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DEFINICION
De acuerdo con Landis y Weaver (1993), la primera mención acerca del carbón mineral
(“cuerpos combustibles”) que se conoce en la literatura universal, ha sido acreditada a
Aristóteles, en su tratado denominado “Meteorología”, el cual ha sido datado hacia la mitad del
Siglo IV Antes de Cristo. Menciones posteriores (Inouye, 1913) acerca de la historia del campo
carbonífero de Fu-shun, ubicado al sur de Manchuria, República de China, señalan que “se ha
dicho que el carbón ha sido utilizado desde hace unos 2.000 o aun 3.000 años, como combustible
para la fusión del mineral de cobre”. A comienzos del Siglo XX (Landis y Weaver, 1993), las
definiciones del carbón mineral enfatizaban su origen vegetal y el concepto de roca orgánica con
restos minerales. Por ejemplo, Stoper y Wheeler (1918) señalaban que “El carbón ordinario es
una masa compacta y estratificada de plantas “momificadas”, con un porcentaje muy reducido de
otros materiales”, y Francis (1961) estableció que “El carbón puede ser definido como una masa
compacta y estratificada de desechos de plantas, las cuales han sido modificadas física y
químicamente por agentes naturales, y que además están interdispersados con pequeñas
cantidades de materiales inorgánicos”.
Una de las definiciones más utilizadas acerca del carbón mineral (Bates y Jackson, 1980;
ASTM, 1992) ha sido presentada por Schopf en 1956. Según este autor, el carbón mineral puede
definirse como “Una roca fácilmente combustible que contiene más del 50% en peso y más del
70% en volumen de material carbonáceo, formada por compactación y endurecimiento de
variados restos alterados de plantas, similares a aquellos encontrados en los depósitos modernos
de turba. Las distintas variedades del carbón están caracterizadas por diferencias en sus clases de
materiales vegetales originarios (tipo), su grado de metamorfismo (rango) y la presencia de
impurezas (grado)”. Se deriva de esta definición la especificación de que el carbón mineral se
origina a partir de una mezcla de restos orgánicos vegetales y materia mineral inorgánica que se
acumula de modo similar a los depósitos de turba de hoy día. La turba sufre posteriormente un
proceso extremadamente complicado, denominado “carbonificación” (coalification), a través del
cual proceden una serie de cambios físicos y químicos a medida que la turba evoluciona hacia la
formación del carbón mineral. Los factores que afectan la composición final de esta roca, han
sido resumidos por Francis (1961) como:
Una definición que aproxima más al carbón mineral hacia el ámbito de estudio de la
geoquímica, al incluir en ella no solo el aspecto de composición del material sino además su
proceso de formación, fue presentada por Bouska (1981). De acuerdo a este autor, “el carbón
mineral es una roca sedimentaria de origen biogénico producida por litificación de restos de
materia orgánica vegetal, principalmente de plantas superiores, depositados y acumulados en
cuencas restringidas bajo condiciones fisicoquímicas apropiadas para su preservación”. De
acuerdo con las teorías clásicas de transformación de los restos vegetales en kerógeno, resumidas
por Tissot y Welte (1984) y Teichmüller (1989), se puede establecer que, desde el mismo
momento de la depositación de los desechos orgánicos en un medio sedimentario propicio para su
preservación, ellos comienzan a sufrir una serie de transformaciones que a niveles superficiales
son de tipo bioquímico y donde los principales agentes que actúan son microorganismos
anaeróbicos. Estos últimos pueden degradar a través de procesos enzimáticos, las
macromoléculas o biopolímeros constituyentes de las plantas superiores como lo son las
proteínas y los carbohidratos, alterando en menor escala a los lípidos y a la lignina. Así, las
proteínas y carbohidratos son hidrolizados a aminoácidos y azúcares, respectivamente, siendo
utilizada una parte de tales monómeros como nutrientes por los microorganismos, y el resto de
ella junto con los lípidos, la lignina y sus posibles productos de alteración, comienzan a sufrir una
serie de reacciones de polimerización al azar para formar compuestos denominados ácidos
húmicos, fúlvicos y huminas, los cuales constituyen la fracción orgánica del material precursor
del carbón mineral, denominado turba, y a su vez son responsables de su color oscuro. A medida
que aumenta el soterramiento de la turba en la cuenca, la actividad bacteriana disminuye y las
transformaciones más importantes son ahora de tipo geoquímico, prevaleciendo factores como la
presión y la temperatura. Las reacciones de polimerización y policondensación se hacen más
complejas, eliminándose grupos funcionales hidrofílicos superficiales y causando
insolubilización del material orgánico. Con el tiempo, este material insoluble dará origen al
carbón en sus distintas variedades (Tissot y Welte, 1984; Teichmüller, 1989; ver figura 1).
Las cenizas son el producto de los cambios de fase y reacciones que ocurren sobre los
minerales durante la combustión del carbono fijo, tales como la deshidratación de los minerales
de arcilla y la oxidación de la pirita a óxidos de hierro. En consecuencia, el peso de las cenizas
será distinto al de la materia mineral. Se han desarrollado numerosas ecuaciones para establecer
una relación entre ambos parámetros, debido a que es mucho más fácil determinar la
concentración de cenizas en el carbón. La más empleada es la Formula de Parr (Gluskoter et al.,
1981):
Con este resultado, es posible expresar los análisis de carbón en base libre de materia mineral.
La materia volátil incluye todos los componentes volátiles que se liberan del carbón seco,
durante su combustión a 950°C durante 7 minutos, bajo una atmósfera inerte (ASTM, 1992). La
materia orgánica remanente recibe el nombre de “carbono fijo” y es el material que efectivamente
aporta energía frente a los procesos de combustión de la roca. Ambos parámetros constituyen la
base para la clasificación ASTM del carbón acorde a su rango, a partir de un valor de carbono fijo
superior a 69% en peso (base seca libre de materia mineral; ASTM, 1992).
