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Identidad, libertad y amor pleno:

la experiencia mística en Etty Hillesum


y Laura Montoya

William Peña
Pontificia Universidad Javeriana

Recibido el 5 de abril de 2020


Aceptado el 22 de abril de 2020

Resumen: Etty Hillesum y Laura Montoya narran un camino de autodescubri-


miento que nos permite establecer un diálogo entre la experiencia mística y la iden-
tidad femenina. Las inquietudes sobre sí mismas van conduciéndolas a constituirse
en una identidad humana en relación con la vida, el mundo, la divinidad y los otros.
Ambos presupuestos son importantes a la hora de reflexionar sobre la mujer de hoy
que siente la necesidad de configurar su propio mundo y su propia historia. Etty
Hillesum y Laura Montoya son una propuesta mística para hacerlo. En último térmi-
no, Etty y Laura encarnan la voz de la búsqueda de las mujeres de nuestro siglo que
quieren experienciar una identidad plena de sentido, y la afirmación encarnada de
su ser mujer. La experiencia mística es camino de identidad, libertad y amor pleno.
Palabras clave: emancipación, constitución subjetiva, mística, humanidad,
liberación, ser.

Identity, Freedom and the Fullness of Love: Mystical


Experience in Etty Hillesum and Laura Montoya
Abstract: Etty Hillesum and Laura Montoya narrate a path of self-discovery
that allows us to establish a dialogue between mystical experience and feminine
identity. Their self-questioning leads them to construct a human identity in rela-
tion to life, the world, the divine and other human beings. Both assumptions are
important when reflecting on women of today who feel the need to shape their
own world and their own history. Etty Hillesum and Laura Montoya propose a
mystical way in which to carry this out; ultimately they represent the voices of

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the women of our century who want to experience both an identity full of mean-
ing and the embodied affirmation of their being women. Mystical experience is
the path toward identity, freedom and the fullness of love.
Key Words: emancipation, subjective constitution, mysticism, humanity, lib-
eration, being.
La pregunta ¿quién soy yo?, con todas las posibles respuestas
que pueda tener este cuestionamiento, hace las veces de un motor
existencial en los procesos de vida interior de muchos seres huma-
nos místicos1. Algunas veces, esta pregunta no aparece explícita-
mente en sus escritos; sin embargo, las inquietudes sobre sí mismos
van conduciéndolos a constituirse en una identidad humana en rela-
ción con la vida, el mundo, la divinidad y los otros. Etty Hillesum
no está exenta de esta búsqueda particular. En el itinerario vital, na-
rrado en su diario, Etty emprende un camino de autodescubrimien-
to. En las primeras páginas, Etty se preocupa por relatar la relación
afectiva con su terapeuta (Julius Spier) y, posteriormente, va descu-
briendo en la escritura un camino que le permite tener conciencia de
su realidad, de sus búsquedas personales y, sobre todo, de la autoa-
firmación de su feminidad. En el caso de Laura Montoya2, su auto-
biografía se puede denominar como la historia de la misericordia de
Dios en su alma. Sin embargo, en el desarrollo de la narración pode-
mos identificar algunos elementos centrales de autodescubrimiento
que nos permiten identificar en estas dos mujeres una relación entre
su constitución subjetiva y la experiencia mística3.

  El presente artículo surge dentro del proyecto investigativo titulado: La


1

«Conciencia de Presencia» en el itinerario espiritual de Gregorio de Nisa, Ig-


nacio de Loyola, Teresa de Jesús, Laura Montoya, Etty Hillesum y Benjamín
González Buelta, como clave de renovación de la experiencia espiritual hoy,
que es llevado a cabo por el grupo de investigación Academia.
2
  María Laura de Jesús Montoya Upegui nació el 26 de mayo de 1874 en
Jericó, Antioquia (Colombia). Es una santa colombiana que trabajó directamen-
te con los indígenas del país. Escribió más de 30 libros, en los cuales expresó su
experiencia de vida. Su libro más importante es Historia de las misericordias
de Dios en un alma, texto literario que relata su vida y que será nuestra fuente
principal en este artículo.
3
  Es importante tener en cuenta la diferencia intencional de los textos. El
primero es un ejercicio voluntario propio de una terapia de acompañamiento y

