Está en la página 1de 94

𝐒𝐚𝐧 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐬𝐢́𝐬,

𝐟𝐮𝐧𝐝𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐓𝐫𝐞𝐬


𝐎𝐫𝐝𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐚𝐧𝐚𝐬.
Es el santo patrono de Italia, es el santo
por excelencia de los ecologistas por su
amor a la Madre Naturaleza y es el pobre
entre los pobres; vivió al límite la pobreza
evangélica.
Nació en Asís (Perugia) en el año 1182,
hijo de Pietro de Bernardone y Madonna
Pica.
Al bautizarlo le impusieron el nombre de
Juan.
Aprendió a leer y escribir y ayudaba a su
padre que era comerciante; fue un joven
alegre y algo despilfarrador pero que
siempre mostró un enorme amor a los
pobres.
Como consecuencia de una guerra
comunal, fue hecho prisionero y estuvo
un año en prisión en la ciudad de Perugia.
Lo liberaron porque cayó enfermo y esto
le cambió el ánimo, su forma de vida: se volvió piadoso, realizaba innumerables actos de caridad y
peregrinó a Roma.
Un día, en la iglesia de San Damiano le habló el crucifijo diciéndole: “𝐑𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐦𝐢 𝐢𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞, 𝐜𝐨𝐦𝐨
𝐯𝐞𝐬, 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐞𝐧 𝐫𝐮𝐢𝐧𝐚”. El se dedicó a repararla, renunció a la herencia paterna y se cobijó bajo el amparo
del obispo de Asís, Monseñor Guido II.
Así se llevó dos años llevando vida solitaria y eremítica. Restauró tres iglesias en su pueblo natal: San
Damiano, San Pedro de la Espina y la Porciúncula y en el mes de abril del año 1208, vistió el típico sayal
franciscano junto con sus compañeros Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattaneo, Gil de Asís y algún otro.
𝐀𝐬𝐢́ 𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨́ 𝐥𝐚 𝐎𝐫𝐝𝐞𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐅𝐫𝐚𝐢𝐥𝐞𝐬 𝐌𝐞𝐧𝐨𝐫𝐞𝐬, 𝐥𝐚 𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐎𝐫𝐝𝐞𝐧.
Dos años más tarde, en el año 1210 redactó la primera Regla de su Orden, regla que fue aprobada por el
Papa Inocencio III y aunque se le insinuó que se ordenase de sacerdote, por humildad no quiso y solo
fue ordenado como diácono y así, desde 1209 a 1224 ejerció una intensísima vida apostólica.
En el año 1212 tomó los hábitos su convecina, Clara de Asís y fundó junto con ella la 𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐎𝐫𝐝𝐞𝐧
𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐚𝐧𝐚 (𝐂𝐥𝐚𝐫𝐢𝐬𝐚𝐬). Un año más tarde marchó a Palestina y posteriormente intentó visitar España
y Marruecos, aunque se lo impidió una tempestad en alta mar.
Fue nuevamente a Tierra Santa, Siria y Egipto y envió los primeros misioneros de la Orden a tierras
musulmanas: 𝐋𝐨𝐬 𝐬𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐁𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝𝐨, 𝐏𝐞𝐝𝐫𝐨, 𝐀𝐜𝐮𝐫𝐬𝐢𝐨, 𝐀𝐝𝐣𝐮𝐭𝐨 𝐲 𝐎𝐭𝐨́𝐧, 𝐦𝐚𝐫𝐭𝐢𝐫𝐢𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐌𝐚𝐫𝐫𝐮𝐞𝐜𝐨𝐬
𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐚𝐧̃𝐨 𝟏𝟐𝟐𝟎 𝐲 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥, 𝐋𝐞𝐨́𝐧, 𝐀́𝐧𝐠𝐞𝐥, 𝐍𝐢𝐜𝐨𝐥𝐚́𝐬, 𝐒𝐚𝐦𝐮𝐞𝐥, 𝐇𝐮𝐠𝐨𝐥𝐢𝐧𝐨 𝐲 𝐃𝐨𝐧𝐧𝐢𝐧𝐨
𝐦𝐚𝐫𝐭𝐢𝐫𝐢𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐂𝐞𝐮𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝟏𝟔 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐚𝐧̃𝐨.
Ese mismo año, volvió a Asís a fin de llevar el control del cumplimiento de la Regla de su Orden y redactó
nuevamente la Regla, haciéndola aun más rígida (segunda redacción), Regla que fue aprobada
definitivamente por el Papa Honorio III el día 29 de noviembre de 1223, o sea, solo tres años más tarde.
Como era un foco de atracción y se acercaban a él numerosas personas casadas y solteras que querían
vivir el evangelio pero sin ingresar en la Orden, en el año 1221 𝐟𝐮𝐧𝐝𝐨́ 𝐥𝐚 𝐓𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫𝐚 𝐎𝐫𝐝𝐞𝐧 𝐒𝐞𝐠𝐥𝐚𝐫
𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐚𝐧𝐚. Fueron multitud las personas que le siguieron y siguen de una u otra manera, pero
viviendo el auténtico espíritu del evangelio, “𝐬𝐢𝐧 𝐠𝐥𝐨𝐬𝐚”, como le gustaba a él decir.
Se dice que San Francisco de Asís es el primer belenista de la historia; a él se le atribuye la construcción
del primer Belén viviente, cuando en la Navidad del año 1223 aceptó la invitación del señor feudal de
Greccio y pensó celebrar la Natividad en una gruta escarpada. “𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚𝐫 𝐚𝐥 𝐍𝐢𝐧̃𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚
𝐧𝐚𝐜𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐁𝐞𝐥𝐞́𝐧 𝐲 𝐯𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐦𝐢𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐢𝐟𝐢𝐜𝐮𝐥𝐭𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐢𝐧𝐟𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐭𝐚𝐝𝐚, 𝐜𝐨́𝐦𝐨
𝐫𝐞𝐩𝐨𝐬𝐚𝐛𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐬𝐞𝐛𝐫𝐞 𝐲 𝐜𝐨́𝐦𝐨, 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐥 𝐛𝐮𝐞𝐲 𝐲 𝐮𝐧 𝐚𝐬𝐧𝐨, 𝐟𝐮𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐣𝐚”. Y así,
aquella Nochebuena todos acudieron a la gruta con cirios y antorchas. Se celebró la Santa Misa,
Francisco como era diácono cantó el Evangelio y así celebraron el primer Belén de la historia.
Las tres órdenes fundadas por San Francisco han dado a la Iglesia más de mil santos y beatos
canonizados o beatificados oficialmente y muchísimos más que reciben culto a nivel local aunque aún
están en marcha sus Causas para el reconocimiento del culto “ab inmemorabile”. En alguna otra ocasión
escribiremos sobre algunos de ellos y, con pesar, tampoco hablaremos hoy de su compañera Santa Clara
de Asís, ya que sobre ella, hemos publicado ya un artículo.
Pero volvamos a tratar sobre San Francisco que es nuestro santo a quién dedico este artículo, artículo
que he resumido al máximo pues de lo contrario tendría que haberlo dividido en varias partes; sabéis
que es mi santo protector, al que tengo una especial devoción y un especial cariño y a cuya Tercera
Orden Seglar tengo el honor y el privilegio de pertenecer desde que tenía veinte años de edad.
Se le ha llamado y llama “𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐫𝐚𝐟𝐢́𝐧” porque llevó en su cuerpo los estigmas de la Pasión de Cristo. El
día 14 de septiembre del año 1224, festividad de la Santa Cruz, Francisco, extremadamente débil, se
encontraba en oración en el Monte de la Verna. Estando en éxtasis, se le apareció un serafín alado que
le hirió gravemente las manos, pies y costado reproduciendo en su cuerpo las llagas de Cristo. El quedó
marcado para toda su vida.
Regresó a Asís, visiblemente dolorido y ya no levantó cabeza pasando un doloroso calvario hasta el día
de su muerte. Incluso se le dañaron los ojos quedando casi ciego.

Aun así, en estas circunstancias, en el año 1225 compuso el hermoso “𝐂𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐒𝐨𝐥”:

“𝐀𝐥𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐨, 𝐨𝐦𝐧𝐢𝐩𝐨𝐭𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐛𝐮𝐞𝐧 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐭𝐮𝐲𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐚𝐥𝐚𝐛𝐚𝐧𝐳𝐚𝐬, 𝐥𝐚 𝐠𝐥𝐨𝐫𝐢𝐚, 𝐞𝐥 𝐡𝐨𝐧𝐨𝐫 𝐲 𝐭𝐨𝐝𝐚
𝐛𝐞𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧.
𝐀 𝐭𝐢 𝐬𝐨𝐥𝐨, 𝐀𝐥𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐨, 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐞𝐧 𝐲 𝐧𝐢𝐧𝐠𝐮́𝐧 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬 𝐝𝐢𝐠𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐭𝐢 𝐦𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐭𝐮𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚𝐬, 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥, 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐥
𝐞𝐬 𝐝𝐢́𝐚 𝐲 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐥 𝐧𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐮𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬.
𝐘 𝐞́𝐥 𝐞𝐬 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐲 𝐫𝐚𝐝𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐞𝐬𝐩𝐥𝐞𝐧𝐝𝐨𝐫; 𝐝𝐞 𝐭𝐢, 𝐀𝐥𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐨, 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐥𝐮𝐧𝐚 𝐲 𝐥𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬; 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐥𝐚𝐬 𝐡𝐚𝐬 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐝𝐨
𝐥𝐮𝐦𝐢𝐧𝐨𝐬𝐚𝐬, 𝐩𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐲 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐲 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐚𝐢𝐫𝐞 𝐲 𝐞𝐥 𝐧𝐮𝐛𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐲 𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐫𝐞𝐧𝐨 𝐲 𝐭𝐨𝐝𝐨
𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨, 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐥 𝐚 𝐭𝐮𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐚𝐬 𝐬𝐮𝐬𝐭𝐞𝐧𝐭𝐨.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐚𝐠𝐮𝐚, 𝐥𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐥 𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐲 𝐮́𝐭𝐢𝐥 𝐲 𝐡𝐮𝐦𝐢𝐥𝐝𝐞 𝐲 𝐩𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐲
𝐜𝐚𝐬𝐭𝐚.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨, 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐥 𝐚𝐥𝐮𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐥𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐲 𝐞́𝐥 𝐞𝐬 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐲
𝐚𝐥𝐞𝐠𝐫𝐞 𝐲 𝐫𝐨𝐛𝐮𝐬𝐭𝐨 𝐲 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐥𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐥 𝐧𝐨𝐬 𝐬𝐮𝐬𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲
𝐠𝐨𝐛𝐢𝐞𝐫𝐧𝐚 𝐲 𝐩𝐫𝐨𝐝𝐮𝐜𝐞 𝐝𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐨𝐬 𝐟𝐫𝐮𝐭𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐨𝐥𝐨𝐫𝐢𝐝𝐚𝐬 𝐟𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐲 𝐡𝐢𝐞𝐫𝐛𝐚𝐬.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐨𝐧𝐚𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐲 𝐬𝐨𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐧 𝐞𝐧𝐟𝐞𝐫𝐦𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐲
𝐭𝐫𝐢𝐛𝐮𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧.
𝐁𝐢𝐞𝐧𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐩𝐨𝐫𝐭𝐞𝐧 𝐞𝐧 𝐩𝐚𝐳 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐓𝐢, 𝐀𝐥𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐨, 𝐜𝐨𝐫𝐨𝐧𝐚𝐝𝐨𝐬
𝐬𝐞𝐫𝐚́𝐧.
𝐋𝐨𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐚𝐬, 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫, 𝐩𝐨𝐫 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐫𝐩𝐨𝐫𝐚𝐥, 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐥, 𝐧𝐢𝐧𝐠𝐮́𝐧 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞
𝐯𝐢𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐜𝐚𝐩𝐚𝐫.
¡𝐀𝐲 𝐝𝐞 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐚𝐧 𝐞𝐧 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥!: 𝐛𝐢𝐞𝐧𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐚 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬
𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐧 𝐭𝐮 𝐬𝐚𝐧𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐚 𝐯𝐨𝐥𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝, 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐧𝐨 𝐥𝐞𝐬 𝐡𝐚𝐫𝐚́ 𝐦𝐚𝐥.
𝐋𝐨𝐚𝐝 𝐲 𝐛𝐞𝐧𝐝𝐞𝐜𝐢𝐝 𝐚 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐲 𝐝𝐚𝐝𝐥𝐞 𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐲 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐝𝐥𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐡𝐮𝐦𝐢𝐥𝐝𝐚𝐝”.

Murió la tarde del sábado día 3 de octubre del año 1226 con solo cuarenta y cinco años de edad
cantando el salmo 141:
“𝐕𝐨𝐜𝐞 𝐦𝐞𝐚 𝐚𝐝 𝐃𝐨𝐦𝐢𝐧𝐮𝐦 𝐜𝐥𝐚𝐦𝐨, 𝐯𝐨𝐜𝐞 𝐦𝐞𝐚 𝐚𝐝 𝐃𝐨𝐦𝐢𝐧𝐮𝐦 𝐝𝐞𝐩𝐫𝐞𝐜𝐨𝐫.
𝐄𝐟𝐟𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐢𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐩𝐞𝐜𝐭𝐮 𝐞𝐢𝐮𝐬 𝐥𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧𝐞𝐦 𝐦𝐞𝐚𝐦, 𝐞𝐭 𝐭𝐫𝐢𝐛𝐮𝐥𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧𝐞𝐦 𝐦𝐞𝐚𝐦 𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐢𝐩𝐬𝐮𝐦
𝐩𝐫𝐨𝐧𝐮𝐧𝐭𝐢𝐨.
𝐂𝐮𝐦 𝐝𝐞𝐟𝐢𝐜𝐢𝐭 𝐢𝐧 𝐦𝐞 𝐬𝐩𝐢𝐫𝐢𝐭𝐮𝐬 𝐦𝐞𝐮𝐬, 𝐭𝐮 𝐧𝐨𝐬𝐭𝐢 𝐬𝐞𝐦𝐢𝐭𝐚𝐬 𝐦𝐞𝐚𝐬.
𝐈𝐧 𝐯𝐢𝐚, 𝐪𝐮𝐚 𝐚𝐦𝐛𝐮𝐥𝐚𝐛𝐚𝐦, 𝐚𝐛𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫𝐮𝐧𝐭 𝐥𝐚𝐪𝐮𝐞𝐮𝐦 𝐦𝐢𝐡𝐢.
𝐂𝐨𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐫𝐚𝐛𝐚𝐦 𝐚𝐝 𝐝𝐞𝐱𝐭𝐞𝐫𝐚𝐦 𝐞𝐭 𝐯𝐢𝐝𝐞𝐛𝐚𝐦, 𝐞𝐭 𝐧𝐨𝐧 𝐞𝐫𝐚𝐭 𝐪𝐮𝐢 𝐜𝐨𝐠𝐧𝐨𝐬𝐜𝐞𝐫𝐞𝐭 𝐦𝐞.
𝐏𝐞𝐫𝐢𝐢𝐭 𝐟𝐮𝐠𝐚 𝐚 𝐦𝐞, 𝐞𝐭 𝐧𝐨𝐧 𝐞𝐬𝐭 𝐪𝐮𝐢 𝐫𝐞𝐪𝐮𝐢𝐫𝐚𝐭 𝐚𝐧𝐢𝐦𝐚𝐦 𝐦𝐞𝐚𝐦. - 𝐂𝐥𝐚𝐦𝐚𝐯𝐢 𝐚𝐝 𝐭𝐞, 𝐃𝐨𝐦𝐢𝐧𝐞;
𝐝𝐢𝐱𝐢: “𝐓𝐮 𝐞𝐬 𝐫𝐞𝐟𝐮𝐠𝐢𝐮𝐦 𝐦𝐞𝐮𝐦, 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐢𝐨 𝐦𝐞𝐚 𝐢𝐧 𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐯𝐢𝐯𝐞𝐧𝐭𝐢𝐮𝐦.
𝐈𝐧𝐭𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐚𝐝 𝐝𝐞𝐩𝐫𝐞𝐜𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧𝐞𝐦 𝐦𝐞𝐚𝐦, 𝐪𝐮𝐢𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚𝐭𝐮𝐬 𝐬𝐮𝐦 𝐧𝐢𝐦𝐢𝐬.
𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫𝐚 𝐦𝐞 𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧𝐭𝐢𝐛𝐮𝐬 𝐦𝐞, 𝐪𝐮𝐢𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐨𝐫𝐭𝐚𝐭𝐢 𝐬𝐮𝐧𝐭 𝐬𝐮𝐩𝐞𝐫 𝐦𝐞.
𝐄𝐝𝐮𝐜 𝐝𝐞 𝐜𝐮𝐬𝐭𝐨𝐝𝐢𝐚 𝐚𝐧𝐢𝐦𝐚𝐦 𝐦𝐞𝐚𝐦 𝐚𝐝 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐢𝐭𝐞𝐧𝐝𝐮𝐦 𝐧𝐨𝐦𝐢𝐧𝐢 𝐭𝐮𝐨; 𝐦𝐞 𝐜𝐢𝐫𝐜𝐮𝐦𝐝𝐚𝐛𝐮𝐧𝐭 𝐢𝐮𝐬𝐭𝐢, 𝐜𝐮𝐦
𝐫𝐞𝐭𝐫𝐢𝐛𝐮𝐞𝐫𝐢𝐬 𝐦𝐢𝐡𝐢”.
Fue canonizado por el Papa Gregorio IX, dos
años después de su muerte, en la ciudad de
Asís, el día 16 de julio del año 1228. En el año
1230 sus restos fueron trasladados a la basílica
construida en su honor en su ciudad natal y allí
permanecen.
𝐒𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨, 𝐫𝐮𝐞𝐠𝐚 𝐩𝐨𝐫
𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬.
BEATOS LUCCHESE Y
BUONADONNA, ESPOSOS
TERCIARIOS
FRANCISCANOS
28 de abril
Toscana, 1181 - Poggibonsi, 28
de abril de 1260

Lucchese nació cerca de Poggibonsi (SI) el


mismo año que San Francisco de Asís (1181).
En su juventud luchó por el partido de los
güelfos; pero luego, habiendo abandonado la
vida militar, se casa con Bona Segni y comienza a comerciar cereales y cambiar dinero, aprovechándose
de los peregrinos que iban a Roma por la Via Francigena. En octubre de 1212 Lucchese pudo escuchar un
sermón de San Francisco en San Gimignano y desde allí comenzó su conversión: compensó a todos los
que había empobrecido con su tráfico, hizo penitencia, se puso al servicio de los frailes, donó todas sus
posesiones y junto con su esposa transformaron su casa en un hospital. Cuando San Francisco regresó a
Valdelsa en 1221, dio a este matrimonio el hábito de la Penitencia, convirtiéndolos en los primeros
Terciarios Franciscanos.

Martirologio Romano: En Poggibonsi en Toscana, el Beato Lucchese, quien, primero ávido de ganancias
y luego convertido, usó el hábito de la Tercera Orden de Penitentes de San Francisco, vendió sus bienes y
los distribuyó a los pobres, sirviendo a Dios en pobreza y la humildad y el prójimo según el espíritu del
Evangelio.

Contemporáneo de San Francisco de Asís, Lucchese a la edad de 30 años se deshizo de todas las riquezas
acumuladas como comerciante y optó por la caridad. Al principio, su esposa dudó de su salud
mental. Una vez estaba regañando a su marido porque, por su obsesión de dar pan a todo el mundo, la
alacena se quedó vacía. Pero al abrirlo de nuevo lo encontró lleno de pan fresco. Después de este
milagro ella también decidió seguir a su marido. Habiendo perdido a sus dos hijos a una edad temprana,
los esposos se dedicaron a Dios y al prójimo. San Francesco viajaba por la campiña italiana y muchos
laicos le pidieron que lo siguiera. También a Lucchese le hubiera gustado ser fraile ya Bona unirse a S.
Chiara en el convento de S. Damián, pero Francesco, al encontrarlos, les dijo: “Están casados y tendrán
que seguir viviendo juntos. Pero yo os daré una regla de vida para que podáis llegar a ser perfectos.  Él
mismo los vistió con la túnica color ceniza y los ciñó con el cordón de varios nudos, diciendo: "Viviréis en
el mundo como frailes penitentes, pero no seréis del mundo: haréis obras piadosas, vosotros ayunaréis,
predicaréis la paz” La primera Regla de la Orden Franciscana Seglar fue aprobada en 1223 por el Papa
Honorio III. S. Francesco había instalado algunos frailes de la primera Orden en la ermita de S. Maria en
Camaldo y el Municipio le cedió ese lugar. Después de la muerte del santo fue ampliado sobre un diseño
de fray Elia y dedicado a San Francisco. Aquí venía Lucchese a rezar con su mujer y muchas veces en
contemplación su cuerpo quedaba suspendido en el aire. También vendió en 1227 la casa dotal de su
esposa y entregó el dinero de las ganancias al hospital de S. Giovanni,  la pareja ahora solo tenía un
alojamiento pobre cerca de un pequeño campo que Lucchese cultivaba con sus propias manos,
destinando los productos para alimentar a los pobres. Una vez un sacerdote que pasaba le pidió cebollas
y Lucchese le dio tantas que se quedó muy pocas. Como el sacerdote le indicó esto, Lucchese le pidió
que bendijera lo que quedaba y al día siguiente el montón miserable se había multiplicado.  Lucchese iba
a menudo a recoger a los enfermos y los llevaba a donde pudieran ser tratados. Una vez cargaba a un
hombre enfermo sobre sus hombros cuando un joven se burló de él. Lucchese dijo: "Llevo sobre mí a
Cristo sufriente" Por castigo divino el joven se quedó mudo, pero Lucchese comenzó a orar por él y la
palabra le fue devuelta. Cuando Lucchese se dirigía a Maremma con un burro cargado de provisiones
para enfermos de malaria, algunos jóvenes, al verlo de lejos, pensaron en robarlo.  Al presentarse ante
ellos, les reveló que conocía su plan, pero dijo que lo que llevaba era de los pobres y el Señor no
permitió que otros se lo apropiaran. El 28 de abril de 1260, Lucchese y Buonadonna, unidas por el amor
en la tierra, fueron llamadas el mismo día a formar parte de la Iglesia celestial. La esposa, clavada en la
cama por la fiebre, rogó a su marido de ochenta años, que ya estaba enfermo, que trajera a su confesor,
fray Idebrando, y ambos fallecieron con pocas horas de diferencia. En el funeral ocurrió un milagro
porque, a pesar del violento aguacero, la lluvia no mojó los ataúdes ni a las personas. Mientras los
cuerpos de los dos santos esposos se exhibían en la iglesia cubiertos de flores, uno de la multitud,
inclinándose para besar los pies de Lucchese, le cortó en secreto un dedo con un cortaplumas e
inmediatamente brotó sangre bermellón del cadáver. El hermano del padre Ildebrando, llamado
Tebaldo, estaba atormentado por un tumor en el estómago, pero al tocar las manos unidas de Lucchese
se curó. Había un hombre muy pobre, lleno de niños, a quien Lucchese había protegido durante su vida
y ahora estaba encarcelado: oró al santo para que ayudara a sus hijos e inmediatamente sintió que las
cadenas caían sobre sus pies y se encontró fuera de prisión sin nadie. .abrió la puerta.  Recorrió unos
cincuenta kilómetros en pocas horas y llegó milagrosamente a casa antes de que despertaran su mujer y
sus hijos. Algunas madres por intercesión de Lucchese vieron resucitar a sus hijos, un ciego que vino a
arrodillarse sobre su tumba recuperó la vista y una mujer tuvo, junto con la luz de sus ojos, también la
de su alma: la reconoció pecados y se convirtió. Un niño cayó al fondo de un pozo y los aterrorizados
presentes invocaron a Lucchese: acto seguido vieron al niño sentado sobre el agua sostenido por las
manos invisibles del santo. Un niño que se había torcido el pie, al pasar por encima de la tumba de
Lucchese en la iglesia de los frailes, sintió que una prensa le apretaba el pie y el esguince desapareció.  Se
había promulgado una ley en Recanati según la cual cualquier culpable de asesinato tenía que ser atado
a su víctima y enterrado juntos. Pero dos hermanos salieron vivos de la clandestinidad, por intercesión
de Lucchese de Poggibonsi. En 1319 Fra Bartolomeo de 'Tolomei, volviendo del Capítulo de Marsella, se
encontró en un barco que estaba a punto de naufragar, pero inmediatamente encomendándose a
Lucchese la furia de los vientos y el mar cesó. En el período del acaparamiento de las reliquias, parece
que los alemanes se llevaron el cuerpo de Buonadonna, pero los frailes tuvieron tiempo de quitarle el
brazo y la mano izquierda. Por miedo separaron la cabeza del cuerpo de Lucchese y la guardaron en un
relicario. En 1274, el Papa Gregorio X, de camino al Concilio de Lyon, se detuvo en Poggibonsi y probó el
fuego arrojando la cabeza de Lucchese a las llamas de un gran brasero encendido. Pero la cabeza saltó
del brasero y fue a descansar sobre el regazo del Papa. Después de este prodigio se autorizó el culto de
Lucchese. En 1581, durante las obras de reparación del piso del coro, se encontraron los huesos de
Lucchese, el cuerpo se volvió a montar y se colocó en una urna sobre el altar. Cada año el 28 de abril en
Poggibonsi hay una fiesta religiosa y popular, la ciudad es bendecida desde lo alto con el cuerpo del
santo patrón y la reliquia de su esposa durante una procesión.
SAN LUIS REY DE FRANCIA,
Patrón de la OFS
San Luis IX de Francia nació en el año 1214, pocos años
después de que Francisco de Asís fundara la Orden
Franciscana. Sus padres eran el monarca francés Luis VIII
y doña Blanca, tía del rey de Castilla y León Fernando III
el Santo. A la muerte de su padre, con sólo doce años, el
joven Luis fue coronado rey de Francia bajo la regencia
de su madre.

Doña Blanca de Castilla desempeñó un papel


fundamental en la educación del futuro santo: en una
época difícil, en que los excesos y la violencia
caracterizaban la vida en la corte, la reina se esforzó por
enseñar a su hijo los deberes propios del oficio de
monarca; pero sobre todo procuró educarlo en los
valores y en la piedad cristianos. Entre los maestros del
joven Luis se encontraban algunos frailes menores. Con
el tiempo, el monarca francés acabó por ingresar en la Tercera Orden Franciscana.

Blanca se esforzó en recordar al joven Luis que ser rey consistía en estar al servicio del bien y la
prosperidad de su pueblo, y que era necesario aceptar todos los sacrificios que dicho servicio implicara.
Una vez alcanzada la mayoría de edad, Luis confió siempre en los consejos de su madre, tanto en
cuestiones políticas como en temas de fe. Fruto de esos consejos fue su matrimonio con la princesa
Margarita de Provenza que, frente a lo que solía ser habitual entre los nobles de la Edad Media, fue
afortunado y feliz.

Como gobernante, Luis hizo siempre lo que creyó que era su deber, procurando que todas sus acciones
fueran a favor de la justicia y buscando la felicidad de sus súbditos. Su reinado ha sido calificado de
ejemplar. Tanto en la política interior como en la exterior, su conducta se ajustó a los principios más
estrictos de la moral cristiana. Siempre buscó que en su reino imperasen la paz, la justicia y la armonía.
Administraba justicia personalmente a diario, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados.
También nombró comisiones especiales que recorrieron el reino para informar al monarca de los
problemas que aquejaban a sus súbditos. San Luis se ganó así fama de bueno y justiciero tanto en
Francia como en los países vecinos, desde donde se le llamaba para intervenir como mediador cuando
surgían conflictos.

El rey Luis fue también exquisito en sus relaciones con el papa y con la Iglesia. Le tocó vivir una época
difícil, en la que las relaciones entre el emperador alemán y el Papado eran tensas, y se empezaba a
cuestionar la autoridad del Pontífice. En este conflicto, el rey monarca francés asumió el papel de
mediador, defendiendo en los momentos más difíciles a la Iglesia. Dentro de su reino, San Luis protegió
a las iglesias y a sus sacerdotes. Al mismo tiempo, intervino contra los abusos que cometían algunos
clérigos y se esforzó por erradicar la herejía en sus dominios. También favoreció la implantación en
Francia de las órdenes de los Dominicos y de los Franciscanos.

Luis IX combinó su tarea de gobierno con una vida de piedad y devoción. Una buena parte de la jornada
la empleaba en la oración, comunitaria y personal. También asistía a misa a diario y recibía con
frecuencia los sacramentos. Escuchaba asimismo con frecuencia las predicaciones de sacerdotes y
religiosos. Su vida ascética recordaba a la que se proponía como ideal a los monjes de su época.

Además, Luis costeaba los gastos de la comida diaria de doscientos pobres; los sábados, el monarca iba
a visitarlos e incluso les lavaba a algunos de ellos los pies. Casi a diario el rey invitaba a su mesa a
algunos pobres, a quienes en ciertas ocasiones les servía.

El monarca francés también cuidó extraordinariamente la educación de sus once hijos, a quienes trató
de darles los mejores consejos y de hacerles vivir sus mismos valores.
 
Pero San Luis no se conformó con llevar la vida que hemos descrito hasta ahora. Siguiendo el ideal de
caballero cristiano de su época, quiso dar testimonio de su fe tomando parte en las Cruzadas. Por
aquellos años había decaído mucho el espíritu religioso que había puesto en marcha estas expediciones
para liberar Tierra Santa. Luis IX, sin embargo, volvió a darle nuevo vigor, al darles su sentido primitivo
de la cruz y del sacrificio.

En 1244, el papa Inocencio IV volvió a solicitar a los reyes de la Cristiandad la liberación de la ciudad de
Jerusalén. Pese a la opinión contraria de sus consejeros, el rey Luis, que pensaba que no amaba lo
suficiente a Cristo crucificado y que no había sufrido bastante por Él, decidió acudir con sus tropas a la
llamada del papa. Tras algunos éxitos iniciales, el ejército francés, diezmado por una epidemia, acabó
por ser derrotado por los musulmanes. El propio San Luis y sus principales caballeros cayeron
prisioneros del sultán de Egipto. La serenidad y la resignación con la que el rey francés aceptó su
cautiverio fue motivo de admiración, incluso entre sus mismos enemigos. Recobrada la libertad, Luis
pudo visitar los Santos Lugares antes de regresar a Francia en 1254.

Pero San Luis no fue capaz de olvidar la situación crítica que vivían los cristianos de Tierra Santa y la idea
de liberar Jerusalén. En 1267, con más de cincuenta años, el rey y su ejército marcharon hacia Túnez,
donde el sultán parecía dispuesto a acoger la fe cristiana. Sin embargo, todo resultó ser un engaño, y los
cruzados tuvieron que hacer frente a los ataques musulmanes. Pero el mayor enemigo fue la epidemia
que se propagó entre las tropas francesas como consecuencia del excesivo calor. A consecuencia de esa
enfermedad moría San Luis en tierras tunecinas en 1270, sin haber logrado cumplir su objetivo de
liberar los Santos Lugares.

Pese a sus fracasos en el ámbito de lo político y su empeño por empresas que resultaron fallidas y que
acabaron por costarle la vida, San Luis gozó de una gran popularidad dentro y fuera de su país. Al mismo
tiempo, su figura se convirtió en la encarnación del modelo ideal de monarca cristiano. Siglos más tarde,
incluso un autor crítico frente a la Iglesia como Voltaire, uno de los padres del movimiento de la
Ilustración, escribía de San Luis que “no es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la virtud.”

Hoy en día pueden resultarnos chocantes para un cristiano muchas de las actitudes y de los hechos de
San Luis, en especial su uso de la violencia. Sin embargo, no debemos olvidar que él era hijo de su
tiempo, e intentó llevar a cabo lo mejor posible las tareas que se esperaban de un caballero cristiano de
su época. Su incesante búsqueda de la justicia, y la manera en la que intentó hacer compatibles los
deberes del político y del gobernante con la vida cristiana siguen haciendo de él un modelo para los
laicos católicos en general, y los franciscanos en particular.

“Es pernicioso que el dinero produzca dinero. Cualquier estipulación de interés proviene de una fea
pereza porque viene, sin trabajo, a crecer al tiempo de la restitución, la suma prestada. Quiero prohibir
la usura y el dinero que prospera mientras duerme".
(San Luis IX Rey de Francia, Patrono y Protector de la Orden Franciscana Seglar)

 
DEL TESTAMENTO ESPIRITUAL DE SAN LUIS A SU HIJO (Acta
Sanctorum Augusti 5 [1868]1, 546)
“Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y
con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.

Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal
[…]. Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con
acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te
concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por
vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas.

Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la
mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor con oración vocal o mental.

Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus
posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores.
Obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado
del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón. Pon la mayor diligencia en que
todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas.

Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual.
Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.

Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que
la Santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir
su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos
lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén.”