Otros dos análisis realizados al carbón de modo rutinario, dentro de los análisis próximos,
comprenden las determinaciones del poder calórico y el índice de molturabilidad de Hardgrove
(Hardgrove Grindability Index, o HGI). El poder calórico es el calor generado por la combustión
de una masa determinada de carbón, lo cual se mide generalmente en una bomba calorimétrica
(ASTM, 1992). Su valor, expresado en una base húmeda libre de materia mineral (en BTU/lb o
Kcal/g), permite establecer el rango del carbón de acuerdo con la clasificación ASTM, a partir de
un valor de carbono fijo inferior a 69% en peso (base seca libre de materia mineral; ASTM,
1992). Por su parte, el índice HGI es una medida de la molturabilidad relativa, o facilidad de
pulverizarse que presente un carbón al ser comparado con carbones patrones (Mukhopadhyay y
Hatcher, 1993).
Un elemento traza que ha sido utilizado como trazador de influencias marinas en los
ambientes depositacionales del carbón, es el elemento boro. Carbones de agua dulce arrojan
concentraciones menores a 40 ppm, carbones parálicos poseen entre 50 y 90 ppm y carbones de
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Geoquímica del Carbón Mineral
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medios próximo-costeros o marino, exhiben tenores superiores a 125 ppm de boro (Swaine,
1971; 1990; Gluskotter et al, 1977)
Figura 2: Modelo molecular de la estructura del carbón (Car = carbono aromático; Ctot = carbono
total; Modificada de Shinn, 1984 en Haenel, 1992).
En resumen, la composición química molecular del carbón mineral puede ser visualizada
como una mezcla compleja de estructuras macromoleculares tridimensionales, unida a través de
enlaces covalentes y puentes de hidrógeno (Larsen, 1981; Lucht and Peppas, 1981). Un modelo
relativamente reciente de la estructura del carbón es presentado en la figura 2 (Haenel, 1992).
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Este tipo de modelos han sido muy criticados, ya que una molécula promedio no puede
reflejar la gran diversidad estructural y molecular del carbón (Given, 1984). Como una
alternativa, ha sido presentado un prototipo consistente en un sistema de dos componentes (Given
et al., 1986; Haenel et al., 1989 en Haenel, 1992). Una macromolécula tridimensional
policondensada conforma la “fase” inmovil, dentro de la cual están embebidas una gran cantidad
de moléculas de variadas estructuras, que conforman a su vez la “fase” móvil (figura 3). Esta
representación mantiene algunos de los conceptos estructurales anteriores, tales como la
identificación de estructuras aromáticas y puentes alifáticos y de enlaces éter.
Figura 3: Modelo estructural del carbón como un sistema de dos componentes (modificado de
Haenel et al., 1989 en Haenel, 1992)
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Para completar el tema correspondiente a la composición del carbón mineral, se
contemplará a continuación el tópico referente al contenido maceral de esta roca orgánica. Se ha
dicho previamente que el carbón mineral ha sido derivado de restos vegetales que sufren variados
procesos de naturaleza bioquímica y geoquímica. En tal sentido, una de las herramientas más
poderosas para el estudio de esta (y de muchas otras) roca, es la petrografía. La caracterización de
restos reconocibles de materiales vegetales en el carbón, fue inicialmente desarrollada a través
del uso de microscopía de transmisión usando luz blanca (Thiessen, 1912, Thiessen y White,
1913). Posteriormente, el desarrollo de técnicas de microscopía utilizando luz incidente y
transmitida, dio origen a la petrografía de carbón y a la palinología (Thiessen, 1926; ver
referencias en ICCP, 1963). Los componentes megascópicos del carbón son denominados
litotipos (Stach et al., 1982), y los microscópicos, se conocen como macerales. Estos últimos
(tabla 1) son los constituyentes microscópicos más uniformes del carbón y son comparables con
los minerales de otras rocas. Los microlitotipos (tabla 2) son asociaciones macerales típicas que
pueden ser identificadas al microscopio, y los litotipos (tabla 3) son estratos individuales dentro
de los mantos de carbón, que pueden distinguirse a simple vista.
Los macerales (tabla 1) son componentes orgánicos del carbón, cuya estructura y
morfología permiten establecer su origen botánico; así, aquellos pertenecientes al grupo de las
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vitrinitas presentan características que permiten asociarlos a tejidos duros, leñosos y corticales
(tallos, raíces, partes duras de hojas); el grupo de las exinitas engloba a los componentes del
carbón originados de restos blandos de las plantas (polen, esporas, cutículas, ceras, algas) o
producidos por craqueo térmico de la materia orgánica debido al incremento en el rango del
carbón, lo cual genera bitumen; por último, las inertinitas son macerales pertenecientes en
principio a los dos grupos anteriores, pero que han sufrido procesos de alteración (principalmente
oxidación, producida por meteorización, retrabajo de materia orgánica por transporte, o incendios
naturales; Stach et al., 1982). Todos ellos pueden ser distinguidos e identificados con ayuda de un
microscopio petrográfico. Algunos requieren accesorios especiales, como excitación fluorescente
para identificar con precisión tipos de exinitas, o aceites de inmersión de varios índices de
refracción para discriminar entre tipos de colinitas (Stach et al., 1982). Una medición de mucha
importancia en el estudio del carbón, es la reflectancia de la vitrinita; la intensidad de la luz
reflejada por las partículas de telocolinita, o colinita alfa, respecto a una muestra patrón, en un
microscopio petrográfico con objetivo de inmersión en aceite, ha sido usada como un indicador
del rango o evolución térmica del carbón, en secciones pulidas de pulverizados de esta roca (van
Krevelen, 1961; Stach et al., 1982).
Proporciones entre macerales individuales han sido propuestas para tratar de establecer
facies orgánicas. El término facies expresa la influencia de los factores físicos y químicos sobre
un ambiente o en general, sobre un cuerpo. Según la Guía Estratigráfica, facies “es un término
indicativo del aspecto, naturaleza o manifestación característica de los estratos o de ciertos
constituyentes propios de los mismos, que generalmente refleja sus condiciones de formación”.
En este contexto, una facies orgánica ha sido definida como "una subdivisión cartografiable de
una cierta unidad estratigráfica, la cual se distingue del resto de las subdivisiones adyacentes
sobre la base del carácter de sus constituyentes orgánicos, independientemente del aspecto
inorgánico de las rocas" (Jones, 1987). La distribución de una facies orgánica está determinada
por el origen de los restos orgánicos, el tiempo transcurrido en un medio oxidante antes de su
depositación y el potencial redox prevaleciente cerca de la interfase sedimento-agua en el
ambiente diagenético temprano (Jones, 1987). Esta distribución no es al azar o caprichosa;
obedece a datos y principios geoquímicos que permiten a la facies orgánica ser cartografiable,
extrapolable y predecible (Jones, 1987); lo cual establece al concepto de facies orgánica como
una herramienta poderosa en la prospección de mantos de carbón a escala regional.
