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LUZ, Postgrado Geología Petrolera

Geoquímica del Carbón Mineral


Dr. Marcos E. Escobar Navarro
GEOQUIMICA DEL CARBON MINERAL
El estudio geoquímico del carbón mineral, como una roca sedimentaria orgánica
macromolecular, y su relación con la geoquímica orgánica del petróleo, comprende una serie de
aspectos que van desde su definición, origen, composición química y maceral y clasificación,
pasando por los métodos de caracterización geoquímica de esta roca orgánica, y culminando con
una breve discusión acerca del tópico del carbón mineral como roca madre de petróleo y algunas
aplicaciones de la geoquímica orgánica sobre el carbón mineral y su bitumen asociado.

DEFINICION
De acuerdo con Landis y Weaver (1993), la primera mención acerca del carbón mineral
(“cuerpos combustibles”) que se conoce en la literatura universal, ha sido acreditada a
Aristóteles, en su tratado denominado “Meteorología”, el cual ha sido datado hacia la mitad del
Siglo IV Antes de Cristo. Menciones posteriores (Inouye, 1913) acerca de la historia del campo
carbonífero de Fu-shun, ubicado al sur de Manchuria, República de China, señalan que “se ha
dicho que el carbón ha sido utilizado desde hace unos 2.000 o aun 3.000 años, como combustible
para la fusión del mineral de cobre”. A comienzos del Siglo XX (Landis y Weaver, 1993), las
definiciones del carbón mineral enfatizaban su origen vegetal y el concepto de roca orgánica con
restos minerales. Por ejemplo, Stoper y Wheeler (1918) señalaban que “El carbón ordinario es
una masa compacta y estratificada de plantas “momificadas”, con un porcentaje muy reducido de
otros materiales”, y Francis (1961) estableció que “El carbón puede ser definido como una masa
compacta y estratificada de desechos de plantas, las cuales han sido modificadas física y
químicamente por agentes naturales, y que además están interdispersados con pequeñas
cantidades de materiales inorgánicos”.

Una de las definiciones más utilizadas acerca del carbón mineral (Bates y Jackson, 1980;
ASTM, 1992) ha sido presentada por Schopf en 1956. Según este autor, el carbón mineral puede
definirse como “Una roca fácilmente combustible que contiene más del 50% en peso y más del
70% en volumen de material carbonáceo, formada por compactación y endurecimiento de
variados restos alterados de plantas, similares a aquellos encontrados en los depósitos modernos
de turba. Las distintas variedades del carbón están caracterizadas por diferencias en sus clases de
materiales vegetales originarios (tipo), su grado de metamorfismo (rango) y la presencia de
impurezas (grado)”. Se deriva de esta definición la especificación de que el carbón mineral se
origina a partir de una mezcla de restos orgánicos vegetales y materia mineral inorgánica que se
acumula de modo similar a los depósitos de turba de hoy día. La turba sufre posteriormente un
proceso extremadamente complicado, denominado “carbonificación” (coalification), a través del
cual proceden una serie de cambios físicos y químicos a medida que la turba evoluciona hacia la
formación del carbón mineral. Los factores que afectan la composición final de esta roca, han
sido resumidos por Francis (1961) como:

- El modo de acumulación y soterramiento de los desechos vegetales que conforman el


depósito.
- La edad de los depósitos y su distribución geográfica.
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- La estructura de las plantas formadoras de carbón, particularmente aquellos detalles de su
estructura que tengan una mayor influencia sobre su composición química o resistencia a la
extinción.
- La composición química de los desechos orgánicos formadores de carbón y su resistencia a la
putrefacción.
- La naturaleza e intensidad de los agentes que promueven la defunción de la biota.
- La historia geológica subsecuente de los productos residuales del proceso de descomposición
de los restos vegetales que conforman el depósito.

Una definición que aproxima más al carbón mineral hacia el ámbito de estudio de la
geoquímica, al incluir en ella no solo el aspecto de composición del material sino además su
proceso de formación, fue presentada por Bouska (1981). De acuerdo a este autor, “el carbón
mineral es una roca sedimentaria de origen biogénico producida por litificación de restos de
materia orgánica vegetal, principalmente de plantas superiores, depositados y acumulados en
cuencas restringidas bajo condiciones fisicoquímicas apropiadas para su preservación”. De
acuerdo con las teorías clásicas de transformación de los restos vegetales en kerógeno, resumidas
por Tissot y Welte (1984) y Teichmüller (1989), se puede establecer que, desde el mismo
momento de la depositación de los desechos orgánicos en un medio sedimentario propicio para su
preservación, ellos comienzan a sufrir una serie de transformaciones que a niveles superficiales
son de tipo bioquímico y donde los principales agentes que actúan son microorganismos
anaeróbicos. Estos últimos pueden degradar a través de procesos enzimáticos, las
macromoléculas o biopolímeros constituyentes de las plantas superiores como lo son las
proteínas y los carbohidratos, alterando en menor escala a los lípidos y a la lignina. Así, las
proteínas y carbohidratos son hidrolizados a aminoácidos y azúcares, respectivamente, siendo
utilizada una parte de tales monómeros como nutrientes por los microorganismos, y el resto de
ella junto con los lípidos, la lignina y sus posibles productos de alteración, comienzan a sufrir una
serie de reacciones de polimerización al azar para formar compuestos denominados ácidos
húmicos, fúlvicos y huminas, los cuales constituyen la fracción orgánica del material precursor
del carbón mineral, denominado turba, y a su vez son responsables de su color oscuro. A medida
que aumenta el soterramiento de la turba en la cuenca, la actividad bacteriana disminuye y las
transformaciones más importantes son ahora de tipo geoquímico, prevaleciendo factores como la
presión y la temperatura. Las reacciones de polimerización y policondensación se hacen más
complejas, eliminándose grupos funcionales hidrofílicos superficiales y causando
insolubilización del material orgánico. Con el tiempo, este material insoluble dará origen al
carbón en sus distintas variedades (Tissot y Welte, 1984; Teichmüller, 1989; ver figura 1).

COMPOSICION DEL CARBON


La composición del carbón mineral será discutida en términos de dos vertientes
principales; composición química y composición maceral. La composición química general del
carbón mineral se establece en función de dos tipos de ensayos. Los análisis próximos permiten
obtener la composición global o genérica de la roca, mientras que los análisis últimos establecen
la composición atómica del material. Técnicas analíticas empleadas para obtener información
acerca de la complicada estructura molecular del carbón, incluyen la espectroscopia infrarroja
con transformadas de Fourier (FTIR), la resonancia magnética nuclear y la cromatografía de
gases acoplada con espectrometría de masas (Mukhopadhyay y Hatcher, 1993).
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Figura 1.- Evolución de la Materia Orgánica (Tomada de Tissot y Welte, 1984).

Los análisis próximos, o inmediatos, establecen el aprovechamiento del carbón como


materia prima para la obtención de energía. Comprenden la determinación de las variables
humedad, cenizas, materia volátil y carbono fijo. De modo genérico, el carbón mineral es una
roca sedimentaria constituida principalmente por agua (humedad), minerales (cenizas) y restos
orgánicos (materia volátil más carbono fijo). Respecto al contenido de agua del carbón, se han
establecido cuatro tipos principales de humedad (Levine, 1991, en Mukhopadhyay y Hatcher,
1993), para esta roca orgánica:
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- Humedad adherente o libre: Aquella retenida en la superficie, fracturas o cavidades.


- Humedad inherente o del estrato: Aquella adsorbida físicamente en los microporos y
cavidades de la estructura del carbón. Posee presión subnormal.
- Humedad químicamente enlazada, o también llamada agua de descomposición.
- Humedad de hidratación: Asociada a los constituyentes inorgánicos (minerales), tales como
los minerales de arcilla (especialmente caolinita e ilita-montmorilonita) y el yeso. De modo
respectivo, estos minerales liberan 14, 8 y 23 % en peso de agua de hidratación, durante la
carbonificación natural o artificial

Las cenizas son el producto de los cambios de fase y reacciones que ocurren sobre los
minerales durante la combustión del carbono fijo, tales como la deshidratación de los minerales
de arcilla y la oxidación de la pirita a óxidos de hierro. En consecuencia, el peso de las cenizas
será distinto al de la materia mineral. Se han desarrollado numerosas ecuaciones para establecer
una relación entre ambos parámetros, debido a que es mucho más fácil determinar la
concentración de cenizas en el carbón. La más empleada es la Formula de Parr (Gluskoter et al.,
1981):

% Materia mineral = (1,08 ∗ % cenizas) + (0,55 ∗ % azufre)

Con este resultado, es posible expresar los análisis de carbón en base libre de materia mineral.

La materia volátil incluye todos los componentes volátiles que se liberan del carbón seco,
durante su combustión a 950°C durante 7 minutos, bajo una atmósfera inerte (ASTM, 1992). La
materia orgánica remanente recibe el nombre de “carbono fijo” y es el material que efectivamente
aporta energía frente a los procesos de combustión de la roca. Ambos parámetros constituyen la
base para la clasificación ASTM del carbón acorde a su rango, a partir de un valor de carbono fijo
superior a 69% en peso (base seca libre de materia mineral; ASTM, 1992).

Otros dos análisis realizados al carbón de modo rutinario, dentro de los análisis próximos,
comprenden las determinaciones del poder calórico y el índice de molturabilidad de Hardgrove
(Hardgrove Grindability Index, o HGI). El poder calórico es el calor generado por la combustión
de una masa determinada de carbón, lo cual se mide generalmente en una bomba calorimétrica
(ASTM, 1992). Su valor, expresado en una base húmeda libre de materia mineral (en BTU/lb o
Kcal/g), permite establecer el rango del carbón de acuerdo con la clasificación ASTM, a partir de
un valor de carbono fijo inferior a 69% en peso (base seca libre de materia mineral; ASTM,
1992). Por su parte, el índice HGI es una medida de la molturabilidad relativa, o facilidad de
pulverizarse que presente un carbón al ser comparado con carbones patrones (Mukhopadhyay y
Hatcher, 1993).

Los análisis últimos, o elementales, comprenden la determinación de la concentración


(porcentaje en peso) de los elementos C, H, O, N y S. Usualmente, su medición lleva involucrada
la combustión total del material y el procesamiento químico de los gases producidos, a través de
adsorción y pesada, cromatografía de gases, etc. Los resultados son reportados en base seca libre
de cenizas, para eliminar la posible contaminación del agua y otros gases liberados durante la
combustión de la materia mineral del carbón.
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Composicionalmente el carbón está constituido en un 80 a un 85% por los elementos C,
H, O y N, íntimamente combinados para formar estructuras muy complejas que conforman la
matriz orgánica del carbón. La mayor parte del elemento carbono se encuentra organizado en
núcleos aromáticos policondensados como naftalenos, fenantrenos y sus derivados (Francis,
1961). Existe otra fracción del elemento carbono que se encuentra formando parte de cadenas
alifáticas lineales, ramificadas y cíclicas (Francis, 1961; Given, 1984). El contenido de carbono
varía con el tipo de carbón, incrementándose con el grado de madurez térmica alcanzado, hasta
un 95% para la variedad antracita (van Krevelen, 1961).

El elemento hidrógeno se halla unido al carbono y, en menor grado al oxígeno y nitrógeno


(grupos fenólicos, carboxílicos, aminas, etc.). Su contenido varía desde un 6% para la variedad
lignito hasta un 2% y menos para la antracita (van Krevelen, 1961).

El elemento oxígeno se localiza en la estructura carbonácea como grupos funcionales


hidroxilos, carboxilos, carbonilos y éteres. La proporción en que se encuentra cada uno en el
carbón depende del rango o madurez alcanzada por la materia orgánica (van Krevelen, 1961;
Given, 1984). Valores entre 32 y 3% son reportados para las variedades lignito y antracita
respectivamente (Francis, 1961). Con el incremento de la madurez van ocurriendo reacciones de
descarboxilación y deshidratación, que disminuyen progresivamente el contenido del elemento
oxígeno en el carbón (van Krevelen, 1961).

El nitrógeno está presente principalmente en el carbón, formando aminas y anillos


aromáticos heterocíclicos, como piridinas, quinolinas y carbazoles sustituidos (Given, 1984). Su
contenido varía muy poco con el tipo de carbón, oscilando entre 1 y 2%. La marcada estabilidad
de los anillos piridil-heterocíclicos formando parte de una estructura compleja como la del
carbón, es la responsable de que el contenido del elemento nitrógeno sufra poca variación durante
el proceso de maduración (van Krevelen, 1961).

El elemento azufre se encuentra en la matriz orgánica del carbón, formando estructuras de


tipo tioésteres, tioles y tiofenos. Dentro de la matriz inorgánica este elemento se halla formando
fases mineralógicas autigénicas como la pirita; en forma de azufre elemental, o como azufre
sulfato, indicativo este último de un proceso de meteorización del carbón (Francis, 1961; van
Krevelen, 1961).

Los elementos Fe, Si, Ca y Al se encuentran esencialmente asociados a minerales como


silicatos (cuarzo, arcillas.), carbonatos y óxi-hidróxidos (van Krevelen, 1961). En
concentraciones menores del 0,1% en peso, se reportan una serie de elementos traza, como B, Be,
Br, Ga, Ge, I, Mo, Se y W, asociados a los constituyentes ópticamente reconocibles del carbón.
Otros elementos, como F, Ti y Cl, forman parte directamente de moléculas orgánicas. Elementos
traza asociados a la materia mineral, incluyen Cl, Cu, Pb, Zn, Sn y Sr. Los metales V, Ni y Fe
también han sido detectados en minerales, o asociados en forma de complejos metal-porfirínicos
a la fracción orgánica del carbón (Ode, 1963; Swaine, 1990; Finkelman, 1993).

Un elemento traza que ha sido utilizado como trazador de influencias marinas en los
ambientes depositacionales del carbón, es el elemento boro. Carbones de agua dulce arrojan
concentraciones menores a 40 ppm, carbones parálicos poseen entre 50 y 90 ppm y carbones de
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medios próximo-costeros o marino, exhiben tenores superiores a 125 ppm de boro (Swaine,
1971; 1990; Gluskotter et al, 1977)

Figura 2: Modelo molecular de la estructura del carbón (Car = carbono aromático; Ctot = carbono
total; Modificada de Shinn, 1984 en Haenel, 1992).

