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CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA

MENSAJE FINAL

RENOVADOS EN EL ESPÍRITU

Fieles a Dios en la esperanza cristiana.

1. Al culminar el Concilio Plenario de Venezuela en su fase celebrativa, queremos


compartir la rica experiencia que vivimos durante estos años, dando gracias a
Dios por permitirnos ser instrumentos para la esperanza y el futuro promisor de
nuestra Iglesia en medio de la realidad interpelante.

2. Durante la etapa preparatoria, las asambleas provinciales, la fase celebrativa y


todo el proceso conciliar, hemos sentido el paso de Dios en cada Iglesia
particular y comunidad eclesial. El Espíritu del Señor nos pide ahora vivir, en
cada una de nuestras comunidades locales, la fraternidad intensamente
compartida en el Concilio. Hemos aprendido a caminar juntos, y debemos seguir
haciéndolo, en tolerancia, diálogo, reconciliación, es decir, en una auténtica
cultura de la vida, la solidaridad y la paz.

3. Ante nuestro pueblo tan golpeado por decepciones, individualismos,


confrontaciones y rupturas, comprobamos que la Iglesia tiene el deber de asumir
el compromiso de renovación permanente, siendo fieles al amor de Dios y
viviendo intensamente nuestra vocación cristiana a la santidad. Como el padre
de familia, que de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y antiguas (Mt
13,52) la Iglesia debe estar en sintonía con la herencia recibida, pero teniendo
conciencia, al mismo tiempo, del vino nuevo (Mc 2,22) que ha de transmitir a las
futuras generaciones.

4. Nos sentimos destinatarios del mensaje de Jesús resucitado al ángel de la Iglesia


de Filadelfia: “mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te lo arrebate”
(Ap 3,11). Al final de las deliberaciones reafirmamos nuestra decisión de ser
fieles a Dios, al Evangelio, a la persona y el mensaje de Jesús, y remar mar
adentro con la fuerza del Señor.

Renovados en Cristo hacia la comunión y la solidaridad

5. En los dieciséis documentos del Concilio Plenario, elaborados y discernidos en un


clima de oración y reflexión, reafirmamos la voluntad de la Iglesia de construir el
Reino de Dios en Venezuela, fomentando el compromiso de renovación
espiritual, personal y comunitaria, siguiendo la dinámica de la Nueva
Evangelización, alentando la proclamación profética del Evangelio y ofreciendo
nuestro aporte eclesial a la gestación de una nueva sociedad. El Concilio Plenario
ha sido y seguirá siendo en la práctica, una acción conjunta y global de largo
alcance.

6. Esta es una tarea irrenunciable, en la que todos debemos trabajar unidos, con la
certeza de que el Señor es quien edifica la casa (cf. Sal 126). Nadie nos separará
del compromiso de construir una Venezuela mejor, en la que resplandezcan la
reconciliación, la justicia, la paz y la fraternidad; valores que tienen como fuente
común el mandamiento del amor (Jn 13,35).
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7. El Concilio Plenario ha sido, en sus diferentes fases, una expresión de comunión


y solidaridad que, como don y tarea, se hace testimonio eficaz a favor de todos
los hombres y mujeres de Venezuela. Si queremos llevar a la práctica las líneas
pastorales que de él se derivan, y surja el cielo nuevo y la tierra nueva en los
que habite la justicia (2Pe 3,13), debemos vivir entre nosotros lo que
anunciamos, para así ser creíbles desde una Iglesia testimonial.

Iglesia viva y evangelizadora.

8. Al igual que los discípulos, escuchamos la voz de Cristo que nos envía, “vayan
por el mundo entero pregonando la Buena Noticia a toda la humanidad”
(Mc.16,15). Acogiendo este envío a la misión renovamos nuestra vocación de ser
Pueblo de Dios en Venezuela. Es nuestra Iglesia que quiere ser viva y
evangelizadora. Es nuestra Iglesia que quiere seguir transmitiendo la herencia
recibida de manos de los primeros evangelizadores. Es nuestra Iglesia que
quiere seguir remando mar adentro. Es nuestra Iglesia que le dice a Venezuela:
¡ánimo!, “pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de
valentía, de amor y de buen juicio” (2Tm 1,7), para proclamarlo a Él como el
único Señor y Salvador, Principio y fin de todo.

9. Invitamos a todos, creyentes y no creyentes, a asumir la tarea de ser hombres y


mujeres nuevos, impregnando la sociedad de valores que dignifiquen a la
persona humana y hagan posible en nuestro país la novedad de la vida (cf. Rm
6,4) y se logre así, la transformación de nuestro pueblo con el brillo del
esplendor de la verdad, la justicia y la paz, y se experimente la fuerza del amor
fraterno.

10. Levantémonos y vayamos al encuentro del Señor Jesús, construyendo su Reino


de justicia y de paz, con el testimonio de los creyentes, y con la certeza de la
esperanza de un Dios que nos acompaña. Por delante tenemos la noble tarea de
poner en práctica la gran riqueza doctrinal y pastoral del Concilio Plenario. Para
ello contamos con la maternal protección de la Virgen de Coromoto, Patrona de
Venezuela, quien nos acompañará en nuestros afanes evangelizadores.

Junto con ella decimos: “Amén. Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20)

Caracas, 7 de Octubre de 2006

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