Figura 4. Indice de Gelificación vs. Indice de Preservación de los Tejidos, mostrando los distintos
ambientes depositacionales de la turba original (Tomado de Diessel, 1986).
Los microlitotipos son asociaciones comunes de macerales que pueden ser identificadas al
microscopio. Los principales, son incluidos en la tabla 2:
VITRITA + CLARITA
B
50% C 50%
ita
D t ri n
Vi
%
50
A
E
50%
INTERMEDIOS DURITA + INERTITA
Los litotipos consisten en estratos individuales dentro de los mantos de carbón, con
espesor mínimo que varía entre 3 y 10 mm, en diferentes países (ICCP, 1963), los cuales
presentan características que permiten su distinción al nivel de un manto de carbón. De acuerdo a
la presencia o no de litotipos, el carbón se ha clasificado en dos tipos; húmico y sapropélico
(Stach et al., 1982). Los carbones húmicos son generalmente bandeados, con presencia de
litotipos distintivos, mientras los sapropélicos no lo son. La descripción de los litotipos
bandeados de los carbones húmicos bituminosos, se presenta en la tabla 3:
LITOTIPO DESCRIPCION
Vitreno Banda o lentes vítreos muy brillantes, de color negro, quebradizos, generalmente
de pocos milímetros de ancho. Bandas gruesas aparecen muy rara vez. Limpios al
toque. En muchos carbones, el vitreno está permeado por numerosas grietas finas,
a ángulos rectos respecto a la estratificación y, en consecuencia, se rompe
cúbicamente, con superficies concoidales.
Clareno Bandas de espesor variable que poseen un lustre entre aquel del vitreno y el del
dureno. Aspecto lechoso semibrillante. Textura estriada debida a alternancias de
láminas delgadas brillantes con opacas.
Dureno Color negro grisáceo a marrón oscuro, superficie rugosa con lustre mate o
débilmente grasoso, su reflexión es difusa, marcadamente menos fisurado que el
vitreno. Aspecto de bloque.
Fuseno Negro o gris, lustre sedoso, estructura fibrosa o en hojuelas, friabilidad extrema.
Es el único constituyente del carbón que ennegrece los objetos con los cuales
entra en contacto.
A diferencia de los carbones húmicos bandeados, los cuales pasan a través del estado de
turba, los carbones sapropélicos no bandeados evolucionan directamente a partir de un lodo
orgánico subacuático depositado en un medio de carácter más anaeróbico que las turbas
convencionales. Sus macerales son de hábito granular y tamaño similar entre si, indicando que
los residuos de mayor tamaño, de plantas y turbas preexistentes, son reducidos a un detritus fino,
y que además ocurre una cierta escogencia acorde con el tamaño homogéneo de grano, previo a
su acumulación. En contraste con las sapropelitas, donde casi todas las estructuras orgánicas han
sido destrozadas por putrefacción, en los carbones sapropélicos las estructuras de algas (variedad
“boghead”; posee alginita, bituminita y micrinita), esporas (variedad “cannel”; tiene esporinita,
bituminita y liptodetrinita) y otros remanentes finos de plantas (desmocolinita fluorescente,
inertodetrinita) permanecen bastante bien preservadas. Se supone que los carbones boghead se
depositaron principalmente en el centro del estanque y presentan un menor tenor de cenizas que
los carbones cannel, formados hacia las márgenes del cuerpo de aguas; En consecuencia, la
variedad cannel se encuentra generalmente debajo del techo del manto y gradan a ferrolitas
cannel con alto tenor de siderita, o a lutitas cannel con alto contenido de minerales de arcilla
(Stach, 1982).
El poder aglomerante de los carbones, puede ser medido en función del parámetro FSI
(Free Swelling Index, o Indice de Hinchamiento Libre, ver ASTM, 1992), el cual da una idea del
poder coquizante del material. Una pequeña cantidad de carbón es pirolizado bajo atmósfera
inerte en un crisol, y de acuerdo con la morfología del botón de coque generado, se ha definido
una escala del cero (no-hincha) al nueve (hinchamiento máximo); valores hasta 1, corresponden a
carbones no aglomerantes. Este y otros detalles respecto a una aplicación adecuada de la
clasificación ASTM de los carbones, pueden ser revisados en Hoeft, et al., 1993.
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Geoquímica del Carbón Mineral
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Tabla 4: Clasificación del carbón mineral de acuerdo a su rango (norma ASTM D 388-1977)
Tabla 5: Clasificación petrográfica del carbón de acuerdo a su rango y tipo (Resultados en base
libre de materia mineral, determinada al microscopio; tomada de Karr, 1978).
En resumen, son numerosos los factores que influyen de una u otra manera en la
formación y preservación de la turba, material que luego de sufrir alteraciones bio- y
geoquímicas, dará lugar al carbón. Según Levine (1993), la evolución del carbón a partir de la
depositación de los restos vegetales (“coalification”, o carbonificación), puede ser circunscrita a
cinco procesos o pasos principales (tabla 5); turbificación (“peatification”), deshidratación,
bituminización, desbituminización y grafitización. Estas fases pueden ser correlacionadas a su
vez (fig. 6) con las etapas clásicas de transformación de la materia orgánica, definidas en Tissot y
Welte (1984).
Tabla 5: Etapas de evolución (carbonificación) del carbón mineral (Tomada de Levine, 1993).
Figura 6: Cuadro de correlación entre las etapas de carbonificación del carbón mineral y el
esquema evolutivo de la materia orgánica, presentado en Tissot y Welte (1984).
Tomado de Levine (1993).
Debido a que los procesos formadores de turba ocurren principalmente en el primer metro
de espesor de la superficie del sedimento orgánico, es útil distinguir entre “turba superficial” y
“turba soterrada” (Sugatte, 1990). Los procesos principales que afectan a la turba superficial son
la oxidación y la fermentación, catalizada por microbiota tanto aeróbica como anaeróbica. El
cambio principal que ocurre en la turba soterrada es la deshidratación progresiva, tanto por
compactación física, como por transformaciones químicas (Levine, 1993).