En resumen, la composición química molecular del carbón mineral puede ser visualizada
como una mezcla compleja de estructuras macromoleculares tridimensionales, unida a través de
enlaces covalentes y puentes de hidrógeno (Larsen, 1981; Lucht and Peppas, 1981). Un modelo
relativamente reciente de la estructura del carbón es presentado en la figura 2 (Haenel, 1992).
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Este tipo de modelos han sido muy criticados, ya que una molécula promedio no puede
reflejar la gran diversidad estructural y molecular del carbón (Given, 1984). Como una
alternativa, ha sido presentado un prototipo consistente en un sistema de dos componentes (Given
et al., 1986; Haenel et al., 1989 en Haenel, 1992). Una macromolécula tridimensional
policondensada conforma la “fase” inmovil, dentro de la cual están embebidas una gran cantidad
de moléculas de variadas estructuras, que conforman a su vez la “fase” móvil (figura 3). Esta
representación mantiene algunos de los conceptos estructurales anteriores, tales como la
identificación de estructuras aromáticas y puentes alifáticos y de enlaces éter.

Figura 3: Modelo estructural del carbón como un sistema de dos componentes (modificado de
Haenel et al., 1989 en Haenel, 1992)
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Para completar el tema correspondiente a la composición del carbón mineral, se
contemplará a continuación el tópico referente al contenido maceral de esta roca orgánica. Se ha
dicho previamente que el carbón mineral ha sido derivado de restos vegetales que sufren variados
procesos de naturaleza bioquímica y geoquímica. En tal sentido, una de las herramientas más
poderosas para el estudio de esta (y de muchas otras) roca, es la petrografía. La caracterización de
restos reconocibles de materiales vegetales en el carbón, fue inicialmente desarrollada a través
del uso de microscopía de transmisión usando luz blanca (Thiessen, 1912, Thiessen y White,
1913). Posteriormente, el desarrollo de técnicas de microscopía utilizando luz incidente y
transmitida, dio origen a la petrografía de carbón y a la palinología (Thiessen, 1926; ver
referencias en ICCP, 1963). Los componentes megascópicos del carbón son denominados
litotipos (Stach et al., 1982), y los microscópicos, se conocen como macerales. Estos últimos
(tabla 1) son los constituyentes microscópicos más uniformes del carbón y son comparables con
los minerales de otras rocas. Los microlitotipos (tabla 2) son asociaciones macerales típicas que
pueden ser identificadas al microscopio, y los litotipos (tabla 3) son estratos individuales dentro
de los mantos de carbón, que pueden distinguirse a simple vista.

Tabla 1: Grupos macerales y sus características principales (modificada de Teichmüller, 1989).

GRUPO MACERAL CARACTERISTICA


Telinita Paredes celulares
Telo- Tejidos
Vitrinita Colinita Eu- Amorfa (gel o gelificada)
Detro- Detritus
Corpocolinita Rellenos de células
Vitrodetrinita Detritus
Esporinita Esporas, polen
Cutinita Cutículas
Suberinita Paredes celulares suberinizadas (corcho)
Fluorinita Aceites esenciales vegetales
Resinita Resinas, ceras, látex
Liptinita Alginita Algas
(Exinita) Bituminita Material amorfo (bacteriano, algal, faunal)
Clorofilinita Clorofila
Liptodetrinita Detritus

Exsudatinita Exudados secundarios (bitumen)


Fusinita Paredes celulares (calcinadas, oxidadas)
Semifusinita Paredes celulares (parcialmente calcinadas)
Esclerotinita Paredes celulares de hongos
Inertinita Macrinita Geles amorfos (oxidados, metabólicos)
Inertodetrinita Detritus

Micrinita Restos de generación de petróleo

Los macerales (tabla 1) son componentes orgánicos del carbón, cuya estructura y
morfología permiten establecer su origen botánico; así, aquellos pertenecientes al grupo de las
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vitrinitas presentan características que permiten asociarlos a tejidos duros, leñosos y corticales
(tallos, raíces, partes duras de hojas); el grupo de las exinitas engloba a los componentes del
carbón originados de restos blandos de las plantas (polen, esporas, cutículas, ceras, algas) o
producidos por craqueo térmico de la materia orgánica debido al incremento en el rango del
carbón, lo cual genera bitumen; por último, las inertinitas son macerales pertenecientes en
principio a los dos grupos anteriores, pero que han sufrido procesos de alteración (principalmente
oxidación, producida por meteorización, retrabajo de materia orgánica por transporte, o incendios
naturales; Stach et al., 1982). Todos ellos pueden ser distinguidos e identificados con ayuda de un
microscopio petrográfico. Algunos requieren accesorios especiales, como excitación fluorescente
para identificar con precisión tipos de exinitas, o aceites de inmersión de varios índices de
refracción para discriminar entre tipos de colinitas (Stach et al., 1982). Una medición de mucha
importancia en el estudio del carbón, es la reflectancia de la vitrinita; la intensidad de la luz
reflejada por las partículas de telocolinita, o colinita alfa, respecto a una muestra patrón, en un
microscopio petrográfico con objetivo de inmersión en aceite, ha sido usada como un indicador
del rango o evolución térmica del carbón, en secciones pulidas de pulverizados de esta roca (van
Krevelen, 1961; Stach et al., 1982).

Aparte del aspecto descriptivo, el estudio de la distribución y tipos de macerales permite


obtener parámetros útiles en la determinación de condiciones paleoambientales y paleoclimáticas
de las turberas. Mantos gruesos con mucha inertinita han sido depositados bajo un clima
relativamente seco, en cuencas pequeñas sobre un cratón estable o en llanuras de piedemonte.
Carbones ricos en exinitas (tipo sapropélico) representan lodos orgánicos depositados en lagunas
y ciénagas de aguas estancadas. Pantanos de bosques húmedos generan carbones ricos en
vitrinitas, con algunas exinitas presentes y minerales principalmente del grupo de las arcillas
(Hacquebard y Donaldson, 1970; Teichmüller, 1989). Esto último es característico de planos
deltáicos altos y ambientes fluviales (Calder, Gibling, y Mukhopadhyay, 1991).

Proporciones entre macerales individuales han sido propuestas para tratar de establecer
facies orgánicas. El término facies expresa la influencia de los factores físicos y químicos sobre
un ambiente o en general, sobre un cuerpo. Según la Guía Estratigráfica, facies “es un término
indicativo del aspecto, naturaleza o manifestación característica de los estratos o de ciertos
constituyentes propios de los mismos, que generalmente refleja sus condiciones de formación”.
En este contexto, una facies orgánica ha sido definida como "una subdivisión cartografiable de
una cierta unidad estratigráfica, la cual se distingue del resto de las subdivisiones adyacentes
sobre la base del carácter de sus constituyentes orgánicos, independientemente del aspecto
inorgánico de las rocas" (Jones, 1987). La distribución de una facies orgánica está determinada
por el origen de los restos orgánicos, el tiempo transcurrido en un medio oxidante antes de su
depositación y el potencial redox prevaleciente cerca de la interfase sedimento-agua en el
ambiente diagenético temprano (Jones, 1987). Esta distribución no es al azar o caprichosa;
obedece a datos y principios geoquímicos que permiten a la facies orgánica ser cartografiable,
extrapolable y predecible (Jones, 1987); lo cual establece al concepto de facies orgánica como
una herramienta poderosa en la prospección de mantos de carbón a escala regional.

Parámetros útiles a efectos de predecir condiciones paleogeografícas y paleoclimáticas de


formación de turberas, pueden extraerse de relaciones entre macerales específicos. La relación
vitrinita/inertinita, calculada en una base libre de micrinita y de materia mineral, ha sido
propuesta (Harvey y Dillon, 1985) como un índice inverso del grado de oxidación del ambiente
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sedimentario durante la depositación y constitución de la turba. Otras relaciones importantes,
mencionadas en la literatura (Diessel, 1986; Teichmüller, 1989; Calder, Gibling, y
Mukhopadhyay, 1991; Liguois y Doubinger, 1991), son las siguientes:

Indice de Gelificación: ___ _vitrinita total_+_macrinita___________ (IG)


semifusinita + fusinita + inertodetrinita

Indice de Preservación: telinita_+_telocolinita_+_semifusinita_+_fusinita (IPT)


de los Tejidos desmocolinita + macrinita + inertodetrinita

Indice de Influencia: gelocolinita_+_corpocolinita_+_materia mineral (INF)


del Nivel Freático telinita + telocolinita + desmocolinita

Indice de : ___telinita + telocolinita + semifusinita + suberinita + fusinita + resinita_______ (IV)


Vegetación desmocolinita + inertodetrinita + alginita +l iptodetrinita + esporinita + cutinita

Figura 4. Indice de Gelificación vs. Indice de Preservación de los Tejidos, mostrando los distintos
ambientes depositacionales de la turba original (Tomado de Diessel, 1986).

El cálculo de los dos primeros índices y su graficación en un campo XY (fig. 4; Diessel,


1986) permite obtener información valiosa acerca de las condiciones fisicoquímicas imperantes
en la turbera. En esta figura, las facies telmáticas corresponden a turbas no disturbadas, que
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crecen in situ (autóctonas), en medios donde la contribución de restos de árboles se incrementa a
medida que aumenta el valor de IPT; facies límnicas, por su lado, han sido depositadas en medios
subacuáticos donde la materia orgánica consiste esencialmente de un detritus fino y la
contribución de restos de vegetación de bosque es mínima. La tercera relación (INF) es indicativa
del grado de humedad dentro de la turbera, mientras que el cuarto cociente (IV) es una medida
del aporte de material vegetal proveniente de bosques, en la turba (Diessel, 1982).

Condiciones húmedas de formación de turba se corresponden con cocientes IG e IPT


altos; condiciones secas conducen a valores bajos de IG e IPT. Este último es el caso de carbones
ricos en inertodetrinita, depositados en llanuras piemontinas donde la oxidación severa restringe
la formación de telinita y telocolinita, y con un nivel freático descendente, que promueve la
desintegración de la inertinita para formar inertodetrinita in situ. Todo el proceso esta
acompañado de un incremento en cenizas y esporinita en la turbera. Carbones de aguas
estancadas, depositados en llanuras deltáica parcialmente como turbas de ciénaga o marisma, se
distinguen por un IG alto y un IPT bajo, así como por cantidades importantes de pirita y azufre
orgánico, debido a transgresiones marinas (Teichmüller, 1989).

Los microlitotipos son asociaciones comunes de macerales que pueden ser identificadas al
microscopio. Los principales, son incluidos en la tabla 2:

Tabla 2: Descripción de microlitotipos (Stopes, 1919).

No. MACERALES MICROLITOTIPO MACERAL % EN VOLUMEN


Monomacerálicos Vitrita Vitrinita (V) > 95%
Liptita Liptinita (L) > 95%
Inertita Inertinita (I) > 95%
Dimacerálicos Clarita V+L > 95%
Vitrinertita V+I > 95%
Durita I+L > 95%
Trimacerálicos Duroclarita V +I + L V > (I + L)
Clarodurita V +I + L I > (L + V)
Vitrinertoliptita V +I + L L > (I + V)
Macerales + Materia Carbominerita V, L, I + MM 20% < MM < 60%
Mineral (MM) Carbagilita V, L, I + arcillas 20% < arc. < 60%

Los microlitotipos también han demostrado ser útiles en el establecimiento de facies


carboníferas. Vitritas y claritas pobres en liptinita provienen de una vegetación arbórea, claritas
ricas en liptinita representan lodos orgánicos depositados en lagunas y ciénagas de aguas
estancadas y duritas ricas en inertinita corresponden a ambientes depositacionales relativamente
secos (Teichmüller, 1989). La figura 5 (Smyth, 1984) incluye un esquema depositacional de áreas
de formación de turba (lacustre, fluvial, laguna costera, deltáico superior y deltáico inferior), y
los principales microlitotipos asociados, para carbones australianos. De acuerdo a este esquema,
carbones ricos en durita más inertinita fueron depositados principalmente en lagos y medios
asociados al plano deltáico inferior, mientras que muestras ricas en vitrita más clarita, aparecen
en ambientes fluviales y lagunas de aguas estancadas. Tipos intermedios entre los anteriores,
corresponden a llanuras deltáicas
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Figura 5: Microlitotipos asociados a distintos ambientes depositacionales en carbones
australianos (Smyth, 1984). A = Lacustrino; B = Fluvial; C = Laguna Costera; D =
Deltáico plano alto; E = Deltáico plano bajo (Llanura deltáica).

VITRITA + CLARITA

B
50% C 50%
ita
D t ri n
Vi
%
50
A
E

50%
INTERMEDIOS DURITA + INERTITA

Los litotipos consisten en estratos individuales dentro de los mantos de carbón, con
espesor mínimo que varía entre 3 y 10 mm, en diferentes países (ICCP, 1963), los cuales
presentan características que permiten su distinción al nivel de un manto de carbón. De acuerdo a
la presencia o no de litotipos, el carbón se ha clasificado en dos tipos; húmico y sapropélico
(Stach et al., 1982). Los carbones húmicos son generalmente bandeados, con presencia de
litotipos distintivos, mientras los sapropélicos no lo son. La descripción de los litotipos
bandeados de los carbones húmicos bituminosos, se presenta en la tabla 3:

Tabla 3: Descripción de litotipos (Stopes, 1919).

LITOTIPO DESCRIPCION
Vitreno Banda o lentes vítreos muy brillantes, de color negro, quebradizos, generalmente
de pocos milímetros de ancho. Bandas gruesas aparecen muy rara vez. Limpios al
toque. En muchos carbones, el vitreno está permeado por numerosas grietas finas,
a ángulos rectos respecto a la estratificación y, en consecuencia, se rompe
cúbicamente, con superficies concoidales.
Clareno Bandas de espesor variable que poseen un lustre entre aquel del vitreno y el del
dureno. Aspecto lechoso semibrillante. Textura estriada debida a alternancias de
láminas delgadas brillantes con opacas.
Dureno Color negro grisáceo a marrón oscuro, superficie rugosa con lustre mate o
débilmente grasoso, su reflexión es difusa, marcadamente menos fisurado que el
vitreno. Aspecto de bloque.
Fuseno Negro o gris, lustre sedoso, estructura fibrosa o en hojuelas, friabilidad extrema.
Es el único constituyente del carbón que ennegrece los objetos con los cuales
entra en contacto.