Santa Isabel de Hungría,


Patrona de la OFS
Situemos a Isabel en el contexto social: el
siglo XIII fue un siglo de fuertes contrastes.
Había grandes bolsas de pobreza; la
burguesía estaba emergiendo con mucha
fuerza; los nobles preparaban
continuamente batallas (entre sí, contra el
extranjero o en las cruzadas) para conseguir
más y mejores títulos; las epidemias y
hambrunas, junto con las guerras,
mermaban a los habitantes. Entre los ricos y
nobles existía la creencia de que las
limosnas libran de un sinfín de pecados, y
conducían al cielo; así que muchos de ellos
limitaban sus obras de misericordia a dar
limosnas, sin implicarse en cambiar su
sociedad y mucho menos rebajarse a estar
entre los pobres y enfermos; en lo que
respecta a los enfermos existía el pánico
ante el riesgo de contagio. En la vida
matrimonial, entre los que se lo podían
permitir, el adulterio era común.

En el ámbito religioso, se extendieron algunas de las grandes herejías (cátaros, albigenses, etc.); pero
también surgieron figuras destacadas, aquellos que, desde dentro de la Iglesia, ayudarían a sostenerla:
San Francisco de Asís, Santo Domingo, San Buenaventura, Santo Tomás de Aquino y también Santa
Clara, Santa Ángela de Foligno, Santa Inés de Bohemia y otras muchas...

En el ámbito cultural, las universidades cogen fuerza, los monasterios son centros del saber, el románico
ha dejado paso al gótico, comienzan a construirse las grandes catedrales.

Hecha una panorámica, pasamos a hablar de nuestra santa. Isabel nació tal vez en Bratislava,
actualmente en Eslovaquia. Era el año 1207. Con apenas cuatro años, la princesita fue dada en
matrimonio al primogénito del gran duque de Turingia, Hermann. Este pacto suponía que Isabel tenía
que ser educada en la corte de su futuro marido.

Hermann murió y sus derechos pasaron a su hermano Luis, que fue conocido como Luis IV el Santo.
Aunque el pacto matrimonial quedó roto, Luis lo retomó para sí: durante su tiempo de convivencia,
había surgido entre ambos un sentimiento profundo de hermandad. Según se dice, llamaba la atención
entre los amigos de Luis la fidelidad que éste le profesaba a Isabel.
Una vez que Isabel fue la gran duquesa, todo su quehacer se orientaba hacia las obras de misericordia:
atender a los enfermos, visitar a los presos, dar de comer al hambriento, etc. Luis veía con buenos ojos
la bondad de su mujer, pero no así gran parte de la corte, que continuamente intentaba indisponer al
matrimonio. La vida de Isabel era una continua denuncia de los atropellos, injusticias y libertinaje de
muchos nobles: vestía con sencillez, renunciaba a comer alimentos que provinieran de la injusticia o la
opresión, no participaba en los excesos de sus cortesanos.

De su unión nacieron tres hijos: Hermann (heredero de Turingia, asesinado por su tío en 1242), Sofía
(que sería por su matrimonio duquesa de Brabante) y Gertrudis (Santa Gertrudis de Altenberg, abadesa
en esta abadía premostratense).

La penitente misericordiosa

Desde su niñez, nuestra santa se vio


llamada a practicar la misericordia con
todos aquellos que eran más
desfavorecidos. Aquella petición de
Jesús: “Lo que hagáis a uno de estos,
mis humildes hermanos, a mí me lo
hacéis”, Santa Isabel le dio la vuelta. Ella
ya veía el rostro del Maestro antes de
practicar la misericordia.
Cuando Isabel supo del movimiento
franciscano, pronto se interesó por él,
tanto que fue abriendo puertas a su
establecimiento en Turingia. Ayudó a la
fundación del primer convento
franciscano en tierras alemanas y los
frailes menores asistían a la corte de
Wartburgo. Así, poco a poco, Isabel fue
conociendo (por los frailes menores)
que sus inquietudes más íntimas tenían
expresión en la forma de vida
(penitencial) franciscana y así descubrió
el Evangelio como forma concreta de su
vida.

Una vez que las aguas volvieron a su cauce tras quedarse viuda y ser expulsada junto con sus hijos de
Wartburgo, “estando un día de Viernes Santo, desnudos los altares del convento franciscano, hizo voto
ante los allí presentes y vistió desde ese momento el hábito gris”. Isabel comenzó una vida de penitencia
y misericordia en comunidad con algunas de sus doncellas. La renuncia de Francisco estuvo tan presente
en su corazón que con los bienes que recobró de su viudez levantó el hospital de San Francisco en
Marburgo, donde ella misma, hasta el día de su muerte, atendía a todos los que se acercaban buscando
su ayuda.

Fundadora y Santa
Ya en vida de su marido, Isabel contaba con sus damas o servidoras para realizar obras de misericordia
con los necesitados y se reunía con ellas en la oración. A la muerte de Luis, Isabel fue acompañada por
sus damas también en sus horas tristes tras la expulsión. Cuando sus hijos recuperaron su status en la
corte Turingia, Isabel comenzó una nueva vida consagrada en comunidad con sus damas. En aquel
entonces no se puede hablar de “religiosas” tal como ahora lo entendemos, ellas fueron un ejemplo más
de cómo en la Orden Tercera franciscana toda forma de vida evangélica era válida. Éste fue el caballo de
batalla de las mujeres terciarias en aquellos siglos: ver reconocidos sus derechos a vivir en comunidad
en función de la oración, el trabajo y las obras de misericordia. Hasta que se superó el concilio de Trento
(ya en el siglo XIX), las comunidades terciarias femeninas se vieron obligadas bien a disolverse bien a
profesar clausura.
Isabel vivió así hasta el 17 de noviembre de 1231. Su muerte, con sólo 24 años, motivada por su total
donación a la misericordia, sin límites, y por su austeridad de vida, fue llorada por todo el pueblo,
especialmente el más sencillo, el que más se había beneficiado de sus buenas obras. Era conocida como
la “amada Isabel” y como “madre de los pobres”. Durante dos días gentes de todos los lugares vinieron
a demostrar su aprecio. Tanto fue así, que el fanatismo descontroló a las masas y éstas “descuartizaron”
el cuerpo con el objetivo de llevarse alguna reliquia.

El 27 de mayo de 1235, día de Pentecostés, se celebró en la Iglesia la canonización de Isabel. Las actas
de canonización relatan el evento:

"Después de que en el Consistorio, en presencia del Santo Padre Gregorio, de los venerables patriarcas
tanto de Antioquia como de Jerusalén y del venerable senado de la Santa Iglesia Católica, a saber, de los
Hermanos Cardenales, que gobiernan la Iglesia, súbditos de los Apóstoles y servidores de Dios, de
muchos arzobispos y obispos y distintos prelados, fueran publicados los testimonios, se decretó, con
consentimiento general, que a Isabel se la podía estimar digna de ser colocada en el candelabro de la
canonización apostólica, con el título de su esclarecida autenticidad y adornada y que debía ser inscrita
en la tierra en el Libro de los Santos.

En el santo día de Pentecostés marchó el bienaventurado Padre Gregorio con todos los arriba citados
prelados y muchos miles de creyentes en procesión festiva, con trombones y trompas, hacia la casa de
los dominicos. Aquí presentó al señor papa, a todos los prelados y religiosos el citado Conrado, antaño
landgrave, al que el entero pueblo profesa afecto, grandes velones festivos. A la gran multitud, sin
embargo, hizo distribuir velas pequeñas, que más tarde regaló a la casa de los dominicos. El cardenal-
diácono, como es de rigor, proclamó ante el pueblo tanto la vida como los milagros de Isabel. Éste sirvió,
además, al Sumo Pontífice en la Santa Transformación. Entre ruidosos aplausos y fluir de lágrimas que
regocijaron a la ciudad celestial [Perusa], entre el canto festivo del Te Deum, cuya dulce melodía
conmovió al cielo, fue declarada Santa aquella bendita entre las mujeres, digna de toda alabanza: Isabel.

El dicho hermano Conrado convidó aproximadamente a unos 3000 monjes (y frailes) a comer. Regaló
también pan, vino, pescado y alimentos lácteos en gran cantidad a muchos conventos alejados, eremitas
y Hermanas de la Orden de San Francisco. Además, hizo distribuir a muchos miles de pobres pan, carne,
vino y dinero en cantidad generosa, en nombre de la Orden Teutónica para gloria de Dios, lo que agradó
mucho al señor Papa. Éste le invitó también, al igual que había hecho a su llegada, graciosa y
benevolentemente a su mesa, lo que también es muy raro, y le dejó sentarse a su lado. Se preocupó
también de modo distinguido por su séquito. Después de que Conrado hubiera aceptado todas las
peticiones de los pobres que trabajaban en la curia, fue despedido por el papa con cariñosas palabras y
entre muchas lágrimas, bendiciéndole y abrazándole.

Pero el papa mandó muchas cartas no sólo al Santo Imperio, sino a todos los reinos del mundo y a las
metrópolis, y anunció y publicó los hechos de Isabel aprobados por la Iglesia. Ocurrido en el año de
gracia de 1235".
Hna. Manuela Mattioli OFS.

Ella con su vida y ejemplo nos enseñó a no perder el rumbo en el Seguimiento de Cristo Pobre y
Crucificado, Guardando el Santo Evangelio a la manera de Francisco de Asís en nuestra condición laical.
También nos enseñó que debemos vivir en el Hoy, sin divorciarnos de LO QUE SOMOS REALMENTE, de
nuestros 800 años de Historia y Tradición en la Iglesia y de nuestro compromiso de ser Fermento
Evangélico en medio de la Sociedad actual además de nuestra Fidelidad al Vicario de Cristo.

Nació en Florencia, Italia, el 17 de noviembre de 1936, Manuela se trasladó a Caracas, Venezuela, en


1950, donde se convirtió en Hermana de la Tercera Orden Franciscana (Bajo la asistencia Capuchina).
El 04 de octubre de 1973, los cuatro Ministros Generales de la Primera Orden Franciscana designaron el
primer Consejo Internacional de la Tercera Orden Franciscana y Manuela Mattioli fue nominada y
nombrada Primera Presidenta Internacional de la Orden Franciscana Seglar.

Manuela fue reelegida Ministra General por los miembros del Consejo Internacional en 1977 y
finalmente, reelegida como Primera Ministro General de la O.F.S. durante el IV Capítulo General de la
O.F.S. (Primer Capítulo electivo) celebrado en Madrid en 1984.

Fue la primera ministra general de la OFS después de la Regla de 1978 del Papa Pablo VI y la
reorganización en una orden mundial.

Murió el 03 de noviembre de 1992. En su funeral, llevaba el Hábito talar café y el Cordón seráfico y
parecía un ángel dormido, tan hermosa y tranquila. El Rev. Fray Flavio Roberto Carraro, Ministro General
Capuchino, fue el Celebrante de sus Exequias. La Ministra General de ese entonces, Emanuela de
Nunzio, O.F.S., también estuvo presente junto con más miembros de C.I.O.F.S. además de muchos
Franciscanos Seglares y sacerdotes procedentes de Roma.
Manuela trajo unidad a nuestra Orden. La trajo con inspiración y dedicada atención materna. Su servicio
no tuvo precedentes y no ha sido superado aun en la historia de nuestra Orden.

(Foto de la primera vista de la Hermana Manuelita Mattioli a México en la Casa Central de la O.F.S. de la
provincia del Santo Evangelio de México en Tlalpan,
Ciudad de México, 1979)

Papa Pablo VI y Manuela Mattioli


Catalina Bustamante. La primera maestra de América

En esta nueva entrada del serial sobre mujeres castellanas


que emigraron a América en el siglo XVI, os traemos la
historia de vida de Catalina Bustamante, considerada como
la primera mujer docente de América.

Nacida aproximadamente alrededor del año 1490 en


Llerena, Extremadura, Catalina probablemente
perteneciera a una familia hidalga, ya que era muy poco
común en la época que las mujeres supieran leer y escribir,
solamente aprendían las mujeres nobles o hidalgas.

No tenemos constancia de la infancia y la adolescencia de


nuestra protagonista en Castilla. La primera referencia la
encontramos en los libros de pasajeros a Indias de la Casa
de Contratación. Catalina Bustamante parte de Sanlúcar de
Barrameda hacia América el 5 de mayo de 1514 junto a su
marido, Pedro Tinoco, sus dos hijas, María y Francisca, y las
hermanas de su marido, llamadas María y Juana.

Tras varias semanas de viaje, la familia Tinoco-Bustamante


al completo desembarca en Santo Domingo. No tenemos
datos fehacientes de la vida de la familia en Santo Domingo
y de su forma de sustentarse económicamente. Es bastante
probable que nuestra protagonista comenzara en Santo
Domingo su vocación como maestra, enseñando a las hijas
de capitanes y nobles que estuvieran asentados en la isla.

Hay que reseñar que nuestra protagonista era terciaria seglar de la Orden de San Francisco (por debajo
de frailes y monjas en la jerarquía de la orden, estas personas podían casarse y tener hijos, pero seguían
una serie de normas estrictas en su vida diaria).

Años después, Catalina enviuda y pasa de Santo Domingo a México junto a sus dos hijas. Catalina había
visto las injusticias que sufrían las niñas indígenas en la nueva sociedad novohispana y estaba decidida a
cambiar las cosas.

Así, aprovechando su pertenencia a los franciscanos, contacta con el franciscano Fray Toribio de
Benavente (Benavente, actual provincia de Zamora, 1482- México, 1569) y este consigue que la Orden
le ceda un antiguo palacio en Texcoco, donde Catalina establece un colegio para niñas indígenas.

En su colegio, nuestra protagonista enseñaba la religión católica a sus alumnas, condición impuesta por
los franciscanos para cederle el palacio; les enseñaba a leer y escribir y además intentaba que las niñas
indígenas dejaran de ser considerada en su sociedad como mercancía para sellar alianzas entre tribus de
la zona con matrimonios, como era bastante común, y que empezaran a considerarse con derecho a
elegir a su propio esposo y a formar una familia monógama sin que su padre tuviera poder de decisión.
Sin duda, algo bastante revolucionario dentro de las tribus mexicanas en el siglo XVI.

Catalina tuvo desde el principio que rodearse de un grupo de mujeres que tuvieran dotes pedagógicas y
que supieran la lengua náhuatl, ya que prácticamente todas las alumnas del colegio desconocían aún la
lengua castellana.

Disponían de una rudimentaria cartilla para enseñar a leer y escribir según el método silábico. En la
primera página se mostraba el alfabeto y las vocales. Posteriormente, se presentaban las sílabas que
formaban vocales y consonantes. Finalmente, mediante signos, cedillas y rayas, se indicaban las
variantes de pronunciación de las consonantes.

Catalina Bustamante - MaestraAdemás de aprender a leer y escribir, Catalina dedicaba gran parte del
día a las clases prácticas. Las muchachas indígenas aprendían la forma de vestir y de hablar de las
doncellas españolas; administración doméstica, esto es, cocina, atención al esposo e hijos.
Posteriormente, cuando ya eran adolescentes, se les instruía en un oficio. Ya fuera para una actividad
social o una religiosa, en definitiva se trataba de enseñarles las costumbres españolas.

Todo iba bien en el colegio dirigido por nuestra protagonista hasta una noche del mes de mayo de 1529.
El alcalde mayor de la villa de Antequera del valle de Guaxaca, Juan Peláez de Berrio, se había
enamorado y obsesionado con Inesica, hija de un cacique local. Peláez de Berrio manda a unos indios a
que salten la tapia del convento y raptan a Inesica y a su criada mexica.

Catalina no se queda con los brazos cruzados. Esa misma noche visita al obispo Juan de Zumárraga
(1468-1548, primer obispo y posteriormente primer arzobispo de la diócesis de México), exigiendo la
devolución de sus alumnas. El obispo manda a sus tropas rápidamente al palacio de Peláez de Berrio,
pero éste no se encuentra allí. Entonces, Zumárraga, dando misa, insta a Peláez de Berrio a que
devuelva a las muchachas y que pague una multa por los daños morales que las niñas y el colegio habían
sufrido.

Visto que estas proclamas de Zumárraga no estaban dando frutos, nuestra protagonista denuncia a
Peláez de Berrio a la Audiencia de México, pero esta audiencia la presidía un hermano de Peláez de
Berrio y este consigue acallar el tema.

Pero Catalina no iba a rendirse fácilmente y escribe una carta al rey Carlos, avalada por Zumárraga y por
los franciscanos que impartían clase en el valle de México.

El rey Carlos no se encontraba en la Península cuando la carta de Catalina llegó, ya que se encontraba
viajando por Europa ultimando su coronación como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
que se produjo en Bolonia el 24 de febrero de 1530.

Cuando la carta fue leía por Isabel de Portugal (Lisboa, 24 de octubre de 1503- Toledo, 1 de mayo de
1539, esposa del rey Carlos y la persona que atendía los asuntos de Estado cuando su marido estaba de
viaje por Europa), se indigna con el rapto de las muchachas y a su vez queda impresionada con la labor
educativa que se está realizando en México. Isabel enseguida ordena a su secretario que responda a
Catalina Bustamante. En Real Cédula del 24 de agosto de 1528, fechada en Toledo y dirigida al Obispo
Zumárraga, Isabel “rogaba y encargaba que proveyera y cuidara que a las religiosas de Texcoco no se les
hiciera agravio alguno”

Una semana después, la reina envía otra carta a los miembros de la Audiencia de México en la que
confirmaba su apoyo a Catalina Bustamante, además de prohibirles:

“que a la dicha casa [el colegio] y monasterio le sean quebrantados sus privilegios e inmunidades, antes
en todo se guarden como se hace en estos reinos”.

En el caso de que no lo hicieran, la reina concluía:

“serían castigados con el pago de 10.000 maravedíes para su cámara [del colegio y monasterio]”

Está bastante claro que la carta de Catalina Bustamante había hecho mella en la conciencia de la Reina
regente.

Posteriormente, llega a manos de Isabel de Portugal una carta de Zumárraga, respondiendo a la carta
enviada por Isabel. En esa carta, el obispo mexicano relata la violencia contra las doncellas y la soberbia
del alcalde Peláez de Berrio. Además, Zumárraga le relata a Isabel la falta de maestras y el enorme
esfuerzo que deben realizar las pocas maestras existentes en el valle mexicano.

Vista la situación, la reina regente designa a un fraile de su confianza que busque mujeres cultivadas y
de conducta ejemplar que fueran a instruir a las niñas y mujeres de la Nueva España.

Un pequeño grupo aceptó la propuesta y estaban decididas a viajar a México para dar clases. El grupo
estaba formado por Elena Medrano, terciaria franciscana que vivía en San Juan de Bárbalos, a 40
kilómetros de Salamanca, que viajaría con su sobrina. También viajaría Juana Grau y su sobrina.
Completaba la plantilla la viuda Catalina Hernández y su hija.
Las cinco beatas, la niña y el fraile llegan a Sevilla a la espera de poder embarcar hacia América.
Mientras están resguardados en un convento sevillano, algunas beatas desertan debido al miedo a la
travesía. Son sustituidas por las beatas sevillanas Ana de Mesa y Luisa de San Francisco.

Finalmente, la expedición partió de Sevilla el 15 de agosto de 1530. En diciembre de ese año ya estaba
todas en Ciudad de México esperando los distintos destinos en los colegios de niñas indígenas. Al
colegio dirigido por Catalina Bustamante llegó Catalina Hernández.

Años después de la llegada de las nuevas educadoras al valle mexicano, en 1535, Catalina Bustamante
decide viajar a la península para quejarse por la falta de apoyo a la labor educativa que las autoridades
del Virreinato de la Nueva España estaban proporcionando.

Por segunda vez, Catalina es ayudada por la Reina regente. Isabel de Portugal le concede a Catalina que
busque a tres terciarias franciscanas de Sevilla para que enseñara en su colegio mexicano. Parten de
Sevilla el 3 de octubre de 1535 y semanas después desembarcan en el puerto de Veracruz sin
contratiempo ninguno. Tras su vuelta desde la península, la vida de nuestra protagonista se vuelve cada
vez más difícil de seguirle el rastro.

Durante la segunda mitad de la década de los 30 del siglo XVI, la labor educadora, liderada por el obispo
Zumárraga, se desarrolla cada vez más intensamente en el valle de México. En 1536, por ejemplo, este
obispo administraba en su jurisdicción diez colegios, con 400 alumnas aproximadamente en cada
colegio.

Ya a inicios de la década de los 40 del siglo XVI, una primera generación de maestras nacidas en México,
prácticamente todas mestizas o indígenas, fueron sustituyendo a las maestras nacidas en la península,
debido a algunas de estas maestras peninsulares volvieron a Castilla y otras maestras ya habían
fallecido.

Finalmente, Catalina Bustamante y la mayoría de las nuevas maestras mexicanas mueren debido a la
peste que asoló Nueva España en los años 1545, 1546 y 1547, y que mató aproximadamente a 800 mil
personas. Es bastante probable que nuestra protagonista falleciera al principio de la epidemia, en 1545.

Su legado en favor de la educación de las niñas mestizas y mexicas, y su intento de mejorar sus vidas al
intentar que dejaran de ser mercancía para sellar tratos entre caciques locales no ha sido olvidado. Una
estatua en su honor, en Texcoco, inmortaliza su vida y obra con el lema: “Maestra Catalina de
Bustamante, primera educadora de América”.

En la próxima entrada comenzaremos un serial sobre las diversas culturas existentes en América antes
de la llegada de los europeos. En la primera entrada, analizaremos todos los elementos característicos
de la cultura moche, así como las diversas teorías existentes en torno a su decadencia y desaparición.
Teresa Neumann

Hermana de la Tercera Orden Franciscana

Teresa Neumann fue una mística que nació en Konnersreuth, Alemania, el 8 de abril de 1898, en el seno
de una familia muy pobre y profundamente católica. Como escribió en sus diarios, su mayor deseo era
convertirse en misionera religiosa en África, pero desafortunadamente, un accidente se lo impidió. Fue
testigo, a través del sufrimiento, de una auténtica vida cristiana y hoy es considerada una Sierva de Dios.
¡Descubre esta inspiradora historia!

La mística que se alimentó 30 años solo de la Eucaristía y profetizó algo inesperado para la Iglesia

En 1918, se produjo un incendio en una granja cercana donde vivía. Teresa, que tenía veinte años, se
apresuró a ayudar de inmediato, pero en el esfuerzo de pasar cubos de agua para apagar las llamas,
sufrió una grave lesión en la columna vertebral, que le dejó parálisis en las piernas y ceguera total.

Teresa pasaba todos sus días en oración, pero un día se produjo el milagro de la curación en presencia
del Padre Naber, que cambiaría radicalmente su vida.

Como relató el padre Naber: “Teresa describió haber visto una gran luz cuando una voz dulce y
extraordinaria le preguntó si quería mejorar. La sorprendente respuesta de Teresa fue que estaba bien,
mejorando, enfermando o incluso muriendo, siempre y cuando se hiciera la voluntad de Dios.

La voz misteriosa le dijo que ‘hoy sí tendría un poco de alegría, la cura de su enfermedad, pero que
todavía tendría que sufrir mucho’”.

La mística vivió algún tiempo con buena salud, pero a partir de 1926 comenzaron las importantes
experiencias sobrenaturales que duraron hasta su muerte: los estigmas y el ayuno completo con la
Eucaristía como único alimento.

Teresa ofreció a Dios su sufrimiento físico por la pérdida de sangre de los estigmas que duró desde el
jueves, día de la Pasión del Señor, hasta el domingo, día de la Resurrección, para interceder en favor de
los pecadores que le pedían ayuda.
36 años de sola Eucaristía
Fueron muchas las investigaciones y seguimientos realizados durante el ayuno de la mística alemana por
parte de las autoridades eclesiásticas. Por su ayuno basado en la Eucaristía, la autoridad nazi, durante la
Segunda Guerra Mundial, le retiró la tarjeta alimentaria, pero le otorgó doble ración de jabón para lavar
la ropa que todos los viernes empapaba en sangre, a causa de los estigmas.

También se dice que Hitler le tenía mucho miedo a esta sierva de Dios y dio la orden de que “no se la
tocara”.

Visiones proféticas sobre el Papa Juan XXIII


Cuando Pío XII concluyó su viaje terrenal en 1958, se le preguntó a Teresa Neumann quién ascendería al
trono papal. Y ella, después de una breve meditación, dijo: “El ángel que viene del mar se sentará en el
trono de Pedro. Tomará el nombre de un papa que no fue papa y reinará más allá de mi tiempo”.

La profecía de la mística alemana resultó ser sorprendentemente correcta. De hecho, fue elegido
cardenal Angelo Roncalli, procedente de Venecia (el ángel que viene del mar). El nuevo pontífice tomó el
nombre de Juan XXIII. En 1410 fue el cardenal Cossa quien, tras ser elegido, había tomado el nombre de
Juan XXIII.

Pero entonces las elecciones no resultaron libre, tanto que cinco años después fue condenado por
simonía. De esta manera, siglo después, el Papa Roncalli elegía el nombre de un Papa que no había sido
Papa. Y su pontificado fue más allá del tiempo terrenal de la mística. En realidad, murió en 1962,
mientras que Juan XXIII concluyó su pontificado en 1963.

El 13 de febrero de 2005, bajo Juan Pablo II, fue declarada Sierva de Dios y el obispo de Ratisbona, el
actual cardenal Gerhard Ludwig Müller, anunció la apertura del proceso de beatificación en
Konnersreuth.
“El que confía en sí mismo está perdido. El que confía en Dios todo lo puede”.
(San Alfonso María de Ligorio, Presbítero de la Tercera Orden Franciscana y Fundador de la
Congregación del Santísimo Redentor "Redentoristas")
"Debes aceptar tu cruz. Si la llevas con valentía, te llevará al cielo". (San Juan Bautista
Maria Vianney, Santo Cura de Ars, de la Tercera
Orden Franciscana)

SANTA TERESA DE ÁVILA Y SANTA CLARA DE ASÍS.

La Seráfica Madre Santa Clara de Asís, se le apareció


"con mucha hermosura" a Santa Teresa de Ávila, para
animarle a seguir con su proyecto de reforma...la Santa
nos lo narra en el Libro de su vida en el Capítulo 33:

"El día de Santa Clara, 12 de agosto, yendo a comulgar,


se me apareció con mucha hermosura. Y me dijo que
me esforzase y fuese adelante en lo comenzado, que
ella me ayudaría. yo la tomé gran devoción, y ha salido
tan verdad, que un Monasterio de Monjas de su Orden
que está cerca de éste, nos ayuda a sustentar; y lo que
ha sido más, que poco a poco trajo este deseo mío a
tanta perfección, que en la pobreza que la bienaventurada Santa tenía en su casa, se tiene en
ésta, y vivimos de limosna; que no me ha costado poco trabajo que sea con toda firmeza y
autoridad del Padre Santo que no se pueda hacer otra cosa, ni jamás haya renta. Y más hace el
Señor, y debe por ventura ser por ruegos de esta bendita Santa, que sin demanda ninguna nos
provee su majestad muy cumplidamente lo necesario. Sea bendito por todo, Amén."

(La virtud de "la santa pobreza", a imitación de la Seráfica Dama Pobre)