La mayoría de las propiedades del carbón pasan a través de valores máximos o mínimos
durante la transición del proceso de bituminización al de desbituminización. Por ejemplo, el
rendimiento de la extracción con piridina, y el peso molecular promedio del extracto, alcanzan un
máximo de 30 a 35% en el rango alrededor de un 85% de carbono, y la gravedad específica
alcanza un mínimo en ese mismo intervalo (van Krevelen, 1961).
Culminado el capítulo acerca del origen y evolución del carbón, y la relación de este
proceso con las etapas evolutivas de la materia orgánica en rocas madres de petróleo (Tissot y
Welte, 1984), incluyendo la fase principal de generación de crudo, o ventana del petróleo, se
discutirá a continuación algunos aspectos específicos relacionados con el tópico del carbón
mineral como roca madre de petróleo.
Uno de los trabajos más concluyentes en favor de la consideración del carbón mineral
como una roca madre de petróleo, fue presentado por Forbes et al. (1991). Utilizando modelaje
cinético y cálculos de balance de masas, junto con un estudio detallado de la historia
depositacional de la zona de estudio, se ha podido estimar que el volumen de petróleo generado y
expulsado de mantos de carbón en el Jurásico del Mar del Norte, es suficiente como para
justificar las reservas de crudo calculadas en los campos petroleros de Smørbukk Sør, Noruega,
incluyendo las pérdidas de crudo por adsorción en los poros durante el proceso de migración
secundaria. Uno de los puntos fundamentales de esta publicación, fue la demostración a través de
modelaje cinético y estudio geoquímico de las características composicionales de los bitúmenes
en las rocas y los crudos en los yacimientos, de que una roca madre marina, rica en kerógeno tipo
II, presente en el área, no ha generado aun suficiente cantidad de hidrocarburos como para poder
expulsar y aportar petróleo a los depósitos bajo revisión.
La materia orgánica que conforma el carbón mineral, puede ser visualizada como un tipo
especial de kerógeno. Este último término ha sido definido como la materia orgánica insoluble en
solventes orgánicos y ácidos no oxi-ácidos, que está presente en rocas sedimentarias. En esta
sección se hará un recuento de los principales sistemas de reconocimiento del nivel evolutivo del
carbón mineral, en términos de la etapa principal de generación de hidrocarburos líquidos. Cada
uno de ellos, se fundamenta en alguna propiedad física o química de este material. Los sistemas a
considerar son, el diagrama de van Krevelen, el índice de alteración térmica y la reflectancia de la
vitrinita.
Figura 7: Diagrama de van Krevelen, mostrando la evolución térmica de los tres tipos principales
de kerógeno. Modificado de Tissot y Welte, 1984.
Se ha establecido que el carbón mineral corresponde al kerógeno tipo III de van Krevelen
(1961). De modo general, esta denominación se refiere al kerógeno del tipo vitrinita, con valores
de la relación atómica H/C inicialmente bajos (usualmente menores de 1,0) y un valor O/C inicial
alto (entre 0,2 y 0,3). Este tipo de kerógeno comprende en su estructura una proporción
importante de núcleos poliaromáticos y enlaces heteroatómicos cetónicos y ácidos carboxílicos,
pero no aparecen grupos ésteres. Los grupos funcionales alifáticos son constituyentes
subordinados en este tipo de materia orgánica. Consisten de varias cadenas largas (más de 25
átomos de carbono), originadas de ceras de plantas superiores (liptinitas) o cutinas (exinitas), así
como algunas cadenas de longitud media (15 a 20 átomos de carbono), producto de grasas
vegetales, y el resto son grupos metilo y otras cadenas cortas. El kerógeno tipo III es
comparativamente menos favorable para la generación de crudo que los tipos I y II, aunque puede
producir cantidades importantes de gas, particularmente metano, si es soterrado a una
profundidad suficiente. Es derivado esencialmente de materia orgánica proveniente de plantas
superiores continentales y contiene muchas partículas vegetales identificables al microscopio. En
la siguiente representación (fig. 8) se presenta, a título de comparación, una estructura hipotética
de una macromolécula (resina o asfalteno) derivada de un crudo generado por un kerógeno tipo
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II, respecto a otra separada de un carbón mineral, en la cual se pueden visualizar algunas de las
diferencias estructurales entre ambos tipos de kerógeno:
Figura 9: Relación atómica H/C vs. O/C, para carbones húmicos y sapropélicos, incluyendo
valores límites de Ro (reflectancia de vitrinita) para cada rango de carbón húmico.
Modificada de van Krevelen, 1961.
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Indice de Alteración Térmica
Este método de caracterización y reconocimiento del grado de madurez térmica del
kerógeno, se fundamenta en una de sus propiedades físicas más simples; el cambio de color
observado, en un microscopio de luz transmitida, por macerales del grupo de las esporinitas
(derivados de esporas y polen) al incrementar la temperatura. La carbonización de éstos
palinomorfos da como resultado un cambio de su color de amarillo en muestras inmaduras,
pasando por sombras de color naranja/amarillo-marrón durante la diagénesis y marrón durante la
catagénesis hasta negro en la metagénesis (Gutjahr, 1966). Se requiere de una estandarización del
método, para eliminar la subjetividad en aseverar los cambios de color. A este fin, se pueden usar
tablas de color (charts) y colores con números asignados. La tabla 6 incluye los valores de TAI
(Thermal Alteration Index) reportados para el comienzo, máximo y final de la ventana del
petróleo
Reflectancia de la Vitrinita
Otra propiedad que cambia con la maduración de una manera progresiva y definitiva es el
grado de reflectancia de los macerales del grupo de la vitrinita, la cual se incrementa de modo
lineal con el aumento en la madurez térmica del kerógeno. Los macerales aislados, previamente
inmovilizados con una resina en una pastilla, la cual es pulida, son sumergidos en un aceite
mineral para prevenir destellos y luego iluminados con luz monocromática (546 nm., en la región
verde del espectro visible). Los valores de reflectancia, generalmente sobre la telocolinita o
colinita alfa (figura 10), medidos contra un estándar, son luego expresados como porcentajes, a
través del término Rm (Reflectancia media, o promedio, Durand, 1980).