La ASTM (1992) presenta una clasificación de los litotipos, de acuerdo a carbones


bandeados, no bandeados e impuros. Vitreno y fuseno son considerados dentro de los tipos
bandeados, carbones “boghead” o “cannel” (clases de carbones sapropélicos con predominio de
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algas o esporas, respectivamente, en su materia vegetal originaria) pertenecen a los tipos no
bandeados, y el “carbón hueso” (término utilizado para describir carbones ricos en cenizas) y las
lutitas carbonáceas, pertenecen a los carbones impuros.

A diferencia de los carbones húmicos bandeados, los cuales pasan a través del estado de
turba, los carbones sapropélicos no bandeados evolucionan directamente a partir de un lodo
orgánico subacuático depositado en un medio de carácter más anaeróbico que las turbas
convencionales. Sus macerales son de hábito granular y tamaño similar entre si, indicando que
los residuos de mayor tamaño, de plantas y turbas preexistentes, son reducidos a un detritus fino,
y que además ocurre una cierta escogencia acorde con el tamaño homogéneo de grano, previo a
su acumulación. En contraste con las sapropelitas, donde casi todas las estructuras orgánicas han
sido destrozadas por putrefacción, en los carbones sapropélicos las estructuras de algas (variedad
“boghead”; posee alginita, bituminita y micrinita), esporas (variedad “cannel”; tiene esporinita,
bituminita y liptodetrinita) y otros remanentes finos de plantas (desmocolinita fluorescente,
inertodetrinita) permanecen bastante bien preservadas. Se supone que los carbones boghead se
depositaron principalmente en el centro del estanque y presentan un menor tenor de cenizas que
los carbones cannel, formados hacia las márgenes del cuerpo de aguas; En consecuencia, la
variedad cannel se encuentra generalmente debajo del techo del manto y gradan a ferrolitas
cannel con alto tenor de siderita, o a lutitas cannel con alto contenido de minerales de arcilla
(Stach, 1982).

CLASIFICACION DEL CARBON


La transformación de un tipo de carbón a otro durante su evolución natural, ocasiona una
serie de cambios físicos y fisicoquímicos, tales como la disminución en el contenido de agua y
materia volátil, incremento en la densidad, disminución de la porosidad, aumento de la
reflectancia de la vitrinita, condensaciones, polimerizaciones, aromatización, pérdida de grupos
funcionales, etc. (van Krevelen, 1961). De acuerdo con la intensidad con la que hayan actuado la
presión y la temperatura sobre el material biogénico precursor (madurez térmica) se obtendrán
distintos tipos de carbón. En este sentido, se han realizado estudios para clasificarlos de acuerdo a
variaciones regulares en sus propiedades físicas y fisicoquímicas. Entre los más importantes,
destaca la clasificación propuesta por la American Society for Testing and Materials (ASTM) en
los Estados Unidos de América (Tabla 4), la cual clasifica a los carbones en cuatro clases,
ordenándolos según su rango en lignito, subbituminoso, bituminoso y antracita. Los parámetros
tomados en cuenta para la clasificación de carbones son, su contenido de carbono fijo, sobre base
seca libre de materia mineral, si éste es mayor o igual de 69% en peso, y el poder calorífico sobre
base húmeda libre de materia mineral, si el carbono fijo es inferior a 69% (p/p).

El poder aglomerante de los carbones, puede ser medido en función del parámetro FSI
(Free Swelling Index, o Indice de Hinchamiento Libre, ver ASTM, 1992), el cual da una idea del
poder coquizante del material. Una pequeña cantidad de carbón es pirolizado bajo atmósfera
inerte en un crisol, y de acuerdo con la morfología del botón de coque generado, se ha definido
una escala del cero (no-hincha) al nueve (hinchamiento máximo); valores hasta 1, corresponden a
carbones no aglomerantes. Este y otros detalles respecto a una aplicación adecuada de la
clasificación ASTM de los carbones, pueden ser revisados en Hoeft, et al., 1993.
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Tabla 4: Clasificación del carbón mineral de acuerdo a su rango (norma ASTM D 388-1977)

Límites Límites Límites


% Carbono Fijo % Mat Volátil Poder Calórico Carácter
Clase Grupo Abreviación (1) (2) BTU/lb (b.h.l.m.m.) Aglomerante
(b.s.l.m.m.) (b.s.l.m.m.)
≥ < ≥ < ≥ <
I. Antracítica Meta-Antracita ma 98 2
Antracita an 92 98 2 8 No-aglomerante
(3) sa 86 92 8 14
Semi-Antracita
Bitum. Bajo Volátil lvb 78 86 14 22
Bitum. Medio Volátil mvb 69 78 22 31
II. Bituminosa Bitum. Alto Volátil A hvAb 69 31 14.000
(4) Comúnmente
(5)
Bitum. Alto Volátil B hvBb 13.000 14.000 Aglomerante
11.500 13.000
Bitum. Alto Volátil C hvCb
Aglomerante
10.500 11.500
Sub-bituminoso A subA 10.500 11.500
III. Sub-Bitum. Sub-bituminoso B subB 9.500 10.500
Sub-bituminoso C subC 8.300 9.500 No-Aglomerante
IV. Lignítica Lignito A ligA 6.300 8.300
Lignito B ligB 6.300
Esta clasificación no incluye carbones no bandeados (sapropélicos), que generalmente contienen carbono
fijo < 48% (b.s.l.m.m.) o poder calórico > 15.000 BTU/lb (b.h.l.m.m.)
(1) = (b.s.l.m.m) = base seca libre de materia mineral
(2) = (b.h.l.m.m) = base húmeda libre de materia mineral
(3) = Si presentan propiedades aglomerantes, se clasifican como bituminosos bajos en volátiles.
(4) = Carbones con carbono fijo ≥ 69% (b.s.l.m.m.) se clasifican dé acuerdo con este parámetro,
independientemente de su poder calórico.
(5) = Pueden haber variedades no aglomerantes, particularmente en el rango de los bituminosos altos en
volátil tipo C.

La clasificación anterior presenta algunas limitantes, particularmente en cuanto a la


imposibilidad de clasificar carbones no bandeados (generalmente ricos en exinitas); una
clasificación complementaria, la cual resuelve este problema, y emplea datos de la petrografía de
los carbones (Karr, 1978), se muestra en la tabla 5. A continuación, se presentarán algunas ideas
generales acerca del origen del carbón mineral.

ORIGEN DEL CARBON MINERAL


El predecesor del carbón mineral se llama turba. Este material está constituido
principalmente por acumulaciones de restos de hojas, ramas, raíces y troncos, que han sufrido
descomposición bacteriana en diversos grados. Para que tenga lugar su formación, es necesaria la
presencia de una abundante vegetación, que constituye el agente que proporciona el material de
partida para su generación. En las regiones de clima templado a subtropical, donde predominan
altas temperaturas y abundante humedad, se ve favorecido el crecimiento de las plantas y por
consiguiente la producción de materia orgánica que dará origen a la turba. Sin embargo, a mayor
temperatura aumenta la tasa de descomposición de la materia orgánica por el incremento en la
actividad biológica de los microorganismos que llevan a cabo este proceso, por lo que existe una
situación de compromiso entre ambos factores. A su vez, para que la turba se preserve, es preciso
que la velocidad de acumulación de materia orgánica sea superior a la velocidad con que tiene
lugar su descomposición. Esta premisa se establece en cuencas restringidas, donde la vegetación
sea prolífica, y la velocidad de descomposición del detritus orgánico por acción del oxígeno sea
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baja o nula. Tal condición se logra si los restos orgánicos se depositan en cuerpos de agua
estancada, en los cuales progresivamente se establecen condiciones reductoras, donde la
fugacidad de oxígeno es muy baja (van Krevelen, 1961; Given, 1984, Teichmüller, 1982, 1989).

Tabla 5: Clasificación petrográfica del carbón de acuerdo a su rango y tipo (Resultados en base
libre de materia mineral, determinada al microscopio; tomada de Karr, 1978).

Composición Maceral (%) Reflectancia


CLASE RANGO TIPO Vitrinita Fusinita Promedio de
Liptinita Semifusinita Vitrinita
Micrinita (%Ro)
Meta- C 0-50 100-50
antracita B 50-75 50-25 > 5,0
A 75-100 25-0
Antracita C 0-50 100-50
Antracita

B 50-75 50-25 2,5-5,0


A 75-100 25-0
Semi- C 0-50 100-50
antracita B 50-75 50-25 2,0-2,5
A 75-100 25-0
Bituminoso C 0-50 100-50
bajo volátil B 50-75 50-25 1,5-2,0
A 75-100 25-0
Bituminoso C 0-50 100-50
Bituminoso

medio B 50-75 50-25 1,0-1,5


volátil A 75-100 25-0
Bituminoso C 0-50 100-50
Alto volátil B 50-75 50-25 0,5-1,0
A 75-100 25-0
Sub- C 0-50 100-50
bituminoso B 50-75 50-25 0,4-0,5
A 75-100 25-0
Lignito C 0-50 100-50
Lignito

B 50-75 50-25 0,25-0,4


A 75-100 25-0

Dentro de la gran variedad de ambientes sedimentarios que se presentan en la superficie


terrestre, son los pantanos, humedales, ciénagas, estanques y en general, cuerpos de aguas
relativamente estancadas que se dan en algunos ambientes lagunales y lacustrinos; meandros
abandonados; zonas de inundación en medios fluviales; abanicos aluviales; y en ambientes
transicionales, como marismas costeras, lagunas, estuarios y bahías, los que presentan las
características anteriormente indicadas. En las regiones topográficamente suaves, con pocas
elevaciones montañosas, así como zonas de subsidencias con poco aporte de material clástico, se
ve favorecida la formación de turbas (Teichmüller, 1989).
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El ambiente tectónico influye también en la formación y preservación de la turba. Los
eventos tectónicos tales como la formación de depresiones y estructuras de graben son favorables
para la formación de turbas. El aporte de sedimentos en estas zonas de subsidencia debe ser
abundante y bajo en material clástico ya que de lo contrario se formarían, predominantemente,
lutitas carbonosas. La formación de mantos de carbón, de espesor comercial, está definida por la
velocidad de subsidencia y la tasa de acumulación de turba. En cuencas del tipo "foreland"
(eugeosinclinal o delante del arco, asociadas con márgenes tectónicos activos) existe una
coparticipación de ambos fenómenos; no subsiden tan rápido como para que los pantanos se
inunden y desborden bajo mesas de agua ascendentes, ni tan lento como para que ocurra
desecación y oxidación de la turbera, invasiones de clásticos por avulsión de ríos y transgresiones
marinas, o cambios climáticos importantes; este balance trae como consecuencia la acumulación
de depósitos espesos de turba en los pantanos (McCabe, 1991).

En resumen, son numerosos los factores que influyen de una u otra manera en la
formación y preservación de la turba, material que luego de sufrir alteraciones bio- y
geoquímicas, dará lugar al carbón. Según Levine (1993), la evolución del carbón a partir de la
depositación de los restos vegetales (“coalification”, o carbonificación), puede ser circunscrita a
cinco procesos o pasos principales (tabla 5); turbificación (“peatification”), deshidratación,
bituminización, desbituminización y grafitización. Estas fases pueden ser correlacionadas a su
vez (fig. 6) con las etapas clásicas de transformación de la materia orgánica, definidas en Tissot y
Welte (1984).

Tabla 5: Etapas de evolución (carbonificación) del carbón mineral (Tomada de Levine, 1993).

Estado de Rango ASTM Procesos Predominantes Cambios Fisicoquímicos


Carbonificación Aproximado Predominantes
Turbificación Turba Maceración, humificación, Formación de sustancias húmicas,
gelificación, fermentación, incremento en aromatización.
concentración de sustancias
resistentes.
Deshidratación Lignito hasta Deshidratación, compactación, Disminución en humedad y relación
Sub-bituminoso pérdida de grupos funcionales atómica O/C, aumento en el poder
oxigenados, expulsión de CO2 calórico, crecimiento de diaclasas.
y H2O.
Bituminización Sub-bituminoso Generación y entrampamiento Aumento en Ro, fluorescencia,
A hasta de hidrocarburos, rendimiento de bitumen y resistencia
Bituminoso de depolimerización de la matriz, a la molienda, disminución en la
alto volátil A aumentan las interacciones por gravedad específica y en la
puentes de hidrógeno. accesibilidad de sorbatos.
Desbituminización Bituminoso de Craqueo, expulsión de Disminuye la fluorescencia, el peso
alto volátil A hidrocarburos de bajo peso molecular promedio del bitumen, la
hasta Bituminoso molecular, especialmente relación atómica H/C, la resistencia y
de bajo volátil metano. el crecimiento de diaclasas.
Grafitización Semi-antracita Coalescencia y ordenamiento Descenso en la relación H/C, señales
hasta meta- de macromoléculas aromáticas de DRX mejor definidas, aumenta la
antracita pregrafíticas, pérdida de accesibilidad de sorbatos, la
hidrógeno y nitrógeno. anisotropía, la resistencia del material
y la policondensación de anillos, se
cierran las diaclasas.
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Figura 6: Cuadro de correlación entre las etapas de carbonificación del carbón mineral y el
esquema evolutivo de la materia orgánica, presentado en Tissot y Welte (1984).
Tomado de Levine (1993).

La literatura (Teichmüller y Teichmüller, 1982) establece una distinción entre la


“turbificación”, proceso que representa la transformación de la materia orgánica recién
depositada a turba y la carbonificación, que define la evolución de la turba a carbón. En la
práctica, una demarcación precisa entre carbón y turba es un ejercicio difícil (Suggate, 1990).

Debido a que los procesos formadores de turba ocurren principalmente en el primer metro
de espesor de la superficie del sedimento orgánico, es útil distinguir entre “turba superficial” y
“turba soterrada” (Sugatte, 1990). Los procesos principales que afectan a la turba superficial son
la oxidación y la fermentación, catalizada por microbiota tanto aeróbica como anaeróbica. El
cambio principal que ocurre en la turba soterrada es la deshidratación progresiva, tanto por
compactación física, como por transformaciones químicas (Levine, 1993).

