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LOCALIDAD

: Concepción
CÓDIGO : P08
PROCEDIMIENTO : Juicio de Hacienda
MATERIA : Indemnización de perjuicios
DEMANDANTE : Arturo Alcides Gutiérrez Plasser
R.U.N. : 6.742.691-6
ABOGADO PATROCINANTE : Patricia Parra Poblete
R.U.N. : 9.329.666-4
DEMANDADO : Fisco de Chile
R.U.T. : 61.006.000-5
REPRESENTANTE LEGAL : Georgy Schubert Studer
R.U.N. : 11.687.146-7
____________________________________________________________________________________________________________

EN LO PRINCIPAL: DEDUCE DEMANDA DE INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS.- PRIMER
OTROSI: ACOMPAÑA DOCUMENTOS.- SEGUNDO OTROSI: PATROCINIO Y PODER.- TERCER
OTROSÍ: SEÑALA DOMICILIO.

S.J.L EN LO CIVIL DE CONCEPCIÓN

PATRICIA MARIANELA PARRA POBLETE, abogada, por su representado


convencional, según se acreditará, ARTURO ALCIDES GUTIÉRREZ PLASSER, cédula de
identidad Nº 6.742.691-6, chileno, soltero, contador auditor y, para estos efectos, de mi mismo
domicilio actual ubicado en Avenida Libertador Gral. Bernardo O´Higgins Nº 1186, oficina 1208,
comuna y ciudad de Concepción, a SSa. con respeto digo:

Que vengo en deducir demanda de indemnización de perjuicios en Juicio de


Hacienda en contra del FISCO DE CHILE, representado, en su calidad de Abogado Procurador
Fiscal de Concepción del Consejo de Defensa del Estado, por don GEORGY SCHUBERT STUDER,
o quien legalmente lo suceda o subrogue, ambos domiciliados en calle Barros Arana Nº 1098,
piso 15, oficina 1501, Edificio Torre del Centro, comuna y ciudad de Concepción, como
responsable del menoscabo causado a mi mandante, en los ítems y cantidades que se detallarán
a continuación, para que acogiéndola a tramitación, sea en definitiva condenado a pagar las
sumas que se indicarán en la parte petitoria de esta presentación, con expresa condenación en
costas.

Fundo esta demanda en los siguientes antecedentes de hecho y de derecho:


I. ANTECEDENTES GENERALES.

Constituye una verdad histórica reconocida institucionalmente en nuestro país que


durante la dictadura que rigió el Estado de Chile entre los años 1973 y 1990, el régimen cívico
militar no sólo derrocó mediante el uso de las armas al gobierno constitucional del Presidente
don Salvador Allende Gossens, sino que institucional y sistemáticamente violó los derechos
humanos de miles de chilenos y chilenas, así como de extranjeros avecindados en nuestro país,
por el sólo hecho de tener una visión del mundo y de un Chile diferente, sembrando el terror
mediante la acción de agentes del Estado que perpetraron ejecuciones o fusilamientos
sumarios, secuestros, torturas, detenciones ilegales en recintos carcelarios, militares, policiales
o clandestinos mantenidos por sus aparatos de seguridad o en campos de concentración,
relegaciones, persecuciones y exilio.

Todas estas acciones se ejecutaron por las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad
Públicas, con el agravante de que las mismas se ejercieron precisamente cuando en Chile se
vivía bajo estado de sitio, dispuesto por el Decreto Ley N° 3 del 11 de septiembre de 19731,
complementado por el Decreto Ley N° 5 del 12 de septiembre de 19732, donde el control y
orden público era ejercido por la Junta Militar a través de las entidades armadas y policiales, lo
que queda en evidencia si se tiene a la vista el artículo único del Decreto Ley N° 3, cuando
expresa que “Declárese a partir de esta fecha, Estado de Sitio en todo el territorio de la República,
asumiendo esta Junta la calidad de General en Jefe de las Fuerzas que operará en la emergencia”.

Por su parte, el Decreto Ley N° 5, a su vez, estableció en su artículo 1°, “Declárase,


interpretando el artículo 418 del Código de Justicia Militar, que el estado de sitio decretado por
conmoción interna, en las circunstancias que vive el país, debe entenderse "estado o tiempo de
guerra" para los efectos de la aplicación de la penalidad de ese tiempo que establece el Código de
Justicia Militar y demás leyes penales y, en general para todos los demás efectos de dicha
legislación”, disponiendo expresamente en su artículo 2°, “Agrégase al artículo 281 del Código
de Justicia Militar el siguiente inciso: "Cuando la seguridad de los atacados lo exigiere, podrán
ser muertos en el acto el o los hechores".

Finalmente, en este período la Junta Militar dispuso también el Estado de Emergencia,


mediante Decreto Ley N° 4, de fecha 11 de septiembre de 19733, que junto con decretar este
estado de excepción constitucional designó como Jefes de las provincias y departamentos a

1
Decreto Ley N° 3, del Ministerio de Defensa Nacional – Subsecretaría de Guerra, publicado en el D.O. de
fecha 18 de septiembre de 1973, que “Declara Estado de Sitio”.
2
Decreto Ley N° 5, del Ministerio de Defensa Nacional, publicado en el D.O. de fecha 22 de septiembre de
1973, que “Declara que el Estado de Sitio decretado por Conmoción Interna debe entenderse “Estado o
Tiempo de Guerra”. Otras Disposiciones”.
3
Decreto Ley N° 4, del Ministerio de Defensa Nacional – Subsecretaría de Guerra, publicado en el D.O. del
18 de septiembre de 1973, que “Declara en Estado de Emergencia las Provincias y Departamentos que
indica”.
“Oficiales de las Fuerzas Armadas”, que para el caso del “Departamento de Talcahuano y Tomé”,
este nombramiento recayó en el oficial de la Armada de Chile, el “Contralmirante don Jorge
Paredes Wetser”.

En Chile y por cierto también en la provincia de Concepción, durante el señalado


régimen cívico–militar, a través del accionar de Órganos y Agentes del Estado provenientes de
las Fuerzas Armadas, Carabineros, Policía de Investigaciones o integrantes de los aparatos de
seguridad y civiles adherentes a dicho régimen, se implementó una práctica sistemática de
violación de los derechos humanos, que incluían a) torturas como práctica generalizada; b)
detenciones y posterior desaparición de prisioneros; c) ejecución de opositores; d) asesinatos
de opositores con fines de intimidación pública; e) actos de terrorismo contra opositores en el
extranjero para su eliminación física; f) detenciones masivas de personas; g) uso
indiscriminado de armas de fuego contra manifestantes desarmados, etc., todas circunstancias
todas que se consignan en los Informes emanados de la Comisión Nacional de Verdad y
Reconciliación4 y de la Comisión de Prisión Política y Tortura5.

Sobre el punto, resulta ilustrador reproducir algunas de las conclusiones a las que
arriba el Informe de la Comisión de Prisión Política y Tortura, conocido como “Informe Valech”,
cuando expresa que “Todo esto permite concluir que la prisión política y la tortura constituyeron
una política de Estado del régimen militar, definida e impulsada por las autoridades políticas de
la época, el que para su diseño y ejecución movilizó personal y recursos de diversos organismos
públicos, y dictó decretos leyes y luego leyes que ampararon tales conductas represivas. Y en esto
contó con el apoyo, explícito algunas veces y casi siempre implícito, del único Poder del Estado que
no fue parte integrante de ese régimen: la judicatura.

De esta forma, a partir del golpe militar, sobre todo durante el tiempo restante de 1973,
la represión se aplicó en casi todas las localidades del país, por miembros de las Fuerzas Armadas
y de Orden, asistidos a veces por civiles que suelen participar en el proceso de selección de las
víctimas, e incluso en las prácticas de tortura. En esta primera fase de embestida masiva contra
todos quienes pudiesen ser catalogados como disidentes políticos, se ejecutó a numerosas personas
sin juicio previo o tras procesos viciados, se asesinó a prisioneros inermes alegando la "ley de fuga",
se realizaron arrestos masivos que engrosaron las filas de prisioneros que se habían entregado
voluntaria y confiadamente en respuesta a los Bandos que reclamaban su comparecencia, y los
allanamientos y otros operativos masivos de registro, tanto en la capital como en provincias,
abarcaron poblaciones, industrias, universidades, edificios públicos, fundos, centros mineros. En
vista de los miles de prisioneros reunidos, se debieron improvisar recintos de detención y tortura,

4
Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, creada mediante Decreto Supremo N° 355, del
Ministerio del Interior, D.O. de fecha 09 de mayo de 1990.
5
Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, creada por Decreto Supremo N° 1.040, del
Ministerio del Interior, D.O. de fecha 11 de noviembre de 2003.
al tiempo que se habilitaban campos de concentración en el norte, el centro y el sur del país, cuyos
últimos prisioneros no serían liberados sino a fines de 1976. Resulta ilustrativo de la masividad de
la prisión política y la tortura en 1973, enunciar tipos de recintos de detención registrados por
esta Comisión: prefecturas, comisarías, subcomisarías, retenes, tenencias, cuarteles, regimientos,
escuelas matrices, estadios deportivos, gimnasios, casas patronales, fábricas, edificios de
instituciones públicas, hospitales, maestranzas, bases aéreas y navales, cárceles de hombres y
mujeres, estaciones ferroviarias, embarcaciones de la Armada y de la marina mercante, campos
de prisioneros, fiscalías militares, gobernaciones, intendencias, y establecimientos educacionales,
como universidades y liceos.

No sólo se persigue a personas con cargos de responsabilidad en el gobierno depuesto, a


connotadas figuras de izquierda y a sus militantes comunes y corrientes, sino a representantes de
organizaciones de base con participación en movimientos de reivindicaciones sociales. Así,
además de a dirigentes de partidos, militares y carabineros detienen a trabajadores
sindicalizados, campesinos partícipes de la reforma agraria, dirigentes de juntas de vecinos y
estudiantes universitarios y de secundaria. Numerosas personas buscan asilo en las embajadas,
mientras el nuevo gobierno promueve la delación como una forma legítima de colaboración con
el trabajo de restauración del "orden"”.

Más adelante expresa que “Esta fase represiva masiva abrió las compuertas para todo
tipo de abusos”, para luego señalar, casi a modo de conclusión que “La prisión política y la
tortura caen de golpe sobre personas que, cualquiera fuera su militancia a la fecha, jamás
previeron la irrupción de ese accidente en sus vidas. Como ejemplos extremos cabe mencionar la
situación de individuos sin compromiso político con las fuerzas proscritas. Esta Comisión ha
consignado casos de atrocidades que no responden a ninguna lógica represiva que se deduzca de
la existencia de un enemigo con perfiles claros, poniendo de relieve el amplio margen de
arbitrariedad a la hora de seleccionar a sus víctimas, inmersas a la fuerza en una condición de
grave inseguridad respecto a sus derechos fundamentales”.6

II. LOS HECHOS.

A. FECHA Y CIRCUNSTANCIAS DE LA DETENCIÓN DEL DEMANDANTE.

1º Don Arturo Alcides Gutiérrez Plasser, de 21 años, trabajador de la Compañía de Acero


del Pacifico (CAP), dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y Secretario General
del Partido Radical, fue detenido por primera vez a fines de septiembre de 1973, en un
operativo realizado por el Ejército de Chile en el domicilio de su madre, ubicado en el centro de
Concepción.