Figura 10: Histogramas de medidas de reflectancia para distintos macerales en una muestra de
carbón, indicando el valor correcto de la reflectancia de vitrinita (% Rm). Tomada de
Dow y O´Connors, 1982 (en Hunt, 1996).
Este método fue inicialmente desarrollado para medir el rango de los carbones, en el cual
las partículas de huminita y vitrinita son los macerales principales. La calibración del método
contra otros parámetros de madurez que permiten establecer el rango de los carbones, como el
contenido de volátiles, el cual disminuye con el rango, ha demostrado que la reflectancia de la
vitrinita puede proporcionar un medio de precisar las etapas de evolución (carbonificación) de los
carbones minerales. También ha encontrado similar aplicación para aseverar la madurez térmica
en kerógeno tipos II y III, pero no puede ser usada para el Kerógeno tipo I debido a la ausencia de
vitrinita. La madurez de una roca madre se expresa usualmente en términos de la etapa de la
secuencia generadora de petróleo alcanzada. En tal sentido, la etapa principal en la generación de
crudo ocurre en el intervalo entre 0,65 y 1,30% Rm, con el máximo de la generación alrededor de
1%. No obstante, como la temperatura de formación del petróleo puede variar de acuerdo al tipo
de materia orgánica presente, también pueden variar los valores asociados de la reflectancia de la
vitrinita. Esto es debido a que la medida de madurez de la reflectancia de la vitrinita se relaciona
únicamente con la maduración térmica de los macerales del grupo de la vitrinita, y no con los
macerales que más directamente intervienen en la generación de petróleo, en los cuales puede
variar la cantidad de tensión térmica que requieren para generar petróleo líquido (Durand, 1980).
La composición del bitumen obtenido a partir de un carbón variará conforme varíen las
propiedades físicas y químicas del disolvente (punto de ebullición, tensión superficial, polaridad,
presencia de centros ácidos o básicos). Solventes como el hexano, con baja polaridad e inertes
químicamente extraen poco material de un carbón (0,3%), pero el material extraído está
constituido en más de un 80% por parafinas. A medida que el solvente presenta mayor polaridad
o reactividad química, el rendimiento de la extracción aumenta considerablemente (hasta 40%
con quinoleína), pero la selectividad de la extracción es muy pobre. Se presenta así una situación
de compromiso entre cantidad y calidad del material extraído. La selección del solvente a utilizar
se hará basándose en el propósito del análisis planteado. En geoquímica orgánica, suele utilizarse
cloroformo, diclorometano o mezclas de cloroformo-metanol y en años recientes, el azeótropo
cloroformo-acetona-metanol 47:30:23 en peso (Given, 1984). Estos solventes, aunque extraen
poca cantidad de material, son químicamente inertes con el carbón, lo que garantiza que la
composición del extracto sea representativa de la composición original del mismo.
Si el fraccionamiento del carbón se lleva a cabo con soluciones acuosas ácidas o alcalinas,
se obtendrán extractos con características básicas o ácidas, respectivamente. El análisis de estos
materiales suelen realizarse en turbas o lignitos, los cuales por su bajo grado evolutivo, pueden
presentar todavía tales componentes. Las sustancias extraídas con soluciones alcalinas se
denominan ácidos húmicos y son de gran interés geoquímico para establecer las transformaciones
ocurridas en el carbón desde su formación como turba y también, en cierto grado, para establecer
su grado evolutivo.
Distribución de n-Parafinas
El estudio de la distribución de las n-parafinas presentes en la fracción de hidrocarburos
saturados del bitumen (o crudo), requiere del análisis de dicha fracción por cromatografía de
gases. En el correspondiente cromatograma, se observan una serie de señales prominentes a
espaciados regulares entre ellas, correspondiendo cada señal a una n-parafina específica.
Otro aspecto importante desde el punto de vista geoquímico es el parámetro que mide la
predominancia de n-parafinas con un número impar de átomos de carbono sobre las de números
par, conocido en la literatura como Indice Preferencial de Carbonos (CPI = Carbon Preference
Index), propuesto originalmente por Bray y Evans (1961). Se fundamenta en el cambio
progresivo en la distribución de los n-alcanos de cadena larga durante la maduración de la
materia orgánica. Los organismos de los seres vivos, en general, contienen pequeñas cantidades
de hidrocarburos, los cuales están presentes, principalmente en las ceras cuticulares. Estos
hidrocarburos tienen una marcada preferencia por un número impar de átomos de carbono
(Chibnall, 1934). Por otra parte, en cantidades mayores se encuentran los ácidos grasos con
tendencia a un número par de átomos de carbono. Esto debido a que ellos son sintetizados
bioquímicamente a partir de unidades de C2 (Bray y Evans, 1961). Durante el proceso de
maduración térmica, principalmente en la etapa de diagénesis temprana, estos ácidos grasos
tienden a sufrir reacciones de descarboxilación e hidrogenación, originando n-parafinas con un
número impar de átomos de carbono. Esto trae como consecuencia un valor de IPC mayor a la
unidad. Con el aumento progresivo de la temperatura y presión durante la catagénesis, ocurren
preferencialmente craqueos al azar de las moléculas, trayendo como consecuencia la desaparición
progresiva de la preferencia hacia las moléculas con números impares de átomos de carbono, a tal
punto que esta dominancia impar desaparece en el máximo del pico de generación de petróleo
líquido (Tissot y Welte, 1984). Las ecuaciones que más comúnmente han sido empleadas para
describir este fenómeno son las siguientes:
1.- La definición original de Bray y Evans (1961), la cual utiliza el intervalo n-C24 – n-C34:
2.- Philippi (1965) utilizó la dominancia del alcano n-C24 en el intervalo C28 – C30:
R29 = _2 C29__
C28 +C30
3.- Scalan y Smith (1970) utilizaron una expresión adaptable a cualquier intervalo de cinco
átomos de carbono:
(-1) i-1
OEP = [(Ci + 6 Ci+2 + Ci+4) / (4 Ci+2 + 4 Ci+2)] (OEP=Odd-Even Predominance)
Al igual que para otros indicadores de madurez, el parámetro CPI tiene ciertas
limitaciones. Estos valores pueden estar influenciados por el tipo de materia orgánica; de hecho,
se ha mencionado que la distribución de n-parafinas en sedimentos recientes depende del aporte
de restos de vegetales superiores (ceras, cutículas, resinas, etc.); sin embargo, estos n-alcanos de
alto peso molecular podrían localmente ser aportados por otras fuentes, como algas planctónicas
y bacterias, que no generan la predominancia impar de los n-alcanos de cadenas largas. Así, los
valores de CPI, aun para tales sedimentos recientes, estarán alrededor de 1,0. Este hecho podría
explicar alternancias verticales o laterales de valores altos y bajos de CPI, aun a cortas distancias
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(Tissot et al., 1977 en Tissot y Welte, 1984). Finalmente, debe mencionarse que en secuencias
jóvenes de carbonatos o evaporitas, se ha reportado predominancias pares (valores de CPI de 0,8
o menores). Esto debe ser también interpretado como un criterio de inmadurez térmica.