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Es importante tener en cuenta que, muchas veces, la experiencia


mística se concibe como la afirmación de una identidad caracterizada
por un modelo único de sujeto religioso. Es decir, una identidad que
gira en torno a presupuestos doctrinales de una religión en particular.
Sin embargo, a través de Etty y Laura podemos considerar la expe-
riencia mística como un camino de autoafirmación de la identidad
humana. En último término, el ser humano místico es un sujeto libre
que se abre plenamente a una relación personal con Dios, el mundo
y los otros. Por ende, en ambas autoras encontraremos una identidad
que rompe con todo tipo de estereotipos de la época, y que está mar-
cada por el concepto de liberación personal. En este orden de ideas,
considero pertinente para esta investigación tener en cuenta el texto
Le deuxiéme sexe, de Simone de Beauvoir4. La filósofa francesa ex-
pone en este libro una mirada sobre el tema de la identidad femenina
que sirve de guía para nuestra propuesta.
El presente artículo está dividido en tres partes: en primer lugar,
se establece el presupuesto fundamental de la constitución subjetiva
en ambas autoras: la alteridad. En segundo lugar, se expone la tensión
entre el ser y la vida que abre paso al camino de emancipación de lo
femenino. Por último, se expondrá la experiencia mística como un
proceso de libertad interior y de afirmación de la identidad femenina.

1.  El papel del otro en la constitución subjetiva


La gran formadora de la autenticidad de lo humano es la re-
lación5. Pensarnos a nosotros mismos como existentes requiere

el segundo es un mandato del director espiritual de Laura Montoya. A pesar de


esta diferencia, el ejercicio de leer la vida implica un camino de preguntas que
parten de la interioridad y que van generando en ambas autoras un camino de
autodescubrimiento.
4
  Simone de Beauvoir es una filósofa y escritora francesa. Su obra Le Deu-
xième Sexe fue publicada en el año 1949, y se considera una de las obras más im-
portantes del feminismo. Considero que es una obra cercana al contexto de Etty,
en la medida en que describe las problemáticas de la mujer de los años veinte, y
aborda los estereotipos propios de la mujer y sus posibles caminos de liberación.
5
 Ver Anna Bissi, El color del trigo (Bogotá: Paulinas, 2006), 39.

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del hecho de concebirnos como no siendo los otros6. Por ende, la


constitución de la identidad que abordaremos en este texto tiene
como punto de partida la relación con los otros: no soy yo sin un
tú. En la experiencia mística es importante tener en cuenta que la
subjetividad del místico es una subjetividad que se constituye en
la alteridad. Es decir, es una subjetividad que se manifiesta como
apertura y disponibilidad hacia el otro. En el caso de Etty, el primer
indicio es la relación con Spier. La motivación de Etty para escribir
su diario está directamente marcada por su encuentro con Julius7.
Etty inicia su diálogo describiendo sus sentimientos, pensamientos,
conflictos internos en torno a Spier. Esta relación suscita en Etty
una serie de emociones propias que le abren un camino de búsque-
da interior.
Por un momento libré una lucha conmigo misma, estaba furiosa. Lue-
go, gran lucidez y tranquilidad. Y ahora me siento espléndida, impecable
interiormente. S. ha sido vencido de nuevo, una vez más. ¿Durará mucho?
No estoy enamorada de él ni tampoco le amo, pero en algún sitio dentro
de mí siento la fuerte presión de su personalidad, inacabada, y que aún
lucha consigo misma.8

La constitución de la subjetividad, ligada a la identidad perso-


nal, tiene una particularidad en la experiencia mística de Etty, y es
que está referida a una relación exterior. La subjetividad que se abre
hacia los otros permite una confrontación que el sujeto puede hacer
consigo mismo y que tiene como punto de partida el encuentro con
el mundo circundante. Etty se siente interpelada por las emociones
que despierta Spier en ella. Tales emociones no se presentan de modo
pasivo. Al contrario, en Etty esta relación la conduce a indagar sobre
sus cambios emocionales que van induciéndola a responder pregun-
tas esenciales sobre ella misma. En cierta medida, es un camino in-
advertido que va constituyendo una identidad.

 Ver Gabriel Marcel, Ser y tener (Madrid: Caparrós editores, 2003), 97.
6

7
  Rosana Navarro, Etty Hillesum: mística y humanidad (Bogotá: Edito-
rial Javeriana, 2017), 78.
8
  Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum. Una vida conmocionada (Bar-
celona: Anthropos, 2007), 5.

