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Sin título
Tinta china sobre lienzo
1 pieza de 40 x 40 cm
Cantón, China
2009
Presentación
Resumen
*
Este artículo hace parte del Proyecto de Investigación E01469, “Estrategia para la sostenibilidad de
los grupos A y A1 para el año 2009”, financiado por el Comité de Apoyo a la Investigación (CODI)
de la Universidad de Antioquia y desarrollado por el grupo de investigación Hegemonía, Guerras y
Conflicto del Instituto de Estudios Políticos. Los autores agradecen al equipo de investigación por sus
aportes al texto inicial (Eliana Sánchez, Carlos Alberto Mejía, Óscar Castaño y Carlos Andrés Orlas).
**
Profesor titular del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y miembro de
los grupos de investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto y Microeconomía Aplicada. Correo
electrónico: german.valencia@udea.edu.co.
***
Economista y magíster en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia. Correo electrónico:
alderid@gmail.com.
****
Magíster en Estudios de Paz y Conflictos de la Universidad de Uppsala, Suecia. Correo
electrónico: lillagroda80@hotmail.com.
Abstract
Introducción
A pesar de que las guerras, los conflictos y las luchas armadas en el mundo
son tan antiguos como la misma humanidad, el interés científico por analizar
los conflictos y su resolución negociada es relativamente reciente: aparece justo
después de la Primera Guerra Mundial. Este episodio trágico de la humanidad
provocó el nacimiento de un interés por estudiar la forma como se podía impedir
el surgimiento de confrontaciones y lograr la seguridad y la paz internacional
(Cf. Kriesberg, 1997). Luego del Tratado de Versalles, que dio fin a la Primera
Guerra Mundial, se creó la Liga de las Naciones: organización que tuvo como
objetivo principal prevenir guerras a través de la seguridad colectiva, el desarme
y el arbitraje, además de la negociación internacional de las disputas. Más tarde,
en 1945, se presenta un quiebre drástico en lo político cuando los esfuerzos de la
Liga por evitar una nueva guerra no fueron fructíferos y tuvo que reorganizarse en
la Organización de las Naciones Unidas (ONU); consolidándose como el mayor
organismo mundial en defender la idea de lograr la paz, la seguridad internacional
y proveer una plataforma para el diálogo (Cf. Arenal, 1990).
A partir de 1970 surge una tercera corriente, que le daría origen a una
nueva ola de estudios sobre la paz, denominada maximalista, debido a que
consideró tanto la violencia nacional como la internacional, la violencia
real y la virtual y la violencia directa e indirecta. El maximalismo incluye
en su estudio la visión minimalista de la guerra, el análisis intermedio del
conflicto y la visión global e integral del proceso, desde un estado inicial
en guerra, sus causas y dinámica, hasta una visón final de paz duradera,
]154 [
pasando por el análisis del cese al fuego, procesos de negociación y acuerdos
de paz. En las décadas de 1970 y 1980 los estudios sobre la resolución de
conflictos avanzaron significativamente: se abrieron nuevos campos para la
aplicación de prácticas de resolución de conflictos (jurídico, empresarial,
laboral y social, entre otros), se aumentaron las publicaciones en revistas,
sobre todo, de estudios mediación y se difundió en universidades la
enseñanza de técnicas de negociación y mediación (Cf. Azard y Burton,
1986; Curle, 1986).
Uno de los más importantes aportes de los estudios sobre la paz fue
verla como un proceso, que debe partir necesariamente por reconocer y
nombrar el conflicto (Cf. García, 1992). Pues, se tiene como presupuesto que
sin un conflicto que resolver se hace ineficiente el estudio de la paz. De allí los
esfuerzos por definir, reconocer y clasificar los conflictos. Sin embargo, a pesar
de los avances —sobre todo de tipo cuantitativo y empírico— en el estudio
de los conflictos armados no hay consenso sobre este tema. En las últimas dos
décadas se ha generado un debate muy nutrido sobre las nominaciones de las
guerras; hoy se habla de guerra antiterrorista, guerra civil y conflicto armado
interno, lo que evidencia la imposibilidad de una definición única.
