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ASIGNATURA:
Psicología Social y Comunitaria
TEMA:
Actividad 5
Actitudes Comunitarias
FACILITADOR(A):
Ángel Pichardo
PARTICIPANTE:
Claritza Suero
MATRICULA
201906087@p.uapa.edu.do
FECHA:
20 febrero 2021
Después de leer reflexivamente el libro básico y los materiales colgados en la plataforma sobre la
Psicología Social y Comunitaria, por lo que se le sugiere las siguientes actividades:
La actitud
¿Alguna vez te has visto envuelto en una situación donde has hecho algo contrario
a tus creencias o valores? Si eres humano, seguramente tu respuesta sea sí.
Supongamos que para el 2020, como mucha gente, te habías planteado el
objetivo de ir al gimnasio cada semana pero esta última te ha dado pereza y no
has ido. ¿Cómo te sentirías (o has sentido)?
Esa falta de sintonía entre lo que haces y lo que crees que debes hacer deja una
sensación de malestar que en psicología se conoce como disonancia cognitiva.
A modo de ejemplo, imaginemos una persona fumadora que sabe que el fumar
tabaco conlleva un riesgo elevado de contraer cáncer de pulmón y está intentando
dejarlo. Como sabemos, este hábito es difícil de cambiar sin un plan de
tratamiento, así que supongamos que esta persona sucumbe a la tentación y se
fuma un cigarro. En ese momento, o quizás más tarde, aparecerá la disonancia
cognitiva: quiero dejar de fumar y me he comprometido a ello pero he fumado.
¿Qué es más fácil para esa persona en ese momento? Cambiar su
comportamiento pasado no es posible y cambiar el hábito nada saludable de
fumar le está resultando complicado, por lo tanto decide cambiar sus ideas para
poder justificar su conducta y aliviar el estrés producido por dicho conflicto de
intereses.
A todos nos sonarán excusas como “mi abuelo ha fumado toda su vida y está
como un roble”, “un cigarro más, un cigarro menos no me va a hacer nada”, “fumo
hasta que se acabe esta cajetilla y ya no fumo más”, etc. Lo mismo ocurre en el
caso de querer ir al gimnasio, empezar una dieta o estudiar un idioma nuevo.
Dicho de esta forma, no nos molestamos en pensar lo que hacemos, pero sí que
nos molestamos en pensar cómo vamos a justificar (ante los demás y ante
nosotros mismos) lo que hemos hecho.
Y es que el ser humano tal vez no sea un animal muy racional, pero de lo que no
hay duda es que es un animal un poco obsesionado por la coherencia, y también
por la apariencia. Una vez tomada una decisión, nos cuesta reconocer que tal vez
nos hayamos equivocado.
Nos resulta más fácil ponernos a defender la alternativa elegida con uñas y
dientes, porque así podemos percibirnos a nosotros mismos como personas
coherentes, porque, además, defendiendo nuestra elección, nos convencemos de
que hemos elegido bien (si no ¿Por qué iba a haber tantas razones para actuar
como hemos actuado?), de que somos personas sabias, con convicciones
sólidas…y un largo etc., siempre tratando de quedar bien con los demás y de ser
capaces de dormir con la conciencia tranquila.
Las personas nos sentimos incomodas cuando mantenemos simultáneamente
creencias contradictorias o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo
que hacemos, por ejemplo, si normalmente comemos pizza los miércoles, pero
resulta que nos gusta el pozole los viernes, es posible que sintamos que algo no
marcha bien en nosotros.
Según la teoría de la disonancia cognitiva, las personas que nos vemos en esta
situación nos vemos obligadas a tomar algún tipo de medida que ayude a resolver
la discrepancia entre esas creencias o conductas contradictorias, en el ejemplo de
la pizza podemos optar por cambiar el día y alimento, o bien podemos dar menos
valor a la comida de los miércoles.
Fuente: https://www.buenastareas.com/ensayos/Ensayo-Sobre-Disonancia-
Cognitiva/27025811.html
UNIDAD 6
Estimado Participante:
Cuando una persona trata de influir sobre otra puedes hacerlo mediante distintas
formas.
Así por ejemplo, si un padre está preocupado porque su hijo pasa mucho tiempo
viendo televisión y quiere cambiar esa conducta, el podría intentar diversas
alternativas:
Tratar de convencer al niño de que ver mucha televisión les puedes afectar
negativamente.
Enfatizar de que el padre tienes derecho a regular las actividades del niño,
el cual debe obedecer.
Enfatizar que el cono adulto experimentando, sabe lo que es mejor para los
niños.
Amenazarlo con un castigo si no cambia su conducta.
Ofrecerles una recompensa si cambia su conducta.
El poder coercitivo
Ejemplos de este tipo de poder son sancionar a un empleado que llega tarde a
trabajar de forma repetida, amenazar con castigar a nuestro hijo si obtiene malas
calificaciones en el colegio o las multas de tráfico.
El poder de recompensa
El poder de referente
El poder de referente lo ejerce una persona en base a sus rasgos personales que
son percibidos por los demás como atractivos o valiosos. No debemos confundirlo
con el anterior. En este caso son rasgos personales lo que se considera valioso y
en el anterior son conocimientos o experiencias.
Ejemplos de este tipo de poder son los anuncios publicitarios en los que aparecen
actores famosos o admirados, o la influencia en el voto electoral basada en rasgos
de personalidad carismáticos.
El poder legítimo
El poder legítimo es el que se ejerce con el respaldo de unas normas sociales que
son compartidas por el grupo. Estas normas sociales son las que otorgan a la
persona que ejerce el poder el derecho para hacerlo.
Ejemplos de este tipo de poder son las órdenes que emite el director de una
organización a los que se encuentran en niveles inferiores de la estructura (un jefe
a sus empleados) o cuando un guardia de tráfico nos indica que detengamos el
coche.
El poder informativo