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Cryptosporidium sp.

INTRODUCCIÓN
Cryptosporidium es un protozoario parásito perteneciente al Phylum Apicomplexa,
intracelular obligado, monoxeno, con fases de reproducción sexual y asexual que ha
sido ampliamente estudiado en la escala de vertebrados, incluida la especie
humana. Se ha establecido que sus ooquistes son los más pequeños de los
coccidios y se describen dos tipos: uno de pared gruesa que sale al exterior con las
heces, resistente y transmisible por vía oral y el otro de pared delgada que posee
una unidad de membrana simple, responsable de la infección endógena o
autoinfección.

Es de gran importancia para la salud pública, debido a su carácter zoonótico y su


variabilidad de especies, que infecta distintos tipos de animales (ya sea de
compañía o producción). En el área productiva genera grandes pérdidas
económicas, y, a pesar de los considerables avances en ciencias biológicas, el
Cryptosporidium, debido a su resistencia a medidas de control ambientales sigue
representando una cuestión pendiente para la sanidad animal.

ETIOLOGÍA

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El género Cryptosporidium incluye protozoos intracelulares que producen la
enfermedad cryptosporidiosis, están clasificados en el Phylum apicomplexa, clase
sporozoasida, orden Eucoccidiorida, familia Cryptosporidiidae. Se considera un
parásito intracelular obligado, presenta complejo apical, se diferencia de otros
parásitos del grupo Apicomplexa, como Plasmodium, Toxoplasma y Eimeria,ya que
carece de la mayoría de los genes nucleares y de los genomas del complejo apical y
de mitocondrias, pero posee genes específicos de éstas últimas, su reproducción es
sexual y asexual con formación de ooquistes, su ciclo presenta fases de merogonia,
gametogonia, esporogonia y esquizogonia, además los ooquistes presentan cuatro
esporozoitos y su ciclo vital es monoxeno, es decir, con solo un hospedador.

Se describen 20 especies dentro del género Cryptosporidium, varias de estas


infectan a los mamíferos.

C.parvum Bovinos, humanos

C.hominis Humanos

C.bovis Bovinos

C.canis Perros

C.felis Gatos

C. meleagridis Pavos

C. wrairi Conejo de indias

C. muris Roedores

C. serpentis Serpientes, otros reptiles

Los parásitos son esféricos o elípticos. En las células epiteliales del intestino
presentan un tamaño entre 2 y 6 µm y se encuentran localizados en vacuolas
parasitóforas. Los ooquistes presentan cuatro esporozoitos, sin esporocistos, son
ovoides y pueden medir entre 4,5 y 7,9 µm. Tienen ocho cromosomas de tamaños
moleculares semejantes y presenta uno de los genomas más pequeños de los
organismos unicelulares eucarióticos.

CICLO BIOLÓGICO

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El ciclo se completa en un solo hospedador en dos días. La infección se produce por
ingestión de ooquistes, provenientes de la contaminación fecal ambiental o de una
persona o animal infectados. La exquistación se produce por contacto con agentes
reductores, generalmente sales biliares o enzimas digestivas, aunque puede
producirse de forma espontánea. Aparecen cuatro esporozoítos móviles con forma
de plátano que invaden la pared del epitelio intestinal. Se forma una vacuola
parasitófora superficial formada por dos membranas provenientes del hospedador y
por otras dos provenientes del parásito; esto hace que tenga localización
intracelular, pero extracitoplasmática. Aparecen merozoítos 2 intraluminalmente y,
mientras algunos infectan otras células epiteliales del hospedador (originando un
proceso de autoinfección), otros maduran sexualmente y forman zigotos. El
ooquiste, que contiene cuatro nuevos esporozoítos, es infectivo al excretarse por las
heces. Los ooquistes están recubiertos de una pared gruesa que les confiere
protección en el medio ambiente, pero un 20% de éstos presentan una pared fina y,
por lo tanto, exquistan endógenamente, originado un fenómeno de autoinfección. En
el medio ambiente se mantienen infecciosos durante meses en un intervalo amplio
de temperaturas. La autoinfección es importante clínicamente, ya que la ingestión
de pocos ooquistes puede originar procesos clínicos graves. La exquistación
espontánea, en ausencia de sustancias reductoras, explica las infecciones
pulmonares por este microorganismo.