El estudio de los esteranos y terpanos (figura 12), se logra a partir del análisis molecular
detallado de la fracción de hidrocarburos saturados, utilizando la técnica de cromatografía de
gases con un detector de espectrometría de masas (CG-EM) computarizado. La utilización de
parámetros geoquímicos derivados de su caracterización y análisis, contribuye al establecimiento
del origen y ambiente depositacional, así como del grado de madurez térmica de la materia
orgánica. Algunos ejemplos son presentados a continuación:
2 8
9 14 15
10 DIASTERANOS
3
A B ESTERANOS
7
5
4 6
30 29
20
19 21
28
12 18
13 22 GAMMACERANO
25 11 26 17
1 14
16
2 9
10 8 15
27
3 4 7
5 TRITERPANOS
6
PENTACICLICOS LUPANO
24 23
18 H(H) oleanano
19 20
11
12
13
18 E 21
29 R
17 I(H), 21 H(H) triterpano
25 22
26 17
1 C 14 28D 30 = Moretano
2 9 16
10 8 15
3
A B 27 I
HOPANOS 17 H(H), 21 (H) triterpano
4 7 = Hopano
5
6 R = metilo, C31
23 24 R = etilo, C 32
R = n-propilo, C33
etc.
Indice de Metilfenantreno
Este parámetro se fundamenta en la distribución del metilfenantreno y de sus homólogos
metilados, vista a través del uso de cromatografía de gases o cromatografía de gases acoplada con
espectrometría de masas sobre la fracción de hidrocarburos aromáticos del bitumen o crudo, la
cual muestra un cambio progresivo durante la maduración térmica de la roca madre (Radke et al.,
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1982). Los fenantrenos metilados pueden derivarse de esteroides y triterpenoides originalmente
presentes en el material biológico de partida, o pueden originarse a partir de reacciones de
metilación del fenantreno. En cualquier caso, los isómeros termodinámicamente más estables,
son los 2- y 3-metilfenantrenos, frente a los isómeros 1- y 9-metilados. La expresión para el MPI
1 (Methylphenanthrene Index 1) quedará:
Una expresión similar, utilizada como control (aunque su valor es ligeramente superior,
debido a una ligera predominancia de 2- sobre 3-metil en el petróleo) es:
Se ha encontrado una correlación lineal bastante alta entre los valores de MPI 1 y la
reflectancia de vitrinita, en estudios realizados en Canadá y Alemania, lo cual ha permitido a
Radke y Welte (1982) la postulación de ecuaciones para calcular valores de Ro a partir de datos
de MPI 1:
La idea es que el valor de MPI 1 determinado sobre una muestra de bitumen permita
conocer la reflectancia de vitrinita para la correspondiente roca madre, a menos que este extracto
de roca haya recibido un aporte de hidrocarburos aromáticos no indígenos, por migración. En
adición, el MPI es particularmente útil para conocer la madurez de la materia orgánica en margas
y calizas donde las partículas de vitrinita son escasas, tal es el caso de kerógenos tipo I y algunos
del tipo II (Tissot y Welte, 1984).
EL CARBON EN VENEZUELA
Figura 13: Principales depósitos carboníferos en Venezuela. Fuente: Martínez y Escobar (1997).
Durante los primeros años del período mostrado, el carbón procedía de unas 13 minas
diferentes, estando la mayor parte de ellas ubicadas en el Estado Táchira. Para el año 2005,
existían 7 minas en operación.
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Figura 14: Producción venezolana de carbón mineral, periodo 1995-2006. Fuente: MPPIBAM.
Dirección General de Economía y Planificación Minera.
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Regiones Carboníferas
La Cuenca Carbonífera del Guasare se encuentra ubicada entre los Municipios Páez, Mara
y Jesús Enrique Lossada al nor-oeste de la ciudad de Maracaibo. La mayor parte de la Cuenca
Carbonífera, fue otorgada en concesión por el Ministerio de Minas e Hidrocarburos (hoy
Ministerio del Poder Popular para las Industrias Básicas y Minería, MPPIBAM) a
CORPOZULIA en 1974, quien llevó a cabo el programa exploratorio, cuantificó reservas y
realizó los estudios mineros y de ingeniería para llevar a cabo su aprovechamiento, combinado
con otros proyectos para agregarle valor al carbón. Dentro de los proyectos que identificó
CORPOZULIA para agregar valor, estaba una planta termoeléctrica de 500 MW de capacidad y
una industria siderúrgica. Adicionalmente, CORPOZULIA creó la empresa Carbones del Zulia,
S.A. (CARBOZULIA) para llevar a cabo el desarrollo carbonífero del Guasare. Hoy en día, la
Cuenca Carbonífera del Guasare comprende dos minas activas, con una producción anual cercana
a 8 MMTM (millones de toneladas métricas); Mina Paso Diablo y Mina Norte (figuras 13 y 15),
ubicadas en las márgenes del río Guasare.
Tabla 8: Calidad de los carbones que se comercializan en la Cuenca del Guasare. Datos
suministrados por Carbones del Guasare.
• Carbones del Guasare, S.A. (CDG): Opera Mina Paso Diablo. Sus accionistas son:
CARBOZULIA, ANGLO-COAL y PEABODY (BTU INTERNATIONAL).
