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Sociedad

Maltrato infantil, ¿qué nos está


pasando?
La violencia contra los menores es uno de los grandes problemas que aquejan a la sociedad
colombiana. En 2017 el ICBF abrió 24.330 procesos por violencia contra menores, y entre
enero y marzo de 2018 la cifra ya alcanzó los 5.870 casos.
11/5/2018

- Foto: AFP

El maltrato infantil ha estado en la agenda por cuenta del confuso caso de una
niña de 3 años que habría sido abusada en Bogotá, por la muerte de otra pequeña
en Soacha de la misma edad a causa de los golpes de su padrastro, y el suicidio
de un menor de 15 años en Bogotá que habría sido maltratado al punto de preferir
la muerte.

Lo lamentable es que estos no son casos aislados. Según cifras del ICBF, la


violencia contra niños se ha disparado. En 2017 la institución abrió 24.330
procesos por violencia contra los menores, y entre enero y marzo de 2018 la cifra
ya alcanzó los 5.870 casos. En un comparativo entre enero y abril, Medicina
Legal encontró que hay un aumento en los casos de violencia sexual contra
menores del 23 por ciento respecto al año anterior. Se pasó de 5.831 casos en
2017 a 7.173 este año. Estas cifras indican que se está denunciando más, lo cual
es positivo, pero aún existe un subregistro. Es decir, hay muchos casos que no se
reportan.

Colombia no es el único país donde se da el fenómeno. La violencia contra los


niños es un problema mundial. Según un informe de la Unicef publicado en
2017, 300 millones de niños en el mundo viven en situación de violencia y al
menos 15 millones de mujeres adolescentes en el planeta han sido víctimas de
violación.

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Expertos consultados por SEMANA aseguran que Colombia es un país con


grandes problemas de salud mental. Estos se exacerban por la pobreza, el difícil
acceso a la educación, y las huellas del conflicto armado que han dejado a
generaciones traumatizadas, irritables y agresivas.

La violencia en contra de los niños empieza por el abandono de los padres y la


negligencia en su cuidado, pues los dejan expuestos a múltiples peligros. Y esto
se debe, en parte, a que muchos de los progenitores no están preparados para la
paternidad. Las cifras así lo demuestran. En 2017 el ICBF registró a 1.398 niños
abandonados. Aunque la tasa de natalidad se ha reducido notablemente, tan solo
en Bogotá nacieron 16.800 niños de madres adolescentes ese mismo año. A esto
se suma que 5 de cada 10 mujeres en Colombia son madres cabeza de hogar,
según cifras del Dane del año pasado.

Sofía Triviño, quien es docente del Distrito y ha trabajado con niños por más de
25 años, considera que los casos de abandono de menores pueden ser producto de
que muchos padres no pueden estar con ellos por sus trabajos. También cree que
el maltrato y otros tipos de violencia son consecuencia de la propia crianza que
recibieron los padres. Ellos crecieron en ambientes familiares violentos en donde
la única forma de corregir era a los golpes. El esquema se repite de generación en
generación.

Procesos Administrativos de Restablecimiento de Derechos

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Pero el problema del maltrato infantil no es un fenómeno que solo se dé entre


familias de escasos recursos. En las clases medias y altas también hay muchos
padres que agreden a sus hijos, o los dejan solos o al cuidado de terceros no
calificados. De acuerdo a la información de Medicina Legal, los niños por lo
general son abusados por familiares o personas cercanas. Es decir, en Colombia
el lugar más peligroso para un niño o adolescente es su propia casa.
En cuanto a los casos de violación, Isabel Cuadros, psiquiatra y directora de la
Asociación Afecto, cree que no existe una razón específica que permita
establecer qué personas son capaces de actuar de esta forma perversa. Tampoco
cree que haya una fórmula definitiva que permita prevenir el abuso o el maltrato.