EPIDEMIOLOGÍA

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Cryptosporidium spp. puede iniciar la infección en una amplia variedad de especies
de mamíferos. Terneros, corderos y cochinillos lactantes parecen ser los
hospedadores reservorios más comunes.

El periodo de prepatencia (tiempo entre la infección y la eliminación de ooquistes),


varía de 2 a 14 días, en la mayoría de los animales domésticos, mientras que el
periodo de patencia (duración de la excreción de ooquistes), es variable dentro de
las diferentes especies de hospedadores, desde varios días a varios meses.

En humanos inmunocompetentes, estimando la fecha de infección accidental, se ha


calculado un periodo de prepotencia entre 5 y 28 días, con una media de 7,2 días y
un periodo de patencia que puede oscilar entre 8 y 31 días, aunque pudiera
prolongarse de forma intermitente. En los pacientes con SIDA la eliminación de
ooquistes puede ser indefinida. La dosis infectiva 50 de Cryptosporidium spp. en
humanos, es aproximadamente de 132 ooquistes, aunque un voluntario fue
infectado con tan solo 30. Parece que tanto el hombre como los animales tienen
distintos grados de susceptibilidad a este parásito y el inóculo probablemente puede
variar de un individuo a otro.

La mayoría de los parásitos que viven en el lumen intestinal y son patógenos para el
humano, infectan el aparato gastrointestinal y ocasionan diarrea. Se estima que es
posible encontrar ooquistes de Cryptosporidium spp. en aproximadamente el
90% de las muestras de aguas residuales, en el 75% de las aguas fluviales y
en el 28% del agua potable.

La criptosporidiosis se transmite a través de heces de humanos o de animales


infectados y de agua o alimentos contaminados por heces portadoras de los
ooquistes. Los casos leves son comunes en granjeros. En el caso de personas de
alto riesgo como es el caso de sujetos inmunocomprometidos o en las edades
extremas de la vida, es necesario evitar contacto con heces de animales y prestar
atención especial a las condiciones sanitarias.

Cryptosporidium spp. se encuentra en el intestino de muchas aves y mamíferos.


También se sabe que es parásito de roedores, aves de corral, bovinos y otros
hervívoros. Antes, los epidemiólogos pensaban que la mayor parte de las
infecciones en humanos se adquirían de cachorros de perros, gatos, roedores,
peces, ganado bovino y otros herbívoros. Sin embargo, la evidencia que se deriva
de mejores métodos para detectar el microorganismo y así los brotes de
criptosporidiosis, indican que la contaminación de humano a humano es un medio
importante de transmisión. También se han descrito casos de infección cruzada
intrahospitalaria.

Cuando los animales infectados defecan, se eliminan al ambiente ooquistes


produciendo así un problema de salud pública por el hecho de que los ooquistes
solo tienen 4 a 6 mm de diámetro, demasiado pequeños como para ser eliminados
con facilidad por los filtros de arena que se emplean en las plantas de tratamiento

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de agua; además, Cryptosporidium spp. es extremadamente resistente a
desinfectantes como el hipoclorito de sodio (cloro doméstico). El problema se
agudiza aún más por la baja dosis infectante requerida, alrededor de 10 a 100
ooquistes, y por el hecho de que en un ambiente húmedo los ooquistes pueden
mantenerse viables durante 2 a 6 meses. La supervivencia de los ooquistes
disminuye con las temperaturas extremas y con la desecación. La congelación a –
20ºC durante 72 horas o mediante calentamiento hasta 45-55ºC durante 20 minutos
reducen considerablemente la infectividad. La desecación a temperatura ambiente
de una suspensión acuosa de ooquistes durante 4 horas elimina la viabilidad y se ha
demostrado que la mayoría de los desinfectantes de uso doméstico, tienen poco
efecto sobre los ooquistes de Cryptosporidium spp..

