?
?Dónde están los muertos?
Lucas 16.1 9–31
David Roper
a pregunta «¿Dónde están los muertos?» es de
L interés para muchas personas. Hay muchas
cosas que nos gustaría saber: dónde iremos in-
mediatamente después de la muerte, si nuestros
amigos que han partido estarán conscientes o no, si
nuestros seres queridos se percatarán de que
lloramos por su fallecimiento,1 y otras por el estilo.
Algunas de estas preguntas, no podemos re-
sponder. Ha sido la voluntad de Dios mantener
ocultos de nosotros algunos detalles relacionados
con la otra vida.
Estoy seguro de que Dios tiene un propósito
bondadoso al limitar nuestro conocimiento acerca
de la vida después de la muerte. ¿No sería incómodo
vivir con la idea de que nuestros seres queridos
que han partido, están cerca de nosotros, obser-
vando todo lo que decimos o hacemos? No me
entienda mal: No estoy diciendo que así sea. Lo que
estoy diciendo es que si así fuera, entonces saber
que estamos siendo vigilados nos causaría inco-
modidad a muchos de nosotros.
Básicamente, el Señor desea que vivamos en un
mundo a la vez. Es probable que nos incapacitaría
para los asuntos prácticos de la vida, si Él nos
dejara pensar obsesivamente en los detalles del
más allá. En vista de que la voluntad del Padre es
mantener ocultos de nosotros algunos detalles
acerca del mundo venidero (vea Deuteronomio
29.29), debemos estar satisfechos, y decir: «Hágase
tu voluntad» (vea Mateo 26.42).
No obstante, tenemos derecho a saber lo que
Dios sí ha revelado sobre el tema. Para encontrar la
respuesta bíblica a la pregunta «¿Dónde están los
muertos?», estudiaremos una historia que Jesús contó:
Había un hombre rico, que se vestía de
púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete
con esplendidez. Había también un mendigo
llamado Lázaro,2 que estaba echado a la puerta
1
Algunos usan Hebreos 12.1 enseñan que estamos
rodeados por las almas de los muertos. Hebreos 12.1–4 usa
la analogía de una carrera para enseñar la perseverancia en
la vida cristiana. No deberíamos tomar los detalles de una
ilustración e inventar elaboradas posiciones doctrinales a
partir de ellos.
2
El Lázaro de Lucas 16 no es el mismo que vivía en
de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse
de las migajas que caían de la mesa del rico; y
aun los perros venían y le lamían las llagas.
Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado
por los ángeles al seno de Abraham; y murió
también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades
alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de
lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces
él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten mise-
ricordia de mí, y envía a Lázaro para que moje
la punta de su dedo en agua, y refresque mi
lengua; porque estoy atormentado en esta
llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate
que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro
también males; pero ahora éste es consolado
aquí, y tú atormentado. Además de todo esto,
una gran sima está puesta entre nosotros y
vosotros, de manera que los que quisieren pasar
de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar
acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre,
que le envíes a la casa de mi padre, porque
tengo cinco hermanos, para que les testifique,
a fin de que no vengan ellos también a este
lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés
y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces
dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere
a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a
los profetas, tampoco se persuadirán aunque
alguno se levantare de los muertos (Lucas 16.19–
31).
Son muchas las lecciones que se pueden sacar
de este pasaje,3 pero en este sermón consideraremos
solamente una pregunta: ¿Qué enseña este pasaje
acerca del estado de los muertos?
Puede que alguien proteste, diciendo: «Pero no
se puede sacar ninguna conclusión del versículo,
porque esta es una parábola y no presenta un cuadro
exacto de la vida después de la muerte». A esto
respondemos que si fuera una parábola, no encaja
en el modelo general de las parábolas.4 Por ejemplo,
Jesús dio el nombre de uno de los personajes del
relato: «Lázaro». Esto fue algo que no hizo en
ninguna otra parábola, que yo sepa. Además, la
Betania y que era amigo de Jesús (Juan 11).
