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EL SEGUNDO APOCALIPSIS-REVELACIÓN DE JUAN,

EL TEÓLOGO
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Editado en inglés por Alexander Walker, a partir de Ante-Nicene Fathers, Vol. 8., publicado
por Phillip Schaff.
Editado por Alexander Roberts, James Donaldson y A. Cleveland Coxe.
Traducción al inglés por: M.R. James.
Traducción al español del Licenciado en Traducción: Teodoro Castillo

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Agradecimientos y dedicatoria:
Mi agradecimiento a mi Dios YHVH por su misericordia en ayudarnos a
descubrir tantas Escrituras Hebreas Mesiánicas Antiguas Extrabíblicas que
interpretan y aclaran la Biblia, desenmascarando tantos engaños del Demonio
en cuanto al origen, historia y desenlace final escatológico de la humanidad. Mi
dedicatoria a mi hija Tiffany Tanya Katerina, mi bebé soñada desde muy
pequeño; y a todos los niños, jóvenes y adultos inocentes, hijos y mártires de
nuestro Dios, asesinados por el Diablo y sus borregos desde siempre y
recientemente mediante tanta hambre, persecución, guerras injustas, virus,
pestes y pseudovacunas en Venezuela y alrededor del mundo: A todos ellos la
paz de Dios y su paraíso por haber ya vencido fielmente; y a todos los que aún
no nos unimos a ellos y quedamos peleando esta batalla en esta vida: ¡Ánimo y
fuerzas de Dios!
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Después de la ascensión de nuestro Señor JesuCristo, Yo, Juan, estaba solo en


el Monte Tabor, (1) donde Él también nos mostró su Divinidad; y como no
podía permanecer de pie, caí en el suelo y oré al Señor diciendo: ¡Oh Señor mi
Dios, quien me has tenido por digno de ser tu siervo, escucha mi voz y enséñame
con respecto a tu venida!: Cuando regreses a la tierra, ¿Qué sucederá? Al cielo
y a la tierra, al Sol y a la Luna, ¿Qué les sucederá? Revélamelo todo, pues estoy
inspirado a causa de que escuchas a tu siervo.
Y pasé siete días orando, y luego de esto una nube de luz me subió desde la
montaña y me puso en la puerta del cielo. Y escuché una voz que me dijo:
Levanta tu vista, Juan, siervo de Dios y conoce. Y al levantar mi vista, vi el
cielo abierto, y desde dentro del mismo salió un olor de perfumes de fragancia
muy dulce; y vi un flujo de luz sobremanera grande, mucho más que el Sol. Y
luego escuché una voz que me dijo: Observa, justo Juan. Y dirigí mi vista y vi
un libro acostado del grueso de siete montañas (pensé para mí mismo), (2) y su
longitud era tal que la mente humana no puede comprenderla; el cual a su vez
tenía siete sellos. Y dije: ¡Oh Señor mi Dios, revélame lo que está escrito en
este libro. Y escuché una voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues en este
libro que ves han estado escritas las cosas en el cielo, y las cosas en la tierra,
y las cosas en el abismo, y los juicios y la justicia de toda la raza humana. (3)
Y dije: Señor, ¿Cuándo sucederán todas estas cosas? Y ¿Qué traerán esos
tiempos? Y escuché una voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues (4) en ese
tiempo habrá abundancia de maíz y vino como nunca la ha habido sobre la
tierra ni tampoco la habrá hasta esos días. Entonces la era de maíz producirá
media tonelada, (5) y el doblez de la rama producirá mil racimos, y un racimo
producirá media jarra de vino; pero al año siguiente no se hallará sobre la faz
de toda la tierra media tonelada de maíz ni media jarra de vino.