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Podríamos afirmar que la relación con Julius es un impulso vital


que la lleva a autodescubrirse en su identidad más profunda. Los con-
flictos interiores que configuran la identidad de Etty no se centran en
búsquedas intimistas, sino en búsquedas que brotan de lo intersubje-
tivo. Es importante resaltar que la confrontación interior que expe-
rimenta Etty con Julius la conduce a replantearse a sí misma en su
relación con el mundo en general. No se podría afirmar que es Julius
quien le da la identidad a Etty, sino que es en la relación Etty-Julius
donde ella va intuyendo la necesidad de afirmarse a sí misma: «Tu fan-
tasía, tus emociones interiores, etc. son un gran océano al que tienes
que arrebatarle pequeños trozos de tierra, que probablemente se inun-
darán de nuevo. Un océano así es grandioso y elemental, pero lo im-
portante son los pequeños trozos de tierra que consigues conquistar»9.
En este orden de ideas, hay que tener en cuenta que la constitución
de la identidad, que incluye la intersubjetividad, no es un camino que
se dé por antonomasia. Etty lucha por conservar la claridad de sus
emociones y afirmar su identidad. No se trata de una identidad que
viene dada a partir de una experiencia absoluta o acabada. Es una iden-
tidad conquistada. Lo anterior reafirma el hecho de que la identidad, en
el camino de Etty, brota de una experiencia particular inadvertida que
tiene como fuente lo cotidiano: una relación con un ser humano que no
está exenta del deseo ni de las pasiones humanas. Martin Buber afirma
al respecto: «el ser humano se torna Yo en el Tú. El interlocutor viene
y desaparece, los acontecimientos relacionales se condensan y se di-
sipan, y, en este cambio, la conciencia del compañero que permanece
idéntico, conciencia del Yo, se ilumina y crece cada vez más»10.
El contacto que mantiene Etty con su mundo exterior e interior es
fundamental para la constitución de su identidad. Para Etty, su interio-
ridad es un campo de batalla donde se debaten los problemas de estos

9
  Ibíd., 7.
10
  Martin Buber, I and Thou (New York: Charles Scribner´s Sons, 1958),
28. Para profundizar más la relación entre Etty Hillesum y el pensamiento de
Martin Buber se puede revisar Meins G.S. Coetsier, «The life of dialogue:
Buber and Hillesum», en The existential philosophy of Etty Hillesum (The Ne-
therlands: Brill, 2014), 189-262.

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tiempos. El campo de batalla es ella misma abierta y expuesta a todo


lo que acontece a su alrededor11. Por ende, podríamos afirmar que no
solo Etty está abierta a su relación con Julius, sino que está abierta a
todas las experiencias que la rodean: «Aprovechar la vida, por fuera y
por dentro, no querer sacrificar nada de la realidad exterior a favor de
la interior y tampoco al revés: veo una hermosa tarea en ello»12.
El ser humano místico no se constituye excluido de un contexto
humano. Cuando se afirma el carácter intersubjetivo de la experien-
cia mística incluimos también todas las formas particulares con las
que se conciben el mundo y la vida. Perspectivas que Etty tendrá en
cuenta a la hora de constituirse como mujer.
En la autobiografía de Laura Montoya encontramos una serie de
relatos en torno a sus relaciones personales que fueron una fuente de
camino interior. Desde su infancia, Laura Montoya tuvo un campo
de batalla emocional semejante al de Etty, en la medida en que las
confrontaciones de su mundo exterior calaron en lo más profundo de
su interioridad. En sus primeros años de vida Laura relata la comple-
jidad de sus relaciones familiares.
Los más amargos fantasmas de orfandad se agolparon a mi mente, el
corazón se me partía, pero le di un sí resuelto que mostró a mi madre el
partido que había [de] tomar. [...] me entregaron a un tío, pues iba a casa de
la abuela paterna. Todavía me retrata la imaginación una cuesta larga y tris-
te, por donde me subieron. Iba bañada en lágrimas, ¡pero sin dar una queja
ni un grito! El camino fue un manantial de reflexiones. Mi padre muerto
hacía poco, mi hogar desecho, mi madre hecha un pozo de lágrimas y ya
lejos de mí, me mostraron la vida negra y dieron la primera noticia de que
inevitablemente había de sufrir.13
El primer relato de Laura sobre su vida familiar establece una
reflexión que se centra en las tensiones de sus relaciones familiares.
Una infancia marcada por el sentimiento de abandono y de falta de
atención fueron una excusa muy particular para volcar su diálogo

  Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 31.


11

  Ibíd., 22.
12

13
  Laura Montoya, Historia de las misericordias de Dios en un alma (Bo-
gotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2017), 31.