3
Vea el sermón «Una carta enviada desde el
“infierno”» de «La vida de Cristo, núm. 8».
4
Vea un comentario acerca de si Lucas 16.19–31 es
una parábola o no, en la lección «Cuentame un cuento» de
«La vida de Cristo, núm. 8».
1
idea básica de una parábola era usar un incidente
que todos conocieran para enseñar una lección
espiritual. Dudo de que el oyente medio estuviera
bien familiarizado con el estado de los muertos.
Los hechos disponibles insinúan que esta no es una
parábola, sino una historia de la vida real que Jesús
contó para transmitir Su mensaje.5
Por otro lado, ¿y si concediéramos que esta es
una parábola? La cosa no cambiaría mucho en
cuanto a las verdades que hay en ella. La palabra
«parábola» no significa «cuento de hadas». Una
parábola tomaba una situación de la vida real y con
ella trazaba un paralelo que tenía aplicación
espiritual.6 Yo no creo que Lucas 16.19–31 sea una
parábola; pero si lo fuera, todavía sería una
descripción exacta de lo que sucede a los espíritus
incorpóreos.
Estoy convencido, por lo tanto, de que podemos
usar la historia del rico y Lázaro como referencia
primaria para la respuesta de Dios a la pregunta
«¿Dónde están los muertos?».7 A medida que ana-
licemos el pasaje, vamos a sacar varias conclusiones.
LOS MUERTOS ESTÁN EN ALGÚN
LUGAR, Y ESTÁN CONSCIENTES
Como respuesta a la pregunta «¿Dónde están
los muertos?» algunos responderían «En ningún
lugar».8 Estos creen que no hay otra vida después
de esta. Están convencidos de que la vida es una
calle de un solo sentido que no tiene salida. No
obstante, si algo enseña Lucas 16, ello es que el
hombre sigue viviendo después del sepulcro.
Otros, que creen que hay otra vida después de
esta, enseñan que las personas dejan de existir en
el momento de la muerte («existen» solo en la
memoria de Dios), y que algún día habrá una
«resurrección» (más propiamente, una re-creación),
en la cual a los justos se les dará inmortalidad y los
inicuos serán aniquilados. Sin embargo, el rico y
Lázaro no dejaron de existir a la muerte. Ambos
estaban vivos y conscientes.
5
En relación con lo que Jesús quiso dar a entender,
vea los comentarios sobre el contexto, que se presentan en
la lección «Cuentame un cuento» de «La vida de Cristo,
núm. 8».
6
Vea un comentario de la palabra «parábola», en la
lección «Y [...] habló muchas cosas por parábolas» de «La
vida de Cristo, núm. 5».
7
Están los que creen que Lucas describe exactamente
el estado de los muertos anterior a la muerte de Cristo, pero
no el estado posterior a esa muerte. Esta postura se comenta
en «¿Van los muertos justos directamente al cielo?».
8
Estos podrían decir: «En el sepulcro», pero en vista
de que el cuerpo se descompone y se hace parte de la tierra
que le rodea, la respuesta final de ellos sigue siendo «En
ningún lugar».
2
En mis debates con los que enseñan las dos
doctrinas anteriores, a veces se hace un juego con
la palabra «muerte». Esto es lo que dicen: «Si un
espíritu sigue viviendo después de la muerte,
entonces no ha habido muerte». Entonces yo les
pregunto que definan «muerte». En sus mentes,
«muerte» significa «extinción», pero tal definición es
difícil de reconciliar con pasajes como los que siguen:
• Romanos 7.9. Pablo dijo: «Y yo sin la ley
vivía en un tiempo; pero venido el
mandamiento, el pecado revivió y yo
morí». ¿Acaso dejó de existir el apóstol?
• Colosenses 3.3. Pablo también escribió:
«Porque habéis muerto, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios». ¿Estaban
extintos sus lectores?
• 1era Timoteo 5.6. También dijo: «Pero la que
se entrega a los placeres, viviendo está
muerta».