Santa teresa de Ávila, tuvo por Director Espiritual, a San Pedro de Alcántara; Fraile
Franciscano; y fue el, quien le sugirió tener la Reforma del Carmelo bajo el Patrocinio de San
José, Esposo de María; por eso el primer convento de la Reforma de Avila se llama San José.
SANTA TERESA DE JESÚS HABLA DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA
El próximo 19 de octubre se celebra la fiesta de San Pedro de Alcántara,
reformador franciscano de gran austeridad, que apoyó a santa Teresa de
Jesús cuando ella fundó su primer monasterio. Así habla de él en el Libro de
la Vida:
Y ¡qué bueno nos le llevó Dios ahora al bendito fray Pedro de Alcántara! No
está ya el mundo para sufrir tanta perfección. Dicen que están las saludes
más flacas y que no son los tiempos pasados. Este santo hombre era de
este tiempo; estaba grueso el espíritu como en los otros tiempos, y así
tenía el mundo debajo de los pies.
Que, aunque no anden desnudos ni hagan tan áspera penitencia como él,
muchas cosas hay para repisar el mundo, y el Señor las enseña cuando ve
ánimo. Y ¡cuán grande se lo dio su Majestad a este santo para hacer
cuarenta y siete años tan áspera penitencia como todos saben!
Quiero decir algo de ella, que sé es toda verdad. Díjome a mí y a otra
persona, de quien se guardaba poco, y a mí el amor que me tenía era la
causa porque quiso el Señor le tuviese para volver por mí y animarme en
tiempo de tanta necesidad, como he dicho y diré.
Paréceme fueron cuarenta años los que me dijo había dormido sola hora y
media entre noche y día, y que vencer el sueño era el mayor trabajo de
penitencia que había tenido en los principios; y para esto estaba siempre o
de rodillas o en pie. Lo que dormía era sentado y la cabeza arrimada a un
maderillo que tenía hincado en la pared. Echado, aunque quisiera, no
podía, porque su celda no era más larga de cuatro pies y medio.
En todos estos años, jamás se puso la capucha, por grandes soles y aguas
que hiciese, ni cosa en los pies, ni vestido, sino un hábito de sayal, sin
ninguna otra cosa sobre las carnes, y este tan angosto como se podía sufrir,
y un mantillo de lo mismo encima. Decíame que en los grandes fríos se le
quitaba y dejaba abiertas la puerta y ventanilla de la celda, para que, con
ponerse después el manto y cerrar la puerta, contentase al cuerpo para que
sosegase con más abrigo.
Comer a tercer día era muy ordinario, y díjome que de qué me espantaba,
que eso era muy posible a quien se acostumbraba a ello. Un compañero
suyo me dijo que le acaecía estar ocho días sin comer. Debía ser estando en
oración, porque tenía grandes arrobamientos e ímpetus de amor de Dios,
de que una vez yo fui testigo.
Su pobreza era extrema y su mortificación en la mocedad, que me dijo que
le había acaecido estar tres años en una casa de su Orden y no conocer a
ningún fraile si no era por el habla; porque no alzaba los ojos jamás; y así
no sabía ir a las partes que de necesidad había de, si no íbase tras los
frailes; esto le acaecía por los caminos. A mujeres jamás miraba, esto
muchos años; decíame que ya no se le daba más ver que no ver. Mas era
muy viejo cuando le vine a conocer, y tan extrema su flaqueza, que parecía
hecho de raíces de árboles.
Con toda esta santidad, era muy afable, aunque de pocas palabras, si no
era con preguntarle; en estas era muy sabroso, porque tenía muy lindo
entendimiento. Su fin fue como su vida, predicando y amonestando a sus
frailes. Como vio que ya se acababa, dijo el salmo "¡Qué alegría cuándo me
dijeron: Vamos a la casa del Señor!" e, hincado de rodillas, murió.
Después el Señor ha sido servido que yo lo tenga más cerca que en la vida,
aconsejándome en muchas cosas. Le he visto muchas veces con grandísima
gloria. Díjome, la primera que me apareció, que bienaventurada penitencia
que tanto premio había merecido, y otras muchas cosas. Un año antes que
muriese, me apareció estando ausente, y supe se había de morir y se lo
avisé, estando a algunas leguas de aquí. Cuando expiró, me apareció y dijo
cómo se iba a descansar. Yo no lo creí y díjelo a algunas personas, y ocho
días después vino la nueva de cómo era muerto, o comenzado a vivir para
siempre, por mejor decir.
Hela aquí acabada esta aspereza de vida con tan gran gloria; paréceme que
mucho más me consuela que cuando acá estaba. Díjome una vez el Señor
que no le pedirían cosa en su nombre que no la oyese. Muchas que le he
encomendado pida al señor las he visto cumplidas. Sea bendito por
siempre. Amén.
SAN PEDRO DE ALCÁNTARA Y SANTA TERESA DE JESÚS
(Por Francisco Brändle, O.C.D.)
La comunión entre los santos, libre de todo egoísmo, se vive en lo más
profundo del corazón. En él se esconde ese mutuo aprecio, esa sintonía que
viene a expresar lo que es la clave de su comunión: el mismo Dios en el que
asientan su mutua amistad y aprecio, pues sólo en Él y desde Él tiene razón
de ser su encuentro y cercanía. Esto no quiere decir que tal amistad no se
dé en las circunstancias concretas de una historia y de una vida que ha
venido a entrelazar los destinos de quienes desde Dios se aprecian y aman.
Testimonios tenemos a lo largo y ancho de la vida de muchos santos, pero
en algunos esto se hace mucho más patente, y tal es el caso de Santa
Teresa. Son muchos los santos que se han cruzado por su vida y con los que
ella ha vivido esta singular relación de aprecio y cercanía. Queremos ahora
recordar y evocar la que tuvo con San Pedro de Alcántara.
Cuando Teresa hace memoria viva de su camino hacia Dios y recuerda
cómo Cristo vino a ser para ella «libro vivo», no puede olvidar que fue el
bendito fray Pedro de Alcántara quien pudo confirmarla en ello, frente a
otros muchos que la tenían amedrentada.
Bien claro veía ella que su sentir a Cristo cabe sí no era fruto de una
imaginación desbordada por falsos sentimientos religiosos; pero el miedo
en que la hacían vivir quienes con sus consideraciones la inducían a
sospechar siempre de ello, y a ver en tales experiencias ardides del diablo
para perderla, la sumergieron en un mundo de dolor y sospecha. Buscaba
incesantemente algún maestro que la pudiera llegar a dar razón de lo que
ella vivía, que tan lejos estaba de esos engaños y patrañas que la
imaginación ponía en muchos de sus contemporáneos, pero que por la
dificultad de darlo a entender al ser experiencia surgida en el fondo de su
misma vida entregada a Cristo no encontraba confirmación en su vivencia.
Con San Pedro de Alcántara llegará la confirmación en lo que vive al
descubrir que lo que ella experimenta son visiones muy subidas, que se
expresan en luz interior, y no en falsas consideraciones fruto de la
imaginación inducida por sentimientos pseudorreligiosos o patrañas del
demonio. No eran simples consideraciones para momentos de oración, era
don y gracia de Dios que en Jesucristo nos ha dado todo, por eso sólo
hombres experimentados podían confirmarla en ello. Su gozo y alegría es
grande y no puede dejar de ensalzar a quien supo encauzarla por sendas de
tanta perfección: «¡Y qué bueno nos le llevó Dios ahora en el bendito de
fray Pedro de Alcántara! –exclama al saber de su muerte y recordarle–. Este
santo hombre de este tiempo era; estaba grueso el espíritu como en los
otros tiempos, y así tenía el mundo debajo de los pies. Que, aunque no
anden desnudos ni hagan tan áspera penitencia como él, muchas cosas hay
para repisar el mundo, y el Señor las enseña cuando ve ánimo. ¡Y cuán
grande le dio Su Majestad a este santo que digo, para hacer cuarenta y
siete años tan áspera penitencia, como todos saben!» (Vida 27,16).
Describe su penitencia y concluye: «Con toda esta santidad era muy afable
aunque de pocas palabras, si no era con preguntarle. En éstas era muy
sabroso, porque tenía muy lindo entendimiento». Ella sabe que la quería
bien, y que fue este amor algo que el Señor quiso la tuviera para volver por
ella y animarle en tiempo de tanta necesidad, como fueron los años en que
su oración no era entendida ni aprobada por quienes la acompañaban en
Avila.
Santa Teresa recuerda que nuestro Santo había llegado a Avila invitado por
doña Guiomar de Ulloa para que la tratase y aconsejase. Aquel verano de
1560 se preocupa su buena amiga de recabar licencia del Provincial de los
Carmelitas para que Teresa pueda salir del convento y hospedarse en su
casa. Allí y en algunas iglesias le habló al Santo muchas veces. Le dio cuenta
de su alma, como ella acostumbraba a hacerlo, con claridad, sin doblez,
poniendo bien al desnudo su alma. Aquel hombre de Dios la llegó a
entender por experiencia. Algo que muy pronto descubrió la Santa, en
momentos en que ella aún no se sabía entender, ni por lo mismo sabía
expresar con precisión lo que por ella pasaba. «Era menester que hubiese
pasado por ello quien del todo me entendiese y declarase lo que era» –
afirma nuestra Santa. Y continúa: – «Este santo hombre me dio luz en todo
y me lo declaró, y dijo que no tuviese pena, sino que alabase a Dios y
estuviese tan cierta que era espíritu suyo, que, si no era la fe, cosa más
verdadera no podía haber ni que tanto pudiese creer» (Vida 30,4-5).
Eran momentos cruciales en la vida de Santa Teresa. El encuentro con San
Pedro de Alcántara fue providencial. Abre su espíritu a la alabanza y a la
confianza en un mundo de temores y miedos. Le descubre el camino de la
verdadera fe, y no sólo eso sino que este hombre que vive en Dios, que
sabe de oración vivida como trato de comunión y amistad, sale en defensa
de Teresa.
Habla con Francisco Salcedo, el caballero santo, y con el padre Baltasar
Álvarez porque entiende que esta mujer es digna de lástima entre tanta
incomprensión. «Díjome –escribe Santa Teresa– que uno de los mayores
trabajos de la tierra era el que había padecido, que es contradicción de
buenos, y que todavía me quedaba harto, porque siempre tenía necesidad
y no había en esta ciudad quien me entendiese; mas que él hablaría al que
me confesaba y a uno de los que me daban más pena, que era este
caballero casado que ya he dicho. Porque, como quien me tenía mayor
voluntad, me hacía toda la guerra, y es alma temerosa y santa, y como me
había visto tan poco había tan ruin, no acababa de asegurarse.
Y así lo hizo el santo varón, que los habló a entrambos y les dio causas y
razones para que se asegurasen y no me inquietasen más. El confesor poco
había menester, el caballero tanto, que aun no del todo bastó, mas fue
parte para que no tanto me amedrentase» (Vida 30,6).
Desgraciadamente, ha desaparecido la rica correspondencia que entre
ambos tuvo que haber, pues concertaron escribirse y encomendarse mucho
a Dios tras este encuentro.
Ella le guardará siempre el mejor de sus recuerdos cuando haya de hacer
relación de conciencia de su vida, asegurando que era un santo varón, de
los descalzos de San Francisco, con el que trató mucho y él fue el que hizo
mucho de su parte para que se entendiese era buen espíritu el que
animaba a la Santa. De nuestro santo también oyó muchas y excelentes
razones para apoyar a las mujeres en el camino de la oración, vedado por
muchos letrados, asegurando que según San Pedro de Alcántara
aprovechan mucho más que los hombres (Vida 40,8). Le contará a su
hermano muchas cosas buenas de él cuando le escribe a América y le
recordará más adelante, pasados muchos años y ya muerto el Santo, para
quitar miedos a su hermano –que iniciándose en la oración vive los
primeros fervores y se ve envuelto en raros deseos de levantarse entre la
noche, y en raros sueños–, asegurando: «Si oyera lo que decía fray Pedro
de Alcántara sobre eso, no se espantara...» (Cta. 167. A don Lorenzo de
Cepeda. Toledo, 2 de enero de 1577).
Por último, a Teresa le quedan los libros escritos por el Santo para seguir
confortándose con su doctrina, y sentirse identificada con ella. Si para
rebatir su pensamiento le aducen lo escrito por el Santo, acabará
descubriendo con su oponente, después de leerlo, que dice lo mismo que
ella (cfr. 4M 3,4). En sus Constituciones, entre los libros que recomienda
han de procurar las prioras haya para mantener el alma en sus casas, están
los libros de fray Pedro de Alcántara. Tal es el recuerdo vivo y el aprecio
que guardó siempre Santa Teresa por este gran Santo, al que tanto debe y
con el que tanta sintonía de alma encontró.
“Miserable es vivir en un estado bárbaro y con modales salvajes: pero más miserable es
carecer del conocimiento de lo más alto, y morar en la ignorancia del único Dios verdadero”
(León XIII, Papa de la Tercera Orden Franciscana)
LOS SÍMBOLOS FRANCISCANOS SEGLARES ¿PORQUE O PARA QUE USARLOS
EN LA ACTUALIDAD?
Hermanos, el Señor Jesús nos dice en el Evangelio de San Juan (15:18-21)
que el mundo nos aborrecerá porque Él nos eligió y saco del mundo. Este
odio no proviene del hecho de que el mundo nos conozca personalmente.
Este odio proviene del hecho de que somos discípulos de Cristo, que somos
como Él y que predicamos su enseñanza con nuestra vida y palabras. Así
que, estamos en enemistad con el mundo. Él no es nuestro aliado y amigo,
sino nuestro enemigo. Quiere matarnos, tal vez no literalmente, pero sí
espiritualmente. Quiere despojarnos de nuestra vocación que Dios nos ha
dado.
El mundo quiere que derrochemos nuestra vocación en una vida ligera y
placentera, en todo tipo de estímulos y diversiones. Esta es la enseñanza de
Jesús, y esta es la enseñanza de la Iglesia.
Entonces, si el mundo es nuestro enemigo, ¿por qué estamos tan ansiosos
por aferrarnos a él? ¿Por qué no estamos huyendo de él? Significa sólo una
cosa, que nuestro Cristianismo es tibio y nuestra Vocación Franciscana
Seglar es pobre y débil.
A menudo nos topamos con Hermanos que antes de que termine la
Eucaristía u otra actividad de la Fraternidad (Reuniones, Procesiones,
Encuentros, Formación, etc) ya se andan quitando el Hábito e Insignia de la
Orden (Escapulario y Cordón) "como si les diera vergüenza de que les vean
con eso puesto" e incluso algunos Hermanos ya ni siquiera lo usan, o peor,
que ni la Tau se ponen diariamente "Pues les da pena de que les cataloguen
de Beatos" y quieren imponer dicho criterio a los demás miembros de la
Fraternidad, al punto de prohibirles usar o peor, expulsarles por usarle.
San Francisco, Nuestro Padre Fundador hizo su Hábito similar a la Cruz,
Porque quería llevar la Cruz todos los días y así, seguir a Jesús.
San José de Cupertino (Quien primero fue Terciario Franciscano y luego
Fraile Menor Conventual) decía que nunca quería quitarse el Habito. Por
eso dormía con el, lo hacia porque no quería dejar a Cristo solo en la cruz.
Mientras no nos pongamos el Hábito e Insignia de la Orden Franciscana
Seglar, dejamos al Señor Jesús solo en la Cruz y vagamos sin rumbo
buscando entretenimiento.
El Hábito e Insignia, para las actividades de la Fraternidad, es algo más
oficial y más agradable a la vista e identifica.
Así que, no nos dejemos quitar nuestras Insignias fácilmente por ningún
motivo. No dejemos a Cristo solo en la Cruz. No nos dejemos persuadir de
que tiene que ser bonito, cuidado y festivo. No nos dejemos persuadir de
que es contra la pobreza usarle.
Si podemos permitirnos teléfonos nuevos, automóviles nuevos, más
podremos permitirnos un testimonio de pertenencia a Jesús, porque el
Hábito e Insignia es un signo de eso.
La disciplina de la iglesia se desdibujó un poco después del Concilio
Vaticano II…¿Ha cambiado la ley religiosa desde entonces? No, solo nuestro
corazón se enfrió. ¿Puede un árbol sin corteza dar fruto? O, mejor dicho, se
marchitará y no dará fruto, es decir, no verá fruto de futuras vocaciones.
Si usamos dignamente nuestro Hábito e Insignia, Dios nos reconoce como
hijos suyos y San Francisco, Nuestro Padre Fundador también nos
reconocerá como tales. Entonces Dios nos fortalece espiritualmente, somos
como un árbol que crece hasta llegar a lo mas alto. Así que nuestro objetivo
es que nuestra semilla de mostaza crezca hasta convertirse en un gran
árbol, pero sin su corteza no crecerá sino que se secará, el mundo le
consumirá. Sin embargo, a medida que crece, Dios le ayudara.
Hermanos, el mundo necesita oración. Los Santos de nuestra Amada Orden
han repetido durante siglos que la Iglesia necesita las rodillas fuertes de sus
fieles que imploren la gracia para el mundo entero.
Por eso, les comparto un secreto: si quieren ser grandes santos, deben ser
desconocidos, deben seguir los pasos de María, quien fue desconocida para
sus contemporáneos. Sólo tal sacrificio y oración agradan a Dios. Sólo
entonces uno es invisible a Satanás y uno puede orar por el mundo entero.
Además, estamos llamados a métodos simples.
Cuanto más te alejes del mundo, más cerca estarás de Cristo. Cuanto más
deseches tus juegos, música y películas, más fuerte será tu vocación.
Cuanto más testifique de Cristo, más te fortalecerá, tal como lo hizo con
San Pablo.
REFERENCIAS DEL HÁBITO E INSIGNIAS DEL FRANCISCANO SEGLAR:
Escribe el autor de Luquecio de Poggi Bonzi; Marcial Lekeux en la página 42
y 43 que la primera Fraternidad de la Orden de Penitencia (OFS) se fundó
en 1221. Los hermanos fueron “Revestidos” de un hábito color gris ceniza,
de 6 centavos la vara para los varones y de 12 centavos para las mujeres;
así lo dice la primera Regla, Memorial de Propósito de 1221 en los artículos
1 y 3; aprobada de palabra por el Papa Honorio III; y oficialmente por el
Papa Gregorio IX el 20 de Mayo de 1228;
(http://www.franciscanos.net/reglas/proposit.htm) Lo que se repite en la
Regla Sobre el Monte, aprobada el 17 de agosto de 1289, por el primer
Papa Franciscano Menor Nicolás IV.
(http://www.franciscan-archive.org/bullarium/smonteme.htmi).
Revestidos; ataviados; lo que nosotros diríamos Apapachados; lo que
significa acariciados con el alma, como quien envuelve a un niño; envuelto
de Dios, vestidos de la majestad de Dios en la que el mismo te abraza con
sus brazos fuertes y te acuna sobre su pecho; fuerza que viene de arriba
(Lc.24,49)
Seguramente les impusieron una túnica en forma de cruz, para expulsar
todas las ilusiones diabólicas, muy áspera para crucificar la carne, sus vicios
y pecados; pobrísima y burda, tal que el mundo nunca pueda ambicionarla
(Celano cap. IX; 22) tan igual como francisco la eligió para él.
Y los ciño con un Cordón de esparto (cuerda tejida), del Lat. Espartum:
gramínea usada en la industria, para hacer sogas, esteras, triple y papel; se
produce principalmente en España y África del Norte. Esto significara que el
cordón será el abrazo real y total, al propósito tomado; rodeado de la
seguridad de lo que propone la memoria al ser revestidos de la túnica
penitencial. El cordón de esparto es el que rodea y ajusta al ceñirse en la
cintura, será la ayuda para cambiar de mente y así limitarse, moderar
gestos y palabras.
Esto será la señal para obedecer el evangelio con libertad; a Imitación de
cristo pobre y crucificado.
De los tres nudos (del Latín nodus = lazo apretado y difícil de desatar). Del
cordón; se dice con mucha fuerza que es por los tres dones que el señor le
pidió a Francisco en el Monte Alvernia en el tiempo de su Estigmatización;
para que le ofreciese; y el pobrecillo le dijo, tu sabes bien que no tengo otra
cosa, que el hábito, la cuerda y los calzones, y aun estas tres cosas son
tuyas; el señor le dijo; busca en tu ceno y ofréceme lo que encuentres;
busco y halló una bola de oro y se lo ofreció a Dios; hizo lo mismo por tres
veces, pues Dios se lo mando tres veces. A esto se arrodillo tres veces
bendiciendo y dando gracias a Dios que le había dado alguna cosa para
ofrecerle.
En seguida se le dio a entender que aquellos tres dones (tres bolas de oro),
significaban La Santa Obediencia, La Altísima Pobreza y La Resplandeciente
Castidad. (Florecillas cons. De las llagas III) propósito de vivirlo todo el
tiempo de nuestra vida. De ahí nacen los tres nudos del Santo cordón. Estos
símbolos se recrean en una pintura mural que se encuentra en la Basílica de
San Lucchese en Poggi Bonzi.
Razón tenía el Cardenal Trejo cuando decía que el hábito terciario es una
verdadera Purpura (vamos tras el pág. 27); la purpura es la vestimenta de
los reyes por eso se dice: “Vestidos de Purpura”. Generosidad del Dios
Bueno y Padre, en el gesto del `pobrecillo de Asís, porque solo un Padre así;
hace la promesa, que ninguno moriría en pecado mortal con su santo
habito, si vive conforme a la Regla (Vamos tras Él... pág. 37 y 38).
Como se tiene referencia, me gustaría revisar el Ritual de la V.O.T. del 18 de
junio de 1883 donde se dicen frases muy lindas sobre el hábito; el
Escapulario y el Cordón en la ceremonia de admisión: tomando la orilla de
las ropas: Despójate el señor del hombre viejo, con todos sus actos y aparte
tu corazón de la pompas del siglo a la cual renunciaste cuando recibiste el
bautismo. Imponiendo el Hábito o Escapulario: Vístete el señor del hombre
nuevo que según Dios ha sido creado en justicia y en la perfección de la
verdad. Luego ciñéndote el cordón se dice: El Señor te ciña con el cíngulo de
la pureza y apague en tus miembros el humor de la sensualidad, para que
en ti permanezca la virtud de la continencia y la castidad. Esto será (como
continua el Ritual) una señal de inmortalidad, para que muerto al mundo se
viva solo para Dios.
En el Devocionario Franciscano hay un ejercicio diario para las mañanas al
levantarse que dice así: (besando el Escapulario y poniéndoselo); Me
consagro a vos, Dios mío, en este día, como lo hice el día en que recibí esta
insignia de penitencia. (Besando el Cordón y poniéndoselo): Sujeta señor
todos mis sentidos y potencias para que haga en todo tu voluntad, no la
mía.
Pues siendo testigos del sentido penitencial por nuestro propósito de vida,
la santa TAU, el santo Escapulario y el santo Cordón; nos engalanan en
nuestro estado, nos somete a Dios, y nos libra del mundo; de la misma
forma y con el mismo sentido que el sayal en los Hermanos Menores, en las
Damas Pobres y los consagrados porque pertenecemos a una Orden
Religiosa. Estos símbolos nos recordaran siempre nuestra Profesión, solo
cuando ocupemos un estado celestial como ángeles, estos santos símbolos
no nos serán necesarios; el valor teológico de estas revelaciones y
afirmaciones es tan concluyente como los símbolos del Rosario, el
Escapulario del Carmen, medallas, estampas, etc. Siempre hay que
entenderlas con las debidas salvedades y cautelas.
En nuestras actuales Constituciones Generales, art. 43; Ritual. Art. 14, de la
ceremonia de Admisión; se dice que el signo distintivo de la orden
franciscana seglar es la Tau u otro símbolo Franciscano .Los estatutos
nacionales como los de la O.F.S. del Perú, Ecuador y México hablan que
esos símbolos son el Escapulario y el Cordón; En el nuevo Ritual, en la
ceremonia de Admisión; en el inciso 14 dice: Según la costumbre local, el
Ministro puede imponer a cada hermano un signo distintivo de la Orden(la
Insignia TAU u otro signo); hay que seguir apreciándolos sabiendo lo que
significa en la tradición y en la historia de Nuestra Orden y la Iglesia; no por
esto ante las actuales circunstancias, el Escapulario y el Cordón pierde su
valor originario o deja de ser símbolo penitencial, por lo contrario su
riqueza es la misma, mucho más ahora se les debe sentir con más peso y
responsabilidad a quien lo lleva porque en ella está grabada gráficos; como
hechos por el dedo de Dios en las tablas de Moisés. La historia de quienes
han ido entretejiendo por siglos la tradición de nuestra amada orden. Y
para nosotros, que lo llevamos en nuestro cuerpo, es una gran
responsabilidad y un gran Honor; sin merecerlo. En actos litúrgicos
Solemnes puedes llevar tus Hábitos (Escapulario y Cordón).
En el anverso del Escapulario que va sobre el pecho, se contempla en la
parte central un medallón que representa a San Francisco dando al
hermano León el pergamino de la bendición y las Alabanzas al Altísimo,
hecha con sus manos llagadas rodeado de Ángeles que en una armonía
entonan una celestial canción en el monte Alvernia.
En los ángulos superiores se contempla a la izquierda, la Virgen
Franciscana: La Inmaculada Concepción, ella lleva al Niño Jesús y esta
cubierta por un velo, el Niño Jesús lleva el cetro real con que vence al
enemigo. Al otro lado el Cristo de San Damián que le pidió a San Francisco
reparar su casa; con toda su leyenda teológica.
En los ángulos inferiores, los Patrones de la Tercera Orden; San Luís IX Rey
de Francia y Santa Isabel Gran Princesa de Hungría; ataviados de su hábito
penitencial. En el recuadro inferior la profesión de los primeros terciarios;
San Lucchese y Buona Donna de manos de San Francisco en 1221,
acompañados en una recreación anacrónica; Otros Santos Terciarios
Franciscanos ; como San Fernando Rey de España, Santa Isabel Gran
Princesa de Hungría, San Luis IX, Rey de Francia, arrodillados, San Elzeario
de Sabran, San Roque de Montphier y su perrito que le llevaba de comer,
Santa Margarita de Cortona y Santa Rosa de Viterbo y otros personajes
detrás, como haciendo filas, que no se distinguen, que representan a
muchos más Santos venideros. Las dos tablillas del Escapulario en ambos
lados rodeados y custodiados por el cordón de esparto con nudos.
En el reverso del Escapulario que va en la espalda se encuentra en la parte
central un medallón que representa al Escudo Real de nuestra Orden
sobresaliendo en su parte central los brazos de Jesús y de Francisco
llagados y extendidos sostenidos por una Cruz que sobresale de una nube;
como promesa a donde iremos, este grafico coronada por los tres clavos de
cristo como diadema de salvación y sobre esto el Corazón radiante herido
de Jesús que irradia fuego y luz (Amor) para ser custodiados por una corona
de espinas; y un resplandor que llega hasta los cielos
Presididos por cinco querubines como señal del amor inmenso que le tuvo
Francisco a Jesús, que le prometió dar todo lo que se le pidiera por amor a
Dios. En la parte exterior inferior del escudo se aprecian unas cadenas que
sujeta de ambos extremos señala el compromiso indisoluble. Esta parte del
grafico está custodiada por dos ramos de lirios y palmas, en ambos lados y
en ella se representa el amor puro y triunfador que tuvo el Santo; En ella
están colocados los símbolos de sus hijos, la tiara de Papas, el capelo de
cardenales, la mitra de obispos y el birrete de sacerdotes. Al otro lado las
tiaras reales de reyes, reinas, príncipes y princesas, que a nuestra Orden
han pertenecido
En los dos ángulos superiores, dos escudos, el de la izquierda el escudo de
cruce de los dos brazos de Cristo y Francisco, en la imagen derecha el
Serafín alado del monte Alvernia (Jesucristo) que se le presento a San
francisco y le impregno las llagas. En los ángulos inferiores; a la izquierda el
escudo de las llagas de Jesucristo y San Francisco, hacia la mano derecha el
escudo de la Flor de Cristo llamado así a las Cinco Cruces superpuestas que
llevavan los de las cruzadas dibujadas en sus pechos y en sus capas para
defender los Santos Lugares donde Cristo vivió, siendo los Custodios de
Tierras Santa los Franciscanos. Los Cruzados en su gran mayoría fueron
Terciarios.
En el recuadro inferior tenemos el privilegio de llevar la Bendición de San
Francisco
Sobre el Cordón tienen toda la información arriba nombrada; que más se
pude querer y desear, debemos sentirnos honrados y dichosos de ser los
herederos de la historia de cientos de años; debemos besar millares de
veces nuestra Santa TAU, nuestro santo Escapulario y nuestro santo Cordón
por todo este beneficio.
En México el Escapulario lleva bordado solamente en la parte delantera las
05 Llagas de Cristo impresas en el Cuerpo de N.S.P. San Francisco de Asís y
en la parte de atrás los Profesos Perpetuos una Cruz Latina de color rojo,
cuando son Profesos Temporales o Novicios la llevan de color blanco, las
dimensiones del Escapulario Mexicano son más grandes. Para toda la
Orden Franciscana Seglar permanece el uso tradicional del traje talar o
Sayal como mortaja.
Curiosidades: se dice que había un tal Guafreducio (según Canuti este señor
seria tío del bienaventurado Jacobo jurista y terciario), que moraba en Citta
de la Pieve, hombre religioso y temeroso de Dios que su familia tenía gran
devoción a San Francisco; este tenía en su poder un cordón del santo que
habría usado en alguna ocasión. Había muchos hombres y mujeres
enfermos en esa región .este buen hombre pasaba por la casa de los
enfermos dándoles agua donde había mojado el cordón, y estos
recobraban la salud (1 cel. 64). Otra mujer en Camerino privada por
completo de la vista en el ojo derecho colocaron sobre el un paño que
había tocado el bienaventurado Francisco, oraron mucho y se le restableció
la luz a su vista (1 cel. 136).
Cuentan que Santo Domingo de Guzmán le pidió a San Francisco que le
regalara su cordón; y San Francisco se lo negó, pero el insistió con mucha
devoción y caridad a su hermano Francisco, y el santo accedió, y se lo
entrego, levantándose Domingo el hábito se lo puso inmediatamente, y
despidiéndose les dijo a los presentes, deben todos ustedes unirse a este
Santo varón. (II de Celano, 150 y Espejo de perfección, 43)
REFERENCIAS DEL HÁBITO E INSIGNIAS DEL FRANCISCANO SEGLAR :
Muchos me han dicho a raíz de mis publicaciones que el Escapulario de la Orden
Franciscana Seglar en sí mismo no es de origen Franciscano. Pero la historia dice todo lo
contrario, podemos rastrear su existencia desde los inicios de la Orden Franciscana Seglar:
En la Regla "Memoriae Propositi" que se asume históricamente nos dio a los Franciscanos
Seglares el Cardenal Hugolino, más tarde Papa Gregorio IX, Protector de N.S.P. San
Francisco de Asís; reza en la sección "Del modo de vestir" de las Hermanas que "deben de
llevar al menos con el manto, una tela de lino, es decir; un Escapulario blanco o negro".
Luego en la Regla de Nicolás IV "Supra Montem" (1289), en el Capítulo II "Del Hábito que
se ha de usar...", reza de igual manera que "al menos con el manto lleven una tela de lino
Escapulario blanco o negro".
Fue a partir del año de 1510, con el Concilio de V de Letran (que se convocó en 1511 y su
primera sesión fue en 1512)
del Concilio de Trento,de que el Papa León X le diera su Regla a la Tercera Orden Regular
a través de la Bula Inter cetera, dividiendo la Tercera Orden en dos ramas: Seglar y Regular,
y con la Ordenanza del Papa Julio II, fue que el Escapulario paso a ser el Habito de los
Franciscanos Seglares, es decir: Dos amplias tiras de tela que cubrían el pecho y la espalda
y se sujetaban por medio del Cordón (Este ultimo, la Santa Sede le permitio su uso a los
Terciarios Franciscanos como simbolo de su pertenencia a la Orden Franciscana a partir de
1396)
Con el pasar de los siglos, y en especial en el siglo XVIII, de igual manera que sucedió con
el Escapulario Carmelita, a petición de los Seglares, el tamaño del Escapulario se redujo
hasta el tamaño al que estamos familiarizados, pero tenía una gran diferencia con respecto
al actual, ¡Que estos eran bordados a mano! No tenían estampado litográfico, los
Escapularios Franciscanos con estampado surgieron después, y que son, desde luego; los
que en algunas naciones se siguen usando.
Para los que preguntan cómo eran esos Escapularios Franciscanos bordados,les adelanto
que son muy parecidos a los que usan los Franciscanos Seglares en México: La parte
delantera tenían bordado las Llagas de Cristo impresas en el Cuerpo de N.S.P. San
Francisco de Asís en la forma que aparece en la Heráldica Franciscana y en la parte que cae
detrás la Cruz de Jerusalén o del Santo Sepulcro.

EN UN MUNDO CADA VEZ MÁS PROFANO, SE NECESITA VALOR PARA


MOSTRAR ABIERTAMENTE NUESTRA PERTENENCIA A DIOS, A LA IGLESIA
CATÓLICA Y A LA FAMILIA FRANCISCANA SEGLAR.
ALGUNOS PUNTOS IMPORTANTES PARA ENTENDER POR QUÉ USAMOS LA
TAU, EL SANTO ESCAPULARIO Y CORDÓN FRANCISCANO:
1- Hace perceptible a los sentidos humanos que quien lo usa es propiedad de Dios,
pertenece a Dios, ha sido "tomado" por Él. El hábito o Insignia es un signo de consagración
(cf. C.D.C. 669)
2- Recuerda a quienes lo usan que son una oblación que se recuerda y se renueva en todo
momento y en cualquier lugar, situación u ocasión.
3-Hace visible lo invisible, ya que señala el mundo sobrenatural.
4- Revela que pertenecemos y somos representantes de la Santa Madre Iglesia y de la
Familia Franciscana Seglar.
5- Libera de cualquier apego desordenado a los bienes temporales. Es un "testimonio de
pobreza" (cf. C.D.C. 669) (Por eso esa hermosa Oración al besar el Escapulario
Franciscano: “Que este Santo Escapulario, SIGNO DE PENITENCIA, me ayude a
conservar siempre la pureza de conciencia”)
6- Mortifica nuestros atractivos sensuales. (Por eso esa hermosa Oración al besar el Cordón
Franciscano: “Gozoso ciño a mi cuerpo este bendito Cordón, PARA MANTENER MIS
PASIONES EN SALUDABLE PRISIÓN”)
7- Protegen contra los peligros (Dado que son Sacramentales) y reducen las ocasiones de
pecado para quienes lo usan y para quienes lo rodean.
El Hábito o Insignia de la Orden Franciscana Seglar nos saca de toda la actitud neutral y no
comprometida de fe en Jesucristo. Vestidos con él, no se puede negar que somos seguidores
de Jesús. No se puede decir como Pedro: "No conozco a ese hombre" (Mt. 26, 72)
“Nosotros LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR (O.F.S.), nacemos en 1221 del mismo
Padre Fundador San Francisco de Asís, junto con los Frailes Menores y las Clarisas. Fue
Francisco de Asís quien nos quiso laicos. No somos una creación de los Frailes. SOMOS
UNA ORDEN DE CONSAGRADOS, Seglares, PERO CONSAGRADOS AL FIN, con
Autonomía y eso es único."