6
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, pp. 192 y 193.
Desde el golpe de estado de 11 de septiembre, tras la intervención del gobierno de facto
en la Compañía de Acero del Pacifico (CAP) y por su conocida dirigencia política, el señor
Gutiérrez Plasser debió entrar en la clandestinidad, cambiándose de domicilio constantemente,
incluso debiendo pernoctar en la intemperie como forma de huir de los agentes de seguridad
del régimen.

A fines de septiembre de 1973, una vez que tomó la decisión de trasladarse a Santiago
– no sólo para mantener su integridad, sino también la de sus cercanos – pasó a despedirse de
su madre, doña Nidia Plasser Vega, en su domicilio en el centro de Concepción.

A los pocos minutos de llegar, golpean la puerta y lo llaman por su nombre. Alertado
por la presencia de desconocidos, el señor Gutiérrez Plasser intenta huir, saltando por la
pandereta del patio. Sin embargo, a los segundos escucha una ráfaga de metralla, lo que le hace
volver y entregarse a los efectivos militares, temiendo por la vida de su madre.

Mientras regresaba con las manos en alto, un militar le propina un golpe de culata en el
abdomen, cayendo mi representado al suelo y abalanzándose sobre él un contingente de al
menos cinco efectivos, quienes le propinan golpes de pies, puños y con sus armas de servicio.

2º Casi inconsciente por la brutal golpiza recibida, mi representado fue trasladado al


Regimiento Chacabuco de Concepción, donde la guardia informó a los demás que “había
caído un pez gordo”.

Lo condujeron a un calabozo incomunicado, con agujeros de bala y manchas de sangre.


Alrededor de las tres de la madrugada, lo sacan del calabozo y lo llevan a una celda de
interrogatorio: le preguntaban dónde estaban las armas, las municiones, las bombas, la
preparación paramilitar, le exigían información de militantes de los partidos proscritos por el
Régimen, por trabajadores de la CAP, que dónde estaban, qué dónde se escondían y que si
hablaba “tal vez no lo iban a matar”. Como el señor Gutiérrez Plasser no entrega información
alguna, entre al menos cinco agentes lo hicieron pasar por una “fila india”, golpeándolo
fuertemente con armas de servicio y otros elementos contundentes. Casi inconsciente, fue
trasladado de regreso al calabozo, donde se encontraban otros prisioneros con evidentes signos
de haber sido torturados.

3º Al día siguiente, fue trasladado a la Tercera División de Ejército de Concepción,


ubicada en la intersección de Av. O’Higgins con calle Castellón.

A su ingreso, es llevado a una sala iluminada sólo con luz artificial, lo obligan
desnudarse por completo y lo sientan en un sillón de dentista, al cual lo amarran de pies y
manos. Ahí comienza una de las sesiones de tortura más brutales de su prisión política: le
aplican electricidad en todo el cuerpo, especialmente en pies, sienes, lengua, pene y testículos;
pierde varias veces el conocimiento, pero lo reaniman con nuevas descargar y amoniaco; le
arrancan algunas uñas y casi la totalidad de los bellos púbicos con pinzas y alicates.

Absolutamente desorientado en el tiempo y el espacio, lo soltaron de día, no sin antes


obligarle a firmar una declaración jurada que señalaba que había prestado declaración
voluntaria ante la autoridad militar y que no había sido objeto de apremio alguno.

Sin embargo, a la salida del recinto militar es interceptado por un furgón de LanChile,
con funcionarios de Carabineros de Chile en su interior, quienes se bajan y obligan a subir al
vehículo, para trasladarlo a la Primera Comisaría de Concepción.

4º Al llegar a dicha repartición policial, lo conducen al patio donde se encontraban


alrededor de cien prisioneros, todos mirando hacia la pared, con los brazos apoyados y las
piernas abiertas.

Es separado del grupo y conducido a una oficina donde se encontraba su madre, quien
conocía a un oficial al mando y había concurrido hasta la Comisaría a abogar por su liberación.
No obstante, como mi representado se negó a delatar a compañeros de militancia – algunos de
los cuales estaban detenidos en el mismo recinto policial – fue nuevamente sometido a sesiones
de tiortura con golpes de corriente, para luego ser puesto en una celda diminuta, sin luz ni
ventilación, la que se encontraba inundada con orina y materia fecal.

5º Al cabo de unos días, quebrado por las torturas, fue llevado a un centro de torturas
clandestino ubicado en las inmediaciones del Aeropuerto Carriel Sur, para luego ser llevado
hasta la Base Naval de Talcahuano.

Estuvo una semana completa en los “camarines” desde dónde lo sacaban todos los días
para nuevas sesiones de tortura. Luego lo trasladaron al gimnasio de la Base Naval.

Ahí debían convivir alrededor de 100 prisioneros en condiciones de completo


hacinamiento, con colchonetas insuficientes para todos, por lo que muchas veces debió dormir
sobre el suelo de concreto, helado y húmedo por la cercanía con el mar. Le fue denegado el uso
de servicios higiénicos, los privaban por días seguidos de alimento, debiendo alimentarse de
migajas de pan añejo que los prisioneros guardaban entre sus ropas.

El 11 de noviembre de 1973, día de su cumpleaños, un oficial a cargo le informa que el


Consejo de Guerra lo ha condenado a muerte y que su familia viene a despedirse. Ahí recibió
una fugaz visita de su madre, padre y pequeña hermana de cuatro años, quienes por su
semblante no tenían idea de lo que habría de ocurrir.

Al término de la pequeña reunión familiar, lo conducen a una colina, lo colocan contra


un árbol y le vendan los ojos. Cuando el oficial al mando da la orden de ejecución, lo único que
alcanza a escuchar es la ráfaga de metralla, antes de perder el conocimiento. Cuando despertó,
estaba nuevamente en el gimnasio, rodeado de algunos compañeros que lo estaban auxiliando.
Había sobrevivido otro día.

6º Al día siguiente, fue conducido en una barcaza hasta la Isla Quiriquina. Los prisioneros
iban amarrados entre ellos con cadenas y frecuentemente durante el trayecto sus torturadores
amenazaban con lanzarlos al mar.

El régimen en la Isla era estrictamente militar. Debían presentarse al alba, mantenerse


en una piscina olímpica vacía y luego dormir en el gimnasio del lugar, hacinados y en silencio.

Un día, a través de megáfono, le informaron al señor Gutiérrez Plasser y a otros 40


presos políticos que iban a ser trasladados. Los condujeron al Estadio Regional de
Concepción, donde permaneció hasta diciembre de 1973.

7º Lo liberaron un día jueves en horario de toque de queda. A la salida del Estadio estaba
doña Nidia Plasser Vega esperándolo para conducirlo a casa.

Estuvo durante días en silencio, en negación de lo vivido y en un estado de terror


constante. Cada vez que escuchaba un vehículo, voces muy fuertes o cualquier sobresalto, volvía
a invadirlo la perspectiva de una nueva detención.

Finalmente, a la semana de su libertad, la casa familiar en nuevamente allanada por


agentes del Ejército, bajo el pretexto de tener una orden de detención en su contra, lo que le
obligó a presentarse ante la Vicaría de la Solidaria, institución que en poco tiempo logró
tramitar su pasaporte y su salida del país rumbo a Buenos Aires.

8º De ahí comenzó un periplo en el exilio que duraría años. En Argentina no pudo estar
mucho tiempo, pues fue detenido en el país trasandino por agentes de la DINA que buscaban a
militantes de los partidos proscritos por el régimen que estaban organizando las redes
clandestinas en el extranjero, por lo que debió partir sucesivamente a Rumania, España y El
Salvador, para volver al país en 1980.

Intentando retomar la vida que había dejado, se asoció con un amigo para instalar una
pequeña consultora de asesoría tributaria en Concepción, pero los vejámenes estarían lejos de
terminar. Fue detenido en al menos diez ocasiones más: frecuentemente era detenido,
interrogado y torturado por agentes del estado, para luego soltarlo al día siguiente sin cargo
alguno. Sus oficinas y su domicilio, al igual que el de su familia, fueron vigilados y fueron
allanados en numerosas ocasiones.

La persecución política, ahora a cargo de la CNI, lo obligó a trasladarse a Calama y luego


a Copiapó. En dicha ciudad del norte del país, nuevamente lo detuvieron: lo llevaron a un centro
de torturas clandestino y posteriormente lo pusieron a disposición de la Fiscalía Militar, donde
le informaron que lo tenían vigilado y que si sabían de que estaba iniciando acciones de
resistencia, esta vez no saldría vivo.

Lo siguieron durante semanas, hasta que por gestiones del Obispo Luterano Helmut
Frenz, logra salir del país nuevamente, esta vez rumbo a Alemania, pudiendo retornar a
nuestro país recién en 1992.

B. LUGARES EN QUE EL DEMANDANTE FUE MANTENIDO PRIVADO DE LIBERTAD.

Los lugares que se han señalado como establecimientos de Carabineros y , Gendarmería


de Chile, donde estuvo detenido mi representado han sido reconocidos expresamente como
Centros de reclusión y detención conforme lo indica el Oficio RESERVADO Nº 321, de fecha 05
de marzo de 2004, del Director General de la Policía de Investigaciones de Chile a Comisión
Nacional sobre Prisión Política y Tortura, que individualiza entre los recintos de detención o
prisión a cargo de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad Pública, donde permanecieron
personas privadas de libertad, la “Primera Comisaría de Carabineros de Concepción”, la “Base
Naval Talcahuano, utilizado por el Servicio de Inteligencia Regional (SIRE) desde 1973 hasta
agosto de 1975”.

Asimismo, el Oficio S.G.A RESERVADO N° 1595/S/30 C.N.P.P.T. de fecha 31 de marzo de


2004, del Secretariado General de la Armada, en su numeral 3.-, indica que “Sin embargo, en el
período posterior a septiembre de 1973, habrían sido empleados como recintos de detención los
siguientes:…., la Isla Quiriquina, el Ex Fuerte Borgoño (Actual Destacamento de Infantería de
Marina N° 3 “Aldea”), el Gimnasio de la Base Naval de Talcahuano”.7 Así:

B.1. Regimiento Reforzado Nº 7 Chacabuco, Concepción.

Consta ante la Comisión que la mayoría de los casos de detenidos en este lugar
corresponden al año 1973, con una disminución importante en los años posteriores. Mujeres y
hombres permanecieron en este recinto tenido como lugar de tránsito, donde fueron sometidos
a torturas, tales como golpes, amenazas, simulacros de fusilamiento, quemaduras, abusos y
violaciones sexuales; para posteriormente ser llevados a la 4ª Comisaría o al Estadio Regional
de Concepción.