La palabra «muerte» se refiere básicamente a
«separación», 9 esto es, el fin de un estado o
condición, y no se refiere a llegar a extinguirse.
Como regla general, los que sostienen los
puntos de vista mencionados, niegan la existencia
de esa parte inmortal del hombre llamada alma o
espíritu. Dicen que «el alma se refiere simplemente
a la vida física que está dentro de nosotros». Insisten
en que «el espíritu no es más que el aliento que
Dios nos ha dado a cada uno de nosotros». La
palabra griega que significa «alma» (psuche) puede
referirse al aliento, al asiento de los sentimientos,
o incluso a un ser viviente; pero también puede
referirse a «una esencia que difiere del cuerpo y no
se disuelve con la muerte».10 Asimismo, la palabra
griega que significa «espíritu» (pneuma) puede
referirse al viento, al aliento o al principio vital por
el cual es animado el cuerpo; sin embargo, también
puede referirse a «un espíritu […] a una simple
esencia, carente de toda materia o por lo menos de
toda materia ordinaria, y poseedor de la capacidad
para saber, desear, decidir y actuar; … un alma
humana que ha dejado el cuerpo».11
9
Estamos muertos en pecado (Efesios 2.1) cuando
nuestros pecados nos separan de Dios (Isaías 59.1–2).
Estamos muertos físicamente cuando el espíritu se separa
del cuerpo (Santiago 2.26). «La segunda muerte» (Apo-
calipsis 20.14) ocurre cuando los hombres son separados
de Dios por la eternidad (2a Tesalonicenses 1.9).
10
C. G. Wilke y Wilibald Grimm, A Greek-English Lexi-
con of the New Testament (Un léxico griego-inglés del Nuevo
Testamento), trad. y rev. Joseph H. Thayer [Edinburgh,
Scotland: T&T. Clark, 1901; reimpresión; Grand Rapids,
Mich.: Baker Book House, 1977], 677.
11
Thayer, 520.
 Muchas Escrituras indican que el hombre es un
ser de doble naturaleza, y que, cuando el cuerpo
deja de existir, el alma o el espíritu sigue viviendo.
He aquí algunos pasajes típicos:
… y el polvo [vuelve] a la tierra, como era, y el
espíritu [vuelve] a Dios que lo dio (Eclesiastés
12.7).
Entonces Jesús le dijo [al ladrón arrepentido]:
De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso (Lucas 23.43).
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Pa-
dre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y
habiendo dicho esto, expiró (Lucas 23.46).
Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba
y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu (Hechos
7.59).
Por tanto, no desmayamos; antes aunque
este nuestro hombre exterior se va desgastando,
el interior no obstante se renueva de día en día.
[…] Porque sabemos que si nuestra morada
terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos
de Dios un edificio, una casa no hecha de manos,
eterna, en los cielos. […] Así que vivimos
confiados siempre, y sabiendo que entre tanto
que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del
Señor […] confiamos, y más quisiéramos estar
ausentes del cuerpo, y presentes al Señor
(2a Corintios 4.16—5.8).
¿Dónde obtenemos nuestro espíritu? La Biblia
se refiere a Dios como «al Padre de los espíritus»
(Hebreos 12.9). El profeta Zacarías dijo que el Señor
«forma el espíritu del hombre dentro de él»
(Zacarías 12.1).
A la pregunta «¿Dónde están los muertos?»,
comenzamos respondiendo: «Están en algún
lugar, y están conscientes». No obstante, hay más
enseñanzas que sacar del texto de la lección.
LOS MUERTOS NO SE REENCARNAN EN
NUEVOS CUERPOS SOBRE ESTA TIERRA
La doctrina de la reencarnación es la creencia
en el sentido de que las almas de los muertos
vuelven sucesivamente a la tierra en nuevas
formas o cuerpos. Esta es una doctrina básica del
mahometanismo y muchas religiones orientales.
En los países donde se enseña esto, a veces se
consideran sagradas las vacas, los monos o las
serpientes. Se cree que estos animales son la
reencarnación de antepasados de las personas.
