ratificó la decisión de ejecutar la
norma contenida en el artículo undécimo, once uno, del Reglamento de Copropiedad,
que prohíbe los arrendamientos menores a 30 días.
Agrega que luego, el Comité de Administración, por acuerdos de fecha 9 y 21 de
febrero de 2017, tomados conforme a lo dispuesto en el artículo trigésimo segundo del
antedicho Reglamento, decidió imponer multas a quienes infringieran ambas medidas.
Hace presente que ambos acuerdos fueron adoptados mucho antes del 2 de febrero de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 230
2017, no siendo efectivo que los recurrentes hayan tomado conocimiento de esto el día 4
de febrero de 2017, por lo tanto, el recurso es extemporáneo.
En subsidio, alega la inadmisibilidad del recurso atendido que resulta evidente que
se está frente a un conflicto que los recurrentes tienen con la Administración y con el
Comité, o al menos, con su Presidenta, y que para resolver estos conflictos, el artículo 33
de la Ley N° 19.537 otorga competencia a los Juzgados de Policía Local, por lo que los
recurrentes debían incoar una acción de naturaleza infraccional.
Sostiene que la comunidad que forman los copropietarios del Edificio Miramar
Reñaca se rige por el Reglamento de Copropiedad del 24 de agosto 2009, inscrito a fojas
3699 número 2882 del Registro de Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Viña del
Mar del mismo año, y que en lo no regulado, rigen supletoriamente las normas previstas
en la Ley 19.537.
Explica que la comunidad cuenta con tres órganos de dirección, esto es: un
Administrador, un Comité de Administración que se reúne al menos dos veces al mes,
para ejercer las funciones que le confiere el reglamento y la aprobación de normas de
carácter interno conforme al artículo 21 de la Ley 19.537, y la Asamblea de
copropietarios, que se lleva a efecto al menos una vez al año.
Recalca que el Reglamento de Copropiedad contiene una norma específica
respecto del arrendamiento de los departamentos, en cuanto a que éstos no pueden
extenderse por un tiempo menor a 30 días, norma que no ha sido modificada ni en virtud
de consulta, ni en virtud de asamblea extraordinaria. Añade que, asumiendo que todos
los recurrentes son copropietarios, éstos, al adquirir sus departamentos, aceptaron
expresamente sujetarse a las normas establecidas en el reglamento.
Agrega que en el artículo undécimo, once dos, del Reglamento, se prohíbe el uso
de la piscina, jacuzzi y del gimnasio a parientes, visitas o amigos de los residentes, y que
en el artículo 48 del Reglamento Interno se regula el horario de uso de las piscinas.
Refiere que el Comité de Administración ha sustentado a través de la directiva
impugnada, que la piscina es para los propietarios, sean por sí o acompañando a visitas.
Añade que la capacidad de uso de las instalaciones es limitada y su aforo se encuentra
limitado a un número determinado de personas, debiendo privilegiarse a los propietarios,
que son quienes concurren a la mantención del edificio por medio del pago de gastos
comunes.
Expone que lo que los recurrentes pretenden es utilizar sus departamentos con
fines de hotelería, como se puede observar en páginas de internet, en dónde incluso
algunos ofrecen servicios de desayuno y mucama, lo que está prohibido y choca con el
destino exclusivamente habitacional de los departamentos. Asimismo, afirma, este tipo
de arrendamientos genera distintas molestias, por ejemplo, vulneración de la seguridad
del edificio, sobrecarga de los servicios generales, falta de control en el número de
huéspedes y daños en áreas comunes.
TERCERO: Que como es sabido para la procedencia del recurso de protección se requiere
la concurrencia copulativa de los siguientes requisitos: a) que se compruebe la existencia
de la acción reprochada; b) que se establezca la ilegalidad o arbitrariedad de esa acción;
c) que de la misma se siga directo e inmediato atentado contra una o más de las garantías

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 231
constitucionales invocadas y susceptibles de protección por esta vía; y d) que esta Corte
se encuentre en la situación material y jurídica de brindar la protección solicitada.
CUARTO: Que se desestimará la alegación de extemporaneidad puesto que no existen
elementos en el expediente, que determinen fehacientemente que los actores tomaron
conocimiento efectivo de los actos que impugnan fuera del plazo establecido en el Auto
Acordado de la Excma. Corte sobre la materia.
QUINTO: Que conforme a los elementos de probanza acompañados, valorados con
arreglo a las reglas de la sana crítica, es posible tener por establecidos los siguientes
hechos y circunstancias:
a.- Con fecha 24 de agosto de 2009 se otorgó el Reglamento de Copropiedad del “Edificio
Miramar Reñaca”. Entre sus cláusulas más relevantes se mencionan las siguientes:
“Artículo primero. El presente Reglamento regulará los derechos y obligaciones de los
propietarios de las unidades susceptibles de constituir dominio exclusivo del edificio, en
adelante “las unidades”, así como las prohibiciones y sanciones y el régimen de
administración interna de los bienes comunes y tendrá fuerza obligatoria para toda
persona natural o jurídica a) que adquiera o suceda en el dominio a cualquier título de
una o más de dichas unidades; b) a quien el propietario de una unidad hubiera cedido su
uso y goce a cualquier título; y c) que ocupe a cualquier título alguna de dichas unidades”;
“Artículo Segundo: …Podrá la asamblea de copropietarios o el comité de administración,
por los quórum y mayorías correspondientes, dictar instructivos destinados a facilitar la
aplicación de las regulaciones de la copropiedad inmobiliaria dispuestas por la Ley sobre
Copropiedad Inmobiliaria o por su Reglamento; “Artículo Octavo: …Para cambiar el
destino de una unidad se requerirá que el nuevo uso esté permitido por el instrumento
de planificación territorial y que el copropietario obtenga, además del permiso de la
Dirección de Obras Municipales, el acuerdo previo de la asamblea de copropietarios”;
“Artículo Décimo: Todo propietario y ocupante usará su unidad o espacio asignado en uso
y goce exclusivo en forma ordenada y tranquila, según su destino, y no podrán hacerse
servir para otros objetos que los establecidos en el presente reglamento, en su silencio, a
aquellos a que el condominio esté destinado según los planos aprobados por la Dirección
de Obras Municipales, y sin perjuicio del uso legítimo de los demás copropietarios. Las
construcciones en bienes de dominio común, las alteraciones de los mismos, formas de su
aprovechamiento y el cambio de su destino se sujetarán a lo que determine la asamblea
de copropietarios”; “Artículo Undécimo: once.uno. Normas Generales: Queda
expresamente prohibido a los propietarios, arrendatarios u ocupantes a cualquier título
de las unidades del Condominio…Cuatro. Destinar las unidades habitacionales al
funcionamiento de oficinas, comercio, talleres, fábricas, casas de pensión u hospedaje,
apart-hotel ... u otros destinos que no sean exclusivamente de viviendas…” “veinte.
Arrendar departamentos por periodos de tiempo inferiores a treinta días”. once.dos.
Normas especiales sobre el uso de las “piscinas, gimnasio y otros: Las piscinas, tanto las
dos exteriores como la interior temperada, los saunas, el jacuzzi, el gimnasio y los
camarines son de uso y goce exclusivo de las personas que residan en los departamento
del Proyecto, y en consecuencia, no podrán hacer uso de ella los parientes, amigos o
visitas de los residentes…” “Artículo Vigésimo Noveno: las siguientes materias sólo podrán
tratarse en sesiones extraordinarias de las asambleas de copropietarios: Uno)

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 232
Modificación del Reglamento de Copropiedad. Dos) Cambio de destino de las unidades
del Condominio”; “Artículo trigésimo segundo: El Comité de Administración podrá
también dictar normas que faciliten el buen orden y administración del Condominio,
como asimismo imponer las multas que estuvieren contempladas en el reglamento de
copropiedad a quienes infrinjan las obligaciones de la Ley sobre Copropiedad Inmobiliaria
y del propio reglamento de copropiedad. Las normas y acuerdos del Comité mantendrán
su vigencia mientras no sean revocadas o modificadas por la asamblea de
copropietarios…”. “Artículo Trigésimo Sexto: El presente Reglamento sólo podrá ser
modificado por acuerdo de la Asamblea Extraordinaria de Copropietarios citada
especialmente para el efecto…”.
b.- Asimismo se dictó Reglamento Interno del edificio, cuyas cláusulas reiteran lo
indicando en el Reglamento de Copropiedad. Así, su artículo 2° se señala: “Cuando un
propietario arriende su departamento deberá informarlo por escrito a la Administración,
entregando todos los antecedentes necesarios, tales como, nombre del arrendatario, rut
y duración del arriendo, periodo que no podrá ser inferior a 30 días”; “Artículo 42°.- La
piscina exterior, podrá ser utilizada desde las 10:30 hrs. y hasta las 22:00 hrs., sólo por los
propietarios y arrendatarios. Las visitas, podrán hacer uso de la piscina siempre que se
encuentren acompañados del copropietario…”; y “Artículo 48°.- La piscina podrá ser
utilizada desde las 06:30 hrs. Y hasta las 23:00 hrs., sólo por los propietarios y
arrendatarios. Las visitas, podrán hacer uso de la piscina siempre que se encuentren
acompañadas del copropietario”.
c.- Se ha establecido además que en diversas sesiones del Comités de Administración y de
Asamblea de copropietarios se reiteraron las prohibiciones, restricciones y limitaciones
referidas.
d.- Finalmente también consta que se publicitaron mediante avisos esas prohibiciones y
limitaciones referidas al uso de la piscina y tiempo de arrendamiento.
SEXTO: Que del tenor de lo expuesto aparece que existe una controversia respecto a las
disposiciones vigentes y establecidas en el Reglamento de Copropiedad y ratificadas por
los órganos de la administración del edificio, en relación a las prohibiciones y limitaciones
que se establecieron al ejercicio de las facultades de uso y goce de las unidades y de los
bienes de dominio común. Además se aprecia que existe un conflicto en relación a los
reales destinos de los inmuebles con fines de vivienda, y su adecuación a las normas
urbanísticas que los regulan.
En esas circunstancias, no puede esta Corte, con los elementos aportados, y en
esta sede cautelar, tener por establecida la existencia de un acto ilegal o arbitrario,
teniendo en cuenta que existen reglas vigentes en el Reglamento de Copropiedad y que
además ha sido la voluntad de la comunidad de copropietarios regida por la Ley N°
19.537, la que ha ratificado las mismas disposiciones que ahora se impugnan.
SEPTIMO: Que así las cosas, la acción de protección no podrá ser acogida, sin perjuicio de
otros derechos. En efecto, la Ley de Copropiedad Inmobiliaria en su artículo 31 contempla
una acción judicial a los copropietarios que se sientan afectados por disposiciones del
reglamento de copropiedad del condominio, para solicitar la supresión, modificación o
reemplazo de las normas impugnadas, al amparo de las causales que ahí se indican. O en
su caso, también podrán ejercerse las acciones otorgadas por el artículo 33 de la misma

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 233
ley para solicitar la declaración de nulidad de un acuerdo adoptado por la asamblea de
copropietarios.
Por estas consideraciones y visto además lo dispuesto en el artículo 20 de la
Constitución Política de la República y Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema sobre
la materia, se rechaza, con costas , el recurso de protección deducido a fojas 82.
Regístrese, notifíquese, y archívese en su oportunidad.
Redacción del Ministro Sr. Cancino.
N° Protección-1055-2017”.

Pronunciado por la Primera Sala de la C.A. de Valparaíso integrada por los


Ministros Sr. Álvaro Rodrigo Carrasco L., Sra. Rosa Aguirre C., y Sr. Max Antonio Cancino
C.

En contra de esta resolución, los recurrentes interpusieron recurso de apelación.


La sentencia de la Corte Suprema, de fecha 31 de octubre de 2017, acogió el recurso en
votación de mayoría. Expresa al efecto:

“Vistos: (…)
Primero: Que (…) dedujeron recurso de protección en contra del administrador del
Edificio Miramar de Reñaca, (…), y de su Comité de Administración, representado por su
presidenta, Paula Lucía Alonso Imperatore, por haber incurrido en actos arbitrarios e
ilegales consistentes en la prohibición impuesta a los propietarios de departamentos que
forman parte del mencionado inmueble, entre ellos los recurrentes, de arrendarlos por
períodos menores a treinta días y de haber proscrito el uso de las piscinas a sus visitantes
salvo que concurrieran a ella con los propietarios o arrendatarios, actuación que les fue
comunicada mediante avisos publicados en los ascensores el día 4 de febrero de 2017,
apercibiéndoseles que en caso de contravención, serían sancionados con multas.
Sostienen que el acto impugnado constituye una infracción a las garantías
contenidas en el artículo 19 N°s 21 y 24 de la Constitución Política de la República,
solicitando, por tanto, la suspensión de la prohibición y limitación resueltas, además de
suspenderse el pago de las multas ya cursadas, debiendo ordenarse una citación al
administrador con la finalidad de buscar una forma de resolver la controversia, sin
perjuicio de las demás medidas que se estimen procedentes y adecuadas.
Segundo: Que al informar, Ignacio Lagos Greve y Paula Lucía Alonso Imperatore,
indicaron que de la simple lectura del recurso se evidencia un conflicto que los
recurrentes mantienen con la Administración y el Comité, o al menos, con su Presidenta,
cuya resolución debe someterse al conocimiento del Juzgado de Policía Local según lo
estatuye el artículo 33 de la Ley N° 19.537.
Añaden que la comunidad que forman los copropietarios de los departamentos
del Edificio Miramar de Reñaca, se rige por un reglamento que entró en vigencia el 24 de
agosto de 2009, que se encuentra debidamente inscrito en el Registro de Hipotecas y
Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces de Viña del Mar, el que contiene una
norma expresa respecto a la duración de los contratos de arrendamiento de los
departamentos, impidiendo que sean celebrados por períodos inferiores a treinta días,

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 234
concluyendo que los actores debieron conocer la prohibición al momento de comprarlos,
aceptando en consecuencia los preceptos contenidos en él, incluyendo la obligación de
acompañar a sus visitas a las piscinas del inmueble, dando como motivo para esta última
restricción, que sus instalaciones son limitadas, por lo que debe privilegiarse a los
propietarios por ser quienes concurren a la mantención del edificio por medio del pago
de los gastos comunes.
Consideran que la real motivación que persiguen los recurrentes, es la de destinar
cada uno de sus departamentos para una finalidad hotelera y ofrecerlos, por ejemplo, en
páginas de internet, donde incluso se entregan servicios de desayuno y mucama, lo que
contraría el destino habitacional de cada unidad, pretensión que generaría diversas
molestias para los demás dueños, consistentes en la vulneración de la seguridad del
edificio, sobrecarga de los servicios generales, falta de control en el número de
huéspedes y daños en los espacios comunes.
Tercero: Que la sentencia apelada rechazó el recurso de protección estableciendo en sus
fundamentos sexto y séptimo, que con los elementos aportados y en esta sede cautelar
no es posible tener por establecida la existencia de un acto ilegal y arbitrario, teniendo en
cuenta que existen reglas vigentes en el Reglamento de Copropiedad y que la voluntad de
la comunidad de copropietarios regida por la Ley N°19.537 ha ratificado las decisiones
impugnadas.
Añade que la ley citada consagra una acción para que los copropietarios que se
sientan afectados por las disposiciones del Reglamento de Copropiedad soliciten la
supresión, modificación o reemplazo de las normas impugnadas al amparo de las causales
que se señalan en la normativa, pudiendo también pedir la declaración de nulidad de los
acuerdos de la asamblea de copropietarios.
Cuarto: Que los apelantes fundamentan el agravio que les provoca el fallo
precedentemente citado en lo referido a la prohibición de arrendar los departamentos de
que son propietarios por un plazo menor a treinta días, conformándose en consecuencia
con lo decidido en la sentencia en lo relativo al uso de las piscinas del edificio.
Quinto: Que de lo expuesto, se desprende que la controversia entre las partes se suscita a
propósito de la prohibición contenida en el Reglamento de Copropiedad, de arrendar los
departamentos del edificio por períodos inferiores a treinta días, según se consigna en el
artículo 11°, sección once.uno N° 20 de éste, que la administración del edificio informó
sobre su contenido a los copropietarios del edificio el 4 de febrero pasado.
Sexto: Que para la adecuada resolución del asunto planteado, se debe considerar en
primer término, que el régimen de propiedad horizontal queda comprendido dentro del
marco del ejercicio del derecho de dominio, pero con la salvedad que en él se conjugan
derechos individuales con otros de carácter colectivos, es decir, se trata de una forma de
ejercer el derecho de dominio que implica, por un lado, la propiedad exclusiva sobre una
parte del inmueble – cada unidad o departamento- y por otro, la propiedad de las áreas
comunes.
En efecto, el primer inciso del artículo 3° de la Ley N° 19.537, prescribe que “cada
copropietario será dueño exclusivo de su unidad y comunero en los bienes de dominio
común”, entendiendo como unidad, según la definición que da el artículo 2 N° 2 de esa
ley, “los inmuebles que forman parte de un condominio y sobre los cuales es posible