Hasta 1982 sólo se habían publicado entre 7 y 11 casos en humanos. A partir de


1983 se produce el despegue del estudio del conocimiento de este patógeno
emergente con el advenimiento del SIDA que había hecho su aparición en junio de
1981 en EE.UU.

Los pacientes con SIDA presentan gastroenteritis por agentes etiológicos diversos:
bacterianos, parasitarios, virales y micóticos. Los géneros de protozoarios parásitos
generalmente incluyen coccidios, por lo menos dos géneros diferentes de
microsporidios (Enterocytozoon y Encephalitozoon), Giardia y Entamoeba, se
asocian a factores de riesgo como viajes a zonas endémicas y prácticas sexuales
oro-anales; criptosporidiosis y microsporidiosis tienen amplia distribución y son
complicaciones tardías típicas del SIDA.

SIGNOLOGÍA CLÍNICA

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El cuadro clínico más frecuente es la diarrea, aunque también se ha asociado a
infecciones pulmonares. Pueden existir infecciones asintomáticas, incluso en las
personas inmunodeprimidas. La diarrea suele ser abundante y acuosa; raramente
aparece sangre o leucocitos. En pacientes VIH se ha descrito cuadros de diarrea
secretora y diarrea asociada al síndrome de malabsorción, con absorción anormal
de D-xilosa y vitamina B12, y 4 esteatorrea. Se ha sugerido la presencia de una
toxina, pero no se ha podido demostrar su existencia. La enfermedad se ha descrito
en los individuos de todas las edades y sin distinción de sexo, pero los menores de
dos años son más susceptibles a la infección, probablemente debido al mayor
riesgo de transmisión fecal-oral, a la falta de inmunidad protectora por exposiciones
anteriores y a la relativa inmadurez inmunológica. En los países pobres es una
causa relativamente importante de desnutrición y muerte infantil. La protección de la
lactancia materna está en discusión ya que, aunque se ha demostrado la eficacia de
la administración pasiva de anticuerpos, no protege de la infección en un modelo
experimental con primates. En ancianos aumenta también el riesgo de padecer la
infección por el deterioro inmunológico, y este parásito puede asociarse con diarreas
producidas por la toxina de Clostridium difficile en ancianos enfermos crónicos.
Entre la ingestión de ooquistes y la aparición de síntomas clínicos existe una
demora de 7-10 días y la duración de la diarrea en personas sanas puede variar
entre 2 y 26 días, llegando incluso a 90 días. En el brote de Milwaukee, la duración
media de la enfermedad fue de nueve días (intervalo, entre 1 y 55) y la media del
número de deposiciones al día fue de 12 (entre 1 y 90). En los cuadros graves
puede excretarse de 12 a 17 litros al día, y puede acompañarse de febrícula
(<39ºC), malestar general, pérdida del apetito, náuseas y vómitos. Puede producirse
megacolon tóxico. También se ha asociado este parásito con cuadros de colecistitis
y pancreatitis. Las presencias de este microorganismo en las secreciones
respiratorias se pueden deber a verdaderas infecciones o a microorganismos
aspirados. Los síntomas son inespecíficos, y no produce una disfunción pulmonar
grave. También se ha asociado a laringotraqueítis y sinusitis. Suele encontrarse
junto con infecciones por Pneumocystis carinii y citomegalovirus. No existen
asociaciones claras con las infecciones intestinales. No se han descrito infecciones
diseminadas. Existen, frecuentemente, infecciones asintomáticas, incluso en los
infectados por el VIH. La capacidad de eliminar al parásito depende de la naturaleza
del déficit inmune. Se ha descrito infecciones por este parásito en casos de
hipogammaglobulinemia congénita, deficiencia de IgA, infecciones virales, cáncer,
talasemia, diabetes mellitus dependiente de insulina, y en los trasplantados