A pesar de que las condiciones de temperatura y presión durante la turbificación son


relativamente benignas respecto al resto de la carbonificación, los cambios composicionales
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sufridos por la materia orgánica, los cuales dependen de condiciones ambientales como el pH, Eh
(potencial redox), suministro de nutrientes, clima y tipo de vegetación, son muy severos. El
término “humificación” describe el proceso químico colectivo a través del cual el material
vegetal fresco es transformado en agregados de sustancias húmicas, de características similares a
la vitrinita. Este maceral ha sido descrito como un material esencialmente derivado de la lignina
(Hatcher, 1990). Otro proceso importante durante esta etapa evolutiva del carbón, la gelificación,
comprende una sucesión de eventos en los cuales una solución coloidal (hidrosol), formada a
partir de los precursores orgánicos originales, se deshidrata progresivamente para formar un
hidrogel, con pérdida parcial o total de las estructuras celulares originales, el cual es el precursor
de varios tipos de colinitas (Teichmüller, 1989).

La transición de turba a lignito, comprende un número significativo de cambios en las


propiedades físicas del carbón. Muchos de estos cambios son un reflejo de la pérdida progresiva
de agua de la estructura molecular del carbón. El oscurecimiento progresivo de sus
constituyentes, visto al microscopio, y el incremento de la reflectancia de la huminita (precursor
de la vitrinita), de 0,3 a 0,5%, indican un proceso progresivo de aromatización de las
macromoléculas constituyentes. La compactación progresiva conduce también a una reducción de
la porosidad y a un incremento en la gravedad específica. Respecto a la turba (Levine, 1990).

El paso de lignito a carbón bituminoso engloba una serie de transformaciones


fundamentales en la composición y estructura del carbón. Uno de los más importantes es la
vitrinización (transformación de las huminitas a vitrinitas), proceso que promueve cambios de
color en el carbón, de marrón a negro, así como un aumento en su dureza y brillo, y el desarrollo
de estructuras microscópicas más homogéneas. La transformación de huminita a vitrinita, está
influenciada por el proceso de bituminización, a través del cual la fase molecular de la roca
orgánica cambia, de un sistema molecular dominado por agua (hidrogel) a uno dominado por
bitumen (bitumogel). Otras manifestaciones de este proceso, son la formación de macerales
fluorescentes (bituminita, fluorinita y exsudatinita) y de la micrinita, así como el incremento
progresivo en la concentración de bitumen en el carbón (Levine, 1993).

A un rango equivalente al límite entre el carbón bituminoso de alto volátil tipo A y el de


medio volátil, un nuevo proceso, consistente en la degradación térmica y repolimerización de los
constituyentes moleculares del carbón, comienza a hacerse dominante. Este proceso, conocido
como desbituminización, va acompañado por un descenso significativo en la relación atómica
H/C, probablemente a través de la expulsión de metano y otros hidrocarburos de bajo peso
molecular (“gas húmedo” de Tissot y Welte, 1984). La fluorescencia del carbón disminuye y, en
estadios avanzados, las estructuras moleculares se “reabren”, incrementando la accesibilidad de
los sorbatos (Levine, 1993).

La mayoría de las propiedades del carbón pasan a través de valores máximos o mínimos
durante la transición del proceso de bituminización al de desbituminización. Por ejemplo, el
rendimiento de la extracción con piridina, y el peso molecular promedio del extracto, alcanzan un
máximo de 30 a 35% en el rango alrededor de un 85% de carbono, y la gravedad específica
alcanza un mínimo en ese mismo intervalo (van Krevelen, 1961).

La carbonificación en los rangos de antracita y meta-antracita, está relacionada


esencialmente con arreglos estructurales en la matriz del carbón, principalmente el desarrollo de
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estructuras aromáticas de carbono, con ordenamiento bidimensional y, en las últimas etapas,
tridimensional. En tal sentido, el cambio principal en la composición elemental del carbón
mineral, está restringido a la pérdida de hidrógeno (Oberlin et al., 1980). Este ordenamiento
tridimensional, manifestado por señales de mayor agudeza y resolución por Difracción de Rayos
X, ha sido denominado grafitización. Viene acompañado de un notable aumento en la reflectancia
de la vitrinita, densidad, anisotropía estructural y dureza. El proceso requiere no solamente de
temperatura sino también de presión por cizallamiento o deformación tectónica (Levine, 1993).

Culminado el capítulo acerca del origen y evolución del carbón, y la relación de este
proceso con las etapas evolutivas de la materia orgánica en rocas madres de petróleo (Tissot y
Welte, 1984), incluyendo la fase principal de generación de crudo, o ventana del petróleo, se
discutirá a continuación algunos aspectos específicos relacionados con el tópico del carbón
mineral como roca madre de petróleo.

CARBON COMO ROCA MADRE DE PETROLEO


La importancia del carbón como una roca madre de gas natural fue reconocida por
primera vez en el trabajo geoquímico de Karweil (1956, 1969). Patijm (1964) estableció el papel
de los carbones del Carbonífero como fuente de los hidrocarburos livianos presentes en los
campos de gas del noroccidente de Europa. Este hecho ha sido ratificado posteriormente, y en
otras localidades, por diversos investigadores (Stahl, 1968; Lutz et al., 1975; Rice y Claypool,
1981; Rice et al., 1989, 1993; Baily et al., 1995). El gas metano en estos depósitos, se presenta
absorbido en microporos o como gas libre dentro de fracturas en el mismo carbón (Jüntgen y
Karweil, 1966; Kaiser et al., 1994). La explotación comercial de tal recurso energético comenzó
en la década de los 70 en los Estados Unidos de América, y se extendió posteriormente a Canadá,
México, Australia, República Popular de China y Alemania, entre otros (Dekker et al., 1991). Su
importancia se ha venido incrementando en el tiempo, a tal punto que las expectativas de
producción en EE.UU. para los años 2.000, 2.010 y 2.030, predicen que esta fuente aportará
valores de 17, 22 y 59%, respectivamente, del total del gas natural requerido en ese país (Brown
et al., 1996).

En contraposición a lo anterior, hay pocos informes de acumulaciones comerciales de


crudos derivados de carbones. La posibilidad de contar con esta roca como una fuente
económicamente rentable de crudo ha sido objeto de discusión durante los últimos 30 años
(Brooks y Smith, 1967; Leythaeuser y Welte, 1969; Thomas, 1982; Boudou et al., 1984;
Shanmugan, 1985; Hvoslef et al., 1988; Hetenyi y Sajgo, 1990; Newman et al., 1997). Algunas
de las rocas madres más prospectivas de Australia (Shanmugan, 1985), Indonesia (Thompson et
al., 1985 en Hvoslef et al., 1988), Madagascar (Ramananpisoa et al., 1990) y China (Jia Rongfen
et al., 1988) son carbones.

Las primeras indicaciones petrográficas de bitumen formado in situ en carbones fueron


descritas por Teichmüller (1974). Estas evidencias incluyen al maceral exsudatinita, el cual se
describe como expulsiones de un líquido aceitoso fluorescente, proveniente de fisuras y poros, así
como la presencia de manchas grasosas sobre superficies pulidas de vitrinitas. La presencia de
este maceral en carbones provenientes de mantos de la Formación Fruitland, (Cuenca de San
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Juan, EEUU), confirma la producción de hidrocarburos líquidos por parte de estos carbones (Rice
et al., 1989).

De un punto de vista molecular, la generación de crudo por parte de un carbón depende de


la abundancia de cadenas alifáticas laterales a los núcleos aromáticos que constituyen las
macromoléculas del carbón (Tissot y Welte, 1984). Sobre la base de su composición química, los
carbones generalmente han sido clasificados como kerógeno tipo III, aptos para generar gas
(Tissot y Welte, 1984). En ciertos ambientes depositacionales, sin embargo, un proceso de
enriquecimiento de exinitas en carbones puede aumentar el contenido de hidrógeno y por lo tanto
incrementar el potencial generador de hidrocarburos líquidos (Shibaoka et al., 1978; Thomas,
1982; Saxby et al., 1986; Horsfield et al., 1988; Shan-Tan Lu y Kaplan, 1990). Se ha identificado
vitrinitas ricas en hidrógeno, las cuales podrían contribuir también a la formación de crudo
(Teichmüller, 1982). Carbones conteniendo valores apreciables de vitrinitas ricas en hidrógeno,
como la desmocolinita, y concentraciones de liptinitas superiores a 15%, pueden producir y
expulsar volúmenes importantes de crudos parafinosos y de gas (Mukhopadhyay et al., 1991);
mejor aun, carbones con tenores promedio de exinitas en el orden de 8% en peso, han sido
capaces de generar cantidades comerciales de crudo en la Cuenca Gippsland, Australia
(Shanmugan, 1985; Shan-Tan Lu y Kaplan, 1990). Brooks y Smith (1967, 1969) en Australia y
Leythaeuser y Welte (1969) en Alemania, reportaron la generación de crudo a partir de carbones
con niveles de madurez térmica similares a rocas madres efectivas. Estos crudos generalmente
son del tipo parafinoso, rico en ceras, tal y como los crudos "Frankenholz" (Saar, Alemania), "La
Machine" (Francia Central) y los del campo petrolero Midland, en Gran Bretaña, descritos en un
estudio clásico dedicado a las características y posible origen de este tipo especial de petróleo
(Hedberg, 1968).

Uno de los trabajos más concluyentes en favor de la consideración del carbón mineral
como una roca madre de petróleo, fue presentado por Forbes et al. (1991). Utilizando modelaje
cinético y cálculos de balance de masas, junto con un estudio detallado de la historia
depositacional de la zona de estudio, se ha podido estimar que el volumen de petróleo generado y
expulsado de mantos de carbón en el Jurásico del Mar del Norte, es suficiente como para
justificar las reservas de crudo calculadas en los campos petroleros de Smørbukk Sør, Noruega,
incluyendo las pérdidas de crudo por adsorción en los poros durante el proceso de migración
secundaria. Uno de los puntos fundamentales de esta publicación, fue la demostración a través de
modelaje cinético y estudio geoquímico de las características composicionales de los bitúmenes
en las rocas y los crudos en los yacimientos, de que una roca madre marina, rica en kerógeno tipo
II, presente en el área, no ha generado aun suficiente cantidad de hidrocarburos como para poder
expulsar y aportar petróleo a los depósitos bajo revisión.

Otro estudio reciente de generación y expulsión de crudo y gas de carbones pertenecientes


a la Formación Almond (Wyoming, EEUU), arroja luces sobre tales procesos (Garcia-González
et al., 1997). El reconocimiento de tendencias de maduración térmica en carbones procedentes de
diferentes profundidades dentro de la unidad, las cuales fueron corroboradas por estudios de
hidropirólisis sobre carbones inmaduros, llevaron a la postulación de varias ideas importantes; el
crudo fue generado como consecuencia de la transformación de los macerales desmocolinita y
liptinita a exsudatinita (crudo parafinoso) y un residuo sólido de inertinita (micrinita); este crudo
parafínico es almacenado inicialmente en estructuras porosas y posteriormente en vesículas, a
medida que procede la maduración del carbón por el incremento en la temperatura; la migración
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primaria acontece a un punto en el cual la producción de un volumen suficiente de exsudatinita,
conlleva a un microfracturamiento de las vesículas de vitrinita-semifusinita, lo cual permite la
interconexión de cavidades y poros; y que el craqueo térmico de la exsudatinita produce un
volumen de gas suficiente como para fracturar al carbón y provocar la expulsión de los
hidrocarburos fuera del mismo, proceso favorecido en ciertas áreas de la cuenca por
fracturamiento tectónico (Garcia-González et al., 1997).

A objeto de completar el tema referente a la geoquímica del carbón, se presentaran a


continuación los principales métodos de estudio de esta roca, del punto de vista de la Geoquímica
Orgánica. De modo similar a las caracterizaciones de rocas madres de petróleo convencionales,
los análisis geoquímicos pueden realizarse sobre la roca total, o sobre el bitumen extraído de esta.

ESTUDIO GEOQUIMICO DEL CARBON MINERAL

La materia orgánica que conforma el carbón mineral, puede ser visualizada como un tipo
especial de kerógeno. Este último término ha sido definido como la materia orgánica insoluble en
solventes orgánicos y ácidos no oxi-ácidos, que está presente en rocas sedimentarias. En esta
sección se hará un recuento de los principales sistemas de reconocimiento del nivel evolutivo del
carbón mineral, en términos de la etapa principal de generación de hidrocarburos líquidos. Cada
uno de ellos, se fundamenta en alguna propiedad física o química de este material. Los sistemas a
considerar son, el diagrama de van Krevelen, el índice de alteración térmica y la reflectancia de la
vitrinita.

Diagrama de van Krevelen


Uno de los principales sistemas de clasificación del carbón mineral, en términos de la
geoquímica orgánica, se fundamenta sobre la base de los resultados de su análisis elemental. Las
concentraciones de los principales elementos constituyentes (carbono, hidrógeno y oxígeno),
pueden ser graficadas en un diagrama que representa la relación atómica H/C versus la relación
atómica O/C. Este tipo de gráfico fue presentado la primera vez por van Krevelen (1961) para
caracterizar carbones y su rango evolutivo (carbonificación, o maduración térmica), y por eso la
literatura lo conoce como el Diagrama de van Krevelen. Se ha demostrado que, al graficar en este
diagrama los resultados del análisis elemental de muestras de kerógeno recolectado a varias
profundidades en la misma unidad litológica, se obtiene una curva, generalmente llamada la Ruta
Evolutiva de ese kerógeno en particular. De modo que este gráfico no solo permite una
clasificación de la muestra, sino además el reconocimiento de su nivel evolutivo (diagénesis,
catagénesis o metagénesis). Por otra parte, también se estableció que los datos extraídos de
muestras en ambientes depositacionales estrechamente relacionados, resultan tener
aproximadamente la misma trayectoria. El cumplimiento de este ejercicio con muchas muestras
de distintos tipos de rocas formadas de diversos ambientes sedimentarios, originó tres tipos de
curvas (en realidad bandas, ver figura 7), que corresponden a tres tipos básicos de kerógeno,
aunque recientemente se ha reconocido una cuarta clase no generadora de petróleo (kerógeno
inertinítico). Los tipos extremos de materia orgánica diseminada en rocas sedimentarias
corresponden, por un lado, al kerógeno tipo I, el cual es rico en estructuras alifáticas y
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consecuentemente en hidrógeno, como ocurre en la materia orgánica de algunos tipos de algas, y
por otro lado, al kerógeno tipo III, el cual es rico en núcleos poliaromáticos y grupos funcionales
con oxígeno, tal y como corresponde a la materia orgánica formada de plantas superiores de
origen terrestre, como el carbón. Cada una de estas curvas comienza con diferentes relaciones
atómicas H/C y O/C, de acuerdo con el material orgánico original y las condiciones de
depositación. Las curvas se acercan para muestras muy profundas (etapa de metagénesis), donde
la composición elemental del kerógeno se acerca a un 100% de carbono (Tissot y Welte, 1984;
Killops y Killops, 1993).

