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En los primeros cincuenta años de la República (1902-1950) el arte cubano tuvo gran

auge y alcanzó logros en la literatura y la música. Los llamados artistas modernos y


académicos de varias generaciones produjeron un notable volumen de obras, con
énfasis en la expresión de temas cubanos. El interés en explorar y visualizar temas de
la identidad colectiva está estrechamente conectado con el surgimiento de una nueva
república que trataba de definirse. Como suele ser el caso, una élite intelectual se dio
a la tarea de imaginar la nación para todos los ciudadanos. En el caso de Cuba, este
proceso se relaciona con el choque de las tradiciones españolas y africanas, una fuerte
presencia de América del Norte, gobiernos volátiles, y los altibajos de la economía de
monocultivo basado en el azúcar. Mediante el análisis de ambientes rurales y urbanos
de la Habana, la herencia española y africana, y la percepción del entorno político y
social, los artistas crearon una gran cantidad de relatos y símbolos de lo cubano, o lo
que es cubano.

Eduardo Abela, Fiesta en el batey, Dado el importante papel de la música en la cultura cubana no es de extrañar que fuera un
1927 Cortesía de Juan A. Martínez y tema recurrente en las artes visuales de principios del siglo XX. La música cubana, como la
el Vero Beach Museum of Art mayoría de la cultura de la isla, comenzó a desarrollarse en el siglo XIX, aún bajo el dominio
español. Por la década de 1920 hubo una gran variedad de géneros musicales en escena:
danzón, son y rumba, entre otros. Estos géneros musicales combinan instrumentos
europeos, africanos y timbres musicales para crear la música cubana. Música y danza son
también ingredientes principales de las prácticas religiosas afrocubanas. En ocasiones, no
se percibe la línea entre la representación visual de la música/danza popular y religiosa.
Desde principios del siglo XX la música popular ha sido una de las principales exportaciones
culturales de Cuba y ha sido más reconocida que la literatura y las artes visuales. Las
formas musicales conocidas como rumba y el son fueron populares en los años 1920 y
1930 e inspiraron a una serie de pintores. Entre los pintores modernos está [Eduardo]
Abela, uno de los primeros en representar escenas de músicos y bailarines haciendo
Oscar García Rivera, Comparsa, c. música popular, como es el caso de Fiesta en el Batey, de 1927. En esta pintura moderna, a
1940 través del manejo del color y las líneas, Abela transmite el sentido de animados
movimientos de baile y de música.

Víctor Manuel pintó pocas pero excelentes escenas del carnaval en 1940. La incluida en esta
exposición, titulada Carnaval, muestra a un grupo de juerguistas bailando vigorosamente en la
calle. Entre los tradicionalistas, Oscar García Rivera también se sintió atraído por las escenas de
carnaval, como lo evidencia su obra Comparsa ca. 1940. Desde un enfoque representacional,
García Rivera se centra en ilustrar una costumbre más que en expresar, como en el caso de
Víctor Manuel , el ritmo y la sensualidad de la música popular afrocubana.

Victor Manuel, Carnaval, ca. 1940s Una de las más impresionantes representaciones del tema musical en la pintura moderna cubana
es Danza Afrocubana de [Mario ] Carreño, 1943. Este gran cuadro ofrece una expresión
monumental de la danza afrocubana de función sagrada, y por ampliación la música. Un hombre
disfrazado baila con una mujer semi-desnuda, en el campo de noche. Las figuras son enormes
pero dinámicas, han sido pintadas con colores brillantes, audaces curvas y elementos de collage,
para crear un fuerte sentido de movimiento. El estado de ánimo de la pintura es sombrío y
misterioso al mismo tiempo.

Mario Carreño, Danza Afrocubana, 1943


Los pintores a principios de la república introdujeron la música popular afrocubana en el “gran arte” como expresión de
lo cubano. Rindieron homenaje a las más reconocidas formas artísticas cubanas, los tradicionalistas representaron
músicos, instrumentos y bailarines, los vanguardistas expresaron insistentemente el ritmo musical cubano.

Literatura

No sobrevivieron los elementos indígenas y por ello se constituyó su pueblo como entidad de exclusivo, o casi, mestizaje
hispano-africano. Por consiguiente alcanzó su expresión nacional con suma coherencia lingüística y cultural.

