misma, de los asuntos que estn implicitos en ella, del amor por todas
las cosas visibles. En su interior, el alma esti envuelta, circundada,
encarcelada por los espiritus maléficos que la mantienen en las
io de Egipto, Homilias, coleccién Il, XX1, 2).
+ Hay evidentemente una relacién directa entre estas dos series de lazos: porque el
hombre vive en el mal los poderes demoniacos tienen sobre él tal poder; por sus
pasiones él se abre a ellos y los hace vivir en él,
5, Patologia de la memoria
+ La memoria ha sido dada al hombre en el momento de su creacidn, para que por ella pueda
recordar continuamente a Dios y estar asi unida a El permanentemente, por su espiritu y su
corazon.
+ “Hemos recibido la memoria para llevar a Cristo en nosotros", escribe san Nicolis
Cabasilas, en La vida en Cristo, VI, 91).
+ El recuerdo de Dios aparece asi como una norma para el hombre. Asi san Macario
escribe: “Es necesario que el cristiano tenga siempre el recuerdo de Dios” (san
Macario de Egipto, Homilias, coleccién 11, XLII, 3).
+ Y.san Gregorio de Nacianzo: “Debemos recordar a Dios con mais frecuencia que
respiramos; y, por asi decirlo, no debemos hacer nada que no sea esto”, (san
Gregorio Nacianceno, Discursos, XXVII, 4. Cf. Basilio de Cesarea, Cartas, XXII;
Grandes reglas, 5; Origenes, Homilias sobre los Nuimeros, XXIV, 2).
+ Elrecuerdo de Dios implica, en un primer nivel el recuerdo de los mandamientos por los
cuales el hombre se une a El cumpliendo su voluntad:
+ recuerdo del mandar
jento dado por Dios en el Paraiso para Adin y Eva,
+ recuerdo de los mandamientos de Cristo para el hombre restaurado por el Verbo
encamado.
+ Implica entonees “la memoria de las virtudes”, la cual no deja ningui
pasiones.
lugar a las
+ Como lo indica este iltimo punto, el “recuerdo de Dios” (mnéme Theow) es también el
recuerdo de los beneficios de Dios, por los cuales le damos gracias.
+ San Marcos el Monje insiste particularmente sobre esto: “He agui lo que debe ser el
punto de partida en una conducta provechosa segtin Dios. Debes repasar siempre en
54 de 70tu memoria y conservar en una meditacién incesante el recuerdo de la bondad de
Dios que ha organizado el curso de tu vida segiin su designio, de sus beneficios con
miras ala salud de tu alma; no dejes oscurecer tu memoria por el vieio, fuente de
indiferencia, ni pierdas el recuerdo de la multitud y de la importancia de sus gracias
y pases, en consecuencia, el resto del tiempo sin provecho, en la ingratitud. Porque,
ese recuerdo incesamte, excita el corazén a manera de un aguijén, lo empuja en todo
tiempo a la confesién, a la humildad, ala accién de gracias con un alma contrita,
con gran celo por el bien, para ofrecer en cambio un modo de vida, costumbres
provechosas y toda virtud segiin Dios”; aquel que “no se deja caer en el olvido de
tales beneficios (...), se orienta hacia toda la buena ascesis de la virtud y hacia toda
obra de justicia con un ardor siempre sostenido y siempre dispuesto a ejecutar la
voluntad de Dios” (san Marcos el Monje. 4 Nicolds ).
Esta forma de “recuerdo de Dios” desemboca naturalmente sobre su forma principal, la de la
oracién continua que los Padres designan corrientemente por esta expresién,
Esta —subraya san Diddoco de Fétice— es para el espiritu que “exige de nosotros
una obra que debe satisfacer su necesidad de actividad”, “la tinica ocupacién que
responde enteramente a su fin”. Constituye al mismo tiempo “su actividad propia”, la
\inica actividad que corresponde a su naturaleza (san Diidoco de Fotice, Cien
capitulos gnésticos, 56).