1
Por ejemplo en Colombia, donde a pesar de la existencia reconocida por todos de un conflicto
armado interno, se le caracterice a este como una guerra simplemente, como una guerra con el
apellido de civil, como una guerra interna armada o como una guerra antiterrorista e incluso como
una guerra contra la sociedad (Cf. Iepri, 2006; Pécaut, 2001; Pizarro, 2004; Waldmann, 2007).
Así, los estudios sobre los conflictos armados, han encontrado que
las guerras en los últimos 70 años se han transformado: desde el fin de la
guerra fría, los motivos, objetivos, técnicas y la financiación de las guerras
han cambiado. Según Kaldor (1998) y Kalyvas (2001) el escenario actual de
las nuevas guerras se caracteriza por: a) las guerras hoy son intraestatales
y no entre Estados, además la mayoría son guerras civiles;3 b) las guerras
son dominadas por la globalización, como resultado los Estados se han
fragmentado; c) la financiación es a través de actividades criminales o por la
privatización creciente de las fuerzas militares y organizaciones; d) las guerras
son dominadas por identidades políticas y no por ideologías políticas, y e) en las
[ 157 ]
guerras contemporáneas los civiles son el principal objetivo donde la violencia
desmedida es empleada para crear miedo.
2
Por ejemplo, en 2008, había 30 conflictos intraestatales y un conflicto entre Estados (Cf. UCDP, 2010).
3
De los 231 conflictos identificados en el mundo entre 1946 y 2005, 167 fueron conflictos internos,
21 fueron extrastate (en su mayoría guerras anticoloniales) y 43 entre Estados (Gleditsch et al.,
2002, p. 620; Cf. Harbom, Högbladh y Wallensteen, 2006).
y neutral, que adopta una decisión (laudo) y esta es acatada por las partes (Cf.
Harto, 2005).
Una mirada a las diversas formas de conseguir la paz en los últimos 60 años
en el mundo muestra que los acuerdos de paz son la forma más utilizada entre
las diversas opciones para terminar conflictos internos. Después de finalizada
la Segunda Guerra Mundial, y hasta 2006, los acuerdos de conflictos internos
ocupan el primer lugar (gráfica 1). Aunque se nota la reducción de esta forma
en las últimas dos décadas (desde 1989) y el aumento de las victorias militares
(en América el porcentaje de soluciones vía acuerdos de paz es de 2,6%
frente al 10,1% de victorias militares) aún la solución negociada es la más
importante en el mundo. Un estudio reciente mostró cómo un tercio de los
121 conflictos que se activan desde el final de la guerra fría (1989) se ha
llevado a la conclusión de los acuerdos de paz formal entre el gobierno y los
rebeldes (Harbom, Högbladh y Wallensteen, 2006, p. 622). Además cómo la
tendencia se aceleró en el nuevo milenio: entre 2000 y 2005, 17 conflictos
[ 159 ]
terminaron en un acuerdo negociado, mientras que solo cuatro terminaron
en victoria militar por el gobierno o los rebeldes (Mason et al., 2007, p. 3). En
resumen, desde 1990, el acuerdo negociado superó la victoria militar como
el resultado modal en las guerras civiles.5
Esto no quiere decir que negociar la paz sea la opción más factible y ágil;
por el contrario, Kaldor (1998), Licklider (2001), Mason y Fett (1996) y Zartman
(1995a) han encontrado que solucionar los conflictos internos a través de las
negociaciones es muy complicado. Solo cerca de un cuarto del total de
4
Para la política, tanto la negociación como la mediación revisten un carácter especial; mientras
el arbitraje pierde interés en cuanto se asemeja a un acto jurídico. La negociación tiene el
carácter político al ser un proceso de diálogo, argumentación, discusión de temas y problemas.
