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27/Noviembre/2020

Gustavo Oropeza Salinas


302 Epidemiologia Sociocultural
EL MIEDO A MORIR
ENDEMIAS, EPIDEMIAS Y PANDEMIAS EN MÉXICO: ANÁLISIS DE LARGA
DURACIÓN.
III. La Influenza
13. Infectados Y Muertos, ¿Cómo Se Originó El Caos De La Influenza En México?
El Caso De La Epipandemia De Influencia A (H1N1) En Tlaxcala, Hidalgo Y Distrito
Federal. Abril-Mayo De 2009.
María Asunción Avendaño G, María del Rayo Campos y Juan Carlos Rubio.

Resumen

La influenza es una enfermedad que se considera reemergente, es decir, que se propaga en


brotes epidémicos que pueden llegar a convertirse en pandemia al afectar a países de todo el
mundo, con la peculiaridad de que la cepa del virus que la provoca tiende a mutar con
facilidad.
Es ocasionada por el virus del género influenza, perteneciente a la familia Orthomyxoviridae,
que significa: Ortho = derecho, exacto; myxo = mucus, moco e influenza que proviene de
influencia = epidemia. Por su material nuclear y la reactividad inmunológica se divide en tres
tipos antigénicos, A, B y C. El tipo A, además de afectar a los humanos también infecta a los
animales.
Para los efectos de este artículo el término epipandemia se refiere a la posibilidad de que una
epidemia que surge en un país determinado puede llegar a convertirse en una pandemia al
propagarse a otros países.
El 23 de abril de 2009 México entró en un estado de emergencia sanitaria debido al brote del
virus de la influenza tipo A (H1N1), la confusión y la falta de coordinación se hizo evidente.
La identificación del virus de la influenza se realizó en México desde 1957. Debido a los
efectos negativos que se dieron a escala mundial nuestro país se incorporó a la Red Mundial
de Vigilancia de la Influenza de la OMS en el año 2000, momento a partir del cual se debían
reportar los casos probables, los confirmados y los subtipos identificados en el territorio. En
vísperas de una pandemia y con el propósito de estar preparados y hacer frente al escenario
del virus de la influenza aviar, en el sexenio del presidente Vicente Fox, el 10 de octubre de
2006, el Comité Nacional para la Seguridad en Salud realizó un simulacro a través del
ejercicio “Escudo centinela”.
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Modelo dominante
El trabajo se sostendrá bajo los fundamentos del modelo de planificación dominante
comando y control de Dynes.
Por conveniencia el “modelo dominante” se describe aquí como el “modelo militar” de
planificación de emergencias para indicar sus raíces primarias. Los aspectos fundamentales
pueden ser entendidos en términos de la triple “c”. La primera “c” apunta hacia el supuesto
de que una emergencia es caracterizada por el caos, y las otras dos “c” sugieren que el caos
puede ser eliminado sólo mediante el “comando” y el “control”.

Acontecimientos previos a la emergencia


Los resultados de las pandemias de influenza que se dieron en el siglo XX y el número de
personas infectadas y de fallecidas provocaron expectativas negativas ante la aparición de
una nueva pandemia de influenza aviar que, de acuerdo con la revisión hemerográfica
realizada por Eduardo Menéndez, para el año de 2005 apareció como una preocupación a
escala mundial. En los diferentes artículos periodísticos se informó sobre la inminente
aparición de una nueva pandemia, por lo que los países debían estar preparados para actuar
con rapidez.
En 1999 la (OMS) publicó el documento Preparación y respuesta ante una pandemia de
influenza. Documento de orientación de la OMS, que actualizó en 2005. El documento
aclaraba que debía servir de guía para informar, coordinar la preparación y la respuesta de
cada país antes, durante y después de la pandemia. La OMS exhortó a las naciones a que
elaboraran o actualizaran sus planes nacionales.
En México la Secretaría de Salud elaboró el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante
una Pandemia de Influenza, versión resumida en agosto del 2006, tomando como base los
lineamientos dictados por la OMS. En dicho documento se establecieron los mecanismos de
coordinación entre las diferentes áreas que intervendrían en la atención de la salud pública.
Además, se enfatizaba la intervención del sector salud de manera oportuna y organizada ante
una eventual pandemia de influenza.
El objetivo general pretendía: disminuir el impacto de una pandemia de influenza en la salud
de la población mexicana, así como optimizar los recursos existentes a través de la
instrumentación oportuna de un Plan de Preparación y Respuesta, bajo la coordinación del
Comité Nacional para la Seguridad en Salud, con la participación del Sistema Nacional de
Salud.
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De acuerdo con el Plan Nacional


