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Cuando el precio de un bien se modifica, la cesta elegida por el consumidor varía. Digamos
que pasa de la cesta inicial, ‘A’, a la cesta final, ‘B’, en la figura. Si suponemos que el
consumidor tiene como objetivo alcanzar la máxima utilidad para una renta monetaria
determinada, las cestas 'A' y ‘B’ se pueden obtener mediante la resolución de sendos
problemas primales.
Este cambio de elección puede entenderse como resultado de dos efectos, que se pueden
medir a partir de la variación del consumo del bien cuyo precio se modifica. Son el efecto
renta y el efecto sustitución.
Para separarlos es necesario comprender que con la subida del precio el consumidor ha
perdido poder adquisitivo (la cesta 'A' ya no es factible; se ha reducido el recinto de cestas
que lo son) Podemos pensar cuál sería la compensación monetaria que deberíamos dar al
consumidor para que su renta real fuese igual a la que tenía antes de la subida del precio.
Esta compensación puede entenderse de dos formas divergentes: a) versión Hicks, que
señala como compensación aquella que dejaría al consumidor en el mismo nivel de utilidad
de 'A' (en la misma curva de indiferencia); y b) versión Slutzky, que señala aquella que
permitiría comprar la cesta 'A' (la nueva restricción presupuestaria pasaría por la cesta 'A')
Salvo que se diga otra cosa nos referiremos a la versión de Hicks.
Efecto sustitución: Variación del consumo del bien cuyo precio varía que se deriva
exclusivamente de la variación relativa de los precios y es, por tanto, ajeno al cambio de
renta real (de poder adquisitivo). En la versión Hicks viene representado por el paso de la
cesta inicial ‘A’ a una cesta ‘C’, que se obtiene sobre la curva de indiferencia inicial y la
pendiente de la nueva restricción presupuestaria mediante la resolución de un problema
dual.
Efecto renta: El que se deriva exclusivamente de la pérdida de renta real y es, por tanto,
ajeno a la variación relativa de precios. Viene representado por el paso de la cesta ‘C’ a la
cesta ‘B’.
La suma algebraica de los dos efectos es el ‘efecto total’, el paso de ‘A’ a ‘B’.
Efectos de intercambio:
Los intercambios internacionales de bienes de servicios se han convertido en uno de los
principales factores en la dinámica de crecimiento de los diferentes países y regiones,
especialmente en el actual contexto de globalidad. Por ello, la variación del tipo de cambio
euro/dólar que estamos sufriendo se convierte en un factor determinante.
Tales variaciones de precios pueden inducir a cambios en los hábitos de consumo que se
traducirían en variaciones, al alza o a la baja, de la demanda de productos por parte de los
consumidores extranjeros y, por tanto, de las exportaciones y del crecimiento del producto
interior bruto (PIB).
Para tratar de cuantificar los posibles efectos que estas variaciones en los tipos de cambio
generan sobre la demanda internacional de nuestros bienes y servicios, podemos realizar un
análisis de la elasticidad histórica que han presentado dichas exportaciones ante variaciones
en los tipos de cambio; cuantificando así la variación de nuestras exportaciones ante
depreciaciones, o apreciaciones, de nuestro tipo de cambio.
Esta elasticidad depende de las características concretas de cada mercado, siendo sus
efectos más elevados en aquellas actividades menos diferenciadas y donde sea más factible
la sustitución de los proveedores internacionales, como en el caso del turismo o los
productos alimenticios perecederos.
Efectos de crecimiento:
El crecimiento económico es el aumento de la renta o valor de bienes y servicios finales
producidos por una economía (generalmente de un país o una región) en determinado
periodo (generalmente en un año).