Está en la página 1de 7

1.

La escobilla del estadio del espejo: Marx un precursor

"Y Kojéve añadía a continuación en tono enigmático: 'Nunca inter-pretará usted El


banquete si no sabe por qué Aristófanes tenía hipo.' "Lacan J. (1960/61, p. 75,
Seminario VIII)

Diego Moreira1

Hacia 1933 y 1939 Alexandre Kojéve (Alexander Vladimirovich Kojevnikov)


dictó Seminarios en la Ecole de Hautes Etudes. Entre los asistentes se encontraban
Jacques Lacan, Maurice Merleau-Ponty, Raymond Queneau, Georges Bataille,
Raymond Aron, el Padre Fessard, Robert Marjolin, y en ocasiones André Breton.
(Lapouge, G. (2003)

En 1936, Jacques Lacan y su maestro hegeliano Kojève, iniciaron un estudio


sobre Hegel y Freud, para ser publicado en la revista Recherches Philosophiques. El
trabajo, quedó inconcluso, pero no se lo puede ignorar sin riesgo, tiene tres partes: 1-
Génesis de la conciencia de sí, 2- El origen de la locura. 3- La esencia de la familia. Y
un capitulo agregado, llamado "Perspectivas".

Lo único escrito fueron 15 páginas producto de la pluma, la curiosidad, y la


investigación de Alexandre Kojève. Este autor ruso se detiene en la pregunta: ¿donde
emerge el yo deseo? Responde que es en Hegel donde el yo pienso de Descartes se
convierte en el yo deseo, de donde surge el yo deseo filosofar que pondrá en evidencia y
sin asperezas, al acceder a la satisfacción, el ser verdadero del deseo primordial. Sin
embargo, cabe precisar que la expresión del “ego cogito" de Descartes, escrita hacia
1636, época de la invasión de Indoamérica, se enlaza y despliega en una erótica
alienante al "yo conquisto” de Hernán Cortez, en el contexto de una economía
capitalista mercantil. (Dussel, 1992)

Kojève considera a la “Fenomenología del Espíritu”2 de Hegel (1966), escrita


hacia 1807, como una introducción a la filosofía, con una orientación particular que se
expresa en el relevo del yo pienso de Descartes por el yo deseo, como he mencionado.
Sin embargo, en la filosofía cartesiana el yo no puede ser reducido al pensamiento “es
decir, a la revelación adecuada del ser por la conciencia. El yo es también voluntad y
es precisamente la voluntad la que es la fuente del error, es decir, es el hecho del yo-
voluntad el que implica la imperfección necesaria para la transformación de la
filosofía en 'filosofar' y el que desempeña también un papel análogo al que desempeña
el yo-deseo en el sistema hegeliano. Para confrontar los dos sistemas son, pues, ante
todo esos dos conceptos análogos y sin embargo diferentes del yo los que deberían
confrontarse". (Roudinesco, 1994, p. 163)

De esta manera, Alexandre Kojève establecía un distingo fundamental entre el


“je” como pronombre referido al sujeto ligado al verbo, que se constituye como lugar
1
Moreira, D. (2016) La escobilla del estadio del espejo: Marx un precursor. En Ética y
quehacer del analista con niños y adolescentes. Ed. Letra Viva. Texto actualizado.
2
Un espíritu que sólo corresponde a una Europa cristiana y moderna.
del deseo, y el “moi” como pronombre que puede ser aislado. En las páginas que
escribió Alexandre Kojève se describen varios conceptos a los que recurrió Lacan en
sus trabajos: El “je” [yo] configurado como sujeto del deseo, aunque no es el yo [je] de
la gramática, el “moi” [yo] como espacio de ilusión y de error, y el deseo considerado
como revelación de la verdad del ser. Desde luego, la locura y la familia,
correspondientes a la segunda y tercera parte del estudio, están presentes en una
diversidad de producciones.3

En nota en los Escritos 1, el traductor y revisor Armando Suárez, escribe que


Lacan se atendrá a la traducción de Idealich por moi-ideal, considerando su bipartición:
moi - «yo» como construcción imaginaria, je - «yo» como posición simbólica del sujeto.