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 235
constituir dominio exclusivo”, mientras que son bienes de dominio común, según su
ordinal 3°, aquellos que pertenecen a todos los copropietarios por ser necesarios para la
existencia, seguridad y conservación del condominio, tales como terrenos de dominio
común, ascensores, así como todo tipo de instalaciones generales como ductos de
calefacción, además de las terrazas comunes y los bienes muebles o inmuebles
destinados permanentemente al servicio, la recreación y el esparcimiento de los
copropietarios.
Séptimo: Que es respecto de estos últimos sobre los que la mencionada Ley N°19.537,
permite, por regla general, una mayor intensificación normativa a los órganos
administrativos encargados de la gestión de los bienes comunes a través de la dictación
de reglamentos de copropiedad, tal como se desprende de la lectura de sus artículos 3, 4,
5, 6, 8, 13, 23, 28 y 36.
En este sentido, a los órganos de administración de los condominios se les
encomienda la regulación y fiscalización de diversas materias concernientes a los bienes
de dominio común, para ser resueltas, en su caso, por los copropietarios reunidos en
asambleas ordinarias y extraordinarias, debiendo tratarse en las primeras, la rendición de
cuentas correspondiente a los últimos doce meses, sin perjuicio de cualquier otro asunto
relacionado con los intereses de los copropietarios; mientras que en las extraordinarias,
serán tratados asuntos relativos a los bienes comunes como su enajenación o
arrendamiento, constitución de derechos de uso y goce exclusivos a favor de uno o más
copropietarios, u otras formas de aprovechamiento de tales bienes (artículo 17 de la Ley
N°19.537).
Octavo: Que, por otra parte, el artículo 17 N° 10 de la Ley sobre Copropiedad
Inmobiliaria, regula la posibilidad que mediante asambleas extraordinarias pueda tratarse
el cambio de destino de las unidades del condominio, sin perjuicio de ser innecesaria la
reunión si en el mismo reglamento comunitario se contienen normas que traten esta
materia; mientras que su artículo 32, prescribe que “las unidades se usarán en forma
ordenada y tranquila y no podrán hacerse servir para otros objetos que los establecidos
en el reglamento de copropiedad.”
Noveno: Que excepcionalmente, estas dos disposiciones de la Ley N°19.537 regulan el
ejercicio de las facultades que entrega el dominio a los propietarios de cada unidad,
debiendo resolverse, luego de entregarse el marco normativo que rodea la discusión, si
las materias que son objeto del presente recurso pueden entenderse contenidas en las
disposiciones del reglamento invocado por los recurridos para así revestir de juridicidad la
actuación que les ha sido reprochada.
Décimo: Que al ser la propiedad horizontal una forma especial del derecho de dominio,
su análisis debe adecuarse, en primer término, a su finalidad y contenido, encontrando
un inicial soporte en el artículo 19 N°24 de la Constitución Política de la República, que lo
entiende vulnerado en tanto se entrabe a su titular la posibilidad de realizarlo más allá de
lo razonable, en particular, cuando las facultades que son inherentes al dominio se ven
impedidas de ser ejercidas en plenitud, siendo tales las de uso, que permite al propietario
emplear para sí mismo el bien; la de goce, que otorga a su titular la potestad de percibir
los frutos o productos que sea posible entregar; y, la de disposición, que es aquella que
permite la enajenación de la cosa, su consumo o transformación.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 236
De este modo, “la esencia del derecho –de propiedad debe ser conceptualizada
desde el punto de vista del ordenamiento positivo y dentro de este ámbito precisar el
alcance de la norma constitucional en los términos más sencillos, para que sea entendido
por todos y no sólo por los estudiosos de la ciencia jurídica. Desde esta perspectiva,
debemos entender que un derecho es afectado en su ‘esencia’ cuando se le priva de
aquello que le es consustancial de manera tal que deja de ser reconocible y que se
‘impide el libre ejercicio’ en aquellos casos en que el legislador lo somete a exigencias que
lo hacen irrealizable, lo entraban más allá de lo razonable o lo privan de tutela jurídica”
(Sentencia del Tribunal Constitucional Rol N°43-1987).
Undécimo: Que dentro de las facultades que entrega el dominio a su titular, está la
posibilidad de ceder su uso a un tercero, celebrando al efecto un contrato de
arrendamiento, una de cuyas características es su temporalidad, es decir, su limitación en
el tiempo sin perjuicio de su tácita reconducción si las partes desean persistir en él, sin
que en la legislación se contenga limitación alguna sobre este ámbito.
Duodécimo: Que la aludida prohibición que los recurridos consideran que debe
mantenerse, la fundamentan en una presunta finalidad de los actores de pretender su
arriendo por temporadas y actuar como si fueran hoteleros y para acreditar su
afirmación, adjuntan a su informe dos impresiones tomadas desde la página, y
certificadas por una notario, en las que se alcanza a leer que se ofrecen departamentos
en arriendo, pagando una renta diaria de $122.423 y $64.433.
Decimotercero: Que en el considerando quinto del fallo apelado, se establecen, en lo que
interesa al análisis los siguientes hechos:
1.- Con fecha 24 de agosto de 2009 se otorgó el Reglamento de Copropiedad del Edificio
Miramar Reñaca. Entre sus cláusulas más relevantes se mencionan las siguientes:
- Artículo Primero: “El presente Reglamento regulará los derechos y obligaciones de los
propietarios de las unidades susceptibles de constituir dominio exclusivo del edificio, en
adelante ‘las unidades’, así como las prohibiciones y sanciones y el régimen de
administración interna de los bienes comunes y tendrá fuerza obligatoria para toda
persona natural o jurídica a) que adquiera o suceda en el dominio a cualquier título de
una o más de dichas unidades; b) a quien el propietario de una unidad hubiera cedido su
uso y goce a cualquier título; y c) que ocupe a cualquier título alguna de dichas unidades.”
- Artículo Undécimo: “once.uno. Normas Generales: Queda expresamente prohibido a los
propietarios, arrendatarios u ocupantes a cualquier título de las unidades del Condominio
destinar las unidades habitacionales al funcionamiento de oficinas, comercio, talleres,
fábricas, casas de pensión u hospedaje, apartotel u otros destinos que no sean
exclusivamente de viviendas. Arrendar departamentos por periodos de tiempo inferiores
a treinta días.
- Artículo Vigésimo noveno: “Las siguientes materias solo podrán tratarse en sesiones
extraordinarias de las asambleas de copropietarios: Uno) Modificación del Reglamento de
Copropiedad. Dos) Cambio de destino de las unidades del Condominio.”
- Artículo Trigésimo segundo: “El Comité de Administración podrá también dictar normas
que faciliten el buen orden y administración del Condominio, como asimismo imponer las
multas que estuvieren contempladas en el reglamento de copropiedad a quienes infrinjan
las obligaciones de la Ley sobre Copropiedad Inmobiliaria y del propio reglamento de

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 237
copropiedad. Las normas y acuerdos del Comité mantendrán su vigencia mientras no
sean revocadas o modificadas por la asamblea de copropietarios.”
- Artículo Trigésimo sexto: “El presente Reglamento sólo podrá ser modificado por
acuerdo de la Asamblea Extraordinaria de Copropietarios citada especialmente para el
efecto.”
2.- Asimismo, se dictó el Reglamento Interno del edificio, cuyas cláusulas reiteran lo
indicando en el Reglamento de Copropiedad. Así en su artículo 2° se señala: “Cuando un
propietario arriende su departamento deber informarlo por escrito a la Administración,
entregando todos los antecedentes necesarios, tales como, nombre del arrendatario, rut
y duración del arriendo, período que no podrá ser inferior a 30 días.”
Decimocuarto: Que no obstante la escasa legibilidad de las impresiones descritas en el
considerando duodécimo, pero asumiendo que se trata de los inmuebles materia de
estos autos, aun así no es difícil colegir, del conjunto de razonamientos expuestos en los
considerandos que preceden, que la limitación impuesta en el Reglamento de
Copropiedad y de la que fueron noticiados los copropietarios que se haría efectiva a
partir del 4 de febrero de este año, sí constituye una limitación a la facultad de cada uno
de aquellos para disponer del bien del que es titular.
Decimoquinto: Que de este modo, no puede el Reglamento de Copropiedad o un
acuerdo del comité o de la asamblea, imponer una limitación que afecte directamente y
en su esencia los atributos que el derecho de dominio entrega a su titular, sin perjuicio de
lo cual y tal como se consignó, la Ley sobre Copropiedad Inmobiliaria obliga a tratar en
juntas extraordinarias o normar en el respectivo reglamento, el cambio de destino de las
unidades del condominio y la determinación del objeto para el que cada unidad puede
ser empleada, conforme lo prescriben sus artículos 17 N°10 y 32. En el caso de autos las
unidades del condominio, según se ha dejado dicho dispone el Reglamento de
Copropiedad, solamente se le puede dar una finalidad habitacional y, en ninguna
eventualidad, conforme a su actual destinación, un uso comercial, entre otros.
Decimosexto: Que por último, no sólo la limitación impuesta que ha afectado en su
esencia las facultades que entrega el dominio a cada uno de los propietarios de las
unidades del edificio Miramar de Reñaca debe ser rechazada, sino que además, debe
objetarse toda constricción respecto del uso temporal a los ocupantes del inmueble,
puesto que su cesión transitoria por sus dueños tampoco encuentra limitación legal,
afirmación que tiene sustento normativo en lo que disponen los artículos 14 y 30 de la
Ley N°19.537, que razonan sobre la base de ser factible arrendar los inmuebles de los que
cada propietario es dueño, incluyendo, los espacios comunes, al establecer, el primero,
que “los derechos de cada copropietario en los bienes de dominio común son inseparables
del dominio exclusivo de su respectiva unidad y, por tanto, esos derechos se entenderán
comprendidos en la transferencia del dominio, gravamen o embargo de la respectiva
unidad. Lo anterior se aplicará igualmente respecto de los derechos de uso y goce
exclusivos que se le asignen sobre los bienes de dominio común”; mientras que el
segundo, prescribe que “las normas del reglamento de copropiedad serán obligatorias
para los copropietarios, para quienes les sucedan en el dominio y para los ocupantes de
las unidades a cualquier título”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 238
Decimoséptimo: Que en consecuencia, careciendo del necesario sustento normativo el
basamento de la prohibición de arrendar los departamentos del edificio por menos de
treinta días, establecida en el Reglamento de Copropiedad del Edificio Mirador de
Reñaca, ésta y la comunicación de la misma por la Administración siempre que se les dé
por sus arrendatarios un uso lícito y habitacional, sin cambio de su destino y excluyendo
una finalidad de carácter comercial, devino no sólo en ilegal, sino que además, en
arbitraria al estar desprovista de una mínima exigencia de racionalidad que la sostuviera,
resultando en consecuencia que el recurso de protección deducido, debe ser acogido del
modo como se dirá a continuación.
Por estas consideraciones y lo dispuesto en el artículo 20 de la Constitución
Política de la República y Auto Acordado de esta Corte sobre Tramitación y Fallo del
Recurso de Protección de Garantías Constitucionales, se revoca la sentencia apelada de
trece de abril de dos mil diecisiete y se declara que se acoge el recurso interpuesto por
Manuel Sergio Alcides Ludueña Pérez, Rolando Dagach Nacrur, Cecilia Soto Oyarzún, Rosa
Ramis Campusano, Andrés Luhende Massa, Alejandro Varas Valdés, Sandra Gómez Barris,
Vjerusa Simunovic, Jacobo Szenfeld Greiner, Alejandro Pérez, Jaime Rodríguez Ruz,
Miguel Osorio Morales, Eduardo Toledo Abarca y Antonio Madrid Labra en contra de
Ignacio Lagos Greve y Paula Lucía Alonso Imperatore, dejándose en consecuencia sin
efecto la prohibición impuesta a los propietarios de los departamentos del edificio
denominado “El Mirador de Reñaca”, de arrendar sus departamentos por un plazo
inferior a treinta días, invalidándose toda multa que hubiere sido cursada a los
recurrentes con motivo de las medidas ilegalmente impuestas, lo que se entiende sin
perjuicio de los derechos que los interesados puedan ejercer por otras vías.

Se previene que el Abogado Integrante señor Figueroa, concurre a la decisión


revocatoria, teniendo además presente para ello, las siguientes razones:
1° Que en relación al contenido esencial del derecho de propiedad, y a cuando se puede
entender que éste se ve conculcado, se ha señalado que la normativa “no provee de
elementos concretos ni de métodos realistas para resolver, en una situación específica, si
está comprendida la esencia de la propiedad. En la compleja vida jurídica actual
normalmente la esencia no es una figura abstracta: dependerá de consideraciones
concretas de la cantidad sacrificada en relación al todo, de la temporalidad (cambio
regulatorio previsible o imprevisible), de la intensidad, de las expectativas legítimas, del
tamaño, etc.” (Fermandois Arturo, Derecho Constitucional Económico, tomo II, p.318,
Editorial Universidad Católica 2010).
2° Que en el caso que nos ocupa, tratándose de unidades habitacionales que se destinan
a arriendos amoblados en época de verano, constituye una máxima de experiencia que es
una práctica habitual que la duración de éstos sea por períodos inferiores a 30 días, de
modo que la prohibición impuesta importa en la realidad un severo gravamen para los
copropietarios del edificio, al no poder libremente entregar el uso y goce de sus
departamentos por períodos menores, prohibición que dada su intensidad atenta
claramente en contra de las legítimas expectativas de sus dueños, conculcando de esa
forma su derecho de dominio, al verse seriamente restringidas las facultades del mismo.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 239
Acordada con el voto en contra de la Ministra señora Sandoval, quien fue de
opinión de confirmar la sentencia apelada en virtud de sus propios fundamentos,
teniendo además presente:
1) Que el acto ilegal y arbitrario denunciado en estos autos es la información de la
Administración del Edificio Mirador de Reñaca de la prohibición contenida en el
Reglamento de Copropiedad del mismo de arrendar los departamentos de éste por un
plazo inferior a 30 días.
2) Que el artículo 2 N° 8 de la Ley N° 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria preceptúa
que el Administrador sólo ejerce labores de administración conforme a esta ley, su
reglamento y al Reglamento de Copropiedad.
3) Que en este caso, el Reglamento de Copropiedad cumple con lo establecido en el
artículo 10 inciso 2° de la ley citada, esto es, fue otorgado por escritura pública e inscrito
en el Registro de Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces sin que se
haya cuestionado en autos su vigencia ni tampoco acreditada su modificación por las vías
que la ley establece.
4) Que como se consigna en el considerando décimo tercero del fallo de mayoría, en el
artículo once del Reglamento de Copropiedad se establece la prohibición de arrendar
departamentos por períodos de tiempo inferiores a 30 días.
5) Que en consecuencia la información de la Administración del Edificio, sobre la
prohibición antes señalada, no es ilegal ni arbitraria, toda vez, que ésta se limita a
reproducir la norma establecida en el Reglamento de Copropiedad que rige a los
copropietarios del citado Edificio, cumpliendo de esta manera lo que la Ley de
Copropiedad Inmobiliaria establece al efecto, cual es, administrar el Edificio conforme a
lo dispuesto en su Reglamento de Copropiedad.
6) Que según lo establecido en el inciso final del artículo 30 de la Ley N° 19.537 las
normas del Reglamento de Copropiedad son obligatorias para los copropietarios, para
quienes les sucedan en el dominio y para los ocupantes de los departamentos, a
cualquier título, razón por la cual si los recurrentes, como lo establece el artículo 31 de la
misma ley se sienten afectados por éstas, podrán hacer uso de los medios que la ley les
franquea para obtener su modificación o supresión, impugnación que no es materia de
autos y que como lo dispone la sentencia apelada mal podría efectuarse por esta vía
cautelar.
7) Que, por otra parte, la cautela que los recurrentes piden por esta acción, conlleva un
desconocimiento de los derechos que tanto la Carta Fundamental como la ley otorga a
los demás copropietarios del Edificio Mirador de Reñaca que no han sido emplazados en
esta acción cautelar.
8) Que los fundamentos anteriores llevan a quien disiente a confirmar la sentencia
apelada, rechazando el recurso de protección interpuesto en estos autos.
Regístrese y devuélvase.
Redacción a cargo de la Ministra señora Sandoval y la prevención, de su autor.
Rol N° 16.663-2017”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 240
Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema integrada por los Ministros
Sr. Sergio Muñoz G., Sra. María Eugenia Sandoval G., y Sr. Manuel Valderrama R., y los
Abogados Integrantes Sr. Jaime Rodríguez E., y Sr. Juan Eduardo Figueroa V.

40.- Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de fecha 12 de diciembre de 2017,


autos Rol N° 743-2017.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: art. 5, inc. 3° de la Ley N°19.537.

Materia: suspensión de suministro eléctrico por no pago de gastos comunes.

Por sentencia de fecha 29 de marzo de 2017, del Cuarto Juzgado de Policía Local
de Santiago, y a consecuencia de la denuncia formulada por el arrendatario de una de las
unidades del Condominio Comunidad Santiago Plaza II, se condenó a la Administración al
pago de una multa y a indemnización por daño moral por $400.000.-, a consecuencia de
haber procedido ilegalmente al corte de suministro de energía eléctrica de la unidad
arrendada por el denunciante.

En contra de esta resolución, ambas partes deducen recurso de apelación. La


parte denunciada, para que se deje sin efecto la multa y la condena por daño moral. La
parte denunciante, para que se aumente la suma fijada por indemnización de daño
moral.