Algunos judíos abrazaban una variación del con-
cepto de reencarnación (vea Mateo 16.13–14), y, de
vez en cuando, la idea despierta el interés en el
mundo occidental.
No obstante, en Lucas 16, el rico y Lázaro no
volvieron a la tierra en nuevas formas o nuevos
cuerpos. Seguían siendo ellos mismos, y el texto
recalca que la condición de ellos era fija. En el
versículo 26 dice: «Además de todo esto, una gran
sima está puesta entre nosotros y vosotros, de
manera que los que quisieren pasar de aquí a
vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá». De
hecho, Abraham insinuó que ninguno de ellos
podía volver en forma alguna.
A mí no me entusiasma mucho cuando la prensa
sensacionalista cuenta historias acerca de supuestos
casos de reencarnación. La razón es que tengo un
criterio por el cual gobierno mi vida: la Biblia. Las
ideas nuevas pueden ser interesantes, pero la
prueba a las cuales las someto es esta: ¿Cómo se
ajusta esto a las enseñanzas de la Palabra? La
simple y llana verdad es que la doctrina de la
reencarnación no se enseña en la Biblia. Note
algunos principios bíblicos básicos:
• Eclesiastés 3.2. «… tiempo [singular] de
morir…».
• Hebreos 9.27. «… está establecido para los
hombres que mueran una sola vez…»
(énfasis nuestro).
• Eclesiastés 12.7. Luego «el polvo [vuelve] a
la tierra, como era, y el espíritu [vuelve] a
Dios que lo dio» (énfasis nuestro), no a otro
cuerpo.
• 2a Corintios 5.10. «Porque es necesario que
todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba
en el cuerpo [singular], sea bueno o sea malo».
La Biblia no enseña la doctrina de la reen-
carnación. Por lo tanto, no puede aceptarse por fe
(vea Romanos 10.17). Lucas 16 deja claro que la
doctrina es falsa.
LOS MUERTOS NO HAN IDO
DIRECTAMENTE AL DESTINO DONDE
RECIBIRÁN SU RECOMPENSA FINAL
Hay quienes creen que la gente, al morir, va
directamente al cielo o al infierno. El rico y Lázaro
no alcanzaron tales destinos finales (como se hará
notar más adelante en este estudio).12
Si la gente fuera directamente al destino de su
12
La postura en el sentido de que la situación cambió
cuando Cristo murió en la cruz, y de que Lucas 16, por
lo tanto, no se aplica hoy, es tratada en el artículo
complementario «¿Van los muertos justos directamente al
cielo?», que comienza en la página 44.
3
recompensa final al morir, esto invalidaría en gran
medida la enseñanza bíblica sobre el Día del
Juicio. La Biblia recalca que habrá un día cuando
todos, los buenos y los malos, serán juzgados
(Mateo 25.31–32; Juan 16.8; Hechos 17.31; Hebreos
6.2; 9.27; vea Hechos 24.25). Este juicio incluye a
los que murieron y habrán de morir antes de la
segunda venida del Señor (vea Mateo 12.41–42).
