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Conclusiones de la clase de Historia de la cultura

Pedro Antonio Aguilera Flores


Debo admitir que he desfrutado mucho este curso de Historia de la
cultura. Anteriormente había cursado algunas asignaturas de Historia, cuando
estudié Literatura. Sin embargo, en esta ocasión ha ocurrido algo distinto. Esa
mirada atenta y universal, en base a fragmentos de textos de autores de peso,
me hiso introducirme a un mundo mucho más amplio y pluralista. El dedicar
en cada sesión un espacio para hablar de cada cultura, a grandes rasgos, y de
analizar la vida contemporánea a la luz de los acontecimientos pasados, me
permitió gustar de otra manera la Historia.
La grandeza encontrada en las tradiciones milenarias de la humanidad
no puede seguir ignorándose, y es un deber rescatar lo esencial que nos legaron
nuestros antepasados, puesto que la prisa consumista y la globalización
pretenden arrastrarnos a una vida sin mirada al ayer. Es evidente que no
podemos permanecer anquilosados en formas de vida pasadas, esta también
vendría a ser una actitud extremista; pero, tampoco podemos vivir de espaldas
a lo ancestral y avanzar como si no hubiese huellas detrás de nosotros. Me ha
quedado claro que, si ignoramos nuestra memoria histórica, seremos incapaces
de enfrentarnos al presente y actuar con pertinencia, pues, solo observando y
escudriñando los sucesos del pasado, es como lograremos conducirnos hoy.
Me resulta admirable también cómo la Historia nos muestra que,
independientemente del lugar en el que el ser humano se haya desarrollado,
hay ciertas constantes que nos unen en nuestro camino por el mundo. Es
indudable que en cualquier parte de la tierra, a medida que los siglos
avanzaban el ser humano fue configurándose en base a la agricultura. Se
adoptaron formas de organización comunitaria en torno a los campos que
comenzaron a sembrar de manera doméstica; el arte fue naciendo como una
necesidad de historizar el presente y dejar una huella a las futuras generaciones;
la necesidad de comprender el mundo nos llevó a forjar una espiritualidad
determinada que adoptaba diversas formas de expresión en cada continente.
Las cuestionantes que me quedan son las siguientes:
¿A qué se debe que, a pesar de la cantidad de información encontrada
hoy en internet, estemos tan poco interesados en rastrear nuestro pasado? Es
cierto que encontramos videos cortos o documentales sobre nuestras culturas
ancestrales, pero ¿significa esto que sí hay una mayor preocupación o
simplemente estamos dando miradas superficiales para luego continuar nuestra
vida sin implicarnos en un compromiso histórico? Otra pregunta que me llena
de un poco de confusión es esta: ¿cuál es nuestra misión hoy día, ya como
latinoamericanos, africanos o asiáticos, después de haber sido saqueados,
explotados y devastados por occidente?

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