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interno a clarificar sus emociones y a constituir una subjetividad re-


flexiva hacia el mundo:
Era mi abuelo un viejo ardiente, enérgico, serio y en extremo nervioso.
Desde luego se prendó de Carmelita y la hizo, por decirlo así, su ángel.
Por donde quiera iba con ella, celebraba sus gracias, que no eran pocas, y
la regalaba a mano abierta, sin advertir siquiera en mí. Yo me le acercaba
como en reclamo de mi parte de corazón mas, como mi semblante nada le
inspiraba y mi genio repulsivo se le presentaba odioso, me rechazaba con
violencia. Jamás acerté a conocer, como hoy lo conozco, el motivo de tan
crueles rechazos. Por eso me replegaba más y más en mi dolor, sin encon-
trar jamás una mirada cariñosa.14

El contacto que mantiene Laura con su mundo exterior e interior


es fundamental para la constitución de su identidad. Las condiciones
complejas de su infancia se convirtieron en una fuerza emocional
que le permitió darle sentido a lo que a primera vista aparece como
una característica desgarradora de su identidad. La conquista de un
dolor, que no se dejaba arrastrar por un drama sin sentido, se convir-
tió en motor de fortaleza y de autodeterminación. En este punto, en
particular, Etty y Laura comparten el hecho de que la emocionalidad
hace parte de las conquistas subjetivas de la mística.
La experiencia mística es, en esta medida, una experiencia que
ve, que toca, que experimenta la realidad en toda su integralidad15.
No hay lugar para la evasión de los acontecimientos. Si hay una sub-
jetividad mística, ya sea masculina o femenina, la apertura a la re-
lación con los otros y el mundo no puede ser ignorada. El místico
constituye su identidad en un diálogo constante con el mundo que lo
rodea y la experiencia decantada en su interioridad.

2. La tensión entre la vida y el ser


En la primera página de su diario, Etty se describe a sí misma
como una criatura asustada y miserable. Reconoce que a pesar de

  Ibíd., 33.
14

  Raimon Panikkar, De la mística. Experiencia plena de la vida (Bar-


15

celona: Herder, 2005), 75.

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tener claridad para expresarse a sí misma, y de concebirse como una


amante sofisticada, hay algo dentro de ella que se encuentra bloquea-
do, quizás velado:
En lo erótico soy sofisticada y casi diría que suficientemente experi-
mentada como para ser considerada una buena amante y, por ello, el amor
parece algo perfecto. Sin embargo, sigue siendo un jugueteo en torno a lo
esencial: hay algo que se queda aprisionado muy dentro de mí [...] parece
que soy muy superior en muchos aspectos de la vida pero, sin embargo,
ahí, muy en el fondo, hay una garra aterida, hay algo que me tiene presa
y a veces no soy nada más que una miedosa desgraciada, a pesar de mi
mente lúcida.16

La sensación que manifiesta Etty, de intuirse como algo más de


lo que cree que está siendo, es una intuición propia de la constitución
subjetiva en el itinerario místico. Desde la perspectiva de Gabriel Mar-
cel, la pregunta por el yo solo cobra un significado real cuando el ser
humano puede distinguir entre su vida y su ser17. Existe una tensión
que hace las veces de movimiento interior constante. El yo de Etty no
es esa vida que describe al inicio de su diario, y tiene la posibilidad de
juzgarla, de tomar una posición ante ella. En el caso de Laura, estas
dos categorías mantendrán la tensión viva de la búsqueda de su voca-
ción con los indígenas. Ambas se consideran elegidas para algo más
grande y más importante que el resto de las personas corrientes. Esta
elección no genera una actitud de superioridad, al contrario, recono-
cen su fragilidad humana en todas sus dimensiones; el camino de la
interioridad que recorren está guiado por una confrontación constante
y un deseo profundo de liberación de su ser más íntimo.
Cuando se es consciente de la tensión vida y ser deviene la posi-
bilidad de tomar distancia de sí mismo y poder ser crítico del con-
texto y las formas estereotipadas del vivir. La búsqueda del ser real
o pleno se convierte en una finalidad dinámica de la experiencia
mística. El llamado a ser se torna en una lucha interior y exterior
por romper esquemas. En este orden de ideas, identificamos en

16
  Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 1.
17
 Ver Gabriel Marcel, Ser y tener, 101.

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Etty y Laura la manifestación de una emancipación de lo femenino:


«Quizá tenga que empezar todavía la verdadera y auténtica emanci-
pación de la mujer. Aún no somos auténticas personas, somos hem-
bras. Estamos atadas y ancladas a tradiciones milenarias; todavía
tenemos que nacer como personas, aún le queda a la mujer una gran
tarea por hacer»18. En el caso de Laura, la tarea de evangelizar a los
indígenas no era una labor común para la mujer de su época:
Le pregunté al padre Ramírez cuál era la causa para oponerse a traba-
jar con los indios del Jardín y me dijo que eso no era propio de la mujer,
ni menos de una señorita, porque no debían manejar hombres19.
Nos recibió muy bien, pero como él no concebía cómo unas mujeres
pudieran verificar una empresa superior a las más conocidas fuerzas mas-
culinas, nos hizo poco caso20.