B.2. Cuarta Comisaría de Carabineros de Concepción – actual Primera


Comisaría.8

La Cuarta Comisaría de Carabineros de Concepción funcionó durante todo el período


del régimen militar. La mayoría de las detenciones en este recinto se registra en el año 1973,

7
Oficio S.G.A RESERVADO N° 1595/S/30 C.N.P.P.T. de fecha 31 de marzo de 2004, del Secretariado
General de la Armada, agregado en el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura,
p. 121.
8
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, p. 435.
donde llegan numerosas personas, hombres y mujeres detenidas durante operativos militares
y de Carabineros.

Al interior de la Comisaría eran conducidos a calabozos con precarias condiciones


higiénicas, pequeños, húmedos, con gran hacinamiento; privados de alimentos y sueño. En los
períodos de mayor cantidad de detenidos, debido al hacinamiento, debían permanecer de pie
en las celdas. Las torturas eran, en ocasiones, en el patio interior de la comisaría o en piezas
habilitadas para estos efectos. En general, los prisioneros permanecían durante períodos
cortos, y luego de un tiempo eran conducidos, por lo general, al Estadio Regional o al Campo de
Prisioneros de la isla Quiriquina, otros fueron trasladados a la cárcel y otros relegados.

Respecto de este sitio los prisioneros denunciaron todo tipo de torturas: eran
amarrados, y encapuchados, sometidos a golpizas, teléfono, submarino, simulacros de
fusilamiento, aplicación de electricidad, ruleta rusa, vejaciones, amenazas, obligados a escuchar
y presenciar torturas a otros detenidos, posiciones forzadas, colgamientos, quemaduras con
cigarrillos.

B.3. Base Naval de Talcahuano.

Se constató por los testimonios allegados a la Comisión Nacional sobre Prisión Política
y Tortura que la Base Naval de Talcahuano, dependiente de la Armada de Chile, fue centro de
detención y tortura desde los primeros días tras el golpe de Estado de 11 de septiembre de
1973, año en que recibió la mayor cantidad de prisioneros, hasta 1975. A cargo principalmente
de la Armada y sus efectivos, dependía también del Servicio de Inteligencia Regional (SIRE) de
Concepción, integrado por agentes de diversas ramas de las Fuerzas Armadas y de Orden y
Seguridad Pública, entre ellos, oficiales de la Armada, el Ejército, Carabineros e Investigaciones.

Las denuncias ante la Comisión fueron coincidentes en que “durante todo el tiempo que
los detenidos, hombres y mujeres, permanecían en ese lugar estaban con los ojos vendados e
incomunicados (…) Se les mantenía en el gimnasio de la base, ubicado en la puerta de Los Leones,
en sus galerías y camarines, donde permanecían hacinados. Algunos detenidos denunciaron que
fueron encerrados en jaulas de madera, de pequeñas dimensiones, en las cuales debían
permanecer por varias horas, incluso días, a veces en cuclillas.”9

Los antecedentes recopilados dan cuenta que “(…) se trató de un recinto utilizado para
interrogatorios y torturas…Durante el año 1973 los presos que iban a ser liberados eran
conducidos desde aquí al gimnasio de la base, donde se les obligaba a firmar una declaración en
que se señalaba que no habían sido torturados; luego eran puestos en libertad… Todos los
testimonios coinciden en señalar que fueron sometidos a intensas y sistemáticas torturas.
Declaran haber sufrido golpes, amenazas de muerte, el submarino, colgamiento, aplicación de

9
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, pp. 360
electricidad, obligados a correr en una cancha de obstáculos, esposados y con los ojos vendados, a
presenciar las torturas de otros detenidos; soportaron vejaciones sexuales y violaciones
reiteradas.” 10

B.4. Campamento de Prisioneros Isla Quiriquina, Escuela de Grumetes, Fuerte


Rondizzoni.

Los testimonios indicaron que durante los primeros meses posteriores al golpe militar
los detenidos en libre plática eran mantenidos en el gimnasio, y los incomunicados en unos
pabellones cercanos. Los varones se alojaban en el gimnasio de la escuela, rodeado de alambres
de púas y vigilado por guardias. En la parte alta había dos ventanas para ventilación y una
puerta que permanecía abierta. Al lado del gimnasio existía una piscina vacía donde se
mantenía a los presos políticos rodeados por grumetes armados.

En la isla, los presos podían permanecer durante varios meses incomunicados. También
consta por los testimonios que hubo un traslado constante de prisioneros hacia y desde la Base
Naval de Talcahuano y el Estadio Regional de Concepción. Los prisioneros denunciaron malos
tratos durante los traslados y en los interrogatorios que tenían lugar en la Base Naval de
Talcahuano.

Los testimonios de los ex prisioneros denunciaron haber sufrido: golpes, vejaciones,


aplicación de electricidad, privación de alimento y agua y amenazas. Algunos eran mantenidos
desnudos a la intemperie durante la noche.

B.5. Estadio Regional de Concepción.

Por su parte, se constató por los testimonios allegados a la Comisión Nacional sobre
Prisión Política y Tortura que el Estadio Regional de Concepción se erigió como un campamento
de prisioneros y centro de detención y tortura desde los primeros días tras el golpe de Estado
de 11 de septiembre de 1973, año en que recibió la mayor cantidad de prisioneros, hasta
septiembre de 1974. A cargo principalmente del Ejército y Gendarmería de Chile, junto con la
Isla Quiriquina “fue el campo de reclusión que mayor cantidad de prisioneros concentró en la
Octava Región.”11

Según dichos testimonios, los prisioneros y prisioneras provenían de distintas comunas


de la región, la mayoría ya habiendo estado previamente detenidos en retenes, comisarías y
cárceles; y “[d]enunciaron que en la mayoría de estos lugares habían sido sometidos a malos
tratos y torturas, por lo que llegaban en precarias condiciones físicas y anímicas. Desde el Estadio

10
Ibid., pp. 361.
11
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, p. 364.
Regional, fueron llevados a otros recintos como (…) cárceles. Los menos quedaban en libertad
luego de varios meses de reclusión”.12

Las denuncias ante la Comisión fueron coincidentes en que “los prisioneros eran
mantenidos en los camarines del Estadio, los que tenían distintas dimensiones y características.
Allí permanecían hacinados sobre un piso de baldosa, cubierto con una capa de aserrín o paja (…)
Algunos de estos camarines, con puertas de hierro y sin ventilación alguna eran utilizados como
lugares de incomunicación y torturas (…) Después de muchos días de incomunicación, sin agua ni
alimento alguno, los detenidos salían con problemas de visión debido al encierro.”13

Los prisioneros políticos señalaron “haber sido sometidos a torturas. Relataron haber
sufrido golpes, simulacros de fusilamiento, el submarino seco y el mojado, amenazas, vejaciones,
aplicación de electricidad, golpes reiterados en las plantas de los pies, el teléfono, posiciones
forzadas y la violencia de presenciar la tortura de otros detenidos. Asimismo, las víctimas
coinciden en señalar que fueron obligadas a permanecer durante horas y de pie al sol, sin agua ni
alimento.”14

C. AUSENCIA DE PROCEDIMIENTO AJUSTADO A DERECHO.

Es del caso señalar, que durante todo el período en que se mantuvo la reclusión de don
Arturo Alcides Gutiérrez Plasser por parte de agentes del Estado, no fue objeto de proceso
judicial de ninguna naturaleza que se le hubiere notificado legalmente y respecto del cual
hubiese tenido efectivo derecho a defensa, sea un Consejo de Guerra u otro proceso llevado por
la Fiscalía Castrense de ninguna institución de las Fuerzas Armadas de Chile, y menos, de la
Justicia Ordinaria, por lo cual, ciertamente, su detención y apremios a los que fue sometida
fueron arbitrarios e ilegales, y atentaron contra sus derechos básicos y esenciales.

D. INTERVENCIÓN Y PARTICIPACIÓN DE AGENTES DEL ESTADO

1° Que más allá de lo que se dirá en el apartado sobre el Derecho, los hechos
precedentemente relatados pueden estimarse constitutivos del delito de aplicación de
tormentos sufridos por mi representado, con la gravedad de que los mismos fueron
perpetrados por agentes del estado, que actuaron dentro de una política sistemática del
gobierno de la época de ejercer represión en contra de militantes de los partidos políticos de
izquierda.

Su privación de libertad se materializó al margen de toda legalidad y los antecedentes


que se aportan en un otrosí, darán cuenta de las consecuencias derivadas de las torturas y otros

12
Ibid., p. 364.
13
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, p. 364.
14
Ibid., p. 364.
vejámenes a los que fue sometido.

2° Sus captores, que lo sometieron a extensos interrogatorios recurriendo para ello a


tormentos físicos y psicológicos, estuvieron siempre amparados por el gobierno de facto y
realizando maniobras que tendían a ocultar la perpetración de los ilícitos.

Lo anterior queda en evidencia, por una parte, por cuanto todos y cada uno del personal
uniformado que participó en su detención y posterior cautiverio, donde fue objeto de apremios
y tormentos como lo he dicho, lo hizo premunido de uniforme de guerra utilizado por el
personal de las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, y por otra parte, cada uno de los lugares
donde se le mantuvo detenido, eran y son recintos pertenecientes las instituciones de la
Defensa Nacional, y que se ubican – aún – en las comuna de Concepción y Santiago.

E. RECONOCIMIENTO OFICIAL DE CALIDAD DE VÍCTIMA DE PRISIÓN Y TORTURA.

En el año 2003, el actor fue reconocido, en forma expresa, como víctima de prisión y
tortura por el Estado de Chile, a través del informe elaborado por la Comisión Nacional sobre
Prisión Política y Tortura, conocida como Comisión Valech I, que en lo pertinente y previo al
listado de personas que sufrieron tales medidas y acciones expresó “[l]a Comisión realizó su
labor dentro del mandato particular encomendado por el Presidente de la República y por lo tanto
no se detuvo a examinar otros antecedentes judiciales o extrajudiciales de las víctimas, como
tampoco los hechos a los cuales se vinculó -justificada o injustificadamente- a las víctimas, ya
fueren anteriores a la prisión por razones políticas o tortura, o posteriores a éstas. Se analizó
estrictamente la actuación de agentes del Estado respecto de las mismas, lo que, en muchos casos,
no resultó fácil, pues se constató la participación de algunas víctimas en actos que habían
significado, a su vez, la violación, muchas veces grave o muy grave, de los derechos de otras
personas, uniformadas o civiles. Sin embargo, estas conductas han sido conocidas, investigadas y
sancionadas por los organismos competentes, los que han aplicado castigos y sanciones. Nada de
esto justifica, sin embargo, la reclusión en recintos secretos, ni menos la aplicación de torturas. En
estos casos, la Comisión constató la presencia de elementos de convicción acerca de la privación
de la libertad por motivaciones políticas, de la falta de garantías del debido proceso para su
juzgamiento y el sometimiento a torturas. Nada justifica la violación del derecho que asiste a toda
persona a ser juzgada y condenada en virtud de un debido proceso, ni nada justifica, repetimos, la
práctica de la tortura’’.15

Dentro del listado total de 1118 personas reconocidas como víctimas de prisión y
tortura durante el régimen militar – en etapa de reconsideración – este actor es expresamente
individualizado con el número correlativo 449.