Para Oscar Masotta (1976, p. 12, 1991), el impacto hegeliano encuentra un


cierto límite en “El estadio del espejo”. Donde no sólo se considera el narcisismo y la
pulsión de muerte, sino también, y en su justa medida, la «conciencia de sí» y la «lucha
de puro prestigio» de la fenomenología hegeliana.

Ahora bien, elaborando la enseñanza del filósofo Alexandre Kojève, Lacan


asistió al Congreso de Marienbad, al que Freud enfermo no pudo concurrir. En las
diversas actividades del Congreso se desplegó un duro enfrentamiento teórico
ideológico, en el contexto del psicoanálisis con niños, entre el grupo liderado por M.
Klein y el grupo de Anna Freud.4
En este Congreso de Marienbad [IPA], el 16 de junio de 1936, el autor francés
presentó una referencia tópica: “El estadio del espejo”. 5 Al respecto, años después dice:
“Cada uno sabe que, cuando entré en el psicoanálisis con una escobilla que se llamaba
estadio del espejo, comencé por señalar —porque después de todo estaba dicho,
señalado, machacado en Freud— tomé el estadio del espejo para hacer un perchero”
(Clase del 10 de enero de 1968, p. 80, Seminario XV, El acto psicoanalítico. Ver.
AFI).6- 7 Se trata de una concepción del yo que genera una ruptura con una
3

4
En este mismo Congreso de Marienbad, Lacan presentó un texto, cuya exposición,
que incluía la construcción llamada "del estadio del espejo", fue interrumpida
deliberadamente por E. Jones [presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Londres]. La
armonía estaba rota y Lacan se retiró sin entregar el texto para la memoria del
Congreso. Parte de esa conferencia se publicó en el artículo de la Encyclopédie
Française, “La familia” [1938]. Hacia 1946, en Acerca de la causalidad psíquica, Lacan
considera que se trata de una «fase», más bien que estadio, fundamental para acceder a
la relación en la cuál se constituye el yo. En 1949, Lacan presenta una comunicación al
16° Congreso Internacional de Psicoanálisis en Zurich: «El estadio del espejo como
formador de la función del yo [Je] tal como se nos revela en la experiencia
psicoanalítica». Luego de haber aparecido en la Revue Francaise de Psychanalyse, y
resumido en el International Journal of Psychoanalysis, fue incluido en los Escritos
(1966).
5
Lacan recurre al "test del espejo", descrito en 1931 por Henri Wallon. Aunque Lacan
le atribuye el trabajo a Baldwin en los Escritos 1.
6
Lacan se incorpora a la Sociedad Psicoanalítica de París en 1934, a la edad de 33
años.
7
"Chacun sait que quand je suis entré dans la psychanalyse avec une balayette qui
s'appelait le stade du miroir, j'ai commencé par repérer, - parce qu'après tout, c'était
interpretación adaptativa de la Ego Psychology. El estadio del espejo es considerado
como un drama cuya presión interna “se precipita de la insuficiencia a la anticipación;
y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las
fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma
que llamaremos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin asumida de una
identidad enajenante. (Lacan 1966, p. 90) Su estructura distingue todo el “desarrollo”
anímico.8-9

Entonces, cuando hablamos de la fase del espejo, hablamos de una encrucijada


estructural, que implica, por una parte, la identificación con una imagen (imago) que, si
bien forma el yo, fundamentalmente aliena. Podemos decir que lo hace «otro»,
enlazándose a un transitivismo identificatorio, que se configura como una verdadera
captación por la imagen del otro —acto identificatorio—. De manera, que el pequeño
que golpea dice que le pegaron, el que ve a un niño llorar, llora. Se trata de la instancia
de lo imaginario.