Pedro escribió que «sabe el Señor […] reservar
a los injustos para ser castigados en el día del
juicio» (2 a Pedro 2.9). El tenor general de la
enseñanza bíblica sobre el juicio es que tendrá
lugar cuando el Señor vuelva, momento en el cual,
tanto los vivos como los muertos comparecerán
delante de Dios. Por lo menos, parece poco prob-
able que la gente vaya al cielo o al infierno al morir,
para después tener que ser sacados de allí para el
Día del Juicio, después de lo cual tendrían que ser
devueltos al lugar donde estaban.13
Es cierto que hay dos Escrituras que parecen
indicar que los justos van inmediatamente al
destino de su recompensa final: Pablo les dijo a los
corintios que él prefería «estar [ausente] del cuerpo,
y [presente] al Señor» (2a Corintios 5.8). En otro
pasaje, el apóstol escribió a los filipenses que él
tenía «deseo de partir y estar con Cristo» (Filipenses
1.23). Sin embargo, yo insinuaría que no es el
propósito de estos dos pasajes enseñar sobre el
estado final de los muertos, sino recalcar que la
muerte es una victoria para los que están pre-
parados. Hay un sentido en el que los justos que
han partido están «con Cristo», rodeados por Su
amor, pero no en el sentido de que van directamente
al cielo.14
Me atrevería incluso a insinuar que, cuando
Pablo murió, él fue a estar «con el Señor», pero
todavía no ha recibido su corona en el cielo. Jesús
enseñó que a los que expresan amor a los demás
(Lucas 14.12–13) les «será recompensado» en el
momento de la resurrección (Lucas 14.14), no en el
momento de la muerte. La mayoría de los eruditos
creen que Jesús se refería a Su segunda venida
cuando dijo: «… vendré otra vez, y os tomaré a
mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis» (Juan 14.3). En relación con la
corona de justicia de Pablo, este escribió que «el
Señor, juez justo» la dará «en aquel día; y no sólo a
[él], sino también a todos los que aman su venida»
13
Una objeción parecida se interpone contra el concepto
del mundo del Hades. Esto se considerará más adelante en
este sermón y en el artículo «¿Van los muertos justos
directamente al cielo?».
14
Analizaré estas ideas con mayor profundidad en el
artículo «¿Van los muertos justos directamente al cielo?».
4
(2a Timoteo 4.8). Note la frase «aquel día» y el
hecho de que Pablo indicó que los que aman la
venida de Cristo recibirán la misma corona en el
mismo «día». En el contexto, esta debe ser una
referencia al Día del Juicio.
Hasta este momento, he sido más negativo que
positivo en mi enfoque de la historia de Lucas 16.
Hemos rechazado las diferentes ideas de que los
muertos no están en ningún lugar, de que han
vuelto a la tierra en un cuerpo diferente y de que ya
están en el cielo o en el infierno. Todavía no se ha
contestado la pregunta «¿Dónde están los muertos?».
Pasemos a un examen más positivo de Lucas 16.
LOS MUERTOS ESTÁN EN UN ESTADO
INTERMEDIO, ESPERANDO EL JUICIO
Durante los años que han transcurrido, los
predicadores del evangelio han usado una variedad
de diagramas para visualizar el mundo del Hades
tal como lo describe Lucas 16. Tales diagramas
adolecen de una debilidad intrínseca, pues pueden
dar la impresión de que el Hades es un lugar
geográfico, lo cual es falso. Sin embargo, no conozco
manera más eficaz para arrojar luz sobre las
diferentes situaciones que describe la historia. Por
lo tanto, me permitiré hacer uso de un diagrama
que usa las cuatro designaciones que se encuentran
en Lucas 16.
EL HADES
(El mundo invisible)
El seno de
Abraham
o el Paraíso
Lázaro
LA
G
R
AN
El
SI
rico
M
A
El lugar de
tormento o
el Tártaros
Analice los diferentes componentes del dia-
grama. En primer lugar, note el título en la parte
superior: «El Hades (el mundo invisible)». Fue «en
el Hades» que el rico «alzó sus ojos» (Lucas 16.23).
La Biblia se refiere al estado de los muertos con la
expresión «el Hades». La palabra Hades es un
vocablo griego que corresponde más o menos a la
palabra hebrea Seol del Antiguo Testamento.15 La
palabra Hades significa básicamente «invisible»16 y
se refiere al [mundo] invisible de los muertos.
Thayer dio esta definición de la palabra según se
usa en Lucas 16: «El receptáculo común de los
espíritus incorpóreos».17 Hoy, la palabra «Hades»
se usa a menudo como eufemismo de «infierno»,18
sin embargo, el infierno (gehenna) es el estado
eterno de los impíos muertos, mientras que el
Hades es el estado intermedio de todos los muertos,
sean buenos o malos (como veremos más adelante).