+ “La oracién hace ejercer a la inteligencia la actividad que le es propia”, sefiala
Evagrio, que dice también: “La oracién es la actividad propia de la
inteligencia, dicho de otro modo el mejor y mas adecuado empleo de
ésta” (Evagrio Péntico, Tratado de la oracién, 83-84),
+ Adan en el Paraiso, que “vivia en oracién” practicaba esta memoria
ininterrumpida de Dios (Doroteo de Gaza, Instrucciones espirituates, 1, 1. Cf.
Juan Damasceno, Exposicién exacta de la fe ortodoxa, Ml, 11)
+ Igualmente los santos, que reintegran en Cristo la condicién primera de Adan
y “se aproximan a la perfeccién, tienen continuamente en el corazén el
recuerdo del Senor Jestis” (san Diddoco de Fétice, Cien capitulos gnésticos,
88),
En efecto, por esta memoria continua de Dios el hombre puede, conforme a la finalidad de su
naturaleza, unirse a El.
“La unién espiritual es la memoria en estado puro”, escribe san Isaac el Sirio (san
Isaac de Ninive, Discursos ascéticos, 33; cf. idem., 1).
Por el recuerdo de Dios, el hombre es fortificado en su guarda y su practica de los
mandamientos; él puede, diciéndolo de otro modo, preservarse de las pasiones y
acrecentar en él las virtudes.
55 de 70El recuerdo de Dios es, especialmente, la condicin del amor de Dios, que tiene como
propiedad suscitarlo y hacerlo crecer, yendo siempre junto con él (Cf. Macario de Egipto,
Discursos, coleccién 1, XXXII, 3; Isaac de Ninive, Discursos ascéticos, 85; Diadoco de
Fotice, Cien capitulos gnésticos, 32; Gregorio Palamas, Triadas, Il, , 19; Simedn el Nuevo
Teblogo, Capitulos teoldgicos, gnésticos y précticos, 1, 93).
+ Esto es verdad en primer lugar, en su forma mas acabada, la oracién continua, pero
también del recuerdo de los beneficios de Dios.
Asi, san Marcos el Monje aconseja:
* “Guarda ante los ojos los beneficios recibidos desde tu nacimiento hasta ahora, sean
corporales o espirituales, medita sobre ellos y repdsalos ya que esté escrito
+ “No olvides ninguno de sus beneficios” (Sal 102, 2) a fin de que te lleven a
amar a Dios pronta y facilmente (...) a fin de que esponténeamente, al
recordar estos beneficios y mas atin, bajo un impulso venido de lo alto, tw
coraz6n sea herido de amor y de deseo” (Marcos el Monje, A Nicolas, 6).
El recuerdo continuo de Dios en la oracién constituye también para el hombre el modo de
acceso a la oracién que —dice san Isaac— “encuentra en él la materia sobre la cual puede
fundarse (asentarse)” (san Isaac de Ninive, Discursos ascéticos, 1).
+ San Calixto II, el Patriarca, dice en el mismo sentido que “habria que reflejar en el
espiritu purificado los rayos divinos” (Calixto It, Capitulos sobre la oracién, 3).
+ Hasta en los mas altos grados de la vida espiritual, la memoria acompaiia la actividad
del espiritu y “es en su memoria” dice san Isaac, que el hombre “es arrebatado mas
alto que la naturaleza” en el conocimiento/visin de Dios que el Espiritu le comunica
(cf. San Isaac de Ninive, Discursos ascéticos, 33; 65).
Por la memoria de Dios, el hombre mantiene a Dios en el interior de su espirit
morar en su corazin (ef. Gregorio Palamas, Triadas, I, 2, 23)
y lo hace
+ Escribe san Basilio: “Esto es hacer habitar a Dios, tener por el recuerdo a su Dios
instalado en si mismo. Asi nos convertimos en templo de Dios cuando las
preocupaciones terrestres no interrumpen la continuidad de ese recuerdo” (san
Basilio de Cesarea, Cartas, Il, 4).
Por eso mismo, el recuerdo de Dios es para el hombre que lo posee la fuente de una alegria
intensa “hace nacer en el alma una felicidad indecible” como dice el salmista: “He
recordado a Dios y he estado en la alegria” (Sal 76, 4).