Figura 7: Diagrama de van Krevelen, mostrando la evolución térmica de los tres tipos principales
de kerógeno. Modificado de Tissot y Welte, 1984.

Se ha establecido que el carbón mineral corresponde al kerógeno tipo III de van Krevelen
(1961). De modo general, esta denominación se refiere al kerógeno del tipo vitrinita, con valores
de la relación atómica H/C inicialmente bajos (usualmente menores de 1,0) y un valor O/C inicial
alto (entre 0,2 y 0,3). Este tipo de kerógeno comprende en su estructura una proporción
importante de núcleos poliaromáticos y enlaces heteroatómicos cetónicos y ácidos carboxílicos,
pero no aparecen grupos ésteres. Los grupos funcionales alifáticos son constituyentes
subordinados en este tipo de materia orgánica. Consisten de varias cadenas largas (más de 25
átomos de carbono), originadas de ceras de plantas superiores (liptinitas) o cutinas (exinitas), así
como algunas cadenas de longitud media (15 a 20 átomos de carbono), producto de grasas
vegetales, y el resto son grupos metilo y otras cadenas cortas. El kerógeno tipo III es
comparativamente menos favorable para la generación de crudo que los tipos I y II, aunque puede
producir cantidades importantes de gas, particularmente metano, si es soterrado a una
profundidad suficiente. Es derivado esencialmente de materia orgánica proveniente de plantas
superiores continentales y contiene muchas partículas vegetales identificables al microscopio. En
la siguiente representación (fig. 8) se presenta, a título de comparación, una estructura hipotética
de una macromolécula (resina o asfalteno) derivada de un crudo generado por un kerógeno tipo
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II, respecto a otra separada de un carbón mineral, en la cual se pueden visualizar algunas de las
diferencias estructurales entre ambos tipos de kerógeno:

Figura 8: Comparación entre estructuras propuestas por información espectroscópica, para un


residuo de destilación de un crudo y una fracción pesada de un carbón.

El diagrama de van Krevelen ha sido empleado para el reconocimiento de las distintas


etapas evolutivas de carbones húmicos (kerógeno tipo III) y sapropélicos (kerógeno tipo I). La
figura 9 permite visualizar lo arriba expuesto:

Figura 9: Relación atómica H/C vs. O/C, para carbones húmicos y sapropélicos, incluyendo
valores límites de Ro (reflectancia de vitrinita) para cada rango de carbón húmico.
Modificada de van Krevelen, 1961.
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Indice de Alteración Térmica
Este método de caracterización y reconocimiento del grado de madurez térmica del
kerógeno, se fundamenta en una de sus propiedades físicas más simples; el cambio de color
observado, en un microscopio de luz transmitida, por macerales del grupo de las esporinitas
(derivados de esporas y polen) al incrementar la temperatura. La carbonización de éstos
palinomorfos da como resultado un cambio de su color de amarillo en muestras inmaduras,
pasando por sombras de color naranja/amarillo-marrón durante la diagénesis y marrón durante la
catagénesis hasta negro en la metagénesis (Gutjahr, 1966). Se requiere de una estandarización del
método, para eliminar la subjetividad en aseverar los cambios de color. A este fin, se pueden usar
tablas de color (charts) y colores con números asignados. La tabla 6 incluye los valores de TAI
(Thermal Alteration Index) reportados para el comienzo, máximo y final de la ventana del
petróleo

Tabla 6: Valores reportados para el Indice de Alteración Térmica (TAI) y la reflectancia de la


vitrinita (Rm), para el comienzo, máximo y final de la etapa principal de generación de
hidrocarburos líquidos (Tissot y Welte, 1984).

Nivel de Madurez TAI Rm (%)


Térmica del Kerógeno
Inmaduro 1,5 – 2,6 0,2 – 0,6
Madurez
Temprana 2,6 – 2,7 0,6 – 0,65
Máxima 2,7 – 2,9 0,65 – 0,9
Tardía 2,9 – 3,3 0,9 – 1,35

Postmaduro > 3,3 > 1,35

Reflectancia de la Vitrinita
Otra propiedad que cambia con la maduración de una manera progresiva y definitiva es el
grado de reflectancia de los macerales del grupo de la vitrinita, la cual se incrementa de modo
lineal con el aumento en la madurez térmica del kerógeno. Los macerales aislados, previamente
inmovilizados con una resina en una pastilla, la cual es pulida, son sumergidos en un aceite
mineral para prevenir destellos y luego iluminados con luz monocromática (546 nm., en la región
verde del espectro visible). Los valores de reflectancia, generalmente sobre la telocolinita o
colinita alfa (figura 10), medidos contra un estándar, son luego expresados como porcentajes, a
través del término Rm (Reflectancia media, o promedio, Durand, 1980).

La identificación adecuada de la vitrinita (telocolinita) debe tomar en consideración que


este maceral puede tener varias fuentes (vitrinita primaria; vitrinita reciclada; aditivos del lodo de
perforación; subtipos con Rm variable), pero solo la población primaria debe ser utilizada para
análisis de madurez. Por otra parte, un gran número de factores puede afectar la precisión de las
lecturas de Rm en cada población de vitrinitas; entre ellos, cabe mencionar la textura de la
vitrinita (meteorizada, parcialmente disuelta, fracturada); la posible presencia de vitrinita oxidada
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en la muestra; la aparición de inclusiones sobre los granos (pirita, bitumen, otros macerales); la
existencia de vitrinita rica en hidrógeno, la cual puede haber generado petróleo y, en
consecuencia, tener un aspecto “aceitoso” al microscopio; la posibilidad de coquización natural; y
el hecho de tomar muy pocas lecturas, problema clásico en es estudio de kerógenos tipo I y II, en
los cuales aparecen pocos granos del maceral. Finalmente, algunos materiales se ven al
microscopio como si fueran vitrinita (bitumen sólido; pseudovitrinita; semifusinita), pero tienen
diferentes reflectancias para un mismo nivel de madurez (Dow y O´Connors, 1982 en Hunt,
1996).

Figura 10: Histogramas de medidas de reflectancia para distintos macerales en una muestra de
carbón, indicando el valor correcto de la reflectancia de vitrinita (% Rm). Tomada de
Dow y O´Connors, 1982 (en Hunt, 1996).

Este método fue inicialmente desarrollado para medir el rango de los carbones, en el cual
las partículas de huminita y vitrinita son los macerales principales. La calibración del método
contra otros parámetros de madurez que permiten establecer el rango de los carbones, como el
contenido de volátiles, el cual disminuye con el rango, ha demostrado que la reflectancia de la
vitrinita puede proporcionar un medio de precisar las etapas de evolución (carbonificación) de los
carbones minerales. También ha encontrado similar aplicación para aseverar la madurez térmica
en kerógeno tipos II y III, pero no puede ser usada para el Kerógeno tipo I debido a la ausencia de
vitrinita. La madurez de una roca madre se expresa usualmente en términos de la etapa de la
secuencia generadora de petróleo alcanzada. En tal sentido, la etapa principal en la generación de
crudo ocurre en el intervalo entre 0,65 y 1,30% Rm, con el máximo de la generación alrededor de
1%. No obstante, como la temperatura de formación del petróleo puede variar de acuerdo al tipo
de materia orgánica presente, también pueden variar los valores asociados de la reflectancia de la
vitrinita. Esto es debido a que la medida de madurez de la reflectancia de la vitrinita se relaciona
únicamente con la maduración térmica de los macerales del grupo de la vitrinita, y no con los
macerales que más directamente intervienen en la generación de petróleo, en los cuales puede
variar la cantidad de tensión térmica que requieren para generar petróleo líquido (Durand, 1980).

ESTUDIO GEOQUIMICO DEL BITUMEN EN EL CARBON MINERAL


La principal dificultad en el estudio geoquímico del carbón comienza con la compleja
estructura de tal roca. En ese sentido, es útil la realización previa de extracciones. El tópico
correspondiente al estudio geoquímico de los extractos solubles en solventes orgánicos del
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carbón mineral, comprende varios aspectos; a saber, extracción con solventes; fraccionamiento
del bitumen; y parámetros más comúnmente empleados para obtener información geoquímica del
nivel de madurez térmica del carbón como roca madre de hidrocarburos líquidos, entre los cuales
se puede incluir la distribución de n-parafinas y el índice de metilfenantreno.

Extracción con Solventes


El material soluble o bitumen constituye una fracción del carbón original que, debido a su
menor complejidad estructural y a su solubilidad, puede ser adecuadamente estudiada con mayor
facilidad que el carbón como un todo.

El primer investigador sistemático en el campo de la extracción del carbón fue De


Marsilly (1862, en van Krevelen, 1961), quien en 1860 realizó extracciones utilizando benceno,
alcohol, éter, cloroformo y disulfuro de carbono. Vignon (1914) trató carbón mineral con
quinolina, obteniendo rendimientos del 49%. El período clásico de extracción del carbón fue
desde 1913 hasta 1933, época en la cual se reportó que la interacción piridina-carbón no es una
simple solubilización, como ocurre con los solventes comunes (benceno, eter, etc.) y que el
balance de masas en este tipo de extracciones es superior al 100% (Peter, 1927; Raaschow,
1929). Otros solventes ensayados durante ese periodo por diversos investigadores, son el fenol,
tetralina, tolueno en condiciones supercríticas, dimetilformamida, dioxano, etc. (Kreulen, 1948).
Como puede apreciarse se han utilizado una amplia cantidad de solventes para la extracción del
carbón. Dryden (1952) propuso una clasificación de solventes para carbón sobre la base de su
capacidad de extracción, dividiéndolos en cinco grupos. En el grupo I se hallan solventes que
extraen muy poca cantidad de material, como por ejemplo, hexano, éter, cloroformos, metanol,
acetona y benceno. En los grupos II y III se ubican solventes con capacidad extractiva intermedia
como dioxano, nitrobenceno, anilina y formamida. Los grupos IV y V corresponden a solventes
de gran capacidad extractiva como la quinolina, glicol, y piridina (van Krevelen, 1961).

La composición del bitumen obtenido a partir de un carbón variará conforme varíen las
propiedades físicas y químicas del disolvente (punto de ebullición, tensión superficial, polaridad,
presencia de centros ácidos o básicos). Solventes como el hexano, con baja polaridad e inertes
químicamente extraen poco material de un carbón (0,3%), pero el material extraído está
constituido en más de un 80% por parafinas. A medida que el solvente presenta mayor polaridad
o reactividad química, el rendimiento de la extracción aumenta considerablemente (hasta 40%
con quinoleína), pero la selectividad de la extracción es muy pobre. Se presenta así una situación
de compromiso entre cantidad y calidad del material extraído. La selección del solvente a utilizar
se hará basándose en el propósito del análisis planteado. En geoquímica orgánica, suele utilizarse
cloroformo, diclorometano o mezclas de cloroformo-metanol y en años recientes, el azeótropo
cloroformo-acetona-metanol 47:30:23 en peso (Given, 1984). Estos solventes, aunque extraen
poca cantidad de material, son químicamente inertes con el carbón, lo que garantiza que la
composición del extracto sea representativa de la composición original del mismo.

Una vez obtenido el extracto, es necesario un tratamiento adecuado para fraccionarlo en


sus constituyentes. A continuación, se presenta una breve discusión sobre éstos métodos de
separación.
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Fraccionamiento del Bitumen
El bitumen obtenido a través de la extracción del carbón con solventes orgánicos es
fraccionado, generalmente, en forma similar a la utilizada en la geoquímica del petróleo, a fin de
obtener familias de compuestos. Por precipitación en benceno y n-heptano se obtienen los
preasfaltenos y asfaltenos, respectivamente, y los maltenos o mezclas de compuestos solubles, los
cuales a su vez pueden ser divididos en hidrocarburos saturados, aromáticos y resinas. Uno de los
métodos SARA más empleados (normas ASTM D 88 y D 1298) consiste en la separación inicial
de los asfaltenos, por adición al crudo (libre de agua y sedimentos) de 40 volúmenes de n-
heptano. La separación de los maltenos en sus familias constituyentes, se realiza mediante el uso
de cromatografía sólido-líquida de adsorción en columna, utilizando alúmina o silica gel como
soporte. Eluciones sucesivas de n-hexano, tolueno y mezcla (70:30) de tolueno-metanol permiten
obtener, de modo sucesivo, las fracciones de hidrocarburos saturados, compuestos aromáticos y
resinas.

Si el fraccionamiento del carbón se lleva a cabo con soluciones acuosas ácidas o alcalinas,
se obtendrán extractos con características básicas o ácidas, respectivamente. El análisis de estos
materiales suelen realizarse en turbas o lignitos, los cuales por su bajo grado evolutivo, pueden
presentar todavía tales componentes. Las sustancias extraídas con soluciones alcalinas se
denominan ácidos húmicos y son de gran interés geoquímico para establecer las transformaciones
ocurridas en el carbón desde su formación como turba y también, en cierto grado, para establecer
su grado evolutivo.

Distribución de n-Parafinas
El estudio de la distribución de las n-parafinas presentes en la fracción de hidrocarburos
saturados del bitumen (o crudo), requiere del análisis de dicha fracción por cromatografía de
gases. En el correspondiente cromatograma, se observan una serie de señales prominentes a
espaciados regulares entre ellas, correspondiendo cada señal a una n-parafina específica.