Analice nuevamente el diagrama. Note que
hay dos componentes distintos del mundo del
Hades. El rico estaba en uno de ellos; Lázaro estaba
en el otro. También notará usted una división
llamada «LA GRAN SIMA». Consideremos cada
uno de los aspectos con mayor detalle, comenzando
con el estado del rico. «Y en el Hades alzó sus ojos,
estando en tormentos» (Lucas 16.23a; énfasis nuestro).
Le he puesto la etiqueta de «EL LUGAR DE
TORMENTO» a la situación en que se encontraba
el rico.
Debajo de la expresión «EL LUGAR DE TOR-
MENTO», notará usted la expresión «o el
Tártaro». Esta terminología proviene de 2a Pedro
2.4, que describe una condición parecida a la
condición en que se encontraba el rico, que bien
puede ser la misma: «… Dios no perdonó a los
ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al
infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para
ser reservados al juicio».19 La palabra que se tra-
duce por «infierno» en 2a Pedro 2.4 no es la palabra
gehenna, que se refiere al castigo eterno, sino que es
una forma de la palabra griega tártaros.20 La palabra
tártaros era usada por los griegos para referirse a
«aquella parte del Hades, donde se confinaba y se
15
La información que da el Antiguo Testamento acerca
del estado de los muertos, es más reducida que la del
Nuevo Testamento. La palabra hebrea Seol es un vocablo
más general (y vago) que la palabra griega Hades. Seol a
menudo se refiere solamente al sepulcro.
16
En el léxico de Thayer se lee: «que no ha de ser visto»,
11.
17
Thayer, 11.
18
Es probable que parte de la confusión provenga del
hecho de que la KJV a menudo usa la palabra «infierno»
para traducir la palabra griega Hades. Precisamente así es
como aparece traducida en Lucas 16.23 de esta versión.
19
Este pasaje se analizó en la página 29 de la edición de
febrero de 1989 de Truth for Today (La Verdad para Hoy), y en
la página 41 de la edición de noviembre de 1993. N. del T.:
Estas ediciones no se tradujeron al español.
20
La totalidad de la frase «arrojándolos al infierno»
es traducción de un único verbo griego que significa
literalmente «habiendo [los] consignado al Tártaros», según
mi Biblia interlinear.
atormentaba a los inicuos».21 La NIV dice que los
ángeles desobedientes fueron puestos en «oscuros
calabozos para estar detenidos para el juicio». Note
usted que el «juicio» no se había llevado a cabo
todavía, de modo que este era un estado intermedio
anterior al Día del Juicio. Como lo dije, la situación
es parecida a la del estado donde se había confinado
al rico, si no es que era la misma.
Analicemos ahora el estado de Lázaro: Le he
puesto la etiqueta de «EL SENO DE ABRAHAM»
a la condición en que se encontraba, porque el texto
dice que el rico «vio de lejos a Abraham, y a Lázaro
en su seno» (Lucas 16.23). Estar en el «seno de
alguien» equivale a estar muy cerca, equivale a
tener estrecha comunión y comunicación.22 Es obvio
que Lázaro disfrutaba de felicidad y paz. Tal es el
estado en que los justos aguardan el Juicio.
Debajo de la expresión «El SENO DE
ABRAHAM», he puesto la expresión «o el Paraíso».
Esta designación proviene de la excursión que
Jesús mismo hizo al mundo del Hades. Cuando
estaba en la cruz, Él dijo al ladrón: «… hoy estarás
conmigo en el paraíso» (Lucas 23.43). «Paraíso» es
una palabra persa que significa «lugar de placer o
jardín placentero».23 La palabra se usa a veces en la
Biblia para hacer referencia al cielo (Apocalipsis
2.7), sin embargo, este no puede ser el significado
que tenga aquí, porque después de la breve estadía
de Jesús en el Paraíso, Él dijo que todavía no había
«subido a [Su] Padre» (Juan 20.17). En el sermón
que Pedro pronunció en el día de Pentecostés, él
indicó que si bien el cuerpo de Jesús estuvo en el
sepulcro, Su espíritu estuvo en el «Hades» (Hechos
2.31). Al combinar Lucas 23.43 y Hechos 2.31,
concluimos que el espíritu de Jesús estuvo en
una parte del Hades que se puede referir como
«Paraíso». Parece razonable suponer que este
«Paraíso» es equivalente a estar «en el seno de
Abraham». En otras palabras, ambas frases se
refieren al estado de los justos muertos, que es un
estado en el que aguardan el Juicio, pero es una
situación colmada de paz, felicidad y seguridad.