Tras la ocupación de Cuba por Estados Unidos, el siglo XX se inicia con la aparición de una variedad de obras, que la
intensa actividad cultural produjo a fines del siglo anterior y a principio de presente. A pesar de los desbarajustes que
trajo la guerra no afectó el nivel numérico de la producción literaria. Muy distinta situación se presentó a partir de los
primeros años de la República, y en especial luego de la llamada Guerra de Agosto de 1906, que condujo a la segunda
intervención norteamericana. El año 1908 marca una línea divisoria entre ambos momentos de expresión. En 1912 hay
un evidente descenso de la actividad literaria la que se prorroga hasta 1920 en que los poetas salen al rescate de la
tradición perdida, en forma eslabonada y con una óptica diferente. Aparecen Boti, Acosta y Poveda. El grueso de la
producción narrativa será posterior a 1920. Tanto en la poesía como en la narrativa los temas abordan acerca de la
defensa de la nacionalidad. El género oratorio que tan importante había sido en los primeros años del siglo decae en el
mismo momento en que se dejaron de debatir los temas independentistas en el escenario político de los primeros años
de la República.

Boti, Arabescos mentales, Poveda, Versos precursores, representantes de las capas medias ilustradas, desarraigados de
la burguesía y del proletariado, darán a luz , una valiosa poesía nacional en la segunda década republicana, renovando el
Modernismo de Martí y Casal, y enfrentándolo a los cánones del pasado colonial españolizante. Lo cubano está
presente en su poesía debido a que expresan sentimientos nacionales, y son autónomos formalmente de sus pariguales
franceses y latinoamericanos. Aunque no en todos sus versos se dará lo cubano en forma pujante y diáfana, basta que
en un puñado de ellos se exprese el sentimiento nacional, para que podamos considerar el Modernismo de ambos como
expresión del espíritu nacional.

Tras la independencia surgieron los poetas de la República: Bonifacio Byrne, Regino Boti, José Manuel Poveda y
Agustín Acosta. Luego, la poesía cubana se diversificó en el purismo de Eugenio Florit, Emilio Ballagas y Mariano Brull,
en el negrismo de Nicolás Guillén y en el feminismo de Dulce María Loynaz.

La novela contó con Miguel de Carrión y Carlos Loveira Chirino, y el cuento con Luis Felipe Rodríguez, Enrique
Labrador Ruiz y Lino Novás Calvo. El acento folclorizante lo puso Lydia Cabrera. En el ensayo antropológico y crítico,
hay que reseñar a Fernando Ortiz y Medardo Vitier.

La vanguardia se expresó en la relevante Revista de Avance (1927-1930), de la que surgieron Juan Marinello, Jorge
Mañach, Francisco Ichaso, Félix Lizaso y el fundamental novelista Alejo Carpentier.

En 1940 apareció el grupo de la Revista Orígenes, de inspiración católica y preocupación cubanista, cuyo líder fue José
Lezama Lima, y en el cual se integran Ángel Gaztelu, Gastón Baquero, Octavio Smith, Cintio Vitier, Fina García Marruz
y Eliseo Diego.

Los conquistadores españoles aniquilaron a los indígenas taínos y a su cultura, incluyendo sus prácticas religiosas. Ellos
no tuvieron tanto éxito con los africanos que luego trajeron como esclavos. En el siglo XIX, las religiones sincréticas de
las creencias africanas y europeas se desarrollaron en la isla. Las tradiciones religiones europeas/españolas, Yoruba,
Congo, y Calabarí se mezclaron en Cuba para dar paso a nuevas religiones como la santería, Palo Monte y Abakuá.
Durante la época colonial hubo una amplia producción de pinturas religiosas para las iglesias católicas y los clientes
adinerados, pero nunca hubo una escuela fuerte que nos diera pintores destacados en este género. En el periodo
republicano hubo algunos pintores modernistas y tradicionalistas que representaron imágenes religiosas basadas en el
catolicismo. Muchos de ellos pintaron versiones poéticas de figuras y prácticas religiosas afrocubanas desde finales de la
década de 1920.

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