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OTRO CUMANANERO DE
TUMBES
Cumananas.
Ay mi palomita
que yo la crié:
tuvo sus alitas
y volando se fue.
Me enfermé de la A
Por culpa de la M
Vino el doctor O
Y me recetó la R
El gallo en su dormidero
aletea alegre y canta;
el que duerme en cama ajena
tempranito se levanta.
La pobreza y la vejez
hermanas deben ser:
al pobre nadie lo quiere,
al viejo ni su mujer.
Matrimonio se consigue,
si es posible cada mes;
lo que amor de padre y madre
se tiene sólo una vez.
Todos reían mientras el pequeño lloraba su desgracia. En eso apareció otro pez muy grande y
con mucha hambre empezó a atacarlos para comérselos, todos huían espantados menos el
tamborín, pues infló su cuerpo como si fuera un balón, de tal manera que el pez devorador no
lo podía pasar por su garganta, por eso nuestro amigo se salvó.
Moraleja: No hay que burlarse de los defectos de los demás, pues esos defectos a veces se
convierten en ventajas.
El picaflor y la sábila.
Antaño, cuando los valientes Tumpis habitaban nuestra tierra, vivía un curaca muy querido por
su sabiduría y valor. Por desgracia en una de sus tantas batallas fue terriblemente herido, y su
herida, por más empeño que pusieron sus curanderos, no sanaba con nada. Entonces el
cacique ordenó:
-Busquen alguna planta que me cure y prometo que si así fuera, ocupará Un lugar especial en
mi jardín y en el de mis súbditos.
Un picaflor curioso escuchó la promesa, pensó que descubriendo la planta milagrosa tendría
libre acceso al jardín real si que nadie lo molestara. Acudió presuroso a sus amigos el clavel,
los jazmines y las violetas quienes ni cortas ni perezosas al escuchar la buena nueva, le
regalaron lo mejor de sus pétalos. Una sábila intento ser incluida, pero el picaflor la desdeño.
Raudo llegó al palacio mas la herida del anciano no daba señales de sanar. Y pasó el tiempo,
mucho tiempo cuando la sábila arrancó una de sus ásperas puntas y le pidió a la urraca que la
llevara al curaca. Con mayor fe, el curandero puso el jugo viscoso de la sábila en la llaga y
como por encanto después de varios días sanó. Feliz el curaca, cumplió su promesa y hasta
ahora en muchos jardines de nuestra ciudad ordinaria y amarga sábila ocupa un lugar de
privilegio al lado de las más hermosas flores.
Moraleja: Por eso no debemos ser soberbios y pensar en que somos mejores que otros,
hasta las cosas más pequeñas y humildes tiene valor.
Poemas.
Walter Flores Aguilar
Mangle
El viento
sembrador
te engendra
en los esteros
a dos aguas
y el mar te puebla
de raíces y habitantes.
Alberga tu malla
la pulpa y la coraza
que desentierra el paladar
a manos llenas.
Amigo del río
y de la lluvia
te contemplas
orondo en los espejos
en los que otros
se miran hundirse sin remedio.
A mi madre
Aquí algunos poémas de nuestro profesor de Educación Física Fernando Morán, poeta
tumbesino.
Vi con angustia
de mi última esperanza
En los abismos
de mi sed de dromedario
Mi cuerpo marchitaba
por las hielos del olvido
y llamaba intensamente al tuyo
y no llegaste
¿nunca volverás…?
Mis besos cada noche al recorrerte
se duermen en la espera de un olvido
que no se si llegará
Y una bandada de palmípedas
que vuelan hacia el norte
me hacen entender
que el amor
siempre será amor
porque no… te fuiste
Playas Del Trópico
La mesa
Rigoberto Meza
Cocodrilo de Tumbes
Renegón y dormilón
dueño del río encantado
pareces un niño asustado
cuando vez a los cazadores.
Cocodrilo ya no llores,
no tengas temores
he venido a cuidarte,
para que puedas tranquilo
bañarte y recrearte.
El cangrejito tumbesino
Contento, contento
corre en la arena
a esconderse en el manglar
¡Oh! Qué rico cangrejito
alimento de mi hogar
rico y nutritivo
como tus amigos del manglar
teniendo el color rojo
de mi bandera nacional,
como tú, no hay otro igual.
El cangrejito desobediente
Un cangrejito rojo
de su ambiente se alejó
sus padres le dijieron:
-"No nos dejes por favor,
afuera hay muchos animales,
el hombre es destructor..."
El cangrejito rojo
No hizo caso a los consejos;
tomó el camino y se marchó
---"El mundo es mu hermosa..."
el cangrejito repetía.
Pero de pronto, se asustó:
cayó en las manos de un conchero;
de la jicra a un perol...
Pobre cangrejito rojo
al manglar jamás volvió.