Después de haber hecho notar que hay dos
estados en el cual uno puede aguardar el Juicio
21
The Analytical Greek Lexicon (El léxico griego analítico)
(London: Samuel Bagster & Sons Ltd., 1971), 398.
22
Es probable que esta figura retórica tenga su origen
en los hábitos que se observaban a la mesa en aquellos
tiempos: Se decía que la persona que se reclinaba a la
derecha del anfitrión (el lugar de mayor honra), estaba en
«el seno de él» o sobre «el seno de él» (Juan 13.23, 25; 21.20;
vea Juan 1.18).
23
En la Septuaginta, la palabra de la cual obtenemos
«Paraíso», se usaba para referirse al Huerto del Edén.
5
—un estado de paz y seguridad y otro de espanto
y angustia— puede que se nos ocurra esta
pregunta: «Pero si los justos ya disfrutan de
felicidad y los inicuos ya están siendo ator-
mentados, ¿cuál sería el propósito del Día del
Juicio?». 24 No rehúso reconocer que nuestros
intentos por analizar la vida de más allá de este
mundo, podrían compararse con dos niños no natos
que especulan sobre cómo será la vida fuera del
vientre. Nuestras respuestas siempre pondrán en
evidencia nuestra ignorancia. Sin embargo, algunos
comentarios sobre esta pregunta serían indicados.
Una respuesta podría ser que el Día del Juicio no
será tanto un día en el que se determinará culpa e
inocencia, como sí será un día en el que se dictará
sentencia, un día en el que tanto la misericordia
como la justicia de Dios serán perfectamente
demostradas.
La respuesta final, no obstante, reside en
entender que cuando hablamos de «tormentos» y
del «seno de Abraham», no estamos hablando de
lugares, sino de estados del ser. Donde sea que un
alma injusta se encuentre, saber que será hallado
falto en el Día del Juicio, le hará desdichado
mientras espera. Donde sea que un alma justa se
encuentre, sabe que Dios le dirá en el Día del Juicio:
«Bien, buen siervo y fiel» (Mateo 25.21a, 23a), y
será feliz mientras espera.
Puede que la siguiente ilustración ayude o no.
Imagínese que usted ha sido acusado de un terrible
crimen y aguarda juicio, sabiendo, más allá de toda
duda, que se dictará el veredicto verdadero. Si
usted es inocente, será completamente vindicado.
Con esta confianza, usted puede esperar el juicio
en completa felicidad y paz. No obstante, si es
culpable, lo más seguro es que estará lleno de
espanto mientras contempla lo que le espera. La
ilustración está lejos de ser perfecta, pero por lo
menos muestra cómo puede haber dos diferentes
actitudes mentales aun antes del Juicio Final.
Puede que alguien eche una mirada a mi
diagrama y pregunte: «¿No es esto como la idea del
purgatorio?». Para nada. El concepto del purgatorio
es extraño a las Escrituras en su totalidad. La
palabra ni siquiera se encuentra en la Biblia.25 La
24
Me referiré con mayor detalle a este asunto en el
artículo «¿Van los muertos justos directamente al cielo?».
Este es un problema que debemos enfrentar los que creemos
en un estado intermedio de los muertos; pero (como
recalcaré) para nosotros no es un problema tan grande
como lo es para los que enseñan que los justos muertos van
inmediatamente al cielo.