Expresa la sentencia de segundo grado:


“PRIMERO: Que, apela la parte denunciada, señalando que se le condena a una multa,
por cobro de gastos comunes y multas ilegales, ya que se habría realizado un corte de
energía eléctrica, con infracción a lo previsto en el artículo 5 inciso 3 de la Ley N° 19.547.
Señala que la sentencia incurre en un error, al no apreciar la abundante prueba
documental, en especial la transacción suscrita por la dueña del departamento,
documento del cual se desprende que la denunciante estaba en mora en el pago de los
gastos comunes, deuda que asumió la dueña. Manifiesta que hay un procedimiento para
el cobro de la multa, establecido en el artículo 10 del Reglamento de Copropiedad de la
Comunidad Santiago Plaza II, documento que es vinculante para todos los que forman la
comunidad. Además, se sanciona infraccionalmente a la administradora de la comunidad,
señalando que no es sujeto pasivo de la denuncia, porque ésta actúa por instrucciones
del Comité de Administración. Finalmente solicita que se revoque la sentencia en todas
sus partes.
SEGUNDO: Que, asimismo, apela la parte denunciante y demandante, solicitando que el
daño moral se aumente a la suma de $5.000.000 (cinco millones de pesos), debido a los
malos tratos sufridos por la administradora del condominio. Indica que se le entregó una
carta de amonestación por infracción al Reglamento de Copropiedad, en la cual se le
cobraba una multa de 1 UTM. En mayo de 2016 recibió el cobro de los gastos comunes de
marzo, ascendiendo la deuda a la suma de $508.035.-, de dicha suma $240.000.-

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 241
correspondían al cobro por los 12 días de la sala multiuso. El 9 de julio reclamó de dicho
cobro, ya que, se le había cursado la multa antes señalada. Nunca se le informó que se le
cobraría dicha suma por concepto de arriendo, de lo anterior se concluye, que la estaban
sancionando dos veces por un mismo hecho. Envió un correo electrónico al Comité de
Administración, al que tuvo respuesta el 2 de agosto, después de insistir. Pidió aclaración,
ya que, la respuesta confunde la multa con el arriendo cobrado, el que nunca se le
informó. Asimismo, el conserje le entrega carta de aviso de suspensión de energía
eléctrica, de acuerdo al inciso segundo del artículo 5 de la Ley N° 19.537, señalando que
no adeuda gastos comunes.
TERCERO: Que, el artículo 23 inciso segundo de la Ley N° 19.537 sobre Copropiedad
Inmobiliaria, señala expresamente que dentro de las funciones del administrador, se
encuentra la facultad de representar judicialmente, ya sea en forma activa o pasiva a los
copropietarios. De lo anterior, se concluye que la administradora Paola Rodríguez
Bahamondes, se encuentra correctamente emplazada, teniendo legitimidad pasiva para
representar a la comunidad.
CUARTO: Que, del mérito de la transacción de fecha 9 de noviembre del año 2016,
agregada a fojas 95 a 102 vuelta, consta que la dueña del departamento y la
administradora de la comunidad, asume la deuda de $525.761.- por concepto de gastos
comunes atrasados y $240.000.- por multa impaga. Del anexo de la transacción, se
desprende que la arrendataria efectuaba abonos a los gastos comunes, quedando
siempre pendiente un saldo en su contra, sin embargo, la denunciada no pudo acreditar
la mora de tres períodos de gastos comunes, por lo que, el corte de luz que afectó a la
denunciante fue ilegal, debiendo por lo tanto, mantenerse la multa impuesta, en lo
relativo a este punto, tal como se indicará en lo resolutivo de la sentencia.
QUINTO: Que, en lo que respecta al daño moral, éste surge como consecuencia de la
lesión de un derecho subjetivo propio o ajeno, situación ésta que se expande del ámbito
propiamente jurídico, alcanzando el ámbito personalísimo de los sentimientos. De tal
forma el daño moral no tiene un contenido o expresión patrimonial, no afecta la riqueza
de una persona ni reporta un empobrecimiento económico de la víctima. Constituye una
lesión a los sentimientos y expectativas de la persona, los cuales se radican en su
estructura espiritual o proyección futura; de lo que se desprende entonces que éste daño
dice relación con las emociones, esperanzas, afectos, sentimientos, gratitudes.
SEXTO: Que, el daño, resulta ser un requisito esencial al ilícito civil, se trata de un
elemento consustancial del hecho ilícito, y el moral como todo daño debe ser real, cierto
y efectivo, en cuanto a su existencia; no puede presumirse por el sentenciador, sino que
debe ser acreditado por quien lo alega, carga procesal que la demandante no cumplió
tanto con la documental rendida, como con la testifical aportada, por lo que, se revocará
la sentencia en lo relativo a este rubro otorgado.
SEPTIMO: Que, por no haber sido totalmente vencida la parte denunciada, se le eximirá
del pago de las costas, por haber tenido motivo plausible para litigar.
Por estas consideraciones, y visto además, lo dispuesto en los artículos 186 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil, artículos 5 y 13 de la Ley N° 19.537 se
declara que:
EN CUANTO A LO INFRACCIONAL:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 242
I.- Que se CONFIRMA la sentencia de veintinueve de marzo del presente año, escrita a
fojas 116 y siguientes, en cuanto aplica la multa de dos unidades tributarias mensuales a
Paola Rodríguez Bahamondes, por encontrarse ajustada a derecho:
EN CUANTO A LA ACCION CIVIL:
II.- Se REVOCA la sentencia de veintinueve de marzo del presente año, escrita a fojas 116
y siguientes, en cuanto acoge la demanda civil y condena a la demandada al pago de
$400.000.- por concepto de daño moral y al pago de las costas, en su lugar se decide que
se rechaza la demanda por ese concepto y se exime a la denunciada de dicho pago por
haber tenido motivo plausible para litigar.
III.- Que cada parte pagará sus costas.
Regístrese, notifíquese y devuélvase en su oportunidad
Redactó la Ministra Suplente María Cecilia González Diez.
Ingreso Corte Nº 743-2017”.

Pronunciada por la Segunda de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago,


presidida por la Ministra señora María Rosa Kittsteiner Gentile e integrada por la Ministra
señora Elsa Barrientos Guerrero y la Ministra (S) María Cecilia González Diez.

41.- Sentencia de la Corte Suprema de fecha 6 de septiembre de 2016, dictada en los


autos Rol N° 26.936-2015.

Normas reglamentarias, legales, constitucionales decisorias o consideradas


principalmente en el fallo: arts. 14 y 49 de la Ley N°19.537.

Materia: constitución de derechos de uso y goce sobre bienes comunes. Si bien la


sentencia recurrida da por establecido, a partir del uso y goce ininterrumpido que los
demandantes y sus antecesores en el dominio han hecho de los kioscos que existen
adosados a los pilares o columnas soportantes de la construcción desde el año 1964 a
febrero de 2013, la existencia de un reconocimiento tácito por parte de la comunidad de
copropietarios del derecho ejercido por los demandantes, lo determinante a la hora de
establecer que los derechos se constituyeron legalmente radica en la autorización
respecto de la constitución de los derechos de uso y goce exclusivo que el inciso 2° del
artículo 49, en relación con el artículo 13, hace presumir respecto de los reglamentos de
copropiedad formulados con anterioridad a la vigencia de esta ley, argumento que el fallo
censurado hace suyo en forma expresa en su motivo sexto, dando cuenta con ello de una
correcta aplicación de la ley. Voto disidente concluye que si bien la Ley N° 6.071 de 1937,
bajo la cual se constituyó la Comunidad Diagonal Pasaje Matte, no contiene una norma
expresa que regule la constitución de los derechos de uso y goce exclusivo sobre bienes
comunes, de acuerdo a lo dispuesto en su artículo 15 N° 6 inciso 2°, que indica que todo
acuerdo de los propietarios reunidos en asamblea que conduzca a una sensible alteración
en el goce de bienes comunes requiere para su aprobación de la unanimidad de los
concurrentes, se colige que la concesión en favor de uno o más propietarios de derechos
de uso y goce exclusivos sobre bienes comunes, en cuanto importa una sensible
alteración en el goce de los mismos bienes para los propietarios no beneficiados, requería

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 243
ser acordada en una asamblea de propietarios y por la unanimidad de los concurrentes,
lo que no se cumplió en la especie.

Ante el 23° Juzgado Civil de Santiago, en los autos sobre juicio ordinario Rol N°
5.762-2014, doña Gladys López Morales y otro demandaron a la “Comunidad Diagonal
Pasaje Matte 956-957”, con el objeto de que se declare que los actores, en su calidad de
dueños del primer piso, entrepiso y bodega del subterráneo del inmueble de calle
Huérfanos N° 909, actual 901, comuna de Santiago, que adquirieron mediante
compraventa efectuada al Banco de Chile por escritura pública de 18 de junio de 2013,
tienen derecho a usar y gozar exclusivamente los kioscos o vitrinas que se encuentran
adosados a los dos pilares o columnas soportantes del Edificio de la Comunidad Diagonal
Pasaje Matte 956-957.

Por sentencia de primera instancia de fecha 11 de mayo de 2015, se rechazó la


demanda en todas sus partes.

Apelada esta sentencia por la parte demandante, una de las Salas de la Corte de
Apelaciones de Santiago, por fallo de fecha 28 de septiembre de 2015, revocó la
resolución apelada, y en su lugar, la acogió, sin costas.

En contra de esta última sentencia, la parte demandada dedujo recurso de


casación en el fondo. Por fallo de fecha 6 de septiembre de 2016, se desestimó el recurso
por votación de la mayoría. Se expresa en él:

“VISTOS:
En estos autos Rol N° 26.936-2015 de esta Corte Suprema, sobre juicio ordinario
declarativo, caratulados “López Morales, Gladys Georgina y Obach González , Maximiliano
Damián con Comunidad Diagonal Pasaje Matte 956-957”, seguidos ante el Vigesimotercer
Juzgado Civil de Santiago bajo el Rol N° C-5762-2014, la demandada dedujo recurso de
casación en el fondo en contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de
veintiocho de septiembre de dos mil quince, escrita a fojas 216 y siguientes, que revocó la
sentencia apelada de fecha once de mayo de dos mil quince, escrita a fojas 178 a 186
vuelta, en cuanto rechazó en todas sus partes la demanda interpuesta y, en su lugar, la
acoge sin costas, declarando: 1.- Que los demandantes, en sus calidades de dueños del
primer piso, entrepiso y bodega del subterráneo del inmueble ubicado en calle Huérfanos
909, actual 901, comuna de Santiago, tienen derecho a usar y gozar exclusivamente de los
kioscos o vitrinas que se encuentran adosados a los dos pilares o columnas que soportan
el edificio de la comunidad Diagonal Pasaje Matte 956-957 (esquina de calle Huérfanos y
Estado) de la ciudad de Santiago; y 2.- Que la demandada deberá hacer entrega de los
kioscos antes individualizados a los actores, mediante la entrega de sus llaves, dentro de
tercero día de ejecutoriado el presente fallo, sin costas.
Se ordenó traer los autos en relación.
CONSIDERANDO:

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 244
PRIMERO: Que el recurrente denuncia que el fallo impugnado ha infringido, en primer
lugar, los artículos 4, 12 y 15 N° 6 de la Ley 6.071 de Propiedad Horizontal, en relación con
los artículos 1444, 1445 del Código Civil, 98 a 108 del Código de Comercio y artículo 49 de
la Ley 19.537.
Según el recurso estos yerros se producen porque la sentencia en su considerando
5° establece que la comunidad otorgó su consentimiento en la constitución del derecho
de uso y goce exclusivo de los bienes comunes a favor de los actores en virtud de un
reconocimiento tácito, lo que concluye a partir de una presunción judicial, en
circunstancia que la voluntad de la comunidad sobre la concesión de derechos sobre
bienes comunes debe formularse mediante estipulación expresa de las partes, conforme
se colige de lo dispuesto en los artículos 4, 12 y 15 de la Ley 6.071 de Propiedad
Horizontal, vigente a la época de la primera compraventa del inmueble de los
demandantes, consentimiento de los demás copropietarios que sólo se puede
materializar en el Reglamento de Copropiedad o a través de una Asamblea de
Copropietarios, lo que no se cumplió en la especie, siendo ésta la única interpretación
que se puede dar a la frase “legalmente constituidos” a que hace referencia el artículo 49
de la Ley 19.537.
En segundo lugar reclama infracción a las normas reguladoras de la prueba,
citando al efecto los artículos 1712 y 47 del Código Civil, 426 inciso 2° del Código de
Procedimiento Civil, en relación con el artículo 49 de la Ley 19.537.
Indica que tales infracciones normativas se producen porque la presunción judicial
contenida en la sentencia no cumple con los requisitos establecidos en la ley, pues se dio
por establecido el hecho desconocido, a saber, el consentimiento, sólo a partir del uso y
goce de los kioscos en forma ininterrumpida derivado de una escritura pública de
compraventa celebrada entre terceros ajenos a la comunidad demandada, sin que exista
un nexo de causalidad entre tales hechos, dado que esta última no suscribió la referida
escritura y desconocía su existencia.
Reclama el recurrente que tampoco se puede dar por acreditado que exista un
uso y goce ininterrumpido de los kioscos desde el año 1964, fecha de la primera
compraventa, pues no se acompañaron todas las escrituras públicas a nombre de los
sucesivos compradores, lo que tampoco se puede colegir a partir de una supuesta
confesión contenida en la contestación.
Por último, la sentencia no considera el Acta del Comité de Administración de 24
de julio de 2014, en la que se da cuenta de que no se ha reconocido ni otorgado algún
derecho de uso y goce exclusivo de los bienes comunes en favor de los demandantes.
Pide que se acoja el recurso, se invalide la sentencia y se dicte un fallo de
reemplazo que rechace la demanda, con costas.
SEGUNDO: Que para la adecuada comprensión del recurso que se examina cabe
consignar que en estos autos Gladys Georgina López Morales y Maximiliano Damián
Obach González dedujeron demanda en contra de la Comunidad Diagonal Pasaje Matte
956-957, con el objeto de que se declare que los actores, en su calidad de dueños del
primer piso, entrepiso y bodega del subterráneo del inmueble de calle Huérfanos N° 909,
actual 901, comuna de Santiago, que adquirieron mediante compraventa efectuada al
Banco de Chile por escritura pública de 18 de junio de 2013, tienen derecho a usar y

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 245
gozar exclusivamente los kioscos o vitrinas que se encuentran adosados a los dos pilares o
columnas soportantes del Edificio de la Comunidad Diagonal Pasaje Matte 956-957.
Indican que la compra de los bienes incluyó los derechos de uso y goce de los
kioscos que existen adosados a los pilares o columnas soportantes del edificio, de los
cuales el Banco de Chile declaró ser dueño por compra a su anterior propietario, la
sociedad Internacional Medical Information Center Limitada efectuada con fecha 26 de
octubre del año 2000.
Explican que si bien el derecho de uso y goce de los kioscos ya señalados no figura
en el Reglamento de Copropiedad del Edificio, ni en los planos de construcción, fue
“constituido” por la primera propietaria de edificio, es decir, por la “Sociedad de Renta
Urbana Pasaje Matte”, al incluir el derecho de uso y goce referido en la primera venta
efectuada mediante escritura pública de 24 de marzo de 1964.
Agregan que todas las transferencias de dominio posteriores han incluido el
derecho de uso y goce de los kioscos aludidos y conforme a ello los sucesivos dueños del
local comercial de Huérfanos esquina Diagonal Pasaje Matte N° 909, han hecho uso de
tales sea para sí o arrendándolos a terceros, como lo hizo la demandante Gladys López
Morales antes de adquirir el cincuenta por ciento de la propiedad, cuando en el año 2003
celebró con el Banco de Chile un contrato de arrendamiento con opción de compra sobre
el local comercial, incluyendo los derechos de uso y goce sobre los kioscos, dando éstos
en subarrendamiento a la Compañía Claro, quien usó de ellos hasta el mes de febrero del
año 2013.
Señalan que no obstante lo anterior, con fecha 12 de febrero de 2013, el
Administrador del Edificio, previo haber solicitado a la Empresa Claro la desocupación de
los kioscos, sin causa legal alguna procedió a poner candados en ellos con la excusa de
que éstos pertenecían a la Comunidad y se encontraban en espacios comunes,
desconociendo el derecho de uso y goce que le pertenece a los demandantes, del cual los
propietarios del local habían gozado por décadas con la autorización expresa de la
sociedad dueña del edificio.
Sostiene que, de esta forma, la comunidad demandada ha tolerado y reconocido
el derecho de uso y goce por un lapso superior a los cincuenta años, tal es así que los
kioscos han sido usados por el propietario del local comercial sin que se le hubiera
cobrado renta de arrendamiento o algún tipo de multa, lo que se produjo porque se
reconoció un derecho de uso y goce exclusivo sobre los kioscos en cuestión.
En la réplica el demandante sostuvo que en el año 1964, fecha de la primera
compra, estaba vigente la Ley N° 6.071, que no regulaba la forma en que se podía
constituir el derecho de uso y goce exclusivo sobre bienes comunes y, por tanto, no es
aplicable la nueva Ley de Copropiedad Inmobiliaria N° 19.537 que exige que el derecho
de uso y goce exclusivo se constituya en el Reglamento de Copropiedad o mediante
Asamblea de Copropietarios.
En la contestación, la parte demandada pidió el rechazo de la demanda con
costas, por cuanto sin perjuicio de que la demandante ya ventiló estos hechos mediante
un recurso de protección que fue rechazado y confirmado por la Corte Suprema, los
kioscos son bienes comunes que le pertenecen a la Comunidad y respecto de los cuales
no se ha otorgado ningún derecho de uso y goce exclusivo en beneficio de algún