Por el recuerdo permanente de Dios, el hombre no hace sino pensar en “la tinica cosa
necesaria”, y leva una existencia totalmente centrada en Dios, conforme a la finalidad de su
naturaleza,
56 de 70+ Dicho de otro modo, la memoria de Dios implica el olvido del mundo, la ausencia de
todo recuerdo sensible y mundano,
+ Implica igualmente para el hombre el olvido de si.
+ El hombre espiritual —dice san Isaae— “se olvida de si mismo. Olvida su
naturaleza. Ya no recuerda para nada este siglo. Pero no deja de meditar y concebir
todo lo que revela la grandeza de Dios”.
+ Tiene una “memoria ligada al género de vida que leva (...), no piensa en las cosas
de este mundo, ni las recuerda”. “Cuando la memoria de Dios ha hecho del alma su
campo de pastoreo, borra todo otro recuerdo” dice resumiendo (san Isaac de
Discursos ascéticos, 85; 73).
Cuando la memoria del hombre, esta totalmente ocupada en el recuerdo de Dios, esta
facultad esti en el estado primitivo y normal de la naturaleza humana integramente unificada,
simple y homogénea (Cf. Gregorio el Sinafta, Capitulos, 60-61).
+ Todos los pensamientos del hombre se concentran hacia lo que constituye para su
espiritu el tinico objeto de atencién.
+ Enel recuerdo de Dios, sefiala san Juan Casiano, el hombre “fija toda su atencién
hacia una meta iinica en la cual hace converger activamente todos los pensamientos
que se levantan en su espiritu” (Juan Casiano, Conferencias, XXIV, 6).
+ De este modo, la memoria aparece estable e inmévil, y conoce la calma (cf. Gregorio
el Sinaita, Capitulos, 61; Isaac de Ninive, Discursos ascéticos, 8).
“El corazén es puro” cuando la memoria esti totalmente ocupada en el recuerdo de Dios y
por lo tanto “despojada de toda forma y de toda figura” (san Maximo el Confesor,
Centurias sobre la teologia y la economia, II, 82. Cf. Simeén el Nuevo Tedlogo, Capitulos
teolégicos, gndsticos y practicos, Ill, 32).
Gracias a la memoria de Dios, el hombre se preserva de los pensamientos extrafios que le
sugiere el Maligno (Cf. Macario de Egipto, Homilias, coleccisn 11, LII1, 16).
+ Excluye todo pensamiento malo, y no permite que se manifieste ninguna disposicién
al mal.
+ Constituye un arma contra los demonios, al permitir al hombre no solamente no ser
alcanzado por sus ataques, sino también dominarlos y alejarlos (Cf. Diédoco de
Fotice. Cien capitulos gnésticos, 5; 97; 3; 33; 81).
jentras la memoria asi utilizada segiin su naturaleza esta en buena salud, por el pecado obra
contra su naturaleza y se vuelve enferma
+ (Hesiquio de Batos, Capitulos sobre la vigilancia, 32: Gregorio el Sinaita,
Capitulos, 61; hablan explicitamente de la enfermedad de la memoria).
57 de70+ Suenfermedad, como en las facultades precedentes, consiste en una perversion, mas
precisamente en una inversién de su actividad; mientras en el estado normal de la
naturaleza humana ella sirve exclusivamente, conforme a la finalidad de su
naturaleza, al recuerdo de Dios y del Bien, olvidando por esto mismo toda realidad
sensible y todo mal; por el contrario, por el pecado ella se vuelve contra su
naturaleza, olvido de Dios y del Bien y recuerdo del mal y de las realidades sensibles,
(san Isaac de Ninive, Discursos ascéticos, 65).
Esta enfermedad de la memoria, naturalmente, afecta al espiritu que es su érgano: en la
medida que se olvida de Dios, se encuentra alienada en una actividad que le es extrafia y
conoce la asfixia y la muerte espirituales.
+ Por eso san Isaac escribe: “Lo que le sucede al pez cuando sale del agua, le sucede
también al espiritu cuando se aparta de la memoria de Dios y se dispersa en la
‘memoria del mundo” (san Isaac de Ninive, Discursos ascéticos, 43).