DIAGNÓSTICO

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El diagnóstico de las formas intracelulares del parásito se realiza mediante el
estudio de las biopsias intestinales; la mayoría de los estadios del parásito son
basófilos y se tiñen bien con hematoxilina-eosina o con la tinción de Giemsa. La
detección de ooquistes se realiza en las heces del paciente y su excreción coincide
con los síntomas clínicos, aunque pueden aparecer de forma esporádica después
de la resolución de los síntomas. Si se sospecha una infección extraintestinal,
pueden buscarse ooquistes en la bilis o en muestras respiratorias. Los ooquistes
tienen un tamaño semejante a las levaduras y, para su identificación correcta, es
necesario realizar tinciones; en estas, los ooquistes pueden presentar variaciones
en función de la edad, de la viabilidad y del estado de desarrollo. Para diferenciar
los ooquistes de Cryptosporidium de las levaduras en los sedimentos de las 5
heces, se puede realizar una tinción temporal con lugol, tomando el color amarillo
las levaduras y permaneciendo incoloros los ooquistes, también es frecuente la
aparición de cristales romboidales de Charcot-Leyden junto a los Cryptosporidium
en estos sedimentos. La fijación de las heces puede realizarse con formalina al 10%
o con SAF (acetato de sodio/ácido acético/formol). La fijación con alcohol polivinílico
(PVA) puede interferir en las tinciones y en el método de concentración formol-éter.
La tinción de referencia está basada en la demostración de las características de
ácido-alcohol resistencia del parásito, tanto en frío como en caliente. Como
decolorante se emplea ácido sulfúrico o ácido clorhídrico en concentraciones entre
el 1 y el 3% (en metanol y en etanol al 70%, respectivamente) durante 15-20 seg.
Las tinciones con fluorocromos (auramina-rodamina) requieren confirmación
mediante una tinción de Ziehl-Neelsen modificada. La viabilidad de los ooquistes
puede determinarse con el empleo del colorante DAPI (diamidino-fenil-indol). La
concentración mediante centrifugación por la técnica del formol-eter o formol acetato
de etilo ha demostrado su eficacia en el procesamiento de las muestras clínicas,
pero mejora su sensibilidad prolongando el tiempo de centrifugación. En un estudio
se comparó la centrifugación a 400 x g durante 2 min con la de 500 x g durante 10
min, y se observó que esta última aumentaba la sensibilidad del 86 al 99%. También
se pueden emplear técnicas de flotación, como soluciones saturadas de cloruro
sódico, sulfato magnésico, sacarosa, ioduro potásico y sulfato de zinc, y Ficoll. La
comparación de las diversas técnicas de concentración ha mostrado resultados
discrepantes. Algunos estudios cuantitativos llevados a cabo en modelos
experimentales demuestran que sólo un pequeño porcentaje de los ooquistes
excretados presentan la característica de ácido-alcohol resistencia, pero este
porcentaje se incrementa cuando aumenta el tiempo entre el momento de la
excreción y de la tinción. El tratamiento de las heces con agua oxigenada (a una
concentración final de 5 volúmenes, durante 10 min) hace que todos los ooquistes
sean ácidos-alcohol resistentes y, por lo tanto, la sensibilidad de las tinciones puede
incrementarse hasta 40 veces. Debido a que, frecuentemente, se asocia la
presencia de Cryptosporidium y Microsporidium en los pacientes con VIH, se han
diseñado tinciones que detectan la presencia de ambos parásitos. Existen métodos
de detección de antígenos en heces por inmunofluorescencia, hemaglutinación y
ELISA que presentan buenos resultados, incluso superiores a los métodos

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tradicionales. También hay técnicas de inmunofluorescencia para la detección
conjunta de C. parvum y Giardia intestinalis. Se han descrito varios métodos de
amplificación, basados en la PCR, con la utilización de cebadores específicos para
Cryptosporidium, que consiguen una alta sensibilidad y especificidad en la detección
de este parásito en muestras clínicas y ambientales. También mediante técnicas de
biología molecular se ha conseguido diferenciar las distintas especies del género
(amplificación de un fragmento de 554 pb y corte con el enzima de restricción MaeI,
que identifica C. parvum). La diferenciación de los genotipos de C. parvum también
se realiza por esta metodología. La amplificación de un fragmento de 298 pb del
rRNA 18S mostró que, en ocho de nueve cepas animales y tres humanas aparecía
la secuencia TATATTT, mientras que en siete de las 10 de origen humano la
secuencia era TTTTTTTTTTT, lo que permitió diseñar cebadores que diferenciaban
el origen de cada cepa. Para el diagnóstico del parásito en los pacientes
inmunocompetentes es necesario el procesamiento de tres muestras de heces
mientras que, en los pacientes infectados por el VIH, podría examinarse una única
muestra, recomendándose el procesamiento de una segunda si la primera fuera
negativa y existiera una elevada sospecha clínica.