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 246
propietario, ni a través del Reglamento de Copropiedad como tampoco mediante
Asamblea de Copropietarios, únicas formas de constituirlo según el artículo 49 de la Ley
de Copropiedad Inmobiliaria, pues de otro modo son inoponibles a los copropietarios de
la comunidad. Además en la práctica comercial los derechos de uso y goce exclusivo se
plasman en los planos oficiales del edificio, lo que no ocurre en la especie.
Señala que la Sociedad de Renta Urbana Pasaje Matte no estaba facultada para
constituir los derechos de uso y goce sobre los kioscos, porque nada se dice en el
Reglamento de Copropiedad que rige a toda la comunidad ni en los planos agregados en
el Conservador de Bienes Raíces de 1956, donde quedaron definidos tantos los bienes
comunes como las unidades vendibles.
Indica que si bien en la primera escritura de venta del local de los demandantes
del año 1964 se expresa que “los compradores podrán seguir utilizando, sin cargo alguno,
los kioscos que existen adosados a los dos pilares o columnas soportante del edificio…”,
este derecho que la comunidad confirió a los compradores no obedece a un derecho de
uso y goce sino más bien a un uso en los términos de los artículos 811 y siguientes del
Código Civil, personalísimo, intransmisible e intransferible, el que, en todo caso, no está
constituido por el Reglamento de Copropiedad, ni se otorgó facultad para constituirlo a la
Administración o al primer propietario y tampoco está contemplado en los planos del
edificio, de modo que es absolutamente inoponible a la Comunidad Diagonal Pasaje
Matte.
Por último, sostiene que el Comité de Administración no ha reconocido este
derecho por un acto u omisión y es falso que la contraria haya pagado los gastos comunes
de los kioscos, puesto que los únicos gastos comunes que se han cobrado y pagado son
los que se devengan respecto al local comercial de Huérfanos N° 909, actual 901.
TERCERO: Que de igual modo cabe consignar que son hechos acreditados en el proceso
los siguientes:
1) Los demandantes son dueños del primer piso, entrepiso y la bodega
subterránea del inmueble de calle Huérfanos N° 909 (actual 901) de la comuna de
Santiago.
2) En la escritura pública de compraventa de 18 de junio de 2013 por la cual
Gladys López Morales y Rodrigo Obach López compraron dicho inmueble al Banco de
Chile, cláusula séptima, se indica que la cosa objeto del contrato corresponde al
“inmueble y derechos de uso y goce individualizados en la cláusula primera”, donde se
expresa respecto de estos últimos que el Banco es dueño del derecho de uso y goce de
los kioscos que existen adosados a los pilares o columnas soportantes del Edificio en la
esquina de las calles Huérfanos con Estado, señalados en el plano oficial de construcción
con los signos “primero” y “segundo”.
3) En la primera venta del inmueble antes singularizado, efectuada por escritura
pública de 24 de marzo de 1964 por Sociedad de Renta Urbana Pasaje Matte a José,
Benjamín y Rebeca Rosenblitt Waissbluth, en su cláusula quinta, se indica que los
compradores podrán seguir utilizando, sin cargo alguno, los kioscos que existen adosados
a los dos pilares o columnas soportantes del edificio en la esquina de Huérfanos con
Estado señalados en el plano oficial de construcción con los signos “primero” y

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 247
“segundo”, con iguales derechos que los que tiene sobre ellos la sociedad vendedora a la
fecha del presente contrato y mientras tanto subsistan estos derechos.
4) Los demandantes y sus antecesores en el dominio han hecho uso y goce de los
referidos kioscos desde el año 1964 hasta el mes de febrero de 2013.
CUARTO: Que la sentencia recurrida de segunda instancia acogió la demanda de autos
considerando, en primer lugar, que el derecho de uso y goce exclusivo que sobre los
kioscos o vitrinas que existen adosados a los pilares o columnas soportantes del edificio
han ejercido los demandantes y sus antecesores en el dominio de la propiedad antes
reseñada fue legalmente constituido mediante la inclusión de aquéllos, efectuada por la
primera propietaria del edificio, Sociedad de Renta Urbana Pasaje Matte, en la escritura
pública de 24 de marzo de 1964, mediante la cual vendió a sus primeros propietarios -
José, Benjamín y Rebeca Rosenblitt Waissbluth- el primer piso, el entrepiso y una bodega
del subterráneo del inmueble ubicado en calla Huérfanos N° 909, actualmente N° 901, de
la comuna y ciudad de Santiago.
Añade que de acuerdo al artículo 9° del Código Civil, resulta indiscutible que no es
posible aplicar el artículo 13 de la Ley 19.537 para resolver la controversia, por cuanto el
artículo 49 de esta ley reconoce vigencia “a los derechos de uso y goce exclusivo sobre
bienes comunes que hayan sido legalmente constituidos” con anterioridad a la época de
publicación de dicho texto legal.
Refiere que esta expresión claramente no puede hacer alusión a aquellos
derechos de uso y habitación establecidos en los reglamentos de copropiedad o en
asamblea de copropietarios de fecha anterior al aludido estatuto normativo, puesto que
tal interpretación se estrella con la circunstancia que ese reconocimiento resultaría
innecesario de conformidad a lo previsto en el citado artículo 13, dado que implicaría una
reiteración inútil.
Agrega que siendo hechos no controvertidos que los demandantes y sus
antecesores en el dominio del inmueble conformado por el primer piso, el entrepiso y
una bodega del subterráneo del edificio ubicado en calle Huérfanos N° 909, actualmente
N° 901, de la comuna de Santiago, han hecho uso y goce ininterrumpido de los kioscos
que existen adosados a los pilares o columnas soportantes de la construcción desde el
año 1964 hasta el mes de febrero de 2013, sin que se haya adoptado en el intertanto
ningún acuerdo en contrario por asamblea de copropietarios, tales circunstancias
conllevan un reconocimiento tácito del derecho ejercido por los demandantes, en
términos de que la pretendida inoponibilidad que reclama la demandada -por implicar la
constitución de los aludidos derechos de uso y goce una innovación a la situación jurídica
de determinados bienes comunes, respecto de los copropietarios que habrían adquirido
sus unidades ateniéndose a la naturaleza que se otorgaba en el reglamento interno a
cada uno de los bienes existentes en el edificio- resulta superada por la presunción grave
y precisa que es posible elaborar con los aludidos antecedentes, los que a juicio de los
sentenciadores resultan suficientes, de conformidad a lo previsto en el artículo 426 del
Código de Procedimiento Civil, para formar su convencimiento en orden a tener por
establecido también como un hecho de la causa que los copropietarios consintieron en la
constitución del derecho de uso y goce que durante tantas décadas ejercieron los actores
y sus antecesores en el dominio.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 248
Por último, sostiene que de acuerdo al inciso segundo del artículo 49 de la Ley
19.537: “En los casos que esta ley exija que una determinada facultad o derecho esté
establecida en el reglamento de copropiedad se presumirá tal autorización respecto de
los reglamentos de copropiedad formulados con anterioridad a la vigencia de esta ley,
salvo acuerdo en contrario de una asamblea extraordinaria de copropietarios”, de
manera que no habiéndose adoptado una decisión en este último sentido por la
comunidad de propietarios del Edificio Pasaje Matte, es dable también presumir su
autorización respecto de la constitución del derecho de uso y goce exclusivo de autos,
puesto que se trata en la especie de un reglamento de copropiedad estipulado con
antelación a la vigencia del citado cuerpo legal y de un derecho que conforme prevé el
artículo 13 de la Ley 19.537, debe establecerse precisamente en dicho estatuto social o
bien mediante acuerdo de la asamblea de copropietarios.
QUINTO: Que de lo consignado precedentemente y de los postulados del recurso se
colige que la esencia del presente conflicto jurídico consiste en determinar si resulta
ajustado a derecho considerar legalmente constituidos los derechos de uso y goce
exclusivos que los demandantes reclaman sobre los kioscos que existen adosados a los
pilares o columnas soportantes del Edificio Pasaje Matte, en la esquina de las calles
Huérfanos con Estado de esta ciudad.
SEXTO: Que, al efecto, es del caso precisar que según consta en la escritura de
compraventa de 24 de marzo de 1964, la Sociedad de Renta Urbana Pasaje Matte, en
calidad de propietaria del inmueble ubicado en calle Estado esquina norponiente con
Huérfanos, cuyos deslindes e inscripción de dominio se indican, en una parte del predio
levantó un edificio que se construyó de acuerdo a las disposiciones de la Ley N° 6.071 y su
reglamento, cuyos planos de construcción fueron aprobados por la Municipalidad de
Santiago por Acuerdo N° 810, de 3 de marzo de 1956, aprobándose una modificación a
los planos del subterráneo, primer piso y entre piso del edificio con fecha 13 de
septiembre de 1962.
De acuerdo a lo antes consignado resulta evidente que la comunidad de
propietarios del edificio en cuestión se constituyó con anterioridad a la entrada en
vigencia de la actual Ley de Copropiedad Inmobiliaria N° 19.537 de 16 de diciembre de
1997, por lo que si bien de acuerdo al artículo 49 de la actual normativa esta ley se aplica
también a las comunidades de copropietarios acogidos a la Ley de Propiedad Horizontal
con anterioridad a su vigencia, ello es “(…) sin perjuicio de que, salvo acuerdo unánime en
contrario, respecto de estas comunidades continuarán aplicándose las normas de sus
reglamentos de copropiedad en relación al cambio de destino de las unidades del
condominio, a la proporción o porcentajes que a cada copropietario corresponde sobre
los bienes comunes y en el pago de los gastos comunes, como asimismo se mantendrán
vigentes los derechos de uso y goce exclusivo sobre bienes comunes que hayan sido
legalmente constituidos”.
Y luego, el inciso 2° del citado artículo 49 dispone: “En los casos que esta ley exija
que una determinada facultad o derecho esté establecida en el reglamento de
copropiedad se presumirá tal autorización respecto de los reglamentos de copropiedad
formulados con anterioridad a la vigencia de esta ley, salvo acuerdo en contrario de una
asamblea de copropietarios”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 249
SÉPTIMO: Que, conforme a lo anterior, primeramente cabe concluir que en el caso de
comunidades de copropietarios constituidas con anterioridad a la Ley N° 19.537, tanto la
proporción o porcentajes que a cada copropietario corresponde sobre los bienes
comunes como la constitución de derechos de uso y goce exclusivo sobre los mismos, ha
de regirse por la ley conforme a la cual se originaron, en la especie, por la Ley N° 6.071 de
16 de agosto de 1937, sin que en este proceso conste la existencia de un acuerdo
unánime de la asamblea de copropietarios en orden a aplicar la Ley N° 19.537.
Luego, en mérito de lo señalado, resulta indudable, tal como lo sostuvieron los
jueces del fondo, que en la especie no tiene aplicación lo dispuesto en el artículo 13 de la
Ley N° 19.537, en cuanto exige, tanto para las construcciones en bienes de dominio
común, las alteraciones de los mismos, formas de aprovechamiento y cambios de destino,
como para su asignación en uso y goce exclusivo a uno o más copropietarios, que ello se
establezca en el reglamento de copropiedad o lo acuerde la asamblea de copropietarios.
Ahora bien, si se revisa la Ley N° 6.071 y en particular los artículos 4°, 12 y 15 N° 6,
que son los que el recurrente cita como vulnerados, se aprecia que tales normas no
regulan la forma de constitución de los derechos de goce y uso exclusivo de bienes
comunes, ni menos aún es posible sostener a partir de ellos, como lo pretende la
demandada, que se requiera una estipulación expresa de los copropietarios.
En efecto, el artículo 4° sólo se refiere a la forma en que cada propietario debe
contribuir a las expensas concernientes a los bienes comunes, señalando como regla que
lo será en proporción al valor del piso o departamento de su dominio, ello sin perjuicio de
las estipulaciones expresas de las partes, lógicamente, respecto de este punto, que es el
que trata la norma.
A su vez, el artículo 12 de la ley en comento dispone, en lo pertinente, que el
reglamento de copropiedad debe ser acordado, modificado o dejado sin efecto por la
unanimidad de los interesados, que su objeto es precisar los derechos y obligaciones
recíprocas de los propietarios de los diversos pisos o departamentos e imponer las
limitaciones que estimen convenientes y, en general, proveer al buen régimen interno del
edificio y que, acordado de esta forma y reducido a escritura pública inscrita en el
Registro de Hipotecas y Gravámenes del respectivo departamento, tendrá fuerza
obligatoria respecto de los terceros adquirentes, a cualquier título.
Por consiguiente, esta norma no impone consignar en el reglamento de
copropiedad la constitución de derechos de uso y goce exclusivo sobre bienes comunes,
sino que sólo faculta a los copropietarios a precisar en él “las limitaciones que estimen
convenientes”.
Por último, el artículo 15 sólo trata algunos aspectos concernientes a la
administración y conservación de los bienes comunes y si bien en el inciso 2° del numeral
6° precisa que todo acuerdo que importe la imposición de gravámenes extraordinarios,
que tenga por objeto la construcción de mejoras voluntarias o que conduzca a una
sensible alteración en el goce de los bienes comunes, requerirá la unanimidad de los
concurrentes, dichos supuestos no resultan aplicables en la especie por cuanto,
descartada por impertinente la hipótesis de la construcción de mejoras voluntarias, no es
posible afirmar que la constitución en el año 1964 de los derechos de uso y goce exclusivo
sobre los kioscos en cuestión a favor del primer antecesor en dominio de los

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 250
demandantes haya importado una modificación en el goce de tales bienes comunes,
desde que en la ya señalada escritura de compraventa se indica que “los compradores
podrán seguir utilizando, sin cargo alguno, los kioscos que existen adosados a los dos
pilares o columnas soportantes del edificio”, dando cuenta con ello de una situación de
hecho previamente existente y que permaneció vigente sin interrupciones hasta el año
2013, de modo que difícilmente puede calificarse como una alteración sensible en el goce
de tales bienes comunes.
Sin perjuicio que lo antes razonado basta para descartar la pretendida errónea
aplicación de las normas examinadas, cabe agregar que la parte demandada en su escrito
de contestación que rola a fojas 62 se limitó a plantear la aplicación de los artículos 13 y
49 de la Ley N° 19.537, sin hacer mención alguna a la regulación que invoca en su recurso
de casación en el fondo a partir de los artículos citados de la Ley N° 6.071 e incluso hace
referencia expresa a fojas 66 que “la ley de propiedad horizontal no regulaba
expresamente el derecho de uso y goce exclusivo de un bien común”, de modo tal que
difícilmente puede ahora en este estadio procesal plantear una argumentación diversa y
contraria a la sostenida en el escrito de su defensa principal. Se trata por tanto de una
alegación nueva, que no fue conocida ni planteada a los jueces del mérito y que no puede
sustentar un recurso de casación en el fondo, por cuanto dada la naturaleza
extraordinaria y de derecho estricto del presente arbitrio, las infracciones de ley o errores
de derecho denunciados deben referirse a las materias que han sido discutidas en el
juicio, pues de otro modo se atentaría en contra del principio de bilateralidad de la
audiencia y, consecuencialmente, del debido proceso.
OCTAVO: Que, en consecuencia, siendo una circunstancia asentada que la Ley N° 6.071
no regula de manera expresa la forma de constituir derechos de uso y goce exclusivo
sobre bienes comunes, en principio la constitución efectuada por el primer propietario en
la escritura de compraventa del año 1964 no vulnera norma legal alguna, ni tampoco
disposiciones del reglamento de copropiedad del edificio del año 1956 dado que las
partes están de acuerdo en que éste no regula los derechos de uso y goce exclusivo de
bienes comunes.
Por consiguiente, para los efectos de lo previsto en el artículo 49 de la Ley 19.537,
ha de concluirse, tal como lo hicieron los jueces del fondo, que estos derechos de uso y
goce exclusivo -y a los que hicieron referencia las sucesivas compraventas del
subterráneo, primer piso y entrepiso del inmueble de calle Huérfanos 909, actual 901, de
la comuna de Santiago, hasta la última efectuada por los demandantes en el año 2013-
fueron legalmente constituidos y, por consiguiente, mantuvieron su vigencia una vez
dictada la actual Ley de Copropiedad Inmobiliaria, no siendo aplicables, como ya se
analizó, las formas de constitución prevista en el artículo 13 de la Ley 19.537, máxime si
no existe un acuerdo unánime en contrario tendiente a aplicar la actual normativa, como
lo dispone el inciso 1° del artículo 49.
En todo caso, es el propio artículo 49 ya citado el que en su inciso 2° señala que en
los casos en que la ley exija que una determinada facultad o derecho está establecida en
el reglamento de copropiedad se presumirá tal autorización respecto de los reglamentos
de copropiedad formulados con anterioridad a la vigencia de esta ley, salvo acuerdo en
contrario de una asamblea extraordinaria de copropietarios. Esta norma permite