15
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, pp. 541 y 542.
F. DAÑO PRODUCIDO A CONSECUENCIA DE LA PRISIÓN POLÍTICA, TORTURA Y
EXILIO: EL DAÑO AL PROYECTO DE VIDA.

F.1.- El daño directo de la prisión política y tortura

1° Como consecuencia directa de las torturas a que fue sometido, el demandante sufrió un
profundo daño moral que se tradujo en un perjuicio irreparable de índole subjetivo.

Don Arturo Alcides Gutiérrez Plasser, de 21 años, trabajador de la Compañía de


Acero del Pacifico (CAP), dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y Secretario
General del Partido Radical, fue detenido por primera vez a fines de septiembre de 1973, en un
operativo realizado por el Ejército de Chile en el domicilio de su madre, ubicado en el centro de
Concepción.

Su detención fue violenta, vejatoria y cruel, y su cautiverio, durante el cual sufrió


apremios y torturas, le significaron ser víctima de las más terribles violaciones a los derechos
humanos.

2° A raíz de ello mantiene a la fecha secuelas psicológicas que con el tiempo se fueron
exteriorizando y haciendo más evidentes.

La detención por motivos políticos y la tortura sufrida, especialmente la tortura


psicológica, constituye el eje central del trauma provocado a mi representado, quien convive
hasta el día de hoy con las consecuencias psicológicas de su prisión políticas: depresión y
estados anímicos permanentes de ansiedad, estrés y frustración, derivados de la impunidad de
los crímenes de los que fue víctima y por la insuficiente reparación percibida durante los
gobiernos democráticos posteriores.

El miedo, el insomnio primero y luego las pesadillas, la claustrofobia, la vergüenza y la


humillación derivadas del trato deshumanizante y la desrealización ante la inhumanidad de sus
perpetradores, le significan hasta el día de hoy retraimiento social y evita los estímulos que
puedan evocar la experiencias de las torturas más intensas, lo que sucede cada conmemoración
del 11 de septiembre o para el aniversario de su detención.

3° El profundo e intenso dolor emocional que importó los apremios a que fue sometido
durante su detención y, por supuesto, del trato sufrido durante el mismo, ha sido mucho más
fuerte y determinante que el flagelo físico vivido.

La persecución política que sufrió, la necesidad de trasladarse a otras ciudades y países,


con la consecuente pérdida de vínculos afectivos, le recuerdan hasta el día de hoy el quiebre de
su proyecto de vida.
F.2.- El daño derivado de su exilio.16

1º Desde el 11 de septiembre de 1973, miles de chilenos, en distintas circunstancias, deben


abandonar el país por motivos políticos. Aún cuando no existen cifras precisas, la información
de diversas instituciones permite estimar en 1.600.000 el número de exiliados.

El exilio es una violación a los derechos fundamentales de la persona que pone en grave
riesgo su integridad física y psicológica, es factor desintegrador de la familia y elemento de
fractura de la unidad social de una nación: es una forma de represión específica de un Estado
totalitario contra un sector de la sociedad.

2º Don Arturo Alcides Gutiérrez Plasser vivió dos períodos en el exilio: el primero desde
1973 hasta 1980 y el segundo, desde 1981 hasta 1992. Fue desplazado de su hogar, de su tierra.
Fue obligado a moverse de Argentina a Rumania, luego a España, El Salvador, para radicarse
finalmente en Alemania.

Llegó a Alemania sin nada, con lo puesto, sin hablar el idioma, sin siquiera poder leer el
nombre de la calle en la que vivía. Fue el gobierno alemán y los chilenos en el exilio quienes le
brindaron una mano.

Sus dotes de liderazgo le permitieron ayudar a la organización de redes comunitarias


de apoyo a los chilenos refugiados, siendo honrado con la categoría de huésped del gobierno
alemán. Gracias a sus conocimientos en contabilidad y administración, se le ofreció un puesto
de docente en un Instituto Técnico Profesional EDV Lern Center donde estuvo impartiendo
clases hasta su regreso.

Con todo, el exilio lo vivió como una situación de derrota, de pérdida de afectos y
experiencias compartidas, de familia y de amigos, del terreno conocido y del ámbito cultural.
La crisis y desaparición de las organizaciones sociales y políticas de pertenencia agregó un
elemento desintegrador, al debilitar las estructuras fundamentales de soporte personal.

Fue en este período donde las secuelas psicológicas se manifestaron de manera más
brutal, pero la posibilidad de poder retornar a su patria, continuaba siendo un aliciente y fuente
de esperanza en los momentos de mayor dolor. Recién en 1992, y luego de numerosas
solicitudes para poder regresar que le fueron negadas, pudo retornar a Chile.

16
“Exilio no es una palabra, ni es un drama, ni una estadística sino que es un vértigo, un mareo, un abismo,
es un tajo en el alma y también en el cuerpo cuando, un día, una noche, te hacen saber que aquel paisaje tras
la ventana, aquel trabajo, aquel amigo, aquella silla y aquel hueco en aquel colchón, aquel sabor, aquel olor
y aquel aire que habías perdido, lo has perdido y lo has perdido para siempre, de raíz y sin vuelta. Si somos
capaces de sentirlo, siquiera un instante, tal vez pueda evitarse volver a caer en él nunca más.” (Daniel Sueiro,
preámbulo a la obra de teatro Ligeros de Equipaje, de Jorge Díaz).
F.3.- El daño al proyecto de vida

1º A modo de conclusión, es evidente que lo que existió respecto de mi representado es un


profundo daño a su proyecto de vida.

El señor Gutiérrez Plasser tenía recién 21 añ os cuando el golpe de estado del 11 de
septiembre 1973, que alteró para siempre el orden constitucional chileno, impuso una
dictadura de diecisiete años que le quitó todo: sus expectativas de desarrollo personal y
profesional, y los sueños que tenía para su futuro.

Al momento de su detención – a fines de septiembre de 1973 – el demandante trabajaba


en la Compañía de Aceros del Pacifico (CAP), era dirigente de la Central Unitaria de
Trabajadores (CUT) y Secretario General del Partido Radical. Soñaba con una vida dedicada a
su profesión y a la actividad gremial, a brindarle a sus padres un mejor futuro y construir una
familia por sí solo, sueños que fue truncados para siempre por el actuar de los agentes del
Estado que lo detuvieron, torturaron y condenaron al exilio.

2º El concepto de proyecto de vida, como modalidad de reparación por violaciones a los


derechos humanos, fue acuñado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos a partir del
fallo de reparaciones del Caso Loayza Tamayo Vs. Perú17, al vincular la idea de que una
violació n de los derechos convencionales puede tener no só lo efectos patrimoniales y de dañ o
moral, sino que ademá s puede afectar las proyecciones que la persona podı́a tener sobre su
existencia al momento de producirse el ilı́cito.

La Corte IDH, al respecto, declaró que:

“148. El “proyecto de vida” se asocia al concepto de realización personal, que a su vez se


sustenta en las opciones que el sujeto puede tener para conducir su vida y alcanzar el destino
que se propone. (…) Por lo tanto, su cancelación o menoscabo implican la reducción objetiva
de la libertad y la pérdida de un valor que no puede ser ajeno a la observación de esta Corte.

149. En el caso que se examina, no se trata de un resultado seguro, que haya de presentarse
necesariamente, sino de una situación probable – no meramente posible – dentro del natural

17
Los hechos del presente caso se contextualizan un una época de la Historia del Perú donde existió una práctica
generalizada de tratos crueles, inhumanos y degradantes con motivo de las investigaciones criminales por
delitos de traición a la patria y terrorismo. El 6 de febrero de 1993 María Elena Loayza Tamayo, profesora
universitaria, fue detenida por miembros de la División Nacional contra el Terrorismo (DINCOTE) en un
inmueble ubicado en el Distrito Los Olivos, en la ciudad de Lima. La detención se produjo en base a su presunta
colaboración con el grupo armado Sendero Luminoso.
María Elena Loayza Tamayo fue llevada al centro de la DINCOTE donde estuvo incomunicada e imposibilitada
de presentar un recurso judicial para cuestionar su detención. Luego de ella fue exhibida como terrorista
públicamente a través de medios de comunicación con un traje a rayas. Luego de ello fue procesada y
posteriormente absuelta por el delito de traición a la patria en el fuero militar. Seguidamente fue procesada en
el fuero ordinario por el delito de terrorismo y fue condenada a 20 años de pena privativa de la libertad.(Corte
IDH, Caso Loayza Tamayo Vs. Perú, Sentencia de 17 de septiembre de 1997 (Fondo). Serie C No. 33; y Corte
IDH, Caso Loayza Tamayo Vs. Perú, Sentencia de 27 de noviembre de 1998 (Reparaciones y Costas). Serie C
No. 42)
y previsible desenvolvimiento del sujeto, que resulta interrumpido y contrariado por hechos
violatorios de sus derechos humanos. Esos hechos cambian drásticamente el curso de la vida,
imponen circunstancias nuevas y adversas y modifican los planes y proyectos que una persona
formula a la luz de las condiciones ordinarias en que se desenvuelve su existencia y de sus propias
aptitudes para llevarlos a cabo con probabilidades de éxito.

150. En tal virtud, es razonable afirmar que los hechos violatorios de derechos impiden u obstruyen
seriamente la obtención del resultado previsto y esperado, y por ende alteran en forma sustancial el
desarrollo del individuo. En otros términos, el “daño al proyecto de vida”, entendido como una
expectativa razonable y accesible en el caso concreto, implica la pérdida o el grave
menoscabo de oportunidades de desarrollo personal, en forma irreparable o muy
difícilmente reparable (…)

151. Por todo ello, es perfectamente admisible la pretensión de que se repare, en la medida posible y
con los medios adecuados para ello, la pérdida de opciones por parte de la víctima, causada por el
hecho ilícito. De esta manera, la reparación se acerca más aún a la situación deseable, que
satisface las exigencias de la justicia: plena atención a los perjuicios causados ilícitamente, o
bien, puesto, en otros términos, se aproxima al ideal de la restitutio in integrum.