La distribución de n-parafinas ha sido generalmente utilizada como un indicador del


ambiente depositacional de la materia orgánica, incluyendo carbones (Leythaeuser y Welte, 1969;
Tissot y Welte, 1984). La material orgánica depositada en un ambiente marino consiste
principalmente en fitoplancton con cantidades menores de zooplancton y algas bénticas (Tissot y
Welte, 1984). El patrón de distribución de n-parafinas característico de la evolución térmica de
este material orgánico, consiste predominantemente de n-parafinas de peso molecular
comprendido entre C12 y C20 con un máximo frecuente en C15 y C17, visto en el cromatograma de
gases. Por otro lado, la materia orgánica acumulada en un ambiente continental consta
principalmente de restos de plantas superiores como raíces, tallos y hojas. Los constituyentes de
este material biogénico son más evolucionados y complejos que los de origen marino, generando
moléculas de mayor peso molecular; así, el patrón de distribución de las n-parafinas característico
de las evolución térmica de tales materiales, consiste predominantemente de n-parafinas de peso
molecular comprendido entre C25 y C33 con un máximo frecuente entre C27 y C29 (Tissot y Welte,
1984). En los carbones se observa este último patrón de distribución, debido a su origen
eminentemente continental (figura 11).
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Figura 11: Cromatograma de gases de la fracción de hidrocarburos saturados de un bitumen


proveniente de una roca madre madura, depositada en un ambiente: A = marino; B =
continental, mostrando la distribución de n-parafinas (n-C15, n-C27) y la ubicación
de los hidrocarburos isoprenoides pristano y fitano.
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Otro aspecto importante desde el punto de vista geoquímico es el parámetro que mide la
predominancia de n-parafinas con un número impar de átomos de carbono sobre las de números
par, conocido en la literatura como Indice Preferencial de Carbonos (CPI = Carbon Preference
Index), propuesto originalmente por Bray y Evans (1961). Se fundamenta en el cambio
progresivo en la distribución de los n-alcanos de cadena larga durante la maduración de la
materia orgánica. Los organismos de los seres vivos, en general, contienen pequeñas cantidades
de hidrocarburos, los cuales están presentes, principalmente en las ceras cuticulares. Estos
hidrocarburos tienen una marcada preferencia por un número impar de átomos de carbono
(Chibnall, 1934). Por otra parte, en cantidades mayores se encuentran los ácidos grasos con
tendencia a un número par de átomos de carbono. Esto debido a que ellos son sintetizados
bioquímicamente a partir de unidades de C2 (Bray y Evans, 1961). Durante el proceso de
maduración térmica, principalmente en la etapa de diagénesis temprana, estos ácidos grasos
tienden a sufrir reacciones de descarboxilación e hidrogenación, originando n-parafinas con un
número impar de átomos de carbono. Esto trae como consecuencia un valor de IPC mayor a la
unidad. Con el aumento progresivo de la temperatura y presión durante la catagénesis, ocurren
preferencialmente craqueos al azar de las moléculas, trayendo como consecuencia la desaparición
progresiva de la preferencia hacia las moléculas con números impares de átomos de carbono, a tal
punto que esta dominancia impar desaparece en el máximo del pico de generación de petróleo
líquido (Tissot y Welte, 1984). Las ecuaciones que más comúnmente han sido empleadas para
describir este fenómeno son las siguientes:

1.- La definición original de Bray y Evans (1961), la cual utiliza el intervalo n-C24 – n-C34:

CPI = ½ (%C25 + %C27 +....+%C33 impares) + (%C25 +%C27 +....+%C33 impares)


(%C24 +%C26 +...+%C32 pares) (%C26 +%C28 +...+%C34 pares)

2.- Philippi (1965) utilizó la dominancia del alcano n-C24 en el intervalo C28 – C30:

R29 = _2 C29__
C28 +C30

3.- Scalan y Smith (1970) utilizaron una expresión adaptable a cualquier intervalo de cinco
átomos de carbono:
(-1) i-1
OEP = [(Ci + 6 Ci+2 + Ci+4) / (4 Ci+2 + 4 Ci+2)] (OEP=Odd-Even Predominance)

Al igual que para otros indicadores de madurez, el parámetro CPI tiene ciertas
limitaciones. Estos valores pueden estar influenciados por el tipo de materia orgánica; de hecho,
se ha mencionado que la distribución de n-parafinas en sedimentos recientes depende del aporte
de restos de vegetales superiores (ceras, cutículas, resinas, etc.); sin embargo, estos n-alcanos de
alto peso molecular podrían localmente ser aportados por otras fuentes, como algas planctónicas
y bacterias, que no generan la predominancia impar de los n-alcanos de cadenas largas. Así, los
valores de CPI, aun para tales sedimentos recientes, estarán alrededor de 1,0. Este hecho podría
explicar alternancias verticales o laterales de valores altos y bajos de CPI, aun a cortas distancias
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(Tissot et al., 1977 en Tissot y Welte, 1984). Finalmente, debe mencionarse que en secuencias
jóvenes de carbonatos o evaporitas, se ha reportado predominancias pares (valores de CPI de 0,8
o menores). Esto debe ser también interpretado como un criterio de inmadurez térmica.

Distribución de Esteranos y Terpanos


Dentro de las moléculas constituyentes de la materia orgánica existe una pequeña fracción
cuyo esqueleto carbonado resiste a los procesos de diagénesis y catagénesis que sufren los
sedimentos, modificando muy poco su estructura, de manera que sirven como trazadores para
realizar correlaciones estratigráficas, determinar ambientes depositacionales o el grado de
madurez térmica (Tissot y Welte, 1984). El primer paso que dio la geoquímica orgánica en el
estudio de éstos compuestos fue el descubrimiento de porfirinas en materiales geológicos, hecho
por Treibs, en 1934. Eglinton y Calvin (1965) los denominaron “Fósiles Geoquímicos” y Calvin
(1969) los llamó “Fósiles Moleculares”. La denominación de marcadores biológicos la
introdujeron Speers y Whitehead en 1969 siendo más tarde acortada a “Biomarcadores” por
Seifert y Moldowan en 1981. Las n-parafinas, alcanos isoprenoides, esteranos, terpanos y
porfirinas, están consideradas dentro de estos compuestos.

El estudio de los esteranos y terpanos (figura 12), se logra a partir del análisis molecular
detallado de la fracción de hidrocarburos saturados, utilizando la técnica de cromatografía de
gases con un detector de espectrometría de masas (CG-EM) computarizado. La utilización de
parámetros geoquímicos derivados de su caracterización y análisis, contribuye al establecimiento
del origen y ambiente depositacional, así como del grado de madurez térmica de la materia
orgánica. Algunos ejemplos son presentados a continuación:

- Concentraciones elevadas de diterpanos C19 y C20, derivados principalmente de resinas de


plantas superiores, junto con la presencia del triterpano pentacíclico 18α (H) oleanano,
indican que los materiales orgánicos son de origen continental (Ensminger et al., 1974;
Simoneit, 1977); en contraposición, la predominancia del diterpano C23 en el fragmentograma
de diterpanos tricíclicos, es indicativa de la presencia de rocas madres carbonáticas,
depositadas bajo condiciones fuertemente reductoras (Palacas, 1983). La abundancia de
esteranos C27 respecto a C28 y C29, ha sido interpretada como indicativa de origen marino
para la roca madre; el predominio de C29 sobre los otros dos grupos de esteranos, indicaría
más bien un origen continental (Seifert y Moldowan, 1978).
- La relación hopano C30αβ/esteranos C29 también refleja el origen de la materia orgánica;
valores menores de 5 indican la presencia de materia orgánica marina, tipo algal; mayores de
5 corresponden a materia orgánica continental (Seifert y Moldowan, 1981).
- Los parámetros de madurez térmica más comúnmente empleados, son los siguientes (Seifert y
Moldowan, 1978; 1981):
- % 20S (esterano C29 α,α,α) = 20S/(20S+20R); la isomerización del carbono C20 sobre el
esterano α C29, aumenta desde 0 a 50% a medida que aumenta el grado de madurez.
- % ββ (esteranos β,β C29) = α,β,β (R+S)/(esteranos totales); isomerización hacia los
carbonos C14 y C17 en el esterano C29, aumentando desde 0-50% hasta 70-75% con el
aumento en la madurez.
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- % 22S (α,βC33 trishomohopanos) = 22S/(22S+22R); isomerización del carbono C22 sobre
el hopano C33, aumenta de 0 a 60% con el incremento de la madurez.
22 24
21 27
18 20 25
23
12
11 17
26
19 13
1 C D 16

2 8
9 14 15
10 DIASTERANOS

3
A B ESTERANOS
7
5
4 6
30 29

20
19 21
28
12 18
13 22 GAMMACERANO
25 11 26 17
1 14
16
2 9
10 8 15
27
3 4 7
5 TRITERPANOS
6
PENTACICLICOS LUPANO
24 23
18 H(H) oleanano

19 20

11
12
13
18 E 21
29 R
17 I(H), 21 H(H) triterpano
25 22
26 17
1 C 14 28D 30 = Moretano
2 9 16
10 8 15
3
A B 27 I
HOPANOS 17 H(H), 21 (H) triterpano
4 7 = Hopano
5
6 R = metilo, C31
23 24 R = etilo, C 32
R = n-propilo, C33
etc.

Figura 12: Estructura y nomenclatura de esteranos y terpanos.

Indice de Metilfenantreno
Este parámetro se fundamenta en la distribución del metilfenantreno y de sus homólogos
metilados, vista a través del uso de cromatografía de gases o cromatografía de gases acoplada con
espectrometría de masas sobre la fracción de hidrocarburos aromáticos del bitumen o crudo, la
cual muestra un cambio progresivo durante la maduración térmica de la roca madre (Radke et al.,
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1982). Los fenantrenos metilados pueden derivarse de esteroides y triterpenoides originalmente
presentes en el material biológico de partida, o pueden originarse a partir de reacciones de
metilación del fenantreno. En cualquier caso, los isómeros termodinámicamente más estables,
son los 2- y 3-metilfenantrenos, frente a los isómeros 1- y 9-metilados. La expresión para el MPI
1 (Methylphenanthrene Index 1) quedará:

MPI 1 = 1,5 (2-metilfenant. + 3-metilfenant.) / (fenantreno + 1-metilfenant. + 9-metilfenant.)

Una expresión similar, utilizada como control (aunque su valor es ligeramente superior,
debido a una ligera predominancia de 2- sobre 3-metil en el petróleo) es:

MPI 2 = 3,0 (2-metilfenant.) / (fenantreno + 1-metilfenant. + 9-metilfenant.)

Se ha encontrado una correlación lineal bastante alta entre los valores de MPI 1 y la
reflectancia de vitrinita, en estudios realizados en Canadá y Alemania, lo cual ha permitido a
Radke y Welte (1982) la postulación de ecuaciones para calcular valores de Ro a partir de datos
de MPI 1:

Ro = 0,60 MPI 1 + 0,40 (0,65 ≤ Ro ≤ 1,35)


Ro = - 0,60 MPI 1 + 2,30 (1,35 ≤ Ro ≤ 2,00)

La idea es que el valor de MPI 1 determinado sobre una muestra de bitumen permita
conocer la reflectancia de vitrinita para la correspondiente roca madre, a menos que este extracto
de roca haya recibido un aporte de hidrocarburos aromáticos no indígenos, por migración. En
adición, el MPI es particularmente útil para conocer la madurez de la materia orgánica en margas
y calizas donde las partículas de vitrinita son escasas, tal es el caso de kerógenos tipo I y algunos
del tipo II (Tissot y Welte, 1984).

EL CARBON EN VENEZUELA

Venezuela dispone de manifestaciones de carbón en numerosos puntos de su geografía;


los depósitos más importantes se ubican en los Estados Zulia, Táchira, Anzoátegui y Falcón
(Figura 13). Con muy contadas excepciones, todos los carbones nacionales son jóvenes, del
Cenozoico, y están asociados a las principales cuencas petrolíferas.

La primera producción registrada de carbón en Venezuela data de 1850, en las minas de


Naricual (Estado Anzoátegui). Para 1876, la comisión dirigida por el General, Geólogo e
Ingeniero Wenceslao Briceño Méndez verificó la existencia de los depósitos de carbón del
Guasare (Estado Zulia). Las primeras concesiones para la extracción del mineral en el Estado
Zulia fueron otorgadas en 1915. Durante 1952 comenzó la explotación mecanizada a cielo abierto
en la concesión Cazadero 1 de las minas de Lobatera (Estado Táchira). La explotación de carbón
en las minas del Guasare comenzó en el mes de agosto de 1987, con una producción ese mes de
de 7.131 TM que para fines del año había totalizado 144.065 TM (59,0% de la producción anual
nacional). El aporte de este yacimiento, junto con la cuota proveniente de las operaciones mineras
en la concesión Cazadero 10 (Lobatera), incrementaron notablemente la producción carbonífera
venezolana a partir de 1987.
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Figura 13: Principales depósitos carboníferos en Venezuela. Fuente: Martínez y Escobar (1997).

Las reservas medidas de carbón en Venezuela se contabilizan en 1.496 millones de


toneladas métricas (MMTM), lo cual representa un 0,16% de las reservas medidas a nivel
mundial para el año 2005 (909.064 MMTM). Se estima que los recursos carboníferos totales en
el país pueden alcanzar la cifra de 9.420 MMTM (Ministerio del Poder Popular para las
Industrias Básicas y Minería. Dirección de Planificación y Economía Minera, 2006).

La Tabla 7 muestra la distribución de reservas y recursos para los distintos estados


productores de Carbón en Venezuela (cifras, año 2006). El Estado Zulia presenta los mayores
recursos totales al ubicarse en 7.412 MMTM, seguido del Estado Táchira con 1.526 MMTM.

La producción nacional de carbón durante el periodo 1995-2005, es indicada en la figura


14. Esta corresponde en su mayor parte al Estado Zulia, representadas por la mina Paso Diablo y
Mina Norte (figura 13). La contribución del Estado Zulia se sitúa alrededor del 96%.

Durante los primeros años del período mostrado, el carbón procedía de unas 13 minas
diferentes, estando la mayor parte de ellas ubicadas en el Estado Táchira. Para el año 2005,
existían 7 minas en operación.

La mayor parte del carbón explotado va al mercado internacional. El 1,3% de la


producción del Zulia se destina al mercado nacional, específicamente a una empresa de
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ferroaleaciones (FERROVEN) ubicada en el Estado Bolívar, parte de cuya producción está
destinada a SIDOR. En el Estado Táchira, de una producción promedio de 250 mil toneladas
anuales, el 60% es de uso interno, y el restante 40% va a la exportación. El volumen destinado al
mercado interno en el Estado Táchira se distribuye, un 40% a la fabricación de coque y el resto,
para su uso en la industria de alfarería, minerales metálicos y otros usos generales.

Tabla 7: Venezuela. Reservas y Recursos de Carbón (en MMTM).