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TRATAMIENTO

En la actualidad no se dispone de un fármaco que sea realmente eficaz para el


tratamiento de la criptosporidiosis en humanos y animales. En las personas
inmunocompetentes la enteritis por Cryptosporidium spp. es autolimitada por lo que
se requiere tratamiento de soporte y sintomático. La rehidratación oral o
intravenosa, con o sin nutrición parenteral, generalmente es suficiente.

Se han utilizado antibióticos y quimioterápicos, coccidiostáticos, antivíricos,


antidiarreicos, inmunoterapia e inmunomoduladores.

La eficacia de las drogas utilizadas con actividad preventiva o curativa es limitada o


dudosa, especialmente para el tratamiento de la criptosporidiosis extraintestinal.

Generalmente, los pacientes con inmunidad normal no requieren tratamiento


específico y cuando se estén administrando inmunosupresores pudiera estar
indicado suprimirlos. En pacientes inmunocomprometidos se ha utilizado
espiramicina 50 mg/kg/día/15 días, la cual puede ser transitoriamente eficaz.

La paromomicina es un antibiótico del grupo de los aminoglucósidos, con escasa


absorción por la vía gastrointestinal, parece ser prometedor en el tratamiento de la
criptosporidiosis. Un estudio utilizando la paromomicina en pacientes con
criptosporidiosis intestinal y SIDA, demostró su eficacia para reducir la
sintomatología y la excreción de ooquistes. Otros informes de casos clínicos y
estudios no controlados describen mejoría clínica con la paromomicina, pero
también reportan recaídas, especialmente si no se continúa con tratamiento de
mantenimiento.

La azitromicina también has sido probada para el tratamiento de la


criptosporidiosis. Estudios clínicos previos han fallado en demostrar su efectividad
como monoterapia, sin embargo, algunos informes sobre casos clínicos le otorgan
algún valor como droga para tratamiento. Altas dosis de azitromicina en
combinación con paromomicina en un estudio clínico abierto demostraron mayor
disminución de la excreción de ooquistes que cuando se usaron por separado.

La nitazoxanida otro quimioterápico utilizado en el tratamiento de la


criptosporidiosis intestinal, mostró eficacia en estudios realizados en pacientes con
SIDA y recuentos de CD4 mayores de 50/mm. La dosis recomendada es de 500 a
1000 mg BID durante 15 días.

También se ha utilizado roxitromicina a dosis de 300 mg BID durante 4 semanas


con algunos resultados. Actualmente no existe quimioprofilaxis ni vacuna para
la prevención de la infección o la recurrencia de esta parasitosis .

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CONTROL Y PREVENCIÓN

Como medidas preventivas cabe resaltar la importancia de implementar medidas


higiénico-sanitarias con el fin de ayudar eliminar o disminuir la presencia de
infección en las zonas requeridas. En humanos, el hábito de lavado de las manos
con agua corriente y jabón antes de comer, preparar alimentos y atender niños o
pacientes, al llegar al hogar procedente del trabajo o de cualquier otra actividad,
después de la micción o defecación y de tocar animales, es la medida de prevención
más importante, además de sanitizar vestimenta y filtrar el agua a disposición.

Desde el punto de vista de bovinos de producción, medidas como instalar zonas de


paridera en lugares desinfectados, utilizar suelos de cemento para facilitar el lavado
y sanitización de camas, además de separar terneros con diarrea ayudarían a
prevenir la expansión de Cryptosporidium.

Por último, lo más importante es realizar análisis fecales periódicos para vigilar la
presencia de este protozoo en el área productiva y así controlar el estado salubre de
los animales presentes.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Cryptosporidium Diarrhea in AIDS Patients: An Open, Uncontrolled,
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