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Universidad de Atlántico

Filosofía Medieval Grupo 1

Taller

Alumno

Jesus Antonio Gonzalez Zarate

Baranoa, 4 de mar. de 21
1. Prueba ontológica de la existencia de Dios.

Esta prueba principalmente se baso en posteriori de una de las refutaciones de


Anselmo a los ateos al negar la existencia de Dios llegaron a una contradicción
porque , con el argumento de que, si se habla de la idea del absurdo de que Dios
sea el más gran ser, entonces se tendría que decir que Dios existe porque si el
filosofo llego a pensar en el mero nombre de Dios por consiguiente tendría que
aceptar su existencia en la realidad, ya que hace parte de al menos en su intelecto
y como es así entonces no puede negar la posibilidad de su existencia fuera de su
mente. Esto básicamente fue el argumento ontológico que hasta siglos después
aun es aceptado por algunos solo que fue replanteado como por ejemplo Leibniz
quien lo formula de la siguiente manera “el ser necesario, si es posible, existe; es
posible, y, por lo tanto, existe”

2. Problemas de los universales. Los caballeros universales. Las damas los


particulares o singulares. ¿La solución a este problema cuál es?

La relación entre voces y res, entre lenguaje y realidad, en el centro de los estudios

gramaticales y de la dialéctica, constituye el elemento esencial de la cuestión de los

universales, que en el siglo xn fue enormemente debatida, dadas sus implicaciones

lingüísticas, gnoseológicas y teológicas. Más en general, se trata de un problema que

concierne a la determinación de la relación entre ideas o categorías mentales,

expresadas mediante términos lingüísticos, y las realidades extramentales

correspondientes. Es la tesis según la cual los términos universales son res, entidades

metafísicas subsistentes. Guillermo de Champeaux, nacido en 1070 y fallecido en

1121, fue el defensor más conocido de esta teoría realista de los universales. En su

opinión existe una adecuación o correspondencia perfectas entre los conceptos

universales y la realidad.
3. Los Goliardos. PEDRO ABELARDO. LA duda. La dialéctica. El papel de la razón
en la teología. Los principios de la ética. Entiendo para creer y creo para entender.

El término goliardo se utilizó durante la Edad Media para referirse a cierto tipo de
clérigos vagabundos y a los estudiantes pobres picaros que proliferaron en Europa
con el auge de la vida urbana y el surgimiento de las universidades en el siglo XIII.

Para algunos el termino proviene de Goliat, Personaje relacionado con el demonio,


otro posible origen proviene del frances antiguo “gouliard” que significa “clérigo que
llevaba una vida irregular”

los Goliardo son recordados por haber sido los participantes de un curioso género
de poesía profana en latín entre los siglos XI y XIII irrumpe en la Europa medieval,
un género que hablaba sobre tabernas, amor, una actitud abierta al mundo y sus
placeres, y un sentido manifiesto contra las instituciones religiosas. Los goliardos
solían ser estudiantes de las universidades de España, Francia, Alemania, Italia e
Inglaterra mayo tiriamente, estos estudiantes se vieron frustrados por no poder
aplicar los conocimientos que adquirieron en la universidad al campo laboral, de
modo que optaron por mantener una vida errante entre las tabernas de las
ciudades.

Estos se conocen por haber tenido una afición a la literatura clásica, sus
composiciones eran casi siempre anónimas y solían escribir en latín, y en estas
composiciones líricas se elogiaban a las mujeres, el amor, el vino, y la vida en las
tabernas como tema principal. Otras de sus composiciones poseían un carácter
satírico hacia la iglesia, criticando a la sociedad establecida. Sin embargo, es de
destacar que estos poemas, o sus autores, en ningún momento pretenden
cuestionar la fe y tampoco el dogma; incluso en los momentos de mayor
irreverencia, la actitud de los goliardos no supone herejía, ni escepticismo, ni
oposición al dogma de la Iglesia.

Pedro Abelardo

Se le puede considerar la otra cara del medioevo una cara inexplorada e infravalorada,

Abelardo se consideraba a si mismo reacio con respecto a las enseñanzas de sus

maestros y con los sistemas teológicos inamovibles de su época, fuerte critico de los

métodos que se utilizaban hasta ese entonces, siempre inquieto buscaba más

humanidad en las concepciones que se estudiaban en las universidades, tal es así que

fundo su propia escuela, aunque su momento mas brillante fue cuando obtuvo su

propia catedra en la escuela de Norte-Dame entre los periodos 1114 y 1118, pese a

que el concilio de Soissons condeno varias de sus tesis en 1121, y pese a su posterior

apelación al papa, sus grandes aportes lo hicieron merecedor del reconocimiento del

que mas escritos pudo haber durante el medioevo hasta ese momento, tal es ese

reconocimiento que Pedro el venerable le asigna con un celebre epitafio que colocaron

en su tumba, sin embargo, sus escritos se pueden clasificar en 3 grupos: lógicos,

teológicos y éticos. “Entre los lógicos se cuentan las Glosas literales(al De

interpretatione, al De divisione de Boecio, a Porfirio y a las Categorías), publicadas por

los modernos bajo el título de Introductiones parvulorum (para alumnos que se inician)

o Introductiones dialecticae; la Lógica nostrorum, la Lógica ingredientibus (nombres

tomados de las primeras palabras del texto) y la Dialéctica. Entre las obras teológicas

hay que mencionar la Theologia christiana o también Theologia summi boni, Theologia

o también Introductio ad Theologiam o Theologia scholarium. Adviértase que Abelardo

es el primero que utiliza el término Theologia como síntesis de la doctrina cristiana.