¿CUAL FUE EL COLOR DEL HABITO FUNDACIONAL DE LA ORDEN DE LOS


HERMANOS Y HERMANAS DE LA PENITENCIA, ACTUAL O.F.S. U ORDEN
FRANCISCANA SEGLAR?
PRIMERO HABLEMOS UN POCO DE “LOS COLORES” DE LOS FRANCISCANOS.
Pretender hablar hoy de los colores del hábito que llevan hombres y mujeres que se inspiran
en el carisma de Francisco de Asís ciertamente no es empresa fácil. A lo largo de los siglos
las Familias de la primera Orden, la de los hermanos menores, han adoptado los colores gris
(cenizo) y marrón (éste con muchos matices, claro, oscuro, castaño, rojizo…) y también el
negro.
Hay congregaciones masculinas y femeninas de reciente fundación que visten incluso el
azul, porque a la inspiración franciscana antigua ha venido a añadirse y fundirse la mariana.
Evidentemente el color siempre tenía una carga simbólica ligada a la memoria de la
identidad espiritual del grupo que lo había escogido. Pero ¿qué pensaba Francisco sobre el
color del hábito?
En la Regla él no prescribe ningún color para el hábito de los seguidores penitentes,
invitándolos sólo a llevar “ropas humildes”, a “vestirse con hábito viles”. Un biógrafo
recuerda su elogio de la alondra: “Su plumaje es de color tierra. Ella da a los religiosos el
ejemplo de que no deben tener hábitos elegantes y finos, sino de color mortecino, como la
tierra”. Hacia 1240, un cronista inglés habla de Hermanos Menores vestidos con “túnicas
largas de color gris”. En las Constituciones de Narbona (1260) san Buenaventura, que era el
Ministro general, prescribe que los hermanos no se vistan ni de negro ni de blanco.
Los Hermanos Menores Conventuales hasta las Constituciones de 1803 estaban obligados al
color gris, pero desde 1823 comenzó a prevalecer el negro.
Los Hermanos Menores Observantes hacen su paso oficial del gris (cenizo) al marrón en el
capítulo de Asís de 1895, cuando León XIII unificó en “Hermanos Menores” las diferentes
familias de la Observancia (Reformados, Alcantarinos, Recoletos, etc.).
Los Hermanos Menores Capuchinos decidieron en 1912 tomar el actual color marrón
castaño. El color del hábito de las familias franciscanas de la primera Orden nace y
evoluciona de corrientes de dentro de la misma. Hasta 1517 la Familia Franciscana nacida
en 1209 era jurídicamente una, gobernada por un único Ministro general, considerado por
todos, sucesor directo de san Francisco. En este año, León X dio independencia jurídica al
movimiento de la Observancia, iniciado por el hermano laico de san Francisco en Foligno el
1368. De la Observancia, atacada en varios frentes, se deriva también la familia de los
Capuchinos (1525), que, bajo la tutela jurídica de los Menores Conventuales alcanza la
independencia jurídica en 1628.
AHORA BIEN…
Cuando San Francisco, según pía tradición, fundo la Orden de los Hermanos y Hermanas de
la Penitencia con los Esposos Lucchese y Buonadonna de Poggibonsi en 1221, les impuso
el sayal de COLOR GRIS CENIZO, siendo este el COLOR ORIGINARIO DEL HABITO
DE LA TERCERA ORDEN SERAFICA. De hecho el gris fue el color oficial para todos los
Franciscanos hasta mediados del siglo XVIII.
¿Cuándo ocurre el cambio? Los Frailes Menores Observantes pasaron del color ceniza al
marrón hace poco más de un siglo, en la segunda mitad del siglo XIX. Se empezó en
Francia y se impuso para toda la Orden en el capítulo de Asís del 1895, cuando León XIII
reunificó en una sola a las distintas familias reformadas: observantes, alcantarinos, recoletos
y reformados, allí fue que se impuso dicho color también para los Terciarios.
Pero la historia no acaba allí, a medida que surgieron reformas en la Primera Orden,
también estas repercutían en la Tercera Orden, tanto así que cada una de las Obediencias
que hoy conocemos tenían su propia Tercera Orden hasta que se unificaron apenas hace
pocos años bajo un Ministro General, y estas USABAN EL COLOR DE DICHA
OBEDIENCIA, es decir, los Terciarios Conventuales usaban Escapularios de color Gris o
negro, los de la Observancia; Café oscuro, y los Capuchinos, un café más claro.
En Latinoamérica predomino el uso del paño Café oscuro para los Escapularios, pues fue la
Observancia la que fundo y propago la Tercera Orden en las Colonias Españolas,
empezando en Mexico.
Si deseas leer mas acerca del Habito e Insignia del Franciscano Seglar, haga click en los
siguientes links:
https://www.facebook.com/felix.becerrafranco/posts/10221720162297448
https://www.facebook.com/felix.becerrafranco/posts/10222314139386504
https://www.facebook.com/felix.becerrafranco/posts/10224701851997827
(En la Foto: Reproducción artesanal de un antiguo Escapulario Franciscano en paño gris
cenizo / Según escribe Fray Antonio Arbiol O.F.M. en el año de 1706, que el símbolo de las
05 llagas de Cristo, le llevan los Terciarios bordadas en el Escapulario, es por la razon
siguente: Fue un Terciario, el Conde Orlando de Chiusi, quien le regaló a San Francisco de
Asis el Monte Alvernia, lugar donde este recibió los Sagrados Estigmas)
LOS SÍMBOLOS FRANCISCANOS SEGLARES
(Nunca dejan ni dejaran de ser significativos)
LA TAU
-“La Tau es la última letra del alfabeto griego. Es símbolo de la humildad en
que se fundó el Evangelio – decía el Papa Inocencio III- . La Tau tiene
exactamente la misma forma de la Cruz en que fue clavado Cristo…”
Estas Palabras penetraron hondamente en el corazón de San Francisco. Él
se sintió aludido, y desde entonces hizo su propio blasón de la Tau,
proclamada por el Papa como emblema de la reforma: “Se prepara una
túnica en forma de Cruz”; y además, “la señal de la Tau le era preferida
sobre toda otra señal; con ella sellaba las cartas y marcaba las paredes de
las pequeñas celdas” (Celano)
EL HÁBITO O INSIGNIA:
-El Hábito del Franciscano Seglar comprende el Cordón y el Escapulario.
Estos son Signos de Humildad y Penitencia o Conversión. El Candidato se
despoja del “Hombre Viejo” para tomar un nuevo Habito, “Hombre nuevo”
imagen de la vida nueva que va a comenzar
EL CORDÓN
-El Cordón que llevan puesto todos los Franciscanos, lleva tres nudos , que
hoy hacen referencia a los tres votos de la Profesión de Vida Religiosa, que
son: Obediencia, Castidad y Pobreza (desapropio). San Francisco, después
de haber escuchado el Evangelio, cambio su correa de cuero, signo de
poder, por una cuerda común y corriente. También el Cordón Franciscano
puede llevar 05 nudos: Los cinco nudos representan los estigmas de
Jesucristo causados por la crucifixión y a su vez las Cinco Llagas de N. S. P.
San Francisco de Asís.
Sin embargo, este modismo de usar el Cordón con 05 nudos, existente en
España y las Américas de habla Hispana, viene también de la costumbre en
su momento de hacer, ademas de la Profesión de los Consejos Evangélicos
(Los Votos de Humildad, Castidad y Obediencia) el Voto de Defensa del
Dogma de la Inmaculada Concepción y un quinto Voto, que variaba en cada
Hermano, pues era a nivel personal. La Orden Franciscana Seglar usa el
Cordón Franciscano desde el año de 1396 como símbolo de su pertenencia
a la Orden Seráfica por disposición y aprobación Pontificia, hoy aún vigente.
EL ESCAPULARIO
Es un Sacramental formado por dos trozos de tela de burda lana de color
café que llevan pintados, bordados o grabados en un lado el Escudo
Franciscano que representa los brazos cruzados de Jesús y Francisco, y
detrás está la Cruz, y del otro lado la escena de la Bendición de San
Francisco a Fray León (En México son las Llagas de Cristo y la Cruz) y están
unidos por dos cintas para poderlo llevar colgado al cuello (un trozo sobre
el pecho y otro sobre la espalda) en señal de devoción. La Orden
Franciscana Seglar usa desde los años 1510- 1512 (V Concilio de Letran) el
Escapulario como Hábito propio por Decreto Papal.
¿EN QUÉ CONSISTE LA GRANDEZA DE LA INSIGNIA DEL FRANCISCANO
SEGLAR?
La grandeza de nuestra Insignia o Habito consiste, entre otra muchas cosas
desde luego, en que mucho nos ayuda a conservarnos en ESTADO DE
GRACIA, y estando en este estado y llevando puesto el Habito interior, las
Buenas Obras que hacemos con la intención de servir a Dios, le agradan
más y recibirán mayor recompensa en esta vida y en la otra.
Después, y esto es de mayor importancia, que si lo llevamos dignamente
nos ayudara a ser mejores cristianos, a vivir más perfectamente la Vida
Cristiana, pues nos recuerda constantemente que somos Franciscanos, que
debemos manejarnos como cristianos perfectos, pues fue para ello que
ingresamos a nuestra bendita Orden, y nos recuerda que para esto
debemos SERVIR A DIOS, como lo declaramos el día de nuestra Profesión al
contestar al Sacerdote que nos preguntó: Hermano, ¿Qué pides?- Padre,
pido ser admitido a la profesión de la Regla de la Tercera Orden de San
Francisco, para SERVIR A DIOS en esta Orden hasta la muerte, después de lo
cual, al hacer nuestra profesión decimos: “…prometo vivir el Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo en la Orden Franciscana Seglar, observando la
Regla todo el tiempo de mi vida…”
El Escapulario, nos recuerda que debemos ante todo guardar los
Mandamientos de Dios y de la Iglesia, para conservarnos en ESTADO DE
GRACIA, requisito indispensable para ser grato a los ojos de Dios.
Y además de esto, nos recuerda constantemente que las principales
virtudes que el Franciscano Seglar deber procurar tener, además del
Servicio de Dios, son: LA PENITENCIA, el amor a la Pobreza, la Humildad, y
la Pureza, pues la burda lana de que esta hecho nuestro Escapulario y su
color, nos recuerdan que debemos hacer Penitencia; su falta de bordados y
adornos, que debemos amar la Pobreza; el color blanco del cordón, que
debemos ser castos, y los tres nudos que lleva, nos recuerdan que estamos
atados al SERVICIO DE DIOS, como nos lo indican las palabras que el
Sacerdote pronuncia al bendecir el Cordón el día de nuestra Profesión:
“Bendecid, Señor, este Cíngulo, y haced que vuestro(a) siervo(a)…
reconozca la obligación de vivir dedicado a vuestro santo servicio”.
Entendamos en qué consisten estas virtudes:
-LA PENITENCIA: Penitencia es lo mismo que arrepentimiento o conversión.
Llevar una vida de penitencia, es vivir continuamente arrepentido de
nuestros pecados. Quien está verdaderamente arrepentido de ellos procura
desagraviar a Dios de sus culpas pasadas haciendo ciertos sacrificios que se
llaman penitencia.
Hay que entender que, para hacer penitencia, no es necesario flagelar
nuestro cuerpo ni llevar cilicios, ni practicar las maceraciones. El
Franciscano Seglar puede hacerla llevando su Cruz, es decir: Bendecir las
penas y contrariedades de la vida diaria, y ofrecerlas a Dios en satisfacción
de nuestros pecados.
Nada como la vida de penitencia y la digna participación frecuente en la
Sagrada Comunión, y Confesión, nos ayuda tanto a vivir en ESTADO DE
GRACIA.
-EL SERVICIO DE DIOS: Servir a Dios, es hacer nuestras Obras Buenas y aun
las indiferentes, con la intención de agradarlo, en otras palabras: Por amor
suyo, en su honor, en su nombre, en su Santo Servicio a fin de “edificar un
mundo más fraterno junto con los hombres de buena voluntad”. El
Franciscano sirve a Dios guardando su Regla, y haciendo todos los actos del
día con intención de agradarle y con espíritu misionero.
-EL AMOR A LA POBREZA: Amar la Pobreza no quiere decir que debamos
necesariamente ser materialmente pobres, sino que seamos pobres de
espíritu, es decir; que estemos contentos con lo que tenemos, no tener
afecto desordenado a las riquezas, de tal manera que si no las tenemos no
las deseemos desordenadamente, y si las tenemos no nos apeguemos a
ellas con un afecto desordenado que nos aparte de Dios. Y compartir con
los más pobres.
-LA HUMILDAD: Consiste la humildad en no creerse mejor que el prójimo,
en no ser pretencioso, en no ver menos a nadie, considerando que Dios nos
lo ha dado y que es a Él a quien toca el honor de ellos, y que, mientras más
dones nos haya dado, mayor será nuestra responsabilidad para usarlos bien
y en pro del prójimo.
El soberbio, vuelve veneno contra sí mismo los bienes que de Dios ha
recibido; el humilde, por el contrario, hace a Dios justicia de sus dones.
-LA CASTIDAD: La castidad es la virtud que nos lleva a abstenernos de los
placeres ilícitos de la carne, y de todo cuanto a ellos pueda llevarnos, es
decir: Deseos, afectos, imaginaciones y cosas por el estilo.
Estos placeres, que son lícitos dentro del Santo Matrimonio cuando van
ordenados a la generación de los hijos y a la unión de los Esposos, son por
completo ilícitos entre personas que no están casadas.
Todo lo que tiene que hacer el Franciscano Seglar para ser casto en su
condición laical, es guardar el 6to y el 9no Mandamiento, evitar, como la
Regla le ordena, las diversiones peligrosas etc., y sobre todo esas
familiaridades entre personas de sexo diferente que están actualmente tan
en moda. (Cf. S. Francisco, en 2 Celano 112 y 114).
(Ob. Cit. “El Camino Franciscano” de Fr. Francisco Calderoni O.F.M. Conv./
Págs. 09-15/Caracas- Venezuela / 2004)
REFERENCIAS DEL HÁBITO E INSIGNIAS DEL FRANCISCANO SEGLAR :
Muchos me han dicho a raíz de mis publicaciones que el Escapulario de la
Orden Franciscana Seglar en sí mismo no es de origen Franciscano. Pero la
historia dice todo lo contrario, podemos rastrear su existencia desde los
inicios de la Orden Franciscana Seglar:
En la Regla "Memoriae Propositi" que se asume históricamente nos dio a
los Franciscanos Seglares el Cardenal Hugolino, más tarde Papa Gregorio IX,
Protector de N.S.P. San Francisco de Asís; reza en la sección "Del modo de
vestir" de las Hermanas que "deben de llevar al menos con el manto, una
tela de lino, es decir; un Escapulario blanco o negro".
Luego en la Regla de Nicolás IV "Supra Montem" (1289), en el Capítulo II
"Del Hábito que se ha de usar...", reza de igual manera que "al menos con
el manto lleven una tela de lino Escapulario blanco o negro".
Fue a partir del año de 1510, con el Concilio de V de Letran (que se convocó
en 1511 y su primera sesión fue en 1512)
del Concilio de Trento,de que el Papa León X le diera su Regla a la Tercera
Orden Regular a través de la Bula Inter cetera, dividiendo la Tercera Orden
en dos ramas: Seglar y Regular, y con la Ordenanza del Papa Julio II, fue que
el Escapulario paso a ser el Habito de los Franciscanos Seglares, es decir:
Dos amplias tiras de tela que cubrían el pecho y la espalda y se sujetaban
por medio del Cordón (Este ultimo, la Santa Sede le permitio su uso a los
Terciarios Franciscanos como simbolo de su pertenencia a la Orden
Franciscana a partir de 1396)
Con el pasar de los siglos, y en especial en el siglo XVIII, de igual manera
que sucedió con el Escapulario Carmelita, a petición de los Seglares, el
tamaño del Escapulario se redujo hasta el tamaño al que estamos
familiarizados, pero tenía una gran diferencia con respecto al actual, ¡Que
estos eran bordados a mano! No tenían estampado litográfico, los
Escapularios Franciscanos con estampado surgieron después, y que son,
desde luego; los que en algunas naciones se siguen usando.
Para los que preguntan cómo eran esos Escapularios Franciscanos
bordados,les adelanto que son muy parecidos a los que usan los
Franciscanos Seglares en México: La parte delantera tenían bordado las
Llagas de Cristo impresas en el Cuerpo de N.S.P. San Francisco de Asís en la
forma que aparece en la Heráldica Franciscana y en la parte que cae detrás
la Cruz de Jerusalén o del Santo Sepulcro.
Junto a estas breves letras les publico una fotografía de una pintura mural
al temple que data de la Época de oro del Arte Colonial Quiteño, plasmado
en el antiguo Claustro, hoy Museo del Convento Máximo de N.S.P. San
Francisco de Asís de Quito Centro / Ecuador, que representa a la B.V.M.
Nuestra Señora de Guadalupe de Extremadura, a cuyos pies están
arrodillados San Luis IX, Rey de Francia y San Ivo de Bretaña (Franciscanos
Seglares), la Imagen de la Virgen se apoya en un Blasón Heráldico con el
Escudo de la Orden Franciscana, y en la mano con la cual sostiene al Niño
Jesús, de ella a su vez, también penden, el Escapulario de la Tercera Orden
de San Francisco representado a la usanza de la época, y el Cordón con 05
nudos.

Recientemente he sido interrogado sobre el uso y provecho de nuestro Santo Escapulario


Hemos de aclarar que el poder y gracias de los Sacramentales (¡Sí! El Escapulario
Franciscano ES UN SACRAMENTAL) no residen en la materia que los constituye, sino en
la potestad de la Iglesia que los bendice y en la fe y devoción de quien los usa.
Entendido bien esto, vemos en este Sacramental un "santo pretexto" de Nuestro Padre San
Francisco para hacernos bien y llevarnos al Cielo.
Es por esto que, como enseña la Sagrada Teología y la Tradición Franciscana, San
Francisco baja al Purgatorio a librar de aquellas penas y sufrimientos no solo a sus hijos
Frailes Menores y Clarisas, cada semana, casi todos los días, además del día de la
Porciúncula (02 de agosto), el día de la impresión de sus sagradas Llagas (17 de septiembre)
y el día de su muerte o tránsito (04 de octubre) sino que EL LIBERA A TODO AQUÉL
FRANCISCANO SEGLAR QUE PORTÓ EN VIDA EL ESCAPULARIO Y EL CORDÓN
DE LA TERCERA ORDEN, Y CUMPLIÓ CON LA OBSERVANCIA DEL SANTO
EVANGELIO A TRAVÉS DE LA REGLA DE LA O.F.S. CON SUMA DEVOCIÓN,
además de sus más fieles devotos.
[(Ob. Cit. FLORECILLAS DE SAN FRANCISCO Y DE SUS COMPAÑEROS
/Consideraciones sobre las Llagas /CONSIDERACIÓN III /Aparición del serafín e
impresión de las llagas a San Francisco) (Ob. Cit. Crónica de los XXIV Generales) (Ob. Cit.
Bartolome de Pisa, Barecio, Cornejo y otros autores de nota) (Ob. Cit. “Vamos tras el…”/P.
Juan R. de Legisima & P. Gaspar Calvo Moralejo/ Pags. 753/ Biblioteca
Franciscana/Madrid, 1972, octava edición)]
oy estamos conmemorando el 30° aniversario de la muerte de la primera Ministra
General OFS Manuela Mattioli (1936-1992)
Nacida en Florencia, Italia el 17 de noviembre de 1936, Manuela se mudó a Caracas,
Venezuela en 1950, donde se convirtió en miembro de la Tercera Orden (bajo la
Asistencia de los Capuchinos).
El 4 de octubre de 1973, los cuatro Ministros Generales de la Primera Orden
Franciscana nombraron el primer Consejo Internacional de la Tercera Orden
Franciscana y Manuela Mattioli fue elegida y nombrada Primera Presidenta
Internacional de la Orden Franciscana Seglar.
Manuela fue reelegida Presidenta por los miembros del único Consejo Internacional en
1977 y finalmente reelegida Primera Ministra General de la OFS en el IV Capítulo
General de la OFS (primer capítulo electivo) celebrado en Madrid en 1984.
Falleció el 3 de noviembre de 1992. A su paso, vestía el hábito marrón y el cordón y
parecía un ángel dormido, tan hermoso y apacible. Monseñor Flavio Roberto Carraro,
Ministro General de los Capuchinos, fue el principal celebrante de su misa de funeral. .
El P. Maximiliano Rosito, OFM Conv, dio la bendición final y un emotivo discurso a su
vida llena de dones extraordinarios e históricos a la Iglesia, a la Familia Franciscana y al
mundo. Manuela ha traído la unidad a nuestra Orden una vez fragmentada. Lo logró con
cuidado maternal inspirado y dedicado. Su servicio fue sin precedentes e inigualable en
la historia de nuestra Orden.
"Uno de los primeros actos de mi pontificado fue visitar la tumba de San Francisco".
- Juan Pablo II a los participantes en el Capítulo General de la Orden Franciscana Seglar
Los miembros laicos de la Orden Franciscana Seglar se han reunido en Roma para
estudiar las nuevas Constituciones que deben ser aprobadas por la Santa Sede. Este
movimiento laico, fundado por san Francisco, es todavía hoy uno de los más universales
y con más afiliados, ya que está muy extendido en el mundo y reúne a un millón y
medio de suscriptores o profesos.
Refiriéndose al ejemplo de san Francisco, el Papa había dicho que todos podemos
"tender a la perfección del propio estado y alcanzarla sin abrazar el estado de
perfección", es decir, el estado religioso de la práctica de los consejos evangélicos. El
mandamiento de ser perfectos no es sólo para religiosos y sacerdotes, sino para todos
los cristianos, para todos los discípulos del Señor. La perfección no es un lujo, no es un
aspecto secundario y mucho menos superfluo de la vida cristiana, sino que llama a todos
los bautizados a una propuesta precisa, que es también cuestión de salvación.
Tras el discurso, distendida conversación del Papa con varios miembros de la Orden
Franciscana Seglar:
“Ustedes pertenecen a una orden y eso no significa otra cosa que su estrecho vínculo
con la gran familia franciscana y el vínculo fraterno y vigoroso con la espiritualidad del
'Pobre de Asís', dijo el Papa a los participantes en el Capítulo General de la Orden
Franciscana Seglar. (OFS) durante una audiencia que les fue concedida el 15 de junio.
¿QUÉ SIGNIFICA “UNA ORDEN LAICA”?
“Pero también sois una “Orden”: Orden Seglar, pero Orden verdadera”. Esta antigua -
podría decirse medieval- palabra "Orden" no significa otra cosa que vuestra estrecha
pertenencia a la gran Familia franciscana, vuestro vínculo fraterno con la Primera
Orden, rama vigorosa de la espiritualidad del Pobre de Asís. La palabra "Orden"
significa participación en la disciplina y austeridad propias de esta espiritualidad, para
que en la autonomía de vuestra condición laical y seglar, que por otra parte implica
muchos sacrificios no menos que los que obran en la vida religiosa y sacerdotal.
LA POBREZA, PORTADORA DE “ALEGRÍA PERFECTA”
“El período transcurrido desde la aprobación de la anterior Constitución ha estado
marcado por la especial atención de los Soberanos Pontífices hacia vuestra Orden,
siguiendo con paternal y benevolente atención la progresiva renovación en un período
que, como ya sabéis, no fue fácil . Mis predecesores han señalado el camino de la
verdadera renovación, un camino que ustedes se han esforzado por seguir.
Recordaré ahora brevemente el querido recuerdo de Pío XII, y también el de Juan
XXIII, que en 1959 quiso dirigiros estas amables palabras: «Ego sum Joseph, frater
vester».
Importante fue la intervención del Papa Pablo VI -a quien suscribo en esta ocasión-: os
exhortó a tener una "triple confianza": la confianza en la profesión de pobreza, elegida
como virtud específica, liberados de la "perpetua seducción de la riqueza", y portadores
de la "perfecta alegría": la pobreza, no sólo como relajación de la riqueza, sino también
como relajación y abandono en la divina Providencia; confianza en el amor de la Cruz:
"Gran tentación es vencer: la de suprimir la página de la cruz del Evangelio"; confianza
en la actualidad de la espiritualidad franciscana: "Tenemos confianza en nosotros
mismos", dijo el Papa Montini, "que el hombro fuerte y paciente de san Francisco
sostiene a la Iglesia visible y humana".
EL ESPÍRITU DE LAS BIENAVENTURANZAS
“Esta confianza también es mía. ¡Recordad que uno de los primeros actos de mi
pontificado fue visitar la tumba de San Francisco y prueba significativa, entre otras
cosas, de la actualidad de la espiritualidad franciscana, se manifiesta también en el éxito
mundial del encuentro de oración en Asís en octubre de 1986: ¿Cómo no reconocer en
este evento el “estilo” –casi se quiere decir– de este incansable y entusiasta predicador
de la paz que fue Francisco?
Por eso me alegra recordar el encuentro que tuve en el mismo año, con los miembros de
la Presidencia del Consejo Internacional de vuestra Orden, reunidos en Roma para
profundizar en las líneas maestras de la nueva Constitución. En esta circunstancia, os he
invitado a llevar el espíritu de las bienaventuranzas a la vida cotidiana, a los
compromisos seculares y a las relaciones con las personas, que es como la "sal de la
tierra" que da verdadero sabor al mundo y lo hace saborear de Paraiso."
Juan Pablo felicitó a los capitulares por el estudio y perfeccionamiento de las nuevas
Constituciones: les recordó que “es la hora de los laicos”; que debemos actuar siempre
en unión con los pastores y con otros movimientos y asociaciones; que poco importa
que sean muchos, pocos o pobres, sino de buena voluntad y de fe en la Iglesia y que
sean -usaré una expresión de Jacques Maritain- "estrellas luminosas esparcidas en la
noche del mundo". Finalizó recordando el ejemplo de María y saludando a los presentes
y ausentes, así como a sus familias.
PAZ Y BIEN!!
+12
“Nosotros la Orden Franciscana Seglar ( O.F.S.), nacemos en 1221 del mismo Padre
Fundador San Francisco de Asís, junto con los Frailes Menores y las Clarisas. Fue
Francisco de Asís quien nos quiso laicos. No somos una creación de los Frailes. Las otras
Terceras Ordenes de las otras familias Religiosas como los Carmelitas, Mercedarios, etc.,
están adheridas a las Primeras Ordenes que las fundaron, pero nosotros la O.F.S. somos
independientes. La nuestra es una Orden de Consagrados, Seglares, pero Consagrados al
fin, con Autonomía y eso es único. Muchas veces la Jerarquía Eclesiástica no sabe dónde
ubicarnos, si ponernos dentro de la Congregación para los Apostolados o dentro de la
Congregación para la Vida Religiosa, así que siempre nos invitan a las dos.”

"Nudus nudum Christum sequi" es un antiguo lema ascético cristiano en vigor


especialmente entre los primeros Franciscanos. Se refiere a estar "desnudo para seguir a
Cristo desnudo". San Francisco de Asís lo literalizó al desnudarse para despojarse de todo,
abrazando a Cristo como su única vestimenta. Santa Ángela de Foligno, Terciaria
Franciscana, es otra que hizo lo mismo, desnudándose ante un crucifijo como símbolo de su
entrega total a Cristo. Tales actos pueden parecer excesivos y vergonzosos: sin embargo,
mostraron su absoluta e irreversible elección de Dios. Simplemente se negaron a servir a
dos señores. Su fidelidad también fue ricamente recompensada: Francisco se convierte en el
"segundo Cristo" y Ángela, en el punto álgido de su experiencia mística, se ve a sí misma
recostada sobre la Santísima Trinidad; es decir, revestida de la Trinidad. Sus vidas nos
inspiran a desnudarnos en el espíritu para revestirnos sólo de Cristo.
02 de octubre: BEATO ANTONIO CHEVRIER

Presbítero, de la Tercera Orden Franciscana (1826-1879) Fundador de la Obra de la Providencia del


Prado. Beatificado por San Juan Pablo II el 04 de octubre de 1986.

Nació en Lión el 16 de abril de 1826 de una familia modesta. A los diecisiete años el joven Antonio sintió
la llamada al ministerio sacerdotal. En el primer año de los estudios teológicos pensó seriamente
ingresar en el Instituto de Misiones extranjeras de París.
No logró realizar su deseo, pero el anhelo misionero permaneció en él y se manifestó concretamente en
el momento de su ordenación sacerdotal, en 1850, cuando aceptó gustoso el nombramiento rechazado
por otros, de vicario en la parroquia de San Andrés, en pleno barrio obrero, en medio de los pobres. Allí
ejerció un apostolado fructuoso por su caridad inagotable.

La noche de Navidad de 1856, delante del pesebre, recibió la revelación de la divina pobreza y el amor
de Navidad, y desde entonces, como perfecto imitador de San Francisco de Asís, vivió una vida cada vez
más pobre. Alentado por el santo Cura de Ars aceptó en 1857 el oficio de director espiritual de la
“Ciudad del Niño Jesús”, una obra fundada en Lión para niños pobres, que se proponía sobre todo la
preparación de los niños para la primera comunión y la acogida de niños abandonados. En 1859 decidió
fundar una obra suya en favor de los muchachos marginados. Con la ayuda de Fray Pedro Louat y de Sor
Amelia y Sor María compró un gran salón de baile, situado cerca de la parroquia de San Andrés en Lión,
que se llamaba “Prado” y que fue el centro de sus obras asistenciales.

A la obra para los muchachos añadió pronto una escuela para clérigos de la cual salieron los sacerdotes
que formaron la “Sociedad de los Sacerdotes del Prado”. Antonio Chévrier está ciertamente entre los
primeros en tomar conciencia de la apostasía de las masas y del riesgo que corría el sacerdote
permaneciendo lejos de los pobres. Por eso quiso “sacerdotes pobres entre los pobres”, verdaderos
testigos de Cristo buen samaritano y, como él, solícitos sobre todo de la salvación de los hermanos.

Como los grandes apóstoles de la juventud, Antonio meditaba a menudo las palabras de Jesús (Mc
10,14): “Dejad que los niños vengan a mí y no se lo prohibáis, porque de los que son como ellos es el
reino de Dios”. “Si no os convertís y no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt
18,3). “El que acoge a uno de estos mis pequeños, a mí me acoge!”.
En Lión, después de un año de agudos dolores a causa de una úlcera, se durmió en la paz de los santos el
2 de octubre de 1879, a los 53 años. Fue beatificado por Juan Pablo II durante su peregrinación
apostólica a Lión el 4 de octubre de 1986.
01 de Octubre : BEATO NICOLÁS
DE FORCA PALENA.

Sacerdote, ermitaño de la Tercera Orden


(1349-1449). Aprobó su culto Clemente XIV el
28 de agosto de 1774.

Nicolás vivió de la mitad del siglo XIV a la mitad


del siglo XV; exponente del imponente
movimiento de la Tercera Orden Franciscana
que abarca desde los palacios reales hasta las
casitas de los tejedores, asumiendo formas
muy diversas de vida religiosa; la magnífica
flexibilidad de la regla la hace apta para
santificar todos los estados y todas las almas. Así tenemos a santa Brígida de Suecia, esposa modelo,
madre de 8 hijos, que, después de haber peregrinado a los grandes santuarios, permanece en Roma,
donde inicia una vida pobre, premiada con visiones, fundadora de una escuela de perfección. Santa
Isabel, reina de Portugal, San Elzeario de Sabran y la Beata Delfina de Glandèves, quienes desde el trono
irradian fulgores de santidad, San Conrado Confalonieri, que cuando la mujer se hace clarisa, parte como
peregrino por Italia, y concluye su vida en el eremitorio de Noto en Sicilia en la oración y en la
penitencia. San Roque de Montpellier, quien, de rico, se hace pobre e itinerante por los caminos de
Francia e Italia, dejando un heroico mensaje evangélico en momentos de luchas y pestes.

En Forca Palena dei Peligni, pequeña región de la provincia de Chieti (Abruzos), nace Nicolás en 1349.
Después de una sana educación entró en el seminario y fue ordenado sacerdote, ejerció por un tiempo
el ministerio de párroco en la diócesis de Sulmona. Después de la elección al Sumo Pontificado del
sulmonés Inocencio VII, deseoso de una vida de mayor santidad, viajó a Roma, donde fue acogido por un

grupo de ermitaños, que vivían la vida de la Tercera Orden Franciscana, bajo la dirección de Fray Rinaldo
del Piamonte. Su eremitorio estaba situado entre las termas de Nerón, en una torre, con casitas y
huertecillo en la región de San Eustaquio, cerca de la iglesia de San Salvador.
Su personalidad, sus eminentes dotes intelectuales y morales le atrajeron la estimación de todos los
ermitaños, quienes a la muerte de Fray Rinaldo lo nombraron su sucesor, su maestro y padre.
Entretanto habían crecido en número y fervor y de todas partes de Italia llegaban peticiones de nuevas
fundaciones.

Con algunos compañeros Nicolás se fue a Nápoles y


entre la vieja iglesia de San Agnello y el actual
hospital de los incurables, fundó un eremitorio, que
se haría célebre por los numerosos ermitaños y por
su santidad, y la bella iglesia de Santa María Mayor
en Caponapoli.

En 1434 fue llamado a Florencia por el papa Eugenio


IV, con el encargo de reformar algunos monasterios,
entre ellos los de Ricorboli y de San Agustín en el
Apenino, y fundar eremitorios de su congregación.

Cumplido el mandato pontificio, regresó a Roma, y


en el Monte Esquilino fundó el eremitorio y la iglesia
de San Onofre, que luego sería célebre por haber
hospedado al poeta Torcuato Tasso. Allí fijó su
última residencia. Allí se encontró varias veces con el
Beato Pedro Gambacorta de Pisa, quien venía a
Roma para impetrar la aprobación de su
Congregación de San Jerónimo cuyos ermitaños eran llamados Girolomini. Los dos santos se estimaban y
se amaban con afecto fraternal. El 1 de octubre de 1449, a los 100 años de edad, Nicolás llegó a la patria
celestial.