La fidelidad a este ejercicio de ser fue para Laura la posibilidad


de establecer una ruptura con las tradiciones de su época. Incluso con
las tradiciones religiosas marcadas por la institucionalidad católica.

3.  Emancipación como camino místico


Para Simone de Beauvoir, el único camino que le queda a la mu-
jer es el de luchar por su liberación21. Alcanzar la plenitud de su
ser significa asumir la lucha que implica ser una mujer libre. Esta
liberación tiene unas connotaciones particulares que se pueden iden-
tificar en el itinerario de Hillesum y Montoya.
El proceso de liberación de la mujer, para Beauvoir, no puede
ser un proceso individualista. Debe ser una tarea colectiva. Para la
filósofa francesa, el camino solitario de la salvación individual de
la mujer es absurdo. El esfuerzo de asumir un camino individual no
es más que un intento por justificar la existencia de la mujer en su
propia inmanencia. Es una tentativa que refleja que la mujer sigue

18
  Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 31.
19
  Ibíd., 229.
20
  Ibíd., 364.
21
 Cfr. Simone de Beauvoir, Le deuxiéme sexe, 369.

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siendo prisionera de sí misma. Lo colectivo le da una fuerza distin-


tiva al proceso de emancipación. En este caso, Laura y Etty nunca
conciben la experiencia de ser como un proceso solipsista; hay un
interés particular fuera de ellas mismas. Esta perspectiva se puede
constatar en la apertura de Etty hacia la tragedia judía. Así mismo,
Laura no concibe su ser sin el trabajo con los indígenas.
Beauvoir identifica tres formas comunes donde puede darse la
condición de liberación de la mujer: la narcisista, la enamorada y
la mística22. Para la filósofa francesa, la mujer ha estado destinada
culturalmente a la inmanencia. Su única escapatoria para trascender
está solo en el hombre que puede hacerla esposa o madre. El hecho
de que la mujer haya sido excluida de lo trascendente le impide tener
acceso a las más altas actitudes humanas como la ciencia y el arte23.
Etty vive, en su sensualidad posesiva, el modelo de la mujer ena-
morada que expone Beauvoir. La tarea que emprende Hillesum, de
querer excluir la posesividad de su sensualidad en su amor a Julius,
es la lucha de emancipación que debe hacer la mujer enamorada para
lograr su liberación.
Nuestro interés no radica en profundizar el papel de la sexualidad
en el proceso de Etty. Sin embargo, es importante resaltarlo en la
medida en que explorar la intimidad de Hillesum incluye tener en
cuenta el papel que tiene su sexualidad en el proceso de descubrirse
a sí misma como un ser sexuado en libertad. La erótica es una de las
experiencias que descubre a los seres humanos en la forma más am-
bigua de su condición; en ella se experimentan como carne y como
espíritu. En el caso de la mujer, este conflicto reviste un carácter más
dramático en la medida en que la vida sexual de la mujer depende de
todo el conjunto de su situación social y económica24.
Yo soy una insignificante mujer de 27 años y también llevo muy den-
tro de mí el amor por toda la humanidad, pero a pesar de ello me pregunto

  Idem.
22

 Ver Simone de Beauvoir, Le deuxiéme sexe Vol. II (Paris: Gallimard,


23

1990), 366.
24
  Ibíd., 133.

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si no voy a estar siempre en busca de un solo hombre. Y me pregunto si


esto es una restricción, una limitación femenina. Hasta qué punto esto es
una tradición milenaria de la que hay que liberarse. Tal vez forme parte de
la esencia de la mujer, de tal modo que se violentaría a sí misma si diera
su amor a toda la humanidad en lugar de a un solo hombre. Tal vez por
eso haya tan pocas mujeres en el campo de la ciencia y del arte, porque la
mujer siempre busca a ese único hombre en el que cobijar toda su sabidu-
ría, su calor humano, su amor y su fuerza creativa. Ella busca al hombre
y no a la humanidad.25