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 251
entonces presumir que el primer propietario del edificio Pasaje Matte, la Sociedad de
Renta Urbana Pasaje Matte, estaba autorizada por el reglamento de copropiedad para
constituir derechos de uso y goce exclusivo sobre los kioscos adosados a los pilares o
columnas soportantes del edificio, sin que se haya acompañado por la parte demandada
un acuerdo en contrario adoptado por una asamblea extraordinaria de copropietarios.
De este modo, si bien la sentencia recurrida da por establecido, a partir del uso y
goce ininterrumpido que los demandantes y sus antecesores en el dominio del primer
piso, entrepiso y bodega del subterráneo del edificio ubicado en calle Huérfanos N° 909,
actual N° 901, de la comuna de Santiago han hecho de los kioscos que existen adosados a
los pilares o columnas soportantes de la construcción desde el año 1964 a febrero de
2013, la existencia de un reconocimiento tácito por parte de la comunidad de
copropietarios del derecho ejercido por los demandantes, lo determinante a la hora de
establecer que los derechos se constituyeron legalmente radica en la autorización
respecto de la constitución de los derechos de uso y goce exclusivo que el inciso 2° del
artículo 49, en relación con el artículo 13, hace presumir respecto de los reglamentos de
copropiedad formulados con anterioridad a la vigencia de esta ley, argumento que el fallo
censurado hace suyo en forma expresa en su motivo sexto, dando cuenta con ello de una
correcta aplicación de la ley.
NOVENO: Que en virtud de lo razonado precedentemente, carece de influencia sustancial
en lo dispositivo del fallo la pretendida infracción a los artículos 1712 del Código Civil y
426 del Código de Procedimiento Civil que tratan la prueba de presunciones, desde que
aun cuando se estimara que efectivamente los jueces del fondo cometieron error de
derecho al establecer el consentimiento tácito de la comunidad en la constitución de los
derechos en cuestión, queda a salvo la conclusión que el fallo censurado hace a partir de
lo dispuesto en el inciso 2° del artículo 49 de la Ley 19.537 que establece una presunción
legal -no judicial- de autorización, aplicable a la constitución de los derechos de uso y
goce exclusivo, fundamento que por sí solo resulta suficiente para justificar el
acogimiento de la demanda intentada en autos.
DÉCIMO: Que, por lo demás, lo concluido precedentemente dice relación exclusivamente
con la vigencia de los derechos de uso y goce exclusivo a favor de los demandantes sobre
los bienes comunes en cuestión, lo que desde luego no obsta a que el titular de estos
derechos pueda estar afecto al pago de aportes en dinero por dicho uso y goce
exclusivos, contribución que en todo caso ha de ser determinada por la asamblea de
copropietarios con los requisitos y quórum establecidos en la Ley 6.071, salvo que exista
acuerdo unánime por hacer aplicable la regulación contenida en la Ley 19.537, todo ello
según lo dispuesto en el inciso 1° del artículo 49 de la actual normativa.
UNDÉCIMO: Que los argumentos antes relacionados fuerzan a concluir que el recurso de
casación en el fondo deducido en autos necesariamente ha de ser desestimado.
Y de conformidad, además, a lo dispuesto en los artículos 764 y 767 del Código de
Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de casación en el fondo deducido en lo
principal de fojas 221 por el abogado Emir Manzur Barake, en representación de la
demandada Comunidad Diagonal Pasaje Matte, en contra de la sentencia de veintiocho
de septiembre de dos mil quince, escrita a fojas 216 y siguientes.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 252
Acordada con el voto en contra de la Ministra Sra. Maggi, quien estuvo por acoger
el recurso de casación en el fondo, al estimar que los jueces del mérito hicieron una
errónea aplicación del derecho, en particular del artículo 49 en relación con el artículo 13,
ambos de la Ley 19.537, por las siguientes razones:
1°) Que de acuerdo al inciso 1° del artículo 49, la normativa aplicable a las comunidades
de copropietarios constituidas como tales es la prevista en la Ley 19.537 de 1997, incluso
respecto de las creadas con anterioridad a la entrada vigencia de la actual legislación,
salvo -entre otros asuntos- respecto de los derechos de uso y goce exclusivo sobre bienes
comunes, caso en el cual la norma en comento dispone que se mantendrá la vigencia de
los mismos siempre que hayan sido legalmente constituidos.
2°) Que en la especie no está en discusión por las partes que los kioscos o vitrinas
adosadas a los pilares o columnas soportantes del edificio en referencia tienen la calidad
de bienes comunes.
3°) Que si bien la Ley N° 6.071 de 1937, bajo la cual se constituyó la Comunidad Diagonal
Pasaje Matte, no contiene una norma expresa que regule la constitución de los derechos
de uso y goce exclusivo sobre bienes comunes, de acuerdo a lo dispuesto en su artículo
15 N° 6 inciso 2°, que indica que todo acuerdo de los propietarios reunidos en asamblea
que conduzca a una sensible alteración en el goce de bienes comunes requiere para su
aprobación de la unanimidad de los concurrentes, se colige que la concesión en favor de
uno o más propietarios de derechos de uso y goce exclusivos sobre bienes comunes, en
cuanto importa una sensible alteración en el goce de los mismos bienes para los
propietarios no beneficiados, requería ser acordada en una asamblea de propietarios y
por la unanimidad de los concurrentes, lo que no se cumplió en la especie.
4°) Que por consiguiente los derechos de uso y goce exclusivo que los demandantes
reclaman sobre los kioscos que se encuentran adosados en los pilares o columnas
soportantes del edificio no fueron constituidos legalmente, pues no se acordaron en una
asamblea de copropietarios con el quórum exigido y tampoco constan en algún
instrumento que los haga oponibles a la Comunidad Diagonal Pasaje Matte, sino sólo en
la escritura de compraventa del año 1964, donde -en lo atingente al uso y goce de los
kioscos- únicamente figura una declaración unilateral de la Sociedad de Renta Urbana
Pasaje Matte, vendedor primer propietario.
5°) Que, por lo anterior, al no haber sido legalmente constituidos los derechos en
cuestión, no puede entenderse que se hayan mantenido vigentes una vez que comenzó a
regir la Ley N° 19.537 y, conforme a ello, necesariamente debieron ajustarse a lo
dispuesto en el artículo 13 de dicha ley, que exige para su constitución que ésta se haga
en el reglamento de copropiedad o mediante acuerdo adoptado por la asamblea de
copropietarios.
6°) Que, al no haberse cumplido las formas antes señaladas, los demandantes no pueden
servirse de manera exclusiva de los kioscos que se encuentran adosados en los pilares o
columnas soportantes del edificio comunidad Pasaje Matte, por lo que los jueces del
mérito necesariamente debieron haber rechazado la demanda de autos.
Regístrese y devuélvase, con sus agregados.
Redacción a cargo del Ministro señor Patricio Valdés A., y de la disidencia su
autora”.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 253
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros, Sr. Patricio
Valdés A., Sr. Héctor Carreño S., Sr. Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y Sr. Juan
Eduardo Fuentes B.

Ley N° 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria – Juan Andrés Orrego Acuña 254
DE LA REGULARIZACIÓN DE LA POSESIÓN DE
LA PEQUEÑA PROPIEDAD RAÍZ Y DE LA
CONSTITUCIÓN DEL DOMINIO SOBRE ELLA1

Con fecha 21 de julio de 1979, se publicó en el Diario Oficial el Decreto Ley


Nº 2.695,2 del Ministerio de Tierras y Colonización (hoy, Ministerio de Bienes
Nacionales), que “Fija normas para regularizar la posesión de la pequeña propiedad raíz
y para la constitución del dominio sobre ella”.
A su vez, su Reglamento actual consta en el Decreto Supremo Nº 541, del
Ministerio de Bienes Nacionales, publicado en el Diario Oficial con fecha 17 de
octubre de 1996.
Esta normativa alteró completamente el sistema de la posesión inscrita, que
consagra el Código Civil, pues según examinaremos, admite la prueba de la
posesión de un inmueble contradictoria de la inscripción vigente (lo que el Código
Civil no permite, de acuerdo a lo dispuesto en el art. 9243), y consecuentemente,
admite también la prescripción en contra de la posesión inscrita, hecho que
descarta el art. 2505 del citado Código4, privilegiando al poseedor material del
inmueble por sobre el poseedor inscrito, si éste no formula oposición en la forma
que revisaremos. Por esta razón, el DL ha sido objeto de críticas por un sector de
la doctrina, por considerarse un retroceso en la protección jurídica de los
inmuebles y en la certeza que da a los terceros, la inscripción conservatoria.
Incluso, no han faltado los fallos de la Corte Suprema, que lo ha declarado
contrario a la Constitución Política, aunque en los último años, la tendencia de la
jurisprudencia ha sido la de aceptar su constitucionalidad.5
En realidad, el DL Nº 2.695 no fue el primero de los cuerpos de rango legal
que consagraron un sistema de acceso a la posesión inscrita de los inmuebles
mediante normas especiales e incluso algunas de ellas operando derechamente al
margen del sistema contemplado en el Código Civil. En realidad, el DL Nº 2.695
fue la culminación de una evolución legislativa que se extendió por cuarenta años,
tendiente a permitir la regularización de la pequeña propiedad raíz, primero sólo la

1
Fecha de última modificación: 12 de julio de 2020.
2 En adelante, DL Nº 2.695.
3 “La posesión de los derechos inscritos se prueba por la inscripción y mientras ésta subsista, y con

tal que haya durado un año completo, no es admisible ninguna prueba de posesión con que se
pretenda impugnarla”.
4 “Contra un título inscrito no tendrá lugar la prescripción adquisitiva de bienes raíces, o de

derechos reales constituidos en éstos, sino en virtud de otro título inscrito; ni empezará a correr
sino desde la inscripción del segundo”.
5 Cfr. el libro de Marco Antonio Sepúlveda Larroucau, “EL D.L. número 2.695 de 1979 ante la

jurisprudencia”, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, tercera edición corregida y aumentada,


año 2011.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 1


rural y más tarde también la urbana. En efecto, cabe destacar las siguientes
normas que precedieron en esta materia al DL Nº 2.695:
i.- La Ley Nº 6.382, publicada en el Diario Oficial de fecha 9 de agosto de 1939.
Mediante esta ley, aprobada bajo el gobierno del Presidente don Pedro
Aguirre Cerda, se “Establece las cooperativas de pequeños agricultores”. En su
Título IV, bajo el epígrafe “Saneamiento del dominio de la pequeña propiedad
raíz”, arts. 30 a 44, se creó un sistema que permitía obtener al interesado una
sentencia judicial que le reconociere su calidad de propietario de un inmueble
rústico, cuyo avalúo no excediere de la suma que señalaba la misma Ley (art. 30).
Se excluía por ende a los predios urbanos. Los interesados podrían pedir al Juez
de Letras del Departamento respectivo que se le reconociere su dominio, siempre
que se cumplieran los siguientes requisitos: (i) Posesión material del predio, sin
violencia ni clandestinidad ni interrupción, durante 10 años, por sí o por sus
antecesores. La posesión debía probarse en la forma establecida en el art. 925 del
Código Civil; y (ii) Que el predio tuviere deslindes determinados y no formare parte
de otro predio inscrito a favor de un tercero (art. 31).
El tribunal debía ordenar que se publicare un extracto de la solicitud por tres
veces, en un periódico de la localidad en que estuviere situado el inmueble, o de la
cabecera de Departamento si en aquella no lo hubiere. Entre cada publicación
debían mediar 10 días a lo menos (art. 32).
De no mediar oposición por legítimo contradictor dentro del plazo de 15 días
contado desde la publicación del último aviso, el tribunal debía declarar que el
poseedor era dueño del predio y ordenar su inscripción a nombre del interesado
(art. 33). En caso de haber deducido oposición un tercero, debían aplicarse las
normas de los arts. 704 a 715 del Código de Procedimiento Civil, que a la sazón,
regulaban el procedimiento relativo a las querellas de amparo.
Sin embargo, Fernando Atria ha señalado que el sistema consagrado en la
Ley Nº 6.382 no colisionaba directamente con el del Código Civil, considerando
que el inmueble sobre el que tenía el peticionario posesión material, al menos por
10 años, no podía formar parte de un inmueble inscrito a nombre de un tercero. De
existir controversia, dirimiría la cuestión el art. 924 del Código Civil, “que deja al
tenedor material indefenso ante la posesión inscrita de otro si ésta tiene al menos
un año”.6
Así las cosas, conforme a los planteamientos de Atria, si bien la inscripción
obtenida conforme a las disposiciones de la ley otorgaba de inmediato el dominio
del inmueble al solicitante, si nadie se oponía a su solicitud, nada podía hacer el
solicitante si el inmueble estaba amparado por una inscripción conservatoria.
Expresaba al efecto Atria: “como el régimen de la Ley 6.382 no entraba en
conflicto con el contenido en el Código Civil, no podía ser la regla de clausura que
faltaba al Código Civil, y por eso no solucionaba el caso de los bienes inmuebles
en los que la detentación material se había separado de la posesión inscrita por
las mismas viejas razones que llevaron en su origen al surgimiento de la
protección posesoria: por ejemplo, porque se había celebrado una compraventa
de inmuebles que había sido cumplida de buena fe por las partes (en el entendido

6
Atria Lemaitre, Fernando, “Derechos Reales”, en Revista de Derecho de la Universidad Adolfo
Ibáñez, 2, año 2005, pp. 78 y 79.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 2


que no se había cumplido con lo previsto en el art. 1801, inc. 2º del Código Civil,
es decir no se había celebrado por escritura pública), haciendo tradición longa
manus del inmueble. En esas circunstancias el adquirente jurídicamente no sólo
no adquiere la propiedad, sino que tampoco será poseedor y no podrá adquirir
aunque detente por décadas. Esto además lo deja expuesto a la acción
reivindicatoria (o, en la práctica, a la acción de precario) del vendedor o de sus
sucesores en el dominio”.7
ii.- DFL Nº 326 del año 1960.
Este DFL, dictado durante el gobierno del Presidente Jorge Alessandri
Rodríguez, reguló las cooperativas. En su art. 133, derogó diversos cuerpos
legales, entre ellos, la Ley Nº 6.382, “a excepción de su título IV que conservando
su número primitivo pasará a denominarse ‘Ley de Saneamiento de la pequeña
propiedad agrícola’”.
Con ello, por primera vez lo concerniente al saneamiento de bienes raíces
agrícolas quedó regulado en un cuerpo legal que de manera específica se refiere
a la materia.
iii.- DFL Nº R.R.A. 7 del año 1963.
La primera ley del proceso de “Reforma Agraria”, fue la Ley Nº 15.020,
publicada en el Diario Oficial el 27 de noviembre de 1962. Su art. 80, definía la
“pequeña propiedad raíz” en los siguientes términos: “Para los efectos de la presente
ley se entenderá: (…) b) Por pequeña propiedad agrícola, las parcelas y huertos
familiares formados por la Caja de Colonización Agrícola y por la Corporación de la
Reforma Agraria, que la sucede, los sitios en villorrios agrícolas, la "propiedad familiar
agrícola" y todo predio rústico cuyo avalúo fiscal, para los efectos de la contribución
territorial, no sea superior a cinco sueldos vitales anuales para empleado particular de la
industria y el comercio del departamento de Santiago”.
Poco tiempo después, específicamente el 13 de febrero de 1963, se dictó el
DFL Nº R.R.A. 7, del Ministerio de Agricultura, en virtud del cual se estableció un
procedimiento especial para el saneamiento de la pequeña propiedad agrícola
definida en el citado art. 80. Para tales efectos, se entregó a la Dirección de
Tierras y Bienes Nacionales del Ministerio de Tierras y Colonización, la
representación del solicitante. De esta manera, la regularización no es de la sola
incumbencia de los tribunales de justicia, sino que también interviene ahora un
órgano de la Administración. Se trató de un procedimiento mixto administrativo-
judicial, que culminaba en el reconocimiento del dominio en favor del solicitante.
Adicionalmente, este DFL introdujo otra importante modificación respecto del
procedimiento antes vigente: la eliminación del impedimento contemplado en el
art. 31 de la Ley Nº 6.382, conforme al cual para solicitar el saneamiento, el
inmueble respectivo no debía formar parte de otro predio inscrito en favor de otra
persona. Por vez primera, se instaura en Chile un sistema que se apartaba
radicalmente de aquél consagrado en el Código Civil. Estableció también el DFL
compensaciones económicas para aquellas personas que fueren afectadas por la
regularización del inmueble agrícola.
iv.- DFL Nº 6 de 1968.

7
Atria Lemaitre, Fernando, ob. cit., p. 79.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 3


Se publicó este DFL el 17 de enero de 1968, durante el gobierno del
Presidente Eduardo Frei Montalva. Su finalidad fue modificar, complementar y fijar
el texto refundido del DFL Nº R.R.A. 7. Las modificaciones más importantes fueron
las siguientes: (i) Se reduce el plazo de posesión de diez a cinco años; (ii) Se
reduce el número de publicaciones sólo a dos; (iii) No se requiere prueba alguna,
en caso de no existir oposición a la solicitud; (iv) Se extiende el saneamiento a
predios urbanos. Esta última fue sin duda la más importante modificación. El DFL
Nº 6 reguló en su Título I el “saneamiento del dominio de las propiedades rústicas y
rurales que se señalan”, mientras que en su Título II el “saneamiento del dominio de la
pequeña propiedad urbana”.
Tal fue la evolución legislativa, que culminó, como está dicho, con la
dictación del DL Nº 2.695, el año 1979.
Por lo demás, cabe considerar que plausibles razones, de índole social, han
justificado la aplicación de esta normativa excepcional, que ha permitido
solucionar miles de casos a lo largo de todo el territorio nacional.
El DL Nº 2.695 ha experimentado siete reformas, de que dan cuenta las
siguientes leyes:
i.- Ley Nº 18.148, publicada en el Diario Oficial de fecha 28 de julio de 1988.
Modificó los arts. 5, 14, 40 y 42 del DL.
ii.- Ley Nº 18.866, publicada en el Diario Oficial de fecha 5 de diciembre de 1989.
Modificó el art. 1 del DL, disminuyendo las cantidades de unidades
tributarias de los inmuebles susceptibles de regularizar. 8
iii.- Ley Nº 19.455, publicada en el Diario Oficial de fecha 25 de mayo de 1996.
Modificó los arts. 1, 4, 8, 9, 10, 11, 15, 20, 22, 29, 32 y 37.
iv.- Ley Nº 19.686, publicada en el Diario Oficial de fecha 5 de agosto de 2000.
Modificó el art. 9 del DL.
v.- Ley Nº 19.858, publicada en el Diario Oficial de fecha 11 de febrero de 2003.
Modificó el art. 8 del DL.
vi.- Ley Nº 19.930, publicada en el Diario Oficial de fecha 4 de febrero de 2004.
Modificó los arts. 40, 41 y 42.
vii.- Ley Nº 21.108, publicada en el Diario Oficial de fecha 25 de septiembre de
2018.
Modificó los arts. 5, 6, 11, 15, 16, 17, 20 y 26. Hasta ahora, ésta es la
reforma más importante, pues aumentó de uno a dos años el plazo de posesión
inscrita para adquirir el dominio por prescripción y de uno a dos y a cinco años el
plazo por el cual el adquirente no puede gravar ni enajenar, respectivamente, el
inmueble que ha regularizado.
En las líneas que siguen, examinaremos los aspectos más relevantes del
DL citado.
Se divide el DL en cinco títulos:
Título I: Disposiciones Generales (arts. 1 a 9).
Título II: Del procedimiento (arts. 10 a 14).
Título III: De los efectos de la inscripción (arts. 15 a 17).
Título IV: Del Ejercicio de Derechos por terceros (arts. 18 a 30).