Dicho de otra forma, el estadio del espejo implica una identificación, un acto del
pensar que incluye la transformación en el sujeto cuando admite una imagen. Así, el yo
[moi] se constituye como la imagen del espejo, pero en su estructura invertida.

Por otra parte, cobra valor la agresividad, que ocupa su lugar sobre el otro y
procura imponerse.

Lacan enlaza la agresividad en la relación del yo con el semejante. Se configura


una tensión agresiva entre la imagen especular y el cuerpo, la completud de la imagen
amenaza al cuerpo con el enorme trabajo del despedazamiento y la fragmentación.

La identificación con la imagen especular implica una relación ambivalente con


el semejante, que incluye entonces, fragmentación y agresividad

Es notorio que la fase del espejo concluya con el drama de celos por el que se
conforma un objeto tercero, que implica una identificación (Acerca de la causalidad
psíquica). Considero que la matriz del sentimiento de sí emerge del transitivismo cuya
marca siempre llevará. El sentimiento de tener un único cuerpo se enlaza al despertar de
los celos.

En el tiempo lógico de transitivismo, se constituye lalangue, a la par que se


instaura el conjunto de significantes y el cuerpo (diferente al organismo) acontecen por
Simultaneidad.

dans Freud, c'est dit, repéré, sérié - j'ai pris le stade du miroir pour faire un porte
manteau." Traducción propia.
8
La noción de la agresividad se enlaza a un desgarramiento del sujeto. Este
desgarramiento implica un momento primordial que remite a la captación de la imagen
del otro, y a la anticipación del sentimiento de su discordancia motriz, a la que luego va
a estructurar retroactivamente en imágenes de fragmentación como lo pone en evidencia
la fenomenología de la experiencia kleiniana (Lacan, 1966, Variantes de la cura tipo).
9
La identidad se puede diferenciar en los entes de la totalidad; la identidad y la
diferencia se constituyen como dos modos de la totalidad. Lo diverso se conforma por
lo dis-tinto.
ES notorio que la voz al igual que el deseo derivan o transitan del cuerpo de la
madre al niño y viceversa. En tanto la voz de la madre se puede separar, el pequeño la
puede introyectar, hacerla propia y reelaborarla mediante sus gorgeos y balbuceos.

Este trabajo de introyección implica el juicio de atribución (Freud, 1950a, 1925).

Finalmente, podemos hablar, de la configuración de los objetos del deseo, que


son siempre objetos del deseo del otro.

Esta fase posibilita la aparición del uno unificante, e implica la cerrazón


narcísica, graficable en la figura de la esfera. [Lacan, 1966, Harari, 1993]

El autor francés sitúa en el período que va de los 6 a los 18 meses. Consiste en


una anticipación de la adquisición de la unidad funcional del cuerpo por parte del infans
(niño que aún no utiliza el lenguaje). y esto con relación al estado de prematuración de
la motricidad voluntaria.

Aquí agrego: “Este acontecimiento puede producirse, como es sabido desde los
trabajos de Baldwin, desde la edad de seis meses, y su repetición ha atraído con
frecuencia nuestra meditación ante el espectáculo impresionante de un lactante ante el
espejo, que no tiene todavía dominio de la marcha, ni siquiera de la postura en pie, pero
que, a pesar del estorbo de algún sostén humano o artificial (lo que solemos llamar unas
andaderas), supera en un jubiloso ajetreo las trabas de ese apoyo para suspender su
actitud en una postura mas o menos inclinada, y conseguir, para fijarlo, un aspecto
instantáneo de la imagen.

Esta actividad conserva para nosotros hasta la edad de dieciocho meses el


sentido que le damos y que no es menos revelador de un dinamismo libidinal, hasta
entonces problemático, que de una estructura ontológica del mundo humano (...).
(Lacan, 1966, p. 87)

Hacia 1953 Lacan, pone énfasis sobre la función del significante. Ubica al Ideal
del yo en lo simbólico y no en la dimensión de la imago. De manera, que lo simbólico
determina lo imaginario, el Ideal del yo determina el Yo ideal.