Narrar y desentramar sus emociones y pasiones es un paso


fundamental para consolidarse en unidad. En el camino del auto-
descubrimiento de su ser mujer el diario de Etty es, de diferentes
maneras, una forma de liberación con respecto a su sensualidad, de
la cual ningún ser humano que se identifique como tal está exen-
to. La palabra «amor» no tiene, según Beauvoir, el mismo sentido
para la mujer y para el hombre. Para la mujer el amor es una dimi-
sión total en beneficio de un amo. En el caso del hombre, él puede
amar y seguir siendo soberano. La mujer, al ser un ser inesencial,
no puede descubrir lo absoluto en el corazón de su subjetividad.
En consecuencia, la enamorada, según Beauvoir, es la que sueña a
través de los ojos del hombre. Es en ellos donde cree encontrarse
a sí misma. La enamorada se tiraniza en nombre de su amante. Es
capaz de entregarlo todo. No quiere poseer nada que no sea en él.
Su realidad, en definitiva, está en el otro. No escatima construir una
vida junto al amado. Es la única opción de ser poseída y poseer al
mismo tiempo26.
Precisamente, Etty emprende la tarea de colocar su sensualidad
al servicio del amor. Gradualmente, en el afán de constituir su ser
real, va identificando en sus pasiones un reto vital de liberación, no
con miras a excluir lo sensual de su ser, sino a desprenderse de la
posesividad que acompaña en algunos casos a lo sensual27. En esta

25
  Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 30.
26
 Ver Simone de Beauvoir, Le deuxiéme sexe Vol. II, 386-390.
27
 Ver Richard Gaillardetz, «Sexual vulnerability and a spirituality of
suffering: Explorations in the writing of Etty Hillesum», Pacífica 22 (1) (feb.

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tarea interior de Etty se puede intuir un itinerario de emancipación


femenina. Desprenderse de lo sensual incluye una lucha por su afir-
mación como mujer en el ámbito de la sexualidad. Para tal efecto,
enfrentarse a las formas de ser mujer de la época será una lucha
interna de su ser.
En Laura, esta situación no es tan clara por su contexto religioso.
Sin embargo, hay una narración durante el tiempo de su infancia que
denota el estereotipo de la enamorada. Relata Laura que cuando niña
decidió poner fin al aburrimiento que sentía de cara a la indiferencia
familiar. La solución a ello era el matrimonio. Insistentemente exigía
a sus abuelos la posibilidad de casarse. La explicación que da Laura
para ello es la siguiente: «hoy me es claro: necesitaba cariño y quería
buscarlo por el único medio que me parecía eficaz»28. Laura, en su
infancia, busca un camino de liberación común de la mujer: el matri-
monio. Jugar a casarse era una forma de responder al único estereoti-
po femenino que representaba realización y felicidad.
¿Cómo definir el proceso de liberación de la enamorada? El amor
auténtico, según la filósofa francesa, se funda en el reconocimiento
recíproco de dos libertades; cada uno de los amantes se reconoce-
ría como sí mismo y como el otro. Ninguno de los dos dejaría la
capacidad de trascenderse para amar. Beauvoir afirma que la mujer
debe aprender a amar con su propia fuerza, y no con su debilidad. El
amor en ella no debe ser motivo de destitución de sí misma como ser
humano, sino que debe ser fuente de afirmación29. Es por ello que
puede brotar en ambas el amor hacia la humanidad. El proceso de
independencia les permite reafirmarse con fuerza en su experiencia
interior. Ambas han dejado atrás estereotipos de lo femenino30 y se
han abierto a una forma distinta de ser mujer.
A dónde vas Señor con tus mujeres para empresa tan terrible. Búscate
unos hombres esforzados que al menos manejen esas bestias al derecho

2009): 85.
28
  Laura Montoya, Historia de las misericordias de Dios en un alma, 35.
29
 Cfr. Simone de Beauvoir, Le deuxiéme sexe Vol. II, 409.
30
 Ver Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 53.

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Dios mío, tu sabiduría todo lo vio y viéndonos dijo, como en la creación:


«Esto es bueno», porque yo no estoy sometido a las convenciones de los
hombres. Mi ley da sabiduría a los pequeños e irá delante de estas mujer-
citas, quienes por serlo, le dejarán mejor campo a mis misericordias y mi
triunfo no podrá atribuirse a otro31.

La autoafirmación de Laura es a su vez una fuerza femenina que


se lanza a las tareas más valientes de su época. En el caso de Etty, su
entrega al holocausto de su pueblo le hace dejar los privilegios que
le correspondían en Westerbork.