8
Originalmente, se trataba de inmuebles rurales de un avalúo fiscal inferior a 1.200 unidades
tributarias y de inmuebles urbanos de un avalúo fiscal inferior a 480 unidades tributarias.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 4


Este título se divide a su vez en tres párrafos:
Párrafo 1º: De la oposición (arts. 19 a 25).
Párrafo 2º: De las acciones de dominio (arts. 26 y 27).
Párrafo 3º: De la compensación de derechos en dinero (arts. 28 a 30).
Título V: Disposiciones Varias (arts. 31 a 44).

1.- Las consideraciones del legislador.

En los considerandos del DL Nº 2.695, el legislador justificó el haber


promulgado esta normativa, atendiendo a los siguientes argumentos:
a) Se alude a la deficiente constitución del dominio de las pequeñas propiedades
raíces rurales y urbanas, que genera problemas de índole socioeconómico de
crecimiento progresivo, al impedir que gran número de ellas se incorpore
efectivamente al proceso productivo nacional; en tal sentido, quienes detentan la
tenencia de estos inmuebles no tienen acceso a créditos que pueda proporcionar
la banca, garantizándolos con hipotecas sobre aquellos, pues los títulos serán
reparados.
b) Atendido lo anterior, se ha creado un sistema de saneamiento del dominio de la
pequeña propiedad, que tiene por objeto regularizar la situación del poseedor
material que carece de títulos o que los tiene imperfectos. Esta regularización,
se agrega, es previa, en el caso de la pequeña propiedad agrícola, a la
elaboración de planes de desarrollo y de asistencia técnica o crediticia, así como a
cualquier reordenamiento destinado a atacar e impedir el minifundio (después de
la polémica experiencia de la reforma agraria de los años sesenta e inicios de los
setenta, que pretendía acabar con el latifundio, el legislador constata, a fines de
los setenta, que el minifundio no es viable para desarrollar eficazmente
emprendimientos agropecuarios);
c) Se afirma que la legislación vigente sobre la materia no ha permitido dar
solución eficaz al problema, siendo necesario modificarla, para adecuarla a la
realidad actual, estableciendo un nuevo procedimiento que dé facultades a la
autoridad administrativa para ordenar la inscripción de los predios a nombre de
sus poseedores materiales que cumplan los requisitos que establece el DL. La
intervención de la justicia sólo es subsidiaria, pues se contempla
exclusivamente en el caso de que se formule una legítima oposición a la solicitud
del poseedor material, o para garantizar los derechos de terceros.

2.- Personas que pueden acogerse al sistema de saneamiento del dominio de la


pequeña propiedad raíz.

Dispone el art. 1 que pueden acogerse al sistema de saneamiento:


a) Los poseedores materiales de bienes raíces rurales o urbanos: el art. 7,
establece que el DL será aplicable a los inmuebles ubicados en cualquier punto
del territorio de la República.
Cabe señalar que tratándose de predios rústicos que formen parte de otro
inmueble de mayor extensión, la superficie del terreno que se pretende regularizar
no estará afecta a la superficie mínima de 0,5 hectáreas físicas, prevista para la
subdivisión de esta clase de bienes raíces. La letra c) del inc. 2º del art. 1 del DL

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 5


Nº 3.516 de 1980, exceptúa expresamente de la aludida limitación a los inmuebles
objeto del procedimiento que revisamos: “La limitación establecida en el inciso anterior
no será aplicable en los siguientes casos: (…) c) Tratándose de las divisiones que deban
efectuarse para los efectos de la regularización de la posesión de la pequeña propiedad
raíz y para la constitución del dominio sobre ella en virtud de lo dispuesto en el decreto ley
2.695, de 1979”.
En el caso de terrenos ubicados en zonas fronterizas 9, se requerirá
autorización previa de la Dirección Nacional de Fronteras y Límites del Estado.
Nada impide que soliciten la regularización de un mismo inmueble una o más
personas, en este último caso en forma conjunta (el art. 12, inc. 2º, alude a “el o
los peticionarios”).
b) Siempre que dichos predios, tengan un avalúo fiscal para el pago de impuesto
territorial inferior a 800 unidades tributarias si son rurales o a 380 unidades
tributarias si son urbanos;10 agrega el inciso final del art. 1 que para estos efectos,
se considerará el avalúo que esté vigente en la fecha que se presente la
respectiva solicitud, referido al total o parte del bien raíz, proporcionado por el
Servicio de Impuestos Internos. El criterio del legislador, entonces, para calificar
un predio como “pequeña propiedad raíz”, no atiende a la superficie del mismo,
sino a su avalúo fiscal; y
c) Que carezcan los aludidos poseedores materiales de título inscrito.
Cabe señalar que no hay restricciones en el DL acerca del número de
inmuebles que una misma persona natural o jurídica puede regularizar.

3.- Autoridad ante la cual debe solicitarse el saneamiento.

Conforme al art. 1, los interesados que reúnan los requisitos antes


mencionados, podrán solicitar de la Dirección de Tierras y Bienes Nacionales11
que se les reconozca la calidad de poseedores regulares de dichos bienes, a fin
de quedar habilitados para adquirir su dominio por prescripción. La solicitud debe
presentarse en el Ministerio de Bienes Nacionales, ante la citada Dirección.

4. Requisitos que debe reunir el solicitante.

9 Cfr. artículo “La propiedad austral y los inmuebles ubicados en zonas fronterizas”, de Juan Pablo
Sepúlveda Larroucau, publicado en revista “LEX ET VERITAS”, Nº 1, 2003, Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales de la Universidad Internacional SEK, Santiago de Chile, pp. 213 y siguientes.
Cfr. página de la Dirección Nacional de Fronteras y Límites, www.difrol.gob.cl, en la que se indican
las comunas totalmente fronterizas, las parcialmente fronterizas y aquellas que no están ubicadas
en zonas fronterizas. Otros cuerpos legales atinentes a la materia son el DFL Nº 83 de 1979 (del
Ministerio de RREE); el DL Nº 1.939 de 1977, ya mencionado; el DFL Nº 1 de 1982 (M. de
Minería); y el DL Nº 701 de 1974 (M. de Agricultura).
10 Se trata de unidades tributarias mensuales. A modo de referencia, al mes de julio de 2020, la

unidad tributaria mensual ascendía a $50.322.- Por lo tanto, si se trata de predios rurales, el avalúo
no debe superar los $41.857.600.- y si son urbanos, $19.122.360.-
11 Dispone el art. 2º del Decreto Supremo Nº 541 del año 1996, que contiene el Reglamento del DL

Nº 2.695, que las facultades o atribuciones que el citado DL entrega al Ministerio de Bienes
Nacionales, serán ejercidas por el Subsecretario de Bienes Nacionales, quien podrá delegarlas
específicamente en los Jefes de División, Secretarios Regionales Ministeriales, Jefes de Oficinas
provinciales o Abogados del Ministerio, mediante resoluciones exentas del trámite de toma de
razón.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 6


Conforme al art. 2, el solicitante deberá:
a. Estar en posesión del inmueble, por sí o por otra persona en su nombre, en
forma continua y exclusiva, sin violencia ni clandestinidad, durante cinco años a
lo menos; la prueba de este requisito, se hará de acuerdo a lo previsto en los
artículos 4 y 5; y
b. Deberá acreditar que no existe juicio pendiente en su contra en que se
discuta el dominio o posesión del inmueble, iniciado con anterioridad a la fecha
de presentación de la solicitud. La prueba de este requisito, se hará conforme a lo
que dispone el art. 6.
Advierte el art. 2 que no será obstáculo para ejercer el derecho a solicitar el
saneamiento, la circunstancia de que existan inscripciones de dominio anteriores
sobre el mismo inmueble. Esta es la declaración que, según anticipábamos,
colisiona con la primera parte del art. 2505 del Código Civil, que reza: “Contra un
título inscrito no tendrá lugar la prescripción adquisitiva de bienes raíces, o de derechos
reales constituidos en éstos, sino en virtud de otro título inscrito; ni empezará a correr sino
desde la inscripción del segundo”.
Agrega el último inciso del art. 2 que en las casas o edificios poseídos en
común por varias personas que deseen acogerse al procedimiento de
regularización, no se aplicarán las disposiciones del DL Nº 2.695 sino en los casos
en que esos inmuebles cumplan con las prescripciones de la Ley Nº 6.071. Se
trata de la antigua “Ley de Propiedad Horizontal”, que fue derogada por la Ley Nº
19.537, “Sobre Copropiedad Inmobiliaria”, publicada en el Diario Oficial de fecha
16 de diciembre de 1997. El art. 50 de ésta, dispone que “Las referencias que se
efectúan en la legislación vigente a las disposiciones legales que se derogan por los
artículos anteriores se entenderán hechas a las de esta ley”.

5. Agregación de posesiones.

El art. 3 permite al solicitante agregar a su posesión, la de sus antecesores,


conforme a las siguientes reglas:
a) Podrá agregarse posesión legal (o sea, inscrita) o material;
b) Para que se verifique la agregación, el predio objeto de la regularización no
debe formar parte de uno inscrito de mayor extensión;
c) También es necesario que exista, a lo menos, un título aparente que haga
presumible la continuidad de las posesiones. Para estos efectos, se tendrá como
título aparente, entre otros:
i.- La promesa de compraventa de plazo vencido (el inciso final del art. 3, señala
que el hecho de invocar como antecedente un contrato de promesa de
compraventa o cualquier otro instrumento público o privado en que conste la
voluntad de transferir la propiedad no significará que el poseedor reconozca
dominio ajeno);
ii.- La adquisición de mejoras o de derechos y acciones sobre el inmueble, sea por
instrumento público o privado; y
iii.- El hecho de ser el solicitante descendiente o heredero presunto del poseedor
anterior. La calidad de descendiente podrá acreditarse también con las partidas de
bautismo y de matrimonio religioso o con la partida de nacimiento en que conste el

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 7


nombre del padre o de la madre. Al decir la ley que podrá acreditarse la calidad de
descendiente también de la manera expresada, entendemos que el legislador
estableció una norma más amplia que aquellas que contemplaba el Código Civil,
antes de la reforma que al mismo hizo la Ley Nº 10.271.12
d) La agregación de posesiones dejará subsistentes las hipotecas y otros
gravámenes constituidos por el antecesor cuya posesión se agrega (art. 16, último
inciso).

6.- Prueba de la posesión material del inmueble.

Regulan esta materia los artículos 4 y 5. Las reglas son las siguientes:
a) La posesión material deberá acreditarse en la forma establecida en el art. 925
del Código Civil, que dispone: “Se deberá probar la posesión del suelo por hechos
positivos, de aquellos a que sólo da derecho el dominio como el corte de maderas, la
construcción de edificios, la de cerramientos, las plantaciones o sementeras y otros de
igual significación, ejecutados sin el consentimiento del que disputa la posesión”.13
Recordemos que se trata del precepto que sirve para probar la posesión de
inmuebles no inscritos, o en casos de doble inscripción o de superposición de
inscripciones o de aquellos que tuvieren menos de un año de posesión inscrita.
Para los efectos del DL Nº 2.695, se admite también recurrir al artículo, a pesar de
que en este caso, se probará contra una posesión inscrita, lo que en el contexto
del Código Civil, no podría ocurrir, considerando lo que dispone el art. 924 (“La
posesión de los derechos inscritos se prueba por la inscripción y mientras ésta subsista, y
con tal que haya durado un año completo no es admisible ninguna prueba de posesión
con que se pretenda impugnarla”). Así las cosas, en el ámbito del DL Nº 2.695, el art.
925 prevalece por sobre el art. 924, vale decir, se aplica una solución inversa a la
que consagra el Código Civil. Por lo demás, el último inciso del art. 4, consigna
que el solo hecho de existir una inscripción anterior que ampare el inmueble, no
significará que el poseedor material esté reconociendo dominio ajeno, sin perjuicio
de los derechos del titular de esa inscripción, conforme a lo que más adelante se
dirá.
b) El pago del impuesto territorial podrá ser considerado como plena prueba de la
posesión material cuando por su regularidad, continuidad y duración reúna los
caracteres establecidos en el inc. 2° del art. 426 del Código de Procedimiento
Civil.14 En realidad, esta norma opera para una fracción reducida de inmuebles
cuya posesión es susceptible de ser regularizada por este DL, pues la mayoría de
ellos están exentos del pago de dicho impuesto, habida cuenta de su avalúo fiscal.

12 El antiguo art. 272 del Código Civil, originario del mismo, sólo admitía dos maneras de reconocer
un hijo natural: por instrumento público entre vivos (o sea, por escritura pública) o por acto
testamentario. La sola circunstancia de declarar la persona que requería la inscripción del menor
ser su padre o madre, no constituía reconocimiento de la filiación. Sin embargo, para los efectos
del DL Nº 2.695, tal declaración servirá para probar que el peticionario tiene la calidad de
descendiente de aquél que declaró ser su padre o su madre.
13 Entre tales actos posesorios, pueden agregarse el pago de servicios básicos como luz, agua,

gas, etc., realizados por el poseedor material.


14 “Una sola presunción puede constituir plena prueba cuando, a juicio del tribunal, tenga

caracteres de gravedad y precisión suficientes para formar su convencimiento”.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 8


c) El pago del mismo tributo durante los cinco años anteriores a la presentación de
la solicitud hará plena prueba de dicha posesión respecto del peticionario.
d) El solicitante deberá acompañar una declaración jurada, prestada ante notario,
o, en su defecto, ante el Oficial del Registro Civil en cuyo territorio jurisdiccional se
encuentre el inmueble, o ante el funcionario que el Servicio determine, acerca del
hecho de cumplir con el requisito contemplado en el Nº 1 del art. 2. Esta
declaración deberá referirse:
i.- Al origen de su posesión;
ii.- A los antecedentes legales y de hecho de los poseedores anteriores, si los
conociere (copia de la inscripción de dominio que estuviere vigente, certificado de
gravámenes y prohibiciones otorgado con fecha reciente, entre otros);
iii.- Sobre el conocimiento que tuviere de la existencia de inscripciones que se
refieran al inmueble y de las otras personas que pudieran tener derechos sobre el
predio.
e) Adicionalmente, en las áreas urbanas y rurales, deberá acompañar el solicitante
un certificado de informaciones previas con fines de regularización, emitido por la
dirección de obras municipales correspondiente, o por quien en subsidio cumpla
esa función, que contenga las condiciones aplicables al predio respectivo. El
certificado deberá tenerse en consideración al momento de aprobar o rechazar la
solicitud de regularización.15

7.- Prueba acerca de que no existe juicio pendiente en contra del peticionario.

Establece el art. 6 que el cumplimiento del requisito de no existir juicio


pendiente se acreditará:
a) Mediante el correspondiente certificado expedido por el Conservador de Bienes
Raíces respectivo. El Conservador deberá informar si el predio que se pretende
regularizar es actualmente objeto de litigios (no se trata por ende de dejar
constancia de medidas precautorias de gravar u enajenar o de prohibición de
celebrar actos y contratos, que también pueden haberse inscrito a consecuencia
del litigio que se haya promovido en contra del poseedor inscrito, persona que
será distinta, ciertamente, a quien pretende regularizar, pues tales medidas
precautorias deben informarse en el certificado de gravámenes y prohibiciones
respectivo).
b) Mediante declaración jurada que deberá prestarse conjuntamente con la que
exige el artículo anterior.

8.- Bienes inmuebles excluidos del Decreto Ley.

El art. 8 dispone que las normas del DL no serán aplicable a los siguientes
inmuebles:

15Conforme al art. 4 del Reglamento, la declaración jurada a que se refieren los artículos 5º y 6º
del DL, podrá ser presentada ante los abogados del Ministerio de Bienes Nacionales o los
contratados conforme al art. 40 del mismo DL. Esta intervención, en calidad de Ministro de Fe, será
gratuita. A falta de abogado o en caso de impedimento o ausencia, autorizará la declaración el
subrogante legal del Secretario Regional Ministerial o Jefe de Oficina Provincial Subrogante, en su
caso.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 9


a) Los terrenos comprendidos en las poblaciones declaradas en situación
irregular, de acuerdo con la Ley Nº 16.741;
b) Las tierras indígenas, regidas por la Ley Nº 17.729;16
c) Las comunidades sujetas a las disposiciones del DFL Nº 5, de 1967, del
Ministerio de Agricultura;
d) Los terrenos de la Provincia de Isla de Pascua;
e) Las propiedades fiscales, entendiéndose por tales las que se encuentren
inscritas a nombre del Fisco;
f) Las propiedades de los gobiernos regionales, municipales y servicios públicos
descentralizados, ni a las comprendidas en las herencias deferidas a favor de
ellos, ni a los inmuebles en que estén efectuando hechos positivos de aquéllos a
que sólo da derecho el dominio.
Sin perjuicio de lo anterior, el Ministerio de Bienes Nacionales, mediante
resolución fundada, podrá aplicar el procedimiento de regularización, respecto de
los inmuebles:
a) De propiedad de las municipalidades;
b) De servicios públicos descentralizados, como los Servicios Regionales de
Vivienda y Urbanización.
Para proceder a esta regularización, el Ministerio de Bienes Nacionales
deberá contar con la autorización previa y expresa de los representantes legales
de las instituciones propietarias de los inmuebles.
Asimismo, el Ministerio de Bienes Nacionales, mediante resolución fundada,
podrá aplicar el procedimiento de regularización en todos aquellos inmuebles
donde exista incerteza de quien es su propietario, por encontrarse ubicados en
localidades del país donde los conservadores de bienes raíces competentes
hayan sufrido algún siniestro, y como consecuencia de éste, no exista historia de
la propiedad raíz, o ésta no se haya podido conservar, en uno u otro caso, por
pérdida o destrucción de los registros respectivos.