Las fases preparatorias (1-2) y de alerta pandémica (3-5) de la escala de la OMS son
unificadas en la fase mexicana en una etapa de prepandemia en donde se incluyen actividades
de prepa- ración a escala Nacional. Por otro lado, la fase pandémica (6) de la OMS en nuestro
país se divide en cuatro; la primera con casos en Asia, las fases de la pandemia en nuestro
país se adaptarían, siempre reflejando el incremento del riesgo de enfermedad a la
población mexicana.
En el actual sexenio no se elaboró un plan semejante tendiente a enfrentar una pandemia de
influenza, en su lugar existe un programa para atender las urgencias epidemiológicas y los
desastres, así como un Manual para la vigilancia epidemiológica de influenza cuya finalidad
es la vigilancia epidemiológica de la influenza. El programa tomó como antecedente el plan
del pasado gobierno, y en él se encuentran actividades para atender de forma rápida y
oportuna los problemas de salud y los desastres
De acuerdo con el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, doctor Mauricio
Hernández Ávila, los servicios de salud debían mantenerse preparados para detectar, notificar
y atender con oportunidad los eventos para ofrecer el servicio a la población afectada.
En el sexenio de Felipe Calderón se plateaba que, en el caso de presentarse la pandemia, la
respuesta del gobierno federal se haría conforme a lo establecido en el Plan Nacional de
Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza. Para preparar al personal de salud
de todo el país se elaboró un manual que señala que la Dirección General de Epidemiología
(DGE) establecería los lineamientos a seguir para realizar la notificación inmediata de la
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enfermedad, en tanto que el Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos
(Indre) tendría a su cargo la elaboración del diagnóstico confirmatorio por laboratorio.
Sin embargo, cuando llegó la enfermedad, estos documentos no se tomaron en cuenta para la
organización de las autoridades civiles y de salud. El Comité Nacional para la Seguridad en
Salud no llegó a coordinar las acciones que se requerían, fue por orden del secretario de Salud
que se inició un operativo de búsqueda activa de casos de neumonía grave asociada a este
padecimiento, además emitió una alerta nacional a todas las instituciones del sector salud
invitándolas a participar en la Red de Reporte Diario.
Era evidente que no se realizaba el monitoreo permanente de la influenza que marcaba el
Plan Nacional. Para el 22 de abril todavía se creía que había una “influenza estacional
prolongada” con predominancia en los estados del centro del país.

Infectados y muertos. ¿Cómo se originó el caos?