152. En el caso de la víctima, es evidente que los hechos violatorios en su contra impidieron la
realización de sus expectativas de desarrollo personal y profesional, factibles en condiciones
normales, y causaron daños irreparables a su vida, obligándola a interrumpir sus estudios y
trasladarse al extranjero, lejos del medio en el que se había desenvuelto, en condiciones de
soledad, penuria económica y severo quebranto físico y psicológico. Obviamente, este conjunto
de circunstancias, directamente atribuibles a los hechos violatorios que ha examinado esta Corte,
han alterado en forma grave y probablemente irreparable la vida de la señora Loayza Tamayo, e
impedido que ésta alcance las metas de carácter personal, familiar y profesional que
razonablemente pudo fijarse.

3º Este daño moral no necesita mayor justificación, ya que nuestra propia jurisprudencia
ha indicado que “el daño moral es de índole netamente subjetiva y su fundamento se encuentra
en la propia naturaleza de la psicología afectiva del ser humano, de manera que puede decirse que
tal daño se produce siempre que un hecho afecta a la integridad física o moral de un individuo..."
(Revista de Derecho y Jurisprudencia. Tomo LVIII. Segunda Parte, sección cuarta, pág. 374).

La responsabilidad de los hechores y del Estado es integral, es decir, importa que deba
repararse todo daño causado a un particular. Consideramos que la responsabilidad del Estado
chileno es incuestionable, sin embargo, para una correcta interpretación de estas disposiciones
respecto del mismo, es necesario acudir al derecho común.

La indemnización comprende – según el artículo 2329 del Código Civil – “todo daño”,
por lo que naturalmente está incluido el daño moral.

La procedencia de la reparación del daño moral está reconocida en forma unánime por
la doctrina y jurisprudencia nacional, lo que a estas alturas resulta indiscutible. Pero, además,
de acuerdo a los criterios establecidos por la Corte IDH, ya comentados, para efectos de
cuantificar dicho daño, éste debe considerar siempre las expectativas de desarrollo personal,
profesional y familiar, posibles en condiciones normales, las que fueron interrumpidas por el
actuar ilícito de los agentes del Estado, sumadas a las características particulares de la víctimas,
dentro de las cuales destacan sin lugar a dudas su edad, la magnitud de los ilícitos de los que
fueron víctimas, y las secuelas que éstos produjeron en sus vidas.

Por estas razones, el Derecho y la equidad obligan a indemnizar los daños morales
sufridos. Por este concepto, pido se condene a la demandada a pagar una indemnización con la
finalidad de reparar el daño psíquico y físico profundo que ha sufrido el actor producto de las
torturas y la detención ilegal y arbitraria sufrida.

Sin necesidad de mayores explicaciones, estimo que el daño moral sufrido debe ser
avaluado en una cantidad no interior a $150.000.000 (ciento cincuenta millones de pesos),
indemnización que estimamos ajustada a derecho y justicia.

III. EL DERECHO.

A. FUNDAMENTO DE LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO DE CHILE POR LA


VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS QUE EMANA DE LOS INSTRUMENTOS
INTERNACIONALES SUSCRITOS POR NUESTRO PAÍS.

1° Así de los instrumentos que conforman el Derecho Internacional Humanitario de cuyos


órganos de origen nuestro país tiene la calidad de miembro, se han fijado y consagrado
principios y derechos que resultan ser inalienable y consustanciales a la persona humana, como
son los contenidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Resolución N° 217 A (III), de fecha 10 de
diciembre de 1948, al disponer en su artículo 5 que “Nadie será sometido a torturas ni a penas
o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Por su parte en su artículo 9, se establece que “Nadie
podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”. Finalmente, este instrumento dispone
en su artículo 10, que “Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de
sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal”.

2° A su vez, en nuestro ámbito continental la Declaración Americana de los Derechos y


Deberes del Hombre18, en el Capítulo Primero, referido a los “Derechos”, reconoce en su artículo
25, el “Derecho de protección contra la detención arbitraria”, estableciendo que “Nadie puede

18
Aprobada en la IX Conferencia Internacional Americana, Bogotá, Colombia, 1948.
ser privado de su libertad sino en los casos y según las formas establecidas por leyes preexistentes”,
para que en su inciso final se disponga que “Todo individuo que haya sido privado de su libertad
tiene derecho a que el juez verifique sin demora la legalidad de la medida y a ser juzgado sin
dilación injustificada, o, de lo contrario, a ser puesto en libertad. Tiene derecho también a un
tratamiento humano durante la privación de su libertad”.

3° Por su parte, ya como instrumentos reconocidos y ratificados por nuestro país que fijan
el marco de lo que ha entenderse como el Derecho Internacional de los Derechos Humanos en
Chile, se encuentra la “Convención Americana sobre Derechos Humanos”, denominada “Pacto de
San José de Costa Rica”19, que en su Capítulo II, de los “Derechos civiles y políticos”, el artículo 5,
relativo al “Derecho a la Integridad Personal”, en su numeral 1 establece que “Toda persona tiene
derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral”, para luego señalar en su numeral
2, que “Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano”.

En este mismo Capítulo la Convención, en su artículo 7, referido al “Derecho a la


Libertad Personal”, dedica sus numeral 1 al 5 a fijar los siguientes principios básicos. Esto es, de
“Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales” (1°). El número 2, expresa
que “Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas
de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes dictadas
conforme a ellas”. Agrega en su numeral 3, de que “Nadie puede ser sometido a detención o
encarcelamiento arbitrarios”. A su vez su número 4, nos sentencia de que “Toda persona
detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora,
del cargo o cargos formulados contra ella”. Finalmente, su número 5, expresa que “Toda persona
detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por
la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá
estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio”.

Con lo dicho precedentemente, y teniendo presente lo preceptuado en el artículo 1.1


que en lo pertinente estatuye que “Los Estados partes en esta Convención se comprometen a
respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a
toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza,
color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquiera otra condición social”, lo cual se ve reforzado por
lo señalado en el artículo 63.1 de la misma Convención, que dispone “Cuando decida que hubo

19
Decreto N° 873, del Ministerio de Relaciones Exteriores publicado en el D.O. de fecha 05 de enero de 1991, que “Aprueba
Convención Americana sobre Derechos Humanos, denominada “Pacto de San José de Costa Rica”.
violación de un derecho o libertad protegidos es esta Convención, la Corte dispondrá que se
garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá, asimismo, si
ello fuera precedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha
configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte
lesionada”.

De lo anterior, se desprende que la responsabilidad del Estado en esta clase de sucesos


“queda sujeta a disposiciones de Derecho Internacional, que no pueden quedar incumplidas a
pretexto de hacer primar otros preceptos de derecho interno, por cuanto, de ventilarse un hecho
ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad universal de éste por la
transgresión de una regla internacional, con el consecuente deber de reparación y hacer cesar los
colofones de agravio”.20

Otro instrumento lo constituye el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos21,


que destina su artículo 7 a señalar que “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes”. Por su parte el artículo 9, fija los siguientes postulados “Todo
individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a
detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas
por ley y con arreglo al procedimiento establecido en ésta” (1). Su numeral 2 expresa que “Toda
persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las razones de la misma, y
notificada, sin demora, de la acusación formulada contra ella”. Conforme el número 3, “Toda
persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin demora ante un juez u
otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad”.

En el número 4, señala que “Toda persona que sea privada de libertad en virtud de
detención o prisión tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida a la
brevedad posible sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal”.
Finalmente, en su numeral 5, nos precisa que “Toda persona que haya sido ilegalmente detenida
o presa, tendrá el derecho efectivo a obtener reparación”.

Por último, el artículo 10 numeral 1, dispone que “Toda persona privada de libertad será
tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.

Otros dos instrumentos internacionales ratificados por nuestro país, en el ámbito de la


prevención de las torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes, lo constituyen, por una

20
Fallo de la Excma. Corte Suprema de fecha 29 de marzo de 2016, Causa Rol N° 2289-2015.
21
Decreto N° 778, del Ministerio de Relaciones Exteriores, publicado en el D.O. de fecha 29 de abril de 1989, que “Promulga el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos adoptado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
por Resolución N° 2.200, el 16 de diciembre de 1966 y suscrito por Chile en esa misma fecha”.
parte, el Convenio contra la Tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes22
, que fuera adoptado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y por
otra, la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la Tortura23, adoptada por la
Organización de los Estados Americanos.

El primer Acuerdo en su artículo 2 numerales 1 y 2, expresa que “Todo Estado Parte


tomará medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole eficaces para impedir los
actos de tortura en todo territorio que esté bajo su jurisdicción”, para luego puntualizar que “En
ningún caso podrán invocarse circunstancias excepcionales tales como estado de guerra o
amenaza de guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública como
justificación de la tortura”. Finalmente, el artículo 14, número 1, contempla una carga de
reparación del Estado, disponiendo que “Todo Estado Parte velará por que su legislación
garantice a la víctima de un acto de tortura la reparación y el derecho a una indemnización justa
y adecuada, incluidos los medios para su rehabilitación lo más completa posible”.

En el ámbito regional la Convención Interamericana para prevenir y sancionar a


Tortura, en su artículo 3 determina quienes serán los sujetos activos del “Delito de Tortura”,
expresando que “Serán responsables del delito de tortura: a) Los empleados o funcionarios
públicos que actuando en ese carácter ordenen, instiguen, induzcan a su comisión, lo cometan
directamente o que, pudiendo impedirlo, no lo hagan. b) Las personas que a instigación de los
funcionarios o empleados públicos a que se refiere el inciso a) ordenen, instiguen o induzcan a su
comisión, lo cometan directamente o sean cómplices”.

En último término, este instrumento, en su artículo 5, fija dos reglas claves en esta
cuestión, al sentenciar en su inciso 1° que “No se invocará ni admitirá como justificación del
delito de tortura la existencia de circunstancias tales como estado de guerra, estado de sitio de
emergencia, conmoción o conflicto interior, suspensión de garantías constitucionales, la
inestabilidad política interna u otras emergencias o calamidades públicas”. Luego su inciso final,
precisa que “Ni la peligrosidad del detenido o penado, ni la inseguridad del establecimiento
carcelario o penitenciario pueden justificar la tortura”.

4° En esta materia cobran importancia también los Tratados de Ginebra de 12 de agosto


de 1949: El Convenio I, “para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos de las fuerzas
armadas en campaña”; el Convenio II, “para aliviar la suerte que corren los heridos, los enfermos
y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar”; el Convenio III, “relativo al trato debido a los
prisioneros de guerra” y finalmente el Convenio IV, “relativo a la protección debida a las personas

22
Decreto N° 808, del Ministerio de Relaciones Exteriores, publicado en el D.O. de fecha 26 de noviembre de 1988, que “Promulga
la Convención contra la Tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, adoptada por la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas mediante Resolución N° 39/46, de fecha 10 de diciembre de 1984”.
23
Decreto N° 809, del Ministerio de Relaciones Exteriores, publicado en el D.O. de fecha 26 de noviembre de 1988, que “Promulga
la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la Tortura, adoptada el 9 de diciembre de 1985 por la Organización de los
Estados Americanos en el Decimoquinto Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General”.
civiles en tiempo de guerra”.