9.- Sanciones para quien obtuviere maliciosamente el reconocimiento de la calidad


de poseedor regular.

Conforme al art. 9, será sancionado con las penas del art. 473 del Código
Penal.17 Agrega el precepto que se presumirá dolo, cuando el interesado tuviere, a
la fecha de presentación de su solicitud, la calidad de arrendatario o mero tenedor
o haya reconocido dominio ajeno mediante un acto o contrato escrito.
Si como consecuencia de lo anterior, se interpusiere acción penal, y ésta
fuere acogida, el tribunal ordenará que se cancele la inscripción de que tratan los
artículos 12 y 14.

16 La Ley Nº 17.729 fue derogada por el art. 78 de la Ley Nº 19.253, que “Establece normas sobre
protección, fomento y desarrollo de los indígenas, y crea la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena”. Por lo tanto, la referencia hecha por el art. 8º a la primera, debe hoy entenderse alusiva
a la segunda.
17 Art. 473 del Código Penal: “El que defraudare o perjudicare a otro usando de cualquier engaño
que no se halle expresado en los artículos anteriores de este párrafo, será castigado con presidio o
relegación menores en sus grados mínimos y multas de once a veinte unidades tributarias
mensuales”.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 10


Si falleciere el procesado o formalizado antes de existir sentencia firme, sin
perjuicio del sobreseimiento definitivo que corresponda, si no hubiere demanda
civil, el querellante podrá solicitar por vía incidental al tribunal de la causa la
cancelación de la inscripción en el plazo de 60 días contados desde la muerte de
aquél, debiendo emplazarse a los herederos mediante tres avisos publicados en
un diario o periódico de circulación provincial, a su costa entre cada uno de los
cuales debe mediar a lo menos 10 días, para que expongan lo que crean
conveniente a sus derechos. En su rebeldía, el tribunal realizará de oficio todas las
diligencias que estimare necesarias para decidir si ordena o no la cancelación
impetrada o resolverá de plano si hubiere mérito para ello. Si en la causa criminal
hubiere demanda civil, o ella se hubiera interpuesto independientemente, se
proseguirá conforme a las normas generales contra los respectivos herederos.

10.- Del procedimiento de regularización de la posesión.

La materia se regula en los artículos 10 a 13 del DL, que seguidamente


revisamos:
a.) El Ministerio de Bienes Nacionales admitirá a tramitación la solicitud, previo
informe jurídico, cuando a su juicio sea difícil u onerosa la regularización de la
posesión inscrita por los procedimientos establecidos en otras leyes.
b) Se oficiará luego al Servicio de Impuestos Internos, para que este organismo
informe, dentro del plazo de 15 días hábiles, contados desde la fecha de recepción
del oficio:
i.- El nombre de quien aparece, según sus antecedentes, como propietario del
inmueble;
ii.- El Rut y el domicilio de esta misma persona.
c) Recibidos los antecedentes del Servicio de Impuestos Internos, y en el caso de
personas naturales, el Ministerio de Bienes Nacionales oficiará al Servicio de
Registro Civil e Identificación y al Servicio Electoral, para que, dentro de los 15
días hábiles siguientes a la recepción de los oficios, informen del último domicilio
que registra en dichos organismos la persona que, según el Servicio de Impuestos
Internos, aparece como supuesto propietario, o su fallecimiento.
d) Recibidos los antecedentes, el Ministerio de Bienes Nacionales procederá a
notificar la solicitud, mediante carta certificada, al supuesto propietario del
inmueble, adjuntando copia íntegra de ella.
e) Cumplidos los trámites anteriores, o sin ellos cuando los organismos pertinentes
no hubiesen aportado información acerca del supuesto titular del dominio en los
plazos señalados, el Ministerio dispondrá que el personal técnico de su
dependencia, o el contratado en la forma dispuesta en el art. 40 del DL,
compruebe en el terreno la concurrencia de los requisitos exigidos en el art. 2°, y
reúna los datos necesarios para individualizar el inmueble, levantando el
respectivo plano,18 todo ello si procediere. De la visita a terreno que se efectuare
deberá dejarse constancia en la unidad de Carabineros correspondiente más
cercana (art. 10).

18Conforme al art. 5º del Reglamento, sólo se levantará un plano del inmueble cuando los
deslindes de la propiedad no basten para individualizarla suficientemente.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 11


f) Cumplidos todos los trámites anteriores, y previo informe jurídico, el Ministerio
deberá pronunciarse denegando o aceptando la solicitud presentada. 19 De
aceptarse, la resolución respectiva deberá ordenar:
i.- Que ella sea publicada por dos veces en un diario o periódico de los de mayor
circulación en la región o comuna, señalado por el Ministerio; estas publicaciones
se harán indistintamente los días primero y quince del mes o en la edición
inmediatamente siguiente si el diario o periódico no se publicare en los días
indicados.
ii.- Que se fijen carteles, durante 15 días, en los lugares públicos que el Ministerio
determine;
iii.- Que se fijen carteles en el frontis de la propiedad correspondiente;
iv.- Que se comunique la resolución mediante mensaje radial, en el medio que el
mismo Ministerio determine, cuando se trate de la regularización de bienes raíces
ubicados en zonas geográficas de difícil acceso.
Los avisos y carteles contendrán, en forma extractada, los siguientes
antecedentes:
i.- La resolución del Ministerio;
ii.- La individualización del peticionario;
iii.- La ubicación y deslindes del inmueble;
iv.- La denominación del inmueble, si la tuviere;
v.- Su superficie aproximada;
vi.- La respectiva inscripción del inmueble, si fuere conocida.
En los avisos y carteles, además, deberá prevenirse que, si dentro del plazo
de 60 días hábiles, contados desde la publicación del último aviso, no se dedujere
oposición por terceros, se ordenará la inscripción a nombre del solicitante.
No obstante, los terceros tendrán el derecho a oponerse desde el momento
en que se acoja la solicitud a tramitación. De esta manera, los terceros que tomen
conocimiento de que el poseedor material ha iniciado el procedimiento de
regularización, pueden oponerse de inmediato, sin necesidad de esperar que se
publiquen los avisos y fijen los carteles antes señalados (art. 11).
g) Si no se dedujere oposición, dentro del plazo señalado, se procederá por el
Ministerio a certificar tal hecho, así como también el haberse efectuado las
publicaciones y colocados los carteles (art. 12).
h) Con la certificación precedente, el Ministerio podrá dictar resolución ordenando
la inscripción del inmueble en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes
Raíces respectivo. Esta resolución contendrá:
i.- La individualización de él o los peticionarios;
ii.- La ubicación y deslindes del predio;
iii.- La denominación del predio, si la tuviere; y
iv.- La superficie aproximada del inmueble.
Esta resolución estará exenta del trámite de toma de razón y no será
necesario reducirla a escritura pública (art. 12).

19 Establece el art. 6º del Reglamento que los Secretarios Regionales Ministeriales y los Jefes de
Oficinas Provinciales, para los efectos de los artículos 10º y 11º del DL, podrán acoger o denegar la
tramitación de una solicitud de saneamiento, basándose sólo en los informes jurídicos presentados
por los ejecutores externos.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 12


Si se rechazare la solicitud de regularización, el interesado podrá recurrir al
subsecretario de Bienes Nacionales, el que resolverá sin ulterior recurso (art.
13).20

11.- De la inscripción del inmueble a nombre del peticionario o de los peticionarios.

Si la resolución acoge la solicitud de regularización, el Conservador de


Bienes Raíces competente procederá a practicar la inscripción del inmueble,
conforme a las siguientes reglas:
a) Practicará la inscripción, a requerimiento del Ministerio o del interesado.
b) La inscripción se hará de acuerdo con las indicaciones que contenga la
resolución del Ministerio.
c) El Conservador agregará al final del Registro de Propiedad, una copia de la
resolución y el plano correspondiente, en su caso.
d) El Conservador practicará la inscripción de la prohibición a que se refiere el art.
17 del DL.
e) Para inscribir, no será necesario que se acredite el pago del impuesto territorial,
ni que el inmueble esté al día en el pago de las deudas de pavimentación.
f) Si la regularización comprende dos o más predios, y sus avalúos, en conjunto,
no exceden el límite establecido en el art. 1, y se ubican en una misma comuna (o,
entendemos nosotros, en el territorio sobre el cual tiene competencia el
Conservador), el Ministerio, a solicitud del interesado, podrá ordenar que se
practique una sola inscripción. La ley no exige sin embargo que los predios sean
contiguos.
g) En lo demás, el Conservador se ceñirá a las normas del Reglamento del
Registro Conservatorio de Bienes Raíces, en lo que no fueren modificadas por el
Reglamento de la ley (art. 14).
En relación a la inscripción del inmueble, el art. 43 dispone que “Las
transferencias, adjudicaciones y todas las actuaciones encaminadas a transmitir las
propiedades a que se refiere el artículo 1º, estarán exentas de todo impuesto fiscal y
pagarán solamente el cincuenta por ciento de los derechos arancelarios que
correspondan a Notarios, Conservadores de Bienes Raíces, Archiveros, Procuradores del
Número y Receptores Judiciales”. A su vez, el art. 44 fija el plazo que tienen los
Conservadores para inscribir los inmuebles: “En relación con las propiedades a que
se refiere la presente ley, los conservadores de bienes raíces deberán practicar las
inscripciones dentro del plazo máximo de treinta días, contado desde la fecha en que
fueron requeridas”.

12.- De los efectos de la inscripción a favor del solicitante.

a) Posesión regular y ulterior adquisición del dominio.

20Se consigna en el art. 7º del Reglamento que en caso de denegarse una solicitud, el peticionario
tendrá un plazo de 30 días hábiles, contado desde que se le notifique dicha circunstancia, sea
personalmente, o por medio de carta certificada, para recurrir al Subsecretario de Bienes
Nacionales, de acuerdo a lo dispuesto en el art. 13 del DL, quien, previo examen de los
antecedentes y diligencias que estime necesarias, podrá confirmar, modificar o revocar la
resolución impugnada ordenando lo que corresponda.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 13


Dispone el art. 15 que la resolución que acoja la solicitud de regularización,
se considerará como justo título. En consecuencia, una vez practicada su
inscripción en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces
competente, el interesado adquirirá la calidad de poseedor regular del inmueble
para todos los efectos legales, aunque existieren a favor de otras personas
inscripciones que no hubieran sido materialmente canceladas. Agrega el precepto
que transcurridos dos años completos de posesión inscrita no interrumpida,
contados desde la fecha de la inscripción, el interesado se hará dueño del
inmueble por prescripción, la que no se suspenderá en caso alguno. Concluye el
art. 15 señalando que la resolución que acoja la solicitud de regularización y la
sentencia que se dicte ordenando la inscripción en caso de haberse formulado
oposición (art. 25), se subinscribirán al margen de la respectiva inscripción de
dominio a la que afecte el saneamiento, si se tuviere conocimiento de ella.
De lo expuesto, pueden extraerse las siguientes conclusiones:
i.- Durante dos años, contados desde la inscripción de la resolución que acoge la
solicitud, podrían existir dos inscripciones: la que se hace con el mérito de la
expresada resolución, y la que corresponde al anterior poseedor inscrito. Esta
última, por el momento, no queda materialmente cancelada, aunque pareciera que
la ley la estima virtualmente cancelada, pues no podrían existir dos poseedores
simultáneos y exclusivos de un mismo inmueble;
ii.- El anterior poseedor inscrito, perjudicado con el saneamiento, tiene aún dos
años para revertir la situación, en la forma que más adelante estudiaremos;
iii.- Durante los aludidos dos años, no podrá operar ninguna causal de suspensión
de la prescripción, lo que guarda coherencia con el sistema del Código civil, que
no la admite tratándose de prescripciones de corto tiempo (art. 2524);
iv.- Transcurrido que sea el plazo de dos años, y si no se hubiere formalizado
acción del anterior poseedor inscrito, la posesión del interesado en la
regularización se torna en dominio, siendo el modo de adquirir que ha operado el
de la prescripción adquisitiva.
v.- Ocurrido lo anterior, deberá procederse a cancelar materialmente la inscripción
anterior.
b) Extinción de las acciones emanadas de derechos reales de que eran titulares
terceros.
Dispone el art. 16 que expirado el plazo de dos años a que se refiere el art.
15, prescribirán las acciones emanadas de los derechos reales de dominio,
usufructo, uso o habitación, servidumbre activas y el de hipotecas, relativos al
inmueble inscrito de acuerdo con el DL. Agrega el art. 16 que las anteriores
inscripciones de dominio sobre el inmueble, así como la de los otros derechos
reales mencionados, las de los gravámenes y prohibiciones que lo afectaban, una
vez transcurrido el citado plazo de dos años, se entenderán canceladas por el solo
ministerio de la ley, sin que por ello recobren su vigencia las inscripciones que
antecedían a las que se cancelan.
c) Gravámenes y prohibiciones que subsisten.
Advierte el inciso final del art. 16, que a pesar de practicarse la inscripción a
favor del interesado y de haber expirado los dos años desde la misma, subsistirán
las siguientes inscripciones:

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 14


i.- Las correspondientes a las hipotecas y gravámenes que hubiesen sido
constituidas por el mismo solicitante;
ii.- Las correspondientes a las hipotecas y gravámenes constituidos por alguno de
los antecesores cuya posesión legal o material se hubiese agregado por el
solicitante;
iii.- Las correspondientes a los embargos y prohibiciones decretados en contra del
solicitante o de algunos de sus antecesores, sin que por ello, haya obstáculo para
practicar las inscripciones que correspondan a favor del solicitante.
d) Prohibición de gravar y enajenar.
Conforme al art. 17, los poseedores de inmuebles inscritos con arreglo a la
ley, no podrán gravarlos durante el plazo de dos años, contados desde la fecha
de la inscripción. Tampoco podrán enajenarlos, durante el plazo de cinco años,
contado igualmente desde la fecha de la inscripción. Se justifican estas
prohibiciones legales, habida cuenta que:
i.- En el plazo de dos años, podrá deducirse la acción de dominio en contra del
poseedor que haya regularizado su posesión (art. 26);
ii.- En el plazo de cinco años, podría interponerse en contra del mismo poseedor
una acción destinada a exigir compensación de derechos en dinero (art. 28).
Los Conservadores de Bienes Raíces deberán inscribir de oficio las
aludidas prohibiciones legales, las que quedarán canceladas, por el solo ministerio
de la ley, una vez transcurridos los referidos plazos de un dos y de cinco años.
Vencidos estos términos, dichos funcionarios deberán alzarlas de oficio, sin
necesidad de requerimiento de parte interesada.
Si se infringiere cualquiera de estas prohibiciones legales, el acto
adolecería de objeto ilícito y por ende de nulidad absoluta, por incumplimiento de
una norma prohibitiva (art. 10, en relación a los artículos 1466 y 1682 del Código
Civil).
e) Casos en que no opera la prohibición legal de gravar y enajenar.
Agregan los dos últimos incisos del art. 17 que no regirá la prohibición legal
de gravar y enajenar, en los siguientes casos:
i.- Cuando se trate de constituir, en cualquier tiempo, gravámenes en favor de
organismos de crédito estatales o privados, servicios públicos o instituciones
creadas por ley o en las cuales el Estado tenga participación o representación (por
ejemplo, el Instituto de Desarrollo Agropecuario o el Servicio de Vivienda y
Urbanismo);
ii.- Los poseedores de predios rústicos podrán, asimismo, enajenar el inmueble en
favor de los organismos o instituciones antes mencionados; y
iii.- Los poseedores de predios rústicos podrán, de la misma forma, enajenar el
inmueble en beneficio de una persona natural, siempre que se cumplan dos
requisitos:
i) que sea dueña de otra pequeña propiedad agrícola; y
ii) que la explotación de dicha propiedad pueda complementarse
con la del inmueble que se enajene.
En este último caso, el cumplimiento de los requisitos mencionados
se acreditará mediante certificado expedido por el Servicio Agrícola y
Ganadero.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 15


13.- Del ejercicio de los derechos por terceros.