Reservas Reservas Recursos Recursos


Estados y Regiones
Medidas Indicadas Inferidos Totales

Guasare 1.056 2.568 3.390 7.014


Carmelita/Casigua/Otros 113 107 178 398
ZULIA 1.169 2.675 3.568 7.412
Santo Domingo 135 145 22 302
Lobatera 14 7 13 35
Las Adjuntas 29 61 224 314
Otros 11 54 811 876
TACHIRA 189 267 1.070 1.526
Naricual 117 23 19 159
Fila Maestra 5 66 9 80
ANZOATEGUI 122 89 28 239
El Pedregal 15 27 108 150
Otros 1 sd 3 4
FALCÓN 16 27 111 154
MÉRIDA sd sd 9 9
GUÁRICO sd sd 50 50
ARAGUA sd sd 30 30
TOTAL 1.496 3.058 4.866 9.420
Fuente: Ministerio de Industrias Básicas y Minería. Dirección de Planificación y Economía Minera, 2006.
PRODUCCIÓN NACIONAL DE CARBÓN
(MMTONS)

9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006

Figura 14: Producción venezolana de carbón mineral, periodo 1995-2006. Fuente: MPPIBAM.
Dirección General de Economía y Planificación Minera.
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Geoquímica del Carbón Mineral
Dr. Marcos E. Escobar Navarro

La producción nacional ha mantenido el nivel de 8 millones de toneladas a partir del año


2000. Limitaciones en la infraestructura interna y ausencia de una política que permita
incrementar la producción, han limitado el potencial de crecimiento a pesar de las grandes
reservas existentes, las grandes oportunidades de exportación para aprovechar los elevados
precios internacionales y la falta de proyectos internos que permitan agregar mayor valor al
carbón.

Regiones Carboníferas

Cuenca del Guasare

La Cuenca Carbonífera del Guasare se encuentra ubicada entre los Municipios Páez, Mara
y Jesús Enrique Lossada al nor-oeste de la ciudad de Maracaibo. La mayor parte de la Cuenca
Carbonífera, fue otorgada en concesión por el Ministerio de Minas e Hidrocarburos (hoy
Ministerio del Poder Popular para las Industrias Básicas y Minería, MPPIBAM) a
CORPOZULIA en 1974, quien llevó a cabo el programa exploratorio, cuantificó reservas y
realizó los estudios mineros y de ingeniería para llevar a cabo su aprovechamiento, combinado
con otros proyectos para agregarle valor al carbón. Dentro de los proyectos que identificó
CORPOZULIA para agregar valor, estaba una planta termoeléctrica de 500 MW de capacidad y
una industria siderúrgica. Adicionalmente, CORPOZULIA creó la empresa Carbones del Zulia,
S.A. (CARBOZULIA) para llevar a cabo el desarrollo carbonífero del Guasare. Hoy en día, la
Cuenca Carbonífera del Guasare comprende dos minas activas, con una producción anual cercana
a 8 MMTM (millones de toneladas métricas); Mina Paso Diablo y Mina Norte (figuras 13 y 15),
ubicadas en las márgenes del río Guasare.

Geológicamente, la Cuenca del Guasare está ubicada en el Sinclinal de Manuelote


(Leaño, 1982) y contenida principalmente en la Formación Marcelina, de Edad Paleoceno
(Hedberg y Sass, 1937). Sus carbones han sido clasificados, según las normas ASTM, como
bituminosos de alto volátil, tipo A y B. Son de muy buena calidad para fines térmicos en la
generación de electricidad, con bajos tenores de azufre y cenizas (Tabla 8). Igualmente son
utilizados en las mezclas de carbones para la fabricación de coque, elemento energético y
reductor en la reducción del mineral de hierro en altos hornos para la fabricación de arrabio y en
la Inyección de Carbón Pulverizado (PCI, siglas en inglés) en el alto horno como sustituto parcial
del coque.
Además, se emplean en la reducción del mineral de hierro para la producción de arrabio o
briquetas, utilizando el carbón en forma directa en los nuevos procesos emergentes de Inyección
Directa de Hierro Fundido, (DIOS, siglas en inglés) desarrollados, tales como Fastmelt/ITmk3,
HIsmelt, Rediron, IDI, Circofer, Corex/Finex, Romelt, DIOS, Redsmelt, AISI, Tecnored entre
otros, los cuales no requieren de la utilización de coque, altamente costoso y de marcado impacto
ambiental, sino de carbones con bajo contenido de azufre y cenizas; en la fabricación de
ferroaleaciones para la industria siderúrgica. Estos procesos novedosos de alta tecnología, no
requieren de coque, altamente costoso y de marcado impacto ambiental, sino de carbones con
bajo contenido de azufre y cenizas, y de volatilidad similar a los existentes en la Cuenca
Carbonífera del Guasare.
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Tabla 8: Calidad de los carbones que se comercializan en la Cuenca del Guasare. Datos
suministrados por Carbones del Guasare.

Yacimiento Mina Norte Paso Diablo

Calidad (cr) Súper Premium Estándar


Premium

% Humedad 6,0 7,5 7,5

% Cenizas 6,0 6,5 9,0

% Azufre 0,65 0,70 0,90

% Materia Volátil 35,0 35,0 34,0

% Carbono Fijo 54,0 51,0 49,5

Poder Calórico (BTU/lb) 13.000 12.800 12.200


Cr: base como se recibe

En la Cuenca Carbonífera del río Guasare, CARBOZULIA, filial de CORPOZULIA,


tiene participación accionaria en dos empresas operadoras para la exploración y producción de
carbón y una empresa comercializadora (Guasare Coal Internacional, GCI):

• Carbones del Guasare, S.A. (CDG): Opera Mina Paso Diablo. Sus accionistas son:
CARBOZULIA, ANGLO-COAL y PEABODY (BTU INTERNATIONAL).
• Carbones de la Guajira, S.A. (CBG): Opera Mina Norte. Sus accionistas son:
CARBOZULIA y CARBOMAR (Empresa constituida en Venezuela con capital
extranjero).
• Guasare Coal Internacional (GCI): Constituida en 1987, 100% filial de CARBOZULIA.

Existen otros Proyectos en desarrollo, tales como Las Carmelitas, Socuy, Cachirí y Caño
Seco (Casablanca). La figura 15 muestra la ubicación de las diferentes minas y Proyectos, con
indicación de las rutas de transporte y los puertos de embarque.

Las reservas probadas de carbón en las áreas dadas en concesión en la Cuenca


Carbonífera del Guasare, alcanza a 577 millones de toneladas, que a la tasa de producción actual,
equivalen a 86 años de producción. Estas reservas se indican en la Tabla Nº 9.

Los recursos carboníferos de las áreas actualmente bajo régimen de concesión a


CORPOZULIA y otros (Caño Seco) ascienden a 3.391 MMTM, equivalentes a 16.500 MM
barriles de petróleo (Tabla 10).
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Tabla 9: Reservas probadas de la Cuenca Carbonífera del Guasare, en millones de toneladas


métricas (MMTM).
CUENCA CARBONÍFERA DEL GUASARE RESERVAS PROBADAS (MMTM)
(ÁREAS EN CONCESIÓN)
Mina Norte 50
Paso Diablo 190
Caño Seco 105
Socuy 246
Cachirí 50
Carmelitas 41
TOTAL 577
Fuente: Datos suministrados por las empresas carboníferas del área.

Figura 15: Ubicación de los principales desarrollos carboníferos en el área del Guasare. La figura
incluye la ruta de transporte del carbón y la ubicación de los puertos de embarque,
actuales y proyectado (Puerto Bolívar). Fuente: CARBOZULIA. Plan Estratégico
Corporativo 2007-2013.

La producción de carbón en el Estado Zulia se inició en 1987 con la puesta en operación


de la Mina Paso Diablo; a partir de 1996 se incorporó la producción de Mina Norte. Ambas
minas produjeron el pasado año 6,7 millones de toneladas (Tabla 11).

El carbón de la Cuenca del Guasare es colocado en (cifras año 2007) América del Norte
(40%), Europa (42%) y América del Sur y el Caribe (18%, principalmente Brasil y Cuba). La
figura 16 muestra la distribución del carbón exportado, por países y por tipo de carbón. PCI
(Pulverized Coal Inyection: Inyección de carbón pulverizado) significa carbón para fines
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siderúrgicos, como sustituto parcial del coque. Valor agregado significa carbón cribado, para la
industria venezolana de ferroaleaciones.

Tabla 10: Recursos de carbón del Guasare, en MMTM*.

MINA CIELO ABIERTO SUBTERRÁNEO TOTAL


(MMTM)
Mina Norte 174 100 274
Paso Diablo 385 756 1.141
Socuy 570 808 1.378
Caño Seco 0 284 284
Cachirí 70 203 273
Carmelitas 41 * 41
TOTAL 1.240 2.151 3.391
Fuente: Datos suministrados por las empresas carboníferas del área.
* En el caso de ir a minería subterránea se perdería la mitad de las reservas.

Tabla 11: Producción de Carbón, Edo. Zulia, período 1987-2007, (TM).

Año Carbones del Guasare Carbones de la Guajira Total (Ton.)


1987 58.690 58.690
1988 756.030 756.030
1989 1.454.122 1.454.122
1990 1.572.213 1.572.213
1991 1.572.636 1.572.636
1992 2.096.083 2.096.083
1993 3.614.498 3.614.498
1994 3.994.709 3.994.709
1995 4.222.445 4.222.445
1996 3.215.574 491.292 3.706.866
1997 3.764.908 1.002.837 4.767.745
1998 4.689.768 1.107.777 5.797.545
1999 5.303.414 1.248.996 6.552.410
2000 6.813.049 986.989 7.800.038
2001 6.833.480 669.948 7.503.428
2002 6.262.453 1.414.272 7.676.725
2003 5.554.790 1.253.151 6.807.941
2004 6.747.990 940.903 7.688.893
2005 5.670.742 818.677 6.489.419
2006 6.161.360 710.796 6.872.156
2007 5.578.670 1.105.515 6.684.185
TOTAL 85.937.624 11.751.153 97.688.777
Fuente: CARBOZULIA, Plan Estratégico Corporativo 2007-2013.

Existen en el estado Zulia otras manifestaciones de carbón. Cabe mencionar los depósitos
de los Ángeles del Tokuko, Aricuaizá, Río de Oro y Casigua, como los más importantes en
cuanto a su potencial de recursos (Canelón y Etchard, 1977). Por otra parte, se han reportado
extensos depósitos de turba en el delta del río Catatumbo (Hyne y Dickey, 1977) y en distintas
localidades de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, desde Cabimas hasta Bachaquero
(Jordán, 1988). Estas turbas, de edad Holoceno, se presentan como depósitos de capas continuas,
de hasta 3m de espesor.
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MERCADOS Y USOS
Canadá, USA
Puerto Rico
Alemania, Holanda
Francia, España
Italia

Valor Agregado
Venezuela 2%
Brasil
OTROS NORTE
18% AMÉRICA TÉRMICO
52%
P.C.I.
40% 46%

EUROPA
42%

Figura 16: Destinos geográficos y tipo del carbón exportado de la Cuenca del Guasare durante el
año 2007. Fuente: Carbones del Guasare.

Cuenca Carbonífera del Estado Táchira

La Cuenca Carbonífera del Estado Táchira (figura 13), es la segunda en importancia a


nivel nacional, con un potencial en el orden de 1.526 MMTM, que representa un 15,8% del total
de los recursos carboníferos venezolanos. Tomando en consideración los depósitos evaluados o
en proceso de evaluación, se cuenta con 189 MMTM de reservas probadas; 267 probables y
1.526 totales. Las unidades geológicas productoras en la cuenca son las formaciones Los Cuervos
(Grupo Orocué, Paleoceno) y Carbonera (Eoceno, Tardío - Oligoceno) (González de Juana et al.,
1980). Los carbones presentan un rango que oscila entre lignito-sub-bituminoso y bituminoso
medio en volátiles. En términos generales, todos son de buena calidad energética y la mayoría,
excepto los de Santo Domingo, Silla de Capote y algunos de Lobatera, presentan buenas
características coquizantes, destacándose a este respecto los carbones de la Franja Nororiental y
Las Delicias (índice de hinchamiento libre - F.S.I. = 7,5 - 9,0; Zajaczkowski y Ardina, 1990).
Esto último ha sido confirmado por ensayos preliminares de coquización, ejecutados por las
empresas alemanas KRUPP KOPPERS y SAARBERG INTERPLAN (Urdaneta, 1992). El
recurso carbón actualmente se explota solamente en la localidad de Lobatera, y se utiliza para la
exportación como carbón energético, para la producción de coque y carbón granulado y como
combustible para los hornos de Cementos Táchira, y las caleras. De Lobatera sale el carbón para
la planta de ferroníquel (Minera Loma de Níquel) situada en los límites de los estados Aragua y
Miranda (http://www.corpoandes.gov.ve/?q=node/275). Los recursos carboníferos del Táchira
han sido divididos en seis franjas (Carbosuroeste, 1989).

• La Franja Nororiental aflora sin interrupciones importantes a lo largo de unos 60 km


desde El Vigía (Estado Mérida) hasta la localidad de Seboruco (cerca de La Grita, Estado
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Táchira). Presenta manifestaciones carboníferas en las formaciones Los Cuervos y
Carbonera. Sus carbones han sido clasificados como bituminosos medios en volátiles
(materia volátil = 20 - 29%, base seca libre de cenizas) y son altamente coquizables
(Zajaczkowski y Ardina, 1990).

• La Franja de Lobatera es una de las más antiguas en producción de Venezuela, con minas
cercanas a las poblaciones de San Pedro del Río y Lobatera (Estado Táchira) donde se
explotan los carbones de la Formación Carbonera a través de minería a cielo abierto y
parcialmente subterránea, con minas de poca capacidad. Las principales zonas
carboníferas de Lobatera se presentan en un monoclinal con rumbo norte-este y
buzamiento noreste. En la zona se distinguen fácilmente tres capas de carbón: la más
superficial presenta entre 20 y 25 cm de espesor, la segunda varía entre 25 y 35 cm y la
tercera entre 1 y 2,50 m con espesor promedio de 1,70 m (PDVSA/léxico). Las
principales operadoras en el área han sido EXMIVENCA, TECNOCARBO, C. A.,
EXPROCARBO, C. A., y COOPEMIN. Estos carbones han sido clasificados (ASTM)
como bituminosos altos en volátiles, de capacidad coquizante muy variable aún dentro del
mismo manto (Zajaczkowski y Ardina, 1990; Añez et al., 1983). Un yacimiento
importante en esta franja es el de Hato de la Virgen, ubicado a unos 4 km de la población
de Capacho (Estado Táchira).