En el Convenio I, se indica en su artículo 1 que “Las Altas Partes contratantes se


comprometen a respetar y hacer respetar el presente Convenio en todas las circunstancias”. Su
artículo 3, por su parte expresa que “En caso de conflicto armado que no sea de índole
internacional y que surja en el territorio de una de las Altas Partes Contratantes cada una de las
Partes en conflicto tendrá la obligación de aplicar, como mínimo, las siguientes disposiciones:

1) Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos los miembros
de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate
por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias,
tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable basada en la raza, el color,
la religión o la creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo. A este
respecto, se prohíben, en cualquier tiempo y lugar, por lo que atañe a las personas arriba
mencionadas:

a) los atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio


en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y los suplicios;
b) la toma de rehenes;
c) los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y
degradantes;
d) las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo juicio ante un tribunal
legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como indispensables por los
pueblos civilizados”.
En su Capítulo II referido a los “Heridos y enfermos”, el artículo 12 señala que “Los
miembros de las fuerzas armadas y las demás personas mencionadas en el artículo siguiente, que
estén heridos o enfermos, habrán de ser respetados y protegidos en todas las circunstancias”.
Agrega más adelante, que “Serán tratados y asistidos con humanidad por la Parte en conflicto
que los tenga en su poder, sin distinción alguna de índole desfavorable basada en el sexo, la raza,
la nacionalidad, la religión, las opiniones políticas o en cualquier otro criterio análogo”. Luego
sentencia que “Está estrictamente prohibido todo atentado contra su vida y su persona, en
particular matarlos o exterminarlos, someterlos a tortura, efectuar en ellos experimentos
biológicos, dejarlos deliberadamente sin atención médica o sin asistencia, o exponerlos a riesgos
de contagio o de infección causados con esa finalidad”. Finalmente, su inciso 4° expresa que “Se
tratará a las mujeres con todas las consideraciones debidas a su sexo”.

Luego este mismo Convenio contempla 3 reglas de real significación en la materia que
nos ocupa. A saber, su artículo 13 se refirió a que “el presente Convenio se aplicará a los heridos
y a los enfermos pertenecientes a las categorías siguientes: “2) ….incluidos los de movimientos de
resistencia organizados, pertenecientes a una de las Partes en conflicto que actúen fuera o dentro
del propio territorio, aunque este territorio esté ocupado”, y conforme su numeral 6) se aplicará
también a “la población de un territorio no ocupado que, al acercarse el enemigo, tome
espontáneamente las armas para combatir contra las tropas invasoras, sin haber tenido tiempo
para constituirse en fuerzas armadas regulares, si lleva las armas a la vista y respeta las leyes y
costumbres de la guerra”.

El artículo 17, del mismo Convenio, dispone que “Las Partes en conflicto velarán por que
la inhumación o la incineración de los cadáveres, hecha individualmente en la medida en que las
circunstancias lo permitan, vaya precedida de un atento examen y, si es posible, médico de los
cuerpos, a fin de comprobar la muerte, determinar la identidad y poder dar cuenta al respecto”.

Su artículo 49 expresa que “Las Altas Partes Contratantes se comprometen a tomar todas
las oportunas medidas legislativas para determinar las adecuadas sanciones penales que se han
de aplicar a las personas que hayan cometido, o dado orden de cometer, una cualquiera de las
infracciones graves contra el presente Convenio definidas en el artículo siguiente”.

Finalmente, su artículo 50 califica como infracciones graves “el homicidio intencional, la


tortura o los tratos inhumanos…, el hecho de causar deliberadamente grandes sufrimientos o de
atentar gravemente contra la integridad física o la salud, la destrucción y la apropiación de bienes,
no justificada por necesidades militares y efectuadas a gran escala, ilícita y arbitrariamente”.

En el Convenio III, “relativo al trato debido a los prisioneros de guerra”, expresa en su


artículo 12, que “Los prisioneros de guerra están en poder de la Potencia enemiga, y no de los
individuos o de los cuerpos de tropa que los hayan capturado. Independientemente de las
responsabilidades individuales que pueda haber, la Potencia detenedora es responsable del trato
que reciban”.

El artículo 13, nos señala que “Los prisioneros de guerra deberán ser tratados
humanamente en todas las circunstancias”.

A su vez, el artículo 14, dispone que “Los prisioneros de guerra tienen derecho, en todas
las circunstancias, al respeto de su persona y de su honor. Las mujeres deben ser tratadas con
todas las consideraciones debidas a su sexo y, en todo caso, se beneficiarán de un trato tan
favorable como el que reciban los hombres”.

Más adelante el artículo 17, nos previene que “El prisionero de guerra no tendrá
obligación de declarar, cuando se le interrogue a este respecto, más que sus nombres y apellidos,
su graduación, la fecha de su nacimiento y su número de matrícula o, a falta de éste, una indicación
equivalente”, agregando que “No se podrá infligir a los prisioneros de guerra tortura física o moral
ni presión alguna para obtener datos de la índole que fueren. Los prisioneros que se nieguen a
responder no podrán ser amenazados ni insultados ni expuestos a molestias o desventajas de
ningún género”.
Su artículo 22 nos señala que “Los prisioneros de guerra no podrán ser internados más
que en establecimientos situados en tierra firme y con todas las garantías de higiene y de
salubridad; excepto en casos especiales justificados por el propio interés de los prisioneros, éstos
no serán internados en penitenciarías”.

Todos estos instrumentos que conforman el llamado Derecho Internacional


Humanitario, se transformaron en letra muerta, dado que en la época en que sucedieron los
hechos que justifican y sirven de fundamento fáctico a esta demanda no existió ningún régimen
político, económico, social y aún jurisdiccional, que haya velado por el respeto irrestricto y
efectivo de los derechos fundamentales, en este caso, de toda persona presa o privada de
libertad, por lo que existen razones suficientes para promover esta acción en contra del Estado
de Chile.

B. LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO DE CHILE, CONFORME SU NORMATIVA


INTERNA.

La responsabilidad del Estado chileno emana del Derecho Administrativo, en razón del
hecho propio del Estado al haber actuado como órgano cometiendo actos ilícitos que causaron
daño a las personas, específicamente de la Constitución Política de 1925, de la Constitución
Política de 1980, la Ley N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la
Administración del Estado y del derecho común, que establece la responsabilidad solidaria del
Estado en el caso de autos.

Por las características especiales del delito, fundamentaremos desde el punto de vista
jurídico tanto en la antigua como en la legislación vigente la obligación del Estado de
indemnizar los perjuicios que se han causado.

B.1.- La responsabilidad del Estado de Chile a la luz de la Constitución Política


de 1925.

La responsabilidad del Estado, consagrada en las Actas Constitucionales números 2 y 3


y, en la actualidad, en la Constitución de 1980, reconoce claros antecedentes en la Constitución
Política de 1925, vigente a la época de estos actos ilícitos.

La doctrina iuspublicista ha sostenido que existe un principio general de Derecho


Administrativo que obliga a responder al Estado por los perjuicios causados por actos u
omisiones de sus agentes a las víctimas que no se encuentran obligadas a soportarlos. En este
sentido el profesor Eduardo Soto Kloss enseñaba que dicho principio general de
responsabilidad del Estado emana de ser el Estado chileno una República, lo que implica que
todos los sujetos tanto públicos como privados deben responder de sus actos y omisiones por
encontrarse insertos en un Estado de Derecho.
Esto tiene como consecuencia directa que cualquier sujeto que se sienta agraviado o
lesionado por actos de los órganos públicos puede demandar a los tribunales de justicia el
resarcimiento de los perjuicios conforme al estado de derecho democrático. Lo dicho por la
doctrina se fundamenta en el principio de igualdad que plasmaba ya el artículo 10 N° 1 de la
Constitución de 1925, pues es inconstitucional que una persona, en este caso, un hombre, sea
lesionado y perjudicado sin ser indemnizado en relación a otros sujetos a los cuales no les
afectan los actos u omisiones ilícitos del órgano estatal. La consagración del gobierno
republicano y democrático se plasma de manera explícita en el artículo 1° de la Constitución de
1925 que señala: "El Estado de Chile es unitario. Su gobierno es republicano y democrático
representativo".

Los otros preceptos que sustentan el principio general de responsabilidad del Estado, a
la luz de la Constitución de 1925, son los artículos 4, 10 N° 1 y 10 N° 9.

En efecto el artículo 4 de la Constitución de 1925, fuente directa de los actuales artículos


6 y 7 de la Constitución de 1980, establecía la obligatoriedad de los órganos del Estado de
ceñirse a las prerrogativas y facultades que le entregaban la ley y los actos que excedieran sus
atribuciones adolecían de nulidad. Si bien no se agregaba que de dichos actos nulos originaban
las responsabilidades que la ley señale, no puede entenderse de otra forma, pues sabido es que
la nulidad de los actos conlleva siempre y en todo caso la indemnización de los perjuicios
causados a resultas de la nulidad.

En cuanto a lo preceptuado por el actual artículo 6 de la Constitución de 1980 que posee


su fuente en el artículo 4 citado, existe meridiana claridad de que los órganos del Estado
siempre deben sujetar su actuar a la preceptiva constitucional y a las leyes, pues si fuera otra la
interpretación no se entendería el principio de supremacía constitucional. Por lo demás, el
principio de sujeción a la Constitución se plasma en el artículo 2 de la Constitución de 1925 que
dispone: “La soberanía reside esencialmente en la nación, la cual delega su ejercicio en las
autoridades que esta constitución establece".

Esclarecido que rige un principio general de responsabilidad del Estado por sus actos y
omisiones, basado en los artículos 1, 2, 4, principio que se concreta en el artículo 10 N° 10 y N°
9 de la Constitución de 1925, que consagran, respectivamente, el derecho de propiedad, sin
distinción alguna y la igual repartición de las cargas públicas.

En cuanto al primer precepto, esto es, el artículo 10 N° 10 de la Constitución de 1925,


cabría decir que todo daño fruto del actuar de algún órgano del Estadom constituye un
desmejoramiento de la esfera patrimonial de los sujetos afectados y genera, como es obvio, el
derecho a exigir la responsabilidad del Estado, pues nos encontramos ante una lesión del
derecho de propiedad, ya que mi mandante fue privada de bienes que forman parte de su
esfera de la personalidad y, según prescribe el citado constitucional, “nadie puede ser privado
de su dominio, ni de una parte de ella, o del derecho que a ella tuviere, sino en virtud de sentencia
judicial o de expropiación por razón de utilidad pública, calificada por una ley”. Pues bien,
ninguna de las hipótesis descritas se verificó y, sin embargo, de igual manera se le privó de
bienes personalísimos al atentar contra la esfera subjetiva e infligirle el daño moral indicado.

