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CARTA MAGNA

Magna Carta Libertatum (en latín medieval, «Gran Carta de las Libertades»),


más conocida como la Carta Magna (en inglés y latín medieval, Magna Carta,
«Gran Carta»),i es una carta otorgada por Juan I de Inglaterra en Runnymede,
cerca de Windsor, el 15 de junio de 1215.ii Fue redactada en primer lugar por
el arzobispo de Canterbury, Stephen Langton, con el objetivo de hacer las paces
entre el monarca inglés, con amplia impopularidad, y un grupo
de barones sublevados. El documento prometía la protección de los derechos
eclesiásticos, la protección de los barones ante la detención ilegal, el acceso a
justicia inmediata y limitaciones de tarifas feudales a favor de la Corona. El
acuerdo sería implementado por un concilio de veinticinco barones. Ninguno de
los bandos cumplió con sus compromisos y la carta fue anulada por
el papa Inocencio III, lo que provocó la primera guerra de los Barones.
Después de la muerte de Juan I, el gobierno de regencia del joven Enrique
III volvió a promulgar el documento en 1216 —aunque despojado de algunos de
sus incisos más radicales—, en un intento fallido de obtener apoyo político para su
causa. Al final de la guerra en 1217, la carta formó parte del tratado de paz
acordado en Lambeth, donde adquirió el nombre de «Carta Magna» para
distinguirla de la pequeña Carta Forestal emitida al mismo tiempo. Ante la falta de
fondos, Enrique III decretó nuevamente la carta en 1225 a cambio de una
concesión de nuevos impuestos. Su hijo Eduardo I repitió la sanción en 1297, esta
vez confirmándola como parte del derecho estatutario de Inglaterra.
El documento se volvió en parte de la vida política inglesa y era renovada
habitualmente por el monarca de turno, aunque con el paso del tiempo el
nuevo Parlamento inglés aprobó nuevas leyes que hicieron que la carta perdiera
parte de su significado práctico. A finales del siglo XVI hubo un creciente interés
por ella. Los abogados e historiadores de la época pensaban que existía una
antigua constitución inglesa, remontada a los días de los anglosajones, que
protegía las libertades individuales de los ingleses, y argumentaron que la invasión
normanda de 1066 había suprimido estos derechos; según ellos, la Carta Magna
fue un intento popular de restaurarlos, lo que la convirtió en un fundamento
importante para los poderes contemporáneos del Parlamento y principios legales
como el habeas corpus. Aunque este relato histórico tenía sus fallas, juristas
como Edward Coke lo utilizaron asiduamente a principios del siglo XVII para objetar
el derecho divino de los reyes, planteado por los Estuardo desde el trono.
Tanto Jacobo I como su hijo Carlos I intentaron prohibir la discusión de la Carta
Magna, hasta que la Revolución inglesa de los años 1640 y la ejecución de Carlos
I restringieron el tema.
El mito político de la carta y la protección de las antiguas libertades personales
persistieron después de la Revolución Gloriosa de 1688 hasta bien entrado el
siglo XIX. Influyó en los primeros colonos americanos de las Trece Colonias y en la
formación de la Constitución estadounidense en 1787, que se convirtió en la ley
suprema de los territorios en la nueva república de los Estados Unidos.iii La
investigación de historiadores victorianos demostró que la carta original de 1215
concernía a la relación medieval entre el monarca inglés y los barones, en lugar de
los derechos de la gente común, pero seguía siendo un documento poderoso e
icónico, incluso después de que casi todo su contenido fue derogado de los
estatutos de los siglos XIX y XX.
La Carta Magna aún constituye un símbolo importante de la libertad,
frecuentemente citada por políticos y activistas angloparlantes y respetada por las
comunidades legales británicas y estadounidenses; el jurista Tom Denning la
describió como «el documento constitucional más grande de todos los tiempos: la
fundación de la libertad del individuo contra la autoridad arbitraria del déspota».6
En el siglo XXI solo existen cuatro copias auténticas de la carta de 1215: dos en
la Biblioteca Británica, una en la catedral de Lincoln y otra en la catedral de
Salisbury. El 3 de febrero de 2015, en conmemoración del 800.º aniversario, se
exhibieron en la Biblioteca Británica las cuatro cartas originales de 1215. También
existe un puñado de cartas posteriores en poder de instituciones públicas y
privadas, como algunas copias de la carta de 1297 conservadas en los Estados
Unidos y Australia.
Las cartas originales se escribieron en hojas de pergamino utilizando plumas de
ave, en latín medieval rigurosamente abreviado, que en ese tiempo era la
redacción convencional de los documentos legales. Cada uno tenía el gran sello
real, hecho de cera estampada y lacre de resina, aunque pocos de estos sellos
han sobrevivido. Aunque los eruditos se refieren a sesenta y tres «cláusulas»
numeradas de la Carta Magna, este sistema moderno de numeración fue
introducido por William Blackstone en 1759; el estatuto original era un texto único,
vasto e ininterrumpido.

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