Y una vez más dije: Señor, ¿Qué harás después? Y escuché una voz que me
dijo: Escucha, justo Juan, pues entonces aparecerá el traidor, el que está
abandonado en la tiniebla, quien es llamado el AntiCristo. Y otra vez dije:
Señor, revélame cómo es él. Y escuché una voz que me dijo: La apariencia de
su rostro es oscura; (6) los cabellos de su cabeza son filosos como dardos; sus
cejas son como las de una bestia; su ojo derecho es como la estrella que se
levanta en la mañana, y el otro como el de un león; su boca mide un codo; el
alcance de sus dientes es largo; sus dedos son como dagas; la huella de su pie
de dos palmos; y sobre su rostro una inscripción: AntiCristo; él será exaltado
hasta el mismo cielo, y será derribado hasta el mismo Infierno en medio de sus
falsas señales. (7) Y entonces haré los cielos de bronce para que no haya rocío
(8) sobre la tierra. Y esconderé las nubes en lugares secretos para que no
traigan la lluvia sobre la tierra; y daré orden a los cuernos del viento para que
éste no sople sobre la tierra. (9) Y una vez más dije: Señor, ¿Y durante cuántos
años él hará esto sobre la tierra? Y escuché una voz que me dijo: Escucha,
justo Juan, pues tres años durarán esos días; y convertiré esos tres años en tres
meses, y esos tres meses en tres semanas, y esas tres semanas en tres días, y
esos tres días en tres horas, y esas tres horas en tres segundos, tal y como lo
dijo el profeta David: Su trono has derribado hasta el suelo; has acortado los
días de su tiempo y has derramado vergüenza sobre él. (1) Y luego enviaré a
Enoc y Elías a condenarle; y ellos le mostrarán que es un mentiroso y
engañador; y él los asesinará en el altar, tal y como dijo el profeta: Entonces
ofrecerán terneros sobre tu altar. (2) Y otra vez dije: Señor, y luego de eso,
¿Qué sucederá? Y escuché una voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues
entonces toda la raza humana perecerá y no habrá hombre viviente sobre toda
la tierra. Y dije una vez más: Señor, ¿Y después de eso qué harás? Y escuché
una voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues entonces enviaré mis ángeles y
ellos tomarán los cuernos del carnero que yace sobre la nube; y Miguel y
Gabriel saldrán del cielo y harán sonar esos cuernos, tal y como lo predijo el
profeta David: Con voz de trompeta de cuerno. (3) Y la voz de la trompeta se
oirá desde una esquina del mundo hasta la otra esquina; (4) y a causa de la voz
de esa trompeta, toda la tierra será sacudida, tal y como lo predijo el profeta:
Y a la voz del águila, toda planta se levantará; (5) es decir, a la voz del
Arcángel, toda la raza humana se levantará.

(6) Y una vez más dije: Señor, los que están muertos desde Adán hasta este día
y los que habitan en el Hades desde el inicio del mundo junto con los que
mueren en los últimos tiempos, ¿Cómo serán al levantarse? Y escuché una voz
que me dijo: Escucha, justo Juan, pues toda la raza humana se levantará
luciendo como de 30 años. Y una vez más dije: Señor, si morimos como hombre
y mujer, algunos ancianos y otros jóvenes e infantes, ¿Cómo nos levantaremos
en la resurrección? Y escuché una voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues
del mismo modo en que son las abejas sin diferenciarse una de otra y siendo
todas de una misma apariencia y tamaño, así será todo hombre en la
resurrección. No habrá ni blanco ni pelirrojo ni negro ni etíope ni ningún rostro
diferente, sino que todos se levantarán de una misma apariencia y estatura.
Toda la raza humana se levantará sin cuerpos, tal y como te dije que no hay
matrimonio ni se darán en matrimonio en la resurrección, sino que serán como
los ángeles de Dios.
(7) Y otra vez dije: Señor, ¿Será posible en ese mundo reconocerse el uno al
otro, el hermano a su hermano, o el amigo a su amigo, o el padre a sus propios
hijos, o los hijos a sus propios padres? Y escuché una voz que me dijo:
Escucha, Juan, pues el reconocimiento es para los justos, más no lo hay para
los pecadores que no podrán reconocerse el uno al otro en la resurrección. Y
una vez más, Yo, Juan, dije: Señor, ¿Habrá levantamiento de las cosas que
están aquí, sean campos o viñas o cualquier otra cosa? Y escuché una voz que
me dijo: Escucha, justo Juan, pues el profeta David dijo: Yo recordé que
éramos polvo, tal es el hombre, sus días son como la hierba, como una flor del
campo, así florecerá; porque un viento ha pasado sobre ella, y ya no será más
y ya no conocerá más su lugar. (8) Y una vez más dije: Su espíritu (9) sale y él
regresa a la tierra; y ese día perecerán todos sus pensamientos.