A su turno, el artículo 10 N° 9 de la Constitución de 1925, fuente directa del artículo 19


N° 20 de la Constitución de 1980, aseguraba el principio de la igual repartición de las cargas
públicas, el que obliga a indemnizar a todo aquel que infringe un daño, ya que dicho daño
producido anti jurídicamente, implica una ruptura de la igual repartición de las cargas públicas,
derecho que la Constitución aseguraba y amparaba frente a sus violaciones, y en especial a
aquellas cometidas por los órganos públicos. Este detrimento en la esfera de los afectos que han
sufrida mi mandante, infringió la igual repartición de las cargas públicas al exponer a la persona
de mi representado, a diferencia de otras muchas, a sufrimientos inhumanos. La actuación de
Carabineros y Gendarmería de Chile, órganos del Estado, constituye un desigual tratamiento
que infringe el artículo 10 N° 1 y 10 de la Constitución de 1925.

B.2.- Responsabilidad en el derecho actual.

En primer término, la Constitución Política de la República en su artículo 5, inciso 2°,


consagra un principio básico en orden a la “El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación
el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los órganos
del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así como por
los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”.

Por otra parte, la consagración del Principio de Juridicidad contenido en los artículos 6
y 7, de la Carta Fundamental, nos expresa, por una parte, que, “Los órganos del estado deben
someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y garantizar el orden
institucional de la República. Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o
integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo. La infracción de esta
norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley”. La segunda norma
constitucional dispone que “Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley. Ninguna
magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de
circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan
conferido en virtud de la Constitución o las leyes. Todo acto en contravención a este artículo es
nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale”.

Finalmente, el propio texto constitucional, esta vez, en su artículo 38 inciso 2º dispone


que "Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración del Estado, de
sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los tribunales que determine la ley,
sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar al funcionario que hubiere causado el
daño." En esta disposición constitucional establece un mecanismo de reparación de los daños
producidos por la Administración a los particulares, un sistema que se caracteriza
fundamentalmente por ser de carácter directo, es decir, la acción de reparación del particular
afectado se hace efectiva en el patrimonio Fiscal cuando los organismos, como en el caso de
autos, actúan bajo la personalidad jurídica del Estado.

Por su parte, el artículo 4 de la Ley N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases


Generales de la Administración del Estado, prescribe que "El Estado será responsable por los
daños que causen los órganos de la Administración en el ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de
las responsabilidades que pudieren afectar al funcionario que los hubiera ocasionado". El artículo
42 de esta Ley agrega: "Los órganos de la Administración serán responsables del daño que causen
por falta de servicio".

En síntesis, siguiendo la más reciente jurisprudencia, podemos señalar que el Fisco de


Chile es responsable solidariamente por las siguientes razones:

a) El artículo 101 de la Constitución Política de la República (disposición sustituida


por el artículo 1º, Nº 5 de la Ley de Reforma Constitucional Nº 20.050, de 26 de agosto de 2005)
establece que las Fuerzas Armadas dependientes del Ministerio encargado de la Defensa
Nacional están constituidas única y exclusivamente por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea,
agregando que las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública están integradas sólo por Carabineros
e Investigaciones. Constituyen la fuerza pública y existen para dar eficacia al derecho,
garantizar el orden público y la seguridad pública interior, en la forma que lo determinen sus
respectivas leyes orgánicas.

b) Como Órganos del Estado, éstas tienen que limitarse en su acción a lo que
prescriben los artículos 5, 6 y 7 del mencionado texto constitucional, consecuencialmente,
ejercen una parte de la soberanía, por ser una autoridad que la Constitución establece y así su
actuar, sólo reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana, les indica, además, la obligación de respetar y promover tales derechos.
Estos órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas
conforme a ellas, debiendo actuar dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.

c) Como consecuencia de lo anterior el artículo 38, inciso 2°, ya reproducido,


establece una acción en términos amplios de carácter constitucional para reclamar ante los
tribunales de justicia cualquier lesión que sufra una persona en sus derechos por la
Administración del Estado, bastando un perjuicio en los derechos, causados por el Estado o sus
organismos, para que se pueda activar la actividad jurisdiccional tendiente a obtener la
reparación de los daños causados.
d) Como se ha resuelto por la Excma. Corte Suprema en la causa Rol Nº 4006-2003,
la responsabilidad del Estado por los daños que causan los órganos de su administración
enunciada en el artículo 4º de la Ley N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de
esa Administración, es de Derecho Público y de carácter genérico, por emanar de la naturaleza
misma de su actividad en el ámbito de las funciones que le corresponde llevar a cabo para los
fines que le cometen la Constitución Política y las leyes, para lo cual debe hacer uso de las
potestades, medios y acciones materiales conducentes a ello.

e) Por lo señalado la responsabilidad que irroga al Fisco la acción dañina cometida


por sus agentes, en este caso funcionarios de Carabineros, del Ejército y de Gendarmería de
Chile es solidaria, ya que ella no deriva de la calidad de tercero civilmente responsable de la
conducta de un dependiente, sino de la circunstancia de que se trata de un órgano componente
de la entidad estatal, de suerte que es dable atenerse en este aspecto al principio establecido en
el inciso 1° del artículo 2317 del Código Civil, en la medida que lo ejecutado por el agente es
imputable directamente a la organización de que forma parte.

f) Por tanto, el Estado de Chile debe responder solidariamente por los daños
causados con ocasión de los ilícitos cometidos por sus agentes, pues teniendo el Estado el deber
constitucional de resguardar y dar protección a la población y a la familia, incumplió dicha
función, pues posibilitó que agentes de su administración, con ocasión de sus funciones, en una
acción dolosa, cometieran los ilícitos materia de estos antecedentes.

En efecto, reciente fallos dictados por el Máximo Tribunal de la República han planteado
la tesis jurídica de la procedencia de la reparación de los daños sufridos por aquellas personas
que sufrieron prisión política y tortura, expresando que “…desde otra perspectiva, el
resarcimiento del estropicio originado por el delito y la acción para hacerlo efectivo, de máxima
trascendencia al momento de administrar justicia, compromete el interés público y aspectos de
justicia material, todo lo cual ha conducido a acoger la acción civil formalizada e autos, cuyo
objetivo radica en la reparación íntegra de los detrimentos ocasionados por el actuar de agentes
del Estado de Chile, tal como lo demanda la aplicación de buena fe de los tratados internacionales
suscritos por nuestro país y en vigor, unido todo ello a la leal interpretación de las disposiciones
de derecho internacional consideradas ius cogens por la comunidad jurídica mundial. Sus
preceptos deben recibir aplicación preferente en nuestro ordenamiento interno, al tenor de lo
estatuído en el artículo 5° de la Constitución Política de la República, por sobre aquellas
disposiciones de carácter jurídicos nacional que posibilitarían eludir las responsabilidades en que
ha incurrido el Estado chileno, a través de la actuación penalmente culpable de sus funcionarios,
y así acata la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados”. Agregando en el mismo fallo
“Que, por último, conviene traer a cuento que el sistema de responsabilidad del Estado emerge
también de los artículos 6°, inciso tercero, de la Constitución Política de la República y 3° de la Ley
N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado, las que,
de aceptarse la tesis del recurso, quedarían sin margen de aplicación real”24

Por su parte el mismo Tribunal en fallo dictado con fecha 29 de marzo de 2016, se ha
pronunciado en los mismos términos25, criterio y conceptos que mantiene en reciente sentencia
dictada el 21 de julio de 2016.26

B.3.- Forma de operar de las disposiciones constitucionales.

Las disposiciones constitucionales que consagran la responsabilidad del Estado por los
daños cometidos en cualquiera de sus actividades tienen una vinculación directa sin ser
necesaria la dictación de una norma de inferior rango que disponga su aplicación; es decir,
poseen operatividad propia y, obviamente, desde el momento que asumen su carácter de
normas constitucionales priman por sobre toda otra disposición.

Por esta razón y dada la inexcusabilidad de su función consagrada en la propia


Constitución, el juez se encuentra sujeto a la imperatividad de resolver el caso sometido a su
conocimiento. En esta función la primera exigencia es someterse a la norma fundamental
vigente al momento de la ocurrencia de los hechos, la cual establecía clara y precisamente la
responsabilidad del Estado por los daños ocasionados por sus órganos.

C. CONCURRENCIA DE LOS REQUISITOS PARA INDEMNIZAR EN EL CASO DE AUTOS.

En el caso ad litem se dan todos los requisitos que obligan al Estado a indemnizar los
perjuicios causados:

C.1.- En cuanto al daño moral. En el caso de don Arturo Gutiérrez Plasser, las
violaciones sistemáticas fueron ejecutadas por órganos estatales que actuaron en
cumplimiento de una política represiva y de exterminio de Estado, la que produjo de manera
considerable, indeleble, profundo, extenso y perdurable un daño moral que ha marcado de
manera permanente su vida, al ser privado de su libertad y ser sometido a los más terribles
apremios.

El profesor Enrique Barros Bourie, nos proporciona un concepto genérico de daño


moral, expresando que es “toda molestia debida a la conducta negligente de otra persona (o a su
mera conducta, si se trata de responsabilidad estricta) puede dar lugar a responsabilidad, con la
sola reserva de que la lesión sea relevante e ilegítima, esto es, que el daño sea significativo o

24
Considerandos Séptimos y Octavo, fallo de la Excma. Corte Suprema de fecha 14 de septiembre de 2015, dictada en Causa Rol N°
1092-2015.
25
Considerando Undécimo, fallo de la Excma. Corte Suprema, de fecha 29 de marzo de 2016, Causa Rol N° 2289-2015.
26
Considerando Noveno y Décimo, fallo de la Excma. Corte Suprema de fecha 21 de julio de 2016, dictada en Causa Rol N° 20.580-
2015.
anormal y, a la vez, afecte un bien digno de protección por el derecho”.27

A su vez, don Hernán Corral Talciani, en el punto, nos ilustra señalando que “Daño Moral
es todo daño no patrimonial, capaz de comprender otros menoscabos que no admiten apreciación
pecuniaria directa como, por ejemplo, el daño corporal o biológico, el daño a derechos de la
personalidad, el perjuicio estético o la pérdida del gusto vital”.28

Sobre este mismo concepto don Gonzalo Ruz Lártiga, nos apunta que “…el daño moral
significaría un menoscabo afectivo, representado en un atentado a los valores o más largamente,
a los sentimientos de un individuo, en cuanto intereses tutelados por el Derecho, que se produce
con ocasión de la comisión de un hecho ilícito sobre su persona o bienes”.29

Finalmente, el profesor Pablo Rodríguez Grez, define al daño moral como “la lesión de
un interés extrapatrimonial, personalísimo, que forma parte de la integridad espiritual de una
persona, y que se produce por efecto de la infracción o desconocimiento de un derecho cuando el
acto infraccional se expande a la esfera interna de la víctima o de las personas ligadas a ellas”.30

Entonces, a la luz de lo señalo por Rodríguez Grez, el daño moral deriva de la lesión de
un derecho cuando los efectos de ésta no sólo menoscaban los intereses jurídicamente
tutelados por la norma, sino que penetran la intimidad de la víctima y de quienes forman parte
de su círculo más próximo, afectando sus sentimientos, emociones, expectativa, afectos y, en
general, sus valores, los que en general puede ser calificados como intereses
extrapatrimoniales.