4. La mujer mística


La liberación marca rotundamente la identidad femenina de Etty
y Laura. La tarea a la que invita explícitamente Etty es a librarse de
las ideas que anquilosan la existencia de lo femenino. Es una invita-
ción que conduce al ser humano a dejar atrás todas las normas y las
convenciones, y atreverse a dar el salto hacia el cosmos. Solo desde
ese momento la vida puede infinitamente convertirse en algo pleno
y rebosante para el ser, incluso en el sufrimiento más profundo32. De
esta forma podemos definir la liberación como un acto de autoafir-
mación de la vida. Sin embargo, ¿qué significa que para Simone de
Beauvoir la mística sea una condición femenina de la que hay que
liberarse? Beauvoir critica la concepción de la mujer mística cuando
es una prolongación del estado de la mujer enamorada. Es decir,
aquel estado donde la mujer traslada su sentido de pertenencia abso-
luta al hombre, hacia la divinidad. En este estado, el amor humano y
el amor divino se confunden, debido a que la mujer enamorada, por
intentar salvar su existencia contingente, debe unirse a un Todo que
está encarnado en una persona soberana33. Para la filósofa francesa,
la mujer mística que difiere de la anteriormente definida es la mujer
de acción. Es aquella capaz de convertir su experiencia espiritual en

31
  Laura Montoya, Historia de las misericordias de Dios en un alma,
425.
32
 Ver Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 170.
33
 Ver Simone de Beauvoir, Le deuxiéme sexe Vol. II, 419-422.

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una figura que le dé objetividad a sus certidumbres y que la anime a


trazar sendas auténticas de identidad34.
La vida, la muerte, el sufrimiento y la alegría, las ampollas en mis
destrozados pies y el jazmín detrás de mi casa, la persecución, las innu-
merables crueldades sin sentido, todo eso está dentro de mí como una
fuerte unidad, y lo acepto como un todo, y empiezo a comprenderlo cada
vez mejor; solo para mí misma, sin ser capaz hasta ahora de explicarle a
nadie cómo está todo interrelacionado. Me gustaría vivir mucho tiempo
para poder explicarlo alguna vez mas adelante [...] y por eso tengo que
seguir viviendo lo mejor y lo más convincentemente posible hasta el últi-
mo suspiro, para que, así, aquel que venga tras de mí no tenga que empe-
zar completamente desde cero y no tenga tantas dificultades35.
Por todos los que viajamos a tu casa te pido; a todos quisiera ingerir
en mí mismo corazón como están en el vuestro. A todos quiero ayudar; a
todos quiero vendar las heridas que se hacen en los zarzales de la vida.
Quisiera ser todos los que trabajan en aliviar los males físicos y morales
del prójimo36.

En tal descripción se ubican Etty y Laura. Su camino de eman-


cipación les concede la posibilidad de dirigir su experiencia interior
hacia un alcance objetivo: el mundo de lo humano. Conseguir clari-
dad en sus propios procesos vitales y poder ayudar a los demás seres
humanos en el camino de la constitución de su identidad.
El camino de emancipación que viven les permite estar recon-
ciliadas con la vida misma. La única seguridad sobre cómo se debe
vivir y qué se tiene que hacer debe provenir de las profundidades de
nuestro ser. Etty afirma que hay que enseñar a la gente a eliminar el
temor de afirmar su realidad. La afirmación solo es posible si se tiene
el valor de reconocer sus sentimientos, sus emociones. Ciertamente,

34
  Simone de Beauvoir resalta el coraje de Santa Teresa de Ávila, Juana de
Arco y Catalina de Siena. Concibe su experiencia mística como una excepción
de la imagen de la mujer mística que se anula en una divinidad soberana. Cfr.
Simone de Beauvoir, 426.
35
  Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 117.
36
  Laura Montoya, Historia de las misericordias de Dios en un alma,
315.

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Identidad, libertad y amor pleno: la experiencia mística... 243

la unidad de nuestra identidad está correctamente cimentada cuando


logramos incluir los elementos opuestos y los momentos irracionales
que la acompañan37. En palabras de Etty, si se elige el camino de la
anulación o de la rigidez, lo que sucedería es que se violenta el mis-
mo fluir de la vida que se conecta con nuestro ser más íntimo.
Sin embargo, hay algo adicional en esta búsqueda de ser. Hay
una identificación del ser de la identidad con el Ser pleno:
Mi vida es en realidad un escucharme a mí misma continuo, un escu-
char a los demás y a Dios. Y cuando digo que yo me escucho, entonces es
en realidad Dios el que escucha en mí. Lo más especial y lo más profundo
de mí, escuchando lo más esencial y lo más profundo en el otro. De Dios
a Dios38.
En esto pues que llamo mi vida, hay dos campos: el Tuyo y el mío. De
ambos debo hablar. Del último hablaré sin apartarme sino aparentemente
del primero. Es mi vida natural, es mi ser humano. Por este comenzaré sin
apartar mis miradas del tuyo, que sustenta el mío39.