TABLA 12: Reservas en la Cuenca Carbonífera del Estado Táchira.

Reservas (MMTM)
Depósito Probadas Probables Posibles Total
Santo Domingo 135,3 144,6 22,2 302,1
Lobatera 14,3 20,0 0,4 34,7
Las Adjuntas 29,2 61,2 223,7 314,1
Hato La Virgen 5,7 10,3 195,1 211,1
Silla de Capote 0,5 0,9 26,6 28,0
Franja Nororiental 4,3 30,0 313,2 347,5
San Antonio-Ureña 20,0 20,0
Colón-Ureña 90,0 90,0
San Félix 172,0 172,0
Las Dantas-Peracal 1,5 1,5
Las Delicias 5,0 5,0
Loma de Pío 0,5 0,5
TOTAL 189,3 267,0 1.070,2 1.526,5
Fuente: Senerven (1990) y, Zajaczkowski y Ardina (1990).

• La Franja de Rubio tiene un área aproximada de 190 km2, donde abundan las concesiones
a particulares. Más de tres mantos carboníferos con espesores variando entre 1,50 y 3 m
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se han delimitado a todo lo largo del frente montañoso ubicado al noroeste de la ciudad de
Rubio. Áreas carboníferas importantes de esta franja son la Silla de Capote, donde operan
pequeñas minas subterráneas, y Las Adjuntas, evaluado casi en su totalidad. Este último
depósito presenta un volumen considerable de reservas (Tabla 12), aunque sus
condiciones geológicas complejas (numerosas fallas y plegamientos de los estratos debido
a efectos tectónicos) limitan su capacidad productiva (Zajaczkowski y Ardina, 1990).
CARBOSUROESTE ha desarrollado minería subterránea de prueba con dos socavones
paralelos, uno de ellos de unos 300 m de avance, que permite extraer carbones de la
Formación Los Cuervos con excelentes características energéticas y buenas propiedades
coquizantes (Carbosuroeste, 1989).

• La Franja de Santo Domingo se encuentra ubicada al sur de la carretera San Cristóbal-


Barinas, en el flanco este de la Serranía Tamá (Estado Táchira). Los carbones afloran
extensamente a lo largo de la faja comprendida entre la Quebrada El Barroso y el Río
Cuite por más de 15 Km (PDVSA/léxico). El yacimiento de Santo Domingo, ubicado en
las cercanías de la aldea La Colorada, ha sido evaluado en detalle por CORPOANDES, en
conjunción con la empresa polaca KOPEX (Bar y Peña, 1985) y por CARBOSUROESTE
C. A. Estos carbones han sido clasificados como sub-bituminosos A y B sin capacidad
coquizante, aunque sus características químicas los califican como un buen combustible
industrial (Zajaczkowski y Ardina, 1990; Bar y Peña, 1985). Numerosos autores
(Carbosuroeste, 1989; Zannoni, 1985; Bar y Peña, 1985; Añez et al, 1983) han propuesto
a la Formación Carbonera como la unidad contentiva de carbones en este yacimiento; no
obstante, resultados paleontológicos y palinológicos presentados por Kiser (1989)
permiten su adscripción a la Formación Los Cuervos (Escobar y Martínez, 1993; Escobar
y col., 1997). La Franja de Santo Domingo abarca parte del Estado Apure; se conoce la
existencia de mantos de interés comercial cercanos a la población de El Nula y el río
Sarare (Fierro y Useche, 1985).

• Las Franjas de San Félix - Río Guaramito y Delicias han sido poco estudiadas. Ambas
presentan mantos de interés comercial en las formaciones Los Cuervos y Carbonera. La
Franja de San Félix ha sido objeto de prospección preliminar, detectándose un área de
aproximadamente 15 ha, con reservas probables de 0,3 MMTM, aptas para una
explotación a cielo abierto (Zajaczkowski y Ardina, 1990). La Franja de Delicias no ha
sido objeto de explotación en Venezuela; pero en Colombia, al otro lado del Río Táchira
(cercano al pueblo de Villa Páez) se encuentra el depósito Herrán (Toledo, Norte del
Santander), con carbones de la Formación Los Cuervos que presentan tenores de materia
volátil de 31 - 33%, y 3% en peso de cenizas (UPME, 2005).

Cuenca Carbonífera de Falcón

Los carbones de Falcón son muy jóvenes, de edad Mioceno Medio, y estratigráficamente
incluidos en la Formación Cerro Pelado, de edad Mioceno Inferior (González de Juana et al.,
1980). Los intervalos con mayores reservas se ubican a lo largo de la zona comprendida entre la
Fila Laja y la Fila Maguaza, Falcón centrooccidental. Excelentes afloramientos de carbón han
sido ubicados en las quebradas Ancha, El Hatico, La Ciénaga, EL Hatillo, El Saladillo y El
Encanto, intercalados con capas de areniscas y lutitas correspondientes a la Formación Cerro
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Pelado (PDVSA/léxico). El espesor de las capas varía entre 0,30 y 3 m, Su rango alcanza a sub-
bituminoso y han sido clasificados como carbones energéticos, sin propiedades coquizables. En
la denominada faja carbonífera de Falcón Septentrional (figura 13), se han estimado reservas
entre 40 y 50 MMTM, explotables en la mayoría de los casos a cielo abierto.

Cuenca Carbonífera del Estado Lara

Los carbones del Estado Lara se encuentran muy poco estudiados. La escasa información
disponible (Carmona y La Forest, 1953) indica que posiblemente son de edad Eoceno y presentan
bajos tenores de materia volátil (10 - 15% en peso). Kapo y López (1971) advierten de la
presencia de unas antracitas larenses asociadas con estructuras del Terciario, que son producto de
intrusiones ígneas en la vía de Siquisique (Estado Lara, figura 13). Estas antracitas posiblemente
correspondan al carbón bajo en volátiles anteriormente mencionado. La Formación Castillo, del
Oligoceno – Mioceno Temprano, presenta lentes delgados de carbón en el noroeste de Lara
(Wheeler, 1960).

Región Norcentral y Nororiental

Existen depósitos importantes de carbón en Venezuela Norcentral y Nororiental, ubicados


en el Frente de Montañas de Guárico. Este tramo montañoso de la Cordillera de la Costa
comienza en el Estado Aragua, por las inmediaciones de Altagracia de Orituco (Guárico
Nororiental) y muere en Capiricual, entre Boca de Uchire y Clarines (Anzoátegui Septentrional).
Cubre una superficie aproximada de 300 km2. Se han detectado mantos comerciales de carbón
con espesores variables desde 1 hasta 8 m, al este del Río Unare, en la zona de Aguas Calientes, y
en los ríos Urape, Chacual, Jengibre, Negro y el Carbón (PDVSA/léxico). Las principales
unidades contentivas de carbón son las formaciones Naricual (Oligoceno), Quebradón (Mioceno
Temprano-Medio) y Quiamare (Mioceno Tardío) (Hedberg y Pyre, 1944). Estructuralmente, esta
cadena orogénica ha sido muy afectada por fallamiento y plegamiento tectónico; comúnmente,
los mantos de carbón aparecen fallados y volcados por lo que se requiere de una evaluación muy
detallada para su explotación, la cual usualmente debe ser hecha a través de minería subterránea
(Rodríguez, 1991). Manifestaciones carboníferas de interés económico, asociadas al Frente de
Montañas de Guárico, son las de Taguay (Estado Aragua), Sabana Grande de Orituco (Estado
Guárico), Fila Maestra y Naricual (Estado Anzoátegui, figura 8).

Aragua

La faja carbonífera de Aragua Meridional y parte de Guárico Nororiental, no fue


prácticamente afectada por los intensos procesos tectónicos característicos del flanco sur de la
Cordillera de la Costa. Las secuencias carboníferas potencialmente económicas se presentan casi
completamente horizontales, a profundidades que dependen esencialmente de factores
topográficos (Rodríguez, 1991). Tal es el caso de los carbones de Taguay (Estado Aragua, figura
13), incluidos en la Formación Chaguaramas (Salvador, 1964). Estos mantos fueron objeto de
explotación comercial hasta 1949 (Pérez y Von der Osten, 1953). Evanoff (1951) citó los niveles
de carbón entre los renglones de importancia económica en la región de Altagracia de Orituco. Al
norte de la localidad de Sabana Grande de Orituco se encuentra la mina de carbón de El Corozo,
activa en la época del General J. V. Gómez, perteneciente a la Formación Naricual y hoy día
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abandonada por derrumbe del techo (Pérez y Von der Osten, 1953). CORPOCENTRO estudió el
área en forma detallada con miras a evaluar reservas comerciales, planificar una minería selectiva
a cielo abierto y dar comienzo a una extracción con miras a la exportación (Rodríguez, 1991).
Estudios preliminares indicaron que el carbón de Taguay es útil para fines energéticos; las
reservas posibles están en el orden de 3,4 MMTM (Senerven, 1990).

Anzoátegui

El yacimiento de Fila Maestra, en el área de Boca de Uchire (Estado Anzoátegui, figura


8), fue explotado por CAVOVEN, S. A., empresa mixta entre VENEZOLANA DE CEMENTO
S.A.C.A. (antigua VENCEMOS, hoy CEMEX, en proceso de adquisición por el Gobierno
Nacional) y MITSUBISHI CORPORATION, y por GEOCONSA. Se utiliza el método minero de
cielo abierto por minería de contorno con relleno del hueco anterior (Urdaneta, 1992). Sus
carbones han sido clasificados como bituminosos de alto volátil, tipos B y C (ASTM); son del
tipo energético, aunque sus tenores de azufre no son tan bajos como los de Guasare (Martínez y
López, 1989). Las reservas probadas son de 5 MMTM; se estiman reservas totales de 80 MMTM
(Senerven, 1990).

La región carbonífera de Naricual está ubicada en la parte norte del Estado Anzoátegui, a
14km. de la ciudad de Barcelona y a 27 km. del puerto de Guanta (figura 13). Abarca una
extensión de 25 Km de longitud, limitada al norte por la Serranía de Catuaro y al sur por la de
Capiricual. Está integrada por 15 mantos de interés económico (espesor promedio 1,3 m),
distribuidos en los paquetes Aragüita (4 mantos), Mayorquín (6) y Santa María (5), que
constituyen la parte media de la Formación Naricual (Zannoni, 1985). La potencia de los mantos
explotables varía de 0,70 a 2,10 m, con valores medios, de 1,49 m para los 5 mantos de Santa
María; 1,33 m para los 6 mantos de Mallorquín y 1,21 para los 4 mantos de Araguita. El
promedio general es de 1,35 m siendo característica su fuerte variación de espesor en dirección y
según buzamiento a corta distancia. El carbón es brillante, con fractura concoidal y marcado
clivaje. Se le clasifica como carbón bituminoso con alto contenido de volátiles y buena
fusibilidad (PDVSA/léxico). Las reservas probadas están en el orden de 30 MMTM; los recursos
totales ascienden a 53 MMTM (Valery, 1992; Senerven, 1990). A mediados de 1990, la empresa
YOUNG GROUP PLC de Inglaterra y el grupo venezolano 1166 se asociaron y emprendieron
labores de reactivación de las minas, con miras a producir 7.500 toneladas mensuales durante
1991, la mayoría a través de minería a cielo abierto, mientras reevaluaban las reservas de carbón
del yacimiento de Naricual (Urdaneta, 1992). Las expectativas de producción para el año 1993
fueron superiores a 300.000 TM (El Nacional, 1992). El mineral producido ha sido clasificado
como bituminoso alto en volátiles, apto para fines térmicos. Pruebas realizadas en los hornos
Elektrokemish (Elkem) en Noruega, con coque preparado en Alemania mezclando carbón de
Naricual y del Ruhr (100% Naricual, 80/20 y 70/30), confirmaron que este material, clasificado
como coque electrometalúrgico, es apropiado para la producción de arrabio en hornos eléctricos
(Miranda, 1977). Recientemente, de acuerdo con el periódico El Tiempo
(http://www.eltiempo.com.ve/noticias/default.asp?id=93437) la empresa Chilena Carbones
Nueva Naricual C.A., se aprestaba a reactivar la minería subterránea en los lotes Pastora 1 y
Pastora 2, el día 28 de enero de 2007, con recursos estimados de 66,2 MMTM.
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Geoquímica del Carbón Mineral
Dr. Marcos E. Escobar Navarro
Otras

Existen otras manifestaciones carboníferas en distintas regiones del país. Así, en el Estado
Trujillo se conocen unos pocos lechos de carbón, no estudiados, que posiblemente correspondan
a la Formación Betijoque. En el Estado Bolívar existen algunos lentes carbonosos, cerca del
Cerro Impacto (Scherer et al., 1990; Martínez et al., 1989), formados en alguna cuenca
restringida (figura 13), posiblemente del Cenozoico y con fuerte afinidad algal. En el Estado
Sucre se han encontrado unos pocos mantos de carbón asignados a la Formación Barranquín, del
Cretáceo, y por lo tanto uno de los escasos ejemplos de carbón mesozoico en Venezuela.
Aproximadamente a 65 km rumbo NE de la ciudad de San Félix, Estado Bolívar, se encuentra
Piacoa, lugar del Estado Delta Amacuro donde existen extensos depósitos de turba carbonífera
(López y Salsamendi, 1977). Varias unidades litoestratigráficas definidas en el subsuelo
venezolano presentan mantos de carbón; el principal ejemplo es la Formación Oficina, la cual
subaflora en los Estados Guárico, Anzoátegui y Monagas, y posee numerosos intervalos de
lignitos (De Sisto, 1960). En la Faja Petrolífera del Orinoco, se han propuesto reservas de lignitos
y carbones sub-bituminosos en el orden de 86.000 MMTM, estimadas a partir de estudios de
núcleos de perforación en las formaciones Oficina y Chaguaramas (Scherer y Jordán, 1981. La
mayor parte de este carbón no puede extraerse por minería convencional de cielo abierto o
galería, ya que la profundidad promedio de los depósitos está en el orden de 600 m (Scherer y
Jordán, 1985). En resumen, Venezuela dispone de unidades contentivas de carbón en casi todas
sus cuencas sedimentarias, y algunas de ellas poseen cantidades importantes del mineral.

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