En el caso que nos ocupa, la lesión o violación de sus derechos, ha ocurrido en el plano
de lo que podemos calificar como derechos fundamentales de la persona, inherentes e
inseparables de su condición de ser humano, lo que, por cierto, en sí mismo me ha causado
inconmensurable daño.

El carácter y la entidad de la violación en los derechos básicos a que fue sometido, puso
en entredicho su propia condición de hombre. Y puso en cuestionamiento todos los valores de
humanismo que por siglos proclaman o han proclamado líderes religiosos, sociales, jefes
políticos, pensadores, filósofos y hombres de buena fe y de buena voluntad de todo el planeta.
Resulta oportuno preguntarse ¿si los líderes y los agentes del estado de chile durante el régimen
militar carecieron de humanidad? o ¿por qué con sus actuaciones demostraron tal menosprecio
con la vida y la integridad física de sus connacionales?

27
Barros Bourie; Enrique; “Tratado de responsabilidad extracontractual”; Ed. Jurídica de Chile; Edición año 2006; Santiago; Chile;
p. 232.
28
Corral Talciani, Hernán; “Lecciones de responsabilidad civil extracontractual – Colecciones tratados y manuales”; Ed.
Legalpublishing – Thomson Reuters; Segunda Edición Actualizada año 2013; Santiago; Chile; p. 143 y 144,
29
Ruz Lártiga, Gonzalo; “Explicaciones de Derecho Civil – Contratos y Responsabilidad Extracontractual”, Tomo IV; Ed.
AbeledoPerrot – Legal Legalpublishing; 1° Edición año 2011, reimpresión año 2014; Santiago; Chile; p. 465.
30
Rodríguez Grez, Pablo; “Responsabilidad extracontractual”; Ed. Jurídica de Chile; Edición 1999; Santiago; Chile; p. 308
La respuesta no es otra que los instigadores, sus dirigentes, mandos de todo nivel y
ejecutores, en general, privilegiaron sus métodos de hacer la guerra por sobre los pactos o
convenciones que la regulaban o en general sobre cualquier consideración del Derecho
Humanitario existente a la época, por el contrario, no desestimaron el uso de métodos indignos
y degradantes, con el agravante de que el hechor o violador de esos derechos básicos, no era un
extranjero sino una compatriota, lo que resulta no sólo increíble sino también tremendamente
doloroso, lo que indudablemente debe ser reparado.

Todo daño debe ser reparado, y en particular el daño moral, que, por naturaleza,
requiere que la reparación sea una indemnización que proporcione las bases para obtener
goces equivalentes que compensen la pérdida, el sufrimiento, el dolor, la aflicción o el pesar. Así
el presidente del Consejo Constitucional de Francia, Pierre Mazeaud ha dicho sobre el particular
“dar a la víctima el medio de procurarse satisfacciones equivalentes a aquella de las que fuera
privado”.

Es precisamente, en este punto y materia, que el Informe de la Comisión Nacional sobre


Prisión Política y Tortura, en su Capítulo IX, relativo a las “Propuestas de reparación”, por una
parte reconoce la existencia de este daño y por otra, justifica su reparación expresando que “Por
ello, el país tiene la responsabilidad política, ética y social de desplegar todos los esfuerzos posibles
para reparar, aunque sea en parte, las gravísimas consecuencias de hechos tan injustos y
dolorosos como los que a la Comisión le correspondió conocer y que se presentan en este Informe.

Por otra parte, la obligación de los Estados de reparar a las víctimas de violaciones de
derechos humanos ha sido consagrada como uno de los principios del derecho internacional
público en materia de responsabilidad del Estado, y así ha sido reconocido tanto por la doctrina
como por la jurisprudencia, además de su validación en tratados específicos. Su carácter
vinculante como principio del derecho internacional y, por tanto, aplicable como fuente de
obligaciones aun en los Estados que no sean parte de dichos tratados, ha sido establecido por la
propia Corte Internacional de Justicia y la Corte Interamericana de Derechos Humanos:

"Es un principio de Derecho internacional, que la jurisprudencia ha considerado "incluso


una concepción general de derecho", que toda violación a una obligación internacional que haya
producido un daño comporta el deber de repararlo adecuadamente. La indemnización, por su
parte, constituye la forma más usual de hacerlo".

En cuanto a su incorporación en los tratados de derechos humanos, podemos destacar que


el artículo 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone:

"Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en esta


Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad
conculcados. Dispondrá, asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la
medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos o el pago de una justa
indemnización a la parte lesionada”.

De esta forma, hoy es evidente y no es materia de discusión el hecho de que los Estados
están obligados a reparar a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Dicha obligación es
un principio del derecho internacional público y una norma acogida por el sistema convencional,
tanto universal como regional. Sin embargo, los criterios y parámetros de reparación que ha
establecido el derecho en casos individuales de violaciones de derechos humanos -restitución,
compensación, rehabilitación y garantías de no repetición- han debido ser considerados junto a
otros factores para hacer frente a violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos en los
procesos de transición a la democracia.

En efecto, la evolución del derecho internacional en la materia enseña que el hecho de que
el Estado se haya involucrado en una política de violaciones de los derechos humanos obliga a
mirar con especial cuidado el problema de las reparaciones. Por las características propias de
estas violaciones, que afectan a una gran porción de la población en el goce de sus derechos más
elementales y que se originan en políticas de Estado, las medidas de reparación no pueden seguir
los criterios tradicionales sobre otras formas de reparaciones individuales. El contexto social y
político en que éstas se apliquen debe determinar la forma de las reparaciones.

Las reparaciones en los procesos de transición a la democracia cumplen no sólo una


función individual respecto de la víctima que debe ser reparada, sino que también poseen
importantes dimensiones sociales, históricas y preventivas. En efecto, las motivaciones para
reparar los casos de violaciones masivas y sistemáticas tienen que ver con las víctimas, pero
también son una forma en que la sociedad establece bases de convivencia social fundadas en el
respeto de los derechos humanos. Ofrecen la oportunidad de reformular apreciaciones históricas
donde todos los sectores puedan sentirse respetados y restablecidos en sus derechos. Finalmente,
las reparaciones se vinculan con la posibilidad de prevenir que en el futuro puedan repetirse
hechos que la sociedad en su conjunto rechaza”.31

C.2.- La acción u omisión emana de un órgano del Estado, específicamente


funcionarios del Ejército, Carabineros y la Armada de Chile, que detuvieron y retuvieron a don
Arturo Gutiérrez Plasser, sin orden judicial o administrativa previa, lo mantuvieron en
cautiverio en instalaciones policiales y militares y recintos penitenciarios, y además de infringir
apremios ilegítimos y torturas.

El hecho que le causó daño fue ejecutado por el Estado de Chile, puesto que fue un
órgano de su administración el que actuó y debe entenderse que ha actuado el Estado como tal;
o, como bien señala el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, los que

31
Capítulo IX del Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, pp. 613 – 618.
la torturaron fueron Agentes del Estado en ejercicio de sus funciones.

C.3.- Nexo causal. El daño a la persona de la actora, emana justamente, de las


conductas desplegadas por los Agentes del Estado.

C.4.- Eximentes de responsabilidad. Por último, no existen causales de justificación


que eximan al Estado de su responsabilidad en este caso.

C.5.- Responsabilidad civil del Estado de Chile. Sin perjuicio de que se ha señalado
que la responsabilidad del Estado es objetiva, al tratarse o derivarse de una conducta de sus
agentes y funcionarios, constituyen hechos dolosos.

PETICIONES CONCRETAS:
En mérito de lo expuesto y expresado anteriormente, deduzco esta demanda en Juicio
de Hacienda que dirijo en contra del Estado de Chile, representado por el Consejo de Defensa
del Estado, para que sea condenado, como responsable de la violación sistemática de los
derechos humanos de don ARTURO ALCIDES GUTIÉRREZ PLASSER, que fuera ejecutada por
sus órganos, agentes y funcionarios en las condiciones, tiempo y circunstancias señaladas, a
indemnizar el daño moral causado a su persona y que se han reseñado en esta presentación y
que se estima en la suma de $150.000.000.- (ciento cincuenta millones de pesos),
responsabilidad que emana de lo establecido en los artículos 5°, inciso 2°; 6°; 7°; 38° inciso 2°;
73 inciso 2° y demás permanentes de la Constitución Política de la República y artículos 4° y
42°, ambos de la Ley N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la
Administración del Estado.

POR TANTO,
RUEGO A US. tener por entablada demanda de indemnización de perjuicios por daño
moral en contra del FISCO DE CHILE, representado, en su calidad de ABOGADO PROCURADOR
FISCAL DE CONCEPCIÓN DEL CONSEJO DE DEFENSA DEL ESTADO, por don GEORGY
SCHUBERT STUDER, o quien legalmente lo suceda o subrogue, ya individualizados, admitirla
a tramitación, y – en definitiva – acogerla en todas sus partes, declarando que el Estado de Chile
le debe pagar, a título de indemnización de perjuicios por el daño moral sufrido, a don ARTURO
ALCIDES GUTIÉRREZ PLASSER la suma de $150.000.000.- (ciento cincuenta millones de
pesos), más reajustes e intereses desde la notificación de esta demanda y hasta el pago efectivo
y total de las mismas, o la suma que SSa. estime ajustada a derecho y equidad y al mérito de
autos; todo con costas.

PRIMER OTROSI: Ruego a US. se sirva tener por acompañados, con citación y apercibimiento
legal, el siguiente documento:

1. Copia autorizada de Mandato Judicial otorgado por don ARTURO ALCIDES GUTIÉRREZ
PLASSER a PATRICIA MARIANELA PARRA POBLETE, con fecha 10 de diciembre de
2020, ante el Notario Suplente de El Loa-Calama, don Cristóbal Ly Valloton.

POR TANTO,

RUEGO A S.SA. tener por acompañados el documento ya individualizado.

SEGUNDO OTROSI: Ruego a S.Sa. se sirva tener presente que asumiré personalmente la
representación de mi mandante, de acuerdo con los dispuesto en mandato judicial acompañado
en un primer otrosí de esta presentación, reservándome la facultad de delegar el poder en el
momento procesal que estime, y conforme la modalidad que señale.

POR TANTO,

RUEGO A S.SA. tener con constituido patrocinio y por conferido poder.

TERCER OTROSÍ: Que, por este acto, vengo en hacer presente por domicilio para la prosecución
de esta causa, y para efectos de lo dispuesto en el artículo 49 del Código de Procedimiento Civil,
el ubicado en Avenida Libertador Gral. Bernardo O’Higgins Nº 1185, oficina 1208, comuna y
ciudad de Concepción.

POR TANTO,

RUEGO A S.SA. tenerlo presente para todos los efectos legales.

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