Desde el Estado, el ICBF cuenta con 15.000 funcionarios que proveen atención a
los niños, existen jardines gratuitos para los pequeños y además se está
trabajando para que los padres, quienes son los primeros responsables del
bienestar de los niños, puedan responder por ellos. Pero no es suficiente. Es
necesario que la ciudadanía también ayude a cuidar a los menores: “Guardar
silencio nos convierte en cómplices, cuando ya no hay tiempo para actuar, de
nada sirve el arrepentimiento. El silencio frente al abuso sexual infantil también
es un delito. Por eso mi invitación es a denunciar, pero sobre todo a proteger y
cuidar a los niños”, dijo a SEMANA la directora del Bienestar Familar, Karen
Abudinen.

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Olga Albornoz, exdirectora de la Asociación Colombiana de Psiquiatría,


considera además que la institución del ICBF debe mejorarse. Según la experta,
le hace falta no depender del gobierno de turno, y una mayor preocupación por
los tratamientos psiquiátricos de los niños y de sus familias. Además de
asegurarse de que quienes trabajen allí sean personas expertas en el cuidado de
menores. Según la psiquiatra, lo más grave es que: “Como estas instituciones son
poco supervisadas, también son uno de los sitios donde hay un alto porcentaje de
abuso contra los menores”.

Ante las críticas, Abudinen asegura que el ICBF es una entidad que tiene un
notable mejoramiento en los resultados de gestión. El Instituto ocupó en 2017 el
lugar número 7 en el Índice de Transparencia de Entidades Públicas. Un año
antes estaba en la casilla 77. Demás aseguró que en las visitas que han venido
adelantando a todos los hogares sustitutos pudieron establecer que el 99 por
ciento de estos lugares reúnen las condiciones exigidas por el ICBF. “Los niños,
niñas y adolescentes están protegidos, reciben amor y el cuidado propio en esta
modalidad de atención”, aseguro la directora. “La labor de las madres sustitutas
con más de 12.000 niños es invaluable”, agregó.

Sin embargo, el Bienestar Familiar no puede ser el único crucificado por cuenta
de la problemática. La raíz de la violencia contra los niños es más amplia,
compleja y profunda. Es una falla que comienza en la concepción y la crianza, y
está insertada en la cultura y la sociedad. Nace del valor que se la da la vida, a la
infancia, al futuro. Y por lo tanto las soluciones deben ser transversales. En
paralelo se tiene que combatir la pobreza y la deserción escolar, así como apuntar
a la prevención del embarazo adolescente y a la mayor eficiencia en la
judicialización de los abusadores.

En línea: "Mi hijo fue violado por otro niño mientras jugaban"

El problema también yace en el valor que se da a los voz de los menores. En las
casas se debe empezar por creerle a los niños. Según las psiquiatras, si un niño
dice que fue abusado, en efecto lo fue. Debe promoverse la investigación y el
cuidado de la salud mental de los niños y sus familias. Se debe trabajar con los
adolescentes que hayan sido autores de conductas abusivas contra sus pares, o
niños menores que ellos. Es muy importante reforzar  en los colegios el trabajo
de educación sexual, de acuerdo a la edad. Establecer códigos de conducta entre
el maestro y sus estudiantes. O incluso abrir los espacios de las aulas con paredes
de vidrio.

Así mismo, las conocedoras del tema recomiendan actualizar las medidas contra
los abusadores. Para ellas, medidas como la castración química no funcionan
pues un abusador puede agredir a un niño de múltiples maneras. Lo que sí
consideran necesario es que cuando estos individuos queden en libertad tengan
prohibido, por ejemplo, trabajar o estar cerca de menores (de colegios, o parques
infantiles) y que tengan un chip de georreferenciación para que las autoridades
puedan saber dónde están.

Pero sobre todo, ellas coinciden en que hay que volcar los esfuerzos no solo en la
denuncia, sino también en la prevención. Aunque esto lamentablemente no
garantiza que estos horribles casos no vuelvan a suceder. En ese escenario lo que
se debe hacer entonces es proporcionarle toda la atención que el niño requiera.
Está demostrado que los seres humanos tienen una capacidad de resiliencia
poderosa para salir adelante, siempre y cuando reciban la atención psiquiatrica,
afecto y sus necesidades básicas estén resueltas. 

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