+ Todas las facultades que dependen directamente de ella, sufren paralelamente los efectos
patologicos de la enfermedad de la memoria.
+ San Maximo el Confesor considera que el olvido de Dios y del bien es con la
ignorancia, la principal pasién/enfermedad de la parte racional del alma (cf.
san Maximo el Confesor, Centurias sobre la caridad, 1, 68; Cuestiones a
Talasio, prélogo: “El olvido de los bienes de la naturaleza es el vicio del alma
dotada de inteligencia”’).
+ Junto con Ia ignoraneia de Dios, con la cual corre parejo, el olvido de Dios juega en la
caida del hombre un papel central.
+ Por eso san Gregorio Palamas ve en el abandono “de la memoria y de la
contemplacién de Dios” la esencia del pecado ancestral (Gregorio Palamas,
Capitulos fisicos, teolégicos, gndsticos y précticos, 46; cf. 50).
+ Y san Marcos el Monje sefiala: “La Escritura dice: “el infierno y la
perdicion estan al descubierto delante del Seftor” (Prov 15, 11). Se refiere a la
ignorancia del corazén y el olvido. La ignorancia es el infierno y el olvido la
perdicién” y ambas matan al hombre espiritualmente (Marcos el Monje, La
ley espiritual, 61-62).
+ San Mareos el Monje
como lo hemos sefialado,
despues de él, sam Juan Damasceno, consideran,
* que el olvido (/éthe) es,
+ con la ignoraneia (dgnoia) y
+ la negligencia espiritual (rathymia),
+ uno de los tres “gigantes del diablo”
58 de 70,+ de los cuales proceden todas las pasiones y todos los males que
afectan al hombre caido (Cf. Marcos el Monje, 4 Nicolds, 10-13;
Juan Damasceno, Discurso titi! al alma).
+ San Marcos el Monje describe asi esas tres enfermedades espirituales fundamentales e
indisociables, sus relaciones y sus efectos:
+ “Son tres gigantes extranjeros, poderosos y fuertes, que tit debes considerar: sobre
ellos se apoya todo el poder de nuestro temible enemigo espiritual (...) Los que se
consideran como los poderosos gigantes del Maligno son: la ignorancia, la madre de
todos los males; el olvido, su hermana, su asociada y su auxiliar; la negligencia, que
teje en el alma un vestido y un velo tenebroso de nubes negras; ella afirma y fortifica
a los otros dos; labra su consistencia introduciendo el mal al estado endémico y
enraizando en el alma particularmente descuidada. El resto de las pasiones crece y
se fortifica gracias a la negligencia, el olvido y la ignorancia, Ellas se apoyan
‘mutuamemte y no pueden mantenerse las unas sin las otras. Por ellas se manifiesta el
poder de las fuerzas enemigas, asi como el vigor de los principes del mal; por ellas
todo el ejército de los espiritus de malicia se insinia, se afirma y puede realizar sus
designios” (Marcos el Monje. 4 Nicolas, 12. Cf. 13).
+ Hemos visto qué dificil es determinar en el proceso de la caida qué es primero: si la
seduccién del placer sensible que arrastra al hombre a ignorar y olvidar a Dios, o si, por el
contrario, es la ignorancia y el olvido de Dios los que lo llevan a volverse hacia la realidad
sensible.
+ Existe lo hemos seftalado— una dialéctica entre esas dos actitudes, que ju:
que antepongamos tanto una como la otra.
ica
+ _ Asi san Diddoco de Potice privilegia la primera solucién: seducidos por el
placer sensible, Adan y Eva comienzan a olvidar a Dios.
+ “Cuando usamos sin mesura la vista, el gusto y los otros semtidos, disipan
Ja memoria del corazén, nos lo muestra la primera Eva: en efecto,
mientras ella no miré con placer el drbol prohibido recordaba
concienzudamente el precepto divino. Por lo que permanecia como
abrigada bajo las alas del amor divino (...) Pero cuando vio con placer el
rbol y se sintié atraida con deseo ardiente y, enseguida gusté de su fruto
con intenso placer (...) ella entregé todo su deseo al placer del present,
enredando a Adén en su propia falta por la dulce apariencia del fruto.
