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UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA

Facultad de Ciencias Sociales y Educación


Escuela Profesional de Historia y Geografía

ALUMNA: Yesenia Martínez Ancajima

DOCENTE: Leonor López Murillo

CURSO: Historia del Perú siglo XX

ACTIVIDAD: Ensayo sobre el fin del oncenio


EL FIN DEL ONCENIO

La presidencia de Augusto Bernardino Leguía y Salcedo significo un periodo


controversial en la historia del Perú, puesto que la extensión de su mandato a once años se
configuro como una etapa dictatorial que marcó un antes y un después en la historia peruana;
el fin del régimen estuvo envuelto en el contexto de la crisis internacional capitalista que
había resquebrajado la escasa aprobación política que le quedaba, siendo derrocado de su
cargo por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro un 25 de agosto de 1930; sin embargo
las razones de su derrocamiento se vinieron amasando desde hace mucho tiempo atrás del
“jueves negro”
Una de las tantas razones de la caída de la patria nueva se puede encontrar en las
relaciones que Leguía mantuvo con el ejército, en tal sentido es conocido que desde los
primeros años de la independencia los militares jugaron un papel preponderante en la política
peruana y latinoamericana así en palabras de Camacho (2015), la característica principal del
Oncenio en términos militares fue la proliferación de intentos de oficiales por adueñarse del
poder político.
Durante el oncenio las intentonas golpistas se multiplicaron; así el primer levantamiento
de importancia se produjo Iquitos en 1921, y el último en Arequipa nueve años después; sin
embargo, los más sonados se produjeron entre 1919 y 1924; en los cinco años siguientes
como lo afirma Camacho (2015) se frenó este tipo de movimientos como consecuencia de
la represión sangrienta de la “Revolución de Restauración” de Del Alcázar y de Barreda en
la plaza de Chota, en noviembre de 1924.
Las relaciones entre el ejército y Leguía estuvieron marcadas por desavenencias
relacionadas con lealtades o deslealtades de los oficiales hacia el régimen; así se puede
visualizar que los premios y castigos respectivamente hacia las cabezas de las fuerzas
armadas fueron constantes tal como lo menciona Camacho (2015) Leguía interfirió de
principio a fin de sus gobiernos en la evolución de la carrera de cada uno de los oficiales
más importantes del Ejército, y de muchos más, premiando o castigando su comportamiento
en función de la confianza que le inspiraran.
Desde otra perspectiva el régimen de la patria nueva llegó a su fin enmarcado en una
crisis social agravada por la crisis económica internacional; pero que tiene sus inicios en los
primeros años del gobierno como consecuencia de medidas “no democráticas” para tomar el
control del Estado, así se fueron eliminados aquellos elementos que pudieron oponerse al
régimen; todo esto acentuó la fragilidad del régimen democrático debido a la desconfianza
que sentía la población por las agrupaciones que controlaban el Estado, y por la
imposibilidad que tuvo el grupo dirigente para lograr un acercamiento con los demás sectores
de la sociedad. En este sentido, como afirma Basadre (1931) el oncenio fue una concreción
y una acentuación de los males preexistentes en el país, fue el responsable de poner en
evidencia lo débil que estaban las instituciones, a pesar de la aparente estabilidad
democrática en el control del Estado.
En el aspecto político se tiene que resaltar que si bien es cierto durante los primeros años
del oncenio no hubo una fuerza política capaz de contrarrestar lo existente; generándose un
ambiente de impunidad para aquellos que se aprovechaban del manejo del Estado. Sin
embargo, como sostiene Ames (2009) esta situación cambiará a partir de 1925, con la
formación del APRA y del Partido Socialista, que serán fuerzas opositoras a Leguía, con
apoyo popular.
En ese mismo escenario otra fractura interna al régimen del oncenio lo marca el
surgimiento de diversos movimientos sociales que emergen al escenario político como los
movimientos campesinos de la sierra sur, las movilizaciones populares urbanas, así como un
conjunto de intelectuales que defienden y sustentan el orden oligárquico; a partir de 1928,
el gobierno dio muestras de debilidad que se reflejó en todos los ámbitos de la vida nacional
y de la sociedad peruana; siendo la desigualdad social una de las dificultades que agrietaron
la estructura política del oncenio; en tal sentido Klarén (2004) afirma lo siguiente: La