El encuentro auténtico con lo divino de la experiencia mística


está ligado a la constitución subjetiva de su ser mujer, que ha teni-
do como fuente la liberación plena de su ser real. Toda experiencia
mística auténtica lleva en sí misma una forma única de concebirse
como individualidad. La constitución de la subjetividad, en la expe-
riencia mística, es el sello que permite garantizar que tal experiencia
es humana. La libertad que brota de la individualidad del ser humano
místico es garantía de la vivencia del amor en su plenitud. El proceso
interno de liberación de los estereotipos de lo femenino es lo que las
hace ser plenamente mujer mística.

Conclusiones
La experiencia mística de Etty y Laura no se desliga de su ca-
mino particular para constituirse como mujer. Aunque sus senderos
difieran en su punto de partida y, quizá también, en la comprensión

37
 Cfr. Etty Hillesum, Diario de Etty Hillesum, 77.
38
  Ibíd., 170-171.
39
  Laura Montoya, Historia de las misericordias de Dios en un alma, 26.

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de la divinidad. Ambas recorren un itinerario vital similar en su ex-


periencia mística. El hecho de que Hillesum haga énfasis en los es-
tereotipos culturales que configuran lo humano y que los identifique
como obstáculos para ser realmente en el mundo está directamente
relacionado con el camino de constituir su ser pleno como identidad
femenina. El camino espiritual de Laura y Etty no puede desligarse
de su proceso emancipatorio y, a su vez, del de la constitución de su
identidad desde la experiencia mística.
Podemos afirmar que en Hillesum y Montoya no hay encuentro
auténtico con lo divino, sin una constitución subjetiva de su ser
mujer. Constitución que ha tenido como fuente primera la libera-
ción plena de su ser real. Toda experiencia mística auténtica lleva
en sí misma una forma única de concebirse como individualidad.
La constitución de la subjetividad, en la experiencia mística, es el
sello que permite garantizar que tal experiencia es humana. La li-
bertad que brota de la individualidad del ser humano místico es
garantía de la vivencia del amor en su plenitud. Por ende, en el caso
de Etty y Laura, haberse constituido mujer libre es a su vez poder
experienciar el amor divino. El proceso interno de liberación de
los estereotipos de lo femenino es lo que las hace ser plenamente
mujer mística.
El testimonio de Etty y Laura se convierte en un tesoro de re-
flexión sobre la espiritualidad de la mujer contemporánea. El mundo
de lo masculino, de distintas formas, ha marcado lo social, lo polí-
tico, lo económico y también lo espiritual. Hay un camino largo por
recorrer en las intuiciones sobre lo femenino en lo místico. En el
mundo contemporáneo han emergido nuevas propuestas para consti-
tuir la identidad de lo humano; muchas de ellas excluyen lo espiritual
o lo místico, porque conciben en esas experiencias una atadura que
les impide ser. Sin embargo, acercarse a estas autoras sería una opor-
tunidad de revindicar la posibilidad de un amor que va más allá de lo
humano, y que puede permitirnos ser realmente quienes somos. En
ellas se encuentran con autenticidad y fuerza tres pilares que pueden
ser llamativos para el ser humano moderno en su relación con lo di-
vino: identidad, libertad y amor pleno.

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Identidad, libertad y amor pleno: la experiencia mística... 245

La experiencia mística no se abstrae de las formas humanas de


la historia concreta del ser humano místico. No hay una identidad
femenina auténtica en la mujer mística, si no se forja en un proceso
continuo de liberación de los preconceptos que han marcado a la mu-
jer a lo largo de la historia.
Solo cuando hay identidad hay libertad, y si hay libertad, hay ex-
periencia de amor pleno. La experiencia mística es una propuesta
vigente para el mundo moderno. Abrirse a la vida, reafirmarse a la
existencia no debe ser siempre una alternativa abstraída del mundo
concreto. Volcar la mirada solo a lo externo nos lleva a asumir identi-
dades estereotipadas de lo humano. La mirada sesgada hacia el mun-
do exterior nos hace constituir una libertad encadenada y un amor in-
satisfecho. Pero si asumimos la batalla por nuestra liberación interior,
con toda su fuerza y sentido, descubriremos la riqueza vital que les
permitió a Etty y a Laura asumir los retos de su mundo cotidiano. La
mujer de hoy vive todavía la necesidad de configurar su propio mun-
do y su propia historia. La mística es un camino válido para hacerlo.
En último término, Etty y Laura encarnan la voz de la búsqueda de
las mujeres de nuestro siglo que quieren experienciar una identidad
plena de sentido, y la afirmación encarnada de su ser mujer.

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