Está en la página 1de 2

Nicolás Camilo Vera

Bogotá, Colombia
21 de abril de 2020
A Viktor E. Frankl
Querido Viktor, quizá usted no me conoce y por desgracia, no tuve la fortuna de conocerle,
puesto que, para lo que usted fue la partida, el cerrar un ciclo en esta Tierra, para mí fue
empezarlo. No le voy a mentir, quizás me tomó un poco más de tiempo leer su libro El
hombre en busca de sentido, no por pereza, sino porque no pude evitar pensar en que hoy
en día vivimos en condiciones de encierro, debido a una cuarentena, que me han hecho
cuestionar seriamente cómo fue sobrevivir tras esos largos años en los campos de
concentración. No me malentienda, no quiero decir que estos procesos sean comparables,
pero lo que, si encuentro en concordancia y sobretodo con mi propio sentido de vida, es por
las etapas que ha de sobrepasar el ser humano al encontrarse en una condición nefasta.
Hay veces en las cuales me siento sólo, desconfiado, asustado, temeroso e pensar en lo que
pueda pasar y de si todos a quienes quiero se encuentran bien allá afuera. Por más e que la
tecnología haya avanzado enormemente y quizás usted se sorprenda de lo fácil que es
comunicarse de un lugar a otro, esto no reemplaza en absoluto la interacción humana, el
amor y el cariño que profesa la familia, las amistades y el amor de la pareja. He pensado
muchas veces en lo que usted tan bellamente escribió sobre el amor, sobre esa fuerza que
nos permite seguir, lo que nos da un qué, para enfrentarnos a los cómo: “Cuando el hombre
se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una
acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos
correctamente -con dignidad- ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa
contemplación de la imagen del ser querido”(Frankl, 1991, p. 46). Esto lo he pensado
cuando me siento en mi punto más bajo, cuando no siento ganas de nada, y me da fuerza.
Me da una fuerza que ni siquiera sabía que tenía, me permite seguir adelante, me permite
apreciar lo bello de cada día, de cada momento del aquí y el ahora. Quizás este amor y, si
me lo permite expresar así, lo he tomado como un amor hacia todo lo vivo, porque puedo
servir, porque puedo ayudar, porque puedo sentir, más que encontrar un lugar en el mundo
de afuera, encuentro un lugar en mi mundo interior, me da un sentido al cual mirar, una
meta a la cual quiero cruzar siendo alguien diferente, cada día una mejor persona hacia ese
objetivo. Esto, me permite soportar el sufrimiento, puesto que sé que tienen un sentido; no
es en vano, sino que me encamina a un fin.
Sin lugar a dudas, su bello texto me ha ayudado a pensar la vida desde una perspectiva
diferente, con sentido. Dispuesto a aceptar lo que el destino depare, porque tengo por qué
vivir, por qué continuar adelante pese a las dificultades que se presentan en el mundo y en
mí mismo. No me queda nada más que decir que quisiera poder darle un abrazo y
agradecerle, por ser un maestro que encamina, que nos hace reflexionar sobre nuestros
actos y sobre los actos de los demás. Gracias.
Nicolás Vera.
Bibliografía:
Frankl, Viktor. El hombre en busca de sentido. Herder, Barcelona, 1995. URL:
https://doi.org/10.4324/9780203792568-22

También podría gustarte