• Carbones de la Guajira, S.A. (CBG): Opera Mina Norte. Sus accionistas son:
CARBOZULIA y CARBOMAR (Empresa constituida en Venezuela con capital
extranjero).
• Guasare Coal Internacional (GCI): Constituida en 1987, 100% filial de CARBOZULIA.
Existen otros Proyectos en desarrollo, tales como Las Carmelitas, Socuy, Cachirí y Caño
Seco (Casablanca). La figura 15 muestra la ubicación de las diferentes minas y Proyectos, con
indicación de las rutas de transporte y los puertos de embarque.
Figura 15: Ubicación de los principales desarrollos carboníferos en el área del Guasare. La figura
incluye la ruta de transporte del carbón y la ubicación de los puertos de embarque,
actuales y proyectado (Puerto Bolívar). Fuente: CARBOZULIA. Plan Estratégico
Corporativo 2007-2013.
El carbón de la Cuenca del Guasare es colocado en (cifras año 2007) América del Norte
(40%), Europa (42%) y América del Sur y el Caribe (18%, principalmente Brasil y Cuba). La
figura 16 muestra la distribución del carbón exportado, por países y por tipo de carbón. PCI
(Pulverized Coal Inyection: Inyección de carbón pulverizado) significa carbón para fines
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siderúrgicos, como sustituto parcial del coque. Valor agregado significa carbón cribado, para la
industria venezolana de ferroaleaciones.
Existen en el estado Zulia otras manifestaciones de carbón. Cabe mencionar los depósitos
de los Ángeles del Tokuko, Aricuaizá, Río de Oro y Casigua, como los más importantes en
cuanto a su potencial de recursos (Canelón y Etchard, 1977). Por otra parte, se han reportado
extensos depósitos de turba en el delta del río Catatumbo (Hyne y Dickey, 1977) y en distintas
localidades de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, desde Cabimas hasta Bachaquero
(Jordán, 1988). Estas turbas, de edad Holoceno, se presentan como depósitos de capas continuas,
de hasta 3m de espesor.
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MERCADOS Y USOS
Canadá, USA
Puerto Rico
Alemania, Holanda
Francia, España
Italia
Valor Agregado
Venezuela 2%
Brasil
OTROS NORTE
18% AMÉRICA TÉRMICO
52%
P.C.I.
40% 46%
EUROPA
42%
Figura 16: Destinos geográficos y tipo del carbón exportado de la Cuenca del Guasare durante el
año 2007. Fuente: Carbones del Guasare.
• La Franja de Lobatera es una de las más antiguas en producción de Venezuela, con minas
cercanas a las poblaciones de San Pedro del Río y Lobatera (Estado Táchira) donde se
explotan los carbones de la Formación Carbonera a través de minería a cielo abierto y
parcialmente subterránea, con minas de poca capacidad. Las principales zonas
carboníferas de Lobatera se presentan en un monoclinal con rumbo norte-este y
buzamiento noreste. En la zona se distinguen fácilmente tres capas de carbón: la más
superficial presenta entre 20 y 25 cm de espesor, la segunda varía entre 25 y 35 cm y la
tercera entre 1 y 2,50 m con espesor promedio de 1,70 m (PDVSA/léxico). Las
principales operadoras en el área han sido EXMIVENCA, TECNOCARBO, C. A.,
EXPROCARBO, C. A., y COOPEMIN. Estos carbones han sido clasificados (ASTM)
como bituminosos altos en volátiles, de capacidad coquizante muy variable aún dentro del
mismo manto (Zajaczkowski y Ardina, 1990; Añez et al., 1983). Un yacimiento
importante en esta franja es el de Hato de la Virgen, ubicado a unos 4 km de la población
de Capacho (Estado Táchira).
Reservas (MMTM)
Depósito Probadas Probables Posibles Total
Santo Domingo 135,3 144,6 22,2 302,1
Lobatera 14,3 20,0 0,4 34,7
Las Adjuntas 29,2 61,2 223,7 314,1
Hato La Virgen 5,7 10,3 195,1 211,1
Silla de Capote 0,5 0,9 26,6 28,0
Franja Nororiental 4,3 30,0 313,2 347,5
San Antonio-Ureña 20,0 20,0
Colón-Ureña 90,0 90,0
San Félix 172,0 172,0
Las Dantas-Peracal 1,5 1,5
Las Delicias 5,0 5,0
Loma de Pío 0,5 0,5
TOTAL 189,3 267,0 1.070,2 1.526,5
Fuente: Senerven (1990) y, Zajaczkowski y Ardina (1990).
• La Franja de Rubio tiene un área aproximada de 190 km2, donde abundan las concesiones
a particulares. Más de tres mantos carboníferos con espesores variando entre 1,50 y 3 m
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se han delimitado a todo lo largo del frente montañoso ubicado al noroeste de la ciudad de
Rubio. Áreas carboníferas importantes de esta franja son la Silla de Capote, donde operan
pequeñas minas subterráneas, y Las Adjuntas, evaluado casi en su totalidad. Este último
depósito presenta un volumen considerable de reservas (Tabla 12), aunque sus
condiciones geológicas complejas (numerosas fallas y plegamientos de los estratos debido
a efectos tectónicos) limitan su capacidad productiva (Zajaczkowski y Ardina, 1990).
CARBOSUROESTE ha desarrollado minería subterránea de prueba con dos socavones
paralelos, uno de ellos de unos 300 m de avance, que permite extraer carbones de la
Formación Los Cuervos con excelentes características energéticas y buenas propiedades
coquizantes (Carbosuroeste, 1989).
• Las Franjas de San Félix - Río Guaramito y Delicias han sido poco estudiadas. Ambas
presentan mantos de interés comercial en las formaciones Los Cuervos y Carbonera. La
Franja de San Félix ha sido objeto de prospección preliminar, detectándose un área de
aproximadamente 15 ha, con reservas probables de 0,3 MMTM, aptas para una
explotación a cielo abierto (Zajaczkowski y Ardina, 1990). La Franja de Delicias no ha
sido objeto de explotación en Venezuela; pero en Colombia, al otro lado del Río Táchira
(cercano al pueblo de Villa Páez) se encuentra el depósito Herrán (Toledo, Norte del
Santander), con carbones de la Formación Los Cuervos que presentan tenores de materia
volátil de 31 - 33%, y 3% en peso de cenizas (UPME, 2005).