Desde entonces el espiritu humano no puede ya, sino con esfuerz0,
recordar a Dios y sus mandamientos” (Diddoco de Fétice. Cien capitulos
gnésticos, 56).
+ Otros Padres ponen de relieve el proceso inverso. Un apotegma relata:
59 de 70+ “Los ancianos decian: “Los poderes de Satdn que preceden todas las
faltas son tres: el olvido, la negligencia, el deseo. En efecto, cada vez que
Tega el olvido, engendra la negligencia, de la negligencia procede el
deseo y el deseo hace caer al hombre" (Apotegmas, N 273).
+ San Hesiquio de Batos dice en el mismo sentido: “Del olvido caemos en
Ja negligencia y de la negligencia (...) en los deseos desviados” (Hesiquio
de Batos, Capitulos sobre la vigilancia, 32).
+ Y san Macario: “El espiritu que rechaza el recuerdo de Dios sucumbe, ya
ala célera, ya a la concupiscencia” (Maeario de Egipto, Homilias,
coleccién II, LIV, 10).
+ San Marcos el Monje abunda en este sentido escribiendo especialmente:
Todos los que olvidan a Dios se vuelven voluptuosos” (Marcos el
Monje, De quienes piensan que estan justificados por sus obras, 122).
+ Al olvidar a Dios, la memoria se divide y se dispersa, y se encuentra invadida y
ccupada por miiltiples pensamientos relativos a las cosas del mundo sensible hacia las
cuales se ha vuelto el hombre.
+ “El principio y la causa de los pensamientos, escribe san Gregorio el Sinaia,
es, como consecuencia de la transgresién, la atomizacién de la memoria
simple y homogénea. Al volverse compuesta y diversa, de simple y homogénea
que era, perdié el recuerdo de Dios y corrompié sus potencias” (san
Gregorio el Sinaita, Capitulos, 60).
+ Esta enfermedad de la memoria tiene, evidentemente, repercusiones sobre
todas las facultades del alma,
+ Elespiritu, anteriormente ocupado tnicamente por el pensamiento
de Dios se encuentra ahora incesantemente atravesado por el flujo
de los recuerdos mundanos cuyo niimero se acrecienta mas y mas.
En efecto, la memoria —con la imaginacién— se vuelve para el hombre el principal camino
por el cual los pensamientos extrafios penetran en el corazén y ocupan su espiritu, una de las
principales fuentes “de los pensamientos que (lo) alienan” (cf. Isaac de Ninive, Discursos
ascéticos, 33).
+ Della recibe el hombre la mayor parte de las representaciones que constituyen para
él otras tantas sugerencias/tentaciones. Es ella, sobre todo, la que provee a su espiritu
“Ios pensamientos simples” que requieren su adhesién pasional (cf. Maximo el
Confesor, Centurias sobre la caridad, Il, 74),
+ San Maximo enseita:
60 de 70,+ “Por tres caminos tienen acceso al espiritu los pensamientos pasionales,
Ia sensacién, la complexion fisica, la memoria (...) Cuando la memoria
trae el recuerdo de los objetos que nos apasionan, inspira igualmente al
espiritu pensamientos pasionales” (Maximo el Confesor, Centurias sobre
a caridad, M1, 74).
+ Pero a menudo la memoria provee directamente pensamientos pasionales —como lo
subraya san Talasio— que ve en esta facultad la principal fuente de aquellos y de los
mas temibles entre ellos:
+ “Existen tres cosas por las cuales recibes los pensamientos pasionales
Jos sentidos, la memoria y la constitucién del cuerpo. Los pensamientos
mds impertinentes son los que vienen de la memoria” (Talasio, Centurias,
1,46)
+ La memoria produce especialmente tales pensamientos porque conserva los recuerdos
de las faltas anteriores y las marcas de las pasiones establecidas anteriormente, y
sobre todo las del placer que le estaban ligadas, lo que da a sus representaciones un
fuerte poder de seduceién.