04 de octubre: BEATO FULGENCIO MARTÍNEZ GARCÍA

Presbítero y Mártir, de la Tercera Orden Franciscana († 1936) Beatificado el 13 de octubre


de 2013, por el Papa Francisco.
Nació en Ribera de Molina el 14 de agosto de 1911, bautizado el 15, Asunción de la Virgen,
en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Confirmado el 31 de enero de 1919 por el Sr.
Obispo de Cartagena D. Vicente Alonso Salgado.
Sus padres, Fulgencio y Emérita, tuvieron además del primogénito Fulgencio diez hijos
más. En un ambiente familiar muy cristiano se desenvolvió su niñez recibiendo la Primera
Comunión a los siete años. A los 12 años, ingresó en el Seminario de San José. Sus buenas
notas y mejor comportamiento ganaron la confianza de sus superiores. En vacaciones
publicaba un semanario, “El Ideal” que dirigía, y confeccionaba a multicopista con otros
seminaristas. A los 22 años, tuvo que ir al servicio militar y dialogaba con sus compañeros
sobre temas religiosos o rompiendo papeles inmorales indemnizándoles con lo que les
había costado.
El 15 de junio de 1935 fue ordenado sacerdote, habiéndose preparado fervorosamente lo
recibió con mucha humildad y agradecimiento, celebrando su Primera Misa Solemne el día
del Corpus Christi en Ribera de Molina con gran fervor como lo había siempre deseado.
Fue párroco de La Paca y Don Gonzalo, donde trató de conocer a todos sus feligreses
animándoles a ir a Misa los domingos y festivos y a comulgar. Preparaba muy bien la
homilía, visitaba las casas, consiguió atraer a la iglesia a los niños con cine y un belén con
movimiento que él mismo fabricó, atendía a los pobres con lo suyo propio y pidiendo a los
que más tenían.
El 19 de julio de 1936 fue llevado preso a Lorca acusado de maquinar contra el régimen del
gobierno, junto con otros vecinos de La Paca. El Juez tras tomar declaración lo dejó en
libertad pero lo retuvieron en la cárcel
para enviarlo al Tribunal Popular de
Murcia, sabedores de que allí le matarían.
Lo llevaron a la iglesia de San Juan,
convertida entonces en cárcel, y fue
trasladado después a la cárcel provincial
para ser juzgado. Su abogado defensor no
compareció porque sabía que estaba
condenado de antemano. No se pudo
demostrar nada de lo que le acusaban. Fue
condenado a muerte por ser sacerdote.
Cuando su familia hizo intentos de
liberarle les decían: “Si es sacerdote, nada
se puede hacer por él”.
Confesó sacramentalmente y demostró
una gran serenidad. Escribió dos cartas,
una a sus padres, familiares y conocidos
de La Ribera y otra a su hermano
queridísimo Vicente, jesuita. Les decía que
ofrecía su vida por el Reinado del Corazón
de Jesús, la regeneración cristiana de la
patria y por la salvación de La Paca. Murió
contento, perdonando a los firmantes de
su sentencia y a los demás que le acusaron
pidiendo a Dios que los perdonase,
despidiéndose de los suyos hasta el cielo.
En la madrugada del día 4 de octubre de 1936, fiesta de San Francisco de Asís, a cuya
Orden Tercera pertenecía desde seminarista, no permitiendo que le vendaran los ojos,
murió exclamando: ¡Viva Cristo Rey y Viva España Católica! Fue enterrado la misma tarde
del 4 de octubre de 1936.
06 de Octubre: BEATA TECLA HASHIMOTO DE MIYAKO

Mártir del Japón, de la Tercera Orden Franciscana (+1619). Beatificada el 24 de noviembre de 2008 por
el Papa Benedicto XVI.

Dama de noble linaje, que vivía en el palacio de Tokoisama y fue bautizada por San Pedro Bautista.
Estaba casada con el Beato Juan Hashimoto, Samurái, sus hijos la Beata Luisa, la Beata Catalina, el Beato
Pedro, el Beato Francisco, el Beato Tomé y un hijo en gestación; Tecla era madre de 06 hijos, junto a 48
compañeros, la mayoría gente común, varias de ellas madres jóvenes con sus hijos, todos mártires. Dada
la sentencia de morir quemados en cruz todos ellos.

Tecla salió de la cárcel formando parte de un grupo de 54 mártires, mientras su marido predicaba y
animaba a todos con gran fervor de espíritu. Puesta tecla en cruz; los tiranos colgaron de su brazo
derecho a su hijo llamado Tomé de doce años; del izquierdo a Francisco, de nueve; en la misma cruz
amarrados al cuerpo de ella y le pusieron pendiente del cuello a su hija Luisa de 4 años, y al frente
colocaron a su marido con Catalina, de trece años, y Pedro de seis colgados los brazos a izquierda y
derecha respectivamente. Tecla además estaba embarazada de 7 meses, y en el momento en que
comenzó a ser más voraz el incendio, se le abrió el vientre y la criatura que llevaba en su seno cayó en
las llamas con bautizo de sangre y fuego.
En el martirio de Kyoto murieron cincuenta y dos cristianos quemados vivos: Un samurai de alto rango,
Juan Hashimoto con su esposa Tecla, Terciaria Franciscana, encinta, y sus seis hijos, de entre tres y doce
años; la mayoría eran gente sencilla del pueblo, madres jóvenes con sus hijos, que vivían agrupados en
una calle de Kyoto ("calle de los que creen en Dios") y que habían sido atendidos anteriormente por
misioneros y catequistas, también martirizados posteriormente, algunos ya beatificados. Las madres
martirizadas ofrecían a sus hijos pequeños: "¡Señor Jesús, recibe a estos niños!". Todo el grupo siguió la
misma suerte: encarcelados en diversas fechas, orando y cantando en la cárcel, crucificados y quemados
todos juntos, afirmaron su fe. Constan los
nombres de cada uno y su testimonio cristiano y
martirial, algunas familias enteras. El samurai
Juan fue un apoyo para todos.

Destaca el martirio de Tecla, en medio de las


llamas, sujeta a la cruz con tres hijos pequeños,
consolándolos, apretando a la más pequeña,
Luisa, de tres años, entre sus brazos, mientras
los otros tres ardían en la cruz próxima. Destaca
también la actitud martirial de la niña Marta, de
siete años, que quedó ciega en la cárcel y a
quien los mismos guardias quisieron liberar
haciéndola apostatar; la niña Marta respondió
profesando la fe en nombre de todos y pudo
morir junto a su madre.

El martirio fue contemplado por numerosos


cristianos y miles de paganos. De este martirio
quedan numerosos testimonios, incluso de un
anticatólico —trabajador de la compañía inglesa
de Hirado, quien también describe la muerte y
oración de Tecla con sus hijos— y de los archivos
civiles japoneses. El martirio fue divulgado de
inmediato en Occidente, gracias a la carta anual
de Rodrigues Giram, del año 1619 —el mismo año del martirio—, que tomó los datos de la relación del
padre Benito Fernández, mártir dos años después.

06 de Octubre: SANTA MARÍA FRANCISCA DE LAS 5 LLAGAS DE NUESTRO


SEÑOR JESUCRISTO.
Virgen de la Tercera Orden (1715-1791). Canonizada el 29 de junio de 1867 por Pío IX.

Ana María Gallo nació en Nápoles el 25 de marzo de 1715, hija de Francisco Gallo y Bárbara Basini,
comerciantes. Algunos meses antes de su nacimiento predijeron su santidad San Francisco de Jerónimo
y San Juan José de la Cruz. Siendo niña todavía, manifestó vivísimo el deseo de acercarse a la Eucaristía,
que recibió a la edad de 7 años.

Mostró pronto tanta piedad y práctica de virtudes, que fue llamada la “Santita”. Decidida a consagrarse
a Dios, a pesar de la oposición de su padre, quien le proponía un ventajoso matrimonio, se hizo terciaria
franciscana bajo la regla y la dirección de los Hermanos Menores, los cuales en San Juan José de la Cruz
en el convento de Santa Lucía al Monte tenían un ejemplo y un padre.

Con apenas 16 años, delicada y pálida por las penitencias voluntarias, tomó el hábito franciscano el 8 de
septiembre de 1731; emitió los tres votos de castidad, pobreza y obediencia, y tomó el nombre de María
Francisca de las 5 Llagas de N.S.J.C. Aunque permanecía en el mundo, vivió en la más perfecta
observancia de la severa regla franciscana, sometiendo su cuerpo, ya probado por el continuo trabajo, a
ayunos, vigilias, flagelaciones y cilicios. Tampoco le faltaron las pruebas y contradicciones de toda clase,
tentaciones de parte del demonio, persecuciones y calumnias por parte de los hombres.

El cardenal arzobispo José Spinelli, para poner a prueba su virtud, la encomendó por siete años a la
dirección espiritual del párroco Mostillo, quien parecía ser de tendencias jansenistas. Santa María
Francisca fue devotísima de la Pasión del Señor y de la Bienaventurada Virgen bajo el título de “Divina
Pastora”, cuyo conocimiento y culto difundió. Favorecida con varios carismas sobrenaturales, como la
profecía y las visiones, fue vista a menudo arrobada en éxtasis. Gozó de la familiaridad de almas santas
contemporáneas suyas: Sor Magdalena Sterlicco y el barnabita San Francisco Javier María Bianchi, a
quien predijo el honor de los altares.

Extasis, arrobamientos, profecía le eran


familiares. Vivía ya de las cosas
sobrenaturales, incomprendida,
perseguida, tratada como visionaria fue
sometida a exámenes de parte de las
autoridades eclesiásticas. En 7 años de
duro martirio soportó todo con
inalterada mansedumbre.

Asistida por muchos religiosos fieles,


fortalecida con la Eucaristía recibida
como viático, expiró serenamente en su
celdita el 6 de octubre de 1791, a la edad
de 76 años. Su cuerpo fue sepultado en
la iglesia de Santa Lucía al Monte, donde
es venerada al lado del sepulcro de san
Juan José de la Cruz.

Octubre 07: Siervo de Dios


GIULIO SALVADORI

Confesor, de la Tercera Orden Franciscana (1862 – 1928)

En Roma, deposición del Siervo de Dios Giulio Salvadori da Monte San Savino, Confesor de
la Tercera Orden, quien, ilustre en las letras, pero mucho más ilustre en las virtudes, aún
en vida fue llamado Santo por el Papa Pío X, y muerto mereció la admiración y veneración
de los fieles.
Giulio Salvadori nació en Monte S. Savino (Arezzo) el 14 de septiembre de 1862. Desde los
primeros años mostró una gran pasión por la piedad, un genio vivo con una marcada
aptitud para la poesía. Licenciado en Literatura en Roma en 1885, inmediatamente
comenzó su enseñanza y ejerció competentemente la cátedra en Ascoli Piceno, en Albano,
en las Universidades de Roma y del Sagrado Corazón de Milán.

Alma ardiente, enamorada del saber y del arte, buscó primero la verdadera elevación del
hombre en un arte renovado por la ciencia. Pero, iluminado por la Gracia, pronto se dio
cuenta de que la única fuente de verdad y de bien es la palabra del Evangelio; a esto, por
tanto, sacrificó toda alegría y satisfacción humana sin debilidad y sin remordimientos,
esforzándose constantemente por reproducir en sí mismo el ideal de una vida plenamente
cristiana.
A los veinticinco años se inscribió en la Tercera Orden Franciscana: de la imitación del
Poverello de Asís extrajo ese espíritu de pobreza y renuncia, de humildad y modestia, de
paciencia y mansedumbre, de benéfica caridad, de feliz y sonriente abandono en el Señor ,
que lo señaló tanto a la admiración de los hombres de ciencia, a la veneración de sus
alumnos, al cariño de los hijos del pueblo.

Consideró la enseñanza como una misión recibida del cielo, desarrollándola con una
conciencia muy sensible del deber y apuntando ante todo a las almas de los jóvenes,
muchos de los cuales reconocieron en él el don de la fe, otros tantos encontraron escudo y
defensa en su palabra vivificante y en el ejemplo de sus virtudes elegidas.

Fue un gran poeta y eficaz escritor, abierto a todas las bellezas puras de la creación ya las
más altas aspiraciones de un alma seráfica. Así lo atestiguan las diversas obras que
escribió, en las que prodigó los tesoros de su arte y de su ciencia al servicio de la fe.

Trabajador asiduo, apóstol infatigable en todas las formas de la caridad cristiana, gastó sus
fuerzas y sus bienes en beneficio espiritual y material de todos, especialmente de sus
alumnos, huérfanos e hijas de los presos; indiferente a sí mismo, siempre estaba dispuesto
a intervenir donde había un corazón que consolar, un consejo que dar, un alma que salvar.
Jesús en el Sacramento fue el centro de su vida espiritual, el objeto predilecto de sus
santas conversaciones; La comunión fue el pan de cada día de su laboriosa jornada.
Recibida todos los días en el breve curso de su última enfermedad, y aún pocas horas
antes de su muerte, en la Eucaristía
encontró la fuerza y la serenidad para
hacer heroicamente el supremo
sacrificio de la vida.

Murió santo en Roma, en la mañana


del 7 de octubre de 1928, mientras la
voz que se extinguía invocaba con
confianza a la Madre de la misericordia
y expresaba su plena conformidad a la
voluntad divina.

De Giulio, todavía vivo, San Pío X tuvo


que afirmar que no solo era un buen
cristiano, sino un "santo". La palabra
profética del Pontífice se hace eco de la voz unánime de cuantos conocieron de cerca el
escogido espíritu de la Sierva de Dios, unánimes son el voto y la oración de que un día no
lejano sus extraordinarias virtudes sean reconocidas y confirmadas por el Madre de los
Santos, la Iglesia.

Octubre 10: BEATO DEMETRIO DE ALBANIA

Ermitaño, de la Tercera Orden Franciscana(+ 1491)


Desde Albania, donde nació, llegó a Italia en 1441 con escala en Espoleto. Aquí vistió el
hábito de la Orden Tercera, quedando bajo la obediencia del Beato Gregorio de Espoleto ,
también terciario franciscano y ermitaño, en una de las doce ermitas de Monte Luco,
durante cincuenta años, dedicándose a la penitencia y la oración. Murió el 10 de octubre
de 1491. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia del convento de S. Pablo de los Frailes
Menores Observantes, en las afueras de Espoleto, no lejos de Monte Luco. Su memoria se
hace el 10 de octubre. En la ermita de Monte Luco, cerca de Espoleto, en Umbría, el Beato
Domenico Albanese, Terciario Confesor, quien, macerándose con ayunos y disciplinas y
ocupándose siempre de la oración, resplandeció de admirable santidad de vida. Su cuerpo
fue enterrado en el convento de S. Pablo (1491).
Demetrio llegó desde Albania a Italia en 1441. Se detuvo en Espoleto, casi bloqueado por
la fascinación que irradiaba aquella Tebaida que velaba orante sobre la ciudad para
protegerla de las incursiones de la Oscuridad.

Visitó una a una aquellas ermitas, agasajó a cada uno de aquellos solitarios y al final optó
por hacerse discípulo del Beato Gregorio, el del Santo Clavo . Permaneció con él un tiempo
de prueba, luego, con su bendición, se retiró a vivir solo en aquella ermita que había
quedado libre y que estaba situada en la ladera de Monteluco, quedando aún bajo la
dirección del Beato Gregorio.

Dado que su ermita no se levantaba muy lejos de la iglesia del s. Pablo, celebrada con su
convento por los franciscanos desde 1461, a la muerte de su guía, el Beato Gregorio, entró
en contacto con el convento de S. Pablo y se convirtió en terciario franciscano,
permaneciendo para llevar una vida de ermitaño.

Como era agradable a Dios, sufrió mucha hostilidad por parte del demonio que lo atacaba
especialmente de noche ya que la oscuridad, incluso la oscuridad física, se convierte en su
vehículo privilegiado. Una noche, sintiéndose más que nunca oprimido por la inquietud
que le producían las fuerzas del adversario que lo amenazaba y lo atacaba con creciente
agresividad, con un esfuerzo supremo se lanzó a suplicar a la Virgen que, conmovida por
su grito, se apareció a él en un gran esplendor.

La agitación sofocante de un
momento antes fue reemplazada por
una dicha de aniquilación divina. De
manera menos espectacular, pero
siempre decisiva, en otros momentos
experimentó la intervención directa
del cielo.

Vivió la vida severa del ermitaño


durante casi cincuenta años. Ese
buen y fiel siervo pasó a la gloria de
su Señor en 1491. Su cuerpo fue
llevado a la iglesia de S. Pablo (en las
afueras de Espoleto) y allí sepultado.

Ese convento tuvo durante siglos un


cuadro con la inscripción, b.
Demetrio.

Octubre 23: BEATO BARTOLOMEO DE GUBBIO

Ermitaño de la Tercera Orden Franciscana (+1236)


Bartolomeo de Gubbio, también llamado de Romagna, probablemente barón, y antiguo
abogado de la Curia romana, retiró su vida penitente en una ermita entre Gubbio y Massa
Trabaria (Piceno). Aquí fue visitado por s. Francisco en 1222, quien lo vistió con el hábito
de la Orden Tercera con autorización para admitir a otros ermitaños terciarios a ese
sistema de vida, colocándolo así al frente de la que fue quizás la primera comunidad de
terciarios. Dedicado a la pobreza y la penitencia,
Bartolomé murió en 1236, el 23 de octubre, día en
que lo conmemora el martirologio franciscano:
En Gubbio, Umbria, el beato Bartolomeo de
Gubbio, confesor de la Tercera Orden de la
Penitencia, hombre de gran mérito y de vida
indolente, que desvinculó el oficio de Abogado en
la Curia romana y atrajo a muchos seguidores en las
mismas filas de la Tercera Orden.

Octubre 10: BEATO ROBERTO GALEOTTO DE RIMINI MALATESTA

Confesor, de la Tercera Orden Franciscana (1411-1432)

En el pueblo de S. Arcangelo, cerca de Rimini, en Romaña, el bienaventurado Roberto


Malatesta, conocido como Galeotto, Confesor, Príncipe de la misma ciudad, quien, vestido
con el hábito de la Tercera Orden, se distinguió tanto por su humildad, castidad, oración y
pobreza, así como por las demás virtudes, que vivos y muertos se ilustraron con
numerosos milagros.

Ante el nombre de los Malatesta, nuestro pensamiento se dirige inmediatamente a


Romagna y Rimini, la ciudad que desde el siglo XII fue el señorío de esta famosa y
poderosa familia, junto con una gran parte de la Marca d'Ancona.

Pero el nombre de los Malatesta, Señores de Rímini, no suele evocar recuerdos de


santidad o perfección espiritual. Más bien, evoca ecos de éxitos bélicos y mundanos, a
menudo sin escrúpulos, sazonados con orgullo y crueldad, ambición y opresión.
Incluso el miembro más famoso de la familia, Sigismondo Pandolfo, uno de los líderes más
talentosos del siglo XV, tuvo una vida extremadamente turbulenta y ciertamente no
ejemplar desde el punto de vista moral y espiritual.
Se redimió solo en parte con su tenaz amor por Isotta degli Atti y por su patrocinio de
hombres ricos y cultos, de lo cual es testimonio el espléndido Templo Malatesta en Rimini,
construido por el arquitecto Leon Battista Alberti y decorado por el escultor Agostino di
Duccio. y por el pintor Piero della Francesca.
Por tanto, puede resultar sorprendente encontrar el apellido Malatesta traído por un
Santo, o más bien por un Beato, el Beato Roberto. No se trata de un caso de homonimia,
sino precisamente del hijo del Señor de Rímini, nacido en Brescia en 1411 y vivido -muy
brevemente- en la ciudad adriática que pronto vería las glorias y nefastas de Sigismondo
Pandolfo.
En la historia política de la familia Malatesta, la vida de Roberto transcurrió casi ingrávida.
Era un joven delicado, de alma y salud, a quien, a la edad de dieciséis años, la joven
Margherita d'Este, nacida en la familia de los Señores de Ferrara, fue dada en matrimonio,
contra su voluntad, pero por motivos dinásticos específicos. criterios.
Los dos jovencísimos esposos vivieron juntos casta y santamente, casi aislados, en la
armadura de su virtud, de lo que era, por regla general, el ambiente frívolo y soberbio de
las grandes familias nobles de la época.

Roberto era un terciario franciscano y de la


Tercera Orden observó la Regla con una
fidelidad y constancia dignas de un
verdadero asceta.
Se hizo admirar y amar por piedad y
caridad, especialmente hacia los enfermos,
e incluso hacia los leprosos.
Murió, quizás de contagio, cuando sólo
tenía veintitrés años. De Rímini se fue
conmovido por el pesar, pero parecía que el
recuerdo de aquel joven frágil y tímido
pronto desaparecería, a la sombra de otros
personajes mucho más impresionantes y
empresas mucho más sensacionales. No ha
sido así, sin embargo, si la memoria de
Roberto Malatesta, venerado como Beato,
ha perdurado persistentemente hasta
nuestros días, gracias a los delicados
méritos del joven señor de Rímini, que
añadía el olor de una santidad difícil a la
admirada y temida nombre de los
Malatesta.
Octubre 10: SAN DANIEL COMBONI

Obispo, de la Tercera Orden Franciscana († 1881). Fundador del Instituto para las Misiones
en África (Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús). Canonizado el 05 de octubre de
2003 por San Juan Pablo II.

Daniel Comboni, hijo de campesinos pobres, llegó a ser el primer Obispo de Africa Central
y uno de los más grandes misioneros de la historia de la Iglesia. La vida de Comboni nos
muestra que, cuando Dios interviene y encuentra una persona generosa y disponible, se
realizan grandes cosas.

Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831, en una
familia de campesinos al servicio de un rico señor de la zona. Su padre Luigi y su madre
Domenica se sienten muy unidos a Daniel, que es el cuarto de ocho hijos, muertos casi
todos ellos en edad temprana. Ellos tres forman una familia unida, de fe profunda y rica de
valores humanos, pero pobre de medios materiales. La pobreza de la familia empuja a
Daniel a dejar el pueblo para ir a la escuela a Verona, en el Instituto fundado por el
sacerdote don Nicola Mazza para jóvenes prometedores pero sin recursos.

Durante estos años pasados en Verona Daniel descubre su vocación sacerdotal, cursa los
estudios de filosofía y teología y, sobre todo, se abre a la misión de Africa Central, atraído
por el testimonio de los primeros misioneros del Instituto Mazza que vuelven del
continente africano. En 1854, Daniel Comboni es ordenado sacerdote y tres años después
parte para la misión de Africa junto a otros cinco misioneros del Istituto Mazza, con la
bendición de su madre Domenica que llega a decir: "Vete, Daniel, y que el Señor te
bendiga".
Después de cuatro meses de viaje, el grupo de misioneros del que forma parte Comboni
llega a Jartum, la capital de Sudán. El impacto con la realidad Africana es muy fuerte.
Daniel se da cuenta en seguida de las dificultades que la nueva misión comporta. Fatigas,
clima insoportable, enfermedades, muerte de numerosos y jóvenes compañeros
misioneros, pobreza de la gente abandonada a si misma, todo ello empuja a Comboni a ir
hacia adelante y a no aflojar en la tarea que ha iniciado con tanto entusiasmo. Desde la
misión de Santa Cruz escribe a sus padres: "Tendremos que fatigarnos, sudar, morir; pero
al pensar que se suda y se muere por amor de Jesucristo y la salvación de las almas más
abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta
gran empresa".

Asistiendo a la muerte de un joven compañero misionero, Comboni no se desanima y se


siente confirmado en la decisión de continuar su misión: "Africa o muerte!".

Cuando regresa a Italia, el recuerdo de Africa y de sus gentes empujan a Comboni a


preparar una nueva estrategia misionera. En 1864, recogido en oración sobre la tumba de
San Pedro en Roma, Daniel tiene una fulgurante intuición que lo lleva a elaborar su famoso
"Plan para la regeneración de Africa", un proyecto misionero que puede resumirse en la
expresión "Salvar Africa por medio de Africa", fruto de su ilimitada confianza en las
capacidades humanas y religiosas de los pueblos africanos. Se hizo Terciaro Franciscano
pues decía : "Estoy convencido de que África deberá de convertirse bajo los auspicios de
San Francisco de Asís. Es por eso, que en este Santo mes de María he ingresado al
Noviciado de la Tercera Orden".

En medio de muchas dificultades e incomprensiones, Daniel Comboni intuye que la


sociedad europea y la Iglesia deben tomarse más en serio la misión de Africa Central. Para
lograrlo se dedica con todas sus fuerzas a la animación misionera por toda Europa,
pidiendo ayudas espirituales y materiales para la misión africana tanto a reyes, obispos y
señores como a la gente sencilla y pobre. Y funda una revista misionera, la primera en
Italia, como instrumento de animación misionera.

Su inquebrantable confianza en el Señor y su amor a Africa llevan a Comboni a fundar en


1867 y en 1872 dos Institutos misioneros, masculino y femenino respectivamente; más
tarde sus miembros se llamarán Misioneros Combonianos y Misioneras Combonianas.
Como teólogo del Obispo de Verona participa en el Concilio Vaticano I, consiguiendo que
70 obispos firmen una petición en favor de la evangelización de Africa Central (Postulatum
pro Nigris Africæ Centralis).

El 2 de julio de 1877, Comboni es nombrado Vicario Apostólico de Africa Central y


consagrado Obispo un mes más tarde. Este nombramiento confirma que sus ideas y sus
acciones, que muchos consideran arriesgadas e incluso ilusorias, son eficaces para el
anuncio del Evangelio y la liberación del continente africano.

Durante los años 1877-1878, Comboni sufre en el cuerpo y en el espíritu, junto con sus
misioneros y misioneras, las consecuencias de una sequía sin precedentes en Sudán, que
diezma la población local, agota al personal misionero y bloquea la actividad
evangelizadora.
En 1880 Comboni vuelve a Africa por octava y última vez, para estar al lado de sus
misioneros y misioneras, con el entusiasmo de siempre y decidido a continuar la lucha
contra la esclavitud y a consolidar la actividad misionera. Un año más tarde, puesto a
prueba por el cansancio, la muerte reciente de varios de sus colaboradores y la amargura
causada por acusaciones infundadas, Comboni cae enfermo. El 10 de octubre de 1881, a
los 50 años de edad, marcado por la cruz que nunca lo ha abandonado "como fiel y amada
esposa», muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no
morirá. "Yo muero –exclama– pero mi obra, no morirá».

Comboni acertó. Su obra no ha muerto. Como todas las grandes realidades que " nacen al
pie de la cruz ", sigue viva gracias al don que de la propia vida han hecho y hacen tantos
hombres y mujeres que han querido seguir a Comboni por el camino difícil y fascinante de
la misión entre los pueblos más pobres en la fe y más abandonados de la solidaridad de los
hombres.

— Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831.
— Consagra su vida a Africa en 1849, realizando un proyecto que lo lleva a arriesgar la vida
varias veces en las difíciles expediciones misioneras desde 1857, que es cuando va por
primera vez a Africa.
— El 31 de diciembre de 1854, año en que se proclama el dogma de la Inmaculada
Concepción de María, es ordenado sacerdote por el Beato Juan Nepomuceno Tschiderer,
Obispo de Trento.
— En 1864 escribe un Plan fundado sobre la idea de " salvar Africa por medio de Africa »,
que demuestra la confianza que Comboni tiene en los africanos, pensando que serán ellos
los protagonistas de su propia evangelización (Plan de 1864).
— Fiel a su consigna "Africa o muerte ", no obstante las dificultades sigue con su Plan
fundando, en 1867, el Instituto de los Misioneros Combonianos.
— Voz profética, anuncia a toda la Iglesia, sobre todo en Europa, que ha llegado la hora de
evangelizar a los pueblos de Africa. No teme presentarse, como simple sacerdote que es, a
los Obispos del Concilio Vaticano I, pidiéndoles que cada Iglesia local se comprometa en la
conversión de Africa (Postulatum, 1870).
— Demostrando un valor fuera de lo común, Comboni consigue que también las religiosas
participen directamente en la misión de Africa Central, siendo el primero en tomar tal
iniciativa. En 1872, funda un Instituto de religiosas dedicadas exclusivamente a la misión:
las Hermanas Misioneras Combonianas.
— Gasta todas sus energías por los africanos y lucha con tesón para que sea abolida la
esclavitud.
— En 1877, es consagrado Obispo nombrado Vicario Apostólico de Africa Central.
— Muere en Jartum, Sudán, abatido por las fatigas y cruces, en la noche del 10 de octubre
de 1881.
— El 26 de marzo de 1994, se reconoce la heroicidad de sus virtudes.
— El 6 de abril de 1995, se reconoce el milagro realizado por su intercesión en una
muchacha afrobrasileña, la joven María José de Oliveira Paixão.
— El 17 de marzo de 1996, es beatificado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San
Pedro de Roma.
— El 20 de diciembre 2002, se reconoce el segundo milagro realizado por su intercesión en
une madre musulmana del Sudan, Lubna Abdel Aziz.
— El 5 de octubre de 2003, es canonizado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San
Pedro de Roma.

Octubre 11: SAN JUAN XXIII, PAPA


Hermano de la Tercera Orden Franciscana (1881-1963) Canonizado el 27 de abril de 2014 por
el Papa Francisco.

Fue admitido a la Orden Franciscana Seglar el 01 de marzo de 1896 y profesó dicha regla el 23
de mayo de 1897. Ha sido uno de los Pontífices que ha permitido la gran renovación de la
Iglesia a finales del siglo XX.

Nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte (Bérgamo), bautizado el mismo día.


Estudió en el seminario diocesano de Roma, ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904.
Profesor en el Seminario diocesano (1905-1914), Secretario del Obispo Mons. Giacomo Maria
Radini Tedeschi. 1915-1918, Capellán militar. 1919-1920, Director espiritual del Seminario
Diocesano, funda la “Casa para estudiantes”. De 1921 a 1925, Presidente del Consejo central
de Italia para la Propagación de la Fe. El 19 de marzo de 1925, es nombrado Visitador
apostólico en Bulgaria, ordenado obispo. Nombrado primer delegado apostólico en Bulgaria en
1931, en 1934 es trasladado con el mismo cargo a Turquía. De 1944-1953, Nuncio Apostólico
en Francia. En 1953, nombrado Patriarca de Venecia. Elegido Papa el 28 de octubre de 1958,
toma el nombre de Juan XXIII.

El 25 de enero de 1959 anuncia la celebración del 21 Concilio Ecuménico. Del 24 al 31 de enero


de 1960, celebra el Sínodo Diocesano de Roma. Fue el primer Papa que rompió el encierro
voluntario en El Vaticano, de donde salió repetidamente a cumplir deberes humanitarios o a
satisfacer su devoción. Peregrinó a Asís antes de iniciar el Concilio, lo mismo que a diversos
Santuarios de Italia. Se volvieron comunes sus visitas inesperadas a parroquias y conventos.

El 15 de mayo de 1961 publica la encíclica Mater et Magistra, el 11 de octubre de 1962 abre el


Concilio Ecuménico Vaticano II. El 11 de abril de 1963 publica la Encíclica Pacem in Terris.
Cuando se esperaba que sería su pontificado breve y de mera transición, el Espíritu Santo lo
iluminó para la realización del Concilio Vaticano II, con el afán de airear la Iglesia, y
desencadenar un enorme proceso de renovación, hacerla mirar al mundo con los ojos de Dios
y responder a sus inquietudes actuales.
Fue el Papa Bueno, querido por todos. Su última enfermedad mantuvo a todo el mundo
pendiente. Murió santamente el 3 de junio de 1963. El 3 de septiembre de año 2000 fue
beatificado por San Juan Pablo II y
canonizado el 27 de abril de 2014 por el
Papa Francisco.

Octubre 12: VENERABLES SIERVOS DE


DIOS SERGIO Y DOMENICA
BERNARDINO
Esposos, de la Tercera Orden Franciscana
(+1966 y +1971) Declarados Venerables el
05 de mayo del 2015 por el Papa
Francisco.

Sergio Bernardini nació en Módena en 1882 de Giulio Bernardini y Cunegonda Barbuti como el
mayor de dos hijos. Se casó con Emilia Romani y sus tres hijos de ese matrimonio fueron:

De 1908 a 1912 perdió a sus padres y a su hermano, así como a su primera esposa y a sus tres
hijos.

Emigró a los Estados Unidos de América en 1912 y encontró trabajo como minero . Regresó a
su ciudad natal en 1913 por temor a que la vida en una mina le hiciera perder la fe en
Jesucristo . Conoció a Domenica Bedonni y los dos se casaron el 20 de mayo de 1914. La pareja
tuvo diez hijos y se convirtieron en agricultores.

Después de jubilarse, él y su esposa "adoptaron" a un seminarista nigeriano para que lo


ayudara con su educación para el sacerdocio . Ese seminarista se convirtió en el arzobispo Felix
Alaba Job de Ibadan y sirvió como co-consagrador en la consagración episcopal de su hijo en
1983. Murió en 1966.

Domenica Bedonni nació en 1889 de Enrico Bedonni y Matilde Caselli. A los dieciocho años
quiso entrar en un convento pero decidió no hacerlo. Estuvo comprometida por un breve
período de tiempo, pero el hombre con el que se suponía que debía casarse murió antes de la
boda.

Se casó con Sergio Bernardini en 1914. La pareja pasó a tener diez hijos en Modena

Afirmó en su testimonio espiritual que todas las cosas la llevaron a Dios e incluso "besando una
rosa, beso la hermosura de Dios". También dijo que sus hijos eran "mi corona y mi tesoro" y
quiso expresar el regalo que era no solo tener diez hijos, sino tener muchas vocaciones en su
familia. Rezó para que sus hijos se convirtieran en santos y "fueran una fuerza para el bien en
el mundo". Murió en 1971.

La pareja tuvo diez hijos y ocho de ellos se convirtieron en sacerdotes o religiosos profesos.
Seis de sus ocho hijas se convirtieron en monjas y dos hijos se convirtieron en sacerdotes
capuchinos . Uno de esos niños fue el arzobispo Giuseppe Bernardini de Izmir.
La causa de su santidad comenzó el 30 de septiembre de 2005 en Módena y se llevó a cabo un
proceso de recopilación de documentación
de 2006 a 2008. Fue validada en 2010 antes
de ser remitida a la Congregación para las
Causas de los Santos . El Papa Francisco
aprobó sus vidas de virtudes heroicas y
proclamó a la pareja Venerable .