Cabe distinguir entre la oposición, que pretende impugnar la solicitud de


regularización, y la interposición de acciones, que pretendan impugnar la
inscripción que se practique a nombre del peticionario o exijan una
compensación en dinero (art. 18). Las revisaremos por separado.
a) De la oposición.
Se encuentra regulada por los artículos 19 a 25.
a.1) Causales en que puede fundarse la oposición.
Dispone el art. 19 que los terceros que formulen oposición a la solicitud de
regularización en la oportunidad establecida en el art. 11 (es decir, desde que se
presente la solicitud de regularización y hasta que transcurran los 60 días hábiles
contados desde la publicación del último aviso), sólo podrán fundarla en alguna de
las causales siguientes:
i.- Ser el oponente poseedor inscrito del inmueble o de una porción determinada
de él, siempre que su título le otorgue posesión exclusiva; sin embargo, no podrá
invocar esta causal:
i) el que sólo tenga la calidad de comunero;
ii) el que por sí o sus antecesores, haya vendido o prometido vender al
peticionario o a aquellos de quien o quienes éste derive sus
derechos, aunque sea por instrumento privado, el todo o parte del
predio y recibido dinero a cuenta del precio;
iii) el que invoque una inscripción especial de herencia cuando en la
respectiva resolución de posesión efectiva se haya omitido a otros
herederos con derecho a ella.
Quienes se encuentren en cualquiera de las tres situaciones anteriores,
sólo podrán ejercer el derecho de pedir compensación en dinero,
establecido en los artículos 28 a 30.
Con todo, podrá invocar esta causal aquel que hubiere solicitado
judicialmente la resolución del contrato o interpuesto acción de petición de
herencia, siempre que se haya notificado la demanda con antelación a la
fecha de presentación en el Ministerio de Bienes Nacionales de la solicitud
de regularización.
ii.- Tener el oponente igual o mejor derecho que el solicitante, esto es, reunir en sí
los requisitos señalados en el art. 2, a los que hicimos referencia, respecto de todo
el inmueble o de una parte de él; en este caso, el oponente deberá deducir
reconvención, solicitando que se practique la correspondiente inscripción a su
nombre;
iii.- No cumplir el solicitante todos o algunos de los requisitos establecidos en el
art. 2; y
iv.- Ser una comunidad de que forme parte el oponente, poseedora inscrita del
inmueble o de una porción determinada de él, siempre que aquélla se encuentre
en liquidación, al momento en que fue presentada la solicitud de regularización.
a.2) Plazo para deducir la oposición.
Deberá deducirse ante el Ministerio, una vez presentada la solicitud de
regularización y hasta que transcurra el plazo de 60 días hábiles, contados desde
la última publicación a que se refiere el art. 11 de la ley, es decir, la

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 16


correspondiente a la resolución que acepta la solicitud de regularización (art. 20,
inc. 1°).
a.3) Contenido de la oposición.
La oposición deberá contener:
i.- La individualización de él o los oponentes;
ii.- Sus fundamentos;
iii.- Los documentos y demás medios de prueba en que se apoya; y
iv.- Las peticiones concretas que se formulen (art. 20, inc. 1°).
a.4) Efectos de la oposición.
Presentada la oposición, que se entenderá como demanda para todos los
efectos legales, el Ministerio deberá abstenerse de continuar la tramitación y
remitirá de inmediato todos los antecedentes al juez de letras en lo civil dentro de
cuyo territorio jurisdiccional se encuentre el predio, lo que será notificado por carta
certificada tanto al peticionario como al oponente. Si el predio estuviere en dos o
más territorios jurisdiccionales, será competente el juez de cualquiera de ellos. Si
existieren varios juzgados de igual jurisdicción, será competente el que se
encontrare de turno en el momento de la interposición de la oposición (art. 20,
incisos 2° y 3°).
El Ministerio podrá asumir, por excepción, el patrocinio y representación del
peticionario de escasos recursos contra quien se dirija la oposición, ante el tribunal
mencionado (art. 21).
a.5) Procedimiento ante el juzgado civil.
Se regula esta materia en los artículos 22 y 23, que seguidamente
reseñamos:
i.- El tribunal examinará la admisibilidad de la demanda. Para ello, revisará si la
demanda invoca alguno de los fundamentos descritos en el art. 19 (es decir,
aquellos en que se basó la oposición) o si reúne los requisitos del art. 20 (o sea,
los que debe cumplir la oposición, en cuanto a su plazo y a su contenido). Si
careciere de ellos (entendemos que de cualquiera de ellos), el tribunal declarará
inadmisible la demanda, ordenando en la misma resolución la inscripción del
inmueble a nombre del peticionario. Esta resolución será apelable, conforme a las
reglas generales, notificándose dicha negativa por el estado diario al actor -o sea,
al oponente- y personalmente al demandado –es decir, al peticionario (art. 22, inc.
1°).
ii.- Si el tribunal estimare que la demanda aparece revestida de fundamentos
plausibles y reúne los requisitos legales, citará a las partes a una audiencia de
contestación, que deberá verificarse entre los 10 y 30 días hábiles contados
desde el ingreso de la demanda, con el fin de que las partes expongan lo que
convenga a sus derechos (art. 22, inc. 2°).
iii.- La demanda y su proveído serán notificados, a lo menos, con 3 días hábiles de
anticipación a la verificación de la audiencia, bajo apercibimiento de tenerse por no
deducida, debiendo el tribunal proceder, en tal caso, a ordenar la inscripción del
inmueble a nombre del peticionario. Esta resolución será inapelable (art. 22, inc.
2°).
iv.- Si hubiere necesidad de prueba, ésta se rendirá en el plazo y forma
establecidos para los incidentes, y se apreciará en conciencia. En igual forma
serán apreciados por el juez los antecedentes acumulados en la instancia

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 17


administrativa, que le hayan sido remitidos por el Ministerio (art. 22, incisos 3° y
4°).
v.- El juez dictará sentencia dentro del plazo de 10 días hábiles, contado desde
que haya vencido el término probatorio o se hayan cumplido las medidas para
mejor resolver que hubiere decretado (art. 23).
vi.- La sentencia que rechace total o parcialmente la oposición, ordenará la
inscripción a favor del peticionario, de la totalidad del inmueble o de la porción
determinada del mismo respecto de la cual aquél haya acreditado el cumplimiento
de los requisitos del art. 2° (art. 24, inc. 1°). Por el contrario, si la sentencia acepta
la oposición, ordenará la inscripción del inmueble a nombre del oponente, en el
caso que ella procediere (art. 24, inc. 2°); obviamente, no será necesaria, si el
oponente tiene inscrito el inmueble a su favor. En ambos casos, la inscripción se
hará en la forma establecida en el art. 14 (art. 24, inc. 3°). Agrega la ley que la
sentencia judicial que ordene la inscripción será considerada como justo título y la
inscripción que se practique producirá los mismos efectos establecidos en el Título
III del DL (que trata De los efectos de la inscripción, artículos 15 a 17).
b) De las acciones de dominio.
Tratan de esta materia los artículos 26 a 30. Dos son estas acciones: una,
propiamente de dominio (arts. 26 y 27); la otra, que tiene por finalidad obtener una
compensación en dinero (arts. 28 a 30). Las revisaremos en el mismo orden.
b.1) Acción propiamente de dominio.
Establece el DL que sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 19 (oposición),
los terceros podrán deducir las acciones de dominio que estimen asistirles, dentro
del plazo de dos años, contado desde la fecha de la inscripción del inmueble
practicada por resolución administrativa o judicial. Estas acciones deberán
deducirse ante el tribunal señalado en el art. 20 (juez de letras en lo civil dentro de
cuyo territorio jurisdiccional se encuentre el predio). El procedimiento se ajustará a
las reglas del juicio sumario establecido en el Título XI del Libro III, del Código de
Procedimiento Civil (art. 26).
Si el tribunal acogiere la acción a que se refiere el art. 26, ordenará la
cancelación de la inscripción practicada con arreglo al DL, conservando su plena
vigencia las inscripciones que existían sobre el inmueble con anterioridad a ella
(art. 27).
b.2) Acción destinada a exigir compensación de derechos en dinero.
Dispone el DL que sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 19
(oposición) y 26 (acción de dominio) los terceros que acrediten dominio sobre todo
el inmueble o una parte de él y que no hayan ejercido oportunamente las acciones
propiamente de dominio, así como los que pretendan derechos de comunero
sobre el predio o prueben ser titulares de algún derecho real que lo afecte, podrán
exigir que tales derechos le sean compensados en dinero en la proporción que
corresponda hasta la concurrencia del valor del predio, manteniendo para estos
efectos sus respectivos privilegios (art. 28, inc. 1°).
La determinación del valor de los derechos, a falta de acuerdo de las
partes, se hará por el tribunal oyendo al Servicio Agrícola y Ganadero o a la
Corporación Nacional Forestal, en su caso, tratándose de predios rurales, y al
Servicio de Impuestos Internos, respecto de los inmuebles urbanos. Para los
efectos de la tasación, se estará al valor comercial que tenga el bien en la fecha

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 18


en que se practique, excluyendo las mejoras adquiridas o realizadas por el
poseedor material. Si la tasación se refiere a todo el inmueble o a una parte de él,
no podrá ser inferior a su avalúo fiscal o proporcional, reducidas las mencionadas
mejoras que estuvieren comprendidas en él (art. 28, inc. 2°):
Esta acción deberá ejercerse dentro del plazo de cinco años, contados
desde la fecha de la inscripción, ante el tribunal que señala el art. 20, y se
tramitará de acuerdo con las reglas del procedimiento sumario (art. 29).
Si la sentencia reconociere los derechos invocados, el valor de los mismos,
fijados en ella, se pagará, a falta de acuerdo entre las partes, con un máximo de
hasta un 10%, al momento de quedar firme la sentencia; y el saldo en un plazo no
inferior a 5 años, ni superior a 10, contados desde esa misma fecha, con un
internes que no excederá del 6% anual y reajustado en un porcentaje no superior
al aumento que experimentare el Índice de Precios al Consumidor fijado por el
Instituto Nacional de Estadísticas (art. 30). En consecuencia, el juez fijará el plazo,
el interés y el reajuste, respetando los parámetros señalados en la ley.

14. Disposiciones varias.

El Título V y final del DL, regula diversas materias, que reseñaremos en los
puntos siguientes:

a) División de los predios regularizados.


Dispone el inc. 1° del art. 31, que los previos inscritos de acuerdo con las
disposiciones del presente DL, “sólo serán divisibles de acuerdo con las normas
legales contempladas en el decreto ley 752, de 1974, y sus modificaciones”.
Ahora bien, el artículo 8º del DL Nº 3.516 de 1980, que regula la subdivisión
de los predios rústicos, derogó al DL Nº 752, de manera que debemos entender la
referencia, hoy en día, al primer cuerpo legal. Esto significa que si el predio fue
objeto de regularización en virtud del DL Nº 2.695, y posteriormente pretendiese
su dueño subdividirlo, quedará afecto a las normas generales del DL Nº 3.516,
debiendo los lotes o parcelas tener una superficie mínima de 0,5 hectáreas, por
regla general (el art. 1 de dicho DL contempla varias excepciones).
En armonía con lo anterior, el inc. 2º del art. 31 del DL Nº 2.695, advierte
que No se entenderá que hay división, cuando se solicite de acuerdo con esta ley
la regularización de la posesión o la constitución del dominio de un inmueble que
forma parte de otro de mayor extensión.
En síntesis:
i.- La limitación del DL Nº 3.516 no se aplica, para regularizar un predio, pudiendo
originarse inmuebles de superficie inferior a 0,5 hectáreas físicas;
ii.- La limitación del DL Nº 3.516 sí se aplica, para subdividir un predio previamente
regularizado conforme al DL Nº 2.695.
b) Órgano del Ministerio de Bienes Nacionales, ante el cual debe realizarse el
trámite de regularización y delegación de facultades.
Se establece en el art. 32, inc. 1º, que las facultades que el DL confiere al
“Servicio” -es decir, a la Subsecretaría del Ministerio de Bienes Nacionales, la que
actuará a través de la División de Constitución de la propiedad Raíz, art. 32, inc.
2º-, podrán delegarse en sus Directores Regionales, Jefes de Oficinas provinciales

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 19


o abogados del servicio, mediante resoluciones fundadas exentas del trámite de
toma de razón.
c) Zonas de aplicación preferente del DL.
Por decreto supremo dictado a través del Ministerio de Bienes Nacionales
podrán señalarse zonas, áreas o regiones de aplicación preferente del DL (art.
33).
d) Beneficios para quienes se acojan al trámite de regularización:
i.- Preferencia en el acceso a créditos: los organismos, instituciones o empresas
del Estado y aquellos en que éste tenga participación o representación, deberán
dar preferencia en el otorgamiento de préstamos o asistencia técnica, a las
personas que los soliciten para propiedades inscritas a su nombre o que estén en
trámite de inscripción, en conformidad al DL (art. 34).
ii.- Exención de ciertos impuestos: las solicitudes de regularización de la posesión
así como los documentos, escrituras públicas, inscripciones y sus copias y las
demás actuaciones a que dé lugar este procedimiento, estarán exentas de todo
impuesto fiscal (art. 35).
iii.- Privilegio de Pobreza: el “Servicio” gozará de privilegio de pobreza en todas
sus actuaciones (art. 36).
e) Separación legal parcial de bienes a favor de la mujer casada en sociedad
conyugal.
Conforme al art. 37, la mujer casada se considerará separada de bienes
para los efectos de ejercitar los derechos que establece esta ley en favor de los
poseedores materiales, y para todos los efectos legales referentes al bien objeto
de la regularización. ¿Cuál es el alcance de ésta frase? El tenor de este artículo
no era el originario del citado cuerpo legal, sino que fue fijado por una reforma
hecha al DL por la Ley Nº 19.455, publicada en el Diario Oficial de fecha 25 de
mayo de 1996. Antes de la modificación, el artículo señalaba: “La mujer casada se
considerará separada de bienes en los términos del artículo 150 del Código Civil para los
efectos de ejercitar los derechos que establece esta ley en favor de los poseedores
materiales”. La norma original se justificaba, pues a la sazón (año 1979, en el que
entró en vigencia el DL) la mujer casada en sociedad conyugal era relativamente
incapaz, y requería autorización del marido para realizar actos jurídicos, a menos
que actuare en ejercicio de su patrimonio reservado. El precepto, entonces, la
facultaba para intervenir en el proceso de regularización y adquirir el inmueble por
prescripción. Subsistía sin embargo la duda en orden a si podía disponer del
inmueble, una vez que estuviere inscrito a su nombre. Parecía que no, pues el
artículo la consideraba separada de bienes en los términos del art. 150 sólo “para
los efectos de ejercitar los derechos que establece esta ley en favor de los poseedores
materiales”. Con la reforma del año 1996, se agregó la frase “y para todos los efectos
legales referentes al bien objeto de la regularización”. Con ello, se ha entendido que
podría disponer libremente del inmueble, aun encontrándose casada en sociedad
conyugal. Sin embargo, se eliminó la referencia al art. 150 del Código Civil. Por
tanto, parece razonable concluir que el art. 37 ha creado, con su última redacción,
una nueva hipótesis de separación legal parcial de bienes, que le permite a la
mujer gravar y enajenar el inmueble, sin intervención del marido. Siendo además
un inmueble propio de la mujer, al disolverse la sociedad conyugal no corresponde
considerarlo entre los gananciales de la misma ni necesita la mujer renunciar a

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 20


dichos gananciales para conservarlo en su patrimonio. El profesor Hernán Corral,
estima que corresponde aplicarle a este inmueble lo dispuesto en el art. 166 del
Código Civil.21
Tratándose del marido, habría que distinguir cuatro situaciones:
i.- Si regulariza una posesión iniciada antes de la celebración del matrimonio, y
cuyo plazo de prescripción se completa durante la vigencia de la sociedad
conyugal, el inmueble le pertenecerá en forma exclusiva. Es decir, no será un bien
de la sociedad conyugal.
ii.- Si regulariza una posesión iniciada a título oneroso durante la vigencia de la
sociedad conyugal, cuyo plazo de prescripción se completa vigente ésta, el
inmueble ingresa al haber real de la sociedad conyugal.
iii.- Si regulariza una posesión iniciada a título gratuito durante la vigencia de la
sociedad conyugal, cuyo plazo de prescripción se completa vigente ésta, el
inmueble será propio del marido. No ingresará al haber de la sociedad conyugal.
iv.- Si regulariza una posesión iniciada durante la vigencia de la sociedad
conyugal, cuyo plazo de prescripción se completa una vez disuelta ésta,
debiéramos aplicar los mismos distingos anteriores, pues el principio debe ser el
mismo: atender a la fecha de la causa o título de la adquisición, y si la posesión se
inició a título oneroso o a título gratuito. Por lo demás, el mismo principio se
consagra en el art. 1737 del Código Civil, aunque no se refiera directamente a este
caso.
La Corte Suprema, sin embargo, ha entendido que si el marido entró en
posesión durante la vigencia de la sociedad conyugal, sin importar si el título
posesorio fue oneroso o gratuito, el inmueble será social. No estamos de acuerdo
con esta conclusión.
f) Situación de inmuebles no inscritos en el Registro Conservatorio de Bienes
Raíces.
Dispone el art. 39 que las normas de los artículos 58 y 101 del Reglamento
del Registro Conservatorio de Bienes Raíces no se aplicarán a los inmuebles
objeto de la regularización, a menos que la inscripción sea requerida por el Fisco.
Dichos artículos se refieren a las diligencias que deben realizarse, cuando se
incorpore al Registro Conservatorio un inmueble, es decir, cuando se practique su
primera inscripción.
g) Del Registro Nacional.
Se encuentra contemplado en el art. 42, letra d). En dicho Registro, se
inscribirán las personas naturales o jurídicas que se interesen en realizar los
trabajos topográficos y jurídicos necesarios para acogerse a los beneficios
previstos en este cuerpo legal. Cualquier persona natural y jurídica podrá
incorporarse a este Registro, siempre que cumpla con los requisitos técnicos,
profesionales, de infraestructura, capacidad e idoneidad establecidos por el
Ministerio de Bienes Nacionales para realizar los trabajos topográficos o jurídicos
o ambos. El Ministerio de Bienes Nacionales autorizará la incorporación el
Registro por resolución fundada. El Registro y su funcionamiento estarán bajo la

21
Corral Talciani, Hernán, “Inmueble regularizado por el D.L. 2695 y sociedad conyugal”, en su
blog “Derecho y Academia”, www.corraltalciani.wordpress.com, consultado el 4 de julio de 2019.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 21


superintendencia y fiscalización del Ministerio de Bienes Nacionales por medio del
Secretario Ministerial Regional respectivo.

El Decreto Ley 2.695 – Juan Andrés Orrego Acuña 22

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