+ Por lo tanto, la memoria estd activada y exeitada por los demonios que buscan en
particular retrotraerla a esos recuerdos”.
Por todas estas razones, la memoria se vuelve, en el hombre caido, una de las principales
causas por las cuales se suscitan y mantienen las pasiones. Por eso san Isaac de Ninive ve en
ella la sede de las pasiones, el lugar donde podemos encontrarlas a todas.
+ De este modo, “el recuerdo del mal” (mnéme tou kakori) se vuelve en el hombre caido
una disposicién habitual (exsis),
+ El recuerdo del mal sustituye en grados diversos el recuerdo del bien, el tinico que en
el origen ocupaba la memoria; al no poder sustituirlo completamente, le deja un lugar
‘mis o menos reducido.
Esto tiene en todo caso por efecto introducir en la memoria otra di
su ori
{sién que ella ignoraba en
cn, escindirla en dos partes, como dice san Diadoco de Fétice:
+ “Después que un desliz de nuestro espiritu la puso en estado de doble ciencia, le es
‘forzoso, aunque no lo quiera, llevar en el mismo instante pensamientos buenos y
‘malos (...) En efecto, a medida que se esfuerza por concebir el bien, recuerda en
sseguida el mal porque, como consecuencia de la desobediencia de Adén, el recuerdo
del hombre se encuentra escindido en un doble pensamiento” (san Disdoco de
Fétice, Cien capitulos gndsticos, 88).
+ Recuerdo del bien y recuerdo del mal no solamente van juntos, sino que se
entremezclan, contribuyendo a acrecentar la confusién que la memoria y la
61 de 70inteligencia reciben ya de la multiplicidad y de la diversidad de los pensamientos que
las ocupan.
+ Incluso si el hombre caido esta —como dice san Hesiquio de Batos— “cubierto de un
abismo de olvido”, el recuerdo de Dios y del bien, despues de la falta de Adan, no se
hace imposible, sino que se vuelve mas dificil.
+ “Por eso el espiritu humano ya no puede, sino con dificultad, recordar a Dios y sus
mandamientos” (san Diédoco de Fatice, Cien capitulos gndsticos, 36).
+ “La desobediencia ha falseado las relaciones de la memoria simple con el bien, ha
corrompido sus potencias y debilitado su atraceién natural por la virtud’” (san
Gregorio el Sinaita, Capitulos, 61)
+ Enefecto, como lo hemos visto, el espiritu del hombre se encuentra aplicado y ocupado por
una multiplicidad de recuerdos de objetos de este mundo y de pensamientos, pasionales 0 no,
pero en todo caso extrafios a Dios.
+ Estos recuerdos vienen al espiritu del hombre en razén de su apego a este mundo,
pero también por accién de los demonios que buscan particularmente por este medio,
mantenerlo alejado de Dios.
+ En efecto, en todos los casos, esos recuerdos mundanos excluyen el recuerdo de Dios.
EI principio de economia puesto en evidencia a propésito de las facultades estudiadas
precedentemente valen igualmente para la memoria: cuanto més recuerda a Dios,
‘menos recuerda este mundo: y a la inversa, cuanto mas recuerda este mundo, menos
recuerda a Dios.
6. Patologia de la imaginacién
+ Laimaginacion (phantasia) es una de las facultades de conocimiento del hombre, una de las mas
clementales, Su funcién natural es la de permitir al hombre representarse las cosas sensibles
como tales. Esta pues, directamente ligada a la sensacién y a lo sensible.
+ Transforma en imdgenes las sensaciones y permite al hombre tener bajo forma de
imagen una representacién de lo que percibe.
+ Ligada a la memoria también le permite representarse los recuerdos que subsisten de lo
que él ha percibido.
+ Laimaginacion esta facultada para transformar las percepciones en imagenes correspondientes y
reproducirlas cuando la memoria las recuerda; asimismo esta capacitada para producir imagenes
nuevas, combinando muchas imagenes tomadas en su totalidad o en parte.
+ Laimaginacién es asi susceptible de tomar la triple forma de una imaginacién
productora, reproductora y creadora, basindose cada una sobre la precedente.
62 de 70