El 23 de abril de 2009 el secretario de Salud, José Ángel Córdova, dio el aviso oficial en
cadena nacional sobre el brote de influenza con un toque alarmista en su discurso, lo que
provocó los primeros síntomas de temor en parte de la sociedad mexicana.
Para el 24 de abril, en su declaración a la prensa, informó sobre las muertes confirmadas por
influenza que se habían presentado en el país y dijo: “…han sido de 20 casos: 13 en el Distrito
Federal, tres en Baja California, cuatro en San Luis Potosí y uno en Oaxaca”.
La información que presentaba el secretario no sólo llegó a tener errores, también carecía, en
los primeros días, de una base sólida, por ejemplo, Córdova Villalobos comentó que se
estaban revisando las causas de las 20 defunciones que se tuvieron en días pasados, y detalló
que “Las defunciones acumuladas en las últimas horas son 68, pero sólo hay 20 con la
comprobación virológica”.
Los números no fueron el único desorden en torno de la influenza humana, también lo fue el
grado de letalidad. El titular de la Secretaría de Salud en el Distrito Federal, José Ar- mando
Ahued Ortega, enfatizó al inicio de la emergencia que el nuevo virus era “altamente
contagioso, podía ser mortal y con propiedad pandémica”, pero después de unos días el
secretario de Salud aseguró que no era tan agresivo, gracias a lo cual habían podido comenzar
“a controlarlo”. De ahí que las mismas cifras se modificaron y empezaron a disminuir los
casos de infectados y los decesos ya que se empezaban a confirmar por medio de las pruebas
de laboratorio.
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En conferencia de prensa, el secretario de Salud presentó un mapa en donde se resumía la
situación en que se encontraba el país en ese momento y nuevamente las cifras que aparecen
del D.F., Tlaxcala e Hidalgo difieren de las que encontramos en los periódicos de los dos
estados y las que daba el Distrito Federal.
Para el 10 de mayo el secretario de Salud indicó que el aumento en las cifras de mortalidad
que se reportaron para estas fechas se debió a que, con base en las pruebas que se llevaron a
cabo, surgieron nuevos casos de personas que fallecieron por ese mal en días pasa- dos, que
el día de su deceso se desconocía la causa precisa de su muerte. Insistió en que el incremento
del número de decesos no significaba que en las últimas 24 horas hubiera muerto más gente.
Por lo que se refería a las personas infectadas, comunicación social de la Secretaría de Salud
expresaba que se seguía confirmando “la presencia de nuevos casos, de manera progresiva,
en prácticamente todo el país.
Sobre el corte del número de enfermos confirmados, para el día 11 de mayo sumaban 1 626
casos, reportándose la mayor cantidad en el Distrito Federal, Estado de México, San Luis
Potosí, Hidalgo, Veracruz y Zacatecas. Sin embargo, las autoridades sanitarias aclara- ron
que el número de afectados que se reportaban no quería decir que estaban aumentando los
casos, sino que se estaban procesando muchas de las muestras que se realizaron desde el
inicio, afirmación que contradecía lo expresado por la oficina de prensa de la Secretaría de
Salud.
El 12 de mayo la Secretaría de Salud aseguraba que el primer caso de influenza A (H1N1)
que se había confirmado hasta el momento se registró en el Distrito Federal. Para el 13 de
mayo reafirmaron los datos sobre la baja de enfermos, y ratificaron que desde el día 8 de
mayo no se había dado ningún nuevo caso de contagio. Indicaron que en el Instituto
Mexicano del Seguro Social (IMSS) sólo se contabilizaron siete ingresos contra los 141
registrados el 25 de abril, además de que, por primera vez desde que se emitió la alerta, no
ocurrió ningún deceso sospecho por esta causa en el instituto.