Los carbones de Falcón son muy jóvenes, de edad Mioceno Medio, y estratigráficamente
incluidos en la Formación Cerro Pelado, de edad Mioceno Inferior (González de Juana et al.,
1980). Los intervalos con mayores reservas se ubican a lo largo de la zona comprendida entre la
Fila Laja y la Fila Maguaza, Falcón centrooccidental. Excelentes afloramientos de carbón han
sido ubicados en las quebradas Ancha, El Hatico, La Ciénaga, EL Hatillo, El Saladillo y El
Encanto, intercalados con capas de areniscas y lutitas correspondientes a la Formación Cerro
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Pelado (PDVSA/léxico). El espesor de las capas varía entre 0,30 y 3 m, Su rango alcanza a sub-
bituminoso y han sido clasificados como carbones energéticos, sin propiedades coquizables. En
la denominada faja carbonífera de Falcón Septentrional (figura 13), se han estimado reservas
entre 40 y 50 MMTM, explotables en la mayoría de los casos a cielo abierto.
Los carbones del Estado Lara se encuentran muy poco estudiados. La escasa información
disponible (Carmona y La Forest, 1953) indica que posiblemente son de edad Eoceno y presentan
bajos tenores de materia volátil (10 - 15% en peso). Kapo y López (1971) advierten de la
presencia de unas antracitas larenses asociadas con estructuras del Terciario, que son producto de
intrusiones ígneas en la vía de Siquisique (Estado Lara, figura 13). Estas antracitas posiblemente
correspondan al carbón bajo en volátiles anteriormente mencionado. La Formación Castillo, del
Oligoceno – Mioceno Temprano, presenta lentes delgados de carbón en el noroeste de Lara
(Wheeler, 1960).
Aragua
Anzoátegui
La región carbonífera de Naricual está ubicada en la parte norte del Estado Anzoátegui, a
14km. de la ciudad de Barcelona y a 27 km. del puerto de Guanta (figura 13). Abarca una
extensión de 25 Km de longitud, limitada al norte por la Serranía de Catuaro y al sur por la de
Capiricual. Está integrada por 15 mantos de interés económico (espesor promedio 1,3 m),
distribuidos en los paquetes Aragüita (4 mantos), Mayorquín (6) y Santa María (5), que
constituyen la parte media de la Formación Naricual (Zannoni, 1985). La potencia de los mantos
explotables varía de 0,70 a 2,10 m, con valores medios, de 1,49 m para los 5 mantos de Santa
María; 1,33 m para los 6 mantos de Mallorquín y 1,21 para los 4 mantos de Araguita. El
promedio general es de 1,35 m siendo característica su fuerte variación de espesor en dirección y
según buzamiento a corta distancia. El carbón es brillante, con fractura concoidal y marcado
clivaje. Se le clasifica como carbón bituminoso con alto contenido de volátiles y buena
fusibilidad (PDVSA/léxico). Las reservas probadas están en el orden de 30 MMTM; los recursos
totales ascienden a 53 MMTM (Valery, 1992; Senerven, 1990). A mediados de 1990, la empresa
YOUNG GROUP PLC de Inglaterra y el grupo venezolano 1166 se asociaron y emprendieron
labores de reactivación de las minas, con miras a producir 7.500 toneladas mensuales durante
1991, la mayoría a través de minería a cielo abierto, mientras reevaluaban las reservas de carbón
del yacimiento de Naricual (Urdaneta, 1992). Las expectativas de producción para el año 1993
fueron superiores a 300.000 TM (El Nacional, 1992). El mineral producido ha sido clasificado
como bituminoso alto en volátiles, apto para fines térmicos. Pruebas realizadas en los hornos
Elektrokemish (Elkem) en Noruega, con coque preparado en Alemania mezclando carbón de
Naricual y del Ruhr (100% Naricual, 80/20 y 70/30), confirmaron que este material, clasificado
como coque electrometalúrgico, es apropiado para la producción de arrabio en hornos eléctricos
(Miranda, 1977). Recientemente, de acuerdo con el periódico El Tiempo
(http://www.eltiempo.com.ve/noticias/default.asp?id=93437) la empresa Chilena Carbones
Nueva Naricual C.A., se aprestaba a reactivar la minería subterránea en los lotes Pastora 1 y
Pastora 2, el día 28 de enero de 2007, con recursos estimados de 66,2 MMTM.
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Otras
Existen otras manifestaciones carboníferas en distintas regiones del país. Así, en el Estado
Trujillo se conocen unos pocos lechos de carbón, no estudiados, que posiblemente correspondan
a la Formación Betijoque. En el Estado Bolívar existen algunos lentes carbonosos, cerca del
Cerro Impacto (Scherer et al., 1990; Martínez et al., 1989), formados en alguna cuenca
restringida (figura 13), posiblemente del Cenozoico y con fuerte afinidad algal. En el Estado
Sucre se han encontrado unos pocos mantos de carbón asignados a la Formación Barranquín, del
Cretáceo, y por lo tanto uno de los escasos ejemplos de carbón mesozoico en Venezuela.
Aproximadamente a 65 km rumbo NE de la ciudad de San Félix, Estado Bolívar, se encuentra
Piacoa, lugar del Estado Delta Amacuro donde existen extensos depósitos de turba carbonífera
(López y Salsamendi, 1977). Varias unidades litoestratigráficas definidas en el subsuelo
venezolano presentan mantos de carbón; el principal ejemplo es la Formación Oficina, la cual
subaflora en los Estados Guárico, Anzoátegui y Monagas, y posee numerosos intervalos de
lignitos (De Sisto, 1960). En la Faja Petrolífera del Orinoco, se han propuesto reservas de lignitos
y carbones sub-bituminosos en el orden de 86.000 MMTM, estimadas a partir de estudios de
núcleos de perforación en las formaciones Oficina y Chaguaramas (Scherer y Jordán, 1981. La
mayor parte de este carbón no puede extraerse por minería convencional de cielo abierto o
galería, ya que la profundidad promedio de los depósitos está en el orden de 600 m (Scherer y
Jordán, 1985). En resumen, Venezuela dispone de unidades contentivas de carbón en casi todas
sus cuencas sedimentarias, y algunas de ellas poseen cantidades importantes del mineral.
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