(10) Y dije nuevamente: Señor, ¿Y después de eso qué harás? Y escuché una
voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues entonces enviaré mis ángeles sobre
la faz de toda la tierra, y ellos recogerán todo lo honorable y todo lo preciado,
y todo lo venerable e imágenes santas (¿?), y las cruces gloriosas y preciadas,
y los vasos sagrados de las iglesias (¿?), y los libros divinos y sagrados; y todas
las cosas preciadas y santas serán levantadas por nubes al aire. Y entonces
daré orden de que sea levantado el cetro grande y venerable, (11) sobre el cual
extendí mis manos, y todas las órdenes de mis ángeles le harán reverencia. Y
entonces será levantada toda la raza de hombres sobre las nubes, tal y como lo
predijo el Apóstol Pablo: (12) Junto con ellos seremos levantados en (13) las
nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y entonces saldrá todo espíritu
inmundo tanto de la tierra como del Abismo, donde sea que estén sobre la faz
de toda la tierra desde el levante del Sol hasta el poniente, y serán unidos al
que es servido por el Diablo, es decir, al AntiCristo; y serán levantados sobre
las nubes.

Y de nuevo dije: Señor, ¿Y entonces que harás? Y escuché una voz que me dijo:
Escucha, justo Juan, pues entonces enviaré a mis ángeles sobre la faz de toda
la tierra, y ellos quemarán la tierra hasta ochocientos (1) cincuenta codos, y
las grandes montañas serán incendiadas, y todas las rocas se fundirán y se
convertirán en polvo, y todo árbol será quemado, y todo reptil que repta sobre
la tierra y toda cosa que se mueve sobre la faz de la tierra, y toda ave que vuela
sobre el aire; y ya no habrá sobre la faz de toda la tierra ninguna cosa que se
mueva, y la tierra quedará sin movimiento.
Y dije una vez mas: Señor, ¿Y después de eso que harás? Y escuché una voz
que me dijo: Escucha, justo Juan, pues entonces descubriré las cuatro partes
del Este, y saldrán los 4 grandes vientos, y barrerán (2) toda la faz de la tierra
desde un extremo hasta el otro; y el Señor extirpará el pecado de la tierra, y la
tierra será enblanquecida como la nieve, y se convertirá como en una hoja de
papel sin cuevas ni montañas ni colinas ni rocas las ruinas, sino que la faz de
la tierra desde el levante del Sol hasta el Poniente será como una mesa, y blanca
como la nieve; y las ruinas de la tierra serán consumidas por el fuego, y ella
gritará a mi diciendo: Soy una virgen delante de ti, oh Señor, y no hay pecado
en mí, tal y como lo predijo el profeta David: Tú me lavarás con hisopo y seré
puro; tú me lavarás y seré mas blanco que la nieve. (3) Y una vez más Él (4)
dijo: Todo valle será relleno y toda montaña y colina será aplanada, y los
lugares torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos serán suavizados; y
toda carne verá la salvación de Dios. (5)

Y dije otra vez: Señor, ¿Y luego qué harás? Y escuché una voz que me dijo:
Escucha, justo Juan, pues entonces la tierra será limpiada del pecado, y toda
la tierra será llena con un dulce olor porque estaré a punto de descender a la
tierra; y entonces saldrá el cetro grande y venerable, con miles de ángeles
adorándole, tal y como lo dije antes; y entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre desde el cielo con poder y gran gloria. (6) Y entonces el perpetrador
de la iniquidad con sus siervos le verán, y crujirán sus dientes sobremanera, y
todo los espíritus inmundos saldrán en vuelo. Y entonces, cercados de un poder
invisible y no teniendo medios para volar, crujirán sus dientes contra él
diciéndole: ¿Dónde está tu poder? ¿Cómo nos has atrapado? Pues hemos
huido y hemos caído de la gloria que teníamos al lado del que viene a juzgarnos
y a toda la raza humana. ¡Ay de nosotros!, pues Él nos exilia a las tinieblas de
afuera.