Se reescribe a posteriori la fase del espejo. La pulsión escopica, la mirada del yo


ideal cobra eficacia desde el Ideal del yo.

Lacan en la clase del 27 de noviembre de 1957, del Seminario V, Las


formaciones del inconsciente, sugería no sólo leer el Capital, sino que también llegó a
constituir a Carlos Marx en un "precursor del estadio del espejo".

Así, en una nota al pie de página del Tomo 1, del Capital, se lee una memorable
e imprescindible frase: “En cierto modo, con el hombre sucede lo mismo que con la
mercancía. Como no viene al mundo con un espejo en la mano, ni tampoco afirmando,
como el filósofo fichtiano, "yo soy yo", el hombre se ve reflejado primero sólo en otro
hombre. Tan sólo a través de la relación con el hombre Pablo como igual suyo, el
hombre Pedro se relaciona consigo mismo como hombre. Pero con ello también el
hombre Pablo, de pies a cabeza, en su corporeidad paulina, cuenta para Pedro como la
forma en que se manifiesta el genus [género] hombre.” (Marx, 2002, El Capital, Libro
primero, Cap. I, Mercancía y dinero, nota 27).

Un Joyce adolescente y la relación con la imagen de su cuerpo

“No hay hecho más que por el hecho de que el parl'étre lo diga. No hay otros hechos
que aquellos que el parl'étre reconoce como tales diciéndolos. No hay hechos más que
de artificios.” Lacan, 1975/7610

Me he ocupado del lazo del sujeto con su cuerpo y el yo, siguiendo un singular
itinerario, la tesis propuesta por Lacan desde El estadio del espejo hasta James Joyce:
"El hombre adora su imagen". Así, considere El estadio del espejo y el jubiloso ajetreo
del sujeto ante la imagen especular que lo sustrae de la fragmentación. Y ahora accedo
con Joyce “esta adoración es la única relación que el parlêtre tiene con su cuerpo”
(Conferencia II).
En Lacan (1975/76) se lee: “El adora su cuerpo. Lo adora porque cree que lo
tiene. En realidad, no lo tiene, pero su cuerpo es su única consistencia - mental, por
supuesto.”

Aquí, la pregunta por el ser habitado por el lenguaje debe ser planteada: En el
Seminario XX, "Aún", Lacan (1972/73) propone el término "parlêtre". Un neologismo
francés, que implica la articulación de dos significantes, "parler" (hablar) y "etre" (ser),
traducido como "habla-ser" o "hablanser”, en tanto el ser se constituye por el habla.
Parlêtre nombra al inconsciente: “Ello habla de él, y ahí es donde él se aprehende".

Es notorio que la voz al igual que el deseo derivan o transitan del cuerpo de la
madre al niño y viceversa. En tanto la voz de la madre se puede separar, el pequeño la
puede introyectar y hacerla propia y reelaborarla mediante sus gorgeos y balbuceos.
Este trabajo de introyección implica el juicio de atribución (Freud, 1950a, 1925).

En el Seminario 23, Le sinthome, Lacan (1975/76) persiste dialécticamente con


su tesis: “El estadio del espejo” y la reformula a posteriori desde este Seminario. Aquí
propone el parlêtre como relevo del hombre, a la par que privilegia una geometría de
nudos borromeos y una energética cuántica.

El autor francés considera que el cuerpo para el parlêtre (hablanser) se incluye


en el registro de lo imaginario, en tanto implica la dimensión del engaño, y no se cruza
con lo real o simbólico. En la “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, Lacan (1975)
afirma que el hombre está tomado por la imagen del cuerpo.

Ahora bien, es notorio que en el Seminario XXIII y en las conferencias “Joyce le


symptôme” Lacan se ocupe de la relación de Joyce adolescente con su cuerpo. Se trata
de una relación de “laisser tomber”, es decir, dejar caer, desenganchar, abandonar, y
desanudar.