25
El Purgatorio (de la palabra latina que significa
«purificar») es una doctrina católica romana. Estos enseñan
6
enseñanza del purgatorio lleva intrínseca la idea
de que un alma puede pasar de un estado de
sufrimiento (el purgatorio) a un estado de dicha (el
cielo). Otra manera de expresarlo es que la doctrina
enseña que el hombre puede tener «una segunda
oportunidad» después de la muerte. Analice
nuevamente el diagrama y note la «GRAN SIMA».
Esto fue lo que Abraham le dijo al rico: «… una
gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de
manera que los que quisieren pasar de aquí a
vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá» (Lucas
16.26; énfasis nuestro). La Biblia enseña que después
de la muerte no hay «una segunda oportunidad»:
• Apocalipsis 2.10. Si uno es «fiel hasta la
muerte», el Señor le dará «la corona de
vida» (énfasis nuestro).
• 2a Corintios 5.10. «Porque es necesario que
todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo» (énfasis
nuestro), no según lo que otro haga por él
después que deja su cuerpo.
• Juan 8.21. Si uno muere en sus pecados, no
puede ir donde está Cristo.
CONCLUSIÓN
He tratado de dar a conocer lo que creo que es
la respuesta bíblica a la pregunta «¿Dónde están
los muertos?». Esto es todo lo que Dios ha elegido
revelarnos. Con esto debemos estar satisfechos. Al
poner punto final, me permito plantearle de un
modo más práctico y más personal la pregunta:
¿Dónde estaría usted si muriera en los próximos
cinco minutos? Esto es lo que debería preocuparle
en verdad.
Cristo nos pide que creamos en Él (Juan 8.24),
que nos arrepintamos de nuestros pecados (Lucas
13.3), que confesemos nuestra fe en Él (Mateo
10.32) y que seamos sumergidos en agua para
perdón de nuestros pecados (Marcos 16.16;
Hechos 2.38; Romanos 6.3–6). Luego, hemos de
andar con Él todos los días del resto de nuestra
vida (Apocalipsis 2.10). ¿Ha hecho usted estas cosas?
que los condenados van directamente al infierno, pero
creen que los que mueren «en un estado de gracia», pero
que todavía tienen pecados sin perdonar, van al purgatorio.
El propósito del purgatorio es «purificar» las almas por el
sufrimiento. A los vivientes se les recomienda ofrecer
misas, rezos y limosnas a favor de los que están en el
purgatorio, para abreviar la estancia de sus seres queridos
en ese terrible lugar. Esta doctrina ha sido una constante
fuente de ingresos para la Iglesia Católica Romana.
¿Vive usted una vida de confianza y obediencia? Si
su respuesta es «no», mi oración es que usted le
rendirá obediencia de inmediato al Señor. ¡No hay
nada más importante!
 NOTAS 
Este sermón se anunció en «La vida de Cristo,
núm. 8». Dudo de que haya una sola idea original
en la presentación. Ha sido predicado, con
variaciones, por fieles predicadores del evangelio,
desde que tengo memoria. En vista de que no
puedo recordar las fuentes que consulté, les doy
las «gracias» a todos los que han predicado y escrito
sobre este tema.
Aunque este sermón es demasiado largo para
muchas situaciones de predicación, se puede
acortar haciendo a un lado temas complementarios
como el del Purgatorio. El material también se
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puede convertir en un sermón de dos partes como
también se puede usar en un ambiente de clase.
Hasta hace poco me enteré de que hay algunos
de la hermandad que están en desacuerdo con las
conclusiones de este sermón. Creen que —a partir
de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo—
los justos muertos van directamente al cielo. Por
respeto a ellos, estoy incluyendo un artículo
complementario que lleva por título «¿Van los
muertos justos directamente al cielo?». A los que
están convencidos de que la situación que se
presenta en Lucas 16.19–31 es verdadera hoy, les
parecerá que se ha desaprovechado un valioso
espacio. A los que creen que el pasaje no se aplica
hoy, les parecerá que he declarado y respondido
sus argumentos de modo insuficiente. Usaré las
palabras de Pilato para contestarles: «Lo que he
escrito, he escrito» (Juan 19.22).