Consideraciones finales
El 23 de abril de 2009 México entró en un estado de emergencia sanitaria debido al brote del
virus de la influenza tipo A (H1N1). El trabajo dio cuenta de las medidas aplicadas por el
sector salud durante la contingencia, considerando que el periodo más crítico de la
epipandemia se dio del 23 de abril al 23 de mayo. Decidimos tomar este periodo para observar
las acciones que se implementaron en los estados de Tlaxcala, Hidalgo y el Distrito Federal
con el objetivo de hacer patente el mal manejo de la emergencia.
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De las pandemias que en el pasado afectaron a millones de habitantes en el mundo, la
influenza es la enfermedad que motivó que la Organización Mundial de la Salud emitiera una
alerta para que todos los países mantuvieran una vigilancia constante para enfrentarla con
acciones tendientes a evitar su propagación. Al igual que otros países, México debía contar
con un plan que el sector salud debía implementar en el momento en que se diera la alerta de
la presencia de casos de influenza aviar. Una de las acciones que regularmente debía realizar
el sector consistía en reportar lo casos sospechosos, los confirmados y los subtipos de virus
identificados en el país. A pesar de que desde 2006 se contaba con un Plan Nacional y que
se había realizado un simulacro, México no lo implementó cuando fue necesario. Es decir,
cuando en el mes de marzo se reportaban casos de “influenza estacional prolongada”, no se
contaba con los reportes y tuvieron que pasar varios días y enviar las muestras de pacientes
infectados a laboratorios extranjeros para saber que estábamos ante un nuevo brote de
influenza aviar o porcina, como después se le denominó y que provocó la infección y muerte
de ciudadanos mexicanos antes de tomar las primeras medidas. A pesar de las advertencias
de la OMS para que todos los gobiernos estuvieran preparados para atender de manera rápida
y eficaz el inicio de una pandemia de influenza aviar, el sector salud mexicano se encontró
desprevenido cuando empezaron a aparecer los primeros casos que se denominaron
“neumonías atípicas”.
La población de todo el país quedó vulnerable ante el riesgo de contagiarse del nuevo virus
de influenza que, como dijimos antes, en los primeros días se conoció como influenza
“porcina”. La declaración de las autoridades de que la aparición de una nueva cepa de la
influenza fue un caso extraordinario, resulta desconcertante, ya que se esperaba que se pre-
sentara un nuevo brote de influenza aviar y no era desconocido que el nuevo brote mostrara
que la cepa había mutado.
La epidemia de influenza pasó a ser pandemia en unos cuantos días y tuvo varios nombres
hasta que se le dio el de influenza A (H1N1). La epidemia mostró las debilidades del sector
de salud, ya que a pesar de que el gobierno mexicano está obligado a mantener una constante
vigilancia y reportar los casos sospechosos, se dejó de realizar esta práctica. Por ejemplo,
tenemos los primeros casos de las “neumonías atípicas” en Veracruz, registrados en el mes
de febrero, y en abril en Oaxaca, que no fueron considerados como el posible inicio de una
epidemia de influenza.
Otro problema que se hizo evidente fue la falta de inversión en los laboratorios, cuyos
instrumentos sólo fueron capaces de detectar que había un virus desconocido, sin que se
pudiera determinar de qué tipo era.

Las lecciones que deja esta epipandemia, en la que el secretario de Salud pudo levantar la
alerta hasta el mes de junio de 2010, pone a las autoridades sanitarias en la dirección de
retomar la vigilancia epidemiológica, revisar y actualizar el Plan Nacional de Preparación y
Respuesta ante una Epidemia de Influenza, organizar los comités estatales para que sesionen
periódicamente y elaborar informes para mantener actualizada la información.
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La grave situación por la que pasó el país ante la presencia de la influenza A (H1N1) hace
necesario reflexionar sobre la necesidad de que los futuros gobiernos estén preparados para
organizar a los elementos humanos, materiales y financieros que se requieren para evitar que
vuelva a presentarse una situación de riesgo para la población mexicana ante enfermedades
infecciosas.
Por tanto, proponemos que se tomen en cuenta las siguientes acciones: mantener la vigilancia
epidemiológica y sanitaria; restablecer los lineamientos del Plan Nacional de Preparación y
Respuesta ante una pandemia de Influenza en cuanto a la notificación de enfermedades
contagiosas; revisar y actualizar el Plan Nacional, los planes estatales y municipales; realizar
una mayor inversión para recuperar los laboratorios que requiere el país, con tecnología de
punta, además de capacitar al personal de salud para realizar los exámenes de muestras de
casos sospechosos de contagio para evitar depender de otros países y que las contingencias
sanitarias se puedan atender oportunamente y con calidad; deben hacerse estudios con el fin
de establecer un sistema de alerta temprana; deben mantenerse las campañas de higiene
personal para que se practiquen en los hogares de manera cotidiana y se refuercen en los
centros educativos; además de brindar un acceso real a los servicios básicos de salud,
alimentación y educación a todos los habitantes de México y especialmente de las
comunidades marginadas, darles seguimiento para que haya una respuesta positiva ante
similares contingencias en un futuro.

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