Y dije nuevamente: Señor, ¿Y luego que harás? Y escuché una voz que me dijo:
Entonces enviaré un ángel del cielo y él gritará a gran voz diciendo: Escucha,
oh tierra, y sé fuerte, dice el Señor, pues estoy descendiendo a ti. Y la voz del
ángel será oída desde un extremo de la tierra hasta el otro, y aún hasta la parte
más remota del abismo. Y entonces será conmovido todo el poder de los ángeles
y el de los de muchos ojos, y habrá mucho estruendo en los cielos, y las nueve
regiones del cielo serán conmovidas, y habrá temor y asombro a causa de los
ángeles. Y entonces los cielos serán abiertos desde el levante del Sol hasta el
poniente, y una multitud innumerable de ángeles descenderán a la tierra; y
entonces los tesoros de los cielos serán abiertos, y traerán consigo todas las
cosas preciadas, y el perfume de incienso, y traerán consigo a la tierra a
Jerusalén, ataviada como una novia. (7) Y entonces saldrán delante de mí
miríadas de ángeles y arcángeles llevando mi trono y gritando: Santo, Santo,
Santo, Señor de los Ejércitos; el cielo y la tierra están llenos de tu gloria. (8) Y
entonces saldré con poder y gran gloria, y todo ojo en (9) las nubes me verá y
las cosas debajo de la tierra. (10) Y entonces el cielo quedará vacío; y
descenderé sobre la tierra, y todo lo que esté en el aire será traído abajo a la
tierra, y toda la raza humana y todo espíritu inmundo junto con el AntiCristo,
todos serán puestos ante mí desnudos y encadenados por el cuello.

Y dijo de nuevo: Señor, ¿Qué sucederá con los cielos, y el Sol, y la Luna, y con
las estrellas? Y escuché una voz que me dijo: Observa, justo Juan. Y miré y vi
un Cordero con siete ojos y siete cuernos. (11) Y una vez más escuché una voz
que me dijo: Yo daré orden al Cordero que venga ante mí, y diré: ¿Quién abrirá
este libro? Y todas las multitudes de los ángeles responderán: Dadle este libro
al Cordero para que lo abra. Y entonces daré orden para que el libro sea
abierto. Y cuando él abra el primer sello, las estrellas de los cielos caerán desde
un extremo del mismo hasta el otro. Y cuando él abra el segundo sello, la Luna
será escondida, y no habrá luz en ella. Y cuando él abra el tercer sello, la luz
del Sol será retenida, y no habrá luz sobre la tierra. Y cuando él abra el cuarto
sello, los cielos serán disueltos, y el aire se volverá en confusión máxima, tal y
como lo dijo el profeta: Y los cielos son las obras de tus manos; ellos perecerán,
pero tú permanecerás, y ellos se desharán de viejos como un vestido. (1) Y
cuando él abra el quinto sello, la tierra será abierta, y todos los juicios sobre
la faz de toda la tierra serán revelados. Y cuando él abra el sexto sello, la mitad
del mar desaparecerá. Y cuando él abra el séptimo sello, el infierno será
descubierto.
Y dije: Señor, ¿Quién será el primero en ser procesado y recibir juicio? Y
escuché una voz que me dijo: Los espíritus inmundos junto con el Adversario.
Yo daré orden para que entren en las tinieblas de afuera donde están las
profundidades (2). Y dije: Señor, ¿En qué lugar reposa la tiniebla? Y escuché
una voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues tan lejos como un hombre de
treinta años pueda lanzar una roca grande y dejarla caer en el abismo, aun
cuando caiga durante veinte años, no llegará al fondo del infierno, tal y como
lo predijo el profeta David: Y él hizo de la oscuridad su lugar secreto. (3)

Y dije: Señor, y después de ellos, ¿Cual nación será procesada? Y escuché una
voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues entonces aquellas naciones de la
raza de Adán serán procesadas, tanto los griegos como los que han creído en
ídolos, y en el Sol, y en las estrellas, y aquellos que han contaminado la fe con
herejía, y quienes no han creído en la santa resurrección, y quienes no han
confesado al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; entonces los enviaré al Infierno,
tal y como predijo el profeta David: Que los pecadores sean echados en el
Infierno junto con todas las naciones que se olvidan de Dios. (6) Y de nuevo él
dijo: Fueron puestos en el Infierno como ovejas, y la muerte será su pastor. (7)
Y otra vez dije: Señor, ¿Y después de ellos a quién juzgarás? Y escuché una
voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues entonces la raza de los hebreos
serán examinados, quienes me clavaron al madero como a un criminal. Y dije:
¿Y cuál castigo recibirán éstos y en qué lugar, ya que te hicieron estas cosas?
Y escuché una voz que me dijo: Ellos irán al Tártaro, tal y como lo predijo el
profeta David: Ellos clamaron y no hubo quien les salvase, al Señor, y Él no
les oyó. (8) Y otra vez dice el Apóstol Pablo: Tantos como han pecado sin ley,
perecerán también sin ley; y tantos como han pecado con ley, serán también
juzgados por medio de la ley. (9)