OCTUBRE 16: SANTA MARGARITA


MARÍA ALACOQUE
VIRGEN, DE LA TERCERA ORDEN
FRANCISCANA, (luego, Monja de la Orden de
la Visitación de la Virgen María) († 1690).
Recipiente de las Revelaciones del Sagrado
Corazón de Jesús. Canonizada por el Papa
Benedicto XV, el 13 de mayo de 1920.

La Orden Franciscana tiene títulos muy


particulares le que atan fuerte y dulcemente
al Sagrado Corazón. Es la Orden Seráfica. Es
natural que por ello el mismo Sagrado
Corazón dijera a Santa Margarita, Terciaria Franciscana y formada en una Casa Franciscana,
que su modelo era el Serafín de Asís. Sin duda San Francisco era “el Santo más especialmente
identificado con su adorable Corazón”, y que se lo daba por “guía de su espíritu”. Sin duda por
ello, desde tiempos muy antiguos, mucho antes de Santa Margarita María, en el Escudo Oficial
de la Orden Franciscana estaba entronizado el Sagrado Corazón. Pudiera llamarse esta Orden
con toda propiedad la “Orden del Sagrado Corazón”, con sus Tradiciones, Leyes, Armas,
Historia, Hijos… Santa Margarita de Cortona (1247-1297) Mística y Terciaria Franciscana, en el
Siglo XII, vio en éxtasis al Sagrado Corazón y profetizo que sería Devoción conocida más
adelante. San Antonio de Padua fue visto como perla preciosa dentro del Corazón de Jesús.
San Buenaventura hablo con dulzura del Sacratísimo Corazón de Jesús en el Siglo XIII, e hizo
pintar su imagen, rodeándole de una Corona de Espinas.

En la fiesta de San Juan Evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenía 25 años, estaba en
adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la
primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos
los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le
manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el
corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y
consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino
ingratitud.”

Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón,
hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray-le-Monial. Había
nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había
muerto cuando Margarita era todavía muy joven.
Se educó con las Clarisas de Charolles. A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22
recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días
escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa
ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas
resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la
Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales (Cordígero, de la
Tercera Orden Franciscana), ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón
de Jesús.”

Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y
juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual
del jesuita San Claudio de la Colombière.

Santa Margarita María pidió al Señor le mostrase un Santo que le sirviese de guía y modelo en
su Devoción y Amor a su Corazón Sacratísimo, y Jesucristo, el día 04 de octubre de 1686, se le
apareció en compañía de San Francisco de Asís y se lo propuso a la Santa como ejemplar de su
verdadero devoto, asegurándole, además, que el Seráfico Fundador de los Menores “era el
Santo más amante de su Corazón”.

En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida
la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en
fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.

[NOTA: “Los miembros de Institutos o Congregaciones Religiosas en que se hacen Votos, ya


sean Temporales o Perpetuos, no pueden recibir el Habito de la Tercera Orden, ni profesar en
ella. MAS LOS TERCIARIOS QUE ENTRAN EN RELIGIÓN, ANTES DE PROFESAR EN ELLA, SON
TODAVÍA MIEMBROS DE LA TERCERA ORDEN Y GOZAN DE SUS GRACIAS Y PRIVILEGIOS, SI ES
QUE LLEVAN VESTIDOS EL ESCAPULARIO Y EL CORDÓN." (Decreto de la Sda. Congregación de
Indulgencias de 16 de junio de 1887; y de 31 de enero de 1893) (Algunas Decisiones Pontificias
sobre la Tercera Orden Secular de S. Francisco)]
[(Ob. Cit. Pequeño Manual del Terciario Franciscano / Quito / Tipografía de la
Escuela de Artes y Oficios /Pág. XXXII/1894)(Ob. Cit. “Vamos tras el…”/P. Juan R. de
Legisima & P. Gaspar Calvo Moralejo/ Págs. 385-386/ Biblioteca
Franciscana/Madrid, 1972, octava edición)(Ob. Cit. “Devocionario manual del
Terciario Franciscano, Pág. 253)]

OCTUBRE 16: BEATO GIROLAMO GINELLI DE


ANCONA
Ermitaño, de la Tercera Orden Franciscana (1451-1506)

El beato Girolamo Ginelli (de 'Ginelli) de Ancona es un franciscano


que vivió entre los siglos XV y XVI.

Nació alrededor de 1451 en Ancona en la noble familia de Pier


Simone Ginelli.

A los dieciséis años decidió consagrarse a Dios y vestir el hábito de los terciarios franciscanos,
en el convento de San Sebastián.

En 1482 el beato Girolamo se retiró a la ermita de San Pedro en el monte Conero, cerca de
Ancona.

En ese lugar vivió una vida ermitaña y solitaria durante veinticuatro años, en "dura penitencia
y absoluta contemplación". Siempre andaba descalzo y dormía en el suelo desnudo.
Hacia 1500 se unió a la Congregación de los Ermitaños de Santa Maria de Gonzaga, fundada
por Girolamo Redini de Castel Goffredo,
quien compartió la ermita con los religiosos
camaldulenses.

Cuando murió, con fama de santidad, la


población de Ancona transportó
solemnemente su cuerpo a la catedral,
donde fue enterrado. El escultor Giovanni
Dalmata erigió su monumento funerario en
el interior de la catedral de la ciudad.

En el martirologio franciscano, el beato


Girolamo da Ancona es recordado y
celebrado el 1 de enero.

OCTUBRE 17: BEATO CONTARDO


FERRINI
Profesor de la Tercera Orden (1859-1902).
Beatificado por Pío XII el 13 de abril de
1947.

Contardo Ferrini, llamado “astro de


santidad y de ciencia”, nació en Milán el 5
de abril de 1859 hijo de Rinaldo y Luisa Buccellati. Educado cristianamente sobre todo por su
padre, de quien recibió el influjo, sintió crecer en sí el deseo de amar sólo al Señor, en virginal
consagración, y le correspondió con una vida interior alimentada de meditación, oración,
comunión frecuente. Consagrado a los estudios hizo grandes progresos consiguiendo la
licencia liceal en 1876 y mostrándose maduro como estudiante y coherente como cristiano, se
inscribió en la facultad de jurisprudencia en la célebre universidad de Pavía. También en el
nuevo ambiente mantuvo su intensa vida de piedad. El apelativo que comúnmente le daban
era de “San Luis”, para indicar su temple. Delicado y cortés, amaba la poesía en la
contemplación del gran libro de la naturaleza, escalando las alturas como valiente alpinista.

Su mayor ascensión fue sin embargo en el campo espiritual, presentándose como modelo de
laico católico en la profunda preparación y competencia profesional. En 1880, a los veintiún
años, se laureó en derecho penal. El jurado calificador descubrió en él una vocación científica,
el estudio del derecho antiguo y bizantino. Obtenida una beca de estudio, fue a perfeccionarse
en la universidad de Berlín, donde cultivó firmes amistades con estudiantes católicos
alemanes. En 1883 tomó la libre docencia en derecho romano y comenzaba la enseñanza en la
universidad de Pavía. En la cátedra tenía toda la seriedad del estudioso unida a la pasión del
docente: se impuso a la admiración de sus colegas y discípulos por la lucidez y claridad de sus
exposiciones, su elocución noble y fluida, su simplicidad sonriente y garbosa.

Profesor en la universidad de Mesina en 1887 y en la universidad de Modena en 1890, regresó


a Pavía en 1894 y enseñó allí hasta su muerte, residiendo con sus padres en Milán. Consagrado
en celibato cristiano, se inscribió en la Tercera Orden de San Francisco y en el franciscanismo
aprendió y perfeccionó su seráfica espiritualidad. Al compromiso de la cátedra Contardo unió
una intensa producción científica: sus escritos ascienden a más de 200. Se conservan de él
elevadas páginas ascéticas. Además tomó parte en las actividades caritativas de las
conferencias de San Vicente. Durante un período de verano en Suna sobre el Lago Mayor, fue
atacado por un violento tifus y el 17 de octubre de 1902 entregó serenamente su alma a Dios.
Tenía 43 años. Fue beatificado por Pío XII el 13 de abril de 1947. La universidad católica del
Sagrado Corazón de Milán, que él había mirado y auspiciado con predilección, lo acogió como
su modelo y guía, y conserva y venera sus
restos.

OCTUBRE 19: BEATO JERZY


POPIELUSZKO
Sacerdote y Mártir, de la Tercera Orden
Franciscana († 1984) Beatificado el 06 de junio
de 2010 por el Papa Benedicto XVI.

Jerzy Popieluszko nació el 14 de septiembre


de 1947 en Okopy cerca de Suchowola
(Polonia), fue un sacerdote católico, asociado
con el sindicato Solidaridad. Fue asesinado
por la agencia de inteligencia interna
comunista operada por los soviéticos, la Slulba
Bezpieczelstwa.

Jerzy Popieluszko era un sacerdote carismático que fue primero enviado a los huelguistas en la
fábrica de acero de Varsovia. Luego, se asoció con trabajadores y sindicalistas del movimiento
Solidaridad, quienes se oponían al régimen comunista polaco. Era un acérrimo anticomunista
y, en sus sermones, intercalaba exhortaciones espirituales con mensajes políticos que
criticaban el sistema comunista y motivaban a las personas a protestar. Durante el periodo de
vigencia de la ley marcial, la Iglesia Católica fue la única fuerza que pudo tener una voz de
protesta comparativamente abierta, con la celebración regular de misas que presentaban
oportunidades para las reuniones públicas en las iglesias.

Los sermones de Popieluszko eran normalmente transmitidos por Radio Free Europe, con lo
cual se volvió famoso a lo largo de toda Polonia por su postura intransigente contra el regimen.
La Slulba Bezpieczelstwa trató de silenciarlo o intimidarlo. Cuando estas técnicas no
funcionaron, fabricaron evidencia contra él. Así, fue arrestado en 1983, pero fue pronto
liberado por la intervención del clero y perdonado por una amnistía.

Se escenificó un accidente automovilístico para asesinar a Jerzy Popieluszko el 13 de octubre


de 1984, pero logró escapar con vida. El plan alternativo era secuestrarlo y fue llevado a cabo
el 19 de octubre de 1984. El sacerdote fue golpeado y asesinado por tres oficiales de la policia
de seguridad. Luego, su cuerpo fue lanzado al interior del Reservorio del rió Vístula, cerca de
Wloclawek, desde donde fue recuperado el 30 de octubre de 1984.

Las noticias del asesinato político causaron una conmoción en toda Polonia y los asesinos y
uno de sus superiores fueron condenados por el crimen. Más de 250.000 personas asistieron al
funeral del sacerdote, incluyendo a Lech Wallsa, el 3 de noviembre de 1984. A pesar del
asesinato y de sus repercusiones, el regimen comunista permaneció en el poder hasta 1989. En
1997, la Iglesia Católica comenzó el proceso para su beatificación; para el año 2008 ya se
encontraba con el estatus de Siervo de Dios.
El conocido compositor polaco Andrzej Panufnik escribió su Bassoon Concerto (1985) en
memoria de Popieluszko. El documental de Ronald Harwood La muerte deliberada de un
sacerdote polaco fue estrenado en el
teatro Almeida en Londres en octubre de
1985, como un escenificación del juicio a
los asesinos de Popieluszko.

OCTUBRE 19: SAN PABLO DE LA


CRUZ
PRESBÍTERO, DE LA TERCERA ORDEN
FRANCISCANA (+1775) Fundador de la
Congregación de los Clérigos Regulares de
la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo. Canonizado en 1867 por el
Papa Pío IX.

El día 3 de enero de 1694 en la pequeña


ciudad Ovada, cerca de Alejandría. al norte
de Italia, nació Pablo Francisco Danei
Massari. Es el siglo XVIII, también llamado
"siglo de las luces" pues, en general, se
pensaba que la inteligencia humana es la
única autoridad y que la fe y la revelación
son un obstáculo al desarrollo de la humanidad.

Pablo vivió su niñez en un hogar auténticamente cristiano, desde el cual experimentó las
alegrías y los sufrimientos de la vida: de 16 hijos del matrimonio Lucas Danei y Ana María
Massari sólo sobrevivieron 6. No faltaron también las dificultades económicas, por lo que la
familia tuvo que cambiar continuamente de domicilio en busca del trabajo. Pablo, quien desde
muy pronto debió ayudar a su padre, no pudo asistir con regularidad a la escuela.

El gran testimonio de la fe cristiana de Ana Maria -su madre- ejerció gran influencia en la
educación religiosa de Pablo, a la que éste correspondió con una respuesta generosa.

A los 19 años, en 1713, el joven Pablo tomó la primera gran decisión de su vida. La predicación
de un sacerdote o una charla espiritual con él le impresionó de tal forma que, profundamente
emocionado y arrepentido, hizo confesión general de sus pecados y decidió consagrar su vida a
Dios de un modo más radical y absoluto. Él mismo llamará después a este momento su
"conversión a penitencia ".

Años más tarde, cuando en 1716 el Papa Clemente XI invitó a la cristiandad a una cruzada
contra los turcos, Pablo creyó oír en esto la voz de Dios, pues quería morir mártir y se alistó
voluntario, pasando algún tiempo en cuarteles y campamentos. Convencido de que éste no era
el servicio que Dios le pedía, regresó a la casa de sus padres a quienes siguió ayudando en sus
necesidades, dedicaba muchas horas a la oración, participaba diariamente en la misa y se
entregaba a duras penitencias.

Pablo Francisco tenía 26 años sus hermanos habían crecido y sus padres no necesitaban tanto
de su de ayuda. Por este tiempo, sintió la llamada de Dios a fundar una orden religiosa: "...
sentí mi corazón movido por el deseo de retirarme a la soledad; ... me vino la inspiración de
llevar una túnica, de andar descalzo, vivir en estrechísima pobreza y llevar, con la gracia de
Dios, vida de penitencia; ...me vino la inspiración de reunir compañeros para vivir con ellos
promoviendo en las almas el santo temor de Dios; me vi en espíritu vestido de una túnica
negra, con una cruz blanca sobre el pecho, y bajo la cruz escrito el nombre santísimo de Jesús
con letras blancas...

El 22 de noviembre de 1720 Pablo se despidió de su familia y se dirigió a su obispo, Mons.


Gattinara, en Alejandría. Este, en una ceremonia sencilla y en su capilla privada, revistió a
Pablo de la Cruz con el hábito negro de ermitaño. Las seis semanas siguientes del 23 de
noviembre de 1720 al 1 de 1721, las vivió en el trastero de la sacristía de la Iglesia de San
Carlos, de Castellazzo, en las más precarias condiciones de alojamiento. Son como los
ejercicios espirituales preparatorios para su misión de ermitaño y fundador . En adelante su
apellido será "de la Cruz".

Por orden de su obispo, Pablo de la Cruz consigna por escrito los sentimientos y vivencias
interiores de esos días en un "Diario espiritual". En él vemos a qué grado de oración ha llegado
ya, así como las grandes líneas de la doctrina espiritual que vivirá y enseñará durante los 55
años siguientes. En las anotaciones del primer día aparece ya la idea fundamental y
programática de toda su vida: "No deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno; sólo
deseo estar crucificado con Jesús ".

Acabados estos días el Pablo de la Cruz pasó los meses siguientes en distintas ermitas de las
cercanías viviendo en soledad; daba catecismo a los niños en los lugares vecinos, predicaba los
domingos e incluso dio una misión. Quiso ir a Roma para pedir personalmente al Papa le
aprobara las Reglas de la nueva Orden religiosa, misma que escribió durante los 40 días de
Castellazzo. En Septiembre de 1721 se dirigió a Roma, pero sufrió una gran desilusión. Es
rechazado por los guardias de Papa con palabras no muy amables. Aunque profundamente
decepcionado, no se desanimó. En la Basílica María la Mayor hizo un voto especial: “dedicarse
a promover en los fieles la devoción a la Pasión de Cristo y empeñarse en reunir compañeros
para hacer esto mismo”.

A su vuelta a Castellazzo, se les unió su hermano Juan Bautista que, lleno de los mismos
ideales, fue hasta su muerte en 1765 el compañero fiel de Pablo. Durante los años siguientes
vemos a los dos experimentar la Regla pasionista en diferentes ermitas y colaborando con las
parroquias vecinas mediante el catecismo y la predicación.

Tras la etapa eremítica Pablo de la Cruz creyó necesario que él y su hermano vivieran en Roma
para conseguir de la Santa Sede la aprobación de las Reglas; por eso prestaron sus servicios en
el Hospital de San Gallicano cuyo Director les aconsejó hacerse sacerdotes. Después de un
breve curso de Teología pastoral, en junio de 1727 los dos hermanos Danei fueron ordenados
sacerdotes en la Basílica de San Pedro por el Papa Benedicto XIII.

Siguiendo su gran impulso a vivir en la soledad y a reunir más compañeros formando la


primera comunidad los dos hermanos se dirigieron al Monte Argentario, unos 150 Kilómetros
al norte de Roma, junto a la costa. Ahí vivieron en una pequeña ermita. El aumento de
candidatos hizo pequeño el local, y construyeron el primer convento de la naciente
Congregación, el cual, por innumerables dificultades, fue inaugurado hasta 1737.

Pero faltaba todavía la aprobación de las Reglas o Una comisión de cardenales nombrada para
su estudio suavizó algo su gran austeridad, y en mayo de 1741 fueron aprobadas por
Benedicto XIV; habían transcurrido 21 años desde que fueron escritas el nombre de la nueva
orden religiosa sería: ”Congregación de la Santísima cruz y Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo”, título que expresaba claramente su peculiaridad en la Iglesia. Los Religiosos
Pasionistas anunciarán por todas partes el misterio de la Cruz y Pasión de Jesucristo a lo cual se
obligarían por el voto específico.

Pablo de la Cruz encontró el sentido completo de su existencia en la Memoria de Jesús


Crucificado, quien dio su vida por todos nosotros (Jn 3,16). En su asidua contemplación del
crucificado, Pablo encontró un camino de acceso al misterio de Dios que es vida y amor, y que
desea destruir el peso del pecado y del sufrimiento. Él descubrió que Dios está más cerca de
los pobres, de los que no tienen nada, y sintió la urgencia de salir a su encuentro para esto: voz
anunciarles al Dios de la vida.

Fundó la Congregación de la Pasión con la esperanza de que continuara haciendo presente al


Crucificado, que pronuncia su juicio sobre el pecado del mundo, que es la causa de la injusticia
y del sufrimiento de muchos hermanos y hermanas, y hace al hombre capaz de amar de un
modo nuevo. Quiso que la Congregación fuera un signo humilde del grande Amor de Dios.

A lo largo de su vida -murió a los 82 años-, Pablo de la Cruz fundó 11 conventos. En 1771, el
santo, ya anciano, inauguró el primer monasterio de religiosas pasionistas de clausura, que
vivirían el mismo espíritu según la Regla escrita también por él.

Además de fundador, Pablo de la Cruz, fue predicador de misiones populares y gran director
espiritual. Poseía cualidades muy especiales para esto: voz potente, agradable presencia física,
dotes retóricas extraordinarias. Pero lo que más impactaba de él era su testimonio de íntima
unión con Dios, su devoción y su santidad.

Por su gran actividad apostólica -200 misiones y 80 tandas de ejercicios espirituales- mantuvo
contacto con gran número de personas que solicitaban su consejo en la vida espiritual, a
quienes él sirvió especialmente por correspondencia.

El 18 de octubre de 1775 pasó Pablo a la Casa del Padre con una muerte tranquila y santa en el
convento de los Santos Juan y Pablo en Roma. Así terminaba su larga vida de trabajos y
sufrimientos por Cristo y por el prójimo. Fue beatificado por Pío IX el 1 de mayo de 1853; fue
canonizado por el Papa el 29 de junio de 1867.

[NOTA: “Los miembros de Institutos o Congregaciones Religiosas en que se hacen Votos, ya


sean Temporales o Perpetuos, no pueden recibir el Habito de la Tercera Orden, ni profesar en
ella. MAS LOS TERCIARIOS QUE ENTRAN EN RELIGIÓN, ANTES DE PROFESAR EN ELLA, SON
TODAVÍA MIEMBROS DE LA TERCERA ORDEN Y GOZAN DE SUS GRACIAS Y PRIVILEGIOS, SI ES
QUE LLEVAN VESTIDOS EL ESCAPULARIO Y EL CORDÓN." (Decreto de la Sda. Congregación de
Indulgencias de 16 de junio de 1887; y de 31 de enero de 1893) (Algunas Decisiones Pontificias
sobre la Tercera Orden Secular de S. Francisco)]
[(Ob. Cit. Pequeño Manual del Terciario Franciscano / Quito / Tipografía de la Escuela de Artes y
Oficios /Pág. XXXIVII/1894) (Ob. Cit. “Máximas de san Francisco de Asís” Pág. 91 /Rev. P. Elías Passarell /
Barcelona, 1888)]
OCTUBRE 21: BEATA MARÍA
LORENZA LONGO
Viuda, de la Tercera Orden Franciscana (+1542)
Fundadora de las Clarisas Capuchinas. Beatificada
el 09 de octubre de 2021 por el Papa Francisco.

María Requenses de Longo nació en Cataluña,


posiblemente en Lérida (España) hacia 1463, de
familia noble. Se casó muy joven con Juan Llonc,
regente del Consejo de Aragón; del matrimonio
nacieron varios hijos. Una sirvienta intentó
envenenarla; no murió, pero quedó paralítica.
Acompañó a su marido cuando, en 1506, fue a
Nápoles en el séquito del rey Fernando el
Católico, con el cargo de regente de la cancillería
real. Muerto el marido, peregrinó en 1510 al santuario de Loreto, donde obtuvo la gracia de una
curación repentina. Antes de despedirse de la Santa Casa, vistió el hábito de la Tercera Orden de San
Francisco y decidió dar un nuevo rumbo a su vida: ahí, en las mismas paredes que oyeron el Fiat de la
Virgen Santísima, María dio a Dios su sí definitivo, asumiendo el nombre de María Lorenza, ligando su
persona a este evento espiritual en Loreto.

De regreso en Nápoles, arregló la situación de sus hijos y se dio enteramente al ejercicio de la caridad.
Formó parte de la Compañía de los Blancos o S. Giovanni Decollato, fundada en 1519 por Ettore
Vernazza, genovés, celoso propagador de los oratorios del Divino Amor. No tardó en rodearse de
colaboradoras pertenecientes a la nobleza napolitana, como Vittoria Colonna, convirtiéndose en el alma
de las iniciativas benéficas de la populosa ciudad; cabe citar entre ellas el empeño que puso en liberar y
rescatar a las mujeres explotadas, para las que abriría, con María Ajerba, el "Monastero delle Pentite".

Pero la iniciativa más importante fue el «Hospital de Incurables», inaugurado el 23 de marzo de 1522,
del que se la considera fundadora y del que tuvo que asumir la dirección. Lo dotó con sus bienes y con
donativos que mendigaba personalmente. Allí vivía y servía a los enfermos con sus propias manos.
Además, para servicio del mismo fue formando una comunidad de Terciarias Franciscanas que, a partir
de 1533, contó con la dirección espiritual de San Cayetano de Thiene, Presbítero, Terciario Franciscano y
Fundador de los Teatinos, el cual, en 1535, obtuvo de Romasu aprobación canónica bajo en nombre de
Hermanas Franciscanas de la Tercera Orden, establecidas en el monasterio de Santa Maria in
Gerusalemme.

En 1538, San Cayetano, que había acentuado el espíritu contemplativo de las Terciarias, cedió su
dirección espiritual a los capuchinos. El 10 de diciembre de 1538, Paulo III las convirtió en Orden bajo la
Regla de Santa Clara de Asís y las encomendó a los capuchinos. Sor María Lorenza, deseosa de una
"estrictísima observancia", adoptó las Constituciones de Santa Coleta de Corbie y algunas observancias
de los capuchinos, acentuando la separación del mundo y la devoción a la Pasión de Cristo. Así dió lugar
en la Iglesia para las Clarisas Capuchinas.

Los últimos años de su vida los pasó en la quietud del Monasterio de Santa María in Gerusalemme,
dedicada enteramente a la oración y contemplación y a la formación de sus hermanas. En 1539 renunció
al cargo de abadesa. Falleció santamente a finales de 1542, probablemente el 21 de octubre. Sus restos
se conservan en el Protomonasterio de S. Maria in Gerusalemme de Nápoles.
El proceso de su beatificación se abrió en el año 1880. El 9 de octubre de 2017 el Papa Francisco la
declaró Venerable. Aprobado un milagro obrado por su intercesión ante el Señor, fue beatificada el
sábado 9 de octubre de 2021.

OCTUBRE 24: SAN LUIS GUANELLA

Sacerdote de la Tercera Orden (1842-1915).


Fundador de los Siervos de la caridad y de las
Hijas de Santa María de la Providencia.
Canonizado el 23 de octubre de 2011 por
Benedicto XVI

Luis Guanella nació en Fraciscio, Sondrio, el 19


de diciembre de 1842, el noveno de trece hijos.
Desde niño aprendió una fe viva y operante, un
constante amor al trabajo y una gran caridad
para con los pobres.

Pasada su niñez entre sus montes siempre


nostálgicamente amados, fue alumno del
Colegio Gallio de Como, frecuentó después, para
los estudios eclesiásticos, los seminarios
diocesanos, distinguiéndose por la angélica
piedad, amabilidad de carácter y
aprovechamiento en las disciplinas escolares.
Ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1868, estuvo encargado de cura de almas en Prosto y en
Savogno, en Val Chiavena, donde construyó una escuela elemental, y enseñó en las escuelas, por cuanto
tenía un diploma de maestro. Multiplicó las iniciativas benéficas a favor de los pobres y con entusiasmo
organizó la acción Católica juvenil, fundada en 1867 por Juan Acquaderni y Mario Fani. En 1875 fue a
Turín, a donde Juan Bosco, de quien aprendió el camino de la santidad y el método pedagógico. Se
vinculó con los votos religiosos a la sociedad salesiana. Pero en 1878 fue llamado por su obispo a la
diócesis, fue nuevamente párroco en Traona, Olmo y Pianello Lario, donde en 1885 sonó la hora de la
misericordia con la primera fundación de las obras soñadas de tiempo atrás a favor de los pobres
abandonados.

Este sacerdote valteliense, en la escuela de los santos de su tiempo: Juan Bosco, José Cafasso, José
Benito Cottolengo, Leonardo Murialdo, Luis Orione, Madre Francisca Javier Cabrini, también él fue
iniciador de numerosas obras de beneficencia, que florecerían rápidamente gracias a su espíritu de
dedicación, y a su capacidad de comunicar entusiasmo y valor a sus colaboradores.

Devoto y admirador de San Francisco de Asís, ingresó en su Tercera Orden. De la vida del Pobrecillo
asumió el espíritu de pobreza y de perfecta alegría, de gran confianza en Dios y de amor por los
hermanos más pobres: los huérfanos, los deficientes, los ancianos y los enfermos. Para continuar la
institución fundó dos congregaciones religiosas: los siervos de la Caridad (Guanelianos) y las Hijas de
Santa María de la Providencia (Guanellianas). La obra se desarrolló admirablemente en Italia y en el
exterior. La pía unión del tránsito de San José, iniciada por él en Roma, cuenta hoy con más de diez
millones de miembros. En años de encendido anticlericalismo, fue mirado con sospecha por las
autoridades laicas y fue blanco de injusticias y persecuciones, pero las superó con la fuerza de su fe y el
fuego de la caridad. Fue a América siguiendo a los emigrantes, trabajó mucho por la asistencia religiosa
a los mismos. Para instruir a la juventud abrió escuelas de iniciación, y oratorios. Para asistir a las
víctimas del terremoto de Calabria, en Marsica y en Mesina, no economizó energías ni medios.

En Como el 24 de octubre de 1915, a los 73 años concluyó su activa jornada este héroe de la caridad. Su
cuerpo se venera en el Santuario del Sagrado Corazón en Como.
OCTUBRE 25: BEATA
CATALINA DE BOSNIA
(CATERINA VUKČIĆ
KOSAČA)
Reina, de la Tercera Orden Franciscana
(1425 - 1478)

Caterina Vukčić Kosača (serbia y bosnia


Катарина Вукчић Косача, Katarina
Vukčić Kosača) fue reina consorte de
Bosnia desde 1446 hasta 1461, como
esposa del rey Esteban Tomás (Stjepan
Tomaš).

En Bosnia, La Beata Catalina, viuda,


reina de Bosnia, que, vestida con el
Hábito de Terciaria Franciscana, se
caracterizó admirablemente por la
paciencia, la castidad, la piedad y la
humildad.

Las noticias sobre su vida son más bien


escasas, pero suficientes para hacernos
comprender la grandeza de su figura, predominantemente católica; vivía en un estado balcánico
continuamente amenazado por el expansionismo musulmán.

Nacida en Herzegovina en 1424, se casó con el penúltimo rey de Bosnia Esteban Tomás, trabajando para
difundir la fe en su reino; llamó a los Franciscanos a Jaice, la capital, para oponerse y convertir a los
muchos herejes y cismáticos bogomiles, que habían hecho de Bosnia el baluarte de su herejía; que
contrastaba el mundo del espíritu con el de la materia, considerado expresión de la fuerza del mal; negó
la Santísima Trinidad, la naturaleza humana de Cristo, redujo a mera apariencia, el Antiguo Testamento,
no reconoció los ritos litúrgicos, la jerarquía eclesiástica, el bautismo y el matrimonio.

En 1463 los turcos, dirigidos por el sultán Mohammed II, ocuparon Bosnia y, entre otras cosas,
capturaron a los hijos de Catalina, obligándolos a convertirse en musulmanes; la reina luego enviudó en
el mismo año, se exilió en Roma, donde fue acogida con honor por el Papa Pío II, convirtiéndose en
Terciaria Franciscana y viviendo en santidad, gozando de la estima y consideración de los sucesivos
papas Pablo II y Sixto IV .

Murió en Roma el 25 de octubre de 1478 y enterrada con solemne funeral en la iglesia de Aracoeli; en su
testamento ordenó dejar su reino, la espada y las espuelas (evidentemente los símbolos reales) a la
Santa Sede, con la condición de que si su hijo Segismundo, prisionero de los turcos, una vez liberado
hubiera vuelto al cristianismo, él tendría que convertirse en el rey de Bosnia.

La Orden Franciscana celebra a Catalina como beata, con el aniversario del 25 de octubre, día de su
muerte.
OCTUBRE 26: BEATO JOSÉ
GREGORIO HERNÁNDEZ CISNEROS
MÉDICO, DE LA TERCERA ORDEN FRANCISCANA
(1846-1919). Beatificado el 30 de abril de 2021
bajo el Pontificado del Papa Francisco.

José Gregorio Hernández Cisneros, nació el 26 de


octubre de 1864, en Isnotú, estado de Trujillo,
Venezuela. Su padre, Benigno Hernández era
Farmacéuta y poseía una tienda. Su madre Doña
Josefa Antonia Cisneros era muy católica, y de
origen español.

Lo bautizaron el 30 de enero de 1865 y lo


confirmaron el 6 de diciembre del mismo año.

A los trece años, José Gregorio le manifestó a su


padre que deseaba ir a Caracas a estudiar Leyes;
pero éste lo convenció de que debía estudiar
Medicina. José Gregorio aceptó obedientemente y
a partir de ese momento tomó a la Medicina como su propia vocación, quizá porque veía en ella una
manera de expresar su natural inclinación a ayudar a los demás.

Terminó el Bachillerato y se ganó una serie de distinciones y premios.

Como buen cristiano asistía todos los domingos a la Misa y vivía su Fe. Se destacó por ser servicial,
responsable, prudente, de juicio sereno y por la limpieza de sus costumbres. Esta actitud de vida lo
convirtió en un líder muy popular que a través del ejemplo arrastraba a los demás.

Ingresó en la Universidad Central de Venezuela en Caracas a los 17 años. En 1884 cuando comenzó a
cursar tercer año, su padre mandó a dos de sus hermanos César y Benjamín a estudiar Comercio. José
Gregorio se mudó de casa de manera de poder vivir con sus hermanos.

Se compró un Armonio y recibió clases de Piano. En casa de su compañero Santos Aníbal Dominici
compartían grandes tenidas de Piano.

Como Médico su vida puede sintetizarse en la frase de una señora: “El Dr. Hernández no era un
profesional de esos que le miran a uno y secamente le dicen que compre ésto o aquella medicina o que
guarde cama tantos días. El era un amigo y su sonrisa invitaba a vivir y a sanar.”

