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LA NECESIDAD DE UN SALVADOR

Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos,
porque todos pecaron. Es cierto, la gente ya pecaba aun antes de que se entregara la ley. Pero no se le tomaba en cuenta como pecado,
porque todavía no existía ninguna ley para violar.
Sin embargo, desde los tiempos de Adán hasta los de Moisés, todos murieron, incluso los que no desobedecieron un mandamiento explícito
de Dios como sí lo hizo Adán. Ahora bien, Adán es un símbolo, una representación de Cristo, quien aún tenía que venir. Y el resultado del
regalo del favor inmerecido de Dios es muy diferente de la consecuencia del pecado de ese primer hombre. Pues el pecado de Adán llevó
a la condenación, pero el regalo de Dios nos lleva a ser declarados justos a los ojos de Dios, a pesar de que somos culpables de muchos
pecados.
Pues el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos. Pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios
y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre,
Jesucristo. Romanos 5:12-17

Dios creó a Adán y Eva sin pecado y a Su imagen y semejanza, pero cuando desobedecieron, murieron espiritualmente.
¿Por qué? porque transgredieron la ley de Dios, así adquiriendo una deuda moral contra Él, la cual solamente podía ser
pagada por alguien que hubiese venido y vivido a la perfección, nunca pecando, cumpliendo a cabalidad toda la ley de Dios
y muriendo en lugar del hombre. ¿Por qué tenía que morir? Porque eso fue lo que Dios dijo que debía ocurrir—Él le dice a
Adán “el día que peques, morirás” (Génesis 2:17) Adán murió espiritualmente y después de 935 años murió físicamente.

Alguien tenía que venir a cumplir la pena que realmente le tocaba a Adán, muriendo por su pecado, pero nadie que hubiese
intentado de hacerlo hubiese podido cumplir, nadie aparte del Hijo de Dios. Él es quién nació y vivió sin pecado, siendo
inocente fue a la Cruz y murió en el lugar de toda la humanidad. El Mesías fue y es el Salvador de los hombres ya que
derramó Su sangre por el perdón de nuestros pecados. Él es la única persona que construye el puente entre Dios y el
hombre. (Juan 14: 6).

En el Antiguo Testamento, el pecador no se podía acercar directamente a Dios; tenía que ir al templo y tener un intermediario,
el Sacerdote de Israel. En el templo y en el tabernáculo la presencia de Dios moraba en el lugar santísimo que estaba
separado por una cortina donde nadie podía penetrar excepto el sumo sacerdote una vez al año. Pero cuando Cristo muere,
ese velo se rasga en dos y crea una apertura para yo acercarme a Dios sin intermediarios. Eso solamente es posible porque
Cristo el Salvador, logró vencer la muerte. Esa es la realidad de por qué Cristo tenía que venir como un Salvador.

La palabra «Jesús» en hebreo quiere decir “Dios salva”. En Mateo 1:21 El ángel le dejó claro a José la razón de este
nombre: “porque él salvará a su pueblo de sus pecados”

Pero Cristo no vino solamente a perdonar nuestros pecados, sino también a anunciar un mensaje de buenas nuevas: Si
aceptas tu condición de pecador y eres perdonado por Dios, Él puede perdonarte en base a lo que Cristo hizo; puede
otorgarte vida eterna y nueva, solamente a través de Jesús. (Hechos 3:19-20 / 1 Juan 1:5-10)

Ninguna otra religión ofrece lo que Cristo ofrece; todas las demás ofrecen recibimiento en el reino de los cielos a través de
obras de bien. El problema es que nuestras obras están teñidas de pecado, no pasan la justicia perfecta de Dios. Entonces,
¿quién me va a sacar del hoyo, de la perdición, de la corrupción, del alejamiento de Dios?¿quién me abrirá el paso para
llegar hasta la presencia de Dios? (Efesios 2:8-9)

Cristo no vino como educador porque nuestro problema no era educación; no vino como economista porque nuestro problema
no era económico; no vino como un médico porque nuestro problema no era de salud. Cristo vino como un Salvador porque
nuestro problema era de pecado, de moralidad y de muerte espiritual y solamente El, con Su sacrificio, podía sacarnos de
esa condición. (Mateo 27:50-53)

Tomado de https://integridadysabiduria.org/por-que-necesitamos-un-salvador-

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