Y nuevamente dije: Señor, ¿Y qué hay de los que han recibido bautismo? Y
escuché una voz que me dijo: Entonces la raza de los cristianos serán
examinados, los que han recibido bautismo; y entonces los justos vendrán a mi
orden, y los ángeles saldrán y los recogerán (10) de entre los pecadores, tal y
como lo predijo el profeta David: El Señor no soportará el orgullo de los
pecadores en la herencia de los justos; (11) y todos los justos serán puestos a
mi mano derecha, (12) y brillarán como el Sol. (13) Tal y como ves, Juan, que
las estrellas de los cielos fueron hechas todas juntas pero difieren en luz, (14)
así serán los justos y los pecadores; pues los justos brillarán como lumbreras
y como el Sol, pero los pecadores permanecerán en tinieblas.

Y dije nuevamente: Señor, ¿Y todos los cristianos van a un solo castigo, o sea,
reyes, sumos sacerdotes, sacerdotes, ricos y pobres, esclavos y libres? Y
escuché una voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues será como lo predijo
el profeta David: La esperanza del pobre no perecerá para siempre. (15) No
obstante, en lo que respecta a los reyes, serán llevados como esclavos y gemirán
como niños de pecho; y en lo que respecta a los patriarcas, sacerdotes y levitas,
los que hayan pecado, serán separados en sus castigos de acuerdo a la
naturaleza (16) de la transgresión de cada uno; algunos en un río de fuego, y
otros al gusano que no muere, y otros al pozo de castigo de las siete bocas. En
estos castigos tomarán su parte los pecadores.

Y dije otra vez: Señor, ¿Y dónde habitarán los justos? Y escuché una voz que
me dijo: Entonces el Paraíso será revelado, y todo el mundo será uno solo con
el Paraíso, y los justos estarán sobre la faz de la tierra con mis ángeles, tal y
como lo predijo el Espíritu Santo a través del profeta David: Los justos
heredarán la tierra y habitarán en ella por siempre y para siempre. (17) Y
nuevamente dije: Señor, ¿Cuán grande es la multitud de los ángeles? ¿Y cuál
es más grande, la de ellos o la de los hombres? Y escuché una voz que me dijo:
Tan grande como es la multitud de los ángeles, así de grande es la raza de los
hombres, tal y como lo dijo el profeta: Él pone límites a las naciones de acuerdo
con el número de los ángeles de Dios. (18) Y una vez más dije: Señor, ¿Y luego
qué harás? ¿Y qué sucederá con el mundo? Revelámelo todo. Y escuché una
voz que me dijo: Escucha, justo Juan, pues después que no hay dolor, no hay
tampoco sufrimiento, ni quejido, ni colección de males, ni lágrimas, ni envidia,
ni odio entre hermanos, ni injusticia, ni arrogancia, ni calumnia, ni amargura,
ni las preocupaciones de la vida, ni dolor de padres o hijos, ni avaricia por el
oro, ni pensamientos malignos, ni diablo, ni muerte, ni noche, sino que todo es
día. (1) Del mismo modo en que dije antes: Y tengo otras ovejas que no son de
este rebaño, es decir, hombres que han sido hechos como los ángeles mediante
su excelente estilo de vida; a ellos también debo traer, y ellas oirán mi voz, y
habrá un solo rebaño y un solo pastor. (2)
Y una vez más escuché una voz que me dijo: Observa, tú has oído todas estas
cosas, justo Juan; entrégalas a hombres justos para que puedan enseñar a otros
que no piensen ligeramente de ellas (3) ni que las echen como perlas a los
cerdos, no sea que estos las pisoteen con sus patas. (4) Y mientras yo estaba
todavía escuchando esta voz, la nube me trajo abajo y me puso sobre el Monte
Tabor. Y vino una voz que me dijo: Benditos son los que guardan el juicio y
hacen justicia todo el tiempo. (5) Y bendita es la casa donde está grabada esta
inscripción, tal y como dijo el Señor: El que me ama guarda mis palabras. (6)
En Cristo Jesús, nuestro Señor: A Él sea la gloria por siempre. Amén. (7).

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