Como Investigador Científico se destacó por encima de sus colegas con una serie de investigaciones que
hicieron que su fama fuera internacional.

El Dr. José Gregorio Hernández Cisneros fue un ferviente Franciscano Seglar, de hecho, tomo el Hábito
en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Mercedes, en Caracas, el día 07 de diciembre de 1899,
según consta en el libro de actas, pagina 167 de la V.O.T. siendo para ese entonces sus asesores
espirituales los Padres Franciscanos “Capuchinos” Baltazar de Lodares y Olegario de Barcelona.

En 1919, el 29 de junio, cruzando la calle en la pastora entre las esquinas de Amadores y Urapal, para ir
a la Botica, preocupado en conseguir de prisa un remedio para salvar la vida de un paciente, un
eminente médico reconocido por su ciencia, conocimientos, práctica médica e inmenso amor y entrega
a la gente fue atropellado por el tranvía.

Su cuerpo, alcanzado por un automóvil que pasaba, fue arrojado contra uno de los postes de hierro de la
calle y al caer, le destrozó la base del cráneo contra el borde de la acera. Sus últimas palabras fueron:
“¡Virgen Santísima...”.
Octubre 27: BEATA CATALINA VISCONTI

Duquesa de Milán, de la Tercera Orden


Franciscana (1362 - 1404)

Catalina Visconti, hija de Bernabò Visconti,


señor de Milán, y de Beatrice Regina della
Scala, fue la última dama consorte de Milán, de
1385 a 1395, y la primera duquesa consorte de
Milán, de 1395 a 1402 (año de la muerte de su
marido) como segunda esposa de Gian
Galeazzo Visconti, su primo hermano.

En Monza, en el territorio de Milán, la beata


Catalina Visconti, duquesa de Milán, viuda
terciaria, mujer muy admirable, porque siempre
estuvo atenta a los ejercicios de piedad y a las
obras de misericordia. Catalina Visconti, hija de
Bernabò Visconti, señor de Milán, y Beatrice
Regina della Scala, fue la última consorte de
Milán desde 1385 hasta 1395, y antes de la
duquesa consorte de Milán desde 1395 hasta
1402 (el año de la muerte de su marido), como
la segunda esposa de Gian Galeazzo

El primer matrimonio de Catalina fue en 1378 y


se refería a un posible matrimonio con el rey
Ricardo II de Inglaterra, quien, sin embargo,
más tarde se casó con Ana de Bohemia. Al año
siguiente, sin embargo, Bernabò renunció al proyecto e interesó a Gian Galeazzo Visconti, hijo de su
hermano Galeazzo II Visconti y viudo de Isabel de Valois. La boda entre Catalina y su primo tuvo lugar en
Milán el 15 de noviembre de 1380 en la Iglesia de San Giovanni in Conca, aunque ese día Azzone, hijo
del novio murió a Catalina el marido donó el castillo de Monza, previamente concedido a Bianca de
Saboya. En 1388 Gian Galeazzo también le dio a su esposa el Señorío de Vicenza. El 6 de mayo de 1385,
para apoderarse del señorío de Milán, Gian Galeazzo capturó y encerró en el castillo de Trezzo Bernabò
y sus dos hijos Ludovico y Rodolfo que murieron en cautiverio. También despojó a los primos
sobrevivientes de todos los derechos sobre el señorío de Milán. Entre los otros señores italianos
legitimó el golpe acusando a su tío de querer asesinarlo y también de haber obligado a casarse con él y
su hermana Violante Visconti. Catalina le dio a Gian Galeazzo dos hijos: después de haber ido mal el
primer embarazo (una hija había nacido y murió en junio de 1385), la pareja se comprometió a Nuestra
Señora para poner a cada hijo como un segundo nombre María. El 8 de enero de 1390 Catalina perdió a
otro hijo, pero, después de haber prometido construir una Cartuja si sobrevivía al parto, se inició el
trabajo en la construcción de la Cartuja de Pavía; Giovannino De'' Grassi también fue contactado para el
proyecto. La primera piedra fue colocada el 27 de agosto de 1396. El 11 de mayo de 1395, el emperador
Wenceslao otorgó el título de duque de Milán a Gian Galeazzo. Para la ocasión, los nuevos duques
encargaron a Anovelo Da Imbonate la creación de un Misal para ser donado a la Basílica de San
Ambrosio; en él también aparece un retrato de Catalina junto con algunos cortesanos. El 3 de
septiembre de 1402 Gian Galeazzo murió y dejó a su esposa Catalina la tutela de sus hijos legítimos, a
pesar de que siempre había sido mantenido en la oscuridad por el gobierno. La Regencia pertenecía a un
consejo que gobernaría hasta la edad de Juan y Felipe. Para hacer frente a las deudas dejadas por su
esposo, Catherine se basó en el consejo del Guelfo Francesco Barbavara, conde de Valsesia y miembro
del Consejo Regente. Antonio Visconti di Giovannolo (descendiente de Uberto Visconti), acusó a
Barbavara de mal gobierno y, reunió a algunos disidentes, puso la ciudad en agitación en junio de 1403.
Los alborotadores colocaron junto a Juan María otro consejo, del cual el propio Antonio formaba parte.
Los disturbios de Milán, que terminaron en agosto del mismo año, sin embargo, habían provocado la
rebelión de las ciudades infestadas de los Visconti. Con la ayuda de Pandolfo Malatesta, Jacopo dal
Verme y Facino Cane, Catherine arrestó a los miembros del nuevo consejo el 6 de enero de 1404 y
decapitó a algunos alborotadores. Aquellos que lograron escapar de Milán pidieron ayuda a Filippo
Maria, quien se opuso a su madre. En Milán, mientras tanto, estallaron otros disturbios. Catalina buscó
ayuda en los hermanos, ahora todos en el extranjero, pero antes de que pudiera recibir una respuesta
fue arrestada el 18 de agosto de 1404 por Francesco Visconti di Giovannolo, y encarcelada en el castillo
de Monza. Aquí murió, tal vez de plaga o tal vez envenenada, el 17 de octubre de 1404. Fue enterrada
en la Catedral de Monza, detrás del altar mayor.

OCTUBRE 28: BEATO SALVADOR DAMIÁN


ENGUIX GARÉS
Viudo y Mártir, de la Tercera Orden Franciscana (1862 -1936)
beatificado el 11 de marzo de 2001 por el Papa San Juan Pablo
II.

Nace en Alcira, provincia de Valencia, el 27 de septiembre de


1862. Estudió la carrera de veterinario y en su matrimonio tuvo
cinco hijos, de cuya crianza y educación hubo él de encargarse
en solitario pues su esposa murió muy joven. Desde 1926 era
veterinario municipal de Alcira. Era un católico y Terciario
Franciscano fervoroso. Contribuyó a la fundación de la
Adoración Nocturna, de la que fue primer presidente, y
pertenecía a las Conferencias de San Vicente de Paúl, así como
a la Acción Católica. Demostró su caridad en las epidemias y
riadas, y era asiduo del hospital, cuyos enfermos visitaba, y del
asilo de ancianos, a cuyo aseo colaboraba.

Iniciada ya la revolución, el 31 de julio de 1936 presentó su dimisión como veterinario municipal, que
fue aceptada al día siguiente. Fue detenido el 6 de agosto y puesto en libertad a las pocas horas. A su
hija, que le manifestó su miedo ante las circunstancias, la animó recordándole el valor del martirio.
Volvieron a detenerle en los días finales de octubre y le llevaron a las Escuelas Pías, que hacían de cárcel.
El día 27 lo llevaron a las tapias del cementerio y lo fusilaron, pero no murió, y creyéndole muerto lo
dejaron. Al día siguiente, cuando fueron a enterrarlo y no lo hallaron, lo buscaron por los alrededores y
lo encontraron en una casa de su propiedad cercana al cementerio. Entonces dispararon contra él hasta
causarle la muerte.

SANTA MARIANA DE JESÚS PAREDES


FLORES JARAMILLO

Hace 404 años la antorcha de Santidad paso de Lima de


manos de Santa Rosa, Terciaria Franciscana y Dominica, en
su última agonía a Quito. Quien recibió aquella antorcha fue
Santa Mariana de Jesús Paredes Flores Jaramillo, mientras
la primera Santa de América moría, la Azucena de Quito,
Terciaria Franciscana e integrante de la actual Fraternidad
de la O.F.S. Quito Centro, nacía el sábado 31 de octubre de
1618, a través de señales claras de que sería una gran Santa
para su pueblo, el mismo demonio intento que todo fuese
mal en el parto, pero Mariana por la bendición de Dios salió
victoriosa. ¡Viva nuestra Hermana Santa Mariana de Jesús
Paredes Flores Jaramillo!
NOVIEMBRE 01: SIERVO DE DIOS PUTHENPARAMPIL THOMMACHAN

Esposo, de la Tercera Orden Franciscana (1836 - 1908) Declarado


Siervo de Dios el viernes 29 de junio de 2012.

Puthenparampil Thommachan fue bautizado con el nombre de


Thomas, al ingresar a la OFS tomó el nombre de Louis de San Luis IX
patrón de la Orden, y por lo tanto llamó a Thommen Louis.

Nació en Edathua, Kuttanad, Alappuzha el 1 de noviembre y murió en


Edathua, Kuttanad, Alappuzha el 8 de julio de 1836. Tenía las
características para ser un religioso contemplativo, pero se casó
cumpliendo con todos los deberes familiares. Vivió una vida ascética.

Enamorado de Dios, fundó una comunidad de terciarios, la


"Fraternidad de la cuerda" que, siguiendo el ejemplo de San Francisco
y sus compañeros, se instalaron en los ejidos, poniéndose al servicio
de los parias, los marginados, "los intocables", que vivían en
condiciones infrahumanas.

Viajó por todo Kerala, predicando el mensaje franciscano tanto que


popularmente se le conoce con el sobrenombre de "Kerala Asís".

PUTHENPARAMPIL THOMMACHA

"KERALA ASÍS"

Bautizado con el nombre del Apóstol Tomás que evangelizó la India ingresando en la Orden Franciscana
Seglar tomó el nombre de Luis

en memoria de San Luis IX protector de la Tercera Orden Franciscana. Era conocido en las cofradías
religiosas como Thommen Louis.

Thommechan nació el 8 de julio de 1836 y fue bautizado como Thomas. Quedó huérfano de padre a la
edad de dos años y medio. Desde entonces su madre, Thresiamma, se hizo cargo de él.

Su excelente conocimiento del idioma tamil le permitió leer algunos libros religiosos y devocionales. De
hecho, la mayoría de los libros disponibles en ese momento estaban en tamil. Los más importantes
fueron la Biblia y la vida de los Santos, incluida la de San Francisco de Asís.

Thommechan tenía las características para ser un contemplativo y un asceta. Le hubiera gustado dedicar
su vida a la oración para vivir una vida de soledad y meditación.

Se casó con Annamma, hija de Mathachan, Vadakkeveettil de la parroquia de Pulincunnu, una muchacha
católica, no muy interesada en las prácticas de piedad de su marido. Del matrimonio nacieron un hijo y
dos hijas. Thommechan fue un esposo fiel y un padre ejemplar.

En 1865, a la edad de 28 años, Thommechan, junto con algunos de sus compañeros, dedicaron su vida al
servicio de Dios, sin renunciar a sus responsabilidades familiares. Oyó hablar del cordón franciscano
como símbolo de una opción de vida virtuosa, dedicada a la caridad. Eligió los hilos gruesos y espinosos
del coco para tejer un cinturón para usar en contacto con el cuerpo. Completaban esta obra de
mortificación física algunas normas autoimpuestas que conducían a una conducta de vida virtuosa y
obras de caridad como la ayuda a los pobres, la conversión de los alejados de la religión y la estricta
observancia del día de culto.
Un día, durante la lectura espiritual dominical, este grupo de oración conoció la historia de la fundación
de la Tercera Orden de San Francisco de Asís,que se refería a los casados que vivían en el mundo.
Thommechan pronto consiguió una copia de la Regla de la Tercera Orden Franciscana .

Thommechan se enteró de que San Francisco y sus frailes participaban activamente en actividades
misioneras y pronto sintió que ese era su llamado y el de su fraternidad.

Había muchos parias, los marginados, "los intocables", que vivían en condiciones infrahumanas y se les
negaban todos los derechos (educación, culto, uso de la vía pública, etc.). La fraternidad construyó una
choza en los ejidos y organizó la enseñanza del catecismo en muchos grupos según la edad. Esta
asociación Thommechan, que acogía a los parias pobres, levantó protestas de las familias adineradas.

La fraternidad se distinguía por la cuerda que sus miembros se habían atado a la cintura. Fueron
llamados "Hermandad de la cuerda".

Desafiando todas las dificultades, Thommechan trabajó para insertar nuevos miembros en las
parroquias y viajó por todo Kerala, predicando el mensaje franciscano en las iglesias. Desde 1868 en
adelante, Thommechan se comprometió con esta misión y tuvo un enorme éxito en la difusión del

mensaje franciscano en todo Kerala.

Siguiendo la práctica religiosa común de elegir un nombre alternativo como señal del abandono de la
vida anterior, Thommechan eligió 'Louis' como su nuevo nombre. A partir de entonces, Thommechan
fue conocido en las hermandades religiosas como Thommen Louis. San Luis (o Ludovico) es el santo
patrón de los hermanos terciarios franciscanos. El 1 de noviembre de 1908 entregó su alma a Dios.

Puthenparambil Thommachan, conocido popularmente como 'Kerala Asís', fue declarado 'Siervo de
Dios' el viernes 29 de junio de 2012.

NOVIEMBRE 01: SIERVOS DE DIOS


JOSIP LANG
Obispo, de la Tercera Orden Franciscana (1857-
1924).

Nació en el pueblo de Lepšić cerca de Ivanić Grad.


Se graduó en el Classical Gymnasium de Zagreb en
1876. Estudió teología en Roma y se doctoró en la
Pontificia Universidad Gregoriana. Para el
sacerdocio fue ordenado en Zagreb en 1883. años.
Fue sacerdote en el Hospital de las Hermanas de la
Caridad en Zagreb, sacerdote y predicador en la
Casa de las Hermanas en la calle Frankopanska,
educador y rector del Seminario Teológico y párroco
de la Parroquia de Santa Marija na Dolac. Siempre
dedicado a la labor pastoral y caritativa, fue
nombrado canónigo y luego obispo auxiliar de
Zagreb.

Visitaba mucho a los enfermos, especialmente a los


pobres, y distribuía ayuda espiritual y material
abundante. Bajó a los sótanos húmedos, subió a los áticos y áticos para ayudar a las personas en
situaciones financieras difíciles. Distribuyó su salario mensual a los pobres y, a menudo, tuvo que pedir
prestado. Murió en 1924. y fue enterrado en la iglesia de S. Marija na Dolac. Murió el 1 de noviembre de
1924. en la voz de la santidad. Está en marcha un procedimiento para su beatificación. Después de su
muerte, se estableció la Fundación Obispo Josip Lang para ayudar a los ancianos pobres. Fue fundado
por un benefactor croata, el monje jesuita Antun Cvek, y los teólogos de Zagreb publican y publican
"Vjesnik biskupa Lang". La plaza en el centro de Zagreb, la llamada "Lángica".
Tras la apertura del proceso de beatificación, el 20 de junio de 1980 se entregó a la Congregación para
las Causas de los Santos el “Transumptum publicum et autenticum processus originarii” y el 5 de junio
de 1987 se emitió el decreto de validez del
proceso diocesano.

NOVIEMBRE 02: SIERVO DE


DIOS ARNALDO CANEPA
Hermano de la Tercera Orden Franciscana
(1882-1966) Fundador del Centro Oratorios
Romano.

Arnaldo Canepa, catequista y fundador de los


Cien Oratorios Romanos, fallecido el 2 de
noviembre de 1966 en la clínica romana de la
Madonna della fiducia donde había pasado
los últimos años de su vida y nacido en Roma
en 1882, creció en un era que más tarde
llamaría a menudo "estúpida". Dedicó
cuarenta y más años de su existencia a la
fundación y dirección de Oratorios para
niños. Por ellos renunció a sus actividades
profesionales y se despojó paulatinamente
de todos sus bienes eligiendo vivir en la
pobreza franciscana. Después de su
conversión en mayo de 1921 y con la
apertura de su primer oratorio festivo en la
parroquia de Santa Maria del Buon Consiglio.

Arnaldo Canepa nació en Roma - en Via degli Spagnoli 29 - de Giacomo y Maria Giacomini, el 24 de
septiembre de 1882. Bautizado el 9 de octubre en la iglesia de Sant'Agostino; sus nombres: Arnaldo,
Rómolo, Pío. Es el segundo de cuatro hermanos: Alfredo, Manfredi, Olga.

Cuando murió su padre, su madre se quedó sola al frente del restaurante, se mudó de Via degli Spagnoli
a Via Venti Settembre y envió al pequeño Arnaldo a Vallerano (Viterbo). Aquí el anciano párroco le
enseña a leer un texto de Historia Sagrada ya orar. Y la oración de la mañana la seguirá diciendo
siempre, incluso en el período en que se apartará de la fe.

Después de Vallerano asistió al Colegio de Alatri y posteriormente al Internado Nacional de Spoleto.


Todavía joven volvió a Roma y se unió a los jóvenes de su generación, dejando de lado todas las
prácticas religiosas y simpatizando con la masonería y el socialismo. Él mismo más tarde llamó a ese
período "de mal gusto" y "estúpido".

En esos años, sin embargo, madura una personalidad caracterizada por la decisión y la sensibilidad, un
carácter fuerte, que apunta a lo esencial, práctico e intuitivo. Actúa como cabeza de familia y es a él a
quien su madre, hermanos y nietos acuden en busca de consejo. También tiene intereses culturales: se
sabe de memoria muchas canciones de la Divina Comedia, lee en francés e inglés, sabe latín de forma
autodidacta, le encanta el teatro y la música.

En el período posterior al traslado de su restaurante a Via delle Terme di Diocleziano, frente al Grand
Hotel, frecuentó el mundo cultural y musical de la época, cultivando una profunda amistad con Pietro
Mascagni.

Su conversión se produce en mayo de 1921: una tarde, por curiosidad, entra en la iglesia de Santa Maria
Odigitria, que se encuentra en la vía del Tritone, y sale molesto y convertido a Cristo.

En los meses siguientes a esa experiencia, Arnaldo se convierte en apóstol entre los jóvenes. Un viaje
marcado por una serie de pasajes indicativos de su crecimiento espiritual.
A partir de 1922 comenzó a frecuentar asiduamente a los frailes capuchinos de la iglesia de la
Inmaculada Concepción en Via Veneto, asociándose a la Tercera Orden Franciscana local, en cuyos
registros su nombre comenzó a aparecer desde entonces. Profesado el 23 de diciembre de 1923,
ocupará varios cargos, incluido el de Ministro.

En 1923, se unió a la Congregación Mariana como cohermano - erigida canónicamente el 19 de marzo


de 188 - bajo el título de Santa Maria degli Angeli. En enero del mismo año, Canepa organiza el Club de
la Juventud en su parroquia de Santa Maria degli Angeli: el 2 de julio organiza la Conferencia de San
Vincenzo de 'Paoli; posteriormente organiza la Acción Católica de adultos y el Grupo Scout.

En 1926 con el periodista Vertecchi, comienza la Conferencia de San Vincenzo de 'Paoli en la Parroquia
de Santa Maria del Buon Consiglio al Quadraro.

En 1929 Arnaldo conoció y siguió al obispo Desiderio Nobels, un sacerdote belga que había iniciado un
servicio pastoral para los niños en Quadraro y Torpignattara, los domingos con la celebración de la Misa
y el catecismo,

En 1931, Monseñor Nobel fue expulsado por los fascistas y el Párroco de Quadraro - Don Gioacchino Rey
- llamado Canepa quien así comenzó el Oratorio festivo (celebración eucarística y catequesis) ayudado
por dos hermanos de San Vincenzo. Posteriormente se suman a la iniciativa cohermanos de la Tercera
Orden Franciscana y comenzamos a reunirnos no sólo el domingo sino también durante la semana: es el
comienzo del Oratorio diario.

Por tanto, en este año Canepa realiza, en embrión, lo que en los años siguientes se denominará “las
cuatro vías del Centro del Oratorio Romano”, a saber, el Oratorio festivo, el Oratorio diario, las
actividades formativas mensuales y el juego.

En los años siguientes, a petición de los párrocos, se multiplicaron los oratorios; crece el número de
Terciarios y cohermanos de San Vincenzo, y lo que el Conde Pietromarchi estableció como Comité "Pro
Infantia" se transforma en una institución autónoma denominada "Prima Opera Sinite Pàrvulos" (1941),
que luego se convirtió en Centro Oratori Romani (1944) / 45). Esta Asociación, por voluntad del Cardenal
Vicario Marchetti, tiene su sede en el Vicariato de Roma en Via della Pigna n. 13

31 de diciembre de 1955: El Santo Padre Pío XII recibe al fundador del Centro del Oratorio Romano. con
una nutrida representación de los 52 oratorios parroquiales y más de 500 catequistas; en 1962 el
Cardenal Vicario Micara decreta el reconocimiento de la COR como asociación pública de la diócesis y
aprueba su primer Estatuto.

En los últimos años de su vida, viendo ya desfallecer sus fuerzas, se retiró a la Clínica Santa Maria della
Fiducia, en Appio Tuscolano, donde murió el 2 de noviembre de 1966 a causa de una trombosis cerebral
que se había apoderado de él en la solemnidad de Todos. Santos. Las monjas de la propia Clínica lo
encontraron tirado en el suelo: la más pobre y única manera de morir. Tenía 85 años, de los cuales 45
los dedicaba al apostolado en los oratorios. Sepultado en Verano, el cuerpo fue trasladado el 23 de
noviembre de 1989 al interior de la Iglesia Parroquial de Santa Maria del Buon Consiglio al Quadraro,
donde había iniciado su misión. Los restos mortales de Canepa se guardan ahora en una capilla de
granito rojo a la izquierda de la nave central. El reconocimiento del cuerpo realizado por las autoridades
eclesiásticas con motivo del traslado testimonia que su cuerpo está intacto y no se ha descompuesto. El
6 de diciembre de 1992, Su Santidad Juan Pablo II, de visita en la parroquia, se detuvo en oración y
bendijo el sepulcro. El 26 de mayo de 1993 se publicó el edicto relativo al inicio de la causa de
canonización del Siervo de Dios, Catequista de la diócesis de Roma, Terciario Franciscano.

El 26 de mayo de 1993 el Cardenal Vicario, Camillo Ruini, con un edicto inició el proceso para iniciar la
causa de canonización de A. Canepa. El 26 de febrero de 1994, Canepa fue proclamada Siervo de Dios.

El 30 de noviembre de 200 se clausura la fase diocesana del proceso para la Causa de Canonización del
Siervo de Dios Arnaldo Canepa. Preside la ceremonia el Cardenal y Vicario de Roma Camillo Ruini.
NOVIEMBRE 2: BEATA
MARGARITA DE LORENA
Viuda, de la Tercera Orden (Luego
Religiosa de la Segunda Orden)
(1463-1521). Aprobó su culto Benedicto
XV el 20 de marzo de 1921.

Margarita de Lorena, duquesa de Alençon,


nació en 1463 en Vaudémont, Francia. Fue
educada en la corte por el buen rey
Renato de Avignon y su texto de estudio
fue la “Leyenda Aurea” y las Vidas de los
Santos, de lo cual sacó tal provecho
espiritual, que a los 10 años de edad
soñaba con ser ermitaña. En 1480 cuando
regresó de Lorena, su cuñada asumió el
encargo de continuar su educación en
forma igualmente piadosa.

A los 10 años, durante un paseo en el


bosque, Margarita se ocultó con algunas
coetáneas, y despertó preocupación entre las personas del séquito. Cuando al anochecer la
encontraron, confesó que había querido darse a la vida eremítica. Era todavía adolescente cuando
murió el abuelo. Habiendo regresado a Lorena, un año después se casó con el duque de Alençon, que
también se llamaba Renato. La vida de los dos esposos no fue fácil, porque los desastres de la guerra de
los 100 años angustiaban al pequeño ducado. Peor fue cuando murió Renato de Alençon, dejando a
Margarita viuda a los 32 años de edad, con tres hijos todavía de tierna edad.

Desde entonces como mujer fuerte se dedicó a la educación de los tres huérfanos, que sus parientes
quisieron sustraer a su tutela. Pero ella supo hacerlos crecer entre los más prometedores y admirados
jóvenes de sangre regia y finalmente óptimamente casados. Ingreso en la Tercera Orden Franciscana.

Una vez libre de la obligación para con sus hijos, Margarita de Lorena quiso también librarse del peso del
ducado, llevado con escrupulosa abnegación durante los 22 años de viudez. De sus bienes personales
hizo tres partes: una destinada a los pobres, otra para la Iglesia, y una tercera para su propio sustento.
Luego se retiró al castillo de Essai, que se convirtió en un verdadero monasterio en estrecho contacto
con las clarisas de Alençon. El obispo de la diócesis debió invitar a la duquesa a moderar su celo ascético,
que la llevaba no sólo a pasar casi enteras las noches despierta en oración, llevando cilicios, ayunando
largamente, sino también a disciplinarse con extremo rigor para probar algo de la Pasión de Jesús, como
ella misma solía decir.

Cediendo a las exhortaciones del obispo, Margarita aceptó cambiar de método: se dedicó a curar las
llagas de los enfermos en un dispensario abierto por ella en Mortagne. Finalmente ingresó entre las
pobres clarisas de Argentan, deseosa de compartir la durísima vida de las hijas de Santa Clara. Después
de dos años de ejemplar y austera vida franciscana, enfermó y se preparó para la muerte. Murió como
una verdadera clarisa el 2 de noviembre de 1521 a la edad de 58 años. Sobre el pecho se le encontró
una cruz de hierro con tres puntas que se clavaban en su carne.
NOVIEMBRE 4, SAN CARLOS BORROMEO, EL SANTO OBISPO DE MILÁN

Obispo y cardenal, de la Tercera Orden


(1538-1584). Canonizado por Pablo V el 1 de
noviembre de 1610.

Carlos Borromeo es uno de los más grandes


obispos de la historia de la Iglesia, grande por su
caridad, grande por su doctrina, grande por su
apostolado, pero grande sobre todo por su
piedad y devoción. “Las almas – solía decir – se
conquistan con las rodillas”, es decir, con la
oración y oración humilde. San Carlos Borromeo
fue uno de los mayores conquistadores de
almas de todos los tiempos.

Nació en Arona en 1538 en la roca de los Borromeo, señores del Lago Mayor y de las tierras rivereñas.
Era el segundo hijo del conde Gilberto y por tanto, según el uso de las familias nobles, fue tonsurado a
los doce años. El joven tomó la cosa en serio, estudiando en Pavía dio de inmediato muestras de sus
dotes intelectuales. Llamado a Roma, fue hecho cardenal a los 22 años. Los honores y las prebendas
llovieron abundantes sobre su capelo cardenalicio, pues el papa Pío IV era tío suyo. Amante del estudio,
fundó en Roma una academia, según la costumbre de la época, llamada de las “Noches Vaticanas”.
Enviado al concilio de Trento fue allí, según la relación de un embajador, “más ejecutor de órdenes que
consejero”. Pero se mostró también como un formidable trabajador, un esforzado de la pluma y el
papel.

En 1582, muerto su hermano mayor, habría podido pedir la secularización para ponerse a la cabeza de la
familia. Pero permaneció en el estado eclesiástico y fue consagrado obispo en 1563, a los 25 años de
edad. Entró triunfalmente en Milán, próximo campo de su actividad apostólica. Su arquidiócesis era
extensa tanto como un reino, comprendía tierras lombardas, vénetas, genovesas y suizas. El joven
obispo visitó todos los rincones, preocupado por la formación del clero y por las condiciones de los
fieles. Fundó seminarios, edificó hospitales y hospicios. Gastó a manos llenas las riquezas familiares a
favor de los pobres. Amante de la pobreza quiso seguir el ejemplo de San Francisco de Asís
inscribiéndose en la Tercera Orden y viviendo según esta espiritualidad.

Defendió los derechos de la Iglesia contra los señores y los poderosos. Restableció el orden y la
disciplina en los conventos con tal rigor que un fraile indigno llegó a dispararle un tiro de arcabuz
mientras oraba en su capilla. Por fortuna la bala no lo hirió.

Durante la terrible peste de 1576 su actividad se desplegó prodigiosamente, como organizador de la


asistencia a los enfermos, curados personalmente por él. El 3 de noviembre de 1584, el titánico obispo
de Milán sucumbió bajo el peso de su insostenible trabajo. Tenía solamente 46 años y dejaba a los
milaneses el recuerdo de su santidad heroica.
NOVIEMBRE 04: BEATA TERESA MANGANIELLO
Virgen, de la Tercera Orden (1849 - 1876)
Beatificada el 22 de mayo de 2010 por
Benedicto XVI.

La Beata Teresa Manganiello nació el 1 de


enero de 1849. Su vida fue breve -sólo vivió
veintisiete años-, sencilla, pero muy intensa,
humanamente rica y sobre todo digna de Dios.
Pero para todos fue modelo de humildad y se
distinguió por su espíritu de penitencia, su
amor al prójimo y su vida de oración y
contemplación.

Era la undécima hija de un matrimonio de


campesinos, que vivían cerca del convento
capuchino de San Egidio, en Montefusco
(Avelino, Italia). Pasó toda su existencia entre
las paredes del hogar y en el ámbito de su
aldea. No fue nunca a la escuela; se dedicó
fundamentalmente a los quehaceres
domésticos y a menudo también al trabajo del
campo.

Todos la veían como una muchacha normal y sencilla. Se divertía con sus coetáneas, pero estaba
dispuesta a criticar con valentía sus charlas y actitudes, que le parecían frívolas. Ya a la edad de doce
años hizo voto de virginidad. Una de sus hermanas menores había escogido la vida religiosa y ella misma
manifestó el fuerte deseo de consagrarse a Dios, pero sus padres no quisieron privarse de su valiosa
ayuda en la familia.

A los dieciocho años por fin pudo realizar su sueño de entregarse plenamente a Dios. Lo hizo en la
Tercera Orden Franciscana. Sin dejar de llevar a cabo sus acostumbrados quehaceres domésticos, bajo la
guía de su director espiritual recorrió un intenso itinerario de espiritualidad franciscana. Tanto los
religiosos como la gente la estimaban y admiraban; ella se esforzaba por vivir en la humildad y la
ocultación. Sobre todo estaba impregnada de espíritu de pobreza.

Después de la profesión de los tres votos religiosos al final del año de noviciado, el 15 de mayo de 1871,
vistió el Hábito de Terciaria con el permiso de Pío IX con ocasión de un viaje a Roma por sugerencia de
su director. Solía orar a la Inmaculada con esta jaculatoria: «Madre mía, hermosa, haz que no entre en
mí lo que Jesús no quiere». Fue extraordinaria su docilidad y obediencia a sus padres.

Vivía el espíritu penitencial también a través del sufrimiento físico. Decía que Jesús se lo pedía para
reparar los pecados del mundo. Así quería asemejarse a Jesucristo crucificado y demostrarle todo su
amor.

Teresa no sólo sufría por amor a Dios; también estaba totalmente llena de amor al prójimo. Soportaba
también las ofensas y los reproches injustos. Para todos tenía palabras amables. Amaba especialmente a
los numerosos pobres que llamaban a la puerta de su casa. Los dos últimos años de su vida sufrió de
tuberculosis. Y los dos últimos meses tuvo que guardar cama. Precisamente en ese tiempo brillaron más
que nunca sus cualidades humanas y espirituales. Nunca salió de sus labios una queja. Siempre estaba
serena y alegre. Pasaba el tiempo en oración y contemplación.

A quienes la visitaban, y eran muchos, les regalaba sonrisas y palabras amables. Nunca se mostró
preocupada por su salud, y cuando su director espiritual le dijo que se estaba acercando el momento de
la muerte, respondió con la alegría que brotaba de su gran fe: «Padre, ¡qué hermosa noticia me da!».
Murió en la madrugada del viernes 4 de noviembre de 1876.
𝐒𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐀́𝐧𝐠𝐞𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐂𝐫𝐮𝐳, 𝐯𝐢𝐫𝐠𝐞𝐧 𝐟𝐮𝐧𝐝𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚
Santa Terciaria Franciscana

Ángela Guerrero González nace


en las afueras de Sevilla el día 30
de enero del año 1846. Su padre,
Francisco, era cocinero y su
madre, Josefa, costurera en el
convento de los trinitarios.
Tuvieron catorce hijos.

Fue bautizada en la parroquia de


Santa Lucía cuatro días después
de su nacimiento.