desigualdad en el ingreso se amplió, asimismo, en este período, dado que únicamente unas
cuantas personas o grupos se llevaban la parte del león de la expansión de la producción
algodonera, o eran favorecidos por los peculados del régimen en los gastos gubernamentales,
el favoritismo político, la corrupción rampante, la importación de bienes suntuarios, la fuga
de capitales: estas fueron las marcas de una economía inundada de préstamos extranjeros y
gasto gubernamental; esto pone de manifiesto el cuadro político, social y económico que
minó las bases del gobierno de Leguía, y constituyó el principio del fin del oncenio.
El escenario, político, social y económico que se fueron configurando antes de la crisis
económica internacional de 1929, se agravó con la llegada de esta al Perú; pues Leguía había
establecido una política económica que dependía de la banca estadounidense; en tal sentido,
el sistema financiero peruano se resintió en 1928, como consecuencia de que los banqueros
estadounidenses restringieron los futuros préstamos al Perú, esto debido a como afirma
Delgado (2013) al temor de que sus inversiones ahora estaban en peligro por el excesivo
gasto, despilfarro y corrupción del gobierno, puesto que de los préstamos obtenidos del
exterior, menos del 30% fueron destinados a obras públicas, el resto fue consumido por el
fraude y la corrupción estatal. La decisión de los banqueros norteamericanos fue catastrófica
para la economía peruana debido al colapso de Wall Street en 1929.
Lo expuesto anteriormente dejó al Estado peruano en condiciones vulnerables en
diferentes frentes; por ejemplo, en lo social, disminuyó el poder adquisitivo de los
consumidores debido a la devaluación de la moneda, las restricciones al crédito, los recortes
salariales y los despidos laborales, en palabras de Delgado (2013) la crisis que afectaba a la
economía y a la sociedad peruana, desencadenó una tormenta política, de la cual derivó en
la asonada militar contra Leguía desde Arequipa en 1930; invocando la corrupción y la
opresión del régimen de Leguía, fue una revolución militar recibida con aprobación tanto
por los continuadores del civilismo como por el naciente aprismo. El levantamiento adquirió
características de una insurrección civil-militar, y entre los personajes civiles que
acompañaban a Sánchez Cerro estaba el abogado José Luis Bustamante y Rivero, quien, en
1945, sería presidente de la República.
Tras el golpe militar del 25 de agosto de 1930, Augusto Leguía fue derrocado en medio
de un descontento generalizado en la sociedad peruana, que se expresaba en violentas
manifestaciones populares en Lima y otras ciudades del país. El gobierno de Leguía intentó
maniobrar la situación de inestabilidad política con la conformación de un gabinete militar,
pero fracasó. El oncenio dictatorial había llegado a su fin. No obstante, Leguía optó por el
exilio, pero fue apresado y murió en prisión en 1932.
En conclusión, el fin del oncenio se configuró como la suma de varios factores que
surgieron al interior del régimen que con el correr del tiempo se fueron adquiriendo fuerza,
en tal sentido las protestas y motines populares y militares abundaron, siendo reprimidos a
sangre y fuego; en líneas generales la sociedad peruana de aquella época mantuvo el estatus
quo del periodo anterior al oncenio, incluso el sistema económico fue el mismo, lo que
configuraría un caldo de cultivo para reivindicaciones de todo tipo que se manifestarían con
más fuerza al final del régimen. Por otro lado, la dependencia económica del capitalismo y
su posterior crisis no hizo más que acelerar el proceso de la caída de la patria nueva, haciendo
eclosionar la suma de todos los factores anteriormente mencionados, poniendo fin al oncenio
de Leguía.
Referencias

 Ames, M. (2009) El Oncenio de Leguía a través de sus elementos básicos (1919-


1930); Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima – Perú.

 Basadre, Jorge (1931). Perú: problema y posibilidad: ensayo de una síntesis de la


evolución histórica del Perú; Rosay; Lima – Perú.

 Camacho, C. (2015) Relaciones entre civiles y militares durante el Oncenio de


Augusto Leguía (Perú, 1919-1930) Universidad Externado de Colombia.

 Delgado, A. (2013) Los años treinta. Una apreciación sobre la década del tercer
militarismo y el populismo en el Perú; Instituto Pedagógico de Caracas; Caracas –
Venezuela.

 Klarén, P. (2004) Nación y sociedad en la historia del Perú; Instituto de Estudios


peruanos; Lima – Perú.

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