La negociación parte de la idea según la cual es posible un acuerdo y que este es su fin último,
aunque también puede tener otras pretensiones como la propaganda para una de las partes o como
la oportunidad de conocer qué es lo que piensa su enemigo (Cf. Nierenberg, 1986).
5
Desde mediados de la década de 1990 se viene presentando una caída en el crecimiento de las
guerras civiles: entre 2000 y 2005 el número de conflictos terminados por año es superior al número
de nuevos conflictos (una reducción neta de 1,5 conflictos por año). Además el número de conflictos de
alta intensidad (más de 1.000 muertos en combate) se redujo en 80% entre 1990 y 2000 (Mason et
al., 2007, p. 2).
]160 [
6
A menudo en los conflictos internos (más que en las guerras interestatales), derrotar la rebelión
simplemente los lleva a esperar secretamente hasta que más adelante vuelven a surgir.
Región No se sabe No Sí
Europa 49,01 50,99
]162 [
7
“El estudio de la Academia Internacional de la Paz (IPA) sugería que la probabilidad de éxito
—definido en función de la terminación de la guerra— era mayor cuando converge un entorno
habilitador sobre el terreno con unos intereses de seguridad vitales de actores externos, lo que hacía
que éstos comprometieran importantes activos militares y económicos para las operaciones de paz”
(Baranyi, 2006, p. 15).
Las terceras partes ofrecen mayor garantía para los procesos de desarme,
desmovilización y reincorporación a la vida civil. Esto ha sido evidenciado
con el historial de éxito de las Naciones Unidas en la participación como
mediador en una serie de guerras civiles desde el fin de la guerra fría (Cf.
Svensson, 2007). El papel de terceras partes como mediador es tomado en
los procesos de paz como un actor neutral, que no tiene intereses propios
en el conflicto y quiere mejorar la situación actual. No obstante, cuando las
terceras partes participan como país individual se reduce la importancia y se
puede ver más bien como un obstáculo al detectarse que puede tener interés
y favorecer a una de las partes, esto pasa generalmente con la participación
de potencias.
Una vez se tiene certeza de que negociando se puede lograr la paz, los
estudios recomiendan iniciar los procesos de paz. Los desarrollos teóricos y
prácticos en este tema han sido muy dinámicos, en particular, se ha consolidado
una línea de trabajo que analiza la paz como proceso, y aunque no coinciden
en la forma de dividirlo y nombrarlo, sí comparten en lo metodológico un
esfuerzo por identificar etapas o pasos para el logro de la paz; realizando
análisis en cada una de sus partes y también como un todo. Estos modelos son
utilizados en procesos de paz en conflictos armados internos, pero también
en una amplia gama de conflictos de otro tipo.
Para finalizar este texto se señalan algunos aspectos que deben ser
considerados en los procesos de paz, si se quiere aumentar la probabilidad
de tener éxito. Para ello se utilizarán tres autores que tienen la virtud de hacer
b. Sobre el acuerdo
8
García (1992) anota que a pesar de que analíticamente se pueden separar estos momentos en
tiempos diferenciados y secuenciales, “en la práctica algunos de estos tiempos se pueden yuxtaponer”
(p. 31), pues pueden presentarse enfrentamientos en medio de negociaciones y acuerdos parciales;
o puede desarrollarse de manera desequilibrada, durar mucho tiempo los acercamientos y poco
tiempo los diálogos.
• Es así como Harto de Vera (2004, p. 234) citando a Fisher y Ury (1990),
propone: i) discusión, caracterizada por la cooperación, las decisiones se
[ 169 ]
toman de manera conjunta utilizando la comunicación como un canal
efectivo; ii) polarización, mejoramiento de las relaciones entre las partes
mediante la consulta; iii) segregación, control de las hostilidades; y iv)
destrucción, control de la violencia con actividades que garanticen el
mantenimiento de la paz.
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