Antes de él, en san Agustín y en la alta edad media, Theologia designaba la


especulación pagana o puramente filosófica acerca de la divinidad. También escribió

Commentaria in Epistulam Pauli ad Romanos y una Expositio in Hexaemeron. En lo

que concierne al método, es importante el Sic et non (Sí y no), que constituye una

adecuada colección de sentencias extraídas de los padres y de la escritura, con

respecto a 158 problemas teológicos, sobre los que dichas sentencias se muestran

contradictorias. Los escritos éticos son Ethica seu Scito te ipsum (Conócete a ti mismo)

e, inacabada, su última obra Dialogus inter Judaeum, Philosophum et Christianum.

Finalmente, de carácter autobiográfico, se cuentan la ya mencionada Historia

calamitatum, el Epistolariumla correspondencia con Eloísa y las Poesías, que le

convierten en uno de los mayores escritores del siglo.”

La Duda

La duda para Abelardo es el inicio que nos impulsa a la investigación, puesto que se

parte de una duda como estímulo de la investigación, pero la duda solo es un punto de

partida no es el único modo y fin para llegar a una verdad, con la duda se busca

examinar cualquier texto ya sea filosófico o teológico a un control critico permanente.

Abelardo distingue varias normas o reglas para a la hora de analizar un texto, a primera

de ella nos habla trata sobre los términos y sus usos en un texto, con sus implicaciones

tanto lingüísticas como históricas, Abelardo decía “El entendimiento de un texto puede

verse obstaculizado por el uso desacostumbrado de un término, o por la pluralidad o

variabilidad de los significados de un mismo término” este análisis se impone porque no

siempre nos atenemos al discurso de propiedad. La segundad regla nos habla de la

autenticidad de un escrito que concierne tanto al autor como a las eventuales

corrupciones e interpolaciones textuales. En la tercera norma se hacen exámenes


críticos a textos dudosos con referencias a los textos originales comparándolos, para

así tener en cuenta las eventuales retractaciones o modificaciones, lo que significa que

todo el documento debe interpretarse de acuerdo al corpus del autor. Como ultimo

punto a tener en cuenta no hay que confundir las opiniones que cite el autor, con sus

propias opiniones personales, y no mal interpretar lo que el autor representa como

problema a una solución.

Aunque son normas exegéticas y criticas Abelardo las da un carácter general a pesar

de que fueron formuladas para solucionar el problema de dicta de los padres. Pero

también sirve para darle un carácter más científico a la investigación, pero el mismo

sabe que pese a estas normas es difícil superar los contrastes y penetrar en el

significado de los textos. Pese a incitar a no renunciar al carácter critico de la

investigación, deja muy en claro las limitaciones de nuestra mente con respecto a las

enseñanzas de la biblia o de los padres.

La Dialectica

Ante todo, Abelardo distingue rápidamente la dialéctica à la de la pura habilidad

discursiva y la sofistería, que es una degeneración de la primera, como tratan de

explicar mediante un "razonamiento deficiente", discutiendo todo con locuacidad

inapropiada, desacreditando y convirtiendo la dialéctica. en algo repugnante a los

círculos monásticos y a la autoridad de la iglesia.

En su acepción general y primaria, la dialéctica se identifica con la lógica clásica,

considerada como instrumentum disserendi ac disputandi.


Por esta razón, la dialéctica ayuda a distinguir lo verdadero de lo falso, ya que

establece el nivel estrictamente lógico-formal de verdad o falsedad del discurso

científico, en base a reglas lógicas.

El papel de la razón en la teología

Abelardo defiende la dialéctica porque, en la fidelidad de las reglas de la lógica, la

relación misma se transforma en algo concreto, revelando así su poder especulativo sin

condenas fáciles ni caprichos exagerados. En esencia, al cultivar la dialéctica, Abelardo

ha querido cultivar la ratio. La dialéctica es una especie de instrumento o, más bien, el

lugar de la conciencia crítica acerca de tesis o de enunciados, que no se acogen

debido sólo a la autoridad del que los propone, sino también basándose en una toma

de conciencia de su contenido y de los argumentos aducidos en su favor. La razón

dialéctica es por tanto la razón crítica o razón continuamente cuestionada, o la razón

que busca.

Entiendo para creer y creo para entender.

Si la expresión que sirve para recapitular el pensamiento de san Anselmo es credo ut

intelligam, la expresión que sintetiza el compromiso teórico de Abelardo es intelligo ut

credam. La ratio no es en Abelardo inmediatamente sirviente de la teología, ya que hay

que cultivarla por sí misma, para poseer sus instrumentos y perfeccionar su

utilización. Como en Anselmo, también para Abelardo la revelación divina es la que

brinda los contenidos que más tarde es preciso aclarar y explicitar mediante analogías

y semejanzas.

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