10
Lacan (1975/76) Seminario 23, clase 4, 13 de enero de 1975.
En el texto “Retrato del artista adolescente”, Joyce mediante su alter Ego,
Stephen, narra una escena, en la que varios compañeros de la escuela lo maltratan y
golpean. El mismo está sorprendido por su falta de reacción, no siente nada.

Una elocuente frase de Lacan está vigente: “no hay relación sexual”. Es decir,
que la relación sexual no se puede escribir. Pero, lo admito y de buena gana, hay una
relación del hablanser con su propio cuerpo (imagen) y este lazo es de adoración.

En el nudo del Joyce adolescente, hay un lapsus, un fallo, que opera como una
excepción a la afirmación que el hombre adora su imagen. Este fallo implica que uno de
los aros, el imaginario, quede desanudado. Estableciendo el desapego que el adolescente
tiene con su cuerpo. Un cuerpo ligado al afecto. Cuando se pierde el matiz afectivo al
cuerpo se lo deja caer.

Aquí, se requiere entre las condiciones del hablan ser, que las dimensiones que
habita, lo real, lo simbólico y lo imaginario, se anuden.

Entonces y como anticipe, Lacan (1975/76) en el Seminario XXIII, se ocupa de


un llamativo y curioso texto de James Joyce (2005): “Retrato del artista adolescente”.
En el que se narran las relaciones con la falta como pecado y carencia en la vida de un
adolescente de nombre Esteban (Stephen Dedalus), internado en un colegio jesuita. En
determinado momento y como mencioné el joven es maltratado por un grupo de
muchachos. Ante los golpes es llamativa la carencia de afectos via una forclusión de
sentido.

Se corrige el defecto del nudo mediante una escritura singular, criptica, que
implica el itinerario del artista, letra de gozo, que procura acotar el sentido de la lengua
inglesa. Así, Joyce el escritor del enigma por excelencia, se constituye en Padre de su
propio Nombre.

Ciertamente, el traumatismo no es el de seducción sino el traumatismo


producido por la lengua, que posibilita un gozo parasitario, el cuerpo del hablanser.

Con relación al desencadenamiento (o falla), en un principio Lacan hacia 1976,


lo considera a partir de una ruptura o corte de un eslabón, para finalmente hablar del
“lapsus del nudo”. Se trata de una escritura que falla y genera, un desanudamiento de
todos los registros, o de uno solo, como en Joyce. Por consiguiente, el reanudamiento es
posible vía el sinthome, una identificación narcisista con lo que salió de uno mismo.

La cadena se deshace cuando se rompe (forclusión) un solo eslabón, la carencia


de un anillo implica la psicosis, los fenómenos elementales, al estilo principalmente de
la alucinación y el delirio y otros, como el empuje al otro sexo, la ausencia del shifter, el
otro como un amo, y el gozo sin freno.

Así, Lacan nos dice que el Sinthome “está en el lugar mismo en el que el falla,
donde hay una especie de lapsus del mismo” (17 de febrero de 1976). La tétrada, el
nudo de cuatro implica el fracaso del nudo de tres.

Entonces, el sinthome enlaza las tres dimensiones y cifra el gozo del adolescente
Joyce.
En Joyce no sólo encontramos la conformación del sinthome, sino también, la
singular manera de construir un Ego, —el Ich de los alemanes y el Ego de los ingleses
—, que no transita por el cuerpo sino por lo que piensa de sí. Este Ego es narcisista y se
funda en la imagen del cuerpo. El Ego implica una articulación de la imagen y el afecto.
Esto solo no justificaría el enorme trabajo de Joyce, que no adora su cuerpo y,
por el contrario, tiene una idea de sí mismo que pasa por la escritura y no por dicho
cuerpo que está desanudado.

Ante la necesidad de su Ego, le llega una escritura criptica, ilegible y sin sentido,
incluso habla de sí mismo como un libro. Así se construye y de manera incesante, un
sinthome que lo anuda.

También podría gustarte