Como niña perteneciente a una


pobre familia sevillana solo
aprendió a escribir y el
catecismo; sin embargo, esta
pobreza no le impedía compartir
con los demás los escasos bienes
que había en su casa. El
ambiente en el que se crió era
profundamente religioso y ella,
era dócil de carácter, muy discreta y profundamente admirada por quienes la rodeaban. En su
casa aprendió a rezar el rosario y las oraciones que en el mes de mayo se le dedicaban a la
Virgen; acostumbraba a ir con su padre al rosario de la aurora, costumbre muy extendida
entonces y que aun hoy, se practica en algunos pueblos de Andalucía al menos en
determinados días del año.

La primera comunión la hizo con ocho años de edad y fue confirmada a los nueve años. A los
doce años tuvo que ponerse a trabajar como aprendiz de zapatera para ayudar a su familia y
allí, en el taller, también rezaba diariamente el rosario, enseñándole el oficio de zapatera a
otras niñas sevillanas, pobres como ella. La maestra del taller era Doña Antonia Maldonado,
una mujer piadosa que tenía como director espiritual al canónigo don José Torres Padilla, a
quienes conocían con el apodo de “el santero”. Con este sacerdote, puso en contacto doña
Antonia a Angelita (así era conocida en Sevilla). Entonces ella tenía dieciséis años de edad.

En 1865, con diecinueve años y acompañada de su hermana Joaquina quiso entrar como
hermana lega en el convento de las carmelitas descalzas del barrio de Santa Cruz, pero las
monjas no la consideraron con la salud suficiente como para poder realizar los oficios de
hermana lega, ya que la vida era muy austera en el convento y ¡“las madres” trabajarían más
bien poco!, así que fue rechazada. ¡Ellas se lo perdieron porque tendrían una gran santa en su
santoral!

En aquel tiempo se declaró una epidemia de cólera en Sevilla y Angelita, bajo la dirección del
padre Torres Padilla se entregó generosamente al servicio de los enfermos pobres que estaban
hacinados en los corrales de algunas casas.

Ella quería consagrarse totalmente a la vida religiosa y con veintidós años de edad entró como
postulante en el Hospital de las Hijas de la Caridad de Sevilla. Como su salud era muy precaria,
la enviaron a Cuenca y a Valencia por si aquellos climas le sentaban mejor y se fortalecía, pero
siendo novicia, tuvo que volver a Sevilla. Todo fue inútil, ya que tenía vómitos frecuentes y su
estómago no retenía las comidas. Consecuentemente, al no poder resistirlo, tuvo que
abandonar el noviciado. Eso fue muy doloroso para ella y para colmo, su director espiritual no
estaba en Sevilla, ya que como consultor teólogo asistía al Concilio Vaticano I.

Tuvo que volver a su casa donde la recibieron con muchísimo cariño y, poco a poco fue
recuperando la salud. Entonces, volvió al taller de zapatería.

Se resignó a vivir como monja sin convento y cuando regresó su director espiritual, él también
la acogió con todo cariño y siguió guiándola espiritualmente. Ambos intuían que Dios la quería
para algo muy especial que ellos no acertaban a adivinar.

El día 1 de noviembre de 1871 prometió en un acto privado a los pies de un Crucifijo, llevar a la
práctica los consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia. Como San Francisco de Asís,
dudaba si entregarse por entero a la contemplación o dedicarse también a la vida apostólica,
pero sin duda, fue Santa Clara de Asís la que le iluminó el camino: debía unir la vida
contemplativa con la entrega al servicio de los más necesitados.

En 1873, estando en oración vio el monte Calvario con una cruz vacía frente a la Cruz de Cristo.
“𝐀𝐥 𝐯𝐞𝐫 𝐚 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐜𝐫𝐮𝐜𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐚𝐛𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐢𝐦𝐢𝐭𝐚𝐫𝐥𝐞;
𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢́𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐛𝐚𝐬𝐭𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐥𝐚𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐜𝐫𝐮𝐳 𝐟𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐚 𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫,
𝐝𝐞𝐛𝐢́𝐚 𝐜𝐫𝐮𝐜𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐚 𝐥𝐚 𝐢𝐠𝐮𝐚𝐥𝐝𝐚𝐝 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞 𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐫𝐢𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚”. Son palabras
suyas. Quería ofrecerse como víctima al servicio de los pobres. “𝐒𝐢 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚𝐜𝐨𝐧𝐬𝐞𝐣𝐚𝐫 𝐚 𝐥𝐨𝐬
𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐮𝐟𝐫𝐚𝐧 𝐬𝐢𝐧 𝐪𝐮𝐞𝐣𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐞𝐬 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐞𝐬𝐚 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐳𝐚, 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫𝐥𝐚
𝐢𝐧𝐭𝐞𝐧𝐬𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐬𝐞 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞, ¡𝐪𝐮𝐞́ 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐨𝐬𝐨 𝐬𝐞𝐫𝐢́𝐚 𝐮𝐧 𝐈𝐧𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐭𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐨𝐫
𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐚𝐛𝐫𝐚𝐳𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐲𝐨𝐫 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐳𝐚!” Así recibía la inspiración de cómo había de ser
su Instituto: 𝐋𝐚 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐢́𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐂𝐫𝐮𝐳.

Ella, sin embargo, viviendo y sintiendo todo esto, seguía trabajando como zapatera hasta que
“recibió la orden” de dejar el taller y dedicar todo su empeño a esta fundación.

En “sus papeles íntimos” redactó, aun con faltas de ortografía su proyecto de Compañía. Y lo
hizo con una dimensión caritativa y social a favor de los pobres, forma de actuar que impactó
fuertemente en el sentimiento de la sociedad sevillana contemporánea. No quería que la
caridad hacia los pobres se hiciese desde fuera de ellos y escribía: “𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞, 𝐲𝐨”.

En el mes de junio de 1875 ya había otras tres sevillanas que deseaban seguirla y el día 2 de
agosto, después de asistir a la Misa que el padre Torres celebraba en la iglesia del convento
jerónimo de Santa Paula, acompañada de sus tres compañeras, inauguraron las cuatro la vida
en comunidad en un cuartillo con derecho a cocina, alquilado en la casa número 13 de la calle
sevillana de San Luís. Desde aquel día se dedicaron a visitar y a asistir a los pobres. Ellas se
conformaban con unas sillas y unas esteras de junco que les servía de cama. Tenían un crucifijo
y un cuadro de la Virgen de los Dolores y absolutamente nada más.

De allí, posteriormente, pasaron al barrio de San Lorenzo donde se encontraron como párroco
al que posteriormente sería el cardenal Spínola, el Beato Marcelo Spínola. El las ayudó y
acogió. Más tarde, en 1881, se mudaron a la calle Cervantes y finalmente, en 1887, a la calle
Alcázares, hoy denominada calle Santa Ángela de la Cruz. Allí moriría.

Desde el primer momento ella inspiró un ambiente de limpieza extrema en sus sucesivas
casas; la cal, el jabón y es estropajo se usaba siempre y siempre había también algunas
macetas que alegraban la casa. Eras mujeres sencillas, entregadas, muy humildes, pero sobre
todo, muy limpias, alegres, dulces que así se acercaban a los pobres y que los pobres
agradecían, pues era un nuevo modo de acercarse a ellos. Acogieron a niñas huérfanas y
atendían en sus casas a las personas que se encontraban solas y enfermas. Pedían limosnas,
que luego repartían. Esa sigue siendo hoy en día la forma de actuar de las Hermanas de la Cruz.

En el año 1877 fundaron la primera casa fuera de Sevilla, en Utrera (Sevilla) y al año siguiente
falleció el padre Torres Padilla que había sido hasta entonces el primer director espiritual de la
Compañía. Posteriormente fundó otra casa en Ayamonte (Huelva).

En 1879, el arzobispo de Sevilla Fray Joaquín Lluch aprobó las primeras Constituciones de la
Compañía de las Hermanas de la Cruz, cuyo meollo, cuya espiritualidad eran “𝐥𝐚 𝐨𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐥𝐚
𝐚𝐮𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐲 𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐠𝐨𝐳𝐨𝐬𝐨 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐬”. Posteriormente
fundaría otra casa en Carmona (Sevilla) y siguieron extendiéndose por toda Andalucía,
Extremadura, Castilla, Galicia, Valencia, Madrid, Canarias, Italia y América. En vida de Santa
Ángela se realizaron veintitrés fundaciones.

Conforme aumentaban las fundaciones se multiplicaban las vocaciones. Irradiaban algo


especial que imprimía al paisaje urbano de las localidades donde se asentaban: su espíritu de
sacrificio, su caridad y su entrega. Aun hoy dejan huella por donde pasan, son queridas y
admiradas y aun los no creyentes o simples agnósticos quedan impresionados al conocerlas:
era y es el carisma que les imprimió Madre Angelita.

Ella, cuando vivía, acudía a las fundaciones, trataba personalmente con los benefactores y
procuraba que sus casas fueran siempre pobres, simples y austeras. Lo mejor, destinado a la
capilla y a los pobres; el resto, para ellas. Cuando se constituía una nueva comunidad y era
elegida una nueva superiora, ella decía que las dejaba en manos de Dios, pero periódicamente
se ponía en contacto con ellas a través de cartas y así, se inició una correspondencia epistolar
de tal calidad espiritual que es un verdadero tesoro de enseñanza.

En el año 1894 fue a Roma para asistir a la beatificación de San Juan de Ávila y del Beato Diego
José de Cádiz, pidiendo entrevistarse con el Papa León XIII quién más tarde, en 1898, concedió
el “Decretum laudis” al nuevo Instituto, siendo San Pío X, en el año 1904 quién dio la definitiva
aprobación pontificia.

En 1907 asumió el gobierno y la responsabilidad de ser la primera Madre General del Instituto,
siendo reelegida en todos los Capítulos que se celebraron mientras ella vivía. Las hermanas no
concebían otra cosa: ella sería siempre la Madre General.

Pero cuando Madre Angelita tenía ochenta y dos años de edad, la Santa Sede remitió el asunto
de la confirmación de su elección a la discrecionalidad del cardenal de Sevilla y el cardenal,
como ya ella era muy anciana, decidió que debiera elegirse a otra religiosa como Madre
General. Cuando las hermanas se enteraron quedaron consternadas, pero ella se arrodilló a los
pies del sacerdote que traía la noticia, se los besó y le dijo: ”𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐥𝐨 𝐩𝐚𝐠𝐮𝐞 𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬”.
Agradecía a Dios la manifestación expresa de Su Voluntad, que eso era lo que ella deseaba.
Salió elegida la Hermana Gloria y ella quedó como Superiora General Honoraria y consejera
espiritual de las hermanas.

Por aquel tiempo, aunque en Sevilla se había organizado la Exposición Iberoamericana del
1928 y la ciudad había sido embellecida y remodelada, continuaba habiendo muchísimos
pobres y necesitados y por eso, las hermanas de la Cruz rondaban por todos los barrios de la
ciudad, solicitando limosnas a los más pudientes y socorriendo a los más necesitados.

Con ochenta y cinco años de edad, en el mes de junio de 1931, se presentaron los primeros
síntomas de su última enfermedad: tuvo una embolia cerebral, una trombosis cerebral. En julio
perdió el habla y después de nueve meses de sufrimientos, inmovilizada, un día se incorporó y
levantó los brazos hacia el cielo, sonrió dulcemente, suspiró tres veces y expiró cayendo
recostada sobre su tarima. Era el 2 de marzo de 1932: Había muerto Madre Angelita de Sevilla.
Toda la ciudad, durante tres días, pasó por delante de la capilla ardiente y por privilegio del
obispado y del ayuntamiento fue sepultada en la cripta de la capilla y no en el cementerio
municipal.

El Ayuntamiento de la ciudad, republicano, celebró pleno extraordinario para declararla hija


adoptiva de la ciudad de Sevilla y decretó tres días de luto oficial.

La Causa de beatificación fue introducida en la Sagrada Congregación de Ritos el día 10 de


febrero de 1960. En 1982, el 5 de noviembre, fue beatificada en Sevilla por el Papa San Juan
Pablo II; estuvo presente en el acto alguien muy especial, que promovió intensamente la
Causa: el Cardenal Bueno Monreal, recordado en Sevilla con muchísimo cariño y por mí, que lo
conocí personalmente.

Fue canonizada, también en España, en Madrid, el día 4 de mayo del año 2003 junto con los
beatos españoles Pedro Poveda, sacerdote mártir, José Maria Rubio Peralta, sacerdote jesuita,
Maravillas de Jesús, virgen carmelita y Genoveva Torres Morales, virgen fundadora. Está
sepultada en Sevilla, en la Casa Generalicia del Instituto y su fiesta se celebra hoy, día 5 de
noviembre.

Santa Angela de la Cruz fue una mujer sevillana, muy sencilla, muy del pueblo, que durante
toda su vida tuvo las ideas muy claras aun en los momentos más adversos. La clarividencia y la
firmeza de sus convicciones le viene única y exclusivamente de su amor y entrega total a
Cristo, su esposo como ella misma decía y, por ende, de su entrega a los más necesitados.
La visión del Calvario con dos cruces, una de ellas vacía, dos cruces frente a frente, muy cercana una de
la otra y que ella interpreta que es una llamada de Cristo a crucificarse con Él, reafirma más aun sus
convicciones. Ella misma lo dice: “𝐓𝐞𝐧𝐢́𝐚 𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨𝐬 𝐭𝐚𝐧 𝐯𝐢𝐯𝐨𝐬, 𝐮𝐧 𝐚𝐧𝐬𝐢𝐚 𝐭𝐚𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞 𝐲 𝐮𝐧
𝐜𝐨𝐧𝐬𝐮𝐞𝐥𝐨 𝐭𝐚𝐧 𝐩𝐮𝐫𝐨, 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐛𝐚 𝐝𝐮𝐝𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐢𝐞́𝐧 𝐦𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐚 𝐬𝐮𝐛𝐢𝐫 𝐚 𝐥𝐚
𝐂𝐫𝐮𝐳”.

Una característica suya muy especial fue su extrema pobreza, su total desprendimiento de todo bien
terreno, como San Francisco de Asís y su absoluta humildad. También decía: “𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐲𝐚 𝐮𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨
𝐭𝐚𝐧 𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐧𝐢 𝐭𝐚𝐧 𝐡𝐮𝐦𝐢𝐥𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐚𝐥 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐞𝐳𝐜𝐚” y así se comportó durante los ochenta y seis
años de su vida.

Ella quiso que su Instituto reuniera la vida de penitencia de los antiguos eremitas del desierto, la caridad
absoluta a los pobres de San Vicente de Paul, el ejercicio de las virtudes evangélicas de San Francisco de
Asís, el silencio de los primitivos monasterios y la laboriosidad y el trabajo de muchísimos santos
durante estos veinte siglos de cristianismo.

En el día ayer, en nuestra Hermandad de Semana Santa, tuvimos la celebración de la Santa Misa en
sufragio por los hermanos difuntos y la conmemoración del Día de las reliquias, haciendo entrega a mi
Hermandad de las últimas reliquias recibidas para la misma, entre ellas, una de Santa Angela de la Cruz,
cuya foto aporto.
NOVIEMBRE 05: VENERABLE
SIERVO DE DIOS GIORGIO LA
PIRA
Hermano de la Tercera Orden Franciscana
(1904 -1977) Declarado Venerable el 05
de julio de 2018 por el Papa Francisco.

Giorgio La Pira, un cristiano que eligió vivir


en la pobreza todos sus múltiples
compromisos como profesor universitario,
político y alcalde de Florencia, confiando exclusivamente en la divina Providencia.

En 1925, tras haber superado una fuerte crisis interior, ingresa en la Tercera Orden
Franciscana: acontecimiento que recuerda como su Pascua de conversión. Ya inscrito en la
Tercera Orden Dominicana, desde 1928, también formará parte del Instituto Secular de los
Misioneros de la Realeza, fundado por Fray Agostino Gemelli, OFM. Esta pertenencia a varias
asociaciones católicas no debe sorprender: antes del Concilio Vaticano II era costumbre.

Giorgio La Pira nació en Sicilia, en Pozzallo, un pueblo costero en la provincia de Ragusa el 9 de


enero de 1904 de Gaetano y Angela Occhipinti, el mayor de seis hijos. Luego, en 1914 se mudó
a Messina, donde se hizo amigo de Salvatore Quasimodo y Salvatore Pugliatti. Llegó a Florencia
en 1924 como estudiante de Derecho Romano, del que más tarde se convirtió en profesor.

Siciliano de nacimiento, eligió Florencia como su ciudad y centro de sus múltiples actividades
culturales y políticas, como laico comprometido. Fue ante todo un hombre de oración. Quienes
lo han conocido atestiguan que el Profesor oraba y estudiaba desde el amanecer durante toda
la mañana; durante el resto del día se dedicó a la formación de los jóvenes ya la caridad con los
pobres de los suburbios florentinos. Dio vida a la Obra del Pan de San Procolo, donde cada
domingo reunía a los más pobres, ofreciéndoles la oportunidad de compartir una comida,
estar juntos y participar de la Santa Misa.

La historia lo consagra como un visionario, un místico que dio a la política un sentido de


misión: su lema fue «Hacer vida desde la fe ››. Fue un gran político: fue elegido diputado y
alcalde de Florencia varias veces. Aunque formaba parte de un partido, no le interesaba la
actividad política por el éxito, la ambición o el lucro: consideraba su compromiso como una
forma eficaz de hacer el bien y servir a los demás. Para él, estar en política era una vocación. El
cardenal Bettore informa en una homilía que explicó su "extraña" actividad política en una
carta a su amigo Fanfani:"Ya ves querido Amintore, no soy alcalde, como tampoco soy
diputado ni subsecretario. Mi vocación es una sola, diría estructural: aun con todas las
deficiencias e indignidades que quieras, lo soy, por la gracia del Señor, testigo del Evangelio".

Fue miembro de la Asamblea Constituyente de la República (1946); como hombre de vasta


cultura y de recta moral, contribuyó decisivamente a la redacción de los primeros artículos de
nuestra Constitución y demostró ser un apreciado conciliador entre los diversos campos. En
1948, nombrado subsecretario del Trabajo en el gobierno de De Gasperi, estuvo al lado de los
trabajadores en las amargas disputas sindicales posteriores a la guerra.

Como alcalde se comprometió a hacer de Florencia una ciudad a escala humana. Su programa
constaba de unos puntos fundamentales: dar a cada ciudadano la oportunidad de tener
trabajo, casa, escuela, hospital e iglesia.
Lucha para salvar el Pignone, manteniendo el trabajo de dos mil trabajadores; dio trabajo a
miles de desempleados; requisaron casas y villas vacías en espera de que se construyeran
nuevas viviendas; tenía dos construidos

nuevas salas. Promovió Florencia no sólo como una ciudad de arte, un destino para el turismo
internacional, sino también como la sede de un movimiento cultural y político por la paz y la
civilización humana y cristiana: "La ciudad sobre la montaña" (ver video de presentación
publicado por este sitio).

Mientras que en otros lugares los regímenes erigieron muros de separación, él trató por todos
los medios de facilitar los contactos, el diálogo entre los pueblos: una señal tangible fue la
construcción de nuevos puentes sobre el Arno. Todo esto, como recuerdan los ancianos, causó
asombro y malestar entre los hombres de gobierno, quienes también eran sus amigos y
admiradores; también hubo muchos simpatizantes y quienes alentaron y ayudaron a llevar a
cabo su programa a favor de la población florentina, especialmente de los más necesitados.

A partir de 1951 sintió aún más fuerte su inspiración para dedicarse con especial empeño a
promover la paz en el mundo; el 6 de enero de ese año intervino con Stalin para apoyar la paz
en Corea. Organizó las "Conferencias por la paz y la civilización cristiana" que se desarrollaron
de 1952 a 1956 con la participación de hombres de cultura de todo el mundo; a partir de 1958
se dedicó también a los "Coloquios Mediterráneos" para la reconciliación entre las religiones
de “La familia de Abraham”. En 1959 viajó a Rusia, creando un “puente” de oración, unidad y
paz entre Oriente y Occidente: fue el primer político occidental en superar el “Telón de Acero”.

Siempre estuvo vinculado a las monjas de clausura, informándolas e implicándolas en sus


múltiples iniciativas a través de la oración, a la que consideraba también como la mayor fuerza
de eficacia histórica y política.

Para La Pira, ser franciscano significaba, como él mismo decía: “Servicio a los demás”. A
menudo se encontraba en la piazzale della Verna o frente a la basílica de San Francesco en
Asís: conversaba con todos, especialmente con los jóvenes, que lo escuchaban con
entusiasmo. Le llamó la atención su rostro radiante, su actitud sencilla, su vestimenta
modesta: se veía en él un hombre diferente. Sus gestos atraían más que las palabras: la gente
parecía encontrarse con un nuevo San Francisco.

Vivió los últimos años de su vida entre los jóvenes, continuando trabajando por la paz y la
unidad de los pueblos a todos los niveles.

La hermana muerte le alcanzó el 5 de noviembre de 1977. En el funeral estuvieron presentes


los más altos representantes del Estado, personalidades de todo el mundo, contagiados de su
sueño de pacificación universal. Los florentinos se volcaron en la plaza y en las calles, sobre
todo la gente sencilla y aquella multitud de pobres protegidos y ayudados por él: todos
querían agradecer y saludar a su «Santo Alcalde ››.
NOVIEMBRE 05: SAN GUIDO
MARIA CONFORTI
Obispo, de la Tercera Orden
Franciscana (1865-1931) Fundador de
la Pía Sociedad de San Francisco Javier.
Canonizado el 23 de octubre de 2011
por el Papa Benedicto XVI.

GUIDO MARIA CONFORTI nació en


Ravadese (Parma -Italia ) el 30 de
marzo de 1865.

Era el octavo de los diez hijos de


Rinaldo Conforti y Antonia Adorni.

La óptima educación cristiana recibida


de su madre, la complementaron los
Hermanos de las Escuelas Cristianas en
cuya escuela de Parma realizó su
primaria. Guido solía decir que su
vocación se debía a la educación
recibida de estos religiosos y, además, a una singular experiencia que tuvo contemplando el
Crucifijo.

Venciendo la resistencia de su padre, en 1876 entró en el seminario, donde realizó


brillantemente sus estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad y obediencia. Durante
sus estudios de teología, el Beato Andrés Ferrari fue su rector en el seminario., Sin haber sido
aún ordenado sacerdote Guido fue nombrado vicerector del seminario, tarea que continuó
realizando después de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 22 de septiembre de 1888.
En esta misión pudo mostrar sus elevadas dotes de educador siendo un modelo para los
jóvenes seminaristas por su testimonio de santidad y caridad pastoral.

Su vocación sacerdotal y misionera había nacido a los pies del Crucifijo. "No es posible -
escribió - fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio por
grande que sea".

"El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos". De hecho, a pesar
de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los
horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el
Evangelio a todos los hombres. El "espectáculo" de la cruz le hablaba "con la elocuencia de la
sangre", manifestándoles el amor infinito de Dios hacia la humanidad. En 1895, Guido funda
una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el
Evangelio a los no cristianos.

El 9 de junio de 1902, el Siervo de Dios fue llamado a regir la Arquidiócesis de Rávena. El día de
su ordenación episcopal pronunció los votos religiosos junto con el voto de dedicarse sin
reservas al anuncio del Evangelio "ad gentes". En Rávena, la enfermedad le obligó a largos
períodos de inactividad. Su profundo sentido de responsabilidad pastoral hacia el rebaño que
le había sido confiado le llevó a presentar su dimisión que fue aceptada.

Regresó humildemente a su Instituto Misionero donde, recuperada algo su salud, se ocupó en


la formación de los alumnos misioneros y a la redacción de las Constituciones de su familia
misionera.

A finales de 1907, el Santo Padre confió al Siervo de Dios la diócesis de Parma. Durante 25 años
él fue buen pastor, signo viviente de la "solicitud maternal de la Iglesia hacia todos los
hombres, tanto fieles, como infieles, por su preocupación particular por los pobres y los más
débiles".

La catequesis fue el punto principal de su tarea pastoral: instituyó las escuelas de la doctrina
cristiana en todas las parroquias, preparó a los catequistas con apropiados cursos de cultura
religiosa y pedagógica. Fue el primer obispo de Italia que celebró un congreso de catequética
en su diócesis.

Cinco veces realizó la visita pastoral a las parroquias, celebró dos sínodos diocesanos, instituyó
y promovió la Acción Católica, especialmente de los jóvenes. Cuidó de manera especial la
cultura y la santidad del clero, la formación de los seglares, las asociaciones y la prensa
católica, las misiones populares, los congreso eucarísticos, marianos y misioneros. Logró
reconciliar a los ánimos divididos, se preocupó por llevar a los extraviados a la unidad del
rebaño y fomentó el amor y el respeto incondicional hacia el Papa.

Su presencia en los momentos difíciles de la historia de aquellos años en la ciudad de Parma


fue discreta, casi inobservada, pero eficaz y con resultados. Durante las huelgas de 1908, fundó
un grupo de abogados dedicados a la defensa de los derechos de los campesinos y de los
sacerdotes, Cuando una parte de la ciudad se opuso violentamente a la instauración del
fascismo y se corría el peligro de un baño de sangre, la mediación de Conforti obtuvo la
retirada de las milicias fascistas, evitando así una guerra civil.

La preocupación por la Iglesia local que le había sido confiada no le quitó la "preocupación por
aquellos lugares del mundo donde la Palabra de Dios no ha sido anunciada". Creía firmemente
que el anuncio del Evangelio "ad gentes" fuese el camino más seguro por la nueva
evangelización de su pueblo. Se entregó incansablemente a la tarea de "la Evangelización ad
gentes" ya fuese a través de su familia misionera, como colaborando con las varias iniciativas
de animación misionera en Italia y en el resto del mundo.

Puso especial cuidado en colaborar en la fundación y en la difusión de la Pontificia Unión


Misionera del Clero, de la que fue su primer presidente. "Fue providencial que, en la fundación
de la Unión Misionera del Clero, al lado de P. Pablo Manna se encontrase Guido María
Conforti, que no sólo ayudó excepcionalmente con su consejo y su colaboración a la naciente
Unión, sino que con su autoridad logró para dicha Unión la aprobación pontificia" (Pablo VI ).

En 1928, Conforti viajó a China para visitar las comunidades y los lugares que habían sido
confiados a la familia religiosa de la que él era Superior General. Su viaje fue signo de la
comunión entre las Iglesias.

El 5 de noviembre de 1931, consumido por su incansable tarea pastoral, habiendo recibido


devotamente el Sacramento de los Enfermos y el Santo Viático, después de haber profesado
públicamente su fe y haber implorado la bendición de Dios para su clero y su pueblo, Guido
María Conforti entró en la Casa del Padre.

El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996.


09 DE NOVIEMBRE, HERMANA
BEATA CARMEN DEL NIÑO JESÚS
Nació en Antequera (Málaga, España) en
1834. Desde niña destacó por su bondad y
simpatía, inteligencia y viveza de carácter, y
eran ya notables su devoción a la Virgen y a
la Eucaristía y su amor a los pobres. A los 22
años, contra el parecer de su padre, contrajo
matrimonio con un hombre dado al juego,
que la hizo sufrir mucho, hasta que, con su
bondad paciente, consiguió que cambiara de
vida. Viuda a los 47 años y sin hijos, buscó
servir a Dios en el cuidado y educación de
los niños pobres. Pertenecía a La Tercera
Orden Franciscana(Hoy OFS) pertenecía,
admirada por su virtud, piedad y dedicación
a los necesitados, la eligieron para maestra de novicias. Abrió en su casa una escuela, y con
algunas jóvenes que colaboraban con ella inició lo que a partir de 1884 es el instituto de las
Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, dedicado a la enseñanza, a la atención de
ancianos y enfermos y a otras obras sociales. Mucho tuvo que sufrir de propios y extraños,
pero la Pasión de Cristo y el amparo de la Virgen del Socorro dieron firmeza a su fe y a su
ánimo. Murió en Antequera el 9 de noviembre de 1899. Fue beatificada el año 2007.

𝟗 𝐃𝐄 𝐍𝐎𝐕𝐈𝐄𝐌𝐁𝐑𝐄: 𝐁𝐄𝐀𝐓𝐀 𝐉𝐔𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄


𝐒𝐈𝐆𝐍𝐀
𝐓𝐞𝐫𝐜𝐢𝐚𝐫𝐢𝐚 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐚𝐧𝐚, 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐞𝐧
𝐫𝐞𝐜𝐥𝐮𝐬𝐚, 𝐏𝐚𝐭𝐫𝐨𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐢𝐠𝐧𝐚

La parte más antigua de la ciudad de Signa, en lo


alto de la colina, con un aspecto medieval, se llama
comúnmente "La Beata". De esta manera recuerda y
honra a la Beata por definición como en Signa, la
Beata Giovanna. Nació en Signa en 1244. Era hija de
padres humildes y, como santa Juana de Arco y
santa Bernardette de Lourdes, en su juventud fue
una pastora de vida muy sencilla e inmaculada de
alma.

A veces reunía a los otros pastores a su alrededor, a


quienes les hablaba de las cosas del cielo y del amor
a la virtud. A los treinta años pudo concretar su ideal
de vida religiosa, convirtiéndose en reclusa voluntaria siguiendo el ejemplo de la Beata
Verdiana, terciaria franciscana que también era reclusa de Castel Fiorentino.

Después de haber recibido el hábito de la Tercera Orden Franciscana de manos de los Frailes
Menores de Carmignano, se hizo encerrar él mismo en una celda cerca del Arno, a los pies del
pueblo. Me quedo allí en penitencia durante cuatro décadas. Desde ese estrecho refugio,
esparció dones de misericordia sobre todos los que se volvieron a ella: curó a los enfermos,
consoló a los afligidos, resucitó a los pecadores, iluminó a los que dudaban, ayudó a los
necesitados.

Ya viva, por lo tanto, merece la reputación de protectora benevolente de Signa y sus


habitantes. Una fama que ha perdurado hasta el día de hoy, gracias también a los milagros
póstumos y las gracias recibidas.

Las pintorescas leyendas sobre la Beata Juana se refieren a su juventud como pastora. Uno,
por ejemplo, cuenta cómo durante las tormentas y los chaparrones, reunió a su rebaño debajo
de un gran árbol, que milagrosamente se salvó de la lluvia, el granizo y los rayos. Así que
cuando la tormenta se acercó, los otros pastores corrieron junto a ella con sus animales.
Giovanna aprovechó esas ocasiones para enseñar a sus compañeros con palabras sencillas y
eficaces, la forma de salvar el alma y merecer el Cielo. Otras veces, cuando el Arno en la
inundación impedía el paso entre una y otra orilla, se veía a Giovanna extendiendo su áspera
capa sobre las aguas amenazadoras y transportando el río a lo largo de él como en un bote
seguro.

La Beata Juana vivió como una reclusa una vida más angelical que humana. De la caridad de los
fieles recibió lo necesario para la vida. Se practica en la más rigurosa austeridad, en la oración
ferviente, en la contemplación asidua, en las conversaciones extáticas con su amada. El Señor
glorificó la santidad de su fiel siervo con numerosas maravillas realizadas especialmente para
los enfermos, para quienes obtuvo de Dios la curación del cuerpo y el alma.

La vida de la Beata terminó en su celda, a la edad de 63 años, el 9 de noviembre de 1307. Se


dice que, en el momento de su muerte, se tocaron las campanas de las iglesias cercanas para
celebrar la entrada de la Beata Juana en la gloria del cielo.

Pío VI el 17 de septiembre de 1798 concedió el cargo y la misa en su honor.

Con motivo de la celebración de la Beata de 1383, el párroco de Signa instituyó una fiesta en su
honor en los días comprendidos entre el 9 y el 11 de noviembre. Durante la traducción del
cuerpo de la pastora, la fecha se trasladó al lunes de Pascua y las celebraciones se suceden
desde la Pascua hasta el martes siguiente, durante el cual se expone al público la urna de la
Beata.

Entre los principales días en los que se celebra al Beato se encuentran:

9 de noviembre, en celebración del tránsito de la Beata, con la Santa Misa y exposición de su


cuerpo a la veneración pública.

Lunes en Albis, que para los Signesi es la "Fiesta de Beata Giovanna" por excelencia. Se
caracteriza por el desfile de la histórica procesión de Signa, con la presencia del burro
adornado con los colores del pueblo (hay 4 pueblos de Signa) ganador del "Palio degli archeri"
que se realiza durante la antigua. Esta fiesta conserva su significado puramente religioso y
culmina con la bendición solemne impartida, desde el púlpito externo del Pieve, con las
reliquias de la Beata Giovanna.
Al día siguiente, martes, para los Signesi es la "Festa del Beatino": la Pieve se llena de niños
que, acompañados de padres y abuelos, reciben la bendición especial del Beato, reservada
para recordar el amor de Giovanna por los más pequeños.

También podría gustarte